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SALA EN ESPERA

ENERO 2011

Agonía de la ópera Ι Axel Castellanos


Con su estreno mundial en el Teatro Degollado en diciembre de 2010, y
precedida por Amahl, de Menotti, el compositor mexicano José Luis González
Moya presentó su ópera El rey nació, un espectáculo a cargo de la Compañía de
Ópera Universitaria dirigida por el Maestro Allen Vladimir Gómez.
Presentación completa y buen desempeño de los artistas, a pesar de algunos
atropellos. Un proyecto ambicioso que logró mostrar lo que el talento local
puede crear. El montaje de escena de ambas óperas siguió un patrón bastante
clásico, muy seguro para el ramo al que se enfrentaba. Personalmente,
considero que irse a la segura en el montaje fue una decisión sabia de la
directora Dolores Sarre, pues incluso bajo esta sencillez, el elenco (que son
mayormente cantantes y no actores) pareció tener ciertos problemas para
terminar de asimilarlo. Cabe destacar también el desempeño de los solistas,
especialmente Dolores Moreno (María) y Mariana Estrada (Amahl), cuyos
desempeños vocales resultan relevantes.
Sin embargo el montaje tuvo sus puntos débiles. Para empezar, el coro
masculino mostró una serie de dificultades para poder llevar el peso del
número “Boda o lapidación”, tanto musicalmente como a nivel escénico.
También, la fuerza del coro flanqueaba en ocasiones, no tanto por el volumen o
la entonación, sino en su energía dramática. Aun así, la respuesta del público
pareció reconfortante, especialmente para un espectáculo nuevo y sin
precedentes.
Hay que tener en cuenta que se trató de un espectáculo de ópera y, como tal, es
una ocurrencia atípica en los escenarios de Guadalajara: aquí semeja una
especie en extinción y un objeto de colección. Actualmente es percibida de
forma ingenua como un espectáculo snob, aburrido y con mercado exclusivo
para una clase pretenciosa y en la tercera edad. Sin embargo, compañías como
ésta nos muestran el creciente interés de la una generación joven.
Aún así, la ópera aún no tiene un espacio en Guadalajara per se y muy de vez en
cuando se ofrece un espectáculo así, por lo regular para engalanar eventos
especiales. La ópera ha sido remplazada por espectáculos como el teatro
convencional y musical (que por sí mismos ya tienen poca demanda), el cine y
los conciertos, un fenómeno atribuible a una serie de factores culturales y
sociales:
Hay que admitirlo, si nos vamos sólo por el valor absoluto del precio, podremos
acertar que la ópera es un espectáculo caro. Reitero, si consideramos el precio
neto del boleto. Sin embargo, el costo de estos espectáculos, al menos a los que
yo he asistido, son menores al valor y la calidad que el show presenta. Siendo
honestos, la ópera en Guadalajara no es cara (como consecuencia de que
intenta venderse), pero viviendo en una sociedad light donde el hedonismo
parece regir nuestra apreciación de la cultura, hay una ceguera severa de la
relación valor/precio. Resulta más atractivo para el público entrar al cine un
par de veces, pagando el precio de un boleto inflado, que asistir una sola vez a
un evento operístico.
Aun así, habrá que poner en una balanza la oferta de ambas producciones para
entender la diferencia de precios. El teatro, a diferencia del cine, ofrece un
producto único e irrepetible al espectador, pues es un show completamente en
vivo. Así mismo, ofrece un espectáculo de mayor cercanía al público, sin la
barrera del idioma, la pantalla y la distancia. Finalmente, la perfección del
evento se debe al esfuerzo del elenco y su trabajo arduo de concentración
reiterada, no al resultado del editor; es decir, es una perfección del momento,
no de refinamiento.
El segundo factor, uno muy importantes, es la falta de escenarios adecuados
para este tipo de espectáculos. En Guadalajara, el Teatro Degollado es el único
escenario construido bajo el concepto de una casa de ópera. Si bien es cierto
que la producción se puede llevar a todo tipo de escenarios o auditorios, la
construcción y el manejo de la acústica cambian mucho la calidad de lo que se
ve y se escucha.
También habría que pensar en la postura e intenciones de todos los espacios. Si
bien tenemos teatros de propiedad municipal como el Foro de Arte y Cultura o
el Teatro Degollado, una gran parte de los espacios se encuentran en manos
privadas que buscan la rentabilidad del negocio. Esto ha ocasionado la
banalización de muchos espacios, como el Teatro Galerías, que optan por una
cartelera redituable para un público cautivo por la televisión abierta.
Por otro lado, hay que destacar que ciertamente la ópera no es para todos, no a
consecuencia de una naturaleza elitista del espectáculo, sino por mera cuestión
de gustos. La ópera proviene de una tradición musical muy compleja, la
sofisticación de la composición es muy alta y su nivel de emotividad es muy
fuerte y, con el perdón de sonar snob, no está dentro del espectro del oído poco
entrenado y preparado para una experiencia tan holística. Este factor es clave
para la poca demanda de la ópera, pues con la aparición de tantas y tan
modernas formas light de producir música, nos hemos quedado muy atrás en
cuanto a gusto y muy lejos de las raíces.
Finalmente, otro factor de gran peso es el entrenamiento artístico que se
requiere para llevar un show de esta naturaleza. Cada vez hay menos músicos,
vocalistas y directores preparados para poder cargar con el peso de una ópera.
No se debe a una disminución de artistas, pues hay numerosos músicos,
cantantes y directores afuera, sino a un desdén hacia la disciplina y las técnicas
necesarias en este tipo de espectáculo. No intento despreciar a los artistas
actuales, sino que enfatizo la falta de interés común de los artistas en formación
respecto exclusivamente a esta disciplina.
Esperemos que, si bien se encuentra en decadencia, la ópera no se encuentre en
agonía: lejos de la discusión categórica de si es más elevada que otro tipo de
música, es una parte integral del arte y un punto clave en la historia de la
cultura, punto de partida de mucho de lo que consumimos en la actualidad.

URL: http://www.salaenespera.mx/2011/01/agonia-de-la-opera-axel-castellanos.html

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