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¿Es posible esperar un futuro promisorio para la ópera en Guadalajara? ¿Qué alternativas hay para solventar y disfrutar un proyecto de esta naturaleza frente a la oferta dramática de la ciudad, con frecuencia frívola (ambas)? En esta colaboración para Sala en Espera, y a partir de producciones operísticas recientes, Axel Castellanos especula sobre los argumentos del público para aislarse de la experiencia de este singular espectáculo.
Titre original
Axel Castellanos, Agonía de la ópera, Sala en Espera
¿Es posible esperar un futuro promisorio para la ópera en Guadalajara? ¿Qué alternativas hay para solventar y disfrutar un proyecto de esta naturaleza frente a la oferta dramática de la ciudad, con frecuencia frívola (ambas)? En esta colaboración para Sala en Espera, y a partir de producciones operísticas recientes, Axel Castellanos especula sobre los argumentos del público para aislarse de la experiencia de este singular espectáculo.
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¿Es posible esperar un futuro promisorio para la ópera en Guadalajara? ¿Qué alternativas hay para solventar y disfrutar un proyecto de esta naturaleza frente a la oferta dramática de la ciudad, con frecuencia frívola (ambas)? En esta colaboración para Sala en Espera, y a partir de producciones operísticas recientes, Axel Castellanos especula sobre los argumentos del público para aislarse de la experiencia de este singular espectáculo.
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Con su estreno mundial en el Teatro Degollado en diciembre de 2010, y precedida por Amahl, de Menotti, el compositor mexicano José Luis González Moya presentó su ópera El rey nació, un espectáculo a cargo de la Compañía de Ópera Universitaria dirigida por el Maestro Allen Vladimir Gómez. Presentación completa y buen desempeño de los artistas, a pesar de algunos atropellos. Un proyecto ambicioso que logró mostrar lo que el talento local puede crear. El montaje de escena de ambas óperas siguió un patrón bastante clásico, muy seguro para el ramo al que se enfrentaba. Personalmente, considero que irse a la segura en el montaje fue una decisión sabia de la directora Dolores Sarre, pues incluso bajo esta sencillez, el elenco (que son mayormente cantantes y no actores) pareció tener ciertos problemas para terminar de asimilarlo. Cabe destacar también el desempeño de los solistas, especialmente Dolores Moreno (María) y Mariana Estrada (Amahl), cuyos desempeños vocales resultan relevantes. Sin embargo el montaje tuvo sus puntos débiles. Para empezar, el coro masculino mostró una serie de dificultades para poder llevar el peso del número “Boda o lapidación”, tanto musicalmente como a nivel escénico. También, la fuerza del coro flanqueaba en ocasiones, no tanto por el volumen o la entonación, sino en su energía dramática. Aun así, la respuesta del público pareció reconfortante, especialmente para un espectáculo nuevo y sin precedentes. Hay que tener en cuenta que se trató de un espectáculo de ópera y, como tal, es una ocurrencia atípica en los escenarios de Guadalajara: aquí semeja una especie en extinción y un objeto de colección. Actualmente es percibida de forma ingenua como un espectáculo snob, aburrido y con mercado exclusivo para una clase pretenciosa y en la tercera edad. Sin embargo, compañías como ésta nos muestran el creciente interés de la una generación joven. Aún así, la ópera aún no tiene un espacio en Guadalajara per se y muy de vez en cuando se ofrece un espectáculo así, por lo regular para engalanar eventos especiales. La ópera ha sido remplazada por espectáculos como el teatro convencional y musical (que por sí mismos ya tienen poca demanda), el cine y los conciertos, un fenómeno atribuible a una serie de factores culturales y sociales: Hay que admitirlo, si nos vamos sólo por el valor absoluto del precio, podremos acertar que la ópera es un espectáculo caro. Reitero, si consideramos el precio neto del boleto. Sin embargo, el costo de estos espectáculos, al menos a los que yo he asistido, son menores al valor y la calidad que el show presenta. Siendo honestos, la ópera en Guadalajara no es cara (como consecuencia de que intenta venderse), pero viviendo en una sociedad light donde el hedonismo parece regir nuestra apreciación de la cultura, hay una ceguera severa de la relación valor/precio. Resulta más atractivo para el público entrar al cine un par de veces, pagando el precio de un boleto inflado, que asistir una sola vez a un evento operístico. Aun así, habrá que poner en una balanza la oferta de ambas producciones para entender la diferencia de precios. El teatro, a diferencia del cine, ofrece un producto único e irrepetible al espectador, pues es un show completamente en vivo. Así mismo, ofrece un espectáculo de mayor cercanía al público, sin la barrera del idioma, la pantalla y la distancia. Finalmente, la perfección del evento se debe al esfuerzo del elenco y su trabajo arduo de concentración reiterada, no al resultado del editor; es decir, es una perfección del momento, no de refinamiento. El segundo factor, uno muy importantes, es la falta de escenarios adecuados para este tipo de espectáculos. En Guadalajara, el Teatro Degollado es el único escenario construido bajo el concepto de una casa de ópera. Si bien es cierto que la producción se puede llevar a todo tipo de escenarios o auditorios, la construcción y el manejo de la acústica cambian mucho la calidad de lo que se ve y se escucha. También habría que pensar en la postura e intenciones de todos los espacios. Si bien tenemos teatros de propiedad municipal como el Foro de Arte y Cultura o el Teatro Degollado, una gran parte de los espacios se encuentran en manos privadas que buscan la rentabilidad del negocio. Esto ha ocasionado la banalización de muchos espacios, como el Teatro Galerías, que optan por una cartelera redituable para un público cautivo por la televisión abierta. Por otro lado, hay que destacar que ciertamente la ópera no es para todos, no a consecuencia de una naturaleza elitista del espectáculo, sino por mera cuestión de gustos. La ópera proviene de una tradición musical muy compleja, la sofisticación de la composición es muy alta y su nivel de emotividad es muy fuerte y, con el perdón de sonar snob, no está dentro del espectro del oído poco entrenado y preparado para una experiencia tan holística. Este factor es clave para la poca demanda de la ópera, pues con la aparición de tantas y tan modernas formas light de producir música, nos hemos quedado muy atrás en cuanto a gusto y muy lejos de las raíces. Finalmente, otro factor de gran peso es el entrenamiento artístico que se requiere para llevar un show de esta naturaleza. Cada vez hay menos músicos, vocalistas y directores preparados para poder cargar con el peso de una ópera. No se debe a una disminución de artistas, pues hay numerosos músicos, cantantes y directores afuera, sino a un desdén hacia la disciplina y las técnicas necesarias en este tipo de espectáculo. No intento despreciar a los artistas actuales, sino que enfatizo la falta de interés común de los artistas en formación respecto exclusivamente a esta disciplina. Esperemos que, si bien se encuentra en decadencia, la ópera no se encuentre en agonía: lejos de la discusión categórica de si es más elevada que otro tipo de música, es una parte integral del arte y un punto clave en la historia de la cultura, punto de partida de mucho de lo que consumimos en la actualidad.