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Cultura europea

del siglo XIX

Características generales
Siglo XIX: Panorama histórico. - Europa de 1815 a 1870 -

El ascenso de la burguesía en el siglo XVIII a través de la Revolución Industrial en Inglaterra y la


Revolución Francesa con el consiguiente hundimiento del Antiguo Régimen marcan el acontecer del siglo XIX.
La Revolución Francesa, que difundió en especial el modelo político y social de la burguesía, sigue
presente luego de la derrota de Napoleón y el Congreso de Viena (la figura de Napoleón se transforma en el
arquetipo de un ideal de hombre al que se aspira imitar).
La difusión de los principios liberales y nacionalistas burgueses no podrá ser contrarrestada por los partidarios
de la Restauración; lo prueban las revoluciones de 1830, 1830 y 1848.
Se pone en tela de juicio la encarnación del concepto de ciudadanía, el alcance de cada uno de los poderes del
Estado, el papel del Estado como institución.
Las corrientes socialistas comenzarán a dar un significado de clase a las ideas “universales “ burguesas.

La Revolución Industrial se consolida primero en Inglaterra y Francia. Capitalismo industrial y


Liberalismo se complementan. Surge la cuestión obrera. Se puede predecir el fenómeno imperialista.
La tecnificación creciente y el aumento de la producción abren paso hacia 1870, a la segunda etapa de la
Revolución Industrial con la instalación del Capitalismo financiero. y la expansión de las potencias
industrializadas, marcada por la desenfrenada ocupación de territorios.
El papel hegemónico de Inglaterra se mantiene, augurándose una creciente competencia con la difusión del
fenómeno industrial a Japón, Alemania y EE.UU..

La gran complejidad de este siglo de contrastes y contradicciones, de mutaciones y rupturas se refleja


en la producción artística.

Características de la evolución europea en el siglo XIX

1. La historia de Europa durante el siglo XIX se desarrolla bajo la influencia de la doble revolución:

 La economía iniciada en Inglaterra y luego difundida por el resto de Europa (Rev. Ind.)
 La política iniciada en Francia y continuada con los estallidos revolucionarios de 1820, 30 y 48 (Rev.
Burguesas)

2. Desde el punto de vista económico:

 Progresiva industrialización de Europa: Inglaterra hacia 1750


Francia y Bélgica hacia 1830
Alemania y N de Italia hacia 1848
Austria, Polonia, Rusia y España posteriormente.

 Con la industrialización se producen enormes cambios económicos, sociales, culturales y políticos.

 El proceso de industrialización se realizó en dos etapas:

LA 1º REV. INDUSTRIAL-1750 a 1870 (industria textil, carbón, máquina de vapor, ferrocarril y hierro).
LA 2º REV. INDUSTRIAL- 1870 a 1945 ( motor a explosión, electricidad, acero, caucho, Ind. Química)

3. Desde el punto de vista político:


Se suceden y confrontan tres programas políticos diferentes:

 LA RESTAURACIÓN - política propiciada por los monarcas vencedores de Napoleón (Austria, Rusia y
Prusia) que pretendía mantener a Europa en la situación anterior a la Rev. Francesa. Sus principios fueron
apoyados por la nobleza, el alto clero, los grandes y medianos propietarios de tierras. Fue justificado
teóricamente por las doctrinas llamadas “tradicionalismo” : Bonald, de Maistrea, Haller.
Se impuso entre 1815 y 1830; se repliega a partir de 1848.

 EL LIBERALISMO - ideología política y económica basada en las ideas de la Ilustración y la experiencia


revolucionaria. Es lo opuesto al Absolutismo y sostiene los ideales de libertad, participación y constitución.
Fue sostenida por la burguesía con distintas variantes.
Se desarrollan tres vertientes: 1- LIBERALISMO CONSERVADOR O DOCTRINARIO (modelo político de la
Monarquía Parlamentaria)
2-LIBERALISMO RADICAL (modelo político de la República Democrática)
3-LIBERALISMO ECONÓMICO (modelo económico fundamentado por Adam
Smith y David Ricardo - liberalistas, nacionalistas y románticos)

En la primera mitad del siglo fue un movimiento de lucha vinculado con el nacionalismo
En la segunda mitad del siglo se va imponiendo pacífica y gradualmente en Europa Occ.

 EL SOCIALISMO- Doctrinas políticas, económicas y sociales que responden a las circunstancias de la


industrialización; en general contrarias al Capitalismo, el Nacionalismo y la propiedad privada; sostiene
principios de justicia social y búsqueda del bienestar colectivo.
Se desarrollaron distintas variantes: el socialismo utópico; el anarquismo; el socialismo científico o
marxismo; el socialismo revisionista.
Evolucionó en tres etapas: 1815-1871 - los precursores.
1871-1914 - integración al movimiento sindical.
1914 en adelante - socialismo del Estado.

La industrialización de Europa Occ. fundamentó el predominio mundial de las potencias industriales.


El desarrollo del nacionalismo fue una tendencia o ideología política característica del siglo XIX que expresaba
las aspiraciones de identificar Estado y Nación (cada Nación un Estado). En la primera mitad del siglo tuvo un
carácter defensivo (Rev. de 1820, 30 y 48); en la segunda mitad tuvo un carácter mas ofensivo y animó a los
procesos de unidad nacional.

4. Desde el punto de vista cultural:

 Se desarrolla la extensión y difusión de la cultura - extensión de la educación


- desarrollo de la prensa periódica
 Caída del arte cortesano y del mecenazgo artístico.
Las grandes corrientes culturales hasta 1870

Las transformaciones sociales y la difusión cultural:

Las revoluciones burguesas, el desarrollo de la industrialización y el nacimiento de los movimientos


nacionalistas formarán la plataforma básica sobre la cual se desenvolverá también una auténtica transformación
del mundo cultural en el occidente europeo. La sociedad estamental del Antiguo Régimen ha sido derrotada
irreversiblemente por la burguesía en ascenso. Este triunfo definitivo en el orden social y económico empujará
todo un amplio movimiento renovador en el gusto, en las mentalidades y en las costumbres. El liberalismo como
ideología, aunado al desarrollo tecnológico, impondrá modernos criterios respecto al campo de la cultura y las
artes plásticas, a su difusión y disfrute en un momento en el que prácticamente todo tenía que replantearse.

Los cambios revolucionarios operados, en ese sentido, brotan del nuevo orden social de la democracia
burguesa y se desarrollan a partir de las ventajas del alcance tecnológico. Los embates del conservadurismo-
considerando en conjunto al siglo XIX- fueron en un principio mareas relativamente frecuentes, pero a finales de
siglo tienden a ser mas estables.

Lo que si ha de considerarse como definitivamente roto es el corsé institucional que el aparato del
Estado absolutista ceñía constantemente al ejercicio y difusión del libre pensamiento. Los criterios selectivos o
restrictivos que el Antiguo Régimen imponía a sus sistemas educativos fueron sensiblemente aliviados. Las
elites burguesas multiplicarán las instituciones culturales que consoliden las bases de su hegemonía intelectual y
científica y defiendan el desarrollo de su ideología dominante. Las necesidades propias del desarrollo industrial
darán lugar a una auténtica red de instituciones decentes politécnicas (escuelas especializadas, centros de artes
y oficios, etc.). La prensa y su gigantesca difusión terminarán de perfilar el cuadro de esta situación nueva.

El papel del Estado:

En toda la fiebre de textos constitucionales que brotaron como síntesis de los principios políticos básicos
del liberalismo hay espacios referidos a la cuestión educativa. La preocupación por un amplia reforma en el
sistema docente no escapó en ningún momento ni al ideario democrático ni a los intereses materiales de la
burguesía decimonónica.

Por una parte, los profetas del liberalismo o los hijos de la Ilustración habían dejado un legado
importante, sobrecargado de cierto tinte humanista, que ahora se orienta hacia un proyecto urbano de grandes
concentraciones de población , sobre las que iría retrocediendo el fantasma del analfabetismo. Hasta aquí y en
términos generales, hay toda una colección de hermosas declaraciones de principios.

Por otra parte, el desarrollo industrial comenzó a ver la necesidad apremiante de absorber determinadas
capas sociales intermedias para desarrollar sus cuadros medios. El desarrollo tecnológico, en las distintas ramas
de producción, requería de material humano mínimamente especializado. El Estado, a través de sus
corporaciones provinciales o locales, proporcionó subvenciones importantes para la construcción de centros
educativos. Al mismo tiempo se fue creando una planificación educativa nueva: escuelas primarias, secundarias
y técnicas que fueron realizando la paulatina labor de criba de pequeños y medios especialistas. La iniciativa
privada se sumó a estas orientaciones allí donde la intervención del Estado en el proceso industrial resultaba
mas perezosa.

Teniendo esto en cuenta es fácil comprender la considerable disminución de los altos índices de
analfabetismo durante el siglo XIX.

Las universidades:

La burguesía se reservó para sí misma el acceso a los estudios superiores. En el terreno cultural cobró
claramente el precio de su triunfo. A través de las universidades “fabricó” sus elites intelectuales, sus equipos de
ideólogos, las corrientes del pensamiento dominante en lo científico y en lo cultural y, fundamentalmente, sus
altos cuadros dirigentes.

Los centros universitarios se multiplicaron a los largo del siglo XIX. En los países mediterráneos su
desarrollo y estructuración deben bastante al imperialismo napoleónico. El corte bonapartista, burocartizante y
autoritario de estas universidades las caracterizó durante todo el siglo. Inglaterra conoce también una importante
floración universitaria. Sin embargo no muestra demasiado entusiasmo en romper con el estilo conservador que
la marcó siempre, y que quizá se explique por las características específicas de un país que conoció la mas
temprana revolución burguesa.
Las oligarquía burguesas y la aristocracia inglesa caminaron juntas durante el siglo XVIII en base a pactos de
respeto mutuo en lo referente al acceso a la enseñanza. La jerarquización marcadamente clasista que delimita
los propios centros universitarios ingleses continúa siendo patente.

El caso alemán es el mas interesante. El talante liberal reinó durante mas de la primera mitad del siglo
XIX en las universidades de Gotinga, Humboldt, Bonn, Berlín, etc. La circulación de doctrinas, el debate abierto y
libre, la confrontación teórica y el gran empeño en el desarrollo de la investigación científica las caracterizó como
los centro mas creativos de Europa. De Alemania surgirán las grandes corrientes culturales del siglo: el
romanticismo, los filósofos de la izquierda hegeliana, el idealismo, y posteriormente las ideas pedagógicas del
kreausismo y los primeros pensadores existencialistas.

La prensa:

El siglo XIX fue el verdadero comienzo de la letra impresa. Las primeras tendencias a habituar a capas
de público cada vez mas amplias a una lectura cotidiana de la realidad nacieron con el pensamiento ilustrado. El
periódico o el semanario, la prensa en sí, como medios de comunicación de masas, vehículos de información y
de opinión política , encuentran su verdadero despegue en este siglo. Todas las aventuras culturales
innovadoras, literarias o científicas, hallarán en el periódico o la revista de precio reducido el medio mas eficaz
de expansión y comunicación: desde la novela por entregas a la explicación de cómo emprender un viaje en
globo, desde la publicidad de un nuevo tónico para la epidermis al desarrollo de los grandes programas políticos.

Como medio de comunicación ágil y barato, no tiene todavía competencia. En la medida en que
retroceden los índices de analfabetismo, aumenta el estímulo editorial. Cada vez que se golpea el avance de las
ideas iniciales del derecho a la libre opinión, se golpea alguna imprenta. El panfleto político se convierte en un
arma nueva de agitación de primerísima mano. Hacia 1870, todo un complejo mundo de intereses económicos y
políticos construye poderosos imperios editoriales. Partidos políticos, gabinetes ministeriales y gobiernos en
pleno, pueden llegar a convertirse en víctimas de la difusión de la prensa. Un giro de corte reaccionario en los
gobiernos burgueses puede sellar las puertas de múltiples imprentas. Al mismo tiempo, consignas como libertad
de prensa o luz y taquígrafos pueden ser el lema de convulsiones revolucionarias.

EL liberalismo y la independencia del artista

La herencia de la ilustración:

Es indudable que las revoluciones burguesas no se inventaron sobre la marcha su propio reflejo
artístico. La incorporación de las pinturas de David a la iconografía revolucionaria, la fidelidad de Goya al
sentimiento liberal de la Constitución de Cádiz, el progresivo radicalismo poético de Espronceda, no son efecto
de una motivación repentina. Los artistas de la Europa occidental de finales del siglo XVIII y principios del XIX no
eran huérfanos ni ideológica ni estéticamente cuando suenan los primeros cañonazos de la revolución. La
Inteligencia europea, a caballo de dos siglos, provenían de la Ilustración. El pensamiento de Rousseau o de
Montesquieu había alimentado en ellos un compromiso de recambio cuando las monarquías absolutas habían
comenzado a tambalearse. El cruel sarcasmo que Voltaire paseaba por las Cortes decadentes del Antiguo
Régimen anunciaba la posibilidad de, aunque fuera solo eso, burlarse del propio mecenas. Esto equivalía a la
posibilidad de abandonarlos.

Muchos escritores, pintores y músicos cortesanos en las ruinas del absolutismo fueron agrupándose en
torno al ideario liberal. El espíritu de las leyes o El contrato social fueron un puente abierto hacia el cual se
vieron empujados por propia convicción. En el triunfo de la burguesía ascendente pensarían encontrar su propia
libertad creadora.

La caída del arte cortesano y el del mecenazgo absolutista:

El hecho de que la revolución del arte cortesano, casi ininterrumpida desde el din del
Renacimiento, se detenga a fines del siglo XVIII y se disuelva definitivamente en el idealismo o el naturalismo
burgués, supone un radical cambio en la posición del artista, en la sociedad y su relación con ella. Hasta este
momento decisivo, el arte se mueve encerrado en esquemas fijos, según las pautas y los códigos del gusto
oficial. La temática era un estrecho muestrario de argumentos repetidos hasta la saciedad: exaltación del poder
y el lujo, recreo del paraíso rococó de los grupos dominantes, propaganda política de la monarquía absoluta o
apoteosis bíblica. La organización del trabajo artístico apenas había abandonado el rígido esquema del
Renacimiento: talleres bajo la dirección del
artista-maestro subordinados a las directrices del gusto oficial (aristocracia, alto clero o cortesanos de la casa
real). Esta concentración artística cortesana podría ensalzar y mimar al maestro escultor o al genial muralista,
pero, al fin y al cabo, no dejaba de considerarlo como un artesano de lujo, un privilegiado artesano a sueldo del
mecenazgo.

La ruptura con esta situación ya ofrecía síntomas claros durante el siglo XVIII. Cuando se inicia la
definitiva voladura del poder real como principio de autoridad absoluta, comienza también la disolución del
clasicismo barroco como estilo artístico. La Corte, como núcleo de concentración artística, comienza a
desintegrarse.

La disolución del gusto oficial:

Con las revoluciones burguesas y la hegemonía ideológica del liberalismo, el artista culmina su
operación política de emancipación. De los himnos populistas camino a la Bastilla a la recreación lírica de la
naturaleza, el subjetivismo o el idealismo, el poeta romántico optará libremente ante un público nuevo que
comienza a demandar la cultura que le falta. La mayor difusión de la letra impresa ampliará el eco de los nuevos
literatos. Un pintor como Delacroix (educado en el mas estricto estilo del clasicismo barroco) ya nada tendrá que
ver con las rigideces cortesanas de Versalles. Había retomado los colores de la calle. En su

cuadro LA libertad guiando al pueblo se concentra todo lo que de romanticismo rebelde se impone ahora con un
sentido épico de la pintura realmente nuevo. Corot, sin embargo,
optará por el naturalismo costumbrista a la medida del gran burgués de nostalgias rústicas. Daumier recreará el
patetismo cotidiano de la otra cara de la moneda: su realismo a ultranza dejará los testimonios mas dramáticos
del material humano sobre cuyas espaldas se construye el nuevo orden social. El misticismo de los
prerrafaelistas ingleses, el simbolismo clásico de Chavannes, el erotismo glacial de Ingres irán construyendo la
larga etapa romántica que recorre el siglo XIX de punta a punta, abriendo estilos nuevos o negándose a sí
misma. El drama romántico burgués de Víctor Hugo, la exaltación irracional de la música de Wagner, el Fausto
de Goethe, la desesperación de Lord Byron, las nostalgias conservadoras de Chateaubriand confluirán en esa
gran caja de Pandora que es el romanticismo. Al mismo tiempo lo estarán destruyendo.

Este movimiento policéfalo no es mas que el reflejo del enorme tumulto que acompañó a todas las
transformaciones que abrieron las puertas a una nueva era.
Si todas las tendencias artísticas tuvieron la posibilidad de ser tan contradictorias entre si, si todas las actitudes
levantaron tal polvareda de debates y de escuelas encontradas, si todos los estilos tuvieron la capacidad de
llegar incluso a negarse a si mismos y renacer en forma de estilos nuevos, fue debido al dinamismo de todo un
complejo conjunto de tensiones. De algún modo reflejaba las contradicciones internas del sistema social nuevo
que se asentaba sobre las cenizas del absolutismo.
Corrientes artísticas

Las corrientes artísticas del siglo XIX fueron: el Neoclasicismo; el Romanticismo; el Realismo; el Impresionismo;
el Post- Impresionismo; el Simbolismo y el Art Nouveau (Modernismo).

Neoclasicismo:

Es el estilo artístico que se desarrolló especialmente en la arquitectura y las artes decorativas; floreció
en Europa y Estados Unidos aproximadamente desde el año 1750 hasta comienzos de 1800 y se inspiró en las
formas grecorromanas. Más que un resurgimiento de las formas antiguas, el neoclasicismo relaciona hechos del
pasado con los acontecidos en su propio tiempo. Los artistas neoclásicos fueron los primeros que intentaron
reemplazar la sensualidad y la trivialidad del rococó por un estilo lógico, de tono solemne y austero. Cuando los
movimientos revolucionarios establecieron repúblicas en Francia y en América del Norte, los nuevos gobiernos
republicanos adoptaron el neoclasicismo como estilo oficial porque relacionaban la democracia con la antigua
Grecia y la República Romana. Más tarde, cuando Napoleón I subió al poder en Francia, este estilo se modificó
para servir a sus necesidades propagandísticas.
El estilo neoclásico se desarrolló tomando como punto de referencia la excavación en Italia de las ruinas de las
ciudades romanas de Herculano en 1738 y de Pompeya en 1748 y la llegada de la Colección Elgin a Londres en
1806. Ensalzando la noble simplicidad y el gran sosiego del estilo grecorromano, el historiador alemán Johann
Winckelmann instó a los artistas a estudiar y a imitar su eternidad y sus formas ideales. Sus ideas encontraron
una entusiasta acogida dentro del círculo de artistas reunidos en torno a él en el año 1760 en Roma.

Arquitectura: Antes de que se realizaran los descubrimientos de Herculano, Pompeya y Atenas, el único punto
de referencia conocido de la arquitectura romana era el proporcionado por los grabados de edificios de
arquitectura clásica romana realizados por el artista italiano Giovanni Battista Piranesi. Los nuevos hallazgos
arqueológicos encontrados proporcionaron el vocabulario de la arquitectura formal clásica y los arquitectos
empezaron a inclinarse por un estilo basado en modelos grecorromanos.
Ejemplos de arquitectura inglesa inspirada en los modelos griegos son el Banco de Inglaterra de John Soane así
como el pórtico del Museo Británico por Robert Smirke. El neogriego fue sustituido por el estilo regencia, cuyos
ejemplos arquitectónicos más notables son las fachadas de Regent Street en Londres, diseñadas por John Nash
y comenzadas en el año 1812, y el Royal Pavilion en Brighton (1815-23). La arquitectura neoclásica de
Edimburgo, Escocia, representa la vertiente más pura, por lo que la ciudad se ganó el nombre de la Atenas del
Norte. De otra parte, la arquitectura neoclásica en Berlín está representada por el Teatro Real obra del alemán
Karl Friedrich Schinkel(1819-21).
Las figuras más representativas de la arquitectura neoclásica española fueron, entre otros, Ventura Rodríguez
(palacio de los duques de Liria), el italiano Sabatini, autor de la Puerta de Alcalá en Madrid, y Juan de
Villanueva, que hizo el Museo del Prado de Madrid.

Pintura: La pintura neoclásica se centró en Roma, donde muchos pintores expatriados se agruparon en torno a
la figura del historiador alemán Johann Winckelmann. Su círculo incluía al pintor Anton Raphael Mengs, Gavin
Hamilton y el estadounidense Benjamin West. El Parnaso de Mengs (1761) un fresco pintado para la villa Albani
en Roma, fue diseñado especialmente por consejo de Winckelmann. A diferencia de las típicas composiciones
de frescos del barroco o del rococó, su composición es simple: sólo unas pocas figuras, en total calma, con
poses semejantes a las de estatuas antiguas. Entre 1760 y 1765, Hamilton

completó cinco cuadros basados en modelos de la escultura antigua e inspirados en la Iliada deHomero. West,
para alguna de sus obras como Agripina desembarcando en Brundidium con las cenizas de Germánico (1768)
se inspiró en su experiencia en Roma. Solemne y austero en cuanto al tratamiento y al tema, reproduce sin
embargo con sumo detalle los motivos arqueológicos.
Las mismas tendencias se hacen patentes en la obra del pintor francés
Jacques- Louis David, uno de los máximos exponentes de la pintura neoclásica. Su Juramento de los Horacios
(1784-85)exalta el tema del patriotismo estoico. El cuadro neoclásico concebido como espacio arquitectónico y
el friso como cita de figuras, reflejan la preocupación neoclásica de composición lógica y clara. Los perfiles
definidos y una luz dura proporcionan a estas figuras la cualidad de estatuas. Los trabajos realizados por David,
encargados por Napoleón, como la Coronación de Napoleón y Josefina (1805-07) están muy alejados del
esplendor y del poder que emanaba la ceremonia.
A comienzos de la década de 1790 los artistas empezaron a pintar imitando las siluetas representadas en la
cerámica griega. El exponente más destacado de esta manifestación fue el inglés John Flaxman, cuyos
grabados de líneas simples, para las ediciones de la Iliada y la Odisea de Homero sustituían la perspectiva
tradicional, la luz y el modelado, por diseños de líneas puras. Uno de los alumnos más aventajados de David,
heredero de su trayectoria e intérprete de la tradición clásica fue Jean August Dominique Ingres que adoptó la
doble dimensionalidad de la obra de Flaxman, tal y como puede apreciarse en su obra Los embajadores de
Agamenón (1801).
En España destacan los pintores neoclásicos José de Madrazo, con La muerte de Viriato (1808), José
Aparicio (1773-1838) y Juan Antonio Ribera (1779-1860), uno de los pocos artistas davidianos españoles autor
del célebre cuadro Cincinato abandona la labranza para dictar leyes en Roma.

Escultura: Dado que la escultura en Europa ha estado muy influida por las formas clásicas desde el
renacimiento, los principios neoclásicos han sufrido menor impacto que en otras manifestaciones artísticas. En
general, los escultores neoclásicos tienden a plasmar poses contorsionadas en mármoles de colores
característicos del último barroco o del rococó, preferentemente contornos limpios, una reposada actitud y
formas idealizadas ejecutadas en mármol blanco.
Los primeros ejemplos de escultura neoclásica fueron realizados por artistas en contacto directo con el círculo
de Winckelman en Roma. Se destacan John Tobias Sergel, quien llevó el nuevo estilo al norte de Europa, y los
ingleses Thomas Banks y Joseph Nollekens quienes introdujeron el estilo en su país. No obstante, la figura
dominante en la historia de la escultura neoclásica fue el italiano Antonio Canova; después de haber
abandonado el estilo barroco, buscó en el estilo neoclásico la severidad y la pureza del arte antiguo. Teseo y la
muerte del minotauro (1781-82) reflejan más la calma de la victoria que la propia contienda; ésta fue la primera
obra de Canova en su nuevo estilo, y le proporcionó fama inmediata.
A la muerte de Canova el artista danés Bertel Thorvaldsen heredó su prestigiosa posición de escultor en Europa.
Sus múltiples encargos internacionales permitieron mantener el estricto neoclasicismo como la corriente
dominante en la escultura hasta mediados del siglo XIX.

Artes plásticas: El estilo neoclásico se extendió también a las artes decorativas. Alrededor del año 1760, Robert
Adam realizó muebles con motivos grecorromanos. Introducido en Francia, este estilo simple y clásico empezó a
ser conocido como estilo etrusco y fue favorecido por la corte de Luis XV. Con adaptaciones posteriores de
diseño clásico, inspiradas en los hallazgos arqueológicos, se desarrolló como un estilo elegante conocido como
Luis XVI, propiciado por la familia real durante la década de 1780. En cerámica, el estilo neoclásico se halla en
la cerámica de Josiah Wedgwood en Inglaterra, para la que Flaxman realizó muchos diseños, y en la porcelana
de Sèvres en Francia.

En la época de Napoleón I, las residencias reales más antiguas fueron redecoradas para el uso oficial, de
acuerdo con los planes diseñados por Percier y Fontaine: muebles, porcelanas, tapices, todo ello con diseños y
motivos grecorromanos. Interpretados como un todo, los interiores definían el estilo imperio en las artes
decorativas que fueron muy pronto imitadas en toda Europa.

Romanticismo:

Es el movimiento artístico e intelectual europeo que se extiende aproximadamente desde 1800 hasta
1850. El romanticismo no puede ser identificado con un estilo singular, con una técnica o con una actitud, pero
sin embargo la pintura romántica se caracteriza por una aproximación muy imaginativa y subjetiva, intensidad
emocional y por un carácter visionario u onírico. Mientras que el arte clásico y neoclásico es mesura, claro y
completo en cuanto a la expresión, el arte romántico se caracteriza por esforzarse en expresar estados de
ánimo, sentimientos muy intensos o místicos, así como por eludir la claridad y la definición. El escritor alemán
Ernst Haffmann definió la esencia del romanticismo como la "infinita añoranza". En la elección de temas, los
artistas del movimiento romántico mostraron predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más
salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o
pasión.

Siglo XVIII:
La palabra 'romántico' se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se
manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza. El escritor y
estadista británico Edmund Burke, por ejemplo, identificó la belleza con la delicadeza y la armonía, y lo sublime
con la inmensidad, la oscuridad y la capacidad para inspirar terror. También durante el siglo XVIII, los
sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. La poesía romántica inglesa y alemana apareció en
la década de 1790 y a fines del siglo experimentó un cambio desde la razón hacia los sentimientos. Éstos y la
imaginación comenzaron a reflejarse en las artes como en las visionarias ilustraciones del poeta y pintor inglés
William Blake, los cuadros de pesadillas de su amigo el pintor suizo-inglés Henry Fuseli y los sombríos grabados
de monstruos y demonios realizados por el pintor español Fransico de Goya.

En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los
primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les
rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio
de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo. La principal figura del
romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo
de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. En su Coracero herido
(1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los
tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores
románticos constituía la esencia de la condición humana.

La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-19), retrata a escala heroica el sufrimiento de la
humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos
(1824). Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia
literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la
música.
Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con
precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la
inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.

El romanticismo en España se manifestó sobre todo en la pintura, representado por Federico Madrazo, con sus
cuadros históricos y sus retratos; Antonio María Esquível, Jenaro Pérez Villaamil, con sus imaginatorios
paisajes; Leonardo Alenza, con sus cuadros costumbristas inspirados en la obra de Goya y Eugenio Lucas
Padilla, que representaba el espíritu revolucionario de la época. En Cataluña surgió una escuela pictórica
inspirada en los nazarenos alemanes dentro de la que destacan Joaquín Espalter y Pelegrín Clavé.

La influencia del romanticismo ha perdurado en obras posteriores. Se puede trazar una línea de continuidad que
parte desde Constable a través de la Escuela de Barbizon hasta el impresionismo, aunque el más directo
descendiente del romanticismo fue el movimiento simbolista, que por diferentes vías intensificó o refinó las
características del movimiento romántico como la subjetividad, la imaginación y la extraña fantasía onírica. En el
siglo XX el expresionismo y el surrealismo llevaron estas tendencias incluso más lejos. Sin embargo, en cierto
sentido, puede decirse que todo el arte contemporáneo deriva del romanticismo ya que el concepto de libertad
artística, originalidad y autoexpresión en el arte fueron los estandartes de los románticos en oposición a los
principios tradicionales.

Literatura:

Hacia finales del siglo XVIII los gustos literarios en Alemania y Francia se alejan progresivamente de las
tendencias clásicas y neoclásicas. Los autores románticos encuentran su primera fuente de inspiración en la
obra de dos grandes pensadores europeos: el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el escritor alemán
Johann Wolfgang von Goethe.
Fue Rousseau quien estableció el culto al individuo y celebró la libertad del espíritu humano al afirmar "Siento
antes de pensar". Goethe y sus compatriotas, incidieron en aspectos más formales, colaborando en una serie de
ensayos titulados Von deutscher Art und Kunst (Sobre el estilo y el arte alemán, 1773), una obra en la que
ensalzan el espíritu romántico manifestado en las canciones populares alemanas, la arquitectura gótica y las
obras de Shakespeare. Goethe se propuso imitar la libertad estilística de Shakespeare en su Götz von
Berlichingen (1773), un drama histórico sobre un caballero rebelde del siglo XVI. La obra, que justifica la
insurrección contra la autoridad política, inauguró el movimiento literario conocido como Sturm und Drang
(tormenta e impulso), considerado como precursor del romanticismo alemán. En esta tradición se inscribe
también la célebre novela de Goethe Las desventuras del joven Werther (1779). Esta obra, que figura entre las
principales referencias del movimiento romántico, exalta los sentimientos hasta el punto de justificar el suicido
por un amor no correspondido, y establece un tono y un estado de ánimo imitado por los autores románticos
tanto en sus obras como en su vida personal: una tendencia al frenesí, a la melancolía, al hastío del mundo y a
la autodestrucción.

En la poesía inglesa el verso libre sustituyó al pareado que dominó la poesía del siglo XVIII. Los
primeros versos del drama Hernani (1830), obra del gran escritor romántico francés Victor Hugo, se alejan de las
normas de versificación francesas del siglo XVIII, mientras que en el prefacio a su Cromwell (1827), un
documento crítico de gran importancia en sí mismo, Hugo no sólo defiende su ruptura con la estructura
dramática tradicional, sino que justifica además la introducción del elemento grotesco en el arte. Los escritores
románticos sustituyeron también a los héroes universales de la literatura dieciochesca por héroes más complejos
e idiosincrásicos. Gran parte del teatro, la novela y la poesía romántica se entregan a la celebración del "hombre
corriente" de Rousseau.

Gran parte de los movimientos libertarios y abolicionistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX
tienen su origen en conceptos de la filosofía romántica como pueden ser el deseo de liberarse de las
convenciones y la tiranía, y el gran valor de los derechos y la dignidad del ser humano. Del mismo modo que los
temas racionales, formales y convencionales característicos del neoclasicismo estaban abocados al rechazo, los
regímenes autoritarios que favorecieron y auspiciaron este movimiento hubieron de enfrentarse inevitablemente
a importantes revueltas populares. La política y los temas sociales fueron claves en la poesía y la prosa
románticas en todo el mundo occidental, y fructificaron en documentos humanos, notables por su vigor y su
vigencia en el mundo actual. El año de 1848 estuvo marcado en Europa por el estallido de graves revueltas
políticas, y la corriente romántica fluyó con fuerza en Italia, España, Austria, Alemania y Francia.

En Guillermo Tell (1804), del dramaturgo alemán Friedrich von Schiller, un oscuro montañés medieval se
convierte en símbolo inmortal de la lucha contra la tiranía y el gobierno extranjero. En la novela Los novios
(1827), del escritor italiano Alessandro Manzoni, una pareja de campesinos derrota finalmente el feudalismo en
el norte de Italia. Lord Byron y Percy Bysshe Shelley, protestaron airadamente contra los males políticos y
sociales de la época y defendieron la causa de la libertad en Italia y Grecia. El poeta ruso Alexandr Serguéievich
Pushkin, alcanzó la fama con su 'Oda a la libertad' y como muchos autores románticos fue perseguido por
subversión política y condenado al exilio.
El desencanto generalizado de los románticos con la organización social se plasmó a menudo en la crítica
concreta de la sociedad urbana. La casa del pastor (1844), del poeta francés Alfred de Vingny, manifiesta la
convicción de que una morada humilde posee más dignidad que un palacio. Anteriormente Rousseau había
afirmado que las personas nacen libres, pero la civilización las encadena. Este sentimiento de opresión se
expresó con frecuencia en la poesía, como revela la obra del visionario inglés William Blake, quien en su poema
'Milton' (c. 1808) habla de los "oscuros molinos satánicos" que comenzaban a desfigurar la campiña inglesa; o el
largo poema de Wordsworth El preludio (1850), que alude a "... las sofocantes y atestadas guaridas urbanas
donde el corazón humano enferma".

Uno de los rasgos principales del romanticismo fue su preocupación por la naturaleza. El placer que
proporcionan los lugares intactos y la (presumible) inocencia de los habitantes del mundo rural se observa por
primera vez como tema literario en la obra 'Las estaciones' (1726-1730), del poeta escocés James Thomson. El
gusto por la vida rural se funde generalmente con la característica melancolía romántica, un sentimiento que
responde a la intuición de cambio inminente o la amenaza que se cierne sobre un estilo de vida.

El gusto por los elementos irracionales y sobrenaturales figura entre las principales características de la literatura
inglesa y alemana del periodo romántico. Esta tendencia se vio reforzada en un sentido por la desilusión con el
racionalismo del siglo XVIII, y en otro por la recuperación de una abundante cantidad de literatura antigua
(cuentos populares y baladas) realizada por Percy y eruditos alemanes, que tanto influyó en los poetas
hispanoamericanos. A partir de estos materiales surge, por ejemplo, el motivo del doppelgänger (el doble).
Muchos escritores románticos, especialmente los alemanes, se mostraron fascinados con este concepto, que en
cierto modo refleja la preocupación romántica por la propia identidad.

Los patriotas hispanoamericanos que vivieron en Londres, a principios de siglo, regresaron cargados de
influencias y modelos. Las señas de identidad del romanticismo hispanoamericano fueron: nacionalismo,
exaltación de lo autóctono, lucha por la libertad, denuncia social y moral.
El romanticismo llega a España con retraso con respecto al resto de los países europeos, y no es
particularmente fecundo. Su desarrollo está condicionado por la situación política marcada por el absolutismo de
Fernando VII. El erudito José Joaquín de Mora, exiliado en Francia, envió a los Bochl de Faber, entonces en
Cádiz los primeros romances protorrománticos, y más tarde, durante su exilio en Londres (1823), junto con
Alcalá Galiano y Blanco White, fue uno de los impulsores del romanticismo español. Tras la muerte del monarca
y el regreso de los exiliados se señala el año de 1834 como fecha del triunfo del romanticismo en España. Se
hacen estrenos y se publican poesías (Salas y Quiroga). Algunos críticos señalan el fin del auge romántico en
las letras españolas hacia 1844, año del estreno del Don Juan Tenorio de Zorrilla. El principal exponente del
romanticismo en España, que supo sintetizar en su vida y su obra el espíritu romántico, fue José de Espronceda,
considerado por algunos el primer gran poeta español moderno.

Música:

Era natural que la reacción de los compositores románticos contra las ideas de la Ilustración respecto a la razón
y el orden se tradujera en irracionalidad y caos, por lo que casi resulta una contradicción hablar de un
movimiento unificado. Después de la universalidad de la Ilustración, el romanticismo es la edad del individuo. El
suceso más significativo para los compositores, y para todos los artistas, fue la Revolución Francesa. En su país
de origen tuvo un efecto inmediato sobre la ópera. En lugar de los argumentos del barroco, que generalmente
buscaban su inspiración en la antigüedad clásica y reflejaban una jerarquía organizada de dioses, gobernantes y
pueblo, ahora los temas se situaban en el excitante y peligroso tiempo presente. Un género que acabó
llamándose ópera de rescate trataba, por lo general, del cautiverio de la heroína a manos de un tirano y del
rescate por su amante. También aparecían con frecuencia dilemas que se solucionaban en el último momento
gracias a los esfuerzos de los propios seres humanos, en lugar del deus ex machina (por intercesión divina) de
la ópera del barroco.
En la nueva era sin dioses, las ceremonias parisinas asumieron la forma de vastas odas corales con música que
alababan al ser humano y a un difuso ser supremo, así como a las virtudes revolucionarias de la libertad, la
igualdad y la fraternidad.

El compositor más fuertemente influido por estas ideas fue también el más grande de su época, Ludwig van
Beethoven. Su Fidelio (1814) es la más noble de todas las óperas llamadas de rescate. Pero Beethoven también
dio respuesta en su música sinfónica al renovado énfasis del romanticismo en la superación del individuo. Ésta
fue también la edad del héroe; por lo que la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, opus 55, de Beethoven (1803), fue
titulada Heroica. Con esta obra, el concepto de la sinfonía heredado del siglo XVIII adquirió nuevas dimensiones.
La Sinfonía nº 5 en do menor, opus 67, de Beethoven (1808), engloba un acto de desafío humano al destino,
con su diminuto tema inicial que contiene suficiente energía para dar vida a toda una partitura, y su Sinfonía nº 9
en re menor, opus 125, Coral (1824), que hace estallar la forma sinfónica cuando un cantante se pone de pie
entre los intérpretes y, con la llamada de "Amigos, ¡abandonad estos sonidos!", invita a sus compañeros a
unírsele cantando la "Oda a la Alegría", de Friedrich Schiller.

El creciente interés por la naturaleza que caracterizaba al romanticismo encontró su expresión más viva en la
música desde el comienzo. Muchas óperas de rescate otorgaban un papel destacado a la tormenta, la
avalancha, el fuego, los hundimientos de barcos, las erupciones volcánicas y otras manifestaciones que
colocaban al ser humano a merced de las fuerzas irracionales del Universo. Hoffmann compuso una de las
primeras obras sobre este tema; maestro de los cuentos irracionales y un romántico arquetípico, combinaba el
talento de escritor, compositor y artista. El poder de lo irracional también hallaba su expresión en la ópera Der
Freischütz (El cazador furtivo, 1821), de Carl Maria von Weber, en la que la vida natural de una comunidad se
veía amenazada por las prácticas satánicas que tenían lugar en las profundidades de la siniestra cañada del
lobo; el romanticismo también hizo del horror una categoría artística.

El gusto por la naturaleza se puso de manifiesto en la Sinfonía nº 6 en fa, opus 68, Pastoral, (1808), y fue un
componente de la canción alemana. El primer gran escritor de Lieder fue Franz Schubert. Sus numerosas
composiciones suelen utilizar el piano para desplegar su imaginería descriptiva, como sucede con los sonidos
acuáticos que discurren a todo lo largo de su ciclo de canciones que describen el amor infeliz de un joven
molinero en Die schöne Müllerin (1823). El propósito iba más allá de la imitación: el arroyo refleja los estados del
alma y la fortuna cambiante del joven. En otras canciones, un objeto natural puede desempeñar un papel
psicológico aún más poderoso, como cuando en su musicalización de Gretchen am Spinnrade (Margarita en la
rueca, 1814) de Goethe, una desagradable figura en el piano representa no sólo la rueda que gira, sino también
los círculos de pensamiento obsesivos de la joven traicionada por su amor perdido. Schubert podía hacer que
una canción sonara como poesía simple o grandiosa; Robert Schumann, que era un crítico agudo, escogió con
más cuidado y exploró más allá de las limitaciones de la imaginación romántica, luces y penumbras, el dolor de
la separación de un amor o de la patria, el terror en el bosque, los sueños misteriosos y muchos más temas, en
los que lo misterioso se convertía en un verdadero territorio romántico.

Como parte de la edad del héroe, el intérprete se convertía en uno de ellos, por lo que debía vencer azarosas
dificultades mediante su técnica y expresar las emociones que muchos sentían pero nadie podía articular con
tanto talento; puesto en tela de juicio el antiguo orden social, político y religioso, el hombre se enfrentaba solo a
sus propios recursos, por lo que el individualismo artístico se premiaba. Con Niccoló Paganini, las extremas
dificultades técnicas de la música para violín dieron alas a la fascinación, subrayada por el dominio casi diabólico
de una personalidad sombría y macabra. Su ejemplo fue seguido por Franz Liszt, que se convirtió en uno de los
más grandes pianistas de todos los tiempos, máximo representante de lo que se conoció como edad del
virtuosismo.

Además de ser una era en la que se ensalzaba la identidad personal, también se descubría la identidad
nacional. Compositores-pianistas como Liszt o Chopin eran capaces de convertir las danzas húngaras o polacas
en obras de concierto llenas de virtuosismos, pero fue la ópera el medio que permitió la expresión artística más
completa del individualismo nacional, gracias al uso de un lenguaje particular y una música folclórica que sabía
utilizar la historia, la mitología y las leyendas locales.

La ópera romántica asumió formas diferentes en dos países que ya poseían una vigorosa tradición operística,
Italia y Francia. Gioacchino Rossini fue capaz de hacer que el don natural de la lengua italiana para el canto
sonase ingenioso y tierno, y destacó lo sentimental en una serie de óperas que le hicieron famoso en toda
Europa. La forma del arte nacional italiano pronto se identificó con la lucha por la independencia política: el
risorgimento fue laureado por Giuseppe Verdi. La larga lista de sus óperas abarca una gran parte de obras
tempranas, hermosas y robustas, confeccionadas en consonancia con el sentir popular, como manifiestos, y
contienen dos de las partituras maestras de la tragedia y la comedia, Otello (1887) y Falstaff (1893).

En Francia, donde la ópera revolucionaria imprimió en el arte un giro hacia el romanticismo, la respuesta a la
restauración posterior a la caída de Bonaparte, fue una forma adaptada a un nuevo y próspero público burgués,
la grand opéra. Los principales defensores de ésta durante las décadas de 1820 y 1830, convirtieron a la Paris
Opéra en la principal casa de ópera de Europa, en la que se destacaron Daniel François Esprit Auber (La muette
de Portici, 1828), Rossini (Guillermo Tell, 1829), Fromental Halevy (La judía, 1835), y especialmente Giacomo
Meverbeer (Los hugonotes, 1836). Estas obras tienen en común la inclinación romántica por reunir todas las
artes en suntuosas puestas en escena con decorados realistas e ingeniosos efectos de iluminación (y, muy a
menudo, con catástrofe final incluida), con numerosos solistas y un gran coro y orquesta. Los argumentos
también eran románticos y tomaban sus temas de la época de los caballeros, de las luchas independentistas, de
países distantes o exóticos o de amores fracasados en medio de luchas dinásticas.

Común a todas estas diferentes tradiciones operísticas era el creciente papel de la orquesta. Con el nacimiento
del romanticismo en el despertar de la Revolución Francesa y el mayor énfasis en las sensaciones individuales
en lugar de en las formas aceptadas del antiguo régimen, el color instrumental se convirtió en una parte
significativa de la expresión musical. Los compositores franceses revolucionarios, como Étienne Méhul, hicieron
uso insólito de los colores orquestales característicos para adaptar óperas de diferentes tipos; con Der
Freischütz (El cazador furtivo) Weber inventó el actual discurso orquestal que refleja el desplazamiento de la
obra desde lo luminoso al horror de las tinieblas y de nuevo a la luz.

Puede considerarse a Wagner como el artista culminante del romanticismo en la música. Utilizó todos los
recursos de ese estilo para sus ideas y doctrinas, tomando lo que necesitaba para elaborar un lenguaje de una
sutileza, riqueza intelectual e intensidad emocional incomparables. Ningún compositor se ha visto libre de su
influencia, aunque en ocasiones tomara la forma de una reacción violenta y apasionada. Incluso los
compositores alemanes que dieron nueva vida a la sinfonía estuvieron bajo su influencia. Había wagnerianos en
todos los rincones de Europa.

Quizá el romanticismo musical más independiente se dio en Rusia, donde Piotr Chaikovski (un decidido
antiwagneriano) exploró unas sinfonías románticas nuevas que dramatizaban su sentido personal del destino
que amenazaba su vida. También escribió canciones influidas por modelos románticos franceses y óperas,
como Eugenio Onegín (1878) y La dama de picas (1890). El nacionalismo ruso tiene su obra culminante en el
Borís Godunov de Modest Músorgski (versión original de 1869), cuyo héroe ofrece una versión rusa particular
del alma dividida del romanticismo. Allí existía también una devoción por el realismo que absorbía a los
pensadores rusos y que tenía raíces románticas..

El legado del romanticismo musical es tan complejo como sus orígenes. Los movimientos del impresionismo, el
expresionismo y el verismo deben mucho a las ideas románticas; a pesar de ello, ya estaban creciendo nuevas
ideas durante la primera década del nuevo siglo, y el romanticismo no alcanzó el año 1914 como idea artística
central.

Realismo:

El Realismo se manifestó principalmente en la Literatura y el Arte y supone el intento por describir el


comportamiento humano y su entorno, o por representar figuras y objetos tal y como actúan o aparecen en la
vida cotidiana. Esta tendencia ha existido periódicamente a través de la historia en todas las artes; sin embargo,
el término se restringe habitualmente al movimiento que comenzó a mediados del siglo XIX como reacción frente
al romanticismo. La diferencia entre el realismo y el naturalismo es más difícil de definir, a pesar de que los dos
términos son a menudo usados indistintamente. La diferencia estriba en el hecho de que el realismo se ocupa
directamente de aquellas cosas que son aprehendidas por los sentidos mientras que el naturalismo, un término
más bien aplicado a la literatura, intenta aplicar teorías científicas al arte.

Arte:
En arte, aunque nunca se desarrolló una escuela realista como tal, el concepto sí se ha manifestado de
diferentes maneras y en distintas ocasiones. El término realista, utilizado para describir una obra de arte, a
menudo, significa simplemente objetos y figuras feas en oposición a aquellas que se consideran bellas. Con
frecuencia se usa para describir escenas humildes de la vida. Este término implica una labor de crítica a las
condiciones sociales, sin rehuir en ningún momento lo desagradable. Algunos de los trabajos de artistas
franceses como Gustave Courbet (Los picapedreros, 1850), Honoré Daumier y Jean-Francois Millet han sido
catalogados como realistas sociales.

En España Eduardo Rosales destacó por su pintura histórica y Martí Alsina es el gran representante del
naturalismo pictórico. Posteriormente destacarían otros grandes pintores realistas como Zuloaga y el polifacético
Alfonso Rodríguez Castelao. Ya en el siglo XX destaca Antonio López y la Escuela de Madrid con su realismo
mágico exacerbado.

Literatura:

La literatura realista se define particularmente como la ficción producida en Europa y en Estados Unidos
desde 1840 hasta la década de 1890, cuando el realismo fue desbancado por el naturalismo. Esta modalidad de
realismo comenzó en Francia con las novelas de Gustave Flaubert así como con los relatos cortos de Guy de
Maupassant, en los que reaccionan contra el lirismo y la idealización románticas.

En Rusia, estuvo representado en las obras de teatro y en los relatos cortos de Antón Chéiov. La novelista
George Eliot introdujo en la ficción inglesa el realismo; como declaró en Adam Bede (1859), su propósito era
"dar una fiel representación de las cosas vulgares". Destacados literatos españoles realistas fueron Emilia Pardo
Bazán, Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas, y en Hispanoamérica Federico Gamboa, Cambacérès y el
uruguayo Eduardo Acevedo. Mark Twain y William Dean Howells fueron los pioneros del realismo en Estados
Unidos. En general, el trabajo de los escritores ilustra la esencia del realismo, según la cual los autores no
deben seleccionar hechos de acuerdo con unas ideas estéticas o éticas preconcebidas, sino que sus ideas
deben estar basadas en observaciones imparciales y objetivas. Preocupados por la representación real de la
vida, sin ocuparse por la forma, los realistas intentaron restar importancia a la argumentación en favor de la
representación de los caracteres referidos a la clase media y a sus preocupaciones y asuntos más palpitantes.

Impresionismo:

Fue el movimiento pictórico francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte
académico. El movimiento impresionista se considera el punto de partida del arte contemporáneo. Por extensión,
el término también se aplicó a un determinado estilo musical de principios del siglo XX.

El impresionismo en pintura partió del desacuerdo con los temas clásicos y con las encorsetadas fórmulas
artísticas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes. La Academia fijaba los modelos a seguir y
patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. Los impresionistas, en cambio, escogieron la pintura al
aire libre y los temas de la vida cotidiana. Su primer objetivo fue conseguir una representación del mundo
espontánea y directa, y para ello se centraron en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Las
figuras principales del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pisarro, Auguste
Renoir y Alfred Sisley.
Los impresionistas se preocuparon más por captar la incidencia de la luz sobre el objeto que por la exacta
representación de sus formas, debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los
objetos circundantes en las zonas de penumbra.
Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando para ello los
colores primarios —cyan, magenta y amarillo— y los complementarios —naranja, verde y violeta—.
Consiguieron ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y
yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la
luminosidad mediante el contraste de un color primario (como el magenta) con su complementario (verde). De
este modo, los impresionistas lograron una mayor brillantez en sus pinturas que la que se produce normalmente
al mezclar los pigmentos antes de aplicarlos.

Aunque los hallazgos del impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura del siglo XX, los intentos por
plasmar los efectos de la luz natural no eran nuevos. En el siglo XVII Jan Vermeer había utilizado fuertes
contrastes de luces y sombras para bañar sus lienzos de luz natural. Diego Velázquez en el mismo siglo y
Francisco de Goya a finales del siglo XVIII captaron la impresión lumínica mediante la eliminación de sombras
secundarias y la introducción de zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Su pincelada también
preludió la de los impresionistas franceses.

Los precursores inmediatos del impresionismo fueron los ingleses John Constable y J.M.W. Turner. Cuando
Monet y Pissarro vieron por primera vez sus obras en 1871 se sintieron conmovidos por la atmósfera y los
efectos difusos de luz característicos de la pintura de Turner. Los pintores de la Escuela de Barbizon fueron
también antecedentes del movimiento impresionista francés. Treinta años antes de la primera exposición
impresionista, Camille Corot, miembro circunstancial de la Escuela de Barbizon calificado en ocasiones como
padre del impresionismo, interpretaba los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a
diferentes horas del día. Eugène Louis Boudin, un pintor preimpresionista, que fue maestro de Monet, enseñó a
sus discípulos a expresar un sentimiento de espontaneidad en sus obras, mientras que el realista Gustave
Courbet alentó a los impresionistas a buscar su inspiración en la vida cotidiana.

Édouard Manet considerado el primer impresionista —aunque rechazaba este calificativo— mostró cómo se
podían obtener sutiles representaciones de luz por la yuxtaposición de colores fuertes y contrastados. Su cuadro
La merienda campestre (1863), expuesto en el Salón de los Rechazados (Salon des Refusés) organizado en
oposición a las exposiciones oficiales en el Salón de la Academia, señaló el comienzo de una nueva era en el
arte. Los pintores impresionistas organizaron su primera exposición independiente en 1874. Los treinta
participantes compartían su rechazo al academicismo imperante y su admiración por las atrevidas
composiciones de Manet. El término impresionista fue usado por primera vez por el crítico Leroy en la revista
Charivari para denominar irónicamente un cuadro de Claude Monet titulado Impresión, amanecer (1872). El
término fue adoptado oficialmente durante la tercera exposición impresionista en 1877. Los impresionistas
fueron apoyados por notables miembros de la sociedad francesa; sin embargo la prensa y el público,
acostumbrados al convencional estilo académico, se mostraron hostiles hacia el nuevo arte.

Los impresionistas evolucionaron hacia distintos estilos individuales y compartieron como grupo sus
experimentos sobre el color. Sólo Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría impresionista. Pintó varias
series —la catedral de Ruán, la estación de Saint-Lazare, los álamos— en diferentes horas del día y estaciones
del año. Pissarro utilizó una paleta más delicada y también se concentró en los efectos de luz sobre las formas.
Degas, que no fue un impresionista ortodoxo, captó la fugacidad del movimiento en las escenas de ballet y de
caballos, a menudo representadas con la técnica del pastel. Los sutiles paisajes de Morisot se destacan por la
intensa pincelada más que por la precisión lumínica.
El impresionismo francés influyó en artistas de todo el mundo. Los más significativos fueron el estadounidense
James Abbott McNeill Whistler, cuyos nocturnos plasman efectos de incendios o luces brillando a través de la
niebla, Childe Hassam, Winslow Homer y el inglés Walter Sickert, el italiano Giovanni Segantini y el español
Joaquín Sorolla.

El impresionismo ejerció una fuerte influencia durante décadas. Artistas que partieron del impresionismo idearon
otras técnicas e iniciaron nuevos movimientos artísticos. Los pintores franceses Georges Seurat y Paul Signac
ejecutaron lienzos a base de pequeños puntos de color, aplicando una derivación científica de la teoría
impresionista conocida como puntillismo o divisionismo. Los postimpresionistas Paul Cézanne, Henri de
Toulouse- Lautrec, Paul Gauguin y Vincent van Gogh estuvieron muy influidos por la vivacidad del colorido
impresionista. La obra de Cézanne anticipó el cubismo, mientras que la de Gauguin y Van Gogh representaron
el comienzo del expresionismo.

Postimpresionismo
Diferentes estilos pictóricos que sucedieron en Francia al impresionismo entre 1880 y 1905 aproximadamente.
Fue acuñado por el crítico británico Roger Fry en 1910, con motivo de la exposición celebrada en Londres de
pinturas de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh. Además de estos tres artistas, también se
incluyen en esta corriente Henri de Toulouse-Lautrec y Georges Seurat.

Aunque los postimpresionistas basaron su obra en el uso del color experimentado por los impresionistas,
reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del
mundo.

La obra de Cézanne, Gauguin y Van Gogh se caracterizó por un uso expresivo del color y una mayor libertad
formal. Cézanne se interesó por
resaltar las cualidades materiales de la pintura, representando seres vivos y paisajes, volúmenes y relaciones
entre superficies. Su interés por las formas geométricas y la luz prismática inherente en la percepción de la
naturaleza anticipó los experimentos del cubismo.
Gauguin se centró en la representación a base de superficies planas y decorativas. Van Gogh,
por su parte, se aproximó a la naturaleza con vigorosas pinceladas coloristas, evocadoras de las emociones
internas del artista. Toulouse-Lautrec estuvo fuertemente influido por
las composiciones lineales de los grabados japoneses, y su obra se caracterizó por los intensos grabados de
contorno y los colores planos.
Autorretrato de Vincent Van Gogh
Simbolismo

Es el movimiento literario y de las artes plásticas que se originó en Francia a finales del siglo XIX.

El simbolismo literario fue un movimiento estético que animó a los escritores a expresar sus ideas,
sentimientos y valores mediante símbolos o de manera implícita. Los escritores simbolistas, que rechazaron
las tendencias anteriores del siglo, proclamaron que la imaginación era el modo más auténtico de interpretar la
realidad. Al mismo tiempo se alejaron de las rígidas normas de la versificación y de las imágenes poéticas
empleadas por sus predecesores, los poetas parnasianos. Entre los principales precursores europeos de la
poesía simbolista figuran el poeta francés Gérard de Nerval y los poetas alemanes Novalis y Hölderlin.

El simbolismo nace en la poesía de Charles Baudelaire. Stéphane


Mallarmé se encargó de difundir el movimiento a través de su salón literario y su poesía. Sus ensayos en
prosa, Divagaciones (1897) constituyen una de las principales aportaciones teóricas a la estética simbolista.
El simbolismo sobrevivió hasta bien entrada la década de 1890 en las obras de poetas franceses como Jules
Laforgue y Paul Valéry, así como en la obra del escritor y crítico Rémy de Gourmont. Peleas y Melisanda, del
dramaturgo belga Maurice Maeterlinck, es una de las pocas obras de teatro simbolistas. El simbolismo se
difundió por todo el mundo; su influencia fue especialmente notable en Rusia, y tuvo un gran impacto en la
literatura del siglo XX. En el área española influyó en la poesía de Ruben Darío, Antonio Machado y Juan
Ramón Jiménez.

El movimiento simbolista tuvo un significado especial en las artes plásticas. En cierto sentido alude al uso de
determinadas convenciones pictóricas (pose, gesto o diversos atributos) para expresar el significado alegórico
latente en una obra de arte. En otro sentido, el término alude a un movimiento que comenzó en Francia en la
década de 1880 como reacción tanto al romanticismo como al enfoque realista implícito en el impresionismo.
El simbolismo en las artes plásticas no es tanto un estilo en sí mismo como una tendencia ideológica de
alcance internacional que sirvió de catalizador para la transformación del arte figurativo en arte abstracto.
Los primeros modelos del arte simbolista emplearon colores vivos y líneas vigorosas para representar visiones
oníricas cargadas de emoción, que a menudo rozan lo macabro y se inspiran en temas literarios, religiosos o
mitológicos. Entre sus seguidores figuran el pintor holandés Vincent van Gogh, Paul Gauguin y Émile Bernard.
Estos adoptaron un estilo basado en el uso de colores puros y brillantes y formas definidas por densos
contornos y bautizaron este estilo con el nombre de sintetista o simbolista en oposición al enfoque analítico del
impresionismo. El
simbolismo fue también una referencia esencial en obras tan diversas como la del pintor suizo Ferdinand
Hodler, el belga James Ensor, el noruego Edward Munch y el inglés Aubrey Beardsley. En el caso de este
último se deja sentir con fuerza el vínculo entre los aspectos eróticos del simbolismo y las formas sinuosas del
Art Nouveau. La preocupación por los aspectos subjetivos y el empleo alusivo del color y las formas
característicos del simbolismo se refleja en movimientos artísticos posteriores como el fauvismo, el
expresionismo y el surrealismo.

Art Nouveau

Su denominación literalmente significa ‘arte nuevo’ y se utiliza para designar un estilo de carácter complejo e
innovador que se dio en el arte y diseño europeos durante las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera
del siglo XX. Se manifestó en:
arquitectura, interiorismo, mobiliario, carteles, vidrio, cerámica, textiles e ilustración de libros, y se caracterizó
por su tendencia a utilizar líneas curvas y ondulantes semejantes a latigazos. El término se tomó de La Maison
de l’Art Nouveau, tienda que abrió el marchante Sigfried Bing en París en 1896.

El Art Nouveau surgió como consecuencia de los postulados del movimiento Arts & Crafts, fundado por William
Morris en 1861. A la vista del incremento de la producción en serie, y de la mala calidad de los diseños y la
realización que ello conllevaba, este movimiento pretendió recuperar los diseños y la elaboración de buena
calidad. Basándose en los postulados del Arts & Crafts, el Art Nouveau los reelaboró para crear un estilo
completamente nuevo que, en oposición al historicismo ecléctico de la época victoriana, no hiciera referencia a
estilos del pasado.

El Art Nouveau se caracteriza por utilizar líneas curvas muy largas basadas en sinuosas formas vegetales y
con frecuentes elementos fantásticos. Fue, sobre todo, un estilo decorativo y como tal se utilizó con gran éxito
en metalistería, joyería, cristalerías e ilustración de libros, en los que queda patente la influencia de los
grabados japoneses.

Los diseños textiles que Arthur Liberty vendía en su famosa tienda londinense, fundada en 1875, y las
ilustraciones de Aubrey Beardsley llevaron al Art Nouveau inglés a sus más altas cimas. Las exposiciones
anuales de la Sociedad de Exposiciones Arts & Crafts, que comenzaron en 1888, ayudaron a la difusión de
este estilo, y una revista nueva, The Studio, contribuyó a su divulgación por Europa.

En Bélgica, el primer ejemplo de se dio en la obra de los arquitectos Victor Horta y Henri van de Velde que
realizaron diseños para casas unifamiliares urbanas con elegantes escalinatas, balcones y verjas curvilíneas
de hierro fundido. Charles Rennie Mackintosh, arquitecto de Glasgow, llevó a cabo versiones sobrias y
austeras en diseños de interiores, mobiliario, vidrio y esmaltes. En Francia, donde este estilo quedó más
patente es en las obras del arquitecto Hector Guimard, en las del vidriero Émile Gallé, en los diseños de
muebles de Louis Majorelle y en los carteles de Alphonse Mucha. También se puso de moda en la decoración
de interiores. En Munich y en Viena se plasmó en las artes aplicadas y en la ilustración de
revistas, alcanzando su cota más alta en la pintura de Gustav Klimt y en el mobiliario y los diseños
arquitectónicos de Josef Hoffmann. En España, quizá el más original de los exponentes fue Antoni Gaudí; sus
personalísimas obras el parque Güell y la casa Milá, situadas ambas en Barcelona, carecen de líneas rectas y
producen la impresión de organismos naturales surgidos de la tierra.

Hacia 1910 este estilo estaba en decadencia y tras la I Guerra Mundial fue reemplazado por la impecable
elegancia del Art Déco, pero volvió a estar en boga a mediados del siglo XX gracias a la exposiciones de
Zurich de 1952, de Londres (1952-1953) y de Nueva York (1960). El Art Nouveau tuvo un papel fundamental
en el desarrollo de la historia del arte, sobre todo en el campo de la arquitectura. Con su rechazo del estilo
convencional y su nueva interpretación de la relación entre arte e industria, los seguidores de este estilo
prepararon el camino para el arte y la arquitectura contemporáneas.

Pintura del Art Nouveau

El Beso de Gustav Klimt


Arquitectura del Art Nouveau

Casa Batlló de Antoni Gaudí


La Ciencia y la Técnica

Física
1808 Polarización de la luz MALUS
1815 Teoría ondulatoria de la luz FRESNELL
1827 Ley de Ohm OHM
1831 Ley de la inducción eléctrica FARADAY
1833 Electrólisis FARADAY
1859 Análisis espectral KIRCHHOFF/ BUNSEN
1888 Ondas electromagnéticas NERTZ
1895 Rayos X RONTGEN
1895 Teoría de los electrones LORENTZ
190 Teoría cuántica PLANCK
1903 Radiactividad RUTHEFORD
1905 Teoría de la relatividad EINSTEIN
1911 Modelo del átomo RUTHEFORD
1913 Modelo del átomo BOHR

Biología
1814 Origen celular del espermatozoide KOLIKER
1842 Maduración periódica del óvulo BISCHOFF
1852 División celular REMAK
1865 Leyes de la herencia MENDEL
1901 Teoría de la mutación DE VRIES
1904 Cromosomas BOVERI
Química
1818 Peso atómico BERZELIUS
1828 Síntesis de la urea WOHLER
1831 Análisis elemental LIEBIG
1833 Fenol, anilina del carbón RUNGE
1841 Abonos químicos LIEBIG
1856 Colorantes sintéticos PERLIN
1865 Estructura anular del benzol KEKULE
1869 Sistema periódico de los elementos MEYER/
MENDELEIEV
1878 Síntesis del índigo BAYER
1898 Radium CURIE
1909 Caucho sintético HOFMANN
1913 Síntesis del amoníaco HABER/ BOSCH

Medicina
1846 Anestesia mediante éter MORTON
1848 Operación de apéndice HAUCOCK
1858 Patología de la célula VIRCHOW
1961 Profilaxis de las fiebres puerperales SEMMELWEIS
1867 Tratamiento antiséptico de las heridas LISTER

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