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De unas ciencias de la Tierra y del medio ambiente hacia unas Ciencias de la


Tierra y unas Ciencias Ambientales

Article · January 1998


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José Antonio Pascual

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FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y DIDÁCTICOS

DE UNAS CIENCIAS DE LA TIERRA Y DEL MEDIO AMBIENTE HACIA UNAS


CIENCIAS DE LA TIERRA Y UNAS CIENCIAS AMBIENTALES
From Earth and Environmental Sciences to Earth Sciences and Environmental Sciences

José Antonio Pascual (*)

RESUMEN
Este artículo es una breve reflexión sobre la complejidad de la materia de los nuevos bachilleratos
“Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente”. Se parte de la importancia de ambas ciencias, aportando
algunas propuestas dirigidas a la importancia de diferenciarla en dos materias distintas.

ABSTRACT
This article is a short reflection on the “Earth and Environmental Sciences” and his complexity. It’s
emphasized the importance of both sciences and shows some suggestions with regard to the advantages
of the differenciation between “Earth Sciences” and “Environmental Sciences” in this level.
Palabras clave: Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente. Ciencias de la Tierra. Ciencias Ambienta-
les. Educación Secundaria.
Keywords: Earth and Environmenal Sciences. Earth Sciences. Environmetal Sciences. Secundary School.

ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS jores condiciones para que el debate sobre las CT-
MA discurra por los canales más cercanos a los pri-
El desarrollo de la LOGSE ha introducido, entre meros de los extremos apuntados. Aún así, todavía
otras cuestiones, nuevas materias en el bachillerato. es tiempo para la reflexión y el debate racional so-
Entre ellas se encuentra “Ciencias de la Tierra y del bre esta materia y este texto pretende aportar su
Medio Ambiente” (en adelante, CTMA), una mate- granito de arena al mismo.
ria que solamente han comenzado a impartir algu-
nos centros que han adelantado la implantación de Comenzaré por lo más genérico, tratando de de-
los nuevos bachilleratos, aunque para la mayoría de finir algunas de las principales cuestiones que afec-
los centros y profesores de biología y geología tar- tan a la materia en su globalidad.
dará aún uno o varios cursos en formar parte de sus Aunque no debiera ser la primera, una de las
realidades docentes. que antes resaltan es la que tiene que ver con la ads-
La introducción de una materia novedosa en el cripción de la nueva materia a un departamento di-
sistema educativo reglado supone la necesidad de dáctico en concreto. No pocas dificultades y polé-
adoptar algunas decisiones que traen no pocas difi- micas pueden venir derivadas de esta decisión. En
cultades. En un ámbito educativo como el bachille- el caso de las CTMA, la asignación ha sido realiza-
rato en el que las novedades no han sido precisa- da al departamento de biología y geología, pero
mente la tónica habitual, los cambios siempre otras materias como “Ciencia, tecnología y socie-
provocan situaciones en los que afloran concepcio- dad” pueden ser impartidas por diferentes departa-
nes diferentes, enfoques distintos, intereses enfren- mentos didácticos y, correspondientemente, por dis-
tados e, incluso, sentimientos corporativos o aco- tintos profesores de distintos perfiles académicos.
modaticios afectados. Todo ello lleva a debates que Esta decisión (la de adscribir la materia a un tipo
pueden fluctuar desde los extremos dominados por concreto de profesorado) conlleva consecuencias
las opiniones razonadas, nacidas del interés por me- inmediatas que tienen que ver con el enfoque que
jorar lo presente y desarrollar un marco educativo puede adquirir la misma, las demandas de forma-
mejor para todos, hasta los del interés egoísta y la ción de ese colectivo de profesores específico e, in-
reacción acomodaticia. Todo dependerá de cómo se cluso, la propia adscripción general de la materia en
haya formulado el ámbito de la polémica y cuáles el ámbito general de los distintos tipos de bachille-
sean las coordinadas dominantes en la misma. Des- ratos. Volveremos sobre esto más adelante.
graciadamente, por muchas razones, no puede de- Una segunda cuestión (que debiera ser la prime-
cirse que en el caso presente se hayan dado las me- ra, sin duda) es la propia justificación de la materia.

(*) CPR Madrid Norte. Pza de la Remonta s/n. 28039 Madrid

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1998 (6.1) 47-51 47


I.S.S.N.: 1132-9157
¿Está social y educativamente justificada la intro- En este enfoque, sin embargo, no entran (tal vez
ducción de esa materia en el lugar y espacio asigna- es pronto para ello) los aspectos más ligados a la
dos por la reforma educativa? No voy a detenerme explicación del fenómeno de lo vivo, aun a escalas
mucho en ella, ya que también va a ser abordada espaciales y temporales más globales (evolución de
más adelante. los ecosistemas en el tiempo geológico). Es cierto
Finalmente, otro tipo de cuestiones fundamenta- que puede encontrase en algunos ámbitos académi-
les tienen que ver ya con el desarrollo específico de cos una confluencia entre esta visión sistémica de la
lo que se pretende que se enseñe y se aprenda con la Tierra como planeta físico-químico y la que aporta
nueva materia, todo ese conjunto de objetivos, conte- la visión sistémica de unas ciencias biológicas, evo-
nidos y criterios de evaluación que componen el lla- lutivas y ecológicas. Lo podemos ver en las pro-
mado currículo oficial de la misma. De forma lógica puestas prácticas para una “biogeoquímica ecológi-
tiene que existir una coherencia entre justificación, ca” rescatada de las ideas de Vladimir Vernadsky
contenido y adscripción a un tipo de profesorado. por investigadores y docentes de la talla de Lynn
Margulis (Margulis y Olendzenski, 1996).
Creo que todas y cada una de estas cuestiones
han sido resueltas de forma no plenamente satisfac- Sin embargo, como bien conocen los lectores de
toria en el caso de las CTMA en el bachillerato y esta revista, las ciencias de la Tierra en España cons-
que las insuficiencias nacen, en gran medida, de un tituyen un ámbito científico y docente emergente,
mismo origen problemático común que se resolvió nacido de las reflexiones que hicieron personas co-
inadecuadamente desde el primer momento. Tam- mo Tuzo Wilson (Wilson, 1968: En el número 1(2)
bién creo que, si se quiere, hay tiempo para resolver de 1993 de esta revista -páginas 72-85- se encuentra
y recomponer los posibles errores que apunto y que reproducido este artículo en un homenaje de al pres-
es preciso que en este debate, a ser posible conduci- tigioso investigador de la universidad de Toronto) al
do desde el lado de la racionalidad y el ánimo posi- encontrar insuficiente el marco teórico y práctico de
tivo a que aludía antes, tome parte el mayor número la geología y buscar un salto cualitativo fundamen-
posible de profesores y de personas interesadas en talmente por el lado de su “contacto” con la física.
la educación durante el bachillerato. Como ha señalado aquí mismo Francisco Anguita,
“la tectónica de placas se ha convertido en una teo-
ría de la Tierra” (Anguita, 1996a), por ello, desde
PROBLEMAS EN EL ORIGEN (1): LAS este “núcleo duro” es posible construir un programa
CIENCIAS DE LA TIERRA de desarrollo normal de las ciencias de la Tierra al
que se van adosando las aportaciones provenientes
Las CTMA son el resultado de la unión en una de la comprensión de la estructura y funcionamiento
materia de dos nuevos campos epistémicos, ningu- de las capas fluidas. Unos años antes, el primer pre-
no de los cuales aparece completamente consolida- sidente de la AEPECT definía las ciencias de la Tie-
do en los ámbitos académicos universitarios. De un rra en este sentido: por acreción de la moderna geo-
lado están las ciencias de la Tierra; del otro, las logía con la geofísica, la geoquímica, la
ciencias ambientales. Empezaremos por aquellas. meteorología, la climatología y la oceanografía (An-
Las ciencias de la Tierra son un campo del co- guita, 1994). Una opinión revalidada de nuevo en
nocimiento que aparece ligado a lo que se presenta las páginas de esta revista al analizar las relaciones
como un nuevo paradigma, en el sentido de Kuhn, entre la geología y las ciencias de la Tierra a través
(o, si se prefiere, un nuevo “programa de investiga- de algunos tratados ya clásicos (Anguita, 1996b). Es
ción”, una nueva “metateoría” o un nuevo “núcleo así, por tanto, como se define el sentido y campo
duro”, por utilizar otros términos y conceptos lige- que cabe interpretar bajo la denominación de cien-
ramente diferentes que han empleado diferentes fi- cias de la Tierra por quienes son algunos de sus más
lósofos e historiadores de la ciencia). De acuerdo firmes valedores.
con ello, las ciencias de la Tierra nacerían de la con- Para más adelante habrá que dejar, pues, lo que
fluencia de las preocupaciones de geólogos, geofísi- se va revelando como un nuevo salto cualitativo
cos, físicos de la atmósfera, meteorólogos, oceanó- que habrá de darse en su momento: la incorporación
grafos y otros profesionales preocupados por el a unas verdaderamente amplias ciencias de la Tierra
estudio y la comprensión de la estructura y el fun- del componente vivo, de la mano de la teoría de la
cionamiento de la Tierra como unidad funcional, evolución y de la teoría ecológica. De esa forma se
como planeta en el que la materia sólida o fluida conseguiría ofrecer un marco de análisis y com-
adopta una serie de disposiciones variables en el prensión del sistema Tierra desde la perspectiva de
tiempo debido a la disipación de energía procedente la interacción entre sistemas vivos y materiales
de distintas fuentes. Esta visión nace de las nuevas inertes, animados por flujos disipativos de energía,
formas de interpretar una Tierra dinámica, ligadas a procedentes de diferentes fuentes y desarrollados
la teoría de la tectónica de placas y los emergentes secuencialmente en torno a la permanente tensión
campos de investigación sobre las capas fluidas de entre el azar y la necesidad, por utilizar una vez
la Tierra y el interior de la misma, capaces de cons- más el conocido título de Jacques Monod.
truir modelos globales y coherentes, progresiva-
De cualquier modo, ese horizonte ya debería
mente más complejos y más elaborados (de acuerdo
aparecer entre los objetivos de un sistema educativo
con el desarrollo del “programa de investigación” o
moderno, pues ampara con gran eficacia algunas de
de la fase “normal” o no revolucionario de la nueva
las importantes demandas conceptuales e interpreta-
ciencia emergida).

48 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1998 (6.1)


tivas, desde la ciencia, de nuestra realidad como se- podría complementarse con el estudio de la evolu-
res humanos en la Tierra. Una reflexión que viene ción de la vida y de la interacción biótica-abiótica
al pelo frente al enmarañado y confuso debate retó- en la configuración dinámica de los ecosistemas
rico y anacrónico sobre el papel de las “humanida- globales, todo lo cual puede constituir un programa
des” en la educación a que nos han llevado las auto- de enseñanza y aprendizaje coherente y abordable a
ridades ministeriales (si las ciencias no son cuestión la escala del segundo curso del nuevo bachillerato
humana, verdadero significado de las “humanida- científico.
des”, entonces: ¿qué son?). A tal fin resulta del ma-
yor interés releer la opinión del antropólogo Marvin
Harris en el prefacio de una de sus obras más cono- PROBLEMAS EN EL ORIGEN (2): LAS
cidas (Harris, 1991; donde se ve que el yermo deba- CIENCIAS AMBIENTALES
te no es propio sólo de nuestras tierras): “...ha sus-
Al contrario de las ciencias de la Tierra, las
citado acalorados debates en torno al problema de
ciencias ambientales han entrado ya como ámbito
los conocimientos que cualquier persona debe po-
propio de una licenciatura en el panorama de ofer-
seer para ser considerada culta. Un remedio muy
tas educativas de las universidades españolas. Es
en boga consiste en elaborar listas definitivas de
cierto que en muchas universidades el debate para
nombres, lugares, acontecimientos y obras litera-
configurar los contenidos concretos de la licenciatu-
rias capaces, se garantiza, de sacar al inculto de su
ra han tenido demasiado que ver con los intereses
impenetrable ignorancia. Como antropólogo me
sectoriales y disciplinarios de los distintos departa-
preocupa tanto la promulgación de tales listas co-
mentos implicados y que en algunos casos parece
mo el vacío que pretenden colmar. (...), considero,
que la coherencia global del nuevo campo de cono-
como antropólogo, que la misión mínima de toda
cimiento no queda suficientemente asegurada bajo
reforma educativa moderna consiste en impartir
la apariencia de una yuxtaposición de materias tra-
una perspectiva comparativa, mundial y evolutiva
dicionales de otras licenciaturas apellidadas conve-
sobre la identidad de nuestra especie y sobre lo que
nientemente para el caso con el calificativo “am-
podemos y no podemos esperar que nuestras cultu-
biental”. Sin embargo, la puesta de largo e
ras hagan por nosotros.”
independización de las ciencias ambientales es un
¿Cuál es, entonces, el hueco, la justificación y hecho a la escala de los estudios universitarios.
las entrañas de unas ciencias de la Tierra en el ba-
La complejidad es un elemento fundamental e
chillerato?. Sin duda, el hueco debe estar ubicado en
inherente al nuevo campo de estudio o investiga-
el último curso, cuando la capacidad cognitiva y los
ción, como lo es la inextricable ligazón de aspectos
conocimientos aprendidos por los alumnos permitan
y contenidos sociales y naturales. En ambos casos,
unos aprendizajes que tienen indudables exigencias
asiste al campo de las ciencias ambientales la nove-
mínimas en cuanto a manejo conceptual y procedi-
dad de los enfoques sistémicos, algo que comparten
mental de dimensiones espaciales, temporales, grado
las ciencias de la Tierra en buena medida.
de abstracción, etc. Por su parte, la justificación es-
triba en su carácter de teoría científica y global que Aquí, sin embargo, la evolución que justifica el
nos permite interpretar la Tierra como sistema geofí- nuevo campo de conocimiento nace de una necesi-
sico (y, en su caso, como sistema ecogeobiofísico) dad social: la de reacomodar el funcionamiento de
con la suficiente entidad como para formar parte del las actividades y comportamientos humanos a los
bagaje cultural preciso en cualquier persona culta márgenes de los sistemas naturales del planeta, de
que se ha interesado en particular por la naturaleza forma que vuelva a ser posible la sustentabilidad de
de nuestro planeta y de nuestras vidas. Por ello, su la humanidad en sus múltiples aspectos y conse-
adscripción como materia de modalidad en el bachi- cuencias (Rivas, 1997). Esta necesidad social y am-
llerato científico es aceptable, siempre que requisi- biental es el verdadero origen de una demanda que
tos básicos de esta interpretación geodinámica y afecta tanto al modelo de desarrollo dominante co-
ecológico-evolutiva moderna se hayan cursado en mo a los propios sistemas educativos, de forma que
los estudios de las etapas obligatorias, como debe la educación ambiental, desde esta perspectiva, más
ocurrir de acuerdo con la LOGSE. Finalmente, las que un “tema transversal” se configura como una
entrañas han de consistir en el abordaje educativo nueva forma de entender la educación en su conjun-
de los contenidos ligados a la interpretación sisté- to. En este marco, las ciencias ambientales nacen
mica de una Tierra dinámica, evolutiva y en perma- desde la yuxtaposición inicial de campos de conoci-
nente actividad y cambio para la que es posible miento (“multidisciplinariedad”) pasando por la ne-
construir modelos científicos interpretativos y abor- cesidad de configurar ámbitos de “interdisciplina-
dar mecanismos de indagación científica, todo lo riedad” y en pos de alcanzar a constituir un
cual ha de permitir a los alumnos adquirir un grado verdadero ámbito “transdisciplinar”, anclado en un
de aprecio, interés y curiosidad científica y cultural nuevo núcleo conceptual y teórico que se perfile co-
por una mejor comprensión de la estructura y fun- mo el paradigma de estas ciencias ambientales, algo
cionamiento del planeta que habitamos y del que que se está tratando de construir fundamentalmente
dependemos. La configuración precisa de los conte- a medio camino entre la ecología y la economía (Ji-
nidos derivará de los aspectos nucleados en torno a ménez Herrero, 1996). Los “problemas ambienta-
la tectónica moderna global, la geofísica y las cien- les” tienen como característica el que su dimensión
cias de la Tierra fluida (en la versión excluyente de y escala han ido trazando una evolución desde lo
la organización e interacción de lo viviente), que local hasta lo global, integrando por el camino tanto

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1998. (6.1) 49


lo natural como lo social, con consecuencias y efec- cepción, comprensión, discusión y debate social y
tos en ambos lados, tal y como se puede comprobar científico de los problemas ambientales y las rela-
en el análisis de algunos de los más llamativos y ac- ciones entre las sociedades humanas y su medio am-
tuales de estos temas, como puede ser la situación biente a la escala educativa del alumnado de esta
de la biodiversidad (Pascual Trillo, 1997). Por eso, etapa. Un campo que si se enfoca desde el lado de lo
se adivina también una evolución de las ciencias pormenorizado y reduccionista es inabarcable por
ambientales tendente hacia la complejidad que ha extenso, pero que puede ser adecuadamente aproxi-
exigido transcender, tanto en el ámbito de su estu- mado desde las herramientas conceptuales que pro-
dio e investigación como en el de su docencia, el porciona el análisis y la comprensión global de las
reduccionismo analítico y buscar nuevas posibilida- interacciones que afectan a los sistemas sociales y
des en los enfoques sistémicos y globales. Eso es lo naturales y las dinámicas resultantes de ello.
que justifica la construcción de este nuevo campo
de conocimiento, toma de decisiones y gestión,
contracorriente de los intereses conservadores y re- UNO MÁS UNO NUNCA DA UNO Y, SI LO
activos de los paradigmas ortodoxos de las ciencias DA, ES QUE HEMOS PERDIDO LA MITAD
preexistentes, a menudo materializadas en la fuerza POR EL CAMINO
de choque de los egoísmos corporativos y los inte-
De lo anterior se deduce que este artículo defien-
reses creados. Las ciencias ambientales son -utili-
de que tanto las ciencias de la Tierra como las cien-
zando un término tan superado como, a pesar de to-
cias ambientales encuentran justificación suficiente
do, entendible- ciencias blandas entre las blandas, a
para su incorporación a los nuevos bachilleratos en
pesar de integrar también herramientas y aportacio-
un sistema educativo moderno. Sin embargo, esa
nes de las más duras entre las duras. Sin embargo,
justificación es diferente y, además, exige diferentes
su centro de gravedad reside en una estabilidad di-
respuestas. Es fundamental en ambos casos que di-
námica y difícil entre lo social y lo natural, entre la
cha integración sea en condiciones de dignidad y co-
ciencia pura y la aplicada, entre la toma de decisio-
herencia, a no ser que lo que pretendamos sea poner
nes sociopolíticas y el conocimiento de las conse-
títulos prestigiosos o “modernos” a las materias cur-
cuencias bajo el mayor grado posible de certidum-
sadas, aunque luego debajo no haya nada de valor.
bre científica (siempre escasa).
Aun sólo por eso, no creo posible que se pueda
En este caso, también hueco, justificación y en- abordar con la suficiente coherencia, amplitud y ho-
trañas han de ser aducidas para la integración de las nestidad, a la escala de las necesidades y posibilida-
ciencias ambientales en el bachillerato. El hueco ha des del bachillerato, las ciencias de la Tierra y las
de coincidir con el del último curso del bachillerato ciencias ambientales a través de una única materia
por razones similares a las apuntadas para las cien- común. No parece que sea lo más sensato embutir
cias de la Tierra. Sin embargo, la justificación de su en un mismo espacio, necesariamente muy limitado
aparición en el bachillerato trasciende con mucho el de tiempo, el aprendizaje de un campo del conoci-
interés académico o científico y se inscribe en el miento que proviene de la integración de la geología
centro de una necesidad y demanda socioambiental moderna con la geofísica y casi media docena de
que, para muchos, no sólo explica la aparición de ciencias de estudio de las capas fluidas y sólidas de
estos nuevos campos de conocimiento y enseñanza, la Tierra (si descartamos la evolución y la ecología),
sino que exige la transformación coherente de todo junto a unas ciencias ambientales que se alimentan
el sistema educativo en esta dirección ambientalista de contenidos inicialmente procedentes de campos
y readaptadora de nuestra cultura de sociedades in- tan dispares como la ecología, la sociología, la eco-
dustriales a los límites del ecosistema global. Ello nomía, la geomorfología, etc.
exige un “hueco” mayor que el que ocupa una ma-
No es coherente y difícilmente puede llegar a
teria propia de un único tipo de bachillerato (el
serlo. Basta una mirada general al currículo de la
“científico”). Los verdaderos argumentos justifica-
nueva materia CTMA para ver que no lo es. Del la-
tivos de su aparición en el bachillerato demandarían
do de las ciencias de la Tierra, sorprende en primer
que la materia constituyera una troncal, probable-
lugar la ausencia de contenidos verdaderamente res-
mente para todos los bachilleratos, pero desde luego
paldados (por ejemplo en los criterios de evalua-
también para los tecnológicos y sociales. No en-
ción) que justificaran el título. Ni siquiera está claro
cuentro ninguna razón por la cual los bachilleres
si es fundamental abordar el estudio de la tectónica
técnicos y sociales (y los posibles licenciados o in-
global como contenido mínimo básico. Del lado de
genieros que se formen a partir de los estudios a
las ciencias ambientales, son los desaciertos en la
que pueden abrir paso estos bachilleratos) no “nece-
identificación de los criterios de evaluación, la au-
siten” al menos tanto como los bachilleres científi-
sencia de algunos aspectos fundamentales en lo que
cos una aproximación global a la comprensión de
se entiende por ciencias ambientales y la falta de
los problemas ambientales que crean las sociedades
una organización adecuada de los contenidos, pre-
y las tecnologías humanas. Otra interpretación des-
sentado en un lamentable caos que no logra contra-
de luego parte de diferentes concepciones y justifi-
rrestar la aleatoriedad de epígrafes elegidos, los mo-
caciones de las ciencias ambientales de las que aquí
tivos principales de queja.
se entienden y defienden.
Independientemente de consideraciones de mayor
Finalmente, las entrañas de las ciencias ambien-
detalle, la mayor parte de estos problemas proceden
tales en el bachillerato deben ir centradas en la per-
de la unificación de las ciencias de la Tierra y las

50 Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1998 (6.1)


ciencias ambientales en una sola materia, una deci- En este caso, las ciencias ambientales deberían am-
sión salomónica ante las protestas razonables por la pliar sus contenidos con aspectos más “sociales”
desaparición de la geología de la primera fila de ma- pero no menos ambientales, entre los que están la
terias científicas obligatorias. Una respuesta tan bri- relación entre población y medio ambiente; desarro-
llante como partir a un niño por la mitad para entregar llo, economía y medio ambiente; o tecnología y me-
a cada madre reclamante una parte. Claro que si el dio ambiente, sin los cuales difícilmente se puede
Salomón ministerial ha decidido ofrecer estas CTMA hablar de unas ciencias ambientales globales. Así se
para mostrar lo que no debe hacerse y reclamar a los desarrollaría un nuevo currículo común, aunque los
sectores pro-ciencias de la Tierra y pro-ciencias am- criterios de evaluación podrían ser ligeramente dife-
bientales un diálogo y un acuerdo, entonces, tal vez rentes dependiendo de la modalidad de bachillerato
el desaguisado actual pueda enmendarse (no creo en que se cursara, teniendo en cuenta el perfil que
que sea así, pero de cualquier modo es casi la única esa modalidad pretende. Del mismo modo, esta ma-
forma de que todos podamos quedar bien). teria podría asignarse a diferentes departamentos di-
dácticos, dependiendo de la modalidad (quizás bio-
logía y geología en el bachillerato científico,
UNA PROPUESTA PARA “DESFACER” EL geografía e historia en el de ciencias sociales, y físi-
ENTUERTO SALOMÓNICO ca y química o tecnología en el tecnológico). Un
mismo tipo de contenidos, pero considerablemente
Como ya he propuesto en otra ocasión, si lo an-
más organizado en torno a la idea de una materia de
terior es aceptado, la mejor salida a la actual situa-
enfoque global y sistémico, centrada en el análisis,
ción correspondería a una revisión de las CTMA
interpretación, comprensión y ayuda para la toma
orientada a su desdoblamiento en dos materias dife-
de decisiones acerca de los problemas ambientales
rentes (Pascual Trillo, 1998)
y las relaciones entre las sociedades y el medio am-
Por un lado, integradas en el bachillerato cientí- biente (Pascual Trillo, 1998).
fico, unas ciencias de la Tierra que ofrezcan a los
Esta salida a la actual situación ampliaría la
estudiantes de esta modalidad de bachillerato, una
oferta de materias a los alumnos de bachillerato y
aproximación a la teoría de una Tierra dinámica
nada tiene que afectar a la configuración más tradi-
desde una perspectiva integradora de los conoci-
cional de las materias de biología y geología ya
mientos geológicos modernos, meteorológicos, oce-
existentes, centradas en otros contenidos y con
anográficos, geofísicos, etc.
otros enfoques. Desde luego esta orientación va en
Es discutible si en esta materia es hoy factible la la línea de unos bachilleratos más interesantes y ac-
integración del fenómeno de la vida, desde una tuales, ligados estrechamente a los temas que afec-
perspectiva sistémica, evolutiva y global. En ese ca- tan social, cultural y científicamente a las socieda-
so, se avanzaría un paso más en la integración de des actuales. Si, además, exigen unas mayores
unas ciencias de la Tierra tal y como están constru- atenciones económicas (por plantillas, formación
yéndose en algunos lugares, es decir, una visión del profesorado, etc.) es ya una cuestión que afecta
global de la evolución y la dinámica de la Tierra en a la importancia que otorga la sociedad y los go-
la que se tienen en cuenta todos los elementos natu- biernos a la educación.
rales, tanto vivos como no vivos. Si aún no es posi-
ble esa materia en nuestros bachilleratos, no tengo
la menor duda de que es un problema de tiempo, BIBLIOGRAFÍA
dada la importancia que va adquiriendo esa visión Anguita, F. (1994). Geología, Ciencias de la Tierra, Ciencias
global para los ciudadanos y ciudadanas cultos de de la Naturaleza: paisaje de un aprendizaje global. Enseñanza de
las sociedades modernas. Se trataría, pues, de una las Ciencias, 12(19) 15-21.
aproximación a una ciencia global de la Tierra. Anguita, F. (1996a). La evolución de la tectónica de placas:
el “nuevo” interior de la Tierra. Enseñanza de las Ciencias de la
Tanto si se trata de unas ciencias de la Tierra Tierra, 3.3: 137-148.
geofísicas, como si lo es desde una perspectiva bio- Anguita, F. (1996b). Geología y ciencias de la Tierra: etimo-
geoquímica ecológica global en el sentido de Mar- logía y un poco de historia. Enseñanza de las Ciencias de la Tie-
gulis comentado anteriormente, el departamento di- rra, 4.3: 177-180.
dáctico responsable de esta materia debería ser, Harris, M. (1991). Nuestra especie. Alianza Editorial. Madrid.
lógicamente, el de biología y geología, aunque sería Jiménez Herrero, L. M. (1996). Desarrollo sostenible y eco-
preciso durante un tiempo aportar al profesorado nomía ecológica. Integración medio ambiente-desarrollo y eco-
una formación complementaria a través de las insti- nomía-ecología. Editorial Síntesis SA. Madrid.
tuciones de formación permanente del profesorado. Margulis, L. y Olendzenski, L. (eds) (1996). Evolución am-
biental. Efectos del origen y evolución de la vida sobre el planeta
En el caso de las ciencias ambientales, la impor- Tierra. Alianza Universidad. Madrid.
tancia de esta materia para el conjunto de los estu- Pascual Trillo, J. A. (1997). El arca de la biodiversidad. Edi-
diantes del bachillerato, en cualquier modalidad (al torial Celeste. Madrid
menos en las científicas, tecnológicas y sociales), Pascual Trillo, J. A. (1998). Por unas ciencias ambientales y
hace necesaria su conversión en una materia troncal unas ciencias de la Tierra: reflexiones críticas y propuestas para
un debate. Enseñanza de las ciencias (en prensa).
de todas ellas, representando la culminación de los
aspectos de educación ambiental que han de haber Rivas D. M. (coord.) (1977). Sustentabilidad. Desarrollo eco-
nómico, medio ambiente y biodiversidad. Ed. Parteluz. Madrid
estado presentes en las etapas educativas anteriores,
Wilson, J.T. (1968). Revolution dans les Sciences de la Te-
aunque ahora desde una perspectiva más integrada. rre. Vie et Milieu, XIX, 2B: 395-424. ■

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1998. (6.1) 51

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