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Nos visitó un misionero ruso que ministró bajo la cortina de hierro.

Alguien le dijo: “Ustedes


son nuestros héroes de la fe ministrando bajo persecución. Pero él dijo: “Ustedes son los
héroes, ministrando sin persecución”. La oposición al Evangelio es inevitable. “El que quiera
vivir piadosamente en Cristo, padecerá persecución”.

En Filipenses 1:12-26, Pablo reflexiona acerca de las batallas personales que afrontó por causa
del progreso del Evangelio. El apóstol tuvo que soportar la cárcel (Filipenses 1:7,13); a los
críticos despiadados (Filipenses 1:15-18), y las crisis personales (Filipenses 1:19-26). En
Filipenses 1:27-30 le escribe a la iglesia, para animarla a enfrentar la oposición que tiene que
enfrentar por el Evangelio.

Estamos en una guerra cuya causa es entender y extender las verdades del Evangelio por el
mundo.

Si Satanás logra intimidar o silenciar a la iglesia; o que sólo adultere o diluya el Evangelio,
perdemos la batalla. ¡En momentos de oposición por causa del Evangelio, la iglesia debe ser
íntegra, valiente y mantenerse unida! Estamos en guerra espiritual y somos llamados a pelear
con tres armas: integridad, unidad y tenacidad. Y así, seremos tentados a perder la integridad,
romper la unidad, y paralizarnos al considerar el costo.

I.-Conducirnos con integridad (Filipenses 1:27a).

La exhortación: “Solamente que os comportéis como es digno del Evangelio de


Cristo...”  (Filipenses 1:27ª).

El verbo traducido “Comportéis” significa: “Ser un buen ciudadano”. La Nueva Traducción


Viviente lo expresa: “Deben vivir como ciudadanos del cielo”. Filipos era una colonia romana, y
los santos debían cumplir las responsabilidades cívicas que esta ciudadanía les imponía. Pero
además, eran ciudadanos del Cielo, que tenían responsabilidades espirituales para cumplir.

Las personas de doble ciudadanía (argentina y celestial) deben vivir de manera digna del
Evangelio de Cristo. Tiempo presente: este tipo de conducta es para todos los días y para cada
aspecto de la vida. ¡Debemos vivir como es digno del Evangelio en la facultad, el colegio, el
lugar de trabajo, el hogar, el vecindario y la iglesia! “Digno” (axios, “ee igual peso”) tiene en su
uso el significado de “equilibrar la balanza” es decir, de asegurar que lo que se coloca en un
plato, sea igual en peso, que lo que se coloca en el otro, para que haya equilibrio.  El “Evangelio
de Cristo”  son las buenas noticias de que en Jesús, hay perdón de pecados y vida eterna.

Dentro de las responsabilidades que la nueva ciudadanía les traía, vivir el Evangelio era la mas
importante. Idea: la vida cotidiana del creyente, debe tener el mismo peso, el mismo valor,
que el mensaje que predica. De un lado de la balanza está la santidad de Dios. ¡Del otro lado
debe estar la santidad de los creyentes! De un lado de la balanza está el perdón de Dios. ¡Del
otro lado deben estar los creyentes pacificadores! De un lado de la balanza está el amor de
Dios. ¡Del otro, debe estar una iglesia amorosa y llena de gracia!

¿Cómo predicar perdón de pecados revolcados en su lodo? ¿Cómo hablar de Cristo, viviendo
en legalismo? ¿Cómo decir que Cristo cambia vidas, si las nuestras son iguales o peores que
antes? ¿Amor, si dividimos? ¡La verdad y la piedad, son las dos patas del enchufe que
encienden la luz del Evangelio! Los antiguos decían: “Predica siempre el Evangelio, y cuando
tengas la oportunidad usa también las palabras”.

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¡No se tata de una opción para considerar, sino de una exhortación para obedecer! En la
batalla por el Evangelio, la integridad no es opcional. ¡La falta de integridad trae burla a la
Iglesia y menosprecio a la cruz!

La razón: “para que o sea que vaya a veros o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis
firmes…”. En la mente de Pablo, “ausencia” no significa “indiferencia”. Si no podría salir de
prisión e ir a visitarles, mandaría a Timoteo a preguntar por ellos. ¡Sea que pueda verles o no,
vivan de manera digna del Evangelio! En otras palabras: “Vive en forma digna del Evangelio,
sea que tus pastores o maestros estén presentes o no”. La integridad no debe depender de
una personalidad; primero debemos ser íntegros delante de Dios. ¡Parece que la tendencia
carnal es vivir agradando al ojo del hombre, y no al de Dios! ¡Nos preocupamos más por
nuestra imagen (lo que otros piensan de nosotros) que por la integridad (lo que Dios piensa de
nosotros)!

¿De qué sirve la integridad en la lucha por el Evangelio? “…para que en todo adornen la
doctrina de Dios nuestro Salvador”.  Del término “adornen” se obtiene la palabra “cosmético”.
La idea es la de embellecer algo.

Lo que hace creíble el mensaje del Evangelio para gloria de Dios, es la integridad y piedad de
los creyentes. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres; para que vean vuestras buenas
obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. ¡Las buenas obras de la iglesia en la
tierra, glorifican al Padre que está en el Cielo.

II.-Combatir en unidad (Filipenses 1:27b).

“Oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu...”. La primera estrategia espiritual
con la cual pelear en la guerra por el Evangelio es conducirse con integridad. La segunda es
combatir en unidad. “Firmes”, (permanecer en pié, mantenerse erguido); en el lenguaje
militar, se usaba para describir la actitud de un soldado que se mantenía firme en su puesto,
sin retroceder ni ceder un centímetro de terreno al enemigo. Noten que el llamado a no
retroceder, es colectivo y no individual. Es un llamado para toda la Iglesia. “Firmes en un
mismo espíritu” sugiere unidad de propósito. ¡Frente al enemigo debemos unirnos para
resistir! ¡Los cristianos tenemos crueles enemigos en común, y debemos pelear contra todos
ellos, y no entre nosotros! La palabra traducida “combatiendo”  (sunathleo), significa “luchar
junto a otros”, “pelear junto a otros”. La palabra traducida “unánimes”  (miapsuche), significa
“un alma, una vida”. ¡Como si fuéramos un sólo hombre!

En las batallas antiguas, los soldados se colocaban al frente de la batalla y encastraban sus
escudos creando un muro protector para los arqueros y compañeros que venían tras ellos.
¡Que cuadro ilustrativo de la unidad! Aplicación: ¡La unidad de la iglesia es para sus miembros,
como un muro protector contra el ataque del enemigo! En la unidad hay consuelo, consejo,
amonestación y amor. En la soledad, hay orgullo, egoísmo y pecado. ¿Qué causa podría ser tan
valiosa como para justificar el servicio unido de personas que son tan diferentes? “La fe del
Evangelio”.  Esta es la causa que justifica la unidad. Se trata de mantener la fe del Evangelio.
“La fe del Evangelio”, es la doctrina cristiana que nos ha sido dada por revelación. Es el cuerpo
de doctrina. ¡Judas se refiere a ella como “la fe que ha sido una vez dada a los santos” por la
cual es preciso contender! La unidad verdadera se edifica sobre un propósito. Y aquí tenemos
un propósito más elevado que sentirnos bien, tener buena camaradería, o buscar amigos en la
fe para nuestros hijos; ¡Se trata de Dios y su Evangelio! La unidad vivencial de las iglesias
bíblicas en general; y de los santos en particular es una estrategia misionera.

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III.-Afrontar los conflictos con tenacidad (Filipenses 1:28).

La palabra traducida “intimidados” (pturo), significa “aterrar, asustar”. Su raíz se usa en Lucas


24:37 para describir a los doce discípulos asustados al creer que el Señor resucitado, era en
realidad un fantasma. “Por los que se oponen”. El tiempo verbal Indica que siempre habrá
gente en contra. La oposición es un asunto de todos los días. La palabra traducida “oponen” se
usa en 1era. Corintios 16:19: “...porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son
los adversarios”. ¡Las puertas abiertas acarrean la presencia de adversarios!

“Que para ellos ciertamente es indicio (señal) de perdición, mas para vosotros de salvación; y
esto de Dios”.  El pronombre “ellos” es una referencia a los que se oponen; el
pronombre “vosotros”, a los santos perseguidos. La actitud de los opositores es señal de que
están perdidos; ellos se oponen al mensaje que puede salvarles. Para “nosotros” en cambio, la
oposición es una señal concreta de que creímos y seremos salvados por
Dios. “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es
el reino de los cielos”  (Mateo 5:10). La persecución es evidencia de salvación. ¿Quién sufriría
persecución por una mentira?

Ejemplo: En la parábola del sembrador, éste sale a sembrar la semilla de la Palabra de Dios, la
cual cae en cuatro terrenos diferentes, representando cuatro reacciones distintas ante la
predicación de la palabra de Dios. La que cae en pedregales representa al hombre que: “Oye la
Palabra y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí misma, sino que es corta
duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la Palabra tropieza”  (Mateo
13:20-21). ¡La falsa fe es de corta duración porque tropieza en la persecución! ¡La persecución
purifica la iglesia! ¿Por qué la persecución es señal de salvación para los que la
padecen? “...Porque a vosotros es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en El, sino
también que padezcáis por El”.

El verbo traducido “concedido”  (carizomai), significa “conceder como favor, gratificar, o hacer


un favor”. ¡Se nos ha dado el gran privilegio de creer en Cristo para ser salvos, y de padecer
por Cristo para ser santos! “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los
cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”  (Mateo 5:12). ¡La
aflicción por causa de Cristo, nos lleva a alegrarnos en Cristo! El verbo “padezcáis” se usa en
Mateo 16:21, para describir los sufrimientos de Cristo. “Jesús declaró que le era necesario ir a
Jerusalén y  padecer mucho  de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas” .
¡Cristo dio su sangre por nosotros; y ahora nos toca a nosotros el privilegio de entregar
nuestro sudor por El!

Pablo agrega: “… teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en
mí”  (Filipenses 1:30). La palabra traducida “conflicto”  (agon), de la cual se deriva nuestro
término “agonía”, significa “lucha, conflicto”. El verbo traducido “visto” (oida), significa
“Percibir con los sentidos; es un conocimiento de primera mano”. Esta es una referencia a la
estadía accidentada de Pablo en la ciudad de Filipos, descripta en Hechos 16:12-40. Pablo
había conocido a una joven que tenía espíritu de adivinación. Esta muchacha -cambiando
augurios por dinero-, daba gran ganancia a sus amos. Pero Pablo expulsó al demonio de ella y
el negocio espiritual se cayó. Enfurecidos, sus dueños acusaron a Pablo y a Silas ante las
autoridades. En Hechos 16:23 leemos el resultado: “Después de haberles azotado mucho, los
echaron en la cárcel”.  ¡Estaban sufriendo por causa del Evangelio! Los hermanos de la iglesia
filipense, desde sus inicios, habían sido testigos de que la oposición al Evangelio era muy
real. “Y ahora oís que hay en mí”: la frase es una referencia a la situación que rodeaba a Pablo

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al escribir la carta. Piensen que al momento de escribir, estaba preso en Roma aguardando la
sentencia imperial sobre su caso. Y algunos hermanos, aprovechando la ausencia de Pablo,
predicaban a Cristo para promoverse a sí mismos. ¡Este es el conflicto de la cruz! ¡Todo el que
quiera vivir piadosamente en Cristo padecerá persecución!

En el ministerio siempre existirá la presión para suavizar el mensaje que acusa al hombre de su
pecado. La lucha espiritual por relativizar el pecado, castigo eterno, la justicia de Dios, la cruz o
la tumba vacía de Cristo.

Hay una verdad que te sostendrá: “Detrás de la oposición, está obrando la providencia de
Dios”. ¿Enfrentas oposición? ¡Concéntrate en el hecho de que Dios está llevando adelante un
plan para su gloria!

En Filipenses 1:12: “Las cosas que me han sucedido (cárcel, críticos) han redundado más bien,
para el progreso del Evangelio”.  La providencia de Dios impulsa el progreso del Evangelio,
usando los padecimientos de sus siervos. Cristo anuncia un período de sufrimiento para su
iglesia. ¿No es extraño que el soberano permita el dolor? ¿Acaso no nos quedaríamos
desconcertados, tratando de entender los motivos del hecho? Felizmente, para nosotros, la
dicha no depende de entender los motivos soberanos, porque se nos capacita para creer lo
que no somos capaces de explicar; y nos contentamos con dejar mil misterios sin resolver,
antes que tolerar una sola duda en cuanto a la sabiduría y a la bondad de nuestro Padre
Celestial quien usa todas las cosas para bien y para el avance de su reino” La sangre de los
mártires riega la tierra para el Evangelio.

Cierre final.

Estamos en guerra espiritual y somos llamados a pelear con tres armas: integridad, unidad y
tenacidad.

I.-Debemos conducirnos en integridad. El fin de las misiones es que más personas adoren a
Dios. Las misiones no son el objetivo último de la iglesia. El objetivo final de la iglesia es la
adoración. Porque cuando esta era se acabe, y los redimidos se postren ante el trono de Dios,
las misiones dejarán de existir. Las misiones al mundo son una necesidad temporal. Pero la
adoración al maestro permanece para siempre. La adoración es la meta de las misiones; la
obra misionera busca que las naciones puedan disfrutar de Dios. En el Salmo 97:1 leemos: “El
Señor reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas islas”. En el Salmo 67:3-4: “Te alaben los
pueblos oh Dios, todos los pueblos te alaben; alégrense y canten con júbilo todas las naciones”.
¿Para qué fundar nuevas iglesias? ¡Para que más personas se gocen en Dios!

II.-Combatir en unidad. Pablo no sólo fundaba iglesias, sino que trabajaba para unirlas bajo la
bandera de la cruz. ¡Fomentaba la comunión entre iglesias! Por ejemplo: cuando levantó la
ofrenda entre las iglesias gentiles para suplir las necesidades de las iglesias empobrecidas en
Jerusalén, estaba tratando de unir a las iglesias gentiles con las judías. Proyectos en común que
unan la iglesia.

III.-Afrontar los conflictos con tenacidad. ¿Por qué disponerse a sufrir tanta persecución?

A.-La supremacía de Cristo. Sufrir por la causa de Cristo, demuestra que El es lo más valioso
para nosotros. El valor de un tesoro escondido es igual a aquello que estamos dispuestos a
entregar para poder obtenerlo. Si estamos dispuestos a entregarlo todo, demostramos que
aquél tesoro, es lo más valioso en el mundo. Pero si no estamos dispuestos a entregarlo todo,
entonces lo que tenemos, es más valioso que aquel tesoro. Jesús: “El reino de los cielos es

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semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a
esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquél campo”  (Mateo
13:44).

La entrega total y la gran alegría de aquél hombre, muestran el valor que el tesoro descubierto
tiene para él. De la misma manera, cuando el sufrimiento y la oposición por causa del
Evangelio, son aceptados con gozo y alabanzas, la iglesia demuestra que para ella, Dios y su
reino son más valiosos que cualquier cosa que este mundo pudiera ofrecer. Es por esto, que
las historias de los misioneros que dieron todo lo que tenían para extender el Reino de Dios,
nos ayudan a apreciar mucho más a Dios por sobre todas las cosas de este mundo. Jim Elliot,
uno de los cinco misioneros asesinados por los aucas en la selva de Ecuador dijo: “No es tonto
aquél que da lo que no puede retener (su vida) para ganar aquello que no puede perder (a
Cristo)”. Por eso, años después su hijo, dijo: “A mi padre, nadie le quitó la vida, sino que él la
entregó por amor de su Señor”.

B.-La cruz de Cristo es tanto una obra de salvación como un modelo de sufrimiento para el
creyente. En Hebreos 13:12-13 leemos: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo
mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta; así también salgamos a El fuera del
campamento, llevando su oprobio”.  Jesús sufrió de un modo y por una causa en las que
nosotros no podemos sufrir. “Para santificar al pueblo mediante su propia sangre”. Su muerte
y sacrificio es único en ese sentido. No podemos sufrir para santificar. Cristo vivió 33 años
demostrando tener justicia perfecta. Decidió morir en lugar de los injustos, sufriendo el castigo
que nuestros pecados merecían. Se hizo maldición. Sufrió la ira del Padre. Fue tratado como si
fuera el culpable de todas nuestras maldades. Dios castigó los pecados de su pueblo, en su
cuerpo, sobre la cruz. ¡Pero vindicando su justicia, Dios le resucitó al tercer día como Jesús lo
anticipó y como lo afirma aún la tumba vacía! De ese modo el justo, murió por los injustos, y
ofrece dar su justicia a todo pecador que se vuelva de su camino de pecado, confíe en la obra
de Cristo, y decida vivir y si es necesario, morir por El. ¿Qué harás?

Pero el conector “así también” nos invita a salir fuera del campamento y sufrir los abusos que
Cristo padeció. Hermanos: si El padeció fuera de la puerta, nosotros debemos salir fuera del
campamento para sufrir con El. La expresión “fuera del campamento”, significa en términos
contemporáneos, “fuera de mi zona de confort”.

Salir fuera del campamento será un sacrificio. Pero eso muestra el valor de Cristo y de su Reino
para nosotros.

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