Vous êtes sur la page 1sur 46

UNIVERSIDAD ALFA Y OMEGA

LICENCIATURA EN DERECHO

2do. SEMESTRE
Grupo:
“B”
Modalidad:
MADRUGADOR

TRABAJO FINAL

Alumna:
MARISELA LOPEZ

Fecha de entrega:
Viernes 7 de agosto, 20:00 Hrs.
EL PODER LEGISLATIVO IMPLICACIÓN DE “PODER
LEGISLATIVO” BREVE REFERENCIA HISTÓRICA GENERAL EL
PODER LEGISLATIVO EN MÉXICO HASTA LA CONSTITUCIÓN DE
1917.

Para el entendimiento del tema especificado será por medio de la relación de


cada una de las etapas en que suele dividirse la historia de nuestro país: la
precolonial, la colonial y la que comprende su vida política independiente.

El derecho precolonial, comprendiendo dentro de él al de todos los pueblos


precolombinos que habitaron el actual territorio nacional, estaba integrado por un
conjunto de prácticas o usos sociales, habiendo tenido, por tanto, un marcado
carácter consuetudinario. Sus diferentes normas políticas, civiles y penales se
encontraban inmersas en la costumbre y de su aplicación se encargaban diversos
órganos de tipo administrativo y judicial, tanto en lo que respecta a la sucesión del
jefe supremo (materia política), como a la solución de controversias entre
particulares y a la imposición de sanciones penales (materia jurisdiccional). El
poder legislativo en los pueblos precortesianos, o sea, el poder de formación
normativa, era su vida social misma aserto que es válido para cualquier régimen
en que la costumbre sea fuente inmediata del Derecho, los antiguos pobladores de
nuestro territorio vivían una auténtica democracia jurídica.

Tomando en consideración que nuestro sistema jurídico está integrado por


normas escritas o leyes en la acepción estricta del concepto, no hay continuidad
formal entre el derecho consuetudinario de los pueblos precortesianos y el del
México independiente, aunque en algunos aspectos de contenido ideológico
nuestra variada legislación haya implicado o implique el marco dentro del que
ciertas costumbres y prácticas sociales autóctonas se hayan vaciado. La
dominación española se consumó en una época en que la monarquía absoluta en
la metrópoli ya se había entronizado, era, lógico y natural que ese régimen se
trasplantara a las colonias, si la potestad legislativa se concentraba en la persona
del rey, en la Nueva España éste fuese el legislador supremo, esa concentración
no equivalía a la tiranía legislativa ya que en orden a la elaboración de las leyes el
monarca era la máxima autoridad, por no decir la única.

La expedición de ordenamientos legales, solía no obrar en forma arbitraria,


pues para todas las cuestiones o materias susceptibles de normación en las
colonias españolas de América, se creó por el emperador Carlos V el famoso
Consejo de Indias en el año de 1519. Su ejercicio lo realizaba en nombre del
monarca, en quien, repetimos, residía el poder de elaboración legal. Las demás
autoridades coloniales, como el virrey y las reales audiencias, y dentro de la
indiferenciación funcional en que todas ellas actuaban, desempeñaban, en el
marco de atribuciones que el rey establecía, actos jurisdiccionales, administrativos
e inclusive legislativos, pero siempre en representación y en nombre del monarca.
En las democracias todo el poder público dimana del pueblo, en el sistema
jurídico-político de la Nueva España derivaba de la potestad real y se ejercía por
las autoridades unipersonales o colectivas que el mismo monarca creaba y a las
que adscribía el ámbito competencial que estimaba conveniente, precisamente al
desempeñar el poder legislativo en diferentes actos que se denominaban
pragmáticas, cédulas reales, provisiones y ordenanzas. Con la Constitución de
marzo de 1812, que no puede dejar de figurar en nuestra historia jurídica, pues en
la época en que se expidió y puso en vigor México aún era colonia española,
cambia radicalmente el régimen político de España y sus colonias. La monarquía
deja de ser absoluta para convertirse en constitucional. Dos principios
fundamentales proclamados en la Declaración francesa de 1789 se acogen en la
Carta española, a saber: la radicación de la soberanía en la nación y la
pertenencia, a ella, de la potestad legislativa, tesis que fueron preconizadas por
Rousseau, según se advierte claramente en sus artículos 3 y 4 que disponían: "La
soberanía reside esencialmente en la Nación.

El ejercicio del poder legislativo se encomendó por la Constitución de 1812 a


las Cortes (reunión de todos los diputados que representan a la Nación -Art. 27-) Y
al rey (Art. 15), incumbiendo a aquéllas la elaboración, interpretación y derogación
de las leyes y a éste su sanción (aprobación) o su veto (Arts. 131, frac. 1 y 142,
respectivamente), fenómeno de colaboración funcional característico de los
regímenes democráticos. El ideario de la insurgencia, desde su precursión con el
licenciado Verdad principalmente, giró en torno al principio de la soberanía popular
y al de la radicación. Como antecedente dos importantísimos documentos políticos
de la Constitución de Apatzingán llamados "Decreto Constitucional para la
Libertad de la América Mexicana": los "Elementos Constitucionales" de Rayón y
los "Sentimientos de la Nación" de Morelos. La concepción de la soberanía en la
Constitución de Apatzingán revela la adopción del pensamiento rousseauniano.

De la Constitución de Apatzingán y del ideario insurgente que en ella se


plasmó, por una parte, y del Plan de Iguala y de los Tratados de Córdoba de 24 de
febrero y 24 de agosto de 1821, por la otra, emanan dos corrientes políticas
antagónicas, una de esencia revolucionaria y republicana, y otra de indudables
tendencias monárquicas y conservadoras. En el Plan de Iguala se anuncia un
"gobierno monárquico templado por una constitución análoga al país" (Art. 3) Y se
imponen como "emperador" a Fernando VII. Los Tratados depositaron el poder
legislativo en un cuerpo denominado Junta Provisional de Gobierno, el 24 de
febrero de 1822 quedó instalado el "Segundo Congreso Mexicano" que adoptó "la
monarquía moderada constitucional con la denominación de imperio mexicano",
sustituyendo a la Junta Provisional de Gobierno como órgano encargado del poder
legislativo. Iturbide, que había sido declarado "emperador" el 19 de mayo de 1822,
disolvió el congreso en octubre del mismo año y "estableció la Junta Nacional
Instituyente, integrada por reducido número de diputados del antiguo Congreso en
proporción a las provincias". Esta Junta expidió en febrero de 1823 el "Reglamento
Provisional Político del Imperio Mexicano", que declaró abolida la Constitución
española de 1812 "en toda la extensión del imperio" (Art. 1) Y se atribuyó el poder
legislativo (Art. 25). Las bases orgánicas de la Junta Instituyente (que ésta
incorporó al Reglamento Provisional) nombrada por el emperador Iturbide, dice
don Isidro Montiel y Duarte, que fueron juradas solemnemente en la sesión de 2
de noviembre de 1822. el 5 de diciembre del mismo año se proclamará la
reinstalación del Congreso constituyente disuelto por Iturbide.
Se pronunció contra el imperio la guarnición de Veracruz capitaneada por dos
generales que la República proclamó después beneméritos de la Patria (Antonio
López de Santa-Anna y Guadalupe Victoria). Expidieron el llamado "Plan de Casa
Mata", Iturbide tuvo que acceder a esta coactiva petición en marzo de 1823 y
siendo insostenible su situación política, pues por un lado tenía en su contra al
Congreso y, por el otro, a los pronunciados del Plan de Casa Mata, se vio
constreñido a abdicar el 19 del citado mes y año.

La reinstalación del Congreso no produjo los frutos apetecidos por el Plan de


Casa Mata y en su lugar se estableció uno nuevo, reunido el 5 de noviembre de
1823, los constituyentes de 1824 se inspiraron en la Ley Fundamental
estadunidense, pues sostiene que "Los diputados de los nuevos Estados• vinieron
llenos de entusiasmo por el sistema federal y su manual era la Constitución de los
Estados Unidos de Norte, de la que corría una mala traducción impresa en Puebla
de los Ángeles, que servía de texto y de modelo a los nuevos legisladores.". El
sistema bicameral se implantó en los Estados Unidos de América a ejemplo del
parlamento inglés que se introdujo en las colonias americanas de Inglaterra. Opera
a través de dos cámaras una de representantes o diputados "Cámara baja", y otra
denominada Senado o "Cámara alta", las cuales, en el régimen jurídico británico,
corresponden a la de los comunes y a la de los lores, respectivamente. En la
Constitución centralista de 1836 se observa el fenómeno de colaboración funcional
por lo que atañe al ejercicio del poder legislativo, el bicamerismo se reiteró en los
Proyectos mayoritario y minoritario que los grupos respectivos de la "comisión de
Constitución" redactaron en el año de 1842 con motivo del Congreso
Constituyente convocado por Santa-Anna en diciembre de 1841. En el Plan de la
Ciudadela del 4 de agosto de 1846 se desconoció al régimen central dentro del
que se había organizado teóricamente al país desde 1836, se formo un nuevo
congreso constituyente instalado el 6 de diciembre del mismo año y el 18 de mayo
de 1847 expidió el Acta de Reformas, restauró la vigencia de la Constitución de
1824. El sistema bicameral que se implantó en todos los ordenamientos que
hemos reseñado se rechazó en el Proyecto de Constitución elaborado por la
comisión que designó el Congreso Constituyente de 1856-57. Las opiniones que
apoyaban o rechazaban la implantación del sistema bicameral dividieron a tal
punto al Congreso Constituyente, que el proyecto en lo tocante a este tema fue
aprobado por una ligera mayoría de seis votos, habiendo quedado convertido su
artículo 53 en el artículo 51 de la Constitución de 1857.

Mediante iniciativa de 13 de diciembre de 1867 se propuso ante el Congreso de


la Unión la reimplantación del Senado. el 13 de noviembre de 1874 satisfechos los
requisitos para incorporar la reforma constitucional que tal iniciativa traía
necesariamente aparejada a la Ley Fundamental de la República, se expidió el
decreto respectivo, conforme al cual el sistema bicameral debía regir desde el 16
de septiembre del año siguiente (1875). En el Congreso Constituyente de
Querétaro, el sistema bicameral ya no suscitó ninguna polémica. al hacerse la
Constitución de 1857, desde la Comisión que formó el proyecto hasta la mayoría
de los diputados constituyentes de aquella época, estuvieron contrariados al
Senado, porque veían en él una institución de carácter aristocrático y, no obstante
las dificultades que se presentaron por la falta de la Cámara colegisladora, se votó
en 1857 la Cámara única o sea la Asamblea popular, como representación
exclusiva de la opinión del pueblo; entonces el odio, el aborrecimiento al Senado y
el recuerdo de los antecedentes históricos que había tenido, fueron completos y
triunfó de un modo absoluto en la opinión de los diputados; pasaron algunos años,
y en 1874, durante el gobierno del señor Lerdo, durante el cual se procuró hacer
las instituciones mexicanas un poco más adaptables comprendiendo la necesidad
de que hubiera dos Cámaras, para que la segunda Cámara, compuesta de
miembros de más experiencia y conocimientos, revisara los actos de la primera y
pudieran así unirse los dos conceptos: la inspiración, la iniciativa, la impetuosidad
de la Cámara baja, con la prudencia, la experiencia y, hasta cierto punto, el
espíritu conservador de la Cámara alta, y que pudiera ésta hacer contrapeso a la
Cámara baja. Apareció el Senado en México, no tiene el carácter aristocrático que
se le ha dado en las otras naciones. sino que se admitió solamente como cámara
colegisladora de la de diputados para la formación de las leyes. De allí viene que
el Senado no tenga en México una formación distinta de la de la Cámara de
Diputados; si representara intereses distintos y fuera una Cámara aristocrática, si
las clases privilegiadas, los ricos, los industriales, los propietarios, los
profesionales, tuvieran representación en la Cámara de Senadores, entonces la
formación de esta Cámara debería ser de otra manera, como la establecieron las
Constituciones de 1843 y 1836, en las cuales los senadores eran electos, dos
terceras partes, por las legislaturas locales. y la otra tercera parte por la Cámara
de Diputados, por el presidente de la República y por la Suprema Corte de
Justicia; era, pues, de carácter enteramente privilegiado, era el Gobierno, por
decirlo así, que entraba a la formación de la ley, como entidad política, como ser
distinto del grupo social.

EL CONGRESO DE LA UNIÓN

El Congreso de la Unión es el organismo bicameral en que se deposita el poder


legislativo federal, o sea, la función de imperio del Estado mexicano consistente en
crear normas jurídicas abstractas, generales e impersonales llamadas "leyes" en
sentido material. La aludida denominación equivale a los nombres de "Congreso
General" (que utiliza el artículo 50 de la Constitución), "Congreso Federal" o
"Congreso de los Estados Unidos Mexicanos", es decir, "Congreso de la
Federación". El Congreso de la Unión es un organismo constituido, no una
asamblea constituyente, pues su existencia, facultades y funcionamiento derivan
de la Ley Fundamental que lo instituye, y aunque tiene la potestad de reformar y
adicionar la Constitución con la colaboración de las legislaturas de los Estados
(Art. 135), esta atribución no implica el ejercicio del poder constituyente
propiamente dicho, puesto que, según hemos afirmado, no le compete alterar ni
sustituir los principios jurídicos, sociales, económicos o políticos cardinales en que
descansa el ordenamiento supremo; lo que no entrañaría reformarlo o adicionarlo,
sino variarlo sustancial o esencialmente, fenómeno que sólo incumbe al pueblo. en
el Congreso de la Unión se deposita el poder legislativo federal, destacadamente
distinto del poder constituyente, no debe suponerse que este organismo no
desempeñe funciones que no estriben en elaborar leyes, pues, aunque la creación
legislativa sea su principal tarea, su competencia constitucional abarca facultades
que se desarrollan en actos no legislativos, mismos que suelen clasificarse en dos
tipos: político-administrativos y político-jurisdiccionales.

La Constitución otorga tres especies de facultades al Congreso de la Unión y


que son: las legislativas, las político-administrativas y las político-jurisdiccionales
ejercitables sucesivamente por cada una de las Cámaras que lo componen y cuya
actuación con junta produce los actos respectivos en que se traducen: las leyes,
los decretos y los fallos.

Facultades legislativas del Congreso de la Unión: Estas facultades consisten en


las atribuciones que en favor de este organismo establece la Constitución para
elaborar normas jurídicas abstractas, impersonales y general~, llamadas leyes en
su sentido material o intrínseco, las cuales, por emanar de él, asumen
paralelamente el carácter formal de tales. el conjunto de las mencionadas
facultades integra la competencia legislativa del Congreso de la Unión. Esta
competencia puede ser abierta o cerrada.

LA CÁMARA DE DIPUTADOS

La representación política es una figura que implica una conditio sine qua non
de los regímenes democráticos, en los que se supone el poder del Estado
proviene del pueblo, ejercido a través de funcionarios primarios cuya investidura
procede de una elección popular mayoritaria. Sin dicha representación no puede
hablarse válidamente de democracia, aunque ésta se proclame como forma de
gobierno dogmáticamente en la Constitución. Al pretender el constitucionalismo
regir a la comunidad política por un ordenamiento igualmente obligatorio para los
gobernantes y los gobernados, deriva de la necesidad de fundar la vinculación
jurídica y política entre el pueblo y el gobierno en el principio de la representación.

La representación política ostenta diferentes atributos que la distinguen de


otras figuras, como la delegación y el mandato. No es correcto, por ende, hablar
indistintamente de cualquiera de dichos tres conceptos como si fuesen
equivalentes. La delegación y el mandato no importan actos exclusivos de los
regímenes democráticos; en cambio, como ya lo hemos aseverado, sólo en éstos
se da la representación política.

En los regímenes democráticos y en todos los países que los han adoptado, se
considera a la Cámara de Diputados o de representantes o Parlamento como un
organismo que ostenta la representación popular en el desempeño de las
diferentes funciones públicas que constitucionalmente se le encomiendan, en
especial la legislativa. El citado organismo cobra gran importancia en los sistemas
unicamerales, ya que en la dirección y decisión de los asuntos nacionales es el
único cuerpo legislativo, sin que ningún otro, como el Senado, le haga contrapeso,
desvirtuando, modificando o neutralizando sus determinaciones.

La integración de la Cámara de Diputados o Parlamento puede obedecer a dos


tipos de representación política, a saber la mayoritaria y la proporcional. , la
Cámara de Diputados no se formó solamente con los diputados de elección
popular mayoritaria conforme a las ideas que se acaban de exponer, sino que su
integración se efectuó con los llamados “diputados de partido”, según lo establecía
el artículo 54 constitucional por reforma de 20 de junio de 1963, publicada en el
Diario Oficial de la Federación correspondiente al día 22 del mismo mes y año.

Por facultades exclusivas de la Cámara de Diputados se entienden aquellas


que constitucionalmente tiene como propias, es decir, sin que en su ejercicio
intervenga el Senado. Dentro del sistema bicameral adoptado por la Constitución,
dichas facultades no corresponden por modo absoluto a la función legislativa, ya
que toda ley debe ser expedida por el Congreso de la Unión, o sea, mediante la
colaboración ineludible de las dos Cámaras que lo componen. En consecuencia,
las facultades exclusivas de la Cámara de Diputados son político-administrativas,
político-económicas y en un caso específico político-jurisdiccionales.

a) Dentro del primer tipo se comprende la que consiste en “Expedir el Bando


solemne para dar a conocer en toda la República la declaración de
Presidente Electo que hubiere hecho el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación.
b) Una facultad exclusiva muy importante de dicha Cámara concierne a la
materia relativa a las finanzas públicas.

EL SENADO

Al tratar someramente el tema relativo al sistema bicameral nos referimos a la


significación político-jurídica de este órgano legislativo, así como a su
antecedencia y gestación histórica en nuestro país, sin haber descuidado la
referencia a las causas reales que motivaron su implantación. El Senado tiene,
como la Cámara de Diputados, un origen electivo popular directo. No representa,
consiguiente mente, a ninguna clase social sino a los Estados de la Federación
mexicana y al Distrito Federal, siendo la población de estas entidades la que por
mayoría elige a sus miembros con independencia de su densidad demográfica,
por lo que en su formación concurren paritariamente.

El artículo 56 constitucional dispone que:

La Cámara de Senadores se integrará por ciento veintiocho senadoras y


senadores, de los cuales, en cada Estado y en la Ciudad de México, dos serán
elegidos según el principio de votación mayoritaria relativa y uno será asignado a
la primera minoría. Para estos efectos, los partidos políticos deberán registrar una
lista con dos fórmulas de candidatos. La senaduría de primera minoría le será
asignada a la fórmula de candidaturas que encabece la lista del partido político
que, por sí mismo, haya ocupado el segundo lugar en número de votos en la
entidad de que se trate. Las treinta y dos senadurías restantes serán elegidas
según el principio de representación proporcional, mediante el sistema de listas
votadas en una sola circunscripción plurinominal nacional, conformadas de
acuerdo con el principio de paridad, y encabezadas alternadamente entre mujeres
y hombres cada periodo electivo. La ley establecerá las reglas y fórmulas para
estos efectos.

La Cámara de Senadores se renovará en su totalidad cada seis años.


REGLAS COMUNES A AMBAS CÁMARAS Y A SUS
INTEGRANTES

El artículo 59 constitucional establece que éstos "no podrán ser reelectos para
el periodo inmediato", salvo que hayan tenido el carácter de suplentes, alcanzando
esta prohibición a los propietarios tanto para volver a serio como para asumir tal
carácter en el citado periodo. Esta irreelegibilidad, que se implantó en el año de
1933, la hemos calificado de relativa, porque sólo opera para el periodo inmediato
y no así para los subsecuentes, a diferencia de lo que sucede en el caso del
presidente de la República, en que es absoluta, según lo declara el artículo 83 de
la Constitución.

El artículo 61 constitucional prevé que éstos son "inviolables por las opiniones
que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos
por ellas". Esta disposición consagra lo que se llama fueronidad, distinto del fuero
de no procesabilidad. En efecto, el fuero constitucional con que están investidos el
presidente de la República, los senadores y diputados al Congreso de la Unión,
los ministros de la Suprema Corte, los secretarios de Estado y el Procurador
General de la República, debe concebirse bajo dos aspectos: el de inmunidad y el
de no procesabilidad ante las autoridades judiciales ordinarias federales o locales.
En ambos casos, dicho fuero opera diversamente, no sólo en cuanto a sus efectos
jurídicos, sino por lo que atañe a los funcionarios en cuyo favor lo establece la
Constitución.

En el artículo 62 constitucional se establece la regla de que "Los diputados y


senadores propietarios, durante el periodo de su encargo, no podrán desempeñar
ninguna otra comisión o empleo de la Federación o de los Estados por los cuales
se disfrute sueldo, sin licencia previa de la Cámara respectiva".

El artículo 60 de la Constitución antes de la reforma que experimentó


proveniente de la iniciativa presidencial de octubre de 1977. Conforme a él, las
resoluciones de las Cámaras integrantes del Congreso de la Unión en lo que
respecta a la calificación de las elecciones de sus miembros y a las dudas que
hubiese sobre ellas, eran definitivas e inatacables, sin que contra ellas hubiese
procedido ningún recurso y ni siquiera el juicio de amparo. Esta intocabilidad se
reiteró por las reformas de 1986 y de 1989.

Las sesiones extraordinarias pueden celebrarse por una sola de las Cámaras o
por ambas como integrantes del Congreso de la Unión, según corresponda la
competencia para tratar el negocio o negocios específicos que determine la
convocatoria respectiva. Ahora bien, hemos dicho que las sesiones ordinarias se
realizan por cada Cámara separada e independientemente para tratar todos los
asuntos a que se refiere el artículo 65. Esta regla tiene como excepción el caso de
que se trate de sesiones extraordinarias del Congreso, pues entonces éstas se
celebran conjuntamente, así como en el supuesto que prevé el artículo 69
constitucional, o sea, cuando el presidente de la República acude a la iniciación
del periodo ordinario a rendir su informe sobre el estado general que guarde la
administración pública del país.

El artículo 44 constitucional se infiere claramente que las Cámaras residen en


el Distrito Federal, pudiendo, sin embargo, acordar su traslación a otro lugar,
conviniendo "en el tiempo y modo de verificada, designando un mismo punto para
la reunión de ambas" (Art. 68). En caso de que difieran "en cuanto al tiempo, modo
y lugar, el Ejecutivo terminará la diferencia, eligiendo uno de los dos extremos en
cuestión" (idem).

Dentro del sistema bicameral existe una verdadera interdependencia entre las
dos Cámaras a través de las que funciona. Por este motivo, el artículo 68 citado
dispone que ninguna de ellas podrá "suspender sus sesiones por más de tres días
sin consentimiento de la otra".

Conforme al artículo 70 de la Constitución, toda resolución del Congreso de la


Unión, es decir, de las dos Cámaras que lo forman y actuando conjuntamente,
tiene el carácter de "ley" o "decreto". Ambas denominaciones no sólo tienen
implicación terminológica o meramente formal, sino que expresan la distinta
naturaleza intrínseca o material de los actos que provienen de dicho organismo.
Una de las importantes atribuciones que tienen los diputados y senadores
individualmente considerados consiste en la facultad de iniciar leyes o decretos a
la que se refiere el artículo 71 de la Constitución en su fracción II.

Según el artículo 63 constitucional, "las Cámaras no pueden abrir sus sesiones


ni ejercer su cargo sin la concurrencia, en la de Senadores, de las dos terceras
partes, y en la de Diputados de más de la mitad del número total de sus
miembros", obligando dicho precepto a los presentes a "compeler a los ausentes a
que concurran dentro de los treinta días siguientes" a la fecha de la reunión.

La sanción para los diputados y senadores propietarios que no asistan a las


sesiones de la Cámara respectiva consiste en la presunción de que no aceptan su
cargo, en el que deberán ser sustituidos por los suplentes, y si éstos tampoco se
presentaren "se declarará vacante el puesto y se convocará a nuevas elecciones".

La falta de asistencia de los diputados y senadores por más de diez días


consecutivos sin causa justificada o sin la previa licencia que les haya otorgado el
presidente de la Cámara respectiva, supone la renuncia "a concurrir hasta el
periodo inmediato, llamándose desde luego a los suplentes".

Los diputados y senadores incurren en responsabilidad si no se presentan, sin


causa justificada, dentro del plazo de treinta días contados desde la apertura del
periodo ordinario de sesiones si ya hubiesen sido electos o desde el día de la
elección en el caso contrario, extendiéndose tal responsabilidad a "los partidos
políticos nacionales que habiendo postulado candidatos en una elección para
diputados o senadores, acuerden que sus miembros que resultaren electos no se
presenten a desempeñar sus funciones" ( art.63 párrafo último).

LA COMISIÓN PERMANENTE

Ha sido práctica político-constitucional generalizada la implantación de un


organismo que, bajo distintas denominaciones, funciona durante los recesos de
los órganos legislativos, no para sustituirlos en sus atribuciones, sino para
preparar los negocios públicos que éstos deben tratar durante los periodos
ordinarios de sesiones, para convocarlos a sesiones extraordinarias y para
conocer de determinados asuntos urgentes que, dada su premura, no pueden
esperar a su reunión. Dicho organismo generalmente se ha compuesto por cierto
número de miembros que pertenecen a las mismas entidades legislativas, de tal
suerte que se le ha considerado como derivación de éstas. Ello significa que el
Congreso, aunque no esté reunido, queda a salvo de una posible intromisión del
Ejecutivo en los negocios cuyo tratamiento incide dentro de su órbita
competencial.

Las atribuciones de ese "organismo apéndice" del Legislativo han justificado su


existencia, ya que, sin él, se rompería el equilibrio político-jurídico que debe haber
entre dicho poder y el Ejecutivo durante la época de los recesos parlamentarios.

La Comisión Permanente responde a un concepto exagerado de la


predominancia legislativa. No se trata en el fondo sino de la supervivencia de
aquellas ideas inspiradas por Rousseau, posteriormente tan mitigadas, conforme a
las cuales el poder ejecutivo debe estar siempre bajo el control de la
representación popular. La consecuencia ineludible de tales ideas en el orden del
tiempo consiste en que en ningún momento ha de estar ausente del escenario
nacional la representación legislativa. Nada más que ante el desaire político y
legislativo a que orillaría la actividad continua de las Cámaras, se ha querido
salvar el principio por medio de un pequeño comité surgido de las mismas
Cámaras y que durante el receso de éstas asume su representación en mayor o
menor grado. De este modo ha dicho un comentarista uruguayo que la Comisión
Permanente aparece como pieza de recambio, destinada a suplir
automáticamente la ausencia temporal de la legislatura". La Comisión Permanente
tiene, por otra parte, una casi ininterrumpida tradición constitucional entre
nosotros. La Comisión Permanente se compone de treinta y siete miembros, o
sea, por diecinueve diputados y dieciocho senadores, "nombrados por sus
respectivas Cámaras la víspera de la clausura de las sesiones" (Art. 78
constitucional). Funciona exclusivamente durante los recesos del Congreso. La
presidencia y la vicepresidencial de dicha Comisión corresponden sucesivamente,
por cada periodo, a los diputados y a los senadores que hubiesen sido designados
para integrarla, según lo declara la legislación interior del Congreso de la Unión.
Atendiendo a su composición, la Comisión Permanente es un organismo que
deriva directa y exclusivamente de éste, siguiéndose a este respecto nuestra
tradición constitucional, según se advierte de la reseña contenida en el apartado
inmediato anterior.

La Comisión Permanente no es un órgano legislativo por modo absoluto, en el


sentido de que no tiene la potestad de elaborar ley alguna, en cuyo ejercicio, por
tanto, no sustituye al Congreso de la Unión. Sus atribuciones son político-jurídicas,
revistiendo unas el carácter de provisionalidad y otras el de definitividad.

En el primer caso, sus decisiones quedan supeditadas a lo que resuelva, de


acuerdo con su correspondiente competencia, dicho congreso o alguna de las
Cámaras que lo forman. En el segundo caso, la Comisión Permanente puede
emitir resoluciones sin que éstas se sujeten a la ratificación de los referidos
órganos. Las facultades con que dicha Comisión está investida han variado con el
tiempo.

EL PODER EJECUTIVO, SU IMPLICACIÓN.

El concepto de "poder" implica la idea de actividad, fuerza, energía o dinámica.


Desde este punto de vista, cuando tal actividad, fuerza, energía o dinámica se
despliegan por el Estado a través de sus múltiples órganos, se está en presencia
del "poder público" que es un poder supremo de imperio, de mando o de gobierno
que subordina, somete o encauza a todos los entes individuales y colectivos que
dentro del territorio estatal existen y actúan.

El poder público del Estado es uno e indivisible y que, por tanto, no existen
"tres" poderes como indebidamente se supone y asevera, sino tres funciones en
que se desenvuelve dinámicamente mediante múltiples y variados actos de
autoridad que provienen de los diversos órganos del Estado. Una de esas tres
funciones es la ejecutiva, que suele impropiamente designarse como "poder
ejecutivo", equivalencia terminológica que, por lo demás, ha adquirido carta de
naturaleza en el lenguaje jurídico y político, empleándose en la legislación, la
doctrina, la jurisprudencia y la postulancia profesional. Tomando en cuenta esa
equivalencia, obviamente se infiere que por "Poder ejecutivo" se entiende la
"función ejecutiva" a través de la cual se ejerce, en coordinación e
interdependencia con la legislativa y jurisdiccional, el poder público o de imperio
del Estado mediante la actuación de un conjunto de órganos de autoridad
estructurados jerárquicamente dentro de un cuadro unitario y sistematizado.

El Poder Ejecutivo, en su acepción funcional, suele adjetivarse también con la


denominación de un poder administrativo", es decir, de función administrativa del
Estado. Como toda función, la administrativa o ejecutiva se manifiesta en una
diversidad cualitativa y cuantitativa de actos de autoridad específicos que
corresponden al tipo abstracto de un acto administrativo". Este acto, según sus
atributos esenciales, presenta sustanciales diferencias respecto de los actos
legislativos o leyes, por una parte, y de los actos Jurisdiccionales por la otra. Estas
diferencias lógicamente repercuten en la distinción entre el poder ejecutivo como
función pública y los Poderes legislativo y jurisdiccional bajo la misma
conceptuación. Así, al tratar el tema concerniente al poder legislativo, dijimos que
éste, como función pública del Estado, se traduce en actos de autoridad lato sensu
llamados "leyes" que son normas jurídicas que tienen como elementos intrínsecos
la abstracción, la impersonalidad y la generalidad. Ahora bien, el poder ejecutivo,
en su carácter de función, igualmente se manifiesta en innumerables actos de
autoridad de índole administrativa, los cuales presentan las notas contrarias a las
de la ley, es decir, son actos concretos, particularizados e individualizados.

LOS SISTEMAS PARLAMENTARIOS Y PRESIDENCIALES

Independientemente de su implicación dinámica, por "poder ejecutivo" suele


entenderse el conjunto de órganos estatales en que éste se deposita o a los que
se confía. Según esta indebida pero naturalizada concepción, el poder ejecutivo,
como sistema orgánico jerarquizado, se encabeza por un funcionario denominado
"presidente" o por un cuerpo colegiado que se llama "gabinete", que a su vez se
encuentra presidido por un "primer ministro" en regímenes monárquicos o
republicanos. Estas dos posibilidades fundan la dicotomía jurídico-política que se
manifiesta en dos principales tipos estructurales del Poder Ejecutivo, o sean, el
sistema parlamentario; Este sistema entraña una de las formas orgánicas de
ejercicio del Poder Ejecutivo del Estado y su denominación obedece a la
circunstancia de que es el mismo parlamento el organismo de cuyo seno surge la
entidad que lo desempeña y que se llama gabinete, sin el cual el parlamentarismo
no podría operar y el sistema presidencial; Este sistema diverge marcadamente
del parlamentario atendiendo a los principios contrarios que a uno y otro
caracterizan. En el sistema presidencial el Poder Ejecutivo, como función pública
de imperio, radica, por lo general, en un solo individuo denominado "presidente".

La "soberanía" del parlamento reside en la Cámara de los Comunes que es la


que se compone con representantes de la nación. De esta Cámara emana el
órgano ejecutivo que es un cuerpo colegiado llamado "gabinete" integrado por un
número variable de funcionarios que se denominan "ministros", cada uno de los
cuales tiene asignado un determinado ramo de la administración pública. Dicho
cuerpo está presidido por un "primer ministro", quien goza de facultades
discrecionales para disminuir o aumentar el número de miembros del gabinete y
su órbita material de competencia según las necesidades del Estado.

Los elementos que constituyen la tónica del sistema presidencial son


susceptibles de normarse diversamente en cada régimen jurídico-político concreto
que lo haya adoptado en su correspondiente Constitución. Importaría una tarea
demasiado extensa, sujeta al riesgo natural de quedar incompleta, la alusión y el
comentario de todas las variantes que el sistema presidencial puede presentar en
cada Estado particular históricamente dado, puntos que, por lo demás, pertenecen
al ámbito de estudio del Derecho Constitucional comparado.

BREVE RESEÑA DEL PODER EJECUTIVO EN MÉXICO HASTA LA


CONSTITUCIÓN DE 1917

El Poder Ejecutivo, en su correcta acepción de función pública y en cuanto que


implica energía, dinámica o actividad, no está sometido a ninguna variación
tempo-espacial en sí mismo considerado. hablar de la historia del Poder Ejecutivo
equivale a señalar los órganos estatales a los que tal poder se ha confiado en el
decurso de la existencia vital de un Estado.

En la Nueva España, el rey concentraba como monarca absoluto las tres


funciones estatales y que, en lo que atañe a la ejecutiva o administrativa, la
ejercía, por delegación, a través de diferentes autoridades que designaba ad
libitum, las cuales estaban encabezadas por el virrey, quien, además, presidía un
órgano de contextura funcional mixta, que era la Real Audiencia de México, misma
que desempeñaba indiscriminadamente las citadas tres funciones en los casos
que sin método ni sistematización prevenía la intrincada legislación de Indias y
específicamente la neo española.

Al implantarse la monarquía constitucional en la Carta gaditana de 1812 y al


adoptarse el principio de división de poderes por influencia de la corriente jurídico-
política que lo proclamó, la función ejecutiva o administrativa del Estado se
depositó en el rey, a quien se asignó la atribución de "hacer ejecutar las leyes" y
de conservar el orden público interno y la seguridad estatal en lo exterior.

En la Constitución de Apatzingán de 14 de octubre de 1814, el Ejecutivo, en su


implicación. no funcional sino orgánica, se designó con el nombre de "Supremo
Gobierno" compuesto de tres individuos "iguales en autoridad".

En los Tratados de Córdoba, el Poder Ejecutivo se depositó en una regencia


integrada por tres personas designadas por la Junta Provisional "de los primeros
hombres del imperio por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas,
representación y concepto”. Dichos Tratados, que con el aludido Plan constituyen
los actos preparatorios para la creación del Estado mexicano bajo la forma de
gobierno monárquico, fueron el antecedente directo e inmediato de este fracasado
régimen que pretendió implantarse a través de un documento que se llamó
"Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano"

El Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de 1824


simplemente dispuso que el "supremo poder ejecutivo" se depositaría "en el
individuo o individuos" que la Constitución señalare (Art. 15), estableciendo en su
artículo 16 el cuadro competencial del presidente de la República formado por las
facultades administrativas, políticas y de colaboración legislativa que se adscriben
usualmente a este funcionario.

La Constitución Federal de 1824 depositó dicho poder en un solo individuo que


debía ser "ciudadano mexicano por nacimiento, de edad de treinta y cinco años
cumplidos al tiempo de la elección y residente en el país" (Arts. 74 y 76), debiendo
durar en el cargo respectivo cuatro años (Art. 95). Imitando extra lógicamente a la
Carta norteamericana, dicha Constitución creó la vicepresidencia, en cuyo titular
debían recaer "en caso de imposibilidad física o moral del presidente, todas las
facultades y prerrogativas de éste" (Art. 76).

El centralismo, bajo la Constitución de 1836 y las Bases Orgánicas de 1843,


así como los proyectos constitucionales de los años de 1840 y 1842 que en
ocasión anterior comentamos, no establecieron ya la vicepresidencia.

Al restaurarse la Constitución Federal de 1824 por el Acta de Reformas de


mayo de 1847, se suprimió la vicepresidencia, cubriéndose la falta temporal del
presidente por los medios establecidos en dicha Constitución (Art. 15 de la citada
Acta).

En el Congreso constituyente de 1856-57 ya no se vuelve a pensar en el


restablecimiento de la vicepresidencia. Las faltas temporales del presidente de la
República y la absoluta mientras se presentará "el nuevamente electo", eran
suplidas por el presidente de la Suprema Corte según lo establecía el primitivo
artículo 79 de la Constitución.

Mientras el pueblo no adquiera la madurez cívica necesaria para elegir


directamente, con toda conciencia y convicción, a dicho alto funcionario y en tanto
no existan o no actúen genuinos partidos políticos con las características que en
otra oportunidad quedaron expuestas en esta misma obra. Sólo la evolución
popular progresiva, es decir, la consecución de un elevado y amplio grado de
politización en los ciudadanos, puede hacer operante el sistema de elección
directa, pues en el caso contrario, ésta únicamente implicaría un conjunto de
prescripciones jurídicas declarativas de un dogmatismo distante de la realidad
susceptible de enmascarar farsas electorales, como las que desafortunadamente y
con bastante frecuencia ha registrado la historia política de México.

EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

Siguiendo el sistema de la Constitución Federal norteamericana, nuestras leyes


fundamentales de 1857 y 1917 establecen el depósito del Poder Ejecutivo de la
Federación en «un solo individuo" denominado “presidente de los Estados Unidos
Mexicanos" o "presidente de la República" (Arts. 75 y 80, respectivamente).
Hemos afirmado con reiteración que el "poder ejecutivo" es una función pública
administrativa, o sea, una dinámica, energía o actividad en que parcialmente se
manifiesta el poder de imperio del Estado. los "poderes" estatales no deben
identificarse con el órgano u órganos que los desempeñan.

Por virtud de la unipersonalidad en la titularidad del órgano ejecutivo supremo


estatal, en el presidente se concentran las más importantes y elevadas facultades
administrativas, las cuales, unidas a las que tiene dentro del proceso de formación
legislativa y como legislador excepcional, lo convierten en un funcionario de gran
significación dentro del Estado, no dependiente de la asamblea legislativa sino
vinculado a ella en relaciones de interdependencia y en cuyo ámbito goza de una
amplia autonomía que lo releva del carácter de mero ejecutor de las decisiones
congresionales, como son las leyes y decretos.

Los requisitos para ser presidente el artículo 82 constitucional establecía lo


siguiente:

a) Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos e


hijo de padres mexicanos por nacimiento (frac. I).
b) Tener treinta y cinco años cumplidos el día de la elección (frac. II).
c) Haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la elección:
La Constitución de 1857 simplemente exigía la residencia en México "al
tiempo de la elección" aunque con antelación a este acto el candidato haya
vivido fuera de la República por mucho tiempo
d) No pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de algún culto (frac. IV).
e) No estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis meses
antes del día de la elección (frac. V).
f) No ser Secretario o Subsecretario de Estado, Jefe o Secretario General de
Departamento Administrativo, Procurador General de la República, ni
Gobernador de algún Estado a menos que se separe de su puesto seis
meses antes del día de la elección (frac. VI).
g) No estar comprendido en alguna de las causas de incapacidad establecidas
en el artículo. 83 (frac. VII).

LAS FACULTADES CONSTITUCIONALES DEL PRESIDENTE

El poder legislativo, entendido como función, no como órgano, puede


desempeñarse, en consecuencia, bajo cualquiera de las formas apuntadas, por el
Poder Ejecutivo en la acepción orgánica del concepto, es decir, por el individuo en
quien este poder, a título de actividad estatal, se deposita y que de acuerdo con
nuestra Constitución se llama "presidente de la República" (Art. 80).

El artículo 49 de la Constitución establece que únicamente en los dos casos a


que nos vamos a referir el Congreso de la Unión puede conceder facultades
extraordinarias al Ejecutivo Federal para legislar, o sea, que en ellos éste puede
fungir como legislador.

El primero de ellos se contrae al supuesto consignado en el artículo 29


constitucional, es decir, cuando se presente una situación de emergencia en la
vida institucional normal del país, provocada por las causas que el propio precepto
prevé.

El segundo de los casos apuntados estriba en que el Congreso puede


conceder al Presidente de la República facultades extraordinarias para legislar
conforme a lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 131 de la Constitución,
esto es, para expedir leyes que aumenten, disminuyan o supriman las cuotas de
las tarifas de exportación e importación, que restrinjan o prohíban las
importaciones, las exportaciones y el tránsito de productos, artículos y efectos, a
fin de regular el comercio exterior, la economía del país, la estabilidad de la
producción nacional, o de realizar cualquier otro propósito en beneficio del país".

Independientemente de que, previas las autorizaciones congresionales en los


casos apuntados, el presidente puede expedir leyes, también la Constitución lo
inviste con la facultad legislativa directamente, sin la intervención del Congreso,
para reglamentar la extracción y utilización de las aguas del subsuelo "que pueden
ser libremente alumbradas mediante obras artificiales" por el dueño del terreno
donde broten, así como para establecer zonas vedadas respecto de dichas aguas
y de las de propiedad nacional (Art. 27 constitucional párrafo quinto).

Tres son los actos jurídicos-políticos mediante los cuales el presidente de la


República interviene en el proceso de elaboración legislativa, a saber: la iniciativa,
el veto y la promulgación.

El primero de ellos entraña la facultad de presentar proyectos de ley ante


cualquiera de las Cámaras que componen el Congreso de la Unión, para que,
discutidas y aprobadas sucesivamente en una y otra, se expidan por éste como
ordenamientos jurídicos incorporados al derecho positivo.

El veto, que procede del verbo latino "vetare", o sea, "prohibir", "vedar" o
"impedir", consiste en la facultad que tiene el presidente de la República para
hacer observaciones a los proyectos de ley o decreto que ya hubiesen sido
aprobados por el Congreso de la Unión, es decir, por sus dos Cámaras
componentes.

La promulgación es el acto por virtud del cual el presidente de la República


ordena la publicación de una ley o un decreto previamente aprobados por el
Congreso de la Unión o por alguna de las Cámaras que lo integran. "Promulgar"
es equivalente a "publicar", por lo que con corrección conceptual y terminológica la
Constitución emplea indistintamente ambos vocablos en su artículo 72. La
promulgación implica un requisito formal para que las leyes o decretos entren en
vigor, debiendo complementarse, para este efecto, con el refrendo al acto
promulgatorio que otorgan los Secretarios de Estado.

El presidente como titular de la facultad reglamentaria; Esta facultad está


concebida en la siguiente fórmula que emplea la fracción 1 del artículo 89
constitucional: "Proveer en la esfera administrativa a la exacta observancia de las
leyes que expida el Congreso de la Unión."

Facultades administrativas; La órbita competencial del presidente se compone


primordialmente de facultades administrativas, en cuyo ejercicio este alto
funcionario realiza actos administrativos de muy variada índole. El conjunto de
estos actos integra la función administrativa, la cual, en su implicación dinámica,
equivale a la administración pública del Estado.

Facultades de nombramiento; El presidente puede designar libremente a los


secretarios del Despacho y a los oficiales del Ejército, Armada y Fuerza Aérea
nacionales (Art. 89, fracs. II y V).

Facultades de remoción: Estas facultades las puede ejercitar el presidente


libremente en lo que concierne a los secretarios del Despacho y a los agentes
diplomáticos y empleados superiores de Hacienda.

Facultades de defensa y seguridad nacionales; Estas facultades las tiene el


presidente de la República como jefe del Ejército, Guardia Nacional, Armada y
Fuerza Aérea, incumbiéndole el mando supremo de estos cuerpos para hacer
frente a la grave responsabilidad que tiene a su cargo, en el sentido de defender al
Estado mexicano, a su territorio y población contra agresiones exteriores y de
asegurar el mantenimiento de las instituciones del país ante trastornos interiores
(Art. 89, frases. VI y VII). Congruentemente con estas facultades, dicho alto
funcionario está también investido con la de declarar la guerra en nombre de
México "previa ley del Congreso de la Unión" (ídem, frac. VIII).
Facultades en materia diplomática; Conforme a ellas (Art. 89, frac. X) el
presidente es el director de la política internacional de México y sólo a él compete
definirla, dictando cualesquiera medidas que tiendan a establecer y mantener las
relaciones de nuestro país con todas las naciones del orbe sobre la base del
respeto recíproco de su independencia, libertad y dignidad.

Facultades de "relación política"; El presidente, en la situación constitucional de


interdependencia y colaboración que ocupa frente al Congreso de la Unión,
siempre está en constantes relaciones con este órgano del Estado.

Facultades en relación con la justicia; Es obligación presidencial facilitar al


Poder Judicial los auxilios que sus órganos requieran para el expedito ejercicio de
sus funciones (Art. 89, frac. XII) mediante la suministración de la fuerza pública
necesaria a efecto de que los jueces y tribunales puedan hacer cumplir
coactivamente sus determinaciones en cada caso concreto.

Facultades generales de administración pública; La fracción XX del artículo 89


constitucional dispone que el presidente tendrá las facultades y obligaciones que
expresamente le confiera la propia Constitución, distintas de las brevemente
reseñadas.

Facultad para expulsar extranjeros; contenida en el artículo 33.

Facultad expropiatoria; Esta facultad, prevista en el artículo 27 constitucional,


incumbe al, presidente en su carácter de órgano supremo administrativo de la
Federación y de gobernador nato del Distrito Federal.

Facultades en materia agraria; En esta materia, el presidente es la suprema


autoridad, incumbiéndole dictar las resoluciones definitivas, entre las que destacan
las concernientes a dotaciones de tierras yaguas en favor de los núcleos de
población que carezcan de estos vitales elementos naturales (fracs. X, XI, XII Y
XIII del artículo 27 constitucional.

Facultades jurisdiccionales; el acto jurisdiccional se distingue del administrativo


en que aquél persigue como finalidad esencial -y sin que en puridad procesal sea
necesariamente una sentencia- la resolución de algún conflicto o controversia
jurídica o la decisión de cualquier punto contencioso, objetivos a los que no
propende el segundo.

LOS SECRETARIOS DE ESTADO Y JEFES DE DEPARTAMENTOS

El depósito unipersonal de la función administrativa del Estado exige, por


imperativos prácticos ineludibles, que el presidente sea auxiliado por diversos
funcionarios que, a su vez, son jefes de las entidades gubernativas que tienen a
su cargo la atención de todos los asuntos concernientes a los distintos ramos de la
administración pública. En el sistema presidencial, esos funcionarios reciben el
nombre de "secretarios del despacho" y las mencionadas entidades el de
"Secretarías de Estado" en que prestan sus servicios múltiples funcionarios y
empleados cuyas categorías están jerárquicamente organizadas en relaciones de
dependencia. Estas "unidades burocráticas" tienen como superior jerárquico al
secretario respectivo, quien es subordinado directo e inmediato del presidente.

En el artículo 91 constitucional, dispone que «Para el despacho de los negocios


del orden administrativo de la Federación, habrá un número de secretarios que
establezca el Congreso por una ley, la que distribuirá los negocios que han de
estar a cargo de cada Secretaría."

El artículo 93 de la Ley Suprema, que dispone: "Los Secretarios del Despacho,


luego que esté abierto el periodo de sesiones ordinarias, darán cuenta al
Congreso del estado que guarden sus respectivos ramos agregando que
cualquiera de las Cámaras podrá citarlos "para que informen, cuando se discuta
una ley o se estudie un negocio relativo a su respectivo ramo."

En cuanto a los Jefes de Departamento, su situación no ofrece diferencias


sustanciales frente a los secretarios del Despacho, pues unos y otros son meros
colaboradores del presidente y su designación y remoción dependen de su
exclusiva voluntad. Desde el punto de vista teórico, la divergencia entre el
secretario y el Jefe de Departamento consistía en que el primero tenía la facultad
de refrendar los actos presidenciales y estaba vinculado con el Congreso o con
alguna de sus cámaras integrantes en los términos del artículo 93 constitucional,
mientras que el segundo carecía de tal facultad y vinculación. Así, el artículo 92 de
la Ley Fundamental, antes de su reforma publicada el 21 de abril de 1981,
establecía que "Los reglamentos, decretos y órdenes del presidente, relativos al
Gobierno del Distrito Federal y a los Departamentos Administrativos, serán
enviados directamente por el presidente del gobernador del Distrito y al jefe del
Departamento respectivo."

La distinción entre "Secretaría de Estado" y "Departamento Administrativo"


obedece a que la importancia del ramo que a aquélla pertenece es mayor que la
del que corresponde a éste. Si este criterio puede ser atendible desde un punto de
vista práctico, no existe ninguna razón jurídica que justifique tal distinción, pues
dentro del sistema presidencial tanto los secretarios del despacho como los jefes
de dichos departamentos son simples colaboradores del presidente." quien puede
designar y remover libremente a unos y otros. Tampoco hace valedera la
mencionada distinción, la diversidad de actividades que en el Congreso de
Querétaro se supuso que debía existir entre las realizables por una secretaria y las
desplegables por un departamento administrativo, pues ambos tipos de entidades
desarrollan dentro de su respectivo ramo la administración pública del Estado en
funciones técnica, política y económicamente coordinadas que no admiten
ninguna separación dinámica tajante que rompa la situación de igualdad jurídica
que debe existir entre todos los colaboradores inmediatos y directos del
presidente.

EL PROCURADOR GENERAL DE LA REPUBLICA Y EL


MINISTERIO PÚBLICO FEDERAL

Otro colaborador inmediato del presidente es el funcionario llamado


"Procurador General de la República", quien al mismo tiempo preside la institución
denominada "Ministerio Público de la Federación" (Art. 102 constitucional). Su
nombramiento y remoción provienen de la voluntad presidencial, por lo que dicho
procurador depende directamente del presidente, así como la mencionada
entidad, pues los diversos funcionarios que la componen derivan su designación
de éste, según lo disponen dicho precepto de la Constitución y la Ley Orgánica
respectiva, a cuyas prescripciones nos remitimos."

El Ministerio Público Federal es una institución que representa a la sociedad en


las funciones que constitucionalmente tiene encomendadas y que son: la
persecución de los delitos del orden federal ante los tribunales y su intervención
en la administración de justicia impartida por los órganos judiciales de la
Federación, primordialmente en los juicios de amparo.

Concierne a su intervención en la administración de la justicia federal, el


Ministerio Público debe ser un leal colaborador de los órganos jurisdiccionales, en
el sentido de que, dentro del cuadro de su competencia constitucional y legal, vele
por la estricta e imparcial aplicación de la ley en los actos decisorios y en la
secuela procesal, a efecto de que, como ordena el artículo 102 del Código
supremo, "los juicios se sigan con toda regularidad" y se logre la prontitud y
expedición que deontológicamente deben tener.

APROBACIÓN GENERAL SOBRE EL PRESIDENTE DEL ESTADO


MEXICANO

El gobierno de México es presidencialista, en el sentido de que el Ejecutivo


Federal o, mejor dicho, el individuo que periódicamente lo personifica cada seis
años, ejerce una notable hegemonía sobre los otros dos poderes federales. Se ha
sostenido, inclusive, que nuestro país soporta durante dicho lapso una dictadura
presidencial, análoga a la que se ejercía por los reyes y emperadores en los
regímenes monárquicos absolutos.

Tales aseveraciones, y otras muchas que se pudieren recordar en torno a la


misma cuestión, son parcialmente verdaderas y, por ende, parcialmente falsas. En
el ámbito de la- realidad política mexicana es cierto que el presidente de la
República ocupa una situación que linda con la autocracia. Sin embargo, conforme
a nuestro sistema constitucional, esta consideración carece totalmente de certeza.
El presidente-dictador es producto de inveterados vicios de la política nacional o,
mejor dicho, de los políticos mexicanos. En el capítulo precedente de esta obra
manifestamos que, de acuerdo con sus facultades constitucionales, el Congreso
de la Unión y las dos Cámaras que lo integran ejercen un indiscutible control sobre
las actividades presidenciales, principalmente las que se desempeñan en el
terreno económico a través de todos los funcionarios que componen la
administración pública del Estado y que intervienen en los múltiples organismos
paraestatales que existen en nuestro país. Además, y en el ámbito jurisdiccional,
los tribunales federales, mediante el conocimiento que les incumbe en materia de
amparo, controlan los actos del presidente y de todas las autoridades
administrativas del Estado desde el punto de vista constitucional, anulándolos en
los casos en que transgredan los mandamientos de la Ley Fundamental de
México.

Nadie puede negar, con vista a lo que se acaba de expresar, que en la órbita
jurídica el presidente está sometido al control legislativo y al control judicial, el cual
sí se ejerce en la realidad. Si el control legislativo no se desempeña en el mundo
de la facticidad política de nuestro país, no es por deficiencias de nuestra
Constitución, sino porque, generalmente, los diputados y senadores no cumplen
con el deber que este ordenamiento supremo les impone. Esta situación de hecho
obedece a diferentes factores inherentes a la estructura política y humana, no de
derecho, de México, los cuales a su vez reconocen como causa primordial la falta
de vida democrática plena de nuestro país, que afortunadamente se ha venido
superando en los últimos tiempos.

Es muy importante advertir que lo que se entiende por "presidencialismo" en


México implica un verdadero "sistema" integrado por diferentes reglas de juego
político consuetudinarias. No están, ni pueden estarlo, escritas en ningún
ordenamiento jurídico. Su aprendizaje, de suyo difícil, sólo se obtiene
experimentando activamente la política mexicana, lo que abarca muchos años de
práctica. La observancia de esas reglas consuetudinarias es lo que caracteriza a
nuestro presidencialismo. Su cumplimiento, en el caso de las elecciones
populares, se arropa con el acatamiento de las normas jurídicas formales insertas
en la Constitución y en la legislación ordinaria sobre la materia.

EL PODER JUDICIAL, CONSIDERACIONES PREVIAS.

El poder judicial es un poder del Estado encargado de impartir Justicia en una


sociedad. Es uno de los tres poderes y funciones primordiales del Estado (junto
con el poder legislativo y el poder ejecutivo), mediante la aplicación de las normas
y principios jurídicos en la resolución de conflictos. Por «poder», en el sentido de
poder público, se entiende a la organización, institución o conjunto de órganos del
Estado, que en el caso del poder judicial son los órganos judiciales o
jurisdiccionales: juzgados y tribunales, que ejercen la potestad jurisdiccional, que
suele gozar de imparcialidad, autonomía y poder absoluto dentro de la ley.

Según la teoría clásica de Montesquieu de la separación de poderes, que


distingue entre poder legislativo, ejecutivo y judicial, la división garantiza la libertad
del ciudadano. Montesquieu compuso su teoría después de un viaje a Inglaterra
en donde interpretó que un poder judicial independiente puede ser un freno eficaz
del poder ejecutivo. Bajo esta separación de poderes, nace el llamado estado de
derecho, en el cual los poderes públicos están igualmente sometidos al imperio de
la ley. El poder judicial debe ser independiente para poder someter a los restantes
poderes, en especial el ejecutivo, cuando estos contravengan el ordenamiento
jurídico y convertirse en el encargado de hacer efectivo la idea del Derecho como
elemento regulador de la vida social.

La palabra judicial tiene que ver con la palabra justicia y con la palabra juez. El
Poder Judicial estudia las leyes creadas por el Poder Legislativo y con ese
conocimiento juzga a quienes cometen faltas.

Las faltas a la ley tienen diferentes niveles de importancia y son tratadas en


tribunales distintos. En México, el tribunal más importante se llama Suprema Corte
de Justicia. La conforman once jueces que reciben el nombre de ministros. Ellos
duran 15 años en el puesto y son designados por el Senado de la República, a
partir de una terna propuesta por el Ejecutivo Federal.
Como es de suponerse, la Suprema Corte de Justicia trata sólo casos muy
complicados o casos en que está implicado el bienestar de la nación. Para otro
tipo de conflictos existen tribunales menores, cuyos jueces son nombrados por un
órgano del Poder Judicial de la Federación llamado "Consejo de la Judicatura
Federal".

La experiencia es una de las principales armas que tienen los jueces para
impartir justicia. Ya hemos dicho que cada caso de justicia es único.

LA SUPREMA CORTE

La Suprema Corte de Justicia de la Nación es el máximo órgano judicial,


tribunal constitucional y cabeza del Poder Judicial Federal de México. Está
conformada por once jueces o magistrados, denominados ministros; uno de los
cuales es designado como su presidente por un periodo de cuatro años, siendo
este responsable de la dirección del organismo y mayor representante ante los
otros poderes.

La vigente Constitución de 1917 prevé este órgano en su título tercero, capítulo


IV, y abordándolo en cinco artículos. En ellos se especifican las obligaciones,
facultades, requisitos y restricciones de la corte; principalmente la facultad
exclusiva, entre los órganos del mismo sistema judicial, para estudiar, discutir, y
emitir sentencias definitivas en controversias constitucionales o acciones de
inconstitucionalidad, que surjan entre los poderes de la Unión, los poderes
estatales, autoridades municipales, los órganos autónomos, o la contradicción de
una norma con la carta magna. Es decir, le corresponde asegurar el orden
establecido por la Constitución y mantener el equilibrio entre las diversas
instituciones de gobierno. Sus deberes incluyen también, como última instancia
legal, solucionar de modo definitivo, asuntos judiciales de gran relevancia social, a
través de las resoluciones jurisdiccionales que dicta. Por lo anterior, y al tratarse
del principal y más alto tribunal de naturaleza constitucional, no existe órgano ni
autoridad que se encuentre por sobre ella o recurso judicial que pueda
interponerse en contra de sus decisiones.
Los ministros son designados por la Cámara de Senadores, a partir de una
terna propuesta por el presidente de la República; duran quince años en su cargo
y solo pueden volver a ocuparlo, si con anterioridad lo hicieron en calidad de
interino. Su trabajo se distribuye a través de sesiones en pleno (con la presencia
de los once ministros) y en salas (dos integradas por cinco ministros cada una).
Cada formato y sala con competencias judiciales distintas, siendo las de pleno, las
de mayor jerarquía. Ni la constitución, ni la ley respectiva establecen fechas de
toma de posesión para los ministros, estas se producen en cuanto se dé el
nombramiento. En tanto que los periodos de sesiones en la corte, los determina la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, siendo dos al año; el primero
comenzará el primer día hábil del mes de enero y terminará el último día hábil de
la primera quincena del mes de julio; el segundo comenzará el primer día hábil del
mes de agosto y terminará el último día hábil de la primera quincena del mes de
diciembre.

Su sede se encuentra en el Edificio de la Suprema Corte, localizado en el


Centro histórico de la Ciudad de México, en la esquina sureste del Zócalo, justo a
un costado del Palacio Nacional.

LOS TRIBUNALES DE CIRCUITO

El tribunal de circuito o corte de circuito es el nombre de los sistemas tribunales


en varias jurisdicciones de Derecho comunativo.

En la jerarquía del Poder Judicial Federal, por debajo de la Suprema Corte, se


encuentran los tribunales de circuito que pueden ser de dos tipos: unitarios o
colegiados. Se denominan tribunales de circuito porque su competencia abarca el
ámbito territorial de un “circuito judicial”, es decir, de una parte, del territorio de
México. La creación de los circuitos judiciales y su extensión las determina el
Consejo de la Judicatura Federal. La existencia de los tribunales de circuito, cuyo
modelo fue tomado de sus semejantes establecidos en los Estados Unidos de
Norteamérica, responde a la lógica de descentralizar el ejercicio del Poder
Judicial. Sería imposible que la Suprema Corte resolviera desde el Distrito Federal
todos los asuntos cuyo conocimiento corresponde al Poder Judicial Federal. Los
tribunales de circuito acercan la justicia federal a la población del país y
contribuyen de forma definitiva a solventar la importante carga de trabajo que en
su conjunto tiene el Poder Judicial Federal. Actualmente existen 29 circuitos
judiciales. Algunos de ellos abarcan más de una entidad federativa y otros tienen
la misma extensión que alguna de esas entidades (así, por ejemplo, el primer
circuito judicial corresponde al territorio del Distrito Federal).

Los tribunales colegiados de circuito están integrados por tres magistrados.


Cada magistrado es nombrado y designado para servir en un tribunal específico
por el Consejo de la Judicatura Federal. Su nombramiento es por seis años, pero
pueden ser ratificados, en cuyo caso se vuelven inamovibles, salvo los casos de
responsabilidad oficial o por retiro forzoso cuando llegan a cumplir 75 años. De
entre sus miembros, los integrantes de cada tribunal colegiado nombran a su
presidente, mismo que dura en ese cargo un año sin posibilidad de ser reelecto
para el siguiente año. Las decisiones dentro de los tribunales colegiados se toman
por unanimidad (cuando los tres magistrados están de acuerdo) o por mayoría
(por votación de dos contra uno). Los magistrados no pueden dejar de votar en un
asunto, a menos que tengan excusa o impedimento legal.

LOS JUECES DE DISTRITO

Los juzgados de distrito son órganos jurisdiccionales de primera instancia del


poder judicial de la federación. Están a cargo de un juez de distrito quien es
auxiliado por secretarios, actuarios y otros empleados.

En algunas ciudades como las de México y Guadalajara los juzgados de distrito


están especialmente especializados en materia (penal, civil, administrativa, de
trabajo, etc.). Mientras que en otros lugares los juzgados de distrito conocen
indistintamente de cualquier materia.
LA INMOVILIDAD JUDICIAL

Inamovilidad Judicial en México

Concepto de Inamovilidad Judicial que proporciona el Diccionario Jurídico


Mexicano (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por
Fernando Flores García) En su significado común, la expresión puede desgajarse
en sus dos vocablos: inamovilidad, calidad de inamovible, que no se puede mover;
y judicial, perteneciente al juicio, a la administración o a la judicatura. O sea, aquel
que pertenece a la judicatura y no se le puede mover.

La mayoría de los doctrinarios han explicado esta figura judicial en el rubro de


la independencia que debe corresponder al poder judicial, frente a otros órganos
públicos o privados, pero su concepto puede entenderse en dos sentidos. Primero,
como la garantía (mejor es hablar de derecho público subjetivo) de que deben
gozar los funcionarios judiciales con los siguientes derechos: a) el de permanecer
en sus puestos sin limitación de tiempo u, por ende, el de no ser destituidos ad
nutam, sino por las causas determinadas por la ley y mediante juicio en forma en
que se demuestre la responsabilidad del funcionario; b) el de no ser trasladados a
un puesto diferente para el que fueron designados, a no ser que medie la voluntad
del interesado; c) el de no ser suspendidos, sino siguiendo un procedimiento
formal y por haber cometido una falta que amerite esa pena, y d) el de ser
jubilados cuando hayan desempeñado sus funciones determinado número de
años, fijado por la ley (Pallares). A ellos puede incorporarse el derecho a la no
disminución arbitraria de sus emolumentos, como ya está previsto en nuestra
Constitución de 1917. Aparte de esta inamovilidad vitalicia (ad vitam), está:
Segundo, aquella protección establecida por las leyes para que el juez o
magistrado no sea removido dentro de un lapso determinado sin una causa que lo
justifique (Pallares, de Carlos). No basta con dotar a la judicatura de la
independencia de la función, señalamos desde tiempo atrás, sino que el propio
juez necesita tener la certeza de que no será removido arbitrariamente de su
puesto; es preciso asegurar al funcionario judicial de la estabilidad de su puesto.
FORMAS DE ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA.

Dependiendo de su forma y características, es posible distinguir entre varios


modelos de organización administrativa, como son:

Organización lineal. Se trata del modelo jerárquico tradicional, simple y


piramidal, que presenta líneas de autoridad únicas y la información se transmite de
manera unidireccional, desde las visiones globales superiores de la estructura,
hasta las posiciones locales de la base. La toma de decisiones es totalmente
centralizada y existe una jefatura única.

Organización funcional. Esta es la versión moderna del modelo anterior, que


estructura la empresa en base a departamentos, cada uno dotado de su jefe, y el
total de los jefes dirigidos por la cúpula de la empresa, ya sea de manera
individual o en base a reuniones. Es un modelo ideal para dividir el trabajo en
pequeñas partes, y las decisiones suelen tomarse mediante consultas al
especialista de cada área.

Organización matricial. Se trabaja en base a proyectos y resultados esperados,


mediante la constitución de equipos de trabajo multidisciplinarios a los que
pertenecen individuos de diversas áreas. Estos grupos poseen un jefe de
proyecto, son temporales, e intercambian información con otros proyectos de
manera esporádica y eventual. Se comportan, del resto, como células más o
menos autónomas.

Organización en comités. Opera en base a comités, o sea, a grupos reducidos


a los que se asigna el estudio de alguna etapa o aspecto específico del proceso
productivo, ya sea de manera formal o informal. Los miembros de los comités
trabajan por separado y se reúnen cada cierto tiempo, involucrando generalmente
a los líderes o jefes de cada sección de la empresa, y varían de acuerdo a la
resolución de las situaciones específicas a atender.

Organización en trébol. Supone la contratación externa o outsourcing de


muchas de las tareas de la empresa, cuyo equipo de trabajo fundamental lo
constituyen quienes dirigen las labores externas y coordinan los diversos
esfuerzos de la empresa. Es un modelo en boga en tiempos de baja contratación
laboral. Todo tipo de organización administrativa debe tomar en cuenta lo
siguiente:

Fidelidad a los objetivos de la empresa. Ante todo, una empresa debe saber
qué cosa es lo que se propone y cómo, y a esto último debe siempre responder la
organización administrativa. De nada sirve tener una línea de montaje fordiana si
se planea producir por outsourcing, por ejemplo.

Paridad entre responsabilidad y autoridad. La autoridad y la responsabilidad


van juntas, y este precepto es fundamental en el diseño de una organización
administrativa. Cuando se ocupan cargos de autoridad, se debe recibir una
gratificación acorde y un conjunto de responsabilidades acorde. De otro modo, la
jerarquía se desestabiliza.

Flujo de la comunicación. La comunicación dentro de una empresa es


fundamental, ya que un trabajador informado no sólo posee más opciones a la
hora de tomar decisiones, sino que se sentirá más integrado a la organización y en
líneas generales, la pasará mejor. Cada modelo organizacional faculta o
imposibilita ciertos tipos de comunicación interna y externa.

Amplitud del control. Existen modelos organizacionales más rígidos, en los que
se enfatiza el control y existen constantes dinámicas de feedback. Hay otros
modelos más laxos en los que se le otorga al individuo mayor cuota de autonomía.
Esto determinará el modelo de toma de decisiones elegido e influenciará otros
ítems de esta lista.

Continuidad. Todo modelo organizacional debe poder sostenerse en el tiempo,


o sea, debe poder resolver coyunturas y continuar en funciones, sin tender al caos
o a la inercia.

Toda organización administrativa está compuesta de los siguientes elementos:

Factores de producción. Se considera aquí a todos los elementos de la cadena


productiva, o sea, aquellos involucrados directamente en la transformación de
materia en bienes o servicios. Por ejemplo: la maquinaria, los trabajadores, etc.
Factores de dirección. Aquellos elementos que acompañan el proceso
productivo, lo vigilan y controlan, pero que no toman parte directa en él, sino
indirecta, garantizando su funcionamiento. Por ejemplo: los cargos directivos, los
contratos de outsourcing, las herramientas de mercadotecnia, etc.

Recursos. Aquellos elementos fundamentales sin los cuales sería imposible


llevar a cabo la labor productiva. Pueden ser materiales o físicos (materia prima,
energía, maquinaria, etc.) o inmateriales (mano de obra, conocimiento de trabajo,
etc.).

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA. SU IMPORTANCIA

En administración de empresas, la organización administrativa es el conjunto


de métodos y procedimientos puestos en práctica para ordenar, controlar y dirigir
una empresa a través de sus departamentos, recursos y procesos, con el fin de
alcanzar sus metas u objetivos trazados de antemano.

Toda empresa u organización posee un patrón o un orden propio, que guía sus
procesos productivos y es responsable de su margen de eficiencia o efectividad. O
sea, existen formas de organización administrativa más eficaces que otras, pero
toda organización posee una estructura organizacional que define sus jerarquías,
sus procesos y sus flujos.

La revisión y eventual mejoramiento de dicha estructura, así, significará el


replanteamiento de los circuitos y patrones de la empresa, y puede perfectamente
conducir a mejores y más potentes escenarios.

Al mismo tiempo, la organización administrativa se entiende como una


disciplina y una metodología de evaluación empresarial, que justamente se
propone comprender el funcionamiento de las organizaciones y concebir los
modelos necesarios para su estudio.
FORMAS DE ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA

La organización administrativa está integrada por los entes del poder ejecutivo
que habrán de realizar las tareas que conforme a la constitución y a las leyes
respectivas les han sido asignadas. La ciencia del derecho administrativo estudia
tres formas de organización administrativa:

Centralización.

Se presenta el régimen de centralización administrativa cuando los órganos se


agrupan colocándose unos respecto a otros en una situación de dependencia tal
que entre todos ellos existe un vínculo que, partiendo del órgano situado en el más
alto grado de ese orden, los vaya ligando hasta el órgano de ínfima categoría, a
través de diversos grados en los que existen ciertas facultades.

Descentralización.

Supone transferir el poder, de un gobierno central hacia autoridades que no


están jerárquicamente subordinadas. La relación entre entidades descéntrales son
siempre horizontales no jerárquicas. Una organización tiene que tomar decisiones
estratégicas y operacionales. La Centralización y la Descentralización son dos
maneras opuestas de transferir poder en la toma decisiones y de cambiar la
estructura organizacional de las empresas de forma concordada.

Desconcentración.

La desconcentración es una técnica administrativa que consiste en el traspaso


de la titularidad o el ejercicio de una competencia que las normas le atribuyan
como propia a un órgano administrativo en otro órgano de la misma administración
pública jerárquicamente dependiente.

CONCEPTO DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Uno de los aspectos primordiales para poder comprender la administración


pública es definir en un primer plano su concepto; mismo que hoy en día se ha
desarrollado y ha venido tomando gran importancia. Al respecto el diccionario
UNESCO de ciencias sociales define la administración publica de la siguiente
manera:

La etimología del término es del latín administratio, onis, a su vez ad y


ministrare (servir), agregando que por una parte y en general, el empleo de este
termino en las ciencias jurídicas alude a la actividad dirigida a la conservación y
explotación de un patrimonio propio o ajeno. Aquí cabe comprender el acto de
“administración” como opuesto al de disposición. La primera noción de acto
administrativo se ofrece intuitivamente al jurista es una noción negativa:
“administración es aquello que no es disponer”. Se alude también a la gestión de
bienes o de un patrimonio “en administración” cuando no se realiza a título de
propietario.

BREVE EVOLUCIÓN HISTÓRICA

Durante el desarrollo histórico del virreinato de la Nueva España, a pesar de la


diversidad de actividades que fueron adquiriendo las instituciones novohispanas,
puede afirmarse que no existen obras que sean consideradas como verdaderos
orígenes de nuestra disciplina. Sólo podría citarse como una referencia histórica
relevante Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España,
escrita a fines del siglo XVIII por Hipólito Villarroel y publicado por primera vez en
1830. A Villarroel se le considera uno de los cultivadores de la ciencia de la policía
en este periodo (Guerrero, 1984).

No obstante, el débil desarrollo de las ciencias administrativas en la Nueva


España, y en particular en el virreinato, a nuestro parecer existen cuatro tipos de
documentos que deben ser vistos como antecedentes remotos del estudio de la
administración pública en México. El primero es el Informe Central del Visitador de
José de Gálvez en el año 1771, que describe los resultados de la implementación
de las reformas borbónicas en la Nueva España (Gálvez, 1830). El segundo
corresponde al dictamen de Revillagigedo sobre la puesta en marcha de las
intendencias en la Nueva España en 1791, como parte de la reorganización de la
administración territorial que consistió en la desaparición de los corregimientos y
alcaldías mayores (Revillagigedo, 1934).
La tercera fuente son las Disposiciones, Órdenes o Instrucciones, dadas por el
rey y su Consejo a sus representantes en la Nueva España, al gobernador y
capitán general, los presidentes y oidores de la Primera y Segunda Audiencias, así
como a la mayoría de los virreyes, desde don Antonio de Mendoza, hasta Juan
O'Donojú (1535–1821), quienes gobernaron el reino de la Nueva España. Se trata
de documentos invaluables para conocer las instrucciones, órdenes y resultados
de las mismas en la administración novohispana (De la Torre, 1991). Un cuarto
conjunto de documentos son las Relaciones, Memorias, Advertimientos o Informes
Generales, que, por disposición de la ley, esos gobernantes a partir del primer
virrey tenían que dar a sus sucesores y también al monarca. En estos documentos
es posible establecer el diagnóstico de determinados ramos de la administración
virreinal, los problemas más urgentes por atender y las recomendaciones
pertinentes para tratar de solucionarlos (De la Torre, 1991).

La administración pública en México, tanto desde su etapa como nación


independiente como en su devenir histórico durante los siglos XIX, XX e inicios del
XXI, ha conformado un campo de estudio sistemático e incremental de
conocimiento en torno a la actividad organizada del Estado. Los especialistas de
otros campos de conocimiento, profesionales que ejercieron responsabilidades en
la función pública y más recientemente, estudiosos y expertos en la disciplina, han
realizado aportaciones a la teoría general de la administración pública, así como
en el ámbito particular de nuestro país. Los tratados teóricos en administración
pública en México en el siglo XIX son escasos en número, pero ricos en su
contenido, alcances teóricos y conceptuales, con sugerentes aportaciones al
conocimiento disciplinario. Algunos proceden del derecho administrativo, y otros,
como el de Luis de la Rosa, como ensayo fundador de la administración pública en
México en 1853, da inicio a una larga tradición de estudio en la materia.

PROBLEMAS QUE PRESENTA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


MODERNA

La administración pública es un sistema de límites imprecisos que comprende


el conjunto de comunicaciones con el gobierno público de la ciudad y busca las
organizaciones públicas que realizan la función administrativa y de gestión del
Estado y de otros entes públicos con personalidad jurídica, ya sean de ámbito
regional o local. Por su función, la Administración pública pone en contacto directo
a la ciudadanía con el poder político (servidores públicos), «satisfaciendo» los
intereses colectivos de forma inmediata, por contraste con los poderes legislativos
y judicial, que lo hacen de forma mediata. La forma en la cual la Administración
Pública se relaciona con la ciudadanía y la dinámica gubernamental a la que está
sujeta la convierten en una subdisciplina académica de la Ciencia Política. Es por
ello que la Administración Pública es estudiada junto con dicha ciencia social de
forma conjunta y complementaria.

Se encuentra principalmente regulada por el poder ejecutivo y los organismos


que están en contacto permanente con el mismo. Por excepción, algunas
dependencias del poder legislativo integran la noción de «Administración pública»
(como las empresas estatales), a la vez que pueden existir juegos de
«Administración general» en los otros cuatro poderes o en organismos estatales
que pueden depender de alguno. La noción alcanza a los maestros y demás
trabajadores de la educación pública, así como a los profesionales de los centros
estatales de salud, la policía, las fuerzas armadas, el servicio de parques
nacionales y el servicio postal. Se discute, en cambio, si la integran los servicios
públicos prestados por organizaciones privadas con habilitación del Estado. El
concepto no alcanza a las entidades estatales que realizan la función legislativa ni
la función judicial del Estado.

DIFERENTES CONCEPCIONES DE LA ADMINISTRACIÓN


PUBLICA

Por lo general con el termino, se alude a la “administración pública”, y este


sentido caben varias aceptaciones:

1. En el sentido objetivo, haciendo referencia a un determinado tipo de


actividad estatal o función pública: “en resumen puede hablarse de cuatro
distintas significaciones de la “administración” a) administración equivale a
gobierno como acción de dirigir o gestionar los negocios públicos; b)
administración se identifica con acción que, bajo la actividad de gobierno,
provee a la inmediata satisfacción de las necesidades públicas por actos
incesantes y continuos; c) administración se contrapone a constitución
como actividad teleológica del estado en su unidad; d) administración es
una de las actividades del estado, que propone la satisfacción de las
necesidades colectivas por actos concretos y bajo el orden jurico propio del
estado de que se trate.”
2. En el sentido subjetivo, para designar al sujeto productor de la antedicha
actividad. En tal sentido se entiende por administración pública: 1. El
conjunto orgánico constituido por el poder ejecutivo del estado.
preferentemente, estos órganos son los del poder ejecutivo, aunque otros
órganos públicos cooperen también a la obra de la “administración”, 2.
Cualquier persona jurídica de derecho público. Donde la administración
publica comprende no solo la del estado, si no la administración de estados,
municipios, la de las corporaciones de derecho público, la de las uniones
internacionales.

Otra aceptación de la administración publica surge al enmarcarla como la


parte orgánica del estado que realiza la función administrativa. Desde el punto
de vista orgánico la administración pública es el órgano de estado encargado
de proveer a la satisfacción de las necesidades colectivas.

PUNTOS DE VISTA PARA EL ESTUDIO DE LA ADMINISTRACIÓN


PUBLICA

Durante el año 2007 se publicaron tres obras dignas de considerar dentro de


los tratados teóricos. La primera corresponde a José Castelazo, con su libro La
administración pública: una visión de Estado, en donde sostiene que el Estado es
fundamental para entender a la administración pública, por lo que se trata de una
administración estatal.
La segunda es el libro de Luis Aguilar Villanueva: Gobernanza y gestión
pública. Aquí el autor analiza a la gobernanza como enfoque político y resalta las
implicaciones que tiene con la administración pública. Al mismo tiempo, examina
la gestión pública en sus modalidades de gestión estratégica y gestión de calidad.

En tercer lugar, la obra de José Martínez Vilchis: La nueva gerencia pública en


México. Un análisis comparativo de la administración estatal en México es una
investigación que analiza los efectos de la nueva gestión pública en doce
entidades federativas, para conocer los alcances y las innovaciones realizadas
desde este enfoque teórico. Se trata de un estudioso que actualmente es Rector
de la Universidad Autónoma del Estado de México.

El análisis de la administración pública mexicana sigue produciendo obras de


enorme riqueza conceptual, enfoques contemporáneos y aplicaciones a nuestra
realidad. Esperamos que esta tradición continúe con mayor vigor en nuestra
disciplina y que nuevas generaciones de investigadores aporten mayor
conocimiento sobre la actividad organizada del Estado, tanto en el presente como
en el futuro que viene.

CLASIFICACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN PUBLICA

El autor Rodrigo Moreno Rodríguez, en su obra titulada “La administración


Pública Federal en México”, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM,
en la pág. 92, menciona lo siguiente: “La doctrina del derecho administrativo ha
llegado a identificar una amplia y variada gama de órganos administrativos, de
entre los cuales pudieran referirse los siguientes: De administración activa, De
administración contenciosa, De autoridad, Auxiliares o de consulta Generales,
Locales, Centrales, Descentralizados y Desconcentrados”.

Años más tarde, el autor Rafael I. Martínez Morales, en su libro de “Derecho


administrativo”, de la editorial Oxford, describe 7 tipos de clasificación
administrativa:
Activa y contenciosa

Federal, local y municipal

Centralizada y paraestatal

Centralizada, desconcentrada y descentralizada

De acuerdo con la competencia de cada órgano

Dependencias y entidades

Órganos y organismos

Esta clasificación, no es absoluta, pero si es una de las más ilustrativas, ya que


nos permite tener una idea de la forma tan compleja en la que se encuentra
estructurada la organización administrativa de nuestro país, no obstante, estos
temas los iremos abordando de una forma práctica y sencilla en publicaciones
posteriores.

Primera:

Activa. (Doctrina Francesa). Funciona dependiendo del Poder Ejecutivo y


conforme a la competencia que le señala el orden jurídico.

Contenciosa. Supone la existencia de tribunales administrativos que dirimen


controversias entre el Estado y los particulares por actos de aquél.

Segunda:

Directa. Es la que se ejerce por los órganos centralizados dependientes del poder
ejecutivo. Es la que realiza a través de organismos descentralizados y empresas
de participación estatal u otras constituciones.

Tercera: Federal, Estatal y Municipal.

Cuarta: Centralizada, Desconcentrada, Descentralizada y Empresas estatales y


sociedades mercantiles del Estado.
EL INTERÉS PÚBLICO.

El interés público, interés general o interés nacional es la denominación de un


concepto esencial de las ciencias políticas, con muy distintas expresiones (res
publica, Commonwealth, "procomún", etc.), pero se identifica con el bien común de
la sociedad entera, entendida como un cuerpo social, y no tanto con el interés del
Estado en sí mismo (razón de Estado). No es un concepto unívocamente definido.
La expresión se usa para reflejar el postulado de que la finalidad de las acciones
del Estado, o de las instituciones de una comunidad políticamente organizada, ha
de ser el bien (felicidad, interés, utilidad o beneficio) del conjunto del pueblo (la
totalidad de los que componen una nación). La defensa de los intereses
nacionales es el propósito declarado de la acción exterior de los Estados.

El concepto hizo su aparición con los desarrollos intelectuales que llevaron a la


Revolución francesa, periodo durante el cual llegó a reemplazar el concepto
anterior de utilidad pública, estando así íntimamente ligado con el desarrollo del
liberalismo. Se puede concebir como la guía o criterio para tomar decisiones
políticas y económicas que buscan el bien común de una sociedad. Tal sociedad
puede ser, por ejemplo, la de un Estado en general o las personas de cualquier
comunidad en particular. En la teoría jurídico política actual está, por definición,
representado en las diferentes ramas de las autoridades estatales de gobierno y
administración pública, tales como las de salud pública, educación, protección del
medio ambiente, seguridad, el Ministerio Público en asuntos de justicia, etc. Así,
por ejemplo, se ha escrito: "El acto administrativo debe siempre mirar a la
satisfacción del interés general". El concepto del interés general es central en
debates políticos, económicos y sociales, en particular aquellos acerca de la
existencia de servicios públicos, reglamentos y leyes de orden público,
discusiones acerca de intervención estatal en asuntos económicos (tal como
expropiaciones y nacionalizaciones) y sociales (tales como los relacionados con
asuntos de explotación social, derechos sociales, seguridad social e industrial,
discriminación, etc.). Tales discusiones ponen de relieve la finalidad misma tanto
del Estado como de otros elementos de servicios y administración interna de los
países. (por ejemplo: comunas; empresas mixtas, etc.).

REFERENCIAS ELECTRONICAS

https://es.wikipedia.org/wiki/Poder_judicial
https://www.senado.gob.mx/64/politica_ninos/judicial

https://es.wikipedia.org/wiki/Suprema_Corte_de_Justicia_de_la_Naci
%C3%B3n_(M%C3%A9xico)#:~:text=La%20Suprema%20Corte%20est
%C3%A1%20integrada,Consejo%20de%20la%20Judicatura%20Federal.
https://es.wikipedia.org/wiki/Tribunal_de_circuito
https://doctrina.vlex.com.mx/vid/tribunales-circuito-671114565
https://mexico.leyderecho.org/inamovilidad-judicial/#:~:text=Concepto%20de
%20Inamovilidad%20Judicial%20que,de%20inamovible%2C%20que%20no%20se
https://es.wikipedia.org/wiki/Administraci%C3%B3n_P%C3%BAblica#:~:text=La
%20administraci%C3%B3n%20p%C3%BAblica%20es%20un,jur%C3%ADdica
%2C%20ya%20sean%20de%20%C3%A1mbito
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
14352009000100003

https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv

https://concepto.de/organizacion-administrativa/#ixzz6TAwzJza3

https://concepto.de/organizacion-administrativa/#ixzz6TAxgDWy4

https://concepto.de/organizacion-administrativa/#ixzz6TAxOF1p0

Vous aimerez peut-être aussi