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Introducción.
A comienzos del siglo XIX, España era un país con una sociedad y
una economía eminentemente agrarias en el que la propiedad de la
tierra estaba concentrada en manos de unos pocos, con una estructura
heredada del Antiguo Régimen. Los grandes propietarios monopolizaban
la producción y el comercio y se beneficiaban de la escasez de tierra por
medio de arrendamientos abusivos y cargas prácticamente feudales.
Por su parte, los campesinos organizaban la producción para
atender a la subsistencia del círculo familiar, y sólo en raras ocasiones
producían para un amplio mercado. En estas condiciones era muy difícil
acumular capital para introducir mejoras técnicas e incrementar la
productividad.
Por otro lado, el atraso económico de España se inscribía en el
marco de los países de la Cuenca Mediterránea. Sin embargo, este
marco general en que se desarrollaba la agricultura española
experimentó algunos cambios significativos. Los distintos gobiernos
desde 1833 impulsaron la liberalización de todos los sectores
productivos y facilitaron la entrada de capitales e inversiones
extranjeras, contribuyendo así al desarrollo de los negocios y a la
expansión de una economía de mercado de signo capitalista. Asimismo,
el proceso de desamortización de tierras llevado a cabo por los liberales
desde el poder provocó una alteración sustancial en la estructura de la
propiedad agraria.
2. El proceso de desamortización.
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a. La desamortización eclesiástica.
b. La desamortización municipal.
Conclusión.