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Albert Einstein
Existe una profunda relación entre las acciones de creer e imaginar. Las imágenes que
nuestros sentidos físicos perciben y nuestra mente almacena son la materia prima
fundamental que utiliza la acción de creer para fabricar las creencias.
Las creencias son PALIMAEMOS –entidades en las que la imagen se funde con la
emoción que nuestras experiencias vitales le otorgan y la palabra que la identifica. Así
el palimaemo “perro” incluye no solo la imagen sensorial (visual, auditiva, táctil,
olfativa...) característica de este animal, sino también las emociones relacionadas con
nuestras experiencias vitales. Si un perro nos mordió en nuestra infancia, por ejemplo,
o un perro al que queríamos murió atropellado por un auto, el palimaemo “perro” va a
incluir inevitablemente emociones de miedo y angustia. Estas emociones brotan
espontánea e inconscientemente cada vez que oímos o leemos la palabra “perro” y
cada vez que percibimos una imagen relacionada con la misma.
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En el caso del perro, por ejemplo, las más fuertes son las relacionadas con el gusto:
“me gustan los perros” o “no me gustan los perros”, las cuales justificamos con otras
creencias relacionadas: “los perros son sucios”, “los perros muerden”, “los perros son
cariñosos”, etc.
Una vez que la creencia se establece va a formar parte de la estructura del ego,
profundamente vinculada con las restantes creencias que lo forman y, muy en
particular, con aquellas que tienen que ver con la identidad y el valor individual, las
cuales constituyen la columna vertebral de toda esta estructura.
Es la acción de creer la que ha construido el ego, capa sobre capa de creencias que se
refuerzan unas a las otras. Es también la acción de creer quien refuerza y sostiene
estas creencias y, en última instancia, toda esta estructura.
“No me gustan los perros” Perro, perro que ladra, Miedo, angustia, Negativo
perro que muerde, perro rechazo
sucio, peste, suciedad,
saliva, dolor, sangre
De aquí la importancia de disolver las creencias y, muy en particular, las que poseen
un valor negativo, por inofensivas que puedan parecer en sí mismas. Cada creencia
disuelta debilita la fuerza de las demás y, en consecuencia, debilita la estructura de las
paredes del ego.
aflorando a mi mente cada vez que perciba una imagen relacionada, sencillamente
porque este es un proceso que ocurre de manera independiente al intelecto y la
voluntad consciente.
Es decir que cada creencia posee una especie de raíz que se extiende a lo más
profundo del subconsciente, de donde extrae las imágenes/emociones que la nutren.
Es a este nivel entonces adonde tenemos que llegar si aspiramos a disolverla.
De manera que, si quiero disolver mi creencia tendré que re-crear la circunstancia que
le dio origen. En efecto, el perro me mordió. Pero es muy probable que yo lo haya
agredido primero. Posiblemente lo pisé o le halé la cola y el animalito asustado y
adolorido reaccionó defendiéndose. No era malo ni sucio. Era un simple perro. Si toco
a los perros con cuidado no pasa nada. Los perros son amigables y cariñosos. Les
gusta jugar. No muerden si no se les lastima. Las mordidas, además, suelen no ser
graves ni tener mayores consecuencias.
Puedo construir una visualización de este hecho con las modificaciones descritas.
Puedo verme a mí misma jugar con el perro sin que pase nada. Puedo llevarlo para mi
casa y darle de comer. Puedo sentir que me quiere y me cuida. Me defiende si se
acerca alguien extraño, etc.
Al disolver la raíz de las creencias negativas no solo nos libramos de esa fuente
particular de emociones/energías destructivas, sino que debilitamos
considerablemente a las restantes. De manera que, siguiendo este proceso, puedo
librarme de todas mis creencias negativas. Sin embargo, es importante tener presente
que las creencias negativas, al ser polares, están profundamente relacionadas con las
positivas: lo que no me gusta con lo que me gusta, lo que creo que es malo con lo que
creo que es bueno, etc., siendo muy difícil separar unas de las otras. En realidad toda
creencia, por positiva que parezca ser, tiene raíces que la conectan inconscientemente
con imágenes y emociones negativas. Por ejemplo, la creencia “debo ser generosa”
aparenta ser positiva, pero genera conflictos muy fuertes con la naturaleza egoísta del
ego cada vez que trato de ponerla en práctica.
Todas las creencias, sin excepción, son resultado de la acción de creer del ego y, en
consecuencia, se encuentran vinculadas con emociones y sentimientos negativos. Si
observamos nuestros estados emocionales es fácil descubrir cómo las creencias que
atesoramos son la causa de todos nuestros sentimientos negativos, en particular las
que más positivas parecen ser. Esto sucede porque la realidad se niega constante e
inevitablemente a ajustarse a nuestras creencias, causando conflictos muy profundos a
nivel del ego.
El Rol de la Imagen
Existe una profunda relación entre las funciones mentales de creer e imaginar. De
hecho, todas nuestras creencias están basadas en y formadas por imágenes de la
realidad a las cuales les hemos otorgado la categoría de verdad. Estas imágenes suelen
ser bastante arbitrarias y estar completamente deformadas por la limitación de
nuestros órganos sensoriales, los cuales perciben solamente una parte infinitesimal y
muy fragmentada de la realidad que somos.
Así se nos educa y este es el origen de la mayor parte de “nuestras” creencias. Así nos
convertimos en piezas eficaces de la maquinaria del poder social. Así educamos y
domesticamos a nuestros hijos. Así consolidamos y garantizamos la trascendencia de
los mecanismos de poder, aun a costa de nuestra propia vida.
Es indispensable comprender este proceso mediante el cual los demás nos fabrican un
ego a su imagen y semejanza, formado por creencias que garantizan nuestro
sometimiento al poder de turno y nos conducen a creer que es nuestro, que eso es lo
que creemos y somos. Todo esto sucede en nuestra más temprana infancia, cuando
aún somos capaces de imaginar y creer ciega e inocentemente lo que afirman nuestros
padres y maestros. Esta es la base sobre la que se erige posteriormente todo nuestro
sistema de valores, este es el conjunto de creencias que defendemos con uñas y
dientes, en conflicto permanente con la realidad que somos.
Aun cuando nos rebelemos contra las creencias que nos han sido transmitidas, lo
hacemos sobre la base de estas mismas creencias y nuestra rebeldía acaba volviéndose
contra nosotros mismos y creándonos una multitud de conflictos insolubles.
El primer paso tiene que ver con la voluntad y la decisión de iniciar este cambio de
perspectiva. La voluntad y la decisión de dejar de ser dóciles receptáculos de las
imágenes de otros, dejar de repetir esas imágenes y comenzar a crear nuestras propias
imágenes. Se trata de dejar de imaginar/creer de forma pasiva y reactiva todo lo que
tenemos almacenado, todo LO QUE OTROS QUIEREN, para recuperar nuestro poder y
comenzar a imaginar/creer de manera activa LO QUE QUEREMOS Y DECIDIMOS a cada
momento.
Eje polar Vida - Muerte Subsistencia, seguridad. Acciones que garanticen la subsistencia:
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Entender esta estructura es esencial para lograr diseccionar el origen más oculto de
todas nuestras creencias y conductas, en particular aquellas que más absurdas e
irracionales nos puedan parecer.
En efecto, siempre que analizamos las creencias básicas que están en la base de
nuestras “necesidades” y “deseos” podemos constatar que son el resultado de una
visión muy primitiva del mundo que no tiene por qué continuar rigiendo nuestro
funcionamiento mental en estos momentos.
El primer límite y el más profundo es el que pretende separar nuestro ser del resto del
universo. Está basado en la supuesta existencia “separada” de nuestro cuerpo y nuestra
mente, la cual se extiende al concepto de “alma” o “espíritu” individual. Toda esta
ilusión de individualidad, extraordinariamente falsa y peligrosa, se debe a que
nuestros sentidos físicos no alcanzan a percibir la total integración energética de la
que formamos parte. Nuestros ojos no ven la energía, solo ven una versión
distorsionada y limitada de las diferentes formas que la energía adopta en el momento
de manifestarse. En consecuencia, se entiende que para el hombre primitivo la
existencia individual fuera una verdad irrebatible, pero para el hombre del siglo XXI la
total integración energética del universo ya debería ser una realidad cotidiana. Sin
embargo, en el siglo XXI continuamos aferrados a la imagen/creencia primitiva de
nuestra individualidad, de nuestros límites, simplemente porque la sociedad humana
funciona todavía a partir de estas creencias y estas son las que se transmiten de
generación en generación a través de los procesos educativos.
Hagamos un alto para contemplar las consecuencias desastrosas que esta limitación
perceptual y conceptual ha traído a la humanidad. La separación entre el Yo y el
Universo es una dualidad conflictiva en la cual ambos extremos tienden a destruirse. El
ego individual es un espacio muy estrecho y muy vacío en el que la mente se asfixia. La
mente inferior, limitada por el ego, intenta llenar este vacío por todos los medios a su
alcance: posesiones, dinero, conocimiento, placer... Todo parece poco y, en efecto,
todo es insuficiente. Esto causa innumerables conflictos con los otros egos, todos
empeñados en adquirir, en acaparar, en rellenarse a costa de lo que sea. Las relaciones
humanas y, en última instancia, las sociedades son un reflejo de los egos que las
constituyen. Las familias se deshacen y los conflictos de todo tipo ponen en peligro la
estabilidad del mundo. La riqueza continúa acumulándose en cada vez menos manos,
mientras los más perecen de hambre y el medio ambiente se desintegra visiblemente,
sin que se tomen medidas efectivas para evitarlo.
Abramos esos límites. No somos sino burbujas fugaces en medio del océano infinito
de la energía universal, burbujas empeñadas en ponernos nombres, en nombrarnos,
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nombrarlo y separarlo todo, pero todo es lo mismo. Todo es agua y océano. Todo es.
Nuestro empeño no solo es inútil, sino extraordinariamente dañino y angustioso.
Seamos el océano que somos. Seamos todo. Ser todo es la mayor riqueza, la única
riqueza real, la única trascendencia posible.
Si observamos el diagrama de las paredes del ego, podemos ver como el núcleo central
se encuentra formado por la creencia en las imágenes que he construido de QUIÉN Y
CÓMO SOY. La base de estas imágenes es la separación, la existencia de falsos límites
entre mi persona y el resto del universo a los que he otorgado la categoría de verdad
indiscutible. Pero no son ciertos. Los límites que separan mi persona del resto del
universo son solo aparentes. La energía es la misma, la esencia es la misma, todo es lo
mismo, todo es.
La paradoja social
La disolución del ego trae consigo la disolución de todas las creencias que nos
habilitan para funcionar socialmente, comenzando, por supuesto, por nuestra propia
individualidad. Sin embargo, es muy posible que existan compromisos familiares y de
trabajo que nos obliguen a continuar actuando dentro de ciertas convenciones
sociales, en conflicto permanente con nuestra ausencia de límites.
La sociedad humana actual es una utopía insostenible, del mismo modo que cualquier
asociación o relación entre las aparentes individualidades (egos) de los seres humanos.
Estas utopías sociales se basan en intentar relacionar armónicamente a los diferentes
egos, los que, por definición, no admiten relación alguna. De ahí los innumerables y
permanentes conflictos que minan las bases y terminan por destruir inevitablemente
todas las sociedades, asociaciones y otras relaciones que establecemos.
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Están por descubrirse las nuevas asociaciones e interrelaciones a producirse entre los
seres humanos una vez que nos libremos de las limitaciones y los conflictos insolubles
a los que nos condenan nuestros egos individuales. La mente humana universal, libre
de egoísmos y conflictos, disfrutará de una armonía, un conocimiento y una riqueza
sin fronteras que ahora no podemos siquiera imaginar.
La nueva educación
Se trata de una educación sin egos, donde cada mente humana se desarrolle en la
convicción de su integración armónica con las otras personas y el resto del universo.
Esta educación no estará basada en la división polar y el conflicto, sino en la unidad, la
cooperación y la armonía de todo lo que existe. Superados los límites del tiempo y el
espacio, la mente humana universal abrirá sus horizontes hacia zonas inimaginables
del conocimiento, desarrollando al máximo su potencial creativo.