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Colofón:
Lenguas nacidas en esclavitud
“El creole, idioma de los desplazados en América”
Cuando los conquistadores irrumpieron en las nuevas tierras descubiertas por
el navegante genovés Cristóbal Colón con el propósito de apropiase de ellas
para adherirlas a las coronas que representaban, subvirtieron el orden
geográfico a sus caprichos e intereses.
Al toparse con el istmo de Panamá, bautizado así por el árbol bajo el cual se
reunían los aborígenes, Vasco Núñez de Balboa encontró que había al otro
lado más agua, la que nombró Océano Pacífico. Al antiguo mundo con su
Océano Atlántico en honor al titán Atlas de la mitología griega, se agregaba un
Nuevo Mundo.
Estas fértiles heredades recibieron el nombre de América según el cosmógrafo
Martín Waldseemüller en reconocimiento al comerciante y geógrafo florentino
Américo Vespucio compañero de viaje del descubridor.
A las aguas que bañan las islas por donde ingresaron los primeros
conquistadores se les puso el mote de Mar Caribe al ser habitadas por las
tribus Caribales que según los invasores eran caníbales.
En la medida en que estas tierras no poseían el oro que buscaban los
europeos, estos se desplazaron al interior del continente junto a la cultura,
africana, que traían en calidad de esclavos para explotar las minas de metales
preciosos.
Liberadas las costas y las islas de la ambición del oro se convirtieron en refugio
de indígenas, africanos y mestizos que escapaban de los imperios. Igualmente
llegaron piratas, bucaneros y corsarios a ocultar o disfrutar sus botines.
También colonos ricos instalaron allí plantaciones con variedad de productos
exportables. Entonces se requirió de trabajadores obtenidos de la nueva
configuración nativa y de los esclavos comprados en los mercados oficiales.
Así se creó una nueva modalidad esclavista que poseía ribetes de
servidumbre. A los nuevos esclavos-sirvientes se les impuso el idioma de sus
amos: inglés, español, francés, portugués y neerlandés.
Ingeniosamente los trabajadores de las plantaciones fueron desarrollando unos
lenguajes propios para comunicarse entre ellos sin que los amos y sus
guardianes tuvieran acceso. La base fueron los dialectos africanos que se
mezclaron con el español, el inglés, el francés, el portugués, el holandés, etc.,
De allí nacieron varias lenguas llamadas Creoles. Según los expertos, unas
treinta.
Los más destacados son: Sanandresano hablado en el archipiélago de San
Andrés y Providencia; el Patwa en Jamaica, Panamá y Costa Rica y el
Papamientu en Curazao, Bonaire y Aruba.
Post data.
El profesor Adolfo León Gómez Giraldo en su libro: ¿…Enseñar filosofía? 2006,
plantea que va a proponer una reflexión sobre un concepto traído de la
lingüística: Lingua franca, que es una afirmación contundente hecha por el
filósofo norteamericano Wilfrid Sellars en 1968, quien considera que “La
historia de la filosofía es la lingua franca que hace posible la comunicación
entre filósofos que sostienen puntos de vista diferentes.
Para explicar este concepto, Gómez, recurre a los Elementos de lingüística de
André Martinet. Una lingua franca se da en las fronteras entre hablantes de
diferentes idiomas, como en el caso de los puertos, donde no existe un idioma
en común, entonces debe darse uno provisional que exigirá que estos
esfuerzos darán como resultado una “lengua mixta” (49).
Esta especie de idioma, concluye Martinet, será para sus usuarios, una lengua
de ayuda, de una estructura mal caracterizada, de un léxico limitado a las
necesidades que las han hecho nacer y que permiten su supervivencia (49).
El profesor Gómez hace una comparación con el fenómeno de los lenguajes
pidgin, pero que no se queda en su propósito que es, sobre todo, el intercambio
comercial, sino que va más allá, pues busca entender los puntos de vista
diferentes.
El Grupo de estudio Aporesis del Programa de Filosofía de la Universidad del
Quindío se formó como grupo de estudio. Para su conformación partió de esta
recomendación. Los pasos que se trazó en esta procesión fueron los
siguientes:
Tener un tema en común para conversar; en este caso el tema fue la
conversación.
Preguntas que surgieron en torno al tema:
¿Podemos conversar? Es decir ¿Tenemos un tema en común, respetamos los
turnos y no nos extendemos innecesariamente?
¿Podemos dialogar? Es decir ¿No tengo la verdad, ni la razón; escucho los
argumentos del otro; ataco sus argumentos no a la persona?
Para tal efecto se empleó la siguiente metodología.
Construir un glosario que contemplara hacer una lista con conceptos, nociones
confusas; para lo cual cada uno entrega una lista de los términos, con sus
definiciones provisionales, más usuales en sus indagaciones y pesquisas sobre
el tema propuesto.
Nota. Tales conceptos se convierten en moneda de intercambio con el fin de
entender o comprender las reflexiones del otro. No para estar de acuerdo, ni
imponer a, b o c, definición, sino para desentrañar sus búsquedas. Esto permite
una lectura objetiva donde no se interpreta la exposición del otro desde la
definición provisional de mis conceptos, sino de la del expositor.
Del glosario se desprende el diseño de mapas conceptuales. Cada participante
presenta un esquema construido con los conceptos más relevantes de sus
búsquedas sobre el tema de la conversación, ordenándolos de mayor a menor,
o por generalidad, o importancia.
Perspectivas. Consideramos que este ejercicio puede permitir la formación de
grupos de estudio, de investigación, tendencias epistemológicas, matrices
disciplinarias, etc.