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El 2 de junio de 1899, hace 120 años falleció en Santa Clara, Carolina Rodríguez, La Patriota,
amiga de José Martí en el exilio y una cubana entera.
Carolina nació en una calle detrás del parque El Carmen, sus padres fueron Félix Valois y Ana
Francisca. La historia recoge que fue una mujer de un extraordinario atractivo físico, teniendo
grandes admiradores entre sus compatriotas, pero a todos los rechazó en aras de sus ideales
patrios.
Carolina se incorporó a la lucha revolucionaria casi desde sus comienzos. Conspiró en la Guerra
de los Diez Años, y lejos de aceptar la paz del Zanjón, redobló sus actividades, cuenta la
historia.
El 29 de abril de 1879 se reunió con un grupo de hombres para establecer y organizar un Club
de Revolucionario sujeto al reglamento del Comité de Revolucionario de Nueva York.
Los activos trabajos de Carolina Rodríguez, unido a su condición bien definida de enemiga del
colonialismo, hicieron crítica su situación en Santa Clara, en conocimiento por fuentes
fidedignas, que el Comandante general conocía sus actividades y estaba dispuesto a detenerla
si comenzaba la lucha, determinó su traslado hacia La Habana en agosto de 1879.
En la capital continuó sus actividades conspirativas, siendo deportada por esta razón a Isla de
Pinos, donde no decayó su actividad revolucionaria y ese mismo año deportada a Cayo Hueso,
y desde allí continuó su lucha por la independencia de la Patria llegando a convertirse en un
puntal de la emigración cubana en Tampa, donde ganó el sobrenombre de La Patriota por su
actitud destacada con la recaudación de dinero para la Revolución de 1895.
No son pocas las cartas y telegramas de agradecimiento y amor del Héroe Nacional por aquella
viejecita que salía cada mañana a trabajar bajo el crudo invierno norteamericano para después
donar todo su salario, o casi todo, a la independencia de Cuba.
Tal pareciera que esta mujer a la cual José Martí llamó «el alma de Cuba» o también «la vieja
de los cubanos» se propuso hacerlo todo por la Patria, aunque sin dejar para la posteridad
suficientes huellas sobre su obra.
En 1898 regresó de Estados Unidos a Santa Clara, enferma, ciega y en estado de miseria, se
estableció en una pequeña habitación en la calle que hoy lleva su nombre, y allí recibió la
ayuda de algunos vecinos.
Años después, por acuerdo del propio Ayuntamiento, adoptado el 4 de octubre de 1939, y del
Centro de Veteranos y Patriotas de Santa Clara, sus restos mortales fueron exhumados y
expuestos en capilla ardiente la noche del 26 de enero de 1940.
Una esquela mortuoria llamaba a los santaclareños a acompañar los restos de la excelsa mujer
desde el Centro de Veteranos, entonces sito en la calle Cuba Nro 115 esquina Carretera
Central, hasta el Cementerio local.
En la mañana del 27 víspera del natalicio 87 del Apóstol José Martí, los restos mortales de la
Patriota fueron depositados en el Panteón de Veteranos, donde reposan actualmente.
Nota: Datos de diferentes publicaciones de internet y Obras completas de José Martí. Tomo V.