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EL DIARIO DE ANA FRANK

Es la historia de un niña judía de trece años que nos cuenta, la invasión de los
nazis en Holanda, y como ocho personas se escondieron en una buhardilla de
unas grandes oficinas, durante dos años, desde junio del 1942 hasta agosto de
1944.

El 12 de Junio de 1942, Ana Frank cumple 13 años y recibe regalos y entre ellos,
un diario. En esos momentos tenía muchas amigas, pero ninguna tan íntima como
ella deseaba, para poder confiarle todos sus secretos y sentimientos. Al relatar sus
hechos en su nuevo diario, decide convertirlo en más que eso y le pone un
nombre: Kitty, convirtiéndolo en su íntima amiga, capaz de guardar todos sus
secretos.

Ana llevaba una vida “normal” con su familia, sus padres, su hermana Margot y su
gato, en Holanda.

Normal entre comillas, puesto que debido a la ideología religiosa de su familia (el
judaísmo) y los tiempos que corrían por aquel entonces, los judíos tenían una
serie de restricciones con respecto a las demás personas. Por ejemplo: los niños
judíos debían ir a escuelas para judíos, no les estaba permitido utilizar bicicleta,
debían llevar colgada una estrella amarilla del cuello para que fueran reconocidos
como judíos.

El verano había comenzado bien, hasta que un día recibieron una citación de las
SS dirigida a su hermana. Esa citación suponía que se iban a llevar a su hermana,
y lo más seguro era que no iba a volver más. Así que esa misma noche, toda la
familia Frank, abandonó su casa para dirigirse a un escondite que había estado
preparando su padre para cuando llegara aquél momento, puesto que tenían
previsto marcharse voluntariamente a mediados de julio, pero la fecha se adelantó
debido a aquella citación.

Se trataba de una de las buhardillas que había en los edificios de las oficinas de
su padre, y que calificaron como “La Casa de Atrás”. Ellos se escondieron allí para
evitar que los nazis los encontraran y capturaran, y los mandaran a campos de
concentración. Nadie sabía que estaban allí escondidos, solo el señor Kleiman, el
señor Kugler, Bep Voskuijl, su padre, y Miep y Jan Giesp. Miep trabajaba para el
padre de Ana, y era muy buena amiga de la familia, y Jan era su marido. Bep era
la secretaria y los demás trabajaban allí en los almacenes.
Con la familia Frank, pronto se uniría la familia Van Dan (amigos y socios de la
empresa de Otto Frank), y también Albert Dussel, un dentista amigo del padre de
Ana al que acogieron porque estaba en la misma situación que ellos.

Al principio Ana nos cuenta como era su vida antes de ir a vivir a la Casa de atrás
y nos habla de sus amigos y amigas del colegio, de sus notas y de sus profesores.
Cuenta que en el primer periodo (el de adaptación al escondite y a sus
compañeros) lo pasa muy mal, ya que todos la toman como una niña estúpida y
parlanchina, que se cree superior, dado el grado de inteligencia que tenía en
comparación con las niñas de su edad, y con la otra familia de refugiados, así que
ella solo confiaba en su padre, que para ella era un buen ejemplo, el ejemplo a
seguir de cada persona, en cambio su madre le parecía el peor ejemplo de mujer y
de madre, porque Ana decía que ella no aguantaría como lo estaba haciendo su
madre, todo el día en casa fregando y barriendo, además pensaba que todas las
atenciones eran siempre para Margot, y nunca para ella, se sentía terriblemente
sola, sin tener alguien que confiar sus sentimientos, más que a Kitty. Ana quería
llegar a ser algo más en la vida.

En su diario, nos relata muchos momentos en los cuales pensaron podían ser
detenidos, largas horas de tensión, miedo, desesperación, momentos en los que
se sentía terriblemente sola.

El estado en el que estaban, encerrados en una buhardilla, les ponía a todos de


mal humor y por eso no entablaron una amistad una familia con otra, y menos con
el viejo dentista, que estaba siempre de mal humor y protestando. La verdad es,
que todos estaban casi siempre de mal humor, solo en algunos momentos Ana y
el hijo de la familia Van Dan, Peter, hacían reír a los demás, cuando se
disfrazaban, para divertirse un rato y distraer a sus compañeros, pero por lo
demás aquello era casi siempre monótono y aburrido.

También escribe acerca de Peter, a quien califica de torpe cuando llega a la casa.
Pero a medida que pasa el tiempo (un año más o menos a partir de que entran en
la Casa de Atrás) y lo conoce bien, va sintiendo algo por él, se siente atraída por
él, hasta el punto de creer que está enamorada. Ana también se siente
correspondida por el chico, y escribe cómo pasaban las noches mirando por un
huequecito de la ventana la luna y las estrellas, habla sobre la emoción de su
primer beso, la seguridad que sentía cuando estaba en brazos de él, lo contenta
que estaba, a pesar de la situación, de tener un amigo a quien confiarle todo.
Estos son, para Ana, los mejores momentos de su estancia en la Casa de Atrás.

Durante su estancia allí, entraron unos ladrones a robar a las oficinas y les dieron
a los refugiados un susto de muerte, porque se pensaron que los de la Gestapo (la
policía alemana), les habían encontrado, pero no era así, eran ladrones y se
dieron cuenta cuando al verlos a ellos, los ladrones salieron corriendo, ellos
sabían que estaban igual de asustados que los ladrones, pero que los ladrones los
habían tomado como guardias de seguridad o personal del almacén.

Dos años después de su entrada en la casa, el 4 de agosto de 1944, un sargento


de las SS, Karl Josef Silberbauer junto con tres miembros de la policía verde
(Grüne Polizei) descubrió el escondite de los 8 refugiados.

La policía se llevó a los ocho refugiados y a los que habían sido sus protectores
durante aquellos dos años (menos a Miep y Bep).

El señor Kugler y el señor Kleiman fueron trasladados a una prisión. Mientras que
los refugiados estuvieron encarcelados cuatro días, y después fueron enviados a
Westerbork, un campo de concentración para judíos en Holanda. De allí, en
septiembre del mismo año fueron trasladados a Auschwitz (Polonia).

Edith Frank (la madre de Ana) murió allí en un estado de debilidad extrema y
desnutrición en enero de 1945.

El señor Van Dan fue enviado a las cámaras de gas en septiembre de 1944,
cuando llegó a Auschwitz.

La señora Van Dan fue enviada en abril de 1945 a un campo de concentración de


Checoslovaquia (Theresienstadt), tras haber estado en Auschwitz, Bergen -
Buchenwald. A partir de ahí, se perdió su pista.

Margot y Ana fueron enviadas a Bergen en octubre de 1944, pero no fue hasta
1945 cuando perdieron la vida debido a un brote de tifus. Se cree que murieron
sobre febrero o marzo de 1945.

Peter fuer llevado de Auschwitz a Mauthausen y murió allí en mayo de 1945.

Albert Dussel pasó por distintos campos de concentración: Buchenwald y


Sachsenhausen, pero finalmente murió en Neuengamme.

Otto, el padre de Ana, fue el único de los ochos refugiados que consiguió vivir al
holocausto nazi, siendo liberado de Auschwitz por las tropas rusas.

El argumento de esta historia se desarrolla durante la II Guerra Mundial.

Esta guerra comenzó el 1 de septiembre de 1939 cuando Hitler invadió Polonia,


con el pretexto de que la ciudad de Danzig, con población mayormente alemana,
debía ser considerado un estado más de Alemania, aplicando así uno de los
principios del Nazismo, el espacio vital.
A partir de ese instante, Gran Bretaña y Francia, le dan un ultimátum: o retiraba
sus ejércitos de Polonia, o ellos le declararían la guerra, optando Hitler por la
segunda opción.

Polonia fue ocupada en pocos días, puesto que no pudo resistir el ataque el
alemán, y sucesivamente, los alemanes iban ganando más territorio. Tomando así
en abril de 1940 Dinamarca y Noruega, y en mayo Holanda y Bélgica.

Para tomar Holanda y Bélgica se diseñaron unos planes. El primer plan consistía
en atravesar Bélgica tal y como se había hecho durante la I Guerra Mundial. Sin
embargo, el general Erich von Manstein y algunos de sus asesores habían
persuadido a Hitler para que trasladara sus tropas al sur de Luxemburgo y al
bosque de las Ardenas, ya que los ejércitos belgas y holandeses no esperarían
esa estrategia por su parte.

Cuando comenzó el ataque el 10 de mayo de 1940, ambos bandos disponían


aproximadamente del mismo número de tropas y de tanques de combate, aunque
las fuerzas aéreas alemanas eran superiores a las de los aliados. Lo que pasó fue
que los alemanes habían planeado todos sus movimientos detalladamente. El
Ejército neerlandés se rindió el 14 de mayo, varias horas después de que los
bombarderos destruyeran la zona financiera de Rotterdam.

Y así fue como Alemania tomó Bélgica y Holanda.

Ante esta situación, la población que no entraba dentro de aquél grupo que los
nazis calificaban de aptos o alemanes, y que habitaban en estos países (como les
sucedió a los Frank) corrían peligro, puesto que a todas esas personas se les
estaba quitando de en medio por medio de las SS y la Gestapo, que fue la policía
durante el mandato de Hitler.

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