en el jardín del amor, mas como era tan fermosa, fragantosa y olorosa me enamoré de su hedor.
Quise vella más de cerca
y setilla junto a mí; y al agacharme, sin duda, del esfuerzo me peí. ¡Ay, oño!, dijo la rosa, rosa de pitiminí, mas como era tan fermosa, frangantosa y olorosa se murió la pobreci... ¡ya!