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CAPÍtulo I.

-
El deSAFío del filosofAR
En este primer capítulo nos proponemos presentar la tarea de filosofar
como un desafío, puesto que es una actividad esencialmente humana y se
ve hoy en día expuesta a fuertes condicionantes que limitan su desarrollo.
Entre éstos se encuentran: el excesivo y mal uso de los medios televisivos,
la importantización progresiva de la imagen y la apariencia como medios
para el reconocimiento social, el desorden conceptual y las limitaciones
ligadas a la etapa de la juventud.
Como contrapunto, se destaca la conceptualización acerca de la verdad
como clave epistemológica y como incitación a su diferenciación y a su
búsqueda sincera.

I.1.- Neil POSTMAN


y LA “SociedAD del Entretenimiento”
“No hay tarea más difícil en la sociedad de la información que la del filosofar.”
Daniel Vargas

La diversión vana y superficial del presente es la estupidez desastrosa del


mañana. Los casos colectivos e individuales que ilustran esa significativa
sentencia son suficientes, como para llenar voluminosas bibliotecas y, de
hecho, considerable número de textos literarios y de las ciencias humanas
se empeñan en mostrar cómo degenera el ser humano, si no lo dirige un
horizonte razonable, permaneciendo así en el disfrute placentero del hoy,
sin tener en cuenta las repercusiones negativas de sus comportamientos
para el devenir.
Tal es la situación frustrante para las personas cuando, sin detenerse a
pensar en las consecuencias futuras de un momento de placer, engendran
una criatura enferma o, simplemente, afectan su relación conyugal. De
igual forma que hereda el individuo la influencia del alcoholismo o del
consumo de drogas duras, hereda un pueblo el desorden de una mala
planificación y las secuelas de las acciones corruptas por parte de sus
gobernantes.
Pero, ¿se pueden extrapolar estos enunciados para pronosticar la
degeneración de una sociedad del entretenimiento y la diversión, como la
actual? ¿En qué consiste el símil, cuál es el punto común que muestre el
lugar de la coincidencia?
Se trata de la pérdida del horizonte, de vivir hoy sin pensar que vamos a
morir mañana y/o de ofrendar valores absolutos por contingencias
perentorias.
La Sociedad del entretenimiento es hedonismo encubierto, por lo tanto,
“cupiditas naturalis” (instinto) que el ser humano “civilizado” piensa haber
superado mediante el desarrollo de la cultura y de los valores superiores.
El avance hacia atrás es analizado profundamente por Neil POSTMAN, (1931-
2003) en una de sus obras, dedicada al entretenimiento televisivo.1
POSTMAN analiza un proceso de desertificación cultural, que se presenta
enmascarado, sin odios ni agresión, generando así más sentido y, a la vez,
poniendo nuevas trabas y dificultades a la tarea del filosofar, ya que la
formación de nuestros juicios y valoraciones, en la época de la industria de
entretenimiento televisivo, viene prefabricada y con su envoltura de
seguridad. En los párrafos siguientes reflexionamos con Postman:
Hay dos posibilidades de cómo el espíritu del tiempo puede dañar una
cultura. En primer lugar – descrito por ORWELL2 – la cultura se convierte en
cárcel; en segundo lugar – descrito por H UXLEY3 – la cultura degenera hacia
la variedad y el entretenimiento.
Es obvio que ORWELL no fue el primero en descubrir las consecuencias de la
tiranía para los seres humanos. Lo especial en su obra es mostrar que no
importa de qué tiranía o ideología se trate; si no se evitan las murallas de
las cárceles a tiempo, entonces pueden devenir en insuperables, porque la
vigilancia es igualmente estricta y el culto a la personalidad es general. En
occidente se va desarrollando una maquinaria de control de los
pensamientos mediante la proyección de imágenes.
En la predicción de A. HUXLEY el “hermano mayor” es alguien que no tiene
interés en conocer a los otros, puesto que sólo está interesado en que lo
miren. Su sociedad (o su dominio) no necesita de guardias, ni de
ministerios de los dogmas.
Se anuncia la muerte de la cultura cuando los ciudadanos se convierten en
espectadores y una serie de programas desarrollan la vida como una fábrica
de entretenimientos. El peligro para la nación proviene del enchufe o la
conexión a la red. El mundo de hoy es gobernado virtualmente, en especial,
mediante la televisión, y los demás medios que proyectan imágenes.
Se trata de una dictadura muy sofisticada, difícil de desenmascarar; es más
fácil detectar una dictadura militar, de ahí que quien ose hablar de ello
tendrá que oír las críticas de ser pesimista o de ser un tormento, y cosas por
el estilo.
1
POSTMAN, Neil: “Wir amüsieren uns zu Tode” (Nos entretenemos hasta morir de risa),
Reclam Verlag, Stuttgart 1985.
2
ORWELL, George: Sus obras “1984” y “Rebelión en la granja”. Editorial Booket 2006.
3
HUXLEY, Aldous: “Un mundo feliz”, Editorial Debolsillo 2003.
Contra la dictadura militar el pueblo se levanta y voces como las de Nelson
MANDELA o Lech VALESA incitan a tomar partido. ¿Pero, qué pasa con la
cultura de la diversión? Todos nos divertimos y nos reímos, más no hay una
ideología articulada; sin embargo, sin advertirlo, se impone una forma
determinada de vivir y de pensar colectivo.
Esto advierte que la tecnología ha devenido en una ideología. En 1905
nadie hubiera pensado que el automóvil decidiría nuestra forma de vida
personal y social y que transformaría nuestra forma de situarnos frente a los
bosques y al clima. La vida ha seguido adelante con esa realidad.
Hoy en día ya no se debe perdonar el no saber las consecuencias del
desarrollo tecnológico. La técnica no es neutral, es una ideología. Hoy se
aprende a través de la técnica a percibir el mundo y cómo debemos
comportarnos frente a los demás, en la familia, con relación a la sexualidad,
a la religión y demás.4
Estamos asistiendo a una revolución cultural sin polémicas ni votos, sin
oposición ni consenso. Nada está en discusión. Este consenso es más
fuerte, porque se impone sin palabras ni actas de convenio. Resulta, en ese
contexto, una necedad situarse en contra de la tormenta de distracciones
que nos azotan. Las distracciones vienen a llenar el tiempo que la gente no
sabe en qué emplear.
¿A quién habría que acusar? ¿En cuál tono? ¿Qué receta habría que
prescribirle a una cultura que se derrite en risas?
Dada la ausencia de una teoría articulada, ya sea como un Manifiesto
Comunista, como “Mi Lucha” y otras teorías, o como una teoría liberal,
todo el proceso se manifiesta como consecuencia de un cambio de conducta
en las interacciones humanas, lo cual provoca una nueva forma de vida y
de pensar. Esto significa que en el trasfondo subyace una ideología: la
ideología que da primacía a la tecnología sobre las restantes dimensiones
de la vida.
Observamos a diario los cambios que provoca en nuestra conducta la
tecnología; sin embargo, la conciencia pública se resiste en admitir que la
técnica es una ideología. Sobre su base, se ha ido inculcando
persuasivamente una fe ciega en el “progreso”.
Una nueva técnica implica un cambio en la forma de vida y, según el
campo de aplicación, esa técnica estará más o menos rebosada de una
ideología. Por ejemplo, las técnicas modernas de la comunicación están
más saturadas de ideología que las técnicas de transporte o de la
construcción.
4
Véase relativo al aspecto ideológico de la tecnología el Capítulo VII, acápite VII.2 que
versa acerca de la “Técnica y el desarrollo humano”.
En República Dominicana se ha promovido un anuncio televisivo de una
compañía telefónica, donde se muestra una familia reunida en casa, pero
cada cual hablando por su celular. Es un ejemplo del cambio de paradigma
de la comunicación directa y personal a la indirecta e impersonal, así como
de un cambio radical en las relaciones familiares, cuyos miembros son
separados por la tecnología.
POSTMAN sostiene que lo problemático de los medios visuales no arraiga en
lo que se ve, sino en ver. Pero como ya no es posible buscar una solución
en no mirar, hay que buscarla en la forma de mirar. Un paso decisivo
consiste en aprender acerca de la esencia de esos medios, aunque al
respecto apenas se discierne, pues lo que más se discute es sobre el estar
informado. Tampoco se discierne suficientemente sobre cómo las
informaciones dan una dirección determinada a la cultura. Es por eso que
todos sabemos que nos encontramos en un proceso de cambios rápidos y
continuos referentes a las informaciones, pero no se llega más allá,
resultando una ironía que la sociedad actual haya sido caracterizada con
conceptos, tales como: “Época de las Informáticas”, “Explosión de
Informaciones” o “Sociedad de la Información y del Conocimiento”.
Resulta imprescindible formular algunas preguntas que aporten una
conciencia más clara sobre la esencia de los medios, sus peligros y sus
oportunidades. Hay que preguntar, sin importar las respuestas, ya que no
hay medios peligrosos si detectamos los peligros. Además, quien pregunta
es capaz de romper las murallas de la cárcel, aprendiendo a utilizar los
medios para su liberación, ganando claridad sobre las repercusiones de su
uso en sentido político, psíquico, social, religioso y moral.
¿Qué es información?
¿Qué opiniones de inteligencia, sabiduría y formación propagan las
diferentes formas de informar?
¿Cuáles repercusiones psíquicas tiene cada forma de información?
¿Tienen las diferentes formas de información determinadas tendencias
ético-morales?
¿Qué relación existe entre información y razón?
¿Qué forma de información ayuda más al desarrollo del pensamiento?
¿Qué significa la afirmación que hay demasiadas informaciones? ¿Cómo se
sabe eso?
¿Le da la televisión un nuevo sentido o significado a conceptos como
“patriotismo”, “esfera privada” y “amor”?
¿Se diferencia el público de un periódico del de la televisión?
Estas y otras preguntas semejantes aportan esperanza para desmitificar los
medios visuales, es decir, para comprenderlos y controlarlos, mediante
análisis profundo y objetivo con respecto a las estructuras de las
informaciones y a sus repercusiones.
Aquí se presentan tres caminos plausibles para la desmitificación de
dichos medios:
 a) tratar el tema en las escuelas, de modo que los estudiantes puedan
ver y analizar la pérdida de los símbolos de su cultura;
 b) tratar el tema en la familia, acompañando a los niños al mirar los
programas seleccionados conscientemente, a la vez que se comenta, se
explica y se valoriza lo que se está viendo;
 c) desarrollando y expandiendo el debate filosófico y el pensamiento
crítico acerca de los medios visuales, ya que la filosofía conlleva a la
reflexión autónoma, crítica y libre de los temas que trata, en busca de
su profundo sentido y de esclarecer su verdad última.
Para la consecución de objetivos positivos, mediante las tres vías
anteriores, es preciso tener presentes ciertos conocimientos, relativos al ser
y a las consecuencias de los medios visuales:
a) son de fácil acceso: sólo hay que apretar un botón y sentarse, sin
necesidad de hablar y/o de reflexionar;
b) generan adicción y pasividad. Por ejemplo la televisión cambia
bruscamente las imágenes para crear el deseo de seguir viendo y
esperando lo que sigue;
c) disminuyen la capacidad de concentración en los niños, lo cual
conlleva ciertos problemas en la escuela, relativos a la lectura y
comprensión de textos, seguir la lógica de un pensamiento, etc.
Extremadamente problemático resulta, al respecto, la situación de los
niños que hacen las tareas de la escuela ante el televisor;
d) crean modelos para identificarse, no importando su condición moral;
e) son tranquilizadores, de modo que cuando alguien está intranquilo lo
sacan de su mundo, para inducirlo a un mundo de imágenes hecho
por otros;
f) asumen el rol de la mamá o de la cuidadora de los niños, de modo
que no hay que dedicar tiempo a ellos;
g) es difícil averiguar sobre las verdades últimas de las imágenes que se
transmiten.
La sociedad de inicios del Siglo XXI está condicionada por la imagen y el
cosmético. En la política, por ejemplo, gordos y feos tienen pocos chances
de ser presidentes, aunque las leyes no se lo prohíben. La imagen es la que
determina cuáles serán los más potenciales candidatos.
El ex-presidente de los Estados Unidos de América, Richard N IXON, afirmó
haber perdido una elección por sabotaje de los maquilladores.
No se debe olvidar que la cultura es, desde P LATÓN hasta nuestros días, un
complejo de mutualidad social, compuesto de conversaciones, diálogos,
intercambios de impresiones y comunicaciones; sin embargo, las
tecnologías visuales modernas encierran en sí el potencial de corroerla.
Es cotidianidad en los ambientes populares latinoamericanos que la
televisión permanezca encendida aun después de haber llegado visita, lo
cual implica que todo diálogo y comunicación se vean condicionados por
ese mudo testigo que no tiene conciencia del otro. En este sentido, un
simple observador podrá constatar la paradoja y el cinismo de ver a niños
desnutridos y adultos en situación de miseria “entreteniéndose”, viendo
algún programa donde se tira por doquier bizcochos, pasteles y comidas.
¿Cuál es el mensaje? Según Marshall MACLUHAN el medio es el mensaje, es
decir, el mensaje es simplemente lo que se está presentando.
De ser cierto lo que opinaba HUXLEY, acerca de que estamos adentrándonos a
la Sociedad de la Competencia entre formación crítico-intelectual y la
catástrofe, entonces se hace necesario aprender a captar la política y la
epistemología de los medios.
En el “Mundo Feliz” de HUXLEY los seres humanos no sufren el hecho de
que ríen y se divierten – en vez de pensar y reflexionar – sino que sufren
porque no saben porqué se divierten y ríen, y por qué han puesto fin al
pensamiento y a la reflexión, que son los que los distinguen de los demás
seres del mundo.5
En esta época, caracterizada por el “mira-mira” y el “show-business”,
filosofar es una de las más difíciles tareas, pues no se obtiene el
pensamiento autónomo ni la individualidad, ni la fantasía creadora
mediante la uniformidad que provocan el entretenimiento y las risas. Éstas
no aportan nada a la identidad personal humana.
Presentamos a continuación dos reflexiones realizadas sobre la base de
estudios de investigación sobre la TV. Ellas aportan informaciones que
proceden desde Europa, hacen referencia a los Estados Unidos y abarcan a
algunos países de América Latina. (Los textos fueron sometidos a cortes y a ajustes
gramaticales).
5
Referimos aquí a la lectura de Víctor FRANKL “El sufrimiento de la vida sin sentido”,
Herder Verlag, Freiburg 1980. De Rollo MAY: “Power and Innocence”, WW Norton
1996 y “Man´s search for himself”, Delta 1973.
I.1.1.- El “Video Niño”

Por: Ana M. HERRERA ESPINOSA6


La televisión es la que ha modificado primero y fundamentalmente la
naturaleza misma de la comunicación, pues la traslada del contexto de la
palabra (impresa o radiotransmitida) al contexto de la imagen. La
diferencia es radical, ya que la palabra es un “símbolo” que se resuelve en
lo que significa, en lo que nos hace entender. Y entendemos la palabra sólo
si conocemos la lengua a la que pertenece; en caso contrario, es letra
muerta. En cambio, la imagen es pura y simple representación visual; y
para verla basta con poseer el sentido de la vista.
La televisión, a diferencia de los medios que la han precedido, es una
sustitución entre entender y ver. Actualmente los relatos del mundo se nos
muestran y el relato está prácticamente sólo en función de las imágenes
que aparecen en la pantalla. Esto lleva a Giovanni S ARTORI a defender la
hipótesis de que se puede deducir que la televisión está produciendo una
permutación, una metamorfosis, que revierte en la naturaleza misma del
homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación; es
también paideía, un medium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo
tipo de ser humano.
El saber del homo sapiens se desarrolla en la esfera de un mundus
intelligibilis (de conceptos y concepciones mentales) que no es en modo
alguno el mundus sensibilis, el mundo percibido por nuestros sentidos.
Al respecto, la tesis de Giovanni Sartori del vídeo-niño se fundamenta, en el
puro y simple hecho de que nuestros niños ven la televisión durante horas
y horas, antes de aprender a leer y escribir y que crecerán como adultos
sordos a otros estímulos.
Según una investigación del ISTAT (Instituto Centrale di Statistica), en Italia,
el 95% de los niños entre los tres y los diez años –son casi cuatro millones y
medio – ven la televisión casi todos los días. Otros datos indican que los
niños italianos entre los cuatro y los siete años ven la televisión durante
dos horas y media al día (con un 19% que llega casi a las cinco o seis horas
diarias). En Estados Unidos la media asciende a tres horas al día para los
niños que no van aún a la escuela y a cinco horas diarias para los
muchachos entre seis y doce años. Cifras del INEGI (2000) señalan que en
México la niñez invierte al año, en promedio, aproximadamente dos mil
horas frente a la televisión, mientras que asiste a la escuela sólo 700 horas.
Olga Bustos, investigadora de la UNAM, comenta que la televisión, en una
gran mayoría de casos, sustituye a la nana (es ella la primera en encender
6
Fuente: http://www.upaep.mx/Humanitas/psicologia.htm
la televisión) y, por tanto, el niño empieza a ver programas para adultos a
los 3 años; generalmente con un alto contenido de violencia y agresión, de
donde “absorbe” un modelo excitante y tal vez triunfador de la vida adulta.
Se estima, con datos de la INEGI, que a la edad de 15 años habrán
presenciado un promedio de siete mil 300 crímenes únicamente a través
de este medio. Así, la exposición contínua a este tipo de programaciones
va generando la elevación del umbral de tolerancia frente a hechos
sociales violentos de vida cotidiana y se va perdiendo tanto la capacidad
de asombro como de solidaridad para combatir situaciones como
crímenes, abusos de cualquier tipo hacia la niñez y violencia hacia las
mujeres.
Pero esto sería sólo una parte del problema, ya que otro lo representa el
que sea un niño formado en la imagen y que al llegar a adulto se reduzca a
ser un hombre que no lee, en un ser “reblandecido por la televisión”. En el
2000, en México, un grupo de editoriales llegó a la conclusión que sólo el
15% de los adultos compra libros y de estos, sólo el 5% son libros
especializados o de cultura general, el resto corresponde a revistas y otros
materiales.
Existen otras consecuencias en el vídeo-niño, desde el punto de vista
nutricional, los niños que ven mucha televisión tienen malos hábitos
alimenticios, porque se acostumbran a comer mientras miran algún
programa, además de que esto se refuerza cuando ven en la pantalla a
otros niños consumiendo productos que no siempre son adecuados para
una dieta sana. Estos niños tienden a ser más obesos que aquellos que se
integran en otras actividades.
Una interesante aportación es la de la Dra. Jane H EALY en su libro, “Mentes
en peligro”. Ella afirma que el hemisferio cerebral que domina cuando un
niño ve televisión es principalmente el derecho, el pensamiento intuitivo,
quedando el izquierdo, el del pensamiento analítico, fuera de estímulo. Lo
grave de esto es que, al no haber interacción entre los dos hemisferios por
tiempo prolongado, pueden presentarse dificultades de atención y
aprendizaje. Ella afirma: “el tamaño del cerebro puede disminuir en un 20-
30 por ciento si al niño no se le toca, si no se juega con él y si no se le
habla”; en otras palabras, cuando se le deja inactivo observando, por
ejemplo, programas de televisión.
Los educadores no se cansan de invitar a los padres a operar como
mediadores de la influencia de la TV aconsejando cuidar el tiempo que
pasan frente a ella y los programas que sintonizan.
Por esto:
 Verifique personalmente cuántas horas al día ve televisión su hijo.
 Limítelo a 2 hrs. diarias. Muestre firmeza y recuerde que las familias de
épocas pasadas encontraban otras actividades de entretenimiento
diferentes a la televisión.
 Para que reaccione a nuevos estímulos, invente opciones como el juego, la
lectura o los deportes.
 Cuando el niño esté frente al televisor, los padres deben ser una compañía
activa para explicar mensajes de dudoso contenido y así enseñarles a mirar
críticamente para discriminar valores y contravalores, la diferencia entre el
mundo real y el ficticio.
 Ver televisión con la guía de los padres puede ser una gran herramienta
para el ingreso al conocimiento a través de la imagen, pero sin ella se
puede convertir en el intruso que cierra el diálogo, enseña lo que no es
apropiado para los más pequeños y genera adversidad, si lo que el niño ve
no lo hace con una guía clara.

I.1.2.- “DeterminAción de hÁbitos televisivos


en niños entre 6 y 8 Años.”
Hospital Militar: "Dr. Carlos Arvelo". Caracas 19987

La televisión presenta estímulos audiovisuales, los cuales son más efectivos


que los visuales y auditivos por sí solos. Se impone sobre los otros medios
de comunicación por penetrar en el hogar, en la vida diaria y llegar a
formar parte del cúmulo de hábitos de cualquier hombre de nuestra época.
Bajo un diseño transversal-descriptivo, aplicamos encuestas a 130 niños de
edades entre 6 y 8 años que asistieron a dos escuelas del Distrito Federal y
a la consulta de Niños Sanos del Hospital Militar "Dr. Carlos Arvelo"
durante enero de 1998, con la finalidad de determinar los hábitos
televisivos, en cuanto al tiempo diario dedicado a ver televisión,
preferencias y selección de programas.
Por otra parte, se aplicaron encuestas a las madres de dichos niños para
recaudar información acerca de realización de otras actividades
recreativas, elección de programas y compartimiento de horario de tareas
o comidas con el hábito de ver TV.
De los 130 niños encuestados, 54% eran del sexo masculino y 46% del sexo
femenino. El 100 % de los niños afirmó ver TV todos los días. Un 57 % de
los cuales dedica entre 2 y 3 horas diarias a la TV; mientras que 34 % lo
hace durante 4 o 5 horas diarias. El 69 % de los niños elige los programas
de TV por sí solo.
En las encuestas aplicadas a las madres se encontró que el 81 % refiere que
sus hijos ven TV todos los días. El 23 % de los niños tiene TV en su
habitación y en este grupo se observó que dedican un promedio de 4,8
horas/día versus 3,8 horas/día promedio reportado para el grupo general.
No hubo diferencias entre sexos en cuanto al número de horas dedicadas a
ver TV.

7
Fuente:
http://www.avizora.com/publicaciones/television/textos/0008_porque_ven_television_n
inos.htm
Con respecto a la realización de otras actividades recreativas, un 42 % de
los niños practica algún deporte; un 38 % juega Atari, Nintendo o
computadora en sus horas libres y el 20% restante realiza actividades como
leer, pintar, etc.
En conclusión, el promedio de horas diarias dedicadas a ver TV en el grupo
estudiado fue de 3,8 horas, lo que representa unas 26 horas semanales, de
manera que ver televisión es la actividad líder del niño. Ellos gastan más
tiempo viendo TV que haciendo cualquier otra cosa que no sea dormir.
Reflexiones:
La televisión, al presentar estímulos audiovisuales, se impone sobre los
otros medios de comunicación por penetrar en el hogar, en la vida diaria y
llegar a formar parte del cúmulo de hábitos de cualquier persona de
nuestra época.
Es indudable, que la TV constituye una fuente efectiva en la creación y
formación de actitudes en los niños, ya que desde temprana edad son
sometidos a su influencia sin poseer otro tipo de información.
La observación de la realidad adquiere un significado especialmente agudo,
si nos referimos a los menores de edad. Según la teoría de socialización
comunitaria de ERICKSON, es entre los 2 y 6 años en que se perfilan los
sentimientos preferenciales hacia la madre, padre, familiares y otras
personas significativas; a través de este proceso el niño adquiere
habilidades y formas de comportarse en la sociedad.
Es a partir de los 4 a 5 años de edad, que se establecen los hábitos
permanentes y las características emocionales, jugando un papel decisivo
la imitación y la identificación. Entendemos por identificación la adopción
de pautas de conducta y actitudes de sus padres y otras personas
significativas para él: maestros, familiares o bien algún personaje de la TV;
esto ocurre en forma inconsciente. En tanto que la imitación es consciente.
Pero ¿Por qué los niños ven televisión? esa es quizás una de las preguntas
que tendrían una innumerable cantidad de respuestas:
Los niños recurren a la TV para satisfacer sus necesidades de distracción,
reducir las tensiones y como medio para obtener información.
Además de las motivaciones personales, podríamos agregar un factor
situacional externo al niño: "el niño ve televisión porque le es impuesta por
el medio", la ve porque no le queda otro remedio. Le es ofrecida en el
ambiente del hogar y se le refuerza la conducta de contemplación por los
padres. En muchos casos constituye la única compañía del niño y, a veces,
se convierte en una especie de niñera.
¿Cuanto tiempo le dedican los niños a la TV?
Ver televisión es la actividad líder del niño. Ellos gastan más tiempo viendo
TV que haciendo cualquier otra cosa que no sea dormir.
El tiempo dedicado a la TV varía en función de la edad, sexo, clase social y
está en relación con el dedicado por los padres a esta misma actividad.
En promedio, los niños ven de 22 a 25 horas semanales de TV. En los
preescolares esa cifra llega a un promedio de 54 horas por semana, lo que
significa de 7 a 8 horas diarias. En general, podemos decir que, durante el
transcurso del año, los niños pasan más tiempo frente a la TV, que en la
escuela.
El total de tiempo dedicado a ese medio de comunicación es, a veces tan
elevado, que aparentemente, queda poco tiempo para comer, ir a la
escuela o dormir. Esto se debe a que los niños ven televisión mientras
almuerzan o cenan, mientras leen un libro o hacen sus deberes. Es la TV
más que cualquier otro medio la que proporciona una base común de
información en las primeras fases de socialización del niño.
¿Qué persiguen los comerciales de TV?
La TV explota comercialmente a los niños más pequeños. Los fabricantes
de juguetes ganan más de cuarenta millones de dólares al año por lanzar al
mercado sus productos para niños. Los sábados en la mañana,
particularmente, se han convertido en un nuevo terreno a explotar con
comerciales de juguetes, para vender más sus productos.
Los comerciales de TV proyectan estereotipos con relación a aspectos
raciales, sociales, culturales, sexuales, así como también hábitos
alimentarios.
Según estadísticas norteamericanas, un total de 23 comerciales por hora,
representan el 60 % de avisos que sugieren cereales, galletas, refrescos y
golosinas. Ese excesivo número de comerciales que sugieren alimentos, ha
sido ligado a la obesidad infantil. Por otra parte, la exagerada
representación de imágenes corporales puede contribuir al problema de la
anorexia nerviosa, sobre todo en adolescentes.
Además, 70 % de los comerciales contienen información errónea, engañosa
o ambas, que los niños creen como verdadera. De tal manera que, "la TV
no sólo ofrece sino que impone experiencias, condicionamiento a nuestros
niños, pues ellos son el principal blanco hacia el cual van dirigidos la
mayoría de los anuncios comerciales".
Efectos de la TV:
En toda comunicación se persigue lograr un "efecto". Puede considerarse
como un "efecto de los medios, todo cuanto se quiera que ocurra como
resultado de una lectura, audición o de la observación de los mismos".
La TV es el instrumento que mejor adapta su función a la formación de
valores, de modos de vida, de estereotipos, etc., que al medio le
convienen. SANTORO, en su trabajo “La TV Venezolana y la Formación de
Estereotipos en el Niño”, llegó a la conclusión de que la TV transmite y
forma estereotipos sociales en los cuales se presentan, directa o
indirectamente, mensajes que conforman una actitud, siendo esta
influencia mayor en los niños, quienes son moldeados en muchos aspectos
por estos mensajes de televisión.
En un reporte técnico del “Comité Consultivo Científico del Surgeon
General’s” publicado en 1972, bajo el título de “Televisión y Conducta
Social”, donde se reúnen los resultados de 23 proyectos de investigación,
y concluyó que había una relación causal entre: ver violencia en TV y la
agresión en los jóvenes. Por otra parte, se plantea que los niños pueden
volverse apáticos ante la violencia de la vida real, después de observar
violencia en un programa de TV.
El hecho de ver TV a una edad temprana está asociado con menor
autocontrol y más conductas agresivas en una edad más tardía.
GORANSON’S, en su revisión sobre los efectos psicológicos de la violencia en los
medios, identificó cuatro aspectos importantes:

1. Efectos en el aprendizaje:
Los niños aprenden viendo la TV. La pregunta obligada es ¿Qué aprenden?
De acuerdo a lo señalado en 1982 por el Instituto Nacional de Salud Mental
de EE.UU., la violencia de TV conduce a conductas agresivas en niños y
adolescentes. Gran proporción de las conductas agresivas son aprendidas
por observación y retenidas por largos períodos de tiempo.
No obstante, los niños también pueden aprender de la TV muchos valores
sociales, como cooperación y ser amables con los demás y aspectos
relacionados con su escolaridad. De hecho en muchos niños "en
desventaja" se recomienda 2 horas diarias de TV como ayuda en el
aprendizaje.
2. Efectos Emocionales:
La TV es un medio de gran penetración y en los niños surte efecto en las
áreas emocionales, cognoscitivas y conductuales; es decir. influye en sus
intereses y motivaciones hacia objetos comerciales o hacia la formación
integral del niño.
Como resultado de la repetición de violencia en los medios de
comunicación de masas hay un decrecimiento en la sensibilidad emocional
del niño ante la violencia. Por otra parte, hay un incremento en la agresión
y en la capacidad de ser violento o agresivo con otros. Además, los niños
demuestran mayor agresividad en sus juegos y prefieren seleccionar la
agresión como respuesta a situaciones conflictivas.

3. Efectos en la conducta:
La imitación es muy importante en la adquisición de la conducta, ya sea
adaptada o desviada.
La TV ofrece modelos simbólicos, que juegan un papel fundamental en la
conformación de la conducta y la modificación de normas sociales. Dichos
modelos simbólicos pueden ser positivos (conductas normalmente
aceptadas por la sociedad) o negativos (conductas rechazadas por la
misma).
Los niños también pueden aprender a creer que las conductas agresivas
son una solución aceptable a la provocación, ya que en los programas
violentos estas conductas son vistas como moralmente justificables.
Por último, según FEINBLOOM, los efectos de la violencia física en TV afectan
selectivamente a los varones, mientras que las hembras manifiestan
igualmente fuertes reacciones por medio de expresiones no físicas
(verbales o psicológicas).
Para GADOW y SPRAFKIN "el hecho de ver en la pantalla de TV conductas
agresivas, inducirá una conducta similar en los niños, los que la aprenderán
por imitación".
Según BANDURA, los niños pueden aprender conductas agresivas a través de la
observación de modelos simbólicos presentados por la pantalla de TV.
DRABMAN y THOMAS, plantean además que los niños que ven con frecuencia
programas de TV de contenido violento, se convierten en apáticos a la
violencia de la vida real.
GERBNER y GROSS, en un artículo titulado “La Violencia Prolífera”, demostraron
que durante el año 1989 ocurrió violencia en el 73 % del total de
programación de los Estados Unidos y en casi todas las caricaturas
infantiles. Para ello usaron como medidas factores tales como: el
porcentaje de programas de contenido violento, el número de episodios
violentos por programas y el porcentaje de personajes principales
implicados en actos de violencia.
Según ROTHEMBERG, en promedio hay seis veces más violencia durante una
hora de TV infantil que en una hora de programación de TV para adultos.
(…)

Conclusiones:
Finalmente debemos señalar, que a pesar de que han sido pocos los
estudios realizados en cuanto a la presencia de violencia en nuestra
televisión, se exaltan aspectos no cónsonos con las necesidades sociales y
culturales que tiene planteadas el país. Los contenidos están cargados de
violencia y agresión así como de aspectos de baja calidad artística,
científica y/o cultural.
Sin embargo, no es justo achacar a un solo medio de difusión de
información y de recreo, lo que puede también ser culpa, primero, del
medio social y, en segundo lugar, de su expresión a través de todas sus
manifestaciones.
Como profesionales de la salud, vemos con preocupación la alarmante
cantidad de escenas violentas a que están siendo sometidos nuestros niños
venezolanos. Pareciera que las televisoras, preocupadas solamente por un
mejor rating, se olvidaran de la calidad de la programación y el horario
establecido para la programación infantil, de tal manera que hoy en día,
son muchos los programas de adultos que han invadido esos horarios. (…)”
La racionalidad es un proceso que se construye con esfuerzo y con
reflexión propia, ya que no se presentará nunca como un producto acabado.
José Enrique RODÓ sostenía que “mantener la libertad espiritual, la
independencia interior de la personalidad, del criterio, es forma especial de
respeto propio”. Sin embargo, el joven de hoy, que ha pasado casi la mitad
de su vida consciente ante el televisor y en el chateo computarizado, tendrá
grandes dificultades para retirarse a la reflexión y a la noble tarea de
filosofar, cada vez más imprescindible para conocerse y para entender el
mundo circundante.
Las reflexiones y los estudios presentados evidencian la urgente tarea de
desenmascarar la ideología de los medios visuales, como condición para
que haya más jóvenes que puedan asumir un rol más activo y desintoxicado
a favor de la construcción positiva de su propia vida y de la sociedad.

I.2.- APARIENCIA y
ser: doxA y
episteme
Según PLATÓN, el papel esencial de la filosofía está en evitar los engaños,
que son tan comunes en la vida cotidiana, y la persona de ciencia no está
exenta de ellos. La afectación, los instintos, los gustos, las preferencias, los
prejuicios ideológicos y los distintos intereses, entre otros, ofuscan el
entendimiento de tal manera que lo extravían de lo esencial al momento de
conocer la verdad, llevándolo a la periferia de la superficialidad, mediante
la subjetividad acrítica y el fundamentalismo ideológico.
Anterior a PLATÓN, PARMÉNIDES DE ELEA había planteado que fuera del ser no
podía haber realidad alguna, en efecto, el no ser es la nada. En
consecuencia, cuando captamos el ser de algo, podemos entonces
diferenciarlo de todo lo que, relativo a su esencia, no es. De ese modo,
captar el no ser de algo es su apariencia, es decir, lo que parece ser, pero
que no es.
Al ocuparnos de los objetos de la realidad debemos percatarnos de captar
en ellos su realidad y no su apariencia (o su “no ser”) porque nada es.
La apariencia es más fácil de percibir que el ser, porque es amplia y
diversa, y la mayoría de las personas, que son dirigidas por instintos,
opiniones y pasiones, se aferran a ella inmediatamente.
El ser de las cosas más esenciales para la vida humana, que no se presenta a
simple vista, sino que requiere, para ser percibido, de mucho estudio,
reflexión, meditación, pensamiento crítico, etc. está reservado a las
minorías filosóficas que, con sincero corazón y con claridad de criterios,
buscan el conocimiento de la verdad. Dice Antoine de SAINT EXUPERY en “El
Principito” que “lo esencial es invisible a los ojos”.8

8
DE SAINT
EXUPERY, Antoine: “Der Kleine Prinz” (El principito) pág.79. Karl Rauch
Verlag, Düsseldorf 1983.
Cada cosa está determinada por el ser, pero éste está siempre, a la vez,
acompañado por lo que aparenta ser (su sombra), que, sin embargo, nada
es.
Tomamos, por ejemplo, la actividad política, cuyo ser se refiere a una
sincera preocupación por mejorar la vida de todos los ciudadanos y así
contribuir con la felicidad de cada uno, como afirmaba ARISTÓTELES.
El que se inserta en actividades de partidos políticos con la idea de servir a
la gente mejorando sus condiciones de vida, habrá concebido la política
según su ser, que es, a la vez, el deber ser.
Pero quien se integra a un partido político buscando un mejor trabajo y
ciertos privilegios egoístas ha sido dirigido por la apariencia de la política.
Con la apariencia no se resuelven los problemas. Sólo se puede,
esencialmente, mejorar la vida si el actor se inspira en el ser (o el deber
ser).
Es el mérito de EUCLIDES de Megara, alumno de SÓCRATES, haber detectado
que el ser va unido a la virtud. De esta manera, la justicia, la unidad, la
verdad, la libertad y la bondad (en una palabra: el Amor) caracterizan a
quien verdaderamente se esfuerza por el deber ser.
PLATÓN caracterizó todo lo que es mentira, opinión, error, ignorancia y
desacierto como el “no ser”, que es igual a la apariencia, a la imagen y a la
sombra de la realidad.
El símil de la caverna, expuesto por PLATÓN en el Libro VII de su obra “La
República”, pone en evidencia la distinción entre el verdadero
conocimiento (episteme) y la apariencia de conocimiento (doxa).
Nos dice el filósofo que imaginemos una cueva profunda, donde apenas
penetra un rayito de luz y en esta oscuridad hay personas amarradas desde
los pies hasta la cabeza, desde su niñez, mirando hacia el fondo de dicha
caverna.
Detrás de los prisioneros hay que imaginarse un fuego, a cierta altura, que
mantiene en penumbras la cueva. Entre los prisioneros y el fuego hay un
camino escarpado y de difícil acceso que conduce hasta la salida de la
caverna. Entre el camino y los prisioneros hay que imaginarse una pared
que alcanza hasta donde llega la cabeza de una persona.
PLATÓN pone entonces a imaginarnos que pasen personas llevando en sus
cabezas figuras de los diferentes objetos que existen en el mundo:
animales, piedras, plantas, personas etc.
Lo que los prisioneros ven de todo el “desfile” son las sombras de dichos
objetos que se reflejan en la pared del fondo de la cueva. Estas sombras son
las únicas “realidades” que los prisioneros han percibido en toda su vida, de
modo que nunca podrán imaginarse otra realidad fuera de ellas.
Ahora bien, dice PLATÓN, si los prisioneros pudieran dar nombres a esas
imágenes, de seguro que les darían los nombres de las cosas mismas; por
ejemplo, a la sombra del caballo le llamarían “caballo”, a la sombra de una
mesa la dirían “mesa” y así sucesivamente.
Entre los que pasan por el camino, algunos siguen en silencio, otros se
detienen a hablar, oyéndose el eco de las palabras en la cueva. Es seguro
que los prisioneros van a pensar que las voces son producidas por las
sombras, dándoles así un carácter vital.
Si nos decidiéramos a soltar a uno de los prisioneros y lo lleváramos por el
camino escarpado, le sería muy difícil y cuando lo llevemos ante el fuego
volverá su mirada hacia las sombras para poder orientarse. Va a preferir
que lo lleven donde estaba, porque allí podía ver y distinguir todo, ahora el
camino es muy difícil e incierto. Si lo obligamos a salir de la cueva no va a
poder ver ante el resplandeciente sol. Nos maldecirá y pedirá que lo
llevemos a su antiguo lugar.
Ya que pretendemos liberar a este esclavo de la tiranía de las sombras, o de
la ignorancia, no cederemos a su petición. Lo iremos sacando de noche
para que vea sombras, después podrá ver su sombra en el agua y cuando
sus ojos se hayan adaptado a la luz, podrá ver incluso el sol de frente.
Ese esclavo liberado podrá entonces entender la realidad y podrá sacar
conclusiones de ella; por ejemplo, que el sol es que causa los cambios de
estaciones. Jamás querrá volver a su antiguo lugar, prefiriendo ser el último
en el mundo real que ser el primero en el mundo de las sombras.
Desde luego que si lo enviáramos a la cueva a convencer a sus antiguos
compañeros, sobre la libertad y sobre el mundo real, ellos no lo
entenderían, no comprenderían ni su lenguaje y lo tendrían por loco. Si
insiste en convencerlos, es posible que no salga vivo de allí, nos dice
PLATÓN.
La importancia de ese cuento de PLATÓN es su aplicación al mundo real en
que vivimos y a la profesión política. Nos dice Platón, que la cueva es este
mundo real y que los prisioneros somos nosotros mismos. De este modo se
explica que junto al ser real de las cosas existan sus sombras, que tomamos
muchas veces por las cosas mismas.
Eso sucede si llamamos “política” a acciones y actitudes que no lo son. Del
mismo modo, cuando llamamos “Universidad” a una entidad que no reúne
tales condiciones, o “maestro” a quien no tiene la formación adecuada y no
sirve de ejemplo a los alumnos; o “amigo” a quien apenas conocemos,
“padre” a quien no se ocupa de sus hijos, entre otros.
Este mundo, donde las cosas cambian, es como las sombras que pasan y se
desvanecen; el mundo verdadero es el que no cambia, es decir, el de las
ideas, del conocimiento verdadero y de las esencias.
Para ilustrar mejor esa idea de PLATÓN: el árbol que vemos, la persona
concreta y todo lo que hay en el mundo pasan, pero la idea (la esencia, el
ser) del árbol, de la persona o de cualquier cosa, aunque haya muerto el ser
real, permanecerá en la idea, que es lo eterno, por lo tanto, lo esencial y
verdadero.
Este mundo que creemos real es apariencia o una sombra que pasa.
Los prisioneros de la metáfora somos nosotros mismos los ciudadanos de
este mundo, siempre y cuando nos dominen las imágenes, las pasiones, las
sombras, las apariencias; por lo tanto, la gran mayoría de los seres humanos
es esclava de la ignorancia y de los bajos instintos, aunque muchos
aparenten saber algo.
Entre los estudiantes que asisten actualmente a las universidades
dominicanas se encuentra sólo a una minoría que realmente tiene interés en
aprender, mientras que la mayoría permanece en la apariencia de ser
estudiante: leyendo poco, pasando de curso con engaños, fijándose de sus
compañeros para pasar un examen... Se aparenta saber, pero sin saber en
esencia y sin motivación por saber. El estudiante verdadero se entrega a su
causa, importando más el conocimiento que un diploma o un certificado;
prefiriendo, dada la situación, leer un libro que ir a una fiesta.
De hecho, se puede diferenciar en todo, al ser de sus sombras. Son muy
pocos los seres humanos que logran liberarse de la apariencia o imágenes.
A éstos se les llama filósofos o sabios. Son el modelo de aquel que sale de
la caverna y se libera de las sombras. Estas almas aspiran a las esferas
superiores del ser, elevándose a la abstracción para entender el mundo,
poniendo más énfasis en el entendimiento eterno que en los goces
materiales que se esfuman y ofuscan la mente.
Es obvio que las grandes mayorías están obsesionadas con la apariencia.
Encuestas han mostrado que el 85% de los dominicanos, alucinados por lo
que ven en películas y lo que cuentan los que viajan, si pudieran, se fuera a
los EE.UU.
Nuestros jóvenes sueñan con ser estrellas de Hollywood, grandes gerentes
o simplemente, personajes famosos. Todo esto es imagen y sombra, si no se
parte de una pregunta esencial: ¿Quién soy y en qué consiste mi felicidad?
Esta pregunta debiera seguirse decididamente, sin importar las
consecuencias.
Las ataduras de la imagen son tan fuertes que, aunque personas famosas y
ricas terminan en el suicidio, atados al alcoholismo o adictos a las drogas
(sin abundar aquí sobre los divorcios, tan frecuentes en ese ambiente) la
mayoría sigue alucinada por llegar a ser uno de ellos. Y al momento de
tomar la decisión de casarse, el dinero y el goce del cuerpo son de los
criterios principales a tener en cuenta según esta perspectiva.
La aplicación que PLATÓN hace del símil de la caverna con relación a la
política se debate en la pregunta acerca de quién debe gobernar para que
una república esté bien ordenada y cumpla con el acometido del bienestar
de sus ciudadanos. ¿Deben gobernar los que salen de la cueva o quienes se
quedaron en ella?
En consecuencia, el mejor gobernante, con relación al ser de la política,
sería el filósofo, el sabio, ya que se ha dedicado al conocimiento verdadero
y radical de las cosas, que incluye a los principios y valores ético-morales.
El político de profesión, si ha sido inspirado por sueños de poder, de tener
o de prestigio no podrá aportar para la solución de los problemas más
urgentes de los ciudadanos de La República.
Extrapolando la situación de la caverna de P LATÓN a la realidad de pobreza y
subdesarrollo en Latinoamérica, se puede comprender por qué avanzan
poco muchos de estos pueblos, conformándose con ser parias de la historia
e imitadores fallidos de lo que hacen otras naciones más avanzadas
económicamente.
PLATÓN nos deja ver claro que lo que hace que una nación supere a la otra es
el conocimiento. Quien disminuye el presupuesto de la educación condena
a su pueblo a la dependencia y al subdesarrollo.
Las sociedades que priorizan el conocimiento, invirtiendo en él y valorando
a los que realmente se forman, son las que toman el papel protagónico en
los escenarios del mundo.
El poder del conocimiento fue y será siempre superior al de la fuerza bruta,
pudiendo así buscar nuevas vías y alternativas hacia el logro de las metas
individuales y colectivas. Hoy más que nunca, las alternativas de los
pueblos se debaten entre la caverna y el conocimiento.
En el país de la caverna existe poca oportunidad de alcanzar el bienestar de
los ciudadanos, ya que se pone al compañero de partido, al amigo o a algún
familiar en los puestos de mando, mientras que profesionales de más altos
estudios y con condiciones morales incuestionables son subordinados a
aquéllos, cuando no se les excluye.
Los discursos sobre la construcción de la “Sociedad del Conocimiento”
tendrán verdadera forma y contenido cuando se corresponda la lógica de
los cargos públicos y privados, según una jerarquía gnoseológica en las
instituciones.
La metáfora de la caverna deja entrever la paradoja de la democracia como
un sistema determinado por la mayoría, pero que es incapaz de resolver los
problemas de todos los ciudadanos, ya que a la cantidad de los votantes no
se le exige calidad. Tanto vale el voto de un analfabeto como el de un
profesional con doctorado. Y los profesionales son pocos dentro de la
República. Son escasas las oportunidades de gobernar para los sabios, sus
discursos y sus hechos pueden ser entendidos con claridad por quien
también es sabio, pero no por quien no ha ascendido al ámbito inteligible.
El verdadero sabio, en ese mismo sentido, no estará dispuesto a combatir
con las mismas armas del político tradicional para alcanzar o conservar el
poder: comprando conciencias y votos por dinero, ocultando verdades,
propagando rumores, repartiendo comida, juguetes, etc. para ganar el favor
de las masas, y negociando con sectores poderosos para garantizar sus
privilegios. En efecto, él luchará con las armas de la verdad y se esforzará
por lo justo.
Mientras que para el sabio el deber ser de la actividad política es el
bienestar de todos los ciudadanos y nada más, la política organizada en la
mayoría de las democracias latinoamericanas es la sombra del bien común
y nada más, porque predomina el deseo de engrandecerse y de tener.
Cuando un gobernante aspire en serio a comprometerse con el bien común
de los ciudadanos deberá valerse de los sabios virtuosos que, sobre todo, se
encuentran fuera del espectro de los partidos políticos, y de aquellos que
están en partidos opuestos y/o minoritarios.
En definitiva, el símil de la caverna de PLATÓN advierte que fuera del ámbito
del conocimiento no hay solución para las necesidades de todos los
ciudadanos de la República; sólo hay dos posibilidades: o nos gobiernan los
filósofos o los gobernantes se hacen filósofos.
La diferenciación entre la apariencia y el ser nos conduce a proponer
algunas guías fundamentales de recuperación y potenciación de la esencia
de las cosas en sociedades que han ido perdiendo el sentido de veracidad y
el apego al ser:
Se precisa la regeneración del sentido adecuado de los conceptos, para
nombrar y establecer las realidades de acuerdo a ellos. En primer lugar,
deben estar debidamente definidos los nombres con los que llamamos las
cosas y éstas deben guardar correspondencia con los conceptos que las
definen. Por ejemplo, no se debe llamar política a lo que no lo es, ni
universidades a entidades que no enseñan con excelencia, ni investigan.
El buen funcionamiento de la sociedad comienza por la correcta definición
de los conceptos y por su correcto orden. Además de que se requiere
claridad y precisión en las leyes y en sus respectivas normativas.
En segundo lugar, se requiere un esfuerzo individual de apego a la verdad,
es decir, de búsqueda constante y apertura dirigida a vencer las diferencias
entre interior y exterior, entre teoría y práctica, entre pensamiento y vida.
En esto consiste precisamente una vida lograda.
En tercer lugar, nuestros esfuerzos por entender y esclarecer el mundo, para
vivir de acuerdo con el ser de éste, deben estar orientados por un eje
axiológico de valores que corroboren con la construcción favorable de la
vida individual y colectiva. En efecto, bondad, verdad, justicia, libertad y
unidad deben acompañar al saber verdadero, cuyas sombras lo que tienden
es a procrear monstruos.
En cuarto lugar, la escuela y la educación superior precisan integrar la
filosofía en su ser y quehacer para colaborar con la recuperación de la
sociedad, que es víctima de la invasión agresiva de ausencia de valores y de
la pseudo-intelectualidad.

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