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El deSAFío del filosofAR
En este primer capítulo nos proponemos presentar la tarea de filosofar
como un desafío, puesto que es una actividad esencialmente humana y se
ve hoy en día expuesta a fuertes condicionantes que limitan su desarrollo.
Entre éstos se encuentran: el excesivo y mal uso de los medios televisivos,
la importantización progresiva de la imagen y la apariencia como medios
para el reconocimiento social, el desorden conceptual y las limitaciones
ligadas a la etapa de la juventud.
Como contrapunto, se destaca la conceptualización acerca de la verdad
como clave epistemológica y como incitación a su diferenciación y a su
búsqueda sincera.
7
Fuente:
http://www.avizora.com/publicaciones/television/textos/0008_porque_ven_television_n
inos.htm
Con respecto a la realización de otras actividades recreativas, un 42 % de
los niños practica algún deporte; un 38 % juega Atari, Nintendo o
computadora en sus horas libres y el 20% restante realiza actividades como
leer, pintar, etc.
En conclusión, el promedio de horas diarias dedicadas a ver TV en el grupo
estudiado fue de 3,8 horas, lo que representa unas 26 horas semanales, de
manera que ver televisión es la actividad líder del niño. Ellos gastan más
tiempo viendo TV que haciendo cualquier otra cosa que no sea dormir.
Reflexiones:
La televisión, al presentar estímulos audiovisuales, se impone sobre los
otros medios de comunicación por penetrar en el hogar, en la vida diaria y
llegar a formar parte del cúmulo de hábitos de cualquier persona de
nuestra época.
Es indudable, que la TV constituye una fuente efectiva en la creación y
formación de actitudes en los niños, ya que desde temprana edad son
sometidos a su influencia sin poseer otro tipo de información.
La observación de la realidad adquiere un significado especialmente agudo,
si nos referimos a los menores de edad. Según la teoría de socialización
comunitaria de ERICKSON, es entre los 2 y 6 años en que se perfilan los
sentimientos preferenciales hacia la madre, padre, familiares y otras
personas significativas; a través de este proceso el niño adquiere
habilidades y formas de comportarse en la sociedad.
Es a partir de los 4 a 5 años de edad, que se establecen los hábitos
permanentes y las características emocionales, jugando un papel decisivo
la imitación y la identificación. Entendemos por identificación la adopción
de pautas de conducta y actitudes de sus padres y otras personas
significativas para él: maestros, familiares o bien algún personaje de la TV;
esto ocurre en forma inconsciente. En tanto que la imitación es consciente.
Pero ¿Por qué los niños ven televisión? esa es quizás una de las preguntas
que tendrían una innumerable cantidad de respuestas:
Los niños recurren a la TV para satisfacer sus necesidades de distracción,
reducir las tensiones y como medio para obtener información.
Además de las motivaciones personales, podríamos agregar un factor
situacional externo al niño: "el niño ve televisión porque le es impuesta por
el medio", la ve porque no le queda otro remedio. Le es ofrecida en el
ambiente del hogar y se le refuerza la conducta de contemplación por los
padres. En muchos casos constituye la única compañía del niño y, a veces,
se convierte en una especie de niñera.
¿Cuanto tiempo le dedican los niños a la TV?
Ver televisión es la actividad líder del niño. Ellos gastan más tiempo viendo
TV que haciendo cualquier otra cosa que no sea dormir.
El tiempo dedicado a la TV varía en función de la edad, sexo, clase social y
está en relación con el dedicado por los padres a esta misma actividad.
En promedio, los niños ven de 22 a 25 horas semanales de TV. En los
preescolares esa cifra llega a un promedio de 54 horas por semana, lo que
significa de 7 a 8 horas diarias. En general, podemos decir que, durante el
transcurso del año, los niños pasan más tiempo frente a la TV, que en la
escuela.
El total de tiempo dedicado a ese medio de comunicación es, a veces tan
elevado, que aparentemente, queda poco tiempo para comer, ir a la
escuela o dormir. Esto se debe a que los niños ven televisión mientras
almuerzan o cenan, mientras leen un libro o hacen sus deberes. Es la TV
más que cualquier otro medio la que proporciona una base común de
información en las primeras fases de socialización del niño.
¿Qué persiguen los comerciales de TV?
La TV explota comercialmente a los niños más pequeños. Los fabricantes
de juguetes ganan más de cuarenta millones de dólares al año por lanzar al
mercado sus productos para niños. Los sábados en la mañana,
particularmente, se han convertido en un nuevo terreno a explotar con
comerciales de juguetes, para vender más sus productos.
Los comerciales de TV proyectan estereotipos con relación a aspectos
raciales, sociales, culturales, sexuales, así como también hábitos
alimentarios.
Según estadísticas norteamericanas, un total de 23 comerciales por hora,
representan el 60 % de avisos que sugieren cereales, galletas, refrescos y
golosinas. Ese excesivo número de comerciales que sugieren alimentos, ha
sido ligado a la obesidad infantil. Por otra parte, la exagerada
representación de imágenes corporales puede contribuir al problema de la
anorexia nerviosa, sobre todo en adolescentes.
Además, 70 % de los comerciales contienen información errónea, engañosa
o ambas, que los niños creen como verdadera. De tal manera que, "la TV
no sólo ofrece sino que impone experiencias, condicionamiento a nuestros
niños, pues ellos son el principal blanco hacia el cual van dirigidos la
mayoría de los anuncios comerciales".
Efectos de la TV:
En toda comunicación se persigue lograr un "efecto". Puede considerarse
como un "efecto de los medios, todo cuanto se quiera que ocurra como
resultado de una lectura, audición o de la observación de los mismos".
La TV es el instrumento que mejor adapta su función a la formación de
valores, de modos de vida, de estereotipos, etc., que al medio le
convienen. SANTORO, en su trabajo “La TV Venezolana y la Formación de
Estereotipos en el Niño”, llegó a la conclusión de que la TV transmite y
forma estereotipos sociales en los cuales se presentan, directa o
indirectamente, mensajes que conforman una actitud, siendo esta
influencia mayor en los niños, quienes son moldeados en muchos aspectos
por estos mensajes de televisión.
En un reporte técnico del “Comité Consultivo Científico del Surgeon
General’s” publicado en 1972, bajo el título de “Televisión y Conducta
Social”, donde se reúnen los resultados de 23 proyectos de investigación,
y concluyó que había una relación causal entre: ver violencia en TV y la
agresión en los jóvenes. Por otra parte, se plantea que los niños pueden
volverse apáticos ante la violencia de la vida real, después de observar
violencia en un programa de TV.
El hecho de ver TV a una edad temprana está asociado con menor
autocontrol y más conductas agresivas en una edad más tardía.
GORANSON’S, en su revisión sobre los efectos psicológicos de la violencia en los
medios, identificó cuatro aspectos importantes:
1. Efectos en el aprendizaje:
Los niños aprenden viendo la TV. La pregunta obligada es ¿Qué aprenden?
De acuerdo a lo señalado en 1982 por el Instituto Nacional de Salud Mental
de EE.UU., la violencia de TV conduce a conductas agresivas en niños y
adolescentes. Gran proporción de las conductas agresivas son aprendidas
por observación y retenidas por largos períodos de tiempo.
No obstante, los niños también pueden aprender de la TV muchos valores
sociales, como cooperación y ser amables con los demás y aspectos
relacionados con su escolaridad. De hecho en muchos niños "en
desventaja" se recomienda 2 horas diarias de TV como ayuda en el
aprendizaje.
2. Efectos Emocionales:
La TV es un medio de gran penetración y en los niños surte efecto en las
áreas emocionales, cognoscitivas y conductuales; es decir. influye en sus
intereses y motivaciones hacia objetos comerciales o hacia la formación
integral del niño.
Como resultado de la repetición de violencia en los medios de
comunicación de masas hay un decrecimiento en la sensibilidad emocional
del niño ante la violencia. Por otra parte, hay un incremento en la agresión
y en la capacidad de ser violento o agresivo con otros. Además, los niños
demuestran mayor agresividad en sus juegos y prefieren seleccionar la
agresión como respuesta a situaciones conflictivas.
3. Efectos en la conducta:
La imitación es muy importante en la adquisición de la conducta, ya sea
adaptada o desviada.
La TV ofrece modelos simbólicos, que juegan un papel fundamental en la
conformación de la conducta y la modificación de normas sociales. Dichos
modelos simbólicos pueden ser positivos (conductas normalmente
aceptadas por la sociedad) o negativos (conductas rechazadas por la
misma).
Los niños también pueden aprender a creer que las conductas agresivas
son una solución aceptable a la provocación, ya que en los programas
violentos estas conductas son vistas como moralmente justificables.
Por último, según FEINBLOOM, los efectos de la violencia física en TV afectan
selectivamente a los varones, mientras que las hembras manifiestan
igualmente fuertes reacciones por medio de expresiones no físicas
(verbales o psicológicas).
Para GADOW y SPRAFKIN "el hecho de ver en la pantalla de TV conductas
agresivas, inducirá una conducta similar en los niños, los que la aprenderán
por imitación".
Según BANDURA, los niños pueden aprender conductas agresivas a través de la
observación de modelos simbólicos presentados por la pantalla de TV.
DRABMAN y THOMAS, plantean además que los niños que ven con frecuencia
programas de TV de contenido violento, se convierten en apáticos a la
violencia de la vida real.
GERBNER y GROSS, en un artículo titulado “La Violencia Prolífera”, demostraron
que durante el año 1989 ocurrió violencia en el 73 % del total de
programación de los Estados Unidos y en casi todas las caricaturas
infantiles. Para ello usaron como medidas factores tales como: el
porcentaje de programas de contenido violento, el número de episodios
violentos por programas y el porcentaje de personajes principales
implicados en actos de violencia.
Según ROTHEMBERG, en promedio hay seis veces más violencia durante una
hora de TV infantil que en una hora de programación de TV para adultos.
(…)
Conclusiones:
Finalmente debemos señalar, que a pesar de que han sido pocos los
estudios realizados en cuanto a la presencia de violencia en nuestra
televisión, se exaltan aspectos no cónsonos con las necesidades sociales y
culturales que tiene planteadas el país. Los contenidos están cargados de
violencia y agresión así como de aspectos de baja calidad artística,
científica y/o cultural.
Sin embargo, no es justo achacar a un solo medio de difusión de
información y de recreo, lo que puede también ser culpa, primero, del
medio social y, en segundo lugar, de su expresión a través de todas sus
manifestaciones.
Como profesionales de la salud, vemos con preocupación la alarmante
cantidad de escenas violentas a que están siendo sometidos nuestros niños
venezolanos. Pareciera que las televisoras, preocupadas solamente por un
mejor rating, se olvidaran de la calidad de la programación y el horario
establecido para la programación infantil, de tal manera que hoy en día,
son muchos los programas de adultos que han invadido esos horarios. (…)”
La racionalidad es un proceso que se construye con esfuerzo y con
reflexión propia, ya que no se presentará nunca como un producto acabado.
José Enrique RODÓ sostenía que “mantener la libertad espiritual, la
independencia interior de la personalidad, del criterio, es forma especial de
respeto propio”. Sin embargo, el joven de hoy, que ha pasado casi la mitad
de su vida consciente ante el televisor y en el chateo computarizado, tendrá
grandes dificultades para retirarse a la reflexión y a la noble tarea de
filosofar, cada vez más imprescindible para conocerse y para entender el
mundo circundante.
Las reflexiones y los estudios presentados evidencian la urgente tarea de
desenmascarar la ideología de los medios visuales, como condición para
que haya más jóvenes que puedan asumir un rol más activo y desintoxicado
a favor de la construcción positiva de su propia vida y de la sociedad.
I.2.- APARIENCIA y
ser: doxA y
episteme
Según PLATÓN, el papel esencial de la filosofía está en evitar los engaños,
que son tan comunes en la vida cotidiana, y la persona de ciencia no está
exenta de ellos. La afectación, los instintos, los gustos, las preferencias, los
prejuicios ideológicos y los distintos intereses, entre otros, ofuscan el
entendimiento de tal manera que lo extravían de lo esencial al momento de
conocer la verdad, llevándolo a la periferia de la superficialidad, mediante
la subjetividad acrítica y el fundamentalismo ideológico.
Anterior a PLATÓN, PARMÉNIDES DE ELEA había planteado que fuera del ser no
podía haber realidad alguna, en efecto, el no ser es la nada. En
consecuencia, cuando captamos el ser de algo, podemos entonces
diferenciarlo de todo lo que, relativo a su esencia, no es. De ese modo,
captar el no ser de algo es su apariencia, es decir, lo que parece ser, pero
que no es.
Al ocuparnos de los objetos de la realidad debemos percatarnos de captar
en ellos su realidad y no su apariencia (o su “no ser”) porque nada es.
La apariencia es más fácil de percibir que el ser, porque es amplia y
diversa, y la mayoría de las personas, que son dirigidas por instintos,
opiniones y pasiones, se aferran a ella inmediatamente.
El ser de las cosas más esenciales para la vida humana, que no se presenta a
simple vista, sino que requiere, para ser percibido, de mucho estudio,
reflexión, meditación, pensamiento crítico, etc. está reservado a las
minorías filosóficas que, con sincero corazón y con claridad de criterios,
buscan el conocimiento de la verdad. Dice Antoine de SAINT EXUPERY en “El
Principito” que “lo esencial es invisible a los ojos”.8
8
DE SAINT
EXUPERY, Antoine: “Der Kleine Prinz” (El principito) pág.79. Karl Rauch
Verlag, Düsseldorf 1983.
Cada cosa está determinada por el ser, pero éste está siempre, a la vez,
acompañado por lo que aparenta ser (su sombra), que, sin embargo, nada
es.
Tomamos, por ejemplo, la actividad política, cuyo ser se refiere a una
sincera preocupación por mejorar la vida de todos los ciudadanos y así
contribuir con la felicidad de cada uno, como afirmaba ARISTÓTELES.
El que se inserta en actividades de partidos políticos con la idea de servir a
la gente mejorando sus condiciones de vida, habrá concebido la política
según su ser, que es, a la vez, el deber ser.
Pero quien se integra a un partido político buscando un mejor trabajo y
ciertos privilegios egoístas ha sido dirigido por la apariencia de la política.
Con la apariencia no se resuelven los problemas. Sólo se puede,
esencialmente, mejorar la vida si el actor se inspira en el ser (o el deber
ser).
Es el mérito de EUCLIDES de Megara, alumno de SÓCRATES, haber detectado
que el ser va unido a la virtud. De esta manera, la justicia, la unidad, la
verdad, la libertad y la bondad (en una palabra: el Amor) caracterizan a
quien verdaderamente se esfuerza por el deber ser.
PLATÓN caracterizó todo lo que es mentira, opinión, error, ignorancia y
desacierto como el “no ser”, que es igual a la apariencia, a la imagen y a la
sombra de la realidad.
El símil de la caverna, expuesto por PLATÓN en el Libro VII de su obra “La
República”, pone en evidencia la distinción entre el verdadero
conocimiento (episteme) y la apariencia de conocimiento (doxa).
Nos dice el filósofo que imaginemos una cueva profunda, donde apenas
penetra un rayito de luz y en esta oscuridad hay personas amarradas desde
los pies hasta la cabeza, desde su niñez, mirando hacia el fondo de dicha
caverna.
Detrás de los prisioneros hay que imaginarse un fuego, a cierta altura, que
mantiene en penumbras la cueva. Entre los prisioneros y el fuego hay un
camino escarpado y de difícil acceso que conduce hasta la salida de la
caverna. Entre el camino y los prisioneros hay que imaginarse una pared
que alcanza hasta donde llega la cabeza de una persona.
PLATÓN pone entonces a imaginarnos que pasen personas llevando en sus
cabezas figuras de los diferentes objetos que existen en el mundo:
animales, piedras, plantas, personas etc.
Lo que los prisioneros ven de todo el “desfile” son las sombras de dichos
objetos que se reflejan en la pared del fondo de la cueva. Estas sombras son
las únicas “realidades” que los prisioneros han percibido en toda su vida, de
modo que nunca podrán imaginarse otra realidad fuera de ellas.
Ahora bien, dice PLATÓN, si los prisioneros pudieran dar nombres a esas
imágenes, de seguro que les darían los nombres de las cosas mismas; por
ejemplo, a la sombra del caballo le llamarían “caballo”, a la sombra de una
mesa la dirían “mesa” y así sucesivamente.
Entre los que pasan por el camino, algunos siguen en silencio, otros se
detienen a hablar, oyéndose el eco de las palabras en la cueva. Es seguro
que los prisioneros van a pensar que las voces son producidas por las
sombras, dándoles así un carácter vital.
Si nos decidiéramos a soltar a uno de los prisioneros y lo lleváramos por el
camino escarpado, le sería muy difícil y cuando lo llevemos ante el fuego
volverá su mirada hacia las sombras para poder orientarse. Va a preferir
que lo lleven donde estaba, porque allí podía ver y distinguir todo, ahora el
camino es muy difícil e incierto. Si lo obligamos a salir de la cueva no va a
poder ver ante el resplandeciente sol. Nos maldecirá y pedirá que lo
llevemos a su antiguo lugar.
Ya que pretendemos liberar a este esclavo de la tiranía de las sombras, o de
la ignorancia, no cederemos a su petición. Lo iremos sacando de noche
para que vea sombras, después podrá ver su sombra en el agua y cuando
sus ojos se hayan adaptado a la luz, podrá ver incluso el sol de frente.
Ese esclavo liberado podrá entonces entender la realidad y podrá sacar
conclusiones de ella; por ejemplo, que el sol es que causa los cambios de
estaciones. Jamás querrá volver a su antiguo lugar, prefiriendo ser el último
en el mundo real que ser el primero en el mundo de las sombras.
Desde luego que si lo enviáramos a la cueva a convencer a sus antiguos
compañeros, sobre la libertad y sobre el mundo real, ellos no lo
entenderían, no comprenderían ni su lenguaje y lo tendrían por loco. Si
insiste en convencerlos, es posible que no salga vivo de allí, nos dice
PLATÓN.
La importancia de ese cuento de PLATÓN es su aplicación al mundo real en
que vivimos y a la profesión política. Nos dice Platón, que la cueva es este
mundo real y que los prisioneros somos nosotros mismos. De este modo se
explica que junto al ser real de las cosas existan sus sombras, que tomamos
muchas veces por las cosas mismas.
Eso sucede si llamamos “política” a acciones y actitudes que no lo son. Del
mismo modo, cuando llamamos “Universidad” a una entidad que no reúne
tales condiciones, o “maestro” a quien no tiene la formación adecuada y no
sirve de ejemplo a los alumnos; o “amigo” a quien apenas conocemos,
“padre” a quien no se ocupa de sus hijos, entre otros.
Este mundo, donde las cosas cambian, es como las sombras que pasan y se
desvanecen; el mundo verdadero es el que no cambia, es decir, el de las
ideas, del conocimiento verdadero y de las esencias.
Para ilustrar mejor esa idea de PLATÓN: el árbol que vemos, la persona
concreta y todo lo que hay en el mundo pasan, pero la idea (la esencia, el
ser) del árbol, de la persona o de cualquier cosa, aunque haya muerto el ser
real, permanecerá en la idea, que es lo eterno, por lo tanto, lo esencial y
verdadero.
Este mundo que creemos real es apariencia o una sombra que pasa.
Los prisioneros de la metáfora somos nosotros mismos los ciudadanos de
este mundo, siempre y cuando nos dominen las imágenes, las pasiones, las
sombras, las apariencias; por lo tanto, la gran mayoría de los seres humanos
es esclava de la ignorancia y de los bajos instintos, aunque muchos
aparenten saber algo.
Entre los estudiantes que asisten actualmente a las universidades
dominicanas se encuentra sólo a una minoría que realmente tiene interés en
aprender, mientras que la mayoría permanece en la apariencia de ser
estudiante: leyendo poco, pasando de curso con engaños, fijándose de sus
compañeros para pasar un examen... Se aparenta saber, pero sin saber en
esencia y sin motivación por saber. El estudiante verdadero se entrega a su
causa, importando más el conocimiento que un diploma o un certificado;
prefiriendo, dada la situación, leer un libro que ir a una fiesta.
De hecho, se puede diferenciar en todo, al ser de sus sombras. Son muy
pocos los seres humanos que logran liberarse de la apariencia o imágenes.
A éstos se les llama filósofos o sabios. Son el modelo de aquel que sale de
la caverna y se libera de las sombras. Estas almas aspiran a las esferas
superiores del ser, elevándose a la abstracción para entender el mundo,
poniendo más énfasis en el entendimiento eterno que en los goces
materiales que se esfuman y ofuscan la mente.
Es obvio que las grandes mayorías están obsesionadas con la apariencia.
Encuestas han mostrado que el 85% de los dominicanos, alucinados por lo
que ven en películas y lo que cuentan los que viajan, si pudieran, se fuera a
los EE.UU.
Nuestros jóvenes sueñan con ser estrellas de Hollywood, grandes gerentes
o simplemente, personajes famosos. Todo esto es imagen y sombra, si no se
parte de una pregunta esencial: ¿Quién soy y en qué consiste mi felicidad?
Esta pregunta debiera seguirse decididamente, sin importar las
consecuencias.
Las ataduras de la imagen son tan fuertes que, aunque personas famosas y
ricas terminan en el suicidio, atados al alcoholismo o adictos a las drogas
(sin abundar aquí sobre los divorcios, tan frecuentes en ese ambiente) la
mayoría sigue alucinada por llegar a ser uno de ellos. Y al momento de
tomar la decisión de casarse, el dinero y el goce del cuerpo son de los
criterios principales a tener en cuenta según esta perspectiva.
La aplicación que PLATÓN hace del símil de la caverna con relación a la
política se debate en la pregunta acerca de quién debe gobernar para que
una república esté bien ordenada y cumpla con el acometido del bienestar
de sus ciudadanos. ¿Deben gobernar los que salen de la cueva o quienes se
quedaron en ella?
En consecuencia, el mejor gobernante, con relación al ser de la política,
sería el filósofo, el sabio, ya que se ha dedicado al conocimiento verdadero
y radical de las cosas, que incluye a los principios y valores ético-morales.
El político de profesión, si ha sido inspirado por sueños de poder, de tener
o de prestigio no podrá aportar para la solución de los problemas más
urgentes de los ciudadanos de La República.
Extrapolando la situación de la caverna de P LATÓN a la realidad de pobreza y
subdesarrollo en Latinoamérica, se puede comprender por qué avanzan
poco muchos de estos pueblos, conformándose con ser parias de la historia
e imitadores fallidos de lo que hacen otras naciones más avanzadas
económicamente.
PLATÓN nos deja ver claro que lo que hace que una nación supere a la otra es
el conocimiento. Quien disminuye el presupuesto de la educación condena
a su pueblo a la dependencia y al subdesarrollo.
Las sociedades que priorizan el conocimiento, invirtiendo en él y valorando
a los que realmente se forman, son las que toman el papel protagónico en
los escenarios del mundo.
El poder del conocimiento fue y será siempre superior al de la fuerza bruta,
pudiendo así buscar nuevas vías y alternativas hacia el logro de las metas
individuales y colectivas. Hoy más que nunca, las alternativas de los
pueblos se debaten entre la caverna y el conocimiento.
En el país de la caverna existe poca oportunidad de alcanzar el bienestar de
los ciudadanos, ya que se pone al compañero de partido, al amigo o a algún
familiar en los puestos de mando, mientras que profesionales de más altos
estudios y con condiciones morales incuestionables son subordinados a
aquéllos, cuando no se les excluye.
Los discursos sobre la construcción de la “Sociedad del Conocimiento”
tendrán verdadera forma y contenido cuando se corresponda la lógica de
los cargos públicos y privados, según una jerarquía gnoseológica en las
instituciones.
La metáfora de la caverna deja entrever la paradoja de la democracia como
un sistema determinado por la mayoría, pero que es incapaz de resolver los
problemas de todos los ciudadanos, ya que a la cantidad de los votantes no
se le exige calidad. Tanto vale el voto de un analfabeto como el de un
profesional con doctorado. Y los profesionales son pocos dentro de la
República. Son escasas las oportunidades de gobernar para los sabios, sus
discursos y sus hechos pueden ser entendidos con claridad por quien
también es sabio, pero no por quien no ha ascendido al ámbito inteligible.
El verdadero sabio, en ese mismo sentido, no estará dispuesto a combatir
con las mismas armas del político tradicional para alcanzar o conservar el
poder: comprando conciencias y votos por dinero, ocultando verdades,
propagando rumores, repartiendo comida, juguetes, etc. para ganar el favor
de las masas, y negociando con sectores poderosos para garantizar sus
privilegios. En efecto, él luchará con las armas de la verdad y se esforzará
por lo justo.
Mientras que para el sabio el deber ser de la actividad política es el
bienestar de todos los ciudadanos y nada más, la política organizada en la
mayoría de las democracias latinoamericanas es la sombra del bien común
y nada más, porque predomina el deseo de engrandecerse y de tener.
Cuando un gobernante aspire en serio a comprometerse con el bien común
de los ciudadanos deberá valerse de los sabios virtuosos que, sobre todo, se
encuentran fuera del espectro de los partidos políticos, y de aquellos que
están en partidos opuestos y/o minoritarios.
En definitiva, el símil de la caverna de PLATÓN advierte que fuera del ámbito
del conocimiento no hay solución para las necesidades de todos los
ciudadanos de la República; sólo hay dos posibilidades: o nos gobiernan los
filósofos o los gobernantes se hacen filósofos.
La diferenciación entre la apariencia y el ser nos conduce a proponer
algunas guías fundamentales de recuperación y potenciación de la esencia
de las cosas en sociedades que han ido perdiendo el sentido de veracidad y
el apego al ser:
Se precisa la regeneración del sentido adecuado de los conceptos, para
nombrar y establecer las realidades de acuerdo a ellos. En primer lugar,
deben estar debidamente definidos los nombres con los que llamamos las
cosas y éstas deben guardar correspondencia con los conceptos que las
definen. Por ejemplo, no se debe llamar política a lo que no lo es, ni
universidades a entidades que no enseñan con excelencia, ni investigan.
El buen funcionamiento de la sociedad comienza por la correcta definición
de los conceptos y por su correcto orden. Además de que se requiere
claridad y precisión en las leyes y en sus respectivas normativas.
En segundo lugar, se requiere un esfuerzo individual de apego a la verdad,
es decir, de búsqueda constante y apertura dirigida a vencer las diferencias
entre interior y exterior, entre teoría y práctica, entre pensamiento y vida.
En esto consiste precisamente una vida lograda.
En tercer lugar, nuestros esfuerzos por entender y esclarecer el mundo, para
vivir de acuerdo con el ser de éste, deben estar orientados por un eje
axiológico de valores que corroboren con la construcción favorable de la
vida individual y colectiva. En efecto, bondad, verdad, justicia, libertad y
unidad deben acompañar al saber verdadero, cuyas sombras lo que tienden
es a procrear monstruos.
En cuarto lugar, la escuela y la educación superior precisan integrar la
filosofía en su ser y quehacer para colaborar con la recuperación de la
sociedad, que es víctima de la invasión agresiva de ausencia de valores y de
la pseudo-intelectualidad.