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Universidad del Tolima

Año 2005
Volumen 4 Nº 8
Rafael Gutiérrez Girardot. 1928 - 2005
ISSN 1657-9992
Nº 8

Segundo semestre 2005

Revista de filosofía, política, arte y cultura del


Centro Cultural de la Universidad del Tolima
Revista del Centro Cultural de la Universidad del Tolima.

Rector: Dr. Jesús Ramón Rivera Bulla


Editor: Julio César Carrión Castro
Consejo Editorial: José Hernán Castilla Martínez
Arlovich Correa
César Fonseca Árquez
Manuel León Cuartas
Fernando Ramírez Díaz
Hugo Ruiz Rojas
Diseño y Diagramación: Leonidas Rodríguez Fierro
Impresión: El Poira Editores
Dirección Postal: Centro Cultural Universidad del Tolima Barrio Santa Helena - Ibagué
Teléfono: (98)2669156 - Ibagué
Correo Electrónico: ccu@ut.edu.co
Tabla de contenido
Carta del editor .............................................................................................................. 5
En la muerte de Rafael Gutiérrez Girardot ...................................................................... 7
Rubén Jaramillo Vélez

Presentación ................................................................................................................. 15
José Hernán Castilla

Artículos de Rafael Gutiérrez Girardot


Sobre Guillermo Valencia ............................................................................................. 17
Cómo leer a Tomás Carrasquilla ................................................................................... 19
Una tentativa de “historia social” en Colombia ............................................................. 23
El ‘Anuario colombiano de historia social y de la cultura’ .............................................. 25
Carlos Arturo Torres y el pensamiento contemporáneo ................................................. 27
Un caso complejo ......................................................................................................... 29
La literatura colombiana: Mito y realidad ..................................................................... 33
Sobre una antología ...................................................................................................... 39
Figuras imaginarias ....................................................................................................... 45
¿Panorama? ¿inédito? ¿de poesía? .................................................................................. 47
Kafka y Colombia ....................................................................................................... 51
El debate de los historiadores ........................................................................................ 55
Eros y política .............................................................................................................. 59
Devoto filósofo de Envigado ........................................................................................ 63

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


Prólogo (a De sobremesa de José Asunción Silva) ........................................................... 67
El “piedracielismo” colombiano .................................................................................... 75
Estratificación social, cultura y violencia en Colombia ................................................. 85
Para una ‘desprovinciación’ de León De Greiff .............................................................. 99
Polémica y crítica ....................................................................................................... 107
Estimado universitario... ........................................................................................... 113
El maestro y la educación ........................................................................................... 117
Noticia bibliográfica ................................................................................................. 119

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Centro Cultural de la Universidad del Tolima

La portada. Revista
Foto: Premio Literario Alfonso Reyes, 2002

Las ilustraciones de la presente edición, fueron tomado de Animales mitológicos de Antonio


Grass

Los artículos son publicados bajo la exclusiva responsabilidad de sus autores

4
Carta del editor

E
l profesor Rafael Gutiérrez Girardot, fallecido en Alemania el pasado 27 de mayo, es
poco conocido en nuestro país, pero tal vez sea el intelectual colombiano de mayor
prestigio y reconocimiento internacional. Casi toda su obra fue escrita en el exterior.
Nació en Sogamoso en el año de 1928 y se radicó en Europa desde 1950 pero siempre
mantuvo permanente contacto con la realidad política y cultural de Colombia y Latinoamérica,
como lo corrobora su prolífica producción intelectual. Fue alumno de Heidegger, de Xavier
de Zubiri y de Hugo Friedrich. Hombre de amplia formación humanística; coherente, lúci-
do y radical en la exposición de sus ideas. Profesor de filosofía, historia, crítica literaria e
hispanística en varias universidades europeas. Traductor de Nietzsche, Martin Heidegger,
Ernst Jünger, Walter Benjamin, Gottfried Benn y de otros filósofos y pensadores alemanes.
Reemplazó a Jorge Luis Borges como docente en el Instituto de Göteborg en Suecia y man-
tuvo su cátedra como profesor emérito en la Universidad de Bonn hasta el final de su vida.

Aunque sólo vivió en Bogotá entre 1966 y 1967, no dejó de confrontar la mediocridad
intelectual y el rastacuerismo reinante en un medio cultural signado por el acomodamiento

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oportunista. Sostuvo que las élites colombianas sienten un profundo desprecio por la cultu-
ra, son simuladoras del saber y autodestructivas. Culpó de nuestro atraso espiritual al catoli-
cismo legado por la colonización española porque generó “un pensamiento visceralmente
dogmático” y una sociedad pacata y ensimismada que forma intelectuales carentes de ethos
académico que “utilizan la inteligencia como trampolín para el ascenso social y el ascenso al
poder”.

Responsabilizó a los intereses confesionales, empresariales y mercantilistas de corromper y


destruir la universidad pública, fomentando desde las universidades privadas la baja calidad
educativa y el desprecio por una formación para la mayoría de edad y el uso público del
propio entendimiento. Fustigó sin misericordia a la gran prensa como expresión oficial de la
oligarquía que siempre ha gobernado nuestro país y afirmó que el negocio de la educación
privada es una estafa que dicha oligarquía le hace a la sociedad.

5
Este número monográfico de la revista Aquelarre del Centro Cultural de la Universidad del
Tolima se publica como un sentido homenaje póstumo al maestro Gutiérrez Girardot, el
agudo polemista y ensayista que marcó con sus escritos una impronta de ilustración sobre el
acontecer nacional. Hemos querido presentar algunos de sus textos de crítica literaria, referi-
dos exclusivamente a autores colombianos, en la consideración de que nuestros lectores se
sentirán estimulados a conocer su extensa obra.

Para esta edición hemos contado con los aportes de Rubén Jaramillo Vélez, profesor del
Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional, que presenta una breve disertación
sobre la vida intelectual de Rafael Gutiérrez Girardot y con la invaluable colaboración de José
Hernán Castilla, conocedor de su obra, quien también se ha encargado de informarnos sobre
una amplia bibliografía del autor. Esperamos estar contribuyendo, de esta manera, al necesa-
rio debate sobre la influencia política y cultural de esta apreciada obra, desde un medio
académico e intelectual tan opaco, superficial y provinciano como el nuestro.

El editor
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

6
En la muerte de
Rafael Gutiérrez Girardot*
Rubén Jaramillo Vélez **

L
es agradezco mucho por esta invita- él siempre recordará con singular afecto. Ya a
ción. Sin embargo, como lo dije hace lo largo de la década del cincuenta se dio a
tres semanas en el acto que con el pa- conocer ampliamente, en particular cuando
trocinio de la Casa de la Cultura de la ciudad se integró al grupo de intelectuales que se
tuvo lugar en el teatro Sugamuxi de congregaron alrededor de esa gran revista que
Sogamoso, me resulta una ocasión muy tris- fue Mito.
te, pues desde el día 28 de mayo, cuando me
enteré del fallecimiento del gran maestro y Pero debo reiterar que me resulta sumamen-
amigo Rafael Gutiérrez Girardot, he estado te triste llevar la palabra en esta ocasión. En
tratando de elaborar el duelo, en vano. Su primer lugar quisiera recordar que hace ya
muerte significa una perdida, en primer lu- más de veinte años un grupo de jóvenes, en-
gar para nosotros los colombianos, aunque tre los que se contaba mi amigo José Hernán
en realidad lo es para la América Latina en su Castilla, aquí presente, que luego sería el
Rafael Gutiérrez Girardot y
conjunto, para esa que Manuel Ugarte lla- coeditor de una selección de sus escritos (His- Rubén Jaramillo Vélez - 1987
mara la “Patria Grande”: Indo-ibero-américa, panoamérica: imágenes y perspectivas), comen-
una pérdida para todo el ámbito de la cultu- zaron a leerlo, y corresponde a ellos el mérito
ra en lengua española. de haber puesto en circulación una serie de
cuartillas en fotocopias, llamando la atención
Rafael Gutiérrez Girardot fue, en efecto, una sobre la obra de este ilustre compatriota que
de las figuras intelectuales más prominentes vivió casi cincuenta años en esa especie de
de este continente en la segunda mitad del exilio, tan frecuente en nuestro medio cuan-

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siglo veinte, si se tiene en cuenta que su ges- do una persona que se distingue por sus ex-
tión cultural, tan seria, tan genuina, tan fun- celsas cualidades intelectuales es aislada y re-
damentada, comenzó a perfilarse desde fina- chazada y se ve obligada a emigrar para ges-
les de los años cuarenta, cuando realizaba es- tar su obra en el extranjero. De manera que
tudios de jurisprudencia, a través de sus pri- es con mucha emoción, pero con mucha y
meros escritos -ensayos, artículos, reseñas crí- sincera tristeza, que recuerdo aquí al maestro
ticas- publicados en la Revista de la Univer- Gutiérrez Girardot.
sidad del Rosario cuya dirección le fue enco-
mendada por su rector de entonces, Aunque yo tuve la oportunidad de conocer-
monseñor José Vicente Castro Silva, a quién lo en alguna ocasión en Berlín, cuando reali-

*
Conferencia pronunciada en Ibagué el viernes 26 de septiembre, por invitación del Centro Cultural de la Universidad
del Tolima
**
Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia

7
zaba mis estudios, con motivo de una confe- idea preliminar de quién era el maestro Ra-
rencia que él dictó en el seminario de fael Gutiérrez Girardot.
romanística, debo mi relación con el profe-
sor Gutiérrez a ese grupo de jóvenes que, Nació en el año de 1928 en Sogamoso, esa
como les decía, hace unos años comenzaron ciudad de Boyacá tan peculiar en el conjun-
a difundir su obra. En particular a mi apre- to del departamento ya que por ser la puerta
ciado amigo Juan Guillermo Gómez, que de entrada a los llanos orientales y por su cli-
después de haber realizado sus estudios en ma, así como por ser una ciudad muy libe-
Alemania se desempeña actualmente como ral, se diferencia del resto de las poblaciones
docente de cultura hispanoamericana en la del departamento. Precisamente, como me
Universidad de Antioquia y está llevando a lo decía su compañero de infancia, mi amigo
cabo una gran labor como editor de los clási- y muy estimado profesor Carlos Patiño
cos del pensamiento y la cultura hispanoame- Roselli, las pocas familias conservadoras de
ricana como, por ejemplo, los dos libros de Sogamoso eran por entonces, en efecto, la de
José Luis Romero, muy amigo del maestro Gutiérrez y la del propio Patiño. Su padre se
Gutiérrez Girardot, Latinoamérica: las ciuda- llamaba Rafael María Gutiérrez. Era un diri-
des y las ideas y Situaciones e ideologías en gente del partido conservador, abogado y se-
América latina, así como la obra del gran his- nador de la República, que sería asesinado
toriador chileno Mario Góngora, tan reco- en 1932, cuya esposa, Anita Girardot, era
mendado por Gutiérrez, y una antología del descendiente del héroe de la campaña
ensayo colombiano de los siglos XIX y XX. libertadora, el héroe del Bárbula.

Fue entonces a través de Juan Guillermo Como huérfano de padre, Gutiérrez fue edu-
Gómez, de José Hernán Castilla y otros jó- cado por su abuelo materno, Juan de Dios
venes que yo entré en contacto con Rafael Girardot, a quien consagraría páginas de hon-
Gutiérrez Girardot. En 1986 publiqué en la da devoción y afecto. Después de haber cur-
Sin corbatín en Bonn 1991
serie monográfica Argumentos, que por en- sado estudios de primaria y bachillerato en
tonces comenzaba a editar, su ensayo intitu- Sogamoso y Tunja se matriculó en la facul-
lado “Universidad y Sociedad”, que ha teni- tad de Derecho del Colegio Mayor de Nues-
do una gran acogida en nuestro medio. De tra Señora del Rosario y al mismo tiempo en
esta manera, mi amistad con él comenzó aquí el recientemente fundado Instituto de Filo-
y no en Alemania. Mantuve una correspon- sofía de la Universidad Nacional, que comen-
dencia con él, no muy frecuente pero de por zó a funcionar como adscrito a la facultad de
lo menos dos o tres cartas anuales. Me en- Derecho de la misma y cuyo origen nos re-
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tendía muy bien con sus familiares en Bogo- cuerda también la gestión de otro gran co-
tá, doña Leonor Gutiérrez de Happle, la pri- lombiano, gran amigo nuestro y de Rafael
ma que tanto lo quería, y su esposo, un inge- Gutiérrez Girardot, el viejo maestro Rafael
niero alemán muy simpático y muy amigo Carrillo Luque, un indígena canguamo del
suyo. También tuve la oportunidad de cono- poblado de Atanquez ubicado en una estri-
cer a su señora esposa, la madre de sus dos bación de la Sierra Nevada de Santa Marta,
hijas, una dama encantadora que mucho lo quien después de haber realizado estudios en
amaba y le acompañó solidariamente duran- el Liceo Celedón de Santa Marta se trasladó
te casi cincuenta años. a Bogotá y cursó también estudios de juris-
prudencia en la Universidad Nacional, aun-
En primer lugar haré referencia a algunos que desde un principio se consagró con gran
datos biográficos para que ustedes tengan una fervor al estudio y la difusión de la filosofía.

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El mismo Gutiérrez recuerda a tres de sus
maestros que fueron los fundadores del Ins-
tituto. Cayetano Betancur, filósofo y jurista
antioqueño, fallecido ya hace unos treinta
años, el ya mencionado Rafael Carrillo, y
Danilo Cruz Vélez, que todavía vive y a quien
tuve el privilegio de escuchar como mi orien-
tador en la primera etapa de mi formación
filosófica.

Rafael Gutiérrez Girardot pertenece a esa En familia


generación que al salir de la adolescencia ex- con su esposa
perimentó el trauma más profundo de la his- Marliese y sus
hijas Bettina y
toria de nuestro país en el siglo veinte des- Martella - 1985
pués de la guerra de los mil días, que se ini-
ció con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán accidente de aviación en las Antillas cuando
el nueve de abril de 1948, un evento que parte regresaba de París, en l962; y el segundo, que
en dos la historia de Colombia y que dio ori- murió poco después a consecuencia de un
gen al dramático período de la “Violencia” accidente automovilístico acaecido en las
durante los diez años que le siguieron. proximidades de Pamplona cuando se des-
empeñaba como gobernador de Santander
Basta mencionar algunos nombres, como el del norte.
del poeta Fernando Charry Lara, muy ami-
go suyo por cierto, fallecido apenas hace unos Como ya lo he mencionado, Gutiérrez co-
seis u ocho meses. Recuerdo que hace unos menzó su gestión intelectual en el Colegio
quince años la prima de Gutiérrez le ofreció del Rosario, cuando monseñor Castro Silva
una cena a él y a su señora y en esa ocasión le encomendó la dirección de la Revista, en
estuvo presente Charry Lara (que por cierto la cual publicó en el número de mayo/junio
también fue uno de mis profesores, de litera- de 1949 la traducción de un ensayo sobre el
tura hispanoamericana, en la universidad). tomismo moderno del sacerdote dominico
Pertenecen también a esa generación, entre Josef Bochenski. Igualmente publicó el 15 de
otros, nuestro premio nobel, Gabriel García enero de 1950 en el suplemento literario del
Márquez, y el padre Camilo Torres Restrepo; periódico El Siglo, para el cual por entonces

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Héctor Rojas Erazo, el gran pintor Fernando también escribía comentarios y reseñas el
Botero; Orlando Fals Borda, pionero de la maestro Rafael Carrillo, un ensayo sobre el
sociología moderna en Colombia; Hernando segundo centenario de Goethe, a quien co-
Valencia Goelkel, crítico literario y cinema- nocía muy bien. Ya había publicado allí, el 9
tográfico, además de excelente traductor del de octubre del 49, un artículo intitulado
inglés, que murió hace unos años. “Heidegger frente a Sartre”, lo que me pare-
ce muy significativo porque en esa época eran
Algunos miembros de esa generación se agru- muy pocos los intelectuales colombianos que
paron alrededor de la Revista Mito, cuyos conocían a Heidegger mientras Sartre era casi
fundadores fueron los “benjamines” de la hegemónico. Quisiéramos mencionar otro
misma. Me estoy refiriendo a Jorge Gaitán artículo publicado en el suplemento literario
Durán y a Eduardo Cote Lamus, que falle- de El Siglo intitulado “Un Nietzsche desde
cieron ambos trágicamente, el primero en un dentro”.

9
Ya he mencionado algunos autores alemanes noviembre de 1993, con el título “Los inte-
de los cuales se va a ocupar Gutiérrez lectuales en la historia”, que se reprodujo en
fervorosamente a lo largo de su vida, como la revista congratulatoria de la Casa de la
Goethe, Nietzsche y Heidegger. Sobre el se- Cultura de la ciudad que se publicó hace tres
gundo publicaría en 1966 en la Editorial semanas.
Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) un
libro que no ha perdido actualidad y vigen- Al iniciar la década del cincuenta Gutierrez
cia: Nietzsche y la filología clásica, uno de los viajó a España. Por entonces era un conser-
mejores trabajos que se han escrito en lengua vador conciente y simpatizaba con la ideolo-
castellana sobre ese aspecto específico de su gía del régimen español. En España estudió
obra. También publicó por entonces en el con el pensador más importante de la pri-
suplemento del Siglo un artículo sobre Julián mera mitad del siglo veinte, Javier Xubirí, que
Marías, el discípulo más conocido de Orte- en su momento sería opacado por Ortega; al
ga; y luego uno sobre Camilo José Cela, que mismo tiempo realizó estudios de sociología
años más tarde recibiría el Nobel en el Instituto de Estudios Políticos de Ma-
drid.
Igualmente elaboró la presentación de dos
poetas colombianos de su momento, Fernan- Sin embargo, ya en el 53 se trasladó a la uni-
do Arbeláez, fallecido hace unos quince años versidad de Friburgo, en el suroeste de Ale-
y que hacia mediados de los sesenta seleccio- mania, en donde entró en contacto con dos
Con el escritor R.H. Moreno
nó una antología de la poesía colombiana que figuras que van a ser decisivas en su desarro-
Durán en Puntalarga - 1993
editó la división de extensión cultural del llo intelectual. En primer lugar con el gran
ministerio de educación; y Marco F. Chávez, romanista alemán Hugo Friedrich, que diri-
a quien no conozco. En 1950 publicó tam- giría su trabajo de promoción, autor, entre
bién en la Revista del Colegio Mayor del otras, de una obra ya considerada “clásica”,
Rosario un registro de los documentos sobre La estructura de la lírica moderna, así como
la historia nacional que se guardaban en el de un libro intitulado Tres clásicos de la nove-
archivo del Colegio, acompañado de una nota la francesa (Balzac, Stendhal y Flaubert). Tam-
introductoria. bién se vinculó al gran pensador Martín
Heidegger, con quien llegaría a mantener a
También por entonces publicó en el suple- lo largo de los años una genuina amistad y
mento literario de El Siglo un ensayo sobre que por esa época volvía a la cátedra, pues al
las nuevas tendencias del pensamiento espa- concluir la guerra había sido destituido por
ñol, y el 20 de mayo del 51 un artículo inti- las fuerzas de ocupación en razón de su com-
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tulado “Barba Jacob y el existencialismo”. promiso durante el primer año de la dicta-


Tradujo igualmente una conferencia de Carl dura de Hitler, cuando adhirió al partido
Schmitt que se publicó igualmente en El Si- nacionalsocialista y en su discurso de pose-
glo el 17 de julio del 51. Allí mismo publicó sión como rector de la universidad de
poco después un artículo intitulado “Notas Friburgo elogió el acontecimiento.
para una definición de Hispanoamérica” que
anticipa su gran ensayo “La visión de Hispa- El profesor Gutiérrez alcanzó un dominio
noamérica de Alfonso Reyes”, así como un pleno de la lengua alemana y llevó a cabo
artículo sobre el intelectual y la cultura mo- una serie de valiosas traducciones de las cua-
derna, que luego reelaboraría y leería en el les mencionaré luego algunos de los títulos
Club Suamox de su ciudad natal con motivo más significativos. También fue nombrado
del homenaje que se le rindió allí el 18 de profesor en el Instituto Iberoamericano de

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Gotemburgo, Suecia, y catedrático de “Mun- cabo un análisis de la novela Lucinda de
do hispánico” en la Escuela de periodismo Friedrich von Schlegel con tanto detalle y
de Madrid, así como en la Universidad precisión como sólo un profesor alemán de
Menéndez y Pelayo de Santander, una uni- Germanística podía efectuar, porque se in-
versidad internacional en la cual se realizan troducía de lleno en la trama y la temática de
prestigiosos cursos de verano para extranje- la obra, un procedimiento bien característi-
ros. También fue profesor invitado en la Uni- co de su estilo docente, que me parece ex-
versidad de Columbia en Nueva York. cepcional en nuestro medio pues para
Gutiérrez el discurso filosófico no debía ser
Finalmente, inició su regular carrera docen- comprendido sólo a partir de una exégesis
te en la Universidad de Bonn, en la cual lle- rigurosa desde el punto de vista filológico sino
gó a dirigir los estudios de hispanística y cul- que debería aprehender la circunstancia his-
tura hispanoamericana. Precisamente hace tórica, social, política (yo siempre he soste-
unos diez años, con motivo de su paso a la nido, por ejemplo, que no se puede compren-
condición de profesor emérito, Juan der el Idealismo alemán si no se conoce a
Guillermo Gómez y su hija Betina Gutiérrez Lutero, si no se entiende el significado pro- Con su prima
compilaron un volumen en su homenaje que fundo de la Reforma -el primer momento de Leonor Gutiérrez de Happle
1998
fue publicado por la editorial Vervuert de la subjetividad como “principio de la moder-
Frankfurt y para el cual, lo que mucho me nidad” según Hegel- y que los trabajos de
honra, contribuí con un ensayo. En los últi- Kant sobre ética, como la Fundamentación
mos años, liberado ya de la carga docente re- de la metafísica de las costumbres, tienen como
gular, realizó una tarea muy fecunda y cos- antecedente el texto de Lutero La libertad de
mopolita, asistiendo a eventos de gran signi- un hombre cristiano, de 1521).
ficación en los Estados Unidos (Universidad
de Maryland), España, Argentina, México. Gutiérrez tenía eso, una extraordinaria sen-
Publicó en las revistas más importantes de la sibilidad para lo que Karl Jaspers llamara “lo
España post-franquista, como Quimera, El englobante”. Insistía en mostrar la forma
viejo Topo, Cuadernos hispanoamericanos (que como el filosofema, el discurso, arraiga en un
dirigía su amigo Luis Rosales), así como en universo de significado. Era una actitud per-
revistas venezolanas, argentinas, mexicanas y, manente en su docencia. Porque no sólo era
desde luego, colombianas. filólogo, intérprete, sino también un infati-
gable y sensible lector en los espacios en que
Les mencionaba la gestión de Gutiérrez como se movía, tan amplios, por lo demás: era un

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traductor porque es un intelectual que ha gran conocedor de la cultura, de la literatu-
servido de vínculo entre la cultura alemana, ra, la novela, la poesía española e hispano-
que él conocía en un grado de intimidad sor- americana y, al mismo tiempo, de la filoso-
prendente, y el ámbito hispanoparlante. fía, la literatura, el ensayo y la poesía alema-
na. También conocía otros ámbitos, algo de
Quisiera recordar, para dar un ejemplo bien la literatura francesa y norteamericana. Pero
pertinente, que hace unos años, cuando el sobre todo la hispanoamericana, que él sen-
profesor Gutiérrez vino a Colombia y diri- tía todos los días porque aunque residía en
gió un seminario en la Universidad Nacional Bonn vivía en función de nuestro continen-
sobre la Introducción a la Fenomenología del te, en función de la “patria grande”.
espíritu, al tratar la crítica del romanticismo,
que en el caso de Hegel se integra a la polé- En cuanto a la difusión de la cultura alema-
mica con su condiscípulo Schelling, llevó a na, que conocía de manera inusitada, tradu-

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jo por ejemplo La fiesta de la paz, un extenso notas heterodoxas para su lectura, en mi opi-
poema de Hölderlin, que publicó la edito- nión uno de los mejores trabajos que se han
rial El Ancora de Bogotá hace ya diez años. publicado en nuestro país sobre el gran pen-
De Heidegger tradujo una serie de textos su- sador alemán y en el cual, como en el caso
mamente complejos como, por ejemplo, los que comentaba del seminario sobre Hegel,
Comentarios a la poesía de Hölderlin. Para tra- también se destaca su estilo, al considerar el
ducir este ensayo y a un poeta tan profundo contexto, el complejo universo que se refleja
e intenso (que por su parte también había en la obra del filósofo. De otra parte, como
sido traductor, porque había vertido al ale- su estilo era fundamentalmente polémico,
mán la Antígona de Sófocles) se requiere de porque no se limitaba a la reseña sino que
un conocimiento muy preciso y afirmado de reflexionaba sobre la actualidad, alberga tam-
la lengua alemana. bién el inicio de una polémica con Karl
Popper que mantendrá toda su vida.
Gutiérrez reveló una gran comprensión de
En Bogotá - 1993
un intelectual tan complejo como Martin Sin embargo, de todas sus traducciones de
Heidegger, que a pesar de sus equivocacio- esa época la más significativa fue la de la Carta
nes en el campo de la política fue un genui- sobre el humanismo de Heidegger, que se pu-
no pensador, el último representante de la blicaría en el 59 en uno de los “Cuadernos”
gran tradición metafísica, así estuviera lejos de la editorial Taurus, que Gutiérrez había
de considerarse un metafísico. contribuido a fundar en Madrid. Como us-
tedes quizás saben, fue la respuesta a una carta
Además de los ya mencionados Comentarios a que le enviara un estudiante de filosofía que
la poesía de Hölderlin, que fue publicada en le preguntaba por entonces, recién pasada la
1953 en la revista Bolívar, tradujo para los Cua- guerra, cómo sería posible volverle a dar un
dernos Hispanoamericanos, que, como les decía, sentido a la palabra “Humanismo”: Jean
dirigía el poeta Luis Rosales, gran amigo suyo, Beaufret, quien entre tanto es uno de los
La lección sobre la cosa, un fragmento de exége- mejores divulgadores de Heidegger en la aca-
sis de algunas páginas de la Crítica de la razón demia francesa.
pura que luego se publicaría en Ideas y Valores,
la revista de nuestro Departamento de filoso- Otras traducciones, para la colección “Estu-
fía, con el título La cosa. Tradujo también en el dios Alemanes” de la editorial Sur de Buenos
54 para la Revista Bolívar otro ensayo de Aires, que codirigío durante muchos años,
Heidegger: Abandono del ser y errancia y, para la fueron, por ejemplo, Filosofía práctica y Teo-
Revista Nacional de Cultura de Caracas, En poe- ría de la Historia de Hermann Lubbe y una
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ma habita el hombre (unos años más adelante se obra de Judith Janoska-Bendl intitulada Max
publicaría también en la revista Tierra Firme Weber y la sociología del iluminsimo. En la
que editaba en Bogotá Francisco Posada una misma serie editó una muy afortunada selec-
traducción de este ensayo). Para la revista Mito ción de ensayos de Herbert Marcuse (Cultu-
Gutiérrez tradujo otro ensayo de Heidegger: De ra y sociedad), la Dialéctica del iluminismo de
la experiencia del pensar, que se publicó en el Horkheimer y Adorno, así como selecciones
número dos de junio/julio del 55. de los ensayos de Walter Benjamín, Gottfried
Benn, F. G. Junger, Alexander Mitscherlich,
Al año subsiguiente, en el número 10, de oc- entre otros.
tubre/noviembre de 1956, publicó en la mis-
ma revista sus Notas sobre Hegel, que luego También en la revista Mito, ya en noviembre
amplió y volvió a publicar con el título: Hegel, de 1957, publicaría una reseña de la nueva

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edición de las obras de Nietzsche que había
emprendido el profesor Karl Schlechta,
acompañada de un pequeño libro llamado
El caso Nietzsche en el cual aquel denunciaba
La familia Gutiérrez:
las falsificaciones que había emprendido su Marina, Leonor, Martella,
hermana Elizabeth con la complicidad de uno Marliese de Gutiérrez,
de sus últimos discípulos y amigos, el músi- Rita Happle, Michael
Denhoff y Bettina en el acto
co vienés Peter Gast (que no se llamaba así de exaltación como Profesor
sino Heinrich Köselitz pero Nietzsche había Emérito de la Universidad de
bautizado como Pedro el huésped),asunto al Bonn - 1993
que se referiría Gutierrez en un artículo inti-
tulado Otra vez Nietzsche publicado en el borador en Ciudad de México cuando, hacia
número 16 de la revista. 1910, emprendieran ese gran proyecto reno-
vador de la cultura a través del Ateneo de la
Lo anterior nos permite bocetar, así sea Juventud, que congregaría a la generación que
fragmentariamente, una visión de conjunto asumió la tarea de superar el estrecho marco
de la primera etapa en la obra del maestro de referencia del positivismo, que había sido
Gutiérrez Girardot. No quisiera ser muy ex- un poco la ideología legitimante del proyec-
haustivo y no mencionaré los títulos de sus to desarrollista del Porfiriato pero se había
libros más recientes, que son suficientemen- agotado, como don Porfirio mismo y su ré-
te conocidos. gimen, hacia finales de la primera década del
siglo.
Me gustaría terminar subrayando que en mi
opinión lo que más sobresale en la gestión Debo concluir, pues se agotó el tiempo de
tan fecunda del profesor Rafael Gutiérrez que dispongo hoy. Para terminar, quisiera
Girardot fue su profundo y sincero compro- leerles un párrafo de un ensayo que me envió
miso con Colombia y con la América indo- hace 20 años el profesor Gutiérrez y que me
ibero-americana, su intención por rescatar del enorgullece haber publicado en la serie
olvido a las grandes figuras que han ido te- monográfica Argumentos, intitulado Qué
jiendo la realidad y el misterio de la América Universidad para qué sociedad, una contribu-
Latina. Precisamente en uno de sus textos re- ción que le fue solicitada por entonces por
cordará él un ensayo de Alfonso Reyes que lle- los amigos mencionados y a la cual él res-
va como título La equis en la frente y se refiere pondió de inmediato.

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a México como a un enigma. Tal y como lo
representa también un famoso óleo de David El problema se refiere a las relaciones entre la
Alfaro Siqueiros intitulado Nuestra Imagen. Universidad y la Sociedad. Gutiérrez se lo
planteaba de una manera muy contemporá-
Pero ese enigma que es América Latina fue nea por haber sido testigo -y al respecto por
también, desde un principio, desde la Carta cierto que tuvimos en alguna ocasión una
de Jamaica de Bolívar, la patria de la utopía. controversia porque, como en muchas otras
Por eso Gutiérrez recuerda de continuo el cosas, no estaba del todo de acuerdo con él-
texto La Utopía de América del gran maestro de los desarrollos del movimiento estudian-
dominicano Pedro Enriquez Ureña (1925). til de mediados de los años sesenta en Ale-
De la misma manera que siempre evocará mania y era conciente de algunas consecuen-
permanentemente a Alfonso Reyes, el com- cias no muy positivas del mismo, seguramen-
pañero y “amigo fraterno” de aquel, su cola- te porque, como se lo dí a entender en esa

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ocasión, asumía la posición de profesor afec- hispánicos es necesario demostrar a esas so-
tado por la insurgencia juvenil, pues se daba ciedades que el saber científico no es compa-
cuenta que estaba en peligro una institución rable con un dogma, que es esencialmente
tan sensible a los cambios apresurados como antidogmático; que el provecho inmediato
la universidad, cuya problemática debe ser del saber científico no es reglamentable ni
tratada con mucho tacto, con mucho cuida- determinable por ningún grupo de la socie-
do. dad, sino que surge de la libertad de la inves-
tigación, de la libertad de buscar caminos
Porque cuando los tecnócratas neoliberales, nuevos, de descubrir nuevos aspectos por vías
que ni siquiera saben hablar castellano, asu- que a primera vista no prometen resultados
men la dirección de la educación pública, traducibles en términos económicos; que, fi-
ponen en peligro la soberanía nacional. Por- nalmente, el saber científico y la cultura no
que, como lo hemos venido experimentan- son ornamentos, sino el instrumento único
do en los últimos años, en el país se están para clarificar la vida misma del individuo y
introduciendo paradigmas para dirigir -y en de la sociedad, para ‘cultivarla’ y, con ello,
realidad desorientar- los desarrollos de la edu- pacificar y dominar la violencia implícita en
cación superior que no se fundamentan en la sociedad moderna burguesa, esto es, en la
una genuina reflexión sobre nuestra realidad. sociedad en la que todos son medios de to-
dos para sus propios fines, en la sociedad
Gutiérrez iniciaba esa reflexión consideran- ‘egoísta’”.
do una universidad “que se acomodara a las
exigencias de la democratización de la socie- Al considerar que una de las condiciones sine
dad sin por ello descuidar o pervertir su tarea qua non, inherente a la vida del espíritu, ha
y su misión”, y planteaba que esta rede- de ser la honestidad, la disciplina, el trata-
finición de las relaciones entre la sociedad y miento serio, riguroso y responsable de los
la universidad sólo sería posible en socieda- problemas y las ideas, quisiera reiterar que
des como las europeas, caracterizadas por una esto es lo que ha de significar para nosotros
larga tradición universitaria y científica, es el ejemplo de su vida y su obra, lo que nos
decir, como decía, “en sociedades en las que enseña su actitud y su esfuerzo tan genuinos:
ha existido una auténtica relación con la su paciencia, su laboriosidad, su compromi-
Universidad y en las que la institución uni- so. De todo ello podemos extraer valiosas
versitaria ha tenido un estatus social es- enseñanzas que nos permitan abandonar el
pecial, propio de su tarea, a su función y al “rastacuerismo”, las actitudes parroquiales, el
papel que juega el saber en dichas socieda- rencor y la simulación, tan frecuentes en nues-
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

des”. tro medio. El contacto con su obra ampliará


nuestro horizonte y nos abrirá a la esperanza.
Pero agregaba que este no sería el caso de las Nos hará concientes de la magnitud de la cri-
sociedades hispánicas. “En ellas no hay que sis por la que estamos atravesando y nos pro-
definir de nuevo, ni siquiera definir por pri- veerá de medios para reconocerla, para pen-
mera vez esa relación. En ellas hay que crear- sarla con acierto y, eventualmente, superarla.
la, es decir, poner de presente la significación Hoy, más que nunca, resulta impostergable
vital de la Universidad para la vida política y el sereno pero implacable ejercicio de la crí-
social, para el progreso, la paz, y una demo- tica, sobre el cual se pronunciara Kant con
cracia eficaz y no solamente nominal. Con absoluta radicalidad cuando decía que la ra-
otras palabras: para establecer una relación zón sólo concede su respeto a lo que puede
entre Universidad y Sociedad en los países soportar su examen público y libre.

14
Presentación
José Hernán Castilla *

E
ste nuevo número especial de la revista Aquelarre reúne una selección de textos escri
tos por Rafael Gutiérrez Girardot sobre temas y autores colombianos, textos que, con
excepción de una breve nota sobre un prólogo de Rafael Maya aparecida en Cuader-
nos Hispanoamericanos y una correspondencia privada, han sido ya publicados en Colombia.

Los trabajos recopilados en la presente edición de Aquelarre son estudios breves de diverso
carácter -artículos periodísticos, ensayos, registros bibliográficos- que constituyen, e incluso
representan, auténticos exponentes de la manera publicística de abordar por el autor aspectos
concernientes a la realidad política, social y cultural del país.

Aunque corresponden a las diversas épocas de su trayectoria intelectual, esta veintena de


texos no sólo revelan la dedicación y la seriedad con que trabaja un gran maestro, sino de-

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


muestran efectivamente con cuánta fuerza y exigencia rigurosa, pasión y certera acción
orientadora y polémica intervenía siempre el profesor y el crítico literario Gutiérrez Girardot.

Los materiales aquí reunidos permitirán, eventualmente, al lector retomar obras insustituibles
para la comprensión y el análisis riguroso de las estéticas literarias y la historia social de la
literatura hispanoamericana, contenidas en el ensayo fundamental que es Modernismo de
Gutiérrez Girardot; esto es, medir el verdadero alcance de su lección magistral frente al per-
tinaz “olvido de lo nuestro” latinoamericano: “lo ‘nuestro’ -como decía él- que está por des-
cubrir y valorar y situar adecuadamente dentro de la cultura, filosofía, historiografía, juris-
prudencia, literatura, crítica y hasta prosa de los países de lengua española o más concreta-
mente, frente a las fanfarronadas de España”. Entre esos aportes hay que citar, indudable-
mente, los ensayos sobre narradores y poetas colombianos titulados: “José Fernández de

* Filósofo Universidad del Rosario. Miembro del Consejo Editorial de Aquelarre

15
Andrade: un artista colombiano finisecular frente a la sociedad burguesa” (en José Asunción
Silva, Obra completa, edición de Héctor Orjuela, París-Buenos Aires: Colecc. ALLCA, Archi-
vos, 1992); “La vorágine: su significación para las letras de lengua española del presente siglo”
(incluido en Cuestiones, México: F.C.E., 1994); el dedicado a “La poesía de Fernando Charry
Lara”, y asimismo, “Entre la retórica y la transparencia, dos poetas colombianos: Álvaro Mutis
y Aurelio Arturo”, recogidos ambos en su libro Heterodoxias (Bogotá: Taurus, 2004), para
citar tan sólo los estudios más destacados en su ocupación con autores nacionales.

Los textos compilados siguen el orden cronológico, según la fecha de aparición de las revistas
y los periódicos en donde fueron publicados por primera vez. Al final de cada texto el lector
podrá encontrar información concerniente a la procedencia de los ensayos.

Los editores confiamos en que esta octava edición de la revista Aquelarre que se entrega al
público universitario colombiano y de habla española, representará una valiosa sugestión
para cuantos deseen penetrar en el significado genuino de la obra crítica del autor: Pues
sabido es que, “los medios de discusión en nuestro mundo son el silencio y, si pueden, el
castigo callado” que encontró en Colombia Rafael Gutiérrez Girardot.

* * *
Los agradecimientos de los que debemos dejar constancia son, el primero, para doña Leonor
Gutiérrez de Happle, prima hermana del profesor Gutiérrez Girardot, quien nos confió foto-
grafías inapreciables de su álbum familiar. Parte del trabajo de la digitación de los textos,
corrió a cargo de la señorita Ximena Perilla Espinosa, a quien también le estamos reconoci-
dos. Tras emprender la selección de las reseñas bibliográficas, artículos y ensayos de Gutiérrez
Girardot, y asimismo teniendo en cuenta las inevitables limitaciones de espacio, nos propu-
simos como tarea pedagógica ofrecer al público lector al menos una muestra sugerente de sus
abundantes referencias críticas. En particular las interpretativas de índole literaria, y otras
cuestiones y disquisiciones suyas con relación a la historia y el acontecer sociocultural colom-
biano. Con harto fundamento sospechamos del amplio interés para incorporar estos disper-
sos materiales y la acogida que en adelante pueda tener, en nuestro medio académico, esta
otra forma de lectura que enseña Rafael Gutiérrez Girardot. Porque incluso aún -como escri-
be P. Henríquez Ureña sobre Alfonso Reyes- “Debajo de sus complejidades y sus fantasías,
sus digresiones y sus elipses, se descubre al devoto de la noción justa, de la orientación clara”,
en todo caso, al exponente de “la razón, educada en la persecución de la verdad, dispuesta a
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

no descansar nunca en los sitiales del error, a no perderse entre la niebla de las ideas vagas, a
precaverse contra las ficciones del interés egoísta, es luz que no se apaga”.

16
Sobre Guillermo Valencia

U
na justa valoración de la
obra poética de Guillermo
Valencia, propuesta por el
poeta Rafael Maya en el prólogo a una
antología de la obra de Valencia *, ha
provocado no pocas protestas y ha dado lu- En primer término, después de dejar clara-
gar a una serie de respuestas airadas. Maya, mente sentado que Valencia tuvo gran vigen-
director de la revista Bolívar, de Bogotá, por cia social y política; que siempre se mantuvo
haber vivido intensamente el clima espiritual dentro de los marcos de la ortodoxia religio-
en que Guillermo Valencia desarrolló su obra, sa y política; que a pesar del encumbramien-
tiene, como pocos en Colombia, un profun- to a que llegó, nunca dejó su habitual senci-
do conocimiento de la obra que hoy ha veni- llez y hospitalidad, Maya enjuicia de modo
do a criticar con tanta nobleza y serenidad. general las repercusiones de su tránsito por
Pues al lado de los reproches y de los juicios la historia colombiana. “No marcó huella
menos favorables al mito de Valencia, abun- profunda en la política nacional, ni legó a su

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


dan los párrafos de reconocimiento del valor partido o a la República el beneficio de una
humano del popular maestro de Popayán. De reforma fundamental, ni siquiera de una pá-
su largo estudio, no publicado en la edición gina doctrinaria de valor perdurable”. La exi-
citada -los parientes del poeta retiraron la gencia de Maya tiene, en efecto, plena justi-
edición-, siete breves apartes merecen citar- ficación. De Valencia, aparte de la obra poé-
se, pues son la señal de un clima de crítica tica, sólo queda un recuerdo y no pocas anéc-
literaria objetiva que en Colombia, y en ge- dotas. La causa de esta escasa actualidad del
neral en Hispanoamérica, ha venido pidién- maestro se halla en el hecho de que Guillermo
dose desde hace ya tiempo, sin que hasta aho- Valencia “supo crearse su propio mito en
ra se hayan resuelto a darle actualidad. vida”, aunque sin extravagancias y sin vana

*
El prólogo en mención titulado “Guillermo Valencia” está recogido en: Rafael Maya, Obra crítica. Selección de Cristina
Maya, vol. 2, Bogotá: Ediciones del Banco de la República, 1982.

17
heroicidad. La fascinación que su personali- revisa los tópicos que en torno a Valencia han
dad ejercía era aprovechada en beneficio del ido acumulándose, sino que, en el fondo, hay
acrecentamiento de su prestigio y poder. Y, un anhelo de replantear el problema de la
en segundo lugar, concluye Maya, porque historia literaria colombiana. Valencia fue el
“buena parte de su actividad mental arquetipo de una especie de intelectual que
la gastó en pequeñas luchas polí- hoy no se conoce en Hispanoamérica sino
ticas..., ya literarias o con suje- muy desdibujadamente. Toda la curiosidad
tos que osaron censurar algu- por las cosas del espíritu y la fidelidad a su
nas de sus poesías”. Parte del vocación literaria le presentan como hombre
mito Valencia es la leyenda por sobre todo humano. Y los errores por él
del humanismo. Maya, ate- cometidos, las omisiones de que está llena su
niéndose a la obra escrita y pu- actividad intelectual, los vicios de que adole-
blicada de Valencia, se limita a ce, sólo comprueban que la época que vivió
comprobar que no tiene la obra Valencia y la sociedad que lo encumbró no
que lo sitúe al lado de los grandes hu- supieron responder adecuadamente a los es-
manistas colombianos, como Caro, Cuervo tímulos espirituales que encarnaba el Maes-
o Suaréz. Su prodigiosa memoria le permitía tro. Por sobre el juicio que Maya da de Va-
repetir páginas enteras de autores de lenguas lencia como hombre y poeta, puede
vivas y muertas “sin conocer a fondo más que entreverse un juicio más severo sobre la so-
el francés”. Pero un gran poder de síntesis y ciedad colombiana y la historia cultural de
una brillante imaginación eran en Valencia aquella época. Reducida a sus verdaderos lí-
facultades que antes que humanista le colo- mites, la obra y la persona de Guillermo Va-
can al lado de los grandes conversadores. Fue lencia quedan como un símbolo. Nada más
precoz, continúa Maya, pero ello trae consi- quería hacer Maya al escribir su prólogo. Lle-
go buen número de limitaciones al lado de var hasta sus últimas consecuencias y mos-
las ventajas. trar su discordancia con la realidad de las afir-
maciones que la crítica literaria colombiana
Guillermo Valencia fue poeta parnasiano. ha tejido en derredor de una obra.
Esta es la verdadera clasificación, pese a lo
que de simbolista o romántico hay en algu- “Sobre Guillermo Valencia” se públicó en la revista Cua-
dernos Hispanoamericanos, núm. 37, Madrid, enero de
nos de sus mejores poemas. Con todo, no 1953, p. 77-79.
obstante el excesivo cuidado exterior, plan-
tea problemas de carácter social, histórico y
humano que lo apartan del “parnasianismo
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concebido como pura estética formal”. Su


poesía es una poesía cerebral. Es “la laborio-
sidad y lenta concreción de ideas que la cul-
tura va depositando en su inteligencia y que
el poeta desprende luego de la corteza cere-
bral”. Por este aspecto, Valencia es el testi-
monio de una época. En él prenden todas las
corrientes espirituales de los últimos treinta
años del siglo pasado.

El juicio de Maya es riguroso, pero hecho con


cordialidad y objetividad científica. Y no sólo

18
Cómo leer a Tomás Carrasquilla

E
l detallado libro de Kurt Levy sobre estilo de novela. Y hacer resaltar las diferen-
la vida y obra de Tomás Carrasquilla, cias es el primer paso para llegar a sus pecu-
que tanto material pudo aprovechar, liaridades. En realidad, todo enunciado lite-
y los muchos artículos laudatorios que regis- rario sobre un autor que se agote en la com-
tra su bibliografía, con excepción del exce- probación simple de un “ismo”, es estéril y
lente de Eduardo Castillo, conducirán a una externo a la obra literaria misma.
discusión algo bizantina sobre la pertenencia
de la obra del maestro antioqueño a una es- Tomás Carrasquilla es, ciertamente, un au-
pecie de género novelístico, pero, en medio tor regionalista. El concepto “regionalismo”
de la estéril discusión, harán olvidar el rico es demasiado vago, de modo que la misma
contenido literario y la forma artística de sus calificación podría darse a un Tomás Mann,
obras. cuyas novelas de la primera época, la más fa-
mosa entre ellas, Los Buddenbroocks, está he-
Toda clasificación sirve sólo de provisional cha con el material de su región, más aún, de
ayuda a un trabajo, es un trabajo previo y su ciudad natal, Lübbeck; más aún: de una
clase social de su ciudad. Regionalista sería,

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orientador, que pierde su función cuando se
ha examinado el contenido y la forma de una también, un Robert Musil, quien tomó,
obra. Así, pues, puede tener valor la afirma- como material de sus novelas, tanto de la pri-
ción de que Tomás Carrasquilla es un autor mera, Las confusiones del pupilo Törless, como
costumbrista; o la otra, de que sobrepasa los de la más importante de la literatura alema-
límites del costumbrismo para convertirse en na actual, El hombre sin propiedades, su ciu-
el precursor de la novela regionalista hispa- dad natal, Viena; más aún: una clase social
noamericana; o la otra de que Carrasquilla es de Viena. Regionalista sería también el gran
el Galdós colombiano o de que puede tener novelista austríaco Heimito von Doderer en
semejanzas con Dickens, etc., etc., pues tal todas sus novelas, que tienen por material su
afirmación establece una comparación, que ciudad natal, Viena, y acontecimientos pre-
puede servir para hacer resaltar, no las seme- cisos, reales, regionales de Viena en un de-
janzas, sino las diferencias de la obra de terminado período de su historia. ¿Qué dife-
Carrasquilla dentro de una especie, género o rencia entonces el “regionalismo” hispano-

19
americano, el de Tomás Carrasquilla, del re- trumentos se sirve Carrasquilla para descri-
gionalismo europeo, y por qué no se llama a birlos, o cómo se relacionan en sus novelas el
estas novelas “novelas regionalistas”? Sería carácter y la situación, y, en fin, qué sentido
demasiada necedad la de dar a la palabra “re- tienen estas relaciones para el propósito de
gión”, cuando se aplica a la novela hispano- Carrasquilla de hacer resaltar alguno de esos
americana, un sentido valorativo, es decir, elementos, etc., etc.
hacerla equivalente de “provincial” o “pro-
vinciana”, con todas las consecuencias que No menos importante es tener en cuenta, y
esto trae, pues sería tanto como definir los justamente en Carrasquilla, el problema fun-
géneros literarios sobre la base del material damental de la estética contemporánea: el de
nacional; un procedimiento que no cabe en la relación con la realidad. En este punto es
la ciencia literaria, porque ésta considera la en el que sería útil la comprobación de que
obra literaria primera y esencialmente como Carrasquilla es un novelista “regionalista”,
obra de arte y los géneros literarios pues en la explicación de la forma como
como actitud del configurador Carrasquilla trata y utiliza la realidad “regio-
artístico ante el lenguaje y ante nal”, se puede ver y medir la fuerza del crea-
el objeto, pero independiente- dor literario. Es evidente que semejante es-
mente del objeto. De otro modo, tudio tiene varios aspectos, de los cuales el
la poesía de los “poetas malditos”, que se podría llamar sociológico no puede
por ejemplo, habría de llamarse ser necesariamente el primero. Antes que éste,
“poesía alcohólica”, no simplemen- y justamente como base de todos los demás,
te “poesía”. Y si se aplica semejante se encuentra el aspecto literario, o más exac-
procedimiento a la llamada novela tamente: el de la estructura de la obra.
histórica, sería preciso decir enton-
ces que cada novela de este género de- El mismo Tomás Carrasquilla ha dado indi-
bería llamarse más bien, “novela re- caciones sobre su obra, que en la bibliografía
volucionaria”, “novela pacifista”, “no- se han pasado olímpicamente por alto y que
vela tradicionalista” -los clasificadores inven- son de excepcional importancia para exami-
tan cualquier nombre- etc., etc. Si se acepta nar su obra dentro de las corrientes literarias
el nombre, “novela regionalista” para Tomás hispanoamericanas y occidentales del presen-
Carrasquilla, entonces debe hacerse solo te. Entre las más importantes, vale la pena
como hipótesis de trabajo, como una entre mencionar dos que están en relación: la que
varias más, y lo mismo cabe decir de las otras dice que sí se puede novelar la vida provin-
calificaciones arriba mencionadas. Es decir: ciana, porque cualquier cosa es objeto posi-
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que la clasificación indica una sola cosa: que ble de novelar, justamente la vida insignifi-
Tomás Carrasquilla noveló su región. Para se- cante de la provincia, lo más pequeño y apa-
mejante comprobación solo basta leer sus rentemente lo menos heroico, como mu-
novelas. Pero dicha comprobación no dice chas de las vidas que Carrasquilla noveló. Es,
nada sobre lo esencial en toda la novela como pues, una confesión de “realismo” o de senti-
obra de arte: sobre la estructura de la narra- do concreto de la literatura, en oposición al
ción, sobre la naturaleza misma de la novela, seudo-romanticismo reinante en la novela
es decir, si la novela es de caracteres, novela hispanoamericana del siglo XIX y de comien-
de situaciones -para servirse de la división de zos del XX. Es, por otra parte, una confesión
E. Muir, The Structure of the novel, Londres, literaria, no una simple observación. Se piensa
1947-, y si es novela de caracteres, cómo es- en la tendencia de la novela europea moder-
tán constituidos esos caracteres, de qué ins- na, precisamente la que ha escogido como

20
materia la vida simple y cotidiana con todas de esto, la referencia de Carrasquilla sirve para
sus decadencias y sus ridiculeces, sin que por invalidar la falsa idea de la “espontaneidad”
ello pierda calidad artística la obra. La mis- de su prosa. Es una espontaneidad hecha, es
ma tendencia que hace que los novelistas, una espontaneidad que no denota “intui-
antes de escribir una novela, hagan estudios ción”, al estilo de un romanticismo popular,
históricos y se empapen de la realidad, como hoy nuevamente en boga, sino “exactitud”,
si fueran a escribir no una obra de ficción, “conocimiento”, precisión, conciencia.
sino un libro científico. Federico de Onís,
cuyo prólogo sigue siendo lo mejor que se ha Se puede leer a Tomás Carrasquilla como a
escrito hasta ahora sobre Carrasquilla, ha lla- un cronista ameno o como a un escritor o
mado la atención sobre la capacidad de creador. Lo primero es falso, por lo menos,
Carrasquilla para transfigurar esa realidad, es inadecuado. Lo segundo revelará un Tomás
decir, sobre la gran fuerza artística creadora Carrasquilla como novelista y escritor de pri-
del novelista antioqueño. En este tema de la mera calidad en la literatura hispanoameri-
transfiguración de la realidad -dando al vo- cana y no menos en la literatura europea. La
cablo transfiguración el sentido de magia que referencia a esta literatura, que Carrasquilla
tiene- en donde se vería cómo la clasificación conoció y apreció, no solo se podría agotar
de Carrasquilla como novelista realista, re- en la simple comprobación estéril de influen-
gionalista o costumbrista es absolutamente cias, sino que tendría que buscar cómo
un desacierto. El mismo material regional da Carrasquilla desarrolló con su propia expe-
al lenguaje -uno de sus poderes de transfigu- riencia y con su capacidad artística los prin-
ración sería, por ejemplo, el humor y la iro- cipios de la novela europea tradicional. Se
nía-, un elemento transfigurador más. La otra trataría de ver, pues, el puesto que cabe a
observación se refiere a lo que se podría lla- Carrasquilla en la historia de la novela mo-
mar método de trabajo y que, por la gracia derna de ascendencia europea. Para este es-
con que la hace Carrasquilla, parece haber tudio no dejaría de ser interesante el conoci-
pasado inadvertida. Carrasquilla llama a sus miento de la biblioteca del sediento lector
manuscritos “mapamundis”. Puede ser que que fue Carrasquilla. Si bien es cierto que
él mismo haya agregado algunos croquis a bastaría conocer la novela europea, aun la
sus manuscritos y que se refiera a estos cro- moderna, para encontrar que hay en
quis de la región -los mapas serían un argu- Carrasquilla sorprendentes semejanzas con
mento más a favor de la afirmación de que los novelistas europeos o de tradición euro-
Carrasquilla no ha copiado pasivamente la pea, que indican un mismo origen y que, para

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realidad, sino que la ha estudiado para confi- juzgar a Carrasquilla muestran una fuerza y
gurarla y transfigurarla-, pero es más posible
que se refiera a las correcciones que él solía
hacer en sus manuscritos, al trabajo de pulir
la prosa, que muchos han creído “espontá-
nea”, inmediata. Nada de esto ha esclarecido
el trabajo de Levy. No se conocen las versio-
nes de diversas páginas de una misma obra,
que darían luces del trabajo de Carrasquilla
en una prosa. Esta tarea correspondería a una
verdadera edición crítica hecha sobre la base
de los manuscritos, y de ser posible, con re-
producción de muchos de ellos. Pero aparte

21
una personalidad creadora como hasta ahora ve una concepción de elementos del lengua-
no ha tenido la literatura hispanoamericana. je, especialmente del ritmo, de la fuerza ex-
Esta afirmación se podrá encontrar exagera- presiva, si se quiere: del color. Pero hay una
da. Baste pensar, empero, en que la obra de razón artística, que obedece a leyes puramente
los llamados “indigenistas”, el “panfletarismo” del arte, por la cual algunos grandes escrito-
de un Icaza, por ejemplo, la novela de la re- res se sirven de los regionalismos, y que no
volución mexicana, las obras de un Ciro Ale- es, simplemente, el puro deseo de dar a la
gría, tienen mucho de periodismo (los pri- obra “color local” y de hacerla más verosímil
meros), o menor calidad literaria (Alegría), y autóctona. Los regionalismos son la expre-
que Carrasquilla, y de todos modos, no es- sión de un defecto en la lengua madre y, por
tán situados con independencia ante los estí- otra parte, de la vida misma del lenguaje. Su
mulos ideológicos y ante los modelos litera- uso hace más flexible a una lengua, la extien-
rios de que se sirven. No es éste el caso de de, le da ritmo y representación más ricos, la
Carrasquilla. Y si para dar el juicio se le com- hace más móvil y más capaz de expresar una
para con Mallea o Agustín Yáñez, sería pre- vida real igualmente rica. Para juzgar ese uso
ciso concluir en que los dos también están bastaría pensar, comparativamente, en la for-
sujetos muy fuertemente a los modelos de mación de la lengua literaria de algunos paí-
que se sirven. Carrasquilla desarrolló, se sir- ses europeos del siglo XIX, especialmente del
vió, claro, de principios; y la independencia alemán, que recibió, ya desde la Ilustración,
grande ante los modelos de sus lecturas se las influencias de las lenguas de los países
puede ver en el hecho de que tiene partes en vecinos y, sobre todo, las propias de los dife-
los que aún no ha encontrado la forma, ade- rentes dialectos. Un Johann Peter Hebel, el
cuada a SU concepción, lo mismo que en gran poeta del dialecto badense, se ejercitaba
cada novelista europeo, un Dickens, para ci- con el latín y al alemán culto le dio dos fuer-
tar un ejemplo. No sucede esto en los arriba zas que aprendió en el uno y en el otro. No
mencionados: en ellos se advierte tras su obra sólo hay que tener en cuenta las palabras, sino
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un modelo, una ley externa a la obra, y cuan- el cuerpo todo del lenguaje, enriquecido por
do hay partes débiles, se debe a una falla igual- dialectalismos o regionalismos, que son los
mente externa o un defecto del modelo. que hacen vivo un lenguaje. El gozo y la flui-
dez de la prosa de Carrasquilla deben mucho
Sería, en fin, digno de atención el lenguaje de estas virtudes al uso de sus regionalismos.
“regional” de Carrasquilla; no, empero, para La prosa castellana gana en ritmo, esto es, en
tomarlo como ejemplo de “peculiaridades” vida, en fuerza expresiva, sin dejar de ser cas-
hispanoamericanas, sino más bien para ver tiza y castellana.
en el uso que él hace su relación con el len-
Bonn, julio de 1960.
guaje. Los regionalismos o americanismos no
son simplemente adherencias, aceptadas lue- “Cómo leer a Tomás Carrasquilla” se publicó en Lecturas
go por la academia purificadora. En ellos se Dominicales, (suplemento de “El Tiempo”), Bogotá, 31 de
julio de 1960, p. 1, 2.

22
Una tentativa de “historia social” en Colombia

E
l ensayo histórico de intención lite- respectos, la diferencia formal, primeramen-
raria es cada vez menos frecuente en te, el estilo de los dos historiadores, y, en se-
la historiografía hispanoamericana gundo lugar, la diferencia en detalle de los pro-
contemporánea. La especialización de los es- blemas históricos y sociológicos de las dos na-
tudios históricos que evidentemente exige el ciones. Basadre, partiendo de la imagen del
aparato crítico y el tratamiento sistemático y Perú utópico y de las fuentes renacentistas e
en detalle, la micro-historiografía, permitirá, indianas que la alimentan, interpreta el curso
es cierto, cuando llegue a su perfección, un histórico del Perú independiente y republica-
conocimiento justo de las sombras en que aún no como la contraposición entre el “país pro-
andan largos periodos de la historia hispa- fundo”, es decir, el país “auténtico” e “ideal” y
noamericana. Pero la formación de una con- el país “inauténtico” de los intereses del grupo
ciencia histórica requiere el ensayo, al que des- político y social. En Basadre el pasado incaico
graciadamente el historiador suele renunciar juega un papel importante en la configuración
a favor del instrumento crítico. Trazar con pro- de esa imagen. Morales Benítez, en cambio,
sa fluida y a grandes rasgos el perfil de un acon- pinta en el carácter de Miranda, el criollo, y
tecimiento o un personaje, sin descender a la Casa León, el español aristócrata, la misma
novelería a lo Emil Ludwig o la vulgaridad contraposición desde el nivel de la historia
seudo-sicológica a lo José Arturo Cova, es una mestiza de Colombia. Pero lo que en Basadre
tarea necesaria para dar a los resultados de la es utopía ideal se llama en Morales Benítez el
ciencia histórica una validez política y nacio- “héroe”, la personificación de tendencias his-
nal. Muchedumbres y banderas de Otto Mora- tóricas y sociológicas de un antagonismo his-
les Benítez (Ediciones Tercer Mundo, Bogo- tórico social en el “héroe” y el “antihéroe”, va-
tá, 1962), recoge ocho ensayos históricos en ría necesariamente el acento y la sustancia de
la acepción rigurosa del término que por una la interpretación y, si se quiere, del modo de

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de sus tesis centrales (la decisiva participación comprender la toma de conciencia nacional,
del pueblo en la historia nacional), constituye porque los dos polos son en Basadre sólo apo-
el equivalente a la monografía histórico- so- yos del conocimiento y principios
cial del peruano Jorge Basadre (La multitud, hermenéuticos, de donde resulta la utópica
la ciudad y el campo en la historia del Perú, Lima, meta platónica, en tanto que en Morales
1929), y por su intensidad apasionada a otra Benítez esos dos polos son formas concretas
obra del mismo autor (Meditaciones sobre el que poseen carácter ejemplar. El peruano as-
destino histórico del Perú, Lima, 1947, y varias pira a elaborar el punto arquimédico desde el
ediciones recientes), aunque en éste el nivel que pueda pensarse una filosofía de la historia
literario es inferior al del colombiano. de su nación; el colombiano, en cambio, es
un moralista en el sentido clásico del término.
Justamente, el tercer capítulo de Muchedum- Por eso el peruano da a su ensayo el tono de
bres y Banderas pone de relieve, en diferentes tratado breve, mientras que el colombiano

23
acentúa el carácter de ensayo con la prosa El primer ensayo, que por su carácter
aforística, tan preferida por los moralistas clá- interpretativo se diferencia de los demás,
sicos. Con excepción de los dos primeros en- podría convertirse en un trabajo de mayor
sayos, el resto del volumen lo componen “en- ambición, de un género apenas cultivado en
sayos ejemplares”, que en ocasiones recuerdan Colombia: el de la historia social, combinan-
algunas apasionadas páginas de Rivarol, y cuya do los métodos de Bernhard Groethuysen
relación con el acontecer nacional se cristaliza (como en su obra Los orígenes de la conciencia
en el héroe: “El héroe concentra en sí aquello burguesa en Francia), y de Max Weber (La
que nos permite pensar en la proyección de ética protestante y el espíritu del capitalismo), y
una raza” (pág. 199). concentrando la exposición a ciertos temas
referente al “ethos del trabajo”, que están ya
De este enunciado fundamental para la inter- esbozados con suficiente claridad en tal ca-
pretación histórica de Morales Benítez resulta pítulo introductorio. Sin duda alguna cabría
el “pathos” del que están penetrados sus ensa- aprovechar el material ya catalogado por Rivas
yos pues el moralista no sólo describe, sino que Sacconi en su libro El latín en Colombia. Bos-
incita. Para él el conocimiento es instrumento quejo histórico del humanismo colombiano, y
que ha de mover la voluntad, y la historia no es que, aun en el citado libro de Rivas Sacconi
sólo objeto de comprensión sino de creación, se halla completamente inexplotado. Sin
es decir, es historia en el sentido clásico, que duda la mucha literatura edificante escrita en
encierra una alta exigencia política: la de esta- latín tiene que ver bastante poco con el “hu-
blecer modelos de moral política e histórica. En manismo” en sentido europeo (¿y hay acaso
este terreno, la prosa con la que Morales Benítez otro sentido?), y sí, en cambio, mucho con la
hace resaltar las líneas y los caracteres del acon- formación de un “ethos ultramundano” so-
tecer histórico, es, también en su acepción clá- bre la base de una escolástica más o menos
sica, retórica, como la que quería enseñar el ortodoxa y que, a diferencia de la “ascética
machadiano Juan de Mairena. La brevedad de intramundana” (M. Weber) del protestantis-
las frases, el período en una palabra, la decisión mo, de la que nació el capitalismo, contribu-
de las afirmaciones, dan a algunas de sus pági- yó a la sedimentación de una estática social,
nas un ritmo apasionado de voluntad de con- que, al llegar a la modernidad, produce el
vicción, no de simple examen solamente. “dualismo estructural sociológico” en que
consiste, según la escuela de Fracois Perroux,
Si por los enunciados de las tesis cabe la com- el tan citado subdesarrollo. Pero esta tarea
paración con Basadre, por la prosa en que corresponde a los estudiosos de la historia de
están formulados y por la intención ética que Colombia, que tienen en el libro de Morales
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los nutre cabe la comparación con ciertos au- Benítez suficientes incitaciones para hacerlo.
tores del expresionismo alemán, movidos por El lector simple se satisfará con meditar so-
igual afán de ejemplaridad y por igual con- bre el generoso ideal moral y con los mode-
cepción de la historia. Con Ernst Toller, por los de actitud política y patriótica que ha tra-
ejemplo. Los paralelos, sin embargo, no pre- zado Morales Benítez con tan saludables pa-
tenden restar originalidad al autor; antes por sión y vehemencia.
el contrario, buscan situarlo en el horizonte
Bonn, enero de 1963.
contemporáneo y poner de relieve su singu-
laridad: la de un ensayista de talento clásico “Una tentativa de ‘historia social’ en Colombia” se publicó
que, con medios modernos pinta los intran- en Lecturas Dominicales, (suplemento de “El Tiempo”), Bo-
quilos y heroicos caminos que ha seguido la gotá, 27 de enero de 1963, p. 6.
historia de una nación en devenir.

24
El ‘Anuario colombiano de historia
social y de la cultura’

D
ifícilmente podrá apreciarse el va e historia predominantemente ideológica,
lor y el sentido del Anuario Colom- que Brunner ha servido de correctivo a la
biano de Historia Social y de la Cul- historiografía heredada de Meinnecke. Si esto
tura, si no se comparan las publicaciones pe- cabe decir de la historia social en Europa, en
riódicas de otros países hispanoamericanos Hispanoamérica, que no ha tenido teóricos
con las pocas que aún aparecen en Colom- de la historiografía de la dimensión de un
bia. El Anuario es no sólo la primera revista Meinnecke, el valor de la historia social es
colombiana, sino la primera hispanoameri- tanto mayor. El profesor Jaramillo titula su
cana que, en su título ya, anuncia trabajo “Esclavos y Señores” con lo cual re-
programáticamente el fomento de un modo cuerda no sólo la famosa dialéctica hegeliana
de historiografía, esto es, el social, hasta aho- del “Señor y Esclavo”, sino el provechoso tra-
ra casi desconocido o descuidado en el mun- bajo de adelantado que para Brasil llevó a
do de lengua española. Es cierto que la bella cabo Gilberto Freyre en su Casa Grande y
revista Historia Mexicana, del Fondo de Cul- Senzala. De capital importancia en el traba-
tura Económica, publica con frecuencia tra- jo del profesor Jaramillo son los apartados
bajos sobre historia social de México. Y es sobre las relaciones amorosas entre dueños y
evidente también que esos trabajos son, en esclavos, las relaciones amorosas extralegales,
su gran mayoría, de inapreciable valor. Sin un punto inédito en la historiografía colom-
embargo, basta compararlos con el que en biana, pero que explica fenómenos tan pro-
este primer volumen publica Jaime Jaramillo fundos como la concepción “familística” del
Uribe, director del Anuario, sobre “Esclavos Eros en la cultura hispanoamericana, o los
y Señores en la sociedad Colombiana del Si- eufemismos y tabúes tan generalizados que

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glo XVIII”, para darse cuenta de que aquí la encubren bajo la máscara dulce de la moral
historiografía social constituye el nervio cen- social al uso un claro “paganismo” real. Jus-
tral del trabajo, y que por la calidad, el ma- tamente, Magnus Morner apunta en su me-
nejo crítico de las fuentes, su sistematización ritorio trabajo que a pesar de los esfuerzos de
y la elaboración de modelos y conceptos, que la Corona y de la Iglesia, los indios –y cabe
ponen en orden y dan sentido finos al rico decir lo mismo de los negros- fueron muy
material, este trabajo puede muy bien situar- superficialmente cristianizados. No menos
se a la altura de los que ha dado a conocer el importante es el trabajo de Demetrio Ramos,
historiador alemán Otto Brunner, adelanta- sobre la Institución del Cronista de Indias,
do de este método en Europa. Sin duda ello cuya importancia para la “autocomprensión”
no quiere decir que antes de Brunner no hu- de Hispanoamérica y para el génesis de for-
biera habido historia social. Más bien signi- mas literarias peculiares dentro de la
fica la afirmación de que Brunner ha sabido historiografía apenas ha sido tratada con hon-
establecer el equilibrio entre la historia social dura sistemática. Menos valiosa, aunque no

25
deja de ser interesante, es la modesta -como páginas y año y editorial, y otros de los que
lo da a entender el autor con el título- “Con- no se sabe de qué siglo pueden ser. Hay obras
tribución a la Bibliografía Filosófica de Co- a las que el bibliotecólogo se digna hacer un
lombia”, de la que es autor el conocido bi- comentario, es decir, usa el procedimiento de
bliotecario o bibliotecólogo Gabriel Giraldo una bibliografía razonada. Sobre otros da
Jaramillo. Aunque su trabajo se llama “con- datos casi familiares, por ejemplo, sobre “Ló-
tribución” a la bibliografía, este no es más gica, fenomenología y formalismo jurídico”,
que un simple catálogo. Una bibliografía -el de Nieto Arteta, etc. Sin embargo, la dile-
instrumento de trabajo indispensable para tante deficiencia de esta bibliografía, para
todo trabajo científico- no es una lista de li- cuya utilización el investigador tendrá que
bros. Sus presupuestos en el autor deben ser hacerla y compulsarla y ordenarla de nuevo,
-y eso falta en este- una delimitación clara no perjudica en nada la altísima calidad del
del concepto de filosofía, en este caso. Esto Anuario. Los documentos que presenta, el
tanto más cuanto que la contribución abarca Informe de Berdugo sobre el estado social y
varias épocas; épocas, por ejemplo, en las que económico de la población indígena blanca
por filosofía se entendía simple meditación, y mestiza de Tunja y Vélez a mediados del
manera de ser o actitud intelectual; épocas siglo XVIII, y el Informe de Anuncibay so-
en las que los temas hoy llamados económi- bre la población indígena de Popayán en
cos se clasificaban entre los temas de filoso- 1512 iluminan aspectos poco conocidos en
fía, y aun los de ciencias naturales. Una bi- los manuales de historia colombiana al uso.
bliografía -aunque se presente como simple Los trabajos del Anuario harán posible el co-
contribución; ¿y no son contribución enton- nocimiento y la elaboración de una historia
ces, los ficheros de la Biblioteca Nacional o colombiana fundada en la realidad, no en
los catálogos de librerías de ocasión?- debe mitos, e impedirán la propagación de tesis
ser, en el caso de la filosofía, sistemática: Ló- ingeniosas, pero sin fundamento en los he-
gica, metafísica, etc. ¿Caben, por ejemplo, las chos, como la que se difunde ahora, de que
noticias superficiales del autor de la biblio- los escolásticos españoles fueron los
grafía sobre José Félix de Restrepo, primer inspiradores de la independencia hispano-
lógico colombiano? ¿Caben en una biblio- americana. El trabajo del profesor Jaramillo,
grafía filosófica las obras sobre derecho de un el de Magnus Morner, en este número, bas-
autor que figura en la bibliografía? Aparte de tarían para convencer que todos esos proce-
estos detalles el trabajo es, desde el punto de sos son mucho más complejos y tienen otras
vista del simple catálogo alfabético, caótico: fuentes y motivaciones. El fácil método de la
Betancourt aparece registrado dos veces, una superficialidad permite no sólo probar, con
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tras Francisco de Paula Barrera; se trata de citas escolásticas esas tesis, sino las contrarias
Félix Betancourt. Otra, esta vez Cayetano, con citas de los enciclopedistas. Donde falta
aparece tras Arroyave, y otra vez entre Barona el suelo real de los hechos, son, en historia,
y Candela. Libros que parecen anónimos todos los gatos de color gris. Ver claro es el
(Logicarum, p. 118) se registran como auto- mérito que se apunta este Anuario no sólo
res: tras Lozano y Lozano. Hay autores espa- para la historia colombiana sino para la cien-
ñoles que sólo han publicado un trabajo de cia colombiana en Europa.
título filosófico en Colombia -que ni en su
patria siquiera son filósofos o valen por tales- Bonn, enero de 1964
y figuran allí, mientras, por ejemplo, artícu- “El ‘Anuario colombiano de historia social y de la cultura’
los de Luis López de Mesa no se encuentran se publicó en Lecturas Dominicales, (suplemento de “El
registrados. Hay libros con indicación de Tiempo”), Bogotá, 26 de enero de 1964, p. 2.

26
Carlos Arturo Torres
y el pensamiento contemporáneo

E
n la historia del pensamiento hispa- ción del pensamiento de Carlos Arturo To-
noamericano contemporáneo, la obra rres. Si se piensa que su concepción central,
de Carlos Arturo Torres ocupa una los “idola fori”, fue una modificada aplica-
peculiar posición. Considerada como tras- ción de la noción de Bacon sobre estas cadu-
plante de una mentalidad inglesa y, tácita- cas, prosaicas divinidades de la sociedad ci-
mente, como subsidiario complemento de la vil, la conjunción de los tiempos y culturas
más eficaz de José Enrique Rodó, no supo en su obra resulta la confirmación de una
verse en ella, por ese prejuicio, la primera característica de la inteligencia americana, la

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formulación de un pensamiento coherente- cual, según Alfonso Reyes, es un crisol de
mente “ilustrado” que, condicionado en apa- diversos “tempos” históricos y lejanas cultu-
riencia por las corrientes filosóficas inglesa y ras. En los Idola Fori de Torres se encuen-
francesa de su época, sólo permite percibir tran, así, la actualización del pensamiento de
su dimensión de futuro desde la perspectiva Bacon, la respuesta a los interrogantes de su
de la filosofía contemporánea. Como la Filo- época hispanoamericana y a la previsión de
sofía del entendimiento de Andrés Bello, los un futuro universal que afecta, por lo tanto,
Idola Fori de Torres fueron respuesta a las a la realidad del Nuevo Mundo. Para un pen-
suscitaciones de la cultura de entonces y, a la samiento semejante -y tal es el caso de An-
vez, anticipado esbozo del desarrollo de la drés Bello- la historiografía filosófica hispa-
razón. En esa situación, es a saber, en la ten- noamericana sólo ha tenido un espacio mar-
sión entre el presente al que respondió y el ginal. Y sin embargo, pese al valor de un Va-
futuro imprevisto, radica la paradójica posi- rona, de un Cornejo, de un Lastarria y, ya

27
la superstición de la fe y la superstición de la
razón; la idolatría de la tradición y la idola-
tría de la ciencia; la intransigencia de lo anti-
guo y la intransigencia de lo nuevo; el despo-
tismo teológico y el despotismo racionalista;
la incomprensión conservadora y la incom-
prensión liberal”.

Con esta frase traza Torres el campo neutral


en el que la razón puede moverse libremente
en su examen de los idola. Es el mismo campo
que, de modo más perfilado naturalmente, ha
trazado hoy la escuela analítica inglesa para el
más en el presente, de un Alorrini o de un examen de lo que ella llama, con palabra de
Antonio Caso, la evolución de la filosofía significación semejante a la de “idola” y “su-
contemporánea parece dar razón, menos a perstición”, las falacias del lenguaje. Torres
ellos que a Andrés Bello y a Carlos Arturo examina las supersticiones aristocráticas y las
Torres. supersticiones democráticas. Weldon, de la
escuela analítica inglesa, analiza sistemáti-
Efectivamente, por lo que corresponde a To- camente “el vocabulario de la política” para
rres, su posición inquebrantablemente poner de presente las falacias que se ocultan
antidogmática -no por eso exenta de pasión en él. Para éste, el material es el vocabulario,
por la rectitud de la razón y las exigencias del para Torres el criterio que determina las con-
conocimiento- equivale en sus principios al cepciones. Pero, guardadas las proporciones de
postulado riguroso de la fenomenología época y de trabajo sistemático, el camino que
husserliana que reclamaba del pensamiento siguen el inglés y el colombiano es el mismo:
una aproximación desprevenida “a las cosas El de la razón desnuda.
mismas”, y aunque Torres no se propuso ela-
borar sistemáticamente ese principio y, por En fin, este phatos con el que Torres defiende
lo tanto, solamente se limitó a enunciarlo, lo la pureza de la razón, con el que afirma ince-
cierto es que los párrafos en los que lo enun- santemente su antidogmatismo, constituye
cia se leen como un reiterado programa de también un elemento esencial del pensamiento
iniciación en la ciencia estricta de la filosofía contemporáneo: Acosado por las exigencias de
que Husserl pedía. No sobra subrayar que este las supersticiones, éste se ha visto obligado a
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parentesco no pretende borrar las fronteras rechazar cualquier compromiso que no sea el
que separan al uno del otro: El peso no asi- de su propio derecho al antidogmatismo, a la
milado en muchos casos de cientificismo en crítica y al juicio que desenmascara.
Torres, lo coloca, en muchos puntos, en el
extremo opuesto de las intenciones del Desde otra posición cabrá reprochar su apa-
fenomenólogo. Sin embargo, el colombiano rente frialdad. Pero no cabrá negar la antici-
nunca cayó en el pecado de convertir la cien- pada modernidad de la obra filosófica de
cia natural en la clave de todo el saber filosó- Carlos Arturo Torres.
fico. Y fue éste equilibrio el que le permitió
elaborar su análisis de las supersticiones de la “Carlos Arturo Torres y el pensamiento contemporáneo”
se publicó en: Boyacá a Carlos Arturo Torres. Opúsculo pre-
sinrazón humana. “Hay -dice- el fanatismo
parado por Eduardo Torres Quintero. Tunja: Ediciones Casa
de la religión y el fanatismo de la irreligión, de la Cultura, 1967, págs. 79 – 81.

28
Un caso complejo

E
n uno de sus Artículos de costumbres, za elegante y delicada adquiría su mano para

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publicados en 1883, se burla Ricar- bordar sobre un teclado uno de esos tejidos
do Silva del obseso lenguaje del co- aéreos de Mozart! Solloza a Schubert, canta
mercio que, al parecer, ha invadido por esa y sueña con Mendelssohn, brilla y gime con
época lo que el costumbrista llama el “estilo Chopin, vibra y arrebata con Rubinstein...
del siglo”. La realidad social que se refleja en Sentada al piano, moviendo el arco de su vio-
ese artículo contrasta aparentemente con la lín, haciendo gemir un oboe o las cuerdas del
descripción que de la atmósfera de la socie- arpa o el tiple, cantando bambucos con su
dad bogotana de esa época hace el escritor voz delicada y justa, componiendo trozos
argentino Miguel Cané en la figura de una como El alba, que es una perla, siempre está
dama de apellido Caicedo Rojas, de quien en la región superior del arte”. En cambio,
dice que “tiene la intuición maravillosa de con menos entusiasmo un comandante fran-
los grandes maestros... ¡Con qué solemne cés observaba, por la misma época, que “la
majestad traducía a Beethoven! ¡Qué ligere- fatuidad de los bogotanos sobrepasa a cuan-

29
torio Colombiano, La Lira Granadina y tan-
tas hojas de breve vida y empresas editoriales
que alcanzan a llegar, ya entrado el siglo pre-
sente, a las Ediciones Colombia en 1925. Pero
es evidente que la formación de este público
reducido y luego más amplio responde a las
aspiraciones e ideales de aquellos grupos li-
terarios que inspiran las revistas, es decir, son
el producto y a la vez el eco que reclama, de
esa semi-cultura de “gravedad sentimental y
católica tan especiales”. Su expresión es una
literatura trivial, es decir, aquella que recoge
y expresa con aparente sublimidad la
sentimentalidad precaria, la superficialidad
to es posible imaginar. No habiendo salido provinciana, las formas habituales de esa so-
jamás de su tierra, se figuran de buena fe que ciabilidad familiar, lo cotidiano y común de
su capital es la ciudad más hermosa del mun- esas relaciones sin mundo que por la desme-
do y la llaman la nueva Atenas... En la vida sura de su limitación provocan la ilusión del
ordinaria, los hombres dicen estupideces, jue- mundo de que carecen.
gan, hacen revoluciones y manejan tendu-
chos. Las mujeres no hacen sino dormir y A esta Bogotá de domestico romanticismo
comer dulces... no sale jamás de sus casas sino llega Julio Flórez hacia 1887, a los veinte años,
para ir a la iglesia. Esta vida sedentaria las y encuentra en un grupo literario que se ha
embrutece y engorda de tal modo que pare- llamado de la tercera generación romántica,
cen verdaderos fardos. Los bogotanos afirman La gruta simbólica, el ámbito para su forma-
que son muy fieles; en tales condiciones esto ción y su ejercicio de “lirida inmortal”, para
nada tiene de extraño”. dar vuelo a “su musa fértil, sollozante, cre-
puscular”, como dice Eduardo Carranza.
Estas citas dejan entrever el perfil de la socie-
dad bogotana en el último cuarto del siglo Por los temas predominantes en su poesía: la
pasado: las de Cané y el comandante francés muerte, el poeta solitario, la tumba, el amor
Gabriac, dos aspectos de la misma desmesu- frustrado o engañado, las imprecaciones des-
rada cursilería social y cultural; la de Ricardo esperadas a Dios, la veneración a la madre,
por el talante amargo y por la nostalgia, se
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Silva, el transfondo económico de esa


semicultura irracional, sentimentaloide y suele considerar a Flórez como poeta román-
menos que provinciana. Con otras palabras: tico y sentimental. Por su presunta incultura
estas dos notas caracterizan la paulatina for- y por la facilidad de su talento, se lo califica
mación de una elemental alta burguesía, a la de poeta popular. Paradójicamente, su méri-
que otro viajero francés de entonces, to consiste en que no es un poeta romántico
D’Espagnat, atestiguaba “una gravedad sen- y en que si no fue un poeta doctus, sí tuvo al
timental y católica tan especiales”. Importante menos una cultura del verso que nada tiene
en este lento proceso social es la formación, que envidiar a la supuesta maestría de un
igualmente lenta, de un público para la cul- Guillermo Valencia o, antes, a la de un José
tura: reducido, primero, a las tertulias Eusebio Caro. Estilísticamente, el frecuente
santafereñas, se extiende luego a las revistas empleo de los encabalgamientos y los expe-
como El Mosaico y más tarde La Fe, El Reper- rimentos que, en algunos casos delatan el

30
intento de seguir por las huellas de José Asun- que pecan de ese defecto, pero no son los más
ción Silva, que en él estos procedimientos y populares, sino los que pretenden responder
la variedad de su métrica reflejan una inten- a las exigencias estéticas de las letras de en-
ción fundamental: la retórica y, en otro sen- tonces, como El cóndor viejo o los dos sonetos
tido, el acercamiento del verso a la canción. A Bogotá. En cambio los breves poemas de
Poemas como Ego sum, Flores negras, Reto o intención irónica como Dios premia a los re-
Cuando lejos, muy lejos, podrían comprobar beldes o El ateo y aquellos en los que canta,
esta afirmación. Pero este carácter estilístico con resentimiento, o con amargura o despe-
es el que corresponde a los motivos y talan- cho la baja vida de la ciudad, el amor vendi-
tes de sus poemas y el que los despoja de la do, las noches de pasión, las escenas íntimas
atmósfera romántica que tienen habitual- de ambigua galantería, nada tienen de sollo-
mente ellos. Pues los temas de la muerte, del zante y crepuscular y constituyen, para la li-
amor engañado, de los celos, de la madre, las teratura, el punto de partida para un desa-
imprecaciones a Dios, las evocaciones rrollo propio y realmente autóctono, que ésta
nostálgicas del cementerio, son fundamen- no supo aprovechar. Efectivamente, estos
talmente retóricos en el sentido de que cons- poemas descubren el rico mundo de la ciu-
tituyen los sentimientos habituales, cotidia- dad, es decir, la vida sentimental y fantástica
nos y por lo tanto gastados que caracterizan en la que se mueven sus habitantes. Ellos can-
la mentalidad “de gravedad sentimental y tan y a la vez describen la topografía sicológica
católica tan especiales” de la sociedad de su de la capital y en general el tejido anímico de
tiempo. Son pues sentimientos vacíos, ade- que está compuesta Colombia. Flórez es para
manes sentimentales, el sustituto de una pro- Bogotá y para Colombia lo que para Buenos
fundidad de la vida que no tuvo, ni podía Aires y la Argentina fueron, con algunos
tener, la semi-cultura de aquella época. Por matices, Evaristo Carriego y Almafuerte. Y si
este carácter no romántico y por su cultura resulta posible juzgar con más exacto criterio
del verso, es Flórez justamente un poeta po- la obra trivial de los argentinos y no así la de
pular: porque expresa, pues, con destreza rít- Flórez, ello se debe a que los impulsos que
mica sentimientos básicos de una sociedad desataron Carriego y Almafuerte fueron apro-
trivializada. Son sentimientos que determi- vechados por un Jorge Luis Borges, en tanto
nan la actitud humana tanto de la inauténtica que en Colombia, tras el mundo real descu-
aristocracia como del pueblo en todos sus bierto por Julio Flórez surgió la obra de arti-
matices. ficio y simulación de Guillermo Valencia.
Mientras Flórez cantó desde un determina-

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Desde la perspectiva presente, esta poesía “de do lugar en un determinado momento y con
musa sollozante y crepuscular” podría mere- sus características reales, Valencia fingió des-
cer el reproche de sentimentalidad vulgar. Son de el lugar y el momento hasta el leguaje y la
efectivamente muchos los poemas de Flórez cultura. Aunque Flórez pasa por ser poeta

31
inculto y provinciano, lo cierto es que Va-
lencia lo fue en mayor grado, justamente por
su afán de no serlo y por el escenario de car-
tón de que dispuso para ello. Las canciones y
los versos de Julio Flórez siguen aún de boca
en boca como una creación anónima del pue-
blo, en tanto que el parnaso doméstico de
Valencia se ha esfumado con el coro bullan-
guero que lo glorificó. La perduración en el
pueblo de la poesía de Julio Flórez indica que
aún todo el pueblo espera la terminación del
período de la cultura de la simulación, que
encarnó Guillermo Valencia, para que se siga
por el camino de su descubrimiento que
Flórez apenas insinuó.

“Un caso complejo” se publicó en la revista Ideas y Valores,


núm. 30-31, Bogotá, enero de 1968.
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32
La literatura colombiana: Mito y realidad

S
obre la literatura hispanoamericana de les, pero ya se sabe a qué obra condujo ese
cía con rigurosa discreción Pedro criterio, a Ricardo León, a su rimbombante
Henríquez Ureña que su historia “debe engolamiento, al pastiche de los clásicos del
escribirse alrededor de unos cuantos nombres Siglo de Oro.
centrales: Bello, Sarmiento, Montalvo, Martí,
Darío, Rodó”. El juicio del Maestro de Amé- La literatura colombiana obediente a seme-
rica, pronunciado en 1925, no fue entonces jante modelo anquilosado, ni siquiera fue
parcial ni se fundó en voluntarios olvidos de rimbombante ni engolada: fue modestamente
los muchos nombres que vienen a la mente provinciana, arrogante, servil, de ingenio
para complementar, con generoso fervor pa- doméstico, defectos que se resumen en el fa-
triótico, la reducida lista de las cumbres, y moso soneto de Don José Joaquín Casas so-
que luego, en sus Corrientes literarias en la bre la Z castellana y en el asordinado estrépi-
América Hispánica (1945) citó con breve y to de su verso final: “mi Z castellana, la pro-
justa caracterización. nuncio porque me da la gana”. Eran un ges-

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to, una actitud y una ideología, pero más que
En la lista falta y con razón, el nombre de un todo una secreta nostalgia las que se mani-
colombiano. Quizá porque Henríquez Ureña festaban en tan aplaudido soneto, recitado
puso su atención en obras renovadoras y en por el castizo vate de capa española ante en-
personalidades continentales, en autores que tusiasta público oficial por los años 40, los
articularon diversos momentos de la concien- años en que la literatura hispanoamericana
cia histórica de la América hispánica. De ese había conocido obras de tan decisiva impor-
tipo de escritor carece la historia de la litera- tancia como la poesía de Neruda, la novela
tura colombiana desde la Independencia y de Mallea, el ensayo de Alfonso Reyes, por
pese a Silva, esa carencia se hace notar de sólo citar tres nombres al azar, que, junto con
manera más ostensible desde el Modernismo. los esfuerzos epigonales -pero meritorios- de
las efímeras vanguardias colombianas habían
La literatura colombiana ha merecido los elo- transformado las nociones de literatura en
gios de los académicos y casticistas españo- Hispanoamérica.

33
de las vanguardias europeas de los poetas es-
pañoles del 27, del otro Neocasticismo.
Vallejo había creado un lenguaje, Lugones y
Herrera Reissing, Darío, Huidobro, Hidal-
go, Borges habían creado un lenguaje, pero
para los poetas colombianos, el Norte seguía
siendo la Metrópolis peninsular. Lo siguió
siendo hasta el punto de que años después,
cuando Jorge Zalamea tradujo a S. John Perse
-una de las primeras traducciones a lengua
extranjera y una de las más fieles y logradas-
este cayó en el olvido meritorio de lo extra-
vagante.

La impermeabilidad de la literatura colom-


biana frente a lo producido o consagrado por
fuera de la metrópoli peninsular ha sido ad-
Con todo, sería injusto e históricamente fal- mirable por su absurda pertinacia suicida.
so recurrir a este ejemplo para subrayar la nota Esta ha sido justamente la que ha impedido
academicista y castiza de la literatura colom- la creación de una literatura nacional, la que
biana. Sería tanto como desconocer que, ade- ha creado el mito de que una literatura na-
más de León de Greiff o del estridente Luis cional es una literatura variadamente costum-
Vidales de Suenan timbres no había surgido brista. Este mito es típicamente castellano,
ya por los años de las glorias castizas oficiales producto del largo y vergonzante proceso de
-consagradas por la autoridad de Antonio la decadencia española desde el siglo XVIII,
Gómez Restrepo- el “piedracielismo”, que se desde el siglo en el que las fuerzas de la Ilus-
discutía a Huidobro y que se conocía a poe- tración europea fueron neutralizadas por los
tas hispanoamericanos, hoy olvidados, como supuestos Ilustrados españoles, por un Feijoo
el peruano Luis Fabio Xamar, por sólo citar o por un Jovellanos, el que en sus poesías
un ejemplo. Con todo, esto acontecía en las proclamaba la supresión de la propiedad pri-
sombras, y aunque los “piedracielistas” cau- vada y en sus informes de privado real recha-
saron entonces asombro y fueron un escán- zaba por peligrosa la difusión de las ideas ilus-
dalo para los que oficialmente seguían consi- tradas. Pero si se hace caso omiso del hecho
derando que la poesía tenía una función de que el tipo Jovellanos prefiguró con sus
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edificadora moralmente o que un buen cas- defectos y con sus mediocres virtudes al Ge-
tellano era el que se retorcía para incrustar neral Santander, cabe preguntar: ¿Qué tiene
uno que otro giro del siglo dorado español, que ver este mito peninsular -resucitado en
no deja de sorprender que solamente en Co- el 98 por la Generación ficticia del mismo
lombia la renovación de la poesía se hizo a la nombre- con la realidad latinoamericana del
sombra y bajo la invocación de un movimien- siglo presente? Entre el recoleto provinciano
to español. José Joaquín Casas que en contra de todos
los argumentos polémicos, americanistas, de
El “piedracielismo” fue, en última instancia, un Sarmiento o de un González Prada, de-
un Neocasticismo, que venía “quedo y sua- clara solemnemente su voluntario
ve” -para citar variando a Gerardo Diego- tras castellanismo y los entonces escandalosos
la máscara modernizante y pasada por aguas poetas de “Piedra y Cielo”, existe en la litera-

34
tura colombiana una irritante continuidad. la leyenda y el superlativo y con el calificati-
Su norte es la lejana Castilla, un lugar y un vo de Don, o el eximio de Maestro. Leyen-
paisaje extravagantes en una América sin ol- da, superlativo y título constituyen una uni-
mos y sin la luz y los pastores enlutados de la dad. Del Maestro Valencia, por ejemplo, se
oscura patria del tenebroso Felipe. difundió la leyenda de que había conocido a
Nietzsche personalmente, de que conocía
El secreto castellanismo de la literatura co- idiomas, lo que contribuyó al superlativo le-
lombiana no se manifiesta solamente en el gendario, expresado por uno de sus admira-
rechazo del conocimiento de lo extranjero, dores bogotanos, según el cual Valencia era
en su recoleta provincialidad. Hay reaccio- mejor poeta que los simbolistas franceses.
nes ante lo extranjero en Colombia que son Con sus ademanes, su leyenda y sus superla-
tan paradójicas como las que se observan en tivos ¿cómo negarle el título de Maestro? No
España. Unamuno, por ejemplo, arquetipo se requiere un análisis sereno de su obra ori-
recalcitrante del castellanismo, reclamaba la ginal -un examen de sus traducciones resul-
europeización de España -en pleno siglo XX taría aniquilante- para comprobar su leyen-
!!!- pero al mismo tiempo rechazaba todo lo da, sus superlativos, sus ademanes de mele-
europeo en nombre de un casticismo que sólo nudo cacique y su título son un mito que en
podía formular con conceptos europeos. Con nada corresponde al valor de su literatura.
todo, sería exagerado comparar las calidades Recitativa y superficial, su poesía no dejó
de los productos: Unamuno es discutible, huella en ningún poeta hispanoamericano de
pero Fernando González sólo provoca una alguna generación posterior, como es el caso
interrogación atónita. de Lugones con su Lunario sentimental, de
Herrera y Reissing o de González Martínez.
El que pasa por ser un filósofo de montañera Y no sólo eso, su regencia dictatorial impuso
originalidad recibió su impulso creador de la el silencio en torno de quien, como León de
“meditación” ante anécdotas culturales de Greiff, sí admitía, con ventaja, -sin leyenda,
Roma. Nada de lo que él escribió sobre esos sin superlativo, aunque con el merecido tí-
mármoles cabe comparar con el ensayo de tulo de Maestro- parangón con la más hon-
Valéry sobre Leonardo, y no porque Valéry da vanguardia de la literatura europea de en-
sea francés, sino porque Fernando González tonces, con un expresionista como Gottfried
era un patético repetidor de tópicos de terce-
ra mano sobre el tema, porque el resultado
de sus meditaciones cabe resumirse en un

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gesto admirativo. Posiblemente, Fernando
González hubiera puesto en tela de juicio su
propia fama si sus lectores no lo hubieran
empujado a creer seriamente en la importan-
cia de sus interesantes ocurrencias. Pero sus
lectores sólo esperaban de él -y sólo esperan
de cualquiera- que sus ocurrencias fueran
interesantes, y nada más. Más allá de lo fu-
gazmente interesante queda para los lectores
colombianos, al parecer, el reinado de lo ex-
traño, de lo extranjero, de lo colombiano. Y
el peso intelectual de que carece, lo suplie-
ron en este, como en tantos otros casos, con

35
minos, pero sigue actuando con la misma
fuerza nociva con que actuó la interesadamen-
te creada por Valencia para su propia gloria.

Y sigue siendo castellanista en el sentido de


que al tiempo que rechaza el conocimiento y
la confrontación con las letras europeas, es-
pera su reconocimiento de algún pre-
mio español o de algún juicio
balbuciente y pastichoso como el de
un Günter W. Lorenz, el gacetille-
ro europeo totalmente descono-
cido en Europa y, quizás, por eso,
más jubilosamente cortejado en
Hispanoamérica. Esta obsecu-
encia -ejemplar sobre todo en Co-
lombia- destaca otro aspecto de las
letras “nacionales”: no sólo un
provincianismo irritante y un descono-
cimiento radical de la vida literaria
Benn por ejemplo, quien de mundial, sino la carencia de medi-
manera diferente a Rilke, no sucumbió das críticas y de criterios de juicio.
a los embates del tiempo. En el caso de Va- Estas no surgen espontáneamente, sino que
lencia -pero no sólo en el suyo: piénsese en se forman en el conocimiento y la discusión
Ismael Enrique Arciniegas, en Mario Carva- de las literaturas en otras lenguas. La gran
jal- el público y las instituciones colombia- crítica alemana de la Ilustración, la teoría dra-
nas confundieron la literatura universal con mática de Lessing, surgió de una discusión
la plaza de un municipio y a Homero o a con las doctrinas del teatro clásico francés.
Baudelaire con el bronce del campanario Sólo en un conocimiento tal y en una discu-
parroquial. El truco permite colocar al letra- sión crítica cabe perfilar lo propio, deslindarlo
do cacique por encima de todo. de lo ajeno y sentar medidas.

La situación hoy no ha cambiado esencial- En la literatura colombiana -si se exceptúa la


mente. Han muerto los vates y los bardos, excepcional figura de Sanín Cano- la relación
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pero han surgido los nadaístas -vates y bar- con la cultura extranjera ha sido de tímida
dos de un hippismo que no tuvo lugar- y han dependencia o de gesticulante campaneo, o,
surgido los valiosos ensayos de una nueva en no pocos casos, de municipal resentimien-
poesía y una nueva literatura, que sin em- to. Valencia conoció personalmente a
bargo no puede negar que su esperanza y su Nietzsche -al menos esa es la insostenible le-
impulso cuentan con la curiosidad general yenda- pero ¿qué huellas dejó Nietzsche en
ante cualquier línea escrita por latinoameri- su obra, aunque fueran huellas de razonado
cano despertada por el “boom”. Casi sin ex- rechazo? Cuando hubo la moda de Rilke en
cepción, esta literatura es epigonal, y no sólo Colombia, este -que venía en traducciones
eso: ha llegado tarde. Vive, pues, de un mito, dudosas de Buenos Aires- contaba en la ca-
se alimenta de una falsa esperanza. Su leyen- pital santafereña con su exclusivo adminis-
da, sin embargo, sólo ha variado algunos tér- trador, pero ¿qué huellas dejó Rilke en Co-

36
lombia? La moda francesa del estructuralismo de nobles etéreas, como las que pueblan un
revolucionó el lenguaje de algunos publicistas ensayo de tan valiosa información (sin duda
y lo mismo que cuando se difundió la estilís- sin proponérselo) como el de Antonio Gómez
tica, lo estructuralista se convirtió en dogma Restrepo sobre Bogotá (1926).
final, pero ¿quién se preguntó si el
estructuralismo diverso y contradictorio me- Pero no es necesario recurrir a tan viejos do-
recía la veneración o si no era, como dice de cumentos para llamar la atención sobre el
Foucault el marxista Pierre Vilar, simplemen- pertinaz monarquismo de a centavo que si-
te un delirio? Semejante relación con lo eu- gue caracterizando a la sociedad colombia-
ropeo y extranjero es naturalmente sólo un na: basta hacer un análisis de contenido de
reflejo de la sociedad, de su presión monár- las páginas sociales de nuestros grandes dia-
quica, de sus normas de nostálgico feudalis- rios para darse cuenta de que, por encima de
mo. El que en el siglo pasado no fue criollo, los apellidos, el modelo monárquico sigue
a imagen y semejanza del costumbrismo es- determinando la motivación de todo ascen-
pañol, se sentía caballero o descendiente de so social. La familia Pataquiva -para decirlo
algún Grande de España. En este aspecto re- con nombre simbólico- venida a más, gra-
sulta significativo comparar una novela como cias a turbias circunstancias que suelen lla-
Amalia de Mármol con De sobremesa, de Sil- mar “desarrollo”, cifra su personalidad en el
va, provenientes del mismo ámbito social de registro de una fiesta o de algún aconteci-
la “aristocracia”: en la obra del argentino se miento en la página social, con la misma asi-
echan de menos los blasones hidalgos de an- duidad y con el mismo detalle con que lo
tepasados españoles, sus valores son republi- sigue haciendo cualquier Miguel de Germán
canos, los méritos que se enuncian son cul- Ribón. Contra lo que suele decirse, este he-
turales; en la interesante novela del colom- cho no es democratización; es simplemente
biano (que trata de un problema semejante uno de los más perceptibles síntomas del sus-
al que discute Martí en Amistad funesta), es tancial monarquismo de la sociedad colom-
justamente un blasón el que preside la char- biana. Y ese monarquismo se manifiesta en-
la, y el rostro del melancólico personaje está tre otras cosas en la literatura. Así como los
descrito de tal manera que recuerda los clisés príncipes, marqueses, condes de la sociedad
con que la literatura peninsular pintaba a sus colombiana son ficciones, son nobleza de
hidalgos. Sin las intenciones hedonistas del guayaba o aguapanela, son estéril zarzuela,
Modernismo, la sociedad colombiana y su así también la literatura que produce esta
reflejo forzado, se ha llenado de princesitas, sociedad es simulación, al menos y sin duda,

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37
en sus grandes figuras. Como los nobles de parroquialmente excéntrica es la que hace de
zarzuela provinciana, la literatura que ellos la literatura colombiana un mito. No deja de
admiten y hasta cultivan no se atreve a la con- ser significativo que las dos grandes novelas
frontación con lo auténtico, con la verdade- colombianas del presente siglo, La vorágine y
ra nobleza (vano empeño hoy), con Europa, Cien años de soledad, nacieron en el exilio: la
pero tampoco con la realidad circundante. una, lejos de la metrópoli, en Sogamoso y en
Todo se queda en un seudocriollismo, que, contacto con la realidad, la otra en México.
como Gutiérrez González con el maíz (bajo Ninguno de los dos ha cultivado la leyenda,
muy tardía inspiración neoclásica española), y a ninguno de los dos cabe dar el título de
cultiva la emoción por el cuchuco. Pero una Maestro. Por encima del título engolado -
literatura nacional no tiene que ver nada con León de Greiff lo considera diferentemente-
el cuchuco. estos tres colombianos de la literatura uni-
versal son simplemente escritores, no prínci-
Bajo la presión del monarquismo sustancial pes simulantes y simuladores, no fantoches.
de la sociedad colombiana, se han invertido
los términos, se han desplazado todos los “La literatura colombiana: mito y realidad” se publicó en
Estravagario (Revista Cultural de “El Pueblo”), núm. 6, Cali,
acentos, se han falsificado todas las medidas.
2 de marzo de 1975, p. 1, 6.
Y esa realidad histórica de una sociedad
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38
Sobre una antología

T
oda Antología es cuestionable, si de
antemano no se explican detallada y
claramente los criterios que han ser-
vido para la selección. Para esta excelente y
útil compilación, Andrés Holguín apenas los
ha insinuado en el prólogo: aunque no cita a
Bousoño y a Dámaso Alonso, se inscribe él
en esa corriente seudomística que, sin esfuer-
zo alguno, afirma la indefinibilidad de la
poesía y para conocerla se hunde en el en-
cantador engaño de la intuición. Sentadas
estas inseguras premisas, el crítico o el
antologista puede construir un aparato
terminológico, como el extravagante de la gusto merece considerarse como memorable.
estilística de D. Alonso y Bousoño para de- En dos puntos esenciales de su prólogo cita
mostrar la objetividad de su intuición, o lo Holguín a Bergson y a Dilthey, como si des-
que es más sincero, como en el caso de An- de entonces la teoría literaria no hubiera co-
drés Holguín, confesar sin más que su crite- nocido autores más certeros, desde Valery
rio es muy personal. Pese a que Holguín ha- hasta Steiger y Brooks o Wimsat, por no ci-
bla de “lirismo”, de “rigor estético” y de otros tar las discusiones sobre la teoría poética de
términos de género parecido, lo que él pre- los grandes líricos del siglo pasado sobre
senta no es una antología crítica sino un su- Hölderlin, sobre Schlegel y Novalis, sobre
mario comentado de la poesía colombiana Coleridge, por ejemplo, y que le hubieran

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desde 1874 hasta 1974, que según su buen permitido formular su tesis de manera más
plausible, si no -lo que resulta inevitable-
ponerla en tela de juicio y aclararla como lo
que es: inconsistente opinión de eso que se
suele llamar persona culta. Con esto no se
trata de provocar por millonésima vez una
discusión sobre si la poesía es “definible” o
no. La pretensión escolástica y escolar de for-
mular respuestas a toda clase de preguntas y
problemas a la manera del catecismo Astete
ha dejado de ser, hace tiempos, una necesi-
dad primaria de la filosofía. Las definiciones
como “la poesía es...”, la “filosofía es...”, la
sociología es...” nunca han estado al comienzo

39
de una reflexión sobre el tema, sino al final, que concluían los modelos vigentes enton-
como conclusiones resumidas del análisis y ces, esto es, la generación del 27 de España,
la elucidación. El problema de si la poesía es con su supuesto gongorismo y los residuos
“definible” o no es un seudoproblema, como de la Vanguardia. Considerada esta concep-
la solución que suele dársele y que se resume ción (que ejemplifica Cote Lamus) en su con-
en esta frase del prólogo: “La intuición esté- texto histórico, el descubrimiento de la me-
tica es mejor guía que todo razonamiento, y táfora atrevida y la reducción de la poesía
se convierte, en última instancia, en supre- a ella implicaba primeramente no una sim-
ma forma de conocimiento”. Eso es una ple cuestión de estética literaria, sino un sig-
seudorespuesta. nificativo gesto de alcance indirectamente
social y político y que cabe resumir con una
Desde la torre del místico, la selección de los fórmula de la sociología, el gesto de la inno-
poetas y dentro de ellos de sus poesías me- vación. Dentro de esta innovación -para se-
morables carece de auténticos problemas. Al guir con el ejemplo de Cote- resultaba ape-
menos de dos problemas fundamentales: el nas lógico el que se modificara la temática,
de la crítica y el de la historia. La crítica y el es decir, el que se recibiera todo tema que
análisis se reducen a impresionismo, ni si- fuera “nuevo” por su tratamiento y que no
quiera llegan a una modesta interpretación. aparecía en la gozosa generación que prece-
La historia queda fuera completamente: en dió a ésta de “Mito”. Podría ser el tema viru-
ninguna de sus formas conocidas puede traer- lento en Hispanoamérica del erotismo, sus-
se a cuento, aunque es evidente que una an- citado en Gaitán Durán por la lectura de
tología de poesía que abarca cien años tiene Bataille, o el de la muerte, que sugirió Rilke,
que tener en cuenta las diferentes concepcio- como en Cote Lamus, pero que tanto en el
nes de lo que fue la poesía, y que no puede uno como el otro caso resultaban extraños,
satisfacerse con designaciones problemáticas tanto por lo atrevidos (al menos en Gaitán)
como romanticismo o surrealismo o muchas como porque ellos venían de autores euro-
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más. Las concepciones de lo que es poesía, peos que con el tratamiento de esos temas
de lo que debe ser la poesía dependen siem- respondían, de manera conformista o
pre de normas y valores sociales, pues es una anticonformista, a problemas específicos de
determinada sociedad en su compleja estruc- una sociedad y dentro de una tradición espe-
tura y en su condicionamiento económico la cífica que históricamente muy poco tenían
que impone, por muy variados caminos, lo que ver con la artificial “sociedad” culta de
que debe ser bello, lo que debe ser poesía. Bogotá. El no mencionar siquiera estos he-
chos históricos, le permite a Holguín apun-
En el período que Holguín llama de la gene- tar en sus comentarios líricos (que él consi-
ración de “Mito”, por ejemplo, por poesía se dera, al parecer, análisis) a la poesía de Cote,
entendía lo metafórico, la destreza de crear que tras una determinada evolución él llega
imágenes: era una concepción epigonal, a la a una visión cósmica de la muerte y que en

40
sus poemas, “estos poetas, Gaitán Durán y también una concepción de la figura del poeta
Cote Lamus, vivieron íntima y profunda- y de su puesto en la sociedad, en su determi-
mente su proceso mortal”. nada sociedad. Así el poeta modernista,
caricaturizado en tantas novelas de Hispano-
Aquí hace Andrés Holguín considerables con- américa y España, fue en sus figuras más
fusiones. Favorecidas por las circunstancias, ejemplares, la paradójica combinación de un
esto es, la rilkeana temática de la muerte, es marginado social que glorifica un mundo
decir, un elemento puramente libresco, y por puramente cultural de “aristocracia” dorada,
el accidente que de modo contingente cortó y que resulta tanto más paradójico si se pien-
la vida de Cote Lamus (quien en este sentido sa que ese mundo venía de París por el cami-
nada tenía en común con Rilke a quien no de la literatura, pero también por el de las
malentendió en las traducciones conocidas mercancías, los estilos arquitectónicos, las
entonces), dichas confusiones adquieren el modas, de las que no se escapó la provincia
carácter de evidencia sentimental, que a su siquiera. A falta de monografías sobre histo-
vez equivale a una vacuna contra la crítica. ria de la cultura de ésta, y otras épocas, basta
recurrir a las novelas del tiempo escritas al-
Pero con estas observaciones sumarias sólo gunas con intención documental, casi siem-
se quería poner de presente que la genera- pre autobiográfica, como por ejemplo El mal
ción llamada de “Mito” y ninguna metafísico del argentino Manuel
otra generación, pueden verse Gálvez -o basta recorrer, para
sin tener en cuenta lo que sus citar otro ejemplo casual, las
componentes entendían de fotografías de los banquetes
manera expresa o tácita por de escritores y políticos de
poesía, y que esa com- aquella época (la biogra-
prensión no es sólo es- fía del joven Vallejo por
tética sino que refiere Juan Espejo, contiene
inmediatamente a algunas de comidas
una determinada celebradas en
situación social. Trujillo) para
No en el senti- comprobar
do de ideolo- cómo en los
gía tal como la salones y co-
entiende el marxismo vulgar. Para seguir con medores de cafés y hoteles el marco criollo se

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el ejemplo, en esta generación se repetía una veía sofocado por los estucados y los cuadros
vez más el gesto rebelde del largo romanti- de “gusto” parisiense-. No solamente el gran
cismo, pero no, como a fines del siglo pasa- burgués, era opulento, una cierta “opulen-
do y en la era brillante de la bohemia, como cia” estética, si así cabe llamarla, adornaba las
signo de protesta, sino con intenciones posi- ciudades, los cafés, sitios en que los bohe-
tivas de emancipación: emancipación de con- mios se reunían para soñar, beber y protes-
venciones literarias (del mundo positivo a que tar, y para hacer literatura según determina-
había llegado“Piedra y Cielo”) y de una dos ritos (hechos famosos en las tertulias
emancipación de convenciones morales memorables de cada ciudad capital y capital
(como en Gaitán Durán con su temática del de provincia en todo el mundo de lengua es-
eros). En toda la historia de la poesía, la con- pañola: recuérdese porque las resume a todas
cepción de lo que ella debe ser -transparente grotescamente, la de Luces de Bohemia, de Va-
en el ejercicio mismo de los poetas- implica lle-Inclán) y que ya en la época de la llamada

41
generación de “Mito” habían adquirido otro que con la aparición de la sociedad burguesa
carácter. en su forma ya constituida -esto es desde la
Revolución Francesa- se cumplió el fin de lo
Una antología más aún si se llama crítica, tie- que Hegel llamaba “la poesía del corazón” y se
ne que tener en cuenta estas transformacio- inició el dominio de la prosa (es decir, según
nes, y otras más, de lo que se entiende o en- Hegel, de la reflexión y de la epopeya burgue-
tendió como poesía y como poeta, en una sa, esto es, la novela), porque esto también lo
determinada época, para seleccionar de acuer- observó ya antes que el famoso filósofo, la in-
do con su condicionamiento histórico los teligente y fina Germaine de Stäel y porque
poetas y las poesías desde la privilegiada po- además lo comprueba la historia literaria de la
sición que da la distancia histórica. En este modernidad cada vez con mayor insistencia.
caso la intuición estética no resulta ser la “su- En resumen eso significa que la literatura se
prema forma de conocimiento”, sino lo que ha vuelto cada vez más prosaica, esto es, o bien
es la intuición en general, la suprema forma intelectual o bien trivial. Lo que al parecer
del desconocimiento. La distancia histórica Andrés Holguín llama “lirismo” no es ni lo
no significa en este caso, ni en ningún otro, uno ni lo otro. Y es curioso -sea dicho de paso-
una peculiar forma de senilidad: el anciano que un conocedor de la poesía francesa como
que está de vuelta (y de ida) mira desde el es Andrés Holguín no se haya dado cuenta
trono insolente de sus canas a los que él aven- de esta tendencia que otro conocedor de la
taja en múltiples decenios y comprueba ya misma poesía llamó, en uno de los apuntes
lejos de la batalla, que “cualquier tiempo pa- de su Juan de Mairena la “desintegración de
sado fue mejor”. Distancia histórica significa la poesía”. Otro conocedor de la evolución
que el contemporáneo que se ocupa con uno de la poesía europea, Jorge Luis Borges, ac-
o varios pasados, más o menos inmediatos, tor en España de las emocionadas escenas con
está en capacidad de disponer de un panora- que la Vanguardia quiso mostrar las conclu-
ma de los tortuosos caminos que siempre ha siones de esta evolución general en el mun-
seguido la literatura hasta llegar al presente. do, supo encontrar a su regreso a Buenos Ai-
La distancia histórica es la capacidad de ver res, tras su intensa experiencia y su directo
desde el presente lo que en el pasado tenía o conocimiento de la literatura europea los va-
tuvo carácter seminal -para decirlo con una lores modernos de una poesía como la de
palabra horrenda, tomada del actual lengua- Evaristo Carriego, prosaico cantor de los su-
je de la dominación, el inglés-. Para explicar- burbios porteños. Gracias a Borges, Carriego
lo con ejemplos, o mejor con un ejemplo. ocupa en la literatura argentina el puesto que,
No hace falta recurrir a Hegel para apuntar por eso, ha perdido merecidamente un Guido
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42
Spano. Ocupa el puesto que corresponde his- alcanza siquiera de lejos la riqueza de la ver-
tóricamente al bardo prosador de la barria- sificación de un modernista, Valle-Inclán,
da. Ese puesto corresponde en Colombia a cuya poesía apenas se menciona. A medida
Julio Flórez, al hábil y diestro versificador de que se acerca al presente, la antología se con-
la vida prosaica cotidiana de Colombia, a vierte en un florido santoral lleno de talen-
quien Andrés Holguín no encontró digno de tos, de esperanzas, de milagrosas apariciones.
figurar en una antología de la poesía colom- La concepción que tiene Holguín de la poe-
biana en la que incluyó el soneto La Catedral sía justifica cualquier cosa, así por ejemplo la
de Colonia de Juan Lozano y Lozano. inclusión de la precoz Gloria Inés Arias, cuyo
poema contrasta con todos los intentos, me-
Julio Flórez no tiene importancia solamente jores o peores del contexto en que se encuen-
por su prosaísmo sentimental, que constitu- tra, y que suena a la inocente caricatura de
ye, como en Carriego, una posibilidad de la un Rilke pasado por agua bendita.
poesía moderna (en él, es cierto, sólo como
posibilidad), ni por el caudal de “sentimien- Pese a estas observaciones -a las que podrían
tos” populares -pero no sólo populares- que agregarse muchas más- la antología presta un
un narrador de talento hubiera podido apro- servicio, y quizá el mejor sea el de las obje-
vechar (como lo hizo Borges con Carriego, y ciones que se le puedan hacer a ella desde
también con su poesía), sino también por su diversos ángulos, el de las discusiones que
carácter representativo de un momento de la provoque. Desde el punto de vista puramen-

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historia de la poesía y de la sociedad colom- te histórico-literario y crítico -si se entiende
biana. Su valor no es sólo documental, es tam- la palabra en el sentido amplio que hoy tiene
bién poético. Del mismo modo, Holguín no en la práctica de la ciencia literaria- la anto-
incluyó a Rafael Núñez, cuya poesía, prosai- logía requeriría un tercer tomo complemen-
ca a nivel diferente de la de Flórez, constitu- tario en el que se recupere el trabajo elemen-
ye otra posibilidad de la poesía moderna, tal e indispensable que el autor no hizo, a
apenas tenida en cuenta en Colombia. De pesar de que tuvo los materiales necesarios a
valor es en la antología el haber reducido con- la mano, es decir, bibliografías precisas, con-
siderablemente la selección de Guillermo secuente ordenación de las biografías (mu-
Valencia, quien de no ser por el mito que lo chas de ellas nebulosas) y de las notas a pie
rodea, no merece figurar. Dentro del moder- de página, indicación de fechas de los poe-
nismo, visto en amplitud, fue él un ejemplo mas, y de los libros de los que se han tomado
de asimilación postiza, y su versificación no las piezas elegidas.

43
Y prestaría un servicio considerable, si en una
nueva edición, el autor escribiera un prólogo
más fundado, si recogiera los comentarios lí-
ricos con los que él pretende llevar de la mano
al lector, los convirtiera en auténtica crítica y
análisis y los llevara al prólogo en forma con-
cisa. La inclusión de García Márquez es sin
duda un tributo a la merecida fama mundial
del autor, pero si la justificación que da
Holguín al hacerlo no tuviera el carácter de
excepción, entonces en la selección de Rive-
ra no podría faltar un trozo de La vorágine.
Si tiene carácter de excepción, entonces cabe
concluir que el concepto de poesía del autor
es simplemente un pretexto para la amable
arbitrariedad con la que un diletante con
buen instinto estético recoge un florilegio de
las poesías que él considera bellas y las pre-
senta a un círculo de damas, más o menos
otoñales y más o menos “culturizadas”, para
las que no es indispensable que en la selec-
ción haya auténtico rigor, que tenga en cuenta
la historia y la moderna ciencia literaria. Basta
con que la empresa resulte bonita. Eso tam-
bién tiene su función social: recuérdense los
Salones literarios presididos en el siglo pasa-
do o adornados por damas de los que salió
tanto abogado poeta y hasta presidente de
alguna república. Recordando la inclusión del
soneto de Juan Lozano y Lozano, en la anto-
logía, cabe preguntar al autor de ella: ¿quiso él
hacer también “una mole de encaje”? De tan-
ta arandela le resultó una mole de ilusión. Ojalá
que ella no conduzca a una “parálisis del vien-
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to” De todos modos, “Delante de su fachada”


hay que decir que en el título del “arco ojival
de la portada” sobra la palabra “crítica”.

“Sobre una antología” reseña de Andrés Holguín, Antolo-


gía crítica de la poesía colombiana, 1874-1974, Bogotá: Bi-
blioteca del Centenario del Banco de Colombia, 2 vols.,
1974, se publicó en Estravagario (Revista Cultural de “El
Pueblo”), núm. 9, Cali, 23 de marzo de 1975, p. 5.

44
Figuras imaginarias

M
enos que un libro de tema concluir que estas piezas maestras del Dr. h.c.
sociopsicológico o de teoría de la Estanislao Zuleta nada tienen que ver con
argumentación cotidiana (como Kafka, sino con el “subdesarrollo” latinoame-
el de Erving Hoffman The Presentation of Self ricano. En la conferencia que el epígono del
in Everyday Life, de 1959, por sólo citar un supremo filósofo colombiano Darío Echandía,
ejemplo), estos ensayos constituyen una retrac- esto es, el Dr. h.c. Estanislao Zuleta, pronun-
tación confusamente cifrada de la profesión ció en la Universidad de Tunja en 1983 con
de fe marxista-leninista con la que el Dr. h.c. motivo del primer centenario del nacimiento
Estanislao Zuleta inició su carrera de de Kafka, se encuentran “cantinfladas”, por
multifilósofo. El lector buscará en vano una decir lo mejor, como esta: “La modernidad ha
determinación empírica y teóricamente fun- hecho explotar una cosa nueva en el vínculo
dada de lo que el autor entiende por “idealiza- societario, ha hecho explotar los conflictos más
ción”. La carencia de esta determinación obli- hondos, el conflicto entre los hombres y las
ga a concluir que el autor se sirve de un tema mujeres, ahora lo llamamos feminismo y real-
científico para disfrazar su propia desilusión mente las feministas han hecho el mejor tra-
de su “idealización” del marxismo-leninismo bajo en ese sentido, pero también la rebelión
o, para decirlo más exactamente, de su juvenil tiene mil formas, por ejemplo una for-
epigonismo de György Lukács (en su libro ma negativa: nosotros no seremos como nues-
aparatoso Thomas Mann, la montaña mágica tros padres” (pág. 117). El Dr. Zuleta no es-
y la llanura prosaica, de 1977). Esa retracta- pecifica por qué esa “forma negativa” de la
ción laberíntica influye inevitablemente sus “modernidad” es exclusiva de ella, ni justifica
análisis; como, por ejemplo, los que dedica a por qué y cómo la “modernidad” se puede re-
Kafka (“La Metamorfosis”, págs. 103-114, y ducir a este aspecto. En cambio, prefiere de-
“Franz Kafka y la modernidad”, págs. 115- leitar al lector con su estilo entre doméstico-

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127). Ni del contenido de ellas ni de las notas epistolar y terminológico que en modo algu-
de pie de página cabe deducir que el Dr. h.c. no contribuye a la precisión de lo que quiere
Zuleta conoce los textos originales y las inter- decir. El ensayo o, más exactamente, la confe-
pretaciones más fundadas de Kafka (Heinz rencia “Nietzsche y el ideal ascético” (pronun-
Politzer, Franz Kafka. Parable and Paradox, ciada en la Universidad de Antioquia en 1982)
Cornell University Press, 1962, por ejemplo). es un despliegue de su desconocimiento de la
En cambio se apoya en una monopolista fran- obra de Nietzsche. Ya en la primera página
cesa de Kafka, Marthe Robert (en traducción (pág. 143) cita imprecisamente la famosa obra
castellana), quien domina el texto mucho de su víctima: El origen de la tragedia y el espí-
mejor que el Dr. Zuleta, pero no lo suficiente- ritu de la música. Aunque el Dr. Zuleta haya
mente como para satisfacer las exigencias leído esa obra en traducción castellana, ello
filológicas más elementales. Un mediano co- no implica que el conocedor de Goethe, de
nocedor de Kafka -en sus textos originales y Kafka, de Thomas Mann y de Nietzsche no
de la bibliografía esencial sobre él- tendrá que corrija, en beneficio de una lectura precisa, el

45
detalle aparentemente insignificante del títu- bre Sócrates se remonte con erudición increí-
lo traducido: el original no dice y (und) sino blemente “lorite-menascoide”, es decir, de
del (aus dem) espíritu de la música. Una pági- medio-oídas, a Platón y, sin aducir textos cla-
na más adelante, el Dr. Zuleta recae en su ves, vislumbra apenas y naturalmente de modo
“cantinflismo” y asegura: “la visión trágica de filosóficamente insuficiente lo que Sócrates
la existencia que consistía en aceptar lo trági- pudo significar para Nietzsche: el “hombre
co de la vida y aceptar, al mismo tiempo, la teórico”. Pero en esa confusión parroquial de
vida”. La visión trágica de la existencia no con- que hace gala el Dr. Zuleta, para apuntarlo
siste, evidentemente, en aceptar, sino en fun- acude a la terminología francolátrica y dice:
damentar por qué la existencia es trágica. Y “que en el discurso racional” (pág. 146)
esa fundamentación de Nietzsche es lo que no Sócrates “apunta” ...“como dice Platón en la
comunica el Dr. Zuleta. Otra “cantinflada” Carta Séptima a los amigos de Dión a otro
depara el Dr. Zuleta al lector en la misma pá- hecho”...Con “discurso racional”, con la pala-
gina: “alrededor de ese problema gira el pen- bra de moda, todo suena muy científicamen-
samiento de Nietzsche durante todo un largo te. Y el oyente de la conferencia del Dr. Zuleta
período que cubre desde la primera obra, has- debió de quedar apabullado ante semejantes
ta las últimas”. ¿Tuvo períodos de desarrollo lucubraciones, que ni siquiera se permitieron
el pensamiento de Nietzsche o fue todo su pen- “filósofos” antifilósofos como Fernando
samiento un solo período? Y entonces ¿para González o el gran irreverente argentino
qué hablar de período, que tiene un significa- Macedonio Fernández.
do muy preciso de división de fases -al menos
en el lenguaje de la historia y de la historia de Notas de un mal lector título Borges su irónica
la filosofía? No satisfecho con estos descuidos necrología de José Ortega y Gasset. Sería ex-
meramente “filológicos”, el Dr. Zuleta instru- cesivo decir que el Dr. Zuleta es, como Borges,
ye a sus oyentes indefensos y a sus lectores con un “mal lector”. El Dr. h.c. Estanislao Zuleta
esta noticia: “En lo relacionado a la lógica, me es simplemente un “piadoso lector”, que se
voy a referir a La voluntad de dominio, a uno sirve de los libros y de las conferencias para
de sus últimos textos” (pág. 150). Como lo cargar a sus oyentes y lectores de sus ocurren-
puso de presente Karl Schlechta en la primera cias sobre libros con su triple problema: el de
nueva edición de las obras de Nietzsche su autodidactismo, el de su obediencia a la
(Samtliche Werke, Munich, 1954-1956; no moda (marxismo-leninismo, estructuralismo
cabe esperar del especialista Zuleta que conozca de segunda mano) y el de su importantismo.
la edición de Colli y Montinari), La voluntad Sería falso suponer que este triple problema es
de dominio es una obra compuesta y adereza- exclusivo del Dr. h.c. Estanislao Zuleta. Un
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

da, por suscitación de la hermana, con apun- estudiante hispano ansioso de saber compro-
tes de Nietzsche, a veces falsificados por la bará que las universidades hispanoamericanas
hermana. Para quien trabaja científicamente están excesivamente llenas, tanto como las es-
sobre Nietzsche (universitariamente; y por el pañolas, de Estanislaos Zuletas. El libro del
lugar en el que el Dr. Zuleta dictó esa confe- ilustre Dr. h.c. es, además de un testimonio
rencia es de esperar que haya respondido a esa político personal, una denuncia indirecta y
alma máter), el libro La voluntad de dominio peculiar -e involuntaria- de la miseria apara-
es filológicamente insostenible e implica una tosa de la universidad.
interpretación fascistoide de su pensamiento.
Fundado en textos falsos (sea el citado o las “Figuras imaginarias” reseña de: Estanislao Zuleta, Sobre la
idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos
traducciones, que no indica), no ha de sor- (Bogotá, Procultura, 1985), se publicó en Boletín Cultural
prender que cuando se enfrenta al problema y Bibliográfico, Bogotá, vol. XXIV, núm. 13, 1987, p. 79-
complejo del juicio o juicios de Nietzsche so- 80.

46
¿Panorama? ¿Inédito? ¿De poesía?

E
ste Panorama compilado por Santia-
go Mutis carece de un prólogo o un
epílogo en el que se expongan los cri-
terios de selección de los poemas de cada uno
de los autores recogidos. ¿Se trata de poemas
inéditos que forman parte de una obra en
marcha, o de poemas inéditos que los poetas
no han decidido publicar, o de poemas in-
éditos de épocas anteriores de la evolución
de cada autor y que éste desecha del todo o Mutis es ne-
espera integrar en una nueva serie? Por las cesariamente
fechas colocadas en cada sección dedicada a una antolo-
un poeta puede suponerse que se trata de una gía) conoci-
selección hecha con los diversos criterios das -esto es, la
mencionados más arriba como preguntas. “antología consulta-
Con todo, para poder apreciar el desarrollo da” a los poetas mismos o a la
inédito de la poesía colombiana entre 1970 antología de los poemas prefe-
y 1986, sería necesario justificar la diversi- ridos por grandes figuras de la
dad de criterios y también el lapso que se ha cultura- uno más que, mientras
escogido. Y ello obligaría a un ordenamiento no se sepa cómo y quién eligió
diferente del generacional que, sin duda, ha los poemas, cabría llamar “an-

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


servido de principio a la elaboración del Pa- tología consultada de la poesía inédita” o sim-
norama. ¿Por qué se escogió el cuestionable y plemente “antología de la poesía inédita”. Es
mecánico principio generacional? Como el efectivamente una novedad pero, precisamen-
recopilador no explica los principios que lo te por eso, exige una fundamentación para
guiaron, cabe deducir que el criterio que la novedad no se convierta, antes de ha-
generacional es sólo una suposición; es decir, berse desarrollado, en una especie de direc-
que el compilador se ha guiado por las fechas torio y muestrario de los poetas y sus pro-
de nacimiento de los poetas, lo cual es una ducciones y en una antiantología y aun
considerable abreviatura de la noción de ge- antipanorama (el panorama se guía por las
neración. cumbres y abarca sólo muy difusamente el
resto; no es un mapa) en donde se registra a
Pese a ello, el Panorama agrega a los tipos de “todos los que son”. ¿Pero se encuentra en él,
antologías (y la compilación de Santiago realmente, a “todos los que son” o creen serlo?

47
¿Cómo captar, para ser fiel al concepto de poeta español. Pero estos y otros ejemplos que
inédito, a los poetas colombianos de ese lap- cabría aducir serían del todo insuficientes
so que por diversas razones -extremo rigor para deducir, confirmando una frase de
consigo mismo, imposibilidad de publicar o Borges, que la literatura de lengua española
de acceder a las empresas editoriales, por (Borges se refiere a la literatura española)
ejemplo- son absolutamente inéditos, pero “siempre vivió de las descansadas artes del
que pueden o podrían ser estéticamente más plagio”. Lo único que cabría decir es que es-
valiosos que los conocidos? La recopilación tos y otros poemas semejantes merecen se-
de Santiago Mutis debería llamarse más exac- guir siendo inéditos y que muchos decenios
tamente “Panorama (o Antología) de los poe- más tarde, cuando se prepare la edición críti-
mas inéditos de los nuevos poetas colombia- ca de la obra poética de algunos poetas que
nos que, en general, ya no son inéditos”. Y recoge este Panorama, estos poemas, ripiosos
entonces cabría preguntar: ¿qué agrega al co- cuando se los considera aisladamente, encon-
nocimiento y valoración de los poetas ya pu- trarán su adecuado lugar en el aparato críti-
blicados en su gran mayoría este Panorama co que reconstruya la génesis de la obra del
de sus poemas inéditos? Un poema inédito respectivo creador. Por esto, todo lo que se
de Mario Rivero, con cuya selección se inau- pueda deducir de la lectura de este Panorama
gura el Panorama, como La balada de maese tiene carácter hipotético, no solamente por-
Villon (págs. 18-22), por ejemplo, obliga a que la obra de estos poetas, especialmente la
concluir que es un homenaje a León de Greiff de los más jóvenes, se encuentra en proceso
que no lo honra, porque León de Greiff es, de configuración, sino porque los poemas
como rubendariano esencial, un poeta que inéditos no son fundamento suficiente -son
practicó la máxima de Darío: “la poesía es curiosidades o ripios, principalmente- para
mía en mí”. Lo mismo ocurre, para citar otro hacer afirmaciones de carácter general. Para
ejemplo, con el poema Estación (págs. 172 y eso sería necesario tener a disposición una
s.) de Jaime García Maffla: es un homenaje antología temática de la poesía publicada que
al Jorge Guillén de Cántico, pero ese ejerci- tenga en cuenta, no sólo para su elaboración
cio guilleniano del poeta colombiano no hon- sino para la elaboración del prólogo o del
ra a su modelo, pues carece del presupuesto epílogo, la “recepción” de la obra de los poe-
intelectual denso que configura la forma del tas escogidos.

Hipotéticamente, pues, cabe afirmar que en


la poesía colombiana del lapso 1970-1986
predominan temáticamente lo autobiográfico
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patente como el amor, la contemplación del


mundo circundante, el Yo mayúsculo. Esto
que podría considerarse como una caracte-
rística esencial de la subjetividad de la lírica
no es en realidad subjetividad sino una for-
ma de narcisismo que, como tal, constituye
no solamente una huida de la realidad sino
una incapacidad de traducir poéticamente la
sangrienta, degradada y confusa realidad co-
lombiana sin caer en ese supuesto “realismo”
verbalmente combativo y eclesial que propa-
gó el Archiduque de la Isla Negra en su can-

48
to de amor al Padrecito Stalin de su Canto tropezará en Colombia con la susceptibili-
general (1950; parte III de la sección Que des- dad y la suspicacia de quienes, muy por el
pierte el leñador). Concomitante con esta in- estilo del figurón castizo, satisfechamente
capacidad de penetrar poéticamente la reali- inculto y grasosamente patriotero que pintó
dad más imperativa e intimidante y condi- Mariano José de Larra en su artículo de cos-
cionada por ella es la incapacidad de confi- tumbres El castellano viejo, convierten su ig-
gurar un lenguaje y formas que expresen la norancia en pilar de la soberanía nacional.
dramática densidad de esa realidad sin hacer Para eso pueden invocar las diversas “teorías”
“poesía política”. La violencia en el siglo XX sobre la “dependencia”, como la que formu-
provocó poemas como Grodek de Georg ló -consecuentemente con su marxismo ele-
Trakl, publicado en 1914, el año de su muer- mental, esto es, aplicando la dependencia
te; España, aparta de mí este cáliz (1939) de económica al campo de la filosofía- hace
César Vallejo y la obra poética de Paul Celan veinte años el Jaime Balmes de la izquier-
(1920-1970), de la que se destaca la Fuga de da peruana, Augusto Salazar Bondy,
la muerte (1952), por sólo citar los ejemplos con su folleto ¿Existe una filosofía de
cumbres. Especialmente en Celan, esta ex- nuestra América? (Siglo XXI). Esta
periencia universal de la violencia lo llevó a y otras teorías de la “dependen-
considerar la poesía como silencio y opaci- cia” parecen no conocer los pro-
dad, como la forma con que la mudez pro- cesos de formación de la especi-
ducida por la violencia se expresa poéticamen- ficidad cultural y de la dinámi-
te. El resultado es una poesía a primera vista ca de la “originalidad”. Pues la
hermética y a veces impenetrable, pero ya el “originalidad” no es posible sin el es-
punto de partida de su poética -esto es, la tudio previo de la “dependencia”; es
expresión de la mudez que causa el espectá- decir, sin asimilar y poner en tela de jui-
culo de las violencias- implica no sólo una cio la “dependencia” no hay especificidad.
confrontación con la realidad sino una busca Los ejemplos mencionados sólo quieren in-
de formas expresivas nuevas y, especialmen- dicar que ha habido y hay una posibilidad de
te, adecuadas para desentrañar serenamente expresar poéticamente la mudez que han oca-
el nudo que está detrás de la violencia. Esta sionado las violencias del siglo XX. En la dis-
mudez no se satisface con los hallazgos (de la cusión crítica con estas expresiones se puede
Fuga de la muerte: “La muerte es un maestro desarrollar la expresión poética de la variante
que viene de Alemania”, con lo cual se refie- de mudez que ha producido en Colombia la
re al genocidio de los judíos por el versión nacional de la violencia universal en

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


nacionalsocialismo, entre otros), de modo este siglo. Pero eso exige que el poeta sea poe-
que la expresión de esa mudez pone perma- ta doctus, que considere la poesía no como la
nentemente en tela de juicio precisamente a simple manifestación de una espontaneidad
esa expresión. Y ese cuestionamiento o del sentimiento, sino como la conjunción de
autocuestionamiento de la poesía -que Ce- espontaneidad y reflexión, de espontaneidad
lan corrobora teóricamente invocando a y cultura que disciplina la espontaneidad y
Mallarmé- excluye la posibilidad de cualquier la impresión, la enriquece y la configura.
forma de retórica tópica.
Los grandes hitos de la poesía colombiana:
No cabe duda de que la mención de Trakl y José Asunción Silva, León de Greiff, Rafael
Celan como ejemplos de una poesía que se Maya, Aurelio Arturo, Jorge Gaitán Durán,
enfrenta a una realidad violenta y que sabe Fernando Charry Lara, Fernando Arbeláez
transponerla a su lenguaje, enriqueciéndolo, (en su segunda fase, especialmente) signifi-

49
caron una “desverbalización” de nadaísta y sus concomitancias políticas y so-
la poesía o, dicho de otra ma- ciales, sino también a los sedimentos que
nera, un deslinde entre poe- dejaron la fascinación que ejercieron, en los
sía y demagogia, así sea la años 40 y 50, especialmente poetas como
leve de la “cotidianidad”. Pablo Neruda y León Felipe. En la recons-
Este proceso fue suspendi- trucción de esa curva sería preciso preguntar
do por la praxis del anacró- por la escasa atención que se prestó a Aurelio
nico épater le bourgeois del Arturo y por los motivos complejos que, en
nadaísmo. Hay otros factores cambio, llevaron a admirar a un poeta me-
políticos y sociales que contri- nor (frente a Arturo y a César Vallejo, por
buyeron a ese retroceso y que ejemplo) como Octavio Paz. No sería impro-
posibilitaron el nadaísmo, como bable que la reconstrucción de esa curva sa-
la paulatina descomposición de la cara a luz una concepción inédita, en el sen-
vida política y social y la ceguera tido riguroso de la palabra, de la poesía, cuyo
ante los problemas sociales. A todos dominio en Colombia no ha permitido que
ellos sucumbió fácilmente, con la se trace nítidamente el límite entre poesía y
ayuda del nadaísmo, el desarrollo de demagogia o, más precisamente, entre poe-
la poesía colombiana. sía y poetería.

Este Panorama permite percibir las huellas Pese a los defectos esenciales de taller que vi-
de ese retroceso. Con todo, la antología no cian este Panorama, una ocupación con él
proporciona material suficiente para diferen- despierta preguntas e incitaciones múltiples,
ciar esta afirmación, y tampoco para supo- como la de la clarificación de conceptos, la
ner que en ese cuerpo inédito de la poesía precisión de tareas (el título mismo exige cla-
colombiana de un breve lapso se encuentran rificación de conceptos y, consecuentemen-
pasos seguros para salir del empobrecimien- te, precisión de la tarea panorámica o
to al que ha llegado la poesía colombiana. antológica), la investigación del horizonte
Unas muestras, como los poemas de Fernan- político, social y cultural que explique el ni-
do Garavito o el poema Interior de Orieta vel estético de la poesía colombiana del lapso
Lozano, por sólo citar dos ejemplos, dejan fijado por el compilador. Si se compara este
abierta la pregunta por el desarrollo poste- Panorama con la Antología crítica de la poesía
rior de los poetas. Pero esta pregunta es evi- colombiana. 1874-1974 (Biblioteca del Cen-
dente para casi todos los poetas del Panora- tenario del Banco de Colombia, 2 tomos,
ma, al menos para quienes no han llegado a Bogotá, 1974) de Andrés Holguín, no será
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

los cincuenta años. difícil comprobar que la recopilación hecha


por el filósofo “andino” sólo plantea pregun-
Si la antología preparada por Santiago Mutis tas relativas al antologista. Este defectuoso
puede prestar un servicio, éste sería no sólo Panorama, en cambio, plantea preguntas re-
el de la recopilación primera o, si se quiere, lativas a la ciencia literaria y a la historia de la
el de una primera catalogación, sino princi- poesía colombiana. En sus lagunas consiste
palmente el de incitar a un examen crítico su mérito.
del desarrollo de la poesía colombiana desde
el punto de vista de los intentos de “¿Panorama? ¿Inédito? ¿De Poesía?” reseña de Panorama
inédito de la nueva poesía en Colombia, comp. de Santiago
“desverbalización” para reconstruir su curva Mutis (Bogotá: Procultura, 1986), se publicó en Boletín
descendente, que no sólo se debe al retroceso Cultural y Bibliográfico, vol. XXV, núm. 15, 1988, p. 160-
162.

50
Kafka y Colombia *

E
n el año de 1915 apareció la narra- diario El Tiempo, que en el curso de los años
ción de Franz Kafka que le abrió las habría de sufrir, como su fundador, la meta-
puertas de la fama internacional: La morfosis. Fue una peculiar variación de la que
Metamorfosis. Tras el título se ocultaba la pro- cuenta Kafka. El entonces doctor gris y su
testa alegórica del hijo débil contra el robus- diario se convirtieron en un robusto y auto-
to y autoritario padre. Cuatro años antes, en ritario padre de la inerme República. Y como
el año del Señor de 1911, en la lejana Repú- buen pater familias, en vez de convertir a sus
blica de Colombia un doctor gris fundó el hijos, como lo hizo el padre de Kafka, en in-

*
Esta réplica de R.G.G. al artículo de “El Tiempo” titulado “Mario Laserna. Al estilo enciclopédico” se publicó en el Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre
extinto diario “La Prensa” de Bogotá el martes 10 de enero de 1989, pág. 7. El escrito sobre Laserna había aparecido
publicado en el periódico “El Tiempo” el domingo 13 de noviembre de 1988, pág. 2 de la sección A. Lo transcribimos
seguidamente en su integridad:
“Era amigo íntimo de Einstein, uno de los grandes sabios del mundo. Ha cenado con Jimmy Carter cuando todavía no era
presidente de Estados Unidos y ha cazado con Giscard, cuando lo era en Francia. Domina el inglés, el francés y el alemán
al punto de dar conferencias sin intérpretes en las grandes universidades del mundo. Y eso sobre temas científicos, de
historia, de sociología, de filosofía...
“Ese personaje, nacido en 1923, se puede encontrar en cualquier cancha de tejo, o en uno de esos restaurantes para
camioneros tomando changua o comiendo morcillas. Se viste de manera descomplicada y es capaz de viajar en mula o en
tractomula.
“Esa flexibilidad se la heredó a su padre, un antioqueño pobre de Marinilla, que vendía dulces y bizcochos en la plaza
pública, y contrataba montañeros para llevarle mulas hasta Ibagué.
“Ese paisa, convertido en prospero negociante, fue el mismo que compró el Teatro Real en Bogotá para poder ver todas las
películas mexicanas que llegaban al país...

51
sectos, convirtió a insectos alegóricos en per- formuló en 1927: el del “man”, esto es, el
sonalidades. En los 78 años de ejercicio de impersonal “se” (se dice, se piensa, etc.). El
su autoridad paterna, la Casa ha beneficiado “se” (dice, piensa, etc.) representa la
a tal número de menores de razón y verdad anonimidad... lo que dice “la gente”. No así
que podría inaugurar un museo digno de para la Santa Casa. En el número 27090 de
competir con las más ricas colecciones de su monárquico Boletín, correspondiente al
coleópteros del mundo. Ninguna de ellas, ni 13 de noviembre de 1988 -en Colombia es
siquiera la que hizo famoso entre los zoólo- un año de júbilo y esperanza nacionales: se
gos del mundo al ensayista y novelista Ernst conmemora la fundación de la Universidad
Jünger, tiene especímenes tan raros como los de los Andes- se encuentra el más ilustrativo
que podría presentar la Casa: el coleóptero ejemplo de esa inversión del concepto de
colombo-kafkense, es decir, un coleóptero “man” o “la gente” de Heidegger. En la co-
que tiene, como Jano, dos caras, y dos cuer- lumna titulada Gente aparece una fotografía
pos, un Gregorio Samsa que mantiene en per- de uno de los filósofos e historiadores, políti-
manente estado de indecisión el proceso de cos e internacionalistas colombianos más
la metamorfosis, que es a la vez Samsa antes desconocido en el mundo científico e inte-
y después del acontecimiento, un permanente lectual del Occidente, el doctor Mario
devenir, o dicho con términos técnicos, un Laserna. En la comunidad científica e inte-
coleóptero-en-el-tiempo. El devenir -o la in- lectual internacional es un “man”, es de “la
decisión- es una característica esencial de esta
especie colombo-kafkense. Como es lo uno
y lo otro o, más exactamente, como no es ni
lo uno ni lo otro, su ser-en-el-tiempo se de-
termina mediante la “inflación” -no en el sen-
tido económico de la palabra-. Inflación, en
este sentido, es Ser-en-El Tiempo. Y en Co-
lombia, quien no es Ser-en-El Tiempo no es.
Pero ¿quién es? Así como hace 78 años el gris
doctor y su diario comenzaron a invertir an-
ticipadamente -o “premonitoriamente”, para
utilizar un vocablo preferido de la Colombia
“protuberantemente” orteguiana- La Meta-
morfosis de Kafka, así también ha invertido
la Casa un concepto de Heidegger, que éste
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

“Mario Laserna, uno de sus siete hijos, también le heredó su excentricidad: llegaba al Gimnasio Moderno tirando una
babilla. Luego estudió Derecho en la Universidad del Rosario, Matemáticas en la Universidad de Columbia en Nueva
York y Física en Princeton.
“Fue allí donde se hizo amigo de Einstein. Con él comenzó a escribir un libro sobre la Filosofía de la Historia. Einstein
murió antes de que concluyeran. Pero Laserna es el único colombiano que tiene, además, decenas de cartas inéditas del
físico más famoso de este siglo.
“También es uno de los raros coleccionistas de obras de arte colonial de los siglos XVII y XVIII. Eso le apasiona como el
personaje Bolívar del cual es uno de sus especialistas.
“Optimista y buen vividor, Mario Laserna le ha jalado a todo lo que le ha salido. Y le han salido muchas cosas: ha sido
editor de periódicos, torero de vaquillas, jugador de billar y de tenis, ciclista de esos que viajan desde Oxford hasta París,
ganadero e industrial, concejal de Bogotá, embajador de Colombia en París y ahora en Viena... Conservador y buen
creyente sí sigue siendo.
“Este miércoles la Universidad de los Andes cumple 40 años. Él fue su inspirador y estuvo entre el grupo que la fundó.”

52
gente”. Pero en virtud de las artes de inver- Einstein con Laserna (de Alberto con Mario,
sión que maneja la Santa Casa, este miem- para los iniciados, para la “inmensa mino-
bro de “la gente” se convierte en una perso- ría”) la Santa Casa o su informante ha sacado
nalidad internacional. Sólo a él le ha tocado, un árbol: su tronco es el libro de Filosofía de
al parecer, gozar el privilegio de cenar con J. la historia que Alberto estaba escribiendo con
Carter antes de que fuera presidente. Y como Mario cuando el copensador de Mario mu-
si el haber estado cerca de esta reliquia fuera rió: su copa son las decenas de cartas inéditas
poco, sólo él, al parecer, fue designado por la que Alberto escribió a Mario.
Divina Providencia a cazar con Giscard cuan-
do era presidente francés. Es evidente, sin Para desgracia de Mario, de la Santa Casa y
duda alguna, que la Santa Casa o su infor- de la fama científica internacional de esta
mante ignoran voluntariamente el hecho de golpeada República, es precisamente este ár-
que Giscard, como dice familiarmente el bol el que confirma el hecho de que el doc-
mago redactor, invitaba a cazar una vez al año tor Mario Laserna es absolutamente desco-
a todos los embajadores acreditados en Fran- nocido no sólo en la comunidad científica e
cia, y naturalmente, también a Mario, no, intelectual internacional, sino sobre todo en
como sugiere el columnista, sólo a Mario. De los círculos de discípulos, compañeros super-
seguir esa lógica, cualquier monja o feligrés vivientes y especialistas en su “íntimo ami-
colombiano que haya asistido a una misa ce- go”. En su beneficio cabría suponer que
lebrada por el Papa en la Plaza de San Pedro Mario, dotado de una imaginación produc-
podría publicar la noticia -en la leída página tiva y de un sentido para el negocio, confun-
social, pagada si no es amigo de la Monar- dió, posiblemente en alguna pesadilla, al fí-

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


quía- siguiente: “Sor Corazón de la Sangre - sico judío-alemán Alberto con el hombre de
o doña Patricia Arias de Knutter- regresó ayer Estado colombo-norteamericano Alberto, al
de Roma, en donde pasó una hora y media premio Nobel de Física Alberto con el Al-
orando con el Papa”. berto anti-premio, pues le tocó gobernar a
un país que le quedaba “chiquito”, es decir,
Pero la Casa o su informante no sólo se ha que le quedó “cuellón” al país o, lo que es lo
especializado en comunicar verdades recor- mismo, que fue un anti-premio, naturalmen-
tadas. En el caso del doctor Mario Laserna, te inmerecido. Sin embargo, la posible pesa-
la Casa o su informante ha desarrollado un dilla no explica del todo la colaboración que
método de indiferencia que podría llamarse: Alberto prestó a Mario en la redacción de un
“cómo sacarle sangre a un retrato” o, más libro sobre Filosofía de la historia. En dónde
exactamente: cómo convertir a un retrato en se encuentra ese fragmento de libro: ¿en los
tierra y abono de un árbol. Del retrato de archivos de Alberto o en los de Mario? Si en

53
los de Alberto, entonces ¿por qué no se lo ha intelectual del Occidente y del Oriente sabe
publicado? Porque es muy malo, es decir, quién es y qué significa científica e intelec-
¿porque denota muy claramente el cerebro tualmente Mario Laserna. En este sentido,
universal de Mario? ¿O porque no se conser- Mario Laserna se asemeja a Isabel Allende
va en esos archivos, posibilidad poco plausi- antes de la muerte de Salvador Allende. Pero
ble? ¿O porque no existe? Y si existe y enton- este estado puede experimentar metamorfo-
ces tiene que conservarse en los archivos de sis. La muerte de Salvador Allende facilitó la
Mario, ¿por qué no lo ha publicado? Es un metamorfosis de Isabel Allende en escritora
misterio. Pues una persona inteligente como de fama internacional. La muerte de Alberto
Mario, fundador de la Universidad a la que E. también facilitó a Mario Laserna la meta-
Colombia y las empresas le deben sus aseso- morfosis que en él puso en marcha la Santa
res y directores más modernos y sólidos, ju- Casa. Si Isabel Allende fue pariente del pre-
gador de tejo, posiblemente experto en aguar- sidente sacrificado, ¿por qué no habría de
diente, en cuchucos, brevas, aguapanelas, gozar de esos beneficios familiares quien fue
mazamorras y arepas del afortunado depar- “íntimo amigo” de Alberto E? El fragmento
tamento que lo vio nacer; este hombre que del libro sobre Filosofía de la historia podría
“se las conoce todas” o, como se dice en una publicarse sin necesidad de poner de relieve
de las lenguas que él domina, c‘est a dire, el la íntima amistad que unió a Mario con Al-
German, “lavado con todas las aguas”, sabe berto. Como en el caso de Adorno y
de sobra que un libro inédito que lleve aun- Horkheimer, en el de Einstein y Laserna sal-
que sólo sea entre líneas de un personaje, ta a la vista. Eso, naturalmente, siempre y
puede convertirse en un “bestseller”. Y si el cuando exista ese fragmento...
fragmento del libro es malo, basta recordar
las novelas de Isabel Allende para comprobar En la Conjuración de Catilina observó Salustio
el poder mágico que ejerce un nombre. Isa- -quien no es, como hubiera supuesto el ar-
bel Allende es García Márquez pasado por quitecto del equipo capitaneado por el hom-
un bidé, pero dorada con el áurea del presi- bre de Estado, el mayordomo de alguna ha-
dente que sucumbió a los temores del Her- cienda sabanera-: “Desde hace mucho tiem-
mano Grande y a las impaciencias concomi- po hemos desaprendido a llamar las cosas por
tantes de ciertas “izquierdas”. Aunque Mario su nombre: obsequiar el bien ajeno se llama
Laserna -o Mario, simplemente, para sus generosidad; audacia para obrar malvada-
amigos como Alberto E.- es menos prolífico mente se llama gallardía. Por eso, la Repúbli-
que la Scherazada chilena, no hay motivo al- ca se encuentra al borde del abismo”. Salustio
guno por el cual el exrector de la Universi- hubiera podido agregar: convertir a
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

dad Nacional se sirva de un procedimiento coleópteros alegóricos en Gente, se llama Ser-


semejante. Nadie en el mundo científico e en-El-Tiempo.

54
El debate de los historiadores

H
ace dos años se llamó “el debate histórico y ciencia social en el que criticaba el
de los historiadores” a la discusión método histórico de Charles Seignobos y le
iniciada en la República Federal de reprochaba el manejo impreciso del concep-
Alemania por el historiador Ernst Nolte y el to de causalidad. Ese concepto es impreciso
sociólogo Jürgen Habermas sobre la consi- porque confunde las causas inmediatas del
deración histórica del nacionalsocialismo. acontecimiento con causas más profundas.
Para estar al día, Colombia tiene también su Las causas más profundas, aseguraba
“debate de los historiadores”. Pero para se- Simiand, se encuentran en la sociedad y en

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guir siendo lo que no debe ser, el tema del su desarrollo total. La historiografía que re-
debate provocado por tres historiadores tra- presentaba Seignobos rendía tributo, en cam-
dicionales, Eduardo Santa, Roberto Velandia bio, de manera evidentemente parcial a lo que
y Germán Arciniegas, presidente de la ilustre Simiand llamó el “ídolo de la política”, el
y moderna corporación, es considerablemen- “ídolo del individuo” y “el ídolo de la crono-
te antiguo. Tiene casi la edad del gran cruza- logía”. La personalidad y la política eran el
do Germán Arciniegas. El abanderado de la objeto exclusivo de la historiografía. No es
campaña a favor de la tradición obliga a com- necesario ser marxista -escribió Alfonso Re-
probar, a juzgar por sus obras históricas, que yes en El Deslinde (1944)- para “aceptar la
el debate de hoy es la inversión del que tuvo necesidad de esta exégesis (la de Marx), que
lugar en Francia en 1903. En ese año publi- completa el entendimiento de los hechos so-
có el sociólogo e historiador de la economía ciales”. A la interpretación materialista de la
Francois Simiand un artículo sobre Método historia de Marx le dio Reyes una significa-

55
ción semejante “al de la revolución una versión aparentemente sutil, de una de
copernicana, que trasladó el centro del diagra- las armas que se usaron durante la “guerra
ma desde la Tierra hasta el Sol. El individuo, fría”. Pues el sabio historiador sugiere que esos
antes agente omnímodo, pasa a ser un pla- programas contaron con la “asesoria de un
neta más que gravita en torno a otro punto ruso... enviado por la Unesco, para planifi-
determinante”. Es perfectamente posible que car y elaborar nuestro pénsum. El fue jefe de
un Roberto Velandia o un Germán Arciniegas educación secundaria de la URSS”. De ahí a
hubieran acusado a Reyes, por esta frase, de acusar a la Unesco de agente de infiltración
comunista. Si estos dos historiadores hubie- comunista no hay más que un paso.
ran leído con la debida atención y la sufi-
ciente preparación intelectual la obra seminal Pero la vehemencia con la que atacan los aca-
de la sociología moderna, Economía y socie- démicos es perfectamente comprensible y
dad (1925) de Max Weber, no cabe duda de hasta legítima. La llamada nueva historia es
que lo hubieran llamado comunista. Pues la una historiografía mundial. Los puntos de
ocupación crítica y científica de Weber con vista que arguyó Simiand en su artículo cita-
Marx fue una de las más decisivas suscita- do contra Seignobos suscitaron la formación
ciones para la configuración de las teorías de una amplia metodología historiográfica,
sociológicas de Weber, quien, por lo demás, primero en Francia y luego en Alemania y
fue un apasionado liberal. De lo que dice el los Estados Unidos, cuyos resultados fueron,
académico Roberto Velandia (según la trans- por sólo citar dos ejemplos, conocidos en el
cripción de sus opiniones en Cromos, 8-3- mundo hispánico, La sociedad feudal de Marc
1989, p. 22), esto es que a los historiadores Bloch y El Mediterráneo en la época de Felipe
de Roux, Kalmanovitz y Silvia Duzán “no les II de Ferdinand Braudel. Nada de eso ha ocu-
gustan los héroes” se deduce que el ilustre pado la atención de la Academia Colombia-
académico ignora completamente todos los na de la Historia. Y cuando Germán
debates historiográficos por lo menos a par- Arciniegas subraya el “carácter” legal de la
tir de los años 60 y que ni siquiera se ha en- tarea de la Academia, esto es, el de ser un
terado de la copiosa historiografía españo- “organismo asesor y consultor del gobierno
la, cuya renovación se debe a Jaime Vicéns y guardador permanente de la honra y el
Vives ya en los años 50 con su Historia social nombre de Colombia”, entonces no se pue-
y económica de España y América por sólo ci- de evitar la pregunta: ¿qué “asesoría” puede
tar algunos ejemplos extranjeros. El argumen- prestar una Academia como la de la Historia
to del historiador Antonio Cacua Prada, esto que no se ocupa con los problemas teóricos
es, que “los programas del Ministerio indu- de la materia que pretende administrar ex-
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cen a los autores a escribir así” ya nada tiene clusivamente, que desconoce de modo escan-
que ver con metodología historiográfica. Es daloso el desarrollo de la historiografía mo-

56
derna y que, consiguientemente, desconoce
el hecho elemental de que al cambio de la
sociedad tiene que seguir el cambio de su
expresión y de su autocomprensión? Cual-
quier empresa económica o científica de cual-
quier parte del mundo rechazaría la “aseso-
ría” de una institución que no sólo no está al
día sino que, además, se caracteriza por su
ampulosa esterilidad. Basta comparar. No hay
un sólo miembro, ni la corporación en con-
junto, que haya elaborado una obra como la
del historiador peruano Jorge Basadre, Intro-
ducción a las bases documentales para la histo-
ria del Perú (1971). No hay un sólo miem-
bro de ese templo santanderino de la historia
que haya publicado una obra equiparable a
la del historiador argentino José Luis Rome- moda o puramente científicas, sino por mo-
ro, Latinoamérica: las ciudades y las ideas tivos políticos en el prístino sentido de la
(1976). No hay un solo miembro de esa alta palabra -no en el colombiano “politicástreo”
institución científica que se haya ocupado o caciquista-. Colombia debe tomar concien-
con problemas teóricos fundamentales de su cia de que su pertenencia a la llamada “co-
quehacer y que haya dado a luz una obra munidad internacional” no es pasiva, es de-
como la controvertible del historiador espa- cir, que no se puede reducir a las actividades
ñol José Antonio Maravall, Teoría del saber de la política exterior, por lo demás tan inefi-
histórico (1958). Los ejemplos pueden mul- caces. El adelanto de las ciencias en esa co-
tiplicarse. Esa erudita esterilidad -las pocas munidad, entre ellas la historiografía, es un
excepciones sólo confirman la regla- es en el presupuesto esencial para participar activa-
fondo la causa de tan anacrónicos ataques mente en ella, por la simple razón de que la
contra la nueva historia. Pues esta nueva his- comunidad internacional se sustenta hoy en
toria implica un cambio en el ejercicio del el adelanto de las ciencias. Con esta realidad
oficio: profesionalidad. Y consiguientemente a la vista, es un acto de cinismo probable-
implica una nueva concepción de las tareas y mente inconsciente, cuando el académico
funciones de una Academia de la Historia. Cacua Prada reprocha a los representantes de

Revista del Centro Cultural Universitario Aquelarre


No a una institución exclusivamente corres- la nueva historia que su propósito es el de “aca-
ponde la tarea de ser “guardador permanen- bar con nuestra nacionalidad” o cuando el
te del patrimonio nacional, de la honra y el Herodoto colombiano, Roberto Velandia, les
nombre de Colombia”, sino principalmente imputa que ellos quieren mostrar que “nues-
a los políticos y a toda la sociedad colombia- tra política no registra sino una serie de opre-
na. A una Academia de la Historia le corres- siones a las clases menos favorecidas, con lo
ponde la tarea precisa de iluminar el pasado cual se está fomentando la lucha de clases”.
del país, de buscar en él las causas de la ac- Es perfectamente posible que el ilustre his-
tual situación suicida de Colombia, de fo- toriador Velandia desconozca la historia po-
mentar la conciencia de esos problemas para lítica de Colombia. Pues si tuviera un cono-
enfrentarse honrada y serenamente a ellos. cimiento del primer gobierno de Alfonso
Pero esa tarea exige la actualización de los López Pumarejo no hubiera abortado esa fra-
instrumentos de trabajo, y no por razones de se.

57
Parece que el presidente de la Academia Co- ma La noche cíclica. Vuelven con diversas
lombiana de la Historia está empeñado en máscaras. El debate contra la nueva historia
enterrar el “patrimonio nacional” y en piso- es también un debate a favor del nebuloso y
tear “la honra y el nombre de Colombia”. prodictadurismo anticomunista norteameri-
Pues con sus ataques contra la nueva historia cano. Lo más sorprendente es que el doctor
no hace otra cosa que poner en ridículo Arciniegas parece querer ignorar que en la
internacionalmente a un país que tiene pon- renovación de la historiografía los historia-
tífices culturales tan terca y despóticamente dores de su país patrono han jugado un pa-
alejados y extraños a la realidad cultural ac- pel esencial.
tual como el doctor Germán Arciniegas. Que
Dios le conceda muchos años de vida para La vehemente reacción de los “académicos”
que como historiador, al menos por el estilo y de su cruzado contra la nueva historia reve-
de Stefan Sweig, despeje, con una biografía la un problema: es el problema de la identi-
del “hombre de las leyes” que conspira, uno dad del liberalismo colombiano. Qué es eso:
de los problemas más enigmáticos del lacera- ¿liberalismo colombiano? ¿Es un problema
do país: el legalismo terrorista de los herede- de gerontología? ¿Es un problema de caci-
ros bobíticos del general Francisco de Paula quismo anacrónico que se esfuerza
Santander. El presidente de la Academia co- demagógica e irresponsablemente en
lombiana de la historia, “caudillo historio- supervivir a costa del país? “¿Hasta cuándo -
gráfico por la gracia de El Tiempo”, el oculto cabe decir con la Catilinaria de Cicerón- abu-
Francisco Franco de Colombia, es un aban- sarás Catilina (la monarquía de El Tiempo y
derado de la “AWL”, es decir, de los Estados su clientela falsamente llamada liberalismo
Unidos de América. De ellos dijo el liberta- colombiano) de nuestra paciencia?”.
dor Simón Bolívar en una carta al coronel
inglés Campbell del 5 de agosto de 1829, que ¿Hasta cuándo ha de fomentarse con méto-
ellos “parecen destinados por la Providencia dos terroristas y fascistoides la mediocridad?
para plagar la América de miserias a nombre
de la Libertad”. “Los astros y los hombres “El debate de los historiadores” se publicó en el diario “La
Prensa”, Bogotá, jueves 13 de abril de 1989, p. 8.
vuelven cíclicamente», dijo Borges en su poe-
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58
Eros y política

E
n este volumen se recogen trabajos so- Marqués de Sade (sigue siendo hasta ahora
bre la obra de Jorge Gaitán Durán, el único ensayo en lengua española sobre esta
cuya muerte prematura hace un cuar- figura tabuizada). No es casual porque ese
to de siglo aproximadamente se conmemora tradicionalismo colombiano, seguía atado a
en estos años. Sería simple y detestable pre- esa peculiar moral teológica inculcada por el
sunción, presentar a los lectores un breve re- peninsular catecismo de Gaspar Astete, en-
sumen valorativo o únicamente resumen de tre tantos más, según la cual la ética depende
los testimonios justos de admiración que se del ejercicio sacramentalmente legitimado de
recogen en este libro y que analizan algunos los órganos genitales. Las contravenciones
aspectos de la obra de quien sucumbió no humanamente inevitables contra esta perver-
sólo en Guadalupe sino sobre todo en su pa- sa falsificación y represión de la naturaleza
tria bajo las contorsiones provincianas de esa humana fueron interceptadas en la literatura
versión banalizadora y miserablemente tar- del país que practicó más fervorosa y
día de un viejo y esencial problema de la cul- morbosamente esta represión, esto es, Espa-
tura occidental, el nihilismo, que se llamó ña, por la figura del Don Juan. En el clérigo
Nadaísmo y cuyo contenido se redujo a ges- mercedario Fray Gabriel Téllez, alias Tirso

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tos. Frente a estos revolucionarios, frente a de Molina, el impulso que representa su Don
este “golpe de Estado” parroquial contra la Juan es una justificación del castigo de ese
Ilustración, la obra de Jorge Gaitán Durán impulso. En la versión aguadamente román-
significa precisamente el intento de recupe- tica de este pecador, esto es, en el Don Juan
rar y asimilar para Colombia esa Ilustración del verboso José Zorrilla, el instinto erótico
que fue sofocada secularmente por el catoli- se espiritualiza: Doña Inés lo salva con su
cismo contrarreformista de la herencia espa- amor, y después de muertos, los dos celebran
ñola y sus pacatos continuadores en Colom- su unión de un modo que tiene que ver con
bia. la cursilería de la liturgia católica barroca: las
dos almas son dos llamas que salen de un dis-
Ilustración o Siglo de las Luces: no es casual positivo rodeado de pudibundeces plumíferas
que Jorge Gaitán Durán se interesara y exa- y florales. Para el castizo romántico español
minara lúcidamente a una de las figuras cla- Zorrilla, el instinto sexual se neutraliza y se
ves de este siglo liberador y contradictorio, al legitima por el amor “puro”.

59
En la literatura de lengua española, el erotis- momentos en los que desde la mano hasta el
mo y el eros fueron relegados a la literatura cerebro celebran esos momentos como ple-
trivial como la del olvidado Pedro Mata o a nitud. En ese sentido, esas plenitudes mo-
la literatura de denuncia como las novelas mentáneas se asemejan a la última plenitud,
pertinentes de Vargas Vila o fue tratado in- la de la muerte. Y esos momentos no dejan
directa y pacatamente en las más conocidas amargura, sino, precisamente por ser pleni-
novelas de la prostitución, como las de tud, la conciencia de la finitud del ser huma-
D’Halmar, Juana Lucero y Santa de Federico no, la de que a esa plenitud se contrapone la
Gamboa. El erotismo como tema de reflexión otra plenitud, la muerte. Este eros es un eros
política sólo lo ha tratado hasta ahora Jorge “político” en el sentido de que hace consciente
Gaitán Durán. Pero ya la tematización indi- al hombre de su realidad o, para decirlo con
ca que en Gaitán Durán el erotismo había otras palabras, que el ser humano no es un
sido privado de las cargas tradicionales de la ser “calderoniano”, no es un ser apocalíptico,
pornografía y de la obscenidad, que no era sino simplemente un “animal racional”, como
pues un problema reducidamente moral o de lo había dicho Aristóteles. Lo que se llama
una moral doble y convencional sino una “trascendencia”, un más allá, es sólo una de-
cuestión política y social. En una época en formación ideológica del elemento racional
que el problema político y social se redujo al del hombre. Este eros no es “político” sólo
de la liberación de los indígenas o a la “re- en ese sentido, es decir, en un sentido gene-
dención” de los trabajadores, Gaitán Durán ral. La conciencia de que el mundo en que se
comprendió que el problema político y so- vive no es un paraíso perdido sino una reali-
cial anterior es el de la liberación del indivi- dad contradictoria y llena de extremos es
duo. Y esa liberación comienza con la supre- igualmente conciencia de que esa realidad es
sión de las cadenas que han oprimido el de- también injusta y baja, inmoral e infernal.
sarrollo y el ejercicio de la fuerza más creativa En Los Amantes se manifiesta esa conciencia
del hombre: el eros. Gaitán Durán vio el eros de modo que casi todos sus poemas son el
en su aspecto más inmediato y, si se quiere, mejor ejemplo dentro de su obra de la fusión
más elemental: en el amor sexual. Pero ese de eros y política, de oasis erótico no libre de
amor sexual en que insistió Gaitán Durán no tormento y de imprecación política de la in-
suponía ni pretendía predicar el llamado justicia real y permanente. Por eso, en su en-
“amor libre”, porque éste podía ser sólo un sayo sobre Sade apunta:
acto de protesta o de recuperación de place-
res hasta entonces impracticables o cohibi- “...para mí el objetivo de la filosofía es la con-
dos, pero sin eros. El eros que tematizó Gaitán quista de la felicidad humana por medio de la
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Durán era un eros que canalizaba su protesta revolución total”.


potencial o latente contra la represión en una
plenitud humana en el sentido de que en el
eros sexual culminan todas las potencias del
hombre. Ese eros no es “cósmico”, como se
ha querido llamar de manera cursi y patética
el acto sexual y su culminación. Esta consi-
deración sería en realidad una inversión “con-
testataria” de la concepción católica del eros
sexual y de sus culminaciones como algo efí-
mero que deja amargura. Ese eros es concen-
tración de todas las potencias del hombre en

60
Conquista de la felicidad humana por medio Durán constituye una excepción del mismo
de la revolución total: ¿qué entendía Jorge modo como lo es dentro de la poesía hispá-
Gaitán Durán por revolución total? ¿Y cómo nica llamada “erótica”. Y esa excepción se
puede lograr la filosofía su objetivo? Es eviden- funda precisamente en la liberación del eros
te que Gaitán Durán invertía con esta afirma- de las cargas morales y dogmáticas que lo
ción el famoso postulado de Marx según el cual convirtieron en pornografía y obscenidad
“los filósofos han interpretado diversamente el como también en la liberación de la política
mundo, de lo que se trata es de transformarlo”. de las cargas igualmente moral-dogmáticas
Pero por ello sería elemental y dogmático re- que la convirtieron en principios abstractos
prochar a Gaitán Durán su “idealismo”. En un y finalmente antihumanos.
apunte de su Diario, recogido en Si mañana
despierto, sobre la representación de La muerte A su libro poético Si mañana despierto ante-
de Danton de Georg Büchner, Gaitán Durán puso Gaitán Durán dos lemas: una cita de El
asegura que la historia de Danton es “de cierto sueño de la muerte de Quevedo y una del Dia-
modo la del stalinismo”. Y resalta la comuni- rio de Novalis. En la cita de Quevedo se en-
dad de actitudes de Robespierre y Stalin: los cuentra la trajinada frase de que “vivir es mo-
dos ponen por encima los interese abstractos rir viviendo”. La de Novalis se refiere a su amor
de la Revolución y desconocen o persiguen los por la niña Sophie von Kühn que fue tan infi-
intereses inmediatos humanos y “cualquier ma- nito que cabría resumir con el título de uno
nifestación de vitalidad o de cultura”. El objeti- de los magistrales sonetos de Quevedo: Amor
vo de la filosofía para realizar esa revolución total eterno más allá de la muerte. Pero Novalis ase-
que posibilite la felicidad sería una “ilustración”, gura que el recuerdo de Sophie es tan fuerte
un esclarecimiento de la realidad del hombre y que resucita su presencia. Una realidad y una
del mundo. Gaitán Durán hace esa observa- superación de esa realidad enmarcan la obra
ción a propósito de una figura representativa de Jorge Gaitán Durán. La tensión entre ellas
de la Ilustración francesa, pero la fe en la razón crea una radicalidad que es propia del eros y
de esa época no lo seduce a creer que la razón que en la actitud política, moral y en la activi-
puede liberar al hombre de las cadenas morales dad de Jorge Gaitán Durán se expresa como
e intelectuales que han impedido al hombre ser pasión: pasión por la honestidad intelectual,
consciente y atreverse a imponer su “mayoría pasión por la justicia, pasión por la vida con
de edad”. Precisamente en Robespierre y Stalin todos sus laberintos, y ante todo una pasión
la razón misma no pudo detener su propia de- no patriotera, es decir, una pasión auténtica
pravación. La “Ilustración”, para seguir con la por Colombia.

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palabra, que esperaba Gaitán Durán de la filo-
sofía para lograr la felicidad por medio de una El colofón de la separata de Los Amantes dice:
revolución total era la de difundir y convencer “Esta separata de la revista Mito se imprimió
la conciencia de las plenitudes del eros. Esto no el 21 de marzo de 1959, día en que dejó el
es un programa, sino una actividad concreta de país y la dirección de Mito Jorge Gaitán
la inteligencia. Y esa actividad debería comen- Durán”. El último poema titulado
zar no con un discurso y una reflexión lógica significativamente Marcha fúnebre dice:
sobre el eros, sino con el medio expresivo más
plástico e inmediato: la poesía. Como un dios murió al tocar el polvo
sin que negado hubiera nada de lo humano,
Dentro de la poesía de lengua española de falaz palabra, olvido, tumulto de la gloria.
los años cincuenta que por su acento políti- Inmolar supo, vivir como todo un hombre
co se llama “comprometida”, la de Gaitán la afrenta, soberbia o asco de sí mismo,

61
lenta de Colombia podría y debería suscitar
un examen profundo y de nivel teórico más
alto de las causas y raíces menos perceptibles
de la violencia. El hombre encadenado por
atavismos y dogmas religiosos viscerales ma-
nifestará la violencia implícita en ellos con el
desenfreno que provoca la ideología resumi-
da por el famoso rey burgués francés, Louis
Philippe: “enriquecéos”. Esa mezcla de
Contrarreforma católica visceral de cruzado
el infierno en la larga noche guerrera y de “liberalismo” aguado y subdoméstico no
que es el ser, ocio de una destrucción invencible, neutralizó en Colombia ni al uno ni al otro,
incendio de la sola presencia que hurtamos a la pena. sino dio por resultado una versión en el Nue-
Mano violenta o apenas ojo contra el otro, astro vo Mundo de las “guerras de religión” que
en toda carne, inventó el fasto, los reinos, surgieron en Europa después de la Reforma
la consistencia de los mundos, protestante y a causa del intento del poder
espesor de mil soles, tábano atroz papal de suprimirla. “Todo nos llega tarde,
que en la nada despiertos, mantiene a los mortales. hasta la muerte” dijo Julio Flórez en una fra-
La luz le partió el pecho, respiró todo se que merecería burla si no expresara una
el fuego del imperio, fue su Obra única desesperación. Leído en el presente, el verso
en ese aire que se acababa de su vida de Flórez adquiere una significación mons-
la inhospitalidad del cielo. truosa: “Todo nos llega tarde, hasta la muer-
te”... hasta las mortales “guerras de religión”
¿Era eso sólo una expresión de su visión que ocurrieron en Europa entre el siglo XVI
quevediana de la vida o de la experiencia de y los primeros años del XVIII.
la sociedad colombiana o las dos cosas a la
vez que de ese modo remiten a un origen A los treinta años de la muerte prematura,
común, el de un más allá, cuna de la aunque deseada casi con nostalgia, de Jorge
inhospitalidad de esta tierra? Gaitán Durán, su obra constituye una apa-
sionada invitación a esclarecer con radical,
El eros que dignificó Jorge Gaitán Durán es erótica sinceridad las causas de la frenética
como el recuerdo de Novalis: su fuerza supe- postración de Colombia y a buscar una de
ra todo. Pero en épocas de sangre y destruc- sus raíces, quizá la raíz: el encadenamiento
del eros, la negación y la falsificación dog-
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ción en que la muerte ha perdido su digni-


dad y se ha convertido en una mercancía; en mática del instinto fundamental del hombre.
épocas en las que el egoísmo brutal y el
dogmatismo -dos caras de una misma mo- De una de sus figuras dijo Jorge Luis Borges
neda-, en las que la violencia inherente a lo que había querido “proponer la lucidez en
sagrado ya no está refrenada por el ritual e una era bajamente romántica”. Ese también
inconsciente y frenética repite la frase “mue- fue el propósito de Jorge Gaitán Durán, pero
ra Sansón con todos los filisteos”, el eros con- para él era el camino para llegar a la plenitud
cebido como liberación individual y política del hombre: en la vida la que depara el eros
y como conciencia de la realidad, sólo es una transparente que recuerda la muerte, la últi-
esperanza. Con todo, la confrontación de ese ma plenitud.
eros con la actual realidad violenta del mun- “Eros y política” se publicó en Textos sobre Jorge Gaitán
do actual y sangrienta y suicidamente vio- Durán, Bogotá: Ediciones Casa Silva, 1990.

62
Devoto filósofo de envigado

E
l entusiasmo con el tro propio método, el
que el autor de esta emotivo: revivir la historia
monografía filosófica por el procedimiento de la
recuerda la impresión que le autosugestión”.
causaron los libros y el conoci-
miento personal de Fernando Es casual que Fernando González
González lo seduce a esta afirmación: cite dos “biógrafos” como Emil
“Es, pues, un pensador de singulares carac- Ludwig y Stefan Zweig, que se caracteriza-
terísticas, no solamente en las letras colom- ron, especialmente Ludwig, por lo que Leo

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bianas sino también en las hispanoamerica- Loewenthal llamó “el triunfo de los ídolos
nas, en donde está llamado a ejercer una cre- de masas” (Literature, Popular Culture, and
ciente influencia sobre las nuevas generacio- Society, col. Spectrum Book, Englewood
nes. Sobre todo, porque el conjunto de su Cliffs, 1961, págs. 109 y sigs.), es decir, ¿la
obra contiene un admirable mensaje de au- “biografía popular” sin pretensión
tenticidad” (pág. 15). ¿De qué singularidad historiográfica y destinada a satisfacer sueños
se trata? Al capítulo dedicado a F. González y expectaciones triviales de un amplio públi-
como “Historiador con método propio” an- co manipulable y manipulado en los Estados
tepone el autor esta cita: “En esto de biogra- Unidos por revistas de diversión? ¿O se debe
fías se han usado dos métodos hasta hoy: el al carácter heterodoxo de Fernando González?
narrativo y el filosófico. El primero saca su Si es casual la selección, entonces resulta por
interés de los procedimientos del novelista; lo menos aventurero y aventurado que F.
es muy exitoso: Ludwig. El segundo es más González asegure con tanta certidumbre que
serio e intelectual: Zweig... Usaremos nues- “en esto de biografías se han usado dos mé-

63
todo emocional o emotivo” asegura que es
“una técnica propia de interpretación de per-
sonajes” (pág. 79). ¿Pero en qué consiste pre-
cisa y detalladamente esa técnica? Su especi-
ficidad no se deduce del comentario que el
autor dedica a Mi Simón Bolívar. “El posesi-
vo -dice- es derivación por línea directa del
método emocional” (pág. 85). Pero la cita de
Fernando González que trae a cuento para
explicar esa derivación del método emocio-
nal sólo comprueba que tanto el autor como
su mentor desconocen completamente la dis-
cusión desatada por Max Weber en los años
10 sobre el “Sentido de la ‘exención valorativa’
en las ciencias sociales y económicas”, esto
es, el problema de la relación entre objetivi-
todos hasta hoy”, pues en realidad los dos dad y subjetividad en esas ciencias y también
métodos son uno, y no tenga en cuenta otros en la historiografía y que concedió desde el
métodos, es decir, otros autores magistrales principio el peso inevitable de la subjetivi-
en “esto de biografías”, como J. G. Droysen, dad. Lo que se llama “método emocional o
por sólo citar un ejemplo. emotivo” en Fernando González no es otra
cosa que una manera desafiante de subrayar
Si la selección es conscientemente hetero- un aspecto propio de toda exposición histó-
doxa, ¿entonces por qué escoge a estos auto- rica.
res triviales para diferenciarse y practicar su
método propio? Un historiador que proyecta Con todo, esta preponderancia expresa de la
o elabora un método propio se enfrenta, para subjetividad no constituye un método emo-
diferenciarse, con historiadores que han cul- tivo o emocional historiogáfico: es una de las
tivado la biografía, no con escritores que no características esenciales del ensayo que se
son historiadores y utilizan el material histó- ocupa con la historia y que suele llamarse de
rico ya elaborado para componerlo de modo modo general “estudio del carácter” con sus
que satisfaga a un público de revistas de di- subdivisones de “retrato, perfil, característi-
versión. “En esto de biografías”, Fernando ca, figura, semblanza”. Pero si los resultados
González puso de presente que el nombre con de ese ensayo son: “...hacer ver que la Améri-
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el que bautizó su finca, esto es, “Otraparte”, ca tropical e india debe poseer y estimular a
no era, como asegura el devoto del filósofo sus historiadores y artistas, capaces de enten-
de Envigado y casi aficionado a la filosofía y der a los grandes hombres que ha producido,
a la historia, “una forma directa de expresar y no importar biografías y monumentos de
el vivo contraste entre los intereses de la so- Europa; no encargar esas obras a un Emil
ciedad y ‘el mundo’ de un viajero del espíri- Ludwig, a un Iván Mestrovic, a un Muller.
tu”, sino más exactamente el abismo que exis- Es cuestión de dignidad. Y, ante todo, de
te entre el “mundo del espíritu” y lo que Fer- auténtica conciencia americanista” (pág. 88)
nando González conoció de él. El devoto ju- y que Bolívar “tuvo como ninguno la con-
rista no desarrolla con ejemplos y ciencia de la libertad para los pueblos y los
dilucidaciones el pensamiento expresado en hombres de América” (pág. 88), entonces el
la cita. Para explicar en qué consiste el “mé- ensayo contiene demasiado poca sustancia.

64
“Hacer ver que la América tropical es india” bar el edificio del universo, y luego se para al
debe “estimular a sus historiadores y artistas” pie de los árboles o en los rincones de la casa,
es una trivialidad. Para eso no es preciso es- como a escuchar, bregando por encontrar una
cribir un libro. Pero para que no se importen sinergia entre él, el universo mundo y lo des-
“biografías y monumentos de Europa” es conocido, que está por detrás o por dentro”
necesario que los historiadores de la “Améri- (Cartas a Estanislao, citada en pág. 243). Con
ca tropical e india” no rehuyan, precisamen- menos palabras, el filósofo es el que se sor-
te “por cuestión de dignidad” y “de auténtica prende y pregunta. Pero esta determinación
conciencia americanista”, la discusión crítica ya popular de la filosofía y del filósofo es sólo
con los “monumentos de Europa”. Pero si el comienzo de la filosofía y, vista en esta ge-
Fernando González y Henao Hidrón consi- neralidad, no es específica de la filosofía sino
deran que Emil Ludwig, Iván Mestrovic, de toda teoría. ¿Pero basta esta manera de
Muller y Stefan Zweig son “monumentos de considerar las cosas para formular una teo-
Europa”, entonces sólo cabe suponer que la ría, sea de la “autenticidad” o de la “egoencia”?
Europa de la que ellos quieren independizarse La pregunta que inicia el último capítulo, esto
es un espejismo. La biografía es un género es, la de si Fernando González “fue un filó-
nacido y perfeccionado en Europa, y sus cum- sofo y no tan sólo un escritor o ensayista” es
bres no son ni Ludwig ni Zweig, sino Plutarco una pregunta hoy vana. Convertida en la pre-
y Droysen, entre muchos más. Y si Fernando gunta preferida de las discusiones sobre Or-
González postuló un tipo de biografía engen- tega y Gasset, ésta deja el campo abierto a
drado en la “América tropical e india”, no hay toda clase de especulaciones. Es decir que
otro camino para ello que conocer a fondo González “no fue un filósofo, porque no creó
los modelos del género que pretende culti- un sistema y menos una doctrina”, como reza
var, poner en tela de juicio sus presupuestos la cita de A. Saldarriaga (pág. 24), es tanto
y fundamentar por qué la biografía que debe como asegurar que la filosofía es sistema y
surgir en esa América debe diferenciarse del doctrina; ¿pero no es eso, en medida mayor,
modelo y cómo se diferencia de él. El otro la teología? La pregunta está mal planteada y
resultado, esto es, que ninguno como Bolí- peor respondida. “Un sector predominante
var tuvo conciencia de la libertad para Amé- del pensamiento tradicional, ha creído que
rica (“los pueblos y los hombres” dice Henao la filosofía es amiga de la razón y enemiga de
Hidrón tautológicamente: ¿hay pueblos sin la vida” afirma Henao Hidrón. Aparte de que
hombres?), no es un resultado a lo que cabría el vocablo sector con el adjetivo predominan-
llamar un resultado de la meditación emo- te no corresponde a la compleja variedad de

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cional o emotiva de Fernando González. Es la historia del pensamiento filosófico, es ne-
simplemente una comprobación: sin esa con-
ciencia, Bolívar no hubiera libertado a “nues-
tra América”.

El historiador con método propio no es lo


uno y carece de lo otro. Y el “filósofo de la
autenticidad”, que reconoce tener “ocho por
ciento de filósofo” y que siente asco por la
“filosofía conceptual”, no se molesta, por tan-
to, en determinar lo que es filosofía: “Entien-
do por filósofo el que se rebuja en las cosas
de la vida, las resuelve, parece que vaya a tum-

65
cesario preguntar por los ejemplos más re- Yo (expuesto en su trilogía novelesca El culto
presentativos de este “sector predominante”. del Yo, de 1892). Pero la mención de esta
¿Aristóteles quizá? ¿Hegel o Kant? Tras esta posible fuente o segura coincidencia no tie-
afirmación se percibe la simplificación de la ne interés primariamente histórico-literario,
historia de la filosofía con la que Ortega y sino político. Anti-intelectualismo y culto del
Gasset pretendió justificar su pretendido “sis- Yo -en sus diversas versiones regionalistas-
tema” de la “metafísica de la razón vital”. abonaron el terreno para la aceptación y nos-
Henao Hidrón no cita en la Bibliografía a talgia del Duce y del Führer. En este contex-
Ortega y Gasset ni a nadie en el que se apoya to histórico-ideológico ha de interpretarse el
o a quien recurra para la determinación de libro de Fernando González sobre Juan Vi-
estos y otros conceptos. Pero la sospecha de cente Gómez, Mi compadre (1943).
que tras estas frases asoma el simplificador
Ortega es certidumbre, si se tiene en cuenta El devoto jurista cierra su desmelenado ho-
que nadie fuera de él ha cometido semejante menaje a su mentor con una cita de Ernesto
esquematización. La pregunta de si Fernan- Cardenal que “revela la opinión de su com-
do González u Ortega y Gasset fueron filó- patriota José Coronel Urtecho: González es
sofos o simplemente ensayistas no es una pre- tan importante en la literatura latinoameri-
gunta por si ellos dejaron un “sistema” o una cana como Vallejo y Borges, ‘aunque más
“doctrina”, sino por el rigor, la coherencia, la profundo que Borges’” (pág. 248). Enemigo
cualidad y la adecuada fundamentación crí- político de su compañero poético, ¿quiere con
tica de su pensamiento. Nada de esto se en- esto desacreditar Ernesto Cardenal a Coro-
cuentra en Fernando González. Pero su anti- nel Urtecho? El comercio y el provincialis-
intelectualismo expreso y su supuesta teoría mo pueden explicar muchas exageraciones,
de la “egoencia”, su culto del Yo, requieren pero no logran fundamentar insensateces
una investigación sobre sus fuentes, que el como la que se encuentra en la contrasolapa,
enemigo de leer para, en cambio, meditar no es a saber la afirmación de que el
cita, aunque una de ellas fue muy difundida, semidiletante y ampulosamente desaliñado
especialmente en círculos intelectuales del Fernando González es “uno de los más im-
“sector” cafetero-industrial del país (el greco- portantes pensadores de todos los tiempos”.
vasco-judeo-quimbaya: Antioquia y Caldas): El libro devoto de Henao Hidrón demuestra
Maurice Barrès. La derecha manizalita, Silvio lo contrario.
Villegas principalmente, era fervorosa admi-
radora de los autores de la llamada “Action “Devoto filósofo de Envigado” reseña de: Javier Henao
Hidrón, Fernando González, filósofo de la autenticidad
francaise”: Barrès, H. Massis, especialmente.
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

(Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, Biblioteca


Dos fueron los rasgos esenciales en la obra de Pública Piloto, 1988), se publicó en Boletín Cultural y Bi-
Barrès: su anti-intelectualismo y su culto al bliográfico, Bogotá, vol. XXVII, núm. 23, 1990, p. 69-71.

66
Prólogo
(a De sobremesa de José Asunción Silva)

L
a novela De sobremesa apareció póstu- finales del siglo XVIII, principalmente, un
mamente en 1925. La crítica no supo nuevo tipo de novela en Europa que se llamó
juzgarla adecuadamente. No corres- “novela de artistas”. Sin proponérselo Silva
pondía a las nociones de novela reinantes revivió, si así cabe decir, la disposición
entonces. Nada tenía de común con las no- invertebrada que caracterizó una de las más
velas costumbristas de José Manuel famosas novelas de artistas de la literatura
Marroquín, o con María, de Jorge Isaacs, o europea: Lucinda (1799), del teórico del ro-
con las novelas del entonces admirado escri- manticismo Friedrich Schelegel (1772-1829).
tor español José María de Pereda. Su perso- Silva no la conocía, muy posiblemente, pero
naje central era un artista, un poeta, y lo que tenía de común con el romántico alemán el
contaba era un viaje por Europa y las reflexio- problema de la justificación social y moral
nes y opiniones que le suscitaba su ansia de de su existencia como poeta, es decir, de lo
saber absoluto. Hacía referencias a cuestio- que se designó como “existencia estética”.

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nes filosóficas, políticas y sociales, pero no
tenía la intención filosófica y política de la El problema se planteó con el advenimiento
famosa novela Cándido (1758) de Voltaire, de la moderna sociedad burguesa, cuyos va-
autor prohibido por la Iglesia y por ello muy lores racionales y pragmáticos relegaban al
leído. Al desconcierto que produjo la dife- artista y al poeta a un papel social marginal.
rencia temática se agregó el hecho de que la La justificación del artista y del poeta fue a la
forma de novelar simulaba un diario. Y como vez un desafío. Postuló su existencia al servi-
se echaba de menos una “historia” y una for- cio del arte, esto es, su existencia estética
ma rigurosa en la construcción de la novela, como un sacerdocio laico y al arte como lo
se la consideró como esqueleto de novela, absoluto y supremo. Con ello se desligó de
como obra narrativa sin vértebra. Pero preci- las normas sociales y morales que trató de
samente lo que se echaba de menos en la imponerle la sociedad burguesa que lo había
novela de Silva era lo que caracterizó desde relegado. El desafió adquirió la figura del

67
dandy, que, tal como lo definió Pero esta sociedad no había puesto al mar-
Baudelaire, se distinguía por gen al artista moderno, es decir, al que había
ser un individuo des- endiosado al arte como sustituto de Dios, sino
clasado y hastiado de la que había imposibilitado el desarrollo de una
sociedad burguesa, figura semejante. Como todas las sociedades
que era héroe y que latinoamericanas de esa época, la bogotana
poseía talentos divinos era ambigua. De la aristocracia argentina del
que no se podían ad- último cuarto del siglo pasado dijo Miguel
quirir con dinero. El filósofo-teó- Cané: “Nuestros padres eran soldados, poe-
logo danés Sören Kierkegaard tas y artistas; nosotros somos tenderos,
(1813-1855) condenó la “existen- mercachifles y agiotistas”. Cuando Cané fue
cia estética”, y su crítica era justifi- embajador argentino en Colombia, se delei-
cada desde un punto de vista cris- tó con una velada musical en una aristocráti-
tiano, porque implícitamente excluía la pre- ca casa bogotana. Cané percibió en ella la
sencia de Dios. Pero la condena no contem- permanencia de lo que echaba de menos en
plaba un aspecto de esa existencia y del en- el Buenos Aires moderno: el peso del pasa-
diosamiento del arte: la sociedad burguesa do. Pero era precisamente ese peso del pasa-
moderna había dado lugar a lo que Hegel lla- do lo que había impedido una “existencia
mó “la religión de la nueva época, esto es, estética”. Sociedad burguesa moderna o so-
que Dios ha muerto”. La existencia estética ciedad católica tradicional: las dos plantea-
no endiosó el arte sólo como protesta y desa- ban el mismo problema, esto es, el del papel
fío a la sociedad que había puesto al margen social del artista. Cané perteneció al grupo
al arte y al poeta, sino como un sustituto del de escritores latinoamericanos que eran tam-
Dios ausente. El dandy era héroe no sólo por bién políticos. En Colombia, esa tradición
sus talentos divinos, inaccesibles a la socie- continuaba con vigor. Pero quienes la conti-
dad burguesa, sino porque había perdido el nuaron, como Miguel Antonio Caro o Mar-
apoyo teológico tradicional. Flotaba sobre el co Fidel Suárez, no conocían o no habían
vacío, pero esa nada en la que se movía no le sacado o querido sacar las consecuencias de
arrancó queja alguna. El dandy tenía la acti- lo que ocurría en el mundo, de la “transfor-
tud de un estoico. El único dandy de la Re- mación de los valores”, como diagnosticó
volución Francesa, Saint Just, quien con ar- Nietzsche, y cerraron las puertas al mundo
gumentos racionales se había convencido de moderno. Lo que el polígrafo español
la necesidad de ejecutar al rey, cuando fue Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912),
acusado por los fanáticos decidió no leer ante ultramontano que veneraba con razón a Mi-
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el tribunal su discurso de defensa. El silencio guel Antonio Caro, llamó la “Atenas


y la actitud estoica eran más elocuentes y más suramericana”, era una Arcadia que no que-
elegantemente peyorativos que cualquier re- ría saber que esa Atenas era una Atenas de
tórica. yeso y que con yeso tapaba la boca de un vol-
cán. Silva no cabía en ese mundo, pero per-
El personaje de la novela, José Fernández, tie- tenecía a él y a él le debía el alimento de su
ne muchos rasgos del dandy. La máscara de vocación. Con todo, en la Arcadia había pe-
Silva fue, como su creador, un artista en la netrado la visión burguesa del mundo. Lo
sociedad “burguesa” bogotana, es decir, en percibió muy claramente su padre, Ricardo
una sociedad que comenzaba a seguir los Silva, escritor costumbrista sobrio que legó a
ejemplos y las modas de las grandes burgue- la literatura colombiana su breve pero agudo
sías europeas, especialmente de la francesa. libro Artículos de costumbres (1883), que de-

68
dicó a su hijo con calidez paternal. En uno de la rica familia provinciana no difiere por
de esos artículos, “Estilo del siglo”, finge una su estilo recargado del “interieur” que Silva
carta de amor en la que el enamorado escribe describe al comienzo de la novela. Una “pan-
a su amada con seco estilo comercial, enton- talla de gasa y encajes”, el “terciopelo carme-
ces estilo de contabilista. El enamorado se lla- sí de la carpeta”, “tres tazas de China... un
maba “Mártir Plaza de Mercado y Plata”, es frasco de cristal tallado, lleno de licor trans-
decir, el enamorado era víctima de los nue- parente entre el cual brillaban partículas de
vos valores burgueses, el mercado y el dine- oro... penumbra de sombría púrpura, produ-
ro. La sociedad bogotana no era una excep- cida por el tono de las alfombras, los tapices
ción a lo que Miguel Cané había reprochado y las colgaduras... diminutas pantallas de ro-
a la de Buenos Aires. En el mismo libro pu- jiza gasa... el rojo de la pared, cubierto con
blicó Ricardo Silva un artículo igualmente opaco tapiz de lana... las cinceladuras de los
significativo, “Un año en la corte”, en la que puños y el acero terso de las hojas de dos es-
se burla con fina ironía de una familia rica de padas cruzadas en panoplia sobre la rodela...,
provincia que se domicilia en la “corte” e y destacándose del fondo oscuro del lienzo,
imita los ademanes, modas y mobiliarios de limitado por el oro de un marco florentino,
la sociedad “cortesana”. La descripción iró- sonreía con expresión bonachona, la cabeza
nica de esa imitación no oculta, sin embar- de un burgomaestre flamenco, copiada de
go, el hecho de que la sociedad que sirve de Rembrandt”. La familia rica provinciana y la
modelo a la familia provinciana no es menos familia aristocrática bogotana eran copias de
digna de burla. Ricardo Silva describe en ese copias del lujo abigarrado de la gran burgue-
artículo un “interieur” de la casa del provin- sía europea. La “aristocracia” latinoamerica-
ciano, el “saloncito de la casa de D. Martín”, na no tenía otro camino para justificar con el
en el que sobresalen una “rica alfombra fran- oro de los marcos, el mármol de las mesas,
cesa... los sofás, las sillas y los sillones de las alfombras, la semioscuridad de las corti-
palisandro... ricas y sencillas guarniciones o nas, los cristales, el bronce y la loza exótica lo
galerías de madera dorada, y la escasa luz que que desde la Colonia había caracterizado a la
debía penetrar a través de ellas, quedaba mayoría de las familias que habían encontra-
amortiguada aún por los fondos de rica mu- do en el Nuevo Mundo la posibilidad de as-
selina bordada. La mesa oval del centro es de censo social: el árbol genealógico. Los cientí-
madera dorada y cubierta con mármol blan- ficos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa
co, como las consolas de los ángulos. Sobre comprobaron en un informe a la Corona es-
éstas descansan grandes espejos encerrados en pañola (publicado en Londres en 1826 bajo

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ricos marcos florentinos dorados y adorna- el título Noticias secretas de América) que esas
dos... Sobre la mesa central hay un enorme familias aprovechaban cualquier oportunidad
recipiente de cristal tallado y montado en para dar a conocer su alta y vieja alcurnia
bronce dorado...”. El saloncito o “interieur” peninsular, pero que cuando se las contem-

69
plaba más de cerca, se encontraban contra- medida en que José Fernández reproduce en
dicciones penosas. Las “hojas de dos espadas estas frases ideas íntimas de Silva, es decir,
cruzadas en panoplia sobre una rodela” y el ideas de la época que Silva asimiló y no sim-
abigarrado “interieur” son signos de que el plemente frutos de lecturas para sorprender
personaje central de la novela, Fernández, de manera snob a los amigos, estas frases cons-
estaba crucificado: tenía una honda raíz en tituyen la toma de conciencia de la realidad
ese mundo tradicional de simulada aristocra- social y personal en la que se encontró Silva.
cia y la otra en el camino hacia la moderni- No cabe decir que la toma de conciencia y el
dad burguesa. El dandy europeo también es- propósito de sorprender a sus amigos se ex-
taba crucificado. Pero fue precisamente esa cluyen. La vida bogotana y burguesa que él
crucifixión la que le permitió esbozar una detestaba dejó inevitablemente sus huellas en
crítica a la sociedad burguesa: tenía la dis- el dandy que, al manifestarla inconsciente-
tancia del marginado y superior, pero esa dis- mente, lo transforma y degrada al snob (ad-
tancia no suprimía su raíz burguesa, la que mirador necio de todo lo que está de moda),
hizo posible su libertad y el endiosamiento a una forma de Oscar Wilde. Son los dos ros-
del arte. Su crítica a la sociedad burguesa fue tros del poeta moderno: del Mallarmé her-
una crítica “desde dentro”. Y no sólo la nece- mético e intelectualmente exigente y del
sidad de justificar su existencia estética lo Mallarmé aficionado a las frivolidades de las
indujo a la reflexión sobre su arte y su papel damas famosas de París.
social, sino también su carácter anfibio: era
un antiburgués que tenía que nadar en las De sobremesa tiene un aspecto involun-
aguas de la burguesía. Sería apresurado ase- tariamente crítico con valor de testimonio.
gurar que esta tensa ambigüedad contribuyó El diario que José Fernández lee a sus amigos
a su suicidio. Uno de los amigos de Fernández admiradores es el diario de un viaje a Euro-
le dice que todas las circunstancias de su vida, pa. Es decir, la confirmación de uno de sus
“los tesoros de arte y las comodidades fas- rasgos de clase y de su filiación de poeta mo-
tuosas” de su casa y unos pocos amigos “chi- derno. “El viaje a Europa”, principalmente a
flados”, son “lo más a propósito para aislarte París, fue un rito de corroboración de una
de la vida real”. Fernández replica con una superioridad cultural y social o simplemente
pregunta: “La vida real.... Pero ¿qué es la vida social. “La ciudad Luz” gozó en el mundo
real... la vida burguesa sin emociones y cu- católico de lengua española de una doble
riosidades?”. En busca de esas emociones y fama. La política, por ser París la cuna de las
curiosidades, Fernández dice que le “fascina ideas que impulsaron la Independencia. No
todo”: “todas las artes, todas las ciencias, la sólo por esa causa, sino también por la inva-
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especulación, el lujo, los placeres, el misticis- sión napoleónica en España, fue París para
mo, el amor, la guerra, todas las formas de la los peninsulares el reino del mal. Para los his-
actividad humana, la misma vida material”, panoamericanos católicos, París fue el esce-
es decir, le fascinan naturalmente los contra- nario del mal moral y de la perdición. José
rios (misticismo-vida material; la guerra- María Cordovez Moure cuenta en un apén-
amor; arte-política; ciencia-especulación). La dice (“Un viaje a Europa”) de sus Reminis-
fascinación por una totalidad absoluta, llena cencias de Santafé y Bogotá (1893) “la historia
necesariamente de contrarios, no puede sa- de dos estudiantes colombianos en París” con
tisfacerse, y su meta inalcanzable conduce a el propósito de mostrar cómo París corrom-
una permanente y devoradora insatisfacción, pe a los hispanoamericanos de más arraigo
a una intensificación de la tensión ambigua católico y de más pura y piadosa familia: dos
en que se encuentra el artista anfibio. En la antioqueños. Para muchos hispanoamerica-

70
nos, el viaje a París incluía una grata excur- dama vestida de gasa escucha el acompaña-
sión a las infernales y tentadoras regiones del miento del banjo. Semejante a esta cultura
Eros. El viaje a París y a Europa de José fue la de la sociedad bogotana de la época de
Fernández -o de José Asunción Silva, o de su Silva. Noche de luna, banjo, gasa y, natural-
imaginación- fue no sólo la muestra de su mente, embelesamiento. Era la cultura del
riqueza y alcurnia, sino un acto de desafío a “hacendado”: en Estados Unidos, del em-
la sociedad pacata y a sus ansias de saberlo y prendedor con ambiciones de figuración so-
experimentarlo todo. cial y cultural; en Hispanoamérica, del des-
cendiente de algún encomendero, con con-
La imagen de París y de Europa de la novela ciencia de su ascendencia. Pero la imagen del
se reduce considerablemente a pocos escena- hombre de negocios de Fernández no tiene
rios: hoteles, comedores, alcobas, y una alu- sólo su remota raíz en la estructura de una
sión al paisaje suizo. La indicación de las ca- sociedad nueva sin tradiciones nobles autén-
lles de Londres y París y el lujo de sus “suites”, ticas. José Fernández se sentía capaz de ha-
el “butler”, la ropa, las joyerías, los médicos y cerlo todo, de reformar al país y, para ello, de
agentes comerciales hacen saber a sus amigos aprender en los Estados Unidos el ejemplo
y a sus lectores que el viaje a París y a Europa de la dinámica moderna. En Europa, José
que da ocasión al diario no es sólo invención, Fernández era una encarnación de ese ejem-
sino que tuvo una base real. Lo que sin duda plo. Pero como el que soñaba con este papel
no es real sino ficticio es el despliegue de ri- social vivía en dos mundos, el tradicional
queza y los negocios que hace, que más co- bogotano y el moderno al que aspiraba, su
rresponden a la figura de un rico algodonero portavoz, José Fernández, contempló a Eu-
norteamericano de Virginia, donde vivió ropa de manera igualmente anfibia. Goza los
Edgar Allan Poe. Como Poe, José Fernández placeres, los vicios y la libertad que ofrece

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amó a una Helena inalcanzable y como Poe París, pero al mismo tiempo condena a la ciu-
tenía José Fernández una naturaleza sensiti- dad y, siguiendo un lugar común sobre la ciu-
va: “nervioso en grado verdaderamente insó- dad luz forjado a comienzos de siglo en Es-
lito”. Como Poe, José Fernández tenía mo- paña por el erudito Hervás y Panduro, la lla-
mentos (“períodos”, dice Poe) de “horrible ma la “Babilonia moderna”. Exhibe su lujo,
locura”. Pero la imagen del rico hombre de aunque se burla de los viajeros europeos que
negocios no es sólo propia de un simple ha- hacen lo mismo pero sin la misma preten-
cendado de Virginia. Esta clase aspiraba na- sión aristocrática, y los llama burgueses. En
turalmente a la cultura “aristocrática” y ha- París estuvo a punto de matar a una meretriz
bía creado una forma de sentimentalidad que y muy poco después se conmueve profunda
se podía reducir (según los historiadores nor- y piadosamente con la noticia de la muerte
teamericanos R.B. Nye y J.E. Morpurgo) al de su abuela. Estaba en París, daba rienda
idilio de una noche de luna, en la que una suelta a las suscitaciones de la ciudad del mal,

71
pero estaba al mismo tiempo en Bogotá y es decir, con la realidad de lo inalcanzable
sentía pesadumbre con el estilo de pesebre tiene en su núcleo la posibilidad de describir
de la sociedad tradicional. Si no percibió nin- plásticamente esa búsqueda pertinaz pero
gún aspecto real de Europa, a diferencia de vana de un absoluto: el viaje y el diario del
José María Cordovez Moure, es decir, si no viaje. Lo absoluto fascinante e inalcanzable
se embelesó con los monumentos, el paisaje es en De sobremesa la aristocrática y angelical
y la organización europeos, no fue por falta Helena. La Helena de Fernández-Silva nada
de sensibilidad. La Europa que describe en tiene de común con la Helena que dio ori-
primer plano es la Europa filosófica, literaria gen a la figura recurrente de la literatura oc-
y pictórica y, más concretamente, el “ambien- cidental: la de la Odisea de Homero o la de
te espiritual” de la Europa finisecular. Su via- Helena de Eurípides. Independientemente de
je por Europa fue un “viaje sentimental”, en las fuentes literarias que suscitaron en Silva
el sentido que dio a esta forma de viaje el esa figura, esta Helena delata, una vez más,
novelista inglés Laurence Sterne en su famo- la “doble vida” del poeta. Ella es una “remi-
so libro Viaje sentimental por Francia e Italia niscencia” de la Virgen María y de las mu-
(1768), es decir, un “viaje del corazón”, como chas variaciones que ha tenido en el arte y la
decía Sterne, de las sensaciones del sujeto. literatura este arquetipo de pureza, belleza,
También en esto fue Silva un innovador. La delicadeza (para Silva fueron los pintores y
literatura de lengua española, tan pobre en escritores ingleses que se llamaron a sí mis-
libros de viaje en comparación con la euro- mos “pre-rafaelitas”, es decir, que en el siglo
pea, no conocía ni el “viaje sentimental” ni pasado postularon una pintura anterior a la
la “novela de artistas” en forma de diario. Y de Rafael), a la que Fernández-Silva da el va-
tampoco conocía el diario reflexivo, sino el lor simbólico de la meta inalcanzable, de la
diario anecdótico. Silva combinó esas dos búsqueda permanente. Es una Helena que
formas literarias, fomentadas por el cosmo- hubiera cabido en la mente angustiosamente
politismo y la secularidad del individuo en el casta de un Luis Gonzaga: una tentación sin
ilustrado siglo XVIII, y creó la primera no- peligro. Pero esa Helena, reflejo indudable
vela radicalmente innovadora y moderna de de las obligatorias castidades sociales conven-
la literatura de lengua española. La combi- cionales del siglo XX, era una “Lolita”, como
nación de libro de viaje sentimental y de dia- Vladimir Nabokov llamó en la novela del
rio reflexivo no obedecía sólo a la mismo nombre a las niñas adolescentes e in-
suscitación más inmediata, esto genuas pero instintivamente seductoras. Te-
es, el Diario de María nía quince años de edad. Sólo dos años más
Bashkirtseff, del que que la Sophie von Kühn que afamó el poeta
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Fernández-Silva dice alemán Friedrich von Hardenberg, conoci-


que es “un espejo fiel do por su seudónimo Novalis (1772-1801),
de nuestras con- porque ella determinó su pensamiento. La
ciencias y de Helena de De sobremesa significaba la pureza
nuestra sensibili- seductora, a diferencia de las damas que se-
dad exacerbada”: dujo Fernández, que eran sólo purezas tácti-
La tensión de la cas y convencionales. La Helena de
“doble vida”, del Fernández-Silva era una conjunción simbó-
carácter anfibio del lica de lo inalcanzable del afán de totalidad,
poeta, que en su afán de en la cuerda mariana de la sociedad tradicio-
saberlo todo tropieza con el nal, la búsqueda de una inocencia que com-
límite de esa totalidad misma, pense la tensión de la ambigüedad de la “exis-

72
tencia estética”. Cuando le aconsejan que se que cabe llamar “retroprogreso”. Silva fue,
case con ella, Fernández rechaza la propues- indudablemente, uno de los pocos intelec-
ta. El matrimonio significaría el fin de la tuales hispanoamericanos del siglo XIX que
búsqueda y, para los dos, el ingreso en la so- entendió su crítica de artista a la sociedad
ciedad burguesa, la concesión a las conven- burguesa, al Estado liberal, que bien entrado
ciones sociales. el siglo XX se llamó “Estado de derecho libe-
ral-burgués”. En esa crítica se halla implícita
Fernández-Silva no hace una crítica temáti- una crítica al parlamentarismo, o al fracaso
ca y detallada a la sociedad tradicional e del parlamentarismo que, dos años antes de
incipientemente burguesa de Bogotá. Hace que se publicara la novela, había analizado el
una crítica indirecta a su estado actual, a la famoso constitucionalista alemán Carl
política que ella engendra: es su plan de re- Schmitt en su influyente ensayo La situación
forma, que se le aparece en un momento de histórico-espiritual del parlamentarismo actual.
“suprema paz” que goza “en las horas pasa- La propuesta de Fernández-Silva se nutría del
das en el picacho a donde subo”. Es, pues, conservatismo familiar, pero también de la
una revelación, “el fin único a qué consagrar experiencia histórica. Sin embargo, lo que
la vida”. “Para realizarlo necesitaré un esfuer- Fernández-Silva llama “poderosa reacción
zo de cada minuto por años enteros, una vo- conservadora” y la idea de una dictadura tem-
luntad de hierro que no ceda un instante”. poral ilustrada no se reducían al cuño políti-
El plan prevé la implantación, entre otras co familiar y a la experiencia histórica hispa-
cosas, de “un plan de finanzas nacional”, la noamericana. La marginalización del poeta
formación de un “partido nuevo, distante de y del artista en la sociedad burguesa provocó
todo fanatismo político o religioso”, un “par- no sólo la reacción de los marginados, esto
tido de civilizados que crean en la ciencia y es, las novelas de artistas y la justificación teó-
pongan su esfuerzo al servicio de la gran idea”. rica de su existencia (la moderna teoría lite-
Pero si el plan no resulta “por las buenas”, “si raria), sino la transformación del dandy he-
la situación no permite esos platonismos”, es roico en una nueva versión del rey filósofo
preciso acudir a la revolución, para “provo- de Platón. El partido de civilizados que creen
car una poderosa reacción conservadora”, en la ciencia y ponen sus esfuerzos al servicio
aprovechando los medios que brinda el “fal- de la gran idea es menos que un partido en el
so liberalismo” del gobierno. La meta sería sentido político, propiamente democrático de
una dictadura temporal ilustrada, con una la palabra, una elite con rasgos de culto.
constitución elástica que permita “prevenir Fernández-Silva esbozó intuitivamente lo que

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las revueltas de forma republicana...”. a comienzos de siglo adquirió plena y única
Fernández-Silva, embriagado con la idea de configuración en Alemania: el famoso “Cír-
la realización dictatorial del plan, descubre culo de Stefan George”. El gran poeta reno-
su admiración por “los triunfos de la fuerza”. vador de la lengua alemana -a Rubén Darío
Lo que Fernández-Silva llama el “falso libe- se lo llama en Alemania el “George español”-
ralismo” es, en primer plano, el liberalismo era el rey-filósofo de una comunidad de in-
conservador que caracterizó al liberalismo telectuales con organización jerárquica, que
hispanoamericano en el siglo XIX, es decir, tuvo su justificación ideológica y progra-
un liberalismo de máscara. Pero la crítica al mática en el libro de uno de sus miembros,
liberalismo colombiano e hispanoamericano Max Kommerell, El Poeta como conductor en
es también una crítica a la incipiente socie- el clasisismo alemán (1928), que Walter
dad burguesa, entre tradicional y ansiosa de Benjamin llamó la “magna carta del
progreso, es decir, la crítica a la ambigüedad conservatismo alemán”. George no pensaba

73
en el nacionalsocialismo, pero se movía en el só en un “partido de civilizados” que creen
ámbito antiburgués y estético que determi- en la ciencia y ponen su esfuerzo al servicio
nó en Alemania lo que se llamó “revolución de la gran idea, no sólo pensó en una especie
conservadora” (Oswald Spengler, Ernst de república platónica (Silva mismo llama
Jünger, entre muchos más), y que fue más “platonismo” a esa alternativa), sino en la
culta que los chauvinistas franceses de la sustancia moral y en la capacidad intelectual
Action Française como Henri Massis y sobre y práctica de los políticos y de los ciudada-
todo Maurice Barrés, con quien Silva com- nos ejemplares. La república platónica que
partió su devoción por María Bashkirtseff. El proyectó el múltiple Fernandez-Silva (poeta
poeta burgués antiburgués de esa época se ha- genial, hábil hombre de negocios, fumador
llaba frecuentemente en la antesala ideológica de opio, Don Juan, exquisito en sus gustos y
del totalitarismo. No sólo él, en modo algu- a veces brutalmente violento) debería ser una
no. En una época de ambigüedades intelec- república tan perfecta que correspondería al
tuales y políticas, que se enmascaró con dife- absoluto del arte y de su ansia de conocimien-
rencias y contraposiciones burocrático-ideo- to y experiencia totales. Desde el punto de
lógicas, no había apenas nadie que se liberara vista del “popperianismo” de moda, la repú-
de esta ambigüedad, de este nudo gordiano. blica platónica de Silva sería una comproba-
ción más del reproche de totalitarismo que
Una figura significativa de comienzos del si- hizo Popper a Platón. Pero ese reproche sería
glo presente fue el hoy olvidado Georges Sorel la repetición, con otro acento, del hábito le-
(1847-1922). En él, quien ha sido compara- ninista, esto es, de reprochar, por ejemplo, a
do con el nudo gordiano, cristalizan las am- Rubén Darío (muerto dos años antes de la
bigüedades intelectuales y políticas de la épo- Revolución de Octubre) que no pensara so-
ca: formuló la teoría de la huelga general, cri- bre la sociedad como Lenin y sus feligreses.
ticó el progreso, se inspiró en la filosofía Platón no podía anticiparse histórica, socio-
institucionalista de Bergson y alimentó la lógica y filosóficamente a la sociedad occi-
ideología de Mussolini. El mismo Walter dental después de la experiencia del
Benjamin no se sustrajo a esas ambigüeda- nacionalsocialismo y de los totalitarismos. Si
des: osciló, como el joven Lukács, entre el se deja de lado el “platonismo al revés” de
elitista y conservador Círculo de Stefan Popper, es decir, la moda, será preciso leer
George, el teórico del nacionalsocialismo Carl políticamente De sobremesa para preguntar,
Schmitt y la profesión de fe leninista. Silva por ejemplo: ¿por qué la sociedad burguesa
fue en Colombia el único y en Hispanoamé- en general engendró los totalitarismos y, en
rica uno de los primeros que expresó, en su especial, por qué la sociedad hispanoameri-
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novela De sobremesa, la ambigüedad intelec- cana -no sólo la aristocracia de cartón- sigue
tual y política de la época, para cuya percep- apegada al “hombre fuerte”, al “mito” con que
ción tenía el órgano de su propia ambigüe- se lo rodea y, en fin, ¿por qué las repúblicas
dad. Los párrafos de la novela que describen hispanoamericanas encubren una nostalgia
y fundamentan el plan de reforma no sólo por la monarquía que hace sospechar que tras
tienen esa ambigüedad, sino que contienen ella se esconde el cuño de la parroquia y de
la pregunta, implícita en el presupuesto de la todas sus arandelas, del párroco como pastor
crítica a la sociedad tradicional e inci- y de los feligreses como corderos?
pientemente burguesa, por la clase en la que
recae la culpa y la responsabilidad del fracaso “Prólogo” (a De sobremesa de José Asunción Silva), se pu-
blicó en: José Asunción Silva, De sobremesa. Bogotá: El
del parlamentarismo. Silva no respondió ex-
Áncora Editores, 1993.
presamente a esa pregunta. Pero cuando pen-

74
El “piedracielismo” colombiano

E
n 1926 de compartió con
apareció Suenan Carlos Gardel. Los mármo-
timbres de Luis Vidales. Un les de yeso de Guillermo Valencia,
año antes, León de Greiff había la rimbombancia provinciana li-
publicado Tergiversaciones. beral-conservadora de los
Vidales y De Greiff pertene- “centenaristas” y los torren-
cieron a un grupo (que tes de lágrimas con los que
después lo han convertido los lectores y oyentes de los
en “generación”) que por el poemas de Julio Flórez inun-
título de la revista en la que algunos de ellos daron el alma popular, no fueron favorables
se dieron a conocer, Los nuevos, se llamó el de a la recepción de los propósitos de “los nue-
“los nuevos”. Lo que pretendían “los nuevos” vos”, es decir, los de renovar la poesía colom-
era ya entonces relativamente nuevo, aun en biana asomándose al mundo, pero sin darse
Colombia. No es improbable que otra lla- cuenta de él. Como si fueran diplomáticos -

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mada “generación”, la del “centenario”, que algunos de ellos lo fueron más tarde de ver-
durante más de un cuarto de siglo fue el blan- dad- “los nuevos” decidieron ser “nuevos”
co de los ataques contra la mentalidad para el caso de que a la hora de la verdad na-
engolada y provinciana que ellos representa- die les reprochara que no habían actuado, que
ron y acuñaron, haya desviado la atención no habían sido “nuevos” y que, a la vez, na-
del reducido público lector de la Atenas sud- die les reprochara que habían actuado, que
americana, que no reparó siquiera en que Luis habían sido “nuevos”.
Vidales y León de Greiff eran entre “los nue-
vos” los únicos auténticamente nuevos. To- En su breve ensayo sobre “Los nuevos” ase-
davía imperaba el Goethe de Popayán, gura Fernando Charry Lara que “desafortu-
Guillermo Valencia, y en regiones menos nadamente la gran mayoría de sus miembros
humanísticas de la República neoateniense, fue a otros campos, entre los cuales la políti-
Julio Flórez tenía la popularidad que más tar- ca y el periódico reclamaron con mejor for-

75
tuna sus talentos”1. La actitud de “los Muchos de ellos siguieron la carrera de dere-
nuevos” era en realidad más adecua- cho... pero pocos ejercieron después la pro-
da para hacer carrera política en Co- fesión. Algunos obtuvieron puestos diplomá-
lombia, y aunque de ese grupo sólo ticos o consulares...”2.
perduran en la historia de la poesía
colombiana Rafael Maya, Luis Este lento proceso de “profesionalización” del
Vidales y León de Greiff, la historia hombre de letras se inició en Colombia ya a
política del indefenso país le debe finales del siglo pasado y comienzos del pre-
al grupo oradores políticos cente- sente. La Revista Gris (1892-1895) y la Re-
lleantes como Jorge Eliécer Gaitán, vista contemporánea (1905-1908), por ejem-
Silvio Villegas y Augusto Ramírez plo, ya no pretendían ser revistas de simples
Moreno, menos centelleantes aficionados sino empresas comerciales, con
como Gabriel Turbay, quien con una disciplina periodística y mercantil y, en
Gaitán fue candidato a la Presidencia un país de abogados, con rigurosa observa-
de la República neoateniense, y un presi- ción de la legislación postal y comercial. Pero
dente, Alberto Lleras Camargo, quien con- las dos empresas, que lograron llegar a remo-
firmó que la República neoateniense mere- tas ciudades del país, fracasaron pese a que
cía el nombre que le dio Menéndez y Pelayo, sus directores y mentores, especialmente
pues este “nuevo” fue un nuevo Pericles. Tam- Baldomero Sanín Cano, trataron de combi-
bién la llamada generación del “centenario”, nar divulgación cultural y satisfacción de fi-
que sólo tuvo un poeta ocasional, Luis López guración social del público. Fracasaron casi
de Mesa, dio al país dos presidentes, que en por la misma razón por la que fracasaron la
paz descansen, Eduardo Santos y Laureano Biblioteca americana (1823) de Andrés Bello
Gómez. Es, pues, evidente que cuando se y el Repertorio americano (1826-1827) de
publicaron los libros de León de Greiff y de Juan García del Río y Bello mismo: por falta
Luis Vidales no tuvieron eco alguno. La vida de público lector. Pero las dos revistas colom-
literaria era un ejercicio previo a la carrera bianas citadas fracasaron también porque para
política, y la poesía, principalmente, un or- sobrevivir tenían que rendir tributo a la polí-
namento o un jardín cuyas flores ya secas se tica, es decir, pronunciarse, por discretamente
transplantaban a la retórica parlamentaria. que fuera, a favor de uno u otro partido polí-
tico. Con ello el intento de “profesiona-
En el capítulo “Literatura pura, 1890-1920” lización”, de poner en marcha la “división del
de Las corrientes literarias en la América his- trabajo” llevaba en sí el germen de su fracaso.
pánica apuntó Pedro Henríquez Ureña que Y como los partidos políticos en Colombia
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en ese período “comenzó una división del eran no sólo una profesión de fe sino un ele-
trabajo. Los hombres de profesiones intelec- mento esencial constitutivo de la personali-
tuales trataron ahora de ceñirse a la tarea que dad, el simple hecho de que un escritor qui-
habían elegido y abandonaron la política... siera ser sólo eso, lo marginaba de la vida
el timón del Estado pasó a manos de quienes nacional. Tan sólo recientemente ha comen-
no eran sino políticos... y como la literatura zado a rescatarse la figura de Carlos Arturo
no era en realidad una profesión, los hom- Torres a quien la posteridad no le perdonó
bres de letras se convirtieron en periodistas o su tolerancia política y, muy probablemente,
en maestros, cuando no en ambas cosas. que su libro Idola Fori (1916) ponía en tela

1 F. Charry Lara, Poesía y poetas colombianos, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, Procultura, Bogotá, 1985, p. 54.
2 Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América hispánica, México, F.C.E., 1949, p. 165.

76
de juicio las raíces de ese fanatismo político. de sus compañeros de grupo, que en la tertu-
Esta fuerte politización de la vida social y de lia discutía con él y los demás sobre socialis-
la vida literaria estaba sostenida, de manera mo y cosas horrorosas semejantes, Alberto
dialéctica, si se quiere, por una forma extre- Lleras Camargo, dictaminó que Suenan tim-
ma de lo que Carl Schmitt llamó “teología bres se caracterizaba por su humorismo. Lleras
política”. “Todos los conceptos sucintos de y otro compañero del grupo, Jorge Zalamea,
la moderna teoría del Estado son conceptos no repararon que el libro no era principal-
teológicos secularizados”, dice Schmitt3. En mente humorístico y que ese rasgo que ellos
Colombia, todos los conceptos de los dos creyeron encontrar no estaba en él sino era el
partidos políticos no eran “conceptos efecto que produjo su lectura a estos dos re-
teológicos secularizados” sino nociones reli- volucionarios tradicionalistas. El propósito de
giosas petrificadas. La llamada lucha entre los Vidales, que se manifiesta muy claramente
partidos fue una guerra religiosa de católicos en el libro, era de desafío a la “retórica” que
devotos contra católicos menos devotos. Es- expresaba y a la vez sustentaba a la católica
tos son los presupuestos sociológico-literarios Atenas. Con esa clasificación se redujo el
y políticos para comprender el misoneísmo impulso crítico social y literario de Vidales a
colombiano. una peculiaridad bogotana -que no es en el
fondo peculiaridad- y que suelen llamar “hu-
El “modernismo” dariano fue asimilado sólo mor bogotano”, es decir, se lo neutralizó.
muy parcialmente. Basta comparar la obra
de Darío con la de Guillermo Valencia para León de Greiff tuvo más fortuna. Quizá por-
comprobar que en Valencia no se encuentra que su figura correspondía a la imagen del
una sola huella de los problemas que ator- poeta romántico: barba, sombrero de ala an-
mentaron a Darío, como el que expresa en cha, capa española, boquilla larga, a lo que se
su poema “Lo fatal” de Cantos de vida y espe- agregó su apellido nórdico que con el de col-
ranza (1905) y que el erotismo de Darío en maba las aspiraciones monárquicas de la Re-
“Ite, missa est” de Prosas profanas y otros poe- pública neoateniense. Si se deja de lado la
mas (1896), no sólo se asordina monjilmente necesaria diversidad de la calidad poética, los
en “Leyendo a Silva” (que lo hubiera podido dos primeros libros de una “vanguardia” co-
escribir la Fernanda del Carpio de Cien años lombiana se diferenciaban por el grado y la
de soledad de García Márquez) sino tiene su forma de cuestionamiento de la tradición
freno papal en su famoso poema Anarkos cultural y social. En Vidales fue radical, en
(1897), que es una versificación de la encí- de Greiff no hubo cuestionamiento, pero

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clica social Quadragesimo anno de León XIII. tampoco continuidad, sino un deslinde que,
En 1925 y en 1926, cuando aparecieron los sin embargo, no rechazaba uno de los rasgos
libros citados de León de Greiff y de Luis de esa tradición. Borges lo describió
Vidales, la poética que subyacía a ellos no críticamente cuando en un ensayo de Otras
fue percibida como poética de “vanguardia”, inquisiciones (1952) dijo que “las literaturas
sino como poética extravagante que no ame- que usan el idioma español (son) clientes del
nazaba los fundamentos de la Atenas Católi- diccionario...”4. De Greiff no fue sólo eso,
ca. Luis Vidales no continuó su desafío a la pero una de las características de toda su obra
sociedad tradicionalista de Colombia y lo fue lo que cabría llamar “lexicomanía”, no
hubiera hecho indudablemente en vano. Uno ciertamente la castiza de un Juan Montalvo,

3 C. Schmitt, Politische Theologie, Duncker & Humbolt, Munich-Leipzig, 1934, p. 49.


4 J. L. Borges, Otras inquisiciones, Buenos Aires, Sur, 1952, p. 79.

77
la que puede observarse en autores de lengua ro semejante al de Goethe, cuya ala ancha
española con ascendencia más o menos próxi- graciosamente doblada, lo protege del sol,
ma extranjera como Max Aub o Alejo sino una gorra rusa de invierno. Rostro y
Carpentier. Es la “lexicomanía” como certi- gorra son lo único que cambian en los retra-
ficado de identificación del inmigrado con tos de estos dos “clásicos”. León de Greiff no
su país huésped y propio a la vez. Las Tergi- tenía tanta conciencia de sí como Valencia, y
versaciones de León de Greiff se deslindaban sus fotografías y las descripciones de su figu-
de la tradición, pero observaban formas de la ra muestran que tenía conciencia de poeta
tradición, independientemente del motivo romántico-posromántico, es decir, bohemio.
que lo movieron a ello. Pero esta contraposición “clásico-romántico”,
no atentaba contra ninguna tradición cultu-
Guillermo Valencia y León de Greiff repre- ral de la República neoateniense, sino for-
sentaron tardíamente dos actitudes que se maba parte de historia de la literatura colom-
encontraron en el origen de la literatura mo- biana.
derna europea. Actitudes principalmente, no
formulación reflexiva de dos posiciones No mucho antes de que apareciera el grupo
poetológicas y filosóficas. En países como de “los nuevos” y bajo el reinado y la anuen-
Colombia, en los que la figuración y la si- cia de Valencia, se hizo famoso un grupo de
mulación (lo que Erving Goffman llama “la poetas llamado “la gruta simbólica”, que ha-
presentación del yo en la vida cotidiana”5) bía consagrado el aliñado desmelenamiento
pesan más que la sustancia de la persona y de romántico. La idílica paz se turbó, si bien no
la obra, estas dos actitudes se expresaron, para definitivamente, cuando en un artículo de
la opinión pública, de manera iconográfica. 1942, Eduardo Carranza se pronunció, ci-
El retrato más difundido de Guillermo Va- vilmente, contra lo que él llamó, con certero
lencia, un cuadro al óleo, despierta la sospe- término, bardolatría. El bardo idolatrado era
cha de que el inspirado pintor y el clásico Valencia, y el sacerdote del culto era nadie
modelo conocían el retrato de Goethe que menos que Baldomero Sanín Cano, políti-
acompaña la mayoría de las ediciones de su camente opuesto al bardo clásico y claramen-
Viaje a Italia. Goethe recostado en un pra- te sospechoso de propagar y cultivar ideas
do, contempla a Roma; Valencia, igualmen- socialistas. Sanín Cano había escrito un artí-
te recostado en un prado, contempla a culo en el que corroboraba con argumentos
Popayán. Pero Valencia no lleva un sombre- aparentemente intelectuales una leyenda tí-
pica de la ciudad señorial, Popayán, sobre las
relaciones personales de Nietzsche con Va-
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lencia, o viceversa. Según la leyenda, cuando


Valencia honró a París con su presencia en
1899, se enteró de que Nietzsche necesitaba
un criado. Valencia, quien según otra leyen-
da estudió en la Ciudad Luz, durante casi un
año, “literaturas antiguas y modernas
y...ciencias políticas en la Sorbona”, y “trabó
amistad con... Mallarmé, Heredia, Wilde,
Darío...”6 entre otros, solicitó la plaza de “cria-
do de Nietzsche” y, aunque vivía en París, la
5 E. Goffman, The Presentation of Self in Everday Life, Londres, Penguin Books, 1969.
6 C. García Prada, Diccionario de la literatura latinoamericana. Colombia, Washington, Unión Panamericana, 1959, p. 124.

78
hermana del filósofo decidió compartir con mántico o bohemio; postula-
el Goethe de Popayán los cuidados que re- ba, consecuentemente, una
quería el enfermo en Weimar. Sanín Cano poesía “pura” en el sentido de
comparó en ese artículo a Nietzsche con Va- no retórica y en último
lencia, es decir, estableció forzadamente y a término declaraba
posteriori el diálogo entre Nietzche y Valen- que la poesía po-
cia, que hubiera tenido lugar si la leyenda se lítica-retórica ha-
hubiera percatado de que el viaje diario, aun- bía perdido toda
que sólo hubiera sido durante una semana, su vigencia, que se
desde París a Weimar llevaba más de una se- había quedado rezagada.
mana.
Como la simple invocación de
Contra esta “bardolatría” arguyó Carranza la poética y el ejemplo de Juan
que desde la época en la que Valencia había Ramón Jiménez era el resul-
surgido, “han ocurrido algunos hechos del tado de una comprobación
orden de la sensibilidad que fatalmente tie- histórica, como no era siquiera
nen su reflejo en las letras. Han advenido abiertamente polémica, como era, pues, una
nuevas maneras literarias, se ha producido justa y simple necrología de la poética domi-
una revolución fundamental en el subsuelo nante, la reacción al postulado
de la creación poética y nuevas estrellas han juanramonizante fue simpáticamente violen-
ascendido al cielo de los cantos”7. Era una ta. ¿Cómo puede reaccionar un cadáver vi-
simple comprobación histórico-literaria, que viente ante quien tiene la “ocasión única y
a la vez ponía de presente a la parroquia del feliz” de pronunciar su necrología, de dársela
bardo que la historia no se había detenido a conocer? Los poemas de los osados
ante las puertas del vaticano colombiano y “piedracielistas” no tenían nada provocador,
de sus demás municipios literarios. Desde su erotismo era moderado, sin espasmos ni
1935, unos pocos que pensaban como sensualidad, casi becqueriano. No invitaban
Carranza, esto es Jorge Rojas, Darío Samper, a la subversión de los valores morales y socia-
Arturo Camacho Ramírez, habían publica- les. Ni siquiera pretendían abiertamente cues-
do sus poemas en una serie patrocinada por tionar burlonamente, como lo hizo Luis
Jorge Rojas, que llevaba el título de un libro Vidales, el fundamento retórico de la socie-
de Juan Ramón Jiménez, “Piedra y cielo”. El dad. Sólo pretendían dar validez a lo que des-
título significaba un variado desafío: era una de el romanticismo, especialmente alemán,

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profesión de fe por una de las “nuevas estre- había determinado el desarrollo de la poesía
llas que han ascendido al cielo de los can- occidental y que Rubén Darío había
tos”, consecuentemente, por las “nuevas ma- ejemplificado: a la “autonomía del arte”. Pero
neras literarias”, y por la “revolución funda- este intento no los llevó siquiera a un herme-
mental” que se había “producido en el tismo moderado, es decir, a ese medio con el
subsuelo de la creación poética”. La profe- que la “la autonomía del arte” se protege
sión de fe por Juan Ramón Jiménez era, en altivamente y a la vez se deslinda de la acti-
efecto, “revolucionaria”: postulaba la figura tud de la sociedad ante el poeta y la poesía.
del poeta dedicado íntegramente a la poesía Los poetas de “Piedra y Cielo” no tuvieron
y con ello rechazaba implícitamente la figura clara conciencia de este complejo de proble-
del poeta político o del tolerado poeta posro- mas, no pertenecieron al género del “poeta

7 G. Serpa de De Francisco, Gran reportaje a Eduardo Carranza, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1975, p. 119.

79
doctus”, no reflexionaron so- tes. Las omisiones tienen un sentido y plan-
bre él. Cuando Carranza tean una pregunta. En el caso de las omisio-
recordó que “han nes de los poetas de “Piedra y Cielo”, su men-
ocurrido algunos ción provoca la sorpresa que causa la reac-
hechos del orden ción de los neoatenienses cultos colombia-
de la sensibilidad”, nos ante lo que encierra la invocación a Juan
no se refirió concreta- Ramón Jiménez. Esa reacción plantea, pues,
mente a la numerosa lite- la pregunta: ¿fueron culpables de esas omi-
ratura teórica, ni siquiera a la siones sólo y exclusivamente los poetas de
francesa, que había formu- “Piedra y Cielo”, o fueron esas omisiones
lado, desarrollado y profun- producto de una larga e impositiva praxis de
dizado este problema. Lo la vida literaria, cultural y social de una nue-
percibió indudablemen- va Atenas sin Platón ni Aristóteles, sin
te de modo olfativo, y Sófocles ni Píndaro, sin Esquilo ni Tucídides?
aunque la legendaria An-
tología de la poesía espa- La invocación a Juan Ramón Jiménez era una
ñola 1915-1931 (1932) de Gerardo Diego invitación a la pureza no sólo poética sino
antepuso a la selección de cada poeta una ex- ética, a la autenticidad que implicaba el re-
posición breve de su poética, sus lectores chazo del versificador diestro pero simulador
“piedracielistas” no tuvieron en cuenta la que había degradado la oratoria a campanu-
posibilidad de formular “teóricamente” los da demagogia egoísta y había puesto la poe-
principios que los guiaban, es decir, de re- sía al servicio de su brillo político y la cultura
flexionar sobre ellos. a impositivo teatro provinciano. A estas de-
gradaciones se refería concisamente Carranza
En su libro Poesía y poetas colombianos (1985) con el nombre de “bardolatría”. Esa
sugiere Fernando Charry Lara8 que en Co- “bardolatría” tiránica había cerrado las puer-
lombia se conocía la obra de Antonio Ma- tas de Colombia al mundo y sólo admitía y
chado. No cabe duda de que sus lectores fomentaba reconocimiento a lo que ella co-
“piedracielistas” conocieron el prólogo a la nocía y de lo que ella se vanagloriaba. Las
segunda edición de Campos de Castilla omisiones de los poetas de “Piedra y Cielo”
(1917), en el que es patente la necesidad del fueron el resultado de esta praxis. La ruptura
poeta moderno de reflexionar sobre su poe- de esos poetas con su pasado inmediato fue
sía. Lo que postularon y practicaron los poe- menos que una declaración de guerra, un sal-
tas de “Piedra y Cielo” fue sólo una renova- to al vacío en el sentido de que, no sintién-
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ción formal, un cambio de procedimientos y dose ligados a él, tuvieron que comenzar con
de lenguajes poéticos, pero no enunciaron las lo poco que tenían a la mano, con las “nue-
causas de la necesidad de ese cambio. Con vas estrellas” que habían divisado, no con los
estas comprobaciones no se pretende “con- problemas y reflexiones que las habían im-
tabilizar” las omisiones de esos poetas. El pulsado.
hábito de registrar omisiones puede condu-
cir, en muchos casos, a elaborar una especie A primera vista, la reacción de los “bardos”
de libro de teléfonos de la literatura univer- parece desmesurada. En 1940, el coronel li-
sal, al que no acudieron los respectivos auto- beral Juan Lozano y Lozano, quien también
res a la hora de llamar a los colegas pertinen- había participado en los ejercicios de la ver-

8 F. Charry Lara, Poesía y poetas colombianos, p. 8.

80
sificación, lanzó un anatema contra los ino- ronel por el significado de la sonora palabre-
centes poetas de “piedra y Cielo”. El anate- ja, se hubieran desilusionado profundamen-
ma es doblemente significativo. Tenía el tono te: ninguno de esos “mozos” las hubiera aco-
de un coronel liberal, de un militar tolerante sado, ni seducido, ni menos aún raptado. Pues
que se enfrenta a la rebelión de sus mejores estos “mozos” eran simplemente, para el gran-
suboficiales. Los llamó “mozos”, palabra que de, fuerte coronel, “incendiarios”, quienes,
en el lenguaje de la sociedad senil violenta como Eróstrato, incendiaron el templo de la
no sólo significaba “joven” sino “incapaz atre- Artemisa andina en la Éfesos santafereña, para
vido”. Como liberal tolerante, les concedía lograr fama. Los poetas del grupo de “Piedra
“noble talento... verdadero temperamento... y Cielo” eran, para el neoateniense coronel,
grande inquietud espiritual”. Como coronel iconoclastas por sensacionalismo. Con la acu-
consecuente, encontró que todas esas virtu- sación de “erostráticos”, el coronel aficiona-
des habían engendrado un “galimatías de do a la versificación adjudicó a los poetas de
confusión palabrera” en el que “....no hay “piedra y Cielo” dos características formales
nada de original, nada de estable, nada de de la llamada “vanguardia” hispanoamerica-
duradero”. Aunque a juzgar por sus mismas na: iconoclastia con el medio de la provoca-
palabras la “rebelión” de los “mozos” era in- ción, de la sensación. Pero la iconoclastia y el
ofensiva, sólo confusa y sin consistencia, el sensacionalismo de estos poetas eran sólo un
duro liberal coronel progresista creyó que se fantasma en la mente del agitado coronel.
cernía un grave peligro sobre lo que él llama- ¿Qué entendía él por “patria fuerte”?
ba patria, y que era un ineludible y sagrado
deber militar combatir todo lo que amena- En el prólogo a las Meditaciones del Quijote,
zara el cuartel que él llamaba patria y otros, recuerda Ortega y Gasset la caracterización
feudo. Desenvaino su machete neoateniense, que de España hizo Kant en su Antropología
lo convirtió en pluma -no de ave- y acome- en sentido pragmático (1798), “España. Tie-
tió contra el papel estos truenos: “para quie- rra de los antepasados” y comenta: “¡Tierra
nes tenemos una visión fuerte y grande de de los antepasados! Por lo tanto, no nuestra,
esa patria, constituye deber ineludible salir no libre, propiedad de los españoles actuales.
al encuentro de todo síntoma débil, morbo- Los que antes pasaron siguen gobernándo-
so, extraviado, disociador, decadente, nos y forman una oligarquía de la muerte,
erostrático, que aparezca en el horizonte de que nos oprime”. Esta “influencia del pasa-
la nacionalidad”9. do sobre nuestra raza”, continúa Ortega, per-
mite descubrir “la mecánica psicológica del

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No es improbable que las cultas damas bo- reaccionarismo español. Y no me refiero al
gotanas de entonces, las que tuvieron el pri- político, que es sólo una manifestación, la
vilegio de ser escogidas por Valencia para menos honda y significativa, de la general
confiarles su secreto revolucionario de constitución reaccionaria de nuestro espíri-
Anarkos, creyeran que con la acusación de tu”10. Por patria, fuerte además, entendía Juan
“erostráticos”, el fuerte coronel se refería a Lozano y Lozano indudablemente “la gene-
desmanes eróticos practicados y propugna- ral constitución reaccionaria” de los muertos
dos por los “mozos”. No cabe duda de que si que seguían gobernando a Colombia, aun-
se hubieran atrevido a preguntar al culto co- que estuvieran vivos. Los poetas de “Piedra y

9 En G. Serpa de De Francisco, Gran reportaje a Eduardo Carranza, cit., pp. 115 y ss.
10 J. Ortega y Gasset, “Meditaciones del Quijote”, Madrid, Revista de Occidente, 1957, p. 49 (es edición facsimilar de la
primera edición).

81
literatura. El extranjero debe darles razón. La
poesía de Machado, Jiménez, Guillén, Lorca,
etc., es tal vez el tesoro más precioso que ha
producido la lírica europea en la primera
mitad de nuestro siglo”13. De su análisis ex-
cluye Friedrich las “vanguardias” europeas y
la española, lo cual implica un juicio de va-
lor, fundado sin duda en la fugacidad que
esos estallidos dejaron como herencia a la
poesía europea más representativa. La revi-
Cielo” se liberaron de esa “opresión” que les sión y el cuestionamiento de ese juicio tiene
había impedido asimilar y continuar inde- interés histórico, pero no modifica la con-
pendientemente las libertades con las que el cepción de la poesía que subyace a él y que
modernismo “renovó las muchas literaturas Gottfried Benn, quien se contó entre los poe-
cuyo instrumento común es el castellano”, tas más destacados de la “vanguardia” “expre-
según dice Borges del origen último de sus sionista”, formuló con estas palabras: “... en
poemas11. Valencia petrificó esas libertades y la lírica, lo mediocre por excelencia no está
sus posibilidades, atrofió el “cosmopolitis- permitido y es insoportable, su campo es
mo”, creyó sin duda que “cosmopolitismo” angosto, sus medios son muy sutiles, su sus-
consistía en la casualidad con la que tancia es el Ens realissimum de las sustancias,
Baldonmero Sanín Cano daba a conocer al- y por eso las medidas deben ser extremas. Las
gunos autores de uno de los momentos más novelas mediocres no son tan insoportables,
ricos de la literatura europea. La ceguera im- pueden divertir, instruir, ser tensas, pero la
perativa impidió percibir las suscitaciones del lírica tiene que ser exorbitante o no es nada.
redescubrimiento de Góngora, tenue en “Tré- Eso forma parte de su esencia”. Y agregaba
bol” de Rubén Darío, decidido en el ensayo que de esa forma parte algo más: “la expe-
de Alfonso Reyes12. Los poetas de “Piedra y riencia trágica del poeta lírico de nuestro
Cielo” eran huérfanos también de la propia tiempo ha legado más de seis o hasta ocho
tradición hispanoamericana, y no ha de sor- poemas plenos, los otros pueden ser intere-
prender que de ello se dieran cuenta tardía- santes bajo el punto de vista de lo biográfico
mente, si se recuerda un ripio de Julio Flórez y del desarrollo del autor, pero sólo son po-
sobre Colombia: “Todo nos llega tarde, has- cos los que descansan en sí, iluminan desde
ta la muerte”. sí, están llenos de fascinación -así pues, treinta
y hasta cincuenta años de ascetismo, de su-
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El recurso a Juan Ramón Jiménez y al grupo frimiento, de lucha por estos seis poemas”14.
español del 27 logró llenar ese vacío. En su Para tomar este juicio de Benn cum grano salis
libro La estructura de la lírica moderna (1956) es preciso tener en cuenta que su autor tiene
escribió Hugo Friedrich: “Desde comienzos a sus espaldas y pone sus pies sobre el suelo
del siglo 20 florece en España, siguiendo a de una tradición filosófica y cultural en la
Rubén Darío, una lírica de tal plenitud, cua- que lo Absoluto es meta y presencia a la vez.
lidad y originalidad, que los críticos nativos “Exorbitante” en este sentido sería la poesía
hablan de un segundo Siglo de Oro de su de Jorge Guillén o la de Vallejo, por ejemplo.

11 J. L. Borges, Obra poética. 1923-1977, Madrid, Alianza editorial-Emecé Editores, 1983, p. 365.
12 A. Reyes, “La estética de Góngora”, en Cuestiones estéticas (1911), Obras completas, t. I, México, F.C.E., 1955.
13 H. Friedrich, Die Struktur der moderne Lyrik (1956), Rowohlt, Reinbeck bei Hamburg, 1985, p. 144.
14 G. Benn, Probleme der Lyrik, Wiesbaden, Limes Verlag, 1951, p. 18.

82
Los poetas de “Piedra y Cielo” pretendieron razón que la literatura colombiana de la pri-
algo menos, tuvieron que pretender algo mera mitad de este siglo se divide en dos.
menos. Al colocarse bajo la invocación de Antes de “Piedra y Cielo” y después. En las
Juan Ramón Jiménez buscaron primeramente numerosas tropas que comandaba el coronel
recuperar la poesía, que en Colombia había antierostrático y que en su mayoría estaban
sucumbido a la retórica de la “bardolatría”. compuestas por damas lectoras que aunque
¿Qué entendieron los poetas de “Piedra y muy piadosas eran algo semicultas y por los
Cielo” por poesía? Principalmente el ejem- profesores de literatura colombiana de ense-
plo de Juan Ramón Jiménez, de Federico ñanza secundaria, en su mayoría miembros
García Lorca, de Gerardo Diego, de Jorge de órdenes y colegios religiosos, decir
Guillén. Ejemplo, es decir, no recreación o “piedracielista” era equivalente a decir
teoría. “Cuando los días caen inmutables, / “menteco”, “incomprensible”, “exótico”, “ex-
como rosas con pétalos insignes” (Camacho travagante”. Puede ser posible que en la
Ramírez); “Este es el cielo de azulada altura, / recoleta y engolada Bogotá, eso precisamen-
y este el lucero y esta la mañana” (Jorge Ro- te atrajo la atención a lo que hacían estos
jas); “Todo está bien: el verde en la pradera / pecaminosos herejes. La fascinación de lo
el aire con su libro de diamante / y en el aire la prohibido y execrado tuvo para los de-
rama dibujante” (Eduardo Carranza), dicen fensores heroicos de la patria-conven-
tres poetas distintos y un solo eco verdadero. to el efecto del boomerang. Colom-
bia, país de abogados y hasta de so-
Cada poeta de “Piedra y Cielo” tuvo su poe- ciólogos que cultivaban el sencillo arte
ta español preferido. Para Camacho Ramírez de ser poetas malos, se convirtió en un país
fue el Lorca de Poeta en Nueva York y del Llan- de abogados, ingenieros, sociólogos y poco a
to por Ignacio Sánchez Mejías. Para Jorge Ro- poco damas semicultas pero influyentes, es-
jas fueron Juan Ramón Jiménez y Jorge tudiantes y hasta limpiabotas lectores de poe-
Guillén. Darío Samper tradujo el Romancero sía. Surgió una publicación mensual de an-
gitano de Lorca al paisaje tropical, que ad- tologías de poetas de todos los tiempos y ten-
quirió colores andaluces. Carranza combinó dencias. La Librería Editorial Siglo XX, que
al Pablo Neruda de los Veinte poemas de amor era la librería de los abogados y magistrados,
y en vez de la canción desesperada le puso la financió, es decir, editó los fascículos de poe-
“fe de vida” de Jorge Guillén, de los cuales sía que su director, el novelista y poeta hoy
resultó un Eduardo Carranza con alas de Juan olvidado, Jaime Ibáñez -murió en un mani-
Ramón Jiménez. Pero por encima de las pre- comio- bautizó con el nombre de “Cántico”.

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ferencias de cada poeta hay un eco sintético Del mecenazgo singular del poeta
del ejemplo de la poesía española del 27. Jor- “piedracielista” Jorge Rojas, se pasó a la fi-
ge Rojas hizo una traducción del Cementerio nanciación editorial de los poetas que siguie-
marino de Paul Valéry al castellano que obli- ron el camino abierto por los poetas de “Pie-
ga a recurrir al texto original para cerciorarse dra y Cielo”. Se inició una continuidad ya
de que Valéry fue realmente un poeta francés no de generaciones, que generalmente vivían
y no un poeta bogotano del grupo español en guerra, ni de tendencias poetológicas, sino
del 27. de la conciencia de sí mismo del poeta. Se
pasó de la Monarquía del bardo a la comuni-
Los poetas de “Piedra y Cielo” crearon un dad de los poetas.
lenguaje nuevo sólo en el sentido de que sin-
tetizaron varios ejemplos españoles. Con Eduardo Carranza, la figura más sobresaliente
todo, suele reconocerse unánimemente y con de “Piedra y Cielo”, era primus inter pares en

83
la comunidad de poetas que habían esboza- “piedracielistas”, García Márquez, quien los
do y posibilitado los poetas de “Piedra y Cie- conoció en su bachillerato de boca de un
lo”. En esa comunidad ya no había divisio- poeta menor del grupo, Carlos Martín, no
nes por diversidad de poetologías. Sólo ha- hubiera encontrado base para la formación
bía un criterio para ser reconocido y acepta- de su propio lenguaje. La polémica de
do en ella: el de ser poeta por voca- Carranza contra la “bardolatría” está presen-
ción y profesión de fe. Esta comuni- te en la figura de Fernanda del Carpio de la
dad significó un modelo de conviven- novela, que es una caricatura del modelo que
cia en una sociedad sumida en la vio- caricaturizó involuntariamente Guillermo
lencia y destrozada por el Valencia, esto es, de Miguel Antonio Caro y
“monarquismo” perruno de los bardos que el ideal literario que él representó.
se han formado en todos los estratos socia-
les. Su arquetipo, Guillermo Valencia, rey El “piedracielismo” colombiano fue “vanguar-
de Popayán, Goethe del Cauca, pode- dia” en la Colombia conservadora. No lo fue
roso por la gracia de la verborrea en el sentido, siquiera aproximado, de los
simuladora, ¿no hace preguntar modelos europeos. Colombia, país civilista
acaso por la remota causa ética siempre en guerra, no tuvo la experiencia de
de los lujos y aspiraciones de Pa- la primera guerra mundial, del derrumba-
blo Escobar y Rodríguez Gacha? Des- miento de la belle époque o del imperio
de el punto de vista de la historia literaria, guillermino alemán; no conoció las filosofías
esta sugerencia es una blasfemia. Desde el radicales de la vida y la fenomenología
punto de vista de la sociología, esto no es husserliana; no se enfrentó a la industrializa-
una blasfemia, sino sólo la indicación de un ción veloz ni conoció sus reacciones; no tuvo
camino que lleva al contexto amplio y com- la percepción del agotamiento social y cultu-
plejo de la relación entre determinadas con- ral ni, por tanto, sintió la necesidad de un
cepciones y praxis de la literatura y el delito nuevo comienzo, presupuestos de las van-
en sus diversas formas políticas. Los poetas guardias europeas. El 9 de abril de 1948 fue
de “Piedra y Cielo” no tuvieron ni tienen la asesinado el político populista Jorge Eliécer
significación continental y estética de un Gaitán. Nunca se supo quiénes organizaron
César Vallejo, de un Alberto Girri, de un Jorge el asesinato. El ángel de la guarda de la “oli-
Luis Borges, ni siquiera tuvieron el impulso garquía de los muertos” cubrió su muerte con
que subyace a un poema como “La alta nie- silencio. El pueblo se levantó, saqueó, mató.
bla” del injustamente olvidado y prematura- “Salvo mi corazón, todo está bien” había es-
mente muerto poeta peruano Luis Fabio crito Carranza en su famoso “Soneto con una
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Xamar, su contemporáneo. Fueron “poetas salvedad”. Todo estaba mal, pero para una
menores”. Significación continental y mun- “vanguardia” que respondiera, como en Eu-
dial adquirió la síntesis de la poetología del ropa, a este caos, ya era demasiado tarde. La
27 español que hicieron los poetas de “Pie- “vanguardia” hispanoamericana, en general,
dra y Cielo” no en la poesía sino en la nove- había sido un gesto, y el “piedracielismo”, que
la. Sin “Piedra y Cielo” no hubiera sido posi- ni siquiera lo había captado, fue un involun-
ble Cien años de soledad de Gabriel García tario deslinde de tales ademanes. Si no fue
Märquez. Eso no quiere decir que García “vanguardia”, plantea la pregunta: ¿qué que-
Márquez es “pospiedracielista”. Eso quiere dó de toda esa época?
decir simplemente que sin la desretorización
y repoetización del lenguaje que lograron los “El ‘piedracielismo’ colombiano” ha sido tomado de Pro-
vocaciones, Bogotá: Editorial Ariel, 1997.

84
Estratificación social, cultura y
violencia en Colombia

E
n el prólogo de su libro El ciclo de la fender su dignidad” los “nuevos ídolos que
revolución contemporánea (1956) con- menosprecian la inteligencia para exaltar las
fesó el historiador Argentino José Luis fuerzas primigenias de la tierra, la sangre y
Romero que “sería injusto suponer que al his- los instintos”,2 nos atañe a todos los hom-
toriador le está vedado tener (opiniones per- bres del mundo occidental con la misma ur-
sonales) -sobre todo cuando se refiere a su gencia con la que nos atañe a todos los co-
propio tiempo- y por la fuerza del sine ira et lombianos el peculiar papel que ha jugado la
studio que acuñó Tácito se vea privado de llamada “clase dirigente” colombiana en el
poder decir lo que piensa sobre cosas que le horizonte de esa revolución contemporánea.
atañen directamente. Cierto es que muchos Esta opinión de unos de los historiadores his-
historiadores carecen de opiniones; pero me panoamericanos más decisivos relativiza, al
temo mucho que sean más los que procuran menos, la aparente abstención valorativa con
ocultarlas directamente, para no comprome- la que Jaime Jaramillo Uribe, el renovador
ter, unos la objetividad científica y para no de la historiografía colombiana, concluye su
comprometer otros la sabia equidistancia clara síntesis, para lectores no colombianos,

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entre todos aquellos a quienes los vaivenes titulada Etapas y sentido de la historia de Co-
de la fortuna pueden empujar hacia el más lombia: “Por lo demás, como suele ocurrir en
alto estado”.1 La revolución contemporánea, quienes están interesados en probar una hi-
esto es, la que desencadenó la burguesía y se pótesis previamente escogida o en satisfacer
vio cercada por su dialéctica, la que opone a las exigencias de un juicio de valor en pro o
los “bienes de cultura creados por el esfuerzo en contra de una determinada doctrina eco-
de minorías…” como “la significación emi- nómica o política en este caso del liberalis-
nente de la vida humana, la necesidad de la mo, quienes han analizado en términos tan
libertad del individuo, la obligación de de- negativos este período de la historia de Co-

1 José Luis Romero, El ciclo de la revolución contemporánea, Biblioteca contemporánea, Ed. Losada, Buenos Aires, 1956,
p. 11.
2 José Luis Romero, op. cit., p. 166.
3 Jaime Jaramillo Uribe, Etapas y sentido de la historia de Colombia en Jorge Orlando Melo (comp.) Colombia hoy, Biblio-
teca Familiar. Presidencia de la República, Bogotá, 1996, p. 40.

85
larga duración que es por excelencia el ins-
trumento analítico del historiador”.5 Los re-
sultados de los análisis de corta duración del
período liberal y los de larga duración de la
síntesis sobre la personalidad histórica son en
realidad iguales. La semejanza de esos resul-
tados plantea una pregunta que se deduce de
la clarificación de los conceptos de corta y
lombia, sólo han visto las sombras y han ol- larga duración que acuñó Ferdinand Braudel
vidado las luces que existen en éste, como en en su ensayo La longue durée de 1958: “…ci-
todos los períodos históricos”.3 Esta absten- clos, interciclos, crisis estructurales ocultan
ción valorativa rechaza un fundamento cien- aquí las regularidades, las permanencias de
tífico fundamental, esto es, el de una “hipó- sistemas, algunos dicen de civilizaciones, es
tesis previamente escogida”, pues, aparte de decir, de viejos hábitos de pensar y de actuar,
que la formulación crítica es una tautología de cuadros resistentes, duros de morir, a ve-
(el carácter de hipótesis es su previa selección), ces contra toda lógica”.6 La corta duración,
la prueba de ella no implica de por sí la par- es decir, el lapso que analiza la historia eco-
cialidad absoluta de sus resultados. Todos los nómica y la larga duración, que analiza la
períodos históricos, evidentemente, han te- historia social, los ciclos y los viejos y perti-
nido no sólo luz y sombra, sino también, para naces hábitos de pensar y de actuar no se di-
seguir con la metáfora, claroscuros y oscuri- ferencian, al parecer, en la historia real de
dades difícilmente despejables sin correr el Colombia, no contradicen ciertamente el
riesgo de una o varias hipótesis. La crítica a deslinde de los dos conceptos de la teoría,
la crítica de ese período podría servir para sino permiten transformarla en una hipóte-
formular una hipótesis. Ella se impone si se sis: la corta duración también es manifesta-
trae a cuento la conclusión de otro ensayo de ción de viejos hábitos de pensar, de “cuadros
Jaime Jaramillo, Algunos aspectos de la perso- resistentes, duros de morir” contra toda lógi-
nalidad histórica de Colombia, que dice: “Dis- ca. ¿Condujo esa “antilógica” al actual de-
creta la contribución indígena en población, rrumbamiento de Colombia? ¿Y en qué con-
mano de obra y técnicas; mediana y de difí- siste esa ausencia de lógica? El recurso a la
cil logro la riqueza y medianas las formacio- lógica supone, en la formulación de Braudel,
nes sociales de clases y de grupos; con nume- la inevitabilidad de progreso. Y si en este
rosos núcleos urbanos que hasta hoy han evi- marco se considera la afirmación de Theodor
tado el gigantismo urbanístico, Colombia Schieder sobre la historia, es a saber que “la
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bien puede ser llamada el país americano del historia es la confrontación de poderosos
término medio, de la aurea mediocritas”.4 La impulsos en los que están vivos no solamen-
opinión negativa sobre las “tres décadas del te el interés de grupos sociales sino en todos
liberalismo político y económico” se funda, lados la voluntad de algo más abarcador, to-
según Jaime Jaramillo, en el hecho de que tal”,7 cabe entonces preguntar ¿por qué no
los economistas se sirven del concepto de ha habido en la historia de Colombia esa
corta duración”, con olvido del análisis de voluntad o, si la ha habido, por qué no se ha

4 Jaime Jaramillo Uribe, Algunos aspectos de la personalidad histórica de Colombia en La personalidad histórica de Colombia
y otros ensayos, Biblioteca Básica Colombiana, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1977, p. 153.
5 Jaime Jaramillo Uribe, Etapas y sentido de la historia de Colombia, op. cit., loc. cit.
6 Fernand Braudel, Écrits sur l‘histoire, ed. Firmmarion, Paris, 1969, p. 53.
7 Theodor Schieder, Geschichte als Wissenschaft, R. Oldenbourg, Munich-Viena, 1965, p. 60.

86
realizado? ¿Es esa ausencia de voluntad o dis- se ofrece en una reunión. El estilo de la invi-
crepancia entre voluntad de algo más abar- tación es sobrio: “Doña Tadea Lozano salu-
cador y total y freno o supresión de ella la da a usted y le ruega que venga esta noche a
causa y a la vez el resultado del círculo de la tomar en esta su casa el refresco que ofrece
aura mediocritas? Estas preguntas a la histo- en obsequio de algunos amigos”. La sobrie-
ria de Colombia tropiezan con el retraso con dad de la esquela mostraba la conciencia de
el que la historiografía colombiana puso su clase de la Marquesa de San Jorge y no con-
atención en fenómenos sociales que se ha- trastaba con el lujo de la mansión, del mobi-
bían rozado apenas ligeramente como el de liario y de la vajilla porque estos eran tan evi-
la historia de las ideas, el desarrollo social, la dentes como la conciencia de clase, es decir,
familia, entre otros más, es decir, fenómenos no eran lujo. Se sirvió el chocolate con sus
y temas que ponen en tela de juicio la acompañamientos en tazas y platos de plata.
historiografía puramente política ya A la reunión asistieron, entre otros, Antonio
anacrónica a comienzos de este siglo y que Nariño, Antonio Baraya, y Camilo Torres (o
cimentó mitos sobre los que se fundó la ima- Camilo de Torres). Del techo de la gran sala
gen histórica de Colombia en más de cinco en la que estaban reunidos los próceres de la
decenios de este siglo. Las pocas excepciones Independencia colgaban “tres grandes cua-
de ese retraso abrieron caminos, pero la re- dros dorados en que se veían los retratos del
cuperación de este retraso no ha posibilitado conquistador Alonso de Olaya, fundador del
llenar considerables lagunas que, en muchos marquesado; de don Beltrán de Caicedo, úl-
casos siguen existiendo. Las preguntas a la timo Marqués de San Jorge, por la rama de
historia de Colombia no son preguntas que Caicedos; y de don Jorge de Lozano, posee-
formula un historiador profesional, sino pre- dor del marquesado en 1813”.8 Se bailó la
guntas que plantea el análisis de la literatura, contradanza y a las doce de la noche se reti-
que no se reduce a la literatura como expre- raron los “elegantes tertulianos”. “Cuatro
sión estética, sino como vasta expresión de años después, todos los hombres de aquella
las maneras de pensar y actuar de los estratos tertulia, menos dos, habían sido fusilados:
sociales que la han cultivado. Si, por ejem- todas las mujeres, menos tres, habían sido
plo, se analizan las varias capas de que consta desterradas”.9 El viejo patriciado y la élite
un “cuadro de costumbres” tan significativo intelectual y política dieron su vida por la
como Las tres tazas de José María Vergara y Independencia de Colombia. El estrato aris-
Vergara será posible suscitar la ocupación con tocrático además de tener con sobria y ele-
la cuestión sociológica de la estratificación gante evidencia su conciencia de clase fue

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social y sobre todo con las situaciones que patrióticamente heroico. Con ello, este es-
condicionaron la formación de un “nuevo trato erigió su propio monumento sobre el
patriciado”. Escrito en 1880, el “cuadro de que elevó su derecho moral al poder políti-
costumbres” relaciona el desarrollo de la so- co. La invitación a la segunda taza lleva la
ciedad capitalina después de la proclamación fecha de 1848. El texto es sobrio, pero está
de la Independencia con tres modas y sus impresa y tiene una “viñeta que representa
formas correspondientes de sociabilidad. La un amor dormido”. Juan de las Viñas invita
primera época de 1813 a 1848 se caracteriza a tomar una taza de café. La sala de la familia
por el estilo de la invitación y la bebida que Viñas era de una sencillez patriarcal. Las pa-

8 José María Vergara y Vergara, Las tres tazas en Museo de cuadros de costumbres, Biblioteca de “El Mosaico”, Biblioteca
Banco Popular, vol. 49, Bogotá, 1973, p. 181.
9 José María Vergara y Vergara, op. cit. p. 183.

87
casas de la dote, el marqués abrió un hermo-
so almacén, Gachamá and Company. Se pa-
saron a vivir a la otra casa y no recibían a
nadie porque “así podían romper con algu-
nos parientes y antiguos amigos, cuya socie-
dad muy cordial no les convenía”. Vivían con
suma economía y cuando habían ahorrado
una determinada suma, daban un té o una
redes de cal estaban adornadas con láminas soirée, a la que invitaban a muy “pocas perso-
dispares: una representaba a San José, en un nas de lo más europeo que les era posible”.
cuadro se veía la muerte de Napoleón y una La poca frecuencia con que daban las soirées,
lámina mostraba a Cleopatra “escondiéndo- las hicieron codiciables en “la alta sociedad y
se en el seno de un lagarto”. El mobiliario que no es alta de ninguna manera”. Los altos
“indicaba una medianía de esas que se lla- precios de las mercancías y el modo intimi-
man decentes”. Juan de las Viñas pronuncia dante de venderlas, contribuyen al floreci-
las eses y las ces como la zeta castellana. Des- miento del negocio. El marqués de Gachamá,
pués de tomar la taza de café hubo baile y consciente de su altísima situación, solía pa-
cuando el jolgorio iba a terminar, el anfitrión searse en el altozano de la casa, en el que lo
propuso que su prima Julia cantara. Algo aca- visitaba algún joven talentoso para conversar
tarrada, la prima comenzó a cantar y cuando con él. Como monsieur de Gachamá respon-
hizo un trino en la voz, se derrumbó. Juan día de vez en cuando con monosílabos: “Oh
de las Viñas es de clase media, su conciencia ¡sí!, ¡Bah!, ¡Yes!, ¡Pues! Of not, “adquirió fama
de clase decente se funda en su postizo casti- de hombre profundo en economía política”.
cismo. La elegancia y el heroísmo de 1813 Por eso, el cónsul noruego “lo propuso para
han sido sustituidos en 1848 por la cursile- sucesor suyo cuando tuvo que regresar a Eu-
ría. El texto de la invitación a la tercera taza ropa”. El marqués aceptó, renunció al suel-
de té, es de estilo abultado revelador. El len- do, pidió carta de naturaleza de Noruega y
guaje no es castizo ni “decente”, sino exhibe ofreció comprar un título de nobleza. Los
un peculiar cosmopolitismo provinciano: marqueses de Gachamá tuvieron un hijo y
“Los marqueses de Gachamá hacen sus cum- para cuidarlo emplearon a una india, que
plimientos a José María Vergara, caballero, y además de dormir todo el día tenía otro de-
le avisan que el 30 del mes entrante, siendo fecto, esto es, el de “la creencia que se había
el cumpleaños de su señora la marquesa, se arraigado en su alma de que el hombre ha
hará música en el hogar y se tomará el té en nacido para beber chicha y la mujer para
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familia (traje de etiqueta)”. La mezcla de in- acompañarlo”. Después de la reunión, las


glés y francés bogotanizados (hacen sus cum- despedidas se limitaron a “bonne nuit,
plimientos - se hará música) corresponde a Madam; bonne nuit, monsieur, Bonímada-
la mezcla gentilicia de los marqueses. El mar- Bonímosi”.10 Los marqueses de Gachamá lle-
qués de Gachamá “es un francesito, natural varon a la culminación la tendencia
de Sutamarchán”. Después de pasar dos años extranjerizante de Juan de las Viñas, medra-
de hambre en París volvió a Bogotá, “donde ron explotando el afán de ascenso social aris-
se casó con una inglesa nacida en el barrio de tocrático y un sentimiento de lujo que con-
Santa Bárbara, y que tenía su dote”. Con la sistía en que se lo satisfacía cuando se com-
suma que le produjo la venta de una de las praba a altos precios en un almacén con nom-

10 José María Vergara y Vergara, op. cit. p. 197s; p. 200s; p. 205.

88
bre inglés. Pero el comerciante marqués no que manifestaba ‘gran entusiasmo de noble-
sólo explotaba esos afanes y sentimientos de za y engreído orgullo y apego a títulos colo-
lujo aristocrático. Él desarrolló el hábito del rados y pomposos’, según lo decía de los crio-
ahorro propio del empresario capitalista, si llos de Antioquia”.12 A las observaciones so-
bien no para mantener y enriquecer las in- bre la manía aristocrática de los criollos, Jor-
versiones, sino para poder aprestigiar sus ge Juan y Antonio de Ulloa agregaron este
“soirées” y escalar con ello la exclusividad complemento: “Los europeos o chapetones
“elitista” de su modelo inmediato, el marqués que llegan a aquellos países son por lo gene-
de San Jorge. El fervor con el que se aspiraba ral de un nacimiento baxo en España, o de
a ser aristócrata fue característico de los crio- linajes poco conocidos, sin educación ni otro
llos. En sus Noticias secretas de América (1826) mérito alguno que los haga muy recomenda-
Jorge Juan y Antonio de Ulloa observaron bles, pero los criollos sin hacer distinción de
que “es de suponer que la vanidad de los crio- unos a otros los tratan a todos igualmente
llos y su presunción en punto de calidad se con amistad y buena correspondencia: basta
encumbra a tanto que cavilan continuamen- que sean de Europa para que mirándolos
te en la dispocisión y orden de sus genealo- como personas de gran lustre hagan de ellos
gías, de modo que les parece no tienen que la mayor estimación… Los criollos no tie-
envidiar nada en nobleza y antigüedad a las nen más fundamento para observar esta con-
primeras casas de España; y como están de ducta, que el decir que son blancos, y por
continuo embelesados en este punto, se hace esta sola prerrogativa son acreedores lexitimos
asunto en la primera conversación con los a tanta distinción, sin pararse a considerar
forasteros recién llegados, para instruirlos en qual es su estado, ni a inferir por el que lle-
la nobleza de la casa de cada uno, pero inves- van, qual puede ser su calidad”.13 José María
tigada imparcialmente, se encuentran a los Vergara comprobó para el siglo XIX la exis-
primeros pasos tales tropiezos que es rara la tencia de estas peculiaridades que se habían
familia donde falte mezcla de sangre y otros observado en el siglo XVIII, y que son cono-
obstáculos de no menor consideración”.11 cidas más que suficientemente por los histo-
Jorge Juan y Antonio de Ulloa observaron riadores sociales. Sin embargo, esta pertina-
también que este afán “genealógico”, si cabe cia de “cuadros resistentes” con breve varie-
llamarlo así, ocasiona disputas entre los crio- dad de acentos induce a preguntar por su
llos que se reprochan mutuamente la fragili- tránsito del siglo XVIII al XIX y aún hasta el
dad de su prosapia. En su ensayo Mestizaje y XX. El comercio facilitó el ascenso social y
diferenciación social en el Nuevo Reino de Gra- fomentó un cambio de mentalidad que Ri-

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nada en la segunda mitad del siglo XVIII Jai- cardo Silva ilustró con intención humorísti-
me Jaramillo trae a cuento ejemplos de estas
disputas sobre los pergaminos y las prosapias
que sustancian la afirmación general de Jor-
ge Juan y Antonio de Ulloa, y cita una opi-
nión de Francisco de Silvestre sobre “el gru-
po criollo, demasiado seguro de sí mismo,

11 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Noticias secretas de América, Ediciones Turner-Madrid & Librimundi-Quito, 1982, t.
II, p. 417.
12 Jaime Jaramillo Uribe, Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII
en Ensayos sobre historia social colombiana, Biblioteca Universitaria de Cultura Colombiana, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 1968, p. 178.
13 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Noticias secretas de América, t. II, p. 420.

89
ca en un artículo de costumbres, Estilo inmediatos fue, por ejemplo, la concesión a la
del siglo, de 1860, en el que presenta mujer de capacidad jurídica relativa y un me-
una carta de amor llena de vocablos, joramiento relativo de la situación de los hijos
giros y una lista de regalos y car- llamados ilegítimos. El eclecticismo del Códi-
tas tomados del lenguaje de la go de Bello correspondía a la situación de tran-
contabilidad. Pero este cambio de sición, pero precisamente por ello muestra el
mentalidad y la forma de ascenso intento de racionalizar paulatinamente la con-
social aristocratizante se enmarcaron veniencia social. Nieto Arteta no se refiere a
en el ideal de la sociedad colonial. tres cuestiones fundamentales de la recepción
Esta superposición o, coexistencia de del derecho racional en la sociedad tradicio-
lo simultáneo con lo no simultáneo, nal: la cuestión de la recepción misma, es de-
como dice Ernst Bloch, propio de cir, las discusiones o resistencias a ese derecho;
toda transición plantea un problema. la cuestión de su aplicación en la praxis coti-
La superposición de la estructura jerárqui- diana, es decir, la interpretación o jurispru-
ca de la colonia a la emergencia de clases dencia que surge de esa aplicación; y, como
de la sociedad republicana, la permanen- corolario de éstas, la utilización de las leyes
cia de una mentalidad señorial y el comien- del Código como disfraz de una praxis ilegal.
zo incipiente de una mentalidad racional tie- El desideratum de una investigación que es-
ne como concomitancia la cuestión del orde- clarezca estas tres cuestiones ha de tener en
namiento jurídico, y especialmente de la le- cuenta, también para el derecho civil, la ob-
gislación civil que regula la convivencia de servación que hizo José Luis Romero sobre el
todos los miembros de la sociedad. Luis Eduar- liberalismo del “nuevo patriciado” u oligarquía
do Nieto Arteta esbozó, en su ensayo De la en Argentina y que tiene su vigencia para Co-
legislación de Indias al nuevo Código civil lombia, esto es, que en el “sistema político ele-
(1938), el problema que plantea este tránsito. mental… apuntaban las viejas tendencias del
La perspectiva del análisis es económica y pone autoritarismo autóctono, pero que, conteni-
el acento, además, en una cuestión de filoso- do por el vigoroso freno del formalismo cons-
fía moderna de derecho, es decir, el de la iden- titucional, conducían al mismo tiempo a una
tificación de derecho y ley que hicieron los solemne afirmación del orden jurídico y a una
juristas liberales de esa época. Curiosamente, constante y sistemática violación de sus prin-
Nieto Arteta cita como innovador al Código cipios por el fraude y la violencia”.14 Esa dis-
Civil del Estado de Cundinamarca y no tiene crepancia implícita en la “solemne afirmación
en cuenta que éste, promulgado en 1859, fue del orden jurídico”, en lo que en Colombia
la adaptación casi literal del Código Civil de se llama “civilismo”, fue ilustrada por José
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la República de Chile de Andrés Bello, apro- María Samper en su “retrato” de costumbres


bado en 1855 por el parlamento chileno. La El triunvirato parroquial. Parroquial es sinó-
importancia del Código Civil de Bello radica nimo de municipal. El triunvirato lo forman
en el hecho de que esta obra maestra introdu- el párroco, el gamonal y el tinterillo, que se
ce el Code Napoléon de 1814, es decir, una alían “porque hay entre aquellos a causa de
legislación civil revolucionaria y racional sin su posición, un principio de simpatía y alian-
suprimir radicalmente instituciones de la le- za que encuentra sus puntos de apoyo en las
gislación colonial. Nuevo y de efectos sociales tradiciones de nuestras sociedades, en la edu-

14 José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina. Col. Tierra Firme, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos
Aires, 1959, p. 188s.

90
cación que han recibido desde siglos, y en los papel del poder legislativo del triunvirato, el
ejemplos políticos de la época que por hábi- cura, y sólo dice del “cura malo” que “al lle-
to o buena crianza llamamos republicana”. gar a su parroquia un cura turbulento, es
El retrato del municipio, es, pues, un reflejo como cuando sueltan un toro nuevo a la pla-
de la depravación de la división de los pode- za, y algo peor, porque con él no hay barrera
res de la Republica. Así, el poder legislativo que valga”. De este crítico retrato Samper saca
es el párroco, el ejecutivo es el gamonal y el la certera conclusión de que “los hábitos que
judicial es el tinterillo. El gamonal es “dueño entre nosotros han engendrado la esclavitud,
o poseedor de las tierras más valiosas, especie las encomiendas, los indultos de tierras, el
de señor feudal de la parroquia republicana”, tributo, las alcabalas, los alferazgos para fies-
que “tiene sumo interés (interés de vida o tas, los monopolios, el trabajo personal, el
muerte para su autoridad de hecho) en que reclutamiento, … y tantas otras institucio-
haya pobres y miserables en el pueblo, para nes funestas; esos, hábitos, decimos, han pe-
que nadie le haga estorbo con veleidades de trificado el alma y el corazón de nuestro pue-
igualdad e independencia; en que la escuela blo en las demarcaciones rurales, han man-
no progrese, porque los ignorantes son siem- tenido el distrito en secuestro y condenado
pre los más dóciles esclavos; … en que los la República democrática a ser por largo tiem-
indios y mestizos no tengan protectores, ni po una especie de embrión grande y triste
garantías, ni dignidad, porque así no servi- quisicosa, una pobre cuasi-verdad, cuando no
rían como rebaños del feudo parroquial; en una grandísima mentira”.17 Los hábitos que
que la usura y la codicia reinen, porque con menciona Samper son los “cuadros de resis-
ellas y cien usurpaciones ha hecho su fortu- tencia” que han prolongado la figura del “ha-
na el señor gamonal; en que haya borrache- cendado”, una forma depravada del señorío
ras, jugarretas y fandangos, porque así vende feudal, que se fundaba en la relación de amos
el mismo gamonal los licores, los naipes y las y siervos como una relación personal de pro-
velas de alguna tienda suya… y en fin, en tección y obediencia. La hacienda regulaba
que no haya elecciones formales, ni legali- la vida de los siervos porque en ella había
dad alguna, ni mejoras materiales, porque capilla para el bautizo y la defunción, y loca-
aquellas pronto suprimirían la autoridad les de abastecimiento para los siervos que te-
gamonalicia...!”.15 El interés del tinterillo, que nían que vivir en ella y del hacendado.18 La
como el gamonal es enemigo del “cura filán- configuración concreta de este principio de
tropo”, “consiste en que haya pendencias, la hacienda y su función regresiva en la épo-
enemistades y diabluras, a fin de que abun- ca republicana colombiana ha sido precisada

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den los pleitos y sumarios con él que medra; concisamente por Salomón Kalmanovitz
en que la propiedad de los indios esté siem- quien asegura que el desarrollo de la
pre embrollada, porque así es fácil hacienda del siglo XIX
escamoteársela; en que la cárcel sea un lugar “confirma la tendencia al
de tormento, inmundicia y podredumbre, establecimiento de relacio-
porque así surte mejor efecto, como instru- nes de servidumbre y no a
mento de amenaza, coacción o venganza”.16 formas de producción capitalis-
Samper se limita a analizar benévolamente el tas”.19 La comprobación histórica

15 José María Samper, El triunvirato parroquial en Museo de cuadros de costumbres, t. I, p. 242.


16 José María Samper, op. cit. loc. cit.
17 José María Samper, op. cit. p. 245 y p. 248.
18 Sobre la hacienda colonial en general v. Luis Weckmann, La herencia medieval de México, El Colegio de México,
México, 1984, t. II, p. 432s.
19 Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, siglo XXI editores, Bogotá, 1958, p. 54

91
lanza” a la Corona, por lo cual ésta le retiró el
título, según escribió Jaime Jaramillo citan-
do a Raimundo Rivas.20 Además Baraya y,
sobre todo, Camilo Torres. El héroe Camilo
Torres, llamado también el Verbo de la Re-
volución, “representa desde 1810, en la his-
toria de la ciencia jurídica nacional, la crítica
del formalismo jurídico y la lucha constante
contra la identificación del derecho y la ley”,
dice del jurisconsulto y prócer Luis Eduardo
Nieto Arteta.21 En su ejemplar historia críti-
ca, Los grandes conflictos sociales y económicos
de nuestra historia (1964), Indalecio Liévano
Aguirre desmontó documentalmente la le-
gendaria efigie marmórea del heroico juris-
perito y puso de presente la discrepancia in-
pone de presente la transformación de la tran- corporada en el Verbo de la Revolución: “Don
sición de sociedad y derecho coloniales o tra- Camilo Torres -escribió- como vocero del
dicionales a sociedad con incipiente intento estamento criollo, criticó acerbamente, en el
de modernización y racionalidad en benefi- Memorial de Agravios, las odiosas distincio-
cio de una forma depravada de la primera, nes establecidas durante la Colonia entre crio-
que condenó “la República democrática a ser llos y peninsulares y predijo la ruina del Im-
por largo tiempo …una grande y triste qui- perio español si se prolongaba en América
sicosa, una pobre y cuasi-verdad, cuando no esta absurda dicotomía política. Pero el mis-
una grandísima mentira”. La regresión o el mo señor Torres y la clase social que repre-
restablecimiento antilegal o inmoral y depra- sentaba, no vacilaron en restablecer, al adue-
vado del “señorío feudal”, si así cabe llamar- ñarse del mando, distinciones no menos
lo, incluye el restablecimiento subrepticio e odiosas entre ellos y el pueblo que tenían la
intimidante de la sociedad jerárquica y pe- pretensión de gobernar. Así se opusieron, ale-
trifica la dinámica propia de la estratificación gando su calidad de ‘descendientes de don
social, restableciendo a la vez la pirámide je- Pelayo’, a que la Metrópoli favoreciera a los
rárquica, encubierta por “la grandísima men- peninsulares, pero al llegar a definir, en el
tira” de la República en la que la aristocracia ámbito mismo de la Patria, sus relaciones con
los artesanos, los indios y los campesinos gra-
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o el “nuevo patriciado” fundan su ascenso en


la mentira, en una mimesis de otra mentira: nadinos, echaron por la borda la filosofía
la de su modelo, el de los héroes que, para igualitaria y el humanitarismo que habían
recordar el cuadro de costumbres de José dicho profesar, y trazaron unas fronteras, para
María Vergara y Vergara, acudieron al home- defender el privilegio, en cuyo curso discu-
naje que la marquesa de San Jorge hizo a rre, ignorado, todo el drama de nuestro pue-
Antonio Nariño. El marqués de San Jorge blo. ‘Los que conmovían al pueblo -escribía
mismo, cuya mansión y lujos sacralizó con horror uno de los voceros del estamento
Vergara y Vergara, no pagó “los derechos de criollo- esparcían ideas sediciosas y entre ellas

20 Jaime Jaramillo Uribe, La personalidad histórica de Colombia, p. 147.


21 Luis Eduardo Nieto Arteta, De la Legislación de Indias al Nuevo Código Civil en Ensayos históricos y sociológicos, Biblio-
teca Básica Colombiana, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978, p. 198.

92
la detestable máxima de que en el día no hay do restringido que cabe aplicar a España.
distinción de personas, que todos somos iguales’ Juozas Zaranka apunta en su libro Humanis-
”.22 Liévano Aguirre presenta una antología, mo en Colombia (1980) que “el humanismo
por así decir, de las opiniones y teorías regre- en Colombia durante todo el siglo XIX era
sivas del gran héroe y jurisconsulto, pero con de inspiración puramente latina, y el interés
ello no sólo desmonta su monumento, sino por las letras griegas no se despiertan sino
caracteriza al estamento criollo del que Ca- hasta el siglo XX…”24 Con todo, esa “inspi-
milo Torres fue vocero: “…en la vanidosa ración puramente latina” tiene poco o casi
oligarquía criolla se evidenció, desde el pri- nada de inspiración. Si se lee el capítulo co-
mer momento, ese menosprecio por lo típi- rrespondiente al siglo XIX de El latín en Co-
co, por lo popular a que se acostumbraron lombia. Bosquejo histórico del humanismo en
sus gentes en los prolongados esfuerzos que Colombia (1949) de José Manuel Rivas
realizaron durante la colonia para asemejarse Sacconi no será difícil comprobar que la
a los representantes de la Corona, con la es- mayoría de los “latinistas” que menciona son
peranza de que se les permitiera introducirse autores de gramáticas, que, pues, ejercieron
en los mandos políticos. Por eso, la Metró- lo que el mexicano José Joaquín Fernández
poli distante fue sustituida por el predomi- de Lizardi reprocha a su profesor de latín, en
nio de una oligarquía vanidosa y simuladora el siglo XVIII: que “enseñaba mucha gramá-
de cultura que pretendió dar a la sociedad tica y poca latinidad”.25 La excepción es Mi-
granadina la configuración de una colonia guel Antonio Caro, de quien Rivas Sacconi
interior, en la cual le correspondía a ella des- asegura que su “humanismo… es la cifra y
empeñar las funciones de Metrópoli”.23 Un resumen ...en la múltiple personalidad de
siglo después de José María Samper, Indalecio Miguel Antonio Caro… el cual es condición
Liévano Aguirre repetía su juicio y lo docu- principal de su espíritu, entrada de todo su
mentaba, pero especificaba y precisaba la cau- saber, campo en que florecen su labor inte-
sa de que la República fue una mentira: el lectual y literaria, en que nace y se explica la
“nuevo patriciado” o la “oligarquía variedad de sus aptitudes y actividades”.26 No
…simuladora de cultura”. Esta opinión con- es del caso analizar sus traducciones latinas,
trasta con el elogio que Marcelino Menéndez las de Virgilio y especialmente sus comenta-
y Pelayo hizo a los sucesores de esa oligar- rios porque para que el análisis corresponda
quía: la Atenas sudamericana. Con esa exu- a los elogios que se le han hecho sería preciso
berante designación, el ultramontano polí- comparar esos estudios con los de filólogos
grafo montañés encomió la cultura clásicos europeos contemporáneos de Caro

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“humanística” de los cofrades intelectuales de que se ocuparon con Virgilio. La compara-
Miguel Antonio Caro y no se percató de que ción no sería favorable al “humanista” colom-
el elogio podía convertirse en desenmascara- biano, pero el resultado sería injusto porque
miento. Efectivamente, el encomio es un el corpus de los “estudios virgilianos” de Caro
abuso. En la supuesta Atenas sudamericana no denota propósito de contribuir a los estu-
no hubo humanismo, ni siquiera en el senti- dios sobre Virgilio sino a divulgarlo y a des-

22 Indalecio Liévano Aguirre, Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Biblioteca Familiar Presidencia
de la República de Colombia, Bogotá, 1996, t. II, p. 185.
23 Indalecio Liévano Aguirre, op. cit. p. 186.
24 Juozas Zaranka, Humanismo en Colombia, Ediciones CIEC, Bogotá, 1980, p. 9.
25 José Joaquín Fernández de Lizardi, El Periquillo Sarniento, (1816), col. “Sepan cuantos...”, ed. Porrúa, México, 1976, p. 35.
26 José Manuel Rivas Sacconi, El latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano. Publicaciones del
Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1949, p. 409.

93
pertar en sus lectores la devoción que él le como lo llama Caro, quien en su influyente
profesaba. Así, Caro no se ocupa Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el
filológicamente con la literatura cientifica socialismo (1851) refuta la filosofía y el pen-
sobre Virgilio sino escoge los juicios elogio- samiento moderno con la cómoda afirmación
sos y cuando reprocha en alguno de ellos una de que ellos no poseen la verdad de la ley
omisión, no la fundamenta con argumentos. divina. El descendiente intelectual de Cami-
De Sainte-Beuve, autor de un Estudio sobre lo Torres -quien dominaba el griego, el latín,
Virgilio que hoy se considera clásico, dice el italiano y el francés, aunque no dejó testi-
Caro que “falto de fe como hombre, carece monio de ello- no fue, como su antecesor,
de profundidad como crítico”.27 La famosa un “simulador de cultura”, sino más bien crea-
Égloga IV que anuncia el nacimiento de un dor de una simulación de buena fe y hasta
niño y el advenimiento de una nueva edad involuntaria: la del sacristán como laborioso
de oro es para Caro, siguiendo la interpreta- latinista. Y por su arte de la argumentación
ción de los primeros cristianos y de la Edad desarrolló la simulación de cultura en una
Media, un poema profético que anuncia la simulación de razón. Esta razón era simple-
llegada de Cristo y del cristianismo. Para jus- mente el dogma católico que se fundaba no
tificar esa vieja tesis, Caro destaca el carácter sólo en los designios de Dios, la ley divina y
profético de la obra de Virgilio, pero eso le la Providencia sino en el hecho de que “la
plantea el problema de que el don profético casi totalidad de los colombianos” profesaba
sólo está reservado a los profetas bíblicos y a la religión católica. En las Bases de reforma
los santos, pero no a los paganos. Caro solu- constitucional de 1886 escribió: “La nación
ciona el problema de manera eclesiástica y reconoce que la religión católica es la de casi
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asegura “…que, según el testimonio de la la totalidad de los colombianos, para los si-
Historia Sagrada, alguna vez se concedió a guientes efectos: …Organizar y dirigir la edu-
gentiles así como el de milagros el don de cación pública en consonancia con el senti-
profecía, el cual supone visión sobrenatu- miento religioso del país”.29 El Proyecto de
ral…”.28 Esta manera de argumentar no es Constitución es más decidido: “La religión
de un humanista. Más bien recuerda la retó- católica, apostólica y romana es la de la na-
rica arbitraria del “ilustre Donoso Cortés”, ción: los poderes públicos la protegerán y

27 Miguel Antonio Caro, Estudios Virgilianos. Primera Serie. Comp.. de Carlos Valderrama Andrade. Biblioteca Colom-
biana XXIV, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1985, p. 116.
28 Miguel Antonio Caro, op. cit. p. 90.
29 Miguel Antonio Caro, Estudios constitucionales y jurídicos, Primera Serie, Comp. de Carlos Valderrama Andrade. Bi-
blioteca Colombiana XXVI, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1986, p. 13.

94
harán que sea respetada, como esencial ele- tus, aún la de los estratos privilegiados, con
mento del orden social”. Y en el artículo 38 su dogmatismo. La anarquía y el desorden,
especifica: “La educación pública será orga- las guerras civiles, los golpes de Estado del
nizada y dirigida en consonancia con la reli- siglo XIX, las reformas sociales y económicas
gión de la república”.30 El soporte demográ- fallidas tuvieron causas inmediatas (la dispu-
fico del gobierno de la Providencia eclesiás- ta de federalismo y centralismo y sus varian-
tica era considerablemente precario. Según tes), pero el horizonte en el que se desarrolló
observa Pierre Chaunu, en la época de los este largo y ambigüo período de la Repúbli-
gobiernos liberales (de 1830 hasta 1865), un ca independiente fue el de la amenaza de des-
cuarenta por ciento de la población colom- moronamiento de la sociedad tradicional y
biana no conocía la lengua nacional, más de la inmediata erección de un dique que lo evi-
tres cuartos de esa nación era analfabeta, y tara. Liévano Aguirre lo ilustra con la figura
noventa y siete por ciento de ella no partici- de Camilo Torres, pero esa doble moral de
paba en la vida política por apatía e ignoran- prócer es sólo un aspecto de uno más am-
cia y sutil exclusión social.31 La organización plio, esto es, el del temor del variopinto es-
y dirección pública por la Iglesia católica “en trato dominante (las tres tazas, entre otros
consonancia con el sentimiento religioso del componentes) de percibir y enfrentarse al
país”, era, por lo menos, una sutil paradoja, problema que presentaba el comercio con
que simulaba una base real sobre la cual se Europa principalmente, esto es, el de la pau-
elevaba una nueva versión del tópico acuña- latina secularización. El liberalismo colom-
do en la Francia prerrevolucionaria para de- biano, lo mismo que casi todo el liberalismo
signar la tradicional unidad del “trono y el latinoamericano, se moderó y, como apunta
altar” de la monarquía. Decenios más tarde, José Luis Romero, “…sin declinar la defensa
el “historiador” liberal Tomás Rueda Vargas de grandes principios consideraba peligroso
reveló el sentido de esta nueva versión. Anun- aplicarlos sin ajustarlos cuidadosamente a las
ció que “las señoras descendientes de virre- circunstancias reales de cada sociedad. Muy
yes, de oidores, de encomenderos y capita- pronto, el liberalismo moderado adoptaría los
nes” de quienes “los descendientes despoja-
dos” de la población prehispánica esperan que
“la luz de vuestros ojos vaya a iluminar su
opaco espíritu” harán que se cumpla “el no-
ble intento de la Reina Católica”, esto es, el
de “dar al fin, con un inteligente y real cui-

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dado de nuestras gentes a la palabra encomien-
da su verdadero significado, el que quiso
imprimirle y no logró que tuviera el alto es-
píritu de doña Isabel de Castilla”.32 En la
nueva Colonia, la ilustración del “opaco es-
píritu” de la gran mayoría de la población
fue encomendada a una Iglesia católica que
fomentaba la opacidad de todos los espíri-

30 Miguel Antonio Caro, op. cit. p. 32 (art. 35).


31 Pierre Chaunu, L’Amérique et les Amériques, col. Destins du monde, Librairie Armand Colin París, 1964, p. 230.
32 Tomás Rueda Vargas, La Sabana y otros escritos, Biblioteca Colombiana XII, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1977, p.
52.

95
caracteres de un conservadorismo liberal”.33 sobre El pensamiento colombiano en el siglo XIX
Alvaro Tirado Mejía especificó para Colom- (1963) y partir de la exposición preferente-
bia una forma de ese conservadorismo: mente doxográfica que allí ofrece para esbo-
“…desde los comienzos de su existencia el zar una sociología de la religión y de la insti-
liberalismo se escindió conservando una apa- tución eclesial que esclarezca la compleja re-
rente unidad y haciendo valer siempre, de lación entre sacerdotes y laicos, entre la ca-
grado o por la fuerza los intereses de los sec- beza y los miembros de la iglesia “como cuer-
tores dominantes”.34 De grado o por la fuer- po místico de Cristo” y la proyección de esa
za: ¿qué significa esta alternativa, o no es más relación de obediencia a la sociedad y sus
bien una conjunción? Sobre la disputa del ambigüas consecuencias como la de distan-
liberalismo para socavar el fuerte poder de la cia e identificación del laico con el sacerdo-
Iglesia observa el mismo Alvaro Tirado Mejía te, entre muchas más y que analizó para Fran-
que en ella “…los intelectuales liberales cia Bernhard Groethuysen en su obra Géne-
ciñeron como divisa el anticlericalismo, lo sis de la conciencia burguesa en Francia.36 Pero
que no obstaba para que la mayoría de ellos mientras se satisfaga este desideratum cabe
fueran religiosos, e incluso radicales, hasta plantear la hipótesis de que el poder de la
fervorosos católicos. En general, los liberales Iglesia impuso frenos al pensamiento y a la
no adelantaron su ataque contra la Iglesia y conducta que en la Constitución de 1886 fue
sus ministros en nombre del ateismo o con- cimentado con carácter sutilmente
tra la religión, sino contra la intervención inquisicional: “…el gobierno impedirá que
política del clero -porque militaba en el ban- en el desempeño de asignaturas literarias,
do contrario- y a nombre de un cristianismo científicas y, en general, de todos los ramos
primitivo, por una Iglesia sin lujos y sin pom- de la instrucción, se propaguen ideas contra-
pa y exaltando el culto privado que hacía su- rias al dogma católico y al respeto y venera-
perfluos los ministros eclesiásticos, sus ene- ción debidos a la Iglesia”.37 Convertida en
migos políticos”.35 En este marco de reduc- monasterio que declara tácitamente enemi-
ción a la defensa de intereses a las ideas mo- go al que piensa libremente, Colombia ex-
dernas como el utilitarismo, el benthamismo, tendió este dogmatismo de “amigo-enemi-
el sensualismo que expresaban y fomentaban go” a la política, es decir, lo ancló en la con-
los procesos de secularización es preciso com- ciencia colectiva y favoreció la reinstauración
plementar el libro de Jaime Jaramillo Uribe de la sociedad colonial, revestida con los há-
bitos y resabios de la simulada aristocracia.
Privada de los estímulos del conocimiento y
la discusión de ideas seculares contemporá-
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neas, que, además beneficiaban la educación


para la libertad, es decir, asegurado de ese
modo la permanencia en el poder del alto
estrato y la petrificación de la estratificación
social reconvertida en jerarquía, la cultura

33 José Luis Romero, Situaciones e ideologías en Latinoamérica, comp. de Luis Alberto Romero, Ed. Sudamericana, Buenos
Aires, 1986, p. 157.
34 Álvaro Tirado Mejía, Colombia: Siglo y medio de bipartidismo en, Jorge Orlando Melo, comp. Colombia hoy, Biblioteca
Familiar. Presidencia de la República, Bogotá, 1996, p. 117.
35 Álvaro Tirado Mejía, op. cit. p. 120s.
36 Bernhard Groethuysen, Die Entstehung der bürgerlichen Welt-und Lebensanschauung in Frankreich (1927), Suhrkamp
Verlag, Frankfurt/ M., 1978, t. I, p. 67 ss.
37 Alvaro Tirado Mejía, Colombia: Siglo y medio de bipartidismo, p. 127.

96
colombiana sólo pudo o quiso ser un orna- absentistas espi-
mento retórico de ese status quo. Excepcio- ritualmente,
nes como Miguel Samper o José Asunción que se sentían
Silva no tuvieron la fuerza suficiente para que exiliados privile-
se superaran las estampitas religiosas de Mi- giados en su inmensa
guel Antonio Caro o las viñetas del tribuno hacienda, legitimados
de yeso payanés Guillermo Valencia, que se sólo por su ascendencia es-
exhibieron en las vitrinas de la espumosa Ate- pañola o por la imitación de
nas sudamericana. Una República democrá- esos aristócratas “a la violeta”.
tica como “gran mentira”, una aristocracia de Carlos García Prada ilustra in-
recién venidos, muchos de los cuales osten- genua e involuntariamente el sentimiento pa-
taban como pergaminos el engaño y la pata- triótico de esa clase, encarnado para él en los
nería, “intérlopes” los llamaba Emilio Cuer- antepasados y padres de José Asunción Silva:
vo Márquez, una educación para “...Silvas, Ferreiras, Fortouls, Sánchez...
semianalfabetizar, una estratificación social Gómez, Diagos, Ureñas, Angulos, descen-
degradante para la mayoría de los colombia- dientes unos de rancias familias nobles de
nos, una cultura tímida y producida en la Navarra y de Aragón y otros de ilustres fami-
oscuridad de los dogmas reinantes, en suma, lias de Andalucía... las dos estirpes (de los
un simulacro de realidad que desconoce la padres del poeta R.G.G.) fundían en uno o
realidad inmediata de la población engañada muchos impulsos contradictorios... Alejadas
y paciente, en el doble sentido de la palabra, de Europa, transplantadas, desarraigadas, las
se mueve en un terreno movedizo y frágil que dos familias que representaban el matrimo-
la sociología conoce como “anomia”, esto es, nio Silva-Gómez hicieron su hogar en Bogo-
“el rápido derrumbamiento de un sistema de tá, y ese hogar era un refugio contra la barba-
normas y valores sociales y el estado de des- rie que las rodeaba. Un refugio de soledad y
orientación que grupos singulares experimen- añoranza, en cuyo seno se agitaba silencioso
tan o perciben en una situación tal y que los ese inefable y dramático complejo del retor-
impulsa a acciones incalculables”.38 La pecu- no que caracteriza a tantas familias iberoame-
liaridad colombiana de esta anomia consiste ricanas de claro y antiguo abolengo”.39 Aun-
en la lentitud con la que “los descendientes que la ilustración de ese patriotismo de nos-
de Pelayo” detuvieron y aprovecharon en su talgia por el extranjero parezca exagerada y
beneficio el proceso de transición sin perca- sea inmarcesiblemente cursi, lo cierto es que
tarse de que ello conducía al socavamiento en el fondo es tan cierta como el

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del sistema de normas y valores de la convi- rastacuerismo de sus ejemplares. Pero este flo-
vencia y de que por su interesada miopía, los rido exilio que considera al mundo circun-
guardianes del orden y de la fe no tuvieron dante colombiano como barbarie no sólo
conciencia de que la violencia de las guerras denota un fracaso tácito de la empresa de los
civiles y de los levantamientos era resultado, “descendientes de Don Pelayo” sino es un
en última instancia, de ese socavamiento. desprecio que supone degradación enemiga
Dueños del país, su patriotismo fue un me- de la población colombiana. Sus normas y
dio de retórica folclórica para asegurar su valores no concordaban con las de sus “sier-
poder, pero fue un patriotismo de señores vos” bárbaros. Estas múltiples y hondas dis-

38 Holm P. von Sternstein, art. Anomie en H. Kerber & A. Schmieder, Hanbuch Soziologie, Rowohlts Enzyklopädie,
Reinbek bei Hamburg, 1991, p. 26.
39 Carlos García Prada, Silva: medio familiar y social, en Fernando Charry Lara (comp..), José Asunción Silva. Vida y
creación. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura. Procultura, Bogotá, 1985, p.47.

97
crepancias de la República colonial o de la social de sociedad sutilmente “esclavista”;
República monárquica no desaparecieron en entre boato cultural vacío y cultura real pre-
el siglo XX, sino adquirieron un carácter de caria, forman una red de indignantes provo-
soñolienta legalidad, que tras el paréntesis del caciones en cuyas mallas se anida la disposi-
gobierno de Alfonso López Pumarejo, inició ción a la violencia. La anomia contiene vio-
un período de “calma chicha” con el gobier- lencia latente y, a diferencia de los que la crea-
no de Eduardo Santos y de preparación ron y aprovecharon para medrar y creen que
sinuosa y regresiva del primer estallido de se encubre y hasta remedia con la simulación,
violencia colectiva y social en 1948. Pero esta ésta precisamente agudiza la violencia laten-
violencia y las que las precedieron en el pre- te. La República colonial o monárquica se
sente siglo no se explican por causas inme- ha apoyado en “cuadros de resistencia” que
diatas como la que da Otto Morales Benítez, han sido sustituidos por serviles dependen-
quien asegura que la violencia surgió en 1946 cias del extranjero, sin que sus beneficiarios
y que fue una reacción del gobierno para cam- moderen para ello su cursilería doméstica.
biar la realidad electoral del país. A las tesis Degradada así a “republiqueta” norteameri-
que sostienen que la violencia es un movi- canizada o teutonizada con duros condimen-
miento reivindicatorio de la tierra objeta el tos neoliberales, su llamada “clase dirigente”
“humanista liberal” que eso no es cierto por- ha preferido para sacarla de la red seguir el
que “esa fue una violencia esencialmente po- ejemplo de Sansón y a arriesgar pertinaz-
lítica, dirigida a un solo fin: reducir las ma- mente que de la “muerte de Sansón con to-
yorías liberales del país”.40 La Explicación del dos los filisteos” ella resucite como un fénix,
sociólogo es sorprendente no sólo porque pero en otro lugar del planeta, donde se cal-
revela la insignificancia que el historiador e me “ese inefable y dramático complejo del
historiador social liberal da a la historia y a la retorno”. Por hoy, ante la descomposición de
historia social, sino porque llama “realidad la República bajo el patrocinio de uno de los
electoral” a un fenómeno que requiere la cla- más recientes delfines de la Nueva Colonia
rificación del modo cómo se llegó a la “reali- monárquica, el país se ve enfrentado a la ta-
dad electoral” que postula apodícticamente rea de descifrar una frase con la que José María
el clásico del humanismo colombiano, es Samper caracterizó el estatismo del poder eje-
decir, el análisis de sociología electoral de la cutivo del triunvirato parroquial. Su argu-
relación entre abstención electoral y oligar- mento “sólido y concluyente” para no cam-
quía y caciquismo, una investigación histó- biar lo dice “el gamonal, con aquella lógica
rico-social y sociológica del fraude. La satis- pastrana y positivista que a su posición con-
facción de este desideratum mostrará los viene”.41 El primer adjetivo significa “burdo
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mecanismos que entrelazan la “solemne afir- y mal hecho” y hoy no se usa. ¿Tuvo José
mación del orden jurídico” y “la constante y María Samper un don profético lexicográfico
sistemática violación de sus principios”, pero para que los diccionarios actuales vuelvan a
entre tanto cabe enunciar la hipótesis de que registrarlo con algún sentido más? Esta sería
las discrepancias entre realidades reprimidas una hipótesis más de las que han suscitado
y construcciones ficticias dominantes, entre un par de textos literarios.
rostro de orden político republicano y praxis
social y política colonial o monárquica, en- “Estratificación social, cultura y violencia en Colombia” se
publicó en la revista Aleph, núm. 112, Manizales, enero-
tre pretensión de civilismo y estratificación marzo de 2000.

40 Cit. por Javier Ocampo López. Otto Morales Benítez: sus ideas y la crisis nacional, ed. Grijalbo, Bogotá, 1993,p. 299 y
303.
41 José María Samper. El triunvirato parroquial, en Museo de cuadros de costumbres, t. I, p. 245.

98
Para una ‘desprovinciación’ de León de Greiff


Y si después de tantas palabras, no so- que la sonora lista y la imitación de las enume-
brevive la palabra...”. Cabe recordar es- raciones del supremo poeta haya seducido al
tas líneas de César Vallejo tras la lectura prologuista a emplear, misteriosamente, termi-
de la poesía de León de Greiff, pero sobre nología pecaminosamente capitalista para de-
todo de los escasos trabajos que se han dedi- signar lo que no fue un trust, un gerente y un
cado a descifrarla. Pues la una y los otros con- apoderado general, por inusitados que sean.

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fluyen en un concierto de asombro y silencio Aunque Zalamea Borda incluye a León de Greiff
apurado que no armoniza ni tampoco entre los colonizadores (con pergamino real:
disuena, sino simplemente sugiere la pregun- “procera familia sueca...” “sesuda burguesía ale-
ta: ¿a quién habló la una y qué escucharon mana”) y lo deslinda de la “gente colombiana,
los otros... o cómo la escucharon? mestiza y mulata, cuarentona y zamba”, los “en-
tes espirituales a los cuales delega la tarea de
En el ensayo-prólogo a las Obras completas colonizar la zona de invasión...” y que “segrega”
(Medellín, 1960), Jorge Zalamea Borda llama al “nórdico” vate, nada tienen que ver con la
a León de Greiff “apoderado general de un con- acartonada visión señorial y acomplejadamente
sorcio cosmopolita de poetas...” y “gerente de xenófila de la sociedad y la historia colombia-
tan inusitado trust...”, al que pertenecen 17 que nas que exhibe el culto y revolucionario señori-
menciona “y otros no menos desvelados, to, que fue Premio Lenin de la paz. El frontis-
avinados, exaltados y animosos vates, bardos y picio de la edición fue más bien su muro y su
orfeos...” (O.C., p. VII y s.). No es improbable cárcel provinciana.

99
Complemento de esta rastacuera arrogancia “nórdico” vate, sino provoca una compara-
es el breve retrato que hizo Álvaro Mutis para ción realmente odiosa, en perjuicio del ico-
la “Los cien personajes de este siglo” que bajo no de los vikingos tropicales, es decir, lo pi-
el título Intacta presencia publicó “El Tiem- sotean.
po” el 20 de febrero del 2.001. Mutis pone
de relieve “su talante de caballero de Carlos León de Greiff fue simplemente un poeta
XII de Suecia, erguido, altivo el gesto de su colombiano moderno que no necesitó ser
rostro de viking...” y los “modales de un eu- “nórdico” para asimilar los diversos estratos
ropeo de buena cepa, tan ajenos a esa nues- históricos de la lengua española y ponerlos al
tra invasora cordialidad postiza, más provin- servicio de la lúdica musicalidad de su poe-
ciana que sincera y más incómoda que pro- sía. Rubén Darío había dado la lección de
picia al diálogo.” León de Greiff no se desta- que la imagen poética es anterior al lenguaje,
có por estos accidentes. Para no privarlo de es decir, que ella es soberana sobre éste y, por
la relación con la inmensa mayoría de sus con- tanto, necesariamente capaz de recurrir a todo
ciudadanos cuarterones, zambos, mestizos y lo que él ofrece. Juan Montalvo había creado
mulatos, Zalamea - Borda descubrió el puente una prosa de apariencia “castiza” porque pa-
del lenguaje. Este desconoce las clasificacio- recía una reactualización simultánea de las
nes raciales de los aristócratas “a la violeta” y diversas etapas históricas del castellano. A esa
la primitiva y cocineril referencia de la san- tradición inmediata agregó León de Greiff,
gre a la poesía. El descubrimiento del saba- potenciando el “galicismo” de Darío, la vo-
nero resultó un tiro por la culata. En el len- luntaria “incorrección” gramatical, lo que hoy
guaje se encuentran César Vallejo y León de se llama “transgresión”. Esta era propia de la
Greiff, que dejan en el dintel los rótulos de “vanguardia” mundial, que de Greiff com-
“cholo” y de vate “nórdico” como designa- prendió sin estridencias, como César Vallejo:
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ciones que delatan más sobre el carácter ana- su praxis fue una permanente superación de
crónico de quienes las utilizan a modo de sus postulados sensacionalistas y formalmente
banderillas que sobre la poesía de sus piso- rebeldes. De Greiff lo hizo con modestia, es
teadas víctimas. Pues si el criterio de valora- decir, con elegancia, y en eso se diferenció
ción estética de León de Greiff es la particu- gratamente del “vanguardista” Vicente
laridad de los “modales de un europeo de Huidobro, quien trasladó la carga histórica
buena cepa”, es entonces preciso preguntar: del lenguaje, la tradición, a la simulación ri-
si Rubén Darío, el “indio divino”, como lo dículamente castiza de la supuesta prosapia
llamó Ortega y Gasset, no era “europeo de peninsular. A su libro Mio Cid Campeador
buena cepa” sino “mestizo”, ¿cómo pudo ocu- (1929), Huidobro antepuso esta revolucio-
rrir que sin su poesía no hubiera sido posible naria dedicatoria: “A la memoria de mi bis-
León de Greiff? La pregunta no favorece al abuelo Don Vicente García Huidobro y

100
Briand de la Morigandais. Fue un gran espa- Pessoa que “hoy constituyo el punto de re-
ñol y un gran señor; adoraba la historia de su unión de una pequeña humanidad tan solo
patria y perdió casi toda su fortuna defen- mía” (en rev. Poesía. Fernando Pessoa, No.
diendo la causa de España. Por amor a su raza 7-8, Madrid, 1980, p.44) y en eso coincide
se despojó de todo y hasta hoy su título de con la nación del Yo multánime, multiforme
Marques de Casa Real está en manos de quie- y microcósmico de de Greiff. Pero se dife-
nes no tienen ni una sola gota de su sangre. rencia esencialmente de Pessoa porque a de
Oh, la justicia humana.” La vanidad Greiff le basta la densidad y precisión de la
rastacuera de la alta clase sin clase había apes- imagen para no caer en la simplicidad
tado la “vanguardia”. De Greiff estaba muy tautológica de Pessoa cuando dice: “En la
lejos de ese tipo de “elegancias” de recién ve- imagen que llamo interior apenas porque lla-
nidos. mo exterior a determinado ‘mundo’, se en-
cuentran plenamente grabados, nítidos, sa-
La modestia de León de Greiff no renuncia- bidos, diferenciados los rasgos de carácter, la
ba a la altivez, pero no de estirpe inventada, vida, la ascendencia, la muerte en algún caso,
sino de vocación y conciencia de poeta: “La de esos personajes” (rev. Cit., p. cit.). Los jue-
poesía -creo yo- es lo que no se cuenta sino a gos de Pessoa carecían de humor e ironía que
seres cimeros, lo que no exhiben a las almas rebosan, en cambio, los de de Greiff: juegos
reptantes las almas nobles; la poesía va de de palabras, transgresiones gramaticales, jue-
fatigio a fatigio; es lo que ‘no se dice’, que gos de imágenes, juegos musicales. El “poeta
apenas se sugiere, en fórmulas abstractas y puro” de Greiff no tenía que recurrir a la re-
herméticas y arcanas e ilógicas para los oídos flexión para plantear problemas. Lo que
de esas gentes que han de leernos a ‘nosotros’ Pessoa llama “imagen interior” y lo deslinda
los poetas. A leernos o no leernos, pero en de lo exterior o “determinado mundo”, es una
todo caso a no entendernos y, por de conta- evidencia que no va más allá de lo que impli-
do, a sí definirnos, zaherirnos, negarnos o ca el deslinde. En de Greiff, ese deslinde con-
roernos los zancajos: oh santa sencillez” tiene el problema del poeta moderno: “Solo.
(O.C., p. 274). Tal poética altiva, empero, Absurdamente solo. En medio de los libros,
no contrapone al “vulgo” una soberbia sino rodeado por los recuerdos, ante la extinta voz
una transparente conciencia de sí: “Carísimo de las cosas circundantes” (O.C., p. 285). La
Aldecoa! Y eres en el subfondo, apenas un frase puede referirse a un momento, pero
sencillo y un ingenuo cincelador de tu ‘Yo’, también a un estado: “Ante la nada. Solo.
de ese maravilloso microcosmos que es el Yo... Absurdamente solo. Y con el espíritu en alto

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Cincelador de tu ‘Yo’ minúsculo –cómo nó- y avizor y oteante. ¡Vámonos!, Oh Gaspar,
, diminuto –puede que sí-, imperceptible –
tal vez-, exiguo -cómo nó-, incomprensible,
absurdo, truculento, abisal, pero en todo caso,
tan tuyo, tan incontrovertiblemente tuyo!
(O.C., p. 277). El Yo microcosmos es “el
multánime y multiforme Yo” (O.C., p. 281).

De este multánime y multiforme Yo surge


los que cabe llamar “heterónimos” que se
colocan entre los de Fernando Pessoa y los
filósofos y poetas españoles apócrifos de An-
tonio machado. De sus “heterónimos” dijo

101
por el mar inasible” (O.C., p. 286). La sole- la realidad. Gottfried Benn describió
dad del Yo multiforme y multánime ante la alegóricamente la inevitable soledad y creó
nada corresponde a ese estado: “Después de la figura de Werff Rönne, su doble y su más-
tanta palabrería, advierto que no he iniciado cara, que percibe la realidad como un extra-
el relato de mis andanzas y aventuras: lo cual ño. En su poema “Sólo dos cosas” expresó
-conjeturo- no ha de torcer el curso de los ese estado:
astros:... Nada de nada. Nada en dos platos,
nada en una -dorada- vajilla completa” (O.C., Por tantas formas pasado,
p. 285). por el Yo y el nosotros y el tú,
pero todo fue padecido
Este estado es el de la subjetividad extrema por la eterna pregunta: ¿para qué?
que ha perdido el contacto con la realidad.
Antonio Machado articuló filosóficamente el Esa es una pregunta infantil
problema y en el prólogo a la segunda edi- Tarde tan sólo te fue consciente,
ción de Campos de Castilla (1917) preguntó sólo hay esto único: soporta
por el camino que hay que seguir para salir -sea sentido, o manía, o leyenda-
del solipsismo, de la cárcel dorada de la sub- tu determinación lejana: tú debes.
jetividad. El camino que Machado intentó
seguir -la poesía históricamente comprome- Si rosas, si nieves, si mares,
tida con el talante de la llamada “Generación todo lo que floreció, marchitó,
del 98”- no lo liberó del círculo que prome- sólo hay dos cosas: el vacío
tía romper. El Yo despedazó y dejó los frag- y el señalado Yo.
mentos de Abel Martín, Juan de Mairena y
los filósofos y poetas que hubieran podido León de Greiff lo dijo en el primer soneto de
existir: los heterónimos sonrientes y burlo- Fantasías de nubes al viento de “Fárrago
nes. A diferencia de machado, de Greiff asu- (Quinto mamotreto)”:
mió el círculo, pero el resultado fue semejan-
te: el solipsismo, el microcosmos del Yo, se Poeta soy, si ello es ser poeta.
disfrazó, se puso máscaras y se dio al juego Lontano, absconto, sibilino. Dura
de marionetas, de cuyo teatro él mismo fue lasca de corindón, vislumbre obscura,
autor y actor. Con ello llenaba la “Nada. Nada gota abisal de música secreta.
de nada”, pero no recuperaba el contacto con
Amor apercibida la saeta.
Dolor en ristre lanza la amargura.
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El espíritu absorto, en su clausura.


Inmóvil, quieto, el corazón veleta.

Poeta soy si ser poeta es ello.


Angustia lancinante. Pavor sordo.
Velada melodía en contrapunto.

Callado enigma tras intacto sello.


Mi ensueño en fuga. Hastiado y cejijunto.
En mi nao fantasma único a bordo.

(O.C., p. 497)

102
Para el poeta que ha pasado por todas las for- Un ignorado ritmo, dócil, terso,
mas, para el poeta “señalado”, para el “Poeta donde el absurdo corazón esparzo,
soy si ser poeta es ello”, para el que hay “sólo ¡eso será la impertinente estrofa,
dos cosas”: la nao fantasma y el único a bor- en que todo mi desdén se befa,
do, la conclusión de esa toma de conciencia y más de mí!: desdén, sobrio estilete
es lo que Benn llama “arte monológico” o y el más seguro amigo en el combate
“mundo de la expresión”, esto es, “... un la- contra la tribu inulta ¡Oh muchedumbre!:
boratorio para palabras en el que se mueve el ¿qué vales tú, si topas con el Hombre?
lírico. Aquí modela, fabrica palabras, las abre, ¿y el hombre, dí, si topa con el Hambre?
las hace estallar, las hace escombros para car- ¿y Muchedumbre y Hombre con la Hembra?
garlas de tensiones, cuya esencia pasa luego
por siglos. Retorna el trobador=trobaire o IV
trobador=encontrar, es decir, inventar pala- Para mí no hago nada, nada, nada,
bras, es decir, acróbata. El que conoce la danza sino soñar, ¡solo vivir la vida!
va al laboratorio. Gauguin escribe sobre van Para mí no hago nada... acaso humo
Gogh: ‘En Arles quais, puentes y barcos, el cuando en la pipa blondo aroma quemo,
Sur entero -todo se convirtió en Holanda’. -si el magín devano las ideas
En este sentido, todo lo que le acontece se le humo también, color de fantasía...-
convierte al lírico en Holanda, esto es, pala- Para mí no hago nada, nada, sólo
bra; raíz de palabra, sucesión de palabras, lazo soñar, vivir la vida a contrapelo.
de palabras; se sicoanalizan las sílabas, se re-
adaptan los diptongos, se transplantan las (O.C., p. 147 s.)
consonantes. Para él, la palabra es real y má-

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gica, un tótem moderno” (Ausdruckswelt, El sueño y el humo, color de fantasía son el
Limes, Wiesbaden, 1954, p. 118). laboratorio de palabras tras no del fin, sino
de la burla de la historia.
La descripción parece una descripción de la
praxis poética de de Greiff, que no tiene el Las semejanzas no sofocan, naturalmente, las
horizonte en el que Benn inscribe el “mundo diferencias. La configuración transgresora del
de la expresión”: la última realidad posible lenguaje de León de Greiff transmite los con-
después del fin de la historia e intento de su tenidos tradicionales (el amor, la muerte, la
superación. León de Greiff carecía de grave- soledad) con la pureza de la música. César
dad y de ceño a lo Spengler, pero tenía, en Vallejo aseguró -y lo practicó- que lo que
cambio, serenidad sonriente. En Balada de importa no es lo que se dice sino el tono con
asonancias disonantes o de simples que se dice. El de Benn es melancólico y gra-
disonancias, del “Libro de signos (Segundo ve, el de Vallejo es sarcástico y angustiado, el
mamotreto)” resumió esa compleja situación: de León de Greiff es melancólicamente sere-

103
no y burlón, como en Sonesillo de “Velero dogmática del conocimiento. Como la poe-
paradójico (Séptimo mamotreto)”: sía dejó de ser, al igual que la filosofía, “sierva
de la teología”, ella no busca esa verdad. Pero
Tonto me soy y tánto, pero tampoco la de la sociedad burguesa que cul-
corazón uso titerero. tiva otra teología: la impositiva del lucro y la
bienaventuranza simplemente material. Re-
Y un reír frío, atán somero. legado por esta sociedad, el poeta moderno
asume esa marginalidad: “Tan inútil como
Y bajo del exsombrero yo, Gaspar, como tú, Matías, como tú,
(bóina, kolpák, o dombo mero) Palinuro. Tan inútil, que no serviría -quizá-
desdén y hastío, condotiero, ni para Zoilo cetrino de su aldea” (O.C., p.
por turnos, del aventurero 280). Pero esta asunción es, de por sí, desa-
espíritu hosco, burlero, fiante: “¿Quien es ese vestido de gayos colo-
bufón, juglar, grave, severo; res -Triboulet, Arlechino, Falstaff- bufón
enorme, y de amplia voz befante, o de fina,
Señero, señero, señero, señero. insidiosa?- Los cascabeles agita y el tirso sa-
cude o el epigrama deja caer -abeja soslaya-
Tonto me soy y tánto, pero da-” (O.C., p. 717). El solitario acróbata que
corazón uso titerero deja caer el epigrama y despliega su
multánime Yo enmascarado, se refugia en el
(O.C., p. 709) sueño que es todo: vida, creación, proximi-
dad de la muerte, burla y contrapone al que
A diferencia de Pessoa, Machado, Vallejo y lo margina sus desafiantes “sueños y
Benn, de Greiff acentúa el “arte monológico” subsueños y tras soto sueñecillos tácitos y la-
o “mundo de la expresión” con los adema- tentes” (O.C., p. 717), esto es, el juego del
nes, el gesto, el “rictus”, como él dice, del plurívoco teatro de marionetas o, como ca-
titerero y del bufón. Desde el ditirambo de bría llamar con Valle-Inclán el “espejo cón-
Nietzsche ¡Sólo bufón! Sólo poeta, que resume cavo, que desvela al “héroe clásico”, no sólo
de modo desafiante la situación del poeta al gran burgués sino también a su imitador,
moderno, el poeta percibió, primero, que es el pequeño burgués y lo desenmascara como
sólo desafortunado pretendiente de la verdad, “esperpento”. León de Greiff lo llama Zoilo.
que, consiguientemente, los “poetas mienten
mucho”, como dijo en Zaratustra (Sobre los La libertad de la que goza el nuevo Absoluto,
poetas). La “mentira poética” o la mentira en esto es, el nuevo “desligado” (absoluto en sen-
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sentido no moral, es una máscara que escon- tido literal), el poeta relegado, el bufón men-
de abigarradamente la imposibilidad de lle- tiroso, el poeta multánime, le permite em-
gar a la realidad o la verdad, a una certeza briagarse con las palabras y danzar al compás

104
de las que desarticula, recrea y recupera. En la materia de una de sus máscaras, esto es,
César Vallejo, esta danza es “Trilce”; en León Aloysius Bertrand, el autor de “Gaspard de
de Greiff es “Poemilla. Relato de relatos la Nuit”, que de Greiff menciona doblemen-
derelictos”, de “Velero (Séptimo mamotre- te. En Prosas de Gaspar sigue el ejemplo del
to)”, entre otros, por ejemplo: creador del poema en prosa, pero no sólo eso
lo que en de Greiff retorna variadamente. El
II Gaspard de Bertrand desaparece después del
Brotan ahora todos los sueños, surtidores cano- encuentro con el autor. Pese a toda busca na-
ros die lo encuentra. De él queda sólo un ma-
(ruiseñores bulbules), -palmeras estelidáctilas nuscrito. Bertrand pinta a Gaspard como el
(vedrdegayes Apolos. prototipo poeta incomprendido. El propósi-
Marsyas zinzolines y Momos policromos)- to de Bertrand al crear la figura de Gaspard
surten, irruyen todos los sueños: voces viriles fue el de salvar la lengua francesa de la
(sobra gorjeos y gorgoritos y gorigord) trivialización prosaica y cultivar la expresión
Salta ahora todos los sueños, alcotanes y neblíes rara y selecta para lograr efectos musicales y
y azores -desde sus horreos plásticos. Gaspard de la Nuit es el poeta en la
alietos, gerifaltes, halcones borníes eufórico “era mundial de la prosa” (Hegel), el poeta
y tagres y alfañaques y sacres y esparveres incomprendido, el poeta moderno, cuya si-
jubilosos! tuación social presentó Baudelaire en el so-
neto La musa venal de Las flores del mal, cu-
IV yos tercetos dicen:
¿Mi flor? La más cimera de los más altos elatos

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heliotropos. Para ganar el pan de cada tarde necesitas
La más rastrera y mísera de los más abismales batir el incensario como un acólito,
bajos fondos subfondos... cantar el Te Deum en el que apenas crees.
¿Mi música dilecta? La que roma los tímpanos
como támpanos sordos! Oh saltimbanqui sobrio, desplegar tus encantos
¿Mi color? Ocre isocre mediocre. ¿Mi profesión? con tu risa mojada en llanto que no se vé,
Soy antifaz de peruétanos y de bolonios para alegrar la bazofia de lo vulgar.

(O.C., p. 718 y 721) Transformado de Greiff en Gaspar, este poe-


ta moderno es el bufón consciente que no
En el árbol genealógico poético de León de llora ni canta el Te Deum en el que no cree,
Greiff aparece, con más peso que la tradición sino danza y canta en presencia de la vida
inmediata de Rubén Darío y Juan Montalvo, que es sueño, de la nada y de la muerte, pero

105
que también crea oasis como sus poemas de Este aspecto de la poesía de de Greiff es la
amor tersamente intensos (“Yo canto una nota que lo distingue del bufón amargo o,
novia que no ha de ser mía...” o “Mi pobre más exactamente, la que descubre tras las
amor se está yendo...”) o como el XVI de máscaras al trovador quijotesco que tiene sus
Rondeles de “Tergiversaciones (Primer mamo- raíces en el país de Bolombolo, pero su hori-
treto)”: zonte más allá de esa y de cualquier otra pro-
vincia, sobre todo de la provincia racista que
Amor, deliciosa mentira, cultivó anacrónicamente el señorito comu-
áspero amor, retorna, ven! nista Jorge Zalamea Borda y en la que se
Tu pena es el único bien, mueve el sub-ultramontano Álvaro Mutis sin
amor, deliciosa mentira... percatarse de las consecuencias que tuvo ese
racismo de “pura cepa europea” en la Europa
Mi corazón, ebrio, delira! del siglo XX. Ni el porte ni la etnia explican
Mi corazón... tómalo ¡ten!... la peculiaridad de las poesías de León de
Amor deliciosa mentira, Greiff, que fue un “mero poeta de la repúbli-
áspero amor, retorna, ven! ca meramente colombiana” (para decirlo con
un frase de Borges sobre sí mismo).
(O.C., p. 63)
“Para una ‘desprovinciacion’ de León de Greiff ” se publicó
en la revista Aleph, núm. 117, Manizales, abril-junio de
2001.
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106
Polémica y crítica

A
unque en el libro de Indalecio la crítica es un depravado argumentum ad
Liévano Aguirre, Grandes conflictos hominem: el que la hace, es un “resentido”.
de nuestra historia se desenmascara No es nuevo el argumento. Parece provenir
la hipocresía de la “alta clase” social de los del reinado sociofilosófico de Germán
voceros de nuestra independencia, de un Arciniegas, del más severo crítico de Hegel, a
Camilo Torres y de quienes, después de su quien nunca leyó en su lengua madre y de su
triunfo, abjuraron de los principios anticomunismo gringo. Para sus epígonos, la
igualitarios que invocaron para justificar la crítica a esa clase “sin clase” está, además,
posesión de los cargos de los españoles; y aun- imbuida de marxismo. No es improbable que

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que en el “cuadro de costumbres” Las tres ta- los feligreses de ese reinado anacrónico igno-
zas de José-María Vergara y Vergara se ironizó ren el nombre de Max Weber, del fundador
la simulación que había acunado el “patri- de la moderna sociología comprensiva que
ciado” colombiano, con su correspondiente se nutrió de la lectura crítica de Marx. No
fervor servil por los extranjeros; y aunque Jai- sería improbable que cuando lean una de sus
me Jaramillo Uribe recuerda, en uno de sus obras como el famoso trabajo La ética protes-
ensayos sobre “Historia social de Colombia” tante y el espíritu del capitalismo y perciban
que el Marqués de San Jorge perdió su título su acerada crítica al capitalismo, lo declaren
-comprado, sin duda- porque no pagó los de- comunista “resentido”.
rechos correspondientes; y aunque la histo-
ria colombiana ha puesto en la picota esa ¿Qué significa esa argumentación, por así lla-
“aristocracia” hasta el punto de que hoy es marla, pomposamente vacía y mendicante?
anacrónico ocuparse con su terca agonía: pese ¿Defiende -o pretende defender- un estado
a eso, cuando se critica a esa clase, la réplica a social y político que ha llevado a Colombia

107
al borde de su paulatina desintegración? ras destacadas. Como en casi todo el mundo
¿Quién lo defiende ha cerrado los ojos y los hispánico, la crítica bibliográfica es, en gran
oídos para no ver y oír el largo proceso ini- parte, apología de clanes. Cuando pretende
ciado ya a comienzos del siglo XX y agudizado ser independiente, suele reducirse a expresar
en 1948? ¿Y quienes eso hacen, no quieren la opinión o la ocurrencia del crítico sobre
tener en cuenta que en todo Estado y Na- conceptos e interpretaciones que no concuer-
ción hay una clase que dirige o maldirige a dan con sus preferencias, pero sin haberlos
su sociedad? ¿Y creen, quizá, que de nuestros comprendido cabalmente y sin fundamen-
males es culpable la mayoría de la población, tar esas ocurrencias. Como en la vida inte-
de los humillados y empobrecidos y no de la lectual, se recurre a corrientes y teorías -en el
tal clase? Es indudablemente seguro que los mejor de los casos- que no se han sometido a
epígonos del máximo crítico de la filosofía la crítica de la razón, que no se han asimila-
del idealismo alemán (su pecado mortal: ha- do. Esta recepción no es creadora sino reme-
ber conducido a Marx) todavía no saben que do. De este modo, no se orienta ni se discier-
determinados conceptos cambian y que para ne, sino se transmite un estilo dogmático de
usarlos con la necesaria precisión y honradez pensamiento. Algunas veces, el dogmatismo
intelectual es indispensable conocer esos encubre una acumulación de aversiones per-
matices y usos. Una empleada del servicio, sonales -envidias- que se satisfacen con el efec-
un camarero, chofer de taxi, una ministra de to de lo que Ortega y Gasset -copiándolo
educación y hasta un rimbombante diplomá- como siempre de Max Scheler- llama el “ren-
tico pueden y, sin duda, suelen utilizar el cor” español y Unamuno “el mal nacional
vocablo “resentido” y “resentimiento” en su español: la envidia”. Sobre ese mal nacional,
acepción vulgar. Pero un intelectual, con el rencor, dice Ortega: “El rencor es una ema-
majestuosa formación filosófica, tiene que nación de la conciencia de inferioridad. Es la
atenerse a la significación que tiene en la éti- supresión imaginaria de quien no podemos
ca y en la sociología, y que después de con nuestras propias fuerzas suprimir. Lleva
Nietzsche y Max Scheler ocupa a esas cien- en nuestra fantasía aquel por quien sentimos
cias. El filósofo Strawson, por ejemplo, en- rencor, el aspecto lívido de un cadáver: lo
cuentra que el resentimiento es una “perma- hemos matado, aniquilado con la intención.
nente sensación e indignación sobre una he- Y luego, al hallarlo en la realidad firme y tran-
rida mortal”. Y explicita: “Así, el resentimien- quilo, nos parece un muerto indócil...”. Es
to es una reacción contra la injuria y la indi- evidente que en el ámbito de la crítica bi-
ferencia”. La injuria que ha hecho por indi- bliográfica es preciso distinguir entre las “re-
ferencia la llamada clase alta a Colombia tie- señas” y las “valoraciones” de intención críti-
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ne la inevitable y justa respuesta: el “resenti- ca. En término medio, las reseñas de libros
miento”. de historia por historiadores son informati-
vas, correctivas, cuando es el caso,
En Colombia se ha extendido una actitud profesionalmente fundadas. El objeto no fa-
anticrítica, cobardemente neutral. ¿Significa cilita la expresión envidiosa o la del que se
esto que los crímenes con los que se castiga a esfuerza en su afán de figuración. Las reseñas
los periodistas por sus informaciones y críti- con intención de valoración crítica de este
cas y a los políticos heroicamente discon- tipo se caracterizan por la abundancia, obje-
formes se han convertido en una permanen- tivamente innecesaria, de referencias traídas
te manera de sofocación, que afecta los de- por los pelos aumentadas con un aparato de
más ámbitos de la vida cultural? La crítica notas a pie de página, que pretenden certifi-
literaria ha tenido en Colombia pocas figu- car erudición. Fomenta lo que un crítico pe-

108
ruano ejemplar llamó “terrorismo bibliográ- programa. En la polémica intelectual, ésta es
fico”, que es una manera de equilibrar apa- homónima de la refutación. “La verdadera
rentemente el vacío intelectual. La causa de refutación -escribió Hegel en su Lógica- debe
esas inmensas lagunas se encuentra, de ma- atender y entrar en la fuerza del contrincante
nera inmediata, en la maleducación univer- y situarse en el ámbito de su fortaleza. Ata-
sitaria. La enseñanza de la literatura en las carlo fuera de él y mantener razón donde él
universidades tropieza en las mejores, no en no está, no fomenta el asunto.” En Colom-
las universidades-garaje, con varios proble- bia, la polémica se entiende como un ataque
mas: los principiantes no han sido adecua- con las únicas reglas de la envidia. No se atien-
damente formados en el bachillerato; la Uni- de al contrincante ni se lo sabe o quiere com-
versidad comienza con un minus: la Univer- prender. Es el cadáver indócil del que se cor-
sidad no tiene la infraestructura como tan retazos para demostrar su incompeten-
hemerotecas con revistas internacionales y de cia. Incapaces, por deformación escolar, de
literatura comparada, bibliotecas con obras comprender contextos, su historia de la lite-
clásicas en sus lenguas de las corrientes ac- ratura se compone de ídolos intocables. Es
tuales de la historia literaria. Desconocimien- un museo, no una voz y testimonio del pasa-
to ya desde el bachillerato de las lenguas eu- do, que, al desmitologizarlo, nos permite
ropeas y, para la facultad de Filosofía, de las descifrar los vacíos y simulaciones que se han
lenguas clásicas. Ausencia de interdiscipli- continuado. Es comprensible que para esa
nariedad (con filosofía, sociología, ciencia concepción pétrea de la vida intelectual, la
política). El horizonte de la investigación, desmitologización de quienes la nutren y fo-
fundamento de la formación, queda reduci- mentan es una blasfemia imperdonable. Po-
do muy considerablemente. El nivel de la ner en tela de juicio a Estanislao Zuleta, quien
enseñanza es poco más alto que el del bachi- pontificó sobre Nietzsche, Marx, Freud, sin
llerato. Sin estos presupuestos, la creación de saber alemán, es un acto que despierta indig-
instrumentos para interpretar fructíferamente nación. La interpretación de la tragedia grie-
nuestras letras, se satisface con la aceptación ga de Octavio Paz, mal copiada de Alfonso
acrítica de las teorías de moda, casi siempre Reyes y de Werner Jaeger, la interpretación
las antepenúltimas en traducciones defectuo- del romanticismo alemán, del mismo Paz,
sas. El conocimiento y significación de la li- fundada en un texto francés para el estudio
teratura para comprender a los ancestros, a de bachillerato, la de “la época de la imagen
sus aspiraciones y saber situar el presente es del mundo” de Heidegger, copiada de su tra-
un desideratum que, al no ser satisfecho, obs- ducción española sin indicación del autor, por

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taculiza una de las misiones de la educación el mismo Paz; la permanente anunciación de
literaria, en particular: saber formar un jui-
cio propio, ser individuo y por lo tanto saber
ser libre.

Esta desolación influye negativamente en dos


ámbitos de la ciencia y vida literarias: la po-
lémica y la historia literaria. La polémica es,
según el concepto griego del que desciende,
esto es, polemos, guerra. Guerra literaria o
intelectual que se diferencia de la guerra po-
lítica, en la que se ataca la persona que repre-
senta determinados intereses, disfrazados de

109
un próximo libro definitivo sobre diversos Jaime Jaramillo-Uribe aseguró que la nota
temas que nunca apareció, la exposición de característica de Colombia es la “áurea
un pensamiento de Aristóteles, robada de una mediocritas”. Con mayor acierto es
obra clásica sobre el Estagirita, pero desco- “mediocritas” solamente. Eso fue, sin duda,
nocida en España, que Ortega cita de mane- el país gobernado por simuladores. No tiene
ra tácticamente imprecisa. Todo esto produ- por qué seguir siéndolo. El mundo se ha in-
ce indignación porque por su prestigio con- troducido en Colombia. El extranjero y sus
sagran la carencia de honradez intelectual ventajas universitarias son accesibles a estu-
como medio de figuración, y transmiten este diantes, el conocimiento de idiomas se nor-
engaño como la norma del trabajo intelec- maliza, y es de esperar que cuando regresen a
tual. A quienes se enfurecen y enfurecieron nuestro país no les cierren las puertas y los
por los cuestionamientos críticos a estos ído- obliguen a engrosar la vergonzosa huida de
los, cabe preguntar ¿si obedecen a una ten- cerebros que los pertinaces mantenedores del
dencia de la política cultural y universitaria status quo mediocre, y ya delincuente, ha-
de Colombia, que consiste en mantener el cen pagar con millones de dólares (eso cues-
status quo mediocre, gracias al que reinan y ta la huida) al sangrante país, al campamen-
por tanto condenar todo lo que pueda susci- to de la cizaña, de las envidias, de la conse-
tar una transformación necesaria, para dar a cuente mala fe que esos mediocres guardan
la juventud los medios de su progreso perso- con fanático celo.
nal y de Colombia, es decir, de lograr que el
país desarrolle todas sus inmensas riquezas Bonn, mayo del 2005
humanas y se ponga en capacidad de dialo- “Polémica y crítica” se publicó en la revista Aleph, núm.
gar de tú a tú con el complejo mundo con- 134, Manizales, julio-septiembre de 2005.
temporáneo?
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Anexo

El editorial de Jorge Mario Eastman que a continuación reproducimos, sirve para dar al
lector una referencia de las reacciones que provocarosn en el ámbito nacional las críticas y
hasta los argumentos americanistas, polémicos, de Rafael Gutiérrez Girardot. Por lo que a él
corresponde “es a saber, la referencia a sucesos y personas políticos y culturales del ‘presente’
del satírico”, opiniones literarias, políticas, etc. Algunas de esas declaraciones divulgadas en
artículos y entrevistas generaron una no desmentida animadversión hacia el nombre y el
temperamento “soez agresor” y “resentido” de Gutiérrez Girardot. Pero también los rechazos
descalificadores a “Un filósofo desquisiado”, como lo llamó J.F. Socarrás (“El Tiempo” 10 de
abril de 1988, p. 5), pronunciados “como resultado de un desagrado colectivo”, según lo
percibía un directivo de la Universidad de los Andes “...que no podemos permitir escritos

110
como los del profesor Gutiérrez” (Magazín Dominical, “El Espectador”, núm. 137, 10 de
nov., 1985, p. 2). “Gestos de indignación ante mi atrevimiento de haber cuestionado” a
ciertos “ídolos” locales, réplicas y reseñas en las cuales, señala Gutiérrez Girardot, “predomi-
na ese estilo de nebulosidad jactanciosa y a veces agresiva. Y no falta el topos del ‘resentimien-
to’, en diversas formas”; gestos prolongados en el tiempo y estilo peculiares en donde, pues,
en general, se revelan y se cultivan además “los vicios de la crítica literaria colombiana: la
tergiversación embozada, la incomprensión, la falta de honradez intelectual, la ignorancia, y
en muchas ocasiones un Yo infladísimo.” (rev. Aleph, núm. 134, jul. -sep. 2005, p. 1). A la
persona de Eastman se había referido Gutiérrez Girardot en una contestación a un discurso
pronunciado en 1979 por Jaime Sanín Echeverry “con motivo de los 20 años de la revista
Arco”. En esa contestación titulada “La postración del país” (discurso y contestación se reco-
gen en Hispanoamérica: imágenes y perspectivas, Bogotá: ed. Temis, 1989) Gutiérrez Girardot
anotaba:

(...) “Los asuntos de las metrópolis son los veloces cambios tecnológicos, sociales, económicos, los pau-
latinos desplazamientos de los centros de poder, las contradictorias consecuencias de la revolución uni-
versitaria, que afectan muy directamente el futuro de Colombia. Ante esos problemas, ¿no puede consi-
derarse como anodino tanto problema como es el del matriarcado mesocrático y pertinaz en un partido
[el autor se refiere a Bertha Hernández de Ospina Pérez] o el del frivolismo importantista que tipifica,
para el otro, un figurón como Jorge Mario Eastman, que son lastres de un pasado en camino de histérica
agonía y que son justamente eficaces causas concomitantes de la “postración nacional”? “Nuestros pro-
blemas” son los de los países excoloniales y neocoloniales, pero para poder plantearlos y analizarlos es
preciso conocer los instrumentos científicos, saber manejarlos, aprovecharlos y aplicarlos adecuadamen-
te. Y hay que ir a buscar esos instrumentos en donde los haya, independientemente de su proveniencia
nacional y, naturalmente, sin esperar que esos instrumentos nos sirvan porque el que los forjó o quienes
los forjaron no se ocuparon de Colombia. Esperar eso es una forma joméinica de voluntaria pasividad. Y
consiguientemente, es una tontería típica de quien, por peculiares razones, desconoce que el mundo de
la ciencia no valora por nacionalidades, sino por el rigor con el que fundamenta sus resultados.”

El siguiente es el texto completo del editorial de Jorge Mario Eastman que publicó el perió-
dico “El Siglo” el martes 21 de noviembre de 1989, pág. 4-A:

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Sicología de un resentido

“El estilo es el hombre” Buffón

“Rafael Gutiérrez Girardot tuvo el privilegio de vivir y estudiar en Alemania por cerca de 20
años, al cobijo salarial de nuestra Cancillería*. Su introversión rayana en pedantería o, por lo
menos, en falta de urbanidad hizo pensar en muchos que era la resultante de una mente
dedicada a reflexiones superiores.

* R.G.G. ocupó los cargos de canciller y agregado cultural de la Embajada de Colombia en Bonn, Alemania Occidental,
entre 1956 y 1966, año en que fue trasladado a Bogotá con el cargo de traductor en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

111
“El país intelectual, cándido y propenso al engaño fácil, derrochó paciencia esperando en él
la aparición de un filósofo de dimensiones siquiera latinoamericanas. Su indiscutida capaci-
dad de estudio y sus condiciones comprobadas de roedor de bibliotecas, sumadas a su abso-
luta carencia de vigilias presupuestales, se encargaron de alentar la idea sobre nuestro funcio-
nario en relación con que anonadaría, algún día, al mundo de las letras con un texto capital
en medio de tanta basura editada por ciertos filósofos de capirote.

“Desgraciadamente ha pasado el tiempo y fuera de unos libros de relleno, casi inadvertidos,


nuestro Mesías continúa horro de producción verdaderamente trascendente. Hoy hasta los
menos suspicaces empiezan a señalarlo ya no como un filósofo -así fuese en ciernes- sino
como un panfletario burdo y ampuloso destilando oprobios contra figuras eminentes de las
letras continentales. Un barroco refrito y decadente. Da las trazas de ir enrumbado por los
senderos del célebre ‘Pacheco’ que inspirara la obra medular de Eca de Queiroz. Es decir, la
reedición de una especie de Tartarín de la filosofía criolla. Valgan dos ejemplos contenidos en
su última colaboración en el suplemento literario de El Espectador.

‘Las cataratas sonoras del narciso telúrico Neruda’ y ‘Las ternuras materno lácteas de Gabriela
Mistral’.

“Tamaños despropósitos le sirven de introito y basamento para emprenderla contra un hu-


manista de dimensiones universales, Octavio Paz. Se atreve, pues, a olvidar sus niveles
liliputienses para detractar al ilustre mexicano en los siguientes términos:

‘Octavio Paz es, como su inspirador y ejemplo, un pomposo simulador de cultura...’

“¿No será acaso que nuestro irritado y confundido compatriota cuando lanza tan grotesca
estupidez está corriendo el riesgo de ser víctima como los cazadores neófitos del efecto del
‘boomerang’? Porque el lector más despreocupado tiene que haber deducido que ‘el pomposo
simulador de cultura’ es su mismo y soez agresor.

“Me temo, por último, que no habrá un habitante de la Tierra que no sienta pesar por el
anónimo colombiano que ha intentado disminuir a Octavio Paz calificándolo burlonamente
de ‘filósofo, helenista, sociólogo, germanista, anglista, galorromanista, hispanista, orientalista
y místico’.
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“Ante esta inútil injuria recuerdo el sabio proverbio árabe que afirma sobre la condición
humana: ‘El hombre no puede saltar fuera de su sombra’.”

112
Estimado universitario... *

M
il gracias por su carta del 20 de preguntó si yo había leído a Nietzsche en ale-
febrero de este año y por el envío mán. Cuando le respondí que sí, Rocha re-

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del Nro.6/7 de la revista Argu- plicó: eso no es posible, nadie puede apren-
mentos, dedicado a Nietzsche, y por la gene- der alemán. Espero que no siga dominando
rosa reseña que hace usted de mí librito so- en nuestro país ese “prejuicio” sobre el ale-
bre Nietzsche y la filología clásica. En Co- mán y sobre el griego, pues algo semejante
lombia pasó desapercibido, lo cual me pare- me ocurrió cuando comencé a estudiar en el
ce comprensible: cuando el rector del Instituto de filosofía de la Nacional -del que
Externado quiso hacerme un homenaje y para nació la Facultad- y en cuyo pensum se ha-
ello me invitó a almorzar con Antonio Ro- llaban cursos de griego. Un profesor de ba-
cha en el Club de los Lagartos, Fernando chillerato me preguntó entonces qué estaba
Hinestroza le dijo a A. Rocha que yo había estudiando, y cuando le mencioné los cursos
escrito un libro sobre Nietzsche. Rocha me de idiomas del Instituto, me dijo: Usted nun-

*
Carta con fecha del 12 de abril de 1984 enviada desde Bonn al estudiante Juan Guillermo Gómez García.

113
ca aprenderá griego, eso no se puede apren- te, pues los estudiantes no sólo aprenderían
der. Ojalá haya cambiado ese prejuicio y a la lo que no se les enseña sino que tendrían una
vez técnica de mantener al estudiante al ni- crítica más fundada de los defectos de los
vel más bajo posible, pues eso influye consi- profesores. Se introdujo el sistema norteame-
derablemente y de manera sutil en la actitud ricano de las fichas, que, creo, es hoy general
del estudiante mismo, a quien le presentan en muchas universidades, y que sólo produ-
el aprendizaje de una materia como algo in- ce cosas mecánicas e insustanciales, a juzgar
superable y que él consiguientemente nunca por lo que he leído en algunas revistas uni-
llegará a dominar. De ese modo, la actitud versitarias bogotanas. El número de Argu-
misma del estudiante, inconcientemente mentos me parece, en cambio, muy incita-
internalizada, le impide enfrentarse a una dor y serio. Ojalá que Rubén Jaramillo Vélez
tarea con serenidad y confianza en sí mismo pueda continuar con su tarea, verdaderamen-
y en su entusiasmo. Así, nunca se pasa de los te hercúlea y heroica, pues a las dificultades
rudimentos. Cuando enseñé Filosofía del de financiación se agregarán las del recelo y
derecho en Bogotá en el 66, elaboré una la envidia de quienes ya habrán olfateado que
Manual para el trabajo científico en el que la calidad de la empresa los deja atrás. Desde
resumía y adaptaba a nuestras necesidades y aquí yo no puedo tener un panorama de la
posibilidades las reglas del trabajo científico, situación y por lo tanto de las posibilidades
los modos de lectura, de hacer apuntes, de aprovechables para mantener la continuidad
ordenar sistemáticamente todo eso, que se de la revista. Pero lo que yo pueda hacer en
exponen en diversos manuales de ese tipo, y ese sentido, es decir, el de apoyarla, lo haré
que conoce cualquier estudiante alemán; y le con muchísimo gusto. Por lo pronto, haré
agregué unos cuadros sinópticos, aprovechan- que le envíen a la revista y a Usted todos los
do para eso material alemán, con los conoci- volúmenes que vayan saliendo de la colec-
mientos fundamentales y elementales del la- ción “Estudios alemanes”, que yo dirijo jun-
tín, del griego y del alemán, con la intención to con un colega argentino, y que tiene la
de que esos conocimientos le sirvieran al es- intención de presentar autores alemanes que
tudiante a perder el miedo ante esas lenguas marcan la pauta en su materia, para reducir
y a seguir él mismo su estudio, a perfeccio- de esa manera, aunque muy ínfimamente, la
narlo etc. E indicaba los manuales que hay inmensa laguna de información que existe en
para eso. Propuse su publicación y su repar- nuestros países entre lo que se produce cien-
tición entre todos los estudiantes de esa uni- tíficamente aquí y lo que se da a conocer allá,
versidad y, el rector “declinó” muy diplomá- casi siempre de manera casual. La editorial
ticamente la propuesta diciendo, entre otras Taurus, por ejemplo, que yo confundé con
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cosas, que “no nos conviene”. Evidentemen- el librero Francisco Pérez González, publicó

114
Gutiérrez Girardot y su esposa Marliese.

el año pasado el libro de Jürgen Habermas, El “opus mágnum” de Restrepo Piedrahita


Conocimiento e interés, si mal no recuerdo. sobre Nietzsche fue publicado por el
En ese mismo año apareció en Alemania el Externado en vez del Manual de trabajo cien-
libro de Habermas Teoría de la acción tífico del que le he hablado. Curiosamente,
comunicativa, en el que él se retracta de posi- yo asistí a la gestación de esa pulga, pues
ciones fundamentales suya anteriores. Los Restrepo Piedrahita era Consejero de la em-
lectores de lengua española andan retrasados: bajada en Bonn cuando ya trabajaba allí de
el Habermas que hoy conocen no es el mis- agregado cultural. Hizo un viaje de vacacio-
mo de sus grandes saltos. En nuestros países nes a Italia y pasó por Suiza. Regresó a Bonn
se sigue viviendo editorialmente del retraso con resultados de una “investigación” sobre
y de la falsa información de los peninsulares. Nietzsche y Maquiavelo que hizo en ese via-
En esa colección apareció por primera vez en je de dos semanas. Las dos secretarias de la
una lengua románica la obra de Benjamin, embajada estuvieron ocupadas durante dos

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Horkheimer, Adorno y Habermas, entre meses más o menos con los manuscritos de
1962 y 65, y Marcuse también. Como siem- la “revelación”. Como había “descubierto”
pre: esos libros aparecieron en Buenos Aires, cosas que se sabían de sobra y que no eran
pero tan sólo casi 20 años después fueron relevantes, no admitía que yo le indicara bi-
“descubiertos” por los editores peninsulares, bliografía. La situación ridícula llegó al pun-
y... naturalmente por los lectores latinoame- to de que cuando yo le decía que el libro tal y
ricanos. La selección de Benjamin con la que tal tenía más detalles y esclarecimientos, él lo
una editorial española lo presentó y descu- consideraba irrelevante. Me dí entonces el
brió a mediados de los años 70, era exacta- placer de recomendarle los libros más impor-
mente la misma que se publicó en la colec- tantes que yo encontraba en las librerías de
ción “Estudios alemanes” un decenio antes viejo y que se discutían, porque estaba abso-
aproximadamente, y no solamente eso: era lutamente seguro de que no los iba a mirar.
exactamente la misma traducción. Las secretarias se reían del teatro que hacía

115
Restrepo Piedrahita con su manuscrito. Este la mediocridad y en interés de su manteni-
se creía Nietzsche en persona: acomodó su miento. Pero tenemos también una respeta-
figura al retrato de Nietzsche más conocido, ble tradición intelectual: Andrés Bello, José
con grandes cejas y mirada peyorativa, y así Martí, González Prada, Pedro Henríquez
andaba por las calles. Por gestiones del padre Ureña, Alfonso Reyes, José Luis Romero,
de su esposa fue trasladado a Bogotá: Restrepo Francisco Romero, entre mucho más. En esa
Piedrahita padecía realmente una enferme- línea se encuentra sin duda la empresa de
dad mental. Es un histrión lamentable. Pero Rubén Jaramillo Vélez.
de esa manera se cortan los dictadores lati-
noamericanos. Cuando lea, si ya no lo ha Reciba un saludo cordial de,
hecho, Tirano Banderas y El ruedo ibérico, el
ciclo de los “esperpentos” de Valle Inclán,
comprobará Usted seguramente que nuestra
vida social y cultural es un circo dirigido por
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116
El maestro y la educación
¿ Si usted fuera nombrado Ministro de
Educación, qué medidas tomaría en rela-
jero. Esto porque en Colombia hay
muchos estudiantes con talento, que
ción con la educación colombiana? comienzan a hacer una tesis y se que-
Si yo fuera Ministro de Educación, suponien- dan aquí frenados porque no pueden
do que me dejaran (eso nunca va a suceder, ir al extranjero, mientras que los ricos
además yo tampoco lo aceptaría), lo primero sí van. Entonces se frustran talentos y
que haría sería reforzar la educación primaria, posibilidades de conocimiento y de
convertirla, como debe ser, en educación obli- producción intelectual.
gatoria gratuita; ampliaría el número de es-
cuelas en todas las regiones del país y como Como consecuencia de lo anterior, se- Con Marliese en dirección a Guatavita -
medida conjunta establecería una Escuela ría indispensable establecer intercam- 1986
Normal para profesores de primaria, una es- bios entre las universidades nacionales
cuela pedagógica que forme, porque muchos y las principales universidades del mundo;
profesores de primaria y secundaria son im- crear una oficina donde se canalicen los in-
provisados. Hace unos años, por ejemplo, en tercambios o se fomenten, y naturalmente
los colegios privados ponían como profesor de sería fundamental que en todas las universi-
inglés a una persona que había vivido unos dades y facultades se ofrecieran buenos cur-
años en Estados Unidos y que al no conseguir sos de idiomas extranjeros, que incluso de-
empleo en Colombia, se convertía en profe- berían cubrir a los colegios de bachillerato.
sor de inglés sin haber estudiado para ello.
¿Qué entiende usted por universidad públi-
Luego, yo declararía las universidades priva- ca y universidad privada?
das como universidades nacionales. Confis- La universidad privada es una universidad que
caría los bienes de los rectores, de los empre- en Colombia ha depravado a la universidad

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sarios de la educacón, para devolvérselos a pública, comenzando por el aspecto presu-
los estudiantes y entregárselos, a la universi- puestal. La Asociación Colombiana de Univer-
dad pública. Y después impulsaría una refor- sidades repartió el presupuesto que debía ser
ma en la universidad para que formara pro- para la Universidad Nacional entre universida-
fesores, o sea, crearía una carrera llamada Pro- des que no necesitan ese presupuesto.
fesor. También dotaría a las universidades de
bibliotecas y laboratorios modernos para que La universidad privada en Colombia es un
el estudio vaya acompañado de instrumen- negocio miserable porque le pagan mal a los
tos que faciliten el aprendizaje. Igualmente profesores, no tiene profesores de tiempo
sería importante enviar profesores a estudiar completo bien pagados y les cobra excesiva-
a Europa, y conceder becas a los estudiantes mente a los estudiantes; éstos pagan cuatro
que terminen con mejores notas para que veces más de lo que deberían pagar y a cam-
puedan estudiar gratuitamente en el extran- bio no reciben las prestaciones que merecen.

117
También hay que tener en cuenta que los Usted decía en un artículo que a la universi-
padres hacen sacrificios enormes, de modo dad latinoamericana le hacía falta ethos aca-
que la universidad privada debería dar al es- démico; ¿qué es el ethos académico?
tudiante una formación sólida; pagar profe- El ethos académico es lo que yo llamo res-
sores de primera categoría, que le enseñen al ponsabilidad moral del profesor y del estu-
estudiante a ser un buen profesional o un diante, que incluye la responsabilidad y la
buen científico. Eso no lo hace la universidad honradez en el trabajo científico y en la en-
privada porque no le conviene. En el momento señanza. Porque en América Latina el profe-
en que la universiad privada misma comience sor engaña, no prepara una clase sino que lee
a dar estos profesionales se acaba el negocio, páginas o capítulos de un libro que no mues-
pues éste consiste precisamente en eso: pagar- tra, trabaja con una especie de catecismo. Es
le dos mil pesos por clase a un profesor y co- raro un profesor que prepare sus cursos le-
brarle un millón a un estudiante. yendo los textos originales y leyendo la lite-
ratura complementaria.
¿Qué debe ser la universidad en el mundo
contemporáneo? ¿Cuáles serían las condiciones para el desa-
La universidad en el mundo contemporáneo rrollo del conocimiento en América Latina?
debe ser del Estado, porque solamente el Es- El conocimiento es una cosa personal, es de-
tado está en capacidad de pagar los instru- cir supone la pasión personal. Para superar
mentos y los medios de trabajo para una uni- las limitaciones en América Latina, la comu-
versidad moderna. Debe ser gratuita para nicación con los países europeos es ya una
todos los estudiantes, porque solamente una obligación del conocimiento, pero lo previo
universidad que de posibilidades a todo el a esa comunicación es el trabajo personal. Si
mundo, está en capacidad de escoger los las universidades no establecen relaciones con
mejores talentos para formarlos de manera el mundo europeo, el estudiante debe bus-
que el país tenga sufiente producción acadé- carlas por iniciativa propia; hay que vencer
mica y científica. La universidad contempo- la inercia del mundo circundante con la pro-
ránea debe estar en permanente reforma, pia pasión que lleva a aprender idiomas, a
porque los conocimientos de la época con- buscar información. Pero ese es un remedio
temporánea son tan veloces que al término que no es moralmente legítimo desde el pun-
de dos años ya hay que actualizar muchas to de vista del Estado. El Estado debería faci-
cosas. Sobre todo debe ser una universidad litar eso, pero ya que no lo hace, el estudian-
que, por estar en permanente reforma, tiene te no se puede quedar esperando lo que nun-
que ser flexible en la configuración de sus ca le van a dar. De ahí entonces la importan-
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planes de estudio. cia de formar grupos de trabajo para leer un


texto que no se lee en la universidad, para
También debe contar con profesores de alta aprender un idioma que no se enseña en la
calidad, un sistema de selección de profeso- universidad, grupos de trabajo que además
res que se guíe por la cantidad de publicacio- van creando un espíritu de solidaridad y van
nes la capacidad docente y también por la rompiendo también esa soledad a que con-
capacidad de atender a los estudiantes, o sea dena la universidad actual.
que debe tener la capacidad de pagar buen
sueldo al profesor para que se dedique exclu- Fragmento de la entrevista de Selnich Vivas Hurtado titu-
lada “Todo lo contrario a la razón es la autoridad” que pu-
sivamente a su tarea, que debe ser también blicó la revista Universidad de Antioquia núm. 235, enero
su vocación. - marzo de 1994.

118
Noticia bibliográfica

L
os libros que figuran en esta bibliografía aparecieron publicados en Colombia y en
algunos otros países de lengua española. Por consiguiente, se los puede consultar y
asimismo encontrar en sus diversas reediciones, en bibliotecas públicas y universita-
rias colombianas. Con excepción de una antología de textos reunidos bajo el título de Hispa-
noamérica: imágenes y perspectivas; de los volúmenes intitulados El fin de la filosofía y otros
ensayos, César Vallejo y la muerte de Dios y Heterodoxias, las demás otras compilaciones men-
cionadas en esta lista fueron selecciones de estudios y ensayos concebidas y elaboradas por el
propio Rafael Gutiérrez Girardot. Al respecto, de manera explícita, había anotado él: “Todos
mis trabajos responden a una preocupación: la de transmitir a mis compatriotas lo que he
conocido en Europa. Y la de demostrar de manera accesible que un latinoamericano no es
menos que un europeo. Es decir, que para escribir sobre Thomas Mann, por ejemplo, o sobre
Kleist o sobre Schiller, no es indispensable recurrir a las traducciones que los españoles han
hecho del francés, muchas veces, de estos y otros autores. Todos podemos salvar las barreras del

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idioma”. La bibliografía no incluye artículos de prensa, estudios introductorios, prólogos,
traducciones, etc., publicados en diarios y revistas, y dispersos también en colecciones filosó-
ficas, en fascículos y bibliotecas literarias del orbe hispanoamericano. Ello desbordaría natu-
ralmente la finalidad de esta bibliografía que es ofrecer al lector universitario como al público
interesado en general, noticia de los títulos indispensables para un acercamiento a la obra crítica
y ensayística del autor. Estas referencias bibliográficas constituyen, por lo demás, una muestra
considerable de “la excelsitud del legado que a la formación de una patria ideal consagró”
Gutiérrez Girardot.

La imagen de América en Alfonso Reyes. Madrid: Ínsula, 1955.


Jorge Luis Borges: ensayo de interpretación. Madrid: Ínsula, 1959.
En torno a la literatura alemana contemporánea. Madrid: Taurus Ediciones, 1959.

119
Nietzsche y la filología clásica. Buenos Aires: Eudeba, 1966
El fin de la filosofía y otros ensayos. Medellín: Ed. Antorcha-Monserrate – Eds. Papel Sobrante,
1968.
Horas de estudio. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1976.
Modernismo. Barcelona: Montesinos Editor, 1983.
Aproximaciones. Bogotá: Procultura, 1986.
Modernismo, supuestos históricos y culturales. 2ª. Edición corregida y aumentada. Bogotá: Uni-
versidad Externado de Colombia - Fondo de Cultura Económica, 1987.
Temas y problemas de una historia social de la literatura hispanoamericana. Bogotá: Ediciones
Cave Canem, 1989.
Machado: reflexión y poesía. Tercer Mundo Editores, 1989. (Ampliación y revisión de Poesía y
prosa en Antonio Machado. Madrid: Guadarrama, 1969.)
Hispanoamérica: imágenes y perspectivas. Bogotá: Editorial Temis, 1989.
La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX. [Maryland]: University of
Maryland at College Park, 1992.
Cuestiones. México: Fondo de Cultura Económica, 1994.
Historia, sociedad, cultura y praxis política en José Luis Romero. Edición de Rafael Gutiérrez
Girardot. Alicante (España): Instituto de Cultura “Juan Gil – Albert”,1995.
Moriré callando. Tres poetisas judías: Gertrud Kolmar, Else Lasker-Schüller y Nelly Sachs. Barce-
lona: Montesinos Editor, 1996.
Provocaciones. Bogotá: Editorial Ariel, 1997.
Jorge Luis Borges: el gusto de ser modesto, 7 ensayos de crítica literaria. Bogotá: Panamericana
Editorial, 1998.
Insistencias. Bogotá: Editorial Ariel, 1998.
César Vallejo y la muerte de Dios. Bogotá: Panamericana Editorial, 2000.
Nietzsche y la filología clásica. La poesía de Nietzsche. Bogotá: Panamericana Editorial 2000.
Centro Cultural de la Universidad del Tolima

El intelectual y la historia. Caracas: Fondo Editorial La Nave Va, 2001.


Heterodoxias. Bogotá: Taurus, 2004.
Entre la ilustración y el expresionismo: figuras de la literatura alemana. Bogotá: Fondo de Cul-
tura Económica, 2004.

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