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Historia con memoria y didáctica crítica

Raimundo Cuesta
Fedicaria-Salamanca

pp. 15-30
Resumen
En este artículo se defiende una ruptura con la tradicional escisión entre historia y memoria.
Se explica el nuevo papel de la memoria como consecuencia de los trágicos sucesos del siglo XX y
se propone emplear una renovada racionalidad anamnética para asentar una enseñanza crítica de
la historia, donde se tengan presentes las ricas y múltiples dimensiones educativas de la memoria.
A esa pretensión se le da el nombre de historia con memoria.
Palabras clave: Memoria; Historia; Historia con memoria; Razón anamnética; Esfera pública;
Didáctica crítica.

Abstract
History with Memory and Critical Teaching
This paper proposes a break with the traditional division between history and memory. The
new role of memory, as a consequence of the tragic events of the 20th century, is explained. It also
intends to use a renewed anamnetic rationality to set up a critical teaching of history where the
multiple educational dimensions of memory are taken into account. This approach is named of
history with memory.
Keywords: Memory; History; History with Memory; Anamnetic Reason; Public Sphere;
Critical Teaching.

Introducción sistas” de la historia científica (el progreso


como marco y horizonte determinista) y los
A menudo ocurre que la cumbre del éxi- graves acontecimientos del siglo XX, el de
to es la etapa anterior al fracaso. Algo de las catástrofes irreparables, el colonialismo,
eso sucedió en las relaciones entre historia el totalitarismo, las guerras mundiales y las
(la explicación del pasado a cargo de los transiciones a la democracia, han puesto en
historiadores) y memoria (la experiencia re- el centro de la atención el uso de la memo-
cordada y narrada). Aquélla, en efecto, tras ria, han convertido a la rememoración del
un largo caminar, alcanza su consagración pasado desde la experiencia del presente
académica y científica en el siglo XIX, lo que en una nueva e indispensable categoría
legitima su radical divorcio de la memoria, cognitiva y ética. En cierto modo, el regre-
con la que había mantenido una cohabita- so de la memoria a la escena representa una
ción muy estrecha y duradera. Pero el ac- venganza de aquélla respecto a los aires de
tual derrumbamiento de las certezas sobre superioridad de la historiografía. Claro que,
las que la ciencia historiográfica había eri- por su parte, la memoria, en tanto que razón
gido su triunfo, la crisis de los paradigmas anamnética (razón rememorante), compare-
de las ciencias sociales de los años setenta ce en el nuevo escenario negando su pasado
del siglo XX, y el posterior giro cultural y como disciplina mnemotécnica, expediente
lingüístico contribuyeron a replantear los de celebración monumentalista del pasado
supuestos de las antiguas vinculaciones. y exaltación reaccionaria de las esencias na-
A más abundamiento, los abusos “progre- cionales al servicio de las clases dominantes.

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Con-Ciencia Social

Para lo que aquí interesa, este regreso ejemplo, la idea de memoria colectiva sos-
de la memoria debe situarse dentro de la tenida en la obra de M. Halbawchs, excepto
impugnación del modelo de la razón ilus- un primerizo interés de M. Bloch, no mere-
trada, propio de las concepciones del mun- ció la atención de la Escuela francesa de los
do que se interrogan sobre la superación y Annales hasta su tercera generación, cuan-
transformación del tipo de sociedad en la do, en el curso 1977-1978, P. Nora la introdu-
que vivimos. En este artículo se defenderá ce, de la mano de la historia del presente, en
precisamente, como sustancia inseparable su seminario de la parisina Escuela de Altos
de una didáctica crítica una nueva forma de Estudios en Ciencias Sociales. Todavía en
conciliación, en el terreno de la educación, 1978, ese mismo historiador, en un artículo
entre la historia y la memoria. A esa suerte emblemático sobre mémoire collective, que en
de nueva aleación, muy diferente a la de an- cierto modo sirvió de carta de presentación
taño, le llamaremos historia con memoria. del concepto en sociedad, publicado dentro
del muy relevante diccionario enciclopédi-
co del saber histórico (La nouvelle histoire,
Cambio conceptual, pensamiento CELP, Paris, 1978) comenta cómo el uso
crítico y razón anamnética de mémoire collective está encontrando las
mismas dificultades y desafíos que treinta
En efecto, se diría que el surgimiento, en años antes tuvo que afrontar la entrada en
el curso del siglo XX, de los nuevos usos (los el vocabulario historiográfico de la palabra
críticos) de la memoria es fenómeno que se mentalité, pero augura, como así fue, un fe-
inscribe dentro de la producción de algunos cundo futuro al término (Nora, 1978, p. 398).
de los discursos impugnadores de la razón En Francia, bajo el impulso de P. Nora y de
moderna, de ese metarrelato que, fundado otros historiadores próximos a la historia
en la Ilustración, había dominado el mundo reciente, historia inmediata o historia del
capitalista occidental entre los siglos XVIII y tiempo presente, los estudios sobre la me-
XX. Las huellas del cambio conceptual del moria colectiva logran una gran expansión
término memoria, mutación estratégica en la en los años ochenta, en los que se registra la
revisión de la modernidad, implica indagar publicación de la monumental Les Lieux de la
cómo una facultad individual (una potencia mémoire (1984-1992). En España esa expan-
del alma al servicio de la prudencia), y una sión empieza a brotar en la década siguiente
artificiosa tecnología del recuerdo cada vez y ha tenido un crecimiento exponencial en
más desvinculada de la ciencia de la histo- relación a los estudios sobre la guerra civil
ria, deviene en herramienta cognitiva y po- y la transición a la democracia, siendo la
lítica de primer orden con vistas a debelar la obra de P. Aguilar, en 1996, un hito extraor-
racionalidad del mundo social del capitalis- dinariamente significativo. Incluso un tipo
mo y sus justificaciones históricas. A tal fin, de historiografía y de ocupación como la
convendrá, pues, efectuar una breve incur- de J. Aróstegui (2004), con su historia vivi-
sión genealógica en los rastros que orlan ese da, ha merecido la creación de una cátedra
itinerario que eleva la memoria desde una de Memoria del siglo XX en la Universidad
existencia técnico-mecánica y prudencial Complutense de Madrid, y a todo ello ha de
hasta las cumbres de un horizonte de pen- añadirse la proliferación de publicaciones
samiento crítico. periódicas sobre el tema y el surgimiento,
Desde luego, este renacimiento, iniciado desde finales del siglo XX, de un movimien-
en el periodo de entreguerras del siglo XX, to asociativo por la recuperación de la me-
no ha sido fruto de un día y ha contado con moria histórica, vinculado a la excavación
fuertes resistencias por parte del gremio de de las fosas de las víctimas del franquismo.
los historiadores, que hasta avanzados los No obstante, en el estricto campo acadé-
años setenta (como pronto) no empieza, por mico, los trabajos historiográficos sobre la
parte de su sector más avanzado, a prestar memoria están lejos de ser algo parecido a
atención a los nuevos enfoques sobre las re- lo que nosotros reclamamos. Para P. Nora y
laciones entre la memoria y la historia. Por los que siguen sus huella, la memoria se ha

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

convertido en un objeto de conocimiento, historia, ya apunta y comparece temprana-


sucedáneo del ya manido término de men- mente un papel de la memoria, como objeto
talidades, nuevo vocablo que permitiría ha- de estudio y como método de indagación,
cer un renovado tipo de historia simbólica cada vez más destacado de la memoria. En
o de las representaciones imaginarias de las un principio, sin embargo, sólo en los már-
naciones u otras colectividades más restrin- genes de la historiografía oral y popular es
gidas. En cierto modo, en Nora (1998) sería donde se asienta su primer cultivo. Pero,
una forma de completar los intentos de ha- tras la crisis de los paradigmas estructura-
cer una historia nacional de Francia y, por les en los años setenta, y en el contexto del
consiguiente, de apresar “lo francés” dentro debate sobre la modernidad y dentro del
de un nuevo régimen de verdad de profun- giro subjetivista y culturalista de los mode-
da raíz idealista. Este restringido propósi- los explicativos dominantes en las ciencias
to nada tiene que ver con nuestra idea de sociales, es cuando asistimos a la forja de
historia del presente, tal como lo expusimos prácticas discursivas impregnadas de una
con algún detalle (Cuesta, Mainer y Mateos, nueva lógica anamnética que reclama la ex-
2008), cuya razón de ser estriba no tanto en periencia y el recuerdo como parte insosla-
convertir la memoria en objeto de estudio, yable del mismo acto de pensar y entender
sino concebirla como método crítico-político el mundo. Ello ha supuesto una reordena-
de aproximación a la realidad. ción de las fronteras epistemológicas entre
No obstante, todavía hoy muchos cultiva- memoria e historia, volviéndose cada vez
dores hispanos de la historiografía muestran más borrosas al punto de que historiadores
abundantes escrúpulos y copiosas resisten- culturales como R. Chartier (2005) conside-
cias a dejar que la memoria, hija pequeña de ran tales delimitaciones territoriales como
la historia, al decir de S Juliá (2007), traspase falsos dilemas del pasado incompatibles con
las puertas de las impolutas estancias don- las nuevas orientaciones de la historiografía.
de habita Clío. El mismo E. Traverso (2007) Desde el campo filosófico, donde la recupe-
da noticia de la indiferencia que la ciencia ración del instrumental cognitivo de la me-
histórica en particular y los científicos socia- moria ha colonizado los espacios del pensar
les en general, han mostrado respecto a la antipositivista, también se han hecho incur-
memoria hasta hace poco, recordando que, siones en el discernimiento y diferenciación
aún en los años 60 el concepto memoria no entre historia y memoria. Autores como R.
aparecía en la edición de la norteamericana Mate (2009, p. 21), sin embargo, prefieren no
International Enciclopedia of the Social Sciences afrontar directamente la contraposición en-
de 1968. Sin embargo, transcurridas dos dé- tre ambas y dan en practicar una suerte de
cadas más desde entonces, en las bases de “entrada irónica” en este asunto, un mira-
datos de información bibliográfica la situa- da, siguiendo a Benjamin, atenta al “pasado
ción se torna totalmente distinta, haciéndose ausente del presente” (el de los vencidos de
desbordante el volumen de menciones en ayer y los olvidados de hoy), de modo que
los dos últimos decenios del siglo pasado, ahí el espacio entre historia y memoria que-
tiempo coincidente con una suerte de take off da como el de una borrosa superposición1.
de la presencia de la memoria en la filosofía No obstante, nos tenemos que remon-
y las distintas ciencias sociales. tar muy atrás para escudriñar las primeras
En todo caso, poco a poco, antes en la so- miradas y aportaciones que rompen con el
ciología y en la antropología, y luego en la uso convencional de la memoria. Debemos a

1 En la obra de R. Mate, empero, se juega con una ambigüedad calculada al referirse a las relaciones entre
memoria e historia. Si bien él no tiene empacho en denunciar el déficit de utilización del instrumental
cognitivo de la memoria de los historiadores españoles, como indica en la entrevista concedida a Con-
Ciencia Social, nº 12 (2008), no obstante tiende a establecer una diferenciación entre ambas: “La ciencia y la
memoria se comportan respecto al pasado de una manera diametralmente distinta. La que aquélla da por
cancelado; ésta lo entiende como pendiente” (Mate, 2008, p. 210).

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Con-Ciencia Social

la magnífica obra de M. Halbwachs, pensa- y del pasado de las manos del pensamiento
dor francés que acabó sus días en 1945 en el contrarrevolucionario y contrailustrado, y
campo de concentración de Buchenwald, un sitúa a la memoria, al decir de Reyes Mate
replanteamiento radical de la concepción de (2008a), en una perspectiva “progresista”,
la memoria. Este discípulo de H. Bergson, tal como también hará W. Benjamin: “en
rebelándose contra su maestro, impugnó la cada época hay que esforzarse por arrancar
vieja y tradicional concepción idealista e in- de nuevo la tradición del conformismo que
dividualista de la memoria que hasta enton- pretende avasallarla” (tesis VI Sobre el con-
ces reinaba. En su libro Les cadres sociaux de la cepto de historia). Tal horizonte de progreso,
mémoire (1925) refutó a su maestro y explicó, si bien se mira, se integra dentro de un pro-
siguiendo los imperativos de su formación yecto intelectual imperante, desde el último
durkheimiana que la memoria era un fenó- cuarto del siglo XIX, en los maestros de la
meno social, una forma de representación sociología y de la historia de la III República
colectiva de la conciencia individual: “el francesa, la armada intelectual presidida por
individuo recuerda cuando asume el punto E. Durkheim, que miraba el presente repu-
de vista del grupo y la memoria del grupo blicano como un perfeccionamiento del pa-
se manifiesta y se realiza en las memorias sado y como un trampolín hacia una mayor
individuales” (2004 a, p. 11). En cambio, H. y mejor grado de racionalidad y de eticidad.
Bergson, en su obra Materia y memoria, la di- Una memoria racional, ética y de progreso
bujaba como un depósito individual de imá- que negaba el valor de la memoria como
genes acumulado en el curso de la vida de añoranza y nostalgia de los moldes políticos
cada persona, de modo que recordar consis- legitimistas inspirados en las formas de vida
tía en buscar en lo recóndito de la concien- y las mentalidades de la tradición conserva-
cia individual esas imágenes preexistentes. dora, y ponía el acento en la faceta colectiva
Frente a esta “memoria pura” bergsoniana, del vivir y convivir en sociedad. Una memo-
idealista, individualista y platónica, y frente ria colectiva que era condición necesaria de
al recuerdo propio del psicoanálisis, motivo socialización democrática bajo las alas pa-
también de su atención, Halbwachs afirma- ternales del Estado laico y republicano.
ba que la memoria individual y la colecti- Por otra parte, la obra de Walter Ben-
va comparten los mismos marcos sociales, jamin, aunque coetánea, se sitúa en otra
hasta el punto de que el acto de recordar era galaxia y completa, enriquece y, en buena
una construcción que siempre va desde el parte, enmienda las aportaciones de M. Hal-
presente hacia el pasado: “el pasado, en rea- bawchs. Sin duda, sus tesis Sobre la historia
lidad, no se manifiesta tal cual es, sino que (1940) destilan un nuevo régimen verdad
era reconstruido desde el presente (2004a, p. y una diferente perspectiva desde donde
10), y añade, en su obra póstuma La memo- contemplar las relaciones entre historia y
ria colectiva, subrayando las diferencias con memoria. Mientras el sociólogo francés, a
Bergson, que “lo que queda en la galería la hora de pensar los vínculos entre ambas,
subterránea de nuestro pensamiento, no son quedaba apresado en las redes del marco
imágenes hechas, sino todas las indicacio- positivista y funcionalista conforme al cual
nes necesarias de la sociedad para recons- ubicaba la historia en el reino de lo objetivo,
truir nuestro pasado” (2004b, p. 77). es decir, allí donde terminaba la memoria
A pesar de todo, esta decisiva aportación (lo subjetivo y vivido), tratando de no con-
del sociólogo francés seguía distinguiendo, fundir historia con memoria colectiva (Hal-
como hacían los guardianes y cultivadores bwachs, 2004b, p. 80), el pensador alemán,
oficiales de Clío, entre la historia (que es ajeno a las constricciones académicas, fue
fría como la ciencia) y la memoria (que es capaz, siguiendo la tradición rememorante
cálida como la conciencia), pero, además judía, de hacer indistinguibles la memoria
de las evidentes consecuencias epistemo- de la historia, otorgando a ambas una nue-
lógicas que comporta la idea de memoria va dimensión revolucionaria y rompiendo
como construcción social, el discurso de abruptamente con el modelo epistemoló-
Halbwachs arrebata el valor de la tradición gico y la idea de progreso inherentes a la

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

ciencia social de raigambre positivista. Cier- como gustaba decir W. Benjamin, pugnan,
tamente, en el sociólogo francés y el pensa- desde y en el presente, el pasado y el futuro,
dor alemán la memoria se presenta como entre la historia previa y la historia poste-
realidad social dinámica y fluyente, porque rior, entre el pasado y el futuro. La memoria
la memoria, además de constituirse como colectiva (o mejor las memorias sociales) se
realidad social, se construye históricamente. configuran en ese campo de fuerzas dentro
Pero en W. Benjamin el modelo de la memo- de una economía política del recuerdo y de
ria, confundida a propósito con la historia, una lógica de gestión del pasado. La his-
es el del despertar, el de una conciencia crí- toriografía y la educación histórica escolar
tica que rescata el pasado ausente, el pasa- constituyen puntos de apoyo, no exclusi-
do ignorado de los vencidos, de modo que vos, del campo donde se juega el recuerdo
el pasado deja de ser un depósito inerte de del pasado. La ruptura benjaminiana con
experiencias y hechos y se convierte en un la visión historicista del pasado significa
objeto de confrontación dialéctica con el pre- una reconciliación entre historia y memoria
sente. De ahí que, como señala, se pueda como indisociable par interactivo, una con-
afirmar que “la política ostenta el primado certación, no obstante, muy alejada de sus
sobre la historia”. primigenias vinculaciones y al servicio de
La memoria, en efecto, no es un pasivo nuevos proyectos de futuro. Esa aleación de
y mero recordar el pretérito, es un acto que nuevo tipo es lo que, trasladado al mundo
conmueve y mueve, es, siguiendo la distin- de la educación, concebimos como proposi-
ción aristotélica entre mneme (acordarse pa- ción y práctica de una historia con memoria.
sivamente) y anamnesis (poner la intención A menudo se juzga a F. Nietzsche como
de recordar), un ir a buscar el recuerdo. De un exponente del pensamiento contrario a
donde se infiere que esa búsqueda, que im- la memoria y a la historia. Con ello se con-
plica un despertar, queda atada a una labor funden sus cargas de profundidad contra el
hermenéutica en tanto en cuanto el pasado empacho de historia y el exceso de recuerdo,
deviene en texto susceptible de interpreta- que según él, significarían una desvitaliza-
ción cambiante. Un texto, sin embargo, que ción, una separación de la vida, con el me-
no posee un argumento preestablecido o nosprecio de la memoria. Pero en su célebre
un destino oculto, sino que, por el contra- opúsculo de 1874, De la utilidad y los incon-
rio, requiere un cepillado a contrapelo, que venientes de los estudios históricos para la vida
permita hacer emerger, el relato del pasa- (Nietzsche, 1932), existe una denuncia, más
do ausente en las habituales narrativas de que razonable de las patologías de lo históri-
la historia. “Hay que basar el concepto de co, cuando al mirar con delectación hacia el
progreso en la idea de catástrofe” (Benjamin pasado se corrompe la vitalidad y se parali-
Tesis IX y 2005, p. 476), como se verifica en zan las tareas del ser humano en el presente.
esa alegoría del ángel de la historia que al De la triple distinción de las caras de Clío
volver su vista atrás sólo podía distinguir (monumental, anticuaria y crítica) efectuada
desolación y ruinas. Esa mirada desolada por él, la última, la historia crítica, comporta
del ángel comprende una cierta obligación para nosotros una historia con memoria. Esa
de memoria situada, de recuerdo compro- memoria, como categoría emergente, con-
metido a mil leguas de los supuestos objeti- tiene, siguiendo el pensamiento de R. Mate,
vistas e historicistas de la ciencia normaliza- una triple carga: cognitiva, hermenéutica y
da académicamente. Y lo peor, añadiríamos, ético-política. Nos permite, pues, conocer,
es que, bajo las apariencias del escaparate de interpretar y valorar el mundo (no sólo el
la idea de progreso, se produzca el olvido de pasado). De la última dimensión de la histo-
que hemos olvidado. ria con memoria que defendemos se despren-
Ahora bien, existe unas permanente dia- de el valor educativo inherente a un cierto
léctica memoria/olvido. A escala social, a imperativo o deber de recordar determina-
diferencia de las patologías individuales, la dos momentos y situaciones del pasado. De
desmemoria es siempre inducida y genera- algún modo la subjetividad humana posee
da dentro de un campo de fuerzas en el que, una vertiente constitutivamente valorativa

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Con-Ciencia Social

y la relación educativa sólo puede ser ge- recuerdo del sufrimiento humano (“dejar
nuinamente educativa a partir de la ética que el sufrimiento hable con elocuencia” en
(Mèlich, 2000, p. 88). Hasta cierto punto se una suerte de “solidaridad rememorativa”
diría que el nuevo imperativo categórico con los vencidos). Su pensamiento se resu-
enunciado por Adorno (que Auschwitz no miría en la idea de Denken als Andenken, als
se repita) se trasmuta y convierte en una geschichtliches (pensar como recordar, como
guía para educar contra la barbarie, lo que memoria histórica). El término fue inven-
conduce a cultivar y propugnar unos deter- tado en dos artículos escritos entre 1988 y
minados deberes de la memoria. 1989; este último, elaborado con motivo del
Hoy los nuevos usos de la memoria se si- sesenta aniversario de J. Habermas, pole-
túan, por añadidura, dentro de la labor más mizaba brillantemente con su compatriota
amplia de la crítica a la razón moderna des- y defendía, frente a la razón comunicativa,
de la razón, un proyecto pendiente y vigen- una forma superior: la razón anamnética2.
te tras el siglo de las catástrofes, mientras, Pero, antes de descubrir el nombre, su
parafraseando a Z. Bauman, el Holocausto significado ya estaba vigente dentro de la
siga siendo una posibilidad de la moder- mejor tradición crítica que se opuso a los
nidad. La comparecencia de una razón re- desmanes realizados en nombre de la dio-
memorante atraviesa, con diversos énfasis, sa Razón, de esa razón en abstracto, idea-
el pensamiento crítico desde mediados del lista e instrumental, que amparó bajo sus
siglo XX. Fue J. B. Metz (1993), padre funda- alas un fallido desencantamiento del mito
dor de la “teología política” y maestro de R. y una pretendida liberación de la inmadu-
Mate, quien, ya hace algo más de dos déca- rez humana mediante la kantiana apelación
das, acuñó el término de “razón anamnéti- al sapere aude! En efecto, mucho antes que
ca” (Anamnetische Vernunft) como nueva vía el teólogo bávaro acuñara el término, en
de salvación de la razón ante las limitaciones 1944, en su Dialéctica de la Ilustración, M.
y horrores de la razón de la modernidad, y Horkheimer y T. W. Adorno (1998) señala-
como alternativa a la razón comunicativa ron magistral y radicalmente los límites de
habermasiana. En efecto, Johann Baptist una racionalidad instrumental, y más tarde
Metz funda una nueva teología postidealis- la tradición de la Escuela de Frankfurt, reen-
ta, que denomina “política”, a mediados de carnada en la figura de J. Habermas, retomó,
los años sesenta del siglo XX. Bajo el impac- desde una perspectiva menos ácida y más
to principalmente de la filosofía de E. Bloch procedimental, la crítica de la razón mo-
trata de teologizar, desde su creencia católi- derna. Pero el hilo de revalorización de la
ca, el profundo legado filosófico de este pen- memoria como principio emancipador tie-
sador marxista y el de la primera generación ne que ver, según nuestro parecer, con una
de la Escuela de Frankfurt (Benjamin, Hor- doble fuente nutriente de la razón anamnéti-
kheimer, Adorno). Todo ello mezclado con ca: la nueva concepción de la historia de W.
las aportaciones religiosas y filosóficas de Benjamin que reclama la rememoración de
otros intelectuales inscritos en la tradición los vencidos y la pretensión de T. W. Adorno
judeocristiana. A Metz corresponde el mé- de postular una nueva ética contra la lógica
rito, por el procedimiento de amalgama y de la barbarie plasmada en la experiencia de
síntesis de las fuentes citadas, de haber acu- Auschwitz, que ha de ser traída a la concien-
ñado el concepto de razón anamnética como cia en el presente para que no se repita. Esta
saber añorante, como razón determinada apelación comporta la obligación de recor-
por la memoria, como razón fundada en el dar y no separar la verdad del sufrimiento

2 Para breve pero expresiva noticia de ese debate, véase M. Tafalla (2003, 202). La trascendencia y significado
de la obra de Metz puede rastrearse en dos de sus obras en castellano (1999 y 2007). En mi opinión, el teó-
logo bávaro efectúa una explotación lúcida y sistemática de un pensamiento revolucionario y progresista
con el fin último de restaurar la idea de Dios y de la religión en una sociedad, como la nuestra, a la que se
denomina como postsecular. En el fondo, la crítica de la razón moderna se pone al servicio de la reparación
de la erosionada y achacosa razón religiosa bajo la forma de razón anamnética.

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

humano, rompiendo así con la racionalidad fera pública, nacido en el siglo XVIII como
cientificista y tecnocrática que sitúa la obje- oposición al monopolio de producción de
tividad y la neutralidad valorativa en el nú- ideas del absolutismo, fue acuñado por J.
cleo del discurso de la modernidad. Habermas (2004) para designar los lugares
Esta suerte de abrupta irrupción de la de ejercicio de la libertad civil en donde
memoria en el terreno de la filosofía alcanza es factible el intercambio, comunicación y
también, qué duda cabe, a los saberes y que- confrontación de ideas. En esa misma direc-
haceres relacionados con la educación. Una ción, el concepto de uso público de la historia,
didáctica crítica no puede permanecer igno- pergeñado por el mismo autor dentro del
rante del nuevo y nada idealista imperativo debate de los años ochenta del siglo pasa-
moral adorniano de educar contra la barba- do sobre las dimensiones del nazismo y la
rie, porque llevamos sobre nosotros, cual có- autoconciencia histórica de la nación alema-
digo genético de la especie humana, el peso na, encierra la idea de que el saber histórico
del acontecer pretérito y por ello cualquier ha de poseer un dimensión deliberativa y
acción educativa no puede ignorar que “el comunicativa más allá del gremio de his-
pasado sólo habrá sido superado el día en toriadores profesionales. En estas grandes
que las causas de lo ocurrido hayan sido eli- coordenadas, además, se inscribe nuestra
minadas. Y si su hechizo todavía no se ha consideración de la función de los profe-
roto hasta hoy es porque las causas siguen sores como intelectuales específicos, o sea, en
vivas” (Adorno, 1998, p. 29). tanto en cuanto portadores de un saber es-
pecializado susceptible de ser reconvertido,
dentro de las instituciones como la escuela,
Didáctica crítica: las dimensiones en práctica contrahegemónica rompiendo,
educativas de la memoria al introducir momentos de nueva concien-
cia social, la racionalidad de la dominación
Las causas de la barbarie, como los mis- que impera en el mundo de la educación y
mos errores humanos, se manifiestan histó- lugares adyacentes.
ricamente como resistentes y tenaces obstá- Bajo el punto de vista de la didáctica crí-
culos que, una y otra vez, frustran los mejo- tica, la historia no puede dejar de aspirar a
res sueños hacia un mundo mejor. ¿Qué di- ser un conocimiento público, al que hay que
dáctica interesa defender y proponer mien- otorgar un uso social dentro de la institución
tras prosigan vivas y actuantes las razones escolar, uno de los baluartes de construcción
de la sinrazón? ¿Qué lugar corresponde a y transmisión de las memorias colectivas.
la memoria dentro de una educación crítica? En verdad, empero, habría que tratar de no
Algunos fedicarianos hemos venido sos- confundir, como a menudo se hace tocante a
teniendo la idea de considerar la didáctica temas educativos, “público” con “estatal”, y,
crítica como actividad teórico-práctica en el asimismo convendría distinguir entre esos
marco de las pugnas por la hegemonía en el dos niveles y el privado. Por otra parte, lo
terreno de las relaciones de saber-poder que público alude a una realidad dinámica, en
se despliegan dentro del espacio de apues- perpetuo fluir y en constante construcción.
tas y posibilidades que llamamos política de La esfera pública, la Öffentlichkeit, nuevo
la cultura (Cuesta, 1999; Cuesta et al., 2005). espacio de relaciones sociales nacido en el
Tal consideración aleja la didáctica de un siglo XVIII, posibilita, en opinión de Ha-
mero territorio de conocimiento academiza- bermas (2004), la formación de una opinión
do y oficiado por su correspondiente campo civil independiente (en los salones, la pren-
profesional. Así, pues, dentro de esta pers- sa y los emergentes espacios de circulación
pectiva, la educación escolar y la enseñanza de las ideas) del poder estatal radicado en
de la historia, se conciben como una tarea las cortes reales y se va convirtiendo en el
propia de aquellas que, en la esfera pública, punto de partida de una configuración ciu-
contribuyen a modificar las asimetrías de dadana del saber y el poder. La escuela debe
poder que reinan en los espacios públicos ocupar un lugar en ese espacio deliberativo
de la vida democrática. El concepto de es- y formativo donde se ventila la hegemonía.

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Con-Ciencia Social

R. Williams (1997, p. 131) consideraba la toriadores alcance solamente a los medios


hegemonía como una cuestión de “prácticas de difusión, porque, siendo éstos parte de
y expectativas” y las pedagogías críticas han la esfera pública, no obstante, se encuen-
venido reflexionando sobre este concepto tran atravesados por posiciones de poder
que tan lúcidamente desarrollara A. Grams- desiguales y nada democráticas. Es, pues,
ci para explicar cómo, en la vida social, la deseable y defendible una concepción más
dominación se ejerce mediante una mez- amplia del uso público (que no hay que
cla de violencia más consenso. Hegemonía confundir con lo publicado), y de esta suerte
(momento de condensación cultural de las extender el concepto, por ejemplo, al mundo
relaciones de poder), esfera pública (espa- de la educación escolar, en tanto que espa-
cio, como la escuela, abierto a la delibera- cio civil deliberativo donde se confrontan
ción) y didáctica crítica (actividad teórico- memorias sociales. De donde se infiere que
práctica con interés emancipador) dibujan una didáctica crítica que se fundamenta en
los tres vértices de un triángulo interactivo la problematización del presente y en pen-
dentro del que se ha de mover la práctica y sar históricamente el pasado, deba acudir a
el pensamiento del docente. Dentro de este la memoria (a la historia con memoria) y a su
dúctil y dinámico trípode fuerzas la historia uso público con vistas al ejercicio pleno de
con memoria reclama como idea central el uso la ciudadanía. En ese sentido, la didáctica
público de la historia. Como es bien sabido, crítica asume con todas las consecuencias las
este concepto se utilizó por primera vez en presuposiciones filosóficas y éticas de la ra-
1986, con motivo de la llamada disputa de zón anamnética (la memoria como método
los historiadores alemanes (la Historikeres- de conocer, de interpretar y de valorar) y el
treit). En esas circunstancias de controversia hecho de que la memoria sea, como vimos,
abierta, Habermas plantea que más allá del una construcción social colectiva que se ge-
debate académico, existe una nueva cuali- nera en el espacio social, de modo y manera
dad de la historia: la dimensión pública en que la acción educativa asuma la autocon-
la formación de la identidad democrática ciencia de esa realidad y se arrogue la tarea
de los ciudadanos. Y así acude a la idea de subsiguiente de contribuir voluntariamente
uso público de la historia, que es término des- a la formación de las memorias sociales. Ahí
criptivo de lo que estaba pasando: la historia cabría situar hoy, la dimensión teórico-prác-
al hablar de las relaciones entre el hoy y el tica de esa didáctica crítica que propende a
ayer, y el futuro, devino asunto de interés convertir los centros, merced a programas
común, pasó a la esfera donde se forja la opi- como Los deberes de la memoria, que algunos
nión pública. Además, el concepto servía a fedicarianos hemos seguido en varios esta-
su mentor para sostener algo así como que blecimientos educativos3, en polos de la es-
la historia era un asunto demasiado serio fera pública de la democracia donde se prac-
para dejarlo sólo en manos de historiadores. tican usos educativos de carácter alternativo.
En su célebre artículo Sobre el uso público de Existe ya en España y otros países toda
la historia (Habermas, 2000), distinguía dos una tradición investigadora acerca de la
destinatarios de la historiografía: el gremio memoria, fronteriza entre la filosofía, la pe-
de historiadores y el público en general, su- dagogía y la historia, que se inspira en un
jetos y beneficiarios que, además, con dis- vasto abanico de tradiciones intelectuales,
tinta intensidad y profesionalidad, coadyu- especialmente las que beben en la herme-
van a la fabricación, rememoración y repre- néutica y el pensamiento crítico-dialéctico
sentación del pasado. El más importante programa de investiga-
Sin embargo, siendo de innegable valor ción sobre la memoria en España ofrece un
este uso público de la historia, no parece perfil marcadamente filosófico y ético. Se
condición suficiente que el debate de los his- trata del proyecto titulado La filosofía des-

3 Principalmente en el IES Fray Luis de León de Salamanca y el IES Ramón y Cajal de Huesca, a cargo de R.
Cuesta y J. Mainer, respectivamente.

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

pués del Holocausto, del Instituto de Filosofía Si embargo, una pedagogía crítica ha
del CSIC, cuyo investigador principal es M. de erigirse a partir de una crítica de la pe-
Reyes Mate, programa del que, en sus casi dagogía y no montarse en el vacío de la
ya veinte años de vida, se han ocasionado circulación y rotación de las palabras. Las
frutos muy importantes. La seminal obra de ideas, especialmente las buenas ideas, si no
R. Mate, La razón de los vencidos, que ya cuen- se refieren a las bases materiales e institucio-
ta con dos ediciones (1991 y 2008), abrió el nales donde se pretenden aplicar, conducen
campo a una cultura de la memoria en Es- ineluctablemente al idealismo. La escuela de
paña que entonces no existía y que alcanza, la era del capitalismo no es un espacio va-
desde diversas ciencias humanas y platafor- cío de significados y funciones sociales a la
mas sociales, una auténtica eclosión en los espera del príncipe valiente que escancie en
años finales del siglo anterior. El año 2006, su seno buenas iniciativas “críticas”. La en-
setenta aniversario del comienzo de la gue- señabilidad del pasado reciente y más con-
rra civil, conoció la declaración parlamenta- flictivo, y la gama de recuerdos de los que
ria de “año de la memoria”4. En buena parte, se nutre, depende de factores y variables no
las pedagogías de la memoria están aquejadas voluntarios, que tienen que ver con los códi-
de una fuerte proclividad hacia una inane gos disciplinares del conocimiento escolar y
embriaguez discursiva en virtud de la cual con la gramática de una cultura institucional
cualquiera puede decir cualquier cosa sin que constriñen y marcan el campo de jue-
sonrojarse, dado que en el terreno del idea- go dialéctico entre la necesidad y el deseo.
lismo pedagógico la moralina y los consejos Sin estos prenotandos difícilmente se puede
ad usum magistri contribuyen a espantar el conceder el beneficio de la confianza a cual-
horror vacui. Tras ello se suele cobijar la pre- quier propuesta educativa que se formule.
sunción de que existe una “buena memoria” Habitualmente las pedagogías de la me-
frente a una “mala memoria”, convirtiendo moria olvidan la caja negra de la escuela y la
así la tarea del educador en descubrir la pri- misma complejidad de los mecanismos que
mera y desterrar de las mentes la segunda. sirven para ir construyendo las memorias
Esta concepción cosificada de la memoria, a sociales. Desde luego, no es suficiente que
menudo una mezcla de dogmatismo histó- la historiografía académica haya ido descu-
rico-político y de ingenuo idealismo peda- briendo y conquistando territorios nuevos
gógico, suele conllevar, como corolario, la como la historia reciente, del presente o
intención de confeccionar una memoria co- inmediata5, o que los pedagogos profesio-
mún y consensuada, un suerte de emplasto nales, proclives a cultivar con generosidad
bienintencionado (o malintencionado) con digna de mejor causa la ética y el razona-
virtudes taumatúrgicas y terapéuticas ca- miento fenomenológico, hayan encontrado
paces de superar las heridas (las miradas si- en la memoria un filón inagotable de su-
tuadas hacia el pasado) que deja la división gerencias para que las pongan en práctica
clasista en el tejido social. los docentes, los cuales, por su parte, como

4 La tarea divulgadora de la editorial y la revista Anthropos ha resultado especialmente relevante. Otros


estudiosos de esta temática, procedentes de la filosofía de la educación y colaboradores del mismo pro-
yecto, como, por ejemplo, F. Bárcena (2001) o J. C. Mèlich (2004), han aportado ideas de interés. Las obras
de P. Ricoeur o T. Todorov han tenido un notable influjo en los tratadistas hispanos de estos asuntos. En la
historiografía y la ciencia política también se ha apreciado un vuelco hacia la memoria, como por ejemplo,
en J. Aróstegui (2004), J. Cuesta Bustillo (2008) o P. Aguilar (2008).
5 En el caso español quien más lejos, historiográficamente hablando, ha llevado la reflexión teórica sobre
esta corriente es el profesor J. Aróstegui (2004). Pues bien, esa historia del presente que propone Aróstegui
posee, sin duda, previa decantación de sus ingredientes más valiosos, un gran interés pedagógico, pero
es mucho mayor, en nuestra opinión, el poder educativo y crítico de una historia del presente entendida al
modo Nietzsche-Foucault, como genealogía de los problemas que nos afectan. Véase un desarrollo amplio
de esta argumentación en Cuesta, Mainer y Mateos (2008).

- 23 -
Con-Ciencia Social

demuestra la investigación empírica, no se dimensión histórica. Y en esa problematiza-


suelen entregar con pasión a las nuevas exi- ción e historización la memoria adquiere la
gencias historiográficas y pedagógicas. virtualidad de devenir en una herramienta
Por lo demás, la didáctica crítica no tie- cognitiva, interpretativa y política de prime-
ne por qué excluir el pasado no reciente de ra magnitud, que en España ha generado un
la formación ciudadana, ya que los proble- campo de estudio e interés, lo que también
mas que nos atañen y su recuerdo social no se ha reflejado en el seno de Fedicaria7.
tienen etiqueta de caducidad ni fronteras No obstante, a la hora de plantear una
temporales a priori. Las memorias sociales educación crítica de y a partir de la memo-
no sólo son consecuencia de experiencias ria, conviene pararse a analizar, evitando al
vividas, sino también de situaciones histó- máximo planteamientos idealistas, aquellas
ricas, que, aunque no vividas, acaban re- facetas o dimensiones de la memoria que
cordadas colectivamente y, transmitidas de son susceptibles de desplegar su potencial
generación en generación, se encarnan en en una perspectiva de carácter crítico. En
las vivencias de los individuos. De modo un obligado ejercicio de simplificación po-
que la relación entre historia con memoria y dríamos señalar, desde el punto de vista
nuestro postulado de “pensar históricamen- formativo, cinco aspectos interactuantes y
te”, no predetermina la escala temporal de estratégicos de la memoria, a saber: el indi-
lo que interesa estudiar. Dependiendo del vidual, el social, el histórico, el conflictivo y
problema que abordemos (otro de los pos- el selectivo.
tulados críticos consiste en “problematizar La primera posibilidad es la de contem-
el presente”), así deberá ser el horizonte plar la memoria desde su dimensión indivi-
temporal considerado. Es razonable que si dual, al punto de que suele establecerse una
el tema elegido son los crímenes contra la equiparación entre la dotación cerebral de
humanidad de la dictadura chilena6 haya de cada individuo para producir, almacenar y
predominar el tiempo corto y el testimonio gestionar sus recuerdos y la memoria. Para
oral de los testigos, pero si el problema estu- quienes extreman este supuesto, la memo-
diado se refiere a las formas de explotación ria, por tanto, sólo podría ser individual, y
y desigualdad de clase de nuestro tiempo, o términos como memoria histórica serían un
a las relaciones de dependencia colonial, el oxímoron, una auténtica contradicción en
procedimiento de acceso no sería el tiempo los términos. Es bien cierto que la memoria
corto o reciente, y la memoria de esos fenó- es un flujo inagotable, por decirlo así, que
menos, muy larga, iría mucho más allá del abarca y comprende al sujeto, a través de la
testigo inmediato. En definitiva, dentro de la cual se descifra e interpreta a sí mismo, in-
concepción de didáctica crítica que propug- terpela a los demás, se explica el mundo, y,
namos, la cuestión no estriba tanto en con- por lo tanto, contribuye de manera sustan-
siderar la temporalidad como un problema cial a la acción constituyente de la subjetivi-
como en entender que la crítica supone una dad de cada individuo, lo que no quita para
negación o problematización del presente que entendamos la memoria como algo que
y que la explicación de cualquier problema trasciende a la mera capacidad y arbitrio del
social no se puede realizar de espaldas a su sujeto, porque “el sujeto no es el ego instan-

6 Que ha sido uno de los objetos preferentes de esta oleada memorialista, acaecida después de la caída de
las dictaduras del cono Sur. Al respecto, la tesis doctoral de G. Rubio (2010), autora que colabora en este
número de Con-Ciencia Social, es una muestra muy cualificada de ese renacido interés, y de muchas de las
virtudes y algunos de los defectos de esa nueva y emergente pedagogía de la memoria.
7 La reciente reaparición del libro, pionero en 1996, de Paloma Aguilar Fernández (2008) o el de Josefina
Cuesta Bustillo (2008) dejan huella notable de esa realidad. En Fedicaria también se aprecia ese interés,
especialmente en los números 12 (2008) y 13 (2009) de Con-Ciencia Social. En el siguiente (Nº 14) D. Seiz
escribió una reseña valorativa de algunas novedades historiográficas y educativas sobre el tema. Véase
también el libro colectivo coordinado por C. Lomas (2011).

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

táneo de una suerte de cogito singular, sino los aprendizajes en la zona de desarrollo
la huella individual de toda una historia co- próximo, generando desarrollo cognitivo y
lectiva” (Bourdieu, 1996, p. 112). favoreciendo pensamiento crítico. Una pe-
Claro que la dimensión individual (vo- dagogía crítica debería insistir en la dimen-
luntaria e involuntaria) del acto de recordar sión narrativa de la memoria del sujeto, en
incorpora una importante carga pedagógi- el relato espontáneo y no espontáneo de los
ca, pues la memoria subjetiva es el punto de modos de recordar el pasado vivido y el pa-
arranque de toda experiencia de educación sado “aprendido”. Siguiendo la tradición de
crítica. El sujeto es un sistema resultante, en los estudios culturales y de las pedagogías
un momento dado, de la suma de un amplí- críticas, al estilo de H. Giroux (1990 y 1996),
simo abanico de yos construidos en contex- la relevante y pertinente posibilidad de tra-
tos muy variados, entre ellos las situaciones bajar educativamente con la rememoración
de aprendizaje escolar. La “experiencia vivi- del pasado nos faculta para poner en prác-
da” y el “mundo vivido”, tan empleados en tica una “pedagogía de la representación”,
la tradición fenomenológica, componen los a saber, una acción que facilite la confronta-
filtros que modelan la subjetividad y la me- ción del estudiante con su propia memoria
moria del mundo externo y la identidad del y con la de los demás (con la memoria viva
yo. De modo que la consideración de la me- de testimonios personales o con la memoria
moria individual es prerrequisito pedagógi- inerte registrada en los textos de la industria
co y su escrutinio plasma, a modo de sínto- cultural). En esta línea, la tarea educativa
ma, cómo las relaciones de hegemonía se in- consistiría en generar un conjunto de situa-
teriorizan subjetivamente y se materializan ciones de aprendizaje que permitieran, a tra-
en las estructuras del sentir individual que or- vés de la producción narrativa del alumna-
denan la vida social. Pero también la memo- do (relatos progresivamente más complejos
ria individual indica una precondición del en diversos soportes escritos, verbales e icó-
aprendizaje. En su momento, L. S. Vygots- nicos) y desembocaran en contranarrativas
ki, en un memorable artículo publicado capaces de poner en cuestión el discurso
en 1934, acertó a expresar magistralmente dominante y la propia identidad rememo-
la dialéctica, en el nivel de la conciencia y rativa de los sujetos. La razón anamnética,
en el curso del desarrollo humano, entre lo como no se cansa de repetir Metz (1999 y
inter e intrapsíquico: “todas las funciones 2007), posee una estructura esencialmente
intelectivas superiores aparecen dos veces narrativa, pues toda rememoración aboca a
en el curso del desarrollo del niño: la prime- un relato. Desde luego, la elaboración y con-
ra vez en las actividades colectivas, en las frontación de autobiografías, y, recurriendo
actividades sociales, o sea, como funciones a las entrevistas, el análisis de historias de
interpsíquicas; la segunda en las activida- vida se presentan como dos procedimien-
des individuales, como propiedades inter- tos de aunar la narratividad y la memoria
nas del pensamiento del niño, o sea, como crítica (y la crítica de la memoria). De esta
funciones intrapsíquicas” (Vygotski, 1984, suerte, la reflexión sobre la propia memoria
p. 114). La educación anamnética, conscien- individual y sobre la de otros individuos se
te de ese binomio irreductibe entre lo social erige en un procedimiento adecuado para
y lo individual, también ha de trabajar para distanciarse de lo subjetivo desde la subjeti-
situar la tareas de enseñanza y aprendizaje vidad y entrar en la comprensión de lo que
algo más allá de lo que ya saben los estu- las memorias individuales tienen de fijación
diantes (“la única buena enseñanza, decía el cosificada e ideológica de la vida social. En
psicólogo soviético, es la que se adelanta al suma, tal expediente nos permite alcanzar
desarrollo”), engendrando ese óptimo des- a divisar la propia vertiente social de la
fase entre lo que se sabe y lo que se puede memoria y de nosotros mismos. Y ello nos
saber, situando la enseñanza en la zona de ayuda a desentrañar la falsa transparencia y
desarrollo próximo. “naturalidad” de los recuerdos normalmen-
La expresión narrativa de la memo- te “recibidos”, construidos e interiorizados
ria ofrece grandes posibilidades de ubicar por cada uno. Más allá de toda pretensión

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Con-Ciencia Social

terapéutica, la experiencia mnemónica y su una ruptura irreparable entre memoria y


expresión narrativa puede disparar el de- tradición reaccionaria, de modo que, la nue-
seo hacia un conocer, un sentir y un relatar va concepción de la memoria, en tanto que
mejor nuestros propios estados de concien- representación colectiva, comparece como
cia. De esta suerte memoria, narratividad y un factor de cohesión y socialización pro-
educación del deseo se alimentan entre sí y gresista de las sociedades avanzadas (como
comparecen, en la didáctica crítica, como un lo era la de la III República francesa).
recordar, como un expresar y como un de- Desde entonces, pues, se abre una nueva
sear más y mejor en un contexto de relación ruta en la historia y el valor de la memoria.
dialógica con los otros agentes que intervie- Ahora la memoria deviene una construcción
nen en el espacio público escolar. La misma social, producto de una elaboración colecti-
voluntad estética, deseable en la narración va. Y esta característica de proceso no pre-
de nosotros mismos y los demás, alberga, determinado abre las puertas de par en par
como alcanzó a ver la tradición que preco- al horizonte educativo de la memoria como
niza lo que Nietzsche llamaba la “alegría del forma de representación social, en virtud de
conocimiento”, un fuerte potencial y conte- la cual se hace factible trabajar con ella en
nido críticos8. sentido progresivo y transformativo. Frente
Ahora bien, como ya mencionamos, la a la concepción bergsoniana de la memoria
gran aportación de M. Halbwachs en los como depósito individual o las más recien-
años veinte del siglo pasado fue descubrir tes resistencias ultraliberales, como las de
la dimensión social de la memoria. Con ello Koselleck (2006, p. 6), a aceptar su sustrato
se abría y se abre un nuevo horizonte filosó- social, la memoria y su ejercicio deja de ser
fico, político y educativo. En el terreno epis- una ocupación meramente individual, y, por
temológico, el giro marcado por el sociólogo el contrario, nuestros recuerdos adquieren
francés implicaba romper amarras con las inevitablemente la categoría de fragmentos
valetudinarias ataduras entre memoria e de la vida social, representaciones sociales,
idealismo individualista, que, como poco, se elaboraciones vinculadas a la clase, género,
remontaban a la idea platónica de conocer etnia, y a un conjunto de prácticas determi-
como acción reminiscente de ideas innatas. nadas social e históricamente. La disección
Gracias al sociólogo francés, la memoria se de las formas de recordar individual y so-
trasmutaba en un ente social construido en cialmente, la economía política de la memo-
el curso y las modalidades de interacción de ria en cada momento histórico, impulsa y
los grupos, cuya gestación y expresión eran conduce a una tarea educativa muy valiosa,
susceptibles de ser conocidas con los méto- pues a través de ella una didáctica que se
dos de las nuevas ciencias sociales. A la par, pretenda crítica puede poner de relieve la
la memoria sufría una metamorfosis políti- complejidad de percibir desde lo subjetivo e
ca, pues dejaba de estar subordinada a las individual los marcos sociales que objetivan
maneras de veneración del pasado y a la tra- la vida de las instituciones y la acción huma-
dición entendida como modo de esencializar na dentro de ellas.
los valores y las instituciones de un pretérito Pero, además, otra faceta complementa-
inalterable. Recordar, socialmente hablando, ria, es el hecho de que la memoria posea una
ya no equivaldrá a conservar. Se fragua así “dimensión histórica”, como no podría ser

8 La educación del deseo es uno de los postulados centrales de una didáctica crítica (Cuesta, 1999). En Fedi-
caria, la vertiente narrativa fue tratada en ese mismo trabajo y más recientemente en las aportaciones de
J. Mateos al XIII Encuentro de Fedicaria (2010). Así queda abierto un camino que puede beneficiarse de
conceptos como “imaginación moral”, que vinculan cultivo literario de la subjetividad a sus implicaciones
cognitivas y éticas. Por su parte, P. Gimeno (2009), ha ilustrado y defendido un “aprender dialogando”
mediante el método dialéctico-negativo, que estaría en la raíz de una educación fundada en la tradición de
la Escuela de Frankfurt y de la razón comunicativa promovida por J. Habermas.

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

de otra manera. El valor educativo de este de W. Benjamin, funden el pasado ausente


supuesto es altamente interesante. La me- con el presente para imaginar y alumbrar el
moria discurre como un flujo en constante futuro.
devenir, susceptible de interpretación y, por Otra de las vertientes de esta enunciación
tanto, las memorias sociales-individuales casi tipológica de la memoria es la dimensión
configuran un texto cambiante, un fluir sin conflictiva. El recuerdo del pasado no es uní-
descanso en el que nosotros podemos y voco, el recuerdo del pasado siempre se da
debemos introducir la labor hermenéutica. en un campo de fuerzas. Otra vez W. Ben-
Imposible, pues, bañarse en el mismo texto jamin nos ayuda a comprender la memoria
pues, parafraseando a Borges, la idea de tex- como un espacio de tensiones contrapuestas
to definitivo no es sino fruto de la religión en el que están actuando siempre de una
o del cansancio (Manguel, 2010, p. 139). El forma u otra, no solo el presente y el pasa-
postulado de didáctica crítica “pensar his- do, que se puede decir que son los dos ele-
tóricamente” se enriquece al entrar en con- mentos con los que se construye la memoria,
tacto con la hermenéutica de la memoria en- sino también el futuro; el futuro, el tercero
tendida como análisis de los discursos sobre en discordia, es el otro elemento que juega,
las formas de rememorar el pasado desde el de modo que lo que queremos nosotros que
presente. Por consiguiente, no sólo se trata sea el futuro está interviniendo sobre aquella
de estudiar el pasado como tal, como un de- manera en que problematizamos el presente
pósito inerte y como un tiempo continuo y y miramos al pasado. Ese campo de fuerzas
vacío, sino de comprender las formas en que del presente, entre pasado y futuro, no per-
ese pasado ha sido traído hasta nosotros por mite ni aconseja buscar o desear una memo-
diversas generaciones, por diversas clases, ria consensuada. La finalidad educativa de
por diversos componentes de género, cultu- la enseñanza de la historia no es llegar, tras
ra, etc. Este es un componente fundamental el diálogo y la deliberación habermasiana, a
para problematizar el presente. El pasado no un consenso basado en la fuerza del mejor
es un objeto o cosa disponible ahí, que está argumento, sino que, desde una posición
ahí y que solamente hay que capturar, el pa- crítica (como la reivindicada por Benjamin)
sado es algo que construimos cada vez que el papel heurístico y pedagógico de la me-
lo evocamos desde el presente. Esta dimen- moria reside en su imposible concertación.
sión histórica y variable de la memoria con- En verdad, es posible erigir una memoria
lleva una cuestión capital porque la genealo- oficialista del Estado, es factible intentar,
gía del recuerdo social nos permite analizar como se hizo con la España de la transición,
la mitogénesis de los valores dominantes en una memoria política armonizadora confor-
la actualidad. Al respecto, el estudio escolar me al modelo del consenso constitucional,
de la memoria de los momentos traumáti- pero el futuro de tales operaciones tiene fe-
cos, lo que llama J. Aróstegui (2004) los “mo- cha de caducidad, como puede verse a poco
mentos matriciales de la historia de un país” que se consulte la bibliografía especializada.
(en España la guerra civil, el franquismo y la El actual derrumbe de la memoria feliz de
transición), implica un cierto deber de me- la transición española a la democracia repre-
moria ya que favorece el despertar de una senta un inmejorable ejemplo de los límites
conciencia histórica y una educación para la de la memoria consensuada, porque el con-
democracia dentro del espacio público esco- senso, parafraseando a Moulian (1998), sue-
lar9. En el estudio y rememoración de esos le ser la fase superior del olvido.
momentos cruciales se encienden y resplan- Una sociedad que está dividida social-
decen esas imágenes dialécticas que, al decir mente está también escindida en el ámbito

9 Precisamente estos momentos matriciales han servido, en buena parte, para trazar el programa de Los
deberes de la memoria, programa de enseñanza que he venido practicando en los últimos ocho años con mis
alumnos de Historia de España de segundo de bachillerato en el IES Fray Luis de León. El desarrollo de
estas experiencias en Cuesta (2007).

- 27 -
Con-Ciencia Social

de la memoria. Además, la dimensión edu- debe ser recordado del pretérito. Reducir
cativa de la historia no reside en enseñar a un pasado oceánico a un pasado relevante
los alumnos una historia que sea la media y educativamente manejable no es cuestión
de todas las interpretaciones, una “buena de poca monta ni de fácil solución. Cierta-
memoria” que sea el fruto de una conformi- mente, en la misma tradición marxista se
dad uniforme, sino justamente lo más perti- han confrontado ideas sobre qué y cómo
nente y formativo de la educación histórica recordar la historia, lo que, en última instan-
es la exploración de la diversidad de estas cia, llevaba a debatir sobre el peso del pasa-
representaciones y autoexplicaciones de la do en la revolución social que mira hacia el
realidad social, la comprensión, la interpre- futuro. C. Marx en El dieciocho Brumario de
tación de la memoria como conflicto, como Luis Bonaparte (1852) y W. Benjamin en sus
problema sin happy end. Ahí reside el princi- tesis Sobre el concepto de historia (1940) expre-
pal potencial del uso público de la historia, san dos concepciones difícilmente reconci-
en el contexto de una didáctica crítica, en liables de la memoria. Para Marx “la revo-
una sociedad que aspire a encontrar lugar lución proletaria no puede sacar su poesía
y espacios para la realización de prácticas del pasado, sino solamente del porvenir. No
democráticas más allá de la lógica funcional puede comenzar su propia tarea antes de
de la actual democracia de mercado. Justa- despojarse de toda veneración supersticio-
mente aquello que a veces más se evita en sa por el pasado. Invita y recomienda que
las instituciones escolares, el conflicto de los muertos entierren a sus muertos”. Pero
ideas sobre el pasado, el presente y el fu- esta lúcida y sencilla admonición marxia-
turo, me parece que, sin embargo, significa na choca de frente con la idea de recuerdo
un sobresaliente e inevitable elemento de la y, en cierto modo, con el significado de lo
educación crítica. histórico que preconiza W. Benjamin. Éste,
Finalmente, la quinta dimensión de la por el contrario, apela a la actualidad revo-
memoria radica en su carácter selectivo. La lucionaria del pasado, al interés de traer a la
dimensión selectiva nos lleva a considerar que memoria un pasado cargado de actualidad.
la memoria es siempre, por definición, un fe- Marx, hijo de su tiempo, configura el deve-
nómeno que implica elegir información. La nir como una imparable línea de desarrollo
memoria es selectiva. Un acto de memoria hacia el comunismo, que vendrá mediante
individual implica inmediatamente un acto rupturas revolucionarias en un tracto lineal.
de olvido. Lo mismo ocurre en la vida social. En cambio, para Benjamin el tiempo es un
Fernando Pessoa decía que “recordar es olvi- campo magnético de fragmentos sin direc-
dar”. Efectivamente, cuando recordamos algo ción predeterminada. En Marx la historia es
estamos omitiendo otra cosa, porque el ser una epopeya hacia la sociedad sin clases; en
humano se rige por una delicada economía Benjamin es una rotación de momentos re-
del olvido y del recuerdo. Esta economía de lampagueantes. En uno no conviene perder
la memoria la trata excelentemente Nietzsche el tiempo mirando hacia atrás; en el otro, la
(1932) en su De la utilidad y los inconvenientes mirada hacia atrás, si se fija en los vencidos
de la historia para la vida, un opúsculo escrito y en sus intentos de superar su opresión, es
en 1874, donde alerta sobre las patologías del redentora y emancipadora.
abuso de memoria. Estas intempestivas con- Mas allá del significado de las antiguas
sideraciones nietzscheanas, como ya señala- maldiciones sobre los que miran atrás y se
mos, no invitan al olvido, más bien avisan de convierten en piedra, estatua de sal o sufren
los estragos de algún émulo del borgesiano otros terribles castigos, en realidad, hay que
Funes, el memorioso, de las patologías, indivi- tener mucho cuidado acerca de cómo se re-
duales o sociales, de los cultivadores de una cuerda y qué se recuerda voluntariamente,
hipermemoria imposible. y sobre todo, en la finalidad que queremos
El tema de la memoria voluntaria, la que otorgar al recuerdo. Dentro de los supues-
proyecta, desde el presente, el deseo de co- tos de una razón anamnética, educar en la
nocer hacia el pasado, se rige por criterios memoria es ir al encuentro y no sólo esperar
que deben actuar a la hora de cribar lo que que llegue el recuerdo (anamnesis), no sólo

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Tema del año El lugar de la memoria en la educación

aguardar a que venga, como el olor y sabor BAUMAN, Z. (1997). Modernidad y Holocausto. Sa-
de la magdalena de Proust, tout d´un coup, lamanca: Sequitur.
como un disparador sensorial que desenca- BENJAMIN, W. (1973). Tesis de filosofía de la
dena la memoria. La finalidad del recuerdo historia. En Benjamin, W. Discursos interrum-
voluntario y nacido de la razón no puede pidos. Madrid: Taurus, pp. 175-191.
residir en una finalidad fetichista, desvin- BENJAMIN, W. (2006). Sobre el concepto de histo-
culada de las necesidades humanas de la ria. En versión de R. Mate. Medianoche en la
colectividad, que comporte simplemente historia. Comentario a las tesis de W. Benjamin
una ofrenda a la nostalgia, a ese azúcar de la “Sobre el concepto de historia”. Madrid: Trotta.
memoria que es el recordar aquello que fue BENJAMIN, W. (2005). Libro de los pasajes. Ma-
nuestra juventud y nuestra infancia. Todo drid: Akal.
ese endulzamiento y cosificación del pasado CHARTIER, R. (2005). El presente pasado. Escritura
está impregnado de un almíbar empalagoso de la historia, historia de lo escrito. México: Uni-
y peligroso. Decía Nietzsche: exijo ante todo versidad Iberoamericana.
que el hombre aprenda a vivir, y efectuaba esa CUESTA, R. (2007). Los deberes de la memoria en la
apelación a la vida porque la memoria y la educación. Barcelona: Octaedro.
historia no pueden quedar desvitalizadas. CUESTA, R. (2011). Memoria, historia y educa-
La memoria y la racionalidad anamnética ción: genealogía de una singular alianza. En
deben convertirse en un instrumento de Lomas, C. (coord.). Lecciones contra el olvido.
vida, de recoger aquello que nos importa Barcelona: Octaedro, pp. 161-195.
más como seres humanos que estamos vi- CUESTA, R. et al. (2005). Didáctica crítica. Allí
viendo en una determinada sociedad. Y ello donde se encuentran la necesidad y el deseo.
nos obliga a postular criterios de selección Con-Ciencia Social, 9, 17-54.
y más aún en la educación. Por definición, CUESTA, R, MAINER, J. y MATEOS, J. (2008).
la educación crítica contiene también una Genealogía, historia del presente y didáctica
voluntad de discernir y discriminar. Por crítica. En Mainer, J. (coord.). Pensar crítica-
tanto, siempre y en todo lugar es pertinente mente la educación escolar. Perspectivas y con-
practicar el cuidadoso arte de separar, ele- troversias historiográficas. Zaragoza: Prensas
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