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R – ¿Podría hablar de su sentencia “no se nace mujer, se hace”?

S – Esa fórmula resume la totalidad de mi tesis… significa que ser mujer no es un hecho natural,
sino que es el resultado de una historia. No existe ningún instinto biológico o psicológico que
defina a la mujer como tal, es la historia la que la constituye. Primero, la historia de una civilización
que determina su situación actual, y, por otra parte, para cada mujer particular, es la historia de su
vida, de su infancia la que la determina como mujer, la que crea en ella algo que no es dado desde
el nacimiento.

R – ¿Considera que las diferencias biológicas evidentes no juegan un papel en el comportamiento


posterior del individuo?

S – Ciertamente pueden jugar un papel, pero la importancia que se les da, viene del contexto
social en el que se sitúan. Algunas diferencias fundamentan el estatus, la explotación y la opresión
a las que las mujeres están sometidas.

R - ¿Cómo explica que en los últimos 150 años hubo muchas mujeres que accedieron al mismo
nivel cultural que los hombres pero que no dieran con la evidencia de que la mujer tiene un papel
secundario en la historia de la humanidad?

S- Hubo mujeres que protestaron, pero no tuvieron repercusión ni fueron escuchadas con el
respeto y la consideración que merecían. Hay mujeres que viven en resignación, llenas de
recriminaciones y emociones, pero que casi nunca se trasladan a una revuelta.

R – Si usted dice que la mujer se hace, es decir, que es un producto cultural, ¿quiere decir que la
educación un factor de continuación para este esquema de sumisión de la mujer?

La educación de la mujer en su tierna infancia forja las estructuras que la determinan en el mundo,
y es muy difícil despegarse de ellas del todo.

Hay factores que refuerzan el argumento de que la cultura forja a la mujer, y también al hombre, a
partir de la educación.

El trato de los niños y las niñas es muy diferente en muchos ámbitos… por ejemplo, al amamantar,
se incentiva al niño a mamar de manera mucho más agresiva; pasa lo mismo cuando el niño toma
actitudes arrogantes o agresivas, éstas son aceptadas, mientras que en las niñas son reprimidas.

Se enseña a los niños a exhibirse, mientras que a la niña se le enseña a esconderse… en resumen, a
los niños se les educa para ser personajes extrovertidos y seguros de sí mismos, mientras que a las
niñas se les enseña a ser pudorosas y a mantener un comportamiento correcto.

Las madres y padres que siguen los esquemas tradicionales de educación, son en gran parte
incentivadores de la desigualdad de género.

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