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ARQUITECTURA Y REPRESENTACIÓN

Gunter Dittman

Como herramienta, el dibujo arquitectónico es ante todo un traductor o mediador entre la


interface de una visión mental y la manifestación física de esa visión. Es dentro del dibujo que
una imagen encuentra su primera expresión aproximada y donde una vasta cantidad de
información e interrelaciones complejas pueden ser comprendidas, manipuladas y
sintetizadas.
Este proceso se ejemplifica mejor con el trazo rápido y superpuesto sobre múltiples papeles,
una de las innovaciones más importantes en la representación arquitectónica. A lo largo de la
historia de la arquitectura, una variedad de tipos de dibujos ha evolucionado, sobre todo
desde el renacimiento, cuando el papel pasó a ser abundante.

El arquitecto de hoy en día posee técnicas a sus órdenes que permiten la representación y
manipulación de tanto asuntos filosóficos intangibles y objetos físicos complejos. Se trata de
un espectro que oscila desde los diagramas y sistemas de notación hasta planos y proyecciones
tridimensionales, desde bocetos aproximados hasta sofisticados dibujos de presentación y
hasta imágenes realizadas por maquinas como aquellas generadas por medio del computador.

Para cualquier conjunto de símbolos, ya sean escritos o dibujados, para convertirse en una
herramienta eficiente de comunicación, este debe pasar por un proceso de
convencionalización. A pesar de la gran variedad de técnicas de dibujo en la arquitectura, es
quizás sorprendente que estas recaen solamente en tres tipos principales: la proyección
ortográfica, la perspectiva y el dibujo axonometrico. Característico de estas es la
representación del espacio tridimensional y que se forman por medio de dos planos
dimensionales.

La proyección ortográfica, comúnmente conocida como plano, sección o elevación, es


probablemente la más vieja de todas las convenciones.

Esta describe un objeto arquitectónico proyectando sus superficies (y las superficies generadas
por un corte arbitrario del objeto) sobre una serie de planos imaginarios que son
perpendiculares entre ellos; cada plano representa un punto de vista del objeto.

De todos los tipos de dibujo, la proyección ortográfica es la más “veraz” y objetiva de la forma
arquitectónica, debido a que todas sus dimensiones, aunque escaladas, aparecen en tamaño
verdadero en relación con cada una de las otras. Aunque la proyección ortográfica es la más
fácil de dibujar, es la más difícil de comprender. Esta demanda que el observador reensamble
todas sus partes. Uno debe descodificar e interpretar con el objetivo de entenderla entidad de
representación como un todo. Este proceso perceptual se complica en tanto ninguna de las
informaciones, sea planta o elevación, está representada como podría ser percibida en la
realidad. Al tiempo que el ojo humano ve todo en perspectiva, eliminar los puntos de fuga
toma una transformación mental adicional.

El dibujo de perspectiva, aventado durante el renacimiento cuando sus principios ópticos


fueron inicialmente entendidos, desencadenó una revolución no solo en el arte si no en la
arquitectura. A diferencia de la proyección ortográfica, la perspectiva es difícil de construir,
pero fácil de comprender, desde que esta representa la forma y el espacio como son
realmente vistos. Debido a que esta es dibujada desde un punto aventajado, y el ojo del
observador es su punto de referencia, la perspectiva involucra más directamente al observador
que otros tipos de dibujo. El observador está dispuesto para ser parte integral del ambiente
representado. Esto es más obvio en las perspectivas de un solo punto centrales, en las que
parecemos empujados hacia el espacio.

El hecho de que la perspectiva pueda mostrar solo una porción limitada o un solo aspecto de
un ambiente particular, espacio u objeto en cualquier momento tiende a dirigir hacia una
selección y manipulación de vistas que son altamente idealizadas e incluso formalistas. Este
atributo les da a las perspectivas una cierta cualidad de escenario.

La proyección axonometrica apareció relativamente tarde en la arquitectura, aunque puede


relacionarse con la perspectiva de Cavelier vista en los frescos y pinturas medievales. Su primer
uso como una herramienta arquitectónica convencional generalmente se le atribuye al
historiador francés Auguste Choisy en el siglo 19, y su uso no se popularizó hasta el siglo 20.

Con la revolución de la percepción del tiempo y el espacio del siglo 20, y el advenimiento del
Cubismo, el punto de vista fijo fue finalmente trascendido. La cuarta dimensión, el tiempo, fue
incluida, y los arquitectos comenzaron a preocuparse con la simultaneidad en la percepción y
expresión; la transparencia al percibir, inmediatamente, tanto el interior y el exterior, o
representando tanto el cambio temporal como el espacial.

De todos los tipos de dibujo, solo el axonometrico puede representar un objeto de esta
manera con tanto éxito. El dibujo axonometrico es una forma única de representación ya que
integra atributos de las proyecciones ortográficas y de las perspectivas. Fácilmente construida
desde un plano, una elevación, o ambas (como en el caso de un axonometrico frontal), esta
muestra las partes en proyección ortográfica. La totalidad de las partes involucradas, sin
embargo, es mostrada similarmente a un objeto tridimensional, aunque no equivalente, a
como es percibida en la realidad.

La alusión, el símbolo y la metáfora son elementos importantes en la representación


arquitectónica más reciente. Como en el lenguaje escrito, la comedia, la sátira y el drama son
usados frecuentemente para comunicar sus intenciones al tiempo que son citaciones y
parafraseo de la historia. En consecuencia, la arquitectura comienza a divorciarse de la
solución del problema técnico y se redefine llegando a los límites del arte. Como en la forma
artística, “La arquitectura de papel” va más allá de la solución al problema estético para
abordar la crítica, el comentario y una representación visionaria.

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