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Arantza Guinea
Pepe Pereza
Tomás Rivero
Marta Noviembre
Patxi Irurzun
Begoña Leonardo
Rubén Casado
Ángel Muñoz
Mar Benegas
Remisson Aniceto
Luisa Fernández
Toni Quero
Adriana Bañares Camacho
Óscar Varona
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Ana Patricia Moya
(Vitoria Gasteiz). Escritora amateur. Colabora con la revista literaria provincial “La
botica”. Ha participado en diversos recitales y una muestra de su poesía ha
aparecido en el libro “Cinco Voces”. Ha obtenido diversos premios literarios por
sus poemas. Mantiene dos blogs y participa en Encuentros de Poetas en Red.

Sal y pimienta
en esta vida fraudulenta
que protege y desorienta.
Ladrona de lágrimas,
secuestrando pasiones,
languideciendo ilusiones,
apagando las llamas.
Hoja de doble cara,
que sumas y restas,
que ante todo, desconciertas;
vida traidora y ramera.
Envuelta en capa de fango,
mostrando la hiel de tu ser,
me diste un beso amargo,
tu afrenta y tu desdén.

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Con letras de coral,
los deseos en la espuma,
y el cielo de cristal.
El agua entre los dedos,
un beso en el adiós,
marchitos los recuerdos,
desterrados en un cajón.
Palabras que volaron,
huyendo del terror,
las manos que les dieron
la vida y el valor.
Por ti la noche en calma,
serena como tu voz,
los sueños tienen alma;
tú les diste la energía,
alegría y emoción.

Arantza Guinea
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(Logroño). Ex – actor, guionista, poeta, escritor y director. Sus relatos han
aparecido en diversas revistas y fanzines como “Narrativas”, “Lafanzine”, “Al otro
lado del Espejo”, “Agitadoras”, “Cruce de Caminos”, “Deshonoris Causa”, así
como en diversos blogs: “Crónicas para decorar un vacío” (de Xen Rabanal), “Hank
Over \ Resaca” (Vicente Muñoz Álvarez y Patxi Irurzun), “Esto no es una película,
amigo” (David González), etc. Ha publicado el libro de relatos “Putas” (Ediciones
Groenlandia; segunda edición, próximamente). En breve, publicará: “Amores
Breves” (Editorial Baile del Sol, en prensa). Publicó, hace tiempo, un poemario en
una editorial de provincias. Aparece en la antología “Beatitud: Visiones de la Beat
Generation” (Ediciones Baladí). En breve, publicará en Groenlandia su segundo
libro de relatos, “Momentos extraños”.

Era de noche y llovía. David caminaba por las solitarias calles


dejándose calar por la lluvia. Le gustaba salir a esas horas,
cuando la ciudad estaba desierta y todas las aceras eran sólo
para él. David poseía un don especial que le hacía distinto al
resto de la gente. Aunque más que don, era una maldición.

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David absorbía la tristeza de los demás como una servilleta el
líquido. Por eso a David le gustaba pasear por la noche, cuando
la ciudad dormía y no había gente en las calles. Era entonces
cuando se sentía a salvo de la tristeza de los demás. Gracias a
ellos, David había experimentado todo tipo de tristezas, desde
las más livianas a las más crueles. Penas que tan sólo eran
nostalgia y otras tan amargas y dolorosas que tardaba días, a
veces semanas, en recuperarse. Esa era la maldición de David:
absorber la tristeza de las personas con las que se cruzaba. Le
ocurría en cualquier sitio. Caminando por la calle, de pronto se
rozaba con alguien y se veía invadido por sus penas. La tristeza
no era suya, no le pertenecía, pero igualmente le inundaba y
sobrecogía. A veces acumulaba tantas, que enfermaba y se veía
obligado a encerrarse en casa. Esconderse de todos y de todo.
Ocultarse en su bunker, privándose de cualquier compañía, de
cualquier contacto, esperando que llegase la madrugada para
salir a por un poco de aire. Tanta tristeza consumida le estaba
consumiendo…

Apenas caían ya cuatro gotas. David siguió andando, sorteando


charcos y bocas de canalones que todavía vertían chorros de
agua tibia. Quería llegar hasta el parque y caminar por la orilla
del Ebro. Esos paseos nocturnos eran lo que más valoraba de su

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existencia, por encima de cualquier otra actividad. Durante esos
paseos, se recuperaba de las tormentosas sesiones de tristeza
adquirida. Sin ellos, hubiera estado perdido, se hubiera dejado
morir agazapado en un rincón de su casa. Por fin, llegó a la
orilla del río y al sendero que lo custodiaba. Ese era su sitio
preferido porque a esas horas nunca había coincidido con
nadie. Ese sendero era una extensión de sí mismo, era íntimo y
seguro. Se sentía tan a gusto en él cómo en la soledad de su
hogar, con la variante de que allí se encontraba más despejado
y libre. El cielo negro se fue abriendo a una luna creciente.
También se asomaron algunas tímidas estrellas. Llegó a la
pasarela que cruzaba el río y se animó a cruzar a la otra orilla,
la más apartada de la ciudad, la más alejada de sus habitantes.
Al llegar a la mitad de la pasarela, se detuvo para encenderse un
cigarrillo y mirar las negras aguas. Al poco, reanudó su camino.
A unos treinta metros por delante, bajo una farola apagada, una
mujer de unos veinte años se había subido encima de la
barandilla y se disponía a saltar. David no reparó en ella hasta
que estuvo muy cerca. Enseguida notó cómo su cuerpo absorbía
su tristeza. Le había pillado desprevenido y el impacto fue
mucho más violento de lo habitual. Se tambaleó, y de no ser
porque se agarró con fuerza a la barandilla, se hubiese
desplomado en el suelo. La chica se sintió aliviada, como si sus

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penas hubiesen saltado al río por ella. Aun así, se asustó con la
presencia de David y huyó cómo alma que lleva el diablo.
David apenas podía respirar, una gran presión le aplastaba el
pecho mientras un vómito subía por su garganta. Nunca antes
se había visto contagiado por una tristeza igual. Ésta
sobrepasaba con mucho a todas las anteriores, ésta era una
tristeza brutal que le desgarraba por dentro. El legado de la
joven se agarraba a cada uno de sus músculos cómo un parásito
despiadado que le obligaba a saltar al río. David estuvo a punto
de ceder a los impulsos suicidas, pero con gran esfuerzo logró
sobreponerse y abandonó deprisa la escena. David huyó del
sendero y corrió hasta su casa. Una vez más, tenía que
esconderse en su fría y desoladora tumba. Sólo allí estaba a
salvo de las penas asesinas, las tristezas parásitas y el
sufrimiento ajeno.

Pepe Pereza
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Representante de la poesía de la ignorancia. Miembro fundador de “Los
Inservibles”. Carente de biografía, cicatrices, mujeres y libros. Acérrimo luchador
contra el oficialismo poético. Ha publicado sus poemarios (“Claridad Cautivo”,
“Quedan inmóviles pendientes”) en la editorial Bubok.

....todos aquellos jirones


hechos en la carne
de banderas desgarradas
la sangre púnica
de trágicos fenicios
amándonos en la muerte
las cenizas del amor
que la nieve no sepa
de pétalos de rosas
vertidos
sobre las piedras caídas
de tu templo.

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Yo te nombraré pájaro
y tú nieve
avellanos robles
cómo un paisaje sin manos
ni estandartes
cómo un desnudo oficiado
por nadie.

Tomás Rivero
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(Barcelona, 1976). Poeta. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autonómica
de Barcelona (UAB). Tras trabar en prensa diaria y televisión, se especializó en la
gestión de gabinetes de prensa para organizaciones no gubernamentales de
desarrollo, actividad que ha desempeñado hasta 2009. Ha publicado los poemarios
“El código de los heridos” (Ediciones El Primor, 2009) y “Catálogo de lágrimas”
(Editorial Poesía eres Tú, 2009).

Era triste añorarte,

sentir el tiempo
como una brecha separando continentes,
engullendo rutinas,
reduciendo a polvo los lugares comunes,

y el avance de la certidumbre
como un animal siseante augurando fines,
borrando huellas,
presagiando que nada, nadie, volvería a ser,

eso era lo más triste


de añorarte.

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Nada raro,
nada inusual,
casi cero
de tanta nada,

sólo el tiempo
que pasa
haciéndonos
algo más viejos,

sin terremotos
ni explosiones,
sin mudanzas
ni vaivenes,

moviéndose
con sigilo
sobre nosotros,

sobre las cosas


que quedaron por decir,

sobre esas palabras


tan flacas
que son nada.

Marta Noviembre 12
(Pamplona, 1969). Autor de los libros: “Cuentos de color gris”, “Cuentos
sanfermineros”, “La polla más grande del mundo”, “Ajuste de cuentos” (relatos y
cuentos); “Odio enamorado”, “Cuestión de Supervivencia”, “Ciudad Retrete”
(novelas). Ha participado en diversas antologías (“Golpes, Ficciones de la Realidad
Social”, “Tripulantes”, etc), ha coordinado algunas (como “Hank Over \ Resaca”)
y también ha colaborado en diferentes medios (“El País”, “ADN”, “Vinalia
Trippers”, “Fábula”, etc). Ha obtenido diversos premios literarios por sus relatos.

Fue como en aquella novela de Raúl Núñez, "La rubia del bar" , creo
que se llamaba, o tal vez "A solas con Betti Hoop" , no recuerdo; el
caso es que el protagonista era un tipo que se enamoraba de la
presentadora del telediario y hacía un viaje, una odisea alcohólica hasta
Prado del Rey, en busca de su Penélope catódica, que esperaba su
llegada tejiendo los hilos de guerras y goles, bodas reales y coches-
bomba, aquellos hilos podridos que siempre se desanudaban para volver
a comenzar la misma y miserable historia. A mí me pasó lo mismo con
la chica del tiempo de la ETB. En cuanto la vi. Su ropa ajustada a un
cuerpo como una carretera de montaña, sinuosa y recién asfaltada, con
ese olor a brea que se te introduce en el cuerpo y hace florecer dentro
un campo de amapolas, y provoca un aleteo de mariposas entre ellas, a
la altura del estómago, y en el escroto un zumbido de abejas...

No era, de todas maneras, una sensación nueva. Tiempo atrás me volví


loco por la chica del informativo local. Cada vez que la veía leer las
noticias tenía la sensación de que ella clavaba sus ojos almendrados y

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tristes en los míos, que era capaz de verlos al otro lado de la cámara,
que eran los únicos que veía, y también que su sonrisa era a mí a quien
reconfortaba, y que sólo yo era capaz de adivinar en el contraste de
aquellas dos expresiones la niña que fue, y de comprender que de la
suma de las dos resultaba otra, al tiempo asustada y curiosa, soñadora y
retraída que indicaba para mí, solo para mí, en las pequeñas patas de
gallo que comenzaban a esbozársele como el mapa abrupto de su
geografía interior, el recorrido correcto hasta su corazón.

Todo se acabó entre ella y yo, sin embargo, cuando conseguí verla al
otro lado de la pantalla. Tampoco entonces, cuando la encaré, rehuyó
mi mirada, como si realmente durante todo aquel tiempo hubiera
estado mirándome a mí, solo a mí, sentado en mitad de mi cuarto de
estar, observándola boquiabierto.

Fue en una manifestación, a lo que yo había acudido a revolver un poco


y ella a cubrir la noticia; o sea, a lo mismo que yo. Me sentí estafado.
Era como si a lo largo de todo aquel tiempo ella me estuviera
ocultando algo, una mitad de sí misma, todas aquellas arrugas en sus
pantalones, y aquellos dedos de los pies que asomaban en sus sandalias
y se sobreponían unos sobre otros como pequeñas morcillitas
descentradas.

Con la chica del tiempo de la ETB era distinto, porque conseguía verla
de cuerpo entero, y su ropa era como asfalto caliente, ajustada como un

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guante a su cuerpo curvilíneo de carretera de montaña, y los pedazos de
piel que asomaban bajo ella frondosas laderas, en las que uno
encontraba longuis, y se los comía, y se revolcaba loco de amor sobre la
hierba húmeda.

Ella era una diosa, que manejaba el tiempo, las mareas a su antojo. Me
excitaba la manera en que sostenía el bolígrafo, o en que el Boli
sostenía sus manos nerviosas, y oírle decir "isobaras", y "mar
arbolada" , y "las temperaturas sufrirán un leve ascenso en todo Euskal
Herria". La amaba.

Por eso estoy aquí, en los estudios de Miramar, como el protagonista


de la novela de Raúl Núñez, y que, ahora que lo pienso, tal vez se
titulara "Sinatra". Sentado dentro de mi coche y mirando malencarado
al guarda jurado, el mismo que me ha echado el alto hace unos minutos.
Él no comprende nada. Lo único que quiero es que la chica del tiempo
dibuje para mí, solo para mí, unos cuantos soles; que se abra un poco
de luz entre las nubes negras que anidan en mi pecho de lobo
hambriento y solitario. Por eso estoy aquí, odiando a ese guarda jurado.
Por amor. Dispuesto a todo. Incluso a que otra chica a la que también
amé una vez en secreto pronuncie mi nombre por vez primera. Mañana,
en las noticias del informativo local. Por eso estoy aquí, agarrando cada
vez con más fuerza la palanca antirrobos. Por amor. Por puro amor.
Sólo por eso.

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Patxi Irurzun
(Zamora). Trabajadora de la palabra, poeta siempre y sin opción, autónoma a ratos,
madre a tiempo completo. Escribe para diferentes medios como freelance y colabora
en revistas literarias, impresas y digitales, de España e Hispanoamérica. Participa en
eventos literarios (lecturas, presentaciones, recitales, etc) y tiene su espacio en Las
Afinidades Electivas. Es miembro del REMES y sus letras aparecen en las antologías
“Esnifando Letras” y “Des-amor”; ha prologado el libro “Cosas que nunca te diré”
y ha sido finalista del primer premio de poesía Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ha
publicado los libros de poesía: “Respira, y luego dime que estás vivo”, “Nadie dirige
las palabras” y “No frenes la lengua de los pájaros”.

No perder la ilusión
no perder la alegría
no perder la paciencia
no perder el humor
no perder el sentido común
no perder las ganas de gritar
no perder las ganas de arrancar sonrisas,
no perder el tiempo
preguntando a las margaritas
si alguien la quería...

El día de la primera

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de la comunión con él
supo que su camino estaba pintado
en el suelo de la iglesia.

Primero esposa
luego madre
luego...

Afortunadamente,
viuda.

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Abrazada a una duda
se colgaba de su vida
en un día gris
rosa
y púrpura
o sea, en el día
del tiempo susurrado...

La vi
la oí
la contemplé,
vivíamos entonces
frente a su jardín
repleto de madreselvas
y nomeolvides...

Él, amorataba a su antojo


la posibilidad de dicha,
luego abrigaba su cuello

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le ponía cristales oscuros
a su ceguera...

Cuando se marchó
de repente
todo en el jardín
estaba muerto...

Begoña Leonardo
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(Ceuta). Poeta. Ha publicado la plaquette “Cacagénesis” (editorial Alea Blanca).
Ha escrito el poemario inédito “Urbe desta Historia”.

Pruebas con el crepúsculo.


Lo sintonizas. Intentas apreciar
su gama de naranjas,
los tonos del azul del cielo,
una nube solitaria, a ver
si con eso, aunque sólo sea un poquito,
se te roza el corazón.
Pruebas con la brisa, los recuerdos.
Pruebas con aquellos a los que quieres,
a los que siempre has querido, alguna vez,
cosa que a ti, al menos, siempre
te dio resultado.

Tanteas la posibilidad de una lágrima,


un escalofrío, una imagen que
resulte más que mil palabras.
Pero eso ya no te funciona.
Lo de la imagen, digo.
En cuanto a las palabras,
que baje Dios y lo vea.

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No hablar parece
una postura inteligente.
Observar, mantenerse al margen
de la conversación.
No intervenir más que para
pedir fuego, la hora,
un cigarrillo,
que te repitan esa última frase que se dijo…

Pequeños gestos imperceptibles


que hacen que no se te vea el plumero,
que hacen que el resto
no piense,
o lo que es peor, no vea
que no te enteras
de la misa la mitad.

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…ese fraude que se ha dado en llamar Literatura.
Roger Wolfe

Rebanarse los sesos


pensando cómo enfocar tu obra
para que perdure,
al menos,
entre tus seres más allegados;
tales como: padres, hermanos,
posibles hijos y amigos. Es
como rebanarse literalmente
el cerebro para repartir
un trozo de tu pensamiento
a gentes que les importa
un zurullo
eso que se ha dado en llamar:
LITERATURA.

Rubén Casado
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(Leganés, Madrid, 1977). Licenciado en Historia del Arte. Poeta, narrador,
fotógrafo. Autor de: “Ya no leo Tebeos de Wonderwoman” (Groenlandia, 2010) y
“Como Ulises en una cacharrería” (Bohodón Ediciones, 2010). Sus textos han
aparecido en diversas revistas literarias, así como en blogs y páginas webs. Tiene su
espacio en Las Afinidades Narrativas. Ha participado en multitud de recitales y
exposiciones. En breve, sus poemas aparecerán en distintas antologías poéticas.
Impulsor del proyecto poético “Poetrastros”.

hablar es gratis

aún no existen
impuestos por ello

pero amigo
o amiga
dejar caer
palabras
pringadas de mierda
en oídos ajenos
jodiendo
por un momento
a un verdadero
y con mayúsculas
AMIGO O AMIGA

te va a llevar

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a un camino complicado

sin retorno
y sin salida

el de mi puño
dispuesto
a vaciar tu boca
de dientes
sin anestesia

¡ah!, por si acaso


lo dudas
tengo valor suficiente
para deletrearte
mi nombre
A-N-G-E-L M-U-Ñ-O-Z

y decirte
que nunca me gusta
usar la violencia

pero contigo
hablar
sería estéril

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Despertó igual que todas las mañanas de los últimos meses, tembloroso,
empapado en sudor, tanto, que los pantalones del pijama se quedaban
adheridos a sus piernas.

Mecánicamente trazó el plan matutino. Lavado de flequillo a pies en la


palangana, afeitado presuroso pero apurado, un toque de colonia y el
único traje, sin planchar, beige, por falta de electricidad.

El café iba escaseando en la despensa, por ello, hacía bastante tiempo que
decidió tomar una cucharadilla agitada en un poco de agua turbia, con la
intención de restarle el mínimo de intensidad al sabor. Debería acudir a
Porvoo para aprovisionarse. Su despensa, a gritos, pedía ser llenada.

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Agarró el maletín mientras masticaba una dura rebanada de pan. Cuando
plantó el pie en la calle tuvo que apartar, con la punta del zapato, los
juguetes de los críos, los cadáveres descompuestos de los gorriones que
hacía tiempo se habían ido precipitando del cielo y restos de escombros,
sus escombros.

A lo lejos, las llamas seguían consumiendo Helsinki. Seis días con sus seis
noches, totalmente bombardeada.

No quiso recordar fechas pasadas, rostros, sentimientos. Plantado ante su


antigua oficina, en medio de la calle, decidió sentarse en el suelo y
desenvolver el sándwich de manteca de cacahuete que llevaba.

Otra vez tuvo que interrumpir su almuerzo. La sirena recorrió como un


relámpago el cielo filtrándose por cada trozo de muro o tabique que aún
quedaba en pie, anunciando la llegada de los bombarderos enemigos.

Esta vez sí se comería entero su emparedado. Sentado.

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Ángel Muñoz Rodríguez
(Ribarroja, Valencia, 1975). Poeta, grafóloga y perito caligráfico, estudiante de
Ciencias Laborales. Sus poemas han aparecido en distintas revistas de poesía. Ha
formado parte de la publicación conjunta de los pliegos “Manual de Instrucciones
para abrir una caja fuerte” (Fundación Inquietudes y Caudal, poetas de El Dorado,
2010). Ha publicado el poemario “Niña Pluma Niña Nadie” (Amargord Ediciones,
2010). Ha colaborado en proyectos de videoarte y montajes poético-teatrales.
Pertenece a la Asociación Poética Caudal y participa en el blog corporativo contra la
violencia de Género (Cien Autores contra el maltrato).

a veces los niños


hacemos el amor
sobre una barra de pan

por debajo de la espalda


se extiende un campo
aunque no haya suelo
y sólo una hogaza nos sostenga

amasar sin ropa


las pieles que tiemblan
dedos, ojos y boca
se mezclan con las migas

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levadura y agua tibia
fermentan despacio
en un rito alquímico de masticar
aquello recién horneado

es la metamorfosis del trigo


la que deja las manos manchadas:
harina y media medida de miedo

nos sujetamos
el uno al otro
porque tememos caernos
por cualquiera de los bordes

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¿Tememos los gusanos,
rosados como el vino,
o al sonido hueco
que dejan sus túneles?

Horadando la carne
con bocas imperturbables,
y el acantilado del nicho
festejando el encuentro.

¿Qué otro universo cifrado


de mandíbulas y mármol
adecenta la podredumbre
dejándola inmaculada?
¿Cabrá tanto,
nuestro miedo y la caja?

La muerte es una jaula:


se ha de existir en el temor
como se existe en un espejo.

Mar Benegas
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Nova Era (Brasil). Ha publicado “Poesia para o mundo” (Bubok, 2009), “Todo dia
é dia de poesia” (iG Editores, 2002), “Palavras de poetas” (Physis Editora, 1997),
“Novos talentos da poesia brasileria” (Forever Editora, 1995), “Escrevo nos espaços
que me restam” (Editora Bauhaus, 1982). Sus poemas han aparecido en distintas
páginas webs y revistas, tales como “Revista Internacional de Poesía de Rosario”,
“Partes”, “Bacamarte”, “Revista Remolinos”, “Revista cultural Ámsterdam”, etc. Ha
obtenido premios en géneros de cuento y poesía. Mantiene un blog abierto a la
publicación de poemas, noticias, artículos, etc.

¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto


donde depositan mi cuerpo doliente!
-¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto?
A partir de ahora sólo el alma siente...

¡Ah! ¡Esta cama tosca donde estoy echado


y este cuarto oscuro y tan bien cerrado!
Quiero levantarme, pero estoy cansado...
¿Que rumor es ese en el cuarto al lado?

Hay un jardín cerca: siento aroma a flores.


Quiero levantarme, pero estoy cansado...
Estoy tan cansado pero sin dolores.
Y el rumor aumenta en el cuarto al lado.

-¡Bajen el cajón! - dice alguno ahora.


¿Quién murió en tanto estuve durmiendo?
Cercano a la puerta oigo alguien que llora,
lamenta la suerte de quien va partiendo.

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Quiero levantarme, con fuerza tamaña
inertes mis manos y mi cuerpo duro.
Reza el sacerdote en una lengua extraña,
mientras quedo preso de este cuarto oscuro.

Va cayendo tierra sobre mi tejado.


Parece que el mundo se está derrumbando...
El aire me falta del cuarto cerrado
y una multitud fuera está llorando.

Siento un temblor leve, un escalofrío...


Casi nada escucho; nada estoy sintiendo.
¿Por qué no me sacan de este cuarto frío?
Alguien murió mientras estuve durmiendo.

¡Es tan frío el hueco, tan oscuro el huerto


donde depositan mi cuerpo doliente!
-¿Cómo el hueco es frío si el cuerpo está muerto?
A partir de ahora sólo el alma siente.

Remisson Aniceto
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(Madrid). Ha obtenido diversas menciones en diversos certámenes literarios gracias
a sus relatos. Ha sido incluida en diversas antologías y sus poemas e ilustraciones
han aparecido en revistas literarias, digitales e impresas, (“Groenlandia”, “Al otro
lado del espejo”, etc) así como en distintos blogs. Ha escrito tres novelas, dos
novelas cortas y cuatro poemarios (inéditos). Pertenece a la Asociación Literaria
Mesa de Escritores (Fuenlabrada, Madrid). Administra el blog literario y personal
Tierras de Alquimia (http://tierras-de-alquimia.blogspot.com).

En el Galway Irish nada era lo que aparentaba ser. Ni el halo añejo, ni las
pátinas de sus paredes, ni la luz mortecina que imitaba un pub irlandés
brumoso; incluso el suelo, que parecía tener mil años, era nuevo. Lo único
viejo, viejísimo, era Manolo el encargado y el whisky de malta. Pero algo
en el bar sí era auténtico; ella, Cora.

Tenía apenas veinte años, pero una arruga gestual en su entrecejo le hacía
parecer mayor, confiriéndole ese aire indolente de las mujeres que conocen
ya demasiados secretos de la vida y a las que resultaría difícil sorprender.
Era morena. Sus labios hacían juego con la sombra de sus párpados
oscuros. Y sus ojos… ¿cómo eran sus ojos?

En los minutos de descanso que nos daba Manolo, solía sentarse al fondo
del almacén en unas cajas de cerveza. Se encendía un cigarrillo y no
hablaba con nadie. Casi siempre leía un libro. De vez en cuando enarcaba
una ceja y otras torcía el gesto, sin levantar la vista de las páginas. Las
pocas veces que me atreví a dirigirle la palabra ella me respondía como
temiendo que su voz fuera a salir volando de su garganta, y nunca me
miraba.

- ¿Qué lees? - le pregunté, armándome de valor una vez más.


- Absurdas historias de vampiros.
- Si son absurdas, ¿por qué las lees?

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- Porque la vida también es absurda y, sin embargo, aquí estamos;
respirando como imbéciles.

Me dijo aquello sin despegar los ojos de su lectura. Y yo no supe que


responder. Me dejó clavado. Luego la reclamaron desde la cocina. Cerró
su libro y lo dejó junto al paquete de tabaco, marchándose sin más. Seguí
su recorrido hasta perderla tras la puerta del almacén, tal vez esperando un
pequeño gesto de atención por su parte; un adiós, un hasta luego, pero no
llegó. Sacudí la cabeza, decepcionado.

Manolo, que ya volvía también a su puesto, me pasó el brazo por el


hombro y chasqueó la lengua.

- No te lo tomes a mal. Es así con todos. - Sonrió mientras me daba varias


palmaditas en la espalda -. Pero te aseguro que detrás de todo ese
escaparate de autosuficiencia, hay una guapísima mujer esperando ser
rescatada de ella misma.

Me guiñó un ojo con gesto procaz y se marchó.

Cuando llegué a la barra, uno de los camareros forcejeaba con un borracho


que estaba molestando a unos clientes pidiéndoles dinero. Manolo y un
asiduo del bar acudieron en su ayuda y entre todos le sacaron de allí. El
hombre la emprendió a patadas con la puerta.

Fue cuando Cora se acercó a mí con gesto urgente. Llevaba en la mano


una botella de coñac.

- ¿Te importaría salir y darle esto? - me preguntó mientras me tendía


la botella -. Sólo dásela y se marchará sin armar bronca.
- ¿Le conoces? - pregunté sorprendido por su petición.
- Dásela, por favor, y no me hagas más preguntas.

Y puede ver al fin aquellos ojos que escondía detrás de todos esos libros.
Eran tan sinceros como la súplica silenciosa que encerraban.

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- Está bien, Cora, pero así no le haces ningún favor. Es un pobre
diablo.

Hundió de nuevo la mirada en el suelo antes de responderme con una voz


extrañamente dura.

- Te equivocas. Quiero que siga siendo un pobre diablo y que esté tan
borracho que no recuerde ni cómo me llamo.

34
Luisa Fernández
(Sabadell, 1978). Licenciado en Filología Hispánica. Actualmente trabaja como
editor. Su primera obra, “Los adolescentes furtivos”, fue galardonada con el Premio
Internacional de Literatura Antonio Machado 2009, traducida al francés y
prologada por Pere Gimferrer. Página Web: www.toniquero.com.

En mi veintiocho aniversario

Si yo fuera Kurt Cobain ya estaría muerto.


Un manto de flores amarillas ornaría mi tumba
y frágiles adolescentes, desnudos en una húmeda tarde de otoño,
entonarían mis versos con un estertor de ira en su mirada.

En esos días, en algún lugar ignoto, alguien alabaría mi obra,


un diario local celebraría la efeméride de un paso perdido
y una chiquilla, con la gélida belleza de aquel que lleva la muerte
consigo,
tatuaría en su cuaderno dos nombres imposibles.
Esa noche, aquel que fue idolatrado y pasea aberrante su juventud
impostada,
escribirá graves ofensas - incipiente y sobrevalorado-,
mientras un joven asiático hilvane ajeno un rostro de ceniza.

Si yo fuese él, nada diría.

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El blanco encalaría un pequeño pueblo escarpado,
el azur irrumpiría en el sueño de un muchacho huidizo,
y al atardecer, frente al rumor del oleaje, todo habría acabado.

Toni Quero
36
(Logroño, 1988). Estudiante de Filosofía. Directora del fanzine independiente La-
Fanzine. Sus textos han aparecido en diversas publicaciones, digitales e impresas, así
como en blogs. Ha participado en recitales poéticos y ha obtenido diversas
menciones por sus poemas y relatos. Ha publicado “El movimiento de la lagartija”
(Bubok), “La soledad del café” y “La niña de las naranjas” (Ediciones
Emilianenses). Próximamente, sus poemas y relatos aparecerán en distintas
antologías. Su blog: http://awixumayita.blogspot.com

Se ha acabado la vida
porque ya no queda apenas aire en el aula
se repite una vez más el isomorfismo entre los dos
[modelos.
Pepes y marías sustituidos por
αyβ
[alfas y betas]
y la niña repelente andrógina admiradora de Boikot
firma un te quiero, profesor
en la pizarra.

Escribe con retórica propia


adquirida
aprendida
de manual de fotolog gótico.

Bajo el título cold beer


I’m Anarchist
Escribe abreviada su teoría sobre el tiempo
y la memoria.

Adriana Bañares 
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(Madrid). Bibliotecario. Fumador empedernido. Escritor y dibujante. Responsable
de la publicación artística “Delirio”. Ha publicado los libros “Síntesis”
(compilación de relatos) y “Cómo” (novela), ambos en la editorial Bubok. Algunos
de sus relatos han sido traducidos al inglés.

¿Me encuentras atractiva? No me lo digas, no necesito saberlo.


Sólo quiero que me trates con delicadeza, que no rompas mis
huesos, que no golpees mi rostro, que… Lo sé, soy la princesa
drogada cuyos harapos huelen a semen seco. La piel curtida a
base de puñetazos sin sentido, bofetadas paridas de la ira y la
violencia ahogadas en el día a día. Me clavas tu monotonía
con fiera crueldad, intentando hacerme sangrar, convertirme
en algo tan insignificante que apenas respira, percibir en mis
propias carnes el dolor y la incomprensión que almacenas en
tu lengua oscura. Tu pene es un apéndice de la frustración que
te caracteriza, con el cual intentas que tu autoestima no se
hunda en el fango que me trago todos los días desde que abrí
las piernas por primera vez, desde que te vi, hace mucho
tiempo, pues siempre has sido tú, pese a presentarte ante mi
con diferentes rostros. Y puedo oler tu aliento infecto
mientras resbala por mi rostro frío. No me queda sitio para el
asco. Apenas puedo sentir.

Óscar Varona
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(Córdoba, 1982). Licenciada en Humanidades y Master en Textos, Documentación
e Intervención Cultural (especialidad en Edición). Pluriempleada. Sus textos -
poemas y relatos – han aparecido en distintas publicaciones (revistas, fanzines,
panfletos literarios), digitales e impresas, de España e Hispanoamérica, así como en
distintas páginas webs, blogs, plaquettes y antologías (“Heterogéneos”, “Anuncios
(Des)Clasificados II”, “Póker de Reinas”, “Esnifando Letras”; “Poetrastros”,
“Nocturnos”, ambos en prensa). Tiene su espacio en Las Afinidades Narrativas y
Las Afinidades Electivas. Ha publicado el poemario “Bocaditos de Realidad”
(segunda edición del 2010) y “Cuentos de la Carne”, su primer libro de relatos. Sus
poemas han sido traducidos al catalán, italiano, inglés, francés, portugués y alemán.
Misántropa, huraña, ermitaña: entrañable.

Cristina está convencida de que la terapia con el psiquiatra no funciona.


Lleva meses esforzándose, y las sesiones con el loquero sólo le han servido
para gastar una suma considerable de dinero al mes, cantidad que podría
haber utilizado para comprar una cosa más útil, como por ejemplo, un
ordenador portátil nuevo, un vestido decente con zapatos a juego para
asistir a la boda de su prima Matilde o para afrontar un préstamo que
tiene pendiente. Y así, acostada en el diván, se lo confirma a su terapeuta,
alterada, en los primeros quince minutos de la consulta. El especialista
soporta los despotriques y le reprocha – como confesor, no como
profesional – que, realmente, no pone nada de su parte. El particular
problema de Cristina puede parecer algo tonto, pero no lo es: le cuesta
horrores decir “te quiero”. Sí, que su garganta no se atreve a articular esas
dos sencillas palabras, ocho letras que se atascan en su cerebro y que están
enquistadas en su corazón a raíz de cuatro horribles y desastrosas
experiencias amorosas: su primer novio la dejó por una mujer más

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atractiva, una modelo de pasarela que conoció en un viaje de negocios; su
segundo novio la utilizó durante unos meses para olvidar a la chica de la
que realmente estaba enamorado; el tercero, un extranjero, la engatusó –
es lo que tiene ser de fuera, el acento dulce, casi pegajoso, lo distinto que
atrae a las mujeres – y todo para conseguir los papeles de la nacionalidad
española (y Cristina desconocía que, en su país, tenía varias amantes y se
dedicaba al parasitismo para “sobrevivir”); y su cuarta pareja, que vivía en
la otra punta del país, acabó abandonándola por otra mujer de una ciudad
cercana. Pero la situación ha cambiado radicalmente: Cristina ha conocido
al hombre de su vida. Sí. Y están enamorados. Y viven bajo el mismo
techo desde hace años… pero la desconfianza y la inseguridad son dos
losas pesadas que ella había arrastrado desde siempre, y le impedía
manifestarle a su chico lo que realmente sentía utilizando esa simple
frase… por eso, a pesar de que pidió consejos a sus amistades (dando
como resultado opiniones contrapuestas, lo que hizo que el estado mental
de la muchacha quedara más confuso), al final optó por quemar el último
cartucho: malgastar los euros de su bolsillo roto en un psicoanalista que,
desde el principio, y en todas las citas, le repite: “el amor puede
demostrarse de mil maneras, no sólo con palabras”. Pero Cristina está
obsesionada porque no comprende como algo tan fácil de decir, puede
costar tanto, tanto trabajo; sus labios jamás han pronunciado esas
palabras malditas, ni siquiera delante de esos cuatro cabrones gilipollas y
crápulas. ¿Por qué ahora no salían, con naturalidad, frente al que
realmente la amaba? Y se siente culpable porque no puede corresponder a
los mensajes tiernos y sinceros de su chico. El médico, al principio
fascinado por la peculiar patología de la mujer, ahora se encontraba algo
hastiado; le recuerda la frasecita de marras (y que Cristina farfulla entre

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dientes, burlona) y se muestra preocupado por no encontrar el origen de
tan irracional temor. Ella se levanta, con rabia, le arroja unos billetes – la
cantidad justa del precio de la cita – y se marcha de allí, dando un
tremendo portazo, indignada. Al salir a la calle, camina a pasos
acelerados, con destino a su apartamento. Es hora de coger al toro por los
cuernos, es hora de decir “te quiero” a su novio, a ese que se desvivía por
ella. Si el jodido loquero no le había ayudado, a pesar de haber invertido
en él un pastón, ella se iba a ayudar a sí misma, ¡y que le dieran por culo
al ilustre colegio mundial de psiquiatría!

Se planta en su piso, jadeando; se prepara para el momento decisivo,


respira profundo, intenta calmarse; música rock, a todo volumen, en el
cuarto compartido, al fondo del pasillo. Su chico ha regresado del curro
más pronto de lo habitual. La situación no podría ser mejor; se acerca al
lugar, y cuando entra en la habitación dispuesta a gritarle a todo pulmón
y con toda su alma “¡TE QUIERO!”… se encuentra una espalda
femenina, agitada, sudorosa, montada sobre el cuerpo de su novio.

Y, en ese instante, Cristina lo comprende todo…

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Vetan a las herederas
de las Venus de Willendorf:
aspiramos a la ausencia de carne
- la línea curva es decadente -,
se conspira contra la imperfección natural.
Pánico y golpes a la autoestima
al mirar prendas - bonitas,
talla inadecuada - y la pantalla
del televisor, escaparate de escobas

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lustrosas - huesos decorados con telas -;
un reflejo del pasado que me angustia:
escasa confianza en la piel, diez kilos menos,
mi torpe deambular de zombie
y mi memoria anestesiada por la química.
Todo me hace reflexionar sobre el sentido
de ser mujer en este planeta,

corsé apretado para las formas redondas,


vivas llenas colmadas rebosantes
de belleza,

el que tú me arrancaste,
más pendiente del peso de mi corazón por cicatrizar
que de lo que marca la puta báscula.

Ana Patricia Moya
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ARANTZA GUINEA
Doble hoja (poema) 3
Las manos que les dieron (poema) 4

PEPE PEREZA
La tristeza (relato) 5

TOMÁS RIVERO
El cuerpo (poema) 9
Yo te nombraré pájaro (poema) 10

MARTA NOVIEMBRE
Cisma (poema) 11
Domingo (poema) 12

PATXI IRURZUN
La chica del tiempo (relato) 13

BEGOÑA LEONARDO
Preguntando a las margaritas (poema) 16
No me olvides (poema) 18

RUBÉN CASADO
Cuando ya no tienes donde (poema) 20
Lo propio es callar (poema) 21
A modo de testamento (poema) 22

ÁNGEL MUÑOZ
20 (poema) 23
Emparedado (relato) 25

MAR BENEGAS
A veces los niños… (poema) 27
De la muerte (poema) 29

REMISSON ANICETO
Transición (poema) 30

LUISA FERNÁNDEZ
Tus ojos (relato) 32

TONI QUERO
Si yo fuera Kurt Cobain (poema) 35

ADRIANA BAÑARES CAMACHO


Se ha acabado la vida… (poema) 37

ÓSCAR VARONA
Muñeca (relato) 38

ANA PATRICIA MOYA


Instinto (relato) 3944
Las líneas generosas de mi cuerpo… (poema) 42
SUPLEMENTO DE GROENLANDIA NÚMERO DIEZ (Enero \ Abril 2011)

Diseño: Ana Patricia Moya Rodríguez


Directora: Ana Patricia Moya Rodríguez
Edita: Revista Groenlandia

Han participado en este número: Ana Patricia Moya Rodríguez, Pepe Pereza, Patxi
Irurzun, Arantza Guinea, Tomás Rivero, Marta Noviembre, Begoña Leonardo, Rubén
Casado, Mar Benegas, Remisson Aniceto, Luisa Fernández, Toni Quero, Adriana
Bañares Camacho, Óscar Varona, Óscar Cardeñosa (portada y contraportada), Luis
Sevilla (página 28) Ricardo Bórnez (21, 25, 34 y 38) y Ángel Muñoz Rodríguez (2,
3, 5, 10, 12, 15, 17, 31, 36, 37, 42 y 45).

Todas las obras – relatos, poemas y fotografías – pertenecen a sus respectivos


autores. Todos los contenidos de esta publicación, desde el número cero, están
protegidos. Este suplemento \ especial se presenta junto a la revista de número
correspondiente. Groenlandia expresa que, para proteger nuestra cultura, es esencial
proteger las ideas originales de sus autores porque las mismas son un trabajo de
imaginación y esfuerzo únicos. Groenlandia aboga por la total libertad de expresión
sin censuras. Groenlandia es una publicación gratuita que no busca lucro: defiende la
cultura gratuita. Todas las publicaciones son de descarga gratuita desde las distintas
plataformas disponibles (página Web, ISSUU, SCRIBD).

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ISSN: 1989-7405
DEPÓSITO LEGAL: CO-686-2008
SUPLEMENTOS \ ESPECIALES DE GROENLANDIA

Cada número de Groenlandia va acompañado de un


suplemento o especial (temático). En estas publicaciones
encontraréis poemas, relatos, aforismos, fotografías,
ilustraciones, etc, de Rafael Infantes, David González,
Gustavo M. Galliano, Ana Patricia Moya, Luna Miguel,
David Morán, Ana Pérez Cañamares, Escandar Algeet,
Manuel Guerrero Cabrera, Luis Sevilla, Alejandro Serna
Rodríguez, Patxi Irurzun, Juan José Romero, Luna Miguel,
Yamila Greco, Silvia Loustau, Javier Das, Pepe Pereza,
Andrés Ramón Pérez Blanco, Adolfo Marchena, Raúlo
Cáceres, Ulises Varsovia, Amarande Guzmán, Antonio J.
Rodríguez, Ángel Muñoz Rodríguez, Pablo Morales de los
Ríos, Carmen Guillen, Óscar Varona, Rolando Revagliatti,
Luis Amézaga, María del Carmen Serrano, Roberto
Arévalo, Jorge Santana, Luisa Fernández, José Ángel
Conde, Felipe Solano, Juarma López, Francisco Parra, Jesús
Suárez Fernández, etc. Los podéis descargar en:

www.revistagroenlandia.com
http://www.scribd.com/RevistaGroenlandia

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PUBLICACIONES DE GROENLANDIA

Poesía
La reconstrucción de la memoria (Adolfo Marchena)
Bocaditos de Realidad (Ana Patricia Moya)
El Gotero (Luis Amézaga)
Las aguas y las horas (Saúl Ariza)
Autorretrato sin óleo (Pablo Morales de los Ríos)
La conspiración de la sirena (David Morán)
Ya no leo tebeos de Wonderwoman (Ángel Muñoz)
Cosas que nunca te diré (Eva Márquez)
Te lo verso a la cara (Ada Menéndez)
Transeúntes del olvido (Velpister)
Apología de la muñeca de Bellmer (Jorge Heras García)

Narrativa
Putas (Pepe Pereza)
Realidad Paralela (Ana Vega)
Cuentos de la Carne (Ana Patricia Moya)

Antologías
Los rincones más oscuros: antología del miedo
Poetas Guerreros (antología jóvenes poetas mexicanos)
Un poema siempre será nada más que un poema
Lo que habita en el cristal (antología poetas españoles)
Des-amor: antología literaria groenlandesa

PRÓXIMAMENTE

Poesía
No hay prosa (Andrés Pérez y Carmelita Contreras)
Bocaditos de Realidad, 2ª Edición (Ana Patricia Moya)
Escupí Sangre (Isaac Contreras)
En el invierno de la lluvia (Helena Ortiz)
Los pasos del neonato (Danilac)
Feto Oscuro (José Ángel Conde Blanco)
Urbe Desta Historia (Rubén Casado)
Carne (Daniel Rojas Pachas)
Emisión analógica (Tomás Illescas)

Narrativa
Putas, 2ª Edición (Pepe Pereza)
Contrafábulas (Franco Dimerda)
47
Momentos extraños (Pepe Pereza)
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