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La felicidad
La amistad
La responsabilidad
La motivación
El esfuerzo
Distinción entre valor y precio
Los valores son cualidades estimables de las cosas y de las acciones de las personas.
Por tanto, el valor es una estimación cualitativa.
Existe una jerarquía de valores, de modo que unos valen más que otros. Por ejemplo,
los valores intelectuales valen más que los materiales, y los morales más que los
intelectuales. Pero, puesto que los valores conforman la vida humana, los valores valen
por sí mismos y no tienen precio.
Goethe afirmaba que “da más fuerza saberse amado que saberse fuerte”. Y el amor no
tiene precio.
La felicidad
La felicidad es una aspiración del ser humano, un valor que orienta la vida y da
sentido a cualquier tristeza o contradicción concretas. La felicidad es, de nuevo, un
valor pero no tiene precio, ni puede intercambiarse de forma material.
Decimos esto porque aunque todos formalmente buscan la felicidad, también importa
saber a qué llamamos la felicidad. Para unos, por ejemplo Aristóteles, se encuentra en
la virtud, el ser buenos y no solo pensar el bien; para otros, consiste en tener, de aquí que
la felicidad entendida de forma clásica se ha transformado en un utilitarismo, buscar
aquello que me haga tener más y no sólo ser: ser persona, ser buena, ser buen padre o
buen hijo, o buen profesional, etc.
En efecto, tampoco Aristóteles desechó el hecho de tener: tener una familia, tener
amigos, tener un proyecto de vida, tener bienes. Porque, aunque la felicidad nunca es
completa porque constituye una aspiración humana siempre en búsqueda, consiste ésta
en la realización progresiva de nuestros proyectos según aquella realización primordial
que buscamos en nuestro vivir. Si nos referimos al amor, como bien inestimable,
consiste en una confianza como vínculo humano que es una herencia inigualable ante
desgracias futuras.
La amistad
La amistad se basa en la unión de los amigos por un bien común; lo contrario, como
plantea Aristóteles en su Ética a Nicómaco, será compadreo o mafia. Los amigos se
proponen ideales comunes y solo ellos son capaces de estimularse y se cambian entre sí,
sin imposición sino por admiración y afecto. En toda la literatura clásica se nombra a la
amistad como un auténtico don que enriquece la vida de quien la posee.
Aristóteles refiriéndose a la amistad dice que es una actitud amorosa que acepta a
los demás en su valor real porque los deja coincidir con su verdadero ser. Al mismo
tiempo motiva valores como el de la justicia.
Esta relación personal no consiste sólo en dar de nuestro tiempo, en mostrar o demostrar
algunas de nuestras habilidades, enseñar al que no sabe, asistir al desvalido, acompañar
al que está solo... porque no importa sólo este quehacer sino sobre todo la forma cómo
se llevan a cabo estas tareas. Esa manera peculiar de tratar al otro, que es el amigo,
consiste en conocer la situación del otro, ponerse en su lugar, interesarse por sus
preocupaciones, comprender sus puntos de vista, etc.
Para entablar esta relación personal hemos de ser, además, humildes. Nadie se
encuentra con otro si no es desde la humildad, que es primero reconocerse deudor, es
decir, con deseos de aprender del otro para saber qué ha de hacer, con ilusión por
saber.
La responsabilidad
La motivación
El amor es presencia de alguien o de un ideal que nos lleva a contar con él y a confiar.
Así se desprenden lazos, posibilidades del corazón que, de otro modo, no se darían.
Este carácter afectivo hace salir al hombre para ejercer el compromiso, el riesgo, la
responsabilidad que, al mismo tiempo, le realiza.
_ Sigo pensando que la clase de Historia es horrible. De hecho, todas las clases en
esta escuela son horribles. Es una escuela horrible.
_ ¿Las hay mejores?_ preguntó Harry.
_ No -contestó Mark- seguramente nos las hay. Conozco a niños que van a
colegios privados, y otros que van a escuelas parroquiales, y por lo que me cuentan, las
escuelas son horribles en todas partes.
_ ¿Qué hace que sean tan malas? Preguntó Harry.
_ Las personas mayores -respondió Mark en seguida-. Organizan las escuelas
para su propia conveniencia. Mientras haces lo que te dicen, bien. Pero si no, te las has
cargado.
_ Mark -empezó María con calma- sólo lo hacen por nuestro bien.
_ Ya -dijo Mark - puedes estar segura de lo llamarán 'bien" hagan lo que hagan....
La verdadera cuestión es si las escuelas han de ser dirigidas por gente que sabe lo que
hace o por gente que no sabe lo que hace.
_ Harry se encogió de hombros. Que entienda, supongo -contestó. El que dirija
las escuelas debe entender a los niños.
El esfuerzo
El esfuerzo es un medio que anima a conductas positivas, aunque se nos aparezcan como
más difíciles de conseguir pero deseables por el valor que poseen en sí mismas. Lo
contrario:la dejadez, la desidia, la indiferencia son antivalores que nos impiden la
realización personal.
El igualitarismo, como ley del mínimo esfuerzo, no nos hace mejores y lleva aparejado
un confusionismo y un engaño que no educa sino que pone un velo de conformismo y
falsa igualdad, que no satisface a largo plazo ni a unos ni a otros. El esfuerzo nos permite
también alcanzar la libertad, pues libera de emociones vagas o pensamientos débiles
que impiden alcanzar aquello mejor a lo que se aspira. Pues el esfuerzo consiste
en no dejar de empeñarse en el bien, aunque resulte costoso en tiempo, en atención o en
dedicación.