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Economías barrocas y
, >'v
>*vv pragmática popular
Verónica Gago
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traficantes de sueños
mapas
© 2 0 1 5 , del texto, Verónica Gago.
© 2 0 1 5 , de la edición, T in ta L im ón y Traficantes de Sueños.
@ creative
commons Licencia Creative Commons
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(C C BY -N C -N D 3.0)
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Verónica Gago
traficantes de sueños
mapas
r
Indice
Agradecimientos 11
Introducción a la edición de
Traficantes de Sueños. Sandro Mezzadra 13
Introducción 21
Bibliografía 337
Agradecimientos
la copia @
se permite
Introducción a la edición de
Traficantes de Sueños
Sandro Mezzadra
«tercermundistas»,
D ifu m in a d o e l r e c u e r d o d e l o s m ito s
de la revolución cubana, del Che y de las guerrillas de los
años setenta y ochenta del siglo XX, Am érica Latina ha
vuelto en los últimos años a ejercer una potente influen
cia sobre los imaginarios de los m ovimientos radicales
europeos. Las grandes revueltas contra el neoliberalismo
a caballo del nuevo siglo, en México, Ecuador, Bolivia y
Argentina, han representado referencias esenciales para
el m ovimiento «antiglobalización», que ha tenido a su vez
en Porto Alegre, Brasil, uno de sus lugares de encuentro
más importantes. Los gobiernos «populares» formados
en m uchos países gracias al espacio abierto por dichas re
vueltas, han configurado posteriorm ente un ciclo político
a nivel regional que en este breve espacio inicial del siglo
XXI, ha parecido constituir la única experiencia real de
éxito en la reconstrucción de una alternativa de «izquier
das». Muchas son, evidentemente, las diferencias entre las
la copia @
E n A m é r i c a l a t i n a , el neoliberalism o se h a convertido
en un térm ino que busca quedar fijado en el pasado.
Com o palabra-llave, encierra un diagnóstico rápido y
com prensible por todos de un conjunto de políticas que
alteraron la fisonom ía del continente (privatizaciones,
reducción de protecciones sociales, desregulación fi
nanciera, flexibilización laboral, etc.). Sin duda, desde
la década de 1970, nuestro continente ha sido u n lugar
de experim entación para esas m odificaciones im pulsa
das «desde arriba», por organism os financieros in tern a
cionales, corporaciones y gobiernos. Por eso, en A m éri
ca latina el neoliberalism o es u n régim en de existencia
de lo social y un m odo del m ando político instalado
regionalm ente a p artir de las dictaduras, es decir, con
la m asacre estatal y p araestatal de la insurgencia popu
lar y arm ada, y consolidado en las décadas siguientes a
p artir de gruesas reform as estructurales, segú n la lógi
la copia @
1
M ich e l F o u ca u lt, E l n acim ien to de la bio p o lítica , B u e n o s A ire s, FC E ,
2007.
y prácticas que despliegan una racionalidad de nue
vo tipo que no puede pensarse sólo im pulsada «desde
arriba».2 Foucault ha dicho que la innovación radical del
neoliberalismo es que se trata de una forma de gobernar
por m edio del impulso a las libertades. Lo que a prim era
vista parece una contradicción, se vuelve una forma so
fisticada, novedosa y compleja de enhebrar, de m anera
a la vez íntim a e institucional, una serie de tecnologías,
procedimientos y afectos que im pulsan la iniciativa libre,
la autoempresarialidad, la autogestión y, también, la res
ponsabilidad sobre sí. Se trata de una racionalidad, ade
m ás, no puram ente abstracta ni m acropolítica, sino puesta
en juego por las subjetividades y las tácticas de la vida
cotidiana. Como una variedad de m odos de hacer, sentir
y pensar que organizan los cálculos y los afectos de la m a
quinaria social. En este punto, el neoliberalismo se vuelve
una dinámica inmanente: se despliega al ras de los territo
rios, m odula subjetividades y es provocado sin necesidad
prim era de una estructura trascendente y exterior.3 Desde
esta perspectiva, el neoliberalismo no se deja comprender
si no se tiene en cuenta cómo ha captado, suscitado e in
terpretado las formas de vida, las artes de hacer, las tácti
cas de resistencia y los m odos de habitar populares que lo
han combatido, lo han transformado, lo han aprovechado
y lo han sufrido.
Una topología primera: desde arriba, el neoliberalis-
m o da cuenta de una m odificación del régim en de acu
m ulación global -nuevas estrategias de corporaciones,
agencias y gobiernos- que induce a una m utación en las
instituciones estatal-nacionales. En este punto, neolibera-
lismo es una fase (y no un m ero matiz) del capitalismo. Y
la copia @
2
C ircu n stancias com o estas dem u estran lo lim itad o de la m etafora to-
p ológica d e abajo y arriba. C o m o fo rm a d e gu bern am en talid ad , los p o
se permite
deres vienen de arriba y o p eran sim u ltán eam en te d esd e abajo. O tam
b ién constituy en u n m o d o esp ecífico d e interpretar aq u ello q u e v ien e de
ab ajo co m o form as d e existen cia q u e se h acen b ajar d esd e lo alto.
3 ;
C o m o en la n o ta an terio r, se a siste a la in su fic ien cia d e la d istin ció n
fo rm a l, sim p le, en tre tra n s ce n d e n c ia e in m a n en cia . El n eo lib e ra lis-
m o es u n a fo rm a a v a n za d a y so fistica d a d e in m a n e n tiz a c ió n d e la
tra sc e n d e n c ia . C o m o tal, es im p o rta n te p re g u n ta rse p o r el b o rd e con
lo q u e p o d ría m o s lla m a r la tra sc e n d e n ta liz a c ió n d e la in m a n en cia.
desde abajo el neoliberalismo es la proliferación de modos
de vida que reorganizan las nociones de libertad, cálculo y
obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectivi
dad colectiva.4
Las revueltas durante la crisis de 2001 en Argentina
m arcaron el quiebre de la legitimidad política del neoli-
beralismo «desde arriba». Esas revueltas son parte de una
secuencia continental: Venezuela, Bolivia, Ecuador (y una
nueva secuencia de m ovilizaciones como las de Chile y
Brasil más recientes). A ese quiebre prim ero se debe el
giro posterior de los gobiernos de la región.5 El neolibera-
lismo sobrevive sin embargo por arriba y por abajo: como
renovación de la forma extractiva-desposesiva en un nue
vo m om ento de soberanía financiarizada y como raciona
lidad por abajo que negocia beneficios en ese contexto de
desposesión, en una dinámica contractual que mixtura
formas de servidumbre y de conflictividad.
En nuestro continente, la crisis del neoliberalismo ha
abierto un debate sobre cómo caracterizar al momento que le
sigue. Una línea gira alrededor de la discusión sobre la con-
ceptualización del posneoliberalismo.6 Desde nuestro punto
de vista, el prefijo pos -e n el vocablo posneoliberalism o- no
6 U lrich B ran d y N ik o la Sek ler, «P o stn eo lib era lism : C atch -all w o rd or
7
' V éase AAVV, L a gran crisis de la econom ía global. M ercados financieros, luchas
sociales y nuevos escenarios políticos, M adrid, Traficantes de Sueños, 2009.
8 /
N o h a y « p o st» n i «p re» en u n a v isió n d e la h isto ria q u e n o es li
n eal ni te le o ló g ica , q u e se m u ev e en ciclo s y esp ira les, q u e m arca
u n ru m b o sin d e ja r d e re to rn a r al m ism o p u n to . ¿C u ál es en to n ces
el c rite rio te m p o ra l p a ra v a lo ra r lo q u e a co n tece? « L a re g re sió n o la
p ro g re sió n , la re p e tic ió n o la su p e ra c ió n d e l p a sa d o está n en ju e g o
en c ad a c o y u n tu ra y d e p e n d e n d e n u estro s a cto s m ás q u e d e n u e s
la copia @
tazos/Tinta L im ó n , 2010.
10
L au ren t B ov é, L a estrategia del conatus, M ad rid , T ierra d e N ad ie, 2009.
políticas. No porque haya sim plem ente que desconfiar de
lo que declaman, sino porque el neoliberalism o es una
forma anclada en los territorios, fortalecida en las sub
jetividades populares, expansiva y proliferante en tér
minos organizativos en las econom ías informales. Esta
perspectiva no im plica desproblem atizarla como lógica
de gobierno, sino profundizar el m odo en que ese im pe
rativo de gobierno se articula con formas de invención no
reducibles, aunque tam poco del todo incompatibles, con
el diagram a neoliberal.
Tres lugares, entonces, a desarmar de los cuales depen
de la arquitectura discursiva que sólo explica el neolibe
ralismo desde arriba. Primero, que el neoliberalismo se
trata sólo de un conjunto de macropolíticas diseñadas por
centros imperialistas. Esto supone toda una serie de coro
larios políticos decisivos en la medida en que la fórmula
que parece oponerse a esa conspiración internacional es
la renovación de una voluntad de intervención estatal-na-
cional. En América latina, el nuevo estatismo está lejos de
ser una forma de inmunización al neoliberalismo. Este ra
zonamiento tam bién supone un mapa: un neoliberalismo
pergeñado en el norte que se derrama a los países del sur.
Esta perspectiva, sin embargo, toma al estado y a las gran
des corporaciones como principales y determinantes acto
res. Pero lo hace en un sentido transhistórico o ahistórico:
es decir, los excluye de las modificaciones concretas de su
accionar tras la difusión de las prácticas neoliberales.
Segundo punto a descomponer: que el neoliberalismo
se trata de una racionalidad que compete sólo a grandes
actores políticos y económicos, sean transnacionales, re
gionales o locales. Más bien, nos interesa pensar a nivel
la copia @
m a de captura/explotación.
11
E rn e sto L a c la u , L a razón p o p u lista , B u en o s A ire s, F C E , 2005.
12
Sask ia Sassen,T erritorio, autoridad y derechos, B u en os A ires, K atz, 2010.
13 r
G illes D e le u z e y F é lix G u a tta ri, M il m eseta s, V a le n cia , P re-T ex to s,
1988.
Para desmontar las versiones del neoliberalismo que lo
consideran sólo como un conjunto de políticas estructura
les del pasado, haremos aquí un uso preciso de Foucault
en la m edida que nos permite pensar la gubernamentali-
dad en términos de ampliación de libertades y por tanto
analizar el tipo de ensamblaje productivo y multiescalar
que implica el neoliberalismo actual como m odo de go
bierno y de producción de realidad que tam bién desborda
ese gobierno. Neoliberalismo: a la vez mutación subjetiva
y estructural, orgánica y difusa. Sin embargo, queda aún
pendiente un nuevo pliegue: discutir los m odos de domi
nación que esta nueva m anera «libre» de gobernar impone.
Desde Am érica latina, hay que completar a Foucault
partiendo de las revueltas de la última década y anclar
allí la crítica al neoliberalismo como m odo de poder, de
dom inación y desposesión y, al m ism o tiempo, discutir las
imágenes y las formas de felicidad política que están in
volucradas en las diversas nociones de libertad que en el
neoliberalismo compiten y cooperan, en simultáneo.
Subrayamos una presencia de Marx, desde la cual leer
a Foucault. Doble. Por un lado, para partir de la premisa
que las subjetividades tienen que ver siempre con prác
ticas, con estructuras que son prácticas articuladas y con
discursos que son siempre dimensión de la práctica («fo
cos de experiencia») y que, por tanto, no se constituyen
dando un lugar privilegiado a la conciencia o a la espiri
tualidad racionalista. Luego, que la pregunta por la pro
ducción de valor es central pero no en un sentido econo-
micista o que concibe al trabajo como esfera separada y
restringida de la vida social y esto a pesar de que el prin
cipal rasgo del capitalismo es su capacidad para reducir el
la copia @
17
P ao lo V irn o , G ram ática de la m u ltitu d . P a r a un an álisis de las fo rm a s
de v id a co n tem p o rá n ea s, M a d rid , T ra fica n tes d e S u e ñ o s, 2003.
la definición foucaultiana del migrante como inversor de sí
con la puesta en juego de un capital comunitario. Se trata
de un impulso vital que despliega un cálculo en el que se
superpone una racionalidad neoliberal con un repertorio
de prácticas comunitarias produciendo como efecto lo que
llamamos neoliberalismo desde abajo. En ese desfasaje que
sin embargo se produce de manera conjunta, vemos la cuña
de una nueva interpretación de la pragmática vitalista.
Volvamos al tiempo. Esta m ixtura barroca forma zonas
abigarradas que exponen un hojaldramiento temporal. Esto
implica que las categorías laborales se tornan fluidas e in
termitentes y se dejan leer como trayectorias complejas que
se traman bajo un cálculo urbano que es sumamente flexible
para transitar por momentos de trabajo como aprendiz y
como microempresario, sumarse a la economía informal
con la perspectiva de formalizarse, estar desempleado un
tiempo y, en simultáneo, conseguir recursos por medio de
tareas comunitarias y sociales. Y de transitar, usufructuar
y gozar, de modo táctico, relaciones familiares, vecinales,
comerciales, comunales y políticas. En fin, la cualidad «abi
garrada» que caracteriza esta economía -concepto clave de
Silvia Rivera Cusicanqui que trataremos en extenso- revela
la pluralidad de formas laborales y pone de relieve las fron
teras mismas de lo que llamamos trabajo.
Nuestro propósito es exponer una economía popular
que se desarrolla en Buenos Aires y en conexión trans
nacional con otras ciudades porque está marcada fuerte
mente por la presencia migrante, por la innovación de las
formas de producción, circulación y organización de sus
dinámicas colectivas y que, en tanto tal, da cuenta de una
transform ación más amplia del m undo del trabajo tras la
la copia @
18 ,
P. V irno, A m biv alen cia de la m ultitud, B u en o s A ires, Tinta L im ó n , 2006.
Para tal propósito opondremos una perspectiva «extra-
m oral» de las estrategias vitales, en las cuales es decisi
vo comprender el m odo en que se articulan, se piensan,
agencian energías y redes, cooperan y compiten esas eco
nomías y los sujetos que las producen y las transitan. De
cir «extra-moral» supone abandonar el registro m etafísico
(en el sentido de una m etafísica occidental que una y otra
vez escinde al ser en una instancia espiritual activa y una
m ateria pasiva a conocer-gobernar) de la m oral (sea del
trabajo o de las costumbres decentes o, en versión étnica,
del buen salvaje) para concentrarse en el filo vital de lo
que organiza estrategias para existir, crear, producir va
lor, ritualizar el tiempo y el espacio, hacer de la vida una
fuerza de perseverancia que ensambla recursos m ateria
les y espirituales disímiles y que pone preguntas decisivas
sobre tres nociones decisivas para repensar nuestra época:
progreso, cálculo y libertad.
la copia @
se permite
. Entre la microeconomía proletaria
y la red transnacional:
la feria La Salada
1
D u ra n te este a ñ o el d ia rio L a N ación v o lv ió so b re la calificació n
n o rte a m e ric a n a al re sp ecto : v e r la n o ta del 12 d e fe b rero d e 2014,
titu la d a « L a Sa la d a , el p rin cip a l m erc a d o n eg ro d e la re g ió n , para
E E .U U .» , y la n o ta d e l 30 d e a b ril d e 2 0 1 4 « E sta d o s U n id o s se q u ejó
d e la "a u se n c ia d e v o lu n ta d p o lític a " d el g o b iern o a rg e n tin o para
c o m b a tir los p ro d u c to s "tru c h o s "» .
balneario m arplatense- y Ocean -tam bién como referencia
balnearia, actualizada por el sentimiento de inmensidad
oceánica que despierta ver la feria en todo su despliegue-.
Además tuvo todo un sector de ventas a cielo abierto, de
m ayor precariedad, que se llamó La Ribera. Actualmente
está suspendido aunque se arma por tramos, esporádica
mente. Es el espacio sometido a m ayor presión porque es
el lím ite m ás inform al de la feria y m ás conflictivo desde
que la gendarm ería fue trasladada justam ente como fuer
za de orden fronteriza y dispuesta al borde del Riachuelo.
La Salada es un territorio m igrante por su composi
ción: sus fundadores, a inicios de la década de 1990, fue
ron un puñado de bolivianas y bolivianos.2 Actualmente,
la m ayoría de los feriantes provienen de diversas partes
de Bolivia, pero tam bién hay argentinos, paraguayos, pe
ruanos y, últimamente, senegaleses encargados de la ven
ta de bijoux. La Salada es migrante, además, por el circuito
que siguen sus m ercancías: los compradores llegados de
países limítrofes abren rutas de distribución y comercia
lización hacia sus países, al m ism o tiempo que muchas
mercancías arriban desde distintos lugares del planeta.
La Salada, en su carácter aparentemente marginal, es un
punto de una red transnacional en expansión y un lugar
privilegiado para m ostrar la m ultiplicidad de economías
y de procesos de trabajo heterogéneos en los que se m a
terializa el sistem a económ ico global. Esta localización
singular constituye un ensam blaje donde se combinan un
componente anómalo y diferencial, capaz de sostener la
hipótesis de la existencia de una globalización popular
2
E n u n a serie d e co m p le jo s d e sd o b la m ie n to s, a m p lia cio n e s y c o m
la copia @
so sp e ch o sa s en n o v ie m b re d e 2 0 0 1 , y M e ry N a tiv id a d S a ra v ia R o d rí
g u ez ju n to co n el a rg e n tin o Q u iq u e A n te q u e ra ; en 1 9 9 4 n a ce O cean ,
a m p lia ció n llev a d a a d e la n te en p rin cip io p o r el m ism o R o jas co m o
a d m in istra d o r y lu eg o , « p o r u n g o lp e d e esta d o » q u ed ó en m an o s
d e M a n u el R em o n te, ta m b ién n a cid o en B o liv ia . E n 19 9 9 , en ab ierta
c o m p e te n c ia , se a b re P u n ta M o g o tes, a d m in istra d a p o r el a rg en tin o
Jo rg e C a stillo . V éa se N a ch o G iró n , L a Salada. R ad iog ra fía d e la fe r ia m ás
p o lém ica de L atin oam érica, B u e n o s A ire s, E d icio n es B , 2011.
«desde abajo», y dinámicas de subordinación y explo
tación que señalarían una modalidad característica del
mando capitalista en su fase posmoderna.
La Salada propone -expone e invita- a una epistemo
logía que esté a su altura (y a su anchura desbordante).
Una epistemología fronteriza, para usar la expresión de
Gloria Anzaldúa. Un modo de conocimiento que surge de
los desplazamientos de territorio, de oficios y de lenguas.
Que supone prestarle atención a esos tránsitos y confiar en
que hay allí una fuerza expresiva, una promesa vital, un
saber del movimiento. Una perspectiva capaz de ser elásti
ca y generosa con el ritmo tumultuoso de lo que acontece.
¿Pero por qué La Salada sería una zona de frontera? Mejor:
¿por qué ubicar a La Salada en la triple frontera?
1) La frontera como espacio social de lo heterogéneo. Que
la mayoría de sus fundadores y actuales feriantes sean
migrantes im prime a La Salada un carácter transnacional
que se dispersa en una urbe como Buenos Aires. Pero no
sólo se trata de una cuestión de origen. También de pro
yección: las mercancías de esta mega feria cruzan fronte
ras internas y externas y rem apean los circuitos de trajines
comerciales, políticos y familiares. A su vez, las réplicas
que La Salada provoca en distintos lugares (las llamadas
saladitas) van produciendo nuevas ampliaciones de su in
fluencia y, en su itinerante multiplicación, m uestran una
capacidad de veloz conquista de espacios. De m anera tal
que La Salada tiene ansias de expandirse a otros lugares o,
directamente, de inventarlos. Fórmula exitosa, en diver
sas escalas, de un modo de negocio popular. Pero, sobre
todo, dinámica que informa de procederes y saberes que
se articulan en un ensam blaje de componentes m uy va
la copia @
La moneda viva
M icroeconomías proletarias
7
E sta p ersp ectiv a es la q u e se p la sm a , p o r ejem p lo , en el lib ro de
Ja v ie r A u y e ro y M a ria F e rn a n d a B e rti, L a v io len cia en los m árgen es,
B u en o s A ire s, K a tz , 20 1 3 . Su tra b a jo , in te re sa n te en el m o d o en q ue
u b ica el p ro b lem a d e la v io le n c ia sin co m p a rtim e n ta rla p ara m ás
b ie n in d a g a r su s in te rco n e x io n e s, re itera el locu s clá sico d e la v io le n
cia co m o a n o m ia , ex a c e rb a d a p o r las co n d icio n e s d e p o b rez a.
En este sentido, la Salada logra com binar una serie de
microeconomías proletarias, compuestas por pequeñas y
m edianas transacciones y, al m ism o tiempo, es base de
una gran red transnacional de producción y comercio
(m ayoritariam ente textil). Esto ocurre porque en ella se
desarrolla la venta al por menor, el m enudeo com ercial -
que posibilita diversas estrategias de supervivencia para
revendedores-, pero tam bién suculentos negocios para
pequeños im portadores, fabricantes y feriantes, además
de dar espacio a un consumo m asivo. Los núm eros que se
m anejan en La Salada son enormes: con solo dos días por
sem ana de actividad, su facturación en 2009 fue m ayor
que la de los shoppings de todo el país (casi 15.000 m illo
nes de pesos argentinos contra 8.500 millones de pesos
argentinos de los centros comerciales, según datos oficia
les del Instituto Nacional de Estadística y Censos, Indec).8
La Salada y los talleres textiles arman un circuito en el
cual las categorías laborales son cambiantes e interm iten
tes. Como tránsitos flexibles entre labores de dependencia
e iniciativas de cuentapropismo, oscilan entre mom entos
de informalidad y aspiraciones nunca abandonadas de
«blanquearse», ser beneficiario de subsidios estatales y
descansar en redes comunitarias; transitar, usufructuar
y gozar, de modo táctico, relaciones familiares, vecinales,
comerciales, comunales y políticas. En fin, son las zonas
fronterizas que pueblan esta econom ía las que revelan
la pluralidad de formas laborales y ponen de relieve las
fronteras mismas de lo que llamamos trabajo.
La Salada es un territorio en el que se ven nuevos re
gímenes de sometimiento y nuevos lugares de innovación
social. La pregunta es: ¿cómo captar tam bién los episodios
la copia @
8
« L a S a la d a v e n d e m ás q u e los sh o p p in g s» (n o ta d e P a tricia B arral,
P erfil, 9 d e m a y o d e 2 010).
Pragmática vitalista
10
P ara el e stu d io d e la o rg a n iz a c ió n m ig ra n te a tra v és d e red es en el
se c to r h o rtíco la , v é a se R o b erto B e n e n c ia , « P a rtic ip a ció n d e los in m i
g ra n tes b o liv ia n o s en esp a cio s e sp e cífic o s d e la p ro d u c c ió n h o rtíco la
a rg e n tin a » , P o lítica y S o cied ad , M a d rid , v o l. 4 9 , 2 0 1 2 , pp. 163-178.
La vitalidad que queremos poner de relieve, sin em bar
go, implica una perspectiva política fundamental: no con
siderar a los sujetos de estas economías barrocas como
víctimas.
La desinversión sistem ática del estado en su fase neo
liberal más dura genera el espacio para interpelar a los
actores sociales bajo la ideología del microem presario y
del emprendedorismo. Es un modo en que las políticas auto-
gestivas aparecen subsanando las actividades y servicios
de reproducción (de la educación a la salud, del cuidado o
la seguridad al transporte), de modo que los trabajadores
se ven obligados a asumir los costos de su reproducción,
de manera que -co m o argumenta F ederici- «cada articu
lación de la reproducción de la fuerza de trabajo ha deve
nido un m om ento de acumulación inmediata».11
11
S ilv ia F e d erici, R ev o lu tio n at P o in t Z ero: H o u sew o rk , R ep rod u ction
an d F e m in ist S tru g g le, O a k la n d , P M P ress, 2 0 1 2 [ed. ca st.: R ev o lu ció n
en pu n to cero. T rabajo d om éstico, rep rod u cción y lu ch as fe m in is ta s , M a
d rid , T ra fic a n tes d e S u e ñ o s, 2013]..
saladitas colonizan. También crece en los servicios que ofre
ce (por ejemplo la formación de una obra social propia de
la feria Urkupiña) y en la serie de negocios que posibilita.
La feria como trama urbana logra combinar una tem pora
lidad de construcciones veloces y versátiles (los puestos se
arman y se desarman a la vez que la infraestructura m ism a
de la feria cada vez se estabiliza y robustece) con un pro
greso sostenido y amplificado en el tiempo.
Es habitual en las ciencias sociales asociar economía in
formal con economía invisible y marginal. Incluso su mote
de ser una economía que funciona «en negro» (es decir, fue
ra de los parámetros legales y tributarios de la economía
formal) revela ese supuesto carácter de economía oculta,
en las sombras. Pero estas economías ya no pueden consi
derarse como marginales casi desde ningún punto de vista
pero m enos aun en su capacidad de un trato íntimo con la
heterogeneidad metropolitana (con la articulación de m o
dalidades que van del autoempleo al comercio ilegal, en un
continuum que en términos neoliberales niega lo que esos
fragmentos tienen en común y los organiza como segmen
tados) y porque revelan el dilema de las ciudades sobre la
simultánea visibilización e invisibilización de la función
productiva de estas economías.
Al ser cada vez m ás m asivas y callejeras, estas econo
m ías informales oscilan entre la hipervisibilización y la in-
visibilidad. El interrogante, dicho de m odo sucinto, puede
rastrearse entre quienes pretenden erradicarlas y quienes
proponen su reconocimiento como parte de las dinámi
cas urbanas actuales. Al m ism o tiempo su visibilidad está
cargada de dilemas que tom an la forma de estereotipos
y prejuicios, pero tam bién por la dificultad de nombrar
la copia @
Copia y frontera
12
Jo h n C o m a ro ff y Je a n C o m a ro ff, E tn ic id a d S .A ., B u en o s A ires,
K a tz , 2011.
13 S. S a sse n , T erritorio, a u to rid ad y d erech os, op. cit.
En este punto el impacto de las transformaciones neolibe
rales es un dato decisivo: anudan de m odo complejo un
entramado de inform alización creciente con dinámicas
em prendedoras (a un nivel em presarial y popular, ambos
actores transnacionalizados) en un contexto de flexibiliza-
ción y desposesión de derechos. Pero entonces, ¿es el rei
no de la copia, proliferante en las m odernidades ficticias,
un acervo de experiencias de las cuales provienen y se
proyectan principios de m odernidades alternativas? ¿Pro
pone La Salada una epistem ología vernácula de la copia
como ser verdadero de las cosas? En la m egaferia La Sa
lada todo es copia y todo es verdadero. Simultáneamente.
De allí su potencia polém ica y su carga problemática. En
todo caso, las llamadas falsificaciones son tales por razo
nes que ponen en cuestión la noción m ism a de lo falso.
Además, hay múltiples categorías y formas de lo falso en
circulación. Y esto se debe al modo de producción de las
prendas -m ayoritariam ente textiles, pero no só lo - que se
consiguen tanto al por m ayor como para el m enudeo m i
norista o el consumo familiar. En esa borrosa zona de pro
ducción que da lugar al inmenso nodo de venta y distri
bución transnacional que es La Salada brilla como enclave
el taller textil clandestino. Abriendo una nueva paradoja:
La Salada es un espacio de publicidad y expansión para
una producción que tiene su m arca en la clandestinidad.
De nuevo volviendo a complicar la simple oposición entre
ambos términos: el original es producido en la clandestini
dad y la copia falsa distribuida a cielo abierto.
Y es que entre el taller y la feria proliferan todo tipo de
marcas: se comercializan prendas sin ningún logo, otras con
marcas especialmente producidas para la feria y también
aquellas pertenecientes a las conocidas casas de ropa, en la
la copia @
16 A d id a s la n z ó u n a p u b licid a d en la q u e u n eq u ip o d e fú tb o l a m a
se permite
te u r ju e g a co n ro p a d e esa m a rc a p e ro a m ed id a q u e se n o ta q u e pasa
el tie m p o , las c a m ise ta s se a ch ica n y las z a p a tilla s se ro m p en . La p a n
talla se o sc u re ce y a p a re ce escrito : « L a ro p a fa lsifica d a n o te h a ce v er
m u y b ien . Si es ileg a l se p ro d u c e en m a la s co n d icio n es d e tra b a jo y
co n m a teria le s d e b a ja ca lid a d » . E sas c o n d icio n es d e tra b a jo , sin e m
b a rg o , so n las m ism a s en las q u e se p ro d u c e la ro p a « n o fa lsificad a».
17 Ja q u e s R a n cié re , L a n och e d e los p roletarios, B u en o s A ire s, T in ta L i
m ó n , 2010.
Los escraches realizados a las m arcas (en su m ayoría
por la organización La Alam eda) fueron p arte de ese
tipo de cam paña, a través de la cual se buscaba visibili-
zar u n circuito económ ico que ensam bla partes legales
e ilegales pero cuyo funcionam iento requiere ser invi-
sibilizado para realizar eficazm ente el consum o. Esas
denuncias públicas tam bién bu scaban ridicu lizar las
diferenciaciones entre negocios caros y ferias cuando la
m ercad ería es la m ism a.18
Una escena relatada por una trabajadora de una fábri
ca textil, que trabaja en blanco para grandes m arcas pero
que tam bién terceriza en talleres clandestinos, cuenta lo
siguiente. La fábrica, con un 80% de trabajadores m igran
tes, produce para las principales empresas deportivas
m ultinacionales. Uno de los encargos que tiene que cum
plir es la confección de la cam iseta de fútbol de uno de los
cuadros m ás importantes de Argentina. Su lanzamiento
está previsto como un verdadero evento. En el taller, uno
de los costureros saca una foto con su celular a la cam ise
ta, aún flamante, secreta. Esa foto pasa a las redes sociales.
Una suerte de anticipo clandestino para los fanáticos del
club. La im agen prolifera y el club y la m arca ven arrui
nada su prim icia, con preocupación y gran pérdida de
prestigio, de m ando sobre el lanzam iento y prom oción
de la prim icia y, por ende, de ganancias. La represalia
recae sobre los trabajadores y trabajadoras, a quienes se
les prohíbe desde entonces todo dispositivo de comuni
cación, sea el teléfono que sea. El padecimiento para las
obreras es doble, ya que en esas largas jornadas de tra
bajo el celular es el modo de saber cómo están sus hijos,
coordinar su cuidado, hablar con ellos para escucharlos y
decirles, por ejemplo, a qué hora regresan.
la copia @
18 Se c a n ta b a en to n ces: « ¡Q u é c a g a d a , q u é c a g a d a , co m p ra s c a ro en
S a n ta Fe lo m ism o q u e se v e n d e en L a Salad a!».
clásicam ente se llam aba secreto industrial). U na suerte
de castigo a la venganza obrera de ser quienes las con
feccionan los prim eros en disfrutarlas y difundirlas. Las
falsificaciones m asivas -c o n creciente p erfeccionism o-
m uestran el desfasaje entre un deseo de consumo glo-
balizado y la gestión p olítica de su escasez-exclusividad.
M ím esis y heterotopía
19 '
El ca so d e L a c o ste vs. W a ch itu rro s es e m b le m á tic o en este sen tid o.
E n esp ecia l la p o lém ic a d e si la m a rca o freció o n o d in ero al g ru p o
p ara q u e d e ja ra n d e « d e sp re stig ia rla » y el m o d o en q u e los can tan tes
c u m b iero s d e fe n d ie ro n su d e re c h o al uso.
por clases populares, su valor es subvertido/devaluado.
Es un tipo de producción de la copia que desvaloriza el
original al m ism o tiem po que expone lo que tienen en
com ún -se m i id én tico - la producción de ambos, ponien
do en evidencia la disputa por la diferencia de ese bien
intangible y cada vez m ás decisivo: la construcción de un
m odo de vida. Como señala Chang, las «falsas» m arcas y
el consumo de los «superlogos» «puede reescribir la teo
ría com pleta de la m ím esis». Siguiendo esta línea, lo fal
so m ism o se disloca respecto a la diferencia verdadero/
falso, en tanto lo falso «en la “globalización de lo falso"
significa “contra-falsificación" así como “apropiación"».
Lo falso a gran escala arma un paisaje heterotópico:
una reglam entación m eticulosa pero no institucionaliza
da de m odo tradicional organiza el intercambio a cielo
abierto. Ni su heterogénea contextura ni su extensión,
aunque tampoco su aparición y desaparición en el m edio
de la noche en sus primeros años, perm iten comparar a La
Salada con otros espacios urbanos.
Foucault dice unas palabras bellísim as sobre las ferias,
a las cuales compara con el teatro, como espacios hetero-
tópicos ligados al tiempo según la m odalidad de la fiesta.
Verdaderas heterotopías crónicas que se arman al borde
de las ciudades.
El reino de la copia transnacional que caracteriza a la
m egaferia del conurbano bonaerense tal vez sea un plagio
de aquella m ultitud anónima, m ultiétnica y m óvil que po
blaba los barcos que hicieron del capitalismo una empresa
transatlántica. La feria conjuga, en su heteróclita compo
sición, todos los rasgos de un nuevo tipo de proletariado,
seguramente falso si se lo compara con aquel que se esta
la copia @
2 0
B e a triz Ja g u a rib e , O ch o qu e do real. E stetic a , m id ia e cu ltu ra, R ío de
Ja n e iro , R o cco , 2007.
Sobre lo común
2 1
R. G u tiérrez A g u ila r, « M o d e rn id a d e s A lte rn a tiv a s. R ecip ro cid ad
y fo rm a s c o m u n ita ria s d e re p ro d u c ció n m a te ria l» , m im eo .
de cooperación. También aquí la pregunta es: ¿cuál es una
noción operativa de lo común? La «equivocidad», como
tensión entre significaciones opuestas, las «singularidades
ético-políticas» reunidas en el hacer social multitudinario,22
que coexisten con las apropiaciones de un «comunismo del
capital», señalan ese terreno de disputa y ambivalencia. Sin
embargo, no permiten dejar de lado el énfasis en que la lu
cha decisiva pasa hoy por la «construcción y destrucción»
de lo común.23
Remarcamos la noción de lo operativo que m uestran es
tas definiciones porque allí está la clave: lo comunitario en
su capacidad para exhibir y ampliar m odos de hacer. Con
esto queremos señalar que, cuando hablamos de ambiva
lencia de lo común, no estamos haciendo uso de un artilu-
gio retórico o de una pirueta teórica, sino destacando hasta
qué punto están en disputa entre nosotros formas sociales
del hacer colectivo con capacidad de construir autonomía
y apropiarse de la riqueza social. Y que, al mismo tiempo,
no podemos ser ajenos a sus debilidades y perversiones, a
sus pliegues y contradicciones, si queremos comprender
su complejidad operativa. Porque el punto de partida es
claro: en estos m odos existe una potencia vital capaz de
inaugurar y desarrollar otras lógicas, otros tiempos, otros
espacios respecto a la hegem onía neoliberal.
En la econom ía que va del taller a la feria se ponen
en tensión la productividad y los usos de lo comunitario,
capaces de organizar formas de explotación y negocio, de
m icroem presa y de progreso económico. La ambivalencia
de lo comunitario se recuesta así en la capacidad de te
jerse con una dinámica oportunista en el sentido estricto
y no m oral de la palabra: como una propensión a la cap
la copia @
22
E. B a lib a r y A . N e g ri, « O n th e C o m m o n , U n iv e r sa lity , an d C o m -
m u n ism : A C o n v e rsa tio n b e tw e e n É tie n n e B a lib a r an d A n to n io
N e g ri» , en R eth in k in g M arx ism : A Jo u r n a l o f E c o n o m ic s , C u ltu re &
S o c iety , v o l. 2 2 , n ú m . 3, 2 0 1 0 , p p . 3 1 2 -3 2 8 .
Ensamblaje y agenciamiento
n ú m . 2 4 1 , 2 0 1 2 , w w w .n u so .o rg / rev ista .p h p ?n = 2 4 1 .
que está en la base de la constitución del capital global
contemporáneo».27 Entonces, por un lado conecta de modo
sistem ático lo que suele pensarse de m odo separado: eco
nomías locales versus capital global. Pero además, lo hace
de un m odo que concentra la atención en el problem a de
la coordinación tanto territorial como extraterritorial, de
dinámicas m ateriales e inmateriales.
Contra la idea de que la globalización universaliza
procesos, la categoría de ensam blaje perm ite deslindar
la m irada de la unificación y hom ogeneización para de
tenerse en las articulaciones específicas, con sus deslindes
y conexiones parciales y temporales. En este punto, Sassen
hace un vínculo fundamental entre la descomposición de
la unidad estatal-nacional y la producción de «tipos par
ticulares de territorialidad»,28 donde se m ixturan elem en
tos globales y nacionales, produciendo tipos nuevos de
articulación entre territorio, autoridad y derechos. Jus
tamente, estos términos analizados por separado desna
turalizan la idea de una constitución nacional del territo
rio, la autoridad y los derechos y perm iten analizar, más
bien, los diferentes grados de desnacionalización de cada
segmento. De modo que lo global y lo nacional pueden
estudiarse a partir de ensamblajes concretos entre estos
tres componentes claves.29 La desarticulación de la terri
torialidad tradicional de lo nacional se produce por estos
nuevos ensamblajes que: 1) ensam blan elementos globa
les y nacionales, 2) combinan órdenes espacio-temporales
(velocidades y alcances) diferentes, 3) son capaces de pro
ducir nuevas zonas de intervención para las cuales no hay
reglas definidas, 4) tam bién de producir nuevos actores,
5) de m odo tal que las capacidades existentes son rearm a
la copia @
2 9 Ib id em , p. 26.
3 0 Ib id em , pp. 4 8 6 y 487.
Ir al análisis de los territorios perm ite así enraizar, a partir
de la categoría de lugar y de procesos de trabajo, «una
geografía de territorios estratégicos a escala global»31 y,
sobre todo, perm ite pensar lo global a través de sus arti
culaciones concretas a nivel territorial a partir de los m o
dos en que se conectan economías y lugares, trayectorias
y políticas. Más allá de la idea lisa y neutra del espacio, el
ensam blaje permite una m irada m icro-m acro simultánea,
teniendo en cuenta los segmentos que se ponen en con
tacto, sus m odalidades discontinuas de producir procesos
y, finalmente, la productividad específica de esa forma
parcelada y m óvil que asume la producción de valor y la
producción de subjetividad
Tal geografía se convierte entonces es u na geo-econo-
mía, cruzada por líneas de gran diferenciación entre sí y
que incluyen de m anera decisiva reiteradas salidas, esca
pes o fugas del territorio. Porque un punto fundam ental
es el vector de m ovim iento para pensar la lógica de los
ensam blajes. Ya que el proceso de descom posición o des
nacionalización al que refiere Sassen requiere visibilizar
tam bién el m ovim iento o im pulso que em puja ese desar
m e del territorio estatal-nacional desde u na dinám ica de
desterritorialización o fuga de los territorios de la fuer
za de trabajo que obliga, tam bién de m anera nueva, a la
fuga del capital y a la creación de espacios, derechos y
regím enes de autoridad acordes a esas nuevas velocida
des y m ovilidades.
La noción de ensam blaje, por otro lado, asume la h e
terogeneidad como régim en de existencia de las cosas.
De allí la necesidad, u na y otra vez, de producir articu
laciones, contactos, conectores. En este sentido: el ensam
la copia @
3 1 Ib id em , p. 126.
no son sucesiones, líneas descendientes, sino contagios,
epidem ias, el viento».32
Para M anuel De Landa la noción de ensam blaje fun
ciona como contrapunto con la clásica conceptualización
de las totalidades orgánicas. «La razón de ser de la teoría
de los ensam blajes es, en parte, evitar discursos en tér
m inos como “el p o d er", “la resistencia", “el capital", “el
trabajad or"». Evita así reificaciones a favor de m ostrar
lógicas de funcionam iento.33 El concepto de ensam blaje34
así definido exhibe dos dimensiones:
1) Una compuesta por dos ejes o polos que llama, en
uno y otro extremo, material y expresivo:35 son roles
variables y pueden darse mixturados, es decir, que
un componente puede jugar un rol expresivo y m a
terial mixto al ejercer diferentes capacidades.
2) Otra dimensión está compuesta por procesos varia
bles denominados de territorialización y desterritoria-
lización: un ensam blaje puede tener componentes
que trabajan por estabilizar su identidad y otros
3 7 Ibid em , p. 28.
la copia @
39
M . D e L an d a, A N ew P h ilosop h y o f Society: A ssem blag e T heory and
Social C om plexity, op. cit., p. 30.
su s em p lea d o s.
4 9 http://www.redcame.org.ar/images/noticias/volante_lasalada2009.jpg.
5 1 O sv a ld o C o rn id e , « E n d e fen sa d e L a S a la d a y d e sus e m p re n d e d o
re s», C larín , 1 d e a b ril d e 2009.
se permite
Apuntes cartográficos
la copia @
5 4 Ib id em , p. 10.
5 5 Ib id em , p. 14.
Al igual que en la villa cuando es considerada como terreno
baldío, las representaciones que circulan sobre los espacios
más densos de la ciudad son notoriamente opuestas: seña
lan espacios vacíos, casi desérticos, sean baldíos, o cubier
tos de agua: terrenos bajos o balnearios.
Por último, un tema clave: La Salada sería exponen
te de un «urbanismo de la logística», que se basa en «ex
perimentos» m ás que en «proyectos». Esto supone una
construcción esencialmente m óvil, susceptible de rápidos
m ontajes y desmontajes, capaz de m utar a velocidad y de
pensarla como instalación interm itente pero duradera. «Si
la logística se define como: "todo m ovim iento y alm acena
miento que facilite el flujo de productos desde el punto de
compra de los m ateriales hasta el punto de consumo, así
como los flujos de información que ponen el m ovim iento
en m archa",56 entonces definitivamente La Salada será si
nónimo de m ovim iento, flujo, punto de compras, punto
de consumo, flujos de información, marcha. Y todos estos
conceptos tienen, al m ism o tiempo, un origen de campo
de batalla: la logística actual, centrada en el comercio y
determinante de sus procesos de producción, deriva de la
logística m ilitar, que se define como: "el arte práctica de
mover los ejércitos, los pormenores materiales de las m ar
chas y formaciones y el establecimiento de los cam pamen
tos y acantonamientos sin atrincherar".57 (...) No hay, en
los puestos de La Salada, m ercadería expuesta y m ercade
ría en depósito: todo lo que se ve está a la venta, y todo lo
que está a la venta es lo que se ha producido para el día. Se
llega, se monta, se vende y se desmonta. Todo sucede en
una noche. El m aterial quieto, en depósito, es peligroso; es
un blanco fijo, identificable, visible en el Google Earth de
Santiago Montoya, director de la Agencia de Recaudación
la copia @
cionalidad experimental.
¿Qué sería una m irada inmanente a estos procesos ca
paz de valorar lo que en ellos hay de ciudad futura aquí y
ahora? Hacerme feriante hace visible desde un lugar no ex
terior, incorporándose a la dinámica feriante, entendiendo
sus pliegues, participando y confundiéndose con su modo
de producción y de circulación. La película, le han confesa
do los dirigentes de La Salada a su director, es actualmente
usada como «carta de presentación» por los feriantes, ade
m ás de que se copia y se vende en sus puestos. Como dis
positivo de visibilización, el realizador queda incluido en
la primer persona del título. De m odo que producir una
mirada es producir un lugar de enunciación que se deja
atravesar por un proceso, un devenir feriante.
lockas. U na d iscu sión en torn o a los talleres tex tiles, B u e n o s A ire s, T inta
L im ó n - R eta z o s, 2 0 1 1 , p. 28.
le dedica, el culto está en expansión extendiéndose desde
el Perú hasta el Conurbano. Pero su primera estación pa
rece haber sido La Salada.63 Como relata el cronista Mario
Vargas Ustares, del periódico Renacer: «(Se trata de una)
Fiesta patronal que es traída a Buenos Aires, precisamente
al barrio de La Salada por Iván Vargas y señora, luego que
todos sus familiares habían emigrado hacia la Argentina,
quedando la im agen del santo sólo y olvidado. En sus ini
cios, la fiesta se celebraba en la feria de La Salada, pero
luego los devotos llegaron al acuerdo de trasladarla a las
calles del barrio».
Las calles de algunos barrios y villas y la feria y sus
alrededores se vuelven templos provisorios y operativos,
que consagran un recorrido como espacio extraordinario,
que deja su estela en un espacio mayor. El taller textil, en
clavado en uno y otro lugar (en la villa y en la feria), busca
no quedar exento de esa espacialidad financiando con cre
ces la economía celebratoria.
Si el tiempo y el espacio se cualifican en la medida que
dan lugar y hacen tiempo a lo sagrado y a sus formas expresi
vas, la inclusión en la dinámica de la fiesta de algún modo
tam bién consagra esa economía clandestina, al punto de
convertirla en pieza legítima de una producción espacial
y tem poral de la celebración. Ese espacio-temporalidad es
una construcción cuidadosa, reiterativa. Artificio de efica
cia comunitaria, inventa un modo de habitar el espacio y
de significar el tiempo. En la fiesta, el tiem po se m uestra
en su dimensión cualitativa, dicen Mauss y H ubert.64 Di
cho de otro modo: la materia de su duración es la intensi
dad. De allí su vínculo estrecho, su definición simultánea,
la copia @
6 3 Jo sé L u is G ro sso , «E l re v és d e la tra m a . C u e rp o s, se m io p ra x is e
se permite
complementariedad.
se permite
6 8 Ibid em , p. 69.
6 9 Ibid em , p. 70.
7 0 Ibid em , p. 70.
La similitud es engañosa y resbaladiza en la letra y en la
lengua. Los heterónom os pareados ch'ixi-chhixi son fun
damentales para reponer la diferencia contenciosa entre
lo abigarrado y lo híbrido: «Condición de “m anchado",
dialéctica sin síntesis entre entidades antagónicas: el polo
ch'ixi. M ezcla híbrida, insustancial y perecedera, fusión y
reblandecimiento de los límites: el polo chhixi. Solo una
leve torsión semántica, casi un acento, los distingue. Pero
en su oposición podemos ver alternativas y potencialida
des: de un lado, un taypi descolonizador, la posibilidad
de un m estizaje consciente de sus m anchas indias y caste
llanas - o judías, moras, flam encas- con una sintaxis ins
crita en el lenguaje propio y en la experiencia de la con
tradicción vivida. Al segundo lo vemos como el m odelo
del mestizaje ilusorio: la “tercera república", hipócrita y
mediana, que ha hecho del reblandecimiento y de la se
ducción m utua una lengua pa chuyma, un proceso perm a
nente de duplicidad, olvido y auto conmiseración».
Com enta Luis Tapia que Zavaleta, cuando habla de
una form ación social abigarrada se refiere a «una sobre-
posición desarticulada de varias sociedades, es decir,
de varios tiempos históricos, de varias concepciones del
m undo, de varios m odos de producción de subjetividad,
de socialidad y sobre todo varias formas de estructuras de
autoridad o autogobierno».71
Esta definición de abigarram iento perm ite convocar
a la im agen de contem poraneidad de lo no contemporáneo
(Bloch): como superposición de tiem pos, formas orga
nizativas y sociales, producciones de reglas y visiones
del m undo. En esta acepción de Zavaleta M ercado, sin
em bargo, la superposición significa, sobre todo, fractura.
la copia @
C o m u n a , 2 0 0 8 , p. 48.
La sociedad abigarrada, por soportar en carne viva esa
multiplicidad de sociedades, parece im pedir la hegem o
nía como totalidad expansiva sin grietas. La socava una
parcialidad que resiste como tal. Aun si esa parcialidad no
tiene la fuerza para devenir interrupción definitiva de la
hegemonía, im prime un carácter no cerrado a esa «sobre-
posición desarticulada».
Siguiendo a Zavaleta pero m ás allá de él, la noción de
abigarram iento tiene hoy nuevos usos y m atices. Si para
Zavaleta im plica una negatividad en tanto expresa un
nivel de desarticulación que él opone «al m om ento de
fusión épica de la sociedad civil» que se constituye como
«masa» (de identidad nacional-popular), las recientes
m ovilizaciones en Bolivia han prom ovido u na reconsi
deración del térm ino. Al punto de determ inar un pasaje:
lo abigarrado transita de ser una desarticulación negati
va a m ostrar u n m odo de la fusión posible en la plurali
dad. Este tipo de luchas son las que m arcaron un modo
nuevo de transversalidad y convergencia. La puesta en
m ovim iento de esta noción, como señala Tapia, tiene que
ver con el modo mism o en que se han com puesto el ci
clo últim o de m ovilizaciones radicales: «Se puede pensar
este conjunto de m ovilizaciones que se han desplegado
desde el año 2000 como la em ergencia de este diverso y
sustancial subsuelo político que largam ente ha sido n e
gado por el estado boliviano. En Bolivia se dice que gran
parte de la sociedad o de las sociedades y de los grupos
están organizados, es decir, que tenemos una sociedad civil
extensa, diversa y con experiencia de auto-organización,
autopresentación y, por lo tanto, de acción política. Sólo
que en determ inadas coyunturas ésta se vuelve política
y tiende a disolver las form as de jerarquías discrim ina-
la copia @
7 3 Ib id em , p. 49.
se permite
7 6 Ib id em , p. 43.
cultural, racial y étnico y el de la heterogeneidad para dar
cuenta de las formas de trabajo. Sostendremos que esos
componentes devienen indisociables de las cualificacio-
nes del trabajo y, en particular, del trabajo migrante.
Promiscuidad
7 8 Ib id em , pp. 9 y 10.
7 9 Ib id em , p. 40.
Nos interesa, más precisamente, rastrear las modalidades
actuales en que lo heterogéneo deviene forma de ensam
blar anacronismos de manera tal de dar lugar a un régi
m en tem poral particular y a una composición de territo
rios tam bién específica.
Agreguemos una capa más: ese abigarramiento tiene
en la lengua un despliegue fundamental. Los «heteróno-
mos pareados» de los que habla Rivera Cusicanqui son una
imagen, un uso de la lengua, que revela esa siempre doble
faz, ambivalencia, contradicción o reverso que organiza las
cosas no como nítidos binarismos, sino como frontera res
balosa, borde tembloroso, en el que las cosas son y dejan de
ser, mutan, se invierten o se contaminan en nuevas relacio
nes, usos, y significaciones (2010b).80 Esta heteronimia de
viene fundamento en la lengua de una heterodoxia de pen
samiento y de prácticas. Y revela un modo entrenado en la
ambigüedad, en los ciclos y transformaciones de las cosas.
Para la socióloga sirven para entender los modos «oblicuos
y enreverados» de los que se valió la resistencia india.
8 3 Ib id em , p. 247.
8 4 Ib id em , p. 379.
una ambivalencia entre lo que es y no e s - tiene que ver con
una m anera de negar la potencia de trabajo desclasificada,
desclasada, a la vez que se la usufructúa. La composición
variopinta es algo así como un proletariado aleatorio que sólo
azarosamente y de modo discontinuo puede ser encua
drado como tal, como proletariado. Podría decirse de otro
m odo que es justamente su carácter aleatorio un dato cru
cial de los reencuadramientos sucesivos de hombres y m u
jeres que el capital captura y explota como fuerza de traba
jo. La composición de las fuerzas que trabajan se asocia más
a lo que Althusser llamó «materialismo del encuentro». El
materialismo «de la lluvia, la desviación, el encuentro y la
toma de consistencia»85 recusa la necesidad y el origen, la
razón y la causa como explicaciones de los acontecimien
tos. La cuestión es cómo algo logra tomar consistencia y
cómo ese encuentro puede o no puede tener lugar.86
La referencia a un proletariado aleatorio como imagen
capaz de vincularse con la cuadrilla variopinta intenta poner
énfasis en lo azaroso del conjunto y en la contingencia de su
formación. Una vez producido el encuentro, hay un hecho
consumado, del cual es posible derivar tendencias, incluso
leyes. Pero el inicio es lo aleatorio del encuentro. Althusser
cita a Marx hablando del modo de producción como una
«combinación particular entre elementos»: «Estos elementos
no existen en la historia para que exista un modo de pro
ducción, sino que existen en estado “flotante" antes de su
“acumulación" y “combinación", siendo cada uno de ellos
el producto de su propia historia, pero no siendo ninguno el
producto teleológico ni de los otros ni de su historia. Cuando
Marx y Engels dicen que el proletariado es “el producto de la
gran industria", dicen una gran tontería, situándose en la ló
gica del hecho consumado de la reproducción en escala ampliada del
la copia @
87 Ib id em , pp. 65 y 6 6 .
embargo, un rasgo cultural o una diferencia colorida, sino
el sustento de la desmesura de estas economías.
La Salada, a la vez confinada en un territorio de fronte
ra geográfica y simbólica, tiene una dinámica proliferante,
que replica en otros barrios y ciudades, nacionales y ex
tranjeras, la m ercadería y la forma-feria que la caracteri
za. A su vez, representa un m odelo de centro comercial
a cielo abierto que pone en tensión todas las categorías
clásicas de la economía: informal/formal, legal/ilegal, etc.
Funciona en sintonía con espacios similares en otras par
tes del m undo, que podrían catalogarse como núcleos de
comercio «no hegemónico».
La definimos como una red transnacional crecien
te sustentada en m últiples m icroeconom ías proletarias.
En este punto, como hemos notado, se revela como un
espacio privilegiado para analizar cómo la economía in
formal constituye, sobre todo, una fuerza de desem plea
dos, m igrantes y m ujeres que puede leerse como una
respuesta «desde abajo» a los efectos desposesivos del
neoliberalism o.88
Es decisivo su impacto urbano (a pesar de no estar
señalada en los mapas): una ciudad como Buenos Aires
se ve transformada por esta nueva m area informal, pre
dom inantemente m igrante y femenina, que con su trajín
y sus transacciones funcionan a la vez como agentes de
reestructuración del capital y del espacio urbano.
La Salada es un entramado multitudinario de produc
ción de bienestar no estatal. Con el proyecto flamante de
convertirla en m ercado de alimentos, la feria realiza de
un m odo paradojal y diverso lo que se propusieron, en el
la copia @
8 8
P ara o tra in te rp re ta ció n , p u e d e v e rse «E l sh o p p in g d e los p o b re s» ,
d e Jo rg e L u is O sso n a.
La Salada m uestra formas de gran versatilidad y flexi
bilidad en términos de organización política, a partir de
asambleas multitudinarias, dirigentes y m iles de pueste
ros y puesteras que organizan el cotidiano de la feria y
que la conectan con otros espacios como la villa, el taller y
la fiesta. Una im agen del espacio abierto desreglado cede
a una coordinación compleja de una infinidad de flujos.
Una festividad y una m ística (vírgenes, santos, milagros,
ekekos) que acom pañan la bonanza. Finalmente, un modo
del progreso urbano que escapa de los planes y de los pla
nos. El trabajo migrante, en particular, permite poner en
cuestión la idea de una «normalización» del m undo del
trabajo que remite a un patrón estrictam ente asalariado y
de composición nacional.
La feria, como parte de un ensam blaje complejo con
la econom ía del taller textil, es un territorio especialm en
te productivo para pensar la ambivalencia de lo común:
es decir, los m últiples usos, conflictos, apropiaciones y
reinvenciones de un «capital comunitario» que es capaz
de funcionar como recurso de autogestión, m ovilización
e insubordinación, pero con no m enor intensidad como
recurso de servidumbre, sometimiento y explotación, lo
que señala justam ente que esa experiencia com unitaria es
un m om ento clave de la riqueza social en disputa.
Economías barrocas
2 0 1 3 , p. 47.
9 1 Ib id em , p. 28.
92 E. B a lib a r, C iu d ad an ía, op. cit., p. 98.
como lo señala Rivera Cusicanqui- horizontes comunita
rios posestatales en contextos plenamente urbanos.
El barroquismo llevado a las economías populares re
fiere a la heterogeneidad de formas productivas: suficien
temente flexible para com binar y subordinar talleres fam i
liares, trabajo a domicilio, em prendimientos informales y
redes de parentesco con m arcas de alto consumo, redes
de exportación y transacciones transnacionales. Reedita, a
su modo, una «modernidad barroca» como la llam a Gar
cía Linera (2008),93 cuando en Bolivia unifica «en forma
escalonada y jerarquizada estructuras productivas de los
siglos XV, XVIII y XX». Reedición tam bién del trabajo ser
vil o semi-esclavo (de la m aquila al taller textil) como seg
m ento importante, pero no hegemónico, de las economías
transnacionales en la globalización capitalista, que ratifica
esa m odalidad como un componente (pos)moderno de la
organización del trabajo y no como una rémora arcaica
de un pasado superado, premoderno o precapitalista. La
Exposición Universal de las formas de producción de la que
habla Virno para definir al posfordismo es una imagen
diversa pero que dialoga con el barroco: la coexistencia
simultánea de m odalidades que desafían el relato lineal
del progreso y la superación de formas tendencialmente
cada vez m ás m odernas y «libres».
Tal efecto barroco se traduce a la ciudad. Las dinámi
cas protagonizadas en nuestro país por m ano de obra m i
grante, dan lugar a una reconfiguración espacial a través
de «nuevas geografías transfronterizas de la centralidad
y la marginalidad» constituidas por tales procesos territo
riales.94 Esta forma de entender los procesos geopolíticos
desestabiliza la división centro-periferia tal como era en
la copia @
Futuros pasados
10 1
G eo rg e D id i-H u b e rm a n , A n te el tiem po. H isto ria d el arte y a n a cro
n ism o d e las im á g en es, B u en o s A ire s, A . H id a lg o , 2006.
M ezzadra habla de «inclusión diferencial»102 -com o una
nueva torsión en la extensa historia de este concepto-
para definir los rasgos del capitalismo contemporáneo
que opera a través de una lógica de conexiones y desco
nexiones, que fragmenta y unifica al mismo tiempo. Sin
embargo, ¿en qué se diferencia esta lógica de articulación
de diferencias de las formas en que siempre se ha compues
to la división internacional del trabajo? Para Mezzadra se
trata de hacer lugar a una «mirada poscolonial» que, sin
perder de vista las divergencias y jerarquías entre lugares,
regiones y continentes, perm ite entender el heterogéneo
tejido de regímenes productivos, de temporalidades, y de
experiencias subjetivas asociadas al trabajo.
Lo poscolonial, en este uso libre que propone Mezza-
dra, deviene «condición poscolonial» y da cuenta de la
im plosión del m apa que asignaba fronteras claras y dis
tintas entre centro y periferia y, por tanto, la asignación de
papeles m enores a los países tercermundistas, negando su
carácter constitutivo de la modernidad y, por tanto, del lla
mado Primer Mundo. Pero tam bién de las iniciativas que
fueron tramando un corpus de experiencias y textos de
una m odernidad alternativa.
la copia @
se permite
1 0 2
S. M e z z a d ra , L a c o n d iz io n e p ostcolon iale. S toria e p o lítica nel presen te
g lo b a le, V ero n a , O m b re co rte , 2 0 0 8 , p. 14.
2 . Entre La Salada y el taller:
la riqueza comunitaria en disputa
Crisis y comunidad
1
Jo a c h im H irsch , G lobalización , capital, E sta d o , M éx ico D. F., U A M -
se permite
X o ch im ilc o , 1996.
2
S. F e d erici, C aliban an d the W itch. W om en , the bod y a n d p rim itiv e ac-
cu m u lation , N u e v a Y o rk, A u to n o m e d ia . [trad. ca st., C alibán y la bruja.
M u jeres, cu erp o y a cu m u lación o rig in aria, M a d rid , T ra fic a n tes d e S u e
ñ o s-T in ta L im ó n , 2 0 0 9 , p. 116]. V é a se ta m b ién Ja q u e s D o n z e lo t, La
p o licía d e las fa m ilia s , V a len cia , P re-T exto s, 1990.
3
M . L azzarato, P olíticas del acontecim iento, op. cit.
Fem inización del espacio: la comunidad y el hogar como
insumos
5 J. K. G ib so n -G ra h a m , « L a c o n stru cc ió n d e e co n o m ía s c o m u n itarias:
las m u jeres y las p o lítica s d e lu g a r e c o n o m ía » , op. cit., p. 154.
6 Ib id em , p. 160.
La eterna ironía de la comunidad
10
L a id ea d e im p ro d u c tiv id a d ta m b ién d e b ería a m p lia rse. P or un
la d o , p a ra d ife re n c ia r u n tra b a jo n o -re co n o c id o m a y o rita ria m en te
d o m é s tico -fe m e n in o q u e n o d eja d e ser p ro d u c tiv o , d e p ro d u c ir v a
lor, al m ism o tie m p o q u e es in v isib iliz a d o . P o r o tro , se p o d ría h ab lar
d e im p ro d u c tiv id a d c o m o m o d o d e u n a ec o n o m ía fe m in iz a d a q u e
re h ú y e a la a c u m u la c ió n y p o sesió n y a la q u e se p o d ría ca racterizar
seg ú n cierto s rasg o s p ro p io s, p o r ejem p lo : 1 . la p o se s ió n d e u n c ó
d ig o m ú ltip le, h e te ró c lito y lim ita d o y 2 . la c a p a cid a d d e in tro d u cir
fra g m en to s en fra g m en ta ció n .
11
la copia @
12
M a ria ro sa D a lla C o sta y S e lm a Ja m e s, E l p o d er d e la m u jer y la s u b
v ersión de la c o m u n id a d , M é x ic o D . F., S ig lo X X I, 1972, p. 11.
13. A p ro p ó sito d e este p u n to , se ha d e sa rro lla d o u n in te re sa n te d e
b a te en la re v ista R eth in k in g m arx ism , vo l. 22, n ú m . 3, ju lio 2010.
el sujeto obrero industrial masculino blanco de su estatuto
privilegiado de productor y, por otro, visibilizan las m a
terias productivas que desde su inicio son fundantes del
capitalismo al m ism o tiempo que invisibilizadas y desva
lorizadas: el trabajo de reproducción, de constitución de
vínculo social, de cooperación afectiva. La relación de las
m ujeres como productoras de fuerza de trabajo las vincu
la directamente con el capital y tam bién siempre al borde
de su posibilidad de subversión: «La relación de las m u
jeres con el capital es fundamentalmente la de producir
y reproducir la fuerza de trabajo, presente y futura, de
la que depende toda la explotación capitalista. Esta es la
esencia del trabajo doméstico y éste es el trabajo para el
que se prepara a la m ayoría de las m ujeres y por el que se
identifica a toda mujer».15
La identificación del trabajo femenino como trabajo
invisibilizado tiene una relación directa con su condición
de trabajo no pago en términos salariales, lo cual lo m ini
m iza como trabajo subsidiario del trabajo pago m asculi
no a la vez que desconoce la vinculación intrínseca entre
ambos. El «patriarcalismo del salario», sin embargo, no
sólo m argina y subsume el trabajo de las m ujeres sino
tam bién el trabajo campesino. El contexto en que las auto
ras escriben es el de una lucha internacional por el salario
doméstico. No sólo para ser incorporadas a ese régimen,
sino para al m ism o tiempo desbaratar la idea del trabajo
doméstico como trabajo estrictam ente femenino gratuito
y naturalizado. La perspectiva fem inista así desplegada
no introduce simplemente una especificidad, no abona un
particularismo. Abre, en cambio, la noción y la composi
ción m ism a de la clase trabajadora. En este sentido, las au
toras ponen en perspectiva su lucha con la de los negros
la copia @
1 9 Ib id em , p. 127.
Trabajo: más allá de la distinción moderno/no-moderno
2 0
se permite
2 1
C a ro le P a tem a n , E l con trato sex u a l, A n th ro p o s E d ito ria l, 1995, pp.
167-168.
p a la b ra -, en la que lo pasivo queda ligado a lo fem eni
no, o a aquello que se fem iniza.
Es posible proponer otra acepción, una variación, de la
feminización. Se trata de una distinción de términos (po
tencia política/potencia biológica-adaptativa) pero éstos no
se excluyen mutuamente, sino que afirman su diferencia
sin contraponerse: no es una lógica de contrarios. Disyun
ción, entonces, es la dinámica de una separación: pero nos
interesa distinguir entre la disyunción que excluye uno de
sus términos y aquella que permite la afirmación de ambos,
manteniendo sus diferencias.22 Esta última imagen puede
vincularse a la conceptualización de la m ujer como «ser de
frontera» entre zoé y bíos que analiza Julia Kristeva.23 Según
esta autora, el cuerpo femenino expresa -d e modo más dra
m ático- «una extraña encrucijada entre zoé y bios, fisiología y
narración, genética y biografía» y es la frontera porosa entre
«biología y sentido» lo que precisamente la familiariza con
ese estar en tránsito. Es su fijación en algún tipo de «naturali
dad», en cambio, lo que la clausura como «ser de frontera» a
la vez que marca un claro espacio de exclusión.24
2 2
E sta m ism a d istin c ió n en los m o d o s d e la d isy u n ció n p u e d e p e n
sa rse p ara la re la ció n voz/escritura.
la técn ica y el b en eficio red u z ca a las m u jeres a ser las p o seed o ras d e la
v id a "z o o ló g ic a " [zoé - v id a b io ló g ica] y n o fa v o rez ca la in terro g ació n ,
la in q u ietu d esp iritu a l q u e co n stitu y e un "d e s tin o ", u n a "b io g ra fía "
[bíos - v id a p ara co ntar, su scep tib le d e b io g rafía] [...] n u ev a v e rsió n del
to talita rism o soft que, tras la céleb re "p é rd id a d e v a lo re s ", erig e com o
"v a lo r su p re m o " la v id a , p ero la v id a en sí m ism a , la v id a sin p re
g u n tas, d o n d e las m u jeres-m a d res so n las ejecu to ras n atu rales d e esa
"z o o lo g ía "...» ; C . C lém en t y J. K risteva, Lo fem en in o y lo sagrado, op. cit.
producción, uso y circulación (de los bienes y de la voz)
que es expresiva de conductas de rebelión y, por otro, lo
femenino funciona nombrando la exasperación o fijación
de los rasgos de una sum isión que im pide la palabra, o la
reduce al lamento como naturalización de su condición
sexual, volviéndola inofensiva. Esa fijación o unidimen-
sionalización de lo femenino funciona haciendo de la voz
un registro -sem ántico y som ático- del sometim iento o de
la falta de autorización para hacer uso de la palabra. Por
otro lado, otro uso: la voz femenina es la que rompe la di
visión público/doméstico a través de un uso de la lengua
como espacio de lo heterogéneo, al mismo tiempo que es
capaz de una eficacia estratégica del silencio y la palabra,
ambos como voz organizada y secreta del m otín o la rebe
lión. Esto supone el desafío o desmontaje de los atributos
arriba nombrados en su pura negatividad.
A través del análisis de la experiencia y el discurso m i
grante en el Perú, Cornejo Polar25 produce la categoría de
migración para leer segmentos de la literatura latinoameri
cana que se distinguen por su «heterogeneidad radical». La
migración, como categoría, permite no oponer de manera
excluyente identidades indígenas y metropolitanas (y, por
tanto, la dislocación de los términos centro/periferia); evi
tar la figura plena del subalterno como víctima; y al mismo
tiempo percibir los modos de repetición en la diferencia:
por ejemplo, cómo ciertas formas productivas de los m i
grantes -«reciprocidad, operatividad económica de la fami
lia ampliada o el simple padrinazgo»- se implantan en las
ciudades de m anera no lineal con la normativa capitalista.
Esta idea de migración como «heterogeneidad no dialéc
tica» permite una lectura particular respecto de los sujetos y
la copia @
P az, E d ito rial h isto rias, 1997, p. 260). El « esen cia lism o estra tég ico » que
p ro p o n e Sp iv ak p a re ce ir a co n tra p elo d e la n arrativas « b ifro n tes» o
se permite
2 Q ,
L ibertad , d esv en tu ra, in n om bra ble [a p a recid o en « L a B o é tie et la
q u e stio n du p o litiq u e » ], p. 32.
relación ambigua, no excluyente o directamente simultá
nea, entre diversas capas de memoria, narración y sentido
en un contexto en que la biopolítica opera como máquina
de segmentación e imposición de jerarquías sobre los m o
dos de vida. Luego, la dificultad de que esa ambigüedad
sea leída en términos puramente identitarios (sea mujer o
migrante) y la discusión sobre su funcionalidad estratégi
ca. Finalmente, una temporalidad no progresivista: como
lo resume la mexicana Gloria Anzaldúa: «for this Chicana
la guerra de independencia is a constant»,29 que a su vez
habilita una especie de montaje expresivo y productivo.
Hay algunos rasgos (abstractos) en que esa voz fem e
nina se diferencia. Por un lado, es capaz de poner en acto
la diferencia - o disyunción- entre la religión como figura
de resignación, dominio y consolación y un ateísmo fe
m enino de doble sentido.30 Invoca un ateísmo que lleva a
que hablar o silenciarse sea siem pre una acción estratégi
ca de desconfianza y confrontación con la voz «religiosa»
en tanto voz autorizada; un ateísmo, entonces, que -e n el
mismo sentido que Hegel las ubicó como «la ironía de la
com unidad»- profiere enunciaciones heréticas, malditas.
Por otro lado, ese ateísmo se materializa tam bién en la for
ma de asumir el sentido de una acción sin la referencia a
una totalidad abstracta y m ayor en la que referenciarse:
de allí, el carácter concreto e inmediato con que se tiñen
sus acciones, de donde extraen su sentido31 y por lo que
cobijan una politicidad distinta.
30 Es in te re sa n te c o m p a ra r a q u í el a n á lisis q u e F o u ca u lt re a liz a de
las c o n tra c o n d u c ta s d e las p ro fetisa s y las m ístic a s en los c o n v en to s
la copia @
en la econom ía de m ercado-.
se permite
La comunidad flexibilizada
3 7 Ib id em ., p. 9.
38 Y q u e carg a con a cu sacio n es varias, esp ecia lm en te d esd e la trad i
ción d e la iz q u ierd a eu ro p ea « co m o alg o q u e m istificab a las articu
lacion es co n cretas d e la ex p lo ta ció n o cu ltá n d o la s en una figu ra en la
la copia @
4 0 Ib id em , p. 7.
an tes, con los san s coulottes d e Fran cia y los "ja co b in o s n e g ro s" de
San to D o m in g o (H aití). Tres d écad as m ás tard e, los esp a ñ o les criollos
se lan z a ro n a las gu erras q u e fin a lm en te lo g raro n la in d ep en d en cia
se permite
4 2 Ib id em , p. 12.
4 3 Ib id em , p. 8 .
4 4 Ib id em , p. 323.
para conceptualizar los tránsitos de la diáspora india en
el m ercado global: «Las comunidades transnacionales de
migrantes aymaras transitan así en un takhi postcolonial,
hecho de flujos y reflujos cíclicos. En su desplazamiento
articulan m odas con tradiciones recuperadas, inventan
genealogías y reinterpretan m itos, m anchando con sus
pumas y sus soles las telas de la industria global, transfor
m ando sus camiones de alto tonelaje en altares de santos
y diablos. El escenario de la diáspora laboral aymara con
tiene así algo m ás que opresiones y sufrimientos: es un
espacio de reconstitución de la subjetividad, como lo son
seguramente todos -incluso los más bru tales- escenarios
de la dominación, si somos capaces de ir m ás allá de la
figura de la víctima sacrificial».45
La comunidad aparece así en su versatilidad: un m o
vimiento capaz de antropofagias con la propia voracidad
del capital global, con capacidad de conversión de esce
nas de despojo en espacios de apropiaciones diversas. La
clave es tom ar en serio las figuras subjetivas que apare
cen cuando se corre la pretensión omnicomprensiva de
la victimización. No se trata, claro, de una ingenuidad o
un romanticismo simplón. Más bien de tom ar en serio la
capacidad subversiva en el plano m ism o de la globaliza-
ción capitalista. Como un principio reverso, en el lenguaje
tam bién metodológico de Rivera Cusicanqui: «La actua
ción en reversa de los takis-thakis contemporáneos altera el
ritmo de la m áquina capitalista neocolonial, crea espacios
intermedios, se reapropia de los métodos y las prácticas
del m ercado global, a la par que afirma sus propios cir
cuitos, su repertorio de saberes sociales y las ventajas y
artificios que les perm iten enfrentar con desparpajo ese
escenario desigual y sus violencias».
la copia @
Imagen-tejido
la copia @
4 9 Ib id em , p. 103.
5 0 Ib id em , p. 107.
El tejido como lengua
Orientalismo
1
L a in fo rm a c ió n q u e m ás circu la d ice q u e h a b ría n c in c o m il ta lle
res en C iu d a d d e B u e n o s A ire s y o tro s q u in ce m il en el C o n u rb a -
n o. El ex có n su l b o liv ia n o , J. A lb e rto G o n z á lez , so sten ía ese cálcu lo
en u n a rtíc u lo d e l p e rió d ic o b o liv ia n o L o s tiem p os, titu la d o «E n ese
la copia @
Cálculo urbano
4 A lfr e d o L im a s H e r n á n d e z , « M in o r ía s p o s tn a c io n a le s en la g lo -
b a liz a c ió n : el fe m in ic id io en Ju á r e z d e l 2 0 0 2 . M in o r iz a c ió n d e c a
te g o ría s c u ltu r a le s , el s e n tid o d e l c a p ita l m u ltin a c io n a l» , en M ó -
n ic a G o n z á le z (c o o rd .), L a s m u c h a s id e n tid a d e s. D e n a c io n a lid a d es ,
m ig r a n te s, d is id e n te s y g é n e r o s , M é x ic o D . F ., Q u im e r a , 20 0 4.
m ó n , 2013.
paga exigua».6 La industria m aquiladora deviene indus
tria del feminicidio, en la m edida que viabiliza «el odio
idiosincrático, misógino, de clase» y explota «cuerpos
desechables». Dice González Rodríguez que Ciudad Juá
rez es un territorio-geografía de m igrantes «que acepta el
desarraigo y el abandono de la m em oria comunitaria que
los expulsó» a la vez que reem plaza esa m em oria «por un
nuevo cálculo urbano que se desenvuelve entre la explotación, la
supervivencia, la esperanza».7
Tomamos la idea de cálculo urbano para pensar la ra
cionalidad que organiza una experiencia metropolitana
que ensambla empleos de alto grado de explotación y des
gaste con formas de acceso al consumo, a la diversión y a
la posibilidad de experimentar la ciudad. Este cálculo, en el
caso de Juárez, está en juego en las mujeres migrantes del
interior del país. Impulsa un nomadismo de riesgos, sufri
mientos y peligros pero también de anhelos de progreso, de
expectativas y proyectos, de búsqueda de independencia.
Algunas hipótesis
g ra m a , 2 0 0 2 .
7
Ib id em , p. 87, cu rsiv a d e la au to ra.
En esta línea específica, se trata de explorar una tercer h i
pótesis: la reproletarización de la fuerza de trabajo no en el
sentido de un disciplinamiento que encasille a la fuerza
de trabajo bajo una forma predominante; sino para detec
tar los m odos en que se amplían los sectores que forman
parte de un proletariado difuso y fuertemente heterogé
neo, reconfigurado tras la crisis, según m odalidades la
borales cada vez menos uniformes. Con esto nos interesa
situar al trabajo m igrante en el corazón de un proceso de
reproletarización que cuestiona un im aginario y un dis
curso «normalizado» del trabajo, que se hace visible como
contracara de la recuperación económica de la última dé
cada y tam bién aquella que unidimensionaliza las clases
populares bajo la idea de desproletarización.
La situación del taller textil clandestino, sin embargo,
puede presentarse como una situación ejem plar de los
m atices con que debe comprenderse el término proleta-
rización. Como señalan Shahid Am in y M arcel van del
Linden «el “Tercer M undo" sólo puede entenderse si las
formas intermediarias del trabajo asalariado (indicadores
de una proletarización parcial) son seriamente tenidas en
cuenta».8 Esto supone una no linealidad progresiva entre
trabajo m oderno y formas no m odernas y, sobre todo, un
m odo de leer las articulaciones globales de la segm enta
ción de la fuerza de trabajo. Con esto queremos señalar
que el uso del término proletarización debe enmarcase,
en nuestra investigación, desde una perspectiva que pone
en prim er lugar la heterogeneidad de los trabajadores y
trabajadoras, en contextos de fuerte m utación y que, so
bre todo, redefine la noción m ism a de identidades ambi
guas, situaciones precarias y contextos «periféricos» que,
al m ism o tiempo, devienen centrales para comprender los
la copia @
8
Sh ah id A m in y M a rcel v a n d e r L in d e n (e d its.), « P erip h era l lab o u r:
stu d ies in th e h is to ry o f p a rtia l p ro le ta ria n iz a tio n » , In tern a tio n a l re-
view o f soc ia l history, v o l. 4 1 , n ú m . 4 , C a m b rid g e U n iv e rsity P ress,
1997, p. 4.
comunitario. Cuando Raquel Gutiérrez Aguilar habla de
«entramado comunitario»9 refiere a las formas múltiples
de reproducción y producción de la vida social «bajo pau
tas diversas de respeto, colaboración, dignidad, cariño y
reciprocidad, no plenam ente sujetos a las lógicas de acu
m ulación del capital aunque agredidos y muchas veces
agobiados por ellas».10 El término, señala la autora, refiere
a sujetos colectivos diversos y «tiene la virtud de no esta
blecer su fundamento en el interior mismo de la produc
ción de capital -ie . en la esfera económ ica del capital; e
intenta poner el acento, más bien, en la forma del vínculo
establecido -com unitario, centrado en lo com ú n- y en la
finalidad concreta que lo anima: la pluriforme, versátil y
exigente reproducción de la vida en cuanto tal. En este
sentido se asienta en «aquello» específicamente humano
que desborda una y otra vez el capital, que se expande
por diversos terrenos de lo que solía llamarse la «esfera
de la reproducción social natural», en contraposición y
contraste a la esfera civil y a la esfera política».11Aquí con
trapunteamos esta noción de entramados comunitarios,
con acepciones de otro tipo, capaces de organizar formas
de explotación y negocio, de microempresa y de progreso
económ ico y, a su vez, no ser completamente ajenas a esas
«pautas diversas».
9 R. G u tie rre z A g u ila r, P a la b ras p ara tejernos, resistir y tran sform ar, M é
x ico D . F., P ez en el árb o l, 2011.
1 0 Ib id em , p. 13.
1 1 Ib id em , p. 14.
de diciembre de 2001. Se trataba de una fábrica textil que
producía sobre todo trajes y que, en plena quiebra, fue
abandonada por sus dueños. Su experiencia autogestiva
fue protagonista de la crisis y un em blem a de la recupe
ración de fábricas por sus propios trabajadores en plena
debacle política y económ ica del país. Sus confecciones se
convirtieron en stencil, deambularon por m uestras de arte
internacionales, y el discurso de estas costureras que sa
caron sus m áquinas a la calle fue escuchado y difundido
por cientos de personas.12 El taller textil clandestino, como
imagen, es a prim era vista su reverso: privado de público,
bajo patrón, cuasi invisible.
Si la experiencia de Brukman vuelve positiva la crisis
m ostrando que la forma política de enfrentar la falta del
trabajo no puede pasar por su pura aceptación como su
m isión, el taller aparece como una forma brutal de sub
ordinación y confinamiento de las y los costureros mayo-
ritariamente bolivianos, sustrayendo esas condiciones de
toda visibilidad pública. La reclusión del taller es parte de
una articulación biopolítica y racista que se difunde como
im agen extrem a pero aleccionadora a toda la sociedad.
Como contrapunto nos interesan esas dos imágenes:
si la exhibición de la relación quebrada entre cierta forma
del capital y del trabajo, bajo la paradójica ocupación de
fábricas una vez que éstas habían sido vaciadas y abando
nadas por sus dueños, politiza esa relación en tanto reve
la la contingencia de todo orden y la capacidad colectiva
para problematizarlo, la reclusión del taller despolitiza
porque sustrae de la discusión pública el m om ento del
dominio, volviéndolo abstracto, mistificado y, como vere
m os m ás adelante, usando argumentos culturalistas para
la copia @
12
V éase M a ría M o ren o , «L a fab rica d e m u jeres» en L a com u n a de B u e
nos A ires, B u en o s A ire s, C ap ital In telectu al, 2011.
un abanico que va de la ilegalidad a la documentación
precaria, llamada estrictamente «la precaria»). Por otro,
tiene que ver con la situación tributaria relativa a la le
gislación laboral de los talleristas que es irregular m ayo-
ritariamente (aunque tam bién se trata de un abanico de
situaciones entre la habilitación y la infracción, entre la
ilegalidad y el arreglo paralelo con las instituciones de
control y fiscalización). Su inscripción como clandestino,
m ás ampliamente refiere a un espacio ambiguo, indefi
nido, a la hora de conceptualizar y diferenciar el trabajo
legal/ilegal, informal, en negro, etc. Además, m uchos de
los talleres son objeto de denuncias judiciales por trata de
personas con fines de explotación laboral.13
¿Qué determina entonces la condición de clandes
tinidad en el caso de los talleres? Como señalamos más
arriba, no es nítido ni unidim ensional el encuadre que
caracteriza a los talleres como tales. «Por lo general, los
talleres clandestinos se encuentran inscriptos en la AFIP
y dan facturas, y se han encontrado talleres (muy pocos)
que estaban habilitados o con habilitación en trámite, y
en los cuales los trabajadores se encontraban reducidos
a la servidum bre».14 Otros talleres cuentan con algunos
trabajadores registrados como autónomos. Son talleres-
dormitorio, es decir, donde se vive y se trabaja. Pero dar
vivienda de por sí no es ilegal y no supone una causa de
m ercia les, ta n to n a cio n a les co m o in tern acio n ales. L os tra b a ja d o res son
o b lig ad o s a tra b a ja r y v iv ir en las in sta la cio n es, d o n d e les retien en sus
se permite
De la calle al trabajo
2 0
C o lectiv o S im b io sis y C o lectiv o S itu a c io n e s, D e ch u equ ista s y over-
lockas. U na d iscu sión en torn o a los talleres tex tiles, op. cit.
la copia @
2 1
P ara el ca so d e la p o b la c ió n b o liv ia n a m ig ra n te , re ferim o s a la
en u m e ra ció n d e l p ro p io ex có n su l, Jo s é « G rin g o » G o n z á lez : «L o s b o
liv ian o s está n tra b a ja n d o en situ a cio n e s in creíb les co m o , p o r e je m
se permite
lockas. U na d iscu sión en torn o a los talleres tex tiles, op. cit., pp. 10-11.
Una economía-ensamblaje
33 '
«L a o p o sic ió n en tie m p o s d e E v o » , e n trev ista re a liz a d a p o r M atteo
D ea n , en D esin fo rm ém o n o s, a g o sto d e 2 0 1 0 , h ttp :/ / desin form em on os.
o rg , la cu rsiv a es d e la a u to ra.
34 Se g ú n D 'O v id io : « R esu lta im p o rta n te, a los fin es a n alítico s, d ife
ren ciar el secto r textil del secto r d e in d u m en taria. El secto r in d u strial
textil n o está d irecta m en te v in cu la d o co n la p ro b lem á tica del trab a
jo esclavo en los talleres d e co n fecció n , p o r ser éste el ru b ro d e la fa
la copia @
b ricació n del h ilad o y las telas p ara la rea liz a ció n d e los textiles qu e
lu eg o so n u tilizad o s p o r el secto r d e in d u m en ta ria p ara la co n fección
d e p ren d as. Es ca ra cterístico d e esta in d u stria su m a y o r g rad o d e fo r
se permite
Estrategias de visibilización
El argumento culturalista
El argumento judicial
4 7 E d u a rd o V id e la , P á g in a /1 2 , 25 d e m a rz o d e 2010.
El contrato aludido implica: a) una jornada de trabajo de
16 horas diarias, sin francos previstos, b) un salario de algo
más de cien dólares mensuales (sobre lo que se descuenta el
transporte, el alojamiento y la comida), c) la obligación de
vivir en el lugar de trabajo, d) la retención de la documen
tación personal, e) reclutamiento voluntario por agencias de
empleo y el traslado transfronterizo. ¿Se trata de contratos
de servidumbre? ¿Formas de servidumbre voluntaria?
Nos parece que cuando se restringe la situación del tra
bajo migrante a la trata se borra un elemento diferencial
decisivo: un mapa de desterritorializaciones y re-territoria-
lizaciones de poblaciones trabajadores enteras que va de la
deslocalización minera en Bolivia de la década de 1980 a
su ubicación en las periferias urbanas (principalmente El
Alto), y luego a las rutas de migración hacia Argentina,
Brasil y España. Resituar esta serie de desplazamientos y
movimientos territoriales que son a la vez forzados por la
situación de desempleo pero también efecto de decisiones
y estrategias vitales permite reenmarcar el impulso m i
gratorio por fuera de la cuestión de la esclavitud, como
narrativa del sometimiento y la infantilización completa
de los migrantes. El diferencial de poder que estos movi
mientos implican respecto a una red de tráfico de personas
es incomparable. Más bien, vale encuadrarlo en lo que el
colectivo Mujeres Creando denomina exiliadas/os del neo-
liberalismo, incluyendo el término exilio más allá de sus
usos tradicionales de exilios políticos durante las dictadu
ras y remarcando, de ese modo, la continuidad de efectos
entre dictadura y neoliberalismo en América latina. A su
vez, esto exige elaborar una perspectiva de las migraciones
como creciente transnacionalización de la mano de obra
en relación a los requerimientos del mercado global48 pero
la copia @
El argumento moralizador
« S R C . M ie n tr a s se h a c e n e x p lo t a r v a n c o n s tr u y e n d o su
m ic r o e m p r e s a . L a id e a d e q u e e n e s t o s lu g a r e s e s tá en
ju e g o u n a d in á m ic a d e e s c la v it u d m e p a r e c e to t a lm e n t e
e q u iv o c a d a .
C S . ¿ V o s c ó m o le lla m a r ía s ?
S R C . S u b o r d in a c ió n , e x p lo ta c ió n , u n a m a n o d e o b r a q u e
e s tá p a g a n d o u n d e re c h o d e p is o m ig r a to r io , p a r a e n e l
p r im e r e s c a ló n r e c ib ir lo q u e se lla m a u n a re c ip r o c id a d
d ife rid a . E s o e s lo q u e h a c e n tu s p a p á s c o n tig o y tú tie
n e s la o b lig a c ió n d e h a c e r lo c o n tu s h ijo s. T u m a m á te h a
c u id a d o a tu h ija , tú tie n e s q u e c u id a r a la h ija d e t u h ija,
c o m o u n a d e v o lu c ió n a tu m a m á . D ife rid o e n e l tie m p o ,
se tr a ta d e u n c irc u ito d e d e v o lu c ió n : e s te fu e e x p lo ta d o ,
a h o r a le to c a e x p lo ta r. P a r e c ie r a q u e fu e r a m u y c r u e lm e n
te e l c o lo n ia lis m o , p e r o n o e s c o lo n ia l e s ta re g la . E n to d o
c a s o s e r ía u n a r e la c ió n d e c la se . E s to s n o lo s c o n s id e r a n
s a lv a je s a lo s e x p lo ta d o s . L o s c o n s id e r a n a p r e n d ic e s p e ro
n o sa lv a je s. P o r e s o e s q u e la p a la b r a e s c la v o , q u e s ie m p re
p a r te d e u n a h e te r o lo g ía c u ltu r a l, e s e q u iv o c a d a . A u n q u e
la copia @
e s c ie rto q u e e l c o n o c im ie n to a d q u ir id o e n la e x p lo ta c ió n
c o lo n ia l se v u e lv e u n in s u m o p a r a to d a fo r m a d e e x p lo ta
c ió n . P o r e je m p lo , e s c o m ú n e n c o n te x to s d e in te n s ís im a
se permite
e x p lo ta c ió n , q u e se d e s p lie g u e u n a o tr ific a c ió n d e l o b re ro ,
h a s ta c o n s id e r a r lo u n sa lv a je . P o r e so e s ta n fu e r te la c iu
d a d a n ía p e r o n is ta a q u í, p o r q u e si a lg o se ro m p ió e s e sa
p r e m is a , la d e q u e e l o b re ro e s u n sa lv a je -o tro , u n re c u rs o
h e r e d a d o d e la e x p lo ta c ió n c o lo n ia l, p o r q u e e l r e p e r to
rio d e la d o m in a c ió n tie n e ta m b ié n su p r o p io b a g a je de
s a b e r e s a d q u ir id o s . Y s o n c u ltu r a s d e s e r v id u m b r e , c o m o
d ic e n lo s a n tr o p o fá g ic o s » . 53
h u m a n a co m o p ro y ecto d e a u to n o m ía in d iv id u a l. L o s p ro b lem a s de
u n c a so co n cre to . L o s ta lleres d e co stu ra en B u e n o s A ire s» , en la X o
R eu n ió n d e A n tro p olog ía d el M erco su r, C u ritib a , d e l 11 al 13 ju lio de
2 0 1 1 , m im eo .
5 8 C. Sim biosis y C. Situ acion es, D e chuequistas y overlockas, op. cit., p. 22.
La propuesta de la autora enfatiza entonces una autono
mía en esta econom ía que im posibilita concebirla como
sistema esclavista. El dinamismo de la economía textil se
alimenta de ese cálculo de progreso, de conversión de cos
turero en tallerista. Aun cuando, como apuntan muchos
costureros y costureras, ese cálculo se vuelve posible sólo
para unos pocos. Rivera Cusicanqui encuentra una frase
sintética: «Mientras se hacen explotar, van construyendo
su microempresa».
Barroco
E l p r in c ip a l p a s a n te d e la fie s ta , E d g a r L im a c h i, lle g ó c o n
su e s p o s a d e s d e e l b a r r io C h a r r ú a d e B u e n o s A ir e s , d o n
d e c o n d u c e u n a e x it o s a e m p r e s a t e x t il q u e d a tr a b a jo a
m u c h o s ta lle r e s s u b s id ia r io s . S u fá b r ic a , ju n to a la r e d d e
m ic r o e m p r e s a s q u e a r tic u la , c o n t r a ta a c ie n t o s d e p a is a
n o s d e la p r o v in c ia c o m o jo r n a le r o s a d e s ta jo . A d e m á s da
tr a b a jo a m u c h o s a h ija d o s y c a s e r o s d e o tr a s lo c a lid a d e s
y p r o v in c ia s . [ ...]
E l p a s a n te d e la s e g u n d a c o m p a r s a e s ta m b ié n e m
p r e s a r io e n e l ru b ro te x til, p e r o se d e d ic a a l c o n tra b a n d o
e n g r a n e s c a la d e te la s p r o d u c id a s e n a lg u n o d e lo s m ile s
d e ta lle r e s d e u n b a r r io in d u s tr ia l e n P e k ín . L a M o re n a d a
C e n tr a l a d o p tó c o m o e m b le m a u n a m a tr a c a c o n la fig u ra
e s te r e o típ ic a d e l " c h in o " , e n h o m e n a je a su e x ito s a " c o n e
x ió n o r ie n ta l" q u e le h a p e r m itid o g a s ta r m á s d e tr e in ta
m il d ó la r e s p a r a c e le b r a r a T a ta S a n tia g o . C o n tr a tó a u n f a
m o so c o n ju n to d e c u m b ia v ille r a , q u e h a c o s e c h a d o é x ito s
e n B u e n o s A ir e s c o n su s le tra s q u e h a b la n d e lo s d o lo r e s y
s u fr im ie n to s d e la e m ig r a c ió n p e r o ta m b ié n d e su s é x ito s
y e m p r e n d im ie n to s . 61
la copia @
ciones estereotipadas:
6 1 Ibidem .
¿ P o d e m o s c o n fo r m a r n o s c o n la im a g e n d u a lis ta y m a n i-
q u e a q u e o p o n e u n o c c id e n te m e r c a n til y c a p ita lis ta , a u n
s u r -o rie n te d e in d io s a tr a s a d o s - o r e b e ld e s - , q u e r e s is te n
in e r c ia lm e n te d e s d e su e c o n o m ía " n a t u r a l " , o e s ta lla n e s-
p a s m ó d ic a m e n te e n a la rid o s d e d o lo r y v io le n c ia v in d i
c a tiv a ? E n e l p o lo o p u e s to d e l r a z o n a m ie n to : ¿ p o d e m o s
d e c ir q u e e s ta m o s a s is tie n d o a la fo r m a c ió n d e u n a n u e v a
c iu d a d a n ía g lo b a liz a d a , h o m o g é n e a , u n a s u e rte d e m e s ti
z a je tr a n s n a c io n a l q u e h a r ía d e la " h ib r id e z " y d e la in d e
te r m in a c ió n su p r in c ip a l fu e r z a ? 62
p r e d io d e A la s ita . Y o e s t a b a te n ie n d o a lg u n o s p r o b le m a s
e n m i c a s a , y e s e a ñ o e s t a b a d e c id ie n d o d e ja r d e e s tu d ia r
se permite
y p o n e r m e a tr a b a ja r. E s ta b a e s t u d ia n d o c o m u n ic a c ió n
s o c ia l. C u a n d o lle g a r o n m is tío s , le s c o m e n t é q u e te n ía
d e c id id o p o n e r m e a tr a b a ja r. Y a h í e s c u a n d o la m u je r
A C a p it a l lle g o a t r a b a ja r d e r e c t is ta e n u n t a lle r d e c o s
la copia @
tu r a . T r a b a ja b a 18 h o r a s , a p e n a s d o r m ía 2 ó 4 h o r a s , m e
d a b a n u n a c a m a . R e c u e r d o q u e n i b ie n lle g u é h ic e la
se permite
p r im e a r c a m in a ta a L u já n , la p e r e g r in a c ió n j u v e n i l . E n
e l 9 0 . F u e e l p r im e r d o m in g o , m e a c u e r d o q u e u n p a is a n o
m e d ijo : « E s a c á c e r q u ita » . Y la lle v é a m i h e r m a n a p o r q u e
n o s a b ía q u e e r a n 5 0 k iló m e tr o s . ¡L a tu v e q u e lle v a r en
a n d a s ! L le g a m o s a la s 12 d e l m e d io d ía , a la c u a r t a m isa .
Y o lle g u é p a r t id o e n c u a tr o . N i b ie n te r m in ó la m is a , n o s
v o lv im o s e n c o le c tiv o . Y a p e n a s m e e s ta b a m e tie n d o en
la v illa , m e a s a lta n . E n e s e e n to n c e s a m í m e g u s ta b a v e s
tir m e c o n r o p a P u m a , e s a s c a m is it a s flo r e a d a s , e s t a b a d e
lu jo . M e a p u n ta r o n c o n re v ó lv e r , y m e s a c a r o n la c á m a r a
fo t o g r á f ic a , to d o m e s a c a r o n . D e s d e a h í e n m á s , n u n c a
m á s r o p a d e p r im e r a . D ía s a n te s m e h a b ía c o m p r a d o la
casa. E r a u n a c a s illa , d e te r c e r a m a n o . D e s p u é s , e n e l
9 4 , tu v im o s u n in c e n d io , y a h í e s d o n d e n a c e la v ir g e n
d e L u já n a c á e n e l b a r r io , la im a g e n p r o p ia m e n t e d ic h a .
H u b o u n a c o le c t a e n d o n d e se ju n t a r o n 9 0 0 d ó la r e s q u e
se u s a r o n p a r a c o m p r a r la s c h a p a s . A h í ta m b ié n a p a r e c ió
J u a n it o , u n d iá c o n o q u e e s t a b a h a c ie n d o e l s a c e r d o c io , y
tr a jo la im a g e n d e C o p a c a b a n a . Y e l P a d r e Ju a n c h o tr a jo
la im a g e n d e L u já n . S e h iz o u n a m is a y v in ie r o n c o m o
q u in c e c u ra s . D e s d e e n to n c e s la r e c o r d a m o s to d o s lo s
a ñ o s . T o d o s lo s a ñ o s e n u n a c a s a d is tin ta . L a p r im e r a fu e
e n c a s a d e N a n cy , u n a c h ic a s o lte r a c o n tr e s h ijo s , y m u
c h o e n tu s ia s m o . M u c h a s v e c e s h a c o in c id id o q u e lo s p a
s a n te s d e la V ir g e n d e C o p a c a b a n a s o n d e la c o le c tiv id a d
b o liv ia n a y lo s p a s a n te s d e la V ir g e n d e L u já n ta m b ié n .
E l in c e n d io n o s d e jó e n e l b a r r io u n a c o s tu m b r e d e a llá ,
d e B o liv ia . N o s o tr o s lo h a c e m o s t a l c u a l e s , c o n lo s r i
to s , la s c o s tu m b r e s , la f e s tiv id a d , b e b id a s , m ú s ic a , b a ile .
D u r a h a s ta la s 6 d e la m a ñ a n a . S e h a c e e n la c a lle , a h í
s o b r e B o n o r in o . A n te s e l e s p a c io e r a m u c h o m á s g r a n d e ,
p e r o c o n e l tie m p o lo fu e r o n r e d u c ie n d o . ¡L e v a n q u ita n
d o e l te r r e n o a la p o b r e ! L a v ir g e n t e n ía to d o e s e fr e n te ,
p e r o la g e n te lo fu e u s u r p a n d o (ris a s).
H a b la n d o c o n u n a d e la s b a ila r in a s d e m o r e n a d a , le p r e
g u n té p o r q u é e l p a s a n te d e su c o m p a r s a h a b ía e le g id o la
im a g e n d e l « C h in o » c o m o e m b le m a d e su m a tr a c a . M e
r e s p o n d ió e n a y m a r a : « e s q u e lo s c h in ito s tie n e n m u c h a
la copia @
c a b e z a » , p o r q u e « to d o s a b e n h a c e r e llo s , to d o fa b r ic a n » .
L a p o t e n c ia m a n u fa c tu r e r a d e C h in a se e n c a r n a e n la m a
se permite
tr a c a c o m o illa fe c u n d a d o r a . Y e s to n o e s só lo u n a m e tá
fo r a . L o s o r g a n iz a d o r e s d e la s fie s ta s a n d in a s in t e r v ie n e n
d ir e c ta m e n te e n e l p r o c e s o p r o d u c tiv o d e e s ta s in d u s tr ia s
te x tile s lo c a liz a d a s e n la s c iu d a d e s c h in a s . L a s m u je r e s
6 5 Ib id em .
d e la c o m p a r s a g a n a d o r a d e la fie s ta d e l T a ta G r a n P o d e r
2 0 0 9 se v is t ie r o n c o n u n a tu e n d o d is e ñ a d o p o r e l a rtis ta
p lá s tic o M a m a n i M a m a n i. E n e l b o r d e in f e r io r d e la s p o
lle r a s se v e ía u n d is e ñ o d e p u m a s d e e s tilo T iw a n a k u ; en
la s m a n t a s u n d io s - s o l e s tiliz a d o e n n a r a n ja y a m a r illo . E l
s u n tu o s o tr a je , q u e lu c ía n c a s i m i l b a ila r in a s , p o d r ía v e r
se c o m o u n lo g o tip o d e e s ta s n u e v a s e s t é tic a s y fo r m a s
p r o d u c tiv a s . E l p a s a n te só lo tr a e la s te la s a B o liv ia , y lo
h a c e p o r r u ta s d e c o n tr a b a n d o q u e in v o lu c r a n d e c e n a s
d e r e la c io n e s y n u d o s a fe c tiv o s . E n L a P a z y e n E l A lto ,
s o n lo s c o n f e c c io n is ta s y la s p o lle r e r a s q u ie n e s fa b r ic a n
lo s tr a je s , t r e n z a n lo s fle c o s o c o s tu r a n la s a lfo r z a s , c u i
d a n d o d e la b u e n a c o m p o s ic ió n , d e la m e d id a c a b a l s e
g ú n la s ta lla s . L a r o p a te r m in a d a r e s u lta a s í u n e m b le m a .
U n p r o d u c to p r o d ig io s o d e e s t a s u e r te d e « g lo b a liz a c ió n
p o r a b a jo » , m a r c a d a p o r la in f o r m a lid a d y la ile g a lid a d ,
p e r o d o t a d a d e u n a fu e r z a a la v e z s im b ó lic a y m a te r ia l,
c a p a z d e r e v e r tir e l s e n tid o m is m o d e la d o m in a c ió n d e l
c a p ita l tr a n s n a c io n a l . 66
L o q u e n o s o tr o s h a c e m o s e s d e fe n d e r e l d e r e c h o d e la s
p e r s o n a s : y a s e a a lb a ñ il, v e r d u le r o , z a p a t e r o , t a lle r is ta o
n o ta lle r is ta . E llo s v ie n e n a n u e s t r a s o fic in a s . C u a n d o le
p a s a a lg o a a lg u ie n , v ie n e n a n u e s t r a s r a d io s y n o s o tr o s
le o fr e c e m o s a y u d a . D e r e p e n te , n o t ie n e n d in e r o p a r a
h a c e r u n e n tie r r o , o p a r a u n p a r to o u n a o p e r a c ió n y n o
la copia @
s o tr o s a y u d a m o s . [...] C a d a v e z q u e o c u r r e a lg o , n o s o tr o s
v a m o s y n o s m a n if e s ta m o s . Y h o y d ía te n e m o s u n a e s
se permite
t r u c tu r a b a s ta n te fu e rte . S o n m u c h o s lo s h e r m a n o s q u e
n o s a p o y a n . S i e l c o n s u la d o e x is t ie r a y se h ic ie r a c a r g o de
to d o e s to , n o s o tr o s n o e x is t ir ía m o s . 71
Trabajar adentro
R e ta z o s , 2010.
faz de exilio neoliberal (Mujeres Creando) funciona como
solución para los problemas sociales internos. Bajo el m is
mo razonamiento, la posibilidad del regreso supondría la
superación de esas condiciones neoliberales; sin embargo,
la etapa posneoliberal de los países sudam ericanos no re
vierte el flujo m igratorio.76
La articulación entre el Consulado y la economía del
taller hasta entonces había funcionado de modo estrecho:
Alvaro González Quint, cónsul adjunto en aquel m om en
to, oficiaba de m ediador en los conflictos laborales entre
talleristas y costureros.77 A pesar de sus denuncias en los
78 http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/58447-19286
-2005-10-26.h tm l. D espu és tam b ién fu e inv estigad o ju d icialm en te p or la
com p ra ilícita, co m o fu ncion ario, d e autos de lujo («Por corru pción y
otros delitos Evo instru ye "lim p iez a " del Servicio E xterior», 31 d e enero
d e 2008, D iario H ispano Boliviano , La Paz).
79
' Ju a n C a rlo s E s tra d a V á z q u e z , ¡¡N o o lv id a m o s !!, op. cit.
adelantado por el empleador-tallerista en el caso del viaje
y queda a su cargo la m anutención cotidiana junto al alo
jamiento. Entonces, hay un tiempo de descuento. Luego,
m uchas veces el patrón no entrega periódicamente el sala
rio, sino que lo «guarda» como m odo de forzar al ahorro.
El supuesto es que el costurero/a no necesita efectivo para
m overse ni para los gastos cotidianos, excepto el del locu
torio para com unicarse con los parientes. Para esto se en
trega una sum a específica y m ínim a cuando se «autoriza»
la salida. Muchos testimonios revelan que cuando un/a
trabajador/a decide volverse a su país y pide el total de lo
«ahorrado», las sumas son siempre desconcertantes por lo
bajas. Sobrevienen entonces explicaciones de descuentos
de todo tipo y/o acusaciones de robo a los costureros/as
para justificar la exigua cifra acumulada.
La transacción dinero/trabajo, como señala Moulier
Boutang, está determinada por los derechos de propie
dad, políticos, civiles y demográficos que amplían o res
tringen la eficacia de esa transacción. Cuando hablamos
de un diferencial de explotación, entonces, debemos tener
en cuenta que en ese diferencial juegan negativamente la
lim itación efectiva de derechos. La situación de encierro
del taller - la producción de la condición de clandestini
dad que im plica el taller- es la creación de esa restricción,
incluso cuando la legislación sobre la población m igrante
se vuelve progresivamente m ás inclusiva.
Esta modalidad de la temporalidad contractual obliga
a dejar de hablar de regulación del trabajo para desentra
ñar, m ás ampliamente, formas de gobierno que atañen a la
vida entera. De la regulación del trabajo, en determinadas
condiciones de producción, al gobierno de la esfera de la
la copia @
M ás allá de la esclavitud
Multinaturalismo
vez que cree estar nombrando de cero algo que los colec
tivos que se propone estudiar ya han pensado. Cuando
la antropología se coloca, en cambio, en continuidad (o
se permite
8 6 Ib id em , p. 104.
4 . Entre el taller y la villa:
una discusión sobre el
neoliberalismo
¿Posneoliberalismo?
rrez Aguilar.1
El neoliberalismo no es el reino de la economía supri
se permite
1
R. G u tiérrez A g u ila r, L o s R itm o s del P a c h a k u ti..., op. cit.
esta premisa hace que el posneoliberalismo en América La
tina, por medio de la reivindicación de la dupla estado vs.
mercado, de lugar a una nueva autonomía de lo político.
Cuando se apela a la recuperación del estado se pre
tende separar abstractamente las secuencias «liberalismo-
mercado-economía» de «desarrollismo-estado-política»,
y suponer, paso a paso, que lo segundo puede de por sí
corregir y sustituir a lo primero. Pero este modo de plan
tear las cosas conlleva ya el riesgo de una reposición in
mediata y general de relegitim ación de un neoliberalism o
«político», por falta de toda reflexión crítica sobre los m o
dos de articulación entre institución y competencia (entre
liberalismo y neoliberalismo). La renuncia a la singulari
dad en el diagnóstico trae como correlato políticas sin sin
gularidad alguna respecto del desafío actual.
En cierto sentido en todo el continente se juega el
mismo problema: ¿puede la reposición del estado y los
nuevos liderazgos antiliberales superar al neoliberalismo?
Defendemos la tesis de que sólo el despliegue contenido
en los movimientos y revueltas de las últimas décadas en
el continente anticipan nuevos sujetos y racionalidades
que una y otra vez son combatidos a partir de la reintro
ducción de una racionalidad propiam ente liberal desde la
«recuperación del estado».2
La preguntas que podemos formularnos a partir de las
premisas anteriores son las siguientes: ¿Cómo conceptua-
lizar esa racionalidad y afectividad colectiva que se des
pliega más acá del neoliberalismo puro y duro, porque
lo puso políticam ente en crisis y que, al mismo tiempo, ha
incorporado buena parte de su cálculo, a la vez que dis
puta y usa su idea de libertad y subvierte y comprende
la copia @
2
O tra tesis d ife re n te es la q u e p ro p o n e N eg ri re sp e c to a la p o ten cia
d e los m o v im ie n to s d e « a tra v e s a m ie n to co n d ista n c ia m ie n to » d e las
in stitu cio n e s esta ta les. V éa se re p o rta je a A . N eg ri « C a m b io d e p a ra
d ig m a s» , P á g in a/1 2 , B u e n o s A ire s, 4 d e d ic ie m b re d e 2007.
institucionalidad propia es capaz de construir? ¿Cómo
negocia con la autoridad pública-estatal en sus diversas
escalas? ¿Qué composición social exhibe?
3
M . F o u ca u lt, S eg u rid ad , territorio, p oblación , o p . cit., p. 70.
6 Ib id em , p. 70.
Se trata, sin embargo, de un realismo anti-maquiaveliano.
El giro fisiocrático puntualiza Foucault es un tipo de rea
lismo en el cual el gobierno ya no se basa en la habilidad
y pedagogía del príncipe respecto de sus súbditos, sino en
una economía que se ocupa de los problemas de la pobla
ción y de las «cosas». Se perfila aquí un problema político
fundamental: aceptar las cosas «tal cual son» supone la
existencia de un principio de adecuación de las cosas al
naturalismo liberal. Sin embargo, lo que hay es un proce
so de m odulación que opera al nivel mismo de la forma
ción de realidad. Esta operación es la inmanentización de
una lógica trascendente del capital en la medida que se identifica
este nuevo realismo con un naturalismo liberal.
Cabe señalar aquí una disputa por el realismo. Tanto la
economía como la política -e n pleno proceso de fusión o
reabsorción- son tratadas como una física: dejan de lado la
exhortación moralista o la amenaza de represión y abren
al camino a una suerte de empirismo radical que puede ca
racterizarse a partir de algunos rasgos fundamentales y
encadenados: 1. una indistinción naturaleza/artificio; 2.
una lógica amoral o realista; 3. un pensamiento estratégi
co de las fuerzas.
7 Ib id em , p. 406.
la hegemonía del estado, la cual se pretendía interminable.
¿Qué podía detenerla? «El surgimiento de algo que será la
sociedad misma», dice Foucault.8 La ruptura con la idea
m isma de obediencia permite que la «sociedad civil» se im
ponga al estado en nombre del derecho a la revolución de
m odo que, finalmente, el estado deja de ser percibido como
poseedor de la verdad de la sociedad.9
Foucault, sin embargo, m arca una distinción im por
tante entre el liberalismo del siglo XVIII y el neolibera-
lismo que se inicia luego del nazism o en Alemania: en el
prim ero se trataba de introducir la libertad de m ercado
frente a la existencia de una razón de estado y un estado
policía que venía del siglo anterior. En la Alemania de pos
guerra -d o n d e Foucault sitúa el desarrollo del neolibera-
lismo bajo la escuela «ordoliberal»- se trató, en cambio, de
fundar y legitimar un estado «inexistente».10 La libertad
está tam bién en el centro del problema del gobierno pero
ahora invocada para otra tarea: «¿cómo puede la libertad
ser al m ism o tiempo fundadora y limitadora, garantía y
caución del estado?». Este cambio de plano -m utación
radical de las condiciones de partida: la limitación de un
estado existente a la invención/limitación sim ultánea de
uno inexistente- im pone una «reelaboración» de la doc
trina liberal de gobierno, advierte Foucault.
Hay una serie de inversiones, que los llamados ordo-
liberales alemanes operan sobre el liberalismo de origen
fisiocrático. Son operaciones de radicalización: 1. se pasa
de un m ercado vigilado por el estado a un estado bajo
vigilancia del m ercado11 y 2. ya no se trata de liberar a la
8 Ib id em , p. 407.
la copia @
9 Ib id em , p. 408.
10
se permite
1 6 Ibidem .
como planificación estructural. La clave foucaultiana es
justam ente esa: la fuerza del neoliberalism o como guber-
nam entalidad es incluir la «libertad», eso que m oderna
m ente ponía en peligro todo orden, en el corazón mism o
de un nuevo dispositivo de orden libre.
El neoliberalismo, cuya piedra basal es la extensión
del Hom o economicus como racionalidad del orden políti
co -ta l como H irschm an lo señala en la genealogía de los
argumentos políticos a favor del capitalismo previos a su
triu nfo-, supone una idea de cálculo determinado. Sobre
ella queremos proponer una torsión.
El cálculo como base de una pragmática vitalista signi
fica que se puede pensar estratégicam ente como forma de
afirmación de los sectores que justam ente quedan fuera
del cálculo tanto económ ico como político: o como asis
tidos o población excedente o como desclasados. En todo
caso, eso que Ranciere llama «la parte de los sin parte»
suele quedar expuesta sólo a cálculos de sobrevivencia
que, estadísticamente, organizan su gestión como vícti
mas de los cálculos de otros.
Pensar el cálculo como condición vital en un contexto
en el cual el estado no garantiza las condiciones de com
petencia neoliberales (prescriptas por el m odelo ordolibe-
ral) im plica que el cálculo asume cierta monstruosidad en
la m edida que la empresarialidad popular está obligada a
hacerse cargo de condiciones que no le son garantizadas.
Esta im perfección se da al m ism o tiempo como indeterm i
nación y organiza una cierta idea de la libertad y desafía a
su m odo las tradicionales formas de obediencia.
La pragmática vitalista que em erge tiene un gran senti
la copia @
18
A n to n io G ra m sc i, « A m e ric a n ism o y fo rd ism o » , en C u ad ern os de la
cárcel, T o m o I, M é x ic o D . F., E ra, 1975.
cálculo propiam ente «obrero», que el partido y luego la
econom ía socialista iría racionalizando e instituyendo.
La vía propia de Negri pasa por pensar el potencial de
la desmesura, la crisis de m edida y del cálculo. Lo hace
partiendo de las teorizaciones feministas que de m odo
pionero plantearon la imposibilidad de «medir» el trabajo
afectivo-doméstico, poniendo de esa m anera en tensión
la m edida m ism a del salario como retribución cuantita
tiva de una cantidad de horas de trabajo. De allí, el afecto
como potencia que desestabiliza la m edida y que es ori
gen de la «desmesura» (Marazzi).
Si vamos a cierta fenomenología, como la desplegada
por León Rozitchner, el cálculo habla del imperio de una
racionalidad abstracta, m utación del espíritu cristiano
que conserva y radicaliza un m ortífero sistem a de jerar
quías. (De allí que la salida sea vista como condición sin
condición).
Más ambiguo en este punto, el análisis de Foucault
sobre el neoliberalismo supone la convergencia entre li
bertades individuales y vericidad norm ativa mercantil;
es decir, el m ercado es el m odo de darse de la libertad
calculable. El neoliberalismo es presentado como esfuer
zo de leer la libertad de las personas y de incluir en el
cálculo incluso lo incalculable de sus motivos y acciones.
Ese incalculable no pretende ser restringido, m ás bien es
tim ulado a través de la presencia de un «medio» y de las
interacciones que allí se dan. En esta perspectiva (y rete
niendo todo lo anterior) se llega al contexto en que m ejor
luce la fórmula: cálculo es conatus. El cálculo aparece como
m odalidad de la m áxim a inm anentización de la trascen
dencia, en la m edida en que se reconoce como nunca antes
la copia @
2 0
G . F e ld m a n , « C réd ito s p a ra el c o n su m o . A n á lisis d e l fe n ó m en o
se permite
2 1 Ib id em , p. 19
2 2
P ara v e r u n ca so p a ra d ig m á tic o c o m o el d e la m icro fin a n ciera
«G ra n P o d er» , v e r V eró n ica G a g o , «E l c o n su m o c o m o m a rca d e é p o
ca», L e M on d e D ip lo m a tiq u e, n ú m . 172, E d ició n C o n o Su r, 2013.
de microfinanzas por abajo no decrecieron con el fin de
la crisis, sino que, por el contrario, se expandieron. Y esto
por dos razones. Como señalamos, las políticas guberna
m entales de subsidios buscaron aliarse a estas economías
para volverlas parte del impulso general al consumo. Pero
también ellas impulsaron la reactivación de ciertos sectores
tradicionales, desmantelados en los noventa por la apertu
ra de importaciones, como es el caso de la industria textil.
En esa dinámica, los planes sociales dejaron de con
cebirse y propagandizarse como paliativo tem poral de la
desocupación para ser reconvertidos en subsidios a nue
vas formas de empleo, asumiendo que las formas coope
rativas y autogestivas creadas en el auge de la crisis te
nían el saber y la astucia de procedim ientos productivos
entramados en los territorios de los cuales la formalidad
asalariada se había retirado hacía tiempo. A la vez, fue
una form a de im poner la bancarización compulsiva como
form a de control de ese dinero proveniente del estado, lo
cual había sido un punto clave de la disputa de los m ovi
mientos sociales organizados en la época de la crisis. Ese
control es sobre todo una forma de captura de renta de
los beneficiarios de esos subsidios, ya que la bancariza-
ción constituye una condición técnica indispensable en el
endeudamiento, corazón de la explotación financiera.
Por otro lado, la consolidación de la econom ía infor
m al en sus diversas modalidades, pero con un fuerte com
ponente feriante-migrante, y extendida a enormes secto
res m edios bajos de Argentina, atrajo a algunos grandes
bancos, distintas entidades bancarias y financieras no
bancarias para operar sobre una franja específica de la po
blación: migrante, informal, productiva y descapitalizada.
la copia @
24 A rie l W ilk is, L as sosp ech a s del dinero. M ora l y econ om ía en la vida
p op u lar. B u e n o s A ire s, P a id o s, 2013.
agencias financieras, mutuales y cooperativas, comercios
minoristas y cadenas de electrodomésticos o de indum en
taria e hipermercados. Esta m ultiplicación de instrum en
tos impulsó en esa franja de la población la adquisición de
equipamiento hogareño de electrodomésticos y, especial
mente, motos y celulares.
El informe del Ministerio Público de Argentina (Proce-
lac) no deja dudas respecto tanto a la penetración del sis
tema financiero en la economía de los sectores populares
a través de los préstamos de dinero en efectivo o por emi
sión de tarjetas de crédito, como al hecho de que «la ge
neralización de estos instrumentos financieros lejos de te
ner un carácter integrador o democratizador reprodujeron
las diferencias sociales que operan en otros ámbitos de la
sociedad».25 Según su caracterización, el endeudamiento en
el que se involucran los sectores populares es «vulnerable»
porque complica la situación de subsistencia de los endeu
dados. «De esta m anera opera una situación paradojal que
por sabida no quita su inequidad: las personas de menores
ingresos pagan más por las compras de los mismos pro
ductos. Los sectores populares, entonces, son objeto de una
violencia económica sin parangón en otros sectores de la
población que genera un daño social cuyas consecuencias
repercuten tanto en las familias concretas como potencial
mente en la economía nacional en su conjunto».26
Desde el gobierno, con el impulso al consumo m asi
vo, se da una doble operación. Por un lado, se reconoce
la im posibilidad del horizonte del pleno empleo (imagen
persistente en el im aginario nacional); por otro, se intenta
ligar democratización con acceso al consumo. La ciuda
danía, como ejercicio de derechos, deja de estar ligada a,
la copia @
2 6 Ib id em , p. 40.
2 7 Ib id em , p. 82.
ya no es solo efecto del ingreso salarial, sino tam bién del
dinero que el estado transfiere a los barrios periféricos en
concepto de subsidio pero sobre todo, como ya señalamos,
de m ú ltip les m od alid ades de ingreso en concepto de la
boriosid ades tam bién m últiples. Por eso, el consum o es
u na m ed iación y un incentivo que, junto al dispositivo
de la deuda, im pulsa a nuevas m odalid ades de crea
ción de valor. ¿Q ué categoría antropológica estaría en la
base de esta generalización del consum o? En el posfor-
dism o presenciam os la em ergencia de una m utación de
connotaciones antropológicas de las fuerzas productivas,
que se puede rastrear tanto en acentuada m ediación del
consumo así como en la constitución y desarrollo de los
dispositivos de m ando abstractos del capital financiero.
Se trata de un dinamismo de desmultiplicación respecto
de la universalidad antropológica postulada por Balibar:
la heterogeneización de las figuras laborales homogéneas
y universalistas en beneficio de aquellas caracterizadas
por Virno como una «Exposición Universal» de las disí
m iles formas históricas del trabajo que requieren de arti
culaciones y ensamblajes cada vez m ás complejos.28
Eduardo Viveiros de Castro señala, para el caso de
Brasil, dos cuestiones clave para confrontar con la idea
de la democratización por el consumo que sustenta la
legitimidad de los gobiernos llamados progresistas de la
región.29 Por un lado, que el consumo de los sectores po
pulares al darse por medio del acceso al crédito im plica
el desplazamiento de la obligación del estado respecto a
la provisión de servicios públicos y gratuitos a favor del
endeudamiento y, por otro, la diferencia clasista que se
renueva por m edio su conversión en acreedores siempre
en desventaja respecto a otras franjas de la población.30
la copia @
28
P. V irn o , G ram ática d e la m u ltitu d ..., op. cit.
se permite
M apear el neoliberalismo
1 ' '
S o b re la d in a m ica d e in v ersió n e n tre lo b a jo y lo a lto q u e p ro d u ce
u n a ciu d a d , v é a se M a l d e A ltu ra. Viaje a la B o liv ia in su rg en te, B u en o s
A ire s, T in ta L im ó n , 2005.
hacia arriba y se superponen, un piso sobre otro. Hoy se
encuentran construcciones de hasta cinco niveles.
Beatriz Sarlo, en su libro La ciudad vista,2 emite un juicio
estético-urbano sobre esta m isma cuestión: «Todo exhibe
crudamente, con el aire confiado de lo natural en expan
sión, una especie de precaria monstruosidad destinada a
permanecer, ya que la construcción es de material y está
allí para quedarse».3 Sarlo habla de la villa como un barrio
que destila una «inconclusión definitiva», agravada ahora
por el contraste de materiales entre las viejas y nuevas vi
llas: «Así impresionan todas las construcciones precarias,
en chapa, madera, cartón, plástico. Pero cuando lo incon
cluso es de ladrillo, la cualidad de lo no terminado con
tradice las propiedades de las materias sólidas que entran
en su composición».4 Comprueba así que el ladrillo de las
construcciones desmiente la ilusión que todavía es posible
mantener cuando se ve a las viviendas precarias hechas
de materiales menos definitivos: constata que están ahí
para quedarse. Son parte no momentánea ni transitoria de
la ciudad. Hay algo de lo que Sarlo juzga como «precaria
monstruosidad» que es ya constitutiva de la ciudad y no ar
mado pasajero, sujeto a ser desmontado según los vaivenes
de las políticas públicas y los requerimientos de mano de
obra. Aún si nunca fueron así de volátiles, lo que se lee en
su análisis es sobre todo una apreciación: esas construccio
nes, para ella «arquitecturas monstruosas»,5 son la ciudad
del presente, su parte más llamativa. Aun si incluidas como
su parte baja, están allí «para quedarse», lo que significa
que remodelan definitivamente lo urbano y subsumen a
Buenos Aires en esa lógica de lo inacabado para siempre.
Se trata, además, de una monstruosidad que no tiene con
fines fijos, no se limita a la villa: se desparrama más allá de
la copia @
2
B e atriz Sarlo , L a ciu d ad vista, B u en o s A ire s, Sig lo X X I, 2009.
3 Ib id em , p. 73.
4 Ib id em , p. 73.
6 Ib id em , p. 79.
7
' M aría C a rm a n tra b a ja d e m a n e ra fo rm id a b le esta co n tra p o sició n
e n tre n a tu ra lez a y cu ltu ra c o m o re p a rto d e le g itim id a d e s en la c iu
d ad en d o s d e su s lib ro s: L a s tram p as de la n a tu ra leza y L as tram pas de
la cu ltu ra (F C E -C la cso ).
capaz de visibilizarla como espacio productivo para pe
queñas empresas, em prendimientos familiares, y econo
mías informales a través de los cuales, al decir de Saskia
Sassen,8 «antiguas economías m ateriales pueden prospe
rar». Sin embargo, aun si a prim era vista esas economías
parecen ser anacrónicas (en sus tecnologías y formas labo
rales), Sassen se encarga de aclarar que la articulación que
tienen con los sectores económ icos avanzados es lo que
tiñe al espacio de la villa de un carácter «global»: «Los pai
sajes crecientemente homogéneos y los entornos construi
dos de las zonas de glamour tienden a oscurecer el hecho
de que el florecimiento urbano actual de las economías
avanzadas está frecuentemente alimentado por una his
toria económ ica urbana anterior que les otorga ventajas
especializadas particulares».
La arquitectura económica, edilicia y social de la villa
se vuelve así ventaja comparativa para ciertas economías.
La textil-feriante es una de ellas. De la feria La Salada al
taller textil se construye una secuencia que incluye a la villa
como tercer espacio que completa el ensamblaje: en la villa
se «sumerge» el taller textil clandestino para aprovecharla
como espacio de recursos comunitarios, de protecciones
y favores y de fuerza de trabajo. Y esto porque en la villa
se renueva permanentemente la población m igrante y es
lugar de producción de una multiplicidad de situaciones
laborales que van del autoemprendimiento, a la pequeña
empresa pasando por el trabajo doméstico y comunitario y
en relación de dependencia. De la villa al taller textil y del
taller a la feria La Salada envuelve entonces una genealogía
que revela una lógica de m utua contaminación, de perma
nentes reenvíos, de complementariedades y contradiccio
nes. Las trayectorias y temporalidades que se tejen entre la
la copia @
8
S. S a sse n , « L a S a la d a : T h e L a rg e st In fo rm a l M a rk e t In S o u th A m e
ric a ...» , op. cit.
Dispersión y aglomeración
1.11.14
10
S. S a sse n , C on trag eog rafías d e la g lo b a liz ació n , M a d rid , T rafican tes
d e S u eñ o s, 2003.
11
In fo rm e d e 2 0 0 7 d e la S in d ic a tu ra G en era l d e la C iu d a d , tras c e n
sa r co n d icio n es d e v id a en 14 v illa s, 5 7 a sen ta m ien to s p re ca rio s y 16
b a rrio s m u n icip a les o c o m p le jo s h a b ita cio n a les.
1 2
Para u n a h is to ria d e los in ten to s su cesiv o s d e e rra d ic a c ió n d u ra n
te la d ic ta d u ra , v e r E d u a rd o B la u ste in , P ro h ib id o v iv ir aqu í, C o m isió n
M u n ic ip a l d e la V iv ie n d a -G C B A , 2001.
y aplanaron parte del terreno; por otro fueron repatriados
obligadamente cientos de bolivianas y bolivianos por un
convenio con el dictador Hugo Banzer, como parte de la
coordinación regional de expatriación forzada que se dio
sim ultánea a la operación represiva, tam bién regional, del
Plan Cóndor. Algunas de sus calles fueron utilizadas para
fusilar m ilitantes y desde entonces varios de sus vecinos
están desaparecidos. En esa época quedaron apenas unos
veinticinco vecinos, pero después del 83, con la vuelta de
la democracia, la villa volvió a crecer. De allí que su nom
bre fue sumando números, compilando la historia y las
denominaciones de las diferentes épocas. Hoy se la cono
ce como esa sucesión numérica: 1.11.14.
Desde comienzos de los 90, con la paridad cambiaria
del peso argentino respecto del dólar, Argentina se con
virtió en un destino m asivo para m igrantes de los países
vecinos y la villa recibió nuevos m iles de habitantes que
llegaban para poder enviar a sus países de origen cuan
tiosas remesas en dólares. La crisis del 2001-2002 im pli
có tam bién el fin de la «convertibilidad» peso-dólar. Sin
embargo la m ayoría de los migrantes no regresaron a sus
países como se especulaba y, por el contrario, la villa del
Bajo Flores en particular siguió siendo un lugar de arribos
en busca de m ejor vida y oportunidades laborales. Desde
2005, con la reactivación económ ica del país, se increm en
tó la llegada de jóvenes, im pulsando una renovación ge
neracional de la m igración.13
v id u a l q u e va e n tre los 200 y los 1000 p esos. L o s ex tra n jero s tam b ién
re p re se n ta n el 70 p o r cien to (cerca d e 2 0 .0 0 0 d e los 2 6 .0 0 0 su b s id ia
d o s) en tre los b e n e fic ia rio s d e los tick ets so cia le s q u e se en treg a n a
las m a d res d e h o g a re s en situ a ció n d e p o b re z a y q u e c o n sisten en
u n a c h e q u era d e 150 p eso s p a ra la c o m p ra d e a lim e n to s. E stos p ro
g ra m a s a siste n cia les so n c o m p a tib les co n o tra s a y u d a s en treg a d a s
p o r el g o b iern o n a cio n a l a las m ism a s p erso n a s. T od os so n dato s
re señ a d o s en L a N ación , 6 d e o c tu b re d e 20 1 0 , n o ta d e D a n iel G allo.
Además, hay un espacio que va m ás allá de la norma: no
sólo se desborda, en los hechos, el cupo de cinco delega
dos para extenderse a 31 (uno por manzana), sino que,
además, la explícita exclusión de los partidos políticos en
el cuerpo colectivo m arcará tam bién una diferencia sus
tancial con el m ecanism o unipersonal anterior, mucho
m ás perm eable a ser usufructuado por los partidos y sus
sistemas punteriles de inserción territorial.
La ley 403 expresa un m om ento de conquista de una
experiencia popular autogestiva, audaz en su dimensión
organizativa y resolutiva y novedosa en su carácter plu-
rinacional. Sin embargo, la fuerza de la ley no es inmuta-
ble.15 Lo cual señala una interesante relación entre crea
ción de derecho y capacidad de innovación social. Dicho
de otro modo: es la capacidad social de innovación la que
obliga a la creación de nuevos derechos, a la ampliación de
su frontera y, por tanto, a la profundización democrática.
En este sentido, la jurisprudencia que form ulan las inno
vaciones sociales es inmediatamente política: con efectos
sobre el derecho y sobre el repertorio de luchas populares
legítimas. De todas m aneras, aun cuando el plano legal
parece cristalizar en el tiempo un conjunto de conquistas,
tam bién son posibles retrocesos cuando se descompone la
capacidad social de m antenerlas efectivas.
1 5 L a le y 4 0 3 , a l ig u a l q u e o tr a s le y e s d e u r b a n iz a c ió n d e v i
lla s , e s t á v ig e n te p e r o s u s p la z o s v e n c id o s . L a fa lt a d e r e s p u e s ta
d e s d e la p o lít ic a d e l E je c u tiv o d e r iv ó e n p r o c e s o s ju d ic ia le s q u e
ta m p o c o r e s u lta r o n e n a v a n c e s m a te r ia le s .
dimensión m aterial de esa constitución colectiva. Desde
esa perspectiva hablam os de una composición y recompo
sición de un cuerpo común en la villa, como un concepto
que -originado en M arx y luego retomado por la tradición
del obrerismo italiano- perm ite pensar el estatus ontoló-
gico de las formas sociales.16
De este modo, la villa como ámbito de un internacio
nalismo forzoso devino posibilidad de innovación políti
ca popular, desafío a las formas organizativas existentes y
creó durante varios años (1999-2004) modos de participa
ción, disputa y negociación m ixturando estrategias, dis
cursos, tradiciones y trayectorias de orígenes diversos. La
novedad en sus prácticas opera al m enos en un doble sen
tido: promueve una reconfiguración de la cultura política
nacional y de la tradición de lucha villera argentina y tam
bién despliega una reinvención de las culturas políticas de
los países de «origen». Esto quiere decir que produce una
novedad en términos de repertorio de recursos organiza
tivos que tienen como efecto un m ayor despliegue en la
capacidad social de autogobierno.
El carácter transnacional de este territorio lo vuelve
laboratorio de nuevas formas organizativas que buscan
transform ar las condiciones de vida, a través de reivin
dicaciones y conquistas, la m ayoría de las veces ligadas
al lugar.17 Al mismo tiempo redefinen la noción de ciuda
danía en la m edida que obligan a la form ación de nuevos
derechos o, por lo m enos, a la tensión de los existentes.
A l inicio, cuando se hizo la hu elga de ham bre para
reclam ar el reconocim iento a la Legislatura, entre los
diputados decían: «¿estos bolivianos de m ierd a nos van
a venir a m over el piso?» Q ueríam os transparen cia y
la copia @
se permite
simple ni sencilla.
se permite
18 ,
T od os los te stim o n io s te x tu a le s cita d o s en este c a p ítu lo so n p arte
d e u n lib ro q u e c o m p ila e n trev ista s a los ex d e leg a d o s d e la V illa
1.11.14 , aú n n o p u b lica d o . L as en trev ista s fu ero n re a liz a d a s p o r Fri-
d a R o ja s, H e rn á n F e rn á n d e z , D ie g o S z tu lw a rk y V eró n ica G ago.
Derecho a ser usuario
19
A rtu ro E sco b ar, M ás allá del Tercer M u n do: G lobalid ad im perial, colo-
n ialidad g lobal y m ovim ientos sociales an ti-g lobalización , In stitu to C o lo m
b ia n o d e A n tro p o lo g ía e H isto ria d e la U n iv ersid ad del C au ca, 2005.
población subsidiada.20 El modo de revertir ese diferencial
negativo es pagar servicios «como» lo hace «el resto». Por
otro lado, lo que aquí aparece es la constatación de que la
población de la villa no es exactamente «pobre», sino que
despliega una economía que en buena medida es capaz de
pagar servicios como cualquier otro barrio.
«Las villas porteñas, con más de 163.000 habitantes,
se iluminan en la clandestinidad: con precarias y riesgosas
conexiones, la electricidad llega a cada morada de los ba
rrios m arginales solventada por el gobierno de la ciudad
que, en 2010, desembolsó unos 23 millones de pesos por
ese concepto. Es más: según fuentes oficiales, el consumo
de una vivienda en una villa es hasta cuatro veces mayor
que en una propiedad promedio en un barrio urbanizado
como Palermo, Villa del Parque o Belgrano». El uso de la
metáfora con que se editorializa esta nota del diario La
Nación (20 de m arzo de 2011) firmada por Pablo Tomino
es revelador: la clandestinidad, asociada tradicionalm ente
a lo oscuro y escondido, es ahora una forma de vida que
consume más luz que los hogares de los barrios blancos,
urbanizados, como Palermo, Villa del Parque o Belgrano.
Llevado al extremo, el contrapunto dice: «Es más, las au
toridades aseguran que pudieron verificar que una casa
de la villa 31 consumió 196 por ciento más que un depar
tam ento en el tradicional edificio Kavanagh, ambos en
Retiro. Lo mismo dijeron a La Nación fuentes de Edenor».
2 0
« S e p id ió a la L e g isla tu ra d e q u e se h ag a u n p ro y ecto d e le y y se
a p ru eb e, p a ra q u e en la 1 .1 1 .1 4 se e m p ie c e a p a g a r la lu z, se e m p iece
a p a g a r el a g u a , la clo a ca . O sea , lo h em o s p ed id o co m o o rg a n iz a
ció n , co m o c u erp o d e d e le g a d o s, lo h em o s so licita d o p o rq u e era una
la copia @
21
A . N eg ri, «El m o n stru o político. V id a desnu d a y p otencia...», op. cit.
2 2
A le ja n d ra M a ilh e , « Im á g en es d el o tro so cia l en el B ra sil d e fines
d el sig lo X IX . C a n u d o s c o m o e sp ejo en ru in a s» , P rism a s, R ev ista de
h isto ria in telectu al, n ú m . 14, 2 0 1 0 , pp. 37-56.
La villa como efecto del progreso
Vivir bien
La lengua de la patria
la copia @
2 3 , ,
S. R iv era C u sic a n q u i, « L a co n tra d icció n / su p le m e n ta ció n en tre
C u ltu ra y D e sa rro llo ...», op. cit.
2 4 Ib id em , p. 62.
un «nosotros» dice Arendt es requisito de una vida políti
ca. Butler lee esto como «un tipo de argumento ontológico
que constituye al mismo tiempo una aspiración política».25
Y lo refiere a la cuestión del canto (aunque confiesa que
no se im agina a Arendt cantando). Los m igrantes latinos
cantando en castellano el him no estadounidense desbara
tan, dice Butler, el requisito monolingüístico de la nación
e instalan la «tarea de la traducción en el corazón mismo
de la nación». Vale esta extensa cita:
Q u ie ro su g e rir q u e n i A g a m b e n n i A r e n d t p u e d e n te o riz a r
e s te acto c o n c re to d e c a n ta r y q u e to d a v ía h a c e fa lta d e sa
r r o lla r e l le n g u a je n e c e s a rio p a r a h a c e rlo . T a m b ié n im p li
c a ría v o lv e r a p e n s a r c ie rta s id e a s d e d e m o c ra c ia sen sib le,
d e a rtic u la c ió n e s té tic a d e n tro d e la e sfe ra p o lític a , y la re
la c ió n e n tr e e l c a n to y lo q u e se d e n o m in a «lo p ú b lic o » . P or
c ierto d ich o c a n to tie n e lu g a r e n la ca lle , p e r o p o r e l m ism o
a cto la c a lle q u e d a e x p u e s ta c o m o u n lu g a r d o n d e a q u e llo s
q u e n o so n lib re s d e re u n irs e , so n lib re s d e h a ce rlo . Q u ie ro
su g e rir q u e se tr a ta p re c is a m e n te d e l tip o d e c o n tra d ic c ió n
p e r fo rm a tiv a q u e n o c o n d u c e a u n im p a s se sin o a fo r m a s de
in s u rg e n c ia . P o r q u e lo im p o rta n te n o e s só lo situ a r e l c a n to
e n la c a lle , sin o e x p o n e r la c a lle c o m o e l sitio d e u n a lib re
re u n ió n . E n e ste m o m e n to , e l c a n to p u e d e se r p e n s a d o n o
só lo c o m o u n a e x p re s ió n d e lib e rta d o u n d e se o d e e m a n c i
p a c ió n (a u n q u e se a c la ra m e n te a m b a s c o sa s), sin o ta m b ié n
c o m o u n a p u e s ta e n e sc e n a d e la c a lle q u e re p re s e n ta la li
b e r ta d d e re u n ió n ju s to e n e l m o m e n to y e n e l lu g a r d o n d e
e s tá p ro h ib id o p o r la le y d e m o d o e x p lícito . S e tra ta , sin
d u d a , d e u n tip o d e p e r fo rm a tiv o p o lític o e n q u e lo ile g a l
e s p re c is a m e n te la re iv in d ic a c ió n d e v o lv e rse u n ile g a l - u n a
re iv in d ic a c ió n q u e n o o b s ta n te se re a liz a d e sa fia n d o a la
m is m a le y a la q u e se le e x ig e r e c o n o c im ie n to . 26
la copia @
2 5 Ib id em , p. 83.
2 6 Ib id em , pp. 8 6-87
tesis de modo directo: «No puede haber una política de
cambio radical sin contradicción performativa»: la liber
tad y la igualdad, argumenta, se afirman en relación a una
autoridad que busca excluirlas, depreciarlas. Lanzarlas y
articularlas más allá de un modo de existencia determi
nado exige una práctica política de creación. La relación
de esta preocupación con la clásica form ulación de Spivak
(con quien está dialogando Butler en este caso) -¿puede el
subalterno hablar?- asume una nueva torsión.
D em ocracia sensible
27 P ara u n rep aso d e varias cu estio n es m eto d o ló g ica s y teó ricas sob re
se permite
La villa transnacional
M apear el territorio
La jungla y la polis
La economía de la inclusión/exclusión
3 4 Ib id em , p. 53.
3 5 Ib id em , p. 51.
o desposesión- de la definición de la política misma, en
tendida ésta como proyección de la esfera pública deveni
da ciudad? Si Arendt hace de lo público el espacio político
por excelencia siguiendo el modelo de la ciudad atenien
se y destierra a la «oscuridad» de lo privado-doméstico
aquellos que, justamente, no pertenecerían al campo de la
política así definido -s e sabe: esclavos, mujeres y extranje
ros-, Butler denuncia la operación demasiado cristalina del
adentro-afuera: «De diferentes formas, todos están confi
nados dentro de la polis como su afuera interiorizado. La
descripción de Arendt en La condición humana deja sin ana
lizar esta economía tan particular en la que lo público (y la propia
esfera de lo político) depende esencialmente de lo no-político
o, más bien, de lo explícitamente despolitizado.. .».36
Este énfasis en la producción de la desposesión per
m ite u n análisis de su costado efectivo, productivo. Pero
tam bién porque exige verla en su doble faz: si esa des
posesión o exclusión necesita ser producida es porque
precisa oponerse y com petir con una, llam ém osle así,
productividad política propia de aquello m ism o que se
quiere excluir.
Esa productividad política propia de los que al mismo
tiempo son-producidos-com o-desposeídos será, parece
advertirnos Butler, reconocida y negada por medio de
caracterizaciones despectivas, desvalorizantes, pasivas,
incluso y especialmente cuando esa productividad entra
en escena, se activa, m oviliza y/o pronuncia; se hablará
entonces de lo pre-político, proto-político, a-político, anti
político o directamente: lo no-político o lo despolitizan-
te.37 Estos m odos de valoración reactiva serán los usados
para descalificar o, mejor, «calificar activamente» a la ac
la copia @
3 6 Ib id em , p. 54. [S u b ra y a d o d e la au tora]
37
E ste tip o d e n o m in a c io n e s la e n c o n tra m o s, p o r ejem p lo , en la
p ersp ectiv a so c io ló g ic a d e G. M a u g e r a la h o ra d e a n a liz a r las re v u e l
tas d e los jó v e n e s d e los su b u rb io s p a risin o s así co m o en d iv ersas
in te rp re ta cio n e s d e los m o v im ie n to s so c ia le s en A rg e n tin a . U n e le
m e n to en co m ú n ta l v ez sea la m a triz b o u rd ie u a n a d e esto s an álisis.
Lo que estamos comentando como m étodo en Butler, ade
m ás de seguir la premisa foucaultiana de una positividad
del poder que no simplemente lo caracteriza en su fase
represiva y excluyente, nos conduce a un pensamiento de
los dispositivos de gobierno. Veamos en qué sentido.
Butler, al construir una definición de estado que parte
de sacarle definitivamente la mayúscula al término, se per
m ite desplazar e interrogar todos los significados, inclu
so en su literalidad, de la palabra misma. «Estado» como
«condición en la que nos encontramos» -aclara Butler: casi
como «estado de ánim o»- y «Estado» como «estructura le
gal e institucional que delimita cierto territorio (aunque no
todas esas estructuras institucionales pertenecen al apara
to del estado)». Una tensión los vincula. Más precisamente:
el Estado será la capacidad vinculante y des-vinculante en
tre estado como estados de ánimo (una cierta «disposición
a la vida») y Estado como «complejos jurídicos y militares
que gobiernan cómo y dónde podemos movernos, asociar
nos, trabajar y hablar». El estado, a la vez que unifica en
nombre de la nación, también «puede definir la fuente de
no-pertenencia, incluso producir la no-pertenencia como
un estado casi permanente».
Volvamos a la cuestión de los dispositivos de gobierno
a partir de una pregunta de Butler: «¿Y qué significa estar
excluido o separado del estado sino estar en manos de otras
formas de poder que pueden tener rasgos estatales o no?».
La condición de «sin-estado», bajo esta luz de polémica en
tre Arendt y Butler, nos ofrece la posibilidad de trasladarla
a otra imagen: la de poblaciones gobernadas. Situadas en
un estado más acá de la ciudadanía (y no más allá como
quería Arendt, en aquel metafísico afuera político) que es
la copia @
38 ' '
D e o tro m o d o , esta id ea está d esa rro lla d a en relació n al m o v im ien to
No hay afuera delimitado por la soberanía en esta forma
de plantear la cuestión, sino ampliación de los espacios de
poder no fundados en la soberanía. Una secuencia se des
morona: si el espacio soberano no es lo que define estric
tam ente el espacio político como tal, no puede excluirse a
los sin-derecho y a quienes realizan «trabajo impago» del
campo político. O dicho de otra manera: la política deja de
estar confinada en el espacio soberano que, como dijimos,
excluye incluyendo e incluye excluyendo quienes se consi
dera sujetos no políticos.
El estrechamiento a lo estatal-soberano de lo político
requiere - y ha fundamentado ex post- una suerte de pree
m inencia de lo político frente a lo económico. Estamos ante
una defensa de la autonomía de lo político como esfera pro
piamente activa de lo humano frente a los automatismos de
la racionalidad económica. Sin embargo, un nuevo eslabón
de la crítica de Butler es fundamental para deshacer esta
separación de esferas (política vs. economía)39 que organiza
el pensamiento arendtiano: «la elisión o la marginalización
de lo económico o, incluso, su demonización como amena
za a la política como tal, limita seriamente el esfuerzo por
repensar los términos de una acción conjunta así como la
condición de los sin-estado».40 ¿Por qué?
La dem arcación precisa de lo político se afirma m e
diante una lógica excluyente: lo que es señalado como
no perteneciente a ese campo, es lo despolitizado. ¿Qué
pasa cuando la vida, al decir de Butler, «ha entrado den
tro del campo político en formas que son claram ente irre
versibles»? Vida y política entram adas, indiscernibles,
en relación al poder y a la resistencia. En esta situación,
«cualquier intento por establecer una lógica excluyente
la copia @
4 0 J. B u tler y G. C. Sp iv ak, ¿Q uién le canta al estad o-n ación ? , op. cit., p. 62.
deja fuera del campo de lo político la cuestión del género,
la mano de obra no calificada y la reproducción».41
La extensión del poder como biopoder y el terreno de
la política extendido a la vida como biopolítica exponen
justam ente la politización de aquello que en el modelo
político arendtiano - y a sus conjugaciones politicistas
posteriores- quedaba relegado a lo no-político. El género,
la mano de obra no calificada y la reproducción, para retomar
la enumeración butleriana, funciona en tal perspectiva como
el afuera interiorizado de la polis; su economía oscura. Este
afuera dictaminado como acto soberano no reconoce -o ,
mejor: reconoce y n ieg a- a aquellos de cuya exclusión de
pende la constitución misma de la esfera pública como su
perficie luminosa de la «acción política», en contrapunto
con sus recursos sin-palabra, sin-estado, sin-retribución.
Así entendemos la m arginalización de la econom ía en el
análisis político arendtiano: su invisibilidad opera como
fundamento material de la separación de esferas.
Es el relieve de esta econom ía la que obliga a desbor
dar los límites del pensamiento político organizado por
la soberanía estatal-nacional para analizar los dispositivos
de gubernamentalidad que intervienen directamente so
bre el género, la mano de obra no calificada y la reproducción
como políticas de la vida.
Ir más allá del pensam iento sobre la soberanía, inclu
so de form as que lo hacen sobrevivir en sus m odos ex
cepcionales como lo ensaya A gam ben,42 supone la nece
sidad de «encontrar formas posnacionales de oposición
política que puedan abordar el problem a [masivo de los
sin-estado] con eficacia». En este sentido, privilegiar el
la copia @
4 1 Ib id em , p. 70. [S u b ra y a d o d e la au tora]
se permite
43
W alter N icholls y Ju stin B eau m o n t, «T he U rb an isatio n o f Ju stice M o-
vem en ts? P ossibilities and C onstraints for th e C ity as a Sp ace o f C onten-
tious Struggle», Space and Polity, vol. 8 , n úm . 2, 2004, pp. 119-135.
47
B ru n o K a rsen ti, M arcel M au ss. E l hecho soc ia l com o totalid ad , B u en o s
A ire s, A n tro p o fa g ia , 2009
Tales instituciones económicas nos interesan aquí desde
una perspectiva específica: por su uso en la crisis en tanto
formas que apelan a una riqueza comunitaria que susten
ta la red de tránsitos de comunidades diversas pero tam
bién en la m edida en que devienen recurso en un territo
rio que excede al que delimita la comunidad.
Hay transacciones que son performativas porque la
lengua y los rituales le son inherentes.48 El ayni significa
reciprocidad y fue un m ecanism o concreto de construc
ción m aterial de las casas en la villa. Difuminado m ás allá
de los m igrantes bolivianos, el sistem a de reciprocidad
posibilitó la construcción colectiva, como en un sistem a de
postas, de esfuerzo m ancom unado y de aprovechamiento
de recursos y esfuerzos, de las viviendas. «Te doy y m e de
vuelves cuando puedas lo que puedas, así funciona. Pero
no es que te doy una carga de papas y m e vas a devolver
una carga de papas. M e vas a devolver lo que yo necesite
como yo te dí lo que tú necesitabas en el momento en que
lo necesitabas». Así lo define un ex delegado, poniendo
de manifiesto cómo su lógica se ajusta a la variación de
necesidades más que a la equivalencia de cosas o cantida
des. Como señala Gutiérrez Aguilar,49 la reciprocidad aquí
im plica que «el objetivo de la circulación de los bienes m a
teriales y simbólicos es la am pliación -individ ual y colec
tiv a - de los valores de uso a obtener» y que «bajo pautas
de reciprocidad, la circulación de los bienes m ateriales y
simbólicos oscila permanentem ente en torno al equilibrio
guiándose por la vocación sistem ática hacia un desequi
librio acotado. Por tal razón, genera una dinámica». Otro
delegado precisa: «Lo m odelam os cuando nos movemos,
cuando cambiamos de lugar, de acuerdo a dónde estamos
lo usamos de form a diferente. En la 1.11.14 hemos sido
la copia @
48
C a ro lin e D u fy y F lo re n c e W eber, M ás allá de la G ran D iv isión . S o cio
logía, econ om ía y etn o g ra fía , B u e n o s A ire s, A n tro p o fa g ia , 2009.
que van de los 100 dólares a los mil, cada semana, cada mes.
Es la forma comunitaria dilecta de microfinanciamiento de
cientos de emprendimientos comerciales, de adquisición
se permite
5 1 Ib id em , p. 46.
papel clave la desocupación de m uchos que se convirtie
ron en delegados y delegadas: estaban «liberados» para
dar el tiempo. El del cuerpo de delegado es entonces un
poder colectivo que «adquiere» tiempo a través de los
desocupados. Toda una econom ía del tiempo, del esfuer
zo, de la adm inistración de recursos y de la confianza
sustenta al cuerpo colectivo. Sin em bargo, la posibilidad
de am pliar la participación dependió de que se ocupe la
noche, cuando una m ayor cantidad de vecinas y vecinos
podía participar de las reuniones. La organización noc
turna fue clave en la am pliación de la representatividad y
en la planificación y recuento de tareas para aquellos que
disponían tam bién de varias horas del día para dedicarle
a la organización.
L a d iv is ió n su rg ió, e n p r im e r p u n to , p o r la n a c io n a lid a d , p o r el
co lor. L o s n a tiv o s d ic e n q u e p o r se r d e a c á tie n e n m a y o r
p o te s ta d . E s a e r a la z o n a su r, c o m p u e s ta p o r la s m a n z a n a s
1, 3 , 5, e tc... E r a n la m a y o r ía d e a c á , d e C a p ita l F e d e r a l. Y
la z o n a n o r te , o se a a cá , h a y u n o q u e o tro a rg e n tin o p e ro
e n su m a y o r ía s o n in m ig r a n te s . V ie r o n e n tr e e llo s d e q u e
m a n e r a se p o d ía s e g u ir a d e la n te y se fr a c c io n a r o n . P e ro al
v e r q u e b a ja r o n lo s p r e s u p u e s to s , m a y o r m e n te lo s n a tiv o s
lo s fu e r o n a c a p a r a n d o tod os. L u e g o e m p e z ó a h a b e r p u g n a
in te r n a e n tr e e llo s. C o m o e n a lg u n a s m a n z a n a s h a b ía d o s
o tr e s d e le g a d o s y e n o tr a s , só lo u n o , d e a c u e r d o a la d e
m a n d a d e c a d a m a n z a n a , e n to n c e s se fu e r o n r e a g r u p a n d o
lo s g r u p o s , se fu e r o n fr a c c io n a n d o d e e s a m a n e ra . D e n tr o
d e la p a r te co n m á s p o b la c ió n in m ig r a n te ta m b ié n h u b o d iv isió n
la copia @
p o r el p o d e r e c o n ó m ic o q u e les f u e b a ja n d o el g o b ie r n o . L o s fu e
fr a c c io n a n d o , p o r q u e a l g o b ie r n o le c o n v e n ía . P a ra e llo s
lo s in m ig r a n te s n o v a le n n a d a , tie n e n e s a p o s tu r a . S i v o s
se permite
v a s a l c e n tro t e d ic e n q u e lo s in m ig r a n te s n o tie n e n n in g ú n
d e re c h o [c u r siv a s d e V. G a g o ].
Fiesta y encierro
d e n c ia , 20 1 0 , p. 135.
de textos de ficción y non fiction exploran ese territorio:
Si me querés, quereme transa, de C. Alarcón y las novelas
La virgen Cabeza de G. Cabezón Cámara, La villa de C.
Aira y la saga Bolivia Construcciones y Grandeza Boliviana
de Bruno Morales, narran un cotidiano m eticuloso en los
espacios de la villa como espacio deliberadamente vital y
mortífero al m ismo tiempo.
El flujo entre la villa y la cárcel es además explícito los
días de visita, cuando decenas de remises de la villa lle
van y traen familiares (en su mayoría mujeres y niños/as),
provisiones, dinero, m ensajes entre el barrio y los penales.
El continuum villa-encierro tiene muchas aristas. Una de
ellas es la de la villa-el taller.
la copia @
se permite
5 3 V éa se al re sp e c to el n o ta b le re la to d e C ristia n A la rc ó n so b re este
e p iso d io en: Si m e querés, qu erem e tran sa, B u e n o s A ire s, N o rm a , 2010.
6 . Entre el populismo y
las políticas de los gobernados:
gubernamentalidad y autonomía
1
P. C h a tterjee, T he p olitics o f the g o v ern ed ..., op. cit., p. 38.
En esta perspectiva, la población se vuelve un modo de
nom brar a los habitantes de las metrópolis coloniales
m enos abstracto y universal -m enos «moral», dice el au
to r- en comparación a la noción de ciudadanía. Su carác
ter descriptivo y empírico es una ventaja para desmentir,
desde adentro, la noción de soberanía popular, solidaria
del im aginario estatal-nacional posrevolucionario al que
critica Chatterjee. Pero, a diferencia de Foucault, Chatter-
jee le otorga a la noción de población y a su sinónimo los
gobernados una valencia positiva, lo convierte en nombre
de una potencia popular pragmática. De este modo, re-
conceptualiza el régim en democrático desde una teoría
política diferente: «Gobernabilidad [governance] [...] es,
sugiero, el cuerpo de conocimientos y el conjunto de téc
nicas usadas por aquellos que gobiernan o en interés de
ellos. La democracia, hoy día, no es el gobierno del pueblo
por el pueblo para el pueblo. Antes bien, debería ser vista
como la política de los gobernados».2
Los gobernados no son el pueblo, sujeto ideal de una
soberanía unitaria sintetizada en el estado. Son quienes
saben lidiar -apropiarse, rechazar, negociar- con los m e
canismos de gobernabilidad de los que son objeto. Por lo
tanto, la democracia depende de la agencia política de
aquellos a quienes van dirigidos esos conocimientos o
técnicas de gobierno. La democracia no puede dejar de
estar determinada por «la práctica de la gubernamentali-
dad [governmentality]»3 y, en ese punto, la profundización
democrática pareciera ser ineludiblemente una disputa al
interior de esa gubernamentalidad.
En la medida en que la categoría de ciudadanos, y el
tipo de articulación moderna que supone entre estado y
la copia @
2
P. C h a tterjee, T he p olitics o f the g o v ern ed ..., op. cit., p. 20.
3 Ib id em , pp. 58-59.
organiza un escenario que sustituye, desde el punto de
vista de Chatterjee, a la representación basada en la sobe
ranía ciudadana».4
Una segunda torsión respecto de las tradiciones polí
ticas revolucionarias cuando se habla de los gobernados:
los sectores populares -lo s de abajo, si se piensa en la co
m ún distinción vertical-, ya no pretenden ocupar el go
bierno. H an abandonado/perdido esa posibilidad y, más
bien, buscan determinar cómo quieren ser gobernados.
Los gobernados asumen el contexto de la gubernamen-
talidad descripto por Foucault pero modifican el estatuto
político de lo que significa ser gobernados. Esta teoriza
ción, creemos, tiene la virtud de ser provocadora y realista
al m ism o tiempo: capta la dinámica política popular que
va m ás allá de la hipótesis revolucionaria de la tom a del
poder estatal. Y, en ese sentido, dignifica una política de
conquistas concretas y locales en términos de prácticas no
m arginales ni m enores de intervención y determinación
de la política pública. Lo cual, a su vez, obliga a pensar
lo público en un nuevo sentido: m ás acá de las m ediacio
nes institucionales modernas. En esta línea, destierra el
idealismo tanto de cierto paradigm a revolucionario como
de una interpelación ciudadana en términos estrictos,
formales, normativos. La perspectiva activa - y no como
conquistas de consuelo- con que se teorizan estas luchas
concretas elude la clásica calificación de «reformistas»,
para dotarlas de una nueva cualidad: su capacidad de
apropiación política de recursos y de apertura subjetiva
de un espacio que pretende en buena m edida objetuali-
zarlos, pasivizarlos.
Por otro lado, ese realismo de lectura de los dispositi
la copia @
7
' P. C h a tterjee, T he p olitics o f the g o v ern ed ..., op. cit., p. 143.
8 Ib id em , p. 134.
por el reconocimiento de derechos que va m ás allá de lo
meramente formal».9 Dos nuevas torsiones sobre la teoría
política liberal: no se parte del supuesto de la igualdad
ni de la equivalencia ciudadana ni se apela a la lógica de
los derechos. Sin embargo, se asocia esta práctica políti
ca con la persistencia de culturas pre-capitalistas y pre-
modernas. En este punto es relevante la crítica que sos
tiene el econom ista hindú Kalyan Sanyal cuando m arca
que el fin del paradigma «teleológico» e «historicista» del
desarrollo10 supone tam bién el fin de la perspectiva que
se propone la superación de los sectores «tradicionales»
e «informales» de la econom ía a favor de sectores «mo
dernos y formales» y que, en cambio, estaríamos frente
a un cambio de paradigm a que organiza la coexistencia
heterogénea y continua del desarrollo y de una m oderní
sim a pobreza.11 Nuestra hipótesis tiende a pensar que esta
sociedad política, tomando provisoriam ente este nombre,
ganaría potencia si se la proyecta m ás allá de una secuen-
cial y progresiva norma capitalista. Su fuerza es tratar con
dimensiones capitalistas y, en todo caso, confrontarlas con
dinámicas no capitalistas.
El tiempo heterogéneo
9 Ib id em , p. 153.
la copia @
1 0
K aly a n S a n y a , R eth in k in g ca p ita list d ev elo p m en t: p rim itiv e accu m u -
lation , g o v ern m en ta lity a n d p o st-co lon ial cap italism , N u e v a D elh i, R ou t-
se permite
le d g e , 2007.
11
D e to d a s m a n e ra s, c o m o señ a la n M ez z a d ra y R o g g e ro en la in
tro d u cc ió n a la e d ició n ita lia n a del lib ro d e Sa n y a l, es c o m p lic a d a la
n o ció n d e « e co n o m ía d e su b siste n cia » q u e el e c o n o m ista te o riz a al
en tre c ru z a r la a cció n del m o v im ie n to d e los p o b res y los d isp o sitiv o s
g u b e rn a m e n ta le s co m o esp a cio « ex tern o al cap ital».
Esto quiere decir que no aspira a políticas integradoras,
estables y universales. Más bien lo contrario: Chatterjee
discute con una política melancólica que consistiría en
seguir anhelando «el momento mítico de convergencia
entre el nacionalismo clásico y la modernidad». ¿Cómo
evitar «la oposición entre cosmopolitismo global y chau
vinismo étnico?», se pregunta.13
La gubernamentalidad además sabe leer el desfase en
tre la dimensión utópica del tiempo homogéneo del ca
pitalismo moderno y el tiempo heterogéneo. Esta tensión
se despliega especialm ente a la hora de narrar la nación
y Chatterjee la rastrea en las ficciones literarias produci
das por el nacionalismo. En contrapunto, podrían leerse
lo que Josefina Ludmer llama las ficciones pos-nacionales
en América latina: el modo en que, desde el aquí y ahora
de nuestro continente, la ficción construye otro género de
territorios, subjetividades y tiempos. Y, como insiste Lud
mer, sobre todo otras formas de im aginación pública.14
El tiem po de la política se altera. Las conquistas po
pulares y su duración tienen una precariedad tem poral
asumida. Además, al dejar de ser utópicas se vuelven par
ciales. ¿En qué sentido? En el recorte que necesariamente
produce un reconocimiento por parte de las instancias de
gobierno y porque siem pre hay un exceso comunitario
irrealizable en términos de demanda.
Queda más difusa o diluida, sin embargo, una perspec
tiva de la ingobernabilidad como espacio insumiso. Ingo-
bernabilidad que es capaz de reformular los dispositivos
mismos de gobierno y, sobre todo, desbordarlos o anular
los. También desde este lenguaje parece invisibilizarse en
cierta medida el carácter productivo de los gobernados,
la copia @
1 6 Ibidem .
se permite
2 0
D os señ a la m ie n to s div erso s al resp ecto . E n este p u n to , d e sd e una
p ersp ectiv a so cio ló g ica , so n relevan tes p ara A rg en tin a los estu d ios de
A u y ero (2011) y M erk len (2005). D esd e u n a p ersp ectiv a filo só fica g lo
b al, la cu estió n d e los «p o b res» y d e la p o b reza ta m b ién es tratad a en
M u ltitu d (2006) y C om m on w eatlh (2009), am b o s d e M . H a rd t y A . N egri.
interesa problem atizar y discutir la racionalidad unicista
que se atribuye, como necesidad de articulación identita-
ria, a la vida popular. Las consideraciones que Laclau ha
realizado sobre los m ovim ientos sociales como dispersión
sin punto de coordinación en clara oposición a los lideraz
gos de los jefes de estado progresistas de la región es un
punto reiterado de debate y discrepancias.21
Para Laclau, la forma en que emerge lo heterogéneo es
como pluralidad de demandas. Su preocupación política se
centra en la articulación de esa heterogeneidad, por medio
de la combinación, siempre contingente, de lógicas de la
equivalencia y lógicas de la diferencia. En esta composición
son decisivos dos elementos: la nominación y el afecto. Lo
que se necesita, dice Laclau, es «un cemento social» capaz
de unir los elementos heterogéneos. En la medida que esta
unidad «no es provista por ninguna lógica articulatoria
funcionalista o estructuralista» el afecto deviene clave en la
constitución social.22 Es ese afecto consustancial al populis
mo como «un modo de construir lo político»23 lo que suele
asociarlo con un «exceso peligroso». Exceso que vincula co
munidad e irracionalidad. De allí también la «vaguedad»
de los referentes del populismo: la teoría entra en impasse
cuando le toca pensar el populismo, argumenta Laclau, y
evita sintomáticamente su definición. La teoría populista
propone tomar desprejuiciadamente esos rasgos -siem pre
atribuidos como cualidad negativa del populismo: vague
dad, indefinición, simplificación, momento de transición,
centralidad de la retórica, etc.- y señalarlos como índices de
una «indeterminación de la propia realidad social».24 Para
proponer una hipótesis: «que el populismo es la vía real
para comprender algo relativo a la constitución ontológica
de lo político como tal».15 Sin embargo, lo que empieza como
la copia @
21
E. L a cla u , L a razón p o p u lista , op. cit.
2 2 Ib id em , p. 10.
2 3 Ib id em , p. 11.
2 4 Ib id em , p. 32.
2 5 Ib id em , p. 91. [S u b ra y a d o d e la au tora]
Laclau retoma a Gustave Le Bon, retomado luego por
Freud, para señalar cómo la m ultitud se deja sugestionar
por las imágenes que portan las palabras, m ás allá de su
significado. La m ultitud opera según una lógica de per
versión del lenguaje. Dice Le Bon: asocia arbitrariamente
palabras e imágenes fabricando toda serie de «ilusiones».
¿Qué es lo que tom a Laclau de esta descripción de la psi
cología de las masas? Una relación frágil entre palabras e
imágenes como precondición de cualquier operación dis
cursiva políticam ente significativa».26 Positiviza lo que Le
Bon cree una perversión para señalar que las «redes aso
ciativas» son esenciales al lenguaje, diferentes entre sí se
gún su «performatividad». Lo que Le Bon quiere subrayar
como fuente de toda falta de lógica y racionalidad en el
accionar de las m asas, Laclau lo postula como un accionar
específico y desarma los supuestos de su inconsistencia.
Por ejemplo, citando a Taine, explicita la idea que subyace
a esa supuesta irracionalidad colectiva: que «la racionali
dad pertenece al individuo y que éste pierde sus atributos
racionales cuando participa de la multitud».27
La sugestión de la que habla Le Bon como parte de
ese sentimentalismo colectivo y como form a de contagio
emotivo toma otro cariz con Tarde y su teorización de
«la acción social a distancia» que, dice el francés, será la
form a del lazo social del futuro llegando a reem plazar el
contacto físico directo y, por tanto, reemplazando el colec
tivo multitudinario por el de los públicos (como después
argumentará Lazzarato). Para Laclau esta idea de Tarde
incluye al interior del sujeto colectivo la pluralidad y la
novedad de un m odo que se vuelve central para su teori
zación del populismo: se trata de una «colectividad pura
m ente espiritual» de individuos diseminados pero capaz
la copia @
2 6 Ib id em , p. 41.
27 Ib id em , p. 53. La a n a lo g ía en tre las m u ltitu d e s y las m u jeres es
ta m b ién su b ra y a d a p o r L a c la u , q u e señ a la q u e c u a n to m ás m ied o
a las m u ltitu d e s se e v id e n c ia b a a fin es del sig lo X IX , m ás v io len tas
era n las d e scrip c io n es d e las m u jeres c o m o seres p a to ló g ico s. E n este
p u n to , c a b e a g reg a r q u e q u ed a n cla ra m e n te ex clu id a s d e la id ea de
in d iv id u o (ya v o lv ere m o s so b re esto).
de comunicación y de transporte aptos para expandir su
influencia de modo intenso y duradero.28 Enhebra aquí
Laclau el análisis de Freud en su Psicología de las masas y
análisis del yo (1921) sobre el modelo de las identificacio
nes como clave libidinal del vínculo social y su investi-
mento en la figura del líder para, finalmente, term inar con
Gramsci y su noción de hegemonía. Este recorrido, dice
Laclau, tiene como eje «la progresiva renegociación de la
dualidad entre homogeneidad social (o indiferenciación)
y diferenciación social».29 Dicho de otra manera, Laclau
rastrea en qué se cifra para cada uno de estos autores el
momento equivalencia! capaz de funcionar como «cemen
to social», para usar su expresión. Del dualismo primero
entre hom ogeneidad y diferencia (masa-individuo), con
Freud se logra según Laclau una relación de unificación
entre ambos términos a través de los mecanism os de iden
tificación que regulan la relación entre el líder y los m iem
bros de un grupo social.
¿Pero cómo se piensa ese colectivo? La unidad de
análisis de Laclau es la demanda (que implica siem pre la
posibilidad de un recorrido: de un pedido a su conver
sión en reclamo o exigencia [request/claim]). Las articula
ciones posibles entre demandas constituyen identidades
sociales con diferentes niveles de universalización de sus
exigencias. El objetivo de la constitución del pueblo como
actor histórico depende de la forma de estructuración de
las demandas en un «sistem a estable de significación».30
El supuesto lacaniano es clave: el sujeto-pueblo siem pre
es sujeto de la falta, «siempre em erge a partir de una asi
m etría entre la plenitud (imposible) de la comunidad y el
particularismo de los sitios de enunciación».31
la copia @
3 0 Ib id em , p. 99.
3 1 Ib id em , p. 26.
Laclau advierte que la equivalencia «no intenta eliminar
las diferencias».32 Hay una relación de tensión insoluble
entre ambas lógicas y lo social es su locus.33Sin embargo, el
populismo es el privilegio de la lógica equivalencial sobre
la diferencia. Esto significa que la totalización será llevada
adelante por un elemento parcial (el pueblo) «que aspi
ra, sin embargo, a ser concebido como la única totalidad
legítima».34 El pueblo es la parcialidad que tiene la volun
tad de funcionar como totalidad de una comunidad. El es
pacio comunitario, de este modo, se constituye a partir de
lo que el autor llam a una exclusión radical. El contrapunto
en el análisis laclauniano es la totalidad institucionalista,
donde «todas las diferencias son consideradas igualmente
válidas dentro de una totalidad más amplia».35
En Laclau lo que hay es una fenom enología de la polí
tica democrática cuya secuencia se inicia cuando las per
sonas sienten que sus demandas no son escuchadas ni,
m enos aun, satisfechas. Si perm anece como demanda ais
lada, la denom ina demanda democrática. En su pluralidad,
articuladas bajo una lógica equivalencial, constituyen de
mandas populares. Este hecho posee un doble valor. Reúne
y proyecta una disconformidad de los demandantes res
pecto del orden institucional, a través de coordinar una
serie de insatisfacciones que se ubican en equivalencia con
las m ás disímiles demandas. El término de base es, enton
ces, la demanda con dos posiciones posibles: satisfacción
e insatisfacción. Esta última, sin embargo, se distingue
porque es inicio de una radicalización que culm ina en la
exigencia, la protesta y, de m adurar las condiciones, en un
fenómeno populista.
¿Cuándo se debilita el pueblo? Cuando las deman
la copia @
3 2 Ib id em , p. 105.
3 3 Ib id em , p. 107.
3 4 Ib id em , p. 108.
3 5 Ib id em , p. 108.
supone que las demandas individuales son absorbidas
por el sistema dominante y por lo tanto se diluye su ca
pacidad de repercusión y traducción con otras demandas.
El «patrón de desintegración del pueblo», dice Laclau a
partir del análisis del cartismo inglés, se debe a una «crisis
en la capacidad del «pueblo» para totalizar, ya fuera la
identidad del enemigo o su propia identidad «global».36
Entonces, ¿qué relación se plantea entre lo heterogé
neo y el pueblo? Lo heterogéneo tiene dos acepciones en
Laclau. Cuando la demanda excede a las capacidades del
sistema para satisfacerla (acá heterogeneidad equivale al
real lacaniano: «aquello que carece de ubicación diferen
cial dentro del orden simbólico».37 Y, luego, la heteroge
neidad derivada de la relación entre demandas diferentes,
que sólo comparten exhibir cierto fracaso del sistema ins
titucional. La unidad está dada en todo caso «la producti
vidad social del nombre».38 Los nombres del pueblo, dirá
Laclau, dan unidad a lo heterogéneo al m ism o tiempo que
es difícil lim itar o proveer las demandas que unifican y las
que quedan excluidas.
Laclau asocia su concepción del pueblo a la de Rancié-
re. Cita El desacuerdo cuando dice: «El pueblo se apropia de
la cualidad común como si le perteneciera. Lo que apor
ta a la comunidad es, estrictamente hablando, el litigio».39
¿Cómo esa parcialidad es reclamada y convertida en tota
lidad? La operación hegemónica implica que la «identidad
popular funciona como un significante tendencialmente
vacío».40 Es ese vacío y ninguna parcialidad o contenido
concreto lo que permite su articulación equivalencial. Se
trata, resume el autor, de una operación performativa la
que traza la cadena equivalencial como tal. Esa cadena tie
la copia @
3 6 Ib id em , p. 121.
3 7 Ib id em , p. 139.
3 8 Ib id em , p. 139.
4 0 Ib id em , p. 125.
unidos sólo mediante un nombre es, sin embargo, necesa
riamente una singularidad».41
La revolución, como tal, no parece ser un problema de
la dinámica populista en la medida en que la lógica opera
siempre en el nivel del reconocimiento (sea el vertical que
producen o no las instituciones) o el horizontal (que des
emboca en el antagonismo). Es decir: el populismo, al radi
calizar la presión sobre las instituciones, acaba abriéndolas
a la cadena equivalencial forjada en la lucha democrática.
El proceso no culmina en un punto central decisivo ya que
la lucha hegemónica se reanuda de modo permanente.
No se destaca, en el proceso hegemónico, un conteni
do de clase que podría variar esencialmente con la resolu
ción -s i bien parcial- del antagonismo. La categoría «go
bernados», creemos, reposa mejor sobre un modelo dual,
como el de las clases, y de una suspensión o detención de
la dialéctica política que pone a los sujetos en circulación y
competencia por el poder. Desde este punto de vista, el m o
delo de Laclau es más fluido, aunque anclado en un fuerte
formalismo, y da a la idea de democracia radical un tipo de
consistencia original, fundado en reglas de aglutinamiento
y disolución de demandas -atom ism o liberal- por parte de
las instituciones, mientras que el modelo de «gobernados»
permanece «congelado» en una dimensión dualista dura,
destacándose, como clave del proceso constituyente, un
tipo de insatisfacción que promueve un lazo doble y sim ul
táneo: horizontal (entre quienes como «gobernados» po
seen «demandas comunes») y vertical, en tanto la demanda
común se torna exigencia hacia arriba de nuevos derechos.
La clave de este último modelo, nos parece, consiste en el
carácter común constituyente de subjetividad antagonista,
la copia @
4 1 Ib id em , p. 130.
4 2 Ib id em , p. 277.
Esto supone que no hay positividad en la heterogeneidad,
sino presencia de una ausencia, lo cual abre el espacio
para la articulación y la hegemonía. La tensión de la que
surge el pueblo es la tensión entre la particularidad de las
demandas populares y las pretensiones de totalización
que éste despliega.
Si la prim era perspectiva abandona la idea de pueblo
por tratarse de un concepto asociado a una ineficaz nor
mativa ciudadana del estado-nación en los países posco-
loniales, la segunda propone la reanimación de esa m ism a
noción desde la articulación equivalencial capaz de, por
operaciones de nominación y afectividad, producir iden
tidad popular. La prim era asume la politicidad como una
dimensión intrínseca a la gestión cotidiana de demandas
específicas, particularizadas en categorías poblacionales
y deriva de allí su capacidad de crear derechos, mientras
que la segunda apuesta a que esas demandas, cuanto m e
nos específicas mejor, coagulen en una identidad unitaria
que se constituye en pueblo en la m edida que la nom i
nación se fundamenta en un vacío o significante flotante.
Esto hace que para Laclau, en el origen de la politización,
la gente se percibe como detentadora de derechos que no
son reconocidos. En Chatterjee se trata de la titularización
(entitlements) de derechos, a partir del reconocimiento de
posiciones de hecho, para quienes se perciben como no po
seedores de ellos, para quienes no se sienten incorporados
a ninguna retórica que los nombre y represente en tanto
ciudadanos o pueblo. Respecto de la lógica política: m ien
tras que en Chatterjee el discurso es posrevolucionario en
la m edida que los gobernados no tienen como horizonte
la tom a del poder estatal, en Laclau la exigencia revolu
cionaria está sublimada a favor de la hegemonía populista
la copia @
4 6 Ib id em , p. 303.
nom ía de lo político) que desplaza la agencia popular
al estado y a los líderes populares en la m edida que son
la figura que posibilita la totalización fallida del pueblo.
Son esas instancias de m ediación entonces las que garan
tizan la proyección de la unidad popular. La autonom ía
de lo político se vuelve el «a priori» de Laclau. A pesar de
sus declaraciones, ¿no estam os frente a u n nuevo m odo
-sofisticad o, sin d u d as- de volver a ubicar lo social como
pre-político?
Si en Laclau no hay articulación sin mediación, en
Spinoza y en Deleuze la potencia colectiva se teje en un
juego dominado por una determinación recíproca (plano
de inmanencia) no reglada de antemano por una lógica
simbólica, sino deseante o constituyente.
Finalmente, una precisión inmanentista. Según razona
Spinoza en el Tratado político, el cuerpo político, tal como
lo vemos en el estado, supone una dimensión material,
afectiva, de hábitos comunes que determina el espacio de
lo político-jurídico: ese movimiento o plano de composi
ción es llamado «pre» por las perspectivas «politicistas»
que niegan la productividad del conatus colectivo desde su
génesis. Dichas perspectivas (contractualistas, convencidas
de que la estructura dinámica del cuerpo colectivo puede
ser sustituida por un cuerpo m oral de puros significados
lingüísticos) atribuyen al nivel jurídico estatal una agen
cia configurante del todo colectivo. Al contrario, el esfuer
zo posterior a la década de 1960 por pensar la dimensión
m icropolítica revela el impulso por redeterminar en un
sentido materialista (en el cual las palabras se articulan al
dinamismo de las afecciones de un cuerpo) esta relación
productiva entre génesis del cuerpo colectivo y dimensión
la copia @
jurídico-política.
se permite
Pueblo y población
48
no remiten a una pertenencia biológica, sino a una «expe
riencia compartida». Sin embargo, la comunidad también
funciona como contrapunto de la gubernamentalidad en
tendida como puro dispositivo de sumisión: «Las catego
rías de la gubernamentalidad, como podemos observar,
están siendo confrontadas con las posibilidades imaginati
vas de la comunidad, incluyendo su capacidad de inventar
relaciones de parentesco, para producir una nueva, aun
que algo titubeante, retórica de demandas políticas»49. La
comunidad, sin embargo, parece incluso más ambigua de
lo que Chatterjee sugiere. Especialmente, cuando emerge
como experiencia de la crisis.
la copia @
se permite
La razón neoliberal
latinoamericanas.
De allí que, como segundo término, la pragm ática p o
pular como pragm ática vitalista refiere a la exasperación
de un tipo de cálculo que no coincide exactamente con
el homo economicus fantaseado y realizado por la im agina
ción liberal y sus doctrinarios. El cálculo se vuelve, según
lo que argumento aquí, un conatus: un modo de conquista
de espacio-tiempo en condiciones en que las tramas popu
lares se enfrentan a lógicas desposesivas, extractivas y ex
pulsivas cada vez más veloces y violentas. Es en ese pasaje
que el cálculo como conatus se vuelve transindividual.
La pragmática tiene como objetivo contraponerse
como modo político a la m oralización de las clases popula
res. La m oralización (en sus versiones diversas: solidaria,
victimista, criminalizante, y/o judicializadora) se propone
enfrentar el dinamismo informal (en el sentido estricta
mente constituyente que le doy a este término) y plebeyo.
La pragmática, por tanto, intenta resaltar una dinámica
inmanente de captación de oportunidades bajo relaciones
de fuerza marcadas por la condición (pos)neoliberal.
Finalmente, la cuestión de definir cómo funciona lo
común -e se territorio que despunta plagado de ambiva
lencias y, al mismo tiempo, en extensión perm anente- re
corre el texto como exigencia. Las declinaciones flexibles
de la comunidad se vuelven un punto de rearticulación de
saberes y tecnologías, a la vez que atributo de valorización
en economías de lo más diversas. Su fuerza de construir
infraestructura urbana post-estatal está a la vista y hace
posible la vida popular en las m etrópolis. Aun así, lo co
mún, como espacio que saltea el binarismo entre público
y privado, se convierte tam bién en terreno dinámico de
luchas y conflictos.
la copia @
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