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OPINIÓN:

Los alcances de la
innovación y la creatividad en las
empresas
Para fomentar la creatividad e innovación, las empresas deben cambiar de una
cultura de autoritarismo y miedo, a una cultura de confianza, opina Salvador
Velázquez Uribe.
febrero 04, 2019 09:00 AM

Salvador Velázquez Uribe
Nota del editor: Salvador Velázquez Uribe es Director Nacional de
Marketing en el Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo
ICAMI. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al
autor.

(Expansión) – Una de las teorías más extendidas es la que coloca a


las capacidades y habilidades del pensamiento en diferentes
hemisferios del cerebro y sitúa a la creatividad en el derecho y a la
capacidad analítica o lógica en el izquierdo... La neurociencia ya se ha
encargado de desmentir esta teoría, demostrando que ambas mitades
del cerebro trabajan de forma conjunta y cooperativa.

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Así vemos que el trabajo de un ingeniero, un financiero o un médico
requiere de creatividad y que el escultor, el novelista o el publicista
necesitan aplicar lógica, orden y estructura a sus obras.

Lo anterior me lleva a preguntar: ¿Qué fue primero, el huevo o la


gallina, la innovación o la creatividad? Hay una frase que considero
resume la unión de estos conceptos tan amplios como abstractos: ideas
poderosas, resultados poderosos.

La creatividad queda anclada al mundo abstracto y conceptual de las


ideas, mientras que la innovación es tangible, forma parte de la fase
concreta, medible y práctica del proceso.
Lee: Qué nos falta para innovar en México
A diferencia del huevo y la gallina, aquí sí se puede afirmar que
primero se tiene la idea creativa y después viene la innovación, la cual
se hace presente cuando en una segunda fase, el resultado de la
creatividad pasa a ser implementado mediante la práctica.

Ambos aspectos son los que precisamente tanto valoran las empresas
de su capital humano, sobre todo de sus mandos intermedios, ya que
no se pueden generar de manera industrial, sino que cada individuo
debe generar y desarrollar ideas creativas de manera abstracta,
requiriendo una tarea de búsqueda y mantenimiento nada sencilla.

La alta cotización que se le ha dado a la creación de ideas en el mundo


empresarial, así como lo abstracto de su concepto, es lo que nos puede
llevar a la mayoría de nosotros a pensar que “crear” es cosa de genios, y
a limitar nuestra capacidad de desarrollar todo nuestro potencial.

Lee: Qué nos falta para innovar en México


Una vez desarrollada la idea, es cuando podemos llevarla a la práctica y
obtener resultados innovadores de éxito.

Existen muchas definiciones de creatividad, pero yo prefiero aquella


que la define como la generación de nuevas ideas que facilitan la
resolución de problemas y la toma de decisiones dentro de la
organización.

Hay muchos tipos de innovación: tecnológica, de producto, de proceso,


organizacional, comercial, de marketing…, las cuales generalmente son
impulsadas por los mandos intermedios, al ser quienes están en mayor
contacto con la operación diaria. Pero para que dichas propuestas
lleguen a cristalizarse, se requiere que sean promovidas por la
dirección, sin restringirse solamente a algunas áreas de la empresa.
Lee: Por creatividad, el marketing político de México destaca en
América Latina
La generación de nuevas ideas requiere de disposición, una actitud en
las personas y un sistema de dirección que facilite, promueva y
reconozca las aportaciones de la gente a la creatividad y a la innovación
en todos los niveles de la organización.

En su libro “El Arte de la Innovación”, Tom Kelley, Director General de


IDEO, señala: “La innovación está en camino de convertirse en una
pieza central de las estrategias e iniciativas corporativas”. Pero no
todo es miel sobre hojuelas. Para fomentar la creatividad e innovación,
las empresas deben cambiar de una cultura de autoritarismo y miedo, a
una cultura de confianza.

En las organizaciones tradicionales, el “te ordeno y mando” es lo más


importante; se valora por encima de todo la obediencia, disciplina y
acatamiento de instrucciones de los colaboradores. Esto se traduce en
un estado anímico de miedo, lo cual es un obstáculo para toda
iniciativa personal.

Lee: La 'fórmula secreta' de las empresas verdaderamente


innovadoras
Otra cosa muy importante es tener tolerancia al fracaso, ya que toda
innovación conlleva un riesgo intrínseco y, por tanto, hay que aceptar
con responsabilidad esa posibilidad de error bien intencionado.
Cuando se hace una crítica destructiva se está matando toda iniciativa
en el futuro.

Es fundamental incentivar a nuestros colaboradores a poner a prueba


su ingenio, así como el trabajo en equipo, ya que esto facilita la
generación de ideas, aumenta la motivación y confianza entre los
trabajadores, reduce tensiones y tiempos y, por tanto, aumenta la
productividad.
Lee: Ideas prácticas para un ambiente innovador en la empresa
Pero sobre todas las cosas, hay que ser perseverantes e
incansablemente positivos para no dejarnos vencer cuando las cosas no
salen como esperábamos.

Y como dice Sergio López, presidente de la AMAP: “Hoy, más que


nunca, la creatividad y la innovación deben mover, motivar,
sorprender, inspirar, pero, sobre todo, contribuir con los objetivos del
negocio”.

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