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TEMA 1
EL ESTADO Y LA CIENCIA POLÍTICA.
LAS CONCEPCIONES SOBRE EL ESTADO
Para Max Weber, los Estados más evolucionados son los que se asientan en la
legitimidad legal-racional. La institucionalización del poder conduce a que las
relaciones y las actividades políticas sean realizadas por órganos específicos a
los que se les atribuyen funciones concretas de acuerdo con normas; así, el
ámbito político tiende a diferenciarse de otros ámbitos. Por el contrario, la
mezcla de las actividades políticas con actividades de naturaleza religiosa o
económica es más intensa en los Estados con una institucionalización precaria
del poder.
Durante el siglo XIX y hasta los primeros decenios del siglo XX, se ha
considerado que existe una identificación entre la Ciencia Política y la Ciencia
del Estado o, lo que es lo mismo, entre el poder político y el poder del Estado.
Esta concepción, vinculada con el enfoque jurídico-formal, niega la coincidencia
entre lo político y lo social. Así, el ámbito de lo religioso y de las relaciones
económicas se excluyen de la esfera política, lo que origina la dicotomía entre
sociedad civil y sociedad política o esfera privada y esfera pública.
Hay que admitir que el conocimiento del Estado no puede restringirse a los
preceptos constitucionales, sobre todo a partir de que en el período de
entreguerras las transformaciones democratizadoras generaron nuevos actores
políticos. Según algunos autores como Jellinek, resulta erróneo identificar la
doctrina general del Estado con la doctrina jurídica del mismo. Esta última sólo
es una parte de la primera puesto que el Estado es también “una construcción
social”.
• Marxismo
• Elitismo
• Pluralismo
• Institucionalismo
El marxismo
El elitismo
Algunos de los autores principales son Michels, Wilfredo, Pareto o Mosca, que
defienden que en todas las circunstancias una minoría ejerce el poder sobre la
mayoría, dominio que extrae de su capacidad organizativa. Otros como Weber
o Schumpeter, desde posiciones democráticas, coinciden con la idea de que
una elite siempre domina sobre la mayoría, a pesar incluso del desarrollo de los
partidos de masas.
Pluralismo
La corriente pluralista enlaza parcialmente con las ideas del liberalismo clásico,
en particular con las de Madison, por su defensa de la existencia de intereses
heterogéneos en las sociedades. No obstante, existen diferencias. Mientras
para Madison las facciones, pese a ser inevitables, son perniciosas y debían
neutralizarse mediante la representación política; para los pluralistas, la
diversidad de intereses es una característica consustancial de la democracia.
Su existencia evita que se imponga una mayoría tiránica y garantiza la
viabilidad de la misma democracia.
Sin embargo, esta corriente adquiere un mayor impulso con la obra de Robert
Dahl, quien califica a las democracias liberales con el término de “poliarquía”.
Dahl estudia el funcionamiento del sistema político estadounidense, pero la
aplicación de sus conclusiones plantea obstáculos en ámbitos distintos del
americano. Por ejemplo, la debilidad de los partidos políticos, la mayor
influencia de los grupos de presión en la canalización de los intereses o lo
reciente de su tradición estatal son rasgos característicos del sistema
norteamericano no compartidos con otros países europeos.
El objeto de estudio por excelencia del pluralismo son los grupos; objeto que se
presta más fácilmente al análisis empírico que el Estado, y el método a seguir
es el comportamiento observable, esto es, los grupos que participan e influyen
en las decisiones. Hay razones, por lo tanto, para asociar el pluralismo con la
revolución metodológica conductista.
En torno a esto han aparecido posturas críticas, que señalan que en muchas
ocasiones las políticas públicas las inician actores públicos no precisamente
para responder a la presión de los grupos sino porque muestran intereses
propios y, en definitiva, es el Estado el que posee recursos y legitimidad para
elaborar y aplicar las políticas.
El institucionalismo
El objeto clave de este enfoque son las instituciones políticas; es decir, las
organizaciones formales de la administración pública. El funcionamiento de las
instituciones políticas así como las normas legales en las que se apoyan son
analizadas, sobre todo, descriptivamente; los análisis no se plantean enunciar
leyes. Su presupuesto característico estriba en que las estructuras formales
determinan la conducta, lo que conduce a mantener que el Estado influye en la
sociedad y a la inversa. Algunos de sus rasgos son el componente normativo y
la utilización de la historia.
Marxismo
Elitismo
Pluralismo
En las últimas décadas los pluralistas han revisado las premisas iniciales,
llegando a reconocer el predominio ejercicio por los grupos económicos sobre
los de otra naturaleza. Al admitir los neopluralistas que la desigual distribución
de poder económico proporciona mayores oportunidades de participación e
influencia en las decisiones políticas, relativizan la idea transmitida por el vieja
pluralismo sobre la competitividad y el carácter abierto del proceso político.
Nuevo institucionalismo
Desde los años 80 resurgió el interés por las instituciones. El nuevo enfoque se
presenta la novedad de tratar de combinar los presupuestos característicos de
los estudios del comportamiento con los de institucionalismo tradicional.
Para Mann, al igual que para Skocpol, la historia demuestra que el Estado es
una necesidad de las sociedades civilizadas.
El método utilizado por los estudios sobre el Estado se caracteriza por ser
básicamente descriptivo, explicativo y empírico.