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Docente: Víctor Serrón

Alumno: Matías Tapia 5.091.968-7


Capítulo Democracia

La democracia del siglo XX impulsó la fuerza de las revoluciones de 1989, y su difusión se vio
caracterizada por el avance de las comunicaciones globales. Hay pocos Estados en el mundo de
hoy no se denominen a sí mismo democráticos. Prácticamente, los únicos países explícitamente
no democráticos son las últimas monarquías semifeudales que quedan como Arabia Saudí.
Antes que nada, debemos definir qué es la democracia; La democracia es un sistema que implica
competencia efectiva entre partidos políticos que buscan puestos de poder. En una democracia
hay elecciones regulares y limpias, en las que toman parte todos los miembros de la población.
Estos derechos de participación democrática van acompañados de libertades civiles: libertad de
expresión y discusión, junto con la libertad de formar y afiliarse a grupos asociaciones políticas.
Puede haber formas distintas y niveles diferentes de democratización. La democracia fue el ideal
inspirador de las revoluciones americanas y francesas. Pero durante mucho tiempo su
implantación fue limitada. en cuestiones de derecho al voto por ejemplo, John Stuart Mill
sostiene que debía mantenerse restricciones con el objetivo de que el electorado tuviera más
votos que otros, en sus propios términos “los más sabios y competentes ejercieran más influencia
que los ignorantes y menos preparados”

La democracia en Occidente no se desarrolló totalmente hasta el siglo XX. Antes de la I Guerra


Mundial las mujeres solo podían votar en cuatro países Finlandia, Noruega Australia y Nueva
Zelanda. En Suiza las mujeres no obtuvieron el voto hasta 1974. Además algunos países que
llegaron a ser completamente democráticos sufrieron después regresiones. Alemania, Italia,
Austria, España y Portugal tuvieron siglos de régimen autoritario o dictadura militar durante el
período que va de la década de 1930 a la de 1970.

En las últimas décadas, sin embargo, muchas cosas han cambiado, y de manera extraordinaria.
Desde mediados de los años setenta la cantidad de regímenes democráticos en el mundo se ha
multiplicado. La democracia ha llegado a más de treinta países, y todos los Estados democráticos
existentes han mantenido este tipo de instituciones en pie. Estos cambios comenzaron en la
Europa Mediterránea, con la caída de los regímenes militares en Grecia, España y Portugal. El
Segundo grupo de países donde apareció la democracia, esta vez principalmente en los años
ochenta, fue en América del Sur y Central. Doce países establecieron o restablecieron un
régimen democrático, incluidos Brasil y Argentina.

Algunos Estados que dan el paso a la democracia no llegan a la democratización total, o dan la
impresión de haberse atascado en el camino. Rusia es solo uno de los muchos ejemplos.
Argentina y algunos otros países latinoamericanos habían tenido gobiernos democráticos el
pasado, al igual que en Europa del Este, la República checa o Polonia. Dado que muchos
gobiernos democráticos han acabado siendo derrocados, no podemos estar seguros de la solidez
Docente: Víctor Serrón
Alumno: Matías Tapia 5.091.968-7
de estas transiciones democráticas. Lo que se necesita en los países democráticos es una
profundización de la propia democracia. Lo llamaré democratizar la democracia. Pero ésta, es la
actualidad, debe volverse transnacional. Tenemos que democratizar por encima del nivel de la
nación. Una era globalizada requiere respuestas globales​, y esto se aplica a la política tanto como
a cualquier otra área. Se requiere una profundización de la democracia porque los viejos
mecanismos del poder no funcionan en una sociedad en la que los ciudadanos viven en el mismo
entorno informativo que aquellos que los gobiernan. ​La democratización de la democracia tendrá
aspecto distinto en países diferentes según el contexto. Pero no hay país tan avanzado que esté
exento de ella​. ​Significa tener medidas anticorrupción en todos los ámbitos. También implica,
con frecuencia, una reforma constitucional y buscar una mayor transparencia en los asuntos
políticos. Deberíamos estar dispuestos también a experimentar con procedimientos democráticos
alternativos, especialmente cuando estos pueden ayudar a acercar la adopción de decisiones
políticas a las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos. Los partidos políticos tendrán que
acostumbrarse a colaborar más con los movimientos sociales, como los grupos de presión
ecologistas. La democratización de la democracia depende también del fomento de una cultura
cívica sólida. La sociedad civil es el terreno en el que han desarrollarse las actitudes
democráticas, incluida la tolerancia.

No podemos dejar a los medios de comunicación fuera de esta ecuación, ya que tienen,
particularmente la televisión, una doble relación con la democracia. Por un lado, como he
destacado, la emergencia de una sociedad global de la información es una potente fuerza
democratizadora. Por otro, la televisión y los otros medios tienden a destruir el propio espacio de
diálogo que abren, a través de una trivialización y personalización inexorable de las cuestiones
políticas.

Bibliografía:
Giddens, A. “Un mundo desbocado, los efectos de la globalización en nuestras vidas” (2007)
México. Ed. Taurus.

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