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Sin embargo, nada de eso funcionó, lo que recuerda una cita frecuente: la
estrategia que ganó la guerra anterior es la que pierde la actual.
Ante la pregunta de por quién se votaría si las elecciones fueran hoy, Datum
coloca en el primer puesto a Toledo, con un 30% de preferencias. Un distante
segundo puesto es el de Keiko Fujimori, con 20%; el tercero es Luis Castañeda
con 19% y el cuarto Ollanta Humala, con 10%.
C.P.I., la más reciente del grupo, lleva a Toledo en el primer puesto, con 30%;
a Castañeda en el segundo, con 20%; a Keiko Fujimori en el tercero, con 18%;
y a Ollanta Humala en el cuarto, con 10%.
Más importante que eso: Toledo les gana a todos sus rivales en la segunda
vuelta en casi todas las encuestas. La excepción es C.P.I., que registra como
ganador a Castañeda contra Toledo, por una diferencia mínima. Datum y La
Católica dan como ganador a Toledo en todos los escenarios.
Son cualidades muy fuertes para un candidato; del tipo, precisamente, de las
que sufren muy poca mella de las acusaciones sobre frivolidad o gusto por la
botella.
El Toledo por el que parecen inclinarse los votantes, a tenor de las encuestas,
no es ya el de la Marcha de los Cuatro Suyos, ni el de las manifestaciones
tumultuosas del año dos mil; sino un político moderado, cuajado como
estadista, preparado para hacer crecer al país con lo que perciben como mayor
justicia, equidad y democracia.
Esa es la percepción; y por eso los ataques han golpeado al vacío. Faltan,
claro está, varias semanas decisivas en la que quizá se afinen y precisen las
esgrimas. Son semanas en las que también se cometerán múltiples errores,
desde los veniales hasta los épicos; y en las que quizá no solo los ciegos
practiquen tiro al blanco. Pero ya se ha establecido una tendencia que no será
fácil revertir hasta abril.