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José “Pepe” Liboy

Concepción 8
San Germán, Puerto Rico
2009
©2009. José Liboy Erba
©2009. De esta edición: CONCEPCIÓN 8

Concepción 8: libros y películas


Apartado 3264
Lajas, Puerto Rico 00667-3264
www.concepcion8.com

Diseño de portada: Milton Ramírez Malavé

ISBN 978-0-9820404-0-9

Prohibido la reproducción total o parcial de este libro sin permiso de la


editorial.

Impreso en Colombia por Panamericana Formas e Impresos S.A.


EL INFORME CABRERA

Carta a mi hijo

Querido hijo:

Antes de que ejecutes la herencia que te voy a dejar, quiero


darte un informe de los beneficiarios que yo quisiera que tomaras
en consideración. Lo he titulado “El Informe Cabrera” en honor
a una notable familia literaria puertorriqueña que abnegadamente
estudió la embriología insular cuando ésta todavía se encontraba
definida por los prejuicios raciales. Todavía cuando yo era joven,
la embriología era una rama de la biología del desarrollo y sin
que me quede escrúpulo alguno, de la heráldica humanista.
Todas esas cuestiones del ADN no eran sino argumentos
legitimistas de la biología del desarrollo que la misma naturaleza,
y no nuestros argumentos, acabó por destruir para siempre.
La familia Cabrera tenía en 1914 a un escritor extraordinario,
Pablo Morales Cabrera, quien por primera vez, y sin poder hacer
otra cosa, expuso claramente todos los prejuicios y los mitos
relacionados a la embriogenia. Un sucesor de este escritor llegó
a compilar una lista de escritores locales que legitimaban el
pensamiento más conservador y expuso criterios racistas franceses
con una ingenuidad que sólo Dios le concede a sus humildes.
No obstante, es con la zapata que estos dos señores echaron que
estamos escribiendo una obra nueva, liberada de los errores de la
embriología más conservadora. La experiencia te demostrará que
tu destino es más importante que tu sangre, y que la embriología
verdadera tiene mucho que ver con esos destinatarios que no
participan directamente de tu nacimiento, pero que son como
tus padres silentes, sombras vivas que te rodean y acompañan más

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allá de la experiencia visible.


Yo quiero que en la consideración de nuestro legado, estén
presentes las sombras de nuestros amores. Porque vale más estar
concientes de las personas que nos aman que de las que podrían
haber sido realmente nuestros padres. De momento no me queda
sino compilar una serie de documentos de amigos y conocidos
que me ayudaron a escribir este informe, sobre mi vida posterior
y sobre los lugares que frecuentaba yo cuando el conservadurismo
nos obligaba a llevar vidas anodinas. Voy a presentarte una serie de
argumentos que favorecen la ejecución de la herencia, en caso de
que encuentres escollos para favorecer a nuestros seres queridos.
Antes de comenzar a darte los pormenores del informe, quiero
comentarte algunos de los antecedentes que nos llevaron a actuar
con celeridad para que nacieras. Mi abuela, María Eutanasia
Rivera, espiritista y estudiosa de la teratología, que es la ciencia
derivada de la embriogenia, me mostró varios manuales de esa
disciplina impresos en África, con objeto de explicarme por qué
hay tantas deformaciones en nuestra familia. Con envidiable
previsión, me explicó que una muchacha que había nacido dos
años después de mí sería el vaso que permitiría tu nacimiento en
caso de que los tiempos fueran adversos a personas como nosotros.
Efectivamente vivíamos una época de escasos valores morales, y
cabía esperar que se nos rechazase por nuestros defectos físicos.
La muchacha, no obstante, tenía que vivir en una mina
oxidada del pueblo cercano. No podríamos decir que por su
propia voluntad se le había escogido para salvarte si tu primera
madre se hubiera negado a concebir por vanidad o temor. Era ella
la primera hija del segundo matrimonio de un ingeniero de minas
convertido en técnico petrolero. De cualquier manera, como
ella estaba obligada a vivir ese rol de posible madre sustituta, la
mantenían respirando una marisma altamente oxidada que inhibía

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EL INFORME CABRERA

sus funciones sexuales normales. Podríamos decir que era una flor
artificial. Sabiendo esto, un maestro cesante de un pueblo cercano
se ofreció a participar en varios certámenes literarios con el objeto
de explorar si podíamos conseguir una madre voluntaria entre las
muchachas que escriben y concursan en estas actividades. Pero
nos resultaba forzoso saber cuál era el ambiente. El maestro vino
a Río Piedras cuando yo era joven y me explicó que su objeto
primordial era la edición de obras poéticas juveniles, sin decirme,
por supuesto, que su objetivo verdadero era hacer una lista de
madres posibles para tu nacimiento en caso de que la primera
mujer no pudiera tenerte.
Voy a ofrecerte una serie de documentos. Algunos son simples
introducciones mías al tema de la ciencia que nos permite vivir
a nosotros como una de sus especialidades o curiosidades. Me
refiero, de nuevo, a la teratología, que es la rama de la embriogenia
que se ocupa de nosotros. Yo espero poderte dar un mapa más
detallado y una orientación mejor que la que ofrecen las actuales
escuelas de medicina, pero de momento puedes leer los conatos
introductorios a un posible libro que el trabajo actual no me
permite redactar. Los demás documentos son también conatos
de los cuentos que el maestro cesante escribía para colarse en los
certámenes juveniles, con objeto de hacer contacto con una poeta
joven de carácter afable y receptivo.
El primer documento que deseo que tomes en consideración
para ejecutar la herencia es una propuesta de novela homenaje
a la familia de mi amiga entrañable Nívea Silva Cabrera, quien
por primera vez me propuso el enigma de la doble concepción
nuestra. Encontrarás, por supuesto, que en nuestra isla esto
equivale a la primera experiencia amorosa, o por lo menos, a la
primera conversación de amor. No empero, se trata de una primera
conversación sobre teratología, poco antes de que se nos llevara a

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una central de San Sebastián que bien podría ser la hacienda de la


que habla el uruguayo Felisberto Hernández en sus cuentos.

Afectuosamente,

Manuel Molina

El Informe Cabrera

No hace dos días que Víctor Torres me escribió con la idea


de escribir un nuevo diccionario de literatura puertorriqueña. Su
proyecto me trajo a la memoria un índice de Francisco Manrique
Cabrera, de cuyos criterios apenas sé por los folletos que el crítico
literario publicó en 1972. La familia Cabrera es interesante en lo
que a las letras científicas de Puerto Rico respecta, ya que Pablo
Morales Cabrera, en el siglo XIX, publicó varios cuentos con el
tema de la embriología como eje central. Cuentos tales como “El
collar de camándulas” o “El cleptómano”, que hoy se encuentran
en las colecciones juveniles de Mercedes Corrada, merecieran una
nota apasionante, ya que revelan unos criterios muy controversiales
si se les mira a la luz de los textos de aquel entonces que hoy se
consideran clásicos, tales como “El baile del garabato” de Manuel
Alonso.
Lo que le he propuesto a mi amigo Aravind Adyanthaya y a
Pancho Font, el reseñista de Radio Universidad, es una especie
de novela de ciencia ficción histórica, con algo de tremendismo
bibliográfico, en la que se entrecruzan las ideas de Olaf Stapledon
sobre una embriología proyectiva, que aparecen en novelas tales
como Last and First Men, con nuestra vernácula bibliografía
criolla. Naturalmente es un proyecto que requiere la investigación

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EL INFORME CABRERA

de unas fuentes que no he podido verificar, desempeñándome


como vendedor de promesas. No empero, les he propuesto esta
novela a mis amigos y desde ahora quiero anunciar su aparición
eventual, como parte de un proyecto editorial que Aravind
Adyanthaya tiene en mente.
El Informe Cabrera va a ser una novela que reúne una serie
de documentos históricos que atestiguan la posibilidad de que
un niño pepiniano naciera cien años después de la muerte de
sus padres biológicos, para avisarle a un destacado miembro de
la familia Cabrera que la embriología es una posibilidad que no
se debe desestimar. Las notas de Manrique sobre la embriología
insular, que encontramos en sus apuntes sobre la literatura
folklórica, sirven de referencia indirecta a la posibilidad de que
ese niño pepiniano naciera para llevar un mensaje. El texto tiene
como propósito despertar una de las pasiones más bellas de
esa familia literaria, que es la infancia de nuestra nacionalidad
puertorriqueña, cierto que en los términos en que se discute
el concepto en los grupos étnicos de la península ibérica. Para
otros grupos étnicos, como el bretón o el escocés, aunque la
embriología se considera folklore, la práctica de esta ciencia no
implica necesariamente el nacimiento de la nacionalidad sino el
de la modernidad. Les invito a comentar este proyecto que tengo
en mente, ya que en breve comenzaré la redacción del mismo y no
pienso escribirlo en el vacío.

Noticias sobre El Informe Cabrera

El profesor Mario Cancel me acaba de informar que los


miembros antiguos de la familia Cabrera eran espiritistas
radicales. Poseo informes disímiles. Mi amiga Nívea Silva Cabrera

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era protestante, hija de un ministro evangélico, y con un pasado


familiar muy parecido al mío. Mi abuela paterna fue quien me
introdujo al cruce entre la embriología y el espiritismo, y aseveraba,
igual que Manrique en sus folletos de 1972, que la embriología
insular era una costumbre, un dato folklórico de nuestra isla. Ese
dictamen es común en Francia y comporta un elemento peyorativo.
La literatura bretona se estudia con ese juicio como telón de
fondo. No obstante, mi proyecto tiene como objetivo principal
la identificación de unas referencias básicas sobre la disciplina.
Técnicos de embriología son los rusos de los cuentos de Felisberto
Hernández, lo único es que hay una multiplicidad de cruces y
prejuicios. La oxidación, que es un elemento indispensable en la
formación de una célula de dos fuentes distintas, se cree que no
es posible sino con mucha lluvia. Hay otros oxidantes, pero el
prejuicio corriente es que el agua es indispensable. Por eso llueve
mucho en los cuentos de Felisberto.
El profesor Carlos López Dzur me ha provisto de un mapa
bastante abigarrado de habitantes del Pepino, entre los que
hay unos Cabrero que podrían haber pasado por la novela. Lo
interesante es que la embriología se ve como costumbre y no
como fundamento de la vida. Ésa es la idea principal que quiero
discutir en El Informe Cabrera. Como bien les he dicho, la idea
aparece en las novelas de Olaf Stapledon de los años treinta, y
me interesa revivirla con objeto de identificar posibles fuentes
autóctonas, aunque no necesariamente literarias, que son las que
se encuentran ahora con mayor facilidad.

Más sobre El Informe Cabrera

Los lectores del informe deben tomar en consideración que


hay dos embriologías fundamentales. Hay la embriología clásica,

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EL INFORME CABRERA

que se puede ver ya en los filósofos presocráticos, y se refiere a la


lógica de la concepción de un niño. Por ejemplo, Aristóteles cita
a Museo de la siguiente manera: “El águila pone tres huevos y
descarta al tercero”. Clásica es la embriología de Dolly, el clon de
oveja del que se habló tanto en los noventa, por el hecho de que
haya participación de varias madres, aunque el procedimiento de
la clonación no sea clásico. Por otro lado, la embriología moderna
se refiere específicamente a la biología del desarrollo, y no tiene
nada que ver con las madres. Recuérdese a las madres de Goethe
en Fausto, o a las brujas de Shakespeare. Es decir, el tema en sí no
es nuevo. La relativa novedad que permite hablar de una novela
es la proyección temporal. La selección de una segunda madre
y hasta una tercera utilizando un método estadístico sencillo.
Se proyecta el nacimiento para una población x. La selección
se hace por certamen, como cuando uno gana un premio de
poesía. Por eso notarán que en mi obra en cuento he investigado
tanto los certámenes literarios, como para explorar la sociología
literaria, porque de alguna manera podrían ser la estructura de
una embriología más libertaria o menos feudal. Ahora, tomando
estas propuestas como el ambiente en el que se da el informe,
lo que me interesa hacer notar es que los miembros ficcionales
de la familia escogida mediante otros métodos no estadísticos,
misteriosamente rechazan la implantación de un embrión en
el siglo de la concepción, y que ya no cien, sino modestamente
diez años más tarde, el niño que ya ha nacido estadísticamente es
llevado a pesar de todo a la presencia de un varón de la familia,
con objeto, como ya he dicho, de llevarle un mensaje.
Edgar Ramírez Mella acaba de aportar una anécdota digna
de ser considerada en el informe. Podríamos hablar con Mario
Cancel para dar a conocerla y a la larga podríamos editarla en
una novela corta. Quiero hacer claro que mi conocimiento del

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JOSÉ “PEPE” LIBOY

espiritismo es exiguo. Lo conozco en relación justamente a la


decadencia de las clasificaciones biológicas por características
embrionales, que fue la que se hizo hasta 1850. La clasificación
de Kardec vendría a ser fenotípica. Esto es cuando el animal imita
el comportamiento de otro con objeto de recombinarse con él.
El rumbo de la microbiología es genotípico. Es una genealogía,
y es por ello que se podría decir conservadora. Los personajes del
informe nos deben interesar porque son heterodoxos naturales.
Se han estudiado los genotipos y se les ha extendido en el ámbito
de la práctica médica, pero no se han estudiado los fenotipos.
Los americanos le llaman a eso “cross-dressing”. No obstante, la
mayoría de los Westerns nos hablan de personajes asexuales que
imitan la conducta de un héroe griego, inhibiendo sus funciones
sexuales. El héroe salva a la dama, pero no se casa con ella.

La embriología en la literatura

Para acercarse al tema de la embriología en la literatura, no


hacen falta reglas ni conocimientos especiales de ciencia, pero
ayuda mucho cortar por alguna parte y no abarcarlo todo. Por
ejemplo, en Naked Lunch las aventuras del bugarrón que narra la
novela bien pueden ser las rutinas de un padre cuyo hijo no ha
nacido, y que tiene que presentarse liberado para que le entreguen
la cepa en la clínica. El embrión no se menciona casi nunca. En
Naked Lunch no se habla de un hijo. Las reglas casi siempre son
las de ocultar el hecho. Una novela explícita de embriología no
funcionaría. El juego es descubrir textos donde el sujeto oculto
no se haya desarrollado. Hay excepciones a esta regla en Last and
First Men (1931), donde el personaje principal es hijo de una
pareja de biólogos muertos miles de años antes de la redacción del

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EL INFORME CABRERA

documento. La trama lo mismo puede ser breve, que durar miles


de años. Es decir, que si uno corta por la ciencia, no encuentra
una regla de género en ninguna.
Se puede decir que todas las épocas tienen su novela sobre
embriología y que en cada época la disciplina se relaciona al
tema más importante del momento en que se escribe. Torres
de Villarroel hablaba en sus cartas de la venta de sus hijos y
relacionaba el problema del traslado del material embrionario
como una justificación de la locura. Burroughs repite a Torres.
No todas las embriologías son negativas. No todas se expresan
con números i, como en los Ochenta en Puerto Rico, en que
se nos preparó para una madre de menos y otra de más, con
estadísticas de números i. Si por alguna razón, la obra de Yara me
ha interesado es porque la nueva generación no maneja el tema de
la embriología negativamente.
En los seminarios de Rubén Ríos Ávila, mi profesor de “queer
theory”, todavía tenemos que hablar de algo que ahora es bueno,
y es el abandono de la lógica binaria de mamá de más y mamá
de menos, que en Alemania fue el trabajo de Leibnitz, según nos
explica el profesor. Consultando este problema con Diego Deni,
él me ha explicado que el esquema embriológico actual se rige
por una regla de tres. Diego me ha hablado específicamente de
Euler, para el que hay una regla de tres: donante, madre y madre
de crianza, y todo esto naturalmente, y no como parte de un
programa gubernamental o política pública. El profesor Ríos dice
en su libro La raza cómica que esta regla de tres se manifiesta en
la danza puertorriqueña. Es decir, que no es nada nuevo para los
puertorriqueños observar una embriología de tres términos.
Pero de lo que se trata es de apreciar esta literatura, aunque
convenga exponer algunos de sus conceptos principales. Cuando
decía que en las bioempresas se anuncia el servicio con un estilo

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primitivista, lo que quiero decir es que no se anuncia nunca


el arreglo familiar en el que el nene se va a desarrollar, si no la
proyección en años de su matrimonio. Este es el esquema más
viejo, el que podemos encontrar en los exvotos cristianos. No
importa tanto quien parió o no, como la época en que ese hijo
va a criar a sus hijos. La vida del niño y no las circunstancias de
su alumbramiento importan más, y el peso de la publicidad recae
sobre la planificación futura de su vida y no sobre el origen de su
nacimiento.
Es en ese contexto proyectivo que la obra de Yara me interesa. Los
escritores de los Ochenta vivíamos la embriología negativamente,
y el estilo de novelas que leíamos era el de una lógica binaria. Era un
ambiente ridículo, pues lo que la embriología nos muestra es que
el aborto natural es como el vuelo de las aves. Criticarlo, como lo
hacía Milton Pabón en los Ochenta, era como criticar que naden
los peces o que pongan huevos los reptiles. Pero el problema de mi
generación era ése, que se criticaba y no se servían las necesidades
naturales de las personas. Había que esconderse para respirar. La
lectura de Last and First Men de Olaf Stapledon, donde se habla
de una embriología metonímica (el sujeto desaparece del mundo
A y reaparece en el mundo B, sin relación causal), nos puede dar
una idea de las proposiciones que hacen las clínicas a los padres
que han perdido a sus hijos. Hay novelas francamente horrorosas,
como Darwin’s Radio, en las que se nos dice que el embrión
infecta a la madre que lo recibe. En Puerto Rico, por otro lado,
hay relatos de embriología, que aunque negativos, demuestran un
conocimiento de biología bastante sofisticado. Tal es el caso de
Pablo Morales Cabrera, un escritor puertorriqueño del siglo XIX,
que en dos cuentos ejemplifica no solamente mitos relacionados
a la embriología, sino sofismas bastante elaborados. Se puede
encontrar el cuento “El cleptómano”, que cuenta la historia de un

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maestro que le roba la vida a la primera madre porque, en opinión


del narrador, el hecho de que el hijo recodifique a la parturienta
es un robo. O el cuento “El collar de camándulas”, que es como
Darwin’s Radio, en donde la mujer le hereda al marido una
septicemia, porque el argumento viejo decía que el nacimiento
externo provoca enfermedades de la sangre.

Carta a Carlos López Dzur

Hola:

El profesor Cancel, que es historiador, como usted, sugiere


restringir el dominio. Por ejemplo, el libro donde Morales
Cabrera comenta un traslado de material genético no es del
siglo antepasado, sino del 1914. Se titula Cuentos populares. El
nacimiento del mensajero no podría haber tardado más de diez
años y no cien, pues al parecer cien años es demasiado tiempo. Yo
lo noto cuando usted me cuenta sus historias. Uno siente cierto
mareo. Todo este cuidado que tengo es con objeto de hacer la
novela verosímil. Noto, escribiéndome con usted y con Mario,
que no es nada fácil la tarea de escribir esas leyendas. Todo lo
que usted cuenta sugiere problemas que nunca se discuten. Por
ejemplo, cuando anuncia a la muchacha española que se muda
con otra mayor, a cuento de que puede tener hijos. O el muchacho
que lee periódicos. O Evaristo, que era el papá de una prole.
Debe ser bien compleja una empresa biológica en ese contexto
sociocultural. Por otro lado, quisiera saber si conoce el paradero
del maestro que le buscó una madre a mi hijo. He tratado de
encontrarle y de conocer su nombre para ejecutar una herencia a
su favor, pero su desinteresada actitud conmigo, cuando simuló

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participar en los certámenes, me ha impedido verlo de nuevo. Le


incluyo, por ello, varios relatos de este maestro (los que usó para
participar en los concursos), en caso de que lo pueda identificar
para verlo otra vez.

Nos vemos,

Manuel Molina

Los cuentos del maestro participante

“El ingeniero Tobías”

La hija mayor del ingeniero Tobías era una heredad que este
señor había recibido de su primera mujer, con la que se había
casado por conveniencia profesional y que no siendo mala en
sí, no obstante recibió la crianza de una familia ajena, formada
por un reverendo y una andaluza que ya la tenía comprometida
cuando yo la conocí. Estaba comprometida, por cierto, con una
familia de médicos conservadores. Famosos en la isla porque se
les había propuesto, antes que a los demás, por lo que a nobles
ostentaban, la crianza de hijos nacidos fuera de la mujer que los
quisiera. La hija del ingeniero ya usaba el nombre Cabrera, por
el que se les conoce justamente, cuando en realidad era la hija
mayor y por compromiso de este lobo tierno. El problema mayor
del ingeniero era armonizar las relaciones de esta hija con las de
su segundo matrimonio, con las que vivía, como ya te dije, en un
“rust mine” o “junker” de Peñuelas.
La hija mayor de Tobías ya me había dicho que estaba
comprometida con la causa antiabortista de la familia que la iba

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EL INFORME CABRERA

a recibir, y que trataría, no empero, de predicarles el evangelio


de la verdad a los rebeldes. Yo me casé con una negra pepiniana
que parece, como tú dices, de otra parte, bajo los auspicios
de una ecuménica mujer del pueblo tuyo. Tuvo una breve
estancia conmigo, en la que no faltaron las pruebas clásicas de
la embriología y las visitas a familiares con dedos de menos o
de más. La embriología clásica se estudia materialmente desde
el gemelismo o los defectos congénitos, siempre con dos
problemas principales a resolver, que son la unión y la división.
La comprensión de ambos mecanismos es parte de la disciplina.
Los dedos sobrantes se enseñan como singularidades de la unión
de dos células diferentes, y el gemelismo como un caso de los
problemas relacionados a la división.
De cualquier manera, la pepiniana me dejó una célula por
herencia, en vista de que como ya te he comentado, las nenas del
“rust mine” estaban sobrexcitadas por la oxidación del ambiente
de marisma de la Corco. A los quince años, trataron de casar en
la high school del colegio a la mayor del segundo matrimonio,
sin poder conseguir nada, y eso es lo que decide a la pepiniana a
hacer un experimento de reinseminación con ella. Con la vigilante
presencia de la señora ecuménica de tu pueblo, a cuyo hijo le
presenté una muchacha, Noemí realizó una prueba en el cuerpo
de la hija del ingeniero. Luego de ello, no he vuelto a verla ni sé si
logró casarse.
La hija mayor del ingeniero Tobías, por su parte, quiso imitar
a la negra Noemí, y le donó a la otra hermana menor un hijo suyo.
Se hizo famosa en Guaynabo por ese gesto, y hace calendarios de
“soft porno”, en los que aparece lactando a su hijo. Las agencias
de seguros le tienen cierto repelillo porque es irrespetuosa, y tiene
la tendencia a parodiar la vida de sus deudos con grandes gestos
de circo, grandilocuentes y aspaventosos.

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