Vous êtes sur la page 1sur 2

Acceso a la Universidad Comentario de Arte

El quitasol (Goya)
1.- Identificación de la obra:

a.- Título: El parasol


b.- Autor: Francisco de Goya y Lucientes
c.- Fecha: 1778
d.- Localización: Museo del Prado.
Madrid. A mediados del siglo XIX el
presente cartón fue llevado de la Real
Fábrica de Tapices de Santa Bárbara al
Palacio Real de Madrid, donde permaneció
en los Por orden real de 18 de enero y 9 de
febrero de 1870 el cuadro ingresa como
parte de los fondos del Museo del Prado y
aparece en su catálogo por vez primera en
1876.
e..- Género: Pintura postbarroca cortesana. Óleo sobre lienzo, 104 x 152 cm..

2.- Análisis formal:

En lo concerniente a popularidad del asunto se considera una de las obras goyescas más
conocidas. Pertenece a la serie concebida para decorar el comedor de los príncipes de Asturias en el
Palacio de El Pardo y se debió pintar entre el 3 de marzo y el 12 de agosto de 1777, según las fechas
en que se hicieron las entregas de obras acabadas del artista a la Manufactura. En la cuenta que
presentó Goya a la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, fechada el mismo día de la entrega,
pedía por El quitasol mil quinientos reales de vellón.

Goya elige otra escena costumbrista dentro del ambiente del pueblo. Aparecen dos figuras, una
jovencita vestida a la moda francesa, y un criado, «cortejo» —acompañantes de las mujeres casadas de
elevada clase social— vestido a lo «majo», sin que la descripción del propio autor dilucide si la escena
es de flirteo o simple dama con criado: “representa a una muchacha sentada en un ribazo, con un
perrillo en la falda; a su lado un muchacho en pie haciéndole sombra con un quitasol”

La originalidad de Goya hay que buscarla en la espontaneidad, realismo y naturalidad con que
Goya hace aparecer la anécdota, la expresión de una cercanía al espectador que consigue con el
tamaño de las figuras (en los cuadritos de gabinete rococó son pequeñas y rodeadas de naturaleza), la
composición academicista, neoclásica, y sobre todo con la mirada directa de la joven sonriendo al
espectador, a quien hace cómplice del posible galanteo.

En cuanto a la composición, las líneas de fuerza dibujan casi un triángulo equilátero en el que se
enmarca la muchacha. Esta figura geométrica expresa una gran serenidad. Por otro lado, todas las
miradas convergen en el rostro de la joven, matizado por una sombra filtrada de suaves tonos verdes
creados por el color de la sombrilla. El óvalo de la joven es una elipse regular y en ella se cruzan dos
diagonales determinadas por la dirección de la mirada del mozo y la línea del muro de la izquierda,
cuya perspectiva se ha forzado para que esta diagonal incida en el buscado centro de atención del
cuadro.
Tanto en este cartón, como en El bebedor se advierte que Goya se libera del esquema
compositivo que había seguido bajo la tutela de Bayeu y anuncia un nuevo tipo de organización de la
imagen de conjunto que llevará a cabo en algunos cartones posteriores. El procedimiento consistía
básicamente en situar las figuras del primer término dentro de un esquema piramidal; detrás, otras
cortadas por un montículo, y, como fondo, un paisaje.
Acceso a la Universidad Comentario de Arte

El color en este cuadro, al igual que el de todos los cartones para tapices, es luminoso y
contrastado de vivos tonos, como en el resto de los cartones. Pero es un colorido en el que destaca
sobremanera el estudio lumínico, como ocurría en El bebedor (1777), con el que hacía pareja, al situar
el rostro de la dama —como se dijo— en el centro de convergencia de las líneas que estructuran la
composición. La faz de la damita se sitúa en primer término, pero en zona de sombra. Los fuertes
contrastes de tonos en el hombro del mozo y la matizada difusión de la luz sombreada en el rostro de
la joven, están resueltos con una maestría poco común.

El empleo de la luz y la utilización del cromatismo también son distintos, así como el modo y
manera en que la indumentaria se fija para marcar las diferencias sociales: el personaje masculino viste
de majo, dentro del esquema tradicional de la época y la muchacha se atavía a la francesa, en términos
de nivel aristocrático. El interés por la luz que demostró Goya en el Bebedor, pareja del Quitasol,
vuelve a aparecer en esta escena. Aquí es la sombrilla la que sirve precisamente para sombrear
diferentes zonas, haciendo la luz solar que se resalten los colores en los que incide. Los tonos cálidos
empleados (amarillos) otorgan una enorme alegría a la composición, alegría reforzada por las
expresiones de las dos figuras. La pincelada utilizada es bastante disuelta, como se aprecia en el
perrillo. También conviene recordar que hay una interpretación alegórica que rebasa el simple tema
galante para entrar en el amplio mundo de la coquetería y la vanidad femeninas en contraposición al
joven que acompaña, tratado en calidad de comparsa y no en concepto de pareja.

3.- Análisis sociológico

Posiblemente sea el Quitasol uno de los cartones para tapiz más llamativos de los pintados por
Goya. En él hace un bello canto a la juventud, centrando su atención en la sonrisa de la muchacha y en
su gesto seductor, mirando abiertamente al espectador para hacernos partícipes del galanteo; tras ella,
un joven le quita el sol con una sombrilla de color verde, en el mandil blanco de la joven se acurruca
un perrillo negro con una cinta roja.

Prácticamente todos los investigadores que se han referido a Goya han hecho hincapié en El
quitasol resaltando su belleza intrínseca y sus concomitancias con temas precedentes elaborados por
otros autores de distintas escuelas, predominando la francesa. Se podrían citar muchos ejemplos pero
es la pintura de Vertumno y Pomona de Jean Ranc, en el Musée Fabre de Montpellier, la obra que más
se ha asociado con El quitasol, ya que posiblemente Goya la pudo conocer por la estampa de N.
Edelink. Además J. Ranc pintó en España para Felipe V y las Colecciones Reales guardaban muchas
obras suyas, lo que debería acicatear al artista aragonés.

La abundancia de fuentes que se han encontrado para El quitasol se explica porque la sombrilla era
un objeto de moda en la pintura de género del siglo XVIII. Presente casi siempre donde se encontraba
una mujer y su cortejador al aire libre, fue tan común que llegó a convertirse en una forma de
identificar la galantería. No obstante, y quizá por la frecuencia con que este tema fue representado en
tantos lugares, de lienzos a muebles y de grabados a decoraciones parietales, pintadas o en estuco, se
ha analizado también lo que hay de extraordinario y original en El quitasol de Goya, que hace que esta
obra destaque y se diferencie de sus contemporáneas. Aunque el paisaje y la disposición de las figuras
participan de esa corriente rococó, existe un carácter realista del que carecen la mayoría de los
cartones del momento y, desde luego, bastantes obras de la época. La sensación de realidad se logra
con la mirada que dirige la mujer al espectador, haciéndole creer que es la causa de su sonrisa; aparte
de esta falta de precisión del espacio, la proximidad de las figuras y la forzada perspectiva y posición
del quitasol.

Vous aimerez peut-être aussi