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IDENTIDAD TRANSMUNDANA Y MUNDOS POSIBLES

Francisco Díaz Montilla


Departamento de Filosofía
Universidad de Panamá

1. Introducción

La noción de mundos posibles ha sido usada de manera efectiva en áreas diversas:

modelación de lenguajes naturales, análisis de contrafácticos, entorno de programación, etc.

Sin embargo, no pocos son los autores que le han deparado profundas críticas. Entre la más

significativa está la que pone en duda la relevancia de esta noción señalando que el único

acceso que se tiene de los mundos posibles es conceptual y que, epistemológicamente

hablando, nada tienen que hacer en cadenas causales. Si esta objeción fuera suficiente para

rechazar los mundos posibles, entonces también debería serlo para rechazar toda la

matemática pura, ya que la única forma de llegar hasta las más abstractas estructuras

matemáticas es conceptualmente. Además, dado que la matemática no tiene relevancia

empírica alguna, se puede decir igualmente que nada tiene que hacer en cadenas causales.

Ahora bien –y esto es algo a lo cual se suele recurrir como una fundamentación de

la importancia de su uso- no siempre el discurso que usamos para dar cuenta de lo que hay

es transparente: intensionalización del lenguaje. Así, pues, además del discurso extensional,

cuyas condiciones de verdad han sido formuladas de manera rigurosa, tenemos que hacer

uso del discurso intensional, modal, opaco, para dar cuenta no sólo de lo que hay, sino de lo

que pudiera haber en un momento determinado (ser posible).

1
Hay un hecho que no podemos negar: los humanos suelen pensar en términos de

posibilidades. Dada las limitaciones que han exhibido las concepciones tradicionales de la

modalidad (lógica modal proposicional, por ejemplo) el recurso a los mundos posibles ha

sido realmente efectivo, ya que los lenguajes construidos desde esta perspectiva tienen

mayor poder expresivo que los lenguajes estándares.

En las líneas que siguen haremos una breve presentación de los mundos posibles en

su formulación semántica. Aunque mencionaremos varias concepciones de los mundos

posibles, nuestra presentación seguirá básicamente el modelo kripkeano. Entenderemos,

pues, por mundo posible una estructura de modelo, es decir, un triplo ordenado <G, K, R>

y asumiremos la interpretación de dicha estructura ofrecida por Kripke. De acuerdo a esta

interpretación, G es un conjunto de mundos posibles, K es el mundo actual y R es una

relación de accesibilidad en G.

2. Un poco de historia

Al hablar de identidad transmundana y mundos posibles estamos hablando de discurso

modal. Aunque el discurso modal es en la actualidad analizado básicamente desde la

perspectiva semántica (semántica de los mundos posibles), ya desde Aristóteles hay un

interés manifiesto por éste. Efectivamente, el Estagirita se vio envuelto en una dificultad

cuando se preguntaba si el principio lógico del tercero excluido era aplicable a los

enunciados futuros (problema de los futuros contingentes).

Consideremos el siguiente enunciado:

(1) Mañana estaré en Chitré a las nueve de la mañana.

2
¿Es ese enunciado verdadero o falso? Para determinar si lo es, necesitaríamos dar un

seguimiento al curso de los acontecimientos y esperar hasta el día siguiente1.

Pero ello implicaría que hasta que sean las nueve de la mañana de mañana no

podremos decir si (1) es verdadero o falso. Pareciera –y Aristóteles defiende esta idea- que

el principio lógico del tercero excluido no se puede aplicar a los enunciados que se refieren

al futuro.

El problema de fondo aquí es en realidad el problema del determinismo. Pues si (1)

fuera verdadero entonces habría de serlo necesariamente y si fuera falso, entonces lo sería

necesariamente. Es decir, en ambos casos la verdad o falsedad del enunciado sería una

consecuencia necesaria del normal desenvolvimiento de los acontecimientos.

Para dar cuentas del problema del determinismo, el lógico y filósofo polaco Jan

Łukasiewicz desarrolló un sistema de lógica modal trivalente en el cual a los clásicos

valores “verdadero” (= 1) y “falso” (= 0) se agrega el valor “posible” (= ½). Así, el valor de

verdad de (1) sería ½.

Pero en cuanto a la noción de mundo posible se refiere, encontramos en Leibniz su

gran exponente. Leibniz es uno de los más conspicuos representantes del optimismo

moderno. Justamente, parte de su optimismo está relacionada con la creencia de que al

crear al mundo, de entre las múltiples opciones que tenía, Dios eligió la mejor (principio de

perfección). El mundo actual con sus virtudes y sus defectos es el mejor de los mundos

posibles. No puede ser de otra manera, dado que Dios por definición es bueno y sabio, y al

serlo no puede sino elegir la mejor opción.

En realidad el problema es algo más complicado. La palabra “mañana” es una


1

expresión indexada. Es decir, por sí misma no significa nada a menos que tomemos un
día específico como referencia. Por ello, para dar cuentas del fenómeno temporal
necesitaríamos extender la maquinaria lógica introduciendo una variable de tiempo y
una relación de orden entre instantes de tiempo.

3
3. Enfoques

La idea leibniziana de los mundos posibles no es precisamente un modelo de claridad. De

hecho, parte de la discusión actual de los mundos posibles tiene que ver justamente con qué

significa esta expresión. Caracterizaremos al menos tres enfoques:

A. Enfoque lingüístico:

Interpreta el hablar acerca de los mundos posibles como hablar acerca de los conjuntos de

oraciones máximamente consistentes.2 Un conjunto máximamente consistente de fórmulas

es un conjunto consistente que no es incompleto.3 Supongamos el conjunto  a, a ⇒ b, c .

No podríamos añadir consistentemente a′ a este conjunto, porque entonces tendríamos

 a, a′ , a ⇒ b, c y dado que ├ (a ∧ a′ ∧ (a ⇒ b) ∧ c), entonces este conjunto resultaría

inconsistente. Nótese que, en cambio, sí podemos añadir a dicho conjunto los elementos d,

e o la negación de éstos aunque no ambos, o un número infinito de otras que fuesen

adecuadamente seleccionadas. Procediendo de esta manera tendríamos un conjunto

consistente pero incompleto dado que con la selección adecuada podríamos asignar nuevos

elementos al conjunto en cuestión. Esto no es posible en el caso de los conjuntos

2
Hintikka, J. (1969) Models for Modalities, Reidel.
3
Ver, por ejemplo, Hughes y Cresswel (1968) Introducción a la lógica modal.

4
máximamente consistentes, ya que cualquier fórmula que no aparezca en él, si se añadiese,

haría que el conjunto se volviese inconsistente.

Hay una relación obvia entre la noción de mundo posible entendida desde esta

perspectiva y la noción carnapiana de descripción de estado (state description).4 La

descripción de estado se refiere a un conjunto de enunciados por medio del cual damos

cuenta del mundo. Este conjunto es ciertamente único aunque no podemos decir que lo

conocemos de plano. Justamente, la investigación científica día a día incrementa la

cardinalidad de este conjunto. El problema radica en saber si la cardinalidad del conjunto es

finita o infinita. Si fuera finita pero astronómicamente grande, de forma tal que supere

nuestras capacidades de conocimiento no sólo de manera individual sino como especie que

se desplaza en el tiempo, podría –sin embargo- ser conocida por una mente como la de

Dios. Así, lo que es incompleto para nosotros los humanos, sería completo para Dios.

Ahora, si la cardinalidad fuera infinita, entonces sería inevitablemente incompleto y no

podría ser conocido por ser alguno, Dios incluido; aunque dado que de acuerdo a la teología

clásica éste es omnisciente, habría bases para afirmar que Dios sabe que no se puede saber

todo.

No hay razón para pensar que exista sólo un mundo posible, o una descripción de

estado. Todo lo que requerimos es un conjunto de fórmulas, distribuirlas y garantizar el

criterio de consistencia máxima mediante los métodos de construcción adecuados. Desde

esta perspectiva, la única connotación metafísica que tendrían los mundos posibles

radicaría, justamente, en que pasarían a engrosar la llamada clase de entidades abstractas:

un mundo posible es un conjunto, o más bien un estructura, de cierta clase.

B. Enfoque conceptualista

4
Carnap (1947) Meaning and Necessity, University of Chicago Press.

5
Este enfoque interpreta el hablar de los mundos posibles como hablar acerca de los

diferentes modos en que podríamos concebir el mundo.5

Los mundos posibles más que entidades abstractas de cierto tipo están relacionados

con las formas en que hablamos de las cosas. En este sentido, se puede decir que los

mundos posibles son hipostasiados por las formas en que usamos el lenguaje. Es preciso

tener en cuenta que las maneras en que hablamos de las cosas no siempre son extensionales

o transparentes. No siempre nos referimos a las cosas en términos de lo que son, sino en

términos de lo que podrían haber sido o pudieran ser. Como cuando decimos, por ejemplo:

(2) Endara pudo haber sido el actual presidente de Panamá.

En una proposición como esta no sólo reconocemos que las cosas pudieron haber sido de

otra manera, sino que debemos asumir el hecho de que las condiciones veritativas

(condiciones de verdad) de esta expresión no se pueden entender como funciones de verdad

debido a su naturaleza intensional. Lo más conveniente en este caso sería recurrir a la

noción de mundo posible para dilucidar la semántica de tales enunciados. El problema de la

interpretación de este enunciado bajo el aparato conceptual de la semántica de los mundos

posibles en muy simple: existe un mundo posible en el cual Endara es el presidente de

Panamá y no Martín Torrijos. El mundo posible en cuestión se hubiera realizado si Endara

hubiera obtenido más votos que los obtenidos por el actual presidente.

C. Enfoque realista

Considera el hablar acerca de los mundos posibles en su significado literal como hablar

acerca de entidades abstractas reales independientes del lenguaje y del pensamiento6.

5
Kripke (1972) “Naming and Necessity” en Harman y Davidson: Semantics of Natural
Language, Reidel.
6
Lewis, D. K. (1973) Counterfactuals, Blackwell.

6
Si consideramos el enfoque lingüístico entonces los mundos posibles serán

inconcebibles al margen del lenguaje. El hecho de que hablemos de mundos posibles en el

sentido de conjunto máximamente consistente sugiere que todo lo que necesitamos es un

lenguaje lo suficientemente sutil en cuanto a las reglas de formación o gramática que

permitan generar expresiones de la forma “es posible que...” o “es necesario que...”. Desde

esta perspectiva los mundos posibles serán lingüístico dependientes y su naturaleza de

alguna manera estará determinada por el lenguaje en el cual son estructurados.

Este hecho es atenuado por la concepción o enfoque conceptualista en el cual no se

puede obviar el carácter lingüístico de los mundos posibles, ya que tal carácter no se puede

desvincular de las formas en que los hablantes se refieren a las cosas. Es decir, no se puede

sustraer el lenguaje de sus usuarios. Los mundos posibles son introducidos por los propios

hablantes al referirse a las cosas. No es posible entonces desvincular los mundos posibles

de las formas de pensamiento de los hablantes que son, después de todo, agentes racionales.

Todo esto es de plano rechazado por el enfoque realista: los mundos posibles son

reales, y su realidad va más allá del lenguaje y del pensamiento.

Nótese aquí el gran paralelismo existente entre estos tres enfoques y los actores

protagonistas de la discusión en el terreno de la filosofía de las matemáticas con respecto al

estatus de los números. Los formalistas (que serían equivalentes a los defensores del

enfoque lingüístico) señalaban que los números se reducen a un conjunto de símbolos sin

significado alguno que pueden interpretarse de diversas maneras. Al fin de cuentas lo que

esa interpretación requeriría es coherencia para que las teorías construidas a partir de esa

interpretación lo sean. Desde el punto de vista intuicionista (enfoque conceptualista) los

números son construcciones mentales y una proposición es admisible en un sistema

siempre y cuando se tenga una construcción (prueba) de ésta. Por su parte, los logicistas
7
(enfoque realista) altamente influidos por Platón relegaban los números a un mundo de

entidades ideales que existe independientemente de la mente del matemático.

La analogía es particularmente ilustrativa dado que tarde o temprano tendremos que

habérnoslas con la crucial pregunta: ¿qué quiere decir “existe(n)” en “existe (n) (un)

mundo(s) posible(s) tal(es) que...”? Desde el punto de vista lingüístico y conceptualista no

sería tan difícil responder: en el primer caso, se respondería diciendo que se está hablando

de un conjunto máximamente consistente de fórmulas. Y que, en consecuencia, si el

“existe” como plantea Quine remitiera a algún tipo de compromiso ontológico, entonces el

compromiso recaería en las clases o conjuntos, con lo cual todo el aire de misterio que en

principio rodea a la noción de mundo posible se disiparía. Desde el punto de vista

conceptualista se podría responder diciendo que el “existe” remite a una construcción que

el agente racional o hablante ha elaborado para referirse a las cosas. Desde esta perspectiva

no tiene sentido hablar de existencia a menos que se posea una construcción, con lo cual el

problema del compromiso ontológico no surge. El problema permanece, sí, cuando se

asume el enfoque realista: dado que los mundos posibles existen independientemente del

lenguaje y del pensamiento, surge la pregunta ¿cómo llegamos a ellos? O ¿cómo los

conocemos? Platón ofreció una explicación coherente en su sistema acerca de cómo

tenemos un conocimiento de las formas puras. La duda aquí es si el realista desempolvará a

Platón para ofrecer una explicación parecida en cuanto a los mundos posibles se refiere.

Asumir un enfoque realista plantea problemas adicionales. Veamos: Para diferenciar

los mundos posibles es necesario introducir índices. Si esos índices los interpretamos

numéricamente entonces el conjunto de los mundos posibles tendría una cardinalidad

infinita. Y entonces, al menos lógicamente, se pagaría un precio bastante alto: Supongamos

8
un dominio infinito de objetos D; para probar por ejemplo que “Px ∨ ¬Px“ , tendríamos

que considerar todos los elementos de D. Dado que se trata de una disyunción basta con

que probemos que un disyunto de la expresión es verdadero, pero para ello tendríamos que

evaluar todos los elementos del dominio, lo cual es imposible pues D es infinito. Así, ya

que en contextos infinitos no podemos probar “Px ∨¬Px“, entonces el principio del tercero

excluido pierde su estatus de principio lógico. Si en lugar de D tuviéramos K y en lugar de

x tuviéramos m, entonces no podríamos probar que “Pm ∨ ¬Pm”. Así, si los mundos

posibles son infinitos entonces el principio del tercero excluido colapsa.

Los intuicionistas, por supuesto, rechazan el principio del tercero excluido y abogan

por una concepción constructiva del infinito. Es decir, a la idea de infinito actual de los

logicistas anteponen la idea de infinito potencial.

Hilbert, el creador de la escuela formalista, si embargo trató de tender un puente

entre el enfoque intuicionista y el de la lógica clásica aceptando que una teoría formalizada

expuesta en lenguaje objeto se gobernase por los principios de la lógica clásica, pero a

condición de que se la sometiera a un análisis crítico, elaborado desde un metalenguaje

informal e intuitivo, que demostrase su consistencia por métodos constructivos. Así,

mientras el intuicionista se deshace del principio del tercero excluido a la vez que propugna

por una concepción constructiva del infinito, el formalista recurre al método finitista como

parte de una estrategia metodológica.

Esto sugiere que después de todo hay afinidades, algo forzadas tal vez, entre los

enfoques lingüístico y conceptualista. Estas afinidades podemos expresarlas más

específicamente en los siguientes términos: Un hablante no puede expresar sus

concepciones de las cosas o de la realidad sino mediante un lenguaje. Justamente, el recurso

9
al lenguaje sugiere que el conjunto de expresiones por medio del cual las cosas son

caracterizadas ha de ser consistente a fin de que el oyente potencial pueda interpretarlas

razonablemente. Ahora bien, ese conjunto no tiene por qué ser máximamente consistente, a

menos que tengamos un sentido harto restrictivo de los mundos posibles: los mundos

posibles estándar.

4. Caracterización formal de los mundos posibles

El hecho de que tengamos enfoques tan divergentes acerca de los mundos posibles (hay

otros además de los presentados) pudiera ser un signo de las dificultades que hay para la

articulación de un discurso unitario con respecto a qué es un mundo posible.

Aunque en este punto se podría pensar que las divergencias en cuestión se refieren a

las ideas que se tienen acerca de...pero que bajo ningún punto de vista se pueden tomar

estas divergencias para desestimar o renunciar a los mundos posibles como recurso para dar

cuenta de una gama de fenómenos lingüísticos que se manifiestan no sólo en el uso

corriente del lenguaje sino en los más encumbrados usos del lenguaje científico.

Al margen de las discusiones con respecto a los enfoques, caracterizaremos la

noción de mundo posible en los términos siguientes7:

Una estructura de modelo es un triplo ordenado <G, K, R>, donde G ∈ K y R es una

relación en K. R puede ser reflexiva, transitiva o simétrica dependiendo de qué sistema

tengamos.

Una estructura de modelo cuantificada es un par ordenado en el cual el primer

miembro es una estructura de modelo en el sentido descrito, y el segundo una función

Ψ (m) que asigna a cada m en K un conjunto de individuos. En cada miembro m de K se

7
Seguiremos a Susan Haack (1978) The Philosphy of Logics, Cambridge University
Press.

10
especifican las condiciones para la evaluación de las fórmulas; entonces a partir de esta

sencilla formulación de teoría de conjuntos se obtiene una definición de fórmula válida para

cada uno de los sistemas tratados: una fórmula A es válida en un sistema S si y sólo si la

evaluación de A es verdadera para todo m de K en la estructura de modelo cuantificada.

La idea de Kripke es interpretar K como un conjunto de mundos posibles m1...mn,G

como el mundo real y R como la relación de accesibilidad que se da entre m1 y m2 cuando

m1 es posible respecto a m2 y Ψ (mi) como el conjunto de individuos que existen en el

mundo posible wi. De acuerdo a esta interpretación “necesariamente p” es verdadera

(formalmente (T(Np)) solamente en el caso de que “p” sea verdadera en todos los mundos

posibles y “posiblemente p” es verdadera (formalmente (T(Pp)) en el caso de que “p” sea

verdadera en algún mundo posible.

Para interpretar una fórmula modal es preciso:

i. Definir el universo del discurso K y su clasificación en mundos o dominios parciales.

ii. Definir una relación binaria R entre los mundos de K.

iii. Definir un conjunto de interpretaciones I que asignen significado a las proposiciones y

predicados básicos en cada uno de los mundos.

En base a esta terna  K, R, I , para evaluar una fórmula precedida de un operador

modal en un determinado mundo mi se actúa de la siguiente forma:

i. Si la fórmula a evaluar es del tipo NA se le asigna el significado verdad si A lo es en

todos los mk que satisfacen R(mi, mk); en caso contrario se interpreta como falsa.

ii. Si la fórmula a evaluar es del tipo PA se le asigna el significado verdad si A lo es en

algún mk que satisfacen R(mi, mk); en caso contrario se interpreta como falsa.

Veamos un sencillo ejemplo:

11
Mundo p q r s
m1 T T F V
m2 F T T F
m3 T F F F
m4 F T T F
m5 T T T T
m6 T F T T

Lo que el cuadro nos dice es que, por ejemplo, las proposiciones p, q y s son verdaderas en

m1; q, r y s son falsas en m3, etc.

Definamos ahora la relación R como sigue:

 Mundos accesibles desde m1: m1, m2, m3, m6.

 Mundos accesibles desde m2: m2, m3, m4.

 Mundos accesibles desde m3: m3.

 Mundos posibles desde m4: m5.

 Mundos posibles accesibles desde m5: m5, m2.

 Mundos posibles accesibles desde m6: m6.

Supongamos ahora que:

p ⇌ Sócrates es filósofo8.

q ⇌ Sócrates es carpintero.

r ⇌ Sócrates es el maestro de Platón.

s ⇌ Sócrates bebe la cicuta.

Con la excepción de q, las demás proposiciones son verdaderas en el mundo real. Así, si

construimos una conjunción de ellas con la negación de q, encontraremos que ningún

8
Con “Sócrates” nos referimos al célebre filósofo griego, no al jugador de fútbol de los
años 80.

12
mundo que aparece en la tabla se puede tomar como modelo del mundo real, ya que

siempre serán falsas. Pero esto no es lo que nos interesa mostrar.

Si dijéramos, por ejemplo que, (N(p))m1, (p es necesaria en m1) estaríamos

declarando una proposición falsa, ya que p es falsa en m2 accesible desde m1. La

proposición en cuestión es, sin embargo, necesaria en m3 y m6 dado que estos mundos sólo

son accesibles desde sí mismos.

Nótese por otro lado que r es necesaria en m5 y s es necesaria en m6. Si se quiere saber qué

proposición es posible, hay que verificar en qué mundo no es necesaria. Dado que (N(p))m1

es falsa, entonces se sigue que es posible en tal mundo.

5. Identidad transmundana

Hemos dicho queΨ (mi) se interpreta como el conjunto de individuos que existen en el

mundo posible mi. De hecho para interpretar las proposiciones de la tabla anterior

requerimos por un lado un individuo (Sócrates) y por el otro un conjunto de predicados que

aplicados a tal individuo dieran como resultado proposiciones verdaderas o falsas en los

mundos evaluados.

Pues bien, ya que hablamos de mundos posibles entonces nos comprometemos de

acuerdo al criterio de compromiso ontológico de Quine con entidades de cierta clase: los

mundos posibles. Este compromiso per se no tiene por qué encerrar una dificultad seria, a

menos que seamos realistas. La dificultad seria surge cuando tratamos de definir o

caracterizar criterios de identidad para los pobladores de los mundos en cuestión. Este

problema, conocido en el argot de la metafísica de los mundos posibles como el problema

de la identidad transmundana, consiste en explicar cuándo se consideran idénticos los


13
individuos posibles en los diferentes mundos posibles. Consideremos la siguiente

proposición:

(3) Sócrates podría haber sido carpintero.

La condición de verdad de este enunciado se puede expresar como: hay un mundo posible

en el que Sócrates es carpintero. Podemos proponer m1, m2, m4 o m5 como marco de

referencia para interpretar (3). Pero ya que además tenemos r y s las preguntas que surgen

son: ¿cómo identificar como idéntico a un individuo en los diferentes mundos posibles? Y

en el caso particular de Sócrates: ¿qué es lo que determina qué individuo es Sócrates en

otro mundo posible?

Estas preguntas no han sido respondidas unívocamente. A continuación

presentamos algunas formas de abordar el problema:

1. Algunas propiedades del individuo se consideran esenciales para que sea tal individuo, y

el criterio para que un individuo sea el mismo individuo en otro mundo posible es que

posea esas propiedades. (Burge9 y Kneale10.)

2. El peso de los predicados se traslada de los predicados a los nombres. Kripke (op. Cit),

por ejemplo, niega que los nombres propios de individuos sean equivalentes en sentido

estricto a cualquier conjunto de sus denotata. Los nombres propios son designadores rígidos

que denotan el mismo individuo en todos los mundos posibles; la respuesta correcta a la

cuestión de qué individuo es Sócrates en otro mundo posible es simplemente “Sócrates”,

ese individuo.

9
Burge, T. (1973) “Reference and proper names”, Journal of Philosophy, 70..
Kneale, W. C. (1962) “Universality and Necessity”, British Journal for the Philosophy of
10

Science.

14
3. Se rechazan los términos de la dificultad original. Para que tenga sentido decir que los

individuos son uno y el mismo en diferentes mundos, se niega que sea necesario

proporcionar los criterios mediante los cuales se pueda identificar qué individuo es el

mismo en otro mundo que un individuo dado en este mundo. Es imposible e indeseable

exigir que se dé el requisito de los “criterios de identidad”. Como ha observado Plantinga 11,

tiene sentido decir que Pascal fue en otro tiempo un niño precoz, aún cuando fuéramos

completamente incapaces de “localizar” o “identificar” a ese niño, o de especificar qué

propiedades debe tener un individuo específicamente para ser el niño Pascal.

4. No existe tal problema, pues el mismo individuo no puede existir en diferentes mundos

posibles. Leibniz, por ejemplo, pensaba que cada individuo existe solamente en un mundo

posible. Esta es la posición que defiende Lewis12. Éste, sin embargo, desarrolla su teoría

con lo que él denomina la “teoría de las copias”. Según esta teoría, cada individuo existe

solamente en un mundo posible pero tiene copias en otros mundos posibles; y la verdad de

aserciones tales como (3) depende ahora no de si hay un mundo posible en el que Sócrates

es carpintero, sino de si hay un mundo posible en el que la copia de Sócrates es carpintero.

Las cuatro respuestas ameritan ser comentadas brevemente. La primera se apoya en

la distinción entre propiedades esenciales y propiedades accidentales. Ahora bien, ¿qué se

considerará esencial y qué accidental? Ciertamente, no consideramos esencial a un

individuo su estatus social, ni su contextura física, ni su altura, ni su timbre de voz, ni su

constitución genética, etc. Pero si estas propiedades que consideraríamos normalmente

relevantes para la caracterización de un individuo no son esenciales, entonces ¿qué

propiedades lo serán? Dado que toda propiedad empíricamente relevante para la

Plantinga, A. (1974) The Nature of Necessity, Oxford University Press.


11

12
Lewis, D. (1968) “Counterpart Theory and Quantified Modal Logic”, Journal of
Philosophy 65.

15
caracterización de un individuo es contingente, tendríamos que recurrir, entonces, a

propiedades triviales como ser idéntico a sí mismo. Pero si esto es así, entonces, todo lo que

se tendría que garantizar en los diversos mundos donde encontramos a x es que x = x.

La segunda respuesta se centra en los nombres. Los nombres son designadores

rígidos, esto es designan al mismo individuo en todos los mundos posibles. Esta alternativa

podría enfrentar dos objeciones. La primera sería argumentar con Quine que los nombres

propios pueden eliminarse mediante predicados y descripciones, de forma tal que (3) se

podría parafrasear como:

(4) El x que socratea podría haber sido carpintero.

La otra objeción, sin dudas menos artificial que la primera, se podría formular en la línea de

Katz. La idea de Katz es que los nombres como “sócrates”, “platón”, “aristóteles” se

pueden entender como clases o conjuntos. Los miembros del conjunto sócrates serían todos

aquellos individuos llamados “Sócrates”. Los nombres, entonces, contrario a lo que Kripke

sugiere no designan rígidamente. En todo caso la designación rígida recaería en los índices

que tendríamos que asignar al nombre: Sócrates’, Sócrates’’, Sócrates’’’, etc. y no en el

nombre per se.

La cuarta respuesta elimina el problema original aunque introduce otros. Si los

individuos existen solamente en un mundo posible como sugiere Leibniz, entonces

difícilmente podríamos analizar proposiciones como (3) apelando a los mundos posibles.

La teoría de los mundos posibles no tendría relevancia alguna desde el punto de vista

explicativo o interpretativo. Y en el caso de la teoría de las copias, la dificultad sería la

siguiente: al interpretar una proposición como (3) en los términos en que Lewis sugiere, ya

no estaríamos hablando de Sócrates sino de su copia. Desde el punto de vista pragmático,


16
sin embargo, proferencias como (3) se hacen para decir algo acerca de Sócrates. La teoría

de Lewis, por lo tanto, no tiene asidero pragmático.

La tercera respuesta es más sobria que las demás, ya que considera que no es

necesario proporcionar criterio de identidad alguno para hablar de los mismos individuos en

distintos contextos. Pues bien, la pregunta que surge es ¿cómo lo hacemos?

En este punto quisiera remitirme a una idea que encontramos en Robert Stalnaker,

no sin antes puntualizar lo siguiente. Tal vez parte del problema analizado en esta sección

tiene que ver no tanto con la noción de identidad propiamente, sino con la noción de

individuo.

La pregunta obligada sería, entonces, ¿qué es un individuo? Es, me parece, un error

responder a esta pregunta apelando ya a nombres (un individuo es un objeto designado por

un nombre), ya a propiedades (un individuo es aquello que satisface un conjunto de

propiedades). En ambos casos la noción de individuo es sustancialmente entendida: en el

primero se trata de una entidad que es nombrada, en el segundo se trata de una entidad a la

cual se le adscriben ciertos atributos.

Stalnaker13 señala que “un individuo no es un tipo particular de cosa; es un rol

particular que las cosas pueden jugar: el rol de sujeto de la predicación”. Con la idea de

Stalnaker en mente podemos explotar algunos aspectos de las respuestas comentadas. Por

ejemplo, podríamos asumir que al hablar de identidad en distintos mundos posibles todo lo

que en principio podríamos decir de x en los diversos mundos posibles en que se pudiera

encontrar es que x = x. Pero, igualmente podríamos adscribir a x otros predicados sin que

ello plantee el problema de la identidad (al fin de cuentas tal posibilidad se fundamenta en

13
Stalnaker, R. (1984) Inquire, The MIT Press, Cambridge, citado por Kolář, P (2000):
“Clothing Bare Individuals” en Ondrej Majer (ed.) Topics in Conceptual Analysis and
Modelling, Filosofía,.

17
el rol de x). Las proposiciones resultantes serían consecuencias directas de ciertas reglas de

formación: Por ejemplo: si x y P son términos, entonces P(x) es una oración. De esta forma,

aplicando reglas como la anterior podemos decir cuanto queramos de x sin preocuparnos de

si es el mismo x.

6. Mundos posibles y temporalidad

En esta sección nos detendremos a considerar la utilidad de la noción de mundos posibles

en el análisis de algunos problemas metafísicos tradicionales. Uno de estos problemas tiene

justamente que ver con el problema de la sucesión de los estados del mundo (tiempo). Para

la comprensión de este problema es difícil proceder usando lenguajes de primer orden en su

versión estándar., pues estos lenguajes no tienen una capacidad expresiva comparable al de

la semántica de los mundos posibles.

¿Es el mundo actual necesario o contingente? Si es contingente, ¿es la contingencia

contingente o necesaria? Si es necesario, ¿es la necesidad necesaria o contingente? Estas

preguntas son centrales en la metafísica y las respuestas dadas se han expuesto de diversas

maneras. En aras del rigor, sin embargo, nos parece que la mejor manera de exponer estas

cuestiones es remitiéndose a la semántica de mundos posibles.

Ante problemas de este tipo, Meredith y Prior han enriquecido el sistema de lógica

modal S5, a fin de (re)construir una lógica de la sucesión de los estados del mundo y darle

un tratamiento riguroso a un problema que la metafísica tradicional ha tratado sin precisar,

originando más interrogantes que respuestas.

En el proceso de construcción los autores se remiten a la afirmación de Wittgenstein

expresada en el Tractatus: “el mundo es todo lo que acaece”. Es posible pues construir una

18
valorización de esta obra que va más allá de las cuestiones lógicas y filosóficas habituales.

La posibilidad de una “lógica de la sucesión de los estados del mundo” se erige,

precisamente, cuando a S5, que es el sistema de lógica modal clásica más fuerte que existe,

se adicionan algunos axiomas, se modifican otros y se introducen variables de tiempo.

La pregunta que surge en este punto es por qué S5, y no S3 o S4, por ejemplo. Hemos

dicho que S5 es más fuerte. Esa fortaleza se manifiesta, por un lado, en el hecho de que este

sistema implica cada uno de sus predecesores y porque definida una relación binaria de

accesibilidad en el sentido de Kripke desde cada uno de los mundos que constituyen un

universo, la relación es total, es decir todos los mundos se suponen accesibles desde

cualquier mundo, a diferencia de los otros sistemas en los que la relación es sólo reflexiva o

transitiva, como sucede en S4.

En S5 se cumplen los mismos axiomas que S4, es decir:

A1 ├ A ⇒A

A2 ├ (A ⇒ B) ⇒ ( A ⇒ B)

A3 ├ ◊ A ⇒ ¬ ¬A

A4 ├ A ⇒ A

A5 ├ ∀x A(x) ⇒ ∀x A(x) (fórmula de Barcan).14

Se mantiene, asimismo, la regla de necesidad, es decir: ├ A, ├ A , los axiomas

del cálculo de proposiciones, del cálculo de predicados y se introduce un nuevo axioma:

A6├◊ A ⇒ ◊ A.

14
Véase: José Cuena. Lógica Informática, Alianza Editorial, Madrid, 1985.

19
Este axioma señala que si una proposición es posible entonces es necesariamente posible y

garantiza, precisamente, la relación de accesibilidad desde todos los mundos posibles de un

universo.

Como hemos dicho, Meredith y Prior parten su análisis considerando el dictum

wittgensteiniano “el mundo es todo lo que acaece”. Lo que cabría plantearse es si ese

mundo que “es todo lo que acaece” es necesario o posible.

Meredith y Prior han introducido –como se ha aseverado ya- nuevos axiomas a la

axiomática de S5. El primero de ellos hace referencia precisamente a la primera afirmación

del Tractatus y se enuncia así: w y que se lee, “el mundo acaece”.


El segundo axioma nos dice que dada una proposición, es necesario que el estado

del mundo implique dicha proposición, es decir: p ⇒ (w ⇒ p), o de manera equivalente:

◊ (w ∧ p) ⇒ p.

El tercer axioma nos dice que: el mundo no es necesario, o simbólicamente: ¬ w.

Surge, entonces, una limitante importante. Por cuanto que S5 admite la regla├A , ├ A

(regla de necesidad), decir que ├w , ├ w es una contradicción, con el último axioma

introducido, puesto que obtendríamos “ w ∧¬ w”; es decir: el mundo es necesario y

el mundo no es necesario. Se tiene, entonces, un sistema inconsistente*.

Se ha optado, por ello, por rechazar la aplicación de dicha regla. Mediante dicha

restricción, la regla en cuestión se aplicará solamente a las expresiones “A”, donde no

aparezca la constante proposicional w.

*
Cabría, no obstante, la posibilidad de recurrir a un análisis de esta situación por medio de las denominadas
lógicas paraconsistentes.

20
Yendo más allá, Nicolás Rescher y Alasdair Urquhart han sugerido un axioma que

reemplaza al primero y tercero de Meredith – Prior y que afirma lo siguiente: El mundo es

a la vez posible y contingente, simbólicamente: ◊ w ∧ ¬◊ w.

Si atendemos el segundo axioma, es obvio que se puede derivar el ser de la

posibilidad; en efecto, si ◊ (w ∧ p) ⇒ p, sustituyendo w por p, entonces ◊ (w ∧ w) ⇒ w,

es decir ◊ w ⇒ w. Quiere decir, luego, que no es necesario postular que el mundo acaece;

sino, simplemente, que es posible, de lo cual se deduce que acaece. El axioma de Rescher –

Urquhart, por otro lado, garantiza que el mundo es real, es decir, que acaece, y que es,

también, contingente, que son, precisamente, lo que afirman el primer y tercer axioma

Meredith – Prior.

Cabe llamar la atención en que la posibilidad del acaecer del mundo es, sin

embargo, necesaria, y esto responde las interrogantes formuladas en líneas anteriores. En

efecto, puesto que ├p ⇒ ◊ p; al sustituir p por w, tendríamos que:├ w ⇒ ◊ w, 15 o lo

que es lo mismo: Si el mundo acaece entonces necesariamente es posible que el mundo

acaezca.

No estamos atendiendo en este contexto a la necesidad del mundo –se ha dicho ya

que el mundo no es necesario-, estamos, sí, atendiendo a la necesidad de la posibilidad.

Esto último es fácilmente demostrable. Veamos,

(1) w supuesto
(2) w ⇒◊w T.1├ A⇒ ◊A
(3) ◊w⇒ ◊ w A5 ◊A ⇒ ◊A
(4) w ⇒ ◊ w S.h. 2 – 3.

15
Véase, Jean Louis Gardies (1979). Lógica del Tiempo, Paraninfo.

21
Pero llegados a este punto, cabe plantearse de qué manera se relaciona cuanto se ha dicho

con la sucesión de los estados del mundo.

Introduzcamos símbolos con índice variable e introduzcamos una constante que

designe la totalidad de los acontecimientos del mundo. De esta manera tal que: (a)

Considerados los estados instantáneos del mundo, “wt”, “designará la conjunción de la

serie probablemente infinita de todos los acontecimientos que se producen en el mundo en

el instante t” y (b) Considerados los estados históricos del mundo “wt” “designará el

estado de la historia universal en el instante t, que incluye todos los acontecimientos que se

han producido antes o se producen en el instante t.”16

Lo siguiente es traducir los axiomas que ya han sido tratados:

◊ wt ∧ ◊ ¬ wt
◊ (wt ∧ p) ⇒ Tt (p)17

Hay que hacer aquí una aclaración importante. Puesto que las dos condiciones que

se han citado refieren a lógicas distintas –estados instantáneos del mundo y estados

históricos del mundo- es necesario prestar atención a la forma en que se interpreta la

variable “p”.

En la lógica de los estados instantáneos, la regla de sustitución se restringe a

aquellas proposiciones que no están ya afectados por una indicación temporal; de esta

manera, no cualquier proposición puede ser sustituida por la variable “p”, pues hacerlo

puede llevarnos a una lógica de los estados históricos. Tal cual sucedería si sustituyéramos

la variable “p” por la proposición:

16
J.L. Gardies, ibid, p. 108.
17
Recuérdese que se puede prescindir de wt y ¬ wt , que equivaldrían a w y ¬ w
respectivamente

22
(4) Panamá se separó se Colombia el 3 de noviembre de 1903.

En efecto, ya que Tt(p) se puede aplicar cualquiera que sea el instante t, a todo

acontecimiento de la historia, podemos, pues, aseverar lo siguiente: sucede en un instante

cualquiera que Panamá se ha separado de Colombia el 3 de noviembre de 1903.

Rescher y Urquhart han sugerido, por un lado, un axioma relacionado con la

identidad de los instantes indiscernibles, y por otro, la admisión del postulado del

acontecimiento reloj. El primero nos dice lo siguiente: Sean t y t’ dos instantes

cualesquiera, si la conjunción de todas las proposiciones características de los

acontecimientos del instante t es equivalente a la conjunción de todas las proposiciones

características del instante t’, entonces t es idéntico a t’, simbólicamente: ∀t, ∀t’ [(wt ⇔

wt’) ⇒ (t = t’)]; lo cual permite aseverar lo siguiente: si t es diferente de t’, entonces existe

un acontecimiento tal que ha tenido lugar en t y no ha tenido lugar en t’, o bien en t’ y no en

t; o lo que es lo mismo: existen al menos dos instantes distintos, es decir: ∃ t ∃ t’ (t ≠ t’).

El postulado del acontecimiento reloj, por otro lado, sugiere que existe en cada

instante t un acontecimiento que no se vuelve a encontrar en ningún otro instante; la

historia, pues, es irrepetible. Dicho postulado afirma ni más ni menos que: Cualquiera que

sea el instante t, existe un acontecimiento p (característico de ese instante) tal que, para

todo instante t’, no se vuelve a encontrar en t’ y más que si t y t’ no se distinguen, es decir

si son iguales; formalmente: ∀t ∃ p ∀t’ [Tt’(p) ⇔ (t = t’)].

En principio, pues, hay una relación entre los instantes indiscernibles y el postulado

del acontecimiento reloj. Ya que si la conjunción de todas las proposiciones de un

acontecimiento en el instante t (incluyendo los acontecimientos característicos de dicho

23
instante) es equivalente a la conjunción de todas las proposiciones de un acontecimiento en

el instante t’, entonces t y t’ son iguales. De lo cual, se infiere cada instante es único, ya que

si se supone la existencia de otro en el que la conjunción de proposiciones del

acontecimiento en dicho instante resultara equivalente, se estaría hablando del mismo

instante.

Estos resultados tienen consecuencias importantes. Por ejemplo, nos permiten

aseverar que no es posible lo expresado por la idea del eterno retorno: los acontecimientos

son siempre nuevos y discurren en instantes que al estar mediados por la relación de

precedencia (antes o después) son siempre distintos.

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