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Magdalena Novais: Madre de Julio César y Carlos Francisco Rangel Novais.

Ambos
fueron asesinados extrajudicialmente por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana
(PNB) con seis días de diferencia. A Julio César, de 24 años, lo mataron de dos disparos
durante un presunto Operativo de Liberación del Pueblo en el sector Gramoven, parroquia
Catia, municipio Libertador (Distrito Capital). Fue trasladado sin signos vitales al hospital
Dr. Miguel Pérez Carreño, ubicado al oeste de Caracas.
Este es su testimonio completo, ofrecido para la serie documental La República que
Tortura, de TalCual.
La entrevista fue realizada en Caracas, Venezuela, el 20 de febrero de 2019.

Buenos días, mi nombre es María Magdalena Nob Márquez, soy la mamá de Julio Cesar 
Rangel Nobae y Carlos Francisco Rangel Nobae. El pasado 10 de julio de 2018 llegaron
unos policías de la nacional a la casa, entraron sin preguntar nombre ni apellido ni nada.

Mis hijos estaban esperando en shores  y en chola viendo un bendito juego del mundial, y
cuando ellos llegaron a la casa, abriendo y todo, mis hijos salieron corriendo y se
zumbaron por unos techo, y entonces agarraron y se escondieron en una casa; de ahí los
sacaron. Sacaron a mi Julio César, le dieron dos tiros a mi hijo, uno en la nalga y uno en
el pie. El otro se había escondido.

Él le decía al policía, “No me mate, yo tengo un hijo, tengo a mi mamá, no me mates, yo


no soy quien tú estás buscando, vale. Yo no tengo nada, no te tengo nada, tú viste que
no tengo nada, no soy quien buscas, no me mates, no me mates”. Y ese malvado no tuvo
piedad y le dio dos tiros a mi Julio, y así lo sacaron, y que al hospital. Habiendo El
Magallanes, habiendo el Periférico de Catia cerca, lo llevaron al Pérez Carreño, cuando
llegó allá, llegó con cinco tiros. Le metieron tres tiros en el pecho,pero en el trayecto lo
estaban  maltratando, lo estaban torturando. A mi Julio Cesar le ponían lo que dicen los
vecinos, las botas se las ponían aquí. Mi hijo llegó muy maltratado, muy humillado, mi
muchachito. Él no tenía que morir así, nunca.

Yo no estaba en casa, yo estaba haciendo la obra dándole alegría a unos abuelos que
quedan en El Paraíso. Cuando me llamaron yo estaba en eso. 

Mira amiga, el que tiene que ver con drogas, con cosas malas, no quiere  a su mamá. Y la
droga de mi hijo era yo y su hijo, que tenía cuatro años, porque ese día en mi casa no
había nada de comer, nada, nada, nada. No teníamos riqueza, no tengo todavía riqueza,
ahora no tengo riqueza, lo que estoy es arruinada, porque me mataron a mis dos hijos,
me los mataron.

Entonces, como se  llevaron a Carlos Francisco, que es el hermano mayor, y se lo


llevaron para la estación esa que queda ahí en el Amparo, en Catia, se lo llevaron vivo y
coleando, sin tiro y sin nada. Después ruleteándolo se lo llevaron para San Agustín y en
San Agustín me lo mataron, los mismo. Yo tengo que decir aquí, en todas partes, en
todas  formas que, los mismos policías que se llevaron a mi Carlos Francisco y a mi Julio
César me los mandaron  a matar. Esos policías que fueron a la casa mataron también a
Carlos, me lo mataron también a golpes ahí en la jefatura de san Agustín. Ellos tienen que
ver con esa muerte de mi hijo. Me le dieron mucho golpe, me le amarraron las manos, a
Carlos Francisco me le amarraron las manos.

Un hombre que era deportista, un hombre que era boxeador, mi hijo era boxeador, y me le
amarraron las manos, me lo volvieron a ñicas. A ninguno de mis dos hijos pude
enterrarlos porque eran unos monstruos de tanto golpe que llevaron. Yo pido justicia,
justicia porque ellos no tenían antecedentes ni tenían ninguna denuncia, ni tenían
solicitudes, ellos no tenían nada. Julio César se iba a meter a la broma esa del CICPC, 
criminalística. A él lo postuló un funcionario ahí para todo eso. Mi hijo no era un malandro,
mi hijo no era nada. Mi hijo era un pobre pendejo como soy. No teníamos riqueza para
que esos desgraciados mataran a mis hijos. Y lo digo aquí y en todas partes: la nacional
me mató a mis hijos. Esos malvados son unos asesinos, ellos son los asesinos; ellos son
los delincuentes porque yo los veo haciendo cosas en la calle que no son correctas, pero
como ello tienen el poder, un uniforme y una pistola, ellos son todo. 

-Señora María Magdalena, ¿ellos llegan a preguntar por sus hijos?


-No, ellos entraron “¿dónde están?”. Ellos violaron la puerta, donde están, donde están.
Ellos no preguntaron nombre, sino “¿dónde están? Ellos no preguntaron más nada, sino
dónde están, dónde están. 

¿De qué los  acusaban?


Aparentemente, de qué los acusaron ellos, yo no sé. No sé porque ellos no dijeron nunca,
sólo dónde están, más nada.
-Sencillamente llegaron a la casa y abrieron la puerta con violencia.
-Sí, con violencia y diciendo dónde están y dónde están. Agresivos porque ellos tienen el
poder. Parece  que no los parieran unas mujeres, sino unas malparidas perras las que
parieron esos hombres. No tienen corazón, no tienen sentimiento, no tienen nada. Pero yo
sé que allá arriba hay un Dios que para abajo ve, y así como arriba hay un Dios que para
bajo ve, las madres de  esos malparidos también van  a llorar y peor, y la muerte va  a ser
peor porque Dios es grande y misericordioso. La muerte de ellos tiene que ser peor que la
de mis hijos, y que Dios me dé la potestad de que cuando los estén velando yo esté ahí
para reírme también, para que se vea que eso sí se duele, que duele lo que me hicieron a
mí. 

-Usted dice que su hijo Carlos lo mataron a golpes, y a su hijo Julio César le dieron cinco
tiros. ¿Con su hijo Carlos, qué fue lo que ocurrió? Lo dejan detenido.
-Sí, a él en la jefatura de San Agustín lo habían presentado, pero ya iba a salir porque él
no tenía ni antecedentes, él no tenía ni solicitud, no tenía nada. Él iba a salir, pero el 16
de julio lo mataron a golpes, le amarraron las manos y las marcas de sus manos no eran
de correa, sino de esposas. ¿Cómo los presos van a amarrar  a una persona con
esposas?

-¿Usted logró saber si a su hijo estos golpes se los dieron mientras lo interrogaban por
algo?

-No, no, porque yo desgraciadamente no pude ver a mi hijo, a mi Carlos Francisco no lo


pude ver, porque yo estaba muy atormentada ya, con la muerte de mi hijo, del menor.
Entonces mi hermano y mi esposo me dicen, ‘no vayas a ir para allá porque lo vas a
desplomar. Él te va a ver a ti y lo vas a desplomar, ya tiene el dolor de su hermano’. Mis
hijos eran muy unidos.
Me decían no vayas para allá, María, porque si tú vas lo vas a desplomar, allá no se
quiere que  llore porque tú sabes que  lo van a agarrar de que es una mamita, que es
esto, que el otro, ves. Pero ya mi sobrina, el día anterior, cuando ella fue a llevarle
comida, verdad, y es que no le perdono a mi sobrina porque ella tenía que decirme a mí
que me le estaban pegando a mi hijo para yo formar, vulgarmente, el peo pues; pero no,
ella me dice, tía no, él está bien. Después de que yo fui, que murió, él no podía ni agarrar
de la golpiza que le dieron, no podía agarrar ni el vaso para tomar el jugo, ni nada.

A él no lo dejaron ver bien. En los seis días que estuvo ahí, se vio nada más que dos
veces, no se vio más. No lo dejaron ver porque no había esto, no había lo otro. Ahora, yo
también culpo a los policías que estaban en esa guardia, porque si ellos estaban ahí era
para resguardar la vida de los presos. Entonces ellos no se dieron cuenta de cuando le
estaban pegando a  mi hijo; ellos no se dieron cuenta sino que cuando dijeron ‘el loco se
está muriendo’, y era el hijo mío. O sea, ellos tienen que también pagar todo eso. La
injusticia  se tiene que pagar, Dios mío, porque aun siendo mis hijos unos delincuentes,
tienen derecho a la vida, a los derechos humanos, y a mí no me dieron derecho ni
siquiera de auxiliar a mis hijos, a ninguno de mis dos hijos me dieron derecho a mí de
auxiliar. Entonces yo tampoco debo darles a ellos derecho de que vivan tranquilos, ellos
tienen que pagar de una u otra forma la muerte de mis hijos. No voy a  quedarme
tranquila, mi alma no va a descansar, mi espíritu no va a descansar hasta que esos
malvados  no paguen la muerte de mis hijos. 

-Señora María, cuando la llaman, ¿cómo le entregan a su hijo? ¿Su hijo pudo llegar al
hospital, o cuando llega a  buscarlo ya él estaba muerto?
-Sí, y mi hijo llegó sin signos vitales a allá, porque todo era para el Pérez Carreño. Carlos
Francisco llegó sin signos vitales  al Pérez Carreño. 
-O sea, él murió dentro del calabozo.
-Sí.
-¿Y le hicieron un examen forense? 
-Sí, todo eso lo hicieron. 
-¿Y cuáles eran las causas? ¿Recuerda alguna?
- Bueno, golpes. Yo tengo la copia del acta de defunción. Golpes severos en la cabeza.
-O sea, todo fue una golpiza.
-Una golpiza, sí. Mire, yo respondía por mi hijo, mi hijo le daba un golpe a un persona y lo
dejaba... porque mi hijo era un hombre deportista, mi hijo era boxeador. Es más, a mí no
me gustaba que él peleara con nadie porque yo sabía que siempre lo dejaba, ‘ve... hijo,
hijo, veee’. Mis hijos no tenían secretos para mí, nosotros éramos un trío perfecto.
Nosotros éramos, bueno pues. 
¿qué edad tenían sus hijos?
Uno tenía 24 años, el menor. Y el mayor tenía 27. Julio César 24, y Carlos Francisco 27
años. 
¿Esto pasa por una OLP, por un operativo? ¿Qué pasaba? ¿Por qué llegaron a su casa
ese día? 
-No sé, mi amor. No te sé decir. 
-¿No pasaba nada? 
-No pasaba nada, no había nada. Eso no había nada. Llegaron de sorpresa.  A mí lo que
me dijeron en la fiscalía era que era un  mal procedimiento. La fiscal que me atendió en
ese momento me dijo que  era un mal procedimiento. Y con un mal procedimiento yo
quedé sin manos y sin pies, porque yo no tengo familia, mis hijos eran mi familia. Me
queda un nieto de cuatro meses, en aquel entonces, de cuatro meses.
Julio César suplicaba al maleante, porque ese sí es un maleante, ‘no me mates, yo tengo
un bebé, tengo a mi mamá, no me mate’. No oyó la súplica, los ruegos de mi hijo no los
oyó.

O sea, una persona, ellos dijeron que estaba en un, ¿cómo se llama? ¿En un intercambio
de disparos? en un enfrentamiento. Una persona que está en un enfrentamiento no pide
misericordia

-¿Esa fue la causa de la muerte de Julio César?, lo que ellos pusieron 
-Sí, que era un enfrentamiento, que ellos llegaron, ve cómo son ellos, que ellos hicieron
un recorrido motorizado, verdad, vieron dos sospechosos y le llamaron la atención y ellos
hicieron caso omiso y ahí se presentó lo que te acabo de decir ahorita, el enfrentamiento.
O sea, no hay orden de allanamiento, no hay orden de nada, de nada. 
-Me recuerda la fecha de la muerte de su hijo Julio César?
-El 10 de julio, y seis días después mataron a  mi Carlos Francisco. O sea, qué
coincidencia, de que de tantos presos que están en San Agustín salga mi hijo muerto.
Esos son ellos mismos, porque mi hijo vio quién mató a su hermano. Entonces claro, ellos
acabaron con la evidencia, con el testigo presencial, porque mi hijo le dijo a su tío. Mi
hermano vio a mi hijo en San Agustín y le dijo: Tío, yo sé quién mató a mi hermano, yo sé
quién mató  mi hermano, tío; ¿qué hago yo en este mundo sin mi hermano? Entonces mi
hermano le dijo, “hijo, cállate, no digas nada que estamos en la cueva del lobo”, “pero yo
sé quién mató a mi hermano”, le dijo, y por eso fue que lo mataron a él, para no dejar
evidencia. Pero le faltó que le mataran a mí también, porque voy con todo. Voy a ir con
todo, con todo, con todo, porque no mataron dos perros, me mataron a mis hijos, a mis
vidas, me mataron a mi vida. 

-¿A su hijo Carlos lo llegaron a presentar en tribunales?


-Aparentemente sí, ya iba a salir, porque ya estaba en la zona de salir.  Yo lo estaba
esperando, me quedé con las manos abiertas, porque yo lo estaba esperando. 
-El día que usted lo fue a buscar ¿fue el día?
-Ellos fueron el 16 a visitarlo porque ya en la semana, en el transcurso de la semana él
iba a salir, iban a darle comida, a llevarle comida. Y no, yo sí tuve un sueño antes de que
mi hijo saliera de esa jefatura,  con Julio,  y me decía: mamá, pendiente con Carlos,
mamá, pendiente con Carlos, Era esa misma noche que estaban matando  a Carlos a
golpes. 
-Cuando llegó su familia, ¿quién fue hasta la jefatura?

-Mi sobrina, mi sobrina y mi hermano. Fueron a llevarle comida, que era un día del niño, y
ya de lunes a martes iba  salir mi hijo. Y entonces lo encontraron, ella ayer fue, entró a
llevarle la comida, y la llamaron y la pusieron en un rinconcito  y le dijeron la noticia. 
-¿Quién se la dijo?
-Uno de los funcionarios de ahí, de los sinvergüenzas que trabajan ahí, porque eso son un
poco de sinvergüenzas. 
-O sea, ¿ustedes no los llaman? 
-No. A nosotros no nos llamaron porque aparentemente eso fue en el transcurso de la
noche. El murió de 1:00 a 2:00 de la madrugada. 
-¿Y a qué hora lo llevaron al hospital Pérez Carreño?
-No te sé decir, mija. 
-Es decir, ¿esto ocurre en la madrugada y ustedes se enteran cuando llegan  a llevarle la
comida en la mañana?
-Sí.
-Como 5 o 6 horas después. 
-Nos enteramos y eso porque ellos fueron a buscar la comida en la mañana, porque la
entrada para llevarle la comida era aparentemente a las 10:00 de la mañana. Ahí es que
ellos se dan cuenta de que el muchacho está muerto, de que el muchacho no está ahí,
porque lo llevaron para el Pérez Carreño. Bueno, ahí fue que pasó. 
-O sea, ¿el traslado lo hicieron a la misma hora?
-Mmmhm, ellos mismos lo sacaron. 
- ¿Ustedes no sabían nada? ¿Si ustedes no se presentan en la comisaría, nadie les
informa?
-No, no sabemos nada, nadie nos informa. 
-A todas estas, señora María ¿cuál es la causa? ¿Cuál era  el expediente que terminan
armándole? ¿Posesión de armas, de droga? ¿Qué?

-Siempre le ponen droga. Droga, un arma, es lo que yo recuerdo. Una droga y arma, ajá.
Ahora, como te digo y te repito, las personas que tienen droga, tienen que comer, verdad,
y nosotros no tuvimos comida. O sea, no veo por qué me mataron a mis hijos. Y no veo el
porqué, porque ni al sinvergüenza ese, del Chapo ese. Los derechos humanos lo están
resguardando, y ¿por qué no podían resguardar la vida de mis hijos, si no teníamos
nada? No teníamos nada, y ahora estoy peor, porque no los tengo.

Era por eso, porque, o sea, una cantidad menor de droga, es lo que pusieron, y una
pistola. Yo le voy a decir una cosa, yo era un policía con mis hijos. Mi hijo me decía,
mamá, usted está peor que los policías. Yo les jorungaba a esos muchachos todo, para
ver qué era lo que tenía yo en mi casa. Y por eso, vivo y me quemo las manos, ahorita me
las voy quemar completa, y ya están muertos, pero yo me voy a quemar completa porque
yo tengo que limpiarle la honra a mis hijos, y decirle a mi nieto, mira,  tu papá lo mató un
policía sinvergüenza porque le dio la gana, no porque tu papá era marihuanero, ni porque
era ladrón, ni porque nada, tu papá era esto; tu papá era un hombre sano, y lo mataron
¿por qué?, por pendejo, porque si mis hijos hubieran sido  unos delincuentes, creemelo
que no estuvieran muertos. No estuvieran muertos ni estuvieran como unos pendejos ahí,
viendo un juego en shores, porque el que la hace, tiene que tener siempre el temor. Ellos
estaban tranquilos ahí en su casa, porque el que nada teme nada debe, o ¿no?¡
 
-En fiscalía, cuando usted va  poner esa denuncia, ¿cómo está el estatus de esa
denuncia?
-No, yo no puse denuncia, amiga. La que puso la denuncia fue mi esposo, el papá de mis
hijos, y mi sobrina.  Ellos agarraron todo, y fueron los que pusieron la denuncia. Yo te voy
a  decir una cosa, en ese momento estaba como loca, no razonaba, porque, cónchale, no
había terminado la de Julio César cuando vino Carlos Francisco. Es más, yo misma me
quería quitar la vida, si mi familia no está pendiente de mí y me ponen con ayuda
psicológica; está Cofavic, que Dios los bendiga, están pendiente de uno con ayuda,
tanto como psicológica, como de abogados y todas esas cosa; yo estuviera muerta. Yo
me hubiera quitado mi vida, porque ¿qué hago yo sin mis hijos? ¿qué hago yo? Dime tú,
¿qué hago yo? Entonces no pude, todo eso lo denunció mi sobrina y mi marido, pero
después de que yo agarré el mínimo, que empecé a caer, y me empezaron a trabajar los
psicólogos, y a hablar y venía para acá y en reuniones, dije: no la que tiene que llevar la
batuta soy yo, yo sigo siendo madre. Entonces desde ahí,  me estoy enfrentando sola,
porque no quiero que nadie me esté acompañando, porque yo misma soy. Así como yo
los parí a ellos sola, yo misma voy a hacerle la diligencia a ellos sola, ¿ves? Yo sigo
siendo su mamá, en donde estén ellos, yo sigo siendo su mamá. La mamá de Carlos y de
Julio soy yo. Y aquí, hasta a que ellos yo le limpie sus nombres. ¿por qué le pusieron su
nombre así y así asado? porque como hablan, como el papel aguanta todo, pero el que
sabe de mis hijos soy yo, yo soy la que sé de mis hijos, yo. A mí me da igual lo que digan
los demás, la que sabe de mis hijo soy yo y por eso me voy a quemar completa, porque
tengo que limpiarle el nombre a mis hijos. 
-Y ahorita ¿la denuncia en fiscalía cómo está?, ¿cómo va el caso?
-Bueno, ya el de Julio César como es en la calle, estamos esperando que lleguen las
solicitudes que manda la fiscal del CICPC. No han llegado todas las solicitudes, pero
estoy montada como una garrapata ahí. Como le dije yo a la fiscal, doctora usted se irá a
molestar, pero yo aquí voy  estar a cada ratico.

Y lo de Carlos Francisco, gran parte está solucionado porque como fue en la jefatura, hay
dos presuntos, que dicen ellos presuntos, asesinos: uno que se llama Carlos Alfredo
Carpio, que está preso, por otro homicidio, pero está preso; y el otro que se llama
Jonaiker Pacheco, aparentemente a él lo soltaron. O sea, mató un perro y lo soltaron. Ahí
es donde yo digo está el detalle, lo soltaron y entonces tiene orden de captura. 
-Está fugado. 

-No está fugado. A él lo soltaron de la jefatura lo soltaron porque no hizo nada, mató un
perro y se fue.

-¿Son PNB?

- Sí, sí, de la nacional. Todos esos son de los sinvergüenzas de la nacional. Ja, ese
Jonaiker Pacheco, que no se me olvida ese nombre de ese desgraciado, él está fugado, o
sea, está solicitado hasta por la interpol, ¿interpol es que se llama? esa misma. 
¿Donde vive usted, señora María Magdalena?
-Eso es en Gramoven, Catia. 
-Y me dice que no era una OLP.
No, no, no. Eso fue un día normal, normal, normal.
- ¿No se ha puesto a pensar en eso?
-Sí, un supuesto...  Bueno, a mí me dijo la fiscal que era un mal procedimiento cuando me
llamó. La primera fiscal me dijo que era un mal procedimiento. O sea, yo repito lo que a mí
me dijo la fiscal. Y se lo dijo a mí esposo, se lo dijo a la yerna mía, y se lo dijo a la mamá
de la yerna mía, que lo que habían hecho ahí era un mal procedimiento. Dijeron tantas
preguntas  si mi casa era esto, si mi casa era lo otro, y todas esas que me dijeron que si
mi casa, mi casa, y mi casa ni es azul. O sea, muchas preguntas que no coinciden con lo
de mi casa, pues. Entonces, era un mal procedimiento. 
-¿Usted cree que era que ellos estaban buscando  otras personas y los confundieron con
sus hijos?
-Pudiera haber sido, mi amor. Eso también lo pienso yo.
-Que confundieron a sus hijos...
-A lo mejor, puede ser. Porque ellos no preguntaron nombre. Porque si era de poner,
dónde está Carlos Rangel, dónde está no sé quién, pero no, nada. Ellos no dijeron nada,
sino, dónde están. Ellos no dijeron nombre, nada. 

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