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HISTORIA Y FILOSOFIA1

“Asistimos con frecuencia a una pugna que tiene como contendientes una filosofía
poco meditada y la historia. Se parte de ideas apriorísticas para llegar a conclusiones
sobre lo que debiera ser. Se pretende descubrir esas ideas en la historia universal, sin
percatarse de que se hallan expuestas a no pocas dudas. Y, en tal empeño, se entresaca
de entre la muchedumbre infinita de hechos aquellos que parecen corroborar las ideas
preconizadas.
Suele llamarse a esto filosofía de la historia. Una de las ideas continuamente
manejadas por la filosofía de la historia como postulado irrecusable es la de que la
humanidad marcha por un camino de progreso ininterrumpido, en un proceso
constante de superación. Fichte, uno de los primeros filósofos entregados a esta tarea,
admite cinco épocas en lo que llama plan universal: en la primera, la razón tiende a
imponerse por medio del instinto; en la segunda, domina por medio de la ley; en la
tercera, la humanidad se libera por obra de la autoridad de la razón; en la cuarta,
impera la razón convertida en ciencia; en la quinta, la razón es ya un arte. Dicho en
otros términos: inocencia, pecado incipiente, consumación del pecado, justificación
incipiente y justificación consumada; sobre poco más o menos, las mismas épocas que
pueden observarse en la vida del hombre.
De ser cierto este esquema u otro por el estilo, la historia general tendría que
seguir la línea de progreso que la humanidad sigue en la dirección indicada, de una
época a otra; el historiador cumpliría su misión, desarrollando estos conceptos del
modo como aparecen y se desarrollan en el mundo. Pero las cosas distan mucho de ser
tal y cómo aparecen representadas aquí. En primer lugar, los propios filósofos
discrepan extraordinariamente acerca del carácter y la selección de esas ideas al
parecer imperantes. En segundo lugar, procuran cuerdamente fijarse tan sólo en
algunos pueblos de la historia universal, considerando la vida de los demás como si


























































1
VON
RANKE,
Leopold.
“historia
y
filosofía”
en
Pueblos
y
Estados
en
la
historia


moderna,
con
un
estudio
de
C.P.
Gooch,
México,
Fondo
de
Cultura
Económica,
1ª

reimpresión,
1979.
pp
518‐519.

Estás
páginas,
encontradas
entre
los
papeles

póstumos
de
Ranke,
fueron
redactadas,
a
juzgar
por
la
letra
en
las
que
parecen

escritas,
en
la
década
de
los
treinta…
su
editor
Alfred
Dove
las
incluyó
en
la

ediciónn
de
1888.

no existiera o como si no fuese otra cosa que un simple aditamento. De otro modo, no
podría ocultárseles ni por un instante que los pueblos del mundo, desde su orígenes
hasta el momento actual, han vivido y viven en las condiciones más diversas.
Hay, en efecto, dos caminos para llegar a conocer las cosas humanas: uno es el
conocimiento de lo concreto, otro el de la abstracción; uno es el camino de la filosofía,
otro el de la historia… Es, pues, necesario, mantener separadas estas dos fuentes de
conocimiento.
Pero sentado esto, hay que decir también que yerran los historiadores que sólo
ven en la historia una inmensa amalgama de hechos retenidos en la memoria,
enlazados unos con otros y todos ellos engarzados en una moraleja general. A mi me
parece que la historia, en el sentido perfecto de la palabra, puede y debe remontarse
por caminos propios de la investigación y el examen de lo concreto hasta una
concepción general de lo acaecido, hasta el conocimiento de su trabazón objetiva…”
Lecciones sobre la filosofía de la historia
universal
Hegel2

Lo que he dicho hasta ahora, y diré todavía, no debe tomarse como un supuesto – ni
siquiera por lo que se refiere a nuestra ciencia -, sino como una sinopsis del conjunto,
como el resultado de la consideración que hemos de hacer- resultado que me es
conocido porque conozco el conjunto. La consideración de la historia universal ha
dado y dará por resultado el saber que ha transcurrido racionalmente, que ha sido el el
curso racional y necesario del espíritu universal, el cual es la sustancia de la historia –
espíritu uno, cuya naturaleza es una y siempre la misma, y que explicita esta su
naturaleza en la existencia universal . ( El espíritu universal es el espíritu en general).
Esta ha de ser, como queda dicho, el resultado de la historia misma. Pero hemos de
tomar la historia tal como es; hemos de proceder histórica, empíricamente. Entre otras
cosas, no debemos dejarnos seducir por los historiadores de oficio. Pues, por lo menos
entre los historiadores alemanes, incluso aquellos que poseen una gran autoridad y se
enorgullecen del llamado estudio de las fuentes, los hay que hacen lo que reprochan a
los filósofos, esto es, llevar a la historia invenciones a priori. Para poner un ejemplo,
diremos que es muy difundida invención la de que ha existido un pueblo primero y
más antiguo, el cual, adoctrinado inmediatamente por Dios, ha vivido con perfecta
visión y sabiduría, ha tenido penetrante noción de todas las leyes naturales y de toda
verdad espiritual, o , que ha habido estos estos y aquellos pueblos sacerdotales, o, para
indicar algo más especial, que ha existido una épica romana, de la cual los
historiadores romanos han sacado la historia antigua, etc. . Dejaremos a los ingeniosos
historiadores de oficio estos apriorismos, no insólitos entre los alemanes.
Podríamos formular, por tanto, como primera condición, la de recoger fielmente
lo histórico. Pero son ambiguas esas expresiones tan generales como recoger y
fielmente. El historiador corriente, medio, que cree y pretende conducirse


























































2
HEGEL.
Lecciones
sobre
la
filosofía
de
la
historia
universal,
pról.
José
Ortega
y


Gasset,
advertencia
y
traducción
José
Gaos.
Madrid,
Alianza
Editorial,
1999.

pp
44‐
45
Lecciones
impartidas
entre
1882
a
1831

receptivamente, entregándose a los meros datos, no es en realidad pasivo en su
pensar, Trae consigo sus categorías y ve a través de ellas lo existente. Lo verdadero no
se halla en la superficie visible. Singularmente en lo que debe ser científico, la razón no
puede dormir y es menester emplear la reflexión. Quien mira racionalmente el mundo,
los ve racional. Ambas cosas se determinan mutuamente…”

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