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GILLES LIPOVESTSKY

LOS TIEMPOS HIPERMODERNOS

Decadencia o degradación ----- planteamiento religoso -----visión apocalíptica

Antiguos: la historia se pensaba cíclica – lo peor estaba inscrito ontológicamente dentro de la


rueda de la fortuna y de lo necesario.

Para el mundo cristiano, la historia comienza con la caída del comienzo y termina con el juicio de
las postrimerías. Eran los dos favores que guiaban un presente transitorio y considerado
prescindible.

En la modernidad: hay ruptura no para reinscribir el presente en el centro de las preocupaciones


de todos, sino para invertir el orden de la temporalidad y traspasar del pasado al futuro el lugar de
la felicidad venida y el fin del sufrimiento.

Esta ruptura cristalizo la aparición de un discurso radicalmente opuesto de la decadencia,


alegando las conquistas de las ciencias y señalando las condiciones de un progreso infinito cuyos
herederos tendríamos que ser nosotros.

La razón tendría que poder reinar en el mundo y crear las condiciones de la paz, la equidad y la
justicia. (típico de siglo XIX)

Siglo XX, se caracterizó por la pérdida de la dimensión positiva de la razón, aún si este es el
instrumento que empleamos para relacionarnos con el futuro, que a pesar de estar marcado por
esta crítica, aunque perduren restos del pasado optimista, sobre todo en el plano tecnocientífico.

Desacreditados tanto el pasado como el futuro, se tiende a pensar que el presente es la referencia
esencial de los individuos democráticos.

DE LA MODERNIDAD A LA POSMODERNIDAD: SALIR DEL UNIVERSO DISCIPLINARIO

La derecha y la izquierda se basan en una crítica parecida, la autonomía prometida por la


ilustración. Y que el mundo humano vive bajo el peso de las dos plagas de la modernidad: la
técnica y el liberalismo económico.
La modernidad no ha podido materializar los ideales de la ilustración, y en lugar de garantizar una
autentica liberación, ha dado lugar a un estado de esclavitud real, burocrática y disciplinaria que
se ejerce tanto a las personas como a sus espíritus.

Foucault insiste sobre el aspecto nebuloso de la modernidad que es la disciplina, cuya finalidad
consiste más en controlar a las personas que en liberarlas.

LA DISCIPLINA, es un conjunto de reglas y técnicas concretas (vigilancia jerárquica, sanción


normalizadora, control) destinada a producir conductas normalizas y estandarizadas, para meter
en cintura a los individuos y a imponerles una misma pauta, a fin de optimizar sus facultades
productivas.

Por otra parte, el mejor ejemplo en el mundo posmoderno de la realidad es la MODA. Misma que
surge de la competencia clasista entre una aristocracia deseosa de magnificencia y una burguesía
ávida de imitarla. Pero esto no explica porque la aristocracia terminó encarnando el orden de la
apariencia y darle la espalda al orden inmóvil de la tradición.

Pero la explicación que se impone, consiste en decir que hay dos vertientes para que la moda sea
el estandarte de esa lucha.

Primero el efecto de lsa nuevas valoracipnes sociales vinculadas a una nueva posición e imagen del
individuo respecto al conjunto colectivo, es decir, el que se tiene la conciencia de ser individuos
con un destino particular, la voluntad de expresar una identidad singular, la celebración cultural de
la identidad personal, han sido la fuerza “productiva” el motor mismo de la mutabilidad de la
moda.

Para que hubiera un auge de las frivolidades fue preciso una revolución de las imágenes en la
persona y en las propias conciencias, así como de sus mentalidades y valores tradicionales.

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