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"Las licencias libres en el ordenamiento jurídico español.

Recepción,
adaptación, problemática y perspectivas"

1-Antecedentes .................................................................................................................2
a.Modelos jurídicos y la propiedad intelectual .....................................................2
i.Civil Law y Common Law .....................................................................2
ii.La propiedad intelectual en esta dualidad .............................................3
b.Nuevas necesidades, nuevas realidades .............................................................4
c.De la venta del producto a la autorización de uso .............................................5
2-Las licencias como fenómeno jurídico ..........................................................................8
a.La licencia como instrumento jurídico ..............................................................8
b.La forma de transmisión de la propiedad intelectual .........................................9
c.Licencias libres y licencias copyleft ................................................................11
3-Problemática ................................................................................................................14
a.Naturaleza de las licencias ...............................................................................14
i.Licencias o contratos ............................................................................14
ii.Las Creative Commons como contrato ...............................................16
iii.Las Creative Commons y las Condiciones Generales de la
contratación. ...........................................................................................19
iv.Las Creative Commons y las ley de Servicios de la Sociedad de la
información .............................................................................................22
v.Las Creative Commons y la normativa sobre protección de
consumidores y usuarios .........................................................................23
b.Contenido ........................................................................................................24
i.El sistema de Creative Commons .........................................................24
ii.Las novedades en las licencias 3.0 ......................................................26
c.Actualizaciones ................................................................................................28
i.Desfase entre reformas legales y modificaciones de las licencias. ......28
d.La adaptación de las licencias, modelo GPL vs CC ........................................30
i.La traducción o la trasposición .............................................................30
4-Recepción de las licencias en el ordenamiento jurídico español ................................33
a.Por parte de los ciudadanos .............................................................................33
b.Por parte de las instituciones ...........................................................................35
i.Iniciativas legislativas ..........................................................................35
c.La licencia pública de la Unión Europea .........................................................37
d.La recepción de las licencias por los tribunales .............................................37
5-Perspectivas .................................................................................................................38
a.Conclusiones. ...................................................................................................38

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"Las licencias libres en el ordenamiento jurídico español. Recepción,
adaptación, problemática y perspectivas"

1- Antecedentes

a. Modelos jurídicos y la propiedad intelectual

i. Civil Law y Common Law

Cada sociedad responde a las necesidades de sus miembros de acuerdo a las


formas comunes de entender sus relaciones sociales y a lo que se denomina el
acervo común. El derecho, como instrumento básico de regulación de la vida social,
también es deudor de las diferentes visiones que diferentes estados tienen de la
forma en que debe organizarse su vida en común.

Ello ha dado lugar a dos modelos jurídicos, sino contrapuestos, si con


importantes diferencias.

Por un lado el derecho que conocemos como derecho continental o “Civil


Law”, y que hunde sus raíces en el sistema jurídico romano y se moderniza con las
aportaciones del derecho germánico, el canónico y sobre todo con las ideas de la
ilustración, con particular fuerza en el movimiento Codificador como base para la
efectividad del derecho.

Y por otro el derecho anglo-sajón o “Common Law”, cuyo sistema está más
basado en la práctica, de ahí que, frente al sistema del derecho continental donde
la ley es la piedra angular del sistema, se prime como fuente del derecho las
resoluciones de los tribunales o jurisprudencia.

La existencia de estos dos modelos resulta especialmente importante en un


momento en el que las diferencias y distancias, que han formado una de las claves
de la evolución de los sistemas jurídicos, desaparecen, provocándose en ocasiones
situaciones que dificultan la determinación y aplicación de uno u otro régimen.

Sobre estas diferentes bases legales se han desarrollado las normas y


preceptos que sirven de amparo a la construcción de lo que modernamente se
denomina propiedad intelectual. Por lo tanto la observación de uno u otro sistema
jurídico nos aportará diferentes soluciones a problemas similares y en ocasiones
problemas para que un mismo instrumento pueda interactuar en dos entornos
jurídicos diferenciados. Incluso las soluciones jurídicas que se aporten no siempre
son compatibles en el otro sistema.

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ii. La propiedad intelectual en esta dualidad

Fruto de la diferente visión del derecho en cada uno de los ámbitos


señalados se desarrolla lo que se conoce como propiedad intelectual. Es decir una
serie de normas que tienen como objeto estimular, mediante la concesión de un
plazo de explotación en exclusiva, la creación y desarrollo de ideas.

Sin embargo, aunque ambos sistemas jurídicos tienen un mismo fin lo cierto
es que pueden apreciarse dos modelos de pensamiento respecto de las obras
intelectuales según examinemos uno u otro sistema.

Así, para el Common Law lo que prima es la idea del negocio sobre la obra,
la posibilidad del retorno de la inversión de la obra, garantizar mediante el estímulo
de la protección una mayor inversión en la creación, de tal forma que los
instrumentos legales que se desarrollan responden a esta visión. Es por ello que los
derechos que pueden limitar de alguna manera la explotación económica de la
obra, en concreto los conocidos como derechos morales, tienen un tratamiento
secundario.

Por el contrario, en el sistema de Civil Law, la concepción europea imprime a


la legislación un fuerte carácter de preocupación por el autor, por encima de los
derechos que sobre la obra como tal se reconozcan, con especial énfasis en la
protección e irrenunciabilidad de los derechos morales.

Podría decirse que el sistema del Common Law piensa en los productores o
inversores y el Civil Law en los autores.

Sin embargo el rasgo más característico de la propiedad intelectual, desde


un punto de vista jurídico, cual es su inmaterialidad permite que la obra pueda
circular en los diferentes territorios que han adoptado uno u otro sistema, de tal
forma que a mediados del Siglo XIX se hizo evidente la necesidad de establecer
tratados internacionales que estableciesen un marco mínimo de protección común a
las obras con independencia del régimen jurídico aplicable al autor en su derecho
originario.

Así en los tratados multilaterales se definieron los aspectos mínimos que los
países firmantes concederían como protección a las obras y a los autores en sus
territorios, de tal manera que se dotase de seguridad jurídica a la explotación de las
obras y se evitasen los supuestos, cada vez más frecuentes por el desarrollo de los
medios de transporte, de utilización de obras ajenas en países distintos de los del

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autor original, provocando un enriquecimiento injusto, no basado en la creación
sino en la mera traslación.

El hito clave en este proceso de armonización a nivel mundial lo constituye


el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, siendo
firmado en la localidad suiza que le da nombre el 9 de septiembre de 1886.

Constituyéndose así un marco de referencia para la protección de los


derechos de autores en todos los países firmantes.

No todos los países se sumaron inmediatamente al Convenio de Berna, de


hecho los procesos de adhesión han continuado a lo largo de todo el Siglo XX y el
propio Convenio ha sido modificado para adaptarse a las nuevas realidades en la
explotación de las obras (hay que considerar que en el momento de su redacción
apenas existían instrumentos de reproducción) así como a los deseos de los nuevos
miembros en la medida de la compatibilidad de sus pretensiones.

b. Nuevas necesidades, nuevas realidades

Pero lo cierto es que la imparable evolución de los medios de explotación de


las obras objeto de protección por la propiedad intelectual han determinado el
nacimiento de nuevas formas de hacer negocio con las obras intelectuales,
especialmente en el siglo XX.

Cada vez el territorio ha sido un elemento menos importante, o menos


determinante, en la forma de explotación de las obras a pesar de que se ha tratado
y se trata de que las mismas no traspasen las fronteras a los efectos de poder ser
controlado el público al que se autoriza su disfrute, previo pago, lógicamente.

Sin embargo la posibilidad de que una obra alcance instantáneamente


cualquier rincón geográfico del planeta y de manera concurrente, es decir, que
miles de personas puedan disfrutarla al mismo tiempo sin merma de su calidad,
supone un cambio cualitativo de una magnitud nunca antes vista. Esto que ya se
anticipó con las emisiones inalámbricas, ahora con la interconexión de redes es una
realidad palpable.

La posibilidad de que las obras circulen por las redes, que la creación sea
circulante, proviene, a su vez, de un fenómeno que presenta dos vertientes
relacionadas pero con caracteres diferentes.

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Por un lado, la creación es digital. Es decir se han desarrollado los
instrumentos que permiten que el autor pueda hacer su obra y almacenarla en un
soporte digital. Actualmente la inmensa mayoría de las obras que se crean tienen
como base un medio informático y el resultado de las mismas en términos
informáticos es un conglomerado de unos y ceros, alineados de una determinada
manera que hace que sean interpretados, a su vez, por los ordenadores
permitiendo que lleguen al receptor como el autor deseó.

Y por otro lado, la creación es digitalizable. Acogiendo como bueno el


concepto básico de reproducción (la fijación de la obra en un soporte que permita la
obtención de copias) tenemos que las obras que forman parte de nuestro acervo
cultural común están siendo o sometidas, o existen los medios para que lo sean, a
procesos de digitalización.

Por lo tanto, todo lo que se crea, así como todo lo que se ha creado puede
ser puesto en las redes de manera que cualquiera pueda tener acceso a ello y
además puede ser reutilizado una y otra vez.

c. De la venta del producto a la autorización de uso

En el último cuarto del siglo XX la computación comienza a desarrollarse de


una manera acelerada, y con ella comienza a establecerse el modelo de protección
jurídica de dichos desarrollos. Hasta ese momento el mismo se había regido por las
reglas científicas de compartir el conocimiento como base de la evolución, y los
programas y desarrollos eran examinados y mejorados sin restricciones entre
colegas, como un trabajo científico más. Lo cierto es que no existía un mercado
como tal de programas de ordenador ya que estas máquinas estaban en manos de
muy pocas instituciones.

Sin embargo a medida que se empieza a extender su uso y alcanzan a más


y más usuarios, comienzan a verse las potencialidades del desarrollo y venta de
aplicaciones de software para esas máquinas. Si bien al principio el software se
vendía como parte integrante del hardware, posteriormente se comenzó a vender
como un elemento diferenciado y complementario, lo que da origen a las licencias
de uso.

Así la persona que compraba el software no adquiría el producto, la obra


intelectual como tal, sino simplemente un derecho a usar ese software en unas
determinadas condiciones y con unos férreos límites a lo que era posible hacer
sobre él.

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En este contexto es donde sucede la conocida anécdota de Richard Stallman
y la impresora de su laboratorio y que dio como origen la licencia GPL.

Este mismo modelo es el aplicable al resto de obras culturales. Es decir la


idea de licenciar para un uso determinado ya se encontraba en la práctica habitual,
especialmente en el sistema económico y jurídico del Common Law. La importancia
de la idea de Richard Stallman es utilizar el instrumento de las licencias y el marco
normativo para asegurar que el software desarrollado siempre estuviese a
disposición de quien quisiera estudiarlo, respetando las 4 libertades básicas
definidas:

LIBERTAD 0. La libertad de ejecutar el programa como quieras.

LIBERTAD 1. La libertad de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo


para que haga lo que tú quieres que haga.

LIBERTAD 2. La libertad de ayudar a tu prójimo: es decir, la libertad de distribuir


copias del programa a los demás cuando quieras.

LIBERTAD 3. La libertad de contribuir a tu comunidad, es decir: la libertad de


distribuir copias de tus versiones cambiadas cuando quieras.

Sucedía respecto del resto de las obras intelectuales que no se tenía la


misma perspectiva de su funcionalidad, eran productos de consumo final y por lo
tanto las condiciones en las que se hacían llegar al público eran suficientes en un
momento en el que prácticamente ningún otro uso podría dárseles.

Además los medios de reproducción no estaban al alcance de cualquiera y el


acceso al mercado estaba bastante bien controlado por productores, editores y
distribuidores, por lo que no existían opciones reales de reutilizar una obra de una
manera similar al software.

Sin embargo el abaratamiento de los medios de reproducción permitió en un


primer estadio que la creación se trasladase paulatinamente a las herramientas
digitales y que las obras en soportes analógicos fuesen digitalizadas. Las redes
completaron el círculo que permitió que las obras saltasen todas las restricciones
establecidas hasta ese momento y circulasen y alcanzasen a todos los ciudadanos
de la red.

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Surge entonces el planteamiento de la misma cuestión que le surgió a
Richard Stallman con el software en su momento, a principios de los años 80, pero
respecto de otras obras.

El primer hito de relevancia en este sentido surge en 2000 con la publicación


de la licencia para materiales técnicos GFDL también de la Free Software Fundation,
en esta licencia se aprecia de manera directa la necesidad de ampliar a todo tipo de
obras, en la medida de lo posible según las propias necesidades de cada tipología,
las herramientas que estaban consiguiendo tan importantes éxitos para la sociedad
en el Software Libre.

La incorporación y presencia cada vez mayor de las ideas subyacentes en el


movimiento alrededor de la GPL en otros ámbitos de la creación ajenos al software
pone en evidencia los problemas que ante el marco legal vigente se enfrentan los
autores que quieren una gestión de su obra diferente a la que estaba siendo llevada
a cabo hasta la fecha y que los instrumentos jurídicos no dan una adecuada
respuesta.

O sí, la respuesta básicamente era elaborar cada autor una licencia según
sus gustos de tal manera que la obra pudiese ser utilizada en los términos
concretos que el autor desease. Sin embargo la necesidad de contar con
asesoramiento jurídico adecuado, partiendo de la base de que los autores no tienen
porqué tener conocimientos de derecho, limitaba enormemente el desarrollo de
esta nueva libertad. Además si cada cual utiliza una licencia una de las
potencialidades más interesantes de la digitalización y las redes, cual es la
reutilización de los datos, se vería seriamente mermada por los problemas de uso
derivados de ello.

Surge por lo tanto la necesidad de poner a disposición diferentes niveles en


lo que a la gestión de sus derechos se refiere. Desde un modelo de todos los
derechos reservados a un modelo de todos los derechos renunciados aparece la
posibilidad de que coexista un ámbito de “algunos derechos reservados” y la
aparición de varias combinaciones de permisos que den contenido a esa frase.

De esta manera en el año 2001 se crea la organización Creative Commons


con el objetivo de poner a disposición de los autores un conjunto de licencias que
permitiesen una gestión rápida y, dentro de unos mínimos comunes, a la medida de
cada una de sus obras.

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Con todo este bagaje expuesto se inicia la difusión de las licencias Creative
Commons, desde una perspectiva de derecho anglo-sajón y con un instrumento
más propio de ese ordenamiento que del europeo, cual es la licencia.

Esto origina una serie de problemas que se analizarán a continuación, pero


que en general guardan mucha relación con las concepciones jurídicas propias del
lugar en el que se diseñan.

2- Las licencias como fenómeno jurídico

a. La licencia como instrumento jurídico

La concepción anglo-sajona del concepto de licencia es ciertamente distinta


de la que se ha manejado tradicionalmente en el derecho común.

Licencia, que proviene del latín “litentia”, expresa la idea de permiso o


autorización para hacer algo, sin embargo en los términos en los que se emplea
respecto del software o del resto de obras intelectuales la hemos recibido derivada
de la concepción anglo-sajona, como ya se ha señalado, bastante diferente, es
decir la recibimos del “license”.

Sobre la idea de permiso o autorización en que se construye la licencia


existen dos enfoques diferentes que coinciden con la noción propia que se tiene del
mecanismo jurídico.

Así en derecho anglosajón, “license” o licencia, tiene un enfoque negativo,


que enfatiza la abstención por parte del licenciante que tolera los actos realizados
por el licenciatario, comprometiéndose tan sólo a permitirle el uso o disfrute de un
derecho.

Esto es apreciable tanto en las resoluciones jurisprudenciales, como el


legislador americano particularmente, como en los propios autores de las licencias,
que consideran como algo primordial de estas la noción de permiso o autorización.
Se trataría más bien de una promesa de no hacer, de no ejercer los derechos que
sobre la obra corresponden al titular.

En derecho continental, por el contrario se pone el acento en la visión


positiva de tal manera que también se generan obligaciones para el licenciante, que
no sólo tolera un comportamiento sino que garantiza el derecho cedido a su
licenciatario y colabora en su disfrute.

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Ambas concepciones generan no pocos problemas, ya que el contenido de
las normas en que deben aplicarse las licencias son diferentes y sin embargo su
elaboración, en no pocas de ellas, únicamente interviene la visión anglosajona del
derecho.

Así para el derecho anglosajón una licencia es: "A right granted which gives
one permission to do something which he could not legally do absent such
permission”.

Sin embargo en nuestro ordenamiento esta visión, más próxima al


mecanismo de la mera autorización plantea serios problemas de implementación en
el campo de la propiedad intelectual.

Volveré sobre el problema de licencias o contratos en otro momento, baste


ahora señalar como el concepto de licencia está ganando la partida al más
adecuado, en mi opinión, concepto de contrato, de tal forma que en la Ley de
Propiedad Intelectual son varios los preceptos en los que se señala la posibilidad de
establecer licencias contractuales (art.121 y art. 123, entre otros).

Sea como fuere lo cierto es que en nuestro derecho, las cosas son lo que son
y no lo que las partes quieren, lo que hace que siempre haya que observarse la
concurrencia de los elementos básicos de la institución para poder determinar ante
qué nos encontramos.

b. La forma de transmisión de la propiedad intelectual

Uno de los aspectos esenciales de las licencias libres es que las mismas
permitan un uso determinado de la obra, en principio exclusivo del autor y no
amparado por ninguna de las excepciones previstas por la Ley de Propiedad
Intelectual.

La realización de algunas de estas conductas, en particular aquellas más


relacionadas con la cultura libre, como el remezclar y la creación de obras
derivadas, no pueden llevarse a cabo sin una previa cesión de los derechos de
propiedad intelectual sobre la obra ya que se vería imposibilitada la posterior
reutilización en similares términos.

La mera autorización de la conducta, por el mecanismo que sea, en principio


no satisface las necesidades del autor usuario que recibe la obra.

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Es obligado, por lo tanto, efectuar una transmisión de los derechos de
propiedad intelectual y por lo tanto someterla a las normas señaladas para tal
efecto en la ley. Esta necesidad de observancia de ciertos requisitos debe ser
calificada como una exigencia formalista destinada a proteger en última instancia
los intereses del autor, pero que contrasta con el antiformalismo que se da al otro
lado del atlántico.

Así la transmisión de derechos de propiedad intelectual debe sujetarse a las


reglas generales previstas en los artículo 42 y siguientes de la Ley de Propiedad
Intelectual.

Así, si bien no es necesaria la forma escrita hay que señalar algunas


cuestiones que obligatoriamente deben preverse, como el tiempo de la cesión, el
carácter exclusivo o no de la misma, los derechos objeto de la cesión, el ámbito
territorial al que se circunscribe así como que la misma no será válida para medios
o soportes no conocidos en el momento de la cesión, entre otras cuestiones.

Por lo tanto las licencias deben someterse a este régimen general para que
su contenido pueda ser considerado como válido en nuestro ordenamiento jurídico.
Estos requisitos, o especificaciones, no siempre coinciden con los propios del
sistema Common Law ya que en este último prima la libertad contractual en un
marco de más amplias facultades de decisión para el titular de los derechos, en
este caso los autores.

El primer problema al que se enfrentó la comunidad internacional a la hora


de calificar la nueva realidad que suponía el software era la necesidad de ubicarlo, o
no, en alguna de las categorías de protección existentes. Había que decir que era el
software.

Así se debatió entre protegerlo por la vía de las patentes, a través de un


derecho sui generis, por la vía de la protección marcaria o bien asimilándolo a las
creaciones literarias. Siendo esta la opción por la que finalmente se optó y por lo
tanto la protección del software pasó a depender de las leyes de propiedad
intelectual.

Sin embargo si que se establecen apartados específicos dentro de las leyes


de propiedad intelectual para este tipo de creaciones en atención a su naturaleza, y
estas modificaciones, además, se demuestra están muy influenciadas por el
derecho anglosajón como se aprecia en el tratamiento que se hace de los derechos
morales sobre las mismas.

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Es decir, los usos propios de un modelo jurídico respecto de esta cuestión
son rápidamente adoptados por el legislador europeo, en particular, con el fin de no
perjudicar a la industria propia de desarrollo de software y tecnológica, así no es
extraño encontrar doctrina y jurisprudencia reconociendo la eficacia a las licencias
shrink-wrap o clic-wrap.

c. Licencias libres y licencias copyleft

En un principio estas licencias, surgidas bajo el paraguas ideológico de la


GPL, en las que lo que primaba era la aparición de un nuevo modelo de gestión y
disposición de los derechos de propiedad intelectual, se engloban como licencias
libres o licencias copyleft, en el sentido de que se oponían al tradicional todos los
derechos reservados permitiendo unos usos diferentes a las obras habituales en el
mercado. La utilización de los términos ha evolucionado hacia formas más
refinadas, al menos en aquellos ámbitos en los que de estas cuestiones se hace
estudio.

Esta cuestión ha generado no pocos debates entre personas muy afines a


estos movimientos, por que lo cierto es que puede entenderse esta cuestión como
un movimiento social a favor de una nueva concepción de la propiedad intelectual
en última instancia, con el fin de depurar el mensaje para evitar manipulaciones o
tergiversaciones que pudiesen dejar sin contenido el objetivo a alcanzar mediante
la reformulación de las licencias.

En un primer momento se asume que este tipo de mecanismos, permiten el


paso de un modelo que se define como cultura del permiso a un modelo en el que
la cultura es libre. Las leyes de propiedad intelectual parten de la base de la
exclusividad de los derechos del autor y por lo tanto de la previa consulta a este
como base para utilizar de cualquier manera su trabajo, especialmente si el uso no
se encuentra amparado en los límites establecidos a los derechos del autor.

Así finalmente se restringe en uso de los términos de manera que las


licencias “copyleft” son aquellas que incluyen la denominada cláusula vírica o
compartir igual a imitación de la originalmente prevista para la GPL. Lo que se
pretende es que la obra que uno ha recibido, si uno la utiliza o modifica de una
manera determinada sea puesta a disposición de los demás en las mismas
condiciones en las que fue recibida. En sentido laxo por este nombre se conocen a
todas las licencias y al movimiento en general alrededor de ellas y del
cuestionamiento de la propiedad intelectual en su configuración actual.

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Para centrar el debate alrededor de estas cuestiones se lanza una propuesta
bajo el nombre de freedomdefined.org que pretende alcanzar un consenso en el uso
de las expresiones alrededor de la cultura libre de tal manera que no se produzcan
desviaciones en el uso de los términos, de acuerdo a las definiciones originarias.

Así se define la libertad, respecto de las creaciones intelectuales como:

- la libertad de usar el trabajo y disfrutar de los beneficios de su uso

- la libertad de estudiar el trabajo y aplicar el conocimiento adquirido de él

- la libertad de hacer y redistribuir copias, totales o parciales, de la


información o expresión

- la libertad de hacer cambios y mejoras, y distribuir los trabajos derivados

Siendo “conditio sine qua non” que cualquier uso que quiera considerarse
libre reúna permita los usos indicados, de tal manera que una licencia será libre si
otorga las siguientes libertades sin cortapisas:

- La libertad de usar y ejecutar la obra: Se debe permitir que el


licenciatario haga todo tipo de uso, privado o público, de la obra. Para los
tipos de trabajo en los que sea relevante, esta libertad debe incluir todos
los usos derivados («derechos relacionados») como ejecutar o
interpretar la obra. No debe haber excepciones que consideren, por
ejemplo, cuestiones políticas o religiosas.

- La libertad de estudiar la obra y aplicar la información: Se debe permitir


que el licenciatario examine la obra y utilice en cualquier manera el
conocimiento obtenido de la obra. La licencia no puede, por ejemplo,
restringir la «ingeniería inversa».

- La libertad de redistribuir copias: Las copias pueden venderse,


intercambiarse o darse gratis, como parte una obra mayor, una
colección, o de forma independiente. No debe haber límite a la cantidad
de información que se puede copiar. Tampoco debe haber límites sobre
quien puede copiar la información o donde puede copiarse.

- La libertad de distribuir obras derivadas: Con objeto de dar a todo el


mundo la posibilidad de mejorar una obra, la licencia no debe limitar la
libertad de distribuir una versión modificada (o, para obras físicas, una

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obra derivada de alguna manera del original), sin importar la intención y
propósito de dichas modificaciones.

Sin embargo, se pueden aplicar algunas restricciones para proteger estas


libertades esenciales o el reconocimiento de los autores, como la cláusula compartir
igual o vírica y el ejercicio del derecho al reconocimiento de la autoría.

Pero además hay que tener en cuenta que todo lo anterior no es suficiente
para que podamos considerar que estamos ante una obra libre, ya que a pesar de
estar licenciada de acuerdo a los postulados expuestos anteriormente, la obra debe
posibilitar perfectamente el desarrollo de las 4 libertades en la medida que su
naturaleza lo permita, por ello se establecen condiciones adicionales para que una
obra sea considerada libre:

- Disponibilidad de los datos fuente: Si un trabajo final ha sido obtenido


mediante la compilación o procesamiento de uno o varios ficheros
fuente, todos los datos fuente subyacentes deben estar disponibles junto
con el propio trabajo bajo las mismas condiciones. Esto puede ser la
partitura de una composición musical, los modelos usados en una escena
3D, los datos de una publicación científica, el código fuente de una
aplicación informática, o cualquier otra información similar.

- Uso de un formato libre: Para los ficheros digitales, el formato en que se


haga disponible el trabajo no debe estar protegido por patentes, salvo
que se conceda un permiso libre de regalías, ilimitado, irrevocable y de
ámbito mundial para hacer uso de la tecnología patentada. Si bien en
ocasiones se pueden usar formatos no-libres por razones prácticas, debe
haber disponible una copia en un formato libre para que el trabajo sea
considerado libre.

- Sin restricciones técnicas: La obra debe estar disponible de una forma en


la que no se usen medidas técnicas para limitar las libertadas
enumeradas anteriormente.

- Sin otras restricciones o limitaciones: La propia obra no debe estar


cubierta por restricciones legales (patentes, contratos, etc.) o
limitaciones (como derechos de privacidad) que impidan las libertades
enumeradas anteriormente. Una obra puede hacer uso de las existentes
exenciones legales al copyright (para citar obras protegidas), pero sólo

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las partes de ella que sean libres sin ambigüedades constituyen una obra
libre.

3- Problemática

a. Naturaleza de las licencias

i. Licencias o contratos

Aunque el tema pueda parecer baladí, la discusión acerca de la naturaleza


jurídica de las licencias tiene una importancia trascendental a la hora de valorar su
situación jurídica en España.

En primer lugar hay que indicar que en su conceptualización, en Estados


Unidos, las licencias, sean del tipo que sean, se configuran desde la propia
perspectiva del mecanismo de la licencia que tiene sus características propias.

Así una licencia se asimila a una promesa de tolerar un uso que en principio
no estaría amparado por el derecho. Frente a esta consideración se alzaría el
contrato, como fuente de obligaciones entre las partes, en principio sinalagmáticas,
en las que ambas partes tienen obligaciones mutuas.

"The word 'license' has, and has had for hundreds of years, a specific
technical meaning in the law of property. A license is a unilateral permission to use
someone else's property. The traditional example given in the first-year law school
Property course is an invitation to come to dinner at my house. If, when you cross
my threshold, I sue you for trespass, you plead my 'license,' that is, my unilateral
permission to enter on and use my property.”

"A contract, on the other hand, is an exchange of obligations, either of


promises for promises or of promises of future performance for present
performance or payment. The idea that 'licenses' to use patents or copyrights must
be contracts is an artifact of twentieth-century practice, in which licensors offered
an exchange of promises with users: 'We will give you a copy of our copyrighted
work,' in essence, 'if you pay us and promise to enter into certain obligations
concerning the work.' With respect to software, those obligations by users include
promises not to decompile or reverse-engineer the software, and not to transfer
the software."

La consideración de estas cuestiones tiene su anclaje en el sistema jurídico


en el que nace y difícilmente puede ser extrapolado de manera directa al nuestro.

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La importancia de una u otra cuestión es que afecta al sometimiento de los
incumplimientos a un sistema procesal diferente, o bien a la aplicación de la ley de
propiedad intelectual o copyright o bien a las reglas de derecho de los contratos,
algo de lo que se huye en las licencias.

Es muy esclarecedora en este sentido la sentencia de 13 de agosto de 2008


de la Corte de Apelaciones para el Cricutio Federal en el caso Robert Jacobsen vs
Matthew Katzer and Kamind Associates, inc., en el que se estableció que el
contenido de la licencia establece condiciones para el uso de la obra, no acuerdos,
por lo que las vulneraciones de la misma se debían tramitar de acuerdo a la
legislación sobre propiedad intelectual.

La parte demandada defendía que tenían licencia para el uso del programa,
sólo que no habían respetado el contenido de la misma, por lo que el asunto debía
interpretarse por los cauces del derecho de los contratos. Frente a esto el
demandante alegó la consideración del contenido de la licencia como condiciones
para el uso de la obra y no respetadas ello constituía una vulneración de su
propiedad intelectual por la cláusula que todas las obras libres incluyen en el
sentido de que no usada la obra en los términos establecidos no se concedía ningún
derecho de uso sobre la misma.

Sin embargo en Europa no tenemos una distinción tan clara entre órdenes
jurisdiccionales o legislación aplicable, por lo que debemos guiarnos por otros
parámetros y una vulneración a la licencia será sin problemas examinada de
acuerdo a las reglas de un uso no autorizado por la Ley de Propiedad Intelectual.

Sin embargo es clara la doctrina española respecto la fuerza vinculabnte de


las declaraciones de voluntad de una de las partes como fuente de las obligaciones,
el Profesor Lacruz Berdejo, en sus "Elementos de Derecho Civil II", pg 174, Cometa
S.A, 1985, reconoce que:

"En la doctrina española actual, nadie sostiene que la vountad unilateral


inter vivos, en cuanto categoría abstracta (equiparable a la de contrato), sea fuente
de obligaciones. Y es que hay que reconocer que en nuestro Derecho tal declaración
inter vivos por regla general no vincula, y a lo más constituye una oferta de
liberalidad revocable ad nutum."

El problema, como dice el profesor Lacruz es que la mera autorización es


revocable en cualquier momento con lo que los usos posteriores de la obra quedan
en una delicada situación porque dependen de la voluntad del autor de la obra

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original o de las sucesivas. No puede por lo tanto confundirse lo que es necesario
en el derecho anglosajón con las instituciones legales españoles, por más que sea
un deseo legítimo o que facilite la circulación de las obras.

Tampoco debe olvidarse que la configuración de la licencia y las amplias


facultades que para la negociación y renuncia de derechos de las partes y
exoneraciones de responsabilidad se admiten en el common law, tienen un
dificilisimo acomodo en nuestra legislación protectora de los consumidores y
usuarios, como veremos.

ii. Las Creative Commons como contrato

Gran parte de esta discusión nace ya que en nuestro ordenamiento jurídico,


básicamente en el Código Civil, CC, no existe una definición de contrato que
resuelva la cuestión permitiendo encajar los elementos de las licencias Creative
Commons o no en el mismo. Por lo tanto es necesario elaborar ese concepto a
partir de otros artículos de la citada norma e interpretaciones. El CC se ocupa de los
contratos a partir de los artículos 1254 y siguientes.

La doctrina más autorizada (Diez Picazo) entiende por contrato “todo


acuerdo de voluntades entre 2 o más personas dirigido a crear obligaciones entre
ellas”.

En el CC se recogen una serie de elementos necesarios para que se puede


hablar de contrato y que esta definición recoge. Estos elementos son, artículo
1261:

- Consentimiento de los contratantes.

- Objeto cierto que sea materia del contrato.

- Causa de la obligación que se establezca.

Además es necesario tener en cuenta el artículo 1254 que establece que


“existe el contrato desde que una o varias personas consienten en obligarse,
respecto de otras u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio.”

¿Concurren estos requisitos y elementos en las licencias Creative Commons?

CAUSA:

16
Existe una causa en la obligación establecida, la propia voluntad de una de
las partes en obligarse frente a terceros. Yo como titular de los derechos sobre una
obra, por ejemplo una canción creada, interpretada y grabada por mí en formato
mp3, me obligo a permitir el uso de la obra y a ceder determinados derechos sobre
la misma a terceras personas. La Ley de Propiedad Intelectual, LPI, me concede el
derecho en exclusiva de autorizar la reproducción de una obra, de autorizar su
distribución, comunicación pública, etc. Mediante estas licencias Creative
Commons, o con el tradicional contrato discográfico, manifiesto mi voluntad de
permitir a terceros que realicen esos actos que solo yo puedo autorizar. Ahí me
comprometo, me obligo, a permitir a terceros realizar esos actos que de otra forma
serían ilegales en lo que excedieran los límites previstos a los derechos de los
titulares, artículos 31 y siguientes de la LPI. Por lo tanto la causa es la voluntad de
una de las partes, el titular de los derechos. En ningún caso es una renuncia a los
derechos que la norma otorga al titular sino el ejercicio de los mismos en un
determinado sentido.

OBJETO:

El objeto cierto materia del contrato es incuestionable, toda vez que el


mismo es la obra sobre la que recaen las condiciones establecidas en la licencia.
Siguiendo con el ejemplo, la obra musical que he creado, interpretado y
reproducido.

CONSENTIMIENTO:

Respecto del consentimiento de las partes es el elemento que presenta unas


mayores aristas a la hora de integrar la licencia como contrato, siendo uno de los
elementos más discutidos o que mayores problemas plantea. Como se ha dicho es
necesario el consentimiento de las partes, titular y receptor, consumidor o usuario.
Cuando pongo mi obra en internet bajo una licencia Creative Commons estoy
haciendo un claro acto de consentimiento, en que los receptores de la obra puedan
hacer un uso de acuerdo a unas condiciones determinadas. Cuando alguien obtiene
esa canción y la escucha, la reproduce o la comunica públicamente, la transforma o
hace cualquier uso de ella, de ese acto se desprende su consentimiento a regirse
por las reglas de la licencia. El consentimiento puede ser tácito o implícito, que sea
interpretable de actos o hechos que revelen esa voluntad de acuerdo.

Si la persona que accede a la obra simplemente hace el uso normal,


escucharla, leerla, etc. no se plantean problemas de ningún tipo respecto de la
aceptación a las condiciones de la licencia. Las acepte o no eso no varía la posición

17
respecto del licenciante y el uso de la obra. Pero cuantas más acciones realice con
la misma, su transformación, la comunicación pública, etc., más actos que revelan
un consentimiento expreso a las condiciones de la misma y por lo tanto la
concurrencia del tercero de los elementos del contrato.

Además el apartado 8.e de las licencias establece que “Esta licencia


constituye el acuerdo pleno entre las partes con respecto a la obra objeto de la
licencia.”

Esto debe interpretarse como la voluntad del licenciador de la existencia de


un acuerdo entre él y el licenciatario, por lo tanto se prevé expresamente en la
propia licencia la concurrencia de consentimiento.

Se dan, a mi entender, claramente en las licencias Creative Commons los


elementos que el Código Civil exige para los contratos.

A ello hay que sumar la forma en la que se expresan las leyes que están
vigentes, así la LPI señala que:

107.3: Este derecho podrá transferirse, cederse o ser objeto de la concesión


de licencias contractuales.

109.1: Este derecho podrá transferirse, cederse o ser objeto de concesión de


licencias contractuales.

Etc, etc...

Siempre ligando al concepto de licencia el adjetivo contractual, con la forma


de expresar inequívocamente que las licencias que se concedan revisten este
carácter.

Por lo tanto es un debate que parte de una diferente concepción del derecho
en ambos sistemas y que por lo tanto no puede establecerse en condiciones de
igualdad entre los estudios. Aquí las licencias suponen una cosa completamente
diferente a lo que son en Estados Unidos y la visión de las mismas debe adaptarse
a la realidad en la que deben surtir efecto.

Las consecuencias de considerar a las licencias Creative Commons como


contratos son evidentes en nuestro ordenamiento y en ocasiones plantean
problemas de adaptación, así se da que se encuentran sometidas la legislación de
Condiciones Generales de la Contratación, a los requisitos sobre contratación

18
electrónica de la LSSICE y a la normativa sobre derechos de consumidores y
usuarios.

iii. Las Creative Commons y las Condiciones Generales de la


contratación.

La Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre condiciones generales de la


contratación establece una serie de protecciones frente a los abusos que se dan en
los contratos de distribución masiva. Se trata de proteger a la parte más fuerte de
una relación jurídica, al mismo tiempo que se permiten e impulsan este tipo de
contratación como una forma de fomentar y agilizar la prestación y venta de
servicios.

Negociar es caro, y negociar masivamente aun lo es mas, por lo tanto se


hace imprescindible articular un mecanismo que permita que los contratos se
elaboren con condiciones generales no negociadas, pero deben poner límites a
estas.

Así se definen como condiciones generales, artículo 1.1:

“las cláusulas predispuestas cuya incorporación al contrato sea


impuesta por una de las partes, con independencia de la autoría
material de las mismas, de su apariencia externa, de su
extensión y de cualesquiera otras circunstancias, habiendo sido
redactadas con la finalidad de ser incorporadas a una pluralidad
de contratos.

2. El hecho de que ciertos elementos de una cláusula o que una o


varias cláusulas aisladas se hayan negociado individualmente no
excluirá la aplicación de esta Ley al resto del contrato si la
apreciación global lleva a la conclusión de que se trata de un
contrato de adhesión.”

Desde el punto de vista de la definición, lo cierto es que una licencia


Creative Commons encaja perfectamente en la definición, en tanto en cuanto que
sus cláusulas son decididas por una de las partes, el autor que a su vez las escoge
de unos modelos pero que ello no obsta para que sea su propia elección, y se
incorporan a los contratos que se celebran con posterioridad sobre la obra de tal
mediante los usos permitidos.

19
Precisamente el objeto del paso de la cultura del permiso a la cultura libre es
el de que el autor disponga de un texto, personalizable en algunos elementos
aunque común al resto de los disponibles por otros autores de tal forma que se
agilice, sobre todo la realización de obras basadas en las anteriores.

Si bien es cierto que gran parte de las críticas que provienen de los
problemas de aplicación de las licencias CC derivan de su sometimiento a la LCGC,
o cierto es que prácticamente el resto de contratos o licencias restrictivos presentan
similares o mayores deficiencias si se someten al análisis de esta ley.

Un aspecto que no se debe dejar al margen es del ámbito de aplicación


subjetivo de las ley, que establece la sujeción a la misma solamente cuando el
pretendiente es un profesional:

“1. La presente Ley será de aplicación a los contratos que


contengan condiciones generales celebrados entre un profesional
-predisponente- y cualquier persona física o jurídica –adherente“.

Entendiéndose por profesional a toda persona física o jurídica que actúe


dentro del marco de su actividad profesional o empresarial, ya sea pública o
privada. Por lo que quedarían fuera los contenidos licenciados por las personas que
no se dedican a ello de manera profesional, siendo esta norma no aplicable a una
gran cantidad de contenidos licenciados.

Si bien, es verdad que las empresas que licencian contenidos deberán


considerar esto en relación con algunas de las cláusulas de las licencias en su
relación con terceros y los requisitos exigidos.

Uno de los aspectos más comprometidos con la contratación en soportes


digitales, y que como decía no sólo afecta a contenidos que empleen alguna de
estas licencias, es el artículo 5, que expresamente se refiere a la firma de todos los
contratantes, si bien el propio apartado 3 ya prevé la celebración de contratos en
forma diferente a la escrita, indicando que las condiciones generales en ese caso
deberán figurar accesibles al contratante, pero es el apartado 4 el que
expresamente se refiere a la contratación electrónica.

En el caso del artículo 5.3 se cumpliría en las CC cuando la obra se incorpore


a un soporte y se acompañe de un archivo de texto con el contenido de las
condiciones.

20
En el caso del artículo 5.4, contratación telefónica o electrónica, en línea con
las exigencias de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información se exige al
consumidor el envío de la información contractual escrita.

Este es un punto donde actualmente se puede decir que se está fallando, si


bien quien debe implementar esto es la empresa a través de sus propios medios,
para adecuarse a las exigencias de la norma. El problema se plantea en que el
usuario coge el contenido, por ejemplo un manual de usuario de una aplicación
licenciado con una licencia que permite hacer obras derivadas, para traducirlo al
inglés no comunica a la empresa ese ejercicio del derecho de trasformación para
hacer una obra derivada y se genera un incumplimiento de la norma al no constar
información de ese uso. Las empresas deberían poner las descargas de estos
contenidos previa aceptación de la licencia y validación en un mail, para asi suplir
esta necesidad legal.

Los efectos de la no firma, según el artículo 5 es la no incorporación, artículo


7 LCGC.

Tampoco se incorporarán al contrato las que no se pudieron conocer en el


momento de la contratación, algo que estando las licencias tan estandarizadas es
difícil de incumplir, y tampoco, y esta es otra de las críticas más repetidas contra
las licencias, cuando las condiciones:

“sean ilegibles, ambiguas, oscuras e incomprensibles, salvo, en


cuanto a estas últimas, que hubieren sido expresamente
aceptadas por escrito por el adherente y se ajusten a la
normativa específica que discipline en su ámbito la necesaria
transparencia de las cláusulas contenidas en el contrato.”

Lo cierto es que las licencias Creative Commons si por algo destacan es por
la gran cantidad de información que dan al usuario de las mismas sobre los
derechos concedidos, razón por la que no se encuentran en peor posición que el
resto de los contratos de software o de contenidos que un abogado puede ver.

Esta cláusula es más problemática en relación con las licencias no traducidas


y que si pueden considerarse fuera de lo ordenado por la LCGC.

En cualquier caso, la no incorporación de una o varias de las cláusulas al


contrato no determina la invalidez de las licencias, como en ocasiones se ha
pretendido hacer ver, lo único que sucedería en tal caso es que la cláusula afectada

21
por ese vicio se tendría por no puesta con los efectos que de ello se deriven en
función de la parte afectada, pero en ningún caso puede hablarse de nulidad.

iv. Las Creative Commons y las ley de Servicios de la


Sociedad de la información

Ya se ha apuntado en el apartado anterior algunas cuestiones sobre la


problemática que se deriva de considerar como contratos a las licencias en nuestro
ordenamiento.

Una de las leyes esenciales en nuestro sistema acerca de la contratación por


medios electrónicos, medio especialmente adecuado como ámbito natural de las
licencias, es la Ley 34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la
información y de comercio electrónico o LSSICE.

Es importante señalar como ámbito de aplicación subjetivo el de los


prestadores de servicios de la sociedad de la información establecidos en España o
con vín culos en este país.

Sin embargo, al igual que sucedía con las condiciones generales, si


observamos a quien se aplica esta norma veremos que existen dos supuesto
similares, aunque la terminología empleada difiere.

Se entiende por servicio de la sociedad de la información:

“todo servicio prestado normalmente a título oneroso, a


distancia, por vía electrónica y a petición individual del
destinatario.

El concepto de servicio de la sociedad de la información


comprende también los servicios no remunerados por sus
destinatarios, en la medida en que constituyan una actividad
económica para el prestador de servicios.”

El elemento esencial para determinar a quien se aplica esta norma es el de


actividad económica, es decir la sujeción a las consideraciones del impuesto de
actividades económicas. No es importante si se obtienen ingresos o no de la
explotación del contenido, algo que puede suceder o no aplicando la licencia, sino si
la actividad que rodea al contenido puede ser considerada como una actividad
económica.

22
Se considera actividad económica la ordenación por cuenta propia de medios
de producción y de recursos humanos o de uno de ambos, con la finalidad de
intervenir en la producción o distribución de bienes o servicios. (art. 79 TRLRHL)

Por lo tanto aquellos usuarios que no realicen una actividad económica en


los términos del impuesto no les será de aplicación esta norma. Como se ve es muy
similar a lo establecido respecto de los profesionales en la LCGC.

La LSSICE consigna el régimen general de los contratos celebrados por vía


electrónica en sus artículos 23 y siguientes. Así lo primero que se establece es su
validez cuando concurran los elementos propios del contrato y el consentimiento de
las partes. Como hemos visto este es un punto complicado, si bien la práctica
comercial y mercantil ha demostrado otras muchas formas de demostración del
consentimiento, si bien al ser formas derivadas de la LCGC por ahí podría
introducirse un problema de validez.

Los principales defectos del sistema de las licencias en este punto tienen que
ver con los requisitos formales establecidos en el artículo 27.

“Los distintos trámites que deben seguirse para celebrar el


contrato.

Si el prestador va a archivar el documento electrónico en que se


formalice el contrato y si éste va a ser accesible.

Los medios técnicos que pone a su disposición para identificar y


corregir errores en la introducción de los datos, y

La lengua o lenguas en que podrá formalizarse el contrato.

La obligación de poner a disposición del destinatario la


información referida en el párrafo anterior se dará por cumplida
si el prestador la incluye en su página o sitio de Internet en las
condiciones señaladas en dicho párrafo.”

Dado que expresamente se admite que figuren en el sitio web estas


condiciones, no necesariamente deberían ser objeto de la licencia, si bien sería
interesante establecer unas licencias de contenido ampliado para solventar los
problemas que de ahí se pudieran derivar.

v. Las Creative Commons y la normativa sobre protección


de consumidores y usuarios

23
El aspecto más problemático, o discutible, en este sentido es el de qué
sucede con las exoneraciones de responsabilidad contenidas en la licencia, ya que
como se ha visto, si bien pueden ser admisibles en el ordenamiento jurídico
americano, chocan frontalmente con la protección de los consumidores. Cierto es
que es difícil que una obra pueda ocasionar algún tipo de daño o perjuicio
indemnizable, pero no es menos cierto que esas cláusulas pueden tenerse por no
puestas por abusivas.

Si bien se repite la circunstancia de que estas normas serán aplicables


únicamente en las relaciones entre empresarios y consumidores, en la línea de lo
expuesto anteriormente.

b. Contenido

i. El sistema de Creative Commons

Las licencias se articulan en base a cuatro grandes opciones de cláusulas


cuya combinación proporciona hasta seis tipos de licencias.

Reconocimiento (Attribution): El material creado por un


artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por
terceras personas si se muestra en los créditos.

No Comercial (Non commercial): El material original y los


trabajos derivados pueden ser distribuidos, copiados y exhibidos
mientras su uso no sea comercial.

Sin Obra Derivada (No Derivate Works): El material


creado por un artista puede ser distribuido, copiado y
exhibido pero no se puede utilizar para crear un trabajo derivado
del original.

Compartir Igual (Share alike): El material creado por un artista


puede ser modificado y distribuido pero bajo la misma licencia
que el material original.

Reconocimiento: El material creado por un artista puede ser


distribuido, copiado y exhibido por terceros si se muestra en los
créditos.

24
Reconocimiento - Sin obra derivada: El material creado por
un artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros
si se muestra en los créditos. No se pueden realizar obras
derivadas.

Reconocimiento - Sin obra derivada - No comercial: El


material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y
exhibido por terceros si se muestra en los créditos. No se puede
obtener ningún beneficio comercial. No se pueden realizar obras
derivadas.

Reconocimiento - No comercial: El material creado por un


artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros si
se muestra en los créditos. No se puede obtener ningún beneficio
comercial.

Reconocimiento - No comercial - Compartir igual: El


material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y
exhibido por terceros si se muestra en los créditos. No se puede
obtener ningún beneficio comercial y las obras derivadas tienen
que estar bajo los mismos términos de licencia que el trabajo
original.

Reconocimiento - Compartir igual: El material creado por un


artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros si
se muestra en los créditos. Las obras derivadas tienen que estar
bajo los mismos términos de licencia que el trabajo original.

Lo que establece es un sistema de elección en base a respuestas sencillas


para el usuario de manera que finalmente se configura una licencia que responde
bastante bien a lo que el usuario final requiere.

Así en cualquier licencia tenemos una primera parte de definiciones, una


parte dedicada a señalar que nada de la licencia tiende a limitar los derechos
concedidos por la ley de propiedad intelectual, luego se incluye lo que es
propiamente el objeto del contrato con los derechos que se conceden y las
condiciones que se imponen a quien va a hacer un uso determinado de la obra, y
finalmente, muy en la línea del derecho anglosajón, las exenciones y exoneraciones
de responsabilidad. Un aspecto importante de estos apartados genéricos es la
terminación de la licencia derivada del incumplimiento de los términos de la misma,

25
lo que deja sin ningún tipo de derecho al infractor y lo somete al régimen general
de la propiedad intelectual de autorización previa, con las consecuencias que de ello
se derivan. Y finalmente se incluye una miscelánea de cierre con cuestiones
relativas a la prohibición de modificar la licencia, etc.

ii. Las novedades en las licencias 3.0

Hace apenas una semana se hicieron públicas las licencias Creative


Commons adaptadas al ordenamiento jurídico español en su versión 3.0, que
corrigen algunos defectos y las actualizan teniendo en cuenta las modificaciones
legislativas acaecidas en nuestro ordenamiento.

Lo primero que se observa es la corrección y adición de algunas cuestiones


en el apartado primero, relativo a las definiciones:

1. Se establece el término prestación para


definir los usos posibles de la obra.

2. Se aclara la cuestión relativa a las


colecciones, mejorando y aclarando los supuestos en los que
se considera que se afecta a la colección por la incorporación
de una obra con una licencia Creative Commons.

3. Uno de los aspectos más interesantes,


dentro del apartado de definiciones, es la profunda revisión
de la titularidad de los derechos sobre la obra, que incluye los
aspectos en los que uno debe fijarse para entender cuando y
cuales son nuestros derechos sobre una creación a la que se
aplica la licencia. Esto sin duda redunda en una mayor
seguridad jurídica para el usuario de la licencia, que dispone
de una definición clara de cual es su posición respecto de los
derechos sobre la obra.

4. Respecto de las obras derivadas, no


comparto la definición que se da, ya que según el texto se
considerará obra derivada aquella creada a partir de otra
licenciada, lo que choca con la posibilidad de hacer obras
derivadas (traducciones, etc.) de obras que han entrado en
Dominio Público y que nunca fueron licenciadas, por ejemplo.
La definición anterior me parecia más correcta. El problema,
a mi entender, se da porque la definición se refiere a las

26
obras derivadas de la obra concreta objeto de licencia, pero
pierde por el camino la posibilidad de que esta sea a su vez
una obra derivada de una tercera.

5. Se adaptan las definiciones legales de los


derechos de explotación (reproducción, comunicación pública
y transformación) a las definiciones de la Ley. Este aspecto se
mejora como consecuencia del propio cambio en el texto
legal.

Respecto de la licencia concedida se ha clarificado la redacción eliminando


elementos confusos de las anteriores versiones. Así se concede una licencia de
ámbito mundial (hubiese sido interesante aquello de la cláusula universal), no
exclusiva (como no podía ser de otra manera), y a título gratuito por el tiempo de
duración de los derechos de propiedad intelectual de acuerdo a la LPI (algo que en
el momento de creación de la obra es imposible medir puesto que es susceptible de
cambio por alargamiento y porque no se sabe cuando fallecerá el autor).

Estos cambios son generales puesto que afectan a la parte común de las
licencias. Lógicamente cada una de ellas presenta a aspectos específicos en función
del tipo de licencia escogida.

Si que se corrige una de las deficiencias más señaladas por defensores y


detractores de las licencias, cual es la aplicación de la misma a los soportes no
conocidos y que expresamente iba contra el artículo 43.5 LPI, por lo que esa es una
crítica que debe desaparecer.

Se ha pretendido, muy relacionado con lo anterior, buscar una vía indirecta


para conseguir el mismo fin, cual es introducir esta redacción:

"Los derechos mencionados incluyen el derecho a efectuar las


modificaciones que sean precisas técnicamente para el ejercicio
de los derechos en otros medios y formatos"

Es una solución muy ocurrente, aunque en mi opinión precisa de una mayor


reflexión por si pudiera considerarse una forma de fraude de ley, por intentar lograr
algo que la ley en principio prohíbe. Es cierto que en el momento actual y con este
tipo de licencias que buscan una difusión en cualquiera medios y soportes el
artículo 43.5 en ocasiones queda dexcontextualizado, pero esta redacción será
seguramente criticada.

27
Respecto del tema de las restricciones, las que son comunes a todas las
licencias y que tienen que ver con la cláusula de reconocimiento, en mi opinión, hay
un gran cambio a mejor respecto de la forma de hacer la atribución al titular de los
derechos.

Sobre la exoneración de responsabilidad, nada que decir salvo la dudosa


aplicabilidad de la misma cuando en la licencia intervienen consumidores y usuarios
con profesionales.

Algo similar podría señalarse sobre la limitación de responsabilidad del punto


6.

Pero ambas cuestiones han de ponerse, en coherencia con una difusión de la


obra de carácter global y en jurisdicciones que si lo permiten.

Sobre la finalización de la licencia se señala expresamente el derecho moral


de arrepentimiento o de retirada de la obra del comercio. (artículo 14.6 LPI)

c. Actualizaciones

i. Desfase entre reformas legales y modificaciones de las


licencias.

Uno de los problemas de las licencias es que su redacción debe ir


acompañando a los cambios legislativos que se produzcan en las diferentes
jurisdicciones y eso en ocasiones produce que haya distorsiones entre el contenido
de estas y lo que dice la norma.

Uno de los casos más evidente se produce con la vigencia de la GPL en su


versión 2.0 y los autores españoles que utilicen esta licencia en esa versión
concreta.

En el texto actual "vigente" de la licencia, que se corresponde con la versión


2, puede leerse, a modo de resumen de lo que aquí interesa:

"Activities other than copying, distribution and modification are


not covered by this License; they are outside its scope."

Pero, en España y para los autores españoles, la distribución sólo es posible


en soportes tangibles, por lo tanto el envío de archivos a través de redes no queda
cubierto bajo éste concepto.

28
"Se entiende por distribución la puesta a disposición del público
del original o de las copias de la obra, en un soporte tangible,
mediante su venta, alquiler, préstamo o de cualquier otra
forma."

En ese caso, la GPL V2, no autoriza a comunicar obras a través de Internet.


La descarga de software libre GPL desde servidores externos al del autor, sin el
consentimiento por escrito de éste de éste, vulnera la LPI.

Esto significa que un programa creado por un español, licenciado bajo la GPL
v2, no permitiría que terceras personas pongan ese progama en la red sin contar
con un permiso directo del autor al margen de la licencia. Tampoco las obras
derivadas o mejoras del programa pueden ser colocadas en internet, sin vulnerar el
contenido de los derechos en exclusiva del autor original.

El segundo borrador de la versión 3 de la GPL, ha reunido todas las acciones


objeto de derecho de exclusiva de los autores (reproducción, distribución y
comunicación pública) bajo la palabra "propagate" mediante la siguiente
formulación:

"To "propagate" a work means doing anything with it that


requires permission under applicable copyright law, except
executing it on a computer, or making modifications that you do
not share. Propagation includes copying, distribution (with or
without modification), making available to the public, and in
some countries other activities as well. To "convey" a work
means any kind of propagation that enables other parties to
make or receive copies, excluding sublicensing."

Como se ve, ya se recoge la puesta a disposición del público como forma de


comunicación pública, fórmula por la que se quiere reconducir todo lo que tenga
que ver con la difusión de obras en Internet.

Lo anterior obligaría a que todos los programadores sujetos a la LPI licencien


con la GPL v3 sus obras, so pena de provocar un caos importante, o solicitar a la
FSF un cambio en la redacción de la GPL v2, puesto que se puede entender la
persistencia de estos términos en el ámbito de obras creadas con anterioridad a a
reforma legal, pero actualmente eso no es posible.

Es necesario por lo tanto observar las modificaciones legales al tiempo,


aspecto en el que las licencias Creative Commons, a través de la red de

29
seguimiento por jurisdicción de las licencias, que se matizan o mejoran las
licencias, y además es importante hacerlo con prontitud para que las obras
licenciadas no se encuentren en un limbo jurídico de importantes consecuencias.

d. La adaptación de las licencias, modelo GPL vs CC

i. La traducción o la trasposición

Se ha visto que la propiedad intelectual se encuentra armonizada en sus


aspectos básicos a nivel prácticamente global, por lo tanto las diferencias entre los
derechos y obligaciones que respecto de las obras intelectuales puedan darse son
mínimas, si bien existen y no en aspectos menores o secundarios como se ha visto
anteriormente.

Además la facilidad de su expansión no sólo depende del contenido sino de


hacerlas accesibles y entendibles a personas que manejan idiomas diferentes y
tienen conceptos diferentes.

Surge pro lo tanto la necesidad de cuestionarse la conveniencia o no de


tener las licencias traducidas a idiomas diferentes del propio de origen, como se ha
visto el inglés. La primera respuesta que puede venir a la cabeza si uno se plantea
la necesidad de que existan versiones en función del idioma parece ser si, por un
principio de sentido común.

Sin embargo, la Free Software Fundation tiene buenas razones que le


aconsejan no poner a disposición de los creadores que emplean sus licencias y
estas razones se fundamentan en la necesidad de mantener incólume la
denominada cláusula vírica o copyleft, ya que al propagarse de manera vírica,
afectando a los trabajos posteriores de manera que quedan obligados a respetar las
condiciones previas de licencia, un error o fallo en la traducción provocaría un gran
fallo en el sistema.

Recientemente se hizo pública la versión oficial de la GPL v3 que no lleva


consigo una traducción “oficial” proporcionada por la propia organización.

A mi entender no es correcto que la FSF no proporcione un texto traducido


al castellano (español) a los creadores de software españoles, sobre todo para el
caso de que tengan que defender sus derechos ante un tribunal español

El artículo 144 de la Ley de Enjuiciamiento Civil establece que:

30
“1. A todo documento redactado en idioma que no sea el
castellano o, en su caso, la lengua oficial propia de la Comunidad
Autónoma de que se trate, se acompañará la traducción del
mismo.

2. Dicha traducción podrá ser hecha privadamente y, en tal caso,


si alguna de las partes la impugnare dentro de los cinco días
siguientes desde el traslado, manifestando que no la tiene por
fiel y exacta y expresando las razones de la discrepancia, se
ordenará, respecto de la parte que exista discrepancia, la
traducción oficial del documento, a costa de quien lo hubiese
presentado.

No obstante, si la traducción oficial realizada a instancia de parte


resultara ser sustancialmente idéntica a la privada, los gastos
derivados de aquélla correrán a cargo de quien la solicitó.”

Así se ha visto que los tribunales no tienen en consideración documentos o


requieren la traducción a quien los aporta para que puedan ser tenidos en cuenta.

Por ejemplo ha sucedido en el famoso caso del Puente de Bilbao de realizado


por Santiago Calatrava y la posible lesión de los derechos morales del autor. Su
señoría en el fundamento tercero de su Auto de 1 de marzo establece que:

“No cumple el demandante con el requisito que dispone el art.


144.1 LECn , pues aporta una revista en idioma inglés sin
traducción. La omisión de traducción al idioma castellano o
euskera, oficiales en la Comunidad Autónoma Vasca, hace que el
doc. núm. 1 de la demanda no pueda ser admitido, en tanto se
pretende tenga eficacia probatoria sin cumplir con la exigencia de
traducción, oficial o privada, que dispone la norma citada. En
consecuencia el mismo y sus copias será devuelto al demandante
y no se entregará a los demandados.”

Pero otras resoluciones así lo atestiguan como por ejemplo Sentencias de la


Audiencia Provincial de Salamanca de 30 noviembre 2005, o de Madrid de 17 mayo
2005, entre otras.

Es cierto que un Tribunal Alemán ha considerado válida la licencia sin


traducir por entender que el inglés es idioma de uso común entre ambas partes del
pleito y que por ello no habría problema con la versión alemana no oficial, la

31
situación en España puede no ser la misma. Para más información sobre esta
sentencia, en inglés, Groklaw

Como se ve en las sentencias estudiadas la documentación no traducida no


será tenida en cuenta en el proceso, no tendrá valor probatorio alguno. Cierto es
que se puede acudir a una de las no oficiales disponible en español, pero según la
propia FSF hay hasta cuatro.

La no existencia de traducción puede suponer un problema para el usuario-


creador de software que, en un eventual pleito, tiene que recurrir a demostrar las
condiciones en las que obtuvo el software y una mala praxis de su defensa puede
dejarle sin la documentación que acredite como accedió al software o en otro caso
a correr con los gastos de una traducción.

Las razones para no tener una traducción proporcionada por la FSF se basan
en el riesgo de tener traducciones para cada jurisdicción y que alguna de ellas
contenga algún error que de al traste con la finalidad de la misma, además del
coste de contar con abogados bilingües que las traduzcan.

Sin embargo hay un error a este respecto y es que el tener la traducción


proporcionada por los propios creadores se dota de mayor seguridad jurídica a los
usuarios-creadores de software, pero esta traducción solo debe utilizarse en caso
de necesidad legal, pudiendo perfectamente distribuirse el software bajo la GPL en
inglés.

La traducción actuaría como un mecanismo de protección ante los jueces,


sin que sea el documento utilizado en el tracto cotidiano del software libre.

No digo que haya que tener una licencia para cada país, no es necesario
“trasponer” la GPL al ordenamiento jurídico español, como se ha hecho con las
Creative Commons, simplemente es disponer de una versión “buena” avalada por la
FSF.

Otro argumento que reforzaría este argumento partiría de la consideración


de la GPL como un contrato para el ordenamiento jurídico español y por lo tanto el
pleno sometimiento de la licencia a la Ley de Condiciones Generales de la
Contratación, lo que supondría la necesidad de cumplir con el requisito de que las
condiciones del contrato sean comprensibles, legibles, etc. (artículo 7.1.b LCGC),
para las partes y los problemas de garantizar el cumplimiento de ese requisito con
un texto en inglés.

32
Este punto iría más allá y provocaría la necesidad de que el software
distribuido o puesto a disposición en España incorpore la licencia traducida en todo
momento.

En cualquier caso que queda claro es que sería una buena medida que la FSF
“ampare” oficialmente una traducción a nuestro idioma, visto el ordenamiento
jurídico actual.

Por el contrario el modelo de Creative Commons se basa en reconocer las


diferencias entre las distintas jurisdicciones y adaptar sus textos al ámbito jurídico
en el que se van a desarrollar, y como se ha visto no se han dado las negativas
circunstancias que predecían desde la FSF, ya que ni el sistema se ha venido abajo
por la existencia de errores en las traducciones, que los ha habido, ni han sido
necesarios millones de dólares en abogados para ocuparse de las traducciones,
puesto que lo que se ha demostrado es que el movimiento tiene base suficiente
como para que formen parte de ella abogados y personas instruidas en derecho de
la propiedad intelectual como para hacer que las licencias sean instrumentos útiles.

Lógicamente ello resulta en unos textos más adecuados a la realidad


legislativa de cada estado o territorio, ya que no debe olvidarse que en España
puede diposnerse de los textos en los idiomas oficiales junto con el castellano
(Esukera, Galego y Catalán).

Personalmente me inclino por defender el modelo de Creative Commons


como jurídicamente más acertado que el de la GPL por las razones expuestas.

4- Recepción de las licencias en el ordenamiento jurídico español

a. Por parte de los ciudadanos

La realidad es que la recepción por parte de los ciudadanos de las licencias


Creative Commons ha sido francamente exitosa.

El hecho es que, según un informe de la propia organización, que medía los


datos respecto al uso de las licencias por país, España se sitúa a la cabeza mundial
en cuanto al uso de las licencias Creative Commons, tanto en términos absolutos
(número total de licencias) como en términos relativos (número de licencias por
habitante).

En el análisis concreto que se realiza en el informe sobre la situación de


España se destaca este papel de liderazgo. Se remarca a su vez el uso de las
licencias más “liberales”, además.

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La explicación de estos datos tan significativos se explica, según el informe
por varios factores:

1- La pronta adopción de las licencias en España y el vacío que


cubrieron en idioma español, lo que hizo que autores de países
de habla hispana también las utilizasen hasta la llegada de las
propias de sus jurisdicciones, como por ejemplo Argentina, Chile,
etc.

2- A pesar de lo anterior, se destaca especialmente la promoción


de las licencias en España, que ha sido particularmente intensa,
destacándose la fiesta de presentación en 2004 y Copyfight en
Barcelona en 2005.

3- Otro factor importante es el hecho de que las sentencias


judiciales, en el informe destacan la del Bar Metropol, a favor de
bares que no pagan a las entidades de gestión por utilizar obras
libres de royalties han sido muy publicitadas en los medios y han
tenido un efecto sensibilizador en la opinión pública sobre los
problemas de la propiedad intelectual.

4- La alta tasa de piratería en España justifica, según los


redactores del informe una sociedad más liberal respecto de la
propiedad intelectual, así como la ausencia de litigios en relación
con la piratería y el intercambio de archivos benefician a las
licencias por esa concepción social más abierta respecto del libre
intercambio de información.

Personalmente añadiría la extremadamente mala campaña de relaciones


públicas que sigue la SGAE, que ha dado a conocer a muchas personas ajenas a los
entresijos de la propiedad intelectual los problemas y opciones existentes en este
mundillo.

El movimiento de reacción contra la SGAE también tiene mucho que ver en


todo esto, sin lugar a dudas, en mi opinión, aunque lógicamente esto pueda ser
imperceptible para los redactores del informe.

El informe no expresa las cifras de licencias de uso por país, un dato que
sería interesante conocer para verificar lo cierto de la afirmación de los españoles
como “liberales”. Es decir los porcentajes de uso de las BY, de las BY-SA, etc.

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Estos datos demuestran que las licencias Creative Commons han calado
profundamente en España y su lanzamiento en nuestra jurisdicción puede
considerarse de exitoso en lo que a la acogida de la iniciativa se refiere.

Estos datos favorables se ven acrecentados, en mi opinión, por ser una


jurisdicción donde además existe otra opción madura de gestión de los derechos
sobre las obras como es ColorIuris, lo que sin duda incrementa la cifra de
autores/obras que utilizan mecanismos proclives a la libre difusión de la cultura.

La adopción de Creative Commons en España es buena, llegando incluso a


adoptarse por medios de comunicación como el diario 20minutos y ADN, como
forma de distribución de sus contenidos.

Otros datos curiosos del informe.

Uso de las licencias en algunas comunidades de usuarios, por tipo de licencia

Table 2: License mix for some online communities utilizing CC licenses

BY-NC-
Websites Media BY BY-SA BY-ND BY-NC BY-NC-SA S+ NC-S+ FreeArt Total
ND

Flickr Photo 11% 8% 4% 14% 28% 36% 0% 0% 0% 100%

blip.tv Video 32% 2% 50% 16% 0% 0% 0% 0% 0% 100%

ccMixter (Samples) Audio 69% 0% 0% 26% 0% 0% 3% 1% 0% 100%

ccMixter(ACappellas) Audio 45% 0% 0% 51% 0% 0% 2% 2% 0% 100%

Jamendo Audio 1% 8% 1% 1% 49% 27% 0% 8% 5% 100%

b. Por parte de las instituciones

i. Iniciativas legislativas

El impacto de las licencias en el mundo de la creación en internet ha


supuesto que sobre este fenómeno se preste atención desde cualesquiera otras
instituciones, pero en particular han sido interesantes los acercamientos al
fenómeno desde la perspectiva jurídico legislativa.

Y ello a pesar de cierto clima de escepticismo o de impulso de una visión


negativa sobre el fenómeno por parte de personas provenientes del mundo de la
creación muy bien relacionadas con los responsables políticos.

Sin embargo la filosofía contenida en las licencias se ha visto reflejada en


varias normas o proposiciones parlamentarias.

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Si bien no puede hablarse de una adopción directa de una u otra licencia por
parte de las administraciones públicas, legislación mediante, lo cierto es que
algunas de las leyes publicadas últimamente respecto de la reutilización de datos se
asemejan a los principios en los que se enmarcan las licencias Creative Commons.

Una buena muestra de ello es la Ley 37/2007, de 16 de noviembre, sobre


reutilización de la información del sector público, que establece como uno de los
mecanismos para acceder a los datos e informaciones que obran en poder de la
administración el establecimiento de condiciones mediante el empleo de licencias-
tipo. (artículo 4.2)

Y además esta norma se preocupa y define claramente cuales son los


criterios que deben incorporarse a estas licencias, que como se verán están
inspirados en las licencias libres o copyleft.

3. Las condiciones incorporadas en las licencias habrán de


respetar los siguientes criterios:

Deberán ser claras, justas y transparentes.

No deberán restringir las posibilidades de reutilización ni limitar


la competencia.

No deberán ser discriminatorias para categorías comparables de


reutilización.

Además se preocupa no sólo del contenido jurídico, sino de la disponibilidad


de las mismas en soportes que permitan su tratamiento a los efectos de facilitar
tanto su acceso como su efectiva reutilización, en línea con las definiciones
mostradas anteriormente.

4. Las Administraciones y organismos del sector público podrán


facilitar licencias-tipo para la reutilización de documentos, las
cuales deberán estar disponibles en formato digital y ser
procesables electrónicamente.

Pero dentro de esta misma Ley, dónde más claramente se aprecia el influjo
de las licencias Creative Commons o similares es en el artículo 9:

En los casos en los que se otorgue una licencia, ésta deberá


reflejar, al menos, la información relativa a la finalidad concreta,
comercial o no comercial, para la que se concede la reutilización,

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la duración de la licencia, las obligaciones del beneficiario y del
organismo concedente, las responsabilidades de uso y
modalidades financieras, indicándose el carácter gratuito o, en su
caso, la tasa o precio público aplicable.

El intento de acercamiento con mayor intensidad al fenómeno lo realizó una


de las comunidades autónomas pioneras en la implantación y uso de este tipo de
licencias y de las obras con ellas licenciadas, como es Extremadura.

En su momento la Asamblea de Extremadura aprobó una iniciativa


legislativa que pretendía reconocer la validez jurídica de las licencias libres
mediante la introducción de determinados cambios en la Ley de Propiedad
Intelctual.

Aunque es una iniciativa legislativa finalmente no ha llegado a concretarse


en una modificación de la Ley de Propiedad Intelectual, toda vez que los postulados
de los que partía se demostraron ser absolutamente erróneos.

c. La licencia pública de la Unión Europea

Un ejemplo más de la amplísima repercusión de las licencias libres es la


iniciativa de la Unión Europea de crear una licencia propia que viene a ser una
mezcla de la GPL con el contenido de una Creative Commons.

d. La recepción de las licencias por los tribunales

Pero no sólo en los textos legales las licencias Creative Commons se han
abierto paso en los textos legales, sino que al ser utilizadas de una manera cada
vez más masiva poco a poco empiezan a llegar a los procedimiento judiciales, con
lo que entran en la tercera fase de las instituciones jurídicas, el de la aplicación
judicial práctica.

Así una primera fase pasaría por la adopción por la sociedad, en segundo
lugar el reconocimiento por parte del poder ejecutivo y del legislativo, como
instituciones más cercanas a la realidad social, y por último las instituciones se
acercan al poder judicial cuando este debe velar por la aplicación de las normas que
regulan la vida social.

Ciertamente no puede afirmarse que las licencias Creative Commons hayan


sido analizadas jurisprudencialmente en todos sus extremos sin embargo si han
servido para provocar profundos cambios en determinados aspectos.

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La sentencia más importante, por el momento ha sido sin duda la sentencia
que condenó al Instituto Cervantes y al Instituto Valenciano de la música por
plagiar a un creador que publicó una biografía con una licencia copyleft. El
razonamiento del juez es tan simple como afirmar que el hecho de que se
gestionen los derechos patrimoniales de una determinada manera no implica su
desaparición, y mucho menos la renuncia a los derechos morales expresamente,
sentencia que ha sido confirmada en todos sus extremos por la Audiencia Provincial
de Valencia.

Otros muchas sentencias han incorporado al cuerpo de sus razonamientos


alusiones al copyleft o Creative Commons de manera expresa, aunque como se ha
dicho sin valorar su aplicación.

El aporte de estas licencias se ha realizado como un medio para devolver el


orden natural a la carga de la prueba en los pleitos por comunicación pública, lo
que no es cuestión baladí.

Los tribunales venían reconociendo la legitimación universal de las Entidades


de Gestión de los derechos de propiedad intelectual, ya que en ausencia de otras
modalidades de gestión, era lógico pensar que una obra comunicada públicamente
y sobre la que alguien tenía que tener los derechos, quien podría recaudar por ella
era la entidad de gestión del tipo de obra objeto de la comunicación.

Así, si alguien alegaba la falta de legitimación de la entidad se veía en la


imposibilidad de acreditarla, porque si comunicaba obras debían ser del repertorio
de esta.

Sin embargo, mediante la acreditación de que en el local o establecimiento


se empleaba música con licencia Creative Commons, era la entidad de gestión
quien debía probar los hechos que imputaba, volviéndose así al orden normal de
carga de la prueba, que siempre recae en la parte demandante o quien alega.

5- Perspectivas

a. Conclusiones.

Todo lo expuesto refleja una realidad evidente, las licencias libres o copyleft,
en general y las Creative Commons en particular presentan una salud aceptable, y
su calado en todos los ámbitos de la sociedad es cada vez más palpable.

Cierto es que es necesario vigilar continuamente sus contenidos, adaptarlos


a las modificaciones legales para que sigan siendo un instrumento que refuerce la

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seguridad jurídica que aportan. Pero no sólo por los cambios, sino por que su
redacción debe ser mejorada, siempre hay enfoque, concepciones y problemas
susceptibles de ser atendidos por los redactores de las licencias que contribuyan
continuamente a su plena vigencia.

Actualmente en España cumplen, las licencias Creative Commons una


importante función dentro de la sociedad, ya que la reciente reforma de la Ley de
Propiedad Intelectual que ha mutilado innecesariamente el derecho de cita lo ha
dejado reducido a su mínima expresión, siendo imposible la cita de contenidos si no
existe en la misma una finalidad docente o de investigación.

Las licencias Creative Commons que en todo caso permiten la reproducción


del contenido, aseguran un espacio de libertad frente al absurdo recorte de este
derecho esencial para el desarrollo y la crítica de un país.

Sólo por esta aportación, no deseada sino casual, podría decirse que ha
merecido la pena, ya que de encontrarnos en un medio como internet donde los
contenidos se construyen a golpe de diálogo y sobre la base de las aportaciones
ajenas únicamente con el marco legal actual, difícilmente podría crearse un articulo
en el que se analizase otro, o que un artículo se difundiese libremente y el autor
adquiriese notoriedad.

Incluso en las entidades que desde un principio se han sentido más atacadas
por las licencias, como son las entidades de gestión de los derechos de los autores
se empiezan a vislumbrar proyectos de colaboración, como ha sucedido en Holanda
donde dos entidades de gestión BUMRA/STEMRA han decidido gestionar los
derechos de los autores cuyas obras se difunden bajo una licencia que incluya la
cláusula no comercial, algo que debería hacerse en España donde la gestión de
algunos derechos es colectiva pro obligación, pero lo que se hace es obligar a
firmar un contrato de adhesión con la entidad que no siempre es en beneficio del
autor.

Estamos en pleno proceso de cambio y de recepción de esta nueva realidad


que representan las licencias, pero sin duda son un instrumento con mucho futuro.

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