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Periodismo digital: de Clark Kent a las sombras del anonimato

Clark Kent asoma su inmaculada figura desde las hojas de un comic de los ’50. Acomoda la montura de sus
anteojos –que esconden una poderosa mirada de superhéroe- mientras toma nota en la pequeña libreta. No es
casual que la “imagen pública” de un súper hombre haya sido un periodista. A mediados del siglo XX la sociedad de
masas norteamericana idealizó a un personaje cuya profesión, parte central de su “vida conocida”, era tan
intachable y dignificante como su personalidad oculta: Superman.

El estereotipo del periodista como profesional “tenedor de una verdad que debía ser contada”, inquieto y formal
reinó durante décadas. Hoy los periodistas que trabajan on line están a años luz de ese cliché y en ocasiones, se
asemejan más a un “ratón de biblioteca” –virtual- que a Clark Kent.

El rol del trabajador de prensa ha cambiado y esto, no obedece sólo al avasallante pulso de los adelantos
tecnológicos, sino, fundamentalmente, a los cambios sociales, cognitivos e individuales, que la tecnología trajo
aparejados.

Mientras muchos aseguran que estamos ante la “extinción del periodista” yo me sumo a los que dicen que en
realidad se está produciendo una “mutación” que será dolorosa pero enriquecedora.

Internet: todo y todos aquí y ahora

Internet y el alcance de sus mentadas características de “interactividad”, “democratización de contenidos” y


“acceso a nuevas fuentes de información” sigue avanzando. Esta evolución permanente hace casi imposible
analizar en qué se convertirá, al menos, en el largo plazo. Por el momento, este gigante que fagocita y escupe
información no para de crecer, modificando a su paso todas las instituciones y preceptos que reinaron durante la
Modernidad: Estado, Moral, Territorialidad, Tiempo y Espacio.

En este universo virtual que en ocasiones se muestra caótico, aparece la imagen de un periodista que además de
lidiar con el intrincado trabajo de “producir mensajes”, debe hacer frente a ordenadores, códigos y sistemas que lo
terminan zambullendo en un mundo técnico más cercano a los relatos de ciencia ficción que a aquél de las
redacciones que dejara entrever Roberto Arlt en sus Aguafuertes, allá por los años ’30.

Hasta el “Ecosistema” que rodea al periodista ha cambiado. Muchos portales no respetan las estructuras
jerárquicas de una Redacción. Por lo acotado de los recursos humanos y económicos muchos sitios hacen de sus
periodistas profesionales polifuncionales capaces de trabajar como cronistas, fotógrafos y camarógrafos al mismo
tiempo.

En este escenario lleno de cambios y ante el abigarrado manantial de información que se desprende de la Red, el
periodista deberá hallar un nuevo espacio, ya no para “contar” lo que ocurre, sino más bien para convertirse en un
“analista”, un “interlocutor privilegiado” capaz de ofrecer valor agregado a la información publicada por las
agencias. La única forma de sobrevivir en Internet será convertirse en el mejor en lo que se haga, el futuro
pasará por aportar valor añadido, no por controlar las fuentes de información, que cada vez serán más libre

La sobreabundancia de información puede ser tanto o más nociva que la falta de ella y los usuarios están
buscando, cada vez con mayor asiduidad, “brújulas” que orienten su navegación. Si bien cualquiera puede y podrá
“colgar” su página en la Red y desde allí decir cuanto quiera y crea conveniente; comienzan a destacarse los
especialistas, verdaderos artesanos decodificadores de información capaces de ofrecer herramientas para la toma
de decisiones, en el tiempo y forma que Internet impone.

Ante el peligro de convertirse en un cultor del “cortar y pegar”, el periodista on line deberá encontrar el espacio de
producción propia que haga que su trabajo se distinga. Deberá hallar la clave para ofrecer -más que datos
generales para públicos masivos- respuestas puntuales para usuarios claramente determinados.

Si la política mediática de los grandes monopolios informativos fue llegar en forma “masiva” a todos por igual,
Internet abre la puerta a la experiencia de establecer nuevos canales con los usuarios y satisfacer demandas
informativas puntuales. Permite la instauración de un “feedback” interactivo que va más allá de la posibilidad de
dejar un comentario en el sitio o mandar un e-mail. Hoy gracias a la tecnología, podemos saber cuánta gente lee a
ciencia cierta lo que escribimos, cada párrafo, cada sección, con qué asiduidad y el análisis del tráfico de usuarios
contribuye, entre otros factores, a encauzar el ofrecimiento informativo.
Vaya un ejemplo. El portal agropecuario www.e-campo.com cuenta con más de 20.000 usuarios registrados. A
partir de la publicación de una noticia sobre la cría de caracoles, los lectores comenzaron a dejar sus comentarios.
En menos de un mes las consultas sobre el tema fueron tantas que se conformó un “foro de hecho” en el que los
internautas dejaban sus direcciones de e-mail para contactarse entre sí. Demandaron información sobre cursos,
asociaciones de helicicultores y fundamentalmente, “exigieron” información técnica. La gerencia de contenidos del
portal tuvo que diseñar una nueva sección con todos estos datos, se creó un foro y se ordenó la circulación de
información dentro del site para que fuera más provechosa. Pero el plus que puede ofrecer e-campo en
Helicicultura -y que hoy no podría ofrecer otro sitio que tuviera la misma oferta informativa- reside en la
“apropiación” que los usuarios hicieron de ese espacio y la credibilidad que les inspira el medio.

Estamos ante el nacimiento del “especialista en la búsqueda de noticias asistida por ordenador”, que no debería
perder otras características del periodismo tradicional, tales como: la credibilidad, la capacidad de profundizar e
investigar y el sentido crítico.

Los periodistas que trabajan en la red enfrentan día a día el dilema de seguir a rajatablas el axioma: “mejor
valientes que infalibles”. La premisa parece sustentarse en la noción de que la información en Internet es tan
vertiginosa, “cuasiespontánea”, que permite la posibilidad de cometer errores que se olvidarán con la actualización
de la próxima hora. Pero la publicación de la noticia “en tiempo real” no es lo único que cuenta.

Cuando el año pasado se produjeron los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, los
internautas del mundo se concentraron en muy pocos sitios informativos para saber lo que estaba ocurriendo. El
monopolio de la narración de los hechos, tal cual iban ocurriendo, estaba centralizado en una decena de lugares
dentro de la enormidad de la Red. Sin embargo, un agricultor que necesitó información específica sobre la
influencia de los atentados sobre el comercio internacional de granos, no tuvo muchas opciones entre las cuales
elegir, por ejemplo. Mientras se multiplicaban las imágenes del World Trade Center envuelto en llamas no sobraron
los periodistas capaces de analizar, con inmediatez, el impacto que el acontecimiento podía tener en ramas
específicas de la economía o el comercio.

A modo de conclusión

Internet habilita nuevos espacios de apropiación para los usuarios y la saturación de información hace que se
busquen mecanismos para organizar los datos. El periodista on line jugará su rol no ya como “narrador” de hechos,
sino más bien como un especialista capaz de ofrecer análisis que van más allá del dato objetivo. La interactividad
del medio permitirá la retroalimentación de la labor periodística. No se buscará tanto la satisfacción de demandas
masivas, sino más bien la asistencia a los requerimientos concretos de los usuarios. A la credibilidad, se sumará la
demanda de un plus de valor agregado que cada profesional deberá infundirle a su trabajo. El desafío será crecer
para diferenciarse y desarrollar la habilidad de interpretar a un interlocutor todavía desconocido.

Lic María Soledad Casasola


mscasasola@gmail.com
Septiembre 2003

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