¡CAFÉ!

CAMARADAS ARRIBA FALANGE ESPAÑOLA

PÁGINA MENSUAL DE NOTICIAS Y OPINIONES
AÑO 1 Nº 6 BUENOS AIRES JUNIO DE 2008

ARGENTINA
AL BORDE DEL

TRES MESES DE AGITACIÓN REVOLUCIONARIAPROMOVIDA POR EL

GOBIERNO PARA DESTRUIR LA NACIÓN.
Quienes dirigen el ataque y asesoran a los Kirchner son los mismos
especuladores financieros que han tomado por asalto los mercados
mundiales de la alimentación.
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LA ARGENTINA AL BORDE DEL PRECIPICIO
Tres meses de agitación revolucionaria promovida por el
gobierno para destruir la nación

Informe
Héctor Osvaldo Pérez Vázquez
Resumen
El planteo formal
El fantoche constitucional y el eje del mal
La emergencia
Los decretos de necesidad y urgencia
La delegación legislativa
El manejo inverecundo del presupuesto nacional
Dos más dos son cuatro y las «retenciones» son impuestos
Las «retenciones» por donde se las mire son confiscatorias
Robin Hood se mudó y ahora vive en la Argentina
Las frondas insalubres de la repartija
La coparticipación, o el juego de «il padrone e il sotto»
Retener las retenciones y palo al que diga coparticipación
Asoma el enemigo con su verde divisa
Una mala política de tierras
Los consorcios de siembra nos enseñan algunas cosas
La raíz profunda del mal
Se trata de eliminar a los pequeños y medianos productores…
…para apoderarse del campo argentino y someter definitivamente a la nación.

El planteo formal
En la República Argentina está creada una
situación sociopolítica de raíz económica sumamente
delicada, tanto que hasta hace pocos días se
consideraba la posibilidad de un golpe de Estado por
derrocamiento o renuncia del actual gobierno
nacional. Esta posibilidad no ha sido totalmente
desestimada hasta ahora, aunque parece ir dando
resultados opuestos a la misma desde que el gobierno
central (que es reconocidamente ejercido como
virtual diarquía por la actual presidente y por su
esposo el anterior presidente de la nación, con
primacía de éste) ha apelado a la noción de
«legalidad» –un concepto y una acción que han sido
vulnerados continuamente por ambos, sin que faltara
un día. Así, la cohorte de serafines biempensantes
de la politiquería y de la periodistiquería asalariadas,
aunque mayormente opuestas al gobierno en esta
cuestión de su enfrentamiento con el sector agrario,
ahora recoge sin rubor alguno las imploraciones de
las plañideras oficialistas y acepta que una cuestión
de hecho, originada en una resolución ministerial
ilegal, vaya a discusión al «parlamiento»
supuestamente democrático. Como si el homicida
frustrado se dirigiese al juez penal de turno
solicitándole que declare la legalidad de su acción
delictiva criminal.
Formalmente, y sin pretender a continuación
detallar todas las numerosas peripecias de este
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conflicto que ha sobrepasado los 110 días de vigencia,
la cuestión se inició cuando el ya renunciado ministro
de economía Martín Loustau, joven intelectual
keynesiano devenido kirchnerista (o sea, un
mamarracho) firmó –evidentemente en
cumplimiento de la obediencia debida a sus
mandantes la presidente y su socio supuesto
consorte– una resolución aumentando el porcentaje
ya muy alto de las llamadas «retenciones» a la
exportación de la soja, de un 35% fijo a un 44%
«móvil», esto es, escalonado.
Este acto legislativo administrativo, no sucedió
como sucede en otras latitudes mundiales donde
reina la normalidad, a saber, antes de que el hecho
imponible tuviese comienzo de ejecución (en
lenguaje cristiano, antes de que los productores
sojeros decidieran plantar esa variedad vegetal y
sobre todo, tuviesen la posibilidad de calibrar el
«rinde» de la cosecha –es decir, la cantidad de
toneladas y el precio probable de su venta al exterior,
teniendo en cuenta que en la Argentina la soja no se
consume internamente porque no hay demanda
alguna y por ende, toda la cosecha se exporta). No.
La malhadada resolución ministerial, prontamente
acogida por la presidente por medio del hoy famoso
decreto 125/08, vio la luz (aunque sólo proyectó
sombras) cuando la gente de campo se encontraba
ya en medio de la tarea de la cosecha. Este hecho,
encima del carácter expropiatorio del porcentaje en
sí mismo (pues la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ya tiene declarado y establecido como
doctrina firme desde hace muchos años que la carga
impositiva no debe exceder del 33% del monto
imponible), se presenta a la consideración de la gente
de campo y de todo ciudadano más o menos
interesado en la conducta gubernamental, como una
acción innoble y afrentosa –a más de onerosa–, tal
como cuando alguien se atreve a fotografiarnos
mientras nos estamos subiendo o bajando los
pantalones y encima nos vende la foto a buen precio.

El fantoche constitucional
y el eje del mal
sabemos –hasta los más simples lo saben– la vida y
A más de todo esto, hay que tener en cuenta
una serie de circunstancias especiales, sólo trayectoria históricas de todo Estado navega en un
mar de emergencias: no hay día, no hay hora en que
posibles en una sociedad política funambulesca,
no se produzcan hechos atendibles que representen
surrealista y saturada de anomia y criminalidad
como es la argentina. En primer término, por otros tantos problemas a afrontar de inmediato. De
empezar por algún lado, una pérfida reforma modo que todo lo «emergente» (esto es, lo que
constitucional perpetrada en 1994 durante el aparece, lo que surge) para ser excepcional tiene que
significar un agudo problema cuya solución no admite
(des)gobierno del neoliberal Carlos Saúl Ménem,
demora y por tanto, no se puede arrastrar por años:
a todas luces agente autorizado de la piratería
debe ser resuelto de inmediato. Cuando alguien sufre
financiera internacional de la que son abanderados
los norteamericanos, permitió que se un incidente de salud grave, se lo porta al hospital
para ser atendido por la sección de Emergencias,
institucionalizaran el concepto de «emergencia» y
donde con suerte prontamente se lo estabiliza y
los decretos de «urgencia», y –el mayor de todos
luego, sea que quede totalmente repuesto o
los despropósitos– la «delegación legislativa». Todo
un «eje del mal», como diría Bush. continúen las secuelas del desarreglo, puede que pase

La emergencia a internación, pero para entonces la emergencia ya

concluyó. Será cuestión de horas o de días, pero no
El concepto de emergencia es más falso que de meses ni menos aún de años. Análogamente, no
moneda de tres céntimos, porque como todos es posible declarar que un Estado se encuentra en
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situación de «emergencia» perpetua general, porque
si lo emergente se estabiliza, ya no es tal. Pero el
gobierno argentino utiliza la discutible licencia que
le otorga el mamarracho constitucional pergeñado
por radicales y peronistas, para mantener una
«emergencia» continua en todos los terrenos –
contradicción evidente que a todas luces violenta el
permisivo texto constitucional.
Los decretos de
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texto constitucional a los patanes que se apoltronan
(no muy seguido, verdaderamente) en las butacas
camerales del Congreso para que le confieran al
presidente de la nación (mal que bien, votado por una
parte del electorado) y también a un simple ministro,
a quien no ha votado nadie, la capacidad de que se
ocupen ellos de tramitar y decidir en asuntos
cruciales que, según el mismo texto constitucional,
son funciones privativas del Congreso. Sin embargo,
la llamada «reforma» del texto superlegal del año

necesidad y urgencia 1994 alcanzó a dejar a salvo de este birlibirloque,

de este tráfico inaudito de funciones, la capacidad
Otro tanto sucede con la «urgencia», concepto primigenia del Congreso de la Nación para ser el
utilizado casi en forma indistinta con el anterior, tanto único autorizado a establecer nuevos impuestos o
es así que ya se ha como institucionalizado realizar novaciones sobre los ya vigentes.
(ilegalmente, por supuesto) el uso y abuso de los
llamados «decretos de necesidad y urgencia», El manejo inverecundo
fundamentados en la razón de que el Congreso, su
reglamentación interna y sobre todo, el intrincado
del presupuesto
trámite constitucional de creación y puesta en
vigencia de las leyes alargan desproporcionadamente
nacional
el término de su sanción y publicación, y que hay En flagrante incumplimiento de este mandato
cuestiones que no pueden esperar. Así, en vez de constitucional, el actual gobierno así como el anterior,
promover la creación de mecanismos más prácticos, se han hecho atribuir sin embargo poderes también
se ha preferido otorgar al Poder Ejecutivo facultades en ese terreno. Y es así que sucede en la Argentina
extraordinarias (las que en otra sección del texto algo que, creo yo, ni al mismísimo Stalin se le debe
constitucional se encuentran absolutamente de haber ocurrido: estudiado, debatido, votado y
prohibidas bajo apercibimiento de ser categorizados sancionado el presupuesto nacional, con sus
quienes otorguen y quienes acepten tales poderes, innúmeras «partidas» minuciosamente detalladas
como «infames traidores a la patria»). indicando a qué se deberá aplicar cada peso que se
recaude… pasa el poder de manejarlo al jefe de
La delegación legislativa gabinete de ministros (personaje extravagante
creado asimismo por aquella reforma, para un Estado
Pero la perla de la maniobra constitucionalista – de tipo presidencialista donde, por ende, no hay
diseñada desde las cavernas financieras ningún Gabinete de Ministros…). Este funcionario,
internacionales y fielmente establecida por los nombrado por el presidente, es quien en adelante
criados de librea aborígenes para acumular poderes tiene la prerrogativa extraordinaria (que envidiaría
en manos de un solo sujeto, el presidente de la un Bill Gates) de manejar a su gusto y voluntad la
nación, muchísimo más manejable que la ralea enorme masa de la recaudación impositiva nacional…
anhelante de los sicarios alquilables de la extensa Esto acontece en virtud de una ley que le ha otorgado
clase política– es sin duda la institución de la el Congreso de la Nación (la famosa delegación de
«delegación legislativa». funciones) porque conforme a la Constitución
Como su propia denominación lo indica Nacional, no sería posible que se cambiara el destino
claramente, se trata de un permiso otorgado por el de ninguna de aquellas «partidas» o asignaciones
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presupuestarias, ni la más nimia, y, además, el órgano utilización de ese dinero es el propio Congreso. (Para
de gobierno que tiene a su cargo el control de la un celebrado argumento de ciencia ficción).
Dos más dos son cuatro y las
“retenciones“ son impuestos
El antes citado porcentaje que se les quita a
diversos exportadores, y que para disfrazar su
naturaleza tributaria se les llama taimadamente
«retenciones» (tal como si el ladrón que le roba a
uno le dijese que no lo está robando sino que lo está
«expropiando» con la finalidad de solucionar sus
problemas financieros –los del ladrón), son sin duda
impuestos aunque se lo niegue, dado que tienen toda
la forma y contenido de tales y, sobre todo, su mismo
Las“retenciones“ por donde se las
mire son confiscatorias
Lo cierto es que, sin entrar a considerar el hecho
de que en ninguna parte del mundo se le ocurriría a
un gobierno ponerle trabas y encima gabelas a las
exportaciones del mayor producto nacional –ni en
el Brasil, en el Uruguay o en Chile se les cobran
«retenciones» a los exportadores agropecuarios– en
la Argentina se le quiere imponer al productor sojero
un tributo que llega potencialmente al ¡noventa y
cinco por ciento! del monto exportado… Porque tal
es el efecto del carácter «móvil» del tributo y de
que éste «arranque» a partir de un 44% de
retención, sumado a los demás costes y tributos a
cargo del productor.
El productor sojero (como todo otro productor
agropecuario) está gravado ya de entrada por un
listado interminable de quitas impositivas: impuesto
a las ganancias del 35%, más los impuestos
«inmobiliario», «al patrimonio», más el dos por ciento
de los «impuestos brutos», más la tasa de red vial,
más los impuestos municipales, más… en fin, yo
mismo no sé cuántos son. A estos apoderamientos
estatales legalizados, hay que agregar los normales
efecto: quitarle al obligado tributario una parte de
sus bienes en concepto de contribución a las rentas
generales con la finalidad de emplearlo en las tareas
y necesidades públicas. Lo que resulta innegable,
además, es que el poder ejecutivo no está autorizado
a aplicar tales quitas, lo que convierte su acto en una
auténtica exacción ilegal, contra la que es
perfectamente aplicable el juicio político que la
misma ley suprema estatuye para tal delito.
costos de producción, que incluyen los insumos, los
servicios, las llamadas «cargas laborales» que
incluyen las denominadas «cargas sociales», etcétera.
De modo que cuando el Estado voraz y rapaz le quita
a estos productores un 44% liso o de arranque sobre
el monto de sus ventas al exterior, a este porcentaje
hay que sumar el de los costos de producción (no
menos de un 20%) más los impuestos «normales».
Quiere decir que el productor sojero se vería obligado
a pagar, de mínima, por todos aquellos conceptos no
menos de un setenta y cinco por ciento del monto
de sus ventas. Con el 25% que le reste, deberá hacer
frente a los pagos de las deudas bancarias (contraídas
para la adquisición de semillas, fertilizantes y
maquinarias, además de trabajos de mantenimiento
de sus tierras) y con lo que finalmente le quede en el
bolsillo, mantenerse a sí y a su familia.
Este panorama ya de por sí es muy oscuro, aunque
variable conforme la condición del productor. Para
un productor grande (más de 1500 Ha), la esquila es
sumamente odiosa, pero algo de beneficio le queda
como para poder mandar a sus hijos a la Universidad
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y mantener un hogar confortable. Pero como la
mayoría de los productores son pequeños y medianos
(desde 50 Ha a menos de 500 Ha), para ellos aquel
pequeño porcentaje de su producción que les queda
en la mano es sencillamente insuficiente para
mantener el nivel de vida medio que en los últimos
años había adquirido. (Porque la soja ha aumentado
varias veces su precio a nivel internacional no
precisamente a causa del incremento de su demanda
–que también lo hay– sino porque los especuladores
criminales que escaparon a la débacle de la burbuja
financiera hipotecaria norteamericana, han derivado
sus capitales a la especulación en «commodities» (el
oro, los combustibles y, en forma sobresaliente, a la
comida). El centro de sus actividades criminales es el
Robin Hood se mudó y ahora
vive en la Argentina
Pero entonces hace su aparición en escena el
escondido Estado Robin Hood, que bajo capa de
repartir a los pobres la mayor parte de tanta bonanza
ajena, –es decir, repartir lo ajeno que fue producido
sin una mínima colaboración de su parte– a las
multitudes que el propio Estado ha rebajado con
sus impuestos internos y con sus malas políticas
de empleo a una situación ya no de pobreza sino
de indigencia, pretendiendo cobrarse la mayor
parte y antes de que el pobre productor le pueda
echar mano a lo suyo. Como se cobran todos los
impuestos: cuando uno va a comprar pan, está
pagando el impuesto antes mismo de que le pueda
echar el diente…
El tema da para muchísimas consideraciones
más, todas ellas convenientemente atendibles, pero
en aras de la brevedad que se me ha propuesto, voy
a terminar acá la exposición de las causas que yo
llamo «formales» del conflicto, y que parecen
involucrar a solamente dos sectores o estamentos:
el gobierno nacional por un lado y los productores
agrarios por el otro.
6
mercado de Chicago. Por eso, el precio de la soja está
en constante aumento, lo que conspira contra el
derecho de los pueblos que no producen suficiente
comida, a alimentarse; y al mismo tiempo –puesto
que los llamados mercados mundiales no son sino
una inmensa timba mafiosa donde en vez de
repartirse la riqueza le es quitada a unos para
dársela a otros, en un insensato juego de «suma
cero»– hay gente que se beneficia colateralmente
de esta situación; vale decir, que no son
responsables ni coadyuvantes de la injusticia, pero
les caen de la mesa de Creso sus buenas migajas.
Tal es la situación del productor sojero argentino,
que recibe cada año mejores precios y por ende,
mayores ganancias por su producción.
Las frondas insalubres
de la repartija
Sin embargo, no son éstos los únicos actores de
esta tragedia. Lo que hay acá es algo que trasciende
unos intereses sectoriales (bien que legítimos) para
involucrar a toda la nación argentina.
Dos son los niveles de tal involucramiento. Uno,
el más bajo, si se me permite la expresión, es el de
los derechos de las provincias a apropiarse del fruto
de su producción. En efecto, en un sistema
constitucional como el de la Argentina, que se
pretende sea federal –es decir, que por el mismo las
jurisdicciones provinciales o estaduales tienen un
cierto grado de autodeterminación o «soberanía»
que les permite dictar leyes internas, crear sus
propios tribunales y mantener su estructura estatal
con el cobro de sus propios impuestos– las
provincias tienen obligación de contribuir al
sostenimiento del aparato gubernativo nacional, un
poco menos a sus emprendimientos y siempre que
los mismos tengan extensión o interés nacional
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(como las fuerzas armadas, los tribunales federales, está visto que el sistema legal vigente claramente
las carreteras nacionales, entre tantos otros) y luego no es apto para administrar la nación y que procede
a cobrarse para sí, por la vía impositiva, de los cambiarlo de una buena vez.
beneficios de sus productores. De todos modos, con el sistema de la
coparticipación federal la mayor parte de los ingresos
La coparticipación, tributarios efectivamente se reparten. Claro está que
se reparten como le canta la tripa a cada gobierno.
o el juego de Así, si por ejemplo el gobierno obedece a un partido,
«il padrone e il sotto» le dará la mayor parte a las provincias que eligieron
gobernadores y congresistas del mismo partido, y le
Como la Argentina es un Estado muy dispar en tacañeará y dará de menos a las provincias
cuanto a la capacidad de sus diversas provincias, y «opositoras» (hay que tener presente que la
las hay que casi no tienen industria por lo que ni Argentina ha sido siempre, desde un principio, la
siquiera pueden mantener su propia estructura tierra epónima del «laisser faire», el rincón del mundo
administrativa, en la tercera década del siglo pasado occidental donde se da perfecto cumplimiento a esa
se creó por vía de una ley especial un instrumento premisa revolucionaria de la Ilustración: el argentino
llamado «coparticipación federal». Por el mismo, el que no hace lo que se le antoja no es porque no quiera
gobierno nacional se hace cargo de cobrar la mayoría sino porque por el momento no puede). Así que al
de las rentas impositivas por la venta de la producción echar la mano a las ingentes sumas monetarias de la
para luego repartirlas en forma diferente a las diversas coparticipación es para la ralea partitocrática un
provincias; claramente se trata, siempre dentro del incentivo más, pero de los principales, para
síndrome Robin Hood, de quitarle a los más ricos para apoderarse de los resortes del Estado nacional. Con
darles a los más pobres. Pero como acá los ricos (las la manija nacional, se obtiene la riqueza nacional.
provincias ricas) lo son en virtud de la posesión de
importantes riquezas naturales (tierras fértiles, minas,
petróleo, etc.) y/o una población industriosa
Retener las
importante, lejos de quitarles a los malos para darles retenciones y palo
a los buenos acá se trata de quitarles a los buenos
para darles a los indolentes –que en tales se
al que diga
convierten todos aquellos que reciben dinero y otros
regalos sin poner de su parte ningún esfuerzo y
coparticipación
simplemente declarándose insolventes. Es así como En cambio, con las llamadas «retenciones» (sic y
hay importantes zonas dentro de las provincias del resic), puesto que son exacciones no coparticipables,
noroeste, cuya estructura productiva y la forma de el gobierno central no está obligado a repartir nada
vida de sus habitantes casi no ha variado desde la y puede emplear esa inmensa recaudación en lo que
época de la independencia nacional a comienzos del se le ocurra (por ejemplo, enriquecer a sus figurones).
siglo XIX. Algunas poblaciones carecen hasta de De esta manera, las provincias productoras se ven
energía eléctrica, pero sus oligarquías locales hacen privadas de su fuente genuina de recursos, dinero que
gala de un estilo de vida «high life» que nada daría ha sido producido en base a sus riquezas naturales y al
que envidiar a los potentados californianos. Tanta trabajo de su gente, y que quedan en las manos
hipocresía clama al cielo en una nación que se avariciosas de los inquilinos de la Casa Rosada. Por
considera cristiana, y visto que la situación no ejemplo, denuncia el gobierno de Santa Fe que su
cambia un ápice a través de los sucesivos gobiernos provincia produce anualmente regalías y beneficios por
(militares, civiles, peronistas, radicales o socialistas) trece mil millones de dólares y sólo recibe de vuelta,
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por coparticipación, unos 300 millones. Se entiende,
¿no? Motivo por el cual se oponen férreamente a la
imposición de las «retenciones».
Aparte de todo eso, hay que hacer notar que de
la producción agraria (agrícola, pecuaria, lechera,
frutícola, etc.), no solamente viven los propios
agricultores, ganaderos, tamberos y plantadores;
también viven de ella los miles de ciudades y
pequeños poblados que cobijan a millones de
ciudadanos, quienes participan del «derrame»
productivo en calidad de pequeños y grandes
Asoma el enemigo con su verde divisa
Una mala política
de tierras
Pero hay una consideración muchísimo más
importante, y que señala la verdadera raíz oculta de
este enfrentamiento gobierno-campo. Como es
sabido, hay una errónea disposición legal referida a
las herencias sobre la tierra –política equivocada que
también se da en España y en otros países, por la
que en la práctica se desdeña la importancia capital
que adquiere la propiedad de la tierra en manos
estrictamente nacionales y en fracciones que
permitan mantener una productividad racional a este
denominado «factor primordial» de la producción.
Ninguna nación auténticamente soberana puede
permitir que sus tierras aprovechables (para la
siembra, la pastura o la madera) queden en manos
extranjeras; tampoco, que las sucesivas divisiones
hereditarias la vayan convirtiendo en una serie
interminable de minifundios ineptos, donde sus
ocupantes (dueños o aparceros) tengan que vivir
arañando el surco en una economía de subsistencia
modernamente inaceptable. En la Argentina, por
causa de la citada mala política de la tierra, hay miles
y miles de pequeños productores que producen por
su cuenta muy poco, y que no pueden acceder a los
adelantos tecnológicos actuales para sacar provecho
adecuado de sus pequeños fundos (tres, cuatro, diez
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proveedores, no sólo de servicios sino también de
equipamiento industrial: el paro agrario que lleva
cien días ha hecho ya cerrar sus puertas a docenas
de medianas empresas que producen equipamiento
agrario como ser tractores, cosechadoras, silos y
tantas cosas más. Hay miles de camioneros
dedicados exclusivamente al transporte de
productos agrícolas que han tenido que vender sus
camiones o licenciar a sus empleados porque no
han podido soportar los más de tres meses de
estricto lock out rural.
hectáreas, ¿qué se puede hacer con ellas?). Sin
embargo, son todas tierras fértiles o muy
aprovechables. Por eso es por lo que, a falta de una
capacidad organizativa adecuada, aparecen los
terceros, capitalistas que no tienen tierra pero tienen
medios financieros y capacidad empresaria. Éstos se
dedican a ofrecer a los propietarios rurales pequeños,
la posibilidad de rentar sus tierras a la gran empresa
de siembra y cosecha que titularizan estos
capitalistas, que se han dado en llamar acá «pooles
de siembra» (siempre mezclando el bello castellano
con el tosco inglés). Estos pules, no son otra cosa que
emprendimientos momentáneos por los que un
grupo de capitalistas le alquilan las tierras a sus
propietarios conformando un amplio territorio de
siembra; los propietarios rurales dejan, de tal forma,
los instrumentos de labranza para transformarse en
rentistas, con lo que se puede colegir que la próxima
generación de gente de campo ya no va a estar
constituida por personas apegadas a su tierra y a sus
tradiciones, sino por zánganos improductivos
viviendo del trabajo ajeno. Esto es un escarnio, una
burla cruel, porque la tierra, como el aire y las aguas,
son bienes nacionales por cuanto toda la nación
necesita de ellos, y sus propietarios no pueden
titularizar su dominio para vivir a su costa sin trabajar.
«La tierra para quien la trabaje», ¡qué certera premisa
ésta de nuestra doctrina!
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Los consorcios de
siembra nos enseñan
algunas cosas
Aunque, por otra parte, es verdad que estos
conglomerados de siembra brindan posibilidades
de aprovechamiento máximo de la feracidad de la
tierra, produciendo por sí mismos mucho más que
lo que podrían producir por separado los miles de
productores que les ceden sus posesiones. Los
camaradas nacionalsindicalistas podrán ver acá
qué importante labor podrían desplegar los
sindicatos verticales, en lugar de estos pules de
extranjeros avivados, haciendo redistribuir la tierra
racionalmente e integrando a sus pequeños y
medianos productores en emprendimientos a gran
escala donde todos contribuyan con su trabajo y
se repartan los beneficios sin tajadas capitalistas
que se giran al exterior.
Estos sedicentes «pooles de siembra» son, sin
embargo, algo más que meros emprendimientos
oportunistas de capitales ociosos disponibles:
La raíz profunda del mal
Se trata de eliminar
a los pequeños y
medianos
productores…
Mediante los impuestos regresivos llamados
«retenciones» (que no son aplicados a otros sectores
de mayor rentabilidad que el campo, como ser a los
acopiadores y exportadores, a los industriales, a los
petroleros, a los artistas que cobran fortunas por sus
actuaciones o «presentaciones», a los deportistas que
ganan enormes fortunas con las ventas de sus
contratos o «pases», etcétera) lo que se busca es
eliminar por imposibilidad financiera a los cientos de
miles de pequeños y medianos productores. La
constituyen, conforme los múltiples indicios que
surgen de su accionar, su constitución personal y los
bancos y empresas multinacionales que los soportan,
el comienzo de una invasión financiera y política
tendiente a apoderarse de la inmensa riqueza rural
argentina, concretamente de sus tierras, para ponerlas
en manos de empresas extranjeras. Por ejemplo, el
magnate húngaro-yanqui George Soros, comprador de
tierras argentinas, aún después de haber reducido en
forma importante el monto de sus propiedades sigue
poseyendo, en parte a título personal y en la mayor
parte a través de empresas constituyentes de su
conglomerado financiero, nada menos que
DOSCIENTAS MIL HECTÁREAS DE TIERRAS FÉRTILES
ARGENTINAS repartidas en seis provincias (Corrientes,
Buenos Aires, Córdoba, Formosa, Entre Ríos y Santa
Fe), compradas en general a precios viles. Y hay otros
propietarios extranjeros que, en conjunto, superan
ampliamente este verdadero «imperio» rural.
Pero el húngaro es un pequeñín al lado del grupo
italiano de los hermanos Benneton, que a través de
su empresa «argentina» Compañía de Tierras del Sud
Argentino Sociedad Anónima, titularizan
¡novecientas mil hectáreas!
enorme centralización subsiguiente favorecerá sin
dudas a quienes tienen financieramente la capacidad
de adquirir esas tierras, que son en general los
grandes especuladores del mercado de Chicago.
Éstos, después de haber provocado adrede la gran
burbuja hipotecaria norteamericana que le está
costando a los europeos cientos de miles de millones
de euros (dinero que solapadamente va a parar a los
bolsillos de los especuladores en virtud de la
inveterada política yanqui de crear enormes deudas
y pasárselas al resto del mundo para que las paguen),
están ahora prefabricando dos burbujas financieras
más, de mucho mayores dimensiones que la
anterior. Ellas son, la de la energía (petróleo
principalmente) y la de la comida (cereales,
preferentemente soja, trigo y arroz).
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…para apoderarse del
campo argentino y
someter en forma
definitiva a la nación
Así pues, la cuestión actual argentina del
enfrentamiento campo-gobierno, resulta no ser más
que un episodio o capítulo de una guerra subversiva
declarada por la alta finanza criminal contra todos
los países capaces de producir mucho en esos rubros
y de, por ende, tener mucha capacidad exportadora,
con el fin de apoderarse de sus riquezas, lucrar con
ellas y «cederles» sus gastos y prodigalidades al resto
del mundo. En el caso puntual argentino, es visible
que la cúpula pseudomatrimonial gobernante, la
«bestia bifronte» está actuando como agente de
aquellos poderes financieros y no solamente desde
la primera presidencia del «pingüino» estrábico, sino
desde mucho antes. Son agentes de la sinarquía
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financiera supranacional y por ende, traidores a su
patria y a su pueblo.
Es con tal convencimiento como se debe estudiar
y seguir las alternativas diarias en la Argentina de una
lucha artificialmente planteada y mantenida con
cualquier excusa, hasta la más ridícula, puesto que
su objeto no es simplemente apoderarse de una
buena tajada del producto rural (aunque no se
desdeña en absoluto) sino destruir el entramado
productivo del campo argentino para que sus
mandantes puedan apoderarse de él a precio vil. Y
con tal toma de posesión, se habrá acabado, esta vez
definitivamente, esta empresa mal planteada que se
llama República Argentina, sin posibilidad alguna de
resurrección. Porque desde que la Argentina existe,
y mucho antes aún, desde cuando formaba parte del
Virreinato del Río de la Plata, su existencia se debió
siempre a la tierra, al producto de sus tierras. Si los
extranjeros llegaran a mandar en ellas, imponiendo
su criterio e intereses acerca de qué se debe producir,
y cuánto, adiós Argentina, porque entonces habrá
transferido el último resto de su soberanía.
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