Vous êtes sur la page 1sur 5

E N S A Y O S SOBRE LO NUMINOSO

Antes bien, mucho menos, pues el alfarero es también, a fin de cuentas,


barro. Pero la diferencia entre la esencia divina y la esencia humana es tal
que ni la palabra puede expresarla ni la idea estimarla.

Idea que se expresa aún más nítidamente en el siguiente pasaje:

Habita en una luz impenetrable (dice Pablo). Repara aquí en la exactitud de


. Pablo, pues no dice meramente en una luz inconcebible, sino en una luz de
todo punto impenetrable, cosa que significa mucho más. Pues «inconcebi-
ble» se dice cuando algo se sustrae a su conversión en concepto, pero no a la
investigación y a la interrogación. «Inaccesible», por el contrario, es lo que
por principio no admite siquiera la posibilidad de investigación, aquello a
lo que no cabe aproximarse en modo alguno (mediante una investigación
conceptual). Un mar en el que los buceadores pueden sumergirse, pero no
sondear, sería solo aKaTáXr|TTTov. «Inaccesible» sería, en cambio, un mar
que no admite ni búsqueda ni exploración (p. 721).

E, igualmente, en el cuarto sermón, en referencia a Efesios 3, 8:

¿Qué quiere decir «irrastreáble»? Aquello que no puede ser descubierto. Más
aún, aquello de lo que ni siquiera se puede descubrir un rastro 6 .

Sin darse cuenta, llega incluso más allá: el ámbito del aKaTáXiynrov
se amplía y el sentimiento de lo numinoso brota al completo. Uno de sus
momentos concita a los demás. El mysterium stupendum desemboca in-
mediatamente en el mysterium tremendum y en la majestas, y esta última
retorna nuevamente a aquél, de forma tal que estos sermones, en lugar
de titularse De incomprehensibili, bien podrían llamarse De Numine ac
numinoso. Notable resulta ya, desde este punto de vista, el pasaje en que
Crisóstomo, confinapsicología, percibe claramente y expone la diferen-
cia entre el espanto numinoso y la mera admiración racional. Así, por
ejemplo, llama la atención sobre un pasaje, en verdad notable, del Libro
de los salmos (147,14) que dice (en la versión griega de los Septuaginta):
«Te elogio pues te hiciste portentosamente terrible» ('E£op.oXoyTÍaop.aí
CTOL OTL <t>oPepws éGavjiaaTÚGTis). Sigue luego un fino análisis afectivo:

¿Qué significa aquí «terrible»? Son muchas las cosas que admiramos, pero
en ellas no hay nada «terrible». Por ejemplo, la belleza de las columnas, las
estatuas, o el atractivo corporal. Nos quedamos asombrados ante la grande-
za del mar y su inmensidad. Pero lo «terrible» se apodera de nosotros sólo

6. Tí éoTW ávefi.xi'íaCTTOv; Mf| Swá(i€vov £r|"ni8f¡vai, oú (lóvov 6é (ir| 8uvá(ievov


eúpeCfji/ai, áXX' ovbe ávixveuefjvai (p. 729).

20
C R I S Ò S T O M O SOBRE LO I N C O N C E B I B L E EN D I O S

cuando reparamos en su profundidad. Pues lo mismo el profeta. Cuando


repara en la profundidad7 inmensamente dehiscente (àxavés) de la sabidu-
ría divina, es presa del vértigo y, aterrorizado de espanto, se retrae y grita:
«Tu conocimiento es para mí demasiado asombroso, está por encima de mis
fuerzas; yo soy demasiado débil para él».

Aquí, Crisòstomo repara en el «vértigo», en el peculiar sentimiento


de k> inquietante, que hemos denominado stupor y tremor. Y también
lo descubre, con razón, en el grito profundamente numinoso de Pablo en
Romanos 11, 33:

Ante el abismo insondable y hundiendo la mirada en la profundidad dehis-


cente, retrocede abruptamente y exclama en voz alta: ¡Oh qué profundi-
dad...! (p. 705).

Tras esto, léase el pasaje de la página 733. El sentimiento de lo sobre-


natural, con todo su «pavor» y con todo su horror y todo su pasmo no ha
sido en parte alguna captado emotivamente de manera más viva y exacta,
ni representado de forma más impresionante y convincente. Expertus
loquitur! (¡Habla alguien que sabe por experiencia!) Quien aquí habla no
es el platónico ni el neoplatónico, sino el hombre de la Antigüedad, que
en el paganismo, el judaismo y el cristianismo poseía, todavía de forma
originaria y de primera mano (en algunos casos, incluso, en su cruda
violencia primitiva) los elementos primigenios y las experiencias prístinas
de los que ha surgido toda religión y sin los cuales no existe ninguna.
Crisòstomo describe la vivencia recogida en Daniel 10,5-8, y el modo en
que Daniel sale de sí en su vivencia de lo suprasensible:

Igual que los caballos rompen a correr y el carro se vuelca cuando el auriga,
presa del miedo, pierde las riendas... lo mismo le sucedió al profeta. Su alma
espantada no pudo soportar la mirada del servidor que se había manifes-
tado [el ángel], no pudo resistir la luz [sobrenatural] y quedó derribada. Y
forcejeó para escapar de las cadenas de la carne, como de sus ataduras, y
Daniel yacía sin alma.

En términos semejantes comenta también la visión de Ezequiel. Y


Crisòstomo sabe que este espanto no surge de la depreciación de uno ante
sí mismo en términos racionales y morales (como remordimientos, etc.),

7. Debe indudablemente leerse 0á8os y no tréXa-yos, pues sólo así alcanza el pasaje
toda su intensidad. Sólo así tienen sentido los términos á x a v e s y tcaTaKÚiraai. Además,
así lo confirma el pasaje subsiguiente, que no es sino una repetición del presente.

21
ENSAYOS SOBRE LO NUMINOSO

sino que es la reacción natural de la criatura, de la «debilidad de la natu-


raleza» (àaOéveia <t>ÙCTews) frente a lo supramundano y suprasensible:

Os expongo precisamente el testimonio del santo Daniel, amigo de Dios, que


en virtud de su sabiduría y de su justicia hubiera podido estar confiado; y lo
hago para que, si os lo muestro debilitado, disminuido y cayendo desmayado
ante la presencia del ángel, nadie piense que tal cosa acontece debido a pe-
cados y mala conciencia. Antes bien, con este ejemplo queda claramente de
manifiesto la impotencia de nuestra naturaleza (p. 722).

Obviamente, tampoco se le escapa el pasaje 1 Moisés [Génesis] 13,


27, y menos aún la escena de Isaías 6:

Pero dejemos ahora a Pablo y a los profetas y subamos al cielo para ver si
allí sabe alguien qué es la esencia de Dios... ¿Qué oímos decir a propósito
de los ángeles? ¿Investigan ellos y hacen cábalas entre sí sobre la esencia de
Dios? De ninguna manera. ¿Qué es lo que hacen, antes bien? Lo elogian, se
postran y le rezan entre grandes temblores8. Apartan sus ojos y no pueden
siquiera soportar la condescendencia divina. [...]
Dime, ¿por qué cubren su semblante, ocultándolo entre sus alas? ¿Por
qué habría de ser, sino porque no pueden soportar la visión refulgente que
emana desde el trono, con sus irradiaciones?

Y tampoco le han pasado desapercibidos los loci classici de la tre-


menda majestas (Salmos 104, 32, y Job 9, 6 ss.):

Cuando mira la tierra, ésta se estremece. Cuando roza las montañas, éstas
humean. El mar miró y huyó. El Jordán retrocedió. Toda criatura se sacude,
llena de temor y temblor'.

E interrumpe sus propias consideraciones sobre este punto con la


siguiente observación:

[Quiero concluir, pues] nos flaquea el entendimiento, no por la cantidad,


sino por lo terrible de tales afirmaciones. Pues el alma tiembla y queda ate-
rrorizada cuando se enfrenta con las visiones mencionadas10.

Crisòstomo combate contra la arrogancia, contra la prepotencia del


entendimiento y de la criatura, que cree poder sustraerse a lo ÒKcrrà-

8. En griego dice: (IETÒ iroXXfjs TÍÍS <t>píiais.


9. I l a a a r| KTÍCTIS craXeúeTai, SéSoiKe, Tpé(iei.
10. ÉKapev r|(itv f| Siávoia, ov Tip irXií6ei àXXà Tfj <t>p£xT) eíprmévuv. Tpépei
yàp Kal ¿KTTÉTrXr|KTai r| ijjuxri èni TTOXÙ T a i s avio ¿vSiaTpífkiuaa Oeupíais (lbid., p. 7 2 5 ) .

22
C R I S Ò S T O M O SOBRE LO I N C O N C E B I B L E EN DIOS

XT)TTTOV, a lo «demasiado grande» y a lo «absolutamente heterogéneo», a


lo que en Dios mismo hay de supramundano. Su objetivo es aterrorizar,
conmover y abatir. Y por ello expone estos aspectos de lo numinoso.
Pero tampoco falta en él el hecho paradójico de que este àKaTaXT}Trrov
es a la vez una posesión esencial del ánimo y algo fascinans. El espanto
sobrecogido es también para él, al tiempo, admiración embelesada. Y
el enmudecimiento ante lo inaprehensible se convierte —cosa que sólo
puede comprenderse cuando se ha comprendido la «armonía de los con-
trastes»— en humildad y gratitud por el hecho de ser inaprehensible,
más aún, por el hecho de ser «terriblemente portentoso». Cita el salmo
134,14 (LXX) e interpreta el éfo^ioXoyTÍcromai croi ÓTI (¡>ofiepws é9au-
jiaaT(60Tis de la siguiente manera:

Observa aquí la noble condición de este servidor [David]: «Te doy las gra-
cias (cinapio™ aoi)», dice, «porque tengo un señor incomprensible».

Algo semejante expresa Tersteegen* cuando, en tono de elogio, afir-


ma: «Un dios comprendido no es un Dios». Y algo semejante opina
Goethe:

Su visión a los ángeles da fuerza,


Porque ninguno puede sondearla**.

Y precisamente este aKaTáXT|iTTOv es para Crisòstomo «aquella bien-


aventurada esencia» (¿KELVIN jmicapía oúaía), expresión que gusta de re-
petir. Y uno siente que este ser (oìiaia) es inconcebible (aKaTaXíiuTos)
porque es bienaventurado ((íaicapía), y que es [iaicapía porque es aica-
TáXi]-nTOs. Y en la pasión del combate por el dios pavoroso e incompren-
sible, causa de vértigo, arde simultáneamente, sin palabras ni expresión,
una posesión y arrebatamiento del alma que es de carácter entusiástico11.
Lo ÓK:aTáXT|TrTov niega el concepto, y lo hace mediante una com-
paración con lo de aquí, lo concebible, en varios respectos. Surgen así,
individualmente o en series completas, predicados negativos de lo divi-
no, que Crisòstomo enumera a menudo. Se trata de una theologia ne-

* Gerhard Tersteegen ( 1 6 9 7 - 1 7 6 9 ) . Teólogo alemán, autor de himnos y místico del


pietismo reformado. Tradujo las obras de Teresa de Jesús. (N. del t.)
** Versos 5 - 6 del «Prólogo en el cielo» del Fausto de Goethe. Las palabras están en
boca del arcángel Rafael, y se refieren al sol. (N. del t.)
11. «Y de un modo inaprehensible / me subyugas portentosamente», dice una poeta
actual, E. Spann-Rheinsch. [Erika Spann-Rheinsch ( 1 8 8 0 - 1 9 6 7 ) , poetisa alemana, esposa
de Othmar Spann. (N. del (.)]

23
E N S A Y O S SOBRE LO NUMINOSO

gativa en miniatura. Pero esta theologia negativa no es tampoco un va-


ciamiento o transfusión de la fe y el sentimiento en la nada. Comporta,
por el contrario, un modo máximo de devoción. Y con tales predicados
«negativos» Crisòstomo va trenzando confesiones y oraciones solemnes.
Con ello, muestra él mismo que el sentimiento y la vivencia son todavía
suficientes cuando ha fracasado ya, de largo, toda comprensión, y que
el concepto que niega puede ser a menudo la marca (el ideograma) de
un contenido máximamente positivo, pero absolutamente inefable. A
la vez, su ejemplo nos prueba que una theologia negativa puede y debe
surgir no sólo «por influencia de la especulación helenística y la mística
natural», sino también desde raíces pura y auténticamente religiosas, en
concreto, numinosas.
Pero «lo inconcebible en Dios» ha seguido siendo, también después
de Crisòstomo, una prioridad absoluta de la teología cristiana (hasta los
concilios Lateranense y Vaticano I). Y ello de varias maneras: a veces,
de modo tal que Dios se sitúa directamente sobre toda predicabilidad
en general y, por ello, es la nada y el «desierto silencioso»; otras veces,
como «lo que no tiene nombre - lo que tiene todos los nombres - lo que
tiene el mismo nombre» (àvwvupios-TTavùvu^os-òji(óvulos); otras veces,
diciendo que de Él se pueden predicar cosas, pero siendo así que todos
los predicados son meros nombres ex parte intellectus nostri (por parte de
nuestro propio intelecto); o al modo supremo de la serie de pensamientos
de Job, que opera en Lutero y en su concepción del deus absconditus:
deus ipse no sólo está por encima de todo, sino también contra todo lo
captum humanum12. Todas estas doctrinas conservan una herencia con-
quistada en combate apasionado contra errores ancestrales. La preservan
de un modo unilateral, pues la idea cristiana de Dios es también, indu-
dablemente, profundamente racional y fundamento de toda ratio —pero
queda, en cualquier caso, integrada en algo todavía más profundo, que
está fuera y por encima de todo concepto.
Con los sermones de Crisòstomo hay que comparar también el Con-
tra Eunomium de Gregorio de Nisa13. Ciertamente, lo que para Crisòsto-
mo era objeto de un interés primario y apasionado, tiene en Gregorio
carácter secundario, inserto entre minuciosas investigaciones dogmáti-
cas. Pero también él escribe:

12. Véase también M. Lutero, Kurze Form der zehn Gebote, des Glaubens und des
Vater Unser (1520) (Forma breve de los diez mandamientos, del credo y del padrenuestro):
«Me atrevo a poner mi confianza exclusivamente en el Dios uno e inconcebible que ha
creado cielo y tierra y está solo por encima de todas las criaturas».
13. Migne, Patrologia, SG, 4 5 .

24

Vous aimerez peut-être aussi