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CHILE: ¿POTENCIA REGIONAL?

Miguel Ángel Pardo B.

Introducción
La reconfiguración del poder a nivel planetario tras el término de la Guerra Fría, y la descomposición de la
URSS como potencia proyectualmente alternativa al neoliberalismo estadounidense, puso fin al llamado
periodo bipolar, otorgándole hegemonía a este último –unipolaridad-. No obstante, el siglo XXI marca el inicio
de un panorama analítico más complejo en las estructuras de poder, por cuanto China, India, Japón, Rusia y la
Unión Europea se agregan como potencias mundiales –multipolaridad-, si bien en desigualdad de recursos
totales respecto a EE.UU., a un reparto significativo de influencias en distintas áreas del Globo, aunque aún
determinado por el poder económico, militar –poder duro-, y los valores estadounidenses, a saber; una cultura
globalmente atractiva y el ejemplo de su política interna y externa –poder blando-. En esta misma dirección, el
presente siglo constata lo intrincado del sistema internacional con la presencia de potencias regionales o
medianas potencias y que se han configurado conceptualmente en la década de 1970 (Bernal-Meza, 2009). En
Latinoamérica destaca, por la concentración de recursos de poder, indiscutiblemente “(…) Brasil y,
discutiblemente, Argentina, Chile, México y Venezuela (…)” (Haass, 2008, p.67), con cantidades relativas de
recursos. Tal posición chilena, de incertidumbre en el análisis de Haass (2008), será tentativamente analizada
en el desarrollo del presente ensayo bajo la pregunta, ¿es Chile una potencia regional? Asimismo, por la
brevedad del escrito, no se analizará el resto de las discutiblemente potencias latinoamericanas aludidas, yendo
cualquier acercamiento a éstas en función de resolver la posición potencial de Chile en la región.

Las potencialidades y obstáculos en la condición de Chile como potencia latinoamericana, se restringirán a la


posesión de recursos en cantidades proporcionales a los distintos países de la región –adecuadas al contexto y
radicalmente distantes al de las potencias mundiales-, siendo estos: población, territorio, recursos naturales,
capacidad económica, poderío militar y estabilidad política. De igual manera, se utilizarán relativamente los
conceptos de poder duro y blando con los que Nye (2003) define y diferencia las fuentes de poder en distintas
dimensiones –militar, económica, actores no estatales-.

Desarrollo
Los atributos de poder de Chile, en relación a los que presentan el resto de las potencias regionales –Argentina,
México, Venezuela, encabezadas por Brasil, destacando este último no solo a nivel regional, sino como
potencia emergente-, presenta una asimetría evidente en lo referido a la dotación de recursos frente al resto de
los países a contrastar, y que a la larga, determina su discutible posición protagónica en Latinoamérica, como
lo demuestran los siguientes datos comparados entre las potencias aludidas:

1
Posesión de Recursos1 según países potencia en Latinoamérica.
Recursos según países de Latinoamérica (2008) Argentina Brasil Chile México Venezuela
Población total (millones). 39.9 192.0 16.8 106.4 27.9
Crecimiento de la población
1 1 1 1 2
(% anual).
Superficie (km²) (en miles). 2780.40 8514.88 756.09 1964.38 912.05
PIB (US$ a precios actuales) (en miles de
328,465 1.575,15 169,458 1088,13 314,15
millones).
Crecimiento del PIB (% anual). 6,8% 5,1% 3,2% 1,8% 4,8%

Gasto militar (% del PIB). 0,8% 1,5% 3,5% 0,4% 1,1%


Estabilidad Política según puntuación de
-0.04 -0.12 +0.56 -0.62 -1.23
gobernabilidad (-2.5 A 2.5).
Fuente: Tabla elaborada por el autor sobre la base de datos del Banco Mundial (2008). En http://www.bancomundial.org/

Un análisis de la posición de Chile entre los países comparados, utilizando para ello un surtido de recursos de
poder reducidos a ciertas variables, representativas al momento de definir a dichos países como potencias
regionales, deja al descubierto las posibilidades y amenazas que perfilan a Chile al interior de la región.

Recurso población. En lo referido al total de población, Chile se posiciona con cerca de 17 millones de
personas tras Brasil, México, Argentina y Venezuela - en orden decreciente-, distinguiéndose en relación al
resto, como un país de pequeña escala –una de las razones del fracaso de la ISI chilena-. Esto fue y es
fundamental al momento desarrollar la industria nacional, traduciéndose tal situación en un reducido mercado
de consumo nacional, incentivando a dirigir buena parte de la producción de bienes y servicios hacia el
exterior. De igual forma, los inversionistas nacionales han tendido, una vez consolidado su posición en el
mercado interno, ha orientar capitales y producción hacia mercados próximos y de menor competitividad,
especialmente a países vecinos como Perú. Por otro lado, la situación estacionaria de la población chilena, de
camino hacia la regresión, modifica la relación estructural de la fuerza de trabajo.

Territorio. Respecto a las otras potencias regionales, Chile se distingue como un país de mediano tamaño, con
una superficie total de 756.096 km2, situándose en último lugar tras Venezuela. Esta superficie presenta
singulares características geográficas: país montañoso, con aproximadamente un 80% en esta situación, unido
a zonas climáticas extremas –norte y sur del país-, que concentran a la población en ciudades, dejando extensas
porciones territoriales inhabitadas o en situación de anecúmene. De igual manera, se extiende como franja
larga y angosta, por 4.300 kilómetros, como un extenso litoral que lo proyecta naturalmente hacia el Océano
Pacífico.

1
Si bien se reconoce la importancia de los recursos naturales, estos han quedado al margen de la tabulación ante la
imposibilidad de cifrarlos, por lo que se trabajarán de manera aislada y especial para el caso de Chile.

2
El territorio chileno es geológicamente reciente, posee riquezas minerales principalmente en los sectores
cordilleranos, como es el caso del cobre. De igual forma tiene fértiles valles en la depresión intermedia -entre
la Cordillera de la Costa y la de los Andes-, en la zona central del país. Son estos los recursos que caracterizan
mayormente a Chile como productor primario, y lo perfilan no solo como uno de los mayores productores de
cobre en el mundo, sino también como una futura potencia alimentaria. En lo que se refiere a recursos
energéticos, Chile posee ventajas a largo plazo para la utilización de energías limpias y renovables –
geotérmica, eólica, mareomotriz y solar en el norte del país, aprovechando los cielos más limpios del mundo-.
No obstante la actual situación es crítica. El terremoto del 27 de febrero del 2010, demostró la fragilidad del
sistema interconectado central y la estrechez de nuestra matriz energética, fundamental para la industria, y la
vida cotidiana. La dependencia energética se ha transformado en un gran escollo para el crecimiento
económico y desarrollo del país.

Capacidad económica. Sobre la base de los datos anteriormente tabulados, en lo que concierne al producto
interno bruto chileno, muy por debajo del PIB de las otras potencias regionales –en el que Brasil destaca como
potencia emergente, marcando una clara diferencia con el resto- y sólo superando a México en lo que se refiere
al crecimiento del PIB anual con un 3,2%, sobre el 1,8% mexicano- se podría deducir, y quizás concluir
erróneamente, que la economía chilena cede terreno ante el resto, no obstante, tras un análisis mucho más fino,
se puede argumentar que la capacidad económica chilena se ve restringida por los tres recursos de poder
señalados anteriormente: población de escala menor; una superficie de tamaño medio; y una limitada cantidad
de recursos naturales y productivos, los que como factores interrelacionados condicionan la capacidad
económica del país en contraste con los gigantes regionales. Aún así, el sistema económico chileno registra
éxitos notables desde su vuelco hacia el neoliberalismo durante el Gobierno militar, el que si bien fue
conseguido a un alto costo social –represión y coacción física contra los disidentes-, poco a poco consiguió
consolidarse como un exitoso modelo primario exportador, controlando progresivamente el gran terror de la
economía chilena durante buena parte del s. XX, la inflación. Asimismo, durante las tres primeras
administraciones de la Coalición de Partidos por la Democracia –Aylwin, Frei y Lagos-, insertaron al país en la
economía mundo, consolidando el crecimiento y desarrollo económico con una serie de acuerdos y tratados
comerciales, los que posteriormente con la administración Bachelet dirigieron rumbos renovados hacia una
integración del país a nivel regional-continental, por lo que el milagro económico chileno de la década de 1980
lo ha seguido de una gran estabilidad, lo que ha reforzado su imagen no solo como modelo económico
excepcional, sino también político en la región

3
Poderío militar. La relación entre el PIB y el porcentaje de éste destinado por el país al gasto militar -3,5%-,
resulta engañoso para el caso chileno, pues supone aparentemente, un gasto militar superior al del resto de
países estudiados, soliendo ser señalado como responsable de iniciar una carrera armamentista en Sudamérica,
comentario abundante en el discurso formal e informal de los países vecinos del norte, especialmente Perú. Por
lo mismo, es preciso indicar que si bien, porcentualmente el gasto militar chileno es alto, y que a nivel del resto
de países potencias de la región, presenta un PIB comparativamente de menor envergadura. Por lo mismo, la
política de defensa chilena se basa en la disuasión como aspecto central de seguridad territorial, por ello la
relevancia de la modernización de sus FF.AA. y material bélico a fin de cumplir con el objetivo antepuesto.

Estabilidad Política. Aspecto central del perfilamiento chileno como potencia regional en Latinoamérica. Su
importancia radica en las mismas características que definen la puntuación de gobernabilidad expresadas en el
gráfico, siendo estas: la resolución de problemas humanitarios al interior del país; respeto de los gobiernos
democráticamente elegidos, escasez de amenazas de tipo violento o terrorista; un aparato estatal eficiente –
burocracia-, que presta servicio público de calidad; un Estado que favorece el comercio, limitando las trabas
comerciales a niveles que no perjudiquen el libre intercambio de bienes y servicios; Estado de Derecho y
control de la corrupción. En todas estas características, Chile ha avanzado significativamente desde el retorno a
la democracia en 1990 hasta la fecha.

Conclusión. Si bien la dimensión económica resulta decidora al tiempo de establecer las jerarquías entre
potencias mundiales y regionales, hay dimensiones significativas de poder que versan sobre otros recursos,
como por ejemplo, la estabilidad del país en términos generales. Esta situación, correspondiente al caso
chileno, pasa a constituirse en una significativa imagen país en Latinoamérica y el mundo.

La imagen de Chile como país y modelo exitoso, alcanza una relativa influencia en Latinoamérica,
principalmente bajo la consigna de que sus instituciones no solo operan, sino que funcionan. Reflejo de esta
situación de estabilidad, acompañada de un sostenido crecimiento económico y altos niveles de
gobernabilidad, es que Chile se aleja del contexto tercer mundista latinoamericano, integrándose
económicamente al mundo a través de: tratados de comercio; acuerdos bilaterales; participación activa en
organizaciones internacionales, inserción del país en programas de ayuda externa a nivel técnico u económico;
militar, participando de misiones de paz –como la de Haití-, operaciones de fuerzas armadas conjuntas, etc.;
educación, con intercambios estudiantiles de pregrado y postgrado para estudiar en nuestro país, etc. Todo lo
anterior confirmaría que Chile destaca como potencia regional no tanto por los cuantitativos recursos que
posee, y que son limitado comparados con el resto de los países analizados, sino que por la calidad alcanzada
en ellos.

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Referencias

- Barbé, E. (1995). Relaciones Internacionales, Madrid, Tecnos.

- Bernal-Meza, R. (2009). México: de la autonomista “potencia media” al socio subordinado de Estados


Finidos. Estudios Latinoamericanos, Año 1, (1), 2-43.

- Hass, R. N. (2008). La era de la no polaridad: lo que seguirá al dominio de los Estados Unidos,
Foreing Affairs. Mayo/Junio, Volumen 87 (3), 66-77.

- Joseph S. Nye Jr. (2003) La Paradoja del Poder Norteamericano. Editorial Taurus, Madrid.

- Ross, Cesar. (2006). Chile: los desafíos de la política exterior de Michelle Bachelet, Foreing Affairs.
Abril-Junio 2006. 1-16.

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