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1. INTRODUCCIÓN
Luego, en 1887, se expidió la Ley 57, que en su artículo 5° expresó: "Cuando haya
incompatibilidad entre una disposición constitucional y una legal, preferirá aquella", pero
como esta disposición no duró mucho tiempo, se expidió la Ley 153 de 1887 que
consagró en su artículo 6° lo siguiente: "Una disposición expresa de la ley posterior a la
Constitución se reputa constitucional y se aplicará aun cuando parezca contraria a la
Constitución", ratificando el poder absoluto del Congreso sobre la constitución.
Posteriormente y antes de llegar a lo que fue el Acto Legislativo de 1910, la Ley 2 de 1904
consagró lo que fue la base para el establecimiento del control jurisdiccional de
constitucionalidad así: "Artículo Segundo. La Corte Suprema de Justicia, a solicitud de
cualquier ciudadano y previa audiencia del Procurador General de la Nación, decidirá
definitivamente en Sala de Acuerdo, sobre la validez o nulidad de los decretos
legislativos, de conformidad con el artículo anterior y con lo dispuesto en la Constitución
Nacional sobre la materia".1
1 SÁCHICA, Luis Carlos. El Control de Constitucionalidad. Serie Monografías Jurídicas, Editorial Temis, Bogotá, 1988.
cambio de siglo, la teoría clásica de Montesquieu, perdió esa rigidez que la había
caracterizado desde sus comienzos, para evolucionar hacia los sistemas armónicos o
colaboracionistas, donde los poderes del Estado entrarían a la teoría de los pesos y
contrapesos.
Esta Jurisdicción fue desarrollada posteriormente mediante Ley 270 de 1996, la cual en
su artículo 4º estableció:
• La Corte Constitucional está integrada por nueve (9) Magistrados, elegidos por el
Senado de la República para períodos individuales de ocho años, de ternas que
presentan: tres (3) el Presidente de la República, tres (3) la Corte Suprema de
Justicia y tres (3) el Consejo de Estado.
El artículo 113 constitucional señala que los órganos que integran las ramas del poder
público son independientes y tienen funciones separadas, sin embargo, consideramos
que el hecho de que el Ejecutivo esté llamado a postular candidatos a formar parte de
la Corte Constitucional, podría generar un riesgo consistente en pretender conservar
una hegemonía política o jurídica en beneficio de quienes ostentan el poder, agravado
con el hecho que el Senado de la República es el órgano llamado a elegir a los
Magistrados del tribunal constitucional. La experticia, experiencia y demás cualidades
personales, profesionales, y morales requeridos para tan alta responsabilidad,
pueden ser subsumidos a interés particulares o partidistas. Por lo anterior, la elección
de los miembros de la Corte Constitucional, debería hacerse bajo la figura de la
cooptación, tal como opera con la Corte Suprema de Justicia.
Existen diversas críticas a la potestad de que tienen los jueces para invalidar o
inaplicar una ley que se encuentra en contradicción con la Constitución. El primer
aspecto a debatir es por qué deben ser los jueces, o la Corte Constitucional, y no otras
instancias más democráticas o representativas, las llamadas a modificar el actual
ordenamiento jurídico de nuestro país.
Por otra parte, Si los jueces constitucionales en últimas dependen de sus convicciones
políticas y morales, entonces cómo se puede llegar a qué algunos jueces puedan
decidir si una ley, realizada bajo la “soberanía popular”, pueda ser invalidada o
retirada del ordenamiento jurídico.
Así, el poder constituido de los Congresistas se limita con base en la voluntad del
poder constituyente que estableció un organismo de control de constitucionalidad de
las leyes. Es decir que la legitimación de los jueces constitucionales se encontraría en
la misma decisión constituyente. Un poder democrático más amplio que el poder
representativo de los parlamentarios.
Encontramos algunos fallos casi caprichosos, fallos que son pocos pero significativos
en cuanto al impacto político y social. En ellos, la Corte no demostró cabalmente que
carece en absoluto de vocación política, e incluso muchas de las sentencias podrían
producir la impresión de que existe cierto autismo frente a las necesidades del país.
Este hecho, ha sido considerado por algunos doctrinantes, con un acto de co-
legislación y puede ser percibido como una usurpación de la función legislativa, propia
del Congreso de la Republica.
Cabe destacar que la inexequibilidad podrá ser decretada sobre una palabra, una
frase, un artículo o el texto completo de una ley.
Sin embargo, este poder derivado de reforma constitucional está sometido a controles.
Es así como la Corte Constitucional, tiene competencia para decidir acerca de los
vicios de procedimiento en su formación, así como valorar que la reforma a estudiar,
no sustituya o vaya en contravía de la Constitución.
Esto nos lleva a plantear, que la Corte Constitucional frente al análisis de una
disposición, una norma o un acto reformatorio de la constitución, puede dar una
interpretación totalmente contraria al querer del constituyente primario, de tal forma
que modifica en forma sustancial la integridad de la constitución.
Es así como en el evento en que la Corte Constitucional sustituya la carta, el fallo que
lo realiza, produce efectos erga omnes, obliga hacia el futuro y no es susceptible de
ser juzgado nuevamente por los mismos motivos y por lo tanto, el fallo del alto tribunal
que traiga consigo una sustitución, goza de certeza y seguridad jurídica, vinculando a
todos los sujetos de derecho.
Para evitar una situación como la planteada y en aras de garantizar una efectiva
seguridad jurídica, es necesario que se cree un recurso de reconsideración, el cual
debe tener por objeto, que la Corte Constitucional revise en sala plena, si en una
determinada sentencia modifico o sustituyo la constitución a través de la interpretación
en sus sentencias.
Sin embargo el artículo 243 de la carta dispone que los fallos que dicte la corte hacen
tránsito a cosa juzgada constitucional, lo cual trae como consecuencia que las
sentencias del alto tribunal constitucional presenten las siguientes características:
2 Constitución Política de Colombia. Artículo 374. “La Constitución Política podrá ser reformada por el Congreso, por una
Asamblea Constituyente o por el pueblo mediante referendo”
2. Obligan para todos los casos futuros y no solo para el caso en concreto.
Es así como en el evento en que la Corte Constitucional sustituya la carta, el fallo que
lo realiza, produce efectos erga omnes, obliga hacia el futuro y no es susceptible de
ser juzgado nuevamente por los mismos motivos y por lo tanto, el fallo del alto tribunal
que traiga consigo una sustitución, goza de certeza y seguridad jurídica, vinculando a
todos los sujetos de derecho y todo esto bajo el aval del artículo 243 de la
Constitución.
3. POSIBLES ALTERNATIVAS
Porque sí habrá y tendrá que haber una jurisdicción constitucional. Acabar con la Corte,
en nuestro parecer, es una medida muy drástica. Sería una medida que invitaría a la
crítica que apunta a un golpe contra el Estado de Derecho.
Es mucho más fácil argumentar en contra de la creación de una Corte Constitucional que
en pro de su abolición. Estamos seguros que sería más sensato evitar ese riesgo, en aras
de una reforma prudente que mantenga la existencia de la Corte, aun a pesar de todos los
defectos que acabamos de mencionar. Esa reforma prudente podría frenar la tentación de
un control judicial que se desborda del texto constitucional.
Se trata de una reforma estructural que limite de manera muy prudente las atribuciones de
la Corte y el acceso a su jurisdicción. Además, tal reforma, bien ponderada, tendría un
impacto didáctico y pedagógico para la rama judicial en cuanto a un activismo exagerado.
En primer lugar, se podría considerar la elección de los Magistrados por una mayoría
calificada, por ejemplo, con dos tercios de los votos. Además, se podría exigir que cierta
cuota de los miembros de la Corte Constitucional provenga de los magistrados de la Corte
Suprema. Así se vincularían de manera orgánica la Corte Suprema y la Corte
Constitucional.
Por último, se podría limitar el control constitucional a los derechos que son de aplicación
inmediata en términos del artículo 85, que distingue claramente entre los derechos de
aplicación directa y los demás derechos. La jurisprudencia prácticamente ha ignorado ese
artículo.
4. A MANERA DE CONCLUSIÓN