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CODIGO

INSTITUCION EDUCATIVA DENIS HERRERA DE VILLA FORE


VERSION 2
  REGISTRO DE CLASES PAG 1 DE 2
DOCENTE: Martha Montenegro González GRADO: 6º. A, B
ASIGNATURA: Lenguaje FECHA: TIEMPO EMPLEADO:
ESTANDAR ASOCIADO:
 Produzco textos escritos que responden a necesidades específicas de comunicación, a procedimientos sistemáticos de elaboración y
establezco nexos intertextuales y extra textuales.
Para lo cual:
 Defino una temática para la producción de un texto narrativo
 Llevo a cabo procedimientos de búsqueda, selección y almacenamiento de información acerca de la temática que voy a tratar en mi
texto narrativo.
 Produzco una primera versión del texto narrativo teniendo en cuenta personajes, espacio, tiempos y vínculos con otros textos y con mi
entorno.

DERECHOS BASICOS DE APRENDIZAJE


#3
- Comprende que las obras literarias se enmarcan en contextos culturales e históricos que promueven la circulación de ciertos conocimientos.
- Interpreta los argumentos y temáticas que se enuncian en las obras literarias para crear nuevos textos.
- Define elementos literarios tales como personajes, lugar, tiempo, sentimientos acciones al interior de una obra literaria.
- Reconoce que elementos como el ritmo y la rima se emplean para comunicar sentimientos o emociones cuando se declaman textos poéticos.
RECURSOS: Fotocopias, tablero, cuaderno de apuntes, Libro de trabajo “Lenguaje entre Textos” (EVOLUCIÓN), diccionario
SITUACION PROBLEMA
Fecha  
Se les escogerán aleatoriamente dos estudiantes, se les pedirá que le refieran a sus
compañeros un cuento que se sepan. A partir del cuento se van realizando preguntas
relacionadas con los elementos del cuento tales como:
1. ¿Dónde ocurrieron los hechos?
2. ¿Quiénes son sus personajes?
3. ¿Qué acciones importantes realizaron los personajes?
4. ¿Cuándo ocurrieron los hechos?
- Busca en el diccionario el significado de la palabra NARRAR
¿Será el cuento una narración? ¿Será un texto narrativo? ¿Por qué?

SESION 1:ENSEÑANZA EXPLICITA


Fecha  
Mediante un esquema se definirá lo que es cuento, sus elementos , clases de cuento y de
narrador
SESION 2: EJERCITACIÓN
Fecha  
Desarrollo del DESAFÍO # 1 de “Lenguaje Evolución” de acuerdo a las sugerencias didácticas
referentes a Exploración y Estructuración, hasta la antepenúltima actividad de la
estructuración sumándole la siguiente actividad:
-Identifica los elementos del cuento
-¿Qué clase de narrador relata la historia del Elefantito Curioso

EVALUACION FORMATIVA
Fecha TRANSFERENCIA  
Se leerán cinco cuentos uno de cada clase o tipo a través de lectura dirigida, se les irá
preguntando Dónde ocurrieron los hechos? Quiénes participaron? Qué acciones realizaron y
en qué tiempo?
¿Cómo puedes relacionar esta historia con alguna situación de la vida cotidiana?
Se controlará lectura oral, entonación , pronunciación, tono de voz, y se tendrá en cuenta la
veracidad y claridad de sus respuestas a cada interrogante
Observaciones:

ANEXOS

Cuento EL ELEFANTICO CURIOSO

En tiempos remotos, los elefantes no tenían trompa, solo una nariz negra y redonda, grande como una bota, que movían de
un lado a otro, pero con la que no podían agarrar nada.
En ese tiempo, vivía en África un elefantito curioso que quería saberlo todo y nunca se cansaba de preguntar a todo el
mundo.
Una vez, preguntó a su tía el avestruz por qué tenía plumas en la cola, pero su tía le dio un coscorrón con su larga pata.
Preguntó a su otra tía, la jirafa, cómo le habían salido las manchas en la piel, pero su tía le dio un coscorrón con su pezuña.
También preguntó a su rechoncho tío el hipopótamo por qué tenía los ojos tan rojos, pero su tío le dio un coscorrón con su
enorme pata.
Preguntó igualmente a su peludo tío el babuino por qué los melones eran dulces, pero su tío le dio un coscorrón con su
mano peluda.
Aun así, el elefantito seguía sintiendo una curiosidad insaciable y hacía preguntas sobre todo aquello que veía, oía, olía o
tocaba.
Una espléndida mañana de verano, el elefantito hizo una pregunta que hasta entonces nunca había formulado:
—¿Qué come el cocodrilo?
Pero dándole un coscorrón, le gritaron todos a la vez:
—¡Cállate!
Se marchó, muy triste, en busca de su amigo el pájaro Kolokolo.
—Mi padre me ha dado un coscorrón, mi madre me ha dado un coscorrón, y todos mis tíos y tías me han dado un coscorrón
—se quejó el pobre elefantito—. Y todo por preguntar. Pero a pesar de los coscorrones, yo quiero saber qué come el
cocodrilo.
El pájaro Kolokolo le contestó con su triste voz:
—Ve a orillas del río Limpopo, el de aguas verdosas y grises, y allí descubrirás lo que quieres saber.
A la mañana siguiente, el elefantito cargó cincuenta kilos de plátanos y diecisiete melones para el viaje y se despidió de toda
su familia.
—Adiós —les dijo—. Me voy al río Limpopo, el de aguas verdosas y grises, para averiguar qué come el cocodrilo.
Todos le dieron un coscorrón para desearle buena suerte, y él se puso en marcha.
El camino era largo. Subió montañas, atravesó valles y dirigiéndose siempre hacia la salida del sol llegó, por fin, a la orilla del
río Limpopo, el de aguas verdosas y grises, tal y como el pájaro Kolokolo le había dicho.
Debéis comprender que hasta esa misma semana, día, hora y minuto, el elefantito nunca había visto un cocodrilo y no tenía
ni idea de cómo era.
A la primera que encontró fue a una serpiente boa bicolor enroscada sobre una roca, y le preguntó:
—Hola, ¿has visto un cocodrilo por aquí?
—¿Qué si he visto un cocodrilo? —preguntó a su vez, la serpiente boa bicolor—¿Y qué querrás saber luego?
—Luego quiero saber qué come.
La serpiente boa de dos colores se desenroscó rápidamente y le dio al elefante un coscorrón con la punta de la cola.
—¡Ay!. mi padre, mi madre y mis tías y tíos siempre me dan coscorrones por preguntar demasiado, y tú haces lo mismo.
El elefantito se despidió de la serpiente y prosiguió su camino.
Por fin, llegó al río Limpopo, el de aguas verdosas y grises, y en la orilla tropezó con lo que le pareció un tronco caído. Pero
aquello era, nada más y nada menos, que el cocodrilo, y el cocodrilo guiñó un ojo.
—Hola —le dijo el elefante cortésmente—, ¿has visto por aquí un cocodrilo?
El cocodrilo, entonces, guiñó el otro ojo y levantó media cola del barro. Al ver lo que hacía, el elefantito dio un salto atrás,
pues no quería recibir otro coscorrón.
—¿Por qué te alejas? —preguntó el cocodrilo.
—Disculpa, pero es que todo el mundo me da coscorrones cuando pregunto y no quiero recibir otro.
—Pues no preguntes más —dijo el cocodrilo—, porque el cocodrilo soy yo.
Y se puso a llorar lágrimas de cocodrilo para demostrar que era cierto.
—¡Por fin! Te he estado buscando durante muchos días. ¿Me puede decir qué comes?
—Claro, chiquitín. Acércate, te lo susurraré al oído.
El pequeño elefante acercó la cabeza a la boca dentuda del cocodrilo y el cocodrilo lo agarró por la nariz, que hasta ese
misma semana, día, hora y minuto no había sido más grande que una bota, aunque mucho más útil.
—Creo —dijo el cocodrilo entre dientes—, que hoy empezaré… ¡comiendo un elefante!
El elefantito, muy molesto, le dijo hablando con la nariz tapada:
—¡Suéltabbe, que be hace’ dallo!
La serpiente boa bicolor, que lo había visto todo, se acercó a la orilla:
—Amigo elefante, si no tiras hacia atrás enseguida con todas tus fuerzas, creo que ese pedazo de piel —Se refería al
cocodrilo— se te llevará antes de que puedas decir esta nariz es mía.
El elefantito clavó sus patas traseras en el suelo y tiró y tiró y volvió a tirar con todas sus fuerzas, hasta que su nariz empezó
a estirarse.
Mientras tanto, el cocodrilo daba coletazos en el agua haciendo espuma, y seguía tirando y tirando y la nariz del elefantito
seguía alargándose más y más.
Poco a poco, el elefante empezó a resbalar y, entonces, la serpiente boa bicolor se acercó a él y se enroscó con doble vuelta
en sus patas traseras y lo ayudó a tirar. Y como el elefantito y la serpiente juntos tiraban más fuerte, el cocodrilo, al fin, soltó
la nariz del elefante.
El elefantito agradeció la ayuda a la boa bicolor y después envolvió la nariz en piel de plátano y la puso en remojo en las
aguas del río.
—¿Qué haces? —le preguntó la boa.
—Quiero encoger mi nariz.
—Algunos no saben lo que les conviene… —suspiró la boa.
Tres días pasó el elefante con la trompa en remojo, pero la nariz no se le acortó ni un poquito, solo consiguió que se le
arrugara.
Al tercer día, un tábano picó al elefantito en el hombro y, sin darse cuenta, levantó la trompa y lo espantó.
—¡Primera ventaja! —dijo la boa.
El elefantito sintió hambre, alargó la trompa, arrancó un buen manojo de hierbas y se lo llevó a la boca.
—¡Segunda ventaja! —dijo la boa.
El elefantito tenía calor, tomó agua del río Limpopo con su trompa y la derramó sobre su cabeza.
—¡Tercera ventaja! —dijo la boa— Y hay más. Piensa, que con la trompa podrás defenderte y ya nadie se atreverá a darte
coscorrones…
—Gracias, lo recordaré. Ahora me vuelvo a casa.
Y regresó a su hogar balanceando feliz su trompa.
Cuando quería comer fruta, la arrancaba del árbol en vez de esperar a que se cayera. Si tenía calor, se daba una ducha. Y si
se sentía solo, barritaba con su trompa y hacia más ruido que varias orquestas juntas.
En una noche oscura, llegó a casa con la trompa enrollada y saludó:
—¿Cómo estáis?
—¡Estábamos muy preocupados! Ven aquí, que te daremos un coscorrón por ser tan preguntón.
—¡Vosotros no sabéis nada de coscorrones!
Y desenroscando su trompa, fue él el que repartió coscorrones por doquier.
—¡Plátanos! ¿Quién te ha enseñado ese truco? ¿Cómo has conseguido esa nariz?
—Me la dio un cocodrilo que vive en el río Limpopo después de preguntarle qué comía.
—¡Qué fea! —dijo su tío el babuino.
—Será fea, pero es muy útil.
El resto de elefantes, al ver todo lo que podía hacer aquella trompa, se apresuraron a ir al río Limpopo para pedir una igual al
cocodrilo.
Desde entonces, todos los elefantes —los que verás en tu vida y los que no verás— tienen una trompa exactamente igual a
la de aquel elefantito curioso y con ella entonan esta canción:
Tengo seis ayudantes honestos
—me enseñaron cuanto sé—,
sus nombres son   Dónde, Cómo, Cuándo,
Qué,  Quién y Por qué.
Los mando por tierra y mar;
los mando de este a oeste
y después de trabajar para mí,
los dejo descansar.

Los dejo descansar de nueve a cinco,
cuando estoy ocupado,
pero les doy desayuno, almuerzo y té,
porque siempre tienen hambre.
Aunque otra gente tiene puntos de vista distintos.
Conozco a una personita
que mantiene a diez millones de ayudantes,
¡y no descansan jamás!

Los envía a todas partes con asuntos personales
desde el momento en que abre los ojos.
¡Un millón de  Cómos, dos millones de Dóndes,
y siete millones de Porqués!
FIN

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