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Un artículo del blog ciencia vs ficción comenta el libro imágenes de Locura, en el que la
en la que se explica los diferentes tipos de enfermedades mentales y cómo las ha
mostrado el cine a lo largo de su historia. Como al autor nos resultan muy interesantes
en concreto dos síndromes que se asemejan mucho en cuanto a sus síntomas, pero que
no son ni mucho menos iguales: la esquizofrenia y el trastorno de identidad disociativo,
es decir, las múltiples personalidades. Algunas películas reflejan uno y otras, el otro.
Existen films que los confunden o que no se “mojan” lo suficiente como para que
sepamos si están tratando uno u otro.
Esquizofrenia
La persona enferma de esquizofrenia puede sufrir alucinaciones de muchos tipos. En un
caso extremo, estas visiones le llevan a ver a otras personas que no existen, a hablar con
ellas y creer que están ahí. Quien sufre este problema lo que hace es “proyectar” otra u
otras personalidades hacia fuera. En palabras de la autora del libro, se produce un
“desdoblamiento externo”. Según tengo entendido, estas otras personalidades (que ya
las ve como si existieran) son reflejo de sus anhelos frustrados, de su ira o de cualquier
otro sentimiento reprimido. Como no es capaz de comportarse de determinada manera,
crea a otro ser que sí lo hace. ‘Imágenes de la locura’ hace hincapié en que
habitualmente los esquizofrénicos no son violentos y que tampoco se trata de
psicópatas, como nos ha hecho creer el cine.
Un ejemplo que nos parece que es canónico de cine
que representa la esquizofrenia es ‘El club de la lucha’
(‘Fight Club, 1999), de David Fincher, basado en la
novela de Chuck Palahniuk. Hablaremos más adelante
con detenimiento de esta película y explicaré por qué
la pongo de ejemplo de esquizofrenia, mientras Vera
Poseck la sitúa en el trastorno de identidad
disociativo. Otros títulos que comenta la autora en su
libro como representaciones de la esquizofrenia son:
SPIDER (2002), de David Cronenberg; ‘Una mente
maravillosa’ (a beatiful Mind, 2001), de Ron Howard,
o ‘El resplandor’ (the shinning, 1980), de Stanley
Kubrick; entre muchos otros.
La persona que sufre trastorno de identidad disociativo, en lugar de ver a otros que no
existen, lo que hace es “alternar” sus personalidades. Como dice Vera Poseck, “en el
TID, el desdoblamiento es interno”. Unas identidades pueden tener o no tener
consciencia de las demás. Y es muy frecuente que entre ellas entren en conflicto. Es una
enfermedad que no ha sido catalogada oficialmente hasta hace muy poco tiempo y que
muchos achacan a los tratamientos hipnóticos de los propios psiquiatras en pacientes
muy fáciles de sugestionar. A pesar de eso, el cambio es tal que cada personalidad puede
tener diferentes capacidades físicas o incluso pueden no compartir achaques como el
asma o las alergias. Se suele dar más en mujeres y casi todos los casos se han
documentado en EE. UU.
Lo que hace que la película resulte confusa es que Norman habla a Marion (Janet Leigh)
de su madre como si ésta existiera. Esto sólo se daría en los casos de esquizofrenia, en
los que el enfermo pierde la conexión con la realidad y ve como reales sus
alucinaciones. En el TID la conexión con la realidad no se pierde. La única explicación
posible a este hecho sería que Norman, conscientemente, quisiera dar una justificación a
las voces que sabe que Marion ha oído, pues sabe que padece la enfermedad. Para
adaptar esta película tanto a una enfermedad como a la otra, hay que forzar mucho las
suposiciones, como las que yo he dado de que las personalidades cambian ipso facto y
lo de que Norman sea consciente y finja que su madre vive. El hecho de que el film sea
anterior al establecimiento de la definición oficial de la enfermedad puede influir
bastante en su ambigüedad.
‘El club de la lucha’: yo, pero más guapo, más
fuerte y más atrevido
No podemos decir con claridad si las películas son correctas o incorrectas a la hora de
tratar estos temas debido a que ello depende de cómo interpretemos cada uno las
imágenes y sonidos que aparecen en ellas. Por ejemplo, en ‘El club de la lucha’, Beatriz
Vera Poseck entiende que Brad Pitt está mostrado como un cuerpo aparte a modo de
licencia narrativa o de estrategia de Fincher y, por tanto, estamos ante un caso de TID.
Pero me parece menos rebuscado ver al personaje de Pitt como una alucinación externa
de Edward Norton y, entonces, claramente nos encontraríamos ante la esquizofrenia,
como afirman otros entendidos. Así se cumpliría también la regla de: varios actores,
esquizofrenia. Lo que dice Vera Poseck es que se trata de identidad disociada porque a
veces Norton tiene que sufrir las consecuencias de lo que ha hecho Pitt mientras Jack se
había transformado en Taylor Durden, sin embargo, ella misma explica que en este
síndrome “las distintas personalidades se presentan por lo general como si se
controlaran secuencialmente, apareciendo una detrás de la otra” y en ‘El club de la
lucha’ es frecuente verlos a los dos, no solo juntos, sino incluso enfrentados.
Biografía dramatizada del matemático John Forbes Nash Jr., un genio de los números
que realizó en los primeros años de su carrera un sorprendente descubrimiento (una
teoría sobre la competencia que se estudia en Economía como la teoría del equilibrio de
Nash), cayó luego en un oscuro y largo período de esquizofrenia para resurgir de su
locura muchos años más tarde y lograr reconocimiento internacional, incluyendo el
Premio Nobel.
La película comienza con Nash en sus años jóvenes, se concentra en su período más dramático y emerge
con él en un último tercio de film que recibió críticas aun de sus defensores por su apego a la sensiblería
y su voluntad de hacer digerible una historia dolorosa y triste.
Una mente brillante recibió ocho nominaciones al Oscar, entre ellas para Russell Crowe, quien gracias
al papel de genio atormentado cosechó todavía más aplausos que con el protagónico de Gladiador,
película con la cual ganó un año antes la primera estatuilla de su vida.