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T a modernidad en condício-

L:;es periféricas, la internacio-


nalización de los mercados, los
procesos de masificación cultu-
ral y la crisis del Estado populis-
ta en los regímenes democráticos
emergentes son algunos de los te-
mas analizados por el autor en es-
te volumen. Su propuesta teórica
parte del cuestionamiento de una
"racionalidad" única, capaz por sí
sola de dar cuenta de la comple-
ja ,realidad latinoamericana.
'" ·¿,Qué es la modernidad en la
cultura'latinoamericana? ¿Cómo
se relacionan la cultura y la polí-
tica en nuestras sociedades? ¿Qué
vinculación existe entre democra-
cia, mercado y Estado? ¿Cómo
pensar y diseñar políticas cultura-
les que tengan su fundamento en
la libertad creadora? Las respues-
tas a estas preguntas invitan sin
duda a la discusión y al diálogo,
bases de toda auténtica cultura.

José Joaquín Brunner, sociólo-


go e investigador de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias So-
ciales (F1acso) en Chile, cursó es-
tudios de posgrado en la Univer-
sidad de Oxford, Inglaterra. Ha
publicado varios libros sobre te-
mas de educación, cultura y po-
lítica, entre los que destacan: Uni-
versidad y sociedad en América
Latina y Ciencias sociales y auto-
ritarismo en Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay.

tI.AVII"
AMÉRICA LATINA
01

9
I
789682 946998
IV. Entonces, ¿existe o no la modernidad
en América Latina?"

, .' ~
< •
" "
No me diga usted que somos modernos
Existe una tesis que sostiene que la modernidad se impuso en
América Latina como un artificio, una mentira; en cualquier caso
como una constelación cultural superpuesta a una realidad más real
de Latinoaménca, la profunda, indígena, ancestral, "macondíana",
De seguro, aquí residiria su sustrato más auténtico.
Según esta tesis, para ser modernos nos faltó casi todo: reforma re::
Iigiosa, Tevoiución ind.l, bllroc@jizaQón en serio dgl------
Estado,-
empresarios schumpeterianos y la difusión de una ética ~
procesos que recién producidos hubieran hec ' , la
. aparición en estas latitu e C1U a peo adquisitivo que produce,
consume y vota conforme a un cálculo racional de medios y fines.
Paradójicamente, esta tesis, enunciada bajo distintós supuestos,
da lugar a varias, incluso antagónicas, posturas político-intelec-
~ tuales.

Nuestra verdad, acaso no 10 sabe usted,


'f es mágico- rea1
Hay quienes proclaman, a partir del desenmascaramiento de nues-
tra seudomodernidad, la revitalización de las "culturas interiores" de

• Ponencia presentada en el seminario "Identidad Latinoamericana: Modernidad y Post-


modernidad", convocado por CLACSO, Buenos Aires, 14 al 16 de octubre de 1987. .

121
(
,
nuestra región; el reaparecimiento de lo mágico-real y el floreci- tiene su figura-símbolo en la Tonantzin/Guadalupe, "una madre natu-
miento de una cultura cuyas metáforas fundantes se encuentran de ral y sobrenatural, hecha de tierra latinoamericana y teología euro-
común ligadas a la naturaleza y sus fuerzas. Cultura de la sangre y pea", al decir de Octavio Paz. El mismo ~ ha descrito la diferen-
del suelo originales, cuyas raíces se hunden "en lo más genital de lo cia entre las dos Américas -la del norte y la nuestra- como una
terrestre". Cito a propósito este verso de Neruda pues siempre he entre la modernidad del capitalismo y la democracia, hija de la Re-
pensado, y confieso que carezco de cualquier otro título para hablar forma (religiosa);y la nu~tra, "hija de la monarquía universal católica
en serio de literatura que el de ser un lector ávido, que Neruda ex- ~ntrarreforma" que, por Sulado, desciende desde m~ atrás;
ploró hasta el límite esa idea de que la sustancia de América Latina desde el "gran tajo" respecto de las civilizaciones indígenas antiguas
estaba por detrás y por debajo de su aparente cultura moderna, en introducido al momento de la Conquista y la evangelización:
.•gha naturaleza épica y dramatizada que se hacía cargo, para siern-
p'Te,de las derrotas y victorias humanas. .. Los españoi~ derriban las estatuas de los dioses, destruyen los tem-
plos, queman los códices y aniquilana la casta sacerdotal. Es como
No hay nadie. Mira las piedras, si les hubiesen.quitado los ojos, los oídos, el alma y la memoria al
Mira las piedras de Arauco. pueblo indígena. Al mismo tiempo, el catolicismoles da una visión
No hay nadie, sólo los árboles. del mundo y del trasmundo; les da un estatuto y les ofrece un cielo;
Sólo son las piedras, Arauco. los bautiza, es decir, les abre las puertas de un mundo distinto.

La modernidad nace, en esta versión, de alguna ocasional fusión La Nueva España es, según Paz, barroca y neotomista, anticrítica y
. -romántica o revolucionaria, da igual- del pueblo, la naturaleza y contradictoria. No puede, dentro de los supuestos intelectuales que
la historia. La cultura moderna, para ser auténtica, necesita ser una la constituían, "inventar ni pensar por su cuenta". Su producto más
reconciliación. Una cierta retórica nacionalista suele descansar en genuino es el mestizo, no el criollo ni el indio.
estos símbolos. Neruda, en cambio, reflejó esas fusiones desde el Su vocación separatista, en cambio, necesidad de autoafirma-
lado revolucionario; sobre todo cuando cantó a la guerra o a la ción de los criollos, sólo podía. consumarse negándose Nueva
construcción del socialismo. Hasta la aceleración de la modernidad España a sí misma. Es lo que ocurre con la independencia; el ori-
se introduce entonces en sus versos y éstos corren a la par que los gen de nuestro artificio modernizador. "La Independencia fue un
trenes y las señales: "Los minerales/ acudieron/de sus sueños falso comienzo -dirá Paz-; nos libró de Madrid, no de nuestro pa-
oscuros, / se levantaron, / se hicieron rieles, ruedas, / locomoto- . sado." La revolución liberal no condujo al capitalismo; la ausencia
ras, hilos/ que llevaron las sílabas eléctricas/ por toda la extensión de la critica -nunca institucionalizada en el pasado- desembocó
y la distancia". en la mantención de las viejas realidades, ahora enmascaradas tras
nuevos valores ..Agrega Octavio Paz:

~0 que fuimos, por si usted no lo sabe, Comienzo de la inautenticidady la mentira; males endémicos de los
países latinoamericanos.A principiosdel siglo XX estábamos ya ins-
es lo que seremos A LL. e' / / ¡(..¡ // talados en plena pseudomodemidad: ferrocarriles y latifundismo,
,,7/. /1WCheJ f /CitI/nez.
constitución democrática y un caudillodentro de la mejor tradición
Una segunda e ce¡:;¡.j.fieaei6n-de-es-t-a-¡::>0stur:a_descuhee..1fL
ran ruptu- hispanoárabe, filósofospositivistasy caciques precolombinos, poe-
ra culfural de América Latina, precisamente al intr~s...e-.la-falsa sía simbolistay analfabetismo.
concieneia-l.iberaLe=inElepeñdeñtista -err:e¡-iígl6-X'JIlI;-que habría
vuelto al continente de espaldas a la raíz.síncrética de.su cultura, Desde el ángulo de visión de esta segunda postura se puede o bien
aquélla nacida dé-Ia-fÜsión d; creencias-indí§eHas-Y-GJ:istian~que recuperar para América Latina el ejercicio de una función intelec- , I

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tual critica, que genere entonces una nueva tradición liberal enraizada darse cuenta de "que la autocomprensión cultural es mucho más
esta vez en sus pasados indígena, católico-y-set:1clomooemo, dando fuerte y persistente que las políticas modernizadoras que una y otra
paso así a una moderni~ bien se puede reclam r vez (ellos)se ven obligados a cam);liaf".
un radical redescubrimiento de la cultura latinoamericana, como
supuesto previo para repensar la modernidad y sus fundamentos
religiosos.
y no olvide usted la penetración cultural

Existe todavia una cuarta ostura desde la cual la modernidad cultu-


•.::'~de el fondo nos llama la religión ral sy~le-per-eI6irse-errAm~rica-t.atina como un°product~espúr-e0t-
esta ~ sob e la basa.de .que se trataria, antes que todo, de una
,.-tercera postura que parte del supuesto de la"€eudomodemjdad I manifestación de la etración cultural norteamerícana, Carlos Mon-
es, precisamente aguella ue ubica el ethos culturallatinoamerica- siváis, mexicano, es quien más lúcidamente ha tratado este tópico,
no en la específica síntesis novohispánica ba ristiana y mes- sin dejarse llevar por la mitología de los folclorismos localistas.
-tizQ-'....,.Allí,
en el espacio ritua e una religiosidad de masas que no
habria terminado por desencantarse y secularizarse -más que Quien dice en América Latina penetración cultural -escribe Mon-
aplastado, oculto- se encontraria la clave que explica el fracaso de siváis-, refiere los métodos gracias a los cuales un mito insostenible
las empresas modernizadoras e i1uministas en América Latina. Se- ("el capitalismo democrático")deviene utopía para las masas, apa-
gún lo expresa el sociólogo chileno Pedro Morand~ rato de falsificaciónde vivencias, trampa de la autodeterminación
nacional. Una ofensiva ideológicay comercial se sustenta en la mo-
El espacio públicoha querido ser ocupado monopólicamente por el dernización tecnológica y en la .confusíón, de contenido vagamente
discurso ideológico-político,secularizandola experienciareligiosadel antropológico, entre adquisiciónde comodidades y el conjunto de la
encuentro intersubjetivoy convirtiendola misma opción política en cultura.
una suerte de equivalentefuncionalde la fe religiosa.Pero sostene-
mos que a pesar del aparente éxito de estas tendencias iluministas Monsiváis habla de "peligros reales e ilusiones perdidas". 'Nos inte-
el ethos barroco y mestizo no ha sido destruido, sino que solamen- resan estas últimas que se refieren a una estrategia defensiva frente
te se ha ocultado. a la penetración cultural que estaria perdida de antemano. Consisti-
ría en elevar frente a esa fuerza "externa" (como si la penetración
En efecto, la política y el discurso i1uminista no pasarian de ser un viniera sólo de "afuera", acota Monsiváis, y no fuese buscada y
ritual, ellos mismos, protagonizados por las élites sin que ellas ape- promovida asimismo desde "dentro"), fuerza que además ha tenido
nas lo entiendan. La propia actividad de los núcleos políticos y tec- el éxito de pasar por todopoderosa y debilitar así las energías psico-
nocráticos constituiria hoy el "gran espectáculo barroco que el lógicas para resistir; en elevar frente a esa fuerza unas "tradiciones"
pueblo presencia con sentimientos encontrados de compasión y re- y "unos valores nacionales" que son un invento ("muchos de ellos
beldía". Sus propuestas modernizantes -de necesaria racionaliza- frutos del autoritarismo, el machismo y la moral feudal") y que ocul-
cíón y funcionalización de la vida social- son "desculturizantes" tan otras tantas deformaciones y alienaciones.
para continuar con Morandé, en la medida que no respetan ese etho~ En esta postura, entonces, modernidad equivale a la imposición,
"que, de generación en generación, ha ido conformándose a partir
de nuestra propia historicidad". Así, los modernizadores, cada vez
que intentan imponer esquemas funcionales que destruyen la signi-
socialización y difusión de una ideología que convierte al "consumo
en la única ideología posible"; "que hace del 'estar al día' en mate-
ria de compras el único criterio de la modernidad". Más que el acto
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ficación que la gente da a sus propias conductas, terminan produ- adquisitivo, se corrige Monsiváis, es la (de) formación de los deseos
ciendo "desintegración y anomia generalizadas". Proceden sin y la continua exposición a los medios de la industria cultural lo que

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UNIV QSIDA . ~
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está en la base de ese movimiento que termina por hacer que una manos de un personal profesional mientras la comunidad se trans-
colectividad no consiga ya "confrontar sus experiencias y verificar forma en "públicos" receptores que funcionan en ténninos de
sus metas legítimas". códigos artificiales (desde la escritura hasta la codificación del cono-
cimiento educativo vía currículos; desde los programas de compu-
tación hasta la organización de las imágenes televisivas) y de com-
Entonces: ¿somos o no modernos? plejos procesos de reconocimiento/apropiación es, a mi juicio, la
dimensión constitutiva de la modernidad.
La experiencia de la modernidad en la cultura latinoamericana ha
conjugado, más o menos durante 150 años, temas similares a los
qlJ.€aparecen en las varias ~s'turas de quienes sostienen la tesis de La secularización es una especialización:
~:seudomodemidad. O sea:~1 intento de rescatar un "específico" cul-
tural látinoamericano; la discusión sobre la identidad de ese "específi- o sea, se puede ser moderno y adorar a Dios
.~ co" a partir de la historia; la subsistencia de las culturas autóctonas en
¡ medio de la modernización; el nacionalismo versus la penetración cul- Seguramente esa misma pluralización y especialización de la pro-
tural; la dependencia y el imperialismo; en suma, falsedad o autentici- ducción cultural y la consecuente segmentación de los mercados de
dad de la modernidad latinoamericana! ~l bienes simbólicos tuvo que ver, desde los orígenes de la moderni-
Entre tanto, han cambiado drásticamente las bases instituciona- dad, con la progresiva secularización de los mundos simbólicos, al
les y de operación dentro de las cuales se desenvuelve la cultura perder la Iglesia su posición monopólica y de control sobre la ela-
latinoamericana. El mundo rural ha perdido importancia en favor boración y propagación de una concepción del mundo, y al surgir,
de la cultura urbana; la alfabetización masiva ha avanzado significa- junto a los eclesiásticos, nuevas categorías de intelectuales, cada
tivamente sustituyendo las tradiciones orales de preservación y uno a cargo de un sector funcional de la producción cultural.
transmisión de la cultura; la escolarización se ha impuesto no sólo( En realidad, Weber había previsto y diagnosticado correctamen-
como el régimen de introducción a la disciplina del trabajo sino te que la racionalización de las concepciones de mundo tomaba la
también como introducción al universo de los conocimientos social- forma de su desintegración y diferenciación. "Sin posibilidad de re-
mente valorados; el desarrollo de la industria cultural ha trans- currir a Dios y al orden cósmico como su origen, las formas teoló-
formado definitivamente las condiciones de existencia de la cultura gicas y metafísicas de fundamentación pierden su credibilidad", según
de masas proporcionando incluso, crecientemente, los códigos de lo expresa Habennas; la fe se subjetiviza y "surgen formas profanas
expresión, comprensión y reconocimiento para las culturas popu~ de conocimiento que son relativamente independientes entre sí", a
res de base autóctona. las cuales la filosofía -que en un momento asume la posición de
A mi juicio ésos son precisamente los rasgos dominantes de la rnediadora+, termina ella también sometida.t La religión no desapa-
modernidad entendida c~xperiencia de una cultura que des- rece pues; el mundo se "desencanta", en cambio, la religión s~
r
centra sus fuentes de producci6ñCksde la comunidad-hada-los subjetiviza, se vuelve privada y sus expresiones públicas pierden¡
i: "aparatos" de produ¿ción cultural y transmuta las formas de vida poder y también su antigua hegemonía en el campo cultural. (So-
elabo~en común y t~nsmitidas a lo largo deJ continuo de ¡as bre el "reencantamiento" del mundo a partir de las experiencias
gem!raClones ~éndolas por formas _de consumo que- ev~n- urbanas y de la televisión habría que reflexionar pronto, para no se-
tualrrrente-detéirnínan la existencia, creando "estilos de vida" en o guir atrapados en una lectura demasiado fácil o simple de Weber.)
torno a las maneras típicas de integración/exclusión en los merca- . De hecho, la diferenciación ocurrida en el campo cultural -que
dos segmentados de bienes simbólicos. es el rasgo primordial de la modernidad en este nivel- termina por o

Esa reorganización de la cultura en torno a sus polos instítucio- separar, y vuelve autónomas a las artes, las ciencias, la tecnología,
nales de producción, los que progresivamente van quedando en la filosofía, la moral, la religión, creándoles incluso ámbitos institu-

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El cosmopolitismo inaugurado por esa industria cultural convive
cionales específicos alIado de los cuales se desarrollan nuevos apa- así, mano a mano, con el localismo de casi todas las demás posi- 11
ratos de integración, como el sistema educacional y el de los mass ciones ocupadas en la vida cotidiana por la mayoría de los habi-
media. tantes de la región; Flash Gordon ingresa triunfal en la población
marginal y Dalias puede representarse, sin rupturas coqnítívas gra-
ves, alIado de la telenoveia local.
La modernidad no es un juego de "todo o nada" Pero no sólo la cultura masiva absorbe rápida e integralmente
las experiencias comunicativas elaboradas en países mucho más
avanzados; también las culturas profesionales de las élites experi-
En América Latina este proceso de diferenciación ocurre tardía- mentan procesos similares de modernización heterogénea y aso-
mente y de manera altamente heterogénea por el patrón de desa- ciada. Basta mirar hacia las comunidades científicas locales y a sus
rr?lI~ dependiente y asociado, que combina la heterogeneidad eco- sistemas de comunicación y de distribución de reconocimientos y
normca con la desestructuración social y la apertura a la política de prestigios para constatar su grado de "apertura hacia el exterior",
masas -esta última bajo formas populistas, autoritarias o de demo- que en este caso se llama entonces, benevolentemente, "grado de
cracia restringida- junto con un desigual avance de los diversos internacionalización" y se saluda como un indicador del grado supe-
sectores de la producción cultural y de la segmentación de las for- rior de madurez alcanzado por las disciplinas. Esto último, sin per-
mas de participación y consumo de la cultura. juicio de que nuestros científicos contribuyen con menos del dos
Así; un proceso generalizado de racionalización y diferenciación por ciento de los artículos registrados internacionalmente dentro de
de los modos de producción y participación culturales, frecuente- las publicaciones de la ciencia usualmente denominada de "corriente
mente ligados a movimientos de difusión y recepción de modelos principal" (mainstream); pero es ya otro asunto que no podemos
provenientes desde los países centrales y en particular de los Esta-
tocar aquí.
dos Unidos, se combina de las maneras más sorprendentes con los
específicos "rezagas" que se hacen presentes en el desarrollo de
nuestras sociedades. Esto explica, por ejemplo, que la masificación
mesocrática de la enseñanza superior se haya iniciado en el conti- A la modernidad no se llega sólo por las luces
nent~ al momento que todavía la mitad de la población mayor de
15 anos era analfabeta. ° que hoy se esté desarrollando con ínten- La modernidad cultural no excluye, en consecuencia, sino que pre-
sidad_el nivel de la educación universitaria de posgrado, mientras la supone todas esas mezclas aparentemente contradictorias que re-
ensenanza primaria, .en varios países, es incapaz todavía de asegu- sultan por doquier de la diferenciación de los modos de producción
rar un mínimo de escolarización a todos los jóvenes en edad de cultural, de la segmentación de los mercados de consumo cultural y
recibirla. 0, como señala Antonio Cándido, que las masas al alfa- de la irresistible expansión de la industria de bienes culturales y su
b~tizarse y verse envueltas en el proceso de urbanizació~, pasen internacionalización. El hecho de que en América Latina subsistan
directamente de la "fase folclórica" y las tradiciones orales "al domi- sectores de la población que se hallan fuera de esos circuitos de
nio de la radio, de la televisión, de las tiras cómicas y las revistas de producción y consumo simbólico, o que poseen matrices culturales
historieta:~, C?~struyendo la base de una cultura de masa". Luego, heredadas que no fueron elaboradas durante el despliegue de la
la alfabetización no crea un público lector de literatura; más bien, modernidad, nada dice respecto al modelo cultural predominante-
ella facilita la integración a los procesos de escolarización, socializa mente moderno que se ha impuesto definitivamente en las socíeda-,
en las disciplinas básicas necesarias para incorporarse a la fuerza
des latinoamericanas.
de trabajo (esto en el mejor de los casos) y abre las puertas a la Dicho modelo, en efecto, tiene menos que ver con la historia de
cultura urbana de masa. que gira en tomo a los productos de la in- las ideas pretendídamente modernas -incluso con la reforma relí-
dustria cultural.
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giosa, la crítica racionalista, el liberalismo democrático o cualquier de que "la sociedad novohispana de los siglos XVII y XVIII es un to-
otro ideal emancipatorio, que son contenidos históricos que varia- do mucho más perfecto y armónico que la sociedad mexicana de la
blemente adquiere la modernidad europea- que con aquellos otros primera mitad del siglo xx"-; o si existió todavía alguna unidad
rasgos de racionalización, dííerencíación, especialización, profesio- cultural bajo la forma de la dominación oligárquica en el siglo pasa-
nalización y de reproducción industrial que caracterizan la evolución do, es evidente que ella desapareció en las recientes décadas bajo
del campo cultural moderno. O sea, a sus instituciones, personal, el impulso de la e~riencia mo~ern~en la .cultura, con sus ~rc:
tecnología de producción, circuitos de transmisión y conformación cesos, precisamen1e,<resíntegraÍlvos, diferenciadores y de multípli-
de una específica cultura de masa. cación de las heterogeneidad es y heteronomías frente al mundo
central. I

. Al punto que hablar hoy día de una seudomodernidad, de una


.•. "
La posmodernidad: una nota al margen odemidad menti osa como de un mero producto de élites intelec-
tua es, es colocarse de espaldas al hecho de que la modernidad
reina, antes que todo, en la cultura de masa, y penetra todo el cam-
Por eso, cuando desde Europa se anuncia el fin de la modernidad po de la producción cultural; marginalizando casi por completo
-con su explosión de formas culturales, predominio del consumo, aquellas culturas que se mantienen en circuitos que operan por fuera
f
eliminación de los grandes discursos de fundamentación, crítica de del mercado y que se basan en matrices de producción y reproduc-
la razón y los valores, heterogeneidad de los componentes naciona- ción ajenos a la escuela, los medios de comunicación y la industria
les, acelerada internacionalización, pérdida de las legitimidades, cultural. Pero incluso dichas culturas, llamémoslas populares, autóc-
erosión del espacio público, proliferación de los espectáculos en la tonas, alternativas, de resistencia o como se quiera en cada caso,
política, etcétera- nosotros desde América Latina no necesitamos, son ya parte de esta modernidad; se definen en relación a ésta y po-
me parece, hacernos eco de esa problemática. Pues aquí, ni la mo- co a poco van integrándose en la cultura de masa, perdiendo allí su
dernidad +salvo en la visión de algunas élites- estuvo ligada a los especifidad o sirviendo, por el contrario, como un código de apro-
principios de la Ilustración europea, cuyo fin ahora se nos anuncia, piación y reelaboració? de ésta ': Tampoco cabe ~uí hablar de una j
ni se comportó, nunca, como una experiencia espiritual ni social posmodemidad, pues esta se defme, a su vez, estnctamente en rela- ~
unitaria. ción a la autocomprensión europea de la modernidad. Lo que en
Más bien, ocurrió todo lo contrario: la modernidad penetró entre ese particular tránsito se cree descubrir -aquello que algunos cele-
nosotros en la cultura cuando ésta gkaha-:IOO-ªY13 en~a sus nú- bran como el advenimiento de una nueva época y los neocon-
:eleostra icionales y oliqárquicos, y se desplegó como diferencia- servadores analizan como una pérdida fatal- no es algo, creo, que
ción y profesionalízación delcampo lnstitucional de la cultura recién nosotros hayamos tenido nunca, bajo esa forma, corno para perder-
desde comienzos de este siglo, combinando discursos e imitando lo ahora; ni podemos celebrar tampoco aquello que sólo nos llega
, laSIuc-es-del-norte;avanzanao por médió- e las escue as- coñ sus como el eco de una lectura (otra más) sobre la "evolución por eta-
¡maestros muchas veces mal formados y peor pagados; luego de la pas" de la humanidad mirada desde su propio centro.
mano de la radio, mientras se creaban universidades, se instalaban
los pioneros de las ciencias, se extendían las influencias del extran-
jero, a la par que las masas rurales y una parte significativa de la
oblación urbana permanecía en el analfabetismo. La moderniza- Tentativas conclusiones
ción de la cultura era todo eso, y no la mera superposición de una
nueva capa o barniz sobre las preexistenteS en las culturas ances- La pugna entre los sostenedores de alguna versión de la tesis de la
trales y aquella traída por los conquistadores. Si en algún momento eudomodernidad y los que, por el contrario, se sitúan en la línea
hubo una "síntesis" cultural novohispánica -y Paz por ejemplo habla de esta modernidad heterogénea, fluida y en vías de hacer~e y re-

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hacerse, Se vuelve interesante sobre todo cuando se trata de pro-


longar su lógica y descubrir sus implicaciones político-intelectuales. persión y devuelva un centro a la cultura, haciéndola girar en tor-
Desde el ángulo de los impugnadores de nuestra seudomoder- no a un solo eje. Así, algunos cristianos quisieran \\evangelizar" de
nidad cabria esperar, me parece a mí, una de dos sali<;@s:o una nuevo la cultura de esta parte de América; algunos militares volver
reañrmacíón nacionalista y romántica, que redescubríera.Jas.señas a jerarquizarla, disciplinaria y hacerla transparente; algunos revo-
de nuestras culturas olvidadas, sepultadas, y las transformara en lucionapibs dotarla, por fin, de una lógica que permita la re-
contracultura frente a la seudomodernidad; o una crítica de ésta socialización total de todos en un cuadro común de valores, ideas e
en nombre de un nacionalismo o latinoamericanismo que reclama ideales.
para sí una ideología refundacional: el cristianismo, el socialismo, Por otro lado, aquellos que asumen que la experiencia de la mo-
.c' la seguridad nacional o cualquiera otra con suficiente poder para dernidad ha permeado ya nuestras sociedades y que ;0 ha hecho de
• ".;,. "bautizar" la modernidad y declararía, entonces-;-fuE:!ta~de-todasos- la manera heterogénea que era inevitable dentro de nuestro desa-
pécha. . rrollo histórico, sólo atinamos a re etir una idea -la democracia-
., La primera de estas salidas se.insinúa, muchas veces, como una cuya actualidad entre nosotros está siemRJe eIl entre icno;1o q e
seaurarñéñte esotro @sg(; de es~odernidad ue no se resuelve I í

*'
especie de "neofolclor" de lo pop~r, que opone a la pretendida
modernidad nuestros caracteres específicos supuestamente más nunca-a-maníleSfurs.e.p.oLUn_solo..r.égimenpolítico para. siempre.
propios. O sea, un universo simbólico más profundo y arquetípico Tal vez la democracia sea en efe t ~ic.o~donde esa
que se habria negado a desaparecer y que volveria a emerger y mani- mixtura cal ra, esa eterogeneidad.iesas. disonancias,..cognítivas y
festarse aquí y allá: en los santones, la brujería, la violencia ritual; en afectTvas, de ercepcion~.y.l®gYEjes,_pudiesen....manifestar:se_sil1
los ritos religiosos sincréticos, las animistas, la medicina de hierbas; reclamar, como modo de..existirde cada uno de esos componentes, la
en las comunidades que sobreviven fuera del mercado, etcétera. O exterminación de los otros y, por tanto, el crimen o la exclusión,
bien, en las supuestas "contradicciones actuales de la modernidad": bajo alguna de sus mil formas contemporáneas.
. la adoración del poder, las burocracias patrimonialistas, la ética de
hacendados desplazada ahora a la economía moderna, la influencia
de la Iglesia en el plano temporal, el caudillismo populista o militar,
etcétera. Octavio Paz ha captado esta mentalidad de lo "específico-
sepultado" mejor que cualquiera otro cuando escribe: "El pueblo
mexicano, después de más de dos siglos de experimentos y fraca-
sos, no cree ya sino en la Virgen de Guadalupe y en la Lotería Bibliografía
Nacional."
Los que desean "bautizar" la modernidad en nombre de alguna
"gran ideología", para así arrancarle sus velos mentirosos y hacer Berman, Marshall, A/l that is Salid Melts into Air, Nueva York, Símon
surgir a la luz del día su nuevo rostro, pretenden habitualmente, and Schuster, 1982.

J' ¡,
! aun sin reconocerlo a veces, suprimir la variedad, diferenciación y
heterogeneidad que constituye nuestra modernidad. No toleran, en
realidad, esta mezcla que llaman contrahecha; esta complejidad que
Bernstein, Richard (ed.), Habermas and Modernity, Cambridge, Polity
Press, 1986.
Brunner, José Joaquín, "Los debates sobre la modernidad y el futuro de
América Latina", Santiago de Chile, FLACSO, documento de trabajo,
no es fácil de asimilar por los esquemas de análisis; esta irrupción núm. 293, 1986.
de lo moderno que no se parece ni al "moderno" europeo, ni al ndído, Antonio, "Literatura y subdesarrollo", en César Fernández Reta-
"moderno" norteamericano ni al "moderno" socialista real. Frente mar (coord.), América Latina en su literatura, México, Siglo XXI,
a ese desorden, esa apariencia que nos confunde con sus trizaduras 1972.
y recortes, aspiran a introducir una fuerza que contrarreste la dís- D riman, Ariel, Hacia la liberación del lector latinoamericano, Hanno-
ver, Ediciones del Norte, 1984.
132
133
Germani, Gino, "Democracia y autoritarismo en la sociedad moderna",
en Los límites de la democracia, vol. 1, Buenos Aires, CLACSO, 1985.
Habermas, Jürgen, "Questions and Counterquestions", en Richard Berns-
tein, op. cit.
Morandé, Pedro, Cultura y modernización en América Latina, Santia-
go de Chile, Universidad Católica de Chile, 1984.
--, "Cultura y sociedad: los desafíos del futuro", en Chile: espacio y
poder, Colección Arquitectos de Chile, Santiago de Chile, Editorial
V. Cultura popular, industria
Aconcagua, 1987. cultural y modernidad"
Monsiváis, Carlos, "Penetración cultural y nacionalismo (el caso mexica-
no)", en Pablo González Casanova (coord.), No intervención, auto-
determinación y democracia en América Latina México Siglo XXI
UNAM, 1983. ' , ,
Neruda, Pablo, Obras Completas, Buenos Aires, Editorial Losada, 1967.
Paz, Octavio, El ogro filantrópico, México, Joaquín Mortiz, 1979. Lo popular: contenidos o relaciones
Weber, Max, The Protestan Ethix and the Rise of Capitalism, Unwin
University Press, 1970.
Según una tesis, las culturas populares resultan de la reproducción
desigua 1de la sociedad.' En efecto, esta última generaría:

-'. - apropiación desigual de los bienes económicos y culturales por


I
parte de los diversos grupos y clases;
-elaboración propia de sus condiciones de vida y satisfacción espe-
cífica de sus necesidades por parte de los sectores excluidos de la
participación plena en el producto social;
- interacciones conflictivas entre las clases populares con las hege-
mónicas en torno a la apropiación de aquellos bienes.

Nos parece que esta tesis no resuelve los problemas teóricos que
ella misma acarrea. Pues si bien resitúa la cuestión de la cultura po-
pular, ubicándola en un terreno de entrecruzamiento entre 10s con-
eptos y los hechos de la hegemonía, de la cultura de masas, de las
tructuras que rigen lo cotidiano y de los conflictos sociales en torno
l consumo, sin embargo ella no somete todos esos conceptos a un
omún registro teórico .

• Trabajo presentado al Seminario Latinoamericano sobre Cultura Transnacional, Cultu-


r s Populares y Políticas Culturales, que se realizó en Bogotá, Colombia, bajo el auspicio del
IPIIL y el CINEP los días 18 al21 de junio de 1985.
I N. García Canclini: "Cultura transnacional y cultura popular", Centro de Estudios sobre
ultura Transnacional, Urna, 1984 (documento inédito). Para una versión anterior y más ex-
I nsa, véase N. García Canclini, Las culturas populares en el capitalismo, México, Edito-
rial Nueva Imagen, 1982.

134 135
""'" - .•. ~ ~ -
-- ------

&~
el\~
C3~r~\.\'tir, se habla de cultura popular de un modo distinto (teóri- en una sociedad que se reproduce mediante la transmisión (estruc-
CÚ\p,~ distinto) de como se habla de la cultura a secas, de la tural) de desigualdades.
í~\11emasas, de la hegemonía, etcétera. Lo único que ocurrirá entonces, si se adopta el punto de vista
terrflel\\~\\een la tesis que comentamos aparece como una limitación reproductivista para ubicar teóricamente la noción de cultura popu-
lo ~ li~\ esto es, producto de un previo desarrollo de ideas, es, por lar, es que ella será desromantizada y que la cultura de los grupos
U!lO \\\\al, en otra tesis sobre esta cuestión de la cultura popular, populares (que ya no es "cultura popular") será vista en buena me-
¡vr~\lación inicial. dida como una "interiorización de la hegemonía" (¿pero no es
ctJlÓd ~, suele manejarse una noción puramente descriptiva de acaso esto lo que caracteriza a toda cultura en una sociedad artícu-
se!!ej popular a la que luego se le sobreimpone una teoría (en el lada por un bloque hegemónico?).
PO~t~ del aparato conceptual relativamente institucionalizado): así, La noción de hegemonía, en la medida que se entiende como
• rn rri~ plo, como "explicación" de esa cultura popular empírica- lucha en torno a la integración dentro de un consenso o conformis-
uO tíf'\, tlescrita (por sus rasgos, carencias o latencias) se identificará mo, servirá entre tanto para mantener un espacio de maniobra
CO~ \\cipio de dominación, o uno de relativismo cultural, o uno de desde el cual las prácticas populares puedan continuar entendién-
¡j1b~\idad local de tradiciones, y así por delante. dose como prácticas contrahegemónicas, de alternativa, resistentes,
ea (l~\~1caso de la tesis de Garcia Canclini que comentamos, en etcétera.
lar t~\, existe el esfuerzo por repensar la noción de cultura popu- En efecto, según señala puntualmente García Canclini:
J1
P
tJ el\\ de manera descriptiva sino desde dentro, por así decir, de
¡j~~ria de la reproducción. I( ... 10 popular no puede definirse por una serie de rasgos internos o

tr°¡)11 \~ no de cualquier teoría de la reproducción. El trabajo de nues- a un repertorio de contenidos tradicionales, premasivos, sino por una
~ ti~lor se mueve entre Gramsci y Bourdíeu, es decir, se mueve posición: la que construye frente a lo hegemóníco.>
1(15 di1terreno donde la cultura expresa siempre un orden simbólico e
"Lo popular es, entonces, relacional; no una sustancia. Es una po-
de tional hegemónico cuya reproducción se realiza por medio
igualdades ancladas estructuralmente. Así: sición-a-lo-heqemónico que, para retomar el inicio de este comen--
tario, resulta continuamente de la reproducción desigual de la so-
, ' .. lasclaseshegemónicas fundan su posición en la continuidad de ciedad.
; este capitalcultural (como garante de la reproducción de las estruc- Decíamos, sin embargo, que esta noción de lo popular y de la
turas sociales)y en la apropiación desigual de ese capital (como cultura popular no se halla incorporada al mismo registro teórico
tJ mecanismoreproductor de las díferencías).é con el cual se generan los otros conceptos del discurso.
P C\ Para decirlo metafóricamente: aquí es una cuestión de Gramscí
U~~.qUé puede significar en este contexto (teórico) la noción de o Bourdieu, pues los dos juntos no caben en un mismo discurso so-
.d' ulturapopular? bre la cultura popular; y, adicionalmente, es una cuestión del alcan-
PI~~e~r
ún elautor, ella sería una resultante: (i) de la desigual apro- ce con que se debe proceder "gramscianamente" si se quiere usar
~ ;~~n, (ii)de la elaboración propia de sus formas culturales por creativamente a Gramsci.
Bi~\~de lossectores subalternos; (iii) de las interacciones conflíctí- Veamos ambos puntos por separado en la siguiente sección.
dela. ~ntreestosúltimos y los sectores dominantes.
~en miradaslas cosas, sin embargo, esos tres rasgos genéticos
\ culturapopular no son específicos de ella sino de toda cultura

IN,\
1~ ~. GaréaCanclini,"Cultura transnacional y culturas populares", op. cit., p. 40. 3 ¡bid., p. 20.

\ 137
La cultura como organización Lo anterior es particularmente visible en aquellos discursos que
reclaman ubicarse en la tradición de Gramsci. O sea, que se sitúan
dentro de una perspectiva teórica a partir de la cuall~ultura (toda
En realidad, no interesa aquí la discusión exhaustiva entre dos es- cultura) es pensada por lo menos como conteniendo los ~gillentes
cuelas académicas: si Gramsci o Bourdieu. Sobre tcdo.joorque am- elementos:
bos no son nada más que pretextos para pensar la cuestión de la
cultura popular, sea enfatizando su ubicación en un universo cultu- -una concepción de mundo y
ral hegemónico o hegemonizado, sea enfatizando su colocación en -unos productores especializados ,/'
un proceso de reproducción de relaciones materiales y simbólicas -unos portadores sociales preeminentes ---
•.::~e desigualdad. -una capacidad integrativa ------
Si la sociedad es vista como reproducción de una hegemonía (o -una dinámica de conflictos .->:
'sea, prima Bourdieu sobre Gramsci), entonces no se ve bien qué -una organización (de la cultura). »>
papel podría jugar en este proceso -García Canclini habla aquí del
"círculo de la reproducción social"- la noción de una cultura po- En efecto, nos parece que todos estos elementos combinados entre
pular. ¿Qué tiene de popular, en efecto, la cultura hegemónica sí son caracteristicos e inherentes a la noción gramsciana de cultura,
interiorizada por los sectores subalternos? ¿Qué tiene de opuesto a entendida ya bien como cultura moderna, tradicional, de clase, hege-
la hegemonía la cultura popular que es la reproducción de esa he- mónica regional "europea", occidental, etcétera.
gemonía? Sobre la centralidad del elemento concepción de mundo en la
".
O sea, nos deslizamos aquí rápidamente hacia la concepción pu- perspectiva gramsciana de la cultura basta revisar las primeras pá-
ramente descriptiva de la cultura popular: ella viene a ser, a fin de ginas del Benedetto Croce. Se dice allí, en breve, que una con-
cuentas, nada más que la forma práctica como los sectores subal- ceRción de m dcLpuede...entenders.e.-eomo ideología en el sentido
ternos interanalizan v/.Q se incorporanª a cultUra hegem.ónica. a más alto' esto es como una concepción de mundo "que se marii-
través de mecanismos diferenciales de apropiación; de la elabora- fies a i~ Iícitam~nte en el arte _ en el derecho, en laactivicfad
cion aurante ese roceso de susPropias armas (¡cómo podría ser económica en todas las manifestaciones de la vida individual y' co-
de o ro modo!) y de la definición de interacciones conflictivas con lectiva". piro a a vez, ella está llamada a.Qroducir "una activ~aad
esa cultura hegemónica (lo cual también viene de suyo, dado elsu- práCiTéay una voluntad" en laque- asa concepcíón estará contenida
puesto de la apropiación diferencial). corno" prermsa eórica implícita". Por fin, una concepción de mundo
En breve, queremos sugerir que la reproducción no sirve para así entendida cumple la función de "conservar la unidad ideológica
construir una perspectiva teórica que nos pudiera servir para pen- de todo (un) bloque social que precisamente es cimentado y unificado
sar los problemas de conformación de la cultura popular. por esta ídeoloqia"."
Lo anterior se vuelve más claro si pasamos al segundo punto . Los productores especializados de la cultura son, en medida
que enunciamos anteriormente. O sea, aquel que metafóricamente decisiva, los hombres que se ocupan profesionalmente de la~
llamamos de cuan gramsciano habría que ser para ser un intérprete ducción y transmisión de esa concepción de mundo en los diversos
creativo de Gramsci. Y no se trata meramente de un juego de pala- 'campos del arte la literatura el dgrecho la Rolítica, la filosofía, la
bras. Pues efectivamente aquí reside el nudo de nuestro argumento; re i ión.-etcéte¡:Q-,--Enotras palabras, son los intelectuales profesio-
cual es que la noción de cultura popular tiende a ser usada fuera ~--:;;"'-nales,
tradicionales y modernos.
del registro teórico que permite la producción de los demás con-
ceptos que integran los varios discursos en boga sobre la cultura
popular. (Sobre todo, los conceptos de cultura, hegemonía, con- 4 A. Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Buenos Ai-
senso, etcétera.) res, Ediciones Nueva Visión, 1973, p. 12.

138 139
entiende Gramsci por tal cultura? Antes que todo, la difusión en la
Para que pueda hablarse de una cultura, sin embargo, se requiere sociedad italiana de una nueva hegemonía; de una nueva concep-
~e esa concepciónae mundo se encarne cotidiana y socialmente ción (laica) del mundo, capaz de extenderse "hasta los estratos más
en la práctica de grupos sociales importantes. Debe convertirse rústicos e incultos". O sea, la formación de esa cultura nacional po-
~ ella misma en un principio educativo dentro de sociedad: debe pular tiene que ver con el surgimiento de una nueva concepción del
ser transmItIda mediante instituciones que logren hacer una unídad mundo (un "moderno humanismo" dirá Gramscí), con la aparición
emreintereéfilales y simples. En la práctica, aquí resi e uno de los de nuevas capas de intelectuales, ligados orgánicamente a los sec-
supuestos esencia es e la hegemonía. Hay dirección intelectual y tores mayoritarios de la nación (sectores populares); con la difusión
moral de unos grupos sobre la sociedad en la medida que ellos lo- de esa concepción a lo ancho de la sociedad (bajo la forma de una
gren definir una orientación y crear un consenso. nueva filosofía, de un nuevo periodismo, de una nueva literatura,
l En otras palabras, la cultura tiene una capacidad integratiua: etcétera); con la superación (conflictiva) de la cultura católica (o su
) incorpora a los hom res a un conformismo. "Se es con orrrris a nacionalización), y con el desarrollo de toda una nueva organiza-
de a gún conformismo -escribió Gramsci-; se es siempre hombre ción de esa cultura nacional-popular,"
masa u hombre colectivo. "5 En este sentido puede decirse que
crear una nueva cultura es socializar un orden moral e mtelectual·
es evar a una masa de hombres 'a pensar. coherentemente y e~
\ forma umtaria" . Cultura popular o folelor
~as a capacidad integrativa de la cultura no supone, antes bien
implica lo contrario, una superación de los conflictos en el terreno El privilegio de Bourdieu por encima de Gramsci, o sea de la repro-
ideal. Gramsci habla por lo mismo de una lucha df¿ hegempnías; ducción sobre la hegemonía, se liga, según hemos visto en el ante-
es_de~ir>..sieun enfrentillñlento entre concepciones c!i'i.erg~te~~de rior capítulo, a una interpretación no suficientemente gramsciana
~ndo en tOl!l9.JlJa int~g~q,ción(cultural] de ,ªslpasas Y el control de la visión de Gramsci sobre la cultura.
de la o.!ganizacjó~l'!_dela c¡¿ltura o,_por l<Lmenos, de sus priñcTpales Si se quiere "producir", en cambio, un concepto de cultura po-
institucio~_esY-cir9!!!.os. pular que provenga del mismo registro de producción con que se
-- Todos los elementos enunciados concurren y se expresan even- ha generado la noción de la cultura (a secas), debería uno pregun-
tualmente en uno que es el más importante: la cultura es un hecho tarseantes que todo., si la noción de cultura popular que se emplea
n~p~r~~ente espiritual, ~nimeramen_te práctico-cotidiano, sino que es armónica con la de cultura (a secas).
tiene un~siº-n_esencialmente QIganizatiua. No es que~la cul- Tomemos el caso del registro gramsciano, que por lo menos en
tura tenga una "organización"; la cultura es una organización de la América Latina tiende a estar en la base de la mayoría de 10$ dis-
c~. O sea, una organización material e institucional en..camij:).;}--
- cursos más interesantes sobre las culturas populares.
da a "mantener, defender desarrollar el 'frent 'teóric ~.::- Cultura, ROPll!.grdebería significar entonces una es~cífica con-
gico e a sociedad" .6 Más tarde esta visión de las cosas se codificó cepción del mundQ,_ provís a e sus_QroRios J2roductores es e-
-15ajo erro u o althusseriano del papel decisivo que debía atribuirse a cializados, con unos portadores sociales preeminentes (las clases
.los aparatos ideológicos del Estado. populares), cultura con capllcidad i;rt~gra!iv~q~e se def~n~conflicti-
Gramsci aplicará esta visión de la cultura, resumida aquí por sus vamente respecto de otras__culturas .y_ que PO~!ª-SU_ pL,opia
componentes básicos, principalmente a una discusión sobre la au- \ organización cultural).
~encia, en Italia, de una cultura nacional popular. Pero, ¿qué

7 Véase para una breve síntesis de este enfoque A. Gramsci, Literatura y vida nacio-
51bid., p. 8. nal, México, Juan Pablos Editor, 1976, pp. 123-129.
6 A. Gramsci, Passato e Presente, Turín, Editori Riuniti, 1975, p. 228.

141
140
Resulta claro, sin embargo, que la noción (bourdiano-grarnsciana) como su transformación en capital (cultural y escolar) valorizable en
en uso de cultura popular no reúne estos componentes esenciales el mercado de los bienes simbólicos.
que, por el contrario, se supone son decisivos para la noción de El estatuto de la cultura popular es por tanto, desde el punto de
cultura que se emplea y que definen la figura de la hegemonía, res- vista de esta lectura gramsciana, el ser una no cultura.
pecto de la cual relacionalmente y por contraste u oposición O sea, paradójicamente, la de no poder existir ella como un he-
existiria aquella otra de cultura popular. ha sistemático de cultura, el que se caracteriza siempre por un
Para partir por el principio: quien usa (bourdiano-gramsciana- contenido (concepción de mundo) y una forma (organización de
mente) la noción de cultura popular por lo general no implica que esa cultura).
en esa noción vaya envuelto el principio de la existencia de una El propio Gramsci no habla por eso mismo de una cultura po-
concepción de mundo, en el sentido que el propio Gramsci usaba pular en el sentido en que este término es empleado hoy día en
este término. Se sostiene, en cambio, como vimos que hacía García América Latina (especialmente a partir de la combinación de Bour-
Canclini, que hay una participación desigual (y por tanto subalterna dieu y Grarnsci)."
en el caso de los grupos populares) en el capital cultural de la so- Habla, en cambio, como vimos, del proyecto de una cultura na-
ciedad; esto es, en la concepción de mundo de la clase dominante cional popular (en el sentido de la creación de una nueva clase diri-
vuelta hegemónica y convertida en saber y hábitos (culturales) acu- gente, de un nuevo Estado, de una nueva Weltanschaung) y habla.
mulados y transmisibles, incluso acumulables y examinables al. de otra cosa que llama folelor y sentido común, pero que nada
momento de la certificación (conversión en capital escolar). Desde tiene que ver con cultura popular en el sentido que hemos venido
este punto de vista, en consecuencia, lo popular de la cultura (po- comentando.
pular) consistiría nada más que en una apropiación desigual de los El folclor, dirá Gramsci, debe ser estudiado como una concep-
códigos culturales dominantes, pero no en la existencia de concep- ión del mundo y de la vida; esto es, debe ser interrogado en su
ciones de mundo diferentes, socialmente encarnadas y dotadas, statuto de una cultura "en gran medida implícita de determinados
cada una, de su propia organización (de la cultura). En breve, en esta stratos [...] de la sociedad en contraposición (por lo general tam-
visión no cabe el elemento lucha de hegemonías; hay, en el mejor de bién implícita, mecánica, objetiva) con las concepciones de mundo
los casos, una definición posicional relativa de las diversas culturas, oficiales ... "9 ¿Por qué folclor y no cultura popular? Creemos estar
donde una (la subalterna o popular) se halla relativamente subordi- n lo correcto si sugerimos que Gramsci usa un término y no el
nada a la otra (hegemónica). Pero esto ¿acaso no es puramente tro precisamente porque es consciente que cultura (popular) im-
formal y obvio, dado que se parte de una definición posicional rela- plicaría la existencia de un orden intelectual y moral socialmente
tiva de los grupos sociales hegemónicos y subalternos? organizado como un capital transmisible (según diríamos ahora em-
Ausente de la noción de cultura popular aquella otra de una con- pleando el vocabulario de Bourdieu).
cepción de mundo, la cultura popular necesariamente tenderá a ser El folclor, en cambio, representa una concepción de mundo no
descrita (y nada más) como representación simbólica de grupos su- istemática ni elaborada, "ya que el pueblo (es decir, el conjunto de
balternos, dotada a lo más de una capacidad integrativa horizontal I s clases subalternas e instrumentales ...) por definición no puede
(pero ni siquiera eso muchas veces), puesta en conflicto con la cultura t ner concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente organi-
hegemónica (conflicto por lo demás desigual debido a la diversa
composición de ambas culturas) y provista de una débil (casi inexis-
tente) organización propia.
Sobre todo interesa destacar el aspecto no organizativo de la 8 Si a partir de Gramsci no puede hablarse de cultura popular, a partir de Bourdieu pue-
cultura popular, que define asimismo el carácter desigual del con- de reintroducirse (falsamente) el tema hablando de "apropiación desigual" de la cultura que
reproduce relaciones culturales donde lo "popular" es una posición (oposición) frente a la
flicto con la cultura hegemónica, provista ésta de todos los medios cultura hegemónica.
para encauzar institucíonalmente su transmisión y codificación, así 9 A. Gramsci, Literatura y vida nacional, op. cit., p. 239.

142 143
zadas y centralizadas". En realidad, el folclor no es una concepción gión O de la moral "oficiales" con tradiciones secular.es, amoldados
de mundo, sino una concepción múltiple, "no sólo en el sentido de ambos tipos de elementos "por las condiciones de VIdacultural del
lo diverso y yuxtapuesto, sino también en el sentido de estratíficado pueblo, si bien algunas de las concepciones del folclor se prolong~~
de lo más grosero a lo menos grosero"; si acaso no cabe hablar di- aun después de que las condiciones hayan sido (o parezcan) modifi-
rectamente de "un aglomerado indigesto de fragmentos de todas cadas o hayan dado lugar a combinaciones caprichosas" .13
las concepciones del mundo y de la vida que se han sucedido en la Y llegamos aquí a un punto de "política cultural" que en el dis-
historia, de la mayor parte de las cuales sólo en el folclor se en- curso gramsciano es decisivo: el del tratamiento que d~~e darse ~I
cuentran sobrevivientes documentos mutilados y contaminados". 10 folelor, especialmente desde el punto de vista de la acción forrnati-
El sentido común viene a ser, para Gramsci, folclor filosófico.
va del Estado.
O bien: folclor de la filosofía. Igual como el folclor, se presenta bajo Pues el Estado, según dice el propio Gramsci, "no es ag~óstico,
formas innumerables: "su rasgo más fundamental y característico es sino que tiene una concepción de la vida que debe difundl:, edu-
el de ser una concepción (incluso en cada cerebro) disgregada, in- cando a las masas nacionales". La escuela es en este sentido un
coherente, incongruente, conforme a la posición social y cultural de hecho estatal de primera importancia. Pues bien: la acción formati-
las multitudes, cuya filosofía es". Por el contrario, cuando en la his- va del Estado (y de la escuela) no opera en un vacío, so~re la nada.
toria emerge un grupo social homogéneo, "se elabora también, "En realidad, tal actividad formativa está en concurrencia y en con-
contra el sentido común una filosofía homogénea, es decir, cohe- tradicción con otras concepciones explícitas e implícitas, y entre
rente y sistemática". 11 éstas una de las más importantes y tenaces es el folclor que debe
Luego puede haber folclor (incluso folclor filosófico-sentido co-
er, por tanto, supera do. "14 ._
mún), pero no hay, en el folclor, cultura popular. Incluso, propone Gramsci que el estudio y la ensenanza del f~l-
La tesis más general que se desprende de esta lectura de Gramsci clor (especialmente entre los maestros) deben ser tom~?os en. s~no,
es que la cultura hegemónica "penetra" entre los grupos subalter- pues sólo de ese modo se podrá favorecer realmente el nacirrnen-
nos dando lugar al folelor, el cual mezcla elementos +nociones, to de una nueva cultura en las grandes masas". O sea, y he aquí el
ideas, opiniones, etc.- "separados de su complejo (en la cultura punto clave de esta cuestión, "desaparecerá la separación ent~e cul-
hegemónica) y más o menos desfigurados" haciéndolos caer "conti- tura moderna y cultura popular o folclor". Y agrega Gramsci: u~a
nuamente bajo el dominio popular" donde son "insertados en el ctividad de este género, realizada en profundidad, correspond~na
mosaico de la tradición" .12 " n el plano intelectual a lo que ha sido la Reforma en los paises
Así, por ejemplo, la penetración del pensamiento y las ciencias
protestantes" .15
modernas alimentan continuamente algo que Gramsci no trepida en Es decir, la superación del folelor implicaba refundar la ~~Itura
llamar de "folclor moderno". Siempre, sin embargo, cuando se trata n donal sobre otras bases, socializando una nueva concepclon. de
de "moral del pueblo" o de "religión del pueblo" o de lo que sea, mundo el moderno humanismo laico (Gramsci pensaba que la fílo-
nos encontramos ante el mismo fenómeno del folclor: una heteró- fla de la praxis podía ser esa concepción), que llegaría entonces
clita asociación de elementos estratificados que rigen prácticamente través de una organización propia de la cultura y, sobre todo, a
la conducta y las creencias de un grupo subalterno, conjunto en tr vés de la reforma de la escuela- a conformar una nueva. volun-
que se mezclan abigarradamente elementos provenientes de la reli- t d y nuevas formas de comportamiento individual y colectivo. La

10 lbid., p. 240.
J3 lb/d.
11 A. Gramsci, El materialismo histórico ... , op. cit., pp. 126-127.
J4lbld.
12 A. Gramsci, Literatura y vida nacional, op. cit., p. 240.
15 lb/d., p. 242.

144 145
cultura popular o de masas que iba a nacer de allí era una nueva cul-
Pero aun esa cultura popular, que posee una concepción de
tura nacional popular; una cultura moderna, popular en cuanto
mundo propio, que tiene capacidades integrativas, sectores so-
era ~acional y en cuanto expresaría una concepción de mundo que
(1 les que la soportan, y sus productores a los que habría que
habna superado el folclor de las clases subalternas (única vía para
I'n ontrar en la plaza pública" durante las fiestas (bufones, estu-
transformarse eventualmente ellas mismas en integrantes de un blo-
di ntes, maestros, miembros de las corporaciones y personas de
que hegemónico capaz de dirigir la sociedad, mediante un nuevo
( ondicíón flotante, marginados de la sociedad), no es en rigor cul-
tipo de intelectuales, relacionados con los "simples" o gobernados
I/~ ra en el sentido (gramsciano) en que hemos apuntado a lo largo
a través de un nuevo tipo, también, de cultura de masas, etcétera).
d() te trabajo.
n efecto, ella carece de continuidad y ocupa unos momentos
" "'"' ,~" (1 mente de la vida popular: los momentos de la fiesta sobre todo,
., Lo cómico popular y la racionalización ( 1\ I hasta hoy siguen apareciendo como paradigmas de la cultura
del mundo p pular. Pero a esos momentos de victoria efímera seguían "los
habítuales días de terror y opresión"; el mundo serio, de los pode-
Tal vez debiera uno preguntarse a esta altura si alguna vez pudo 1(: civiles y de la Iglesia, que recuperaba sus fueros, con todos sus

e~istir á~go que legítimamente pueda llamarse cultura popular, por I mas, su peso, su oscuridad; si por un momento lo temible se
diferencia con folclor (en sentido gramsciano). 11,bla vuelto ridículo y los poderes habían sido reducidos a su lado
Quizás el más claro ejemplo que se encuentre de una auténtica Iná grotesco (y gracias a esos resplandores la conciencia humana
cultura popular sea, sintomáticamente, el de la cultura cómica de la vI. lumbraba los horizontes de su libertad, según sostiene Bajtin), al
In mento siguiente el mundo de las formas, de lo serio, de la culpa,
".
Edad Medía.>
Esta cultura popular -formada a lo largo de varios siglos y que dd trabajo, de la opresión y la avaricia recuperaba sus derechos e
sobrevivía a través de las formas no oficiales de la creación popular mp nía su reino. La conciencia de la libertad ganada en las fiestas
y en la vida cotidiana extraoficial- expresaba una específica con- (' <.1, dirá Bajtin, limitada y utópíca. Por eso mismo la concepción

cepción del mundo. Bajtin habla de la "concepción del mundo popular o no oficial del mundo no necesariamente era de un carác-
popular no oficial", Iigándola con la risa, con el "aspecto festivo del jf'r onscientemente crítico y deliberadamente opositor. "La libertad

mundo en todos sus niveles", con la oposición entre lo serio y la qu ofrecía la risa era sólo un lujo que uno podía permitirse los días
burla, lo sagrado y lo profano. En efecto, la cultura popular cómica de fI sta. "19
habría logrado "invertir el orden de lo alto y lo bajo, arrojar lo ele- n todo, la cultura popular de la Edad Media se parece mucho
vado y antiguo y lo perfecto y terminado al infierno de lo 'inferior' 11I:1' una auténtica cultura que lo que frecuentemente pasa hoy
material y corporal, donde moría y volvía a renacer" .17 p r ultura popular. ¿Pero se trataba efectivamente de una nueva
La burla popular construye un mundo propio opuesto al mundo ( on pción del mundo capaz de socializarse ampliamente, de crear
III} llueva tipo de lenguaje, de voluntad colectiva, de relación hege-
oficial, una Iglesia opuesta a la oficial, un Estado opuesto al oficial.
IJ} mica en el seno de una colectividad? A ratos pareciera que Bajtin
Ella crea sus propios géneros, sus motivos, sus formas. Vuelve el
mundo serio al revés, lo desacraliza, lo invierte. lo I Inúa. Pero en el fondo él mismo debe reconocer que la risa
h} iluso entendida en su acepción no moderna, medieval- no
( ( 1\ lituye un principio capaz de dar base a una nueva concepción
. (1 ,1mundo que, entonces, pudiese desarrollarse superando el fol-
. 16 Baso mi análisis en M. Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el Renaci.
rnrenro, Barcelona, Barral, 1974 (hablo de auténtica cultura popular exclusivamente en un
sentido teórico: es decir, como una auténtica cultura, que incluye todos los componentes
[qrarnsclanos] de esa nación).
17 Bajtin, op. cit., p. 78.
111 Véase el capítulo 11 del libro de M. Bajtin, op. cu., pp. 131-176.
1'1 lbul.. p. 90.

146
147
clor e integrando los elementos de la tradición en una nueva sínte- Mas ella, por sí sola, no podía en cambio ofrecer una concep-
sis cultural. ( lón del mundo alternativa que, a fin de cuentas, tenía que basarse
La cultura cómica de la Edad Media estaba aislada, igual que lo vn un nuevo principio de seriedad (racionalidad) y no, meramente,
está muchas veces la supuesta cultura popular de nuestros días. Esta- 1'11 los aspectos festivos (utópicos del mundo).
ba reducida a las fiestas, al carnaval, a los momentos de recreación,
al banquete:

Los embriones de una nueva concepción del mundo empezaban La escuela y el disciplinamiento cultural
(entonces) a aparecer, pero al estar encerrados en las manifestacio-
nes típicas de la cultura cómica, no podían crecer ni desarrollarse, En realidad, resulta difícil hablar de cultura popular, a no ser que se
dispersos en los islotes utópicos de la alegría que presidía la fiesta 11.1 bajo la forma del fo/clor y el sentido común, para volver a
popular, en las recreaciones, en los dichos de sobremesa y en el se- (,r msci.
no cambiante de la lengua familiar hablada.w Los sectores subalternos, sobre todo a partir del desarrollo del
I .ipitalisrno y la expansión del mecanismo autorregulador del mer-
Luego, para llegar a desarrollarse, la cultura popular cómica tendría I <\Clo,22 quedan sometidos a una nueva dinámica: son desarraigados
que haber superado a la cultura seria, oficial. Tendría que haber he- dlll medio cultural tradicional, sobre cuyo territorio había podido
cho aquello que Gramsci esperaba que una nueva cultura moderna fI r cer todavía la cultura cómica popular de la época feudal, y se
hiciese respecto del fo/clor. convierten en clases y grupos dentro de una naciente cultura na-
Mas, a la postre, la superación de la cultura oficial (feudal, católi- II n 1. Ingresan a la modernidad por tanto a través del folclor y,
ca, que como dice Bajtin llegó a ser "universal y omnipresente" al (re' ientemente, bajo el control disciplinador de la escuela.
punto que "comprendió y extravió a todo el universo, incluyendo ca- La escuela medieval fue parte de la cultura seria, oficial: fue un
da fragmento de la conciencia humana ... ") no vendría del lado de la dlspositivo creado para satisfacer el reclutamiento para posiciones
cultura cómica medieval sino completamente de otro frente: de 1'1 I iásticas. Por sus claustros pasaba una minoría de jóvenes que
la cultura e ideología del Renacimiento. tlclquirían los rudimentos necesarios para cumplir el oficio de la mi-
La tesis de Bajtin es que la ideología del Renacimiento pudo ",1, ólo más tarde, a partir del siglo XII, las escuelas catedralicias ya
eventualmente imponerse en tanto que se apoyó en la cultura po- 110 dan abasto; la Iglesia autoriza el establecimiento de escuelas
pular cómica. Por sí misma esa ideología nunca hubiese podido p,lfr uiales. O bien ella debía autorizar a maestros privados para
desmontar el poderoso aparato feudal y gótico que con la ayuda de (')('r r la enseñanza. La resistencia a conceder esas autorizaciones
la Iglesia católica se había universalizado durante los siglos prece- l14'vdrl al surgimiento de asociaciones de maestros y est~diantes
dentes. "Sólo la poderosa cultura cómica popular, formada a lo qlle' 'e alzarían frente a la Iglesia; surgían así algunas de las prime-
largo de miles de años, podía desempeñar ese rol. "21 1.1"universidades= y se .extendia, al mismo tiempo, una red de
''',( ti l s de mayor o menor calidad.
P sro la escuela medieval nunca abarcó a un número significativode
20 lbid., p. 9l. 1" J blación. Recién con el Renacimiento se inicia la expansión de la
21¡bid., p. 246. La tesis de Bajlin sostiene que fue mediante la cultura cómica popular
que se inició la "carnavalización de la conciencia" que luego sería completada por la ideolo-
4'1l,,('ñnza que llevaria, ya entrado el siglo XIX europeo, a algo seme-
gía del Renacimíento. El carnaval había abierto la posibilidad de lanzar una nueva mirada so- j.Hlt ' a una educación (primaria) universal. La idea de una educa-
bre el mundo, librada la conciencia del dominio de la concepción oficial. Había permitido
aprehender un nuevo principio material y del mundo a través de la fiesta. Todo esto haría
posible, en su momento, "enfrentar al siglo gótico y sentar los fundamentos de una nueva
concepción del mundo". Es pues a través de la carnavalización del mundo que el Renaci-
miento introduciría su liberación de la seriedad gótica a fin de "abrir vía a una seriedad nue- nP lanyi, La gran transformoción, México, Juan Pablos, 1975.
va, libre y lúcida".
~I Ph, Aries. Centuries of Childhood, Harmonsworth, Penguin 800ks, 1973, cap. 6.

148 149
feión general que no sea adquirida con el aprendizaje del lenguaje, a
Después del siglo XV, en cambio, la educación de los hijos pasa a
través de la familia y en la comunidad es una idea, por tanto, típica- er comandada (y progresivamente monopolizada) por la escuela.
mente moderna. Como lo es la noción de la educación elemental o La institución escolar no estará ya destinada exclusivamente a los

I básica o primaria, que entrega al estudiante los rudimentos de un


saber codificado, y la habilidad de le~r, escribir y ~fe~tuar operacio-
nes de cálculo. Durante la Edad Medía este conocímiento elemental
y empírico no era enseñado por la escuela: se adquiria en el hogar
( lérigos. Se irá transformando en el instrumento normal de la socia-
lización de la cultura y de iniciación en la vida:

Esta evolución -según explica Aries-, corresponde al deseo de se-


y a través del aprendizaje de un oficio. veridad moral de los pedagogos; a su preocupación por aislar a los
la estructura y función de la escuela medieval eran, por tanto, jóvenes del corrupto mundo de los adultos: a su determinación de
completamente distintas a lo que hoy entendemos por una insti- entrenarlos para resistir las tentaciones adultas. Pero corresponde,
tución escolar. En efecto, como ha mostrado Aries, no existía gra- también, al deseo de los padres de vigilar más de cerca a sus hijos,
dación curricular, las materias se ofrecían simultáneamente y sin de estar más cerca de ellos, de no abandonarlos -aunque fuese
sucesiones pautadas sistemáticamente, y el método de enseñanza temporalmente- al cuidado de otras familias. La sustitución del
consistía en la repetición oral. Lo cual lleva a que no existía tampo- aprendizaje por la enseñanza escolar refleja asimismo un movimien-
to de reacomodación de las relaciones entre padres e hijos: entre el
co una correspondencia entre edad y estudios; todas las edades se
concepto de familia y el concepto de niñez ... La familia se centró
mezclaban y no existía todavía, social e ideológicamente, alguien
que pudiese ser llamado niño ni la categoria social de la niñez. J sobre el niño.25

El gran cambio, que comienza hacia el siglo XV, es la transfor-


BI n, hagamos esta parte breve. la escuela extiende en medio de
mación progresiva de la escuela en una institución' que disciplina a 11Iociedad un esto ~es-enteramente-fafftilÍilf':--ai5Ia-a_
una parte creciente de la población, sometiéndola a una socializa-
'In grupo de edad Rara forma un mundo a arte~1radQ so-
ción intensiva y sistemática en una cultura que se ha ido organi-
l> una or aniza i 'n de los conocimientos, a través de un método
zando y codificando al efecto.
p da ó ico c lquicra,-influyend . e ación mora y
la educación abandona la familia, que es donde estuvo radicada
<I( ctiva del niño ~ en la onstniccíó . identidad a través de
durante gran parte de la época de la cultura medieval popular, y
v rlados me.Qi~--Y~5-e5G0Iar:es,~ escuela, diremos en el lengua-
que le permitió a ésta sostenerse y reproducirse. En efecto, en esa
época fue posible el entremezclarse de niños y adultos, categorías
J,) de Foucault," contribuye a disciplinar a la oblación. O com~
'i decía a inicios de la revoluclon In us ria y en los tiempos que SI-
ambas que socialmente no eran reconocidas como diferentes. El ni-
c ul ron, la escuela debe hacerse cargo de moralizar disci Iinar a
ño trabajaba, vestía como un adulto pequeño (véanse los cuadros
1, masas'-
de la época), se entretenía con los mayores:
Pero la cuestión no es meramente la expansión de ciertas regu-
En breve, dondequiera que los hombres trabajaban o se regodjaban, iones a través de las cuales se realizaba el proceso de educación.
induso en las tabernas de mala reputación, los niños se hallaban entre- propia noción de educación -que en parte estuvo ausente de
mezclados con los adultos. De este modo aprendían el arte de vivir 1" d d Media- surge con la escuela y llegará a definir la palabra
a través de sus contactos cotidianos. Los grupos sociales correspon- ¡> rfd ia moderna y, en alguna medida, a la propia modernidad. El
dían a divisiones verticales y comprendía, cada uno, diversos grupos q' (u vento, según le llama Aries, fue el resurgimiento por el inte-
de edad.24 " n la educación. Él nació de una transformación de la religión,
( t uy aspectos morales (y moralizadores) se volvieron predominan-

24 lbid., p. 356. ~¡ Ibld., p. 357.


~ú M. Foucault, Vigilar y castigar, México, Siglo XXI, 1976.

150
151
tes, al tiempo que desplazaban a los aspectos puramente sagrados n el cunículo de la escuela. Es evidente que la escuela no sólo trans-
y escatolágicos. Se produciría así una "rnoralización positiva de la mite el conocimiento clasificado por el currículo; ella forma, ade-
sociedad", uno de cuyos instrumentos más poderosos sería la es- más a través del clima moral y ritual característico de cada estableci-
uela disciplinaria. miento escolar; ella introduce en una disciplina cor oral, mental y_
La penetración masiva de la escuela, en cambio, que llegaría de com ortamiento; el a se ecciona paradiversas carreras de vida
ucho más tarde con el desarrollo moderno del capitalismo a partir y, mediante el sistema de exá enes certific que...eLaIlt:?ndizaj~
Je los siglos XVIII y XIX, influiría en una radical transformación de podrá serusa_ o co capital.escolar n,..eLmer:GGdQ-.-
las bases sobre las cuales se asientan la cultura y su transmisión y La cultura popular allí donde pudo haber subsistido al menos co-
organización. mo un universo relativamente rico de símbolos y prácticas -es
En esta fase posterior la escuela desempeñará un papel funda- decir, como religión del pueblo, moral del pueblo, sentido común,
mental en expandir una conciencia nacional difundiendo la lengua tcétera- no puede, en cambio, resistir al avance de la escuela.
dominante en el Estado, la literatura del país y socializando un sen- Ante la escuela esas expresiones de la cultura popular aparecen jus-
tido de la historia y de la identidad nacionales. tamente como lo que son: folclor (en sentido gramsciano). La
Pero, al mismo tiempo, la escuela se hará rQgresivamente cargo scuela tratará de combatirlas por eso; de superarlas. Allí donde la
de difundir la cultura m erna orgª-l1iz;ad e acuerdo a una pecu- penetración de la escuela es más débil (o inexistente) -como ocu-
llarelaboración 'L c1asificacióJLCIe...los conocimízníos en cuya orga- rre entre los analfabetas, en zonas rurales o apartadas en espacios
nización influyen la concepción burguesa del mundo (que es la más urbanos de marginalidad extrema- esas expresiones de cultura po-
avanzada de su época), las tradiciones humanistas del Renacimien- pular (folclor) serán más resistentes al cambio y/o a la extinción.
to y la visión técnico-política y cultural del cuerpo de los maestros ¿Pero cuánto tiempo pueden resistir? ¿Cuánto más?
que lentamente ha ido estableciendo un monopolio de especialistas \
en tomo a la transmisión del conocimiento educacional.
Es en este sentido que hemos hablado de una oposición ya no
entre cultura seria y cómica, oficial y no oficial o popular, ni entre Cultura popular e industria cultural de masas
el contraste entre cultura y cultura vulgar, sino entre la cultura orga-
nizada por la escuela y folclor. Como dice Gramsci en otro pasaje Las formas de cultura popular que resistan lo harán cada vez más
bien conocido: bajo la modalidad del folclor, donde el elemento recalcitrante pero
a la vez más débilmente generativo son las tradiciones y la herencia
...la escuela lucha con su enseñanza contra el folelory contra los se- expresiva autóctona de los grupos subalternos, y el elemento diná-
dimentos de todas las tradiciones conceptuales del mundo para
mico, mutante, serán aquellos componentes relativamente disloca-
difundiruna concepción más moderna cuyos elementos primarios y
básicos los aporta el aprendizajede las leyes de la naturaleza consi- dos de la cultura moderna que penetran y caen bajo el dominio
derada como algo objetivoy rebelde, a la que es preciso adaptarse popular. De allí nacen lo que Gramsci llamaba, en otro contexto es
para dominarla.z? v rdad, ciertas" combinaciones caprichosas".
En este sentido puede decirse que el folclor está bajo la doble
En breve, la escuela transmite una concepción del mundo cuya base presión de la escuela por un lado y de los medios de comunicación
descansa en el modelo científico de concebir los procesos natura- de masas y la industria cultural por el otro.
les, por atrasados que a veces sean los conocimientos incorporados En el caso de la escuela, estos vestigios de cultura popular ac-
túan por lo general como resistencia para el tipo de aprendizaje
que aquélla impone; hay un choque entre folclor y cultura escolar.
> 1fenómeno debiera ser estudiado seguramente con otras catego-
27 A. Gramsci, La formación de los intelectuales, México, Grijalbo. 1967, p. 124.
rí s que aquellas que se han empleado para el estudio de las resis-
152
153
tencias que presenta la cultura de los hijos de clase obrera en su in- En breve, desde la cultura popular (folclor), la cultura oficial, de
troducción al mundo escolar propio de la cultura de las clases 1.1 nación, de la escuela, de la seriedad, aparece como un bien apre-
medias. No hay por qué suponer, en efecto, que el folclor se mani- I lado y por eso es demandada bajo la forma de educación formal,
fiesta mediante una especie de código restringido frente a aquel 11 luso cuando se reconozca que la introducción en esa cultura será
otro más elaborado,propio de la cultura escolar y del estilo cultu- dificil, costosa y gratificante o útil solamente a lo lejos, como una
ral de las clases rnedías-" tal como se ha observado en los países de I'V ntualidad. ¿Hay un ejemplo mejor, entonces, de que bajo esas
Europa. Ya vimos que el folclor, por el contrario, tiende a configu- ( ndiciones la cultura popular (folclor) está en retirada? ¿No apare-
rar estados de conciencia dispersos, fragmentados, donde coexisten (' claro, acaso, que su espacio es cada vez más: o el espacio
elementos heterogéneos y diversos estratos culturales tomados de (' terno (fiesta) y el de una producción folclórica (artesanías) que la
..
,
universos muy distintos. Esto se traduce en resistencia para una
normal integración a la cultura escolar, cuya distancia respecto a la
Industria se encarga luego de introducir en los circuitos del consu-
In urbano, o el espacio interior de una conciencia que no logra
cultura propia (folclor) ha sido observada frecuentemente en el me- uniíicarse en tomo a una concepción del mundo relativamente uni-
dio rural de América Latina.s?
I iría, donde coexisten por ende múltiples elementos que se com-
Por otro lado, desde esa misma cultura rural -donde se podría binan caprichosamente como en un calidoscopio?
suponer subsisten de manera más vital aquellos elementos constitu- Ese espacio interior de la cultura popular (folclor)-por tanto, su
tivos de una cultura popular (folclor)- surge la demanda por la Inlemalización y elaboración y comunicación como concepción del
escuela, la educación formal y la cultura oficial que en tomo a ella mundo y de la vida, como repertorio de imágenes y conocimientos,
se organiza. Al efecto se han esgrimido varios argumentos a mane- I estructuras de organización subjetiva- está sujeto además al in-
ra de explicación de este fenómeno. sumo de los bienes simbólicos producidos por la industria cultural.
1) La educación formal es considerada como un bien en sí mis- En efecto, la cultura popular (folclor)se halla expuesta, de mane-
ma, incluso independientemente de su utilidad práctica inmediata. I ti cada vez más masiva y continua, al contacto y a la interacción
2) Ella es considerada una fuente de prestigio. En zonas cuya . n la cultura producida por los medios industriales de comunica-
lengua autóctona no es el castellano, este aspecto se refuerza, I n, información y entretención. Las poblaciones o favelas de
puesto que el bilingüe es el que juega el papel (prestigioso) del me- nu stras grandes ciudades se han llenado de radiotransistores; por
diador con el mundo externo (castellano). I zonas rurales avanza la instalación de torres repetidoras de la te-
3) La educación aparece como una vía de integración al mundo I'visión; el rock es el lenguaje universal de las fiestas juveniles de
urbano y a la nacionalidad. Aprender la lengua de la escuela (del I diversos grupos sociales, y así por delante.
país blanco) incrementa la seguridad del campesino y sus horizon- ¿Qué significa esto para la cultura popular (folclor)? De acuerdo
tes de posibilidad. Los padres exigen por lo mismo que la escuela ,\ I tesis "critica" de origen adomiano, luego repetida por la socio-
enseñe castellano.
I gía de la dependencia, ello no puede significar otra cosa que una
4) Se considera a la educación formal como una fuente de cono- I trucción, una manipulación y una homogenización de todas las
cimientos instrumentales; leer, escribir, rudimentos del cálculo, cas- IIf rencias (positivas) bajo la forma de una alienante cultura de ma-
tellanizacíónw
'1, o cultura industrial. Dicha tesis tiene su origen, sin embargo, en
un cultura que se había desarrollado por profundización y diíeren-
I ión (positiva) a lo largo de varios siglos, digamos a partir del
28 B. Bemstein, Class Codes and Control, Londres, Routledge a Kegan Paul, 1975, I nacimiento europeo. Era desde esa plataforma cultural que los
vol. 3.
I rlbcos " se volvían contra la industria cultural. Ellos hablaban con-
29 Véase por ejemplo Proyecto, desarrollo y educación en América Latina y el Cari-
be, "Sociedad rural, educación y escuela", UNESCO, CEPAL PNUD Informes Finales 1 junio
lr un estilo (industrial) que produce la repetición continua de lo
1981. ", , 11'\1 mo, suprimiendo la tensión de las diferencias, de los contrastes,
30 lbid., pp. 130-131.
d l sufrimiento. "Los grandes artistas -escribieron Horkheimer y
154
155
Adomo-, no fueron nunca quienes encamaron el estilo en la for- vés del mercado) en la conformación de esa nueva cultura nacional
ma más pura y perfecta, sino quienes acogieron al estilo en la (popular)?
propia obra como rigor respecto de la expresión caótica del sufri- Uno imaginaría que es en esa dirección -es decir, en la direc-
miento, como verdad neqatioc"." ción de la superación del folelor y la difusión de una cultura
La verdad negativa era pues la capacidad crítica del arte y de la modema- que debería evolucionar la cultura de nuestros países.
cultura capaz de mantener las diferencias, de escuchar la existencia Para ello necesitaríamos, sin embargo, conocer mejor cómo inte-
de los hombres y de expresarla atendiendo menos al estilo que a la ractúa -en el espacio interior, según lo llamamos antes-la cultura
lógica del objeto. La industria cultural, en cambio, venía a ser "el difundida por la industria a través del mercado de mensajes con la
estilo más inflexible de todos": subsunción industrializada, radical y cultura popular (folelor). Lo mismo que apenas sabemos en el caso
consecuente, de toda cultura bajo la misma forma, para así "cerrar de la escuela, prácticamente lo ignoramos todo en el caso de la re-
los sentidos de los hombres". Era el reino del conformismo que "se cepción de los productos de la industria cultural y el modo como
contenta con la etema repetición de lo mismo". ellos son recodificados y elaborados en la conciencia folelórica (en
En breve, la verdad negativa, la crítica, el sujeto pensante eran sentido gramsciano) de los grupos subaltemos.
todos productos de una cultura que se había desarrollado y diferen- La actitud de rechazarlo todo cuando viene de la industria cul-
ciado y que ahora caía bajo este nuevo iluminismo de la industria tural y penetra en el espacio de las culturas populares (folelor)
cultural que no era nada más que una "mistificación de masas". -donde por lo demás no puede dejar de ingresar- se basa en el
Pues bien, tenemos que preguntamos por el sentido de la indus- supuesto de la manipulación de las conciencias, de la vulnerabili-
tria cultural en nuestros países, que evidentemente no podrá ser el dad de los receptores y del carácter puramente pasivo del consumo
mismo que ella tuvo, según los "críticos", en un contexto histórico cultural.
cultural por completo distinto del nuestro. Esa actitud, sin embargo, no se basa en ningún conocimiento
De entrada, porque según resulta fácil apreciar, la crítica europea demasiado sólido (meramente repetimos lo que nos viene de los
a la industria cultural nunca estuvo ligada a un discurso sobre la "críticos" culturales de Europa) y desemboca frecuentemente en la
subsistencia de las culturas populares o algo semejante. Todo lo con- parálisis política.
trario: lo que reelamaba es que la industria cultural destruye la alta Pues, efectivamente, ¿qué políticas culturales pueden hacerse a
cuitura, subsurniéndolabajo una nueva forma de cultura de masas. partir de tal diagnóstico de la situación y, además, por lo general en
En los países periféricos y atrasados, en cambio, la industria cul- usencia de un proyecto cultural relativamente elaborado?
tural opera sobre vastas zonas de cultura popular (folelor) y la A lo más se postularán políticas culturales defensivas o protec-
pregunta es qué relación se establece entre ambas. ¿Diremos, aca- toras de las culturas populares, destinadas a preservarlas -como si
so, que la cultura popular (folelor) contiene un principio crítico, una 110fuera posible- a la manera como se intenta preservar Yproteger
verdad negativa que permite oponerse a la mistiíicación traída con- el "patrimonio cultural" de los países con pasado y con ruinas. Dichas
sigo por la cultura oficial, seria, escolar, estatal (y en el mejor caso, políticas, sin embargo, suelen ser completamente inútiles frente a la
democrática)? ¿O diremos, por el contrario, con Gramsci, que esa parente no política de la industria cultural que, en cambio, actúa a
cultura popular (folelor) debe ser superada y "subsumida'' bajo una través del mercado y, por tanto, de un modo implicito."
nueva forma de cultura nacional (popular)? Y en este último caso: Por otro lado, las políticas defensivas suelen encontrarse desen-
¿qué papel juega la industria cultural (con sus rasgos bien conocidos jadas de un diseño cultural más amplio. ¿Se trata, acaso, de
de transnacionalización y su operación casi exelusivamente a tra-

32 He tratado más extensamente estos problemas de las políticas culturales en el trabajo


31 Horkheimer y T Adorno, Dialéctica del iluminismo, Buenos Aires Sur 1970, "P lIt1cas culturales para la democracia", CENECA, 1985. Véase, además, S. Miceli (ed.), Es-
p.158. ' , lodo e cultura do Brasil, DIFEL, 1984.

156 157
mantener aisladas las culturas populares (folclor) o por el contrario rganizar la cultura popular, esto es, a transformar/a desde dentro,
de integrarlas (y entonces cómo) a la cultura nacional? ¿O se trata de 'obre la base del propio aprendizaje colectivo de los grupos subal-
reformarlas (superar/as) en el sentido de una nueva cultura nació- I mas, proyectándola en un sentido emancipador. Implícitamente
nal?; y esto último, ¿qué significa? h y aquí un diseño de modernización de esta cultura pero en un
ntido de oposición y de alternativa respecto de la cultura oficial
moderna. La cultura popular es vista por tanto no como folclor sino
Actores y políticas frente a la cultura popular amo un espacio a partir del cual el grupo se puede autoemancipar
n interacción (de alguna forma dialoga!) con el educador popular."
Podria decirse que quienes en América Latina poseen un diseño 1 r eso mismo la educación popular desconfía de la educación for-
¡.
para las culturas populares (folclor) son: la Iglesia católica, los I que es vista como lo que es: como una avenida de incor-
grupos de educación popular y las empresas que operan en el mer- p ración en la cultura oficial; como socialización "no emancipato-
cado de mensajes y símbolos. Trataremos muy brevemente este rl " por tanto. Pero, ¿ofrece la educación popular un principio
otro lado del problema: el de las políticas para la cultura popular ·f ctivo viable, de alternativa, para superar el estado de postración
(folclor). I la cultura popular (folclor)? ¿O lo que ofrece, en cambio, es una
La Iglesia católica tiene un terreno privilegiado de acción en el !l, llda puramente utópica, casi un sustituto de la política que a la

folclor. La religión del pueblo, la moral del pueblo y la filosofía del p stre termina reforzando los procesos más poderosos y sístemátí-
pueblo tienen mucho que ver con las tradiciones católicas. Éste es de la escuela y de la industria cultural?
un continente que no tuvo reforma, que en muchos aspectos vive Por último, las empresas que operan en el mercado de mensajes
. avía con os residuos e la Nueva ana e a cu ur ·ca. y simbolos no parecen poseer un diseño explícito de superación de
~ E i eralismo ha crecido en estas tierras muchas veces, aunque no 1,1 ultura popular (folclor) pero tienen, en cambio, una acción im-

en todos sus aspectos, desencajado de la realidad social. En fin, I 1\ itamente orientada que, igual, resulta en un lento proceso de
Octavio Paz ha expuesto todos estos argumentos con fuerza y no Ir msformación del folclor y de la conciencia folclórica. Antes que
necesitamos repetir/os aquí.P lodo, la industria cultural en vez de homogenizar la conciencia po-
LU,ego,cuando la ~~lesiacatólica habla como lo ha hecho su je- pul r, lo que hace en el corto plazo es aumentar su dislocación, su
rarquia en Puebla de evangelizar la cultura", ella está pensando en el" ntramiento, su heterogeneidad y falta de unificación y cohe-
11'Il I . Lo que hace enseguida es extender la conciencia folclórica
una reforma de la modernidad latinoamericana que, superando la
actual separación entre cultura liberal y secularizante y cultura del IltI';1 un nivel de masas, incluso al punto que su propia orientación
pueblo (con fuertes elementos religiosos incrustados en una heteró- 1'11 I mercado deberá reconocer esa conciencia folclórica como
clita concepción del mundo) conduzca hacia una nueva síntesis 111M de las determinantes de la demanda de consumo cultural. (Los

(cristiana) de la cultura (moderna) en América Latina. Para ello se 11'11 menos de aparente vulgarización de la producción televisiva

requiere superar (en el sentido que decía Gramsci) el folclor cultural «1110 muchas veces son denunciados en nuestros países tienen que

del ~ueblo mediante una acción evangelizadora que, por decir así, ver on la incorporación al mercado simbólico de vastas masas
bautice la modernidad. "f( I I rizadas".) Por fin, lo que hace es -en el plazo más largo-
Los grupos de educación popular que han surgido en varios paí- l. '11 I ,r hacia una superación por lo menos de ciertos aspectos de la
ses de América Latina tienen un diseño muy diferente: aspiran a , 111111 popular (íolclor), subsumiéndolos bajo la forma de una cultu-
I I [m rna) de masas o, si se quiere, bajo un estilo moderno que

,~ O. Paz, El laberinto de la soledad, México, 1950 y "Vuelta al laberinto de la sole- !I~ :« educador que solía ser el partido, es muchas veces concebido hoy como un nue-
dad, en El ogro filantr~Pico, México, Joaquín Mortiz, 1979. vil ¡'lf!'l' lual: como el germen de un movimiento social.

158 159
era justamente aquel que chocaba a los "críticos" europeos de la in- t cto con ella, con su sustrato popular, su componente católico, sus
dustria cultural. O sea, el estilo de las modas uniformes del rock lementos liberales, marxistas, etcétera.
de cierto lenguaje de "ondas", de una identidad de masa~ en torn~ Se trataría de saber si tiene sentido entre nosotros hablar de una
a ídolos, de una forma de orientarse hacia el consumo de lo moder- ultura popular (como suele hacerse), o de una cultura nacional, o
no que es, también, una forma de participar vicaria y simbólica- de una cultura nacional-popular, o de una cultura moderna.
mente en esa modernidad que no siempre es accesible desde el Se trataría de indagar en los diseños de los actores -principal-
punto de vista económico, etcétera. mente la empresa cultural operando en el mercado, el Estado, la
En fin, el problema de la superación de la cultura popular (fol- I lesia, los grupos de educación popular- los espacios posibles para
e1or) tiene que ver, íntimamente, con el problema más central de unas políticas (culturales) que todavía estamos muy lejos de corn-
conformación de la modernidad en América Latina. Con la cues- render, ni siquiera en cuanto a sus límites y a los mecanismos de
.. tión, por tanto, de cómo ella se habrá de completar; sobre la base su operación.
'. Sobre todo, se necesitaría estudiar los innumerables Y complejos
de qué valores y tradiciones, conformando qué tipo de culturas na-
cionales (o transnacionales; pues no es impensable que las culturas Ircuitos del folelor y las maneras de aparecer de la conciencia fol-
nacionales podrían transformarse, mañana, en el folelor de la cultu- l rica sabiendo que esos circuitos son probablemente los mismos
ra transnacional). q le constituyen la trama total de producción, recepción y transmi-
El conflicto de la modernidad en América Latina, en verdad, ha ',16n de nuestras culturas. O sea, todos los sectores .de la sociedad
est~do marcad~ tan~o por el choque y la difícilamalga~e ellibe- 1.ltinoamericana compartirían el folelorismo solamente que con con-
rahsmo, el racionalismo y la democracia con la tradición novohispá- I nidos y alcances variados y en combinaciones diversas. En efecto:
nica del catolicismo (tesis de Paz), como por la amalgama y el 1lo subalterno es la base sobre la que florece esa cultura (folclor),
conflicto entre lo moderno (hoy moderno transnacional) con lo fol- -ntonces naciones subalternas en variados aspectos Y campos de
1I existencia no podrían escapar a la suerte de una cultura nacio-
e1órico (popular/nacional). Quien ha escrito sobre este segundo
aspecto con la mayor originalidad no ha sido Paz sino Carlos Mon- nal como folelor; por tanto, culturas nacionales no centralizadas ni
síváís," otro mexicano. En su obra está registrado ese conflicto de uflcientemente coherentes; sin una concepción del mundo produ-
una modernidad a ratos grotesca que penetra y es penetrada por el cid endógenamente; heterogéneas en sus componentes; te~sio-
folelor. La seriedad latinoamericana, de origen eelesiástico y medie- nad S por elementos dispares y superpuestos como capas no siern-
val, ha desaparecido ahora, muchas veces, bajo un estilo que no es pr integradas, etcétera. En este contexto, entonces, ¿qué significa
popular sino burgués y mesocrático. En cambio, lo popular ya no l., modernidad, la cultura moderna, una nueva cultura nacional? ¿Y
es la cultura cómica, de la parodia, de lo no oficial, sino que es el <tu~destino espera al folelor (popular) en la fase de construcción de
mundo del folelor subsumido por el mercado de los signos indus- 11I1t\ modernidad nacional que escape asimismo al nacional/folelo-

trialmente producidos por la moderna (y frecuentemente transna- ,i',mo? Es haciéndonos este tipo de preguntas, me parece, que
cionalizada) empresa cultural. 1)( d mos reencontrar el sentido de una investigación sobre lo po-
El gran desafío para la investigación social y cultural de estos pIIIM, sobre las culturas nacionales y sobre el destino próximo de
años podría ser por tanto un retorno a los temas de la moderniza- 1111 -stra tardía modernidad.
ción y la modernidad de los años cincuenta, pero ahora desde un
ángulo distinto y luego de haber pecado y perdido la inocencia.
Ahora se trataría de saber cómo ha entrado la modernidad en
nuestra cultura y cómo ha cambiado la propia m erm a en con-
~ '---- - -- ---

35 C. Monsiváis, Días de guardar, México, Era, 1970; Y Amor perdido, México, Era, 1977.

161
160
VI. La cultura occidental: una vision
desde la periferia *

I II~ e aproximadamente cincuenta años, en su Historia de la


1l/l/lira el sociólogo alemán Alfred Weber pudo ya anticipar que
\11\11'11que él llamaba el Occidente mundial -esto es, la parte del
111111 \ I que vivía sobre la base y dentro del marco de las viejas tra-
11t on s históricas europeas- seguramente seguiría existiendo co-
11111 un unidad espiritual y cultural, aunque'" dividida en varios
", t '1 1 r según evolucionaran los factores económicos e ideológico-
111 111 s internacionales,
1', t previsión resultó parcialmente correcta, Lo que denomina-
1111I'l n la noción de cultura occidental abarca hoy día una
\"1)\ rción, la más importante en todo caso, de la economía-mundo
11.1«mltalismo, En ella, las tradiciones europeas se han transformado,
1IIIIIblnándose con las cu tura .es..-nacinnales y regioIlaWs, La
1IIIIIunida espiritua y cultural de Occidente, en tanto, ya no está
1 ¡''lur da por el pasado común o un común patrímonio de creen-

I 1\', Y tradiciones; se construye ahora más como una compleja


1111 cul ión de diversidades que como unidad en torno Q la gravi-
I 1111 e influencia del nuevo centro hegemónico de Occidente, es
1"'( 1 ,d los Estados Unidos de América, En fin, para complicar las
11)',,1 , no todo el Occidente mundial comparte ya ni el mismo régi-

• Tr-xto preparado en respuesta al siguiente cuestionario: 1. ¿En, qué consiste la cultura


1 " 1 1111'1\1<11 Ycuáles son sus rasgos fundamentales?
~ (. ué Influencia tiene la cultura occidental en los pueblos latinoamericanos?
., r. ué valores de la cultura occidental parecen estar amenazados en Chile y cómo po-
do! 11 IVl'Iguardarse?
11. r. 611'\0 se manifiesta la cultura occidental en su disciplina (en este caso la sociología)?

163
m~n político ni siquiera a veces, similares estructuras socioeconó-
micas, par~ no hablar de los múltiples modelos de desarrollo a que I poca de las anteriores, ha sido, precisamente, a la vez la fuen-
ha dado ongen durante las últimas décadas. Id,' expansión. de transformación de hegemonía (y de pérdida de
¿Tie~e. sentido, en estas condiciones, hablar todavía de una uni- 11 ) d la cultura occidental en el plano mundial. Efectivamente. la
dad espiritual y cultural de Occidente? Sudáfrica, que por muchos 1 IIlIlIra occidental ha sido, primero que todo, el vehículo del moder-

concept~s comp~rte viejas tradiciones europeas, es sin embargo 111 11I0 Yde la modernización y, por este concepto, ha desatado una
un~ sociedad racista donde se practica sistemáticamente el apart- .,h' d revoluciones en el modo de producción, de intercambio y
.he/d. E~ Cuba, nación ubicada indiscutiblemente en la esfera de dI' 1 omunicación entre los individuos y las sociedades cuyos efectos
Influencia de la cultura occidental (y cristiana) prevalecen, en tanto, l. 'II.IVI nos acompañan y moldean nuestro mundo. Si antes citaba
los valores del bloque comunista. M.m<-a este respecto, es porque fue él quien con mayor lucidez y
Existen por tanto varias alternativas para caracterizar hoy día la • j¡. modo más dramático describió las características y resultados de
cultura occidental. , .\ ('rie de revoluciones.
a) Desde un punto de vista ideológico-propagandístico y del dis- 1\ 1, Marx entendió tempranamente que' dondequiera que hubíe-
curso d~ la" guerra fría, el Occidente mundial vendría a ser "el •• 1)1'/ trado la cultura occidental -con sus formas subyacentes de
~undo hbre ; es decir, un mundo de libre empresa, de ciudadanos t.u 011 lización del poder y de organización de los intercambios a
hbres, y por ende, del mercado. Ir,IVI' del mercado- ella "ha destruido las relaciones feudales, pa-
b) Desd~ un punto de vista ideológico-económico, en cambio, la 111."1,\1 s, idílicas". Las jerarquías "naturales" fueron sustituidas por
cultura o~cl~ental entrelazaría a todos los países donde las estructu- 1" vin ulos del "frio interés"; el "sentimentalismo" por el "cálculo
ras economícas capitalistas alimentan y se apoyan en disposiciones '1,,'-.1,\". Por todas partes, la experiencia de la modernidad ha sig-
de comportamiento individual regidas si no por creencias al menos !l111t .leI que
por valores cristianos. '
~) Desde U? punto de vista político-culturalista, por fin, la cultura ...todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de an-
occidental sena la expresión extendida que habría alcanzado la cul- tic uos y venerados prejuicios y opiniones, son arrasadas, mientras
t~;a ~u~op~ como factor predominante en el proceso de unifica- 1,1 nuevas se hacen añejas antes de haber podido cosificarse. Todo
C10njerarquíca de la civilización mundial. lo que es sólido se evapora en el aire, todo lo que es sagrado es
pr fanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar ... las
. Nos interesa abordar la última de las tres aproximaciones enun- condiciones reales de su existencia y sus relaciones recíprocas.
ciadas, .cuya formulación pertenece al marxista italiano Antonio
?r~~scl. ¿Por qué elegir ésta y no una de las otras? Porque, en de-
finitiva, ella abarca y corrige a las dos anteriores ubicándolas en un •.,' 1"11 mos, entonces, que la hegemonía de la cultura occidental,
~a.rco de análisis que resulta a la vez más rico y más apropiado his- 11 IlIl'dominio como forma de organización de la experiencia vital
tonca y sociológicamente. .".1 .,1,\ planetaria, se expresa precisamente en ese rasgo singular:
En ~f~~to, .~uando Gramsci habla de una "unificación jerárquica '111'1 difusión de una modernidad que a la postre se impone univer-

de la civilización mundial" bajo la hegemonía o predominio de la ,1"11I'111) como experiencia y como imagen del progreso y que lo
cultu.'"aeuropea, él apunta al fenómeno más decisivo que ha traído 11,1' .' posible, contradictoriamente, bajo las modalidades del merca-
consigo esta cultura: el de la modernidad. dI! lulvm cional, el Estado interventor, la burocratización de la exis-
~ ~?dernidad entendida como forma de experiencia vital de "'111 \,' lectiva, la aplicación del conocimiento al control del me-
los Indlvl~uos y los grupos sociales bajo cuyo peso, como decía 111. 1, 1.\ cularización de la vida social y la masificación del consumo
Ma~" se Inst~la en la sociedad "una revolución continua en la pro- 1111t'1',11.
fucclon, .una. Incesante conmoción de todas las condiciones socia- 1 hocante o solamente una constatación decir, entonces, que
es, una ínquíetud y un movimiento constantes ... " que distinguen 1" r ultur occidental al introducir el modernismo en el mundo y al
"11\ H rI arlo en la economía, la política y las relaciones simbólicas en-
164
165
tre los individuos impulsó al mismo tiempo la unificación del mun- 1'1'1 entonces, ¿cómo aparece a los ojos de un europeo, un in-
do y su subsiguiente diferenciación y fragmentación, al punto que francés, esa utopía encarnada del modernismo que, por
11'( 111 1

hoy día la propia noción de cultura occidental es ya difícil de sos- " 1111 mo, sería ya una sociedad posmoderna? Escuch~mo: de
tener? Pues, ¿dónde reside hoy -ya en plena vigencia de la moder- 1I111'VO Baudrillard. Estados Unidos de América es, segun el, el
nidad- el entramado propio, específico, de la cultura occidental? 1 '11 H lucto de la operación de esa enorme energía de transformación
¿Acaso no está, simultáneamente, incluso "pervertidamente", en hlll'llld por el modernismo:
todas las producciones modernas? ¿En la venta de imágenes, en la
producción pornográfica, en la carrera armamentista en la destruc- r e a su moralidad, su puritanismo, su obsesión virtuosa, su idea-
ción del medio ambiente, en el mercado explosivo de las grandes l! mo pragmático, todo cambia allí irresistiblemente de acuer.d? :,on
ciudades, tanto como en las misiones televisadas del papa, en la in- un impulso que no es del todo el del progreso, lineal ~,or ~ef¡mclon;
n el auténtico motor es la abyección de la circulación hbre. Aso-
" vestigación secreta que nos conducirá a la guerra de las Galaxias,
lai y salvaje todavía hoy, refractario a cualquier proyecto coherente
en los nuevos comunitarismos de sectas y neorrománticos, en las ti ociedad: todo se verifica, todo se paga, todo se hace valer, todo
doctrinas de la seguridad nacional o en las formulaciones del euro- fr asa. Las músicas del oeste, las terapias, las "perversiones" s~-
comunismo? XlI les los buildings en el este, los líderes, los gadgets, los .~OVI-
Ha sido justamente como respuesta frente a esta verdadera im- mi ntos artísticos, todo desfila y todo sucede allí sin ínterrupcíon. y
plosión de las figuras de la modernidad, de su descentramiento IlU stro inconsciente cultural, profundamente nutrido de cultura y
y rápida obsolescencia, de las combinaciones infinitas en que ellas ti sentido, puede vociferar ante ese espectáculo, pero el caso es
pueden incurrir y en que de hecho se mezclan, que algunos "criti- ¡ue está ahí, en la promiscuidad inmoral de todas .las formas, d~ ~o-
c~s de la época" han empezado a hablar últimamente del surgi- I las razas, en el espectáculo violento del cambio, que es el exíto
miento de una nueva fase histórica, que audazmente llaman de la el una sociedad y el signo de su vitalidad.
posmadernidad.
Por de pronto, la posmodernidad representaría en el Occidente 1 Mil'" no ocurre acaso que hemos vuelto tras un rodeo a Marx, a
n:~ndialla pérdida de vigencia, incluso más, la progresiva desapari- I in ula de que todo lo que es sagrado es profanado y que todo
11
clan de las viejas tradiciones históricas europeas a las que Alfred 1" (11' ' sólido se evapora en el aire? ¿No nos hemos d~plazad~,
W.eber todavía podía hacer referencia con cierta seguridad a co- 1111'1111 nte, de la Europa del siglo XIX a los Estados Unidos de Ii-
mienzos de este siglo. Ahora, según ha escrito Baudrillard, soció- 111", dlll iglo xx? Y si así fuera, ¿no significaría ello q.ue nos mante-
logo francés que ha contribuido poderosamente a la elaboración de !lI'IIIO meramente en los confines de la cultura OCCIdental,dentro
una teoría de la posmodernidad, lo que salta a la vista cuando uno d,'llIlrlr o y los límites de la experiencia de la modernidad pero ra-
viene desde Los Ángeles, California, es el hecho de que París es el .lit ,,111. d ahora por sus propias fuerzas internas? En suma, ¿por
siglo XIX. 1I11 ' ll.im r posmodernidad a lo que sólo es la modernidad llevada
"Para nosotros (los franceses, los europeos por extensión) -agre- 1,,\ ,111 su evolución más avanzada, allí precisamente donde el cam-
ga-, es el modelo burgués del 89 y la decadencia interminable de 1, 11 1", 1éxito de una sociedad y el signo, casi el único ya, de su
ese modelo lo que dibuja el perfil de nuestro paisaje. No hay nada
vlI"ld" I? .
que "hacer; aquí todo gira alrededor del sueño burgués del siglo 'n mos en breve, que la cultura occidental es la orgamza-
1 ()0.,1

XIX. En cambio, "sólo en América (del norte) el modernismo es 1 1111 dI' un tiempo y de un espacio donde, sobre la base inici~1del
~ealmente original y en ninguna otra parte". Europa sería entonces, d,' ,.\1 r 11 capitalista y la expansión posterior de los mercados ínter-
hteralmente, el centro del viejo mundo. América, por el contrario ti,\( km 1 s, ha tenido lugar esta experiencia central de la mader-
encarnaría los mitos del modernismo; sería la punta y no sólo el 11/11(/(1. uya esencia Y cuyo signo es la centralidad y,el supremo valor
centro del nuevo mundo de Occidente. "Los Estados Unidos con- tI,,1 ambio. Al punto que, contemporáneamente, este ha pasado a
cluye, son la utopía realizada." ,
,\'1 (.1 v lor-eje de la civilizaciónmundial. En ese sentido, cabría hablar

166 167
todavía de una hegemonía de la cultura occidental: pues ella ha da-
I 10 eñala Braudel, América fue descubierta, "inventada", po:
do origen, a nivel mundial, a una civilización que necesita el cambio
111 lipa. Así fue como el Nuevo Mundo, "a partir de 1492, entro
y que, igual que la figura del Fausto, incluso en su ceguera, sólo as-
pira a continuar transformando el mundo sin parar. De hecho, las más 11 () poco con bienes y personas, pasado, presente y futur~, en l~
variadas ideologías capitalistas y socialistas, desde el primer hasta el I r de acción y de reflexión de Europa, la manera en que se mtegro
11 11"y adquirió finalmente su fantástica significación nueva".
cuarto mundo, comparten hoy ese mismo rasgo y no pueden evi-
tarlo en tanto que son típicamente "modernas". Lo cual significa 11 ignificación propia, para sí, de América Latin,a, h~ quedado
,que contemporáneamente existen diferentes expe~as de la mo- "' tt, da por eso desde entonces al interior de ese ámbito cultural
dernidad que se han hecho, o s~ están hili;.ieRGo; a la vez dentiQy I 1 () cid ente mundial. También en este sentido cabe hablar del~
_,fueradeI-Qccídeñfe fnundial. por ejemplo, en la Unión Soviética 11''1I'lllonía de ese ámbito cultural; es decir, como el proceso d~dK
'oajc;el estalinismo-yerGtlla'g, igual que en Hungría con método~ 11111'111 Y dominio de mundos nuevos. Pues como recalc , Gramscl,)
socialistas matizados; en la China, bajo la égida de los reformado- 111"lo fenómenos "lo que es importante es que nace un nuevo
res posmaoístas, igual que en los países de África descolonizada; en 1'" "le ~ de concebir el mundo y el hombre, y que tal concepción
los Estados Unidos de Reagan, en el Chile autoritario y la Argenti- 1111',¡' halla ya reservada a los grandes intelectuales, a los filósofos
na recién democratizada; en la España de PSOE igual que en los d,' 111' fesión, sino que tiende a hacerse popular, de masa, con ea-
nuevos países industrializados del sudeste asiático. , eIl't oncretamente mundial, modificando -aun con el resultado
d,' rombínacíones híbridas+ el pensamiento popular, la momificada
¿ Qué ha ocurrido entretanto con la cultura occidental? Que al
alcanzar la hegemonía ha perdido simultáneamente el monopolio I IIIIIH'(\ popular". .
sobre la modernidad y, lo que es más profundo y duradero, ha per- I América Latina es tributaria y es parte de la cultura OCCIdental
l' ell'b , primero que todo, a su incorporación en la experiencia de
dido con ello la unidad que todavía ayer -le permitía vivir la expe-
riencia de la modernidad como una empresa únka-de emancipa- l modernidad. A su búsqueda, contradictoria, desigual, fracasada
1 1e'1Iv ces pero siempre retornada, de la modernización y del mc;r
ción y como un sueño de progreso. El cambio, acelerado hasta la
exasperación, y el intercambio (material y simbólico) que se vuelve dl'lnl mo, ya no sólo como fenómeno de sus intelectuales y tecno-
universal-concreto con el mercado y los medios de comunicación e,¡,I.ls sino como proceso de masas cuyo imaginario ha llegado a
han dado lugar a una nueva realidad, no al posmodernismo, pero si 'pn' rse y casi a agotarse por completo en las fugaces figuras de
a una nueva modernidad de fines del siglo XX,9onde ~9Jlturaocc'- 1, 111(d rnidad que le vienen desde el norte.

~~u~a, ocftn,ª reconocerse como una 3!líre las


II( r eso podría decirse que América Latina es parte de esa, cultu-

I , IIIC'nOSpor su pasado, aunque lo es también en virtud de el, q~e


( cul.t~_del planeta.. multifor:n~ ella mism~, y fragmentada en su in-
/ Jgn.OI:. En el punto de su rnaxima expansión eL Occidente mundial l)f 11 'ill presente y su futuro; por tanto, como proyecto. H~y quie-
empieza así su nuevo recorrido, esta vez desde lo grande hac~ 111' di creparán de esta forma de abordar las cosas 1~Í1.~oam~-
pequeño, de la esfera continental y de los países hacia los centros Ile ,1\ 1<,. Para quienes, en efecto, es más importante la religión tr~l-
locales y comunales, desde los aparatos complicados y extensos ha- ,1" por los españoles y los portugueses a esas tierras que la utopía
cia las unidades móviles y más ágiles, desde los poderes centrales IIl1l1h'rnizadora la cual tuvo y tiene más que ver, seguramente, con
1 lo 11Ic!,1 , Inglat~rra y los Estados Unidos. Para quie~~s subSist,,:, in-
, del Leviatán hacia los micropoderes situados en mil lugares y en
uninguno íntegramente. Con ello, la vieja noción de una "unidad" de e hl',o ihora, un~ica Latina profunda, re~l-maglca, mestiza y

1 l~ cultur~ Occide?tal se ha vuelto, finalmente, insostenible. Los pró-


ximos SIglos veran, en cambio, el florecer de mil nuevas maneras
111¡'sir 1; que se sacrifica y que cumple sus ntos y ,que asume la
IlIo¡Jllrnidad como una mentira sociológica, algo espureo, una cor-
de entender la unidad del mundo. 11'/11 Impuesta, un producto fantasmagórico de la razón ~ue recor:e

r- 0 e
2. En América Latina, la cultura occidental se manifiesta original-

168
nte
del modo más radical que es posible imaginar. De hecho,
I l' 11' ntinente sacriíicándolo a las exigencias de su utopía. Octavío
1'011, él quien no hacemos justicia con estas breves ,referen~ias, lo ha
die ho gráficamente: "El pueblo mexicano, despues de mas de dos

-, 169
siglos de experimentos y fracasos, no cree ya sino en la Virgen de do. Películas que han impuesto mundialmente el ritmo, la temática
Guadalupe y en la Lotería Nacional". y el punto de vista de la industria norteamericana. Software y
Por el contrario, sostenemos que los miles de mexicanos que hardware. Agencias internacionales de noticias. Desdén ante la his-
toria de cada nación. Homogenización de los estilos de vida de-
cruzan la frontera hacia los Estados Unidos, igual que los millones
eables. Imposición de un lenguaje mundial. Circuito de transmisión
de latinoamericanos que miran la televisión, trabajan en el mercado ideológica que va de la publicidad a la pedagogía. Control de la "re-
urbano o en actividades informales; los jóvenes que escuchan rock- volución informática". Revistas que redistribuyen la "femineidad".
en-castellano; los intelectuales que viajan incesantemente por el Reordenamiento periódico de hábitos de vida ajustables a los cam-
mundo llevando su paper de reunión en seminario; los políticos bios tecnológicos.
que en Argentina, Brasil, Uruguayo Venezuela proclaman la nece-
.~sidad de modernizar a sus naciones; las mujeres que se incorporan
,' ••• ';<1 I~ vida laboral, a la política y a las relaciones cotidianas de mayor I , ultura latinoamericana contemporánea, si de ella cabe hablar
.simetría; en fin, las masas que crecientemente leen y en algún nivel •• 111\ de un ámbito unificado por coordenadas geográficas y de
participan en la organización de su propia existencia colectiva, des- ,'VI III i6n más o menos comunes, necesita ser captada precisa-

de las barriadas de Lima a las comunidades de base en San Pablo; 111.'nl bajo la forma de una lista así de heterogénea como la que
sostenemos que todos ellos han dejado de vivir en el círculo mágico 11"'" mta Monsiváis. Pues la cultura occidental en esta pa.rt.e del
del providencialismo. Incluso la religión ha sido internalizada, como 111111 id ,o sea la experiencia de la modernidad en las condiCiones
asunto privado o comunitario, en la esfera subjetiva de los indivi- \1 111.11de América Latina, existe solamente como pastiche; es-
duos y se manifiesta, progresivamente, como orientación trans- 111l' , una configuración heteróclita de elementos tomados vír-
-, formadora del mundo. En cambio, esos hombres y mujeres están 11I,llInnte de cualquier parte, pero siempre fuera de su contexto
envueltos, de maneras diversas y conflictivas, con mayor o menor d.' mi n.
conciencia, en las aventuras de la modernización del continente, en I.1I ma de la cultura occidental en América Latina es, por tanto,
las pugnas en tomo a su dirección política y a su organización so- 111• 11,lIne!lte=eUl~as ic e cu 'fürQ. mitacion,~lmicalit\~estilos
cioeconómica. En ese proceso multiforme ellos reflejan, en las le 11111,de al res)l o e idos he!' seriamen e Sin re 'ensiC5n
contradicciones de su identidad y de su contexto vital, los proble- .1• ~.ir dia 9 irQnía sin distanda,.sID9 comQ única f9L~ deyartiSi-
mas de una modernidad cuya significación ha estado y sigue estan- 11111 un una ex.~ieuGica..(1amo~rJlidad ue iene_im ulsada or el
do referida hacia fuera; inevitablemente hacia el norte. 1111'\1 ,1J y por el poder, •0d<r.diftl5iQ&Qe...nlG..delQ~~.idg¡;Ly
Carlos Monsiváis, mexicano al igual que Paz, ha captado en to- .1.' 11))1umo,
da su heterogeneidad esa experiencia cultural y cotidiana de una 1', 1'<;t n un movimiento internacional cuyos impulsos no puede
modernidad heterónoma. Es decir, de esa manera latinoamericana '"llllnlcJr, América Latina se hace parte de él a partir de sus pro-
de existir en la "cultura occidental": 1'1.' h .Icluras y atrasos, de sus desigualdades y sus pobrezas, de s~s
• 11'11< 1,1 Y sus potencialidades. ¿Podría hacer otra cosa? ¿Podna
h 1111,\ fines del siglo XX, los imperativos de un cierto desarrollo,
Cablevisión. Comics de superhéroes. Humor rápida y malamente di 111\,\ I rta forma de integrarse en el mundo, sea para imitar el
traducido. Infinitud de productos que sacian, inventan y modifican IIIi 1111 _In n rteamericano o para hacer la mímica del modelo soviéti-
necesidades. Programas de televisión cuya apoteosis semanal se nu- , ., 11 si no puede hacer sino lo uno o lo otro, si tiene que elegir
tre de la victoria del sistema de justicia norteamericana. Libros (best
11111' hult ciones y seguimientos, no está condenada entonces al
sellers) donde la mecánica del éxito programa la imaginación y la
escritura. Tecnologías refinadísimas. Videocassettes. Comunicación
"" '1 lit' ultura/? Basta mirar alrededor de uno: la televisión, las
por satélite. Ideología de la Villa Global macluhaniana. Videodiscos.
11111111'IV niles, la música, los debates intelectuales, la formación
estrategias de consumo cuya implacable logística destruye toda ,h 1,\' 1-111,los currículos de las escuelas, los valores del estatus y
perspectiva artesanal. "Filosofía" del vendedor más grande del mun- .1,-1\l,,",II< io; los grandes centros comerciales; la publicidad.

170 171
L~ cual no significa que la cultura latinoamericana, a través del nlv guardada, como hoy, en Nicaragua, por el dinero y las opera-
pastiche de su modernismo inconcluso y contradictorio, fracciona- • l.mes económico-militares de la potencia del norte. Del mismo
do y en construcción, no pueda y de hecho no logre alcanzar 11 lodo, cabría recordar que la revolución lleva inscrita en sí, tam-

momentos de significación autónomos que, entonces, se incorpo- 11\ -n, el germen del jacobinismo y de la guillotina, igual como el
ran al caleidoscopio de elementos que en el presente constituyen la • 11 Uanismo ha albergado en su seno corrientes de inquisición y
cultura occidental. Cierta literatura, cierta reflexión, cierta crítica so- posturas antimodernistas. Para qué insistir en el hecho de que los
cial, .cierta religiosidad y ciertas elaboraciones tecnológicas, cierta / t dos Unidos no son el garante de la cultura occidental, pues su
arquitectura y cierta manera de fusionar elementos populares y de untd d ya no puede ser ase~, aunque ese aís sea hoy el cen-
los mass .media (como la telenovela, por ejemplo) son expresiones tlO de la economja;.mundo que s};l§yacea esa cultura y el foco más
q~e, partiendo del pastiche cultural, han consagrado formas más vll,\l de la~~ernidad occidentahQuienes juzgan, en cambio, que
vitales o menos vitales o creativas de experiencia colectiva, situán- 1 \( puede existir una modernidad heterogénea y contradictoria, he- I
dose p~r eso. como un momento privilegiado de la específica • /tl\ de retazos y flujos que se entrecruzan y a veces se rechazan,
modernídad Iatínoamerícana, y como una forma de ser en el con- 1 omo oc~Amél;ca Latina.jjarian bien ~!r~r ~~s _Estado
texto de la cultura occidental. 1 Inldos. Pues también allá, junto a Nueva York y al Silicon Valley,
En breve, ~mérica Latina está condenada a la modernidad y es, I xístcn los pequeños pueblos del medio-oeste, las escuelas rurales,

por este destino, una parte integral de la experiencia cultural de l.) poblados conservadores, las comunidades racistas y los funda-
Occidente. Pero lo es, además, por su historia, sus tradiciones el uu-ntalismos populistas.) t-
lenguaje de sus clases cultas. Y lo es, sobre todo, por su ubicación ¿ uáles podrían ser entonces los valores "amenazados" de la
en la esfera inmediata de influencia del centro principal y más acti- • ulíura occidental? Pero, ¿qué valores y creencias, qué sensibilida-
vo de l~ modernidad en el presente. ¿Está condenada, entonces, .1.· y conocimientos constituyen en verdad esa constelación que
nada mas que a la dependencia, al pastiche cultural o a las repre- lI.un mos modernidad y que, según hemos sostenido, conforma el t IJ
sentaciones de un "autóctono" cuya valoración se ha mantenido I •irezón y-el p-roYecto CienueStra cultura ocdaental? Nuestra res-
alta en el mercado mundial de lo exótico? No es nuestra impresión. 1111 ! ta la hemos insinuado ya en estas líneas: no hay ningún valor
Pues en el movimiento de la cultura occidental hacia lo local, hacia (11 r ¡ solo _n_i _ta_m_p,,-o_c_o_u_n_c_onjunto
de elI?s gu~ªc o pue-
las autonomías periféricas y de los descentramientos del poder .1.111 predicarse como inherentes a esa experiencia colectiva que
Am~rica Latina llegará a ocupar, en el futuro, sus propios espacios IIlIln mosmodernidad.Mas oren, ésta se estructura sobre redesde
dota,ndolos ya ~o. con las especificidades de lo nacional-popular pe- .1/'/onizacióñClon e el mercado ha jugado históricamente y juega
ro SI, en cambio, con las formas propias de construcción de su fe davia un papel central, pero donde también la acción deliberada
modernidad. f l.,1 poder estatal ha llegado a ser decisiva; donde la industrializació

3. No veo cómo podría hablarse de "valores amenazados" de la V 1" urbanización parecen ser factores imprescindibles, igual que la
cultura occidental en Chile, o en cualquier parte del mundo, una • '1 h 1 ción de masa y el surgimiento de un modelo cultural que legi-
vez que se ha optado por la hipótesis de que la cultura occidental Illh\ 1 conocimiento científico y su aplicación al control y a la ~.

se define justamente por su capacidad de cambiar los valores y de It .111, formación del medio. ,"
'l' ,f\
encarnar/os de mil formas diversas en los distintos contextos so- l: s redes de organización, verdadero soporte de la moderni- '\(

cioeconómicos y políticos en que ella se asienta y evoluciona de 11., 1, pueden existir o desarrollarse dentro de distintos sistemas "/lv~ r
maneras contradictorias y disímiles. () I conórñicos y puedenir acompañados deIc;s-más diversos-va=-
Se piensa, a veces, que la cultura occidental se confunde con el "11 (!. o constelaciones de ellos. Por eso mismo, como decíamos

ideario. de la Revolución francesa o, más atrás, con las expresiones I1lt ' • la modernidad que nació como experiencia de la cultura oc-

humamzadoras del cristianismo. O se cree que ella ha llegado a ser I dental se ha difundido hoy en otros ámbitos culturales, adoptando

equivalente con el "sueño americano", y que por ende se hallaría 1,\ más variadas expresiones culturales e ideológicas, diversa en Si-
172 v-
173
/ ../
ria o el Líbano que en China o Hungría, distinta en Brasil que en La sociología construye su universo de problemas a partir de los
Corea del Sur, en Chile, Suecia o Cuba. 1"1\ menos de la modernización y por eso cada uno de sus prime-
Existe, con todo, una opción histórica, no una necesidad, que ha In practicantes -Marx o Weber, Durkheim o T6nnies- hasta sus
sido asumida como posibilidad por la cultura occidental y que con- 111(1 decisivos exponentes contemporáneos -Parsons y Habermas
tiene o conlleva una constelación de valores que, de ser elegidos, c) ardoso en América Latina- encuentran allí la materia a partir
parecen hacer más racional y más pacífica, en cualquier caso más ell' l cual van construyendo y contrastando sus conceptos y enhe-
tolerable, la construcción de la modernidad. Esa constelación de va- hrando la tradición disciplinaria.
lores, prácticas, creencias y comportamientos es la democracia, Incluso los ideales subyacentes de nuestra disciplina muchas ve-
precisamente bajo la forma en que ha llegado a entenderse y a con- I c'" se han confundido con las pretensiones positivas o negativas
sagrarse en Occidente. Irc'nle a la modernidad. Entonces la sociología ha podido aparecer,
Si algo ha estado amenazado en Chile durante estos años son 1I Ii tintamente, para algunos como un discurso ideológico que en-
precisamente las condiciones -políticas y culturales- que harían clibre o explica los costos y las adecuaciones funcionales que exige
posible hacer esa opción y, por tanto, adoptar la democracia como 1,1 modernización o como un refugio de anhelos y valores tradicio-
modo de organizar políticamente la construcción de la moderni- 11,,1 s, casi como una reacción' racionalizada frente a los rostros a
dad. Sin embargo, hay que reconocer, aunque resulte lamentable, VI' es destructivos y alienantes que asume la modernidad.
incluso desesperanzador, que no está más lejos de la cultura occi- Ni en un extremo ni en el otro, pienso que la sociología aspira
dental ni es menos hijo de ella quien opta contra la democracia y 111(\ bien a ser una empresa intelectual regida por sus propias normas
por un régimen que la niega que quien la elige y lucha por ella. elc'discurso que a partir de un universo común de problemas -aqué-
Confirmación, nada más, de que la cultura occidental no se confun- l" justamente planteados por la modernización, por el modernismo
de con el "mundo libre", así como la modernidad no es accesible 1'1) I cultura y 'por las experiencias cambiantes de la modernidad-

solamente por vías democráticas. nk-nta analizarlos, descubrir sus sociológicas, comprender sus efec-
En suma, nos parece que en Chile no existen valores determina- 11I'l y proporcionar los argumentos que facilitan a una sociedad
dos de la cultura occidental que se hallen amenazados; la tortura, \C lIr r sobre sí misma y orientar, dentro de las restricciones que pe-
las violaciones de los derechos humanos, la intolerancia, el terror ,111 sobre cada una de ellas, su específica forma de acceder,
político no son, en efecto, "amenazas" sino "prácticas" muy con- 11)1 piarse y elaborar la modernidad.
cretas que han lastrado la historia moderna del Occidente mundial.
Otra cosa es que, junto a ellas, existen en esa cultura los ideales y
valores que las niegan y condenan, pero cuya vigencia depende de
arreglos políticos democráticos. Mientras estos últimos no se rees-
tablezcan en nuestro país, aquellas prácticas continuarán desa-
rrollándose; y una vez que la democracia vuelva a consagrarse en el
Estado y en la sociedad, ellas no desaparecerán por completo, pero Bibliografía
al menos estarán bajo un control más eficaz y merecerán un repu-
dio intelectual y moral más sólido, amplio y duradero.
11¡\l1drillard,Jean, Las estrategias fatales, Barcelona, Anagrama, 1984.
4. La sociología es, centralmente, una disciplina de la moderni-
-, "La utopía realizada", ponencia presentada al congreso El Espacio
dad. Sea como crítica o como vehículo, como racionalización o ultural Europeo, Madrid, 17 al 19 de octubre de 1985.
como recusación, ella nace junto con los primeros proyectos de 1I -rrnan, Marshall, Al/ that is Salid Melts into Air, Nueva York, Simon
modernización en Europa y, desde entonces, acompaña este pro- nd Schuster, 1982.
ceso, casi como su conciencia, aunque no siempre la más lúcida ni 1\¡,ludel, Fernand, Civilización material, economía y capitalismo, siglos
la más previsora. XV·XVIII, Madrid, Alianza Editorial, 1984.

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,.
11
Bnmner, José Joaquín, "Los debates sobre la modernidad y el futuro en
América Latina", FLACSO, documento de trabajo núm. 293, 1986. 11

Cerroni, Umberto, Lessico Gramsciano, Roma, Editori Riuniti, 1978.


Gramsci, Antonio, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto
Croce, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1973.
·1
Marx, Carlos y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista.
Monsiváis, Carlos, "Penetración cultural y nacionalismo", en Pablo Gon- VII. Intelectuales y democracia * ,
zález Casanova (coord.), No intervención, autodetenninación y demo-
•. o:' cracia en América Latina, México, Siglo XXI, 1983.
'.. Paz, Octavio, El ogro filantrópico, México, Joaquín Mortiz, 1979.
; Weber, Alfred, Historia de la cultura, México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1935.
Como el alma de los clérigos medievales,
la conciencia del intelectual moderno es un
teatro de batalla.

,
Octavio Paz,
Hombres en su siglo y otros ensayos I
".

I"1' de los primeros y más agudos ana listas de la posición que los
¡I
"¡Inl luales ocupan en la democracia fue seguramente Tocqueville.
1 11', bservaciones se refieren, es cierto, a los legistas, "hombres
11\11' h n hecho un estudio especial de las leyes" y que forman "la
1 1\',(' política superior y la parte más intelectual de la sociedad".

11 H queville distingue a este grupo, que hoy se llamaría una élite, de


Ir I 11 bles, de los literatos y de los ricos, y lo ubica frente al pueblo,
1, uurlíltud. Mas, según veremos de inmediato, su análisis puede
.'1 vII 11 s como punto de entrada para caracterizar la posición, en
~,
II'lll'lUl, de los intelectuales en la democracia.'
n"
'11 >11 hombres, nos dice, que han realizado" estudios especiales"; ¡¡i,
I
'1111' rontrolan "conocimientos especiales"; son los maestros de una

• J 11\1> )0 presentado al Simposio Internacional sobre "Problemas de la democracia", or-


Iillll/ildo p r el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Chile, Santiago,
'1 1 \,!() de julio de 1986. Fue publicado por revista Leviatán, Madrid, núm. 25, otoño
I'IHII
1 I\II')(I~Tocqueville, La democracia en América, México, Fondo de la Cultura Econó-
11111'1, Itl )7, ecci6n "El espíritu legista en los Estados Unidos y cómo sirve de contrapeso a Ir
1,1 "11111111 rects", pp. 267-273; en adelante, las citas de Tocqueville que no indiquen lo con-
Il>lillI Pilll('1l • en a sta sección.

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