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ORIGENES DE LA AGRICULTURA EN EL LEVANTE: FAacTORES BIOLOGICOs Y SOCIO-CULTURALES * Jacques Cauvin y Marie-Claire Cauvin (p. 43-50) (Traduccién Dr. Bernardo Gandulla) 1 pasaje de las economfas de caza-recoleccién, heredadas del Paleolitico, a las iprimeras comunidades agro-pastoriles constituye el problema esencial al que se dedican los prehistoriadores que trabajan en el Cercano Oriente desde el fin de la ltima guerra mundial. Todos estamos en deuda con Robert J. Braidwood por haber impulsado este tipo de investigaci6n trazando de anternano, mucho antes que la moda actual de los “modelos”, el cuadro conceptual y metadolégico al que todos debemos referimos. Recordemos los puntos principales de esta hip6tesis inicial (Braldwood y Braidwood 1953; Braidwood 1962): 1) Los comienzos de la agricultura no podfan ser llevados a cabo sino en la zona semiérida con cereales salvajes (zona nuclear) donde el ambiente ofrecia una amplia gama de especies vegetales y animales domesticables. 2) El estudio del ambiente era, en consecuencia, primordial y se sabe que Braidwood fue el primero en el Cercano Oriente en considerar a la arqueologia como una empresa multidisciplinaria con una gran participacién de los naturalistas. 3) Sin embargo este ambiente debfa tener ante todo un rol “permisivo”. No era necesario buscar ni en sus presiones, ni en sus eventuales modificaciones -en las que Braidwood crefa poco al comienzo- un impulso decisivo para la invencién de las nuevas economias. 4) El acento estaba puesto ante todo sobre la maduracién social y cultural de los pequerios grupos humanos que, en este medio favorable pero todavia explotado segiin el antiquo sistema, habrian elaborado poco a poco las condiciones de la “produccién” futura: tendencias al reagrupamiento y la sedentarizacién, perfeccionamiento tecnolégico (pulido de la piedra, mobiliario pesado, etc.). Aunque en esta éptica la “era de la domesticacién incipiente” se presentfa realmente como un *acontecimiento cultural” (Braidwood 1962), el medio favorable quedé subordinado a la iniciativa socio-tecnolégica que fuera susceptible de sacar partido, * En Cuyler Young, et alt eds.) The Hilly Hanks amit Beyond: Ewzys on the Prehistory of Southsvestern Asin Presented to EJ. Braidivoork, Chicago, 1982 Es siempre peligroso para un “modelo” ser confrontado con el resultado de las investigaciones veinte afos después. Si emprendemos tal comparacién para el érea sirio-palestinense no es sélo porque nosotros pensamos mostrar que la mayor parte de estas ideas casi no han “envejecido” sino porque estas hipdtesis como la contra- hipétesis que le fueron opuestas estén instaladas en el corazén de un debate fundamental sobre la naturaleza misma de la evolucién humana, Otros modelos de explicaci6n, a veces en reaccién contra el de Braidwood, han sido recientemente propuestos, Los arquedlogos que influyen las teorfas demograficas de Boserup (1965) admiten que la agricultura (y la ganaderia) nace en la “zona nuclear” pero como consecuencia de una presién demogréfica que exige la intensificacién artificial de los recursos alimenticios. Es este mismo crecimiento demografico el que justifica en la “teorfa de las zonas marginales” de Binford no ya un origen de la agricultura en la zona nuclear sino el estallido y emigracién de sus recolectores protosedentarios, mas numerosos en la periferia de fa zona, donde un ambiente menos rico constituiria entonces el estimulo indispensable para el nacimiento de la agricultura como economia de reemplazo. En los dos casos es un factor biolégico, el crecimiento de la poblacién, ei que se pone en primer lugar, completado por Binford (y Flannery) con la presin movilizadora de un medio empobrecido, Estas hipétesis que hacen de a agricultura el resultado de una necesidad, nos llevan lejos de la hipétesis braidwoodiana, donde los factores biolégicos no son para nada deterrminantes. La intensificacién reciente de las investigaciones en Siria-Palestina ha liberado numerosos documentos sobre este perfodo crucial. Es posible un balance donde todas estas diversas “variables” cuya disposicién hacen al problema (el desarrollo tecnolégico y cultural, la evolucién demografica, la del medio y sus manipulaciones por el hombre) se precisen poco a poco, se ordenen en el tiempo, pasen del dominio de la hipétesis al de la constatacién y revelen poco a poco sus roles respectivos. ‘Ante todo el cuadro natural. Est4 lejos de ser claro en los resultados de la paleoctimatologia en el Levante. Sin embargo en el periodo que nos ocupa, el diagrama polinico de Hayonim (Leroi-Gourham) muestra que el clima seco y frio de! Kebariense se torna més himedo y caliente, con la aparicién de los cereales sobre el litoral palestinense, hacia el 10.000 a. C., es decir precisamente antes del Natufiense. Después de una fase mas seca, correspondiente en este sitio al fin de la secuencia natufiense que podria corresponder a la base de Mureybet hacia el 8500 (Leroi- Gourham 1974), se ha reconocido una nueva fluctuacién himeda en Mureybet entre el 8000 y el 700 a, C. Por otra parte estos dos episodios de humidificacién, de consecuencias evidentes sobre la riqueza cerealera del medio natural, intervendrian, si su generalidad se confirma, justamente antes de dos acontecimientos fundamentales para el desarrollo de la sedentarizacién: el primer periodo -hacia el 10.000- va a conocer ia creacién de las primeras aldeas de caza y recoleccién intensificada del Natufiense, el segundo es donde aparecen los primeros rastros de agricultura en Jericé y Mureybet. Las modificaciones de! clima han jugado un rol mas importante del que se ha crefdo pero no ya, siguiendo el antiquo modelo heredado de Childe y Toynbee, en el momento de los episodios criticos creando, por su “desafio”, la necesidad de respuestas culturales de compensacién (la agricultura era para Childe una de estas respuestas) sino por el contrario acentuando, si se puede decir, la benevolencia del medio. Es conveniente seguit cronolégicamente la ubicacién de los elementos culturales que, por su lado, parecen converger hacia el establecimiento de la sedentarizacién agricola. | EL FIN DEL PALEOLITICO Y LAS PRIMERAS INNOVACIONES TECNICAS Se comenzaré el estudio de Ia evolucién cultural en el final del Paleolitico Supe, durante el perfodo que va del 13.000 al 10,000 a. C., que es también la segunda fase de las culturas de la familia Kebariense, Esta engloba al “Kebariense clasico evolucionado” (Bar-Yosef 1970) y sus industrias palestinenses tan diversificadas que Bar-Yosef las ha reagrupado bajo el término genérico de Kebariense Geométricy A, caracterizado por la abundancia de microlitos geoméiricos tales como trapecios y recténgulos. A esto debe agregarse el “Mushabiense” del Sinaf y los yacimiertos emparentados al Kebariense Geométrico A, recientemente descubiertos en el Libano (Hours 1976) y en Siria, en la regién de Palmira (Fujimoto 1979), de el-Kown (Cauyin, Cauvin, Stordeur 1980) y sobre el Eufrates; Nahr el-Homr (Roodenberg 1977), Esta ‘ocupacién se muestra muy intensa en Palestina sobre todo, donde, ademés de|las rutas ya conocidas, los yacimientos a cielo abierto se cuentan hoy por decenas.| Lo importante es que ya se encuentra en muchos de ellos la arquitectura en fosas ordenadas que desarrollaran més tarde los Natufienses y el mobiliario de molienda indispensable para el consumo de los cereales. Sobre el Lago Tberiades, el yacimiento Kebariense de Ein Gev I (Bar-Yosef 1970) ha revelado una cabafia en fosa con paredes retenidas con piedras secas de forma semicircular. En el Kebariense Geométrico A, Ein Gev Ill revelé dos habitaciones andlogas semicirculares con muros de piedra ast como una choza oval. También hay muros en Haon Ill (Bar-Yosef 1975) y Ein Gev IV (Martin y Bar-Yosef 1975-77). Todos estos sitios tienen pesado mobiliario en piedra, Sobre el litoral palestinense tanto el sitio Kebariense de Hadera V como Jos “Kebariense Geométrico A" de Hadera I y IV (Ronen 1976) y Umm Khalid (Bar-Yosef 1970) tienen mobiliario de molienda (muelas, morteros), Lo mismo vale para jos yacimientos “Kebariense Geométrico A” y mushabiense del Sinaf (Mushabi XIV y/V, Lagama N. Vill); el sitio de Lagama Norte Vill ha revelado ademds estructuras en fosa entre las que se destaca un horno radeado por diez orificios de postes dispuestos en circulo (Bar-Yosef y Goring Morris 1977), caracteristica que perece prefigurar a los soportes de armadura de Ain Mallaha (Perrot 1974). | Debemds llamar la atencién sobre la importancia, respecto de nuestro problema, de estos descubrimientos recientes. Antes del 10.000 no se podria hablar atin de “aldeas”, el grado de sedentarismo de los grupos humanos no esta todavia netamente establecido € igualmente no es seguro que el mobiliario de molienda haya sido utilizado para los cereales (el de Mushabi V presenta rastros de arcilla ocre). Queda asi que la posibilidad de construir aldeas sedentarias esté condicionada por un cierto contro! de las técnicas de construccién de viviendas y las de utilizar ampliamente los cereales salvajes, luego de cultivarlos, por la posibilidad de molerlos. Lo que constatamos aqui es que un cierto saber técnico que seria fundamental para las economfas futuras parece haberse preparado antes del Natufiense’, precedentemente al 6ptimo climético que, haciendo salir a los cereales de sus zonas- refugio donde se acantonaban en Jos periodos frios, definird a la “zona nuclear", segiin la acepcién de Braidwood. DeL 10,000 AL 8300 A. C.: LAS PRIMERAS ALDEAS NATUFIENSES El mapa de los yacimientos todavia es muy denso durante el Natufiense, Los limites de la cultura parecen los mismos que en el Kebariense. La eficacia de las prospecciones israelfes ha multiplicado los descubrimientos en Palestina, pero el Natufiense antiguo, caracterizado por los fragmentos retocados de Heluan y ya verificados en Siria, en Yabrud (Rust 1950), ha sido recientemente descubierto en la regién de el-Kown (Cauvin, Cauvin, Stordeur 1980) y sobre el Eufrates en Nahr el- Homr (Boerma y Roodenberg 1977). En el Natufiense reciente (9° milenio) son fundades, sobre el Eufrates, Abu Hureyra y Mureybet. Los sitios Natufienses parecen més dispersos en Sirfa que en Palestina, pero las prospecciones aqut han sido menos intensas, Uno de nosotros ha sugerido (J. Cauvin 1978) que si la ocupacién de los sitios a cielo abierto, en el Natufiense, no es algo nuevo, lo es sin embargo que en esta época la ruta, espacio abrigado pero de dimensiones reducidas, no parece ser suficiente para la instalacin de ciertos grupos humanos més importantes. La mayor parte de las grutas “kebarienses” del Monte Carmelo y de Judea ven desbordada su ocupacién sobre las terrazas, bien dispuestas en lo sucesivo. Por otra parte clertos yacimientos a cielo abierto pueden alcanzar 2000 m? (Ain Mallaha), hasta 3000 m* (Rosh Horesha). En las excavaciones los yacimientos més importantes prueban ser verdaderas aldeas donde se reinvierten las invenciones kebarienses como la disposicién de casas redondas en fosa y el mobiliario para molienda, Estas aldeas son sedentarias y viven de una economia de pesca-caza-recoleccién ampliamente diversificada donde la recoleccién de cereales salvajes parece hoy jugar un rol importante en todas partes. * Bs el mismo caso para las léminas (aseas) Instradas, no hace mucho eonsideradas como pertenecientes al Natufiense y que de hecho fo precedlen La misma multiplicidad de las estaciones natufienses, de muy diversas dimensiones, muestra que subsiste una importante movilidad entre los grupos humanos. Es todavia dificil determinar, como no sea en el plano especulativo, la parte exacta que en esta diversidad corresponde a verdadera alternancia estacional en la ocupacién de ciertos sitios? 0 a los simples desplazamientos que, en una economia de caza-recoleccién, requiere la dispersion en el espacio de los recursos alimentarios: estos desplazemientos pueden correspondet_a grupos funcionales muy pequefios gravitando en torno de su hébitat permanente. Por consiguiente muchos de los resgos durante largo tiempo reputados como caracter'sticos del Natufiense (casas, muelas, hoces, etc.) eran preexistentes al mismo: queda para singularizar este perfodo, a parte de su utile tipico en base a fragmentos, un fendmeno general de intensificacién de la recolecci6n y sobre todo la existencia de grupos humanos més importantes y la sedentarizaci6n en aldeas de una parte de ellos. La “salida de las grutas” de la que se habla con este propésito no tiene ninguna significacién ecolégica: esto sélo atestigua que los tltimos habitats cavernicolas fueron “desbordados”, se trata simplemente de faltas de espacio a escala de las nuevas comunidades. EL FIN DEL 9° MILENIO Y SUS PROGRESOS TECNOLOGICOS La cultura natufiense parece finalizar hacia el 8300 a, C. El fin del 9° milenio ha revelado su originalidad desde que han sido descubiertas y datadas la cultura harifianna del Negev y los niveles IB y Il de Mureybet, permitiendo este ultimo sitio ubicar, por comparacién, en su lugar cronolégico preciso los yacimientos de puntas de El Khiam (M.-C. Cauvin 1974b), llamados Khiamienses en Palestina (Echegaray 1966). Este perfodo constituye la transicién entre el Natufiense y las culturas del tipo PPNA de Jericé. Ante todo conviene destacar que el mapa de distribucién de estas instalaciones recubre las zonas ocupadas durante e] Natufiense y que una continuidad sin ruptura con esta cultura se manifiesta por persistencia de los fragmentos en el Harifiense y su muy progresiva desaparicién de Mureybet IB a Mureybet Il. Al mismo tiempo una cierta diversificacién cultural resulta del andlisis de los mobiliarios. El término Herifiense ha sido propuesto por Bar-Yosef (1975) para designar los yacimientos del Negev y del Sinai donde se observa, con la persistencia de los fragmentos, la presencia de un tipo de fecha particular, la punta de Harif. Los sitios del Sinaf (Lagama IV, Mushabi ill, XV y XX: Phillips 1977) pueden presentar ademés otto tipo de puntas, variante de la de Herif, la “punta de Mushabi, atestiguada en Mushabi XV y XX. Todos estos sitios de valle, pequeiios y numerosos, son interpretados como paradas de caza vinculados sin duda a establecimientos permanentes de una meseta del Negev (Jebel Halial) todavia no prospectada. “Tal camo ha sida propuesto por ejemplo para el Monte Carmelo y Hayonim (Vita Finzi y Higgs 1970, 21) 6 | | En el Negev mismo se conocen los sitios de la regién de Harif (Abu Salern, G8, 20, K3; Marks y otros 1972) y los de la regién de Halutza (H4, H87, H404 y Lavan 110). Sin embargo en el Sur de! Sinaf existe un yacimiento, Abu Madi, que, siendo sin duda contemporéneo de los precedentes, pertenece a otra cultura: es un epinatufiense|con puntas de El Khiam, Esto permite suponer que en la época en consideraciér| las incursiones Khiammienses se desarrollaron hacia el Oeste’; ademas se hallan ragtros hasta en el delta del Nilo, en Helwan, EI Khiammiense aparece efectivamente en Palestina oriental y litoral: en Dhra (Raikes 1980), en el El Khiam 4 de Echegaray (que es la base del B1 de Perrot), y en Giigal (Noy 1976). Sobre e! ftoral se vuelven a encontrar con los segmentos las puntas de El Khiam en las cavernas de! Monte Carmelo en El Wad BI (Garrod y Bate 1937), en Nahel Oren “PPNA temprano” (Noy, Legge y Higgs 1973) y, segtin parece, en Rekefet. Se constata también su presencia en los yacimientos de dunas litordles: ‘Michmoreth 26 A, Alexander 26, Poleg 18 M (Burian y Friedman 1965) y en el Norte hasta la Arenas de Beyrut (Hours 1976), i Lo que se encuentra en Siria en Mureybet IB y II es una fase del Khiammi¢nse catgado de rasgos culturales propios al Eufrates (azuelas de Mureybet, bastdnes pulidos), donde como sucede en Palestina también sigue al Natufiense”, ? Sefialamos finalmente_un tercer conjunto cultural todavia mal conocido y no datido con precisién, que la estratigrafia de Jericé obliga a situar también hacia los fines del 9° milenio. Es el que corresponde al “Protoneolltico” de K. Kenyon caracterizado m la abundancia de sus cinceles bifaces, la persistencia de microlitos no geomnétricds y la rareza muy grande de flechas con muescas. Este ejemplo seria muy aislado sind se pensara en el niimero considerable de estaciones de superficie sefialadas por en otra €poca por Mallon (1925) sobre las colinas de Judea, caracterizadas precisamente por la abundancia de sus cinceles y la ausencia de flechas. Es posible que un ambiente boscoso (oasis, montafias) haya favorecido ante todo en ciertos sectores muy limitados la invencién de un itil en madera (), el cincek que persistiré en el PPNA (en el Sultaniense de Crowfoot-Payne 1976). | Para este fin del 9° milenio resulta, en consecuencia, un tipo de ocupacién del espacio finalmente muy dispersado en miiltiples puntos, en contraste con lo que se observara en el periodo siguiente, pero, en cambio, en la linea de la ocupacién natufiense y con significacién andloga. Aqui existen todavia pequefias estaciones ¢on cocupacién temporaria y verdaderas aldeas'sedentarias con casas redondas u ovales “Tambien se halln punta de El Khiam en pleno corazon dle la rein “harfiense” dle Holtz, on Lavan 198 y esporadicamente sobre los sitios harifienses propiamente dichos (por ejemplo Mushabi XX: Phillips, ibid. | fig. 99, n® 92) * La abundancia de punzones y mieropunzones es otro rasgo comin entre Mureybet IB-II y los yacimicitos kkhiammienses de Palestina (El Wad BI, ef Khiam 4, Dhra, etc), Se sabe que son muy raros en el Harifiens més a menudo construidas en la superficie que en periodos anteriores. El sitio mejor conocido es harifiense: el de Abu Salem (Marks y Scott 1976). El Khiammiense también tiene casas redondas en Gilgal, Abu Madi y en Mureybet IB y Il.| Son estructuras del mismo tipo las que, sin duda, revelan los cortes del sondeo de Kenyon en el “Protoneolitico” de Jerieé (Kenyon 1957). No parece que las dimensiones de las aldeas haya aumentado desde el Natufiense. La economia, tal como se la percible en Abu Salem o Mureybet Il sigue siendo del tipo de “amplio espectro”, vuelta preferencialmente hacia la recoleccién de cereales, la caza de pequeftos herbivoros, cabra y gacela en Abu Salem, gacela sobre todo en Mureybet, mientras que la pesca juega en Mureybet un rol tan importante como en el Natufiense. No es en el dominio de la economia donde se efecttian los cambios importantes [sino més bien y tinicamente en el dominio cultural del utilaje con la aparicién de flectjas y litiles pesados del tipo cincel. Son estos instrumentos nuevos los que estén en la base de una cierta diversificacién de las culturas en el conjunto siro-palestinense. 8 LA REVOLUCION SOCIO-ECONOMICA DEL 8° MILENIO | La primer mitad del 8° milenio es en Sitia-Palestina el periodo fundamental para el nacimiento de la agricultura, Si se han podido adelantar tantas hipétesis para explicar ceto es que esta fase era hasta muy fecientemente paricularmente mal conotida, Durante largo tiempo sélo el sitio de Jericé representaba, en el PPNA, este period todavia seré necesario esperar un largo tiempo para que sean conocidas las bases de su economia. | Este silencio de la investigacién no es una casualidad: refleja ante todo el asombtoso enrarecimiento de los yacimientos. El primer aspecto de la revolucién del que nosottos hablamos esté vinculado con la ocupacién del espacio. El mapa de las, instalaciones parecié vaciarse. La lista de los sitios ocupados durante este periodo se hace, incluso’ hoy, muy répido: en Palestina son Jeric6, Nahal Oren y El Khiam, en Siria Tell Aswad, Mureybet y Cheilt Hassan®, No hay més sitios en grutas’, ni pequefias estacionés secundarias de los periodos precedentes que multipliquen los puhtos sobre una carta, A io sumo se puede suponer que en las regiones que hasta ahora han revelado algiin sitio PPNA importante pequefios grupos han podido todavia perpetuar el estado cultural del 9° milenio. El segundo aspecto del cambio es que los pocos sitios conocidos son, Por el contrario, més extensos, En Jericé, Mureybet, Cheik Hassan, que alcanzan de 2a 3 hectéreas, se franquea un umbral en la dimensién de las aldeas. Asi mismo, si la rareza de los sitios va evidentemente al encuentro de la hipétesis de un crecimiento demogréfico global, no es. seguro que, en sentido iiwerso, ellele un fuerte despoblamiento. La impresién que producen es la de una concentracién demografica en algunos puntos seleccionados (donde los oasis y las orillas de los tos, tan caras a Gordon Childe, jugarén un rol importante) asi como la desaparicién de la mayor parte de aquellos lugares de actividad transitoria que una movilidad persistente de las poblaciones en el 9° milenio debié multiplicar en sus correrias. El 8° milénio constituye en Siria-Palestina un progreso decisivo de la sedentarizacién a la cual, segin parece, nada se escapa. ‘Qué son estas aldeas? La impresién que prevalece en sitios como Mureybet o Nahal Oren es que en el interior de los limites aldeanos el habitat se cierra, se torna rds denso que en el 9° milenio a favor de contiglidades entre las casas redondas hechas posibles por los progresos de la albaiilleria, Sobre todo la regin del Eufrates Medio, que es la Unica que presenta dos sitios de este periodo a menos de 20 Km. el uno|del otro, muestra.en primer lugar la técnica de muros rectilineos como divisién intern de habitaciones circulares, usados luego, hacia el 7700 a. C., para la construc: exterior de estructuras rectangulares en damero que en una primera época parecen Fuera de Siria, pero siempre en la Alta Mesopotamia, es necesario agregar CayOnd (Braidwood y otros 1971). * Con la sola excepcién de la pequedia gruta de Nacharini (Schroeder 1976) en las montafas del Ant-Liband. HEH ser empleados como silos y més tarde como viviendas (J. Cauvin 1978; Aurenche 1979) Es en este contexto aldeano agrandado y arquitecténicamente perfeccionado! que surgen las primeras experiencias agricolas arqueolégicamente perceptibles. Se sabe (Leroi-Gourham 1974) que en Mureybet los indices de proto-agricultura que aparece en el perfodo IIIB, hacia el 7700 a. C., son palinolégicos, los granos de cebaHla y espeltta no atestiguan todavia modificaciones morfologicas. Estas modificaciones son cosa hecha en Jericé (Hopf 1969) aunque los granos hallados (trigo almidonero y cebada de doble espiga) son poco numerosos, lo que era normal antes de la intervencién de técnicas modernas de riego. En Tell Aswad (Contenson 1973, M.-C. Cauvin 1974) cerca de Damasco, duranie la fase IB, es decit hacia el 7700 a. C. como en Mureybet, el diagrama polinico denota un brusco aumento de los cereales “proveniente muy probablemente de una fase agricola” (Leroi-Gourham). Por qué este cambio? Uno de nosotros (J. Cauvin 1977) ha expuesto ya las razones por las que, en este caso, el modelo de las “zonas marginales” de Binford y Flannery es inadmisible. Es en la “zona nuclear”, como pensaba Braidwood, que nacié la agricuitura. Una vez admitida esta localizacién central de las primeras experiencias, seré necesario. ver como la consecuencia de un crecimiento demografico global el que los recursos, atin esponténeamente entiquecidos, sean todavia insuficientes respecto de una multiplicacién de los consumidores? Se ha visto que esta interpretacién conforme al modelo de Boserup puede ser excluida por un simple examen del mapa de distribucién de las ocupaciones. Hay en cambio una especie de reagrupamiento demogréfico en estas aldeas sedentarias con una localmente acrecentada La interpretaci6n que da Ducos (1978) de las mutaciones econémicas de Mureybet a comienzos de! 8° milenio, modificando la escala, se puede interpretar como un intento por salvar la hipétesis demogréfica con todo 1 que ella implica de presién biolégica a favor del cambio. Ducos constata la transformacién de la caza -que privilegia ante todo a los grandes herbivoros alimentariamente més “rentables (asno, buey)- y el desarrollo demogréfico simultaneo de la aldea. Considera este segundo factor como la causa del primero, y también como Ia causa de la aparicién en el mismo momento de la proto-agricultura, Estas nuevas estrategias alimentarias mejor organizadas responderian a la necesidad biolégica de acrecentar el aprovisionamiento en funcién de una poblacién aldeana més numerosa®, Dicho de otro modo el modelo de Boserup es llevado aqui del nivel it "Ain en estos periodor de equiibrio aparente entre los grupos humanos y st ambiente exjten consineinnientos atinentes a factoresbiolgics propos a los grupos hummanos miamos, Estos consteriiantos Son tan fucrtes como para que entren en juego procesos aaptaivos, progresivos 0 mutates, induciendo cambios més 0 menos profundos en la organizacién de los grupos y las téenicas de adquisicién dé los aliments" (Dros 1978, 138) 10 macrogeografico en el que no ha sido verificado al nivel microgeogréfico a escala de una aldea particular y su crecimiento local. Somos escépticos sobre la posibilidad de explicar la clase de fendmenos constatedos. La correlacion entre el crecimiento del grupo humano y la organizacion de sus actividades alimentarias no implica en nada el determinismo biolégico que aqui se propone, Si la presion demogréfica era verdaderamente la variable independienté del proceso podrfamos asombramos que no haya comenzado por intensificdr la explotacién de los recursos tradicionales, en un ambiente tan privilegiado come las, orillas del Eufrates Medio, ambiente que no debié jamés ser explotado plenament una época tan antigua. A la inversa, se ha notado en Mureybet Ill casi un abandon de le pesca y de la caza de los pequefios rumiantes de la estepa, mostrando que b estaba realmente en una situacién de penuria sino de libre eleccién Es necesario recordar que Flannery (1972) demostré con ejemplos eincaios convincentes que este “plafond”, que a partir de cierto umbral prohibe a un grupo humeno a aumentar més, a menudo no liene nada que ver con un problema alimentario. Una tendencia muy actual a considerar a los hombres como consumidores puede ocultar el otto dato de la experiencia por el que un sistema social eficaz para asegurar la cohesién de un grupo de una dimensién dada se puede comvertir en inoperante si el grupo crece demasiado, Este reduce entonces artificiaimente sus nacimientos o bien se atomiza y va a fundar comunidades en otra parte, Sélo un cambio en el nivel de las estructuras de la sociedad puede evitar te estallido. La presién demogréfica es un dato cierto pero banal, comiin a todos los tiempos, en Virtud de las leyes de multiplicacién de la especie. Puede engendrar situacicnes criticas en el plano biolégico por concurrencia excesiva con relacién a los recujsos disponibles pero este no parece ser todavia el caso en el Levanta del 8° milenio hia escala regional ni a la de los sitios particulares. En cambio si las técnicas nuevas de adquisicién, mas colectivas, han dado efectivamente por resultado la rentabilizacin tanto de la caza como de la recolecci6n de vegetales, es necesario no olvidar que sta misma “organizacin” es también la condicion previa para el crecimiento de las aldeas porque mejora su capacidad cultural para “vivir juntos” sin tensiones perjudiciales cohesién del grupo. | Es en este dominio que se produce lo nuevo del 8° milenio. La agricultura, la daze organizada, la proto-ganaderia que aparece hacia el 7500 a. C. en Mureybet hos parecen ser ante todo formas de realizar a través de las actividades alimentarias {ina nueva préctica social que se manifiesta también en las construcciones “monumentales’, colectivas, de Jericé PPA. Por lo expuesto invocar como determinantes los constrefimientos biolégicos que no tienen nada de particular en esta época corren el riesgo de vaciar el fenémeno sin tener en cuenta su especificidad hist6rica. Nosotros retomamos el fenémeno que fu | preocupé a Braidwood: por qué la agricultura en este momento y no, por ejemplo, durante el Natufiense?. Las investigaciones recientes en el Levante parecen confifmar sus intuiciones que, sin olvidar las variables biolégicas y ecoldgicas que hallan naturaimente su lugar en un abordaje “multifactorial” (Redman) de la prehi privilegian sin embargo claramente al agente humano y la maduracién progres su medio social y cultural. de

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