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Juan Manuel Martín

La psicología positiva no es nueva corriente de


filosofía espiritual o un nuevo método milagroso de
autoayuda de los que saturan el mercado. Todo lo
contrario, es una rama de la Psicología, que, con
rigurosidad científica, centra su atención en un campo
de investigación e interés distinto al adoptado
tradicionalmente: las cualidades y características
positivas humanas.

Durante muchos años la Psicología se centró


exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano, llegando a identificar y casi confundir
psicología con psicopatología y psicoterapia. De esta manera, características como la alegría, el optimismo, la
creatividad, el humor, la ilusión…han sido ignoradas o explicadas superficialmente.

El modelo basado en la patología, adoptado durante tantos años se ha mostrado incapaz de acercarse a la
prevención del trastorno mental. Tal vez, la clave de este fracaso se encuentre en que la prevención siempre ha
sido entendida desde los aspectos negativos y se ha centrado en evitar o eliminar las emociones negativas.

Según Seligman, padre de este nuevo enfoque de la Psicología, se basa en tres pilares:

1. Los rasgos positivos de personalidad que nos ayudan a ser mejores y más felices. Seligman y Peterson han
elaborado una clasificación de fortalezas o virtudes humanas que actúan como amortiguadoras contra el
trastorno mental y se puede afirmar que determinadas características positivas y fortalezas humanas, como el
optimismo, la esperanza, la perseverancia o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos trastornos.

Encontraron veinticuatro fortalezas humanas, que se relacionan de forma consistente con la satisfacción con la
vida en mucho mayor grado, que las restantes. Estas cualidades se agrupan en seis categorías de virtudes que
son: Sabiduría y conocimiento, coraje, humanidad, justicia, moderación y trascendencia. En el esquema puede
apreciarse la relación entre ellas.

El cuestionario V.I.A. (Values in action) puede servirnos para descubrir cuáles son nuestras fortalezas personales
y lo podemos rellenar en la página web: www.psicologiapositiva.org/

2. Las emociones positivas, que son muy útiles para la prevención, el tratamiento y el afrontamiento, de forma
que se transformen en verdaderas armas para afrontar problemas. Entre ellas destacamos:

El optimismo, muy importante en la investigación en psicología positiva. ¿Qué distingue a una persona optimista
de una pesimista? ¿Es bueno ver la vida un poco mejor de lo que en realidad es? ¿Los pesimistas son realistas y
los optimistas viven de ilusiones? Estas y otras preguntas son las que pretenden ser resueltas con el estudio
científico de esta materia.

El humor y su manifestación externa más común, la risa, son también objeto de estudio en psicología positiva.
Aunque la idea de que la risa y el humor fomentan la salud no es nueva, es en las últimas décadas cuando han
comenzado a proliferar terapias e intervenciones clínicas basadas en esta materia. La investigación científica ha
demostrado que la risa es capaz de reducir el estrés y la ansiedad y mejorar así la calidad de vida y la salud física
del individuo.

Resiliencia y crecimiento postraumático surgen como conceptos de investigación en la psicología positiva, a


través de los cuales se pretende determinar por qué algunas personas consiguen aprender de sus experiencias
e incluso encontrar beneficios en ellas. La resiliencia se ve avalada por el testimonio de muchísimas personas
que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y
viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos
latentes e insospechados.
La creatividad se incluye de lleno dentro del campo de interés de la psicología positiva. Se entiende que la
creatividad no depende exclusivamente de rasgos estables de personalidad, sino que resulta de una serie de
características personales, habilidades cognitivas, conocimientos técnicos, circunstancias sociales y culturales,
recursos materiales y también de suerte. Cualquier persona, además, puede desarrollar su potencial creativo y
mejorar la calidad de su vida diaria, y ello, aunque el resultado final no dé lugar a descubrimientos
trascendentales para la humanidad o a realizaciones unánimemente valoradas.

Hay emociones positivas que guardan relación con el pasado como la serenidad: se disfruta cuando estamos
totalmente presentes y conscientes de lo que estamos viviendo, desde disfrutar al comer un antojo, hasta estar
completamente inmersos en un momento de contemplación. La gratitud: se produce en un momento en el que
te das cuenta que alguien hizo mucho más por ti de lo que era necesario, tal vez un vecino, un maestro o un
mentor. La gratitud abre nuestros corazones y activa en nosotros el botón de la “’reciprocidad” genuina que nos
mueve a hacer algo por aquella persona que nos hizo tanto bien. El orgullo: aunque muchas veces tiene una
connotación negativa al asociarlo con la soberbia, se mantiene equilibrada con algo de humildad, su positividad
está en que nos permite atribuirnos los logros que resultan de un esfuerzo genuino y de un trabajo duro.

Otras guardan relación con el presente como la alegría: aparece en aquellos momentos “perfectos” donde
sentimos que las cosas son exactamente como deberían de ser y estamos justamente donde deberíamos estar.
El entusiasmo: es un estado más elevado donde algo nuevo llama nuestra atención inspirándonos y
provocándonos fascinación y curiosidad.

Hay también emociones positivas relacionadas con el futuro, de ellas destacamos como no, la esperanza: se
genera cuando las circunstancias son difíciles o adversas y nos ilumina como un faro de luz, que refuerza nuestra
creencia de que todo puede cambiar y mejorar.

3. Instituciones positivas. Las sociedades actuales deben aspirar a tener un conjunto de instituciones positivas
que apoyen y fomenten las emociones positivas y las fortalezas personales. Instituciones como la democracia,
la familia, la educación, las redes de seguridad económica y social.

Para terminar, propondremos un sencillo ejercicio para construir emociones positivas:

1. Haz un paréntesis en lo que sea que estés haciendo en este momento, y decide que por los siguientes 5
minutos nada va a importar más que hacer este ejercicio.

2. En este momento, busca algo que puedas percibir con tus sentidos, que te resulte agradable. Puede ser algo
que ves como un color, una textura; algún sonido como el viento, pájaros, personas hablando; algo que sientas
con tu piel como una temperatura, una textura, incluso el peso de tu cuerpo sobre la silla en la que estás…,
cualquier cosa que pueda resultar agradable para ti. La clave de este punto es que sea algo que sientes, y no
algo que pienses. No se trata de pensar “que bonito color verde de esa planta, me recuerda a las plantas que
hay en casa de mi tía, hace mucho que no la veo…”. Lo que quieres es precisamente poner tu atención en SENTIR.
Sentir un color es simplemente verlo, y disfrutar tu capacidad de verlo, sintiendo su intensidad, su brillantez,
etc. Sentir un sonido es también simplemente disfrutar tu capacidad de oírlo, sin ponerle significados ni
explicaciones. El sonido de un pájaro escúchalo como si fuera la primera vez que oyes ese sonido y no sabes qué
es, pero puedes disfrutar su belleza.

3. Una vez que hayas encontrado algo que te resulta agradable, mantente ahí sintiéndolo, disfrutándolo unos
cuantos minutos. Si te llegan pensamientos simplemente déjalos pasar, y regresa a sentir. Recuerda que es muy
importante que le dediques aunque sean 5 minutos, pero saber que durante esos 5 minutos nada es más
importante que hacer este ejercicio. Cualquier asunto pendiente o pensamiento que surja déjalo a un lado para
retomarlo cuando termines con tu ejercicio.

Libros recomendados:
• “La inutilidad del sufrimiento”, de María Jesús Álava Reyes.
• “Optimismo inteligente: psicología de las emociones positivas” (Varios autores).
• “Psicología positiva. Una nueva forma de entender la psicología” de Beatriz Vera Poseck
• “La auténtica felicidad”, de Martin E. P. Seligman

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