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PARTE 5
(Feb. 20 de 2011)
INTRODUCCIÓN
El capellán de un hospital con muchos años de experiencia expresó: He asistido
a muchos hombres en sus últimos momentos de vida y a ninguno de ellos lo he
escuchado decir que se arrepienten de no haber pasado más tiempo en la oficina
trabajando. Lo que frecuentemente dicen es “me arrepiento de no haber estado más
tiempo con mi familia”.
El mundo se ha vuelto cada vez más exigente para que estemos ocupados en el
trabajo y pasemos menos tiempo en casa con el cónyuge y los hijos. Esta falta de tiempo
en cantidad y calidad con los hijos es irreversible, es decir, no se puede reponer, y tiene
consecuencias negativas en la relación padre – hijo. La historia bíblica de división que
estudiaremos hoy, tiene su origen en un padre muy ocupado en gobernar como rey a sus
súbditos, pero muy descuidado en dirigir como papá a sus hijos. En esta historia, que
llevó a una dolorosa división familiar y del reino, se combinaron varias fallas de
carácter en los involucrados.
V.- AMBICIÓN
La amargura y resentimiento producidos en Absalón en contra del rey David por
su prolongada demora en perdonarlo y su forma de perdonarlo, desarrollaron en su
corazón un plan para robarle el trono a su padre:
2S. 15:2-6 “Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino
junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le
llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las
tribus de Israel. Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas;
mas no tienes quien te oiga de parte del rey. Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por
juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo
les haría justicia! Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él
extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba. De esta manera hacía con todos los
israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel”
Igual que Lucifer que codició el trono de Dios, cuyo espíritu estuvo también en
Coré que pretendió la posición de Moisés; así el príncipe Absalón quiso el trono de
David su padre; pero antes de una confrontación bélica, utilizó de simpatía y críticas
para robarse el corazón del pueblo. Judas nos advierte de esta clase de manipuladores:
Jud. 16,19 “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios
deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar
provecho... Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al
Espíritu”
Esta es la manera de actuar de los Absalones hasta el día de hoy; su plan es:
“Critique las cosas que no se están haciendo bien, descubra las faltas del líder y
con arrogancia proyecte la imagen de que si usted tuviera el control, todo se haría bien.
Luego, para ganar el corazón de la gente, adúlelos, y los tendrá de su lado”
Luego de todas estas acciones, Absalón se hizo de un buen número de
seguidores y se apoderó del trono de David su padre en Jerusalén. Mientras tanto, David
huyó con la gente que le seguía siendo leal, para los cuales, él seguía siendo el rey de
Israel. La división familiar y del reino, se había consumado.
CONCLUSIÓN
Fueron muchos los factores que se combinaron para dividir al pueblo de Israel:
Un mal consejero; un padre que descuidó a sus hijos; la falta de perdón; anteponer el
orgullo al amor; y especialmente, la ambición de un resentido y orgulloso príncipe.
Tenga cuidado cuando alguien se le acerque quejándose por la forma en que se
están haciendo las cosas en la iglesia, hablando mal del líder y promoviéndose a sí
mismo como quien sí sabe la solución a estos problemas. Probablemente está
escuchando a un lobo mezclado entre las ovejas del Señor. Como advirtió Pablo:
Hch. 20:29,30 “Porque yo sé que después de mí partida entrarán en medio de
vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se
levantarán hombres que hablen cosa perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”