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El lenguaje del cerebro (Junio/2001)

¿Cómo se forma una imagen en nuestra mente?, ¿dónde nace una emoción?, ¿qué
sucede dentro de nuestro mecanismo cerebral para que pasemos de la mirada al
deseo y del olfato al recuerdo?

En busca de los mecanismos básicos que respondan a éstas y muchas otras preguntas,
el doctor Ranulfo Romo Trujillo, científico del Instituto de Fisiología Celular de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló una investigación de
punta a nivel mundial para detectar las señales eléctricas de las neuronas, descifrarlas,
codificarlas y analizarlas matemáticamente.
Así como desde hace décadas un estetoscopio registra los latidos cardiacos que al acelerarse hacen eco de una arritmia o una
emoción, hoy este científico universitario logra escuchar y traducir, mediante una sofisticada tecnología, las pulsaciones eléctric
que generan diversas expresiones. Se trata de descifrar el lenguaje eléctrico de las células cerebrales, el mismo que ordena el
movimiento involuntario de un estornudo y construye un concepto abstracto en nuestra mente a partir de que vemos un objeto d
mundo exterior.

"Escuchar las señales eléctricas es como tener acceso a tu sinfonía preferida y capturar una melodía de ella", explica el doctor
Ranulfo Romo, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias 2000, máximo reconocimiento que otorga el gobierno de la
República a investigadores que destacan por sus aportaciones a la sociedad.

El registro de un lenguaje vivo

Intérprete de la comunicación eléctrica de las neuronas, el doctor Ranulfo Romo se cuestionó cómo los objetos del mundo exter
se representan en el cerebro. Afrontó entonces el de investigar con cerebros vivos para encontrar la respuesta, y en el Laboratori
de Neurofisiología del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM inició la captura e interpretación del lenguaje neuronal en
monos rhesus, un modelo muy cercano al cerebro humano.

Desde hace seis meses, el doctor Romo Trujillo y sus colaboradores entrenan en el laboratorio a uno o dos monos
en tareas de percepción muy precisas que durante un año permitieron medir resultados de diversos aprendizajes. Se trata de
animales con escasa información del mundo externo, que funcionan para el investigador como el cerebro de un bebé humano qu
está "en blanco", como una tabla rasa con todo por saber.

Una vez aprendido el conocimiento de tareas específicas, a cada individuo se le hace una pequeña trepanación en el cráneo, que
queda sellada con una cámara estéril. Con esa intervención y sin causar dolor en el animal, se introducen siete u ocho sondas
bastante inocuas, de un grosor de 80 micras, las cuales atraviesan la protectora duramadre craneal para llevar a diversas zonas d
cerebro un sistema de microelectrodos, pequeñísimos registros que dentro del cerebro vivo de los monos hacen el trabajo de un
micrófono de alta precisión. De esta manera, unos siete u 8 microelectrodos llegan a dos o tres neuronas (cuyo cuerpo celular es
siete micras), que se escuchan simultáneamente "como los soldados de un regimiento", dice el científico.

Las sondas que transportan los microelectrodos están forradas de cuarzo y en su interior tienen una aleación de platino y
tungsteno, el primero es un metal precioso de gran maleabilidad y el segundo es muy resistente al calor, ambos con elevado pod
magnético y útiles para hacer filamentos y diversos materiales de uso biomédico.

Los electrodos son terminales de un circuito eléctrico y sirven para capturar las pulsaciones eléctricas y enviarlas hacia fuera de
medio que se estudia, en este caso el cerebro del mono. La señal inmediata y simultánea llega directamente a una computadora c
un sistema sofisticado de recepción y ahí, con apoyo de ingeniería de cómputo, electrónica y matemáticas, se codifican y analiza
las expresiones eléctricas que las neuronas vivas emitieron mientras el animal aprende y repite un aprendizaje determinado.

"Cuando se introducen las sondas los microelectrodos captan, como pequeños micrófonos, las señales eléctricas de las neuronas
así podemos escuchar la actividad eléctrica que sucede en ese momento", explica el doctor Ranulfo Romo, cuya investigación d
frontera forma parte de los "Proyectos del Milenio" financiados por el Banco Mundial, la Fundación Howard Hughes y el Conse
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) .

A nivel mundial, se trata de un trabajo inédito, pues diversos estudiosos de las neurociencias en todo el mundo trabajan con
cerebros muertos o con estudios indirectos sobre el comportamiento de cerebros vivos, mientras que en este trabajo los registros
son directos e inmediatos, a pesar de lo instantáneo y dinámico que resulta el lenguaje eléctrico de nuestro órgano motor.
Una vez capturadas las señales en la computadora, se necesita una "conversión" matemática para interpretarlas, y se logra
mediante el uso del sistema binario que utiliza los números 0 y 1 para darles un valor determinado a las pulsaciones. El binario
un sistema que leen las computadoras, y así además del registro el doctor Romo y sus colaboradores -entre los que se cuenta un
biólogo, un ingeniero y un psicólogo- obtienen gráficas y otras representaciones de lo que está emitiendo el lenguaje eléctrico. D
esta forma, la interpretación de las expresiones cerebrales se convierte en un lenguaje digital binario que hay que traducir.

Nodos críticos, no zonas exclusivas

Todo lo que aprendemos, desde leer este texto hasta nuestro más hondo sentir emotivo, se genera en el lenguaje eléctrico que
comunica a las neuronas entre sí. "En este diálogo se producen funciones específicas que nos hacen una representación mental d
mundo externo", explica el doctor Romo Trujillo, quien encontró la representación de un evento visual en el lenguaje neuronal y
puso a prueba utilizando la "teoría de detección de señales", una representación muy nítida de lo que sucede dentro del cerebro.

Conforme a lo arrojado por esta investigación, las funciones cerebrales no tienen "zonas exclusivas" como durante mucho tiemp
se ha sostenido; "más bien se trata de módulos compactos de circuitos que se conectan", comenta el experto. Añade que son nod
críticos, sistemas sensoriales que registran lo que pasa a través del olfato, el gusto, la vista y los demás sentidos. De acuerdo a lo
resultados del doctor Romo, el placer o el dolor no se producen en un sitio preciso como el hipotálamo, sino en un flujo de seña
eléctricas que van construyendo la memoria, el aprendizaje y la experiencia. Así, a través de los órganos y de los sentidos, el
cerebro aprende información importante para desarrollar la experiencia.

Más de veinte años de investigación científica sostienen el trabajo de este sonorense ganador del Premio Nacional de Ciencias
2000, quien en su quehacer combina el gusto por el conocimiento básico y el aspecto creativo del cerebro humano. Médico
egresado de la UNAM y con doctorado en ciencias en la Universidad de París, Ranulfo Romo Trujillo cuenta con diversos
reconocimientos por su trabajo en neurociencias, entre ellos la distinción Universidad Nacional a Jóvenes Académicos de la
UNAM, el Premio Miguel Alemán Valdés y el Premio de Ciencia y Tecnología Manuel Noriega Morales que otorga la
Organización de Estados Americanos (OEA).

Con sus respuestas a estas preguntas básicas sobre cómo funciona el cerebro y lo que Ranulfo Romo llama la "circuitería" que n
hace desde aprender reacciones involuntarias hasta tomar decisiones, quizá algún día sabremos por qué los seres humanos somo
tan vulnerables a las palabras, ese otro lenguaje que literalmente se "conecta", nace y vuelve a su origen eléctrico.

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