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RELATORÍA #3:

Yepes Stork:

LA PERSONA COMO FUENTE DE AUTENTICIDAD

Colegio San Viator.

Filosofía NS- 2020

Felipe Alejandro Garay Prieto

Año uno – DP (10-50)


En el presente escrito, se pretende esclarecer y hacer hincapié en aquellos aspectos con

mayor importancia, que sean propuestos en el texto “La persona como fuente de

autenticidad” basado en Ricardo Yepes Stork, que habla primariamente acerca del concepto

de la autenticidad, rescatando una distinción personal desde nociones conceptuales como la

epistemología y metafísica.

Es importante tener en cuenta que el texto retrata la autenticidad como una clase de

genuinidad, y que rodea a la divergencia personal entre individuos, haciéndolos claramente

exclusivos e individuales en tanto sus semblantes biográficos como bibliográficos.

De la misma manera, se expone la dualidad que conlleva dicho concepto de la autenticidad,

con un concepto denominado inautenticidad, que igualmente posee una gran importancia en

sus raíces teóricos.

Inicialmente, con la objetividad de comprender en su totalidad aquello ya mencionado y

denominado como concepto de autenticidad, se debe tomar en consideración que uno de los

aspectos más importantes dentro del mismo es la forma en que el humano posee la

capacidad de escudriñar a sus mismos compañeros humanos como seres auténticos, cuya

identidad es impar, y discerniente de la del resto de humanos.

Claramente, y con la anterior contextualización, los “pasos” a seguir si se intentara

conseguir la autenticidad humana, se debería primero conducir al completo conocimiento y

formación de la identidad propia, haciendo profundos análisis e introspecciones que

conlleven a comprender la existencia en sí, buscando hallar aquellos semblantes que

diferencian a cada persona de otra, la sangre, costumbres, decisiones, acciones, ausencia,


conciencia, presencia, vigencia, códigos y hábitos. (Excluyendo una grandísima cantidad de

aspectos que no deben ser omitidos, pues generan la real identidad).

Siguientemente, la existencia y realidad de la autenticidad, pese a su invisibilidad, aunque

sea implícita, es concreta, no obstante, se debe comprender con una magna porción de

realidad, y aceptando cualquier faz propio y de nuevo, exclusivo personalmente.

Debo admitir que al momento de concretar la lectura de este texto, no soy capaz de evitar

rememorar algunos títulos de Herman Hesse que retratan esta exacta situación; la búsqueda

de la autorealización (que en relación con este concepto, considero yo como la pesquisa de

la identidad propia) tales como Siddharta, o Demian, pues además de realizar una buena

inmersión en el propio personaje protagonista, nos muestra la legitimidad de los aspectos

intrínsecos, y la subjetiva importancia que cada individuo le provee al mundo entero,

entrando en un tópico cercano a la percepción.

En este momento, se halla uno atascado en un dilema filosófico que se define como ¿Es la

realidad aquellas cosas que yo como individuo soy capaz de percibir? Y claramente, ¿Mis

compañeros humanos logran percibir dicha realidad de la misma manera que yo?

Incluso si existe una gran divergencia en la percepción interpersonal de los aspectos

“reales” existentes en el mundo, inexorablemente, dichos aspectos SON parte de una

realidad, quizás inamovible, una “verdad común”, y el rebote ordinario de esa jurisdicción

natural es aquello que conduce al concepto en sus raíces de inautenticidad. Una superchería

banal que introduce a la humanidad entera en un agujero negro con un final recóndito, que

probablemente nunca (como especie) seamos capaces de abandonar.


Sin embargo, correlacionalmente con el crecimiento físico y metafísico de los humanos, se

presenta una mayor facilidad en la manera en que los dilemas son solucionados, y en la

manera en que las deciciones que tomamos nos conducen por diferentes caminos hacia una

muerte segura, sin lugar a dudas. Y eso es lo que normalmente conocemos como madurez,

que también se ve regida por la anteriormente autorealización o búsqueda de indentidad que

cada individuo posee a lo largo de la totalidad de su tiempo vital.

La autenticidad y su oponente, inautenticidad, presiden al humano común en quizás lo que

más importante es en sus vidas después de la reproducción, la autorealización y en esto

tienen un papel increíblemente importante todos los semblantes que contruyen la identidad

de un humano; la cultura, sociedad, relaciones interpersonales, y una lista quizás

interminable de pilares que sostienen al humano como individuo y como especie.

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