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A-B-C-D-E-F-G-H-I-J-L-M-O-P-R-S-T-U-V

A
Acciones de Gracias
Adulación
Afabilidad
Aflicciones y trabajos
Alabanza
Alegría
Altar
Amistad
Amor
Amor a Dios
Amor de Dios a los hombres
Ángeles custodios
Apostolado
Aridez
Avaricia
Ayuno

B
Bautismo
Bienes temporales
Blasfemia
Bondad de Dios
Buen Pastor

C
Caridad
Castidad
Cielo
Comprensión
Comunión
Comunión de los Santos
Conciencia
Confesión
Confianza en Dios
Confirmación
Conocimiento propio
Contemplación
Contrición
Conversión
Corazón
Corrección fraterna
Correspondencia a la gracia
Cosas pequeñas
Cristianos en medio del mundo
Cruz
Culto: Lugares y Objetos

D
Demonio
Descanso
Desprecio del mundo
Desprendimiento
Devociones
Dificultades
Dignidades
Dios
Dirección espiritual
Director

E
Ejemplaridad
Enfermos
Entrega
Envidia
Escándalo
Esperanza
Espíritu Santo
Eucaristía
Examen de concienia

F
Familia
Fe
Felicidad
Fiestas y tiempos litúrgicos
Filiación divina
Fin del hombre
Flaquezas
Formación doctrinal
Fortaleza
Frutos
G
Generosidad
Gracia

H
Herejes
Huída del pecado
Humildad

I
Iglesia
Infierno
Instrumentos de Dios
Ira

J
Jesucristo
Juicio
Juicio temerario
Justicia

L
Lectura espiritual
Libertad
Limosna
Lucha ascética
Lugares y objetos de culto

M
Magnanimidad
Mansedumbre
Milagros
Misa
Misericordia
Misericordia divina
Mortificación
Muerte
Murmuración
O
Obediencia
Ofrecimiento de obras
Omisiones
Oración
Oración de petición

P
Paciencia
Paz
Pecado
Pecado venial
Penitencia
Perdonar las ofensas
Perdón de los pecados
Pereza
Perseveracia
Piedad
Pobres
Predicación
Premio
Presencia de Dios
Primeros cristianos
Providencia
Prudencia
Purgatorio
Purificación

R
Recogimiento
Rectitud de intención
Respeto a la persona
Respetos humanos
Responsabilidad
Riquezas
Romano Pontífice

S
Sacerdote
Sagrada Escritura
San José
Santidad
Santos
Servir a Dios
Sinceridad
Soberbia
T
Temor de Dios
Templanza
Tentación
Tibieza
Tiempo
Trabajo
Tristeza

U
Unidad

V
Vanagloria
Veracidad
Vida sobrenatural
Vigilancia
Virgen Santísima
Virginidad
Virtudes
Visita al Santísimo
Vocación
Voluntad de Dios

ACCIONES DE GRACIAS

Citas de la Sagrada Escritura

1. Debemos dar gracias a Dios por todos los beneficios

¿Qué podré yo dar a Yahvé, por todos los beneficios que me ha hecho? Levantaré el
cáliz de la salvación e invocaré el nombre de Yahvé. Sal 115, 12.

¡Bendice, alma mía, a Yahvé, y bendiga todo mi ser su santo nombre! ¡Bendice, alma
mia, a Yahvé y no olvides ningúno de sus favores! Sal 102, 1, 2.

No olvides el beneficio de tu fiador, pues se empeñó por ti. Eclo 29, 20.

2. Frecuentes gracias del Señor al Padre:

Mt 15, 36; Mc 14, 23; Jn 6, 11.


3. Debe ser la actitud normal del cristiano

Y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en
un solo cuerpo. Sed agradecidos. Col 3, 15.

Por nada os inquietéis, sino que en todo tiempo, en la oración y en la plegaria, sean
presentadas a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias. Flp 4, 6.

Orad sin cesar. Dad en todo gracias a Dios, porque tal es su voluntad en Cristo Jesús
respecto de vosotros. I Tes 5, 17.

4. Dar gracias en toda ocasión

Y todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios Padre por El. Col 3, 17.

Entre las diversas virtudes cristianas, San Pablo recomienda gratitud: Col 3, 15.

A Timoteo le ruega que se ha gan peticiones, oraciónes, súplicas y acciones de


gracias por los reyes por todos los constituidos en digni dad, a fin de que gocemos de
vida tranquila y quieta con toda piedad y dignidad. I Tim 2, 1.

San Pablo da también gracias al Señor por haberle fortalecido haberle juzgado fiel
para el ministerio: I Tim 13; por la gracia otorgada en Cristo Jesús. I Cor 1; y
recomienda a los primeros cristianos que den en todo gracias a Dios porque tal es su
voluntad en Cristo Jesús respecto a vosotros. I Tes 5, 17.

Dar gracias por la fe: Rom I,8; Cor 1, 4.

Dar gracias por la caridad fraterna: Col 1, 34, 2 Tes 1, 3; etc.

Acciones de gracias de los bienaventurados en el cielo: Apoc 4, 9;7, 12.

Del samaritano leproso: 17, 16.

Del fariseo soberbio en el templo: Lc 18, 11.

Selección de textos

Innumerables motivos para dar gracias a Dios.

1 Oremos solemnemente con acción de gracias, al despuntar el nuevo día, al salir de


casa, antes de comer y después de haber comido, a la hora de ofrecer incienso, al
entregaros al descanso. Y aun en la misma cama quiero que alternes los salmos con
la oración dominical (...), para que el sueño te coja libre de pensamientos mundanos
y ocupado en los divinos (SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3, 1819).

2 ¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con
la pluma, que estas palabras, Gracias a Dios? No hay cosa que se pueda decir con
mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer
con mayor utilidad (SAN AGUSTÍN, Epist., 72).

3 El nos da, por un poco de fe, la tierra inmensa, para cultivarla; agua para beber y
agua para navegar; el aire para respirar, el fuego para trabajar, el mundo para
habitar... Si los bienes de los amigos son comunes y si el hombre es amigo de Dios,
todo se hace propiedad del hombre, pues todo pertenece a Dios (CLEMENTE DE
ALEJANDRIA, Protréptico, 12).

4 Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al


día.—Porque te da esto y lo otro.—Porque te han despreciado.—Porque no tienes lo
que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es
también Madre tuya.—Porque creó el Sol y la Luna, y aquel animal y aquella otra
planta.— Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso...Dale gracias
por todo, porque todo es bueno (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, 36a ed. castell.
Madrid, 1979, n. 268).

5 No dejemos transcurrir ni un solo día sin agradecerle tantas gracias como durante
nuestra vida nos ha concedido (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el primer
precepto del decálogo).

6 (Recibimos) beneficios que superan en número a las arenas del mar. (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Homilías sobre San Mateo, 25, 4).

7 Mal procede quien se llena de soberbia a causa de su riqueza y no reconoce haber


recibido de Dios todo lo que tiene, pues todos nuestros bienes, espirituales o
temporales, de Dios son (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, en Escritos de
catequesis, Madrid , 1 976, p. 151 ).

8 El pecado es lo único que no has recibido de El. Fuera del pecado, todo lo demás
que tienes lo has recibido de Dios. (SAN AGUSTÍN, Sermón 21).

9 ¡Nos parece demasiado dedicarle algunos minutos para agradecer las gracias que
en todo momento nos concede! Quieres dedicarte a tu tarea, dices. Pero, amigo mío,
te engañas miserablemente, ya que tu tarea no es otra que agradar a Dios y salvar
tu alma; todo lo demás no es tu tarea: si tú no la haces, otros la harán; mas si
pierdes el alma, ¿quién la salvará? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

10 Da gloria a Dios por el feliz éxito de los asuntos que te han sido encomendados, y
no te atribuyas a ti mismo más que los fallos que haya habido; sólo éstos te
pertenecen, todo lo bueno es de Dios y a El se debe la gloria y gratitud (J. PECCI—
León XIII—Práctica de la humildad, 45).

11 Al conocer lo que Dios nos ha dado, encontraremos muchísimas cosas por las que
dar gracias continuamente (SAN BERNARDO, In Dom. V Ipost. pent., 25, 4).

12 (Dios) nos hace muchos regalos, y la mayor parte los desconocemos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 25, 4).

13 No dejes nunca de dar gracias a Dios con todo tu corazón y darle gracias, sobre
todo, por los cuidados de que te rodea, y pídele en todo momento que no te falte la
ayuda que sólo El te puede dar (J. PECCI—León XIII—, Práctica de la humildad, 43).

14 Cuando el alma recuerda los beneficios que antaño recibió de Dios y considera
aquellas gracias de que la colma en el presente, o cuando endereza su mirada hacia
el porvenir sobre la infinita recompensa que prepara el Señor a quienes le aman, le
da gracias en medio de indecibles transportes de alegría (CASIANO, Colaciones, 9).

15 El cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos nos hablan de la bondad y
omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos
a nuestro servicio exige de la creatura racional el justo tributo de la acción de gracias
(SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre Cuaresma, 1).

16 Conviene mucho que el favorecido tenga agradecimiento y dé las gracias, aunque


el bienhechor no tenga necesidad de ello (TEÓFILO, en Catena Aurea, val. IV, p. 47).

17 Desde el primer Adán hasta el de hoy, fatiga y sudor, cardos y espinas. ¿;Acaso ha
caido sobre nosotros el diluvio? ¿O aquellos tiempos difíciles de hambre y de guerras,
de los cuales se escribió precisamente para que no murmuremos del tiempo presente
contra Dios? ¿Cuáles fueron aquellos tiempos! No es verdad que todos, al leer sobre
ellos, nos horrorizamos? Por esto, más que murmurar de nuestro tiempo, lo que
debemos hacer es dar gracias por él (SAN AGUSTÍN, Sermón, 2).

18 Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana


para marcharme. En toda ocasión yo digo: Señor, hágase tu voluntad: no lo que
quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga. Este es mi alcázar, ésta es mi
roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se
haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me
mande, le doy gracias también (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio, 13).

19 Y habiendo tomado el pan dio gracias. Y nos dio ejemplo para que diésemos
gracias por todo beneficio, tanto al principio como al fin, porque siempre se deben
dar gracias a Dios (SAN BEDA, en Catena Aurea, val. VI, p. 436).

20 ¿Has presenciado el agradecimiento de los niños?—Imítalos diciendo, como ellos,


a Jesús, ante lo favorable y ante lo adverso.¡Qué bueno eres! ¡Qué bueno!.Esta frase,
bien sentido, es camino de infancia, que te llevará a la paz, con peso y medida de
risas y llantos, y sin peso y medida de Amor. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
894).

A quien se reconoce agradecido por los beneficios recibidos, se le


prometen muchos más

21 Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque
con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado
en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más pobres, y dará
Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros. Pues,
¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es
imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo para cosas
grandes quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan miserables y
tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho
con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá (SANTA
TERESA, Vida, 10, 3).

22 Si la fe salvó a aquél que se postró para dar gracias (se refiere al leproso
samaritano), la malicia perdió a los que no se cuidaron de dar gloria a Dios por los
beneficios recibidos (SAN BEDA, en Catena Aurea, val. Vl, p. 278).
23 A quien humildemente se reconoce obligado y agradecido por los beneficios, con
razón se le prometen muchos más. Pues el que se experimenta fiel en lo poco, con
justo derecho será cosntituido sobre lo mucho, así como, por el contrario, se hace
indigno de nuevos favores quien es ingrato a los que ha recibido antes (SAN
BERNARDO, Serm. sobre el Salmo 50).

24 [...] porque si no conocemos qué recibimos, no despertamos al amor (SANTA


TERESA, Vida, 10, 3).

Las acciones de gracias en esta vida, anticipo de la alabanza que


daremos a Dios en el cielo

25 Toda nuestra vida presente debe discurrir en la alabanza de Dios, porque en ella
consistirá la alegría sempiterna de la vida futura; y nadie puede hacerse idóneo de la
vida futura si no se ejercita ahora en esta alabanza (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 148).

Dar gracias es muestra de sabiduría

26 En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de


sabiduría: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de
gracias y la alabanza, y si de ella salen también palabras de edificación (SAN
BERNARDO, Sermón 15, sobre materias diversas).

Gratitud, con obras, para con los padres

27 Honra a tu padre y a tu madre. Este honor se les hace no sólo por el respeto, sino
también por la asistencia. Porque es un honor reconocer sus beneficios. Alimenta a tu
padre, alimenta a tu madre; que aunque así lo hagas no habrás pagado los trabajos y
los dolores que tu madre ha padecido por ti. Le debes lo que tienes a tu padre, y a tu
madre lo que eres. (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val. VI, p. 310).

Por la vocación recibida

28 Ningúno hay, a poco que reflexione, que no halle fácilmente en si mismo


poderosos motivos que le obliguen a mostrarse agradecido a Dios. Y nosotros
especialmente, porque el Señor nos escogió para si y nos recibió para servirle a El
solo (SAN BERNARDO, Serm Dom VI después Pentec, 2, 1).

29 No lo dudes: tu vocación es la gracia mayor que el Señor ha podido hacerte.—


Agradécesela (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 913).

Gratitud por los hijos recibidos de Dios

30...y tu mujer Isabel parirá un hijo, y le darás el nombre de Juan. Y tendrás gozo y
alegría, y se gozarán muchos con su nacimiento. Se invita en este texto a los santos
a alegrarse en el nacimiento de sus hijos, y se advierte a los padres la obligación de
dar gracias a Dio: no es beneficio pequeño de Dios dar hijos (SAN AMBROSIO, en
Catena Aurea, val. V, p. 22).

Gratitud al Ángel Custodio

31 Somos también deudores de nuestro Ángel Custodio, quien contempla siempre el


rostro del Padre que está en los cielos (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 28, 3).

La virtud humana de la gratitud

32 Existe también una deuda respecto a los ciudadanos y, asimismo, una deuda
común para con todos los hombres; una deuda para con los huéspedes y otra para
con las personas de edad; otra, en fin, para con algunos a los que es justo honrar
como a hijos o hermanos. Así pues, quien no hace lo que se debe cumplir con el
hermano, queda deudor de lo que ha omitido Asimismo, si dejamos de hacer a los
hombres aquellas cosas que por el humanitario espíritu de sabiduría es conveniente
que les hagamos, más considerable es nuestra deuda. (ORÍGENES, Trat. sobre la
oración, 28, 1).

Gratitud por haber sido preservados de muchos pecados

33 Debemos dar gracias a Dios, tanto de los pecados de que nos preservó como de
los que tuvo la misericordia de perdonarnos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las
tentaciones).

34 Hemos de mostrarnos agradecidos por los beneficios que a diario nos hace su
Providencia; por librarnos de las asechanzas de nuestros enemigos; por cooperar con
nosotros, para poder superar los vicios de la carne; por protegernos ante el peligro,
incluso ignorándolo nosotros; por fortalecernos en la lucha contra el pecado; porque
nos ayuda e ilumina; porque nos hace comprender y reconocer dónde está nuestro
auxilio [...].

Asimismo, debemos expresarle nuestro agradecimiento porque nos inspira


secretamente la compunción de nuestras faltas y negligencias; porque se digna
visitarnos con castigos saludables; por atraernos muchas veces, a pesar nuestro, al
buen camino; por dirigir nuestro albedrío por otros cauces, a fin de que podamos
cosechar mejores frutos, aunque nuestra tendencia hacia el mal sea tan acusada.
Porque se digua, en fin, orientar esa tendencia y cambiarla, merced a saludables
sugestiones, hacia la senda de la virtud (CASIANO, Instituciones, 12, 18).

Nuestro agradecimiento se ha de poner de manifiesto especialmente


en la Santa Misa y en la Sagrada Comunión

35 La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día [...].
El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con
tesoros celestiales (SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Misa y Oficio atropellados, pp. 422-
423).

36 La misma naturaleza del Sacramento reclama (la acción de gracias) para que su
percepción produzca en los cristianos abundancia de frutos de santidad Ciertamente
ha terminado la reunión pública de la comunidad, pero cada cual, unido con Cristo,
conviene que no interrumpa el cántico de alabanza, dando siempre gracias a Dios
Padre en nombre de Nuestro Señor Jesucristo (Ef 5, 20) ....Tan lejos está la Sagrada
Liturgia de reprimir los íntimos sentimientos de cada uno de los cristianos, que más
bien los reanima y los estimula para que se asemejen a Jesucristo, y por El se
encaminen al Eterno Padre; por lo cual ella misma quiere que todo el que hubiere
participado de la Hostia santa del altar, rinda a Dios las debidas gracias, pues a
nuestro Divino Redentor le agrada oír nuestras súplicas, hablar con nosotros de
corazón a corazón, y ofrecernos un refugio en el suyo ardiente (Pío XII, Enc. Mediator
Dei, n. 30).

37 [...] No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan


importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para
decirle gracias? No seamos mezquinos. Amor, con amor se paga (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Homilía Sacerdote para la eternidad, 1. c., p. 43).

38 Habiendo ya rezado las oraciónes para después de la Comunión, llamaréis en


vuestra ayuda a la Santísima Virgen, a los ángeles y a los santos, para dar juntos
gracias a Dios por el favor que acaba de dispensarnos (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la Comunión).

39 La unión espiritual con Cristo, a la que se ordena el mismo sacramento, no se ha


de procurar únicamente en el tiempo de la celebración eucarística, sino que ha de
extenderse a toda la vida cristiana, de modo que los fieles cristianos, contemplando
asiduamente en la fe el don recibido, y guiados por el Espíritu Santo, vivan su vida
ordinaria en acción de gracias y produzcan frutos más abundantes de caridad. Para
que puedan continuar más fácilmente en esta acción de gracias, que de un modo
eminente se da a Dios en la Misa, se recomienda a los que han sido alimentados con
la sagrada comunión que permanezcan algún tiempo en oración (PABLO VI, Enc.
Eucharisticum mysterium, n. 38).

40 No sólo has de avivar tu devolución antes de la comunión, sino que la has de


conservar solícitamente después de recibir el sacramento. No ha de ser menor el
cuidado de después que la preparación de antes. Porque el buen cuidado posterior es
otra óptima preparación para conseguir mayor gracia. En cambio, se indispone
grandemente para ella el que enseguida se entrega a exteriores entretenimientos.
Evita conversaciones, permanece solo y goza de tu Dios, pues tienes al que nadie te
puede quitar. Yo soy a quien debes darte del todo, de manera que ya no vivas más
en ti, sino en Mi, sin ningúna preocupación (Imitación de Cristo, IV, 12,4).

41 Aquel tiempo que sigue después de la comunión es el mejor que hay para
negociar con Dios y para abrazarle dentro de su corazón. Y así debe el hombre estar
este tiempo en la iglesia o donde comulgó dando gracias al Señor por este beneficio
y ocupando su corazón en santos pensamientos y oraciónes (FRAY LUIS DE
GRANADA, Del Sacramento de la Eucaristía)

42 La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con Él que en sus
entrañas tiene, y aprovéchese de El, no de otra manera de como cuando acá vivía
fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más quieto
tiempo de todos es aquél mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual tiempo no
se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no nos constriñese
(SAN JUAN DE AVILA, Obras espirt. Carta 5.a).

43 Estaos vos con El de buena gana; no perdáis tan buena sazón de negociar, como
es la hora después de haber comulgado [...]. Este es buen tiempo para que os
enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies porque nos quiere
enseñar, y le supliquéis que no se vaya de con vos [...] (SANTA TERESA, Camino de
Perfección, 34, 10).

44 Se ha de procurar que a la sagrada comunión le preceda una diligente


preparación y le siga una conveniente acción de gracias, adaptada a las
posibilidades, condición y deberes de cada uno (SAN PÍO X, Denz. 2383).

45 El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a saber encontrar,
acabada la Misa, unos minutos para una acción de gracias personal, intima, que
prolongue en el silencio del corazón esa otra acción de gracias que es la Eucaristía.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 92)

46 Después que lo hayas recibido, invita a tu corazón a rendirle homenaje a este Rey
de salud; trata con Él de tus asuntos íntimos; contémplale en tu interior, donde El ha
venido a morar para dicha tuya; finalmente, hazle la mejor acogida posible y
compórtate de manera que en todas tus actuaciones se eche de ver que Dios está
contigo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota,2,21)

47 Se alejan del recto camino de la verdad los que, ateniéndose más a la palabra que
al sentido, afirman y enseñan que, acabado ya el Sacrificio, no se ha de continuar la
acción de gracias, no sólo porque el mismo Sacrificio del altar es de por si una acción
de gracias, sino también porque pertenece a la piedad privada y particular de cada
uno y no al bien de la Comunidad (Pío Xll, Enc. Mediator Dei, n. 30).

ADULACION

Selección de textos

«Cuantos me alaban, en realidad me dañan»

48 Mis pensamientos en Dios son muy elevados, pero me pongo a raya a mí mismo,
no sea que perezca por mi vanagloria. Pues ahora sobre todo tengo motivos para
temer y me es necesario no prestar oído a quienes podrían tentarme de orgullo
Porque cuantos me alaban en realidad me dañan Es cierto que deseo sufrir el
martirio, pero ignoro si soy digno de él (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los
Tralianos).

49 Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por. sus buenas acciones el
halago de los aplausos humanos, se desvía [...], encontrando así mayor placer en ser
llamada dichosa que en serlo realmente […]. Y aquello que habia de serle un motivo
de alabanza en Dios se le convierte en causa de separación en él (SAN GREGOR1O
MAGNO, Moralia, 10, 4748).

50 El adulador conduce al mal a su prójimo, porque es incapaz de saber qué es lo


que le conviene (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol Vl, p. 475).

51 Es necesario fijarnos mucho en su entrada (de la alabanza y la adulación); como si


se tratara de estar en guardia contra una fiera presta a arrebatar a aquel que no la
vigila. Entra calladamente y destruye por medio de los sentidos todas las cosas que
encuentra en el interior (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

52 Los muertos sepultan también a los muertos cuando los pecadores favorecen a
los pecadores; pues quien alaba al que peca, le esconde ya muerto bajo la losa de
sus palabras (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, val 1, p 495).

El adulador, «un ministro del demonio»

53 El adulador es ministro del demonio, doctor de la soberbia, destructor del


arrepentimiento, aniquilador de las virtudes, maestro del error (SAN JUAN CLIMACO,
Escala del paraíso, 22).

Falta contra la caridad

54 La adulación unas veces se opone a la caridad, y otras no. Se opone a la caridad


de tres modos. Uno, por su mismo objeto, como alabar un pecado; esto contraría a la
caridad con Dios, contra cuya justicia se profiere tal alabanza, y a la caridad para con
el prójimo, a quien se alienta con su mala acción [...]. Otro modo, por razón de la
intención, cuando con la adulación se pretende dañar corporal o espiritualmente [...].
El tercer modo es por la ocasión, como cuando la alabanza del adulador es ocasión
de pecado para otro, aun prescindiendo de la intención del adulador (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 22, q. 115, a. 2).

Superficialidad de la alabanza vana

55 Los mismos que alaban son nada, y pasarán con el sonido de sus palabras. En
cambio, la fidelidad del Señor dura por siempre (Imitación de Cristo, 3, 14).

56 Tengo entendido que quien se dejare llevar por cosas de la tierra o dichos de
alabanzas de los hombres, está muy engañado por la poca ganancia que en esto hay;
una cosa les parece hoy, otra mañana; de lo que una vez dicen bien, presto tornan a
decir mal (SANTA TERESA, Fundaciones, 27, 21).

Aprender a rechazar las alabanzas

57 El desprecio de las alabanzas es lo primero y lo principal que hemos de aprender


(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Sobre el sacerdocio).

58 De nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los
demás (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).

59 Rechaza las alabanzas que te hagan por el éxito obtenido, porque no se deben a
un vil instrumento como tú, sino a El, que, si así lo quiere, puede servirse de una vara
para hacer brotar el agua de una roca, o de un poco de tierra para devolver la vista a
los ciegos [...] (J. PECCI—León XIII-, Práctica de la humildad, 45).
Rectificar la intención ante la alabanza

60 Todo motivo de excelencia lo ha dado Dios para que aproveche a los demás, de
donde se sigue que en tanto debe agradarle al hombre el testimonio que los demás
le dan de su excelencia, en cuanto contribuya al bien ajeno (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 22, q. 131, a. 1).

61 Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome


saber lo que he sido y lo que seré, si Tú me dejas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 591).

AFABILIDAD

La afabilidad, virtud para la convivencia.

62 En cuanto tu salado llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (Lc
1, 44) [...]. El sobresalto de alegria que sintió Isabel, subraya el don que puede
encerrarse en un simple saludo cuando parte de un corazón lleno de Dios. ¡Cuántas
veces las tinieblas de la soledad, que oprimen a un alma, pueden ser desgarradas
por el rayo luminoso de una sonrisa o de una palabra amable! (JUAN PABLO II, Hom.
Roma, 11-II-1981).

63 El espíritu de dulzura es el verdadero espíritu de Dios [...] Puede hacerse


comprender la verdad y amonestar siempre que se haga con dulzura. Hay que sentir
indignación contra el mal y estar resuelto a no transigir con él; sin embargo, hay que
convivir dulcemente con el prójimo (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm.
110, en Obras Completas, BAC, Madrid 1954, p. 744).

64 Ansí que, hermanas, todo lo que pudiéredes sin ofensa de Dios procurad ser
afables y entender con todas las personas que os trataren, de manera que amen
vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y
amedrenten de la virtud. A la religiosa importa mucho esto: mientras más santas,
más conversables con sus hermanas, que aunque sintáis mucha pena si no van sus
pláticas todas como vos las querriades hablar, nunca os extrañéis dellas y ansí
aprovecharéis y seréis amadas, porque mucho hemos de procurar ser afables y
agradar y contentar a las personas que tratamos (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 41, 7).

65 De estas virtudes de convivencia es necesario tener gran previsión y muy a mano,


pues se han de estar usando casi de continuo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd a la
vida devota, III, 1).

66 Del mismo modo que no es posible vivir en sociedad sin la verdad, es necesaria
en la vida social la afabilidad, porque, como dice Aristóteles," nadie puede aguantar
un solo día de trato con un triste o con una persona desagradable". Por consiguiente,
cada hombre está obligado, por un cierto deber natural de honestidad, a ser afable
con quienes le rodean, salvo el caso de que sea útil entristecer a alguno de ellos
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q 114, a. 2).
Para ser afable es preciso ser humilde

67 Si por pereza dejas de poner los medios necesarios para alcanzar la humildad, te
sentirás pesaroso, inquieto, descontento, y harás la vida imposible a ti mismo y quizá
también a los demás y, lo que más importa, correrás gran peligro de perderte
eternamente (J. PECCI—León XIII—, Práctica de la humildad, 49)

68 La humildad es la virtud que lleva a descubrir que las muestras de respeto por la
persona—por su honor, por su buena fe, por su intimidad—,no son convencionalismos
exteriores, sino las primeras manifestaciones de la caridad y de la justicia (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa. 72).

La afabilidad, necesaria al cristiano

69 Como mejor podemos emplear la dulzura es aplicándola a nosotros mismos, sin


despecharnos nunca contra nosotros y nuestras imperfecciónes; pues, aunque es
razonable que cuando cometemos una falta nos aflijamos y entristezcamos, sin
embargo, hemos de procurar no ser victimas de un malhumor desagradable y triste,
despechado y colérico. En esto faltan muchos que se enfadan por haberse enfadado,
se entristecen de haberse entristecido y se desesperan por haberse desesperado;
con este sistema su corazón está sumergido en cólera, y parece que la segunda
cólera arruina a la primera, de tal suerte que sirve de apertura e invitación para una
nueva cólera en la primera ocasión que se presente; aparte de que estos enfados,
despechos y asperezas contra uno mismo tienden al orgullo y no tienen más origen
que el amor propio, que se turba e inquieta por vernos imperfectos (SAN FRANCISCO
DE SALES, Introd a la vida devota, III, 9)

70 Caras largas..., modales bruscos..., facha ridícula..., aire antipático: ¿Así esperas
animar a los demás a seguir a Cristo? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 661).

La afabilidad, especialmente necesaria al sacerdote

71 Los hombres, para su trato con sus semejantes en la vida social, si son buenos e
inteligentes cultivan—ordinariamente sólo por razones humanas—una virtud que
suele llamarse sociabilidad. También el sacerdote ha de hacer suya esta virtud, si no
quiere encontrarse en situación de inferioridad al tratar a los demás hombres Lo que
otros practican por motivos humanos, llévelo él a su conducta por una razón
sobrenatural, es decir, por caridad. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p.
32).

Afabilidad y justicia

72 La amistad o afabilidad es parte de la justicia como virtud aneja que se agrega a


la principal. Conviene, en efecto, con la justicia en su razón de alteridad; pero difiere
de ella en que no es exigida por un deber estricto... Solamente es exigida por un
deber de honestidad que obliga más al mismo virtuoso que al otro, en cuanto que el
hombre afable trata a sus semejantes como es decoroso y es su deber hacerlo
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q. 114, a. 2).
Afabilidad y prudencia

73 No debemos mostrarnos afables con quienes fácilmente pecan, tratando de


agradarles, para no parecer que condescendemos con sus vicios y les damos cierto
ánimo para caer en ellos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q. 114, a. 1).

El elogio oportuno y ponderado, muestra de afabilidad

74 Si la alabanza pretende, observando las debidas circunstancias, contentar a uno y


serle motivo de aliento en sus trabajos o animarle en la prosecución de las buenas
obras, es un fruto de la virtud de la afabilidad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 22, q.
115, a. 1).

A la afabilidad se opone el llamado «espíritu de contradicción», que


impide una sana convivencia

75 El espíritu de contradicción [...] se origina cuando no se tiene ningún reparo en


contristar mediante la contradicción […] y se opone a la virtud de la amistad o
afabilidad, cuya función es convivir agradablemente con otros. (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 22, q. 116, a. 1).

76 La afabilidad tiene dos vicios contrarios: por una parte, la excesiva severidad, y
por otra el halago palabrero. La virtud de la afabilidad se mantiene en el punto
medio, entre lo mucho y lo poco, usando de afectuosidad cuando lo pidan quienes se
acercan, y conservando aun entonces suave gravedad, conforme a la varia condición
de quienes tratemos. (SAN FRANCISCO DE SALES, Conversaciones espirituales, IX,
pp. 628629).

Aflicciones y trabajos
"Cuando en este mundo sobrevienen males, son, por lo común, efectos de la divina
indignación para castigo de los hombres, con el fin de darse a conocer con los
castigos a los que no quieren conocerle por sus beneficios. (S. Cipriano, lib. contra
Demetr. sent. 27, Trie. T. 1, p. 303.)"

"Quiso Dios probar su familia, y porque una larga paz había corrompido la doctrina
que nos vino de¡ cielo por tradición, la corrección celestial avivó la fe postrada, y aun
diré, casi dormida: y cuando merecíamos padecer más por nuestras culpas, el
clementísimo Señor todo lo ha moderado: de modo, que cuanto nos ha sucedido,
más parece visita de Dios que persecución. (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent. IX, Tric.
T. 1, p. 3 80 y 3 8 l.) "

"El que se confundiere de mí, se avergonzará de él el Hijo de Hombre. ¡Y pensará que


es cristiano el que se avergüenza de serlo! ¡Cómo puede estar con Cristo el que teme
y se avergüenza de pertenecer a Jesucristo! (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent. XI, adic.
T. 1, p. 381.)"

"El justo dará su fruto en su tiempo. El tiempo del justo es el siglo venidero, porque
no es esta vida el tiempo propio del justo: antes bien, es para él un tiempo extraño; y
así en la vida futura dará Dios el fruto del cultivo que da Dios a las almas en el
presente siglo. (Eusebio de Cesarea, sent. 1, Tric. T. 2, p. 83.)"

"Vuestra vara y vuestro cayado me han dado consuelo. A la verdad, el que recibe el
castigo persuadido de que Dios castiga a los que admite por hijos adoptivos, se
consuela con los mismos trabajos. (Eusebio, sent. 2, Tric. T. 2, p. 83.)"

"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Promete Jesucristo
consuelos eternos a los que lloran en este mundo, no por la pérdida de las personas
amadas, ni por las injurias que reciben, o por los menoscabos que ven en sus bienes:
sino a los que lloran sus culpas pasadas, y los delitos que manchan su conciencia:
para estos está reservado el consuelo de la gloria. (S. Hilario in Matth. cap. 4, sent. 6,
Tric. T. 2., p. 258.)"

"¡Dichoso aquel que sufre a su prójimo! Pero, ¡ay de aquel, que sin reposo alguno
pone a su prójimo en la precisión de que le sufra! (S. Efrén, (De Vit. spir.) sent. 7,
Tric. T. 3, p. 78.)"

"Para dolerse y llorar, bastará conocerse bien a si mismo: pero este dolor debe ser
según Dios, y no ha de provenir de un motivo puramente humano: por lo cual es
necesario manifestar un exterior alegre y agradable, gloriándonos en el Espíritu
Santo de los dones que nos comunica; pero al mismo tiempo debemos dirigirle
oraciónes que salgan de un alma penetrada de un secreto dolor. (S. Efrén, (De morb.
ling.) sent. 12., Tric. T. 3, p. 79.)"

"Déjate penetrar, alma cristiana, de la compunción por todas las gracias que has
recibido de tu Dios y no has conservado bien. Compúngete a vista de los males que
has cometido contra él, y particularmente por todos aquellos pecados en que te ha
esperado a penitencia con tanto sufrimiento. (S. Efrén. (Serm. 2, de Comp.) sent. 14,
Tric. T. 3, p. 79.)"

"Las tribulaciones del mundo están llenas de pena, y vacías de premio; pero las que
se padecen por Dios se suavizan con la esperanza de un premio eterno. (S. Efrén, (In
illa verb. "attende tibi") sent. 18, Tric. T. 3., p. SO.)"

"Habéis mudado mi tristeza en gozo. Dios no llena de su gozo a todas las almas, sino
sólo a las que han llorado sus pecados con lágrimas abundantes y continuas, como si
lloraran su propia muerte: porque estos llantos se convierten por último en
extremadas alegrías. (S. Basilio, in Psalm. 29, sent. 5, Trie. T. 3, p. 191 .)"

"No todas las enfermedades vienen de nuestra constitución natural, o del desarreglo
de la vida, o de otra causa corporal que la medicina puede corregir: muchas veces
son las enfermedades como varas con que Dios castiga nuestros pecados, o como
estímulos con que nos excita a una sincera mudanza de vida. (S. Basilio, sent. 65,
Tric. T. 3, P.20l.)"

"Es preciso reconocer, que las calamidades que en este mundo nos sobrevienen
tienen diversas causas: porque suceden por orden o permisión de Dios, y siempre
para nuestra mayor utilidad: pues siempre es menos ventajoso no padecerlos. (S.
Basilio, Interrog. 261, sent. 74, Tric. T. 3, p. 203.)"

"No miremos como reales y verdaderos bienes o males el gozo ni la aflicción;


considerémonos como extranjeros en la tierra, y pongamos en el cielo toda la
atención del alma. Sola una cosa hemos de tener por mal, y esta es el pecado; y sola
una hemos de estimar corno bien, y esta es la virtud, porque nos une con Dios, (S.
Gregorio Nacian., Epist. 189, sent. 54, Tric. T. 3., p. 361.)"

"E] Verbo divino llama bienaventurados a los que lloran; no porque la aflicción por sí
misma sea felicidad, sino por la felicidad que nos procura. (S. Gregorio de Nisa, Orat.
3., sent. 14, Tric. T. 4, p. 115.)"

"Sirve de tentación para conservar y dar fuerza y aumento a la virtud del alma fiel:
porque si el justo no fuera atribulado y atormentado algunas veces con estas
pruebas, no viviera con el cuidado suficiente para mantener la virtud, antes bien,
correría riesgo de relajación en la afluencia de las gracias que pudiera recibir de la
liberalidad divina. (S. Ambrosio, sent. 27, Tric. T. 4, p. 318.)"

"Nos envía Dios males a este mundo, para obligarnos a recurrir a su bondad,
supuesto que los bienes que nos ha dado no han servido para reconocerle, y que las
adversidades nos excitan a suplicarle después de haberle ofendido durante la
prosperidad y a darle gracias por la comunicación de sus dones. (S. Ambrosio, lib. 1,
in c. 7, sent. 38, Tric. T. 4, p. 321 .)"

"Alegrémonos en los trabajos, como Jesucristo en los suyos. El Señor los padeció por
sus siervos, suframos por nuestro dueño. (S. Ambrosio, ¡ti Psalm. 37, sent. 46, Tric. T.
4, p. 322.)"

"El consuelo que se da al afligido debe ir acompañado de suavidad, no de sequedad y


aspereza: debe ser propio para aliviar el dolor, y no para excitar nuevas confusiones
en el alma. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sent. 47, Tric. T. 4, p. 322.)"

"Los trabajos de esta vida, no son dignos de la gloria futura que nos está preparada:
cualquiera, pues, que espera grandes bienes, no se ha de abatir por pequeños males.
(S. Ambrosio, in Psaim. 118, sent. 58, Tric. T. 4, p. 324.)"

"Está la vida tan llena de males, que en esta consideración podemos mirar la muerte
como remedio, más bien que como trabajo. (S. Ambrosio, Serm. 42, sent. 149, Tric. T.
4, p. 344.)"

"Ya el pueblo cristiano no necesita un leve dolor de la circuncisión: porque llevando


consigo la muerte del Señor en cada momento, señala en su frente el desprecio de la
muerte, como quien sabe que no puede llegar a la salud eterna sin la cruz del Señor.
(S. Ambrosio, sent. XX,. adic. Tric. T. 4, p. 399.)"

"En más estimó Moisés el oprobio de Cristo, que los tesoros de Egipto. Si tu oprobio
Jesús y Señor mio, es gloria: ¿cuánta es tu gloria? (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent.
XXXII, adic. Tric. T. 4, p. 403.)"

"Nosotros merecemos más lástima que los que mueren, porque todos los días nos
vemos expuestas a los combates y a las manchas de¡ pecado, y muchas veces
recibimos heridas los que algún día hemos de dar cuenta de la menor palabra ociosa.
(S. Jerónimo, Epist.. 75, ad Theod, de morte conj., sent. 28, Trie. T. 5, p. 243.)"

"Cuando Dios no manifiesta su ira contra el pecado, es señal de su mayor


indignación: esto lo hizo decir a Jerusalén por Ezequiel: Yo no me enojaré contra ti, ni
te celaré. Un padre reprende al hijo que ama: y cuando el médico no nos da remedio
es señal de que desespera de nuestro mal. (S. Jerónimo, sent. 31, Tric. 'r. 5, p. 244.)"

"Cuando nos vemos en la aflicción y en la miseria es porque quiere Dios probamos,


para que el fuego de las tribulaciones de este mundo purifique toda mezcla de
iniquidad que haya en nosotros. Porque la plata del Señor, pasa por el fuego para ser
en él probada y purificada hasta el séptimo grado. (S. Jerónimo, in Jerem. c. l., sent.
63, Tric. T. 5, p. 249.)"

"¿Por qué nos admiramos de los males que sufrimos en esta vida? Pues si
pretendemos con sinceridad los eternos gozos, conoceremos que solamente hemos
venido aquí para padecer. (S. Jerónimo, in Lament. Jerem. sent. 68, Tric. T. 5, p.
250.)"

"Clamé al Señor cuando yo estaba atribulado, y me oyó. No dice cuando estaba


nadando en el gozo y en las delicias. ¿Queréis que el Señor os oiga? Clamad a él
afligidos y atribulados. (S. Jerónimo in Psalm. 12, sent. 112. Tric. T. 5, p. 258.)"

Bienaventurado es aquel a quien Dios castiga; porque el Señor no toma dos veces
satisfacción de una misma culpa. El efecto de la mayor ira de Dios sobre nosotros, es
no indignarse contra nosotros: entonces nos reserva, como temeros cebados, para la
carnicería. (S. Jerón, in Psalm. 140, sent. 117, Tric. T. 5, p. 260.)"

"No es razón que los siervos rehusemos padecer lo que antes sufrió el Señor por
nosotros, siendo siervos. (S. Paulino, Epist.. 38, sent. XII, adic. Tric. T. 5, p. 362.)"

"Dos cosas nos anunció Jesucristo: la tribulación y el consuelo, los trabajos y las
coronas, la tristeza y la alegría. Y para que los hombres vean que no pretendió
engañarnos, envía primero los trabajos, y deja para el otro mundo lo agradable; bien
que disminuyendo el peso de los males que primero sentimos con la esperanza de los
bienes que les han de suceder. (S. Juan CRISÓSTOMO. Homil. 16, sent. 15, Tric. T. 6,
p. 302.)"

"Si es fuerte la calentura que padecéis, representaos la imagen del fuego del
infierno, y pensad que, si sufriéreis con paciencia el mal de la calentura, evitaréis
algún día el del infierno. Representaos también cuantos trabajos padecieron los
Santos Apóstoles, y que siempre los justos pasaron por la prueba de las aflicciones.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 38, Orat, 6, sent. 30. Tric. T. 6, p. 306.)"

"No quiere Dios disminuir el fruto de vuestros trabajos, ante viéndolos, dispone que
todo se convierta en vuestro bien y que todo os aproveche. Aun cuando solo
arrojaréis un suspiro, o dejaréis caer una sola lágrima, inmediatamente la recoge, y
la hace servir para vuestra salvación. (S. Juan CRISÓSTOMO Homil. 3, in c. 1. Math.,
sent. 37, Tric. T. 6, p. 307.)"

"El ver comúnmente que los malos nada padecen en este mundo, es una señal
indubitable de que Dios dilata para otro tiempo su castigo. (S. Juan CRISÓSTOMO
Homl. 77, sent. 69, Tric. T. 6, p. 312.)"

"Ningúna cosa es tan útil para disponer nuestra alma a conseguir la perfecta
sabiduría, como las calamidades, tentaciones y disgustos. (S. Juan CRISÓSTOMO
llonil. 60, Joann, sent. 84, Tric. T. 6, p. 315.)"

"No debemos llorar por aquellos que Dios aflige, sino por los que no obstante sus
pecados, nada padecen en este mundo. Su primer mal es el pecado, y su segundo
mal es el de no recibir de Dios remedio alguno para sanar de sus pecados. (S. Juan
CRISÓSTOMO Homil, in Psalm. 7, sent. 122, Tric. T. 6, p. 323.)"

"Sufrid con valor los males que os sobrevienen, y esto os servirá de martirio. Porque
la resolución con que el cristiano permite que le despedacen antes que sacrificar a
los ídolos, no es la única cosa que hace mártires: también lo podemos ser, si cuando
nos atormenta un violento dolor nos abstenemos de quejamos de Dios, y si sufrimos
con paciencia, sin decir palabra que merezca ser reprendida. (S. Juan CRISÓSTOMO ,
in Psalm. 129, sent. 140, Tric. T. 6, p. 326.)"

"Por dos razones son útiles los trabajos: la una porque nos hacen más atentos a
nuestra obligación; la otra, porque nos ponen en estado de que Dios nos oiga más
favorablemente. (S. Juan CRISÓSTOMO, in Psalm. 144, sent. 144, Tric. T. 6, p. 326.)"

"Debemos persuadimos a que todo lo que Dios nos envía es para nuestro bien, y no
examinar particularmente las razones, ni inquietarnos por lo que ignoramos. (S. Juan
CRISÓSTOMO de Prodit., lib. 1, c. 7, sent. 172. Tric. T. 6, p. 333.)"

"Es preciso pasar toda la vida en trabajos y continuos combates si queremos gozar
del descanso y de los bienes de la eternidad. Si alguno fuese tan delicado y tan
aficionado a los gustos de esta vida, que imagine poder gozar aquí de los placeres
del mundo, y en el cielo de los que están preparados para premio de los buenos, le
declaro que se engaña mucho, y que se engaña a si mismo. Escucha, pues, aquellas
palabras del Santo Job: Toda la vida del hombre sobre la tierra es una continua
tentación. (S. Juan CRISÓSTOMO, lib. 2, c. 4 sent. 174., Tric. T. 6, p.334.)"

"Los trabajos del espíritu cuando los sufrimos con paciencia y acción de gracias,
pueden hacer que merezcamos más excelente premio que padeciendo trabajos
corporales. (S. Juan CRISÓSTOMO, Epist.. 2, ad Olimp. Diac., sent. 183. Trie. T. 6, p.
336.)"

"Cuando en las molestias que tenéis que sufrir, se levanta en vuestro corazón algún
movimiento de ira o de impaciencia, representaos la extremada mansedumbre de
Jesucristo, y sólo este pensamiento os inspirará al instante esta virtud en el corazón.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. 46, de mansuet, sent., 220. Tric. T. 6, p. 344.)"

"Cuando os halléis en algún trabajo o angustia, así en el matrimonio, como en


cualquier estado que sea, volveos a Dios, y suplicadle que os libre de él; porque este
es el único medio de salir bien de todos los males que nos afligen, porque nada hay
comparable a la virtud de la oración. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. non esse desper.
n. 7, sent. 223, Tric. T. 6, p. 345.)"

¿No es una cosa injusta y sin razón que la mismo tiempo que se aprueba la acción de
un padre que arroja de su casa a un hijo perverso para corregirle; de un médico que
atormenta a un enfermo con remedios violentos para sanarle; de un juez que por el
bien público castiga al delincuente; de un labrador que poda su viña para que lleve
fruto, murmuremos contra Dios, y le acusemos de cruel, cuando para despertarnos
de nuestra pereza y somnolencia, nos excita a corregimos con sus castigos? (S. Juan
CRISÓSTOMO, sent. 225, Tric. Ibid. Ibid.)"

"Si damos gracias a los hombres porque nos prestan dinero por un poco tiempo, sin
enojarnos porque nos lo piden, ¿por qué nos ha de parecer mal que Dios nos quite los
bienes de este mundo, porque son suyos, y nos los había dado prestado? (S. Juan
CRISÓSTOMO, Ibid., sent. 226, Tric. Ibid. Ibid.)"

"Ya no me diréis que la enfermedad es verdadero mal, pues fue la causa de la


recompensa de Lázaro. No me diréis que la pobreza es mal, porque fue la ocasión de
la grande gloria del Santo Job. ¿Qué diremos de las aflicciones, sino que estas fueron
las que hicieron tan ilustres y famosos a los Apóstoles, porque el camino que lleva a
la vida es estrecho y áspero? No me digáis para qué es esto, de qué sirve aquello,
observad ese punto de la conducta del Criador con sus criaturas, el silencio y
sumisión que observa el barro con el alfarero que le da la figura que quiere. (S. Juan
CRISÓSTOMO, lib. 1, in eos qui scandalizati sunt., c. 2, sent. 234. Trie. T. 6, p. 347.)"

"Las aflicciones nos desprenden de las cosas del mundo, nos hacen deseable la
muerte, y nos curan la afición excesiva que tenemos a nuestro cuerpo. Y no hay duda
que el blanco principal a que tira la virtud y la filosofía cristiana, es a quitamos la
afición a la vida presente. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 42, c. 19, sent. 277, Tric. T. 6,
p. 357.)"

"El Hijo del hombre, no tiene en donde reclinar su cabeza. Todos los que se
abandonan a los placeres del mundo, y descansan en las delicias y el regalo, no
tienen sociedad alguna con Jesucristo. Solamente los que viven en las aflicciones y
trabajos, y siguen la estrecha senda del Evangelio, están verdaderamente unidos con
Jesucristo, porque siguen el mismo camino que siguió el Señor. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homi. 1, ad Coritn., sent. 326, Tric. T. /, p. 37 l.)"

"Decía Jesucristo a sus discípulos: Vosotros os veréis afligidos en este mundo. Luego
si queréis ser del número de los discípulos de Jesucristo, debéis entrar con valor en el
camino estrecho. Porque si no padecéis aflicciones por este noble motivo, sucederá
que inútilmente las tendréis que sufrir por otros que no podéis evitar. Un envidioso,
por ejemplo, un avariento, un lascivo, un impúdico y un ambicioso, y todo el que se
ve agitado de una pasión desordenada, sufre muchas más pesadumbres y trabajos
que el que llora en gracia de Dios por alguna aflicción. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl.
26, c. 12, ad corin., sent. 338, Tric. T. 6, p. 374.)"

"¿No es una cosa la más absurda e indigna, que Cristo haya padecido por ti tantas
indignidades, y que tu muchas veces no puedas sufrir por el ni aun las palabras? El
Señor fue escupido, y tú te adornas con trajes y anillos; y si los hombres no te
aplauden, te parece miserable tu vida: a Cristo le afligieron con maldiciones y
oprobios, y por burla le dieron bofetadas; tu de todos pretendes alabanzas y no
sufres las afrentas de Cristo. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 532, sen. VIII, adic. Tric. T.
6, p. 453.)"

"Cuando las cosas hayan llegado a la mayor escasez, entonces es cuando hemos de
esperar más. Porque entonces principalmente manifestará Dios su poder: no desde el
principio, sino cuando no se espera remedio humano, pues esto es el tiempo del
auxilio divino. Por esto no sacó del peligro a los tres jóvenes desde luego, sino
cuando ya los habían arrojado al horno encendido: ni a Daniel antes de entrar en el
lago de los leones, sino siete días después. Esto lo hace Dios para que ningúno se
atribuya la gloria que es propia de Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO, in Psalm. 117, sent.
XII, adic. Trie. T. 6, p. 454.)"

"Nunca está Dios más enojado, que cuando no castiga las culpas, y parece que se ha
olvidado o que no atiende. (S. AGUSTÍN, Psalm. 9, sent. 5, Tric. T. 7, p. 454.)"

"Si seguís el camino de Jesucristo, no os prometáis en este mundo prosperidad. El


Señor caminó por lugares ásperos, pero nos prometió cosas grandes si le seguimos.
Seguidle, y no miréis tanto a los caminos que habéis de pasar, cuanto al lugar a
donde algún día habéis de llegar. (S. AGUSTÍN, Psalm. 32, sent. 37, Tric. T. 7, p.
457.)"

"Es preciso que sean afligidos en este mundo aquellos a quienes Dios ha preparado
la vida eterna. (S. AGUSTÍN, Psalm. 37, sent. 43, Tric. T. 7, p. 458.)"
"Dios os consuela cuando os comunica sus dones, para que permanezcáis siempre
firmes en el bien; y os castiga cuando os quita los bienes para que no caigáis: vivid,
pues, seguros, cuando el Señor cuida de vosotros. (S. AGUSTÍN. Psalm. 39, sent. 55,
Tric. T. 7, p. 450.)"

"Los trabajos os parecen insoportables porque no reflexionaréis cuánto ha padecido


Jesucristo por vosotros; porque si mirarais con los ojos del corazón los trabajos de
vuestro Maestro, sufriríais sin duda los vuestros con más valor, y acaso pudiera ser
que llegaseis a alegraros de pareceros en algo a la pasión de vuestro Rey. (S.
AGUSTÍN, Salm. 54, sent. 75, Tric. T. 7, p. 461.)"

"El que no padezca sed en el desierto de este mundo o entre los males que le
rodean, jamás llegará al verdadero bien, que es el mismo Dios. (S. AGUSTÍN Salm 62,
sent. 94, Tric. T. 7, p. 463.)"

"Cuando Dios no os envía los castigos viviendo mal, es la señal de su mayor


indignación contra vosotros. (S. AGUSTÍN, Salm. 65, sent. 102, Tric. T. 7, p. 464.)"

"Vuestro corazón es recto cuando en lo bueno que hacéis, Dios es lo que os agrada, y
cuando en los males que padecéis no os desagrada Dios. (S. AGUSTÍN. Salm. 70,
sent. 115, Tric. T. 7, p. 465.)"

"Nos pone Dios en el horno de las tribulaciones como a los vasos, no para que se
rompan, sino para que se cuezan y purifiquen. (S. AGUSTÍN, Salm. 91, sent. 141, Tric.
T. 7, p. 467.)"

"En vano queréis y deseáis la bienaventuranza que Jesucristo posee, si teméis sufrir
lo que él padeció. (S. AGUSTÍN Salm. 96, sent. 144, Tric. T. 7, p. 467.)"

"Es mucha razón que los hijos adoptivos cumplan la voluntad declarada en el
Testamento de su Padre; pues dice el Apóstol: Si padecemos con El, seremos
glorificados con El. Son compañeros de la humildad de Jesucristo los que son
coherederos de la gloria prometida. (S. León Papa, Serm. 29, c. 13, sent. 20, Tric. T.
8, p. 385.)'

"No se merece el Reino de los Cielos durmiendo. No se dará la felicidad eterna a los
que pasan la vida en la pereza y torpe ociosidad. Es preciso padecer con Jesucristo
para reinar con Él; es necesario andar por aquella senda, de la que dijo el Señor: Yo
soy el camino. El mismo Señor, sin tener a nuestro favor algunas buenas obras, nos
asistió con sus gracias y con sus ejemplos, para que, escogidos para hijos adoptivos,
con las unas, nos elevan a merecer, y con los otros, nos animase al trabajo. (S. León
Papa, Serm. 34, sent. 26, Tric. T. 8, p.387.)"

"Predica el Apóstol y dice: Todos los que quieren vivir con piedad en Cristo,
padecerán persecución. Por esto nunca falta la tribulación de la persecución, si nunca
falta la piedad, observancia de la piedad. Exhortaba el Salvador del mundo a sus
Discípulos, y les decía: El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Esto no
lo dijo a sólo los Apóstoles, sino a todos los fieles y a la iglesia en general,
representada en aquellos a quienes Jesucristo hablaba. Así como en todo tiempo
debemos vivir con piedad, así también en todo tiempo debemos llevar nuestra cruz.
Cada uno la tiene proporcionada a sus fuerzas, y por este nombre de persecución se
entiende toda especie de trabajos. (S. León Papa, Senn. 47, sent. 41, Tric. T. 8, p.
392.)" 5
"Si padecemos con Jesucristo, reinaremos con él. Los mártires que derramaron la
sangre por su gloria, no son los únicos que aspiraron al premio; porque todos los
fieles que sirven a Dios, y observan sus Mandamientos, están crucificados con
Jesucristo, y así , se verán coronados con El. (S. León Papa, Serm. 67, sent. 54, Tric.
T. 8, p. 395.)"

"¿Quién es el que honra dignamente los misterios de la pasión, muerte y resurrección


del Hijo de Dios, sino aquel que padece, muere y resucita con El? (S. León Papa,
Serm. 68, sent. 55, Tric. T. 8, Ibid.)"

"Aunque la fe está ya esparcida por todo el mundo, y son menos los perseguidores,
no por eso se han acabado las persecuciones. Aún duran los combates que
presentaban a los Santos Mártires de Jesucristo: la necesidad de llevar la cruz no sólo
estuvo en los que con tan horribles suplicios eran atormentados, para extinguir en
ellos el fuego de la caridad. Todavía tienen los siervos de Dios otra especie de
martirio que sufrir; así lo dice el Apóstol. Todos los que quieren vivir con piedad en
Jesucristo, padecerán persecución. Es ser muy tibio y cobarde el no querer padecer
persecución alguna. (S. León Papa, Serm. 68, sent. 56, Tric. T. 8, p. 395 y 396.)"

"Como yo se que Dios castiga a los que recibe por hijos suyos, me consuela una
esperanza de los bienes eternos, que es tanto más cierta, cuanto más duramente me
oprime el trabajo de los presentes males. (S. Gregorio el Grande, Epist.. ad Leand.
Episc., sent. 1, Trie. T. 9, p. 231.)"

"Todo el que murmura en las persecuciones y males que padece, causa la justicia del
que se los envía. Es preciso pues, que el hombre se tenga por más puro que el Señor,
para quejarse de los azotes con que le castiga, y de algún modo es preferirse al
mismo Dios reprender la conducta del Señor cuando le aflige. De este modo, cuando
se considera como se debe la grandeza de Dios, aprendemos a, temerle con
profunda humildad siempre que nos castiga. Por lo cual, el que sabe gustar bien de
las cosas celestiales, sufre con paciencia las interiores, porque conoce en sí mismo la
poca estimación que merece todo cuanto se hace en lo exterior. Sin razón juzga que
tiene el corazón recto, y que es justo el que ignora la regla de la suprema equidad y
la justicia Divina. (S. Gregorio el Grande, (lib. 5, c. 37, p, 170) sent. 12, Tric. T. 9, p.
233 y 234.)"

"Y ningúno habrá que los libre. Porque la Divina Verdad no libra de los eternos males
sino a los que ejercita con algún castigo, interrumpiendo su prosperidad temporal. De
suerte, que el que no quiere que ahora le aflija Dios, no merecerá algún día que le
libre y le salve; y no hay duda que los injustos que huyen de Dios cuando los castiga
como buen padre, no le hallarán algún día para socorrerlos cuando se vean en la
aflicción y dolor. (S. Gregorio el Grande, lib. 6, e. 7, p. 185, sent. 18, Tric. T. 9, p.
235.)"

"Cuando más afligida es la carne con las calamidades y azotes que Dios la envía, más
capaz está el alma de elevarse con santos deseos a las cosas celestiales. (S. Gregorio
el Grande, Ibid. e. 13, p. 178, sent. 19, Tric. Ibid. Ibid.)"

"Un alma dormida en el vicio necesita que la despierte algún castigo o alguna
desgracia: para que, pues durante la prosperidad cayó del estado de la inocencia y la
justicia en que descansaba con excesivo sosiego, la haga la aflicción conocer la
profundidad de su caída. De este modo será para ella el rigor de la divina corrección
una favorable fuente de luz. (S. Gregorio el Grande, lib. 5, c. 23, p. 100, sent. 22, Tric.
T. 9, p. 236.)"
"Cuando los escogidos se ven en la aflicción de los males del mundo: cuando
padecen ignominias, injurias, pérdida de bienes y enfermedades, todo esto les
parece bien duro: pero así que levantan los ojos de su alma a la consideración del
premio eterno, les parece muy poco lo que sufren en comparación de la recompensa
infinita que les espera. De este modo los trabajos que serían insoportables, si en ellos
sólo se atendiera al dolor que causan, se hacen ligeros poniendo la mira en el
premio. (S. Gregorio el Grande, lib. 8, p. 248, sent. 32, Tric. T. 9, p. 240.)"

"Mezcla Dios los trabajos con sus dones, para que se nos haga amargo todo cuanto
nos deleitaba en el mundo, y para que se levante en nuestro corazón tal incendio,
que nos esté siempre excitando deseos celestiales, y por decirlo así , nos muerdan
con deleite, nos atormenten suavemente, y nos contristen alegremente. (S. Gregorio
el Grande, Homl. 16, sent. XXIV, adic. Tric. T. 9, p. 387.)"

"Las enfermedades del cuerpo no os entreguen a la triste pesadumbre: dad en


vuestros males gracias a Dios porque se digna de visitaros: preferid a la salud
de¡ cuerpo la del alma: poned más cuidado en que el espíritu se conserve bueno, que
en que el cuerpo se libre de los trabajos. La enfermedad purifica y corrige el alma, al
mismo tiempo que abate la insolvencia de la carne, y amortigua su delicadeza. (S.
Anselmo, Exhort, ad contemptum temporal, sent. 12, Tric. T. 9, p. 341 y 342.)"

"La voz de la tortolilla no resuena dulce, pero enseña cosas dulces, (quiero decir el
amor de su igual). (S. Bemardo, Serm. 65, in Cant., sent. 24, Tric. T. 10, p. 323.)"

"Al que espera cosas grandes, suelen parecerle menos agradables las pequeñas. (S.
Bernardo, Epist.. 153, sent. 77, Trie. T. 10, p. 326.)"

“La persecución distingue los verdaderos Pastores, de los mercenarios. (S. Bernardo
de Convers. ad Cler. n. 22, sent. 84. Tric, T. 10, p. 327.)"

"El hombre que huye del trabajo, no se emplea en aquello para que ha nacido. (S.
Bernardo de Cont., ad Cler. n. 39, sent. 112, Tric. T. 10, p. 328.)"

"Si siempre nos sucedieran desgracias, ¿quién las podría sostener? Si siempre
prosperidades, ¿quién no confiaría demasiado? Pero aquella sabiduría tan próhibida
que todo lo gobierna, con tal templanza va alterando el curso de la vida temporal de
sus escogidos con lo uno y con lo otro, que ni las adversidades los quebranten, más
agradables después de aquellas, y aquellas se hacen con estas más tolerables. (S.
Bernardo, Epist.. 136, ad Patr. Pap. Episc. sent. XXV, adic. Tric. T. 10, p. 354 y 355.)"

Alabanza
"Un Profeta dijo al Rey Ezequías: Ya viene el día en que todo cuanto tenéis en casa
será llevado a Babilonia, y nada quedará en ella, dice el Señor. De este modo cuando
ya los hipócritas han llegado a la aparente cumbre de la virtud, por no haber
procurado evitar las emboscadas de los espíritus malignos, ocultando las buenas
obras, hacen que caiga en manos de sus enemigos todo el bien que adquirieron y no
procuraron tener escondido: de este modo pierden en un instante, por su
imprudencia, lo que tanto les costó juntar por largo tiempo. A la verdad, es dar
ocasión a los ladrones para robarnos el manifestar nuestras riquezas; porque hasta
tanto que estemos ya en la paz y en la seguridad de la eterna patria, vamos por un
camino expuesto a las emboscadas de infinitos salteadores: por lo que es preciso
tener un grande cuidado de llevar oculto en nuestro corazón todo el bien que
hacemos, si queremos recibir el, premio del eterno Juez que ve lo más profundo de
los corazones. Es absolutamente necesario ocultar nuestra virtud, porque no suceda
que exponiéndola a la vista en el camino de la vida presente, nos la quiten y roben
los ladrones espirituales que nos están continuamente observando. (S. Gregorio el
Grande, Lib. 8, c. 48, p. 282, sent. 38, Tric. T. 9, p. 244.)"

"Cuando manifestamos a los ojos del mundo nuestras buenas acciones, es preciso
primero sondear nuestro corazón, para saber la verdadera intención que tenemos en
esto. Porque, si puramente buscamos la gloria de Dios, que es el que nos comunica
sus dones, no dejan de estar escondidas nuestras buenas obras, aunque sean
públicas: como, al contrario, si pretendemos en esto nuestra propia gloria, ya Dios las
reputa como publicadas, aunque no hayan llegado al conocimiento de muchos: pero
es perfección de muy pocos buscar tan puramente la única gloria de Dios en las
acciones de virtud que se manifiestan, y que no nos toque algún movimiento de
complacencia en los aplausos que nos dan los hombres: porque no se pueden
manifestar sin alguna culpa las buenas obras, sino cuando llega el hombre a pisar
con des~ precio las alabanzas humanas. Y como las personas imperfectas, y de una
piedad común no tienen todavía fortaleza suficiente para colocarse superiores a
estos movimientos de la vanidad, no las queda otro medio de libertarse sino el de
ocultar con todo cuidado el bien que ejecutan. Muchas veces sucede que no teniendo
al principio otra intención en manifestar sus buenas obras, que la de dar a Dios la
gloria que se le debe, se ven tan embriagados de los elogios que les dan, que se
dejan llevar de ellos con vanidad: de suerte, que por no haber examinado el fondo de
su corazón, se hallan tan derramados fuera de sí mismos, que no saben lo que se
hacen, y ejecutan las acciones buenas por soberbia y vanidad cuando piensan que
obran por el servicio y gloria de su Criador. (S. Gregorio el Grande, lib. 8., p. 283,
sent. 39, Tric. T. 9, p. 245.)"

"El deseo de las humanas alabanzas es como un ladrón disfrazado de caminante, que
juntándose con nosotros en el camino derecho por donde vamos, como para
hacernos compañía, saca de repente un puñal con que a traición atraviesa los
corazones. Porque cuando la buena intención que teníamos al principio de obrar para
utilidad de¡ prójimo llega a degenerar en amor propio y en deseo de vanagloria,
sucede por un modo horrible al pensarlo, que la acción que había empezado por
virtud acaba en pecado. Por ejemplo: habrá tal vez algunos que defienden con celo la
justicia, sólo pretenderán la recompensa temporal cuando practican tan grande
acción. Entre tanto se tienen por muy justos, y se glorian de ser los protectores de la
virtud: pero si llega a faltar la esperanza de los adelantami(-ntí~,,~, tetnporales, se
les ve abandonar con cobardía el partido de la justic'a; en lo que se conoce, que
cuando se tenían por los más justos y más celosos defensores de la equidad, no
buscaban realmente otra cosa sino el mercenario interés. (S. Gregorio el Grande, lib.
9, c. 24, p. 304, sent. 43, Tric. T. 9, p. 247.)"

"Nada hagáis con el fin de que os alaben: nada por lo que pensarán de vosotros:
nada por hacer célebre vuestro nombre: hacedlo todo por Dios, y por aquella feliz y
eterna vida, que se digna concederos en el cielo nuestro Salvador, que vive y reina
con el Padre y con el Espíritu Santo en la eternidad de los siglos. Amén. (S. Anselmo.
Exhort. ad contemptum temporal., sent. 35, Tric. T. 9, p. 347.)"

"El que canta las alabanzas divinas y pretende otra cosa fuera del mismo Dios, le
alaba, mas no le ama. Alabad, pues, al Señor, pero sea dignamente, de suerte, que
no haya en vosotros, cuidado, intención, pensamiento ni deseo del espíritu que en
cuanto os sea posible no contribuya a su alabanza: ningúna prosperidad de este
mundo, ningúna desgracia os aparte de esta obligación, y de este modo alabaréis al
Señor con todo vuestro corazón. Mas cuanto hubiereis cumplido con vuestra
obligación alabando a Dios con toda el alma, y alabándole con amor, no esperéis de
él otro premio, que el mismo Dios, para que sea el objeto y término de todos
vuestros deseos, y el mismo Señor sea el salario de vuestro trabajo, el consuelo de
vuestras penas, y por último, vuestra herencia en la posesión inmortal de la vida
bienaventurada que esperamos en el cielo. (S. Anselmo, sent. 38, Trie. T. 9, p. 348, y
349.)" 1.11 Meditat.

"La verdadera amistad suele tener reprensiones, pero nunca adulaciones. (S.
Bernardo, Epist. 242, sent. 61, Tric. T. 10, p. 325.)"

"Nada confunde tanto como el ver descubiertos los deseos de ser alabado. (S.
Bernardo, Epist.. 106, sent. 76, Trie. T. 10., p. 326.)"

"La hermosa pintura, o la bella letra no es elogio del pincel, ni de la pluma. (S.
Bernardo, Epist.. 7, n. 6, sent. 93, Trie. T. 10, p. 327.)"

"¿Por ventura parece que soy áspero porque no adulo, porque aterro, porque deseo
para el amigo el principio de la sabiduría? Siempre quisiera favorecer de este modo a
mis amigos: quiero decir, aterrándolos saludablemente, y no adulándonos con
engaños. (S. Bernardo, Epist.. 9, sent. VII, adieda. Trie. T. 10, p. 346.)"

"Yo acostumbro a armarme de dos versecitos de la Escritura contra los que me


alaban. El primero es contra los malévolos. Retírense y llénense de confusión los que
para mi quieren males. Contra los benévolos, pronuncio el siguiente. Retírense
inmediatamente avergonzados los que dicen viva, viva. (S. Bernardo, Epist. 72, sent.
XIV, adic. Trie. T. 10, p. 349.)"

"Siendo muchos los llamados y pocos los escogidos, no es grande argumento ni


razón para resolver en las cosas dudosas, tener por laudable lo que muchos alaban.
(S. Bernardo, Epist.. 377, ad Innoc. Pap. sent. XLII, adie. Tric. T. 10, p. 361.)"
(La adulación, alabanza o lisonja, no sólo la reprueba la Sagrada Escritura y Santos
Padres, sino hasta los Filósofos Gentiles y Emperadores). "Pitágoras dice que
debemos alegrarnos cuando se nos vitupera, y jamás cuando nos alaban. Mira a los
aduladores como a enemigos los más peligrosos y detestables."

"Descartes decía que los que viven entre aduladores abandonan sus deberes y se
hallan como novillos en medio de lobos."

"Bion, a quién preguntaron cuál era el animal más dañoso, contestó: Entre las bestias
salvajes, el tirano; entre los animales domésticos, el adulador."

"Diógenes llama a la lisonja un lazo de miel que ahoga al hombre abrasándole."

"El Emperador Constantino era tan enemigo de los aduladores, que los llamaba polilla
y rateros de su palacio."

"Y el Emperador Segismundo dio un bofetón a un adulador. ¿Por qué me herís,


Señor? le preguntó éste. ¿Por qué me muerdes, lisonjero? contestó el Príncipe.
(Barbier, tomo 1, p. 36.)"

ALEGRÍA
Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En
cambio, el triste siempre obra el mal (PASTOR DE HERMAS, Mand. 10, 1).

Citas de la Sagrada Escritura

Son para mí tus palabras el gozo y la alegría de mi corazón. Jer 15, 6.

Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha dicho de parte del Señor.
Dijo Maria: Mi alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi
Salvador. Lc 1, 4647.

Díjoles el ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para
todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías Señor, en la
ciudad de David. Lc 2, 10-11.

Abrahán, vuestro padre, se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegro. Jn 8,


56.

Pero no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de
que vuestros nombres estén escritos en los cielos. Lc 10, 20.

En el cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia que por noventa
y nueve justos que no necesitan de penitencia. Lc 15, 7.

Era preciso hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano estaba muerto y ha
vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado. Lc 15, 32.

De nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros


vuestra alegría. Jn 16, 22.

Les llevó hasta cerca de Betania, y levantando sus manos les bendijo, y mientras los
bendecía se alejaba de ellos y era llevado al cielo. Ellos se postraron ante Él y se
volvieron a Jerusalén con gran gozo. Lc 24, 5052.

Ellos se fueron contentos de la presencia del sanedrín, porque habían sido dignos de
padecer ultrajes por el nombre de Jesús. Hech 5, 41.

Tengo mucha confianza con vosotros; tengo en vosotros grande motivo de gloria,
estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones. 2 Cor 7, 4.

Luego oí como una voz de una gran multitud, y como una voz de muchas aguas, y
como una voz de potentes truenos, que decía: " ¡Aleluya!" Porque el Señor, Nuestro
Dios omnipotente, ha establecido su reino. Apoc 19, 67.

Selección de textos

La alegría del cristiano tiene su fundamento en Dios

77 Es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta con sólo


contentar a Dios y no hace caso de contento suyo. En queriendo algo más lo perderá
todo; y alma descontenta es como quien tiene gran hastío, que por bueno que sea el
manjar le da en rostro, y lo que los sanos comen con gran gusto le hace asco en el
estómago (SANTA TERESA, Camino de perfección, 13, 7).

78 Nuestro Salvador ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar


para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte
y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa. Que nadie se considere excluido
de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en
efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de
culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se
acerca la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese
el pagano, porque es llamado a la vida (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, en la Natividad
del Señor).
79 No dijo San Pablo que el reino de Dios consistía en la alegría de una manera
general y absoluta, sino que precisa y especifica que se trata de una alegría o gozo
en el Espíritu Santo. El sabía de sobra que existe otra alegría, una alegría reprensible
de la cual está escrito: El mundo se alegrará. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís,
porque lloraréis! (Lc 6, 25; Jn 16, 20) (CASIANO, Colaciones, 1, 14).

80 [ ..] sólo de Él, cada uno de nosotros puede decir con plena verdad, junto con San
Pablo: Me amó y se entregó por mi (Gal 2, 20). De ahí debe partir vuestra alegría más
profunda, de ahí ha de venir también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros,
por desgracia, debéis encontrar amarguras, padecer sufrimientos, experimentar
incomprensiones y hasta caer en pecado, que rápidamente vuestro pensamiento de
fe se dirija hacia Aquel que os ama siempre y que con su amor ilimitado, como de
Dios, hace superar toda prueba, llena todos nuestros vacíos, perdona todo nuestro
pecado y empuja con entusiasmo hacia un camino nuevamente seguro y alegre
(JUAN PABLO II, Disc. 11-II-1980).

81 Al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y
proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor [...]. ¿Cómo, pues, no
habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la
misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en
ella un gozo tan intenso? (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, en la Natividad Señor).

82 ¿No hay alegría?—Piensa: hay un obstáculo entre Dios y yo.—Casi siempre


acertarás (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 662).

83 Perdemos la alegría verdadera por el deleite de las cosas temporales (SAN


GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

84 Nada hay más infeliz que la felicidad de los que pecan (SAN AGUSTÍN, Catena
Aurea, vol. 1, p. 325).

El «camino de Dios» es un camino alegre

85 El camino de Dios es de renuncia, de mortificación, de entrega, pero no de


tristeza o de apocamiento (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 128).

86 No hay cosa que necesite más de la moderación y del freno de la razón que las
lágrimas: por quiénes se debe llorar, y cuánto, y cuándo, y cómo (SAN BASILIO, Hom.
sobre la alegría).

87 La alegría cristiana es una realidad que no se describe fácilmente, porque es


espiritual y también forma parte del misterio. Quien verdaderamente cree que Jesús
es el Verbo Encarnado, el Redentor del Hombre, no puede menos de experimentar en
lo intimo un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono,
resignación, gozo... ¡No apaguéis esta alegría que nace de la fe en Cristo crucificado
y resucitado! ¡Testimoniad vuestra alegría! ¡Habituaos a gozar de esta alegría! (JUAN
PABLO II, Aloc. 241111979).

88 La alegría espiritual es el principal remo en esta navegación nuestra (SAN PEDRO


DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso 1).
La alegría, necesaria para hacer el bien

89 Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En
cambio, el triste siempre obra el mal (PASTOR DE HERMAS, Mand. 10, 1).

Alegría y dolor

90 Vuestras pequeñas cruces de hoy pueden ser sólo una señal de mayores
dificultades futuras. Pero la presencia de Jesús con nosotros cada dfa hasta elfin del
mundo (Mt 28, 20) es la garantía más entusiasta y, al mismo tiempo, más realista de
que no estamos solos, sino que Alguien camina con nosotros como aquel día con los
dos entristecidos discípulos de Emaús (cfr. Lc 24, 13 ss) (JUAN PABLO II, Disc. IIII-
1980).

91 El amor trae consigo la alegría, pero es una alegría que tiene sus raíces en forma
de cruz. Mientras estemos en la tierra y no hayamos llegado a la plenitud de la vida
futura, no puede haber amor verdadero sin experiencia del sacrificio, del dolor (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 43).

Los santos han vivido siempre con alegría

92 Los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si
siempre estuvieran celebrando la Pascua (SAN ATANASIO, Carta 14).

93 Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más


que los reyes de su diadema (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 38).

Generosidad y alegría

94 "Quien practique la misericordia—dice el Apóstol—, que lo haga con alegría" : esta


prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se of rece de
mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso (SAN
GREGORIO NACIANCENO, Disert. 14 sobre amor a los pobres).

95 Si dieres el pan triste, el pan y el mérito perdiste (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 48).

96 El mercader no se entristece gastando en las ferias lo que tiene para adquirir sus
mercancías; pero tú te entristeces (hace referencia al joven rico) dando polvo a
cambio de la vida eterna (SAN BASILIO, en Catena Aurea, val. VI, p. 313).

Alegría y filiación divina

97[...] si confiáis en la divina Providencia, si os abandonáis en sus brazos


omnipotentes, nunca os faltarán los medios para servir a Dios, a la Iglesia Santa, a
las almas, sin descuidar ningúno de vuestros deberes; y gozaréis además de una
alegría y de una paz que mundus dare non potest (cfr. Jn 14, 27), que la posesión de
todos los bienes terrenos no puede dar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
117).

La alegría, consecuencia del amor y de la lucha ascética

98 Sin lucha, no se logra la victoria; sin victoria, no se alcanza la paz. Sin paz, la
alegría humana será sólo una alegría aparente [...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 82).

99 Mas esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvida mas nuestro contento por
contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así , que, aunque sean grandisimos
trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces (SANTA TERESA,
Fundaciones, 5, 10).

100 El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de


veras el que vive en caridad (SANTO TOMÁS Sobre la caridad, 1. c., 205).

Jesucristo cambia las penas en gozo

101 En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero para quien vive según
Cristo, incluso las penas se truecan en gozo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 18).

La alegría y la esperanza del cielo

102 En una piadosa permisión, les permitió gozar (en el Tabor) durante un tiempo
muy corto la contemplación de la alegría que dura siempre, para hacerles sobrellevar
con mayor fortaleza la adversidad (SAN BEDA, Coment. sobre S. Marcos, 8).

103 Porque el reino de Dios está dentro de vosotros. Quizás da a conocer que el reino
de los cielos está en nosotros para manifestar la alegría que produce en nuestras
almas el Espíritu Santo; ella es como la imagen y el testimonio de la constante
alegría que disfrutan las almas de los santos en la otra vida (SAN GREGORIO DE NISA,
en Catena Aurea, val. Vl, p. 279).

104 Si tenemos fija la mirada en las cosas de la eternidad, y estamos persuadidos de


que todo lo de este mundo pasa y termina, viviremos siempre contentos y
permaneceremos inquebrantables en nuestro entusiasmo hasta el fin. Ni nos abatirá
el infortunio, ni nos llenará de soberbia la prosperidad, porque consideraremos
ambas cosas como caducas y transitorias (CAS!ANO, Instituciones, 9).

105 El gozo en el Señor debe ir creciendo continuamente, mientras que el gozo en el


mundo debe ir disminuyendo hasta extinguirse. Esto no debe entenderse en el
sentido de que no debamos alegrarnos mientras estemos en el mundo, sino que es
una exhortación a que, aun viviendo en el mundo, nos alegremos ya en el Señor
(SAN AGUSTÍN, Sermón 171).

106 Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya
no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la
posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros,
antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el
Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en
posesión (SAN AGUSTÍN, Sermón 21).

La Sagrada Eucaristía, fuente de alegría

107 Cristo instituyó este sacramento (de la Sagrada Eucaristía) [...]; y lo dejó a los
suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia (SANTO TOMÁS,
Opúsculo 57, Fiesta del Cuerpo de Cristo).

108 Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía somos fortalecidos en la santidad y
renovados en la alegría, pues la alegria y la santidad son el resultado inevitable de
estar más cerca de Dios. Cuando nos alimentamos con el pan vivo que ha bajado del
cielo, nos asemejamos más a nuestro Salvador resucitado, que es la fuente de
nuestra alegría, una alegría que es para todo el pueblo (Lc 2, 10). Que la alegría y la
santidad abunden siempre en vuestras vidas y florezcan en vuestros hogares. Y que
la Eucaristía sea [...] el centro de vuestra vida, la fuente de vuestra alegría y de
vuestra santidad (JUAN PABLO Il, Hom. 2II1981).

Alegría y rectitud de intención

109 Siempre estarás gozoso y contento, si en todos los momentos diriges a Dios tu
vida, y si la esperanza del premio suaviza y alivia las penalidades de este mundo
(SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).

Alegría en las fiestas

110 Las fiestas se han hecho para promover la alegría espiritual, y esa alegría la
produce la oración; por lo cual en día festivo se han de multiplicar las plegarias
(SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1 c., 245).

111 La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores,
gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la
resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día
en que resucitó el Señor (SAN MÁXIMO DE TURIN, Sermón 53).

Altar
"Hablando de la Eucaristía, S. Ireneo dice, que Dios no manda, como al antiguo
pueblo, hacerle continuamente y sin interrupción nuestras ofrendas sobre el Altar,
aunque no haya necesidad. Ireneo. Bergier. Tomo 1, p. 191.)"
"Orígenes habla de los fieles que hacían regalos para el adorno de las Iglesias y de
los Altares. (Homil. 10, sobre Josué, Bergier, T. 1, 191.)"

"San Cipriano opone la Iglesia al capitolio, y los altares del Señor a los altares de los
ídolos. (Epis. 55, a Comelio, Bergier, idem, idem.)

"Eusebio habla de una Iglesia y de un altar en la ciudad de Cesarea, bajo el imperio


de Galiano; por consiguiente a mediados del siglo tercero. (Eusebio, Histor. Eclesiást.,
lib. 7, c. 15. Bergier, Tomo 1, 191.)"

"Este Santo Altar a que asistimos, es por su naturaleza una piedra común... Mas
después que se consagró para el culto, y recibió la bendición, es una mesa santa y
un altar inmaculado, que solo lo Sacerdotes, y éstos con veneración deben tocar. El
pan también e primero un pan común; pero ya misteriosamente sacrificado, se hace
el cuerpo de Cristo y se llama así . (S. Gregorio de Nisa, de Bapt. Chr sent. XVII, adic.
Tric. T. 4, p. 363.)"

AMISTAD

Citas de la Sagrada Escritura

Entre Dios y los hombres justos: Sab 7, 27; Is 41, 8.

Amistad fraterna entre David y Jonatán: I Sam, 18, 13; 2 Sam 1, 26.

La amistad no tiene precio: Ecl 4, 912; Eclo 7, 20.

Elección de los amigos: Eclo 13: 1 ss.

El verdadero y el falso amigo: Eclo 37, I ss.

Los males amigos: Prov I, 816.

Amigos y vecinos: Prov 27, 1022.

El amigo ama en todo tiempo, es un hermano para el día de la desventura. Prov 17,
17.

A sus discípulos, Jesús los honró con el titulo de amigos: Jn 11, 53 ss.

Incluso a Judas, después de la traición: Mt 26, 50.

No rechazó la amistad de <publicanos y pecadores>: Lc 7, 34.

Los amigos de Betania: Lc 10. 3842; Jn 11, 144; 12, 18.

La mayor prueba de amistad, dar la vida: Jn 15, 13.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando: Jn 15, 14.


No os llamo siervos, sino amigos: Jn 15, 15.

Pablo envía saludos a sus amigos en la fe: Rom 16, 89; Tit 3, 15.

Juan envía saludos a los amigos, <a cada uno en particular>: 3 Jn 15.

Amistad entre los primeros cristianos: 3 Jn 1; I Pdr 5, 13; Col 4, 14; 2 Tim 4, 11; Fil 24;
Tit 1, 4; etc.

«Un amigo fiel es poderoso protector; el que le encuentra halla un tesoro». Eclo 6,
14.

El perfume y el incienso alegran el corazón y la dulzura del amigo consuela el alma.


Prov 27, 9.

No cambies un amigo por dinero [...]. Eclo 7, 20.

Selección de textos

La amistad verdadera

112 El amigo verdadero no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha
de ser leal y sincera, exige renuncias,rectitud, intercambio de favores, de servicios
nobles y lícitos. El amigo es fuerte y sincero en la medida en que, de acuerdo con la
prudencia sobrenatural, piensa generosamente en los demás, con personal sacrificio.
Del amigo se espera la correspondencia al clima de confianza, que se establece con
la verdadera amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea
necesaria, también la defensa clara y sin paliativos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, en
Gran Enciclopedia Rialp, val. 2, p. 101).

113 No todo amor tiene razón de amistad, sino el amor que entraña benevolencia, es
decir, cuando de tal manera amamos a alguien que queremos para él el bien [...]. Es
preciso también que el amor sea mutuo, pues el amigo es amigo para el amigo. Esta
correspondida benevolencia se funda en alguna comunicación (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 22, q. 23, a. 1).

114 Esta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se


deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se
disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a
pesar de tantos golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra
inflexible (BEATO ELREDO, Trat. sobre la amistad espiritual, 3).

115 Nadie puede ser conocido sino en función de la amistad que se le tiene (SAN
AGUSTÍN, Sermón 83).

116 Hay más amistad en amar que en ser amado (SANTO TOMÁS, Suma Teológica
22, q. 27, a. 1).

117 La amistad que puede acabar, nunca fue verdadera amistad (SAN AMBROSIO,
Trat. sobre los oficios de los ministros).
118 Quien es verdaderamente amigo, alguna vez corrige, nunca adula (SAN
BERNARDO, Epístola 34).

119 Es propio del amigo hacer bien a los amigos, principalmente a aquellos que se
encuentran más necesitados (SANTO TOMÁS, Ética a Nicómaco, 9, 13)

La amistad se fortalece con la caridad

120 No hay amistad verdadera sino entre aquellos que Tú aúnas entre sí por medio
de la caridad (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 4).

121 Si una desatención, un perjuicio en los intereses, la vana gloria, la envidia, o


cualquier otra cosa semejante, bastan para deshacer la amistad, es que esa amistad
no dio con la raíz sobrenatural (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 60).

122 Cuando encuentro a un hombre inflamado por la caridad cristiana y que por
medio de ella se ha hecho mi amigo fiel, los planes y pensamientos que le confío, no
los confio sólo a un hombre, sino a Aquel en quien él vive para ser así . Dios es amor,
y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él (SAN AGUSTÍN, Carta
73).

123 Esta paz no se logra ni con los lazos de la más intima amistad ni con una
profunda semejanza de carácter, si todo ello no está fundamentado en una total
comunión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en
deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que
parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esta paz (SAN LEON MAGNO,
Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).

Amistad con Jesucristo

124 Buscas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su


trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo..., aunque los amigos a
veces traicionan. —No me parece mal. Pero... ¿cómo no frecuentas cada día con
mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca
traiciona? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 88).

125 ¿Qué más queremos que tener un tan buen Amigo al lado, que no nos dejará en
los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? (SANTA TERESA, Vida, 22,
67, 12, 14).

126 La amistad divina es causa de inmortalidad para todos los que entran en ella
(SAN IRENEO, Trat. contra las herejfas, 4).

127 ¡Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! No somos ni siervos dignos y


nos llama amigos. ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios! (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

128 Cristo, Cristo resucitado, es el compañero, el Amigo. Un compañero que se deja


ver sólo entre sombras, pero cuya realidad llena toda nuestra vida, y que nos hace
desear su compañía definitiva (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 116).
Apostolado a través de la amistad

129 La amistad crea una armonía de sentimientos y de gustos que prescinde del
amor de los sentidos, pero, en cambio, desarrolla hasta grados muy elevados, e
incluso hasta el heroísmo, la dedicación del amigo al amigo. Creemos que los
encuentros, incluso casuales y provisionales de las vacaciones, dan ocasión a almas
nobles y virtuosas para gozar de esta relación humana y cristiana que se llama
amistad. Lo cual supone y desarrolla la generosidad, el desinterés, la simpatía, la
solidaridad y, especialmente, la posibilidad de mutuos sacrificios. Será fácil, pura,
fuerte la amistad, si está sostenida y alimentada por aquella peculiar y sublime
comunión de amor, que un alma cristiana debe tener con Cristo Jesús (PABLO VI,
Aloc. 26778).

130 Conviene que Dios haga la voluntad del hombre respecto a la salvación de otro
en proporción a su amistad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q. 114, a. 6).

131 Si os dirigís a Dios, procurad no ir solos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre
los Evang.).

132 Cuando uno tiene amistad con alguien, quiere el bien para quien ama como lo
quiere para si mismo, y de ahí ese sentir al amigo como otro yo (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 12, q. 28, a. 1, c).

133 Vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de los buenos
(SANTA TERESA, Vida, 2, 4).

134 Vive tu vida ordinaria; trabaja donde estás, procurando cumplir los deberes de tu
estado, acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio, creciéndote, mejorando
cada jornada. Sé leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo. Sé
mortificado y alegre. Ese será tu apostolado. Y, sin que tú encuentres motivos, por tu
pobre miseria, los que te rodean vendrán a ti, y con una conversación natural,
sencilla—a la salida del trabajo, en una reunión de familia, en el autobús, en un
paseo, en cualquier parte—charlaréis de inquietudes que están en el alma de todos,
aunque a veces algunos no quieran darse cuenta; las Irán entendiendo más, cuando
comiencen a buscar de verdad a Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
273).

135 Así como muchas veces basta una sola mala conversación para perder a una
persona, no es raro tampoco que una conversación buena la convierta o le haga
evitar el pecado. ¡Cuántas veces, después de haber conversado con alguien que nos
habló del buen Dios, nos hemos sentido vivamente inclinados a El y habremos
propuesto portarnos mejor en adelante!... Esto es lo que multiplicaba tanto el
número de los santos en los primeros tiempos de la Iglesia; en sus conversaciones no
se ocupaban de otra cosa que de Dios. Con ello los cristianos se animaban unos a
otros, y conservaban constantemente el gusto y la inclinación hacia las cosas de Dios
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el precepto 1&ordm;.del Decálogo).

136 Esas palabras, deslizadas tan a tiempo en el oído del amigo que vacila; aquella
conversación orientadora, que supiste provocar oportunamente; y el consejo
profesiónal, que mejora su labor universitaria; y la discreta indiscreción, que te hace
sugerirle insospechados horizontes de celo... Todo eso es "apostolado de la
confidencia". (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 973).
La envidia corrompe la amistad

137 Así nos lo dice Salomón: El hombre es envidiado por su propio compañero (Ecl 4,
4). Y así sucede en verdad. El escita no envidia al egipcio, sino cada uno al de su
misma nación; y entre los habitantes de una misma nación no existe envidia entre
los que no se conocen, sino entre los muy familiares; y entre éstos, a los primeros
que se envidia es a los vecinos y a los que ejercen el mismo arte o profesión, o con
quienes se está unido por algún parentesco; y aun entre estos últimos, a los de la
misma edad, a los consanguíneos y a los hermanos. Y, en suma, así como la niebla es
una epidemia propia del trigo, así también la envidia es la plaga de la amistad (SAN
BASILIO, Hom. sobre la envidia).

AMOR

Citas de la Sagrada Escritura

Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos. Jn 15, 13, 1

El que no ama permanece en la muerte. I Jn 3, 14.

El que ama, construye. I Cor 8, 1.

El verdadero amor es "paciente y benigno" I Cor 13, 4.

Hacerlo todo por amor: I Cor 16, 14.

Es también un fruto del Espíritu Santo: Cal 5, 22.

Dios es Amor. I Jn 4, 8.

No hay temor en el verdadero amor: I Jn 4, 18.

Es la señal que distingue al cristiano: Jn 15, 12.

El amor es fuerte como la muerte |...] Cant 8, 6.

Selección de textos

El amor verdadero

138 Tales almas son siempre aficionadas a dar mucho más que no a recibir, y aún
con el mismo Criador les acaece esto. Y esta afición santa merece nombre de amor,
que esotras aficiones bajas tiénenle usurpado el nombre (SANTA TERESA, Camino de
perfección 6, 7).
139 Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No
se nos dice que amemos, sino que elijamos a quién amar (SAN AGUSTÍN, Sermón 34)

140 El amor es la explicación de todo. Un amor que se abre al otro en su


individualidad irrepetible y le dice la palabra decisiva: quiero que tú seas . Si no se
comienza por esta aceptación del otro, como quiera que se presente, reconociendo
en él una imagen real, aunque empañada, de Cristo, no se puede decir que se ama
verdaderamente (JUAN PABLO II, Aloc. 13-lV-1980).

141 El amor ilumina el corazón (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, I.c., p. 205).

142 No dejan huella en el alma las buenas costumbres, sino los buenos amores (SAN
ACUSTIN, Sermón 311).

143 Es también característico del amor ir transformando al amante en el amado. Por


lo cual, si amamos lo vil y caduco, nos convertimos en viles e inseguros: Se hicieron
despreciables como las cosas que amaban (Os 9, 10). Pero si amamos a Dios, nos
divinizamos, porque el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con El (I Cor 6,
17) (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 202).

144 Hay más amistad en amar que en ser amado (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
22, q. 27, a. l).

145 Todo amor, desde el momento en que es auténtico, puro y desinteresado, lleva
en si mismo su justificación Amar gratuitamente es un derecho inalienable de la
persona, incluso—habría que decir sobre todo—cuando el Amado es Dios mismo
(JUAN PABLO II, Aloc. 2VI1980).

146 El amor basta por si solo, satisface por si solo y por causa de si. Su mérito y su
remio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él
mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo
porque amo, amo para amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su
principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua
emanación de la misma (SAN BERNARDO, Sermón 83).

147 Esto es en verdad el amor: obedecer y creer al que se ama (SAN AGUSTÍN, Hom.
sobre S. Juan, 74).

Conocer y amar

148 El conocimiento es causa del amor por la misma razón por la que lo es el bien,
que no puede ser amado si no es conocido (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q.
27, a. 2).

149 El amor es más unitivo que el conocimiento (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12,
q. 28, a. l).

El privilegio del hombre es poder amar

150 El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo
transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido. Y
puede amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo [...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 48).

151 El amor reviste de gran dignidad al hombre (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1.
c., 207).

Nuestro corazón está hecho para amar

152 Este corazón nuestro ha nacido para amar. Y cuando no se le da un afecto puro y
limpio y noble, se venga y se inunda de miseria. El verdadero amor de Dios—la
limpieza de vida, por tanto—se halla igualmente lejos de la sensualidad que de la
insensibilidad, de cualquier sentimentalismo como de la ausencia o dureza de
corazón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 183).

153 Mi peso es el amor (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 13).

El amor a Dios hace posible y fortalece el amor humano

154 No es el amor pasional y sensible, sino la caridad que viene de Dios, la que
afianza las buenas relaciones entre los casados (SAN AGUSTÍN, Sermón 51).

155 El Señor, por un don especial de su gracia y de su caridad, se ha dignado sanar,


perfecciónar y elevar este amor (humano). Tal amor, que junta al mismo tiempo lo
divino y lo humano, conduce a los esposos a un libre y mutuo don de si mismos,
demostrado en la ternura de obras y afectos, y penetra toda su vida. De ahí que sea
algo muy superior a la mera inclinación erótica que, cultivada en forma egoísta,
desaparece pronto y miserablemente (CONC. VAT. Il, Const. Caudiam et spes, 49).

156 El amor que tiene por motivo a Cristo es firme, inquebrantable e indestructible.
Nada, ni las calumnias, ni los peligros, ni la muerte ni cosa semejante será capaz de
arrancarlo del alma. Quien así ama, aun cuando tenga que sufrir cuanto se quiera, no
dejará nunca de amar si mira el motivo por el que ama. El que ama por ser amado
terminará con su amor apenas sufra algo desagradable; pero quien está unido a
Cristo jamás se apartará de ese amor (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
60).

Amor saca amor

157 Que nos acordemos del amor con que (el Señor) nos hizo tantas Mercedes y
cuán grande nos lo mostró Dios…: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto
siempre y despertándonos a amar (SANTA TERESA, Vida, 22, 14).

158 Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor (SAN JUAN DE LA CRUZ, Carta a la
M. M. a de la Encarnación, en Vida, BA C, Madrid 1950, p. 1322).

159 De todos los movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el
amor es el único que permite a la criatura responder a su Creador, si no de igual a
igual, al menos de semejante a semejante (SAN BERNARDO, Sermón, 83 sobre el
Cantar de los Cantares).
El amor pide correspondencia

160 Esto es lo primero en la intención del amante: que sea correspondido por el
amado. A esto tienden, en efecto, todos los esfuerzos del amante, a atraer hacia si el
amor del amado, y si esto no ocurre, es preciso que el amor se disuelva (SANTO
TOMÁS, Suma contra los Centiles, lll, 151).

161 Dice Aristóteles que "amar es querer el bien para alguien", y siendo esto así , el
movimiento del amor tiene dos términos: el bien que se quiere para alguien [...] y
ese alguien para quien se quiere aquel bien (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 12, q.
26, a. 4).

162 Nada hay que mueva tanto a amar como el pensamiento, por parte de la
persona amada, de que aquel que la ama desea en gran manera verse correspondido
(SAN JUAN CR! SOSTOMO, Hom. sobre la 2a Epístola a los Corintios, 14).

163 El verdadero amor crece con las dificultades; el falso, se apaga .Por experiencia
sabemos que, cuando soportamos pruebas difíciles por alguien a quien queremos, no
se derrumba el amor, sino que crece. Aguas torrenciales (esto es, abundantes
tribulaciones) no pudieron apagar el amor (Cant 8, 7). Y así los santos, que soportan
por Dios contrariedades, se afianzan en su amor con ello; es como un artista, que se
encariña más con la obra que más sudores le cuesta (SANTO TOMÁS, Sobre la
caridad, 1. c., p. 212).

164 Todo lo duro que puede haber en los mandamientos lo hace llevadero el amor...
¿Qué no hace el amor...? Ved cómo trabajan los que aman: no sienten lo que
padecen, redoblan sus esfuerzos a tenor de las dificultades (SAN AGUSTÍN, Sermón
96).

165 No es posible separar el amor del dolor ni el dolor del amor; por esto, el alma
enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor doliente (SAN PABLO
DELA CRUZ, Carta 1)..

166 [...] el amor se adquiere en la fatiga espiritual. El amor crece en nosotros y se


desarrolla también entre las contradicciones, entre las resistencias que se le oponen
desde el interior de cada uno de nosotros, y a la vez <desde fuera>, esto es, entre
las múltiples fuerzas que le son extrañas e incluso hostiles (JUAN PABLO II, Hom.
3II1980).

Felicidad y amor

167 No puede llamarse feliz quien no tiene lo que ama, sea lo que fuere; ni el que
tiene lo que ama si es pernicioso; ni el que no ama lo que tiene, aun cuando sea lo
mejor (SAN AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia, 1).

168 El amor conduce a la felicidad. Sólo a los que lo tienen se les promete la
bienaventuranza eterna. Y sin él, todo lo demás resulta insuficiente (SANTO TOMÁS,
Sobre la caridad, 1. c., 204).

169 El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de


veras el que vive en caridad (SANTO TOMÁS' Sobre la caridad, 1. c., 205).
El amor no conoce limite

170 Cuanto más amo, me siento todavía más deudor (SAN AGUSTÍN, Epístola 192).

171 La fuerza del amor no mide las posibilidades. Ignora las fronteras. El amor no
discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no se resigna ante la
imposibilidad, no se intimida ante ningúna dificultad (SAN PEDRO
CRISÓLOGO,Sermón 147).

172 Todo amor auténtico vuelve a proponer en cierta medida la valoración


primigenia de Dios, repitiendo con el Creador, en referencia a cada individuo humano
concreto, que su existencia es "algo muy bueno" (Gen I, 31). ¿Cómo no recordar, a
este respecto, la insistencia con que San Pablo retorna sobre la dimensión universal
de la caridad? El afirma que se ha hecho esclavo de todos (cfr. I Cor 9, 19), que se ha
hecho todo para todos (ibid. 9, 22), que se esfuerza por "agradar a todos en todo"
(ibid. 10, 33); y exhorta: "mientras hay tiempo, hagamos bien a todos" (Cal 6, IO)
(JUAN PABLO II, Aloc. 13-lV-1980).

Amor y esperanza

173 El que alguien nos ame hace que nosotros esperemos en él; pero el amor a él es
causado por la esperanza que en él tenemos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,12, q.
40, a. 7).

174 El amor a Dios es el amor por excelencia.Es, como he dicho, amor sin interés
propio; todo lo que desea y quiere es ver al alma que ama rica de los bienes del
cielo. Esta sí es voluntad, y no estos quereres desastrados de por acá, y aún no digo
de los malos, que de ésos Dios nos libre (SANTA TERESA, Camino de perfección 7, I).

175 ¡No hay más amor que el Amor! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 417).

176 La humildad, necesaria para amar.Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón


de la soberbia más llenos estamos de amor (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la Santísima
Trinidad, 8).

El amor se manifiesta en las obras

177 El amor se manifiesta mejor con hechos que con palabras (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre Jesucristo).

178 Cuentan de un alma que, al decir al Señor en la oración "Jesús, te amo", oyó esta
respuesta del cielo: "Obras son amores y no buenas razones".Piensa si acaso tú no
mereces también ese cariñoso reproche (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 933).

La recompensa del amor es poder amar más

179 La paga y el jornal del amor es recibir más amor hasta llegar al colmo del amor
El amor sólo con amor se paga (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 9, 7).
Hacerlo todo por amor

180 Este breve mandato se te ha dado de una vez para siempre: Ama y haz lo que
quieras; si te callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por
amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón:
de esta raíz solamente puede salir lo que es bueno (SAN AGUSTÍN, Coment. a la 1. a
Epístola de S. Juan, 7).

Sólo el amor construye

181 Me convencí de que sólo el amor aproxima lo que es diferente y realiza la unión
en la diversidad. Las palabras de Cristo Un precepto nuevo os doy: que os améis los
unos a los otros, como yo os he amado (Jn 13, 34), me parecían entonces, por encima
de su inigualable profundidad teológica, como germen y principio de la única
transformación lo suficientemente radical como para ser apreciada por un joven.
Germen y principio de la única revolución que no traiciona al hombre Sólo el amor
verdadero construye (JUAN PABLO II, Aloc. 1-VII-1980).

182 Cada uno de los hombres—y toda la humanidad—vive <entre> el amor y el odio.
Si no acepta el amor, el odio encontrará fácilmente acceso a su corazón y comenzará
a invadirlo cada vez más, trayendo frutos siempre más venenosos (JUAN PABLO II,
Hom. 3-II-1980).

AMOR A DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

Yo soy el Señor tu Dios [...]. No tendrás otros dioses fuera de mi. Ex 20, 2-3.

Escrito está: Adorarás al Sefior tu Dios y a El sólo servirás. Lc 4, 8; Mt 4, 10.

Adorad a Aquel que hizo el cielo, y la tierra, y el mar, y las fuentes de las aguas. Apoc
14, 7.

El ángel dijo: Adora a Dios. Apoc 22, 9.


Dios es espíritu y, por lo mismo, los que le adoran, en espíritu y en verdad deben
adorarle. Jn 4, 24.

El le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente. Mt 22, 37; Dt 6, 4-9; 11, 13-19.

Pues éste es el amor de Dios, que guardemos sus preceptos... I Jn 5, 3.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución,
el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Rom 8, 35.

Respondió Jesús y les dijo: Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le


amará, y vendremos a él y en él haremos morada. Jn 14,23.

El que recibe mis preceptos y los guarda, ése es el que me ama; el que me ama a mí
será amado de mi Padre, y yo le amaré y le manifestaré a él. Jn 14, 21.

[...] Escrito está, ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que
Dios ha preparado para los que le aman. I Cor 2, 9.

[...] Sean los que te aman como el sol cuando nace con toda su fuerza. Jdt 5, 31.

Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho.
Pero a quien poco se le perdona poco ama. Lc 7, 47.

Guarda Yave a cuantos le aman […] Sal 144, 20.

Para los que aman a Dios todo ocurre para su bien. cfr. Rom 8, 28.
SELECCIÓN DE TEXTOS

Amar a Dios con todo el corazón

183 ¡Qué dulces y llenas de amor son las obras de Dios en nosotros! Si alguno
pudiera conocerlas, se encendería tal fuego de amor en su corazón que, si pudiese
extenderse y realizar su obra como lo hace el fuego material, en un instante
consumiria todo lo que puede arder. Hablo así viendo la vehemencia inexplicable del
divino amor (SANTA CATALINA DE GÉNOVA, Le libre arbitre, en Études Carmelitaines;
1959).

184 En resumen: amar significa viajar, correr hacia el objeto amado. Dice la Imitación
de Cristo: el que ama currit, volat, laetatur, corre, vuela, goza (III, 5, 4). Así pues,
amar a Dios es un viajar con el corazón hacia Dios. Viaje bellísimo. Cuando era
muchacho me entusiasmaban los viajes descritos por Julio Verne [...]. Pero los viajes
del amor de Dios son mucho más interesantes (JUAN PABLO I, Aud. gen. 27-9-1978).

185 El viaje comporta a veces sacrificios. Pero éstos no nos deben detener. Jesús
está en la cruz, ¿lo quieres besar? No puedes por menos de inclinarte hacia la cruz y
dejar que te puncen algunas espinas de la corona que tiene la cabeza del Señor. No
puedes hacer lo que el bueno de San Pedro, que supo muy bien gritar Viva Jesús en
el monte Tabor, donde habia gozo, pero ni siquiera se dejó ver junto a Jesús en el
monte Calvario, donde habia peligro y dolor (JUAN PABLO I, Aud. gen. 27-9-1978).

186 Has querido que nosotros te amáramos, porque en rigor no podíamos conseguir
la salvación más que amándote. Y nosotros ni podíamos amarte, a menos que este
amor viniera de ti. Como lo afirma tu apóstol predilecto, tú nos amaste primero y tú
amas primero a los que te aman (cfr. I Jn 4, 10). Pero nosotros te amamos por la
caridad y el amor que tú mismo has puesto en nosotros (GUILLERMO DE SAN-
THIERRY, La contemplación de Dios, 14).

187 Está escrito: Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y
con todas las fuerzas [...] (cfr. Deut 6, 5-9). Aquel “todo”, repetido y llevado a la
práctica con tanta insistencia, es en verdad la bandera del maximalismo cristiano. Y
es justo: Dios es demasiado grande, merece demasiado El de nosotros, para que
podamos echarle, como a un pobre Lázaro, apenas unas pocas migajas de nuestro
tiempo y de nuestro corazón El es un bien infinito y será nuestra felicidad eterna; el
dinero, los placeres, las fortunas de este mundo, en comparación, son apenas
fragmentos de bien y momentos fugaces de felicidad. No seria sabio dar tanto de
nosotros a estas cosas y poco de nosotros a Jesús (JUAN PABLO I, Aud. gen. 27-
91978).

188 Se te manda que ames a Dios de todo corazón, para que le consagres todos tus
pensamientos; con toda tu alma, para que le consagres tu vida; con toda tu
inteligencia, para que consagres todo tu entendimiento a Aquel de quien has recibido
todas estas cosas. No deja parte alguna de nuestra existencia que deba estar ociosa
y que dé lugar a que guiera gozar de otra cosa. Por tanto, cualquier cosa que
queramos amar, diríjase también hacia el punto donde debe fijarse toda la fuerza de
nuestro amor. Un hombre es muy bueno cuando toda su vida se dirige hacia el Bien
inmutable (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. lll, p. 89).

189 Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al entendimiento


y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos... Y el
mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero.—Y eso, junto
con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que
nada, al lado de ¡este Dios mío!—¡tuyo!—, tesoro infinito, margarita preciosísima,
humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso
nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de
Amor de la Sagrada Eucaristía (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 432).

190 Diliges Dominum Deum ex toto corde tuo, et in tota anima tua, et in tota mente
tua. ¿Qué queda de tu corazón para amarte a ti mismo? ¿Qué, de tu alma? ¿Qué, de
tu mente? Ex toto, con todo, dice. Todo te exige el que todo te ha dado (SAN
AGUSTÍN, Sermón 34).

Amor a Dios sobre todas las cosas

191 Y si lo que ama no lo posee totalmente, tanto sufre cuanto le falta por poseer
[...l. Mientras esto no llega, está el alma como en un vaso vacio que espera estar
lleno; como el que tiene hambre y desea la comida; como el enfermo que llora por su
salud; y como el que está colgado en el aire y no tiene dónde apoyarse (SAN JUAN DE
LA CRUz, Cántico espiritual, 9, 6).

192 No seria justo decir: o Dios o el hombre. Deben amarse Dios y el hombre ; a este
ultimo, nunca más que a Dios o contra Dios o igual que a Dios. En otras palabras: el
amor a Dios es ciertamente prevalente, pero no exclusivo. La Biblia declara a Jacob
santo (Dan 3, 35) y amado por Dios (Mat 1, 27: Rom 9. 13); lo muestra empleando
siete años en conquistar a Raquel como mujer, y le parecen pocos años, aquellos
años—tanto era su amor por ella—(Gen 29, 20). Francisco de Sales comenta estas
palabras: Jacob —escribe—ama a Raquel con todas sus fuerzas y con todas sus
fuerzas ama a Dios; pero no por ello ama a Raquel como a Dios, ni a Dios como a
Raquel. Ama a Dios como su Dios sobre todas las cosas y más que a si mismo; ama a
Raquel como a su mujer sobre todas las otras mujeres y como a si mismo. Ama a
Dios con amor absoluto y soberanamente sumo, y a Raquel con sumo amor marital;
un amor no es contrario al otro, porque el de Raquel no viola las supremas ventajas
del amor de Dios» (JUAN PABLO I, Aud. gen. 27-9-1978).

Amar a Dios sin medida

193 Señor, que yo te ame siempre más. También aquí está la obediencia a un
mandamiento de Dios, que ha puesto en nuestro corazón la sed del progreso. Desde
los palafitos, desde las cavernas, desde las cabañas, hemos pasado a las casas, a los
palacios, a los rascacielos; desde el viajar a pie, a lomo de mulo o de camello, a las
carrozas, a los trenes, a los aviones. Y se desea progresar todavía con medios más
rápidos, alcanzando siempre metas más lejanas. Pues amar a Dios [...] es también un
viaje: Dios lo quiere siempre más intenso y perfecto. Ha dicho a todos los suyos:
Vosotros sois la luz del mundo, la sal de la tierra (Mt 5, 48), sed perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48). Esto significa: amar a Dios no poco,
sino mucho; no detenerse en el punto al cual se ha llegado, sino con su ayuda
progresar en el amor (JUAN PABLO I, Aud. gen. 27-9-1978).

194 La medida del amor a Dios es amarlo sin medida (SAN BERNARDO, Sermón 6,
sobre el amor a Dios).

195 La medida y regla de la virtud teologal es el mismo Dios; nuestra fe se regula


según la verdad divina; nuestra caridad según la bondad de Dios; y nuestra
esperanza, según la intensidad de su omnipotencia y misericordia. Y ésta es una
medida que excede de tal manera a toda capacidad humana que el hombre nunca
puede amar a Dios tanto como debe ser amado, ni creer o esperar en El tanto como
se debe; luego mucho menos llegará al exceso en tales acciones (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 1-2, q. 54, a. 4, c).

196 [...] quien no quisiera amar a Dios más de lo que le ama, de ningúna manera
cumpliná el precepto del amor (SANTO TOMÁS, Coment. a la Epístola a los Hebreos,
6, 1).

197 No está permitido querer con amor menguado [...], pues debéis llevar grabado
en vuestro corazón al que por vosotros murió clavado en la Cruz (SAN AGUSTÍN,
Sobre la Santa virginidad, 55).
198 Señor: que tenga peso y medida en todo... menos en el Amor (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 427).

199 El hombre nunca puede amar a Dios tanto como El debe ser amado (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 6, a. 4 e).

200 Cuanto más amo, más deudor me siento cada día (SAN AGUSTÍN, Epístola 192).

Amar al prójimo por Dios (Ver CARIDAD)

201 A algunas personas es fácil amarlas; a otras, es difícil: no son simpáticas, nos
han ofendido o hecho mal; sólo si amo a Dios en serio, llego a amarlas en cuanto
hijas de Dios y porque El me lo manda. Jesús ha fijado también cómo amar al
prójimo, esto es, no sólo con el sentimiento, sino con los hechos: [...] tenia hambre
en la persona de mis hermanos más pequeños, ¿me habéis dado de comer? ¿Me
habéis visitado cuando estaba enfermo? (cfr. Mt 5, 34 ss) (JUAN PABLO I, Aud. gen.
27-9-78).

202 Amarás a tu prójimo como a ti mismo; pero tratándose del amor que se debe
profesar a Dios, no se señala limite alguno (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre
los Evang.).

203 Amamos a Dios y al prójimo con la misma caridad. Pero debemos amar a Dios
por si mismo, y al prójimo por Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la Santísima Trinidad,
7).

204 El que ama a Dios ama también inevitablemente al prójimo (SAN MÁXIMO, Sobre
la caridad, 1)

Sólo Dios basta


205 No quieras que te llene nada que no sea Dios. No desees gustos de Dios. No
desees tampoco entender de Dios más de lo que debes entender. La fe y el amor
serán los lazarillos que te llevarán a Dios por donde tú no sabes ir. La fe son los pies
que llevan a Dios al alma. El amor es el orientador que la encamina (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 1, 11).

206 Dios sólo basta para colmar nuestros deseos: Más grande es Dios que nuestro
corazón (I Jn 3, 20). Por eso dice Agustín en el libro primero de las Confesiones: Nos
has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está intranquilo hasta que descanse en
ti (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 206).

207 Aunque no se dijera absolutamente nada más en las páginas de las Sagradas
Escrituras y solamente oyéramos de boca del Espíritu Santo que Dios es amor, nos
bastaría (SAN AGUSTÍN, Coment. a la 1ª Epístola de S. Juan, 7).

208 Nada te turbe,


nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta. (SANTA TERESA, Poesías Vl, p. 1123).

Amar a Dios es la suprema razón

209 Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia,
y que si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los
mártires derramarian su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor
encierra en si todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los
tiempos y lugares, en una palabra que el amor es eterno. Entonces, llena de alegría
desbordante, exclamé: Oh, Jesús, amor mio, por fin he encontrado mi vocación: mi
vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la lglesia, y este lugar es el
que tú me has señalado, Dios mio. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo
seré el amor: de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado (SANTA TERESA
DE LIS1EUX, Manuscritos autobiográficos).

210 El amor a Dios es la razón suprema de todas las cosas (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 1, q. l9, a. 4).
211 Mientras realizamos con la mayor perfección posible, dentro de nuestras
equivocaciones y limitaciones, las tareas propias de nuestra condición y de nuestro
oficio, el alma ansía escaparse. Se va hacia Dios, como el hierro atraído por la fuerza
del imán. Se comienza a amar a Jesús, de forma más eficaz, con un dulce sobresalto
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 296).

212 ¿Qué soy yo para ti, que me mandas amarte y que, si no lo hago, te enojas
conmigo y me amenazas con ingentes infortunios? ¿No es ya suficiente infortunio el
hecho de no amarte? (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 2, 5, 5).

213 Fuego que abrasa, luz ardiente, fuente que apaga la sed, tesoro que contiene en
si todos los bienes. Dios es tan bueno y nos ama tan ardientemente que no quiere de
nosotros otra cosa, sino ser amado (SAN ALFONSO M&ordf; DE LIGORIO, Visitas al
Stmo. Sacramento).

214 Hacedlo todo por Amor.—Asi no hay cosas pequeñas: todo es grande.—La
perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 813).

Todo se hace llevadero por amor a Dios

215 Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas. Y esto por tres veces consecutivas. Se
le preguntaba sobre el amor, y se le imponia una labor; porque, cuanto mayor es el
amor, tanto menor es el trabajo (SAN AGUSTÍN, Sermón 340).

216 Quien le amare mucho, verá que puede padecer mucho por El; el que amare
poco, poco. Tengo yo para mi que la medida del poder llevar gran cruz o pequeña es
la del amor (SANTA TERESA, Camino de perfección, 32, 7).

217 El amor defiende de las adversidades. A quien lo tiene, nada adverso le puede
resultar perjudicial, antes al contrario se le convierte en útil: Todo contribuye al bien
de los que aman a Dios (Rom. 8, 28). Hasta los reveses y dificultades son llevaderos
para el que ama, como observamos a diario en el terreno meramente humano
(SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 204).

218 Todo lo duro que puede haber en los mandamientos lo hace llevadero el amor...
¿Qué no hace el amor [...]? Ved cómo trabajan los que aman; no sienten lo que
padecen, redoblando sus esfuerzos a tenor de las dificultades (SAN AGUSTÍN,
Sermón96).

219 Todas estas cosas, sin embargo, hállenlas difíciles los que no aman; los que
aman, al revés, eso mismo les parece liviano. No hay padecimiento, por cruel y
desaforado que sea, que no lo haga llevadero y casi nulo el amor (SAN AGUSTÍN,
Sermón 70).

Amor y santo temor de Dios

220 Timor Domini sanctus .—Santo es el temor de Dios. —Temor que es veneración
del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 435).

221 ¡Como quien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes,
desde donde se da guerra al mundo y a los demonios (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 40, 2).

222 Fundada en la caridad, se eleva el alma a un grado más excelente y sublime: el


temor de amor.Esto no deriva del pavor que causa el castigo ni del deseo de la
recompensa. Nace de la grandeza misma del amor. En esa amalgama de respeto y
afecto filial en que se barajan la reverencia y la benevolencia que un hijo tiene para
con un padre, el hermano para con su hermano, el amigo para con su amigo, la
esposa para con su esposo. No recela los golpes ni reproches. Lo único que teme es
herir el amor con el más leve roce o herida. En toda acción, en toda palabra, se echa
de ver la piedad y solicitud con que procede. Teme que el fervor de la dilección se
enfríe en lo más mínimo (CASIANO, Colaciones, 11).

223 Cuando el amor llega a eliminar del todo el temor, el mis- mo temor se convierte
en amor (SAN GREGORio DE NiSA, ~Homilla 15).

Amor a Dios y desprendimiento

224 El remedio que podemos tener, hijas, y nos dio Su Majes- tad es amor y temor;
que el amor nos hará apresurar los pasos y el temor nos hará ir mirando adónde
ponemos los pies para no caer por camino adonde hay tanto que tropezar, como
caminamos todos los que vivimos, y con esto a buen seguro que no seamos
engañadas (SANTA TERESA, Camino de perfección, 40, 1).

225 Y el alma sale para ir detrás de Dios; sale de todo pisoteando y despreciando
todo lo que no es Dios. Y sale de sí misma olvidándose de sí por amor de Dios (SAN
JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 20).

226 Tú, al que llenas de ti, lo elevas; mas, como yo ano no me he llenado de ti, soy
todavía para mí mismo una carga (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 10, 26).

227 Y éste es el índice para que el alma pueda conocer con claridad si ama a Dios o
no, con amor puro. Si le ama, su corazón no se centrará en sí misma, ni estará atenta
a conseguir sus gustos y conveniencias. Se dedicará por completo a buscar la honra
y gloria de Dios y a darle gusto a El. Cuanto más tiene corazón para sí misma menos
lo tiene para Dios (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 9, 5).

228 Sólo ama de verdad a Dios quien no se acuerda de sí mis- mo (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

La santidad no está en pensar mucho, sino en amar mucho

229 Querría dar a entender que el alma no es el pensamiento, ni la voluntad es


mandada (por él) que tendría harta mala ventura; por donde el aprovechamiento del
alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho (SANTA TERESA, Fundaciones,
5, 2).

230 ¿No has visto en qué pequeñeces está el amor humano? —Pues también en
pequeñeces está el Amor divino (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 824).

231 Cuanto más ames más subirás (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 83).

232 Porque alguno he topado que les parece está todo el negocio en el pensamiento,
y si éste pueden tener mucho en Dios, aunque sea haciéndose gran fuerza, luego les
parece que son espirituales; y si se distraen, no pudiendo más, aunque sea para
cosas buenas, luego les viene gran desconsuelo y les parece que están perdidos [...].
No digo que no es merced del Señor quien siempre puede estar meditando en sus
obras, y es bien que se procure. Mas hase de entender que no todas las
imaginaciones son hábiles de su natural para esto, mas todas las almas lo son para
amar (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 2).

El premio del amor a Dios es amarle todavía más

233 El que ama a Dios se contenta con agradarle, porque el mayor premio que
podemos desear es el mismo amor [...]. El alma piadosa e integra busca en ello su
plenitud y no desea otro deleite (SAN GREGORIO MAGNO, Sermón 92).

234 Alma que ama a Dios no ha de pretender ni esperar otra recompensa por sus
servicios prestados que la perfección de amar a Dios (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, 9, 7).

235 El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban
en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios. Por eso el amor que ansia
ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente
de encontrarse con él.Por eso Moisés se abrevió a decir: Si he obtenido tu favor,
muéstrame tu rostro (Ex 33, 13) [...]. Por eso también se dice en otro lugar: Déjame
ver tu rostro (Sal 79, 4). Y hasta los mismos paganos en medio de sus errores se
fabricaron ídolos para poder ver con sus propios ojos el objeto de su culto (SAN
PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 1477.

El amor a Dios refuerza la unidad

236 Para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que con ello pareciera que las
ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el Señor le
pregunta: Pedro, ¿me amas? El respondió: “Te amo”. Y le dice por segunda vez: ¿Me
amas? , y respondió: Te amo . Quería fortalecer el amor para reforzar así la unidad.
De este modo el que es Único apacienta a través de muchos, y los que son muchos
apacientan formando parte del que es único (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los
pastores).

237 El amor que unirá a Dios con los que habitan allí, y a éstos entre sí, será tan
grande que todos se amarán como a sí mismos y amarán a Dios más que a sí
mismos. Por eso nadie querrá más que lo que Dios quiere; lo que quiera uno lo
querrán todos, y la voluntad de todos será la voluntad de Dios... Todos juntos como
un solo hombre serán reyes con Dios, porque todos querrán la misma cosa y se
cumplirá su voluntad (SAN ANSELMO, Carta 112, a Hugo el recluso, pp. 245-246).

El amor de Dios, regla y medida de todos los actos

238 Todo lo que se hace por Amor adquiere hermosura y se engrandece (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 429).

239 Una producción artística se considera buena y acertada cuando se ajusta a sus
reglas peculiares. Del mismo modo, cualquier obra humana es recta y virtuosa
cuando concuerda con la regla del amor divino, y no es buena ni recta o perfecta si
se aparta de ella. Todos los actos humanos, para resultar buenos, deben atenerse a
la regla del amor divino (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 201).

240 El secreto para dar relieve a lo más humilde, aún a lo más humillante, es amar
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 418).

241 Es el amor el que pone nombre a la obra ,el que le da u verdadero sentido y
cualidad (SAN BUENAVENTURA, Coment. a las Sentencias, 11, 40, 1).

242 No nos amemos, pues, a nosotros mismos, sino a El.No sé por qué motivo
inexplicable, quien se ama a sí mismo y no ama a Dios no se ama a sí mismo; y en
cambio, quien ama a Dios y no se ama a sí mismo, se ama a sí mismo (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan, 123).

243 Los que de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo
lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los
favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosas que sean dignas de amar
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 40, 3).

244 También en lo pequeño se muestra la grandeza del alma [...]. Por eso el alma
que se entrega a Dios pone en las cosas pequeñas el mismo fervor que en las cosas
grandes (SAN JERONIMO, Epístola 60).
Quien no se arrepiente de verdad, no ama de veras;

245 Quien no se arrepiente de verdad, no ama de veras; es evidente que cuanto más
queremos a una persona, tanto más nos duele haberla ofendido. Es, pues, éste uno
más de los efectos del amor (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 205).

246 Preguntaron al Amigo cuál era la fuente del amor. Respondió que aquella en
donde el Amado nos ha limpiado de nuestras culpas, y en la cual da de balde el agua
viva, de la cual, quien bebe, logra vida eterna en amor sin fin (R. LLULL, Libro del
Amigo y del Amado, 115).

Acabar el examen de conciencia con un acto de amor

247 Acaba siempre tu examen con un acto de Amor—dolor de Amor—: por ti, por
todos los pecados de los hombres... —Y considera el cuidado paternal de Dios, que te
quitó los obstáculos para que no tropezases (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
246).

Por amor de Dios todo se puede

248 El amor de contentar a Dios y la fe hacen posible lo que por razón natural no lo
es (SANTA TERESA, Fundaciones, 2, 4).

249 Un poquito de este puro amor..., más provecho hace a la Iglesia, aunque parece
que no hace nada, que todas esas obras juntas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico 2,
anotación a canción 29).

250 Cualquier otra carga te oprime y abruma, mas la carga de Cristo te alivia el peso.
Cualquier otra carga tiene peso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le quitas
las alas parece que le alivias del peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto
más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso; restitúyele el
peso de sus alas y verás cómo vuela (SAN AGUSTÍN, Sermón 126).
251 Esteban tenía por armas la caridad y con ella vencía en todas partes. Por amor a
Dios no se cruzó de brazos ante los enfurecidos judíos; por amor al prójimo intercedía
por quienes lo lapidaban; por amor argüía a los que estaban en el error, para que se
corrigiesen... Apoyado en la fuerza de la caridad, venció la violenta crueldad de
Saulo, y mereció tener por compañero en el cielo al que en la tierra tuvo como
perseguidor (SAN FULGENCIO, Sermón 3).

El amor es fuerte como la muerte

También se dice que es semejante el reino de los cielos a un comerciante que anda
en busca de buenas perlas, y hallando una muy preciosa, vende cuanto tiene y la
compra [...]. En comparación de aquélla nada tiene valor, y el alma abandona todo
cuanto habia adquirido, derrama todo cuanto habia congregado, se enardece con el
amor de las cosas celestiales, no tiene placer en las cosas terrenas y considera como
deforme todo lo que le parecía bello en la tierra, porque sólo brilla en el alma el
resplandor de aquella perla preciosa. Acerca de este amor dice Salomón: El amor es
fuerte como la muerte (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.).

253 Es fuerte el amor como la muerte, porque el amor de Cristo da muerte a la


misma muerte [...]. También el amor con que nosotros amamos a Cristo es fuerte
como la muerte, ya que viene a ser él mismo como una muerte, en cuanto que es el
aniquilamiento de la vida anterior, la abolición de las malas costumbres y el sepelio
de las obras muertas (SAN BALDUINO DE CANTORBERY, Tratado 10)

El amor a Dios aquí y en el cielo

254 Si el Amor, aun el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en
el cielo? (J. ESRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 428).

255 Este amor será la medida de la gloria de que disfrutaremos en el paraíso, ya que
ella será proporcionada al amor que habremos tenido a Dios durante nuestra vida;
cuanto más hayamos amado a Dios en este mundo, mayor será la gloria de que
gozaremos en el cielo, y más le amaremos también, puesto que la virtud de la
caridad nos acompañará durante toda la eternidad, y recibirá mayor incremento en
el cielo. ¡Qué dicha la de haber amado mucho a Dios en esta vida!, pues así lo
amaremos también mucho en el paraiso (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
precepto 1 del decálogo).

AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES

Citas de la Sagrada Escritura

El amor incansable de Dios: Os 11, 1-9

Dios es Amor: I Jn 4, 8.

Falta de correspondencia por parte de los hombres. Parábola de la viña: Is 5, 1-7.

El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo,
que nos ha sido dado. Rom 5, 5.

El amor de Cristo nos apremia: 2 Cor 5, 14.

El amor de Dios nos predestinó antes de la constitución del mundo para que
fuéramos santos e inmaculados en su presencia . Ef 1, 4.

He venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda? Lc


12, 49.

[...] Caminad en el amor, (amad) como Cristo nos amó y se entrego por nosotros [...]
Ef 5, 1.
En esto está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos
amó y envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados. I Jn 3, 18.

Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando
nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo [...] Ef 2, 4-5.

El Padre nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su
amor. Gal 1, 13.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios nos ama infinitamente

256 Hasta te serviré, porque vine a servir y no a ser servido. Yo soy amigo, y
miembro y cabeza, y hermano y hermana y madre; todo lo soy, y solo quiero contigo
intimidad. Yo, pobre por ti, mendigo por ti, crucificado por ti, sepultado por ti; en el
cielo, por ti ante Dios Padre; y en la tierra soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para
Mi, hermano y coheredero, amigo y miembro. ¿Qué más quieres? (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 76).

257 Tan espléndida es la gracia de Dios y su amor a nosotros, que hizo El más por
nosotros de lo que podemos comprender (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., 61).

258¿;Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he vuelto loco? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Camino, n. 425).

259 Ningúna lengua es suficiente para declarar la grandeza del amor que Jesús tiene
a cualquier alma que está en gracia (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 2).

260 El fuego de amor de Ti, que en nosotros quieres que arda hasta encendernos,
abrasarnos y quemarnos lo que somos, y transformarnos en Ti, Tú lo soplas con las
mercedes que en tu vida nos hiciste, y lo haces arder con la muerte que por nosotros
pasaste (SAN JUAN DE AVILA, Audi filia, 69).

Dios no abandona nunca a los hombres

261 El abismo de malicia, que el pecado lleva consigo, ha sido salvado por una
Caridad infinita. Dios no abandona a los hombres (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 95).
262 Oye cómo fuiste amado cuando no eras amable; oye cómo fuiste amado cuando
eras torpe y feo; antes, en fin, de que hubiera en ti cosa digna de amor. Fuiste
amado primero para que te hicieras digno de ser amado (SAN AGUSTÍN, Sermón
142).

263 Ahora me da devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi
culpa (SANTA TERESA, Vida, 1, 4).

Dios nos busca a cada uno

264 Considerad conmigo esta maravilla del amor de Dios: el Señor que sale al
encuentro, que espera, que se coloca a la vera del camino, para que no tengamos
más remedio que verle. Y nos llama personalmente, hablándonos de nuestras cosas,
que son también las suyas, moviendo nuestra conciencia a la compunción,
abriéndola a la generosidad, imprimiendo en nuestras almas la ilusión de ser fieles,
de podernos llamar sus discípulos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 59).

265 ¿Cuál es la explicación de que nos alegremos con el Señor, si El está lejos? Pero
en realidad no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Amalo y se te acercará;
ámalo y habitará en ti. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna (SAN
AGUSTÍN, Sermón 21).

266 El sol ilumina al mismo tiempo los cedros y cada florecilla, como si estuviera sola
en la tierra; nuestro Señor se interesa también por cada alma en particular, como si
no existieran otras iguales (SANTA TERESA DE LIS1EUX, Manuscritos
autobiográficos).

267 Cuando Dios Nuestro Señor concede a los hombres su gracía, cuando les llama
con una vocación especifica, es como si les tendiera una mano, una mano paterna
llena de fortaleza, repleta sobre todo de amor, porque nos busca uno a uno, como a
hijas e hijos suyos, y porque conoce nuestra debilidad. Espera el Señor que hagamos
el esfuerzo de coger su mano, esa mano que El nos acerca: Dios nos pide un
esfuerzo, prueba de nuestra libertad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
17).

268 Ningún pecador, en cuanto tal, es digno de amor; pero todo hombre, en cuanto
tal, es amable por Dios (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1).

Recibimos constantemente innumerables graciasy dones por parte


de Dios

269 En ocasiones, Dios no desdeña de visitarnos con su gracia, a pesar de la


negligencia y relajamiento en que ve sumido nuestro corazón [...]. Tampoco tiene a
menos hacer brotar en nosotros abundancia de pensamientos espirituales. Por
indignos que seamos, suscita en nuestra alma santas inspiraciones, nos despierta de
nuestro sopor, nos alumbra en la ceguedad en que nos tiene envueltos la ignorancia,
y nos reprende y castiga con clemencia. Pero hace más: se difunde en nuestros
corazones, para que siquiera su toque divino nos mueva a compunción y nos haga
sacudir la inercia que nos paraliza (CASIANO, Colaciones, 4)

La Encarnación del Hijo de Dios, la mayor muestra de su Amor

270 [...] ningúna prueba de la caridad divina hay tan patente como el que Dios,
creador de todas las cosas, se hiciera criatura, que nuestro Señor se hiciera hermano
nuestro, que el Hijo de Dios se hiciera hijo de hombre (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, I.c., 59).

271¡Qué grande y qué manifiesta es esta misericordia y este amor de Dios a los
hombres! Nos ha dado una gran prueba de su amor al querer que el nombre de Dios
fuera añadido al titulo de hombre (SAN BERNARDO, Sermón 1, sobre la Epifania).

272 Aprende, pues, ¡oh, hombre!, y conoce a qué extremos llegó Dios por ti. Aprende
(en Belén) esa lección de humildad tan grande que te da un maestro sin hablar
todavía. En el paraíso tú tuviste tal honor que pudiste poner nombres a todos los
animales, y aquí tu Creador se ha hecho tan niño, que ni aun puede dar a la suya el
de madre. Tú en aquel vastisimo lugar de ricos bosques te perdiste desobedeciendo.
El se ha hecho hombre mortal en tan estrecha posada para buscar, muriendo, al que
estaba muerto. Tú, hombre, quisiste ser Dios y pereciste. El, Dios, quiso ser hombre y
te salvó. ¡Tanto pudo la soberbia humana que necesitó de la humildad divina para
curarse! (SAN AGUSTÍN, Sermón 183).

Los Ángeles Custodios, muestra del Amor paternal de Dios

273 A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias
al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den
gracias y digan entre los gentiles: El Señor ha estado grande con ellos. Señor, ¿qué
es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te
ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas
hasta a enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu. Incluso le prometes la visión de
tu rostro. Y para que ningúno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta
solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y
nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos
(SAN BERNARDO, Sermón 12, sobre el Salmo "Qui habitat").

Dios espera de cada hombre una respuesta sin condiciones a su


Amor
274 El amor de Dios es celoso; no se satisface si se acude a su cita con condiciones
[...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 28).

275 Pero el amor sólo con amor se cura. El amor de Dios es la salud del alma. Y
cuando no tiene cumplido amor, no tiene salud cumplida y por eso está enferma. La
enfermedad es falta de salud. Cuando el alma no tiene ningún grado de amor, está
muerta. Pero cuando tiene algún grado de amor de Dios, por pequeño que sea, ya
está viva, aunque muy débil y enferma, porque tiene poco amor. Cuanto más amor
tiene, más salud también. Cuando tiene amor perfecto tiene total salud (SAN JUAN DE
LA CRUZ, Cántico espiritual, 11, 11).

276 No es razón que amemos con tibieza a un Dios que nos ama con tanto ardor
(SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 4).

277 Cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que
nosotros le amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman
entre sí (SAN BERNARDO, Sermón 83).

ÁNGELES CUSTODIOS

Selección de textos

Fe constante de la Iglesia en la existencia y misión de los Ángeles


Custodios

278 Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo, por haber dado el
supremo testimonio de fe y de caridad con el derramamiento de su sangre, nos están
más íntimamente unidos en Cristo; les profesó especial veneración junto con la
Bienaventurada Virgen y los santos ángeles, e imploró piadosamente el auxilio de su
intercesión (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 50).

279 Conocemos por la fe que existen los ángeles y leemos que se aparecieron a
muchos, de forma que no es licito dudarlo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo
103)

280 Casi todas las páginas de los libros sagrados testifican que existen ángeles y
arcángeles (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

281 Todos los hombres tienen junto a si dos ángeles: uno bueno y otro malo. Así nos
lo atestigua la Escritura. Respecto a los ángeles buenos, el Salvador nos dice: No
despreciéis a ningúno de estos pequeñuelos: yo os digo que sus ángeles ven
constantemente la faz de mi Padre que está en los cielos (Mt 18, 10). A ellos se
refiere asimismo esta palabra: Enviará al ángel del Señor junto a los que le temen y
les salvará (Sal 33, 8). Y en los Actos de los Apóstoles, a propósito de Pedro: Porque
es su ángel (Hech 12, 15) (CASIANO, Colaciones, 8, 17).

282 Es probable que congregados legítimamente muchos para dar gloria a Dios, esté
el Ángel de cada cual en derredor de quienes sirven al Señor, junto con aquella
persona cuya guarda y custodia se le ha confiado; de suerte que se puede hablar de
una doble asamblea de santos: una de hombres y otra de ángeles (ORÍGENES, Trat.
sobre la oración, 30, 5).

283 La Providencia de Dios ha dado a los Ángeles la misión de guardar al linaje


humano y de socorrer a cada hombre [...]. Han sido designados desde nuestro
nacimiento para nuestro cuidado, y constituidos para defensa de la salvación de cada
uno de los hombres (CATECISMO ROMANO, parte IV, cap. IX, no. 4 y 6).

Los grandes amigos del hombre

284 La tradición cristiana describe a los Ángeles Custodios ~u mo a unos grandes


amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus
caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 63).

285 Envía a sus ángeles cerca de ti, dice el Salmo, para que te guarden en todos tus
caminos. Por eso mismo hemos de velar con más cuidado, ya que no habría tanta
solicitud por nosotros en el cielo si no nos viesen tan necesitados. No pondrían tantos
guardianes si no fuera tanta la asechanza (SAN BERNARDO, Serm. 11, sobre el Salmo
90).

Misión de los Ángeles Custodios

286 Los ángeles, además de llevar a Dios nuestras noticias, traen los auxilios de Dios
a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces
e inspiraciones divinas. Dios se vale de ellos para comunicarse con nosotros. Los
ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan (SAN JUAN
DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 3).

287 Son los embajadores de Dios con los hombres, y los embajadores de los hombres
con Dios. No solamente son los ángeles de Dios, sino también los ángeles de los
hombres. Ángeles, es decir enviados: son, pues, los ángeles de Dios porque El nos los
envía para asistirnos; son los ángeles de los hombres, porque nosotros los volvemos
a enviar para obtener su misericordia. Vienen a nosotros cargados con sus dones,
vuelven cargados con nuestros votos; descienden para conducirnos, suben para
llevar a Dios nuestros deseos y nuestras buenas obras (BOSUET, Sermón para la
fiesta de los santos Ángeles Custodios, Lebarq, Oeuvres oratoires de Bossuet, tomo
lll, Desclée de Brouwer, 1927, pp. 95-97).

288 (El ángel custodio) vela sobre nosotros, incansable y cuidadoso (SAN BERNARDO,
Serm. 11, sobre el Salmo 90).

289 Te pasmas porque tu Ángel Custodio te ha hecho servicios patentes.—Y no


debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 565).

290 Los hombres pueden desoír las inspiraciones que les dan invisiblemente los
ángeles buenos, iluminándolos para obrar el bien; pero queda intacto el libre
albedrío: de ahí que el perderse los hombres no se ha de atribuir a la negligencia de
los ángeles, sino a la malicia de los hombres (SANTO TOMÁS, Suma Teológica 1, q.
113, a. I ad 2).

291 ¿Cuántos ángeles se podrá creer estarán encargados de ir agrupando a todos los
hijos de Israel en torno a quien los ama individualmente, y de congregar a los
dispersos junto al Salvador de los que temen e invocan, prestando un servicio mayor
incluso que el de los apóstoles en orden al crecimiento y expansión de la Iglesia,
hasta el punto de que el mismo San Juan en el Apocalipsis llegue a decir que algunos
ángeles están al frente de las Iglesias? (ORÍGENES, Trat. de la oración, 10, 3).

292 (Los ángeles) cuando vienen a desempeñar algún encargo entre nosotros, toman
nombre del cargo mismo que desempeñan. Así pues, Miguel significa quién como
Dios , Gabriel fortaleza de Dios y, por último, Rafael medicina de Dios (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

Veneración, devoción y confianza con el Ángel Custodio

293 A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas
palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y
conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción
por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes junto a
ti, y lo están por tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo
Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de
estarles agradecidos, pues cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en
nuestras necesidades, que son tan grandes (SAN BERNARDO. Sermón 12, sobre el
Salmo Qui habitat ).

294 Aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan
largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan
eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni
engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son
poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos
unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente (SAN BERNARDO,
Sermón 12, sobre el Salmo Qui habitat ).

295 Esta protección es, en la práctica de la vida cristiana, una devoción que ocupa en
el ánimo de quien sabe profundizar en ella un puesto de especial honor y es motivo
de dulzura y de ternura (JUAN XXIII, Aloc. 9-8-1961).

296 Ten confianza con tu Ángel Custodio.—Trátalo como un entrañable amigo—lo es


—y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 562).
El Ángel Custodio de cada uno, una muestra de la dignidad del
hombre y del amor misericordioso del Señor

297 Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento
de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre
S. Mateo, 18, 20).

298 A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias
al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den
gracias y digan entre los gentiles: El Señor ha estado grande con ellos . Señor, ¿qué
es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te
ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas
hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu Incluso le prometes la visión de tu
rostro. Y para que ningúno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta
solicitud por nosotros, envias a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y
nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos
(SAN BERNARDO, Sermón 12, sobre el Salmo Qui habitat ).

Los Ángeles Custodios estarán presentes en el juicio universal

299 Concurrirán también (al juicio universal) todos los ángeles, para dar testimonio
ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de
cada hombre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. lll, p. 238).

Ayuda de los Ángeles Custodios en el apostolado

300 Gánate al Ángel Custodio de aquel a quien quieras traer a tu apostolado.—Es


siempre un gran cómplice (J.ESCRIVÁDE BALAGUER, Camino, n. 563).

301 Nuestro deseo es que aumente la devoción al Ángel Custodio. Cada uno tiene el
suyo y cada uno puede conversar con los ángeles de sus semejantes (JUAN X XIII,
Aloc. 9-8-1961).

302 Entre el ángel y nosotros hay algo permanente. Hay una mano que, incluso
cuando dormimos, no suelta la nuestra... Sobre la tierra en que nos encontramos,
compartimos el pulso y el latido del corazón de este hermano del cielo que habla con
nuestro Padre (PAUL CLAUDEL, Presencia y profecía, en Lecturas cristianas para
nuestro tiempo , Ed. Apostolado de la Prensa 1972).
Ayudas que nos presta el Ángel Custodio en la oración

303 Aprovecha también considerar que ni el demonio, ni otra cosa, es poderosa para
nos dañar, sin licencia de Nuestro Señor. También aprovecha considerar que
tenemos al Ángel de nuestra Guarda a nuestro lado, y en la oración mejor que en
otra parte, porque allí existe él para nos ayudar y llevar nuestras oraciónes al cielo y
defendernos del enemigo, que no nos puede hacer mal (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA,
Tratad. de la oración y meditación, 2, 4, av. 5).

304 La evocación de los selectísimos espíritus que el cuidado solicito del Padre
celestial colocó y pone junto a cada uno de sus hijos, infunde alegría y ánimo. Pues
los ángeles del Señor escudriñan nuestro interior y ¡ quisieran hacerlo digno de sus
divinas complacencias! (JUAN XXIII, Aloc 9-81961).

305 Los elegidos interceden por los hombres, mientras los Ángeles Custodios no sólo
ruegan por los hombres, sino que actúan alrededor de ellos. Si por parte de los
bienaventurados se da una intercesión, por parte de los ángeles hay una intercesión
y una intervención directa: son al mismo tiempo abogados de los hombres cerca de
Dios y ministros de Dios cerca de los hombres (G. HUBER, Mi ángel marchará delante
de ti, Ed. Palabra, Madrid 1980, 6.a ed., p. 43).

306 Suelen los ángeles estar presentes a los que oran y deleitarse en los que ven
levantar sus manos puras en la oración, se alegran de ofrecer a Dios el holocausto de
la devoción santa como incienso agradable al cielo (SAN BERNARDO, Hom. sobre la
Virgen Madre).

307 Los ángeles custodios, clamando, despiertan a quienes no velan (ORÍGENES, en


Catena Aurea, vol. III, p. 218).

308Ángeles que custodian la Sagrada Eucaristía De la misma manera que vemos


cómo los ángeles se encuentran rodeando el Cuerpo del Señor en el sepulcro, así
debemos creer también que se encuentran haciendo la corte en la Consagración
(SAN BEDA, en Catena Aurea, val. VI, p. 529).

309 Gustosamente harían su oficio los Santos Ángeles Custodios con aquella alma
que les decía: Ángeles Santos, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los
Cantares, "ut nuntietis ei quia amore langueo"—para que le digáis que muero de
Amor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 568).

Gratitud al Ángel Custodio

310 Somos también deudores de nuestro ángel custodio, quien contempla siempre el
rostro del Padre que está en los cielos (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 28, 3).
Otros textos

"Es una verdad fundada en la infalible autoridad de la Escritura, que los Ángeles
están establecidos sobre nuestra conducta y que ofrecen todos los días a Dios las
oraciónes de los que son salvo por Jesucristo. (S. Hilario, in Matthaeum, e. 18, sent. 7,
Tric. T. 2, p 258.)"

"El Ángel del Señor tiene su campo alrededor de los que le temen Todo el que cree
en Jesucristo tiene un Ángel que le asista, si no le arroja de sí con alguna mala
acción. (S. Basilio, in Psalm. 33, sent. 8 Tric. T. 3, p. 191.)"

"¡Ojalá quisiera Dios que cuando quemamos el incienso sobre nuestros altares, y
ofrecemos el sacrificio, se descubriesen visible mente los Ángeles, como le sucedió a
Zacarías! No hemos de dudar que hay siempre Ángeles presentes cuando se
presenta el mismo Jesucristo, cuando es sacrificado Jesucristo. (S. Ambrosio, in Luc.
e. 1 sent. 95, Tric. T. 4, p. 328.)"

"Por ser nosotros muy débiles para llegar por nosotros mismo hasta la habitación de
nuestro celestial Médico, debemos implorar 1os ruegos de los Santos Ángeles que
Dios nos ha dado para socorrernos. (S. Ambrosio, sent. 142, Tric. T. 4, p. 343.)"

"Los Ángeles ven continuamente el rostro del Padre celestial. Grande es la dignidad
de las almas, pues tiene cada una desde instante en que nace un Ángel deputado por
Dios para su guarda. (S.Jerón., In c. 18, Matth., sent. 99, Trie. T. 5, p. 256.)"

APOSTOLADO

Citas de la Sagrada Escritura

1. La misión del cristiano.

Así como Tú me has enviado al mundo, así yo los he enviado también a ellos al
mundo. Jn 17, 18.

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Mc 16, 15.

Vosotros sois la sal de la tierra. Mt5, 13.


Vosotros sois la luz del mundo. Mt5, 14.

Quien a vosotros recibe, a mi me recibe; y quien a mi me recibe, recibe a Aquel que


me ha enviado. Mt 10, 40.

2. El cristiano ha de ser levadura en la masa.

Es semejante el reino de los cielos al fermento que coge una mujer y lo pone en tres
medidas de harina hasta que todo fermenta. Mt 13, 33.

Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. I Cor 5, 6.

3. Unión con el Señor.

Al modo que el sarmiento no puede producir fruto, si no está unido con la vid, así
tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;
quien está unido conmigo, y yo con él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis
hacer nada. Jn 15, 4-5.

4. Voluntad salvífica de Dios

Dios quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad. I
Tim 2, 4.

Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda? Lc


12, 49.

5. Instrumentos del Señor


Yo planté, Apolo regó: pero es Dios quien da el incremento. I Cor 3, 5-7.

6. Ejemplo de los Apóstoles

Los Apóstoles no cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio por todas partes: Hech
5, 42; 8, 4.

7. No desanimarse ante las dificultades

Teniendo presente que vuestro trabajo no es vano en el Señor. I Cor 15, 58.

Mis elegidos no trabajarán en vano. Is 65, 23.

8. Responsabilidad

El que tiene la palabra de sabiduría, pero no quiere emplearla en provecho del


prójimo, es lo mismo que quien pone el dinero en una bolsa y la tiene siempre atada.
Ecl 49, 17.

Selección de textos

El fin de todo apostolado es la salvación de las almas

311 La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay
que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia. Por tanto, el apostolado de la
Iglesia y de todos sus miembros se ordena en primer lugar a manifestar al mundo
con palabras y obras el mensaje en Cristo y a comunicar su gracia (CONC. VAT. II,
Decr. Apostolicam actuositatem, 6).

312 ¡A cuántos hombres es preciso llevar todavía a la fe! Cuántos hombres es


preciso reconquistar para la fe que han perdido, siendo a veces esto más difícil que la
primera conversión a la fe. Sin embargo la Iglesia, consciente de aquel gran don, del
don de la Encarnación de Dios, no puede nunca detenerse, no puede pararse jamás
(JUAN PABLO II, Hom. 6-I-1979).

APOSTOLADO

313 Y así me acaece, que cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron
almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia, que todos los
martirios que padecen (por ser ésta la inclinación que Nuestro Señor me ha dado),
pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le
ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer
(SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 7).

314 También puede ocurrir que no tenga pan que dar de limosna al indigente; pero
quien tiene lengua, tiene algo más que poder dar, pues alimentar con el sustento de
la palabra el alma, que ha de vivir para siempre, es más que saciar con pan terreno
el estómago del cuerpo, que ha demorir (SAN GREGORO MAGNO, Hom. 6 sobre los
Evang.).

De la abundancia del corazón habla la boca . Necesidad de tratar a


Dios, para hablar de El

315 Antes de permitir a la lengua que hable, el apóstol debe elevar a Dios su alma
sedienta, con el fin de dar lo que hubiere bebido y esparcir aquello de que la haya
llenado (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 4).

316 Para que aprenda el hombre a amar a su prójimo como a si mismo, debe antes
aprender a amar a Dios como a si mismo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo
118).

317 Cristo, enviado por el Padre, es la fuente y origen de todo apostolado de la


Iglesia. Es, por ello, evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de la
unión vital de los seglares con Cristo. Lo afirma el Señor: El que permanece en mi y
yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis hacer nada (Jn 15, 5) (CONC.
VAT. Il, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).

318 Recibe de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de
Cristo [...]. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón
quede humedecida y regada por sus propias fuentes (SAN AMBROSIO, Carta 2, 1-2).

319 Y pienso, efectivamente, que corren un serio peligro de descaminarse aquellos


que se lanzan a la acción—¡al activismo!—, y prescinden de la oración, del sacrificio y
de los medios indispensables para conseguir una sólida piedad: la frecuencia de
Sacramentos, la meditación, el examen de conciencia, la lectura espiritual, el trato
asiduo con la Virgen Santísima y con los Ángeles custodios... Todo esto contribuye
además, con eficacia insustituible, a que sea tan amable la jornada del cristiano,
porque de su riqueza interior fluyen la dulcedumbre y la felicidad de Dios, como la
miel del panal (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 1 8).

320 Lo que admiran mucho los hombres lo divulgan luego, porque de la abundancia
del corazón habla la boca (Mt 12) (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, val. IV, p. 37).

321 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad
verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por
medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe si no está
unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la
verdadera piedad (SAN PÍO X, Carta, I 1-ó-1909).

322 (El Bautista) [...] escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al
exterior lo que oía (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

323 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, val. I, p. 254).

324 Nonne cor nostrum ardeos erat in nobis, dum loqueretur in via? —¿Acaso nuestro
corazón no ardía en nosotros cuando nos hablaba en el camino?Estas palabras de los
discípulos de Emaús debían salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus
compañeros de profesión, después de encontrarte a ti en el camino de su vida (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 917).

La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al


apostalado

325 La virtud de esta luz (la vocación cristiana) no está sólo en brillar, sino también
en conducir a quienes la sigan (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 1 5).

326 Todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma
vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia... Todos participan
activa y corresponsablemente—dentro de la necesaria pluralidad de ministerios—en
la única misión de Cristo y de la Iglesia (A.DEL PORTILLO, Fieles y laicos en la Iglesia,
p. 38).

327 La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al


apostolado (CONC. VAT.II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2).

328 Considerando que Cristo es la luz verdadera sin mezcla posible de error alguno,
nos damos cuenta de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos
de la luz verdadera. Los rayos del sol de la justicia son las virtudes que de él emanan
para iluminarnos [...] y, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos también
nosotros en luz y, según es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras
obras (SAN GREGORIO DE NISA, Trat. sobre la ejemplaridad del cristiano).

329 [...] y si os dirigís a Dios procurad no ir solos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4
sobre los Evang.).

330 La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra
para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres participes de la redención
salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda
la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el
cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras
(CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2).

331 El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unión con
Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos
por la confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, es el mismo Señor el que los
destina al apostolado (CONC. VAT. Il, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).

Necesidad absoluta de contar con el Señor en cualquier obra de


apostolado. Es Dios quien transforma las almas

332 La Iglesia se compara a una gran recolección que necesita obreros, pero obreros
que trabajen. No hay cosa más conforme con el Evangelio que acumular, de una
parte, luces y fuerzas para el alma en la oración, en la lectura y en la soledad, e
inmediatamente hacer participar a los hombres de este alimento espiritual. Es hacer
como hizo nuestro Señor y luego los apóstoles; es juntar el oficio de Marta al de
María (SAN VICENTE DE PAUL, Entretiens spirituels aux Missionaires, Ed. du Senil,
1960, pp. 905-907).

333 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es


quien construye la casa [...]. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si
El no construye, en vano se cansan los albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en
esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los
dispensadores de los misterios de Dios Todos nos esforzamos, todos trabajamos,
todos construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron,
construyeron otros; pero si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los
albañiles (SAN ACUSTIN, Coment sobre el Salmo 126).

334 ¿De dónde sacaba San Pablo esta fuerza? Omnia possum in eo qui me confortat!
(Fil 4, 13), todo lo puedo, porque sólo Dios me da esta fe, esta esperanza, esta
caridad. Me resulta muy difícil creer en la eficacia sobrenatural de un apostolado que
no esté apoyado, centrado sólidamente, en una vida de continuo trato con el Señor
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 271).

335 [...] no creamos nosotros esa luz: únicamente la reflejamos. No somos nosotros
los que salvamos las almas, empujándolas a obrar el bien: somos tan sólo un
instrumento, más o menos digno, para los designios salvadores de Dios. Si alguna
vez pensásemos que el bien que hacemos es obra nuestra, volvería la soberbia, aún
más retorcida; la sal perdería el sabor, la levadura se pudriría, la luz se convertiría en
tinieblas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 250).

336 Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que
enseña, va no es nuestro sonido [...]. Os hable Él, pues, interiormente, ya que ningún
hombre está allí de maestro (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre la l.a Epístola de S. Juan).

337 Nosotros os hablamos desde el exterior, pero es El quien edifica desde dentro
[...]. Es El quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el
entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos también con
nuestro esfuerzo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 126).

El cristiano es sal de la tierra y luz del mundo

338 La palabra de Dios es luz para el entendimiento, fuego para la voluntad, para
que el hombre pueda conocer y amar a Dios; y para el hombre interior, el que vive
por la gracia del Espíritu Santo, es pan y agua, pero un pan más dulce que la miel y
el panal, un agua mejor que el vino y la leche; es para el alma un tesoro espiritual de
méritos, y por esto es comparada al oro y a la piedra preciosa; es como un martillo
que doblega la dureza del corazón obstinado en el vicio, y como una espada que da
muerte a todo pecado, en nuestra lucha contra la carne, el mundo y el demonio (SAN
LORENZO DE BRINDISI, Sermón cuaresmal).

339 Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a
Dios como la conversión y salvación del hombre [...]; sed como lumbreras en medio
del mundo, como una fuerza llena de vida para los demás hombres (SAN GREGORIO
NACIANCENO, Disertación 39).

340 La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las
tinieblas de la ignorancia (SAN CIRILO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 101).

341 (Tened en vuestras manos antorchas encendidas...), a saber: la penetración del


espíritu que nos ilumina brillando en nuestra alma, y la doctrina con la cual
iluminamos a los demás (TEOFILATO, en Catena Aurea, val. VI, p. 100).

342 Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: El mensaje que se os
comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el
mundo. Porque no os envió a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os
envió a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y
a todo el mundo, y a un mundo, por cierto, muy mal dispuesto>~. Porque al decir:
Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que los hombres han perdido su sabor y están
corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas
virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 15, 6).

343 Es propio de la luz el iluminar en cualquier parte en que se encuentre [...]. De la


misma manera, el mundo, sin el conocimiento de Dios, estaba sumido en las tinieblas
de la ignorancia, pero por medio de los Apóstoles se le comunicó la luz de la
verdadera ciencia, y el conocimiento de Dios brilla. Y por cualquier parte que
caminen, de su pobre humanidad brota la luz que disipa las tinieblas (SAN HILARIO,
en Catena Aurea, val. I, p. 263).

En el apostolado no se debe buscar el propio interés, ni la alabanza,


ni el agradecimiento, ni ventaja alguna personal

344 Yo tengo plena conciencia de que es a Ti, Dios Padre omnipotente, a quien debo
ofrecer la obra principal de mi vida, de tal suerte que todas mis palabras y
pensamientos hablen de Ti. Y el mejor premio que puede reportarme esta facultad de
hablar que Tú me has concedido, es el de servirte predicándote a Ti y demostrando
al mundo que lo ignora, o a los herejes que lo niegan, lo que Tú eres en realidad:
Padre [...](SAN HILARIO, Trat. sobre la Santísima Trinidad, I , 3738).

345 Examine cada uno lo que hace, y vea si trabaja ya en la viña del sembrador.
Porque el que en esta vida procura el propio interés no ha entrado todavía en la viña
del Señor. Pues para el Señor trabajan quienes buscan no su propia ganancia, sino la
del Señor [...]; los que se desvelan por ganar almas y se dan prisa por llevar a otros a
la viña (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

346 (No podemos ser como aquellos que) se avergüenzan de tratar argumentos
sencillos y fáciles para que no parezca que no saben tratar argumentos más sublimes
(GILBERTO ABAD, Sermón 7 sobre et Cantar de los Cantares). Pone la luz bajo el
celemín todo aquel que oscurece y cubre la luz de la buena doctrina con ventajas de
orden temporal (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1, 17).

348 Aquellas palabras de Cristo: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas, equivalen a decir:
Si me amas, piensa que no te apacientas a ti mismo, sino a mis ovejas; apaciéntalas
como mías, no como tuyas; busca en ellas mi gloria, no la tuya; mi dominio, no el
tuyo; mi ganancia, no la tuya; no participes del sentir de aquellos que pertenecen a
los tiempos peligrosos, los que se aman a sí mismos y a todo lo demás que dimana
de este mal principio . Por tanto, los que apacientan las ovejas de Cristo no han de
ser amadores de sí mismos, y así las apacentarán no como propias, sino como
pertenecientes a Cristo. El peor mal que es necesario evitar en los que apacientan las
ovejas de Cristo es el buscar sus propios intereses y no los de Jesucristo, destinando
a su propia utilidad a aquellos por quienes ha sido derramada la sangre de Cristo
(SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 123, 5).
349 ¡Anunciad la Palabra con toda claridad, indiferentes al aplauso o al rechazo! En
definitiva, no somos nosotros quienes promovemos el éxito o el fracaso del
Evangelio, sino el Espíritu de Dios. Los creyentes y los no creyentes tienen derecho a
escuchar inequívocamente el auténtico anuncio de la Iglesia. Anunciad la Palabra con
todo el amor del Buen Pastor, que se da, que busca, que comprende (JUAN PABLO II,
A la Conf. Episcopal alemana, 17-II-1980).

Todo apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad La caridad


es como el alma de todo apostolado

350 Todo ejercicio de apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad (CONC.


VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8).

351 El principal apostolado que los cristianos hemos de realizar en el mundo, el


mejor testimonio de fe, es contribuir a que dentro de la Iglesia se respire el clima de
la auténtica caridad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 226).

352 Tú, por tanto, que deseas ser útil a las almas del prójimo, primero acude a Dios
de todo corazón y pídele simplemente esto: que se digna infundir en ti aquella
caridad que es el compendio de todas las virtudes, ya que ella te hará alcanzar lo
que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espiritual, 13).

353 Son los sacramentos, y sobre todo la Eucaristía, los que comunican y alimentan
en los fieles la caridad que es como el alma de todo apostolado (CONC. VAT. 11,
Decr. Apostolicam actuositatem, 3).

354 Orad sin interrupción (I Tes 5, 17) por los demás hombres. Hay en ellos
esperanza de conversión, una conversión que les conducirá a Dios Volveos hacia
ellos, para que, por medio de vuestras obras, se hagan discípulos vuestros. Ante su
cólera estad llenos de dulzura. Ante su jactancia tened sentimientos de humildad.
Ante sus blasfemias, estad en oración. Ante sus errores, permaneced firmes en la fe
(Col 1, 23). Ante sus violencias, sed pacificos, sin imitarlos (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Efesios).

Ya no habría ningún pagano, si nos comportáramos como


verdaderos cristianos . Ejemplaridad y eficacia apostólica

355 La luz debe estar bien alta para que ilumine a los demás; no debajo del celemín,
es decir, de la gula, ni debajo de la cama, o del ocio, porque nadie que se entregue a
la gula y al ocio puede ser luz para los demás (TEÓFILO, en Catena Aurea, val. IV, p.
1023.

356 En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana quien la contradice con sus
obras (SAN ANTONIO DE PADUA, Sermón 1, 226).
357 Cualquiera que se encuentre fiel y prudente, presida la familla del Señor para
darle la medida de trigo en todo tiempo, ya por medio de la predicación con la que el
alma se alimenta, ya por medio del buen ejemplo, por el que la vida se endereza
(TEÓFILO, en Catena A urea, val. Vl, p. 109).

358 No os apenéis ni os llenéis de abatimiento. También los Apóstoles eran para


unos olor de muerte, y para otros olor de vida. No demos nosotros motivo alguno a la
maledicencia y estaremos libres de toda culpa, o, para decirlo mejor, mayor aún será
nuestro gozo ante esas falsas acusaciones. Brille, pues, el ejemplo de nuestra vida, y
no hagamos ningún caso de las criticas. No es posible que quien de verdad se
empeñe por ser santo deje de tener muchos que no le quieran. Pero eso no importa,
pues hasta con tal motivo aumenta la corona de su gloria. Por eso, a una sola cosa
hemos de atender: a ordenar con perfección nuestra propia conducta. Si hacemos
esto, conduciremos a una vida cristiana a los que anden en tinieblas (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

359 Hijo de hambre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo
el Señor compara sus predicadores a una atalaya. La atalaya está siempre en un
lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto
como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin
de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. sobre Ezequiel).

360 Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores
que enseñen; para que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos
comportemos como ángeles, como anunciadores entre los hombres; para que
seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de
ganarlos; que seamos simiente y demos numerosos frutos. Ni siquiera sería
necesario exponer la doctrina si nuestra vida fuese tan radiante, ni sería necesario
recurrir a las palabras si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habría ningún
pagano, si nos comportáramos como verdaderos cristianos (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. 10 sobre la l.a Epist. a Timoteo).

361 La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya


que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras
(SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 23, 23-24).

362 Quien tiene la misión de decir cosas grandes, está igualmente obligado a
practicarlas (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, val. VI, p. 101).

363 Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con las
buenas obras, damos a nuestros prójimos buenos ejemplos. (S. GREGORIO, MAGNO,
en Catena Aurea, val. VI, p. lO1).

Aprovechar todas las circunstancias y oportunidades para dar a


conocer a Cristo

364 Queremos recordar a toda la Iglesia que la evangelización sigue siendo su


principal deber... Animada por la fe, alimentada por la caridad y sostenida por el
alimento celestial de la Eucaristía, la Iglesia debe estudiar todos los caminos,
procurarse todos los medios, oportuna e inoportunamente (2 Tim 4, 2), para sembrar
la palabra, proclamar el mensaje, anunciar la salvación que infunde en el alma la
inquietud de la búsqueda de la verdad y la sostiene con la ayuda de lo alto en esta
búsqueda. Si todos los hijos de la Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio
brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de
amor y de verdad (JUAN PAB~O 1, Primer mensaje, 27-Vlll-1978)

365 Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis, llamadlos a las
bodas.Son caminos también todos los conocimientos humanos, como los de la
filosofía, los de la milicia, y otros por el estilo. Dijo, pues: Id a las salidas de los
cam¿nos, para que llamen a la fe a todos los hombres, cualquiera que sea su
condición (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. III, p. 63).

366 Pablo [...] hasta una inscripción vista al azar la convierte en argumento de la fe;
porque había aprendido del verdadero David a arrancar la espada de manos de los
enemigos, y a cortar la cabeza del soberbio Goliat con su propio puñal (SAN
JERÓNIMO, Carta a los Magnesios).

367 Los publicanos se aproximaron a nuestro Redentor, no sólo para hablarle, sino
para comer con El; porque no solamente corregía Jesús a quienes estaban mal
dispuestos con argumentos y con obras o reprensiones, sino asistiendo a las
comidas; para que aprendamos con este proceder que en cualquier tiempo y de
cualquier manera podemos sacar utilidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
val. 11, p. 13).

368 Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso,


no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben
portarse como tales con sinceridad (CONC. VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem,
14).

369 No puedes decir que te es imposible atraer a los demás. Si eres verdadero
cristiano, es imposible que esto no suceda. Si es cierto que no hay contradicción en
la naturaleza, es también verdad lo que nosotros afirmamos, pues esto se desprende
de la misma naturaleza del cristiano Si afirmas que un cristiano no puede ser útil,
deshonras a Dios y le calificas de mendaz. Le resulta más fácil a la luz convertirse en
tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares una cosa imposible cuando es
precisamente su contrario lo que es imposible (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20
sobre los Hechos de los Agósteles).

370 Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el
apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida
cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tienen eficacia para
atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam
actuositatem, 6.)

Apostolado en medio del mundo . Valor ejemplar y apostólico del


trabajo y de las obligaciones sociales, etc.

371 Cada cristiano debe hacer presente a Cristo entre los hombres; debe obrar de tal
manera que quienes le traten perciban el bonus odor Christi (cfr. 2 Cor 2, 15), el
buen olor de Cristo; debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo,
pueda descubrirse el rostro del Maestro (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 105).

372 El trabajo profesiónal es también apostolado, ocasión de entrega a los demás


hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la
caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 49).

373 Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio


de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de
continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de
cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 61)

El apostolado es un gozoso deber de todos los cristianos

374 Este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida. El


verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no
creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y
estimularlos a mayor fervor de vida; porque la caridad de Cristo nos constriñe (2 Cor
5, 14) En el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: ¡Ay de
misi no evangelizare! (I Cor 9, 16) (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).

375 Debe (el cristiano) [...] participar en el designio divino de la salvación. Debe
marchar hacia la salvación y ayudar a los demás a fin de que se salven. Ayudando a
los demás se salva a si mismo (JUAN PABLO II, Sobre la Prudencia, 2510-78).

376 Resucítame (le pedía San AGUSTÍN al Señor) para que tu doctrina se extienda
por mi al mundo entero (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre Evang. de San Juan, 105, 1).

377 ¿Quién es el que lleva la Buena Noticia sino el coro de los que proclaman el
Evangelio? ¿Qué significa llevar la Buena Noticia? Predicar a todos los hombres [...] la
venida de Cristo a la tierra (SAN EUSEBIO DE CESAREA, Coment. sobre Isaías).

378 A todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el
mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los
hombres (CONC. VAT 11, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).
Cristo murió y resucitó por todos los hombres. Sentido universal del
apostalado

379 El ha venido a la tierra para redimir a todo el mundo, porque quiere que los
hombres se salven (I Tim 2, 4). No hay alma que no interese a Cristo. Cada una de
ellas le ha costado el precio de su Sangre (cfr. I Pdr 1, 18-19) (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 256).

380 El cristianismo posee el gran don de enjugar y curar la única herida profunda de
la naturaleza humana, y esto vale más para su éxito que toda una enciclopedia de
conocimientos científicos y toda una biblioteca de controversias; por eso el
cristianismo ha de durar mientras dure la naturaleza humana El es una verdad
viviente que no puede envejecer jamás (CARD J. H. NEWMAN, El sentido religioso, p.
417)

381 No podré descansar hasta el fin del mundo, mientras haya almas que salvar.
Pero cuando diga el ángel: Ya ha pasado el tiempo, entonces podré descansar, y
podré gozar, porque el número de los elegidos habrá quedado completo (SANTA
TERESA DE LISIEUX, Novissima verba).

382 ¿Te acuerdas?—Hacíamos tú y yo nuestra oración, cuando caía la tarde. Cerca se


escuchaba el rumor del agua. —Y, en la quietud de la ciudad castellana, oíamos
también voces distintas que hablaban en cien lenguas, gritándonos angustiosamente
que aún no conocen a Cristo. Besaste el Crucifijo, sin recatarte, y le pediste ser
apóstol de apóstoles (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 811).

383 (La doctrina de Cristo) se ha de extender por la tierra y el mar, sin más limites
que el mundo mismo (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 15).

384 Toda solicitud y todo trabajo son poco en comparación con el interés de una sola
alma. El que devuelve una oveja errante al redil se ha asegurado un abogado
poderoso ante Dios (SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, Serm. del Domingo in Albis, 1.
c., pp. 900-901).

385 Dondequiera que haya hombres carentes de alimento, vestido, vivienda,


medicinas, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida
verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, o
sufriendo el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad
cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarlos con la prestación de auxilios
Esta obligación se impone ante todo a los hombres y a los pueblos que viven en la
prosperidad (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8).

386 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió con
ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios
a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, val. VI, p. 46).
Cada cristiano ha de ser levadura que transforme a quienes le rodean

387 Sed profundamente amigos de Jesús y llevad a la familia, a la escuela, al barrio,


el ejemplo de vuestra vida cristiana, limpia y alegre. Sed siempre jóvenes cristianos,
verdaderos testigos de la doctrina de Cristo Más aún, sed portadores de Cristo en
esta sociedad perturbada, hoy más que nunca necesitada de El. Anunciad a todos
con vuestra vida que sólo Cristo es la verdadera salvación de la humanidad (JUAN
PABEO II, Hom. 3-XII-1978).

388 Porque también a nosotros, creyentes suyos, nos ha mezclado con la


muchedumbre para que hagamos a los demás partícipes de nuestra fe. Que nadie
eche la culpa al corto número; porque tan grande es la fuerza de la predicación
evangélica, que lo que una vez ha fermentado se convierte en levadura para los
demás (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

389 La levadura hace fermentar la masa cuando está cerca de la harina, o mejor,
mezclada con ella, pues la mujer no sólo puso la levadura, sino que además la
escondió entre la masa. Del mismo modo tenéis que hacer vosotros, cuando estéis
mezclados, identificados con la gente., como la levadura que está escondida, pero no
desaparece, sino que poco a poco va transformando toda la masa en su propia
calidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

Cuanto mayor es el mal, mayor la necesidad de nacer el bien

390 Cuando la perversidad de los malos va cada vez en aumenta, lejos de disminuir
la predicación, se debe aumentar cada vez más. El Señor nos lo aconseja con su
ejemplo, el cual, después de haber oído decir de si que tenia el demonio, distribuyó
más copiosamente los beneficios de su predicación (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
18 sobre los Evang.).

Somos instrumentos de Dios

391 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento. Pero
es El el que interiormente perfeccióna la obra (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2,
q. 177, a. 1).

392 Preparad el camino del Señor, y enderezad sus sendas. Todo aquel que predica
una fe recta y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace sino preparar el camino del
Señor que viene al corazón de los oyentes, para que penetre en él la fuerza de la
gracia, para que le ilustre la luz de la verdad, para que haga rectas las sendas que
conducen a Dios...? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

393 La virtud y la bondad de un enviado, consisten en que no diga nada de sí propio


(SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. V, p. 27).

394 La formación para el apostolado supone una completa formación humana,


acomodada al carácter y cualidades de cada uno. Porque el seglar, conociendo bien
el mundo contemporáneo, debe ser miembro bien adaptado a la sociedad y a la
cultura de su tiempo (CONC. VAT.II, Decr. Apostolicam actuositatem, 29).

395 Cuando el Señor quiere para sí un alma, tienen poca fuerza las criaturas para
estorbarlo (SANTA TERESA, Fundaciones, 10, 8).

396 Los más pequeños, los más débiles entre los hombres, eran los discípulos del
Señor; pero como había en ellos una eficacia divina grandiosa, esa fuerza se
desplegó y se difundió por todo el mundo Con esto quiso dar el Señor una prueba de
su grandeza (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 46).

397 Confiamos, pues, que tú harás progresar nuestro tímido esfuerzo inicial y que, a
medida que vayamos progresando, lo afianzarás, y que nos llamarás a compartir el
espíritu de los profetas y apóstoles; de este modo, entenderemos sus palabras en el
mismo sentido en que ellos las pronunciaron y penetraremos en el verdadero
significado de su mensaje (SAN HILARIO, Trat. Stma. Trinidad, 1, 37-38).

398 El Espíritu Santo, que habita en los que están bien dispuestos, les inspira como
buen doctor lo que deben decir (SAN CIRILO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 77).

Amistad y apostolado. Por nuestra fe, el Señor puede sanar a


nuestros amigos

399 Conviene que Dios haga la voluntad del hombre respecto a la salvación de otro
en proporción a su amistad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q 114, a. 6).

400 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico:Hijo, tus pecados te son
perdonados (Mc 2, lss.). Es de notar que no dijo la fe del paralítico, sino la de los que
le llevaban: a veces ocurre que alguno sana por la fe de otro (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en CatenaAurea, val. IV, p. 51).

401 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son
perdonados (Mc 2, lss). Es digno de consideración cuánto debe valer para Dios la fe
propia de cada uno, cuando vale tanto la ajena, que por ella se levanta un hombre
curado de repente interior y exteriormente, y por el mérito de unos se perdonan a
otros sus pecados (SAN BEDA, en Catena Aurea, val. IV, p. 51).
«Las almas son de Dios»

402 Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues
no estaban lejos de tierra, sino como a unos doscientos codos (Jn 21, 8). Enseguida
ponen la pesca a los pies del Señor, porque es suya. Para que aprendamos que las
almas son de Dios, que nadie en esta tierra puede atribuirse esa propiedad, que el
apostolado de la Iglesia—su anuncio y su realidad de salvación—no se basa en el
prestigio de unas personas, sino en la gracia divina (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 267).

Apostolado personal del sacerdote

403 [...] el sacerdote no daría a Dios el culto debido si se quedase encerrado en el


templo, si su actividad se limitara a las solas funciones rituales, si esperase que el
pueblo viniera a buscarlo en la soledad progresiva de su aislamiento. Y esto es cierto
hoy de modo particular, porque hoy es más que nunca necesario, en la edificación de
la Iglesia, la presencia misional del sacerdote entre los hombres. Hombres que
pertenecen a una sociedad empapada de materialismo —y por eso, con frecuencia
insatisfechos, descorazonados, tristes—, a quienes es necesario acercarse como
Jesús se acercó en el camino de Emaús—como compañero de viaje—para hacerse
escuchar fácilmente, para hacerse comprender, para traducir a su lenguaje la Palabra
de siempre, tantas veces repetida; para reavivar, finalmente, su fe y su alegría con la
fracción del pan (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 58-59).

Apostolado especialmente en la propia familia

404 Vuestro primer deber y vuestro mayor privilegio como padres es el de transmitir
a vuestros hijos la fe que vosotros recibisteis de vuestros padres. El hogar debería
ser la primera escuela de oración (JUAN PABLO II, Hom. l-X-1979).

405 Los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hijos y demás familiares,
cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros
predicadores y educadores de la fe; los forman con su palabra y ejemplo para la vida
cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir su vocación y fomentan
con todo esmero la vocación sagrada cuando la descubren en los hijos (CONC. VAT.
II, Decr. Apostalicam actuositatam, 11).

406 Siempre fue deber de los esposos, pero hoy constituye la parte más importante
de su apostolado, manifestar y demostrar con su vida la indisolubilidad y santidad del
vínculo matrimonial; afirmar con valentía el derecho y la obligación que los padres y
los tutores tienen de educar cristianamente a la prole; y defender la dignidad y la
legítima autonomía de la familia. Cooperen, por tanto, los esposos y los demás
cristianos con los hombres de buena voluntad para que se conserven incólumes
estos derechos en la legislación civil [...] (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam
actuositatam, 11).

También los niños poseen su propia capacidad apostólica

407 También los niños tienen su propia actividad apostólica. Según su capacidad, son
testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam
actuositatem, 12).

Medios en el apostolado

408 Aquel pobre apóstol que no tenía nada que dar al que le pedía limosna,
distribuyó tan abundantemente la gracia de Dios que dio no sólo el vigor a las
piernas del cojo, sino también la salud del alma a aquella ingente multitud de
creyentes, a los cuales había encontrado sin fuerzas y que ahora podían ya andar
ligeros siguiendo a Cristo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre las Bienaventuranzas).

409 Recuerden todos que con el culto público y con la oración, con la penitencia y la
libre aceptación de los trabajos y desgracias de la vida, con la que se asemejan a
Cristo paciente (cfr. 2 Cor 4, 10; Col 1, 24) pueden llegarse a todos los hombres y
ayudar a la salvación del mundo entero (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam
actuositatem, 16). Omisiones y excusas en el apostolado Ver también OMISIONES.

410 Nada hay más frío que un cristiano despreocupado de la salvación ajena. No
puedes aducir tu pobreza como pretexto. La que dio sus monedas te acusará. El
mismo Pedro dijo: No tengo oro ni plata (Hech 3, 6). Y Pablo era tan pobre que
muchas veces padecía hambre y carecía de lo necesario para vivir. Tú no puedes
pretextar tu humilde origen: ellos eran también personas humildes, de modesta
condición. Ni la ignorancia te servirá de excusa: ellos eran todos hombres sin letras.
Seas esclavo o fugitivo, puedes cumplir lo que de ti depende. Tal fue Onésimo, y mira
cuál fue su vocación... No aduzcas la enfermedad como pretexto, Timoteo estaba
sometido a frecuentes achaques [. .]. Cada uno puede ser útil a su prójimo, si quiere
hacer lo que puede (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos de los
Apóstoles).

411 Así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su
error a quienes pudieran haber sido adoctrinados (SAN GREGORIO MAGNO, Regla
pastoral, p. 2, cap. 4).

412 La mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies
que env~e trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los
trabajadores; al escuchar esto no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque
hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas,
faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
17 sobra los Evang.).

El apostolado, una muestra clara de amor a Dios

413 Hijo mío: si amas tu apostolado, está seguro de que amas a Dios (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 922).

El apostolado, coraza contra muchas tentaciones

414 El día que sientas bien tu apostolado, ese apostolado será para ti una coraza
donde se embotarán todas las asechanzas de tus enemigos de la tierra y del infierno
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 923).

El apostolado de no dar

415 Es condición humana tener en poco lo que poco cuesta. —Esa es la razón de que
te aconseje el apostolado de no dar Nunca dejes de cobrar lo que sea equitativo y
razonable por el ejercicio de tu profesión, si tu profesión es el instrumento de tu
apostolado (J. ESCRIVA DE BALAGUÉR, Camino, n. 979).

El apostolado de la inteligencia
416 Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum —Venid detrás de mi, y
os haré pescadores de hombres. —¡No sin misterio emplea el Señor estas palabras: a
los hombres—como a los peces—hay que cogerlos por la cabeza.¡Qué hondura
evangélica tiene el apostolado de la inteligencia ! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 978).

Santa Maria, Reina de los Apósteles


417 El modelo perfecto de esta espiritualidad apostólica es la Santísima Virgen Maria,
Reina de los Apóstoles, la cual, mientras vivió en este mundo una vida igual a la de
los demás, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente
unida con su Hijo y cooperó de modo singularisimo a la obra del Salvador (CONC.
VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).
ARIDEZ

Selección de textos

En qué consiste la verdadera devoción


***

418 Porque no es devoción aquella ternura de corazón o consolación que sienten


algunas veces los que oran, sino esta prontitud y aliento para bien obrar, de donde
muchas veces acaece hallarse lo uno sin lo otro, cuando el Señor quiere probar a los
suyos (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 1).

419 Tienes una pobre idea de tu camino, cuando, al sentirte frío, crees que lo has
perdido: es la hora de la prueba; por eso te han quitado los consuelos sensibles (J.
ESCR[VA DE BALAGUER, Camino, n. 996).

420 No has de ser como muchos ignorantes que piensan de Dios superficialmente y
creen que, cuando no lo entienden o no lo gustan ni sienten, Dios está más lejos y
más escondido (SAN JUAN DELA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 12).

421 Debes comportarte como te he indicado [...] en el tiempo de las consolaciones;


pero esto no durará mucho, pues a veces te sentirás tan privada y destituida de
sentimiento y devoción que te parecerá que tu alma es una tierra desierta,
infructuosa, estéril, donde no se abre camino ni sendero alguno para encontrar a
Dios, ni se encuentra el agua de la gracia que la pueda regar, a causa de la sequía
que, a tu manera de ver, la convertirá en un desierto. ¡Oh, cuán digna de lástima es
el alma que se ve en semejante estado y, sobre todo, cuando su mal es vehemente!
Porque entonces, a semejanza de David, se derrite en lágrimas día y noche (Ps 62,
3), mientras que el enemigo, mediante mil sugerencias para sumirla en la
desesperación, se mofa de ella diciéndole: ¡Ah, pobrecilla!, ¿Dónde está tu Dios? (Ps
61,3) (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, IV, 14).

422 El que quisiere ver cuánto ha aprovechado en este camino de Dios, mire cuánto
crece cada día en humildad interior y exterior. ¿Cómo sufre las injusticias de los
otros? ¿Cómo sabe dar pasada a las flaquezas ajenas? ¿Cómo acude a las
necesidades de sus prójimos? ¿Cómo se compadece y no se indigna contra los
defectos ajenos? ¿Cómo sabe esperar en Dios en el tiempo de la tribulación? ¿Cómo
rige su lengua? ¿Cómo guarda su corazón? ¿Cómo trae domada su carne con todos
sus apetitos y sentidos? ¿Cómo se sabe valer en las prosperidades y adversidades?
¿Cómo se repara y provee en todas las cosas con gravedad y discreción? Y, sobre
todo esto, mire si está muerto el amor de la honra, y del regalo, y del mundo, y
según lo que en esto hubiere aprovechado, así se juzgue, y no según lo que siente o
no siente de Dios (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 5).

423 [...] porque de razón de tibieza es no se le dar mucho, ni tener solicitud interior
por las cosas de Dios [...] Lo que es sólo sequedad purgativa tiene consigo ordinaria
solicitud con cuidado y pena, como digo, de que no sirve a Dios [...]. (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Noche oscura, 1, 9).

424 En lo que está la suma perfección claro está que no es en regalos interiores ni en
grandes arrobamientos [...], sino en estar nuestra voluntad tan conforme a la
voluntad de Dios, que ningúna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con
toda nuestra voluntad (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

La oración con sequedad

425 ¿Qué me pasa? Estoy decaída, nada me puede ya contentar, todo me disgusta;
¡me siento tan confundida! Mas, ¿por qué? Hay dos clases de confusión: la una lleva
a la humildad de la vida; la otra, a la desesperación y, en con secuencia, a la muerte.
Os aseguro que estoy tan turbada —dice ella—que casi me falta el aliento y renuncio
a aspirar a la perfección . ¡Dios mío, qué debilidad! Faltan los consuelos y, en
consecuencia, viene a menos el valor. No conviene obrar así , sino que cuanto más
nos priva Dios de sus consuelos, tanto más debemos esforzarnos en testimoniarle
nuestra fidelidad. Un solo acto practicado durante esta aridez vale más que muchos
otros hechos durante el tiempo de consolación, porque, como ya he dicho hablando
de Job, se practica con amor mucho más fuerte que el otro, tierno y sensible. Así ,
pues, cuanto más me quiten, más daré (SAN FRANCISCO DE SALES, Conversaciones
espirituales, 17, 3).

426 Para el que ama a Jesús, la oración, aun la oración con se- quedad, es la dulzura
que pone siempre fin a las penas: se va a la oración con el ansia con que el niño va al
azúcar, después de tomar la pócima amarga (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
889).

427 Que, por cuanto aquí purga Dios al alma..., conviene que sea puesta en vacío y
pobreza y desamparo de todas estas partes (potencias interiores y exteriores),
dejándola seca, vacía y en tinieblas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, 2, 6, 4).

428 Y así se determine, aunque para toda la vida le dure esta sequedad, no dejar a
Cristo caer con la cruz. Tiempo vendrá que se lo pague por junto; no haya miedo que
se pierda el trabajo; a buen amo sirve; mirándole está (SANTA TERESA, Vida, 11, 3).

429 Hasta tal punto conocía el santo rey David la utilidad que supone para nosotros
este alejamiento y, por decirlo así , esta ausencia de Dios, que no quiso pedirle le
privara de una prueba semejante. Sabía de sobra que el sufrir alguna vez estas
desolaciones era de provecho a él y a los demás hombres, cualquiera que fuese el
grado de perfección a que hubieren llegado (CASIANO, Colaciones, 4, 6).

No disminuir la oración a causa de la aridez

430 Cuando vayas a orar, que sea éste un firme propósito: ni más tiempo por
consolación, ni menos por aridez (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 99).

431 Si acaso te sucede no hallar gusto ni consuelo en la meditación, te encargo que


no por esto te turbes, sino que unas veces recurras a la oración vocal, quejándote de
ti misma a Nuestro Señor, confesando tu indignidad, pidiéndole que te ayude,
besando devotamente su imagen, si la tienes, y diciendo las palabras de Jacob:
Señor, no es dejaré hasta que me hayáis dado vuestra bendición [...]. Otras veces
toma un libro y lee con atención, hasta que se despierte tu espíritu y vuelvas a entrar
en ti (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 2, 9).

432 Más estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor, que
todas las consolaciones, visiones y meditaciones que puedas tener (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Dichos de luz y amor, 14).

Dios no abandona

433 Antes da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir, para que
ningúno vaya desconsolado ni muera de sed; porque de esta fuente caudalosa salen
arroyos, unos grandes y otros pequeños, y algunas veces charquitos para niños, que
aquellos les basta y más sería espantarlos ver mucha agua; éstos son los que están
en los principios. Ansí que, hermanas, no hayáis miedo que muráis de sed en este
camino; nunca falta agua de consolación (SANTA TERESA, Camino de perfección, 20,
2).

AVARICIA

Citas de la Sagrada Escritura

El amor a las riquezas de nada aprovecha: Ecl 2, 17; 5, 9; Eclo 14, 3.

La avaricia causa de muchos males: Prov 1, 19; Eclo 10, 10; 1 Sam 25, 38; 2 Sam 17,
23.
Hay que guardarse de ella: Sa/ 118, 36.

Especialmente deben evitarla los que gobiernan: Ex 18, 21; 23, 8; Dt 16, 19;Prov28,
16;1s5,23;Ez 22, 12-13; Miq 3, 11.

Algunos perecieron por causa de la avaricia: Jos 7, 21-25; 2 Rey 5, 20-27; 2 Mac 10,
20-23.

Si abundan las riquezas, no apagareis vuestro corazón. Sa/ 61, 11.

Nada más inicuo que el avaro, pues es capaz de venderse a si mismo. Eclo 10, 6.

No podéis servir a Dios y a las riquezas. Mt 6, 24.

¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? Mc 8, 36.

Guardaos bien de toda avaricia que, aunque uno esté en la abundancia, no tiene
asegurada su vida con la hacienda. Lc 12, 15.

[...] son los paganos quienes buscan estas cosas con afán. Lc 12, 30.

Haceos con bolsas que no se gasten y tesoros inagotables en el cielo, donde no se


acerca ningún ladrón, ni roe la polilla, porque

donde está vuestro tesoro allí estará vuestro corazón. Lc 12, 33-34 (Mt 6, 19-21).

Especie de idolatría: Col 3, 5; Ef5, 5.


[...] ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos [...] heredarán el reino de Dios. I
Cor 6, 10 Tit 1, 7-11.

Que vuestra conducta esté libre de avaricia. Contentaos con lo que tenéis [...] Heb
13, 5.

[...] los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la doctrina y queda
sin fruto. M' 3, 13, 22.

Traición de Judas por dinero. Mt26, 15;Jn 12,ó.

Castigo de la codicia de Ananias y Safira: Hech 24, 26.

Codicia del procurador Félix y la prisión de Pablo: Hech 24, 16.

A los ricos de este mundo encárgales que no sean altivos ni pongan su confianza en
la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que abundantemente nos provee de
todo para que lo disfrutemos. I Tim 6, 17.

La fornicación y cualquier género de impureza y avaricia ni siquiera se nombre entre


vosotros, como conviene a los santos. Ef 5, 3.

Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el
reino de los cielos. Mc 10, 25.

SELECCIÓN DE TEXTOS

434 Quien no se abstiene de la avaricia se verá mancillado también por la idolatría y


será contado entre los paganos que desconocen el juicio del Señor (SAN POLICARPO,
Carta a los Filipenses).

435 La avaricia es el deseo inmoderado de tener más (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
16 sobre los Evang.).
436 [...] Ia concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, que lleva a no valorar
sino lo que se puede tocar. Los ojos que se quedan como pegados a las cosas
terrenas, pero también los ojos que, por eso mismo, no saben descubrir las
realidades sobrenaturales (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 6).

437 Observad que siendo Señor y Criador de los Ángeles, vino a las entrañas de la
Virgen para tomar nuestra naturaleza, que El mismo creó. No quiso nacer en este
mundo entre los ricos, sino que eligió padres pobres, así que no tuvieron cordero que
of recer por El, y la madre ofreció en su lugar un par de pichones o un par de tórtolas
(Lc 24). No quiso prosperar en este mundo, sufrió afrentas y burlas, soportó que le
escupieran, le azotaran, le abofeteasen, le coronasen de espinas y le crucificasen...
Luego el que cree ya en Jesucristo pero ano está dominado por la avaricia, se
ensoberbece con los hombres, se abrasa en la envidia, se contamina con la
inmundicia de los deleites y desea las prosperidades mundanas, no quiere seguir a
Jesús, en quien creyó (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

438 Entró Satanás en Judas, no violentamente, sino encontrando abierta una puerta;
entró por medio de la avaricia (TITO BOSTRENSE, en Catena Aurea, val. Vl, p. 426).

439 No se encuentra vestigio alguno de bondad en el corazón del que la avaricia ha


hecho su morada (SAN LEON, en Catena Aurea, val. Ill, p. 272).

440 Si es cierto que podemos evitarla fácilmente, es también cierto que difícilmente
cura de ella por completo aquel a quien aqueja esa dolencia (CASIANO, Instituciones,
7, 6).

441 El dinero que se obtiene por medio de la usura es parecido a la mordedura de


una serpiente: pues así como el veneno de la serpiente corrompe todos los miembros
de una manera oculta, así también la usura convierte todos los bienes en deudas
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaAurea, val. I, p. 324).

442 Y que alguien intente tales bienes, que van mezclados casi siempre de
privaciones del bien verdadero, obedece a~que muchos viven según el sentido, en
razón de que lo sensible nos es más manifiesto y mueve más eficazmente en los
casos concretos... Sin embargo, a la posesión de muchos de estos bienes sigue la
privación del verdadero bien (SANTO TOMÁS, Suma contra gentiles, 3, 6).

Es insaciable

443 La avaricia es insaciable, no teme a Dios ni respeta al hombre, ni perdona al


padre ni guarda fidelidad al amigo; oprime a la viuda y se apodera de los bienes del
huérfano (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 243).

444 (.. .Derribaré mis graneros y los haré mayores. . .). Los graneros no podían
contener la abundancia y el alma avara nunca se ve llena (SAN BASILIO, en Catena
Aurea, val. Vl, p. 80).

445 No encontrarás... quien confiese que es avaro; todos niegan esta bajeza y
ruindad de corazón, y toman por pretexto, ya el hallarse cargados de hijos, ya a que
es prudencia procurar tener lo que uno necesita; de manera que jamás se cree tener
demasiado, y siempre se encuentran ciertas precisiones de tener más; así pues, aun
los más avaros, no sólo no confiesan que lo son, sino que ni aun en su conciencia lo
juzgan, porque la avaricia es una fiebre prodigiosa que se siente menos cuanto
mayor es su ardor y su violencia (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota,
3, 14).

446 La abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la
aumenta, como sucede con el fuego, que se fomenta más cuando encuentra
mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la
pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios
exclusivamente de ellas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 315).

447 [...] la avaricia engendra tal frenesí que aumenta más y más con la riqueza
(CASIANO, Instituciones, 7, 7).

También tiene su raíz en la soberbia

448 Que alguien desee desordenadamente algún bien temporal, procede de que se
ama a sí mismo desordenadamente, puesto que amar a alguien es querer el bien
para él (SANTO TOMÁS, Suma Teológ,ica, 1-2, q. 77, a. 5).

Quita la libertad al alma

449 Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude el
yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea,
val. 1, p. 392).

450 ¿...Qué haré que no tengo sitio para encerrar mis cosechas? ...Se halla
angustiado por el afecto de sus deseos y por el peso de sus riquezas (SAN GREGORIO
MAGNO, Moralia, 15, 13).

Avaricia de deseo

451 Todos los que aman las riquezas, aun cuando no puedan conseguirlas, deben
contar en el número de los ricos (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 316).

452 Es evidente que se puede ser avaro sin tener dinero (CASIANO, Instituciones, 8,
12).

«Donde está tu tesoro, allí está tu corazón»

453 Donde está tu tesoro, allí está tu corazón El tesoro del hombre viene a ser como
la reunión de los frutos recolectados con su esfuerzo. Lo que uno siembre, eso
cosechará, y cual sea el trabajo de cada uno, tal será su ganancia, y donde ponga el
corazón su deleite, allí queda reducida su solicitud. Mas, como hay muchas clases de
riquezas y diversos objetos de placer, el tesoro de cada uno viene determinado por la
tendencia de su deseo, y si este deseo se limita a los bienes terrenos, no hallará en
ellos la felicidad, sino la desdicha (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 92).
454 Por muy avaro que seas, Dios te basta (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo
55).

El recto uso de los bienes y la avaricia

455 No prohibe Cristo enriquecerse, sino hacerse esclavo de las riquezas: quiere que
usemos lo necesario, pero no que guardemos avariciosamente. Es propio del que
sirve el guardar las cosas, y propio del señor el darlas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en
Catena Aurea, val. VI, p. 315).

456 El término «riquezas» reviste en las Sagradas Escrituras tres acepciones


distintas: las hay malas, buenas e indiferentes. Las malas son aquellas de las cuales
se dice: Se empobrecieron los ricos y en la penuria suirieron hambre (Sal 33, 11). Las
hay también buenas. Haberlas adquirido es indicio de gran virtud y mayor mérito.
David encomia al varón justo que las posee: La generación de los rectos—dice—será
bendecida. Habrá en su casa hacienda y riquezas, y su justicia permanecerá por los
siglos (Sal 111, 3) [...]. Hay, finalmente, riquezas indiferentes, esto es, que pueden
ser buenas o malas. Son, en efecto, susceptibles de ambas cosas, según la voluntad
de quien las usa o el modo y fin en que las invierte (CASIANO, Colaciones, 3, 9).

457 Aprendan (de Zaqueo) los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en
no saber usar de ellas; porque así como las riquezas son un impedimento para los
malos, son también ocasión de virtud para los buenos (SAN AMBROSIO, en Catena
Aurea, val VI, p. 330).

458 ¡Qué necedad tan grande es amontonar donde se ha de dejar, y no enviar allí
donde se ha de ir! Coloca tus riquezas basta sola una gota de agua del gran río
caudaloso que nos está aparejado (SANTA TERESA, Vida, 27, 12).

459 Si queréis actuar a toda hora como señores de vosotros mismos, os aconsejo que
pongáis un empeño muy grande en estar desprendidos de todo, sin miedo, sin
temores ni recelos. Después, al atender y al cumplir vuestras obligaciones
personales, familiares..., emplead los medios terrenos honestos con rectitud,
pensando en el servicio a Dios, a la Iglesia, a los vuestros, a vuestra tarea
profesiónal, a vuestro país, a la humanidad entera. Mirad que lo importante no se
concreta en la materialidad de poseer esto o de carecer de lo otro, sino en
conducirse de acuerdo con la verdad que nos enseña nuestra fe cristiana: los bienes
creados son sólo eso, medios. Por lo tanto, rechazad el espejuelo de considerarlos
como algo definitivo [...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 118).

460 Entonces—me diréis—, ¿qué han de hacer los ricos para imitar a un Dios tan
pobre y despreciado? Os lo diré: no han de apagar su corazón a los bienes que
poseen, han de emplear esos bienes en buenas obras en cuanto puedan; han de dar
gracias a Dios por haberles concedido un medio tan fácil de rescatar sus pecados con
sus limosnas; no han de despreciar nunca a los que son pobres, antes al contrario,
han de respetarlos viendo en ellos una gran semejanza con Jesucristo (SANTO CURA
DE ARS, Sobre el misterio).

Remedios

461 Enseñó (el Señor) que debe evitarse la avaricia, y añadió la parábola del rico,
demostrando con ella que es un necio quien apetece las cosas superfluas
(TEOFILATO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 86).

462 Mas no puedo decir lo que se siente cuando el Señor la da a entender secretos y
grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos acá se pueden entender, que bien con
razón hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es asco
traerlos a ningúna comparación aquí—aunque sea para gozarlos sin fin—y, de estos
que da el Señor,basta sola una gota de agua del gran río caudaloso que nos está
aparejado (SANTA TERESA, Vida, 27, 12).

463 Si estáis inclinados a la avaricia, pensad con frecuencia en la locura de ese


pecado, que nos hace esclavos de lo que ha sido creado para servirnos; pensad que
al morir, en todo caso, será menester perderlo todo, dejándoselo a quien, tal vez, lo
malversará o se servirá de ello para su ruina y perdición (SAN FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, IV. 10). donde tienes tu patria (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en
Catena Aurea, val. I, p. 386).

Avaricia: ambición- "No conocen los avaros que sus riquezas son para ellos suplicios
de buenas apariencias: que están presos con cadenas de oro: que están poseídos de
sus propios bienes, en vez de ser dueños libres. ¡Oh detestable ceguedad! ¡Oh
profundas tinieblas las de una codicia insensata! Pudiendo descargarse del peso que
los abruma, trabajan por aumentarle, y juntando cada día nueva materia a sus
cuidados, insisten en agravarle más. (S. Cipriano, Carta 1ª a Donato, sent. 3, Tric. T.
1, p. 295 y 296.)"

"-Oh, hombre, reconoce al que te ha dado lo que tienes! Acuérdate de ti mismo,


considera lo que eres, las cosas que se te han dispensado, de quien las has recibido,
y por qué favor te ves colocado sobre los otros. Tú eres ministro de un Dios
soberanamente bueno: tú eres el dispensador de sus bienes, para lo que son como tú
siervos de un mismo dueño. Mira, pues, esos bienes que tienes en tus manos como
que no son tuyos, sino de otro, y sabe que algún día te han de pedir cuenta exacta y
rigurosa. (S. Basilio, de avaritia, sent. 13, Tric. T. 3, p. 192 y 193.)"

"Algunos piensan que solamente hay usura en el empréstito del dinero: pero las
Escrituras divinas en todas las cosas condenan la práctica de exigir más de lo que se
ha dado. A la verdad, vemos que en el campo se suele tomar usura del trigo, del
vino, de¡ aceite y de los demás frutos de la tierra, o como la Escritura lo llama, la
superabundancia. Se prestarán, por ejemplo, diez medidas de grano en el invierno, y
se recibirán quince al tiempo de la cosecha, lo que es una mitad más que lo
prestado; de suerte que los que solo exigen una cuarta parte más, creen que son los
más justos del mundo, y suelen discurrir así : La medida que yo presté ha producido
diez al que la recibió; será, pues, justo que yo tome para mí media medida más de
aquel que por liberalidad mía se aprovecha de nueve y media. Mas os engañáis,
responde el Apóstol, ningúno se burla de Dios, porque yo preguntaré a este usurero
tan caritativo, ¿si prestó al rico o al pobre? Porque si era rico no le debía prestar: si
prestó a persona constituida en necesidad, le preguntaré, ¿por qué, pues, has exigido
más que lo que prestaste. Otros hay que en vez de dinero reciben presentes de
diversos modos: sin querer entender que todo lo que se pide más de lo que se ha
prestado, debe llamarse usura y superabundancia. (S. Jetón., lib. 6, c. 18, sent. 77,
Tric. T. 5, p. 232.)"

"Prohíbe la ley tomar usuras por lo que se presta. La usura no es otra cosa que recibir
más de lo que se ha dado. (S. Jerónimo, in Psalm. 54, sent. 105, Tric. T. 5, p. 257.)"

"Porque la abundancia inflama más y más la avaricia, no se la puede tener por


felicidad: pues esta no puede estar en lo que nos ayuda a ser malos. Al contrario, los
que sirven en la pobreza cultivan la virtud, que es el más bello y el mayor de todos
los bienes. (Teodoreto, Serm. 6, sent. 6, Tric. T. 8, p. 263.)"

"Tal vez es menos perniciosa la ambición satisfecha en sus deseos, que frustrada en
sus pretensiones; porque en este caso se vale de medios violentos.- (S. Bernardo, Ep.
126, sent. 30, Tric. T. 10, p. 324.)"

"La ambición es la cruz de los ambiciosos, este es un vicio que a todos agrada, y a
todos atormenta. (S. Bernardo, 3 de Consid., c. 1, sent. 136, Tric. T. 10, p. 330.)"

"El insaciable amor de las riquezas, mucho más atormenta con el deseo, que
consuela con la posesión. (S. Bernardo, de convers., ad Cler., n. 13, sent. 145, Tric. T.
10, p. 330.)"

AYUNO

Citas de la Sagrada Escritura

En señal de luto y de tristeza: Jue 20,26; I Sam31, 13;Jer41,2;52, 12; Zac 7, 2-5; 8, 9.

Penitencia unida a la oración para obtener la misericordia de Dios: Lev 19, 29; Num
30, 14-26; Tob 12, 8; 1 Mac 2, 47; 2 Mac 13, 12.

Día del ayuno: Lev 16, 29.


Cómo se ha de ayunar: Is 58, 3-7; Jer 14, 12.

De Nuestro Señor en el desierto: Mt 4, 1-2; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13.

Nuestro ayuno debe ser humilde; si no, pierde todo el mérito: Mt 6, 16-18; Lc 18, 11-
14.

Ayuno y oración para obtener de Dios el poder de arrojar a los demonios: Mt 17, 20;
Mc 9, 28.

El ayuno de los hipócritas: Mt 6, 16-18; Lc 18, 9-14.

Ayuno de Saulo después de su conversión: Hech 9, 9-19.

Bienes espirituales del ayeno

Antes de la imposición de las manos a Saulo y Bernabé: Hech 13, 2-3.

De Pablo y Bernabe antes de la ordenación de los sacerdotes: Hech 16, 22.

Los ayunos frecuentes de San Pablo: 2 Cor 11, 27.

San Pablo recomienda a todos la templanza, en especial a los que habían de ser
ordenados ministros: 1 Tes 5,6;2Tim4,5; Tit1,7;2, 2-3.

Nuestro Señor defiende a sus discípulos de las acusaciones que les hacían porque no
ayunaban: Mt 9, 14-15; Mc 2, 18-20; Lc 5, 3335.

Dispone para recibir las gracias del Señor: Lc 2, 37-38.


Los ministros de Dios y el ayuno: 2 Cor 6, 4-8.

Para someter nuestro cuerpo: I Cor 9, 27.

BIENES ESPIRITUALES DEL AYUNO

464 El ayuno fortifica el espíritu, mortificando la carne y su sensualidad; eleva el


alma a Dios; abate la concupiscencia, dando fuerzas para vencer y amortiguar sus
pasiones, y dispone el corazón para que no busque otra cosa distinta de agradar a
Dios en todo (SAN FRANCISCO DE SALES, Sermón sobre el ayuno).

465 El ayuno purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al


corazón contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, aplaca los
ardores del placer y enciende la luz de la castidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 73).

466 El cristiano tiene libertad para ayunar en cualquier tiempo, no por superstición,
sino por virtud. ¿De qué modo, sin embargo, puéden g-uardar los cristianos la
castidad si no cuidan la continencia en estas cosas? ¿Cómo pueden estudiar las
Escrituras y buscar la ciencia y la sabiduría? ¿No es, acaso, gracias a la continencia
del vientre y de la boca, regulando la comida y la bebida por la abstinencia y el
ayuno? Esta es la razón del ayuno cristiano. Hay también otra razón de carácter
religioso, muy alabada desde el tiempo de los Apóstoles: «Bienaventurado quien
ayuna para ayudar a los pobres». Este ayuno es verdadero, digno y grato a los ojos
de Dios (ORÍGENES, Homilía 10).

467 Tres cosas hay, hermanos, por las que se mantiene la fe, se conserva firme la
devoción, persevera la virtud. Estas tres cosas son la oración, el ayuno y la
misericordia. Lo que pide la oración, lo alcanza el ayuno y lo recibe la misericordia.
Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que se vivifican una a
otra (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).

Ayuno y caridad

El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se 468 seca sin este riego; lo
que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno (SAN PEDRO
CRISÓLOGO, Sermón, 43).
«Soporte de la oración»

Todos los que han querido rogar por alguna necesidad, 469 han unido siempre el
ayuno (la penitencia) a la oración, porque el ayuno es el soporte de la oración (SAN
JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p. 377).

Cualidades

470 La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino
también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las
posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles
[...].

Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas


partes el viernes de la pasión y muerte del Señor y ano extenderse, según las
circunstancias, al sábado santo, para que de este modo se llegue al gozo del
domingo de Resurrección con elevación y apertura de espíritu (CONC. VAT. 11, Const.
Sacrosanctum Concilium, 110).

471 Decía (un santo varón a quien él conoció) que et monje debería darse al ayuno
como si tuviera que vivir cien años. Que deberia frenar las pasiones de su alma,
olvidar las injurias, ahuyentar la tristeza y menospreciar el dolor y la desazón, como
si tuviera que morir cada día (CASIANO, Instituciones, 5, 41)

472 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara...). Aquí se habla de la costumbre
que existía en Palestina de ungirse la cabeza los dias de fiesta, y mandó el Señor que
cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN JERÓNIMO, en Catena
Aurea, val 1, p. 380).

473 Los ayunos agradables a Dios son: no hagas mal y sirve al Señor con corazan
limpio; guarda sus mandamientos siguiendo sus preceptos y no permitas que
ningúna concupiscencia del mal penetre en tu corazón [...]. Si esto haces, tu ayuno
será grato en la presencia de Dios (Pastor de Hermas)

474 Ayunen los ojos de toda mirada curiosa... Ayunen los oídos, no atendiendo a las
palabras vanas y a cuanto no sea necesario para la salud del alma... Ayune la lengua
de la difamación y la murmuración, de las palabras vanas, inútiles... Ayune la mano
de estar ociosa y de todas las obras que no sean mandadas. Pero ayune mucho más
el alma misma de los vicios y pecados, y de imponer la propia voluntad y juicio. Pues,
sin este ayuno, todos los demás son reprobados por Dios (SAN BERNARDO, Sermón
en el comienzo del ayuno).

475 Ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los


alimentos (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma, 1).

476 El ayuno significa un dominio sobre nosotros mismos; significa ser exigentes en
las relaciones con nosotros mismos; estar prontos a renunciar a las cosas, y no sólo a
los manjares, sino también a goces y placeres diversos (JUAN PABLO II, Hom. 28-11-
1979).

Penitencia muy grata al Señor

477 El ayuno riguroso es penitencia gratísima a Dios.—Pero, entre unos y otros,


hemos abierto la mano. No importa—al contrario—que tú, con la aprobación de tu
Director, lo practiques frecuentemente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 231).

Ayuno: abstinencia.- "El ayuno cura nuestras enfermedades, deseca los humores
superfluos de nuestros cuerpos, pone en fuga los demonios, arroja los malos
pensamientos, purifica el espíritu, limpia el corazón, santifica el cuerpo, eleva los
hombres hasta el trono de Dios. Por último, el ayuno es el alimento de los Ángeles, y
el que le practica, se puede considerar como en el orden de aquellos
bienaventurados espíritus. (S. Atanasio, de Sanctiss. Deipara, sent. 5, Tric. T. 2, p.
172.)"

"Si el demonio os impele a practicar austeridades tan excesivas que altere vuestra
salud, y que vuestro cuerpo se inútilice, y sea incapaz de todos los ejercicios, no
sigáis su instigación, antes bien, moderad vuestros ayunos. (S. Atanasio, ibid., sent.
6, Tric. T. 2, p. 172 y 173.)"

"Ayunamos y nos abstenemos del vino y de la carne, no por horror, como si fueran
cosas malas, sino porque esperamos que en recompensa de privamos aquí de un
alimento agradable a los sentidos, gozaremos en el cielo de un alimento divino, y que
sembrando ahora con lágrimas, cogeremos algún día con gozo abundante cosecha.
(S. Cirilo de Jerusalén, Cath. 4, sent. 5, Trie. T. 2, p. 336.)"

"No hay tierra, sea isla o continente, no hay ciudad o nación hasta las extremidades
más remotas del mundo, en donde el edicto general del ayuno no se haya hecho
público: los soldados, los caminantes, los marineros, los mercaderes, todos le han
oído y recibido con grande alegría. Nadie, pues, se excluya del número de los que
ayunan, pues en él debe comprenderse toda suerte de condiciones y dignidades. (S.
Basilio, Orat. 2, sent. 12, Tric. T. 3, p. 192.)"

"No volváis ni a la derecha ni a la izquierda; así como es peligroso pasar los límites
de la templanza en el comer, también es fuera de razón abatir demasiado el cuerpo
con abstinencias excesivas, inútilizándole para todo lo bueno por haberle
enflaquecido demasiado. Estamos, pues, obligados a cuidar de nuestros cuerpos, no
sólo por el amor natural, sino para podernos servir de ellos en los ejercicios de la
filosofía cristiana. (S. Basilio, de Vera Virg., sent. 26, Tric. T. 3, p. 195.)"

"No dice simplemente el Apóstol que no se ha de cuidar de su carne, sino que añade,
para satisfacer a sus deseos. Se debe, pues, reprimir con los ejercicios de la
continencia la propensión e inclinación de la carne a los deleites y los vicios: pero al
mismo tiempo se ha de procurar conservarla con las fuerzas que se necesitan para
adquirir las virtudes. (S. Basilio, ¡bid., sent. 27, Tric. T. 3, p. 195.)"

"Estamos desterrados del Paraíso por no haber querido ayunar. Ayunemos, para que
se nos permita volver a él. (S. Basilio, Homl. 1, de jejun., sent. 4, adic. Tric. T. 3, p.
380.)"
"El ayuno es el alimento de] alma y del espíritu, la vida de los Ángeles, la muerte del
pecado, la extinción de las culpas, el remedio de la salud, la raíz de la gracia, el
fundamento de la castidad; por la escala del ayuno había subido Elías antes de entrar
en aquel carro de fuego que le arrebató al cielo. (S. Ambrosio, de Elía et jejun., c. 3,
sent. 23, Tric. T. 4, p. 320.)"

"Castigo mi cuerpo, y le reduzco a servidumbre. Castigar el cuerpo, es mortificarle


con el ayuno, y no concederle sino lo necesario para vivir, de modo, que no llegue a
darle placer; y entonces se 1e reduce a servidumbre, cuando no se le permite seguir
su voluntad antes bien se le obliga a hacer la del espíritu. (S. Ambrosio, c. 7, sen 98,
Trie. T. 4, p. 333.)"

"Para ayunar de modo que agradéis a Dios, es preciso ser benignos con vuestros
criados, cariñosos con los extraños, caritativos con los pobres, levantaros temprano
para ir a la Iglesia, dar gracias a Dios y pedirle perdón de vuestras culpas, implorar
su misericordia por 1 pecados pasados, y su protección para evitarlos en adelante.
(S. Ambrosio, Serm. 33, sent. 147, Tric. T. 4, p. 344.)"

"En otros tiempos del año hay algunos ayunos por los cuales s merece premio si se
observa: mas en Cuaresma peca el que deja de ayunar. Los otros ayunos son
voluntarios; pero los de Cuaresma so de obligación: a los otros nos convidan; pero a
estos nos obligan: y no tanto son precepto de la Iglesia, como del mismo Dios. (S.
Ambrosi Serm. 3, sent. 148, Tric. T. 4, p. 344.)"

"La ley de la abstinencia es de Dios nuestro Señor: la prevaricación de esta ley es del
demonio. Por comer nos vino la culpa, en 1a comida conocemos nuestra flaqueza, la
virtud de la fortaleza está e el ayuno. (S. Ambrosio, de Elía et jejun., c. 4, sent. XXI,
adic. Tric. 4, p. 400.)"

"Cuando se ayuna todos los días, se ha de evitar tomar el alimento con exceso al fin
del ayuno: porque es cosa inútil pasar dos o tres dí sin comer, si se ha de desquitar
con la gula de una sola comida largo tiempo que se había dado al ayuno. (S.
Jerónimo, Ad Eustoch ep. 22, sent. 18, Tric. T. 5, p. 24 l.)"

"¿Qué haré yo para que Dios reciba agradablemente mi ayuno. Parte tu pan para dar
al pobre. No os obliga la escritura a distribuir muchos panes, para que no os excuséis
con la pobreza. Habla de un solo pan, y aún no os pide que le deis entero, sino que
deis al pobre tanto como hubierais comido, si no hubierais ayunado: para que
vuestro ayuno no sirva al ahorro, sino al alimento del alma. (S. Jerón lib. 6, in Isai., c.
58, sent. 60, Tric. T. 5, p. 248.)"

"En los días de ayuno debemos a ejemplo de Daniel abstenernos de manjares


delicados, y no comer carne, ni beber vino. (S. Jerónim in cap. 20, sent. 79, Tric. T. 5,
p. 252.)"

"Debemos mortificamos no solo con el ayuno sino también en la calidad de las


viandas. (S. Paulino, sent. 5, Tric. T. 5, p. 330.)"

"No os tengáis ya por Santos, por haber empezado a practicar el ayuno y la


abstinencia: porque estas virtudes son solamente medios para ayudaros a conseguir
la santidad, mas no son la perfección. (S. Paulino, sent. 26, Tric. T. 5, p. 333.)"

"La abstinencia y la mortificación del cuerpo son excelentes virtudes, cuando al


mismo tiempo nos abstenemos de los vicios y pecados. (S. Paulino, Ibid., ibid., ibid.)"
"No os contentéis con que ayune la boca: ayunen también los ojos, los oídos, los pies,
las manos y todo vuestro cuerpo. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 3, sent. 8, Tric. T. 6,
p. 301.)"

"Si no tenéis la salud suficiente para ayunar, a lo menos os podéis abstener de las
delicias; y esta especie de abstinencia, apenas en nada es inferior a la del ayuno. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homil. 58, cap. 17 in Matth., sent. 64, Tric. T. 6, p. 312.)"

"No ayunamos por razón de la fiesta de la Pascua, sino por nuestros pecados, y por la
preparación que debemos llevar para recibir los sagrados misterios: pues por otra
parte, la solemnidad de la Pascua no es ocasión de ayuno y mortificación, antes bien,
lo es de alegría. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. 3, adv. Jud., n. 4, sent. 222, Tric. T. 6,
p. 344.)"

"Los ayunos vencen las concupiscencias, rechazan las tentaciones, abaten la


soberbia, mitigan la ira, y alimentan hasta su madurez todos los afectos virtuosos de
la buena voluntad; esto se entiende cuando los acompaña la benevolencia de la
caridad y el prudente ejercicio de las obras de misericordia. (S. León, Papa, Serm. 15,
c. 2, sent. 10, Tric. T. 8, p. 384.)"

"No basta extenuar el cuerpo con la abstinencia, si no adquiere el alma nuevas


fuerzas. Cuando se procura afligir al hombre exterior, es preciso confortar el interior.
Cuando negamos a la carne el alimento corporal, se debe alimentar el alma con
delicias espirituales. (S. León, Papa, Serm. 39, c. 5, sent. 32, Tric. T. 8, p. 389.)"

"A tan grandes misterios se debía tan incesante devoción y tan continuada
reverencia, que nos presentásemos a la vista de Dios, cual es razón que nos halle en
la fiesta de la Pascua: mas porque esta fortaleza es de pocos, y por la fragilidad de la
carne se relaja, la austeridad de la observancia -pues, distraídos del cuidado principal
con las varias ocupaciones de esta vida, aun las almas más virtuosas contraen el
polvo del mundo-, ha ordenado el Señor con la más sabia conducta el ayuno de los
cuarenta días para renovar la pureza de los corazones, purificándonos de las culpas
de los otros tiempos con las

obras de devoción y con los castos ayunos. (S. León, Papa, Serm. 42, sent. 36, Tric. T.
8, p. 390.)"

"La perfección de nuestro ayuno no consiste en sola la abstinencia del alimento, ni se


priva al cuerpo de la comida con fruto, si el alma no se retira de la iniquidad, y la
lengua no se refrena en las murmuraciones. Debemos, pues, moderar la libertad de
comer, de tal modo que sujetemos a la misma ley los otros deseos. Este tiempo, en
que, purificados de las manchas de todos los vicios, debemos aspirar a la
perpetuidad de las virtudes, es tiempo de mansedumbre, paciencia, paz y
tranquilidad: es tiempo de perdonar las ofensas, de despreciar las injurias, y de
olvidarnos de los agravios recibidos. (S. León, Papa, Serm. 42, sent. 37, Tric. T. 8, p.
391.)"

"Supuesto que tomamos esta mortificación para extinguir el incentivo de los deseos
carnales, ningún género de continencia debemos procurar tanto como el vivir
sobrios, sin alguna injusta voluntad, y permanecer ayunos de toda acción que sea
contraria a las buenas costumbres. Este ejercicio no excluye a los enfermos, por más
indispuestos que estén: porque también en el cuerpo inútil y consumido se puede
hallar la integridad del corazón, y siempre se pueden colocar los fundamentos de la
virtud, en donde tuvo su asiento la iniquidad. La misma enfermedad de la carne es
suficiente penitencia, y tal vez excede a las mortificaciones voluntarias: pero es
preciso que el alma cumpla su deber, y ya que no se sustenta con los manjares del
cuerpo, no se alimente con alguna injusticia. (S. León, Papa, Serm. 44, c. 2, p. 168,
sent. 38, Tric. T. 8, p. 391.)"

"Los que habéis de celebrar la Pascua del Señor, ejercitaos de tal modo en santos
ayunos, que concurráis a tan sagradas fiestas, libres del tumulto de las pasiones.
Arroje el amor a la humildad al espíritu de soberbia, raíz de todos los pecados, y
abátase con la mansedumbre la altivez: y los corazones, exasperados con alguna
ofensa, procuren, reconciliándose entre sí, volver a la unión y la concordia. No
volviendo a ningúno mal por mal, perdonándoos unos a otros, así como Jesucristo nos
perdonó. (S. León, Papa, Serm. 44, sent. 39, Trie. T. 8, p.391.)"

"Hemos de ayunar de tal modo, que en vez de reservamos el precio de lo que en otro
tiempo costaría la comida, se lo demos a los pobres. (S. Cesáreo de Arlés, Serm. 46,
sent. 9, Tric. T. 9, p. 45.)"

"Santificar el ayuno es manifestar con otras buenas obras que nuestra abstinencia es
digna de Dios. Se debe advertir a los que se abstienen, que ofrecen a Dios una
abstinencia agradable si dan a los pobres los alimentos de que ellos mismos se
privan. (S. Gregorio el Grande, sent. XIV, adic. Tric. T. 9, p. 382 y 383.)"

BAUTISMO

Citas de la Sagrada Escritura

1. Sacramento instituido por Jesucristo.

Yo (Juan Bautista) os he bautizado con agua, mas (Jesús) os bautizará con el Espíritu
Santo. Mc 1, 8; Mt 3, 2; Jn 1, 33.

Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Mt 28, 19; Mc 16, 15-16.

Haced penitencia y que cada uno de vosotros sea bautizado en el nombre de


Jesucristo. Hech 2, 38; 8, 12.

Jesús fue con sus discípulos a Judea, y allí moraba con ellos y bautizaba: Jn 3, 22; Jn
4, 2.
2. Necesario para la salvación.

Quien no renaciera del agua y del espíritu no podrá entrar en el reino de los cielos. Jn
3, 5.

El que creyere y fuere bautizado se salvará. Mc 16, 16.

Id, pues enseñad a todas las gentes, bautizándolas 1...]. Mt 28, 19.

3. Efectos en el alma.

a) Una vida nueva

Dios nos ha salvado por el Bautismo de regeneración y renovación del Espíritu Santo:
Tit 3, 5.

Revestidos de Cristo: Col 3, 27.

En el Bautismo hemos quedado sepultados con Cristo para resucitar a una nueva
vida: Rom 6, 4; Jn 3, 5.

b) Perdona los pecados

Sea bautizado cada uno de vosotros [...] para remisión de vuestros pecados. Hech 2,
38.

Levántate, bautízate y lava tus pecados. Hech 22, 16.

Cristo amó a su Iglesia y se sacrifico por ella para santificarla, limpiándola con el
Bautismo del agua: Ef 5, 25-26.
c) Somos incorporados a la Iglesia

Aquellos que recibieron su doctrina fueron bautizados, y se aña.dieron aquel día (a la


Iglesia) cerca de tres mil personas. Hech 2, 41.

Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para un solo Cuerpo. I
Cor 12, 13.

4. Otras citas sobre el Bautismo.

Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de
Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Zac 13, 1.

En ese día manarán en Jerusalén aguas vivas, la mitad hacia el mar oriental y la otra
mitad hacia el occidental, lo mismo en verano que en invierno. Zac 14, 8.

Sacaréis con alegría el agua de las fuentes de la salud... Is 12, 3.

Y os aspergeré con aguas puras y os purificare de todas vuestras impurezas, de


todas vuestras idolatrias. Ez 47, 9.

Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados,
correrán las aguas portadas por la's torrenteras de Judá y brotará de la casa de Yave
una fuente que regará el valle de Sitim. Jl3, 18.

Purificación legal en el Antiguo Testamento: Ex 29, 4; Lev 14, 8.

El agua que brotó de la roca, imagen del Bautismo: Ex 17, 2-ó.

La curación de Naamán en las aguas del Jordán, figura del Bautismo: 2 Rey 5, 13-15.
SELECCIÓN DE TEXTOS

Cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza

478 Todos los que reciben el Bautismo de manos de un borracho, de un homicida, de


un adúltero, si el Bautismo es de Cristo, por Cristo son bautizados (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan 5, 18).

479 Núnca deja de bautizar el que no cesa de purificar; y así , hasta el fin de los
siglos. Cristo es el que bautiza, porque es siempre él quien purifica. Por tanto, que el
hombre se acerque con fe al humilde ministro, ya que éste está respaldado por tan
gran maestro. El maestro es Cristo. Y la eficacia de este sacramento reside no en las
acciones del ministro, sino en el poder del maestro, que es Cristo (SAN ILDEFONSO,
Sobre el bautismo).

Un nuevo nacimiento

480 Es, pues, la admirable participación de Cristo en nuestra naturaleza la que arroja
sobre nosotros la luz del sacramento de la regeneración, de suerte que, los que
hemos sido concebidos de la carne, renazcamos de una fuente espiritual, la del
mismo Espíritu Santo, por medio de quien Cristo ha sido concebido y ha nacido. Por
eso el evangelista llama a los creyentes: Los que no han nacido de la carne, ni de
deseo de hombre, sino que han nacido de Dios (Jn 1, 12) (SAN LEÓN MAGNO, Carta
31).

481 La Sagrada Escritura nos indica que familias enteras se hicieron bautizar, lo cual
nos hace suponer que no estarían compuestas sólo de adultos, y ya a partir del siglo
II nos encontramos con una serie de testimonios que señalan la costumbre que tenia
la Iglesia de bautizar a los niños. Se trata, pues, de una larga e inalterada tradición,
cuyo significado es perfectamente legitimo: una vida en semilla que espera el cultivo
en todos los órdenes. Dios llama y of rece la salvación desde el primer instante de la
vida humana. La Iglesia, al bautizar a los recién nacidos, celebra la universalidad sin
limites de esta salvación. Así el niño entra, por el sacramento, en relación viviente
con Cristo y empieza ya a formar parte de la familia de los hijos de Dios, en la fe de
toda la comunidad eclesial (J. DELICADO BAEZA, En medio de las plazas, pp. 57-58).
Cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza

482 Cuando llegues a la fuente del bautismo [...], entonces también tú, por ministerio
de los sacerdotes, atravesarás el Jordán y entrarás en la tierra prometida, en la que
te recibirá Jesús, el verdadero sucesor de Moisés, y será tu guia en el nuevo camino
(ORÍGENES, Hom. sobre el libro de Josué).

483 Hemos nacido para las cosas presentes y renacido para las futuras (SAN LEÓN
MAGNO, Sermón 7 en la Natividad del Señor).

484 El sacramento de la regeneración nos ha hecho participes de estos admirables


misterios, por cuanto el mismo Espiri tu, por cuya virtud fue Cristo engendrado, ha
hecho que también nosotros volvamos a nacer con un nuevo nacimiento espiritual
(SAN LEÓN MAGNO, Carta 31).

485 Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea
llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido
llamados cada uno en dias distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la
fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha
sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha
sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6
en la Natividad del Señor).

El «carácter» sacramental

486 El carácter propiamente es cierto sello con que se marca a uno para ordenarle a
algún determinado fin, como se sella el dinero para usarlo en el cambio o al soldado
para adscribirle a la milicia. Ahora bien, el cristiano es destinado a dos cosas. La
primera y principal es la fruición de la gloria eterna, y para esto se le marca con el
sello de la gracia. La segunda es recibir o administrar a los demás las cosas que
pertenecen al culto de Dios, y para esto se le da el carácter sacramental. Pero todo el
rito de la religión cristiana se deriva del sacerdocio de Cristo. Por lo que es claro y
manifiesto que el carácter sacramental especialmente es el carácter de Cristo, con
cuyo sacerdocio se configuran los fieles según los caracteres sacramentales, que no
son otra cosa que ciertas participaciones del sacerdocio de Cristo, derivadas del
mismo Cristo (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 63, a. 3).

487 No es de maravillarse que los fieles sean elevados a semejante dignidad. En


efecto, por el bautismo, los fieles en general se hacen miembros del cuerpo místico
de Cristo sacerdote, y por el carácter que se imprime en sus almas son destinados
para el culto divino, participando así del sacerdocio de Cristo de un modo acomodado
a su condición (Pío XII, Enc. Mediator Dei).

Efectos del Bautismo


488 La eficacia del bautismo está en que limpia de todos los pecados en cuanto a la
culpa y en cuanto al castigo merecido. Por este motivo, a los bautizados no se les
impone penitencia alguna por muy pecadores que hayan sido, y si en recibiendo el
sacramento mueren, entran inmediatamente en la vida eterna (SANTO TOMÁS, Sobre
el Credo, 1. c. 10).

489 El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace presente a


todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabras
explícitas la necesidad de la fe y el bautismo (cf. Mc 16, 16; Jn 3, 5), confirmó al
mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el
bautismo como por una puerta (CONC. VAT. 11, Const. Lumen gentiam, 14).

490 La Iglesia nos santifica, después de entrar en su seno por el Bautismo. Recién
nacidos a la vida natural, ya podemos acogernos a la gracia santificadora. La fe de
uno, más aún, la fe de toda la Iglesia, beneficia al niño por la acción del Espíritu
Santo, que da unidad a la Iglesia y comunica los bienes de uno a otro (S. Th. III, q. 68,
a. 9 ad 2). Es una maravilla esa maternidad sobrenatural de la Iglesia, que el Espíritu
Santo le confiere (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-6-1972).

491 La regeneración espiritual, que se opera por el Bautismo, de alguna manera es


semejante al nacimiento corporal: así como los niños que se hallan en el seno de su
madre no se alimentan por si mismos, sino que se nutren del sustento de la madre,
así también los pequeñuelos que no tienen uso de razón y están como niños en el
seno de su Madre la Iglesia, por la acción de la Iglesia y no por si mismos reciben la
salvación (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 68, a. 9 ad 1).

492 Por el sacramento del bautismo, debidamente administrado según la institución


del Señor, y recibido con la requerida disposición del alma, el hombre se incorpora
realmente a Cristo crucificado y glorioso, y se regenera para el consorcio de la vida
divina, según las palabras del Apóstol: Con Elfuisteis sepultados en el bautismo, y en
El, asimismo, fuisteis resucitados por lale en el poder de Dios, que lo resucitó de
entre los muertos (Col 2, 12).El bautismo, por tanto, constituye un vinculo
sacramental de unidad, vigente entre todos los que por él se han regenerado. Sin
embargo, el bautismo por si mismo es sólo un principio y un comienzo, porque todo
él tiende a conseguir la plenitud de la vida en Cristo. Así , pues, el bautismo se
ordena a la profesión integra de la fe, a la plena incorporación a la economía de la
salvación tal como Cristo en persona la estableció, y, finalmente, a la integra
incorporación en la comunión eucarística (CONC. VAT. II, Decr. Unitatis redintegratio,
22).

493 Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad,
espíritu del santo temor, y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha sellado,
Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón, como prenda suya, el
Espíritu, como te enseña el Apóstol (SAN AMHROSIO, Trat. sobre los misterios).

494 [...] de la misma manera que un hombre no nace más que una vez, igualmente
sólo una vez es bautizado Por ello los santos añadieron: «Reconozco un solo
bautismo» (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., 10).
Los recién bautizados, enriquecidos con tales distintivos, 495 se dirigen al altar de
Cristo, diciendo: Me acercaré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud. En
efecto, despojados ya de todo resto de sus antiguos errores, renovada su juventud
como un águila, se apresuran a participar del convite celestial (SAN AMBROSIO, Trat.
sobre los misterios).

496 El que se sumerge con fe en este baño de regeneración renuncio al diablo y se


adhiere a Cristo, niega al enemigo del género humano y profesa su fe en la divinidad
de Cristo, se despoja de su condición de siervo y se reviste de la de hijo adoptivo,
sale del bautismo resplandeciente como el sol, emitiendo rayos de justicia, y, lo que
es más importante, vuelve de allí convertido en hijo de Dios y coheredero de Cristo
(SAN HIPÓLITO, Sermón sobre la Teofunia).

497 Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en
virtud del designio y gracia divinos, y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos
por el bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y participes de la
divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario
que con la ayuda de Dios conserven y perfecciónen en su vida la santificación que
recibieron (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 40).

498 La gratitud es el primer sentimiento que debe hacer nacer en nosotros la gracia
bautismal; el segundo es el gozo. Jamás deberíamos pensar en nuestro bautismo sin
un profundo sentimiento de alegría interior (COLUMBA MARMION, Le Christ, vie de
l'ame, Abbaye de Maredsous, 1933, p. 1 86 y 203-204).

Significado del beatismo de Cristo en el Jordán

499 El Señor Jesús viene para ser bautizado y quiere que su cuerpo santo sea lavado
en las aguas del Jordán. Alguien dirá quizás: “Si era santo, ¿por qué quiso ser
bautizado?” Escucha, pues, lo siguiente: Cristo es bautizado no para ser él
santificado por las aguas, sino para que las aguas sean santificadas por él, y para
purificarlas con el contacto de su cuerpo. Más que de una consagración de Cristo, se
trata de una consagración de la materia del bautismo (SAN MÁXIMO DE TURIN,
Sermón sobre la Epifania).

5OO Por el sacramento del bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo: no
ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas, no te entregues otra
vez como esclavo al demonio, pues has costado la Sangre de Cristo, quien te redimió
según su misericordia y te juzgará conforme a la verdad (SAN LEÓN MAGNO, Sermón
I en la Natividad del Señor).

La acción del Espíritu Santo en el Bautismo

5O1 Así como la tierra árida no da fruto si no recibe el agua, así también nosotros,
que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida sin
esta gratuita lluvia de lo alto.Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño
bautismal la unidad destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron
por el Espíritu (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3, 17).

502 Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del
Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda
obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de
Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cfr. I Pdr 2, 4-10) (CONC. VAT.
11, Const. Lumen gentiam, 10).

503 Ya que nosotros somos como una vasija de barro, por eso necesitamos en primer
lugar ser purificados por el agua, después ser fortalecidos y perfecciónados por el
fuego espiritual (Dios, en efecto, es un fuego devorador); y, así , necesitamos del
Espíritu Santo para nuestra perfección y renovación (DIDIMO DE ALEJANDRIA, Trat.
sobre la Santisima Trinidad, 2,12).

504 Antes se te ha advertido que no te limites a creer lo que ves [...]. Veo la misma
agua de siempre, ¿ésta es la que me ha de purificar, si es la misma en la que tantas
veces me he sumergido sin haber quedado nunca puro? De ahí has de deducir que el
agua no purifica, sino la acción del Espíritu (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los
misterios).

El bautismo de los niños

505 Y habiendo vuelto a casa (la mujer cananea), halló a la niña descansando en la
cama y libre ya del demonio. Por las palabras de la madre, llenas de humildad y de
fe, dejó el demonio a la hija; donde se nos muestra, a modo de ejemplo, la necesidad
de catequizar y bautizar a los niños, porque por la fe y la confesión de los padres se
libran sin duda del diablo en el bautismo de los párvulos, los cuales no pueden saber
ni hacer por sí nada de bueno ni nada de malo (SAN BEDA, en Catena Aurea val. IV,
p. 180).

506 No dejéis pasar más de veinticuatro horas sin bautizar a los hijos; si no lo hacéis,
sin que razones serias para ello lo justifiquen, sois culpables (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre los deberes de los padres).

Llamados al apostalado por el bautismo

507 El apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvifica de la


Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del
bautismo y de la confirmación (CONC. VAT. 11, Const. Lumen gentium, 33).

508 La gran misión que recibimos, en el Bautismo, es la corredención. Nos urge la


caridad de Cristo (cfr. 2 Cor 5, 14), para tomar sobre nuestros hombros una parte de
esa tarea divina de rescatar las almas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
120).

Bautísmo- "En la epístola a los Hebreos se dice: Que es imposible que los que una
vez fueron iluminados, y después cayeron, sean renovados segunda vez por la
penitencia. Esto no quita a los pecadores el recurso de la penitencia, sino que enseña
que el Bautismo de la Iglesia es uno y no se reitera. Porque el Apóstol hablaba con
los Hebreos, para que no pensasen que había entre nosotros muchos Bautismos, y
que se podía recurrir a estos cada día como entre ellos se practicaba con las
purificaciones legales: de este modo les exhorta a ],a penitencia como a único
remedio, y al mismo tiempo les asegura que solo hay una renovación, el Bautismo, y
que no resta después de él otra semejante. Lo mismo dice en otra carta, una fe y un
Bautismo. No dice, pues, que es imposible la penitencia, sino que es imposible
renovarnos con pretexto de penitencia: estas dos cosas son muy diferentes; porque
el que hace penitencia, cesa de pecar, pero conserva las cicatrices de sus heridas.
Mas el que recibe el Bautismo, se despoja del hombre viejo, y se renueva con un
nacimiento celestial, que obra en la gracia del Espíritu Santo. (S. Atanasio, sent. 25,
Tric. T. 2, p. 177.)"

"Nuestro Señor quiso verse tentado así que recibió el Bautismo, para darnos a
entender que el demonio combate principalmente contra los que han sido
santificados: porque los Santos son a los que más desea vencer. (S. Hilario, in Matth.,
c. 3, sent. 22, Tric. T. 2, p. 263.)"

"Consiste principalmente la fuerza y virtud del bautismo en el pacto que en él


hacemos con Dios, de vivir con una segunda vida más pura y perfecta que la
primera; por los cual, cada uno de nosotros debe vivir con grande temor, y guardar
su corazón con exactísimo cuidado, para no faltar a un pacto tan divino. Porque si los
hombres toman a Dios por testigo para asegurar la alianza que contraen con otros
hombres, ¿cuánto más peligroso será violar la que hemos hecho con el mismo Dios, y
ser no solamente reos de nuestros pecados, sino

también de la culpa de haber faltado a la palabra que tan solemnemente hemos


jurado ante el tribunal de la suprema Verdad? (S. Gregorio Nacianc., Orat. 40, sent.
48, Tric. T. 3, p. 360.)"

"Todos los que estamos bautizados en Cristo, fuimos bautizados en su muerte. Si nos
hemos conformado a su muerte, ya en adelante ha muerto en nosotros todo
pecado:... huye, pues, de nosotros execrable e infeliz; pues pretendes despojar a un
muerto que en otro tiempo estuvo contigo, y por los deleites sensuales había perdido
el sentido. El que ha muerto no tiene amor a los cuerpos, ni le cautivan con las
riquezas; el que ha muerto, a nadie calumnia, ni miente, ni roba. (S. Gregorio de
Nisa, de Bapt. Chr., sent. 13, adic. Tric. T. 4, p. 364.)"

"De tres modos se perdonan los pecados. Por el Bautismo se quitan, con la caridad se
cubren, y con el martirio ya no se le imputan al mártir. (S. Jerónimo, in Psal. 3 1, sent.
11, adic. Trie. T. 5, p. 355.)"

"Al que ha vivido muchos años después de su Bautismo, no le basta no haber hecho
mal; en este es muy grande mal no haber hecho bien alguno, habiendo tenido
tiempo. El Bautismo nos libró de todos los males, que son los pecados: pero con la
gracia de Dios debemos cumplir, con todo lo bueno: para que no suceda, por no
ocupamos con las buenas obras, que vuelva el espíritu inmundo que arrojó de
nosotros la gracia de Jesucristo; y hallándonos vacíos de buenas obras, traiga consigo
siete espíritus más malos que él, y se ponga el hombre en otro estado peor que el
primero. (S. Cesáreo de Arlés, Serm. 64, sent. 12, Trie. T. 9, p. 45 y 46.)"

BIENES TEMPORALES

Citas de la Sagrada Escritura

1. Son bienes

Henchid la tierra, sometedla, y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del
cielo y sobre los ganados, y sobre todo lo que vive y se mueve sobre la tierra. Gen I,
28.

2. Pueden convertirse en «malos»si no se usan rectamente

A los ricos de este mundo encárgales que no sean altivos ni pongan su confianza en
la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que abundantemente nos provee de
todo para que lo disfrutemos. I Tim 6, 17.

Nada más inicuo que el avaro, pues es capaz de venderse a si mismo. Eclo 10, 10.

El oro perdió a muchos y pervirtió el corazón de los reyes. Eclo 8, 3.

Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias


locas y perniciosas, que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina. I Tim 6,
9.

3. Desprendimiento. Generosidad. Confianza en Dios

Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán
por añadidura. Mt 6, 33.

No os acongojéis por el cuidado de hallar qué comer para sustentar vuestra vida, de
dónde sacaréis vestidos para cubrir vuestro cuerpo. Mt 6, 25.

Uso de las riquezas: Eclo 13, 30-32.

Job privado de sus bienes: Job 1, 13ss.

Generosidad con los necesitados. Consejos de Tobías a su hijo: Tob 4, 7-12.


Si abundan las riquezas, no apaguéis vuestro corazón. Sal 61, 11.

No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los
ladrones horadan y roban. Mt 6, 11.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Los bienes materiales y los más necesitados

509 Habia un hombre rico que vestía de parpara y lino y celebraba cada día
espléndidos banquetes. Un pobre, de nombre Lácaro, estaba echado en su portal,
cubierto de úlceras, y deseaba hartarse de lo que cala de la mesa del rico (Lc 16, 19
ss). Murieron los dos [...]. ¿Es que el rico fue condenado porque tenía riquezas,
porque abundaba en bienes de la tierra, porque vestía de púrpura y lino y celebraba
cada día espléndidos banquetes? NO [...]. El rico fue condenado porque no ayudó al
otro hombre. Porque ni siquiera cayó en la cuenta de Lázaro [...]. En ningún sitio
condena Cristo la mera posesión de bienes terrenos en cuanto tal. En cambio,
pronuncia palabras muy duras para quienes utilizan los bienes egoístamente, sin
fijarse en las necesidades de los demás (JUAN PABLO II, Hom. en el Yankee Stadium
de Nueva York, 2-X-1979).

510 ... El Sacro Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que, acordándose
de la frase de los Padres: “AIimenta al que muere de hambre, porque, si no lo
alimentas, lo matas” según las propias posibilidades, comuniquen y ofrezcan
realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como
pueblos, a que puedan ayudarse por sí mismos (CONC. VAT. 11, Const. Gandium et
spcs, 69).

511 Sed moderados en el uso de los bienes de esta vida. No os pertenece todo; al
menos una parte de estos bienes debe quedar para los pobres, que son amados
especialmente por Dios [...]. Usad, pues, de los bienes de la tierra, pero no abuséis
de ellos (SAN GREGORIO DE NISA, Sermón I sobre el amor a los pobres).

No permanecerán siempre con nosotros

512 Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad que
todo es y cuán presto se acaba, para quitar las aficiones de las cosas que son tan
baladíes y ponerlas en las que nunca se han de acabar; que aunque parece flaco
medio, viene a fortalecer mucho al alma y en las muy pequeñas cosas traer gran
cuidado; en aficionándonos un poco a alguna, procurar apartar el pensamiento de
ella y volverle a Dios, y Su Majestad ayuda (SANTA TERESA, Camino de perfección,
IO, 2).
513 Son engañosas (las riquezas) porque no pueden permane- cer siempre con
nosotros; son engañosas, porque no pueden satisfacer las necesidades de nuestro
corazan. Las riquezas verdaderas son únicamente las que nos hacen ricos en las
virtudes (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 15 sobre los Evang.).

514 Tus riquezas tendrás que dejarlas aquí, lo quieras o no; por el contrario, la gloria
que hayas adquirido con tus buenas obras la llevarás hasta el Señor (SAN BASILIO
MAGNO, Hom. sobre la caridad).

515 La virtud es la única de las riquezas que es inamovible y que persiste en vida y
en muerte (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).

Los bienes espirituales «no cansan, no se gastan ni se agotan». Permanecen para


siempre

516 El menor bien de gracia es superior a todo el bien del universo (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 1-2, q. 113, a. 9).

517 Os diré, y quizá os lo muestre suficientemente, que si uno con su palabra abarca
toda la felicidad desde que el mundo es mundo, y llega a juntarla en un solo lugar,
encontrará que no iguala ni a la más pequeña parte de aquellos bienes—los
celestiales—, sino que se dará cuenta de que todos los bienes de esta vida terrena
reunidos distan más en dignidad del más pequeño de la futura que lo que la sombra
y el sueño distan de la realidad (SAN BAS1LIO, Discurso a los jóvenes).

518 Si somos templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros, es mucho más
lo que cada fiel lleva en su interior que todas las maravillas que contemplamos en el
cielo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 7 en la Natividad del Señor).

519 [...] las cosas espirituales, precisamente cuando se poseen, es cuando con más
fuerza se desean (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c. 152).

520 Entre los bienes corporales y los espirituales hay la diferencia de que los
primeros, mientras no se tienen, inspiran al alma un fuerte deseo de poseerlos; mas
cuando, alcanzados, se los gusta, producen luego hastío por su saciedad. Los bienes
espirituales, por el contrario, cuando no se tienen causan fastidio, pero cuando se
tienen producen deseo; y tanto más hambre tiene de ellos el que los gusta, cuanto
más los gusta el que los desea (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

521 Mientras que los bienes sensibles nos cansan cuando los poseemos, los bienes
espirituales, al contrario, los amamos más cuanto más los poseemos; porque éstos
no se gastan ni se agotan, y son capaces de producir en nosotros una alegría
siempre nueva [...]. Es como si Dios penetrase cada vez más profundamente en
nuestra voluntad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 2, a. I ad 3).

522 La filosofía rica se ha formado muchos dioses; la Iglesia pobre sólo conoce a un
Dios: ¿no es cierto que aquellas riquezas son indigencia y que esta pobreza es
abundancia? (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val VI, p. 263).

523 Con los bienes de la tierra suele ocurrir que no se enriquece uno si no se
empobrece otro; pero de las cosas espirituales no puede enriquecerse uno sin
enriquecer a los demás. En las cosas materiales, pues, disminuye esta participación;
en las espirituales, aumenta (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. Vl, p.
342).

Sólo samos administradores de los bienes temporales

524 Se ven gentes que arrojan su fortuna a los luchadores, a los comediantes, a
repugnantes gladiadores en los teatros, por la gloria de un momento y por el ruidoso
aplauso del pueblo. Y a ti, ¿te preocuparán unos gastos con los que te puedes elevar
a una gloria tan grande? Será Dios el que te aplaudirá, serán los ángeles los que te
aclamarán, serán todos los hombres que han existido desde la creación los que
celebrarán tu dicha: una gloria imperecedera, una corona de justicia, el Reino de los
cielos, tal será el premio que tú recibirás por haber administrado bien tus bienes
perecederos (SAN BASILIO, Hom. sobre la caridad).

525 Cuando dejamos a un lado las riquezas materiales, no son bienes nuestros los
que abandonamos, sino bienes ajenos. Y eso, aun cuando podamos gloriarnos de
haberlos adquirido por nuestro trabajo o de haberlos recibido en herencia de
nuestros padres. Porque, como ya dije, nada nos pertenece, salvo lo que tiene su
raigambre en el corazón y forma como un nexo indisoluble con nuestra alma, hasta
el punto de que nadie nos lo puede arrebatar (CASIANO, Colaciones, 3, 10).

526 El que es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude
el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERÓNIMO, en Catena
Aurea, val. 1, p. 392).

527 Hemos sido colocados en la vida como huéspedes y forasteros, llevados a donde
no queremos ir y cuando no pensamos: el que ahora es rico, en breve será pobre. Así
, seas quien fueres, has de saber que eres sólo administrador de bienes ajenos, y que
se te ha dado de ellos uso transitorio y derecho muy breve. Lejos, pues, de nosotros
el orgullo de la dominación, y abracemos la humildad y la modestia del arrendatario
o casero (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 225).

528 El artista más perfecto ha dotado a nuestra naturaleza de todo lo que necesita
para cumplir su misión de dominio y señorío (SAN GREGORIO DE NISA, PL 67, 347
ss.).

Es necesario estar desprendido de los bienes

529De la misma manera que el oro se malea cuando se mezcla aunque sea con plata
pura, así también nuestra alma se mancha cuando se mezcla con tierra, aunque ésta
sea de muy buena calidad (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, val. 1, p. 383).

530 «Divitiae, si affluant, nolite cor apponere».—Si vienen a tus manos las riquezas,
no pongas en ellas tu corazón. —Anímate a emplearlas generosamente. Y, si fuera
preciso, heroicamente.—Sé pobre de espíritu (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
636).

531 Con la templanza de quien las usa, no con el afán de quien pone en ellas el
corazón (SAN AGUSTÍN, Sobre las costambres de la Iglesia, 1, 21).

532 El amor del hombre es como la mano del alma: si coge una cosa no puede asirse
a otra. Quien ama al siglo, no puede amar a Dios; tiene la mano ocupada. Le dice
Dios: «Ten lo que te doy», pero como no quiere soltar lo que tenia, no puede recibir
lo que se le ofrece (SAN AGUSTÍN, Sermón 12S).

533 Que los falsos placeres de la vida presente no impidan el empuje de aquellos que
vienen por el camino de la verdad, y que los fieles se consideren como viajeros en el
itinerario que siguen hacia su patria; que comprendan que en el uso de los bienes
temporales, si a veces hay algunos que agradan, no deben apegarse bajamente, sino
continuar valientemente la marcha (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 72, sobre la
Ascensión del Señor).

534 La verdadera, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos
de amor de Dios y en estar animados por la esperanza del cielo hasta el punto de
considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo 1...] Se equivoca quien se
figura que podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las
riquezas. Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían
convencer a ese hombre que ha afirmado sobre arena los fundamentos de su paz
(SAN BEDA, Hom. 12 sobre la Vigilia de Pentecostés).

Los bienes temporales no son un bien absoluto

535 No vayamos a creer, sin embargo, que aquellos que han sido elevados en este
mundo a la cumbre de las riquezas, del poderio y los honores hayan alcanzado con
ello el bien por excelencia, pues éste consiste únicamente en la virtud. Esas cosas
son indiferentes. Son útiles y provechosas para los justos que usan de ella con recta
intención y para cumplir sus menesteres ineludibles—pues les brindan la ocasión de
hacer una obra buena y producir frutos para la vida eterna—. Son lesivas y dañosas
para aquellos que abusan de ellas, proporcionándoles ocasión de pecado y de muerte
(CASIANO, Colaciones, 66, 3).

536 Por muy brillantes que sean el sol, el cielo y las nubes; por muy verdes que estén
las hojas y los campos; por muy dulce que sea el canto de los pájaros, sabemos que
no todo está ahí y que no tomaremos la parte por el todo. Estas cosas proceden de
un centro de amor y de bondad que es el mismo Dios; pero estas cosas no son su
plenitud hablan del cielo, pero no son el cielo; en cierto modo son solamente rayos
extraviados, un débil reflejo de su imagen; son migajas de la mesa (CARD J. H.
NEWMAN,J. H., Sermónes parroquiales, Sermón 13).

537 Todo es nada, y menos que nada, lo que se acaba y no contenta a Dios (SANTA
TERESA, Vida, 20, 26).

538 Observad cómo Cristo ensalza los elementos de este mundo, no por su propia
naturaleza, sino por la relación que tienen con Dios, para quitar toda ocasión de
idolatría (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 312).

539 Si queréis, aun reteniéndolo, dejáis lo que tenéis, siempre que administréis lo
temporal de modo que aspiréis con toda vuestra alma hacia lo eterno (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

540 (La concupiscencia es) el apetito del alma por el que preferimos bienes
temporales a los bienes eternos (SAN AGUSTÍN, Sobre la mentira, 71).

541 Con frecuencia llena Dios de beneficios espirituales a las almas cuando causa o
permite algún daño en los bienes temporales (TITO BOSTRENSE, en Catena Aurea,
val. IV, p. 121).

542 Llora, pero es como si no llorase, quien se aflige por los daños temporales de tal
suerte que se consuela siempre su alma con los bienes eternos (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

543 Todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y
cima de todos ellos (CONC. VAT. II, Const. Caudium et spes, 12).

544 También los justos pueden tener bienes en esta vida, pero no los consideran
como recompensa, porque, como apetecen bienes mejores—es decir, los eternos—, a
juicio de ellos, aunque abunden en bienes, con sus santos deseos los agostan y no
los tienen por bienes. De ahí que el profeta David, que abundaba en riquezas de su
reino y muchos dones, por más que comprendiese que estos bienes le eran
necesarios, sin embargo, un solo bien era el que anhelaba con todo el ardor,
diciendo: Todo mi bien es estar unido con Dios (Sal 72, 26) (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 40 sobre los Evang.).
545 No juzgamos grande ni digno de nuestros votos y deseos ni el esplendor de los
antepasados, ni la salud del cuerpo, ni la belleza, ni la grandeza, ni los honores que
tributan los hombres, ni el reinado mismo ni lo que pueda decirse entre lo humano, ni
nos fijamos en los que lo tengan; damos un paso más con nuestra esperanza
cristiana y hacemos todo lo que haya que hacer para preparar la otra vida.Por eso
decimos que conviene desear lo que nos pueda ser útil en ese sentido y es necesario
quererlo con todas nuestras fuerzas, y lo que no sea útil para la otra vida
despreciarlo como no digno de estima (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).

546 En sólo Dios hallará el hombre todas las cosas de un modo más sublime y
perfecto que como se encuentran en el mundo. Si buscas deleites, sumo lo tendrás
en Dios; si riquezas, en El hallarás la absoluta opulencia de donde manan las
riquezas, y así lo demás. AGUSTÍN, en las Confesiones:«Cuando el alma se prostituye
lejos de ti, busca fuera de ti; nada encuentra puro y limpio hasta que torna a ti»
(SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 140).

Dejan de ser bienes cuando nos separan de Dios

547 Está bien aquí aquello de Sócrates, que decía que no admiraria al que estuviera
orgulloso de sus muchas riquezas antes de comprobar si sabla usar de ellas (SAN
BASILIO, Discurso a los jóvenes).

548 Entregados a las cosas de este mundo, nos vamos volviendo tanto más
insensibles a las realidades del espíritu, cuanto mayor empeño ponemos en
interesarnos por las cosas visibles (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los
Evang.).

549 En todos los bienes temporales, el fin que el hombre busca es poseer cierta
perfección o gloria. Por esta vía descubrimos que la soberbia, apetito de la propia
excelencia, se pone como principio de todo pecado (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
1-2, q. 48, a. 2).

550 Al que es rico, y por su poder y excelente disposición corporal tiene cierta
grandeza, y hace buen uso de aquellos bienes que posee, justo es amarle y
respetarle como quien está dotado de bienes comunes, siempre que los emplee
conforme a lo que dicta la recta razón: de tal modo que sea caritativo con los pobres,
auxille a los enfermos y considere todos los bienes que posee no más suyos que de
los indigentes. Por el contrario, al hombre que no procede así debemos tenerle como
más digno de lástima que de envidia, en cuanto que tiene más medios y más
ocasiones para pecar (SAN BASILIO, Hom. sobre la envidia).

551 Para el goloso, su dios es el vientre; para el lascivo, su tesoro es la impureza [...]:
cada uno es esclavo del que le ha vencido. Tiene su corazón donde tiene su tesoro
(SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 386).

552 Ningúna otra cosa hace desear tanto las riquezas como el deseo de gloria. Los
hombres presentan gran número de criados, de caballos, cubiertos de oro y mesas
adornadas con plata, no porque ello reporte alguna utilidad, sino por ostentación
delante de los demás. Y dice el Señor: No queráis atesorar para vosotros tesoros en
la tierra (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, VOI. I, P. 383).

553 Las riquezas más conservadas pueden perderse fácilmente, si no de una manera
material, sí en un sentido espiritual, porque no aprovechan a su dueño a conseguir su
salvación (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol 1, p. 385).

554 Piensas tan poco en los bienes de tu alma, que of reces a ésta los alimentos del
cuerpo (SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 83).

Deben ser promovidos para utilidad de todos los hombres

555 Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres
y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma
equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que
sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los
pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista
este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debé tener
las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino
también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino
también a los demás (CONC. VAT 11, Const. Gaudium et spes, 69).

556 Los bienes han de ser empleados, según las necesidades y deberes de cada uno,
con la moderación de quien los usa y no como quien los valora demasiado y se ve
arrastrado por ellos. (SAN AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia, 1, 21).

557 Los laicos, con su competencia en los asuntos profanos y con su actividad
elevada desde dentro por la gracia de Cristo, contribuyan eficazmente a que los
bienes creados, de acuerdo con el designio del Creador y la iluminación de su Verbo,
sean promovidos, mediante el trabajo humano,la técnica y la cultura civil, para
utilidad de todos los hombres sin excepción; sean más convenientemente
distribuidos entre ellos y, a su manera, conduzcan al progreso universal en la libertad
humana y cristiana así Cristo, a través de los miembros de la Iglesia, iluminará más y
más con su luz salvadora a toda la sociedad humana (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentium 36).

No toda pobreza es santa, ni toda riqueza mala

558 Cuando afirmo que Dios no inclina sus oídos al rico, no vayáis a deducir,
hermanos, que Dios no escucha a los que poseen oro o plata, domésticos y
posesiones. Si han nacido en ese estado y ocupan ese rango en la sociedad, que
recuerden la palabra del Apóstol: Recomienda a los ricos de este mundo que no se
dejen arrastrar del orgullo (I Tim 6, 17). Los que no se dejan arrastrar del orgullo son
pobres delante de Dios, que inclina sus oídos hacia los pobres y necesitados. Saben,
en efecto, que su esperanza no está en el oro ni en la plata ni en esas cosas en que
ellos nadan en la abundancia ahora (SAN AGUSTÍN, Coment. al Salmo 85).

559 No toda pobreza es santa, ni todas las riquezas son peca- minosas (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 341).

560 La pobreza no condujo a Lázaro al cielo, sino la humildad, y las riquezas no


impidieron al rico entrar en el gran descanso, sino su egoísmo e infidelidad (SAN
AGUSTÍN, Sermón 24).

561 El rico del Evangelio en manera alguna fue condenado porque quitase los bienes
ajenos, sino porque malamente se reservó para si solo los bienes que recibiera Este
mal uso es el que le llevó al infierno, porque para todo aquello que concernía a su
comodidad y felicidad no fue parco; porque empleó todos los dones recibidos como
medio de satisfacer su orgullo y arrogancia; porque no tuvo caridad; porque no quiso
redimir sus pecados con sus bienes aunque los tenia de sobra (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

562 Los bienes de la tierra no son malos; se pervierten cuando el hombre los erige en
ídolos y, ante esos ídolos, se postra; se ennoblecen cuando los convertimos en
instrumentos para el bien, en una tarea cristianá de justicia y de caridad (J.
ESCRIVÁDE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 35).

563 Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienes sufciente para si mismos
y para sus familias es un derecho que a todos corresponde (CONC. VAT. II, Const.
Gaudium et spes, 69).

De Dios sólo recibimos bienes

564 De Dios sólo recibimos bienes, aunque muchas veces no los consideramos como
tales: todo concurre al bien de sus amados (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1,
p. 432).

565 Si cada una de las cosas que existen en el mundo fuese mala por si misma, no
habría criatura de Dios, porque toda criatura de Dios es buena (SAN BASILIO, en
Catena Aurea, val. Vl, p. 97).

566 Cuando el alma contempla vivamente las criaturas y las conoce a fondo, ve que
Dios las ha dotado de tanta abundancia de gracias, virtudes y hermosura, que le
parece que todas están vestidas de admirable hermosura y fuerza. Hermosura y
fuerza derivada de la infinita hermosura de Dios, cuyo mirar viste de hermosura y
alegría el mundo y los cielos, y abre la mano y sacia defavores a todo viviente (Sal
144, 16) (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 6, 1)
567 El bien que os hace buenos es Dios; el oro y la plata son un bien, no porque te
hagan bueno, sino porque con ellos puedes obrar el bien (SAN AGUSTÍN, en Catena
Aurea, val. 1, p. 432).

Blasfemia

"Si oís alguno blasfemar cuando pasáis por la calle, le debeís reprender, y si es
persona que depende de vosotros, castigarle si es menester: santificad de este modo
vuestra mano, y si os delata a la justicia, y os hace comparecer en juicio para que os
castiguen por la ofensa que habéis hecho, entrad con valor y responded con
entereza, que no pudísteis sufrir que vomitase blasfemias contra el Rey de los
Ángeles. Pues si los que dicen injurias contra el Rey de la tierra son dignos de
castigo, ¿cuánto más lo merecerán los que ultrajan al Rey del cielo? Aun cuando por
este motivo os hubieran de quitar la vida, no por eso desistáis de corregir a vuestro
hermano, porque esto sería un verdadero martirio. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 1, ad
popul. Antioch., sent. 2, Tric. T. 6, p. 300.)"

"San Gregorio el Grande cuenta que un niño de cinco anos, que ya tenía la costumbre
de blasfemar, fue arrancado por el demonio de los brazos de su padre y no volvió a
parecer. (Barbier, T. 1, p. 156.)"

"Habiendo blasfemado cierto León de Poitiers, dice San Gregorio de Tours, Dios le
castigó; se volvió sordo, mudo, y murió después de haber perdido la razón. (Barbier,
¡bid.)"

"El Emperador Justiniano castigó con la última pena a los blasfemos. Felipo Asequeto,
Rey de Francia, los condenó por medio de un edicto a ser ahogados. Roberto, hijo de
Hugo Capeto, habiendo pedido un día a Dios, en la ciudad de Orleans, que se sirviese
devolver la paz y tranquilidad a su reino, se le apareció Jesucristo y le dijo que no
tendría paz hasta que hubiese hecho cesar a los blasfemos, frecuentes en aquel
tiempo. San Luis mandó que a los blasfemos, de cualquiera condición que fuesen, se
les atravesara la lengua con hierro candente. (Barbier, ibid., ibid.)"

Empero, no necesitamos buscar en otras naciones leyes, edictos ni decretos: bien


claras y patentes existen en la ley 4, lib. 12, tit. 28 de la Novísima Recopilación:
"impone al blasfemo cincuenta azotes por la primera vez, señalamiento con hierro
caliente en los labios, y cortarle la lengua por la tercera. Acev. en dicha ley, citando a
Pérez y Covarrubias, la pena por segunda vez se suele conmutar en ponerle una
mordaza por mano del verdugo y llevarle así públicamente, y la tercera, en horadarle
la lengua. Por la Real Pragmática de Toledo por D. Carlos V, año de 1525, y en lo que
en el día se practica, incurre en la pena de un mes de prisión por la primera, seis
meses de destierro y una multa por la segunda, etc. etc. (Bergier, -nota T. 2, p.
155.)"

Bondad de Dios
"Cristo nuestro Señor, por su inmenso amor se hizo lo que somos para
perfecciónamos hasta ser lo que El mismo es. (S. Ireneo, sent. 1, Tric. T. 1, p. 344.)"

"Dios tiene misericordia de nosotros, nos castiga, nos exhorta, nos advierte, y nos
salva: y por un exceso de su misericordia nos promete el Reino de los cielos, y en
premio de haber seguido su doctrina: en todo esto no tiene otro interés, que la
complacencia de salvamos. (S. Clemente, exhortación a los Gentiles, sent. 1, Tric. T.
1, p. 123.)"

"Si Dios fuera solamente piadoso, abusaríamos de su bondad, y si solamente


justiciero, la desesperación de los pecados cometidos, nos precipitaría en el abismo
de todos los vicios. Dice Orígenes, que nosotros somos los hijos de Judá, por traer
Jesucristo su origen de esta tribu. (Homl. 4 in Jerem., sent. 5, Tric. T. 1, p. 247 y
248.)"

"De Dios es: de Dios es todo cuanto podemos: de allí nos viene la vida y la fortaleza.
(S. Cipriano, Epist. 1, a Donat., sent. 2, adic. Tric. T. 1, p. 378.)"

"Dios no se porta como tirano con los hombres, ni ],os juzga con dureza inexorable;
considera su flaqueza, y no mide por la inmutabilidad de su divina substancia, la
inconstancia y fragilidad de la humana naturaleza: como es justo y moderado,
solamente pide al hombre aquello de que es capaz su naturaleza con la gracia. (S.
Hilario, in Psalm. 142, sent. 19, Tric. T. 2, p. 261.)"

"Dios no siempre se vale de la ocasión de los pecados de los hombres para perderlos,
no está observando para esto el momento en que caen en el error y el pecado, como
si estuviera ignorante de la debilidad de su naturaleza: muchas veces disimula sus
faltas, y dilata el castigo, para darles con esta dilación tiempo para buscar el remedio
y alivio de sus males en la penitencia. De este modo a todos da señales muy claras
de su benignidad; porque con una conducta moderada entre la misericordia y la
justicia, se reserva el poder de templar la, severidad con el perdón. Lo más grande
que yo hallo en Dios, y lo que yo alabo y admiro en su poder, no es el haber formado
el cielo, pues es poderoso; no el haber fundado la tierra, pues es la misma fuerza; no
el haber arreglado el año con el curso de los astros, pues es tan sabio; no el haber
animado al hombre, cuando es la misma vida; sitio el ser misericordioso siendo justo;
el ser clemente siendo Rey; el ser sufrido siendo Dios; y esto es lo que se comprende
en estas palabras: Contarán lo excesivo de vuestra benignidad, y celebrarán con
alegría vuestra justicia. (S. Hilario, in Psalm. 144, sent. 20, Tric. T. 2, p, 261 y 262.)"

"Ni aún por las cosas necesarias debemos inquietamos, ni confiar en ellas cuando las
tenemos: cada uno debe dejar este cuidado a la divina Providencia. (S. Basi.lio, e. 4,
sent. 43, Tric. T, 3, p. 197.)"

"Es preciso creer y confesar como cosa indubitable, que todo el bien que tenemos, y
la misma paciencia en las incomodidades y males que sufrimos por Jesucristo, todo
nos viene de Dios. (S. Basilio, Reg. 55, sent. 45, Tric. T. 3, p. 198.)"

"La prueba principal de la benevolencia paternal de Dios es que nos reprenda con sus
castigos; como al contrario, es preciso reconocer que el alma a quien no castiga, está
ya incurable. (S. Gregorio Nacina., Orat. 15, sent. 25, Trie. T. 3, p. 355.)"

"Así como los pobres nos miran a las manos cuando esperan que les demos algún
socorro, así nosotros debemos estar atentos a las de Dios, de quien todo lo hemos de
esperar. (S. Gregorio Nacina., Orat. 16, sent. 27, Tric. T. 3, p. 356.)"

"Hay algunos días en los que se necesita la lluvia, y oigo decir: ya entra la luna nueva
y la traerá; pero he tenido la complacencia de ver que no ha caído gota de agua,
hasta que las oraciónes de la Iglesia nos han alcanzado la lluvia; por lo que
conocemos con toda claridad, que no debemos esperar en mutaciones de la luna,
sino en la providencia y bondad de Dios. (S. Ambrosio, lib. 4, Hexa. c. 7, sent. 2, Tric.
T. 4, p. 312.)"

"Cuando nos falta toda humana asistencia, entonces debemos esperar más de la
asistencia de Dios. (S. Ambrosio, lib. 5, c. 17, sent. 4, Trie. T. 4, p. 313.)"

"Cuando Dios está irritado contra un pecador, se detiene en enviarle el castigo;


siendo así , que le castiga cuanto antes, cuando tiene determinado usar con él de
misericordia; le amenaza para corregirle, y le previene para perdonarle. (S. Ambrosio,
in Psalm. 37, sent. 43, Tric. T. 4, p. 322.)"

"Cuando Dios nos manifiesta indignación, lo hace para perdonarnos; cuando nos
hiere, es porque quiere sanamos; cuando entrega nuestro cuerpo al dolor y a la
muerte, es para salvar nuestra alma. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sent. 44, Tric. T. 4,
p. 322.)"

"Dios que es bueno por esencia, jamás despide al que le sigue, si él primero no se
hace indigno y merece que Dios le arroje de sí. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 54,
Tric. T. 4, p. 323.)"

"Nada ensalza tanto la grandeza de Dios como el reconocer que ha hecho algunas
cosas, cuyas causas no podemos penetrar: la debilidad humana reputa por locura
todo lo que no puede encerrar en los estrechos límites de sus conocimientos;
debiendo comprender que este mismo juicio es una locura, y reconocer que, por el
contrario, es grande prudencia creer que cuando se habla de una obra de Dios es
natural que el hombre no pueda comprenderla. (S. Ambrosio, in Epist. ad Corinth., c.
2, sent. 97, Tric. T. 4, p. 332.)"

"La bondad es una virtud popular, porque a todo el mundo agrada. Nada se introduce
tan agradablemente en nuestro espíritu, ni encanta tan fácilmente a los hombres: si
la bondad va acompañada con la moderación en la disciplina, con la afabilidad en las
conversaciones, con la cortesía de las palabras, con la paciencia e oír las respuestas
de los otros, y con la modestia en todo cuanto se hace, no es creíble hasta qué punto
llegará a cautivar los corazones. (S. Ambrosio, de Doctrin. fie ei, lib. 3, c. 7, sent. 131,
Tric. T. 4, p. 340.)"

"¿Qué tienes que no hayas recibido? Supuesto, pues, que siempre estás recibiendo
beneficios de Dios, invócale continuamente; y por cuanto viene de su mano todo
cuanto recibes, reconoce siempre que le eres deudor. (S. Ambrosio, de obitu Theod.
Imper., sent. 145, Tric. T. 4, p. 344.)"

"No es suficiente que Dios me haya dado una vez, si no me da siempre. Yo pido para
recibir, y cuando ya he recibido, pido todavía. Soy avariento de los beneficios de
Dios, y como éste nunca se cansa de dar, yo jamás me canso de recibir. Cuanto más
bebo en esta divina fuente, más sed tengo. (S. Jerónimo, ad Ctesiph. adv. Pelag. cp.
133, sent. 5 1, Tric. T. 5, p. 267.)"

"Nada hay que sea bueno, si no es eterno. ¿De qué me sirve haber sido ayer Rey, si
hoy muero en una cárcel? Acordémonos de nuestra infancia, traigamos a la memoria
nuestra juventud, tengamos presente que en otro tiempo fuimos ricos. ¿En qué han
parado todas estas cosas? La memoria de ellas más bien nos causa dolor que placer.
De este modo, es preciso concluir que nada hay bueno sino lo que es eterno. (S.
Jerónimo, in Psalm. 91, sent. 111, Tric. T. 5, p. 258.)"

"Dice la Escritura: ¿Quién es el que primero ha dado a Dios, y él se lo volverá? Mas,


gracias a su bondad, el Señor nos perdona la obligación de lo que debiéramos
volverle por tantos bienes como nos ha hecho, y solamente nos ha pedido, en
reconocimiento, nuestro amor. De este modo, poniéndole por el primero de sus
Mandamientos, nos manifiesta claramente, cómo, aunque pobres y miserables,
podemos desquitarnos de una deuda que no pudiéramos pagar. (S. Paulino, Ep. 23,
ad Sever., sent. 6, Tric. T. 5, p. 330.)"

"La bondad del Padre celestial es tan extremada, que su misma indignación es un
efecto de su misericordia, y cuando castiga en este mundo, es para perdonar. (S.
Paulino, Ep. 29, ad Sever., sent. 10, Tric. T. 5, p. 33 l.)"

"No podemos decir que tenemos alguna cosa nuestra: pues todo en particular lo
debemos a Dios, no solamente porque nos crió, sino porque nos redimió. (S. Paulino,
Ep. 34, de Gazophylacio, sent. 20, Tric. T. 5, p. 332.)"

"Dios comúnmente cumple sus intenciones por caminos que parecen contrarios a
ellas, para que de este modo se admire más su omnipotencia. (S. juan CRISÓSTOMO,
Homil. 9, sent. 39, Tric. T. 6, p. 307.)"

"Si un hombre ignorante no puede comprender el artificio de una obra compuesta


por un hábil artífice, con más fuerte razón será incapaz el espíritu humano de
penetrar los secretos de la providencia divina. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 227, Tric.
T. 6, p. 345.)"

"Si alguno fuere tan extravagante que llegue a decir no hay Dios, no nos dignemos
de responderle; porque así como no sería de] caso responder a los locos y furiosos,
tampoco se debe dar respuesta a los que niegan la Divinidad. (S. Juan CRISÓSTOMO,
sent. 228, Tric. ibid. ibid.)"

"Si hay Dios, lo que no se puede dudar, se sigue también que es justo, pues a no ser
justo, no sería Dios. Si el Señor es justo, le da a cada uno lo que merece, y como por
otra parte vemos, que no todos los hombres son tratados en esta vida según sus
merecimientos, debemos inferir sin duda, que hay otra vida en donde se nos
preparan terribles retribuciones, y en donde la justicia de Dios se dará a conocer en
todo la extensión de su equidad, repartiendo a cada uno según sus méritos. (S. Juan
CRISÓSTOMO, sent. 229, Tric. ibid., p. 346.)"

"¿Quién os podrá llenar de todo cuanto Dios ha hecho si el mismo Dios no os llena?
(S. AGUSTÍN, Psalm. 30, sent. 16, Tric. T. 7, p. 455.)"

"Todo cuanto no es Dios, nos parece vi¡ y despreciable en este mundo. (S. AGUSTÍN,
Psalm. 30, sent. 17, Tric. T. 7, p. 455.)"

"Dios mío, que sois misericordia: ¿qué significan estas palabras, sino que tenemos de
su misericordia cuanto somos? (S. AGUSTÍN, Psalm. 58, sent. 87, Tric. T. 7, p. 462.)"

"Los dones de Dios os deben servir de consuelo, y no para pervertiros; los bienes que
os quita os deben servir para la paciencia y no para murmuraciones ni blasfemias. (S.
AGUSTÍN, Salm. 63, sent. 99, Tric. T. 7, p. 463.)"

"Cuando Dios da bienes temporales a los buenos, es para consolarlos en los trabajos
de su peregrinación sobre la tierra; cuando se los da a los malos, es para enseñar a
los buenos a desear otros bienes que los malos no han de poseer. (S. AGUSTÍN,
Psalm. 66, sent. 104, Tric. T. 7, p. 464.)"

"Si Dios no fuera bueno, no haríais bien alguno; si no fuera justo, no padeceríais mal
alguno. (S. AGUSTÍN, Saim. 70, sent. 116, Tric. T. 7, p.465.)"

"Solamente Dios es el que puede ser con verdad nuestra alegría, nuestra paz,
nuestro descanso, y el fin de nuestras penas. (S. AGUSTÍN, Salm. 78, sent. 128, Tric.
T. 7, p. 466.)"

"Cuando nos agrada lo bueno, es un grande don de Dios. (S. AGUSTÍN, Salm. 116,
sent. 157, Tric. T. 7, p. 468.)"

"Si reflexionamos el preámbulo de Dios cuando nos iba a crear, hallaremos que hizo
al hombre a su imagen, con el fin de que imitase a su Autor, y que la dignidad de
nuestra naturaleza consiste en que la imagen de la Benignidad Divina resplandezca
en nosotros como en un espejo. (S. León, Papa, Serm. 11, c. 1, sent. 7, Tric. T. 8, p.
284.)"

"Del fondo de su propia bondad sacó Dios los motivos para compadecerse de nuestra
propia miseria. La regeneración de los hombres es más admirable que su propia
condición; más hizo Dios en los últimos tiempos redimiendo lo que estaba perdido,
que cuando sacó de la nada lo que no tenía ser alguno. (S. León, Papa, Serm. 62,
sent. 49, Tric. T. 8, p. 394.)"

"Aunque todas las circunstancias de la venida del Espíritu Santo son prodigiosas, y no
se puede dudar que estuvo presente la Majestad del Espíritu Divino en la junta de
aquellos fieles que alababan a Dios con tanto celo y alegría, no obstante, no
debemos creer que se vio la substancia divina en las lenguas de fuego que los ojos
miraban. Porque la naturaleza invisible, común con el Padre y el Hijo, nos manifestó
como quiso la calidad de su Dios y de su obra, pero contuvo en su misma Deidad la
propiedad de su esencia invisible. (S. León, Papa, Serm. 75 in pen., c. 3, sent. 64,
Tric. T. 8, p. 398.)"

1 "No se puede dudar, amados míos, que todas las santas observancias son de
institución divina, que hemos recibido por tradición Apostólica las costumbres
establecidas en la Iglesia, y que vienen de la doctrina del Espíritu Santo, el cual
todavía influye en los corazones de los fieles, y preside a sus santas instituciones,
para que las obedezcan, entiendan y guarden. El Espíritu Santo que Dios tenía
prometido bajó sobre los Apóstoles a los cincuenta días después de Pascua; los llenó
con su presencia de luces más resplandecientes y de más abundantes gracias; por lo
que se advierte con toda claridad, que entre los demás dones divinos se nos dio
entonces la gracia de los ayunos que se siguen a la fiesta de Pentecostés. Para que
así como la concupiscencia fue el origen del pecado, sea la continencia el manantial
de las virtudes. (S. León, Papa, Serm. 77, de jejun., Pent. sent. 65, Tric. T. 8, p. 398 y
399.)"

"Repasad con frecuencia en vuestras almas con las más vivas reflexiones los infinitos
beneficios del Autor de nuestro ser, aquellos beneficios que se dignó comunicarnos
sin mérito alguno de nuestra parte. Traed a vuestra memoria las innumerables
ingratitudes con que tan injustamente habéis pagado sus beneficios, y formando
grande dolor de vuestras culpas, exclamad: ¡qué es lo que yo he hecho! Yo he
ofendido a mi Dios y he irritado la indignación de mi Criador; he correspondido a sus
infinitas bondades con innumerables pecados, en vez de acciones de gracias. ¡Qué es
lo que he hecho! Mas al decir esto, rómpanse vuestros corazones con el profundo
dolor; arrojad grandes suspiros y derramad amargas lágrimas. Si ahora no lloráis,
¿cuándo ha de ser? Si la desgracia de Dios en que habéis incurrido por vuestras
culpas, no excita en vosotros el más vivo arrepentimiento, sirva a los menos para
romper la obstinación de vuestros corazones el horror de los eternos castigos que
habéis merecido por vuestras culpas. Vuelve sobre ti, alma ingrata, y por tantas
veces rebelde; retira tus pies del infierno a donde te precipitas, para evitar los
castigos que has merecido, y recobrar los bienes perdidos, de los cuales merecías ser
privada por toda la eternidad. (S. Anselmo, lª Meditat., sent. 42, Tric. T. 9, p. 350 y 35
l.)"

"Al bueno nunca le engañaron sin aparentarle el bien. (S. Bernardo, Serm. 66 in
Cant., sent. 68, Tric. T. 10, p. 326.)"

"Aunque sea bueno lo que se hace, no se hará bien si no se hace con buena
voluntad. (S. Bernardo, Ep. 258, sent. 80, Tric. T. 10, p. 326.)"

"Pertenece a la clemencia divina negar a los ingratos lo que piden para que no sea
mayor su ingratitud. (S. Bernardo, Serm. cont. vit. ingrat., sent. 88, Tric. T. 10, p.
327.)"

"Fácilmente se pega el corazón humano a las cosas que frecuenta. (S. Bernardo,
Tract. ad Cler, c. 1, sent. 12 1, Tric. T. 10, p. 329.)"

"De lo que Dios ha hecho por ti puedes conocer en cuánto te apreció. (S. Bernardo,
Serm. 1, de Epiph., sent. 155, Tric. t. 10, p. 33 l.)"

"Sin duda el ser bueno entre los buenos, consigue la salvación; pero el ser bueno
entre los malos, merece alabanza: en lo primero, hay tanta facilidad como seguridad;
en lo segundo, hay tanta virtud como dificultad. Esto es lo mismo que tocar la pez y
no mancharse; andar entre el fuego sin lesión, y entre las tinieblas sin oscuridad. (S.
Bernardo, Ep. 25 ad Hugon. Rothom. Archi., sent. 10, adic. Tric. T. 10, p. 338.)"

"Pues nada tenéis que no hayáis recibido, sentid del Señor en bondad y de vosotros
en humildad. (S. Bernardo, Epis. 384, ad Eug. Pap., ad Capitul. Cisterc., sent. 43, adic.
Tric. T. 10, p. 361.)"
BUEN PASTOR

Citas de la Sagrada Escritura

1. Las ovejas que están fuera del redil

Los gentiles oirán la voz del Buen Pastor: Jn 10, 16.

Jesús envió a los Apostoles en busca de las ovejas perdidas: Mt 10, 6.

Hay ovejas que no quieren ir a El: Jn 5, 40.

Las que no son suyas no creen en El: Jn 5, 26. 11-12.

2. Los malos pastores

Se cuidan de sí mismos y abandonan el rebaño: Ez 34, 1-10. Jer 23, 1 ss.

3. El Buen Pastor

Los cuidados del Buen Pastor: Ez 34, 11-31.

Jesucristo es el Buen Pastor:10, 11-14.

Se compadece de las gentes que andaban «como ovejas sin pastor»: Mt 9, 36; Mc 6,
34.

Conoce a sus ovejas y las llama por su nombre: Jn 10, 3.

Pone sobre sus hombros a la oveja perdida: Lc 15, 4-ó.

Les da ejemplo de todas las virtudes: Jn 10, 4.

Da la vida por ellos: Jn.10, 11-12

Les da la vida eterna: Jn 10, 28.

4. Las ovejas del Buen Pastor

Conocen a su Pastor: Jn 10, 14-15.

Le siguen: Jn 10, 4.

Distinguen su voz: Jn 10, 4.

Huyen de los mercenarios: Jn 10, 5.

Nadie les arrebatará de las manos del Buen Pastor:Jn,10,28

Selección de textos
Las virtudes del buen pastor

568 La guía de la comunidad cristiana que el Obispo le ha confiado evoca y solicita


en la conciencia sacerdotal las virtudes propias del buen pastor: la caridad sin
límites, hasta el olvido de sí mismo; la fe que ilumina, que estimula a perseverar, a
esperar, a no cansarse nunca; la obediencia total y delicada, pero también
inteligente, operativa, responsable; la humildad y la mansedumbre, que saben
armonizar la comprensión con la firmeza; la perfecta continencia, que hace al
corazón libre, enteramente disponible, para mejor ofrecerlo en la adoración y
entregarlo más cumplidamente en el servicio; la paciencia, que sabe sufrir en silencio
y perdonarlo todo; la pobreza, que es lección de bienaventuranza y testimonio de
esperanza (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 63).

569 A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su
propia vida a la muerte por el bien de su rebaño; pero en cambio-, el pastor espiritual
si que debe renunciar a su vida corporal ante el peligro de sus ovejas, porque la
salvación espiritual del rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es
esto precisamente lo que afirma el Señor: El buen pastor da su vida—la vida del
cuerpo—por las o vejas, es decir, por las que son suyas por razón de su autoridad y
de su amor. Arabas cosas se requieren: que las ovejas le pertenezcan y que las ame,
pues lo primero sin lo segundo no seria suficiente (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S.
Juan, 10, 3).

570 Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen pastor. En primer lugar, el
amor: fue precisamente la caridad la única virtud que el Señor exigió a Pedro para
entregarle el cuidado de su rebaño Luego, la vigilancia, para estar atento a las
necesidades de las ovejas. En tercer lugar, la doctrina, con el fin de poder alimentar
a los hombres hasta llevarlos a la salvación. Y finalmente la santidad e integridad de
vida; ésta es la principal de todas las virtudes (SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA,
Sermón sobre el Evang. del Buen Pastor en Opera omnia. Manila 1822, pp. 324-325).

571 Los obispos gobiernan [...] con el consejo, la persuasión, pero también con la
autoridad y el poder sagrados (CONC VAT. II, Const. Lumen gentiam, 27).

572 Si sólo amas a los buenos discípulos no tienes ningún mérito, son más bien los
rebeldes a quienes tienes que domar con tu dulzura. Sobre todas las heridas no se
aplica idéntico remedio: trata los accesos violentos con suaves friegas (SAN IGNACIO
DE ANTIOQUIA, Epist. a S. Policarpo).

573 El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de
tal modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que
manifestar (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, 2, 4).
574 Aquel que no tiene caridad con otro, no puede, en manera alguna, recibir el
cargo de predicación (SAN GREGOR[O MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

575 El amor del que apacienta las ovejas del Señor debe ser tan grande que sea
capaz de vencer incluso el temor natural de la muerte, que hace que nos resistamos
a morir aun cuando deseamos vivir con Cristo (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre Evang. S.
Juan, 123, 5).

576 A la triple negación corresponde la triple profesión de amor [...]. Si la negación


del pastor fue causada por el temor, ahora el pastoreo de la grey del Señor ha de ser
la prueba de su amor (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre Evang. S. Juan, 123, 5).5

77 Debe ser integro, moderado, indulgente y hacer siempre prevalecer la


misericordia sobre la justicia, de suerte que a él le puedan tratar de la misma
manera. Odiará los vicios, pero nunca dejará de amar a sus hermanos. Y cuando se
vea obligado a reprenderles lo hará con moderación, según aquel principio: «No
exagerar nada», no sea que a fuerza de raspar la herrumbre se rompa el recipiente.
Su propia flaqueza deberá estar siempre ante sus ojos y recordará que Dios no quiere
que la caña cascada se rompa. Con esto no queremos decir que deba permitir el
desarrollo de las malas costumbres (SAN BENITO, Regla, cc. 2 y 64).

578 Evite el pastor la tentación de desear ser amado por los fieles antes que por
Dios, o de ser demasiado débil por temor a perder el afecto de los hombres; no se
exponga a la reprensión divina: ¡Ay de aquellos que aplican almohadillas a todos los
codos! (Ez 13, 8). El pastor debe tratar de hacerse amar, pero con la finalidad de
hacerse escuchar, no de buscar este afecto para utilidad propia (SAN GREGORIO
MAGNO, Regla Pastoral, 1, 2).

Tenga presente quien manda que la verdadera humildad es 579 el mejor de los
ejercicios. Así como quien asiste a diversos heridos y se cuida de curarlos,
quienesquiera que sean, no toma el mando para enorgullecerse, así mucho más el
que se encarga de curar las enfermedades de sus hermanos, como tendrá que dar
cuenta de cada uno de ellos, debe cuidar de andar muy solicito. Por ello, el mayor
hágase como el menor (SAN BASILIO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 444).

Preocúpate de la unidad, el mayor de todos los bienes. 580 Lleva a todos sobre ti,
como tú mismo eres llevado por el Señor. Soporta a todos con espíritu de caridad,
como ya haces. Ora sin descanso; pide una sabiduría mayor que la que tienes; vela, y
que tu espíritu no duerma nunca. Habla a cada uno en particular, siguiendo el
ejemplo de Dios. Carga sobre ti, como un buen atleta, las enfermedades de todos.
Donde es más grande el trabajo, también es mayor la recompensa (SAN IGNACIO DE
ANT!OQU jA, Epístola a San Policarpo).

Aquel buen Pastor que dio su vida por las ovejas salió a 581 buscar la oveja perdida,
por las montañas y colinas donde tú ofrecías sacrificios a los ídolos. Y, cuando
encontró a la oveja perdida, la cargó sobre sus hombros—sobre los que habia
cargado también el madero de la cruz—y así la llevó nuevamente a la vida eterna
(SAN GREGOR[O NACIANCENO, Disertación 45).

582 Que teniendo santo prelado lo serán las súbditas, y como cosa tan importante la
pone siempre delante Nuestro Señor (SANTA TERESA, Camino de perfección, 3, 10).
583 El mismo Señor, después de su resurrección, dijo a Pedro: ¿Me amas? El
respondió: Te amo. Por tres veces se repitió la misma pregunta y respuesta, y las
tres veces dijo el Señor: Apacienta mis ovejas. ¿Cómo podrás demostrar que me
amas, sino apacentando mis ovejas? ¿Qué vas a darme con tu amor, si todo lo
esperas de mi? Aquí tienes lo que has de hacer para amarme: apacienta mis ovejas
(SAN AGUSTÍN, Sermón sobre el orden episcopal).

584 Conviene también que el superior proceda en las cosas que a él afectan, como
juez inexorable; y en las que afectan a sus subordinados, debe ser bueno y
comprensivo (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, val. III, p. LOO).

Es propio del buen pastor estar siempre vigilante y tratar a cada alma como conviene

585 No seamos perros mudos, centinelas silenciosos, mercenarios que huyen del
lobo, sino pastores en acecho, velando sobre el robai~o de Cristo, proclamando la
Voluntad de Dios al pequeño y al grande, al rico y al pobre, a los hombres de todas
las condiciones y de todas las edades, a tiempo y destiempo, en la medida en que
Dios nos da fuerzas (SAN BONIFACIO, Carta a Cuthbert: PL 89, 765-768).

586 ¿Podríamos alguno de nosotros imaginar la prueba por la que atravesó la Iglesia,
cuando el infeliz Nestorio se convirtió repentinamente de oveja en lobo, comenzó a
desgarrar el rebaño de Cristo, al mismo tiempo que aquellos a quienes él mordía,
teniéndolo aún por oveja, estaban así más expuestos a sus mordiscos? (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, n. II).

587 Temo, además, que si a ti te abandonara daria incluso muerte a las ovejas sanas
1...]. Si descuido a la que se descarria y se pierde, la que está fuerte deseará
también andar por los caminos del error y de la perdición (SAN AGUSTÍN, Sermón 46,
sobre los pastores).

588 [...] el superior tiene el deber de saber armonizar perfectamente la entereza que
en el seno de la familia descubrimos en el padre con la amorosa intuición de la
madre, que trata a sus hijos desiguales de desigual manera (A. DEL PORTILLO.
Escritos sobre el sacerdocio, p. 35)

589 Es conveniente que quienes están al frente de sus hermanos se esfuercen más
que los demás en trabajar por el bien ajeno, se muestren más sumisos que los
súbditos y, a la manera de un siervo, gasten su vida en bien d~e los demás,
pensando que los hermanos son en realidad como un tesoro que pertenece a Dios y
que Dios ha colocado bajo su coidado (SAN GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta
cristiana)

590 Pero, a fin de que el débil no desfalleza al oír hablar de las pruebas que se
avecinan, el pastor no debe ni alentarlo con falsas esperanzas ni atemorizarlo con
miedos indebidos. Debe decirle: Prepárate para las pruebas. Y, si al oir estas palabras
la oveja empieza a desfallecer y a temer hasta tal punto que ya no se atreve a
acercarse, el pastor debe recordarle aquello otro: Fiel es Dios para no permitir que
seáis tentados más allá de lo que podéis. Anunciar y recordar las pruebas que se
avecinan es como curar a las ovejas enfermas; hablar de la misericordia de Dios, que
hace superar las pruebas, al que se asusta desmesuradamente, es como vendar las
heridas (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).
591 La gracia de Dios viene en socorro de cada alma; cada criatura requiere una
asistencia concreta, personal. ¡No pueden tratarse las almas en masa! No es licito
ofender la dignidad humana y la dignidad de hijo de Dios, no acudiendo
personalmente a cada uno con la humildad del que se sabe instrumento, para ser
vehículo del amor de Cristo: porque cada alma es un tesoro maravilloso; cada
hombre es único, insustituible. Cada uno vale toda la sangre de Cristo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 80).

Cristo es el único Buen Pastor, que dirige a las almas a través de otros

592 Aunque dijo a Pedro, en su calidad de jefe: Apacienta mis ovejas, en realidad es
él solo, el Señor, quien dirige a todos los pastores en su ministerio; y a los que se
acercan a la piedra espiritual, él los alimenta con un pasto tan abundante y jugoso,
que un número incontable de ovejas, fortalecidas por la abundancia de su amor,
están dispuestas a morir por el nombre de su pastor, como él, el buen Pastor, se
dignó dar la propia vida por sus ovejas (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 12, sobre la
Pasión).

593 Todos los buenos pastores son, en realidad, como miembros del único pastor y
forman una sola cosa con él. Cuando ellos apacientan es Cristo quien apacienta (SAN
AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

594 Cristo es, en efecto, quien apacienta su rebaño, él es el único pastor, que lo
apacienta por medio de los demás buenos pastores, que lo hacen por delegación
suya (SAN AGUSTÍN, Sermón 47, sobre las ovejas).

595 De nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para
sí; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus
miembros; por ello Pedro fue pastor, y pastores fueron también los otros apóstoles y
son pastores todos los buenos obispos. Os daré—dice la Escritura—pastores
conforme a mi corazón. Pero aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos,
sean todos llamados pastores, sin embargo el Señor dice en singular: Yo soy el buen
pastor; con ello quiere estimularnos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser
buen pastor si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en
miembro del verdadero pastor (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 10, 3).

596 Dios, el pastor supremo y verdadero agricultor, es poderoso tanto para hacer
volver a la oveja al buen camino, como para injertar el sarmiento desgajado (SAN
AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

597 Yo soy el buen pastor. Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues
de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo
alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre. Erais
como ovejas descarriadas—dice el Apóstol—, pero ahora habéis vuelto al pastor y
guardián de vuestras almas (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 10, 3).

598 Que nada se haga sin tu autorización, y tú mismo no hagas nada sin Dios (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a San Policarpo).

Cada cristiano es a la vez oveja y buen pastor

599 El Señor, no según mis merecimientos, sino según su infinita misericordia, ha


querido que yo ocupara este lugar y me dedicara al ministerio pastoral; por ello debo
tener presente dos cosas, distinguiéndolas bien, a saber: que por una parte soy
cristiano y por otra soy obispo. El ser cristiano se me ha dado como don propio; el ser
obispo, en cambio, lo he recibido para vuestro bien. Consiguientemente, por mi
condición de cristiano debo pensar en mi salvación; en cambio, por mi condición de
obispo debo ocuparme de la vuestra (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

600 En nosotros hay que considerar dos cosas: una, que somos cristianos; otra, que
somos guardianes. Nuestra condición de guardianes nos coloca entre los pastores,
con tal que seamos buenos. Por nuestra condición de cristianos, somos ovejas igual
que vosotros (SAN AGUSTÍN, Sermón 47, sobre las ovejas ).

«De las buenas ovejas salen los buenos pastores»

601 Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las
buenas ovejas salen los buenos pastores (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los
pastores).

Los malos pastores

602 Si alguna vez, porque Dios puede permitir esa prueba, tropezáis con pastores
indignos de este nombre, no os escandalicéis. Cristo ha prometido asistencia infalible
e indefectible a su Iglesia, pero no ha garantizado la fidelidad de los hombres que la
componen (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 81).

603 Acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se abreven a hablar
con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la
Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera
de un mercenario, pues callar y disminular los defectos es lo mismo que huir cuando
se acerca el lobo (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, 2, 4).

604 ¿Habéis visto cuán peligroso es callar? El malvado muere, y muere justamente:
muere por su culpa y por su mala conducta; pero la negligencia del mal pastor lo
llevó a la muerte. El malvado hubiera podido encontrar en su pastor al pastor de vida
[...]; pero, como su pastor era negligente, el malvado no podo oír la voz de aquel que
precisamente fue constituido prelado y vigilante para amonestar al pueblo. Así , el
malvado murió con toda justicia, pero el prelado también recibirá el castigo merecido
(SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).
605 El mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes (SAN AGUSTÍN,
Sermón 46, sobre los pastores).

606 Por fortuna, las ovejas de Cristo que le habían sido confiadas (se refiere al hereje
Fotino) eran muy prudentes y estaban vigilantes en lo que se refiere a la fe católica;
inmediatamente se acordaron de las advertencias de Moisés, y aunque admiraban la
elocuencia de su profeta y pastor, no se dejaron seducir por la tentación. Desde ese
momento empezaron a huir, como si fuera un lobo, de aquel a quien hasta poco
antes habían seguido como guía del rebaño (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio,
n. 11).

607 No se llama pastor, sino mercenario, el que no apacienta las ovejas de su amo
por amor hacia ellas, sino sólo por lucro. Es un mercenario el que ocupa el puesto del
verdadero pastor, pero no se cuida del provecho de las almas; se afana por
comodidades terrenas, se goza en el honor de la dignidad, apacienta sólo por la
retribución temporal y se coogratula con la estimación en que le tienen los hombres
(SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

608 Considerad, pues, qué ha de suceder a los rebaños cuando los pastores se
convierten en lobos. Pues reciben a su cargo la guarda del rebaño del Señor hombres
que no temen ponerle asechanzas, contra quienes debiera ser guardado el mismo
rebaño (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

609 El obispo que no sirve a los fieles (predicando, guiando) es solamente foenus
custos (guardián de paja), un espantapájaros colocado en los viñedos para que los
pájaros no coman las uvas (SAN AGUSTÍN, Miscelánea Agustiniense, Roma 1930, 1,
568).

610 Son muy pocas las ovejas bien alimentadas y sanas, es decir, aquellas a quienes
no falta el sólido manjar de la verdad y se apacientan abundantemente con los dones
de Dios. Pero los malos pastores ni a éstas perdonan; les parece poco descuidar a las
enfermas y errantes, a las débiles y descarriadas, y llegan incluso a dar muerte a las
que están fuertes y sanas. Y si estas últimas conservan la vida, viven, en todo caso,
únicamente porque Dios cuida de ellas; pero, por lo que se refiere a los pastores,
éstos hacen lo posible por matarlas. Quizá preguntes: «¿Cómo las matan?». Pues las
matan con su mala vida y con sus malos ejemplos (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre
los pastores).

611 El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da su vida
por las ovejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal pastor; el
buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas; en cambio, el mal pastor es el
que persigue su propio bien (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 10, 3).

612 Ciertamente es una gran prueba ver a un hombre tenido por profeta, por
discípulo de los profetas, por doctor y testigo de la v~erdad, un hombre sumamente
amado y respetado, que de repente se pone a introducir a escondidas errores
perniciosos. Tanto más cuanto que no hay posibilidad de descubTir inmediatamente
ese error, puesto que le coge a uno de sorpresa, ya que se tiene de tal hombre un
juicio favorable a causa de su enseñanza anterior, y se resiste uno a condenar al
antiguo maestro al que nos sentimos ligados por el afecto (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 10).

Responsabilidad del buen pastor

613 La responsabilidad del Obispo es gravísima y, si no cumple su misión, el Salvador


de toda la Iglesia le llamará a jqicio (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 28, 4).

614 Quien no tenga las suficientes facultades para amonestar a todos los fieles a la
vez por medio de una exhortación común, tiene obligación de instruir en cuanto
pueda a cada uno en particular, edificarle en conversaciones privadas, y buscar con
sencillas pláticas fruto en los corazones de sus hijos. Debemos, pues, pensar
continuamente en lo que se dice a los Apóstoles y en los Apóstoles a nosotros:
Vosotros sois la sal de la tierra. Luego si somos la sal, debemos condimentar las
almas de los fieles. Por consiguiente, vosotros, los que sois pastores, pensad bien
cómo estáis apacentando la grey de Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los
Evang.).

615 Se sabe con toda certeza que el silencio del pastor algunas veces le perjudica a
él, siempre a las personas que le están encomendadas (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 17 sobra los Evang.).

CARIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

1. Excelencia de la caridad

Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida porque amamos a los
herman.El que no ama permanece en la muerte. Jn- 3, 14

Si, hablando lenguas de hombres y de angdes, no tengo caridad, soy como bronce
que suena o cimbalo que retiñe. I Cor 13, 1.
Pero por encima de todo esto, vestíos de la caridad, que es vinculo de perfección. Col
4, 14.

Porque toda la ley se resume en este solo precepto: Amaras a tu projimo como a ti
mismo. Gal 5, 14.

Ante todo, tened los unos para los otros ferviente caridad, porque la caridad cubre la
muchedumbre de los pecados. I Pdr 4, 8.

Ahora permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad: pero de las
tres, la caridad es la mas excelente de todas. I Cor 13, 13.

2. El amor al prójimo

Un precepto nuevo os doy: que os ameis los unos a los otros; como yo os he amado,
así también amaos mutuamente. En esto conoceran todos que sois mis discipulos: Si
teneis caridad unos para con otros. Jn 13, 34-35.

Amaras a tu projimo como a ti mismo. Mc 12, 31.

En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. El que no practica la
justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano. I Jn 3, 10.

Amar al prójimo como a si mismo, es mucho mejor que todos los holocaustos y
sacrificios. Mc 12, 33.

Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no
ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve. Y
nosotros tenemos de El este precepto: que quien ama a Dios, ame también a su
hermano. I Jn 4, 20-21.

Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos. Jn 15, 13.

No esteis en deuda con nadie, a no ser en el amaros unos a otros, porque quien ama
al projimo ha cumplido la ley, pues el amor es la plenitud de la ley. Rom 13, 8-10.

3. Cualidades de la caridad

La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se hincha;


no es descortes, no es interesada, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la
injusticia, se complace de la verdad; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo tolera. I Cor 13, 4.

Dios ama al que da con alegria. 2 Cor 9, 7.

4. Correccid n fraterna

Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales, corregidle con
espíritu de mansedumbre, cuidando de ti mismo no seas también tentado. Gal 6, 1.

Si tu hermano pecare contra ti, ve y corrigele, estando a solas con el. Si te escucha
habras ganado a tu hermano. Mt 18, 15.

Si alguno no obedeciere lo que ordenamos [...] no le mireis como enemigo sino


corregidle como hermano. 2 Tes 3, 14-15.

Caridad con los enemigos

Bendecid a los que os maldigan y orad por los que os calumnien. Lc 6, 28.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que
seais hijos de vuestro Padre, que esta en los cielos, que hace salir el sol sobre malos
y buenos y llueve sobre justos e injustos. Mt 5, 44.

Por el contrario, si tu enemigo tiene hambre dale de comer y si tiene sed dale de
beber, que haciendo así amontonais carbones encendidos sobre su cabeza. No te
dejes vencer del mal, antes vence al mal con el bien. Rom 12, 20-21.

Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
persiguen y calumnian. Mt 5, 44; Lc 6, 27-28.

Si no amais sino a los que os aman, ¿que premio habeis de tener? Mt 5, 46.

Si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar alli te acuerdas de que tu hermano


tiene alguna queja contra ti, deja tu of renda delante del altar y ve primero a
reconciliarte con tu hermano. Mt 5, 2324.

6. La limosna

Dad limosna de lo vuestro que os sobra, y con eso todas las cosas estaran limpias en
orden a vosotros. Lc 11, 41.

Vended lo que poseais y dad limosna. Lc 12, 33.

Si un hermano [...] esta desnudo y necesita alimento diario, ¿de que le servira que
alguno de vosotros le diga: Vete en paz [...], si no le da lo necesario para reparo de
su cuerpo? Sant 2, 15-16.

Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno [...], porque tuve hambre y no me disteis
de comer [...]. Os digo en verdad: siempre que dejasteis de hacerlo con alguno de
estos pequeños, dejasteis de hacerlo conmigo. Mt 25, 41-45.

7. Otras manifestaciones de esta virtud

Asi pues, os exhorto yo, preso en el Seitor, a andar de una manera digna de la
vocacion con que fuisteis llamados, con toda humildad, mansedumbre y
longanimidad, soportandoos los unos a los otros con caridad. Ef 4, 1.
En esto hemos conocido la caridad, en que El dio su vida por nosotros, y nosotros
debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos. IJn 3, 16.

Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumplireis la ley de Cristo. Gal
6, 2.

Por eso, cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacedlo vosotros a
ellos, porque esta es la ley y los Profetas.-Mt 7, 12.

Da de tu pan al hambriento, y tus vestiduras al desnudo. Tob 4, 16.

No hagais nada por espíritu de competencia, nada por vanagloria; antes, llevados de
la humildad, teneos unos a otros por superiores, no atendiendo cada uno a su propio
interes sino al de los otros. Flp 2, 3.

Ved cuan bueno y alegre es convivir ,untos los hermanos. Sal 132, 1.

Con tres cosas me adorno y me presento, hermosas ante el Señor y ante los
hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre los projimos y la armonia
entre mujer y marido. Eclo 25, 1.

Con la medida con que midiereis se os medira y se os ahadira. Mc 4, 24.

No seas perezoso en visitar a los enfermos. Eclo 7, 39.

No vuelvas a tu prójimo mal por mal, cualquiera que sea el que el te haga. Eclo 10, 6.

8. Pecados contra la caridad: el escandalo

jAy del mundo por los escandalos! [...]; ;ay de aquel hombre que causa el escandalo!
Mt 18, 7.

Al que escandalizare a alguno de estos pequehitos que creen en mi mucho mejor le


fuera que le ataran al cuello una de esas ruedas de molino que mueve un asno y le
echaran al mar. Mc 9, 41.

Si tu mano te es ocasion de escandaio, cortara: mas te vale entrar manco en la vida,


que tener dos manos e ir al infierno. Mc 9, 42.

Si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comere en mi vida carne, por no


escandalizar a mi hermano. I Cor 8, 13.

Pon cuidado en no causar tropiezo o escindalo ai hermano. Rom 14, 13.

9. Pecados contra la caridad: la maledicencia

Temo [...] que por desgracia haya quiza entre vosotros [...] discordias, detracciones,
chismes [...], y tenga que llorar a muchos. 2 Cor 12, 20-21.
Depuesta toda malicia y todo engaho, y los fingimientos [...] y todas las
murmuraciones [...]. 1 Pdr 2, 1-2.

Dad ya de mano [...] a la maledicencia [...]. No mintais los unos a los otros. Col 3, 8-9.

El que llamare a su hermano raca, merecera que le condene el concilio; mas quien le
llamare fatuo sera reo del fuego del infierno. Mt 5, 22.

Los chismosos, los infamadores, enemigos de Dios, ultrajadores [...] son dignos de
muerte. Rom 1, 29-30, 32.

10. Otros pecados y faltas contra esta virtud

El que se venga sera victima de la venganza dei Señor, que le pedira cuenta de sus
pecados. Eclo 28, 1.

Quien aborrece a su hermano es homicida, y ya sabeis que todo homicida no tiene en


si la vida eterna. I Jn 3, 15.

Pues el que tuviere bienes del mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le
cierra sus entrañas, ¿como permanece en el la caridad de Dios? I Jn 3, 17.

SELECCION DE TEXTOS

Tiene su origen en Dios, fuente de toda caridad

616 El amor que debe mediar entre los cristianos nace de Dios,que es amor (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 228).

617 Mas ningúno, por el mero hecho de amar a su projimo, piense ya tener caridad,
sino que primero debe examinar la fuerza misma de su amor. Pues si alguno ama a
los demas, pero no los ama por Dios, no tiene caridad, aunque piense que la tiene. Es
caridad verdadera cuando se ama al amigo en Dios y al enemigo en Dios (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

618 Amamos a Dios y al projimo con la misma caridad. Pero debemos amar a Dios
por si mismo, y al projimo por Dios (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol III, p. 92).

619 El que ama a Dios ama también inevitablemente al projimo (SAN MAXIMO, Sobre
la caridad, 1,1).
620 Nuestro Rey, a pesar de su condicion altisima, por nosotros viene humilde, mas
no con las manos vacias; el trae para sus soldados una dadiva esplendida, ya que no
solo les otorga copiosas riquezas, sino que les da también una fortaleza invencible en
el combate. En efecto, trae consigo el don de la caridad (SAN FULGENCIO DE RUSPE,
Sermón 3).

621 Así pues, todo hombre que vive entre los hombres busque a Aquel a quien ama,
de modo que no abandone a aquel con quien camina; y preste a este su auxilio de tal
manera que bajo ningún motivo se separe de Aquel a quien se dirige (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

622 El Creador del universo, cuando os saco de la nada, deposito en vuestros


corazones simientes de caridad (ORÍGENES, Sobre el Cantar de los Cantares, 2, 9).

623 No se trata de saber cuanto amor debemos al hermano y cuanto a Dios:


incomparablemente mas a Dios que a nosotros, y a nuestros hermanos tanto como a
nosotros; ahora bien, no podemos amarnos mucho a nosotros si no amamos mucho a
Dios. Es, pues, con un mismo amor con el que amamos a Dios y al hermano; pero
amamos a Dios por si mismo, a nosotros y al projimo por Dios (SAN AGUSTÍN, Trat.
sobre la Santisima Trinidad, 8, 12).

624 Cuanto mas cerca esta de Dios el apostol, se siente mas universal: se agranda el
corazon para que quepan todos y todo en los deseos de poner el universo a los pies
de Jesus (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 764).

Quien no ama al projimo no ama a Dios

625 No se entiende el amor a Dios si no lleva consigo el amor al projimo. ES “como si


soñase que estaba caminando”, es solo sueño, no se camina. Quien no ama al
projimo, no ama a Dios (SAN JUAN CLIMACO, Escala del paraiso, 33).

626 Cuando los hombres tienen alguna disension entre si, no recibe (Dios) ningúna
ofrenda de ellos, ni oye sus oraciónes, mientras dure la enemistad. Ningúno, pues,
puede ser amigo de dos que son enemigos entre si, y por ello Dios no quiere ser
amigo de los fieles mientras sean enemigos entre si. Y nosotros no mantenemos la fe
en Dios si amamos a sus enemigos y aborrecemos a sus amigos (SAN JUAN CR!
SOSTOMO, en Catena Aurea, vol I, p. 290).

La caridad es forma, fundamento, raiz y alma de todas las virtudes y buenas


acciones. Sin caridad, no existe ningúna otra virtud

627 Ni el don de lenguas, ni el don de la fe, ni otro alguno, dan la vida si falta el
amor. Por mas que a un cadaver se le vista de oro y piedras preciosas, cadaver sigue
(SANTO TOMÁS, Sobre la Caridad, 1. c., p. 203).

628 La caridad, por tanto, es la fuente y el origen de todo bien, la mejor defensa, el
camino que lleva al cielo. El que camina en la caridad no puede errar ni temer,
porque ella es guia, proteccion, camino seguro. Por esto, hermanos, ya que Cristo ha
colocado la escalera de la caridad, por la que todo cristiano puede subir al cielo,
aferraos a esta pura caridad, practicadla unos con otros y subid por ella cada vez
mas arriba (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

629 Así como todas las ramas de un arbol reciben su solidez de la raiz, así también
las virtudes, siendo muchas, proceden de la caridad. Y no tiene verdor alguno la
rama de las buenas obras si no esta enraizada en la caridad (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

630 A esta renuncia total añade otra de mas quilates, al decir: Aunque yo entregare
mi cuerpo a las llamas, no teniendo caridad, nada me aprovecha. Como si dijera:
Aunque distribuyera todos mis bienes hasta no reservarme nada de ellos, todo eso es
inútil sin la caridad. Y si a esta liberalidad añadiera yo el martirio del fuego, dando mi
vida por Cristo, pero sigo siendo impaciente, irascible, envidioso o soberbio, o si la
injuria me indigna y hace montar en cólera, si busco mi interés, si soy mal
intencionado o peor sufrido, la renuncia y el martirio del hombre exterior no me
reportaran ventaja alguna, porque el hombre interior quedara aun cautivo en los
vicios pasados (CASIANO, Colaciones 3, 8).

631 La caridad es la forma, el fundamento, la raiz y la madre de todas las demás


virtudes (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 24, a. 8).

632 El que reune todas las demás virtudes y no tiene caridad es como el que
transporta el polvo contra el viento (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre la humildad y
temor de Dios).

633 Aunque es algo muy grande tener una fe recta y una doctrina sana, y aunque
sean muy dignas de alabanza la sobriedad, la dulzura y la pureza, todas estas
virtudes, sin embargo, no valen nada sin la caridad. Y ninguna conducta es fecunda,
por muy excelente que parezca, si no esta engendrada por el amor [...] (SAN LEON
MAGNO, Sermón 48)

634 Practiquemos la caridad, sin la cual todas las demás virtudes pierden su brillo
(SAN LEON MAGNO, Sermón 72 sobre la Ascensión del Señor).

635 Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy
encapotadas cuando estan en ella (que parecen no osan bullir, ni menear el
pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y devocion que han tenido),
hacese ver cuan poco entienden del camino por donde se alcanza la union. Y piensan
que alli esta todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Sehor, y que, si
ves una enferma a quien puedes dar algun alivio, no se te de nada en perder esa
devocion y te compadezcas de ella, y si tiene algun dolor, te duela a ti, y si fuera
menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella como porque sabes que
tu Seitor quiere aquello (SANTA TERESA, Las Moradas, V, 3,11).
636 La caridad se compara al fundamento y a la raiz,porque de ella se sustentan y
alimentan todas las demás virtudes (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 33, a. 8
ad 2).

637 Entrando el rey [...] vio alli a un hombre que no llevaba el traje de boda (cfr. Mt
22, 11).¿Que debemos entender por vestido de bodas sino la caridad?, porque el
Señior lo puso de manifiesto cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra,
pues, a las bodas sin el vestido nupcial quien cree en la Iglesia, pero no tiene caridad
(SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt 111, p. 66).

638 Todo, incluso lo que se estima como verdaderamente util, debe relegarse a
segundo termino ante el bien de la paz y de la caridad (CASIANO, Colaciones, 16, 6).

639 ¿Quien sera capaz de explicar debidamente el vinculo que la caridad divina
establece? ¿Quien podrá dar cuenta de la grandeza de su hermosura? La caridad nos
eleva hasta unas alturas inefables. La caridad nos une a Dios, la caridad cubre la
multitud de los pecados, la caridad lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia;
nada sordido ni altanero hay en ella; la caridad no admite divisiones, no promueve
discordias, sino que lo hace todo en la concordia;en la caridad hallan su perfección
todos los elegidos de Dios y sin ella nada es grato a Dios (SAN CLEMENTE, Carta a los
Corintios ).

640 La fuerza de la oración esta en la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.


27sobre los Evang.).

641 Tu, por tanto, que deseas ser util a las almas del projimo, primero acude a Dios
de todo corazon y pidele simplemente esto: que se digne infundir en ti aquella
caridad que es el compendio de todas las virtudes, ya que ella te hera alcanzar lo
que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espírituai, 13).

642 Aunque la castidad sobresalga de modo tan eminente, sin la caridad no tiene ni
valor ni merito. La castidad sin la caridad es una lampara sin aceite (SAN BERNARDO,
Trat. sobre las costumbres y ministerio de los obispos, 3, 8).

643 Nada mas precioso, nada mas perfecto y sublime, nada, por decirlo asi, mas
perenne que la caridad. Porque las profecias cesaran, como también las lenguas; la
ciencia se desvanecera; en cambio, la caridad no terminara jamas (I Cor 13, 1). Sin
ella, los carismas, aun los mas preciados, la gloria misma del martirio, se disipan
como el viento (CASIANO, Colaciones, 11,12).

644 Todo el que tiene el don de la caridad, percibe además otros dones.Mas el que
no tiene el don de la caridad, pierde aun aquellos dones que parecia haber percibido.
De a-tui que sea necesario, hermanos mios, que en todas vuestras acciones trateis
de conservar la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

645 Porque de nada nos servirla una fidelidad meticulosa en todas las cosas si
achararnos en olvido lo que es primero y a lo que esta ordenado todo lo demás
(CASIANO, Colaciones, 1, 7).
La caridad lo informa todo, le da sentido a todo

646 La caridad me hace entrar en la plenitud de Dios y de todas las cosas. Las cosas
no tienen su plenitud sino en la gloria de Dios, porque lo que constituye su fondo, su
esencia, el todo de ellas mismas, es lo que en ellas conduce a Dios. La tierra tiene su
plenitud en la posesion de Dios, esta llena de su alabanza. Esta plenitud es abrazada
por la caridad, que no ama en todas las cosas sino lo que va a la gloria divina, y que
de esta suerte se apodera del todo de todas las cosas: por esto la caridad es la
plenitud de la ley (J. TISSOT, La vida interior. Herder, Barcelona 1963, pag. 86-87).

647 La obra exterior sin caridad no aprovecha; mas todo cuanto se hace con caridad,
por poco y despreciable que sea, todo es fructuoso (Imitacion de Cristo, I, 15, 1).

648 La caridad de Cristo no es solo un buen sentimiento en relacion al projimo; no se


para en el gusto por la filantropia. La caridad, infundida por Dios en el alma,
transforma desde dentro la inteligencia y la voluntad: fundamenta
sobrenaturalmente la amistad y la alegria de obrar el bien (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ
Es Cristo que pasa, 71).

649 Debemos, pues, corregir por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la
cariñosa intencion de lograr su enmienda. Si así lo hacemos, cumpliremos muy bien
el precepto... ¿,Por que le corriges? ¿Porque te apena haber sido ofendido por el? No
lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces. Si es el amor lo que te
mueve, obras excelentemente (SAN AGUSTÍN, Sermón 82).

650 (La caridad) es el lustre del alma, la enriquece y la hace aparecer buena y
hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el
pecado (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt VI, p. 48).

651 Con el amor al projimo purificas tu ojo para ver a Dios (SAN AGUSTÍN, Trat.
Evang. S. Juan, 17, 8).

652 Si te callas, callase por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, hazlo por
amor; si perdonas, hazlo también por amor (SAN AGUSTÍN, Coment. 1 Epist. S.
Juan,9).

653 La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al
hombre perfecto (SAN ALFONSO M.a DE LIGORIO, Practica del amor a Jesucristo, I, 1).

Es universal

654 Que no exceptuo a hombre alguno el que mando amar al projimo, lo demuestra
el Señor en la parabola del que se encontro medio muerto, llamando projimo al que
fue misericordioso para con el, para que comprendiesemos que projimo es todo aquel
a quien se debe prestar socorro, si lo necesita. ¿Y quien pone en duda que a nadie
debe negarse este auxilio cuando el mismo Señor dice: Haced bien a los que os
aborrecen? (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, I, 30).
655 Nuestro corazon se dilata. Del mismo modo que el calor dilata los cuerpos, así
también la caridad tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud calida y
ardiente. Esta caridad es la que ebria la boca de Pablo y dilataba su corazon [...].
Nada encontrariamos mas dilatado que el corazon de Pablo, el cual, como un
enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el fuerte abrazo de su amor, sin
que por ello se dividiera o debilitara ese amor, sino que se mantenla integro en cada
uno de ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este sentimiento de amor no solo
abarcaba a los creyentes, sino que en su corazon tenian también cabida los infieles
de todo el mundo (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre la 2ª carta a los Corintios).

656 Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengais caridad, no solo para con
vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que
todavia no creen en Cristo, ya de los que estan separados de nosotros, que
reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero estan divididos de su
cuerpo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 32).

657 Universalidad de la caridad significa, por eso, universalidad del apostolado;


traduccion en obras y de verdad, por nuestra parte, del gran empeño de Dios, que
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (I Tim
2, 4) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 230).

658 Extiende tu caridad por todas las partes del globo si quieres amar a Dios como
es debido, pues los miembros de Cristo estan dispersos por el mundo; si no amas la
parte estas partido; si no estas en todo el cuerpo, no estas en la cabeza (SAN
AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 10, 8).

559 El que da limosna no hace, a imitacion de Dios, discriminacion alguna, en lo que


afane a las necesidades corporales, entre buenos y malos, justos o injustos, sino que
reparte a todos por igual, en proporcion de las necesidades de cada uno, aunque su
buena voluntad le inclina a preferir a los que se esfuerzan en practicar la virtud, mas
bien que a los malos (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, centuria I, 1).

660 (Hemos de amar a todos), no porque son hermanos, sino para que lo sean; para
andar siempre con amor fraterno: hacia el que ya es hermano, y hacia el enemigo
para que venga a ser hermano (SAN AGUSTÍN, Coment. I Epistola S. Juan, 10, 7).

661 Ningún pecador, en cuanto tal, es digno de amor; pero todo hombre, en cuanto
tal, es amable por Dios (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 1, 27).

662 Si quieres amar a Cristo, extiende tu caridad a toda la tierra, porque los
miembros de Cristo estan por todo el mundo (SAN AGUSTÍN, Coment. I Epist. S. Juan,
10, S).

La caridad tiene un orden, en cuanto a las personas y en cuanto a los bienes

663 El Evangelio se ha expresado sin eufemismos: Quien se irrita contra su hermano


sera reo de juicio. Porque, si bien según la verdad y la ley de la naturaleza hemos de
tener a todo hombre por hermano nuestro, no obstante, el mismo nombre de
hermano, en este pasaje, designa en primer lugar a los fieles y a aquellos que
comparten nuestra vida y profesión, mas bien que a los paganos (CASIANO,
Colaciones, 16, 17).

664 Ojalá que el Señor Jesús ordene en mi también la pequeña parcela de caridad
que me ha concedido, para que, preocupándome de todo lo que le concierne, me
dedique en primer lugar a hacer bien lo que es mi deber y mi tarea particular (SAN
BERNARDO, Sermón 49 sobre el Cantar de los Cantares).

665 Esa dilectio, esa caridad, se llena de matices mas entrañables cuando se refiere
a los hermanos en la fe, y especialmente a los que, porque así lo ha establecido Dios,
trabajan mas cerca de nosotros: los padres, el marido o la mujer, los hijos y los
hermanos, los amigos y los colegas, los vecinos. Si no existiese ese cariño, amor
humano noble y limpio, ordenado a Dios y fundado en El, no habría caridad (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 230).

666 Entre todos los hombres, hemos de hacer el bien a los que se hallan vinculados
con nosotros, porque si uno no cuida de los suyos, particularmente de los de su casa,
es un infiel (I Tim 5, 8). Y entre los parientes, los más allegados a nosotros son el
padre y la madre (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., p. 249).

667 Confieso que con facilidad me entrego totalmente a la caridad de los que me son
mas íntimos y familiares... En esta caridad descanso sin preocupación alguna, porque
allí siento que está Dios, a quien me entrego seguro y en quien descanso seguro [...]
(SAN AGUSTÍN, Carta 73).

668 Es, por muchas razones, una virtud mas noble y de mayores quilates curar los
desmayos del alma que las debilidades físicas de nuestros semejantes (CASIANO,
Colaciones, 15, 8).

Es el camino para seguir a Dios mas de cerca

669 La caridad es el camino para seguir a Dios mas de cerca (SANTO TOMÁS,
Coment. sobre la Epistola a los Efesios, 5, 1).

En la caridad descubrí el quicio de mi vocacion (SANTA TE- 670 RESA DE LISIEUX,


Manuscritos autobiograficos, Lisieux 1957, 227).

671 Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de San Pablo, para
tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capitulos doce y
trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos lei que no todos
pueden ser al mismo tiempo apostoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de
diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta
bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme
paz.Continué leyendo sin desanimarme, y encontre esta consoladora exhortacion:
Aspirad a los dones mas excelentes; yo quiero mostraros un camino todavia mejor. El
Apostol, en efecto, hace notar como los mayores dones sin la caridad no son nada y
como esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro.
Por fin habla hallado la tranquilidad (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos
autobiograficos, 227-229).
672 Piensa que tu, que aun no ves a Dios, mereceras contemplarlo si amas al
projimo, pues amando al projimo purificas tu mirada para que tus ojos puedan
contemplar a Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17, 7-9).

673 Que cada uno de los fieles se examine, pues, a si mismo, esforzandose en
discernir sus mas intimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de caridad,
tenga por cierto que Dios esta en el y procure hacerse mas y mas capaz de tan gran
huesped, perseverando con mas generosidad en las obras de misericordia (SAN LEON
MAGNO, Sermón 10 sobre la Cuaresma).

674 Amando al projimo y preocupandote por el, progresas sin duda en tu camino. Y
¿hacia donde avanzas por este camino sino hacia el Señor tu Dios, hacia aquel a
quien debemos amar con todo el corazon, con toda el alma y con toda la mente? Aun
no hemos llegado hasta el Sehor, pero el projimo lo tenemos ya con nosotros.
Preocupate, pues, de aquel que tienes a tu lado mientras caminas por este mundo y
llegaras a aquel con quien deseas permanecer eternamente (SAN AGUSTÍN, Trat.
Evang. S. Juan, 17, 7-9).

675 Cuanto mas ames mas subiras (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 83).

La humildad, fundamento de la caridad

676 La morada de la caridad es la humildad (SAN AGUSTÍN, Sobre la virginidad, 51).

677 Estas dos virtudes, es decir, la humildad y la caridad, son tan indivisibles y tan
inseparables, que quien se establece en una de ellas de la otra forzosamente se
adueña, porque así como la humildad es una parte de la caridad, así la caridad es
una parte de la humildad. Si nos paramos a mirar las cosas que el Apostol llamo
esteriles sin el bien de la caridad, observamos que esas mismas son también
infructuosas si falta la verdadera humildad. Y en verdad, ¿que fruto puede dar la
ciencia con la soberbia, o la fe con la gloria humana, o la ostentacion con la limosna,
o el martirio con el orgullo? (SAN AMBROSIO, Epistola a Demetrio, 10).

678 Sufre con paciencia los defectos y la fragilidad de los otros, teniendo siempre
ante los ojos tu propia miseria, por la que has de ser tu también compadecido de los
demás (J. PECCI—Leon Xlll—, Practica de la humildad, 22).

679 Una de sus primeras manifestaciones se concreta en iniciar al alma en los


caminos de la humildad. Cuando sinceramente nos consideramos nada; cuando
comprendemos que, sin el auxilio divino, la mas debil y flaca de las criaturas seria
mejor que nosotros; cuando nos vemos capaces de todos los errores y de todos los
horrores; cuando nos sabemos pecadores aunque peleemos con empeño para
apartarnos de tantas infidelidades, ¿,como vamos a pensar mal de los demas? ¿Como
se podrá alimentar en el corazon el fanatismo, la intolerancia, la altaneria? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 233).

680 Entre soberbios hay siempre contiendas (Prv 13, 10); pues quien tiene un
elevado concepto de si mismo y menosprecia al projimo no puede soportar los fallos
de este (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 221).
681 Nada tiene de extraño que la soberbia engendre divisionesy el amor unidad (SAN
AGUSTÍN, Sermón 46 sobre los pastores 1).

Es “el distintivo” del cristiano

682 Esta es, pues, la señal del cumplimiento de la ley divina, el amor al projimo: La
señal por la gue conoceran que sois discipulos mios sera que os ameis unos a otros
(Jn 13, 35). No dice el resucitar a muertos, ni cualquier otra prueba evidente, sino
esta, que os ameis unos a otros (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 218).

683 El bienaventurado San Juan Evangelista, al final de sus dias, cuando moraba en
Efeso y apenas podia ir a la iglesia, sino en brazos de sus discipulos, y no podia decir
muchas palabras seguidas en voz alta, no solia hacer otra exhortacion que esta:
Hijitos, amaos unos a otros. Finalmente, sus discipulos y los hermanos que le
escuchaban, aburridos de oirle siempre lo mismo, le preguntaron: Maestro, ¿por que
siempre nos dices esto? Y les respondio con una frase digna de Juan: Porque este es
el precepto del Señor y-su solo cumplimiento es mas que suficiente (SAN JERONIMO,
Coment. sobre la Epistola a los Calatas, 3, 6).

684 La practica de la caridad es lo que nos caracteriza delante de los demas: “Ved
como se aman, dicen, dispuestos a morir los unos por los otros”. Porque ellos estan
mas bien dispuestos a matarse. En cuanto al nombre de hermanos con que nosotros
nos llamamos, ellos se forman una idea falsa, ya que entre ellos los nombres de
parentesco son unicamente expresiones mentirosas de afecto. Por derecho de la
naturaleza, nuestra madre comun, también nosotros somos vuestros hermanos...,
pero, ¡con cuanta mayor razon son considerados y llamados hermanos los que
reconocen a Dios como a único Padre, los que beben del mismo Espíritu de santidad,
y los que, salidos del mismo seno de la ignorancia, han quedado maravillados ante la
misma luz de la verdad! (TERTULIANO, Apologetico, 39).

685 Se preguntan muchos si aman a Cristo, y van buscando señales por las cuales
poder descubrir y reconocer si le aman: la señal que no engaña nunca es la caridad
fraterna [...]. La caridad fraterna es también la medida del estado de nuestra vida
interior, especialmente de nuestra vida de oración (B. BAUR, En la intimidad con
Dios, p. 246).

La caridad es lo que mas nos asemeja a Dios

686 Nada emparenta mas al hombre con Dios como la facultad de hacer el bien
[...]Que tu voluntad de dar supla lo que falta de riqueza a tu don. Si no tienes nada,
ofrece tus lagrimas. Es un gran consuelo para los desgraciados que la piedad brote
del corazon, y una compasion sincera endulza el sufrimiento [...] (SAN GREGORIO
NACIANCENO Sobre el amor a los pobres, 27).
687 Nada puede hacerte tan imitador de Cristo como la preocupacion por los demas.
Aunque ayunes, aunque duermas en el suelo, aunque—por así decir—te mates, si no
te preocupas del projimo poca cosa hiciste, aun distas mucho de Su imagen (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre la la Epistola a los Corintios).

La caridad se alimenta en la oración

688 Si mirasemos a nuestro alrededor, encontrariamos quiza razones para pensar


que la caridad es una virtud ilusoria. Pero, considerando las cosas con sentido
sobrenatural, descubriras también la raiz de esa esterilidad: la ausencia de un trato
intenso y continuo, de tu a Tu, con Nuestro Señor Jesucristo; y el desconocimiento de
la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 236).

689La diferencia entre la caridad y la devocion es la misma que hay entre el fuego y
la llama... Así que la devocion solo añade al fuego de la caridad la llama que la hace
pronta, activa y diligente (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 1).

690 Pero vosotros os preguntais y os decis: ¿Cuando vamos a poder poseer


semejante caridad? No desesperes tan pronto: quizas ha nacido ya, pero no ha
alcanzado aun su perfección; alimentala, no sea que se ahogue (SAN AGUSTÍN,
Coment. a la I Epistola de Juan, 5, 12).

La caridad drae la misericordia divina

691 Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demas, que
ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos (SAN HILARIO, en
Catena Aurea, volt 1, p. 248).

692 Vea Dios Todopoderoso nuestra caridad con el projimo, para que tenga piedad y
compasion por nuestros pecados. Recordad las palabras que se nos han dicho:
Perdonad y se os perdonara (Lc 6, 37) (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los
Evang.).

Es falsa caridad la “compasion” por el projimo que separa de Dios

693 El que ama con verdad a su projimo, debe obrar con él de modo que también
ame a Dios con todo su corazon (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 22).
694 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal
manera que compadezcan al projimo con caridad, pero no se separen de la via del
Señor por falsa compasion (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

695 Debemos tener para el projimo una separacion discreta, de manera que le
amemos por lo que es, y le rechacemos en cuanto sea un obstaculo en el camino que
nos conduce a Dios (SAN GREGOR;O MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

696 En resumen, debemos amar a nuestros projimos, debemos tener caridad con
todos, tanto parientes como extraños, pero jamas ella nos ha de apartar del amor de
Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

Caridad y salvacion

697 De una persona caritativa, por miserable que ella sea, podemos afirmar que se
pueden concebir grandes esperanzas de que se salvara (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la limosna).

698 Esta es la idea invariable del Señor: que quienes ahora gozan en servir a sus
projimos, sean alimentados despues en la mesa sacratisima del Señor con los
manjares de la vida eterna (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt Vl p. 447).

699 Es de notar que la bienaventuranza se otorga en proporcion a la caridad y no en


proporcion a cualquier otra virtud (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 204).

700 Quien posee la caridad esta muy lejos de todo pecado (SAN PoLICARPO, Carta a
los Filipenses, 3, 1).

701 El amor conduce a la felicidad. Solo a los que lo tienen se les promete la
bienaventuranza eterna. Y sin el todo lo demás resulta insuficiente (SANTO TOMÁS,
Sobre la caridad, 1. c. 204).

Cualquier detalle de caridad, en cualquiera de sus formas, es largamente


recompensado por Dios

702 ¿Como somos nosotros, que cuando Dios nos da queremos recibir, y cuando nos
pide no le queremos dar? Porque cuando un pobre pasa hambre es Cristo quien pasa
necesidad, como dijo el mismo: Tuve hambre y no me disteis de comer. No apartes,
pues, tu mirada de la miseria de los pobres, si quieres esperar confiado el perdon de
los pecados. Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es el quien se digna padecer
hambre y sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba aquí en la tierra lo
devolvera luego en el cielo (SAN CESAREO DE ARLES, Sermón 25).
703 La tierra produce unos frutos de los que ella no ha de gozar, sino que estan
destinados a tu provecho. En cambio, los frutos de beneficencia que tu produces los
recolectas en provecho propio, ya que la recompensa de las buenas obras revierte en
beneficio de los que las hacen (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad, 3, 6).

704 Quien da socorros temporales a los que tienen dones espirituales es cooperador
también de estos dones espirituales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los
Evang.).

Acercar las almas a Dios, la mejor muestra de caridad

705 Quiza no tenga pan con que socorrer al necesitado; pero quien tiene lengua
dispone de un bien mayor que puede distribuir; pues vale mas el reanimar con el
alimento de la palabra al alma que ha de vivir para siempre, que saciar con el pan
terreno el cuerpo que ha de morir. Por lo tanto, hermanos, no negueis al projimo la
limosna de vuestra palabra (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

706 El cristiano ha de mostrarse siempre dispuesto a convivir con todos, a dar a


todos—con su trato—la posibilidad de acercarse a Cristo Jesus (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 124).

707 Ansi me acaece que, cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron
almas, mucha mas devocion me hace y mas ternura y mas envidia que todos los
martirios que padecen (por ser esta la inclinacion que Dios me ha dado),
pareciendome que precia mas un alma que por nuestra industria y oración la
ganasemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podamos hacer
(SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 7).

708 Todos los hombres son lamparas que pueden encenderse y apagarse. Y las
lamparas, cuando son sabias, lucen y dan calor espiritual. Los siervos de Dios son
lamparas buenas por el oleo de su misericordia, no por sus fuerzas. Porque aquella
gracia gratuita de Dios es el aceite de las lamparas (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S.
Juan, 23, 3).

Algunos detalles y muestras de caridad

709 Solo la caridad puede llevar la duda a la mejor parte (SAN AGUSTÍN, Sermón 1).

710 Nunca hables mal de tu hermano, aunque tengas sobrados motivos.—Ve primero
al Sagrario, y luego ve al Sacerdote, tu padre, y desahoga también tu pena con el. Y
con nadie mas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 444).

711 Es ciertamente mas facil enfadarse que tener paciencia, amenazar a un niño
mas que persuadirlo; diria incluso que es mas comodo para nuestra impaciencia y
nuestro orgullocastigar a los que nos resisten que corregirlos, soportandolos con
firmeza y bondad [...]. Las enfermedades del alma exigen ser tratadas con un
cuidado tan grande como las del cuerpo. No hay nada mas peligroso que un remedio
dado a desproposito y contratiempo. Un medico prudente espera a que el enfermo
este en condiciones de soportar el remedio y para ello acecha el momento favorable
(SAN JUAN Bosco, Carta 2395. Epistolario, volt 4 pp. 201-205).

712 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, volt I, p. 254).

713 La caridad no se practica solo con el dinero. Podeis visitar a un enfermo, hacerle
un rato de compañia, prestarle algun servicio, arreglarle la cama, prepararle los
remedios, consolarle en sus penas, leerle algun libro piadoso (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la limosna).

714 Es menester endulzar la ira que nuestro hermano haya concebido contra
nosotros—aun sin motivo—, como si fuese nuestra (CASIANO, Colaciones, 16, 7).

715 No tengas enemigos.—Ten solamente amigos: amigos... de la derecha—si te


hicieron o quisieron hacerte bien— y... de la izquierda—si te han perjudicado o
intentaron perjudicarte—(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 838).

716 El saludo es cierta especie de oración (SANTO TOMÁS' en Catena Aurea, volt 1,
p. 334).

717 Quien ha dicho que no debes airarte contra tu hermano, ha dicho también que
no debes menospreciar su tristeza, viendo indiferente su afliccion (CASIANO,
Colaciones, 16, 6).

718 Cuando oigas hablar mal, suspende el juicio, si puedes hacerlo con justicia; si no,
excusa la intencion del acusado; si ni aun esto pudieres, muestra compasion de el, y
muda la conversacion, teniendo presente y recordando a los demás que los que no
caen en faltas deben esta gracia a Dios solo; procura hacer con suavidad que el
maldiciente entre en si,y di alguna otra cosa buena de la persona ofendida, si la
sabes (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 29).

719 La caridad es la mejor medicina de todas las enfermedades, pero en particular


de esta (de la murmuracion) (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3,
28).

720 Quien lleva vida libre de crimenes y delitos, labra su propio bien; si además pone
a salvo su honor practica una obra de misericordia con el projimo, pues si la buena
vida es personalmente necesaria, el buen nombre lo es para los demás (SAN
AGUSTÍN, Del bien de la viudez,l2).

721 Un seglar cumple con el deber de hospitalidad abriendo su casa a algun que otro
peregrino. El obispo, si no tiene su puerta abierta a todo el que llegue, es un hombre
sin corazon (SAN ISIDORO, Trat. de los of icios eclesiasticos, 5, 1617).

722 [...] aprenderemos también a descubrir tantas virtudes en los que nos rodean—
nos dan lecciones de trabajo, de abnegacion, de alegria...—, y no nos detendremos
demasiado en sus defectos; solo cuando resulte imprescindible, para ayudarles con
la correccion fraterna (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 20).

723 Ama todavia poco a su projimo el que no comparte con el, cuando se encuentra
en necesidad, aun las cosas que tiene como necesarias (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 20 sobre los Evang.).

724 Muchas veces la paciencia fingida provoca mas ira que los insultos verbales, y un
silencio malicioso es peor que las palabras desabridas (CASIANO, Colaciones, 16, 18).
725 No queramos juzgar.—Cada uno ve las cosas desde su punto de vista... y con su
entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de
apasionamiento sus ojos, muchas veces.Además, lo mismo que la de esos pintores
modernistas, es la vision de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza,que
trazan unos rasgos arbitrarios asegurandonos que son nuestro retrato, nuestra
conducta... —¡Que poco valen los juicios de los hombres!—No juzgueis sin tamizar
vuestro juicio en la oración (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 451).

726 Aunque vierais algo malo, no juzgueis al instante a vuestro projimo, sino mas
bien excusadle en vuestro interior. EXcusad la intencion, si no podeis excusar la
accion. Pensad que lo habra hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si
la cosa es tan clara que no podeis disimularla, aun entonces procurad creerlo asi, y
decid para vuestros adentros: la tentacion habra sido muy fuerte (SAN BERNARDO,
Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40).

727 Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de
ser un amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprension, de sacrificio
silencioso, de entrega que no se nota (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
36).

728 Pues no solo es malo injuriar a las claras, sino hacerlo a lo disimulado y
encubierto. Nuestro Juez, en su examen imparcial, escudriñara no tanto las
modalidades exteriores de la injuria, cuanto lo esencial de ella (CASIANO, Colaciones,
16, 18).

729 ¡Que insensatez también creernos a veces muy pacientes porque no


respondemos verbalmente a las provocaciones que se nos hacen! Y, no obstante, por
un silencio lacerante, un movimiento, un gesto sombrio, una sonrisa maliciosa, nos
burlamos de nuestros hermanos tacitamente y les excitamos mucho mas a la ira con
esa mascara impasible de lo que podrian hacerlo furiosas invectivas (CASIANO,
Colaciones 16, 18).

730 Los peores son, sin duda alguna, los que de boca aman y con el corazon
destrozan (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad l.c.,p.220. :

731 Si entre los que te rodear hay alguno que te parece despreciable, obraras sabia
y prudentemente si en vez de publicar y censurar sus defectos te fijas en las buenas
cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno
de respeto y honor (J. PECC}—Leon XIII—, Practica de la humildad, 37).

732 La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el
hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados
corporales (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

733 El fruto de la caridad consiste en la beneficencia sincera y de corazon para con el


projimo, en la liberalidad y la paciencia, y también en el recto uso de las cosas (SAN
MAxiMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

Estar dispuestos siempre al perdon con prontitud y generosidad

734 Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos al perdon (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 19).
735 Señor, ¿ cuantas veces debere perdonar a mi hermano ? (Mt 18, 21).No encerro
el Señor el perdon en un numero determinado, sino que dio a entender que hay que
perdonar con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 6).

736 Sentirse turbado o afligido por las palabras del hermano, proviene bien de que
uno no se encuentra en buena disposicion, o bien de que tiene rencores al hermano
en cuestion (SAN DOROTEO ABAD, Sobre la acusacion de si mismo, 7).

737 Y perdonanos nuestras deudas...El bien que pedimos a Dios con contricion,
concedamoslo al projimo desde el primer instante de nuestra conversion (SAN
GREGORIO MAGNO, Moralia, 10, 11).

738 Tu estas seguro, has pesado bien los pros y los contrae, estas seguro de que es
el quien ha pecado contra ti y no tu contra el. “Si—dices—, estoy seguro”. Que tu
conciencia descanse tranquila en esta certeza. No vayas a buscar a tu hermano que
ha pecado contra ti, para pedirle perdon; te basta con estar presto a perdonar de
corazon. Si estas dispuesto a perdonar, ya has perdonado. Te queda todavia pedir a
Dios por tu hermano (SAN AGUSTÍN, Sermón 211, Sobre la caridad fraterna).

Ahogar el mal en abundancia de bien

739 Hemos de comprender a todos, hemos de convivir con todos, hemos de disculpar
a todos, hemos de perdonar a todos. No diremos que lo injusto es justo, que la ofensa
a Dios no es ofensa a Dios, que lo malo es bueno. Pero, ante el mal, no
contestaremos con otro mal, sino con la doctrina clara y con la accion buena:
ahogando el mal en abundancia de bien (cfr. Rom. 12, 21) (J. EscR~vb DE BALAGUER,
Es Cristo que pasa, 182).

Caridad en los detalles de la vida ordinaria

740 Esta caridad no hay que buscarla unicamente en los acontecimientos


importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria (CONC VAT. II, Const. Gaudium et
spes, 38).

741 Las palabras de la leccion sagrada (parabola del mal rico y del pobre Lazaro)
deben enseñarnos a cumplir los preceptos de la caridad. Todos los dias, si lo
buscamos, hallamos a Lazaro y, aunque no lo busquemos, le tenemos a la vista... No
perdais el tiempo de la misericordia (SAN GREGORÍO MAGNO, Hom. 40 sobre los
Evang.).

Medios para fomentar la caridad

742 [...] y crece la caridad con ser comunicada (SANTA TERESA, Vida, 7, 8).

743 Dios es caridad, y el que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios en


el (I lo 4,16). Y Dios difunde su caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
que se nos ha dado (cfr. Rom 5, 5). Por consiguiente, el primero y mas imprescindible
don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al projimo por
El. Pero, a fin de que la caridad crezca en el alma como una buena semilla y
fructifique, todo fiel debe escuchar de buena gana la palabra de Dios y poner por
obra su voluntad con la ayuda de la gracia. Participar frecuentemente en los
sacramemos, sobre todo en la Eucaristia, y en las funciones sagradas. Aplicarse
asiduamente a la oración, a la abnegacion de si mismo, al solicito servicio de los
hermanos y al ejercicio de todas las virtudes. Pues la caridad, como vinculo de
perfección y plenitud de la ley (cfr. Col 3, 14; Rom 3, 10), rige todos los medios de
santificacion, los informa y los conduce a su fin. De ahi que la caridad para con Dios y
para con el projimo sea el signo distintivo del verdadero discipulo de Cristo (CONC.
VAT. Il, Const. Lumen gentium, 42).

La virginidad, estimulo de la caridad

744 No es fecunda la virginidad tan solo por las obras exteriores a que pueden
dedicarse por completo y con facilidad quienes la abrazan; lo es también por las
formas mas perfectas de caridad hacia el projirno, cuales son las ardientes oraciónes
y los graves sufrimientos voluntarios y generosamente soportados por tal finalidad
(Pío XII, Sacra virginitas, 25-3-1954).

745 La santidad de la Iglesia también se fomenta de una manera especial con los
multiples consejos que el Señor propone en el Evangelio para que los observen sus
discipulos. Entre ellos destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a
algunos por el Padre (cfr. Mt 19, 11; l Cor 7, 7), para que se consagren a solo Dios
con un corazon que en la virginidad o en el celibato se mantiene mas facilmente
indiviso (cfr. I Cor 7, 32-34). Esta perfecta continencia por el reino de los cielos
siempre ha sido tenida en la mas alta estima por la Iglesia, como sehal y estimulo de
la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo
(CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 42).

Caridad con nuestros enemigos, con quienes no nos aprecian o no se comportan


correctamente con nosotros

746 Si se ha de amar también a los enemigos—me refiero a los que nos colocan
entre sus enemigos: yo no me siento enemigo de nadie ni de nada—, habra que amar
con mas razon a los que solamente estan lejos, a los que nos caen menos simpaticos,
a los que, por su lengua, por su cultura o por su educacion, parecen lo opuesto a ti o
a mi (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 230).

'747 ¿Que razon tienes para no amar? ¿Que el otro respondio a tus favores con
injurias? ¿Que quiso derramar tu sangre en agradecimiento de tus beneficios? Pero,
si amas por Cristo, esas son razones que te han de mover a amar mas aun. Porque lo
que destruye las amistades del mundo, eso es lo que afianza la caridad de Cristo.
¡Como? Primero, porque ese ingrato es para ti causa de un premio mayor. Segundo,
porque ese precisamente necesita de mas ayuda y de mas intenso cuidado (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 60, 3).

748 Nuestros enemigos se hacen mal a si mismos y nos prestan a nosotros un


servicio, ya que nos ayudan a conseguir la corona de la gloria eterna, mientras que
provocan sobre ellos la ira de Dios, y por esto debemos compadecerlos y amarlos en
vez de odiarlos y aborrecerlos. Mas aun, debemos orar por ellos y no dejarnos vencer
del mal, sino vencer el mal con el bien (SAN ANTONIO MARIA ZACARIAS, Serm6n a
sus hermanos de religi6n).

749 No dejeis de hacer el bien a todas horas. Era tanto como decirles: no dejeis de
practicar la caridad, incluso con los negligentes y que acaso menosprecian lo que
acabo de escribiros. Así como ha corregido a los enfermos, no sea que enervados por
el ocio se abandonen a la inquietud y a la vana curiosidad, así también advierte
ahora a los que estan sanos. Y les dice que no deben rehusar sus deberes de caridad
a quienes no quieran convertirse a la sana doctrina [...]. No quiere que cesen de
hacerles el bien y sostenerles, ya consolando, ya reprendiendo segun las
circunstancias, haciendoles objeto de la benevolencia y caridad acostumbradas
(CASIANO, Instituciones, 10, 15).

750 Lo se. Hay personas que vienen todos los días, se hincan de rodillas, golpean el
suelo con sus frentes, y hasta a veces inundan su cara de lagrimas, y en esta actitud
tan humilde,en esta emocion tan viva, dicen: “Señor, vengame, mata a mi enemigo”.
¡ Bien! Ruega para que mate a tu enemigo y al mismo tiempo salve a tu hermano;
que muera el odio y que salve el alma. Ruega para que Dios te vengue; perezca el
que te perseguia para dejar lugar a que te sea devuelto tu hermano en la caridad
(SAN AGUSTÍN, Sermón 211, Sobre la caridad fraterna).

751 Hay una cosa decisiva que pone a prueba la caridad: amar a aquel mismo que
nos es contrario (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

Caridad y amor humano

752 Estas seis cosas, entre otras muchas, se encierran en la palabra amor: amar,
aconsejar, socorrer, sufrir, perdonar y edificar (Fr. LUIS DE GRANADA, Sobre las
virtudes teologales, 1. c., p. 401).

753 Con frecuencia, los cristianos no hemos sabido corresponder a ese don; a veces
lo hemos rebajado, como si se limitase a una limosna, sin alma, fria; o lo hemos
reducido a una conducta de beneficencia mas o menos formularla. Expresaba bien
esta aberracion la resignada queja de una enferma: a mi me tratan con caridad, pero
mi madre me cuidaba con cariño. El amor que nace del Corazon de Cristo no puede
dar lugar a esa clase de distinciones (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
229).

754 “La caridad es benigna”, no solo sabe “ver” al “otro”, sino que se abre a el, lo
busca, va a su encuentro. El amor da con generosidad [...]. Y cuan frecuentemente,
sin embargo, nos cerramos en el caparazon de nuestro “yo”, no sabemos, no
queremos, no tratamos de abrirnos al “otro”, de darle algo de nuestro propio “yo”,
sobrepasando los limites de nuestro egocentrismo o quiza del egoismo, y
esforzandonos para convertirnos en hombre, mujer, “para los demas”, a ejemplo de
Cristo (JUAN PABLO II, Hom. 3-11-1980).

Todos tenemos necesidad de ayuda

755 A menudo restringimos la caridad a su vertiente activa: a las obras que


realizamos en servicio del projimo. Pero también es caridad ese modo de contar con
los demás que consiste en aceptar su ayuda, en proporcionarles la ventaja de ser
acreedores a nuestra gratitud. Con frecuencia la razon de nuestra hosquedad ante
los favores ajenos radica en el egoismo de no perder cierta preeminencia: esa
preeminencia de quien jamas esta en deuda. Pero el no deber nada es situacion que
solo se conserva al precio de tampoco recibir nada: y semejante penuria es un precio
demasiado alto para tan menguada satisfaccion. (J. M.PEROSANZ La hora sexta, pp.
173-174).

756 El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como eI carbon encendido que
esta solo: antes se ira enfriando que encendiendo... Y el que cae ciego, solo no se
levantara; y si se levantare solo, encaminara por donde no conviene (SAN JUAN DELA
CRUZ, A visos y sentencias, 7 y 11 ).

757 “Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma”—El hermano ayudado por su
hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada. —Piensa un rato y decidete a
vivir la fraternidad que siempre te recomiendo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
460).

Corazón grande para dar

758 En el alma bien dispuesta hay siempre un vivo, firme y decidido propósito de
perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que mueve siempre a realizar actos de caridad.
Si en el alma ha arraigado este deseo de amar y este ideal de amar
desinteresadamente, tendrá con ello la prueba mas convincente de que sus
comuniónes, confesiones, meditaciones y toda su vida de oración están en orden y
son sinceras y fecundas (B. BAUR, En la intimidad con Dios, p. 247).

759 Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los
necesitados, como dijo el mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo
quiere recibir en la tierra (SAN CESAREO DE ARLES, Sermón 25).

760 Deberias estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido,
al no ser tu quien ha de importunar a la puerta de los demas, sino los demás quienes
acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el
encuentro con los demas, para no verte obligado a soltar ni una pequena dadiva.
Solo sabes decir: “No tengo nada que dar, soy pobre”. En verdad eres pobre y
privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en
Dios, pobre en esperanza eterna (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad).

761 Si todavia no te sientes en disposicion de morir por tu hermano, disponte al


menos a darle algo de lo que tienes. Que la caridad comience ya a conmover tus
entrañas (SAN AGUSTÍN, Sobre la l Epistola de S. Juan, 5, 12).

762 [...] y queriendo no ser exteriormente vencidos, quedamos heridos en lo interior;


al defender exteriormente cosas de poca importancia perdemos en el interior cosas
muy grandes, porque amando lo temporal perdemos el amor verdadero. Todo aquel
que nos arrebata cualquier cosa nuestra, es nuestro enemigo; pero si empezamos a
tenerle odio, dentro esta lo que perdemos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre
los Evang.).

763 Poniendo sobre ellos sus manos, quedaban curados. Para curar no hay tiempo ni
lugar determinados. En todos los lugares y tiempos se ha de aplicar la medicina (SAN
AMBROSIQ, Trat. sobre la virginidad, 8).

764 Le buscaban las turbas. ,,Y por que? Porque, imponiendoles las manos, las
curaba, y daba salud en cualquier tiempo y lugar que se lo pedian, ensehandonos así
a prodigar la medicin,a al enfermo que la pide (SAN AMBROSIO, Trat. sobre la
virginidad, 42).

765 [...] hemos de pedir al Señor que nos conceda un corazon bueno, capaz de
compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que, para
remediar los tormentos que acompa~ian y no pocas veces angustian las almas en
este mundo, el verdadero balsamo es el amor, la caridad: todos los demás consuelos
apenas sirven para distraer un momento, y dejar mas tarde amargura y
desesperacion (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 167).

Evitar las singularidades indebidas al vivir la caridad fraterna

766 No ames a una persona mas que a otra, que erraras, porque aquel es digno de
mas amor, que Dios ama mas, y no sabes tu a cual Dios ama mas (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cautelas, 6,1. c., p. 1272).

767 Nunca anheles ser amado de manera singular. Puesto que el amor depende de la
voluntad, y la voluntad esta inclinada hacia el bien por naturaleza, ser amado, y ser
amado como bueno, es una misma cosa; ahora bien, el afan de ser estimado por
encima de los demás es inconciliable con una sincera humildad (J. PECCI—Leon Xlll—,
Practica de la humildad, 26).

768 Que en esta casa que son pocas todas han de ser amigas, todas se han de amar,
todas se han de querer, todas se han de ayudar; y guardense de estas
particularidades por amor del Señor, por santas que sean, que aun entre hermanos
acaece ponzoha; ningún provecho en ello veo; y si son deudos es muy peor (SANTA
TERESA, Camino de perfección 4, 7).

Procurar hacer bien lo que nos parece que los demás hacen mal

769 Procurad adquirir las virtudes que creeis que faltan en vuestros hermanos, y ya
no vereis sus defectos porque no los tendreis vosotros (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre
el Salmo 30).

770 Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios
pecados para fijarse en los de los demas.No buscan lo que hay que corregir, sino en
que pueden morder. Y, al no poderse excusar a si mismos, estan siempre dispuestos
a acusar a los demás (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).

771 De esta suerte, nos esforzamos inútilmente en excusar nuestra negligencia. Y en


lugar de atribuir la agitacion que nos aqueja a nuestra impaciencia, pretendemos
buscar la causa en la imperfección de nuestros hermanos. Pero es un hecho
incuestionable que, atribuyendo a los demás la responsabilidad de nuestros defectos,
no llegaremos nunca, por ese medio, al final de nuestra carrera, que es la paciencia y
la perfección (CASIANO, Instituciones, 8, 16).

772 Siempre sientan mucho cualquier falta [...], y encomendarla mucho a Dios y
procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que os parece
que hay en la otra (SANTA TERESA, Camino de perfección 7, 7).

Omisiones en la caridad

773 El que tiene, pues, talento, procure no ser perro mudo; quien tiene abundancia
de bienes, no descuide la caridad; el que experiencia de mundo, dirija a su projimo;
el que es elocuente, interceda ante el rico por el pobre; porque a cada uno se le
contara como talento lo que hiciere, aunque haya sido por el mas pequelio (SAN
GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt III p. 236).

774 ¿Tienes dinero? Pues no seas tardo en socorrer con el a los que lo necesitan.
¿Puedes defender los derechos de alguien? Pues no digas entonces que no tienes
dinero... ¿Puedes ayudar con tu trabajo? Hazlo. ¿Eres medico? Cuida de los
enfermos... ¿Puedes ayudar con tu consejo? Mejor todavia, ya que librara a tu
hermano no del hambre, sino del peligro de la muerte... Si ves a un amigo dominado
por la avaricia, compadecete de el, y si se ahoga apaga su fuego. ¿Que no te hace
caso? Haz lo que puedas, no seas perezoso (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre los
Hechos de los Apostoles).

775 No era atormentado (el mal rico) por sus riquezas, sino porque no había sido
compasivo (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt VI, p. 250).

Caridad con las almas del Purgatorio

776 Durante el tiempo que media entre la muerte del hombre y la resurreccion final,
las almas quedan retenidas en lugares reconditos, segun es digna cada una de
reposo o de castigo, conforme a lo que hubiere merecido cuando vivia en la carne. Y
no se puede negar que las almas de los difuntos reciben alivio por la piedad de sus
parientes vivos, cuando por ellas se ofrece el sacrificio del Mediador o cuando se
hacen limosnas en la Iglesia (SAN AGUSTÍN, Enquiridio 109110).

Cualidades del verdadero amor al projimo

El amor al projimo ha de ser:

—Verdadero, como el que nos tenemos a nosotros mismos.

— Ordenado —Efectivo — Constante — Limpio y santo

(SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., pp. 219-221).

778 Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de
los demás, no admirarse de sus debilidades, edificarse de los pequeños actos de
virtud que practican; pero sobre todo comprendo que la caridad no debe estar
encerrada en el fondo del corazón: Nadie, dice Jesús, enciende una lámpara para
ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los
que están en la casa (Mt 5, 15). Creo que esta lámpara representa la caridad, la cual
debe alumbrar, alegrar, no solamente a los que mas quiero, sino a todos los que
estén en la casa, sin exceptuar a nadie (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos
autobiográficos).

779 Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente, no con un amor que
degrada, ni con el amor con que se aman los seres humanos por ser humanos, sino
con el amor con que se aman porque están deificados y son hijos del Altísimo, de
manera que son hermanos de su Hijo único y se aman entre si con el mismo amor
con que Cristo los ha amado (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 65, 1-3).

780 La caridad es aquella buena disposición del animo que nada antepone al
conocimiento de Dios (SAN MAXIMO, Sobre la caridad).

Unión en la caridad

781 ¿Poder de la caridad?—Vuestra mutua flaqueza es también apoyo que os


sostiene derechos en el cumplimiento del deber si vivís vuestra fraternidad bendita:
como mutuamente se sostienen, apoyándose, los naipes (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 462).

782 Porque seria cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir pocas y mal
avenidas (SANTA TERESA, Camino de perfección, 7, 9).

783 Pues que todos los fieles juntos y cada uno en particular constituyen un solo y
mismo templo de Dios, necesario es que este sea perfecto en cada uno como debe
ser perfecto en el conjunto; porque, aunque la belleza no sea igual en todos los
miembros, ni los meritos tampoco iguales en tan gran variedad de partes, el vinculo
de la caridad, sin embargo, produce la comunión en la belleza. Aquellos a quienes
une un santo amor, aunque no participen de los mismos dones de la gracia, gozan,
sin embargo, mutuamente de sus bienes, y lo que ellos aman no les puede ser
extraño, porque crecen en sus propias riquezas quienes se alegran del provecho
ajeno (SAN LEON, Sermón 48, I sobre la Cuaresma).

784 He notado, y es muy natural, que las hermanas mas santas son mas queridas
(SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscrito a la Madre M. a de Gonzaga, X, 13).

785 El es el único, nosotros somos muchos; El es el único y nosotros en El somos uno


solo (SAN AGUSnN, Coment. sobre el Salmo 122).

786 La casa y la ciudad, una vez divididas, se destruyen prontamente; y lo mismo un


reino, que es lo mas fuerte que existe, siendo la union de los subditos la que afirma
los reinos y las casas (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 48).

787 Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vinculo de la puz. De esta manera demuestra que es imposible
mantener la union y la paz si los hermanos no se toleran mutuamente y si no
conservan el vinculo de la union fraterna mediante la virtud de la paciencia (SAN
CIPRIANO, Trat. sobre la paciencia, 13).

788 No hay amistad verdadera sino entre aquellos que Tu aunas entre si por medio
de la caridad (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 4, 4).

789 Aquel pobre apostol que no tenla nada que dar al que le pedia limosna,
distribuyo tan abundantemente la gracia de Dios que dio no solo el vigor a las
piernas del cojo, sino también la salud del alma a aquella ingente multitud de
creyentes, a los cuales habla encontrado sin fuerzas y que ahora podian ya andar
ligeros siguiendo a Cristo (SAN LEON MAGNO, Sermón 95 sobre las
bienaventuranzas).

790 No hay pecado que no pueda borrar la limosna, que es remedio contra toda
llaga. Pero la limosna no se hace solo con dinero, sino también con otras obras, como
cuando alguien protege a otro, o un medico cura, o un sabio aconseja (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl, pp. 96-97).

Dar cada uno lo que pueda dar

791 También puede ocurrir que no tenga pan que dar de limosna al indigente; pero
quien tiene lengua, tiene algo mas que poder dar, pues alimentar con el sustento de
la palabra al alma, que ha de vivir para siempre, es mas que saciar con pan terreno
el estomago del cuerpo, que ha de morir (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 6 sobre los
Evang.).

792 El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico de al pobre, el
pobre de gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad. El sabio
manifieste su sabiduria no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no de
testimonio de si mismo, sino deje que sean los demás quienes lo hagan. El que es
casto en su cuerpo no se glorie de ello, sabiendo que es otro quien le otorga el don
de la continencia (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 36).

793 Es menester amar al prójimo y quererle bien, querer su bien, sobre todo su bien
eterno: por esto no permanecemos indiferentes, ni nos encogemos de hombros ante
alguien que esta en peligro, que no haya tomado el camino justo o que no sea como
debería y como podría ser; también por esto, por ejemplo, nos guardamos bien de
«dejarlo correr» cuando vemos que alguien, en el circulo de nuestros familiares o
conocidos, esta a punto de romper, o quizá ha roto ya el orden y la armonía de la
caridad. En esta, como en tantas ocasiones semejantes, es precisamente la palabra
de Cristo la que nos obliga a no «dejarlo correr». Pues Él, en efecto, nos dice: ... Ve y
corrígelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Y su mandato tiene la
profundidad de las cosas sencillas, la fresca inmediatez de los programas concretos.
(S. CANALS, Ascética meditada, p. 166).

“Llevando unos las cargas de los otros”.

Aceptar a los demás como son y ayudarles a mejorar

794 ¡Que dificil parece a veces la tarea de superar las barreras, que impiden la
convivencia humana! Y, sin embargo, los cristianos estamos llamados a realizar ese
gran milagro de la fraternidad: conseguir, con la gracia de Dios, que los hombres se
traten cristianamente, llevando los unos las cargas de los otros (Gal 6, 2), viviendo el
mandamiento del Amor, que es vinculo de la perfección y resumen de la ley (cfr. Col
3, 14 y Rom 13, 10) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 157).

795 Las ocasiones de contrariedad jamas nos faltaran mientras estemos en contacto
con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no sean parte
estas ocasiones para evitar su compaflia. Si les dejamos, tal proceder es ilusorio,
pues al abandonarles no nos sustraemos a las causas de la tristeza, porque no las
evadimos sino, antes bien, las cambiamos (CASIANO, Instituciones, 9, 7).

796 Los que estan cercanos se sostienen reciprocamente, y gracias a ellos surge el
edificio de la caridad. Pablo nos advierte: Ayudaos mutuamente a llevar vuestras
cargas y cumplid así la ley de Cristo (Gal 6, 2) [...]. Si yo, pues, no hago el esfuerzo
de soportar tu caracter, y si tu no te preocupas de soportarme con el mio, ¿como
podrá levantarse entre nosotros el edificio de la caridad, pues el amor mutuo no nos
une en la paciencia? En un edificio, ya lo hemos dicho, cada piedra sostiene y es
sostenida (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre Ezequiel).

797 El que se encuentra en oración tolera facilmente al herma no molesto, y


permanece en paz. Y también el afecto profundo que se tiene por el hace que se le
toleren por amor y con toda paciencia sus incomodidades (SAN DOROTEO ABAD,
Sobre la acusacion de si mismo, 7)

798 Mas así lo ordenó Dios, para que aprendamos a llevar las cargas unos de otros.
Porque no hay ningúno sin defecto, ningúno sin carga; ningúno es suficiente para si,
ningúno es cumplidamente sabio para si (Imitación de Cristo, 1, 16, 4).

La caridad, primicia del cielo

799 Aquí la caridad es ya un comienzo de la vida eterna, y la vida eterna consistirá


en un acto ininterrumpido de caridad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 114, a.
4).

800 Todos estamos llamados a hacer lo mismo. Jesús ha venido sobre todo para
enseñarnos el amor. El amor constituye el contenido del mandamiento mayor que
nos ha dejado. Si aprendemos a cumplirlo, obtendremos nuestra finalidad: la vida
eterna. Efectivamente, el amor, como enseña el Apóstol, no pasa jamás (I Cor 13, 8).
Mientras otros carismas e incluso las virtudes esenciales en la vida del cristiano
acaban junto con la vida terrena y pasan de este modo, el amor no pasa, no tiene
nunca fin. Constituye precisamente el fundamento esencial y el contenido de la vida
eterna. Y por esto lo mas grande es la caridad (1 Cor 13, 13) (JUAN PABLO II, Hom. 3-
II-80).

801 Aunque estemos separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la


caridad, y ni la misma muerte sera capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi
cuerpo, mi espíritu vivira y no echara en olvido a su pueblo.Vosotros sois mis
conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi
luz, una luz mas agradable que esta luz material. Porque, para mi, ningúna luz es
mejor que la de vuestra caridad. La luz material me es util en la vida presente, pero
vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. antes del exilio).

802 Aunque subido al cielo, con su carne resucitada, sin embargo, como
compartiendo las pruebas de su cuerpo que sufre todavia en la tierra, dice: Saulo,
Saulo, ¿ por que me persigues? Nadie podia escucharlo, y sin embargo el gritaba
desde el cielo que estaba perseguido. Nosotros hemos de concluir con gran confianza
que si por la caridad esta con nosotros en la tierra, por la misma caridad nosotros
estamos con el en el cielo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

Algunas razones para ser mas generoso

803 Observa de que manera pide cosas sencillas de hacer, porque no dijo estaba en
la carcel y no me sacasteis, estaba enfermo y no me curasteis [...], sino, no me
visitasteis y no vinisteis a mi casa. Además, cuando tiene hambre, no pide una mesa
esplendida, sino la comida necesaria [...]. Observa además: 1) la facilidad en dar lo
que se pide (pues era pan); 2) la miseria del que pedia (pues era pobre); 3) la
compasion hacia la misma naturaleza (pues era hombre); 4) el deseo de alcanzar lo
que pedia (pues a cambio prometia el reino); 5) la dignidad del que recibia (pues era
Dios por medio de los pobres); 6) la superabundancia del honor (porque se digno
recibir de mano de los hombres); 7) era justo dar (pues recibia de nosotros lo que es
suyo); pero los hombres muchas veces estan ciegos ante estas cosas por la avaricia
(SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt 111, p. 246).

804 Considerad que los pobres necesitados se dirigen a nosotros y nos suplican una
limosna, cuando han de ser con el tiempo nuestros intercesores (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

805 El, aun siendo Dios y Señor, no se averguenza de llamarse Padre nuestro, y
nosotros ¿nos cerraremos a los que son de nuestra misma condicion? (SAN
GREGORIO NACIANCENO, Disertacion 14).

Lo que hacemos por los demas, por Cristo lo hacemos

806 Pase hambre por ti, y ahora la padezco otra vez. Tuve sed por ti en la Cruz y
ahora me abrasa en los labios de mis pobres, para que, por aquella o por esta sed,
traerte a mi y por tu bien hacerte caritativo. Por los mil beneficios de que te he
colmado, ¡dame algo! [...]. No te digo: arreglame mi vida y sacame de la miseria,
entregame tus bienes, aun cuando yo me vea pobre por tu amor. Solo te imploro pan
y vestido y un poco de alivio para mi hambre. Estoy preso. No te ruego que me libres.
Solo quiero que, por tu propio bien, me hagas una visita. Con eso me bastara y por
eso te regalare el cielo. Yo te libre a ti de una prision mil veces mas dura. Pero me
contento con que me vengas a ver de cuando en cuando. Pudiera, es verdad, darte
tu corona sin nada de esto, pero quiero estarte agradecido y que vengas despues de
recibir tu premio confiadamente. Por eso, yo, que puedo alimentarme por mi mismo,
prefiero dar vueltas a tu alrededor, pidiendo, y extender mi mano a tu puerta. Mi
amor llego a tanto que quiero que tu me alimentes. Por eso prefiero, como amigo, tu
mesa; de eso me glorio y te muestro ante todo el mundo como mi bienhechor (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. 15 sobre la Epistola a los Romanos).
807 ¿Por que, pues, sois perezosos para dar, cuando lo que dais al que yace en tierra
lo dais al que tiene su trono en el Cielo? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
40sobrelosEvang.).

Las virtudes naturales, también consecuencia de la caridad

808 [...] las virtudes naturales [...] no son solamente un medio para la lucha ascetica,
para el ejercicio de las virtudes sobrenaturales, sino que son para el alma en gracia,
al mismo tiempo, una consecuencia de la caridad (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 30).

El amor lo puede todo

809 Pío X, en 1906, precisamente en Roma, había beatificado a las dieciseis


Carmelitas de Compiegne, martires durante la revolucion francesa. Durante el
proceso se escucho la sentencia: “a muerte por fanatismo”. Y una, en su simplicidad,
ha preguntado: “Señor Juez, por favor, ¿que quiere decir fanatismo?”, y el juez:
“vuestra boba pertenencia a la religion”. “Oh, hermanas—ha dicho entonces la monja
—, habeis oido, nos condenan por nuestra adhesion a la fe. jQue felicidad morir por
Jesucristo! “. Han sido obligadas a salir de la prision, las han hecho subir a la carroza
fatal, y durante el camino han cantado himnos religiosos; llegadas al palco de la
guillotina, una tras otra se han arrodillado ante la Priora y han renovado su voto de
obediencia. Despues han entonado el “Veni Creator”; el canto se ha ido haciendo
poco a poco cada vez mas cebil, a medida que las cabezas de las pobres monjas
caian una a una bajo la guillotina. Quedo en ultimo lugar la Priora, Sor Teresa de SAN
AGUSTÍN, cuyas ultimas palabras fueron estas: “El amor sadra siempre victorioso, el
amor lo puede todo”. He aqui la palabra justa, no es la violencia sino el amor el que
lo puede todo (JUAN PABLO I, Angelus, 24-IX-1978).

810 El demonio ha invadido la tierra con el odio: haced que reviva con fuerza el
amor. Muchos son todavia malos, porque hasta ahora no fueron bastante amados
(Pío XII, Aloc. 8-XII-1953).

Caridad y desprendimiento

811 ¿Como podre enemistarse con su hermano quien no reivindica nada como
propio? De este modo corta la raiz primera de los conflictos, que nacen
habitualmente de pequeñeces (CASIANO, Colaciones, 16, 6).

812 El que tiene verdadera y perfecta caridad, no se busca a si en cosa alguna, mas
en toda cosa desea que Dios sea glorificado. No tiene envidia de ningúno, porque no
ama ningún bien propio, ni se quiere gozar en si; mas desea sobre todas las cosas
gozar de Dios. A nadie atribuye ningún bien, mas refierelo del todo a Dios, del cual,
como de fuente, manan todas las cosas, en el cual, finalmente, todos los santos
descansan con perfecto gozo. jOh, quien tuviese una centella de verdadera caridad!
Por cierto que sentirla que todas las cosas estan llenas de vanidad (Imitacion de
Cristo, I, 15, 3).
813 La vocacion del cristiano se realiza sustancialmente, además de en la vida de
gracia, en el testimonio de amor y de solidaridad, que requiere obviamente una
apertura a los demas, acogidos como tales, y apremia a salir de si mismos, de los
propios miedos y defensas, de la tranquilidad del bienestar propio, para comunicar y
al mismo tiempo construir un tejido de relaciones reciprocas, orientadas al bien
espiritual, moral y social de todos (JUAN PABLO II, Hom. 10-XI-1980).

La paz, consecuencia de la caridad

814 La paz es obra de la justicia indirectamente, o sea, en tanto que esta aparta los
obstaculos que se oponen a aquella; pero es directamente obra de la caridad, que
por su misma naturaleza es pacificadora (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 29,
a. 3).

Eficacia de la caridad

815 Nuestro Rey, que es el Altisimo, ha venido a nosotros en la humildad, pero no ha


podido venir con las manos vacias. Ha traido a sus soldados el mayor de los dones.
No se ha contentado con colmarlos de riquezas. Los ha dotado de una fuerza
invencible para el combate. Les ha concedido el don de la caridad (SAN FULGENCIO,
Sermón 3).

816 Esteban tenía por armas la caridad y con ella vencia en todas partes. Por amor
de Dios no se cruzo de brazos ante los enfurecidos judios; por amor del projimo
intercedia por quienes lo lapidaban; por amor arguia a los que estaban en el error,
para que se corrigiesen [...]. Apoyado en la fuerza de la caridad, vencio la violenta
crueldad de Saulo, y merecio tener por compahero en el cielo al que en la tierra tuvo
como perseguidor (SAN FULGENCIO, Sermón 3).

El respeto a los demas, especial muestra de caridad

(ver también nn. 946-950)

817 La caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes economicos;


se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en
su intrinseca dignidad de hombre y de hijo del Creador. Por eso, los atentados a la
persona—a su reputacion, a su honor— denotan, en quien los comete, que no profesa
o que no practica algunas verdades de nuestra fe cristiana, y en cualquier caso la
carencia de un autentico amor de Dios (J. EscR'vA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,
72).

818 El Señor, pues, quiso arrancar hasta los defectos mas pequeños, y por ello nos
manda que nos respetemos mutuamente (SAN JUAN CRISOSOMO, en Catena Aurea,
volt 1, p. 285).

819 Nuestro amor no se confunde con una postura sentimental, tampoco con la
simple camaraderia, ni con el poco claro afan de ayudar a los otros para
demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con el projimo,
venerar—insisto—la imagen de Dios que hay en cada hombre, procurando que
también el la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 230).

Dar con alegria

820 Debes demostrar que das con alegria y gusto; para esto no hace falta que este
esperando una hora el que se dirige a ti, porque cuando el pobre espera, casi se
arrepiente de haber pedido. Un vaso de agua ofrecido con alegria y rapidez agrada
mas que una garrafa de vino dada con poco agrado y a disgusto (SAN BERNARDINO
DE SIENA, Ou il est traite de l'aumone et a qui il convient de la dispenser, “La Vie
Spirituelle”, nov. 1922, pp. 239-241).

Constancia en la ayuda a los demas

821 Imitad en esto a los buenos medicos. Cuando ven que el mal no cede al primer
remedio aplican otro, y tras este, otro; y unas veces cortan y otras vendan (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 29).

822 Aquel que puede hacerme temer en el ultimo día no me permite abandonarte; si
te abandonara en tu error, el me increparía diciendome: No recogeis a las ovejas
descarriadas ni buscais a las perdidas. ¿Acaso piensas que te temere mas a ti que a
el? Pues todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo. Ire, por tanto, tras
la oveja descarriada, buscare a la perdida. Lo hare tanto si lo deseas como si no lo
deseas [...]. Mientras el Seflor, el único a quien temo, me de fuerzas hare cuanto este
en mi mano (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

Santa Maria, Maestra de caridad

823 Maestra de caridad. Recordad aquella escena de la presentacion de Jesus en el


templo. El anciano Simeon aseguro a Maria, su Madre: mira, este niño esta destinado
para ruina y para resurreccion de muchos en Israel y para ser el blanco de la
contradiccion; lo que sera para ti misma una espada que traspasara tu alma [...] (Lc
2, 34-35). La inmensa caridad de Maria por la humanidad hace que se cumpla,
también en Ella, la afirmacion de Cristo: nadie tiene amor mas grande que el que da
su vida por sus amigos (Jn 15, 13) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 287).
CASTIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

1. Pureza de corazón

Amaras al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas. Mt 22, 37.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos veran a Dios. Mt 5, 8.

Dame, hijo mio, tu corazón, y pon tus ojos en mis caminos. Prov 23, 26.

2. El celibato apostó1ico

En verdad os digo, ningúno hay que haya dejado casa o padre, o hermanos o esposa
o hijos, por amor del Reino de Dios, que no reciba mucho mas en este siglo y en el
venidero la vida eterna. Lc 18, 29-30.

3. Valor de esta virtud

Pues habeis de saber que ningún fornicarlo, o impuro, o avaro, que es como adorador
de idolos, tendra parte en la heredad del reino de Cristo y de Dios. Ef 5, 5.

Fuisteis comprados a gran precio. Glorificad, pues, a Dios y llevadle en vuestro


cuerpo. I Cor 6, 20.

No tiene precio la mujer casta. Eclo 26, 20.


El cuerpo no es para la fornicaci6n, sino para el Sehor. I Cor 6, 13.

¿No sabeis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?. I Cor 6, 15.

Huid de la fornicacion. ¿Por ventura no sabeis que vuestros cuerpos son miembros
del Espíritu Santo?. I Cor 6, 18-19.

No querais cegaros: ni los fornicarios... ni los adulteros, ni los impudicos... han de


poseer el reino de Dios.

I Cor 6, 9-10.

Bien manifiestas son las obras de la carne: adulterio, fornicacion, deshonestidad,


lujuria [...], sobre las cuales os prevengo, como ya tengo dicho, que los que tales
cosas hacen no alcanzaran el reino de Dios. Gal 5, 19-21.

En orden a los cobardes [...] y deshonestos [...], su suerte sera en el lago que arde
con fuego y azufre.

Apoc 21, 8.

4. Amar la castidad

Por lo cual, ceñíos los lomos de vuestra mente y, viviendo sobriamente, tened
vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traido la revelacion
de Jesucristo. I Pdr I, 43.

No fornicaras 1...]. No desearas la mujer de tu prójimo. Ex 20, 1417.

La fornicacion y toda especie de impureza [...] ni aun se nombre entre vosotros,


como corresponde a santos. Ef 5, 3.

Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificacion: que os abstengais de la


fornicacion; que sepa cada uno usar de su propio cuerpo santa y honestamente. I Tes
4, 3-4.
Habeis oido que se dijo a vuestros mayores: No fornicaras. Yo os digo mas:
cualquiera que mirare a una mujer con mal deseo hacia ella, ya peco en su corazon.
Mt 5, 27-28.

Bien manifiestas son las obras de la carne; las cuales son: adulterio, fornicacion,
deshonestidad, lujuria [...]. Col 5, 19.

Haced morir en vosotros la fornicacion, la impureza, la lascivia, los malos deseos [...]
Lejos de vuestra boca toda palabra torpe. Col 3, 5-8.

Quien desechare a su mujer y tomare otra, comete adulterio. Y si la mujer se aparta


de su marido y toma otro es adultera. Mc 10, 1112; Mt 19, 9.

SELECCION DE TEXTOS

Pureza de corazon y santidad

824 El fin ultimo de nuestro camino es el reino de Dios; pero nuestro blanco, nuestro
objetivo inmediato es la pureza del corazon. Sin ella es imposible alcanzar ese fin
(CASIA NO, Colaciones, 1, 4).

825 Oisteis que fue dicho a los antiguos: No adulteraras. Pues yo os digo que todo
aquel que pusiese los ojos en una mujer para codiciarla, ya cometio adulterio en su
corazon con ella. La justicia menor prohibe cometer adulterio mediante la union de
los cuerpos; mas la justicia mas perfecta del reino de los cielos prohibe cometerlo en
el corazon. Yquien no comete adulterio en el corazon, mucho mas facilmente cuida
de no cometerlo con el cuerpo (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montafla, 1, 23).

826 No se alcanza de golpe la perfección por solo desprenderse y renunciar a todas


las riquezas y despreciar los honores, si no se añade esta caridad que el Apostol
describe en sus diversos aspectos. En efecto, ella consiste en la pureza de corazon.
Porque el no actuar con frivolidad, ni buscar el propio interes, ni alegrarse con la
injusticia, ni tener en cuenta el mal, y todo lo demas, ¿que otra cosa es sino ofrecer
continuamente a Dios un corazon perfecto y purisimo, y guardarlo intacto de toda
conmocion de las pasiones? (CASIANO, Premiere Conference, 6-7. En Sources
chretiennes, 42, Le Cerf, 1955, p. 84).

827 No es pequeño el corazon del hombre capaz de abarcar tantas cosas. Si no es


pequeño y si puede abarcar tantas cosas, se puede preparar en el un camino al
Señor y trazar una senda derecha por donde camine la Palabra, la Sabiduria de Dios.
Prepara un camino al Señor por medio de una buena conciencia, allana la senda para
que el Verbo de Dios marche por ti sin tropiezos y te conceda el conocimiento de sus
misterios y de su venida (ORÍGENES, Hom. 21 sobre S. Lucas).

Sin la santa pureza no se puede contemplar a Dios

828 ¿Quieres ver a Dios? Escuchalo: bienaventurados los de corazon limpio, porque
ellos veran a Dios. En primer lugar piensa en la pureza de tu corazon; lo que veas en
el que desagrada a Dios, quitalo (SAN AGUSTIiN, Sermón sobre la Ascension del
Señor, 2).

829 ¿Y que cosa mas cercana al hombre que su corazon? Alla, en el interior, es
donde me han descubierto todos los que me han encontrado. Porque lo exterior es lo
propio de la vista. Mis obras son reales y, sin embargo, son fragiles y pasajeras;
mientras que yo, su Creador, habito en lo mas profundo de los corazones puros
(ANONIMO DEL SIGLO XIII, Meditacion sobre la Pasion y Resurreccion de Cristo, 38: PL
184, 766).

830 Ningúna virtud es tan necesaria como esta (la castidad) para ver a Dios (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

831 Con toda razon se promete a los limpios de corazon la bienaventuranza de la


vision divina. Nunca una vida manchada podre contemplar el esplendor de la luz
verdadera, pues aquello mismo que constituira el gozo de las almas limpias sera el
castigo de las que esten manchadas (SAN LEON MAGNO, Sermón 95, sobre las
bienaventuranzas).

832 Dios se deja contemplar por los que tienen el corazon purificado (SAN GREGORIO
DE NISA, Hom. 6, sobre las bienaventuranzas).

833 Los placeres de la carne, como crueles tiranos, despues de envilecer al alma en
la impureza, la inhabilitan para toda obra buena (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las
virgenes, 1, 3).

834 Aunque los ciegos no vean, no por eso deja de brillar la luz del sol [...]. El hombre
debe tener un alma pura como un brillante espejo. Una vez que la herrumbre
empa~Sa el espejo, el hombre no puede contemplar en el el nitido reflejo de su
rostro. Del mismo modo, cuando el pecado se introduce en el hombre, imposibilita a
este para ver a Dios [...] (S.Teófilo de Antioquía, Primer discurso a Autolico, 2, 7).

La pureza, intimamente relacionada con la humildad


835 No es suficiente el ayuno corporal para conquistar y conservar la castidad
perfecta. Contra este espíritu impuro ha de proceder la contricion del corazon, junto
con la oración y la reflexion constante de las Escrituras. Hay que unir, además, el
conocimiento de las cosas del espíritu y el trabajo, que tienen la propiedad de
reprimir la inconstancia y veleidad del corazon. Y, sobre todo, es preciso haber
echado solidos cimientos de humildad (CASIANO, Instituciones, 6, 1).

836 Así como es imposible obtener la pureza si no nos cimenta- mos antes en la
humildad, del mismo modo nadie puede llegar a la fuente de la verdadera ciencia si
el vicio de la impureza permanece arraigado en el fondo del alma (CASIANO,
Instituciones, 6, 18).

837 El que es casto en su cuerpo, no se glorie de ello: sepa que de otro le viene la
perseverancia en este don (SAN CLEMENTE, Epfst. a los Corintios, 38, 2).

838 El sentimiento de altivez que podria producir en nosotros la guarda de una falsa
pureza, si descuidaremos la humildad, seria peor que muchos pecados e ignominias.
Y cualquiera que fuere el posible grado de perfección en este aspecto, esa soberbia
seria causa de que perdiesemos todo el merecimiento de nuestra castidad (CASIANO,
Colaciones, 4, 16).

Necesaria para ser apostol

839 La docilidad de los Magos a esta estrella nos invita a imitar su obediencia y nos
impulsa, en la medida de nuestras posibilidades, a servir a esta gracia que llama a
todos los hombres a Cristo. En efecto, quien lleva una vida recta e inmaculada dentro
de la Iglesia, y gusta de los bienes de arriba mas que de los bienes terrenos (cfr. Col
3, 2), se asemeja, de algun modo, a una luz celeste. Mientras conserva en si mismo
el resplandor de una vida santa, enseña a muchos, lo mismo que una estrella, el
camino que conduce a Dios (SAN LEON MAGNO, Sermón 3 para la Epifania, 1, 2, 3, 5:
PL 54, 244).

840 [...] sin ser (la pureza) la unica ni la primera (virtud), sin embargo actua en la
vida cristiana como la sal que preserva de la corrupcion, y constituye la piedra de
toque para el alma apostolica (J. EscR~vA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 175).

841 Comparo esta virtud a unas alas que nos permiten transmitir los mandatos, la
doctrina de Dios, por todos los ambientes de la tierra, sin temor a quedar enlodados.
Las alas —también las de esas aves majestuosas que se remontan donde no
alcanzan las nubes—pesan, y mucho. Pero si faltasen, no habria vuelo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 177).

Es consecuencia del amor

842 La pureza es exigencia del amor. Es la dimensi6n de su verdad interior en el


corazon del hombre (JUAN PABLO II, Aud. gen. 3-X11-1980).
843 Donde no hay amor de Dios, reina la concupiscencia (SAN AGUSTÍN, Enquiridio, 1
17).

844 (Si el pecado original rompió la armonia de nuestras facultades), la continencia


nos recompone; nos vuelve a llevar a esa unidad que perdimos (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 10, 29).

845 La santa pureza no es ni la unica ni la principal virtud cristiana: es, sin embargo,
indispensable para perseverar en el esfuerzo diario de nuestra santificacion y, si no
se guarda, no cabe la dedicacion al apostolado. La pureza es consecuencia del amor
con el que hemos entregado al Señor el alma y el cuerpo, las potencias y los
sentidos. No es negacion, es afirmacion gozosa (SAN J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es
Cristo que pasa, 5).

El Espíritu Santo ejerce una accion especial en el alma que vive con delicadeza la
santa pureza

846 El Espíritu Santo ejerce una accion especial en todos los hombres que son puros
en sus intenciones y afectos (SAN BASILIO, Coment. sobre Isaias, 3).

847Quitame, Jesus, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que recubre mi


corazon, para que sienta y siga con facilidad los toques del Paraclito en mi alma (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 130).

Gula y lujuria ver también nn. 5051-5055.

848 Entre la gula y la lujuria existe un parentesco y una analogia peculiares


(CASIANO, Colaciones, 5, 10).

849 La gula es la vanguardia de la impureza (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.


126).

850 Mal se podre contener en la lujuria quien no corrija primero el vicio de la gula
(CASIANO, Colaciones, 5, lO).
Especial necesidad de los medios sobrenaturales para vivir esta virtud

851 Cierto que para todo progreso en la virtud y para alcanzar el triunfo sobre un
vicio cualquiera se necesita la gracia de Dios y es suya la victoria. Pero hay en la
adquisicion de la pureza una gracia particular del Cielo, un don especial (CASIANO,
Instituciones, 6, 6).

852 Para conservar la castidad no bastan ni la vigilancia ni el pudor. Es necesario


también recurrir a los medios sobrenaturales: a la oración, a los sacramentos de la
Penitencia y de la Eucaristia y a una ardiente devocion hacia la Santisima Madre de
Dios (Pío XII, Sacra virginitas, 25-3-1954).

853 Que nadie piense que ha adquirido la castidad a base de su trabajo personal.
Nadie puede vencer la inclinacion de la naturaleza; y por eso, cuando la mala
inclinacion ha sido vencida, hemos de reconocer que ha habido una intervencion de
Aquel que esta por encima (SAN JUAN CLIMACO, Escala del paraiso).

Belleza de la castidad

854 Es digna de ser amada la belleza de la castidad, cuyo paladeo es mas dulce que
el de la carne, pues la castidad encierra un fruto muy suave y es la belleza sin
mancha de los Santos. La castidad ilumina la mente y da salud al cuerpo (SAN
ISIDORO, Sobre el bien supremo, II, l, 9).

Necesidad de la mortificacion. Otros medios

855 No paseis con ligereza por encima de esas normas que son tan eficaces para
conservarse dignos de la mirada de Dios: la custodia atenta de los sentidos y del
corazon; la valentia —la valentia de ser cobarde—para huir de las ocasiones; la
frecuencia de los sacramentos, de modo particular la Confesion sacramental; la
sinceridad plena en la direccion espiritual personal; el dolor, la contricion, la
reparacion despues de las faltas. Y todo ungido con una tierna devocion a Nuestra
Señora, para que Ella nos obtenga de Dios el don de una vida santa y limpia (J.
ESCIRVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 185).

856 La castidad no se adquiere de una vez para siempre, sino que es el resultado de
una laboriosa conquista y de una afirmacion cotidiana (PABLO Vl, Enc. Sacerdotalis
coelibatus, 24-VI-1967, n. 73).

857 Si vemos así la pureza como fruto y fuente de amor, la consolidaremos en


nuestra vida, la amaremos y la custodiaremos en toda su maravillosa extension y
grandeza: Dios nuestro Sehor nos pide la pureza de cuerpo, de corazon, de alma y de
intencion. La pureza es una virtud fragil, o mejor, llevamos el gran tesoro de esta
virtud en vasos fragiles—in vasis fictilibus—; por esto le hace falta una custodia
prudente, inteligente y delicada. Pero para la custodia y para la defensa de esta
virtud tenemos armas invencibles: las armas de nuestra humildad, de nuestra
oración y de nuestra vigilancia. (S. CANALS, Ascetica meditada, p. 97).

858 La pureza del alma esta en razon directa de la mortificacion del cuerpo. Ambas
van a la par. No podemos, pues, gozar de la castidad si no nos resolvemos a guardar
una norma constante en la temperancia (CASIANO, Instituciones, 5, 9).

859 (La penitencia) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne propia al
espíritu, hace al corazon contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la
concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera luz de la
castidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 73).

860 A la impureza debemos poner el remedio de la oración. Como los ojos de los
siervos estan pendientes de las manos de sus sehores, así debemos mirar al Sehor
Dios nuestro, hasta que tenga piedad de nosotros. Solo El es purisimo y solo El puede
limpiar a quien ha sido concebido en pecado. Además, contra nuestros pecados
instituyo el remedio de la Confesion, pues este Sacramento todo lo lava (SAN
BERNARDO, Hom. en la festividad de todos los Santos, 1, 13).

861 Si queremos guardar la mas bella de todas las virtudes, que es la castidad,
hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por
consiguiente, solo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona
mortificada (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre lapenitencia).

862 Dificilmente se refrenaran las pasiones ocultas y mas violentas de la carne, si


[...] se es incapaz de mortificar siquiera un instante las delicias del paladar (CASIANO,
Colaciones, 5, 11).

863 No se puede andar haciendo equilibrios en las fronteras del mal: hemos de evitar
con reciedumbre el voluntario in causa, hemos de rechazar hasta el mas pequeho
desamor; y hemos de fomentar las ansias de un apostolado cristiano, continuo y
fecundo, que necesita de la santa pureza como cimiento y también como uno de sus
frutos mas caracteristicos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 186).

El amor a la Virgen y la santa pureza.

864 Debemos profesar una ferviente devocion a la Santisima Virgen, si queremos


conservar esta hermosa virtud; de lo cual no nos ha de caber duda alguna, si
consideramos que ella es la reina, el modelo y la patrona de las virgenes. San
Ambrosio llama a la Santisima Virgen seflora de la castidad; San Epifanio la llama
princesa de la castidad, y San Gregorio, reina de la castidad [...] (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la pureza).

865 Mas para guardar inmaculada y perfecciónar la castidad, existe ciertamente un


medio, cuya maravillosa eficacia se halla confirmada continuamente por la
experiencia de siglos: Nos referimos a una devocion solida y ardiente hacia la Virgen
Madre de Dios. En cierto modo, todos los demás medios se resumen en esta
devocion; porque todo el que vive sincera y profundamente la devocion mariana se
siente ciertamente inclinado a vigilar, a orar, a acercarse al tribunal de la Penitencia
y a la Eucaristia (Pío Xll, Sacra virginitas, 57)

866 La Virgen Santa Maria, Madre del Amor Hermoso, aquietara tu corazon, cuando
te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 504).

La santa pureza y la Sagrada Eucaristia

867 Cuanto mas pura y mas casta sea un alma, tanto mas hambre tiene de este Pan,
del cual saca la fuerza para resistir a toda seduccion impura, para unirse mas
intimamente a su Divino Esposo: Quien come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece
en mi, y yo en el (LEON Xlll, Enc. Mirae caritatis, 28-V-1902).

Es virtud para todos

868 ¿Que quieres que hagamos? ¿Subirnos al monte y hacernos monjes? Y eso que
decis es lo que me hace llorar: que penseis que la modestia y la castidad son propias
solo de los monjes. No. Cristo puso leyes comunes para todos. Y asi, cuando dijo el
que mira a una mujer para desearla (Mt 5, 28), no hablaba con el monje, sino con el
hombre de la calle... Yo no te prohibo casarte, ni me opongo a que te diviertas. Solo
quiero que se haga con templanza, no con impudor, no con culpas y pecados sin
cuento. No pongo por ley que os vayais a los montes y desiertos, sino que seais
buenos, modestos y castos aun viviendo en medio de las ciudades (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 7, 7).

869[...] cada uno en su sitio, con la vocacion que Dios le ha infundido en el alma—
soltero, casado, viudo, sacerdote— ha de esforzarse en vivir delicadamente la
castidad, que es virtud para todos y de todos exige lucha, delicadeza, primor,
reciedumbre, esa finura que solo se entiende cuando nos colocamos junto al Corazon
enamorado de Cristo en la Cruz (J. ESCRIVA DE BAEAGUER, Amigos de Dios, 184).

La castidad, sin la caridad, es “lampara sin aceite”

870 Aunque la castidad sobresalga de modo eminente, sin la caridad no tiene valor ni
merito. La castidad sin la caridad es una lampara sin aceite (SAN BERNARDO, Trat.
sobre costumbresy ministerios de los obispos, 3, 8).

Pecados y vicios que se originan de la lujuria


871 (La lujuria origina) la ceguera de espíritu, la inconsideracion, la precipitacion, la
inconstancia, el egoismo, el odio a Dios, el apagamiento a este mundo, el disgusto
hacia el mundo futuro (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 31, 45).

872 ¿No habeis visto a esos pacientes con paralisis progresiva, que no consiguen
valerse, ni ponerse de pie? A veces, ni siquiera mueven la cabeza. Eso ocurre en lo
sobrenatural a los que no son humildes y se han entregado cobardemente a la
lujuria. No ven, ni oyen, ni entienden nada. Estan paraliticos y como locos (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 181).

873 Especialmente el fuego de la lujuria prende en seguida alli donde halla el veneno
de la ira, que es como su excitante inmediato (CASIANO, Instituciones, 6, 23).

874 Quien no sabe dominar su concupiscencia es como caballo desbocado, que en su


violenta carrera atropella cuanto encuentra, y el mismo, en su desenfreno, se
maltrata y hiere (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las virgenes, III, 5).

875 [...] Se sigue un doble acto desordenado. El primero hace referencia al fin, y es el
egoismo, que busca un placer desordenado y es causa del odio a Dios, impidiendo,
con la misma fuerza de la concupiscencia, el amor de Dios. El segundo hace
referencia a los medios, y es la complacencia en la vida presente, en la que se
encuentra el placer, junto con la desesperacion de la vida futura; pues quien no
reprime los placeres carnales no se preocupa de adquirir los espirituales, sino que
siente fastidio de ellos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 153, a. 5 c).

876 Son individuos infelices, y de nuestra parte—además de las oraciónes por ellos—
brota una fraterna compasion, porque deseamos que se curen de su triste
enfermedad; pero, desde luego, no son jamas ni mas hombres ni mas mujeres que
los que no andan obsesionados por el sexo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 179).

Crear un clima favorable a la castidad

877 Queremos en esta ocasion llamar la atencion de los educadores y de todos


aquellos a quienes incumbe una especial responsabilidad en orden al bien comun de
la convivencia humana, sobre la necesidad de crear un clima favorable a la
educacion de la castidad, es decir, al triunfo de la libertad sobre el libertinaje,
mediante el respeto del orden moral.Todo lo que en los medios modernos de
comunicacion social conduce a la excitacion de los sentidos, el desenfreno de las
costumbres, como cualquier forma de pornografia y de espectaculos licenciosos,
debe suscitar la franca y unanime reaccion de todas las personas, solicitas del
progreso de la civilizacion y de la defensa de los supremos bienes del espíritu
humano. En vano se tratarla de buscar justificacion a estas depravaciones con el
pretexto de exigencias artisticas o cientificas, o aduciendo como argumento la
libertad concedida en este campo por las autoridades publicas (PABLO Vl, Enc.
Humanae vitue, n. 22).
El celibato “por amor al reino de los cielos”

878 La continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos recomendada por
Jesucristo Señor Nuestro, gozosamente abrazada y laudablemente observada por no
pocos cristianos a traves de los tiempos y también en nuestros dias, siempre ha sido
tenida en mucho por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal (CONC. VAT. II,
Decr. Presbyterorum Ordinis, 16).

879[...] lo mismo que en el amor humano, la plenitud de amor que lleva consigo el
celibato exige una renovacion realizada cada día en una renuncia alegre de si mismo
(A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 94).

880 Tu, cultiva la vida afectiva, porque son reprendidos los que carecen de afecto, y
con un sentimiento sano di: ¿ Quien se pone enfermo que yo no desfallezca? (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 55).

881 Por la ley del celibato, el sacerdote, lejos de perder por completo el deber de la
verdadera paternidad, lo realza hasta lo infinito, puesto que engendra hijos no para
esta vida terrenal y perecedera, sino para la celestial y eterna (Pío XII, Menti
nostrae).

882 Si se considera que el Amor encarnado entre los hombres evito cualquier
atadura humana—por justa y noble que fuese—que pudiera en algun momento
dificultar o restar plenitud a su total dedicacion ministerial, se comprende bien la
conveniencia de que el sacerdote haga lo mismo, renunciando libremente—por el
celibato—a algo en si bueno y santo, para unirse mas facilmente a Cristo con todo el
corazon (cfr. Mt 19, 12; I Cor 7, 32-34), y por El y en El dedicarse con mas libertad al
entero servicio de Dios y de los hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 79).

883 La respuesta a la vocacion divina es una respuesta de amor al amor que Cristo
nos ha demostrado de manera sublime (Jn 15, 13; 3, 16); ella se cubre de misterio en
el particular amor por las almas, a las cuales El ha hecho sentir sus llamadas mas
comprometedoras (cfr. Mc 10, 21). La gracia multiplica con fuerza divina las
exigencias del amor, que, cuando es autentico, es total, exclusivo, estable y perenne,
estimulo irresistible para todos los heroismos. Por eso la eleccion del sagrado
celibato ha sido considerada siempre en la Iglesia “como seilal y estimulo de caridad”
(L. G. n. 42); senal de un amor sin reservas, estimulo de una caridad abierta a todos
(PABLO VI, Enc. Sacerdotalis coelibatus, n. 24).

884 Así el sacerdote, muriendo cada día totalmente a si mismo, renunciando al amor
legitimo de una familia propia por amor de Cristo y de su reino, hallara la gloria de
una vida en Cristo plenisima y fecunda, porque, como El y en El, ama y se da a todos
los hijos de Dios (PABLO VI, Enc. Sacerdotalis coelibatus, n. 30).

885 El Sacerdote, renunciando a esta paternidad que es propia de los esposos, busca
otra paternidad y casi otra maternidad, recordando las palabras del Apostol sobre los
hijos, que el engendra en el dolor. Ellos son hijos de su espíritu, hombres
encomendados por el Buen Pastor a su solicitud. Estos hombres son muchos, mas
numerosos de cuantos puede abrazar una simple familia humana. La vocacion
pastoral de los sacerdotes es grande y el Concilio ense~ia que es universal: esta
dirigida a toda la Iglesia y, en consecuencia, es también misionera. Normalmente,
ella esta unida al servicio de una determinada comunidad del Pueblo de Dios, en la
que cada uno espera atencion, cuidado y amor. El corazon del Sacerdote, para estar
disponible a este servicio, a esta solicitud y amor, debe estar libre. El celibato es
signo de una libertad que es para el servicio. En virtud de este signo el sacerdocio
jerarquico, o sea “ministerial”, esta—segun la tradicion de nuestra Iglesia—mas
estrechamente ordenado al sacerdocio comun de los fieles. (JUAN PABLO II, Carta
Novo incipiente, n. 8).

El pudor y la modestia, “hermanos pequenos de la pureza”

886 El pudor advierte el peligro inminente, impide el exponerse a el e impone la fuga


en ocasiones a las que se hallan expuestos los menos prudentes. El pudor no gusta
de palabras torpes y vulgares, y detesta toda conducta inmodesta, aun la mas leve;
obliga con todo cuidado a evitar la familiaridad sospechosa con personas de otro
sexo, porque llena plenamente el alma de un profundo respeto hacia el cuerpo, que
es miembro de Cristo (Plo XII, Enc. Sacra virginitas, 25-lII-1954).

887 El pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza (J. EscR'vA DE


BALAGUER, Camino, n. 128).

888 Leese en la Passio SS. Perpetuee et Felicitatis—considerada justamente como


una de las joyas mas preciadas de la antigua literatura cristiana—que, cuando en el
anfiteatro de Cartago la martir Vibia Perpetua, lanzada al aire por una ferocisima
vaca, cayo sobre la arena, su primer cuidado y su primer ademan fue arreglarse bien
su tunica, que se le había abierto al costado, para recubrirla “pudoris potius memor
quam doloris”, mas solicita del pudor que del dolor (Pío XII, Aloc. 6-X-1940).

889 Este huerto no lo asaltan los ladrones, porque lo defiende el muro infranqueable
del pudor. Y como en la heredad cercada de recia valla rinden copiosos frutos la vida
y el olivo, y difunde la rosa sus perfumes, así en este mistico jardin abundan los
frutos de la religion (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las virgenes, I, 45).

890 La moda y la modestia deberian andar y caminar siempre juntas, como dos
hermanas, pues que ambos vocablos tienen la misma etimologia, del latin modas,
que es tanto como recta medida, mas aca o mas alla de la cual no puede ya
encontrarse lo justo (Pío XII, Aloc. 6-X-1940).

891 Todos los años sube al templo de Jerusalen a celebrar la Pascua, pero
acompañada de Jose, su casto esposo, que es enseñar a las virgenes a escudar su
virginidad con el pudor, amparo a que debe acogerse quien quiera conservarla sin
quebranto en esta vida (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vfrgenes, 2, 14).

892 Cristo esta presente en todas partes. Y si nos preguntais como lo llevareis, os
contestamos que principalmente con vuestra modestia cristiana. Sin gazmonerias ni
encogimientos, con buen animo y decision, imponed por doquier el buen tono de
vuestro recato y vuestro pudor, como exteriorizacion natural de vuestra piedad (Pío
XII, Aloc. I-VII-1951).

CIELO

Citas de la Sagrada Escritura

Habiendo quedado libres del pecado y hechos siervos de Dios, cogeis por fruto
vuestro la santificaci6n y por fin la vida eterna. Rom 6, 22.

Dios ha de pagar a cada uno segun sus obras, dando la vida eterna a los que, por
medio de la perseverancia en las buenas obras, aspiran a la gloria. Rom 2, 7.

Justificados por la gracia de Nuestro Sehor Jesucristo, vendremos a ser herederos de


la vida eterna, conforme a la esperanza. Doctrina es esta certisima; y deseo que
arraigues bien en ella a los que creen en Dios a fin de que procuren aventajarse en
practicar buenas obras. Tit 3, 7-8.

Ni ojo vio, ni oreja oyó, ni pasó a hombre por pensamiento las cosas que Dios tiene
preparadas para aquellos que le aman. I Cor 2, 9.

La vida eterna consiste en conocerte a Ti, solo Dios verdadero. Jn 1 7, 3.

Ya no podran (los justos) morir otra vez, siendo iguales a los ángeles e hijos de Dios.
Lc 20, 36.

Os hago saber que sus ángeles en los cielos estan siempre viendo la cara de mi
Padre celestial. Mt 18, 10.
Al presente no vemos (a Dios) sino como en un espejo, y bajo imagenes oscuras:
pero entonces le veremos cara a cara. I Cor 13, 12.

En la casa de mi Padre hay muchas mansiones. Jn 14, 2.

Cada uno recibira su propio salario a medida de su trabajo. I Cor 3, 8.

Una es la claridad del sol, otra la claridad de la luna y otra la claridad de las estrellas,
y aun hay diferencia en la claridad entre estrella y estrella: Así sucedera también en
la resurreccion de los muertos. I Cor 15, 41-42.

Quien escasamente siembre, cogera escasamente; y quien siembre a manos llenas, a


manos llenas cogera. 2 Cor 9, 6.

Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en
comparacion con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. Rom 8, 18.

Yo en justicia contemplare tu faz, y me saciare, al despertar, con tu imagen. Sal 16,


15.

No padeceran hambre ni sed, ni les afligira el viento solano ni el sol, porque los
guiara el que de ellos se ha compadecido, y los llevara a manantiales de agua. Is 49,
10.

Entonces los justos brillaran como el sol en el reino de su Padre. Mt 13, 43.

Carisimos, ahora somos hijos de Dios, aunque aun no se ha manifestado lo que


hemos de ser. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque
le veremos tal cual es. I Jn 3, 2.

Alegraos y regocijaos, porque grande sera en los cielos vuestra recompensa, pues así
persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros. Mt 5, 12.
SELECCION DE TEXTOS

Con Cristo en el Cielo

893 Puede decirse que nadie sube al cielo sino Cristo solo, porque los santos no
suben mas que en cuanto miembros de El, que es la cabeza de la Iglesia (SANTO
TOMÁS' Sobre el Credo, 6,1. c., p. 80).

894 Cuando conozcas a Dios tal cual es, tendras un cuerpo inmortal e incorruptible
como el alma, y poseeras el Reino de los cielos. Puesto que, durante la vida terrestre,
has reconocido al Rey celestial, seras el familiar de Dios y el coheredero de Cristo, y
no mas esclavo de las pasiones, de las codicias y de las enfermedades (SAN
HIPOLITO, Refutacion de todas las herejias, libro 10, 33-34: PG 163, 3452-3453).

Aqui en la tierra, la caridad es ya un comienzo de cielo

895 Es de notar que la bienaventuranza se otorga en proporcion a la caridad y no en


proporcion a cualquier otra virtud (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 204).

896 El amor humano, el amor de aquí abajo en la tierra cuando es verdadero, nos
ayuda a saborear el amor divino. Así entrevemos el amor con que gozaremos de Dios
y el que mediara entre nosotros, alla en el cielo, cuando el Señor sea todo en todas
las cosas (I Cor 15, 28). Ese comenzar a entender lo que es el amor divino nos
empujara a manifestarnos habitualmente mas compasivos, mas generosos, mas
entregados (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 166).

897Aqui la caridad es ya un comienzo de la vida eterna, y la vida eterna consistira en


un acto ininterrumpido de caridad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 114, a. 4).

898 Reinar en el cielo es estar intimamente unido a Dios y a todos los santos con una
sola voluntad, y ejercer todos juntos un solo y único poder. Ama a Dios mas que a ti
mismo y ya empiezas a poseer lo que tendras perfectamente en el cielo. Ponte de
acuerdo con Dios y con los hombres—con tal de que estos no te aparten de Dios—y
empiezas ya a reinar con Dios y con todos los santos. Pues en la medida en que estes
ahora de acuerdo con la voluntad de Dios y de los hombres, Dios y todos los Santos
se conformaran con la tuya. Por tanto, si quieres ser rey en el cielo, ama a Dios y a
los hombres como debes, y mereceras ser lo que deseas (SAN ANSELMO, Carta 112 a
Hugo el recluso, texto latino en Opera omnia volt 3, Nelson, Edimburgo 1946, pp. 245
Solo Dios saciara el corazon humano para siempre y sin termino

899 Aquellos tesoros de sabiduria y ciencia, aquellas riquezas divinas, son llamados
así porque ellos hos bastaran. Y aquella gran bondad es llamada así porque nos
saciara. Muestranos, pues, al Padre, y eso nos bastara.

Ya en uno de los salmos, uno de nosotros, en nosotros y por nosotros, le dice al


Sefior: Me saciare cuando aparezca tu gloria [...]. Cuando se vuelva a nosotros, nos
mostrara su rostro; y seremos salvados y quedaremos saciados, y eso nos bastara
(SAN AGUSTÍN, Sermón 194).

900 La vida perdurable consiste primariamente en nuestra union con Dios, ya que el
mismo Dios en persona es el premio y el termino de todas nuestras fatigas (SANTO
TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., 1 10).

901 La pena del infierno es insufrible, es verdad; pero si alguno fuera capaz de
imaginar diez mil infiernos, nada seria el sufrimiento en comparacion de la pena que
produce el haber perdido el cielo y ser rechazado por Cristo (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Catena Aurea, volt I, p. 447).

902 Vamos a pensar lo que sera el Cielo. Ni ojo vio, ni oido oyo, ni paso a hombre por
pensamiento cuales cosas tiene Dios preparadas para los que le aman. ¿Os imaginais
que sera llegar alli, y encontrarnos con Dios, y ver aquella hermosura, aquel amor
que se vuelca en nuestros corazones, que sacia sin saciar? Yo me pregunto muchas
veces al dia: ,,que sera cuando toda la belleza, toda la bondad, toda la maravilla
infinita de Dios se vuelque en este pobre vaso de barro que soy yo, que somos todos
nosotros? Y entonces me explico bien aquello del Apbstol: ni ojo vio, ni oido oyo...
Vale la pena, hijos mios, vale la pena (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, en Hoja informativa
n. I, de su proceso de beatificacion, p. 5).

903 Consiste asimismo en la perfecta satisfaccion de nuestros deseos, ya que alli los
bienaventurados tendran mas de lo que deseaban o esperaban. La razon de ello es
porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ningúna cosa creada puede
saciar nunca el ceseo ae~ nomore. bUIU Dios puede saciarlo con creces, hasta el
infinito (SANTO TOMÁS Sobre el Credo, 1. c., III).

La contemplacion de Dios

904 Los hombres, pues, veran a Dios y viviran, ya que esta vision los hara
inmortales, al hacer que lleguen hasta la posesion de Dios. Esto, como dije antes, lo
anunciaban ya los profetas de un modo velado, a saber, que veran a Dios los que son
portadores de su Espíritu y esperan continuamente su venida. Como dice Moises en
el Deuteronomio, aquel día veremos que puede Dios hablar a un hombre y seguir
este con vida (SAN IRENEO, Trat. sobre las herejías, 4, 20).

905 Cuando ya contemples a Dios tal cual es, tendras un cuerpo inmortal e
incorruptible, como el alma, y poseeras el reino de los cielos, tu que, viviendo en la
tierra, conociste al Rey celestial; participaras de la felicidad de Dios, seras
coheredero de Cristo y ya no esteras sujeto a las pasiones ni a las enfermedades,
porque habras sido hecho semejante a Dios (SAN HIPOLITO, Trat. refut. de las
herejias, 10).

906 Sus ovejas encontraran pastos, porque todo aquel que le sigue con un corazon
sencillo es alimentado con un pasto siempre verde. ¿Y cual es el pasto de estas
ovejas, sino el gozo intimo de un paraiso siempre lozano? El pasto de los elegidos es
la presencia del rostro de Dios, que, al ser contemplado ya sin obstaculo algun~^,
sacia para siempre el espíritu con el alimento de vida (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
14 sobre los Evang.).

907Los que se quieren, procuran verse. Los enamorados solo tienen ojos para su
amor. ¿No es logico que sea asi? El corazon humano siente esos imperativos.
Mentiria si negase que me mueve tanto el afan de contemplar la faz de Jesucristo.
Vultum taum, Domine, requiram, buscare, Señor, tu rostro. Me ilusiona cerrar los
ojos, y pensar que llegara el momento, cuando Dios quiera, en que podre verle, no
como en un espejo, y bajo imagenes oscuras... sino cara a cara. Si, hijos, mi corazon
esta sediento de Dios, del Dios vivo. ¿ Cuando vendre y vere la faz de Dios? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hoja informativa n. I de su proceso de beatificacion, p. 1).

La esperanza del cielo

908 Para nosotros el Alleluia es el cántico del viandante; nos dirigimos por un camino
penoso hacia el descanso de la patria, donde no tendremos otra ocupacion que
repetir incesantemente el Alleluia (SAN AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el “alleluia”).

909 Nosotros, que conocemos los gozos eternos de la patria celestial, debemos
darnos prisa para acercarnos a ella por el camino mas corto (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. I sobre los Evang.).

910 Ya no habra enemigo y no perecera ningún amigo. Alli Dios sera alabado. Aqui
también Dios es alabado. Pero aqui lo es por hombres sumergidos en
preocupaciones, alli por hombres que viven en paz; aqui por mortales, alli por seres
definitivamente vivos; aqui en esperanza, alli en realidad; aqui de camino, alli en la
patria (SAN AGUSTÍN, Sermón 256).

911 Quien tiene su ojo malo [...], tiene su cuerpo en tinieblas. No resiste a la carne
cuando desea las cosas malas, porque no tiene esperanza en el cielo, que es la que
nos concede el valor para resistir a las malas pasiones (SAN JUAN CRISOSTOMO en
Catena Aurea, volt 1, p. 388).

912 Prometio la salvacion eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compaiiia de los
argeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la contemplacion de
su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la resurreccion, la
ausencia total del miedo a la muerte (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 109).

913 Debemos pensar y meditar, que hemos renunciado al mundo y que mientras
vivimos en el somos como extranjeros y peregrinos. Deseamos con ardor aquel día
en que se nos asignara nuestro propio domicilio, en que se nos restituira al paraiso y
al reino [...]. El que esta lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella.
Para nosotros, nuestra patria es el paraiso; alli nos espera un gran numero de seres
queridos, alli nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos,
seguros ya de su suerte, pero solicitos aun de la nuestra (SAN CIPRIANO, Trat. sobre
la muerte, 18).

914 Y con ir siempre con esta determinacion de antes morir que dejar de llegar al fin
del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en este camino en esta vida, daros
ha de beber con toda abundancia en la otra y sin temor que os ha de faltar (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 20, 2).

La felicidad de los bienaventurados

915 El mana era saboreado por todos los que lo comian, pero con diferente sabor
segun los diversos deseos de los que lo tomaban, y jamas fue saboreado por
completo, pues tenía mas sabores que gustos había en Israel. Nosotros veremos y
saborearemos en el cielo a toda la Divinidad, pero ningúno de los bienaventurados, ni
todos juntos, la veran y saborearan por completo. La esencia divina cuenta con tal
excelencia que sobrepasa nuestra capacidad de gozo. Pero nosotros sentiremos gran
placer al saber que, despues de haber saciado todos los deseos de nuestro corazon y
despues de haber satisfecho toda nuestra capacidad con el goce del bien infinito,
quedaran aun en la infinita esencia perfecciónes infinitas para ver, gozar y poseer,
perfecciónes que solo la divina Majestad entiende y ve perfectamente, pues solo ella
se comprende a si misma (SAN FRANCISCO DE SALES, Trat. del amor de Dios, 3, 15).

916 En cuanto estemos intimamente unidos a esta pura y perfectisima Bondad, ya no


tendremos necesidad de atender a estas necesidades del cuerpo, seremos felices y
no estaremos faltos de nada, poseyendo mucho y no teniendo que buscar nada (SAN
AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el “alleluia>~).

917La vida eterna consiste: En primer lugar en la union con Dios. Dios mismo es el
premio y fin de todos nuestros trabajos: Yo soy tu protector, y tu galardon grande
sobremanera (Gen 15, I).

A la vez, esta union consiste en vision perfecta: Ahora vemos en un espejo,


confusamente; entonces veremos cara a cara (I Cor 13, 12). Y también en una
excelsa alabanza.

En segundo lugar, la vida eterna consiste en una perfecta sociedad de los deseos,
porque en ella todos los bienaventurados tendran mas de lo que anhelan y esperan
[...].

En tercer lugar, la vida eterna consiste en una seguridad total [...].


En cuarto lugar en la feliz compatlia de todos los bienaventurados, compania que
sera la mas agradable, porque seran de cada uno los bienes de todos (SANTO
TOMÁS, Sobre el Credo, I.c., p. 110).

918 jAh!, si amais tanto una gota de agua, ¿que sera de la misma fuente? (SAN
AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el “alleluia”).

919 Alli esta la sociedad de los ciudadanos de la patria celestial; alli es donde todo es
fiesta; alli esta el descanso verdadero y seguro; alli es donde reinan la paz y
tranquilidad perpetuas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

920 No creamos que quienes desprecian al mundo hacen gran sacrificio, porque toda
la tierra vale muy poco en comparacion del cielo; por lo tanto, aun cuando fuesemos
duenos de todo el mundo y renunciaremos a el, nada hariamos que fuese digno en
comparacion del reino de los cielos (SAN ATANASIO, en Catena Aurea, volt VI, p.
311).

921 La alabanza desborda de un corazon demasiado lleno. Y si alabamos lo que


creemos, lcomo alabaremos cuando veamos? (SAN AGUST;N, Sermón 255, sobre el
“alleluia”).

922 ¿Que discurso podre representar lo que luego ha de seguirse: el placer, la dicha,
el jubilo de la presencia y el trato con Cristo? No hay lengua que pueda explicar la
bienaventuranza que goza ni la ganancia de que es duena el alma que ha tornado a
su propia nobleza y que puede en adelante contemplar a su Señor. Y no solo se goza
de los bienes que tiene en sus manos, sino de saber con certidumbre que esos
bienes no han de tener fin jamas (SAN JUAN CRISOSTOMO, Exhortac. a Teodoro, 1).

923 No padeceras alli limites ni estrecheces al poseer todo; tendras todo, y tu


hermano también tendra todo; porque vosotros dos, tu y el, os convertireis en uno, y
este único todo también tendra a Aquel que os posea a ambos (SAN AGUSTÍN,
Coment. sobre el Salmo 36).

924 De tres cosas descansaremos entonces: de los trabajos dela vida presente, del
agobio de las tentaciones y de la esclavitud del diablo (SANTO TOMÁS, Sobre los
mandamientos, 1. c., p. 240).

925 El gran bien que me parece a mi hay en el reino del cielo, con otros muchos, es
ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en si mismos, un
alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una santificacion grande en si
mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Sehor, y bendicen su
nombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra
cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amariamos
aca, aunque no en esta perfección, ni en un ser; mas muy de otra manera le
amariamos de lo que le amamos, si le conociesemos (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 30, 1-5).
926 Pues toda la riqueza de esta vida, comparada con la felicidad eterna, no es ni un
auxilio, es una carga. La vida temporal, comparada con la eterna, debe llamarse
muerte y no vida (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

927 Y por encima de todo ello, el trato y goce sempiterno de Cristo, de los argeles...,
todos perpetuamente en un sentir comun, sin temor a Satanas ni a las asechanzas
del demonio ni a las amenazas del infierno o de la muerte (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Epistola I a Teodoro, 11).

928 Eso haremos en el cielo: gozarnos con la grandeza de Dios. Nuestra felicidad
radicara en un pasmo dichoso, en el que no se distinguen el amor, la accion de
gracias, la glorificacion: jGracias, Sei~or, porque eres grande—agimus tibi gratias
propter magnam gloriam tuam—: Santo, Santo Santo!

El bienaventurado agradece: ama, glorifica, se goza en la bondad y belleza divinas.


Por eso el agradecimiento, la alegria de quien se sabe beneficiado, deudor, es prenda
de salvacion. (J.M. PEROSANZ ELORZ, La hora sexta, pp. 269-270).

929 Este Bien, que satisface siempre, producira en nosotros un gozo siempre nuevo.
Cuanto mas insaciablemente seais saciados de la Verdad, tanto mas direis a esta
insaciable Verdad: amen; ;es verdad! Tranquilizaos y mirad; sera una continua fiesta
(SAN AGUSTÍN, Sermón 362).

La felicidad en esta vida no puede ser plena

930 El gozo en esta vida no puede ser pleno. Lo sera cuando —en la patria—
poseamos de modo acabado el bien perfecto: entra en el gozo de tu Señor (Mt 25,
21) (SANTO TOMÁS, Trat. Evang. S. Juan, 15).

Cumplir la voluntad de Dios, condicion para entrar en el cielo

931 Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: “-tui facit
voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum”—el que
hace la voluntad de mi Padre... dese entrara! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
754).

La compañia de los santos en el cielo

932 Tanto para ellos como para nosotros significa una gran alegria poder llegar a su
presencia y abrazarlos; la felicidad plena y sin termino la hallaremos en el reino
celestial, donde no existira ya el temor a la muerte, sino la vida sin fin. Alli esta el
coro celestial de los apostoles, la multitud de los profetas, la innumerable
muchedumbre de los martires, coronados por el glorioso certamen de su pasion; alli
las virgenes triunfantes, que con el vigor de su continencia dominaron la
concupiscencia de su carne y de su cuerpo; alli los que han obtenido el premio de su
misericordia, los que practicaron el bien, socorriendo a los necesitados con sus
bienes, los que, obedeciendo el consejo del Seflor, trasladaron su patrimonio terreno
a los tesoros celestiales. Deseemos avidamente, hermanos muy amados, la
compahia de todos ellos (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la muerte, 18, 24).

933 [...]ciertamente, los bienaventurados gozaran de la gloria, no solo de aquella que


ultimamente hemos mostrado ser la felicidad esencial, o la mas unida a su
naturaleza, sino también de aquella que consiste en el conocimiento claro y evidente
que cada uno ha de tener de la grande y excelente dignidad de los demas. Pues, a la
verdad, ¿cuan grande no se ha de estimar la honra que les dara el Señor al llamarlos,
ya no mas siervos, sino amigos, hermanos o hijos de Dios?[...]

Por otra parte, si en todos los hombres ha impuesto la naturaleza el deseo comun del
honor, que dan los varones insignes en sabiduria, por creer que estos seran los
testigos mas valiosos de su virtud, ',cuanto creemos que se acrecentara la gloria de
los bienaventurados al honrarse con muy grandes alabanzas unos a otros?
(Catecismo Romano, 1, cap. 13, n. 11).

934 Lo mismo que la salud destierra muchos deseos que atormentan a los enfermos,
así la inmortalidad los desecha todos porque ella misma es alli nuestra salud.
Recordad al Apostol y ved que hace falta, dice el, que lo corruptible —este cuerpo—
se revista de incorruptibilidad y que lo mortal se revista de inmortalidad. Entonces
seremos iguales a los argeles. Pero los argeles, `,son infelices por no comer? (SAN
AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el “alleluia”).

935 Para los buenos sera motivo especial de gloria el hecho de tener sus cuerpos
gloriosos, adornados de cuatro dotes. La primera es la claridad: Brillaran los justos
como el sol en el reino de su Padre (Mt 13, 43). La segunda es la impasibilidad: [...]
Secara Dios toda lagrima de sus ojos y no hatera mas muerte, ni hatera mas llanto ni
lamentos ni dolores, porque lo de antes paso (Apoc 21, 4). La tercera es la agilidad:
Brillaran los justos, y avanzaran como chispa en cañaveral (Sab 3, 7). La cuarta es la
sutileza: Es sembrado un cuerpo animal, resucitara un cuerpo espiritual (ICor 15, 44);
no quiere decir que sea por completo espíritu, sino que estera totalmente sometido a
este (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 108).

La gracia de la Confirmacion y el aumento del estado de gloria

936 Quienes tienen nitros a su cargo, han de ocuparse diligentemente de que sean
confirmados, porque es grande la gracia que proporciona este sacramento. Si
mueren, tendra mayor gloria el confirmado que el que no lo ha sido, porque aquel
recibio mas gracia (SANTO TOMÁS' Sobre el Credo, 1. c., p. 101).

Hemos nacido para el cielo


937 La meta que se nos ha señalado no consiste en algo de poca monta, sino que
nos esforzamos por la posesion de la vida eterna. Por esto, en la profesioh de fe, se
nos enseha que, despues de aquel articulo: La resurreccion de los muertos, de la que
ya hemos disertado, creamos en la vida del mundo futuro, por la cual luchamos los
cristianos (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis, 18).

938 Hemos nacido para las cosas presentes y renacido para las futuras (SAN LEON
MAGNO, Sermón 7 en /a Natividad del Señor).

939 No son pequehos los objetivos que nos hemos propuesto, nuestra pretension
consiste nada menos que en la consecucion de la vida eterna (SAN CIRILO DE
JERUSALEN, Catequesis, 18).

940 ¡Que necedad tan grande es amontonar donde se ha de dejar, y no enviar alli
donde se ha de ir! Coloca tus riquezas donde tienes tu patria (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 386).

941 Endeble criatura, ¿por que te extravias buscando los bienes de tu alma y de tu
cuerpo? Ama el único bien en el que estan contenidos todos los bienes: eso te
bastara... Cuerpo mio, ¿,que es lo que tu amas? Alma mia, ¿que es lo que tu deseas?
unicamente allá,en lo alto,se encuentra todo cuanto podeis amar y desear (SAN
ANSELMO, Proslogion, 25-26).

La intercesion de los bienaventurados remedia nuestra debilidad

942 La union de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo
de ningúna manera se interrumpe, antes bien, segun la constante fe de la Iglesia, se
robustece con la comunicacion de bienes espirituales. Por lo mismo que los
bienaventurados estan mas intimamente unidos a Cristo, consolidan mas
eficazmente a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a
Dios a-tui en la tierra y contribuyen de multiples maneras a su mas dilatada
edificacion (cfr. I Cor 12, 12-27). Porque ellos habiendo llegado a la patria y estando
en presencia del Señor (cfr. 2 Cor 5, 8), no cesan de interceder por El, con El y en El a
favor nuestro ante el Padre, ofreciendole los meritos que en la tierra consiguieron por
el Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesus (cfr. I Tim 2, 5), como fruto
de haber servido al Seilor en todas las cosas y de haber completado en su carne lo
que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (cfr.
Col 1, 24). Su fraterna solicitud contribuye, pues, mucho a remediar nuestra debilidad
(CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 49).

Cielo.- "¿Cómo podré subir a los cielos? El camino es el Señor: es verdad que es
angosto, pero viene de los cielos; es verdad que es estrecho, pero es camino que
lleva a los cielos. (S. Clemente, sent. 1, adic. Tric. T. 1, p. 349.)"

"Que las viñas o las olivas engañen la esperanza del labrador, que la yerba y los
trigos mueran de sequedad en el campo, todo esto, ¿qué puede afligir a los cristianos
y siervos de Dios que esperan toda especie de bienes y delicias en el reino celestial?
Estos se regocijan y saltan de alegría en el Señor, su Dios: y cuando ponen los ojos
en el premio que está por venir, no hay adversidad que no sufran con valor. (S.
Cripiano, lib. contra Demetr., sent. 26, Tric. T. 1, p. 302 y 303.)"

"Cada día nos vemos oprimidos de tantos males, así de alma como de cuerpo, y
expuestos a tantos peligros, y con todo eso hallamos placer en estar largo tiempo en
esta vida entre tantas espadas desnudas, con las que el demonio nos amenaza todos
los instantes, cuando debiéramos desear salir con una muerte pronta, para llegar a
Jesucristo. (S. Cipriano, Tratado de la inmortalidad, sent. 29, Tric. T. 1, p. 303.)"

" ¿No es una cosa bien fuera de razón y de justicia orar y pedir que se haga la
voluntad de Dios, y al mismo tiempo no obedecerle sin repugnancia, cuando quiere
sacarnos de este mundo? Nosotros resistimos, nos hacemos fuertes, y como siervos
obstinados, vamos, a pesar nuestro, y llenos de pena a la presencia de nuestro
Señor: no dejamos voluntariamente la vida sino por necesidad, y a más no poder, y
con todo eso queremos que aquel Señor a quien vamos a ver contra nuestro gusto
nos premie con sus bienes celestiales. ¿Para qué es pedir a Dios que llegue a
nosotros el reino de los cielos, si tanto nos agrada la cautividad en que vivimos sobre
la tierra? Para qué es pedir con súplicas tan instantes y frecuentes que acelere el
tiempo al establecimiento de su reino en nosotros, si parece que queremos más
servir aquí al demonio, que reinar con Jesucristo en el cielo? (S. Cipriano, ¡bid., sent.
30, Tric. ídem, p. 304.)"

"Debemos considerar que ya hemos renunciado al mundo, y que vivimos en él como


pasajeros y extraños. Abracemos, pues, aquel

dichoso día que ha de introducir a cada uno de nosotros en su tranquila habitación:


aquel día que, librándonos de¡ mundo y rompiendo los lazos de la carne, nos
restituirá al paraíso y nos dará entrada al reino celestial. ¿Qué extranjero hay que no
se dé prisa por volver a su patria? ¿Qué pasajero en el mar no suspira por un viento
favorable para volver a ver cuanto antes los amigos y parientes? El paraíso es
nuestra patria, los Patriarcas nuestros padres; ¿cómo, pues, no corremos por volver a
visitar nuestra patria, y abrazar a nuestros padres? Grande es el número de amigos,
hijos y hermanos nuestros, que nos esperan allá, seguros de su salud eterna, pero
con gran cuidado de la nuestra. ¡Qué gozo será para ellos y para nosotros el vernos
juntos y abrazarnos! ¡Qué placer será gozar de un reino celestial sin temor de la
muerte y con seguridad de vivir para siempre, y poseer una felicidad eterna y
soberana! (S. Cipriano, ibid., sent. 7 1, Tric. ibid. ídem.)"

"¿Quién habrá que no tome de buena gana, y aun con ansia, el cáliz de la salud?
¿Quién será el que no abrace con gusto y alegría la ocasión que se le presente de
hacer alguna cosa por su Señor? ¿Quién no recibirá con valor y constancia una
muerte preciosa en la presencia de Dios? Una muerte con que agrademos a los ojos
de aquel que volviendo su vista hacia nosotros desde lo alto de los cielos ve el
peligro a que nos exponemos por su nombre, acepta nuestra resolución, nos auxilia
en el combate, y después de la victoria, nos da la corona merecida, recompensando
en nosotros por la bondad y afecto paternal con que nos ama, lo mismo que él nos ha
dado, y honrando en nosotros lo que ha hecho en nuestras almas, supuesto que el
mismo Señor declara, que hemos recibido de su mano la fortaleza para vencer y
merecer el premio en el combate para postrar al enemigo: esto es lo que nos enseña
en estas palabras del Evangelio: Cuando os entregaren, no busquéis en vuestro
pensamiento lo que habéis de decir, ni cómo habéis de hablar, porque entonces se os
dará lo que habéis de decir. (S. Cipriano, sent. 37, Tric. T. 1, p. 307.)"

"Los que ponen su descanso en esta vida, no deben esperarle en la eternidad,


porque el reino del cielo no es para los que aquí viven ociosos: sólo los que pasan
una vida llena de tribulaciones tienen lugar a pretenderle. Y a la verdad, es un
premio que no se recibirá de valde, y todos los que le han merecido le han
conseguido con grandes trabajos. Poco nos importa cuáles hayan sido nuestros
males y fatigas en este mundo; pues en entrando en el descanso inefable en donde
Dios nos llenará de toda suerte de bienes, se olvidarán todos los

dolores sufridos durante esta vida, que toda es miseria y vanidad. (S. Anastasio, de
Sanctiss. Deipara, sent. 7, Tri(,. T. 2, p. 173.)"

"¿Quién es el hombre de juicio que no quiere ser del pequeño número de los que van
al cielo por la senda estrecha del evangelio, más bien que juntarse con la multitud de
los otros, que corriendo por el camino ancho van a caer en el eterno precipicio? (San
Atanasio, sent. 8, Trie. T. 2, p. 173.)"

"No debemos buscar las cosas que no nos han de acompañar después de esta vida:
aficionémonos únicamente a los bienes que nos han de seguir inseparablemente, y
adornar para siempre nuestros cuerpos y nuestras almas. (S. Basilio, Homl. 33, sent.
21, Tric. T. 3, p. 354.)"

"Cada una de nuestras acciones, o nos acerca al infierno, si lleva el peso de la culpa,
o nos habilita, si es virtuosa, para subir a Dios. (S. Basilio, in Psalni. 29, sent. 2, adic.
Tric. T. 3, p. 380.)"

"No se ha de buscar en este mundo el gozo de los placeres, sino contentarse con el
que nos da la esperanza de gozar de Dios en el cielo. (S. Gregorio Nacian., orat. 8,
sent. 17, Tric. T. 3, p. 354.)"

"Yo pienso que el Patriarca Jacob supo por la visión de aquella escala misteriosa, que
llegaba desde la tierra al cielo, que no hay otro camino para llegar a Dios como el de
tener siempre la mira puesta en las cosas celestiales, y elevar continuamente sus
deseos hacia el Señor, de suerte, que ningúno se ha de contentar con vivir en el
grado de virtud a que ha llegado, sino que debe considerar como pérdida y
detrimento, no subir a otro estado más sublime y perfecto. (S. Gregorio de Nisa, Orat.
5, sent. 16, Tric. T. 4, p. 115.)"

"Yo viviré, dice David, como si todavía no viviera, porque en este cuerpo mortal
llevamos una sombra de vida que es imagen, y no la verdad de la vida del cielo. (S.
Ambrosio, in Psaim. 118, sent. 56, Trie. T. 4, p. 324.)"

"El qtie se conocía heredero de Abraham, dice: Yo soy extranjero en la tierra, y


peregrino como todos mis Padres, porque el que es aquí peregrino, es ciudadano en
el cielo; pero el que piensa poner en esta tierra todos los bienes de su alma, y se
alegra de adquirir la herencia de este mundo, será excluido del reino de Dios. (S.
Ambrosio, de Abr., lib. 2, c. 9, sent. 12, adic. Tric. T. 4, p. 396.)"

"Reflexioné en mis caminos, y volví mis pasos. Cuando llegas a donde se cruzan
muchos caminos, reflexiona sobre cuál es el que debes tomar, y nunca te resuelvas
sin haber decidido interionnente

qué camino de aquellos lleva a la ciudad. Cuanto más debes consultar contigo mismo
tú que caminas al reino celestial, pues no todos guían a la Jerusalén del cielo. Hay
caminos, Psalm. 118, que tienen mala salida: el diablo los ha procurado trillar, y así
pasan en la muerte. De estos se verifica: Hay caminos que al hombre le parecen
rectos, pero sus fines dan vista a lo profundo del infierno. El camino es aquel más
estrecho que lleva a Dios. Si quieres ir por el camino que lleva a Dios, no mires los
que ves alrededor, no sea que te dejes llevar fácilmente de algún afecto, y convidado
de la anchura de¡ camino entres en el que para en el infierno. (S. Ambrosio, in sent.
34, adie. Tric. T. 4, p. 403 y 404.)"

"Entrad por la puerta estrecha, porque el camino ancho lleva a la perdición. El


camino ancho es la sensualidad del siglo que los hombres buscan; el camino
estrecho está lleno de ayunos y de trabajos. Muchos van por el camino ancho, y
pocos hallan el camino estrecho: no hay que buscar el camino ancho, porque el
mismo se nos presenta, y es el de los que se extravían y se pierden; pero el camino
estrecho no todos lo hallan, y los que le encuentran no van desde luego por él:
porque hay muchos que después de haber descubierto el camino de la verdad, y
haberse adelantado en él, se hallan detenidos en los placeres de este mundo, y
vuelven atrás. (S. Jerónimo, lib. 1, in Matth., c. 7, sent. 94, Trie. T. 5, p. 255.)"

"No creamos que es suficiente un fervor pasajero de la fe, porque es preciso que
cada uno lleve continuamente su cruz, para dar a entender de este modo, que es
incesante nuestro amor a Jesucristo. (S. Jerónimo, in c. 10, Matth., sent. 96, Tric. T. 5,
p. 256.)"

"No nos hemos de separar de los Profetas; debemos investigar, y preguntar por los
caminos antiguos, trillados con las pisadas de muchos santos, cual es la senda buena
del Evangelio, y caminar por ella. (S. Jerónimo, adv. Vigil., c. 6, sent. 8, adic. Tric. T.
5, p. 354.)"

"Ahora vamos por un camino muy estrecho y estamos como titubeando sobre una
cuerda en el aire, de suerte, que si no aseguramos nuestros pasos con el contrapeso
de la continua circunspección, nos hará caer nuestro enemigo fácilmente hacia un
lado o hacia otro. (S. Paulino, Ep. 40, ad Sanct. et Amand., sent. 14, Tric. T. 5, p. 3 3
l.)"

"Cuanto hacemos y cuanto decimos corresponde precisamente al camino ancho o al


camino estrecho. (S. Paulino, Ep. ad Celantiam, in Append., sent. 22, Tric. T. 5, p.
332.)"

"En este mundo sois huéspedes y pasajeros: el cielo es vuestro

país; allá debéis trasladar todo cuanto tenéis, y antes de llegar a la divina Patria,
recibiréis en este mundo una especie de recompensa. Porque el qué en esta vida se
alimenta con la esperanza de los bienes celestiales, y vive lleno de confianza de
conseguirlos, ya gusta de antemano la felicidad del reino eterno. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 2, ad popul. Antioch., sent. 4, Tric. T. 6, p. 301.)"

"El Reino de los cielos se consigue con la violencia. Los que son cobardes y perezosos
no pueden conseguirle, pues solo se logra trabajando con mucho cuidado y
diligencia. Por ser muy estrecho el camino del cielo, se necesita mucha constancia y
valor para llegar a él. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 54, sent. 82, Tric. T. 6, p. 315.)"

"Todo lo hacemos por atenciones humanas, y solamente trabajamos por lo presente.


(S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 62, in Joann., sent. 86, Tric. T. 6, p. 316.)"

"Llamó Jesucristo, estrecho y difícil a su camino, y también le llamó yugo suave y


carga ligera; porque aunque sea pesada por su naturaleza, se hace muy ligera con el
afecto, con la alegría y con el fervor de los que la llevan. Así vemos que los que han
abrazado el camino estrecho, van más alegres y contentos que los que caminan por
el más ancho; no porque muchas veces no se vean afligidos, sino porque como están
ya superiores a las aflicciones, no sienten tanto sus golpes como las gentes del
mundo que los tienen por insoportables. (S. Juan CRISÓSTOMO, lib. de Virgin., c. 4,
sent. 176, Tric. T. 6, p. 334.)"

"¿No podrá suceder, me diréis, que se goce en este mundo y en el otro una entera
paz y un perfecto reposo? No, eso es imposible, y en vano buscáis semejante estado
entre los hombres. (S. Juan CRISÓSTOMO, Conc. 3, de Lazar., sent. 193, Trie. T. 6, p.
338.)"

"Supuesto que el Evangelio dice: Que el camino que lleva a la vida es áspero y
estrecho, ¿cómo en otra parte dice: Mi yugo es suave y fácil? Las primeras palabras
pertenecen a la naturaleza de las aflicciones, y las últimas denotan la alegría y
sumisión de la voluntad para sufrirlas, porque lo que por su naturaleza parece duro e
insufrible, se hace suave y fácil con la disposición de la voluntad del que padece. De
este modo, los Apóstoles, cuando los Judíos los azotaron, volvieron llenos de gozo por
considerarse dignos de haber padecido esta ignominia por el hombre de Jesucristo.
(S. Juan CRISÓSTOMO, ¡bid., sent. 193, Trie. T. 6, p. 338.)"

"¿Cuántos os parece que habrá en esta, ciudad de los que se han de salvar? Puede
ser que no os agrade lo que os tengo de decir en este

punto: mas no dejaré de explicar mi pensamiento. No creo que entre tantos millones
de cristianos haya de ciento uno que se haya de salvar, y aún dudo de la salud de
este corto número. Porque, ¡cuánta malicia, cuántos excesos hay en los jóvenes!
¡Cuánta flojedad, pereza y falta de devoción hay en los ancianos! Y de este modo en
todos los estados y condiciones. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 24, c. 11, sent. 270,
Tric. T. 6, p.355.)"

"El camino es estrecho y difícil para el que camina por él con pena y pesadumbre;
pero es ancho y fácil para el que camina con amor. (S. AGUSTÍN, Psalm. 30, Sent. 13,
tric. T. 7, p. 455.)"

"Me alegro yo con la esperanza de la eterna felicidad, mas suspiro y gimo porque no
me veo todavía en la posesión. (S. AGUSTÍN, Psalm. 30, sent. 24, Tric. T. 7, p. 456.)"

"Si esperáis la felicidad de] cielo, debéis estar alegres; mas como es preciso
esperarla con paciencia, debéis gemir y suspirar mientras os dura la vida. (S.
AGUSTÍN, ibid., sent. 25, Tric. ibid. ibid.)"

"Elevémonos con nuestros deseos a las cosas del cielo, en donde diremos: aquí
estoy, ya no deseo más: aquí amo a todos y no temo a ningúno. ¡Oh deseo bueno!
¡Oh deseo santo! (S. AGUSTÍN, Psalm. 38, sent. 45, Tric. T. 7, p. 458.)"

"El camino ancho es mortal, y su misma latitud y facilidad agrada por algún tiempo;
pero su fin será estrecho y penoso para toda la eternidad. (S. AGUSTÍN, Psalm. 39,
sent. 51, Tric. ibid. ídem.)"

"En el cielo todo es grande, todo verdad, todo es santo, todo es eterno. Allí será
nuestro alimento la justicia; nuestra bebida, la sabiduría; nuestro vestido, la
inmortalidad; aquella celestial casa será nuestra habitación, y en ella hallaremos
verdaderamente la paz, el descanso, el gozo y la justicia. (S. AGUSTÍN, Psaim. 49,
sent. 67, Tric. T. 7, p. 460.)"

"¿Cuál será en el cielo nuestro empleo, sino amar y alabar a Dios? ¿,Alabarle
amándole, y amarle alabándole? (S. AGUSTÍN, Psalm. 146, sent. 171, 'Frie. T. 7, p.
470.)"

"El que aquí no suspira como el caminante que está distante de su patria, jamás
tendrá el contento de habitar en ella como ciudadano. (S. AGUSTÍN, Psalm. 148, sent.
176, Tric. T. 7, p. 470.)"

"Con razón dijo el Salvador del mundo, que El era el camino; porque ningúno va a
Jesucristo sino por el mismo Jesucristo; es decir, que es indispensable caminar por las
sendas de la humildad y la paciencia. Este camino es áspero y escabroso, porque en
él nos fatigará el trabajo; a cada paso se ven tristes nublados, y la agitación de los

temores continuos. (S. León, Papa, Serm. 65, sent. 52, Tric. T. 8, p. 395.)"

"No abatan los terrenos deseos a unas almas llamadas al cielo; no ocupen las cosas
perecederas a los que están escogidos para gozar de las eternas; no retarden los
engañosos atractivos a los que han entrado en el camino de la verdad: pasen los
fieles por lo temporal, de modo que se conozca que son peregrinos en el valle de
este mundo, en el que, si algunas comodidades lisonjean, no se han de abrazar con
culpa, sino despreciar con fortaleza. A esta devoción nos exhorta el bienaventurado
San Pedro, y a proporción de aquel amor que concibió con la confesión de su amor a
jesucristo, nos suplica y dice: Carísimos, os ruego como a peregrinos y extranjeros,
que os abstengáis de los deseos camales que pelean contra el alma. (S. León, Papa,
Serm. 73, e. 5, sent. 63, Tric. T. 8, p. 398.)"

"Pronto nos resolvió esta cuestión la misma verdad, porque el camino de Dios es
angosto para los que empiezan, y ancho para los perfectos. Lo que proponemos
espiritualmente al alma contra sus costumbres es duro, y no obstante, es ligera la
carga de Dios en empezando a llevarla: en tanto grado, que hasta la persecución por
su amor es agradable, y toda aflicción por el Señor es dulzura del entendimiento, así
como se alegraban los Apóstoles cuando por El sufrían los azotes. La puerta estrecha,
pues, es ancha para los amantes, los mismos caminos ásperos se hacen suaves y
llanos para los que corren señaladamente: cuando sabe el alma que recibe gozos
eternos por los dolores temporales, empieza a gustar de lo mismo que la aflige. (S.
Gregorio el Grande, Homl. 17, sent. 25, adie. Tric. T. 9, p. 387 y 388.)"

"Los que atesoran en el cielo, no tienen que temer a los ladrones. (S. Bemardo, de
Convers. ad Cler., n. 41, sent. 17, Tric. T. 10, p. 323.)"

"¿Acaso es el camino útil, pero intransitable? Más fácilmente llegarás despreciando


todo, que consiguiéndolo. (S. Bernardo, Tract. de Cont. Mun., n. 33, sent. 166, Tric. T.
10, p. 332.)"

COMPRENSIÓN
Citas de la Sagrada Escritura

Evitad las contestaciones y las discusiones inútiles, instruid, soportad, reprended con
dulzura. 2 Tim 2, 24-25.

San Pablo pide a los corintios que le toleren su defensa: 2 Cor 11, 1-16.

Debemos tolerarnos mutuamente para conservar la caridad espiritual con el vinculo


de la paz. Ef 4, 1-3.

Como sois santos y amados deDios, debeis toleraros mutuamente y perdonaros los
unos a los otros, para mantener la caridad, que es el vinculo de la perfección. Col 3,
1214.

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os odian, haced bien a quien os
maldice. Mt 5, 4348.

Ejemplo del trato del Sehor con todos: nitros, enfermos, pecadores... Siempre amable
y comprensivo: Mt 19, 13-15; Mc 9, 34-41.

Comprender para ayndar. La comprension, una muestra de humildad

SELECCION DE TEXTOS

943 Dios todopoderoso permitio que aquel a quien tenía preparado para cabeza
visible de toda la Iglesia tuviera miedo de las palabras de una criada y lo negase.
Sabemos que sucedio esto por especial providencia de su alta piedad, para que el
que habla de ser el Pastor de la Iglesia aprendiese en su culpa a ser misericordioso
con los demas. Esto es, primeramente le hizo conocerse a si mismo, y despues le
puso al frente de los demas, para que aprendiera por su flaqueza con cuanta
misericordia habla de mirar las flaquezas ajenas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 21
sobre los Evang.).

944 Conviene también que uno proceda en las cosas que le afectan como juez
inexorable; y en las que afectan a sus subordinados, debe ser bueno y comprensivo
(SAN JUAN CRISOSTOMO, en Cater~a Aurea, volt III, p. 100).
945 Le habían sido entregadas las llaves del reino de los cielos. Le había sido
confiada una innumerable multitud de pueblos, metida en el pecado. San Pedro
estaba muy fuerte, como lo indica la oreja cortada del criado del principe de los
sacerdotes. Este hombre, tan endurecido y tan severo, si hubiese obtenido el don de
no pecar, ¿cómo hubiera podido perdonar a los pueblos? Pero la Providencia divina
permitio que cayese el primero, para que fuese condescendiente con los demas,
recordando su propia caida (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt Vl, p. 474).

Comprension con las personas, no con el error

946 Convivir con los paganos no es tener las mismas costumbres. Convivimos con
todos, nos alegramos con ellos por la comunidad de naturaleza, no de supersticiones.
Tenemos la misma alma, pero no el mismo comportamiento, somos coposesores del
mundo, no del error (TERTULIANO, Sobre la idolatría, 1).

947 Si la regla de conducta del maestro debe ser siempre perseguir el vicio para
corregirle, es muy conveniente que conozcamos que debemos ser firmes con los
vicios, pero compasivos con el hombre (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los
Evang.).

948 Un discipulo de Cristo jamas tratara mal a persona alguna; al error le llama error,
pero al que esta equivocado le debe corregir con afecto: si no, no le podre ayudar, no
le podre santificar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 9).

949 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal
manera que compadezcan al projimo con caridad, pero no se separen de la via del
Señor por falsa compasion (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

950 El espíritu de dulzura es el verdadero espíritu de Dios; el de sufrimiento es el del


Crucificado. Compartidlos; puede hacerse comprender la verdad y amonestarse,
siempre que se haga con dulzura. Hay que sentir indignacion contra el mal y estar
resuelto a nunca transigir con el; sin embargo,hay que convivir dulcemente con el
projimo (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. l l0, l.c., p. 744).

Excusar las faltas del projimo

951 El Salvador crucificado, no pudiendo absolutamente excusar el pecado de los


que le habían puesto en la cruz, trata sin embargo de aminorar la malicia, alegando
su ignorancia. Cuando no podamos nosotros excusar el pecado, juzguemosle a lo
menos digno de compasion, atribuyendolo a la causa mas tolerante que pueda
aplicarsele, como lo es la ignorancia o la flaqueza (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd.
a la vida devota, III, 28).

952 Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que vieremos en los
otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar
que, aunque luego no se haga con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que
es tener a todos por mejores que nosotros, y comienzase a ganar por a-tui el favor de
Dios (SANTA TERESA, Vida, 13, 6).

953 Aunque vierais algo malo, no juzgueis al instante a vuestro projimo, sino mas
bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intencion, si no podeis excusar la
accion. Pensad que lo habra hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si
la cosa es tan clara que no podeis disimularla, aun entonces procurad creerlo asi, y
decid para vuestros adentros: la tentacion habra sido muy fuerte (SAN BERNARDO,
Sermón 40 sobre el Cantar de los Cantares).

954 Para no ser juzgado es necesario no juzgar a los demás y juzgarse a si mismo...
Pero, joh, Dios!, todo lo hacemos al reves; continuamente estamos juzgando al
projimo, que es lo que se nos prohibe, y jamas queremos juzgarnos a nosotros
mismos, como se nos manda (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,
28).

La comprension es, en muchas ocasiones, la mejor muestra de caridad

955 La caridad lleva siempre a la comprension (SAN JUAN CRISOSTOMO,Homil. sobre


S Mateo,73)

956 Mas que en “dar”, la caridad esta en “comprender”. —Por eso busca una excusa
para tu projimo—las hay siempre—, si tienes el deber de juzgar (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 463).

957 Lo que mejor define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos
de verdad cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos (SAN GREGORIO
MAGNO, Moralia, 10).

958 Date cuenta, pues, de como atempera su reprension el Señor a Pedro despues
de las negaciones con gran indulgencia, lo cual es muy propio del que ama (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre la 2. a carta a los Corintios, 13).

Saber comprender: una muestra de sabiduria

959 Piensa que cualquier otro que hubiera tenido la gracia que tu tuviste lo hubiera
hecho mucho mejor y no habria cometido tantas imperfecciónes (J. PECCI —Leon Xlll
—, Practica de la humildad, 45).

960 Es mucho mas digno de compasion el que hace el mal que quien lo sufre (SAN
LEON MAGNO, Sermón 95 sobre las bienaventuranzas).

961 Si eres tan miserable,¿como te extraña que los demás tengan miserias? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 446).

La amistad se basa en buena parte en la comprension de los defectos y de las


opiniones contrarias del amigo

962(Puede haber entendimiento entre personas que tienen distinto criterio sobre
algo), pero jamas podra existir verdadera armonia donde impera la discrepancia de
voluntades (CASIANO, Colaciones, 16).

963Nadie puede ser conocido sino en funcion de la amistad que se le tiene (SAN
AGUSTÍN, Sermón 83).

Comprensivos y pacientes

964 [...] es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demas,
persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 78).

COMUNIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Figuras en el Antiguo Testamento:


—Pan y vino de Melquisedec: Cen 14, 18.

—Cordero pascual: Ex 12,1 -44.

- Mana en el desierto: Ex 16, 13-21, Sab 16, 20; Jn 6, 31, 49, 58.

—Pan que restaura las fuerzas de Elias: I Re 19, 1-18.

Prometida por Jesucristo: Jn 6, 22-60.

Institucion de este Sacramento: Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 15-23; 1 Cor 2,
23-25.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivira para siempre, y
el pan que yo le dare es mi carne, vida del mundo. Jn 6, 51.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitare en el


ultimo dia. Jn 6, 54.

El que come mi carne y bebe mi sangre esta en mi y yo en el. Jn 6, 56.

[...] el que come este pan vivira para siempre. Jn 6, 58.

(Unidad y fraternidad) ...pues todos participamos de este único pan. l Cor 16-17.

“Para hacer una buena comunión...”

Cuidadosa preparacion para recibir al Sehor: I Cor 11, 27-29.

Era recibida con frecuencia por los primeros cristianos: Hech 2, 46; 20, 7.

(Jesucristo) el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jn 1, 29.


(Mas citas en: EUCARISTIA).

SELECCION DE TEXTOS

965 Para hacer una buena comunión es preciso tener una viva fe en lo que concierne
a este gran misterio; siendo este sacramento un “misterio de fe”, hemos de creer
con firmeza que Jesucristo esta realmente presente en la Sagrada Eucaristia, y que
esta alli vivo y glorioso como en el cielo. Antiguamente, el sacerdote, antes de dar la
Sagrada Comunión, sosteniendo en sus dedos la santa Hostia, decia en alta voz:
“<,Creeis que el Cuerpo adorable y la Sangre preciosa de Jesucristo estan
verdaderamente en este sacramento?” Y entonces respondian a coro los fieles: “Si, lo
creemos” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

966 Amad la Misa, hijos mios, amad la Misa. Y comulgad con hambre, aunque esteis
helados, aunque la emotividad no responda: comulgad con fe, con esperanza, con
encendida caridad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 91).

967...Hemos de concebir un gran deseo de unirnos a Jesucristo. Ved la gran diligencia


de los Magos en buscar a Jesus en el pesebre; mirad a la Santisima Virgen; mirad a
Santa Magdalena buscando con afan al Salvador resucitado (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la Comunión).

Preparacion del alma y del cuerpo

968 Es necesario que todo nuestro porte exterior dé, a los que nos ven, la sensacion
de que nos preparamos para algo grande (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
Comunión).

969 Para acoger en la tierra a personas constituidas en dignidad hay luces, musica,
trajes de gala. Para albergar a Cristo en nuestra alma,¿como debemos prepararnos?
¿Hemos pensado alguna vez en como nos conduciriamos, si solo se pudiera comulgar
una vez en la vida? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 91).

970 Digo también que debemos presentarnos con vestidos decentes; no pretendo
que sean trajes ni adornos ricos, mas tampoco deben ser descuidados y estropeados:
a menos que no tengais otro vestido, habeis de presentaros limpios y aseados.
Algunos no tienen con que cambiarse; otros no se cambian por negligencia. Los
primeros en nada faltan, ya que no es suya la culpa; pero los otros obran mal, ya que
ello es una falta de respeto a Jesus, que con tanto placer entra en su corazon. Habeis
de venir bien peinados, con el rostro y las manos limpias (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la Comunidn).

971 Y mi Padre le amara, y vendremos a el, y haremos mansion en el. Considerad


bien que inefable dicha es dar hospedaje en nuestro corazon a Dios. Si cualquier
persona distinguida o que ocupe algun puesto elevado, o algun amigo nco y
poderoso nos anunciara que iba a venir a visitarnos en nuestra casa, ¡ con que
solicitud limpiariamos y ocultariamos todo aquello que pudiera ofender la vista de
esta persona o de este amigo! Lave primero las manchas y suciedades que tiene el
que ha ejecutado malas obras, si quiere preparar a Dios una morada en su alma (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

972 Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderacion y
la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adornala con buenas
obras como con excelentes laminas de metal, y decorala con la fe y la grandeza de
animo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como
el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansion acabada
para el Señior y poderlo recibir como en una casa regia y esplendida (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. 6 sobre la oración).

973Habreis de convenir conmigo en que, si para comulgar son tan necesarias las
disposiciones del cuerpo, mucho mas lo habran de ser las del alma, a fin de hacernos
merecedores de las gracias que Jesucristo nos trae al venir a nosotros en la Sagrada
Comunión. Si en la Sagrada Mesa queremos recibir a Jesus en buenas disposiciones,
es preciso que nuestra conciencia no nos remuerda en lo mas minimo, en lo que a
pecados graves se refiere (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

974Para no acercarnos sin preparacion a la celebracion del rito festivo y para ser
dignos de acercarnos al divino Cordero y gustar los manjares celestiales,
purifiquemos nuestras manos, limpiemos nuestro cuerpo y tengamos la conciencia
libre de todo engaño (SAN ATANASIO, Carta 5).

975 Cuando comes la carne y bebes la sangre del Señor, entonces el Señor entra en
tu casa; y tu, lleno de humildad, di: Señlor, no soy digno... (ORÍGENES, en Catena
Aurea, volt 1, P. 475).

976 El pecado venial no es causa de que comulguemos indignamente; pero si lo es


de que saquemos poco fruto de la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la Comunión).

977 Si te acercas bien purificado recibes gran beneficio, si te acercas manchado de


culpa (de pecado grave) te haces acreedor a la pena y al castigo eterno. Porque [...]
con tus culpas le vuelves a crucificar (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. Evang. S. Juan,
45).

978 El que se acerca a este sacramento ha de estar también movido por la oración,
pues nadie debe llegar a el con un corazon tibio [...] (SAN BUENAVENTURA, Sobre el
Stmo. Cuerpo del Señor).
979 Cuando os acerqueis a aquella tremenda y divina mesa, a los sagrados misterios,
hacedlo con temor y temblor, con pura conciencia, con oración y ayuno (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. 7 en la Natividad del Señor.

980 Los aromas que llevaron las mujeres al sepulcro significan el buen olor que
deben producir nuestras virtudes y la suavidad de nuestra oración, con los que
debemos aproximarnos al altar (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt VI, p. 528).

981 Despues de haber rezado las oraciónes indicadas, ofreced la Comunión por
vosotros y por los demas, segun vuestras particulares intenciones; para acercaros a
la Sagrada Mesa, os levantareis con gran modestia, indicando así que vais a hacer
algo grande; os arrodillareis y, en presencia de Jesus Sacramentado, pondreis todo
vuestro esfuerzo en avivar la fe, a fin de que por ella sintais la grandeza y plenitud de
vuestra dicha. Vuestra mente y vuestro corazon deben estar sumidos en el Sehor.
Cuidad de no volver la cabeza a uno y otro lado [...]. Si aun debieseis aguardar
algunos instantes, excitad en vuestro corazon un ferviente amor a Jesucristo,
suplicandole con humildad que se digne venir a vuestro corazon miserable.

Despues que hayais tenido la inmensa dicha de comulgar, os levantareis con


modestia, volvereis a vuestro sitio y os pondreis de rodillas...; ante todo, debereis
conversar unos momentos con Jesucristo, al que teneis la dicha de albergar en
vuestro corazon, donde, durante un cuarto de hora, esta en cuerpo y alma como en
su vida mortal (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

982 Si conviene acercarse a las sagradas funciones con santidad, cuanto mas el
cristiano descubra la santidad divina de este sacramento celestial, tanto mas
diligentemente debe acercarse a su recepcion con gran reverencia y santidad, sobre
todo cuando leemos en el Apostol aquellas palabras temibles: El que come y bebe
indignamente, sin discernir el Cuerpo del Seif or, come y bebe su condenacion (I Cor
11, 29). Por eso hay que recordar al que quiere comulgar su precepto: Pruebese cada
uno a si mismo (I Cor 11, 28). La costumbre de la Iglesia declara que es necesaria
esta prueba, para que nadie, con conciencia de pecado mortal, por mas contrito que
este, se acerque a la sagrada eucaristia sin haber hecho una confesion sacramental.
Esto, por decreto del santo concilio, han de observarlo siempre todos los cristianos,
aun los sacerdotes que por obligacion han de celebrar, a condicion de que no les
falte la facilidad de confesor. Y si, por urgir la necesidad, el sacerdote celebrase sin
previa confesion, confiesese cuanto antes (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 7).

983 Hay que recordar al que libremente comulga el mandato: Que se examine cada
uno a si mismo (1 Cor 11, 28). Y la practica de la Iglesia declara que es necesario
este examen para que nadie, consciente de pecado mortal, por contrito que se crea,
se acerque a la Sagrada Eucaristia sin que haya precedido la confesion sacramental
(PABLO Vl, Instr. Eucharisticum Mysterium, n. 37).

“Porque te ves frio quieres apartarte del fuego?”

984 Habra quien diga: por eso, precisamente, no comulgo mas a menudo, porque me
veo frio en el amor [...]. Y, ¿porque te ves frio quieres alejarte del fuego?
Precisamente porque sientes helado tu corazon debes acercarte mas a menudo a
este sacramento, siempre que alimentes sincero deseo de amor a Jesucristo.
“Acercate a la Comunión—dice San Buenaventura—aun cuando te sientas tibio,
fiandolo todo de la misericordia divina, porque cuanto mas enfermo se halla uno,
tanto mayor necesidad tiene del medico” (SAN ALFONSO M.a DE LIGORIO, Practica
del amor a Jesucristo, 2).

985 Te apuras y entristeces porque tus Comuniónes son frias, llenas de aridez.—
Cuando vas al Sacramento, dime: ¿te buscas a ti o buscas a Jesus?—Si te buscas a ti,
motivo tienes para entristecerte... Pero si—como debes—buscas a Cristo, ¿quieres
señal mas segura que la Cruz para saber que le has encontrado? (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 710).

Recibimos al mismo Cristo

986 En primer lugar, el santo concilio ense'Sa y profesa abiertamente y con


simplicidad que, una vez consagrados el pan y el vino, nuestro Sefior Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero hombre, esta presente verdadera, real y
sustancialmente en el santo sacramento de la eucaristia bajo la apariencia de estas
realidades sensibles (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 1).

987 Considera, pues, ahora que es mas excelente, si aquel pan de argeles o la carne
de Cristo, que es el cuerpo de vida. Aquel mana caia del cielo, este esta por encima
del cielo; aquel era del cielo, este del Señor de los cielos; aquel se corrompia si se
guardaba para el día siguiente, este no solo es ajeno a toda corrupcion sino que
comunica la incorrupcion a todos los que lo comen con reverencia [...]. Aquello era la
sombra, esto la realidad (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los misterios, 48).

988 Adoradle con reverencia y con devocion; renovad en su presencia el ofrecimiento


sincero de vuestro amor; decidle sin miedo que le quereis; agradecedle esta prueba
diaria de misericordia tan llena de ternura, y fomentad el deseo de acercaros a
comulgar con confianza. Yo me pasmo ante este misterio de Amor: el Señor busca mi
pobre corazon como trono, para no abandonarme si yo no me aparto de El (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 161).

989 El que comulga recibe todo el Cuerpo y toda la Sangre del Señor, aun cuando no
reciba mas que una parte del sacramento: Así como un sello transmite toda su figura
a todos los cuerpos a quien se aplica y continua existiendo despues de la
transmision, y así como una sola voz penetra en los oidos de muchos, del mismo
modo no puede caber duda de que el Cuerpo y la Sangre del Se~ior todo entero se
encuentra dentro de nosotros todos a un mismo tiempo: la distribucion del pan
celestial representa su pasion (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt VI, p.
340).

990 Una cosa es tener dentro de nosotros a Jesucristo por participacion y otra que El
se hiciese carne, esto es, que tomase cuerpo de la Virgen, existiendo en un
verdadero cuerpo. Convenia, pues, que El se uniese a nuestros cuerpos en cierto
sentido, por la participacion de su cuerpo sacratisimo y de su sangre adorable, que
recibimos como bendicion vivificante, en los accidentes de pan y de vino (SAN
CIRILO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 437).
991No nos concedio solamente el verle sino tocarle también, y comerle, e hincar los
dientes en su carne y unirnos a El de la manera mas intima. (Es evidente que San
Juan Crisostomo utiliza un lenguaje en este caso no del todo preciso, ya que el
comulgante no hinca los dientes en la carne de Cristo, sino en los accidentes del pan
y del vino. Se trata de una homilia dirigida al pueblo, en la que quiere recalcar muy
graficamente que en la Eucaristia se come el verdadero Cuerpo de Cristo) (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. Evang. 5. Juan 46).

992 ¡Jesus no es una idea, ni un sentimiento ni un recuerdo! ;Jesus es una “persona”


siempre viva y presente entre nosotros! Amad a Jesus presente en la Eucaristia. Esta
presente de modo sacrificial en la Santa Misa, que renueva el sacrificio de la cruz. Ir a
misa significa ir al Calvario para encontrarnos con El, nuestro Redentor. Viene a
nosotros en la santa comunión y queda presente en los sagrarios de nuestras
iglesias, porque El es nuestro amigo, es el amigo de todos, y desea ser
especialmente el amigo y la fortaleza en el camino de vuestra vida, muchachos y
jovenes que teneis tanta necesidad de confianza y amistad. (JUAN PABLO II,
Audiencia general, 8-XI-1978).

993 Lo que parece pan no es pan, aunque así sea sentido por el gusto, sino el cuerpo
de Cristo, y lo que parece vino no lo es, aunque el gusto así lo quiera, sino la sangre
de Cristo (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis sobre los misterios, 4).

Efectos de la Sagrada Comunión en el alma

994 El efecto propio de este sacramento es la conversion del hombre en Cristo, para
que diga con el Apostol: Vivo, no yo, sino que Cristo vive en mi (SANTO TOMÁS,
Coment. IVal Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 1).

995 El Cuerpo de Cristo vivifica a los que de el participan: aleja la muerte al hacerse
presente en nosotros, sujetos a la muerte, y aparta la corrupcion, ya que contiene en
si mismo la virtualidad necesaria para anularla totalmente (SAN CIRILO DE
ALEJANDRIA, Coment. Evang. S. Juan, 4).

996 No hay ningún sacramento mas saludable que este, pues por el se borran los
pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los
dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche,
ya que ha sido establecido para la salvacion de todos (SANTO TOMÁS, Opusculo 57,
fiesta del Corpus Christi).

997 [...] la participacion en la “Mesa del Señor” toca siempre muy de cerca su
conciencia del bien y del mal, y lo pone frente a las propias responsabilidades en lo
que se refiere a las personas cercanas o lejanas, así como al mundo circundante. Por
ello, la comunión en el “Pan partido” compromete a cada uno a ofrecer sus propia
contribucion en orden a construir un “mundo nuevo” [...].
Es una invitacion evangelica y, al mismo tiempo, eucaristica. “Partir el pan” con
Cristo significa construir día tras día una vida plenamente humana y cristiana—vida
de fe, de esperanza y de amor—, vida ciertamente no desprovista de dificultades y
de cruces, pero llena de sentido, de ese sentido: llena de alegria. (JUAN PABLO Il,
Angelus 19-VII1981).

998 Nadie alimenta a los convidados con su misma persona; pero esto es lo que hace
Cristo el Señor: el mismo es a la vez anfitrion, comida y bebida (SAN AGUSTÍN,
Sermón sobre el natalicio de los martires, 1-2).

999 Así ; como cuando uno junta dos trozos de cera y los derrite por medio del fuego,
de los dos se forma una sola cosa, así también, por la participacion del Cuerpo de
Cristo y de su preciosa Sangre, El se une a nosotros y nosotros nos unimos a el (SAN
CIRILO DE ALEJANDRIA, Coment. Evang. S. Juan, 10).

1000 Es lo mas saludable que se nos podia mandar. Este sacramento es el fruto del
arbol de la vida, y el que lo come con la devocion de una fe sincera no gustara jamas
la muerte. Es arbol de vida para los que la abrazan, son dichosos los que la poseen.
Quien me come vivira por mi (SAN ALBERTO MAGNO, Coment. Evang. S. Lucas, 22).

1001 La comida material primero se convierte en el que la come y, en consecuencia,


restaura sus perdidas y acrecienta sus fuerzas vitales. La comida espiritual, en
cambio, convierte en si al que la come, y así el efecto propio de este sacramento es
la conversion del hombre en Cristo, para que no viva el sino Cristo en el; y, en
consecuencia, tiene el doble efecto de restaurar las perdidas espirituales causadas
por los pecados y deficiencias, y de aumentar las fuerzas de las virtudes (SANTO
TOMÁS, Coment. I Val Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 11).

1002 Todos los Santos Padres estan conformes en reconocer que, al recibir a
Jesucristo en la Sagrada Comunión, recibimos todo genero de bendiciones para el
tiempo y para la eternidad; en efecto, si pregunto a un niño: ¿Debemos tener
ardientes deseos de comulgar?—Si, Padre, me respondera.—Y, ¿por que?—Por los
excelentes efectos que la comunión causa en nosotros. —Mas, ¿cuales son estos
efectos?—Y el me dira: la Sagrada Comunión nos une intimamente a Jesus, debilita
nuestra inclinacion al mal, aumenta en nosotros la vida de la gracia, y es para los
que la reciben un comienzo y una prenda de vida eterna. (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la Comunión).

1003 Jesucristo, durante su vida mortal, no paso jamas por lugar alguno sin derramar
sus bendiciones en abundancia, de lo cual deduciremos cuan grandes y preciosos
deben ser los dones de que participan quienes tienen la dicha de recibirle en la
Sagrada Comunión; o mejor dicho, que toda nuestra felicidad en este mundo consiste
en recibir a Jesucristo en la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
la Comunión).

Institucion

1004 Nuestro Salvador, habiendo de pasar de este mundo al Padre, instituyo este
sacramento en el que derramo, por así decirlo, las riquezas de su divino amor para
con los hombres, dejando el memorial de sus maravillas (Sal l lO, 4); ordeno que al
recibirlo venerasemos su memoria y anunciasemos su muerte hasta que El venga a
juzgar el mundo (I Cor l l, 24 y 26). Quiso que las almas tomaran este sacramento
como su alimento espiritual (Mt 26, 26), que nutre y fortifica a los que viven de la
vida de Aquel que dijo: Quien me come vivira por mi (Jn 6, 58), y que fuese el
antidoto para librarnos de las faltas de cada día y preservarnos de los pecados
mortales. Además, quiso que fuese la prenda de nuestra futura gloria y perpetua
felicidad, y también el símbolo de aquel cuerpo único, cuya cabeza es Él mismo (I Cor
l l, 3; Ef 5, 23), al cual, como miembros, nos quiso unidos en lazo estrecho de fe,
esperanza y caridad para que todos tengamos un mismo modo de hablar y no haya
en nosotros disensiones

(I Cor 1, lO) (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 2).

Recibimos a la misma Fuente de toda santidad

1005 El supremo perfecciónamiento lo alcanzan las cosas por union a su primer


principio y ultimo fin, ya que el primer agente es a la vez el ultimo perficiente. Y
como Cristo es la fuente de la vida cristiana, la eucaristia la perfeccióna uniendonos
a Cristo. Asi, como dice Dionisio, este sacramento es la perfección de todas las
perfecciónes (SANTO TOMÁS, Comentario I V al libro de las Sentencias, d . 8, q. l,a. l).

1006 Ningún acto enriquece tanto a nuestro cuerpo en orden al cielo, como la
Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

1007 No se nos ofrece (en la Comunión) el Cuerpo de Cristo como premio, sino como
comunicacion de la gracia y de la vida celestial (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea,
volt VI, p. 447).

La comunión frecuente, fortaleza contra las tentaciones

1008 Nada hay que nos haga tan temibles al demonio como la Sagrada Comunión
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

1009 Mas Jesucristo y la Iglesia desean que todos los fieles cristianos se acerquen
diariamente al sagrado convite, principalmente para que, unidos con Dios por medio
del Sacramento, en el tomen fuerza para refrenar las pasiones, purificarse de las
culpas leves cotidianas e impedir los pecados graves a que esta expuesta la
debilidad humana [...]. Por ello el Sagrado Concilio de Trento llama a la Eucaristia
antidoto, con el que somos liberados de las culpas cotidianas y somos preservados
de los pecados mortales (SAN Pío X, Decr. Sacra tridentina Synodus, 20-X11-1905).
1010 Pues entendiendo el buen Jesus cuan dificultoso era esto que ofrece por
nosotros, conociendo nuestra miseria I ] pidenos al Padre Eterno remedio tan
soberano como es este pan de cada día del Santisimo Sacramento, que da fuerza y
fortaleza (SANTA TERESA, Camino de perfección, 33, 1).

1011 Recibiendo a Jesucristo, nuestro espíritu se fortalece, en nuestras luchas somos


mas firmes, nuestros actos estan inspirados por la mas pura intencion, y nuestro
amor va inflamandose mas y mas (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
Comunión).

1012 Graciosa fue la respuesta de Santa Catalina de Siena a los que, desaprobando
que comulgase con tanta frecuencia, alegaron el dicho de SAN AGUSTÍN, que ni alaba
ni vitupera el comulgar todos los dias. “Puesto que SAN AGUSTÍN no lo vitupera—dijo
—, no lo vitupereis vosotros tampoco, y me doy por contenta” (SAN FRANCISCO DE
SALES, Introd. a /a vida devota, 11, 20).

1013(La Sagrada Comunión es) el remedio de nuestra necesidad cotidiana (SAN


AMBROSIO, Sobre los misterios, 4).

1014 (La Sagrada Comunión es) medicina de la inmortalidad, antidoto contra la


muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA,
Epistola a los Efesios. 20).

La Comunión espiritual

1015 Y cuando, hijas, no comulgaredes y oyeredes misa, podeis comulgar


espiritualmente, que es de grandisimo provecho, y hacer lo mismo de recogeros
despues en vos, que es mucho lo que imprime el amor ansi deste Señor; porque,
aparejandonos a recibir, por muchas maneras que lo entendamos, jamas deja de dar
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 35, I).

1016 ¡ Que fuente de gracias es la Comunión espiritual! —Practicala frecuentemente


y tendras mas presencia de Dios y mas union con El en las obras (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 540).

1017 La comunión espiritual consiste en un deseo ardiente de recibir a Jesus


Sacramentado y en un trato amoroso como si ya lo hubiesemos recibido (SAN
ALFONSO Mª DE LIGOR'O, Visitas al Stmo. Sacramento).
1018 La comunión espiritual se puede hacer sin que nadie nos vea, sin ser preciso
estar en ayunas, y se puede hacer en cualquier hora; porque no consiste mas que en
un acto de amor; basta decir de todo corazon: [...] “Creo, mi Jesus, que estas en el
Santisimo Sacramento; te amo y deseo mucho recibirte, ven a mi corazon; yo te
abrazo; no te ausentes de mi” (SAN ALFONSO M.a DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento).

Responsabilidad de quienes administran o reciben indignamente este sacramento

1019 Esto os lo digo a vosotros, los que comulgais, y a vosotros los que administrais
la comunión. Porque es preciso hablaros también a vosotros para que distribuyais
estos dones con mucha diligencia. No se os reserva pequeno castigo si, sabedores de
la maldad de alguno, le permitis participar de esta mesa. ;Aunque sea jefe militar,
aunque sea prefecto, aunque sea el mismo que se cine la diadema, si se acerca
indignamente, apartare; mayor potestad tienes que el! (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 82).

1020 Por eso, vosotros, sacerdotes, vosotros los ministros y dispensadores del Santo
Sacramento, acercaos con temor, custodiadlo con ansia, administradlo con mente y
servidlo con esmero; teneis un tesoro real; cuidadlo por tanto y custodiadlo con gran
temor, pues también para vosotros estan dictados castigos inexorables si conoceis la
malicia de alguno que se atreve a acercarse al cuerpo de Cristo, y tu faltas a tu oficio
de exhortarle a que se mantenga lejos y de reprenderlo. Vuestra pereza y vuestra
parcialidad seran culpables de que deis el cuerpo de Cristo a los impios e indignos y
de que lo arrojeis como a perros y a puercos. `,Con que podeis disculparos, como
podeis conseguir el perdon; mas aun, que castigos y tormentos inexorables
descargaran sobre vosotros, pues os habeis hecho traidores y pecadores contra el
cuerpo del Sehor? Ved: teneis el poder de Cristo, entregais a Cristo a los impios y le
maltratais con la mala vida de los impios (JUAN MANDAKUNI, Sobre devocion y
respeto al Stmo. Sacramento).

1021Mas ¡ay de aquel hombre por quien va a ser entregado! Pero jay también de
aquel hombre que se acerca a la sagrada mesa en pecado, porque, a imitacion de
Judas, entrega al Sehor, no a los judios, sino a unos miembros pecadores! (SAN
BEDA, en Catena Aurea, volt Vl, p. 442).

Poder comulgar, un gran honor que nos hace Cristo

1022Considera cuan crecido honor se te ha hecho, de que mesa disfrutas. A quien los
Ángeles ven con temblor y por el resplandor que despide no se atrever a mirar de
frente, con Ese mismo nos alimentamos nosotros, con El nos mezclamos y nos
hacemos un mismo cuerpo y carne de Cristo (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 82).

1023 Si en la Comunión tu corazon esta inflamado de amor divino, tu espíritu debe


estar penetrado de sentimientos de verdadera humildad. ¿Como no asombrarse al
considerar que un Dios infinitamente puro e infinitamente santo llegue a esos
extremos de amor por una miserable criatura como tu, y se te de a Si mismo, en
alimento? Abismate en las profundidades de tu indignidad [...]; pero que el
sentimiento de tu pobreza y de tu miseria no te lleve a cerrar tu corazon y a menguar
en nada esa santa confianza que debes tener en tan celestial banquete (J. PECC! —
Leon XIII—, Practica de la humildad, 49)

1024 [...] lo que nos causara mayor admiracion durante la eternidad, sera ver como
nosotros, siendo tan miserables, hemos podido recibir a un Dios tan grande (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

La Sagrada Comunión, precepto pascual

1025 Previendo la Iglesia el abandono de muchos cristianos, abandono que los


llevaría hasta perder de vista la salvacion de sus pobres almas, confiando en que el
temor del pecado les abriría los ojos, les impuso un precepto en virtud del cual
debian comulgar tres veces al año: por Navidad, por Pascua y por Pentecostes. Pero,
viendo mas tarde que los fieles se volvian cada día mas indiferentes, acabo por
obligarlos a acercarse a su Dios solo una vez al año. jOh, Dios mio!, ¡que ceguera,
que desdicha la de un cristiano que ha de ser compelido por la ley a buscar su
felicidad! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).

La Sagrada Comunión, “prenda de vida eterna”

1026 Nuestro Salvador, en la ultima cena, la noche que le traicionaban, instituyo el


sacrificio eucaristico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos,
hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el
memorial de su muerte y resurreccion: sacramento de piedad, signo de unidad,
vinculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el
alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera (CONC. VAT. II,
Const. Sacrosanctum Conci/ium, 47).

1027 La sagrada Eucaristia tiene suma virtud para alcanzarnos la gloria eterna.
Porque esta escrito: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le
resucitare en el ultimo día (Jn 6, 55). Quierese decir que los fieles, mientras viven en
este mundo, por la gracia de este Sacramento disfrutan de suma paz y tranquilidad
de conciencia; reanimados despues con su virtud suben a la gloria y bienaventuranza
eterna, a la manera de Elias, quien, fortalecido con el pan cocido debajo de la ceniza,
anduvo cuarenta cias y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, monte de Dios, cuando
le llego el tiempo de salir de esta vida (Catecismo Romano, II, cap. IV, n. 54).
1028 [...] la Sagrada Comunión es para nosotros prenda eterna, de manera que ello
nos asegura el cielo; estas son las arras que nos envia el cielo en garantia de que un
día sera nuestra morada; y, aun mas, Jesucristo hara que nuestros cuerpos resuciten
tanto mas gloriosos, cuanto mas frecuente y dignamente hayamos recibido el suyo
en la Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre ia Comunión).

Nuestras debilidades deben llevarnos a buscar fortaleza en la Sagrada Comunión

1029 Se quedo para ti.—No es reverencia dejar de comulgar, si estas bien dispuesto.
—Irreverencia es solo recibirlo indignamente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
539).

1030 Comulga.—No es falta de respeto.—Comulga hoy precisamente, cuando acabas


de salir de aquel lazo. —¿Olvidas que dijo Jesus: no es necesario el medico a los
sanos, sino a los enfermos? (J. ESCRIVA DE BAEAGUER, Camino, n. 536).

1031 Aunque tengamos conciencia de ser pecadores, no por eso debemos privarnos
de la comunión del Señor. Al contrario, tenemos que ir a recibirla con mas avidez,
para encontrar en ella la santidad del alma y la pureza del espíritu. Si bien tenemos
que alimentar sentimientos de humildad y de fe, juzgandonos indignos de gracia
semejante y buscando unicamente el remedio para nuestras heridas. Si esperamos a
ser perfectamente dignos no comulgaremos ni una vez al aho (CASIANO, Colaciones,
23).

La Comunión frecuente

1032 [...] el pan nuestro de cada día danosle hoy. Toma todos los dias lo que todos
los dias aprovecha, y vive de tal modo que todos los dias merezcas recibirle (SAN
AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 28).

1033 Procuremos no apartarnos, ni perder de vista a nuestro amado pastor Jesus,


porque así como aquellas ovejas que estan mas cerca de su pastor son siempre las
mas regaladas y amadas, así nosotros recibiremos grandes favores siempre que nos
acerquemos a Jesus en el Santisimo Sacramento (SAN ALFONSO M.a DE LIGORIO,
Visitas al Stmo. Sacramento, ll).

1034 Si el pan es diario, ¿por que lo recibes tu solo una vez al año? Recibe todos los
dias lo que todos los dias te es provechoso; vive de tal modo que diariamente seas
digno de recibirle (SAN AMBROSIO, Sobre los Sacramentos, 5).

1035 El comulgar cada día y participar del cuerpo y sangre de Cristo es bueno y muy
util (SAN BASILIO, Epistola 93).

1036 Cristo es el pan de los que entramos en contacto con su Cuerpo.

Pedimos que se nos de cada día este pan, a fin de que los que vivimos en Cristo y le
recibimos cada día como alimento saludable no nos veamos privados, por alguna
falta grave, de la comunión del pan celestial (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración,
18).

1037 Es evidente que por medio de la recepcion frecuente o diaria de la Santisima


Eucaristia se aumenta la union con Cristo, se alimenta abundantemente la vida
espiritual, el alma se enriquece con las virtudes y se da al que la recibe una prenda
mas segura de la felicidad eterna; por eso los parrocos, confesores y predicadores
exhorten al pueblo cristiano, frecuente y encarecidamente, a tan religiosa y tan
saludable costumbre (PABLO VI, Eucharisticum Mysterium, 25-V-1967; cfr. SAN P~o
X, Decr. Sacra. Tridentina Synodus).

Acciones de gracias, despues de recibido este Sacramento (Ver también nn. 37 a 49)

1038 Agradezcamos [...] todo lo que Dios Nuestro Sehor nos concede, por el hecho
maravilloso de que se nos entregue el mismo. ¡Que venga a nuestro pecho el Verbo
encarnado!... ;Que se encierre, en nuestra pequeñez, el que ha creado cielos y
tierra!... La Virgen Maria fue concebida inmaculada para albergar en su seno a Cristo.
Si la accion de la gracia ha de ser proporcional a la diferencia entre el don y los
meritos, ¿no deberiamos convertir todo nuestro día en una Eucaristia continua? No os
alejeis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os
espera, que no podeis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias? No seamos
mezquinos. Amor con amor se paga (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote para
la eternidad, 1. c., 13-IV-1973).

1039 No perdais tan buena razon de negociar como es la hora despues de haber
comulgado (SANTA TERESA, Camino de perfección, 34, 10).

1040 Que no perdamos tan buena razon y que nos lleguemos a El; pues si cuando
andaba en el mundo de solo tocar su ropa sanaban los enfermos, ¿que hay que dudar
que hara milagros estando dentro de mi—si tenemos fe—y nos dara lo que le
pidieramos, pues esta en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada
si le hacen buen hospedaje (SANTA TERESA, Camino de perfecion, 34, 8).
1041 Sentia grandemente la ligereza con que procedian algunos sacerdotes, los
cuales, en acabando de decir Misa, apenas estan dos credos hincados de rodillas, y a
veces con una sola, dando gracias; y con este ejemplo, ',que haran los populares,
sino pensar que no es menester sino comulgar e irse a comer o pasear, sin mas mirar
lo que se ha recibido, ni dar mas gracias por tan gran merced? (SAN JUAN DE AVILA,
Obras completas, 1, p. 250).

1042 Que miseria y que desorden es ver como se conducen tantos sacerdotes,
acabada la Misa... No bien llegados a la sacristia, los labios todavia teñidos con la
sangre divina y rezada de cualquier modo cualquier breve oración, sin devocion ni
atencion alguna, ponerse a charlar de cosas inútiles o de negocios mundanos, o
salen del templo y se van a pasear a Jesucristo por las calles, pues aun le llevan en el
pecho (SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Misa y Of icio atropellados, 1. c., p. 422).

1043 El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a saber encontrar,
acabada la Misa, unos minutos para una accion de gracias personal, intima, que
prolongue en el silencio del corazon esa otra accion de gracias que es la Eucaristia.
`,Como dirigirnos a El, como hablarle, como comportarse?

No se compone de normas rigidas la vida cristiana [...]. Pienso, sin embargo, que en
muchas ocasiones el nervio de nuestro dialogo con Cristo, de la accion de gracias
despues de la Santa Misa, puede ser la consideracion de que el Sehor es, para
nosotros, Rey, Medico, Maestro, Amigo (J. EscR~vA DE BALAGUER, Es Cristo que
pasa, 92).

El culto y veneracion debidos al Santisimo Sacramento

1044 Nadie puede dudar que todos los cristianos, segun la costumbre siempre en
boga en la Iglesia catolica, deben rendir, al venerar este santisimo sacramento, el
culto de labia debido al verdadero Dios [...]. Creemos que en el esta presente aquel
mismo Dios, de quien dice el Padre eterno al introducirlo en el mundo: Y adórenle
todos los ángeles de Dios (Heb 1, 6; Sal 96, 7), a quien los Magos postrandose
adoraron (Mt 2, 11), al que, segun testimonio de la Escritura, fue adorado en Galilea
por los Apostoles (Mt 28, 17) (CONC. TRENTO, Ses. XI V, cap. 5).

La reserva del Santisimo Sacramento

1045 La costumbre de guardar en el sagrario la santa eucaristia es tan antigua que


era conocida hasta en el siglo del Concilio de Nicea. Añadase que el llevar la
eucaristia a los enfermos y, para este fin, conservarla cuidadosamente en las
iglesias, además de ser cosa muy puesta en razon, se encuentra en muchos concilios
como precepto y ha sido observado por la antiquisima costumbre de la Iglesia
catolica (CONC. TRENTO, Ses. XI V, cap. 6).
COMUNIÓN DE LOS SANTOS

Citas de la Sagrada Escritura

Cuando estaba de camino, sucedio que, al acercarse a Damasco, se vio rodeado de


una luz del cielo. Y al caer a tierra, oy6 una voz que decia: Saulo, ¿por que me
persigues? El contesto: ¿,Quien eres, Señor? Y El: Yo soy Jesus, a quien tu persigues.
Hech 9, 3-5.

Porque así como, siendo el cuerpo uno, tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también es Cristo.
Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu para
constituir un solo cuerpo, y todos, ya judios, ya gentiles, ya siervos, ya libres, hemos
bebido del mismo Espíritu. I Cor 12, 12-13.

Los miembros son muchos, pero uno solo el cuerpo. Y no puede decir el ojo a la
mano: No tengo necesidad de ti. Ni tampoco la cabeza a los pies: No necesito de
vosotros. I Cor 12, 21.

Dc esta suerte, si padece un miembro, todos los miembros padecen con el; y si un
miembro es honrado, todos los otros a una se gozan. I Cor 12, 26.

(Judas Macabeo) mando hacer una colecta en las filas, recogiendo hasta dos mil
dracmas, que envio a Jerusalen para ofrecer sacrificios por los pecados, obra digna y
noble, inspirada en la esperanza de la resurreccion, pues si no hubiera esperado que
los muertos resucitarian, superfluo y vano era orar por ellos. Mas creia que a los
muertos piadosamente les esta reservada una magnifica recompensa. 2 Mac 12, 43-
45.

Obra santa y piadosa es orar por los muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los
muertos: para que fuesen absueltos de sus pecados. 2 Mac 12, 46.
SELECCION DE TEXTOS

Comunicacion de bienes y ayuda mutua

1046 Comunión de los Santos.—¿Como te lo diria?—¿Ves lo que son las transfusiones


de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el
alma (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 544).

1047 Venimos a ser como una comunidad civil, en la que cada uno contribuye con la
cuota asignada, aportando cada uno en la proporcion de sus fuerzas, lo que
podriamos llamar su cuota de sufrimientos. La medida total de sufrimientos de todos
los hombres no estera colmada hasta el fin del mundo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre
el Salmo 61).

1048 De la misma manera que en un cuerpo natural la actividad de cada miembro


repercute en beneficio de todo el conjunto, así también ocurre con el cuerpo
espiritual que es la Iglesia: como todos los fieles forman un solo cuerpo, el bien
producido por uno se comunica a los demás (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c.,
99).

1049 El sacerdote debe [...] cuidar que los fieles comprendan bien la doctrina de la
Comunión de los Santos, la sientan y la vivan [...] (Pío Xll, Exhortac. apostolica Menti
Nostrae, 23-1X-1950).

1050 A menudo es la intercesion de los santos lo que nos alcanza el perdon de


nuestros pecados (CASIANO, Colaciones, 20).

1051 Hijo: ¡que bien viviste la Comunión de los Santos, cuando me escribias: “ayer
"senti" que pedia usted por mi”! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 546).

1052 Hacemos oraciónes comunes intensas por nosotros mismos... y por todos los
demás que se hallan en todas partes (SAN JUSTINO, Apología la, 65).

1053 La necesidad nos obliga a rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a
pedir por los demas. Es mas aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad
que la que es impulsada por la necesidad (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea,
volt l, p. 354).

Podemos ayudar a los demás con nuestro trabajo, oración y mortificacion

1054 Tendras mas facilidad para cumplir tu deber al pensar en la ayuda que te
prestan tus hermanos y en la que dejas de prestarles, si no eres fiel '(J.ESCRIVA DE
BALAGUER, cAMINO n. 549).

1055 Todo lo bueno y santo que reemprende un individuo repercute en bien de


todos, y la caridad es la que hace que les aproveche, pues esta virtud no busca su
propio provecho (Catecismo Romano, 1, cap. 10, n. 23).

1056 [...] quien vive en amor, participa de todo lo bueno que se lleva a cabo en el
mundo entero; si bien participan mas intensamente aquellos en favor de los que se
aplica una obra buena de manera especial (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo 1. c., p.
104).

1057 Sin la oración de Esteban, la Iglesia no tendria a Pablo (SAN AGUSTÍN, Sermón
382).

1058 Ahora Pablo se alegra con Esteban, goza con el de la gloria de Cristo, con el
desborda de alegria, con el reina. Alli donde entro primero Esteban, aplastado por las
piedras de Pablo, entro luego Pablo, ayudado por las oraciónes de Esteban (SAN
FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

1059 Acordemonos siempre unos de otros, con gran concordia y unidad de espíritu,
encomendemonos siempre mutuamente en la oración y prestemonos ayuda con
mutua caridad cuando llegue el momento de la tribulacion y de la angustia (SAN
CIPRIANO, Carta 60).

1060 Acordaos de mi en vuestras oraciónes, para que logre alcanzar a Dios, y


acordaos también de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme
miembro. Necesito de vuestras plegarias a Dios y de vuestra caridad, para que la
Iglesia de Siria sea refrigerada con el rocio divino, por medio de vuestra Iglesia (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Magnesios, 10).

1061 Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester
hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante (SANTA TERESA,
Vida, 7, 8).

1062 Somos un cuerpo bajo una cabeza, para que vosotros negocieis en vosotros y
nosotros descansemos en vosotros, porque si un miembro padece todos los demás
sufren con el, y si un miembro es glorificado todos se alegran (SAN AGUSTÍN, A
Eudoxio, 48).

1063 Si tu oras por todos, también la oración de todos te aprovechara a ti, pues tu
formas también parte del todo. De esta manera obtendras una gran recompensa,
pues la oración de cada miembro del pueblo se enriquecera con la oración de todos
los demás miembros (SAN AMBROSIO, Trat. sobre Cain y Abel, 1 y ss.).

No estamos solos

1064 Fijemonos en los soldados que prestan servicio bajo las ordenes de nuestros
gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las ordenes
que reciben. No todos son generales, ni comandantes, ni centuriones, ni oficiales, ni
todos tienen alguna graduacion [...]. Ni los grandes podrian hacer nada sin los
pequeños, ni los pequeños sin los grandes; la efectividad depende precisamente de
la conjuncion de todos. Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los
pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza; los miembros mas pequeños
de nuestro cuerpo son necesarios y titiles a la totalidad del cuerpo; mas aun, todos
ellos se coordinan entre si para el bien de todo el cuerpo. Procuremos, pues,
conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesus, y que cada uno
se ponga al servicio de su projimo segun la gracia que le ha sido asignada por
donacion de Dios (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 36, 1, ss.).

1065 Los que estan unidos por un amor santo, aunque no hayan recibido los mismos
dones de la gracia, gozan mutuamente de sus propios bienes; y lo que aman no les
es nada extraño, pues cada uno encuentra crecimiento y alegria en el progreso de
los demás (SAN LEON MAGNO, Sermón 48).

1066 Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentira, a la hora de la
lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesiónal, la alegria y la fuerza de
no estar solo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 545).

1067 Uno puede esperar para otro la vida eterna en cuanto que le esta unido por el
amor (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 17, a. 3).
1068 Lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay ya de buenos
cristianos no se nos vaya alguno de ellos con los contrarios, y que a los capitanes de
este castillo o ciudad los haga muy aventajados en el camino del Sehor (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 3, 2).

La Comunión de los Santos la vivimos de modo especial en la Santa Misa

1069 Todos los cristianos, por la Comunión de los Santos, reciben las gracias de cada
Misa, tanto si se celebra ante miles de personas o si ayuda al sacerdote como único
asistente un niño, quiza distraido. En cualquier caso, la tierra y el cielo se unen para
entonar con los Ángeles del Señor: Sanctus, Sanctus, Sanctus [...] (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ,Es Cristo que pasa, 89).

1070 Se cuenta que, no ha mucho tiempo, sucedio que cierto hombre fue hecho
prisionero por sus enemigos y conducido a un punto lejano de su patria. Y como
estuviese alli mucho tiempo y su mujer no le viera venir de la cautividad, le juzgo
muerto y como tal ofrecia por el sacrificios todas las semanas. Y cuantas veces su
mujer ofrecia sacrificios por la absolucion de su alma, otras tantas se le desataban
las cadenas de su cautiverio. Vuelto mas tarde a su pueblo, refirio con admiracion a
su mujer como las cadenas que le sujetaban en su calabozo se desataban por si solas
en determinados cias de cada semana. Considerando su mujer los cias y horas en
que esto sucediera, reconocio que quedaba libre cuando era ofrecido por su alma el
santo sacrificio, segun ella pudo recordar (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 3 7 sobre
los Evang.).

1071 Ofrecemos a Cristo inmolado por nuestros pecados deseando hacer propicia la
clemencia divina a favor de los vivos y los difuntos (SAN CIRILO DE JERUSALEN,
Catequesis Mistagogicas, 5, 9).

1072 Ofrecer el sacrificio por el descanso de los difuntos [...] es una costumbre
observada en el mundo entero. Por esto creemos que se trata de una costumbre
enseñada por los mismos Apostoles. En efecto, la Iglesia catolica la observa en todas
partes; y si ella no creyera que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no
harta limosnas por sus almas, ni ofrecerla por ellas el sacrificio a Dios (SAN ISIDORO
DE SEVILLA, Sobre los oficios eclesiasticos, 1).

Merecer para los demas


1073 Si amas al Señor tu Dios, no solo puedes merecer para ti, sino también para los
demás (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt VI, p. 12).

1074 Si solo ruegas por ti, también tu seras el único que suplica por ti (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre Cain y Abel).

1075 Si sientes la Comunión de los Santos—si la vives—, seras gustosamente hombre


penitente.—Y entenderas que la penitencia es “gaudium, etsi laboriosum”—alegria,
aunque trabajosa: y te sentiras “aliado” de todas las almas penitentes que han sido,
son y seran (J. ESCRRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 548).

1076 [...] todo lo de uno redunda en beneficio de los otros por el amor. Este es el que
da cohesion a la Iglesia y hace comunes todos los bienes (SANTO TOMÁS, Sobre la
caridad, 1. c., p. 219).

1077 Clemente pone en boca del Apostol San Juan estas palabras: “Tengo que dar
cuenta de ti a Cristo. Si fuese necesario afrontare la muerte por ti, como el Señor ha
muerto por nosotros” (CLEMENTE DE ALEJANDR;A, Sermón 42, sobre cquien podra
salvarse.).

Comunión de bienes con los bienaventurados

1078 [...] algunos entre los discipulos (de Cristo) peregrinan en la tierra, otros, ya
difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados contemplando claramente al
mismo Dios, Uno y Trino, tal cual es; todos, aunque en grado y forma distintos,
estamos unidos en fraterna caridad y cantamos el mismo himno de gloria a nuestro
Dios [...]. Así que la union de los peregrinos con los que durmieron en la paz de
Cristo, de ningúna manera se interrumpe, antes bien, segun la constante fe de la
Iglesia, se fortalece con la comunicacion de los bienes espirituales [...]. La Iglesia de
los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto
conocimiento de esta comunión de todo el cuerpo mistico de Jesucristo y así
conservo con gran piedad el recuerdo de los difuntos y ofrecio sufragios por ellos,
porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden
libres de sus pecados (2 Mac 12, 46)(CONC. VAT.II, Const. Lumen gentium, 4950).

1079 (El Concilio de Trento mandaba a los pastores) que instruyan diligentemente a
los fieles en primer lugar acerca de la intercesion de los santos, su invocacion [...],
enseñandoles que los Santos que reinan juntamente con Cristo ofrecen sus oraciónes
a Dios en favor de los hombres; que es bueno y provechoso invocarlos con nuestras
suplicas y recurrir a sus oraciónes, ayuda y auxilio para impetrar beneficios de Dios
[...] (CONC.TRENTO, Ses. XXV, Dz-Sch 1821).

1080 Para alivio de esas penas les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, a
saber, los sacrificios de las misas, las oraciónes y limosnas, y otros oficios de piedad
que, segun las instituciones de la Iglesia, unos fieles acostumbran en favor de otros
(Profesión de Miguel Paleologo, Dz 856).

1081 (El Concilio propone a los ortodoxos la siguiente profesión de fe para su vuelta
a la Iglesia Catolica:) Creemos [...] que quienes verdaderamente arrepentidos
murieron en caridad antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por
los pecados de comision y omision, sus almas son purificadas despues de la muerte
con penas purgatorias [...] y para aliviar estas penas les aprovechan los sufragios de
los fieles vivos, es decir, el sacrificio de la Misa, las oraciónes, limosnas y otras obras
de piedad que segun las leyes de la Iglesia han acostumbrado hacer unos fieles por
otros (CONC.II DE LYON, Dz Sch. 856).

Comunión de los Santos y unidad

1082 Si tanta fuerza tiene la oración de cada uno en particular,¿cuanto mas la que se
hace presidida por el obispo y en union con toda la Iglesia? (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Efesios, 2).

1083 Somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; una sola cosa
por la identidad de condicion, por la asimilacion que obra el amor, por la comunión
de la carne sagrada de Cristo y por la participacion de un único

CONCIENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

Todo hombre descubre en su corazon una luz que le indica el camino del bien: Rom
2, 14-15; Jn 1,9.
Enseña lo que hay que hacer o evitar: Rom 13, 5; I Cor 8, 10; 10, 25; 1 Pdr 2, 19.

Aprueba las cosas buenas y reprueba las malas: Rom 12, 15; / Tim 1, 19; Heb 10, 22;
I Pdr 3, 16.

Tener en cuenta el grado de formacion de la conciencia de los demas: Rom 14, 1-23;
I Cor 8, 7-12; 10, 28-29.

Regla de nuestros actos: Rom

2, 15; 2 C`or I, 12; Hech 24, 16; I Tim 1, 19; Rom 13, 5.

-Y con esto muestran que los preceptos

del ley están escritos en sus corazones,

siendo testigo su

conciencia y las sentencias con que entre si unos y otros se acusan o se excusan.
Rom 2, 15.

Dichoso el varon que no peca con su boca y no siente el remordimiento del pecado.
Eclo 14, 1.

La lampara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estera
iluminado; pero si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estera en tinieblas. Mt 6,
23.

¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que de la luz hacen tinieblas y de las
tinieblas luz, y lo amargo por dulce y lo dulce por

amargo! ¡Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes delante de si mismos!
Is 5, 20-21.

Bienaventurados quienes pueden decir con verdad “Nuestra gloria es el testimonio


de nuestra conciencia”. 2 Cor 1, 12.
Si dijeremos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engahamos, y no hay
verdad en nosotros. Pero si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es el por
perdonarnos y lavarnos de toda iniquidad. Si dijeremos que no hemos pecado, le
hacemos a el mentiroso y su palabra no esta en nosotros. I Jn 1, 8-10.

SELECCION DE TEXTOS

Luz del alma

1088 Entre las costumbres de una sociedad secularizada y las exigencias del
Evangelio, media un profundo abismo. Hay muchos que querrian participar en la vida
eclesial, pero ya no encuentran ningúna relacion entre su propio mundo y los
principios cristianos. Se cree que la Iglesia, solo por rigidez mantiene sus normas, y
que ello choca contra la misericordia que nos ensefSa Jesus en el Evangelio. Las
duras exigencias de Jesus, su palabra: Vete y no peques mas (Jn 8, 11), son pasadas
por alto. A menudo se habla de recursos a la conciencia personal, olvidando, sin
embargo, que esta conciencia es como el ojo, que no posee por si mismo la luz, sino
solamente cuando mira hacia su autentica fuente (.IUAN PABLO II, A la Conferencia
Episcopal Alemana, 17-XI-1980).

1089 Puedo ver gracias a la luz del sol, pero si cierro los ojos, no veo: esto no es por
culpa del sol, sino por culpa mia, porque al cerrar los ojos impido que me llegue la luz
solar (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 10, 26).

1090 Reconoce que tu no eres luz para ti: a lo mucho eres ojo, no eres luz. ¿,Que
aprovecha el ojo abierto y sano si falta luz? Di, pues, y clama lo que esta escrito: Tu,
Seilor, iluminaras mi lampara (SAN AGUSTÍN, Sermón 263).

1091 La luz para nosotros es la conciencia, que se muestra oscura o iluminada segun
la cantidad de luz. Si se descuida la oración, que alimenta la luz, la conciencia bien
pronto se queda a oscuras (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, p. 102).

“El nucleo mas secreto y el santuario mas intimo del hombre”

1092 La conciencia es como el nucleo mas intimo y secreto del hombre. Es en ella
donde se refugia con sus facultades espirituales, en soledad absoluta: solo consigo
mismo, o, mejor, solo con Dios—de cuya voz es un eco la conciencia—y consigo
mismo. Alli se determina el por el bien o por el mal; alli escoge el entre el camino de
la victoria y el de la derrota. Aunque lo quisiera alguna vez, el hombre no lograrla
quitarsela de encima; con ella, ora apruebe o desapruebe, recorrera todo el camino
de la vida, y con ella también, como verdadero e incorruptible testigo, se presentara
ante el juicio de Dios (Pío Xll, Aloc. 23-111-1952).

1093 La presencia y el respeto de los hombres no le movera a ser mas honesto, ni


disminuira en nada su virtud la soledad. Siempre y dondequiera, lleva consigo el
arbitro supremo de sus actos y de sus pensamientos: su conciencia. Y todo su
empeflo consiste en complacer a Aquel a quien sabe que no se puede eludir ni
defraudar (CASIANO, Colaciones, 11).

1094 Es la conciencia el nucleo mas secreto y un santuario del hombre, en el que


este esta a solas con Dios, y cuya voz resuena en lo mas intimo. La conciencia da a
conocer de modo maravilloso esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios
y del projimo (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 16).

Formacion de la conciencia

1095 Los fieles, en la formacion de su conciencia, deben prestar una atencion


diligente a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia [...]. El discipulo tiene para con
Cristo Maestro la obligacion grave de conocer [...] cada día mejor la verdad que de El
ha recibido, de anunciarla con fidelidad y de difundirla con firmeza (CONC. VAT. Il,
Decl. Dignitatis humanae, 14).

1096 Hay que considerar no solo la accion en si misma, sino la intencion del alma y
el fin con que se hace esa accion (CA SIANO, Colaciones, 16).

1097 El hombre, dotado de razón y de voluntad libre y, por tanto, enaltecido con una
responsabilidad personal, tiene obligacion moral de buscar la verdad [...], adherirse a
la verdad conocida y ordenar toda su vida segun las exigencias de la verdad (CONC.
VAT. Il, Decl. Dignitatis humanae, 2).

1098 Formar la conciencia cristiana de un adolescente o de un joven consiste ante


todo en iluminar su mente acerca de la voluntad de Cristo, de su ley, de su camino, y
además en obrar sobre su animo, en cuanto esto puede hacerse desde fuera, a fin de
inducirle a la libre y constante ejecucion de la divina voluntad (Pío Xll, Aloc. 23-III-
1952).
La voluntad de Dios es la norma a la que se debe ajustar la conciencia

1099 La infidelidad nace de la soberbia, por la cual el hombre no somete el


entendimiento a las reglas de la fe y a las enseiianzas de los Padres (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 10, a. 1).

1100 ¿Quienes son los rectos de corazon? Los que quieren lo que Dios quiere [...]. No
quieras torcer la voluntad de Dios para acomodarla a la tuya, corrige en cambio tu
voluntad para acomodarla a la voluntad de Dios (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 93).

1101 [...] la norma de la decision ultima y personal para una accion moral esta
tomada de la palabra y de la voluntad de Cristo. El es, en efecto, el camino, la verdad
y la vida, no solo para todos los hombres tomados en su conjunto, sino para cada
uno: lo es para el hombre adulto, lo es para el niflo y para el joven (Pío Xll, Aloc. 23-
111-1952).

1102jOh, Señor!, que todo el daño nos viene de no tener pues tos los ojos en Vos,
que si no mirasemos a otra cosa sino al camino, presto llegariamos; mas damos mil
caldas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos en el verdadero camino.
No parece sino que nunca se anduvo, segun se nos hace nuevo (SANTA TERESA,
Camino de perfecion, 16, 11).

Claridad de conciencia y Confesion

1103 Quien cuida la limpieza de las cosas de dentro, esto es de la conciencia, suele
ser también cuidadoso de lo externo (ORÍGENES, en Catena Aurea, volt III, p. 127).

1104 Ya sabeis que la primera piedra ha de ser la buena conciencia, y con todas
vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y seguir lo mas perfecto (SANTA
TERESA, Camino deperfecion, 5, 3).

1105 Si vuestra conciencia os reprueba por alguna falta —aunque no os parezca


grave—, si dudais, acudid al Sacramento de la Penitencia. Id al sacerdote que os
atiende, al que sabe exigir de vosotros fe recia, finura de alma, verdadera fortaleza
cristiana. En la Iglesia existe la mas plena libertad para confesarse con cualquier
sacerdote, que tenga las legitimas licencias; pero un cristiano de vida clara acudira—
¡Libremente!—a aquel que conoce como buen pastor, que puede ayudarle a levantar
la vista, para volver a ver en lo alto la estrella del Señor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 34).

1106 Quien tiene su ojo malo [...] tiene su cuerpo en tinieblas. No resiste a la carne
cuando desea las cosas malas, porque no tiene esperanza en el cielo, que es la que
nos concede el valor para resistir a las malas pasiones (SAN JUAN CRISOSTOMO, en
Catena Aurea, volt 1, p. 388).

La sinceridad, necesaria para actuar con conciencia recta

1107 El pecado se dignifica con nombres elegantes: a la avaricia se le designa como


el propio cuidado de la familia o de la industria; al orgullo se le llama independencia;
a la ambicion, grandeza de espíritu; al resentimiento, amor propio y sentido del
honor, y así sucesivamente (CARD. J. H. NEWMAN. Sermón del Dom. I de Cuaresma:
Entrega a Dios).

1108 jOh, Verdad!, tu presides en todas partes a todos los que te consultan y a un
tiempo respondes a todos los que te consultan, aunque sean cosas diversas.
Claramente tu respondes, pero no todos oyen claramente. Todos te consultan sobre
lo que quieren. Optimo ministro tuyo es el que atiende tanto a oir de ti lo que el
quisiera, cuanto a querer aquello que de ti oyere (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 10, 26,
37).

1109 Condena, pues, tu mismo aquello en lo que pecaste, y esta confesion te


obtendra el perdon ante el Señor, pues quien condena aquello en lo que falto, con
mas dificultad volvera a cometerlo; haz que tu conciencia este siempre despierta y
sea como tu acusador domestico, y así no tendras quien te acuse ante el tribunal de
Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. 6 sobre el tentador).

Malas obras y deformacion de la conciencia

1110 Llegan a negar los santos mandamientos, porque los han transgredido;
“suavizan” la perversidad del pecado, porque ellos pecaron (CARD. J. H. NEWMAN,
Sermón del Dom. Vlll despues de Pentecostes).

1111 Aquellos que cubren los ojos de su corazon con el velo de los vicios, segun la
palabra del Salvador viendo no ven, y entendiendo no entienden ni comprenden (Mt
13, 13), y son incapaces de apreciar en lo intimo de su conciencia los pecados graves
(CASIANO, Colaciones, 23).

Delicadeza y respeto hacia la conciencia de los demas

1112 La conciencia es, por lo tanto, para expresarlo con una imagen tan antigua
como exacta, un santuario, en cuyo umbral todos deben detenerse; todos, hasta el
padre y la madre, cuando se trata de un nitro. Solo el sacerdote entra alli como
medico de almas y como ministro del Sacramento de la penitencia; no por ello deja la
conciencia de ser un celoso santuario, cuyo secreto Dios mismo quiere que sea
conservado con el sello del mas sacro silencio (Pío Xll, Aloc. 23-3-1952).

Necesidad de consejo para formar la conciencia

1113 Uno comprende enseguida la culpa de otro, pero con dificultad se da cuenta de
la suya; un hombre es imparcial en causa ajena pero se perturba en la propia (SAN
JUAN CRI SOSTOMO, en Catena Aurea, volt 111, p. 132).

1114 Toda la astucia del demonio no prevalecera contra quien no encubra por falsa
verguenza los pensamientos que nacen en su corazon, sino que se abandona sin mas
a la sabiduria de los mayores, para saber si los debe admitir o rechazar (CASIANO,
Colaciones, 2).

CONFESIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Como mi Padre me envió, así os envío yo a vosotros [...]. Recibid el Espíritu Santo:
Quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis y quedan
retenidos a quienes se los retuviereis. Jn 20, 21-23.

Os empeño mi palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra sera eso mismo atado
en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra sera eso mismo desatado en el
cielo. Mt 18, 18.
Si dijeremos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos [...], pero si
confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnoslos y lavarnos de
cada iniquidad. I Jn 1, 8-9.

Hijos mios, estas cosas os escribo para que no pequeis; mas si alguno pecare
tenemos por abogado para con el Padre a Jesucristo, que es la victima de
propiciacion por nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino por los de todo el
mundo. I Jn 2, 1-2.

No son los justos, sino los pecadores a los que he venido yo a 11amar a penitencia.
Lc 5, 32.

¿No reparas que la bondad de Dios te esta llamando a la penitencia? Rom 2, 4.

El Señor espera con paciencia por amor de vosotros, no queriendo que ningúno
perezca, sino que todos se conviertan a penitencia. 2 Pdr 3, 9.

Acuerdate de donde has decaido, y arrepientete [...] porque si no voy a ti, y


removere tu candelero de su sitio, si no hicieres penitencia. Apoc 2, 5.

SELEECION DE TEXTOS

Institucion

1115 Nuestro Salvador Jesucristo instituyo en su Iglesia el sacramento de la


Penitencia al dar a los apostoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pecados;
asi, los fieles que caen en el pecado despues del bautismo, renovada la gracia, se
reconcilien con Dios. La Iglesia, en efecto, posee el agua y las lagrimas, es decir, el
agua del bautismo y las lagrimas de la penitencia (SAN AMBROSIO, Epistola 41).
(Ordo Poenitiae, n. 2).

Ante el tribunal de la misericordia divina

1116 Si se pierde la sensibilidad para las cosas de Dios, dificilmente se entendera el


Sacramento de la Penitencia. La confesion sacramental no es un dialogo humano,
sino un coloquio divino; es un tribunal, de segura y divina justicia y, sobre todo, de
misericordia, con un juez amoroso que no desea la muerte del pecador, sino que se
convierta y viva (Ez 33, 1 1) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo gue pasa, 78).

1117 El que antes de la culpa nos prohibio pecar, una vez aquella cometida, no cesa
de esperarnos para concedernos su perdon. Ved que nos llama el mismo a quien
despreciamos. Nos separamos de El, mas El no se separa de nosotros (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.)

1118 Consideremos cuan grandes son las entrañas de su misericordia, que no solo
nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se
arrepienten despues de ellas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

1119 Ni la cantidad ni la calidad de los males que hemos cometido nos hagan vacilar
en la certeza de la esperanza. Aumenta mucho nuestra confianza el hecho del buen
ladron, el cual no era bueno por donde era ladron, pues era ladron por crueldad y
bueno por su confesion. Pensad bien cuan inconmensurables son en Dios las
entrafias de misericordia. Este ladron, que habla sido preso en el camino con sus
manos manchadas en sangre, fue colgado en el patibulo de la cruz; el confeso, fue
sanado y merecio oir: Hoy estaras conmigo en el Paraiso. ¿,Quién podrá explicar
debidamente la bondad de Dios? En vez de recibir la pena debida por nuestros
crimenes, recibimos los premios prometidos a la virtud. El Señor ha permitido que
sus elegidos incurran en algunas faltas, para dar esperanza de perdon a otros que
yacen agobiados bajo el peso de sus culpas, si acuden a Dios con todo su corazon, y
además les abre el camino de la piedad por medio de los lamentos de la penitencia
(SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

1120 ¡ Mire que entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios!—Porque en los


juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona.
¡Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia! (J. EscR~vA DE BALAGUER,
Camino, n. 309).

1121 Entre los hombres el castigo sigue a la confesion, mientras que ante Dios a la
confesion sigue la salvacion (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt VI, p.
506).

Cada confesion, una nueva conversion

1122 El discipulo de Cristo que, despues del pecado, movido por el Espíritu Santo,
acude al sacramento de la Penitencia, ante todo debe convertirse de todo corazon a
Dios. Esta intima conversion del corazon, que incluye la contricion del pecado y el
proposito de una vida nueva, se expresa por la confesion hecha a la Iglesia, por la
adecuada satisfaccion y por el cambio de vida. Dios concede la remision de los
pecados por medio de la Iglesia, a traves del ministerio de los sacerdotes (Orco
Poenitentiae, n. 6).

1123 De esta contricion del corazon depende la verdad de la penitencia. Así pues, la
conversion debe penetrar en lo mas intimo del hombre para que le ilumine cada día
mas plenamente y lo vaya conformando cada vez mas a Cristo (Orco Poenitentiae, n.
6).

Cada vez que el cristiano se confiesa se le aplican los meritos de Cristo

1124 Como Dios, rico en misericordia (Ef 2, 4), sabe de que hemos sido formados
(Sal 102, 14), procuro también un remedio de vida a aquellos que se entregaron a la
esclavitud del pecado y al poder del demonio. Por el sacramento de la penitencia, el
beneficio de la muerte de Cristo es aplicado a los que han caldo despues del
bautismo (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 1).

1125 El sacramento de la penitencia [...] (es) el sacramento de la resurreccion de las


almas muertas, el sacramento de las almas revividas, el sacramento de la vida, de la
paz, de la alegria (PABLO VI, Aloc. 23-III-1977).

La confesion de las culpas

1126 La confesion de las culpas, que nace del verdadero conocimiento de si mismo
ante Dios y de la contricion de los propios pecados, es parte del sacramento de la
Penitencia. Este examen interior del propio corazon y la acusacion externa debe
hacerse a la luz de la misericordia divina. La confesion, por parte del penitente, exige
la voluntad de abrir su corazon al ministro de Dios; y por parte del ministro, un juicio
espiritual mediante el cual, como representante de Cristo y en virtud del poder de las
llaves, pronuncia la sentencia de absolucion o retencion de los pecados (Cfr. CONC.
DE TRENTO, Ses., XIV, cap. 5) (Orco Poenitentiae, n. 6).

Sinceridad plena

1127 Si no declaras la magnitud de la culpa, no conoceras la grandeza del perdon


(SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre Lazaro, 4).

1128 No bastan [...] los analisis sociologicos para traer la justicia y la paz. La ralz del
mal esti en el interio del hombre. Por esto, el remedio parte también del corazon. Y—
me complace repetirlo—la puerta de nuestro corazon solo puede ser abierta por la
Palabra grande y definitiva del amor de Cristo por nosotros, que es su muerte en la
cruz.Aqui es donde el Señor nos quiere conducir: dentro de nosotros. Todo este
tiempo que precede a la Pascua es una invitacion constante a la conversion del
corazon. Esta es la verdadera sabiduria: “la plenitud de la sabiduria es temer al
Sefior” (Ecclo 1, 15).

Queridisimos, tened, pues, la valentia del arrepentimiento; y tened también la


valentia de alcanzar la gracia de Dios por la Confesion sacramental.¡ Esto os hara
libres! Os dara la fuerza que necesitais para las empresas que os esperan, en la
sociedad y en la Iglesia, al servicio de los hombres (JUAN PABLO II, Discurso a UNIV, I
l-IV-1979).

1129 ¿Que es la confesion de los pecados, sino cierta abertura de las propias llagas?
(SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt VI, p. 259).

1130 (Algunos van con los pecados disimulandolos y como) coloreando porque no
parezcan tan malos, lo cual mas es irse a excusar que a acusar (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Noche Oscura, I,2,4).

1131 La sinceridad en el momento de la confesion es la sinceridad ante Dios mismo;


la actitud del que no es sincero es como la de quien, “acudiendo a la consulta del
medico para ser curado, perdiera el juicio y la conciencia de a que ha ido, y mostrase
los miembros sanos y ocultase los enfermos [...]. Dios es quien debe vendar las
heridas, no tu, porque si tu, por vergiienza, quieres ocultarlas con vendajes, no te
curara el medico. Has de dejar que sea el medico quien te cure y vende las heridas,
porque el las cubre con medicamentos. Mientras que con el vendaje del rbedico las
llagas se curan, con el vendaje del enfermo se ocultan. ¿Y a quien las ocultas? A
quien conoce todas las cosas (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 31).

1132 Todo pecador, mientras oculta en su conciencia sus cul- pas, se esconde y
encubre en un interior; pero el muerto sale fuera, cuando el pecador confiesa
espontaneamente sus maldades. A Lazaro se le dijo: “Sal fuera”, que es lo mismo
que si a cualquiera que esta muerto en la culpa se le dijera: ¿Por que escondes el
resto de tu culpa dentro de tu conciencia? Ya es tiempo de que salgas fuera por
medio de la confesion, tu que te escondes en tu interior por medio de la negacion.
Salga fuera el muerto, esto es, confiese su culpa el pecador. Los discipulos desataron
al que salia del sepulcro, para que los pastores de la Iglesia perdonen la pena que
mereci6 el que no se avergonzo de confesar lo que hizo (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 26 sobre los Evang.).

1133 Aprended a pensar, a hablar y a actuar segun los principios de la sencillez y de


la claridad evangelice: Si, si; no, no. Aprended a llamar blanco a lo blanco, y negro a
lo negro; mal al mal, y bien al bien. Aprended a llamar pecado al pecado, y no lo
llameis liberacion y progreso, aun cuando toda la moda y la propaganda fuesen
contrarias a ello. Mediante esta sencillez y claridad se constituye la unidad del Reino
de Dios, y esta unidad es, al mismo tiempo, una madura unidad interior de cada
hombre, es el fundamento de la unidad de los esposos y de las familias, es la fuerza
de las sociedades: de las sociedades que acaso sienten ya, y cada vez mas, como se
trata de destruirlas y descomponerlas desde dentro, llamando mal al bien y pecado a
la manifestacion del progreso y de la liberacion (JUAN PABLO II, Hom. a los
universitarios, Roma, 26-lII-1981).

La absolucion

1134 Al pecador que manifiesta su conversion al ministro de la Iglesia en la confesion


sacramental, Dios le concede su perdon por medio del signo de la absolueion y así el
saeramento de la Peniteneia alcanza su plenitud. En efecto, de acuerdo eon el plan
de Dios, segun el eual la humanidad y la bondad del Salvador se han hecho visibles
al hombre, Dios quiere salvarnos y restaurar su alianza con nosotros por medio de
signos visibles (Ordo Poenitentiae, n. 6).

La satisfaccion

1135 La verdadera conversion se realiza con la satisfaccion por los pecados, el


cambio de vida y la reparacion de los daños. El objeto y cuantia de la satisfaccion
debe acomodarse a cada penitente, para que así cada uno repare el orden que
destruyo y sea curado con una medicina opuesta a la enfermedad que le afligio.
Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente remedio del pecado cometido
y, de algun modo, renueve la vida. Así el penitente, olvidandose de lo que queda
atrás (Flp 3, 13), se injerta de nuevo en el misterio de la salvacion y se encamina de
nuevo hacia los bienes futuros (Ordo Poenitentiae n. 6).

Efectos de este sacramento

1136 De la misma manera que las heridas del pecado son diversas y variadas, tanto
en la vida de cada uno de los fieles como de la comunidad, así también es diverso el
remedio que nos aporta la penitencia. A aquellos que por el pecado grave se
separaron de la comunión con el amor de Dios, el sacramento de la Penitencia les
devuelve la vida que perdieron. A quienes caen en pecados veniales,
experimentando cotidianamente su debilidad, la repetida celebraci6n de la
penitencia les restaura las fuerzas, para que puedan alcanzar la plena libertad de los
hijos de Dios (Ordo Poenitentiae n. 7).

1137 Quienes se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia


de Dios el perdon de la ofensa hecha a El y al mismo tiempo se reconcilian con la
Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a su conversion con la caridad, con
el ejemplo y las oraciónes (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, n. 11).
1138 En lo que afane a la virtud y eficacia de este sacramento, su realidad y su
efecto son la reconciliacion con Dios que, en las personas piadosas que lo reciben
con devocion, a menudo va seguida de la paz y serenidad de la conciencia junto con
una fuerte consolacion espiritual (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 3).

1139 Los que se acercan al sacramento de la penitencia, reciben alli de la


misericordia de Dios el perdon de la ofensa que le han hecho, y al mismo tiempo se
reconcilian con la Iglesia herida por su pecado [...]. Es en la Iglesia, finalmente, donde
la pequena obra penitencial, impuesta a cada penitente en el sacramento, participa
de una manera especial de la expiacion infinita de Cristo. Por otra parte, por una
disposicion general de la Iglesia, el penitente puede unir intimamente a la
satisfaccion sacramental todo lo que hace, sufre y soporta en la vida (PABLO Vl,
Const. Apost. Poenitemini).

1140 Si te alejas de El por cualquier motivo, reacciona con la humildad de comenzar


y recomenzar; de hacer de hijo prodigo todas las jornadas, incluso repetidamente en
las veinticuatro horas del dia; de ajustar tu corazon contrito en la Confesion,
verdadero milagro del Amor de Dios. En este Sacramento maravilloso, el Señor limpia
tu alma y te inunda de alegria y de fuerza para no desmayar en tu pelea, y para
retornar sin cansancio a Dios, aun cuando todo te parezca oscuro (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 214).

1141En la vida del espíritu se enferma por el pecado, y es necesaria también una
medicina para recobrar la salud. Este remedio es la gracia que se recibe en el
sacramento de la penitencia (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 10, 1. c., p. 101).

1142 [...] esta confesion te obtendra el perdon ante el Señor, pues quien condena
aquello en lo que falto, con mas dificultad volvera a cometerlo; haz que tu conciencia
este siempre despierta y sea como tu acusador domestico, y así no tendras quien te
acuse ante el tribunal de Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. 6, sobre el tentador).

1143 La penitencia borra el pecado y la sabiduria lo evita (SAN AMBROSIO, en Catena


Aurea volt Vl, p. 40).

1144 Escuela de sabiduria moral, la confesion educa la mente para discernir el bien
del mal; palestra de energia espiritual, entrena la voluntad para la coherencia, la
virtud positiva, el deber dificil; dialogo con la perfección cristiana, ayuda a descubrir
la propia vocacion y a corroborar los propositos de fidelidad y progreso para la propia
santificacion y la de los demás (PABLO VI, Aloc. 23-lII-1977).
“El acto mas sublime de humildad”

1145 La frecuencia en la Confesion y en la Comunión te proporcionara la ayuda mas


eficaz para perseverar en la practica de la humildad (J. PECCI—Leon XIII—, Practica
de la humildad, 58).

1146 La Confesion, por la que revelamos a uno que es semejante a nosotros las
miserias mas secretas y vergonzosas de nuestra alma, es el acto mas sublime de
humildad que Jesucristo ha mandado a sus discipulos (J. PECC!—Leon XIII—, Practica
de la humildad, 58).

Cualidades de una buena confesion

1147 El Sacramento de la penitencia confiere la gracia—o la aumenta, cuando se


recibe en estado de gracia—ex opere operato, con eficacia de suyo infalible y sin
termino. Sin embargo, en cada Confesion concreta, el efecto de este Sacramento
esta en proporcion con las disposiciones del que lo recibe; como el sol que, siendo
siempre el mismo, calienta mas unas cosas que otras. Y si se pone un obstaculo por
medio puede dejar de calentar por completo. Los antiguos autores espirituales solian
enumerar dieciseis cualidades de la buena Confesion: sencilla, humilde, pura, fiel,
frecuente, clara, discreta, voluntaria, sin jactancia, integra, secreta, con dolor,
pronta, fuerte, acusadora y dispuesta a obedecer (cfr. SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, Supl., q. 9, a. 4).

1148 (En cuanto a los pecados es necesario tener) dolor al considerarlos, humildad al
confesarlos, intransigencia al satisfacer por ellos: de esta manera se expia la pena
eterna (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 7, l. c., p. 87).

1149 Quien se confiese con frecuencia no se contentara con una confesion


simplemente valida, sino que aspirara a una confesion buena que ayude al alma
eficazmente en su aspiracion hacia Dios. Para que la confesion frecuente logre este
fin, es menester tomar con toda seriedad este principio: Sin arrepentimiento no hay
perdon de los pecados. De a-tui nace esta norma fundamental para el que se
confiesa con frecuencia: No confesar ningún pecado venial del que uno no se haya
arrepentido seria y sinceramente. Hay un arrepentimiento general. Es el dolor y la
detestacion de los pecados cometidos en toda la vida pasada. Ese arrepentimiento
general es para la confesion frecuente de una importancia excepcional (B. BAUR, La
confesionfrecuente, p. 37-38).

Nunca falta materia de confesion


1150 Nunca falta que perdonar; somos hombres. Hable algo mas de la cuenta, dije
algo que no debia, rei con exceso, bebi demasiado, comi sin moderacion, oi de buen
grado lo que no me estaba bien oir, vi con gusto lo que no era bueno ver, pense con
deleite lo que no debi pensar... (SAN AGUSTÍN, Sermón 57).

Cualidades de un buen confesor

1151 Aquellas palabras que el Señor dijo a Jeremias: Ecce constitui te super
gentes. . . ut evellas. . . et dissipes et aedifices et plantes (Jer 1, 10), las esta
repitiendo a todos los confesores; los cuales no solo deben arrancar los vicios del
alma, sino también plantar virtudes (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, La practica del
confesor, 99).

1152 Para que el confesor pueda cumplir su ministerio con rectitud y fidelidad,
aprenda a conocer las enfermedades de las almas y a aportarles los remedios
adecuados; procure ejercitar sabiamente la funcion de juez y, por medio de un
estudio asiduo, bajo la guia del Magisterio de la Iglesia y, sobre todo, por medio de la
oración, adquiera aquella ciencia y prudencia necesarias para este ministerio. El
discernimiento del espíritu es, ciertamente, un conocimiento intimo de la accion de
Dios en el corazon de los hombres, un don del Espíritu Santo y un fruto de la caridad
(Cfr. Flp 1, 9-10) (Ordo Poenitentiae, n. lO).

1153 El buen pastor conoce a sus ovejas, sus exigencias, sus necesidades. Les ayuda
a desenredarse del pecado, a vencer los obstaculos y las dificultades que
encuentran. A diferencia del mercenario, el va en busca de. ellas, les ayuda a llevar
su peso y sabe animarlas siempre. Cura sus heridas con la gracia, sobre todo a
traves del Sacramento de la reconciliacion (JUAN PABLO II, Audiencia general, 16-V-
1979).

1154 [...] pienso de un modo especial en el Sacramento de la Penitencia o de la


reconciliacion, que posee una importancia capital para el camino de la conversion del
pueblo de Dios. Sois educadores de la fe, formadores de las conciencias, guias de las
almas, para permitir a cada cristiano desarrollar su vocacion personal segun el
Evangelio [...] (JUAN PABLO II. Aloc. al clero en Notre-Dame, Paris, 30-V-1980).

1155 El corazon del sacerdote ha de ser universal, abierto a todos, generoso, en una
oblatividad continua—el sacerdote ha de estar en un servicio permanente—sin
acepcion de personas [...] (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 128).
1156 Y de tal modo ordeno los remedios de la divina bondad, que sin las oraciónes
de los sacerdotes no es posible obtener el perdon de Dios. Y así [...] dio a quienes
estan puestos al frente de la Iglesia la potestad de administrar la accion de la
penitencia a quienes confiesan y de admitirlos [...] a la comunión de los sacramentos
por la puerta de la reconciliacion (SAN LEON MAGNO, Epist. Sollicitudines quidem, ll).

La limpieza de alma

1157 Escuchad de donde fuisteis llamados: de un cruce de caminos. <,Y que erais
entonces? Cojos y mutilados del alma, que es mucho peor que serlo del cuerpo. No
abuseis de la bondad de quien os ha invitado y nadie venga con el vestido sucio. Hay
que cuidar con toda diligencia el vestido del alma (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom.
sobre S. Mateo, 69).

1158 Lo que ha de llenarse ha de empezar por estar vacio. Si has de llenarte del
bien, comienza por echar fuera el mal. Imagina que Dios te quiere hacer rebosar de
miel: si estas lleno de vinagre, ¿,donde va a depositar la miel? Primero hay que
vaciar lo que contenia el recipiente: hay que limpiar el mismo vaso; hay que limpiarlo
aunque sea con esfuerzo, a fuerza de frotarlo, para que sea capaz de recibir esta
realidad misteriosa (SAN AGUSTÍN, Coment. a la l.a Epistola de S. Juan, 4).

1159 jAy de vosotros, escribas y fariseos, hipocritas, que lim- piais por fuera la copa y
el plato, que por dentro estan llenos de rapina y codicias! Si el Sehor detesta la
suciedad de los cuerpos y de los vasos que por necesidad tienen que mancharse con
el mismo uso, ¿cuanto mas las inmundicias de la conciencia, que si queremos
podemos conservar siempre limpia? (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt
III, p. 126).

La Confesion nos prepara convenientemente para recibir al Señor en la Sagrada


Comunión

1160 Y mi Padre le amara, y vendremos a el, y haremos mansion en el. Considerad


bien que inefable dicha es dar hospedaje en nuestro corazon a Dios. Si cualquier
persona distinguida o que ocupe algun puesto elevado, o algun amigo rico y
poderoso nos anunciara que iba a venir a visitarnos en nuestra casa, ;con que
solicitud limpiariamos y ocultariamos todo aquello que pudiera ofender la vista de
esta persona o de este amigo! Lave primero las manchas y suciedades que tiene el
que ha ejecutado malas obras, si quiere preparar a Dios una morada en su alma (SAN
GREGORIO MACNO, Hom. 30 sobre los Evang.).
1161 Por medio del sacramento de la Penitencia, el Padre acoge al hijo que retorna a
el, Cristo toma sobre sus hombros a la oveja perdida y la conduce nuevamente al
redil, y el Espíritu Santo vuelve a santificar su templo o habita en el con mayor
plenitud; todo ello se manifiesta al participar de nuevo, o con mas fervor que antes,
en la mesa del Señor, con lo cual estalla un gran gozo en el convite de la Iglesia de
Dios por la vuelta del hijo desde lejanas tierras (Orco Poenitentiae, n. 6).

1162 [...] dedicaos, a costa de cualquier sacrificio, a la administracion del


sacramento de la reconciliacion, y tened la certeza de que el, mas y mejor que
cualquier recurso humano, que cualquier tecnica sicologica, cualquier expediente
didactico y sociologico, construye las conciencias cristianas; en el sacramento de la
penitencia, efectivamente, actua Dios dives in misericordia (cfr. Ef 2, 4). Y tened
presente que todavia esta vigente y lo estera por siempre en la Iglesia la ensenanza
del Concilio Tridentino acerca de la necesidad de la confesion integra de los pecados
mortales (Ses XIV, cap. 5 y can. 7: Dz-Sch., 1679-1683; 1707); esta vigente y lo
estera siempre en la Iglesia la norma inculcada por San Pablo y por el mismo Concilio
de Trento, en virtud de la cual, para la recepcion digna de la Eucaristia debe
preceder la confesion de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal
(Ses. XIII, cap. 7 y can. I 1: Dz-Sch., 1647; 1661) (JUAN PABLO II, A la S. Penitenciaria
Apostolica y penitenciarios romanos, 30-I-1980).

Examen, arrepentimiento y proposito

1163 Este hombre debe llegar a la casa del Padre. El camino que alli conduce, pasa a
traves del examen de conciencia, el arrepentimiento y el proposito de la enmienda.
Como en la parabola del hijo prodigo, estas son las etapas al mismo tiempo logicas y
sicologicas de la conversion. Cuando el hombre supere en si mismo, en lo intimo de
su humanidad, todas estas etapas, nacera en el la necesidad de la confesion. Esta
necesidad quiza lucha en lo vivo del alma con la verguenza, pero cuando la
conversion es verdadera y autentica, la necesidad vence a la verguenza: la
necesidad de la confesion, de la liberacion de los pecados es mas fuerte. Los
confesamos a Dios mismo, aunque en el confesonario los escucha el hombre-
sacerdote. Este hombre es el humilde y fiel servidor de ese gran misterio que se ha
realizado entre el hijo que retorna y el Padre (JUAN PABLO II, Hom. 16-111-1980).

La Confesion, especial ayuda contra las tentaciones

1164 Nunca seremos vencidos mas facilmente por nuestro rival que cvando le
imitemos en la soberbia [...], ni le derribaremos con mas empuje que imitando la
humildad de Nuestro Señor, ni le seran nunca nuestros golpes mas dolorosos y duros
que cuando curemos nuestros pecados con la confesion y la penitencia (SAN
AGUSTÍN, Sermón 351).
La Confesion, sacramento de la alegria

1165 La alegria es un bien cristiano. Unicamente se oculta con la ofensa a Dios:


porque el pecado es producto del egoismo, y el egoismo es causa de la tristeza. Aun
entonces, esa alegria permanece en el rescoldo del alma, porque nos consta que
Dios y su Madre no se olvidan nunca de los hombres. Si nos arrepentimos, si brota de
nuestro corazon un acto de dolor, si nos purificamos en el santo sacramento de la
Penitencia, Dios sale a nuestro encuentro y nos perdona; y ya no hay tristeza [...]
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 178).

1166 No hablan de la severidad de Dios los confesonarios esparcidos por el mundo,


en los cuales los hombres manifiestan los propios pecados, sino mas bien de su
bondad misericordiosa. Y cuantos se acercan al confesonario, a veces despues de
muchos anos y con el peso de pecados graves, en el momento de alejarse de el,
encuentran el alivio deseado; encuentran la alegria y la serenidad de la conciencia,
que fuera de la confesion no podran encontrar en otra parte. Efectivamente, nadie
tiene el poder de librarnos de nuestros pecados, sino solo Dios. Y el hombre que
consigue esta remision, recibe la gracia de una vida nueva del espíritu, que solo Dios
puede concederle en su infinita bondad. Si el afligido invoca al Señor, El lo escucha y
lo salva de sus angustias (Sal 33, 7) (JUAN PABLO II, Hom. 16I11-1980).

1167 Quiza los momentos de una confesion sincera figuran entre los mas dulces,
mas confortantes y mas decisivos de la vida. Sea como fuere, nos encontramos a-tui
en un punto obligado del desarrollo de nuestra salvacion: podemos aplicarle la
celebre frase de SAN AGUSTÍN: Qui fecit te sine te, non salvabit te sine te: el que te
creo sin ti, no te salvara sin ti (Sermón 169). También este momento de nuestra vida
cristiana ha de ser considerado con humildad de nino y con coraje de hombre (PABLO
VI, Aloc. 27-II-1975).

“La alegria en el cielo” por cada confesion bien hecha

1168 Hay mayor alegria en el cielo por la conversion del pecador que por la
constancia del justo, porque un capitan ama mas en una batalla a aquel soldado que,
vuelto al combate despues de haber huido, acomete con coraje al enemigo, que al
otro quej si bien es cierto que nunca volvio la espalda, en cambio tampoco hizo
nunca nada con valor (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

Apostolado de la Confesion

1169 [...] el apostolado de la confesion tiene ya en si mismo su premio: la conciencia


de haber restituido a un alma la gracia divina, no puede menos de llenar al sacerdote
de una alegria inefable. Y no puede menos de animarle a la mas humilde esperanza
de que el Señor, al final de su jornada terrena, le abra los caminos de la vida: Qui ad
iustitiam erudierint multos, quasi stellae in perpetuas aeternitates (Dan 12, 13)(JUAN
PABLO II, A la S. PenitenciariaApostolicaypenitenciariosromanos, 30-I-1981).

Segunda tabla de salvacion

1170 El primer remedio para los que atraviesan el mar es conservar la nave integra;
el segundo, alcanzar alguna tabla si la nave se ha quebrado. De la misma manera, el
primer remedio para la travesia de este oceano que es nuestra vida, es conservar la
integridad; y el segundo, recuperarla por la penitencia, una vez perdida aquella por
el pecado (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 84, a. 6).

La Cuaresma, un tiempo may oportuno para una mayor frecuencia de la Confesion

1171 En toda la Iglesia se observa, con gran fruto para las almas, la costumbre
saludable de confesarse en el santo tiempo de Cuaresma [...]. El santo concilio
aprueba esta costumbre y la recibe como cosa piadosa y digna de ser observada
(CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 5).

1172 Es muy de desear que los Obispos y todos los pastores de almas, además del
empleo mas frecuente de! sacramento de la Penitencia, promuevan con ello,
especialmente durante el tiempo de Cuaresma, actos extraordinarios de penitencia
con fines de expiacion e impetracion (PABLO Vl, Const. Poenitemini, n. 9, 1).

Materia suficiente y materia necesaria de este Sacramento

1173 Para recibir fructuosamente el remedio que nos aporta el sacramento de la


Penitencia, segun la disposicion'del Dios misericordioso, el fiel debe confesar al
sacerdote todos y cada uno de los pecados graves que recuerde despues de haber
examinado su conciencia (Orco Poenitentiae, n. 7).

1174 Son materia suficiente, aunque no necesaria, del sacramento de la penitencia,


los pecados cometidos despues del bautismo, tanto los mortales ya perdonados
directamente por el poder de las llaves, como los pecados veniales (C.I.C., c. 902).

El precepto anual de la Confesion, “uno de los mas graves de la Iglesia”


1175 La proximidad de la Pascua nos invita a un deber caracteristico de la
participacion de cada uno de los fieles en la celebracion de la gran fiesta de la
Resurreccion: el deber de confesarnos, es decir, de acercarnos sincera y
personalmente al sacramento de la penitencia, acusando los propios pecados con
humilde arrepentimiento y con proposito de enmienda. Es este uno de los preceptos
mas graves de la Iglesia, un precepto en todo su vigor; una ley dificil pero muy
saludable, sabia y liberadora (PABLO VI, Aloc. 23-III, 1977).

La confesion frecuente y los pecados veniales

1176 En el nombre del Señor Jesus y en union con toda la Iglesia, demos seguridad a
todos nuestros sacerdotes acerca de la gran eficacia sobrenatural del misterio
perseverante que se ejerce a traves de la confesion auricular, con fidelidad al
mandato del Se~ior y a las ensehanzas de su Iglesia. Y una vez mas demos
seguridades a nuestro pueblo acerca de los grandes beneficios que se derivan de la
confesion frecuente. Estoy plenamente convencido de las palabras de mi predecesor
Pío XII: Esta practica fue introducida en la Iglesia no sin la inspiracion del Espíritu
Santo (AAS, 35, 1943, pag. 135) (JUAN PABLO II, A los obispos canadienses, 17-XI-
1978).

1177 Cierto que estos pecados veniales se pueden expiar de muchas y muy
laudables maneras; pero para progresar cada día con mas fervor en el camino de la
virtud recomendamos con mucho encarecimiento el uso de la confesion frecuente,
introducido por la Iglesia no sin la inspiracion del Espíritu Santo, con el que aumenta
el conocimiento propio, crece la humildad, se desarraigan las malas costumbres, se
hace frente a la tibieza espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad,
se lleva a cabo la direccion de las conciencias y aumenta la gracia en virtud del
sacramento mismo. Adviertan, pues, los jovenes clerigos que rebajan el aprecio de la
confesion frecuente, que acometen una empresa extrana al Espíritu de Cristo y
funestisima para el Cuerpo Mistico del Salvador (Pío XII, Enc. Mystici Corporis, n. 39).

CONFIANZA EN DIOS
Citas de la Sagrada Escritura

Gedeon y los 300 escogidos: Jue 7, 1-7.

David y Goliat: I Sam 17, 31-51.

Confianza en Dios y no en el hombre: Jer 17, 5 ss.

Castigo de los 40 ahos en el desierto por falta de confianza en Dios: Num 14.

Confianza en Dios en tiempo de oscuridad: Eclo 2, 1-6.

De la viuda de Sarepta: I Re 17, 10-16.

Esto os lo he dicho para que tengais paz en mí; en el mundo habeis de tener
tribulacion; pero confiad: yo he vencido al mundo. Jn 16, 33.

Tal es la confianza que por Cristo tenemos en Dios. No que de nosotros seamos
capaces de pensar algo como de nosotros mismos, que nuestra suficiencia viene de
Dios. 2 Cor 3, 4.

Considerad las generaciones antiguas y ved: ¿Quien confió en el Señor que fuese
confundido? Eclo 2, 11.

Mirad a los cuervos, que ni hacen sementera ni cosecha, que no tienen ni despensa
ni granero, y Dios los alimenta. ¿Cuanto mas valeis vosotros que un ave? Lc 12, 24.

Mirad los lirios como crecen: ni trabajan ni hilan, y yo os digo que ni Salomon en toda
su gloria se vistio como uno de ellos. Si a la hierba, que hoy esta en el campo y
mañana es arrojada al horno, así la viste Dios, ¿cuanto mas a vosotros, hombres de
poca fe? Lc 12, 27-28.
Los que confian en Yave son como el monte de Sion, que es inconmovible y esta
asentado para siempre. Sa/ 124, 1.

La confianza que tenemos en El es que, si le pedimos alguna cosa conforme con su


voluntad, El nos oye. I Jn 5, 14.

Los que temeis al Señor esperad la dicha, el gozo eterno y la misericordia. Eclo 2, 9.

Se alegraran cuantos en ti confian, exultaran por siempre. Tu los protegeras y en Ti


se alegraran los que aman tu nombre. Sa/ 5, 12.

Confia en Yave de todo corazon y no te apoyes en tu prudencia. Prov 3, 5.

Confianza en El, ¡oh, pueblo!, en todo tiempo. Derramad ante El vuestros corazones,
porque Dios es nuestro asilo. Sa/ 61, 9.

Encomienda a Yave tus caminos, confía en El, y El actuara. Sa/ 61, 9.

Pone en si su confianza el impio, y de la carne hace su apoyo y aleja de Yave su


corazon.

Jer 17, 5.

SELECCION DE TEXTOS

“Nunca fallo a sus amigos”

1178 Y fiad de su bondad, que nunca falló a sus amigos (SANTA TERESA, Vida, 1 1,
4).

1179 Si no le dejas, El no te dejará (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 730).


1180 ¿Que madre estará tan pronta y dispuesta si sus hijos pequeños la llaman?
Nadie, ciertamente, ni madre ni padre; sino sólo Dios (SAN JERONIMO, Hom. Evang.
S. Mateo, 55).

1181 ¿Que mas queremos tener al lado que un tan buen amigo, que no nos dejará en
los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? (SANTA TERESA, Vida, 22, 6-
7).

1182 Todo hombre, con tal que sea amigo de Dios, debe tener gran confianza en ser
librado por El de cualquier angustia [...]. Y como Dios ayuda especialmente a sus
siervos, muy tranquilo debe vivir quien sirve a Dios (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,
5, I.c., p. 72).

1183 Dios nunca falta de ayudar a quien por El se determina a dejarlo todo (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 1, 2).

1184 Tenía muy creído que no había de faltar el Señor a las que no tratan otro
cuidado sino en cómo contentarle (SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 2).

Da siempre las ayndas necesarias

1185 ¡Bienaventuradas malaventuras de la tierra! —pobreza, lágrimas, odios,


injusticia, deshonra... Todo lo podrás en Aquel que te confortará (J. EscR~vA DE
BALAGUER, Camino, n. 717).

1186 Pues nadie se basta a si mismo para librarse de tantos peligros de miserias, a
no ser que le ayude el que está mas arriba (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montafla, 1).

1187 (Hemos de confiar plenamente en Dios), de quien esperamos el socorro, no solo


de beneficios espirituales, sino también temporales (SANTO TOMÁS, Cuest. disput.
sobre la esperanza, 1).

1188 Y como les había hecho encargos de mucha importancia, queriendo animarlos,
les dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de
los siglos. Como diciendo: y no digais que es difícil cumplir lo que se os manda,
porque yo estoy con vosotros, que todo lo facilito (SAN JUAN CRISOSTOMO, en
Catena Aurea, volt V111, p. 432).

1189 Si teneis confianza en El y ánimos animosos, que es muy amigo Su Majestad de


esto, no hayais miedo que os falte nada (SANTA TERESA, Fundaciones, 27, 12).

1190 Y le dijo al paralitico: Coge tu camilla y vete a tu casa (Mc 2, I s.), para hacer
mas evidente el milagro, mostrando que no es cosa que se opere en la fantasía, sino
un hecho positivo y patente, y para demostrar que no solo curaba, sino que devolvía
también las fuerzas al enfermo. De la misma manera, no solo separa a las almas del
pecado, sino que les da las ayudas necesarias para cumplir los mandamientos
(TEOFILO, en Catena Aurea, vol IV, p. 54).

1191La soledad tiene sus asaltos, el mundo tiene sus peligros; en todas partes es
necesario tener buen ánimo, porque en todas partes el Cielo está dispuesto a
socorrer a quienes tienen confianza en Dios, a quienes con humildad y mansedumbre
imploran su paternal asistencia (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta a su hermana,
Epistolario, 761).

1192 Fíate enteramente de Dios, encomiéndate a El, descarga en su providencia


todos los cuidados, y El te sustentará, de modo que confiadamente puedas decir: el
Señor anda solicito por mi (Sal 39, 18) (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la
B. Virgen Maria, 5).

Confianza del que se dedica al apostolado por entero

1193 La confianza que el apóstol ha de poner en Dios debe ser tan grande que,
aunque no posea lo necesario para esta vida, tenga por cierto que nada le ha de
faltar (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

1194 Tanta debe ser la confianza en Dios del que predica, que ha de estar seguro
que no ha de faltarle lo necesario para la vida, aunque el no pueda procurárselo,
puesto que no debe ocuparse menos de las cosas eternas, por tener que preocuparse
de las temporales (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol IV, p. 140).

1195 No os asusteis, ni temas ningún daño, aunque las circunstancias en que


trabajeis sean tremendas [...]. Las manos de Dios son igualmente poderosas y, si
fuera necesario, harían maravillas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 105).
1196 Noquerais llevar bolsa, ni alforja, ni calzado,y a nadie saludeis por el camino.
Tanta debe ser la confianza que ha de tener en Dios el predicador, que aunque no se
provea de las cosas necesarias para la vida, debe estar persuadido de que no le han
de faltar, no sea que, mientras se ocupa en proveerse de las cosas temporales, deje
de procurar a los demás las eternas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los
Evang.).

Junto al Señor se ganan todas las batallas

1197 Es muv piadoso (el Señor), y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta
si confían en El sólo (SANTA TERESA, Camino de perfección, 29, 2).

1198 Si posees a Cristo, serás rico y con el te bastara. El será tu proveedor y fiel
procurador en todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los
hombres.Pon en Dios toda tu confianza y sea El el objeto de tu veneracion y de tu
amor. El responderá por tí y todo lo hará bien, como mejor convenga (Imitacion de
Cristo, II, l, 2-3).

1199 Ahi lo veis: presumía de sus fuerzas humanas, intentó luchar, no pudo triunfar,
se vino a tierra, fue subyugado, fue hecho cautivo. Entonces aprendió a presumir de
Dios,y terminó por recibir el auxilio de la gracia cuando puso en Dios la esperanza
(SAN AGUSTÍN, Sermón 145).

1200 Fue permitida esta negacion para que en el mismo príncipe de la Iglesia tuviese
principio el remedio de la penitencia, y nadie se atreviera a confiar en sus propias
fuerzas, cuando ni el mismo San Pedro había podido evadirse del peligro de la
inconstancia (SAN LEON MAGNO, Sermón 9, sobre la Pasion).

1201 La fuerza de Dios se muestra perfecta en la debilidad (SAN IRENEO, Trat. contra
las herejías, 5).

1202 Que ningúno diga aquellas palabras frías: no me atrevo, tengo verguenza, no
puedo pronunciar palabra. Este respeto es propio del diablo. El diablo quiere cerrarte
las puertas que dan acceso a Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl,
p. 301).

1203 Mirad lo que ha de consolar en gran manera a un cristiano: el pensar que, al


sufrir una tentacion, tiene la seguridad de que cuantas veces recurra a Dios, no ha de
sucumbir a los embates del demonio (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las
tentaciones).

1204 Pero los Apóstoles, en medio de las persecuciones, mantuvieron en Cristo la


paz, sin abandonarle, por el contrario, buscaron refugio en El [...]. En ellos se cumplió
lo que les había dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y
vencieron. ¿Por quien vencieron sino por El? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
103).

1205 Nadie confíe en si mismo al hablar; nadie confie en sus propias fuerzas al sufrir
la prueba, ya que si hablamos con rectitud y prudencia nuestra sabiduría proviene de
Dios, y si sufrimos los males con fortaleza nuestra paciencia es también don suyo
(SAN AGUSTÍN, Sermón 276).

1206 Cuanto mas determinados, menos confiados de nuestra parte: de donde ha de


venir la confianza ha de ser de Dios (SANTA TERESA, Camino deperfección, 41, 4).

1207 Cuando imaginamos que todo se hunde ante nuestros ojos, no se hunde nada,
porque Tu eres, Señor, mifortaleza (Sal 42, 2). Si Dios habita en nuestra alma, todo lo
demás, por importante que parezca, es accidental, transitorio; en cambio, nosotros,
en Dios, somos lo permanente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 92).

La confianza en Dios aumenta con la oración y las buenas obras

1208 Como no tardó en creer (se refiere al leproso de Cafarnaun), tampoco tardó en
sanar; y como no dilató la confesion de la fe, tampoco se hizo esperar la curación
(ORÍGENES. en Catena Aurea, volt l, p. 467).

1209 Las buenas obras mueven la fe del corazón, y dan confianza al alma para
dirigirse a Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt 1, p. 345).

1210 Hay un solo modo de crecer en la familiaridad y en la confianza con Dios:


tratarle en la oración, hablar con El, manifestarle—de corazón a corazón—nuestro
afecto (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 294).

Dios no manda imposibles


1211 Dios no manda imposibles, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas y
pidas lo que no puedas y ayuda para que puedas (SAN AGUSTÍN, Sobre la naturaleza
y la gracia, 43).

Confianza en la oración de peticion

1212 De la miseria del hombre está llena toda la tierra, y de la misericordia de Dios
está llena la tierra. Lo mismo los desventurados que los felices, todos necesitan de
Dios (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 32).

1213 No pueden dejar de cumplirse los deseos que el Hijo omnipotente manifestó al
Padre omnipotente (SAN AGUSTÍN. Trat. Evang. San Juan, 11).

1214 Llama al cielo para que seas oido, y tu Padre, que está en los cielos, te enviará
el auxilio y te defenderá. Te librará de la tribulacion y te colmará de la gloria de la
resurrección (SAN AMBROSIO, Coment. Evang. S. Lucas, 7).

1215 Pedid y recibireis... (cfr. Mt 7, 7-8). Lo repite para recomendar a justos y


pecadores la confianza en la misericordia de Dios, y por eso añade: todo el que pide
recibe; es decir, ya sea justo, ya sea pecador, no dude al pedir, para que conste que
no desprecia a nadie [...]. No puede concebirse que Dios, cuando manda la gran obra
de caridad de hacer bien a los enemigos, imponga a los hombres el deber de que
hagan lo que El no hiciera, siendo bueno (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea,
volt 1, pp. 428-429).

1216 Según somos, si nos dan lo que queremos, no admitiremos lo que el Señor nos
diere; porque, aunque sea lo mejor, como no vemos luego el dinero en la mano,
nunca nos pensamos ver ricos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 30, 1 -5).

1217 ¿Y cuantos favores cada uno de nosotros podríamos contar si, recordando con
ánimo agradecido los beneficios recibidos, quisiéramos hacer con ellos una alabanza
a Dios? Pues almas que por mucho tiempo permanecieron sin descendencia,
afectadas de esterilidad en lo mas noble de su ser y con sintomas de muerte en su
alma, una vez fecundadas por el Espíritu Santo en la oración asidua, concibieron
pensamientos saludables y llenos del conocimiento de la verdad. Y con ser
innumerables las fuerzas adversas que frecuentemente arremeten contra nosotros
con el propósito de apartarnos de la confianza divina, ¡cuantos enemigos fueron
vencidos! Pero hemos permanecido en nuestra confianza porque estos confían en sus
carros, aquellos en sus caballos; pero nosotros, a/ invocar el nombre del Señor,
nuestro Dios, vemos la verdad de que vano es el caballo para la sa/vacion (Sa/ 32, 1
7) (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 13).

1218 No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a
quien no ayude la oración de Cristo. Pues si esta fue de provecho para los que tanto
se ensañaban con el, ¿cuanto mas no lo será para los que se convierten a el? (SAN
LEON MAGNO, Sermón 15, sobre la Pasion).

Motivos de nuestra confianza en Dios

1219 Si vosotros, siendo malos, sabeis dar cosas buenas a vuestros hijos,¿ cuanto
mas vuestro Padre... ? (Mt 7, 9-11). Citó la semejanza de los padres y de los hijos
para que, si desesperamos de nuestros pecados, esperemos en la bondad de nuestro
Padre (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 430).

1220 Si Dios hizo todas las cosas de la nada, hay que creer que podría hacerlas de
nuevo si fuesen destruidas; puede, por tanto, dar vista a un ciego, resucitar a un
muerto y obrar cualquier otro milagro. Porque tienes en tu mano el poder cuando
quieras (Sab 12,18) (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1, l.c., p. 43).

1221 Cristo era tentado por el diablo y en Cristo eras tentado tu, porque Cristo tomó
tu carne y te dio su salvacion, tomo tu mortalidad y te dió su vida, tomó de tí las
injurias y te dió los honores, y toma ahora tu tentación para darte la victoria. Si
fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es
tentado y, sin embargo, no consideras su trinnfo? (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 60).

1222 Ahora nos mueve a una confianza firme e inquebrantable con el ejemplo de las
aves, diciendo: mirad los cuervos, que no siembran ni siegan (esto es, para tener que
comer), los cuales no tienen despensa ni granero (esto es, para conservar) y Dios los
alimenta. Pues, ¡cuanto mas no valeis vosotros que ellos! (SAN CIRILO, en Catena
Aurea, volt VI, p. 88).

1223 Toda mi esperanza estriba sólo en tu gran misericordia (SAN AGUSTÍN,


Confesiones, lO).
1224 Esta confianza del hombre en Dios ha de ser certísima, porque todo lo sabe, es
todopoderoso y quiere nuestra salvacion (SANTO TOMÁS, Compendio de Teologia, II,
4).

Confianza en Dios, por encima de todas las dificultades

1225 Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida


pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento
dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha
dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida,
antes de prestar juramento en contra de mi conciencia (SANTO TOMÁS MORO, Carta
a su hija Margarita desde la carcel, 1. c.).

1226 Hubiera podido hacer que no tuvierais que sufrir mal alguno ni enfrentaros
como ovejas ante lobos, podía haberos hecho mas temibles que leones; pero eso no
era lo conveniente, porque así vosotros hubierais perdido prestigio y Yo la ocasion de
manifestar mi poder. Es lo mismo que decia a Pablo: Te basta mi gracia, que en la
debilidad se muestra perfecto mi poder. Así es como yo he determinado que fuera. Al
decir: Os envío como ovejas, dice implicitamente: “No desmayeis: yo se muy bien
que de este modo sois invencibles” (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre San Mateo,
33).

1227 Así como no debemos confiar demasiado, para que no parezca que ensalzamos
nuestro propio poder, tampoco debemos desconfiar, para no tratar de ineficaz la
ayuda que Dios nos presta (ORÍGENES, en Catena Aurea, volt 111, p. 311).

El Señor nunca abandona

1228 Para la desconfianza, el remedio es considerar que este negocio no se ha de


alcanzar por sólas tus fuerzas, sino por la divina gracia, la cual tanto mas presto se
alcanza, cuanto mas el hombre desconfía de su propia virtud y confía en sólo la
bondad de Dios, a quien todo es posible (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Trat. de /a
oración y meditacion, 11, 4, aviso 7°).

1229 Mirad que lo puede todo y nosotras no podemos nada sino lo que El nos hace
poder (SANTA TERESA, Camino de perfección, 16, 10).

1230 Las oleadas son numerosas y peligrosas las tempestades, pero no tememos el
naufragio: estamos consolidados sobre la roca. Aunque el mar se enfurezca, no
demolerá la roca. Aunque las olas se agiten, no podrán hundir la barca de Jesus [...].
Me importa poco cuanto el mundo considera como temible. Me río de sus bienes. Ni
temo la pobreza, ni deseo la riqueza. Ni tengo miedo a la muerte, ni deseo seguir
viviendo, si no es para aprovechamiento espiritual (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom.
antes de partir para el destierro).

1231 El se anticipó a sanarnos, y continuará interviniendo después para que


alcancemos nuestro desarrollo; se adelantó para llamarnos, y nos seguirá hasta que
logremos la gloria; previno las cosas para que vivamos piadosamente, porque sin El
nada podemos (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la naturaleza y la gracia, 30).

1232 No debes desconfiar de Dios ni desesperar de su misericordia; no quiero que


dudes ni que desesperes de poder ser mejor: porque, aunque el demonio te haya
podido precipitar desde las alturas de la virtud a los abismos del mal, ¿cuanto mejor
podrá Dios volverte a la cumbre del bien, y no solamente reintegrarte al estado que
tenías antes de la caída, sino también hacerte mas feliz de lo que parecías antes?
(RABANO MAURO, Tres libros a Bonosio, 3, 4).

1233 El alma del hombre recto, al buscar en la oración el remedio a sus heridas, se
hace tanto mas acreedora a ser escuchada por Dios cuanto mas rechazada se ve de
la aprobacion de los hombres (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, lO).

1234 Buscad el rostro de Aquel que habita siempre, con presencia real y corporal, en
su Iglesia. Haced, al menos, lo que hicieron los discípulos. Tenían sólo una fe débil,
no tenían una gran confianza ni paz, pero por lo menos no se separaban de Cristo
[...] No os defendais de El, antes bien, cuando esteis en apuro acudid a El, día tras
día, pidiéndole fervorosamente y con perseverancia aquellos favores que solo El
puede otorgar. Y así como en esta ocasión que nos narran los Evangelios, El reprochó
a sus discipulos, pero hizo por ellos lo que le habían pedido, así , aunque observe
tanta falta de firmeza en vosotros, que no debía existir, se dignará increpar a los
vientos y al mar y dirá: “Paz, estad tranquilos”. Y habrá una gran calma (CARD, J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo IV despues de Epifania; Cat. S. Chaud 1848).

Jesucristo ha prometido estar con sus discípulos hasta la consumación de los siglos

1235 El me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo.


Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo. Esta es mi seguridad, este
es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita
que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Que es lo que ella me
dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Cristo esta conmigo,
¿que puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los
poderosos; todo eso no pesa mas que una tela de araña (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. antes de partir para el destierro).

1236 El que promete estar con sus discípulos hasta la consumación de los siglos,
manifiesta que ellos habrán de vencer siempre, y que El nunca se habrá de separar
de los que crean (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, volt III, p. 433).

1237 Qui habitat in adiutorio Altissimi, in protectione Dei coeli commorabitur (Sal 90,
1), habitar bajo la protección de Dios, vivir con Dios: esta es la arriesgada seguridad
del cristiano. Hay que estar persuadidos de que Dios nos oye, de que está pendiente
de nosotros: Así se llenará de paz nuestro corazón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 58).

1238 Y como les había hecho encargos de gran importancia, queriendo animarles les
dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de los
siglos (Mt 28, 28). Como diciendo: no digais que es difícil cumplir lo que se os manda,
porque estoy con vosotros, que todo lo hago fácil. Y no dijo que estaría sólo con ellos,
sino con todos los que creyeron despues de ellos [...], ya que los Apostoles no iban a
vivir hasta el final de los tiempos (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt III,
p. 432).

Confianza en Dios, a pesar de las propias faltas y pecados

1239 (Mas libranos del mal). Nada queda ya que deba pedirse al Señor cuando
hemos pedido su protección contra todo lo malo; la cual, una vez obtenida, ya
podemos considerarnos seguros contra todas las cosas que el demonio y el mundo
pueden hacer. ¿Que miedo puede darnos el siglo, si en el tenemos a Dios por
defensor? (SAN CPPRIANO, en CatenaAurea, volt 1, pp. 371-372).

1240 Yo soy muy aficionada a San AGUSTÍN, porque el monasterio a donde estuve
seglar era de su Orden; y también por haber sido pecador, que en los santos que
después de serlo el Señor tornó a si, hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en
ellos había de hallar ayuda; y que como los había el Señor perdonado, podía hacer en
mi; salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho, que a ellos sola una vez los
había el Señor llamado y no tornaban a caer, y a mi eran ya tantas, que esto me
fatigaba. Mas considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de su
misericordia jamás desconfié; de mi, muchas veces (SANTA TERESA, Vida, 9, 3).

1241 Con razon tengo puesta en El la firme esperanza de que sanarán todas mis
dolencias por medio de El, que esta sentado a tu diestra y que intercede por
nosotros; de otro modo desesperaría. Porque muchas y grandes son mis dolencias; sí,
son muchas y grandes, aunque mas grande es tu medicina (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, l0, 43).

La nave de Cristo no se hunde

1242 La nave de Jesus no puede hundirse [...]. Las olas no quebrantan la roca, sino
que se tornan ellas mismas espuma. Nada hay mas fuerte que la Iglesia. Deja, pues,
de combatirla, para no destrozar tu fuerza en vano. Es inútil pelear contra el cielo.
Cuando combates contra un hombre, o vences o eres vencido; pero si peleas contra
la Iglesia, el dilema no existe. Dios es siempre mas fuerte (SAN JUAN CRISOSTOMO
Hom. antes de partir para el destierro).

1243 Permitió el Señor que peligrasen sus discípulos para que se hicieran sufridos, y
no los asistió en seguida, sino que los dejó en peligro toda la noche (hace referencia
a la tempestad en el lago de Genezaret), a fin de enseñarles a esperar con paciencia
y que no se acostumbrasen a recibir inmediatamente el socorro en las tribulaciones
(TEOFILACTO, Trat. Evang. S. Marcos).

CONFIRMACIÓN

SELECCION DE TEXTOS

Efectos propios de este sacramento

1244 El don propio de la confirmación—además de los efectos comunes con los


demás sacramentos—es perfecciónar la gracia bautismal. Quienes han sido hechos
cristianos por el bautismo son aun como niños recien nacidos (cfr. Pdr 2, 2), tiernos y
delicados. Con el sacramento de la confirmacion se robustecen contra todos los
posibles asaltos de la carne, del demonio y del mundo, y su alma se vigoriza en la fe
para profesar y confesar valientemente el nombre de Nuestro Sefior Jesucristo. De a-
tui el nombre de confirmacion (Catecismo Romano, P. II, c. 2, n. 20).

1245 Todos los sacramentos son ciertas profesiónes de fe. Y así como el bautizado
recibe la potestad espiritual para confesar la fe por la recepcion de los demás
sacramentos, así el confirmado la recibe para confesar publicamente con la palabra y
como por oficio la fe de Cristo (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 72, a. 5 ad 2).

1246 Por el sacramento de la confirmacion se vinculan mas estrechamente a la


Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello quedan
obligados mas estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de
Cristo, por la palabra juntamente con las obras (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentium, n. l l).

La edad adulta

1247 Es manifiesto que en la vida corporal constituye cierta perfección especial el


hecho de que el hombre alcance la edad perfecta, de suerte que pueda realizar las
acciones que corresponden al hombre perfecto. Y por eso, además de la generacion,
por la cual se recibe la vida corporal, existe el crecimiento y el aumento, por el que
se alcanza la edad perfecta. Esto mismo ocurre en la vida espiritual: el hombre recibe
la vida por el bautismo, que es una espiritual regeneracion; y en la confirmacion
recibe como la edad perfecta en la vida espiritual. Y por ello es claro y manifiesto que
la confirmacion es un sacramento especial (SANTO TOMÁS' Suma Teológica, 3, q. 72,
a. l).

Confirmacion y apostolado

1248 El apostolado de los laicos es una participacion en la misma mision salvifica de


la Iglesia, y todos estan destinados a este apostolado por el Sefior mismo, en virtud
del Bautismo y de la Confirmacion (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 33).

1249 Los laicos tienen el derecho y el deber de ser apostoles en virtud de su misma
union con Cristo Cabeza. Insertos en el cuerpo mistico de Cristo por el Bautismo y
robustecidos mediante la Confirmacion por la fuerza del Espíritu Santo, son
destinados al apostolado por el mismo SefSor (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam
Actuositatem, 3).

Especial fortaleza contra los enemigos de la fe

1250 Por el sacramento de la confirmacion se da al hombre potestad espiritual para


ciertas acciones sagradas distintas de las que ya recibio potestad en el bautismo.
Porque en el bautismo recibe la potestad para realizar aquellas cosas que pertenecen
a la propia salvacion en el orden puramente individual; pero en la confirmacion
recibe la potestad para realizar las cosas relativas a la lucha espiritual contra los
enemigos de la fe. Como aparece claro en el caso de los apostoles, quienes, antes de
recibir la plenitud del Espíritu Santo, estaban encerrados en el cenaculo
perseverando en la oración (Hech 1, 13-14), y cuando salieron de alli no se
avergonzaron de confesar publicamente la fe, incluso contra los enemigos de la
misma (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 72, a. 5).

1251 El hombre todo entero se funde en la Verdad, en la inteligencia de su espíritu,


en el abandono de su voluntad, en la consagracion de todo su amor. De lo cual el
hombre pusilanime no es capaz mas que cuando es confirmado por la gracia de Dios
(SAN BUENAVENTURA, Breviloquium, VI, 8).

1252 La lucha espiritual contra los enemigos invisibles corresponde a todos los
cristianos; pero la lucha contra los enemigos visibles, o sea contra los que persiguen
la fe cristiana, confesando el nombre de Cristo, es propia de los confirmados, que han
llegado espiritualmente a la edad viril (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 72, a. 5
ad. 2).

1253 El efecto de este sacramento es que por medio de el se da a los cristianos el


Espíritu Santo, como fue dado a los Apostoles en Pentecostes, para tener fuerzas y
confesar con valentia el nombre de Cristo. Así pues, el confirmado es ungido en la
frente, donde se manifiesta la verguenza, para que no se averguence de confesar el
nombre de Cristo y especialmente su cruz, escandalo para los judios y locura para los
gentiles, como dice el Apostol (I Cor 1, 23). Por eso es marcado con el signo de la
cruz (CONC.DE FLORENCIA, Decr. pro Armeniis, a. 1439).

Recibira una mayor gloria quien muera habiendo sido confirmado

1254Quienes tienen niños a su cargo, han de ocuparse diligentemente de que sean


confirmados, porque es grande la gracia que proporciona este sacramento. Si
mueren, tendra mayor gloria el confirmado que el que no lo ha sido, porque aquel
recibio mas gracia (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 10, 1. c., p. 101).

CONOCIMIENTO PROPIO
Citas de la Sagrada Escritura.

Reconozco mis iniquidades y mi pecado esta siempre ante mis ojos. Sal 50, 5.

Rociame con hisopo y quedaré limpio; lavame y quedaré

mas blanco que la nieve. Sa/ 50, 9.

Desde lo profundo clamo a ti,

Señor; Señor escucha mi voz. Estén atentos tus oidos a la voz de mi súplica. Si te
acordaras de los pecados, Señor, ¿quien quedaría en pie? Sal 129, 2-3.

Dos hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo el otro publicano. El fariseo, en
pie, oraba para si de esta manera: ¡Oh Dios!, te doy gracias de que no soy como los
demás hombres, rapaces, injustos, adulteros, ni como este publicano. Ayuno dos
veces en la semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo. El publicano se quedo alla
lejos y ni se atrevia a levantar los ojos al cielo, y heria su pecho, diciendo: ¡Oh Dios,
se propicio a mi, pecador!

Lc 18, 10-13.

Al que tiene, se le dará mas y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le
será quitado. Por esto les hablo en parabolas, porque viendo no ven y oyendo no
oyen ni entienden; y se cumple con ellos la profecia de Isaias, que dice: “Cierto oireis
y no entendereis, vereis y no conocereis. Porque se ha endurecido el corazon de este
pueblo, y se han hecho duros de oidos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus
ojos y no oir con sus oidos, y para no entender en su corazon y convertirse, que yo
los curarla” Mt 13, 12-15.

SELECCION DE TEXTOS

El conocimiento propio conduce a la humildad

1255 El propio conocimiento nos lleva como de la mano a la humildad (SAN


JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 609).
1256 El que se acusa a si mismo acepta con alegria toda clase de molestias [...] pues
se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz [...].

Pero quizá alguien me objetará: “Si un hermano me aflige y yo, examinandome a mi


mismo, no encuentro que le haya dado ocasion alguna, ¿por que tengo que
acusarme?”. En realidad, el que se examina con diligencia y con temor de Dios nunca
se hallará del todo inocente, y se dará cuenta de que ha dado alguna ocasion, ya sea
de obra, de palabra o con el pensamiento. Y si en nada de esto se halla culpable,
seguro que en otro tiempo habra sido motivo de afliccion para aquel hermano, por la
misma o por diferente causa; o quiza habra causado molestia a algun otro hermano.
Por esto sufre ahora en justa compensacion, o también por otros pecados que haya
podido cometer en muchas otras ocasiones (SAN DOROTEO, Instruccion 7).

Primer paso para el conocimiento de Dios

1257 Conocimiento de sí, que es el primer paso que tiene que dar el alma para llegar
al conocimiento de Dios (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 4, 1).

1258 Conócete, pues, alma hermosa, ya que eres imagen de Dios. Conocete,
hombre, ya que eres gloria de Dios (SAN AMBROSIO. Hexameron, V111, 50).

Otros bienes del propio conocimiento

1259 Y tengo por mayor merced del Señor un día de propio y humilde conocimiento,
aunque nos haya costado muchas afliciones y trabajos, que muchos de oración
(SANTA TERE SA, Fundaciones, 5, 16).

1260 Pues yo reconocco mi culpa, tengo presente mi pecado. El que así ora no
atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a si mismo, y no de manera
superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a si
mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdon (SAN AGUSTÍN,
Sermón 19).

1261 Al no conocerse rectamente, los malos no se aman en verdad a si mismos, sino


que aman lo que creen que son (SAN TO TOMAS, Suma Teológica, 2-2, q. 25, a. 7).

Caminos que conducen al conocimiento propio


1262 Con mucha frecuencia sucede que el mismo desprecio de que son objeto los
hombres por parte del mundo, los lleva al conocimiento de si mismos (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

1263 Para la presuncion, el remedio es considerar que no hay mas claro indicio de
estar el hombre muy lejos, que creer que esta muy cerca, porque en este camino los
que van descubriendo mas tierra, esos se dan mayor prisa, por ver lo mucho que les
falta; y por eso nunca hacen caso de lo que tienen en comparacion de lo que desean.
Mirate, pues, como en un espejo, en la vida de los Santos y en las de otras personas
sehaladas que ahora viven en carne, y veras que eres ante ellos como un enano en
presencia de un gigante, y así no presumiras (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Trat. de la
oración y meditacion, II, 4, aviso 7°).

Conocimiento propio y formacion de la conciencia

1264 Son mas peligrosos y mas dificiles de remediar los vicios que tienen apariencia
de virtud y se cubren con la apariencia de cosas espirituales, que los que tienen
claramente por fin el placer sensual. A estos, en efecto, como a las enfermedades
que se manifiestan con claridad, puede atacarseles de frente y se les cura al
instante. Los otros vicios, en cambio, paliados con el velo de la virtud, permanecen
incurables, agravando el estado de los pacientes y haciendo desesperar de su
remedio (CASIANO, Colaciones, 4).

1265No quisiera que ignoraseis, hermanos mios, de que modo se baja, o por mejor
decir, se cae en estos caminos. El primer escalon es el disimulo de la propia flaqueza,
de la propia iniquidad y del propio fracaso, cuando, perdonandose el hombre a si
mismo, autoconsolandose, se engaña. El segundo escalon es la ignorancia de si [...].
¿Que mas logico que no ver sus llagas, especialmente si las ha tapado con el solo fin
de no poderlas ver? De esto se sigue que, ulteriormente, aunque se las descubra
otro, defienda con tozudez que no son llagas, dejando que su corazon se abandone a
palabras engahosas para buscar excusas a sus pecados (SAN BERNARDO, Sermón
sobre el Salmo 90).

1266 Mas aquellos que cubren los ojos de su corazon con el craso velo de los vicios, y
segun la palabra del Salvador viendo no ven, y entendiendo no entienden ni
comprenden (Mt 13, 13), son incapaces de apreciar en lo intimo de su conciencia los
pecados mortales (CASIANO, Colaciones, 23).

A mayor santidad, mayor es el conocimiento que se tiene de uno mismo


1267 (El santo) se alegra de ser considerado poco por los demas, porque ve
confirmado en esa baja reputacion lo que el pensaba de si mismo (SAN GREGORIO
MAGNO, Diatesseron, 1).

1268 Es propio de los justos, a causa de su humildad, desmentir diligentemente, y de


una en una, sus buenas obras narradas en presencia de los mismos; y es propio de
los poco rectos dar a entender—excusandose—que no tienen culpas, o que son leves
y pocas (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol III, p. 247).

1269 (Los santos) en su afan ilimitado por la santidad, descubren en si con rara
sagacidad y condenan sin piedad cosas que nuestra mirada interior, entenebrecida,
no puede ni siquiera atisbar (CASIANO, Colaciones, 23).

1270 Examinate a ti mismo para conocer que eres; haz lo posible por conocerte (SAN
BASILIO, Homilia 3).

El propio conocimiento facilita la caridad con el projimo

1271 Dos cosas quiere el Señor de nosotros: que consideremos nuestros propios
pecados y que perdonemos los de nuestro projimo [...], pues aquel que considera sus
propios pecados estera mas pronto al perdon de su companero. Y no solo de boca,
sino de corazon [...] esforcemonos, pues, por no querer mal a nadie, para que Dios
nos ame (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 61).

1272 De ordinario las perturbaciones del corazon se originan en nosotros, no por el


mal proceder de los demas, sino por culpa propia. Estan ocultas en nosotros las
causas de las ofensas y la semilla de los vicios (CASIANO, Instituciones, 9).

1273 Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios
pecados para fijarse en los de los demas. No buscan lo que hay que corregir, sino en
que pueden morder. Y, al no poder excusarse a si mismos, estan siempre dispuestos
a acusar (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).
CONTEMPLACIÓN

SELECCION DE TEXTOS

La contemplacion de Dios solo es posible en la vida futura. Aqui se nos da


imperfectamente, “como un adelanto”.

1274 La contemplacion sera perfecta en la vida futura, cuando veamos a Dios cara a
cara (I Cor 12, 12) y nos haga, con esta vision, perfectamente bienaventurados. Pero
ahora, aunque imperfectamente, como a traves de espejo y como en enigma (ibid.),
nos compete la contemplacion de la verdad divina, por la que se nos da como un
adelanto de la bienaventuranza, que se inicia aqui y alcanzará su perfección en la
vida futura (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 180, a. 4, c).

1275 Como fin de todos nuestros trabajos y eterna perfección de las alegrias, se nos
promete la contemplacion (SAN AGUSTÍN, Sobre la Trinidad, 1, 8).

1276 El corazon necesita, entonces, distinguir y adorar a cada una de las Personas
divinas. De algun modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida
sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se
entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se
somete facilmente a la actividad del Paraclito vivificador, que se nos entrega sin
merecerlo: ¡los dones y las virtudes sobrenaturales! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 306).

1277 El Espíritu prepara previamente al hombre para acoger al Hijo de Dios, el Hijo lo
conduce al Padre, y el Padre le da incorruptibilidad y la vida eterna, que son fruto de
la vision de Dios para aquellos que le contemplan. Del mismo modo que quienes ven
la luz estan en la luz y participan de su esplendor, así los que ven a Dios estan en
Dios y participan de su esplendor. Ahora bien, el esplendor de Dios es vivificante. Y
por lo mismo, quienes vean a Dios tendran parte en la vida (SAN IRENEO, Contra los
herejes, 4, 20).

1278 El resplandor de la belleza divina es algo absolutamente inefable e inenarrable


(SAN BASILIO MAGNO, Regla monastica, respuesta 2, 1).

1279 La contemplacion es una cumbre en la cual Dios se comienza a comunicar y


manifestar al alma. Pero no acaba de manifestarse, solo asoma. Pues por muy altas
que sean las noticias que al alma se le dan de Dios en esta vida, no son mas que
lejanas asomadas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 13, 10).

1280 Por mucho que a Dios se le conozca en esta vida, no se le conoce de verdad.
Solo una partecita y muy de lejos (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 6, 5).

1281 Todo esto sucede a veces a las almas ya muy purificadas. Dios les concede la
gracia, cuando oyen, o ven o entienden, y a veces sin oir, ni ver, ni entender, de
recibir una comprension grandisima de la alteza y grandeza de Dios. En ese
sentimiento siente a Dios tan alto que entiende claramente que se le queda todo por
entender.Y ese sentir y entender que Dios es tan inmenso que no se puede entender
del todo, es muy subido entender (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 7, 9).

Se promete a los limpios de corazon

1282 Con toda razon se promete a los limpios de corazon la bienaventuranza de la


vision divina. Nunca una vida manchada podre contemplar el esplendor de la luz
verdadera, pues aquello mismo que constituira el gozo de las almas limpias sera el
castigo de las que esten manchadas (SAN LEON MAGNO, Sermón 95, sobre las
bienaventuranzas).

1283 Dios se deja contemplar por los que tienen el corazon purificado (SAN
GREGORIO DE NISA, Hom. 6, sobe las bienaventuranzas).

1284 ¿Quieres ver a Dios? Escuchalo: Bienaventurados los limpios de corazon,


porque ellos veran a Dios. En primer lugar, piensa en purificar tu corazon: lo que veas
en el que desagrada a Dios, quitalo (SAN AGUSTÍN, Sermón 2, sobre la Ascension del
Seitor).

1285 Dios nos manda que primeramente nos lavemos por la compuncion, para que
nuestra suciedad no nos haga indignos de penetrar en la pureza de los secretos de
Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

El deseo de ver a Dios

1286 El alma que de verdad ama a Dios no puede querer estar satisfecha y contenta
hasta que de veras posea a Dios. Todas las cosas que no son Dios, no solo no la
satisfacen, sino que le aumentan el deseo de verle tal cual El es (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 6, 4).

1287 Los que se quieren, procuran verse. Los enamorados solo tienen ojos para su
amor. ¿No es logico que sea asi? El corazon humano siente esos imperativos.
Mentiria si negase que me mueve tanto el afan de contemplar la faz de Jesucristo.
Vu/tum tuum, Domine, requiram, buscare, Señor, tu rostro. Me ilusiona cerrar los
ojos, y pensar que llegara el momento, cuando Dios quiera, en que podre verle, no
como en un espejo, y bajo imagenes oscuras... sino cara a cara. Si, hijos, mi corazon
esta sediento de Dios, del Dios vivo. ¿ Cuando vendre y vere la faz de Dios? (J.
ESRIVA DE BALAGUER, Hoja informativa n. ° I del proceso de beatificacion, p. 5).

1288 El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban
en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios.Por eso el amor que ansia
ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente
de encontrarse con el.Por eso Moises se atrevio a decir: Si he obtenido tu
favor,muestrate a mi.Por eso también se dice en otro lugar: Dejame ver tu figura. Y
hasta los mismos paganos en medio de sus errores se fabricaron idolos para poder
ver con sus propios ojos el objeto de su culto (SAN PEDRO CRISOLOGO, Sermón 147).

1289 Cuanto mas conoce el alma a Dios, tanto mas le crece el deseo de verle y la
pena de no verle (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 6, 2).

1290 [...] desde tiempo atras nos atraia el Señor hacia el cielo. Cuando finalmente
nos nacieron las alas de la virtud al cabo del tiempo, llegandose a nosotros poco a
poco, nos saco de este domicilio y nos enseho a volar mas alto (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Sobre la virginidad, 7).

Buscar al Señor en todas las cosas

1291 Reflexionad bien que es lo que estais pensando a todas horas. Unos piensan en
los honores, otros en el dinero, otros en la extension de sus posesiones. Todas estas
cosas estan en lo bajo, y cuando el alma se ocupa en tales cosas, queda separada de
la rectitud de su estado: y como no se eleva a los deseos celestiales, no puede mirar
hacia arriba, como la mujer encorvada (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 31 sobre los
Evang.).

1292 Si los cinco sentidos del cuerpo buscan el alimento de las miserias mundanas,
no pueden volar para conseguir los frutos de acciones mas sublimes (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 66).
La contemplacion es compatible con cualquier actividad humana recta

1293 Cuando de dos cosas una es la razon de la otra, la ocupacion del alma en una
no impide ni disminuye la ocupacion en la otra [...].Y como Dios es aprehendido por
los santos como la razon de todo cuanto hacen o conocen, su ocupacion en percibir
las cosas sensibles o en contemplar o hacer cualquiera otra cosa, en nada les impide
la divina contemplacion ni viceversa (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Supl., q. 82, a.
3).

Mirar a Cristo

1294 Marta, en su empeño de aderezarle al Señor de comer, andaba ocupada en


multitud de quehaceres. Maria, su hermana, prefirio le diese a ella de comer el
Señor. Olvidose, pues, en cierto modo, de su hermana, tan ajetreada por la
complicacion del servicio, y sentose a los pies del Señor, donde, sin hacer nada,
escuchaba su palabra. Con oido discretisimo habla oido decir: Estaos quedos, y ved
que yo soy el Señor (Sal 45, 11). La otra se consumia, esta comia; la otra disponla
muchas cosas, esta solo miraba una sola (SAN AGUSTÍN, Sermón 103).

1295 Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior donde Cristo habita (SAN
BERNARDO, Sermón 5).

1296 Si el alma llegara a levantar los ojos hasta su cabeza, que es Cristo [...], seria
realmente feliz por la penetracion de su vision, al poner sus ojos donde el mal no
puede oscurecerlos (SAN GREGORIO DE NISA, Homilia 5).

Contemplacion también a traves de las oraciónes vocales

1297 Porque se que muchas personas, rezando vocalmente —como ya queda dicho
—, las levanta Dios, sin saber ellas como, a subida contemplacion (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 30, 7). -

1298 En la oración vocal se puede poner una triple atencion. La primera y mas
imperfecta se refiere a la correcta pronunciacion de todas las palabras de que
consta. La segunda se fija en el sentido de esas palabras. La tercera, finalmente,
pone su empe~io en elfin de la oración, o sea, en Dios y en la cosa por la que se ora.
Esta ultima es la mas importante y necesaria, y pueden tenerla incluso las personas
de corto alcance o que no entiendan el sentido de las palabras que pronuncian. Esta
ultima atencion puede ser tan intensa que arrebate la mente a Dios hasta el punto de
hacernos perder de vista todas las demás cosas (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-
2, q. 83, a. 13).

Frutos de la contemplacion

1299 El que ve a Dios alcanza por esta vision todos los bienes posibles: la vida sin fin,
la incorruptibilidad eterna, la felicidad imperecedera, el reino sin fin, la alegria
ininterrumpida, la verdadera luz, el sonido espiritual y dulce, la gloria inaccesible, el
jubilo perpetuo y, en resumen, todo bien (SAN GREGORIO DE NISA, Hom. 6 sobre
bienaventuranzas).

1300 Pues así como los que ven la luz estan en la luz y reciben claridad, así también
los que ven a Dios estan en Dios y reciben su claridad. La claridad de Dios vivifica y,
por tanto, los que ven a Dios reciben la vida (SAN IRENEO, Trat. contra las herejfas,
4).

1301En una piadosa permision, les permitio gozar durante un tiempo muy corto la
contemplacion-de la alegria que dura siempre, para hacerles sobrellevar con mayor
fortaleza la adversidad (SAN BEDA, Coment. Evang. sobre S. Marcos, 8).

1302 Con la maravillosa normalidad de lo divino, el alma con- templativa se desborda


en afan apostolico: me ardia el corazon dentro del pecho, se encendia el fuego en mi
meditacion (Sal 38,4)(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 120).

1303 Hay que saber estar en silencio, crear espacios de soledad o, mejor, de
encuentro reservado a una intimidad con el Señor. Hay que saber contemplar [...].
Desgraciadamente, nuestra vida diaria corre el riesgo o incluso experimenta casos,
mas o menos difundidos, de contaminacion interior. Pero el contacto de fe con la
Palabra del Señor nos purifica, nos eleva y nos vuelve a dar energia (JUAN PABLO II,
Hom. 20-VII-1980).

Contemplacion de los misterios del Santo Rosario

1304 La Iglesia nos anima a la contemplacion de los misterios:para que se grabe en


nuestra cabeza y en nuestra imaginacion, con el gozo, el dolor y la gloria de Santa
Maria, el ejemplo pasmoso del Señor, en sus treinta arios de oscuridad, en sus tres
a~ios de predicacion, en su Pasion afrentosa y en su gloriosa Resurreccion (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ Amigos de Dios, 299).

CONTRICIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios [...]. Echad sobre El vuestros
cuidados, puesto que El se preocupa de vosotros. I Pdr 5,6-7.

Inclina a mi tus oidos, apresurate a librarme; se para mi roca inexpugnable,


ciudadela para mi salvacion. Pues tu eres mi roca, mi ciudadela; por amor de tu
nombre tu me guiaras y me conduciras. Me sacaras de la red que me han tendido,
porque tu eres mi fortaleza. En tus manos encomiendo mi espíritu.Tu me has
rescatado, Yave, Dios fiel. Sal 31, 3-6.

Ten piedad de mi, ¡oh Yave!, porque estoy angustiado [...]. Haz resplandecer tu faz
sobre tu siervo y salvame en tu piedad. Sal 31, 10-17..

Mientras calle, consumianse mis huesos, gimiendo durante todo el dia. Pues día y
noche tu mano pesaba sobre mi, y tornose mi vigor en sequedades de estio. Te
confese mi pecado y no oculte mi iniquidad. Dije: “Confesare a Yave mi pecado”, y tu
perdonaste la culpa de mi pecado. Sal 32, 3-5.

Porque dices: Yo soy rico, me he enriquecido, y de nada tengo necesidad, y no sabes


que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo; te
aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el fuego, para que te enriquezcas, y
vestiduras blancas, para que te vistas y no aparezca la verguenza de tu desnudez, y
colirio para ungir tus ojos, a fin de que veas. Yo reprendo y corrijo a cuantos amo;
ten, pues, celo y arrepientete. Mira que estoy a la puerta y llamo. Apoc 3, 17-19.

Me levantare e ire a mi padre y le aire: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; tratame como a uno de tus jornaleros. Lc
15, 18-19.
Apiadate de mi, joh, Dios! segun tu benignidad. Por tu gran misericordia borra mi
iniquidad. Lavame enteramente de mi iniquidad y limpiame de mi pecado, pues
reconozco mi transgresion, y mi pecado esta siempre delante de mi. Contra ti, contra
ti solo he pecado; he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu
sentencia y seas irreprochable en tu juicio. He aqui que en maldad fui formado y en
pecado me concibio mi madre. Sal 51, 3-7.

Abre tu, Señor, mis labios, y cantara mi boca tus alabanzas. Porque no es sacrificio lo
que tu quieres; si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarlas. Mi sacrificio, ¡oh Dios!,
es un espíritu contrito. Un corazon contrito y humillado, ¡oh Dios!, no lo desprecias.
Se benevolo en tu complacencia hacia Sion y edifica los muros de Jerusalen. Sal 51,
17-20.

Por tercera vez le dijo: Simon,hijo de Juan, ¿me amas?Pedro se entristecio de que

por tercera vez le preguntase: ¿Me amas? Y le dijo: Señor, tu lo sabes todo, tu sabes
que te amo. Jn 21, 17. 21.

SELECCION DE TEXTOS

Esta intimamente relacionada con el amor de Dios

1305 No olvides que el Dolor es la piedra de toque del Amor (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 439).

1306 Acordose el Amigo de sus pecados, y por temor del infierno quiso llorar y no
pudo. Pidió lagrimas al amor y la Sabiduria le respondió que mas frecuente y
fuertemente llorase por amor de su Amado que por temor de las penas del infierno,
puesto que le agradan mas los llantos que son por amor que las lagrimas que se
derraman por temor (R. LLULL, Libro del Amigo y del Amado, 341).

1307 Quien no se arrepiente de verdad, no ama de veras; es evidente que cuanto


mas queremos a una persona, tanto mas nos duele haberla ofendido. Es, pues, este
uno mas de los efectos del amor (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 205).

1308 ¡ Que cercano esta Dios de quien confiesa su misericordia! Si; Dios no anda
lejos de los contritos de corazon (SAN AGUSTÍN, Sermón 11).
1309 Pedro salio fuera y lloro amargamente. Era confesar su culpa. Lloro
amargamente porque sabia amar, y bien pronto las dulzuras del amor reemplazaron
en el a las amarguras del dolor (SAN AGUSTÍN, Sermón 295).

1310 Dios nos manda que primeramente nos lavemos por la contricion para que
nuestra suciedad no nos haga indignos de penetrar en la pureza de los secretos de
Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

1311 Nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se
conviertan a el con sincero arrepentimiento (SAN MAXIMO, Carta 11).

1312 Mas que el pecado mismo, irrita y ofende a Dios que los pecadores no sientan
dolor alguno de sus pecados (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 14).

Contricion y humildad

1313 ¡Muy honda es tu caida!—Comienza los cimientos desde ahi abajo. Se humilde.
—”Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies”—No despreciara Dios un
corazon contrito y humillado (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 712).

1314 Cuando os sintais movidos por la contricion os dareis cuenta de la laboriosidad


y esfuerzo que supone el salvar la propia alma. Se afianzara en vosotros la profunda
conviccion de que, lejos de poder enseñar a los demas, teneis todavia necesidad de
la ayuda de un maestro (CASIANO, Colaciones, 24).

1315 Estaba lejos (se refiere al publicano de la parabola) y, sin embargo, se acercaba
a Dios; y el Señor le atendia de cerca. El Señor esta muy alto y, sin embargo, mira a
los humildes; el publicano no levantaba sus ojos al cielo y no miraba para que se le
mirase. Su conciencia le abatia, pero su esperanza le elevaba. Golpeaba su pecho y
se heria a si mismo; el Señor le perdonaba porque se arrepentia (SAN AGUSTÍN, en
Catena Aurea, vol. Vl, p. 302).

La contricion da al alma una especial fortaleza


1316 Pronto se rehabilito Pedro, como quien recibe una fuerza nueva; y en tanto
grado, que quien se había asustado de la Pasion de Cristo, permanecio despues firme
sin temer su propio martirio (SAN LEON, Sermón 9, sobre la Pasion).

La contricion devuelve la esperanza

1317 Hubiera muerto con la mas desastrada de las muertes (el hijo prodigo). Pero
como se arrepintio y no perdio la esperanza, despues de corrupcion tan grande volvio
a su primer esplendor, se vistio de la mas bella vestidura y obtuvo honor mayor que
el hijo que jamas había caído (SAN JUAN CRISOSTOMO, Exhortac. a Teodoro, 1).

1318 Cuanto mas continuos son el dolor y el arrepentimiento por nuestras caídas,
mas presto encuentra nuestro mal la curacion (CASIANO, Colaciones, 19).

1319 Para quienes buscan con sinceridad el remedio, no puede faltar la medicina del
verdadero medico de las almas. Esto es particularmente cierto para aquellos que no
cierran los ojos a sus dolencias por desanimo o por negligencia (CASIANO,
Colaciones, 19).

Contricion y alegria

1320 Muchas veces es util y seguro que el hombre no tenga en esta vida muchas
consolaciones, mayormente segun la carne. Mas no sentir o gustar de las divinas,
nuestra es la culpa, que no buscamos la contricion del corazon ni desechamos del
todo las vanas consolaciones (Imitacion de Cristo, 1, 21, 3).

1321 En un caso solamente debe parecernos util la tristeza, y es cuando la


concebimos para el arrepentimiento de nuestras faltas, o por el deseo de perfección,
o por el de la contemplación de la futura bienaventuranza. De esta especie de
tristeza ha dicho el Apostol: La tristeza segun Dios es causa de penitencia saludable,
de que jamas hay por que arrepentirse; mientras que la tristeza segun el mundo lleva
a la muerte (2 Cor 7, 10) (CASIANO, Instituciones, 9, 10).

1322 La tristeza que causa un arrepentimiento saludable es propia del hombre


obediente, afable, humilde, dulce, suave y paciente, en cuanto que deriva del amor
de Dios. Sufre infatigable el dolor fisico y la contricion del espíritu, gracias al vivo
deseo de perfección que le anima. Es también alegre, y en cierto modo se siente
como robustecido por la esperanza de su aprovechamiento, conserva de continuo el
hechizo y el encanto de la afabilidad, y posee en si todos los frutos del Espíritu Santo
(CASIANO, Instituciones, 9).

1323 Es sumamente necesario que cuando nos compungimos tengamos cuidado de


la vida de los que nos estan encomendados. De tal manera nos debe afectar la
amargura de la compuncion, que no nos aleje del amor a los demás (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

1324 Dichosos los que lloran, porque ellos seran consolados. E1 llanto, al que aqui se
promete el consuelo eterno, nada tiene que ver con la tristeza de este mundo [...]. La
tristeza religiosa es la que llora los pecados propios o bien las faltas ajenas (SAN
LEON MAGNO, Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).

“La ciencia de los santos”

1325 [...] no deben entristecernos las caídas, ni aun las caidas graves, si acudimos a
Dios con dolor y buen proposito en el sacramento de la Penitencia. El cristiano no es
un maniaco coleccionista de una hoja de servicios inmaculada. Jesucristo Nuestro
Señor se conmueve tanto con la inocencia y la fidelidad de Juan y, despues de la
caida de Pedro, se enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesus nuestra
debilidad y nos atrae hacia si, como a traves de un plano inclinado, deseando que
sepamos insistir en el esfuerzo de subir un poco, día a dia. Nos busca, como buscó a
los dos discipulos de Emaus, saliendoles al encuentro; como buscó a Tomas y le
enseñó, e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el
costado. Jesucristo siempre esta esperando que volvamos a El, precisamente porque
conoce nuestra debilidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 75).

1326 Mas le vale a un hombre confesar sus caídas que endurecer su corazon (SAN
CLEMENTE, Carta a los Corintios, 50).

1327 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazon quebrantado y humillado tu


no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de of recer No busques en el rebaño, no
prepares navios para navegar hasta las mas lejanas tierras a buscar perfumes. Busca
en tu corazon la ofrenda grata a Dios. El corazon es lo que hay que quebrantar (SAN
AGUSTÍN, Sermón 19).

Necesitamos arrepentirnos cada día de nuestra vida

1328 Cada día hemos de pedir perdon, porque cada día hemos ofendido (SAN
AGUSTÍN, Sermón 2S~.
1329 Tendremos siempre materia de arrepentimiento respecto a esas menudas
infracciones en que el justo cae siete veces al día y se levanta otras tantas. Porque,
queramos o no, las cometemos todos los dias. Ora a sabiendas, ora por ignorancia u
olvido, de pensamiento o de palabra, por sorpresa o por impulso inevitable, o por la
fragilidad de nuestra carne, es dificil que nos veamos libres de ellas (CASIANO,
Colaciones, 20).

1330 Solo predicamos a los demás lo recto, si manifestamos con las obras lo que
decimos, si nos compungimos en el amor de Dios y lavamos con lagrimas las
manchas cotidianas de la vida humana, que no puede pasar sin culpa (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

1331 Jamas se ha encontrado ni se encontrara en este mundo un hombre cuya


santidad, diligencia y aplicacion sean tales que pueda adherirse al bien verdadero y
no tenga que experimentar todos los dias que ha faltado distrayendose de el
(CASIANO, Colaciones, 23).

1332 (Santificado sea tu nombre). También pedimos todos los dias que sea
santificado. Necesitamos de la santificacion continuamente, porque los que pecamos
todos los dias debemos purificar nuestros pecados mediante una contricion continua
(SAN CIPRIANO, Sobre el Padrenuestro).

Reparacion y desagravio

1333 Debemos igualmente considerar frecuentemente los pecados que cometimos:


considerandolos, llorar; y llorando, borrarlos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 39 sobre
los Evang.).

1334 A nosotros representó aquella mujer cuando, despues de haber pecado, nos
volvemos de todo corazon al Señor y le imitamos en el llanto de penitencia (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 13 sobre los Evang.).

Si no hay restitucion, no hay contricion

1335 Algunos, sin preocuparse de indagar el numero de personas a quienes


perjudicaron, daran alguna limosna, o mandaran celebrar algunas misas; y hecho
esto, quedaran ya tranquilos. No hay duda de que las misas y las limosnas son muy
buenas obras; mas deben ser pagadas con vuestro dinero y no con el del projimo
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la restitucion).

La misericordia divina alienta nuestra contrición

1336 He aqui que llama a todos los que se han manchado, desea abrazarlos, y se
queja de que le han abandonado. No perdamos este tiempo de misericordia que se
nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos
brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara, cuando volvamos a El,
el seno de su clemencia. Piense cada cual en la deuda que le abruma, cuando Dios le
aguarda y no se exaspera con el desprecio. El que no quiso permanecer con El, que
vuelva; el que menosprecio estar firme a su lado, que, al menos, se levante despues
de su caida [...]. Ved cuan grande es el seno de su piedad, y considerad que teneis
abierto el regazo de su misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los
Evang.).

La contrición no siempre quita todo el resto de la pena

1337 De los principios que hemos expuesto puede deducirse facilmente la existencia
del purgatorio. Porque si es verdad que la contricion borra los pecados, no quita todo
el resto de pena que por ellos se debe; ni tampoco se perdonan siempre los pecados
veniales, aunque desaparezcan los pecados mortales. Ahora bien, la justicia de Dios
exige que una pena proporcional restablezca el orden perturbado por el pecado.
Luego hay que concluir que todo aquel que muera contrito y absuelto de sus
pecados, pero sin haber satisfecho plenamente por ellos a la divina justicia, debe ser
castigado en la otra vida. Negar el purgatorio es, pues, blasfemar contra la justicia
divina. Es, pues, un error, y un error contra la fe (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
Sup., q. 71, a. 1).

Contricion y paz interior

1338 ¡ No apagueis esta alegria que nace de la fe en Cristo crucificado y


resucitado! ;Testimoniad vuestra alegria! jHabituaos a gozar de esta alegria! [...].

—Es la alegria de la presencia de Dios en el alma, mediante la “gracia”. —Es la


alegria del perdon de Dios, mediante sus sacerdotes, cuando por desgracia se ha
ofendido a su infinito amor, y arrepentidos se retorna a sus brazos de Padre. (JUAN
PABLO II, Aloc. 24-III-1979).
CONVERSIÓN
A traves de la penitencia: 2 Cr 7, 14; Tob 13, 8; Eclo 17, 21-24; 1s 55, 7; Ex33, 11; 0s
14, 2.

Es necesaria la gracia: Sal 79, 4; Jer 31, 18-20; Lam 5, 21.

La verdadera conversion recibe el perdon y la misericordia: Dt 4, 29; 2 Cr 34, 26-27;


Sal 31, 5; Prov 2, 8.13; Eclo 17, 28; 1s 1, 16-18; 45, 22; 55, 7; Jer 18, 8; 29, 12; Ez 18,
21; 33, 14-21; Jl2, 12-13; Zac 1, 3.

Ejemplos de conversion: Jue 10, 15-16; 2 Sam 12, 12-13; 2 Cr 33, 12-13;

Las tribulaciones ayudan a la conversión: Sal 82, 17; Ez 6, 9-10; 0s 2, 6-7.

Inútilidad de la conversion solamente de palabra: Mt 7, 22-23.

El que logra la conversion del pecador salva a este de la muerte del alma y logra el
perdon de sus propios pecados: Sant 5, 20.

Dificultades en las familias por la conversion a Jesucristo: Mt 10, 34-37.

El convertido debe renunciar a las malas obras que realizaba antes de la conversion:
Mt 10, 38-39.

Alivio y paz que sienten en su alma aquellos que van a Jesus: Mt 11, 28-30.

Para ir a Jesus es de absoluta necesidad ser humildes y hacerse poqueilos: Mt 11, 25-
26; 18, 3-4; 19, 14; Mc 9, 34; 10, 14-15.

Ejemplos de conversion efimera, y de buena conversion: Mt 13, 1-23; Mc 4, 3-20; Lc


8, 5-15.
La conversion no impide que el pecado vuelva a aparecer y crecer en nosotros: Mt
13, 24-30.

El desarrollo que puede alcanzar el amor de Dios en el alma que se convierte: Mt 13,
31-33; Mc 4, 30-32; Lc 13, 18-21.

Alegria causada por un pecador que se convierte: Mt 18, 12-14.

Conversion del Centurion del Calvario: Mt 27, 54; Mc 15, 39; Lc 23, 47.

Conversion de Maria Magdalena: Mt 26, 6-13; Mc 14, 3-9; Lc 7, 36-50; Jn 12, 3-8.

Como el Señor espera y busca el alma perdida; alegria que da a Dios la conversion
de un alma: Lc 15, 1 ss.

Que dificil es la conversion de los ricos: Mt 19, 24; Mc 10, 25; Lc 18, 25).

Conversion de Zaqueo: Lc 19, 1-10.

Conversion de la Samaritana: Jn 4, 6-30.

Del buen ladron: Lc 23, 42.

Conversion de los judios por el discurso de San Pedro el día de Pentecostes: Hech 2,
37-41.

Conversion interesada de Simon el mago: Hech 8, 13.


El diacono Felipe convierte al Ministro de Candace: Hech 8, 26

Conversion de Saulo en el camino de Damasco: Hech 9, 1-19.

Conversion de los habitantes de Lidda y Joppe ante el milagro obrado por San Pedro:
Hech 9, 3243.

Conversion del Centurion Cornelio y de los suyos: Hech 10.

Conversion del proconsul Sergio Paulo: Hech 13, 6-12.

Conversion y bautizo de Lidia y su familia: Hech 16, 14-15.

Conversion por San Pablo y Silas del carcelero de Filipos: Hech 16, 27-34.

Conversion de Dionisio el Areopagita y de Damaris en Atenas: Hech 17, 34.

Conversion de Crispo, jefe de la Sinagoga de Corinto, junto con su familia y muchos


habitantes de la misma ciudad: Hech 18, 8.

SELECCION DE TEXTOS

Muchas conversiones “han sido precedidas de un encuentro con Maria”

1339 Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han


sido precedidas de un encuentro con Maria. Nuestra Señora ha fomentado los deseos
de busqueda, ha activado maternalmente las inquietudes del alma, ha hecho aspirar
a un cambio, a una vida nueva (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 149).
1340 La Madre de Dios, que buscó afanosamente a su Hijo, perdido sin culpa de Ella,
que experimentó la mayor alegria al encontrarle, nos ayudara a desandar lo andado,
a rectificar lo que sea preciso cuando por nuestras ligerezas o pecados no acertemos
a distinguir a Cristo. Alcanzaremos así la alegria de abrazarnos de nuevo a El, para
decirle que no le perderemos mas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 278).

1341 (Por la conversion de un pecador) hay mayor gozo que por un justo que se
mantiene en su ser; a la manera que un capitan estima al soldado que en la guerra,
habiendo vuelto despues de huir, ataca con mas valor al enemigo, y estimale aun
mas que al que nunca huyo pero tampoco mostro valor alguno; igualmente, el
labrador prefiere mucho mas la tierra que, despues de haber producido espinas, da
abundante mies, que la que nunca tuvo espinas pero jamas dio mies abundante (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

1342 Igual que el Señor en quien se cree es signo de contradicion, también el


hombre convertido sentira con frecuencia rupturas y separaciones, pero también
gozos, que Dios concede sin medida (CONC. VAT. II, Decr. Ad gentes, 13).

1343 Nada hay tan grato y querido por Dios, como el hecho de que los hombres se
conviertan a el con sincero arrepentimiento (SAN MAXIMO, Carta 11).

1344 Habiendo ya recibido al hijo en paz, habiendole ya besado, manda le den el


mejor vestido, la esperanza de la inmortalidad en el bautismo. Manda le den el anillo,
prenda del Espíritu Santo; y calzado para sus pies, el evangelio de la paz, para que
fuesen hermosos los pies de los anunciadores del bien (SAN AGUSTjN, Sermón 11).

La conversion personal,

fundamento de la renovacion de la Iglesia

1345 La renovacion de la Iglesia y la difusion del Evangelio no pueden basarse en un


proceso de reforma—mas o menos radical—de algunas estructuras externas, sino
que ha de tener su raiz y comienzo en algo interior, en una renovacion de las almas,
en una busqueda incesante de Jesucristo, que dara contenido y eficacia a las
reformas de estructura que sean convenientes (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 50).

1346 Solamente podemos llegar al reino de Cristo a traves de la metanoia, es decir,


de aquel intimo cambio de todo el hombre—de su manera de pensar, juzgar y actuar
—impulsados por la santidad y el amor de Dios, tal como se nos ha manifestado a
nosotros este amor en Cristo y se nos ha dado plenamente en la etapa final de la
historia (PABLO VI, Const. Poenitemini).

Corresponder a tiempo a las gracias para una conversion. El Señor da siempre los
auxilios oportunos

1347 Acudid al medico mientras podeis, no sea que despues querais y no podais
(SAN JUAN DE NAPOLES, Sermón 7).

1348 El joven rico no tuvo bastante valor para contener el vino nuevo teniendo un
odre viejo, y se romPío por la tristeza (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol VI, p. 313).

1349 ¡Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora.—No te dejes engañar: “ahora” no es


demasiado pronto... ni demasiado tarde (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 254).

1350 [...] cuanto mas retrasamos salir del pecado y volver a Dios, mayor es el peligro
en que nos ponemos de perecer en la culpa, por la sencilla razon de que son mas
dificiles de vencer las malas costumbres adquiridas. Cada vez que despreciamos una
gracia, el Señor se va apartando de nosotros, quedamos mas debiles, y el demonio
toma mayor ascendiente sobre nuestra persona. De aqui concluyo que, cuanto mas
tiempo permanecemos en pecado, en mayor peligro nos ponemos de no convertirnos
nunca (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la conversion).

1351 Recorramos todas las etapas de la historia y veremos como en cualquier epoca
el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido
convertirse a el (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 7).

La conversion personal y la Santa Misa

1352 No hay momento tan precioso para pedir a Dios nuestra conversion como el de
la Santa Misa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).

Necesidad de la oración para la conversion

1353 Debemos rogar, no solo no caer en el mal cuando no hemos caido, sino
también ser libres de el cuando hayamos caído (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 2).
1354 En la oración tiene lugar la conversion del alma hacia Dios, y la purificacion del
corazon (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. 1, p. 352).

1355 Todo pensamiento que nos quita la esperanza de la conversion proviene de la


falta de piedad; como una pesada piedra atada a nuestro cuello, nos obliga a estar
siempre con la mirada baja, hacia la tierra, y no nos permite alzar los ojos hacia el
Señor (RABANO MAURO, Tres libros a Bonosio, 3, 4).

Conversion, contricion y confesion

1356 La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de
nuestro Padre. Volver mediante la contricion, esa conversion del corazon que supone
el deseo de cambiar, la decision firme de mejorar nuestra vida, y que —por tanto—se
manifiesta en obras de sacrificio y de entrega. Volver hacia la casa del Padre, por
medio de ese sacramento del perdon en el que, al confesar nuestros pecados, nos
revestimos de Cristo y nos hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de
Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 64).

1357 Convertirse quiere decir para nosotros buscar de nuevo el perdon y la fuerza de
Dios en el Sacramento de la reconciliacion y así volver a empezar siempre, avanzar
cada dia, dominarnos, realizar conquistas espirituales y dar alegremente, porque
“Dios ama al que da con alegria (2 Cor 9, 7). (JUAN PABLO II, Carta Novo incipiente, 8-
lV-1979).

1358 El autentico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor benigno,


es una constante e inagotable fuente de conversion, no solamente como
momentaneo acto interior, sino también como disposicion estable, como estado de
animo. Quienes llegan a conocer de este modo a Dios, quienes lo “ven” asi, no
pueden vivir sino convirtiendose sin cesar a El. Viven, pues, in statu conversionis; es
este estado el que traza la componente mas profunda de la peregrinacion de todo
hombre por la tierra in statu viatoris”. (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia, n.
13).

Diversas conversiones a lo largo de nuestra vida

1359 En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversion primera—ese


momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo
que el Señor nos pide—es importante; pero mas importantes aun, y mas dificiles, son
las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas
conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber
oir, haber descubierto lo que va mal, pedir perdon (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 57).

1360 Jesús mismo se había sometido al rito penitencial y estaba orando cuando la
voz del Padre le proclamo como Hijo: el que es totus ad Patrem, el que se halla
totalmente dedicado al Padre y vive para Él, el que esta totalmente empapado en su
amor. También nosotros estamos llamados a incorporar en nuestras vidas la actitud
de Jesús hacia su Padre. La condición para esto, sin embargo, es la conversión: una
vuelta a Dios diaria, repetida, constante, mantenida (JUAN PABLO II, Hom. 13-I-1980).

Dios se vale de muchos medios para que el hombre se convierta

1361 También se da el caso de que algunos, deseando llegar a la cumbre de su gloria


temporal, o son victimas de una larga enfermedad o caen agobiados por las injurias,
o son afligidos por graves males, y llegan a comprender por esto que nunca debieron
confiar en sus delicias, y reprendiendose sus propios deseos convierten a Dios su
corazon (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

La conversion, un “mirar de manera nueva a Cristo”

1362 (Mediante la conversion, el hombre) arrancado del pecado, es introducido en el


misterio del amor de Dios, quien le llama a entablar una relacion personal con El
mismo en Cristo. En efecto, el nuevo convertido, con la ayuda de la gracia, emprende
un camino espiritual por el que [...] pasa del hombre viejo al nuevo hombre perfecto
segun Cristo (CONC. VAT. II, Decr. Ad gentes, 13).

1363 Ouien renuncia al dinero debe volverse a Cristo y mirarle de frente (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre los misterios,!).

1364 Los que en la vida presente, transformados por el temor de Dios, pasan de
mala a buena conducta, pasan de la muerte a la vida y mas tarde seran
transformados de su humilde condicion a una condicion gloriosa (SAN FULGENCIO DE
RUSPE, Trat. sobre el perdon de los pecados).

El verdadero ecumenismo no puede darse sin la conversion interior


1365 No hay autentico ecumenismo sin conversion interior, ya que los deseos de
unidad proceden y maduran por la renovacion de la mente, por la abnegacion de si
mismo y por una efusion generosa de caridad (CONC. VAT. II, Decr. Unitatis
redintegratio, 7).

CORAZÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Me buscareis y me hallareis si me buscais de todo corazon. Jer 29, 13.

Escudriñame, ¡oh Dios!, y examina mi corazon; pruebame y conoce mis inquietudes,


y mira si mi camino es torcido y conduceme por las sendas de la eternidad. Sal 139,
23-24.

Amaras a Yave, tu Dios, con todo tu corazon, con toda tu alma, con todo tu poder, y
llevaras muy dentro de tu corazon todos estos mandamientos, que yo hoy te doy. Dt
6, 5-6.

Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de
corazon, y hallareis descanso para vuestras almas. Mt 11, 29.

Tu has sondeado mi corazon, lo visitaste de noche, me has pasado por el crisol, sin
encontrar en mi malicia. Sal 17, 3.

Mi corazon se alegrara en tu salvacion; cantare a Yave, que me colmo de bienes. Sal


13, 6.

Mi corazon es como cera, que se derrite dentro de mis entrañas. Sal22, 15.

De la abundancia del corazon habla la boca. Mt 12, 34.


Yo duermo, pero mi corazon vela. Es la voz del amado que llama: ¡Abreme. ..! Cant 5,
2.

Que Cristo habite por la fe en

vuestros corazones. Ef 3, 17.

Donde este tu tesoro, alli estera . tu corazon. Mt 6, 21.

Os dare un corazon nuevo y os revestire de un nuevo espíritu; os quitare vuestro


corazon de piedra y os dare un corazon de carne. Ez 36. 26.

SELECCION DE TEXTOS

Un hombre “vale lo que vale su corazon”

1366 Un hombre vale lo que vale su corazon, podemos decir con lenguaje nuestro ).J
ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa (164

1367 Dios nos ha dado un corazon para vivir y para todo lo que nos puede llenar,
sobre todo el tu. Pero sin El, todo es demasiado poco. O buscamos en El nuestra
felicidad, o nos equivocarnos lanzados a la caza de la felicidad, de desengaño en
desengaño, hasta el hastio y la nausea, (JUAN PABLO II, Hom. en Attotting, 18-XI-
1980).

Tenemos un solo corazon para amar a Dios y para amar a nuestro projimo

1368 Yo no cuento con un corazon para amar a Dios, y con otro para amar a las
personas de la tierra. Con el mismo corazon con el que he querido a mis padres y
quiero a mis amigos, con ese mismo corazon amo yo a Cristo, y al Padre, y al Espíritu
Santo y a Santa Maria (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 166).
El corazon esta hecho para amar

1369 De ti proviene esta atraccion a tu alabanza, porque nos has hecho para ti y
nuestro corazon no halla sosiego hasta que descansa en ti (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 1, 1, 1).

1370 El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para si mismo un ser
incomprensible, su vida esta privada de sentido si no se le revela el amor, si no se
encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en el
vivamente (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, II, 10).

1371 Es una pena no tener corazon. Son unos desdichados los que no han aprendido
nunca a amar con ternura. Los cristianos estamos enamorados del Amor: el Señor no
nos quiere secos, tiesos, como una materia inerte. ¡Nos quiere impregnados de su
cariño! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 183).

1372 La tierra, si no se la cultiva, produce espinas y abrojos; igualmente, el alma del


pecador, si no es cultivada por la gracia, solo lleva abrojos y zarzas de pecados.
Espinas y abrojos te producira (Gen 3, 18) (SANTO TOMÁS Sobre el Padrenuestro, I.
c., 135).

El trato con el Señor nos capacita para amar mas

1373Nuestro corazon se dilata. Del mismo modo que el calor dilata los cuerpos, así
también la caridad tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud calida y
ardiente. Esta caridad es la que abria la boca de Pablo y dilataba su corazon [...].
Nada encontrariamos mas dilatado que el corazon de Pablo, el cual, como un
enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el fuerte abrazo de su amor, sin
que por ello se dividiera o debilitara ese amor, sino que se mantenía integro en cada
uno de ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este sentimiento de amor no solo
abarcaba a los creyentes, sino que en su corazon tenian también cabida los infieles
de todo el mundo (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre la 2.a Epistola a los Corintios,
13).

1374 Tened unos para con otros un corazon grande, con mansedumbre, como lo
tiene Dios para con vosotros (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a S. Policarpo de
Esmirna, 5, 1 ss.).
El corazón que no ama se incapacita para entender

1375 Presentame un corazon amante y comprenderá lo que digo. Presentame un


corazon inflamado en deseos, un corazon hambriento, un corazon que, sintiendose
solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria
eterna, presentame un tal corazon y asentira en lo que digo. Si, por el contrario,
hablo a un corazon frio, este nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo
(SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 26).

Dios no cabe en un corazon impuro

1376 ¿Y que cosa mas cercana al hombre que su corazon? Alla en el interior es
donde me han descubierto todos los que me han encontrado. Porque lo exterior es lo
propio de la vista. Mis obras son reales y, sin embargo, son fragiles y pasajeras;
mientras que yo, su Creador, habito en lo mas profundo de los corazones puros
(ANONIMO DEL s. xIII, Meditacion sobre la Pasion y Resurreccion de Cristo, 38; PL
184, 766).

1377 No se encuentra vestigio alguno de bondad en el corazon del que la avaricia ha


hecho su morada (SAN LEON, Sobre la Pasion,9).

1378 Oh, Dios, crea en mi un corazon puro. Para que sea creado este corazon puro
hay que quebrantar antes el impuro (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).

1379 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazon quebrantado y humillado tu


no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no
prepares navios para navegar hasta las mas lejanas tierras a buscar perfumes. Busca
en tu corazon la ofrenda grata a Dios. El corazon es lo que hay que quebrantar (SAN
AGUSTÍN, Sermón 19).

El corazon tiende a apegarse desordenadamente a personas y cosas

1380 Me das la impresión de que llevas el corazón en la mano, como ofreciendo una
mercancía: ¿quién lo quiere?—Si no apetece a ningúna criatura, vendrás a entregarlo
a Dios. ¿Crees que han hecho así los santos? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
146).
1381 Nada mas familiar y mas intimo como mi propio corazon. Y también ningún
enemigo mas grande para mi como el (CASIANO, Colaciones, 18, 16).

1382 Si tuvieras el trigo en lugares bajos, para que no se pudriese lo llevarias a


locales altos. Cambiarias de lugar el trigo, ¡y dejas que el corazon se estrague con las
cosas inferiores! (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

Pureza de corazon. Frutos (Ver también CASTIDAD)

1383 No es pequeño el corazon del hombre capaz de abarcar tantas cosas. Si no es


pequeño y si puede abarcar tantas cosas, se puede preparar en el un camino al
Sehor y trazar una senda derecha por donde camine la Palabra, la Sabiduria de Dios.
Prepara un camino al Señor por medio de la buena conciencia, allana la senda para
que el Verbo de Dios marche por ti sin tropiezos y te conceda el conocimiento de sus
misterios y de su venida (ORÍGENES, Hom. 21 sobre S. Lucas).

1384 La sabiduria que conduce al conocimiento y, por tanto, al amor de Dios, florece
en el corazon limpio (JUAN PABLO II, Hom. 14-11-1980).

1385 ¡Que grande es el corazon del hombre! ¡Que anchura y que capacidad, con tal
que sea puro! (ORÍGENES, Hom. 21 sobre S. Lucas).

1386 La posibilidad de abrirse con amor a las obras de misericordia es fruto de una
prolongada y dura lucha con el orgullo propio, con los malos pensamientos, con el
propio egoismo. Solo quien sabe conservar el corazon “intacto” sustrayendole a las
sugestiones de los entusiasmos pasajeros y dispersos, puede expresar en su vida una
autentica capacidad de donacion. Por otra parte, tal empeño encontrara el secreto de
una plena realizacion personal, porque “quien ama al projimo perfeccióna su caridad
hacia Dios, porque el mismo recibe en si lo que hace por el projimo (San Basilio)”
(JUAN PABLO II, Hom. 14-II-1980).
CORRECCIÓN FRATERNA

Citas de la Sagrada Escritura

1. Mandato del Señor

Si tu hermano peca, anda y corrigele a solas. Si te escucha, habras ganado a tu


hermano.

Mt 18, 15.

2. Eficacia

El hermano ayudado por su hermano, es como una ciudad amurallada. Prov 18, 19.

David se convierte por la correccion de Natan: 2 Sam 12, 1-5.

Va por senda de vida el que acepta la correccion; el que no la

admite, va por falso camino. Prov 10, 17.

3. Como se ha de hacer

Si alguno no obedece lo que decimos en esta carta [...] no le mireis como a enemigo,
sino corregidle como a un hermano. 2 Tes 3, 4-5.

Si alguno cae en un delito [...] amonestadle con dulzura [...] Cal 6, 1.

4. El premio a quien practica esta muestra de caridad


Si alguno de vosotros se desvia de la verdad y otro hace que vuelva a ella, debe
saber que quien hace que el pecador se convierta de su extravio, salvara el alma de
la muerte y cubrira la muchedumbre de sus pecados. Sant 5, 19-20.

SELECCION DE TEXTOS

Una gran ayuda espiritual

1387 La correccion es la llave con que se abren semejantes postemas: ella hace que
se descubran muchas culpas, que desconocen a veces incluso los mismos que las
cometieron (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, 2, 4).

1388 Cuando en nuestra vida personal o en la de los otros advirtamos algo que no
va, algo que necesita del auxilio espiritual y humano que podemos y debemos
prestar los hijos de Dios, una manifestacion clara de prudencia consistira en poner el
remedio oportuno, a fondo, con caridad y con fortaleza, con sinceridad. No caben las
inhibiciones. Es equivocado pensar que con omisiones o con retrasos se resuelven los
problemas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 157).

1389 Aprovecha mas la correccion amiga que la acusacion violenta; aquella inspira
compuncion, esta excita la indignacion (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p.
266).

Responsabilidad de hacer la correccion fraterna

1390 Callar cuando puedes y debes reprender es consentir; y sabemos que esta
reservada la misma pena para los que hacen el mal y para los que lo consienten
(SAN BERNARDO, Sermón 9, en la natividad de San Juan).

1391 Si lo dejas estar, peor eres tu; el ha cometido un pecado y con el pecado se ha
herido a si mismo; ¿no te importan las heridas de tu hermano? Le ves perecer o que
ha perecido, ¿y te encoges de hombros? Peor eres tu callando que el faltando (SAN
AGUSTÍN, Sermón 82).
1392 Y ningúno diga: yo no sirvo para amonestar, no soy idoneo para exhortar. Haz
lo que puedas, para que no se te pida cuenta en los tormentos de lo recibido y mal
guardado (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

1393 Y, ¿quien tiene celo por la casa de Dios? Aquel que pone empeño en corregir
todo lo censurable que en ella observa [...]. ¿Ves a tu hermano en peligro? Detenlo,
advierteselo, sientelo de corazon, si es que te come el celo de la casa de Dios (SAN
AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, l0).

Modo de hacerla

1394 Ni la correccion ha de ser tan rigida que desanime, ni ha de haber connivencia


que facilite el pecar (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 266).

1395 Por consiguiente, si un hermano falta en alguna cosa y es necesario corregirle,


se le corregira ciertamente. No obstante, hay que hacerlo de suerte que al querer
aplicar el remedio al doliente—cuya fiebre no es grave por ventura—, no caiga aquel,
por efecto de la ira, en la enfermedad mas temible de la ceguera (CASIANO,
Instituciones, 8).

1396 No prohibe el Señor la reprension y correccion de las faltas de los demas, sino
el menosprecio y el olvido de los propios pecados, cuando se reprenden los del
projimo. Conviene, pues, en primer lugar examinar con sumo cuidado nuestros
defectos, y entonces pasemos a reprender los de los demás (SAN JUAN CRISOSTOMO,
en Catena Aurea, vol. I, p. 421).

1397 Aprenderemos también a descubrir tantas virtudes en los que nos rodean—nos
dan lecciones de trabajo, de abnegacion, de alegria...—, y no nos detendremos
demasiado en sus defectos; solo cuando resulte imprescindible, para ayudarles con
la correccion fraterna (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 20).

1398 Imita en esto a los buenos medicos, que no curan de un modo solo (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 29).

1399 Debemos, pues, corregir por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la
cariñosa intencion de lograr su enmienda. Si así lo hacemos, cumpliremos muy bien
el precepto [...]. ¿Por que le corriges? ¿Porque te apena haber sido ofendido por el?
No lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces. Si es el amor lo que te
mueve, obras excelentemente (SAN AGUSTÍN, Sermón 82).
1400 Cuando nos veamos precisados a reprender a otros, pensemos primero si
alguna vez hemos cometido aquella falta que vamos a reprender; y si no la hemos
cometido, pensemos que somos hombres y que hemos podido cometerla. O si la
hemos cometido en otro tiempo, aunque ahora no la cometamos. Y entonces
tengamos presente la comun fragilidad, para que la misericordia, y no el rencor,
preceda a aquella correccion (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

Humildad para recibirla

1401 La reprension, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a los
soberbios (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 52).

Seguir el consejo recibido en la correccion fraterna

1402 No habiendo cosa mas provechosa para el progreso espiritual que el ser
advertido de los propios defectos, es muy conveniente y necesario que los que te
hayan hecho alguna vez esta caridad se sientan estimulados por ti a hacertela en
cualquier ocasion. Despues que hayas recibido con muestras de alegria y de
reconocimiento sus advertencias, imponte como un deber el seguirlas, no solo por el
beneficio que reporta el corregirse, sino también para hacerles ver que no han sido
vanos sus desvelos y que tienes en mucho su benevolencia. El soberbio, aunque se
corrija, no quiere aparentar que ha seguido los consejos que le han dado, antes bien
los desprecia; el verdadero humilde tiene a honra someterse a todos por amor de
Dios, y observa los sabios consejos que recibe como venidos de Dios mismo,
cualquiera que sea el instrumento de que El se haya servido (J. PECCI—Leon XIII—,
Practica de la humidad, 41).

Eficacia de la correccion fraterna

1403 ¿Acaso no debemos reprender y corregir al hermano, para que no vaya hacia la
muerte? Suele a veces ocurrir que, en un primer momento, se contrista, se resiste y
protesta, dolido por la correccion; despues, sin embargo,-en el silencio de Dios, sin
temor del juicio de los hombres, puede que llegue a considerar por que ha sido
corregido, y empiece a temer ofender a Dios si no se corrige, y considere la
necesidad de volver a hacer aquello por lo que ha sido corregido justamente. Asi,
cuando crece su odio hacia el pecado cometido, crece mas su amor al hermano, que
es enemigo de su pecado (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 10).

Correccion fraterna entre los sacerdotes


1404 [...] fraternidad que es fecunda en sus consecuencias practicas, desde la ayuda
mutua en el ministerio hasta la solicitud—discreta y eficaz—por todos los hermanos
en el sacerdocio, especialmente por aquellos que, en un momento determinado,
pueden experimentar alguna dificultad, sabiendo advertir a los demas, con una
caridad noble y llena de delicadeza, que dice la verdad a la cara—correccion fraterna
de honda raigambre evangelica—, todo aquello que pueda ayudarles a mejorar su
vida y cumplir mas eficazmente su mision (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, pp. 47-48).

CORRESPONDENCIA A LA GRACIA

Citas de la Sagrada Escritura

Al que tiene se le dara y al que no tiene, lo poco que parece tener se le quitara. Mt
13, 12.

Parabola de la higuera esteril: Lc 13, 6-9.

Jesus se lamenta por la falta de correspondencia de los habitantes de Jerusalen: Mt


23, 37-39.

Parabola de los viñadores: Lc 20, 9-14.

Los que estan a lo largo del camino son los que oyen; pero en seguida viene el diablo
y arrebata de su corazon la palabra para que no crean y se salven. Los que estan
sobre peña son los que, cuando oyen reciben con alegria la palabra; pero no tienen
raices, creen por algun tiempo y en el momento de la tentacion sucumben. Lo que
cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la
riqueza y los placeres de la vida y no llegan a madurez. Lo caldo en buena tierra son
aquellos que, oyendo con corazon generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto
por la perseverancia. Lc 8, 12-15.
Por quien (por Jesucristo) en virtud de la fe hemos obtenido también el acceso a esta
gracia en que nos mantenemos y nos gloriamos, en la esperanza y la gloria de Dios.
Y no solo esto, sino que nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la
tribulacion produce la paciencia; la paciencia una virtud probada, y la virtud probada,
la esperanza. Y la esperanza no quedara confundida, pues el amor de Dios se ha
derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
Rom 5, 2-5.

Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirio no resulto vana,
antes bien, me he afanado mas que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo. I Cor 15, 10.

Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que,
dejandoos llevar del error de los libertinos, vengais a decaer en vuestra firmeza.
Creced mas bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. A El la gloria así ahora como en el día de la eternidad. 2 Pdr 3, 17-18.

SELECCION DE TEXTOS

Nuestra correspondencia es necesaria para la propia salvacion

1405 Dios, que te creo sin ti, no te salvara si ti (SAN AGUSTÍN, Sermón 169).

1406 Sabemos que Dios proporciona a cada cual ocasion de salvarse: a unos, de una
manera, y a otros, de otra. Pero el responder esforzada o remisamente a esa
voluntad de salvacion depende de nosotros (CASIANO, Colaciones, 3, 12).

1407 Acudid al medico mientras podeis, no sea que despues querais y no podais
(SAN JUAN DE NApoLEst Sermón 7).

1408 Ningúno desprecie el llamamiento, no sea que, excusandose al ser invitado, no


pueda entrar cuando quiera (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 16 sobre los Evang.).
Docilidad a las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo

1409 Llamamos inspiraciones a todos los atractivos, movimientos, reproches y


remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros,
previniendo nuestro corazon con sus bendiciones (Sal 20, 4), por su cuidado y amor
paternal, a fin de despertarnos, excitarnos, empujarnos y atraernos a las santas
virtudes, al amor celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto
nos encamina a nuestro bien eterno (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, 11, 18).

1410 Si estas dormido y tu corazon no esta en vela, se marcha sin haber llamado;
pero si tu corazon esta en vela, llama y pide que se le abra la puerta (SAN
AMBROSIO-coment. sobre el Salmo 18).

1411 Porque no conociste el tiempo de tu visita. De muchos y muy distintos modos


acostumbra el Señor a visitar el alma descarriada. Pues frecuentes veces la visita por
medio de los preceptos, otras por los castigos, algunas veces también por los
milagros, para que oiga las verdades que ignoraba, y por si aun permanece soberbia
y orgullosa, o se arrepiente por el castigo o, abrumada por los beneficios, se
averguence del mal que hizo (SAN GREGORIO MAGNO, Hom 39 sobre los Evang.).

1412 El Padre y yo vendremos a fijar en el nuestra morada. Que cuando venga


encuentre, pues, tu puerta abierta. Abrele tu alma para que pueda contemplar en
ella riquezas de rectitud, tesoros de paz, suavidad de gracia [...]. Si cierras la puerta
de tu alma, dejas afuera a Cristo. Aunque tiene poder para entrar, no quiere sin
embargo ser inoportuno, no quiere obligar a la fuerza (SAN AMBROSIO, Coment.
sobre el Salmo 18).

1413 (Hablando de la plena correspondencia de San Pablo, dice SANTO TOMÁS): el


cuerpo estaba desde luego vivificado y movido por el alma de Pablo; pero su alma lo
estaba por Cristo (SANTO TOMÁS, Sobre la Epistola de S. Pablo a los Galatas, 2, 20).

La correspondencia diaria

1414 Despertemonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la


Escritura: Ya es hora de que desperteis del sueño. Y abiertos nuestros ojos a la luz
divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios:
Hoy, si escuchais su voz, no endurezcais el corazon (SAN BENITO, Regla de S. Benito,
Prologo).

1415 Si te das como E1 quiere, la accion de la gracia se manifestara en tu conducta


profesiónal, en el trabajo, en el empeño para hacer a lo divino las cosas humanas,
grandes o pequeñas, porque por el Amor todas adquieren una nueva dimension (J.
60).ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,

“Las oportunidades de Dios no esperan”

1416 Las oportunidades de Dios no esperan. Llegan y pasan. La palabra de vida no


espera; si no nos la apropiamos, se la llevara el demonio. El no es perezoso, antes
bien, tiene los ojos siempre abiertos y esta siempre preparado para saltar y llevarse
el don que vosotros no usais (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de
Sexagesima: Llamadas de la gracia).

1417 Por eso os digo que os sera quitado el reino y sera entregado a un pueblo que
rinda sus frutos (Mt 21, 43). La vña fue entregada a otro, como sucede con el don de
la gracia, que el soberbio menosprecia y el humilde recoge (RABANO MAURO, en
Catena Aurea vol. III, p. 48).

1418 (Al que tiene se le dara, y al que no tiene, aun lo que parece tener le sera
quitado). Es lo mismo que hacemos nosotros. Si vemos que se nos escucha de mala
gana y, por mucho que roguemos que se nos preste atencion, no lo conseguimos,
optamos por guardar silencio, puesto que, obstinandonos en hablar, solo lograriamos
aumentar la falta de atencion. Pero cuando hay quien tiene interes en saber, a ese si
nos lo atraemos y sobre el derramamos cuanto tenemos. Y muy bien dijo el Señor: lo
que parece tener, puesto que ni siquiera esto lo tiene de veras (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

Los frutos dependen, en buena parte, de nuestra correspondencia a las gracias que
Dios nos da continuamente.

1419 La tierra era buena, el sembrador el mismo, y las simientes las mismas; y sin
embargo, ¿como es que una dio ciento, otra sesenta y otra treinta? Aqui la diferencia
depende también del que recibe, pues aun donde la tierra es buena,hay mucha
diferencia de una parcela a otra. Ya veis que no tiene la culpa el labrador, ni la
semilla, sino la tierra que la recibe; y no es por causa de la naturaleza, sino de la
disposicion de la voluntad (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

1420 Lo único que a nosotros importa es no ser camino, ni pedregal, ni cardos, sino
tierra buena. Que nuestro corazon se halle sazonado para dar el 30, o el 60, o el 100,
o el 1.000, cifras estas menores unas y otras mayores; pero todo es trigo. NO sea el
corazon camino donde el enemigo se lleve, como el pajaro, la semilla pisada por los
transeuntes; no peñascal donde la poca tierra haga germinar en seguida lo que ha de
agostar el sol; ni abrojal de pasiones humanas y cuidados de la vida disoluta (SAN
AGUSTÍN, Sermón 101).

1421 Dios ha hecho un cielo nuevo, una tierra nueva, como dice el Profeta. ¿Que
cielo? El firmamento de la fe en Cristo.¿lQue tierra? El corazon bueno, dice el Señor,
que se empapa de la lluvia que cae del cielo y que produce numerosas espigas. En
esta creacion, el sol, sin duda, es la pureza de la vida; las estrellas son las virtudes; el
clima, una vida limpia; el mar, la profundidad de las riquezas de la sabiduria y de la
ciencia; las hierbas y los brotes, la doctrina buena donde el pueblo, rebaño de Dios,
va como a pastar y a pacer (SAN GREGORIO DE NISA, Homilfa de Pascua).

1422 Así pues, encarecidamente os suplico que no lo atribuyais todo a Dios,


entregandoos al sueño y a la negligencia, ni que, cuando esteis vigilantes, creais que
todo se debe a vuestro trabajo. Dios no nos quiere desidiosos ni que nos echemos
boca arriba, sino que nos pide alguna cosa; ni tampoco que nos dejemos llevar por la
arrogancia, por lo cual no todo nos lo ha confiado a nosotros [...] (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82).

La eficacia en los demas

1423 Si el que comienza se esfuerza, con el favor de Dios, a llegar a la cumbre de la


perfección, creo jamas va solo al Cielo, siempre lleva mucha gente tras si; como a
buen capitan,le da Dios quien vaya en su compañía (SANTA TERESA, Vida, ll, l).

1424 De que tu y yo nos portemos como Dios quiere—no lo olvides—dependen


muchas cosas grandes (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 755).

El corazon se endurece y la vida se vuelve ineficaz cuando no se corresponde

1425 Cuando el corazon esta endurecido, los pajaros arrebatan la semilla divina. No
la devuelven: se la llevan para siempre (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el
Domingo de Sexagesima: Llamadas de la gracia).

1426 El camino (cfr. Mt 13, 1 ss.) es la mente tan trillada por los continuos malos
pensamientos que no puede germinar en ella la semilla de la palabra de Dios, y por
eso perece y es arrebatada por los demonios la que cae cerca de este camino: Y
vinieron las aves del cielo y la comieron (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95).
1427 jOh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿que haceis?,
¿en que os entreteneis? ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma; pues
para tanta luz estais ciegos, y para tan grandes voces sordos! (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 39).

1428 Muchos se parecen al camino donde cayo la semilla: negligentes, tibios y


desdeñosos (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

1429 Ellos fueron los primeros que se quitaron la vista y el oido, tapandose las orejas
y cegandose los ojos y endureciendo su corazon. Porque no solo no oían, sino que
oian mal. Y así lo hicieron por temor de que se conviertan y yo los cure; con lo que
significa su extrema malicia y como muy de proposito se apartaron de Dios (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

1430 Si eres obediente a la voz de Dios, ya sabes que te esta llamando desde el
cielo; y si eres desobediente y de voluntad torcida, no te bastaria aunque la oyeras
fisicamente. ¿Cuantas veces no la oyeron los judios? A los ninivitas les basto la
predicacion de un profeta. Aquellos, en cambio, permanecieron mas duros que
piedras en medio de profetas y de milagros continuos. En la misma cruz se convirtio
un ladron con solo ver a Cristo (Lc 23, 42) y, al lado de ella, los que le habían visto
resucitar muertos le insultaban (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. en honor de S. Pablo).

Responsabilidad por las gracias recibidas

1431 Aquel hombre de talento, que inclino su voluntad al pecado, en vano pedira
misericordia, porque cometio el pecado sin excusa, separandose de la voluntad
divina por su malicia; pero el hombre rustico e ignorante la implorara con mas razon
a su juez (SAN CIRILQ, Hom. Evang. 5. Juan, 10).

1432 De nosotros depende corresponder con frialdad o con entusiasmo a ese


impulso de la gracia.Segun esto, merecemos el premio o el castigo en la medida que
hayamos cooperado a ese plan divino que su paternal providencia había concebido
sobre nosotros (CASIANO, Colaciones, 3).

1433 Hemos de tener estas buenas disposiciones, el deseo de transformarnos de


verdad, de no jugar con la gracia del Señor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 59).
Hacemos dificil el camino cuando no correspondemos

1434 Somos nosotros los que volvemos asperos con los guijarros de nuestros deseos
los rectos y faciles senderos del Señor. Somos nosotros quienes nos apartamos del
camino real [...]. Preferimos seguir los caminos torcidos y cubiertos de matorrales.
Con los ojos vendados vamos tras el encanto de los placeres de aqui abajo,
arrastrandonos por esas sendas oscuras y obstruidas por las zarzas de los vicios. Y no
importa que se lastimen nuestros pies ni que nuestra vestidura nupcial quede hecha
jirones. Procedemos cual si estuviesemos destinados a ser pabilo de las espinas, de
las serpientes y de los escorpiones que tienen alli sus guaridas. Porque escrito esta:
Espinas y lazos hay en el camino del impio, el que teme al Señor se aleja de el (Prov
22, 5) (CASIANO, Colaciones, 24).

Prontitud y generosidad en seguir las llamadas del Señor

1435 No seas lento en convertirte al Señor, no lo aplaces de día en día (Eclo 5, 8),
porque no podras pensar en la salvacion cuando estes agobiado por la enfermedad, y
además porque pierdes una parte de todos los bienes que se producen en la Iglesia,
e incurres en muchos males por tu permanencia en el pecado. Por otra parte, el
demonio, cuanto mas tiempo posee, tanto mas dificilmente suelta (SANTO TOMÁS,
Sobre el Credo, 5, 1. c., p. 77).

1436 El Señor, cuando prepara a los hombres para el Evangelio, no quiere que
interpongan ningúna excusa de piedad temporal o terrena, y por eso dice: Síguemey
deja a los muertos que entierren a sus muertos (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montafla, 7).

La alegria de la correspondencia

1437 Da gracias a Dios, que te ayudo, y gozate en tu victoria: —¿Que alegria mas
honda, esa que siente tu alma, despues de haber correspondido! (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 992).
COSAS PEQUEÑAS

CITAS DE LA SAGRADA ESCRRITURA

1. Importancia de los detalles.

...Para que sea aceptable la victima ha de ser sin defecto [...]. No ofreceras nada
defectuoso, pues no seria aceptable. Lev 12, 19-20.

...No hallo cabales tus obras en presencia de mi Dios. Apoc 3, 2.

El que violare uno de estos mandamientos, por minimos que parezcan, y enseñare a
los hombres a hacer lo mismo, sera tenido por el mas pequeño en el reino de los
cielos; pero el que los guardare y enseñare, ese sera tenido por grande en el reino de
los cielos. Mt 5, 19.

2. Fidelidad en lo pequeño.

Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho. Lc 16, 20.

El que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco vendra a caer en las grandes. Eclo
19, 1.

3. El premio a la fidelidad y cuidado de lo pequeño.

Dijole el amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituira
sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor. M' 25, 23.

SELECCION DE TEXTOS
El amor a Dios y lo pequeño

1438 Convenceos de que ordinariamente no encontrareis lugar para hazañas


deslumbrantes, entre otras razones, porque no suelen presentarse. En cambio, no os
faltan ocasiones de demostrar a traves de lo pequño, de lo normal, el amor que
teneis a Jesucristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 8).

1439 Raras veces se ofrecen grandes ocasiones de servir a Dios, pero pequeñas
continuamente. Pues ten entendido que el que sea fiel en lo poco sera constituido en
lo mucho. Haz, pues, todas tus cosas en honor de Dios, y todas las haras bien: ora
comas, ora bebas, ora duermas, ora te diviertas, ora des vuelta al asador, como
sepas aprovechar estas haciendas, adelantaras mucho a los ojos de Dios haciendo
todo esto, porque así quiere Dios que lo hagas (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a
la vida devota, III, 34).

La humildad y las cosas pequeñas

1440 Haz todas las cosas, por pequeñas que sean, con mucha atencion y con el
maximo esmero y diligencia; porque el hacer las cosas con ligereza y precipitacion es
señal de presuncion; el verdadero humilde esta siempre en guardia para no fallar aun
en las cosas mas insignificantes. Por la misma razon, practica siempre los ejercicios
de piedad mas corrientes y huye de las cosas extraordinarias que te sugiere tu
naturaleza; porque así como el orgulloso quiere singularizarse siempre, el humilde se
complace en las cosas corrientes y ordinarias (J. PECCI}—Leon XIII—, Practica de la
humildad, 27).

1441 También en lo pequeño se muestra la grandeza del alma [...]. Por eso el alma
que se entrega a Dios pone en las cosas pequeñas el mismo fervor que en las cosas
grandes (SAN JERONIMO, Epistola 60).

Los detalles pequeños en la Liturgia

1442 Os podrá parecer quiza que la Liturgia esta hecha de cosas pequeñas: actitud
del cuerpo, genuflexiones, inclinaciones de cabeza, movimiento del incensario, del
misal, de las vinajeras. Es entonces cuando hay que recordar las palabras de Cristo
en el Evangelio: El que es fiel en lo poco, lo sera en lo mucho (Lc 16, 16). Por otra
parte, nada es pequeño en la Santa Liturgia, cuando se piensa en la grandeza de
Aquel a quien se dirige (PABLO VI, Aloc. 30-V-1967).
Muchas cosas grandes se prometen a quien es fiel en lo pequeño

1443 Porque fuiste “in pauca fidelis”—fiel en lo poco—, entra en el gozo de tu Señor.
—Son palabras de Cristo.—”¡in pauca fidelis!...”—¿Desecharás ahora las cosas
pequeñas si se promete la gloria a quienes las guardan? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 819).

1444 Sea por todo alabado y bendito, que así paga con eterna vida y gloria la bajeza
de nuestras obras, y las hace grandes siendo de pequeño valor (SANTA TERESA,
Fundaciones, 10, 5).

1445 Fuiste fiel en lo poco, porque todo lo que ahora tenemos, aunque parezca
grande, es poca cosa en comparacion de los bienes futuros (SAN JERONIMO, en
Catena Aurea, vol. 111, p. 230).

1446 Ea, siervo bueno y fiel, puesto que fuiste fiel en lo poco, te constituira sobre lo
mucho: entra en el gozo de tu Señor. Todas las cosas de este mundo, por grandes
que parezcan, son pequeñas en comparacion de la retribucion eterna (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

1447 El pide cosas insignificantes; promete en cambio, a quienes le aman


sinceramente, grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro (SAN
GREGORIO NACIANCENO, Disertacion 7).

La raiz del descamino también se encuentra en el descuido de lo poqueño

1448 Cuando alguien sucumbe en su vida espiritual y mide el suelo en su caida, no


hay que creer que ello obedezca a una causa repentina. Porque, una de dos: o la
formacion defectuosa recibida en el principio de su carrera le ha conducido por una
falsa senda, o bien una negligencia persistente ha minado poco a poco su virtud y,
dejando crecer los vicios, le ha precipitado en una lamentable ruina [...]. Una casa no
se hunde por un impulso momentaneo. Las mas de las veces es a causa de un viejo
defecto de construccion. En ocasiones es la prolongada desidia de los moradores lo
que motiva la penetracion del agua. Al principio se infiltra gota a gota y va
insensiblemente carcomiendo el maderaje y pudriendo el armazon. Con el tiempo el
pequeño orificio va tomando mayores proporciones, originandose hendiduras y
desplomes considerables. Al cabo, la lluvia penetra a torrentes (CASIANO, Colaciones,
6).
Lo “grande” suele comenzar por lo “pequeño”

1449 Siempre suele suceder que las cosas que han de llegar a mucho empiezan por
poco (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 13).

1450 Pongamos ante los ojos de nuestro entendimiento las cosas pequeñas, para
que podamos pensar dignamente en las mayores (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36
sobre los Evang.).

1451 ¿Has visto como levantaron aquel edificio de grandeza imponente?—Un ladrillo,
y otro. Miles. Pero, uno a uno. —Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que
suponen poco, ante la mole del conjunto.—Y trozos de hierro.—Y obreros que
trabajan, día a dia, las mismas horas..¿.Viste como alzaron aquel edificio de grandeza
imponente?... —¡A fuerza de cosas pequehas! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
823).

CRISTIANOS
Citas de la Sagada Escritura

Origen del nombre: Hech 11,

La caridad, señal por la que seran reconocidos: Jn 13, 35.

Ungidos y sellados en el Espíritu Santo: 2 Cor 1, 21-22.

Han nacido a una nueva vida por medio del Bautismo: Jn 3, 3; Sal 2, 20; Rom 6, 11.

Llamados a la santidad: Ef 4,18.


Hijos de Dios y coherederos con Jesucristo: Rom 8, 15-17; Sa/ 3, 5; 1 Jn 3, 1.

Sal y luz del mundo: Mt 5, 1314.

Tienen como modelo al mismo Cristo: I Pdr 2, 21.

Lucha ascetica: Flp 3, 12; Jn 9,4.

Llamados al apostolado en medio del mundo:Jn 17, 18; Mc 16,15.

Necesidad de estar unidos con Jesucristo: Jn 15, 4-5.

Templos de Dios: 2 Cor 6, 16.

Han de cargar con la cruz de cada dia: Lc 9, 23.

Los cristianos deben ser humildes:

—en la ciencia: Rom 12, 3-5.

— en los dones: Rom 12, 6.

—en los oficios: Rom 12, 7-8.

Deberes de los cristianos para con la potestad civil: Rom 13, 1-7.

Deberes de los cristianos para con los debiles: los fuertes y los flacos no deben juzgar
a nadie, eso toca solo a Dios: Rom 14, 1-13.

Los cristianos en medio del mundo pagano:


— como deben comportarse en todo momento: I Pdr 2, 25; 3, 1-12.

— como deben comportarse en la persecucion: I Pdr 3, 13-22; 4, 1-9.

El cristiano debe mortificar las pasiones: Col 3, 5-9.

El cristiano debe practicar todas las virtudes, en particular la caridad: Col 3, 12-17; 4,
I ss.

SELECCION DE TEXTOS

Transformados por el Bautismo

1452 Cuando llegues a la fuente del bautismo [...], entonces también tu, por
ministerio de los sacerdotes, atravesaras el Jordan y entraras en la tierra prometida,
en la que te recibira Jesus, el verdadero sucesor de Moises, y sera tu guia en el nuevo
camino (ORÍGENES, Hom. sobre el libro de Josue, 4).

1453 No pienses que aquellas hazañas son meros hechos pasados y que nada tienen
que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su mistico significado. En
efecto, tu, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatria y deseas ser
instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto
(ORÍGENES, Hom. sobre el libro de Josue, 4).

La sal de la tierra y la laz del mundo

1454 Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: “E1 mensaje que se os
comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habeis de transmitirlo a todo el
mundo. Porque no os envio a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os
envio a toda una nacion, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y
a todo el mundo, y a un mundo por cierto muy mal dispuesto”. Porque al decir:
Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que los hombres han perdido su sabor y estan
corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discipulos aquellas
virtudes que son mas necesarias y útiles para el cuidado de los demás (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).
1455 La virtud de esta luz no esta solo en brillar, sino también en conducir a los que
la siguen (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

1456 Nosotros, los cristianos, en comparacion con los infieles, somos ya luz, como
dice el Apostol: Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois /uz en el Señor. Caminad
como hijos de la luz (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 35).

1457 Hijos de Dios, hermanos del Verbo hecho carne, de Aquel de quien fue dicho:
en el estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (Jn 1, 4). Hijos de la luz,
hermanos de la luz: eso somos. Portadores de la unica llama capaz de encender los
corazones hechos de carne (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 66).

1458 Somos como lamparas que han sido encendidas con la luz de la verdad, y las
hace arder el espíritu de la caridad, y no les falta nunca el aceite de la gracia de Dios
(SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 23).

Sin complejos de inferioridad

1459 Los cristianos amilanados—cohibidos o envidiosos—en su conducta, ante el


libertinaje de los que no han acogido la Palabra de Dios, demostrarian tener un
concepto miserable de nuestra fe. Si cumplimos de verdad la Ley de Cristo—si nos
esforzamos por cumplirla, porque no siempre lo conseguiremos—, nos descubriremos
dotados de esa maravillosa gallardia de espíritu, que no necesita ir a buscar en otro
sitio el sentido de la mas plena dignidad humana (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 38).

1464 (Refiriendose a los filosofos de su tiempo, decia San Justino): Cuanto de bueno
esta dicho en todos ellos, nos pertenece a nosotros los cristianos, porque nosotros
adoramos y amamos, despues de Dios, al Verbo, que procede del mismo Dios
ingenito e inefable; pues El, por amor nuestro, se hizo hombre para participar de
nuestros sufrimientos y curarlos (SAN JUSTINO, Apología II, 13).

Dignidad del cristiano

1461 Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es
en el cuerpo (Carta a Diogneto, cap. 6, 1).
1462 Así como hay algunos que tienen un sobrenombre, ya sea heredado de sus
padres, ya sea adquirido por meritos personales, para nosotros el mayor titulo de
gloria es el ser cristianos y ser con tal nombre reconocidos (SAN GREGORIO
NACIANCENO, Disertacion 43, 15).

1463 Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma


naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada. Recuerda
de que cabeza y de que cuerpo eres miembro. Ten presente que has sido arrancado
del dominio de las tinieblas~y transportado al reino y a la claridad de Dios. Por el
sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no
ahuyentes, pues, con acciones pecaminosas a un huesped tan excelso, ni te
entregues otra vez como esclavo del demonio, pues el precio con que has sido
comprado es la sangre de Cristo (SAN LEON MAGNO Sermón 1, en la Natividad del
Señor).

1464 (El cristiano) no ignora a imagen de quien ha sido creado, de que grandeza es
capaz, ni admite una pequeña ventaja que pueda hacerle perder inmensas ganancias
(SAN BERNARDO, Sermón 17).

Ejemplares en todas sus obras

1465 Por amor a Dios, por amor a las almas y por corresponder a nuestra vocacion
de cristianos, hemos de dar ejemplo. Para no escandalizar, para no producir ni la
sombra de la sospecha de que los hijos de Dios son flojos o no sirven, para no ser
causa de desedificacion..., vosotros habeis de esforzaros en ofrecer con vuestra
conducta la medida justa, el buen talante de un hombre responsable. Tanto el
campesino que ara la tierra mientras alza de continuo su corazon a Dios, como el
carpintero, el herrero, el oficinista, el intelectual—todos los cristianos—han de ser
modelo para sus colegas, sin orgullo, puesto que bien claro queda en nuestras almas
el convencimiento de que unicamente si contamos con El conseguiremos alcanzar la
victoria [...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 70).

1466 Entre nosotros es facil hallar gentes sencillas, artesanos y viejitas, que si de
palabra no son capaces de poner de manifiesto la utilidad de su religion, la
demuestran con las obras. Porque no se aprenden discursos de memoria, sino que
manifiestan acciones buenas: no herir al que los hiera, no perseguir en justicia al que
los despoja, dar todo al que les pide, amar al projimo como a si mismo
(ATENAGORAs, Legacion en favor de los cristianos, 11).

1467 Cualquier espiritualidad que impidiese u obstaculizase a un fiel cristiano el


cumplimiento de sus propios deberes de estado seria, para ese fiel cristiano, y en
tanto siguiese teniendo esos deberes, una espiritualidad desordenada,
inconveniente, contraria a la voluntad de Dios (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 122).

El “consuelo de Dios” en el mundo

1468 No soy, ni he sido nunca pesimista, porque la fe me dice que Cristo ha vencido
definitivamente y nos ha dado, como prenda de su conquista, un mandato, que es
también un compromiso: luchar. Los cristianos tenemos un empeño de amor, que
hemos aceptado libremente, ante la llamada de la gracia divina: una obligacion que
nos anima a pelear con tenacidad, porque sabemos que somos tan fragiles como los
demás hombres. Pero a la vez no podemos olvidar que, si ponemos los medios,
seremos la sal, la luz y la levadura del mundo: seremos el consuelo de Dios (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 74).

1469 Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo.


Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello
atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos,
a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al
ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida (Carta aDiogneto, 5,
13-17).

Testigos de Cristo en el mundo

1470 Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores
que enseñen; para que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos
comportemos como ángeles, como anunciadores entre los hombres; para que
seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de
ganarlos; que seamos simiente y demos numerosos frutos. Ni siquiera seria
necesario exponer la doctrina, si nuestra vida fuese tan irradiante; ni seria necesario
recurrir a las palabras, si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habria ningún
pagano, si nos comportaremos como verdaderos cristianos (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. 10 sobre la 1.° Epistola a Timoteo).

1471 Su casa se lleno con la fragancia del perfume, y el mundo se llena con la buena
fama porque la buena fama es como un olor agradable. Por eso los que se llaman
cristianos y viven mal, insultan a Cristo; de ellos se dice que por su causa es
blasfemado el nombre de Dios (Rom 2, 24). Pero si por esos es blasfemado, por los
buenos cristianos es alabado su santo nombre. Escucha lo que dice el Apostol: en
todas partes somos el buen olor de Cristo (2 Cor 2, 14) (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S.
Juan, 50).

1472 Convivir con los paganos no es tener sus mismas costumbres. Convivimos con
todos, nos alegramos con ellos porque tenemos en comun la naturaleza, no las
supersticiones. Tenemos la misma alma, pero no el mismo comportamiento; somos
coposeedores del mundo, no del error (TERTULIANO, Sobre la idolatria, 1, 4-5).

1473 [...] ser testigo de Cristo supone, antes que nada, procurar comportarnos segun
su doctrina, luchar para que nuestra conducta recuerde a Jesus, evoque su figura
amabilisima. Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al
vernos: este es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es
fanatico, porque esta por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque
manifiesta sentimientos de paz, porque ama (J. EscR'vA DE BALAGUER, Es Cristo que
pasa, 122).

1474 Yo mismo, cuando seguia las enseñanzas de Platon, oia repetir todo linaje de
calumnias contra los cristianos; sin embargo, al contemplar como iban intrepidos a la
muerte y soportaban todo lo que se tiene por mas temible, empece a considerar ser
imposible que hombres de ese temple vivieran en la maldad y en el amor del placer.
Y efectivamente, ¿quien dominado de ese amor o incontinente, quien que tenga por
cosa buena devorar carnes humanas, puede recibir con gusto la muerte que ha de
privarle de todo lo que el tiene por bienes? Lo natural es que trate de vivir, y el
mayor tiempo posible, en la presente vida y esquivar la persecucion de los principes,
sin que se le pase por la cabeza entregarse el a si mismo para que le quiten la vida
(SAN JUSTINo, Apología II, 12).

1475 Despues de haber participado en la Misa, cada uno ha de ser solicito en hacer
buenas obras, en agradar a Dios y vivir rectamente, entregado a la Iglesia,
practicando lo que ha aprendido y progresando en el servicio de Dios, trabajando por
impregnar al mundo del espíritu cristiano y también constituyendose en testigo de
Cristo en toda circunstancia y en el corazon mismo de la convivencia humana (PABLO
VI, Eucharisticum Mysterium, n. 13).

1476 Vivis, sentis, entendeis, sois hombres. Pero ¿que beneficio puede compararse a
este: sois cristianos? Faltos de este beneficio, ¿que nos aprovecharía ser hombres?
Mas somos cristianos, a Cristo pertenecemos. Enfurezcase el mundo; no nos
quebranta, porque pertenecemos a Cristo. Halaguenos el mundo; no nos seduce,
pertenecemos a Cristo (SAN AGUSTÍN, Sermón 130).

1477 Que los oradores guarden su elocuencia, los filosofos su sabiduria, los reyes sus
reinos; para nosotros, la gloria, las riquezas y el reino son Cristo; para nosotros, la
sabiduria es la locura del Evangelio, la fuerza es la debilidad de la carne, y la gloria
es el escandalo de la cruz (SAN PAULINO DE N0LA, Carta 38, 3-4, 6).
Cristiano (Vida del).- "Si me preguntan, ¿cómo han de ser los cristianos? Respondo
que deben vivir como discípulos de Jesucristo, practicando lo que El hizo y lo que
enseñó. (S. Basilio, Reg. 80, sent. 56, Tric. T. 3, p. 199.)"

"¿Cuál es la obligación particular del cristiano? La de velar todos los días y todas las
horas sobre sí mismo, y caminar siempre a la perfección que Dios le pide, por
agradarle, sabiendo que vendrá el Señor en la hora que menos le espere. (S. Basilio,
Reg. 80, sent. 59, Tric. T. 3, p. 200.)"

"La perfecta renunciación que debe hacer el cristiano consiste en desnudarse de


todas las pasiones, aun del apego a la vida, de suerte, que tengamos, como el
Apóstol, una respuesta de muerte que nos quite toda la confianza en nosotros
mismos. Esta renuncia debe empezar por la enajenación de todas las cosas
exteriores, como son los bienes, la gloria vana, las costumbres inveteradas, y la
afición a las cosas inútiles. (S. Basilio, Interrog. 8, sent. 60, Tric. T. 3, p. 200.)"

" Todo el discurso de la vida cristiana debe ser constante y uniforme, no teniendo
sino un solo fin, que es la gloria de Dios. (S. Basilio, Interrog. 20, resp. sent. 61, Trie.
T. 3, p. 200.)"

"Los cristianos deben desterrar aquellos remedios que piden demasiadas diligencias,
y nos precisan a ocupar todo el tiempo en curar el cuerpo; y si acuden a la medicina,
deben hacerlo sin poner en ella la confianza, no atribuyendo la causa de la buena o
mala salud; y usando solamente de los saludables remedios que dicta la Medicina,
debemos referir todo buen éxito a la gloria de Dios. (S. Basilio, Interrog. 55, resp.
sent. 64, Tric. T. 3, p. 201.)"

"Toda palabra que no se refiere a Dios es ociosa: y las vanas conversaciones son tan
peligrosas, que aun cuando nada se diga que sea malo, o que por su naturaleza no
sea bueno, si no se refiere y sirve para la edificación de la fe, no están libres de
riesgo; porque sólo por no ser de edificación contristan al Espíritu Santo. Esto es lo
que nos enseña el Apóstol, cuando dice: Ningúna mala palabra salga de vuestra
boca; no salgan sino las buenas y edificantes, para inspirar la piedad a los que las
escuchan; y después añade: No contristéis al Espíritu Santo, con el que estáis
marcados como con un sello. (S. Basilio, in regul. breviorib. interrog. 23, sent. 68,
Trie. T. 3, p. 202.)"

"Después que el Señor dijo de sí mismo: Yo no vine a hacer mi voluntad, sino


solamente la de mi Padre; es muy peligroso hacer su propia voluntad, aun en las
cosas menores. Por esto decía David; Yo he jurado y resuelto seguir los juicios de
vuestra justicia, no los de la mía; esto es, los movimientos de mi propia voluntad. (S.
Basilio, Interrog. 137, resp. sent. 69, Tric. T. 3, p. 202.)"

"Si los que no han hecho más mal que callar cuando debieran reprender a los
pecadores son reos de su sangre y de su perdición, ¿qué diremos de los que le han
dado motivo de escándalo con sus acciones y palabras? (S. Basilio, Interrog. 261,
sent. 73, Tric. T. 3, p. 203.)"

"¿Cómo deben ser los cristianos? Como discípulos de Jesucristo que procuran
conformar su vida, según lo que ven en El, y lo que les dice. Como ovejas de
Jesucristo que oyen la voz de su Pastor, y le siguen. Como sarmientos, cuya raíz es
Cristo, que fructifican por El, y no tienen, ni hacen cosa que no sea digna de¡ Señor, y
conforme a su voluntad. Santos y puros como templos de Dios, solamente ocupados
con lo que pertenece al culto divino. Como hijos de Dios, formados a su imagen,
según la medida que ha dado a los hombres. (S. Basilio, Reg. 80.2, sent. 12, adie.
Tric. T. 3, p. 382.)"

"¿Cuál debe ser la propiedad de los cristianos? Amarse unos a otros con una caridad
semejante al amor con que Jesucristo nos amó. (S. Basilio, ibídem, sent. 13, adic.
Tric. T. 3, p. 383.)"

"La locución sencilla y no afectada me parece a mí decente, y cual conviene a la


profesión del hombre cristiano, al que pertenece escribir para la pública utilidad, y no
para hacer ostentación. (S. Basilio, Ep. 167, sent. 16, adic. Tric. T. 3, p. 384.)"

"Entre los cristianos, cada uno es la ley y regla de la amistad que se deben entre sí;
pues cada uno no tiene que aspirar a otra cosa que a procurar para el prójimo el bien
que se desea a sí mismo. (S. Gregorio Nacianceno, Orat. 3, sent. 9, Tric. T. 3, p.
355.)"

"En cuanto a los cristianos, todo es entre ellos espiritual: las acciones, los
movimientos, la voluntad, las palabras, los pasos, el vestido, y hasta el más leve
movimiento de los ojos; porque su razón debe extenderse a todo cuanto les
pertenece, para formar y arreglar todo el hombre, que es según Dios: asimismo el
modo de celebrar sus fiestas, y recrear sus espíritus, debe ser también espiritual.
Porque no se debe imaginar que yo quiera privar al cristiano de toda diversión y
descanso del espíritu, sino que pretendo cortar los excesos y el furor. Si celebramos
de esta suerte las fiestas de los Mártires, os prometo una cosa grande en nuestras
concurrencias; es, a saber, que recibiremos algún día el mismo premio y la misma
gloria. (S. Gregorio Nacian., Orat. 6, sent. 14, Tric, T. 3, p. 354.)"

"Dejemos los festines y los bailes para las pompas y fiestas de los paganos; pero si
es permitido, a los que adoramos al Verbo Divino, tomar algún placer, debe ser del
gusto del mismo Divino Verbo; como es, alegrarnos con la ley de Dios, y con las
lecturas convenientes a las fiestas que celebramos. (S. Gregorio, Orat. 38, sent. 45,
Tric. T. 3, p. 359.)"

"Las cosas que son buenas pierden la gracia de la bondad si no se tratan bien. (S.
Gregorio Nacianceno, Orat. 33, sent. 5, adic. Tric. T. 3, p. 394.)"

"Tened cuidado con que ningúno os robe el tesoro que os estaba destinado, y no
permitáis que nadie os prevenga en el cuidado de hacer bien a vuestro prójimo.
Abrazad como una grande ventaja la ocasión de consolar al afligido; asistid al
enfermo con tanto cuidado, como si importara a la salud de toda vuestra familia;
aunque se debe asistir a todos los que son pobres, no hay duda que merecen la
princípal consideración los que están enfermos, porque estos padecen doble mal; es,
a saber, la enfermedad y la pobreza. (S. Gregorio de Nisa, sent. 2 1, Tric. T. 4, p.
117.)"

"Si somos del que nos rescató, sigámosle de todos modos, de suerte, que ya no
vivamos para nosotros, sino para el que nos redimió con su sangre; porque ya no
somos dueños de nosotros mismos, sino que, pues el Señor es el que nos ha
rescatado, ya estamos en todo rigor de justicia sujetos a su dominio; de suerte, que
en adelante su voluntad debe ser la ley y la regla de nuestra vida. (S. Gregorio de
Nisa, -de perfect. Christi fer.,- sent. 35, Tric. T. 4, p. 120.)"

"La perfección del cristiano consiste en adelantar sin detenerse, sabiendo que la
perfección no tiene límites. (S. Gregorio de Nisa, ¡bid., sent. 36, Tric. ¡bid., íbíd.)"

"¿Cuál es el tiempo de buscar a Dios? En pocas palabras te responderé: Toda la vida.


(S. Gregorio de Nisa, In Eccies. H. 2, sent. 6, adic. Tric. T. 4, p. 358.)"

"El que tiene por su porción a Dios, no debe tener otro cuidado que el de aplicarse a
él, y todo cuanto se emplea en otra cosa es un robo que se hace al servicio y culto
que se le debe. (S. Ambrosio, de fug. secul., e. 2, sent. 24, Tric. T. 4, p. 318.)"

"Señor, me acordé de vuestro nombre durante la noche, y guardé vuestra ley. De día
y de noche se ha de invocar este santo nombre. Si para dar más tiempo al estudio de
las ciencias humanas, se quitan muchas veces las horas al sueño, ¿cuánto mayor
cuidado se debe tener de no dormir sino lo preciso para las necesidades de] cuerpo,
cuando queremos aplicamos al conocimientos de las cosas de Dios? Todas las noches
bañaba David su lecho con sus lágrimas, y también se levantaba a media noche para
rogar a Dios; ¿cómo a vista de este ejemplar podréis abandonaros al sueño las
noches enteras¿ Debierais recurrir a Dios, invocar su asistencia, y tomar las
precauciones posibles para guardaros de la culpa, en aquel tiempo en que las
tinieblas os ocultan a los ojos de los hombres. Considerando entonces que está la
vista del Señor descubriendo lo más secreto y escondido. (S. Ambrosio, in Psalm.
118, sent. 60, Trie. T. 4, p. 324.)"

"¡Qué pocos hay sobre la tierra que puedan decir: El Señor es mi porción! Qué pocos
son los que distantes de todos los vicios, nada tienen común con el mundo, ni
quieren participar de él, por no estar poseídos de alguna concupiscencia hacia las
cosas corporales, ni verse abrasados de las llamas de la impureza, ni tocados de la
avaricia, ni abandonados a los excesos, ni arrebatados de la ambición, ni roídos de la
envidia, ni ocupados en el cuidado de los negocios seculares, y, por último, que vivan
como que sólo nacieron para Dios, y no para sí mismos. (S. Ambrosio, in Psalni. 118,
sent. 61, Tric. T. 4, p. 325.)"

"Tuyo soy: esta palabra es fácil de decir, y aun parece una expresión común; pero a
muy pocos les viene bien: apenas se halla quien pueda decir con verdad a Dios: Tuyo
soy, pues para esto es necesario estar unidos con El por todo cuanto hay en
nosotros, y no pensar sino en El sólo. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 64, Tric. T. 4,
p. 325.)"

"Nada le hace al cristiano tan recomendable como la misericordia con los pobres. (S.
Ambrosio, de Officiis, c. 11, sent. 120, Tric. T. 3, p.355.)"

"En las conversaciones privadas no hemos de disputar con porfía, porque esto, más
sirve para excitar cuestiones vanas que para que resulte alguna utilidad verdadera.
Es preciso, pues, que sean nuestros disgustos sin cólera, nuestra benignidad sin
amargura, nuestras advertencias sin aspereza, y nuestras exhortaciones sin dar a
nadie que sentir. (S. Ambrosio, de Officiis, c. 22, sent. 124, Tric. T. 4, p. 339.)"

"Ponme por sello sobre tu corazón, y como sello en tu brazo. Es Cristo sello en el
corazón y lo es en la frente. Es sello en la frente para que siempre le confesemos; lo
es en el corazón, para que siempre le amemos; y lo es en el brazo, para que siempre
obremos. Resplandezca, pues, su imagen en nuestra confesión; luzca en la santa
lección, y brille en todas nuestras obras; para que si es posible, se vea expresada en
nosotros toda la figura de Jesucristo. (S. Ambrosio, de Isac., lib. 1, C. 8, sent. 13, adic.
Tric. T. 4, p. 396 y 399.)"

"No os divertáis en considerar el mal que otros hacen, pensad solamente en el bien
que debéis hacer. (S. Jerónimo, Ep. ad Rust. 125, sent. 12, Tric. t. 5, p. 240.)"

"Sois cristiano para imitar a Jesucristo y cumplir con vuestras acciones sus leyes. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homil. 39, Orat. 6, sent. 31, Tric. T. 6, p. 306.)"

"Una alma sola que hayamos ganado a Jesucristo, puede borrar en nosotros una
infinidad de pecados, y ser la causa de la redención de nuestra alma. (S. Juan
CRISÓSTOMO, ibid., sent. 32, Tric. ibid., ibid.)"

"Decís que trabajáis mucho todos los días: no es del caso saber que hacéis alguna
cosa, sino si ejecutáis lo que se debe. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 36, sent. 57, Tric.
T. 6, p. 310.)"

"No debernos pasar día alguno de nuestra vida, si fuere posible, sin haber
conseguído algún provecho espiritual, o por medio de la oración o con la confesión de
nuestras faltas, o con la limosna, o con algunas otras acciones de piedad que
practiquemos. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 11, e. 2, in Génes., sent. 91, Trie. t. 6, p.
316.)"

"Bienaventurado aquel que haya hecho y enseñado. La doctrina de las obras es


mucho más sincera y segura que la de las palabras. (S. Juan CRISÓSTOMO, Hornl. 13,
ibíd., sent. 92, Tric. ibid., ibid.)"

"Obremos en todo con gran pureza de corazón; porque de esta fuente dimanan todos
los bienes. No mira el Señor a nuestras accíones, sino al espíritu con que las
hacemos; y según nuestra disposición interior, aprueba o reprueba lo que
ejecutamos. Bien sea, pues, que oremos, que ayunemos, que demos limosna, o que
practiquemos cualquiera otra obra espiritual, obremos siempre con pureza de
intención para conseguir el premio de nuestro trabajo. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi.
27, sent. 97, Trie. T. 6, p. 317.)"

"El que pudiere impedir que una persona agravie a otra, y no lo hace, no es menos
culpable que la que ofende. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 32, sent. 101, Trie. T. 6, p.
318.)"

"Aquél que se gloría, sólo en el Señor se gloríe. En todas nuestras obras no debemos
atribuimos méritos algunos; pues solamente el pecado es el que tenernos propio.
(S..Juan CRISÓSTOMO, in Psalm. 142,-sent. 145, Tric. T. 6, p. 326.)"

"Conservad en vuestro entendimiento como una verdad inmutable, como una regla
cierta, y como una ley constante, que es imposible que un hombre que pone todo el
cuidado y diligencia posible para conseguir su salvación, y que nada omite de todo
cuanto está de su parte para cumplir su obligación, es imposible, digo, que abandone
el auxilio de Dios a un hombre de estas disposiciones. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm.
1, in Jerem., sent. 162, Trie. T. 6, p. 33 l.)"

"Si alguno viniese de un país tan distante que jamás hubiese oído hablar de nosotros,
y sabiendo aquí cual es la Ley de Jesucristo, viese el desorden con que viven los
cristianos, no dudo que nos tendrá por los mayores enemigos de Jesucristo, y por los
hombres más opuestos a sus preceptos; porque verdaderamente vivimos como si
hubiéramos hecho empeño de practicar en todo lo contrario de lo que nos dejó
mandado. (S. Juan CRISÓSTOMO, lib. 1, de compunc. cord., sent. 168, Tric. T. 6, p.
333.)'
"No hemos venido a este mundo, ni vivimos en él para comer y beber, antes bien,
comemos y bebemos para poder vivir. (S. Juan CRISÓSTOMO, de Lázaro, Conc. 1, n.
8, sent. 191, Tric. T. 6, p. 337.)"

"Es cosa indigna de¡ verdadero cristiano, abandonarse a los chistes y a las chanzas
indecentes. Las carcajadas de risa, rompen los lazos de la templanza, destruyen la
cristiana gravedad, denotan el olvido del temor de Dios, y la poca aprensión de las
penas eternas: la risa prepara el camino a la impureza; las chanzas son señales de
intemperancia; las bufonadas nos llevan a la relajación y a las disoluciones, y nos
grangean el desprecio. Por esto el Apóstol ordena a los de Efeso: Que no se oigan
entre ellos palabras libres ni bufonadas, porque no convienen a su vocación, sino
solamente palabras de acción de gracias. (S. Juan CRISÓSTOMO, Religionem facetiis
uti non debere, in Sp., sent. 25 1, Trie. T. 6, p. 352.)"

"¿Véis estos vasos sagrados? ¿No es verdad que sólo para un uso están destinados?
¿Habrá alguno tan atrevido que use de ellos para otra cosa, que para los sagrados
misterios? Advierta el cristiano que él es más santo y mucho más santo que estos
sagrados vasos. ¿Por qué, pues, os profanáis y os mancháis con tanta facilidad?

"No busque el cristiano descanso en esta vida, ni pretenda gozar en ella una segura
tranquilidad. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 9, cap. 3, ad Timot., sent. 372, Tric. T. 6, p.
38 l.)"

"La primera virtud del cristiano y la que comprende todas las demás, es vivir como
caminante y extranjero en la tierra: no tomar parte en las cosas y asuntos del
mundo; mirarlas todas sin apego, como que están fuera y separadas de nosotros. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homi. 24, ad Hebr., sent. 386, Tric. T. 6, p. 384.)"

11 ¿Qué haremos para salvarnos? Empecemos por arreglar nuestra vida según las
leyes de la virtud, mientras tenemos tiempo. Hagamos entre nosotros una
distribución de virtudes, como se hace la de los campos a un labrador. Dispongamos
vencer en este mes la ira y el furor: impongámonos esta ley, y digamos, hoy hemos
de ejecutar esta acción buena; aprendamos este mes a ser sufridos, y después
pasaremos a conseguir esta virtud, y en adquiriendo hábito iremos a otra: haciendo
lo que practicamos en las ciencias; en las cuales, sin olvidar las aprendidas se pasa
de unas a otras sucesivamente. (S. Jtian CRISÓSTOMO, Homl. 24, al Hebr., sent. 387,
Tric. ibid., ibid.)"

-"Todo nos parece difícil, porque no recurrimos a Dios como debiéramos, y no le


tenemos siempre presente en nuestro pensamiento. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 25,
ad Hebr., sent. 388, Tric. ibid., ibíd.)"

"No debemos poner nuestra alegría en las cosas exteriores, sino en nosotros mismos.
(S. AGUSTÍN, Psalm. 54, sent. '72, Tric. T. 7, p. 461.)"

"Si sois buenos sólo tendréis por enemigos a los malos. (S. AGUSTÍN, ¡bid., sent. 73,
Tric. ibid., ibid.)"

"Haced lo bueno con alegría, y lo haréis bien; pero si lo ejecutáis con tristeza, se dirá
propiamente hablando, que padecéis, no que hacéis. (S. AGUSTÍN, Psalm. 91, sent.
138, Tric. T. 7, p. 467.)"

"Cada uno se sacrifique y se ofrezca a Dios: ríndase a Dios, que esto es lo que se le
pide, y lo que se le debe. Es necesario dar al Cesar su imagen, y también es preciso
volver a Dios su imagen. (S. AGUSTÍN, Psalm. 116, sent., 155, Tric. T. 7, p. 468.)"
"Conoce, cristiano, tu dignidad, y pues te ves elevado al consorcio de la Divina
Naturaleza, no quieras con indigna conversación volver a la vileza antigua: ten
presente a que cabeza y a qué cuerpo perteneces como miembro; no te olvides de
que sacándote del poder de las tinieblas, te han trasladado a la luz y al Reino de
Dios. Quedaste hecho templo del Espíritu Santo por medio del Bautismo: no auyentes
con tus perversas acciones un tan grande Habitador, para sujetarle de nuevo a la
esclavitud del demonio. Advierte, que la sangre de Jesucristo es la sangre que
costaste, y que te ha de juzgar con verdad el que te redimió con misericordia, el que
por los siglos de los siglos vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo. (S. León,
Papa, Serm. 2 1, e. 2, sent. 14, Tric. T. 8, p. 385 y 386.)"

"No debemos celebrar el día del Nacimiento del Señor con alegría tibia y carnal;
celebraremos dignamente esta festividad si cada uno de nosotros se acuerda de que
cuerpo somos miembros, que cabeza es la que nos anima para que no desdiga una
monstruosa conjunción, en tan sagrada estructura. (S. León, Papa, ¡bid., c. 5, sent.
15, Tric. ¡bid., p.386.)"

"Prorrumpan con exaltación en divinas alabanzas los corazones de los creyentes, y


confiesen sus maravillas los hijos de los hombres; porque en esto más que en todo
conoce nuestra bajeza en cuanto la estima su Criador; pues habiendo dado mucho a
nuestro primer origen, haciéndonos a. su imagen, mucho más es lo que nos da a
nuestra reparación, como el mismo Señor se abate a tomar la forma de siervo. (S.
León, Papa., Serm. 24, c. 2, sent. 16, Tric. ibid., ibid.)"

"Aquel afecto, hermanos míos, que excluye al amor terreno, se corrobora con la
frecuencia de las buenas obras; pues es necesario que la conciencia se deleite con
las buenas acciones, y haga con gusto lo que se alegraría haber ejecutado. Se
abraza, pues, el ayuno, se multiplica la. limosna, se guarda la justicia, se frecuenta la
oración; y suceda, que el deseo de cada uno sea una misma súplica en todos. El
trabajo sustenta la paciencia: la mansedumbre apaga la ira: la benevolencia pisa las
envidias; las concupiscencias impuras se matan con los santos deseos; la liberalidad
excluye la avaricia; y las riquezas se hacen instrumento de las virtudes. (S. León,
Papa, Salm. 90, c. 4, sent. 71, Tric. T. S, p. 401.)"

"Conozca el hombre la dignidad de su ser, y en tienda que está hecho a imagen y


semejanza de su Criador: no se asuste tanto con las miserias en que cayó por aquel
grandísimo y común pecado, que no aspire a la misericordia de su Redentor; pues
este dice: Sed santos, supuesto que Yo soy Santo; esto es, amadme, y absteneos de
lo que me desagrada. Haced lo que Yo y absteneos de lo que me desagrada. Haced
lo que Yo quiero, y quered lo que Yo hago; cuando os parezca difícil lo que mando,
acudid al que os lo manda, para que de donde salió el precepto os venga el auxilio;
no negaré el socorro. Yo que di la voluntad. (S. León Papa, Serin. 94, c. 2, sent. 76,
Tric. T. 8, p. 402.)"

"De tal modo debemos transformar en nosotros las cosas buenas que leemos, que al
mismo tiempo que agradan al espíritu, conformemos a ellas nuestra vida con nuestra
acciones. (S. Gregorio el Grande, lib. 1, Mor. Expos. in Job., sent. 2, Tric. T. 9, p. 23 l.)"

"Sed tales, cuales deseáis parecer a los otros. Vuestro vestido y vuestro porte dan a
entender vuestra profesión; no os déis en espectáculo; no déis lugar a que hablen
mal de vosotros; huid de los malos; evitad las concurrencias que no son buenas;
buscad la compañía de las gentes honradas; desead su útil y santa sociedad; trabad
estrecha amistad con las personas de santa vida; más vale sufrir el odio de los malos
que perderse por enlaces funestos a la virtud. (S. Anselmo, Exhort., ad contemptum
temporalium, sent. 20, Tric. T. 9, p. 344.)"

"Sed irreprensibles en vuestras palabras, y útiles en vuestras conversaciones, para


que los que escuchan puedan sacar el fruto y la edificación que deben esperar; usad
de la discreción para saber lo que habéis de decir y lo que habéis de callar: siempre
tengan vuestros discursos, y aun el mismo silencio, alguna cosa que edifique e
instruya; pensad muy despacio lo que habéis de decir; jamás disputéis; sellad
vuestros labios con la discreción; detened con el freno del silencio la demasiada de
una exacta circunspección; abrid la boca solamente cuando os pregunten. (S.
Anselmo, ibid., sent. 21, Tric. ibide, ibid.)"

"Hablad poco; el que habla mucho no puede menos de caer en alguna falta; el
hombre que habla demasiado no tiene juicio; el prudente dice mucho en pocas
palabras; es una locura perder el tiempo en el flujo de unas palabras que todos se
cansan de oirlas; la verdadera ciencia abrevia el discurso y es muy avara de
palabras; el ignorante hace mucho ruido para no decir cosa alguna que sea sensata;
la voz del imprudente se pierde en una multitud de discursos que manifiestan el
extravío de su entendimiento; arreglad siempre cuanto sale de vuestra boca; medid
vuestras palabras; jamás pisen vuestras conversaciones los términos de la equidad y
de la decencia que siempre deben arreglar su medida, y balancear su peso. (S.
Anselmo, ibid., sent. 22, Tric. ibid., p. 344 y 345.)"

"En materia dudosa deliberad despacio, antes de resolver el partido conveniente;


reflexionad con madurez sobre las consecuencias de vuestras acciones; no sea
demasiada vuestra lentitud cuando se trata de hacer algún bien; no seáis negligentes
ni torpes para las cosas buenas. Cuando es útil obrar, ya malo es dilatarlo. La pereza
apaga el ardor de los espíritus, y sofoca el fuego del ingenio. La negligencia y tibieza
hacen que caigamos presto en una vergonzosa relajación que debilita el vigor
de¡ alma. (S. Anselmo, ¡bid., sent. 27, Trie. ¡bid., p. 345.)"

"Observad en vuestra conducta la justa moderación; no os separéis de las reglas


saludables de la discreción; haced por los otros lo que quisiérais que hicieren con
vosotros mismos; sed, respecto a los otros, lo que desearíais si estuvieseis en su
lugar; guardaos de recibir las honras, cuya carga no podréis sostener. La grandeza
del delito dice proporción con el grado de elevación a que cada uno ha llegado. (S.
Anselmo, ibid., sent. 30, Tric. T. 9, p. 346.)"

"Cuando se deja de hacer una cosa por necesidad, la voluntad de ejecutarlo se


reputa por hecho. (S. Bemardo, Trad. Hug., n. 9, sent. 15, Tric. T. 10, p. 323.)"

"Ningúno merece mejor el enojo que aquel enemigo que se finge amigo. (De
Convers., n. 33, sent. 16, Tric. T. 10, p. 323.)"

"Muchas cosas te fastidian en la ociosidad, que tomarás con deseo después del
trabajo, -porque la mejor sobra es el hambre. (S. Bernardo, Ep. 11, sent. 3 5, Tric. T.
10, p. 3 24.)"

"La dispensa sin necesidad y utilidad, no es dispensación, sino disipación. (S.


Bernardo, -3 de Consid., c. 4,- sent. 48, Tric. T, 10, p. 325.)"

"Si eres prudente, serás como la concha, y no como el conducto; quiero decir, no
derramarás hasta estar lleno. (S. Bernardo, serm. 18, in Cant., n. 3, sent. 83, Tric. T.
10, p. 327.)"

"Más daña un falso católico que un verdadero hereje. (S. Bernardo, Serm. 65, in Cant.
n. 4, sent. 117, Tric. T. 10, p. 329.)"

"Maldito es el que toma para sí la peor parte. (S. Bernardo, lib. 1, de Consid. c. 15,
sent. 132, Tric. T. 10, p. 330.)"

"De cualquier modo que nos reprendan, nos es muy útil la reprensión si la recibimos
bien; porque nos enseña la Escritura, que el que aborrece que le corrijan, es un loco.
No dice que le reprendan de este o de aquel modo, sino simplemente que le
reprendan. Porque si vuestro amigo os reprende con razón, sírvaos para corregiros, y
si lo hace sin razón, no dejéis de alabar su buena voluntad, y reconoced que os
obliga; porque no procuraría reprenderos si no os amara mucho. Las correcciones son
para los pecados, lo que los remedios para las llagas. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm.
deferendis repr., n. 1, sent. 203, Trie. T. 6, p. 340.)"

"Cada uno de los fieles puede instruir a su prójimo. Si no sois capaces de corregir una
iglesia, tenéis mujer a quien podéis dar vuestras instrucciones. Si no podéis predicar
a todo un pueblo, tenéis hijos a quienes corregir, tenéis criados a quienes reducir a la
razón. Esta escuela no es superior a vuestras fuerzas, antes bien, tenéis mejor
proporción para reprender y corregir a vuestros domésticos, que los mismos
Sacerdotes. Yo os hablo una vez o dos cada semana, pero vosotros a todas horas
tenéis en vuestra casa discípulos que tienen obligación de escucharos. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Serm. In Pentec., sent. 238, Tric. T. 6, p. 348.)"

"Si alguno, después de advertirle muchas veces que no jure, no se quiere abstener,
absténgase de entrar en la iglesia, aunque sea Príncipe o el mismo Emperador. Si
quieren me depondrán de mi dignidad, mas entretanto que permanezca en ella, no
dejaré de cumplir con mi obligación, por peligro alguno. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi.
8, sent. 265, Trie. T. 6, p. 355.)"

"Es como imposible que el que jura a menudo no sea perjuro algunas veces o de
propósito, o sin pensarlo. De cualquiera suerte, el hombre perjuro no se puede
salvar, porque un solo perjuro basta para perderle. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 12,
e. 5, sent. 266, Tric. ¡bid., ¡bid.)"

"Cuando somos juzgados de esta suerte, el Señor es el que nos castiga; porque más
es advertencia que condenación; más es remedio que pena; y más es corrección que
castigo. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 28, sent. 313, Tric. T. 6, p. 387.)"

"vosotros los que llamáis a Dios Padre nuestro, tenéis a vuestro prójimo por
hermano: todos los días lo estáis viendo cometer una infinidad de pecados, y con
todo eso preferís conservar su gracia a su propia utilidad. No procedáis así con
vuestros hermanos, porque no le podréis dar señal más grande de vuestra amistad,
que reprenderle cuando hace mal. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 18, sent. 345, Tric. T.
6, p. 376.)"

"El pan de la verdad es amargo al gusto de los pecadores. (S. AGUSTÍN, Psalm. 5,
sent. 2, Tric. T. 7, p. 454.)"

"Una corrección regular hace parte de la regla, dice San Bemardo: sirve no sólo para
mantener en el camino del bien a los que le siguen, sino también para apremiar a los
que se conducen mal: da materia a la obediencia, y es un remedio para los que
desobedecen: impide que nos entreguemos al pecado, y que abandonemos la regla.
(S. Bemardo, de Praecept. et dispens., Barbier., T. 1, p. 368.)"

"La corrección preserva de la muerte espiritual y del infierno, libra del pecado;
previene la caída y salva de la condenación; pone finalmente obstáculo a las faltas y
a la ruina en que ordinariamente caen los jóvenes y los inferiores a quienes los
padres y los superiore,, dejan una peligrosa y engañosa libertad y-abandonan a los
impulso,, de la cruel concupiscencia."

"Dios corrige con pruebas y tribulaciones. Las tribulaciones sor los remedios que Dios
en su amor emplea para curarnos, para apartar nos de la carne, del mundo y del
pecado, para dirigimos en el camino del espíritu y de las virtudes, y para atraemos a
él; por la carne, e mundo y el demonio, nos engañan, nos ciegan y nos pierden,
atrayéndonos con el ponzoñoso atractivo de los placeres. Por esto S. CRISÓSTOMO
nos representa a Dios enviando castigos a Adán y oponiéndolo a las seducciones de
la serpiente: Dios es un amigo, dice, y el demonio un enemigo; Dios es nuestro
Salvador, y cuida de nosotros; el demonio es nuestro enemigo y seductor del
hombre. El demonio quiso apoderarse de Adán haciéndole caricias: Dios dirigió a
Adán reprimendas y correcciones. Pero ¿cómo se esforzó Satanás en seducir al
hombre, y cómo le castigó Dios a su vez? Satanás exclamó: Seréis como dioses: Eritis
sicut dii Dios, por el contrario,? Satanás exclamó: Seréis como dioses: Eritis sicut dii
Dios, por el contrario, dijo: Sois tierra y volveréis a la tierra: Pulvis es, et in pulverem
reverteris. ¿Quién de los dos ha sido más útil a nuestro primer padre? ¿El que le dijo:
Seréis como dioses, o el que le indicó: Sois polvo y volveréis al polvo? Dios inflige la
muerte; la serpiente la inmortalidad promete; pero el que promete la inmortalidad
arroja del Paraíso, mientras que el que inflige la muerte lleva al cielo. ¿Véis ahora
cuán preciosas son las reprimendas y correcciones de un amigo, y cuán peligrosas y
perniciosas las lisonjas de un enemigo? Este ejemplo prueba evidentemente que
debemos dar gracias a los que nos reprenden y corrigen: sólo nuestros verdaderos
amigos emplean reprimendas y correcciones. (De Reprens. ferend., Barbier., T. 1, p.
368.)"

CRUZ

Citas de la Sagrada Escritura

Quien no carga con su cruz no es digno de Cristo: Mt 10, 38.

Si alguno quiere venir en pos de Mi nieguese a si mismo, cargue con su cruz y


sigame. Mt 16, 24.

Nuestro Señor fue crucificado “en el tiempo señalado”: Rom 5, 8; por obediencia al
Padre: Rom 5, 19.
Nuestro “hombre viejo” esta crucificado con Cristo por el bautismo y por la
conversion a la vida cristiana: Rom 6, 5-2; 7, 4.

Es necesario tomar parte en los sufrimientos de Nuestro Señor

para ser glorificado con El: Rom 7, 18.

El Evangelio debe ser siempre la doctrina de la cruz; acomodarlo a la sabiduria del


mundo es hacer inútil la cruz de Cristo: I Cor I, 17.

La doctrina de la cruz es una fuerza divina para aquellos que se salvan, locura para
aquellos que perecen, y un escandalo para los judios endurecidos: I Cor 1, 18-24.

La unica ciencia de San Pablo: Jesucristo, y este crucificado: I Cor2, 2.

Relacion entre la Sagrada Comunión y la muerte de Nuestro Señor en la cruz: I Cor


11, 26.

San Pablo fue “crucificado”, es decir, que su voluntad propia murio y la voluntad
divina ocupo su lugar: Ga/ 2, 19-20; 6, 14.

Jesucristo se anonado, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz: Flp 2, 5-


8.

Los enemigos de la cruz: Flp 3,

La sangre de la cruz ha reconciliado con Dios todas las cosas en el cielo y en la tierra:
Col 1, 20.

Nuestra sentencia de condenacion ha sido rasgada y clavada en la cruz por el


Sacrificio de Nuestro Sehor: Col 2, 14.

Nuestro Señor carga con la cruz para ir al Calvario: Jn 19, 17.


Simon Cirineo es obligado a llevar la cruz en pos de Jesus: Mt 27, 32; Mc 15, 21; Lc
23, 26.

Nuestro Señor es clavado en la cruz, donde muere: Mt 27, 35-50; Mc 15, 24-37; Lc
23, 33-45; Jn 19, 18-30.

Debemos crucificar nuestra propia carne con sus vicios y pasiones para ser
verdaderos discipulos de Cristo: Cal 5, 24.

Los que se entregan a la gula y a las cosas terrenas son enemigos de la cruz de
Cristo: Flp 3, 18-19.

Jesucristo, en vista de la gloria que le estaba preparada, sufrio la cruz; cuando


sintamos desfallecimientos miremos a Jesus y abracemos la cruz: Heb 12, 2-3.

SELECCION DE TEXTOS

El camino de la santidad “pasa por la Cruz”

1478 El camino de nuestra santificacion personal pasa, cotidianamente, por la Cruz:


no es desgraciado ese camino, porque Cristo mismo nos ayuda y con El no cabe la
tristeza. In laetitia, nulla dies sine crucel, me gusta repetir; con el alma traspasada de
alegria, ningún día sin Cruz (J. ESCRVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 176).

1479 No hay otro mas seguro camino que el padecer. Esta es la senda por donde fue
Cristo y todos los suyos, que el llama estrecha (SAN JUAN DE AVILA, Carta 58).

1480 El Salvador levanto la voz y, con voz incomparable, dijo: “ ¡Conozcan todos que
la gracia sigue a la tribulacion. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al
colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al incremento de los trabajos, se
aumenta juntamente la medida de los carismas. No quieran errar ni engañarse; esta
es la unica verdadera escala del paraiso, y fuera de la Cruz no hay camino por donde
pueda subirse al cielo!” (SANTA ROSA DE LIMA, Escritos. Al medico Castillo, pp. 54-
55).

1481 Oigan esto cuantos se averguenzan de la Pasion y de la Cruz de Cristo. Porque


si el Principe de los Apostoles, aun antes de entender claramente este misterio, fue
llamado Satanas por haberse avergonzado de el, ¿que perdon pueden tener aquellos
que, despues de tan manifiesta demostracion, niegan la economia de la Cruz? Porque
si el que así fue proclamado bienaventurado, si el que tan gloriosa confesion hizo, tal
palabra hubo de oir, considerad lo que habran de sufrir los que, despues de todo eso,
destruyen y anulan el misterio de la Cruz (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre 5.
Mateo, 54).

La Cruz cada dia

1482 Si alguno quiere venir en pos de mi, nieguese a si mismo, tome su cruz cada
día y sigame (Lc 9, 23). Nos lo dice Cristo otra vez a nosotros, como al oido,
intimamente: la Cruz cada día (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 58).

1483 Inmolemos cada día nuestra persona y toda nuestra actividad, imitemos la
pasion de Cristo Con nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con
nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la Cruz. Si quieres imitar a Simon de
Cirene, toma la cruz y sigue al Señor (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertacion 45).

1484 La Cruz viene de Dios; no hay que estar contemplando bobamente, sino
adaptarse a ella, como hartamos con una persona que hubiera de vivir siempre a
nuestro lado; no hay que pararse en pensar, sino avanzar dulcemente, aceptar las
cosas con sencillez, no reflexionar demasiado sobre ellas y tomarlas como de la
mano de Dios (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. l lO, l. c., p. 744).

1485 La cruz es libro vivo, del que aprendemos definitivamente quienes somos y
como debemos actuar. Este libro siempre esta abierto ante nosotros (JUAN PABLO II,
Aloc. I-IV1980).

Todo apostolado se fundamenta en la Cruz

1486 De dos modos podemos llevar la cruz del Señor, o afligiendo a nuestro cuerpo
con la abstinencia o, por compasion al projimo, considerando como nuestras sus
necesidades. El que se conduele de las necesidades ajenas lleva la cruz en su
corazon (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).
1487 El mundo no puede salvarse sino con la Cruz de Cristo (SAN LEON MAGNO,
Sermón 51).

1488 Quien no carga con su Cruz y me sigue no es digno de mi. Y el sentido de esta
exhortacion es este: no es cosa comoda ni tranquila confesar a Dios (SAN JERONIMO,
Epistola 121).

La cruz en la vida del cristiano

1489 Que nadie se averguence de los símbolos sagrados de nuestra salvacion [...];
llevemos mas bien por todas partes, como una corona, la Cruz de Cristo. Todo, en
efecto, entra en nosotros por la Cruz. Cuando hemos de regenerarnos, alli esta
presente la Cruz; cuando nos alimentamos de la mistica comida; cuando se nos
consagra ministros del altar; cuando se cumple cualquier otro misterio, alli esta
siempre este símbolo de victoria. De ahi el fervor con que lo inscribimos y dibujamos,
en nuestras casas, sobre las paredes, sobre las ventanas, sobre nuestra frente y en
el corazon. Porque este es el signo de nuestra salvacion, el signo de la libertad del
genero humano, el signo de la bondad de Dios para con nosotros (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 54).

1490 Todos los suplicios parecen crueles, pero solo el de la cruz atrae maldicion:
Maledictus a Deo est qui pendet in ligno (Deus 21, 23). Pero he aqui que lo que era
maldicion se ha convertido en objeto de amor y de deseo. No hay mejor joya en la
corona imperial que la cruz que la remata [...]. En las casas, en las calles, en el
desierto, en los caminos, en los montes, en las cascadas, en las colinas, en el mar, en
el bosque, en las islas, en los lechos y en los vestidos, en las armas y en los talamos,
en los convites y en los vasos religiosos, en las joyas y en las paredes decoradas, en
los cuerpos de los animales enfermos, en los cuerpos de los hombres posesos, en la
guerra, en la paz, en el día y en la noche..., todos buscan su inefable gracia. Nadie se
averguenza de este signo de la cruz (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
54).

1491 Me presente a los que no preguntaban por mí , me hallaron los que no me


buscaban (Is LXV, 1 ).

A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso
ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso mas oscura, el corazon mostrara
repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasion, cuando los pida,
dile despacio, como en confidencia: corazon, ¡corazon en la Cruz!, ¡corazon en la
Cruz! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, V`a Crucis, p. 58).
1492 Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que El sigue
con todos sus santos. Ni los peligros, ni los consuelos nos los da continuos, sino que
de unos y otros va El entretejiendo la vida de los justos. Tal hizo con Jose (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 8).

1493 En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, 6,1.c., p. 66).

Jesucristo nos enseña el misterio salvador de la Cruz

1494 Observa que Cristo llego a la gloria a traves de su pasión: ¿No era menester
que el Cristo padeciese todo esto, y entrase así en su gloria? (Lc 24, 26). De esta
manera nos enseñaba el camino de la gloria a nosotros: Es necesario que pasemos
por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios (Hech 14, 21) (SANTO
TOMÁS, Sobre el Credo, 5, 1. c., p. 76).

1495 Caminaba hacia el lugar donde iba a ser sacrificado llevando su Cruz. Gran
espectaculo; pero si lo mira la impiedad, gran burla; si lo mira la piedad, gran
misterio; si lo mira la impiedad, prueba de ignominia enorme; si lo mira la piedad,
gran fundamento de nuestra fe; si lo mira la impiedad, se reira viendo al Rey llevar
un leño en lugar de un cetro; si lo mira la piedad, vera que el Rey lleva el madero
donde ha de ser clavado, el mismo madero que despues sera colocado en la frente
de los reyes. Despreciado ante los ojos de los impios en lo mismo que se glorian
despues los corazones de los santos. Pablo habra de decir: Lejos de mí gloriarme
como no sea en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo (Gal 6, 14). Cargaba sobre sus
hombros la misma Cruz y llevaba en alto el candelero de esa antorcha que ha de
arder sin que se coloque debajo del celemin (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
117).

1496 El madero en que estan fijos los miembros del hombre que muere, es también
la catedra del maestro que enseña (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 119).

1497 Con estas palabras identifica su gloria con su elevacion en la cruz. La cruz de
Cristo es, en efecto, su gloria y su exaltacion, ya que dice: Yo, cuando sea levantado
en alto, atraere a mi a todos los hombres (SAN ANDRES DE CRETA, Disertacion 9, en
el Domingo Ramos).

La fecundidad de la Cruz de Cristo

1498 ¡Oh admirable poder de la cruz! [...]. En ella se encuentra el tribunal del Señor,
el juicio del mundo, el poder del crucificado.Atrajiste a todos hacia ti, Señor, a fin de
que el culto de todas las naciones del orbe celebrara, mediante un sacramento pleno
y manifiesto, lo que se realizaba en el templo de Judea como sombra y figura.

Ahora, en efecto, es mas ilustre el orden de los levitas, mas alta la dignidad de los
ancianos, mas sagrada la uncion de los sacerdotes; porque tu cruz es la fuente de
toda bendicion, el origen de toda gracia; por ella, los creyentes reciben, de la
debilidad, la fuerza, del oprobio, la gloria y de la muerte, la vida (SAN LEON MAGNO,
Sermón 8, sobre la Pasion).

1499 La cruz no encierra en si mezcla de bien y de mal, como el arbol del Eden, sino
que toda ella es hermosa y agradable, tanto para la vista como para el gusto. Se
trata, en efecto, del leño que engendra la vida, no la muerte; que da luz, no tinieblas;
que introduce en el Eden, no que hace salir de el. La Cruz es el madero al cual subio
Cristo, como un rey a su carro de combate, para, desde el, vencer al demonio, que
detentaba el poder de la muerte, y liberar al genero humano de la esclavitud del
tirano (SAN TEODORO ESTUDITA, Disertacion sobre la adoración de la cruz).

1500 Si te sobreviene alguna contradiccion, bendice al Señor, que dispone las cosas
del mejor de los modos; piensa que la has merecido, que merecerlas mas todavia, y
que eres indigno de todo consuelo; podras pedir con toda sencillez al Señor que te
libre de ella, si así le place; pidele que te de fuerzas para sacar meritos de esa
contrariedad. En las cruces no busques los consuelos exteriores, especialmente si te
das cuenta de que Dios te las manda para humillarte y para debilitar tu orgullo y
presuncion. En medio de ellas debes decir con el Rey Profeta: ¡Cuán bueno ha sido
para mi, Señor, que me hayas humillado, porque así he aprendido tus mandatos! (Ps
l 15, 71) (J. PECC!—Leon XIII—, Practica de la humildad, 23).

1501 Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles, y ningún genero de
crueldad puede destruir la religion fundada en el misterio de la cruz de Cristo. Las
persecuciones no son en detrimento, sino en provecho de la Iglesia, y el campo del
Señor se viste siempre con una cosecha mas rica al nacer multiplicados los granos
que caen uno a uno (SAN LEON MAGNO, Sermón 82, en el natalicio de los Apostoles
Pedro y Pablo).

1502 En la cruz esta la salud y la vida. En la cruz, la defensa contra los enemigos. En
la cruz, la infusion de la suavidad soberana. La cruz es la fortaleza del corazon. En la
cruz esta el gozo del espíritu. En la cruz esta la suma virtud. En la cruz esta la
perfección de la santidad. No esta la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna
en otro lugar, sino en la cruz (Imitacion de Cristo, II, 12, 2).

Cruz y amor

1503 Quien le amare mucho vera que puede padecer mucho por El; el que le amare
poco, poco. Tengo yo para mi que la medida de poder llevar gran cruz o pequeña es
la del amor (SANTA TERESA, Camino de perfección, 32, 7).

1504 Ni plega a Dios que nuestra anima en otra parte descanse, ni otra vida en este
mundo escoja, sino trabajar en la cruz del Señor. Aunque no se si digo bien en llamar
trabajos a los de la cruz, porque a mi me parece que son descansos en cama florida y
llena de rosas (SAN JUAN DE AVILA, Carta 58).

1505 Porque a los que Dios quiere mucho lleva por camino de trabajos, y mientras
mas los ama, por mayores (SANTA TERESA, Camino de perfección, 18, 1).

La alegria de la cruz

1506Símbolo de la fe, la cruz es también símbolo del sufrimiento que conduce a la


gloria, de la pasion que conduce a la resurreccion. “Per crucem ad lucem”, por la
cruz, llegar a la luz: este proverbio, profundamente evangelico, nos dice que, vivida
en su verdadero significado, la cruz del cristiano es siempre una cruz pascual (JUAN
PABLO II, Hom. Rio de Janeiro, 30-VI-1980).

1507 [...] no olvideis que estar con Jesus es, seguramente, toparse con su Cruz.
Cuando nos abandonamos en las manos de Dios, es frecuente que El permita que
saboreemos el dolor, la soledad, las contradicciones, las calumnias, las difamaciones,
las burlas, por dentro y por fuera: porque quiere conformarnos a su imagen y
semejanza, y tolera también que nos llamen locos y que nos tomen por necios.

Es la hora de amar la mortificacion pasiva, que viene —oculta o descarada e


insolente—cuando no la esperamos (J. ESCRIVA DE BAEAGUER, Amigos de Dios, 301).

Cruz.- "Haced la señal de la cruz al comer, al beber, cuando os sentáis y cuando os


acostáis, y para decirlo en una palabra, en todos tiempos y en todas ocaciones. (S.
Cirilo de Jerusalén, Cath. 4, sent. 3, Tric. T. 2, p. 336.)"

"Armaos en todas vuestras acciones con la señal de la cruz como con un escudo;
porque, pues nadie se atrevería a ofender al que lleva el sello de un Rey de la tierra,
¿qué podemos tener de parte ningúna los que llevamos la insignia sagrada del
Soberano Emperador del cielo? (S. Efren., de Paroch., sent. 23, Tric. T. 3, p. 80 y 8 l.)"

Por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación: si
estamos reengendrados con las aguas sagradas del Bautismo, usaron de la señal de
la cruz; si comulgamos el sagrado cuerpo de Jesucristo, y nos imponen las manos
para consagramos al ministerio del Señor, también tiene la cruz su parte; por último,
en cuanto se hace, en todo se usa de esta señal de nuestra victoria. La tenemos en
nuestras casas, la pintamos en nuestras paredes, la grabamos en nuestras puertas,
la señalamos en la frente, y la imprimimos más profundamente en nuestro corazón.
Porque la cruz es una señal que nos trae a la memoria la obra de nuestra salud, la
restitución de nuestra antigua libertad, y la infinita misericordia de nuestro Salvador.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 55, in e. 16, Math., sent. 63, Tric. T. 6, p 311.)"

"No nos avergonzamos de usar de las señales de nuestra salvación, las que debemos
considerar como gloriosas y sublimes; todo cuanto se hace en la Religión Cristiana,
pertenece a nuestra salvación, y se obra con la señal de la cruz. Cuando renacemos
de nuevo, cuando tomamos el alimento místico, cuando se ordenan los Clérigos, y en
todo acto de religión que ejecutamos, nos servimos de la señal de la cruz y tenemos
mucho cuidado de hacerlos pintar y grabar no sólo en la portada y paredes de
nuestra casa, sino en lo interior, llevándola también sobre la frente y mucho más
profundo en el corazón, por ser la señal evidente y nada equívoca de nuestra salud,
de nuestra común libertad y de la bondad de nuestro Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO, de
adorat., pret. Cr. sent. 152, Tric. T. 6, p. 328.)"

"Cuando hacéis la señal de la cruz, representaos toda la virtud que en la cruz se


contiene, y este será un medio oportuno para sosegar la ira y reprimir en vuestras
almas todos los movimientos rebeldes a la razón. Cuando hagáis, pues, la señal de la
cruz en la frente, en el pecho, en los ojos y en todo el resto de vuestro cuerpo,
ofreceos a Dios al mismo tiempo en espíritu. (S. Juan CRISÓSTOMO, ¡bid., sent. 153,
Trie. ibid., p. 329.)"

"En todas las cosas de nuestra religión nos valemos de la señal de la cruz. Por esto la
cruz se llama signo, porque usamos de ella con el fin de que no se acerque mal
alguno que nos infeste. (S. Juan CRISÓSTOMO, de adorat, pretiosae crucis, sent. 257,
Tric. T. 6, p. 353.)"

"No se avergonzó Jesucristo de entregarse al infame suplicio de la cruz por vuestro


amor, y vosotros os avergonzáis de hacer la noble profesión de honrar y de
agradecer un beneficio tan incomprensible. (S. Juan CRISÓSTOMO, Tric. T. 6, p. 304.)"

"La cruz nos trae admirable utilidad: ella nos sirve de armas saludables y es un
escudo impenetrable contra los tiros del demonio. Armémonos con la cruz en la
guerra que nos hace, no llevándola solamente como estandarte, sino sufriendo los
trabajos que son el verdadero aparato de la cruz. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 13,
Ep. ad Philip., sent. 355, Tric. T. 6, p. 377.)"

"Los fieles tienen la costumbre de armarse con la señal de la santa cruz, y nosotros
nos hemos servido siempre de ella para destruir los enredos y celadas del demonio y
resistir a sus ataques, porque consideramos la cruz como un muro impenetrable; en
ella ponemos toda nuestra gloria, y creemos que nos procura la salud: por esto el
grande Doctor, San Pablo, escribe: que sentiría gloriarse en otra cosa que no fuese la
cruz de Jesucristo. (S. Cirilo Alejandrino, in Isal. p. 294 Tom. 4, sent. 6, Trie. T. 8, p.
98.)"

"La cruz de Jesucristo es una especie de altar en donde fue sacrificado en la humana
naturaleza, como una hostia saludable. Sobre aquel altar borró la sangre del cordero
sin mancha la culpa de la antigua prevaricación y quedó destruido el imperio tiránico
del demonio; 1 humanidad triunfó de la soberbia; fue tan eficaz la virtud de la fe, que
de los ladrones que fueron crucificados cuando el Señor, quedó justificado a un
instante el que creyó en él, y se halló digno de entrar en Paraíso. (S. León, Papa,
Serm. 53, de Pas. Dom., sent. 43, Tric. T. p. 392 y 393.)"
¡Oh maravilloso poder de la cruz! ¡Oh gloria inefable de la pasión! La cruz es como el
tribunal de Dios, desde donde está juzgando al mundo y ostentando su poder. (S.
León, Papa, Serm. 57, sent. 4 Tric. T. 8, p. 393.)"

"Por débil que el hombre sea, siempre puede vencer con el auxilio de la cruz:
ningúno hay que no pueda sentir la eficacia de la oración del Salvador: si esta fue útil
para los que le perseguían, ¿qué frutos no sacarán los que siguen su partido? (S.
León, Papa, Serm. 62, sent. 5 Tric. T. 8, p. 394.)"

"La cruz de Jesucristo, instrumento de la redención del género humano, es


justamente sacramento y modelo; es sacramento que nos comunica la gracia, y es
ejemplo que nos excita a la devoción: porque, libres ya de la cautividad, tenemos la
ventaja de poder imitar nuestro Redentor. Porque si la sabiduría humana tanto se
lisonjea e sus errores, que sigue las costumbres, opiniones y modales del que ha
escogido por cabeza, ¿qué razón para que nosotros, cumpliendo con el carácter de
cristianos, no sigamos inseparablemente a Jesucristo que es el camino, la verdad y la
vida? Es el camino de la san conversación, es la verdad de la doctrina divina, y es la
vida de eterna bienaventuranza. (S. León, Papa, Serm. 72, c. 1. sent. 59, Tri T. 8, p.
396.)"

"Debemos adorar la cruz, porque Jesucristo siempre se hallará e donde esté su


representación; pero tengamos cuidado de no adorar jamás el metal o madero de
que está hecha la figura de la cruz.(S.Juan Damas., de fide ortodox., c. 11, sent. 4,
Tric. T. 9, p. 292.)"

"La ignominia de la cruz es agradable para el que no es ingrato Crucificado. (S.


Bernardo, Serm. 25, in Cant., n. 8, sent. 85, Tric. T. 1 p.327.)"

DEMONIO

Citas de la Sagrada Escritura

1. Existencia

He visto a Satanas caer del cielo a manera del relampago. Lc 10, 18.

Vosotros sois hijos del diablo [...]. El fue homicida desde el principio, no permanecio
en la verdad. Jn 8, 44.
Dios no perdono a los ángeles que pecaron, sino que, amarrados con cadenas
infernales, los precipito al abismo donde son atormentados. 2 Pdr 2, 4.

A los ángeles que no conservaron su dignidad, sino que abandonaron su morada, los
echo (Dios) en el abismo tenebroso con cadenas eternas. Jud 6.

Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus
ángeles. Mt 25, 41.

2. Oposicion entre Jesus y el diablo.

Jesus fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo [...]. El
diablo le dijo: Todas estas cosas te dare si postrandote ante mi me adorares.
Respondiole Jesus: Apartate de mi, Satanas. Mt 4, 1-9; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13.

El enemigo que sembro la cizaha es el diablo. Mt 13, 39.

Los escribas decian: Esta poseido de Belcebu, y así por arte del principe de los
demonios es como lanza los demonios. Mas les contestaba con estos similes: ¿Como
puede Satanas arrojar al mismo Satanas? Si un reino se divide no puede subsistir: Mc
3, 22-24; Mt 12, 24-32, Lc 11, 15-20.

Curo (Jesus) a muchas personas, afligidas de varias dolencias, y lanzo a muchos


demonios, sin permitirles decir que sabian quien era. Mc 1, 34.

Señor, ten compasion de mi hijo, porque es lunatico [...] y lo he presentaao a tus


discipulos y no han podido curarle. Jesus dijo: Traedmelo aca. Y Jesus amenazo al
demonio y salio del muchacho, que quedo curado. Mt 17, 14-17; Mc 9, 17-28; Lc 9,
38-44.

Los que creyeren lanzaran los demonios en mi nombre. Mc 16, 17.

Señor, hasta los demonios mismos se sujetan a nosotros por la virtud de tu nombre.
Lc 10, 17.
Un hombre poseido del espíritu inmundo exclamo diciendo: ¿Que tenemos nosotros
que ver contigo, oh Jesus Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Mt 8, 29; Mc 1, 24; 5,
7; Lc 8, 28.

Ahora “el principe de este mundo” va a ser lanzado fuera. Jn 12, 31.

¿Que compañia puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿que concordia entre Cristo
y Belial? 2 Cor 6, 14-15.

3. Su actuacion sobre el hombre

Sed sobrios y vigilantes: porque vuestro enemigo el diablo anda girando como leon
rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar. I Pdr 5, 8.

Quisimos pasar a visitaros y en particular yo, Pablo, lo he resuelto varias veces; pero
Satanas nos lo ha estropeado [...]. I Tes 2, 18.

Los que contradicen la verdad [...] estan enredados en los lazos del diablo, que los
tiene presos a su arbitrio. 2 Tim 2, 25-26.

Dijo también el Señor: Simon, mira que Satanas va tras de vosotros para zarandearos
como el trigo. Mas yo he rogado por ti. Lc 22, 31 -32.

El que oye la palabra del reino y no para en ella su atencion, viene el mal espíritu y le
arrebata aquello que se había sembrado en su corazon. Mt 13, 19.

Se me ha dado el estimulo de mi carne, un ángel de Satanas para que me abofetee.


2 Cor 12, 7.

El mismo Satanas se transforma en ángel de luz, así no es mucho que sus ministros
se transfiguren en ministros de justicia. 2 Cor 11, 14-15.
Satanas se apodero de Judas, el cual fue a tratar con los principes de los sacerdotes:
Lc 22, 3-4; Jn 13, 17.

Temo que así como la serpiente engaño a Eva con su astucia, así sean manchados
vuestros espíritus. 2 Cor 11, 3.

Revestios de toda la armadura Je Dios, para poder contrarrestar las asechanzas del
diablo, pues [...] nuestra pelea es contra los espíritus malignos. Efes 6, 11 - 12.

Si os enojais, no querais pecar [...]. No deis lugar al diablo. Efes 4, 26-27.

Estos son espíritus de demonios, que hacen prodigios y van a los reyes de la tierra
para coaligarlos en batalla el gran día del Dios todopoderoso. Apoc 16, 14.

Satanas saldra de su prision y engañara a las naciones que hay sobre los cuatro
angulos del mundo. Apoc 20, 7.

Quien comete pecado, del diablo es; porque el diablo desde el momento de su caida
continua pecando. Por eso vino el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. I
Jn 3, 8.

Estad, pues, sujetos a Dios y resistid al diablo y huira de vosotros. Sant 4, 7.

SELECCION DE TEXTOS

Escogio el mal

1508 Si miras hacia el sol seras inmediatamente iluminado; si miras hacia la sombra,
necesariamente quedaras rodeado de tinieblas. El diablo es malo por haber escogido
la maldad libre y conscientemente, no porque su naturaleza este de por si en
oposicion con el bien (SAN BASILIO, Sermón 15).

Su actuacion constante cerca del hombre

1509 Siempre esta ojo avizor contra nosotros el enemigo antiguo; no nos durmamos.
Sugiere halagos, pone celadas, introduce malos pensamientos y, para llevarnos a
dolorosa ruina, pone delante lucros y amenaza con perjuicios. Todos ahora y cada
uno es probado, cada cual a su modo (SAN AGUSTÍN, Sermón 6).

1510 Las cosas que proceden de la naturaleza y las que parten de nuestra voluntad,
son de poca importancia, comparadas con la guerra implacable que nos tiene
declarada el demonio (SAN JUAN CRISOSTOMO,en Catena Aurea,vol I, p.374).

1511 Nos dice también San Pedro: Vigilad constantemente, pues el demonio esta
rondando cerca de vosotros como león rugiente ,que busca a quien devorar. Y el
mismo Jesucristo nos dice: Orad sin cesar, para que no caigais en la tentacion: es
decir, que el demonio nos acecha en todas partes. De manera que es preciso contar
con que, en cualquier parte o en cualquier estado que nos hallemos, nos
acompaiSara la tentacion (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

1512 Nuestro enemigo el diablo nos rodea siempre, tratando de quitarnos la semilla
de la palabra que ha sido puesta en nosotros (SAN ATANASIO, en Catena Aurea, vol.
Vl, p. 396).

La tentacion

1513 Como general competente que asedia un fortin, estudia el demonio los puntos
flacos del hombre a quien intenta derrotar, y lo tienta por su parte mas cebil (SANTO
TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., p. 162).

l514 Sus armas son la astucia, el engaño y la torpeza espiritual y sus despojos los
hombres engañados por el (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 30).

1515 Dos pasos del diablo: primero engaña, y despues de engafiar intenta retener en
el pecado cometido (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c. , p. 163).
1516 Las tentaciones de Nuestro Señor son también las tentaciones de sus
servidores de un modo individual. Pero su escala, naturalmente, es diferente: el
demonio no va a ofreceros a vosotros ni a mi todos los reinos del mundo. Conoce el
mercado y, como buen vendedor, ofrece exactamente lo que calcula que el
comprador tomara. Supongo que pensara, con bastante razón, que la mayor parte de
nosotros podemos ser comprados por cinco mil libras al año, y una gran parte de
nosotros por mucho menos. Tampoco nos ofrece sus condiciones de modo tan
abierto, sino que sus ofertas vienen envueltas en toda especie de formas plausibles.
Pero si ve la oportunidad, no tarda mucho en señalarnos a vosotros y a mi como
podemos conseguir aquello que queremos si aceptamos ser infieles a nosotros
mismos y, en muchas ocasiones, si aceptamos ser infieles a nuestra lealtad católica
(R. A. KNOX, Sermones pastorales, P. 79).

Trata siempre de sembrar la confusion

1517 E1 diablo no permite a aquellos que no velan, que vean el mal hasta que lo han
consumado (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 345).

1518 Suponed, por ejemplo, que sobre las calles de una populosa ciudad cayera de
repente la oscuridad; podeis imaginar, sin que yo os lo cuente, el ruido y el clamor
que se produciria. Transeuntes, carruajes, coches, caballos, todos se hallarian
mezclados. Así es el estado del mundo. El espíritu maligno que actua sobre los hijos
de la incredulidad, el dios de este mundo, como dice S. Pablo, ha cegado los ojos de
los que no creen, y he aqui que se hallan forzados a reñir y discutir porque han
perdido su camino; y disputan unos con otros, diciendo uno esto y otro aquello,
porque no ven (CARD.J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo 11 de Cuaresma.
Mundo y pecado).

1519 El lobo roba y dispersa las ovejas, porque a unos los arrastra a la impureza, a
otros inflama con la avaricia, a otros los hincha con la soberbia, a otros los separa por
medio de la ira, a este le estimula con la envidia, al otro le incita con el engaño. De la
misma manera que el lobo dispersa las ovejas de un rebaño y las mata, así también
hace el diablo con las almas de los fieles por medio de las tentaciones (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

1520Siendo un ángel apostata, no alcanza su poder mas que a seducir y apartar el


espíritu humano para que viole los preceptos de Dios, oscureciendo poco a poco el
corazon de aquellos que tratarian de servirle, con el proposito de que olviden al
verdadero Dios, sirviendole a el como si fuera Dios. Esto es lo que descubre su obra
desde el principio (SAN IRENEO, Trat. contra las herejias, 5).
1521Perverso maestro es el diablo, que mezcla muchas veces lo falso con lo
verdadero, para encubrir con apariencia de verdad el testimonio del engaño (SAN
BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 76).

En la hora de la muerte

1522 Debemos procurar pensar con santo temor cuan furioso y terrible se presentara
el demonio en el día de nuestra muerte, buscando en nosotros sus obras; cuando
vemos que se presento a Dios al morir en su carne, y busco alguna de sus obras en
Aquel en quien nada pudo encontrar (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 39 sobre los
Evang.).

Trata de aprovechar cualquier circunstancia y estado de animo especialmente la


tristeza

1523 Alguien podria quiza preguntar: ¿como se explica que el diablo utilice
las Citas de la Sagrada Escritura?

No tiene mas que abrir el Evangelio y leer. Encontrara escrito: Entonces el diablo lo
tomo—se trata del Señor, del Salvador—y lo puso sobre lo alto del templo y le dijo: si
eres el Hijo de Dios, echate de aquí abajo; pues esta escrito: te he encomendado a
los ángeles, los cuales te tomaran en sus manos para que tu pie no tropiece con
ningúna piedra (Mt 4, 5-6).

¿Que no hara a los pobres mortales el que tuvo la osadía de asaltar, con testimonios
de la Escritura, al mismo Señor de la majestad? (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 26).

1524 Despues (de cometido el mal) el diablo exagero de tal manera su tristeza que
llego a perder al desgraciado. Algo semejante paso en Judas, pues despues que se
arrepintio no supo contener su corazon, sino que se dejo llevar por la tristeza
inspirada por el diablo, la cual le perdio (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 346).

El pecador queda, en cierto modo, bajo la potestad del demonio

1525 De la misma manera que la nave (una vez roto el timon) es llevada a donde
quiere la tempestad, así también el hombre, cuando pierde el auxilio de la gracia
divina por su pecado, ya no hace lo que quiere, sino lo que quiere el demonio (SAN
JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p.
1526 Cuando el demonio se aparta de alguno, acecha el instante oportuno, y cuando
le ha inducido a un segundo pecado, acecha la ocasion para el tercero (ORÍGENES, en
Catena Aurea, vol. III, p. 346).

“No tiene tanto poder para vencernos como para tentarnos”. Incluso tiene limitado el
poder de tentar

1527 El afirmar que estos enemigos se oponen a nuestro progreso, lo decimos


solamente en cuanto nos mueven al mal, no que creamos que nos determinen
efectivamente a el. Por lo demas, ningún hombre podria en absoluto evitar cualquier
pecado, si tuvieran tanto poder para vencernos como lo tienen para tentarnos. Si por
una parte es verdad que tienen el poder de incitarnos al mal, por otra es también
cierto que se nos ha dado a nosotros la fuerza de rechazar sus sugestiones y la
libertad de consentir en ellas. Pero si su poder y sus ataques engendran en nosotros
el temor, no perdamos de vista que contamos con la proteccion y la ayuda del Sehor.
Su gracia combate a nuestro favor con un poder incomparablemente superior al de
toda esa multitud de adversarios que nos acosan. Dios no se limita unicamente a
inspirarnos el bien. Nos secunda y nos empuja a cumplirlo. Y mas de una vez, sin
percatarnos de ello y a pesar nuestro, nos atrae a la salvacion. Es, pues, un hecho
cierto que el demonio no puede seducir a nadie, si no es a aquel que libremente le
presta el consentimiento de su voluntad (CASIANO, Colaciones, 7).

1528 El diablo tiene un cierto poder; sin embargo, las mas de las veces quiere hacer
daño y no puede porque este poder esta bajo otro poder [...], ya que Quien da
facultad al tentador, da también su misericordia al que es tentado. Ha limitado al
diablo los permisos de tentar (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón dde la Montafla, 2).

1529 El diablo no puede dominar a los siervos de Dios que de todo corazon confian
en El. Puede, si, combatirlos, pero no derrotarlos (PASTOR DE HERMAS, Epilogo sobre
los Mandamientos, 2).

No conoce directamente la naturaleza de nuestros pensamientos

1530 Los espíritus inmundos no pueden conocer la naturaleza de nuestros


pensamientos. Unicamente les es dado columbrarlos merced a indicios sensibles o
bien examinando nuestras disposiciones, nuestras palabras o las cosas hacia las
cuales advierten una propension por nuestra parte. En cambio, lo que no hemos
exteriorizado y permanece oculto en nuestras almas les es totalmente inaccesible.

Inclusive los mismos pensamientos que ellos nos sugieren, la acogida que les damos,
la reaccion que causan en nosotros, todo esto no lo conocen por la misma esencia
del alma 1~], antes bien, por los movimientos y manifestaciones del hombre exterior
(CASIANO, Colaciones, 7).

Es “como un gran perro encadenado”, que solamente muerde a quienes se le


acercan demasiado”

1531 Nos dice SAN AGUSTÍN, para consolarnos, que el demonio es un gran perro
encadenado, que acosa, que mete mucho ruido, pero que solamente muerde a
quienes se le acercan demasiado (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las
tentaciones).

Aynua de los Sacramentos, de la oración, de la limosna y de los sacramentales para


vencer la tentacion

1532 Me dices que por que te recomiendo siempre, con tanto empetro, el uso diario
del agua bendita.—Muchas razones te podria dar. Te bastara, de seguro, esta de la
Santa de Avila: “De ningúna cosa huyen mas los demonios, para no tornar, que del
agua bendita” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 5t2).

1533 Dios nos envia amigos, ora sea un santo, ora un angel, para consolarnos [...];
nos hace sentir con mayor fuerza la eficacia de sus gracias a fin de fortalecernos y
armarnos de valor. Mas, al recibir los sacramentos, no es un santo o un angel, es El
mismo quien viene revestido de todo su poder para aniquilar a nuestro enemigo. El
demonio, al verle dentro de nuestro corazon, se precipita a los abismos; aqui teneis,
pues, la razon o motivo por el cual el demonio pone tanto empeño en apartarnos de
ellos, o en procurar que los profanemos. En cuanto una persona frecuenta los
sacramentos, el demonio pierde todo su poder sobre ella (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la perseverancia).

1534 (Mas libranos del mal). Nada queda ya que deba pedirse al Señor cuando
hemos pedido su proteccion contra todo lo malo; la cual, una vez obtenida, ya
podemos considerarnos seguros contra todas las cosas que el demonio y el mundo
pueden hacer. ¿Que miedo puede darnos el siglo, si en el tenemos a Dios por
defensor? (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. II, pp. 371-372).

1535 Ningún poder humano puede ser comparado con el suyo y solo el poder divino
lo puede vencer y tan solo la luz divina puede desenmascarar sus artimañas. El alma
que hubiera de vencer la fuerza del demonio no lo podra conseguir sin oración ni
podra entender sus engaños sin mortificacion y sin humildad (SAN JUAN DE LA CRUz,
Cántico espiritual, 3, 9).
1536 Donde se da limosna no se atreve a penetrar el diablo (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. sobre la l.a Epistola a los Colosenses, 35).

La aynda del Ángel Custodio

1537 Acude a tu Custodio, a la hora de la prueba, y te amparara contra el demonio y


te traera santas inspiraciones (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 567).

El humilde vence al demonio

1538 Refierese en la vida de San Antonio que Dios le hizo ver el mundo sembrado de
lazos que el demonio tenía preparados para hacer caer a los hombres en pecado.
Quedo de ello tan sorprendido que su cuerpo temblaba como la hoja de un arbol, y
dirigiendose a Dios le dijo: “Señor, ¿quien podre escapar de tantos lazos?” Y oyo una
voz que le dijo: “Antonio, el que sea humilde; pues Dios da a los humildes la gracia
necesaria para que puedan resistir a las tentaciones; mientras permite que el
demonio se divierta con los orgullosos, los cuales caeran en pecado en cuanto
sobrevenga la ocasion. Mas a las personas humildes el demonio no se atreve a
atacarlas” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

La ayuda de la Virgen

1539 El principe de este mundo ignora la virginidad de Maria y su parto y la muerte


del Señor: tres misterios resonantes cumplidos en el silencio de Dios (SAN IGNACIO
DE ANTIOQUIA, Carta a los Tralianos, 9, 1).

l540 ¿Que por momentos te faltan las fuerzas?—¿,Por que no se lo dices a tu Madre:
“consolatrix afflictorum, auxilium christianorum... spes postra, regina apostolorum”?
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 515).

1541 ¡Que cosas nos dicen los santos de Maria! “¡Quien volvio a su casa sin alegria ni
gozo, despues de haber pedido a Maria, la Madre del Señor, lo que deseaba?” (SAN
AMADEO, Homilfas).

1542 Así como Eva fue seducida por un ángel para que se alejara de Dios,
desobedeciendo su palabra, así Maria fue notificada por otro ángel de que llevaría a
Dios en su seno, si obedecia su palabra. Y como aquella fue inducida a no obedecer a
Dios, así esta fue persuadida a obedecerlo, y de esta manera la Virgen Maria se
convirtio en abogada de la virgen Eva (SAN IRENEO, Trat. contra las herejias, 5).

1543 En todo peligro puedes alcanzar la salvacion de esta Virgen gloriosa; por eso se
dice: Mil escudos—mil remedios contra los peligros—cuelgan de ella (Cant 4, 4).
Igualmente, para cualquier obra virtuosa puedes invocarla en tu ayuda; por eso dice
Ella misma: En mi esta toda esperanza de vida y de virtud (Eclo 24, 25) (SANTO
TOMÁS, Sobre el Avemaria, 1. c., p. 182).

Demonio.- "Nadie conoce los lazos en que está preso, ni los que el demonio le
prepara: nosotros somos semejantes a las gentes entregadas al vino, que no
perciben los cordeles con que los van a atar, ni sienten cuando los atan. (s. Efren.,
-de morb. ling.- sent. 9, Tric. T. 3, p.78.)"

"Dios clama por sus Profetas, por sus Apóstoles y Evangelistas, y pocos oyen su voz;
el diablo llama a los hombres por medio de los bailes, canciones y músicas, y junta
una infinidad de gentes. (S. Efren., -Cont. neg. resurrec.- sent. 16, Tric. T. 3, p. 80.)"

"Cuando los demonios se esfuerzan en abatir al alma con el temor y desesperación,


otro tanto la levanta la memoria de la misericordia divina con la esperanza de los
bienes eternos. Porque Aquel que nos dijo, que era necesario perdonar, no sólo siete
veces, sino setenta veces siete, perdonará con más bondad a los que esperan de El
su salud. (S. Efren., -de Humilit. compar.- sent. 22, Tric. T. 3, p. 80.)"

"El demonio no se introduce tan fácilmente con la tentación de la gloria humana en


los espíritus perezosos y tibios, o en los rudos y pesados, como en los que son más
fervorosos y más ricos de méritos y buenas obras: muchas veces derriba con la
elevación del orgullo a los que no ha podido mover en otros puntos con los esfuerzos
más violentos; pues juzga que cuanto más se han elevado en santidad, más
proporcionados los tendrá para caer en sus emboscadas. (S. Ambrosio, -Epist. 84,-
sent. 168, Tric. T. 4, p. 348.)"

"Veía yo a Satanás que caía del cielo como un rayo: no temamos, pues, a un enemigo
tan débil que tiene que caer. Le dio el Señor libertad para tentar; pero no le concedió
facultad para derribar, si el afecto, por no invocar el auxilio, no se resbala con
facilidad. (S. Ambrosio, lib. de Parad., c. 2, sent. 2, adic. Tric. T. 4, p. 393.)"

"Todo nuestro trabajo y toda la perfección de nuestra vida, consiste en la vigilancia


de nuestro corazón y en el desasimiento de nuestra propia voluntad, por ser
incapaces de ver sus tinieblas y de descubrir las emboscadas que nuestro enemigo
tiene ocultas, si nuestro espíritu no se desprende de] cuidado de las cosas exteriores,
y no entra con aplicación con el examen de sí mismo. (S. Paulino, Ep. 24, ad Sever.,
sent. 3, Tric. T. 5, p. 330.)"

"En toda la figura de este mundo que pasa, y por medio de los ojos, da deleite al
corazón, tiene el demonio tendidas las redes; en su hermosura está el lazo y la
espada de la muerte. (S. Paulino, Ep. 2, ad Sever., sent. 3, adic. Tric. T. 5, p. 360.)"

"El demonio se esfuerza contra vosotros con mayor rabia cuando ve que procuramos
arreglar nuestra vida; y cuando advierte que hemos trabajado en llenar el navío de
nuestro corazón con más preciosos tesoros de gracias, hace todo cuanto puede para
cansamos un naufragio mortal. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 1, Homil. 1, ad popul.
Antioch., Tric. T. 6, p. 300.)"

"Si el demonio no se atreve a entrar en ningúna casa en donde está el Evangelio,


mucho menos se atreverá a entrar o introducir el pecado en un alma que
continuamente se emplea en leerle. Santificad, pues, vuestra alma y vuestro cuerpo
teniendo siempre en vuestro cuerpo y en vuestra alma el Santo Evangelio. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Horni. 32, in c. 3, S. Joann., sent. 79, Tric. T. 6, p. 313.)"

"Entre tanto que el demonio nos combatiere sólo por fuera, seremos bastante fuertes
para resistirle; pero si le abrimos una vez la puerta de nuestra alma y dejamos entrar
este peligroso enemigo, sabed que ya no tendremos fuerzas para defendernos. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Sern. de pec. non evulg., n. 4, sent. 224, Trie. T. 6, p. 345.)"

" ¡Qué astuto es el diablo! Como sabe que en la oración alcanzamos de Dios grandes
gracias, se esfuerza cuanto puede para apartar las almas imprudentes de un ejercicio
tan útil. (S. Juan CRISÓSTOMO, Sen-n. de Canan., n. 10, sent. 247, Tric. T. 6, p. 350.)"

"Dios prometió un Reino y los hombres le desprecian. El diablo les prepara un


infierno, y le honran y obedecen, siendo así , que el uno es Dios, y el otro no es más
que un demonio y la más vil de todas las criaturas, (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 6, c.
2, sent. 263, Tric. T. 6, p. 354.)"

"Aunque el demonio es el que nos inspira el amor carnal, con todo eso, de nosotros
mismos viene; porque proviene de las compañías, de las lisonjas y de la ociosidad. A
la verdad, que tiene tanta fuerza la costumbre, que impone como una necesidad a la
naturaleza.

Si la costumbre tiene eficacia para producir el amor malo, no tiene menos para
extinguirlo, y así hemos visto que muchos han dejado de amar, porque han cesado
de ver. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 5, c. 5, ad Corinth., sent. 335, Tric. T. 6, p.
373.)"

"Así como los que cantan los Salmos están llenos del Espíritu Santo, así los que
cantan canciones disolutas y diabólicas están llenos del espíritu inmundo. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Hom]. 19, sent. 346, Tric. T. 6, p. 376.)"

"El que siempre tiene el infierno delante, no caerá en él: como al contrario, no le
evitará el que le desprecia. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 2, in e. 1, ad Tesal., sent.
365, Tric. T. 6, p. 379.)"

"Dios no permite que el demonio tiente a los fieles, sino en lo preciso para su
adelantamiento espiritual. (S. AGUSTÍN, Saim. 63, sent. 98, Tric. T. 7, p. 4o3.)"

"El diablo sólo persigue a los buenos y no a los malos, porque estos son sus amigos y
hacen siempre su voluntad. (S. Cesáreo de Arnés, Serm. 10, sent. 2, Tric. T. 9, p.
44.)"

"Acuérdate, infeliz, que vas caminando entre los lazos del demonio; los cuales, pro
todas partes nacen debajo de tus pies: despierta temiendo que tu sueño te precipite
en la sombra de una funesta muerte. Desengáñate de la ilusión de una vida larga
sobre la tierra, no sea que este error te mantenga en el estado de la culpa y te tenga
por más tiempo encerrado en los hábitos perniciosos. Ruega sin cesar a Jesucristo, tu
Salvador, que haga que todas las aficiones de tu corazón lleven los frutos de una
tierra excelente, y que toda tu vida sea como una fecunda vid, cuyo fruto merezca
ser ofrecido a Dios, y que la reciba su Divina Majestad con complacencia. (S.
Anselmo, Exhort., ad Contempt. temporal., sent. 2, Tric. T. 9, p. 338.)"

"Más atrevido es el enemigo para envestir por la espalda, que para resistir cara a
cara. (S. Bernardo, Ep. 11, n. 12, sent. 36, Tric. T. 10, p. 324.)"

"No hay seguridad para el que duerme cerca de una serpiente. (S. Berna., Ep. 241,
sent. 60, Trie. T. 10, p. 325.)"

"El que reusa seguir los preceptos, favorece al tentador. (S. Bernardo, Serm. 77, in
Cant., sent. 133, Tric. T. 10, p. 330.)"

"Lo que principalmente persigue el demonio es la perseverancia, porque sabe que a


sólo ella se corona. (S. Bernardo, Ep. 24, sent. 147. Tric. T. 10, p. 330.)"

"Es cambio infeliz y de la mayor locura, por huir del trabajo humano, escoger con el
demonio los ardores eternos. (S. Bernardo, Tract.de Cont. mund., ad Cler., n. 27,
sent. 167, tric. T. 10, p. 332.)"

DESCANSO

SELECCION DE TEXTOS

El descanso del cristiano

1544 El descanso significa dejar las ocupaciones cotidianas, despegarse de las


normales fatigas del dia, de la semana y del año. Dejar y despegarse de todo cuanto
podria expresarse con el símbolo “Marta”. Es importante que el descanso no sea
andar en vacio, que no sea solamente un vacio. Es importante que el descanso se
llene con el encuentro. Pienso—si, ciertamente—en el encuentro con la naturaleza,
con las montañas, con el mar y con el arbolado. El hombre, en sabio contacto con la
naturaleza, recobra la quietud y se calma interiormente. Pero eso no es aun todo lo
que puede decirse del descanso. Hace falta que el descanso se llene de un contenido
nuevo, con ese contenido que se expresa en el símbolo de “Maria”. “Maria” significa
el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios. Significa abrir la vista interior del
alma a su presencia en el mundo, abrir el oido interior a la Palabra de su verdad
(JUAN PABLO II, Angelus 20-VII-1980).

1545 Cuentase que el evangelista S. Juan acariciaba apaciblemente una perdiz. De


pronto ve venir hacia el a cierto filosofo con el aparejo de cazador. Este se maravilla
de que un varon que gozaba de tanta reputacion se entretuviera en cosas
insignificantes y de tan poco relieve.

¿Eres tu—le dice—ese Juan cuya insigne fama y celebridad había suscitado en mi tan
gran deseo de conocerte? ¿Por que, pues, te entretienes en tan futiles diversiones?
Por toda respuesta le dijo S. Juan: ¿Que es esto que llevas en la mano? Un arco—
respondio el otro—. Y <,por que no lo llevas siempre tenso.?No conviene-replicó el
filósofo—, porque a fuerza de estar curvado la tension le enervaria y se echaría a
perder. Asi, cuando fuera necesario lanzar un disparo mas potente contra alguna
fiera, por haber perdido su fuerza debido a la continua rigidez, el tiro no partiría ya
con la violencia necesaria.

Pues bien—concluyo el Apostol—, no te admire tampoco, joven, que yo conceda a mi


espíritu este inocente y breve esparcimiento. Si de vez en cuando no le permitiese
descansar de su tension concediendole algun solaz, la misma continuidad del
esfuerzo le ablandaría, y no podria obedecer cuando fuera necesario a las solicitudes
del espíritu (CASIANO, Colaciones, 24).

1546 El tiempo libre se debe emplear rectamente para descanso del espíritu y para
cuidar la salud de la mente y del cuerpo, por medio de ocupaciones y estudios libres,
por medio de viajes a otras regiones, que enriquecen el espíritu y que, además,
enriquecen a los hombres con un conocimiento mutuo; por medio también de
ejercicios y manifestaciones deportivas, que son una ayuda para conservar el
equilibrio psiquico, incluso colectivamente, así como para establecer relaciones
fraternas entre los hombres de toda condicion, de todas las naciones o de razas
diferentes (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 61).

Necesidad de descanso

1547 Pensad que Dios ama apasionadamente a sus criaturas, y ¿como trabajara el
burro si no se le da de comer, ni dispone de un tiempo para restaurar las fuerzas, o si
se quebranta su vigor con excesivos palos? Tu cuerpo es como un borrico—un borrico
fue el trono de Dios en Jerusalen—que te lleva a lomos por las veredas divinas de la
tierra: hay que dominarlo para que no se aparte de las sendas cie Dios, y animarle
para que su trote sea todo lo alegre y brioso que cabe esperar de un jumento (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 137).

1548 Vienenme algunos dias—aunque no son muchas veces, y dura como tres o
cuatro o cinco dias—, que me parece que todas las cosas buenas y hervores y
visiones se me quitan, y aun de la memoria, que aunque quiera no se que cosa
buena haya habido en mi; todo me parece sueño, o a lo menos no me puedo acordar
de nada. Aprietanme los males corporales en junto; turbaseme el entendimiento que
ningúna cosa de Dios puedo pensar, ni se en que ley vivo. Si leo no lo entiendo;
pareceme estoy llena de faltas, sin ningún animo para la virtud, y el grande animo
que suelo tener queda en esto, que me parece a la menor tentacion y murmuracion
del mundo no podria resistir. Ofreceseme entonces que no soy para nada, que quien
me mete en mas de lo comun. Tengo tristeza, pareceme tengo engañados a todos
los que tienen algun credito de mi; querriame esconder donde nadie me viese; no
deseo entonces soledad para virtud, sino de pusilanimidad; pareceme querria reñir
con todos los que me contradijesen (SANTA TERESA, Primera cuenta de conciencia
(1560), n. 21).

1549 El Señor hace descansar a sus discipulos para enseñar a los que gobiernan que
quienes trabajan de obra o de palabra no pueden trabajar sin interrupcion (SAN
BEDA, Coment. Evang. S. Marcos).

l550 Vienen dias que sola la palabra me aflige y querria irme del mundo, porque me
parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas
personas mejores que yo y se que pasa ansi (SANTA TERESA, Camino de perfección,
38, 6).

1551 ¡Oh desventurada miseria humana, que quedaste tal por el pecado, que aun en
lo bueno hemos menester tasa y medida, para no dar con nuestra salud en el suelo,
de manera que no lo podamos gozar! Y verdaderamente conviene a muchas
personas (en especial a las de flaca cabeza o imaginacion) y es servir mas a Nuestro
Señor y muy necesario entenderse (SANTA TERESA, Fundaciones, 6, 7).

1552 Caminaba solo al atardecer, me paseaba a la orilla del mar, porque así es como
ordinariamente busco un solaz despues de mis trabajos. La cuerda, en efecto, no
puede soportar una tension ininterrumpida, y las extremidades del arco necesitan un
poco de relajacion, si se quiere poder tensar el arco de nuevo sin que se haya hecho
inútil para el arquero y que este fuera de uso en el momento en que se le necesita
(SAN GREGORIO NACIANCENO, Discurso 26, sobre si mismo). ,.

1553 El cuerpo suele ser tan inexorable en sus exigencias que es preciso, despues,
darselo todo si se le ha negado lo poco a que tenía derecho (CASIANO, Colaciones,
23).

1554 Los cristianos deben colaborar para que las manifestaciones culturales y las
actividades colectivas, que son caracteristicas de nuestro tiempo, se impregnen de
espíritu humano y cristiano (CONC. VAT. II, Const. Caudium et spes, 61).
Desprecio del mundo

"Debemos creer que este reino es extraño para nosotros, y sólo son nuestras en él la
fe y la religión. (S. Justino, diál. con Trifón, n. 3, sent. 3, Tric. T. 1, p. 63.)"

"No solamente son los ojos los que viendo todos los objetos que están fuera, no
tienen la facultad de verse a sí mismos, porque nuestra alma en esto es semejante:
pues teniendo bastante luz para descubrir los defectos de otro, tiene muy poca para
conocer los propios vicios. (S. Basilio, Homl. 9, sent. 1, Tric. T. 3, p. 190.)"

"Jesucristo dice: Si alguno viene a mí, debe renunciar a sí mismo: y después añade: y
seguirme. Porque el que no se renuncia a si mismo, ni lleva su cruz, hallará en sí
mismo en el discurso de la vida mil impedimentos que no le dejarán seguir a Dios. (S.
Basilio, Interrog. 239, sent. 72, Tric. T. 3, p. 203.)"

"Bienaventurado es el que no mira como propias las cosas de la tierra, ni pone su


descanso en el mundo, como si fuera la verdadera patria; antes bien, llora de ver que
esta estancia le está privando de las cosas mejores, y así sufre la vida como domicilio
de su destierro. (S. Basilio, in Psalm. 14, sent. 1, adic. Tric. T. 3, p. 379.)"

"El que por el bautismo se crucifica con Cristo se ha despedido de todos los que viven
según el mundo; está elevada su alma a la celestial conversación para poder,
confiado en Cristo, decir: Nuestra conversación es en los cielos. (S. Basilio, Homl. 9,
sent. 11, adic. Tric. T. 3, p. 382.)"

"Todo el mundo está puesto en la malignidad: cualquiera, pues, que se quiera


apartar del mal, necesariamente ha de separarse del mundo. (S. Gregorio de Nisa,
Orat. 5, sent. 13, Tric. T. 4, p. 115.)"

"Es preciso que el que desprecia lo que más resplandece en esta vida y renuncia la
gloria del mundo, se renuncia a sí mismo, y a su propia alma y vida. Pero la negación
de su alma consiste en no seguir su voluntad, sino la de Dios. (S. Gregorio de perfect.
Christ., sent. 37, Tric. T. 4, p. 120.)"

"¿Quién me dará alas como a la paloma para volar y descansar? Pues aquí solamente
se hallan redes y lazos, y aunque no siempre se deja el justo prender, no obstante, se
ve muchas veces turbados. (S. Ambrosio, de interpel. David, 1,.b, 2. c. 2, sent. 5 1,
Tric. T. 4, p. 323.)"

"Es preciso renunciar al mundo; es necesario dar al sueño menos tiempo que el que
pide la naturaleza; es conveniente interrumpirle con gemidos y suspiros, y emplear
grande parte en oraciónes; por último, necesitamos vivir de tal modo, que estemos
muertos para el uso profano de la vida, y que, renunciando a nosotros mismos,
mudemos enteramente de conducta. (S. Ambrosio, lib. de poenit., c. 10, sent. 116,
Tric. T. 4, p. 337.)"

"Cada uno de los que viven deben representar la imagen de la muerte. El que llega a
conseguir que mueran para él todos los deleites del cuerpo, muera también a los
malos deseos, así como le sucedía a San Pablo cuando decía: El mundo está
Crucificado para mí, y yo lo estoy para el mundo. (S. Ambrosio, de bon. more., c. 3,
sent. 14, adic. Tric. T. 4, p. 397.)"

"Fortaleza se llama justamente, cuando cada uno se vence a sí mismo, refrena la ira,
no le inclinan ni le ablandan los halagos, no le turban las adversidades no le
ensoberbecen los favores ni se deja llevar de la mudanza de las cosas como a
discreción de vientos diferentes. (S. Ambrosio, c. 36, de Doct. fid., lib. 33, sent. 44,
adic. Tric. T. 4, p. 406.)"

"Seguid desnudos y desprendidos de todas las cosas a Jesucristo desnudo; esto es


cosa difícil, dura y grande; pero también los premios serán grandes. (S. Jerónimo, Ep.
ad Rust. 125, sent. 13, Tric. T. 5, p. 240.)"

"No quieras parecer con afectación muy devota o muy humilde, para no pretender la
gloria en los mismos medios de huir de ella: porque sucede muchas veces, que aun
evitando tener testigos de nuestra pobreza, de nuestras caritativas acciones o de
nuestros ayunos, tenemos intención de agradar a los hombres en aquello mismo en
que parece que no pretendemos agradarles. Y de este modo vamos corriendo a las
alabanzas fingiendo que procuramos alejamos de ellas. (S. Jerónimo, ad Eustoch., c.
22, sent. 21, Tric. T. 5, p. 242.)"

"El que piensa continuamente que ha de morir, no tiene repugnancia en despreciar


todas las cosas del mundo. (S. Jerónimo, ad Paul., c. 53, sent. 55, Tric. T. 5, p. 248.)"

"Vemos muchos que se despojan de sus bienes, y no obstante, no siguen a


Jesucristo; porque para seguirle, es necesario imitarle y seguir sus pisadas. (S.
Jerónimo, in c. 19, S. Math., sent. 100, Trie. T. 5, p.256.)"

"Delicado eres, hermano, si pretendes alegrarte aquí con el mundo y reinar después
con Cristo. (S. Jerónimo, Ep. 1, ad Heliod., sent. 1, adic. Tric. T. 5, p. 352.)"

"Eustoquio y Paulo, a los que llevaban en silla los esclavos, cuando les parecían
pesados los vestidos de seda, y era incendio el calor del sol: ahora barren el suelo,
rnondan las legumbres, ponen la mesa y distribuyen la comida. Muchas con las
virgenes que viven con ellos. ¿Quién duda que las podían encargar estos ministerios?
Mas no quieren que las excedan en el trabajo del cuerpo aquellas a quienes
aventajan en la virtud del espíritu. (S. Jerónimo, ad Pamen., e, 26, sent. 4, adie. Tric.
T. 5, p. 353.)"

"Dios mío y Rey mío, porque reináis en mi y no reina el pecado: por esto sois mi rey.
Vos sois mi Dios, porque no es mi Dios el vientre: ni el oro es mi Dios. (S. Jerónimo, in
Psalm. 5, sent. 10, adic. Tric. T. 5, p. 354.)"

"Mayor fortaleza es carecer de las cosas que nos han quedado, que de las que ya
están enagenadas y despreciar lo que tienes, que no tener que despreciar. (S.
Paulino, Ep. 2, ad Sever., sent. 1, adie. Tric. T. 5, p. 360.)"

"Dejemos nuestras fuerzas para llenarnos de las divinas. (S. Paulino, Ep. 2, ad Sever.,
sent. 4, adic. Tric. T. 5, p. 361.)"

"Trastornamos todo el orden de las cosas, y peleamos de dos modos contra el


precepto de Jesucristo: no busquéis, dice el Señor, las cosas presentes y siempre nos
ocupamos en buscarlas. Buscad los bienes del cielo, nos dice, y a esto nunca nos
aplicamos. No podemos pensar en ello, ni aún por una hora, y a proporción de las
ansias que manifestamos por el mundo, es la tibieza que damos a entender por el
cielo; pero no se quedará sin castigo esta indiferencia y esta tibieza por las cosas de
Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO Homl. 23, sent. 47, Trie. T. 6, p.309.)"

"Ningúno se conoce mejor que el que reconoce que es nada. (S. Juan CRISÓSTOMO,
Homl. 26, c. 8 in Matth., sent. 53, Trie. T. 6, p. 3 10.)"

"Cuando queremos leer algún libro de piedad, es preciso desterrar de nuestro


corazón todos los cuidados temporales y todos los pensamientos del mundo,
recogiendo nuestro espíritu para que no se distraiga, y se aplique con más atención a
la santa lectura, y para que gobernados por el Espíritu Santo, entendamos lo que
leemos y saquemos mucho fruto. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 35, in Géns., sent.
102, Tric. T. 6, p. 318.)"

"Los cuidados y pensamientos continuos de los negocios de¡ mundo, excitan en


nuestro espíritu combates y molestas inquietudes: levantan en él tempestades que
agitan sin cesar nuestras almas. Por lo cual necesitamos recurrir siempre a Dios,
principalmente por la mañana y por la noche. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 17, ad
Hebr., sent. 151, Tric. T. 6, p. 328.)"

"Nada hay en la naturaleza que no se corrompa con el reposo. El agua que no corre,
se echa presto a perder, el hierro se consume con el orín, y la tierra, si no se la
cultiva, sólo produce malezas. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 207, Tric. T. 6, p. 341.)"

"Paraos en una calle o plaza pública y preguntad a todos los que van y vienen que es
lo que van a hacer, y apenas hallaréis uno solo que haya salido por algún negocio
espiritual. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 8, c. 3, sent. 303, Tric. T. 6, p. 364.)"

"Escuchadrne los que sólo pensáis en las cosas de la vida presente: ¿por qué no
tenéis algún cuidado de vuestra alma procurándola alguna lectura que la alimente y
la sirva de remedios contra esos males? ¿De qué libros os podéis servir para esto,
sino del Nuevo Testamento, de los Hechos Apostólicos y de los Santos Evangelios,
escuchándolos como a Maestros que os han de instruir por toda la vida? Si os sucede
algún disgusto o dolor, sacad de aquí el medicamealo espiritual y el remedio del
consuelo que necesitáis. Si padecéis alguna pérdida de las personas más queridas,
algún menoscabo o la misma muerte, recurrid al mismo remedio, tomadle y hacedle
que penetre hasta lo profundo del alma. Sabed, que la causa de todos nuestros
males, es la ignorancia de las Escrituras. (S. Juan CRISÓSTOMO, Hornl. 9, ad Clem.,
sent. 357, Tric. T. 6, p. 378.)"

"Aprended a no amar para saber amar; apartaos de las criaturas para convertiros al
Criador: vaciad del amor del mundo vuestro corazón, para llenarlo del amor de Dios.
(S. AGUSTÍN, in Psalm. 30, sent. 19, Tric. T. 7, p. 456.)"

"Digamos con utilidad mientras nos dura la vida, todas las cosas pasan: no sea que
digamos inútilmente en la muerte, todas las cosas que han pasado. (S. AGUSTÍN, ín
Psalm., 32, sent. 29, Tric. T. 7, p. 456.)"

"La presente vida con todo cuanto la acompaña para nuestro uso, debe ser como una
posada para el caminante, y no como casa del que ha de morar siempre en ella. (S.
AGUSTÍN, in Psalm. 32, sent. 32, Tric. T. 7, p. 457.)"

"No seréis perfectos en este mundo hasta que lleguéis a conocer que en él jamás
llegaréis a serlo. (S. AGUSTÍN, in Psalm. 38, sent. 48, Tric. T. 7, p. 458.)"
"Todo cuanto tiene fin es muy corto. (S. AGUSTÍN, in Psalm. 60, sent. 9 1, Trie. T. 7, p.
463.)"

"No tengamos complacencia con la memoria de las cosas pasadas, ni apego a las
presentes, y apliquémonos continuamente a conseguir las de la otra vida eterna. (S.
AGUSTÍN in Psalm. 66, sent. 107, Trie. T. 7, p. 464.)"

"Los que se despojaren del espíritu propio, se verán revestidos del espíritu de Dios.
(S. AGUSTÍN, in Psaim. 103, sent. 150, Tric. T. 7, p. 468.)"

"El que busca la gloria del que le ha enviado es verídico y no se le puede acusar de
injusticia. Porque solamente aquel que busca su gloria, y no la de Dios, es falso e
injusto: es falso y miente, porque con pretexto de observar la ley, no tiene otro fin
sino el de hacer su voluntad: es injusto, porque desprecia la autoridad del Legislador,
y tiene la de preferir sus propios preceptos a los del Señor. (S. Cirilo de Alejandría,
Comment. in Joan., c. 45, sent. 3, Tric. T. 8, p. 97.)"

"Vosotros estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Jesucristo en Dios; pero
cuando aparezca vuestra vida, entonces apareceréis vosotros con El en su gloria. De
lo que podemos asegurar con la mayor sinceridad, que todos aquellos que por Dios
desprecian los placeres de¡ mundo, están muertos al mundo. (S. Cirilo Alejandrino,
¡bid., lib. 5, c. 5 1, sent. 4, Tric. T. 8, p. 98.)"

"Dichoso aquel que se abate, se humilla y se desprecia por Dios; porque el Señor
supremo le eleva, los Ángeles le alaban, y en el día de¡ juicio no se verá colocado a la
izquierda. Dichoso el hombre que persevera en la oración, que prolonga sus ayunos y
siente alegría en las vigilias, que resiste al sueño, que dobla las rodillas para cantar
las divinas alabanzas, que hiere su pecho, marchita su rostro y levanta las manos a
Dios, mira muchas veces al cielo y piensa continuamente en e¡ Señor que está
sentado en el trono de su gloria; que sondea los corazones y penetra hasta lo íntimo
del alma; porque éste goza de los bienes eternos, se hace hijo, hermano, amigo y
heredero de Dios. (S. Cirilo Alejand., Orat. de exit. animi, sent. 17, Tric. T. 8, p. 102.)"

"El que pretende la gloria del mundo, teme sus desprecios. El que aspira con ansia a
las utilidades temporales, recela sin duda perderlas; pues es preciso que nos aflija la
pérdida de aquellas cosas, cuya posesión nos da alegría: de este modo, cuanto
mayor es nuestra afición a las cosas terrenas y perecederas, tanto más distantes
estamos de la paz celestial y de la verdadera seguridad. Por el contrario, los que

ya no desean los bienes temporales, no se engríen con las prosperidades de la tierra,


ni se abaten por sus adversidades; y así como no hay en este mundo cosa alguna
que puedan desear, así nada tienen que temer: por esto dice la Escritura:
Descansaréis y nada os asustará: porque cuanto el hombre es superior a todos los
temores que provienen del mundo, tanto más libre está de todos sus deseos. (S.
Gregorio el Grande, lib. 9, e. 21, p. 356, sent. 49, Tric. T. 9, p. 249.)"

"No hay cosa más preciosa que el tiempo: mas ¡ay de mí! que en ¿I día ningúna se
estima en menos. (S. Bernardo, Tract. de Cont. mun., n. 53, sent. 2, Tric. T. 10, p.
322.)"

"Pasan los días de la salud, y ningúno lo considera; ningúno siente haber perdido
unos momentos que ya no volverán. (S. Bernardo, ibid., sent. 3, Tric. ¡bid., ¡bid.)"

"Nacemos en la tierra y en ella tenemos el sepulcro, volviendo a la misma de donde


nacimos. (S. Bemardo, Serm. S. Mat., n. 1, sent. 96, Tric. T. 10, p. 327.)"

"Nada pierde el que todo lo dejó por Aquel que es superior a todas las cosas. Bien
que más daño hace el amor a los bienes del mundo, que la posesión. (S. Bernardo,
Tract. ad Cler., c. 1, sents. 118 y 119, Tric. T. 10, p. 329.)"

El que se prepara para dejar todas las cosas, debe tener presente que entre estas se
ha de contar a sí mismo. (S. Bernardo, Tract. ad Cle., c. 1, n. 2, sent. 122. Tric. T. 10,
p. 320.)"

"¿Quieres llegar al bien supremo? Empieza a despreciar el terreno (S. Bernardo,


Tract. de Cont., n. id., ad Cler., n. 33, sent. 165, Tric. T. 10, p.332.)"

"Volviendo sobre vosotros mismos, entrad en vuestro corazón, en el que sin duda
está el reino de Dios, pues su reino está dentro de vosotros. ¿Qué reino es este? La
sana y libre voluntad del hombre cuando de tal modo se conforma con la voluntad de
Dios, que nada quiera, sabiendo que le desagrada, y nada deje de querer,
conociendo que le agrada. Lo primero, pues, buscad el reino de Dios, par que se libre
y sane vuestra voluntad gravemente llena o corrompida con el veneno del siglo, y se
os dará de añadidura lo necesario para el cuerpo. No viváis solícitos acerca del
cuerpo, que es herencia de los gusanos: vivid solícitos acerca del alma, que está
hecha a imagen de Dios, para que vea al descubierto la gloria de Dios, se reforme
por la misma imagen y se transforme de claridad en claridad como por el espíritu de
Dios. (S. Bernardo, Ep. 385, ad quosdan noviter conversos, sent. 44, adic. Tric. T. 10,
p. 361 y 362.)"

"Los mismos bienes temporales, si no se pone en ellos el amor, son lícitos, pero
ámense o no se amen, no son muy convenientes, porque muy presto pervienten con
cierta dulzura que tienen, el corazón del que los posee. (S. Bernardo, ibid., sent. 45,
adic. Tric. T. 10, p. 362.)"

DESPRENDIMIENTO

Ejemplo de Nuestro Señor:

—en su nacimiento: Lc 2, 12.

—no dispone de dinero para pagar el tributo del templo: Mt 17, 26.

—no tiene donde reclinar la cabeza: Mt 8, 20.

—llega a la culminacion en la cruz: Lc 23, 46.

Donde esta nuestro tesoro, alli estera nuestro corazon: Mt 6, 21.


Nadie puede servir a dos señores; [...]. No podeis servir a Dios y a las riquezas. Mt 6,
24.

...No esteis acongojados cuando busqueis de comer o de beber, ni tengais en


suspenso e inquieto vuestro animo; son las gentes mundanas quienes viven detras
de estas cosas. Bien sabe vuestro Padre que necesitais de ellas. Por tanto, buscad el
reino de Dios y su justicia, que todo lo demás se os dara por ahadidura. Lc 12, 29-32.

(Haced) unas bolsas que no se echen a perder; un tesoro en el cielo que jamas se
agota, a donde no llegan los ladrones, ni roe la polilla. Mt 7, 11.

Si en las falsas riquezas no habeis sido fieles, ¿quien os confiara las verdaderas? Lc
16-10.

Contentos siempre con tener en todas las cosas todo lo suficiente, esteis sobrados
para ejercitar toda clase de obras buenas. 2 Cor 9, 8.

Si vuestro oro y plata se han enmohecido, la herrumbre de esos metales dara


testimonio de vosotros, y devorara vuestras carnes como un fuego. Sant 5, 3.

(El cristiano ha de aprender) a vivir en pobreza y vivir en abundancia [...], a tener


hartura y sufrir hambre; a tener abundancia y a padecer necesidad. 2 Cor 2, 14-15.

El cristiano ha de utilizar los bienes de la tierra sabiendo que no tenemos a-tui


morada permanente: Heb 13, 14.

Administradores y no dueihos: Mt 25, 14-30.

Generosidad en la limosna: Dios ama al que da con alegria: 2 Cor9, 7.

SELECCION DE TEXTOS
Necesidad de estar desprendidos de las cosas para seguir a Cristo

1555 La cama es estrecha, y uno de los dos se cae; manta pequeña no cubre a dos
(Is 28, 20); donde al corazon del hombre se lo compara con una cama estrecha y una
manta pequeña. Ya es estrecho el corazon humano para Dios solo; si además das en
el entrada a otras cosas, arrojas a Dios (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 214).

1556 Quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche; y,
de noche, no lo encontrara (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 3, 3).

1557 Vengamos ahora al desasimiento que hemos de tener, que en esto esta el todo;
si va con perfección digo que aqui esta el todo; porque abrazandonos con solo el
Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, Su Majestad infunde las virtudes,
de manera que, trabajando nosotras poco a poco lo que es en nosotras, no tenemos
mucho mas que pelear, porque el Señor toma la mano contra los demonios y contra
todo el mundo en nuestra defensa (SANTA TERESA, Camino de perfección, 8, 1).

1558 Pareceme que querria concertar estos dos contrarios—tan enemigos uno del
otro—como es vida espiritual y apegamientos, gustos y pasatiempos sensuales.
(SANTA TERESA, Vida, 7, 17).

Poco valor tienen las cosas que pasan con el tiempo

1559 Aunque todo lo tenga nada le llena. Y cuantas mas cosas tiene, esta menos
satisfecho. La satisfaccion del corazon no esta en tener cosas, sino en estar desnudo
de todo y en la pobreza de espíritu (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 14).

1560 Considerad bien que poco valor tienen las cosas que pasan con el tiempo. El fin
que tienen todas las cosas temporales nos manifiesta cuan poco vale lo que ha
podido pasar [...]. Fijad vuestro amor en el amor de las cosas que perduran (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

1561 ¡Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habeis dejado cosa tan
ruin, en donde no hacen caso de lo que ellos en si tienen, sino de lo que tienen sus
renteros y vasallos; y si ellos faltan, luego cesa el mundo de hacerles honra. Cosa
donosa es esta para que os holgueis todas cuando hayais de tomar alguna
recreacion, que este es buen pasatiempo entender cuan ciegamente pasan su
tiempo los mundanos (SANTO TERESA, Camino de perfección, 22, 5).

1562 No os doy yo mandatos como Pedro y Pablo. Ellos eran apostoles, yo no soy
mas que un condenado a muerte [...]. Pero si logro sufrir el martirio, entonces sere
liberto de Jesucristo y resucitare libre con el. Ahora, en medio de mis cadenas, es
cuando aprendo a no desear nada (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los
Romanos, 3, I ss.).

1563 (Quien ama a Dios) nada se le da perderlo todo si lo tiene por perdida; solo
teme descontentar a su Dios (SANTA TERESA, Camino de perfección, 10, 3).

El verdadero tesoro esta en el cielo

1564 Y tened en muy poco lo que habeis dado, pues tanto habeis de recibir (SANTA
TERESA, Camino deperfección, 33, 2).

1565 ¡Que necedad tan grande es amontonar donde se ha de dejar, y no enviar alli
donde se ha de ir! Coloca tus riquezas donde tienes tu patria (SAN JUAN
CRISOSTOMO en Catena Aurea, vol. 1, p. 386).

1566 Tus riquezas tendras que dejarlas aqui, lo quieras o no; por el contrario, la
gloria que hayas adquirido con tus buenas obras la llevaras hasta el Señor (SAN
BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad, 3, 6).

1567 No debemos poner nuestro tesoro en lo que puede pasar, sino en lo que
permanece para siempre (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montafla, 2).

1568Los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan solo se llevan
consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales
recibiran del Señor la recompensa y una digna remuneracion (SAN FRANCISCO DE
Asis, Opusculos, 1. c., 87-94).

1569 Ningúna cosa fomenta mas el deseo de pobreza que creer y esperar en el
Señor (TEOFILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 268).
1570Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvannos las
cosas terrenas para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada.
Miremos como con indiferencia todo lo que se hace en este mundo. Miren adelante
los ojos del alma, fijandose con toda su fuerza en aquello a que nos dirigimos (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

“No bajan con el rico al sepulcro sus riquezas”

1571¡Tanta aficion a las cosas de la tierra!—Pronto se te iran de las manos, que no


bajan con el rico al sepulcro sus riquezas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 634).

1572 Hemos sido colocados en la vida como huespedes y forasteros llevados a donde
no queremos ir y cuando no pensamos: el que ahora es rico, en breve sera pobre.
ASi, seas quien fueres, has de saber que eres solo administrador de bienes ajenos, y
que se te ha dado de ellos uso transitorio y derecho muy breve. Lejos, pues, de
nosotros el orgullo de la dominacion, y abracemos la humildad y la modestia del
arrendatario o casero (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 225).

Administradores y no dueños

1573 Si quereis, aun reteniendolo, dejais lo que teneis, siempre que administreis lo
temporal de modo que aspireis con toda vuestra alma hacia lo eterno (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

1574 Posee, pero como si no poseyera, el que reune todo lo necesario para su uso,
pero preve cautamente que presto lo ha de dejar. Usa de este mundo como si no
usara, el que dispone de lo necesario para vivir, pero no dejando que domine a su
corazon, para que todo ello sirva, pero nunca desvie la marcha del alma que tiende a
cosas mas altas. Los que son así no tienen las cosas terrenas para satisfacer sus
deseos, sino para su uso [...]. Y aun [...] se alegran mas con las buenas obras que con
las buenas posesiones (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

1575 Nada puede considerarse como propio donde nada hay constante, ni
abundancia cierta donde es incierto el futuro (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol.
Vl, p. 88).

1576 Así como se corrompen las aguas detenidas de una fuente, así sucede a los
ricos cuando guardan para si sus riquezas (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea,
vol. Vl, p. 97).
1577 Parecenos que lo damos todo; y es que ofrecemos a Dios la renta o los frutos y
quedamonos con la raiz y posesion (SANTA TERESA, Vida, 11, 1).

1578 (Hemos de tener los bienes) con la templanza de quien los usa, no con el afan
de quien pone en ellos el corazon (SAN AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia,
1).

No toda pobreza es santa y toda riqueza mala

1579Tengamos, pues, este cuidado apacible de conservar y aun de aumentar


nuestros bienes temporales, cuando haya oportunidad justa y segun lo requiera
nuestra condicion, pues así quiere Dios que lo hagamos por amor suyo. Pero vive
alerta para que no te engañe el amor propio, que sabe muchas veces fingirse amor
de Dios con tal destreza que cualquiera le tendra por tal. Para evitar, pues, este
engaño, y no dar lugar a que el cuidado de los bienes temporales degenere en
avaricia, es necesario [...] practicad muchas veces la pobreza afectiva y efectiva, en
medio de los bienes y riquezas que Dios nos ha dado (SAN FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, III, 1S).

1580 No cabe lugar a dudas de que los pobres alcanzan mas facilmente este bien
que los ricos, porque a aquellos la pobreza les inclina mas a la bondad, y a estos la
riqueza les conduce a la arrogancia. Y no obstante, muchos ricos poseen este
espíritu, pues ponen la abundancia al servicio no de su prestigio sino de las obras de
beneficencia. Para ellos, la mayor ganancia esta en lo que emplean para aliviar la
miseria y los trabajos del projimo. Y es que el desprendimiento de los bienes y la
pureza de corazon se puede encontrar en personas de todos los niveles economicos
(SAN LEON MAGNO, Sermón 95).

1581Cuando dijo que los ricos apenas podran salvarse, advierte que ni todos los ricos
se condenaran, ni todos los pobres se salvaran (TEOFILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p.
289).

1582 Porque la pobreza no condujo a Lazaro al cielo, sino la humildad, y las riquezas
no impidieron al rico entrar en el gran descanso, sino su egoismo e infidelidad .(SAN
AGUSTÍN, Sermón 24).

1583Vended lo que poseeis y dad limosna [ ...] Este precepto no debe entenderse en
el sentido de que los santos no puedan reservarse dinero alguno (ni para su uso ni
para los pobres), siendo así que el mismo Dios, a quien servian los ángeles, tenla una
bolsa en la que conservaba lo que le daban los fieles; sino en el sentido de que no
debe servirse a Dios por estas cosas, ni abandonar la justicia por temor de la pobreza
(SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, pp. 97-98).

1584 Aprended a ser pobres y necesitados, lo mismo si poseeis algo en este mundo
que si no poseeis nada. Porque se encuentran mendigos repletos de orgullo y ricos
que confiesan sus pecados. Dios resiste a los orgullosos, lo mismo si estan cubiertos
de sedas que de harapos, pero concede su gracia a los humildes, posean o no bienes
de este mundo (SAN AGUSTÍN. Coment. sobre el salmo 85~).

1585 [...] yo no alabo simplemente la pobreza, sino la sufrida con paciencia por amor
de Cristo nuestro Señor, y mucho mas la deseada, procurada y abrazada por amor
(SAN PEDRO DE ALCANTARA, Carta a Santa Teresa, 14-lv-1562).

1586 Acontece de cuando en cuando que un hombre tiene repleta la casa, tierras
fertiles, muchas posesiones, mucho oro y plata, pero sabe que no debe apoyarse en
eso y, por tanto, se humilla ante Dios, y hace bien de esos bienes; su corazon de tal
modo se levanta hacia Dios, que conoce que no solo no le aprovechan en nada estas
riquezas, sino que le trabarian los pies si el Señor no le gobierna y ayuda. Pues bien,
este se encuentra entre los pobres... Por el contrario, tropieza con un pobre mendigo
engreido, o no engreido porque no tiene nada pero que busca como engreirse; Dios
no atiende a los haberes, sino a la codicia, y le juzga conforme al deseo por el que
anhelaba lo temporal, no conforme a los bienes que no llego a conseguir (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 131).

1587 El don de esta pobreza se da, pues, en toda clase de hombres y en todas las
condiciones en las que el hombre puede vivir, pues pueden ser iguales por el deseo
incluso aquellos que por la fortuna son desiguales, y poco importan las diferencias en
los bienes terrenos si hay igualdad en las riquezas del espíritu. Bienaventurada es,
pues, aquella pobreza que no se siente cautivada por el amor de bienes terrenos, ni
pone su ambicion en acrecentar las riquezas de este mundo, sino que desea mas
bien los bienes del cielo (SAN LEON MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas,
95).

La pobreza y “la pobreza de espíritu”

1588 De nada nos servirla vivir sin un centimo si acariciamos el deseo de poseerlo
(CASIANO, Instituciones, 7).

1589¿Como explicar tamaña ridiculez? Los hay que al abandonar la milicia del mundo
dejaron todo su patrimonio con fortunas considerables [...]. Luego, decaido el fervor
incipiente de su renuncia, se aficionan con pasion a las cosas mas baladíes [...]. Tal
es el afecto que cobran por estas cosas, que sobrepuja al cuidado que tuvieron antes
por sus riquezas en el mundo. Poco les aprovechara haber despreciado tantos bienes
y posesiones, puesto que el amor que tuvieron a ellos, y que les movio a
despreciarlos, lo han puesto ahora en estas naderias (CASIANO, Colaciones, 4).

1590 Es evidente que se puede ser avaro sin tener dinero (CASIANO, Instituciones, 8,
12).

1591 Dichosos los pobres de espíritu—dice—porque de ellos es el reino de los cielos.


A que pobres se refiere la Verdad, tal vez quedaría confuso si dijera solo: Dichosos
los pobres, sin añadir de que clase de pobreza se trataba; a muchos, en efecto, se les
podria ocurrir que era solo cuestion de aquella indigencia material que muchos
padecen por necesidad, y que ella era suficiente para merecer el reino de los cielos.
Pero al decir: Dichosos los pobres de espíritu, el Señor manifiesta que el reino de los
cielos pertenece a aquellos que son pobres mas por la humildad de su espíritu que
por la carencia de fortuna (SAN LEON MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas,
95).

1592 No consiste la verdadera pobreza en no tener, sino en estar desprendido: en


renunciar voluntariamente al dominio sobre las cosas. —Por eso hay pobres que
realmente son ricos. Y al reves (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 632).

1593 Si, habiendo transcurrido tu vida en la pobreza, no tuviste nada que abandonar,
con mayor razon no debes procurarte ahora lo que jamas pudiste poseer. Esta
pobreza has de atribuirla a un singular beneficio del Señor: ha querido prepararte
para que le siguieras con paso firme, libre de los embarazos con que intercepta el
camino la riqueza (CASIANO, Instituciones, 7, 27).

1594 Hemos dejado bienes de gran valor con el fin de hallarnos mejor dispuestos
para despreciar los objetos de poca importancia. ¿En que consiste la diferencia de
apasionarse por magnificas riquezas o por simples nimiedades, sino en que es mas
reprensible hacerse esclavo de cosas minimas cuando se han menospreciado las
grandes? Concluyamos diciendo que la perfección del corazon no es patrimonio de
aquellos que comprenden así la renuncia, porque, aunque han abrazado la profesión
de pobres, sus almas conservan el afecto propio de los ricos (CASIANO, Colaciones,
4).

1595 No hay quien no tenga algo que dejar. Solo ha renunciado a los bienes de este
mundo aquel que ha erradicado el deseo de poseerlos (CASIANO, Instituciones, 7).
1596 Todos los que aman las riquezas, aun cuando no puedan conseguirlas, deben
contar en el numero de los ricos (SAN AGUSTÍN, en CatenaAurea, vol. Vl, p. 316).

1597 Mas no puedo decir lo que se siente cuando el Señor la da a entender secretos
y grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos aca se pueden entender, que bien
con razon hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es
asco traerlos a ningúna comparacion aqui—aunque sea para gozarlos sin fin—y de
estos que da el Señor, sola una gota de agua del gran rio caudaloso que nos esta
aparejado (SANTA TERESA, Vida, 27, 12).

Consecuencias y detalles practicos de desprendimiento

1598 Del mismo modo que al decir que las aves del cielo no siembran no reprobo el
que se sembrara sino el excesivo cuidado, asi, cuando dice no trabajan ni hilan, no
condena el trabajo, sino el excesivo celo en el (SAN JUAN CRISOSTOMO, en
CatenaAurea, vol. Vl, p. 90).

1599 Siguiendo a Jesus pobre, no se abaten por la escasez, ni se ensoberbecen con


la riqueza (Conc. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).

1600 Si tu deseas alcanzar ese espíritu, te aconsejo que contigo seas parco, y muy
generoso con los demas; evita los gastos superfluos por lujo, por veleidad, por
vanidad, por comodidad...; no te crees necesidades. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 123).

1601 El verdadero desprendimiento lleva a ser muy generosos con Dios y con
nuestros hermanos; a moverse, a buscar recursos, a gastarse para ayudar a quienes
pasan necesidad. No puede un cristiano conformarse con un trabajo que le permita
ganar lo suficiente para vivir el y los suyos: su grandeza de corazon le impulsara a
arrimar el hombro para sostener a los demás (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 126).

“Tirar lo que estorba”

1602Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi


vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un
momento dejare de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santisima
me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma
vida, antes de prestar juramento en contra de mi conciencia (SANTO TOMÁS MORO,
Carta escrita en la carcel a su hija Margarita).

1603Aquel hombre, arrojando su capa, al instante se puso en pie y vino a el (Mc 10,
50) ¡Tirando su capa! No se si tu habras estado en la guerra. Hace ya muchos atios,
yo pude pisar alguna vez el campo de batalla, despues de algunas horas de haber
acabado la pelea; y alli había, abandonados por el suelo, mantas, cantimploras y
macutos llenos de recuerdos de familia: cartas, fotografias de personas amadas... ¡Y
no eran de los derrotados; eran de los victoriosos! Aquello, todo aquello les sobraba,
para correr mas aprisa y saltar el parapeto enemigo. Como a Bartimeo, para correr
detras de Cristo. No olvides que, para llegar hasta Cristo, se precisa el sacrificio; tirar
todo lo que estorbe: manta, macuto, cantimplora (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 196).

1604 Y el alma sale para ir detras de Dios: sale de todo pisoteando y despreciando
todo lo que no es Dios. Y sale de si misma olvidandose de si por amor de Dios (SAN
JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 20).

No crearse necesidades. Cosas superfluas

1605 El hombre busca las cosas para satisfacer una necesidad, y cuando las tiene en
abundancia empieza a llenarse de soberbia por ellas; es lo mismo que si alguno,
estando herido, se jacta de tener en su casa muchas medicinas, como si no fuera
mejor que no necesitase de ellas, si no estuviese herido (SAN AGUSTÍN, Cuestiones
sobre el Evangelio, 2, 29).

1606 El espíritu de penitencia y su practica nos conducen a desprendernos


sinceramente de todo lo que poseemos de superfluo, y a veces incluso de lo
necesario, que nos impide “ser” verdaderamente lo que Dios quiere que seamos
(JUAN PABLO II, Aloc., 20-II-1980).

1607 Es propio de todos aquellos que nada esperan de la otra vida, ni temen los
juicios de Dios, el andar solicitos por las cosas superfluas (SAN GREGORIO DE NISA,
en Catena Aurea, vol. VI, p. 94).

1608 NO hay que buscar lo superfluo, ni mimar el cuerpQ mas de lo que sea
necesario para que sirva al alma (SAN BASILIO, Discurso a los jovenes).

1609 Los que pasan la frontera de lo necesario, a semejanza de los que se deslizan
por una pendiente, al no tener nada firme en que apoyarse, con nada pueden
contener el peso hacia adelante (SAN BASILIO, Discurso a los jovenes).

1610 Lo superfluo de los ricos es lo necesario de los pobres. Se poseen cosas ajenas
cuando se poseen cosas superfluas (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 147).

Desprendimiento de nosotros mismos

1611 ¿Como podrá enemistarse con su hermano quien no reivindica nada como
propio? De este modo corta la raiz primera de los conflictos, que nacen
habitualmente de pequeñeces (CASIANO, Colaciones, 16).

1612 [...] convenceos de que si de veras deseamos seguir de cerca al Señor y prestar
un servicio autentico a Dios y a la humanidad entera, hemos de estar seriamente
desprendidos de nosotros mismos: de los dones de la inteligencia, de la salud, de la
honra, de las ambiciones nobles, de los triunfos, de los exitos. Me refiero también [...]
a esas ilusiones limpias, con las que buscamos exclusivamente dar toda la gloria a
Dios y alabarle, ajustando nuestra voluntad a esta norma clara y precisa: Seflor,
quiero esto o aquello solo si a Ti te agrada, porque si no, a mi, lpara que me interesa?
Asestamos así un golpe mortal al egoismo y a la vanidad, que serpear en todas las
conciencias; de paso que alcanzamos la verdadera paz en nuestras almas, con un
desasimiento que acaba en la posesion de Dios, cada vez mas intima y mas intensa
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 114).

Desprendimiento de la salud corporal

1613 Al ser, pues, nocivo para el cuerpo el demasiado cuidado y un obstaculo para
su alma, es una locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso a el (SAN BASILIO,
Discurso a los jovenes).

1614 Consideraba lo mucho que importa no mirar nuestra flaca disposicion cuando
entendemos se sirve al Señor, por contradiccion que se nos ponga delante, pues es
poderoso de hacer de los flacos fuertes y de los enfermos sanos. Y cuando esto no
hiciere, sera lo mejor padecer para nuestra alma, y puestos los ojos en su honra y
gloria, olvidarnos a nosotros. ¿Para que es la vida y la salud, sino para perderla por
tan gran Rey y Señor? Creedme, hermanas, que jamas os ira mal en ir por aqui
(SANTA TERESA, Fundaciones, 28, 18).

1615 Lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotros el amor de este


cuerpo, que somos algunas de nuestro natural tan regaladas, que no hay poco que
hacer aqui, y tan amigas de nuestra salud, que es cosa para alabar a Dios la guerra
que da (SANTA TERESA, Camino deperfección, lO, 5).

1616 Dentro de este marco del desprendimiento total que el Señor nos pide, os
señalare otro punto de particular importancia: la salud (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 124).

“Una noche en mala posada”

1617 En la vida presente estamos como en un camino por el que vamos a nuestra
patria (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.).

1618 No tienes aqui ciudad permanente. Dondequiera que estuvieres seras


extranjero y peregrino; jamas tendras reposo si no te unes intimamente a Cristo
(Imitacion de Cristo, II, 1 ~ 6).

1619 No nos seduzca ningúna prosperidad halagueha, porque es un viajero necio el


que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al
que se dirige (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

1620 Que no queramos regalos, hijas; bien estamos aqui, todo es una noche en mala
posada (SANTA TERESA, Camino de perfección, 40, 9).

1621 Que los falsos placeres de la vida presente no impidan el empuje de aquellos
que estan en marcha por el camino de la verdad, y que los fieles se consideren como
viajeros en el itinerario que siguen hacia su patria; que comprendan que en el uso de
los bienes temporales, si a veces hay algunos que les agradan, no deben apegarse
bajamente, sino continuar valientemente la marcha (SAN LEON MAGNO, Sermón 72,
sobre la Ascension del Señor).

1622 De nada me servirian los placeres terrenales ni los reinos de este mundo.
Prefiero morir en Cristo Jesus que reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y
mi voluntad estan puestos en Aquel que por nosotros murio y resucito. Se acerca ya
el momento de mi nacimiento a la vida eterna (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a
los Romanos, 6, 1 ss.).
Desprendimiento y Señorio del cristiano

1623 Es un bien que todos los bienes del mundo encierra en si; es un señorio grande,
digo que es Señorear todos los bienes de el a quien no se le da nada de ellos (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 2, 5).

1624 La honra de los pobres es ser muy verdaderamente pobre (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 2, 5).

1625Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude
el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERONIMO, en Catena
Aurea, vol. 1, p. 392).

1626 Aquel que se ha separado de todo, ha renunciado incluso a hacer calculos


sobre las cosas que tiene o no tiene, cuando se trata de salir al encuentro de las
necesidades del projimo. Es perfectamente libre, porque es totalmente pobre. Y
precisamente en una pobreza tal, en la que caen los limites puestos por la prudencia
de la carne, es donde la potencia de Dios puede manifestarse también en la libre
gratuidad del milagro (JUAN PABLO II, Hom. Turin, 13-lV-1980).

1627 Debes ir vestido de acuerdo con el tono de tu condicion, de tu ambiente, de tu


familia, de tu trabajo..., como tus compañeros, pero por Dios, con el afan de dar una
imagen autentica y atractiva de la verdadera vida cristiana. Con naturalidad, sin
extravagancias: os aseguro que es mejor que pequeis por carta de mas que por carta
de menos. Tu, ¿como imaginas el porte de Nuestro Señor?, ¿no has pensado con que
dignidad llevarla aquella tunica inconsutil, que probablemente habrian tejido las
manos de Santa Maria? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 122).

Los sacerdotes y el uso de los bienes temporales

1628 Usando, pues, del mundo como si no lo usaran, llegaran a aquella libertad por
la que, libres de todo cuidado desordenado, se tornen dociles para oir la voz de Dios
en la vida cotidiana. De esta libertad y docilidad nace la discrecion espiritual, por la
que se halla la recta actitud ante el mundo y los bienes terrenos. Esta actitud es de
gran importancia para los presbiteros, pues la mision de la Iglesia se cumple en
medio del mundo, y los bienes creados son absolutamente necesarios para el
provecho personal del hombre. Den, pues, gracias por todo lo que el Padre celestial
les da para pasar rectamente la vida. Es menester, sin embargo, que disciernan a la
luz de la fe todo lo que les ocurriere, a fin de orientarse al recto uso de los bienes que
responda a la voluntad de Dios y rechazar cuanto dañare a su mision (CONC. VAT. Il,
Decr. Prebysterorum Ordinis, 17).
1629 [...] tal mision (sacerdotal) solo podre llevarse a cabo si el sacerdote—
consagrado por el Espíritu—sabe estar entre los hombres (pro hominibus constitutus)
y, al mismo tiempo, separado de ellos (ex hominibus assumptus): cfr. Heb 5, 1; si
vive con los hombres, si comprende sus problemas, apreciara sus valores, pero al
mismo tiempo en nombre de otra cosa, dara testimonio y enseñara otros valores,
otros horizontes del alma, otra esperanza (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 59).

DEVOCIONES

SELECCION DE TEXTOS

La verdadera devocion supone una prontitud en la entrega a Dios y a los demas. Se


fundamenta en la humildad

1630 (La verdadera devocion supone) una voluntad pronta para entregarse a lo que
pertenece al servicio de Dios (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 8, a. I c).

1631 No es devocion aquella ternura de corazon o consolacion que sienten algunas


veces los que oran, sino esta prontitud y aliento para bien obrar, de donde muchas
veces acaece hallarse lo uno sin lo otro, cuando el Señor quiere probar a los suyos.
(SAN PEDRO DE ALCANTARA, Tratado de la oración y mediacion, 2, 1)

1632 Si, que no esta el amor de Dios en tener lagrimas, ni estos gustos y ternura que
por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos; sino en servir con justicia y
fortaleza de animo y humildad (SANTA TERESA, Vida, 11, 5).

1633 La humildad es el fundamento de todas las demás virtudes. Quien desea servir
a Dios y salvar su alma, debe comenzar por practicar esta virtud en toda su
extension. Sin ella nuestra devocion sera como un monton de paja muy voluminoso
que habremos levantado, pero al primer embate de los vientos queda derribado y
deshecho. El demonio teme muy poco esas devociones que no estan fundadas en la
humildad, pues sabe muy bien que podrá echarlas al traste cuando le plazca (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).
1634 La devocion, mientras sea autentica y sincera, nada destruye, sino que todo lo
perfeccióna y completa, y si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocacion o
estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devocion. La abeja saca
miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejandolas tan integras, incontaminadas
y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aun, hace la verdadera
devocion: ella no destruye ningúna clase de vocacion o de ocupaciones, sino que las
adorna y embellece (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3).

1635 La diferencia entre la caridad y la devocion es la misma que hay entre el fuego
y la llama... Así que la devocion solo añade al fuego de la caridad la llama que la
hace pronta, activa y diligente (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, I,
1).

1636 Ten pocas devociones particulares, pero constantes (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 552).

1637 La verdadera devocion hace que sea mucho mas apacible el cuidado de la
familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea mas sincero, que la sumision
debida a los gobernantes sea mas leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier
clase que sean, resulten mas llevaderas y hechas con mas perfección (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3).

El alimento de la devocion

1638 Así como los arboles y los cuerpos humanos quieren sus riegos y
mantenimientos ordinarios, y en faltando esto luego desfallecen y desmedran, así
también lo hace la devocion, cuando le falta el riego y mantenimiento de la
consideracion (SAN PEDRO DE ALCANTARA. Tratado de la oración y meditacion 2, 3).

1639 La devocion nace de la caridad, que es amor a Dios y al projimo (SANTO


TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 124).

1640 Y es gran cosa letras, porque estas nos enseñan a los que poco sabemos y nos
dan luz, y llegados a verdades de la Sagrada Escritura hacemos lo que debemos. De
devociones a bobas nos libre Dios (SANTA TERESA, Vida, 13, 9).
Devocion a la Santisima Trinidad

1641 Asistiendo a la Santa Misa, aprendereis a tratar a cada una de las Personas
divinas: al Padre, que engendra al Hijo; al Hijo, que es engendrado por el Padre; al
Espíritu Santo que de los dos procede. Tratando a cualquiera de las tres Personas,
tratamos a un solo Dios; y tratando a las tres, a la Trinidad, tratamos igualmente a un
solo Dios único y verdadero (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 91).

1642 Toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a traves
del Hijo, en el Espíritu Santo (SAN ATANASIO, Carta I a Serapion).

1643 E1 Padre, por redimir al siervo, no perdona al Hijo; el Hijo por El se entrega a la
muerte gustosisimamente; uno y otro envian al Espíritu Santo; y el mismo Espíritu
Santo pide por nosotros con gemidos inefables (SAN BERNARDO, Sermón, para el día
de Pentecostes, 2, 7).

1644 Tu, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que cuanto mas busco
mas encuentro, y cuanto mas encuentro mas te busco. Tu sacias al alma de una
manera en cierto modo insaciable, ya que siempre queda con hambre y apetito,
deseando con avidez que tu luz nos haga ver la luz, que eres tu misma (SANTA
CATALINA DE SIENA, Dialogo sobre la Divina Providencia, cap. 167).

1645 Jamas la majestad del Espíritu Santo ha estado separada de la omnipotencia del
Padre y del Hijo; todo lo que hace el gobierno divino para administrar el universo,
procede de la Providencia de toda la Trinidad. En ella no hay mas que una misma
bondad de misericordia, una misma severidad en la justicia. Nada que este dividido
en la accion o nada que difiera en la voluntad. Lo que el Padre ilumina, el Hijo lo
ilumina y el Espíritu Santo lo ilumina también (SAN LEON MAGNO, Sermón 75, sobre
Pentecostes).

1646 Hay que afirmar que la Trinidad, aun despues de que el Verbo tomo cuerpo de
Maria, continuo siendo siempre la Trinidad, sin admitir aumento ni disminucion; ella
continua siendo siempre perfecta y debe confesarse como un solo Dios en Trinidad,
como lo confiesa la Iglesia al proclamar al Dios único, Padre del Verbo (SAN
ATANASIO, Carta a Epicteto, 5-9).

1647 Hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay
también una sola salvacion para todos los que creen en El (SAN IRENEO, Tratado
contra las herejfas, libro 4).
A la Santisima Humanidad de Cristo

1648 Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque queria, no la dejaban descansar las
ruines-costumbres que tenía. Acaeciome que, entrando un día en el oratorio, vi una
imagen que habían traido alli a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que
se hacia en casa. Era de Cristo muy llagado, y tan devota que, mirandola, toda me
turbo de verle tal, porque representaba bien lo que paso por nosotros. Fue tanto lo
que senti de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazon me parece
se me partia, y arrojeme cabe El con grandisimo derramamiento de lagrimas,
suplicandole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle (SANTA TERESA, Vida,
9, 1).

1649 Debido a la debilidad de la mente humana, y del mismo modo que necesita ser
conducida al conocimiento de las cosas divinas, así también necesita ser llevada al
amor como de la mano, por medio de algunas cosas sensibles que nos sean
facilmente conocidas. Y entre ellas la principal es la Humanidad de Cristo [...] (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 82, a. 3 ad 2).

1650 Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus
heridas, El es medico. Si estas ardiendo de fiebre, El es manantial. Si estas oprimido
por la iniquidad, El es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, El es vigor. Si temes la
muerte, El es la vida. Si deseas el cielo, El es el camino. Si refugio de las tinieblas, El
es la luz. Si buscas manjar, El es alimento (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 16,
19).

1651 No me ha venido trabajo que, mirandoos a Vos cual estuvisteis delante de los
jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen
capitan, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da
esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto despues, que
para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de
esta Humanidad sacratisima, en quien dijo Su Majestad se deleita (Mt 3, 17). Muy
muchas veces lo he visto por experiencia; hamelo dicho el Señor. He visto claro que
por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad
grandes secretos (SANTA TERESA, Vida, 22, 6).

1652 [...] cuando la carne intente recobrar sus fueros perdidos o la soberbia—que es
peor—se rebele y se encabrite, os precipiteis a cobijaros en esas divinas hendiduras
que, en el Cuerpo de Cristo, abrieron los clavos que le sujetaron a la Cruz, y la lanza
que atraveso su pecho. Id como mas os conmueva: descargad en las Llagas del
Señor todo ese amor humano... y ese amor divino. Que esto es apetecer la union,
sentirse hermano de Cristo, consanguineo suyo, hijo de la misma Madre, porque es
Ella la que nos ha llevado hasta Jesus (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
303).

A la Sagrada Pasion. Via Crucis

1653 La pasion de Cristo basta para servir de guia y modelo a toda nuestra vida
(SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c.).

1654 Es cosa muy buena y santa pensar en la pasion del Señor y meditar sobre ella,
ya que por este camino se llega a la santa union con Dios. En esta santisima escuela
se aprende la verdadera sabiduria, en ella la han aprendido todos los santos (SAN
JUAN DE LA CRUZ, Carta 1, 43).

1655 El Via Crucis.—¡Esta si que es devocion recia y jugosa! Ojala te habitues a


repasar esos catorce puntos de la Pasion y Muerte del Señor, los viernes.—Yo te
aseguro que sacaras fortaleza para toda la semana (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 556).

1656 El que quiera venerar de verdad la pasion del Señor debe contemplar de tal
manera, con los ojos de su corazon, a Jesus crucificado, que reconozca su propia
carne en la carne de Jesus (SAN LEON MAGNO, Sermón 15 sobre la Pasion).

1657 El cristiano que se ejercita intensa y devotamente en la vida y pasion santisima


del Señor, halla alli todo lo util y necesario para si cumplidamente, y no hay
necesidad de que busque algo mejor fuera de Jesucristo.¡Oh, si viniese a nuestro
corazon Jesucristo crucificado, cuan presto y cuan de verdad seriamos enseñados!
(Imitacion de Cristo, 1, 25, 7).

1658 Es muy posible que en alguna ocasion, a solas con un crucifijo, se te vengan las
lagrimas a los ojos. No te domines... Pero procura que ese llanto acabe en un
proposito (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Via Crucis, p. 95).

1659 El Señor padecio de los gentiles y de los judios, de los hombres y de las
mujeres, como se ve en las sirvientas que acusaron a San Pedro. Padecio también de
los principes y de sus ministros, y de la plebe... Padecio de los parientes y conocidos,
pues sufrio por causa de Judas, que le traiciono, y de Pedro, que le nego. De otra
parte, padecio cuanto el hombre puede padecer. Pues Cristo padecio de los amigos,
que le abandonaron; padecio en la fama, por las blasfemias proferidas contra El;
padecio en el honor y en la honra, por las irrisiones y burlas que le infirieron; en los
bienes, pues fue despojado hasta de los vestidos; en el alma, por la tristeza, el tedio
y el temor; en el cuerpo, por las heridas y los azotes (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 3, q. 4b, a. 5).

1660 Bien deciais, Jesús mio, que cuando fuisteis levantado en lo alto de la cruz
atraeriais hacia Vos todos los corazones (Jn 12, 32), y a la verdad que habeis ganado
el afecto de todos ellos, puesto que muchas almas, al veros crucificado y muerto por
su amor, lo han abandonado todo, riquezas, dignidades, patria y parientes, y han
desafiado los tormentos y hasta la misma muerte para darse a Vos por entero.
¡Desventurados los que resisten a la gracia, que les habeis atesorado a costa de
tantos trabajos y sudores! Este sera su mayor tormento en el infierno; pensar que
todo un Dios ha muerto en la cruz para ganar su amor y que ellos voluntariamente se
han perdido y labrado su eterna ruina, sin esperanza de remedio.

[...] ¡Cuantas veces no he resistido a vuestros amorosos llamamientos y a los


esfuerzos que haciais para cautivarme con los lazos de vuestro amor! ¡Cuantas veces
no os he menospreciado y renunciado a vuestro amor por seguir mis caprichos y mis
gustos! ¡Ojala que hubiera yo muerto antes que ofenderos!, ¡ojala que siempre os
hubiera amado! Gracias os doy, amor mio, por haberme soportado con tanta
paciencia, y en lugar de haberme abandonado como lo merecia, me habeis llamado
con mas insistencia, comunicandome mas luces y mas amorosas inspiraciones. (SAN
ALFONSO Mª DE LIGORIO, Meditaciones sobre la Pasion, III, 3).

1661 Aquellos tres clavos sostienen todo el peso del cuerpo; sufre grandes dolores y
esta en una afliccion superior a cuanto se puede decir ni pensar. Esta pendiente
entre dos ladrones, de todas partes sufre penas, de todas partes oprobios, de todas
partes insultos. Pues aun viendolo tan angustiado no perdonan insulto alguno (SAN
BUENAVENTURA, Meditacion de la Pasion, c. 3).

1662 Si no sabes desentrañar las cosas profundas y celestiales, descansa en la


pasion de Jesucristo y mora muy de gana en sus sacratisimas llagas; porque si te
llegas devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesucristo, gran consuelo
sentiras en la tribulacion, y no estaras demasiado preocupado de los desprecios de
los hombres, y facilmente sufriras las palabras de los maldicientes (Imitacion de
Cristo, 11, 1,6).

A Jesus Sacramentado

1663 Porque ser vuestro devoto verdadero es un escudo impenetrable a los asaltos
de mis enemigos (SAN ALFONSO M.a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 10).

1664 Durante el dia, los fieles no omitan el hacer la visita al Santisimo Sacramento,
que debe estar reservado en un sitio dignisimo con el maximo honor en las iglesias,
conforme a las leyes liturgicas, puesto que la visita es prueba de gratitud, signo de
amor y deber de adoración a Cristo Señor, alli presente (PABLO Vl, Enc. Mysterium
fidei).

1665 Muchos cristianos, exponiendose a grandes peligros y padeciendo muchas


fatigas, emprenden largas jornadas solo con el fin de visitar los lugares de la Tierra
Santa en que nuestro Salvador nacio, padecio y murio. jAh, y como estos santos
excesos acusan nuestros descuidos y nuestra ingratitud! Pues dejamos muchas
veces de visitar al mismo Señor que habita en las iglesias pocos pasos distantes de
nuestras casas (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 23.

1666No comprendo como se puede vivir cristianamente sin sentir la necesidad de


una amistad constante con Jesus en la Palabra y en el Pan, en la oración y en la
Eucaristia. Y entiendo muy bien que, a lo largo de los siglos, las sucesivas
generaciones de fieles hayan ido concretando esa piedad eucaristica. Unas veces,
con practicas multitudinarias, profesando publicamente su fe; otras, con gestos
silenciosos y callados, en la sacra paz del templo o en la intimidad del corazon (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 154).

1667 ¡Cuan consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de
bondad! ¿Estas dominado por la tristeza? Ven un momento a echarte a sus plantas, y
quedaras consolado. ¿Eres despreciado del mundo? Ven aqui, y hallaras un amigo
que jamas quebrantara la fidelidad.¿Te sientes tentado? Aqui es donde vas a hallar
las armas mas seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio
formidable que a tantos santos ha hecho temblar? Aprovechate del tiempo en que tu
Dios es Dios de misericordia y en que tan facil es conseguir el perdon. ¿Estas
oprimido por la pobreza? Ven aqui, donde hallaras a un Dios inmensamente rico, que
te dira que todos sus bienes son tuyos, no en este mundo sino en el otro (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

1668 ¡Ah!, y ¿que haremos, preguntais algunas veces, en la presencia de Dios


Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Que hace un pobre en la
presencia de un rico? ¿Que hace un enfermo delante del medico? ¿Que hace un
sediento en vista de una fuente cristalina? (SAN ALFONSO Mª. DE LIGORIO, Visitas al
Stmo. Sacramento, 1).

1669 No dejes la Visita al Santisimo.—Luego de la oración vocal que acostumbres, di


a Jesus, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada.—Y
tendras luces y animo para tu vida de cristiano (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
554).

1670 Los amigos del mundo hallan tanto consuelo en verse los unos a los otros, que
pasan dias enteros en sus conversaciones; si no empleamos el tiempo con Jesus
Sacramentado es porque no le amamos (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO. Visitas al
Stmo. Sacramento, 4).

1671 La exposicion de la Sagrada Eucaristia conduce al espíritu de los fieles a


reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo, y le invita a una comunión con
El. Al mismo tiempo, favorece de modo excelente el culto en espíritu y en verdad que
le es debido (PABLO VI, Instrucc. Eucaristicum Mysterium, n. 60).

1672 Pensad en el silencioso y maravilloso misterio de los innumerables tabernaculos


que forman constelaciones de luz,visibles solo a los aageles, a los santos y a los
creyentes, cubriendo la faz de la tierra (PABLO VI, Homilia en el Congreso Eucaristico
Nacional de Italia, I l-VI-1965).

Santo Rosario

1673 El Rosario es mi oración predilecta [...]. Con el trasfondo de las Avemarias


pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El
Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos
ponen en comunión vital con Jesucristo a traves—se puede decir—del Corazon de su
Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazon puede incluir en estas decenas del Rosario
todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nacion, la Iglesia y
la humanidad. Experiencias personales o del projimo, sobre todo de las personas mas
cercanas o que llevamos mas en el corazon. De este modo, la sencilla plegaria del
Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana (JUAN PABLO II, Aloc. 29-X-1978).

1674 Hay un vinculo muy estrecho entre el Angelus y el Rosario, oraciónes, una y
otra, eminentemente cristologicas y, al mismo tiempo, marianas: efectivamente, nos
hacen contemplar y profundizar los misterios de la historia de la salvacion, en los que
Maria esta intimamente unida a su Hijo Jesus. Y en este santuario resuena
perennemente el Rosario, la oración mariana sencilla, humilde—pero no por eso
menos rica de contenidos biblicos y teologicos—y tan querida, en su larga historia
para los fieles de toda clase y condicion, unidos en la profesión de fe en Cristo,
muerto y resucitado por nuestra salvacion (JUAN PABLO II, Hom. Pompeya, 21-X-
1979).

1675 El Santo Rosario es arma poderosa. Empleala con confianza y te maravillaras


del resultado (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 558).

1676 El Rosario de Maria, pues, viene elevado a la condicion de una gran plegaria
publica y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de la Iglesia
santa, de las naciones y del mundo entero (JUAN XXIII, Sobre el rezo del Santo
Rosario, 29-1X-1961).

1677 Aunque sea en planos de realidad esencialmente diversos, anamnesis en la


liturgia y memoria contemplativa en el Rosario tienen por objeto los mismos
acontecimientos salvificos llevados a cabo por Cristo. La primera hace presentes,
bajo el velo de los signos y operantes de modo misterioso, los “misterios mas
grandes de nuestra redencion”; la segunda, con el piadoso afecto de la
contemplacion, vuelve a evocar los mismos misterios en la mente de quien ora y
estimula su voluntad a sacar de ellos normas de vida (PABLO VI, Enc. Marialis cultus,
2-II-1974, n. 46).

1678 El Concilio ecumenico Vaticano II, aun cuando no con expresas palabras, pero si
con toda certeza, inculco en los animos de todos los hijos de la Iglesia estas preces
del Rosario en estos terminos: “Estimen en mucho las practicas y los ejercicios de
piedad hacia ella (Maria) recomendados por el Magisterio en el curso de los siglos”
(PABLO VI, Enc. Christi Matri Rosarii, 15-IX- 1966, y Enc. Marialis cultus, 2-II- 1974).

1679 Es el Rosario un Evangelio compendiado y dara a los que lo rezan los rios de
paz de que nos habla la Escritura; es la devocion mas hermosa, mas rica en gracia y
gratisima al corazon de Maria. Sea este, hijos mios, mi testamento para que os
acordeis de mi en la tierra (Pío IX, en su lecho de muerte, a los prelados que le
asistían).

1680 Quienes con esfuerzo trabajan por conseguir su ultimo fin disponen
providencialmente de la poderosa ayuda del Rosario, y la tienen tan a mano y es tan
facil que no se puede pedir mas (LEON XIII, Enc. Fidentes piumque).

1681 [...] innumerables hombres de todos los tiempos y de toda condicion [...] lo
emplearon como arma muy poderosa para rechazar al demonio, para conservar la
castidad e integridad de vida, para adelantar en la virtud y conseguir la paz de la
humanidad (Pío XI, Enc. Ingravescentibus malis).

1682 Estimamos el Santo Rosario el medio mas conveniente y eficaz para obtener la
ayuda maternal de la Virgen, segun lo recomienda su origen, mas celestial que
humano, y su misma naturaleza (Pío XII, Enc. Ingruentium malorum, 15-IX-1951).

1683 El Rosario, como ejercicio de devocion cristiana, sigue en importancia a la


Santa Misa y al Breviario; y sigue para los laicos a la participacion en los sacramentos
[...]. Plegaria publica y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias
de la Iglesia santa, de las naciones y del mundo entero (JUAN XXIII, Carta Apost.
Sobre el Rosario, 29-IX-1961).

1684 Efectivamente, habeis alzado hacia mi el Santo Rosario bendecido, como


símbolo de vuestra fe, de vuestra plegaria, de vuestro afecto. Esa corona que hoy
ostentais en la mano con alegria, sea símbolo de union con Jesus [...], y cuando
volvais a vuestras casas llevadles mi saludo a los vuestros, y decid que el Papa recita
el Rosario entero, esto es, las tres coronas, todos los dias (JUAN XXIII, Aloc. 4-V-
1963).

1685No dejeis de inculcar con todo cuidado la practica del Rosario, la oración tan
querida a la Virgen (PABLO Vl, Enc. Mense Maio).

1686(El Rosario es) muy eficaz para impetrar los dones celestiales [...], pues no solo
sirve para repeler los males y apartar calamidades—como se prueba abiertamente
por la historia de la Iglesia—sino que fomenta abundantemente la vida de la Iglesia
(PABLO Vl, Enc. Christi Matri Rosarii).

1687 Al crecer los males es necesario que crezca la piedad del pueblo de Dios. Por
eso ardientemente deseamos, venerables hermanos, que yendo delante vosotros,
exhortando e impulsando, se ruegue con mas instancia durante el mes de octubre,
como ya hemos dicho, con el rezo piadoso del Rosario de Maria, clementisima Madre.
Es muy acomodada esta forma de oración al sentir del pueblo de Dios, muy
agradable a la Madre de Dios, y muy eficaz para impetrar los dones celestiales
(PABLO VI, Enc. Christi Matri Rosarii).

1688A el han dedicado nuestros predecesores vigilante atencion y premurosa


solicitud, han recomendado muchas veces su rezo frecuente, favorecido su difusion,
ilustrado su naturaleza, reconocido su aptitud para desarrollar una oración
contemplativa, de alabanza y de suplica al mismo tiempo, recordando su connatural
eficacia para promover la vida cristiana y el empeño apostolico. También Nos, desde
la primera audiencia general de nuestro pontificado, el día 13 de julio de 1963,
hemos manifestado nuestro interes por la piadosa practica del Rosario, y
posteriormente hemos subrayado su valor en multiples circunstancias, ordinarias
unas, graves otras (PABLO VI, Enc. Marialis cultus).

1689 El Rosario considera en armonica sucesion los principales acontecimientos


salvificos que se han cumplido en Cristo, desde la concepcion virginal y los misterios
de la infancia hasta los momentos culminantes de la Pascua—la pasion y la gloriosa
resurreccion—y los efectos de ella sobre la Iglesia naciente en el día de Pentecostes
y sobre la Virgen en el día en que, terminado el exilio terreno, fue asunta en cuerpo y
alma a la patria celestial. Y se ha observado también como la triple division de los
misterios del Rosario no solo se adapta estrictamente al orden cronologico de los
hechos, sino que sobre todo refleja el esquema del primitivo anuncio de la fe y
propone nuevamente el misterio de Cristo de la misma manera que fue visto por San
Pablo en el celeste “himno” de la Carta a los Filipenses: humillacion, muerte,
exaltacion (2, 6-11) (PABLO VI, Enc. Marialis cultus).

Angelus, Sabado mariano y otras devociones de la Virgen

1690 Nuestra palabra sobre el Angelus quiere ser solamente una simple pero viva
exhortacion a mantener su rezo acostumbrado, donde y cuando sea posible. El
Angelus no tiene necesidad de restauracion; la estructura sencilla, el caracter biblico,
el origen historico que lo enlaza con la invocacion de la incolumidad en la paz, el
ritmo casi liturgico que santifica momentos diversos de la jornada, la apertura hacia
el misterio pascual, por lo cual mientras conmemoramos la Encarnacion del Hijo de
Dios pedimos ser llevados “por su pasion y cruz a la gloria de la resurreccion”, hace
que a distancia de siglos conserve inalterado su valor e intacto su frescor. Es verdad
que algunas costumbres tradicionalmente asociadas al rezo del Angelus han
desaparecido o dificilmente pueden conservarse en la vida moderna, pero se trata de
cosas marginales: quedan inmutados el valor de la contemplacion del misterio de la
Encarnacion del Verbo, del saludo a la Virgen y del recurso a su misericordiosa
intercesion; y no obstante el cambio de las condiciones de los tiempos, permanecen
invariados para la mayor parte de los hombres esos momentos caracteristicos de la
jornada —mañana, mediodia, tarde— que señalan los tiempos de su actividad y
constituyen una invitacion a hacer un alto para orar (PABLO Vl, Enc. Marialis cultus,
n. 41).

1691 Dicha plegaria es sencilla; mas, cuando se atiende al significado de las tres
formulas Angelus Domini... Ecce arcilla Domini... Et verbum caro factum est..., se
encuentra en ella la grandeza toda del pensamiento y de la epopeya cristiana (JUAN
XXIII, Aloc. 4-VIII-1959).

1692 Tanto el rezo del Angelus como el del Rosario deben ser para todo cristiano y
aun mas para las familias cristianas como un oasis espiritual en el curso de la
jornada, para tomar valor y confianza (JUAN PABLO II, Angelus Otranto, 5-X-1980).

1693[...] conservad celosamente ese tierno y confiado amor a la Virgen, que os


caracteriza. No lo dejeis nunca enfriar; que no sea un amor abstracto, sino
encarnado. Sed fieles a los ejercicios de piedad mariana tradicionales en la Iglesia: la
oración del Angelus, el mes de Maria y, de modo muy especial, el rosario. Ojala
resurgiese la hermosa costumbre de rezar el rosario en familia (JUAN PABLO II, Hom.
12-X1980).

1694 Dedicamos, sin embargo, el sabado a la veneracion de la Virgen gloriosa, que


conservo en ese día la fe en la totalidad del misterio de Cristo mientras El estaba
muerto (SANTO TOMÁS. Sobre los mandamientos, 1. c., p. 239).
1695 En nuestras relaciones con Nuestra Madre del Cielo hay también esas normas
de piedad filial, que son el cauce de nuestro comportamiento habitual con Ella.
Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han
adquirido el habito de saludar—no hace falta la palabra, el pensamiento basta—las
imagenes de Maria que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de
tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el
alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los
enamorados cuando se quieren, y en el que se aprende a revivir los momentos
centrales de la vida del Señor; o acostumbran dedicar a la Señora un día de la
semana—precisamente este mismo en que estamos ahora reunidos: el sabado—,
ofreciendole alguna pequeña delicadeza y meditando mas especialmente en su
maternidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 142).

1696 Hay muchas otras devociones marianas que no es necesario recordar aqui
ahora. No tienen por que estar incorporadas todas a la vida de cada cristiano—crecer
en vida sobrenatural es algo muy distinto del mero ir amontonando devociones—,
pero debo afirmar al mismo tiempo que no posee la plenitud de la fe quien no vive
alguna de ellas, quien no manifiesta de algun modo su amor a Maria.

Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santisima, dan señales de
que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la
fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios
Hijo que se hizo realmente hombre y nacio de una mujer, la confianza en Dios
Espíritu Santo que nos santifica con su gracia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 142.

Escapulario de Nuestra Señora del Carmen

1697 La devocion del escapulario del Carmen ha hecho descender sobre el mundo
una copiosa lluvia de gracias espirituales y temporales (Pto XII, Aloc. 5-VIII-1950).

1698 En verdad no se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecucion


de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, segun la tradición, por la Santisima
Virgen [...]. Es ciertamente el santo escapulario prenda y señal de proteccion de la
Madre de Dios (Pío XII, Aloc. 1 1-11-1950).

1699 Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. —Pocas devociones—hay
muchas y muy buenas devociones marianas—tienen tanto arraigo entre los fieles, y
tantas bendiciones de los Pontifices.—Además, ¡es tan maternal ese privilegio
sabatino! (J. ESCRVA DE BALAGUER, Camino, n. 500).
San Jose (Ver SAN JOSE).

Primeros cristianos. Ver también nn. 4370-4401.

1700 Me parece tan bien tu devocion por los primeros cristianos, que hare lo posible
por fomentarla, para que ejercites —como ellos—, cada día con mas entusiasmo, ese
Apostolado eficaz de discrecion y de confidencia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 971).

Almas del Purgatorio

1701 Las animas benditas del purgatorio.—Por caridad, por justicia, y por un egoismo
disculpable—¡pueden tanto delante de Dios!—tenlas muy en cuenta en tus sacrificios
y en tu oración. Ojala, cuando las nombres, puedas decir: “Mis buenas amigas las
almas del purgatorio...” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 571).

1702Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible


seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es
el que ho auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparacion
entre las penas de este mundo y las de alli (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 5, 1. c.,
p. 73).

1703Esta mi paciencia, unida a los meritos de la dolorosisima pasion del Señor [...],
mitigara la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a la divina bondad,
me conseguira mas tarde un aumento de premio en el cielo (SANTO TOMÁS MORO,
Carta escrita en la carcel a su hija Margarita).

Agua bendita

1704 Me dices que-por que te recomiendo siempre, con tanto empeño, el uso diario
del agua bendita.—Muchas razones te podria dar. Te bastara, de seguro, esta de la
Santa de Avila: “De ningúna cosa huyen mas los demonios, para no tornar, que del
agua bendita” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 572).

1705 (Debemos) tomar agua bendita a fin de ahuyentar al demonio, y hacer la señial
de la cruz, diciendo: “Dios mio, por esta agua bendita y por la preciosa sangre de
Jesucristo vuestro Hijo, lavadme, purificadme de todos mis pecados”. Y estemos
ciertos de que si lo practicamos con fe, mientras no estemos manchados por pecado
mortal alguno, borraremos todos nuestros pecados veniales (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre el precepto 1.° del decalogo).

Procesiones

1706 ¡ Dichoso pueblo cristiano! Ciudad de Sion, regocijate, prorrumpe en la mas


franca alegria, exclama el Sñlor por la boca de Isaias, ya que tu Dios mora en tu
recinto (Is 12, 6). Lo que el profeta Isaias decia a su pueblo, puedo yo decirselo con
mas exactitud. ¡Cristianos, regocijaos!, vuestro Dios va a comparecer entre vosotros.
Este dulce Salvador va a visitar vuestras plazas, vuestras calles, vuestras moradas;
en todas partes derramara las mas abundantes bendiciones. ¡Moradas felices
aquellas delante de las cuales va a pasar! ¡Oh, felices caminos los que vais a
estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quien nos impedira decir, al volver
a discurrir por la misma via: Por aqui ha pasado mi Dios, por esta senda ha seguido
cuando derramaba sus saludables bendiciones en esta parroquia? (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

1707 ¿Que es lo que hace Jesucristo cuando le llevamos en procesion? Vedlo aqui.
Viene a ser como un buen rey en medio de sus subditos, como un padre bondadoso
rodeado de sus hijos, como un buen Pastor visitando, sus rebaños.¿En que debemos
pensar cuando marchamos en pos de nuestro Dios? Mirad. Hemos de seguirle con la
misma devocion y adhesion que los primeros fieles cuando moraba aqui en la tierra
prodigando el bien a todo el mundo. Si, si acertamos a acompañarle con viva fe,
tendremos la seguridad de alcanzar cuanto le pidamos (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre el Corpus Christi).

1708 El pueblo cristiano da un testimonio publico de fe y de piedad hacia este


sacramento con las procesiones en que se lleva la Eucaristia por las calles con
solemnidad y cantos, particularmente en la fiesta del Corpus Christi (PABLO Vl,
Instrucc. Eucharisticum Mysterium, n. 59).

Ángel Custodio Ver. nn. 278-307.

Santa Cruz (Ver CRUZ)


DIFICULTADES

Citas de la Sagrada Escritura

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el


reino de los cielos. Mt 5, 10.

Bienaventurados sereis cuando os insulten o persigan y con mentira digan contra


vosotros todo genero de mal por mi. Mt 5, 11.

Ningúna correccion parece por el momento agradable, sino dolorosa; pero al fin
ofrece frutos apacibles de justicia a los ejercitados por ella. Heb 12, 11.

Agrada a Dios quien por consideracion a El soporta las ofensas, padeciendo


injustamente. ^ I Pdr 2, 19.

Aunque haya que pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno, porque tu estas
conmigo. Tu clava y tu cayado son mis consuelos. Sal 93, 19.

Tened, hermanos mios, por sumo gozo veros rodeados de diversas pruebas. Sant 1,
2.

Y todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesus sufriran persecuciones. 2
Tim 3, 12.

Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mi, no es digno de mi. Mt 10, 38.

Pero el le replico: “Como mujer necia has hablado. Si recibimos de Dios los bienes,
¿por que no también los males?” Y no peco Job con sus labios. Job 11, 6.
No desdehes, hijo mio, la correccion de tu Dios; no te enoje que te corrija. Prov 3, 11.

Hermosa es la misericordia en el tiempo de la tribulacion, como las nubes cargadas


de agua en tiempo de sequia. Eclo 35, 26.

Si sufrimos con El, con El reinaremos. Si le negamos, también El nos negara. 2 Tim 2,
12.

Tengo mucha confianza en vosotros; tengo en vosotros grande motivo de gloria,


estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas mis tribulaciones. 2 Cor 7, 4.

Cayo la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero
no cayo, porque estaba fundada sobre roca. Mt 7, 25.

SELECCION DE TEXTOS

Es propio de nuestro paso por este mundo el padecer dificultades y contrariedades

1726 No hay hombre en el mundo sin tribulacion, aunque sea rey o papa. Y ¿quien es
el que esta mejor? Ciertamente, el que padece algo por Dios (Imitacion de Cristo, I,
22, 1).

1727 El camino del cristiano, el de cualquier hombre, no es facil. Ciertamente, en


determinadas epocas, parece que todo se cumple segun nuestras previsiones; pero
esto habitualmente dura poco. Vivir es enfrentarse con dificultades, sentir en el
corazon alegrias y sinsabores; y en esta fragua el hombre puede adquirir fortaleza,
paciencia, magnanimidad, serenidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 77).

1728 Si Dios no perdono ni a su propio Hijo, que no había conocido el pecado,


¿piensas que va a dejar sin pruebas a los hijos adoptivos que conocieron el pecado?
(SAN AGUSTÍN, Sermón sobre los pastores, 46).
1729 Dios libra de las tribulaciones no cuando las hace desaparecer, ya que dice el
Apostol en mil maneras somos atribulados, como si nunca nos hubieramos de ver
libres de ellas; sino cuando por la ayuda de Dios no nos abatimos al sufrir tribulacion
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 30, 1).

1730 Cruz, trabajos, tribulaciones: los tendras mientras vivas. —Por ese camino fue
Cristo, y no es el discipulo mas que el Maestro (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
699).

1731 Todos los tiempos son de martirio. No se diga que los cristianos no sufren
persecucion; no puede fallar la sentencia del Apostol: Todos los que quieran vivir
piadosamente en Cristo Jesus, padeceran persecucion (2 Tim 3, 12). Todos, dice, a
nadie excluye, a nadie exceptua. Si quieres probar ser cierto ese dicho, empieza tu a
vivir piadosamente y veras cuanta razon tuvo para decirlo (SAN AGUSTÍN, Sermón 6).

1732 Las ocasiones de contrariedad jamas nos faltaran mientras estemos en


contacto con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no
sean ocasion para evitar su compañia (CASIANO, Instituciones, 9).

1733 Los mismos sufrimientos que soportamos nosotros tuvieron que soportarlos
también nuestros padres; en esto no hay diferencia. Y, con todo, la gente murmura
de su tiempo, como si hubieran sido mejores los tiempos de nuestros padres. Y si
pudieran retornar al tiempo de sus padres, murmurarian igualmente. El tiempo
pasado lo juzgamos mejor, sencillamente porque no es el nuestro (SAN AGUSTÍN,
Sermón 2).

1734 Y cuando oyereis hablar de guerras y de sediciones... Las guerras son propias
de los enemigos, y las sediciones de los ciudadanos: para que sepamos, pues, que
seremos turbados exterior e interiormente, dice que tendremos que sufrir de
nuestros enemigos y de nuestros hermanos (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena
Aurea, vol. Vl, p. 398).

1735 No hay orden tan santo ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y
adversidades (Imitacion de Cristo, 1, 13, 2).

1736 Nuestra vida en este viaje de aqui abajo no puede estar sin pruebas, nuestro
progreso no se realiza mas que entre pruebas y nadie se conoce a si mismo si no ha
sido tentado. Solo hay recompensa para el que ha vencido, solo hay victoria para el
que ha combatido, solo hay combate frente al enemigo o la tentacion (SAN AGUSTÍN
Coment. sobre el Salmo 60).
Nos pueden servir para la propia purificacion, para satisfacer por nuestros pecados y
para crecer en las virtudes

1737 Bueno es que padezcamos a veces contradicciones, y que sientan de nosotros


malamente, aunque hagamos buenas obras y tengamos buena intencion. Esto aynda
a la humildad y nos defiende de la vanagloria. Mejor buscamos a Dios como testigo
interior cuando somos de fuera despreciados y no nos dan credito (Imitacion de
Cristo, 1, 12, 1).

1738 Dios quiere probaros como se prueba el oro en el crisol. El fuego limpia el oro
de su escoria, haciendolo mas autentico y mas preciado. Lo mismo hace Dios con el
siervo bueno que espera y se mantiene constante en medio de la tribulacion (SAN
JERONIMO EMILIANO, Homilía a sus hermanos de religion, 21-VI-1535).

1739 Son dignos, ciertamente, de alabanza los designios de Dios, que inflige a los
suyos castigos temporales para preservarlos de los eternos, que hunde para elevar,
que corta para curar, que humilla para ensalzar (SAN PEDRO DAMIAN, Cartas, 8, 6).

1740 En el mar de la vida ocurre una cosa semejante a los que por primera vez
navegan. Aunque sean de suyo valerosos, a causa de su inexperiencia se turban, se
alborotan, se marean: en cambio, los que han recorrido muchos mares y pasado
muchas borrascas, arrecifes, bajios, escollos, acometidas de monstruos marinos,
ataques de salteadores y piratas y continuas tempestades, van en su barco mas
tranquilos y confiados que los que andan por la tierra, se sientan lo mismo en los
costados del barco que en el interior de sus camarotes y pasean y saltan tan
tranquilos de la proa a la popa, y los que antes yacian acobardados a la vista de
todos, ahora escalan el palo mayor con suma ligereza, tiran de las maromas, izan las
velas, manejan los remos y en un momento recorren de parte a parte la embarcacion
con la mayor facilidad (SAN JUAN CRISOSTOMO, Carta a Santa Olimpiades desde el
destierro).

1741 De la misma manera que la victoria atestigua el valor del soldado en la batalla,
de la misma manera se pone de manifiesto la santidad de quien sufre los trabajos y
las tentaciones con paciencia inquebrantable (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. II, p.
148).

1742 Las tentaciones muchas veces son utilisimas al hombre, aunque sean graves y
enojosas; porque en ellas es humillado, purgado y enseflado. Todos los santos por
muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon (Imitacion de Cristo, I,
13, 2).
1743 Si te sobreviene alguna contradiccion, bendice al Señor, que dispone las cosas
del mejor de los modos; piensa que la has merecido, que merecerlas mas todavia, y
que eres indigno de todo consuelo; podres pedir con toda sencillez al Señor que te
libre de ella, si así le place; pidele que te de fuerzas para sacar meritos de esa
contrariedad (J. PECCI —Leon Xlll—, Practica de la humildad, 23).

1744 Vuestra pureza y piedad exigen, precisamente porque sois aceptos y


agradables a Dios, que esta pureza sea expurgada mediante repetidos golpes, hasta
que llegue a su maxima perfección. Por esto, si a veces se duplica o triplica la espada
sobre vosotros, tenedlo por sumo gozo y como prueba de amor (SAN RAIMUNDO.
Cartas, 6, 2).

1745 día vendra en que veremos como hubieramos podido satisfacer a la justicia de
Dios, solo con las pequeñas molestias de la vida que necesariamente hemos de sufrir
en el estado en que Dios se ha servido colocarnos, si hubieramos acertado a unir a
ellas algunas lagrimas y un sincero dolor de nuestros pecados (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la penitencia).

1746 ¿Que importa que los hombres nos deshonren si nuestra conciencia sola nos
defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar
intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos
sufrir con animo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro
merito. Por eso se dice: gozaos y alegraos, porque vuestro galardon es muy grande
en los cielos (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 258).

1747 Es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
Muchas son las persecuciones, muchas las pruebas; por tanto, muchas seran las
coronas, ya que muchos son los combates. Te es beneficioso el que haya muchos
perseguidores, ya que entre esta gran variedad de persecuciones hallaras mas
facilmente el modo de ser coronado (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 118).

1748 Esta es la diferencia entre nosotros y los que no conocen a Dios: estos en la
adversidad se quejan y murmuran; a nosotros las cosas adversas no nos apartan de
la virtud, sino que nos afianzan en ella (SAN CIPRIANO, De mortalitate, 13).

Amar la voluntad de Dios en las contradicciones

1749 Señor, para mi es bueno encontrarme en la desgracia con tal de que tu te


encuentres durante ella conmigo; esto es preferible a reinar sin ti, a alegrarme sin ti,
a estar sin ti en la gloria, tenerte conmigo en el crisol que estar sin ti aunque sea en
el cielo (SAN BERNARDO, Coment. sobre el Salmo 90).

1750 Si eres miembro de Cristo, tu, quienquiera que seas [...], debes saber que todo
lo que sufres por parte de aquellos que no son miembros de Cristo es lo que faltaba a
la pasion de Cristo.Por esto la completas, porque faltaba; vas llenando la medida, no
la derramas; sufres en la medida en que tus tribulaciones han de anadir en parte a la
totalidad de la pasion de Cristo, ya que el, que sufrio como cabeza nuestra, continua
ahora sufriendo en sus miembros, es decir, en nosotros (SAN AGUSTÍN, Coment.
sobre el Salmo 61).

1751 Al leer la vida de ciertos martires, afirmamos que seriamos capaces de sufrir
todo aquello por Dios. Aquellas horas pronto pasaron, decimos, y viene despues una
eternidad de dicha. Mas, ¿que hace el Señor para enseñarnos un poco a conocernos,
o mejor, para mostrar que nada somos? Pues lo vereis: permite al demonio llegarse
un poco mas cercano a nosotros. Oid a aquel cristiano que no ha mucho envidiaba a
los solitarios que se alimentaban de hierbas y raices, y formaba el gran proposito de
tratar duramente su cuerpo: ¡ay! un ligero dolor de cabeza, la picadura de un alfiler
le hacen quejarse a grito batiente; se pone frenetico, exhala clamores; no ha mucho
estaba presto a padecer todas las penitencias de los anacoretas, y una pequeñez le
desespera. Mirad a aquel otro que parece esta presto a dar la vida por su Dios, y que
ningún tormento es capaz de detenerle: la mas leve murmuracion, una calumnia,
hasta un gesto algo frio, una pequeña desconsideracion por parte de los demas, un
favor pagado con ingratitud, provocan en seguida en su animo sentimientos de odio,
de venganza, de aversion, hasta el punto de llegar a veces a no querer ver jamas a
su projimo o a lo menos a tratarle con frialdad, con un aire que revela
indudablemente lo que pasa en su corazon (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las
tentaciones).

1752 Las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos nos sirven de advertencia y
correccion (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).

1753 Si tuviesemos la debida fe, la santa Misa seria para nosotros un remedio para
cuantos males nos pudiesen agobiar durante nuestra vida (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la Santa Misa).

1754 ¿Estas sufriendo una gran tribulacion?—¿Tienes contradicciones? Di, muy


despacio, como paladeandola, esta oración recia y viril: “Hagase, cumplase, sea
alabada y eternamente ensalzada la justisima y amabilisima Voluntad de Dios, sobre
todas las cosas.—Amen.—Amen”. Yo te aseguro que alcanzaras la paz (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 691).

El Señor nos aynda siempre


1755 ¡Oh, valgame Dios! Cuando Vos, Señor, quereis dar animo, ¡que poco hacen
todas las contradicciones! (SANTA TERESA, Fundaciones, 3, 4).

1756 Bajo del cielo para estar cerca de los atribulados, para estar con nosotros en la
tribulacion (SAN BERNARDO, Sermón 17).

1757 Cuando el alma no tiene otra satisfaccion y consuelo, ni los pretende, fuera de
El, Dios es rapido en consolar el alma y en socorrer sus necesidades y penas (SAN
JUAN DE LA CRUZ. Cántico espiritual, 10, 6).

1758 Cristiano, en tu nave duerme Cristo; despiertale, que El increpara a la


tempestad y se hara la calma (SAN AGUSTÍN, Sermón 361).

1759 Con tan buen amigo presente—nuestro Señor Jesucristo—, con tan buen
capitan, que se puso el primero en el padecer, todo se puede sufrir. El ayuda y da
esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero (SANTA TERESA, Vida, 22).

1760 Pero los Apostoles, en medio de las persecuciones, mantuvieron en Cristo la


paz, sin abandonarle; por el contrario, buscaron refugio en El [...]. En ellos se cumplio
lo que les habla dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y
vencieron (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. - Juan, 103).

1761 Permitio el Señor que peligrasen sus discipulos para que se hicieran sufridos, y
no los asistio en seguida, sino que los dejo en peligro toda la noche (hace referencia
a la tempestad en el lago de Genezaret), a fin de enseñarles a esperar con paciencia
y que no se acostumbrasen a recibir inmediatamente el socorro en las tribulaciones
(TEOFILACTO, Coment. Evang. S. Marcos).

1762 El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos a
que nos refugiemos en el puerto. Pero es mas poderoso el que intercede por
nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del navio.
Por muy sacudido que parezca, sin embargo, en el navegan no solo los discipulos,
sino el mismo Cristo. Por eso, no te apartes de la nave y ruega a Dios. Cuando fallen
todos los medios, cuando el timon no funcione y las velas rotas se conviertan en
mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la ayuda humana, piensa que
solo te resta rezar a Dios (SAN AGUSTÍN. Sermón 63).
1763 No desmayeis, pues, aunque se haya dicho que os rodearan grandes peligros,
porque no se extinguira vuestro fervor, antes al contrario, vencereis todas las
dificultades (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

1764 ¡Cuantas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos


bien proximos a ese Dios nuestro,que nunca abandona! Se renueva, con distintos
matices, ese amor de Jesus por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que
pregunta: ¿que te pasa? Me pasa... Y, enseguida, luz o, al menos, aceptacion y paz
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 249).

El Señor, “de los males saca bienes”

1765 A los que aman a Dios, todo contribuye para su mayor bien: Dios endereza
absolutamente todas las cosas para su provecho, de suerte que aun a quienes se
desvian y extralimitan, les hace progresar en la virtud, porque se vuelven mas
humildes y experimentados (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la conversion y la gracia, 9,
24).

1766 Los grandes incendios se avivan con el viento, al paso que los pequeños se
apagan si se exponen a el (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,
34).

1767Algunas veces llama por los milagros, otras por los castigos, algunas por las
prosperidades de ese mundo, y, por ultimo, en otras ocasiones llama por las
adversidades (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

1768 La piedad inmensa de Dios hace que los consuelos y regalos que da al alma
sean proporcionados a las tinieblas y vacios que soporta (SAN JUAN DE LA CRUZ.
Cántico espiritual, 13, 1).

1769 Donde mayor es el trabajo, alli hay mas rica ganancia (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a S. Policarpo de Esmirna, 1).

1770 Si el orfebre martillea repetidamente el oro, es para quitar de el la escoria; si el


metal es frotado una y otra vez con la lima, es para aumentar su brillo. El horno
prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en la tribulacion (SAN PEDRO
DAMIAN, Cartas, 8, 6).
1771 También se da el caso de que algunos, deseando llegar a la cumbre de la gloria
temporal, o son victimas de una larga enfermedad o caen agobiados por las injurias,
o son afligidos por graves males, y llegan a comprender por esto que nunca debieron
confiar en sus delicias y, reprimiendo sus propios deseos, convierten a Dios su
corazon (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

1772 Nos hacemos mas numerosos cada vez que nos cosechais: es semilla la sangre
de los cristianos (TERTULIANO, Apolopetico, 50).

1773 Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles, y ningún genero de
crueldad puede destruir la religion fundada en el misterio de la cruz de Cristo. Las
persecuciones no son en detrimento, sino en provecho de la Iglesia, y el campo del
Señor se viste siempre con una cosecha mas rica al nacer multiplicados los granos
que caen uno a uno (SAN LEON MAGNO, Sermón 82, en el natalicio de los Apostoles
Pedro y Pablo).

Alegria y acciones de gracias en las dificultades y contrariedades

1774 Desear trabajos almas que tienen oración es muy ordinario, estando sin ellos;
mas, estando en los mismos trabajos, alegrarse de padecerlos no es de muchas
(SANTA TERESA, Fundaciones, 12, 5).

1775 Que la cruz sea tu gozo no solo en tiempo de paz; también en tiempo de
persecucion has de tener la misma confianza; de lo contrario, serias amigo de Jesus
en tiempo de paz y enemigo suyo en tiempo de guerra (SAN CIRILO DE JERUSALEN,
Catequesis, 13).

1776 Es mejor para mi, Señor, sufrir la tribulacion, con tal de que tu estes conmigo,
que reinar sin ti, disfrutar sin ti, gloriarme sin ti. Es mejor para mi, Señor, abrazarme
a ti en la tribulacion, tenerte conmigo en el horno de fuego, que estar sin ti, aunque
fuese en el mismo cielo. ¿Que me importa el cielo sin ti?; y contigo, ¿que me importa
la tierra? (SAN BERNARDO, Sermón 17).

1777 Es un gran consuelo en medio de la tribulacion acordarnos, cuando llega la


adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador (SAN GREGOR[O MAGNO,
Moralia, 3, 15-16).
1778 Si recibes la tribulacion con animo encogido pierdes la alegria y la paz, y te
expones a no sacar provecho espiritual de aquel trance (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 696).

1779 Hay siervos que tienen la absurda costumbre de criticar ocultamente las
ordenes de sus señores. Parecido es el caso de los que no se atrever con sus
palabras y con toda su alma a maldecir a la providencia por los acontecimientos,
pero dan la impresion de querer ocultar al mismo Señor universal lo que soportan de
mala gana y con impaciencia (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 10, 1).

1780 Desde el primer Adan hasta el de hoy, fatiga y sudor, cardos y espinas. ¿Acaso
ha caído sobre nosotros el diluvio? ¿0 aquellos tiempos dificiles de hambre y de
guerras, de los cuales se escribio precisamente para que no murmuremos del tiempo
presente contra Dios? ¿Cuales fueron aquellos tiempos? ¿No es verdad que todos, al
leer sobre ellos, nos horrorizamos? Por esto, mas que murmurar de nuestro tiempo,
lo que debemos hacer es dar gracias por el (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).

1781 Porque es propio de un alma cobarde y que no tiene la virtud vigorosa de


confiar en las promesas del Señor, el abatirse demasiado y sucumbir ante las
adversidades (SAN BAS~L~O, Hom. sobre la alegria).

1782 Pues me parece que el atleta valiente, una vez desnudo para luchar en el
estadio de la piedad, debe sufrir con valor los golpes que le den los contrarios, con la
esperanza de la gloria del premio. Pues que todos aquellos que en los juegos
gimnasticos se han acostumbrado a las fatigas de la lucha, jamas desmayan por el
dolor de los golpes; antes bien, despreciando los males presentes por el deseo del
triunfo, atacan de cerca a sus adversarios. De la misma manera, aunque al varon
virtuoso le acontezca alguna cosa desagradable, no por eso perdera su gozo (SAN
BASILIO, Hom. sobre la alegria).

Tribulaciones y dificultades padecidas por seguir a Cristo

1783 Quien sufre contrariedades de los herejes por no abandonar la verdad, es


también bienaventurado puesto que padece por la justicia (SAN JUAN CRISOSTOMO,
en Catena Aurea, vol. I, p. 253).

1784 Dios quiera abrir vuestros ojos para considerar cuantas mercedes nos hace en
lo que el mundo piensa que son disfavores, y cuan honrados somos en ser
deshonrados por buscar la honra de Dios, y cuan alta honra nos esta guardada por el
abatimiento presente, y cuan blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios
abiertos para recibir a los heridos en la guerra por el (SAN JUAN DE AVILA, Carta 58).
1785 La sal [. . .]para nada sirve ya, sino para ser arrojada fuera y pisada por los
hombres. No es pisado por los hombres quien sufre persecuciones, sino aquel que se
acobarda temiendo la persecucion; no puede ser pisado sino el que esta debajo, y no
puede decirse que esta debajo aquel que, aun cuando sufra muchas cosas en su
cuerpo mientras dura esta vida, su corazon lo tiene fijo en el cielo (SAN AGUSTÍN,
Sobre el Sermón de la Montaña, 16).

1786 Si, pues, es verdad que quien ofrece un vaso de agua no pierde su premio,
también lo es que quien sufre la injuria de una palabra leve no quedara privado del
premio. Y para que un maldecido (o injuriado) sea bienaventurado deben ocurrir dos
cosas: que sea injuriado injustamente y por causa de Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO,
en Catena Aurea, vol. I, p. 257).

1787 El mayor de los honores esta reservado para aquellos que sufren injurias en
defensa de la verdad y por confesar a Jesucristo. Esto es lo que vemos confirmado en
el ciego (cfr. Jn 9, I ss.). Los judios le arrojan del Templo y el Señor del Templo,
encontrandole, le recibe, de la misma manera que el que preside los juegos recibe al
atleta que ha peleado legitimamente y ha merecido la corona (SAN JUAN
CRISOSTOMO. en Catena Aurea, vol. V, p. 252).

1788 Cuando haya comenzado a ejecutar estas cosas, mis parientes, vecinos y
amigos comenzaran a bullir. Los que aman el siglo se me ponen enfrente. ¿Te has
vuelto loco? ¡Que extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es
una tonteria, esto es una locura. Y cosas tales clama la turba para que no clamemos
los ciegos (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

El amor a Cristo supera todas las dificultades

1789¿Que no hace el amor [...]? Ved como trabajan los que aman: no sienten lo que
padecen, redoblan sus esfuerzos a tenor de las dificultades (SAN AGUSTÍN, Sermón
96).

1790 Yo te bendigo (Señor), porque te dignaste hacerme llegar a este día y a esta
hora para que yo tenga parte, contado en el numero de tus testigos, en el cariz de tu
Ungido (San Policarpo en el momento del martirio), Martirio de S. Policarpo, 14, 2).

1791 Y como les habla hecho encargos de gran importancia, queriendo animarles les
dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los dias, hasta la consumacion de los
siglos (Mt 28, 28). Como diciendo: no digais que es dificil cumplir lo que se os manda,
porque estoy con vosotros, que todo lo hago facil. Y no dijo que estarla solo con ellos,
sino con todos los que creyeron despues de ellos [...], ya que los Apóstoles no iban a
vivir hasta el final de los tiempos (SAN JUAN CRISOSTOMO Catena Aurea, vol. III, p.
432).

1792 ¿Que puede perturbar al santo? ¿La muerte? No, porque la desea como premio.
¿Las injurias? No, porque Cristo enseño a sufrirlas: Dichosos sereis cuando, por mi
causa, os maldigan, y os persigan y digan toda clase de calumnias contra vosotros
(Mt 5, 11). ¿La enfermedad? Tampoco. ¿Que queda entonces capaz de turbar al
santo? Nada. En la tierra hasta la alegria suele parar en tristeza; pero, para el que
vive segun Jesucristo, incluso las penas se convierten en gozos (SAN JUAN
CRISbSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 18).

1793 No hay necesidad, ni trabajo, ni persecucion que no sea facil, si comenzamos a


gustar de los suyos (de los de Cristo) (SANTA TERESA,Camino de perfección, 34, 2).

1794 Si las tempestades son llevaderas para los navegantes y las heridas son dulces
para los militares, por la esperanza de premios transitorios, cuando se sufre por una
recompensa eterna no habra quien sienta la angustia de los peligros (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 438).

Acudir a la Virgen en las dificultades

1795 Cese de ensalzar tu misericordia, oh bienaventurada Virgen Maria, quienquiera


que habiendote invocado en sus necesidades se acuerde de que no le hayas
socorrido (SAN BERNARDO, Sermón en la Asuncion de la Virgen, 4, 8).

1796 En todo momento, la Virgen consuela nuestro temor, excita nuestra fe,
fortalece nuestra esperanza, disipa nuestra desconfianza y anima nuestra
pusilanimidad (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen Maria, 7).

1797 Oira, sin duda el Hijo a la Madre, y oira el Padre al Hijo. Hijos amados, esta es la
escala de los pecadores, esta es mi mayor confianza, esta es toda la razon de mi
esperanza [...]. ¿Podra el Hijo no ser atendido por su Padre o rechazar los ruegos de
su Madre? (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen Marfa, 7).

1798 Entendi que tenía mucha obligacion de servir a nuestra Señora y a san Jose;
porque muchas veces, yendo perdida del todo, por sus ruegos me tornaba Dios a dar
salud. (SANTA TERESA. Cuentas de conciencia, 63).

1799 Pero no olvides [...], que necesitas de armas para vencer en esta batalla
espiritual. Y que tus armas han de ser estas: oración continua; sinceridad y franqueza
con tu director espiritual; la Santisima Eucaristia y el Sacramento de la Penitencia; un
generoso espíritu de cristiana mortificacion que te llevara a huir de las ocasiones y a
evitar el ocio; la humildad del corazon, y una tierna y filial devocion a la Santisima
Virgen: Consolatrix afflictorum et Refugium peccatorum, consuelo de los afligidos y
refugio de los pecadores. Vuelvete siempre a Ella confiadamente y dile: Mater mea,
fiducia mea; Madre mia, confianza mia! (S. CANALS, Ascetica meditada, p. 128).

1800 No estas solo.—Lleva con alegria la tribulacion.—No sientes en tu mano, pobre


niño, la mano de tu Madre: es verdad.—Pero... ¿has visto a las madres de la tierra,
con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran,
temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos?—No estas solo: Maria esta
junto a ti (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 900).

Dignidades

"Estad persuadidos, hermanos, a que cuanto mayores bienes hemos recibido, en


tanto mayor peligro estamos. (S. Clemente, lib. 4, sent. 12, Tric. T. 1, p. 125.)"

"Los poderosos padecerán poderosos tormentos. A mí se me residenciará con mayor


rigor que a los Diáconos, y a éstos más estrechamente que a los legos. Aquel que
tiene el eminente cargo del gobierno de una iglesia, responderá a Dios por toda ella.
(Orígenes, Homil. 11 in Jerem., sent. 7, Tric. T. 1, p. 248.)"

"No deseéis el cargo de las almas, porque hasta tanto que seáis dueños de las
pasiones de vuestra alma, la prelacía sólo servirá para perderos a vosotros y a los
que os sigan. (S. Efrén, de Vita Spir., sent. 8, Tric. T. 3, p. 78.)"

"Cuando un hombre no solamente estuviese exento de vicios, sino elevado hasta la


más alta cumbre de la virtud, no comprendo, sean sus luces las que fueren, cómo se
puede encargar, sin temor, del cuidado y gobierno de las almas. (S. Gregorio Nacian.,
Orat. 1.11, sent. 3, Tric. t. p. 351.)"

"Emprender la enseñanza de los otros antes de haber aprendido nosotros mismos, es


una acción loca y temeraria; loca si se ignora la propia capacidad: temeraria, si
habiéndola conocido, hubiere suficiente desvergüenza para emprender el ministerio.
(S. Gregorio Nacianceno, Orat. 1.11, sent. 4, Tric. T. 3, p. 35 l.)"

"Los que presiden, deben tener presente el cuidado correspondiente a su dignidad,


mas no deben ensobercerse por razón de su poder. Conviene, pues, que trabajen
más que los otros, y que sean más humildes que los súbditos, manifestando en su
vida que son siervos de los fieles, y considerando que los que Dios ha confiado a su
cuidado, son un depósito del Seiíor. (S. Gregorio de Nisa, de perfect. Cler., sent. 14,
adie. Tric. T. 4, p. 362.)"

"El que tiene obligación de juzgar a otros, debe primero juzgarse a sí mismo, no sea
que condena en los otros las menores faltas, al mismo tiempo que no considera los
delitos que él ha cometido. (S. Ambrosio, Apolog. part., e. 2, sent. 32, Tric. T. 4, p.
320.)"

"No entremos temerariamente en los empleos; porque será arrogancia y


atrevimiento; si por algunas circunstancias somos llamados a su desempleo, no
huyamos, porque sería temeridad, y no debemos resistir a nuestra vocación; pero si
no hallamos la razón de piedad y si no nos obligan las necesidades de] prójimo y las
disposiciones de ,-,s cosas, guardémonos de abrazar inconsiderablemente los cargos,
pues sería proceder con vana ostentación, y por un deseo desordenado de las
honras. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 5, e. 3, Ep. ad Hebr., sent. '."78, Tric. T. 6, p.
382.)"

"Las cargas del mundo oprimen; pero las de Jesucristo alivian: otras cargas sólo
tienen peso; pero la de Jesucristo es ligera y tiene alas. (S. AGUSTÍN, Psalm. 58, sent.
89, Tric. T. 7, p. 462.)"

"No correrían muchos con tanto gusto a los cargos, si conocieran que son cargas. (S.
Bernardo, Tract. de Offic., Ep. cap. 17, sent. 39, Tric. T. 19, p. 324.)"

"El lugar en donde te ves colocado, es el más alto, pero no es el más seguro. (S.
Bernardo, Ep. 237, sent. 98, Tric. T. 10, p. 328.)"

"Si vos queréis arguir la falsedad al sumo y santo pontífice, perdonadnos: porque a
nosotros nos parece una maldad, así el no creer a tan grande Santidad, como el no
obedecer a tanta Mikiestad. (S. Bernardo, Ep. 252, ad Abb. de Prae, sent. 32, adie.
Trie. T. 10, p. 357.)"

"¡Cuándo se ha verificado que los mortales hayan logrado grandes bienes, sin que
antes hayan precedido grandes males! Aun cuando pasemos en silencio todas las
demás cosas, ¿no es cierto, que aquel único y singular beneficio de nuestra salud
precedió la muerte del Salvador? (S. Bernardo, Ep. 256, ad Eug. Pap., sent. 35, adic.
Trie. T. 10, p. 358.)"

"Es de corazones píos ceder a la resistencia que no permite que nos lleven a donde
no conviene, de lo contrario, tener contra su voluntad a alguno en lo que se ha traído
por fuerza, es duro para él, y para ningúno útil. Además de esto, ocupar el lugar y no
hacer fruto, no conviene al lugar: ni en vosotros, ni en nosotros es decente. Ningúno,
como dice S. Ambrosio, hace lo bueno contra su voluntad, aun cuando sea bueno lo
que hace, porque, ¿qué aprovecha el espíritu de temor en donde falta el espíritu de
caridad? (S. Bernardo, Ep. 258, ad eumd., sent. 36, Trie. T. 10, p. 358 y 359.)"

"Está en el mejor orden tal vez lo que se hace con todo el rigor del orden. (S.
Bernardo, Ep. 276, ad eumd., sent. 37, adic. Tric. T. 10, p. 359.)"
"No es cosa nueva ni admirable que el corazón humano pueda engañarse o engañar.
De uno y de otro nos debemos guardar, porque en uno y otro hay peligro, y para los
dos extremos os propuso la cautela el Ángel del gran consejo, cuando dijo: Sed
prudentes como la serpiente y sencillos como la paloma, para que de este modo la
prudencia no sea engañada, y la sencillez no pueda engañar. (S. Bemardo, Ep. 377,
ad Innoc. Pap., sent. 38, adic. Tric. T. 10, p. 359.)"

"El que ya está en el solio no necesita de la escala. (S. Bernardo, de consid. 5, n. 11,
sent. 151, Tric. T. 10, p. 331.)"

"Restitúyase el César a sí mismo lo que es del César. Sépase que lo uno y lo otro es
interés del César: el defender su propia corona, y el proteger la Iglesia: lo primero le
toca como a rey; lo segundo como abogado de la iglesia. (S. Bernardo, Ep. 247, ad
Conrad. Reg. Roman., sent. 32, adic. Tric. T. 10, p. 337.)"

"Los reinos y derechos de los reinos se conservan íntegros para sus dueños, si estos
no resisten a lo que Dios ordena y dispone. (S. Bernardo, Ep. 255, ad Ludovie. Reg.
Franc., sent. 34, adic. I'ric. T. 10, p. 358.)"

"Si alguna persona del pueblo se extravía, perece sola; pero el yerro del príncipe
arrastra a muchos. (S. Bernardo, Ep. 117, seiit. 124, Tric. T. 10, p. 329.)"

"Los señores, reconociendo que ellos mismos están sujetos al verdadero Dueño y
Señor de todos, deben tratar a sus criados con benignidad y temor de Dios imitando
en esto el ejemplo de Jesucristo. (S. Basilio, Ep. 2, sent. 52, Tric. T. 3, p. 198.)"

"Cual es la vida del Señor, tal es la de toda su casa. (S. Ambrosio, Ep. 82, sent. 166,
Tric. T. 4, p. 348.)"

"No despreciéis el cuidado de los que viven con vosotros; porque los que no procuran
la salvación de sus domésticos, serán severamente castigados, según aquellas
palabras de] Apóstol: Si alguno no tiene cuidado de los suyos, y especialmente, de
los que están en su casa, ste renuncia a la fe y es peor que un infiel. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Serm. cur. in Pentec., sent. 239, Tric. T. 6, p. 349.)"

"No nos contentemos con procurar nuestra salud; empleemos también nuestro
cuidado en la de nuestros domésticos, para que sean buenos cristianos, y estén bien
instruídos en sus obligaciones para con Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil., 45, e. 21,
sent. 279, Tric. T. 6, p. 358.)"

"La demasiada familiaridad del Señor cría mal al siervo. (S. Bernardo, Serm. cont. vit.
ingrat., sent. 87, Tric. T. 10, p. 327.)"

"Los padres deben criar a sus hijos instruyéndoles y corrigiéndoles con suavidad,
según la ley del Señor, y procurando no darles justo motivo de indignación o tristeza.
(S. Basilio, Reg. 76, c. 2, sent. 54, Trie. t. 3, p. 192.)"

"Frecuentemente sucede que el mismo amor de los padres, por no moderarles,


perjudica a los hijos: pues, o con su condescendencia crían libre al más querido, o la
preferencia que le muestran, apaga en los otros el afecto fraternal. Más ganarán para
el hijo, si le ganan la gracia de los demás hermanos. Este es el mejor presente de la
liberalidad de los padres, y la más rica herencia de los hijos. Junta a los hijos entre sí
la más igual beneficencia, así como los juntó la igualdad de la naturaleza. No conoce
la piedad ganancia de dinero en donde hay perjuicio de esta virtud. (S. Ambrosio, de
Jos. Patri, lib. 1, c. 2, sent. 18, adic. Trie. T. 4, p. 398.)"
"Haced que vuestra hija se críe en un monasterio; ponedla en medio de un coro de
vírgenes, y prescindiendo de otros bienes que sacará, a lo menos os libraréis del
peligro de guardarla. (S. Jerónimo, ad Letan., Ep. 107, sent. 14, Tric. T. 5, p. 210.)"

"No aprenda tu hija a oír ni hablar otra cosa sino lo perteneciente al temor de Dios.
No entienda lo que significan las palabras torpes: ignore los cantares mundanos:
guste ya su tierna lengua la dulzura de los Salmos: retírala de los jóvenes lascivos: no
permitas que sus criadas vayan a las concurrencias del siglo, para que no le enseñen
peor lo que ellas aprendieron mal: no sepa cuando niña lo que después debe olvidar.
(S. Jerónimo, ad Letan., Ep. 107, sent. 2, adic. Tric. T. 5, p. 352.)"

"Las mujeres que tienen particular obligación a cuidar de los negocios domésticos, y
de¡ gobierno de la familia, debieran ser más prudentes que los mismos hombres. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homil. 60, Joann., sent. 85, Trie. T. 6, p,. 315.)"

"Debe el marido repetir en su casa lo que ha oído en el sermón; la mujer debe


aprender de su esposo, los hijos le han de escuchar, y los criados no deben carecer
de esta doctrina. Haced, pues, de vuestra casa una iglesia, porque algún día habéis
de dar cuenta de la salvación de vuestros hijos y criados. (S. Juan CRISÓSTOMO,
Serm. 7, Génesis, sent. 110, Tric. T. 6, p. 320.)"

"Las mujeres deben tener más particular cuidado de la educación de sus hijos,
porque están más comúnmente en la casa. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. 1, de etern.,
sent. 111, Tric. T. 6, p. 320.)"

"Hay algunos padres que hacen todo lo posible por procurar a sus hijos grandes
tierras y casas magníficas, pero nada hacen para mejorar sus almas. Y esto es lo que
pierde y confunde en el mundo todas las cosas. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. in illud.,
vidua eligatur, sent. 214, Tric. T. 6, p. 343.)"

"Cuando vuestros hijos salen de casa, debéis observar con cuidado a donde van, de
dónde vienen, cuáles con sus conversaciones y con quiénes contraen amistades,
porque debemos estar persuadidos, que si despreciamos este cuidado, no tenemos
que esperar perdón alguno de la misericordia de Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid.,
sent. 215, Tric. ibid., ibid.)."

"Dice un Apóstol: cuidad de criar bien vuestros hijos, corrigiéndoles e instruyéndolos


en la doctrina del Señor. Esta es la principal obligación de los padres: aquí ven la
mayor solicitud que deben tener. En esto conozco el enlace y la naturaleza de la
sangre, cuando veo que un padre se toma mayor cuidado de las necesidades
espirituales de sus hijos. (San Juan CRISÓSTOMO, ibid., sent. 240, Tric. ibid., ibid.).

"Si tú educaras santamente a tu hijo, y aquel y el otro al suyo, y llegase a todos esta
serie de la mejor conversación, como si fuera una cadena que empezase desde ti,
por lo cual hicieses tuyo el fruto que proviene del cuidado de los hijos, y los padres
los enseñasen con cuidado, no se necesitarían leyes, juicios, penas ni castigos, más
por no cuidar de ellos los enredamos en mayores males, los hemos entregado a las
manos de los verdugos, y frecuentemente los arrojamos al infierno. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Serm. 29, sent. 17, adic., Tric. T. 6, p. 457.)"

"Tenemos los hijos como un grande y precioso depósito; guardémoles con cuidado, y
hagamos todo lo posible para que el astuto ladrón no nos los robe. (San Juan
CRISÓSTOMO, Homil, 9, sent. 20, adic., Tríc. T. 6, p. 459.)"
"Cuando un padre manda a su hijo alguna cosa que no es contraria a la ley de Dios,
debe el hijo obedecer, como si Dios se lo mandara, pues Dios ordena que el hijo
obedezca al padre. (S. AGUSTÍN, Salm. 79, sent. 113, Tric. T. 7, p. 465.)"

"Aprended de memoria el símbolo y la oración del Padre nuestro. Enseñad a vuestro


hijos, sabed que habéis de responder a Dios de los que habéis tenido en las sagradas
aguas del bautismo. Por lo cual tendréis de estos el mismo cuidado que de vuestros
hijos, reprenderles y corregirles par que vivan sobria, casta y devotamente. Vivid de
tal modo que imitándoos vuestros hijos, vayan al cielo y no al infierno. (S. Cesáreo de
Arlés, Serm. 66, sent. 13, Tric. T. 9, p. 46.)"

"Si Dios hace suyo a vuestro hijo, ¿qué perdéis en esto, ni qué pierde el hijo? De rico
se hace más rico: de noble más generoso; de ilustre más esclarecido, y lo que es más
que todo esto: de pecador se hace santo. (S. Bernardo, Ep. 119, ad parent. Ganfridi
de Peron., sent. 22, adic., Tric. T. 10, p. 353.)"

¡Oh padre duro y madre cruel! ¡Oh padres impíos y severos! No diré padres, sino
homicidas, a quienes sirve de dolor la salud de su hijo, y de consuelo su muerte: los
que más quieren que perezca con ellos, que el que reine sin ellos: los que pretenden
que vuelva al naufragio; de que escape desnudo al fuego de donde salí medio
abrasado; a los ladrones que me dejaron medio muerto, aunque por aquel
misericordioso samaritano ya me he restablecido algún tanto. Los que procuran que
vuelva al siglo el soldado de Jesucristo, que triunfa por tener casi arrebatado el cielo,
de lo que no me glorio en mi, sino en Aquel que venció al mundo. ¡Qué vuelva desde
la misma puerta de la gloria, como el perro al vómito y como el cerdo al cieno! ¡Oh
monstruoso engaño! Arde la casa y ya se apresura el fuego por la espalda y prohíbe
la salida al que huye, y persuaden que vuelva atrás el que escapa. Y esto por los
mismos que están en medio del incendio y con obstiriada locura o con muy loca
obstinación, no quieren evitar el peligro. (S. Bernardo, Ep. 111, ex personn. Eliae
Mon., ad parent., sent. 23, adic., Trie. T. 10, p. 353 y 354.)"

"Dios es la única causa para dejar de obedecer a los padres. (S. Bemardo, Ep. 111,
sent. 63, Tric. T. 10, p. 327.)"

"Dice San Jerónimo: Si tu padre se postra en el umbral de tu puerta, si tu madre,


abriendo su seno, te manifiesta los pechos con que te alimentó; si el pequeñito
sobrino se cuelga de tu cuello, prosigue, aunque sea preciso pisar a tu padre, y ve
volando con los ojos enjutos al estandarte de la cruz. Ser cruel en esta parte por
Jesucristo, es el género más sublime de piedad: no te muevan las lágrimas de unos
frenéticos que lloran el verte hecho hijo de Dios, de hijo del infierno. (S. Bernardo, Ep.
351, ad Hugon. Novion., sent. 40, adic. Tric. T. 10, p. 360 y 36 l.)"

Dios
"Dios es inefable, más fácil es decir lo que no es El, que lo que el es. (S. AGUSTÍN,
salm. 78, sent. 135, Tric. T. 7, p. 467.)"

"El que desea con ansia a Dios, canta de corazón sus alabanzas, aunque su lengua
calle; pero el que no le desea, por más que esté hiriendo con sus clamores los oídos
de los hombres, es mudo en la presencia de Dios. (S. AGUSTÍN, Salm. 86, sent. 136,
Tric. T. 7, p. 467.)"

"Dios ha querido hacerse nuestro deudor, no recibiendo de nosotros cosa alguna,


sino prometiéndonos muy grandes bienes. (S. AGUSTÍN, Salm. 109, sent. 152, Tric. T.
7, p. 468.)"

"Cuando os halláis en donde trabaja un artesano, no os atrevéis a reprenderle sobre


su trabajo, porque lo entiende mejor que vosotros; y ¿sois tan insolentes que os
atrevéis a replicar en este mundo contra lo que Dios hace en él? (S. AGUSTÍN, Salm.
148, sent. 178, Tric. T. 7, p. 470.)"

"Decimos que Dios puede algunas cosas que nosotros no podemos investigar: en
estas toda la razón de lo que ha hecho, es el poder de lo que hace. (S. AGUSTÍN, Ep.
ad Volus., sent. 10, adic. Tric. T. 7, p. 487.)"

¿Por qué crió Dios a los que sabía que habían de ser malos? Porque así como previó
lo malo que habían de hacer, así también previó el bien que El había de sacar de sus
malas acciones. (S. AGUSTÍN, de 5 cuad., tit. lib. 11, c. 9, sent. 12, adic. Tric., ibid.,
ibid.)"

"Dios obra y nosotros cooperamos con El: porque no quita el libre albedrío de la
buena voluntad, sino que le ayuda. (S. AGUSTÍN, lib. 5, Deut. q. 15, sent. 13, adic.
Tric. T. 7, p. 484.)"

11 ¿Cómo te puedo comprender, oh Dios, siendo tan grande, si no puedo


comprenderme a mí, que soy tan pequeño? (S. AGUSTÍN, Serm. cont. Jtjd., c. 6, sent.
18, adic. Tric. T. 7, p. 485.)"

"Es preciso entender un Dios que tiene misericordia sin lástima: que se enoja sin ira:
que se olvida sin olvido: que no conoce sin ignorancia, y que se arrepiente sin
arrepentimiento. (S. AGUSTÍN, lib. 16, sent. 24, adic. Tric. T. 7, p. 486.)"

"Quiso Dios que todos los hombres viniesen de un mismo hombre para que se
conservasen en sociedad, no solamente por la semejanza en la especie, sino también
con el vínculo del parentesco. (S. AGUSTÍN, de De bon. conf., c. 1, sent. 25, adic. Tric.
T. 7, p. 486.)"

Cuando Jesucristo, pues, les dijo: Yo soy, cayeron todos de espaldas en el suelo. ¿Una
respuesta tan benigna y tan modesta como la del Hijo de Dios, así derribó a los que
la oyeron? Pues ¿cómo hubieran podido sufrir sus amenazas? Este ejemplo hace ver
que todas las criaturas no podrán sufrir el peso majestuoso de sola una palabra de
Dios, aun cuando la acompañe de dulzura y de bondad. (S. Cirilo Alejand., Senn. 5, in
Joan, sent. 21, Tric. T. 8, p. 104.)"

"Este mandamiento: No tomarás en vano el nombre del Señor: prohíbe pronunciar el


santo nombre de Dios sin razón alguna, como no sea en la oración o cuando hay
necesidad de enseñar a otros, o en otra semejante ocasión, porque hay muchos que
a cada instante lo pronuncian, aunque sea jugando o riendo, lo cual creo yo que está
prohibido por la ley de Dios. (Teodoreto, Quaest. 41, in Exod., sent. 1, Tric. T. 8, p.
262.)"

"De Dios depende la fertilidad de la tierra, y hacer feliz la navegación: pero si este
Señor dispone lo contrario, debemos sujetamos a sus órdenes, sin inquirir con
excesiva curiosidad la razón de su conducta para con nosotros, porque esta es
incomprensible. (Teodoreto, lib. 5 de Haeres, sent. 4, Tric. T. 8, p, 262.)"

"¿Quién puede conocer la grande de vuestra ira? El entendimiento humano es


incapaz de comprender el poder de la ira Divina, porque obrando su providencia
sobre nosotros del modo más oculto, nos recibe algunas veces favorablemente
cuando nos parece que nos desampara, y tal nos desampara cuando creemos que
nos recibe. Muchas veces es un efecto de su gracia, lo que llamamos efecto de su
indignación, y lo que pensamos que es efecto de su gracia, lo es de su ira. (S.
Gregorio el Grande, lib. 5, c. 10, p. 145, sent. 9, Tric. T. 9, p. 232 y 233.)"

"En todas nuestras acciones no tenemos que hacer otra cosa sino investigar con
cuidado cuál es la voluntad de Dios, para que, conocida esta, sujetemos a ella todas
nuestras obras y la sigamos ciegamente como a guía de nuestro camino en esta
vida, y confesar que no dejaríamos de seguirle, aun sin querer, cuando nos
extraviara la soberbia: porque es imposible evitar el poder de las tentaciones de
Dios, pero el que las suaviza mucho es el que se confor-me con sus disposiciones, y
cuando el corazón se sujeta y sufre voluntariamente, hace el peso mucho más ligero
y más fácil de llevar. (S. Gregorio el Grande, lib. 5, e. 18, p. 196, sent. 21, Trie. T. 9,
p. 236.)"

"Jamás expresamos mejor la grandeza de las obras de la omnipotencia de Dios, que


cuando nos reconocemos incapaces de expresarle: y nunca hablamos de esta con
mayor elocuencia, que cuando nos contentamos con admirarla con un profundo
silencio, porque en esta ocasión la misma falta de poder tiene una voz poderosa para
publicar estas inefables obras y solamente una lengua muda puede explicar lo que
somos incapaces de comprender. (S. Gregorio el Grande, lib. 9, c. 12, p. 297, sent.
41, Tric. T. 9, p. 246.)"

"Si halláis lugar en donde os parezca que no está Dios, allí podéis pecar con toda
libertad. El que profundizó los abismos ve todo lo que pasa en los rincones más
ocultos; en las cuevas más profundas y en la más negra oscuridad. Si os parece que
la pública fama os absuelve, no dejéis de condenaros en el tribunal de vuestra propia
conciencia. (S. Anselmo, Exhort., ad contemptum temporalium, sent. 24, Tric. T. 9,
p.345.)"

"Siempre está Dios presente a si mismo: sin poderse olvidar se está contemplando y
amándose. Si estáis, pues, según vuestra capacidad, infatigablemente ocupados en
la memoria de Dios: si le estáis mirando sin cesar con los ojos del espíritu, y vuestro
corazón se abrasa en su amor, seréis una perfecta imagen suya, porque procuraréis
hacer lo que Dios hace siempre. El hombre debe referir toda su vida a la memoria, al
conocimiento, y al amor del Supremo Bien: debéis, pues, aplicar todos los
pensamientos, y excitar y conformar de tal suerte los movimientos de vuestro
corazón, que jamás se canse el alma de suspirar por Dios, y de respetar la memoria
de Dios, y adelantarse en el conocimiento de Dios: de hacer nuevos progresos en el
amor de Dios, y de remontarse a la nobleza de su origen, y en fin, acordándonos de
que fuimos criados a la semejanza de Dios: porque como dijo el Apóstol: "No debe el
hombre cubrir su cabeza cuando ora, por ser la imagen de Dios, y la expresión de su
gloria." (S. Anselmo, 1." Meditat., sent. 37, Tric. T. 9, p. 348.)"
"Según la doctrina del Apóstol San Pablo, vivimos en Dios y en El tenemos el
movimiento y el ser. ¡Oh dulce vida, amable movimiento y deseable ser! Pues ¿qué
puede haber que sea más dulce, que tener la vida bienaventurada? ¿Qué puede
haber más amable que referir a Dios todos los movimientos de nuestras voluntades y
nuestras acciones, arreglándolas según Aquel que es el único que nos puede dar el
descanso eterno y una firmeza inexplicable? ¿Qué puede haber que merezca
nuestros deseos, como estar con la unión de nuestros afectos y acciones en Aquel
que sólo posee verdaderamente el ser, y sin el cual ningúno puede tener el
bienestar? (S. Anselmo, 1." Meditat., sent. 39, Tric. T. 9, p. 349.)"

"Así como el cuerpo no se satisface con el aire, así tampoco el corazón se sacia con
el oro. (S. Bernardo, de convers. ad Cler., sent. 65, Trie. T. 10, p. 326.)"

"Aquellos ojos que todo lo ven sin que nadie pueda verlos están siempre sobre
nosotros. (S. Bernardo, Sen-n. 55, in Cant., sent. 67, Tric. T. 10, p. 326.)"

"Cuando Dios nos descarga, también nos carga; porque nos carga con su beneficio,
cuando nos descarga de nuestro pecado. (S. Bernardo, Serm. 15, in Psalm. qui habit.,
sent. 80, Trie. T. 10, p. 327.)"

"Procuremos agradar a todo a todos, y principalmente al que es mayor que todos. (S.
Bernardo, ibid., sent. 91, Tric. ibid., ibid.)"

DIRECCIÓN ESPIRITUAL

Citas de la Sagrada Escritura

Trata a un varon piadoso, de quien conoces que sigue los caminos del Señor, cuyo
corazon es semejante al tuyo y te compadecera si te ve caído. Y permanece firme en
lo que resuelvas, porque ningúno sera para ti mas fiel que el. El alma de este hombre
piadoso ve mejor las cosas que siete centinelas en lo alto de una atalaya. Y en todas
ellas ora por ti al Altisimo, para que te dirija por la senda de la verdad. Eclo 37, 15-
19.

Mas valen dos que uno solo, porque mejor logran el fruto de su trabajo. Si uno cae el
otro le levanta; pero ¡ay del que esta solo, que, cuando cae, no tiene quien le
levante! Ecl 4, 9-10.

Mejor es oir el reproche de un sabio que escuchar las alabanzas de los necios. Ecl 7,
6.
Yo abro mi boca y hablo para comunicaros de balde la sabiduria; inclinaos a ella;
reciba vuestra alma la instruccion. Eclo 51, 34.

¿No es verdad que nuestro corazon se enardecia, cuando nos hablaba en el camino y
nos explicaba la Escritura? Lc 24, 32.

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los otros, pero ellos ni con un
dedo hacen nada por moverlas. Mt 23, 4.

Levantate y entra en la ciudad, y se te dira lo que has de hacer [...]. Fue Ananias y
entro en la casa, e imponiendole las manos, le dijo: Hermano Pablo, el Señor Jesus
[...], me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Hech 9,
6 y 17.

Porque nosotros solo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois el campo de Dios,
la edificacion de Dios. I Cor 3, 9.

Es preciso que los hombres vean en nosotros ministros de Cristo y dispensadores de


los misterios de Dios. I Cor 4, 1.

En nada demos motivo de escandalo, para que no sea menospreciado nuestro


ministerio, sino que en todo mostremonos como ministros de Dios [...]. 2 Cor 6, 3-4.

Sigue el consejo de los prudentes y no desprecies ningún buen consejo. Tob 4, 18.

Si uno cae, el otro se levanta; pero ¡ay del solo, que, si cae, no tiene quien le levante!
Ecl 4, 10.

No hagas nada sin consejo, y despues de hecho no tendras que arrepentirte. Ecl 32,
23.

El que a vosotros oye, a mi me oye. Lc 10, 16.


Somos embajadores de Cristo,como si Dios os exhortase por medio de nosotros. 2
Cor 5, 20.

Toda planta que no ha plantada mi Padre celestial sera arrancada. Dejadlos, son
guias ciegos; si un ciego guia a otro ciego, ambos caeran en la fosa. Mt 15, 13, 14.

Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. I Pdr 5, 5.

Me hago endeble con los endebles para ganar a los endebles; me hago todo para
todos para salvarIos a todos. I Cor 9, 22.

1Quien desfallece que yo no desfallezca? `,Quien se escandaliza que yo no me


abrase? 2 Cor 11, 29.

Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesus. Fil 2, 5.

jHijos mios, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado
en vosotros! Cal4, 19.

La calta cascada no la quebrara y no apagara la mecha que aun humea. Mt 12, 20;
1s 42, 3.

SELECCION DE TEXTOS

Es una gran aynda para la vida interior

1801 Una de las cosas mas arduas y dificultosas que hay en esta vida es saber ir a
Dios y tratar familiarmente con el. Y por esto no se puede este camino andar sin
alguna buena guia (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Tratado de la oración y meditacion,
II, 5).
1802 Y adviertase que para este camino, a lo menos para lo mas subido de el y aun
para lo mediano, apenas se hallara un guia cabal segun todas las partes que ha
menester, porque, demás de ser sabio y discreto, es menester que sea
experimentado. Porque para guiar el espíritu, aunque el fundamento es el saber y la
discrecion, si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, no atinara a
encaminar al alma en el, cuando Dios se lo da, ni aun lo entendera (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Llama de amor viva, canc. 3, n. 30).

1803 Si quiere o pretende ser contemplativa ha menester para ir muy acertada dejar
su voluntad con toda determinacion en un confesor que sea tal. Porque esto es ya
cosa muy sabida, que aprovechan mas de esta suerte en un ano que sin esto en
muchos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 18, 8).

1804 Cuando os sintais aguijoneados por la contricion os dareis cuenta de la


laboriosidad y esfuerzo que supone el salvar la propia alma. Se afianzara en vosotros
la profunda conviccion de que, lejos de poder enseñar a los demas, teneis todavia
necesidad de la ayuda de un maestro (CASIANO, Colaciones, 24).

1805 Hay quienes son tentados de mudar de confesor por curiosidad, para ver como
los gobernaría otro; se cansan de oir siempre los mismos consejos, especialmente si
son de cosas que no agradan a su natural; por inconstancia, porque no pueden
perseverar por mucho tiempo en los mismos ejercicios; por soberbia, porque quieren
ir con el director mas afamado o mas en candelero, o gustan de que les regalen los
oidos; por cierta especie de inquietud, que es causa de que jamas esten contentos
con el que tienen y de que esten siempre soltando en una perfección imaginaria; por
un deseo desordenado de manifestar su interior a diversos confesores para que estos
se interesen por ellos o para asegurarse mas; por falsa verguenza, para ocultar al
confesor ordinario ciertas flaquezas humillantes. Estos motivos son a todas luces
insuficientes, y hemos de rechazarlos si queremos adelantar sin tregua en el camino
del espíritu (TANQUEREY, Teologia ascetica y m(stica, n. 556).

1806 Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de


los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir,
para traer a la memoria constantemente el camino (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 34).

1807Aquellas palabras que el Señor dijo a Jeremias: Ecce constitui te super gentes...
ut evellas. .. et dissipes et aedifices et plantes (Jer 1, lO), las esta repitiendo a todos
los confesores; los cuales no solo deben arrancar los vicios del alma, sino también
plantar virtudes (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, La practica del confesor, 1. c., 99).
1808 Bendito seais vos, Señor, que tan inhabil y sin provecho me hicisteis. Mas
alaboos muy mucho, porque despertais a tantos que nos despierten. Habia de ser
muy continua nuestra oración por estos que nos dan luz. ¿Que seriamos sin ellos
entre tan grandes tempestades como ahora tiene la Iglesia? Si algunos ha habido
ruines, mas resplandeceran los buenos. Plegue al Señor los tenga de su mano y los
ayude para que nos ayuden (SANTA TERESA, Vida, 13, lO).

1809 Los mas habiles medicos no suelen limitarse a curar las enfermedades
presentes. Su sagacidad les hace ver mas alla y se emplean en prevenir ulteriores
males por medio de diagnosticos y medicamentos saludables. Cosa pareja hacen
estos autenticos medicos de las almas. Con antelacion curan, como con un antidoto
sobrenatural, las dolencias del corazon, cuyos sintomas apareceran mas tarde, e
impiden que se desarrollen en el alma. Y es que, descubriendo a los jovenes las
causas de las pasiones que les amenazan, les brindan a la vez los remedios para
sanarlas (CASIANO, Instituciones, 11).

1810 En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades. Es el momento


de la direccion espiritual personal. Si se habla confiadamente, si se exponen con
sencillez las propias luchas interiores, se sale siempre adelante, y no habra obstaculo
ni tentacion que logre apartaros de Cristo (JUAN PABLO II, Carta a los seminaristas de
España, Valencia 8-XI-1982).

No somos buenos consejeros de nosotros mismos

1811 En el camino de la vida espiritual no os fieis de vosotros mismos, sino que, con
sencillez y docilidad, pedid consejo y aceptad la ayuda de quien, con sabia
moderacion, puede guiar vuestra alma, indicaros los peligros, sugeriros los remedios
oportunos, y en todas las dificultades internas y externas os puede dirigir rectamente
y encaminaros a ser cada día mas perfectos [...]. Sin esta prudente guia de la
conciencia, de modo ordinario, es muy dificil secundar convenientemente los
impulsos del Espíritu Santo y de la gracia divina (Plo XII, Menti nostrae, 23-IX-1950).

1812 Uno comprende enseguida la culpa de otro, pero con dificultad se da cuenta de
la suya; un hombre es imparcial en causa ajena, pero se perturba en la propia (SAN
JUAN CRI SOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 132).

1813 Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal
consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los
escollos de la vida interior.Por eso es Voluntad de Dios que la direccion de la nave la
lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 59).
1814 Nadie esta autorizado, por sabio que sea, a creer que podra prescindir de los
consejos de su hermano. Las ilusiones de Satanas le llevaran a engaflo y no escapara
a los lazos que le tenderan la presuncion y la soberbia. ¿Quien podria arrogarse tal
independencia sin incurrir en daños irreparables? (CASIANO, Colaciones, 16).

1815 Aquel que obedece a su inspiracion personal y fia demasiado en su propio juicio
no podre alcanzar las cimas de la perfección. Es imposible que no sucumba a las
peligrosas ilusiones que urde el demonio por doquier (CASIANO, Colaciones, 2).

1816 Convencete de que no eres buen consejero de ti mismo y, por eso, teme y
desconfia de tus opiniones, que tienen una raiz mala y corrompida. Con esta
persuasion, aconsejase,en lo posible, de hombres sabios y de buena conciencia, y
prefiere ser gobernado por uno que sea mejor que tu a seguir tu propio parecer (J.
PECCI—Leon XIII—, Practica de la humildad, 28).

1817 El que solo quiere estar, sin arrimo y guia, sera como el arbol que esta solo y
sin dueño en el campo, que por mas fruta que tenga, los viadores se la cogeran y no
llegara a sazon. El arbol cultivado y guardado con los buenos cuidados de su dueno,
da la fruta en el tiempo que de el se espera. El alma sola sin maestro, que tiene
virtud, es como el carbon encendido que esta solo; antes se ira enfriando que
encendiendo (SAN JUAN DELA CRUZ, Dichos de luz y de amor, 1. c., pp. 958-964).

1818 Que no hay quien tan bien se conozca a si como conocen quienes nos miran, si
es con amor y cuidado de aprovecharnos (SANTA TERESA, Vida, 16, 4)

Direccion espiritual y Confesion

1819 El sacramento de la Penitencia, por cuanto lleva consigo de ejercicio de


humildad y de sinceridad, por la fe que profesa in actu exercito [..:], por la esperanza
que incluye, por el atento examen de la conciencia que exige, no solo es instrumento
directo para destruir el pecado [...], sino también ejercicio precioso de virtud,
expiacion, escuela insustituible de espiritualidad, profunda labor de regeneracion de
las almas [...]. En este sentido, la Confesion bien llevada es ya, por si misma, una
forma altisima de direccion espiritual (JUAN PABLOII, A la Sagrada Penitenciaria y a
los penitenciarios romanos, 30-1-1981).

Dios actua en el alma a traves de la direccion espiritual


1820Yendo con limpia conciencia y con obediencia, nunca el Sehor permite que el
demonio tenga tanta mano que nos engafie de manera que pueda afanar el alma;
antes viene el a quedar engañado (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 2).

1821 Grandemente le conviene al alma que quiere ir adelante en el recogimiento y


perfección mirar en cuyas manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal sera el
discipulo, y cual es el padre, tal el hijo (SAN JUAN DELA CRUZ, Llama de amor viva,
canc, 3, n. 30).

1822 También a San Pablo le llamo Cristo por si mismo y le hablo. Mas, pudiendo
revelarle en el acto el camino de la santidad, prefirio encaminarlo a Ananias y le
ordeno que aprendiera de sus labios la verdad: Levantate y entra en la ciudad, y se
te dira lo que has de hacer (CASIANO, Colaciones, 2).

1823 Si no levantarías sin un arquitecto una buena casa para vivir en la tierra, ¿como
quieres levantar sin Director el alcazar de tu santificacion para vivir eternamente en
el cielo? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 60).

1824 Dios ha dispuesto que, de forma ordinaria, los hombres se salven con la ayuda
de otros hombres; y asi, a los que El llama a un grado mas alto de santidad les
proporciona también a unos que les guien hacia esta meta (LEON XIII, Testem
benevolentem, 22-1-1899).

1825 El hombre necesita aconsejarse cuando esta atribulado, como precisa el


enfermo la orientacion de los medicos. Por consiguiente, estando enfermos todos por
el pecado, hemos de pedir consejo para curarnos (SANTO TOMÁS, Sobre el
Padrenuestro, 1. c., 153).

1826 Nunca afirmaron los santos que habían encontrado por si solos el camino que
anduvieron para aprovechar en la virtud y garantizar su posesion (CASIANO,
Colaciones, 3).

La direccion espiritual requiere docilidad

1827 Dicen que los hombres se convierten en simples maquinas y pierden la


dignidad de la naturaleza humana cuando se guien por la palabra de otro. Y me
gustarla saber lo que llegarian a ser siguiendo su propia voluntad. Yo apelo a una
persona sincera y pregunto si no reconocerla que, en general, el mundo seria mucho
mas feliz, los individuos mucho mas felices si se dejaran llevar por un consejo amigo.
Por cada persona que ha sido perjudicada por seguir la direccion de otro, cientos de
personas se han arruinado guiandose por su propia voluntad (CARD. J.H. NEWMAN,
Sermón para el Dom. I de Cuaresma: Entrega a Dios).

1828Tratad con el con toda sinceridad y fidelidad, manifestandole claramente


vuestros bienes y vuestros males, sin fingimiento ni disimulo (SAN FRANCISCO DE
SALES, Introd. a la vida devota, I, 4).

1829 Esa trepidacion de tu espíritu, la tentacion, que te envuelve, es como una


venda sobre los ojos de tu alma. Estas a oscuras.—No te empeñes en andar solo,
porque, solo, caeras.—Ve a tu Director—a tu superior—y el hara que oigas aquellas
palabras de Rafael Arcángel a Tobias: “Forti animo esto, in proximo est ut a Deo
cureris”—Ten animo, que pronto te curara Dios.—Se obediente, y caeran las
escamas, caera la venda de tus ojos, y Dios te llenara de gracia y de paz (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 715).

1830Asi como entre las enfermedades corporales hay algunas que no las sienten
quienes estan enfermos de ellas, sino que mas bien dan credito a lo que dicen los
medicos, sin tener en cuenta su propia insensibilidad, así el alma, que no percibe sus
pasiones ni conoce sus pecados, debe dar credito a quienes pueden darselos a
conocer (SAN BASILIO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 442).

1831 Es una nota de sabiduria contar con otras personas que puedan ayudarnos
(SANTO TOMÁS' Suma Teológica, 2-2, q. 129, a. 9).

1832 Y tengase este aviso, que si no obedeciere a lo que el confesor le dijere y se


dejare guiar por el, que o es mal espíritu, o terrible melancolia. Pues aunque el
confesor no atinase, ella atinara mas en no salir de lo que se le dice, aunque sea
ángel de Dios el que habla; porque Su Majestad le dara luz u ordenara como se
cumpla; y es sin peligro hacer esto, y en hacer otra cosa puede haber muchos
peligros y muchos danos (SANTA TERESA, Fundaciones, 8, 5).

Imprescindibles la humildad y la sinceridad

1833 (La actitud de quien no es sincero es como la de quienj acudiendo a la consulta


del medico para ser curado perdiera el juicio y la conciencia de a que ha ido, y
mostrase los miembros sanos y ocultase los enfermos [...]: Dios es quien debe
vendar las heridas, no tu, porque si tu, por verguenza, quieres ocultarlas con
vendajes, no te curara el medico. Has de dejar que sea el medico quien te cure y
vende las heridas, porque el las cubre con medicamentos. Mientras que con el
vendaje del medico las llagas se curan, con el vendaje del enfermo se ocultan. ¿Y a
quien las ocultas? A quien conoce todas las cosas (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 31).

1834 La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no aprueban
su espíritu, y aun terminan por tenerles aborrecimiento (SAN JUAN DE LA CRUZ,
Noche oscura, I, 2).

1835 En esa direccion espiritual mostraos siempre muy sinceros: no os concedais


nada sin decirlo, abrid por completo vuestra alma, sin miedos ni verguenzas. Mirad
que, si no, ese camino tan llano y carretero se enreda, y lo que al principio no era
nada, acaba convirtiendose en un nudo que ahoga (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 15).

1836 Mas andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesor y
tratando con el con verdad y llaneza, que—como esta dicho—con lo que el demonio
pensaba daros la muerte os da la vida, aunque mas cocos e ilusiones os quiera hacer
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 40,4).

1837 Rasgando el velo con que la falsa verguenza querria cubrirlos, manifestemos a
nuestros mayores todos los secretos de nuestra alma, y vayamos con confianza a
buscar en ellos el remedio a nuestras heridas y el ejemplo de una vida santa
(CASIANO, Colaciones, 2).

1837 Conviene que para lo que toca al regimiento de vuestra conciencia tomeis por
guia y padre alguna persona letrada y experimentada y ejercitada en las cosas de
Dios [...]. No le escondais cosa buena ni mala; la buena, para que la examine y os
avise, y la mala, para que la corrija. Y cosa de importancia no hayais sin su parecer,
teniendo confianza en Dios, que es amigo de la obediencia, que pondra en el coraz6n
y lengua de vuestro guia lo que conviene a vuestra salud. Y de esta manera huireis
de dos malos extremos: urio de los que dicen: “No he menester consejo de hombre;
Dios me rige y me satisface”. Otros estan sujetos al hombre, sin mirar otra cosa sino
que es hombre, y a estos se les aplica aquella maldici6n que dice: “Maldito el hombre
que confia en el hombre”. Sujetaos vos al hombre, y habreis escapado del primer
peligro; y no confieis en saber y fuerzas de hombres, mas en Dios, que os favorecera
y hablara por medio del hombre; y así habreis evitado el segundo peligro. Y tened
por cierto que, aunque mucho busqueis, no hallareis otro camino tan cierto ni tan
seguro para hallar la voluntad del Señor como este de la humilde obediencia, tan
aconsejado por todos los santos (SAN JUAN DE AVILA, Reglas muy provechosas [...],
n. 9).

Cualidades
1838 Por eso el sacerdote debe ser exclusivamente un hombre de Dios, rechazando
el pensamiento de querer brillar en campos en los que los demás cristianos no
necesitan de el. El sacerdote no es un psicologo, ni un sociologo, ni un antropologo:
es otro Cristo, Cristo mismo, para atender a las almas de sus hermanos (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 79).

1838b A medida que voy viviendo mas, veo mas claramente que la dulzura es
necesaria para entrar y mantenerse en los corazones y para hacerles cumplir su
deber sin tirania. Por que, en fin de cuentas, nuestras hermanas son las ovejas de
Nuestro Señor; nos esta permitido, al conducirlas, tocarlas con el cayado, pero no
aplastarlas (SANTA TERESA DE CHANTAL, Consejos a una Superiora, vol. 3, p. 328).

1839 Si deseamos llegar realmente a la perfecci6n de las virtudes, debemos


escogernos maestros y guias. Pero procuremos que no sean de aquellos que no
hacen mas que publicar con vana palabreria los antojos de su imaginacion; antes
bien, aquellos que, amaestrados por larga experiencia, son igualmente capaces de
enseñarnosla, de dirigirnos hacia ella y mostrarnos el medio seguro para obtenerla
(CAISIANO, Instituciones, 12).

1839b La direccion que ha de darse a las almas no ha de depender b jamas de


cuestiones discutidas, sino de doctrinas admitidas comunmente (TANQUEREY,
Teologia asce'tica y mistica, n. 32 a.).

1840 Aunque para esto parece no son menester letras, mi opinion ha sido siempre, y
sera, que cualquier cristiano procure tratar con quien las tenga buenas, si puede, y
mientras mas, mejor; y los que van por camino de oración tienen de esto mayor
necesidad, y mientras mas espirituales, mas. [...] Así que importa mucho ser el
maestro avisado, digo de buen entendimiento, y que tenga experiencia; si con esto
tiene letras, es grandisimo negocio. Mas si no se pueden hallar estas tres cosas
juntas, las dos primeras importan mas; porque letrados pueden procurar para
comunicarse con ellos cuando tuvieren necesidad. Digo que a los principios, si no
tienen oración, aprovechan poco las letras. No digo que no traten con letrados,
porque espíritu que no vaya comenzado en verdad, yo mas le querria sin oración, y
es gran cosa letras, porque estas nos ensehan a los que poco sabemos y nos dan luz,
y llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos. De
devociones a bobas nos libre Dios (SANTA TERESA, Vida, 13).

1841 Mas si en el confesor se entendiera que va encaminado a alguna vanidad, todo


lo tengan por sospechoso, y en ningúna manera, aunque sean buenas platicas, las
tengan con el, sino con brevedad confesar y concluir. Y lo mejor seria decir a la
prelada que no se halla bien su alma con el y mudarle, que esto es lo mas acertado,
si se puede hacer sin tocarle en la honra (SANTA TERESA, Camino deperfección, 4,
13).
1841 Los que conducen las ovejas de Cristo como si fuesen propias y no de Cristo,
demuestran que se aman a si mismos y no al Señor (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S.
Juan, 123).

1842 No debemos seguir las huellas ni abrazar la doctrina y consejo de aquellos cuya
unica reputacion estriba en las canas y en los anos que han vivido. Si, en cambio,
debemos guiarnos por aquellos que llevaron durante su juventud una vida
irreprochable y digna de elogio, y se formaron no segun sus propias luces y criterio,
sino de acuerdo con las enseñanzas y doctrina de los mayores (CASIANO, Colaciones,
2).

Director
"Debéis trabajar con cuidado por hallar un maestro, cuyos avisos podáis seguir en la
conducta de la vida que habéis abrazado, que sea capaz de enseñaros el camino
recto para ir a Dios, que esté idornado de toda suerte de virtudes, y que pueda dar
en todas sus acciones buen testimonio de la caridad que le anima. (S. Basilio, de
abdic. rer., sent. 33, Tric. T. 3, p. 196.)"

"Si Dios nos hace la gracia de hallar un hombre que tenga todas las cualidades de un
buen director,- y no dudéis que si le buscáis con cuidado te habéis de hallar,- sed
constantes en seguir siempre este maestro y guía de las buenas obras, de suerte que
nada hagáis contra su parecer. (S. Basilio, ibid., sent. 34, Tric. T. 3, p. 196 y 197.)"

"Con los débiles es necesario proceder con un prudente temperamento, procurando


llevarlos poco a poco a la perfección, con tal que al mismo tiempo se procure no
despreciar ni debilitar en cosa alguna los Mandamientos de Dios. (S. Basilio, Reg. 41,
e. 2, sent. 41, Tric. T. 3, p. 197.)"

"Mejor es que la condenación de una o dos personas sirva para que se libren muchos,
que el que muchos se expongan al riesgo de perderse por la indulgencia que se ha
usado con una o dos personas. (S. Ambrosio, in Psatm. 118, sent. 67, Tric. T. 4, p.
326.)"

"Descubrid al padre espiritual los vicios que ocultáis en vuestras almas. Manifestadle
los malos pensamientos que el enemigo os sugiere. El mayor vicio, si le confesamos,
no tiene grandes consecuencias. El defecto más ligero que viene a ser grande si le
callamos. (S. Anselmo, Exhort. ad contemptum temporalium, sent. 26, Tric. T. 9, p.
345.)"

"Quien por sí mismo se rige, obedece a un necio. (S. Bernardo, Ep. 87, sent. 74, Tric.
T. 10, p. 326.)"

"No tener guía, cabeza ni capitán, es grande mal; es la causa de todas las desgracias
y el origen de todos los desórdenes, de las tribulaciones y de la confusión. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 34, ad Hebr., sent. 391, Tric. T. 6, p. 39 l.)"

EJEMPLARIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Muerte de Eleazar:2Mac 6, 18-31

Martires de Sebaste: 2 Mac 7, 2-41.

Nadie enciende la lampara y la pone en un rincon, ni bajo el celemin, sino sobre un


candelero, para que los que entren tengan luz. Lc 11, 33.

Asi ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras,
glorifiquen a vuestro Padre, que esta en los cielos. Mt 5, 16.

Y tu muestrate en todo ejemplo de buenas obras; incorruptibilidad en la doctrina,


gravedad, palabra sana e irreprensible. Tit 2, 7.

Que nadie tenga en poco tu juventud; antes sirvas de ejemplo a los fieles en la
palabra, en la conversacion, en la caridad, en la fe, en la castidad. I Tim 4, 12.

¿Quien de entre vosotros es sabio experimentado? Pues muestre con buena conducta
sus obras [...]. Sant 3, 13.

(Observad) entre los gentiles una conducta buena, a fin de que, en lo mismo por lo
que os afrentan como malhechores, considerando vuestras buenas obras glorifiquen
a Dios t ] / Pdr 2, 12.

En nada demos motivo alguno de escandalo, para que no sea objeto de burla nuestro
ministerio. 2 Cor6, 3.

Conozco vuestra pronta voluntad [.. ] y vuestro celo ha servido de estimulo a los
demas. 2 Cor 9, 2.

...Y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mi, mas le valiera
que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del
mar [...]. ¡Ay de aquel por quien viniere el escandalo! Mt 18, 6-7.

SELECCION DE TEXTOS

La fuerza del ejemplo

1843 ¿Que pensar de los que se adornan con un nombre y no lo son?, ¿de que sirve
el nombre si no se corresponde con la realidad? [...]. Asi, muchos se llaman
cristianos, pero no son hallados tales en realidad, porque no son lo que dicen, en la
vida, en las costumbres, en la esperanza, en la caridad (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la
l.a Epistola de San Juan 4, 4).

1844 Las cosas nos parecen menos dificiles cuando las vemos realizadas en otros
(SAN AMBROSIO, Sobre las virgenes, 2, 2).
1845 Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con las
buenas obras, damos a nuestros projimos buenos ejemplos (SAN GREGORIO MAGNO,
en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).

1846 No es posible que quien de verdad se empeñe por ser santo deje de tener
muchos que no le quieran; pero eso no importa, pues hasta con tal motivo aumenta
la corona de su gloria. Por eso, a una sola cosa hemos de atender: a ordenar con
perfección nuestra propia conducta. Si hacemos esto, conduciremos a una vida
cristiana a los que andan en tinieblas (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
15).

1847 Pues cuando no hubiese otra ganancia sino la confusion que le quedara a la
persona que os hubiere culpado, viendo que vos sin tener culpa os dejais condenar,
es grandisima. Mas levanta al animo una cosa de estas a las veces que diez
Sermónes (SANTA TERESA, Camino de perfección, 15, 6).

1848 La vida de las personas seriamente piadosas es la condenacion de nuestra vida


floja e indiferente. Bien facil es comprender que su humildad y el clesprecio que ellas
hacen de si mismas condena nuestra vida orgullosa, que nada sabe sufrir, que
quisiera la estimacion y alabanza de todos. No hay duda de que su dulzura y su
bondad para con todos abochorna nuestros arrebatos y nuestra colera; es cosa cierta
que su modestia, la ejemplaridad en toda su conducta, condena nuestra vida
mundana y llena de escandalos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el respeto
humano).

1849 Y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra pegase mucho.
Este es un buen aviso; no se os olvide (SANTA TERESA, Camino de perfección, 7, 8).

1850 Cualquiera que se encuentre fiel y prudente, presida la familia del Señor para
darle la medida de trigo en todo tiempo, ya por medio de la predicacion con la que el
alma se alimenta, ya por medio del buen ejemplo,por el que la vida se endereza
(TEOFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 109).

1851 Si cometes alguna falta que es motivo para que te desprecie quien la
presencio, siente vivo dolor de haber ofendido a Dios y de haber dado un mal
ejemplo al projimo, y acepta la deshonra como un medio que Dios te envia para
hacerte expiar tu pecado y para hacerte mas humilde y virtuoso (J. PECCI—Leon XIII
—, Practica de la humildad, 36).

1852 La expresion exterior tiende a manifestar lo que se cree en el corazon (SANTO


TOMÁS. Suma Teológica, 2-2, q. 3, a. 1).

1853 Y así (viviendo la virtud de la templanza) no solo nuestra vida aprovechara para
Dios, sino que esta misma conducta nuestra inflamara a otros para gloria del mismo
Dios, segun aquellas palabras: y todo el pueblo, al verlo, alabo a Dios (SAN
GREGORIO MACNO, Hom 2 sobre los Evang ).

1854 Vive tu vida ordinaria; trabaja donde estas, procurando cumplir los deberes de
tu estado, acabar bien la labor de tu profesión o de tu of icio, creciendote, mejorando
cada jornada. Se leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo. Se
mortificado y alegre. Ese sera tu apostolado. Y, sin que tu encuentres motivos, por tu
pobre miseria, los que te rodean vendran a ti, y con una conversacion natural,
sencilla—a la salida del trabajo, en una reunion de familia, en el autobus, en un
paseo, en cualquier parte— charlareis de inquietudes que estan en el alma de todos,
aunque a veces algunos no quieran darse cuenta: las iran entendiendo mas, cuando
comiencen a buscar de verdad a Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
273).

Que las obras acompañen siempre a las palabras

1855 ¿Quereis alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios.
Vosotros mismos sereis la mejor alabanza que podais tributarle, si es buena vuestra
conducta (SAN AGUSTÍN, Sermón 34).

1856 Sobrarian las palabras, si mostrasemos las obras. No habria un solo pagano, si
nosotros fueramos verdaderamente cristianos (SAN JUAN CRISOSTOMO Hom. sobre la
l.a Epistola a Timoteo, 10).

1857 En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana quien la contradice con


sus obras (SAN ANTONIO DE PADUA, Sermón 1, 226).

1858 La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya


que la enseñanza pierde toda garantia cuando la conciencia contradice las palabras
(SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 23).

1859 Antes de querer hacer santos a todos aquellos a quienes amamos es necesario
que les hagamos felices y alegres, pues nada prepara mejor el alma para la gracia
como la leticia y la alegria. Tu sabes ya [...] que cuando tienes entre las manos los
corazones de aquellos a quienes quieres hacer mejores, si los has sabido atraer con
la mansedumbre de Cristo, has recorrido ya la mitad de tu camino apostolico.
Cuando te quieren y tienen confianza en ti, cuando estan contentos, el campo esta
dispuesto para la siembra. Pues su corazones estan abiertos como una tierra fertil,
para recibir el blanco trigo de tu palabra de apostol o de educador.

Si sabes hablar sin herir, sin ofender, aunque debas corregir o reprender, los
corazones no se te cerraran. La semilla caera, sin duda, en tierra fertil y la cosecha
sera abundante. De otro modo tus palabras encontraran, en vez de un corazon
abierto, un muro macizo; tu simiente no caera en tierra fertil, sino al margen del
camino—iuxta viam—de la indiferencia o de la falta de confianza; o en la piedra —
super petram—de un animo mal dispuesto; o entre las espinas—inter spinas—de un
corazon herido, resentido, lleno de rencor.

No perdamos nunca de vista que el Señor ha prometido su eficacia a los rostros


amables, a los modales afables y cordiales, a la palabra clara y persuasiva que dirige
y forma sin herir: beati mites quoniam ipsi possidebunt terram, bienaventurados los
mansos, porque ellos poseeran la tierra. No debemos olvidar nunca que somos
hombres que tratamos con otros hombres, aun cuando queramos hacer bien a las
almas. No somos argeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros
modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro apostolado. (S.
CANALS, Ascetica meditada, pp. 74-76).

1860 Algunos hombres reciben de Dios una mision especial: dan testimonio de Dios
no solamente desde un punto de vista natural, por el hecho de su existencia, sino
sobre todo de una manera espiritual, con sus buenas obras. Todos los santos son
testigos de Dios, porque sus buenas obras glorifican al Señor ante los hombres [...].
Sin embargo, los que, no contentos con recibir los dones divinos y de hacer bien con
la gracia de Dios, comunican esos dones a otros por medio de la palabra, estimulos y
exhortaciones, son mas especialmente todavia testigos de Dios (SANTO TOMÁS'
Coment. Evang. S. Juan, 4, 1).

1861 No olvides que antes de enseñar hay que hacer.—”Coepit facere et docere”,
dice de Jesucristo la Escritura Santa: comenzo a hacer y a enseñar.

—Primero, hacer. Para que tu y yo aprendamos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino n.


342).

1862 Quien tiene la mision de decir cosas grandes, esta igualmente obligado a
practicarlas (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, 2, 3).

1863Jamas tendra eficacia la autoridad del maestro si no va asociada a ella la


ejemplaridad de sus acciones (CASIANO,Colaciones, 11).

1864 ¿Hay algo mas triste que un maestro, cuando el único modo de salvar a sus
discipulos es decirles que no se fijen en la vida del que les habla? (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).
1865 Creeran a nuestras obras mas que a cualquier otro discurso (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

Cristo, ejemplo de todas las virtudes

1866Aquel madero que sujetaba sus miembros moribundos es también catedra


desde donde nuestro Maestro enseña (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 119).

1867 Si buscas un ejemplo de obediencia, sigue al que se hizo obediente al Padre


hasta la muerte (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 4, 1. c., p. 67).

1868 Este divino Salvador ha vivido la humildad hasta el extremo de hacerse el


oprobio de la tierra, para abajar lo mas elevado y curar la llaga de nuestro orgullo,
enseñandonos con su ejemplo el único camino que lleva al cielo: Aprended de ml,
que soy manso y humilde de corazon; y hallareis paz para vuestras almas (J. PECCI—
Leon XIII—, Practica de la humildad, p. 42).

1869 Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: el, que era Dios, quiso
ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato, y morir (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,
6,1. c.).

1870 (Jesus quiso bautizarse) para encarecernos con su humildad lo que a nosotros
era de necesidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 51).

1871 Cristo se sometio a la circuncision en el tiempo en que estaba vigente y así su


obra se nos ofrece como ejemplo que imitar, para que observemos las cosas que en
nuestro tiempo estan preceptuadas (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 3~/, a. I).

1872 (Jesucristo) por todas partes ha dejado ejemplos de su misericordia (SAN


GREGORIO MAGNO, Hom. 25 sobre los Evang.).

1X73 La pasion de Cristo basta para servir de guia y modelo a toda nuestra vida
(SANTO TOMÁS Sobre el Credo, 6, 1. c.).

El ejemplo de Maria
1874 Sirvanos la vida de Maria de modelo de virginidad, cual imagen que se hubiera
trasladado a un lienzo; en ella, como en espejo, brilla la hermosura de la castidad y la
belleza de toda virtud. Virgen no solo en su carne, sino también en su alma, sin que
la menor doblez de malicia corrompiese la pureza de sus afectos; humilde en su
corazon, prudente en las palabras, madura en el consejo, parca en su conversacion
[...], solicita en sus labores, a nadie hizo mal, quiso bien a todos, respeto a los
mayores, fue amable para con los iguales [...]. He a-tui la imagen de la verdadera
virginidad. Esta fue Maria, cuya vida paso a ser norma para todas las virgenes (SAN
AMBROSIO, Sobre las virgenes, 2, 16).

1875 Maria llama bienaventurados a los que son diligentes en imitar su vida. Ahora,
pues, oh hijos, escuchadme: Bienaventurados los que siguen mis caminos (Prov 8,
32). El que ama, se asemeja o procura asemejarse a la persona amada, segun aquel
celebre proverbio: “El amor, o los halla o los hace iguales”. Si amamos, pues, a
Maria, es necesario que trabajemos por imitarla, porque este es el mayor obsequio
que le podemos of recen (S. ALFONSO Mª DE LIGORIO, De las virtudes de Maria
Santisima, 1. c., pp. 554-545).

1876 Y esta practica (del pudor y de la modestia) sera una leccion viva y atrayente
enseñanza, que arrastre a las almas hacia la santidad. Pero habeis de hacerlo con la
humildad de Maria, que oye a todos como discipula y aprendiz de virtudes, aunque
era doctora consumada en la dificil ciencia de ellas (SAN AMBROSIO, Sobre las
virgenes, 2, 9).

1877Como flores en alegre jardin brillan en el alma de Maria las virtudes: en su pudor
muestrase el recato; en su fe, la firmeza y el valor; en su devocion, el amor
obsequioso. Como virgen, ama el retiro de su casa y no sale de ella sin compahia;
como madre, acude al templo a ofrecer su hijo a Dios (SAN AMBROSIO Sobre las
virgenes, 2, 15).

El ejemplo de los martires y de los santos

1878 Los martires nacen al morir, su fin significa el principio; al matarlos se les dio la
vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra
(SAN PEDRO CRISOLOGO, Sermón 108).

1879 Esas estrellas las veo como acabando de nacer para nosotros del Espíritu, e
instantaneamente han hecho de la Iglesia un firmamento. Porque los rayos de las
estrellas figuran la virtud eminente de los grandes hombres, como piedad de
aquellos a quienes ha llenado la gracia. Podeis decir con toda verdad que estos
hombres, nacidos de la promesa, son semejantes a los astros del cielo (SAN
GREGORIO NISENO, Hom. de Pascua).

1880 Los martires, en efecto, sufrieron por dar testimonio [...] Como testigos de Dios
sufrieron (SAN AGUSTÍN Coment. a la l.a Epistola de S. Juan, 1, 2).

1881 El martirio es, entre los actos humanos, el mas perfecto en su genero, como
signo de mayor caridad, puesto que segun San Juan: Nadie tiene mayor amor que
este de dar la vida uno por sus amigos (SANTO TOMÁS. Suma Teológica, 2-2, q. 124,
a. 3).

1882 Ningúno de nosotros puede detenerse a mirar el sol cuando sale, porque
nuestra vista queda herida con sus rayos; pero vemos las montanas iluminadas por
el sol, y de esta manera nos cercioramos de que el sol ha salido. Como no podemos
ver el sol de justicia en si mismo, procuramos ver las montañas iluminadas con su
claridad, esto es, los santos apostoles, quienes resplandecen por sus virtudes, brillan
por los milagros que hicieron, a los que inunda con su claridad el sol naciente, el
cual, siendo ahora invisible, se hace visible por medio de ellos, como la salida del sol
material ilumina las montahas con su luz (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los
Evang.).

1883 Yo te bendigo (Señor), porque te dignaste hacerme llegar a este día y a esta
hora, para que yo tenga parte, contado en el numero de tus testigos, en el cariz de tu
Ungido (SAN POLICARPO, en el momento del martirio, l. c., 14, 2).

1884 A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran
multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también
por emulacion, se han convertido para nosotros en un magnifico ejemplo (SAN
CLEMENTE 1, Carta a los Corintios, 5, I ss.).

El ejemplo que debe dar quien ha sido constituido buen pastor

1885 El error de un maestro es una tentacion para los fieles; tentacion tanto mayor
cuanto mas docto es el que yerra (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, 17).

1886 Vosotros sois la laz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre
un monte, ni se enciende una lampara y se la pone bajo el celemin, sino sobre el
candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. Asf ha de lucir vuestra luz
ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro
Padre, que esta en los cielos (Mt 5, 14-16). Aqui enseña el Señor a sus discipulos a
cuidar con ejemplaridad de su propia vida, porque habla de ser mirada
constantemente por todos, como la ciudad colocada sobre un monte, como la luz que
esta colocada y luce sobre un candelero (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea,
vol. 1, p. 264).

1887 No puede ocultarse una cindad situada en lo alto del monte; ni se enciende una
lampara para meterla bajo el celemin. Con estas palabras, insiste el Señor en la
perfección de vida que han de llevar sus discipulos y en la vigilancia que han de
tener sobre su propia conducta, ya que ella esta a la vista de todos, y el palenque en
que se desarrolla su combate es el mundo entero (SAN JUAN CRISOSTOMO Hom.
sobre S. Mateo, 15).

1888 Asi, la caida de un pastor es un ejemplo pernicioso que induce a sus fieles a
seguir el mismo camino; así también, es sumamente provechoso y saludable el
testimonio de firmeza en la fe que da un obispo (SAN CIPRIANO, Carta 9).

1889 Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel. Fijemonos


como el Señor compara sus predicadores a un atalaya. El atalaya esta siempre en un
lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto
como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin
de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. sobre el Profeta Ezequiel, I ).

1890 El candelero es la Iglesia y todo sacerdote que anuncia la palabra de Dios (SAN
JUAN CRISOSTOMO en Catena Aurea, vol. 1, p. 266).

1891 Son muy pocas las ovejas bien alimentadas y sanas, es decir, aquellas a
quienes no falta el solido manjar de la verdad y se apacientan abundantemente con
los dones de Dios. Pero los malos pastores ni a estas perdonan; les parece poco
descuidar a las enfermas y errantes, a las cebiles y descarriadas, y llegan incluso a
dar muerte a las que estan fuertes y sanas. Y si estas ultimas conservan la vida,
viven, en todo caso, unicamente porque Dios cuida de ellas, pero por lo que se
refiere a los pastores, estos hacen lo posible por matarlas. Quiza preguntes: “¿Como
las matan?”. Pues las matan con su mala vida y con sus malos ejemplos (SAN
AGUSTÍN Sermón 46 sobre los pastores).

1892[...] los conyuges tienen su propia vocacion: el ser mutuamente y para sus hijos
testigos de la fe y del amor a Cristo. La familia cristiana proclama en voz muy alta
tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida
bienaventurada. De tal manera, con su ejemplo y su testimonio arguye al mundo de
pecado e ilumina a los que buscan la verdad. (CONC. VAT. Il, Const Lumen gentium,
35).
1893 El que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de el depende, mata a
aquel que contempla el mal ejemplo de su vida (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los
pastores).

ENFERMOS

Citas de la Sagrada Escritura

Habiendo convocado a los doce, comenzo a enviarlos de dos en dos [...]. De esta
suerte salieron a predicar [...], y lanzaban muchos demonios, y ungian a muchos
enfermos con oleo y los sanaban. Mc 6, 7-13.

¿Esta enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbiteros de la Iglesia y oren por el,
ungiendole con el oleo en el nombre del Serhor, y la oración de la fe salvara al
enfermo, y el Señor le aliviara, y si se halla con pecados se le perdonaran. Sant 5, 14-
15.

Nuestro Señor, a la vez que cura al paralitico de Cafarnaum, le perdona los pecados:
Mt 9, 1-6; Mc2, 5-11; Lc5, 17-25.

Nuestro Señor cura al enfermo de la piscina probatica, paralitico hacia ya treinta y


ocho anos, y le dice: Vete y no peques mas, para que no te suceda algo peor: Jn 5, 5-
14.

El ciego de nacimiento habla nacido así unicamente para que las obras de Dios
fueran manifestadas en el: Jn 9, 2-3.
Valor redentor del dolor: 2 Cor

Misterio del dolor: Job 42, 1-6.

Jesus paso haciendo el bien en medio de los enfermos: l~ech 10, 38.

Coger la Cruz y seguir a Cristo: Lc 9, 23.

El sufrimiento de aqui abajo no tiene proporcion con la gloria del cielo: 2 Cor 4, 17.

En el “mundo nuevo” no habra ya dolor, ni pena: Apoc 7, 17; 21, 4.

SELECCION DE TEXTOS

Presencia del dolor y de la enfermedad en el mundo

1894 Cinco son las causas de las enfermedades que afligen a los hombres: la de
aumentar sus meritos, como acontecio con Job y los martires; la de conservar su
humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanas (2 Cor 12); que
conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedio a Maria hermana
de Moises (Num 12) y al paralitico de Cafarnaun (Mc 2, I ss.); para mayor gloria de
Dios. como ocurrio con el ciego de nacimiento (Jn 9) y con Lazaro (Jn 11); y la que es
un principio de condenacion, como ocurrio con Herodes (Hech 12) y con Antioco (2
Rey 9) (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 55).

1895 Vosotros teneis que desarrollar una tarea altisima, esteis llamados a completar
en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo,
que es la Iglesia (cfr. Col 1, 24). Con vuestro dolor podeis afianzar a las almas
vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y
confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y
ofrecidos generosamente en union de los del Crucificado, pueden dar una aportacion
de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de
tantos modos insidian a la humanidad contemporanea.En vosotros, Cristo prolonga
su pasion redentora. ¡Con El, si quereis, podeis salvar el mundo! (JUAN PABLO II,
Turín, 13-lV-1980).
Evitar el excesivo cuidado de la salud corporal

1896 Si el demonio nos comienza a amedrentar con que nos faltara la salud, nunca
haremos nada (SANTA TERESA, Camino de perfección, 10, 6).

1897 Mientras estamos enfermos, podemos ser cargantes: no me atienden bien,


nadie se preocupa de mi, no me cuidan como merezco, ningúno me comprende... El
diablo, que anda siempre al acecho, ataca por cualquier flanco; y en la enfermedad,
su tactica consiste en fomentar una especie de psicosis, que aparte de Dios, que
amargue el ambiente, o que destruya ese tesoro de meritos que, para bien de todas
las almas, se alcanza cuando se lleva con optimismo sobrenatural—¡cuando se ama!
—el dolor. Por lo tanto, si es voluntad de Dios que nos alcance el zarpazo de la
afliccion, tomadlo como sehal de que nos considera maduros para asociarnos mas
estrechamente a su Cruz redentora (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 124).

1898 El demonio ayuda mucho a hacerles inhabiles, cuando ve un poco de temor. No


quiere el mas para hacernos entender que todo nos ha de matar y quitar la salud;
hasta tener lagrimas nos hace temer de cegar. He pasado por esto, y por eso lo se; y
no se yo que mejor vista ni salud podemos desear que perderla por tal causa. Como
soy tan enferma, hasta que me determine en no hacer caso del cuerpo ni de la salud,
siempre estuve atada sin valer nada, y ahora hago bien poco. Mas como quiso Dios
entendiese este ardid del demonio, y como me ponla delante el perder la salud, decia
yo: Poco va en que me muera. Si el descanso: No he menester descanso, sino cruz.
así otras cosas. Vi claro que en muy muchas, aunque yo de hecho soy harto enferma,
que era tentacion del demonio, o flojedad mia; que despues que no estoy tan mirada
y regalada, tengo mucha mas salud (SANTA TERESA, Vida, 13, 4).

Enfermos y mortificacion

1899 Dime amigo,—Pregunto el Amado—¿tendras paciencia si te doblo tus


dolencias? Si—respondio el Amigo—, con tal que dobles mis amores. (R. LLULL Libro
del Amigo y del Amado, 8).

1900 Sufres... y no querrias quejarte.—No importa que te quejes —es la reaccion


natural de la pobre carne nuestra—, mientras tu voluntad quiere en ti, ahora y
siempre, lo que quiera Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 718).

1901 Si la salud poco firme u otras causas no permiten a alguno mayores


austeridades corporales, no por ello le dispensan jamas de la vigilancia y de la
mortificacion interior (Pío Xll, Sacra virginitas, 25-111-1954, n. 24).

Una enfermedad puede servir para una mayor purificacion y un

mayor acercamiento a Dios

1902 En ocasiones una enfermedad hace entrar en el buen camino a quien era
malvado cuando sano. Igualmente puede ocurrir a proposito de otra desgracia
cualquiera: La tribulacion hara comprender (Is 28, 19) (SANTO TOMÁS, Sobre el doble
precepto de la caridad, I.c., p. 223).

1903 El mismo Apostol dice también que cuando estaba delicado era cuando se
sentia fuerte, pues la fortaleza de Dios se manifiesta francamente en nuestra
debilidad. Sed animosa en medio de las aflicciones de vuestra casa. Estas largas
enfermedades son buena escuela de caridad para los que asisten a ella, y de
amorosa conformidad para los pacientes; los unos estan al pie de la cruz con nuestra
Señora y San Juan, cuya piedad imitan; los otros estan en la cruz con el Salvador,
cuya pasion comparten (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 8,1. c., p. 71).

1904 El Señor no había venido solamente a curar los cuerpos, sino también a guiar a
las almas por el camino de la verdadera sabiduria; así como ya no prohibia comer
antes de lavarse las manos, así enseña aqui que conviene temer solo la lepra del
alma (que es el pecado), porque la lepra del cuerpo no sirve de impedimento a la
practica de la virtud (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 26).

1905 Vosotros teneis un puesto importante en la Iglesia, si sabeis interpretar vuestra


situacion dificil a la luz de la fe y si, bajo esta luz, sabeis vivir vuestra enfermedad
con corazon generoso y fuerte. Cada uno de vosotros puede entonces afirmar con
San Pablo: “Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de
su Cuerpo que es la Iglesia” (Col 1, 24) (JUAN PABLO II, Sobre la fortaleza. Aud. gen.
15-XI-1978).

1906 Muchos son martires en cama. Yace el cristiano en el lecho, le atormentan los
dolores, reza, no se le escucha, o quizas se le escucha, pero se le prueba, se le
ejercita, se le flagela para que sea recibido como hijo. Se hace martir en la cama y le
corona el que por el estuvo pendiente en la cruz (SAN AGUSTÍN, Sermdn 286).

l907 El sabe ciertamente que con frecuencia nuestros sufrimientos son un


instrumento de salvacion (SAN GREGORIO NAC~ANCENO, Disertaci6n 7).
1908 Si sabes que esos dolores—fisicos o morales—son purificacion y merecimiento,
bendicelos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 219).

El sentido del dolor

1909 El sufrimiento es también una realidad misteriosa y desconcertante. Pues bien,


nosotros, cristianos, mirando a Jesus crucificado encontramos la fuerza para aceptar
este misterio. El cristiano sabe que, despues del pecado original, la historia humana
es siempre un riesgo; pero sabe también que Dios mismo ha querido entrar en
nuestro dolor, experimentar nuestra angustia, pasar por la agonia del espíritu y el
desgarramiento del cuerpo. La fe en Cristo no suprime el sufrimiento, pero lo ilumina,
lo eleva, lo purif~- ca, lo sublima, lo vuelve valido para la eternidad (JUAN PABLO II,
Aloc. 24-III-1979).

1910 Para quien cree en Cristo, las penas y los dolores de la vida presente son signos
de gracia y no de desgracia, son pruebas de la infinita benevolencia de Dios, que
desarrolla aquel designio de amor, segun el cual, como dice Jesus, el sarmiento que
de fruto, el Padre lo podara, para que de masfruto (Jn 15, 2) (PABLO Vl, Hom. 5-X-
1975).

Uncion de los enfermos

1911 Prosiguiendo la obra de purificacion comenzada por la Penitencia, la


Extremauncion establece al hombre en una santidad sin tacha, que hace a su alma
inmediatamente capaz de la vision de la Trinidad reservada a los corazones puros.
Esta ella pronta a comparecer ante Dios. La liturgia de la Uncion de los enfermos [...]
pide la remision plenaria de los pecados y la vuelta a la salud para el alma y para el
cuerpo: [...] Aun despues de una larga vida culpable, el cristiano que recibe con las
disposiciones requeridas el sacramento de los moribundos, se va directamente al
cielo, sin pasar por el purgatorio. La Extremauncion obra con la misma plenitud de
gracia que el sacramento de la Confirmacion con respecto al Bautismo. Los Padres y
los Doctores de la Iglesia, se han complacido en descubrir en el la “consumacion” de
la obra purificadora de Cristo. Ningún rastro de pecado ya: todo esta perdonado y
purificado (M. M. PHILIPON, Los sacramentos en la vida cristiana, pp. 343-344).

La Virgen y los enfermos en peligro de muerte

1912 La presencia de Maria y su ayuda maternal en esos momentos (de enfermedad


grave) no debe ser pensada como cosa marginal y simplemente paralela al
sacramento de la uncion. Es, mas bien, una presencia y una ayuda que se actualiza y
se transmite por medio de la uncion misma. El robustecimiento que la uncion
confiere al enfermo contiene como uno de sus elementos integrantes el influjo de la
Virgen, influjo que llega al enfermo bajo la modalidad propia de este sacramento.
Aunque el enfermo haya perdido el uso de sus facultades y no pueda pensar en la
Virgen ni invocarla, recibe la ayuda mariana, porque esta se transmite y es
comunicada por el sacramento mismo. Supuesto que Maria sirvio bajo Cristo y con
Cristo al misterio de la redencion, es necesario aceptar todas las consecuencias
implicadas en un hecho tan fundamental (A. BANDERA, La Virgen Maria y los
Sacramentos, p. 184-185).

1913 Si el organismo de gracia instituido por Nuestro Señor no implicase de por si la


asistencia de Maria a los enfermos en peligro de muerte, seria imposible entender
que la Virgen es en verdad “Madre de los hombres, especialmente de los fieles” (LG
54). ¿Que es, aun en el orden humano, una madre que se quede lejos de su hijo
moribundo o en peligro de muerte? Para Maria, ser Madre de los hombres no es un
titulo honorifico, sino un misterio de gracia conducente a la salvacion (A. BANDERA,
La Virgen Maria y los Sacramentos, p. 185).

La Virgen al pie de la Cruz

1914 La Virgen Santisima, que en el Calvario, estando de pie valerosamente junto a


la cruz del Hijo (cfr. Jn 19, 25), participo en primera persona de su pasion, sabe
convencer siempre a nuevas almas para unir sus propios sufrimientos al sacrificio de
Cristo, en un “ofertorio” que, sobrepasando el tiempo y el espacio, abraza a toda la
humanidad y la salva (JUAN PABLO II, Hom. 11-XI-1980).

ENTREGA

Citas de la Sagrada Escritura

Maria, ejemplo de una entrega a Dios sin condiciones: Lc 1, 38.


Fe para vencer y seguir al Señor: Lc 18, 35-43.

No existe nunca razon suficiente para volver la cara atras en el propio camino: Lc 9,
61-62.

Desprendimiento para seguir al Señor. El joven rico: Lc 18, 18-23.

El premio de la entrega: Mt 19, 27-30.

El que no esta conmigo esta contra mi, y el que conmigo no recoge, derrama. Lc 11,
23.

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a si
mismo, tome su cruz y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que
pierda su vida por mí la hallara. Y ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si
pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? Mt 16, 24-26.

Siguiendo el camino, vino uno que le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. Jesús
le respondió: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza. A otro le dijo: Sígueme, y respondió:
Señor, déjame ir primero a sepultar a mi padre. El le contesto: Deja a los muertos
sepultar a sus muertos, y tu vete y anuncia el reino de Dios. Otro le dijo: Te seguiré,
Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa. Jesús le dijo: Nadie que,
después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrae, es apto para el reino de
Dios. Lc 9, 57-62.

Se le junto numerosa muchedumbre, y vuelto a ella, les decia: Si alguno viene a mi y


no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus
hermanas y aun a su propia vida, no puede ser mi discipulo. Lc 14, 25-26.

SELECCION DE TEXTOS

La vocación cristiana supone una entrega


1915 Seguir a Cristo es algo muy distinto de admirar un modelo, aun en el caso de
que tengais buen conocimiento de las Escrituras y de la teologia. Seguir a Cristo es
algo existencial. Es querer imitarle hasta el extremo de dejarse configurar con El,
asimilarse a El, hasta el punto de ser “como otra humanidad suya” (JUAN PABLO II,
Aloc. Paris, 3 1 -V- 1 980).

1916 Un cristiano no es dueño de si mismo, sino que esta entregado al servicio de


Dios (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA Epistola a S. Policarpo).

1917 El que en esta vida busca todavia las cosas propias, aun no ha llegado a la viña
del Señor. Pues solo trabajan para el Señor los que no buscan su propia utilidad sino
la de su amor, que sirven con el celo de la caridad y el deseo de adelantar en la
virtud, que procuran ganar almas para Dios y hacen cuanto esta de su parte para
llevar a otros consigo a la viña. Todo aquel que solo vive para si, que se alimenta del
deseo de la carne, con razon se le reprende como ocioso, porque no busca el fruto de
la obra divina (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

1918 Dios nos saca de las tinieblas de nuestra ignorancia, de nuestro caminar
incierto entre las incidencias de la historia, y nos llama con voz fuerte, como un día lo
hizo con Pedro y con Andres: Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum
(Mt 4, 19), seguidme y yo os haré pescadores de hombres, cualquiera que sea el
puesto que en el mundo ocupemos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
45).

1919 Todos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o circunstancias de


su vida, y a traves de todo eso, se santificaran cada día mas si lo aceptan todo con fe
de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina, haciendo
manifiesta a todos, incluso en su dedicacion a las tareas temporales, la caridad con
que Dios amo al mundo (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 41).

Dios pide una entrega del todo y sin condiciones

1920 Si no estamos dispuestos para correr, con la ayuda de Jesucristo, hasta a la


misma muerte para imitar su pasion, tampoco su vida esta en nosotros (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epistola a los Magnesios).

1921 Deja mucho el que no retiene nada para si; deja mucho el que lo abandona
todo, por muy poco que sea. Nosotros conservamos con pasion lo que poseemos, y
tratamos de conseguir lo que no tenemos. Si, Pedro y Andres dejaron mucho, puesto
que tanto el uno como el otro abandonaron hasta el deseo de poseer. Abandonaron
mucho porque al renunciar a sus bienes renunciaron también a sus ansias. Siguiendo
al Señor renunciaron a todo lo que hubieran podido desear de no haberlo seguido
(SAN GREGORIO MA(;NO, Hom. 5 sobre los Evang.).

1922 El corazon del que ama ya no es suyo, lo dio al Amado (SAN JUAN DE LA CRUZ,
Cántico Espiritual, 9, 2).

1923 A veces (la voluntad) parece resuelta a darse y servir sin trabas a Cristo, pero
quiere contar al propio tiempo con el aplauso y favor de los hombres. Incluso diriase
que, en ocasiones, esta dispuesta a confesar la verdad, a despecho de las
consecuencias; mas se inhibe luego ante el compromiso, y solo lo hace cuando no
causa disgusto a nadie [...]. Indudablemente, una voluntad así no nos permitirla
llegar nunca a la verdadera santidad (CASIANO Colaciones, 4, 12).

1924 Cuando los hipócritas planteen a vuestro alrededor la duda de si el Señor tiene
derecho a pediros tanto, no os dejéis engañar. Al contrario, os pondréis en presencia
de Dios sin condiciones, dóciles, como la arcilla en manos del alfarero (Jer 18, 6), y le
confesareis rendidamente: Deus meus et omnia!, Tu eres mi Dios y mi todo.( Amigos
de Dios, 167).SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ.)

1925 Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad sino la
voluntad de Dios, y hacer del querer divino la norma unica de la propia conducta
(SAN GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana).

1926 El Reino de Dios no tiene precio, y sin embargo cuesta exactamente lo que
tengas [...]. A Pedro y a Andres les costo el abandono de una barca y de unas redes;
a la viuda le costo dos moneditas de plata (cfr. Lc 21, 2); a otro, un vaso de agua
fresca (cfr. Mt 10, 42) (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 5 sobre los Evang.).

1927 La cama es estrecha, y uno de los dos se cae; manta pequeña no cubre a dos
(Is 28, 20); donde al corazon del hombre se le compara con una cama estrecha y una
manta pequeña. Ya es estrecho el corazon humano para Dios solo; si además das en
el entrada a otras cosas, arrojas a Dios (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 214).

Lo “nuestro” se salva cuando lo entregamos

1928 Tu barca—tus talentos, tus aspiraciones, tus logros—no vale para nada, a no
ser que la dejes a disposicion de Jesucristo, que permitas que El pueda entrar ahi con
libertad, que no la conviertas en un idolo. Tu solo, con tu barca, si prescindes del
Maestro, sobrenaturalmente hablando, marchas derecho al naufragio. Unicamente si
admites, si buscas, la presencia y el gobierno del Señor, estaras a salvo de las
tempestades y de los reveses de la vida. Pon todo en las manos de Dios: que tus
pensamientos, las buenas aventuras de tu imaginacion, tus ambiciones humanas
nobles, tus amores limpios, pasen por el corazon de Cristo. De otro modo, tarde o
temprano, se iran a pique con tu egoismo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
21).

1929 Soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a
ser pan limpio de Cristo. Rogad por mi a Cristo, para que, por medio de esos
instrumentos, llegue a ser una victima para Dios (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta
a los Romanos).

1930 Amar es, por tanto, esencialmente entregarse a los demas. Lejos de ser una
inclinacion instintiva, el amor es una decision consciente de la voluntad de ir hacia
los otros. Para poder amar en verdad, conviene desprenderse de todas las cosas y,
sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente, amar hasta el fin. Esta desposesion de
si mismo [...] es exhaustiva y exaltante. Es fuente de equilibrio. Es el secreto de la
felicidad (JUAN PABLO II, Aloc. I-VI-1980).

Jesucristo corresponde siempre a nuestra entrega

1931 Acordaos que hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos;
pasemos por El algo, que Su Majestad nos lo pagara; y acordaos también que de
personas habra que no solo quieren no estar con El, sino que con descomedimiento
le echen de si. Pues algo hemos de pasar para que entienda que le tenemos deseos
de ver (SANTA TERESA, Camino de perfección, 3S, 2).

1932 Deseaba (Zaqueo) verle solamente; pero el que hace por nosotros mas de lo
que le pedimos, le concedio mas de lo que esperaba (TITO BOSTRENSE, en Catena
Aurea, vol. Vl,P. 329)

1933 El Señor concede siempre mas de lo que se le pide: el ladron solo pedia que se
acordase de el, pero el Señor le dice: Hoy mismo estaras conmigo en el paraiso (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 507).

1934 Y como El no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos; mas no se


da a Si del todo hasta que nos damos del todo (esto es cosa cierta, y porque importa
tanto os lo acuerdo tantas veces), ni obra en el alma como cuando del todo, sin
embarazo, es suya. Ni se como ha de obrar; es amigo de todo concierto (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 28, 12).
1935Si nos damos, El se nos da (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 22).

1936 Nuestro Rey, a pesar de su condicion altisima, por nosotros viene humilde, mas
no con las manos vacias; el trae para sus soldados una dadiva esplendida, ya que no
solo les otorga copiosas riquezas, sino que les da también una fortaleza invencible en
el combate. En efecto, trae consigo el don de la caridad (SAN FULGENCIO DE RUSPE,
Sermón 3).

1937 Dios nunca falta de ayudar a quien por El se determina a dejarlo todo (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 1, 2).

La entrega a Dios libera de todas las ataduras

1938 Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos
encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin
importancia, a preocupaciones ridiculas, a ambiciones mezquinas (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 38).

1939 Haced alto en el camino y ved. Preguntad por los caminos de antes: ¿Es esa la
senda buena? Pues seguidla, y hallareis la puz para vuestras almas (Jer 6, 16).
Vosotros vereis al - punto como se os allanan las cuestas y se os nivelan los declives
(Is 40, 4). Gustareis y vereis que el Señor es bueno (Sal 23, 9). Ante la palabra de
Cristo en el Evangelio: Venid a mi todos los que estais fatigados y cargados, que yo
os aliviare (Mt 11, 28), depondreis el peso abrumador de vuestros pecados. La senda
del Señor es todo refrigerio, si se marcha por ella. Somos nosotros quienes nos
creamos dolores y tormentos por nuestras preocupaciones, siempre que preferimos
seguir los cmainos tortuosos de este siglo, incluso a trueque de peligros y
dificultades (CASIANO Colaciones, 23, 25).

La falta de entrega oscurece el camino

1940 Cuando un hombre llena de buen vino unas tinajas muy bien dispuestas para
ello, y entre ellas deja algunas a medio llenar, si luego se da una vuelta por las
tinajas, no examina las que dejo llenas—pues sabe que estan llenas—, sino que mira
a las que estan a medio llenar, pues teme que se hayan agriado (PASTOR DE
HERMAS, Mandamientos 13, 5, 3).

1941 (Palabras de S. Basilio a un monje de poca entrega): Et senatorem perdidisti, et


monachum nos fecisti: Has sacrificado al senador y no has hecho al monje (CASIANO,
Instituciones, 7, 19).

1942 Elias, por otra parte, preguntaba: ¿ Hasta cuando vais a estar cojeando para
ambos lados? (3 Rey 18, 21). Y es que, como el cojo se va inclinando un paso a la
derecha y otro a la izquierda, así el pecador tan pronto peca como trata de buscar a
Dios. Pero el Señor dice: Volveos a ml con todo vuestro corazon (Joel 2, 12) (SANTO
TOMÁS, Sobre el doble precepto de la caridad, 1. c., p. 214).

1943 Si encontramos amarga la admirable suavidad del yugo del Señor, ¿no sera
porque la corrompe la amargura de nuestra falta de correspondencia? Si la alegre
ligereza de la carga divina nos es tan pesada, ¿no sera porque, llevados de una
orgullosa presuncion, despreciamos a aquel que nos ayuda a llevarla? (CASIANO,
Colaciones, 24, 24).

1944 Parecenos que lo damos todo; y es que ofrecemos a Dios la renta o los frutos y
quedamonos con la raiz y posesion (SANTA TERESA, Vida, I I, 1).

Generosidad en la entrega

1945 Pareceme ahora a mi esta manera de caminar un querer concertar cuerpo y


alma para no perder aca el descanso y gozar alla de Dios. Y así sera ello si se anda
en justicia y vamos asidos a virtud, mas es paso de gallina; nunca con el se llegara a
la libertad de espíritu (SANTA TERESA. Vida, 13, 3).

1946 Torno a decir que esta el todo o gran parte en perder el cuidado de nosotras
mismas y de nuestro regalo; porque quien de veras comienza a servir al Señor, lo
menos que le puede ofrecer es la vida (SANTA TERESA Camino de perfección, 12, 2).

1947 [...] los antiguos hombres debian consagrarle los diezmos de sus bienes; pero
nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la
totalidad de nuestros bienes, dandolos con libertad y alegria aun los de mas valor,
pues lo que esperamos vale mas que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo
nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del
evangelio (SAN IRENEO, Trat. contra las herej~as, 4).

1948 Las personas que han amado a Dios sin reservas tienen capacidad especial
para amar al hombre y entregarse a el sin intereses personales y sin limites (JUAN
PABLO II Aloc. 10 -Xl-1978).
1949 Demosle ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a darsela. Es
verdad que nos da primero para que se la demos (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 32, 8).

1950 Pero, ¿qué ofreceremos nosotros, hermanos míos, o que le devolveremos por
todos los bienes que nos ha hecho? Él ofreció por nosotros la Victima más preciosa
que tuvo, y no puede haber otra mas preciosa; hagamos también nosotros lo que
podamos, ofreciéndole lo mejor que tenemos, que somos nosotros mismos (SAN
BERNARDO, Hom. en la Purificación, 3, 3).

1951 Y no os pido cosas nuevas, hijas mías, sino que guardemos nuestra profesión,
pues es nuestro llamamiento y a lo que estamos obligadas, aunque de guardar a
guardar va mucho (SANTA TERESA, Camino de perfección, 4, 1).

La entrega del sacerdote comporta un especial servicio a los demas

1952 Los sacerdotes no tenemos derechos: a mi me gusta sentirme servidor de


todos, y me enorgullece ese titulo. Tenemos deberes exclusivamente, y en esto esta
nuestro gozo: el deber de enseñar el catecismo a los nirios y a los adultos, el deber
de administrar los sacramentos, el de visitar a los enfermos y a los sanos; el deber de
llevar a Cristo a los ricos y a los pobres, el de no dejar abandonado el Santisimo
Sacramento, a Cristo realmente presente bajo la apariencia de pan; el deber de buen
pastor de las almas, que cura a la oveja enferma y busca a la que se descarria, sin
echar en cuenta las horas que se tenga que pasar en el confesonario (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, citado por A. del Portillo en Escritossobree/sacerdocio, pp. 125-
126).

1953 No hay ningún buen pastor si no esta unido a Cristo por la caridad, quedando
así convertido en un miembro del verdadero pastor.

El servicio del buen pastor consiste en la caridad. Por eso dice Jesus que el da la vida
por sus ovejas (Jn 10, 11) [...]. Un buen pastor, en la realidad de la vida, tiene que
aguantar mucho para cuidar bien el ganado que se le ha encomendado, como dice
Jacob: Durante el día me consumia el calor, y por la noche me ateria de frio (sen 31,
40) (SAN TO TOMAS, Lectura sobre S. Juan, 10, lect. 3, 1-2 ).

1954 Los sacerdotes han sido elegidos por Dios y entresacados del Pueblo “para que
se entreguen por completo (totaliter) a la obra para la cual el Señor los tomo” (Decr.
Presbyterorum Ordinis, n. 3). A partir de su ordenacion, toda “recuperación” de
aquellas realidades o funciones a las que, elegido y movido por Dios, renuncio para
entregarse a su misión, seria ya una perdida: para la Iglesia, en donde el sacerdote
es punto focal de irradiación salvifica, y para el mismo sacerdote que, hecho vaso de
elección, configurando ontologica y definitivamente (in aeternum) por el caracter
sacerdotal, se encuentra ante la alternativa de llenar su existencia de vida sacerdotal
o tenerla vacia (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 118).

ENVIDIA

Citas de la Sagrada Escritura

Porque sois todavia carnales. Si, pues hay entre vosotros envidia y discordia. `,No
prueba esto que sois carnales y vivis a lo humano? I Cor3, 3.

Mas por envidia del diablo entro la muerte en el mundo, y la experimentan los que le
pertenecen. Sab 2, 24.

Es malo el de ojos envidiosos, el que vuelve el rostro y desprecia a las personas. Eclo
14, 8.

No comas con el envidioso ni codicies sus manjares. Prov 23, 6.

No te goces en la caida de tu enemigo, no se alegre tu corazon al verle resbalar. No


lo vea Dios y le desagrade. Prov 24, 17.

Despojaos, pues, de toda maldad y de todo engaño, de hipocresia, envidias y


maledicencias. I Pdr 2, 1.

No seamos codiciosos de la gloria vana, provocandonos y envidiandonos unos a


otros. Ga/ 5, 26.
No ire con el que de envidia se consume, porque la envidia no tiene nada que ver con
la sabiduria. Sab 6, 23.

El que insulta al pobre insulta a su Hacedor, y el que se goza del mal ajeno no
quedara impune. Prov 17, 5.

Porque donde hay envidias y rencillas, alli hay desorden y toda clase de vilezas. Sant
3, 16.

Corazon apacible es vida del cuerpo, y la envidia es la caries de los huesos. Prov 14,
30.

Si alguno enseña de otra manera [...], es un soberbio que nada sabe, sino que mas
bien enloquece sobre cuestiones y disputa de palabras; de donde se originan
envidias, contiendas, blasfemias [---1-1 Tim 6, 3-4.

Bien manifiestas son las obras de la carne, las cuales son adulterio, fornicación,
deshonestidad, lujuria, culto de idolos, hechicerias, enemistades, pleitos, celos,
enojos, riñas, disensiones, herejias, envidias, homicidios, embriagueces, glotonerias y
cosas semejantes [...]: los que tales cosas hacen no alcanzaran el reino de Dios. Gal
5, 19-21.

También nosotros eramos en algun tiempo insensatos, incredulos, extraviados,


esclavos de infinitas pasiones y deleites, llenos de malignidad y de envidia,
aborrecibles y aborreciendonos los unos a los otros. Tit 3, 3.

Como no quisieron reconocer a Dios, Dios los entrego a un reprobo sentido [...],
quedando atestados de toda suerte de iniquidad [...]; llenos de envidia, homicidas,
pendencieros, fraudulentos [...]. Los cuales no echaron de ver que los que hacen
tales cosas son dignos de muerte; y no solo los que las hacen, sino también los que
aprueban a los que las hacen. Rom 1, 2832.

Pilato sabia que le habian entregado a Jesus por envidia: Mt 27, 18.
Al insensato le mata el enojo, y al necio la colera. Job 5, 2.

Corazon apacible es vida del cuerpo, y la envidia es la caries de los huesos. Prov 14,
30.

Esos sueños (los de Jose) y las cosas que el contaba fueron causa de que (sus
hermanos) le tuviesen mas envidia y mas odio. Gen 37, 8.

Todo trabajo y todo cuanto de bueno se hace mueve la envidia del hombre contra su
projimo. Ecles 4, 4.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Tristeza ante el bien del projimo

1955 Es la envidia un pesar, un resentimiento de la felicidad y prosperidad del


projimo. De aqui que nunca falte al envidioso ni tristeza, ni molestia. ¿Esta fertil el
campo del projimo? ¿Su casa abunda en comodidades de vida? ¿No le faltan ni los
esparcimientos del alma? Pues todas estas cosas son alimento de la enfermedad y
aumento de dolor para el envidioso. De aqui que este no se diferencia del hombre
desarmado, que por todos es herido (SAN BASILIO, Hom. sobre la envidia).

1956 Cuanto mas se engrandece el projimo por la sumisión de la humildad o por la


paciencia o por la munificencia, mas herido se siente el envidioso con los aguijones
de la pasión. Lo que el quisiera es la ruina de su hermano, su muerte, nada mas
(CASIANO, Colaciones, 17, 17).

1957 Los pecados capitales estan unidos por tan estrecho parentesco, que uno se
origina de otro. El descendiente principal de la soberbia es la vanagloria, que, al
corromper el alma de la que se ha apoderado, engendra enseguida la envidia;
porque, deseando la gloria de un vano hombre, se entristece porque otro la puede
alcanzar (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 3l, 45).

De la envidia nacen el odio y otros muchos pecados y faltas

1958 De la envidia nace el odio (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 34, a. 6).
1959 La envidia es el mas feroz descendiente del odio. Pues los beneficios vuelven
dociles y mansos a aquellos a quienes, por otra parte, hemos ofendido; pero los
beneficios que se otorgan y dan al envidioso y maligno, le irritan mas aun (SAN
BASILIO, Hom. sobre la envidia).

1960 De la envidia nacen el odio, la murmuración, la detracción, la alegria en la


adversidad del projimo y la aflicción en la prosperidad (SAN GREGORIO
MAGNO,MOralia, 31,45).

1961 La envidia se opone a la misericordia y a la caridad (SANTO TOMÁS, Suma


Teológica, 2-2, q. 36, a. 3).

1962 Huyamos, pues, hermanos, de esta terrible enfermedad, que nos impulsa a
hacer guerra a Dios, que es la madre del homicidio, la ruina y trastorno de la
naturaleza, el olvido de los vinculos de familia y la molestia mas absurda. Si nada
grave te ha acontecido, ¿por que te afliges? ¿Por que haces la guerra al que disfruta
de algunos bienes y no amenaza a los tuyos? (SAN BASILIO, Hom. sobre la envidia).

1963 ¿No ves cuan grande es el pecado de hipocresia? Pues esta es fruto de la
envidia. Porque la envidia es la que principalmente produce en los hombres la
doblez, puesto que, sintiendo odio en su interior, manifiestan cierto exterior que
revela un tinte o especie de caridad; como los escollos ocultos en el mar que,
encubiertos bajo muy poca agua, causan a los incautos un mal imprevisto (SAN
BASILIO Hpm. sobre la envidia).

1964 La polilla que roe poco a poco los vestidos es la envidia, que destruye el celo, el
fruto bueno, y rompe el lazo de la unidad (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. Vl, p.
98).

La envidia, “enfermedad grave de la amistad”

1965 El envidioso sacia su alma atormentada con la pena por la felicidad ajena (SAN
GREGORIO MAGNO, Moralia, 5, 46).

1966 Así nos lo dice Salomon: El hombre es envidiado por su propio compañero (Eclo
4, 4). Y así sucede en verdad. El escita no envidia al egipcio, sino cada uno al de su
misma nación; y entre los habitantes de una misma nación no existe envidia entre
los que no se conocen, sino entre los muy familiares; y entre estos, a los primeros
que se envidia es a los vecinos y a los que ejercen el mismo arte o profesión, o con
quienes se esta unido por algun parentesco; y aun entre estos ultimos, a los de la
misma edad, a los consanguineos y a los hermanos. Y, en suma, así como el tizon es
una epidemia propia del trigo, así también la envidia es la plaga de la amistad (SAN
BASLIO, Hom. sobre la envidia).

Fealdad y malicia de la envidia

1967 No obstante, quiero que lo sepais, la enfermedad de la envicia es de mas dificil


curación que los otros vicios (CASIANO, Colaciones, 18, 17).

1968 Así como los buitres, que pasan volando por muchos prados y lugares amenos y
olorosos sin que hagan aprecio de su belleza, son arrastrados por el olor de cosas
hediondas; así como las moscas, que no haciendo caso de las partes sanas van a
buscar las ulceras; así también los envidiosos no miran ni se fijan en el esplendor de
la vida, ni en la grandeza de las obras buenas, sino en lo podrido y corrompido; y si
notan alguna falta de alguno (como sucede en la mayor parte de las cosas humanas)
la divulgan, y quieren que los hombres sean conocidos por sus faltas (SAN BASILIO,
Hom. sobre la envidia).

1969 Quien se abandona a la envidia demuestra su pequeñez (CASIANO,


Instituciones, 5, 22).

Es dificil de curar

1970 Puede ocultarse el veneno de la envidia, pero es dificil hacerlo desaparecer


(SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 388).

1971 Los perros se hacen dociles con el alimento que se les da, y los leones, cuando
se los cura, se hacen tratables: pero los envidiosos se hacen mas insufribles y mas
ofensivos con los obsequios y beneficios (SAN BASILIO, Hom. sobre la rnvidia).

1972 El envidioso ni halla medico para su enfermedad ni puede encontrar medicina


alguna que le libre de este mal, por mas que las Santas Escrituras esten llenas de
semejantes remedios. El único alivio que espera es el ver caer a alguno de aquellos a
quienes envidia (SAN BASILIO, Hom. sobrera envidia).
El envidioso se hace daño sobre todo a si mismo

1973 Así como el dardo arrojado con gran fuerza, cuando choca en una parte dura y
resistente se vuelve contra el que le arrojo, así también los movimientos de la
envidia, sin que perjudiquen al envidiado, se convierten en heridas para el envidioso.
Porque, [quien por angustiarse y afligirse disminuyo los bienes del projimo? Antes
bien, el que se entristece por el bien de los demas, a si mismo es a quien asesina
(SAN BASILIO, Hom. sobre la envidia).

1974 No nace en el corazon del hombre vicio mas pernicioso que el de la envidia, la
cual, sin dañar a los extraños, es ante todo un mal, y mal interior para el que la tiene.
Porque así como el orin roe y destruye al hierro, así también la envidia roe y
consume al alma a quien infesta. Y así como dicen que las viboras nacen
desgarrando el vientre materno, así también la envidia suele devorar el alma que la
fomenta (SAN BASILIO, Hom. sobre la envidia).

1975 Los envidiosos llevan retratado en su cara el mal de que adolecen. Sus ojos son
aridos y sombrios, los parpados caldos, contraidas las cejas, el animo inquieto por
torvo afecto y faltos de un juicio recto para apreciar la verdad (SAN BASILIO, Hom.
sobre la envidia).

Envidia.- "así como el orín consume al hierro, así destruye la envidia a los que llega a
poseer. (S. Basilio, de invidia, sent. 7, adic., Trie. T. 3, p. 38 l.)"

"El envidioso no es infeliz por sus propios males, sino por los bienes ajenos: por el
contrario, no cuenta por felicidad su propio bien, sino el ajeno mal. (S. Gregorio de
Nisa, de cita moris, sent. 4, adic., Tric. 4, 4, p. 357.)"

"El envidioso no puede tener entrada en el reino de los cielos: y aún en este mundo
se puede decir que su vida no es verdadera vida, porque no roen tanto los gusanos,
ni comen tanto un madero como la calentura de la envidia penetra, consume hasta la
médula de los huesos. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 31, c. 12, sent. 316, Trie. T. 6, p.
368.)"

"No es tan molesta la picazón en el ojo como la envidia en el corazón. (S. Bernardo,
Serm. 5, de verb. Isaí., n. 10, sent. 95, Tric. T. 10, p.327.)"

"Sola la infelicidad no tiene envidiosos. (S. Bernardo, Serm. 5, de verb. Isai., sent.
131, Tric. T. 10, p. 330.)"

"El mismo Santo Doctor, dice, que la envidia es la lepra del alma: destruye el buen
sentido, quema las entrañas, agobia el espíritu de pesar, roe el corazón como un
cáncer, aniquila todos los bienes con sus emponzoñados ardores. El envidioso
comete un pecado envidiando a los demás. ¡Oh envidiosos que codicíais la felicidad
ajena, no destruyáis la vuestra!: porque si la muerte espiritual acompaña siempre a
la envidia, no podéis a un mismo tiempo envidiar y vivir. ( Cant. VIII, 6, Barbier, T. 2,
p. 125.)"

"La envidia, dice San Gregorio de Nísa, es el mayor de los males, madre de la
muerte, primera puerta de¡ pecado, y raíz de los vicios. (Homil. in Gen.) La envidia,
dice el mismo santo doctor, es el principio de los dolores, la madre de la miseria, la
causa de la desobediencia, el manantial de la ignominia, un aguijón emponzoñado,
un puño oculto, la enfermedad. de la naturaleza, una bilis venenosa, una llama
funesta, un dardo de hiel, un potro que sujeta al hombre, una llaga que devora el
corazón, y un fuego interior. Los envidiosos son aves de rapiña. (Homil., in Gen.,
Barbier., T. 2, p. 126.)"

"Los envidiosos, dice San Juan CRISÓSTOMO, son peores que leones, semejantes a
los demonios, y aún casi más malos; porque 1os leones nos atacan movidos por el
hambre, o porque se les provoca se le irrita. Pero haciendo beneficios a los
envidiosos, corresponde haciendo daños; atrayéndoles con favores, atacan y
persiguen. Y hasta los mismos demonios, aunque es verdad que nos hacen una
guerra encarnizada, no se persiguen unos a otros: por esto cerró Jesucristo la boca a
los judíos envidiosos, cuando movidos de rencor, decían que Jesucristo arrojaba los
demonios en nombre de Belcebú, príncipe d los ángeles malos. Si Satanás,
contestaba El, echa fuera a Satanás, contrario a sí mismo: ¿cómo pues, ha de
subsistir su reino? Por es razón, añadió El, los mismos demonios serán vuestros
jueces: " Satanás Satanam, ejicit." Pero los envidiosos no respetan a sus sem jantes,
ni tampoco a sus parientes: se hacen una guerra cruel; porque el envidioso detesta al
envidioso, el celoso maldice al celoso. Es crimen, añade el mismo santo, no es
perdonable: "Onni venia ceret hoc peccatum". El lascivo, en efecto, puede dar por
excusa la fuerza de la concupiscencia; el ladrón puede alegar la necesidad, la
pobreza; y el asesino puedo excusarse con la ira. Pero vosotros, envidioso decidme,
¿qué excusa podréis dar? "Tu vero, ¿quam dices causa rogo? Ningúna, sino vuestra
perversidad sin límites. Ese vicio es peor que la fornicación y el adulterio. Porque el
furor del vicio impuro halla límites en la misma acción; pero el furor y los estragos de
1a envidia, destruyen la Iglesia y el mundo entero. Por la envidia mató demonio al
género humano en la persona de Adán. (Homil. in Gen Barbier, p. 126 y 127.)"

"Los envidiosos, dice San Próspero, aman el mal, y sienten lloran el bien; arden en
enemistad gratuita, y están llenos de hipocresía, siempre llenos de amargura,
siempre vacilantes, son los amigo del demonio, y los enemigos de Dios, de la
sociedad y de sí mismo son odiosos a todos los hombres; se atormentan por lo que
debiera s su consuelo, y rebosan de alegría cuando habían de llorar amargamente.
Perversos y crueles para sí mismos, lo son también para los demás" (De vita
contemplat., lib. 3, c. 9, Barbier, T. 2, p. 127 y 128.)"

"La envidia, dice S. Cipriano, excita la ambición, el desprecio de Dios y de su


servicios; excita el orgullo, la perfidia, la prevaricación, los arrebatos, las discordias y
crueldad: la envidia no puede sufrirse ni contenerse cuando encuentra la autoridad
en su camino. Ella rompe los lazos de la paz y de la caridad; ella rompe la verdad,
destruye la unidad, y se encamina directamente al cisma y a la herejía. ¡Qué crimen
más horrible que tener envidia de la virtud y de la felicidad de los demás y aborrecer
en ellos sus méritos naturales o sobrenaturales ! ¡Qué crimen convertir en mal el
bien de los demás, no por sufrir los progresos de otros y experimentan atroz
tormento por la felicidad ajena! ¡Qué locura y qué furor dar entrada en nuestro pecho
a un verdugo,» a un tirano que desgarra las entrañas ! (Serm. de Zelo et livore,
Barbier, T. 2. p. 128.)"
"Mucho más pudiera decir de lo que es la palabra envidia, pone Barbier, pero sólo
concluiré con el mismo poniendo los remedios para desarraigar del corazón que esté
dominado de ella, y no dar entrada, en el que se vea libre, estos son: la humildad, la
modestia, el desprecio de la gloria y de los bienes temporales y el deseo de los
eternos. La templanza en el seno de las riquezas excluye también la envidia. La
dulzura, la mansedumbre, la bondad y la caridad destruyen la envidia... Huyamos de
la envidia. No seamos ambiciosos de vanagloria, dice S. Pablo a los Gálatas,
provocándonos los unos a los otros, y recíprocamente envidiándonos. Hemos de
alegramos del bien de los demás. ¡Qué importa! dice S. Pablo a los Filipenses, con tal
que de cualquier modo Cristo sea anunciado en esto, me gozo y me gozaré siempre.
Hemos de alegrarnos con los que se alegran, y participar de las aflicciones de los
tristes, sufriendo con ellos... (Barbier, ibid., p. 128.)"

ESCÁNDALO

Citas de la Sagrada Escritura

Entrando en Cafarnaum, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le


dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? Y el respondió: Cierto que si. Cuando
iba a entrar en casa, le salió Jesus al paso y le dijo: ¿Que te parece, Simón? Los reyes
de la tierra, ¿de quienes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños?
Contestó el: De los extraños. Y le dijo Jesus: Luego los hijos estan exentos. Mas, para
no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo y coge el primer pez que pique [...];
tómalo y dalo por mi y por ti. Mt 17, 24-27.

Y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mi, mas le valiera
que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del
mar. Mt 18, 6-7.

Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtatelo y echalo de ti; que mejor te es entrar en


la vida manco o cojo que con manos o pies ser arrojado al fuego eterno. lat 18, 8 -9.

Porque los judios piden seitales, los griegos buscan sabiduria, mientras que nosotros
predicamos a Cristo crucificado, escandalo para los judios, locura para los gentiles,
mas poder y sabiduria de Dios para los llamados, ya judios, ya griegos. I Cor 1, 22-25.
¿Quien desfallece que no desfallezca yo? ¿Quien se escandaliza que yo no me
abrase? 2 Cor 11, 29.

Por lo cual se contiene en la Escritura: “He aqui que yo pongo en Sion una piedra
angular, escogida, preciosa, y el que creyere en ella no sera confundido”. Para
vosotros, pues, los creyentes, es honor; mas para los incredulos esa piedra,
desechada por los constructores y convertida en cabeza de esquina, es “piedra de
tropiezo y roca de escandalo”. I Pdr 2, 6-8.

Si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comere en mi vida carne, por no


escandalizar a mi hermano. I Cor 8, 13.

Es verdad que todas las viandas son limpias, pero hace mal el hombre en comer de
ellas con escanda-lo de los otros. Y hace bien en no comer carne, y en no beber vino,
ni en tomar otra cosa por la cual su hermano se ofende, o se escandaliza, o se
debilita en la fe. Rom 14, 20-2 1.

SELECCIÓN DE TEXTOS

“Dicho o hecho menos recto, que es ocasión para otros de ruina espiritual”

1976 En la vida espiritual se puede llegar a la ruina espiritual por un dicho o hecho
de otro, en cuanto que con su amonestación, solicitación o ejemplo lleva a otro a
pecar. Y esto es con toda propiedad el escandalo [...]. Y por eso se dice que es “un
dicho o un hecho menos recto que es ocasión de ruina” (SANTO TOMÁS Suma
Teológica, 2-2, q. 43, a. 1).

1977 Si no eres malo, y lo parece, eres tonto.—Y esa tonteria —piedra de escandalo
—es peor que la maldad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 370).

1978 Procuremos, hermanos, no solo vivir rectamente, sino también obrar con
rectitud delante de los hombres; y no solo preocuparnos de tener la conciencia
tranquila, sino también [...] procuremos no hacer nada que pueda hacer sospechar
mal a nuestro hermano mas cebil, no sea que comiendo hierba limpia y bebiendo un
agua pura pisoteemos los pastos de Dios, y las ovejas mas cebiles tengan que comer
una hierba pisoteada y beber un agua enturbiada (SAN AGUSTÍN, Sermón 47,
sobre /as ovejas, 12-14).

Gravedad del escandalo

1979 Mas le valiera que se atara una piedra de molino... Habla el Señor como era
costumbre en Palestina, porque los mayores crimenes entre los judios se castigaban
asi, atando una piedra al cuello y arrojando al fondo del mar; y en realidad seria
mucho mejor que un inocente sufriera esta pena que, aunque tan terrible, al fin es
temporal, que dar la muerte eterna al alma de un hermano (SAN BEDA, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 265).

1980 Muchos no temen a Dios, pero delante de los demás guardan el debido respeto,
y por esto faltan menos. Pero cuando alguno obra con imprudencia delante de los
demas, lleva entonces el vicio a su cima (TEOFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 294).

1981 El que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de el depende, mata a
aquel que contempla el mal ejemplo de su vida (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre los
pastores, 46, 9).

1982 Por el castigo del que escandaliza se puede conocer el premio del que salva. Si
la salvación de una sola alma no fuese para El de tanta importancia, no amenazarla
con un castigo tan grande a quienes escandalizan (SAN JUAN CRISOSTOMO, en
Catena Aurea, vol. VI, p. 266).

Pecado contra la caridad

1983 ~Ay de aquel hombre! Mas le valiera no haber nacido, que escandalizar a uno
solo de mis escogidos. Mejor le fuera que le colgaran una piedra de molino al cuello y
lo hundieran en el mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos. Vuestra
escisión extravio a muchos, desalento a muchos, hizo dudar a muchos, nos sumio en
la tristeza a todos nosotros (SAN CEEMENTE, Carta a los Corintios, 46).

Escandalo farisaico

1984 Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te
escucho le lleve a escandalizarse. - Porque su escandalo es farisaico (J.ESCRIVA DE
BALAGUER, Camino, n. 349).
1985 Siempre que podamos, sin pecar, debemos evitar el escandalo de nuestros
projimos; pero si el escandalo proviene de la verdad, mas vale permitir el escandalo
que abandonar la verdad (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 265).

Espectaculos que son ocasión de escandalo

1986 Ya es un gran dabo pasar alli inútilmente el tiempo y ser escandalo para los
otros (habla de la asistencia a espectaculos inconvenientes) [...], y, ¿como podra
decirse que tu no sufres daños, cuando contribuyes a los que se producen? [...].
Porque si no hubiera espectadores, tampoco habria quienes se dedicaran a esas
infamias (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 37).

1987No me vengas con que todo es una representación. Si, una representación que
ha convertido a muchos en adulteros y trastornado muchas familias [...]. Si el hecho
es un mal, su representación también tiene que serlo. Y nada digo todavia de
cuantos adulteros producen los que representan esos dramas de adulterio, y cuan
insolentes y desvergonzados hacen a los que tales espectaculos contemplan. Nada
hay, en efecto, mas deshonesto, nada mas procaz, que un ojo capaz de soportar esa
vista [...]. Mejor fuera embadurnarte los ojos con barro y con cieno que no
contemplar esa iniquidad (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 6).

Escándalo.- "Si aun cuando en las cosas permitidas, y en las que nos es libre hacer o
no hacer, causamos escándalo a los débiles o ignorantes, incurrimos en una vigorosa
condenación, según dijo el Salvador con estas palabras: Mejor le sería que se
arrojase en el mar con una piedra de molino al cuello, que escandalizar a uno de
estos pequeñuelos: si Dios, vuelvo a decir, nos ha de juzgar con tan terrible rigor
sobre las cosas permitidas, ¿qué sucederá en las cosas que son prohibidas? (S.
Basilio, Quaest. 10, sent. 25, Tric. T. 3, p. 195.)"

"La aprensión de escandalizar a nuestro prójimo debe algunas veces obligamos a


ejecutar cosas que, a no ser esto, no serían necesarias. (S. Basilio, Reg. 33, c. 4, sent.
39, Tric. T. 3, p. 197.)"

"He conservado en el secreto de mi corazón vuestras palabr temiendo pecar contra


Vos: porque no solamente hay peligro en de lo que es falso, sino también en decir la
verdad, cuando se dice a que no se debe. (S. Ambrosio, in Psaim. 118, sent. 55, Tric.
T. 4. 323.)"

"Sólo hemos de ejecutar lo que no desagrada a Dios ni escandaliza a nuestro


hermano: porque, aunque una cosa sea permitida, si escandaliza al prójimo, es
desagradable a Dios, porque quiere el Señor que atendamos a la salud de los otros.
Procuraremos, pues, hacer cosa alguna que no sea buena, así delante de Dios, como
delante de los hombres, si solamente hacemos las cosas permitidas cuando a
ningúno escandalizan. (S. Ambrosio, in c. 12, sent. 96, Tric. T. 4, 332.)"
"Si vuestro ojo, vuestro pie o vuestra mano es motivo de escándalo, y de caída,
separadlos de vosotros. A nada perdonéis por perdon a vuestra alma: esta que
parece crueldad es una acción piadosa(S. Jerónimo, Ep. ad Rust. 125, sent. 10, Tric.
T. 5, p. 240.)"

"Si el ojo derecho te sirve de escándalo, arráncale, y arrójale de tí. No entendió Dios
esto de los ojos del cuerpo, porque es el Señor incapaz de hacernos mal, cuando
nuestro espíritu se conserva sano y vigoroso: quiso hablar de nuestros mayores
amigos, que nos parecen tan preciosos como nuestros miembros; y nos encomienda
que si nos sirven de escándalo, dejemos su amistad para asegurarnos nuestra
salvación. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. in Psalm. 4, sent. 120, Tric. T. 6, 322.)"

"No me digáis, esto o aquello está prohibido, ni que está permitido, siempre que
habléis de alguna cosa que escandaliza a los demá porque, aunque la permitiera el
mismo Jesucristo, si advertís que alguno se escandaliza, absteneos, no uséis del
premio que os ha dado. De este modo procedió el grande Apóstol, no queriendo
tomar cosa alguna de los fieles, no obstante que el Señor Io había permitido a 1os
Apóstoles. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 21, c. 9, sent. 305, Tric. T. p.364.)"

"Muchas veces nace en el corazón de un siervo de Dios el deseo de la soledad, por


causa de las muchas tribulaciones y escándalos este mundo. (S. AGUSTÍN, Salm. 54,
sent. 74, Tric. T. 7, p. 461.)"

"Debe notarse que tenemos obligación de evitar en cuanto nos es posible el


escándalo de los prójimos; pero si de la verdad recibe escándalo, mejor es permitir
que este nazca, que desamparar la ver dad. (S. Gregorio el Grande. Homl. 7, sent.
22, adic., Tric. T. 9, p. 386.)

"De buena gana me privaré de cualquier ganancia espiritual, si esta no puede


adquiriese sino con el escándalo. (S. Bernardo, Ep. 62, sent. 114, Tric. T. 10, p. 329.)"

"Ten presente que no debemos atender a toda especie de escándalo, según aquella
respuesta del Señor, que dijo: Dejadlos, que son ciegos, y gobiernan a otros ciegos.
Más vale que nazca el escándalo, que el que quede desamparada la verdad. (S.
Bernardo, Ep. 34, ad Drogon. Mon., sent. 12, adic., Tric. T. 10, p. 349.)"

"Dice este mismo Santo Padre: Habiendo dado Jesucristo su propia sangre como
precio de la redención de las almas, ¿no os parece evidente que sufre mucho más
que de los judíos, que derramaron su sangre, de aquel que por una sugestión
maligna, por un ejemplo dañoso, por el escándalo que da extravía las almas
redimidas? Es un sacrilegio horrible que parece mucho más inícuo que el crimen de
los que pusieron sus sacrílegas manos sobre el Señor de majestad. (S. Bernardo
Serm de coners. S. Pauli, Barbier, T. 2, p. 135 y 136.)"

"Se dice que el célebre Judas Macabeo se levantó, auxiliado de su hermanos, y


combatió con alegría por la defensa de Israel. Judas dio nuevo lustre a la gloria de su
pueblo, y revistióse la coraza cual gigante: ciñóse sus armas para combatir, y
protegía con su espada todo su campamento. Parecía un león en sus acciones, y se
semejaba a un cachorro cuando ruge sobre la presa. Y persiguió a los impíos
buscándoles pro todas partes, y abrasó en las llamas a los que turbaban el reposo de
su pueblo. Y el temor que infundía su nombre, ahuyentó a sus enemigos, y todos los
malvados se llenaron de turbación, y la salud del pueblo fue obra de su brazo. Sus
acciones eran la alegría de Jacob, y su memoria, será para siempre bendita. Recorrió
las ciudades de Judá, exterminando de ellas a los impíos, y apartó la cólera celestial
lejos de Israel. Y su nombradía llegó hasta las extremidades de la tierra. (1. Machb.,
3, Barbier, T. 2, p. 132.)"

"Lo que Judas Macabeo hizo para el bien, el escandaloso lo hace para el mal. El
escandaloso se levanta, combate con una fuerza que puede más bien llamarse furor
mezclado de alegría diabólica, para debastar el campo del Señor. Extiende su
ignorancia sobre sus semejantes; viste la coraza del crimen como un gigante; está
cargado de armas producidas por el infierno, armas templadas en la sangre de sus
hermanos. Semejante a un león en sus obras de muerte, ruge buscando almas para
hacerlas presa suya. Persigue a los buenos, y los maltrata: las almas piadosas se
asustan y huyen. Tiene la muerte en sus manos; derrama la tristeza y el
desconsuelo; el runío de sus escándalos se propaga a lo lejos, y su nombre acaba por
pesar como una maldición sobre la comarca que habita. (Barbier., T. 2, p. 132 y
133.)"

"El verdugo, al darse la lúgubre señal, parte, llega a la plaza pública cubierta de una
muchedumbre apiñada y conmovida, se apodera de su víctima, la sujeta, la ata al
instrumento del suplicio, luego levanta el brazo, y entonces sucede un silencio
horrible, y no se oye mas que el crujido de los huesos oprimidos por la argolla, y los
aullidos de la víctima. Ha concluido su tarea, su corazón palpita, pero de alegría, y se
aplaude diciendo para sí: Nadie ejecuta mejor que yo Este cuadro que un sabio
escritor -M. de Maistre en sus veladas de San Petersburgo- hace del verdugo de los
cuerpos, ¿no puede igualmente aplicarse al escandaloso verdadero verdugo de las
almas? El infierno da una señal lúgubre a los escandalosos: su corazón corrompido y
cruel comprende esta señal, y parte para seducir y asesinar Encuentra a un inocente,
y lo convierten en criminal: encuentra a un hijo sumiso y lo convierte en parricida. Lo
mismo que el verdugo coge a su víctima y la ata en el cadalso de su escándalo,
levanta el brazo para matarle, y no se oyen más que los gritos y aullidos de
desesperación de la víctima y de su familia deshonrada... Ya ha acabado de matar
aquella alma, arrebatándole la inocencia, su salvación, el cielo, su corona, su gloria y
su Dios, su corazón palpita, pero no es de remordimiento ni de pena, es de alegría,
de la maligna alegría de los demonios, se aplaude y dice para sí, y también
públicamente: Nadie ejecuta mejor que yo; nadie asesina mejor las almas; nadie
mata tanto como yo. A todas partes llevo la muerte. "Stans replevii omnia rnorte.
Sap. XVIII, 16. (Barbier. T. 2, p. 133 y 131.)"

ESPERANZA

Citas de la Sagrada Escritura

Aunque a los ojos de los hombres fueron atormentados, su esperanza esta llena de
inmortalidad. Sab 3, 4.

La fe y el conocimiento de la verdad de la esperanza de la vida eterna, la cual Dios,


que no puede mentir, ha prometido antes de todos los siglos. Tit 1, 1-2.

Vivamos sobria, justa y religiosamente en este siglo, aguardando la bienaventuranza


esperada. Tit 2, 12-13.

No tenemos aquí ciudad fija, sino que vamos en busca de la que esta por venir. Heb
13, 14.

Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, cuanto más
vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las piden. Mt 7, 11.

Mi única mira es [...] ir corriendo hasta la meta, para ganar el premio al que Dios
llama desde lo alto por Jesucristo. Flp 3, 13-14.

Cuando alguno pecare (no desespere), tenemos por abogado para con el Padre a
Jesucristo justo, y El mismo es la victima de propiciación por nuestros pecados. I Jn 2,
1-2.

En virtud de la fe tenemos cabida en esta gracia, en la cual permanecemos firmes, y


nos gloriamos esperando la gloria de los hijos de Dios. Rom 5, 2.

Nosotros no somos salvos sino en esperanza [...]. Si esperamos lo que no vemos


todavía, lo aguardamos por medio de la paciencia. Rom 8, 24-25.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios es sobrenatural el único fundamento de nuestra esperanza

1988Toda mi esperanza estriba solo en tu gran misericordia (SAN AGUSTÍN,


Confesiones, l0).

1989 La esperanza del hombre y la esperanza del mundo contemporáneo, la


perspectiva del futuro realmente “mejor”, mas humano, dependen del “Confiteor” y
del “Kyrie eleison”. Dependen de la conversión: de las muchas, muchas conversiones
humanas, que son capaces de transformar no solo la vida personal del hombre, sino
la vida de los ambientes y de la sociedad entera (JUAN PABLO II, Hom. 31XII- 1 980).

1990 El único motivo que té queda para gloriarte, oh hombre, y el único motivo de
esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo (SAN
BASILIO, Hom. 20, sobre la humildad).

1991El amor es mas grande que el pecado, que la debilidad, que la “vanidad de la
creación”, mas fuerte que la muerte; es amor siempre dispuesto a aliviar y a
perdonar, siempre dispuesto a ir al encuentro con el hijo prodigo [...], y tal revelación
del amor y de la misericordia tiene en la historia del hombre una forma y un nombre:
se llama Jesucristo (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, II, 9).

1992 [...] a todos los que esperan se puede aplicar lo que dijo S. Pablo de Abraham:
creyo, esperando contra toda esperanza (Rom 4, 8). Diréis todavía: “¿cómo puede
suceder esto?” Sucede porque se aferra a tres verdades: Dios es omnipotente, Dios
me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es El, el Dios de las
misericordias, quien enciende en mi la confianza; por lo cual yo no me siento ni solo,
ni inútil, ni abandonado, sino implicado en un destino de salvación que desembocara
un día en el Paraíso (JUAN PABLO I, Aloc. 20-IX-1978).

1993 A mí, y deseo que a vosotros os ocurra lo mismo, la seguridad de sentirme—de


saberme—hijo de Dios me llena de verdadera esperanza que, por ser virtud
sobrenatural, al infundirse en las criaturas se acomoda a nuestra naturaleza, y es
también virtud muy humana. Estoy feliz con la certeza del Cielo que alcanzaremos, si
permanecemos fieles hasta el final; con la dicha que nos llegara, quoniam bonus (Sal
105,), porque mi Dios es bueno y es infinita su misericordia. Esta convicción me
incita a comprender que solo lo que esta marcado con la huella de Dios revela la
sehal indeleble de la eternidad, y su valor es imperecedero. Por esto, la esperanza no
me separa de las cosas de esta tierra, sino que me acerca a esas realidades de un
modo nuevo, cristiano, que trata de descubrir en todo la relación de la naturaleza,
caída, con Dios Creador y con Dios Redentor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 208).

1994 El hombre no puede vivir sin esperanza; todos los hombres esperan en alguien
y en algo. Pero, por desgracia, no faltan abundantes desilusiones y tal vez se asoma
incluso el abismo de la desesperación. ¡Mas nosotros sabemos que Jesús Redentor,
muerto, crucificado y resucitado gloriosamente, es nuestra esperanza! “Resucito
Cristo, mi esperanza”. Jesús nos dice que, a pesar de las dificultades de la vida, vale
la pena comprometerse con voluntad tenaz y benéfica en la construcción y
mejoramiento de la “ciudad terrena”, con el animo siempre en tensión hacia la
eterna (JUAN PABLO II, Aloc. 24-III-1979).

Se confía y se espera en lo que se ama

1995 El que alguien nos ame hace que nosotros esperemos en él; pero el amor al es
causado por la esperanza que en él tenemos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q.
40, a. 7).

1996 Crezcamos en esperanza [...], que es suplicar al Señor que acreciente su


caridad en nosotros, porque solo se confía de veras en lo que se ama con todas las
fuerzas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 220).

1997 Observáis que cuando vino la tormenta los discípulos estaban muy angustiados.
Pensaban que alguna gran calamidad se les aproximaba. Por esta razón, Cristo les
dijo: ¿Por que temeis? Esperanza y miedo son opuestos; temían porque no
esperaban: Esperar es no solo creer en Dios, sino creer y estar ciertos de que nos
ama y desea nuestro bien; y por esto es una gran gracia cristiana. Pero la fe sin
esperanza no basta para llevarnos a Cristo. Los diablos creen y tiemblan (Sant 11).
Creen, pero no van a Cristo porque no esperan, sino desesperan (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía; Cat. de S. Chaud 1848).

1998 La esperanza es imposible si no hay algún amor (SAN AGUSTÍN, Sobre la fe, la
esperanza y la caridad, 117).

La falsificación de la esperanza sobrenatural

1999 [...] si transformamos los proyectos temporales en metas absolutas, cancelando


del horizonte la morada eterna y el fin para el que hemos sido creados—amar y
alabar al Señor, y poseerle después en el Cielo—, los más brillantes intentos se
tornan en traiciones, e incluso en vehículo para envilecer a las criaturas. Recordad la
sincera y famosa exclamación de San AGUSTÍN, que había experimentado tantas
amarguras mientras desconocía a Dios, y buscaba fuera de El la felicidad: ¡nos
creaste, Señor, para ser sayos, y nuestro corazón esta inquieto, hasta que descanse
en Ti! (Confesiones 1, 1, 1). Quizá no exista nada más trágico en la vida de los
hombres que los engaños padecidos por la corrupción o por la falsificación de la
esperanza, presentada con una perspectiva que no tiene como objeto el Amor que
sacia sin saciar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 208).

2000 No somos cristianos por buscar una felicidad terrena, que a veces no les falta a
los ladrones y criminales. Somos cristianos por buscar otra felicidad, que recibiremos
enteramente cuando se termine esta vida del siglo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 62).

“Recomenzar siempre”, un acto de esperanza

2001 Lo grave no es que quien lucha caiga, sino que permanezca en la caída; lo
grave no es que uno sea herido en la guerra, sino desesperarse despues de recibido
el golpe y no cure la herida (SAN JUAN CRISOSTOMO, Exhortación a Teodoro, 1).

2002 Otra caída... y ¡qué caída!... ¿Desesperarte? No: humillarte y acudir, por Maria,
tu Madre, al Amor Misericordioso de Jesús.—Un “miserere” y ¡arriba ese corazón! —A
comenzar de nuevo. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 711).

2003 Alguno dira: ¡Pero si yo soy un pobre pecador! Le respondo como respondí a
una señora [...]. Estaba descorazonada, porque decia que había tenido una vida
borrascosa. ¿Puedo preguntarle —le dije— cuantos años tiene? —Treinta y cinco—.
¡Treinta y cinco! Pero usted puede vivir otros cuarenta o cincuenta y hacer un
montón de bien. Entonces, arrepentida como esta, en vez de pensar en el pasado,
proyectese hacia el porvenir y renueve, con la ayuda de Dios, su vida (JUAN PABLO 1,
Aloc. 20-1X-1978).

2004 Debeis renovar los propositos de enmienda que hasta ahora habeis hecho, y
aunque veais que, a pesar de esas resoluciones, continuais enredada en vuestras
imperfecciónes, no debeis desistir de buscar la enmienda, apoyandoos en la
asistencia de Dios. Toda vuestra vida sereis imperfecta y tendreis mucho que
corregir; por eso teneis que aprender a no cansaros en este ejercicio (SAN
FRANCISCO DE SALES, C.artas, 1. c.. D. 784

Esperanza, a pesar de los pecados y faltas

2005 ¡No desespereis nunca! Os lo dire en todos mis discursos, en todas mis
conversaciones; y si me haceis caso, sanareis. Nuestra salvación tiene dos enemigos
mortales: la presunción cuando las cosas van bien y la desesperación despues de la
caida; este segundo es con mucho el mas terrible (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom.
sobre la penitencia).

2006 Estais viendo en la Iglesia a muchos cuya vida no debeis imitar, pero tampoco
desesperar de ellos. Hoy vemos lo que son, pero ignoramos lo que sera cada uno en
el día de mañana. A veces, el que vemos que viene detras de nosotros llega por su
industria y agilidad a adelantarnos en las buenas obras, y apenas podemos seguir
mañana al que nos parecia aventajar ayer. Cuando S. Esteban moria por la fe, Saulo
guardaba los vestidos de los que le apedreaban (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19
sobre los Evang.).

2007 No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a
quien no ayude la oración de Cristo. Pues si esta fue de provecho para los que tanto
se ensañaban con el, ¿cuanto mas no lo sera para los que se convierten a el? (SAN
LEON MAG;NO, Sermón 15 sobre la Pasión).

2008 Esta virtud es como una fuerte cadena que baja del cielo y ata nuestras almas;
si estas quedan firmemente sujetas, va tirando de ellas poco a poco hasta unas
alturas sublimes, y las sustrae a las tormentas de la vida presente. Pero el alma que,
vencida por el desaliento, se suelta de esta santa ancla, cae inmediatamente y
perece sumergida en el abismo del mal. Nuestro adversario no ignora esto; por eso,
en cuanto nos ve agobiados por el sentimiento de nuestras faltas, se lanza sobre
nosotros e insinua en nuestros corazones sentimientos de desaliento mas pesados
que el plomo. Si les damos acogida, ese mismo peso nos arrastra, nos soltamos de la
cadena que nos sujetaba y rodamos hasta el fondo del abismo (SAN JUAN
CRISOSTOMO,Exhortación a Teodoro, 1).

2009 Mas, ¿que razon tiene el sembrar sobre espinas, sobre piedras, sobre el
camino? Tratandose de semilla y de tierra, ciertamente no tendria razon de ser, pues
no es posible que la piedra se convierta en tierra, ni que el camino no sea camino, ni
que las espinas dejen de ser tales: mas con las almas no es asi. Porque es posible
que la piedra se transforme en tierra buena, y que el camino no sea ya pisado ni
permanezca abierto a todos los que pasan sino que se torne campo fertil, y que las
espinas desaparezcan y la semilla fructifique en ese terreno. Si esto no fuera posible,
no hubiese El sembrado (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

2010 Ningúna otra causa impulso mas a Cristo a venir al mundo que salvar a los
pecadores. Si se suprimen las enfermedades y las heridas, la medicina no tiene razon
de ser. Si, pues, un gran medico bajo del cielo, es porque había un gran enfermo que
curar: todo el mundo (SAN AGUSTÍN, Sermón, 175).

2011 El pueblo cristiano es invitado a gozar de las riquezas del paraiso, y a todos los
regenerados les ha quedado abierto el regreso a la patria perdida, a no ser que ellos
mismos se cierren aquel camino que pudo ser abierto por la fe de un ladron (SAN
LEON MAGNO, Sermón 15 sobre la Pasión).

2012 Ese desaliento, ¿por que? ¿Por tus miserias? ¿Por tus derrotas, a veces
continuas? ¿Por un bache grande, grande, que no esperabas?

Se sencillo. Abre el corazon. Mira que todavía nada se ha perdido. Aun puedes seguir
adelante, y con mas amor, con mas carino, con mas fortaleza.

Refugiate en la filiación divina: Dios es tu Padre amantisimo. Esta es tu seguridad, el


fondeadero donde echar el ancla, pase lo que pase en la superficie de este mar de la
vida. Y encontraras alegria, reciedumbre, optimismo, ¡victoria! (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Via Crucis, p. 65).

2013 Ni la cantidad, ni la calidad de los males que hemos cometido nos hagan
vacilar en la certeza de la esperanza. Aumenta mucho nuestra confianza el hecho del
buen ladron, el cual no era bueno sino ladron. Pensad bien cuan incomprensibles son
en Dios las entrañas de misericordia. Este ladron, que había sido preso en el camino
con sus manos manchadas en sangre, fue colgado en el patibulo de la cruz; en el
confeso, en el fue sanado y en el merecio oir: Hoy estaras conmigo en el paraiso.
¿Que significa esto? ¡Quien podra explicar debidamente la bondad de Dios! En vez de
recibir la pena debida por nuestros crimenes, recibimos los premios prometidos a la
virtud. El Señor ha permitido que sus elegidos incurran en algunas faltas para dar
esperanza de perdon a otros que yacen agobiados bajo el peso de sus culpas, si
acuden a Dios con todo su corazon, y además les abre el camino de la piedad por
medio de los gemidos de la penitencia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los
Evang.).

2014 Despues de referirse a los modos de perdición, narra por fin la parabola de la
tierra buena. No da así lugar a la desesperación, antes abre el camino a la esperanza
del arrepentimiento y muestra que todos pueden convertirse en buena tierra (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

Contrición y esperanza

2015 Estaba lejos (el publicano) y, sin embargo, se acercaba a Dios; y el Señor le
atendia de cerca. El Señor esta muy alto y, sin embargo, mira a los humildes; el
publicano no levantaba sus ojos al cielo y no miraba para que se le mirase. Su
conciencia le abatia, pero su esperanza le elevaba. Golpeaba su pecho y se heria a si
mismo; el Señor le perdonaba, porque se confesaba (SAN AGUSTÍN en Catena Aurea,
t. Vl, p. 302).

2016 Sin estas palabras: “Padre, he pecado”, el hombre no puede entrar


verdaderamente en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo, para
sacar de ella los frutos de la redención y de la gracia.Esta son palabras-clave.
Evidencian sobre todo la gran apertura interior del hombre hacia Dios: “Padre, he
pecado contra Ti”. Si es verdad que el pecado, en cierto sentido, cierra al hombre por
lo que se refiere a Dios, al contrario, la confesión de los pecados abre a la conciencia
del hombre toda la grandeza y la majestad de Dios, y sobre todo su paternidad. El
hombre permanece cerrado en relación con Dios mientras falten en sus labios las
palabras: “Padre, he pecado” y sobre todo mientras falten en su conciencia, en su
“corazon”.

Convertirse a Cristo, experimentar la potencia interior de su cruz y de su


resurrección, experimentar la plena verdad de la humana existencia en El, “en
Cristo”, solo es posible con la fuerza de estas palabras: “Padre, he pecado”. Y solo al
precio de ellas [...]. (JUAN PABLO II, Angelus, 16-11-II-980),.

2017 Es propio de los impios, dice el Sabio, desesperar de la salvación y


despreciarla, cuando han caído al fondo del abismo del pecado (cfr. Prov 18, 3).
Propiamente es su impiedad la que les impide mirar al Señor y volver al lugar de
donde hablan caído (RABANO MAURO, Tres libros a Bonosio, 3, 4).

El ejemplo de los santos

2018 Entre los meritos que los santos atribuyen a Abraham, S. Pablo destaca el de
haber esperado contra toda esperanza. Dios le había prometido una descendencia
mas numerosa que las estrellas del cielo y que las arenas de la orilla de los mares; y,
sin embargo, recibe la orden de matar a su hijo Isaac. El pobre Abraham no perdio su
esperanza, espero contra toda esperanza; el obedecia la orden, seguro de que Dios
no dejaría de mantener su palabra. Grande fue, ciertamente, su esperanza, pues no
veia otro apoyo para la misma que la palabra que Dios le había dado (SAN
FRANCISCO DE SALES, Conversaciones espirituales, Vl, 1. c., p. 705).

2019 ¡Con que humildad y con que sencillez cuentan los evangelistas hechos que
ponen de manifiesto la fe floja y vacilante de los Apostoles!

—Para que tu y yo no perdamos la esperanza de llegar a tener la fe inconmovible y


recia que luego tuvieron aquellos primeros (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
581).

La esperanza del cielo

2020 Gustamos ya en este mundo la esperanza de una vida futura que nos saciara
totalmente (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 39).
2021 No resistes a la carne cuando deseas las cosas malas, porque no tienes
esperanza en el cielo, que es la que nos concede el valor para resistir a las malas
pasiones (SAN JUAN CRISOSTOMO, en CatenaAurea, vol. 1, p. 388).

2022 Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al
fin del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en este camino en esta vida,
daros ha de beber con toda abundancia en la otra y sin temor de que os haya de
faltar (SANTA TERESA, Camino deperfección, 20, 2).

2023 Esta es la unica vida verdadera, la unica vida feliz: contemplar eternamente la
belleza del Señor, en la inmortalidad e incorruptibilidad del cuerpo y del espíritu. En
razon de esta sola cosa nos son necesarias todas las demás cosas, en razon de ella
pedimos oportunamente las demás cosas. Quien posea esta vida poseera todo lo que
desee y alli nada podra desear que no sea conveniente. Alli esta la fuente de la vida,
cuya sed debemos avivar en la oración mientras vivamos aun de esperanza (SAN
AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

2024 La esperanza del premio conforta el alma para realizar las buenas obras (SAN
CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis 348, 18).

2025 Hemos de desear no solo la compañia, sino también la felicidad de que gozan
los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia
deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de
compartir su gloria (SAN BERNARDO, Sermón 2).

2026 Entonces sera la alegria plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando
ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar solido de la
posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros,
antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el
Señor. Pues no es poca la alegria de la esperanza, que ha de convertirse luego en
posesión (SAN AGUSTÍN, Sermón 21).

2027 Ahora amamos en esperanza [...]. Sin embargo, poseemos ya desde ahora las
primicias del Espíritu, que son como un acercamiento a aquel a quien amamos, como
una previa gustación, aunque tenue, de lo que mas tarde hemos de comer y beber
avidamente (SAN AGUSTÍN, Sermón 21).

2028 También me parece me aprovecho mucho, para conocer nuestra verdadera


tierra y ver que somos aca peregrinos, y es gran cosa ver lo que hay alla y saber
donde hemos de vivir. Porque si uno ha de ir a vivir de asiento a una tierra, es de
gran ayuda para pasar el trabajo del camino haber visto que es tierra adonde ha de
estar muy a su descanso, y también para considerar las cosas celestiales y procurar
que nuestra conversación sea alla, hacese con facilidad.

Esto es mucha ganancia, porque solo mirar el cielo recoge el alma; porque como ha
querido el Señor mostrar algo de lo que hay alla, estase pensando—y acaeceme
algunas veces—ser los que me acompañan y con los que me consuelo los que se que
alla viven y parecerme aquellos verdaderamente los vivos, y los que aca viven, tan
muertos que todo el mundo me parece no me hace compañia, en especial cuando
tengo aquellos impetus (SANTA TERESA, Vida, 38, 6).

2029 Y a los que se les da aca, como le pedimos, dales prendas para que por ellas
tengan gran esperanza de ir a gozar perpetuamente lo que aca les da a sorbos
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 30, 6).
Santa Maria, Esperanza nuestra

2030 Maestra de esperanza. Maria proclama que la llamaran bienaventurada todas


las generaciones (Lc I, 48). Humanamente hablando, ¿en que motivos se apoyaba
esa esperanza? ¿Quien era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las
grandes heroinas del Viejo Testamento —Judit, Ester, Debora—consiguieron ya en la
tierra una gloria humana [...].

¡Como contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con


frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos
efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces,
incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. Porque nos falta fe:
¡bienaventurada tu, que has creído! Porque se cumpliran las cosas que se te han
declarado de parte del Señor (Lc I, 45) ( J. ESCRIVA DE BAEAGUER, Amigos de Dios,
286).

2031 (Maria es) puerto de los que naufragan, consuelo,del mundo, rescate de los
cautivos, alegria de los enfermos (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 2).

2032 Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la
tentación, mira a la estrella, llama a Maria. Si te agitan las olas de la soberbia, de la
ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a Maria. Si la ira, la avaricia o la
impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a Maria. Si turbado con la
memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la
idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el
abismo de la desesperación, piensa en Maria.

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en Maria, invoca a Maria. No se
aparte Maria de tu boca, no se aparte de tu corazon; y para conseguir su ayuda
intercesora no te apartes tu de los ejemplos de su virtud. No te descaminaras si la
sigues, no desesperaras si la ruegas, no te perderas si en ella piensas. Si ella te tiene
de su mano, no caeras; si te protege, nada tendras que temer; no te fatigaras si es tu
guia; llegaras felizmente al puerto si Ella te ampara (SAN BERNARDO, Hom. 2 sobre
el “missus est”, 7).

ESPÍRITU SANTO
Citas de la Sagrada Escritura

Cuando venga el Espíritu de verdad, El os enseñara todas las verdades. Jn 16, 13.

¿Como ha tentado Satanas tu corazon para que mintieses al Espíritu Santo? [...]. No
mentiste a hombres, sino a Dios. Hech 5, 3-4.

¿No sabeis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? I Cor
6, 19.

El Espíritu Santo que mi Padre enviara en mi nombre os enseñara todo. Jn 16, 26; 16,
13.

El Espíritu todas las cosas penetra, aun las mas intimas de Dios. I Cor2, 10.

Dios es el que obra todas las cosas, en todos. Así uno recibe del Espíritu hablar con
sabiduria [...] otro, la gracia de curar enfermedades [...]; quien el don de hacer
milagros [...]; quien el don de profecia [...]. Mas todas estas cosas las causa el mismo
indivisible Espíritu, repartiendolas a cada uno segun quiere. I Cor 12, 6-11.

Fuisteis santificados, fuisteis justificados en nombre de nuestro Señor Jesucristo, por


el Espíritu de nuestro Dios. I Cor 6, 11.

La caridad de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo


que se nos ha dado. Rom 5, 5.

Elegidos segun la previsión de Dios Padre para ser santificados por el Espíritu. I Pdr 1,
2.

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la participación del


Espíritu Santo sea en vosotros. 2 Cor 13, 13.

Los varones santos de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo. 2 Pdr 1, 21.

A nosotros nos lo ha revelado Dios por medio de su Espíritu. I Cor 2, 10.

Cuando seais conducidos ante los tribunales para dar testimonio de mi, no penseis lo
que habeis de hablar, puesto que quien habla entonces es el Espíritu del Padre, que
habla por vosotros. Mt 10, 18-20.

Cuando viniere el Consolador, el Espíritu de verdad que procede, del Padre, y que yo
os enviare de parte de mi Padre, El dara testimonio de mi. Jn 15, 26.

Cuando venga el Espíritu de verdad me glorificara, porque recibira de lo mio y os lo


anunciara. Jn 16, 4.

Yo rogare al Padre y os dara otro Consolador. Mas el Consolador, el Espíritu Santo,


que el Padre enviara en mi nombre, os lo ensefiara todo. Jn 14, 16-26.

Dios envio a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo. Cal 4, 6.


SELECCIÓN DE TEXTOS

“Realiza en el mundo las obras de Dios”. Es el Santificador

2033 El Espíritu Santo realiza en el mundo las obras de Dios: es —como dice el himno
liturgico—dador de las gracias, luz de los corazones, huesped del alma, descanso en
el trabajo, consuelo en el llanto. Sin su ayuda nada hay en el hombre que sea
inocente y valioso, pues es El quien lava lo manchado, quien cura lo enfermo, quien
enciende lo-que esta frio, quien endereza lo extraviado, quien conduce a los hombres
hacia el puerto de la salvación y del gozo eterno (De la Secuencia Veni Sancte
Spiritus) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 130).

2034 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento.


Pero es El el que interiormente perfeccióna la obra (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
2-2, q. 177, a. I c).

2035 De la misma manera que los cuerpos transparentes y nitidos, al recibir los
rayos de luz, se vuelven resplandecientes e irradian brillo, las almas que son llevadas
e ilustradas por el Espíritu Santo se vuelven también ellas espirituales y llevan a las
demás la luz de la gracia. Del Espíritu Santo proviene el conocimiento de las cosas
futuras, la inteligencia de los misterios, la comprensión de las verdades ocultas, la
distribución de los dones, la ciudadania celeste, la conversación con los argeles. De
El, la alegria que nunca termina, la perseverancia en Dios y, lo mas sublime que
puede ser pensado, el hacerse Dios (SAN BASILIO, Sobre el Espíritu Santo, 9, 23).

2036 Hacia el dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación;
hacia el tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para
ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.

Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, el es quien da, de si mismo, una


especie de claridad a nuestra razon natural, para que conozca la verdad.

Inaccesible por su naturaleza, se hace accesible por su bondad; todo lo llena con su
poder, pero se comunica solamente a los que son dignos de ello, y no a todos en la
misma medida, sino que distribuye sus dones en proporción a la fe de cada uno (SAN
BASILIO, Sobre el Espíritu Santo, 9, 22-23).

Su acción en el alma

2037 Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y


placentera, y su yugo es levisimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de
su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar,
a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar la
mente del que lo recibe y despues, por las obras de este, la mente de los demas.

Y del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe su luz en
los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veia, así también al
que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por
encima de su razon natural, ve lo que antes ignoraba (SAN CIRILO DE JERUSALEN
Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo, 1).

2038 El Señor prometio que nos enviaria aquel Abogado que nos haria capaces de
Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa
compacta y en un solo pan si antes no es humedecido, así también nosotros, que
somos muchos, no podiamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesus sin esta
agua que baja del cielo. Y así como la tierra arica no da fruto si no recibe el agua, así
también nosotros, que eramos antes como un leno arico, nunca hubieramos dado el
fruto de vida sin esta gratuita lluvia de lo alto (SAN IRENEO Trat. contra las herejias,
3).

2039 Vemos la transformación que obra el Espíritu en aquellos en cuyo corazon


habita. Facilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza
de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza
del alma. Vemos claramente que así sucedio en los discipulos, los cuales, una vez
fortalecidos por el Espíritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que
permanecieron tenazmente unidos al amor de Cristo (SAN CIRILO DE ALEJANDRiA,
Coment. Evang. S. Juan, 10).

2040 Cada uno de los Santos es una obra maestra del Espíritu Santo (JUAN XXIII,
Aloc. 5-VI-1960).

2041 Del mismo modo que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los
estimulos adecuados, permanece inactivo (por ejemplo, los ojos privados de luz, los
oidos cuando falta el sonido, y el olfato cuando no hay ningún olor, no ejercen su
función propia, no porque dejen de existir por la falta de estimulo, sino porque
necesitan este estimulo para actuar), así también nuestra alma, si no recibe por la fe
el Don que es el Espíritu, tendra ciertamente una naturaleza capaz de entender a
Dios, pero le faltara la luz para llegar a su conocimiento (SAN HILARIO Trat. sobre la
Santisima Trinidad, 2).

2042 ¿Por que el Señor da el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua
es condición necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el agua es el
origen de las plantas y de los seres vivos [...]. Y, del mismo modo que el arbol seco,
al recibir el agua germina, así también el alma pecadora, al recibir del Espíritu Santo
el don del arrepentimiento, produce frutos de santidad (SAN CIRILO DE JERUSALEN,
Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo, 1).

2043 ¡Oh, que artifice es este Espíritu! No se tarda en aprender todo aquello que
quiere; inmediatamente que toca nuestra mente, enseña, y solo haber tocado es
haber enseñado ya: inmediatamente que ilustra el alma, la transforma; oculta
repentinamente lo que era y manifiesta lo que no era (SAN GREGORIO MAGNO,
Homilia 30 sobre los Evang.).
Docilidad al Espíritu Santo

2044 [...] la tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el
Espíritu Santo en un solo concepto: docilidad. Ser sensibles a lo que el Espíritu divino
promueve a nuestro alrededor y en nosotros mismos: a los carismas que distribuye, a
los movimientos e instituciones que suscita, a los afectos y decisiones que hace
nacer en nuestro corazon (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es Cristo que pasa, 130).

2045 Los santos no deben su felicidad mas que a su fidelidad en seguir los
movimientos que el Espíritu Santo les envia (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
perseverancia).

Inspiraciones y dones del Espíritu Santo

2046 Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu de sabiduria y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad,
espíritu del santo temor, y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha sellado,
Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazon, como prenda suya, el
Espíritu Santo, como te ensena el Apostol (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los misterios,
29-30).

2047 El Espíritu Santo se aparecio bajo la forma de paloma y de fuego; porque a


todos los que llena, los hace sencillos y los anima a obrar; los hace sencillos con la
pureza, y los anima con la emulación; pues a Dios no puede serle grata la sencillez
sin celo, ni el celo sin sencillez (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

2048Llamamos inspiraciones a todos los atractivos, movi- mientos, reproches y


remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros,
previniendo nuestro corazon con sus bendiciones (Sal 20, 4), por su cuidado y amor
paternal, a fin de despertarnos, movernos, empujarnos y atraernos a las santas
virtudes, al amor celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto
nos encamina a nuestra vida eterna (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, II, 18).

2049 Todo buen consejo acerca de la salvación de los hombres viene del Espíritu
Santo (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 153).

2050 Dios nos ha dado, pues, un gran auxiliador y protector [...]. Permanezcamos
vigilantes para abrirle las puertas de nuestro corazon. El no se cansa de buscar a
cuantos son dignos de El, y derrama sobre ellos sus dones (SAN CIRILO DE
JERUSALEN, Catequesis, 16).

2051 El Espíritu Santo, que habita en los que estan bien dis- puestos, les inspira
como doctor lo que deben decir (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. III, p. 77).

2052Por medio del don de ciencia nos enseña el Espíritu Santo a no hacer nuestra
voluntad sino la de Dios (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 141).

2053 Ves, pues, como San Pedro, que antes tenia miedo de hablar de Jesus, ahora se
goza ya en los castigos; y el que antes de la venida del Espíritu Santo temio ante la
voz de una mujer, despues de la venida desafia las iras de los principes (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

2054 Por la iluminación del Espíritu contemplamos propia y adecuadamente la gloria


de Dios; y por medio de la impronta del Espíritu llegamos a aquel de quien el mismo
Espíritu es impronta y sello (SAN BASILIO MAGNO, Sobre el Espíritu Santo, 26).

2055 El hombre justo que ya vive la vida de la divina gracia y opera por congruentes
virtudes, como el alma por sus potencias, tiene necesidad de aquellos “siete dones”
que se llaman propios del Espíritu Santo. Gracias a estos el alma se dispone y se
fortalece para seguir mas facil y prontamente las divinas inspiraciones: es tanta la
eficacia de estos dones, que la conducen a la cumbre de la santidad; y tanta su
excelencia, que permanecen intactos, aunque mas perfectos, en el reino celestial.
Merced a estos dones, el Espíritu Santo nos mueve y realza a desear y conseguir las
bienaventuranzas, que son como flores abiertas en la primavera, cual indicio y
presagio de la eterna bienaventuranza. Y muy regalados son, finalmente, los “frutos”
enumerados por el Apostol que el Espíritu Santo produce y comunica a los hombres
justos, aun durante la vida mortal, llenos de toda dulzura y gozo, pues son del
Espíritu Santo que en la Trinidad es el amor del Padre y del Hijo y que llena de infinita
dulzura a las criaturas todas (LEON XIII, Enc. Divinum Illud Munus, 9-V-1897).

2056 Hay algunas obras admirables y ciertos dones riquisimos del Espíritu Santo, que
se dice que nacen y provienen de El, como de una fuente inagotable de bondad [...];
con la palabra don se significa lo que se da afectuosa y gratuitamente, sin tener
esperanza alguna de remuneración. Y, por consiguiente, cualesquiera dones y
beneficios que nos hace Dios ¿y que cosa tenemos, como dice el Apostol, que no la
hayamos recibido de Dios?, debemos reconocer con animo piadoso y agradecido que
se nos dieron por consentimiento y gracia del Espíritu Santo (Catecismo Romano,
Parte l.a, Cap. IX, 7).

Necesidad de purificación interior para atender las mociones y gracias que recibimos
2057Ya que nosotros somos como una vasija de barro, por eso necesitamos en
primer lugar ser purificados por el agua, despues ser fortalecidos y perfecciónados
por el fuego espiritual (Dios, en efecto, es un fuego devorador); y, asi, necesitamos
del Espíritu Santo para nuestra perfección y renovación (DIDIMO DE ALEJANDRIA,
Trat. sobre la Stma. Trinidad, 2, 12).

2058De la misma manera que la facultad de ver actua en el ojo sano, así actua
también en esta alma purificada la fuerza del Espíritu (SAN BASILIO MAGNO, Sobre el
Espíritu Santo, 26).

2059 El Espíritu Santo ejerce una acción especial en todos los hombres que son puros
en sus intenciones y afectos (SAN BASILIO, Coment. sobre Isaias, 3).

2060 Por el, los corazones son elevados hacia lo alto, los cebiles son llevados de la
mano, los que ya van progresando llegan a la perfección; iluminando a los que estan
limpios de toda mancha, los hace espirituales por la comunión con El (SAN BASILIO
MAGNO, Sobre el Espíritu Santo, 9).

El Espíritu Santo y la filiación divina

2061Por el Espíritu Santo se nos restituye el paraiso, por el po- demos subir al reino
de los cielos, por el obtenemos la adopción filial, por el se nos da la confianza de
llamar a Dios con el nombre de Padre, la participación de la gracia de Cristo, el
derecho de ser llamados hijos de la luz, el ser participes de la gloria eterna y, para
decirlo todo de una vez, la plenitud de toda bendición, tanto en la vida presente
como en la futura; por el podemos contemplar como en un espejo, cual si estuvieran
ya presentes, los bienes prometidos que nos estan preparados y que por la fe
esperamos llegar a disfrutar (SAN BASILIO MAGNO, Sobre el Espíritu Santo, 15).

2062 La efusión del Espíritu Santo, al cristificarnos, nos lleva a que nos
reconozcamos hijos de Dios. El Paraclito, que es caridad, nos enseña a fundir con esa
virtud toda nuestra vida; y consummati in unum (Jn 17, 23), hechos una sola cosa
con Cristo, podemos ser entre los hombres lo que SAN AGUSTÍN afirma de la
Eucaristia: signo de unidad, vinculo del Amor (Trat. Evang. S. Juan, 26, 13) (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 87).

2063 Despues que Cristo fue glorificado en la Cruz, su Espíritu se comunica a la


Iglesia con una efusión abundantisima, a fin de que Ella y cada uno de sus miembros
se asemejen cada día mas a nuestro Divino Salvador. El Espíritu de Cristo es el que
nos hizo hijos adoptivos de Dios, para que algun día todos nosotros, contemplando a
cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, nos transformemos en la
misma imagen de gloria en gloria (Pío XII, Enc. Mystici Corporis Christi, 29-VI-1943).

Eleva nuestras oraciónes al Padre

2064 El Espíritu que en los corazones de los bienaventurados clama: ¡Abba, Padrel,
sabiendo muy bien que los que han caido o pecado, despues de emitir gemidos en
este tabernaculo del cuerpo, se sienten mas abatidos que aliviados, intercede ante
Dios con gemidos inenarrables, haciendo propios nuestros gemidos por su
humanidad y misericordia (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 2, 3).

2065 Porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene: mas el mismo Espíritu
aboga por nosotros con gemidos inefables, y el que escudriña los corazones conoce
cual es el deseo del espíritu, porque intercede por los santos segun Dios (Rom 8, 26-
27). Es decir, mientras nosotros oramos, el Espíritu intercede intensamente
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 14, 5).

2066 Muchos de vosotros sabeis que la voz griega paraclito equivale a la que en latin
significa abogado, porque aboga ante el tribunal del Padre por los errores de los
pecadores [...]. Por esta razon, dice también S. Pablo en su carta a los Romanos: El
mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos que no se pueden explicar [...]. El
mismo Espíritu Santo suplica, porque inflama con su amor a los que ha llenado, para
que pidan y supliquen. Se llama también consolador al Espíritu Santo, porque eleva
el alma de los que se arrepienten de sus pecados y los prepara para conseguir el
perdon de ellos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

Su acción santificadora y evangelizadora en la Iglesia

2067 Consumada la obra que el Padre encomendo realizar al Hijo sobre la tierra (cfr.
Jn 17, 4), fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostes a fin de santificar
indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre
por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cfr. Ef 2, 18).

El es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (cfr. Jn 4,
14; 7, 28-39), por quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta
que resucite sus cuerpos mortales en Cristo (cfr. Rom 8, 10-11). El Espíritu habita en
la Iglesia y el corazon de los fieles como en un templo (cfr. I Cor 3, 16; 6, 19), y en
ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cfr. Ga/ 4, 6;Rom8, 15-16y26).

Guia la Iglesia a toda la verdad (cfr. Jn 6, 13), la unifica en comunión y ministerio, la


provee y gobierna con diversos dones jerarquicos y carismaticos y la embellece con
sus frutos (cfr. Ef 4, 11-12; I Cor 12, 4; Gal 5, 22). Con la fuerza del Evangelio
rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada
con su Esposo (cfr. S. Ireneo, Adv. haer. 111, 24, 1). En efecto, el Espíritu y la Esposa
dicen al Señor Jesus ¡Ven! (cfr. Apoc 22, 17) (CONC. VAT. 11, Const. Lumen gentium,
4).

2068 Alli donde esta la Iglesia, alli esta el Espíritu de Dios; y alli donde esta el Espíritu
de Dios, alli esta la Iglesia y toda la gracia (SAN IRENEO, Trat. contra las herejias, 3,
24).

2069 Ya no huyen, ya no se ocultan por miedo a los judios; ahora despliegan mas
energia en predicar que antes desplegaban en disimular. Esta transformación, que es
obra de la mano del Altisimo, aparece claramente en el principe de los apostoles;
ayer amedrentado por la voz de una sirvienta, ahora se tiene inquebrantable bajo los
golpes de los jefes de los sacerdotes. Salieron de la presencia del Sanedrin contentos
por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesus (Act 5,
41). Son los mismos que hace poco huyeron y le abandonaron cuando se le conducia
delante del Consejo.

¿Quien podria dudar de la venida del Espíritu de fuerza, cuya potencia invisible
ilumino sus corazones? Igualmente, lo que el Espíritu obra en nosotros da testimonio
de su presencia (SAN BERNARDO, Sermón I para Pentecostes, 1 -2).

2070 A este Espíritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse también el


que todas las partes esten intimamente unidas, tanto entre si como con su excelsa
Cabeza, estando como esta todo en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno
de los miembros: en los cuales esta presente, asistiendoles de muchas maneras y
segun diversos cargos y oficios, segun el mayor o menor grado de perfección
espiritual de que gozan. El, con su celestial halito de vida, ha de ser considerado
como el principio de toda acción vital y saludable en todas las partes del Cuerpo
mistico. El, aunque se halle presente por si mismo en todos los miembros y en ellos
obre con su divino influjo, se sirve del ministerio de los superiores para actuar en los
inferiores. El, finalmente, mientras engendra cada día nuevos miembros a la Iglesia
con la acción de su gracia, rehusa habitar con la gracia santificante en los miembros
totalmente separados del Cuerpo. Presencia y operación del espíritu de Cristo, que
significo breve y concisamente Nuestro sapientisimo Predecesor Leon XIII, de i. m.,
en su enciclica Divinum illud, con estas palabras: Baste saber que mientras Cristo es
la Cabeza de la Iglesia, el Espíritu Santo es su alma (Plo XII, Enc. Mystici Corporis
Christi, 29-VI-1943).

La “escuela” del Espíritu Santo

2071 Este Divino Maestro pone su escuela en el interior de las almas que se lo piden
y ardientemente desean tenerle por Maestro [...]. Su modo de enseñar no es con la
palabra: rara vez habla, alguna vez a los principios; si se practica bien la lección que
El enseña suele hablar, pero muy poca cosa, para manifestarnos ¢on esto su agrado;
y esto ha de estar la practica bien hecha, porque esta escuela todo es de practicar lo
que enseñan, y si no lo practican, es cosa concluida; la escuela se cierra y no se
abre.Porque aunque la escuela se da en el centro del alma, no puede uno entrar alli
si no la mete el Maestro, porque aunque el quiera entrar ni puede ni sabe. Lo único
que puede hacer es quedarse dentro de si, no salir fuera, sino ponerse a la puerta, y
muy de corazon llorar y sentir su falta desinteresadamente [...].A los principios calla,
tolera y no castiga; porque como es tan caritativo, se compadece mucho, porque ve
que no sabemos, y nunca pide ni exige lo que no podemos.Su modo de enseñar es
por medio de una luz clara y hermosa que El pone en el entendimiento (FRANCISCA
JAVIERA DEL VALLE, Decenario al Espíritu Santo, de la “Consideración” para el día
4.°).

2072 Cuando anda el alma muy solicita en el cumplimiento de la practica de la


verdad que le enseña, junto con la luz que dejo dicha, dan como una saeta a la
voluntad, y la voluntad al recibirla se siente toda encendida en amor a su Dios y
Señor [...]. En esta escuela hasta en el respirar parece que se respira sabiduria y
ciencia, y toda esta sabiduria y ciencia va encaminada al conocimiento propio, donde
esta como el fundamento de todo lo que enseñan, y sin estar esto bien asentado en
el alma, no da paso alguno; suspende toda lección, y hasta que esta verdad no echa
como raicee en el alma, no pasa adelante con sus instrucciones (FRANCISCA JAVIERA
DEL VALLE, Decenario al Espíritu Santo, de la “Consideración” para el día 4.°).

El Espíritu Santo y Maria

2073 Las dos formulaciones del Símbolo Niceno-constantino politano: “Et incarnatus
est de Spiritu Sancto... Credo in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem”, nos
recuerdan también que la obra mas grande realizada por el Espíritu Santo, a la cual
todas las demás se refieren incesantemente, acudiendo a ella como a una fuente, es
precisamente la de la encarnación del Verbo Eterno, por obra del Espíritu en el seno
de la Virgen Maria.

Cristo, Redentor del hombre y del mundo, es el centro de la historia: “Jesucristo es el


mismo, ayer y hoy...”. Si nuestros pensamientos y nuestros corazones permanecen
dirigidos a El en la perspectiva del segundo Milenio, que esta para concluirse y que
nos separa de su primera venida al mundo, por esto mismo estan dirigidos al Espíritu
Santo, por obra del cual ha tenido lugar su concepción humana; y se dirigen también
hacia Aquella por la cual fue concebido y de la cual nacio: la Virgen Maria.
Precisamente los aniversarios de los grandes Concilios guien [...] nuestros corazones
hacia el Espíritu Santo y hacia la Madre de Dios, Maria. Y si recordamos cuanto jubilo
y regocijo suscito en Efeso la profesión de fe en la maternidad divina de la Virgen
Maria (Theotokos), comprenderemos que en aquella profesión de fe fue glorificada al
mismo tiempo la obra particular del Espíritu Santo [...] (JUAN PAsLo II, Carta con
ocasión de los aniversarios de los Conc. de Constantinopla I y de Efeso, 25-111-1981,
n. 8).

2074 El Concilio Vaticano II sintetiza felizmente la relación indivisible de Maria


Santisima con Cristo y con la Iglesia: “Por no haber querido Dios manifestar
solemnemente el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu
prometido por Cristo, vemos que los Apostoles, antes del día de Pentecostes,
"perseveraban unanimes en la oración con algunas mujeres, con Maria, la Madre de
Jesus, y con los hermanos de este" (Lumen gentium, 59) [...]”. Con esta expresión el
texto del Concilio une entre si los dos momentos en los que la maternidad de Maria
esta mas estrechamente unida a la obra del Espíritu Santo: primero, el momento de
la Encarnación, y luego el del nacimiento de la Iglesia en el Cenaculo de Jerusalen
(JUAN PABLO II, Carta con ocasión de los aniversarios de los Conc. de Constantinopla I
y Efeso, n. 8).

EUCARISTÍA

Citas de la Sagrada Escritura

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Quien comiere de este pan, vivira
eternamente, y el pan que yo dare es mi misma carne para la vida del mundo. Jn 6,
51-52.

Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es bebida. Quien


come mi carne y bebe mi sangre en mi mora y yo en el. Jn 6, 56-57.

Estando cenando, tomo Jesus el pan, y lo bendijo, y partio y diosele a sus discipulos,
diciendo: Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y tomando el caliz dio gracias, y se lo
dio diciendo: Bebed todos de el, porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento. Mt
26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20; 1 Cor 11, 2426.

Quien comiere este pan o bebiere el caliz del Señor indignamente, reo sera del
cuerpo y de la sangre del Señor [...], porque quien le come y bebe indignamente se
traga y bebe su propia condenación. I Cor 1 1, 27-29.

Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre no tendreis vida
en vosotros. Jn 6, 54.
Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la
vida eterna, el cual os dara el Hijo del hombre. Jn 6, 27.

He venido para que tengan vida y la tengan en mas abundancia. Jn 10, 10.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Sacrificio y Sacramento

2093 Jesus quiso que la inmensidad de este amor quedase grabada en lo mas
profundo del corazon de los creyentes. Por eso, en la ultima Cena, despues de
celebrar la Pascua con sus discipulos y a punto de pasar de este mundo al Padre,
instituyo este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, como realización
de las antiguas figuras, como el mayor milagro que habla hecho y el mayor consuelo
para aquellos que dejarla tristes con su ausencia (SANTO TOMÁS, Sermón para la
fiesta del Cuerpo de Cristo).

2094 La Iglesia catolica rinde este culto latreutico al Sacramento Eucaristico, no solo
durante la Misa, sino también fuera de su celebración, conservando con la maxima
diligencia las hostias consagradas, presentandolas a la solemne veneración de los
fieles cristianos, llevandolas en procesión con alegria de la multitud del pueblo
cristiano (PABLO Vl, Mysterium Fidei, 3-1X-1965).

2095Y con la Sagrada Eucaristia, sacramento—si podemos expresarnos asi—del


derroche divino, nos concede su gracia, y se nos entrega Dios mismo: Jesucristo, que
esta realmente presente siempre —y no solo durante Ia Santa Misa—con su Cuerpo,
con su Alma, con su Sangre y con su Divinidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 80).

2096 Tenemos con nosotros el “pan de los peregrinos”, el sacramento del Cuerpo y
de la Sangre de Cristo, que se nos ofrece como fuente inagotable, para sacar de ella
fuerza, serenidad, confianza en cada momento de la existencia (JUAN PABLO II, Hom.
Roma, I 1-11-1981).

Presencia real y substancial de Jesucristo en la Sagrada Eucaristia


2097 Si alguno negare que en el santisimo sacramento de la Eucaristia se contiene
verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y
la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por tanto, Cristo entero, sino que dijere
que solo estan en el como en signo o en figura, o por su eficacia, sea anatema (CONC
DE TRENTO, Canones sobre la S. Eucaristia, Sesión Xlll, cap. 8; Dz 1651).

2098 Tal presencia se llama real, no por exclusión, como si las otras no fueran reales,
sino por antonomasia, porque es también corporal y substancial, pues por ella
ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e integro (PABLO Vl,
Mysterium Fidei, 3-1X-1965).

2099 Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor Jesucristo, perfecto Dios y


perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda El mismo. Ira al
Padre, pero permanecera con los hombres. No nos legara un simple regalo que nos
haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como
la fotografia que pronto aparece desvaida, amarillenta y sin sentido para los que no
fueron protagonistas de aquel amoroso momento. Bajo las especies del pan y del
vino esta El, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 83).

2100 Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo


que nacio de Maria Virgen; el mismo que padecio, que fue inmolado en la Cruz; el
mismo de cuyo costado traspasado mano agua y sangre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 84).

2101 Se mantienen alejados de la Eucaristia y de la oración (los docetas), por no


confesar que la Eucaristia es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la que padecio
por nuestros pecados, la que el Padre en su bondad ha resucitado (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los de Esmirna, 7).

2102 ¿Por que tratas tu irrespetuosamente al sacramento tremendo (venerando)?


¿No sabes que en el momento en que el sacramento viene al altar se abren arriba los
cielos y Cristo desciende y llega, que los coros angelicos vuelan del cielo a la tierra y
rodean el altar donde esta el santo sacramento del Señor y todos son llenos del
Espíritu Santo? [...]. Por eso vosotros, sacerdotes, vosotros los ministros y los
dispensadores del santo sacramento, acercaos con temor, custodiadlo con ansia,
administradlo santamente y servidle con esmero (JUAN MANDAKUNI, Homilias, 1. c.,
pp. 224-225).

2103 Este cuerpo que consagramos procede y es de la Virgen [...]; verdadera carne
de Cristo era la que fue crucificada, la que fue sepultada: por consiguiente,
verdaderamente es el sacramento de aquella carne (SAN AMBROSIO Sobre los
misterios. 53).

2104 Esto que hay en el caliz es aquello que mano del costado, y de ello
participamos (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. 24 sobre la l.a Epistola a los Corintios).

2105 El Cristo eucaristico se identifica con el Cristo de la historia de la eternidad. No


hay dos Cristos, sino uno solo. Nosotros poseemos, en la Hostia, al Cristo de todos los
misterios de la Redención: al Cristo de la Magdalena, del hijo prodigo y de la
Samaritana, al Cristo del Tabor y de Getsemani, al Cristo resucitado de entre los
muertos, sentado a la diestra del Padre [...]. Esta maravillosa presencia de Cristo en
medio de nosotros deberla revolucionar nuestra vida [...]; esta aqui con nosotros: en
cada ciudad, en cada pueblo [...] (M. M. PHILIPON, Los sacramentos en la vida
cristiana, p. 116).

2106 Confesión de fe que la Iglesia pidio a Berengario en el siglo Xl: “Yo, Berengario,
creo en mi corazon y mis labios confiesan: que el pan y el vino que se ponen en el
altar, por el misterio de la declaración sagrada y de las palabras de nuestro
Redentor, se convierten sustancialmente en la carne verdadera, propia y vivificante y
en la sangre de Jesucristo, Nuestro Señor; que despues de la consagración esta el
verdadero cuerpo de Cristo, que nacio de la Virgen y que fue colgado de la Cruz,
ofrecido por la salvación del mundo, que esta sentado a la derecha del Padre, así
como la verdadera sangre de Cristo que salio de su costado; que todo eso se hace no
solo en símbolo y en virtud espiritual del Sacramento, sino en la realidad propia de la
naturaleza de las cosas, y en la verdad de su sustancia, como esta escrito en esta
nota, como os he leido y como lo comprendeis. En eso creo, y no dare ningúna
ensefianza mas contra esta creencia. A eso me ayuden Dios y los santos Evangelios
de Dios” (Dz, 335).

La transubstanciación

2107 Antes, pues, que se realice la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre
el descienden las palabras de Jesucristo, que dice: “Esto es mi cuerpo”, el pan se
convierte en el Cuerpo de Cristo (SAN AGUSTÍN Trat. Evang. S. Juan, 27).

2108 Despues de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y
substancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la
apariencia (especie) de aquellas cosas sensibles. Porque no son cosas que repugnen
entre si que el mismo Salvador nuestro este siempre sentado en el cielo a la diestra
de Dios Padre, segun su modo natural de existir, y en muchos otros lugares este
sacramentalmente presente en su substancia, segun un modo de existir que si bien
apenas podemos expresar con palabras, sin embargo con pensamiento ilustrado por
la fe podemos alcanzar que es posible a Dios, y debemos creerlo siempre y de modo
constante (CONCILIO DE TRENTO, Denz. Schon., 1636).

2109 El cuerpo esta verdaderamente unido a la divinidad, el cuerpo nacido de la


Santisima Virgen: no porque el mismo cuerpo encarnado descienda del Cielo, sino
porque el mismo pan y vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo (SAN
JUAN DAMASCENO, Sobre la fe ortodoxa, 4, 14). '

2110 Cristo no se hace presente en este Sacramento sino por la conversión de toda
la substancia del pan en su cuerpo y de toda la substancia del vino en su sangre;
conversión admirable y singular, que la Iglesia catolica justamente y con propiedad
llama transubstanciación (PABLO VI, Mysterium Fidei, 3-lX- 1965).

2111 Adoctrinados y llenos de esta fe certisima, debemos creer que aquello que
parece pan no es pan, aunque su sabor sea de pan, sino el cuerpo de Cristo; y que lo
que parece vino no es vino, aunque así le parezca a nuestro paladar, sino la sangre
de Cristo (SAN CIRILO DE JERUSALEN. Cateqwesis, 22, 1).

2112 Una vez terminadas las grandes y admirables preces, el pan se hace cuerpo y
el caliz sangre de Nuestro Señor Jesucristo (SAN ATANASIO, Sermón a los
bautizados).

2113 Y dijo en modo demostrativo: Este es mi cuerpo y esta es mi sangre, para que
no pienses que las cosas que aparecen son una figura (tipo), sino que por algo
inefable del Dios Omnipotente las oblaciones son realmente transformadas en el
cuerpo y en la sangre de Cristo; y nosotros, al participar de ellos, recibimos la fuerza
vivificadora y santificadora de Cristo (SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, Coment. sobre S.
Mateo).

2114 El pan, antes de la consagración, es un pan ordinario; pero cuando se le


consagra, se convierte y se llama Cuerpo de Cristo (SAN GREGORIO DE NISA, Sermón
sobre el Bautismo).

2115 Este es mi cuerpo, dice (el sacerdote). Esta palabra transforma las cosas
ofrecidas (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre el Bautismo del Señor).

2116 El pan al principio es ordinario, pero una vez que el misterio lo consagra, se
dice y se hace cuerpo de Cristo (SAN GREGORIO DE NISA, Hom. sobre el Bautismo del
Señor).

2117 (Referido a la Consagración). Es mayor la fuerza de la bendición que la de la


naturaleza, porque por la bendición incluso la misma naturaleza se cambia (SAN
AMBROSIO, Sobre los misterios, 50).

2118 Este pan, antes de las palabras de la consagración es pan comun; pero cuando
se le consagra, el pan se convierte en carne de Cristo (SAN AMBROSIO. Sobre los
Sacramentos, 4, 4).

La Sagrada Eucaristia y la Redención

2119 NO existe verdaderamente nada mas util para nuestra salvación que este
sacramento en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra la
abundancia de todos los carismas espirituales. Se ofrece en la Iglesia en provecho de
todos, vivos y muertos, porque fue instituido para la salvación de todos los hombres
(SANTO TOMÁS, Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo).

2120 Este sacramento contiene todo el misterio de nuestra salvación; por eso se
celebra con mayor solemnidad que los demás (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q.
83, a. 4).

2121 Es el sacramento de la pasión del Señor y de nuestra redención (TERTULIANO,


Epistola 63).

2122 La presencia de Jesus vivo en la Hostia Santa es la garantia, la raiz y la


consumación de su presencia en el mundo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 102).

Efectos de este Sacramento

2123 Jesus en el Sacramento es esta fuente abierta a todos, donde siempre que
queramos podemos lavar nuestras almas de todas las manchas de los pecados que
cada día cometemos (SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento,
20).

2124 En la santisima Eucaristia se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a


saber, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a los
hombres, vivificada y vivificante por el Espíritu Santo (CONC. VAT. II, Decr.
Presbyterorum Ordinis, 5).

2125 El efecto que este sacramento produce en el alma de quien lo recibe


debidamente es la unión del hombre con Cristo. Y puesto que por la gracia el hombre
es incorporado a Cristo y unido a sus miembros, es logico que por este sacramento
se aumente la gracia de quienes lo reciben dignamente. Todos los efectos que el
alimento y la bebida materiales producen sobre la vida del cuerpo: sustento,
crecimiento, reparación y placer, este sacramento los produce para la vida espiritual
(CONC. DE FLORENCIA, Decr. Pro Armeniis).

2126 Quiere El, para el bien de las criaturas, que su cuerpo, su alma y su divinidad se
hallen en todos los rincones del mundo, a fin de que podamos hallarle cuantas veces
lo deseemos, y así en El hallemos toda suerte de dicha y felicidad. Si sufrimos penas
y disgustos, El nos alivia y nos consuela. Si caemos enfermos, o bien sera nuestro
remedio, o bien nos dara fuerzas para sufrir, a fin de que merezcamos el cielo. Si nos
hacen la guerra el demonio y las pasiones, nos dara armas para luchar, para resistir y
para alcanzar victoria. Si somos pobres, nos enriquecera con toda suerte de bienes
en el tiempo y en la eternidad (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves Santo).

2127 Es medicina de inmortalidad, antidoto para no morir, re- medio para vivir en
Jesucristo para siempre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epistola a los Efesios, 90).

Jesucristo se contiene en cada una de las sagradas especies

2128 Debe saberse, sin embargo, que todo Jesucristo se contiene en cada una de las
especies; bajo la especie de pan se contiene también la sangre con el cuerpo, y bajo
la especie de vino se contiene el cuerpo con la sangre (SANTO TOMÁS, en Catena
Aurea, vol. III, p. 291).

2129 El sacerdote realiza este sacramento hablando en nombre de Cristo. En virtud


de las palabras, la sustancia del pan se cambia en el cuerpo de Cristo y la sustancia
del vino en su sangre. De tal modo, no obstante, que Cristo entero se halla bajo la
especie del pan y entero bajo la especie de vino; Cristo esta contenido en toda
porción de hostia y de vino consagrados, despues de la separación de las especies
(CONC DE FLORENCIA, Decr. Pro Armeniis).

2130 Esta costumbre (la de comulgar bajo una sola especie) con razon fue
introducida para evitar algunos peligros y escandalos. Aunque en la Iglesia primitiva
los fieles recibian la comunión bajo las dos especies, mas tarde ha sido recibida bajo
las dos especies por los que celebran, y bajo una sola por los laicos. Hay que creer
con toda firmeza y no se puede dudar de ningúna manera que el cuerpo y la sangre
de Cristo en su integridad estan realmente presentes tanto bajo la especie de pan
como bajo la de vino (CONC DE CONSTANZA, Decr. Sobre la Comunión bajo una sola
especie).

La Sagrada Eucaristia, una especial manifestación del amor de Dios hacia los
hombres

2131 Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva
guardandole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no solo
para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión, sino
también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros,
manifestandonos por este eficacisimo medio el amor que nos tiene (SAN ALFONSO
M.a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 2).

2132 El amor de la Trinidad a los hombres hace que, de la presencia de Cristo en la


Eucaristia, nazcan para la Iglesia y para la humanidad todas las gracias (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 86).

Esta muy cerca de nosotros

2133 Aqui es Cristo en persona quien acoge al hombre, maltratado por las asperezas
del camino, y lo conforta con el calor de su comprensión y de su amor. En la
Eucaristia hallan su plena actuación las dulcisimas palabras: Venid a Ml, todos los
que estais fatigados y cargados, que yo os aliviare (Mt ll, 28). Ese alivio personal y
profundo, que constituye la razon ultima de toda nuestra fatiga por los caminos del
mundo, lo podemos encontrar—al menos como participación y pregustación—en ese
Pan divino que Cristo nos ofrece en la mesa eucaristica (JUAN PABLO II, Hom. 9-VII-
1980).

2134 No se que trabajos, por grandes que fuesen, se habian de tener, a trueque de
tan gran bien para la cristiandad; que aunque muchos no lo advertimos estar
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, como esta en el Santisimo
Sacramento en muchas partes, gran consuelo nos habla de ser (SANTA TERESA,
Fundaciones, 18, 5).

2135 Así como Jesucristo esta vivo en el cielo rogando siempre por nosotros, así
también en el Santisimo Sacramento del altar, continuamente de día y de noche esta
haciendo este piadoso oficio de abogado nuestro, ofreciendose al Eterno Padre como
victima, para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias (SAN ALFONSO M.a
DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 31).

2136 Mas afortunados que aquellos que vivieron mientras estuvo en este mundo,
cuando no habitaba mas que en un lugar, cuando debian andarse algunas horas para
tener la dicha de verle; hoy le tenemos nosotros en todos los lugares de la tierra, y
así ocurrira, segun nos esta prometido, hasta el fin del mundo (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre el Jueves Santo).

2137 Mas a esta habiale el Señor dado tan viva fe, que cuando oia decir a algunas
personas que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo,
veia entre si, pareciendole que teniendole tan verdaderamente en el Santisimo
Sacramento como entonces, que mas se les daba (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 34, 6).

2138 Mas dichosos que los santos del Antiguo Testamento, no solamente poseemos
a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas
partes, sino que le tenemos con nosotros como estuvo en el seno de Maria durante
nueve meses, como estuvo en la cruz. Mas afortunados aun que los primeros
cristianos, quienes hacian cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha
de verle; nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar a su
gusto de tan dulce compafiia. jOh, pueblo feliz! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
el Corpus Christi).

Tenemos necesidad de El

2139 Como seguidores de Cristo no despreciamos las cosas buenas de la tierra, pues
sabemos que estas han sido creadas por Dios, que es la fuente de todo bien.
Tampoco tratamos de ignorar la necesidad de pan, la gran necesidad de alimento
que tantos hombres sufren en todo el mundo, incluso en nuestras tierras [...]. Y sin
embargo sigue siendo cierto que “no solo de pan vive el hombre”. La persona
humana tiene una necesidad que es aun mas profunda, un hambre que es mayor que
aquella que el pan puede saciar —es el hambre que posee el corazon humano de la
inmensidad de Dios—. Es un hambre que solo puede ser saciada por Aquel que dijo:
“Si no comeis la carne del Hijo del hombre y no bebeis su sangre, no tendreis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le
resucitare el ultimo dia. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida” (Jn 6,

2140 Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus
heridas, El es medico. Si estas ardiendo de fiebre, El es manantial. Si estas oprimido
por la iniquidad, El es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, El es vigor. Si temes la
muerte, El es la vida. Si deseas el cielo, El es el camino. Si refugio de las tinieblas, El
es la luz. Si buscas manjar, El es alimento (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 16,
99).
2141 Cristo instituyo este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como
el cumplimiento de las antiguas figuras y la mas maravillosa de sus obras; y lo dejo a
los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia (SANTO TOMÁS.
Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo).

2142 Jesus no es una idea ni un sentimiento ni un recuerdo. Jesus es una “persona”


viva siempre y presente entre nosotros. Amad a Jesus presente en la Eucaristia
[...].Viene a nosotros en la santa comunión y queda presente en el sagrario de
nuestras iglesias, porque El es nuestro amigo, amigo de todos, y desea ser
especialmente amigo y fortaleza en el camino de vuestra vida de muchachos y
jovenes que teneis tanta necesidad de confianza y amistad (JUAN PABLO II, Aloc. 8-
XI-1978).

Espera de Jesus en el Sagrario

2143 Viene a mi memoria una encantadora poesia gallega, una de esas Cantigas de
Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que, en su simplicidad, suplico a Santa
Maria poder contemplar el cielo, aunque fuera por un instante. La Virgen acogio su
deseo, y el buen monje fue trasladado al paraiso. Cuando regreso, no reconocia a
ningúno de los moradores del monasterio: su oración, que a el le habla parecido
brevisima, habla durado tres siglos. Tres siglos no son nada, para un corazon
amante. Así me explico yo esos dos mil años de espera del Señor en la Eucaristia
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 151).

Desagravio y amor a la Sagrada Eucaristia

2144 Mas Vos, Padre Eterno, ¿como lo consentis? ¿Por que quereis ver cada día a
vuestro Hijo en tan ruines manos? Ya que una vez quisisteis y consentisteis lo
estuviese, ya veis como le pagaron, ccomo puede vuestra piedad verle hacer injurias
cada dia? Y ¡cuantas deben hoy hacer a este Santisimo Sacramento! ¡En que manos
enemigas le debe ver el Padre! (SANTA TERESA Camino deperfección, 33, 3).

2145 ¡Oh, amor tierno y generoso de un Dios para con tan viles criaturas como
nosotros, que tan indignos somos de su predilección!, ¡cuanto respeto deberiamos
tener a ese grande Sacramento, en el que un Dios hecho hombre se muestra
presente cada día en nuestros altares! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves
Santo).
2146 Jesucristo dice: donde cada uno tiene su tesoro, alli tiene su corazon. Por eso
los santos no estiman ni aman otro tesoro que a Jesucristo; todo su corazon y todo su
afecto tienen en el Santisimo Sacramento (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al
Stmo. Sacramento, 6).

Respeto hacia la Sagrada Eucaristia y hacia las cosas destinadas al culto eucaristico

2147”¡Tratadme!o bien, tratadmelo bien!”, decia, entre lagri mas, un anciano


Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar. —¡Señor!: ¡Quien me diera
voces y autoridad para clamar de este modo al oido y al corazon de muchos
cristianos, de muchos! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 531).

2148 Hemos admirado en tu obra su utilidad para todas las Iglesias, para que,
enseñados por los testimonios de las Escrituras, aprendan los que lo ignoran con
cuanta reverencia deben tomar las cosas santas y ejercer el misterio del altar de
Cristo, y que los sagrados carices y los velos santos, y las demás cosas que
pertenecen al culto de la Pasión del Señor no carecen de santidad, como cosas
vacias y sin sentido, sino que, por su estrecha relación con el cuerpo y la sangre del
Señor, deben ser venerados con semejante honor con que es venerado su cuerpo y
su sangre (SAN JERONIMO, Carta al obispo Teofilo, 114, 2).

2149 Con cuidado, pues, habiendo tu santificado los ojos por el contacto, recibe el
santo cuerpo, cuidando no pierdas algo de el. Porque si algo perdieras, te perjudicas
evidentemente en esto como en algo de tu propio organismo. Porque dime: si alguno
te diese unas limaduras de oro, ¿no las guardarias con toda diligencia, cuidando no
perder nada de ellas, ni sufrir ningún menoscabo? ¿No procuraras, pues, con mucha
mas diligencia, que no se te caiga una migaja de lo que es mas precioso que el oro y
que las piedras preciosas? (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis MistagogicaS, 21).

2150 El sacramento de la Eucaristia, confiado por el Señor en el tiempo de la cena, y


a todos, lo tomamos también en las reuniones de antes del amanecer, y no de la
mano de otros, sino de los que presiden [...]. Sufrimos ansiedad si cae al suelo algo
de nuestro caliz o también de nuestro pan (TERTULIANO, De Corona, 3).

2151 Conoceis vosotros, los que soleis asistir a los divinos misterios, como cuando
recibis el cuerpo del Señor lo guardais con toda cautela y veneración, para que no se
caiga ni un poco de el, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creeis reos,
y rectamente por cierto, si se pierde algo por negligencia (ORÍGENES, Hom. 13, sobre
el Exodo).
2152 En el elogio funebre de su padre, estando presente San Basilio, menciona como
hechos dignos de alabanza: “El haber honrado en silencio las cosas santas, el no
haber dado jamas la espalda a la veneranda mesa” (SAN GREGORIO NACIANCENO,
Hom. en la muerte de su padre).

2153 También este altar, santo, al que asistimos, es piedra como segun su
naturaleza, y no se diferencia de las otras piedras con las que se construyen nuestros
muros y se adornan los pavimentos. Pero, porque fue consagrado al culto de Dios y
recibio la bendición, es mesa santa, altar inmaculado que ya no puede ser tocado por
todos, sino solo por los sacerdotes, y por estos con veneración (SAN GREGORIO DE
NISA, Hom. sobre el Bautismo del Seflor).

2154...Y Ios sagrados calices y los santos paños, y lo demás que se refiere al culto de
la Pasión del Señor [...], por el contacto con el Cuerpo y Sangre del Señor hay que
venerarlos con el mismo respeto que su Cuerpo y su Sangre (SAN JERONIMO, Epistola
114).

2155 Las particulas del santo cuerpo que caigan al suelo; busquense
cuidadosamente, y si se hallan, raspese el sitio en que cayo; si es tierra, mezclese
con agua y dese a los fieles como medio de alcanzar gracia. Si no se halla, raspese
igualmente el suelo, como hemos dicho. Hagase de la misma manera si se derrama
algo de la sagrada sangre. Si el suelo es de piedra, ponganse carbones encendidos
sobre el (RABULAS DE EDESA, Carta a Gumelino).

La Sagrada Eucaristia y la vida cristiana

2156 La Sagrada Eucaristia introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y


debemos responder in novitate sensus (Rom 12, 2), con una renovación de todo
nuestro sentir y de todo nuestro obrar. Se nos ha dado un principio nuevo de energia,
una raiz poderosa, injertada en el Señor. No podemos volver a la antigua levadura,
nosotros que tenemos el Pan de ahora y de siempre (J. EscR'vA DE BALAGUER, Es
Cristo que pasa, 155).

2157 Para animar a los catolicos a profesar valientemente su fe y a practicar las


virtudes cristianas, ningún medio es mas eficaz que el que consiste en alimentar y
aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, lazo de paz
y de unidad, que es el sacramento de la eucaristia (LEON XIII, Breve apost.
Providentissimus, 28-XI1897).
2158 (El sacrificio eucaristico es) fuente y cima de toda la vida cristiana (CONC. VAT.
II, Const. Lumen gentium, 11).

2159(La Sagrada Eucaristia) es el sacramento de la caridad (SANTO TOMÁS, Suma


Teológica, 3, q. 73, a. 3).

2160 Todos los otros sacramentos estan ordenados a la Eucaristia como a su fin
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 65, a. 3).

2161 Cuanto mas pura y mas casta sea un alma, tanta mas hambre tiene de este
Pan, del cual saca la fuerza-para resistir a toda seducción impura, para unirse mas
intimamente a su Divino Esposo: Quien come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece
en mi, y yo en el (LEON XIII, Enc. Mirae caritatis, 28-V-1902).

Los Ángeles que custodian la Sagrada Eucaristia

2162 Llenos de temor, adoran, glorifican, entonan continuamente los misteriosos


himnos de alabanza (SAN JUAN CRISOSTOMO, Sobre lo incomprehensible).

2163 Se que te doy una alegria copiandote esta oración a los Santos Ángeles
Custodios de nuestros Sagrarios:
Oh Espíritus Angelicos que custodiais nuestros Tabernaculos, donde reposa la prenda
adorable de la Sagrada Eucaristia, defendedla de las profanaciones y conservadla a
nuestro amor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 569).

2164 Los ángeles rodean al sacerdote. Todo el santuario y el espacio que circunda al
altar estan ocupados por las potencias celestes para honrar al que esta presente en
el altar (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. 6, sobre el sacerdocio).

Eucaristía.- "Vosotros dividís un pan, y este es el remedio para conseguir la


inmortalidad, bálsamo que nos preserva de la muerte, y nos da la vida eterna en
Jesucristo. (S. Ignacio, carta a los de Efeso, n. 14, Tric. T. 1, sent. 2, p. 3 l.)"

"Jesucristo tomó el pan, sustancia criada, dio gracias a Dios, y dijo: Este es mi
cuerpo. Tomó el cáliz que también es criatura destinada a nuestros usos, y aseguró
que era su sangre. Así enseñó la oblación del Nuevo Testamento, la Iglesia recibió de
los Apóstoles, y ofrece este sacrificio en todo el mundo al Dios que nos sostiene
como primicias de sus frutos en la nueva Ley. La Iglesia es como un paraíso plantado
en este mundo. De todos sus árboles podemos comer, nos dice Dios, pero no
tomemos de la doctrina de los herejes, no la toquemos, porque aunque se aprecian
de saber del bien y del mal, son soberbios que arrojan sus impías doctrinas contra
Dios, su Criador. (S. Ireneo, sent. 5, Tric. T. 1, p. 86 y 87.)"

"Si toma el alimento y la santa bebida de la Eucaristía, como que viene del
Sacramento de la Cruz, pues aquel misterioso madero fue figura suya, el que hizo
dulces las aguas, del mar, llenará tu alma de verdadera suavidad. (S. Cipriano, lib. de
la Oración, sent. 35, Tric. T. 1, p. 305.)"

"Supuesto que Jesucristo asegura, hablando del pan, que aquello es su cuerpo,
¿quién se atreverá a poner en duda esta verdad? y pues que dijo después, esta es mi
sangre, ¿quién puede dudar o decir que no lo es? En otro tiempo había convertido el
agua en vino en Caná de Galilea con sola su voluntad, ¿y no le tendremos por digno
de ser creído sobre su palabra, cuando convirtió el vino en su sangre? Si convidado a
las bodas humanas y terrenas hizo en ellas un milagro tan pasmoso, ¿no debemos
reconocer que aquí dio a los hijos del Esposo a comer su cuerpo y beber su sangre?
para que le recibamos como que es ciertamente su cuerpo y su sangre, porque bajo
del pan nos da su cuerpo, y bajo del vino su sangre, para que tomando su cuerpo y
sangre, nos hagamos un mismo cuerpo y sangre con El y seamos Cristíferos, esto es,
hombres que llevamos a Jesucristo, en habiendo recibido en nuestro cuerpo su
cuerpo y sangre, y según la expresión de San Pedro, vengamos a ser participantes de
la naturaleza divina. (S. Cirilo de Jerusalén, Cath. Mystag., 4, sent. 7, Tric. T. 2, p.
337.)"

No consideréis ya estas cosas como que son pan y vino comunes, supuesto que son
el cuerpo y sangre de Jesucristo, como El mismo dijo, porque aunque los sentidos os
digan que no lo es, la fe os debe persuadir y confirmar en que lo es. No juzguéis por
el gusto, sino por la fe, la que nos debe hacer creer con toda certidumbre, y sin que
os quede duda en contrario, que os ha dado el cuerpo y sangre de Jesucristo. (S.
Cirilo de Jerusalén, ibid., sent. 8, Tric. T. 2, p. 337.)"

"¿Cuál es la obligación propia y particular de los que comen el pan y reciben la


bebida de Dios? Es la de conservar continuamente la memoria del que murió y
resucitó por ellos. ¿A qué más les obliga esta memoria? a no vivir ya para sí, sino par
el que murió y resucitó por ellos. (S. Basilio, Reg. 80, sent. 58, Tric. T. 3, p. 199 y
200.)"

"El que es eterno, se nos da a todos para que le comamos con el fin de que
recibiéndole en nosotros mismos, lleguemos a ser lo que El es, porque dice: Mi carne
es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. Cualquiera, pues, que ama esta
divina carne, no ama la suya; y cualquiera que tiene amor a esta divina sangre, está
purificado de todos los sentimientos que la sangre camal puede causarle. Porque la
carne del Verbo, y la sangre de esta carne son suaves par los que las gustan, y
deseables para los que las pretenden. (S. Gregorio de Nisa, in Eccles. 11. 8, sent. 4,
Tric. T. 4, p. 113.)"

"Así como un poco de levadura, según la doctrina del Apóstol, hace fermentar toda la
masa, así también el divino cuerpo de Jesucristo, que padeció la muerte, y es el
principio de nuestra vida, entra en nuestro cuerpo, nos le muda y transforma todo en
sí. Porque al modo que un veneno que se ha derramado por los miembros sanos, los
corrompe en poco tiempo, así por contraria razón, cuando el cuerpo inmortal de
Jesucristo se ha llegado a mezclar con el del hombre, que en otro tiempo había
comido el fruto envenenado, le transforma todo entero en su divina naturaleza. (S.
Gregorio de Nisa, c. 37, sent. 29, Tric. T. 4, p. 118 y 119.)"

"Sírvanos de ley el hecho de Joseph de Arimatea, para que cuando recibamos aquella
prenda del sacrosanto cuerpo, no le envolvamos en lienzo de una conciencia sucia, ni
le depositemos en el monumento del corazón, cuando está lleno de huesos de
muertos y de todo género de inmundicias. Cada uno se prueba y examine, como dice
el Apóstol: No le sirva de juicio de condenación si la recibe indignamente. (S.
Gregorio de Nisa, in Christ. Resurr., sent. 19, adic., Trie. 'F. 4, p. 364 y 365.)"

"Con carne y con maná que nos figuran el precioso cuerpo de Jesucristo, se alimentó
el pueblo de Israel: Jesucristo es para nosotros verdadera comida y verdadero maná,
no ya en figura, sino en verdad; por su verdadera humanidad es realmente carne, y
un pan que vive por su divinidad; de suerte, que cuando comenos el cuerpo de
Jesucristo, participamos de su divinidad y de su humanidad. (S. Ambrosio, sent. 26,
Tric. T. 4, p. 318.)"

"Acercaos al alimento del cuerpo de¡ Señor a aquella bebida que de tal suerte
embriaga a los fieles, que los llena de contento con la remisión de sus culpas, y los
libra de los cuidados del mundo, del miedo de la muerte y de las inquietudes de esta
vida. Esta santa embriaguez no hace titubear al cuerpo, antes bien, le confirma, no
turba el espíritu, sino que le consagra y santifica. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent.
65, Tric. T. 4, p. 326.)"

"Jesucristo es mi comida, Jesucristo es mi bebida. La carne de un Dios es mi comida,


la sangre de un Dios es mi bebida. En otro tiempo bajó del cielo el pan que llamó el
Profeta pan de Ángeles: mas aquel no era el verdadero pan, sólo era sombra del que
había de venir. El Pan Eterno me tenía reservado este verdadero pan que viene del
cielo, y este es el pan de vida. Aquel, pues, que come la vida, no podrá morir, porque
¿cómo había de morir el que tiene por alimento la misma vida? (S. Ambrosio, in
Psalm. 118, sent. 69, Tric. T. 4, p. 326.)"

"Puede ser que me digáis que el pan que recibís del altar, es pan común y ordinario.
No hay duda que antes de ser consagrado era pan común; pero al punto que se
dijeron las palabras de la consagración, se convirtió ese mismo pan en la carne de
Jesucristo. Si me preguntan: ¿Qué palabras son las que sirven en esta consagración?
Digo que nos valemos de las palabras propias de Jesucristo. (S. Ambrosio, lib. 4, de
Sacram. c. 4, setit. 107, Tric. T. 4, p. 335.)"

"Antes de consagrar, no es más que pan; pero pronunciadas las palabras de


Jesucristo, es el cuerpo de Jesucristo. Oid lo que el mismo dice: Tomadle y comedle
todos, porque este es mi cuerpo. Antes de las palabras de Jesucristo sólo hay en el
cáliz vino y agua mezclados; pero después de lo que han obrado las palabras de
Jesucristo, se convierte en su sangre, la cual redimió su pueblo. (,S. Ambrosio, ibid.,
c. 5, sent, 108, Tric. ibid., ibid.)"

"Si el pan de la Eucaristía es el pan cotidiano, ¿por qué le recibís una vez al año
solamente? Recibidle todos los días para conseguir todos los días el fruto. Vivid de
modo que merezcáis comulgar todos los días, a la verdad, el que no es digno de
recibirle todos los días, tampoco merece recibirle una vez al año. Sabéis que el Santo
Job ofrecía sacrificio por sus hijos, receloso de que hubiesen pecado en pensamiento
o en palabras: ¿cómo, pues, sabiendo vosotros que siempre que se ofrece el
sacrificio se hace memoria de la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, y de
la remisión de los pecados? ¿,Cómo, vuelvo a decir, lo que esto sabéis, no recibís
todos los días este pan de vida'? El que se siente herido, busca el remedio para
sanar. Todos estamos heridos, pues hemos pecado. Ahora bien, este venerable y
celestial sacramento es el remedio de todas nuestras heridas. (S. Ambrosio, lib. 5, c.
4, sent. 109, Trie. ibid., ibid.)"

"Llegad a el y saciaos, porque es divino pan: llegad y bebed, pues es fuente: llegad a
El para ilustraros, pues es luz: llegad y libraos, porque en donde está el espíritu del
Señor, está la libertad; llegad y quedad absueltos, pues es perdón de los pecados. (S.
Ambrosío, in Psalm 118, sent. 36, adic., Tric. T. 4, p. 404.)"

"Pruébese cada uno, y lléguese después al cuerpo de Jesucristo. No es decir que un


día o dos que difiera la comunión, haga al cristiano más santo, ni que yo merezca
mañana o después de mañana lo que hoy no he merecido; sino que el dolor que debo
sentir de no haberme hallado en estado de comulgar, me obligue a separarme por
algunos días del consorcio, de mi propia mujer, prefiriendo al amor que la tengo, el
que debo a Jesucristo. (S. Jerónimo. Epist. 48, ad Pammach., sent. 40, Tric. T. 5, p.
245.)"

"Debemos saber que el pan que partió el Salvador y le dio a sus discípulos, era su
propio cuerpo, según lo que el mismo Señor dijo: Tomad y comed, este es mi cuerpo.
Moisés, pues, no fue el que nos dio el verdadero pan, sino nuestro Señor Jesucristo:
éste es el que está sentado en el convite y el mismo es nuestro convite: El es el que
come y el que es comida. (S. Jerónimo, Quaes, 2, ad Hedib., ep. 120, sent. 59, Tric. T.
5, p. 248.)"

" Como la carne de nuestro Señor es un verdadero alimento, y su sangre una


verdadera bebida, el único bien que nos resta en este mundo, es comer su carne y
beber su sangre, no solamente en los santos misterios, sino también en la lección de
las Escrituras, porque las luces que en estas hallamos, son el sustento y la bebida
que sacamos de la palabra de Dios. (S. Jerónimo, in Ecclesiast., c. 3, sent. 82, Tric. T.
5, p. 253.)"

"Vosotros ofrecéis sobre mi altar un pan profanado y manchado. Sin duda


profanamos y manchamos el pan, esto es, el cuerpo de Jesucristo cuando nos
acercamos al altar en un estado indigno de participarle: cuando estando impuros
bebemos aquella sangre pura; y no obstante decimos: ¿Es que es despreciada y
deshonrada la mesa del Señor? No porque haya quien se atreva a decirlo, ni a
proferir con delicuente voz la impiedad que tiene su alma, pero las malas obras de
los pecadores son las que efectivamente deshonran la mesa de Dios. (S. Jerónimo, in
Malach., e. 1, sent. 88, Tric. T. 5, p. 25 l.)"

"Así como aquel que no se siente reo de iniquidad alguna, debe comulgar todos los
días; por el contrario, el que ha pecado y no ha hecho penitencia no lo puede hacer
con seguridad ni en los de fiesta. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 31, sent. 26, Tric. T.
6, p. 305.)"

"Vamos como la Hemorroisa a tocar la orla de la vestidura de Jesucristo, o por mejor


decir, vamos a poseerle todo entero: pues tenemos ahora su cuerpo en nuestras
manos. Ya no es sólo su vestido el que permite tocar, sino que nos presenta su
mismo cuerpo para que lleguemos a comerle. Acerquémonos, pues, con ardiente fe,
los que estamos enfermos. Si los que entonces tocaron solamente la orla de sus
vestidos sintieron tan grande efecto, ¿qué no podrán esperar los que aquí le reciben
todo entero? (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 5 1, sent. 62, Tric. T. 6, p. 31 l.)"

"Cuántos hay que dicen: Yo quisiera ver a nuestro Señor Jesucristo con aquel mismo
cuerpo con que conversaba con los hombres; mucho me alegraría de ver su rostro y
su traje. Yo os digo, que al mismo Señor véis, tocáis, y aun coméis. Deseáis ver sus
vestidos, y veis aqui que os permite tocarle y recibirle en vuestro pecho. (S. Juan
Crisót., Homil. 83, sent. 70, Tric. T. 6, p. 312 y 313.)"

"¿Quién debe estar más puro que aquel que participa de semejante sacrificio, que
aquella mano que distribuye esta divina carne, que aquella boca que está llena de
este fuego espiritual y aquella lengua que rojea con esta preciosa sangre? Imaginad
bien la honra que recibís y a que mesa os sentáis. Aquel mismo a quien los ángeles
miran con temblor, es el que ahora nos sirve de alimento, se une con nosotros, y
somos con el un mismo cuerpo y una misma sangre. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid.,
sent. 71, Tric. ibid., ibid.)"

"¿Qué pastor ha dado jamás su sangre para alimentar sus ovejas? Vemos muchas
madres que habiendo parido sus hijos, los dan a criar a otras mujeres, pero no
procede Jesucristo, así con nosotros: El mismo nos alimenta con su carne, nos junta y
une consigo estrechamente. (S. Juan CRISÓSTOMO, ¡bid., sent. 72, Tric. ibid., ibid.,)"

"No nos quedemos insensibles a tan grande honra, y a un amor tan religioso.
Reparad con que ímpetu se arrojan los niños al seno de sus madres, y con qué ansia
chupan los pechos. Imitémosles acercándonos con las mismas ansias a esta divina
mesa, bebiendo, por decirlo así , la leche espiritual de aquellos sagrados pechos:
pero vamos corriendo con mayor ardor para atraer a nuestros corazones, como hijos
de Dios, la gracia del Espíritu Santo: sea nuestro mayor dolor el vemos privados de
este alimento celestial. (S. Juan CRISÓSTOMO Homil., 87, sent. 73, Tric. T. 6, p. 313.)"

"Si vosotros no os atrevéis a arrojar del sagrado altar los indignos, decídmelo a mi,
que yo no permitiré que se lleguen a él: porque primero perderé la vida, que dar el
cuerpo del Señor al indigno; y primero permitiré que derramen mi sangre, que
presentar tan santo y venerable cuerpo al que no se halla en estado de recibirle. Si
vosotros ignoráis que los que se acercan son indignos, entonces no es falta

vuestra, si antes habéis puesto el mayor cuidado en conseguir este discernimiento;


porque no hablo ahora de aquellas personas que públicamente son conocidas por
viciosas. (S. Juan CRISÓSTOMO, íbid., sent. 74, Tric. ¡bid., ¡bid.)"

"Muchos una vez al año se acercan al Santo Sacramento: otros llegan más a menudo.
¿A quiénes estimaremos más? a los que comulgan a menudo, o a los que comulgan
una vez? Solamente debemos estimar a los que comulgan con conciencia pura y
sincera, con un corazón limpio y con una vida irreprensible; los que se hallan en esta
disposición, lleguen todos los días; los que no, ni una vez se acerquen: porque no
hacen otra cosa que irritar contra sí el juicio de Dios y hacerse dignos de la más
rigurosa condenación. (S. Juan CRISÓSTOMO. Homil. 17, ad Hebr., sent. 147, Tric. T.
6, p. 327.)"

"¿Pensáis que comulgando una vez al año serán suficiente 40 días de penitencia para
puríficaros de los pecados que habéis cometido en tanto tiempo? No pasarán 8 días
sin que volváis a los desórdenes de la vida anterior. ¡Por haber empleado así en
penitencia 40 días, y acaso menos, esperáis que Dios os mirará con misericordia! Yo
digo que eso es burlarse de Dios. No quiero por esto impediros el comulgar una vez
al año; por el contrario, quisiera yo que continuamente pudiérais llegar a los
sagrados misterios; pero estos están destinados para los Santos, y esto es lo que
dice en alta voz el Diácono cuando llama a los Santos a esta santa mesa. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homíl, ¡bid., sent. 148, Tric. ibid., ibid.)"

"Cuando el Diácono pronuncia públicamente estas palabras: Las cosas son para los
Santos, es lo mismo que si dijera: Si alguno no es Santo, no se acerque a esta mesa.
Al hombre no le hace Santo la simple remisión de sus pecados, sino la presencia del
Espíritu Santo en su alma, y la abundancia de las buenas obras; como si dijera: no
quiero que estéis retirados del podre y de la basura, sino que se vea resplandecer en
vosotros una blancura y una hermosura particular. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid., sent.
149, Tric. ibid. ibid.)"

"No merezcamos la indignación de Dios llegando con mala disposición a la divina


mesa. En esta debemos hallar el soberano remedio de todos nuestros males;
debemos hallar un tesoro inagotable para comprar el reino celestial. Acerquémonos,
pues, con respetuoso temblor, dando gracias a Jesucristo, postrándonos en su
presencia con grande veneración, confesándole con humildad nuestros pecados,
llorando amargamente nuestras ofensas, dirigiéndole oraciónes largas y

fervorosas. Purifiquémonos, llegando con el silencio y el respeto que te debemos,


como a Rey de la gloria, (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. de die Nativit. Christ., n. 7,
sent. 216.)"

"Cuando oímos la palabra de Dios,cuando nos ocupamos en la oración, y nos


acercamos a la divina mesa o practicamos alguna obra de piedad, hagámoslo todo
con circunspección y reverencia, para no merecer por nuestra pereza o
inconsideración aquella maldición de un Profeta: Maldito es el que hace con
negligencia la obra del Señor. (S. Juan Crísóst., ibíd., sent. 217, Tric. íbid., íbíd.)"

"Cuando os acercáis a la santa comunión no penséis que recibís aquel divino cuerpo
de manos de un hombre: representaos vivamente que estáis recibiendo aquel carbón
encendido que vio Isaías, y que un Ángel no se atrevió a tocar con sus manos.
Representaos también la sangre saludable del sagrado cáliz, como si estuviera
corriendo de la llaga de aquel puro y divino costado de Jesucristo, y acercándoos con
este pensamiento , recibidla con labios puros. Yo os suplico, pues, y conjuro a que
lleguéis con temblor y respecto, con los ojos bajos, el alma levantada al cielo,
llorando en silencio y con alegría en lo íntimo del corazón, semejantes a aquellos que
estando en presencia del Rey de la tierra, sujetos a la corrupción y al tiempo, están
como si no tuvieran voz ni movimiento con el exceso de respeto que los tiene
sobrecogidos. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. de Peniten., sent. 218, Tric, ibid., p. 343 y
344.)"

"El que come y bebe indignamente este pan y este vino, será reo de¡ cuerpo y
sangre del Señor: es decir, que los que participan indignamente de los sagrados
misterios, serán castigados como los que crucificaron a Jesucristo. Los judíos le
rasgaron su santísima carne clavándole en la cruz; mas vosotros, viviendo en
pecado, le mancháis con una lengua y un alma impura: por este motivo, como dice el
Apóstol: Caen muchos de vosotros en diversas enfermedades, y mueren muchos. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Serm. 6 de Martyrib., n. 3, sent. 234, Trie. T. 6, p. 349.)"

"¿No es la comunión de la sangre de Jesucristo el cáliz de bendición que bendecimos?


Estas palabras del Apóstol deben imprimir en nosotros tanto terror como fe, pues no
enseñan que lo que está en el cáliz es la misma sangre que salió del costado de
Jesucristo de la cruz, y nosotros participamos de ella. Llama el Apóstol cáliz de
bendición, porque teniéndole en las manos, elevadas con la admiración, le honremos
con himnos y cánticos, pasmados, y extáticos de recibir tan grande don. Le damos
infinitas gracias, no sólo porque derramó por nosotros su divina sangre en la pasión,
sino también porque se dignó de darla en este santo Sacramento. (San Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 24, sent. 306, Trie. T. 6, p. 364.)"

"Debe notarse, que cuando el Apóstol habla de los judíos, no dice que participan de
Dios, sino de] altar, porque lo que antiguamente se ofrecía en el altar, debía
consumirse con el fuego. No sucede esto con el cuerpo de Jesucristo. Y ¿en qué
consiste esta diferencia? En que hay comunicación de este cuerpo santísimo con los
hombres fieles, y así no participamos sólo del altar, sino de¡ mismo cuerpo de
Jesucristo. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid., sent. 307, Tric. ibid., ibíd.)"

"Si es verdad, que no hay hombre tan atrevido que se atreve a tocar la púrpura de un
rey, ¿cómo hemos de ser nosotros tan temerarios que recibamos con indignidad el
cuerpo del mismo Dios, que es infinitamente superior a los mayores reyes de la
tierra, y a todas las cosas creadas, este cuerpo que es tan puro, y en el que no puede
haber mancha: que está unido y habita la divinidad, por la cual recibimos el ser y la
vida, y a Jesucristo que rompió las puertas de] infierno, y nos abrió las bóvedas del
cielo? No seamos por nuestra imprudencia, homicidas de nosotros mismos:
acerquémonos a aquel divino cuerpo con mucho temor y pureza; consideradle
cuando os lo presentan y decid: ¿Es este el cuerpo que hace que yo sea más que
tierra y ceniza y que ya no esté cautivo, sino libre? ¿Es este cuerpo el que me da la
esperanza de entrar algún día en el cielo y gozar de todos los bienes que hay en él,
de conseguir una vida eterna, de verme sublimado al estado de los ángeles, y de ser
admitido a la compañía de Jesucristo? (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid., sent. 308, Tric.
ibid., ibid.)"

"Si salimos de este mundo con la digna participación de este Sacramento,


entraremos con grande confianza en el santuario del cielo, como que vamos
revestido de armas de oro que nos hacen invulnerables a nuestros enemigos. Mas,
¿para qué hablo de las cosas que están por venir, cuando en esta vida nos hace este
misterio un ciclo de la tierra? Abrid las puertas de¡ cielo, o por mejor decir, el cielo de
los cielos, y veréis aquí abajo lo más precioso y venerable que se adora allá en la
gloria; porque así corno en los palacios de los reyes de la tierra no son las paredes ni
los artesonados de oro lo más magnífico, sino la persona del rey sentado sobre su
trono, así lo mejor del cielo se os permite ver en la tierra, porque yo os estoy
mostrando, no a los Ángeles, ni a los Arcángeles, ni a los cielos de los cielos, sino al

mismo Señor y rey de los Ángeles. Arcángeles y cielos. Considerad que veis sobre la
tierra lo más excelente y adorable que hay en el cielo, y que no solamente le véis,
sino que le tocáis, le coméis y le lleváis a vuestra casa. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid.,
sent. 309, Tric. ibid., p. 366.)"

"¿Cuánto más digno de castigo os parece que será el que hubiese pisado al Hijo de
Dios, que hubiese tenido por cosa inútil y profana la sangre de la alianza, y hubiese
ultrajado el Espíritu de la gracia? ¿Qué querrá, decía el Apóstol, con estas palabras?
¿Y cómo puede ser pisado el Hijo de Dios? Cuando el que ha participado de estos
santos misterios, comete un pecado, entonces es verdad, que trató a Jesucristo con
desprecio y con ultraje, porque así como damos a entender que no estimamos en
nada las cosas que pisamos, así es preciso que los que pecan, en nada estimen a
Jesucristo, recibido en la comunión. Vosotros fuisteis hecho cuerpo de Jesucristo y
después os ponéis en estado de que el demonio os pise (s. Juan CRISÓSTOMO Homl.
20, ad. Hebr., sent. 383, Tric. T. 6, p. 383.)"

"El que come, dice Jesucristo, tendrá la vida en mi. Nosotros realmente le comemos,
pero no por esto debe decirse que consumimos la divinidad: ¡vaya lejos de nosotros
semejante impiedad! Comemos la carne del Verbo que se ha hecho vivifica, porque
es propia de aquel que vive por el Padre... Como cuerpo, pues, de este mismo Verbo,
que se le apropió con una verdadera unión, la cual excede la inteligencia y todo
cuanto se pudiera decir, da la vida. De este modo nosotros que participamos de su
sagrado cuerpo y de su divina sangre, somos enteramente vivificados, pues el Verbo
permanece en nosotros, no solamente de un modo divino por el Espíritu Santo, sino
también de un modo humano por medio de su santa carne y de su sangre preciosa.
(S. Cirilo Alejand., Comment, in Joan., lib. 4, adv. Nest., p. 110, T. 6, sent. 8, Tric. T. 8,
p. 99.)"
"Así como aquel que junta una masa de cera con otra, ya no ve sino sola una, así me
parece que el que recibe el cuerpo de nuestro Salvador y bebe su preciosa sangre, se
hace uno con El, como el mismo Señor lo dijo; porque en cierto modo queda
mezclado en El y con El por esta participación; de suerte que Jesucristo se halla en él,
y él en Jesucristo. (S. Cirilo Alejand., ¡bid., p. 364 y 365, sent. 10, Trie. T. 8, p. 99.)"

"Pruébese el hombre a sí mismo. Sed vuestros propios jueces;examinad


cuidadosamente cuál es vuestra vida: escudriñad vuestra conciencia, y después id a
recibir aquel precioso don, esto es, el cuerpo del Salvador: porque el que le come y
bebe indignamente, bebe y come su juicio. No solamente no conseguiréis la salud,
sino que castigará Dios vuestra insolencia y la injuria que había hecho a Jesucristo.
(Teodoreto, Ep. 1, Cor. c. 11, sent. 9, Tric. T. 8, p. 263.)"

"La participación del cuerpo y sangre de Jesucristo, nos transforma en lo mismo que
recibimos: si estamos muertos y sepultados en Jesucristo, también resucitaremos con
El. Es necesario, que siempre le llevemos en nuestro cuerpo y en nuestra alma;
porque dice el Apóstol: Vosotros estáis muertos, y vuestra vida está escondida en
Dios con Jesucristo. Cuando venga Jesucristo que es vuestra vida, también vosotros
apareceréis con El en la gloria. (S. León, Papa, Serin. 63, sent. 51, Tric. T. 8, p. 394.)"

"Lleguemos al sacramento de la Eucaristía con un ardiente deseo: recibamos en ella


el divino fuego que ha de consumir nuestros pecados, iltiminar nuestros
entendimientos, inflamar nuestros corazones y hacernos como otros tantos Dioses.
(S. Juan Damas. de tide orthodox., lib. 4, sent. 2, Tric. T. 9, p. 201 y 202.)"

"El pan y el vino después de la consagración no son la figura del cuerpo y sangre de
Jesucristo, ni Dios permite que se diga, pues son el mismo cuerpo de Jesucristo unido
a la Divinidad. A la verdad, no dijo el Señor, esto es la figura de mi cuerpo, sino este
es mi cuerpo, etc. (S. Juan Damas., ibid., sent. 3, Tric. ibid., p. 292.)"

EXAMEN DE CONCIENCIA

Dame a conocer el camino por donde he de ir, porque a ti he levantado mi alma. Sal
142, 8.

Han cerrado sus oidos y tapado sus ojos a fin de no ver con ellos. M. 13, 15.

El justo cae siete veces y otras tantas se levanta. Prov 24, 16.

Pase junto al campo del perezoso, y junto a la viña del insensato, y todo eran cardos
y ortigas que hablan cubierto su faz, y su albarrada estaba destruida. Prov 24, 30-31.

Tu, Señor, me conoces; tu me ves, tu penetras los sentimientos de mi corazon. Jer


12, 3.

Desde el primer día en que diste tu corazon a entender y a humillarte en la presencia


de tu Dios, fue oida tu oración. Dan 10, 12.

Escudriñame, oh Dios, y examina mi corazon; pruebame y examina mis


pensamientos. Mira si hay en mi camino cosa viciosa, y llevame por las sendas de la
eternidad. Sal 138, 23.

[...] Deseaba llenar su estomago de las algarrobas que comian los puercos, y no le
era dado. Volviendo en si (reflexionando sobre el estado al que habla llegado),
dijo: ;Cuantos jornaleros [...]! Me levantare e ire a mi padre y le aire: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti [...]. Lc 15, 17-19.

El derrumbamiento viene precedido por un deterioro, y este por un mal pensamiento.


Prov 16, 18.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Necesario para avanzar en la vida interior y, también, para no


retroceder

2165 Por muy altas que se alcen las murallas de una fortaleza y por muy firmes que
sean las puertas cerradas que protegen a una ciudadela, sera demolida si por
traición se franquea una puerta al enemigo, aunque pequeña, por donde abrir brecha
y asolarla. Y, ¿que diferencia hay en que el enemigo y la muerte irrumpan en el
corazon de la ciudad y lo hagan por encima de las elevadas almenas o por las
puertas abiertas de par en par, o por el secreto pasillo de una estrecha galería
subterránea?(CASIANO, Instituciones, 1, 11).

2166 No es necesario romper las cuerdas y arrojar el laud cuando vemos que esta
desafinado, sino que hay que poner oido atento para descubrir donde esta el
desconcierto, y tensar o aflojar la cuerda nuevamente, segun lo requiera el caso (SAN
FRANCISCO DE SALES, Cartas, 1. c., 212).

2167 Avanzad siempre, hermanos mios. Examinaos cada día sinceramente, sin
vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a
sonrojarte o a jactarte. Examinate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar
a lo que todavia no eres. Porque en cuanto te complaces de ti mismo, alli te
detuviste. Si dices ¡basta!, estas perdido (SAN AGUSTfN, Sermón 169).

2168 Examen.—Labor diaria.—Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un


negocio. ¿Y hay negocio que valga mas que el negocio de la vida eterna? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 235).

Necesario para la contrición y conversión

2169 El examen de conciencia diario es un gran apoyo para las misericordias (CONC.
VAT. II, Decr. Praesbyterorum Ordinis, 18).

2170 Pon todas tus faltas delante de tus ojos. Ponte frente a ti mismo, como delante
de otro; y luego, llora (SAN BERNARDO Meditationes piissimae, 5).

2171 Este hombre debe llegar a la casa del Padre. El camino que alli conduce, pasa a
traves del examen de conciencia, el arrepentimiento y el proposito de la enmienda.
Como en la parabola del hijo prodigo, estas son las etapas al mismo tiempo logicas y
psicologicas de la conversión. Cuando el hombre supere en si mismo, en lo intimo de
su humanidad, todas estas etapas, nacera en el la necesidad de la confesión. Esta
necesidad quiza lucha en lo vivo del alma con la verguenza, pero cuando la
conversión es verdadera y autentica, la necesidad vence a la verguenza: la
necesidad de la confesión, de la liberación de los pecados es mas fuerte. Los
confesamos a Dios mismo, aunque en el confesonario los escucha el hombre-
sacerdote. Este hombre es el humilde y fiel servidor de ese gran misterio que se ha
realizado entre el hijo que retorna y el Padre. (JUAN PABLO II, Hom. Roma 16-III-
1980).

2172 Pues yo reconozco mi culpa, tengo presente mi pecado. El que así ora no
atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a si mismo, y no de manera
superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a si
mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdon (SAN AGUSTÍN,
Sermón 19).

2173 Para quienes buscan con sinceridad el remedio, no puede faltar la medicina del
verdadero medico de las almas. Esto es particularmente cierto para aquellos que no
cierran los ojos a sus dolencias por desanimo o por negligencia (CASIANO,
Colaciones, 19, 22).

Examen y conocimiento propio. Ver también CONOCIMIENTO PROPIO.

2174 Examina en ti mismo que es lo que eres; haz todo lo posible por conocerte (SAN
BASILIO, Homilia 3).

2175 (Los santos), en su afan por la santidad, descubren en si con rara sagacidad y
condenan sin piedad cosas que nuestra mirada interior, entenebrecida, no puede ni
siquiera sospechar (CASIANO, Colaciones, 23, 6).

2176 Conocimiento de si, que es el primer paso que tiene que dar el alma para llegar
al conocimiento de Dios (SAN JUAN DELA CRUZ, Cántico espiritual, 4, 1).

Modo de hacerlo

2177 El examen de conciencia que has de hacer siempre antes de acostarte, todos
saben que se hace de este modo:

1. Se dan gracias a Dios de habernos conservado aquel dia.

2. Se examina como hemos vivido en todas las horas de el,considerando, para hacer
esto mas facilmente, en donde,con quienes y en que ocupación hemos estado.

3. Si se halla haber hecho algo bueno, se dan gracias a Dios; si, por el contrario, se
ve que hemos cometido alguna falta en pensamientos, en palabras o en obras, se
pide perdon a la Divina Majestad, con resolución de confesarse de ello a la primera
ocasión, y de procurar enmendarse.

4. Se encomienda después a la divina Providencia el cuerpo, el alma, la Iglesia, los


parientes y los amigos, pidiendo a nuestra Señora, al ángel custodio y a los santos
que velen sobre nosotros y por nosotros (SAN FRANCISCO DE SALES,Introd. a la vida
devota, 2, 11).

2178 No os preocupéis si no recordáis todas vuestras caídas para confesarlas, pues


siendo tan frecuentes e inadvertidas, también os levantáis inadvertidamente. Allí
donde se lee que el justo se ve caer siete veces al día, hay que agregar que, si bien
cae siete veces, no lo es menos que se levanta otras tantas, sin advertirlo. No sufráis
por tal causa; confesad lo que hayáis podido observar; y por lo que hace a las faltas
que se os pasan por alto, confiaos a la misericordia de Aquel que sostiene con su
mano a los que caen sin querer, para que no se hieran, y los levanta tan presta y
dulcemente que ellos mismos no advierten si han caído, porque la mano de Dios los
sostuvo, ni de haber sido levantados, pues lo hacen tan aprisa que no les deja
pensarlo (SAN FRANCISCO DESALES, Epistolario, fragm. 1666, 1. c., p.801).

2179 Acaba siempre tu examen con un acto de Amor—dolor de Amor—: por ti, por
todos los pecados de los hombres... —Y considera el cuidado paternal de Dios, que te
quito los obstáculos para que no tropezases (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
246).

Sin excusas. Nunca estamos totalmente sin culpa

2180 El que se acusa a si mismo acepta con alegría toda clase de molestias [...] pues
se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz [...].Pero quizás
alguien me objetara: “Si un hermano me aflige y yo, examinándole a mi mismo, no
encuentro que le haya dado ocasión alguna, ¿por que tengo que acusarme?”. En
realidad, el que se examina con diligencia y con temor de Dios nunca se hallara del
todo inocente, y se dará cuenta de que ha dado alguna ocasión, ya sea de obra, de
palabra o con el pensamiento. Y si en nada de esto se halla culpable, seguro que en
otro tiempo habrá sido motivo de aflicción para aquel hermano, por la misma o por
diferente causa; o quizá habrá causado molestia a algún otro hermano. Por esto sufre
ahora en justa compensación, o también por otros pecados que haya podido cometer
en muchas otras ocasiones (SAN DOROTEO, Instrucción 7, 2-3).

2181Han de confesar y reconocer delante de Dios que no ha pasado la jornada sin


que le hayan ofendido de algún modo; y, porque somos ciegos en lo que nos toca,
pedirán gracia y luz al Espíritu Santo para reconocer bien sus faltas (SAN FRANCISCO
DE SALES, Directorio espiritual, Vl, I.c., p. 608).

2182 Faltole la fortaleza y sujetola el humor, a quien muchas veces, hijas, echamos
la culpa de nuestras imperfecciónes y mudanzas (SANTA TERESA, Fundaciones, 27,
10).

2183 La causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a si mismo (SAN
DOROTEO, Instrucción 7, 1-2).

2184 Bien mirado, nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de
ellas, pues cae el justo siete veces cada día y seria mentir decir que no tenemos
pecados. Ansi que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin
culpa del todo, como lo estaba el buen Jesus (SANTA TERESA, Camino de perfección,
15, 4).

El “examen particular”
2185 El examen general parece defensa.—El particular, ataque. —El primero es la
armadura. El segundo, espada toledana (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Camino, n. 238).

2186 Cuando alguno se ve particularmente dominado por un defecto, debe armarse


solo contra ese enemigo, y tratar de combatirlo antes que a otros [...], pues mientras
no lo hayamos superado echaremos a perder los frutos de la victoria conseguida
sobre los demás (SAN JUAN CLIMACO. Escala del paraíso, 15).

2187 Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud


determinada o a arrancar el defecto que te domina (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 241).

FAMILIA

Citas de la Sagrada Escritura

Quiero, pues, que los jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa y no den al
enemigo ningún pretexto de maledicencia, porque algunos ya se han extraviado. I
Tim 5, 14.

Por lo demás, ame cada uno a su mujer, y ámela como a si mismo, y la mujer
reverencie al marido. Ef 5, 3.

Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se
entregó por ella. Ef 5, 25.

Los maridos deben amar a sus muJereS como a su propio cuerpo. El que ama a su
mujer, a si mismo se ama. Ef 5, 28.

Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es
ésta una cosa justa. Honra a tu padre, y a tu madre, que es el primer mandamiento
que va acompañado con recompensa, para que te vaya bien y tengas larga vida
sobre la tierra. Y vosotros, padres, no irritéis a vuestros hijos; mas educadlos,
corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina del Señor. Ef 6, 1-4.

Siervos, obedeced a vuestros señores temporales con temor, y respeto, con sencillo
corazón, como a Cristo; no sirviéndolos solamente cuando tienen puesto el ojo sobre
vosotros, como si no pensáseis más que en complacer a los hombres, sino como
siervos de Cristo, que hacen de corazón la voluntad de Dios, y servidlos con amor,
haciéndoos cargo que servís al Señor, y no a hombres; estando ciertos de que cada
uno de todo el bien que hiciere recibirá del Señor la paga, ya sea esclavo, ya sea
libre. Ef 6, 5-8.
¿Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido, y tú, marido, si salvarás a tu mujer? I
Cor 7, 16.

Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a la mujer, y serán los
dos una sola carne. Mt 19, 5.

Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera, y el que se casa con la
repudiada por el marido, comete adulterio. Lc 16, 18.

Por lo tanto, la mujer casada está ligada al marido mientras éste vive, pero muerto el
marido, queda desligada de la ley del marido. Por consiguiente, viviendo el marido
será tenida por adúltera si se uniera a otro marido; pero si el marido muere, queda
libre de la ley, y no sera adúltera si se une a otro marido. Rom 1, 2.

Se han levantado hombres codiciosos, altaneros, soberbios, blasfemos,


desobedientes a sus padres [...]. Apártate de los tales. 2 Tim 3, 2-5.

Llamóle (Tobías) y le dijo: «Si muero, hijo mio, me darás sepultura y te guardarás de
menospreciar a tu madre, hónrala siempre todos los dias de tu vida, obra según su
beneplácito y no le causes tristezas». Tob 4, 3.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que esto es grato al Señor. Col 3, 20.

De todo corazón honra a tu padre y no te olvides de los dolores de tu madre. Ecio 7,


20.

Honra a tu padre y a tu madre como Yahvé, tu Dios, te lo ha mandado, para que


sirvas largos años y seas feliz en la tierra [...]. Dt 5, 16.

El que honra a su padre, se regocijará en sus hijos y será escuchado en el día de su


oración. Ecio 3, 6.

Como el que atesora es el que honra a su madre. Ecio 3, 15.

Si alguno no mira por los suyos, sobre todo por los de su casa, ha negado la fe y es
peor que un infiel. I Tim 5, 8.

Como un blasfemo es quien abandona a su padre, y será maldito del Señor quien
irrita a su madre. Ecio 3, 18.

Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y en


la enseñanza del Señor. Ef 6, 4.

Halaga a tu hijo, y te hará temblar [...]. Ecio 30, 9.

Amos, tratad a vuestros inferiores según lo dicta la justicia y la equidad; sabiendo


que también vosotros tenéis amo en el cielo. Col 4, 1.

Estad sumisos a los amos con todo respeto, no sólo a los buenos y apacibles, sino
también a los discolos. I Pdr 2, 18.

Vosotros, amos, haced otro tanto con ellos (los inferiores, a quienes deben amar),
excusándolos, considerando que unos y otros tenéis un mismo Señor allá en los
cielos, y que no hay en él acepción de personas. Ef 6, 9.
No son los hijos quienes deben atesorar para los padres, sino los padres para los
hijos. 2 Cor 12, 14.

Educa a tu hijo y aplícale al trabajo, no vengas a tropezar por sus torpezas. Ecio 30,
13.

La vara y el castigo dan sabiduria, el muchacho consentido es la vergüenza de la


madre. Prov 29, 15.

Caballo no domado se hace indócil, y el hijo abandonado se torna díscolo. Ecio 30, 8.

Con tres cosas me adorno y me presento, hermanos, ante el Señor y ante los
hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre los prójimos, y la armonia
entre mujer y marido. Ecio 25, 1.

SELECCIÓN DE TEXTOS

La familia, nucleo natural y primario de la sociedad

2188 La familia es insustituible y, como tal, ha de ser defendida con todo vigor. Es
necesario hacer lo imposible para que la familia no sea suplantada. Lo requiere, no
sólo el bien «privado» de cada persona, sino también el bien común de toda
sociedad, nación y estado. La familia ocupa el centro mismo del bien común en sus
varias dimensiones, precisamente porque en ella es concebido y nace el hombre. Es
necesario hacer todo lo posible para que, desde su momento inicial, desde su
concepción, este ser humano sea querido, esperado, vivido como valor particular
único e irrepetible (JUAN PABLO II, Aloc. 3-I-1979).

2189 La familia, fundada sobre el matrimonio contraído libremente, uno e indisoluble,


es y ha de ser considerada como el núcleo primario y natural de la sociedad (JUAN
XXIII, Enc. Pacem in terris, 11-IV-1963).

Familias numerosas, familias cristianas

2190 El matrimonio debe incluir una apertura hacia el don de los hijos. La señal
característica de la pareja cristiana es su generosa apertura a aceptar de Dios los
hijos como regalo de su amor. Respetad el ciclo de la vida establecido por Dios,
porque este respeto forma parte de nuestro respeto a Dios mismo (JUAN PABLO II,
Hom. Limerick, 1-X-1979).

2191 Los esposos deben edificar su convivencia sobre un cariño sincero y limpio, y
sobre la alegría de haber traído al mundo los hijos que Dios les haya dado la
posibilidad de tener, sabiendo, si hace falta, renunciar a comodidades personales y
poniendo fe en la providencia divina: formar una familia numerosa, si tal fuera la
voluntad de Dios, es una garantía de felicidad y de eficacia, aunque afirmen otra
cosa los fautores equivocados de un triste hedonismo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 25).

2192 Sólo la luz divina y eterna del cristianismo ilumina y vivifi- ca la familia, de tal
modo que, ya en el origen, ya en el desarrollo, la familia numerosa es a menudo
tomada como sinónimo de familia cristiana (Pío Xll, Aloc. 20-1-1958).

2193 EI valor del testimonio de los padres de familias numero- sus no sólo consiste
en rechazar sin ambages y con la fuerza de los hechos todo compromiso intencional
entre la ley de Dios y el egoísmo humano, sino en la prontitud para aceptar con
alegría y reconocimiento los inestimables dones de Dios que son los hijos, y en el
número que Le agrade (Pío Xll, Aloc. 20-1-1958).

Los padres, primeros educadores. Responsabilidad

2194 El primer ambiente natural y necesario de la educación es la familia, destinada


precisamente para esto por el Creador. De modo que, regularmente, la educación
más eficaz y duradera es la que se recibe en la familia cristiana bien ordenada y
disciplinada, tanto más eficaz cuanto resplandezca en ella más claro y constante el
buen ejemplo de los padres, sobre todo, y de los demás miembros de la familia (Pío
Xl, Divini illius Magistri, 31-X11-1929).

2195 Tratándose de un deber fundado sobre la vocación pri- mordial de los cónyuges
a cooperar con la obra creadora de Dios, le compete el correspondiente derecho de
educar a los propios hijos. Dado su origen, es un deber-derecho primario en
comparación con la incumbencia educativa de otros; insustituible e inalienable, esto
es, que no puede delegarse totalmente en otros ni otros pueden usurparlo. (JUAN
PABLO, 11, Hom. a las familias cristianas. Madrid 2-XI- 1982) .

2196 A vuestros pequeños no los dejéis de la mano; contribuid a la salvación de


vuestro hogar con todo esmero. Si esto hacéis dais a crédito; no seréis siervos
perezosos ni tendréis por qué temer la horrible sanción que a él se le impuso (SAN
AGUSTÍN, Sermón 94).

2197¿Podremos hallar un ejemplo mejor para dar a entender a los cabezas de familia
que no pueden trabajar eficazmente en la salvación propia sin trabajar también en la
de sus hijos? En vano los padres y madres emplearán sus dias en la penitencia, en
llorar sus pecados, en repartir sus bienes a los pobres; si tienen la desgracia de
descuidar la salvación de sus hijos, todo está perdido (SANTO CURA DE ARS, Deberes
de los padres hacia sus hijos).

2198 Es necesario que los padres encuentren tiempo para estar con sus hijos y
hablar con ellos. Los hijos son lo más importante: más importante que los negocios,
que el trabajo, que el descanso. En esas conversaciones conviene escucharles con
atención, esforzarse por comprenderlos, saber reconocer la parte de verdad—o la
verdad entera—que pueda haber en algunas de sus rebeldías (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,27).

2199 Los padres, por haber dado la vida a sus hijos, tienen la muy grave obligación
de educarlos; y, por tanto, ellos han de ser reconocidos como sus primeros y
principales educadores (CONC. VAT. II, Decl. Gravissimum educationis, 3).

2200 No dice el gorrión: «Daré de comer a mis hijos para que ellos me alimenten
cuando me haga viejo». Nada de esto; ama gratuitamente, alimenta sin pedir paga
(SAN AGUSTÍN, Sermón 90).

2201 (El ejercicio de la autoridad no es más que) un oficio de amor (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan, 123, 5).

2202 Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el
amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación
integra personal y social de sus hijos (CONC. VAT. II, Decl. Gravissimum educationis,
3)

2203 Muéstrale a tu mujer que aprecias mucho vivir con ella y que por ella prefieres
quedarte en casa que andar por la calle. Prefiérela a todos los amigos e incluso a los
hijos que te ha dado; ama a éstos por razón de ella [...].

Haced en común vuestras oraciónes. Que cada uno de vosotros vaya a la iglesia y
que en casa el marido pida cuenta a su mujer, y la mujer a su marido, de lo que allí
se ha dicho o leído [...]. Aprended el temor de Dios; todo lo de más fluirá como de
una fuente y vuestra casa se llenará de innumerables bienes (SAN JUAN
CRISOSTOMO Hom. 20, sobre la Carta a los Efesios).

2204 La fe y la esperanza se han de manifestar en el sosiego con que se enfocan los


problemas, pequeños o grandes, que en todos los hogares ocurren, en la ilusión con
que se persevera en el cumplimiento del propio deber. La caridad lo llenará así todo,
y llevará a compartir las alegrías y los posibles sinsabores; a saber sonreír,
olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás; a escuchar al
otro cónyuge o a los hijos, mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a
pasar por alto menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en
montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la
convivencia diaria (J. ESC RIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 23).

La familia, «iglesia doméstica»

2205 El hogar cristiano debe ser la primera escuela de la fe, donde la gracia
bautismal se abre al conocimiento y amor de Dios, de Jesucristo, de la Virgen, y
donde progresivamente se va ahondando en la vivencia de las verdades cristianas,
hechas norma de conducta para padres e hijos. La catequesis familiar, en todas las
edades y con diversas pedagogias, es importantísima. Ha de hacerse operante con la
iniciación cristiana desde antes de la primera comunión y deberá tener un especial
desarrollo mediante una recepción consciente y responsable de los otros
sacramentos. Así la familia será de veras una iglesia doméstica (JUAN PABLO II, Aloc.
a los obispos de Argentina, 28-X-1979).

2206 La santidad de la familia cristiana es un medio muy apto para producir aquella
renovación constante de la Iglesia tan ardientemente deseada por el Concilio. Por la
oración familiar, la «ecclesia domestica» se convierte en una realidad dinámica que
lleva a la transformación del mundo. Todos los esfuerzos de los padres para inculcar
a sus hijos el amor de Dios y alentarlos con su ejemplo de fe constituyen un
apostolado muy propio de nuestro siglo XX (JUAN PABLO 1, Aloc. 21-lX-1978).

2207 En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los
primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar
la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada
(CONC. VAT II, Const. Lumen gentium, n. ll).

Santificar la familia
2208 Los casados están llamados a santificar su matrimonio y a santificarse en esa
unión; cometerían por eso un grave error, si edificaran su conducta espiritual a
espaldas y al margen de su hogar. La vida familiar, las relaciones conyugales, el
cuidado y la educación de los hijos, el esfuerzo por sacar económicamente adelante a
la familia y por asegurarla y mejorarla, el trato con las otras personas que
constituyen la comunidad social, todo eso son situaciones humanas y corrientes que
los esposos cristianos deben sobrenaturalizar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 23).

2209 Navidad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a
la sociedad humana y para de nuevo conducirla a sus altos destinos, se hizo presente
con Maria su Madre, con José, su padre putativo, que está allí como la sombra del
Padre eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la
familia no podrá lograr más influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belén
(JUAN XXIII, A loc. 25-XII-1959).

2210 La verdadera devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la
familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión
debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier
clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3).

2211 No olvidéis que entre los esposos, en ocasiones, no es posible evitar las peleas.
No riñáis delante de los hijos jamás: los haréis sufrir y se pondrán de una parte,
contribuyendo quizá a aumentar inconscientemente vuestra desunión. Pero reñir,
siempre que no sea muy frecuente, es también una manifestación de amor, casi una
necesidad. La ocasión, no el motivo, suele ser el cansancio del marido, agotado por
el trabajo de su profesión; la fatiga—ojalá no sea el aburrimiento—de la esposa, que
ha debido luchar con los niños, con el servicio o con su mismo carácter, a veces poco
recio; aunque sois las mujeres más recias que los hombres, si os lo proponéis (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 26).

Los padres, cooperadores directos de Dios. Ejemplaridad

2212 Y habiendo vuelto a casa (la mujer cananea), halló a la niña descansando en la
cama y libre ya del demonio. Por las palabras de la madre, llenas de humildad y de
fe, dejó el demonio a la hija; donde se nos muestra, a modo de ejemplo, la necesidad
de catequizar y bautizar a los niños, porque por la confesión de la fe de los padres se
libran sin duda del diablo en el bautismo de los párvulos, los cuales no pueden saber
ni hacer por si nada de bueno ni nada de malo (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV,
p. 180).

2213 La familia es el lugar privilegiado y el santuario donde se desarrolla toda la


aventura grande e intima de cada persona humana irrepetible. Incumben a la familia,
por tanto, deberes fundamentales, cuyo cumplimiento no puede dejar de enriquecer
abundantemente a los responsables principales de la misma familia, haciendo de
ellos los cooperadores más directos de Dios en la formación de nuevos hombres
(JUAN PABLO II, Aloc. 3-1-1979).

2214 Cosa es de gran lástima, que está el mundo ya con tanta desventura y
ceguedad, que les parece a los padres que está su honra en que no se acaba la
memoria de este estiércol de los bienes de este mundo, y no la de que tarde o
temprano se ha de acabar; y todo lo que tiene fin, aunque dure, se acaba, y hay que
hacer poco caso de ello, y que a costa de los pobres hijos quieran sustentar sus
vanidades, y quitar a Dios con mucho atrevimiento las almas que quiere para si, y a
ellas un tan gran bien [...]. Abridles, Dios mio, los ojos; dadles a entender qué es el
amor que están obligados a tener a sus hijos, para que no les hagan tanto mal, y no
se quejen delante de Dios en aquel juicio final de ellos, adonde, aunque no quieran,
entenderán el valor de cada cosa (SANTA TERESA, Fundaciones, lO, 9).

2215 Abrid la Escritura, y allí veréis que, cuando los padres fueron santos, también lo
fueron los hijos. Cuando el Señor alaba a los padres o madres que se distinguieron
por su fe y piedad, jamás se olvida de hacernos saber que los hijos y los servidores
siguieron también sus huellas (SANTO CURA DE ARS, Deberes de los padres hacia sus
hijos).

2216 Los que prefieren las riquezas a la virtud, la hermosura material a la fe, y
desean en la mujer propia lo que suelen buscar en la pública, no engendran hijos
obedientes a ellos ni a Dios, sino rebeldes contra Dios y contra sus padres, de tal
suerte que los hijos de éstos se hacen merecedores de la pena de irreligiosidad de
los padres (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo).

El matrimonio, «sacramentum magnum» y una verdadera vocación sobrenatural

2217 Creed en vuestra vocación, en esa hermosa vocación al matrimonio y a la


paternidad que Dios os ha dado.-Creed que Dios está con vosotros, porque toda
paternidad en los cielos y en la tierra recibe su nombre de El. No penséis que hay
algo que podáis hacer en vuestra vida que sea más importante que ser un padre y
una madre verdaderamente cristianos. El futuro de la Iglesia, el futuro de la
humanidad depende en gran parte de los padres y de la vida familiar que construyen
en sus hogares. La familia es la verdadera medida de la grandeza de una nación, del
mismo modo que la dignidad del hombre es la auténtica medida de la civilización
(JUAN PABLO II, Hom. Limerick, l-X-1979).

2218 En el tiempo de Navidad, la Iglesia pone ante los ojos de nuestra alma la
maternidad de Maria, y lo hace el primer día del año nuevo. Lo hace para poner
también de relieve la dignidad de toda madre, para definir y recordar el significado
de la maternidad, no sólo en la vida de cada hombre, sino también en toda la cultura
humana. La maternidad es la vocación de la mujer (JUAN PABLO II, Aloc. 10-1-1979).

2219 El Matrimonio es un sacramento que hace de dos cuerpos una sola carne; como
dice con expresión fuerte la teología, son los cuerpos mismos de los contrayentes su
materia. El Señor santifica y bendice el amor del marido hacia la mujer y el de la
mujer hacia el marido: ha dispuesto no sólo la fusión de sus almas, sino la de sus
cuerpos. Ningún cristiano, esté o no llamado a la vida matrimonial, puede
desestimarla (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 24).

2220 El siglo pasado vivía en Francia Federico Ozanam, gran profesor; enseñaba en
la Sorbona, elocuente, insigne. Era su amigo Lacordaire, sacerdote, quien decia:
«¡Este es tan capaz y tan bueno! ¡Se hará cura, llegará a ser un gran obispo!». ¡No!
Encontró a una excelente señorita, se casaron. Lacordaire quedó mal y dijo: «¡Pobre
Ozanam! Ha caido también él en la trampa». Sin embargo, dos años más tarde,
Lacordaire vino a Roma y fue recibido por Pío IX. «Venga, Padre—dice—, venga. Yo
siempre he oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos. Ahora viene usted y me
cambia las cartas sobre la mesa: me dice que ha instituido seis sacramentos ¡y una
trampa! No, Padre, el matrimonio no es una trampa; ¡es un gran sacramento!» (JUAN
PABLO 1, Aloc. 13-lX-1978).

«No cogar las fuentes de la vida»

2221En los hogares donde hay siempre una cuna que llora, florecen
espontáneamente las virtudes, a la par que se destierra el vicio, casi barrido por la
niñez que allí se renueva como aura nueva y salutífera de primavera (Pío XII, Aloc.
20-1- 1958).

2222 El matrimonio está instituido por Dios para el bien de la prole, no sólo para
engendrarla—esto es posible hacerlo fuera del matrimonio—, sino también para
conducirla al estado perfecto; y esto porque cualquier cosa trata natura/mente de
llevar su efecto a la perfección (SANTO TOMÁS, Coment. al libro IV de las Sentencias,
d. 39, q. l, ad 2).

2223Cegar las fuentes de la vida es un crimen contra los dones que Dios ha
concedido a la humanidad, y una manifestación de que es el egoísmo y no el amor lo
que inspira la conducta. Entonces todo se enturbia, porque los cónyuges llegan a
contemplarse como cómplices, y se producen disensiones que, continuando en esa
linea, son casi siempre insanables (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 25).

2224 (Está) el matrimonio ordenado en el plan de la Providencia a la procreación de


los hijos (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, I, 34).

Castidad conyugal

2225 No hay amor humano neto, franco y alegre en el matrimonio si no se vive esa
virtud de la castidad, que respeta el misterio de la sexualidad y lo ordena a la
fecundidad y a la entrega (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 25).

2226 No puede haber auténtica libertad si no se respeta la verdad referente a la


naturaleza de la sexualidad humana y del matrimonio. En la sociedad actual,
observamos cantidad de tendencias perturbadoras y un gran laxismo por lo que
respecta a la visión cristiana de la sexualidad; y todo ello con algo en común: recurrir
al concepto de libertad para justificar todo tipo de conducta que ya no está en
consonancia con el verdadero orden moral y con la enseñanza de la Iglesia. Las
normas morales no luchan contra la libertad de la persona o de la pareja; por el
contrario, existen precisamente de cara a esa libertad, toda vez que se dan para
asegurar el recto uso de la libertad. Quienquiera que rehúse aceptar estas normas y
actuar en consonancia con ellas, quienquiera (hombre o mujer) que trate de liberarse
de estas normas, no es verdaderamente libre. Libre, en realidad, es la persona que
modela su conducta responsablemente conforme a las exigencias del bien objetivo
(JUAN PABLO II, Hom. Filadelfia, 8-X-1979).

El amor en el matrimonio

2227 Hago ahora mías las palabras del Apóstol: «No hagáis nada por espíritu de
rivalidad o por vanagloria, sino que cada uno de vosotros, con toda humildad,
considere a los demás superiores a si mismo. Que no busque cada uno sola mente su
interés, sino también el de los demás» (Fil 2, 3-4).
Si, el marido no busque únicamente sus intereses, sino también los de su mujer, y
ésta los de su marido; los padres busquen los intereses de sus hijos y éstos a su vez
busquen los intereses de sus padres. La familia es la única comunidad en la que todo
hombre «es amado por si mismo», por lo que es y no por lo que tiene. La norma
fundamental de la comunidad conyugal no es la de la propia utilidad y del propio
placer. El otro no es querido por la utilidad o placer que puede procurar: es querido
en si mismo y para sí mismo. La norma fundamental es, pues, la norma
personalistica; toda persona (la persona del marido, de la mujer, de los hijos, de los
padres) es afirmada en su dignidad en cuanto tal, es querida por si misma (JUAN
PABLO II, Hom. a las familias cristianas. Madrid, 2-XI-1982).

2228 Tendría un pobre concepto del matrimonio y del cariño humano quien pensara
que, al tropezar con esas dificultades, el amor y el contento se acaban. Precisamente
entonces, cuando los sentimientos que animaban a aquellas criaturas revelan su
verdadera naturaleza, la donación y la ternura se arraigan y se manifiestan como un
afecto auténtico y hondo, más poderoso que la muerte (Cant 8, 6) (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 24).

2229Por eso el Apóstol los anuncia (a los hijos, fruto del matrimonio) de antemano a
los que tratan de casarse, para que no les coja desprevenidos cuando se les vengan
encima, ni hagan como las mujeres débiles, que en sintiendo la pesadumbre de ellos,
reniegan del matrimonio doliéndose de haberlo contraído y de no poder romperlo; o
como no pocos hombres, que pareciéndose a ellas, sacuden las cargas conyugales,
negando el amor a sus esposas que se las trajeron. Oigan, pues, al Apóstol, que se
les adelanta con estas palabras: «Pues te casaste vinculando tu vida a la de tu
esposa, no pretendas desligarte de ella».

Y con mucha razón dice vinculando, porque los esposos quedan unidos con el vinculo
estrecho del amor, que es como enlazarse recíprocamente con cuerdas anudadas,
que ningúno de los dos puede romper (SAN AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad, 37).

2230 Recomienda a mis hermanas que amen al Señor y que contenten a sus maridos
en la carne y en el espíritu. Igualmente, manda a mis hermanos en nombre de
Jesucristo que amen a sus esposas como Cristo a la Iglesia (SAN IGNACIO DE
ANTIOQU IA, Epístola a S. Policarpo).

Bienes del matrimonio y gracia sacramental

2231 Los bienes del matrimonio son tres: el primero lo constituyen los hijos, que han
de ser aceptados y educados para el servicio de Dios; el segundo es la fe o lealtad
que cada uno de los cónyuges debe guardar al otro; el tercer bien es el sacramento,
esto es, la indisolubilidad del matrimonio, por ser signo de la unión indisoluble de
Cristo con la Iglesia (SANTO TOMÁS, Sobre los Sacramentos, 1. c., p. 339).

2232 Ante todo, tened en alta estima la maravillosa dignidad y gracia del sacramento
del matrimonio. Preparaos encarecidamente a él. Crced en el poder espiritual que
aporta este sacramento de Jesucristo en orden a fortalecer la unión matrimonial y a
vencer todas las crisis y problemas de la vida en común. Las personas casadas deben
creer en el poder de este sacramento para santificarlas; deben creer en su vocación
de testigos, mediante su matrimonio, del poder del amor de Cristo. El verdadero
amor y la gracia de Dios nunca pueden permitir que el matrimonio se convierta en
una relación centrada en sí misma de dos individuos que viven el uno junto al otro
buscando su propio interés (JUAN PABLO II, Hom. Limerick, l-X-1979).

Matrimonio, y la virginidad «por amor del reino de los cielos»

2233 La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no contradicen la


dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la
virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de
Dios con su pueblo. Cuando no se estima el matrimonio, no puede existir tampoco la
virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor
donado por el Creador, pierde significado la renuncia por el Reino de Dios (JUAN
PABLO II, Exhort. apost. Familiaris consortio, n. 16).

2234 Su condenación (del matrimonio) llevaria aparejada la de nuestro nacimiento,


que no podría ser cosa buena, siendo malo el origen. Por eso no van contra él mis
alabanzas a la santa virginidad, ni pretendo con ellas alejar del Matrimonio a los
hombres, sino mostrarles un don precioso, que por ser desconocido de muchas almas
tiene pocos devotos en el mundo, al revés del matrimonio, que nadie ignora, buscan
muchos y a todos es licito (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vfrge jes, 1, 6).

2235 Los esposos cristianos tienen, pues, el derecho de esperar de las personas
vírgenes el buen ejemplo y el testimonio de la fidelidad a su vocación hasta la
muerte. Así como para los esposos la fidelidad se hace a veces difícil y exige
sacrificio, mortificación y renuncia de si, así también puede ocurrir a las personas
vírgenes. La fidelidad de éstas, incluso ante eventuales pruebas, debe edificar la
fidelidad de aquellos (JUAN PABLO II, Exhort. apost. Familiaris consortio, n. 16).

Los padres y la vocación de los hijos

2236 Debemos también animar a los padres en su papel de educadores de sus hijos.
Son ellos sus primeros y sus mejores catequistas. Qué tarea tan grande y qué
responsabilidad la de los padres: enseñar a sus hijos el amor de Dios como algo que
es verdaderamente real para ellos. Y, por la gracia de Dios, qué fácilmente pueden
algunas familias desempeñar el papel de ser un «primum seminarium» (CONC. VAT.
II, Decr. Optatam totius, 2): el germen de la vocación al sacerdocio se nutre con la
oración familiar, el ejemplo de fe y el sostenimiento de amor (JUAN PABLO 1, Aloe.
21-lX1978).

2237 Cuando en el seno del hogar te presente el demonio la batalla mostrándote a


los padres suplicantes, con lágrimas en los ojos anunciadoras del dolor que tu partida
deja en sus corazones, no te rindas, sino, puesta la mirada en Dios, resiste
valerosamente, porque si alcanzas victoria en el ataque del amor paterno no habrá
ya amor del mundo capaz de volverte atrás (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes,
1, 63)

2238 Dijo esto (deja a los muertos que entierren a sus muertos), no mandando
despreciar el honor que se debe a los padres, sino mostrando que ningúna cosa es
tan necesaria para nosotros como ocuparnos de los negocios del cielo. Con este fin
nos debemos entregar con todo nuestro ardor, y no tardar ni un momento por
inevitables e importantes que sean las cosas que quieren detenernos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 7).

«Honra a tu padre y a tu madre». El premio del Cuarto Mandamiento

2239 En el rostro de toda madre se puede captar un reflejo de la dulzura, de la


intuición, de la generosidad de Maria. Honrando a vuestra madre, honraréis también
a la que, siendo Madre de Cristo, es igualmente Madre de cada uno de nosotros
(JUAN PABLO II, Aloc. 10-I-1979).

2240 Honra a tu padre y a tu madre. Este honor se les hace no sólo por el respeto,
sino también por la asistencia. Porque es un honor reconocer sus beneficios.
Alimenta a tu padre, alimenta a tu madre; que aunque así lo hagas ano no habrás
pagado los trabajos y los dolores que tu madre ha padecido por ti. Le debes lo que
tienes a tu padre, y a tu madre lo que eres (SAN AMBROSIO en Catena Aurea, vol. VI,
p. 310).

2241 Para que tengas larga vida en la tierra. Quien honra a su padre vivirá largos
dfus (Eclo 3, 7). Conviene advertir que una vida larga es la que se ha llenado; no se
mide por su duración sino por sus realizaciones, según el Filósofo. Y se la llena
viviendo virtuosamente. Por ello el virtuoso y el santo es mucho lo que viven, aunque
muera joven su cuerpo (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., 252).

Después de Dios, los padres

2242 El hombre se hace deudor de los demás según la excelencia y según los
beneficios que de ellos ha recibido. Por ambos titulos, Dios ocupa el primer lugar, por
ser sumamente excelente y ser principio primero de nuestro existir y de nuestro
gobierno. Pero después de Dios, los padres [...], pues de ellos hemos nacido y nos
hemos criado. Por lo tanto, después de Dios, a los padres [...] es a quienes más
debemos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 101, a. 1).

2243 Honra a tu padre, pero si no te separa del verdadero Padre (SAN JERONIMO,
Epístola 54, 3).

2244 Amad a los padres, mas poned a Dios por delante de los padres (SAN AGUSTÍN,
Sermón 100).

Otra paternidad y filiación además de la natural

2245 Honra a tu padre y a tu madre. No es la generación natural el único motivo por


el que se puede llamar padre a una persona; existen otras razones diversas según las
cuales algunos son llamados así , y a cada una de estas especies de paternidad se
debe su correspondiente respeto (SANTO ToMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., p.
254).

La educación cristiana de los hijos y la escuela

2246 De ahí se sigue que las escuelas que llaman neutras o laicas socavan y
trastornan todo fundamento de educación cristiana, como quiera que en ellas se
excluye de todo punto la religión; escuelas, por lo demás, que sólo en apariencia son
neutras, pues de hecho o son o se convierten en enemigas declaradas de la religión
(Pk' Xl, Enc. Divini illias Magistri, 31-X11-1929).

2247 No hay lugar a dudas de que, en el ámbito de la educación, a la autoridad


pública le competen derechos y deberes, en cuanto debe servir al bien común. Ella,
sin embargo, no puede sustituirse a los padres, ya que su cometido es el de
ayudarles, para que puedan cumplir su deber-derecho de educar a los propios hijos
de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. (JUAN PABLO II, Hom. en la
Misa para las familias cristianas, Madrid 2-XI-1982).

2248 Tratarán con todas sus fuerzas de rechazar todo atentado en este particular, y
de conseguir a toda costa que en su mano quede educar cristianamente, como
conviene, a sus hijos, y apartarlos cuanto más lejos puedan de las escuelas donde
corren peligro de que se les inculque el veneno de la impiedad (LEÓN X111, Enc.
Sapientiae christianae).

2249 La autoridad pública tiene en este campo un papel subsidiario y no abdica sus
derechos cuando se considera al servicio de los padres; al contrario, ésta es
precisamente su grandeza: defender y promover el libre ejercicio de los derechos
educativos. Por esto vuestra Constitución establece que «los poderes públicos
garantizan el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y
moral que está en conformidad con sus propias convicciones» (cfr. Art. 27, 3).

Concretamente, el derecho de los padres a la educación religiosa de sus hijos debe


ser particularmente garantizado. En efecto, por una parte la educación religiosa es el
cumplimiento y el fundamento de toda educación que tiene por objeto—como dice
también vuestra Constitución—«el pleno desarrollo de la personalidad humana» (Ibid.
2). Por otra parte, el derecho a la libertad religiosa quedaría desvirtuado en gran
medida, si los padres no tuviesen la garantía de que sus hijos, sea cual fuere la
escuela que frecuentan, incluso la escuela publica, reciben la enseñanza y la
educación religiosa (JUAN PABLO II, Hom. en la Misa para las familias cristianas,
Madrid 2-XI-1982).

2250 Hasta las bestias están más apreciadas que los hijos, y más nos cuidamos de
nuestros asnos y caballos que de nuestros hijos. El que tiene una mula se preocupa
de buscar un buen arriero que no sea un tonto, ni ladrón, ni borracho, sino que
conozca bien su oficio. En cambio, cuando se trata de poner un maestro para el alma
del niño, echamos mano del primero que se nos presenta. Y sin embargo, no hay arte
superior a éste. Porque, ¿qué hay comparable a formar un alma y a plasmar la
inteligencia y el espíritu de un joven? (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
7).

El trabajo doméstico

2251 El trabajo doméstico [...], es una parte esencial en el buen ordenamiento de la


sociedad y tiene una enorme influencia sobre la colectividad; exige una dedicación
continua y total y, por consiguiente, constituye una ascética cotidiana que requiere
paciencia, dominio de si mismo, longanimidad, creatividad, espíritu de adaptación,
valentía ante los imprevistos. Y colabora también en la producción de rentas y
riquezas, bienestar y valor económico (JUAN PABLO II, Aloc. 29-IV-1979).

2252 [...] dignificar el oficio de las empleadas del hogar, de modo que puedan
realizar su trabajo con sentido cientifico. Digo con sentido científico, porque es
preciso que el trabajo en el hogar se desarrolle como una verdadera profesión [...].ES
necesario—además de esas garantías jurídicas—que la persona que preste ese
servicio esté capacitada, profesiónalmente preparada. He dicho servicio—aunque la
palabra hoy no gusta—porque toda tarea social bien hecha es eso, un estupendo
servicio: tanto la tarea de la empleada del hogar como la del profesor o la del juez.
Sólo no es servicio el trabajo de quien lo condiciona todo a su propio bienestar ¡Es
una cosa de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás, todos los
trabajos pueden tener la misma calidad sobrenatural: no hay tareas grandes o
pequeñas; todas son grandes, si se hacen por amor. Las que se tienen como tareas
grandes se empequeñecen, cuando se pierde el sentido cristiano de la vida (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, n. 109).

2253 Vosotras [...] colaboráis directamente en la buena marcha de la familia. Y esto


es un gran cometido; cabria decir que es como una «misión», para la cual se
necesitan una preparación y una madurez adecuadas, a fin de ser competentes en
las diversas actividades caseras; para racionalizar el trabajo y conocer la psicología
familiar; para adquirir la así llamada «pedagogía del esfuerzo», que ayuda a
organizar mejor las propias prestaciones; y también para ejercitar la necesaria
función educadora. Todo esto es un mundo importantísimo y precioso, que cada día
se abre ante vuestros ojos y ante vuestra responsabilidad (JUAN PABL O 11, Aloc. 29-
lV-1979).

2254 ¡No hay código alguno que prescriba la sonrisa! Pero vosotras podéis
proporcionarla. Podéis ser el alivio de la bondad dentro de la familia. Recordad lo que
ya escribía San Pablo a los primeros cristianos: Que todo lo que hacéis, de palabra y
de obra, todo se realice en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por
medio de El (Col 3, 17). Todo lo que hagais, hacedlo de corazón, como para el Señor
y no para los hombres, sabiendo que recibiréis del Señor la herencia como
recompensa (Col 3, 23-24). ¡Amad vuestro trabajo! ¡Amad a las personas con quienes
colaboráis! ¡Del amor y de la bondad nacen también vuestra alegría y vuestra
satisfacción! (JUAN PABLO II, ALoc. 29-lV-1979).

FE

Citas de la Sagrada Escritura

Sin fe es imposible agradar a Dios [...]. Heb 11, 6.

El que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado. Mc


16, 16.
Este es su mandato: que creamos en el nombre dc SU Hijo Jesucristo. I Jn 3, 23.

A todo el que me reconociera delante de los hombres, yo también le reconoceré


delante de mi Padre que está en los cielos; y a quien me negare delante de los
hombres, yo también le negaré delante de mi Padre. Mt 10, 32-33.

Tales hombres no tienen disculpa, porque habiendo conocido a Dios [...] devanearon
en sus discursos, y quedó su insensato corazón lleno de tinieblas [...]. Rom 1, 21.

Aquellos que, pagados de sí 22, 1-8. mismos, blasfemando, no temen sembrar


herejías [...], han dejado el camino recto [...]. Estos tales son fuentes sin aguas y
nubes agita das por los vientos, para los cuales está reservado el abismo de las
tinieblas. 2 Pdr 2.10.15.17.

No hay otro Evangelio, pero hay algunos que os traen alborotados y quieren
trastornar el Evangelio de Cristo, pero [...] cualquiera que os anuncie un Evangelio
diferente del que habéis recibido, sea anatema. Cal 1, 7 y 9.

La idolatría, consecuencia del pecado de soberbia: Rom 1, 23.

En los últimos días sobrevendrán tiempos peligrosos, se levantarán hombres


amadores de sí mismos [...]; éstos resisten a la verdad, hombres de corazón
corrompido, réprobos en la fe. 2 Tim 3, 1-8.

Testimonio de fe de Eleazar: 2 Mac 6, 1 8-3 1.

Fe de Abrahan: Cen 15, 1-8;

Fe de la viuda de Sarepta: I Re 17, 10-16.

Testimonio de los mártires de Sebaste: 2 Mac 7, 2-41.

(Fe de una mujer cananea): Entonces le dijo Jesús: Mujer, grande es tu fe [...]. Mt 15,
28.

(Fe de una mujer que padecía flujo de sangre): Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
Animo, hija, tu fe te ha sanado. Mt 9, 22.

(Fe de los amigos de un paralitico): Viendo Jesús la fe de ellos (de los amigos), dijo al
paralítico: Tus pecados te son perdonados [...]. Mt 9, 2; Lc 5, 20.

(Fe de un centurión): Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose a la


muchedumbre que le seguía, dijo: En verdad, os digo que ni en Israel he encontrado
una fe tan grande. Lc 7, 9.

Dijéronle los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. El Señor dijo: Si tuvierais fe como
un grano de mostaza diríais a este sicomoro: «Arráncate y échate al mar», y os
obedeceria. Lc 17, 5-ó.

(...A los discípulos). No habéis podido echarlo (al demonio) por vuestra poca fe.
Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte
[...] y nada os será imposible. Mt 17, 20.

(A dos ciegos). Entonces les tocó los ojos diciendo: Hágase en vosotros según vuestra
fe. Mt 9, 29.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Origen sobrenatural de la fe

2255 No es la sabiduría terrena quien descubre esta fe, ni la opinión humana quien
puede conseguirla: el mismo Hijo único es quien la ha enseñado y el Espíritu Santo
quien la instruye (SAN LEÓN M AGNO, Sermón 75 de Pentecostés).

2256 Dios es luz sobrenatural de los ojos del alma y sin ella está en tinieblas (SAN
JUAN DELA CRUZ Cántico espiritual, 10, 8).

2257 El verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y de la


Iglesia, Cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe
católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la
filosofía; sino que, desprendiendo todas estas cosas y permaneciendo sólidamente
firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre
y universalmente ha creído (SAN V1CENTE DE LERINS, Conmonitorio, 20).

2258 ...Si un experto afirmase algo dentro de su competencia, y un ignorante dijese


que no era como enseñaba el experto porque él no le entendía, sería considerado
bastante estúpido el ignorante. Pero es sabido que el entendimiento de un ángel
supera al entendimiento del mejor filósofo más que el de éste al de un ignorante. Por
tanto es estúpido el filósofo que no quiera creer lo que afirman los ángeles; mucho
más si no quiere creer lo que dice Dios (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 32).

2259 Nadie debe dudar acerca de la fe, sino creer las cosas de la fe más que las que
puede ver, porque la vista del hombre puede engañarse, pero la sabiduría de Dios
jamás se equivoca (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 34).

2260 Nuestro conocimiento es tan débil que ningún filósofo pudo jamás investigar
totalmente la naturaleza de una mosca, y así se cuenta que un filósofo vivió treinta
años en soledad tratando de conocer la naturaleza de la abeja. Si nuestro
entendimiento es tan débil, ¿no es necedad empeñarse en creer de Dios tan sólo lo
que el hombre puede averiguar por sí mismo? (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1.
c.,p. 32).

2261 Mi madre me decía cuando era ya mayor: De pequeño estuviste muy malo;
tuve que llevarte de un médico a otro y velar noches enteras; ¿me crees? ¿Cómo
habría yo podido decir: Madre, no te creo? Pero sí que creo, creo lo que me dices,
mas te creo especialmente a ti. Y así ocurre con la fe. No se trata sólo de creer lo que
Dios ha revelado, sino a El, que merece nuestra fe, que nos ha amado tanto y tanto
ha hecho por nuestro amor (JUAN PABLO I, Aloc. 13-IX-1978).

2262 (La fe en Dios comporta tres dimensiones que S. AGUSTÍN enunció con esta
expresión): «credere Deo, credere Deum, credere in Deum», creer en Dios, creer a
Dios—aceptar todo lo que El ha revelado—y creer a Dios (SAN AGUSTÍN, Sermón
144).
2263 La fe nos da y nos comunica al mismo Dios, pero cubierto con plata de fe; pero
no por eso no nos lo da en la verdad. El que da un vaso de oro plateado, no porque el
vaso esté plateado deja de ser de oro (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 12,
4).

2264 Si uno no quisiera creer más que lo que conoce, ni siquiera podría vivir en este
mundo. ¿Cómo podría vivir sin crcer a alguien? ¿Cómo creeria, por ejemplo, que
fulano es su padre? Por consiguiente, es necesario que el hombre crea a alguien
acerca de las cosas que no puede saber totalmente por si solo. Pero a nadie hay que
creer como a Dios; por tanto, los que no creen las enseñanzas de la fe no son sabios,
sino estúpidos y soberbios, como dice el Apóstol: Soberbio es, nada sabe (I Tim 6, 4)
(SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 33).

Propiedades de la fe

2265 Abrazar la fe cristiana es comprometerse a continuar entre las criaturas la


misión de Jesús (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 183).

2266 Gran apoyo es la fe integra, la fe verdadera, en la cual na- da puede ser


añadido o quitado por nadie; porque la fe, si no es única, no existe en modo alguno
(SAN LEÓN, Sermón 24, en la Natividad del Señor).

2267 Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una
misma y única fe, la que fue transmitida por los Apóstoles a sus discípulos (SAN
IRENEO, Trat. contra las herejías, 1, 10).

2268 Y es para nosotros motivo de alegría lo que sigue a continuación. Dichosos los
que sin ver han creído. En esta sentencia el Señor nos designa especialmente a
nosotros, que le guardamos en nuestra mente sin haberle visto corporalmente. Nos
designa a nosotros, con tal de que las obras acompañen nuestra fe, porque el que
cree de verdad es el que obra según su fe (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 26 sobre
los Evang.).

2269 ¿Te persuades de cómo ha de ser nuestra fe? Humilde. ¿Quién eres tú, quién
soy yo, para merecer esta llamada de Cristo? ¿Quiénes somos, para estar tan cerca
de El? Como a aquella pobre mujer entre la muchedumbre, nos ha of recido una
ocasión. Y no para tocar un poquito de su vestido, o un momento el extremo de su
manto, la orla. Lo tenemos a El. Se nos entrega totalmente, con su Cuerpo, con su
Sangre, con su Alma y con su Divinidad. Lo comemos cada día, hablamos
íntimamente con El, como se habla con el padre, como se habla con el Amor (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 199).

2270 La fe no es propia de los soberbios, sino de los humildes (SAN AGUSTÍN, en


Catena Aurea, vol. VI, p. 297).

Frutos de la fe

2271 La fe es la escalera que lleva al conocimiento; el conocimiento es el premio de


la fe (SAN AGUSTÍN, Sermón 126).
2272 La fe nos proporciona cuatro bienes:

1.° por la fe el alma se une a Dios [...].

2. ° por la fe se incoa en nosotros la vida eterna; pues la vida eterna no es otra cosa
que conocimiento de Dios [...]. 3.° La fe dirige la vida presente [...].

4.° Con la fe vencemos las tentaciones.(SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., pp. 29-
31).

2273 Unicamente la fe puede captar estos misterios, esta fe que es el fundamento y


la base de todo aquello que excede la experiencia y el conocimiento natural (SAN
MÁXIMO, Centuria 1, 8).

2274 Es imposible penetrar en el conocimiento de las Escrituras si no se tiene


previamente infundida en sí la fe en Cristo, la cual es como la luz, la puerta y el
fundamento de toda la Escritura. En efecto, mientras vivimos en el destierro lejos del
Señor, la fe es el fundamento estable, la luz directora y la puerta de entrada de toda
iluminación sobrenatural (SAN BUENAVENTURA, Breviloquio, prólogo).

2275 La fe, si es fuerte, defiende toda la casa (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el
Salmo 18, 12, 13).

2276 ...Ningún filósofo antes de la venida de Cristo, aun con todo su esfuerzo, pudo
saber acerca de Dios y de las cosas necesarias para la vida eterna lo que después de
su venida sabe cualquier viejecilla por medio de la fe (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,
1. c., p. 31).

2277 El primer beneficio de los que creen consiste en recibir del Espíritu Santo el
perdón de los pecados (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 11).

2278 La fe se asemeja a una antorcha, porque por ella se ilumina la marcha del
hombre interior (SAN REMIGIO, en Catena Aurea, val. I, p. 390).

El «depositum fidei» (contenido de la fe). Errores doctrinales

2279 Pero, ¿qué es un depósito? El depósito es lo que te ha sido confiado, no


encontrado por ti; tú lo has recibido, no lo has excogitado con tus propias fuerzas. No
es el fruto de tu ingenio personal, sino de la doctrina; no está reservado para un uso
privado, sino que pertenece a una tradición pública. No salió de ti, sino que a ti vino:
a su respecto tú no puedes comportarte como si fueras su autor, sino como su simple
custodio. No eres tú quien lo ha iniciado, sino que eres su discípulo; no te
corresponderá dirigirlo, sino que tu deber es seguirlo. Guarda el depósito, dice; es
decir, conserva inviolado y sin mancha el talento de la fe católica. Lo que te ha sido
confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir. Has recibido oro; devuelve,
pues, oro. No puedo admitir que sustituyas una cosa por otra. No, tú no puedes
desvergonzadamente sustituir el oro por plomo, o tratar de engañar dando bronce en
lugar de metal precioso. Quiero oro puro, y no algo que sólo tenga su apariencia
(SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 22).

2280 Y ni el que posee dotes oratorias, entre los que presiden las Iglesias, enseñará
algo diverso a lo que hemos dicho (ya que nadie está por encima de su maestro), ni
el que está privado de esas dotes aminorará por ello el contenido de la tradición. En
efecto, siendo la fe única e idéntica para todos, ni la amplia el que es capaz de hablar
mucho sobre ella, ni la aminora el que no es capaz de tanto (SAN IRENEO, Trat.
contra las herejías, 1, 10).

2281 Que la religión de las almas imite el modo de desarrollarse los cuerpos, cuyos
elementos, aunque con el paso de los años se desenvuelven y crecen, sin embargo
permanecen siendo siempre ellos mismos. Hay gran diferencia entre la flor de la
infancia y la madurez de la ancianidad; no obstante, quienes ahora son viejos son los
mismos que fueron adolescentes. El aspecto y el porte de un individuo camblará,
pero se tratará siempre de la misma naturaleza y de la misma persona (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, n. 29).

2282 Quizá alguien diga: ¿ningún progreso de la religión es entonces posible en la


Iglesia de Cristo?Ciertamente que debe haber progreso, ¡y grandisimo! ¿Quién podría
ser tan hostil a los hombres y tan contrario a Dios que intentara impedirlo? Pero a
condición de que se trate verdaderamente de progreso por la fe, no de
modificación.Es característica del progreso el que una cosa crezca, permaneciendo
siempre idéntica a si misma; es propio, en cambio, de la modificación que una cosa
se transforme en otra.Asi pues, crezcan y progresen de todas las maneras posibles la
inteligencia, el conocimiento, la sabiduría, tanto de la colectividad como del
individuo, de toda la Iglesia, según las edades y los siglos; con tal de que eso suceda
exactamente según su naturaleza peculiar, en el mismo dogma, en el mismo sentido,
según una misma interpretación (SAN VICENTE DE LERINS, Conm. Conmonitorio, n.
27).

2283 Siempre resultará provechoso csiorzarse en profundizar el contenido de la


antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la
entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En
ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se
aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal (SAN ATA
NASIO, Carta I a Serapión, 28-30).

2284 Los católicos han tenido siempre la costumbre, y la tienen todavía, de


determinar la verdadera fe de dos maneras: con la autoridad de la Escritura divina y
con la tradición de la Iglesia católica. No porque la Escritura, por si sola, no sea
suficiente en todos los casos, sino porque muchos,interpretando a su capricho las
palabras divinas, acaban por inventar una cantidad increíble de doctrinas erróneas.
Por este motivo es necesario que la exégesis de la Escritura divina vaya guiada por la
única regla del sentir católico, especialmente en las cuestiones que tocan los
fundamentos de todo el dogma católico (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n.
29).

2285 Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora


recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón.
Poned todo cuidado, no sea que el enemigo, encontrando a alguno de vosotros
desprevenido y remiso, le robe este tesoro, o bien se presente algún hereje que, con
sus errores, contamine la verdad que os hemos entregado. Recibir la fe es como
poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este
depósito (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 5, sobre la fe y el símbolo).

2286 Lo que todos, o al menos la mayoría, han afirmado claramente, a modo de


concilio de maestros perfectamente unánimes, y que han confirmado al aceptarlo,
conservarlo y transmitirlo, eso es lo que debe ser mantenido como indudable, cierto
y verdadero. Al contrario, todo lo que fuera de la doctrina común, e incluso contra
ella, haya pensado uno solo, aunque sea un santo y un docto, un obispo, un confesor,
un mártir, debe ser relegado entre las opiniones personales, no oficiales, privadas,
que no tienen la autoridad de la opinión común pública y general; no nos suceda, con
sumo peligro para nuestra salvación eterna, que abandonemos la antigua verdad de
la doctrina católica para seguir el error nuevo de un solo individuo, según la sacrílega
costumbre de los herejes y cismáticos (SAN VICENTE DE LERINS,conmonitorio, n. 27).

2287 Es legitimo que los antiguos dogmas de la filosofía celestial, al correr de los
siglos, se afinen, se limen, se pulan; pero seria impío cambiarlos, desfigurarlos,
mutilarlos. Adquieran, al contrario, mayor evidencia, claridad, precisión; pero es
necesario que conserven siempre su plenitud, integridad, propiedad (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, n. 23).

2288 La Iglesia, habiendo recibido esta predicación y esta fe, aunque esparcida por
todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una
misma casa; y toda ella crce estas mismas verdades como quien predica, las enseña
y las transmite como quien tiene una sola boca. Porque si bien en el mundo hay
diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.

Y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los
iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan
en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, creatura de Dios, es uno e
idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas
partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad
(SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 1, 10).

2289 [...] las verdades de fe y de moral no se determinan por mayoria de votos:


componen el depósito—deposita». fidei— entregado por Cristo a todos los fieles y
confiado, en su exposición y enseñanza autorizada, al Magisterio de la Iglesia (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. El fin sobrernatural de la Iglesia, 28-V-1972).

2290 Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de
pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y
constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna (SAN
VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 3).

2291 Así , pues, el sábado próximo, en que celebraremos la vigilia, si Dios quiere,
habréis de dar no la oración (el Padrenuestro), sino el símbolo (el Credo): porque si
ahora no lo aprendéis de memoria, después, en la iglesia, no se lo habéis de oir todos
los dias al pueblo. Y, en aprendiéndole bien, decidle a diario para que no se os olvide;
al levantaros de la cama, al ir a dormiros, dad vuestro símbolo, dádselo a Dios,
procurando hacer memoria de ello, y sin pereza de repetirlo. Es cosa buena repetir,
para no olvidar. No digáis: «Ya lo dije ayer, y lo digo hoy, y a diario lo digo: téngale
bien grabado en la memoria». Sea para ti como un recordatorio de tu fe y un espejo
donde te mires. Mírate, pues, en él: examina si continúas creyendo todas las
verdades que de palabra dices creer y regocíjate a diario en tu fe. Sean ellas tu
riqueza: sean a modo de vestidos para el aderezo de tu alma (SAN AGUSTÍN, Sermón
58).
Poder de la fe

2292 Un poco de fe puede mucho (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl,
p. 269).

2293 Jesucristo pone esta condición: que vivamos de la fe, por- que después seremos
capaces de remover los montes. Y hay tantas cosas que remover... en el mundo y,
primero, en nuestro corazón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 203).

2294 No solamente hombres, sino también mujeres, niños pequeños y muchachas


han combatido por ella (por la fe) en todas las partes del mundo hasta derramar su
sangre. Esta fe ha puesto en fuga a los demonios, desterrado las enfermedades,
resucitado a los muertos (SAN LEÓN MAGNO, Sobre la Ascensión del Señor).

2295 Si tuvierais fe [...], diréis a este árbol: Arráncate de raíz y trasplántate en el


mar, y os obedecerá (Lc 17). Si los Apóstoles no llegaron a trasladar ningún árbol, no
los acuséis; porque no dijo: trasladaréis, sino podréis trasladar; pero no lo hicieron
porque no era necesario, habiendo hecho cosas de mayor importancia (SAN JUAN
CRISÓSTOMO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 269).

2296 Les invita a la fe con la parábola del grano de mostaza; y les hace ver que, de
todos modos, se propagará la predicación del Evangelio. Es necesaria la fe para
comprender esto: los más pequeños, los más débiles entre los hombres eran los
discípulos del Señor; pero como habia en ellos una eficacia divina grandiosa, esa
fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo. Con esto quiso dar el Señor una
prueba de su grandeza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

2297 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te
son perdonados (Mc 2, 1 ss.). Es digno de consideración cuánto debe valer para Dios
la fe propia de cada uno, cuando vale tanto la ajena que por ella se levanta un
hombre curado de repente interior y exteriormente, y por el mérito de unos se
perdonan a otros sus pecados (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 51).

2298 «Si habueritis fidem, sicut granum sinapis!»—¡Si tuvierais fe tan grande como
un granito de mostaza!...—¡Qué promesas encierra esa exclamación del Maestro!
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 585).

Seguridad de la fe

2299 Aquí, en Roma, hubo un gran poeta, Trilussa, que trató también él de hablar de
la fe. En cierta poesía suya dejó dicho: «aquella viejecita ciega, que encontré / la
tarde que me perdí en medio del bosque / me dijo: Si el camino no lo sabes / te
acompaño yo, que lo conozco. / Si tienes el valor de acompañarme, / de vez en
cuando te daré una voz: hasta allá en el fondo, donde hay un ciprés; / hasta allá en la
cima, donde hay una cruz.Yo respondí: Bueno... pero encuentro extraño / pueda
guiarme quien no ve... / La ciega, entonces, me cogió la mano / y suspiró:—Camina
—. Era la fe». Como poesía, graciosa; como teología, defectuosa. Defectuosa, porque
cuando se trata de la fe, el gran conductor es Dios (JUAN PABLO I, A loc. l 3 -IX-
1978).

2300 Nada es demasiado difícil de creer acerca de Aquel para quien nada es
demasiado difícil de hacer (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón sobre Dom. IV después de
Epifonia —Cat. S. Chand 1848).

2301 ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Si hubieran tenido una idea clara de su
omnipotencia habrían estado seguros de que El podía sacarlos del peligro. Pero como
lo veían dormido en la barca, no pudieron crcer que estaban a salvo, no
comprendieron que El, despierto o dormido, era omnipotente.Esta idea es muy
importante para nosotros hoy, porque será un medio de sostener nuestra fe. ¿Por
qué creéis todos los hechos extraños y maravillosos recogidos en la Escritura? Porque
Dios es omnipotente y puede hacerlos. ¿Por qué creéis que una Virgen concibió y dio
a luz un Hijo? Porque es un acto de Dios y El puede hacer cualquier cosa. Como el
Ángel Gabriel dijo a la Santísima Virgen: Nada es imposible para Dios. (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón sobre el Dom. l V después de Epifania).

2302 No seré reacio, no dudaré, porque creo en aquello que aleja toda duda. Todos
los actos de poder divino caen dentro y son ejemplo de este atributo universal en el
cual yo creo: la omnipotencia. Si Dios puede hacerlo todo, puede hacer esto. Puede
hacer mucho más que esto. Por más maravilloso que esto o aquello pueda ser para
nuestras limitadas inteligencias, si conociéramos todo, veríamos que esto, sea lo que
fuere, es solamente una cosa entre muchas (CARD. J. H. NEWMAN Sermón sobre el
Dom. I V después de Epifunia).

2303No quieras que te llene nada que no sea Dios. No desees gustos de Dios. No
desees tampoco entender de Dios más de lo que debes entender.La fe y el amor
serán los lazarillos que te llevarán a Dios por donde tú no sabes ir.

La fe son los pies que llevan a Dios al alma.El amor es el orientador que la encamina
(SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 11).

2304 Esa certeza que nos da la fe hace que miremos lo que nos rodea con una luz
nueva, y que, permaneciendo todo igual, advirtamos que todo es distinto, porque
todo es expresión del amor de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
144).

2305 No somos sólo náufragos a los que Dios ha prometido salvar, sino que esa
salvación obra ya en nosotros. Nuestro trato con Dios no es el de un ciego que ansía
la luz pero que gime entre las angustias de la obscuridad, sino el de un hijo que se
sabe amado por su Padre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 142).

2306 En esto consiste, en efecto, la fuerza de los espíritus verdaderamente grandes,


esto es lo que realiza la luz de la fe en las almas verdaderamente fieles; creer sin
vacilación lo que no ven nuestros ojos, tener fijo el deseo en lo que no puede
alcanzar nuestra mirada. ¿Cómo podría nacer esta piedad en nuestros corazones, o
cómo podríamos ser justificados por la fe, si nuestra salvación consistiera tan sólo en
lo que nos es dado ver? (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 2, sobre la Ascensión).

Deber de confesar externamente la fe

2307 Cuando el honor de Dios o la utilidad del prójimo están en peligro, no debe
contentarse el hombre con estar unido con su fe a la verdad divina, sino que debe
confesarla exteriormente (SANTO TOMÁS Suma Teológica, 2-2, q. 3, a. 2 ad l).

2308 Alégrate cada día de tu fe. Sus articulos sean tus riquezas, y como los vestidos
de cada día para tu alma. Cuando te levantas, ¿no te vistes? Así también, recordando
el Credo, viste tu alma, para que el olvido no te desabrigue y quedes desnudo.
Hemos de vestirnos con nuestra fe (SAN AGUSTÍN, Sermón 58).

2309 No sólo niega a Cristo quien dice que no existe, sino también quien niega su
condición de cristiano (RABANO MAURO, en Catena,4urea, val. III, p. 340).

2310 No se contenta el Señor con una fe interna, sino que pide una confesión
exterior de ella, urgiéndonos a una mayor confianza y a un mayor amor (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 35).

2311 Si hubiese sido Jesucristo un puro hombre, ¿cómo se hubiera podido pensar que
habían de preferirle los padres a sus hijos, los hijos a sus padres, los maridos a sus
mujeres, y no en una casa o en ciento, sino en todo el mundo? Y no sólo lo predijo,
sino que se ha cumplido con hechos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol.
VI, p. 118).

2312 El Señor pregunta a los apóstoles qué piensa la gente acerca de El, y su
respuesta concuerda en cuanto que expresa la desorientación de la ignorancia de los
hombres. Pero tan pronto como interroga a sus discípulos sobre la convicción que
ellos tienen, el primero entre ellos en dignidad es el primero también en confesar al
Señor (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 4).

Pecados contra la fe

2313 No tienen fe.—Pero tienen supersticiones. Risa y vergüenza nos dio aquel
poderoso que perdía su tranquilidad al oír una determinada palabra, de suyo
indiferente e inofensiva —que era, para él, de mal agüero—o al ver girar la silla sobre
una pata (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 587).

2314 (La infidelidad es el mayor de los pecados, ya que es) lo que más aleja de Dios,
porque priva hasta de su verdadero conocimiento, y el conocimiento falso de Dios no
acerca, sino que aleja al hombre de él (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 10, a.
4).

2315 (La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de la soberbia, por la que
el hombre no se somete a las reglas de la fe (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q.
10, a. 1).

Los que le niegan son primeramente los que pospusieron la 2316 fe por temor a una
inminente persecución, y después los doctores de la herejía y sus discípulos (SAN
CIRILO en Catena Aurea, val. Vl, p. 70).

2317 [...] y les tributaron honores divinos y culto: tales son los cuerpos celestes, el
sol, la luna y las estrellas. A éstos les ocurrió lo que a uno que va a la curia regia, y
queriendo ver al rey piensa que es el monarca todo lo que encuentra bien vestido o
con cargo (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 36).

2318 Debemos considerar en todas las señales que fueron dadas tanto al nacer como
al morir el Señor, cuánta debió ser la dureza de corazón de algunos judíos, que no
llegaron a conocerle ni por el don de profecía, ni por los milagros. Todos los
elementos han dado testimonio de que ha venido su Autor. Porque, en cierto modo,
los cielos le reconocieron como Dios, pues inmediatamente que nació lo manifestaron
por medio de una estrella. El mar le reconoció sosteniéndole en sus olas; la tierra le
conoció porque se estremeció al ocurrir su muerte; el sol le conoció ocultando a la
hora de su muerte el resplandor de sus rayos; los peñascos y los muros le conocieron
porque al tiempo de su muerte se rompieron; el infierno le reconoció restituyendo a
los muertos que conservaba en su poder. Y al que habian reconocido como Dios
todos los elementos insensibles, no le quisieron reconocer los corazones de los judíos
infieles y más duros que los mismos peñascos (SAN GREGORIO, Hom. 10 sobre los
Evang.).

2319 La infidelidad nace de la soberbia, por la cual el hombre no somete su


entendimiento a las reglas de la fe y a las enseñanzas de los Padres (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2,q. IO,a. 1).

2320 No es pequeña acusación contra los judíos el hecho de que estos ciegos, sin
ojos, por sólo el oído, reciban la fe; mientras aquellos que contemplaban los milagros
de Jesús y tenian por testigos de sus hechos no menos que sus propios ojos, hacían
todo lo contrario (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82).

2321 Si se cede en cualquier punto del dogma católico, después será necesario ceder
en otro, y después en otro más, y así hasta que tales abdicaciones se conviertan en
algo normal y licito. Y una vez que se ha metido la mano para rechazar el dogma
pedazo a pedazo, ¿qué sucederá al final, sino repudiarlo en su totalidad? (SAN
VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 23).

2322 De la misma manera que la luz presente está ausente a los ciegos y a los que
cierran los ojos, así el reino de Dios, aunque nunca se ausenta de la tierra, está sin
embargo ausente a quienes lo ignoran (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 2, 20).

Fe y dificultades

2323 En otros tiempos se incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra


época se enseña a los mismos a negar a Cristo. Entonces se impelía, ahora se
enseña; entonces se usaba de la violencia, ahora de insidias; entonces se oía rugir al
enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre insinuante y rondando,
difícilmente se le advierte. Es cosa sabida de qué modo se violentaba entonces a los
cristianos a negar a Cristo: procuraban atraerlos a sí para que renegasen; pero ellos,
confesando a Cristo, eran coronados. Ahora se enseña a negar a Cristo y,
engañándolos, no quieren que parezca que se los aparta de Cristo (SAN AGUST;N,
Coment. sobre el Salmo 39).

2324 Enhorabuena vuele lejos la paja de una fe superficial y li- gera, en cuanto sienta
el soplo de la prueba; tanto más limpio será así el montón de trigo que se habrá de
guardar en los graneros del Señor (TERTULIANO, De praescriptione haereticoram, 3).

2325 Amenazas, lisonjas, esperanza de vida, temor a la muerte, guardias, corte,


emperador, autoridades, no sirvieron de nada: hombres y demonios fueron
impotentes ante ellos. Su tenaz firmeza en la fe recibida los hizo dignos, a los ojos
del Señor, de una gran recompensa. Por medio de ellos, El quiso levantar las Iglesias
postradas, volver a infundir nueva vida a las comunidades cristianas agotadas,
restituir a los sacerdotes las coronas caídas. (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio,
n. 5).

2326 Como ciego que oye las pisadas de Cristo que pasa [...], cuando haya
comenzado a realizar estos pasos (que me acercan a Cristo), mis parientes, vecinos y
amigos comenzarán a bullir. LOS que aman el siglo se me ponen enfrente. ¿Te has
vuelto loco? ¡Qué extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es
una tontería, esto es una locura. Y cosas tales clama la turba para que no clamemos
los ciegos (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

2327 Hay personas muy sensibles a las dificultades de la religión; yo soy también
sensible a ellas como cualquiera; pero nunca he podido ver la conexión entre percibir
estas dificultades, por vivas que sean y mucho que se multipliquen, y la duda, por
otra parte, sobre las doctrinas a que van inherentes. A mi entender, diez mil
dificultades no hacen una duda; dificultad y duda son cantidades inconmensurables
(CARD. J. H. NEWMAN, Apología «pro vita sua», p. 187).

2328 Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del
Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el hambre, el
fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles perseguidores. Hombres y
mujeres, niños y frágiles doncellas han luchado, en todo el mundo, por esta fe, hasta
derramar su sangre (SAN LEÓN MACNO, Sermón 2 sobre la Ascensión).

2329 He aquí lo que es la fe: rendirse a Dios, pero transformando la propia vida.
AGUSTÍN contó el itinerario de su fe. Especialmente en las últimas semanas fue
terrible; leyéndole se siente su alma como estremecerse y retorcerse en conflictos
interiores.Aquí Dios que le llama e insiste; y allí, las antiguas costumbres. «Viejas
amigas —escribe— me tiraban dulcemente de mi vestido de carne y me decían:
AGUSTÍN, ¿cómo?, ¿nos abandonas? Mira que no podrás ya hacer esto, no podrás ya
hacer aquello otro, ¡y para siempre!». ¡Difícil! «Me encontraba—dice—en el estado
de uno que está en la cama por la mañana. Le dicen: Fuera, AGUSTÍN, levántate. Yo,
a mi vez, decía: Sí, pero más tarde, todavía un poquito. Finalmente, el Señor me dio
un empujón, me echó fuera».

Así, pues, no hay que decir: Sí, pero...; sí, pero más tarde. Hay que decir: ¡Señor, sí!
¡Ahora mismo! Esto es la fe. Responder con generosidad al Señor. Pero ¿quién dice
este sí? Quien es humilde y se fía completamente de Dios (JUAN PABLO 1, Aloc. 13-
IX-1978).

2330 Aquel discípulo que había dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su
Maestro curó las heridas de nuestra incredulidad. Más provechosa fue para nuestra fe
la incredulidad de Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que al ser él inducido a
creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es
confirmada en la fe. De este modo, en efecto, aquel discípulo que dudó y palpó se
convirtió en testigo de la realidad de la resurrección (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
26 sobre los Evang.).

2331 Sabéis que la verdadera religión ha de estar llena de misteríos, y por esta razón
se aplica al catolicismo más que a cualquier profesión o grupo de hombres en
general el proverbio que dice que un necio puede hacer cien preguntas que un
hombre sensato no puede contestar (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la
inauguración del Seminario de S. Bernardo, 3-X-1873).

2332 Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mien- tras luchamos por la
fe. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios
y ser coronados por Cristo (SAN CIPRIANO, Carta 58).

Fe y milagros

2333 Si un rey enviara una carta sellada con su sello, nadie osaría decir que aquella
carta no provenia de la voluntad del rey. Ahora bien, todo lo que los santos creyeron
y nos transmitieron sobre la fe de Cristo, está sellado con el sello de Dios. Este sello
son las obras que ningúna criatura puede hacer, es decir, los milagros, con los que
Cristo confirmó las palabras de los Apóstoles y de los santos (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, 1. c., p. 33).

2334 Los milagros fueron precisos al principio para confirmar con ellos la fe. Pero,
una vez que la fe de la Iglesia está confirmada, los milagros no son necesarios (SAN
JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos).

Fe y oración

2335 Si Dios juzgase que resucitando a los muertos había de ve- oir alguna utilidad a
los vivos, no lo omitiría, porque todo lo hace en beneficio nuestro; pero si los muertos
resucitasen con frecuencia, esto se depreciaría a su vez con el tiempo; porque el
diablo introduciria con facilidad doctrinas perversas, imitando esto mismo por sus
oráculos, no resucitando verdaderamente a los muertos, sino engañando a los
hombres con alucinaciones, o enseñando con ingenio a algunos a fingir la muerte
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 25B).

2336 Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en


nuestro corazón y recobramos la vista perdida (SAN GREGORIO MAGNO en Catena
Aurea, vol. Vl, p. 326).

2337 (En ocasiones) tenemos cerrados los ojos del corazón y pasa Jesús para que
clamemos (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

2338 Si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para
que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza
de la fe (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 297).

2339 El ciego contestó al punto: Señor, que yo vea. El ciego no pide al Señor oro,
sino el ver. Poco le importa cualquier otra cosa fuera de la vista, porque aunque
puede tener el ciego alguna cosa, sin la vista no puede ver lo que tiene. Imitemos,
pues [...], al que acabamos de oír que fue curado de cuerpo y de alma. No pidamos al
Señor falsas riquezas, ni bienes terrenos, ni fugaces honores, sino la luz [...] que no
tiene principio ni fin. El camino para alcanzar esta luz es la fe (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

2340 Es necesario, pues, que nuestra fe sea viva, que nos lleve realmente a creer en
Dios y a mantener un constante diálogo con El (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 116).
Fe y vida de fe

2341 No intente saber el porqué de las obras divinas, cierre el ojo de la razón y abra
sólo el de la fe, porque éste es el instrumento con que se han de tantear las obras de
Dios. Para mirar las obras humanas muy bueno es el ojo de la razón humana; mas
para mirar las divinas, no hay cosa más desproporcionada que él (SAN PEDRO
ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 4, av. 4°).

2342 La fe y la vocación de cristianos aPectan a toda nuestra existencia, y no sólo a


una parte. Las relaciones con Dios son necesariamente relaciones de entrega, y
asumen un sentido de totalidad. La actitud del hombre de fe es mirar la vida, con
todas sus dimensiones, desde una perspectiva nueva: la que nos da Dios.(SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 46).

2343 Todas tus obras se deben basar en la fe, porque el justo vi- ve de la fe y la fe
obra por el amor (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 32).

2344 Seguir a Cristo no significa refugiarse en el templo, enco- giéndose de hombros


ante el desarrollo de la sociedad, ante los aciertos o las aberraciones de los hombres
y de los pueblos. La fe cristiana, al contrario, nos lleva a ver el mundo como creación
del Señor, a apreciar, por tanto, todo lo noble y todo lo bello, a reconocer la dignidad
de cada persona, hecha a imagen de Dios, y a admirar ese don especialisimo de la
libertad, por la que somos dueños de nuestros propios actos y podemos —con la
gracia del Cielo—construir nuesto destino eterno (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 99).

2345Vosotros no conocéis vuestra ventura cuando tenéis la dicha de presentaros


delante de vuestro Padre, que os ama más que a si mismo, y os llama al pie de sus
altares, como en otro tiempo llamó a los pastores, para colmarlos de toda suerte de
beneficios. Si estuviésemos bien penetrados de esto, ¡con qué amor y con qué
diligencia vendríamos aquí como los Reyes Magos, para hacerle ofrenda de todo lo
que poseemos, es decir, de nuestros corazones y de nuestras almas! ¿No vendrían
los padres y madres con mayor solicitud a ofrecerle toda su familia, para que la
bendijese y le diese las gracias de la santificación? ¡Y con qué gusto no acudirían los
ricos a of recerle una parte de sus bienes en la persona de los pobres! (SANTO CURA
DE ARS, Sermón sobre el misterio).

2346 Si no sabes leer, no estás excusado de oir, diciendo que no te lo han enseñado.
La fe es una posesión no de los sabios de este mundo, sino de aquellos que lo son
según Dios; y se enseña también sin letras. Su libro, popular y al mismo tiempo
divino, se llama caridad: es un código espiritual. Se puede escuchar la sabiduría
divina, se la puede poner por obra; es más, no se nos prohibe ocuparnos santamente,
se gún Dios, de los asuntos terrenos (CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Pedagogo, 3, 11).

Medios para conservar y aumentar la fe

2347 Si nuestra fe es débil, acudamos a Maria. Cuenta San Juan que por el milagro
de las bodas de Caná, que Cristo realizó a ruegos de su Madre, creyeron en El sus
discípulos (Jn 2, 11). Nuestra Madre intercede siempre ante su Hijo para que nos
atienda y se nos muestre, de tal modo, que podamos confesar: Tú eres el Hijo de
Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 285).
2348 ¡ Desde el momento en que un cristiano abandona las lágrimas, el dolor de sus
pecados y la mortificación, podemos decir que de él ha desaparecido la religión! Para
conservar en nosotros la fe, es preciso que estemos siempre ocupados en combatir
nuestras inclinaciones y en llorar nuestras miserias (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la penitencia).

2349 Como serpientes—dice—. Así como a la serpiente no le importa perderlo todo,


aunque sea seccionando su cuerpo, con tal de conservar la cabeza, así también tú—
dice—debes estar dispuesto a perderlo todo, tu dinero, tu cuerpo y aun la misma
vida, con tal de que conserves la fe. La fe es la cabeza y la raíz; si la conservas,
aunque pierdas todo lo demás, lo recuperarás luego con creces (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 33).

2350 Las buenas obras mueven la fe del corazón, y dan confianza al alma para
dirigirse a Dios (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, val. 1, p. 345).

2351 La verdad conviene aprenderla allí donde están los carismas del Señor; en
aquellos que en la Iglesia poseen la sucesión desde los Apóstoles y que han
conservado la palabra sin corromper ni adulterar (SAN IRENEO, Trat. contra las
herejías, 4, 26).

2352 De la Iglesia recibimos la predicación de la fe, y bajo la acción del Espíritu de


Dios la conservamos como un licor precioso guardado en un frasco de buena calidad
(SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3, 3).

2353 Lo que ayuda a nuestra fe es el temor y la paciencia, y nuestra fuerza reside en


la tolerancia y la continencia. Si estas virtudes perseveran santamente en nosotros,
en todo lo que atañe al Señor, poseeremos además la alegría de la sabiduría, de la
ciencia y del perfecto conocimiento (Epistola de Bernabé, 1).

2354 Por lo tanto, hermanos, tratad de conservar la enseñanza de la fe que ahora se


os entrega y grabadla profundamente en vuestro corazón.

Observadla con fidelidad para que no os la arrebate el enemigo, si os encuentra


abúlicos e indolentes, y para que tampoco ningún hereje deforme algo de lo que se
os ha enseñado.

La entrega de la fe es como ingresar en el banco un dinero que se nos ha prestado.


Día vendrá en que Dios nos pedirá cuenta de este tesoro entregado. Te recomiendo—
como dice el Apóstol—en la presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de
Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que esta fe que se
os entrega la conservéis sin tacha hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Ahora se te ha hecho entrega del tesoro de la vida, mas el Señor buscará este
préstamo el día de su Manifestación. Manifestación que a su debido tiempo hará
ostensible el bienaventurado y único soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los
señores, el único que posee inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien
no ha visto ningún ser humano ni lo puede ver. A él la gloria, el honor y el poder por
los siglos de los siglos. Amén. (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 5, sobre la fe y
el símbolo).
2355 Estoy lejos de negar que los conocimientos científicos se hallen en efectivo
crecimiento, pero es a tontas y a locas; las hipótesis se levantan y caen; es difícil
prever cuáles se mantendrán y cuál será el estado de los conocimientos respecto a
ellas de un año a otro. En estas condiciones me ha parecido realmente indigno de un
católico lanzarme al trabajo de cazar algo que puede convertirse en un fantasma, y
devanarme los sesos para inventar una teoría en respuesta a algunas objeciones
especiales, teoría que, antes de estar acabada, tendrá que dar paso a otra más
nueva, por razón de que las viejas objeciones habrán sido reducidas a nada por otras
recién nacidas. Me ha parecido ser éste un tiempo especialmente en que los
cristianos están llamados a tener paciencia, y en que no tienen otra manera de
ayudar a quienes están alarmados sino exhortándolos a tener un poco de fe y de
fortaleza y «a guardarse—como dice el poeta— de dar pasos peligrosos» (CARD. J. H.
NEWMAN, Apología «pro vita sua», 1. c., p. 207).

Fe y pureza interior

2356 Dios se deja ver de los que son capaces de verle, porque tienen abiertos los
ojos de la mente. Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen bañados en
tinieblas y no pueden ver la luz del sol. Y no porque los ciegos no la vean deja por
eso de brillar la luz solar, sino que ha de atribuirse esta oscuridad a su defecto de
visión. Así , tu tienes los ojos entenebrecidos por tus pecados y malas acciones (SAN
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, Libro 1, 2, 7).

2357 Quien cree ya en Jesucristo pero se deja dominar por la avaricia, se


ensoberbece con los honores, se abrasa con la envidia, se contamina con la
inmundicia de los deleites y desea las prosperidades mundanas, no quiere seguir a
Jesús en quien creyó (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

2358 Entre los que no conocen a Cristo hay muchos hombres honrados que, por
elemental miramiento, saben comportarse delicadamente: son sinceros, cordiales,
educados. Si ellos y nosotros no nos oponemos a que Cristo cure la ceguera que
todavía queda en nuestros ojos, si permitimos que el Señor nos aplique ese lodo que,
en sus manos, se convierte en el colirio más eficaz, percibiremos las realidades
terrenas y vislumbraremos las eternas con una luz nueva, con la luz de la fe:
habremos adquirido una mirada limpia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
71).

2359 El ayuno es sólo una parte de un deber grande e importante: nuestra


subordinación a Cristo (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón sobre el Dom. I de Cuaresma:
Entrega a Dios).

Fe con obras

2360 La fe no es la consecuencia de las buenas obras, sino que la fe debe estar en el


comienzo de toda obra verdaderamente buena (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea,
vol. IV, p. 29).

2361 Deben basarse todas tus obras en la fe, porque el justo vive de la fe y la fe obra
por el amor. Que tus obras tengan por fundamento la fe, porque creyendo en Dios te
harás fiel (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 32).
2362 Porque ni la fe sirve sin obras, ni las obras sin fe, a no ser que se hagan para
alcanzar la fe, como Cornelio, que antes de ser creyente mereció ser oído por sus
buenas obras (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre Ezequiel, 1).

2363 Así como el cuerpo está muerto cuando carece de espíritu, la fe está muerta
cuando carece de obras (RABANO MAURO, en Catena Aurea, val. lil, p. 431).

2364 Mira que ni siquiera le pregunta el Señor (a Bartimeo) si tiene fe, como solia
hacer otras veces, pues sus gritos y su abrirse paso entre la gente ponia bien de
manifiesto su fe a los ojos de todos (SAN JUAN CR;SÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
66).

2365 ¿De qué sirve invocar con la voz a quien niegas con las obras? (SAN JERÓNIMO,
Hom. sobre los Evang.).

2366Al punto vio (Bartimeo), y le seguía. Ve y sigue quien obra el bien que entiende;
ve, pero no sigue, quien no quiere ejecutar el bien que comprende (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. sobre los Evang.).

2367 Seguirle en el camino. Tú has conocido lo que el Señor te proponia, y has


decidido acompañarle en el camino. Tú intentas pisar sobre sus pisadas, vestirte de
la vestidura de Cristo, ser el mismo Cristo: pues tu fe, fe en esa luz que el Señor te va
dando, ha de ser operativa y sacrificada (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
198).

2368 Hablan de El como si fuesen ángeles; pero después hay que trabajar por Dios,
sufrir, mortificarse, enseñar a los pobres, ir en busca de la oveja perdida,
conformarse gustosamente cuando falta algo, aceptar las enfermedades y cualquier
desgracia [...]. No, no, no nos engañemos; toda nuestra tarea consiste en pasar a las
acciones.

Y esto es de tal manera verdad que el apóstol S. Juan nos declara que a la otra vida
solamente nos acompañarán nuestras obras(cfr. Ap 14, 13). Reflexionemos sobre
esto: sobre todo habiendo tantos en este mundo que parecen virtuosos, y que en
efecto lo son, pero que prefieren un camino dulce y blando, más que una devoción
trabajosa y sólida (SAN VICENTE DE PAUL, Entretiens spirituels aux Missionnaires, pp.
905-907)

2369 No cree verdaderamente sino quien, en su hogar, pone en práctica lo que cree.
Por eso, a propósito de aquellos que de Ia fe no poseen más que palabras, dice San
Pablo: profesan conocer a Dios, pero le niegan con las obras (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 26 sobre los Evang.)..

2370 Es enterrar el talento que se ha recibido, el ocupar el ingenio recibido en


asuntos puramente terrenales, el no buscar el lucro espiritual y el no levantar jamás
el corazón de los pensamientos terrenos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los
Evang.).

Fidelidad en la transmisión de la fe

2371 En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha
sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente
católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la
palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la
antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como
verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la
antigüedad, si no nos separamos de ningúna forma de los sentimientos que
notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso
general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las
doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros (SAN V!CENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 2).

2372 Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la-


antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la
entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los Santos Padres. En
ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se
aparta de esta fe (la que predica la Iglesia) deja de ser cristiano y ya no merece el
nombre de tal (SAN ATANASIO, Carta I a Serapión, 28).

2373 La misma naturaleza de la religión exige que todo sea transmitido a los hijos
con la misma fidelidad con la cual ha sido recibido de los padres; y que, además, no
nos es licito llevar y traer la religión por donde nos parezca, sino que más bien somos
nosotros los que tenemos que seguirla por donde ella nos conduzca (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, n. 6).

2374 En los decretos y en las.definiciones de todos los obispos de la Santa Iglesia,


herecleros de la verdad apostólica y católica, es en lo que han creído, prefiriendo
exponerse a si mismos a la muerte antes que traicionar la fe universal (SAN V¡CENTE
DE LER¡NS, Conmonitorio, n. 5).

2375 La verdadera actividad ecuménica significa apertura, acercamiento,


disponibilidad al diálogo, búsqueda común de la verdad en el pleno sentido
evangélico y cristiano; pero de ningún modo significa ni puede significar renunciar o
causar perjuicio de alguna manera a los tesoros de la verdad divina, constantemente
confesada y enseñada por la Iglesia (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 1, 6).

Actos de fe

2376...A quien me niegue ante los hombres, yo le negaré... (Lc 12, 8-9). Puesto que
hay tantos modos de negar, es claro que hay otros tantos de confesar; y practicados
por el hombre, le harán digno de oir aquella voz beatisima con la que Jesucristo
alabará a todos los que le hubieren confesado (SAN JUAN CR~sosToMo, en Catena
Aurea, vol. Vl, p. 70)

2377 Siendo la fe la gracia fundamental que Dios nos da, es una prueba de la fe la
disciplina necesaria que nos impone. No podemos tener fe sin un ejercicio de dicha fe
(CARD J. H. NEWMAN, Sermón sobre el Dom. de Quincuagésima: Prejuicio y fe).

2378 Como no tardó en creer (se refiere al leproso de Cafarnaún), tampoco tardó en
sanar; y como no dilató la confesión de la fe, tampoco se hizo esperar la curación
(ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. I, p. 467).

2379 La expresión exterior tiende a manifestar lo que se cree en el corazón (SANTO


TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 3, a. 1).

2380 Cuando asistís al Santo Sacrificio del Altar y os arrodilláis en la elevación, y


cada vez que hacéis un acto de fe en Dios, meditando cuidadosamente todo lo que el
Evangelio nos dice que El ha hecho por nosotros, recordad que Dios es omnipotente,
y ello os ayudará y os animará a hacerlo. Decid: yo creo esto y aquello, porque Dios
es omnipotente. No adoro a una criatura. No soy siervo de un Dios de poder
restringido. Puesto que Dios puede hacer todas las cosas, yo puedo creer todas las
cosas. Nada es demasiado difícil para que El lo haga, y nada es demasiado difícil para
que yo lo crea (CARD. J.H. NEWMAN, Sermón sobre el Dom. I V después de Epifania).

La fe es el principio de la verdadera vida. Ambas virtudes juntas proceden de Dios,


las demás conducen para la perfección. (S. Ignacio, carta a los de Efeso, n. 14, sent.
1, Trie. T. 1, p. 3 l.)"

"Nosotros no probamos la verdad de la fe por el mérito de los que la profesan; antes


bien, probamos el mérito de las personas por la fe que siguen: Así ningúnos son más
sabios, fieles y grandes como los cristianos, mas sólo son verdaderos fieles los que
perseveran hasta el fin. ('I'ertuliano, lib. de las prescrip, cont. Hereg., e. 3, sent. 23,
Trie. T. 1, p, 202.)"

"Aquella mujer de quien nos dice el Evangelio que tocó la extremidad de la ropa de
Jesucristo, no había puesto su esperanza simplemente en aquella ropa, sino en el
invisible poder del que estaba revestido con ella. Es preciso juzgar del mismo modo
de los que se acercan al santo altar, le abrazan y saludan con un profundo respeto;
pues no esperan en las piedras ni en los leños, sino solamente en la gracia que estas
mismas piedras y leños les representan. (S. Anastasio, adv. eos, qui human. in
Christ., sent. 9, Tric. T. 2, p. 172.)"

"La fe tiene por objeto verdades simples y puras, y Dios no nos llama a la vida
bienaventurada con cuestiones difíciles, ni se sirve de artificios de elocuencia para
atraemos, sino que ha reducido el camino de la eternidad a unos conocimientos
breves, claros y fáciles de concebir. (S. Hilario, lib. 10, sent. 5, Tric. T. 2, p, 247 y
259.)"

"San Pablo dice que es pecado lo que no viene de la fe: Así podemos nosotros
afirmar, que las palabras obras y pensamientos, que no miran a Jesucristo, se deben
contar con lo que es contrario a Jesucristo. ¿Qué deberá hacer, pues, el que tiene el
gran nombre de Cristo, sino explicar, lo que ha pensado, lo que ha dicho y lo que ha
hecho, y juzgar si todas estas cosas han mirado a Cristo, o son ajenas al Señor? (S.
Gregorio de Nisa, de perfect. Christ., sent. 13, adic., Tric. T. 4, p. 362.)"

"El que desea las honras humanas en lugar de las del cielo, no es fiel, porque como
dice el Señor: ¿Cómo podéis creer los que pretendéis la humana gloria unos de otros,
y no buscáis la honra que sólo Dios puede dar? (S. Gregorio, ibid., sent. 15, adic.,
Tric. T. 4, p. 363.)"

"Yo soy el Alfa y Homega, el principio y el fin: en estas palabras se nos advierte que
nuestra alma debe estar siempre unida a Jesucristo, y que todo debe empezar por El
y acabar en El; porque así como nuestra salud eterna empieza creyendo en El, e
imitándole, así es necesario perseverar hasta el fin de esta imitación y en esta fe. (S.
Ambrosio, de Abrah., lib. 2, c. 5, sent. 14, Tric. T. 4, p. 315 y 316.)"

"¡Oh hombre! Es una cosa muy superior a tu capacidad conocer la profundidad de la


sabiduría divina: para ti debe ser suficiente el creer. (S. Ambrosio, in Psalm. 1, sent.
36, Tric. T. 4, p. 320.)"

"Creyó Abraham a Dios, y esto se le contó por justicia, porque no buscó la razón, sino
que creyó con la fe más obediente: lo que importa es que la fe preceda a la razón, no
parezca que para creer a Dios le pedimos la razón como si fuera algún hombre;
porque sería indignidad dar fe al testimonio de un hombre en lo que nos dice de otro,
y no creer a los oráculos de un Dios, cuando habla de sí mismo (S. Ambrosio, de
Abrah., c. 15, sent. 7, adic., Tric. T. 4, p. 395.)"

"No solamente debemos considerar como martirio la sangre que se derrama por la
confesión de la fe: también deberán contarse por un martirio continuado los
incesantes servicios que hace a Dios el alma pura sacrificada al Señor. (S. Jerónimo,
Ep. ad. Eutoch., c. 108, sent. 25, Tric. T. 5, p. 243.)"

"Con dificultad se sujetan a la fe los grandes, los nobles, los niños y aún con mayor
dificultad los sabios y los oradores. (S. Jerónimo, in Joan., c. 3, sent. 87, Tric. T. 5, p.
254.)"

"Abraham creyó y esperó contra toda esperanza: esto es, contra toda esperanza
humana, puso en Dios su esperanza, y esta todo lo puede y todo lo vence. (S. Juan
CRISÓSTOMO, lib. 4, in eos qui scandl., susnt., sent. 235, Tric. T. 6, p. 348.)"

"No demos fe a los presagios vanos, porque todos son falsedad. Y si sucede ¿me
diréis lo que dicen? Sucederá, sin duda, para castigo de vuestra credulidad. Os
habéis dejado prender en las redes del espíritu maligno, pero el Señor es dueño de
vuestra vida y el árbitro de vuestra suerte. (S. Juan Crisist., Homl. 8, c. 3, ad Timoth.,
sent. 374, Trie. T. 6, p. 38 l.)"

"Si deseamos tener bien radicada la fe, es necesario que sea puro nuestro modo de
vivir: este mantiene el espíritu que da toda la fuerza a la fe. A la verdad, es imposible
que no vaciles en la fe si tu vida es impura. No hay duda que los que hablan de la
fatalidad, burlándose, y no creen a las saludables palabras acerca de la resurrección,
se precipitan en este abismo de incredulidad por su mala conducta y deprava.das
costumbres. (S. Juan CRISÓSTOMO, in terremot. Serm. 6, sent. 16, adic., Tric. T. 6, p.
456.)"

"La intención es la que hace buenas las obras, y la fe es la que dirige y arregla la
intención. (S. AGUSTÍN, Salm 7, sent. 20, Tric. T. 7, p.456.)"

"Caminando por la fe, poniendo en Dios vuestra alegría, practicando las buenas
obras, y procurando purificaros continuamente de las faltas leves con el ayuno,
oración y limosnas, y diciendo todos los días con sinceridad de corazón: perdónanos
nuestras deudas, caminad con seguridad, por el camino recto, avanzad con alegría y
no temáis la venida de vuestro Juez. (S. AGUSTÍN, Salín, 66, sent. 105, Tric. T. 7, p.
464.)"

"El objeto de la fe cristiana, es la resurrección de Jesucristo. (S. AGUSTÍN, Psalm. 116,


sent. 158, Tric. T. 7, p. 408,)"

"Cuando admitimos la fe, no por esto excluimos de¡ todo la razón; por el contrario,
procuramos con ella adquirir algún conocimiento, aunque oscuro, de los misterios;
pero con justo motivo preferimos la fe a la razón, porque la fe es la que precede, y la
razón no hace más que seguirla, según este lugar de la Escritura: Si no creéis, no
conoceréis. A la verdad, si no sentáis los fundamentos de la fe excluyendo toda duda,
jamás podéis levantar el edificio fundado sobre el conocimiento de Jesucristo, y por
consiguiente, ni llegar a ser hombre espiritual. (S. Cirilo Alejandrino, Comment. in
Joan, cap. 20, sent. 2. Tric, T. 8, p. 79.)"

"Un Dios, una fe, un bautismo. Un Dios y padre de todos, el cual es sobre todos, cuya
providencia a todos se extiende y está en todos nosotros. Permaneced inseparables,
de esta unidad, amados míos: seguid en ella toda santidad, obedeced en ella a los
preceptos del Señor, pues sin fe es imposible agradar a Dios. Sin la fe nada es santo,
casto ni vivo, porque el justo vive de la fe. El que la perdiere, engañado del demonio,
aun viviendo, ya está muerto. (S. León Papa. Serm. 24, cap. 6, sent. 17, Tric. T. 8, p.
384.)"

"Hermanos, la paz de nuestro corazón está expuesta a grandes peligros: no debemos


tenernos por seguros con la libertad de la fe: nadie se glorie de esta libertad, si es
esclavo de los vicios: el corazón de¡ hombre se conoce en la calidad de sus obras: las
acciones son caracteres en que se leen las disposiciones del alma. Hay algunos, dice
el Apóstol, que hacen profesión de conocer a Dios, y le niegan con los hechos. Sin
duda se niega a Dios cuando no está en la conciencia el bien que suena en las
palabras. (S. León, Papa. Serm. 36, c. 4, sent. 27, Tric. T. 8, p, 387 y 388.)"

"Amados míos, la virtud y sabiduría de la fe cristiana, son el amor de Dios y el del


prójimo: a ningúna obligación de piedad falta el que procura dar culto a Dios y
ayudar a su hermano. (S. León, Papa, Serm. 45, sent. 40, Tric. T. 8, p. 392.)"

"El bienaventurado Apóstol San Pedro, cuya fe era muy fervorosa, y se sentía con
valor para acompañar a su Maestro en los trabajos y el suplicio hasta morir con El, se
ablandó, y aun se asustó con la voz de una criada que te acusó de que era discípulo
de Jesucristo, y negó a su Maestro por flaqueza. Permitió Dios esta caída, como es
muy verosímil, con el fin de que la cabeza de la Iglesia fuese un modelo de
penitencia, y para que ningúno en adelante, confiase en su propia virtud, al ver que
tan grande Apóstol manifestó poca constancia. (S. León, Papa, Serm. 58, sent. 48,
Tric. T. 8, p. 391.)"

"No se ha de profundizar mucho con el humano discurso en las cosas dignas de


admiración que la fe nos obliga a creer; pues si nuestra razón pudiera
comprenderlas, ya no serían dignas de admiración. Mas cuando sucede que nuestro
espíritu fluctúa por alguna duda que nos trae la tentación en punto de la creencia
que debemos tener; tal vez es necesario para confirmarse, traer a la memoria las
cosas que el uso y la experiencia le han dado a conocer, aunque no las pudiera
descubrir por la razón: para que se confirme con el ejemplo de un efecto semejante a
aquella fe que empezó a balancear de algún modo por la grande confianza que
habíamos puesto en nuestro espíritu y razón. (San Gregorio el Grande, lib. 5, c. 14, p.
1 SO, sent. 20, Tric. T. 9, p. 236.)"

"Se arrojan los malos pensamientos y vienen los buenos, imitando la conducta del
Centurión para con los soldados y sus siervos. Decía al uno que se ausentase, y se
ausentaba: al otro, que viniese y venía. Otro modo de arrojarlos es manifestarlos en
la confesión. (San Anselmo, Novo Supplem., Tract. Ascet., sent. 55, Ti-¡c., T. 9, p.357
y 358.)"

"Así como se dice: Si no creyéreis no entenderéis, así también se puede decir


justamente: si no deseáis, no amaréis justamente. El entendimiento pues, es el fruto
de la fe, y la perfecta caridad lo es del deseo. Entre tanto, el justo vive de fe, y el
bienaventurado del entendimiento. Entre tanto, el justo desea ir a Dios, con el ciervo
a las fuentes de las aguas: pero el bienaventurado ya está bebiendo con gozo de las
fuentes del Salvador, es decir, se está deleitando en la plenitud de la caridad. (S.
Bernardo, Ep. 18, ad Petrum Cardin., sent. 9, adic., Tric. T. 10, p. 348.)"

FELICIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Es feliz quien teme a Dios, le ama, le busca y espera en El: Sal 2, 12; 34, 9; 40, 5; 84,
13; 112, 1; Prv 16,20;28, 14;Ec/34, 15;Is30, 18; Tob 13, 14.

Es feliz el pueblo de Israel, porque ha recibido de Dios la Revelación, mantiene con él


una Alianza, ha sido elegido, predestinado y salvado: Dt 33, 29; Sa/ 33, 12; 65, 5; 84,
5-ó; 89, 16; 114, 15; 146, 5.

Son felices quienes han recibido el perdón de sus pecados: Sal 32, 1-2.

Poseen la felicidad quienes tienen la conciencia tranquila, porque no se han deslizado


con la lengua, fuente de tantas culpas: Ecl 14, 1-2; 25, 8; 28, 19.

La felicidad, en último término, reside en la comunión con Dios y en Dios en persona:


Sal 73, 25.

El justo tiene la certeza de que hasta en las aflicciones y en el dolor, y especialmente


en el martirio, se puede ser feliz: Dan 12, 12; 2 Mac 7, 24; 36-37.

El sufrimiento es una prueba de Dios y como tal la ven y la aprecian los justos, por
eso no es de extrañar que se proclame feliz a quien lo acepta: Job 5, 17; Sa/ 94, 12;
Tob 13, 16.

Son felices:

—Quienes escuchan la palabra de Dios: Lc 11, 28.

—Quienes creen sin haber visto: Jn 20, 29.

—Quienes no se escandalizan de Jesús: Lc7, 23; Mt 11, 6.

—Los ojos que han visto a Cristo: Mt 13, 16.

—La Madre del Mesías, por haber dado a luz al Salvador del munJo: Lc 1, 48; 11, 27; y
haber creído en las promesas divinas: Lc 1, 45.

—Simón Pedro, porque el Padre le reveló que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo:
Mt 16, 17.
—Quienes en el período de prueba permanecen vigilantes, esperando la llegada del
Señor: Lc 12, 37-38; Apoc 16, 15.

—Los siervos fieles y prudentes: Mt 24, 46; Lc 12, 43.

—Quienes practican la caridad con los necesitados: Lc 14, 14.

—Los humildes y serviciales con sus hermanos: Jn 13, 17.

—Quienes han soportado la prueba con generosidad y se han hecho acreedores a la


recompensa divina en la lucha por la fe: Sar¿t 1, 12-25; 5, 11; 1 Pdr 3, 14; 4, 14.

Todos los requisitos para la felicidad cristiana se encuentran recapitulados en las


Bienaventuranzas: Mt 5, 3-12; Lc 6, 20-26.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios es la única fuente de felicidad verdadera

2381Por muy avaro que seas, Dios te basta (SAN AGUSTÍN, COment. sobre el Salmo
SS).

2382 Descansar en Dios y contemplar su felicidad es, en efecto, algo digno de ser
celebrado, algo lleno de felicidad y de tranquilidad. Corramos, como ciervos, a la
fuente de las aguas; que nuestra alma experimente aquella misma sed del salmista.
¿De qué fuente se trata? Escucha su respuesta: En ti está la fuente viva. Digámosle a
esta fuente: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Pues la fuente es el mismo Dios
(SAN AMBROSIO, Trat. sobre la huida del mundo, 9, 52).

2383 Las riquezas no proporcionan felicidad ningúna cuando el alma vive en la


pobreza; y cuando se sobreabunda en riqueza interior, no hace mella la pobreza (SAN
JUAN CRISÓS TOMO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 315).

No está la felicidad en los bienes terrenos

El tesoro de cada uno viene determinado por la tendencia 2384 de su deseo, y si este
deseo se limita a los bienes terrenos,no hallará en ellos la felicidad, sino la desdicha
(SAN LEÓN MAGNO, Sermón 92).

2385 De aquí que no se deba tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni al
poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la robustez de su cuerpo; ni al
sabio por su eximia elocuencia. Todas estas cosas son instrumentos de virtud para
los que las usan rectamente; pero ellas, en si mismas, no contienen felicidad (SAN
BASILIO, Hom. sobre la envidia).

2386 Lo que verdaderamente hace desgraciada a una persona —y aun a una


sociedad entera—es esa búsqueda ansiosa de bienestar, el intento incondicionado de
eliminar todo lo que contraria. La vida presenta mil facetas, situaciones diversísimas,
ásperas unas, fáciles quizá en apariencia otras. Cada una de ellas comporta su propia
gracia, es una llamada original de Dios: una ocasión inédita de trabajar, de dar el
testimonio divino de la caridad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Conversaciones..., n.° 97).
Cumplir la voluntad de Dios en todo, camino seguro de felicidad

2387 Esforcémonos en guardar sus mandamientos, para que su voluntad sea nuestra
delicia (Epístola de Bernabé, 2).

2388 El abandono en la Voluntad de Dios es el secreto para ser feliz en la tierra.—Di,


pues: «meas cibus est, ut faciam voluntatem ejus»—mi alimento es hacer su
Voluntad. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 766).

Caminos de infelicidad

2389 ...La mayoría de los obstáculos para nuestra felicidad nacen de una soberbia
más o menos oculta (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 249).

2390 No puede llamarse feliz quien no tiene lo que ama, sea lo que fuere; ni el que
tiene lo que ama si es pernicioso; ni el que no ama lo que tiene, aun cuando sea lo
mejor (SAN AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia, I, 3).

2391 Porque no hay nada más infeliz que la felicidad de los que pecan (SAN
AGUSTÍN, en Catena Aurea, val. 1, p. 325).

Felicidad eterna y vida temporal

2392 El Señor no nos impulsa a ser infelices mientras caminamos, esperando sólo la
consolación en el más allá. Dios nos quiere felices también aquí, pero anhelando el
cumplimiento definitivo de esa otra felicidad, que sólo El puede colmar enteramente
(J. ESCRIVÁ [)E BALAGUUER, Es Cristo que pasa, 126).

2393 Todas estas cosas (las prometidas en las bienaventuranzas) pueden cumplirse
en esta vida, como sabemos se cumplieron en los Apóstoles. Porque lo que se ofrece
después de esta vida no puede explicarse con palabras (SAN AGUSTÍN, Sobre el
Sermón de la Montaña, 1, 3).

2394 Nos ha mandado que deseemos los bienes por venir y que apresuremos el paso
en nuestro viaje hacia el cielo; mas en tanto que el viaje no termina, aun viviendo en
la tierra, quiere que nos esforcemos por llevar vida del cielo. Es preciso—nos dice—
que deseéis el cielo y los bienes del cielo; sin embargo, antes de llegar al cielo, yo os
mando que hagáis de la tierra el cielo y que, aun viviendo en la tierra, todo lo hagáis
y digáis como si ya estuvierais en el cielo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 19).

2395 Pues toda la riqueza de esta vida, comparada con la felicidad eterna, no es ni
un auxilio, es una carga. La vida temporal, comparada con la eterna, debe llamarse
muerte y no vida (SAN GREC;ORIO MAGNO, Hom. 37sobre los Evang.).

Los caminos de la verdadera felicidad

2396 Suelo afirmar que tres son los puntos que nos llenan de contento en la tierra y
nos alcanzan la felicidad eterna del Cielo: una fidelidad firme, delicada, alegre e
indiscutida a la fe, a la vocación que cada uno ha recibido y a la pureza. El que se
quede agarrado a las zarzas del camino—la sensualidad, la soberbia... , se quedará
por su propia voluntad y, si no rectifica, será un desgraciado por haber dado la
espalda al Amor de Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 187).
2397 El Señor conoce dónde está nuestra felicidad y sabe que solamente por la
oración podemos procurárnosla (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

2398 Los pacíficos se llaman dichosos, porque primero tienen paz en su corazón y
después procuran inculcarla en los hermanos desavenidos (SAN JERÓNIMO, en
Catena Aureo, val. I, p. 251).

2399 Contempla a tu lado el colegio de todos los santos, congregados para colmo de
tu felicidad por la divina clemencia, porque no es dichosa la posesión de un bien
cuando de él se goza en soledad (SAN BUENAVENTURA, Soliloquios, 4, 13).

2400 La felicidad es el arraigarse en el amor. La felicidad originaria nos habla del


«principio» del hombre, que surgió del amor ,a dado comienzo al amor. Y esto
sucedió de modo irrevocable, a pesar del pecado sucesivo y de la muerte (JUAN
PABLO II, Aud. gen. 30-1-1980).

La felicidad en esta vida no puede ser plena

2401 El gozo en esta vida no puede ser pleno. Lo será cuando —en la patria—
poseamos de modo acabado el bien perfecto: entra en el gozo de tu Señor (Mt 25,
21) (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 15).

2402 Tampoco debe considerarse bienaventurado el que es coronado con las cosas
que proceden de esta vida (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 255).

FIESTAS Y TIEMPOS LITÚRGICOS

Citas de la Sagrada Escritura

1. Sábado

Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis dias trabajarás y harás toda tu
obra pero el séptimo es día de descanso consagrado al Eterno tu Dios... pues en seis
dias hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene y el
séptimo cesó, por eso bendijo el Eterno el día del sábado y lo santificó. Ex 20, 8-11.

Observa el día del sábado para santificarlo... y recordarás que fuiste esclavo en tierra
de Egipto y el Eterno tu Dios te sacó de alli... por eso el Eterno tu Dios te mando
celebrar el día del Shabbat. Dt 5, 12-15.

El sábado como día de gozo: Num 10, 10; Jud 8, 6; 0s 2, 11; / Mac 1, 41; Lc 14, 1.
Observación del sábado según la doctrina y el ejemplo del Señor: Mt 23, 4; 12, 3-12;
Mc 1, 21; 2, 2527; 6, 2; 6, 6; 13, 10; Cal 4, 4.

2. Pascua

Yahvé dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: Este mes será para vosotros el
comienzo del año, el mes primero del año. Hablad a toda la asamblea de Israel y
decidles: El día diez de este mes tome cada uno, según las casas paternas, una res
menor por cada casa. Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome
a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para
la res según lo que cada cual puede comer. La res será sin defecto, macho primal,
cordero o cabrito. Lo reservarás hasta el día catorce de este mes y toda la asamblea
de Israel lo inmolará entre dos luces. Tomarán de su sangre y untarán los postes y el
dintel de la casa donde se coma. Comerán la carne esa misma noche, la comerán
asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres. No comerán nada de él
crudo, ni cocido al agua; todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas. No dejaréis
nada para el día siguiente; si algo quedare, lo quemaréis. Habéis de comerlo así :
ceñidos los lomos, calzados los pies, y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, es
la Pascua de Yahvé. Esa noche pasaré yo por la tierra de Egipto y mataré a todos los
primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los animales, y
castigaré a todos los dioses de Egipto. Yo, Yahvé. La sangre servirá de señal en las
casas donde estéis; yo veré la sangre y pasaré de largo, y no habrá para vosotros
plaga mortal cuando yo hiera la tierra de Egipto. Este día será para vosotros
memorable y lo celebraréis solemnemente en honor de Yahvé de generación en
generación; será una fiesta a perpetuidad 1~]. No comeréis pan fermentado; en
todas vuestras moradas se comerán panes ácimos. Ex 12, 1-14.20.

Cfr.: Jos 5, 10; 2 Re 23, 21; 2 Par 30, 1; 35, I; Esd 6, 19; Ez 45, 21; Jn 2, 13-23; 6, 4.

Ultima Pascua del Señor. Institución de la Eucaristía: Mt 26, 1729; Mc 14, 12-25; Lc
22, 1-20; Jn 13. 1-30; 1Cor 11, 23-26.

3. I'entecostés

( arando hubieres entrado en la ti.~u que el Eterno tu Dios te da por l~redad...


tomarás parte de las prhl~icins de todos los productos de tu suelo que coseches... y
poniéndola en una cesta, irás al lugar que el Eterno tu Dios haya elegido para
establecer en él su nombre. Te presentarás al sacerdote entonces en funciones y le
dirás... Nos afligieron los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudisimas
tareas, y clamamos al Eterno, Dios de nuestros padres... y nos sacó de Egipto... y nos
dio una tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra
que el Eterno me ha dado. Y las dejarás ante el Eterno tu Dios y te inclinarás ante El.
Te regocijarás con los bienes que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu casa, tú y el
leyita y el peregrino que mora en medio de ti. Dt 26, 1 - 11.

Cfr.: 2 Par 8, 13; 2 Mac 12, 32; Hech 2, 1; 20, 16; I Cor 16, 8.

Venida del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés: Hech 2, 2-4.

4. Tabernáculo

Celebrarás la Fiesta de los Tabernáculos durante siete dias, una vez recogido el
producto de tu era y de tu lagar... Celebrarás la fiesta en honor del Eterno tu Dios en
el lugar que haya elegido Dt 16, 3-15.
Cfr.: Dt 31, 10; Esd 3, 4; Neh 8,15-17; 2 Mac 1, 9; 10, 6; Jn 7, 2.

5. Día de la expiación

El Eterno habló a Moisés diciendo: El décimo día de este séptimo me es día de los
Perdones. Mortificaréis vuestras almas y no haréis en él ningún trabajo, pues es un
día de expiación para rehabilitaros ante el Eterno vuestro Dios. Lev 23, 26-32.

6. Dedicación del templo

Luego ordenó Judas que algunos tuvieran en jaque a los de la ciudadela, mientras
purificaban el santuario. Eligieron sacerdotes irreprochables, amantes de la Ley, los
cuales purificaron el templo y echaron las piedras del altar idolátrico en lugar
inmundo. Deliberaron qué harían del altar de los holocaustos, que habia sido
profanado, y les pareció buen consejo destruirlo, por cuanto los gentiles lo habian
profanado, y depositar las piedras en el monte del templo, en lugar conveniente
hasta que viniese un profeta que diese oráculo sobre ellas. Tomaron luego piedras
sin labrar, conforme prescribe la Ley; y edificaron un altar nuevo sobre el modelo
antiguo, prepararon el santuario y el interior del templo, purificaron los atrios,
hicieron nuevos vasos sagrados e introdujeron el candelabro, el altar de los perfumes
y la mesa del templo. Quemaron incienso en el altar, encendieron las lámparas del
candelabro, que lucieron en el templo; colocaron los panes sobre la mesa y colgaron
las cortinas. De esta manera dieron fin a la obra. / Mac 4, 4151.

7. Sobre las fiestas celebradas sin rerdadera piedad

1s 1, 12-15; Jer 6, 20; 0s 6, 6; Am 5, 21-22; Miq 6, 6-8.

8. Alegría en Las tiestas.

Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor. Ya están pisando
nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien
compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la costumbre de Israel, a
celebrar el nombre del Señor. (Sal 121, 1-4).

SELECCIÓN DE TEXTOS

El sentido de las fiestas

2403 Las fiestas se han hecho para promover la alegría espiritual, y esa alegría la
produce la oración; por lo cual en día festivo se han de multiplicar las plegarias
(SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., 245).

2404”Quaerite Dominum”. Nunca podemos dejar de buscarlo: sin embargo, hay


períodos que exigen hacerlo con más intensidad, porque en ellos el Señor está
especialmente cercano, y por lo tanto es más fácil hallarlo y encontrarse con El. Esta
cercanía constituye la respuesta del Señor a la invocación de la Iglesia, que se
expresa continuamente mediante la liturgia. Más aún, es precisamente la liturgia la
que actualiza la cercanía del Señor (JUAN PABLO II, Hom. 20-111-1980).

2405 En las fiestas de Nuestra Señora no escatimemos las muestras de cariño;


levantemos con más frecuencia el corazón pidiéndole lo que necesitemos,
agradeciéndole su solicitud maternal y constante, encomendándole las personas que
estimamos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 291).

El domingo, día del Señor

2406 Nos reunimos precisamente el día del sol, porque éste es el primer día de la
creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia, y también
porque es el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos
(SAN JUSTINO, Apología l.a, 67).

2407 El domingo ha de volver a ser el día del Señor, de la adoración y de la


glorificación de Dios, del santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del
recogimiento, del alegre encontrarse en la intimidad de la familia (P~o Xll, Aloc. 7-lX-
1947).

2408 La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la
Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho dias [...].En este día,
los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando
en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den
gracias a Dios que los hizo renacer con viva esperanza por la resurrección de Cristo
de entre los muertos (I Pdr 1, 3) (CONC. VAT. 11, Sacrosanctam Concilian, 106).

2409 ...EI domingo tiene una importancia muy grande en la vida cristiana, sobre todo
en estos tiempos en los que los hombres, por varias razones, viven distraídos de las
cosas celestiales [...].

- Por tanto, la santificación del día del domingo, o lo que es lo mismo, la celebración
de la Pascua semanal, hace que los dones celestiales entonces recibidos influyan con
misteriosa fecundidad en la vida privada y pública (PABLO Vl, Carta al Cardenal
Colombo, 4-VI11-1977).

2410 Ya que sois miembros de Cristo, no os queráis separar de la Iglesia faltando a la


reunión; teniendo a Cristo Cabeza presente y en comunicación con vosotros, de
acuerdo con su promesa, no os tengáis en poco a vosotros mismos ni queráis separar
al Salvador de sus miembros, ni dividir ni espaciar su Cuerpo, ni preferir las
necesidades de vuestra vida a la Palabra de Dios; por el contrario, el domingo dejadlo
todo y acudid a la Iglesia (Didascalia Apostolorum, Il, 59, 2).

Adviento

2411 Hay diversos advientos. Se repiten cada año, y todos se orientan hacia una
dirección única. Todos nos preparan a la misma realidad. Hoy, en la segunda lectura
litúrgica, escuchamos lo que escribe el Apóstol Santiago: Hermanos, tened paciencia,
hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente elfruto valioso de la tierra
mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros,
manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Y añade inmediatamente
después: Mirad que el juez está ya a la puerta (5, 7-9) (JUAN PABLO II, Hom. 14X11-
1980).

2412 Precisamente este reflejo deben tener tales advientos en nuestros corazones.
Deben parecerse a la espera de la recolección. El labrador aguarda el fruto de la
tierra durante .todo el año o durante algunos meses. En cambio, la mies de la vida
humana se espera durante toda la vida. La mies de la tierra se recoge cuando está
madura, para utilizarla en satisfacer las necesidades del hombre. La mies de la vida
humana espera el momento en el que aparecerá en toda la verdad ante Dios y ante
Cristo, que es juez de nuestras almas.

La venida de Cristo, la venida de Cristo en Belén anuncia también este juicio. ¡Ella
dice al hombre por qué le es dado madurar en todos estos advientos, de los que se
compone su vida en la tierra, y cómo debe madurar él! (JUAN PABLO II, Hom. 1 4-XI I-
1980).

2413 Debemos celebrar el nacimiento del Señor con una alegría cálida y
sobrenatural. Cada uno lo hará con el fervor que conviene: se acordará de qué
cuerpo es miembro y a qué cabeza está unido; se guardará de ser una pieza mal
adaptada que no encaje en el edificio sagrado (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 3. ° de
Navidad, 4-5).

2414 La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que, así como Cristo vino una
vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquier
momento, para habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus
gracias si nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.

Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantisima y celosisima de
nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del
Espíritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón
agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar
nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si
hubiera él de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo enseñaron con
sus palabras y ejemplos los patriarcas del Antiguo Testamento, para que en ello
losimitáramos (SAN CARLOS BORROMEO, Cartas pastorales, 1. c., vol. 2, 916-917).

2415 Ahora, por tanto, nuestra paz no es prometida, sino enviada; no es diferida,
sino concedida; no es profetizada, sino realizada: el Padre ha enviado a la tierra algo
así como un saco lleno de misericordia; un saco, diría, que se romperá en la pasión,
para que se derrame el precio de nuestro rescate que contiene; un saco que, si bien
es pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto, un niño se nos ha dado, pero en
este niño habita toda la plenitud de la divinidad. (S. BERNARDO, Sermón I de
Epifanta, 1-2).

2416 Natividad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a
la sociedad humana y para de nuevo conducirla a sus altos destinos, se hizo presente
con María su Madre, con José, su padre putativo que está allí como la sombra del
Padre eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la
familia no podrá lograr más influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belen
(JUAN XX111, Aloc., 25-XII-l959).

2417 La fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la


vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro
Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos
(SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre la Natividad, 2-3)

2418 ¿Qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la
fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del
Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor,
la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde
moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios
aquellos que el Señor ha segregado del mundo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre
la Natividad, 2-3).
2419 Un niño nos ha nacido y un hijo nos ha sido dado; la insignia de su principado
han puesto sobre su hombro, y será llamado el Admirable, el Consejero, Dios, el
Fuerte, el Padre del siglo. Pero, ¿dónde está el nombre que está sobre todo nombre,
el nombre de Jesús, al cual se dobla toda rodilla? Tal vez en todos estos nombres
hallarás sólo éste: Jesús; pero en algún modo exprimido y derramado. Sin duda él
mismo es de quien la Esposa dice en el cántico del amor: Aceite derramado es tu
nombre (SAN BERNARDO, Sermón sobre la Circuncisión del Señor, 2, 4).

2420 ¿A un moribundo sumamente apegado a la vida puede acaso dársele más


dichosa nueva que decirle que un médico hábil va a sacarle de las puertas de la
muerte? Pues infinitamente más dichosa es la que el ángel anuncia hoy a todos los
hombres en la persona de los pastores (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
misterio).

2421 Nuestro Salvador ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto,


lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la
muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa.

Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es
común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así
como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos.
Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocijese el pecador,
porque se le brinda el perdón; animese el pagano, porque es llamado a la vida (SAN
LEÓN MAGNO, Sermón I sobre la Natividad, 1-3).

2422 Nace Cristo. Esto sucedió una vez, la noche de Belén, pero en la liturgia se
repite cada año, en cierto modo se «actúa» cada año. Y asimismo cada año aparece
rico de los mismos contenidos divinos y humanos; éstos hasta tal grado
sobreabundan, que el hombre no es capaz de abarcarlos todos con una sola mirada;
y es difícil encontrar palabras para expresarlos todos juntos. Incluso nos parece
demasiado breve el periodo litúrgico de Navidad, para detenernos ante este
acontecimiento que más presenta las caracteristicas de mysteriam fuscinosum, que
de mysterium tremendam. Demasiado breve para «gozar» en plenitud de la venida
de Cristo, el nacimiento de Dios en la naturaleza humana. Demasiado breve para
desenmarañar cada uno de los hilos de este acontecimiento y de este misterio (JUAN
PABLO II, Audiencia general, 3-1-1979).

2423 ¿Quién tendrá un corazón tan bajo y tan ingrato como para no gozar y saltar de
alegría por lo que sucede? Es una fiesta común de toda la creación [...]. Nosotros
también proclamamos nuestra alegría; a nuestra fiesta le damos el nombre de
teofanía. Festejemos la salvación del mundo, el día en que nace la humanidad. Hoy
ha quedado eliminada la condenación de Adán (SAN BASILIO, Hom. para el
Nacim¿ento de Cristo, 2, 6).

Epifania

2424 Precisamente se les habia ocultado (la estrella) antes para que, al hallarse sin
guia, no tuvieran otro remedio que preguntar a los judíos, y quedara así manifiesto a
todos el nacimiento de Cristo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 7).

2425 Como los Reyes Magos, hemos descubierto una estrella, luz y rumbo, en el cielo
del alma.Hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. Es nuestra misma
experiencia. También nosotros advertimos que, poco a poco, en el alma se encendía
un nuevo resplandor: el deseo de ser plenamente cristianos; si me permitís la
expresión, la ansiedad de tomarnos a Dios en serio (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 32).

2426 Hoy los Magos revuelven en su mente con profundo estupor lo que allí han
visto; el cielo en la tierra, la tierra en el cielo, el hombre en Dios, Dios en el hombre, y
a aquel a quien no puede contener el universo encerrado en un pequeño cuerpecillo.
Y, al verlo, lo aceptan sin discusión, como lo demuestran sus dones simbólicos: el
incienso, con el que profesan su divinidad; el oro, expresión de la fe en su realeza; la
mirra, como signo de su condición mortal. Así los gentiles, que eran los últimos,
llegan a ser los primeros, ya que la fe de los Magos inaugura la creencia de toda la
gentilidad (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 160).

2427 La Epifania es, pues, la gran fiesta de la fe. Participan en esta fiesta tanto
quienes han llegado ya a la fe como los que se encuentran en el camino para
alcanzarla. Participan, agradeciendo el don de la fe, al igual que los Magos, llenos de
gratitud, se arrodillaron ante el Niño. En esta fiesta participa la Iglesia, que cada año
se hace más consciente de la amplitud de su misión (JUAN PABLO II, Hom. 6-1- 1
979).

Cuaresma

2428 Tiempo de penitencia, pues. Pero, como hemos visto, no es una tarea negativa.
La Cuaresma ha de vivirse con el espíritu de filiación, que Cristo nos ha comunicado y
que late en nuestra alma (Cfr. Gal 4, 6). El Señor nos llama para que nos acerquemos
a El deseando ser como El: sed im¿tadores de Dios, como hijos suyos muy queridos
(Ef 5, 1), colaborando humildemente, pero fervorosamente, en el divino propósito de
unir lo que está roto, de salvar lo que está perdido, de ordenar lo que ha
desordenado el hombre pecador, de llevar a su fin lo que se descamina, de
restablecer la divina concordia de todo lo creado (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 65).

2429 Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos
dias cuaresmales nos invitan a ello de un modo más apremiante; si deseamos llegar
a la Pascua santificados en el alma y en el cuerpo, debemos poner un interés
especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a todas las otras y
cubre la multitud de los pecados (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 10, sobre la Cuaresma,
3-s).

2430 Contra ellas (las fuerzas del mal en nosotros) se necesita la lucha permanente a
que nos invita de modo particular el tiempo de Cuaresma, y tiene por finalidad el
retorno sincero al Padre celestial, infinitamente bueno y misericordioso.

Este retorno, fruto de un acto de amor, será tanto más expresivo y grato a El cuanto
más acompañado vaya del sacrificio de algo necesario y, sobre todo, de las cosas
superfluas. A vuestra iniciativa se ofrece una gama vastisima de acciones, que van
desde el cumplimiento asiduo y generoso de vuestro deber diario, a la aceptación
humilde y gozosa de los contratiempos molestos que puedan presentarse a lo largo
del día y a la renuncia de algo que sea muy agradable a fin de poder socorrer a quien
está necesitado; pero sobre todo es agradabilísima al Señor la caridad del buen
ejemplo, exigido por el hecho de que pertenecemos a una familia de fe cuyos
miembros son interdependientes y cada uno está necesitado de la ayuda y apoyo de
todos los otros. El buen ejemplo no sólo actúa fuera, sino que va a lo hondo y
construye en el otro el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la
propia vocación cristiana (JUAN PABLO II, Aloc. 20-II-1980).
2431 La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino
también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las
posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles
[...].

Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas


partes el viernes de la pasión y muerte del Señor y aun extenderse, según las
circunstancias, al sábado santo, para que de este modo se llegue al gozo del
domingo de Resurrección con elevación y apertura de espíritu (CONC VAT. II,
Sacrosanctum Concillum, 110).

Pasión

2432 En la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos
sobrevienen a causa del pecado (SAN TO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c.).

2433 Cuando pecó el primer hombre, nuestra naturaleza quedo debilitada y


corrompida, y el hombre se tornó más propenso al pecado. Pero Cristo atenuó esta
debilidad y propensión, si bien no la eliminó por completo; con la Pasión de Cristo
quedó fortalecido el hombre y debilitado el pecado, que ya no lo domina de la misma
manera, sino que el hombre puede esforzarse y librarse de los pecados ayudado por
la gracia de Dios, que recibe en los sacramentos, cuya eficacia procede de la Pasión
de Cristo (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 4, I.c.).

2434 La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es origen de nuestra


esperanza en la gloria y nos enseña a sufrir (SAN AGUSTÍN, Sermón Güelferbitano, 3).

2435 La plenitud de la fe es la cruz del Señor, su muerte y su resurrección [...]. La


cruz también puede servir de escándalo a los escogidos; pero no hay testimonio más
grande de la divina persona, porque nada parece más superior a la naturaleza
humana como haberse ofrecido El solo por todo el mundo (SAN AMBROSIO, en
Catena Aurea, val. V, p. 339).

2436 ¡Qué diferentes voces eran: quita, quita, crucifícale y bendito sea el que viene
en el nombre del Señor, hossana en las alturas! ¡Qué diferentes voces son llamarle
ahora Rey de Israel, y de ahí a pocos dias decir: no tenemos más rey que al César!
¡Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz, las flores y las espinas! A quien antes
tendían por alfombra los vestidos propios, de allí a poco le desnudan de los suyos y
echan suertes sobre ellos (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Domingo de Ramos, 2,
4).

2437 Manantial inagotable de vida es la Pasión de Jesús.

Unas veces renovamos el gozoso impulso que llevó al Señor a Jerusalén. Otras, el
dolor de la agonía que concluyó en el Calvario... O la gloria de su triunfo sobre la
muerte y el pecado. Pero, ¡siempre!, el amor—gozoso, doloroso,glorioso— del
Corazón de Jesucristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Via Crucis, p. 122).

2438 Como dice San AGUSTÍN, la Pasión de Cristo es suficiente para modelar por
completo nuestra vida (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 4, I.c., p. 65).

2439 Y Pedro le seguía a lo lejos. Le seguía a lo lejos, pero se acercaba a su


negación, y acaso no le hubiera negado si hubiese estado cerca de Jesús (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 473).
2440 Inmolemos cada día nuestra persona y toda nuestra actividad, imitemos la
pasión de Cristo con nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con
nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la cruz. Si quieres imitar a Simón de
Cirene, toma la cruz y sigue al Señor (SAM GREGORIO NACIANCENO, Disertac. 45, 23-
24).

2441 Y habiendo encendido fuego en medio del atrio, y sentándose ellos alrededor,
estaba también Pedro en medio de ellos. Se acercó San Pedro a calentarse, porque
una vez preso el Señor el calor del afecto de Pedro se enfrió (SAN AMBROSIO, en
Catena Aurea, val. Vl, p. 473).

2442 Le habian sido entregadas las llaves del reino de los cielos. Le había sido
confiada una innumerable multitud de pueblos, que estaba metida en el pecado. San
Pedro estaba muy fuerte, como lo indica la oreja cortada del criado del príncipe de
los sacerdotes. Este hombre, tan endurecido y tan severo, si hubiese obtenido el don
de no pecar, ¿cómo hubiera podido perdonar a los pueblos? Pero la Providencia
divina permitió que cayese él primero, para que fuese condescendiente con los
demás, recordando su propia caida (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 474).

2443 El Señor fue flagelado y nadie le ayudó; fue afeado con salivas, y nadie le
amparó; fue coronado de espinas, y nadie le protegió; fue crucificado, y nadie le
desclavó; clama diciendo Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado.7, y nadie
le socorre (SAN AGUST1N, Coment. sobre el Salmo 21).

2444 Y así como El no olvidó ningúna muestra de mansedumbre, así ellos no


perdonaban ningún insulto, ningúna impiedad, sino que con obras y palabras
desahogaban su furor [...]. Escupían y maltrataban aquel rostro reverenciado por las
olas del mar y venerado por el sol que, cuando más tarde le vio en la Cruz, escondió
respetuoso sus rayos; le herían en la cabeza desfogando ampliamente su cólera y
causándole llagas infamantes; le maltrataban a puñadas y le abofeteaban en la
divina faz, a la que también se atrevian a escupir. Al mismo tiempo le decían con
feroz sarcasmo: Adivínanos, Cristo, ¿quién te ha herido? SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 85).

2445 ¿Podéis beber el cáliz [ 17; el Señor sabia que podrían imitar su pasión, y sin
embargo les pregunta; para que todos oigamos que nadie puede reinar con Cristo si
no ha imitado su pasión; porque las cosas de mucho valor no se consiguen más que a
un precio muy alto (SAN JUAN CRISOSTOMo, Hom. sobre S. Mateo, 35).

Resurrección

2446 Por el nombre de Resurrección no debe entenderse única- mente que Cristo
resucitó de entre los muertos [...], sino que resucitó por su virtud y poder propio, lo
cual fue exclusivo y singular en El [...]; lo confirmó el mismo Señor con el divino
testimonio de su boca: porque doy mi vida para tomarla de nuevo. Ningúno me la
quita sino que yo la doy por m f mismo, y tengo poder para darla y tengo poder para
tomarla de nuevo (Jn 10, 17-18) [...]. Asimismo, dijo a los judíos, para confirmar la
verdad de su doctrina: destruid este templo y en tres d~as lo levantaré... pero El
hablaba del templo de su cuerpo (Jn 2, 19-21) [...]. Y si bien leemos alguna vez en las
Escrituras que Cristo Nuestro Señor fue resucitado por el Padre (cfr. Hech 2, 24; Rom
8, 11), esto se le ha de aplicar en cuanto hombre; así como, por otra parte, se
refieren a El mismo en cuanto Dios, aquellos textos en que se dice que resucitó por
su propia virtud (Catecismo Romano, 1, 6, 8).

No es grande cosa crcer que Cristo muriese; porque esto 2447 también lo creen los
paganos y judíos y todos los inicuos: todos creen que murió. La fe de los cristianos es
la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer que
resucitó (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 120).

2448 Cristo vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que
murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas,
del dolor y de la angustia. No temáis, con esta invocación saludó un ángel a las
mujeres que iban al sepulcro; no temáis. Vosotras venfs a buscar a Jesús Nazareno,
que fue crucificado: ya resucitó, no está aqu~'(Mc 16, 6). Haec est dies quam fecit
Dominas exsultemas et laetemar in ea; éste es el día que hizo el Señor,
regocijémonos (Sal 117, 24).

El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época
del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano.
Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que
se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.

No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela
que Dios no abandona a los suyos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Es Cristo que pasa,
102).

2449 La razon de que los discípulos tardaran en creer en la Resurrección del Señor,
no fue tanto por su flaqueza como por nuestra futura firmeza en la fe; pues la misma
Resurrección demostrada con muchos argumentos a los que dudaban, ¿qué otra.cosa
significa sino que nuestra fe-se fortalece por su duda? (SAN GREGORIO
MAGNo,~Hom. 16sobre los Evang.).

2450 Después de la tristeza del sábado resplandece un día feliz, el primero entre
todos, iluminado con la primera de las iuces, ya que en él se realiza el triunfo de
Cristo resucitado (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos, 16).

2451 Yo, por mi parte, sé muy bien y en ello pongo mi fe que, después de la
Resurrección, el Señor permaneció en su carne. Y así , cuando se presentó a Pedro y
a sus compañeros, les dijo: Tocadme, palpadme y comprended que no soy un
espir¿tu incorpóreo. Y al punto le tocaron y creyeron, quedando persuadidos de su
carne y de su espíritu [...]. Es más, después de su Resurrección comió y bebió con
ellos, como hombre de carne que era, si bien espiritualmente estaba hecho una cosa
con su Padre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los de Esmirna, lll, 1-3).

2452 Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. En los que vieron claramente los
vestigios de los clavos; y, según San Juan, también les enseñó el costado que habia
sido abierto con la lanza, para que, viendo las cicatrices de las heridas, pudiesen
curar las heridas de sus dudas.

Y no quiso curar estas señales: en primer lugar, para confirmar en sus discípulos la fe
de la resurrección; en segundo lugar para poder presentarlas a su Padre cuando
intercediese por nosotros, manifestándole la clase de muerte que por nosotros habia
sufrido; en tercer lugar, para demostrar siempre a los redimidos con su muerte el
gran amor que con ellos empleó, presentándoles las señales de su pasión;
finalmente, para probar el día del juicio la justicia con que serán condenados los
impíos (SAN BEDA, en CatenaAurea, val. Vl, p. 548).

2453 Y habiendo comido delante de ellos, tomó las sobras y se los dio. Para
demostrarles la veracidad de su resurrección, no sólo quiso que le tocasen sus
discípulos, sino que se dignó comer con ellos, para que viesen que habia resucitado
de una manera real, y no de un modo imaginario. Comió para manifestar que podia,
y no por necesidad: la tierra sedienta absorbe el agua de un modo distinto a como la
abr sorbe el sol ardiente; la primera por necesidad, el segundo, por potencia (SAN
BEDA en Catena Aurea, val. Vl, p. 550).

2454 Con razón los Romanos Pontífices han llamado a Maria Corredentora: de tal
modo, juntamente con su Hijo paciertey muriente, padeció y casi murió; y de tal
modo, por lasalvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su
Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependia, para aplacar la justicia de Dios, que
puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo.
(Benedicto XV). Así entendemos mejor aquel momento de la Pasión de Nuestro
Señor, que nunca nos cansaremos de meditar: stabot autem iuxta cruce». Jesu matar
eius (Jn 19, 25), estaba junto a la cruz de Jesús su Madre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ
Amigos de Dios, 287).

2455 Cristo ha muerto por ti. —Tú... ¿qué debes hacer por Cristo? (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ Camino, n. 299). Pascua del Señor, Pascua; lo digo por tercera vez en honor
2456 de la Trinidad: Pascua. Es, para nosotros, la fiesta de las fiestas, la solemnidad
de las solemnidades, que es superior a todas las demás, no sólo a las fiestas
humanas y terrenales, sino también a las fiestas del mismo Cristo que se celebran en
su honor, igual que el sol supera a las estrellas (SAN GKEGORIO NACIANCENO,
Oración 45, 2).

2457 Yentrando, no hallaron el cuerpo del Señor. No habiendo encontrado el cuerpo


de Jesús, porque habia resucitado, i eran agitadas por diversas ideas; y como
amaban tanto al Señor y se hallaban tan apenadas por su desaparición, merecieron
la presencia de un ángel (SAN CIR1LO, en Catena Aurea, vo l. Vl, p. 524).

2458 Y les dijo: Paz a vosotros; soy yo, no temáis. Avergüénce- nos el prescindir del
saludo de la paz, que el Señor nos de jó cuando iba a salir del mundo. La paz es un
nombre y una cosa sabrosa que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a
los filipenses: la paz de Dios; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los
efesios: El es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado
por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Quizás el deseo de dominio, o de ambición, o de
envidia, o de aborrecimiento del prójimo, o de alguna otra cosa, que vemos en
quienes desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une [...].
La transmite a los ángeles [...] y se extiende también a todas las criaturas que
verdaderamente la desean (SAN GREGORIO NACIANCENO, en Catena Aurea, vol. Vl,
p. 545).

Ascensión

2459 Se aprovecharon tanto los Apóstoles de la Ascensión del Señor que todo lo que
antes les causaba miedo, después se convirtió en gozo. Desde aquel momento
elevaron toda la contemplación de su alma a la divinidad sentada a la diestra del
Padre, y ya no les era obstáculo la vista de su cuerpo para que la inteligencia,
iluminada por la fe, creyera que Cristo, ni descendiendo se habia apartado del Padre,
ni con su Ascensión se habia apartado de sus discípulos (SAN LEÓN MAGNO, Sermón
74).

2460 En cuanto Nuestro Señor subió a los Cielos, su Santa Iglesia desafió al mundo y,
confortada con su Ascensión, predicó abiertamente lo que creia a ocultas (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 29 sobre los Evang.).

2461 No era conveniente que Cristo permaneciese en la tierra después de la


Resurrección, sino que convenia que subiese al Cielo (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 3, q 57, a. 1).

2462 La fiesta de la Ascensión del Señor nos sugiere también otra realidad; el Cristo
que nos anima a esta tarea en el mundo, nos espera en el Cielo. En otras palabras: la
vida en la tierra, que amamos, no es lo definitivo; pues no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que andamos en basca de la futura (Heb 13, 14), ciudad inmutable
(...).Cristo nos espera. Vivimos ya como ciudadanos del cielo (F1p 3, 20), siendo
plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de
incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el
saberse hijo amado de Dios (J. ESCR;VÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 126).

Pentecostés

2463 El Señor prometió que nos enviaria aquel Abogado que nos haría capaces de
Dios. Pues del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa
compacta y en un solo pan si antes no es humedecido, así también nosotros, que
somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús sin esta
agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto si no recibe el agua, así
también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el
fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto (SAN l;RENEO, Trat. contra las
herejias, 3).

2464 El Espíritu Santo se apareció bajo la forma de paloma y de fuego; porque a


todos los que llena, los hace sencillos y los anima a obrar; los hace sencillos con la
pureza, y los anima con la emulación; pues a Dios no puede serle grata la sencillez
sin celo, ni el celo sin sencillez (SAN GREC;OR;O MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

2465 Vemos la transformación que obra el Espíritu en aquellos en cuyo corazón


habita. Fácilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza
de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza
de alma. Vemos claramente que así sucedió en los discípulos, los cuales, una vez
fortalecidos por el Espíritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que
permanecieron tenazmente unidos al amor de Cristo (SAN CIRILO DE ALEJANDRiA,
Coment. Evang. S. Juan, 10).

2466 Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y


placentera y su yugo es levisimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de
su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar,
a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar,
la mente del que lo recibe y, después, por las obras de éste, la mente de los
demás.Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe su
luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veia, así
también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le ilumina el alma y,
levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes ignoraba (SAN CIRILO DE
JERUSALEN, Catequesis 16, sobre el Espíritu Santo 1, 11-12, 16).

2467 Ved, pues, cómo San Pedro, que antes tenia miedo de hablar de Jesús, ahora se
goza ya en los castigos; y el que antes de la venida del Espíritu Santo temió ante la
voz de una mujer, después de la venida desafia las iras de los príncipes (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).
FILIACIÓN DIVINA

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA

Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos
mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. Mt 25,

Y nos hizo merced de preciosos y sumos bienes prometidos, para que por ellos os
hagáis participes de la divina naturaleza, huyendo ie la corrupción que por la
concupiscencia existe en el mundo. 2 Pdr 1, 4.

El les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre; venga tu reino... Lc
11, 2.

¿Qué padre entre vosotros, si el hijo le pide un pez, le dará, en vez del pez, una
serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión? Si vosotros, pues, siendo
malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo piden? Lc 11, 11-13.

Mas a cuantos le recibieron dióles poder de llegar a ser hijos de Dios, a aquellos que
creen en su nombre; Jn 1, 12.

Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido al Padre; pero ve a mis


hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Jn
20, 17.

Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y lo
seamos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a El. Carísimos, ahora
somos hijos de Dios, aunque ano no se ha manifestado lo que hemos de ser.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal
cual es. I Jn 3, 1-2.

Los que son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Rom 8, 14.

Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes habéis
recibido el espiri

tu de adopción, por el que clamamos: Abba! ¡Padre! Rom 8, 15.

El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos,


también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que
padezcamos con El para ser con El glorificados. Rom 8, 16-17.

Porque a los que de antes conoció, a esos los predestinó a ser conformes con la
imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos... Rom
8, 29.

Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque cuantos en Cristo
habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo. No hay ya judío o griego, no hay
siervo o libre, no hay varón o hembra, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Cal 3,
26-28.

Y, puesto que sois hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que
grita: Abba!, ¡Padre! De manera que no eres siervo, sino hijo, también heredero por
medio de Dios. Gal 4, 6-7.

¿No tenemos todos un Padre? ¿No nos ha criado a todos un Dios? ¿Por qué, pues,
obrar pérfidamente unos con otros, quebrantar el pacto de nuestros padres? Mal2,
10.

Señor, Padre, Soberano de mi vida, no me abandones al capricho de ellos ni me dejes


caer por ellos. Señor, Padre y Dios de mi vida, no me des ojos altaneros. Ecio 23, 1. 4.

Nos tiene por escorias y se aparta de nuestras sendas como de impurezas; proclama
dichosas las postrimerías de los justos y se gloría de tener a Dios por Padre. Porque si
el justo es hijo de Dios, El le acogerá y le librará de las manos de sus enemigos. Sab
2, 16, 18.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios es nuestro Padre

2468 No dijo porque Dios sabe, sino porque sabe vuestro Padre. Y así les infunde una
confianza mayor. Porque si es Padre—y tal Padre—, no podrá abandonar a sus hijos
cuando los ve necesitados (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 22).

2469 Así pues, según la condición natural, podemos decir que todos somos hijos de
Dios, ya que todos hemos sido creados por él. Pero según la obediencia y la
enseñanza seguida, no todos son hijos de Dios, sino sólo los que confian en él y
hacen su voluntad. LOS que no se le confian ni hacen su voluntad son hijos del
diablo, puesto que hacen las obras del diablo. Que esto sea así se declara en Isaías:
Engendré hijos y los crié: pero ellos me despreciaron (Is I, 2). Y en otro lugar los llama
hijos extraños: Los hijos extraños me han deiraudado (Sal 17, 46) (SAN IRENEO DE
LYON, Trat. contra las herejías, IV, 41).

2470 Por una admirable condescendencia, el Hijo de Dios, el Único según la


naturaleza, se ha hecho hijo del hombre, para que nosotros, que somos hijos del
hombre por naturaleza, nos hagamos hijos de Dios por gracia (SAN AGUST;N, La
ciudad de Dios).

2471 De la misma manera que los padres y las madres ven con gran gusto a sus
hijos—los caballos a sus potros, el león a su cachorro, el ciervo a su cervatillo y el
hombre a su hijo—, también el Padre del universo recibe gustosamente a los que se
acogen a él. Cuando los ha regenerado por su Espíritu y adoptado como hijos,
aprecia su dulzura, los ama, los ayuda, combate por ellos y, por eso, los llama sus
«hijos pequeños» [...] (CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Pedagogo, 1,23,2).

El Espíritu Santo y la filiación divina


2472 La efusión del Espíritu Santo, al cristificarnos, nos lleva a que nos
reconozcamos hijos de Dios. El Paráclito, que es caridad, nos enseña a fundir con esa
virtud toda nuestra vida; y consummati in unum (Jn 17, 23), hechos una sola cosa
con Cristo, podemos ser entre los hombres lo que San AGUSTÍN afirma de la
Eucaristía: signo de unidad, vinculo del Amor (In loan. Ev. tract. 26, 13) (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 87).

2473 Por el Espíritu Santo se nos restituye el paraíso, por él po- demos subir al reino
de los cielos, por él obtenemos la adopción filial, por él se nos da la confianza de
llamar a Dios con el nombre de Padre, la participación de la gracia de Cristo, el
derecho de ser llamados hijos de la luz, el ser participes de la gloria eterna y, para
decirlo todo de una vez, la plenitud de toda bendición, tanto en la vida presente
como en la futura; por él podemos contemplar como en un espejo, cual si estuvieran
ya presentes, los bienes prometidos que nos están preparados y que por la fe
esperamos llegar a disfrutar (SAN BASILIO, Sobre el Espíritu Santo, 15, 35-36).

2474 La adopción, aunque sea común a toda la Trinidad, se apropia, sin embargo, al
Padre como su autor, al Hijo como modelo, al Espíritu Santo como al que imprime en
nosotros la semejanza a ese modelo (SANTO TOMÁS. Suma Teológica, 3, q. 23, a. 2).

2475 El que tiene el Espíritu de Dios se convierte en hijo de Dios. Hasta tal punto es
hijo de Dios que no recibe un espíritu de servidumbre, sino el espíritu de los hijos (cfr.
Rom 8, 25), de modo que el Espíritu Santo testimonia a nuestro espíritu que nosotros
somos hijos de Dios. Este testimonio del Espíritu Santo consiste en que él mismo
clama en nuestros corazones: Abba, Padre, como escribe el apóstol a los Gálatas (4,
6) (SAN AMBROSIO, Carta 35, 4-ó).

EL mayor don: ser hijos de Dios

2476 [...] el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece
en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por
encima de todas las cosas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 26).

2477 (Por la filiación divina) el hombre es constituido en un nuevo ser (SANTO


TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 100, a.2).

2478 ¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único le hizo Hijo del
hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios.Busca dónde está tu
mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia; y verás que no puedes
encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios (SAN AGUSTÍN, Sermón 185).

2479 Este fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de su convivencia con los
hombres, de sus sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que
el hombre, una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua
condición de hijo (SAN BASILIO, Sobre el Espíritu Santo, 15, 35).

2480 A las demás criaturas les dio como donecillos, a nosotros la herencia. Esto, por
ser hijos (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 126).

2481 Cristo revela a cada uno de los hombres la dignidad de hijo adoptivo de Dios,
dignidad a la cual está unida su vocación suprema: terrestre y eterna. Y esta obra de
la Alianza [...] Cristo la realiza de modo definitivo a través de la cruz [...]: sin la cruz
de Cristo no existe esa suprema elevación del hombre (JUAN PABLO II, Hom. 2-I11-
1980j.

Filiación divina y fraternidad

2482 En este Padre son hermanos el señor y el siervo; en este Padre son hermanos el
emperador y el soldado; en este Padre son hermanos el rico y el pobre. Los fieles
cristianos tienen sobre la tierra padres diferentes, nobles unos, villanos otros; mas
todos invocan a un Padre único: al de los cielos (SAN AGUSTÍN, Sermón 59).

2483 Se llaman pacificos los hijos de Dios en atención a que nada hay en ellos que se
oponga a Dios: también los hijos deben parecerse a sus padres (SAN AGUSTÍN, Sobre
el Sermón de la Montaña, 1, 2).

2484 Nuestro Señor ha venido a traer la paz, la buena nueva, la vida, a todos los
hombres. No sólo a los ricos, ni sólo a los pobres. No sólo a los sabios, ni sólo a los
ingenuos. A todos. A IOS hermanos, que hermanos somos, pues somos hijos de un
mismo Padre Dios. No hay, pues, más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No
hay más que un color: el color de los hijos de Dios. Y no hay más que una lengua: ésa
que habla al corazón y a la cabeza, sin ruido de palabras, pero dándonos a conocer a
Dios y haciendo que nos amemos los unos a los otros (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 106).

2485 La bienaventuranza de los pacificos es el premio de su adopción. Por eso se


dice: serán llamados hijos de Dios. Solamente Dios es el padre de todos, y no se
puede entrar a formar parte de su familia si no vivimos en paz mutuamente por
medio de la caridad fraterna (SAN HILAR;O, en Catena Aurea, val. 1, p. 252).

2486 Debemos exclusivamente a su gracia misericordiosa que El sea nuestro Padre,


lo cual a ningún precio lo podemos alcanzar, sino únicamente con buena voluntad.
Sirva esto de amonestación a los ricos y a los nobles según el mundo, cuando se
hicieren cristianos, para que no se ensoberbezcan contra los pobres y humildes, ya
que todos a una dicen a Dios Padre nuestro, y no podrán decírselo con verdad y
sincera piedad si no se tratan entre si como hermanos (SAN AC;USTIN, Sobre el
Sermón de la Montaña, 2, 16).

2487 El cuidado de Dios sobre sus hijos [...] la Providencia de Dios nos conduce sin
pausas, y no es- catima su auxilio—con milagros portentosos y con milagros
menudos—para sacar adelante a sus hijos (J. ESt R;VA DE BALAL;UER, Amigos de
Dios, 217).

2488 Grande es la dignidad de los hombres cuando cada uno de ellos. desde el
momento de nacer. tiene un án~el destinado para su custodia (SAN JERÓNIMO,
Coment. Evang. S. Mateo, 18-20).

2489 En su gran amor por la humanidad, Dios va tras el hombre como la madre vuela
sobre el pajarilla cuando éste cae del nido; y si la serpiente lo está devorando, la
madre revolotea alrededor gim¿endo por su polluelo (Dt 32, 11). Así Dios busca
paternalmente a la criatura, la cura de su caida, persigue a la bestia salvaje y recoge
al hijo, animándole a volver, a volar hacia el nido (SAN CLEMENTE DE ALE. ~ AN
DR;A, Protréptico, 10).

2490 Todo cuanto nos viene de parte de Dios y que al pronto nos parece próspero o
adverso, nos es enviado por un padre lleno de ternura y por el más sabio de los
médicos, con miras a nuestro propio bien (CAS¡ANO, Colaciones, 7, 28).
“Todo es para bien»

2491 A los que aman a Dios, todo contribuye para su mayor bien: Dios endereza
absolutamente todas las cosas para su provecho, de suerte que aun a quienes se
desvian y extralimitan, les hace progresar en la virtud, porque se vuelven más
humildes y experimentados (SAN AGUSTÍN, Sobre la conversión y la gracia, 9, 24).

2492 Ten, pues, buen ánimo, hija mia, y no te preocupes por mi, sea lo que sea que
me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él
quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor (SANTO TOMÁS
MORO, Carta escr¿ta en la cárcel a su hija Margarita, 1. c.).

Piedad filial

2493 Consiste la piedad en un afecto cariñoso y deferente al propio padre y a


cualquier hombre sumido en desgracia. Por consiguiente, siendo Dios Padre nuestro,
no sólo debemos respetarle y temerle, sino además abrigar ese devoto y cariñoso
afecto para con El (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 137).

2494 Si tú tienes una piedad sincera, sobre ti descenderá también el Espíritu Santo y
oirás la voz del Padre desde lo alto que dice: éste no es el Hijo mio, pero ahora
después del bautismo ha sido hecho hijo mio (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis
III, Sobre el bautismo, 14).

2495 La filiación divina es una verdad gozosa, un misterio consolador. La filiación


divina llena toda nuestra vida espiritual, porque nos enseña a tratar, a conocer, a
amar a nuestro Padre del Cielo, y así colma de esperanza nuestra lucha interior, y
nos da la sencillez confiada de los hijos pequeños. Más aún: precisamente porque
somos hijos de Dios, esa realidad nos lleva también a contemplar con amor y con
admiración todas las cosas que han salido de las manos de Dios Padre Creador. Y de
este modo somos contemplativos en medio del mundo, amando al mundo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 65).

2496 También se fomenta el afecto de súplica cuando los hombres dicen a Dios:
Padre nuestro, y cierta confianza de que hemos de alcanzar lo que vamos a pedir, ya
que antes de pedir nada, hemos recibido el don inmenso de poder decir a Dios: Padre
nuestro. ¿Qué podrá negar ya a los hijos que le piden, habiéndoles antes otorgado el
que fuesen hijos? (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

2497 Descansad en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito


amor. Llámale Padre muchas veces al dia, y dile—a solas, en tu corazón—que le
quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo. Supone un
auténtico programa de vida interior, que hay que canalizar a través de tus relaciones
de piedad con Dios —pocas, pero constantes, insisto—, que te permitirán adquirir los
sentimientos y las maneras de un buen hijo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 150).

Otras consecuencias de la filisción divina

2498Si nos tornamos a El como el hijo pródigo, hanos de perdonar, hanos de consolar
en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo debe hacer un tal padre, que por
fuerza ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en El no puede haber
sino todo bien cumplido, y después de todo esto, hacernos herederos y participantes
con Vos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 27, 2).
2499 En los momentos más dispares de la vida, en todas las situaciones, hemos de
comportarnos como servidores de Dios, sabiendo que el Señor está con nosotros, que
somos hijos suyos. Hay que ser conscientes de esa raíz divina, que está injertada en
nuestra vida, y actuar en consecuencia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 60).

2500 (Venga a nosotros tu reino). Debe entenderse que es gran atrevimiento y


propio solamente de una conciencia recta, pedir el reino de Dios y no temer su juicio
(SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, val. I, p. 358).

2501 La conversión consiste necesariamente en expresar la verdad de la adopción de


hijos que adquirimos en el bautismo. Porque en el bautismo fuimos llamados a la
unión con Cristo en su muerte y resurrección, y desde entonces hemos sido llamados
a morir al pecado y a vivir para Dios. En el bautismo tuvo lugar en nosotros la acción
vivificadora del Espíritu Santo, y el Padre ve en nosotros a su único Hijo, Jesucristo:
Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco (Lc 3, 22) (JUAN PABLO II, Hom. 13-1-
1980).

2502 Habiendo ya recibido al hijo en paz, habiéndole ya besado, manda le den el


mejor vestido, la esperanza de la inmortalidad en el bautismo. Manda le den el anillo,
prenda del Espíritu Santo, y calzado para sus pies, el evangelio de la paz, para que
fuesen hermosos los pies de los anunciadores del bien (SAN AGUSTÍN, Sermón 11).

2503 Si vosotros siendo mulos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre...? (Cfr. Mt 7, 9-11). Citó la semejanza de los padres y de los hijos para
que, si desesperamos de nuestros pecados, esperemos en la bondad de nuestro
Padre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p. 430).

2504 Esta realidad espléndida (la de la dignidad y grandeza del ser humano) no
puede encerrarse en esos solos horizontes, por más que no pueda prescindir de ellos.
Ha de abrirse a la novedad que Cristo vino a traer al mundo, enseñando a cada
hombre que es hijo de Dios (cfr. Mt 6, 9-15), redimido con la sangre del mismo Cristo
(Ef, 7), coheredero con El (cfr. Rom 8, 17), destinado a una meta trascendente (cfr.
Rom 8, 20-23; Ef 2, 6s).

Sería la mayor mutilación privar al hombre de esa pespectiva, que lo eleva a la


dimensión más alta que puede tener. Y que, en consecuencia, le ofrece el cauce más
apto para desplegar sus mejores energías y entusiasmo [...].

Aquí se halla el fundamento del conocimiento en profundidad del valor de la propia


existencia. El fundamento de nuestra identidad como cristianos. De ahí ha de derivar
una actitud práctica coherente, hecha de estima hacia todo lo humano que sea
bueno e informada eficazmente por la fe (JUAN PABLO II, Hom. en el Nou Camp,
Barcelona, 7-XI1982).
FIN DEL HOMBRE

Citas de la Sagrada Escritura

Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de


nuestras obras; y pasará nuestra vida como rastro de nube, y se disipará como niebla
acosada por los rayos del sol y recargada por su calor.Pues el paso de una sombra es
nuestra vida, y sin retorno es nuestro fin, porque se pone el sello y no hay quien
vuelva. Sab 2, 4-5.

Las almas de los justos están en las manos de Dios, y el tormento no los alcanzará. A
los ojos de los necios parecen haber muerto, y su partida es reputada por desdicha.
Su salida de entre nosotros, por aniquilamiento; pero están en paz. Sab 3, 1-3.

Pues aunque a los ojos de los hombres fueran atormentados, su esperanza está llena
de inmortalidad. Después de un ligero castigo serán colmados de beneficios, porque
Dios los probó y los halló dignos de si. Sab 3, 4-5.

Como el oro en el crisol los probó, y le fueron aceptos como sacrificio de holocausto.
Al tiempo de ser visitados brillarán y se propagarán como centellas en cañaveral;
juzgarán a las naciones y dominarán sobre los pueblos, y su Señor reinará por los
siglos. Sab 3, 6-8.

Los que confian en El conocerán la verdad, y los fieles a su amor, permanecerán con
El, porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.Pero los impíos, conforme
a sus pensamientos, tendrán su castigo, pues despreciaron al justo y se apartaron
del Señor.Porque desdichado el que desprecia la sabiduría y la disciplina; su
esperanza es vana, sus afanes estériles, e inútiles sus obras. Sab 3, 9- 1 1.

Entonces estará el justo en gran seguridad frente a los que le afligian y


menospreciaban sus obras.Al verlo se turbarán con terrible espanto, y quedarán
fuera de si ante lo inesperado de aquella salud.Arrepentidos, se dirán, gimiendo en la
angustia de su espíritu: «Este es el que algún tiempo tomamos a risa y fue objeto de
escarnio».Nosotros, insensatos, tuvimos su vida por locura y su fin por deshonra.
¡Cómo son contados entre los hijos de Dios, y tienen su heredad entre los santos!
Luego nos extraviamos de la senda de la verdad, y la luz de la justicia no nos
alumbró, y el sol no salió para nosotros. Sab 5, 1-6.

Nos cansamos de andar por sendas de iniquidad y de perdición, y caminamos por


desiertos intransitables, sin conocer el camino del Señor.¿Qué nos aprovechó la
altaneria, qué ventaja nos trajeron la riqueza y la jactancia? Pasó como una sombra
todo aquello, y como correo que va por la posta. Sab 5, 7-9.

El hombre pasa como nave que atraviesa las agitadas aguas, de cuyo paso no es
posible hallar huella, ni del camino de su quilla por las olas; o como ave que corta los
aires, sin que se encuentre señal de su paso, y golpea el aire ligero al batirlo con sus
plumas; y lo corta con la violencia de su ímpetu; y se abre camino con el movimiento
de sus alas, después ya no se halla señal de su paso.O como flecha que se tira al
blanco, que aunque hienda el aire, luego éste vuelve a cerrarse, y no se conoce por
dónde pasó. Sab 5, 1012.

Pero los justos viven para siempre, y su recompensa está en el Señor y el cuidado de
ellos en el Altisimo.Por esto recibirán un glorioso reino, una hermosa corona de mano
del Señor, que con su diestra los protege y los defiende con su brazo. Sab 5, 15-16.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Mt 5, 8.

Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus
ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos. Mt 18,
10.

Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán


como ángeles en el cielo. Mt 22. 30.

Porque ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles e hijos de Dios, siendo
hijos de la resurrección. Lc 20, 36.

Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo. Jn 17, 3.

Cuando llegué a ser hombre, me despojé de las niñerías. Ahora vemos por un espejo
y obscuramente, pero entonces veremos cara a cara. Al presente conozco sólo
parcialmente, pero entonces conoceré como soy conocido. I Cor 13, 12.

(...)su fin será el que corrcsponde a sus obras. 2 Cor 11, 15.

Y por cuanto a los hombres les está establecido morir una vez, y después de esto el
juicio. Heb 9, 27.

Que no tenemos aquí ciudad permanente, antes buscamos la futura. Heb 13, 14.

El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y sobrios (con vistas) a la oración.
Ante todo mantened tensa la caridad unos para con otros, porque la caridad cubre la
muchedumbre de los pecados. I Pdr 4, 7-8.

Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque ano no se ha manifestado lo que


hemos de ser. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque
le veremos tal cual es. I Jn 3, 2.

SELECCIÓN DE TEXTOS

La vida, un camino hacia Dios

2505 El Cielo es la meta de nuestra senda terrena. Jesucristo nos ha precedido y allí,
en compañía de la Virgen y de San José —a quien tanto venero—, de los Ángeles y de
los Santos, aguarda nuestra llegada (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 220).

2506 Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo, sírvannos las
cosas terrenas para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada.
Miremos como con indiferencia todo lo que se hace en este mundo. Miren adelante
los ojos del alma, fijándose con toda su fuerza en aquello a que nos dirigimos (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

2507 En los trabajos con que busco la nave, no es la nave lo que busco, sino la patria
(SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

2508 A la manera de los viajeros sensatos, marcha siempre adelante, haciendo poco
caso de lo que se le presenta en el camino. La intención del viajero se orienta hacia
el término de su viaje, ora tenga que hacerlo por entre prados o tierras cultivadas,
ora a través de grandes desiertos o parajes rocosos; no hay deleite o molestia que le
impida tender a la meta prefijada. Del mismo modo, este varón justo, caminando
derechamente, llegará al fin que se propuso sin apartarse por desviaciones
engañosas; sino que, con la mirada puesta únicamente en el cielo, dará término a su
peregrinación mortal cual experto timonel que dirige la nave por lo que observa en
las estrellas (SAN GREGORIO DE NISA, Hom. sobre la virginidad).

2509 Para que una persona ande rectamente por un camino es preciso que conozca
antes de algún modo el fin al que se dirige; como el arquero no lanza con acierto la
saeta si no mira primero al blanco al que la envia. Y esto es necesario sobre todo
cuando la vía es áspera y difícil y el camino laborioso, pero el fin agradable [...]. Y por
esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad, que es
lo mismo que transfigurarse, pues en esta claridad transfigurará a los suyos (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 45, a. 1 c).

2510 La meta que se nos ha señalado no consiste en algo de po- ca monta, sino que
nos esforzamos por la posesión de la vida eterna. Por esto, en la profesión de fe, se
nos enseña que, después de aquel articulo: La resurrección de los muertos, de la que
ya hemos disertado, creamos en la vida del mundo futuro, por la cual luchamos los
cristianos (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 18).

Conocer, amar y servir a Dios

2511 Te ha criado sólo para ejercitar en ti su bondad, dándote su gracia y su gloria. A


este fin, te ha dado el entendimiento para que le conozcas, la memoria para que te
acuerdes de El, la voluntad para que le ames, la imaginación para que tengas
presentes sus beneficios, los ojos para que veas las maravillas de sus obras, la
lengua para que le alabes, y así de todas las demás facultades (SAN FRANCISCO DE
SALES Introd. a la vida devota, 1, 10, 1).

2512 No hemos nacido para comer y beber y vestir lujosamente, sino para agradar a
Dios y alcanzar los bienes eternos. Y puesto que aquello ha de ser secundario en
nuestro empeño, lo será también en nuestra oración (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom.
sobre S. Mateo, 22).

2513 Preguntaos con mucha frecuencia: yo, ¿para qué estoy en la tierra? Y así
procuraréis el perfecto acabamiento —lleno de caridad—de las tareas que
emprendáis cada jornada y el cuidado de las cosas pequeñas (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 20).

El fin del hombre y su felicidad: dar gloria a Dios

2514 Dios será el fin de nuestros deseos, pues le veremos sin fin, le amaremos sin
cansarnos. Este oficio, este afecto, este acto, será sin duda, como la misma verdad
eterna, común a todos (SAN AGUSTÍN, La ciudad de Dios, 22, 30).
2515 Tu oro será paz; tu plata, paz; tus fincas, paz; tu vida, paz; tu Dios, paz; todo
cuanto deseas será paz para ti [...]. Tu Dios será todo para ti; tu comida para que no
tengas hambre; tu bebida, para que no tengas sed; tu luz, para que veas; tu sostén
para que no desfallezcas. El, todo entero, te poseerá a ti todo entero. Allí no andarás
a codazos con el que también todo posee; todo lo tendrás tú, todo lo tendrá él (SAN
AGUSTjN, Coment. sobre el Salmo 36).

2516 Hemos de prepararnos para la ciudad futura; quien se prepara para ella, toda la
vida tiene en poco (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 147).

2517 ¿Cuándo llegará la hora de su presencia? Cuando le veamos cara a cara, como
dice el Apóstol; esto es lo que nos promete Dios como premio a nuestros trabajos.
Cuando trabajas para esto lo haces: para llegar a la visión (SAN AGUSTÍN, Coment.
sobre el Salmo 90).

2518 ...Todo en la vida y en el ministerio del sacerdote tiende en un plano ontológico


—y debe también tender en la vida personal de cada sacerdote—hacia la gloria de
Dios, gloria que consiste en que los hombres reciban con consciencia, libertad y
agradecimiento la obra de Dios realizada en Cristo y la manifiesten en todos los actos
de su vida (cfr. Presbyterorum Ordinis, n. 2) (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 43).

2519 Es de advertir que todas llevan lámparas, pero no todas tienen aceite; porque
también los réprobos ostentan buenas obras como los elegidos; pero sólo vienen con
aceite al encuentro del esposo aquellos que buscan (para Dios) en su interior la gloria
de las obras que han hecho externamente (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre
los Evang.).

2520 Que ningún afecto te ate a la tierra, fuera del deseo divinisimo de dar gloria a
Cristo y, por El y con El y en El, al Padre y al Espíritu Santo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 786).

2521 Todo es nada, y menos que nada, lo que se acaba y no contenta a Dios (SANTA
TERESA, Vida, 20,26).

2522 Ve, y anuncia la gloria de Dios (Lc 8). El Señor nos enseña que debemos
impedir que nos alaben a nosotros, a causa de nosotros mismos; pero no debemos
impedir, sino al contrario, mandar que todas las obras tengan por objeto la gloria de
Dios, y se hagan por El (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Il, p. 38).

2523 Si juzgas rectamente comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios
y para tu eterna salvación. Comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo
de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin serás dichoso, si no lo
alcanzas serás un desdichado (SAN ROBERTO BELARMINO, Trat. sobre la ascensión
de la mente a Dios, grado 1).

2524 Cuando se dice que acercándose quien habia recibido cinco talentos y el que
habia recibido dos... nota que son las mismas palabras las que dirige a ambos, para
que no crea que aquel que recibió menos facultades y empleó todas las que recibió,
habia de merecer de Dios menos premio que el otro que tuvo mayores medios. Lo
único que se busca es que el hombre emplee en la gloria de Dios todo cuanto de El
que haya recibido (ORÍGENES, Coment. Evang. S. Mateo, 33).

Para Dios toda la gloria


2525 Nuestra fe nos enseña que la creación entera, el movimiento de la tierra y el de
los astros, las acciones rectas de las criaturas y cuanto hay de positivo en el
sucederse de la historia, todo, en una palabra, ha venido de Dios y a Dios se ordena
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Es Cristo que pasa, 130).

2526 Abre los ojos de tu alma, y considera que no tienes nada tuyo de que gloriarte.
Tuyo sólo tienes el pecado, la debilidad y la miseria; y, en cuanto a los dones de
naturaleza y de gracia que hay en ti, solamente a Dios, de quien los has recibido
como principio de tu ser, pertenece la gloria (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la
humildad, 1).

La gloria de Dios y la salvación eterna

2527 Si juzgas rectamente comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios
y para tu eterna salvación. Comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo
de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin serás dichoso, si no lo
alcanzas serás un desdichado (SAN ROBERTO BELARMINO Trat. sobre la ascensión de
la mente a Dios, grado 1).

2528 El amor es la consumación de todas nuestras obras. En el amor está el fin.


Hacia él corremos (SAN AGUSTÍN, Sermón 10).

FLAQUEZAS

Citas de la Sagrada Escritura

Hemos venido a ser necios por amor de Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Nosotros,
débiles; vosotros fuertes. Vosotros, ilustres; nosotros, viles. I Cor 4, 10.

Si es menester gloriarse, me gloriaré en lo que es mi flaqueza. 2 Cor 1 1, 30.

De mi mismo no he de gloriarme, si no es de mis flaquezas. 2 Cor 12, 5.

Y El (el Señor) me dijo: Te basta mi gracia, pues en la flaqueza llega al colmo el


poder. 2 Cor 12, 9.

Pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte. 2 Cor 12, 10.

Aunque fue crucificado (Cristo) en su debilidad, vive por el poder de Dios. Y así
somos nosotros débiles en E1, pero vivimos con El para vosotros por el poder de
Dios. 2 Cor 13, 4.

El mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos


pedir lo que nos conviene; mas el mismo Espíritu aboga por nosotros con gemidos
inefables. Rom 8, 26.

Los fuertes debemos llevar las flaquezas de los débiles, sin complacernos en ello.
Rom 15, 1.

Dios eligió la necedad del mundo para confundir a los sabios y eligió Dios la flaqueza
del mundo para confundir a los fuertes [...~; el desecho del mundo, lo que no es
nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios.
I Cor 1, 27-29.

Nos gozamos siendo nosotros débiles y vosotros fuertes; lo que pedimos es vuestra
perfección. 2 Cor 13, 9.

También os rogamos, hermanos, que corrijáis a los inquietos,que alentéis a los


pusilánimes, que acojáis a los flacos, y que seáis sufridos con todos. I Tes 5, 14.

En todo os he dado ejemplo, haciéndoos ver cómo se debe sobrellevar a los flacos, y
tener presente las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: mejor es dar que recibir.
Hech 20, 35.

Ten misericordia de mi, Señor, que estoy sin fuerzas. Sal 6, 3.

SELECCIÓN DE TEXTOS

«Tesoros en vasos de barro»

2529...Dios condesciende con nuestra libertad, con nuestra imperfección, con


nuestras miserias. Consiente en que los tesoros divinos sean llevados en vasos de
barro, en que los demos a conocer mezclando nuestras deficiencias humanas con su
fuerza divina (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 113).

2530 Por amor de nuestro Señor, pido yo se guarden de las ocasiones; porque,
puestos en ellas, no hay que fiar donde tantos enemigos nos combaten y tantas
flaquezas hay en nosotros para defendernos (SANTA TERESA, Vida, 8, 4).

Dios cuenta con nuestras flaquezas

2531 Estad seguros: Dios no quiere nuestras miserias, pero no las desconoce, y
cuenta precisamente con esas debilidades para que nos hagamos santos (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 215).

2532Si un día nos vemos asaltados por pruebas inevitables, recordemos que fue
Jesús quien nos mandó embarcarnos y que quiere que le precedamos en la orilla
opuesta (Mt 14, 22). Es imposible, en efecto, para quien no ha pasado por la prueba
de las olas y del viento contrario (Mt 14, 24), arribar a aquella orilla. ASi, cuando nos
veamos rodeados por dificultades múltiples y penosas, fatigados de navegar en
medio de ellas con la pobreza de nuestros medios, imaginémos que nuestra barca se
encuentra entonces en medio de la mar, azotada por las olas que desearían hacernos
naufragar enla fe(cfr. I Tim 1,19)oenalgunaotravirtud [...]. Cuando hayamos luchado
lo mejor posible procurando evitar el naufragio de la fe [...], estemos seguros que,
hacia el término de la noche, cuando la noche esté avanzada y a punto de amanecer
(cfr. Rom 13, 12), el Hijo de Dios vendrá junto a nosotros, caminando sobre las olas,
para tranquilizar la mar (ORÍGENES, Coment. Evang. S. Mateo, 11, 6).

Nuestras imperfecciónes no nos deben alejar de Dios

2533 Cuando tu corazón caiga levántalo, humillándote profundamente ante Dios con
reconocimiento de tu miseria, sin maravillarte de haber caído, pues no tiene nada de
admirable que la enfermedad sea enferma, la debilidad débil, y la miseria mezquina.
Sin embargo, detesta con todas tus fuerzas la ofensa que has hecho a Dios y, con
valor y confianza en su misericordia, prosigue el camino de la virtud que habias
abandonado (SAN FRANCTSCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 9).

2534 Puesto que una enfermedad antigua requiere cuidados largos y difíciles,
apliquemos los remedios con tanta más prisa cuanto más recientes sean las heridas
(SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, para la Resurrección del Señor, 4, 6).

2535 No hemos de alejarnos de Dios, porque descubramos nuestras fragilidades;


hemos de atacar las miserias, precisamente porque Dios confia en nosotros (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 187).

Fragilidad nuestra y misericordia divina

2536 No hay pecado en el mundo que el hombre no pueda cometer si la mano que
hizo al hombre dejara de sostenerlo (SAN AGUSTÍN, Soliloquio, I 1).

2537 No hay pecado ni crimen cometido por otro hombre que yo no sea capaz de
cometer por razón de mi fragilidad, y si aún no lo he cometido es porque Dios, en su
misericordia, no lo ha permitido y me ha preservado del mal (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 2, 7).

2538 Resulta necesario invocar sin descanso, con una fe recia y humilde: ¡Señor!, no
te fíes de mi. Yo si que me fio de Ti. Y al barruntar en nuestra alma el amor, la
compasión, la ternura con que Cristo Jesús nos mira, porque El no nos abandona,
comprenderemos en toda su hondura las palabras del Apóstol: virtus in
infirmitateperficitur (2 Cor 12, 9); con fe en el Señor, a pesar de nuestras miserias —
mejor, con nuestras miserias—, seremos fieles a nuestro Padre Dios; brillará el poder
divino, sosteniéndonos en medio de nuestra.flaqueza (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 194).

2539 Cuando tú deseabas poder por tus solas fuerzas, Dios te ha hecho débil, para
darte su propio poder, porque tú no eres más que debilidad (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 19, 5).

2540 Los hijos, si acaso están enfermos, tienen un titulo más para ser amados por la
madre. Y también nosotros, si acaso estamos enfermos por malicia, por andar fuera
de camino, tenemos un titulo más para ser (JUAN PABLO 1, Angelus 10-IX-1978).

2541 Dios quiere que tu miseria sea el trono de su misericordia, y tu impotencia la


sede de todo su poder (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 10,1. c., p.
644).

Sacar fruto de las propias debilidades


2542 Hemos de adquirir la medida divina de las cosas, no perdiendo nunca el punto
de mira sobrenatural, y contando con que Jesús se vale también de nuestras
miserias, para que resplandezca su gloria. Por eso, cuando sintáis serpentear en
vuestra conciencia el amor propio, el cansancio, el desánimo, el peso de las
pasiones, reaccionad prontamente y escuchad al Maestro, sin asustaros además ante
la triste realidad de lo que cada uno somos; porque, mientras vivamos, nos
acompañarán siempre las debilidades personales (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 194).

Vigilancia y unión con Dios ante la realidad de nuestra debilidad

2543 Caminemos vigilantes y alerta, pues a poco que uno dormite puede precipitarse
en un abismo. No somos nosotros más perfectos que David, y por haberse
descuidado un poco se despeñó en la sima de la maldad (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 26).

2544 Y la nave que se ha librado muchas veces de los ímpetus del mar después de
haber hecho multitud de viajes felices y de haber llevado al comercio multitud de
mercancías, la vemos naufragar por un solo golpe de viento (SAN BASILIO, Hom.
sobre la alegrfa).

2545 El enemigo de nuestra alma tiende muchas trampas ante nuestro pasos, y la
naturaleza humana es, de por si, demasiado débil para conseguir la victoria sobre
este enemigo. Por ello el Apóstol quiere que nos revistamos con armas celestiales
(SAN GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana).

2546 Habiéndose separado Jesús un poco de sus discípulos, no pudieron velar


siquiera una hora en su ausencia; por cuya razón debemos rogar que no se separe de
nosotros el Salvador, ni aun por poco tiempo (ORÍGENES, Coment. Evang. S. Mateo,
33).

2547 En verdad que no todos ven, ni todos andan bien; sólo los que entienden que
de nadie sino de Cristo necesitan para curarse, y se acercan al Verbo de Dios, sanan
(ORIC;ENI S, en Catena Aurea, vol. III, pp. 18-19).

2548 Fue permitida esta negación para que en el mismo príncipe de la Iglesia tuviese
principio el remedio de la penitencia, y nadie se atreviera a confiar en sus propias
fuerzas, cuando ni el mismo S. Pedro habia podido evadirse del peligro de la
inconstancia (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 9, sobre la Pasión).

Nos acompañarán siempre

2549 Venid a m¿ todos los fatigados, y yo os aliviaré. ¿Por qué nos fatigamos sino
porque somos hombres mortales, quebradizos y débiles, que llevamos encima estos
cuerpos de barro, que luchan unos con otros? (SAN AGUSTÍN, Sermón 69).

2550 No pensemos que, en esta senda de la contemplación, las pasiones se habrán


acallado definitivamente. Nos engañariamos, si supusiéramos que el ansia de buscar
a Cristo, la realidad de su encuentro y de su trato, y la dulzura de su amor nos
transforman en personas impecables. Aunque no os falte experiencia, dejadme, sin
embargo, que os lo recuerde. El enemigo de Dios y del hombre, Satanás, no se da
por vencido, no descansa. Y nos asedia, incluso cuando el alma arde encendida en el
amor a Dios. Sabe que entonces la caida es más difícil, pero que—si consigue que la
criatura ofenda a su Señor, aunque sea en poco—podrá lanzar sobre aquella
conciencia la grave tentación de la desesperanza (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 303)

Nos pueden ayudar a crecer en humildad

2551 Sufre con paciencia los defectos y la fragilidad de los otros, teniendo siempre
ante los ojos tu propia miseria, por la que has de ser tú también compadecido de los
demás (J. PECC!—León Xlll—, Práctica de la humildad, 22).

2552 Gran sabiduría y perfección es sentir siempre bien y grandes cosas de otros, y
tenerse y reputarse en nada. Si vieres a alguno pecar públicamente o cometer cosas
graves, no te debes estimar por mejor: porque no sabes cuánto podrás tú perseverar
en el bien. Todos somos flacos; mas tú no tengas a alguno por más flaco que a ti
(Imitación de Cristo, 1, 2, 4).

2553 Dios todopoderoso permitió que aquel a quien tenia preparado para cabeza
visible de toda la Iglesia tuviera miedo de las palabras de una criada y lo negase.
Sabemos que sucedió esto por especial providencia de su alta piedad, para que el
que habia de ser el Pastor de la Iglesia aprendiese en su culpa a ser misericordioso
con los demás. Esto es, primeramente le hizo conocerse a sí mismo, y después le
puso al frente de los demás, para que aprendiera por su flaqueza con cuanta
misericordia había de mirar las flaquezas ajenas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 21
sobre los Evang.).

2554 Sólo Jesucristo ha podido hablar con verdadera autoridad [...; pero nosotros,
como somos débiles, debemos consultar con nuestra debilidad lo que debemos decir
a nuestros débiles hermanos (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 7).

FORMACIÓN DOCTRINAL

Citas de la Sagrada Escritura

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, mas
por dentro son lobos rapaces. Mt 7, IS.

Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le


saludéis, pues el que le saluda comunica en sus malas obras. 2Jn 10.

Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, sino examinad los espíritus si son de Dios,
porque muchos seudoprofetas han salido (a escena) en el mundo. I Jn 4, 1.

Ojo a los perros, guardaos de los malos obreros, cuidado con la mutilación. Flp 3, 2.

Si se alzare en medio de ti un profeta o un soñador que te anuncia una señal o un


prodigio, aunque se cumpliese la señal o el prodigio de que te habló, diciendo: vamos
tras de otros dioses, dioses que tú no conoces, y sirvámosles, no escuches las
palabras de ese profeta o ese soñador. Dt 13, 1-3.

Evita las profanas y vanas parlerias, que conducen a una mayor impiedad, y su
palabra cunde como gangrena, 2 Tim 2, 16.

¡Ay de ellos, que han seguido la senda de Caín y se dejaron seducir del error de
Balaam por la recompensa, y perecieron en la rebelión de Coré! Jds 11.

No os dejéis llevar de doctrinas varias y extrarñas; porque es mejor fortalecer el


corazón con la gracia que con viandas, de las que ningún provecho sacarán los que a
ellas se apagaron. Heb 13, 9.

Y aun todo lo tengo por pérdida a causa del sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por cuyo amor todo lo sacrifiqué y lo tengo por basura, con tal de ganar a
Cristo. Flp 3, 8.

...Con fe y buena conciencia. Algunos que la perdieron naufragaron en la fe. / Tim 1,


19.

Caminábais bien. ¿Quién os ha impedido obedecer a la verdad? Cal 5, 7.

Asi dice Yave: Haced alto en los caminos y ved, preguntad por las sendas antiguas:
¿Es ésta la senda buena? Pues seguidla, y hallaréis reposo para vuestras almas. Jere,
16.

Para que ya no seamos niños, que fluctúan y se dejan llevar de todo viento de
doctrina por el juego engañoso de los hombres, que para seducir emplean
astutamente los artificios del error. Ef 4, 14.

Que siempre están aprendiendo, sin lograr jamás llegar al conocimiento de la verdad.
2 Tim 3, 7.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Los falsos doctores

2555 El error de un maestro es una tentación para los fieles; tentación tanto mayor
cuanto más docto es el que yerra (SAN V1CENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 17).

5256 Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viéredes ir conforme
a la ley de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad y menosprecio de
todas las cosas del mundo, y creed firmemente lo que tiene la Santa Madre Iglesia
Romana, y a buen seguro que vais por camino muy bueno (SANTA TERESA, Camino
de perfección, 21, 10).

2557...Quiso fortalecer de antemano nuestros oídos contra los que, según El mismo
advirtió, se habían de levantar a lo largo de los tiempos diciendo “ved aquí a Cristo,
miradlo allá». Y nos mandó que no les diésemos crédito. No tendríamos excusa
alguna si no hiciéramos caso a la voz del Pastor, tan clara, tan abierta, tan palmaria,
que ni el más miope y torpe de inteligencia puede decir: no he entendido (SAN
AGUSTÍN, Sobre la unidad de la Ig/esia, 11, 28).
2558 (Y los ladrones desentierran y roban...). Ladrones son los herejes y los
demonios, que siempre están dispuestos a quitarnos las gracias espirituales
(RABANO MAURO, en Catena Aurea, val. I, p. 385).

2559 Una especie de neblina ofuscó entonces sus mentes, y ya no podían distinguir,
en medio de tanta confusión de ideas, cuál era el camino seguro que debían seguir
(SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 4).

2560 Hacen lo que aquellos que, para suavizar las amarguras de las medicinas
destinadas a los niños, untan de miel el borde del vaso; los niños, con la ingenua
sencillez de su edad, una vez que han probado el dulce, se tragan sin sospecha ni
temor también lo amargo. De la misma manera actúan quienes enmascaran con
nombres medicinales hierbas no civas y jugo venenoso, para que nadie, al leer la
etiqueta, pueda sospechar que se trata de venenos y no de remedios para dar salud
(SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 25).

2561 Si la sal se vuelve sosa... Quienes estando puestos como cabezas de otros
faltan, para nada aprovechan, sino para ser arrojados de su of icio de enseñar
(SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, val. I, p. 262).

2562 Apenas, pues, comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y


éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además
interpreta con falsedad y fraude, es preciso inmediatamente echar mano de las
sentencias de los Padres interpretando los pasajes en cuestión (SAN VICENTE DE
LERINS, Conmonitorio, n. 28).

2563 Es una buena garantía de salvación saber de quién se ha de huir (Se refiere a
los falsos doctores, que enseñan su propia doctrina y no la de Cristo) (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, pp. 440-441).

2564 No erréis, hermanos mios, los perturbadores de las familias no heredarán el


reino de Dios. Pues si aquellos que han obrado estas cosas según la carne, están
muertos, ¿cuánto más si alguno corrompe con mala doctrina la fe de Dios por la que
Jesucristo fue crucificado? Ese tal, estando manchado, irá al fuego inextinguible: de
modo semejante, el que le preste oído (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los
Efesios, 16, 1-2).

2565 Mas alguien se dirá: ¿es que quizá los herejes no se sirven de los testimonios
de la Sagrada Escritura?Ciertamente que se sirven, ¡y con cuán apasionada
vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa: desde Moisés a los
libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde los Evangelios a los
Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado, en público, en los discursos
y en los escritos, durante las comidas y en las plazas públicas, es raro que
mantengan alguna cosa si antes no la han revestido con la autoridad de la Sagrada
Escritura (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 25).

2566 La doctrina de la verdad abandona a las almas soberbias (SAN GREGORIO


MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

2567Quien tiene costumbre de hablar mucho no deja de hablar en ocasiones cosas


inoportunas (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, val. I, p. 309).

2568 Sólo como falsa ciencia puede ser calificada la doctrina de los herejes, los
cuales enmascaran su propia ignorancia llamándola ciencia, del tiempo revuelto
dicen que está sereno, a la tiniebla la llaman luz (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 21).

2569 Ciertamente es una gran prueba ver a un hombre tenido por profeta, por
discípulo de los profetas, por doctor y testigo de la verdad, un hombre sumamente
amado y respetado, que de repente se pone a introducir a escondidas errores
perniciosos. Tanto más cuanto que no hay posibilidad de descubrir inmediatamente
ese error, puesto que le coge a uno de sorpresa, ya que se tiene de tal hombre un
juicio favorable a causa de su enseñanza anterior, y se resiste uno a condenar al
antiguo maestro al que nos sentimos ligados por el afecto (SAN V1CENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 10).

2570 Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora


recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón. Poned todo cuidado, no sea que
el enemigo, encontrando a alguno de vosotros desprevenido y remiso, le robe este
tesoro, o bien se presente algún hereje que, con sus errores, contamine la verdad
que os hemos entregado. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os
hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este depósito (SAN CIRILO DEJERUSALÉN.
Catequesis 5, sobre la fey el símbolo, 1213).

2571 En cuanto a los Padres, hay que consultar sólo el pensamiento de quienes
santamente, sabiamente y con constancia han vivido, enseñado y permanecido
firmes en la fe y en la comunión católica, y murieron fieles a Cristo o merecieron la
alegría de dar su vida por él (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 27).

2572 Debemos precavernos principalmente de aquellos que prometen la sabiduría y


el conocimiento de la verdad que ellos no tienen, como son los herejes, los cuales
muchas veces se recomiendan a si mismos (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 2, 78).

Errores doctrinales y falsas doctrinas

2573 No os dejéis seducir por doctrinas extrañas ni por viejos errores que no
conducen a nada (S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a los Magnesios).

2574 ¿Y cuál fue la causa de este estado desastroso? Una sola: la introducción de
creencias humanas en el lugar del dogma venido del cielo (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 4).

2575 (El error) sin hacer ya distinción entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y
lo falso, atacaba a mansalva a todo el que se ponia por delante (SAN VICENTE DE
LERINS, Conmonitorio, n. 4).

2576 Apenas, pues, comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y


éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además
interpreta con falsedad y fraude, es preciso inmediatamente echar mano de las
sentencias de los Padres interpretando los pasajes en cuestión (SAN VICENTE DE
LERINS Conmonitorio, n. 27).

2577 Tengo por muy cierto que el demonio no engañará—ni lo permitirá Dios—a
alma que de ningúna cosa se fia de si y está fortalecida en la fe, que entienda ella de
si que por un punto de ella morirá mil muertes. Y con este amor a la fe que infunde
luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir conforme a lo que tiene la
Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene ya hecho asiento fuerte en
estas verdades, que no la moverían cuantas revelaciones pueda imaginar—aunque
viese abierto los cielos—un punto de lo que tiene la Iglesia (SANTA TERESA, Vida, 25,
12).

2578Donde la ciencia es mayor. puede ser más grande la malicía (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p. 459).

2579 Toda la predicación de los herejes se funda en arena movediza, que no llega a
hacerse firme y así se desmorona (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, val. I, p. 457).

2580 Alguien podría quizá preguntar: ¿cómo se explica que el diablo utilice
las Citas de la Sagrada Escritura? No tiene más que abrir el Evangelio y
leer. Encontrará escrito: Entonces el diablo lo tomó—se trata del Señor, del
Salvador—y lo puso sobre lo alto del templo y le dijo: si eres el Hijo de Dios,
échate de aquí abajo; pues está escrito: te he encomendado a los ángeles,
los cuales te tomarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ningúna piedra (Mt 4, 5-ó). ¿Qué no hará a los pobres mortales el que tuvo
la osadia de asaltar, con testimonios de la Escritura, al mismo Señor de la
majestad? (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 26).

2581Querría que, así como os apartáis de los placeres de los deseos carnales,
cerráseis también los sentidos de vuestra alma a las doctrinas del error (SAN LEÓN
MAGNO, Sermón 45, sobre la Cuaresma).

2582 Lo que por entonces sucedió muestra suficientemente los graves males a que
puede dar lugar un dogma inventado. Todo se revolucionó: no sólo relaciones,
parentescos, amistades, familias, sino también ciudades, pueblos, regiones. El mismo
Imperio Romano fue sacudido hasta en sus fundamentos y trastornado de arriba
abajo (SAN VICENTEDE LERINS, Conmonitorio, n. 4).

2583 Como piezas falsas que imitan la moneda del rey legitimo, parecen estas obras,
a primera vista, impresas con el troquel de la piedad o acuñadas con ella. Pero en
realidad no llevan la impronta de la moneda autorizada, quiero decir, de los Padres
católicos, reconocidos universalmente, ni proceden de la oficina legal de los
antepasados, ya que no forman parte del genuino legado de sus enseñanzas. Al
contrario, son piezas fabricadas clandestinamente y en forma fraudulenta por los
mismos demonios, que las hacen circular en seguida para engatusar a los ingenuos e
ignorantes (CASIANO, Colaciones, 1, 20).

2584 Se dejaron seducir por el brillo de un lenguaje acicalado y por ciertas máximas
de los filósofos. Estas, a primera vista, no parecían estar en pugna con nuestros
sentimientos religiosos ni en desacuerdo con nuestra santa fe. Tenían el brillo del
oro; peru en realidad era un brillo falso, postizo. Por eso, después de haberse dejado
engañar con esta apariencia de doctrina que, en la superficie, parecía inocua y
verdadera, se encontraron de pronto en la miseria más absoluta, como quienes se
han provisto sólo de moneda falsa (CASIANO, Colaciones, 1, 20).

Necesidad de una buena formación humana y doctrinal

2585 La Verdad es también luz. NO ver es estar a oscuras; ver algo de manera
equivocada es estar doblemente a oscuras. La mayor parte de la realidad sólo puede
ser conocida si Dios nos la muestra. Y lo que Dios nos muestra se llama Doctrina; si
falta la Doctrina nos falta luz. Andar a tientas en la oscuridad, aunque tengamos la
tranquilidad de saber que quien nos guia ve con claridad, no es lo mismo que andar a
la luz del pleno dia; peor seria, claro está, dejarse llevar en la oscuridad por guias
ciegos. NO obstante, no deja de ser aquélla una situación bastante precaria (F. J.
SHEED, Teología para todos, pp. 14-15).

2586 De la mayor importancia en la lucha (contra la incredulidad) [...], es un


conocimiento notable, preciso y completo de la teología católica. Esta, aunque no es
polemista, es la mejor arma (después de una vida santa) en la polémica. Cualquier
chico bien instruido en catecismo es, sin él sospecharlo, un auténtico misionero
(CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario S. Bernardo, 3-X- 1
873).

2587 Porque quien más conoce a Dios, más fácil se le hacen sus obras (SANTA
TERESA, Fundaciones, 3, 5).

2588 El camino recto es estrecho y tiene pendientes peligrosas, tanto a la izquierda


como a la derecha; como sucede en un puente, desde el cual se cae al agua
inclinándose a un lado o a otro (SAN BASILIO, Regla breve, 240).

2589 El afán por adquirir esta ciencia teológica—la buena y firme doctrina cristiana—
está movido, en primer término, por el deseo de conocer y amar a Dios. A la vez, es
también consecuencia de la preocupación general del alma fiel por alcanzar la más
profunda significación de este mundo, que es hechura del Creador (J.. ESCRIVA DE
BALAGUER, Es Cristo que pasa, l0).

2590No se forma a la masa, sino al individuo, hasta lograr en él la madurez de su


desarrollo personal (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 35).

2591 No pocos de vosotros estáis dedicados a la formación teológica de los fieles, a


la dirección de centros educativos o de asistencia y dirigís publicaciones de
información y de formación A través de todos estos medios, procurad educar
integralmente, inculcar un profundo respeto y amor a la Iglesia y animar a una
sincera adhesión a su Magisterio. No seáis portadores de dudas o de «ideologías»,
sino de «certezas» de fe. El verdadero apóstol y evangelizador, declaraba mi
Predecesor Pablo Vl, «será aquel que, aun a costa de renuncias ~ sacrificios, busca
siempre la verdad que debe transmitir a los demás. No vende ni disimula jamás la
verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad
o deseo de aparentar. No rechaza nunca la verdad» (Exhort. apost. Evangelii
nuntiandi, 78). [...] Más concretamente, en el campo doctrinal y en materia litúrgica,
evitando ciertas posturas criticas llenas de amargura, que oscurecen la verdad,
desconciertan a los fieles y a las mismas personas consagradas. La fidelidad al
Magisterio no es freno para una recta investigación, sino condición necesaria de
auténtico progreso de la verdadera doctrina. (JUAN PABLO II, Aloc. a los religiosos y
miembros de Inst. seculares masculinos, Madrid, 2-XI-1982).

2592 El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las
adversidades (SANTo TOMÁS, en Catena Aurea, val. 1, p. 52).

2593 La palabra de Dios no puede, en modo alguno, quedar oculta bajo el celemín; al
contrario, debe ser colocada en lo más alto de la Iglesia, como el mejor de sus
adornos (SAN MÁXIMO, Cuestiones a Talas¿o, 63).

2594 La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las
tinieblas de la ignorancia (SAN CIR¡ Lo, en Catena Aurea, val. VI, p. 101).

2595 (Da al que te pida). Puede entenderse también esto del dinero de la doctrina,
que nunca falta. Cuanto más se da, tanto más se multiplica (SAN JERÓNiMO, en
Catena Aurea, val. I, p. 323).
2596 «¡Influye tanto el ambiente!», me has dicho.—Y hube de contestar: sin duda.
Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad,
vuestro propio ambiente, para dar «vuestro tono» a la sociedad con la que conviváis.
—Y, entonces, si has cogido ese espíritu estoy seguro de que me dirás con el pasmo
de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban
por sus manos en nombre de Cristo: «¡Influimos tanto en el ambiente!» (J. ESCRIVÁ
DE BALAOUER, Camino, n. 376).

2597 ...Hoy quien ocupa un puesto debe tener la competencia necesaria; es


necesario prepararse. El general Wellington, el que venció a Napoleón, quiso volver a
Inglaterra a ver la escuela militar donde se había preparado, y dijo a los alumnos y
oficiales: «Mirad, aquí se ha ganado la batalla de Waterloo». Así os digo yo a
vosotros, queridos jóvenes. Tendréis batallas en la vida dentro de 30, 40, 50 años;
pero si queréis vencerlas es preciso que comiencéis ahora, preparándoos, siendo
asiduos al estudio y a la clase (JUAN PABLO 1, Angelus, 17-lX-1978).

2598 No sé cuántas veces me han dicho que un anciano irlandés que no sepa más
que rezar el Rosario puede ser más santo que yo, con todos mis estudios. Es muy
posible que así sea; y por su propio bien, espero que así sea. No obstante, si el único
motivo para hacer tal afirmación es el de que sabe menos teología que yo, ese
motivo no me convence; ni a mí ni a él. No le convencería a él, porque todos los
ancianos irlandeses con devoción al Santo Rosario y al Santisimo que he conocido (y
muchos de mis antepasados lo han sido) estaban deseosos de conocer más a fondo
su Fe. No me convencería a mí, porque si bien es evidente que un hombre ignorante
puede ser virtuoso, es igualmente evidente que la ignorancia no es una virtud. Ha
habido mártires que no hubieran sido capaces de enunciar correctamente la doctrina
de la Iglesia, siendo el martirio la máxima prueba del amor. Sin embargo, si hubieran
conocido más a Dios, su amor hubiera sido mayor (F. J.SHEED, Teología para todos, p.
l5-16).

La formación de los niños

2599 Los que se coinprometen a ejercer con la máxima solicitud esta misión
educadora han de estar dotados de una gran caridad, de una paciencia sin límites y,
sobre todo, de una profunda humildad (SAN JOSÉ DE CALASANZ, Memorial al Card. M.
A. Tonti).

2600 No debemos perdonar esfuerzo alguno para que los niños, desde su más tierna
infancia, sean educados en la verdad de la fe cristiana y en una conducta conforme a
la misma. Nada ayuda tanto a este objetivo como la asociación para enseñar la
doctrina cristiana, y el confiar la instrucción catequística de los niños sólo a hombres
buenos y temerosos de Dios (SAN JUAN LEONARDI, Cartas a Pablo Vpara la reforma
de la Iglesia).

2601 Nadie ignora la gran dignidad y mérito que tiene el minisferio de instruir a los
niños, principalmente a los pobres, ayudándolos así a conseguir la vida eterna. En
efecto, la solicitud por instruirlos, principalmente en la piedad y en la doctrina
cristiana, redunda en bien de sus cuerpos y de sus almas, y por esto los que a ello se
dedican ejercen una función muy parecida a la de sus ángeles custodios (SAN JOSE
DE CALASANZ, Memorial al Card. M. A. Tonti).
FORTALEZA

Citas de la Sagrada Escritura

Cuando un fuerte bien armado guarda su palacio, seguros están sus bienes. Lc 2, 21.

Todo lo puedo en aquel que me conforta. Flp 4, 13.

Huye el malvado sin que nadie le persiga, mas el justo va seguro como cachorro de
león. Prov 28, 1.

Mis ojos siempre están en Yahvé, porque es quien saca mis pies de la red. Sa/ 24, 15.

Esforzaos y fortaleced vuestro corazón, todos cuantos esperáis en Yahvé. Sa/ 30, 25.

El temor de Yahvé es fuente de vida, que aleja de los lazos de la muerte. Prov 14, 26.

Pero los que confian en Yahvé renuevan las fuerzas, echan alas como de águila,
corren sin cansarse y caminan sin fatigarse. Is 40, 31.

Porque así dice el Señor, Yahvé, el Santo de Israel: En la conversión y la quietud está
vuestra salvación, y la quietud y la confianza serán vuestra fuerza. Is 30, 15,

Velad y estad firmes en la fe, obrando varonilmente y mostrándoos fuertes. I Cor 16,
13.

Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? Rom 8, 31.

Por lo cual me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades,


en las persecuciones, en las angustias, por Cristo; pues cuando parezco débil,
entonces es cuando soy fuerte. 2 Cor 12, 10.

A ti recurro, fortaleza mia, porque tú, Dios, eres mi refugio, Sa/ 58, 10.

Espera en Yahvé, esfuérzate; ten gran valor y espera en Yahvé. Sa/ 26, 14.

Tú, pues, hijo mio, fortalécete en la gracia de Cristo Jesús. 2 Tim 2, 1.

Hermanos, estad alerta: no sea que, seducidos, vengáis a caer de vuestra fortaleza.
2 Pdr 3, 17.

Vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros
(...). Resistidle firmes en la fe. I Pdr 5, 8-9.

Os escribo, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros,


y habéis vencido al maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno
ama al mundo, no está en él la caridad del Padre. I Jn 2, 14-15.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el


reino de los cielos. Mt 5, 10.

El reino de los Cielos se alcanza a viva fuerza, y los que la hacen son los que lo
arrebatan. Mt 11, 12.

Soporta el trabajo y la fatiga como buen soldado de Cristo.Tim 2, 3.

Tened, hermanos, por objeto de sumo gozo el caer en varias tribulaciones, sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce la paciencia, y la paciencia perfeccióna la obra.
Sant 1, 2-4.

Nos afanamos trabajando con nuestras propias manos: nos maldicen y bendecimos;
padecemos persecución y la sufrimos con paciencia. I Cor 4, 12; 2 Cor 4, 8.

Corramos con aguante al término del combate (...] Considerad atentamente a aquel
que sufrió tal contradicción de los pecadores [...], a fin de que no desmayéis
perdiendo vuestros ánimos. Heb 12, 1 -3.

Vendréis a ser olvidados de todos por causa de mi nombre: pero quien perseverare
hasta el fin, .stc se salvará. Mt 10, 22; 24, 13.

No tengáis miedo a los que os persiguen. No temáis a los que matan el cuerpo y no
pueden matar el alma: temed antes al que puede arrojar alma y cuerpo en el
infierno. Mt 10, 28; Lc 12, 4-5.

Si sucede que padecéis algo por amor a la justicia, sois bienaventurados. No temáis
los fieros ni os conturbéis. I Pdr 3, 14.

No habéis recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía por miedo o temor,
sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos. Rom 8, 15.

Quien anda dudando es semejante a la ola del mar alborotada y agitada del viento
acá y allá [...]. El hombre de ánimo doble es inconstante en todos sus caminos. Sant
1, 6-8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Nuestra fortaleza se apoya y nace en Dios

2602 [...] no debemos extrañarnos ni desalentarnos ante las propias miserias


personales, ante nuestros tropiezos, porque continuaremos hacia adelante, si
buscamos la fortaleza en Aquel que nos ha prometido: venid a mi todos los que
anduis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré (Mt 11, 28). Gracias,
Señor, quia tu es, Deus, fortitudo mea (Sal 42, 2), porque has sido siempre Tú, y sólo
Tú, Dios mío, mi fortaleza, mi refugio, mi apoyo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 131).

2603 Habiendo Dios dotado a los demás animales de la velocidad en la carrera, o la


rapidez en el vuelo, o de uñas, o de dientes, o de cuernos, sólo al hombre lo dispuso
de tal forma que su fortaleza no podia ser otra que el mismo Dios: y esto lo hizo para
que, obligado por la necesidad de su flaqueza, pida siempre a Dios cuanto pueda
necesitar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. 1, p. 427).

2604 Siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿qué mal me pueden ellos hacer a mi?,
¿por qué no he yo de tener fortaleza para combatir con todo el infierno? (SANTA
TERESA, V¿da, 25, 20!.

2605 Si Dios retira su auxilio, podrás pelear; lo que no podrás es vencer (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 106).

2606 Cuando estaba en la oración, veia que salia de allí muy mejorada y con más
fortaleza (SANTA TERESA, Vida, 23, 2).

2607 La fortaleza no debe fiar de si misma (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los of icios, I,
35).

2608 La confianza parte de la fortaleza; lleva consigo la esperanza que pone el


hombre en si mismo y que naturalmente supone la ayuda de Dios (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 128, a. 1, ad 2).

2609Ayer por la mañana yo fui a la Sixtina a votar tranquilamente. Jamás hubiera


imaginado lo que estaba para suceder. Apenas habia comenzado el peligro para mí,
los dos colegas que me estaban vecinos me han susurrado palabras de aliento. Uno
ha dicho: «¡Animo!, si el Señor da un peso, da también la ayuda para llevarlo» (JUAN
PABLO I, Angelus, 27-VIII-1978).

2610 Toda nuestra fortaleza es prestada (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 728).

2611 La ascética del cristiano exige fortaleza; y esa fortaleza la encuentra en el


Creador. Somos la oscuridad, y El es clarisimo resplandor; somos la enfermedad, y El
es salud robusta; somos la escasez, y El la infinita riqueza; somos la debilidad, y El
nos sustenta, quia tu es, Deus, fortitudo mea (Sal 42, 2) [...]. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 80).

2612 Pidamos este don del Espíritu Santo que se llama el «don de fortaleza». Cuando
al hombre la faltan las fuerzas para «superarse» a sí mismo, con miras a valores
superiores, como la verdad, la justicia, la vocación, la fidelidad matrimonial, es
necesario que este «don de lo alto» haga de cada uno de nosotros un hombre fuerte
y, en el momento justo, nos diga «en la intimidad»: ¡Animo! (JUAN PABLO II, Sobre la
fortaleza, 15-XI-1978).

Fortaleza de Dios y debilidad humana

2613 Lo que falta a causa de la debilidad humana, si agotamos nuestras


posibilidades, lo completará Dios, que hace concurrir todas las cosas para el bien de
los que le aman (Ro». 8, 28) (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 29, 19).

2614 El nos tiende su mano cuando nos ve vacilar, para sostenernos y establecernos
en el bien (CASIANO Colaciones, 3, 12).

2615 Cuando te sientas fuerte no te instales en la seguridad, sino clama a Dios con el
profeta: Cuando mengüen misfuerzas no me abandones (Sal 70, 9). En el momento
de la prueba, repítete para tomar ánimos: Llévame en pos de ti: ¡Corramos! (Cant 1,
3). Así no te faltará la esperanza en la desgracia, ni la previsión en la felicidad. Entre
éxitos y fracasos de los momentos inestables, conservarás, como imagen de la
eternidad, una sólida ecuanimidad. Bendecirás al Señor en todas las ocasiones y así ,
en medio de un mundo vacilante, encontrarás la paz, una paz inquebrantable (SAN
BERNARDO, Sermón 21 sobre el Cantar de los Cantares, 4-ó) ~

2616 La fuerza de Dios se muestra perfecta en la debilidad (SAN IRENEO, Trat. contra
las herejías, 5, 2).

2617 A veces, cuando todo nos sale al revés de como imaginábamos, nos viene
espontáneamente a la boca: ¡Señor, que se me hunde todo, todo, todo...! Ha llegado
la hora de rectificar: yo, contigo, avanzaré seguro, porque Tú eres la misma fortaleza:
quia tu es, Deus, fortitudo mea (Sal 42, 2) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
213).

Fortaleza y valentía en la vida ordinaria

2618 La Biblia no alaba a la mujer débil, sino a la mujer fuerte, cuando dice en el
libro de los Proverbios: La ley de la dulzara está en su lengua (31, 6). Porque la
dulzura es el punto más alto de la fuerza. La mujer maternal tiene por privilegio esta
función discreta y capital: saber atender, saber callarse, ser capaz, ante una
injusticia o una debilidad, de cerrar los ojos, de excusar, de cubrir—obra de
misericordia no menos bienhechora que cubrir la desnudez del cuerpo—[...]
(GERTRUD VON LEFORT, La mujer eterna, p. 128).

2619 El estar dispuesto a morir en el supremo trance del martirío, resistiendo


pacientemente en el empeño por la realización del bien, no excluye el riesgo de la
acometida ni el belicoso ataque. Por el contrario, esta disposición es la que presta a
la actividad del cristiano en el mundo esa superioridad y esa libertad que tan
definitivamente le están negadas a las convulsiones del activismo (J. PIEI)ER, Las
virtudesfundamentales, p. 241).

2620 De penas que se acaban no hagáis caso cuando interviniera algún servicio para
El, que tantas pasó por nosotras (SAN TA TERESA, Camino de perfección, 3, 6).

2621 La virtud de la fortaleza requiere siempre una cierta superación de la debilidad


humana y, sobre todo, del miedo. El hombre, en efecto, por naturaleza teme el
peligro, las molestias, los sufrimientos. Por ello es necesario buscar hombres
valientes no solamente en los campos de batalla, sino también en los pasillos de los
hospitales o junto al lecho del dolor (JUAN PABLO II, Sobre la fortaleza, 15-XI-1978).

2622 Deseo rendir homenaje a todos estos valientes desconocidos. A todos los que
tienen el valor de decir «no» o «si» cuando esto cuesta. A los hombres que dan un
testimonio singular de dignidad humana y de profunda humanidad. Justamente
porque son desconocidos merecen un homenaje y una gratitud particular (JUAN
PABLO II, Sobre lafortaleza, 15-XI-1978).

Campos que abarca esta virtud

2623 Según la doctrina de Santo Tomás, la virtud de la fortaleza se encuentra en el


hombre:

—Que está dispuesto a «aggredi pericula», es decir, a enfrentarse con el peligro.

—Que está dispuesto a «sustinere mala», es decir, a soportar las adversidades por
una causa justa, por la verdad, por la justicia, etc. (JUAN PABLO Il, Sobre la fortaleza,
15Xl-78).

2624 Aparta los obstáculos, los temores que podrían retraer la voluntad del
seguimiento de lo que dicta la razón (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 122, a.
3, c).

La paciencia, principal campo de la virtud de la fortaleza Ver nº. 3967-3969.

Ejemplos y ejercicio de la fortaleza

2625 Mas olvidaos de quejaros de flaquezas y malecillos de mujeres, que algunas


veces pone el demonio la imaginación de esos dolores; quitanse y pónense. Si no se
pierde la costumbre de decirlo y quejaros de todo —si no fuere a Dios—, nunca
acabaréis. Porque este cuerpo tiene una falta: que mientras más le regalan, más
males y necesidades descubre (SANTA TERESA, Camino de perfección, 11, 3).

2626 Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos
amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie
sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se
levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos
temer? ¿La muerte? Para mi la vida es Cristo, y la muerte una ganancia. ¿El
destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes?
Nada trajimos al mundo, de modo que nada podemos llevarnos de él. Yo me río de
todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio
las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso,
os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio, 1-3).

2627 Es preciso persuadirse de que (a veces) es más fuerte quien sabe someter su
voluntad a la de su hermano que el que defiende a ultranza su propio parecer
(CASIANO Colaciones, 16, 23).

2628 Cosa imperfecta me parece, hermanas mias, quejarnos siempre de livianos


males. Si podéis sufrirlo, no lo hagáis. Cuando el mal es grave, él mismo se queja, es
otro quejido, y luego se parece. Mirad que sois pocas, y si una tiene esta costumbre
es para traer fatigadas a todas (SANTA TERESA, Camino de perfección, 11, 1).

2629 Es fuerte el que persevera en el cumplimiento de lo que entiende que debe


hacer, según su conciencia; el que no mide el valor de una tarea exclusivamente por
los beneficios que recibe, sino por el servicio que presta a los demás. El fuerte, a
veces, sufre, pero resiste; llora quizá, pero se bebe sus lágrimas. Cuando la
contradicción arrecia, no se dobla. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 77).

2630 Otro ejemplo: Un hombre al que se le promete la libertad e incluso una carrera
fácil a condición de que reniegue de los propios principios, o bien apruebe algo que
está en contra de su honestidad respecto a los demás. Y también él responde «no»,
incluso frente a amenazas por una parte y lisonjas por otra. ¡He aquí un hombre
valiente! (JUAN PABLO II, Sobre la fortaleza, 15-XI-1978).

2631 En todo esto que he dicho no trato de males recios, como cuando hay calentura
recia—aunque pido que haya siempre moderación y sufrimiento—, sino trato de unos
malecillos que se pueden pasar en pie (SANTA TERESA, Camino de perfección, 11, 4).

2632 Y creed, hijas, que en comenzando a vencer estos corpezuelos no nos cansan
tanto (SANTA TERESA, Camino de perfección, 11, 4).
2633 Permitidme que llame vuestra atención en torno a ejemplos poco conocidos,
pero que en si mismos dan testimonio de una gran virtud. Pienso, por ejemplo, en
una señora, madre de una familia numerosa, a la que es «aconsejado» por muchos
que suprima una nueva vida concebida en su seno, sometiéndose a la «intervención»
de interrupción de la maternidad; y ella responde con firmeza: «No». Desde luego,
siente toda la dificultad que este «no» lleva consigo—dificultad para ella, para su
marido, para toda la familia—, y sin embargo responde: «no». La nueva vida humana
en ella concebida es un valor demasiado grande, demasiado «sagrado», para que
pueda ceder a semejantes presiones (JUAN PABLO II, Sobre la fortaleza, 15-XI-1978).

2634 Tan pronto como la caña es impulsada por el viento, se inclina a una u otra
parte [...]. Pero San Juan no era caña agitada por el viento, porque a él ni le hacia
suave la adulación, ni áspero la difamación; ni las prosperidades le levantaban, ni le
humillaban las adversidades. San Juan no era caña agitada por el viento, porque no
se separaba de la rectitud por ningúna variación de las cosas (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

2635 No pongo en estas fundaciones los grandes trabajos de los caminos, con fríos,
con soles, con nieves, que venia vez de no cesarnos en todo el día de nevar, otras
perder el camino, otras con hartos males y calenturas; porque, gloria a Dios, de
ordinario es tener yo poca salud, sino que veia claro que Nuestro Señor me daba
esfuerzo; porque me acaecía algunas veces que se trataba de fundación, hallarme
con tantos males y dolores, que yo me acongojaba mucho, porque me parecía que
aun para estar en la celda sin acostarme no estaba, y tornarme a Nuestro Señor,
quejándome a Su Majestad, y diciéndole que cómo quería hiciese lo que no podia, y
después, aunque con trabajo, Su Majestad daba fuerzas, y con el hervor que me
ponia y el cuidado, parece que me olvidaba de mi (SANTA TERESA, Fundaciones, 18,
4).

La fortaleza y las demás virtudes

2636 El hombre no pone su vida en peligro de muerte más que cuando se trata de la
salvación de la justicia. De ahí que la dignidad de la fortaleza sea una dignidad que
depende de la anterior virtud (SANTO TOMÁS Sarna Teológ¿ca, 2-2, q. 123, a. 12, ad
3).

2637 La fe, si es firme, defiende toda la casa (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el
Salmo 18, 12).

2638 La fortaleza sin justicia es palanca del mal (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los
oficios, 1, 3 5).

2639 .La virtud de la fortaleza marcha al unisono con la capacidad de sacrificarse.


Esta virtud habia tomado ya en los antiguos un perfil bien definido. Con Cristo ha
adquirido un perfil evangélico, cristiano. El Evangelio está orientado hacia los
hombres débiles, pobres, mansos y humildes, operadores de la paz, misericordiosos;
y, al mismo tiempo, contiene en si una constante invitación a la fortaleza. Repite,
frecuentemente: No tengais miedo (Mt 14, 27). Enseña al hombre que, por una causa
justa, por la verdad, por la justicia, es necesario saber dar la vida (Jn 15, 13) (JUAN
PABLO II, Sobre la fortaleza, 15-XI-1978).

2640 La fortaleza sin prudencia no es fortaleza (J. PIEPER, Las


virtudesfundamentales, p. 191).
2641 Por el bien se expone el fuerte al peligro de morir (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 125, a. 2, ad 2).

2642 La pureza limpisima de toda la vida de Juan le hace fuerte ante la Cruz.—Los
demás apóstoles huyen del Gólgota: él, con la Madre de Cristo, se queda. —No
olvides que la pureza enrecia, viriliza el carácter (J. ESCRIVÁ DE BALACUER, Camino,
n. 144).

Esta virtud crece con las dificultades

2643 Ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os
pintaren (SANTA TERESA, Camino de perfección, 21, 6).

2644 De aquellos, en cambio, que viven siempre a merced de los avatares humanos
y cambian según el sesgo que toman los acontecimientos, se dice: El necio muda
como la luna (Eccl 27, 12). Y si de los perfectos está escrito: Todas las cosas
concurren al bien de los que aman a Dios, de los débiles e insensatos se afirma: Al
necio todas las cosas son contrarias (Prov 14, 7). Porque ni avanza en la ventura, ni
se enmienda cuando se cierne sobre él la desgracia (CASIANO, Colaciones, 6, 9).

2645 Pues me parece que el atleta valiente, una vez desnudo para luchar en el
estadio de la piedad, debe sufrir con valor los golpes que le den los contrarios, con la
esperanza de la gloria del premio. Pues que todos aquellos que en los juegos
gimnásticos se han acostumbrado a las fatigas de la lucha, jamás desmayan por el
dolor de los golpes; antes bien, despreciando los males presentes por el deseo del
triunfo, atacan de cerca a sus adversarios. De la misma manera, aunque al varón
virtuoso le acontezca alguna cosa desagradable, no por eso perderá su gozo. Porque
la tribulación produce la paciencia, y la paciencia produce la reciedumbre; la
reciedumbre, la esperanza; y la esperanza no confunde (Ro». 5, 3) (SAN BASILIO,
Hom. sobre la alegria).

2646 Si la sal se torna insípida, para nada sirve ya, sino para ser arrojudafuera y
pisada por los hombres. No es pisado por los hombres quien sufre persecuciones,
sino aquel que se acobarda temiendo la persecución; no puede ser pisado sino el que
está debajo, y no puede decirse que está debajo aquel que, aun cuando sufra
muchas cosas en su cuerpo mientras dura esta vida, su corazón lo tiene fijo en el
cielo (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 16).

2647 Los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos, mientras
que externamente se desarrollan con aspecto próspero, se hacen blandos y
fangosos, y fácilmente les hiere cualquier cosa; sin embargo, los árboles que viven
en las cumbres de los montes más altos, agitados por muchos vientos y
constantemente expuestos a la intemperie y a todas las inclemencias, golpeados por
fortísimas tempestades y cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que
el hierro (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre la gloria en la tribulación).

La comunión frecuente, fortaleza contra las debilidades y flaquezas

2648 Mas Jesucristo y la Iglesia desean que todos los fieles cristianos se acerquen
diariamente al sagrado convite, princi

pálmente para que, unidos con Dios por medio del Sacramento, en él tomen fuerza
para refrenar las pasiones, purificarse de las culpas leves cotidianas e impedir los
pecados graves a que está expuesta la debilidad humana. Por ello el Sagrado
Concilio de Trento llama a la Eucaristía antídoto, con el que somos liberados de las
culpas cotidianas y somos preservados de los pecados mortales (S. Pío X, Sacra
tridentina Synodus, 20-X11-1905).

Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe 2649 y a practicar las


virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que consiste en alimentar y
aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, lazo de paz
y de unidad, que es el sacramento de la eucaristia (LEÓN X111, Breve Apost.
Providentissimas, 18-XI1897).

La oración, necesaria para ser fuertes

Por no estar arrimada a esta fuerte columna de la oración, 2650 pasé este mar
tempestuoso casi das (SANTA TERESA, Vida, 8, 1).

veinte años con estas cai

El alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más 2651 fuerte y valerosa se
vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir (SAN
DOROTEO, Instrucción 7, 2-3).

En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las 2652 bestias, de la falta de
alimento, y sin embargo no habia recibido aún de Cristo su forma propia. ¡Cuánta
más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no hace venir el rocio
angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los leones, ni transporta a los
hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo
Testamento); no impide milagrosamente el sufrimiento, sino que, sin evitarles el
dolor a los que sufren, los fortalece con la resignación, con su fuerza les aumenta la
gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por
el nombre de Dios (TERTULIANO, Trat. sobre la oración, 28-29).

La ayuda de los Ángeles Custodios

2653 Aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino
tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes
tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos
ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son
poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos
unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente (SAN BERNARDO,
Sermón sobre el Salmo 12, «Qui habitat», 3, 6-8).

Fortaleza en la ayuda a los demás

2654 Son almas fuertes las que escoge el Señor para aprovechar a otras, aunque
esta fortaleza no les viene de si (SANTA TERESA, Vida, 21, 13).

2655 Lo que hay que temer no es el mal que digan contra vosotros, sino la
simulación de vuestra parte; entonces si que perderíais vuestro sabor y seriais
pisoteados. Pero si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si
después oís hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y
escocer a los que llevan una vida de molicie.

Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarán, antes serán
prueba de vuestra firmeza. Mas si, por temor a ellas, cedéis en la vehemencia
conveniente, peor será vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de
vosotros y todos os despreciarán; en esto consiste el ser pisoteado por la gente (SAN
JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

2656 Si la regla de conducta del maestro debe ser siempre perseguir al vicio para
corregirlo, es muy conveniente que conozcamos que debemos ser firmes contra los
vicios, pero compasivos con el hombre (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los
Evang.).

2657 Si no tenemos suficientes fuerzas para contener al que resbala, resbalamos


también nosotros con él (SAN GREGOR~o MAGNO, Hom. 28 sobre los Evang.).

Dejarse ayudar para ser fuertes

2658 Mientras somos ovejas vencemos y superamos a los lobos, aunque nos rodeen
en gran número; pero si nos convertimos en lobos entonces somos vencidos, porque
nos vemos privados de la protección del pastor. Este, en efecto, no pastorea lobos,
sino ovejas, y por esto te abandona y se aparta entonces de ti, porque no le dejas
mostrar su poder (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 33).

2659 Hubiera podido hacer que no tuvierais que sufrir mal alguno ni enfrentaros
como ovejas ante lobos, podia haberos hecho más temibles que leones; pero eso no
era lo conveniente, porque así vosotros hubierais perdido prestigio y Yo la ocasión de
manifestar mi poder. Es lo mismo que decia a Pablo: Te basta mi gracia, que en la
debilidad se muestra perfecto mi poder. Así es como Yo he determinado que fuera. Al
decir: Os envio como ovejas, dice implicitamente: «No desmayéis: yo sé muy bien
que de este modo sois invencibles» (SAN JUAN CRISOSTOMO, HOn] sobre S. Mateo,
33).

El martirio, supremo acto de esta virtud

2660 ¡Qué espectáculo a los ojos del Señor, cuán sublime, cuán grande, cuán
aceptable a la presencia de Dios, que veia la entrega y la fidelidad de su soldado al
juramento prestado, tal como está escrito en los salmos, en los que nos amonesta el
Espíritu Santo, diciendo: Es val¿osa a los ojos del Señor la muerte de sus fieles! Es
valiosa una muerte semejante, que compra la inmortalidad al precio de su sangre,
que recibe la corona de mano de Dios, después de haber dado la máxima prueba de
fortaleza (SAN CIPRIANO, Carta 10).

2661 Dichosa Iglesia nuestra, a la que Dios se digna honrar con semejante esplendor,
ilustre en nuestro tiempo por la sangre gloriosa de los mártires. Antes era blanca por
las obras de los hermanos; ahora se ha vuelto roja por la sangre de los mártires.
Entre sus flores no faltan ni los lirios ni las rosas (SAN CIPRIANO, Carta 10).

2662 El martirio es, entre los actos humanos, el más perfecto en su género, como
signo de mayor caridad, puesto que según S. Juan: Nadie tiene mayor amor que éste
de dar la vida por sus amigos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 124, a. 3).

2663 Jesús oraba con mayor intensidad, y sudó como gruesas gotas de sangre. Esta
efusión de sangre de todo su cuerpo no significaba otra cosa que la pasión de los
mártires de toda la Iglesia (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 140).

2664 Los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la
vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra
(SAN PEDRO CRISOLOGO, Sermón 108).

2665 No os doy yo mandatos como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles, yo no soy
más que un condenado a muerte [...]. Pero, si logro sufrir el martirio, entonces seré
liberto de Jesucristo y resucitaré libre con él. Ahora, en medio de mis cadenas, es
cuando aprendo a no desear nada (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los
Romanos, 3).

2666 Los mártires, en efecto, sufrieron por dar testimonio [...], su*ieron como
testigos de Dios (SAN AGUSTÍN. Trat. sobre la l.a Epístola de S. Juan, 2).

2667 El mejor favor que podeis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios,
mientras el altar está aún preparado: Así , unidos por la caridad en un solo coro,
podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al
obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi
vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios! (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Romanos, 1).

2668 En alguna ocasión me he preguntado qué martirio es mayor: el del que recibe
la muerte por la fe, de manos de los enemigos de Dios; o el del que gasta sus años
trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y
pasa inadvertido... Para mi, el martirio sin espectáculo es más heroico... Ese es el
camino tuyo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Via Crucis, p. 66).

2669 Todos los tiempos son de martirio. No se diga que los cristianos no sufren
persecución; no puede fallar la sentencia del Apóstol: Todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución (2 Tim 3, 12). Todos, dice, a
nadie excluye, a nadie exceptuó. Si quieres probar ser cierto ese dicho empieza tú a
vivir piadosamente, y verás cuánta razón tuvo para decirlo (SAN AGUSTÍN, Sermón
6).

Santa Maria, fortaleza nuestra

2670 Admira la reciedumbre de Santa Maria: al pie de la Cruz, con el mayor dolor
humano —no hay dolor como su dolor—, llena de fortaleza. —Y pídele de esa
reciedumbre, para que sepas también estar junto a la Cruz (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 508).

FRUTOS

Citas de la Sagrada Escritura

Yo soy la vid y mi Padre el labrador. Todo sarmiento que en Mi no lleve fruto, lo


cortará; y a todo aquel que diere fruto, lo podará para que dé todavía más fruto. Jn
15, 1-2.
(Jesús) tuvo hambre; y viendo una higuera junto al camino se acercó a ella, y no
hallando más que hojas, le dijo: nunca jamás nazca fruto de ti. Y la higuera quedó
seca al instante. Mt 21, 18-19.

Cada árbol por su fruto se conoce; no se cogen higos de los espinos, ni de las zarzas
racimos de uvas. Lc 6, 43.

Voy a cantar a mi amado el canto de mi amigo a su viña: Tenía mi amado un viña en


un fértil recuesto. La cavo, la descontó y la plantó de vides selectas. Edificó en medio
de ella una torre, e hizo en ella un lagar, esperando que le daria uvas, pero le dio
agrazones.Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad entre mi y mi
viña. ¿Qué más podia hacer yo por mi viña que no lo hiciera? ¿Cómo, esperando que
diese uvas, dio agrazones? Is 5, 1-5.

Y dijo esta parábola: Tenia uno plantada una higuera en su viña y vino en busca del
fruto y no lo halló. Dijo entonces al viñador: van ya tres años que vengo en busca del
fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala; ¿por qué ha de ocupar la tierra en balde?
Le respondió y dijo: Señor, déjala aún por este año que la cave y la abone, a ver si da
fruto para el año que viene...; si no, la cortarás. Lc 13, 6-9.

[...] Si el grano de trigo, después le echado en tierra, no muere, ~ueda infecundo;


pero si muere, ~roduce mucho fruto. Jn 12, 24.

[...] Has sido puesto en la balanza y hallado falto de peso Dan 5, 27.

[...] Otras (semillas) cayeton en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron


fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras cien. Mc 4, 8.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero
por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. Mt 7, 15-16.

[...] Es semejante el reino de los cielos a uno que sembró en su campo buena semilla.
Pero mientras su gente dormía, vino el enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se
fue. Cuando creció la hierba y dio su fruto, entonces apareció la cizaña. Mt 13, 24-26.

Parábola del grano de mostaza: Mt 13, 31-32.

Es semejante el reino de los cielos al fermento que una mujer toma y lo pone en tres
medidas de harina hasta que todo fermenta. Mt 13, 33.

Como el sarmiento no puedc dar fruto si no está unido a la vid, tampoco vosotros si
no permaneciereis en mi. Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece
en mi y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis hacer nada. Jn 15, 4-5.

En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos
mios. Jn 15, 8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios espera abundantes frutos de nuestra vida

2671 Aprovéchame el tiempo. —No te olvides de la higuera maldecida. Ya hacía algo:


echar hojas. Como tú..

—No me digas que tienes excusas.—No le valió a la higuera—narra el Evangelista—


no ser tiempo de higos, cuando el Señor los fue a buscar en ella.—Y estéril quedó
para siempre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 354).

2672 Quien da socorros temporales a los que tienen dones espirituales es cooperador
también de estos dones espirituales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los
Evang.).

2673 Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de
misericordia, sino también porque creyeron que encontrarían aceite en donde
inútilmente lo buscaban. Nada más misericordioso que aquellas vírgenes prudentes
que por su caridad fueron aprobadas; sin embargo, no accedieron a la petición de las
necias. De aquí aprendemos que a nadie podrán servirle otras obras que no sean las
propias (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 79).

2674 Dicen las prudentes: No suceda que falte para nosotras y para vosotras, porque
de nada sirve el testimonio ajeno en la presencia de Dios, que ve los secretos del
corazón; y apenas a cada uno le basta el testimonio de su conciencia (SAN AGUSTÍN,
Sermón 22).

2675Las lámparas que llevan en las manos (las vírgenes prudentes) son las buenas
obras (SAN AGUSTÍN, Sermón 22)

2676 El que tiene, pues, talento, procure no ser perro mudo; quien tiene abundancia
de bienes, no descuide la caridad; el que experiencia de mundo, dirija a su prójimo;
el que es elocuente, interceda ante el rico por el pobre; porque a cada uno se le
contará como talento lo que hiciere, aunque haya sido por el más pequeño (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

2677Asi como hay peligro de que los doctores oculten el talento del Señor, también
los oyentes pueden incurrir en la misma falta cuando se les exijan los réditos de lo
que se les enseñó (SAN GR£GORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

Necesidad de la gracia para dar fruto

2678No hacemos nuestro apostolado. En ese caso, ¿qué podriamos decir? Hacemos
—porque Dios lo quiere, porque así nos lo ha mandado: id por todo el mundo y
predicad el Evangelio (Mc 16, 15)—el apostolado de Cristo. Los errores son nuestros,
los frutos, del Señor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 267).

2679¿Por qué el Señor da el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua
es condición necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el agua es el
origen de las plantas y de los seres vivos... Y, del mismo modo que el árbol seco, al
recibir el agua germina, así también el alma pecadora, al recibir del Espíritu Santo el
don del arrepentimiento, produce frutos de santidad (SAN CIRILO DE JERUSALÉN,
Catequesis 16, sobre el Espfritu Santo).

2680 El no necesitó de nosotros para salvarnos, nosotros sin él nada podemos hacer;
él, a nosotros, sus sarmientos, se nos dio como vid; nosotros, separados de él, no
podemos tener vida (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 84).

Hay frutos que tardan en llegar


2681 Que se hagan ricos en buenas obras, dice el Apóstol. Que se hagan ricos en
esto, que siembren en esto. De estas obras hablaba el mismo Apóstol, cuando decia:
No nos cansemos de practicar el bien, que a su tiempo cosecharemos. Siembren: aún
no ven lo que recogerán, pero que tengan fe y sigan sembrando. ¿Acaso el labrador
al sembrar, ve ya recogida su mies? (SAN AGUSTÍN, Sermón 11, sobre las
bienaventuranzas).

Frutos para Dios

2682 Me veo precisado a deciros que temáis con mucho cuidado por las buenas
obras que hacéis, no sea que por ellas busquéis algún favor o alguna gracia humana,
no sea que se despierte en vosotros el deseo de alabanzas, y lo que manifestáis al
exterior se quede interiormente vacio de retribución (SAN GREGORIO MAGNO, llom.
12 sobre los Evang.).

2683 Lo que se hace por Dios, se ofrece a Dios y El lo recibe; lo que se hace por los
hombres, se convierte en aire (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p.
338).

2684 Vosotros no veis ahora la importancia del bien que hacéis; tampoco el labriego,
al sembrar, tiene delante las mieses; pero confia en la tierra. ¿Por qué no confías tú
en Dios? Un día llegará el dueño de nuestra mies. Imagínate que nos hallamos ahora
en las faenas de la labranza; mas labrarnos para recoger después, según aquello de
la Escritura: Iban andando y lloraban, arrojando sus simientes; cuando vuelvan,
volverán con regocijo, trayendo sus gavillas (Sal 125) (SAN AGUSTÍN, Sermón 102).

2685 Y vuestro fruto permanezca. Todo cuanto hacemos en este mundo apenas tiene
duración hasta la muerte; y llegando ésta, arranca el fruto de nuestro trabajo. Pero
cuando trabajamos de cara a la vida eterna, el fruto de nuestro trabajo permanece.
Cuando se ha llegado al conocimiento de las cosas eternas, dejan de tener
importancia los frutos temporales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los
Evang.).

2686 Como los árboles buenos no dan fruta venenosa aunque si verde y a veces
agusanada, y en ocasiones se recubren de muérdago y musgo, los grandes santos
nunca cometen pecado mortal, pero pueden producir obras inútiles, sin madurar,
ásperas y mal sazonadas. Hay que confesar que esos árboles son fructíferos, pues de
otro modo no serian buenos, y reconocer que algo de su fruta no es bueno, pues
nadie afirmará que el muérdago y el musgo son fructuosos. ¿Quién entonces negará
que los enfados breves y los pequeños excesos de alegría, de risa, de vanidad y otras
pasioncillas semejantes son movimientos inútiles e ilegitimos? Sin embargo, el justo
los tiene siete veces al día, es de~cir, muy a menudo (SAN FRANCISCO DE SALES,
Trat. del amor a Dios, 10, 5).

2687 ¿No adviertes cómo los árboles sin frutos son vigorosos, bellos, esbeltos,
graciosos y sublimes? Pero si nos fuera dado poseer un jardín, de seguro que
preferiríamos ver en el granados y olivos cubiertos de frutos. Los árboles estériles
están en el jardín para recreo, no para utilidad. Y, aunque en cierto sentido pueden
ser útiles, su utilidad es minima. Los que sólo se preocupan de sus intereses son
como estos árboles (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos, 3-4).
GENEROSIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los
demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis. Mt 10, 8.

En todo os he dado ejemplo, mostrándoos cómo, trabajando así , socorráis a los


necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que El mismo dijo: «Hay más
dicha en dar que en recibir». Hech 20, 35.

Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos
mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. Mt 25, 40.

Otra cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho esto, clamó: El que
tenga oídos para oir, que oiga. Lc 8, 8.

Zaqueo, en pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a
alguien le detraudado en algo, le devuelvo el cuádruplo. Lc 19, 8.

Pedro le dijo: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré por ti mi vida. JLZ 13,
37.

En esto hemos conocido la caridad, en que El dio su vida por nosotros, y nosotros
debemos dar

nuestra vida por nuestros hermanos. I Jn 3, 16.

Pues os digo: El que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza,
con largueza .cosechará. Cada uno haga según se ha propuesto en su corazón, no de
mala gana ni obligado, que Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para
acrecentar en vosotros todo género de gracias, para que, teniendo siempre y en todo
lo bastante, abundois en toda buena obra, según que está escrito: «Con largueza
repartió, dio a los pobres;su justicia permanecerá para siempre». 2 Cor 9, 6-9.

Porque al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene, aun aquello que
tiene le será quitado. Mt 13, 12.

Dijole Pedro: Pues nosotros, dejando todo lo que teníamos, te hemos seguido. El les
dijo: En verdad os digo que ningúno que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres
o hijos por amor al reino de Dios dejará de recibir mucho más en este siglo y la vida
eterna en el venidero. Lc 18, 28-30.
SELECCIÓN DE TEXTOS

Generosidad de Dios con el hombre

2688 Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos
nosotros de recibir (SANTA TERESA, Vida, 19, 6).

2689 Dios no se deja nunca ganar en generosidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es


Cristo que pasa, 40).

2690 Los beneficios divinos son siempre completos y abundantes, no circunscritos a


un bien pequeño, sino rebosando abundancia (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val.
V, p. 21).

2691 Siempre da más de lo que le pedimos (SANTA TERESA, Camino de perfección,


37, 4).

2692 [...] su amor es grande. Si deseas prestarle, El está dispuesto. Si quieres


sembrar, El vende la semilla; si construir, El te está diciendo: edifica en mis solares.
¿Por qué corres tras los hombres, que nada pueden? Corre en pos de Dios,que por
cosas pequeñas te da otras que son grandes (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 76).

2693 Con esta parábola (del sembrador) quiso declarar el Señor que El habla a todos
con mucha generosidad. Porque así como el labrador no distingue la tierra que va
pisando con sus pies, sino que arroja natural e indistintamente su semilla, así el
Señor no distingue al pobre del rico, al sabio del ignorante, al tibio del fervoroso, al
valiente del cobarde (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

2694 Cuando tú más recibes, más se alegra El y más dispuesto está a seguir
dándote; Dios tiene por propia riqueza nuestra salvación. Y su gloria está en dar
copiosamente a cuantos le piden, que es lo que declaraba San Pablo, cuando decía:
Rico con todos y sobre todos los que le invocan (Ro». 10, 12) (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 22).

2695 Este Señor está sobre nuestros altares, como en un trono de amor y de
misericordia, para distribuirnos infinitas gracias (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO,
Visitas al Stmo. Sacramento).

Generosidad en la limosna. Ver nº. 3339-3347.

«Es mejor dar que recibir»

2696 Al decir de San Pablo, existe un mandamiento del Señor, que expresa así :
Porque lo ha afirmado él mismo—esto es, el Señor Jesús—: Es mejor dar que recibir.
La liberalidad del que da es mejor que la pasividad del que recibe (CASIANO,
Instituciones, 10, 19).

2697 Es bueno dar gloria a Dios, sin tomarse anticipos (mujer, hijos, honores...) de
esa gloria, de que gozaremos plenamente con El en la Vida...Además, El es
generoso... Da el ciento por uno: y esto es verdad hasta en los hijos.—Muchos se
privan de ellos por su gloria, y tienen miles de hijos de su espíritu.—Hijos, como
nosotros lo somos del Padre nuestro, que está en los cielos (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 779).

2698 Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude
el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERONIMO, en Catena
Aurea, val. 1, p. 392).

2699 La liberalidad de tu misericordia redunda en abundancia para tus graneros.


Mira, por tanto, que no salgas perdiendo por querer guardar para ti, antes procura
recolectar a largo plazo (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).

2700 Da al que te pida. Puede entenderse también esto del dinero y de la doctrina:
cuanto más se da, tanto más se multiplica (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, vol. 1,
p. 323).

El premio de la generosidad

2701Es tan agradecido, que un alzar de ojos con acordarnos de El no deja sin premio
(SANTA TERESA Camino de perfección, 23, 3).

2702Te duele que no te agradezcan aquel favor.—Respóndeme a estas dos


preguntas: ¿tan agradecido eres tu con Cristo Jesús?... ¿has sido capaz de hacer ese
favor, buscando el agradecimiento en la tierra? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
693).

2703 Ahora precisamente, hermano, Cristo está pasando hambre, se digna pasar
hambre y sed en todos los necesitados, y lo que recibe en la tierra es lo que
devolverá en el cielo (SAN CESAREO DE ARLÉS, Sermón 25, 1).

2704¡Que es muy buen pagador y paga muy sin tasa! (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 37, 3).

2705 Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta
vida, ningún deseo bueno (SANTA TERESA, Vida, 4, 7).

2706 El pide cosas insignificantes y promete en cambio grandes dones, tanto en este
mundo como en el futuro, a quienes le aman sinceramente (SAN GREGORIO
NACIANCENO, Disertación 7).

2707 Habéis oído en el Evangelio la recompensa de los siervos buenos y el castigo de


los malos siervos. Toda la culpa del siervo rechazado y tan duramente sancionado
reduciase a esto: no quiso dar. Guardó integro lo recibido; mas el Señor quería sus
intereses [...]. (SAN AGUSTÍN, Sermón'94).

2708 Aun en esta vida lo paga Su Majestad por unas vías que sólo quien goza de ello
lo entiende (SANTA TERESA, Vida, 4, 2).

Para ser generosos

2709 Observa de qué manera pide cosas sencillas de hacer, porque no dijo: estaba
en la cárcel y no me sacasteis, estaba enfermo y no me curasteis..., sino, no me
visitasteis y no vinisteis a mi casa. Además, cuando tiene hambre no pide una mesa
espléndida, sino la comida necesaria [...]. Observa además: 1) la facilidad en dar lo
que se pide (pues era pan); 2) la miseria del que pedía (pues era pobre); 3) la
compasión hacia la misma naturaleza (pues era hombre); 4) el deseo de alcanzar lo
que pedía (pues a cambio prometia el reino); 5) la dignidad del que recibía (pues era
Dios por medio de los pobres); 6) la superabundancia del honor (porque se dignó
recibir de mano de los hombres); 7) era justo dar (pues recibía de nosotros lo que es
suyo); pero los hombres muchas veces están ciegos ante estas cosas por la avaricia
(SAN JUAN CRISÓSTOMO en Catena Aurea, vol. lll, p. 246).

2710 ¿No serás por ventura como un expoliador, teniendo como tuyo lo que has
recibido para distribuir? Es el pan del hambriento el que tienes, el vestido del
desnudo el que conservas en tu guardarropa; es del descalzo el calzado que
amontonas y del necesitado la plata que escondes bajo la tierra. Cometes, pues,
tantas injusticias cuantas son las cosas que puedes dar (SAN BASILIO en Catena
Aurea, vol. Vl, p. 82).

2711 No hay cosecha, cuando no se está dispuesto a aceptar generosamente un


constante trabajo, que puede resultar largo y fatigoso: labrar la tierra, sembrar la
simiente, cuidar los campos, realizar la siega y la trilla... (J.ESCRIVA DE BALAGUER, Es
Cristo que pasa, 158).

Generosidad con Dios

2712 El Amor... ¡bien vale un amor! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 171).

2713 ¿Por qué, pues, sois perezosos para dar, cuando lo que dais al que yace en
tierra lo dais al que tiene su trono en el Cielo? (SAN GREGORJO MAGNO Hom. 40
sobre los Evang.)

2714 La razón, pues, por la que Dios desea que los hombres le sirvan es su bondad y
misericordia, por las que quiere beneficiar a los que perseveran en su servicio; pues
si Dios no necesita de nadie, el hombre, en cambio, necesita de la comunión con
Dios. En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer en el
servicio de Dios (SAN IRENEO Trat. contra las herejías, 4, 13).

2715 Y por esto los antiguos hombres debían consagrarle los diezmos de sus bienes;
pero nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la
totalidad de nuestros bienes, dándolos con libertad y alegría aun los de más valor,
pues lo que esperamos vale más que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo
nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del
Evangelio (SAN IRENEO Trat. contra las herejías, 4, 18).

2716 Hay un caso que nos debe doler sobre manera: el de aquellos cristianos que
podrían dar más y no se deciden; que podrían entregarse del todo, viviendo todas las
consecuencias de su vocación de hijos de Dios, pero se resisten a ser generosos. Nos
debe doler porque la gracia de la fe no se nos ha dado para que esté oculta, sino
para que brille ante los hombres (cfr. Mt 5, 15-16); porque, además, está en juego la
felicidad temporal y la eterna de quienes así obran. La vida cristiana es una maravilla
divina, con promesas inmediatas de satisfacción y de serenidad, pero a condición de
que sepamos apreciar el don de Dios (cfr. Jn 4,10), siendo generosos sin tasa (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 147).

Generosidad con los demás

2717 Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y
tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias
aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás,
obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras
sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio
saludable (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 3, 3940).

2718 Pero considerad, os ruego, aquí también la reverencia de Pedro para con el
Señor. Porque, teniendo en casa a su suegra enferma y con alta fiebre, no forzó a
que fuera a verla, sino que esperó a que El terminara toda su instrucción y a que
todos los otros fueran curados y sólo entonces, dentro ya de casa, le ruega por ella.
De esta manera aprendía Pedro, desde el principio, a poner los intereses de los otros
por delante de los suyos propios (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 27).

2719 Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido,
al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes
acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehúyes el
encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva.
Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre». En verdad eres pobre y
privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en
Dios, pobre en esperanza eterna (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad, 3, 6).

2720 Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los
necesitados, como dijo el mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo
quiere recibir en la tierra (SAN CEsAREo DE ARLÉS, Sermón 25, 1).

2721 Y no me refiero sólo a los ricos, sino también a los pobres, a los que viven
mendigando; no hay pobre, por muy pobre que sea, que no tenga dos céntimos que
dar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epfstola a los Hebreos 3, 2).

2722 Eres calculador.—No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que
puede: se da ella misma sin tasa (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 30).

2723 Con nuestros haberes, fruto de nuestro sudor y de nuestro trabajo, debemos
ayudar a los necesitados (CASIANO. Instituciones, 10, 18).

2724 Mas como nada les pusisteis en las manos (a quienes os necesitaban), nada
habéis hallado en Mí (SAN AGUSTÍN, Sermón 18).

Dar con alegría

2725 Debes demostrar que das con alegría y gusto; para esto no hace falta que esté
esperando una hora el que se dirige a ti, porque cuando el pobre espera, casi se
arrepiente de haber pedido. Un vaso de agua ofrecido con alegría y rapidez agrada
más que una garrafa de vino dada con poco agrado y a disgusto. (SAN BERNARDINO
DE SIENA, Sermón sobre la limosna).

2726 Ve un hombre a su prójimo que no tiene pan ni medios para procurarse el


alimento indispensable y, en vez de apresurarse a ofrecerle su ayuda para rescatarle
de la miseria, lo observa como quien observa una planta verde que se está
agostando lastimosamente por falta de agua. Y, sin embargo, este hombre abunda
en riquezas y podría ayudar a muchos con sus bienes. Lo mismo que el caudal de
una sola fuente puede regar una vasta extensión de terreno, así la abundancia de un
solo hogar puede librar de la miseria a un gran número de pobres, si no lo impiden la
tacañería y la avaricia del hombre, como acontece con una roca que cae en el arroyo
y desvia la corriente (SAN GREGORIO DE NISA, Sermón 1, sobre el amor a los
pobres).

2727 Da tu limosna con alegría. Que todo lo que hagas por amor de Dios sea con
alegría y no con fastidio. Porque está escrito: El espíritu abatido seca los huesos (Prov
17, 22). Lo cual significa que cuando el pobre viene a tu puerta y le das una limosna
gruñendo, tu mérito se ha esfumado aun antes de que franquee el umbral. La tienes
que convertir en alegre con tu corazón, tus palabras, tus obras. Cuando el mendigo
llega a tu casa y pide una limosna por amor de Dios, respóndele con agrado: «Sé
bienvenido». Así le testimonias que tu don va hecho con alegría por tus palabras, tu
corazón, tu aspecto simpático y tu rapidez. Una palabra junto con la limosna
consuela más de lo que crces (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón sobre la
limosna).

GRACIA

Citas de la Sagrada Escritura

1. Necesidad de la gracia.

No es que nosotros seamos capaces de pensar algo como de nosotros mismos, sino
que nuestra suficiencia viene de Dios. 2 Cor 3, 5.

Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar. Flp 2, 13.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... Sin mi nada podéis hacer. Jn 15, 5.

[...] por lo cual os hago saber que nadie, hablando en el espíritu de Dios, puede decir:
Anatema sea Jesús, y nadie puede decir: Jesús es el Señor, si no es en el Espíritu
Santo. 1 Cor 12, 3.

2. La gracia nos justifica

Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados, habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. / Cor
6, 11.

[...] renovaos en el espíritu de vuestra mente. EJ4, 23.

Respondio Jesús y le dijo: En verdad te digo que quien no naciere de arriba no podrá
entrar en el reino de Dios. Jn 3, 3.

3. La gracia nos hace partícipes de


la divina naturaleca

Y nos hizo merced de preciosos y sumos bienes prometidos, para que por ellos os
hagáis participes de la divina naturaleza, huyendo de la corrupción que por la
concupiscencia existe en el mundo. 2 Pdr 1 , 4.

4. La gracia nos hace hijos de Dios

Porque los que son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Que no
habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes habéis recibido al
espíritu de adopción, por el que clamamos: Abba ¡Padre! Rom 8, 14-15.

[...] y si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo,


supuesto que padezcamos con El para ser con El glorificados. Rom 8, 17.

5. La gracia nos hace amigos y hermanos de Cristo

Vosotros, dice el Señor, sois mis amigos si hacéis lo que os mando... Ya no os llamaré
siervos, sino amigos. Jn 15, 14-15.

A los que son santificados, Jesucristo no desdeñó llamarlos hermanos. Heb 11, 11.

Ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre. Jn 20, 17.

El es el primogénito entre muchos hermanos. Rom 8, 29.

6. Por la gracia samos templos de Dios

¿No sabeis que sois templos de Dios, y que el Espíritu Santo habita en vosotros? I Cor
3, 16.

[...] y estableceremos nuestra morada dentro de él. Jn 14, 23.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El alma en «estado de gracia»

2728 Nos dice San AGUSTÍN: «¿Queréis saber lo que vale vuestra alma? Id,
preguntádselo al demonio, él os lo dirá. El demonio tiene en tanto a nuestra alma
que, aunque viviésemos cuatro mil años, si después de esos cuatro mil años de
tentaciones nos ganase, tendría por muy bien empleado su trabajo» (SANTO CURA
DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2729 Ningúna lengua es suficiente para declarar la grandeza del amor que Jesús
tiene a cualquier alma que está en gracia (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al
Stmo. Sacramento,2).

2730 Si una vez en la vida tuviésemos la suerte de penetrarnos bien de la belleza y


del valor de nuestra alma, ¿no estariamos dispuestos, como Jesús, a sufrir todos los
sacrificios por conservarla? ¡Cuán hermosa, cuán preciosa es un alma a los ojos del
mismo Dios! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).
2731 La fe nos dice que el hombre, en estado de gracia, está endiosado. Somos
hombres y mujeres, no ángeles. Seres de carne y hueso, con corazón y con pasiones,
con tristezas y con alegrías. Pero la divinización redunda en todo el hombre como un
anticipo de la resurrección gloriosa (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
103).

2732 Este estado será el nuestro desde el momento en que, a pesar de vivir en la
carne, no obremos ya según la carne, porque hayamos empezado a militar en las
filas del Señor. Entonces podremos con toda verdad realizar aquella palabra de San
Pablo: Somos ya ciudadanos del cielo (Fil 3, 20) (CASIANO, Colaciones, 3, 7).

2733 Yo—dice el Señor—doy la muerte y la vida, para que estemos convencidos de


que estar muertos al pecado y vivos en el espíritu es un verdadero don de Dios (SAN
GREGORIO DE NISA Hom. 6, sobre el Eclesiastés).

2734 Dios mismo es la vida del alma, como el alma es la vida del cuerpo (SANTO
TOMÁS, Sobre el Cielo, 8, I.c.).

2735 ¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué
noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en si, cuántos tesoros, cuántos júbilos
y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas
y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y
tormentos, en vez de aventuras, para conseguir el tesoro inestimable de la gracia.
Esta es la mercancía y logro último de la paciencia. Nadie se quejarla de la cruz ni de
los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan para
repartirlos entre los hombres (SANTA ROSA DE L[MA, Escritos. Al médico Castillo, l.c.,
pp., 54-55).

2736 Puede decirse que, en lo espiritual, hay tanta distancia entre justos y
pecadores, como en lo material entre el cielo y la tierra (SAN ACUSTIN, Sobre el
Sermón de la Montella, 2, 17).

2737 Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para


esto: para revelarnos la verdad salvífica y para darnos la vida de la gracia.
Comprometeos a ser siempre partícipes de la vida divina injertada en nosotros por el
Bautismo. Vivir en gracia es dignidad suprema, es alegría inefable, es garantía de
paz, es ideal maravilloso y debe ser también preocupación lógica de quien se llama
discípulo de Cristo. Por tanto, Navidad significa la presencia de Cristo en el alma
mediante la gracia.Y si por debilidad de la naturaleza humana se ha perdido la vida
divina a causa del pecado grave, entonces Navidad debe significar el retorno a la
gracia mediante la Confesión sacramental, realizada con seriedad de arrepentimiento
y de propósitos. Jesús viene también para perdonar; el encuentro personal con Cristo
es una conversión, un nuevo nacimiento para asumir totalmente las
responsabilidades propias de hombre y de cristiano. (JUAN PABLO II, Roma. Hom. a
los universitarios, 18-XII-1979).

2738 Nuestra alma es algo tan grande, que sólo Dios la excede. Un día Dios permitió
a Santa Catalina ver un alma. La Santa hallóla tan hermosa que prorrumpió en estas
exclamaciones: «Dios mío, si la fe no me enseñase que existe un solo Dios, pensaría
que es una divinidad; ¡ya no me extraña, Dios mío, ya no me admira que hayáis
muerto por un alma tan bella! » (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2739 [...] para conocer el precio de nuestra alma, no tenemos más que considerar lo
que Jesucristo hizo por ella (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2740 Como el mismo Dios habita en el cuerpo de los justos, los cuerpos de los
pecadores se llaman sepulcros de muertos,porque el alma está en el cuerpo del
pecador y no puede creerse que viva, porque nada hace sobre el cuerpo que pueda
llamarse vivo y espiritual (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. I I I, p .
128).

Las gracias actuales

Toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da 2741 por el Padre, a través
del Hijo, en el Espíritu Santo (SAN ATANASIO, Carta 1, a Serapion).

2742 Uno de los grandes regalos que en esta vida hace Dios a un alma es darle
claramente a entender y sentir tan altamente de Dios, que entienda bien claro que
no se puede entender ni sentir del todo (SAN JUAN DELA CRUZ, Cántico espiritual, 7,
9)

2743 Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier


creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio
especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a
aquella persona así elegido, y que la adornan con profusión (SAN BERNARDINO DE
SIENA, Sermón 2, 7).

2744 El don de la gracia eleva al hombre para cosas que están por encima de su
naturaleza (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-3, q. 171, a. 2 ad 3).

2745 Mirad que lo puede todo y nosotras no podemos nada sino que El nos hace
poder (SANTA TERESA, Camino de perfección, 16, 10).

2746 El poder de la gracia es mayor que el de la naturaleza (SAN AMBROSIO, Trat.


sobre el misterio).

2747 El menor bien de gracia es superior a todo el bien natural del universo (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 113,a. 9)

2748 ¡Qué disparate huir de la luz para andar siempre tropezando! (SANTA TERESA,
Vida, 19, 5).

2749 (Y los ladrones desentierran y roban...). Ladrones son los herejes y los
demonios, que siempre están dispuestos a quitarnos las gracias espirituales
(RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. I, p. 385).

2750 Llama a la gracia agua viva (...), y también la llama agua que salta, para indicar
su poder y su fuerza. Para entender bien qué significa todo esto, hay que pensar en
la sabiduría de Esteban, en la palabra de Pedro, en el ímpetu de San Pablo. Nada
pudo contener o menguar su empuje: ni la cólera del pueblo, ni la violencia de los
tiranos, ni el ataque de los demonios, ni los asesinatos cotidianos. Como río
impetuoso pasaron sobre todo lo que tenían delante (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom.
sobre S. Juan, 51, 1).
Necesidad de la gracia para hacer el bien

2751 Si de una parte todos estos ejercicios son indispensables para la perfección, de
otra son de todo ineficaces para llegar a ella sin el concurso de la gracia (CAS1ANO,
Instituciones, 12, 14).

2752 Ningún pecado, en efecto, hace un hombre que no pueda hacerlo también otro
hombre, si quien hizo al ln,~nbrc no le tiene de su mano (SAN AGUSTÍN, Sermón 99).

2753 Así como no debemos confiar demasiado para que no parezca que ensalzamos
nuestro propio poder, tampoco debemos desconfiar, para no tratar de ineficaz la
ayuda que Dios nos presta (ORÍGENES, Trat. sobre el Evang. de S. Mateo, 33).

2754 Cada día y a todas horas nos es absolutamente necesario el auxilio de la gracia
(CASIANO, Colaciones, 3, 22).

2755 Ningúna aflicción corporal, ningúna contrición de corazón es digna de


conquistar la castidad del hombre interior. Ni es capaz—por el solo trabajo humano,
sin la ayuda de lo alto—de obtener esta sublime virtud de la pureza [...]: el obrar el
bien depende de la gracia de Dios (CASIANO, Instituciones, 12, 11).

2756 Es imposible conseguir la victoria contra cualquier pasión si no estamos


penetrados de esta idea madre: que nuestra industria y propio trabajo no pueden por
si solos obtener el triunfo sobre ella (CASIANO, Colaciones, 5, 13).

2757El principio de nuestra conversión y de nuestra fe, así como la paciencia en


sufrir, son dones de Dios. David, por su parte, abunda en idénticos sentimientos,
implorando de la misericordia de Dios dones semejantes: Confirma, oh Señor, lo que
has obrado en nosotros (Sa/ 62, 29). Muestra con ello que la gracia de Dios no ha
hecho bastante con habernos otorgado las primicias de nuestra salud; hace falta que
su misericordia vaya obrando cada día su plena eclosión mediante esa misma gracia
(CAIAANo, Colaciones, 3, 14).

2758 También la fortaleza con que resistimos a las tentaciones depende más de la
misericordia con que Dios las suaviza que de nuestra propia virtud (CASIANO,
Colaciones, 3, 17).

2759Cada gracia que se da a los hombres procede de una triple causa ordenada: de
Dios pasa a Cristo, de Cristo pasa a la Virgen, por la Virgen se nos da a nosotros (SAN
BERNARDO, Sermón 6 de la Natividad de la B. Virgen Maria).

Gracia.- "El cristiano no es obra de la humana persuasión, sino de la grandeza de la


gracia. (S. Ignacio, en la Epist. a los Rom., sent. 3, adic., Tric. T. 1, p. 339.)"

"Las gracias celestiales no se parecen a los beneficios de los hombres, pues estas no
tienen límites ni términos, y cuando no las detiene obstáculo alguno, corren sus
aguas con inundación por todas partes: sólo requieren que nuestro corazón esté
sediento y se abra para recibirlas, entonces lloverán a proporción de nuestra fe. (S.
Cipriano, Carta 1ª a Donato, sent. 1, Trie. T. 1, p. 295.)"

"Como una mujer conoce que está en cinta cuando advierte que se mueve el niño,
del mismo modo un cristiano verdadero siente que ha recibido el Espíritu Santo en el
Bautismo, por los movimientos secretos de su corazón, y por la impresión de una
alegría interior que experimenta principalmente en los días festivos, en el tiempo de
las solemnidades y en la recepción de¡ sagrado cuerpo y sangre de Jesucristo. (S.
Atanasio, ad antioch. Principent., sent. 10, Tric. T. 2, p. 173.)"

"El Espíritu Santo sopla en donde le place, cuando quiere y cuanto quiere. (S.
Gregorio Nacian., Orat, 44, sent. 53, Trie. T. 3, p. 361.)"

"Para inclinarse al mal, no necesita el hombre de asistencia alguna: porque el pecado


por si mismo, impele nuestra voluntad: mas para volverse a Dios, tiene la voluntad
necesidad de los divinos auxilios. (S. Gregorio de Nisa, Orat. 4, sent. 10, Tric. T. 4, p.
114.)"

"La razón puede moderar la concupiscencia, mas no quitarla del todo, no es el


espíritu dueño de las pasiones, sino gobernador que tiene el freno, y es moralmente
imposible que un hombre inclinado naturalmente a la ira no sienta movimientos de
este vicio; mas 'puede moderarlos y reprimirlos según lo que dice el Profeta:
"Irascimini, et nolite peccare". Permite lo que es propio en la naturaleza, y prohíbe lo
que ya es pecado. (S. Ambrosio, de Jacob,, et vit., beata, lib. ), ,,u-ni.. 19, Trie. T. 4, p.
316.)"

Para que los Santos no atribuyesen a sí mismos y a su propia virtud el bien que había
hecho en ellos la divina gracia, ha permitido Dios algunas veces que caigan en
alguna falta, para que reconozcan por su propia experiencia, que necesitan de la
asistencia divina, y se vean precisados a pedir que los gobíerne para llegar a, la
salvación. Por otra parte vemos que un San Pablo se gloria en sus flaquezas, porque
sabía que muchos Santos que confiaban en la excelencia de su virtud habían caído
sin volver en sí. (S. Ambrosio, Apolog. David, e. 2, sent. 29, Tric. T. 4, p. 319.)"

"Nosotros, Señor, cuanto mayores han sido nuestros pecados, más grandes bienes
espirituales hemos recibido; porque vuestra gracia nos ha hecho más felices que
nuestra inocencia. (S. Ambrosio, in Psalm., 37, sent. 49, Tric. T. 3, p. 323.)"

"Señor, vivificadme según vuestra misericordia. Necesitamos de una continua


misericordia de Dios, para que nuestra alma, mientras permanece en este cuerpo
mortal, reciba continua vida, y para que el justo pueda todos los días vivir para Dios y
morir, por consiguiente, al pecado. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 63, Tric. T. 4, p.
325.)"

"El santo rey David nos hizo ver en su persona. que ningúno debe confiar en su
propia virtud: porque todos tenemos a la. frente un enemigo muy poderoso, al que
no podemos resistir, si no nos sostiene la gracia de Dios. (S. Ambrosio, lib. 3, in c. 5,
sent. 78, Tric. 'F. 4, p. 329.)"

"No hay bueno sino lo que es verdaderamente honesto: y solamente se halla la


felicidad en el que está exento de pecado, lleno de inocencia y sujeto en todo a la
gracia y amistad de Dios. (S. Ambrosio, lib. 2, c. 3, sent. 130, Tric. T. 4, p. 340.)"

"Somos incapaces de caminar por nosotros mismos por la recta senda de la vida, de
recibir la palabra de Dios, y abrimos la entrada al reino de los cielos, el que desde el
tiempo de Juan Bautista se gana con violencia: si antes del último de nuestros días no
nos descargamos de todas las cosas que ocupan nuestra afición y cuidado, o si estas
nos detienen en el camino de este mundo, y después no combatimos esfuerzos de
nuestras buenas obras y santos deseos de llegar a Jesucristo y estar tan
estrechamente unidos a su amor, que jamás nos separemos, así como Jacob
abrazaba al Angel, hasta que como por fuerza le hayamos arrancado la divina
bendición. (S. Paulino, Ep. 24, ad Sever., sent. 2, Tric. T. 5, p. 329.)"

"Convertir al hombre es obra de Dios, porque El sólo puede restablecer lo que hizo.
(S. Paulino, Ep. 38, ad Apr., sent. 18, Tric. T. 5, p. 332.)"

"Cuando el Espíritu Santo bajó sobre los Apóstoles, se oyó un ruido de un viento
violentísimo y apareció en lenguas de fuego: si ahora no vemos las mismas señales,
recibimos, no obstante, las mismas gracias, figuradas en estas señales. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homil. 11, c. 3, sent. 40, Tric. T. 6, p. 307.)"

"No sólo tenemos necesidad del auxilio de Dios en los peligros que exceden a
nuestras fuerzas, sino también en aquellos que nos parecen que no son mayores y
que podremos resistir con el valor y constancia que debemos. (S. Juan CRISÓSTOMO,
serm. 62, in Paralyt., sent. 237, Tric. T. 6, p. 348.)"

"Cuando véis alguna acción honesta y útil que excede las leyes y fuerzas de la
naturaleza, debéis inferir que ha sido hecho con la virtud y la asistencia de Dios.
Ahora, pues, no hay duda que unos simples pescadores, oficiales de tienda de
campaña, los publicanos, los ígnorantes, los idiotas, fueron los que vencieron a los
oradores, a los sabios y filósofos, y aun los vencieron en poquísimo tiempo entre una
infinidad de peligros, a pesar de la resistencia de los reyes y pueblos, de la oposición
de la naturaleza, de la larga posesión, de la antigüedad, de la fuerza, de la
costumbre y la violencia de los demonios, que todo lo movieron por oponerse. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homl. 3, sent. 301, Tric. T. 6, p. 363.)"

"Dios distribuye la recompensa, no a proporción del buen éxito de nuestras empresas


buenas, sino según el espíritu y la intención con que obramos en ellas. (San Juan
CRISÓSTOMO,ibid., sent. 302, Tric. ibid., p.364.)"

"Así como necesitamos continuamente de la respiración, así tambíén tenemos


necesidad del auxilio de Dios; pero si queremos, fácilmente le podremos atraer. (San
Juan CRISÓSTOMO, Homl. 2, c. 1, Matth., sent. 3, adic., Trie. T. 6, p. 45 l.)"

"Aunque tan pobres y necesitados, llegad como el mendigo a la puerta de vuestro


Dios; llamad con instancia y no dudéis que os abrirán. (S. AGUSTÍN, Psalm. 39, sent.
56, Tric. T. 7, p. 459.)"

"Yo os he criado una vez, y ahora os crío de nuevo: yo os he formado y os reformo:


yo os he hecho y os vuelvo a hacer: si no fuisteis poderosos para haceros, ¿cómo lo
habéis de ser para reformaros? (S. AGUSTÍN, Psalm. 45, sent. 62, Tric. T. 7, p. 460.)"

"Cuando erais aún impíos o pecadores os buscó el Señor para redimiros: ¿cómo
después de haberos rescatado os había de abandonar para perderos? (S. AGUSTÍN,
Salm. 66, sent. 106, Tric. T. 7, p. 464.)"

"Nunca toméis consejo del hombre sin considerar principalmente al que ilumina al
hombre. (S. AGUSTÍN, Salm. 75, sent. 121, Tric. T. 7, p.466.)"

"El agua de la gracia entra en el valle de la humildad y no puede de~terierse en la


altura de la vanagloria. (S. AGUSTÍN, Salm. 77, sent. 122, Tric. ibid., ibid.)"

"Señor, considerad en mí vuestra obra, y no la mía, porque si miráis a lo que yo he


hecho, sin duda me condenaréis, pero mirando vuestra obra me salvaréis. (S.
AGUSTÍN, Salm. 134, sent. 162, Tric. T. 7, p.469.)"

"¿De qué me sirvo yo sin ti, sino de guía para el precipicio? (S. AGUSTÍN Conf., lib. 4,
c. 1, sent. 3, adic. Tric. T. 7, p. 480.)"

"Cuando Jesucristo está en nosotros, duerme, digámoslo así , la cruel ley de la carne
que está en nuestros miembros, y despierta y se aviva la piedad y amor de Dios;
amortigua las pasiones borrando las faltas en que hemos incurrido, y sanándonos
como a enfermos. (S. Cirilo Alejand., Comment. in Joan., p. 365, sent. 9, Tric. T. 8, p.
99.)"

"Por más que el alma atienda a dirigir las acciones exteriores, entre los mismos
cuidados y medidas que toma para sustentar y refrenar su carne, siempre tiene muy
cerca la tentación. ¿Quién habrá que de tal modo se guarde del deleite y del dolor
del cuerpo, que no llegue el alma a resentirse de lo que exteriormente lisonjea o
atormenta? Así el gozo como la tristeza son inseparables, todo en el hombre se
enciende con la ira y se disipa con el contento, y todo lo envenena la melancolía.
¿Quién podrá huir del pecado cuando una misma pasión afecta al alma que ruje y al
cuerpo que es gobernado? Con razón, dijo el Señor: El espíritu está pronto, pero la
carne está enferma. Mas para que no caigamos por desesperación en la torpe
desidia, nos promete Dios lo que es imposible al hombre, atendiendo a la flaqueza
propia, será posible con la virtud divina. No hay duda que es angosto y estrecho el
camino que guía a la vida, y ningúno daría un paso ni pondría los pies en él, si el
mismo Jesucristo, haciéndose camino, no abriese la difícil entrada; de tal suerte, que
el Autor del camino es la posibilidad del que le anda; porque el mismo Señor que nos
introduce al trabajo, nos lleva al descanso. En Aquel que es nuestra esperanza de la
vida eterna, está el modelo de nuestra paciencia: y si padecemos con El, reinaremos
en su compañía: porque como dijo el Apóstol: El que dice que vive en Cristo, debe
andar como El anduvo. De lo contrario, sólo tenemos la apariencia de una falsa
profesión, siempre que no seguimos los preceptos de aquel Señor de cuyo nombre
nos gloríamos. Sus preceptos no serían penosos, antes nos librarían de todos los
peligros, si solamente amásemos lo que nos manda amar. (S. León, Papa, Serm. 90,
c. 1, p. 35 1, sent. 69, Tric. T. 8, p. 400.)"

"Es verdad, como se explica la Escritura, que Dios hace que de algún modo escuchen
nuestros oídos el soplo de su ruido sordo, cuando secretamente se introduce en los
oídos de nuestra inteligencia por infinitos modos. Porque algunas veces toca nuestros
corazones con un sentimiento de amor, y otras con un movimiento de temor: algunas
veces representándonos la nada de los bienes presentes, eleva nuestros deseos al
amor de los eternos, y otras dándonos a sentir con anticipación el gusto de los bienes
eternos, nos inspira el desprecio de todo lo temporal. Algunas veces también nos
descubre nuestras mismas miserias y nos excita a compadecernos de las ajenas. (S.
Gregorio el Grande. -lib. 5, c. 29, p. 161-, sent. 10, Tric. T. 9, p. 233.)"

"Es preciso notar con todo cuidado estas palabras de la Escritura: Vos visitáis al
hombre desde la mañana, e inmediatamente le probáis. Porque así como Dios
perfeccióna nuestro corazón cuando se acerca a El, así también cuando se aleja le
deja expuesto a las tentaciones. A la verdad, si después de haber recibido de Dios
muchas gracias y virtudes no se padeciera tentación alguna, habría riesgo de
gloriarse de estos favores, como si por sí mismo los hubiera merecido; para que
cuando Dios nos da estos divinos dones, reconozcamos nuestra miseria y nuestro
poco poder. Inmediatamente que la gracia nos ha elevado a las cosas celestiales
visitándonos, se retira, al parecer, para que con una favorable experiencia
conozcamos lo que somos por nosotros mismos. (S. Gregorio el Grande, -lib. 8, c. 19,
p. 265-, sent. 36, Tric. T. 9, p. 242.)"
"Implorad en todas vuestras acciones el auxilio de Dios; atribuidlo todo a la gracia y a
la liberalidad de Dios, y nada a vuestros propios méritos; evitad la presunción y no
contéis con vuestra frágil virtud. (S. Anselmo, Exhort. ad contemptum temporahum,
sent. 25, Tric. T. 9, p. 345.)"

"No hay cosa tan dura que no ceda a otra que todavía sea más fuerte. (S. Bemardo,
4, de Com., sent. 4, Tric. T. 10, p. 322.)"

"El que corre sin la luz de la discreción, tropieza. (S. Bernardo, Serm. de Circumc.,
sent. 58, Tric. T. 10, p. 325.)"

"La privación de la gracia es argumento de la soberbia. (S. Bernardo, Serm. 54, in


Cant., seiil. 66, Trie. T. 10, p. 326.)"

"Siempre es agradable al hombre la luz; pero más al que sale de las tinieblas. (S.
Bernardo, Serm. 68, in Cant., sent. 70, Tríc. T. 10, p. 326.)"

"El día aclara lo que la noche oculta. (S. Bernardo, Serm. 75, in Cant., sent. 72, Tric.
T. 10, p. 326.)"

"Con mucho descanso nada aquél a quien le sostienen la cabeza. (Serm. 42, in Cant.,
n. 8, sent. 89, Tric. T. 10, p. 327.)"

"¡Oh Señor, que iluminas mi lámpara con la que veo, y me horrorizan mis tinieblas!
Dios mío, ilumina a mis propias tinieblas, para que vea y me alegre de que la caridad
esté en mi ordenada, sabiendo y amando lo que merece mi amor; y cuánto, y para
qué se ha de amar, no queriendo que me amen, sino en ti, y en cuanto debo ser
amado. (S. Bernardo, -Ep. 85, ad Will. Abbat. S. Theodor.--, sent. 16, Tric. T. 10,
p.350.)"

Herejes
"Los herejes se abstienen de la Eucaristía y de la oración por no confesar que la
Eucaristía es la carne del Salvador, nuestro Señor Jesucristo, que padeció por
nuestros pecados, la que el Padre suscitó con su benignidad. (S. Ignacio, cart. ad
Smym., sent. 8, Tric. t. 1, p. 34 l.)"

"Solemos prescribir contra los herejes, para decirlo en pocas palabras, porque son
posteriores a nosotros; pues cuanto la regla de la verdad es anterior, y ya pronunció
que había de haber herejías, tanto todas las doctrinas posteriores, sean las que
fueren, serán juzgadas por herejías, por ser de las que estaba anunciado en la regla
más antigua de la verdad, que habían de venir. (Tertuliano, lib. advers.,
Herrnógenem, sent. 22, adic. Tric. T. 1, p. 366.)"
"La herejía es asunto de la humana temeridad, y no puesto de la divina autoridad:
cuando viene, siempre quiere enmendar los evangelios. (Tertuliano, lib. 4, cont.
Marc., e. 4, sent. 29, adic. Tric. T. 1, p. 368.)"

"Las herejías o cismas no nacen de otro principio que el no obedecer a los príncipes
de la Iglesia, y reconocer que son los supremos jueces de la tierra, y Vicarios de
Jesucristo. Si todos los obedecieran, como el Señor lo tiene mandado, nadie se
opondría a las resoluciones del congreso de los Obispos, y después del juicio
de¡ mismo Dios, y los votos del pueblo fiel, no tendría valor para constituirse juez, no
tanto de un Obispo, como de Dios, a no ser que le arrebaten tan temerarios y
sacrílegos pensamientos, que entienda que los Obispos no se hacen por orden de
Dios. (S. Cipriano, carta 55 a Comelio, sent. 5, Tric. T. 1, p. 296.)"

"¿Qué es lo que se debe pensar de todo lo que no viene de la tradición de nuestros


padres, sino que ha sido inventado de poco acá?
Lo que dice el Apóstol en estas palabras: En los últimos tiempos vendrán unas
gentes, que alejándose de la verdadera fe, se llegarán a los espíritus del error. (S.
Atanasio, sent. 15, Tric. T. 2, p. 175.)"

"No quiero que ningúno, -sea el que fuere- sufra con paciencia y sin defenderse, que
le sospechen de herejía, porque no suceda que el disimulo y silencio pasen por
consentimiento en el espíritu de los que no conocen su inocencia. (S. Jerónimo, ad
Pammach., sent. 47, Tric. T. 5, p.247.)"

"Yo no miro con adversión al hereje, sino a la herejía: al error es al que aborrezco y
no al hombre que yerra, supuesto que procuro sacarle de su error. No declaro yo la
guerra a la criatura, que es obra de Dios, sino que trabajo por sanar un alma que el
demonio ha corrompido. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 78, de 5 Phoc., sent. 35, Tric.
T. 6, p. 306 y 307.)"

"¡Oh locura de los herejes! ¿Creéis conmigo lo que no véis y negáis lo mismo que
véis? Creéis como yo en Jesucristo, elevado sobre los cielos, siendo una cosa que no
vemos, y negáis que sea glorificado en su Iglesia por todo el mundo, siendo una cosa
que todos vemos. (S. AGUSTÍN, Salm. 54, sent. 80, Tric. T. 7, p. 462.)"

"Nos debemos abstener de los manjares, pero mucho más debemos ayunar de los
errores: el espíritu que no se entrega a las sensualidades de la carne, no debe ser
cautivo de la mentira. Así como en los tiempos anteriores, tampoco en nuestros días
faltan enemigos de la verdad que se atreven a mover guerras civiles entre los hijos
de la Iglesia Católica, y que induciendo a los ignorantes a consentir en sus impíos
dogmas, se glorían de aumentar sus compañeros con los miembros que separaron
del cuerpo de Jesucristo. (Serm. 5 1, c. 2, sent. 73, Tric. T. 8, p. 40 1* y 402.)"

"Con palabras de padre y con solicitud de hermano, os amonesto que no tengáis


sociedad en cuanto a su confesión con los enemigos de la fe católica, contrarios de la
Iglesia, con los que niegan la Encamación del Señor y repugnan al símbolo instituido
por los santos Apóstoles. (S. León, Papa, Serm. 96, cont. Eutich., sent. 78, Tric. T. 8,
p. 403.)"

"A los herejes no se les cojerá con las armas, sino con los argumentos. (S. Bernardo,
Serm. 64, in Cant., sent. 69, Tric. T. 10, p. 326.)"
Huída del pecado
"El que muere halla en la muerte el reposo y la libertad de sus miserias; pero el que
huye de la persecución, como siempre está en el susto y continuo temor de
encontrarse con sus enemigos, halla que la fuga es más penosa y molesta que la
misma muerte: por lo cual, los que mueren en la fuga, no mueren sin gloria, antes
bien, merecen la corona del martirio. (S. Atanasio, sent. 18, Tric. T. 2, p. 175.)"

"Los bienaventurados Padres que nos han precedido, no cedieron al temor en las
persecuciones, antes bien, mostraron en ella la fuerza de su valor, observando en
estas ocasiones una prudente conducta, ocultándose al principio en lugares
escondidos en donde tenían mucho que sufrir; pero se manifestaban después cuando
llegaba el tiempo de padecer la muerte, teniendo igualmente cuidado de no evitar
por cobardía el tiempo de morir, y de no prevenir el término prescrito por la divina
Providencia, temiendo que si se exponían con temeridad, podrían hacerse ellos
mismos reos y causa de su muerte. (S. Atanasio, sent. 19, Tric. T. 2, p. 175 y 176.)"

"La fuga de los Santos ha sido en muchas ocasiones muy útil a los pueblos fieles. Por
esta razón se ocultaron varias veces, para reservarse como prudentes y sabios
médicos para el tiempo en que podrían ser más útiles a los enfermos. (S. Atanasio,
sent. 20, Tric. T. 2, p. 176.)"

"Si alguna vez hubo Santos que se presentaron a los tiranos durante la persecución,
no debemos atribuir este movimiento a temeridad, sino creer lo que ellos mismos
decían, que el Espíritu Santo los impedía a descubrirse y a ofrecerse voluntariamente
al martirio. (S. Atanasio, sent. 21, Tric. T. 2, p. 176.)"

"Las cadenas y muertes son desconocidas en nuestra Iglesia. Jamás entregó Atanasio
a ningúno a los verdugos, y en cuanto ha estado de su parte, nunca ha llenado las
cárceles de delincuentes para que les den la muerte. Nuestros santuarios siempre
han estado puros e inocentes, en ningún tiempo se ha teñido con otra sangre que la
de Jesucristo que los ha santificado: jamás han servido para otros usos que para el
culto debido a este Salvador. (S. Atanasio, sent. 22, Tric. T. 2, p. 176.)"

"Se debe huir la persecución, pues ningúno hace bien en esperar a que otros pequen,
persiguiéndole injustamente. (S. Ambrosio, c. 12, sent. 100, Tric. T. 4, p. 333.)"

"Huir de la persecución, no es culpa del que huye, sino del que le persigue. (S.
Bernardo Ep. 1, sent. 14, Tric. T. 10, p. 323.)"

"Tertuliano después que cayó en los errores de los montanistas, quienes daban en el
exceso del rigorismo de la moral, escribió de intento un tratado para probar que no
es lícito huir para librarse de la persecución, ni redimirse con dinero. Claro está que
sus pruebas no pueden ser sólidas, y que en esta ocasión, siguió el ardor de un
genio, que propendía siempre a los extremos. Contradice expresamente a Jesjicristo,
que dijo a sus Apóstoles: Si os persiguieren en una ciudad, huíd a otra. (S. Matth., c.
10, v. 32, Bergier., T. 4, p. 648.)"

"San Clemente de Alejandría dice lo contrario: que el que no huye de la persecución,


y se expone a ella con temeraria osadía, o va por su gusto a presentarse a los jueces,
se hace cómplice del crimen que comete el que le condena: que si trata de irritarle,
es causa de los males que sucedan, como si se hubiese acercado a hacer halagos a
un animal feroz. (Strom., lib. 4, c. 10, Bergier., ibid., p. 469.)"

"Pero puede haber aún razones legítimas para los pastores para que huyan. A ellos
buscaban principalmente los perseguidores, y si desaparecían, muchas veces
dejaban en paz a los simples fieles. Así , San Policarpo, a solicitud de sus ovejas, se
ocultó algún tiempo a las pesquisas de sus perseguidores, lo cual vemos en las actas
de su martirio. S. Gregorio Taumaturgo se retiró al desierto durante la persecución de
Decio, para continuar consolando y alentando a su rebaño: esto no fue motivo para
que le acusasen y reprendiesen los demás Obispos: antes bien, todos ellos elogiaron
su conducta. Lo mismo hicieron S. Cipriano, S. Atanasio y otros. (Bergier., ibid., ibid.)"

"Una de las precauciones que mandan los autores ascéticos y directores de las
conciencias a sus penitentes, es el huir de las ocasiones que les fueron funestas, los
lugares, las personas, los objetos y los placeres a que tuvieron un afecto
desarreglado. Esto no es puro consejo, sino un deber indispensable, sin el cual un
pecador no puede lisonjearse de estar convertido. El corazón no está desasido del
pecado cuando aún conserva las causas de sus recaídas: y aunque no esté
absolutamente en su mano el no conservar hacia ellos su propensión, por lo menos
es dueño de si mismo para no buscarlas y alejarse de ellas. Un cristiano que tiene
experiencia de su propia debilidad debe temer hasta el menor peligro: las cosas que
para otros pueden ser inocentes, para él pueden no serlo. El Ecco., c. 3, v. 27, nos
advierte que el que ama el peligro perece en él. Jesucristo nos manda sacar el ojo y
cortar la mano que nos escandaliza, es decir, que nos induce al pecado. (S. Matth., c.
5, v. 29, Bergier., ibid., p. 648.)"

HUMILDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Mt 11, 29.

Cualquiera que se humillare como este niño, ése será mayor en el reino de los cielos.
Mt 18, 4.

Quien se ensalzare será humillado, y quien se humillare será ensalzado. Mt 23, 12.

Derribó del solio a los poderosos, y ensalzó a los humildes. Lc 1, 52.


Os conjuro por el Señor que os portéis de manera digna del estado que habéis sido
llamados, con toda humildad. Ef 4, 1-2.

Como escogidos que sois de Dios, revestíos de entrañas de compasión, de


benignidad, de humildad. Col 3, 12.

Humillaos en la presencia del Señor y El os ensalzará. Sant 4, 10.

Inspiraos todos recíprocamente la humildad, porque Dios resiste a los soberbios, pero
a los humildes les da su gracia. Humillaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios para
que os exalte al tiempo de su visita. I Pdr 5, 5-ó; Sant 4, 6.

Cuando seas invitado, ve y siéntate en el postrer lugar, para que, cuando venga el
que te invitó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces tendrás gran honor en
presencia de todos los comensales. Lc 14, 10.

Mi sacrificio, ¡oh Dios!, es un espíritu contrito. Un corazón contrito y humillado, ¡oh


Dios!, no lo desprecies. Sal 50, 19.

Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, quien, a pesar de tener la
forma de Dios, no reputó como botín el ser igual a Dios; antes se arionadó, tomando
la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y así , por el aspecto,
siendo reconocido como hombre, se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz [...]. Flp 2, 5-8.

[...] En pos de mi viene otro más fuerte que yo, cuyas sandalias no soy digno de
desatar. Mt 3, 11.

Y dijo: En verdad os digo, si no os volvierais y os hiciereis como niños, no entraréis en


el reino de los cielos. M~ 18, 3.

Detrás de la soberbia viene la deshonra, con la humildad llega la sabiduría. Prov 11,
2.

La oración del humilde traspasa las nubes, y no descansa hasta que llega (a su
destino) ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada [...]. Eclo 35, 21.

Cuanto más grande seas, humillate más, y hallarás gracia ante el Señor. Porque
grande es el poder del Señor, y es glorificado por los humildes. Eclo 3, 20.

Porque excelso es Yahvé y atiende al humilde, pero al altivo le conoce desde lejos.
Sal 137, 6.

Os digo que bajó éste (el publicano de la oración humilde) justifi

cado a su casa y no aquél. Porque el que se humilla será ensalzado. el que se ensalza
será humillado, y Lc 18, 14.

SELECCIÓN DE TEXTOS

La humildad dispone al alma para acercarse a Dios


2760 Dígase, pues, a los humildes, que al par que ellos se abajan, aumentan su
semejanza con Dios; y dígase a los soberbios que, al par que ellos se engríen,
descienden, a imitación del ángel apóstata (SAN GREGORIO MAGNO, Regla Pastoral,
3, 18).

2761 Cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la
perfección (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).

2762 En cualquier época, en cualquier situación humana, no existe más camino—


para vivir vida divina—que el de la humildad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 98).

2763 Todo valle será rellenado y todo monte y collado será abatido, porque los
humildes reciben los dones que rechazan de sus corazones los soberbios (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

2764 Solamente quien acepta los propios limites intelectuales y morales y se


reconoce necesitado de salvación puede abrirse a la fe, y en la fe encontrar en Cristo
a su Redentor (JUAN PABLO II, Hom. 21-1-1980).

2765 Si me preguntáis qué es lo más esencial en la religión y en la disciplina de


Jesucristo, os responderé: lo primero la humildad, lo segundo la humildad y lo tercero
la humildad (SAN AGUSTÍN, Epístola 118).

2766 La humildad dispone para acercarse libremente a los bie- oes espirituales y
divinos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 161, a. 5).

2767 La humildad, como virtud especial, considera principalmente la sujeción del


hombre a Dios, en cuyo honor se humilla sometiéndose incluso a otros (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 161, a. 1).

2768 La humildad dispone para acercarse sin ataduras a la consecución de los bienes
espirituales y divinos (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la virginidad, 51).

La humildad es «guardiana de todas las virtudes» y fundamento de la vida interior

2769 Porque la soberbia fue la raíz y la fuente de la maldad humana: contra ella pone
(el Señor) la humildad como firme cimiento, porque una vez colocada ésta debajo,
todas las demás virtudes se edificarán con solidez; pero si ésta no sirve de base, se
destruye cuanto se levanta por bueno que sea (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre
S. Mateo, 15).

2770 Ni como hombre ni como fiel cristiano el sacerdote es más que el seglar. Por
eso es muy conveniente que el sacerdote profese una profunda humildad, para
entender cómo en su caso también de modo especial se cumplen plenamente
aquellas palabras de San Pablo: ¿qué tienes que no hayas recibido? (I Cor 4, 7). Lo
recibido... ¡es Dios! Lo recibido es poder celebrar la Sagrada Eucaristía, la Santa Misa
—fin principal de la ordenación sacerdotal—, perdonar los pecados, administrar otros
Sacramentos y predicar con autoridad la Palabra de Dios, dirigiendo a los demás
fieles en las cosas que se refieren al Reino de los Cielos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-lV1973).
2771 Si no tenéis humildad, podéis decir que no tenéis nada (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la humildad).

2772 La humildad, maestra de todas las virtudes, es a la par, el fundamento


inconmovible del edificio sobrenatural, el don por antonomasia y la gracia más
excelsa del Salvador (CASIANO, Colaciones, 15, 7).

2773 Como este edificio todo va fundado en humildad, mientras más llegados a Dios,
más adelante ha de ir esta virtud, y si no va todo perdido (SANTA TERESA, Vida, 12,
2).

2774 No quieras ser como aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que
brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra.Ojalá seas como un
viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se
derrumbará la casa (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 590).

2775 Sólo a pasos de humildad se sube a lo alto de los cielos (SAN AGUSTÍN, Sermón
sobre la humildad y el temor de Dios).

2776 Poseyendo la humildad, tenemos también todas las demás (virtudes); pero, si
nos falta, nada valen todas las demás (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
humildad).

2777 (Es) madre y maestra de todas las virtudes (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia,
23, 23).

2778 Amad la humildad, que es fundamento y guarda de todas las virtudes (SAN
BERNARDO, Sermón 1, en la Natividad del Seflor).

2779 Nunca estaremos bastante convencidos de lo importante que es para los


cristianos, y especialmente para los sacerdotes, el esforzarse en practicar la
humildad y el arrojar del espíritu toda presunción, toda vanidad, todo orgullo. No hay
que ahorrar esfuerzo ni fatiga para salir airosos en una empresa tan santa; y como es
cosa que no se puede lograr sin la gracia de Dios, hay que pedirlo insistentemente,
sin cansarse nunca (J. PECC!—León Xlll—, Práctica de la humildad).

2780 La verdadera paciencia y tranquilidad de alma sólo puede adquirirse y


consolidarse con una profunda humildad de corazón. La virtud que mana de esta
fuente no tiene necesidad del retiro de una celda ni del refugio de la soledad. En
realidad, no le hace falta un apoyo exterior cuando está interiormente sostenida por
la humildad, que es su madre y guardiana. Por otra parte, si nos sentimos airados
cuando se nos provoca, es indicio de que los cimientos de la humildad no son
estables (CASiANO, Colaciones, 18, 13).

2781 Aun las buenas acciones carecen de valoT cuando no están sazonadas por la
virtud de la humildad. Las más grandes, practicadas con soberbia, en vez de
ensalzar, rebajan. El que acopia virtudes sin humildad arroja polvo al viento, y donde
parece que obra provechosamente, allí incurre en la más lastimosa ceguera. Por lo
tanto, hermanos míos, mantened en todas vuestras obras la humildad [...] (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 7 sobre los Evang.).

2782 Nada tengas por más excelente, nada por más amable que la humildad. Ella es
la que principalmente conserva las virtudes, una especie de guardiana de todas ellas.
Nada hay que nos haga más gratos a los hombres y a Dios como ser grandes por el
merecimiento de nuestra vida y hacernos pequeños por la humildad (SAN JERÓNIMO,
Epístola 148, 20).

2783 Nadie puede alcanzar santidad si no es a través de una verdadera


humildad.Cada uno debe dar pruebas de esta humildad, ante todo a sus hermanos.
Pero también debe tributarla a Dios, persuadido de que si El no le protege y ayuda en
cada instante, le es absolutamente imposible obtener la santidad a que aspira y
hacia la cual corre (CASIANO, Instituciones, 12, 23).

2784 Si por pereza dejas de poner los medios necesarios para alcanzar la humildad,
te sentirás pesaroso, inquieto, descontento y te harás la vida imposible a ti mismo y
quizá también a los demás y, lo que más importa, correrás gran peligro de perderte
eternamente; al menos se te cerrará la puerta de la perfección, ya que fuera de la
humildad no hay otra puerta por la que se pueda entrar (J. PECCI—León Xlll—,
Práctica de la humildad, 49).

2785 Si quieres ser grande, comienza por ser pequeño; si quieres construir un
edificio que llegue hasta el cielo, piensa primero en poner el fundamento de la
humildad. Cuanto mayor sea la mole que se trate de levantar y la altura del edificio,
tanto más hondo hay que cavar el cimiento. Y mientras el edificio que se construye
se eleva hacia lo alto, el que cava el cimiento se abaja hasta lo más profundo. El
edificio antes de subir se humilla, y su cúspide se erige después de la humillación
(SAN AGUSTÍN, Sermón 69).

2786 La fe no es propia de los soberbios, sino de los humildes (SAN AGUSTÍN, en


Catena Aurea, val. VI, p. 297).

2787 La guardiana de la virginidad es la caridad, pero el castillo de tal guardia es la


humildad (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la virginidad, 33, 51).

2788 Puedes salvarte sin la virginidad, pero no sin la humildad. Puede agradar la
humildad que llora la virginidad perdida; mas sin humildad (me atrevo a decirlo) ni
aun la virginidad de María hubiera agradado a Dios (SAN BERNARDO, Hom. sobre la
Virgen Madre, l, 5).

2789 Hermosa es la unión de la virginidad y de la humildad; y no poco agrada a Dios


aquella alma en quien la humildad engrandece a la virginidad y la virginidad adorna
a la humildad (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, l, 5).

2790La humildad es el fundamento de todas las demás virtudes. Quien desea servir
a Dios y salvar su alma, debe comenzar por practicar esta virtud en toda su
extensión. Sin dla nuestra devoción será como un montón de paja muy voluminoso
que habremos levantado, pero al primer embate de los vientos queda derribado y
deshecho. El demonio teme muy poco esas devociones que no están fundadas en la
humildad, pues sabe muy bien que podrá echarlas al traste cuando le plazca (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

2791 Si el orgullo es la fuente de toda clase de vicios (Eccli lO, 15), podemos también
afirmar que la humildad es la fuente y el fundamento de toda clase de virtudes (Prov
15, 33); es la puerta por la cual pasan las gracias que Dios nos otorga; ella es la que
sazona todos nuestros actos, comunicándoles tanto valor, y haciendo que resulten
tan agradables a Dios; finalmente, ella nos constituye dueños del corazón de Dios,
hasta hacer de El, por decirlo así , nuestro servidor; pues nunca ha podido Dios
resistir a un corazón humilde (I Pdr 5, 5) (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
orgullo).
2792 (San Juan Bautista) perseveró en la santidad porque se mantuvo humilde en su
corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Trat. sobre el Evang. de S. Lucas, 20, 5).

La humildad es la verdad

2793 Una vez estaba yo considerando por qué razón era Nuestro Señor tan amigo de
esta virtud de la humildad, y púsoseme delante, a mi parecer sin considerarlo, sino
de presto, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en
verdad (SANTA TERESA, Las Moradas, Vl, 10).

2794 Imitad el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice
que no es lo que ellos piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le
atribuyen.Si hubiera dicho: «Soy Cristo», con cuánta facilidad le hubieran creído, ya
que lo pensaban de él sin haberlo dicho. No lo dijo: reconoció lo que era, hizo ver la
diferencia entre Cristo y él, y se humilló.Vio dónde estaba la salvación, comprendió
que él era sólo una antorcha y temió ser apagado por el viento de la soberbia (SAN
AGUSTÍN, Sermón 293).

2795 El verdadero humilde siempre anda dudoso en virtudes propias, y muy


ordinariamente le parecen más ciertas y de más valor las que ve en sus prójimos
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 38, 9).

2796 La humildad no debe estar tanto en las palabras como en la mente; debemos
estar convencidos en nuestro interior de que somos nada y que nada valemos (SAN
JERÓNIMO, Coment. sobre la Epist. a los Efesios, 4).

2797 Concibe un profundo sentimiento de tu nada y hazlo crecer continuan.ente en


tu corazón a despecho del orgullo que te domina. Persuádete en lo más intimo de ti
mismo de que no hay en el mundo cosa más vana y ridícula que querer ser estimado
por dotes que has recibido en préstamo de la gratuita liberalidad del Creador (J.
PECCI—León Xlll—, Práctica de la humildad, 2).

2798 Nadie confíe en si mismo al hablar; nadie confíe en sus propias fuerzas al sufrir
la prueba, ya que, si hablamos con rectitud y prudencia, nuestra sabiduría proviene
de Dios, y si sufrimos los males con fortaleza, nuestra paciencia es también don suyo
(SAN AGUSTÍN,Sermón 276).

2799 Abre los ojos de tu alma, y considera que no tienes nada tuyo de que gloriarte.
Tuyo sólo tienes el pecado, la debilidad y la miseria; y, en cuanto a los dones de
naturaleza y de gracia que hay en ti, solamente a Dios, de quien los has recibido
como principio de tu ser, pertenece la gloria (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la
humildad, 1).

Humildad y propio conocimiento

2800 Y tened este cuidado: que en principio y fin de oración —por subida
contemplación que sea—siempre acabéis en propio conocimiento. Y si es de Dios,
aunque no queráis ni tengáis este aviso, lo haréis aún más veces, porque trae
consigo humildad y siempre deja con más luz para que entendamos lo poco que
somos (SANTA TERESA, Ca~nino de perfección, 39, 5)

2801 La humildad es una antorcha que presenta a la luz del día nuestras
imperfecciónes; no consiste, pues, en palabras ni en obras, sino en el conocimiento
de si mismo, gracias al cual descubrimos en nuestro ser un cúmulo de defectos que
el orgullo nos ocultaba hasta el presente (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
orgullo).

2802 (La humildad) tiene su norma en el conocimiento, haciendo que nadie se juzgue
superior a lo que realmente es (SAN TO TOMAS, Suma Teológ¿ca, 2-2, q. 161, a. 6).

2803 Al cristiano que bien se conozca todo debe inclinarle a ser humilde, y
especialmente estas tres cosas, a saber: la consideración de las grandezas de Dios,
el anonadamiento de Jesucristo, y nuestra propia miseria (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la humildad).

2804Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle es haciéndonos creer
que tenemos virtudes no las teniendo, que esto es pestilencia (SANTA TERESA,
Camino de perfección 38. 5).

Falsa humildad

2805 Déjense de algunos encogimientos que tienen algunas personas y piensan que
es humildad. Sí, que no está la humildad en que si el rey os hace alguna merced que
no la toméis, sino en tomarla y entender cuán sobrada os viene y holgaros con ella.
Donosa humildad que me tenga yo al emperador del cielo y de la tierra en mi casa,
que se viene a ella por hacerme merced y por holgarse conmigo, y que por humildad
no le quiera responder ni estarme con El ni tomar lo que me da, sino que le deje solo;
y que estándome diciendo y rogando que le pida, por humildad me quede pobre y
aun le deje ir, de que ve que no acabo de determinarme. No os cuidois, hijas, destas
humildades (SANTA TERESA, Camino de perfección, 28, 3).

2806 Ese celo apostólico, que Cristo ha puesto en nuestro corazón, no debe agotarse
—extinguirse—, por una falsa humildad. Si es verdad que arrestamos miserias
personales, también lo es que el Señor cuenta con nuestros errores. No escapa a su
mirada misericordiosa que los hombres somos criaturas con limitaciones, con
flaquezas, con imperfecciónes, inclinadas al pecado. Pero nos manda que luchemos,
que reconozcamos nuestros defectos; no para acobardarnos, sino para arrepentirnos
y fomentar el deseo de ser mejores (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 1
59).

2807 Si en la Comunión tu corazón está inflamado de amor divino, tu espíritu debe


estar penetrado de sentimientos de verdadera humildad. ¿Cómo no asombrarse al
considerar que un Dios infinitamente puro e infinitamente santo llegue a esos
extremos de amor por una miserable criatura como tú, y se te dé a Si mismo, en
alimento? Abísmate en las profundidades de tu indignidad [...]; pero que el
sentimiento de tu pobreza y de tu miseria no te lleve a cerrar tu corazón y a menguar
en nada esa santa confianza que debes tener en tan celestial banquete (J. PECCI —
León XIII—, Práctica de la humildad, 49).

Algunas cualidades de la humildad

2808 La humildad no inquieta ni desasosiega ni alborota el alma, por grande que sea,
sino viene con paz y regalo y sosiego. Aunque uno de veras ruin entienda que
merece estar en el infierno y se aflige y, a su parecer con justicia, todos le habian de
aborrecer y que no osa casi pedir misericordia, si esta pena es buena humildad y
viene en sí con una suavidad y contento que no querríamos vernos sin ella; no
alborota ni aprieta el alma, antes la dilata y hace hábil para servir más a Dios (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 39, 2).
2809 Verdad es que aquestas virtudes tienen tal propiedad que se esconden de
quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene alguna,
aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto que siempre anda procurando tenellas y
valas perfecciónando en si (SANTA TERESA, Camino de perfección, 10, 4).

2810 Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy pronto en
contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos
de llamarse sus siervos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 17, 6).

2811 Es propio de la humildad y de la responsabilidad cristiana no transmitir a


quienes nos sucedan nuestras propias opiniones, sino conservar lo que ha sido
recibido de nuestros mayores (SAN V!CENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 6).

2812 La verdadera humildad no muestra que lo es ni anda diciendo palabras


humildes, porque no sólo desea ocultar las otras virtudes, sino principalmente
ocultarse a si misma (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 5).

2813 Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay saña y
desdén muchas veces (Imitación de Cristo, 1, 7, 2).

2814 Conoceremos si un cristiano es bueno por el desprecio que haga de si mismo y


de sus obras, y por la buena opinión que en todo momento le merezcan los hechos o
los dichos del prójimo (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

2815 Si la obediencia no te da paz, es que eres soberbio (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,


Camino, n. 620).

2816 Que cada cual tenga a su amigo por más sabio y más santo que a si mismo,
estando plenamente convencido de que la verdadera y perfecta discreción se halla
más fácilmente en el juicio ajeno que en el propio (CASIANO, Colaciones, 16, 11).

2817 Mientras te sea posible, mantente en silencio y recogimiento; mas que esto no
sea con perjuicio del prójimo, y cuando tengas que hablar hazlo con contención, con
modestia y con sencillez. Y si sucediera que no te escuchan, por desprecio o por otra
causa, no des muestras de disgusto; acepta esta humillación y súfrela con
resignación y con ánimo tranquilo (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la humildad, 8).

2818 El verdadero humilde más quiere que otro diga que es miserable, que es nada,
que nada vale, que no decirlo él mismo; o, por lo menos, cuando sabe que lo dicen
así , no lo contradice, sino que de buena gana se conforma; porque como lo cree
firmemente, se alegra de que sigan su propia opinión (SAN FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, 3, 5).

2819 Hijo mio, atiende a la humildad, que es la virtud más sublime y la escalera para
subir a la cima de la santidad; porque los propósitos sólo se cumplen por humildad, y
las fatigas de muchos años por la soberbia quedan reducidas a la nada. El hombre
humilde es semejante a Dios, y lo lleva consigo en el templo de su pecho; el soberbio
es odioso a Dios, y se asemeja al demonio (SAN BASILIO, Admoniciones a sus hijos
espirituales).

2820 Aunque hayáis hecho grandes cosas, decid: somos siervos inútiles. En cambio,
la tendencia de todos nosotros es la contraria: ponerse en el escaparate. Humildes,
humildes: es la virtud cristiana que interesa a nosotros mismos (JUAN PABLO I, Aloc.
6-lX-1978).
2821 Un tipo de humildad es la humildad suficiente, otro la abundante Y otro la
superabundante. La suficiente consis te en someterse al que es superior a uno y no
imponerse al que es igual a uno; la abundante consiste en someterse al que es igual
a uno y no imponerse al que es menor; la superabundante consiste en someterse al
que es menor a uno mismo (SAN BERNARDO), Sentencias, n. 37).

Para crecer en esta virtud

2822 Un enfermo que desea vivamente la curación procura evitar todo lo que pueda
retrasarla; toma con temor aun los alimentos más inofensivos y casi a cada bocado
se para a pensar si le sentarán bien; también tú, si deseas de corazón curarte de la
funesta enfermedad de la soberbia, si verdaderamente anhelas adquirir esta preciosa
virtud, has de estar siempre en guardia para no decir o hacer lo que pueda
impedírtelo; por esto, es bueno que pienses siempre si lo que vas a hacer te lleva o
no a la humildad, para hacerlo inmediatamente o para rechazarlo con todas tus
fuerzas (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la humildad, 50).

2823 Conservad la verdadera humildad de corazón, que no con- siste en


demostraciones y palabras afectadas, sino en un abajamiento profundo del alma. Esa
humildad se mostrará con la paciencia, que será como una proyección de ella y como
la señal más evidente. Y esto no precisamente cuando os atribuyan crímenes que
nadie va a crcer, sino cuando os quedéis insensibles a las acusaciones arrogantes
que se os harán y soportéis con mansedumbre y ecuanimidad las iajurias que os
infieran (CASIANO Colaciones, 18, 11).

2824 Cuando se te presente la ocasión de prestar algún servicio bajo y abyecto al


prójimo, hazlo con alegría y con la humildad con que lo harías si fueras el siervo de
todos. De esta práctica sacarás tesoros inmensos de virtud y de gracia (J. PECCI —
León Xlll—, Práctica de la humildad, 32).

2825 A veces nos es muy provechoso para conservar la humil- dad que los otros
conozcan y reprendan nuestros defectos (Imitación de Cristo, 11, 2, 3).

2826 La frecuencia en la Confesión y en la Comunión te proporcionará la ayuda más


eficaz para perseverar en la práctica de la humildad (J. PECCI—León Xlll—, Práctica
de la humildad, 58).

2827 No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por
Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 594).

2828 Despreciar la comida y la bebida y la cama blanda, a muchos puede no


costarles gran trabajo. Pero soportar una injuria, sufrir un daño o una palabra
molesta, no es negocio de muchos, sino de pocos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 3,
sobre el sacerdocio).

2829 Si recibes algún favor extraordinario, júzgate indigno de él, y piensa que Dios te
lo ha concedido por su largueza y misericordia. No te complazcas vanamente
atribuyéndolo a tus méritos. Si no recibes ningún don señalado, no te muestres
descontento; considera que te queda mucho por hacer para merecerlo, y que Dios
tiene harta bondad y paciencia permitiendo que estés a sus pies; como el mendigo
que permanece durante horas enteras a la puerta del rico para alcanzar una pequeña
limosna que remedie su miseria (J. PECC!—León Xlll—, Práctica dela humildad, 44).

2830 Por medio de la piedad los santos se hacen humildes (SAN AGUSTÍN, Sobre el
Sermón de la Montaña, 1, 18).

2831 La Confesión, por la que revelamos a uno que es semejante a nosotros las
miserias más secretas y vergonzosas de nuestra alma, es el acto más sublime de
humildad que Jesucristo ha mandado a sus discípulos (J. PECCI —León Xlll—, Práctica
de la humildad, 58).

2832 No creas que vas a adquirir la humildad sin las prácticas que le son propias,
como son los actos de la mansedumbre, de paciencia, de obediencia, de
mortificación, de odio de ti mismo, de renuncia a tu propio juicio, a tus opiniones, de
arrepentimiento de tus pecados y de tantos otros; porque éstas son las armas que
destruirán en ti mismo el reino del amor propio [...] (J PECCI—León Xlll—, Práctica de
la humildad, 7).

2833 En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial si tocan en


mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar para detenerse en ello «si
soy más antigua en la Orden», «si he más años», «si he trabajado más», «si tratan
mejor a la otra». A estos pensamientos, si vinieren, es menester atajar con presteza,
porque si se detienen en ellos o los ponen en plática es pestilencia y dc donde nacen
grandes males (SANTA TERESA, Camino de perfección, 12, 4).

2834 Si te sobreviene alguna contradicción, bendice al Señor, que dispone las cosas
del mejor de los modos; piensa que la has merecido, que merecerias más todavía, y
que eres indigno de todo consuelo; podrás pedir con toda sencillez al Señor que te
libre de ella, si así le place; pídele que te dé fuerzas para sacar méritos de esa
contrariedad. En las cruces no busques los consuelos exteriores, especialmente si te
das cuenta de que Dios te las manda para humillarte y para debilitar tu orgullo y
presunción (J. Pecci~—León XIII—, Práctica de la humildad, 23).

2835 Todos los santos han abominado las dignidades, las alabanzas y los honores y,
por el gran desprecio que scntian por si mismos, no deseaban sino las humillaciones
y los oprobios. ¿Eres tú quizá más santo que ellos? (J. Pecci —León XIII—, Práclica de
la humildad, 52).

2836 Haz todas las cosas, por pequeñas que sean, con mucha atención y con el
máximo esmero y diligencia; porque el hacer las cosas con ligereza y precipitación es
señal de presunción; el verdadero humilde está siempre en guardia para no fallar aun
en las cosas más insignifcantes. Por la misma razón practica siempre los ejercicios de
piedad más corrientes y huye de las cosas extraordinarias que te sugiere tu
naturaleza; porque así como el orgulloso quiere singularizarse siempre, así el
humilde se complace en las cosas corrientes y ordinarias (J. Pecci-León XIII—,
Práctica de la humildad, 27).

2837 Si cometes alguna falta que es motivo para que te despre- cie quien la
presenció, siente un vivo dolor de haber ofendido a Dios y de haber dado un mal
ejemplo al prójimo, y acepta la deshonra como un medio que Dios te envia para
hacerte expiar tu pecado y para hacerte más humilde y virtuoso. Si, por el contrario,
el verte deshonrado te atormenta y te constrista, es que no eres verdaderamente
humilde y que estás todavía envenenado por la soberbia (J. PECC;—León Xlll—,
Práctica de la humildad, 36).

2838 No habiendo cosa más provechosa para el progreso espiritual que el ser
advertido de los propios defectos, es muy conveniente y necesario que los que te
hayan hecho alguna vez esta caridad se sientan estimulados por ti a hacértela en
cualquier ocasión. Después que hayas recibido con muestras de alegría y de
reconocimiento sus advertencias, imponte como un deber el seguirlas, no sólo por el
beneficio que reporta el corregirse, sino también para hacerles ver que no han sido
vanos sus desvelos y que tienes en mucho su benevolencia. El soberbio, aunque se
corrija, no quiere aparentar que ha seguido los consejos que le han dado, antes bien
los desprecia; el verdadero humilde tiene a honra someterse a todos por amor de
Dios, y observa los sabios consejos que recibe como venidos de Dios mismo,
cualquiera que sea el instrumento de que El se haya servido (J. PECCI—León Xlll—,
Práctica de la humilUad, 41).

Lai sabiduría propia del humilde

2839 Nuestra sabiduría y nuestra fuerza están precisamente en tener la convicción


de nuestra pequeñez, de nuestra nada delante de los ojos de Dios [...] (J. ESC R;VÁ
DF BAEAGUER, Amigos de Dios, 144).

2840 Esto de no fiarse del propio parecer nace de la humildad. Por ello el cap. 11 de
los Proverbios dice que donde hay humildad, hay sabiduría. Los soberbios, en
cambio, confian demasiado en si mismos (SAN ro TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1.
c., 142).

2841 La verdad huye del entendimiento que no encuentra humilde (SAN GRkcioRio
MACjNO, Hom. 18 sobre los Evang.).

2842 La humildad se requiere para entender (SANTO TOMÁS, Opusculo 40).

2843 Cuando uno se acerca con reverencia y corazón recto, consigue


abundantemente la revelación de las cosas más ocultas; pero el que no tiene estas
sanas disposiciones no es digno ni aun de oír las cosas que resultan fáciles para los
demás (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. IV, p. 99).

Humildad y olvido de uno mismo

2844 Sólo quien ama en verdad a Dios no se acuerda de si mismo (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

2845 Muchas veces os lo digo, hermanas, y ahora lo quiero dejar escrito aquí, porque
no se os olvide, que en esta casa —y aun en toda persona que quiera ser perfecta—
huya mil leguas de decir «razón tuve», «hiciéronme sinrazón», ~mo tuvo razón quien
esto hizo conmigo» ¡ De malas razones nos libre Dios! ¿Paréceos que habia razan
para que nuestro buen Jesús suPriese tantas injurias tan sin razón hechas? La que no
quiere sufrir cruz sino la que le dieren muy puesta en razan, no sé yo para qué está
en el monastcrio; tórnese al mundo, en el cual no le guardarán cstas razones (SAN rA
TkRESA, Camino de perfección, 13, 1).

2846 Así que si las cosas dichas no se atajan con diligencia, lo que hoy no parece
nada, por ventura mañana será pecado venial, y son de tan mala digestión, que si os
dejáis no quedará solo; es cosa muy mala para Congregaciones (Se refiere la Santa a
pequeños «puntos de honra», que si no se atajan van siempre a más) (SANTA TERE
SA, Camino de perfección, 13, 3).

2847 Gustan de los primeros puestos en los banquetes, y de los primeros puestos en
las sinagogas... (Mt 23, 6). Debe advertirse que no prohibe el que sean saludados en
la plaza, ocupen o se sienten en los primeros puestos aquellos a quienes se deben
estos respetos por razón de sus cargos o dignidades, pero si nos enseña que nos
guardemos como de unos malvados de aquellos que exigen injustamente de los
fieles todas estas cosas, tengan o no derecho a ellas (RABANO MAURO, en Catena
Aurea, vol M 11, pp. 105-106).

2848 No hay nadie más rico, ni más libre, ni más poderoso que aquel que sabe
dejarse a si y a toda cosa y ponerse en el más bajo logar (Imitación de Cristo, 11, 11,
5).

2849 La gloria del hombre es Dios (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3, 20).

2850 Aquella que le parece que es tenida en menos entre todas se tenga por más
dichosa y bienaventurada; y ansí lo es si lo lleva como debe llevar, que no le faltará
honra en esta vida ni en la otra (SANTA TERESA, Camino de perfección, 13, 3).

Humildad y eficacia

2851 Tú, sabio, renombrado, elocuente, poderoso: si no eres humilde, nada vales.
Corta, arranca ese «yo», que tienes en grado superlativo—Dios te ayudará—, y
entonces podrás comenzar a trabajar por Cristo, en el último lugar de su ejército de
apóstoles (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 602).

2852 Vemos que un árbol, cuanto más cargado de fruto se halla, más inclina hacia el
suelo sus ramas; así también nosotros, cuanto mayor sea el número de nuestras
buenas obras, más profundamente debemos humillarnos, reconociéndonos indignos
de que Dios se sirva de tan vil instrumento para hacer el bien. Solamente por la
humildad podemos reconocer a un buen cristiano (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre el orgullo).

2853 Sólo los débiles y pacientes pueden combatir los combates del Señor (CASIANO,
Colaciones, 7, 5).

2854 La humildad nos empujará a que llevemos a cabo grandes labores; pero a
condición de que no perdamos de vista la conciencia de nuestra poquedad [...] (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 106).

2855 [...] los humildes siempre son los instrumentos de Dios (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).
2856 Por eso os digo que os será quitado el reino y sera entregado a un pueblo que
rinda sus fratos (Mt 21, 43). La viña fue entregada a otro, como sucede con el don de
la gracia, que el soberbio menosprecia y el humilde recoge (RABANO
MAURO, en Catena Aurea, vol. lll, p. 48).

2857 El don de la gracia que desprecia el soberbio, enriquece al humilde (SAN BEDA,
en Catena Aurea, val. Vl, p. 377).

2858 Sola la humildad es la que puede algo, y ésta no es adquirida por el


entendimiento, sino con una clara verdad, que comprende en un momento [...] lo
muy nada que somos y lo muy mucho que es Dios (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 32, 13).

2859 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es


quien construye la casa [...]. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si
él no construye, en vano se cansan los albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en
esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los
dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos,
todos construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron,
construyeron otros; pero si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los
albañiles. (SAN AGUST-IN, Coment. sobre el salmo 126).

“EI Señor es custodio de los humildes»

2860 Si somos humildes, Dios no nos abandonará nunca. El humilla la altivez del
soberbio, pero salva a los humildes (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Amigos de Dios, 104).

2861 Verdad es que, sirviendo con humildad, al fin nos socorre el Señor en las
necesidades; mas si no hay de veras esta virtud, a cada paso—como dicen—os deja
el Señor. Y es grandisima merced suya, que es para que le tengáis y entendáis con
verdad que no tenemos nada que no lo recibimos (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 38, 7).

2862 Parece que al verdadero humilde no osará el demonio tentarle en cosas de


mayorías [...]. Si una es humilde gana más fortaleza en esta virtud y
aprovechamiento, si el demonio la tienta por ahí, porque está claro que ha de dar
vuelta sobre su vida y mirar lo que ha servido con lo que debe al Señor y la grandeza
que hizo en bajarse de Si para dejarnos ejemplo de humildad y mirar nuestros
pecados y adónde merezca estar por ellos; y con estas consideraciones sale el alma
tan gananciosa que no osa tornar (el demonio) otro día por no ir quebrada la cabeza
(SANTA TERESA Camino de perfección, 13, 6).

2863 Dios defiende y libra al humilde, y al humilde ama y consuela, al humilde se


inclina, y al humilde da grande gracia, y después de su abatimiento lo levanta a
honra. Al humilde descubre sus secretos, y le trae dulcemente a si y le convida. El
humilde, recibida la injuria y afrenta, está en mucha paz, porque está en Dios y no en
el mundo (Imitación de Cristo, 11, 2, 3).

2864 Refiérese en la vida de San Antonio que Dios le hizo ver el mundo sembrado de
lazos que el demonio tenia preparados para hacer caer a los hombres en pecado.
Quedó de ello tan sorprendido, que su cuerpo temblaba cual la hoja de un árbol, y
dirigiéndose a Dios, le dijo: «Señor, ¿quién podrá escapar de tantos lazos?». Y oyó
una voz que le dijo: «Antonio, el que sea humilde; pues Dios da a los humildes la
gracia necesaria para que puedan resistir a las tentaciones; mientras permite que el
demonio se divierta con los orgullosos, los cuales caerán en pecado en cuanto
sobrevenga la ocasión. Mas a las personas humildes el demonio no se atreve a
atacarlas» (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

2865 Humillémonos si alguna cosa buena hacemos; no nos llenen de orgullo nuestras
obras [...]. Por el contrario, acerca de los humildes dice Dios por boca del Salmista: El
Señor es custodio de los humildes (Ps 1 14, 6) (SAN GREGORIO MAC;NO, Hom. 28
sobre los Evang.).

2866 La infinita misericordia del Señor no tarda en acudir en socorro del que lo llama
desde la humildad. Y entonces actúa como quien es: como Dios Omnipotente.
Aunque haya muchos peligros, aunque el alma parezca acosada, aunque se
encuentre cercada por todas partes por los enemigos de su salvación, no perecerá. Y
esto no es sólo tradición de otros tiempos: sigue sucediendo ahora (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 104).

2867 Quien no quiere humillarse no puede tampoco ser salvado (SAN BEI)A, Coment.
sobre el Evang. de S. Lucas, 1).

«El humilde será ensalzado»

2868 Hay muchos que, siendo soberbios, se colocan en los últimos sitios, y por el
orgullo de su corazón les parece que se sientan a la cabeza de los demás; y también
hay muchos humildes que, aun cuando se sientan en los primeros puestos, están
convencidos en sus conciencias de que deben ocupar los últimos puestos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO en Catena Aurea, vol. III, p. 106).

2869 El humilde se mantiene alejado de los honores terrenos, y se tiene por el último
de los hombres; aunque exteriormente parezca poca cosa, es de gran valor ante
Dios. Y cuando ha hecho todo lo que el Señor le ha mandado, afirma no haber hecho
nada, y anda solicito por esconder todas las virtudes de su alma. Pero el Señor
divulga y descubre sus obras, da a conocer sus maravillosos hechos, le exalta y le
concede todo lo que le pide en su oración (SAN BAS;~IO, Admoniciones a sus hijos
espirituales).

2870 El que se ensalza será humillado y quien se humilla será ensalzado. Ni todo el
que se ensalza delante de los hombres es humillado, ni todos los que se humillan en
su presencia son ensalzados por ellos. Pero el que se engríe por su mérito, será
humillado por el Señor: y el que se humilla por sus beneficios, será ensalzado por El
(SAN Bru'A. en Catena Aurea, vol. Vl, p. 167).

2871 Así como todos los vicios conducen al infierno, especialmente la soberbia, así
todas las virtudes conducen al cielo, especialmente la humildad; por eso es muy
natural que sea ensalzado el que se humilla (SAN JUAN CRISOSTOMO), Hom. sobre S.
Mateo, 15).

Humildad y fisquezas

2872 No obstante, aunque tengamos conciencia de ser pecadores, no por eso


debemos privarnos de la comunión del Señor. Al contrario, tenemos que ir a recibirla
con más avidez, para encontrar en ella la santidad del alma y la pureza del espíritu.
Si bien tenemos que alimentar sentimientos de humildad y de fe, juzgándonos
indignos de gracia semejunte, y buscando únicamente el remedio para nuestras
heridas.Si esperamos a ser dignos no comulgaremos ni una vez al año (CASIANO,
Colaciones, 23, 21).

2873 En la oración la soberbia, con la ayuda de la gracia, puede transformarse en


humildad. Y brota la verdadera alegría en el alma, aun cuando notemos todavía el
barro en las alas, el lodo de la pobre miseria, que se está secando. Después, con la
mortificación, caerá ese barro y podremos volar muy altos, porque nos será favorable
el viento de la misericordia de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 249).

2874 Me limito a recomendar una virtud muy querida del Señor. Ha dicho: Aprended
de mi, que soy manso y humilde de corazón. Me expongo a decir un despropósito,
pero lo digo: el Señor ama tanto la humildad que, a veces, permite pecados graves.
¿Para qué? Para que aquellos que han cometido estos pecados, después,
arrepentidos, se mantengan humildes (JUAN PABLO I, Aloc. 6-IX-1978).

2875 Y, sepámoslo, nunca seremos vencidos más fácilmente por nuestro rival que
cuando le imitamos en la soberbia [...], ni le derribaremos con más empuje que
imitando la humildad de Nuestro Señor, ni le serán nunca nuestros golpes más
dolorosos y duros que cuando curemos nuestros pecados con la confesión y la
penitencia (SAN AGUSTÍN, Sermón 351, 6).

2876 (Y vino a El un leproso que, rogándole de rodillas, le decia: Si quieres puedes


limpiarme). Aquel hombre se arrodilla postrándose en tierra—lo que es señal de
humildad y de vergüenza—, para que cada uno se avergüence de las manchas de su
vida. Pero la vergüenza no ha de impedir la confesión: el leproso mostró la llaga y
pidió el remedio. Su confesión está llena de piedad y de fe. Si quieres, dice, puedes:
reconoció que el poder curarse estaba en manos del Señor (SAN BEDA, Coment.
sobre S. Marcos).

2877 La humildad saca al hombre del abismo de sus pecados (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 303).

2878 Cran sabiduría y perfección es sentir siempre bien y gran- des cosas de otros, y
tenerse y reputarse en nada. Si vieres a alguno pecar públicamente, o cometer cosas
graves, no te debes estimar por mejor: porque no sabes cuánto podrás tú perseverar
en el bien. Todos somos flacos; mas tú no tengas a alguno por más fFiaco que a ti
(Imitación de Cristo, 1, 2, 4).

2879 Cuando cayere, pues, tu corazón, levántate suavemente, humillándote mucho


en la presencia de Dios con el conocimiento de tu miseria, sin admirarte de tu caida;
pues, ¿qué extraño es que sea enferma la enfermedad, flaca la fFiaqueza y la miseria
miserable? Pero, sin embargo, detesta de todo corazón la ofensa que has hecho a
Dios y, llena de ánimo y de confianza en su misericordia, vuelve a emprender el
ejercicio de aquella virtud que has abandonado (SAN FRANCISCO DE SALES, Introduc.
a la vida devota, lll, 9).

2880 ¡Ay de mi, Señor! ¡Ten misericordia de mi! [...]. Yo no te oculto mis llagas. Tú
eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable (SAN
ACUSTIN, Confesiones, 1 O).

2881 Es propio de los justos, a causa de su humildad, desmentir diligentemente, y de


una a una, sus buenas obras narradas en presencia de los mismos; y es propio de los
poco rectos dar a entender—excusándose—que no tienen culpas, o que son leves y
pocas (ORI(¡ENES, en Catena Aurea, vol. l l l, p. 247).

2882 [...] en la vida interior se da un perpetuo comenzar y recomenzar, que impide


que, con soberbia, nos imaginemos ya perfectos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 75)

2883 Algunos hay guardados de grandes tentaciones, que son vencidos muy a
menudo de pequeñas para que se humillen y no confien en si en cosas grandes, ya
que son flacos en cosas tan chicas (Imilación de Cristo, 1, 13, 8).

Humildad y Caridad

2884 La morada de la caridad es la humildad (SAN AGUSTÍN, Sobre la virginidad, 51).

2885 No hay camino más excelente que el del amor, pero por él sólo pueden
transitar los humildes (SAN AGUSTÍN, Comeal. sobre el Salmo 141).

2886 Cuanto mayor parezca uno ser, tanto más debe humillarse y buscar no sólo su
propio interés, sino también el de los demás (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios,
46).

2887 Nunca anheles ser amado de manera singular. Puesto que el amor depende de
la voluntad, y la voluntad está inclinada hacia el bien por naturaleza, ser amado, y
ser amado como bueno, es una misma cosa; ahora bien, el afán de ser estimado por
encima de los demás es inconciliable con una sincera humildad (J. PECCI—León Xlll—,
Práctica de la humildad, 26).

2888 Estas dos virtudes, es decir, la humildad y la caridad, son tan indivisibles y tan
inseparables, que quien se establece en una de ellas de la otra forzosamente se
adueña, porque así como la humildad es una parte de la caridad, así la caridad es
una parte de la humildad. Si nos paramos a mirar las cosas que el Apóstol llamó
estériles sin el bien de la caridad, observamos que esas mismas son también
infructuosas si falta la verdadera humildad. Y en verdad, ¿qué fruto puede dar la
ciencia con la soberbia, o la fe con la gloria humana, o la ostentación con la limosna,
o el martirio con el orgullo? (SAN AMBROSIO, Epist. a Demetrio, 10).

2889 Reprende el Señor nuestra soberbia, porque no sabemos apreciar a los


hombres por los hombres; solamente apreciamos las cosas que los rodean, no vemos
su interior, y tampoco reconocemos en ellos el honor de Dios (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 28 sobre los Evang.).

2890 Lo mismo la humildad que la caridad tienden a derribar a la soberbia (SAN


AMBROSIO, Epist. a Demetrio, 10).

2891 El ser manso y humilde es la custodia de la caridad (SAN AGUSTÍN, Coment.


sobre la Epíst. a los Gálatas).
2892 Por consiguiente, si un hermano falta en alguna cosa y es necesario corregirle,
se le corregirá ciertamente. No obstante, hay que hacerlo de suerte que al querer
aplicar el remedio al doliente—cuya fiebre no es grave por ventura—, no caiga aquél,
por efecto de la ira, en la enfermedad más temible de la ceguera (CASIANO,
Instituciones, 8, 5).

2893 No prohibe el Señor la reprensión y corrección de las faltas de los demás, sino
el menosprecio y el olvido de los propios pecados, cuando se reprenden los del
prójimo. Conviene, pues, en primer lugar examinar con sumo cuidado nuestros
defectos, y entonces pasemos a reprender los de los demás (SAN JUAN CKLSOSrOMO,
en Catena Aurea, vol. 1, p.421).

2894Muestra siempre un gran respeto y reverencia a tus superiores, una gran estima
y cortesía a tus iguales y una gran caridad a los inferiores; persuádete de que el
obrar de otra manera sólo puede ser efecto de un espíritu dominado por la soberbia
(J. Pecci—León Xlll—, Práctica de la humildad, 11).

2895 |...] porque quien se ensalza y engríe por cosas transitorias, no sabe respetar
en el prójimo lo que es permanente y duradero (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 28
sobre los Evang.).

2896 El, aun siendo Dios y Señor, no se avergüenza de llamarse Padre nuestro, y
nosotros ¿nos cerraremos a los que son de nuestra misma condición? (SAN
GREGORIO NACIANCE NO, Disertación 14).

2897 La reprensión, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a los
soberbios (SAN CIRILO), en Catena Aurea, vol. Vl, p. 52).

La alegría está intimamente relacionada con la humildad

2898 No concedáis el menor crédito a los que presentan la virtud de la humildad


como apocamiento humano, o como una condena perpetua a la tristeza. Sentirse
barro, recompuesto con lañas, es fuente continua de alegría [...]. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 108).

2899 Vos, Señor, no dabais a mis oídos gozo, ni alegría, ni se alegraban mis huesos,
porque no eran humillados (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 4, 5).

2900 Si encontramos amarga la admirable suavidad del yugo del Señor, ¿no será
porque la corrompe la amargura de nuestra falta de correspondencia? Si la alegre
ligereza de la carga divina nos es tan pesada, ¿no será porque, llevados de una
orgullosa presunción, despreciamos a aquel que nos ayuda a llevarla? (CASIANO,
Colaciones, 24, 24).

2901 Mirad a Maria. Jamás criatura alguna se ha entregado con más humildad a los
designios de Dios. La humildad de la ancilla Domini (Lc 1, 38), de la esclava del
Señor, es el motivo de que la invoquemos como causa nostrae laetitiae, causa de
nuestra alegría. Eva, después de pecar queriendo en su locura igualarse a Dios, se
escondia del Señor y se avergonzaba: estaba triste. Maria, al confesarse esclava del
Señor, es hecha Madre del Verbo divino, y se llena de gozo. Que este júbilo suyo, de
Madre buena, se nos pegue a todos nosotros: que salgamos en esto a Ella—a Santa
Maria—, y así nos pareceremos más a Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 109).
Humildad y sencillez

2902 Me pesaba mucho de que me tuviesen en buena opinión como yo sabia lo


secreto de mi (SANTA TERESA, Vida, 7, 1).

2903 (La sencillez) inclina al hombre a callarse acerca de sus propias cualidades
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 109, a. 4).

2904 Tenga presente quien manda~ que la verdadera humildad es el mejor de los
ejercicios. Así como quien asiste a diversos heridos y se cuida de curarlos
quienesquiera que sean, no toma el mando para enorgullecerse, así mucho más el
que se encarga de curar las enfermedades de sus hermanos, como tendrá que dar
cuenta de cada uno de ellos, debe cuidar de andar muy solicito. Por ello, el mayor
hágase como el menor (SAN BASILIO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 444).

2905 Mientras se disponían los moradores de la ciudad para sa- lir a recibirle, El no
ignoraba lo que aún permanecía oculto en el fondo de sus corazones, y por eso se
presentó a ellos, no montado en carroza tirada por caballos enjaezados con frenos de
plata y guarniciones claveteadas de oro, sino sentado sobre humilde jumento,
puestas debajo las vestiduras de los Apóstoles, que no creo fuesen de las más
preciosas de aquella tierra [...] (SAN BERNARDO), Sermón para el Domingo de
Ramos, 2, 4).

2906 Se nos ha dado a conocer cómo debemos andar este ca-mino. Ama a Dios, que
te creó [...]; sé sencillo de corazón y rico en el espíritu [...]. No te ensalces a ti mismo,
sé humilde en todo; no te arrugues la gloria a ti mismo (Epist. deBernabé, 19, 1-3).

El ejemplo humilde de Jesús

2907 Otro motivo poderoso que debe impulsarte a practicar la hermosa virtud de la
humildad es el ejemplo de nuestro divino Salvador, al cual debes conformar toda tu
vida. El ha dicho en el santo Evangelio: Aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón (Mt 11, 29) (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la humildad, 51).

2908 El que no cabe en todo el mundo, se encerró en las entrañas de una Virgen
(SAN JUAN CRISOSTOMO. en Catena Aurea, val. I, p. 437).

2909 Cristo, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos (SAN AGUSTÍN,
Sermón 51).

2910 A cualquier alma que visita a Jesús en el Santísimo Sacramento le dice este
Señor [...]: Alma que me visitas, levántate de tus miserias, pues estoy aquí para
enriquecerte de gracias. Date prisa, llega a mí, no temas mi majestad, porque está
humillada en este Sacramento, para apartar de ti el miedo y darte toda confianza
(SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 8).

2911 ¿Te duele quedar rebajado por la humildad?, nos pregunta el Señor. Mírame a
Mi; considera los ejemplos que yo te he dado, y verás la grandeza de esta virtud
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 3X).

2912 Jesús, humilde, no quiso hacer nada por ostentación (TEOFILACTO, Coment.
sobre el Evang. de S. Marcos).

2913 Este divino Salvador ha vivido la humildad hasta el extremo de hacerse el


oprobio de la tierra, para abajar lo más elevado y curar la llaga de nuestro orgullo,
enseñándonos con su ejemplo el único camino que lleva al cielo. Esta es, para hablar
con propiedad, la lección más importante del Salvador: Aprended de mi, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis paz para vuestras almas (J. PECCI —León Xlll
—, Práctica de la humildad).

2914 Aprende, pues, ¡oh hombre!, y conoce a qué extremos llegó Dios por ti.
Aprende (en Belén) esa lección de humildad tan grande que te da un maestro sin
hablar todavía. En el paraíso tú tuviste tal honor que pudiste poner nombres a todos
los animales, y aquí tu Creador se ha hecho tan niño, que ni aun puede dar a la suya
el de madre. Tú, en aquel vastisimo lugar de ricos bosques, te perdiste
desobedeciendo. El se ha hecho hombre mortal en tan estrecha posada para buscar,
muriendo, al que estaba muerto. Tú, hombre, quisiste ser Dios y pereciste. El, Dios,
quiso ser hombre y te salvó. ¡Tanto pudo la soberbia humana que necesitó de la
humildad divina para curarse! (SAN AGUSTÍN, Sermón 183).

2915 Jesucristo, Señor Nuestro, con mucha frecuencia nos propone en su predicación
el ejemplo de su humildad: aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón (Mt
11, 29). Para que tú y yo sepamos que no hay otro camino, que sólo el conocimiento
sincero de nuestra nada encierra la fuerza de atraer hacia nosotros la divina gracia (J.
ESC RIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 97).

2916 El misterio de nuestra salvación, este misterio que el fundador del mundo ha
creído digno de ser pagado con su sangre, se ha realizado, desde el día de su
nacimiento físico hasta el fin de su Pasión, por una humildad largamente practicada
(SAN LEÓN MAGNO Sermón 72, en la Ascensión del Señor).

2917 (Jesús quiso bautizarse) para encarecernos con su humildad lo que a nosotros
era de necesidad (SAN AGUSTÍN , Sermón 51).

2918 La soberbia del diablo fue la causa de nuestra ruina, y el fundamento de


nuestra redención, la humildad de Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Regla Pastoral, 3,
18).

2919 Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: él, que era Dios, quiso
ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir (SANTO TONTÁS, Sobre el Credo, 6,
1. c.).

2920 Es de notar, en la genealogía del Salvador, que no se nombra a ningúna de las


mujeres santas, sino a las reprendidas en la Escritura, a fin de que borrase los
pecados de íodas, naciendo de pecadores, al que ha venido por los pecadores; de ahí
que entre aquellas se cite a Ruth, la moabita (SAN JERONIMO, en Catena Aurea, vol.
1, pp. 45-46).

2921 San Lucas prescindió de estas mujeres para presentar inmaculada la serie de la
estirpe sacerdotal; pero el motivo de San Mateo no es sin razón y justicia; puesto que
él anunció la genealogía de Cristo según la carne, tomaba sobre si los pecados de
todos, quedó sujeto a los ultrajes, sometido al sufrimiento, y no quiso que pudiera
decirse ajeno a su bondad el no rehusar la afrenta de un origen manchado, ni que su
Iglesia debiera avergonzarse de estar íormada de pecadores; y por último, para
bosquejar ya en sus antepasados el beneficio de la redención, y que nadie creyera
que la mancha de origen pueda ser impedimento para la virtud, ni se jáctase
insolente de la nobleza de su persona (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el Evang. de
S. Lucas, 3).

La humildad de la Virgen

2922 ¡Qué humildad, la de mi Madre Santa Maria!—No la veréis entre las palmas de
Jerusalén, ni—fuera de las primicias de Caná—a la hora de los grandes milagros. —
Pero no huye del desprecio del Gólgota: allí está, «juxta cruce» Jesu»—junto a la cruz
de Jesús—, su Madre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 507).

2923 «Esta hermosa virtud, dice San Bernardo, fue la causa de que el Padre Eterno
mirase a la Santísima Virgen con complacencia; y si la virginidad atrajo las miradas
divinas, su humildad fue la causa de que concibiese en su seno al Hijo de Dios. Si la
Santísima Virgen es la Reina de las vírgenes, es también la Reina de los humildes»
(Hom. 1. super Missus est. 5) (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

2924 Aun con haber merecido alumbrar al Hijo del Altísimo, era ella humildisima, y al
nombrarse no se antepone a su esposo, diciendo: «Yo y tu padre», sino: Tu padre y
yo. No tuvo en cuenta la dignidad de su seno, sino la jerarquía conyugal. La humildad
de Cristo, en efecto, no habia de ser para su madre una escuela de soberbia (SAN
AGUSTÍN, Sermón 51).

2925 Si quieres que Dios te conceda más fácilmente la humildad, toma por abogada
y protectora a la Santísima Virgen. S. Bernardo dice que «Maria se ha humillado
como ningúna otra criatura, y siendo la más grande de todas, se ha hecho la más
pequeña en el abismo profundisimo de su humildad» (J. PECCI—León XIII—, Práctica
de la humildad, 56).

2926 Y esta práctica (del pudor y de la modestia) será una lección viva y atrayente
enseñanza, que arrastre a las almas hacia la santidad. Pero habéis de hacerlo con la
humildad de Maria, que oye a todos como discípula y aprendiz de virtudes, aunque
era doctora consumada en la difícil ciencia de ellas (SAN AMBROSIO, Sobre las
vírgenes, 2, 9).

2927 He aquí, dice, la esclava del Señor. ¿Qué humildad es ésta tan alta que no se
deja vencer de las honras ni se engrandece en la gloria? Es escogida por Madre de
Dios y se da el nombre de esclava [...]. No es cosa grande ser humilde en el
abatimiento, pero es muy grande y muy rara ser humilde en el honor (SAN
BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 4, 9).

2928 María es, al mismo tiempo, una madre de misericordia y de ternura, a la que
nadie ha recurrido en vano; abandónate lleno de confianza en el seno materno,
pídele que te alcance esta virtud (de la humildad) que Ella tanto apreció; no tengas
miedo de no ser atendido, Maria la pedirá para ti de ese Dios que ensalza a los
humildes y reduce a la nada a los soberbios; y como Maria es omnipotente cerca de
su Hijo, será con toda seguridad oída (J. PECCI —León XIII—, Práctica de la humildad,
56).

Humildad.- "Uno de los sentimientos de la humildad es no observar los defectos de


los otros, no juzgarlos, pensar sólo en las faltas que cometemos y tenemos por
dignos de las eternas penas. (S. Atanasio, Quaest. 90, sent. 13, Trie. T. 2, p. 174.)"

"La humildad debe de ir acompañada con la constancia y fortaleza, y en la misma


condescendencia que debemos observar con los hombres, es necesario conservar
una santa libertad de hijos de Dios, que no permita asustarnos con las amenazas de
los grandes de la tierra, ni ceder a la voluntad de los malos, ni condescender por
cobardía a las cosas injustas que tal vez nos pueden pedir los príncipes, no
lisonjeando los vicios de los otros, por una flaqueza que llegue a herir nuestra
conciencia. (S. Hilario, in Psalm. 14, sent. 25, Tric. T. 2, p. 263 y 264.)"

"La gloria de los cristianos es la humildad del corazón, la pobreza espiritual, la


obediencia, la penitencia, la penitencia acompañada con lágrimas, la mansedumbre
y la paz. (S. Efren., de Amor Paup., sent. 6, Tric. T. 3, p. 78.)"

"Cuando sentís que las presentes gracias que Dios os hace os causan algún
movimiento de soberbia, traed a la memoria vuestros pecados, y se os pasará esta
hinchazón del corazón. (S. Basilio, Homl. de humil., sent. 20, Tric. T. 3, p. 194.)"

"El consejo que se recibe de un amigo es una cosa sagrada, es una señal de unión de
voluntades, es fruto de la amistad y señal de humildad; como al contrario, es un
orgullo insoportable prevenir que no se necesita consejo, o imaginarse que está en
nuestra cabeza la resolución de todas las cosas que debemos hacer. (S. Basilio, Isai.
Prof., c. 2, sent. 3 1, Tric. T. 3, p. 196.)"

"Cuando Dios hubo criado todas las especies de bestias, todavía no descansó; su
descanso se verificó cuando había hecho al hombre a su imagen y semejanza; mas
oye en donde dice en otra parte que gusta de descansar: en aquel, dice que es
humilde y pacífico, y que atiende con temor y respeto a sus palabras. Sed, pues,
humildes y pacíficos para que Dios descanse en vuestro corazón. (S. Ambrosio, lib. 6,
c. 8, n. 48, sent. 6, Tric. T. 4, p. 313 y 314.)"

"Considerad bien el consejo de Dios. No quiso escoger para la publicación del


Evangelio a los sabios, a los ricos, ni a los nobles, sino a los simples pescadores y
publicanos, para que no se creyese que los fieles habían sido persuadidos con la
ciencia, ganados con las riquezas, o atraídos del poder y autoridad: y para manifestar
a toda la tierra, que tan grandes progresos no se debían a los razonamientos de la
elocuencia, sino a la fuerza de la verdad. (S. Ambrosio, lib. 5, c. 6, sent. 84, Tric. T. 4,
p. 330.)"

"Los pecadores humildes entran con más facilidad por la estrecha puerta que lleva a
la vida -la que tantos buscan y pocos hallan-, que los justos que son soberbios. (S.
Paulino, Ep. 29, ad Sever., sent. 9, Trie. T. 5, p. 33 l.)"

"Todas las oraciónes, ayunos, obras de misericordia, la castidad, y por último, las
virtudes todas, perecerán algún día y se destruirán si no van fundadas sobre la
humildad; porque así como la soberbia es la fuente de todos los vicios, la humildad
es el manantial de todas las virtudes. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homil. 15, sent. 43, Tric.
T. 6, p. 308.)"

"Hace Jesucristo de las Bienaventuranzas, como una cadena divina, y la primera, es


como un escalón para subir a la segunda; porque la humildad del corazón va sin
repugnancia a llorar sus pecados. El que llora sus pecados, será como por un efecto
necesario, benigno, justo y misericordioso. El que esté lleno de benignidad, justicia y
misericordia, tendrá puro el corazón. El que tenga puro el corazón, será sin duda
pacífico; y el que posea todas estas virtudes, no temerá los peligros, ni se turbará
con cuantas calamidades carguen sobre él. (S. Juan CRISÓSTOMO, ibid., sent. 44,
Tric. ibid., ibid.)"
"No hay absolutamente virtud, si la humildad no la acompaña. El que hubiere
sentado este fundamento, podrá levantar a la altura que quiera el edificio de la
piedad. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 35, in Genes., sent. 103, Tric. T. 6, p. 318.)"

"¿En quién pondré yo mis ojos, sino en aquel que es humilde? En toda la Escritura se
ve, que la humildad sirve de alas a la oración: porque Dios está muy cerca de los
corazones contritos y humillados. (S. Juan CRISÓSTOMO, in Psalm. 9, sent. 126, Tric.
T. 6, p. 323.)"

"El fundamento de la filosofía cristiana, es la humildad. Levantad cuanto queráis un


edificio espiritual, todo compuesto de limosnas, oraciónes, ayunos y de todas las
demás virtudes, si no habéis primero sentado el fundamento de la humildad, todo
será inútil, y el edificio edificado sobre arena movediza, presto se arruinará. No hay
obra buena que no necesite el apoyo de esta virtud: ningúna sin ella puede subsistir.
Alabadme cuanto queráis la continencia, la virginidad, el desprecio de las riquezas y
las demás virtudes: sin la humildad todo esto es impuro, profano y abominable en la
presencia de Dios. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 211, Tric. T. 6, p. 342.)"

"Dios no ama tanto a los hombres porque guardan la castidad, practican el ayuno,
desprecian las riquezas y gustan de hacer limosna, como por la mansedumbre,
humildad y arreglo de costumbres. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 219, Tric. T. 6, p.
344.)"

"Si nos faltara la humildad, aun cuando practicáramos todas las virtudes, seríamos
semejantes al que hubiera edificado una casa sobre arena movediza. Cuando yo digo
humildad, no hablo de la que sólo consiste en las palabras y la lengua, sino de la que
está en el espíritu, en el corazón, en la conciencia, cuya sinceridad sólo Dios puede
conocer. (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 221, Tric. T. 6, p. 344.)"

"Un hombre afable, no solamente es manso y humilde para sí mismo, sino también
agradable y útil para los otros; pero el hombre colérico, es malo para sí y pernicioso
para los demás: porque no hay cosa más desagradable, penosa y molesta para todo
el mundo, que una persona fácil a la ira; por el contrario, nada agrada tanto como un
hombre que jamás se enoja. (San Juan CRISÓSTOMO, Homl. 6, c. 2, sent. 264, Tric. T.
6, p. 355.)"

"No hay cosa que pueda compararse con la virtud de la humildad, ésta es la madre,
la raíz, el ama que da el pecho, el apoyo y lazo de todos los bienes. Sin ella no
seríamos más que unos hombres impuros, abominables y malvados. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 30, c. 14, sent. 274, Tric. T. 6, p. 357.)"

"Dice S. Pablo, que debemos portamos con toda humildad; fue decirnos, que no nos
hemos de contentar con manifestarla en las palabras y acciones, sino también en
nuestros sentidos, ademanes y aun hasta en el tono de la voz: no hemos de ser
humildes con unos y arrogantes con otros, sino humildes con todos, con los amigos y
con los enemigos, con los grandes y con los pequeños: la verdadera humildad es lo
que nos inclina a abatimos en las mayores acciones. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 9,
c. 6, ad Ephes., sent. 339, Tric. T. 6, p. 374.)"

"Hay mucha diferencia entre la bajeza y la humildad, porque la bajeza nos inclina
muchas veces a condescendencias y lisonjas indignas. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl.
5, ad Philip., sent. 35 1, Trie. T. 6, p. 377.)"

"Ningúno consigue la salud sin la humildad; pues si alguno ayunare, si orare, si diese
a los pobres su hacienda: estas cosas y otras semejantes no son útiles sin la
humildad; por el contrario, cuando esta virtud las sazona, todas se llenan de gracia.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Hom]. 32, sent. 5, adic. Tric. T. 6, p. 452.)"

"Cuando mi alma se turba, no tiene otro remedio que la humildad para no presumir
de sus fuerzas: se confunde y abate esperando que la levante Dios: nada bueno se
atribuye a sí mismo el que quiera recibir de Dios lo que necesita. (S. AGUSTÍN, Psalm.
39, sent. 57, Tric. T. 7, p. 459.)"

"Siempre seremos grandes en la presencia de Dios, si permanecemos pequeños y


humillados delante de sus ojos. (S. AGUSTÍN, Salm. 62, sent. 96, Tric. T. 7, p. 463.)"

"Para damos un ejemplo de humildad y paciencia, y para borrar con su sangre la


obligación de nuestros pecados, quiso Jesucristo padecer la muerte, y al mismo
tiempo nos enseñó a no temer la temporal, sino la eterna, de la cual nos libró el
Señor, con lo que El sufrió temporalmente. (S. AGUSTÍN, Salm. 67, sent. 108, Tric. T.
7, p. 464.)"

"Vuestra prudencia sea siempre sin orgullo, y vuestra humildad esté siempre
acompañada de prudencia. (S. AGUSTÍN, Salm. 112, sent. 153, Tric. T. 7, p. 468.)"

"No dice el Señor: Aprended de mí a fabricar el mundo, o a resucitar los muertos,


sino que soy manso y humilde de corazón... ¿Tan grande cosa es, oh Señor, el ser
humilde y pequeño, que si vos que sois tan grande no lo hubierais practicado, no se
pudiera aprender? (S. AGUSTÍN, de Sanet. Virg., e. 35, sent. 29, adie. Trie. T. 7, p.
487.)"

"Sed humildes y fundados en la humildad, humillaos, haceos pequeños, muy


pequeños, los menores y los últimos de todos: no os miréis con preferencia a nadie,
ni penséis que sois superiores a ningúno, sea el que fuere: mirad a todos los demás
como que os exceden en mucho, y pensad que sois los más viles y despreciables;
poneos debajo de los pies de todos, aun cuando verdaderamente fueseis los mayores
y los más dignos de la honra; tened un corazón manso y humilde y colocaos en la
clase más baja, porque cuanto más humildes hubiereis sido y más pequeños a
vuestros propios ojos, tanto más elevados os veréis en la gloria. (S. Anselmo, Exhort.
ad contemptum temporalium, sent. 8, Tric. T. 9, p. 340.)"

"Sed a vuestros ojos viles y despreciables; contentaos con que os menosprecien: sed
para vosotros un objeto fastidioso y despreciado. El que en un principio se abate, es
grande en la presencia de Dios, y el que seriamente se tiene por despreciable, ya ha
hallado el verdadero secreto de agradar a los ojos del Supremo Monarca: sed
pequeños en vuestra consideración para ser grandes a los ojos de aquel Juez
incorruptible, que es el único que decide del verdadero mérito sin poder engañarse.
Cuando los hombres hagan menos caso de vosotros, tanto más os estimará Aquél
que da el verdadero precio a las cosas. (S. Anselmo, Exhort. ad comtemptum.
tempor., sent. 10, Tric. T. 9, p, 341.)"

"No es cosa grande ser humilde entre los desprecios, pero es rara virtud una
humildad entre las honras. (S. Bemardo, Homl. 4, sup. Miss., sent. 10, Tric. T. 10, p.
322.)"

"Que no se desvanezca el que está colocado en alto, es difícil. (S. Bernardo, Trae. de
Offic. Ep., e. 17, sent. 40, Tric. T. 10, p. 324.)"
"Para conservar la humildad, suele ordenar la piedad divina, que el que más
aprovecha piense que adelanta menos. (S. Bernardo, Serm. 75, sent. 157, Tric. T. 10,
p. 331.)"

"Gloriosa es la humildad, pues la misma soberbia se cubre de ella con su capa para
verse honrada. (S. Bernardo, Trae. de Grad. hum., n. 6, sent. 160, Tric. T. 10, p. 3 3
l.)"

"La humillación es el camino para la humildad, así como la paciencia lo es para la


paz, y la lectura para la ciencia. Si deseas la virtud de la humildad, no huyas del
camino de la humillación: porque si no puedes ser humillado, no podrás ser
ensalzado a la humildad. (S. Bernardo, Epist. 87, ad Oger. Canon. Reg.,, ad Oger.
Canon. Reg., sent. 18, adic. Tric. T. 10, p. 351.)"

IGLESIA

Citas de la Sagrada Escritura

1. I a Iglesia, Jundada por Jesucristo

Jcsucristo fundó una sociedad con docc Apóstoles escogidos entre sus discípulos: Mt
10, 1-4; Mc 3, 13-19; Lc 6, 13-16.

Les dio potestad para prcdicar con autoridad: M' 28, 18-19; Mc 16, 15-2().

Comunicó la potestad de perdonar los pecados: Jn 20, 21-23.

Nombró a San Pedro Pastor supren1o de esta sociedad: .In 21, 15-17.

Les prometió que les enviaria al Espíritu Santo: Lc 24, 49; Jn 14, 16-17.

Prometió su perpetua asistencia a los Apóstoles y sus sucesores: Mt 28, 20.

Jesús pide a su Padre la unidad para su Iglesia: Jn 17, 21-23.

Jesucristo fundó una sola Iglesia sobre una sola piedra: Mt 16, 18-19.

Quicre un solo rebaño y un solo pastor: Jn 10, 16.

San Pablo pide, cn nombre de .Iesucristo, que no haya divisiones entre los fieles: I
Cor 1, 10.
Todos hemos sido bautizados cn un mismo cspiritu para formar un solo cucrpo, ya
sean judíos o griegos, esclavos o libres. I Cor 12, 13.

San Pablo deticnde con energía la unidad de la te: 2 Cor 11, 46; Co/ 1, 6-10.

No hay más que un solo cuerpo y un solo espíritu, así como también hemos sido
llamados por nuestra vocación a una misma esperanza. No hay más que un Señor,
una tc, un bautismo. Efes 3, 3 -6.

Celo de San Pablo por la unidad de la fe: Col 2, 1-5; I Tin' I, 3.

San Pablo exhorta a Timoteo a que guarde puro e intacto el depósito de la fc: I Tim 1,
3.

2. Santidad de la Iglesia

Jesucristo pide a su Padre que santifique a los suyos: Jn 17, 17.

Dios nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales [...] para
ser santos.Efes 1, 3-4.

La Iglesia es santa e inmaculada: Efes 5, 27.,

Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla: Efes 5, 25-26.

Se dio a si mismo por nosotros, para redimirnos de todo pecado: Tit 2, 14.

3. Catolicidad

Cristo vino a iluminar a todos los pueblos: Lc 2, 31-32.

Mandó predicar el Evangelio a todas las gentes: Mt 28, 19, Mc 16, 15-20; Lc 24, 47;
Hech 1 8.

El Evangelio será predicado a todas las naciones antes del fin del mundo: Mt 24, 14;
Mc 13, 10.

En toda la tierra resonó la voz de los Apóstoles: Rom 10, 18.

El Evangelio se propaga en todo el mundo, donde fructifica y va creciendo: Col 1 6.

4. Apostolicidad

Los Apóstoles, encargados de la predicación del Evangelio: Mt 10, 15-42; Mc6 7-12;
16 15; Lc 9, 1 -6.

Los Apóstoles deben instruir y bautizar a todas las gentes: Mt 28, 19-20.

Predicación dc los Apóstolcs. Hech 5, 42.

Veneración quc les muestra cl pueblo: Hech 5, 13-16.

Dan a conocer su misión dc prcdicar y orar: Hech 6, 4.

Los cristianos cstán edificados sobre cl fundamento de los Apóstoles: Efes 2, 20.
La .Jerusalén celestial, la Iglesia, tienc doce cimientos, y cn ellos están los nombrcs
dc lo.s doce Apóstoles: Apoc 21, 14.

5. Rápida propagación

Jesús manda a los Apóstoles enseñar y bautizar a todas las na clones: Mt 28, 19-20;
Mc 16, 15-16.

Lcs promctc estar sicmprc con ellos: Mt 28, 2().

Primeros discursos dc San Pedro. Frutos de la Iglesia en Jerusalén: Hech 2, 41; 4, 4.

Crecimicnto de la Iglesia y elección de los sietc Diáconos: hech 6,

Propagación de la Iglcsia cn Judea: Hech 8, 1-4.

Propagación de la Iglesia en Samaria: Hech 8, 12-25.

I'ropagación de la Iglesia cn las comarcas limítrofes: Hech 8, 40; 9, 32; 10, 48; 11, 18.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El misterio de la Iglesia

2929 Es cosa normal que, en medio de este mundo tan agitado, la Iglesia del Señor,
edificada sobre la piedra de los Apóstoles, permanezca estable y se mantenga firme
sobre esta base inquebrantable contra los furiosos asaltos de la mar (cfr. Mt 16, 18).
Está rodeada por las olas, pero no se bambolea, y aunque los elementos de este
mundo retumban con un inmenso clamor, ella, sin embargo, ofrece a los que se
fatigan la gran seguridad de un puerto de salvación (SAN AMBROSIO, Carta 2, 1-2).

2930 Cristo es /a luz del mundo e ilumina a la Iglesia con su luz. Y como la luna
recibe su luz del sol para poder ella a su vez iluminar la noche, así la Iglesia,
recibiendo su luz de Cristo, ilumina a todos los que se encuentran en la noche de la
ignorancia [...]. Cristo es, pues, la luz verdadera que ilumina a todo hombre que
viene a este mundo (Jn I, 9), y la Iglesia, recibiendo su luz, se convierte ella en luz del
mundo, iluminando a los que están en las tinieblas (Ro». 2, 19) (ORÍGENES, Hom.
sobre el Génesis, 1).

2931 Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor,
reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de salvación,
que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar plenamente (CONC. VAT. II, Const. Caudiam
et spes, 40).

2932 Hace falta que meditemos con frecuencia, para que no se vaya de la cabeza,
que la Iglesia es un misterio grande, profundo. No puede ser nunca abarcado en esta
tierra. Si la razón intentara explicarlo por si sola, veria únicamente la reunión de
gentes que cumplen ciertos preceptos, que piensan de forma parecida. Pero eso no
seria la Santa Iglesia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia,
28-V-1972).

2933 Gens sancta, pueblo santo, compuesto por criaturas con miserias: esta
aparente contradicción marca un aspecto del misterio de la Iglesia. La Iglesia, que es
divina, es también humana, porque está formada por hombres y los hombres
tenemos defectos: omnes homines terra et cinis (Eccli 17, 31), todos somos polvo y
ceniza. Nuestro Señor Jesucristo, que funda la Iglesia Santa, espera que los miembros
de este pueblo se empeñen continuamente en adquirir la santidad. No todos
responden con lealtad a su llamada. Y en la Esposa de Cristo se perciben, al mismo
tiempo, la maravilla del camino de salvación y las miserias de los que lo atraviesan
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972).

2934 La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente


sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el
reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra
el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo,
anhela simultáneamente el reino consumado, y con todas sus fuerzas espera y ansia
unirse con su Rey en la gloria (CONC. Vat. II, Const. Lumen gentium, 5).

2935 La Iglesia sabe de dos vidas, ambas anunciadas y recomendadas por el Señor;
de ellas, una se desenvuelve en la fe, la otra en la visión; una durante el tiempo de
nuestra peregrinación, la otra en las moradas eternas: una en medio de la fatiga, la
otra en el descanso; una en el camino, la otra en la patria; una en el esfuerzo de la
actividad, la otra en el premio de la contemplación (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S.
Juan, 124).

2936 Allí donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y allí donde está el Espíritu
de Dios, allí está la Iglesia y toda la gracia (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3,
24).

Cristo presente en su Iglesia

2937 Cristo, el único Mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su


Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad, como un todo visible,
comunicando mediante ella la verdad y la gracia a todos (CONC. VAT. II, Const.
Lumen gentiam, 8).

2938 Pase lo que pase, Cristo no abandonará a su Esposa. La Iglesia triunfante está
ya junto a El, a la diestra del Padre. Y desde allí nos llaman nuestros hermanos
cristianos, que glorifican a Dios por esta realidad que nosotros vemos todavía en la
clara penumbra de la fe: la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-VI- 1972).

2939 Bajó, pues, del cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que
nosotros subimos también en él por la gracia. Así , pues, Cristo descendió él solo,
pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la divinidad de la cabeza
con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste
no sea separado de su cabeza (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre la Ascensión, 1-2).

2940 El Espíritu Santo la impulsa a cooperar para que se cumpla el designio de Dios,
quien constituyó a Cristo principio de salvación para todo el mundo (CONC. VAT. II,
Const. Lumen gentiam, 17).

2941 Nada hizo El ni padeció que no fuera por nuestra salvación, para que todo lo
que de bueno hay en la cabeza lo posea también el cuerpo (SAN LEÓN MAGNO,
Sermón IS, sobre la Pasión).

2942 También directamente y por sí mismo nuestro divino Salvador gobierna y rige
la sociedad por él fundada [...]. Con este gobierno interior no sólo tiene cuidado de
cada uno en particular como Pastor y guardián de nuestras almas (I Pdr 2, 25), sino
que, además, mira por toda la Iglesia, ya sea iluminando y fortificando a sus jerarcas
para que cumplan fiel y fructuosamente sus respectivos cargos, ya sea —en
circunstancias muy graves sobre todo—suscitando en el seno de la madre Iglesia,
hombres y mujeres insignes por su santidad, a fin de que sirvan de ejemplo a los
demás cristianos para acrecentamiento de su Cuerpo místico. Añádese a esto que
Cristo desde el cielo mira siempre con particular afecto a su Esposa inmaculada, que
sufre en el destierro de este mundo, y, cuando la ve en peligro, por sí mismo o por
sus ángeles o por Aquella que invocamos como auxilio de los cristianos y por otros
abogados celestiales, la libra de las oleadas de la tempestad y, una vez calmado y
apaciguado el mar, la consuela con aquella paz que sobrepuja todo entendimiento
(Flp 4, 7) (Pío Xll, Enc. Mystici Corporis Christi).

2943 La Iglesia, pues, nada puede perdonar sin Cristo, y Cristo nada quiere perdonar
sin la Iglesia. La Iglesia solamente puede perdonar al que se arrepiente, es decir, a
aquel a quien Cristo ha tocado ya con su gracia. Y Cristo no quiere perdonar ningúna
clase de pecados a quien desprecia a la Iglesia (BEATO ISAAC, Sermón 11).

2944 Ysobrevino un gran alboroto en el mar, de modo que las olas cubrían la barca.
La nave es la Iglesia, en la que Jesucristo atraviesa con los suyos el mar de esta vida,
calmando las aguas de las persecuciones (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, val. 1, p.
502).

Cuerpo Místico de Cristo

2945 En ese cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentíes, quienes están
unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo arcano, pero
real (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 7).

2946 Y del mismo modo que todos los miembros del cuerpo humano, aun siendo
muchos, forman, no obstante un solo cuerpo, así también los fieles en Cristo (cfr. I
Cor 12, 12). También en la constitución del cuerpo de Cristo está vigente la
diversidad de miembros y oficios. Uno solo es el Espíritu, que distribuye sus variados
dones para el bien de la Iglesia según su riqueza y la diversidad de ministerios (I Cor
12, 1-2) (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentiam, 7).

2947 La Cabeza de este cuerpo es Cristo. El es la imagen de Dios invisible, y en El


fueron creadas todas las cosas. El es antes que todos, y todo subsiste en El. El es la
cabeza del cuerpo, que es la Iglesia (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentiam, 7).

2948 Para definir y describir esta verdadera Iglesia de Cristo —que es la Iglesia
santa, católica, apostólica, romana— nada hay más noble, nada más excelente,
nada, en fin,más divino que aquella expresión que la designa como «el Cuerpo
místico de Jesucristo» [....] Que la Iglesia es un cuerpo, lo dice muchas veces la
Sagrada Escritura. Cristo—dice el Apóstol—es la cabeza del cuerpo de la Iglesia (Col I,
18). Y si la Iglesia es un cuerpo, ha de ser necesariamente uno e indiviso, según
aquello de San Pablo: Aunque muchos, formemos un solo cuerpo en Cristo (Ro». 12,
5). Y no solamente ha de ser uno e indiviso, sino también algo concreto y perceptible
(Pío XII, Enc. Mystici Corporis Christi).

Los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.

Confianza y seguridad

2949 Tú eres Pedro, esto es: «Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra
angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera del
cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud has
adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación, los
poderes que yo tengo en propiedad».

Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del Infierno no la derrotarán.
«Sobre esta piedra firme —quiere decir—edificaré un templo eterno, y la alta mole de
mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la firmeza de esta fe».

Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vinculos de la
muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen
en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que las niegan (SAN
LEÓN MAGNO, Sermón 4, 2-3).

2950 La Iglesia vacilará si su fundamento vacila, pero ¿podrá vacilar Cristo? Mientras
Cristo no vacile, la Iglesia no flaqueará jamás hasta el fin de los tiempos (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 103).

2951 No es de extrañar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Señor,
edificada sobre la roca apostólica, permanezca estable y, a pesar de los furiosos
embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten contra ella.
Pero se mantiene firme y aunque con frecuencía los elementos de este mundo
choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto de salvación
(SAN AMBROSIO, Carta 2, 1-2).

2952 Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos
amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie
sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se
levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús (SAN JUAN CRISOSTOMO,
Hom. antes del exilio).

2953 Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra
será atado en el cielo; y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el
cielo. Representaba a la Iglesia universal, que en este mundo es azotada por las
lluvias, por las riadas y por las tormentas de sus diversas pruebas; pero, a pesar de
todo, no cae, porque está fundada sobre piedra, de donde viene el nombre de Pedro
(SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 5).

2954 La nave de Jesús no puede hundirse [...]. Las olas no quebrantan la roca, sino
que se tornan ellas mismas espuma. Nada hay más fuerte que la Iglesia. Deja, pues,
de combatirla, para no destrozar tu fuerza en vano. Es inútil pelear contra el cielo.
Cuando combates contra un hombre, o vences o eres vencido; pero si peleas contra
la Iglesia, el dilema no existe. Dios es siempre más fuerte (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. antes del exilio).
2955 El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos a
que nos refugiemos en el puerto. Pero es más poderoso el que intercede por
nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del navio.
Por muy sacudido que parezca, sin embargo, en él navegan no sólo los discípulos,
sino el mismo Cristo. Por eso no te apartes de la nave y ruega a Dios. Cuando fallen
todos los medios, cuando el timón no funcione y las velas rotas se conviertan en
mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la ayuda humana, piensa que
sólo te resta rezar a Dios. Quien de ordinario impulsa felizmente a puerto a los
navegantes, no ha de abandonar la barquilla de su Iglesia (SAN AGUSTÍN, Sermón 63,
4).

2956 Aunque la nave padezca turbación, sin embargo, es la nave. Ella sola lleva a los
discípulos y recibe a Cristo. Peligra, ciertamente, en el mar, pero sin ella de
inmediato estamos perdidos (SAN AGUSTÍN, Sermón 75, 3).

Las notas de la Iglesia

2957 La Iglesia ha de ser reconocida por aquellas cuatro notas, que se expresan en la
confesión de fe de uno de los primeros Concilios, como las rezamos en el Credo de la
Misa: Una sola Iglesia, Santa, Católica y Apostólica (Símbolo Constantinopolitano, Dz
Sch 150). Esas son las propiedades esenciales de la Iglesia, que derivan de su
naturaleza, tal como la quiso Cristo. Y, al ser esenciales, son también notas, signos
que la distinguen de cualquier otro tipo de reunión humana, aunque en estas otras se
oiga pronunciar también el nombre de Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad
a la Iglesia, 4-VI- 1972).

Una única Iglesia de Cristo

2958 Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una,
santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección,
encomendó a Pedro para que la apacentara (cfr. Io 21, 17), confiándole a él y a los
demás Apóstoles su difusión y gobierno (cfr. Mt 28, 18 ss), y la erigió perpetuamente
como columna y fundamento de la verdad (cfr. I Tim 3, 15) (CONC. VAT. 11, Const.
Lumen gentium, 8).

2959 Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda
la multitud de comunidades son una con aquella primera Iglesia fundada sobre los
Apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y
todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad son
prueba la comunión y la paz que reinen entre ellas, así como su mutua fraternidad y
hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una misma
tradición apostólica (TERTUmANO, Sobre la prescripción de los herejes, 20).

2960 Una y única es la Iglesia fundada por Cristo Señor; sin embargo, son muchas las
Comuniónes cristianas que se proponen a los hombres como herencia verdadera de
Jesucristo. Todos profesan, es cierto, que son discípulos del Señor, pero sienten de
modo diverso y caminan por vías distintas, como si Cristo mismo estuviese dividido.
Tal división no sólo contradice abiertamente la voluntad de Cristo, sino que es
también un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de la
predicación del Evangelio a toda criatura. (CONC. VAT II, Decret. Unitatis
redintegratio, 1).
2961 Esta unidad de la Iglesia está prefigurada en la persona de Cristo por el Espíritu
Santo en el Cantar de los Cantares, cuando dice: Una sola es mi paloma, mi hermosa
es única de su madre, la elegida de ella (Cant 6, 8). Quien no guarda esta unidad de
la Iglesia, ¿va a creer que guarda la unidad de la fe? Quien resiste obstinadamente a
la Iglesia, quien abandona la cátedra de Pedro, sobre la que esta cimentada la
Iglesia, ¿puede confiar que está en la Iglesia? (SAN CIPRIANO, Sobre la unidad de la
Iglesia, 5).

2962 Las iglesias de las ciudades y de los pueblos, aun siendo muchas, son una única
Iglesia. Porque Cristo, perfecto e indivisible, es único en todas ellas (ORÍGENES, Hom.
para el tiempo pascual).

2963 Se equivocarían gravemente los que intentaran separar una Iglesia carismática
—que seria la verdaderamente fundada por Cristo—, de otra jurídica o institucional,
que seria obra de los hombres y simple efecto de contingencias históricas. Sólo hay
una Iglesia. Cristo fundó una sola Iglesia: visible e invisible, con un cuerpo jerárquico
y organizado, con una estructura fundamental de derecho divino, y una intima vida
sobrenatural que la anima, sostiene y vivifica (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. El fin
sobrenatural de la Iglesia, 28-V-1972).

2964 La Iglesia crece como una vid y se extiende por toda la tierra; los malos
pastores, en cambio, son como sarmientos inútiles que, a causa de su esterilidad,
han sido cortados por la podadera del agricultor, no para destruir la vid, sino para
que ésta continúe existiendo. Aquellos sarmientos, pues, han quedado en el mismo
lugar donde cayeron al ser cortados; la vid, en cambio, extendiéndose entre todos los
pueblos, reconoce como propios los sarmientos que en ella permanecieron, y
considera como cercanos a si aquellos otros que le fueron cortados (SAN AGUSTÍN,
Sermón 46, sobre los pastores).

2965 Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una
misma y única fe, la que fue transmitida por los Apóstoles a sus discípulos (SAN
IRENEO, Trat. contra las herejías, 1, 10).

2966 Pero no ignoramos, por otra parte, que esta salvación pertenece a la Iglesia
única y que nadie puede participar en Cristo, ni ser salvo, fuera de la Iglesia católica
y de su fe (ORÍGENES, Hom. para el tiempo pascual).

2967 Tenemos que mantener y defender esta unidad, sobre todo los obispos, que
tenemos la presidencia en la Iglesia [...]. Nadie engañe a la comunidad de hermanos
con una mentira, nadie deforme la verdad de la fe con una deformación infiel [...]. La
santa Iglesia es una sola [...]. Lo mismo que el sol tiene muchos rayos pero una sola
luz, y el árbol tiene muchas ramas, pero un tronco único al que profundas raices dan
posición fija, y lo mismo que de una fuente saltan muchos arroyos, así la unidad es
conservada en el origen, aunque parezca que de ella brota una pluralidad en rica
abundancia. Si un rayo se aparta del cuerpo del sol, la unidad de la luz no sufre
partición. Pero se arranca del árbol una rama, y la arrancada no volverá a poder
nacer. Divide el arroyo de la fuente y, separado, pronto se secará. Y así también la
Iglesia del Señor, inundada de luz, envia sus rayos a todo el mundo. A pesar de ello,
es sólo una luz que se extiende hacia todas partes. Pero la unidad de su Cuerpo no se
divide [...]. Y alguno cree todavía que esta unidad, proveniente de la fuerza y virtud
divina, referida a los misterios celestiales, pueden ser destruida y dividida por
escisión de opiniones opuestas (SAN CIPRIANO, Sobre la unidad de la Iglesia, 6).
2968 Se dispersaron por toda la tierra, a causa del amor de los bienes del mundo, y
son, en verdad, ovejas desperdigadas y sin rumbo por toda la tierra. Viven en
diversos lugares;una única madre, la soberbia, las engendró a todas, al igual que una
sola madre, nuestra Iglesia católica, ha dado también a luz a todos los fieles critianos
esparcidos por todo el orbe (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

La caridad, vinculo de unidad en la Iglesia

2969 Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad. No predicas sino


la unión de las naciones. No aspiras más que a la unidad de los pueblos. No siembras
más que semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor, porque no has sido
defraudado en tus sentimientos (SAN LEANDRO, Hom. en elfinal del Conc. 3.° de
Toledo).

2970 Dios, al conservar en la Iglesia la caridad que ha sido de- rramada en ella por el
Espíritu Santo, convierte a esta misma Iglesia en un sacrificio agradable a sus ojos y
la hace capaz de recibir siempre la gracia de esa caridad espiritual, para que pueda
ofrecerse continuamente a él como una ofrenda viva, santa y agradable (SAN
FULGENCIO, Libro 2, 11 - 12).

2971 Hemos de ser comprensivos, cubrir todo con el manto en- trañable de la
caridad. Una caridad que nos afiance en la fe, aumente nuestra esperanza y nos
haga fuertes, para decir bien alto que la Iglesia no es esa imagen que algunos
proponen. La Iglesia es de Dios, y pretende un solo fin: la salvación de las almas (J.
ESCRJVÁ DE BAEAGUER, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V-1972).

2972 Entrando el rey [...], vio allí a un hombre que no llevaba el traje de boda (cfr. Mt
22, 11). ¿Qué debemos entender por vestido de bodas sino la caridad?, porque el
Señor lo puso de manifiesto cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra,
pues, a las bodas sin el vestido nupcial quien cree en la Iglesia, pero no tiene caridad
(SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, val. lll, p. 66).

2973 Todo el que quiere vivir tiene de dónde vivir y de qué vivir. Que venga y crea.
Que se incorpore para ser vivificado, que no le atemorice la unión con los demás
miembros. Que no sea un miembro gangrenado que haya que amputar, ni torcido,
del que haya que avergonzarse. Que sea un miembro robusto, adaptado, sano. Que
se abrace firmemente al cuerpo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 26, 13).

2974 Si quieres amar a Cristo extiende tu caridad a toda la tierra, porque los
miembros de Cristo están por todo el mundo (SAN AGUSTÍN, Coment. I Epist. S. Juan,
10, 5).

2975 Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia
y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los
mártires derramarian su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor
encierra en si todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los
tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.

Entonces, llena de alegría desbordante, exclamé: «Oh Jesús, amor mio, por fin he
encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Si, he hallado mi propio lugar en la
Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mio. En el corazón de la
Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor: de este modo lo seré todo y mi deseo se
verá colmado» (SANTA TERESITA, Manuscrito autobiográfico, 1. c., pp. 227-229).

Santidad de la Iglesia y miembros pecadores

2976 Dichosa Iglesia nuestra, a la que Dios se digna honrar con semejante esplendor,
ilustre en nuestro tiempo por la sangre gloriosa de los mártires. Antes era blanca por
las obras de los hermanos; ahora se ha vuelto roja por la sangre de los mártires.
Entre sus flores no faltan ni los lirios ni las rosas (SAN CIPRIANO, Carta 10, 2-3).

2977 Y habiendo salido sus siervos a los caminos, reunieron a cuantos encontraron,
buenos y mulos, y la sala de bodas quedó llena de convidados (Mt 24, 10). Y dice
esto, porque en la Iglesia no puede haber buenos sin malos, ni malos sin buenos, y
no fue bueno aquel que no quiso sufrir a los malos (SAN GREGOR[O MAGNO, en
Catena Aurea, val. lll, p. 65).

2978 La Santa Iglesia es comparada a una red de pescar, porque también está
encomendada a pescadores, y por medio de ella somos sacados de las olas del
presente siglo y llevados al reino celestial, para no ser sumergidos en el abismo de la
muerte eterna. Congrega toda clase de peces, porque brinda con el perdón de los
pecados a los sabios e ignorantes, a los libres y a los esclavos, a los ricos y a los
pobres, a los robustos y a los débiles (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los
Evang.).

2979 No en si misma, sino en nosotros, sus miembros vivos, recibe la Iglesia las
heridas, y por eso hemos de procurar no afligirla con nuestras caídas. (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad, 48).

2980 ¡Santa, Santa, Santa!, nos abrevemos a cantar a la Iglesia, evocando el himno
en honor de la Trinidad Beatisima. Tú eres Santa, Iglesia, Madre mia, porque te fundó
el Hijo de Dios, Santo; eres Santa, porque así lo dispuso el Padre, fuente de toda
santidad; eres Santa, porque te asiste el Espíritu Santo, que mora en el alma de los
fieles, para ir reuniendo a los hijos del Padre, que habitarán en la Iglesia del Cielo, la
Jerusalén eterna (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972).

2981 No busquemos en la Iglesia los lados vulnerables para la critica, como algunos
que no demuestran su fe ni su amor [...] Nuestra Madre es Santa, porque ha nacido
pura y continuará sin mácula por la eternidad. Si en ocasiones no sabemos descubrir
su rostro hermoso, limpiémonos nosotros los ojos; si notamos que su voz no nos
agrada, quitemos de nuestros oídos la dureza que nos impide oir, en su tono, los
silbidos del Pastor amoroso. Nuestra Madre es Santa, con la santidad de Cristo, a la
que está unida en el cuerpo —que somos todos nosotros—y en el espíritu, que es el
Espíritu Santo, asentado también en el corazón de cada uno de nosotros, si nos
conservamos en gracia de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia,
4-VI1972).

2982 Yo abrazo a una Iglesia llena de trigo y de paja; con la palabra y la disciplina del
Señor enmiendo a los que puedo, y tolero a los que no puedo enmendar (SAN
AGUST[N, Contra el donatista Cresconio, 3, 25).

2983 Y tal es la Iglesia virgen, unida a un solo esposo, Cristo, que no admite ningún
error; de modo que en todo el mundo gozamos de una sola casta e íntegra unión
(SAN LEÓN MAGNO, Epist. 80, a Anatolio).

2984 En el cuerpo visible de la Iglesia—en el comportamiento de los hombres que la


componemos aquí en la tierra— aparecen miserias, vacilaciones, traiciones. Pero no
se agota ahí la Iglesia, ni se confunde con esas conductas equivocadas: en cambio,
no faltan, aquí y ahora, generosidades, afirmaciones heroicas, vidas de santidad que
no producen ruido, que se consumen con alegría en el servicio de los hermanos en la
fe y de todas las almas.
Considerad además que, si las claudicaciones superasen numéricamente las
valentías, quedaria aún esa realidad mística—clara, innegable, aunque no la
percibamos con los sentidos—que es el Cuerpo de Cristo, el mismo Señor Nuestro, la
acción del Espíritu Santo, la presencia amorosa del Padre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V-1972).

Católica, universal

2985 Nosotros somos la Santa Iglesia. Pero no he dicho «Nosotros» como si me


refiriera a los que estamos aquí, a los que ahora me habéis oído. Lo somos cuantos,
por gracia de Dios, somos fieles cristianos en esta Iglesia, esto es, en esta ciudad;
cuantos son tales en esta región, en esta provincia, y aun más allá del mar, y hasta
en todo el orbe de la tierra... Tal es la Iglesia Católica, nuestra verdadera Madre (SAN
AGUSTÍN, Sermón 213).

2986 «Católica»: este es el nombre propio de esta Iglesia santa y madre de todos
nosotros [...], y es figura y anticipo de la Jerusalén de arriba, que es libre, y es
nuestra madre, la cual, antes estéril, es ahora madre de una prole numerosa (SAN
CIR1LO DE JERUSALÉN, Catequesis 18, 26).

2987 Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del
mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a
recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad
de su Espíritu (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 13).

2988 Jesucristo instituye una sola Iglesia, su Iglesia; por eso la Esposa de Cristo es
Una y Católica: universal, para todos los hombres.Desde hace siglos la Iglesia está
extendida por todo el mundo; y cuenta con personas de todas las razas y condiciones
sociales. Pero la catolicidad de la Iglesia no depende de la extensión geográfica,
aunque esto sea un signo visible y un motivo de credibilidad. La Iglesia era Católica
ya en Pentecostés; nace Católica del Corazón llagado de lesús, como un fuego que el
Espíritu Santo inflama (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la iglesia, 4-VI-
1972).

2989 La Iglesia se llama católica o universal porque está esparcida por todo el orbe
de la tierra, del uno al otro confin, y porque de un modo universal y sin defecto
enseña todas las verdades de fe que los hombres deben conocer, ya se trate de las
cosas visibles o invisibles, de las celestiales o las terrenas; también porque induce al
verdadero culto a toda clase de hombres, a los gobernantes y a los simples
ciudadanos, a los instruidos y a los ignorantes; y, finalmente, porque cura y sana
toda clase de pecados sin excepción, tanto los internos como los externos; ella posee
todo género de virtudes, cualquiera que sea su nombre, en hechos y palabras y en
cualquier clase de dones espirituales (SAN CI RILO DE JERUSALEN, Catequesis 18, 23-
25).

2990 Además de esta sabiduría, otras muchas cosas hay que me retienen muy
justamente en el seno de la Iglesia. Es el consentimiento de los pueblos y naciones;
es la autoridad, comenzada con milagros, sostenida por la esperanza, aumentada por
la caridad, robustecida por la antigüedad. Me retiene la sucesión de los sacerdotes,
que trae su origen de la misma sede de Pedro Apóstol, a quien el Señor, después de
la resurrección, encomendó las ovejas para guardarlas y llega hasta el presente
episcopado; me retiene, finalmente, el mismo nombre de Católica, porque no sin
razón, entre tan numerosas herejías, de tal modo sólo la Iglesia se ha apropiado este
nombre, que, aun queriendo llamarse católicos todos los herejes, si un forastero
pregunta dónde se reúne la Católica, ningún hereje tendrá la osadía de señalar su
basílica o su casa. (S. AGUSTIN, Contra la epistala de los Maniqueos, 4, 5).

2991 Admirable es el testimonio de San Fructuoso, obispo. Como uno le dijera y le


pidiera que se acordara de él y rogara por él, el santo respondió: «Yo debo orar por la
Iglesia católica, extendida de Oriente a Occidente». ¿Qué quiso decir el santo obispo
con estas palabras? Lo entendéis, sin duda; recordadlo ahora conmigo: «Yo debo orar
por la Iglesia católica; si quieres que ore por ti, no te separes de aquella por quien
pido en mi oración» (SAN AGUSTÍN, Sermón 273).

2992 La Iglesia católica: este es el nombre propio de quien es Madre Santa de todos
nosotros; ella es también Esposa de N. S. Jesucristo (SAN CIR1LO DE JERUSALEN,
Catequesis 18, 26).

Apostalica. Actitud misionera de la Iglesia

2993 Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la Iglesia lo


recibió de los Apóstoles con orden de realizarlo hasta los confines de la tierra (cfr
Hech 1, 8) Por eso hace suyas las palabras del Apóstol: ,Ay de misi no evangelizare!
(I Cor 9, 16) (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 17).

2994 La Iglesia lleva a Cristo a los hombres: quiere comunicarles la vida que apareció
la noche de Navidad con el Verbo hecho carne; quiere proclamarles la esperanza del
eón futuro, que ya alborea en el siglo presente; quiere dilatar, aun entre los
sufrimientos del mundo, esa paz que anunciaron los ángeles en Belén, y ese amor de
beneplácito con el que Dios nos ha abrazado, dándonos al Hijo: Gloria in excelsis Deo
et in terra pax hominibus bonue voluntatis (Lc 2, 14) (JUAN PABLO II, Al Sacro Colegio
Cardenalicio, 22-XI- 1980).

2995 [...] Iglesia, la cual con su predicación hace que la palabra luminosa de Dios
brille e ilumine a los hombres del mundo entero, como si fueran los moradores de la
casa, y sean llevados de este modo al conocimiento de Dios con el resplandor de la
verdad (SAN MÁXIMO, Cuestiones a Talasio, 63).
2996 Esta misión de la Iglesia no se limita al cuidado pastoral de sus fieles: se
extiende a todos los hombres y a todos los tiempos (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre
el sacerdocio, p. 40).

2997 La actitud misionera comienza siempre con un sentimiento de profunda estima


frente a lo que «en el hombre habia» (Jn 2, 25), por lo que él mismo, en lo intimo de
su espíritu, ha elaborado respecto a los problemas más profundos e importantes; se
trata de respeto por todo lo que en él ha obrado el Espíritu, que «sopla donde
quiere» (Jn 3, 8). La misión no es nunca una destrucción, sino una purificación y una
nueva construcción por más que en la práctica no siempre haya habido una plena
correspondencia con un ideal tan elevado. La conversión que de ella ha de tomar
comienzo, sabemos bien que es obra de la gracia, en la que el hombre debe hallarse
plenamente a si mismo (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 12).

2998 La Santa Iglesia se compara a una red barredera, porque está encomendada a
pescadores y por ella todos son traidos desde las ondas del presente siglo al reino
eterno [...]. Esta red recoge toda clase de peces, porque llama al perdón de los
pecados a los sabios y a los ignorantes, a los libres y a los esclavos, a los ricos y a los
pobres, a los poderosos y a los débiles. Por eso dice a Dios al Salmista (Sal 64, 3): A ti
vendrán todos los mortales. Red, esto es, Iglesia, que se llenará del todo cuando
dentro de ella se acoja lo último del género humano; sacan la red y se sientan a la
orilla, porque, como el mar es figura del siglo, así la orilla del mar figura el fin del
siglo, y allí los peces buenos son colocados en los cestos y los malos son arrojados
fuera [...] (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.).

2999 El término democracia carece de sentido en la Iglesia, que [...] es jerárquica por
voluntad divina. Pero jerárquia significa gobierno santo y orden sagrado, y de ningún
modo arbitrariedad humana o despotismo infrahumano.En la Iglesia el Señor dispuso
un orden jerárquico, que no ha de transformarse en tiranía: porque la autoridad
misma es un servicio, como es la obediencia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Elfin
sobrenatural de la Iglesia, 28-5-1972).

Fin sobrenatural de la Iglesia

3000 La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a
Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la
potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la
Encarnación y de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella (JUAN
PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 13).

3001 Cristo dijo a Pedro: En adelante vas a ser pescador de hombres (Lc 5, 10); esta
pesca misteriosa corresponde a la misión incesante de la Iglesia, de cada una de las
comunidades en la Iglesia y de cada uno de los cristianos. Lleva a los hombres vivos,
a las almas humanas, a la luz de la fe y a la fuente del amor; mostrarles el Reino de
Dios presente en los corazones y en el designio de la historia de la humanidad; reunir
a todos en esa unidad, cuyo centro es Cristo: he aquí la misión continua de la Iglesia
(JUAN PABLO II, Hom. 10-11-1980).

3002 (El fin de la Iglesia es) revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para
que se encuentre a si mismo en él, ayudar a las generaciones contemporáneas de
nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, paises en
vías de desarrollo y paises de la opulencia, a todos en definitiva, a conocer las
insondables riquezas de Cristo (Ef 3, 8), porque éstas son para todo hombre y
constituyen el bien de cada uno (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, II).

3003 La Iglesia no es un partido politico, ni una ideología social, ni una organización


mundial de concordia o de progreso material, aun reconociendo la nobleza de esas y
de otras actividades. La Iglesia ha desarrollado siempre y desarrolla una inmensa
labor en beneficio de los necesitados; de los que sufren, de todos cuantos padecen
de alguna manera las consecuencias del único verdadero mal, que es el pecado. Y a
todos—a aquellos de cualquier forma menesterosos, y a los que piensan gozar de la
plenitud de los bienes de la tierra—la Iglesia viene a confirmar una sola cosa
esencial, definitiva: que nuestro destino es eterno y sobrenatural, que sólo en
Jesucristo nos salvamos para siempre, y que sólo en El alcanzaremos ya de algún
modo en esta vida la paz y la felicidad verdaderas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom.
Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972).

3004 La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterío, que constituye la


vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al
verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo
amenaza (JUAN PABIO II, Enc. Redemptor hominis, 13).

3005 La Iglesia que, por razón de su ministerio y de su competencia, de ningúna


manera se confunde con la comunidad politica y no está vinculada a ningún sistema
politico, es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de
la persona humana (CONC. VAr. 11, Const. Gaudium et spes, 76).

3006 Debiéndose extender a toda la tierra, la Iglesia entra en la historia de los


hombres, pero, al mismo tiempo, trasciende los tiempos y los confines de todos los
pueblos. En las tentaciones de su camino, la Iglesia se ve sostenida por la fuerza de
la gracia de Dios, que le ha sido prometida por el Señor, para que por la debilidad
humana no se debilite la fidelidad perfecta, sino que permanezca digna esposa de su
Señor y no cese de renovarse bajo la acción del Espíritu Santo, a fin de que, a través
de la cruz, llegue a la luz que no conoce ocaso (CON. VAT.II, Const. Lumen gentium,
9).

Nuestra Madre la Iglesia

3007 No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre (SAN
CIPRIANO, Sobre la unidad de la Iglesia, 6).

3008 No es coherente con la fe cristiana, no cree verdaderamente en el Espíritu


Santo quien no ama a la Iglesia, quien no tiene confianza en ella, quien se complace
sólo en señalar las deficiencias y las limitaciones de los que la representan, quien la
juzga desde fuera y es incapaz de sentirse hijo suyo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 130).

Amor a la Iglesia

3009 Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para qué ir a buscar todavía
de otros la verdad que tan fácilmente se encuentra en la Iglesia, ya que los apóstoles
depositaron en ella, como en una despensa opulenta, todo lo que pertenece a la
verdad, a fin de que todo el que quiera pueda tomar de ella la bebida de la vida. Y
esta es la puerta de la vida: todos los demás son salteadores y ladrones. Por esto hay
que evitarlos, y en cambio hay que poner suma diligencia en amar las cosas de la
Iglesia y en captar la tradición de la verdad (SANIRENEO, Trat. contra las herejías, 3,
4).
3010 El verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia,
cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni
la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosoíia; sino
que, despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe,
está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y
universalmente ha creído (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 20).

3011 Cristo no excluyó a los pecadores de la sociedad por El fundada. Si, por tanto,
algunos miembros están aquejados de enfermedades espirituales, no por eso debe
disminuir nuestro amor a la Iglesia; al contrario, ha de aumentar nuestra compasión
hacia sus miembros (Pío XII, Enc. Mystici Corporis Christi).

3012 Si amas la Cabeza, amas también a los miembros (SAN AGUSTÍN, Trat. Epist. S.
Juan, 10, 3).

3013 ¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la
Iglesia santa! (J. ESCRIVADE BALAGUER, Camino, n. 518).

Responsabilidad de todos los fieles y de la jerarquía

3014 Procurarán con diligencia, a la manera de un médico precavido, conocer todas


las enfermedades que afligen a la Iglesia y que piden remedio, para poder aplicar a
cada una de ellas el remedio adecuado. Por lo que mira a estos remedios, ya que han
de ser comunes a toda la Iglesia [...] habría que fijar la atención primeramente en
todos aquellos que están puestos al frente de los demás, para que así la reforma
comenzara por el punto desde donde debe extenderse a las otras partes del cuerpo.
Habría que poner un gran empeño en que los cardenales, los patriarcas, los
arzobispos, los obispos y los párrocos, a quienes se ha encomendado directamente la
cura de almas, fuesen tales que se les pudiera confiar con toda seguridad el gobierno
de la grey del Señor (SAN JUAN LEONARD!, Cartas a Pablo V para reforma de la
Iglesia).

3015 De la Iglesia recibimos la predicación de la fe, y bajo la acción del Espíritu de


Dios la conservamos como un licor precioso guardado en un frasco de buena calidad
(SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3, 3).

3016 La misión de la Iglesia, recibida de Jesucristo, es única, y su cumplimiento se


encomienda a todos los miembros del Pueblo de Dios que, por los Sacramentos de
iniciación, se hacen participes del sacerdocio de Cristo para ofrecer a Dios un
sacrificio espiritual y dar testimonio de Jesucristo ante los hombres. Cada uno ha de
realizar la parte que le compete dentro de esa misión total, en servicio y edificación
de la comunidad (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 39).

Santa Maria, Madre de la Iglesia

3017 Para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a Maria


Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, así de todos
los fieles como de los Pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos que de
ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este
gratisimo titulo (PABLO Vl, Discurso final III Ses. Concilio Vaticano II, 21-11-1964).
3018 Se trata de un título (Madre de la Iglesia) [...] que no es nuevo para la piedad
de los cristianos; antes bien, con este nombre de Madre, y con preferencia a
cualquier otro, los fieles y la Iglesia entera acostumbran a dirigirse a Maria.
Ciertamente que este titulo pertenece a la esencia de la devoción a Maria,
encontrando su justificación en la dignidad misma de la Madre del Verbo Encarnado
(PABLO Vl, Discurso final lll Ses. Concilio Vaticano ll, 21-11-1964).

3019 [...] la Iglesia, siempre y en especial en nuestros tiempos, tiene necesidad de


una Madre [...].

Maria es Madre de la Iglesia, porque en virtud de la inefable elección del mismo


Padre Eterno y bajo la acción particular del Espíritu de Amor ella ha dado la vida
humana al Hijo de Dios, por el cual y en el cual son todas las cosas y del cual todo el
Pueblo de Dios recibe la gracia y la dignidad de la elección. Su propio Hijo quiso
explícitamente extender la maternidad de su Madre—y extenderla de manera
fácilmente accesible a todas las almas y corazones— confiando a ella desde lo alto
de la Cruz a su discípulo predilecto como hijo. El Espíritu Santo le sugirió que se
quedase también ella, después de la Ascensión de Nuestro Señor, en el Cenáculo,
recogida en oración y en espera junto con los Apóstoles hasta el día de Pentecostés,
en que debía casi visiblemente nacer la Iglesia, saliendo de la oscuridad.
Posteriormente todas las generaciones de discípulos y de cuantos confiesan y aman
a Cristo—al igual que el apóstol Juan— acogieron espiritualmente en su casa a esta
Madre, que así desde los mismos comienzos, es decir, desde el momento de la
Anunciación, quedó inserida en la historia de la salvación y en la misión de la Iglesia.
Así , pues, todos nosotros, que formamos la generación contemporánea de los
discípulos de Cristo, deseamos unirnos a ella de manera particular (JUAN PABLO II,
Enc. Redemptor hominis, 22).

3020 Maria debe encontrarse en todas las vías de la vida cotidiana de la Iglesia.
Mediante su presencia materna, la Iglesia se cerciora de que vive verdaderamente la
vida de su Maestro y Señor, que vive el misterio de la Redención en toda su
profundidad y plenitud vivificante (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 22).

3021 En las Escrituras divinamente inspiradas, lo que se entiende en general de la


Iglesia, virgen y madre, se entiende en particular de la Virgen María; y lo que se
entiende de modo especial de Maria, virgen y madre, se entiende de modo general
de la Iglesia, virgen y madre. Y cuando los textos hablan de una u otra, dichos textos
pueden aplicarse indiferentemente a las dos (BEATO ISAAC, Sermón 51).

3022 Habitaré en la heredad del Señor. La heredad del Señor en su significado


universal es la Iglesia, en su significado especial es la Virgen Maria y en su
significado individual es también cada alma fiel. Cristo permaneció nueve meses en
el seno de Maria; permanecerá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia hasta la
consumación de los siglos; y en el conocimiento y en el amor del alma fiel, por los
siglos de los siglos (BEATO ISAAC, Sermón 51).

3023 Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen Maria, ya que por medio de ella
recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella, una especial
gratitud y reverencia (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón 2, 7).

3024 Con su caridad cooperó para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de
aquella Cabeza, de la que Ella es efectivamente Madre según el cuerpo (SAN
AGUSTÍN Trat. sobre la virginidad, 6).
El Espíritu Santo y la Iglesia

3025 El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo


(cfr. I Cor 3, 16; 6, 19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cfr.
Col 4, 6; Rom 8, 15-16 y 26). Ciuia a la Iglesia a toda la verdad (cfr. Jn 16, 13), la
unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos
y carismáticos y la embellece con sus frutos (cfr. Ef 4, 11 - 12; 1 Cor 12, 4; Gal 5, 22).
Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la
conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen
al Señor Jesús: ¡Ven! (cfr. Apoc 22, 17) (CONC. VAT. Il, Const. Lumen gentium, 4).

3026 Una vez cumplida la obra que el Padre había confiado al Hijo en la tierra, el día
de Pentecostés fue enviado el Espíritu Santo para santificar incesantemente a la
Iglesia, y para que los creyentes tuvieran así acceso al Padre por medio de Cristo en
un solo Espíritu (cfr. Ef 2, 18) [...]. Toda la renovación de la Iglesia [...] no puede
realizarse a no ser en el Espíritu Santo, es decir, con la ayuda de su luz y de su virtud
(JUAN PABLO II, Carta en el aniversario de los Conc de Constantinopla y Efeso, 25-
111-1981, n° 7).

3027 Al Espíritu de Cristo, como a principio invisible, cabe atribuir que todos los
miembros del Cuerpo estén unidos tanto entre sí como con su excelsa Cabeza,
puesto que reside todo entero en la cabeza, todo entero en el cuerpo y todo entero
en cada miembro, en los cuales varía la manera de estar presente y de conceder su
asistencia, según sus diversos cargos y funciones, según el grado más o menos
elevado de santidad de que gozan. El es quien, con su soplo de vida celestial, debe
considerarse como el principio de toda actividad vital y verdaderamente saludable en
todas las partes del Cuerpo. El es quien, aunque por sí mismo se halle presente en
todos los miembros y ejerza en ellos su divino influjo, actúa en los inferiores por
ministerio de los superiores. Finalmente, es él quien, dando cada día nuevos
incrementos a la Iglesia bajo el infi'ujo de la gracia, rehúsa habitar con la gracia
santificante en los miembros totalmente separados del Cuerpo (Pío Xll, Enc. Mystici
Corporis Christi).

Iglesia. (Notas de la).- "Habiendo tantas pruebas de verdadera la fe, no debemos


buscar la verdad fuera de la Iglesia; en esta la encontraremos fácilmente. Los
Apóstoles dejaron a la Iglesia como un inestimable tesoro todo cuando pertenece a la
verdad; en ella podemos todos beber el agua de la vida eterna. (S. Ireneo, sent. 3,
Tric. T. 1, p. 86.)"

"En todas partes predica la Iglesia la verdad: esta es la lumbrera que lleva la luz de
Cristo; aquellos, pues, que desamparan la predicación de la Iglesia, arguyen de
impericia a los santos Presbíteros, no considerando cuánta más estimación merece
un idiota con religión, que un sofista blasfemo y descarado. (S. Ireneo, sent. 4, Tric.
T. 1, p. 345.)"

"Así como en un camino real se descubren varias sendas, y muchas van a rematar en
un precipicio, pero el prudente pasajero prosigue su viaje siguiendo el camino y
despreciando las sendas; del mismo modo, aunque se levanten varias doctrinas en la
Iglesia, no debemos abandonar la verdad, antes bien, examinarla con mayor cuidado,
hasta adquirir el más perfecto conocimiento. (S. Clemente, sent. 21, lib. 7, Tric. T. 1,
p. 126.)"

"La antiquísima y muy verdadera Iglesia nos hace ver con toda claridad, que las otras
que son menores y más nuevas, y formadas en tiempos diferentes, son adulterinas y
heréticas: yo tengo por cosa cierta que sólo hay una verdadera Iglesia, que es la más
antigua, en la que han vivido los clérigos del Señor; porque siendo uno nuestro Dios y
Señor, por la unidad merece ser recomendable y digno de veneración; pues la unidad
es imagen del primer principio de todas las cosas; por esto nosotros atribuimos la
unidad a la verdadera Iglesia, que los herejes se han esforzado en dividir en muchas.
(S. Clemente, sent. 22, lib. 7, Tric. T. 1, p. 127.)"

"Aunque se separe la soberbia y contumaz multitud de los que no quieren oír, no por
eso la Iglesia se aparta de Jesucristo: la plebe unidad con el Sacerdote, y el rebaño
con su pastor, estos son la Iglesia. Por lo que deben saber que cada Iglesia particular
está con el Obispo, y el Obispo en la Iglesia; y el que no estuviese con el Obispo, no
está en la Iglesia. (S. Cipriano, Epist. 69, ad Floren., sent. 7, Tric. T. 1, p. 380.)"

"Una es mi Paloma. ¿Piensa que mantiene la fe el que no tiene esta unidad de la


Iglesia? ¿Vive acaso en la confianza de que está en la Iglesia el que resiste a la
Iglesia, y el que desampara la Cátedra de San Pedro, sobre la cual está fundada la
Iglesia? (S. Cipriano, ibid., sent. 15, adic., Tric. T. 1, p. 383.)"

"Si pudo alguno libertarse fuera del Arca de Noé, entonces se librará el que esté
fuera de la Iglesia... Este sacramento o misterio de unidad se manifiesta cuando la
túnica de Nuestro Señor Jesucristo, ni del todo se divide, ni se rasga, sino que
echando suertes sobre quién la había de llevar, se queda la vestidura entera, y se
posee esta túnica incorrupta y sin división. (S. Cipriano, ibid., sent. 16, Tric. T. 1, p.
383.)"

"No hay pueblo que esté más obligado a Dios que nosotros, pues a nosotros ha dado
las mayores cosas. Dió su palabra y su ley a los judíos, pero a los cristianos les dió el
fruto de la fecundidad de una Virgen santa, nos díó aquel Emmanuel, aquel Dios con
nosotros; nos dió la cruz, la muerte y la resurrección de su Hijo, y aunque es verdad
que Jesucristo padeció por todos los hombres, también lo es que padeció
particularmente por nosotros, quiero decir, por su Iglesia. (S. Ambrosio, lib. 5, in c. 6,
sent. 85, Tric. T. 4, p. 330.)"

"La Iglesia es una nave, que aunque experimente este siglo como un trabajoso golfo,
jamás se estrella contra los escollos, ni se hunde. (S. Arnbrosio, De Salom., c. 4, sent.
38, adic. Tric. T. 4, p. 405.)"

"Hay un camino real que es la Iglesia de Dios,ésta es la senda de la verdad. Cada una
de las herejías abandona este camino real, y declinando a la diestra o a la siniestra,
se deja arrastrar al error, y no conoce límites en el descaro del error que forma cada
herejía. Ahora, pues, siervos de Dios, hijos de la santa Iglesia, que no conocéis la
regla segura de la fe, y camináis por la senda de la verdad, no os dejéis arrastrar por
oír voces opuestas, por las voces que da cada una de las falsas sectas; porque sus
caminos son resbaladizos, y las sendas de su espíritu engañoso, escarpadas y llenas
de precipicios. Afectan un lenguaje sublime, y no conocen el más sencillo de todos.
Prometen la libertad y son esclavos del pecado. Se glorían de haber llegado a lo
mejor y no han alcanzado todavía lo menor de la verdad. (S. Epifanio: Adv. Haer. 1. 2,
Haeres. 39 y 59, sent. 1, Tric. T. 5, p. 63.)"

"La Iglesia es el puerto tranquilo de la paz, es un lugar de delicias que esparce


suaves fragancias de la viña que nos produce el racimo de bendiciones, y nos da
cada día una bebida que mitiga nuestras penas, ofreciéndonos la sangre pura y
verdadera de Jesucristo. (S. Epifanio Anaceph. T. 1. 3, sent. 2, Tríc. T. 5, p. 64.)"

"Suspira la Iglesia viendo en su seno llenas de riquezas a unas gentes que antes eran
tan pobres en el mundo. (S. Jerónimo, Ep. ad Nepot. 52, sent. 6, Tric. T. 5, p. 240.)"

"Sobre Pedro sólo edifica su Iglesia; y aunque a todos los Apóstoles dió su potestad, y
dijo: Como me envió el Padre a mí, así os envío yo a vosotros. Con todo eso, para
manifestar la unidad, constituyó una sola Cátedra, y con su autoridad dispuso que el
origen de la misma unidad empezase por uno. (S. Cipriano, de Unit. Eccles.
Catholicae, sent. 14, adic. Tric. T. 1, p. 383.)"

"La Iglesia está fundada sobre Pedro. En otros lugares de la Escritura se dice también
que está fundada sobre todos los otros Apóstoles: todos reciben las llaves del cielo, y
sobre ellos igualmente se asegura la solidez de la Iglesia. No obstante, uno solo es
escogido entre los doce, para que siendo establecido por cabeza, no pueda haber
ocasión de cismas. (S. Jerónimo, adver. Jovin., lib. 1, sent. 37, Tric. T. 5, p. 245.)"

-Persecuciones.- "La Iglesia Santa sabe creer con las tribulaciones y hacer una vida
digna de la homa y de la gloria entre los oprobios. La Iglesia nos ha enseñado a no
abatimos en la adversidad y a no ensoberbecemos en la prosperidad, a humillamos
profundamente en el tiempo favorable y a sostenemos en el adverso con la
esperanza de llegar algún día a la soberana elevación; nos ha enseñado a atribuir
todos los bienes a la misericordia de nuestro Redentor, y todos los males a la justicia
de aquel justísimo Juez, porque sabe que todo su bien proviene de su liberalidad y
que sin su permisión no padece mal alguno. (S. Jerónimo, in La m. Jerem., lib. 2, sent.
69, Tric. T. 5, p. 250.)"

"Vosotros me despreciáis en mis necesidades. Muchas veces parece que Dios


desprecia y desampara a su Iglesia en el tiempo que tiene más necesidad de su
socorro; mas no la asiste al punto que la ve en su tribulación, con el fin de ejercitarla
como le place; porque sabe que cuanto más dilata sus auxilios, más motivo da a su
Iglesia para inflamarse en el deseo de verse socorrida. (S. Jerónimo, in Psalm. 9, sent.
102, Trie. T. 5, p. 356 y 357.)"

"Nada hay que sea tan poderoso y fuerte como la Iglesia. Cesad, pues, hombres, de
hacerla la guerra, porque vuestros esfuerzos sólo sirven para debilitaros: no os
toméis con el cielo.Si combatís con un hombre podréis ser vencido, mas también le
podréis vencer; pero contra la Iglesia nunca conseguiréis la victoria, por grande que
sea vuestro artificio y esfuerzos. La Iglesia es más fuerte que el cielo: porque el
Señor dijo: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Y ¿qué palabras
son sino éstas? Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Para la Iglesia,
formó Dios el cielo, y no hizo la Iglesia por razón del cielo: -este debe entenderse de
este cielo visible-. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. ante exilium., n. 1, sent. 186, Trie. T.
6, p. 336.)"

"Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Debemos dar crédito a lo
porvenir, por lo que hemos visto ya de lo pasado: porque si al principio se componía
la Iglesia de tan pocos, que parecía obra de una nueva secta, y una doctrina reciente
y mal fundada, y la perseguían tantas oposiciones y guerras, y con todo eso no
tuvieron fuerza para detener sus progresos ni para destruirla: ¿quién será capaz de
conseguirlo al presente, cuando ya está extendida por todos los países y naciones y
ha llegado a ocupar toda la tierra? (S. Juan Cri~ sóst., lib. quod Christus sit Deus, n.
11, sent. 23 1, Tric. T. 6, p. 346.)"

"Ningúno destruirá lo que Jesucristo ha edificado, y ningúno edificará lo que El ha


destruido. Edificó la Iglesia, y ningúno la podrá arruinar; destruyó el templo, y
ningúno lo podrá levantar de nuevo. Los Judíos han hecho esfuerzos para destruir la
Iglesia y nunca lo han podido conseguir: los han hecho para reedificar su templo, y
nunca han llegado a poner por obra sus intenciones. (S. Juan CRISÓSTOMO, ¡bid.,
sent. 232, Tric. T. 6, p. 347.)"

"Yo os digo y os protesto, que causar división en la Iglesia, no es menor mal que caer
en la herejía. (S. Juan CRISÓSTOMO. Homl. 11, sent. 341, Tric. T. 6, p. 375.)"

"Dice San Pablo: Si padece un miembro, padecen también todos los otros. Tres
condiciones pide aquí el Apóstol a los miembros de la Iglesia: la primera, es que no
se separen unos de otros, sino que estén recíprocamente unidos; la segunda, que los
unos tengan cuidado de los otros; la tercera, que consideren cuanto sucede a los
otros miembros, como que es una cosa común. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 3 1, c.
12, sent. 315, Tric. T. 6, p. 367.)"

"¡Abuso deplorable y loca pretensión de nuestros días! Se cree que Dios necesita de
la protección de los hombres o de las potestades de la tierra para la defensa de su
Iglesia. Obispos que así pensáis, yo os pregunto: ¿De qué apoyo se sirvieron los
Apóstoles para predicar el Evangelio? ¿Qué potestades fueron las que le ayudaron a
predicar a Jesucristo, y a convertir casi todas las naciones del mundo, reduciéndolas
del culto de los ídolos al del verdadero Dios? ¿Llamaban a algún Oficial de la Corte
cuando cantaban las alabanzas de Dios en la cárcel, y entre grillos, después de
haberlos azotado por Jesucristo? ¿Formaba San Pablo la Iglesia del Señor con edictos
de los Emperadores, cuando le sacaban al teatro por espectáculo? Yo pienso que se
sostuvo sin la protección de Nerón, de Vespasiano o de Decio, cuyo horror al
cristianismo dió realces a la doctrina celestial. Cuando se sustentaban con el trabajo
de sus manos, se juntaban con secreto en las casas particulares, recorrían las aldeas,
las ciudades y los diferentes países de la tierra, a pesar de las órdenes del Senado y
los edictos de los Príncipes: ¿cómo creeré yo que entonces no tenían las llaves del
reino de los cielos? Todo lo contrario, y nunca el poder de Dios resplandeció más que
en estas circunstancias; jamás fue anunciado Jesucristo con más fortaleza, que
cuando pretendieron impedir la predicación del Evangelio. (S. Hilario, Cont. Auxent.,
n. 3, sent. 21, Tric. T. 2, p. 262.)"

-Respeto.- "En la iglesia no es permitido conversar con los parientes, ni aun con un
amigo que no se haya visto en mucho tiempo. Eso es bueno para fuera de la iglesia;
pero no es la iglesia mercado o lugar público, para que se trate en ella de las cosas
del mundo. Es el retiro de los Ángeles, el palacio de Dios, y el mismo cielo. Y como si
os abrieran el cielo y entrárais en él, aunque viérais en el a vuestro padre, tendríais
tan grande respeto a tan santo lugar, que no hablaríais la menor palabra. Del mismo
modo no debéis en la iglesia abrir la boca sino para palabras espirituales, supuesto
que también está el cielo en nuestras iglesias. Si lo dudáis poned los ojos en esa
sagrada mesa, y considerad para lo que sirve: representaos al que ha de bajar aquí;
reverenciad y admirad de antemano un aparato tan augusto. ¿No es verdad que
cuando se ve un trono de un rey, aun antes que se siente, se conmueve el espíritu
con cierto respeto, esperando su venida? (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 36, c. 14,
sent. 318, Tric. T. 6, p. 368.)"

"Muchos hay tan tibios y tan disipados, que durante el oficio de la Iglesia, se divierten
en conversar, y esta es la causa de todos sus desórdenes, porque en el tiempo en
que nos debíamos aplicar más a reconciliarnos con Dios, no hacemos otra cosa que
encender más contra nosotros la indignación divina. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 1,
ad Corint., sent. 327, Tric. T. 6, p. 37 l.)"

"Veo en la iglesia algunos que ríen y juegan durante la oración, y otros que están
divertidos en el mismo tiempo en que el Sacerdote da la bendición al pueblo. ¡Habrá
descaro semejante! ¿Qué salvación podréis esperar? ¿Qué camino os queda para
aplacar la justa indignación de Dios? Si se dispone un baile, hay quien cuide de que
cada uno baile por su orden, que todas las cosas vayan arregladas para que no haya
confusión. No obstante, ¡aquí en donde estamos en compañía de Ángeles cantando
las divinas alabanzas con estos espíritus celestiales, estáis parlando y riendo! No
habría que admirar que cayese un rayo del cielo, no solamente sobre estos impíos,
sino también sobre nosotros; porque este castigo merece acciones semejantes. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homl. 24, c. 11, sent. 27 1, T'ric. T. 6, p. 356.)"

"Cuando salimos de la iglesia, no nos divertamos al instante en parlar, perdiendo el


tiempo en vanas conversaciones, o en otras ocupaciones inútiles; antes bien,
mientras nos dura la memoria fresca de las instrucciones que acabamos de recibir,
vaya cada uno a su casa y haga reflexiones con su mujer y con sus hijos de todo lo
que ha oído predicar en la concurrencia de los fieles. (S. Juan CRISÓSTOMO, Serm. 6,
de Martyrib., n. 3, sent. 244, Tric. T. 6, p. 350.)"

"En todas las iglesias del Oriente se encienden luces cuando van a leer el Evangelio,
aunque el sol esté resplandeciente, no para ahuyentar las tinieblas, sino en señal de
alegría. (S. Jerónimo, adv. vigil., sent. 7, adic. Tric. T. 5, p. 353 y 354.)"

11 ¿,No es milagro digno de admiración? El Señor fue puesto en la cruz, los siervos se
vieron cargados de cadenas, y con todo eso se extiende todos los días la predicación
de su Evangelio y crece la Iglesia por los mismos medios que parece debieran
extinguirla. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 16, sent. 14, Tric. T. 6, p. 302.)"

"Si siempre permanecéis los mismos, os privaré la entrada en la Iglesia, y la


participación de los sagrados misterios: más vale ofrecer a Dios nuestras oraciónes
con dos o tres que guarden sus mandamientos, que congregar un tropel de personas
pervertidas que se destruyen unas a otras. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 17, sent. 45,
Tric. T. 6, p. 308.)"

"En otro tiempo eran iglesias las casas particulares, y el día de hoy las iglesias no son
más que si fueran casas particulares. Entonces no hablaban los cristianos en sus
casas sino de las cosas del cielo, y ahora sucede muchas veces que hablan en las
iglesias de las cosas de la tierra solamente. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 33, in c. 9,
Matth., sent. 5 6, Tric. T. 6, p. 3 10.)"

"Entremos en el templo con mucha circunspección y modestia, no sea que en vez de


hallar el perdón de nuestros pecados, no hagamos otra cosa que cometer otros
nuevos. (S. Juan CRISÓSTOMO, in Isaíam., vidi Domin., sent. 156, Tric. T. 6, p. 329.)"

"No llevemos a la Iglesia los cuidados del mundo; dejémoslos a la puerta, porque el
entrar en el templo es como entrar en el Reino de los cielos. Todo cuanto hay dentro
de este santo lugar debe inspirar un grande silencio, y los misterios que allí se
celebran deben ser secretos y tratados con reverencia. Llevad a la iglesia mucha
atención, y considerad que cuando os leen o explican las Escrituras, es como si os
abrieran las puertas del cielo. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 2, in Isaíam., sent. 157,
Tric. T. 6, p. 330.)"

"Las mujeres deben procurar tanto el silencio, que no sólo se abstengan de hablar de
las cosas del mundo en la iglesia, sino aun de las espirituales. (S. Juan CRISÓSTOMO,
Homl. 9, ad Timot., sent. 367, Tric. T. 6, p. 380.)"

"Si alguno frecuenta de asiento las tiendas donde se venden fragantes ungüentos,
aunque no quiera, va contrayendo aquellos olores: mucho más se verifica esto en los
que frecuentan la iglesia. Aunque te veas con innumerables vicios, no dejes de
concurrir a la iglesia. ¿De qué me servirá si no practico lo que oigo? No conseguirás
poco si llegas a comprender tu miseria. No es inútil este miedo; si suspiras al ver que
no haces lo que oyes, no dudes que alguna vez empezarás a practicar el bien; pues
es imposible que el que oye a Dios y le habla, no consiga utilidad. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 52, sent. 6, adie. Trie. T. 6, p. 452.)"

"Los Paganos y los Judíos son enemigos declarados de la Iglesia: pero la vida de los
malos cristianos, es más abominable y causa mayores perjuicios. (S. AGUSTÍN, Psalm.
30, sent. 14, Trie. T. 7, p. 455.)"

"Los trabajos de la Iglesia no tendrán fin hasta que se acaben los siglos. (S. AGUSTÍN,
Psalm. 61, sent. 92, Tric. T. 7, p. 463.)"

"En todas las profesiónes que hay en la Iglesia, hay fingidos e hipócritas, (S.
AGUSTÍN, Psalm. 99, sent. 146, Tric. T. 7, p. 468.)"

"Lo que tiene con seguridad en la Iglesia a la multitud de la plebe, no es la viveza en


entender, sino la sencillez en creer. (S. AGUSTÍN, Ep. tund., c. 4, sent. 19, adic., Tric.
T. 7, p.485.)"

"No creyera yo al Evangelio, si no me moviera la autoridad de la Iglesia católica. (S.


AGUSTÍN, ibid. 5, sent. 20, adic., Tric. ibid., ibid.)"

"Venid a la iglesia todos los Domingos. Si los infelices Judíos observan el sábado con
tanta exactitud, que en este día no se ocupan en ningúna obra terrena, con mayor
razón deben los cristianos ocupar en sólo Dios el día del Domingo y venir a la iglesia
a procurar la salvación de su alma. Orad, pues, en la iglesia y no estéis hablando:
atended con aplicación a la divina lectura. (S. Cesáreo de Arlés, Serrn. 66, sent. 14,
Tric. T. 9, p. 46.)"

"A los Emperadores pertenece la administración de las cosas temporales, y a los


Pastores y Directores el gobierno de la Iglesia. (S. Juan Damas., Orat, de imag., sent.
6, Tric. T. 9, p. 292.)"

"Sobre S. Pedro está fundada la Iglesia como sobre un piedra solidísima: piedra firme,
cuyo nombre tan dignamente tenéis, oh glorioso Príncipe de los Apóstoles: las
puertas del infierno, las blasfemias de los herejes, los órganos impíos de los espíritus
infernales, harán todo cuanto puedan contra ella, y la darán terribles asaltos; pero
aunque se unan todos sus esfuerzos, no llegarán a vencerla... Jesucristo conquistó su
Iglesia a costa de su sangre, y os ha confiado su cuidado como al más fiel siervo
suyo. Conservadla con vuestras súplicas, pedid a Dios que se sosiegue la tempestad
que han excitado contra ella, que cese el tumulto y que nos conceda por su gracia
aquella tranquila paz y aquella calma que reina sobre las olas irritadas. (S. Juan
Damasceno, de Domini transfig., sent. 7, Tric. T. 9, p. 292.)"

"Deseo y os aconsejo, que en dar la reverencia a la suprema Sede Apostólica, y al


Vicario del bienaventurado S. Pedro, sigáis lo que queréis que con vos observe todo
el Imperio. (S. Bernardo, Ep. 183, ad Conrad., Reg. Roman., sent. 26, adic., Tric. T.
10, p. 355.)"
" Y pues en lugar de Har y Aarón está el celo y autoridad de la Iglesia Romana sobre
el pueblo de Dios, con razón nos remitimos a esta: no diré ahora en las cuestiones,
sino en los daños de la fe, en las injurias de Cristo, en los agravios y desagravios de
los padres, escandalosos para los presentes y peligrosos para los venideros. (S.
Bernardo, Epist. 188, ad Episcop. et Cardin, curiac, sent. 27, adic., Tric. T. 10,
p.355.)"

"¡Quién me diera a ver, antes de morír, a la Iglesia de Dios, como en los antiguos
tiempos, cuando los Apóstoles echaban las redes para coger, y no oro ni plata, sino
para coger almas!. (S. Bernardo, Ep. 237, ad Eug., Pap., sent. 29, adíc., Tric. T. 10, p.
356.)"

INFIERNO

Citas de la Sagrada Escritura

Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus
ángeles. Mt 25, 41.

Murió también el rico y fue sepultado en el infierno [...]: me abraso en estas llamas.
Lc 16, 2224.

Si tu mano (si tu ojo... si tu pie) te es ocasión de escándalo, córtala; más te vale el


entrar manco en la vida (eterna) que tener dos manos e ir al infierno, en donde el
gusano que les roe nunca muere, y el fuego nunca se apaga. Mc 9, 42-43.

Los que no obedecen al Evangelio sufrirán la pena de una eterna condenación: 2 Tes
1, 8-9.

Mas en orden a los cobardes, incrédulos, homicidas, deshonestos..., su suerte será en


el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte segunda. Apoc 21, 8.

Y al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mi, cuyo gusano nunca
morirá y cuyo fuego no se apagará, que serán objeto de horror para toda carne. Is
66, 24.

Los hombres buscarán en aquellos días la muerte y no la hallarán, y desearán morir y


la muerte huirá de ellos. Apoc 9, 6.

Mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde
habrá llanto y crujir de dientes. Mt 8, 12.
Si alguno adora la bestia y su imagen y recibe su marca en la frente o en la mano,
éste beberá el vino del furor de Dios, que ha sido derramado sin mezcla en la copa
de su ira. Apoc 14, 9.

Los poderosos serán poderosamente atormentados. Sab 6, 6.

Cuanto se envaneció y entregó al lujo, dadle otro tanto de tormento y duelo [...].
Apoc 18, 7.

Dadle según lo que ella dio, y dadle el doble de sus obras; en la copa en que ella
mezcló, mezcladle el doble. Apoc 18, 6.

Irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna. Mt 25, 46.

...Los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro, y los devorarán y vendrán sobre


ellos muchos males y aflicciones. Dt 31, 17.

Tierra de negrura y desorden, en la que la claridad es como la oscuridad. Job 10, 22.

Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que
lleva a la perdición; muchos son los que por ella entran. Mt 7, 13.

Como la sequedad y el calor funden la nieve, así arrebata a los malvados el seol. Job
24, 19.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Eternidad y enormidad de las penas

3028 Se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquiló en si el bien que pudo ser
eterno (SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, 11).

3029 Y no se extinguirá la muerte, sino que será muerte sempiterna, y el alma no


podrá vivir sin Dios, ni librarse de los dolores muriendo (SAN AGUSTÍN, Ibídem 21, 3).

3030 Los malvados maldecirán eternamente el día en que recibieron el santo


bautismo, los pastores que los instruyeron, los Sacramentos que se les fueron
administrados. ¡AY! ¿qué digo?, este confesonario, este comulgatorio, estas sagradas
fuentes, este púlpito, este altar, esa cruz, ese Evangelio o, para que lo entendáis
mejor, todo lo que ha sido objeto de su fe, será objeto de sus imprecaciones, de sus
maldiciones, de sus blasfemias y de su desesperación eterna (SANTO CURA DE ARS,
Sobre el misterio).

3031 Sobre todo, considera la eternidad de las penas, pues ella sola basta para hacer
el infierno insoportable. Si la picadura de una pulga en una oreja o el ardor de una
ligera calentura es suficiente para que juzguemos larguisimo e insufrible el corto
espacio de una noche, ¡qué espantosa será la noche de la eternidad con tantos
tormentos! (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, I, 15).

3032 De manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allf
pasar aqu~'. En esto hay un argumento contra los herejes, que dicen que habrán de
tener término las penas, y que llegará día en que los pecadores podrán unirse con los
justos y con Dios (TEÓFILO, en Catena Aurea, Vl, p. 254).

3033 A lOS mártires les parecía frío el fuego de los verdugos, porque tenían ante los
ojos el huir de aquel que es eterno y nunca se extinguirá (Martirio de S. Policarpo,
10).

3034 Estando un día en oración, me hallé en un punto toda, sin saber cómo, que me
parecía estar metida en el infierno. Entendí que quería el Señor que viese el lugar
que los demonios allá me tenían aparejado, y yo merecido por mis pecados. Ello fue
en brevisimo espacio; mas, aunque yo viviese muchos años, me parece imposible
olvidárseme [...], sentí un fuego en el alma, que yo no puedo entender cómo poder
decir de la manera que es. Los dolores corporales tan insoportables, que, con
haberlos pasado en esta vida gravísimos, y según dicen los médicos, los mayores
que se pueden acá pasar (porque fue encogérseme todos los nervios cuando me tullí,
sin otros muchos de muchas maneras que he tenido, y aun algunos, como he dicho,
causados del demonio), no es todo nada en comparación con lo que allí sentí, y ver
que habian de ser sin fin y sin jamás cesar. Esto no es nada, pues, nada en
comparación del agonizar del alma, un apretamiento, un ahogamiento, una aflicción
tan sensible y con tan desesperado y afligido descontento, que yo no sé cómo
encarecerlo. Porque decir que es un estarse siempre arrancando el alma, es poco;
porque aun parece que otro os acaba la vida, mas aquí el alma misma es la que se
despedaza. El caso es que yo no sé cómo encarezca aquel fuego interior, y aquel
desesperamiento sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veia yo quién me los
daba, mas sentiame quemar y desmenuzar a lo que me parece, y digo que aquel
fuego y desesperación interior es lo peor [...]; fue una de las mayores mercedes que
el Señor me ha hecho, porque me ha aprovechado muy mucho, así para perder el
miedo a las tribulaciones y contradicciones de esta vida, como para esforzarme a
padecerlas y a dar gracias al Señor, que me libró, a lo que ahora me parece, de
males tan perpetuos y terribles (SANTA TERESA, Vida, 32, 1-4).

3035 Hay infierno.—Una afirmación que, para ti, tiene visos de perogrullada—. Te la
voy a repetir: ¡hay infierno! Hazme tú eco, oportunamente, al oído de aquel
compañero... y de aquel otro (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 749).

3036 Todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse basado en su
ignorancia, que únicamente cabria si se hubiera hablado con ambigüedad sobre el
suplicio eterno (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre los Evang.).

3037 Me amenazas con un fuego que sólo abrasa una hora y se extingue pronto;
porque tú no conoces el fuego del juicio futuro y del eterno castigo que espera a los
ateos (Martirio de San Policarpo, 10).

Pena de daño

3038 Esa pena será inmensa en primer lugar por la separación de Dios y de los
buenos todos. En esto consiste la pena de daño, en la separación, y es mayor que la
pena de sentido. Arrojad al siervo inútil a las tinieblas exteriores (Mt 25, 30). En la
vida actual los malos tienen tinieblas por dentro, las del pecado, pero en la futura las
tendrán también por fuera. Será inmensa, en segundo lugar, por los remordimientos
de su conciencia [...]. Sin embargo, tal arrepentimiento y lamentaciones serán
inútiles, pues provendrán no del odio de la maldad, sino del dolor del castigo.

En tercer lugar, por la enormidad de la pena sensible, la del fuego del infierno, que
atormentará alma y cuerpo. Es este tormento del fuego el más atroz, al decir de los
santos. Se encontrarán como quien se está muriendo siempre y nunca muere ni ha
de morir; por eso se le llama a esta situación muerte eterna, porque, como el
moribundo se halla en el filo de la agonía, así estarán los condenados [...]. En cuarto
lugar, por no tener esperanza alguna de salvación. Si se les diera alguna esperanza
de verse libres de sus tormentos, su pena se mitigaria; pero perdida aquélla por
completo, su estado se torna insoportable (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 12, 1. c.,
p. 1 13).

3039 Además de todos estos tormentos, hay otro todavía mayor, que es la privación
y pérdida de la gloria de Dios, de la cual los condenados están excluidos para
siempre.Si Absalón juzgó que el estar privado de ver el amable rostro de su padre
David era más penoso que su destierro, ¿cuál será, Dios mio, la pena de estar para
siempre privado de ver vuestro dulce y suave rostro? (SAN FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, I,15).

3040 La pena del infierno es insufrible, es verdad; pero si alguno fuera capaz de
imaginar diez mil infiernos, nada seria el sufrimiento en comparación de la pena que
produce el haber perdido el cielo y ser rechazado por Cristo (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo 28).

3041 Si fuese sólo la Justicia la que ha cavado el abismo, aún tendría remedio, pero
es el Amor quien lo ha cavado; esto es lo que quita toda esperanza. Cuando se es
condenado por la Justicia, se puede recurrir al Amor; pero cuando se es condenado
por el Amor, ¿a quién recurrir? ¡Tal es la suerte de los condenados! El Amor que ha
dado por ellos toda su sangre, es el mismo Amor que les maldice. ¡Cómo! ¿Habría
venido un Dios aquí abajo por vosotros, habría tomado vuestra naturaleza, hablado
vuestra lengua, curado vuestras heridas, resucitado vuestros muertos; habría sido El
mismo muerto en la Cruz para que, después de todo esto, penséis que os es lícito
blasfemar y reír, y caminar sin temor, desposarse con todas las disoluciones? Oh, no.
Desengañaos, el amor no es un juego, no se es amado impunemente por un Dios, no
se es amado impunemente hasta la muerte. No es la Justicia la que carece de
misericordia, es el Amor quien os condena. El amor—lo hemos experimentado en
demasía—es la vida o la muerte; y si se trata del amor de Dios, es la vida eterna o la
muerte eterna (LACORDAIRE, Conferencias de Nuestra Señora, 72).

Pena de sentido

3042 LOS condenados están en el abismo infernal como dentro de una ciudad
malaventurada, en la cual sufren indecibles tormentos en todos los sentidos y
miembros; porque como emplearon en el pecado todos sus miembros y sentidos,
sufrirán en todos ellos las penas correspondientes al pecado. LOS ojos, por sus
licenciosas e ilícitas miradas, sufrirán la horrible visión de los demonios y del infierno;
los oídos, por haberse deleitado con discursos malos, jamás oirán ' otra cosa que
llantos, lamentos y desesperaciones, y así de los restantes (SAN FRANCISCO DE
SALES, Introd. a /a vida devota, 1, 15).

3043 Entre aquellos que Irán al infierno habrá diferencias de tormentos: [...] quien se
condena [...] queda hecho hijo del infierno por cada una de las especies de pecados
que comete, de manera que así como el justo tendrá aumento de gloria según sus
méritos, así el pecador tendrá una pena en el infierno proporcionada, según el
número de sus pecados (ORÍGENES, en Catena Aurea, val. lll, pp. 117-118).

3044 Se nos dice que en aquel lugar habrá llanto y crujir de dientes; de suerte que
allí rechinarán los dientes de los que, mientras estuvieron en este mundo, se
gozaban en su voracidad; llorarán allí los ojos de aquellos que en este mundo se
recrearon con la vista de cosas ilícitas; de modo que cada uno de los miembros que
en este mundo sirvió para la satisfacción de algún vicio, sufrirá en la otra vida un
suplicio especial (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

Los cuerpos de los condenados

3045 El castigo eterno producirá en los cuerpos cuatro taras contrarias a las dotes de
los cuerpos gloriosos. Serán oscuros: Sus rostros, caras chamuscadas (Is 13, 8).
Pasibles, si bien nunca llegarán a descomponerse, puesto que constantemente
arderán en el fuego pero jamás se consumirán: Su gusano no morirá, y su fuego no
se extinguirá (Is 66, 24). Pesados y torpes, porque el alma estará allí como
encadenada: Para aprisionar con grillos a sus reyes (Ps 149, 8). Finalmente, serán en
cierto modo carnales, tanto en alma como el cuerpo: Se corrompieron los asnos en
su propio estiércol (Joel I, 17) (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 11, 1. C., P. 109).

INSTRUMENTOS DE DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

Victoria de Gedeón y los trescientos escogidos: Jue 7, 1-7.

David y Goliat: I Sam 17, 31

La borriquillo de Balaám: Num 22, 21-34.

Considerad si no, hermanos, vuestra vocación: no hay muchos sabios según la carne,
ni muchos poderosos, ni muchos nobles; mas Dios eligió lo necio del mundo para
confundir a los sabios, lo débil para confundir a los fuertes, lo vil, lo despreciable, lo
que es nada, para anular lo que es; para que nadie se glorie delante de Dios. Por él
vosotros estáis en Cristo Jesús, quien de parte de Dios se ha hecho para nosotros
sabiduría, justicia, santificación y redención, para que, como está escrito, el que se
glorie, que se glorie en el Señor. I Cor 1, 26-31.

Poderoso es Dios para hacer que nazcan de las mismas piedras hijos de Abraham. Mt
3, 9.

Como el barro en manos del alfarero, que le señala el destino segun su juicio, así son
los hombres en manos del Hacedor, que hace de ellos según su voluntad. Eclo 33,
13-14.

¿Deberia acaso estar agradecido al siervo porque hizo lo que se le habia ordenado?
Lc 17, 9-10.

Que nos tengan los hombres por ministros de Cristo y dispensadores de los misterios
de Dios. / Cor 4, 1-2.
Cada uno permanezca en la condición que Dios le ha asignado, en la que tenia
cuando fue llamado. Así lo dispongo en todas las Iglesias. I Cor 7, 17.

Porque si predico el Evangelio, no tengo de qué gloriarme; es que tengo obligación.


Pues ¡ay de mi si no evangelizare! Si hiciera esto por propia voluntad, mereceria
recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo con un cargo que se me ha
confiado. I Cor 9, 16-17.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios suele escoger «instrumentos desproporcionados» para que colaboren con El

3046 Te reconoces miserable. Y lo eres. —A pesar de todo —más aún: por eso—te
buscó Dios.

—Siempre emplea instrumentos desproporcionados: para que se vea que la «obra»


es suya. —A ti sólo te pide docilidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Cam¿no, n. 475).

3047 Mas la providencia de Dios, que quiere que los hombres se salven y vengan al
conoc¿m¿ento de la verdad (I T¿m 2, 4), permite en ocasiones, por su magnífica
liberalidad, que incluso quien no se ha hecho digno de predicar el Evangelio por una
vida irreprochable, obtenga la gracia de la ciencia espiritual para la salvación de
muchos (CASIANO, Colaciones, 14, 19).

3048 El sacerdote presta (a Cristo) su lengua y le ofrece sus ma- nos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. Evang. S. Juan 86, 4).

3049 Con frecuencia, escoge para esto a personas aparentemente inadecuadas, pero
eleva de tal modo sus cualidades personales que las hace capaces de realizar
acciones absolutamente superiores a sus posibilidades. Y esto lo hace no tanto para
confundir la sabiduría de los sabios, como para poner de relieve su obra, que no
necesita apoyos humanos, y para indicar más claramente a los hombres cuál es la
dignidad a que los eleva su gracia y a qué grandeza puede y quiere conducirles bajo
su guía (JUAN PABLO II, Carta Apost. Amantíssima Providentia, 14-VI-1980).

El Señor da las gracias necesarias

3050 A los que Dios elige para una misión los prepara y dispone de suerte que
resulten idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos (SANTO
TOMÁS, Suma Teológ¿ca, 3, q. 27, a. 4 c).

3051 Nosotros somos simples braceros, porque Dios es quien siembra (SAN AGUSTÍN,
Sermón 73, 3).

3052 Les invita a la fe con la parábola del grano de mostaza; y les hace ver que, de
todos modos, se propagará la predicación del Evangelio. Es necesaria la fe para
comprender esto. Los más pequeños, los más débiles entre los hombres, eran los
discípulos del Señor; pero como había en ellos una eficacia divina grandiosa, esa
fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo. Con esto quiso dar el Señor una
prueba de su grandeza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 46).

Dios es quien actúa a través de sus instrumentos

3053 Pecadores e ignorantes son enviados a predicar, para que se comprenda que la
fe de los creyentes está en la virtud de Dios, no en la elocuencia ni en la doctrina
(SAN BEDA, en Catena Aurea, val. IV, p. 31).

3054 Nosotros os hablamos desde el exterior, pero es él quien edifica desde dentro
[...]. Es él quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el
entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos también con
nuestro esfuerzo (SAN AGUSTÍN, Coment. Salmo 126, 2).

3055 Todos los que reciben el bautismo de manos de un borracho, de un homicida,


de un adúltero, si el bautismo es de Cristo, por Cristo son bautizados (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan 5, 18).

3056 Hay que insistir en que los hombres no son más que instrumentos, de los que
Dios se sirve para la salvación de las almas, y hay que procurar que estos
instrumentos se encuentren en buen estado para que Dios pueda utilizarlos (SAN Pío
X, Haerent animo, 4-8-1908).

3057 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento.


Pero es El el que interiormente perfeccióna la obra (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
2-2, q. 177, a. lc).

3058 Si contamos exclusivamente con nuestras propias fuerzas, no lograremos nada


en el terreno sobrenatural; siendo instrumentos de Dios, conseguiremos todo: todo lo
puedo en aquel que me conforta (Phil 4, 3). Dios, por su infinita bondad, ha dispuesto
utilizar estos instrumentos ineptos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
120).

La gloria para Dios. Humildad del instrumento

3059 Imitad el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice
que no es lo que ellos piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le atribuyen.
Si hubiera dicho: «Soy Cristo», con cuánta facilidad le hubieran creído, ya que lo
pensaban de él sin haberlo dicho. No lo dijo: reconoció lo que era, hizo ver la
diferencia entre Cristo y él, y se humilló. Vio dónde estaba la salvación, comprendió
que él era sólo una antorcha y temió ser apagado por el viento de la soberbia (SAN
AGUSTÍN, Sermón 293, 3).
3060 Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en
manos del artista.—Y nada más.

—Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 612).

3061 Rechaza las alabanzas que te hagan por el éxito obtenido, porque no se deben
a un vil instrumento como tú, sino a El, que, si así lo quiere, puede servirse de una
vara para, hacer brotar el agua de una roca, o de un poco de tierra para devolver la
vista a los ciegos [...] (J. PECCI—León Xlll—, Práctica de la humidad, 45).

IRA

Citas de la Sagrada Escritura

El que se venga será victima de la venganza del Señor, que le pedirá exacta cuenta
de sus pecados. Eclo 28, 1.

¿Guarda el hombre rencor contra el hombre, e irá a pedir al Señor curación? ¿No
tiene misericordia de su semejante, y va a suplicar por sus pecados? Siendo carne,
guarda rencor. ¿Quién va a tener piedad de sus delitos? Acuérdate de tus
postrimerías y no tengas odio. Eclo 28, 3-6.

Aléjate de contiendas y aminorarás los pecados. Porque el hombre iracundo enciende


las contiendas. El hombre pecador siembra la turbación entre amigos y en medio de
los que en paz están arroja la calumnia. Eclo 28, 10-11.

A tenor del combustible se enciende y se alimenta el fuego, y según el poder del


hombre así es su ira; según su riqueza crece su cólera, y se enciende según la
violencia de la disputa. Pendencia súbita alumbra el fuego, y riña apresurada hace
correr la sangre. Si soplas sobre brasas, las enciendes, y si escupes sobre ellas, las
apagas; y am

bas cosas proceden de tu boca. Eclo 28, 1 2- 14.

Toda amargura, ira y enojo y gritería [...] destiérrese de vosotros. Ef 4, 31.

Sea todo hombre refrenado en la ira, porque la ira del hombre no se compadece con
la justicia de Dios. Sant 1, 19-20.

Si os enojáis no queráis pecar, no sea que se os ponga el sol estando airados. Ef 4,


26.

El que aborrece a su hermano en tinieblas está y en tinieblas anda, porque las


tinieblas le han cegado los ojos. I Jn 2, 11.

Quienquiera que tome ojeriza contra su hermano, merecerá que el juez le condene.
Mt 5, 22.

Si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas que tu hermano tiene


alguna queja contra ti, deja allí mismo tu ofrenda [...] y ve primero a reconciliarte con
tu hermano. Mt 5, 23-24.

Si alguno dice: Yo amo a Dios, al paso que odia a su hermano, es un mentiroso. 1 Jn


4, 20.

SELECCIÓN DE TEXTOS

La ira y el odio

3062 La ira es un movimiento que impulsa a venganza de las injurias recibidas


(SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., p. 264).

3063 En comparación del odio, la ira no es más que una mota de paja, pero si la
fomentas llegará a viga. Si la desarraigas y la arrojas no es nada (SAN AGUSTÍN,
Sermón 211 De fraterna concordia).

3064 Hay que guardarse de que la ira pase al corazón, cosa que ocurre cuando se
transforma en odio. La diferencia entre la ira y el odio reside en que la primera es
repentina y el segundo es sostenido (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c.,
p. 265).

Violencia y odio

3065 La violencia que está destruyendo el tejido social de la nación italiana no es


casual: parte de un programa preciso, nace del espíritu del odio. Aquí está la matriz
de la violencia; sólo aquí. Es necesario no dejarse engañar por otras motivaciones. He
aquí por qué es muy necesario, por parte de los cristianos, saber discernir este
espíritu, comprender su perversión intrínseca (cfr. I Jn 3, 15), y no dejarse contaminar
por él, para librarse con vigor de su espiral y no dejarse engañar por sus sugestiones.
Sed, en cambio, apóstoles perspicaces y generosos del amor (JUAN PABLO II, Aloc 23-
III-1980).

La ira deja sin luz el corazón

3066 Quien lleva en sus ojos la viga de la indignación, ¿podrá observar serenamente
la paja del ojo de su hermano? (CASIANO, Instituciones, 8, 5).

3067 Sea cual fuere la causa de esa efervescencia que radica en la cólera, la verdad
es que ciega los ojos del corazón (CA SIANO, Instituciones, 8, 6).

3068 No olvidemos que cuando estamos irritados perdemos por completo la libertad
de ponernos en oración y ofrecer nuestras plegarias al Señor (CAS¡ANO,
Instituciones, 8, 22).
Consecuencias de la ira

3069 (La ira) normalmente provoca la injuria (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q.
72, a. 4).

3070 Tu mal carácter, tus exabruptos, tus modales poco amables, tus actitudes
carentes de afabilidad, tu rigidez (¡tan poco cristiana!), son la causa de que te
encuentres solo, en la soledad del egoísta, del amargado, del eterno descontento, del
resentido, y son también la causa de que a tu alrededor, en vez de amor, haya
indiferencia, frialdad, resentimiento y desconfianza.

Es necesario que con tu buen carácter, con tu comprensión y tu afabilidad, con la


mansedumbre de Cristo amalgamada a tu vida, seas feliz y hagas felices a todos los
que te rodean, a todos los que te encuentren en el camino de la vida. (S. CANALS.
Ascética meditada, pp. 72-73).

3071 Cuando somos zarandeados por la ira estamos faltos de lucidez en el juicio, de
la imparcialidad en el discernimiento, de la justa medida indispensable para dirimir
las diferencias (CASIANO, Instituciones, 8, 1).

3072 En toda nuestra actuación hemos de practicar dos virtudes, la justicia y la


misericordia. Pues bien, la ira cierra el camino a las dos (SANTO TOMÁS, Sobre los
mandamientos, I.c.,p.266).

3073 A veces la tristeza no es más que una consecuencia de la ira (CASIANO,


Instituciones, 9, 4).

Existe una ira justa y virtuosa

3074 Quien se enfurece con causa no es culpable; porque si la ira no existiese, ni


aprovecharia la doctrina ni los tribunales estarían constituidos, ni los crimenes.se
castigarían. ASi, quien no se enfurece, cuando hay causa para ello, peca: la paciencia
imprudente fomenta los vicios, aumenta la negligencia e invita a obrar el mal, no sólo
a los malos sino también a los buenos (SAN AGUSTÍN, Sobre la Ciudad de Dios, 105).

3075 Si uno se encoleriza cuando debe, en la medida que debe, por lo que debe
encolerizarse, etc., es entonces la ira un acto de virtud (SANTO TOMÁS, Sobre los
mandamientos, 1. c., p. 263).

La virtud de la paciencia Ver nº. 3967-4004.

Remedios contra la ira

3076 Así como es excelente remedio contra la mentira desdecirse al instante que se
advierte haberla dicho, también es remedio eficaz contra la ira repararla
prontamente con su acto contrario, que es el de mansedumbre; que las llagas, como
se suele decir, se curan con más facilidad cuando están recién hechas (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 8).

3077 Calla siempre cuando sientas dentro de ti el bullir de la indignación.—Y esto,


aunque estés justisimamente airado.

—Porque, a pesar de tu discreción, en esos instantes siempre dices más de lo que


quisieras (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 656).
3078 La indignación debe mantenerse en secreto [...]. Porque es de tal naturaleza
que, diferida, languidece y muere; manifestada, se enciende más y más (CASIANO,
Colaciones, 16, 27).

3079 A tu paso debes dejar el buen aroma de Cristo—bonus odor Christi—: tu sonrisa
habitual, tu calma serena, tu buen humor y tu alegría, tu caridad y tu comprensión.
Debes asemejarte a Jesús que pertransiit benefaciendo, que pasó haciendo el bien.

Quienes no conocen la mansedumbre de Cristo dejan tras de si una polvareda de


descontento, una estela de animosidad y de dolorosas amarguras, una secuela de
heridas sin cicatrizar; un coro de lamentos y una cantidad de corazones cerrados, por
un tiempo más o menos largo, a la acción de la gracia y la confianza en la bondad de
los hombres. (S. CANALS. Ascética meditada, p. 73).

3080 Como el hombre encolerizado jamás tiene por injusto su enojo, alimenta su ira
con muchos falsos juicios. De lo dicho se infiere que vale más aprender a no
enfadarse que intentar enfadarse con moderación y prudencia; y por si por
imperfección o flaqueza nos sorprende la ira, más vale rechazarla al instante que
entrar con ella en capitulaciones, pues, por poco lugar que se le dé, se apodera de la
plaza y hace como la serpiente, que donde entra la cabeza fácilmente entra todo el
cuerpo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 8).

3081 Pero conviene no forjarnos ilusiones. La paz de nuestro espíritu no depende del
buen carácter y benevolencia de los demás. Ese carácter bueno y esa benignidad de
nuestros prójimos no están sometidos en modo alguno a nuestro poder y a nuestro
arbitrio. Esto seria absurdo. Sino que la tranquilidad de nuestro corazón depende de
nosotros mismos. El evitar los efectos ridículos de la ira debe estar en nosotros y no
supeditarlo a la manera de ser de los demás. El poder superar la cólera no ha de
depender de la perfección ajena, sino de nuestra virtud (CAS1ANO, Instituciones, 8,
17).

3082 Al despachar a sus hermanos de Egipto, el santo y famoso patriarca José, para
que se restituyesen a la casa de su padre, sólo les hizo este encargo: No os enojéis
por el cami'?O. Y pues esta miserable vida es camino de la bienaventurada, lo mismo
te digo: no nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros
hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin
excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu
corazón entrada al enojo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 8).

3083 Recuerdo que, cuando vivía yo en el desierto, disponia de una caña para
escribir, que, a mi parecer, era o demasiado gruesa o demasiado fina; tenia también
un cuchillo, cuyo filo, embotado sobremanera, apenas si podía cortar; un sílex cuya
chispa no brotaba lo bastante prontamente para satisfacer mi afán de leer en
seguida; y entonces sentía yo nacer en mí tales oleadas de indignación, que no podia
menos de proferir maldiciones, ora contra estos objetos insensibles, ora contra el
mismo Satanás.

Ello es una prueba fehaciente de que de poco sirve no tener a nadie con quien
enojarnos, si no hemos alcanzado antes la paciencia. Nuestra ira se desencadenará
incluso contra las cosas inanimadas, a falta de alguien que pueda sufrir el golpe
(CASIANO, Instituciones, 8, 17).
JESUCRISTO

Citas de la Sagrada Escritura

1. Nombres

Cordero de Dios: Jn 1, 29-36. Alfa y Omega: Apoc 1, 8. Nuestro abogado: I Jn 2, 1. El


que ha sido, el que es y el que será: Apoc 1, 8. Cristo Señor: Lc 2, 11. Emmanuel: Mt
1, 23. Hijo de Dios: Lc 1, 35. Hijo del Altísimo: Lc 1, 32. Hijo de David: Lc 1, 32. Hijo
del hombre: Jn 1, 51. Jesucristo: Mt 16, 20; Rom 1, 3.

El Justo: I Jn 2, 1. La Luz: Jn 1, 8. El único Maestro: Mt 23, 8. Mesías: Jn 1, 41. Nuestro


Señor: Rom 1, 3. Buen Pastor: Jn 10, 14. Padre de familia: Lc 13, 25. Maestro: Jn 20,
16. Resurrección y Vida: Jn 11, 25. Rey: Jn 18, 37; Mt 2, 2. Cabeza del cuerpo de la
Iglesia: Col 1, 18. Salvador del mundo: Jn 4, 42. Señor de la gloria: I Cor 2, 8.
Sacerdote Eterno: Heb 5, 6. Sumo Sacerdote: Heb 3, 1. Cordero Inmaculado: I Pdr 1.
Cordero Inmolado: Apoc 5, 6.

Autor de la vida y de la salud: Heb2, 10.

Consolación de Israel: Lc 2, 25.

Hijo de Dios vivo: Mt 16, 16; ~ 11, 27.

Hijo Unigénito del Padre: Jn 1, 14.

Gloria de Israel: Lc 2, 32.

Imagen de Dios: 2 Cor 4, 4; Col 1, 15.

Luz del mundo: Jn 8, 12.

Mediador: Tim 2, 9.

Pan de Dios, Pan de vida: Jn 6, 33-35.

Piedra angular: Mt 21, 42.

Camino, Verdad y Vida: Jn 14, 6.

2. Vida de unión con Dios Padre.

Jesús tiene la vida unida al Padre, por quien vive: Jn 6, 58; Jn 5, 26-27.
Está en el Padre y el Padre en El; por eso, quien le ve a El, ve también al Padre: Jn 14,
9-10, 20.

Hace siempre lo que es deseo del Padre: Jn 14, 31.

Juzga según oye al Padre, por eso su juicio es justo, porque no busca hacer su
voluntad sino la del que le envió: Jn 5, 30.

Está siempre con el Padre y hace siempre lo que agrada al Padre: Jn 8, 29.

3. Vida de oración

Se retiraba de madrugada a un lugar solitario para orar: Mc 1, 35.

En la soledad hacia sus oraciónes: Lc 5, 16; 9, 18; 11, 1; Mt 26, 36; 14, 23.

Ora antes de elegir a los Apóstoles: Lc 6, 12.

Elevaba sus afectos a Dios, en todos sus actos más importantes:

— al resucitar a Lázaro: Jn 11, 41, 42.

— en la multiplicación de los panes: Jn 6, ll; Mt 14, 19.

— al instituir la Eucaristía: Mc 14, 23; Lc 22, 19.

Ora con perseverancia durante la agonía en el huerto: Lc 22, 40-45

4. Sentimientos interiores de Jesús

Se anonadó tomando forma de siervo: Flp 2, 7.

No vino a ser servido, sino a servir y dar su vida por nuestra redención: Mt 20, 28.

Es modelo de mansedumbre y humildad: Mt 11, 29.

Se compadecía de las muchedumbres, viéndolas como ovejas sin pastor: Mt 9, 36;


14, 16; 15, 32.

Se compadece de los enfermos: Mc 1, 41.

De la viuda de Naím: Lc 7, 13.

Al ver la tristeza de las hermanas de Lázaro: Jn 11, 35-36.

Se compadece de la adúltera: Jn8, 11.

De la caida de Pedro: Lc 22, 61.

Del buen ladrón: Lc 23. 43.


Del mismo Judas, llamándole amigo: Mt 26, 49-50.

Pedía perdón por los que le crucificaban: Lc 23, 34.

Nos ama como le ama a Él el Padre, y nos pide correspondencia: Jn 15, 9.

Nos amó hasta el extremo: Jn 13, 1.

Hasta darnos la mayor prueba, dando su vida por nosotros: Jn 15, 13.

Quiere que nos amemos mutuamente como Él nos ha amado: Jn 13, 34.

Llama amigos a sus discípulos, como prueba de amor: Jn 15, 15.

5. Relaciones de Jesús

a) Con los pobres

Nuestro Señor, modelo de pobreza: 2 Cor 8, 9.

La Santísima Virgen reclina al Niño Jesús en un pesebre: Lc 2, 7.

Huida de la Sagrada Familia a Egipto, y su estancia allí en medio de privaciones y


pobreza: Mt 2, 14-22.

Pobreza de los Apóstoles: I Cor 4, 11-13; 9, 12-13; 2 Cor 11, 27.

Nuestro Señor y sus Apóstoles padecen hambre: Mt 12, 1; 21, 19.

No tenían dinero para pagar los impuestos: Mt 17, 23-26.

Bienaventurados los pobres: Mt 5, 3; Sant 2, 3.

Nuestro Señor se gloria de evangelizar a los pobres: Mt 11, 5; Lc 4, 18.

Nuestro Señor no quiere la inquietud por el día de mañana: Mt 6, 25-34

b) Con los ricos

José Nicodemo se entrevista con Jesús: Jn 3, 1-29.

Nicodemo y José de Arimatea se declaran discípulos de Jesús y ungen su Cuerpo: Mt


27, 57-60.

Los Magos adoran a Jesús: Mt 2, 1-2.

Fe y humildad del Centurión: Mt 8, 5-13; 7, 1-10.

Lázaro, Marta y Maria, amigos de Jesús: Jn 11, 11-44.

Jesús quiere hospedarse en casa de Zaqueo: Lc 19, 1-10.

Jesús arroja del Templo por dos veces a los mercaderes que intentaban enriquecerse:
Jn 11, 1417; Mt 11, 11.

El rico de la parábola se condenó por haber empleado mal sus bienes: Lc 16, 19-31.

El primer anatema de Jesús fue contra los malos ricos: Lc 6, 24-25; Sant 5, 1-7.

c) Con los afligidos y enfermos

Jesús llora sobre Jerusalén: Lc 19, 41.

Se compadece de las almas que yacen como ovejas sin pastor: Mt 10, 36-38.

Se compadece de Marta y Maria, y resucita a Lázaro: Jn 11, 20-37.

Se compadece de Jairo, cuya hija acaba de morir: Mt 9, 18-26; Mc 5, 22-43; Lc 8, 41-


46.

Se compadece de la viuda de Naím, a quien dijo: «No llores más»: Lc 7, 11-17.

Se olvida de si mismo, y dice a unas piadosas mujeres: «No lloréis por Mi»: Lc 23, 28.

Lleno de compasión, dice a los afligidos: Venid a Mi todos los que andáis agobiados
con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Mt 11, 28.

¡ Bienaventurados los que lloran! Mt 5, 5.

Salia de El una virtud que curaba a cuantos se le acercaban. Lc 6, 19.

La virtud del Señor se manifestaba curando a los enfermos: Lc 5, 17.

En Cafarnaúm imponia sobre ellos las manos y los curaba: Mt 8, 16; Mc 1, 32-34; Lc
4, 40-41.

Antes de multiplicar los panes y los peces curó a todos los que i~ presentaron: Mt 15,
30; Jn 6, 2.

En la primera Pascua que estuvo en Jerusalén creyeron en El a causa de las


curaciones que hacia: Jn 11,23.

El domingo de ramos, en el atrio del Templo, curó también a cojos y a ciegos: Mt 21,
14.

d) Con los pecadores

Ha venido para salvar las ovejas perdidas de la casa de Israel: Mt 15, 24.

No ha venido por los justos, sino por los pecadores: Mt 9, 13; Mc 11, 17; Lc 5, 32.

Hay más alegría en el cielo por

la conversión de un solo pecador que por la perseverancia de noventa y nueve


justos: Lc 15, 7.

Parábolas de Nuestro Señor sobre el perdón de los pecadores: la oveja perdida: Mt


18, 12-14; Lc 15, 3-7; la dracma perdida, Lc 15, 8-10; el hijo pródigo, Lc 15, 11-31.
Otorga muchas veces su perdón:

— a la Samaritana, Jn 4, 7-29.

— al paralítico de Cafarnaúm: Mc 11, 5-11.

— al publicano Mateo: Mc 11, 14-27; Lc 5, 27-32.

—a Maria Magdalena: Lc 7, 37-50.

—a la mujer adúltera: Jn 8, 3- 11.

— a Zaqueo: Lc 19, 1-10.

— a Pedro cuando le negó: Lc 22, 61.

— a sus verdugos: Lc 23, 34.

— al buen ladrón: Lc 23, 42-43.

6. Promesas

A los pobres: Mt 5, 30; Lc 6, 20.

A los mansos: Mt 5, 4.

A los que lloran: Mt 5, 5; Lc 6, 21.

A los que tienen hambre y sed de justicia: Mt 5, 6.

A los hambrientos: Lc 6, 21.

A los misericordiosos: Mt 5, 7.

A los limpios de corazón: Mt 5, 8.

A los pacificos: Mt 5, 9.

A los que sufren persecuciones por la justicia: Mt 5, 10.

A los que sufren persecuciones por su amor: Mt 5, 11; Lc 6, 22-23.

A los gentiles: Mt 8, 11.

Los gentiles oirán la voz del Buen Pastor: Jn 10, 16.

Jesús envia sus Apóstoles en busca de las ovejas perdidas: Mt 10, 6.

El mismo quiere poner sobre sus hombros la oveja perdida: Lc 15, 4-6.
7. Maestro

Vino para predicar el Evangelio: Mc 1, 38.

Enseñaba en las sinagogas: Lc 4, 15.

Recorría las ciudades y aldeas para enseñar el Evangelio: Mt 9, 35.

Vino sobre todo para evangelizar a los pobres: Mt 11, 5; Lc 4, 18.

Enseñó con sus palabras y con sus ejemplos: Jn 13, 15; Hech 1, 1.

Vino para enseñar la Verdad: Jn 18, 34-37.

Nos dio a conocer al verdadero Dios: I Jn 5, 20.

Manifestó el nombre de Dios a sus discípulos: Jn 17, 6.

Enseñó el camino de Dios según la pura verdad: Lc 20, 21.

Todos sus oyentes admiraban su doctrina: Lc 4, 22.

Jamás hombre alguno habló como El: Jn 7, 46.

Sus palabras son espíritu y vida: Jn 6, 64.

Su doctrina es la de su Padre: Jn7, 16.

Tiene palabras de vida eterna: Jn 6, 69.

Busca la gloria del Padre: Jn 7, 16-18.

Su palabra nos hará libres, si la .ponemos en práctica: Jn 8, 31-32.

Su Evangelio es la espada que separa sus fieles de los demás hombres: Mt 10, 34.

Habla de muchas cosas por medio de parábolas: Mt 13, 3.

8 Jesucristo, Rey

No temas, Maria [...], sábete que has de concebir en tu seno y parirás un Hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús [...], al cual el Señor Dios dará el trono de su padre
David y reinará en la casa de Jacob eternamente y su reino no tendrá fin. Lc 1, 31-33.

Replicóle Pilato: ¿Con que tú eres Rey? Respondió Jesús: Así es como tú dices: yo soy
Rey. Jn 28, 37; Lc 23, 3.

Yo os preparo el reino como mi Padre me lo preparó a mi, para que comáis y bebáis a
mi mesa en mi reino. Lc 22, 29-30.

9. Principales parábolas
Parábola de la casa bien o mal fundada: Mt 7, 24-27; Lc 6, 47-49.

Del sembrador: Mt 13, 1-23; Mc 4, 1-20; Lc 8, 4-15.

De la buena semilla y de la cizaña: Mt 13, 24-30.

Del grano de mostaza: Mt 13, 31-32; Mc 4, 30-32; Lc 13, 18-19.

De la levadura: Mt 13, 33; Lc 13, 20-21.

Del padre de familia: Mt 13, 51 -52.

Acerca de lo que mancha o no mancha: Mt 15, 10-20.

Del tesoro oculto: Mt 13, 44.

De la perla preciosa: Mt 13, 45-46.

De la red: Mt 13, 47-50.

De los obreros llamados a trabajar en la viña del Padre: Mt 20, 1 -16.

Del padre de familia que debe velar: Mt 24, 42-44; Mc 13, 33-35; Lc 12, 35-38.

Del servidor fiel y prudente, y del servidor malo: Mt 24, 43-51; Mc 13, 33-37; Lc 12,
39-40.

De la lámpara: Lc 8, 16-18; Mt 4, 21-22.

De la medida: Mc 4, 24-25.

Del grano de trigo que crece so10: Mt 4, 26-29.

De los niños caprichosos: Mt 11, 16-19; Lc7, 31-35.

Del buen samaritano: Lc 10, 30-37.

Del intendente: Lc 12, 41-48; Mt 24, 45-51.

Del siervo despiadado: Mt 18, 23-35.

Del huésped nocturno: Lc 11, 5 -8.

Del rico insensato: Lt 12, 16-20.

De la higuera estéril: Lc 13, 6-9.

De los invitados al banquete: Lc 14, 16-24.

De la oveja perdida: Lc 15, 3-7.

De la dracma perdida: Lc 15, 8-10.

Del hijo pródigo: Lc 15, 11-32.


Del mayordomo infiel: Lc 16, 1-13.

De los jornaleros enviados a la viña: Mt 20, 1-16.

Del mal rico y del pobre Lázaro: Lc 16, 19-31.

Del juez inicuo y la viuda: Lc 18, 1-8.

Del fariseo y el publicano: Lc 18, 9-15.

De las diez minas: Lc 19, 11-27; Mt 25, 14-30.

De los hijos enviados a la viña: Mt 21, 28-32.

De los viñadores homicidas: Mt 21, 33-46; Mc 12, 1-9; Lc 20, 9-17.

De las bodas reales: Mt 22, 1-14; repetición de la parábola de los convidados al


festín: Lc 14, 16-24.

De las diez vírgenes: Mt 25, 1-13.

De los talentos: Mt 25, 14-30; repetición de la parábola de las minas: Lc 19, 11-27.

Del Buen Pastor: Jn 10, 1-11.

Nuestro Señor debió de exponer otras muchas parábolas (Mt 13, 34; Mc 4, 33-34),
que no han sido conservadas.

10. Milagros

(Ver MILAGRO).

SELECCIÓN DE TEXTOS

Verdadero Dios y verdadero hombre

3084 No es diverso de quien lo engendra, y tiene igual poder que El. No se confunde
con el Padre ni forma con El un ser compuesto. Y porque es distinto del Padre en la
generación, es también hermano tuyo éste que rige con su cetro al Universo y
señorea con igual autoridad al Cielo, a la tierra y a los mares (SAN AMBROSIO, Sobre
las vírgenes, 3, 2).

3085 ¿Qué felicidad más segura que la nuestra, siendo así que quien ora con
nosotros es el que da lo que pide? Porque Cristo es hombre y Dios; como hombre,
pide; como Dios, otorga (SAN AGUSTÍN, Sermón 217).

3086 El mismo Dios verdadero es también hombre verdadero, y en El, con toda
verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.

[...] Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la
otra [...]. La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es
verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente Hiio del hombre (SAN LEÓN MAGNO,
Carta 28, 3-4).

3087 Cada vez que los actores imitan la conducta de otros, aunque reproduzcan a la
perfección su modo de actuar y de comportarse, ellos no son los personajes
representados. En realidad, sirviéndome de términos profanos, cuando un actor hace
el papel de un sacerdote o de un rey, él no es ni sacerdote ni rey; terminada la
representación teatral, cesa de existir también el personaje representado.

Lejos de nosotros este impío e ignominioso insulto hacia Cristo [...]. La fe católica, en
cambio, afirma que el Verbo de Dios se hizo hombre hasta el punto de asumir todo lo
que pertenece a nuestra naturaleza, y no por vía de ficción o de apariencia, sino de
una manera real y sustancial. Los actos humanos que llevaba a cabo eran actos
suyos propios, y no imitación de actos de otro; su actuar era expresión de su ser.
Como cuando nosotros hablamos, conocemos, vivimos, existimos, no imitamos a los
hombres, sino que somos realmente tales (SAN V!CENTE DE LERINS, Conmonitorio, n.
14).

3088 La fe católica enseña y exige que debemos reconocer en nuestro Salvador dos
naturalezas: aunque cada una conserva sus propiedades, están unidas ambas en una
tan perfecta unidad que nosotros, desde el momento en que el Verbo se hizo carne
en el seno de la bienaventurada Virgen por amor al género humano, no podemos
pensar en la divinidad sin lo que es hombre, ni tampoco en el hombre sin lo que es
Dios (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 52).

3089 En la persona de Cristo hay una doble naturaleza: es Hijo de Dios e Hijo del
hombre, pero un solo Señor. Porque si ha asumido la condición de siervo ha sido
movido por su misericordia y de ningún modo forzado por la ley de la necesidad. Por
virtud de su poder se ha hecho paciente, se ha hecho mortal y, para destruir el poder
que detentaba el pecado y la muerte, la naturaleza humana, con su debilidad,se
abrazó al sufrimiento sin que la naturaleza divina, con su fuerza, perdiese nada de su
gloria (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 45 sobre la Cuaresma).

3090 Estaba sobre la Naturaleza. Tenia poder sobre ella. Esto es lo que hacia a los
hombres maravillarse. Marineros experimentados pueden hacer uso de los vientos y
de las olas para llegar a tierra. Más aún, incluso en medio de una tormenta saben
cómo aprovecharse de ella, conocen lo que tienen que hacer, y están a la
observación para sacar provecho de todo lo que ocurre. Pero Nuestro Señor no
condescendió a hacer esto. No les instruyó de cómo manejar las velas, ni de cómo
gobernar la embarcación, sino que se dirigió directamente a los vientos y a las olas y
los paró, obligándoles a hacer lo que era contra su naturaleza (CARD. J. H. NEWMAN
Sermón en el Dom. I V después de Epifania; Cat. S. Cháud 1848).

3091 Dios no ha comenzado nunca a ser cuerpo, ni el cuerpo cesará en ningún


momento de ser tal. El ejemplo de la naturaleza humana puede darnos alguna luz al
respecto. Cada hombre está compuesto de alma y cuerpo, y así será siempre, y
nunca sucederá que el cuerpo se cambie en alma o el alma en cuerpo. Puesto que
cada hombre vivirá para siempre en lo sucesivo, en cada uno permanecerá
necesariamente siempre la diferencia en las dos sustancias. Así también en Cristo, la
propiedad característica de cada sustancia persistirá por toda la eternidad, quedando
siempre a salvo la unidad de persona (SAN V!CENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 13).

3092 Aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo participe de
nuestros pecados.
Tomó la condición de esclavo, pero libre de la malicia del pecado, ennobleciendo
nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo [...]
fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que,
permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre, es el mismo que se hace él
mismo hombre, tomando la condición de esclavo (SAN LEÓN MAGNO, Carta 28, 3-4).

3093 Hombre verdadero, Dios verdadero; Dios y hombre: Cristo total. Esta es la fe
católica [...]; quien ambos términos confiesa, es católico. Este tiene una patria y un
camino [...]. El es la patria a donde vamos, El es el camino por donde vamos.
Vayamos por El a El y no nos extraviemos (SAN AGUST IN, Sermón 93).

3094 [...] en cuanto Dios, estar sentado a la derecha del Padre significa ser de la
misma categoría que Este; en cuanto hombre, quiere decir tener la absoluta
prceminencia (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c., p. 80).

3095 Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha. No se da la preferencia porque


se sienta a la derecha, ni sufre menoscabo porque se le manda; no hay grado de
dignidad donde está la plenitud de la divinidad (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea
vol. Vl, p. 389).

3096 Llama a este libro el libro de la generación, porque toda la economía de la


gracia y la raíz de todos los bienes está en que Dios se ha hecho hombre; una vez
verificado esto, lo demás se sigue como una consecuencia lógica (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 2).

3097 La Iglesia adora una sola divinidad en la plenitud de la Trinidad, y la igualdad


de la Trinidad en una única y misma majestad; profesa un solo Cristo Jesús, no dos; el
cual es igualmente Dios y hombre. Cree que en El hay una sola persona, pero dos
sustancias; dos sustancias, pero una sola persona (SAN VICENTE DE LERINS
Conmonitorio, n. 13).

3098 Aunque nació de virgen en el tiempo y como hombre según la carne, es, sin
embargo, eterna su generación, porque lo engendró el Padre antes de que las cosas
fueran hechas; y así , habiendo recibido de su madre la vida corporal, en la cual
depende de ella, permanece no obstante unido al Padre por la virtud divina (SAN
AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3, 2).

3099 Todos los errores de los herejes acerca de Cristo se pueden reducir a tres
clases: los concernientes a su divinidad, a su humanidad, o a ambas a la vez (SAN
AGUSTÍN, Sobre las hereitas. 8).

3100 El Creador del tiempo nació en el tiempo, y Aquel por quien fueron hechas
todas las cosas empezó a contarse entre las creaturas (SAN LEÓN MAGNO, Carta 31,
2-3).

3101 Dirás: ¿Cómo ha venido la luz a todos por medio de uno solo? ¿De qué manera
está la divinidad en la carne? Como el fuego en el hierro: no desplazándose sino
comunicándose. En efecto, el fuego no se lanza hacia el hierro, sino que,
permaneciendo en su lugar, le comunica su propia fuerza. Con lo cual él no ha
quedado disminuido en nada sino que llena enteramente al hierro al que se
comunica. De la misma manera, Dios, el Verbo, que puso su morada entre nosotros
(Jn I, 14), no salió fuera de sí mismo; el Verbo que se hico carne no quedó sometido
al cambio; el cielo no se vio privado de aquel que lo contenía y la tierra recibió en su
propio seno al que está en los cielos (SAN BASILIO, Hom. para el Nacimiento de
Cristo, 2, 6).
3102 El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la
integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es
propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y al decir nuestra
esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y
que él asume para restaurarla (SAN LEÓN MAGNO, Carta 28, 3-4).

En Cristo lo encontramos todo. En Él tenemos todos los ideales

3103 El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia


(JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 1).

3104 El que halla a Jesús, halla un tesoro bueno, y de verdad bueno sobre todo bien.
Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho y más que todo el mundo. Paupérrimo el
que vive sin Jesús y riquísimo el que está con Jesús (Imitación de Cristo, 11, 8, 2).

3105 El tesoro. Imaginad el gozo inmenso del afortunado que lo encuentra. Se


terminaron las estrecheces, las angustias. Vende todo lo que posee y compra aquel
campo. Todo su corazón late allí: donde esconde su riqueza (cfr. Mt 6, 21). Nuestro
tesoro es Cristo; no nos debe importar echar por la borda todo lo que sea estorbo,
para poder seguirle (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 254).

3106 Tu corazón, Jesús, es el rico tesoro, la piedra preciosa que hemos descubierto
en tu cuerpo herido, como en campo cavado (SAN BUENAVENTURA, Vitis Mystica, 3,
3).

3107 (El nombre de Jesús es) «refugio de los penitentes, bandera de los que
combaten, medicina de los que desfallecen, consuelo de los que sufren, honor de los
creyentes, esplendor de los evangelizadores, mérito de los que trabajan, ayuda de
los inconstantes, aliento de los que meditan, satisfacción de los que oran, deleite de
los contemplativos, gloria de los que triunfan». Es la explicación que da fray
Bernardino a los doce rayos áureos que en las tablillas circundan el «trigramma» IHS
(SAN BERNARDINO, Sermón 49, sobre el glorioso nombre de Jesucristo).

3108 Por Él anhela quien repite sus palabras y las medita en su interior. Hablemos
siempre de Él. Si hablamos de sabiduría, Él es la Sabiduría; si de virtud, Él es la
Virtud; si de justicia, Él es la Justicia; si de paz, Él es la Paz; si de la verdad, de la
vida, de la redención, Él es todo esto (SAN AMBROSIO Coment. sobre el Salmo 36).

3109 Escucha quién es el que le pide de beber. Jesús le respondió: Si conocieses el


don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», seguro que se la pedirías tú
a él, y él te daría agua viva. Pide de beber y promete una bebida. Se presenta como
quien está necesitado, y tiene en abundancia para saciar a los demás (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan 15, 10-12).

3110 Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al


entendimiento y las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los
sentidos... Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo
entero.—Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es
nada y menos que nada, al lado de ¡este Dios mío! —¡tuyo!—, tesoro infinito,
margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en
el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte
ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 432).

3111 Si tú buscas descanso y ganancia en los hombres, muchas veces sentirás daño.
Mas si en todo buscas a Jesús, muy de verdad hallarás a Jesús. Y si te buscas a ti
mismo, también te hallarás; mas será para tu mal. Por cierto, más se daña el hombre
a si mismo que todo el mundo y todos sus enemigos le pueden dañar (Imitación de
Cristo, Il, 7, 4).

3112 ¡Ah!, si amáis tanto una gota de agua, ¿qué será la misma fuente? (SAN
AGUSTÍN, Sermón 253, sobre el «alleluia»).

3113 Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus
heridas, El es médico. Si estás ardiendo de fiebre, El es manantial. Si estás oprimido
por la iniquidad, El es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, El es fuerza. Si temes la
muerte, El es vida. Si deseas el cielo, El es el camino. Si refugio de las tinieblas, El es
luz. Si buscas manjar, El es alimento (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 16, 99).

3114 Y antes que los astros, inmortal e inmenso, Cristo brilla más que el sol sobre
todos los seres. Por ello, para nosotros que creemos en El, se instaura un día de luz
largo, eterno, que no se acaba: la Pascua maravillosa, prodigio de la virtud divina y
obra del poder divino, fiesta verdadera y memorial eterno, impasibilidad que dimana
de la Pasión e inmortalidad que fluye de la muerte. Vida que nace de la tumba y
curación que brota de la llaga, resurrección que se origina de la caida y ascensión
que surge del descenso (SAN HIPÓLITO, Hom. de Pascua).

3115 Este árbol es para mi una planta de salvación eterna; de él me alimento, de él


me sacio. Por sus raíces me enraizo y por sus ramas me extiendo, su rocío me
regocija y su espíritu como viento delicioso me fertiliza. A su sombra he alzado mi
tienda, y huyendo de los grandes calores allí encuentro un abrigo lleno de rocio. Sus
hojas son mi follaje, sus frutos mis perfectas delicias, y yo gozo libremente sus frutos,
que me estaban reservados desde el principio. El es en el hambre mi alimento, en la
sed mi fuente, y mi vestido es la desnudez, porque sus hojas son espíritu de vida:
lejos de mi desde ahora las hojas de la higuera. Cuando temo a Dios, él es mi
protección; y cuando vacilo, mi apoyo; cuando combato, mi premio; y cuando triunfo,
mi trofeo. Es para mi el sendero estrecho y el sendero angosto (SAN HIPÓLITO, Hom.
de Pascua).

3116 Donde no está Jesús, se encuentran pleitos y guerras; pero donde está
presente, allí todo es serenidad y paz (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. lll, p. 360).

Camino, Verdad y Vida

3117 Si buscas por dónde ir, sigue a Cristo, porque es el camino [...]. Y es mejor caer
en el camino que correr fuera de él. Porque quien cae en el camino, por poco que
avance, algo se acerca al término; quien en cambio anda fuera de él, cuanto más
corra más se aleja del término (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 14).

3118 Dos son las cosas que el hombre principalmente desea: en . primer lugar el
conocimiento de la verdad, que le es propio; y en segundo lugar, la continuación de
su ser, que es común en todas las cosas. Ahora bien, Cristo es el camino para llegar
al conocimiento de la verdad, ya que él mismo es la Verdad [...]. Y es el camino para
llegar a la vida, al mismo tiempo que él mismo es la vida (SANTO TOMÁS, Coment.
Evang. S. Juan, 14).

3119 Cristo mismo es el camino, y por eso dice: Yo soy el camino. Cosa que es fácil
de entender, pues por él tenemos acceso al Padre. Pero como este camino no se
halla distante del término, sino unido a él, añade: la verdad y la v¿da, con lo que es
al mismo tiempo el camino y su término. El camino por su humanidad, el término por
su divinidad. Y por eso dice ramo hombre: Yo soy el camino; y añade como Dios: la
verdad y la vida. Expresiones con las que se designa convenientemente el término
de este camino (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 14).

3120 Fuera de El no hallarás la vida verdadera, ya que El es la única fuente de vida


verdadera; fuera de El no hallarás sino muerte y destrucción. El ha de ser el único
principio de toda tu actividad y de todas tus energías; debes vivir de El y por El, para
que en sí se cumplan aquellas palabras: Ningúno de nosotros vive para si y ningúno
muere para si. Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor
morimos (SAN JUAN EUDES. Trat. sobre ei Corazón de Jesús, 1, 5).

3121 Fíjate que el Señor dice en primer lugar: Yo soy el camino. Antes de decirte a
dónde, te indica por dónde: Yo soy —dice—el camino. ¿El camino hacia dónde? La
verdad y la vida. Primero dice por dónde has de ir, luego a dónde has de ir. Yo soy el
camino, yo soy la verdad, yo soy la vida. Permaneciendo junto al Padre, es verdad y
vida; haciéndose hombre, se hizo camino (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 34, 8-
9).

3122 Únete a Cristo, si quieres vivir seguro; es imposible que te desvíes, porque El es
el camino. Por esto, los que a El se unen no van descaminados, sino que van por el
camino recto. Tampoco pueden verse engañados, ya que El es la Verdad y enseña la
verdad completa, pues dice: Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para
declarar, como testigo, en favor de la verdad. Tampoco pueden verse decepcionados,
ya que él es la Vida y dador de vida, tal como dice: Yo he venido para que tengan
vida, y que la tengan en abundancia (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 14).

3123 Cristo se ha hecho para nosotros camino, y ¿podremos así perder la esperanza
de llegar? Este camino no puede tener fin, no se puede cortar, no lo pueden corroer
la lluvia ni los diluvios, ni puede ser asaltado por los ladrones. Camina seguro en
Cristo, camina; no tropieces, no caigas, no mires atrás, no te detengas en el camino,
no te apartes de él. Con tal que cuides esto, habrás llegado (SAN AGUSTÍN, Sermón
170, ll).

3124 Fijaos que en la conclusión de las oraciónes decimos: «Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo»; en cambio, nunca decimos: «Por el Espíritu Santo». Esta práctica
universal de la Iglesia tiene su explicación en aquel misterio, según el cual, el
mediador entre Dios y los hombres es Cristo Jesús (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Carta
14, 36-37).

3125 No bastó a Dios indicarnos el camino por medio de su Hijo; quiso que él mismo
fuera el camino, para que, bajo su dirección, tú caminaras por él (SAN AGUSTÍN,
Coment. sobre el Salmo 109).

3126 Jamás daremos gracias suficientemente por este don, en virtud del cual Cristo
se ha convertido en «nuestro compañero de camino», ha hecho con nosotros su
camino, como nos recuerda el Evangelio [...]. En medio de las sombras que a veces
parecen condensarse sobre la humanidad, sobre la convivencia social, sobre la
civilización misma del hombre, también nosotros pedimos, impelidos por el impulso
del Espíritu: Quédate con nosotros, Señor, porque atardece (Lc 24, 29). Sólo Cristo es
nuestra salvación, nuestra paz, nuestra alegría (JUAN PABLO II, Regina Coeli, 3-V-
1981).
3127 Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciara capaz de gozar
de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres,
Cristo Jesús, hombre también él, el cual está por encima de todas las cosas, Dios
bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino, la verdad y la
vida (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 7, lO-18).

Es la luz del mundo

3128 Si el poder de los apóstoles era tan grande, comprendemos por qué Zaqueo, al
oír que pasaba el Señor Jesús, subió a un árbol, ya que era pequeño de estatura. Vio
a Cristo y encontró la luz, lo vio y él, que antes se apoderaba de lo ajeno, empezó a
dar lo que era suyo (SAN AMBROSIO, Coment. al Salmo 43).

3129 Cristo es la luz eterna de las almas, ya que para esto lo envió el Padre al
mundo, para que, iluminados por su rostro,podamos esperar las cosas eternas y
celestiales, nosotros que antes nos hallábamos impedidos por la oscuridad de este
mundo (SAN AMBROSIO, Coment. al Salmo 43).

3130 Quédate con nosotros, porque nos rodean en el alma las tinieblas y sólo Tú eres
luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque entre las cosas
hermosas, honestas, no ignoramos cuál es la primera: poseer siempre a Dios (SAN
GREGORIO NACIANCENO, Epístola 212).

3131 El Señor dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida. Esta breve sentencia contiene un mandato y una
promesa. Cumplamos, pues, lo que nos manda, y así tendremos derecho a esperar lo
que nos promete (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 34).

3132 Jesucristo sale al encuentro del hombre de toda época, también de nuestra
época, con las mismas palabras: Conoceréis la verdad y la verdad os librará (Jn 8, 32)
(JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 12).

3133 El salió del seno de la Virgen como el sol naciente, para iluminar con su luz todo
el orbe de la tierra (SAN AMBROSIO Coment. al Salmo 18).

Sin Él nada podemos. Con Él desaparecen todos los obstáculos

3134 El no necesitó de nosotros para salvarnos, nosotros sin él nada podemos hacer;
él a nosotros, sus sarmientos, se nos dio como vid, nosotros, separados de él, no
podemos tener vida (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 84).

3135 El es el Señor de la naturaleza y puede todo cuanto quiere, puesto que hace y
dispone todas las cosas gobernando las riendas de la vida y de la muerte (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. V, p. 50).

3136 Cuando Jesús está presente todo es bueno, no hay cosa difícil; mas cuando está
ausente todo es duro. Cuando Jesús no habla de dentro, muy vil es la consolación;
más si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se siente (Imitación de Cristo,
II, 8, 1).

3137 El se anticipó a sanarnos, y continuará interviniendo después para que


alcancemos nuestro desarrollo; se adelantó para llamarnos, y nos seguirá hasta que
logremos la gloria; previno las cosas para que vivamos piadosamente, porque sin El
nada podemos (SAN AGUSTÍN, Sobre la naturaleza y la gracia, 30, 35).
3138 Y como les había hecho encargos de gran importancia, queriendo animarlos les
dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de los
siglos (Mt 28, 28). Como diciendo: no digáis que es difícil cumplir lo que se os manda,
porque estoy con vosotros, que todo lo hago fácil. Y no dijo que estaria solo con ellos,
sino con todos los que creyeron después de ellos [...], ya que los Apóstoles no iban a
vivir hasta el final de los tiempos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 91).

3139 Habiéndose separado Jesús un poco de sus discípulos, no pudieron velar


siquiera una hora en su ausencia; por cuya razón debemos rogar que no se separe de
nosotros el Salvador, ni aun por poco tiempo (ORÍGENES, Trat. sobre Ev. S. Mateo,
33).

Jesucristo es hoy el mismo que ayer. «No es una figura que pasó»

3140 Jesús es el camino. Él ha dejado sobre este mundo las huellas limpias de sus
pasos, señales indelebles que ni el desgaste de los años ni la perfidia del enemigo
han logrado borrar. Iesus Christus herí, et hodie; ipse et in saecula (Hebr 13, 8).
¡Cuánto me gusta recordarlo!: Jesucristo, el mismo que fue ayer para los Apóstoles y
las gentes que le buscaban, vive hoy para nosotros, y vivirá por los siglos. Somos los
hombres los que a veces no alcanzamos a descubrir su rostro, perennemente actual,
porque miramos con ojos cansados o turbios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 127).

3141 Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre; es decir, que se trata de
un misterio siempre nuevo, que ningúna comprensión humana puede hacer que
envejezca (SAN MAXIMO, Centuria 1)

3142 Cristo vive, también como hombre, con aquel mismo cuerpo que asumió en la
Encarnación, que resucitó después de la Cruz y subsiste glorificado en la Persona del
Verbo juntamente con su alma humana. Cristo, Dios y Hombre verdadero, vive y
reina y es el Señor del mundo. Sólo por El se mantiene en vida todo lo que vive (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 180).

Es el Buen Pastor, que cuida de cada uno de los suyas

3143 ¡ Jerusalén, Jerusalén... ! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos...! Esta doble
exclamación es propia del que se compadece, y del que ama mucho (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 75).

3144 Todos los buenos pastores son, en realidad, como miembros del único pastor, y
forman una sola cosa con El. Cuando ellos apacientan es Cristo quien apacienta (SAN
AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

3145 De nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para
si; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus
miembros; por ello, Pedro fue Pastor y pastores fueron también los otros apóstoles, y
son pastores todos los buenos obispos. Os daré—dice la Escritura—pastores
conforme a mi corazón. Pero aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos,
sean todos llamados pastores, sin embargo el Señor dice en singular: Yo soy el buen
pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser
buen pastor si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en
miembro del verdadero pastor (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 10, 3).

3146 Cristo es, en efecto, quien apacienta su rebaño; él es el único pastor que lo
apacienta en medio de los demás buenos pastores, que lo hacen por delegación suya
(SAN AGUSTÍN, Sermón 47, sobre las ovejas).

3147 Cuando encuentra la oveja que se habla apartado de las otras cien, errante por
los montes y colinas, la devuelve al redil, no a golpes y con amenazas ni agotándola
de fatiga, sino que, lleno de compasión, la carga sobre sus hombros y la vuelve al
grupo de las demás. Por esto también clamaba: Venid a mi todos los que andáis
rendidos y agobiados, que yo os daré descanso (SAN MÁXIMO, Carta 11).

«Pasó haciendo el bien»

3148 Y en esto (en la maldición de la higuera) encontramos una prueba de la bondad


de Jesucristo; porque cuando quiso mostrar la salvación, ejerció su poderío sobre los
cuerpos de los hombres [...]; pero ahora que va a declarar la manera como tratará a
los contumaces, lo da a conocer a través de la maldición de un árbol. Por esto sigue:
nunca jamás nazca fruto de ti (SAN HILARIO, en Catena Aurea, vol. lll, p. 23).

3149 No vino a la higuera (cfr. Mt 21, 18-22) porque tuviera hambre, sino por sus
discípulos; porque en todas partes hacia el bien y en ningúna mortificaba a nadie; y
conviniendo dar a conocer su poder de castigar, no quiso, sin embargo, demostrarlo
en los hombres, sino en la higuera.(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
68).

3150 Muchas veces he ido a buscar la definición, la biografia de Jesús en la Escritura.


La encontré leyendo que, con dos palabras, la hace el Espíritu Santo: Pertransiit
benefaciendo (Act 10, 38). Todos los días de Jesucristo en la tierra, desde su
nacimiento hasta su muerte, fueron así : pertransit benefaciendo, los llenó haciendo
el bien. Y en otro lugar recoge la Escritura: bene omnia fecit (Mc 7, 37): todo lo acabó
bien, terminó todas las cosas bien, no hizo más que el bien (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 16).

3151 La llegada del Salvador es el alejamiento de todo temor (SAN GREGORIO DE


NISA, Hom. para el día del Nacimiento del Señor).

3152 Se hizo hombre por los hombres, y se manifestó a ellos lleno de humildad y
mansedumbre; no quiso castigar a los pecadores, sino atraerlos hacia si; quiso
primeramente corregir con mansedumbre, para tener en el día del juicio a quién
salvar (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

Es Médico, y cura todas nuestras enfermedades

3153 Eliseo, observando lo que dice la Ley, no salió y tocó a Naamán, sino que lo
envió al Jordán para que allí se lavase. El Señor demuestra aquí (en la curación del
leproso) que no obra como siervo, sino que, como Dios, toca y cura: la mano no se
vuelve inmunda por haber tocado la lepra, sino que, por el contrario, el cuerpo del
leproso se vuelve limpio al simple contacto de una mano santa. El Señor no habia
venido solamente a curar los cuerpos, sino también a guiar las almas por el camino
de la verdadera sabiduria (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 26).

3154 Se curarán todas tus enfermedades. «Pero es que son muchas», dirás. Más
poderoso es el Médico. Para el Médico omnipotente no hay enfermedad insanable; tú
déjate sólo curar, ponte en sus manos (SAN AGUSTÍN, Coment. al Salmo 102).

3155 «Abrid de par en par vuestras puertas a Cristo». ¿Qué teméis? Tened confianza
en El. Arriesgaos a seguirlo. Eso exige evidentemente que salgáis de vosotros
mismos, de vuestros razonamientos, de vuestra «prudencia», de vuestra indiferencia,
de vuestra suficiencia, de costumbres no cristianas que habéis quizá adquirido. Si;
esto pide renuncias, una conversión, que primeramente debéis atreveros a desear,
pedirla en la oración y comenzar a practicar. Dejad que Cristo sea para vosotros el
camino, la verdad y la vida. Dejad que sea vuestra salvación y vuestra felicidad.
Dejad que ocupe toda vuestra vida para alcanzar con El todas sus dimensiones, para
que todas vuestras relaciones, actividades, sentimientos, pensamientos sean
integrados en El o, por decirlo así , sean «cristificados». Yo os deseo que con Cristo
reconozcáis a Dios como el principio y fin de vuestra existencia (JUAN PABLO II, En
Montmartre, 1 -VI- 1 980).

3156 Ningúna otra causa impulsó más a Cristo a venir al mundo que salvar a los
pecadores. Si se suprimen las enfermedades y las heridas, la medicina no tiene razón
de ser. Si, pues, un gran médico bajó del cielo, es porque habia un gran enfermo que
curar, todo el mundo (SAN AGUSTÍN, Sermón 175)

3157 ¡Ay de mi, Señor! ¡Ten misericordia de mi! [...]. Yo no te oculto mis llagas. Tú
eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable (SAN
AGUSTÍN, Confesiones, 10).

3158 En verdad que no todos ven, ni todos andan bien; sólo los que entienden que
de nadie sino de Cristo necesitan para curarse, y se acercan al Verbo de Dios, sanan
(ORÍGENES, en CatenaAurea, val. lll, pp. 18-19).

3159 Porque así como aplicamos calor o frío al enfermo según la orden del médico,
para curarle, buscando la salud en diversas medicinas, sin apartarnos un punto de su
mandato, antes obedeciéndole ciegamente, como quien espera de sus manos la vida,
así hemos de entender de nuestro médico, que es Cristo, que lo que El manda es
vida, y en desobedecerlo está nuestra mayor enfermedad (SAN AMBROSIO, Sobre las
vírgenes, 3, 24).

Busca a todos y espera con paciencia que volvamos

3160 (Jesucristo) tiene sed de nuestra sed (SAN GREGORIO MAGNO, Sobre el
Bautismo, 40, 27).

3161 Al ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: Porque si conociaras tú... Todo esto
hizo una vez cuando anunció que la ciudad habia de ser destruida. Esto mismo hace
continuamente nuestro Redentor por sus elegidos, cuando ve que algunos de ellos se
pasan de la vida honesta a las costumbres reprobables (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 39 sobre los Evang.).

3162 Volvimos la espalda ante el rostro de Aquel cuyas palabras despreciamos,


cuyos preceptos conculcamos; pero aun estando a nuestra espalda nos vuelve a
llamar El, que se ve despreciado y clama por medio de sus preceptos y nos espera
con paciencia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

3163 Y para que en el mismo nacimiento de Cristo se hallase figurado esto (la
universalidad), se dio a conocer a todas las condiciones de hombres; pues, como dice
S. Agustín en su sermón de Epifanía: «los pastores eran israelitas; los magos,
gentiles. Aquellos eran cercanos, éstos vinieron de lejos. Unos y otros acuden como a
la piedra angular» (Sermón 202). Hubo también entre ellos otra diversidad: que los
Magos eran sabios y poderosos, los pastores sencillos y de humilde condición.
También se manifestó a los justos, como eran Simeón y Ana, y a los gentiles, como
los Magos. Se manifestó también a los varones y a las mujeres —a Ana—para indicar
por aquí que ningúna condición quedaba excluida de la salud de Cristo (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 36, a. 3).

3164 Ahora, cuando baja del monte, le siguen muchas turbas que no habían podido
subir al monte, porque aquellos a quienes oprime el peso de la culpa no pueden subir
al conocimiento de la sublimidad de los misterios. Bajando el Señor, esto es,
inclinándose hacia la enfermedad e impotencia de los demás y compadeciéndose de
su imperfección o enfermedad, le siguieron numerosas turbas: unos atraidos por el
amor, la mayor parte por la doctrina, y algunos porque los curaba y se cuidaba de
ellos (ORÍGENES, en Catena Aurea, val. l, pp. 463-464).

Nunca abandona

3165 Si destierras de ti a Jesús y lo pierdes, ¿a dónde irás?, ¿a quién buscarás por


amigo? Sin amigo no puedes vivir mucho; y si no fuere Jesús tu especialisimo amigo,
estarás muy triste y desconsolado (Imitación de Cristo, 11, 8, 3).

3166 Podemos decir que el Señor viaja con aquellos que viven dentro de la fe [...], y
estará con nosotros (en este mundo) hasta que saliendo de nuestros cuerpos nos
reunamos con El en el cielo (ORÍGENES, Trat. sobre S. Mateo, 33).

3167 Con tan buen amigo presente—nuestro Señor Jesucristo—, con tan buen
capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. El ayuda y da
esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero (SANTA TERESA, V¿da, 22, 6-7).

3168 Bajó del cielo para estar cerca de los atribulados, para estar con nosotros en la
tribulación (SAN BERNARDO, Sermón 17).

Es Maestro, y nos enseña el camino del cielo

3169 Pues juntaos junto a este buen Maestro y muy determinadas a aprender lo que
os enseña, que Su Majestad hará que no dejéis de salir buenas discípulas ni os dejará
si no le dejáis (SANTA TERESA, Camino de perfecc¿ón, 26, 9).

3170 El madero en que están fijos los miembros del hombre que muere, es también
la cátedra del maestro que enseña (SAN AGUST[N, Trat. Evang. S. Juan, l l 9, 2).

3171 Es Maestro de una ciencia que sólo El posee: la del amor sin limites a Dios y, en
Dios, a todos los hombres. Er~ la escuela de Cristo se aprende que nuestra
existencia no nos pertenece [...]. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Es Cristo que pasa, 93).

Su carga no es pesada

3172 Cualquier otra carga te oprime y abruma, mas la carga de Cristo te alivia del
pcso. Cualquier otra carga tiene pcso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le
quitas las alas, parece que le alivias del peso; pero cuanto más le quites este peso,
tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso;
restitúyele el peso de sus alas y verás cómo vuela (SAN AGUSTÍN, Sermón 126).

3173 Venid, no para rendir cuentas, sino para ser librados de vuestros pecados;
venid [...]. No temáis al oir hablar de yugo, porque es suave; no temáis si hablo de
carga, porque es ligera (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 37, 2).

Humildad de Jesús. Ver no. 2907-2921.

«Buscar a Cristo, encontrarle, tratarle, amarle»


3174 Un auténtico cristiano no puede oir el nombre de Cristo sin emoción (CARD.
NEWMAN, Sermón del Dom. Il de Cuaresma: mundo y pecado).

3175 En este esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro
escalones: buscarle, encontrarle, tratarle, amarle. Quizá comprendáis que estáis
como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con
todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo
habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra
conversación en los cielos (cfr. Phil 3, 20) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
300).

3176 ¿Qué otra cosa podía deciros mejor que ésta? ¡Aprended a conocer a Cristo y
dejaos conocer por Él! Él conoce a cada uno de vosotros de modo especial. No es
conocimiento que suscite oposición y rebelión, una ciencia ante la cual sea necesario
huir para salvaguardar el propio misterio interior. No es una ciencia compuesta de
hipótesis, que reduce al hombre a las dimensiones socioculturales. La suya es una
ciencia llena de sencilla verdad sobre el hombre y, sobre todo, llena de amor.
Someteos a esta ciencia, sencilla y llena de amor, del Buen Pastor. Estad seguros de
que El conoce a cada uno de vosotros más que cuanto cada uno de vosotros se
conoce a si mismo (JUAN PABLO II, Hom. Cracovia 8-VI-1979).

3177 Mirad que no está aguardando otra cosa [...] sino que lo miremos; como le
quisiérades le hallaréis. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por
diligencia suya (SANTA TERESA, Camino de perfección, 26, 3).

3178 Temer es propio del que no quiere ir a Cristo. No querer ir a Cristo es propio de
quien no cree que con Cristo va a empezar a reinar (SAN CIPRIANO, Sobre la
mortalidad, 2).

3179 Así la gloria del Salvador aparece todavía más admirable cuando, después de
haber privado a los hombres de una presencia sensible que les inspiraba un respeto
tan profundo, la fe pierde sus dudas, la esperanza sus timideces, la caridad sus
tibiezas. Es, sin duda, la fuerza de las almas grandes y el efecto de la luz quien
ilumina a las almas de los fieles, para creer sin dudar lo que escapa a los sentidos y
para elevar todos los deseos de sus corazones hacia un lugar que la mirada no puede
alcanzar (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 72, sobre la Ascensión del Señor).

3180 Penetremos en el corazón humilde de Jesús. La puerta es el costado abierto por


la lanza. Aquí está escondido el tesoro inefable y deseable de la caridad; aquí se
encuentra la devoción, se obtiene la gracia del arrepentimiento, se aprende la
mansedumbre y la paciencia en las adversidades, la compasión con los afligidos; y,
sobre todo, aquí se halla un corazón contrito y humillado (SAN BUENAVENTURA, Vitis
mystica, 24, 3).

3181 El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Que cuando venga


encuentre, pues, tu puerta abierta. Ábrele tu alma para que pueda contemplar en
ella riquezas de rectitud, tesoros de paz, suavidad de gracia [...]. Si cierras la puerta
de tu alma, dejas afuera a Cristo. Aunque tiene poder para entrar, no quiere sin
embargo ser inoportuno, no quiere obligar a la fuerza (SAN AMBROSIO, Coment. al
Salmo 18).

3182 Aunque nos separemos ahora unos de otros, procuremos no separarnos de Él


(SAN AGUSTÍN, Trat. sobre Evang. S. Juan, 35).
3183 Muestra una rama verde a una oveja y verás cómo atraes a la oveja; enséñale
nueces a un niño y verás cómo lo atraes también y viene corriendo hacia el lugar a
donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es
atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y
aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman,
porque es cierto que «cada cual va en pos de su apetito», ¿no va a atraernos Cristo
revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que
la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? (SAN AGUSTÍN, Trat.
Evang. S. Juan, 26).

3184 [...] no nos debemos mirar tanto a nosotros mismos cuanto a Dios, y en El
debemos encontrar ese «suplemento» de energía que nos falta. ¿Acaso no es ésta la
invitación que hemos escuchado de labios de Cristo: Venid a mi todos los que estáis
fatigados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11, 28)? Es El la luz capaz de iluminar las
tinieblas en que se debate nuestra inteligencia limitada; El es la fuerza que puede
dar vigor a nuestras flacas voluntades; El es el calor capaz de derretir el hielo de
nuestros egoísmos y devolver el ardor a nuestros corazones cansados (JUAN PABLO
II, Hom. 21-1-1980).

3185 ¿Qué es lo que nos ha prometido? Seremos semejantes a él, porque le veremos
tal cual es. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado
en el corazón. En comparación de aquel que es, ¿qué puede decir el mismo Juan? ¿Y
qué podremos decir nosotros, que tan lejos estamos de igualar sus méritos?
Volvamos, pues, a aquella unión de Cristo, a aquella unión que nos enseña desde
dentro lo que nosotros no podemos expresar, y, ya que por ahora nos es imposible la
visión, sea nuestra tarea el deseo (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la l.a carta de S. Juan,
4).

3186 Barred la mala levadura, vieja y agriada, y transformaos en la levadura nueva


que es Jesucristo. Que El sea la sal que os guarde a todos de la corrupción, pues por
vuestro olor se os juzgará (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epist. a los Magnesios).

3187 Si el alma llegara a levantar los ojos hasta su cabeza, que es Cristo [...], seria
realmente feliz por la penetración de su visión, al poner sus ojos donde el mal no
puede oscurecerlos (SAN GREGORIO DE NISA, Homilía 5).

3188 Tocó delicadamente el ruedo del manto, se acercó con fe, creyó y supo que
habia sido sanada... Así nosotros, si queremos ser salvados, toquemos con fe el
vestido de Cristo (SAN AMBROSIO, Trat. sobre el Evang. de S. Lucas 6, 56).

Conocer bien su vida a través del Santo Evangelio

3189 El cielo y la tierra, por su naturaleza de cosas creadas, no son necesariamente


inmutables, de manera que pueden no existir; sin embargo las palabras de Cristo,
que tienen origen en la eternidad, poseen tal fuerza y poder que permanecen para
siempre (SAN HILARIO, Coment. sobre San MateO, 26).

3190 No basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que
aprender de El detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso por la
tierra, sus huellas, para sacar de ahí fuerza, luz, serenidad, paz. Cuando se ama a
una persona se desean saber hasta los más mínimos detalles de su existencia, de su
carácter, para así identificarse con ella. Por eso hemos de meditar la historia de
Cristo, desde su nacimiento en un pesebre, hasta su muerte y su resurrección [...].
Porque hace falta que la conozcamos bien (la vida de Jesús), que la tengamos toda
entera en la cabeza y en el corazón, de modo que, en cualquier momento, sin
necesidad de ningún libro, cerrando los ojos, podamos contemplarla como en una
película; de forma que, en las diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a la
memoria las palabras y los hechos del Señor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 107).

3191 Acaece que muchos, aunque a menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él,
porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quiera, pues, experimentar todo el
sabor de las palabras de Cristo, conviene que procure conformar con él toda su vida
(Imitación de Cristo, 1, 1, 2).

3192 Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre


Isaías).

La Humanidad Santísima de Cristo, camino hacia el Padre

3193 Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga
grandes mercedes, quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratisima, en
quien dijo Su Majestad se deleita (SANTA TERESA, Vida, 22).

3194 Ir por medio del Verbo hecho carne al Verbo que era en principio con Dios (SAN
AGUSTjN, Trat. Evang. S. Juan, 13, 14).

3195 Este, pues, es buen tiempo para que nos enseñe nuestro Maestro, para que le
oigamos y besemos los pies porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de
con nosotros.

Si esto habéis de pedir mirando a una imagen de Cristo, bobería me parece dejar la
misma persona por mirar el dibujo. ¿No lo sería si tuviéramos un retrato de una
persona que quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de
hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es
bueno y caso en que yo me deleito mucho?: para cuando está ausente la misma
persona y quiere darnos a entender que lo está con muchas sequedades, es gran
regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos. A cada parte que
volviesemos los ojos la querría ver (SANTA TERESA, Camino de perfección, 34, 10-
11).

3196 Al admirar y al amar de veras la Humanidad Santísima de Jesús, descubriremos


una a una sus Llagas. Y en esos tiempos de purgación pasiva, penosos, fuertes, de
lágrimas dulces y amargas que procuramos esconder, necesitaremos meternos
dentro de cada una de aquellas Santísimas Heridas: para purificarnos, para gozarnos
con esa Sangre redentora, para fortalecernos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 302).

3197 De tal manera tomó el Hijo de Dios al hombre pasible, que la divinidad
permaneció impasible: padeció el Hijo de Dios (no de una manera supuesta, sino
real) todo aquello que atestigua la Sagrada Escritura, según aquello en lo que podía
padecer, a saber, en cuanto a la naturaleza que tomó (SAN JERONIMO, en Catena
Aurea, vol. III, p. 306).

3198 Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no la dejaban descansar las
ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una
imagen que habian traído allí a guardar, que se habia buscado para cierta fiesta que
se hacia en casa. Era de Cristo muy llagado, y tan devota que, mirándole, toda me
turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo
que sentí de lo mal que habia agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece
se me partía, y arrojéme cabe El con grandisimo derramamiento de lágrirnas,
suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle (SANTA TERESA, Vida,
9, 1).

3199 Nos narran los Evangelios que Jesús no tenía dónde reclinar su cabeza, pero
nos cuentan también que tenía amigos queridos y de confianza, deseosos de
acogerlo en su casa. Y nos hablan de su compasión por los enfermos, de su dolor por
los que ignoran y yerran, de su enfado ante la hipocresía. Jesús llora por la muerte de
Lázaro, se airó con los mercaderes que profanan el templo, deja que se enternezca
su corazón ante el dolor de la viuda de Naím.

Cada uno de esos gestos humanos es gesto de Dios. En Cristo habita toda la plenitud
de la divinidad corporalmente (Col 2, 9). Cristo es Dios hecho hombre, hombre
perfecto, hombre entero. Y, en lo humano, nos da a conocer la divinidad (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 108-109).

3200 Al llorar al amigo (Lázaro), manifestó la comunidad de naturaleza con nosotros;


y al propio tiempo nos libró de caer en el exceso por una u otra parte, no permitiendo
que nos afligiésemos demasiado ante las adversidades, ni que tampoco fuésemos
completamente insensibles ante la desgracia (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).

Jesucristo es el modelo

3201 Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca, que vivamos con
El, como aquellos primeros doce; tan de cerca, que con El nos identifiquemos. No
tardaremos en afirmar, cuando no hayamos puesto obstáculos a la gracia, que nos
hemos revestido de Nuetro Señor Jesucristo (cfr. Rom 13, 14). Se refleja el Señor en
nuestra conducta, como en un espejo. Si el espejo es como debe ser, recogerá el
semblante amabilísimo de nuestro Salvador sin desfigurarlo, sin caricaturas: y los
demás tendrán la posibilidad de admirarlo, de seguirlo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 299).

3202 Fue considerado El mismo como carpintero, y fabricó obras de este oficio
(yugos y arados) mientras estaba entre los hombres, enseñando por ellas los
símbolos de la justicia y lo que es una vida de trabajo (JUSTINO, Diálogo con Trifón,
88, 8).

3203 No puede vivir con Cristo el que prefiere imitar a Judas y no a Cristo (SAN
CIPRIANO, Trat. sobre la oración).

3204 Por mucho que te humilles, jamás podrás llegar tan bajo como llegó tu Señor
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 65).

3205 Supongamos a un arquitecto que deseara construir en el espacio la bóveda de


un ábside. Debe trazar toda la circunferencia partiendo de un punto clave: el centro.
Guiándose por esta norma infalible, ha de calcular luego la exacta redondez y el
diseño de la estructura.

Quien intentara llevar a feliz término la obra haciendo caso omiso de este punto
céntrico, por más que presuma de su destreza y de su ingenio es imposible que
pueda obtener una forma regular y sin defecto [...]. Para ello necesita referirse
constantemente al modelo, que le permitirá conocer la exactitud de las medidas. Con
esta luz le será fácil entonces determinar con precisión el contorno interior y exterior
de la obra. Así es como un solo punto se convierte en la clave fundamental de una
construcción imponente (CAS1ANO, Colaciones, 24).
3206 Cristo se sometió a la circuncisión en el tiempo en que estaba vigente y así su
obra se nos ofrece como ejemplo que imitar, para que observemos las cosas que en
nuestro tiempo están preceptuadas (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 37, a. 1).

3207 Cristo, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos (SAN AGUSTÍN,
Sermón 51).

El reino de Cristo

3208 Verdad y justicia; paz y gozo en el Espíritu Santo. Eso es el reino de Cristo: la
acción divina que salva a los hombres y que culminará cuando la historia acabe, y el
Señor, que se sienta en lo más alto del paraíso, venga a juzgar definitivamente a los
hombres (J. que pasa, 180).

3209 El Señor viene con fortaleza y en su mano tiene el reino, la potestad y el


imperio (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Mateo, 3, 19).

3210 (Venga a nosotros tu reino). Puede suceder también que el mismo Cristo sea el
reino de Dios que todos los dias deseamos que venga, y cuyo advenimiento mueve
nuestro deseo, apenas el pensamiento nos lo representa (SAN CIPRIANO, en Catena
Aurea, vol. 1, p. 358).

3211 ¿Qué es el advenimiento de Cristo? La liberación de la esclavitud, el principio


de la libertad, el honor de la adopción filial, la fuente de la remisión de los pecados y
la vida verdaderamente inmortal para todos (SAN HIPÓLITO, Hom. de Pascua).

3212 Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos, ni para tener ejércitos
armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos; era Rey de Israel para
gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al reino de los
cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor (SAN AGUST¡N, Trat.
Evang. de San Juan, 51, 4).

3213 Posee Cristo la soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni
quitada por nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza (SAN CIR!LO DE
ALEJANDRiA, Coment. sobre San Lucas, 10).

Santa Maria, Madre de Dios. Ver también no. 5408-5419.

3214 El único nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la


dignidad de la Virgen demandaba que quien naciera de ella no fuere otro que el
mismo Dios. Por esto el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza
humana, tuvo que elegir, mejor dicho,que formar para sí, entre todas, una madre tal
cual él sabia que había de serle conveniente y agradable (SAN BERNARDO, Hom.
sobre la Virgen Madre, 2).

3215 [...] Al modo como usamos comúnmente la expresión: madre de un sacerdote o


madre de un obispo, no porque estas mujeres hayan engendrado a un presbítero o a
un obispo, sino porque han puesto en el mundo hombres que después se han hecho
sacerdotes u obispos. No en este sentido, repito, Maria Santísima es Madre de Dios,
sino, como se ha dicho antes, porque en su sagrado seno se realizó el misterio
sacrosanto por el cual, en razón de una particular y única unidad de persona, el
Verbo es carne en la carne, y el hombre es Dios en Dios (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. IS).
Jesucristo.- "Los Reyes Magos manifestaron por la naturaleza de sus dones quien era
Aquel que adoraban; la mirra indicaba que Aquel era el que había de morir y ser
sepultado por el género humano; el oro, que era un Rey cuyo reino no tenía límites;
el incienso, que Aquel era el Dios que se había dado a conocer en Judea, y
manifestado a las gentes que no le buscaban. (S. Ireneo, sent. 4, Tric. T. 1, p. 86.)"

"Rescindiendo lo que creíste, das pruebas de que antes de rescindirle fue muy
diferente lo que creíste que era de otro modo. Ello así había venido por tradición, y a
la verdad, lo que había venido por tradición era lo verdadero, como que nos había
venido de aquellos a quienes pertenecía comunicar la tradición. Síguese, pues, que
rescindiendo lo que era tradición, rescindiste lo que era verdad; no tuviste derecho
para ejecutarlo así . (Tertuliano, ha. de carne Christi, c. 2, sent. 23, adic., Tric. T. 1, p.
366 y 367.)"

"Para Dios solamente es imposible lo que no quiere. (Tertuliano, ibid., c. 3, sent. 24,
Tríe. T. 1, p. 367.)"

"Nació el Hijo de Dios: esto no avergüenza por la misma razón de ser cosa
vergonzosa. Murió el Hijo de Dios, por esto mismo es creíble, porque no lo alcanza la
razón: sepultado resucitó; esto es cierto porque es imposible (a la naturaleza).
(Tertuliano, ¡bid., c. 5, sent. 25, adic., Trie. T. 1, p. 367.)"

"El que había de ofrecer una nueva natividad, debía nacer de un nuevo modo.
(Tertuliano, ¡bid., c. 17, sent. 26, adic., Trie. ibid.)"

11 ¿Quién es el que con una poderosa e invisible mano, ha destruido de la sociedad


de los hombres como a monstruos horribles aquella tropa tanto tiempo ha nociva y
perniciosa, aquella cohorte de demonios que antes devoraban a todo el género
humano, y por medio de los ídolos obraban entre los hombres una multitud de
prodigios? ¿Quién

sino nuestro Salvador es el que ha dado a los que abrazan la regla de esta vida pura
y sincera, aquella filosofía que recibieron de su espíritu? ¿Quién sino este Señor les
ha dado el poder para quitar de en medio de los hombres las reliquias de aquellos
espíritus malignos, con la invocación de su nombre y las oraciónes más puras que
por El se dirigen al Supremo Dios del universo? ¿Quién sino nuestro Salvador ha
enseñado a sus discípulos, sacrificios no sangrientos, en los que una víctima racional
es ofrecida a Dios con oraciónes y con palabras divinas e inefables? De suerte que ya
en toda la tierra se erigen altares y lugares consagrados a la concurrencia de los
fieles, y en todas las naciones se ofrece a Dios, Monarca del universo, un culto digno
de su infinita santidad, que consiste en sacrificios espirituales y en una víctima
razonable. (Eusebio de Cesarea, sent. 8, Tric. T. 2, p. 85.)"

"El Hijo de Dios tomó sobre sí nuestra pobreza y miseria para participamos su
opulencia y sus riquezas. Su pasión nos hará algún día impasibles, y su muerte
inmortales: sus lágrimas son nuestro gozo, su sepultura nuestra resurrección, y su
bautismo nuestra santificación, según aquellas palabras del Evangelio: Para ellos yo
me santifico, con el fin de que sean santos de verdad. (S. Atanasio, sent. 1, Tric. T. 2,
p. 171.)"

"Como Jesucristo es el capitán de todos los santos, el demonio es el jefe de todos los
pecadores. (S. Hilario, Psalm. 139, sent. 18, Tric. T. 2, p, 26 l.)"

"Considerar como una grande prueba de la divinidad del Salvador, ver que la
predicación del Evangelio no ha seguido el orden de la naturaleza; a la verdad, si lo
que se predica de Jesucristo estuviera reducido a los límites de la naturaleza, ¿en
dónde estaría su divinidad? Pues si lo que se os dice del Salvador es superior a la
naturaleza, esas mismas cosas, para cuya creencia sentis repugnancia, son pruebas
de la divinidad de Aquel que se os predica. (S. Gregorio de Nisa. -Cath. Orat., c. 13-,
sent. 26, Tric. T. 4, p. 117 y 118.)"

"Si el propio carácter de la Divinidad es la benevolencia para con los hombres, no es


necesario buscar otra razón para que viniese Jesucristo a visitarnos: estando enferma
nuestra naturaleza, necesitada de quien la sanase; habiendo caído, de quien la
levantase; habiendo perdido la vida, de quien la vivificase; habiendo perdido el
derecho de participar del verdadero bien, necesitaba de quien se lo renovase;
hallándose envuelta en tinieblas, de quien la iluminase, estando cautiva, de quien la
rescatase; estando aprisionada, de quien rompiera sus cadenas; estando oprimida
con el yugo de la servidumbre, de quien la pusiese en libertad. ¿Os parecerá que
estos motivos no son suficientes y dignos de obligar la bondad de Dios a bajar a la
tierra para socorrer a la naturaleza humana que había criado? (San Gregorio de Nisa,
c. 15, sent. 27, Trie. T. 4, p. 118.)"

"El que Dios quisiese traemos la salud, es un efecto de su bondad; que nos rescatase
de la cautividad con ciertas condiciones, es un efecto de su justicia, y el que lo
ejecutase de un modo tan ingenioso que sorprendiese a nuestro enemigo, es un
efecto de su soberana sabiduría. (S. Gregorio de Nisa. e. 23, sent. 28, Tric. T. 4, p. 11
S.)"

"Dijo muy bien el Apóstol: que Dios entregó a su Hijo a la muerte por todos nosotros,
para dar a entender que el que a todos nos amó con tanto exceso, que entregó a su
amado Hijo a la pasión por cada uno de nosotros, ¡cómo será posible que no le de
todo a aquellos a quienes ha dado al que es infinitamente mejor que todas las cosas!
No tenemos, pues motivo para recelar que después de este beneficio nos niegue
nada, ni debemos desconfiar en punto de la continuación de la liberalidad divina,
supuesto que ha tanto tiempo que sentimos esos efectos, con tanta profusión. (S.
Ambrosio de Jacob, vita beat., lib. 1, e. 6, sent. 21, Tric. T. 4, p. 317.)"

11 ¡Podría ser creible que el Padre celestial quisiese recoger estos mismos beneficios
que nos ha comunicado, o retirar su afecto paternal de los que adoptó por hijos
suyos! Pero me dirá alguno que tenemos en Dios un Juez severo. Consideremos bien
quien es el Juez: esto es Jesucristo, al que el Padre ha concedido todo el poder para
juzgar al mundo. ¡Cómo ha de querer este Salvador condenar a los que rescató del
poder de la muerte, sujetándose a sufrirla, cuando sabe que la vida de los redimidos
es el precio de la muerte! No dirá más bien, ¿qué utilidad hay en mi sangre si
condeno a los mismos que he salvado? (S. Ambrosio, ibid., ibid., sent. 22, Tric. T. 4, p.
317 y 318.)"

"Estoy tan distante de excusar en nuestro Señor el sentimiento de tristeza que


manifestó en el huerto, que no me parece que hay cosa alguna en que más se
admire su bondad y majestad; pues me hubiera dado mucho menos si no se hubiera
revestido de mis propios afectos. Por mí, pues, sufrió el dolor, el que en si nada tenía
que se te pudiera causar-, y suspendiendo en su alma el divino contento que
eternamente goza, quiso que le alcanzase el abatimiento de la enfermedad humana.
Tomó sobre sí mi tristeza para comunicarme su alegría, y conformándose con
nuestra flaqueza, se abatió hasta afligirse con la cercanía de la muerte, para que
haciéndonos seguir sus pisadas, nos llevase a la eterna vida. (S. Ambrosio, lib. 10, c.
22, sent. 91, Tric. T. 4, p. 33 l.)"

"Acusan a nuestro Señor, y calla; con razón calla el que no necesita defenderse.
Aquellos deben defenderse que temen ser vencidos, no confirmó, pues, su acusación
con el silencio; antes bien, la despreció, no dignándose de responder. (S. Ambrosio,
in e. 23, sent. 93, Tric. T. 4, p. 332.)"

"Hoy estarás conmigo en el Paraíso. En donde quiera que esté Jesucristo, allí está
nuestra vida y nuestro reino. (S. Ambrosio, ibid., sent. 94, Trie. ibid., ¡bid.)"

"Dice el Profeta: Adorad el escabel de sus pies: y en otra parte leemos: La tierra es el
escabel de mis pies. Veamos si quiso decimos el Profeta, que es preciso adorar
aquella tierra de que el Señor se quiso vestir en la Encarnación. Es preciso entender
la tierra por el escabel que dijo el Profeta, y por esta tierra la carne de Jesucristo, que
adoramos hoy en los santos misterios; la misma que adoraron los Apóstoles en su
persona; pues Jesucristo no está dividido, sino que es un solo Cristo. (S. Ambrosio, de
Spir. Sanct., lib. 3, c. 12, sent. 105, Tric. T. 4, p. 334.)"

"¿Quién es el autor de los Sacramentos sino nuestro Señor Jesucristo? Porque estos
Sacramentos, del cielo han venido. (S. Ambrosio, lib. 3, de Sacram., c. 4, sent. 106,
Tric. T. 4, p. 334 y 335.)"

"Sólo Jesucristo es para nosotros todas las cosas. Si estás herido, es tu médico; si te
abrasa la ardiente calentura, El es la fuente; si estás oprimido, con el peso de la
iniquidad, El es la justificación; si necesitas auxilios, El será tu protector; si temes la
muerte, El es la vida; si deseas ir al cielo, El es el camino; si huyes de las tinieblas, El
es la luz; si necesitas comer, El es tu alimento. Gustad, pues, y ved cuán suave es el
Señor. ¡Dichoso el hombre que espera en El! (S. Ambrosio, de Virgin., lib. 2, sent.
136, Tric. T. 4, p. 342.)"

"Es preciso hacer todas nuestras acciones en nombre de Jesucristo, de suerte, que
aun el tomar alimento corporal se puede referir al sagrado culto de nuestra religión.
(S. Ambrosio, de Viduis, sent. 141, Tric. T. 4, p. 343.)"

"Recurramos al médico que nos sanó de nuestras anteriores heridas. Si son graves
las flaquezas, tenemos un grande médico, hemos recibido la excelente medicina de
su gracia. (S. Ambrosio, de Elinae jejun., c. 4, sent. 22, adic., Tric. T. 4, p. 400.)"

"Nunca hemos conocido mejor a nuestro Salvador Divino, que cuando nos hizo bien y
padeció la muerte por nuestros pecados, no por atención al mérito de los que
salvaba, sino por la gloria de su nombre: a no ser esto, nuestra vida llena de delitos,
sólo merecía castigo y no misericordia. (S. Jerónimo, in c. 20, sent. 78, Tric. T. 5, p.
252.)"

"No me avergüenzo ni callo. Cuanto más viles son las cosas que Cristo pasó por mí,
tanto más le debo. (S. Jerónimo, ady. Helvid., sent. 5, Adic., Tric. T. 5, p. 353.)"

"Todavía padece Jesucristo el día de hoy nuestras enfermedades y males; porque


siempre es Aquel hombre cubierto de llagas por nosotros, que quiso llevar nuestros
trabajos: porque sin él no podríamos sufrirlos, ni aun conocerlos. (S. Paulino, Ep. 38,
ad Apr., sent. 15, Tric. T. 5, p. 33 l.)"
"Gloríense cuanto quieran los oradores de su elocuencia: los filósofos, de su
sabiduría; los ricos, de sus tesoros; los monarcas, de sus imperios; para nosotros
Jesucristo es nuestra gloria y nuestro reino. (S. Paulino, Ep. 38, ad. Apr., sent. 17,
Tric. T. 5, p. 332.)"

"No nos ama el mundo, pero Cristo nos ama: el hombre nos desprecia, pero Dios nos
aprecia. (S. Paulino, Ep. 5, ad Sever., sent. 6, adic. Tric. T. 5, p. 361.)"

"Imitando al imitador de Cristo, llegaremos a la imitación de Cristo. (Ibid., sent. 7,


adic. Tric., ibid., ibid.)"

"¿Cómo piensas que podrás seguir a Cristo, sino en la ley que nos enseñó, y en el
ejemplo que nos dio? (S. Paulino, ibid., sent. 8, adic., Tric. ibid., ¡bid.)"

"Nada tenemos sino a Jesucristo: mira bien, si nada tenemos, cuando tenemos al que
todo lo tiene. (S. Paulino, ibid., sent. 9, adic., Tric. ibid., ibid.)"

"Solamente cuando se vive para Jesucristo y se sirve a El sólo, es el hombre libre y


está desprendido de los cuidados e impedimentos del mundo. (S. Juan CRISÓSTOMO,
e. 4, sent. 181, Tric., T. 6, p. 335.)"

11 ¿Cómo podéis permanecer incrédulos después de tan visibles pruebas del poder
de Jesucristo? Las profecías previnieron tantos siglos antes su venida, y claramente
estáis viento tan exactamente cumplidos los sucesos profetizados, que ningúno se ha
quedado sin cumplir. Por otra parte, no podéis decir que nosotros hemos compuesto
todas estas cosas, porque los primeros que recibieron los libros sagrados en donde
se contienen estas profecías, y todavía los conservan y guardan, son nuestros
mismos enemigos y los descendientes de los que crucificaron a Jesucristo. (S. Juan
CRISÓSTOMO, lib. "quod Christus sit Deus' , n. 11, sent. 230, Tric. T. 6, p. 346.)"

"Jesucristo había hecho muchos milagros antes de su muerte, pero después que le
crucificaron, dijeron los pérfidos judíos, que no había resucitado; pero se les puede
responder: Si Jesucristo no resucitó, ¿cómo los que predicaron su resurrección,
hicieron para probarle, mayores prodigios que los que había hecho el mismo Señor
antes de su muerte? (S. Juan CRISÓSTOMO, sent. 241, Tric. T. 6, p. 340.)"

"No está Jesucristo en donde entran los violones y las músicas profanas. (S. Juan
CRISÓSTOMO, homl. 12, ad Colon., sent. 360, Tric. T. 6, p.378.)"

El fin y objeto de todos nuestros deseos es aquel que nos ha hecho sus promesas: sin
duda se nos dará, pues ya se nos dio a sí mismo. (S. AGUSTÍN Psalm. 42, sent. 59,
Tric. T. 7, p.459.)"

"La tarde fue la hora de la muerte de Jesucristo; la mañana, la de su resurrección, y


el medio día, la de su ascensión. Meditaré, pues, por la tarde la paciencia del Señor
en su muerte: anunciaré por la mañana la nueva vida del que resucitó, y le suplicaré
al medio día que me oiga, sentado a la diestra de su Padre. (San AGUSTÍN, Psalm. 54,
sent. 77, Trie. T. 7, p. 46 l.)"

"Vos, Señor, sois el Sacerdote y la víctima: vos sois al mismo tiempo la ofrenda y la
oblación. (S. AGUSTÍN, Psalm. 64, sent. 100, Tric. T. 7, p. 463.)"
"Si son mías las verdades que os anuncio, no me creáis; pero si las dice el mismo
Jesucristo, infeliz de aquel que no las creyere. (S. AGUSTÍN, Psalm. 66, sent. 103, Tric.
T. 7, p. 464.)"

"Asistidme, Señor Jesús: pues me decís; no os canséis en el carnino estrecho, pues yo


le pasé primero y yo mismo soy el camino; yo soy el que guío, por mí mismo guío y a
mi mismo os llevo. (S. AGUSTÍN, Psalm. 70, sent. 114,I'ric. 'l'. 7, p. 465.)"

"Nuestra divina cabeza intercede a la diestra de su Padre por todos los miembros, no
obstante hay algunos a quienes castiga, otros purifica, otros consuela, otros que cría,
otros que llama, otros que corrige y otros que convierte. (S. AGUSTÍN, Psalm. 78,
sent. 130, Tric. T. 7, p. 466.)"

"Jesucristo nos dejó su camino muy estrecho: pero cualquiera otro camino es
resbaladizo y peligroso. (San AGUSTÍN, Psalm. 103, sent. 149, Trie. '1'. 7, p. 468.)"

"Dios se hizo hombre, para que imitando el ejemplo de un hombre, lo cual es cosa
posible podáis llegar a Dios, lo que antes era imposible. (S. AGUSTÍN, Psalm. 134,
sent. 161, Tric. T. 7, p. 469.)"

"Grande miseria es el hombre soberbio; pero mayor misericordia es Dios humillado.


(S. AGUSTÍN, de Cath., rud., c. 4, sent. 14, adic., Tric. T. 7, p. 484.)"

"¿Qué es seguir a Cristo sino imitarle? Pues cada uno le sigue en aquello que le
imita? (S. AGUSTÍN, de Sanct., Virg., c. 27, sent. 28, adic., Tric. T. 7, p. 487.)"

"Hoy, muy amados míos, ha nacido nuestro Salvador: alegrémonos. No debe tener
lugar la tristeza cuando es día del nacimiento de la vida; lo cual, quitando el temor de
la mortalidad, introduce en nosotros la alegría con las promesas de la eternidad.
Ningúno queda separado de la participación de este contento; todos tienen el mismo
motivo en el gozo común y general, porque nuestro Señor, que destruyó la muerte y
el pecado, así como no halló a alguno que estuviese libre de reato, así también vino a
liberar a todos. (S. León Papa. Serin., 21, c. 1, p. 64, sent. 13, Tric. T. 8, p. 385.)"

"Adoran los Magos al Verbo en la carne, a la sabiduría en la infancia, al poder en la


flaqueza, y en la realidad de hombre al Señor de la majestad: y para explicar el
Sacramento de su fe y de su inteligencia, protestan con los dones que ofrecen lo que
creen en sus corazones; le ofrecen incienso como a Dios, mirra, como a hombre
mortal, y oro, como a Rey venerando en la unidad de persona las dos naturalezas, la
divina y la humana; porque lo que era propio del Hijo de Dios por su esencia, no se
había mudado en su persona. (S. León Papa, Serm. 3 1, in ep., c. 2, p. 113, sent. 2 1,
Tric. T. 8, p. 385.)"

"Levantad vuestros fieles corazones a la brillante gracia de la eterna luz, y venerando


los misterios de santidad que Dios dispensa para la salud de los hombres, emplead
vuestros afectos en lo mismo que Dios obra en favor vuestro. Absteneos de los
deseos de la carne que pelean contra el espíritu. Como el Apóstol nos exhorta
presente en sus mismas palabras: Sed niños en la malicia, pues el Señor de la gloria
se ha sujetado a tomar la forma de Niño. Segu,' ' la humildad que el Señor se dignó
enseñar a sus Discípulos; revestíos del valor de la sabiduría para ganar vuestras
almas, pues el que es la redención de todos, también es la fortaleza universal. Sabed
las cosas de arriba y no las que están sobre la tierra. Caminad constantes por la
senda de la vida y la verdad; no os impidan las cosas terrenas, pues tenéis
preparadas las celestiales por nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu
Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. (S. León Papa, ibid., c. 3, sent.
22, Trie. ibid., p. 385 y 386.)"

"Conozcamos, amados míos, las primicias de nuestra vocación y fe en los Magos que
adoraron a Cristo, y celebremos con exaltación de los corazones los principios de
nuestra feliz esperanza. Desde entonces verdaderamente empezamos a entrar en la
herencia eterna. Desde entonces se nos hicieron patentes los arcanos de las
Escrituras que hablan de Jesucristo, y la verdad que la ceguedad de los judíos no
recibió, introdujo su luz a todas las naciones del mundo. Honremos, pues, el día que
se manifestó el Autor de nuestra salud, y adoremos Omnipotente en el cielo al que
los Magos veneraron en la cuna. Y como ellos ofrecieron al Señor las misteriosas
especies de sus presentes, saquemos nosotros de nuestros corazones aquellas cosas
dignas de Dios. Aunque El es el que da todos los bienes, quiere recibir el fruto de
nuestra industria. No llega el reino de los cielos a los dormidos y perezosos, sino a los
que trabajan y velan en cumplir los Mandamientos de Dios, para que si no recibimos
en vano sus dones, merezcamos con los que nos ha dado conseguir lo que nos tiene
prometido. Os exhortamos, pues, a que sigáis lo justo y casto, absteniéndoos de toda
obra mala. Los hijos de la luz deben estar muy distantes de las obras de tinieblas.
Huid, pues, de los odios; no haya mentira; destruid con la humildad la soberbia: vaya
fuera la avaricia; amad la libertad, porque es razón que los miembros digan
proporción con la cabeza para merecer acompañarla en las felicidades prometidas
por Ntro. Señor Jesucristo, etc. (S. León Papa, Serm. 32, c. 4, sent. 23, Trie. T. 8, p.
386.)"

"Determinando la Providencia de la misericordia de Dios salvar en los últimos


tiempos del mundo, quiso poner en Jesucristo la salud de todos los hombres; y
cuando el error tenía todas las naciones separadas del culto del verdadero Dios, y
aun el mismo pueblo escogido de Israel, despreciando los preceptos de la ley, estaba
casi todo envuelto en pecados, al vemos generalmente pecadores, tuvo de todos
misericordia. La justicia estaba casi extinguida en el mundo; los hombres sepultados
en el vicio y seducidos por la vanidad, estaban a cada momento para oir la sentencia
de su condenación, si Dios por su bondad no hubiera diferido el juicio. La ira divina se
cambió en mansedumbre, y para que más se conociese la grandeza del favor,
concedió a los hombres el perdón general de sus ofensas, cuando ningúno podía
poner la confianza en sus propios méritos. (S. León Papa, Serm. 32, sent. 24, Tric. T.
8, p. 387.)"

"Aquel ser que tomó el Hijo de Dios naciendo de la Virgen María, es un motivo
poderoso para inclinarse a la devoción; porque a un mismo tiempo se presentan a los
corazones justos en una misma persona la humildad humana y la Majestad divina. Al
mismo tiempo que la cuna declara tierno Niño, el cielo y cuanto en este se contiene
le publican su Creador. Un infante en un pequeño cuerpo es el Señor y Gobernador
del mundo; al seno de María está reducido el incomprensible. Pero en estos prodigios
está la curación de nuestras heridas y la elevación de nuestro abatimiento; porque si
no se juntara en una sola persona tanta diversidad, no pudiera la humana naturaleza
reconciliarse con su Dios. (S. León Papa, Serm. 35, e. 1, sent. 28, Tric. T. 8, p. 388.)"

"Los remedios que Dios nos aplicó determinaron nuestra ley, y la misma medicina
debe ser el modelo de nuestras costumbres. No carece de misterio que los Magos
fuesen guiados por la claridad de una nueva estrella a adorar a Jesucristo: ¿pues no
le vieron resucitando los muertos, dando vista a los ciegos, lengua a los mudos, o
ejercitando acción alguna del poder Divino, sino Niño, sin palabras, tranquilo, manso
y pendiente del cuidado de su Madre. En esto no se ve señal alguna de poder; pero
se nos ofrece un grande milagro de humildad. En la misma figura de tan sagrada
infancia, cual era la que el Hijo de Dios tomó, estaba entrando por los ojos la
predicación que después se había de intimar por los oídos, para que aprendiese con
la vista de Dios Niño lo que todavía no enseñaba con los acentos de la voz. (S. León
Papa, Serm. 36, c. 2, sent. 29, Trie. ibid., ibid.)"

"Ama Jesucristo la inocencia de los niños desde que El mismo se hizo Niño en el
cuerpo y en los afectos. Ama Cristo la infancia, como maestra de humildad, regla de
inocencia y modelo de mansedumbre. Ama Cristo la infancia y la propone por
ejemplo de costumbres a los hombres ya provectos; quiere que todas las edades se
conformen con la sencillez de los niños y que se arreglen a ella los que ha de elevar
al eterno reino. (S. León Papa, ibid., sent. 30, Tric. ibid., p. 389.)"

"Pues la Ascensión de Jesucristo es nuestra elevación, y a donde entró primero la


gloria de la cabeza, es llamada la esperanza del cuerpo; alegrémonos con recogijaos
dignos y sea nuestra alegría la devota acción de gracias. No solamente se ha
confirmado hoy nuestro derecho al paraíso, sino que de algún modo hemos entrado
en el cielo con Jesucristo. (S. León Papa, Serm. 73, sent. 61, Tric. T. 8, p. 397.)"

"El misterio de la Ascensión del Salvador aumenta nuestra fe, y de tal modo la
confianza el Espíritu Santo, que ni las cadenas, ni las cárceles, ni los destierros, ni el
hambre, ni el fuego, ni las garras de las fieras, ni los extraordinarios suplicios de los
perseguidores, nos aterraron con sus crueldades. Por esta fe pelearon en todo el
mundo, hasta derramar su sangre, no solamente los niños, sino también las
delicadas doncellas. (S. León Papa, Serm. 73, c. 2, p. 244, -sent. 62, Tric. T. 8, p.
397.)"

"Después que Dios se hizo hombre podemos pintar la imagen de su forma humana,
su nacimiento de la Virgen, su bautismo en el Jordán, su transfiguración en el Tabor,
sus tormentos en la Cruz, su sepultura, su resurrección, su ascensión y expresar todo
esto con los colores, como con las palabras. (S. Juan Damasc., Orat. 1, de sinag.,
sent. 5, Tric. T. 9, p. 292.)"

"Asegura el Apóstol que vosotros sois el cuerpo de Jesucristo, y miembros de sus


propios miembros. Conservad, pues, vuestros cuerpos y vuestros miembros con la
decencia conveniente, no sea que si los deshonráis con alguna liviandad o alguna
pasión, sea a proporción del premio que hubiérais tenido en ' el cielo, el castigo en el
infierno por haberles deshonrado con un abuso indigno y vergonzoso: vuestros ojos
son los ojos de Jesucristo; no es lícito hacer que sirvan los ojos de Jesucristo para
mirar los objetos profanos ni la vanidad; porque Jesucristo es la misma verdad, a la
que no puede menos de ser contraria toda especie de vanidad. Vuestra boca,
Cristianos, es la boca de Jesucristo: no debéis, pues, abrirla, no digo para la
murmuración, ni las mentiras, pero ni aun para las palabras inútiles.'Esta boca
consagrada solamente a las palabras con que Dios puede ser alabado y el prójimo
edificando, debe abstenerse de toda otra especie de conservación. De este modo
debe entenderse todo lo demás, y explicarse según las mismas reglas de prudencia y
santidad, cuando se trata de saber el uso que ha de hacer el cristiano de los otros
miembros de su cuerpo, que son igualmente miembros de Jesucristo, confiados a su
custodia. (S. Anselmo, sent. 39, Tric. T. 9, p. 349 y 350.)"

"Teniendo delante de los ojos el infinito precio de nuestra redención, la muerte del
Salvador quiero decir, y la sangre que derramó por el perdón de nuestros pecados;
teniendo también a la vista el ejemplo del Buen Ladrón y de otros grandes
pecadores, cargados de muchas y enormes culpas, a los que Jesucristo, fuente de las
gracias, recibió en su santa santidad, por su grande misericordia, no desesperemos
de conseguir el mismo favor; antes bien, con la seguridad del perdón de los pecados,
recurramos con entera confianza a la fuente de la Divina misericordia, en cuyo seno
sabemos, y estamos viendo cada día, que han sido recibidos y justificados tantos y
tan grandes pecadores. Tengamos por cierto que esta adorable fuente de donde
corren las gracias, nos lavará también y nos purificará del pecado, si le renunciamos
y procuramos en adelante hacer el bien en cuanto nos sea posible; mas no podemos
con solas nuestras fuerzas abstenemos de¡ mal ni practicar el bien que Dios nos
manda. Para esto es preciso que nos prevenga y ayude el socorro desde lo alto.
Supliquemos, pues, a la inefable bondad de Dios, nuestro piadosísimo Salvador, que
se dignó sacamos de la nada cuando no teníamos ser, que nos conceda la gracia de
convertirnos, y la de corregirnos de tal modo de todos nuestros desórdenes, mientras
estamos en esta vida, y antes que la dejemos con la muerte, y de purificamos con
tan repetidos ejercicios de compunción y penitencia, que al fin de esta vida mortal
podamos ir derechos a El sin obstáculo ni impedimento, para gozar con El aquel día
eterno, cuyo sol es el mismo Dios, en la compañía de los Ángeles, y de todos los
Santos que están ya gozando de su gloria, y gustando una alegría pura y eterna en la
posesión de la suprema bienaventuranza. (S. Anselmo, 6, Meditat., sent. 44, Tric. T.
9, p. 352.)"

"Apiadaos de mí, Señor, apiadaos de mí. No permitáis que esta alma culpada, por la
cual os dignásteis de nacer de una Virgen, y de morir en la Cruz, se separe de este
cuerpo mortal, antes que me comuniquéis la gracia de convertirme perfectamente y
la de expiar mis pecados con frutos dignos de penitencia. Haced que yo quede
lavado con vuestra sangre adorable, y en el agua de mi llanto, de todos los pecados
que he cometido después del bautismo, y casi desde la cuna, así con conocimiento,
como por ignorancia, malicia o fragilidad, para que en el día de mi muerte, purificado
de todas mis culpas, enteramente corregido, y con las más puras costumbres, me
pueda presentar con confianza y alegría ante vuestra Majestad, y contemplar en el
exceso de amor y de divinos placeres vuestro adorable rostro, lleno de benignidad y
de atractivo, por causa de vuestra inmensa bondad y de vuestra infinita misericordia.
(S. Anselmo, 18, Meditat., sent. 48, Tric. T. 9, p. 355.)"

"Por estar corrompida con la culpa toda la naturaleza humana en el alma y en el


cuerpo, fue preciso que se uniese a esto Dios, que venía a rescatar el cuerpo y el
alma, para que el rescate del hombre correspondiese al alma de Jesucristo, y el del
cuerpo, al cuerpo de Jesucristo. Esto se nos representa cuando se ofrece en el altar
pan y vino: recibiendo dignamente aquel pan convertido en el cuerpo del Señor,
participa nuestro cuerpo de la inmortalidad de Jesucristo, y nuestra alma se conforma
con la de Jesucristo, tomando el vino convertido en su sangre. (S. Anselmo, Ep. 177,
lib. 4, sent. 54, Tric. T. 9, p. 357.)"

"Por más que se apodere en mi memoria la recordación de mis maldades, por más
que me aterre la horrible consideración de mi vida pasada, hagan otros lo que les
parezca conveniente; pero yo siempre sentiré en bondad de la dulzura de mi Señor
Jesucristo: siempre pondré mis ojos en su misericordia, porque se y algunas veces
experimento en mí, que es mucho más su dulzura para consolar, y mucho más
pronta su benignidad para perdonar, que mi iniquidad para delinquir. Bien se que no
hay maldad como mi maldad. Mas en paralelo no hay dolor como mi dolor. Si pequé
sobremanera, no desespero, porque he llorado sobremanera, por lo cual respiro. Si
Dios se irrita con la monstruosidad de mi delito, no hay duda que se mitiga con el
dolor de la satisfacción de su Hijo, porque aquel manso e inocente Cordero que calló
pendiente en la Cruz como en presencia del que le trasquila, no daba su rostro a los
circunstantes furiosos contra El; antes bien, inspiraba dulcemente a los que pasaban
por el camino, y le miraban, porque así está escrito: ¡Oh, vosotros, todos los que
pasáis por el camino, poned vuestra atención, y ved si hay dolor que sea como mi
dolor! (S. Bernardo, Epist. 385, ad quosdam noviter conversos, sent. 46, adic., Tric. T.
10, p. 362, 363 y 364.)"
"¿Quién podrá dignamente ponderar cuánta humildad, mansedumbre y dignación
fue, que el Señor de la Majestad vistiese nuestra carne, fuese condenado a muerte, y
afeado en una Cruz? Me dirá alguno: ¿no pudo el Criador haber reparado su obra sin
tanta dificultad? Bien pudo, pero escogió renovarla, sufriendo tantas injurias, para
que el peor y más odioso vicio, que es el de la ingratitud, no hallase ya ocasión en el
hombre. A la verdad, se tomó el Señor muchas fatigas para tener al hombre por
deudor de mucho amor y para que la dificultad de la redención hiciese presente la
acción de gracias, al que no había hecho devoto la felicidad con que Dios le crió. (S.
Bernardo, Sertn. 12, ad quosdam nov. conver., sent. 49, adic., Tric. T. 10, p. 365.)"

JUICIO

Citas de la Sagrada Escritura

1. Juicio particular

Está decretado a los hombres morir una sola vez, y después el juicio. Heb 9, 27.

Cada uno de nosotros ha de dar cuenta a Dios de sí mismo. Rom 14, 12.

Es forzoso que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba el pago debido a las buenas o malas obras que haya hecho mientras ha estado
revestido de su cuerpo. 2 Cor 5, 10.

2. Juicio final

Cuando venga el Hijo del hombre [...] hará comparecer ante El a todas las naciones,
y separará a unos de los otros. Mt 25, 31-32; Mc 13, 26-27; Lc 21, 36.

En el día de la resurrección, cuando el Hijo del hombre se siente en el solio de su


majestad, vosotros también os sentaréis sobre doce sillas y juzgaréis a las doce
tribus de Israel. Mt 19, 28.

Jesús nos mandó que predicásemos y testificásemos al pueblo que El es el que está
constituido por Dios juez de vivos y muertos. Hech 10, 42.

No queráis sentenciar antes de tiempo hasta que venga el Señor, el cual sacará a
plena luz lo que está en los escondrijos de las tinieblas, y descubrirá las intenciones
de los corazones. I Cor 4, 5.

Los gentiles darán también cuenta a Aquel que tiene dispuesto juzgar a los vivos y a
los muertos. I Pdr 4, 5.
Vi un gran solio reluciente y a uno (Jesucristo) sentado en él [...] Y vi a los muertos,
grandes y pequeños, estar delante del trono y abriéronse los libros; y abrióse
también el libro de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas escritas en
los libros [...], y se dio a cada uno sentencia según sus obras. Apoc 20, 1 1-13.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Nos juzgará Jesucristo, a quien hemos procurado servir durante toda nuestra vida

3216 «Me hizo gracia que hable usted de la "cuenta" que le pedirá Nuestro Señor.
No, para ustedes no será Juez—en el sentido austero de la palabra—sino
simplemente Jesús». —Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más
de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 168).

3217 Plegue a Su Majestad que nos le dé a entender antes que nos saque desta vida,
porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser juzgadas de quien
habemos amado sobre todas las cosas. Seguras podemos ir con el pleito de nuestras
deudas. No será ir a tierra extraña, sino propia; pues es a la de quien tanto amamos
y nos ama (SANTA TERESA, Camino de perfección, 40, 8).

3218 Cuando venga nuestro Señor Jesucristo sacará a la luz lo que está oculto en las
tinieblas, y pondrá al descubierto las intenciones del corazón, y vendrá a cada uno su
alabanza de parte de Dios. Entonces, con la presencia de este día ya no tendremos
necesidad de lámparas; no será necesario que se nos lean los libros proféticos ni los
escritos del Apóstol; ya no tendremos que indagar el testimonio de Juan, y el mismo
Evangelio dejará de sernos necesario. Ya no tendrán razan de ser todas las
Escrituras, que en la noche de este mundo se nos encendían a modo de lámparas,
para que no quedásemos en tinieblas (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 35, 8-9).

3219 En verdad os digo que no os conozco (Mt 25, 12). Conoce el Señor a los suyos,
y el que no le conoce será desconocido (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. III, p.
323).

El verdadero valor de las cosas a la luz del juicio

3220 Por el poder divino se hará que a cada uno se le representen en su memoria
todas sus obras (buenas y malas) (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. lll, p. 248).

3221 Bienaventurados los que mueren en el Señor, pues sus obras les siguen (Apoc
14). Las buenas obras nos siguen, las malas nos siguen; y ningúna otra cosa tiene
valor, ningúna otra cosa es más que broza. El torbellino y la danza de los asuntos
mundanos no es sino como el torbellino de la broza y el polvo, del cual nada resulta.
Dura en el dia, pero no se le encuentra a la noche. Y, sin embargo, cuántas almas
inmortales gastan su vida en nada mejor que aturdirse en este torbellino de ideas
politicas, de partido, de opiniones religiosas o de cómo ganar dinero, de todo lo cual
nunca puede resultar nada (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de
Septuagésima: el juicio).

3222 Aunque tengas padres o hijos o amigo o alguien que pudiera interceder por ti,
sólo te aprovechan tus hechos. Así es este juicio: se juzga sólo lo que has hecho (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epist. a los Gálatas, 2-8).
3223 Ciertamente, el día del juicio no nos preguntarán qué leimos, sino qué hicimos;
ni lo bien que hablamos, sino lo honestamente que vivimos. Dime: ¿Dónde están
ahora todos aquellos señores y maestros que tú conociste cuando florecían en los
estudios? Ya poseen otros sus rentas y, por ventura, de ellos no se tiene memoria; en
su vida algo parecian, mas ya no hay de ellos memoria (Imitación de Cristo, I, 3, 5)

Cada uno será juzgado en el estado en que muera.

Vigilancia

3224 ...Cada cual ha de ser juzgado en el estado en que salga de este mundo; y por
esto ha de velar todo cristiano, para que la llegada del Señor no le encuentre
desprevenido (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea vol. III, p. 202).

3225 “Ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”, rezamos en el Credo.—Ojalá
no me pierdas de vista ese juicio y esa justicia y... a ese Juez (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 745).

3226 La caridad, por tanto, es la fuente y el origen de todo bien, la mejor defensa, el
camino que lleva al cielo. El que camina en la caridad no puede errar ni temer,
porque ella es guia, protección, camino seguro. Por esto, hermanos, ya que Cristo ha
colocado la escalera de la caridad, por la que todo cristiano puede subir al cielo,
aferraos a esta pura caridad, practicadla unos con otros y subid por ella cada vez
más arriba (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3, 1-3).

«Te examinarán en el amor». El juicio y la caridad

3227 A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar a Dios como Dios quiere
ser amado y deja tu propia condición (SAN JUAN DE LA CRUZ, Avisos y sentencias, n.
57).

3228 Cuanto más ames más subirás (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 83, 10).

3229 El bienaventurado S. Juan Evangelista, al final de sus dias, cuando moraba en


Efeso y apenas podia ir a la Iglesia sino en brazos de sus discípulos, y no podia decir
muchas palabras seguidas en voz alta, no solia hacer otra exhortación que ésta:
—«Hijitos, amaos unos a otros». Finalmente, sus discípulos y los hermanos que le
escuchaban, aburridos de oírle siempre lo mismo, le preguntaron: Maestro, ¿por qué
siempre nos dices esto? Y les respondió con una frase digna de Juan: Porque éste es
el precepto del Señor y su solo cumplimiento es más que suficiente (SAN JERÓNIMO,
Coment. sobre la Epístola a los Gálatas, 3, 6).

3230 Es de notar que la bienaventuranza se otorga en proporción a la caridad y no


en proporción a cualquier otra virtud (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 204).

Sólo llevamos las propias obras. Desprendimiento

3231 Ved cómo pesa todo cuanto hacéis cada dia; queráis o no, os aproximáis más al
juicio; el tiempo no perdona. ¿Por qué, pues, se ama lo que se ha de abandonar? ¿Por
qué no se hace caso del fin a donde se ha de llegar? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
15 sobre los Evang.).

3232 Somos actores en escena. Nadie se crea rey ni rico, porque al final del acto nos
encontraremos todo pobreza (SAN JUAN CRITOMO, Hom. sobre Lázaro, 2, 3).
Se juzgará la correspondencia a las gracias recibidas. Responsabilidad

3233 Cuando venga el juez exigirá a cada uno de nosotros tanto cuanto nos dio (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

3234 Mirad que ya está cerca la vuelta del que se fue lejos, porque aunque parece
haberse alejado mucho quien se marchó lejos de esta tierra en que nació, vuelve en
seguida a pedir la cuenta [...] (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

3235 Aquel hombre de talento que inclinó su voluntad al pecado en vano pedirá
misericordia, porque cometió el pecado sin excusa, separándose de la voluntad
divina por su malicia; pero el hombre rústico e ignorante la implorará con más razón
a su juez (SAN CIR1LO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. ll4).

3236 No se juzgan las cosas del mismo modo en todos, sino que a conocimiento
mayor corresponde mayor responsabilidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena
Aurea, vol. Vl, p. 114).

El juicio y la rectitud de intención

3237 Las lámparas de las vírgenes fatuas se apagan, porque sus obras, que
aparecían claras exteriormente, a los hombres, quedarán oscurecidas interiormente
a la venida del juez. No hallarán retribución de Dios, porque recibieron por ellas de
los hombres las alabanzas que desearon (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los
Evang.).

3238 Acudirán a declarar testigos infalibles, a saber, las propias conciencias de los
hombres (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 86).

3239 En la vida presente puede ocultarse a los hombres lo que se hace


interiormente; pero vendrá ciertamente el juez a quien no podrá ocultarse nada con
callar, a quien no podrá engañarse negando (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre
los Evang.).

No valdrán las excusas en el juicio. Conocimiento propio; examen

3240 Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si


estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia. Todo lo demás no tiene valor.
Si hemos sido ricos o pobres, si nos hemos ilustrado o no, si hemos sido dichosos o
desgraciados, si hemos estado enfermos o sanos, si hemos tenido buen nombre o
malo (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de Septuagésima: el juicio.

3241 Concurrirán también (al juicio universal) todos los ángeles, para dar testimonio
ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de
cada hombre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. lll, p. 238).

3242 Ahora, mientras te dedicas al mal, llegas a considerarte bueno, porque no te


tomas la molestia de mirarte. Reprendes a los otros y no te fijas en ti mismo. Acusas
a los demás y a ti no te examinas. Les colocas a ellos delante de tus ojos y a ti te
pones a tu espalda. Pues cuando me llegue a mi el turno de argüirte, dice el Señor,
haré todo lo contrario: te daré la vuelta y te pondré delante de ti mismo. Entonces te
verás y llorarás (SAN AGUST;N, Sermón 17, 5).

3243 El que ahora lo ve todo sin ser visto, juzgará todas las cosas; aparecerá, pues,
para juzgar especialmente en aquel tiempo en que, olvidados todos de sus juicios, se
crean como emancipados de El en este mundo (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl,
p. 285).

Una sentencia definitiva de salvación o de condenación

3244 Cada uno de nosotros ha de llegar a ese momento terrible en que


compareceremos ante el dueño de la viña para responder de las obras realizadas en
la tierra, buenas o malas. Queridos hermanos, habréis de pasar por ello. Cada uno ha
de sufrir su juicio particular, y será el momento más silencioso y terrible que jamás
hayáis podido experimentar. Será el momento tremendo de la expectación, en el que
vuestra suerte para la eternidad estará en la balanza y estaréis a punto de ser
enviados en compañía de los santos o de los demonios, sin que quede posibilidad de
cambio. No puede haber cambio; no cabe vuelta atrás (CARD J. H. NEWMAN, Sermón
para el Domingo de Septuagésima: el juicio.

3245 Para los laboriosos y dispuestos para el bien, que no están sentados ni ociosos
sobre la tierra, sino que se levantan en cuanto se les dice: levántatey anda, porque la
tierra no es tu lugar de descanso; para éstos no será el día aquel un día de lazo ni de
peligro, sino un día de triunfo (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 421).

3246 Tema morir quien no está señalado por la Cruz y pasión de Cristo. Tema la
muerte quien va a ser atormentado por penas y llamas eternas al salir de este
mundo. Tema morir aquel al que se le alarga el tiempo para diferirle algo sus
suplicios y dolores (SAN CIPRIANO, Sobre la mortalidad, 14).

El juicio universal

3247 En un solo lugar comparecerán al mismo tiempo todos los hombres ante el
tribunal del Juez supremo, para que, viéndolo y oyéndolo los hombres todos de todos
los siglos, sepa cada uno lo que se ha decretado y juzgado de ellos mismos, y la
publicación de esta sentencia será para los hombres impíos y malvados una parte, no
la menor, de sus penas y tormentos; mas al contrario, los piadosos y justos recibirán,
con motivo de ella, grande premio y fruto, habiendo de verse claro cuál fue cada cual
en esta vida (Catecismo Romano, I, VIII, 3).

3248 [...] Era razonable que no sólo se estableciesen premios para los buenos y
castigos para los malos en la vida futura, sino que también se decretase en un juicio
general y público, a fin de que resultase para todos más notorio y grandioso, y para
que todos tributasen a Dios alabanzas por su justicia y providencia, en vez de aquella
injusta queja que hasta los varones justos solían a veces exhalar como hombres
cuando veían a los malos engreídos de sus riquezas y alegres con sus honores [...].

Es necesario que se celebre un juicio universal, no dijeran acaso los hombres de Dios,
andando, paseándose de uno a otro polo del Cielo, no se cuida de las cosas de la
Tierra. Así pues, con razón, se incluyó esta fórmula de verdad entre los doce artículos
de la fe cristiana, para que, si algunos espíritus vacilaban acerca de la providencia y
justicia de Dios, se fortaleciesen por medio de esta verdad. Convenia, además,
animar a los buenos y aterrar a los malos poniéndoles a la vista el juicio, a fin de que,
persuadidos de la justicia divina, no desfalleciesen aquellos, y se apartasen éstos de
los pecados con el temor y convencimiento del castigo eterno. Por eso, nuestro Señor
y Salvador, hablando del último día, manifestó que habría algún día un juicio
universal, y describió las señales de este tiempo, para que, al verlas, entendamos
que está cerca el fin del mundo; y después, en subiendose al Cielo, envió ángeles
para consolar a sus Apóstoles, que estaban tristes por su ausencia, diciéndoles: Este
Jesús que, separándose de vosotros, se ha subido al Cielo, vendrá de la misma suerte
que acabais de verle subir allá (Catecismo Romano, 1, VIII, 4).

Juicio.- "Pues sabemos que ha de ser examinada nuestra vida por un Dios que todo lo
ve, y cuya justicia castiga el pecado con una pena eterna, es muy justo que
pongamos todo nuestro conato en adquirir la verdadera inocencia, y que teniendo un
perfecto conocimiento de las dificultades que hay para agradar a Dios, y de los
tormentos que de lo contrario nos esperan, no sólo muy duraderos, sino eternos, sólo
temamos a Aquel soberano Juez a quien también deben temer los que nos juzgan:
esto es, que temamos a sólo Dios, y no al Procónsul. (Tertuliano, en la apología, c.
45, sent. 1, Tric. T. 1, p. 195.)"

"Cuando se oye decir mal de un hombre honrado o burlarse de la verdad, sin


responder en defensa de uno y otro: ¿quién duda, que este silencio es muy
delincuente? Porque oyendo estas murmuraciones o burlas, sin reprender al burlador,
se dan motivos para creer que se aprueban como si fueran verdaderas. Por lo cual,
Dios a ambos los condenará a una misma pena: al uno por haber dicho el mal, y al
otro por haberle escuchado. (S. Efrén., sent. 10, Tric. T. 3, p. 78 y 79.)"

"En las cosas dudosas e inciertas debemos inclinamos al lado de la humanidad y


suavidad, y estar más prontos para absolver, que para condenar a los que hayan
faltado, porque el malo siempre es propenso a condenar aun al hombre de bien,
siendo así que el hombre de bien apenas se atreve a condenar al malo; porque la
persona que no es inclinada al mal, no le sospecha fácilmente de otro. (S. Gregorio
Nacian., Orat., 21, sent. 39, Tric. T. 3, p. 358.)"

"Persuadámonos a que Dios no solamente nos ha de pedir cuenta de nuestras


acciones y palabras, sino también del empleo de¡ tiempo, hasta de los menores
momentos de cada hora. (S. Gregorio Nacian., Orat, 28, sent. 42, Tric. T. 3, p. 359.)"

"Digo que ningúno debe ser más activo, ni más sufrido de lo justo; no debemos por
ligereza agregamos a todos, ni separarnos de todos; pero cuando se manifiesta
abiertamente la impiedad, antes nos hemos de precipitar al hierro y al fuego, que
tener parte en el mal fermento, ni asentir a los que no están bien dispuestos; mas
cuando, lo que inquieta los ánimos es solamente sospecha, o un temor que no tenga
algunos fuertes argumentos, entonces más conveniente es la lentitud que la
precipitación, y la condescendiente mansedumbre que la arrogancia y tenacidad. (S.
Gregorio Nacian., Orat. 8, sent. 4, adic,, Tric. T. 3, p. 393 y 394.)"

"Por estar siempre incierto de aquel tiempo en que ha de venir nuestro Juez debemos
vivir cada día como si nos hubiera de juzgar en el siguiente. (S. Jerónimo, lib. 4, c. 24,
sent. 191, Tric. T. 5, p. 256.)"

"Huyen los días, y se ocultan de nuestra vida: pasan los años, y ya ha desaparecido
la mayor parte de nuestra vida: no obstante, veamos: ¿Qué bien hemos hecho hasta
ahora? ¿Queremos acaso salir de este mundo vacíos y destituidos de toda justicia? El
juicio de Dios está a nuestras puertas; en este habíamos de meditar todas las lunas
nuevas, y esta es la observación que debíamos hacer siempre que vuelvan, los años.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 32, in observant, Novil., sent. 21, Tric. T., 6, p'. 304.)"
"Evitemos todo juicio temerario y no condenemos a nadie. No te ha establecido Dios
por árbitro de los otros, ni tienes autoridad para juzgarlos; si con todo eso los
condenas en tu entendimiento, ya caes en el pecado, principalmente si los condenas
por una simple sospecha, por una ligera acusación, y sin tener alguna prueba. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homi. 42, in Genes, sent. 197, Tric. T. 6, p. 319.)"

"Si sola la. cuenta de nuestros propios pecados que tenemos que dar el día del juicio
es tan peligrosa y formidable, cuando se añadan a estos los escándalos que
habremos causado a nuestros prójimos. ¿qué salvación habrá para nosotros? (S. Juan
CRISÓSTOMO, sent. 250, Tric. T. 6,p.353.)"

"En el último juicio sería tan exacto el examen que se ha de hacer de los pecados y
buenas obras, que ha de llegar hasta de las cosas menores. Y así como habrá castigo
para las miradas que no han sido honestas, para una palabra. inútil, y para la menor
injuria dicha al hermano, también habrá premio para un vaso de agua fría que se
haya dado a un pobre, y para un simple suspiro que el pesar de nuestras culpas haya
sacado de nuestro corazón. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 31, e. 16, sent. 299, Tric. T.
6, p. 363.)"

"Estamos muy prontos para acusar a nuestros hermanos y condenarlos. Sólo este
mal, aunque no cometiéramos otro, sería suficiente para perdemos, porque encierra
en sí casi todos los demás. Escuchad sobre esto al Profeta Rey, que dice: Tú hablabas
contra tu hermano. Me diréis, yo soy autor de este mal juicio. Yo digo que lo sois
pues si no lo hubierais dicho, no lo hubieran sabido los otros, y no hubieran juzgado
mal, y aunque pudieran haberlo sabido por otra parte, no dejaríais de ser los autores
de su falta, si no procurábais ocultar la falta del prójimo con el velo del silencio. Mas
sucede lo contrario, pues con pretexto de honradez y probidad, descubrís sus
defectos, y si no sois acusadores y delatores, a lo menos sois burladores y bufones.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 21, c. 12, ad Hebr., sent. 383, Trie. T. 6, p. 383.)"

"Cuando el hecho es semejante, pero el motivo es distinto, no es razón que se haga


el mismo juicio. (S. Bernardo, Ep. 84, sent. 75, Trie. T. 10, p. 326.)"

"La prudencia que delibera, suspende el juicio. (S. Bernardo, Serm. de S. Magdad., n.
1, sent. 15 3, Trie. T. 10, p. 3 3 l.)

¿,Qué hará de los juicios injustos aquel Señor que ha de juzgar las mismas justicias?
Vendrá el día del juicio, en que más valdrá el corazón puro, que las palabras de la
astucia: y más se estimará la buena conciencia, que los bolsillos llenos de oro; pues
aquel Juez no se puede engañar con palabras ni doblarse con los presentes. (S.
Bernardo, 1, sent. adic., Tric. T. 10, p. 344.)"

"Hijo mío, acuérdate de tus novísimos, y eternamente no pecarás... Considera los


principios, atiende a los medios y acuérdate de los movimientos. Los primeros te
causan vergüenza; los segundos, dolor; los últimos, te llenan de miedo. Piensa de
dónde viniste, y avergüenzate en donde estás ahora, y suspira: a donde caminas, y
estremécete. (S. Bernardo, Serm. 12, ad quosdam noviter convers., sent. 48, adic.,
Tríc. T. 10, p. 365.)"
JUICIO TEMERARIO

Citas de la Sagrada Escritura

No juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con que juzgareis seréis
juzgados, y con la medida con que midierais se os medirá. Mt 7, 1.

No queráis juzgar por las apariencias, sino juzgad por un juicio recto. Jn 7, 24.

¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro? Si cae, o se mantiene firme, esto
pertenece a su amo: pero firme se mantendrá, pues poderoso es Dios para
sostenerle. Rom 14, 4.

¿Por qué tú condenas a tu hermano?, o ¿por qué tú desprecias a tu hermano, cuando


todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo? Rom 14, 10.

Uno solo es el legislador y el juez que puede salvar y puede perder. Tú, empero,
¿quién eres para juzgar a tu prójimo? Sant 4, 12-13.

No nos juzguemos, pues, ya más los unos a los otros, y mirad sobre todo que no
pongáis tropiezo o escándalo al hermano. Rom 4, 13.

Cuanto a mi, muy poco se me da ser juzgado por vosotros o de cualquier tribunal
humano, que ni aun a mi mismo me juzgo. 1 Cor 4, 3.

Por lo cual eres inexcusable, ¡ oh hombre!, quienquiera que seas, tú que juzgas a
otros, a ti mismo te condenas, ya que haces eso mismo que condenas. Rom 2, 1.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Se funda en leves apariencias y nace de un corazón poco recto

3249 No digas: «Fulano es un borracho», por haberle visto embriagado una vez; ni le
llames adúltero por haber visto que cayó en este pecado 1...]. Paróse una vez el sol
para contribuir a la victoria de Josué; oscurecióse otra en testimonio de la victoria del
Salvador. ¿Diremos por esto que es innoble u oscuro? Una vez se embriagó Noé, otra
Lot, y éste, además, cometió un gravísimo incesto; sin embargo, a ningúno de los dos
se puede llamar borracho, ni a Lot incestuoso. No fue San Pedro sangriento porque
una vez derramó sangre; ni porque blasfemó en una ocasión, blasfemo; que el
nombre de vicioso o virtuoso se adquiere por la continuación y el hábito; así que es
impostura tratar a uno de colérico o ladrón por haberle visto una vez encolerizarse o
robar (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 29).

3250 Si tuviésemos la dicha de estar libres del orgullo y de la envidia, nunca


juzgaríamos a nadie, sino que nos contentariamos con llorar nuestras miserias
espirituales, orar por los pobres pecadores, y nada más, bien persuadidos de que
Dios no nos pedirá cuenta de los actos de los demás, sino sólo de los nuestros
(SANTO CURA DE ARS,.Sermón sobre el juicio temerario).

3251 ¿De dónde nace esta apreciación injusta con los demás? Parece como si
algunos tuvieran continuamente puestas unas anteojeras, que les alteran la vista. No
estiman, por principio, que sea posible la rectitud o, al menos, la lucha constante por
portarse bien. Reciben todo, como reza el antiguo adagio filosófico, según el
recipiente: en su previa deformación. Para ellos, hasta lo más recto, refleja—a pcsar
de todo—una postura torcida que, hipócritamente, adopta apariencia de bondad
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 67).

3252 El juicio temerario es un pensamiento o una palabra desfavorables para el


prójimo, fundados en leves apariencias. Solamente puede proceder de un corazón
malvado, lleno de orgullo o de envidia; puesto que un buen cristiano, penetrado
como está de su miseria, no piensa ni juzga mal de nadie; jamás aventura su juicio
sin un conocimiento cierto, y eso todavía cuando los deberes de su cargo le obligan a
velar sobre las personas cuyos actos juzga (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
juicio temerario).

3253 Contribuyen de ordinario en gran manera a producir sospechas y juicios


temerarios el miedo, la ambición y otras semejantes flaquezas del espíritu (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 28).

No debemos juzgar a los demás, si no existe un deber que lo exija

3254 A pesar de todos los datos y de las señales al parecer más inequívocas,
estamos siempre en gran peligro de juzgar mal las acciones de nuestro prójimo. Lo
cual debe inducirnós a no juzgar jamás los actos del vecino sin madura reflexión y
aun solamente cuando tenemos por misión la vigilancia de la conducta de aquellas
personas, en cuyo caso se encuentran los padres (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre el juicio temerario).

3255 No juzguéis y no serés juzgados, porque con el juicio que juzgareis seréis
juzgados (Mt 7, 1-2). Aparte de la razón apuntada, es también peligroso juzgar a
nuestros semejantes, porque ignoramos en absoluto la necesidad o la razón que hace
legitima o al menos venial aquella acción que nos choca o nos sorprende (CASIANO,
Instituciones, 5, 29).

3256 No queramos juzgar. —Cada uno ve las cosas desde su punto de vista... y con
su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de
apasionamiento, sus ojos, muchas veces. Además, lo mismo que la de esos pintores
modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que
trazan unos rasgos arbitrarios, asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra
conducta... ¡Qué poco valen los juicios de los hombres! No juzguéis sin tamizar
vuestro juicio en la oración (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 451).

3257 Para juzgar sobre lo que hace o dice una persona, sin engañamos, seria
necesario conocer las disposiciones de su corazón y la intención con que dijo o hizo
tal o cual cosa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).

3258 Evita como un mal gravísimo el juzgar los hechos del prójimo; antes bien,
interpreta benignamente sus dichos y hechos, buscando con industriosa caridad
razones con que excusarlos y defenderlos. Y si fuera imposible la defensa, por ser
demasiado evidente el fallo cometido, procura atenuarlo cuanto puedas,
atribuyéndolo a inadvertencia o a sorpresa, o a algo semejante, según las
circunstancias; por lo menos, no pienses más en ello, a no ser que tu cargo te exija
que pongas remedio (J. PECCI—León XIII—, Práctica de la humildad, 14).
3259 No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del
interesado dan pie para juzgar así razonablemente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 442).

3260 Hemos de examinar muy detenidamente los hechos, antes de emitir nuestros
juicios sobre el prójimo, por temor de engañarnos, lo cual acontece con suma
frecuencia (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario);

3261 ¿Quién puede juzgar al hombre? La tierra entera está llena de juicios
temerarios. En efecto, aquel de quien desesperábamos, en el momento menos
pensado, súbitamente se convierte y llega a ser el mejor de todos. Aquel, en cambio,
en quien tanto habíamos confiado, en el momento menos pensado, cae súbitamente
y se convierte en el peor de todos. Ni nuestro temor es constante ni nuestro amor
indefectible (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores, 24-25).

3262 Puede suceder que quien interpreta en el mejor sentido se engañe más
frecuentemente; pero es mejor que alguien se engañe muchas veces teniendo buen
concepto de un hombre malo que el que se engaña raras veces pensando mal de un
hombre bueno, pues en este caso se hace injuria a otro, lo que no ocurre en el
primero (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 60, a. 4 ad 1).

3263 La causa de tantos juicios temerarios es el considerarlos como cosa de poca


importancia; y, no obstante, si se trata de materia grave, muchas veces podemos
cometer pecado mortal (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).

Caridad y comprensión con las acciones de los demás

3264 Al juzgar al prójimo, debemos tener en cuenta su flaqueza y su capacidad de


arrepentirse (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).

3265 Si (el mal ajeno) es dudoso, puedes lícitamente tomar pre-cauciones contra él,
por si es cierto; pero no debos condenarle como si ya fuera cierto (SAN ACUSTIN,
Coment. sobre el Salmo 147, 16).

3266 Aunque vierais algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más
bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la
acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si
la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces creedlo así , y decid
para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte (SAN BERNARDO, Serm.
sobre el Cantar de los Cantares, 40).

3267 ¿Quién eres tú para juzgar el acierto del superior?—¿No ves que él tiene más
elementos de juicio que tú; más experiencia; más rectos, sabios y desapasionados
consejeros; y, sobre todo, más gracia, una gracia especial, gracia de estado, que es
luz y ayuda poderosa de Dios? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 457).
JUSTICIA

Citas de la Sagrada Escritura

Conformidad con el derecho. Rige las relaciones del hombre con sus semejantes: Is
32, 1; Am 6, 12.

En sentido más general es también santidad: se opone al pecado: Gen 18, 23; 2 Cor
6, 14.

Consiste en obrar conforme a la voluntad de Dios: Ez 18, 5. También, recompensa


que proviene de esta conformidad con la voluntad divina: Dt 6, 25; 24, 13; Prov 21,
21; Lc 1, 6; Mt 23, 29.

Y cumplimiento de los mandamientos: Prov 8, 20; Eclo 16, 22; Sab 14, 7.

Justicia y misericordia: Sal 51, 16; 65, 6.

Justicia y temor de Dios: Lc 2, 25; Hech 10, 22.

Justicia y justificación: Rom 5, 1; 9, 30; Gál2, 16, 21.

La razón de nuestra justicia, y su fuente, es Cristo: I Cor 1, 30; 2 Cor 5, 21.

El modo de participar en la justicia de Dios es la fe en Cristo: Rom 1, 17; 3, 22; Flp 3,


9.

(A Juan el Bautista). Respondióle Jesús: Déjame ahora, pues conviene que así
cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Mt 3, 15.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados. Mt 5, 6.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino


de los Cielos. Mt5, 10.

Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el Reino de los Cielos. Mt 5, 20.

Porque vino Juan a vosotros caminando en justicia, y no creísteis en él, mientras que
los publicanos y las rameras creyeron en él. Mt21, 32.

(El Señor Dios) juró [...] concedernos que, libres de manos enemigas, podamos
servirle sin temor en santidad y justicia delante de él todos nuestros días. Lc 1, 73.
74-75.

Y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a


la justicia y en lo referente al juicio [...] Jn 16, 8.

En lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia, porque


me voy al Padre, y ya no me veréis [...]. Jn 16, 9-10.
Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Mt 6, 1.

Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Mt 6, 33.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Dar a cada uno lo que es debido

3268 La justicia es el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad,
da a cada cual su derecho (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 58, a. 1).

3269 Ser justo significa dar a cada uno lo que le es debido. Esto concierne a los
bienes temporales, de naturaleza material. El mejor ejemplo puede ser aquí la
retribución por el trabajo o el llamado así derecho a los futuros del propio trabajo y
de la propia tierra. No obstante, al hombre se debe, además, el buen nombre, el
respeto, la consideración, la fama que se ha merecido. Cuanto más conocemos al
hombre, tanto más se nos revela su personalidad, su carácter, su inteligencia y su
corazón. Y tanto más nos damos cuenta—y debemos darnos cuenta de ello—de con
qué criterio «medirlo» y qué quiere decir ser justos con él (JUAN PABLO II, Audiencia
general, 8-XI- 1978).

3270 No basta para ser justos que alguno quiera observar esta virtud
esporádicamente en algún determinado negocio, porque prácticamente no existe
quien quiera obrar en todos injustamente, sino que es menester que el hombre tenga
la firme voluntad de conservarla siempre y en todas las cosas (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 58, a. I ad 3).

3271 La justicia es principio de la existencia de la Iglesia como pueblo de Dios y


principio de coexistencia de la Iglesia y de las diversas estructuras sociales, en
particular del Estado, como igualmente de las organizaciones internacionales. En
estq terreno amplio y diferenciado, el hombre y la humanidad buscan continuamente
justicia; éste es un proceso permanente y un cometido de la máxima importancia
(JUAN PABLO II, Audiencia general 8-XI-1978).

La justicia y las demás virtudes

3272 La fortaleza sin justicia es palanca del mal (SAN AMBROSIO, Sobre los of icios
de los ministros, 1, 35).

3273 El hombre no pone su vida en peligro de muerte más que cuando se trata de la
salvación de la justicia. De aquí que la dignidad de la fortaleza sea una dignidad que
depende de la anterior virtud (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 123, a. 12 ad
3).

3274 En esta norma (el mayor entre vosotros, hágase como el menor) no se excluyen
los que tienen una posición elevada: no deben dominar éstos a quienes viven más
modestamente [...], ni deben ser ensalzados por sus alabanzas; pero deben obrar
enérgicamente contra los que obran mal, por amor a la justicia (SAN BEDA, en
Catena Aurea, vol. VI, p. 445).
3275 La justicia, después de la prudencia, es más noble que cualquier otra virtud
moral: después, la fortaleza y la templanza (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2,
q.66, a. l c y 4).

3276 Aunque la justicia abraza a la vez todas las virtudes, sin embargo, existen entre
todas dos principales que no se pueden separar de ella: la piedad y la equidad [...].
La piedad y la equidad son como su fuente; en ellas se funda toda la justicia. Sin
embargo, la primera es su cabeza y origen; la segunda, toda su fuerza y razón
(LACTANCIO, Instituciones divinas, V, 15; PL 6, 596).

3277 Mirad, amadísimos, y considerad prudentemente qué rai- ces y frutos nacen de
la estirpe de la avaricia, la cual la definió acertadamente el Apóstol como la raíz de
todos los males (I Tim 6, 10), porque ningún pecado se comete sin deseo
desordenado, y todo apetito ilícito es enfermedad de esta codicia [...]. No hay ningún
vestigio de justicia en aquel corazón donde habita la avaricia [...] (SAN LEÓN MAGNO,
Sermón 60, 4).

«La caridad es el alma de la justicia”

3278 La caridad es el alma de la justicia (JUAN PABLO II, Aloc. 6-lX- 1978).

3279...Unicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la


humanidad. Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis si la gente se queda
herida: pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. La caridad ha
de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo, lo deifica: Dios es amor (I Jn 4, 16)
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 172).

3280 Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios va
siempre unido al amor que se interesa por el bien del prójimo, el hambre de justicia
se ve acompañada de la virtud de la misericordia (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre
las bienaventuranzas 95).

3281 La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La
justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina,
destrucción (SANTo TOMÁS, en Catena Aurea, val. l, p. 247).

3282 Cristo nos ha dejado el mandamiento del amor al prójimo. En este


mandamiento se encierra todo lo que concierne a la justicia. No puede haber amor
sin justicia. El amor desborda la justicia, pero, al mismo tiempo, encuentra su
verificación en la justicia. Hasta el padre y la madre, cuando aman al propio hijo,
deben ser justos con él. Si vacila la justicia, también el amor corre peligro (JUAN
PABLO II, Audiencia general, 8-XI-1978).

3283 La paz es obra de la justicia, indirectamente, en cuanto remueve los obstáculos


que a ella se oponen; pero propia y directamente proviene de la caridad, que es la
virtud que realiza por excelencia la unión de todos los corazones (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 29, a. 3 ad 3).

3284 La justicia de los fariseos es no matar; la justicia de los que han de entrar en el
reino de los cielos es no enojarse sin causa (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 1, 9).

Lo primero: justicia con Dios

3285 ...Primero, justicia con Dios. Esa es la piedra de toque de la verdadera hambre y
sed de justicia (Mt 5, 6), que la distingue del griterío de los envidiosos, de los
resentidos, de los egoístas y codiciosos... Porque negar a Nuestro Creador y Redentor
el reconocimiento de los abundantes e inefables bienes que nos concede, encierra la
más tremenda e ingrata de las injusticias (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
167).

3286 Es necesario, pues, que cada uno de nosotros pueda vivir en un contexto de
justicia y, más aún, que cada uno de nosotros sea justo y actúe justamente respecto
a los seres próximos y lejanos, respecto a la comunidad, respecto a la sociedad de la
que es miembro... y respecto a Dios (JUAN PABLO II, Audiencia general, 8-XI-1978).

3287 Cuando algo se encuentra de por sí en contradicción con el derecho natural, no


puede ser justificado por la voluntad humana (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2,
q. 57, a. 2 ad 2).

3288 Entended bien, pues, si os queda algo de conocimiento, que los crímenes y la
injusticia de los hombres consisten principalmente en el culto que rinden a los dioses,
y que las desgracias que les afligen continuamente tienen su origen en la ingratitud
de haber abandonado al Dios único para seguir supersticiones extravagantes [...]
(LACTANCIO, Instituciones divinas, V, 8; PL 6, 573).

No se reduce a una simple distribución de bienes materiales

3289...¡Qué pobre idea tienen de la justicia quienes la reducen a una simple


distribución de bienes materiales! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 169).

3290 La justicia es principio fundamental de la existencia y la coexistencia de los


hombres, como también de las comunidades humanas, de las sociedades y de los
pueblos (JUAN PABLO II, Audiencia General, 8-XI-1978).

Manifestaciones de esta virtud

3291 Como el fundamento de una casa y la quilla de una nave, por muy sólidos que
sean, de nada valen ni aprovechan si no se construye también sabiamente lo que
sobre ello estriba; así toda esa penitencia no vale para nada si no se le añade y
acompaña todo lo que pide la justicia. El temor de Dios enseñe a la lengua a hablar lo
que conviene, a no decir cosas vanas, a conocer el momento y, la medida en el
hablar, y saber decir lo necesario y dar la respuesta oportuna; a no hablar
tumultuosamente y a no dejar caer como una granizada, por la impetuosidad en el
hablar, las palabras sobre los que nos salen al paso (SAN GREGORIO DE NISA, Sobre
los pobres, I; PG 46, 453).

3292 No debe entenderse que únicamente sean ladrones los que cortan las bolsas o
roban en los baños, sino también los que están constituidos en jefes de los ejércitos,
y aquellos a quienes se confia el gobierno de las ciudades y de los pueblos, cuando
toman furtivamente alguna cosa o la exigen injustamente y por la fuerza (SAN
BASILIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 310).

3293La virtud cristiana es más ambiciosa: nos empuja a mostramos agradecidos,


afables, generosos; a comportarnos como amigos leales y honrados, tanto en los
tiempos buenos como en la adversidad; a ser cumplidores de las leyes y respetuosos
con las autoridades legitimas; a rectificar con alegría, cuando advertimos que nos
hemos equivocado al afrontar una cuestión. Sobre todo, si somos justos, nos
atendremos a nuestros compromisos profesiónales, familiares, sociales..., sin
aspavientos ni pregones, trabajando con empeño y ejercitando nuestros derechos,
que son también deberes (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 169).

3294 No es ciencia teórica. Es virtud, es capacidad del espíritu humano, de la


voluntad humana y también del corazón. Es necesario, además, orar para ser justos y
saber ser justos (JUAN PABLO II, Audiencia general, 8-XI-1978).

«Hambre y sed de justicia»

3295 Todo hombre vive y muere con una cierta sensación de insaciabilidad de
justicia, porque el mundo no está en condiciones de satisfacer hasta el fondo a un ser
creado a imagen de Dios, ni en la profundidad de su persona ni en los diversos
aspectos de su vida humana. Y así , mediante este hambre de justicia, el hombre se
abre a Dios, que «es la justicia misma». Jesús, en el discurso de la montaña, lo
expresó de forma muy clara y concisa cuando dijo: Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5, 6) (JUAN PABLO II,
Audiencia general, 8-XI-1978).

Justicia.- "Las verdaderas riquezas son la justicia y razón, no se aumentan son la


posesión de mayores fondos; son los dones de Dios, que ningúno nos puede quitar.
Este inestimable tesoro está depositado en el alma, y es el que verdaderamente
puede hacernos felices. El que lo posee, a nada anhela que no esté en su mano, si
desea alguna cosa justamente, la consigue de Dios; todo lo tiene el que posee el
inmenso tesoro de Dios. (S. Clemente, sent. 7, Pedagogo, lib. 3, c. 1, Tric. T. 1, p.
124.)"

"La justicia en Dios es la plenitud de su divina esencia y la que nos hace ver un Dios
perfecto, que reúne las propiedades de Padre y de Señor: es Padre en su
misericordia; Señor en su disciplina: Padre por su imperio benigno; Señor por la
severidad de su juicio; Padre de un poder dulce y benigno; Señor a quien con razón
debemos temer. Debemos, pues, amarle, porque como Padre desea la penitencia de
los pecadores. También debemos temerle, porque como Señor condena a los que no
se arrepienten. La ley comprende ambas cosas diciendo: Amarás a tu Dios, temerás
a tu Dios. Lo primero se dirige a los que observan la ley; lo segundo, a los que la
quebrantan. En todo se señala el brazo de Dios, en castigar y sanar: en mortificar y
vivificar; en humillar y en ensalzar; en criar los males y en producir la paz.
(Tertuliano, lib. 2, c. 1 y 14, sent. 27, Tric. T. 1, p. 203.)"

"En un salmo se dice: Aquel que entra sin mancha en el camino del cielo. Vivir sin
mancha de pecado ya es una cosa muy grande; pero no nos hemos de detener aquí,
como si hubiéramos llegado al término del viaje; este es el principio de] camino, no
es el fin: por lo cual se dice después. Y el que obra la justicia, pues no es suficiente
pensar, es preciso ejecutar, y el fruto de querer la justicia, es practicarla. (S. Hilario,
Psalm. 14, sent. 24, Trie. T. 2, p. 263.)"

"Vuestro soy, salvadme, porque he buscado vuestras justicias. Estas palabras sólo
pueden venir de una alma toda aplicada a Dios, infatigable en el ejercicio de las
buenas obras y perseverante en la continencia, ayunos y limosnas. En efecto. ¿cómo
hacía profesión de ser de Dios una persona inclinada a la impureza, pronta a la
cólera, codiciosa de bienes, entregada al regalo, y deseosa de la gloria y ambición
del siglo? porque una persona de estas es más de todas las cosas que de Dios;
supuesto que poseída de todas estas pasiones viciosas, más bien se puede decir que
es más de aquello a que sirve, que de Dios. Los Gentiles tenían muchos dioses, pero
S. Pablo no tenía más que un sólo Dios, de quien todas las cosas vienen, un sólo
Señor y Maestro, que es Jesucristo, por quien todas las cosas fueron hechas. El
Profeta, pues, asegura, aquí con resolución, que sólo sirve a Dios, y que es suyo, y
así le suplica que le salve. (S. Hilario, in Psalm. 118, sent. 30, Tric. T. 2, p. 265.)"

"El Señor es misericordioso y justo. En todos los lugares junto la Sagrada Escritura la
justicia de Dios con su misericordia, para enseñarnos que no ejercita una sin otra. De
suerte que aun cuando usa de la misericordia, lo hace con alguna justicia, respecto
de los que tiene por dignos-, y cuando hace justicia le mide y proporciona de algún
modo con nuestra flaqueza, templando sus castigos con su bondad, y no nos da el
castigo igual a la gravedad de nuestros pecados. (S. Basilio, in Psalm. 114, sent. 11,
Tric. T. 3, p. 192.)"

"Hay muchos que parecen justos a los ojos de los hombres, mas pocos son a los de
Dios-, porque el juicio de Dios es diferente del de los hombres. Miran los hombres lo
que aparece; pero Dios considera la verdadera pureza del corazón y la sinceridad de
la virtud. (S. Ambrosio, c. 11, sent. 12, Tric. T. 4, p. 315.)"

"El Señor en todo es justo, así en los peligros a que nos expone, como en las pérdidas
que nos hace sufrir, y en las venganzas que ejerce sobre nosotros. No solamente lo
es, por ser muy justo que cada uno reciba la pena de sus pecados, sino también
porque el castigo de un pecador, sirve para la correción de ot~os muchos. (S.
Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 66, Tric. T. 4, p. 326.)"

"Todos los que quieren vivir con piedad en Jerusalén padecerán persecución. Todos,
dice, a ningúno exceptúa: y a la verdad, unos sufren persecución de la avaricia, otros
de la ambición, otros de la soberbia, otros de la impureza: estos son nuestros
perseguidores más peligrosos, los cuales, sin herir con la espada, penetran muchas
veces nuestro corazón y comúnmente nos vencen más con sus halagos, que con el
terror y la violencia; por lo que muchos que lograron la victoria en el público
combate, fueron después vencidos en esta persecución secreta: nosotros, dice el
Apóstol, padecemos combates en lo exterior, y en el interior penas y temores. Es
molestísima guerra la que se hace dentro del hombre cuando pelea contra sí mismo
y contra sus propias concupiscencias. (S. Ambrosio, in Psalm., 118, sent. 72, Tric. T.
4, p. 327 y 328.)"

"Así como hay muchas persecuciones diferentes, hay también muchos diferentes
martirios. Todos los días eres testigo y mártir de Jesucristo; cuando viéndote tentado
del espíritu de impureza, te resuelves por temor del juicio del Señor, a no herir la
pureza de tu alma y de tu cuerpo, eres mártir. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 73,
Tric. T. 4, p. 328.)"

"No destruiré la ciudad si hubiere en ella cincuenta justos. Por aquí entendemos qué
baluarte es un justo para conservar la patria. (S. Ambrosio, de Abr., c. 15, sent. 9,
Tric. T. 4, p. 395.)"
"La vida del justo es mirar como comunes las riquezas que tiene, y aun repartirlas a
los necesitados, cortar de sus propias comodidades, moderar el gusto, añadir la
parsimonia a la templanza, contenerse en la prosperidad, tener paciencia en las
adversidades, tolerancia en el dolor, magnanimidad en los peligros, no pedir
perpetua sanidad, no aterrarse con la proximidad de la muerte, no pensar que es
más dichoso el que abunda en parientes, en hijos, en salud, en riquezas y alegrías,
que aquel a quien todo esto falta; no pesar las felicidades por las exterioridades del
siglo, sino por el mérito de la virtud de la familia. (S. Ambrosio de Jacob. sent. 16,
adic., Tric. T. 4, p. 367 y 368.)"

"Para el justo no es la muerte fin de la naturaleza, sino de la culpa. (S . Ambrosio, in


Psalm. 61, sent. 31, adic., Tric. T. 4, p. 403.)"

"No oye Dios sino lo que le parece cosa digna de contarse entre sus beneficios; pero
oye la voz devota llena de piedad y gracia. (S. Ambrosio, in Psalm., 118, sent. 37,
adic., Tric. T. 4, p. 405.)"

"Bienaventurados los que padecen hambre y sed de justicia. No basta tener simple
deseo de la justicia, es preciso que apriete el hambre de aquel divino alimento: con
esta expresión nos da a entender que jamás debemos creer que somos bastantes
justos, sino que continuamente hemos de estar hambrientos de las obras de justicia
y santidad. (S. Jerónimo, lib. 1, in Matth., e. 5, sent. 90, Tric. T. 5, p. 254.)"

"Dios quiere la misericordia y la verdad. Si Dios fuera solamente misericordioso, esto


mismo nos inclinaría al pecado-, si solamente

amara la verdad y a la justicia, ningúno pondría su esperanza en la penitencia. Por lo


cual, hay en Dios dos atributos que se atemperan el uno con el otro. Si eres pecador,
recurre a la misericordia de Dios, no desesperes; haz penitencia; si eres justo, no
seas negligente, porque Dios es clemente y bueno; pero también es justo y ama la
verdad. (S. Jerónimo, in Psalm. 83, sent. 110, Trie. T. 5, p. 258.)"

"A un mismo tiempo nos sucede desear la venida de¡ Señor, porque siendo
miserables, esperamos su misericordia; y asustamos al considerarla, porque siendo
pecadores tememos su justicia. (S. Paulino, Ep. 19, ad Delph., sent. 11, Tric. T. 5, p.
33 l.)"

"Sacrificad el sacrificio de justicia. Este sacrificio no pide dinero, cuchillo, altar ni


fuego para ser ofrecido; con el corazón de¡ que le ofrece se contenta Dios; para El no
es obstáculo la pobreza, ni sirve de impedimento la indigencia, el lugar, ni cosa
alguna exterior: en cualquier parte que os halléis podréis ofrecerle a Dios, porque en
este sacrificio, vosotros solos sois el sacerdote, el altar, el cuchillo, y la hostia. Es
admirable la facilidad que hay en las acciones espirituales, en las cuales no
necesitamos ningúna de las cosas exteriores. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. in Psalm.
4, sent. 119, Tric. T. 6, p. 322.)"

"Señor, lo que no me deja temer el rigor de vuestra justicia es el que conozco la


grandeza de vuestra misericordia. (S. AGUSTÍN, in Psalm. 43, sent. 58, Trie. T. 7, p.
459.)"

"Con dificultad se hallará una vida inocente y justa a los ojos de aquel Señor, que
todo lo juzga por las reglas puras e inviolables de su justicia. (S. AGUSTÍN, in Psalm.
42, sent. 60, Tric. T. 7, p. 459.)"
"El premio de los justos es el mismo Dios: este es al que aman y quieren, y si aman
otra cosa, no será casto su amor. (S. AGUSTÍN, in Psalm. 72, sent. 117, Tric. T. 7, p.
465.)"

"Ningúno debe presumir de sus propios méritos, ni desconfiar de la misericordia de


Dios. Jamás resplandece tanto esta divina misericordia, como cuando el pecador es
santificado, y el hombre despreciado adquiere la exaltación. Las gracias del cielo no
se miden por la calidad de nuestras acciones. No nos trata Dios, mientras vivimos en
este mundo, entre continuas tentaciones, según nuestro mérito. Si aquí atendiera
exactamente a todas nuestras iniquidades, ningúno podría sufrir el rigor de sus
juicios. (S. León Papa, Serm. 1, sent. 1 Tric. T. 8, p. 382.)"

"Nuestra naturaleza mientras dura la mortalidad, aun cuando haya adelantado


mucho en la virtud, es mudable: pero así como tiene en donde caer, también tiene a
donde sublimarse. La verdadera justicia de los perfectos, es no presumir jamás que
lo son, para que no suceda que, cesando de andar un camino que no se ha concluido,
caigan en el peligro de desmayar en donde dejaron los deseos de aprovechar.
Nínguno, amados míos, es tan perfecto y tan santo, que no pueda adquirir mayor
perfección y santidad. (S. León, Papa,. Senu. 40, c. 1, sent. 33, Tric. T. 8, p. 389.)"

"La justicia perfecta consiste en no hacer a otros el mal que no quisiéramos que se
nos hiciese a nosotros: en desear a todos los hombres lo que deseamos para
nosotros, y en amar por amor de Dios, no sólo a nuestros amigos, sino también a
nuestros enemigos. (S. Cesáreo de Arlés, Serm. 89, sent. 6, Tríc. T. 9, p. 45.)"

"Cuando en este mundo nos sucede alguna cosa que nos desagrada, debemos
sujetar nuestra voluntad al que no puede querer cosas injustas; porque es para
nosotros grande consuelo en lo que nos molesta el pensar que sucede por orden y
voluntad de Aquel a quien solamente lo que es justo puede agradar. Supuesto, pues,
que solamente lo que es justo puede agradar a Dios, y por otra parte padecemos lo
que Dios quiere, debemos inferir que es justo lo que padecemos y que es injusto y
fuera de razón murmurar en los trabajos que son tan justos. (S. Gregorio el Grande,
lib. 2, in Job., c. 18, sent. 4, Tric. T. 9, p. 23 l.)"

"Si los que le sirven no se han hallado firmes, y encontró Dios depravación en sus
mismos Ángeles, ¿cuándo más consumidos y carcomidos estarán los que habitan en
casas de barro y tienen por fundamento la tierra? Como si nos dijera claramente la
Escritura, si los que siempre están armados con los pensamientos de la eternidad
contra las tentaciones de las cosas temporales que tienen presentes, no pueden
caminar por las sendas de esta vida sin contraer alguna mancha, ¿qué estragos no
padecerán los que ponen toda su alegría en los placeres y sensualidades de esta
habitación de carne? Porque los que le sirven no permanecen estables: quiere decir,
que aun cuando el espíritu se quiera elevar a las cosas celestiales, bien presto le
abaten y disipan los pensamientos carnales y terrenos. (S. Gregorio el Grande, lib. 5,
e. 38, p. 17 1, sent. 13, 'Fric. T. 9, p, 234,)"

"Cuando los escogidos reconocen, examinando su vida, que en otro tiempo han
pecado sin que Dios les haya enviado aflicciones, se ven sobrecogidos de( terror, y
su alma se turba continuamente con el justo temor en que se hallan, de que la gracia
de Dios los abandone para siempre, porque no tienen en que padecer para expiar sus
culpas. Recelan que dilate durante esta vida, los efectos de su venganza, para que
los sientan más severamente en la vida futura; desean padecer aquí los golpes de la
correción paternal; consideran el dolor de las heridas como un remedio favorable y
único para procurarles la verdadera salud. (S. Gregorio el Grande, lib. 7, c. 19, p. 220,
sent. 28, Tric. T. 9, p. 238 y 239.)"
"Los justos hacen reflexiones frecuentes, ya sobre la grandeza y poder del Juez
eterno, y ya sobre sus pecados y su propia miseria. Por una parte hacen la revista de
las culpas que cometen en todas sus acciones, y por otra aseguran los bienes que
reciben de la gracia de su Criador; consideran con cuánta severidad castiga el mal, y
con cuánta exactitud examina el bien; preveen que no pueden evitar la condenación
si Dios los juzga sin misericordia; porque la vida que a los ojos de los hombres parece
la más justa, delante de Dios es iniquidad, si su bondad no nos excusa, o si nos trata
con todo rigor. (S. Gregorio el Grande, lib. 8, c. 15, p. 156, sent. 34, Tric. T. 9, p. 24
l.)"

"Si los justos no reciben como grandes bienes los que les ofrece el mundo, tampoco
tienen como grandes males los que les hacen en esta vida. Usando con moderación
de los presentes bienes, siempre están temerosos de los males por venir, y gimiendo
con la opresión de los presentes males, se consuelan con los amorosos pensamientos
de los bienes futuros. De este modo toman los alivios temporales como un caminante
la cama de una posada, en la que sólo por algunas horas se detiene, y esto con
impaciencia continua y des--o de salir. Descansa en ella su cuerpo, pero está fuera su
espíritu, porque aspira sin cesar al lugar de su destino. Por esto los justos no
procuran edificar casas ni habitación permanente en un país en que se consideran
como extranjeros y caminantes. Solamente desean ser felices en su patria; y así , no
quieren buscar la felicidad en un país que contemplan como extraño, al mismo
tiempo que los impíos y los pecadores cavan los fundamentos de sus pretensiones en
la tierra con tanta profundidad, cuando más distantes se consideran de la patria
celestial. (S. Gregorio el Grande, lib. 8, c. 54, p. 283, sent. 40, Tric. T. 9, p. 245 y
246.)"

"Feliz y dichoso aquel que tiene las manos limpias de todo regalo, dice la Escritura.
Tres especies de presentes o regalos nos prohíbe la Escritura recibir: el primero, es el
presente del corazón, que consiste en la estimación humana; el segundo, es el
presente de la boca, que consiste en las alabanzas y en la gloria que se recibe de los
aplausos de los hombres; el tercero, es el presente de la mano, que consiste en el
precio de los bienes temporales que se dan: pero el justo tiene las manos limpias de
todo regalo, porque en todo cuanto hace, no pretende del corazón del hombre la
vanagloria, ni de su boca la alabanza, ni de su mano gratificación; de suerte que sólo
aquel no comete fraude en la obra de Dios, que ocupándose en la práctica de la
virtud, no aspira a recompensas temporales, a los vanos elogios ni al favor y
estimación de los hombres. (8. Gregorio el Grande, lib. 9, c. 64, p. 112, sent. 44, Tric.
'E. 9, p. 247 y 248.)"

"Ejerce Dios acerca de los hombres dos especies de juicios en este mundo; porque a
algunos les envía los presentes males como un principio de los eternos, a otros los
castiga con los males temporales para preservarlos de los eternos. (S. Gregorio el
Grande, ibid., c. 45, p. 319, sent. 45, Trie. T. 9, p. 248.)"

"Es necesario velar continuamente sobre nuestras acciones y pensamientos; porque


no suceda que se enrede nuestro espíritu entre una infinidad de inútiles cuidados de
las cosas exteriores, o que no se llene de presunción porque los ha moderado; para
que viviendo en esta vida con perpetua circunspección a vista de los severos juicios
del Señor, evitemos los suplicios de la eternidad. (S. Gregorio el Grande, lib. 9, c. 46,
p. 336, sent. 47, Tric. T. 9, p. 248 y 249.)"

"Sí más te gusta ser mayor que ser mejor, no esperes premio, sino precipicio. (S.
Bernardo, Ep. 27, ad Ardíct., sent. 41, Trie. T. 10, p. 324.)"
"Con el mismo hierro cortan los cirujanos la carne de los Reyes y lit (le los plebeyos.
(S. Bernardo, I'ract. de Offic., c. 4, sent. 46, Trie. T. 10, p. 325.)"

"No puede menos de ser bueno el que agrada a los buenos o desagrada a los malos.
(S. Bernardo, Ep. 148, sent. 59, Tric. T. 10, p. 325.)"

"Uno y otro agradan a Dios; el pecador compungido y el justo devoto; pero tanto te
desagrada el justo ingrato, como el pecador confiado. (S. Beril., Serm. de Divin., n. 4,
sent. 158, Trie. T. 10, p. 331.)"

"Los bienes de la conciencia reverdecen: no se secan con los trabajos, no se


desvanecen con la muerte, sino que reflorecen, alegran al que vive, consuelan al que
muere, y después de muerto, le dan refrigerio, y no falta en toda la eternidad. (S.
Bernardo, Ep. 373, ad Thom. Praepos, sent. 41, adic., Trie. T. 10, p. 36 l.)"

LECTURA ESPIRITUAL

SELECCIÓN DE TEXTOS

3296 Es lo que San Pablo aconsejaba a Timoteo: Dedícate a la lectura (I Tim 4, 13)
[...], y lo que San Jerónimo recomienda para poder también defender la verdad
cristiana: «Nunca caigan de tus manos los Libros Sagrados [...], asimila la palabra fiel
que está en armonía con la verdad, para que puedas exhortar con doctrina sana y
refutar a quienes enseñan lo contrario» [...]. ¿Quén ignora el gran influjo que sobre el
corazón de un amigo ejerce la voz de un amigo, que le corrige lealmente, le
aconseja, le reprende, le anima y le aparta del error? Dichoso aquel que encuentra
un amigo verdadero... (Eccli 25, 12). El que lo encuentra, ha encontrado un tesoro
(Eccli 6, 14). Entre nuestros amigos más fieles debemos contar los libros piadosos.
Ellos nos hacen recordar la seriedad de nuestros deberes y las normas de la
disciplina legítima; despiertan en nuestros corazones las voces celestiales
adormecidas; nos echan en cara el abandono de nuestros buenos propósitos;
sacuden nuestra falsa tranquilidad; desenmascaran los afectos menos rectos y
disimulados [...]; su voz jamás es amarga, sus advertencias jamás son interesadas,
su palabra jamás es timida ni engañosa. Muchos y famosos ejemplos demuestran la
eficacia saludable de los buenos libros; entre esos ejemplos sobresale el de San
AGUSTÍN, cuyos grandes méritos dentro de la Iglesia tuvieron comienzo en la lectura:
«Toma y lee, toma y lee... Yo tomé (las epístolas de S. Pablo), abrí y leí en silencio...
Como si la luz de la seguridad se hubiese esparcido en mi corazón, todas las tinieblas
de mis dudas se disiparon» (S. Pío X, Exh. Haerent animo, 4-VIII-1908).

3297 Guárdate, sobre todo, de los malos libros; por nada del mundo te seduzcan
ciertas obras muy admiradas de los cerebros débiles que hacen gala de ponerlo todo
en duda, de menospreciarlo todo y de burlarse de toda norma tradicional. Búscate,
por el contrario, libros de sólida doctrina, cristianos y espirituales, para recrearte
siempre (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta a un joven, 1. c., p. 839).

3298 De tan buena gana debemos leer los libros sencillos y devotos como los
profundos. No mires si el que te escribe es de mucha o pequeña ciencia, sino que te
lleve a leer el amor de la pura verdad. No te preocupe quién lo ha dicho, mas mira
qué ha dicho (Imitación de Cristo, I, 5, 1).

3299 No dejes tu lección espiritual. La lectura ha hecho muchos santos (SAN


JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 116).

3300 Ten siempre a la mano algún libro bueno y devoto [...], y lee todos los días un
poco con gran devoción, como si leyeras cartas que los Santos te hubiesen escrito
desde el Cielo para enseñarte el camino y animarte a ir allá. Lee también las historias
y vidas de los Santos, en las cuales, como en un espejo, verás el retrato de la vida
cristiana, y acomoda sus acciones a tu provecho según tu vocación (SAN FRANCISCO
DE SALES, Introd. a la vida devota, II, 17).

3301 A Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus
palabras (SAN AMBROSIO, Trat. contra las herejías, 4, 32).

3302 La cual no ha de ser apresurada ni corrida, sino atenta y sosegada; aplicando a


ella no sólo el entendimiento para entender lo que se lee, sino mucho más la
voluntad para gustar lo que se entiende. Y cuando hallare algún paso devoto,
deténgase algo más en él para mejor sentirlo (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de
la oración y meditación, I, 7).

3303 En la lectura—me escribes—formo el depósito de combustible.—Parece un


montón inerte, pero es de allí de donde muchas veces mi memoria saca
espontáneamente material, que llena de vida mi oración y enciende mi hacimiento
de gracias después de comulgar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 117).

3304 (Aconseja que se lean cada día unos versículos de la Sagrada Escritura, y)
escritos espirituales de hombres doctos, cuidando, sin embargo, de que sean autores
de segura doctrina, porque no hay que ir buscando el oro en medio del fango (SAN
JERÓNIMO, Epístola 54, 10).

3305 Después que uno estudia la Escritura se vuelve sensible, es decir, adquiere el
discernimiento y gusto de la razón para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo
amargo (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, val. I, p. 51).

3306 Debemos conocer la vida de los santos, para afinar-en la corrección de nuestra
propia vida [...], y así el fuego de la juventud espiritual, que tiende a apagarse por el
cansancio, revive con el testimonio y el ejemplo de los que nos han precedido (SAN
GREGORIO MAGNO, Moralia, 24, 8).
LIBERTAD

Citas de la Sagrada Escritura

Nuestro Señor ha venido a darnos la verdadera libertad: Lc 4, 19.

Es el conocimiento de la verdad y el apartamiento del pecado: Jn 8, 3 1 -36.

Los que no quieren someterse a Dios se hacen esclavos de su propia carne: Rom 1,
19-32.

O hijos de Dios, o esclavos del pecado: Rom 6, 12-23.

La verdadera libertad consiste en estar en gracia y ser siervos de Dios: Rom 6, 22.

La libertad de la carne es la esclavitud del espíritu, es el pecado y la muerte; la


libertad del espíritu es la sumisión y la mortificación de la carne, es la vida en
Jesucristo: Rom 8, 1-2.

Sumisión a las autoridades establecidas: Rom 13, 1-7.

La caridad nos hace siervos de todos: I Cor 9, 19-23.

Jesucristo nos ha hecho libres por la fe: Cal4, 21-31.

La falsa libertad es el libertinaje: Cal 5, 13.

La verdadera libertad consiste en la práctica de la caridad: Gal 5, 13-18.

Como si sirviéramos a Nuestro Señor: Ef 6, 5-8.

San Pablo pide a los Efesios que rueguen para que él pueda, aunque preso, predicar
libremente: Ef 6, 19-20.

Consejos de San Pablo a los siervos y a los señores: Col 3, 2225; 4-1.

Los pecadores son cautivos del demonio; Dios los puede traer a penitencia para que
conozcan la verdad: 2 Tim 2, 25-26.

Verdadera libertad de las almas que obedecen a la gracia y al Espíritu Santo: 2 Cor 3,
17.

SELECCIÓN DE TEXTOS

La libertad de los hijos de Dios. Entrega

3307 No es pequeño fruto el desprecio de la gloria humana; y es entonces cuando


uno está libre del yugo de los hombres (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. I, p. 380).

3308 Si estáis inclinados a la avaricia, pensad con frecuencia en la locura de este


pecado, que nos hace esclavos de lo que ha sido creado para servirnos; pensad que
a la muerte, en todo caso, será menester perderlo todo, dejándoselo a quien tal vez
lo malversará o se servirá de ello para su ruina y perdición (SAN FRANCISCO DE
SALES, Introd. a la vida devota, IV, 10).

3309 Eres, al mismo tiempo, siervo y libre; siervo, porque fuiste hecho; libre, porque
eres amado de Aquel que te hizo, y también porque amas a tu Hacedor (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 99, 7).

3310 El afirmar que estos enemigos se oponen a nuestro progreso, lo decimos


solamente en cuanto nos mueven al mal, no que creamos que nos determinen
efectivamente a él.

Por lo demás, ningún hombre podría en absoluto evitar cualquier pecado, si tuvieran
tanto poder para vencernos como lo tienen para tentarnos. Si por una parte es
verdad que tienen el poder de incitarnos al mal, por otra es también cierto que se
nos ha dado a nosotros la fuerza de rechazar sus sugestiones y la libertad de
consentir en ellas. Pero si su poder y sus ataques engendran en nosotros el temor, no
perdamos de vista que contamos con la protección y la ayuda del Señor.

Su gracia combate a nuestro favor con un poder incomparablemente superior al de


toda esa multitud de adversarios que nos acosan. Dios no se limita únicamente a
inspirarnos el bien. Nos secunda y nos empuja a cumplirlo. Y más de una vez, sin
percatarnos de ello y a pesar nuestro, nos atrae a la salvación. Es, pues, un hecho
cierto que el demonio no puede seducir a nadie, si no es a aquel que libremente le
presta el consentimiento de su voluntad (CASIANO, Colaciones, 7, 8).

3311 [...] cuando una madre se sacrifica por amor a sus hijos, ha elegido; y, según la
medida de ese amor, así se manifestará su libertad. Si ese amor es grande, la
libertad aparecerá fecunda, y el bien de los hijos proviene de esa bendita libertad,
que supone entrega, y proviene de esa bendita entrega, que es precisamente
libertad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 30).

Libertad de las conciencias

3312 [...] los cristianos, comportándose sabiamente con aquellos que no tienen fe,
esfuércense por difundir en el Espíritu Santo, en caridad no fingida, en palabras de
verdad (2 Cor 6, 6-7), la luz de la vida con toda confianza y fortaleza apostólica,
incluso hasta el derramamiento de la sangre (CONC. VAT. 11, Decl. Dignitatis
humanare, 14).

3313 Es un crimen de irreligión arrebatar a los hombres la libertad de religión y


prohibirles que elijan divinidad, es decir, no permitirme adorar a quien yo quiero
adorar y forzarme a adorar a quien yo no quiero adorar [...]. Bien es cierto que Dios
es de todos los hombres, queramos o no queramos, y a El pertenecemos todos. Pero
entre vosotros está permitido adorarlo todo, menos al Dios verdadero [...]
(TERTULIANO, Apologético, 24, 6 y 10).

3314 Es uno de los capitulos principales de la doctrina católica [...], que el hombre, al
creer, debe responder voluntariamente a Dios, y que, por tanto, nadie debe ser
forzado a abrazar la fe contra su voluntad (CONC. VAT. II, Decl. Dignitatis humanare,
10).

3315 Hay que respetar las legitimas ansias de verdad: el hombre tiene obligación
grave de buscar al Señor, de conocerle y de adorarle, pero nadie en la tierra debe
permitirse imponer al prójimo la práctica de una fe de la que carece; lo mismo que
nadie puede arrogarse el derecho de hacer daño al que la ha recibido de Dios (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 32).

3316 Está [...] en total acuerdo con la índole de la fe el excluir cualquier género de
coacción por parte de los hombres en materia religiosa. Y por ello, el régimen de
libertad religiosa contribuye no poco a fomentar aquel estado de cosas en el que los
hombres puedan ser invitados a la fe cristiana, abrazarla por su propia determinación
y profesarla activamente en toda la ordenación de la vida (CONC. VAT. II, Decl.
Dignitatis humanae, 10).

El pecado oprime y hace esclavos

3317 No fuimos creados para la muerte, sino que morimos por nuestra culpa. La
libertad nos perdió; esclavos quedamos los que aramos libres; por el pecado fuimos
vencidos. Nada malo fue hecho por Dios, fuimos nosotros los que produjimos la
maldad. Pero los que la produjimos somos también capaces de rechazarla (TACIANO,
Discursos contra los griegos, 11).

3318 Responder que no a Dios, rechazar ese principio de felicidad nueva y definitiva,
ha quedado en manos de la criatura. Pero si obra así , deja de ser hijo para
convertirse en esclavo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 34).

3319 Ya en esta vida servir a Dios es reinar. Cuando Dios libra al hombre del pecado
que lo hace esclavo, lo desembaraza de toda servidumbre y lo establece en la
verdadera libertad. De otro modo el hombre va siempre de desco en deseo sin
calmarse jamás. Cuanto niás tiene más querrá; tratando de buscar satisfacción nunca
está contento. En efecto, el que tiene un deseo está poseído por él; se vende a lo que
ama; buscando la libertad, siguiendo sus apetitos con ofensa de Dios, se hace
esclavo del demonio para siempre (SANTA CATALINA DE GÉNOVA, Le libre arbitre, 1.
c., p. l lO-111).

3320 No pienses que aquellas hazañas son meros hechos pasados y que nada tienen
que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su místico significado. En
efecto, tú, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser
instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto
(ORÍGENES. Hom. sobre el libro de Josué, 4, 1).

3321 La primera libertad es carecer de pecados (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
41, 8).

3322 ¿Qué muerte más funesta para el alma como la libertad de errar? (SAN
AGUSTÍN, Epístola 105, 10).

Jesucristo nos ha ganado la verdadera libertad

3323 Jesucristo mismo, cuando compareció como prisionero ante el tribunal de


Pilatos y fue preguntado por él acerca de la acusación hecha contra él por los
representantes del Sanedrín, ¿no respondió acaso: Yo para esto he venido al mundo,
para dar testimonio de la verdad ? (Jn 18, 37). Con estas palabras, pronunciadas ante
el juez en el momento decisivo, era como si confirmase, una vez más, la frase ya
dicha anteriormente: Conoced la verdad y la verdad os hará libres (JUAN PABLO II,
Enc. Redemptor hominis, 12).

3324 Rechazad el engaño de los que se conforman con un triste vocerío: ¡libertad,
libertad! Muchas veces, en ese mismo clamor se esconde una trágica servidumbre:
porque la elección que prefiere el error, no libera; el único que libera es Cristo (cfr.
Gal 4, 31), ya que sólo El es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr. Jn 14, 6) (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 26).

3325 Que Dios te conquiste y ya eres libre (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 41,
10).

3326 Cristo mismo vincula de modo particular la liberación con el conocimiento de la


verdad: Conoceréis la verdad, y la verdad os librará (Jn 8, 32). Esta frase atestigua
sobre todo el significado intimo de la libertad por la que Cristo nos libera. Liberación
significa transformación interior del hombre, que es consecuencia del conocimiento
de la verdad. La transformación es, pues, un proceso espiritual en el que el hombre
madura en justicia y santidad verdaderas en los diversos ámbitos de la vida social
(JUAN PABLO II, Audiencia general, 21 -II-79).

Libertad y Voluntad de Dios

3327 Dios, queriendo que ángeles y hombres siguieran la voluntad de El, determinó
crearlos libres para practicar el bien, dotados de razón para conocer de dónde vienen
y a quién deben el ser que antes no tenían; y les impuso una ley por la que han de
ser juzgados, si no obran conforme a la recta razón (SAN JUSTINO, Diálogo con Trifón,
141, 1).

3328 Nuestra Madre escucha, y pregunta para comprender mejor lo que el Señor le
pide; luego, la respuesta firme: fiat (Lc 1, 38)—¡hágase en mí según tu palabra!—, el
fruto de la mejor libertad: la de decidirse por Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos
de Dios, 25).

3329 Pero como nadie será salvado contra su voluntad (pues somos libres), desea
que nosotros queramos el bien (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre la Epíst. a los Efesios,
1, 1, 11).

3330 El conocimiento de los secretos del reino de los cielos es puro don de Dios y
gracia concedida de lo alto. Sin embargo, no por ser don, Dios suprime la libertad
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

LIMOSNA
Citas de la Sagrada Escritura

Es frecuentemente recomendada: Ex 23, 11; Lev 19, 10; 23, 22; Dt 24, 19-22; 1 Re
17, 10-16; Sal 40, 1; 81, 4; Prov 3, 27...

Produce abundantes frutos: Tob 4, 7-12; 12, 9-12; Eclo 3, 33; 29, 15; Dan 4, 24.

Dad limosna conforme a vuestros medios y todo será puro en vosotros. Lc 11, 41.

Hacerla secretamente esperando de Dios la recompensa: Mt 6, 2-4.

Demos a aquellos que no nos lo pueden devolver: Lc 14, 12-14.

Quien da su dinero a los pobres se granjea amigos en el cielo. Lc 16, 9.

Dar de lo necesario: Mc 12, 4144; Lc 21, 1-4.

Nuestro Señor desprecia las limosnas de los hipócritas: Mt 6, 1 -4.

Estemos dispuestos a ayudar a nuestros hermanos con nuestras limosnas: Rom 12,
13; y también a nuestros enemigos: Rom 12, 20; los cristianos de Macedonia y Acaya
sustentan con sus limosnas a los de Jerusalén: Rom 15, 30-31.

Pablo recomienda que ayuden a Febe, la diaconisa, como ella misa ayuda a los otros:
Rom 16, 1-2.

La oración, limosna espiritual: Rom 15, 30-31.

No avergonzar a aquellos que nada poseen: I Cor 11, 22.

Las limosnas sin la caridad son esteriles, por grande que sea su abundancia: I Cor 13,
3.

Colecta para los cristianos de Jerusalén; motivos que Pablo hace valer: I Cor 16, 1-4;
2 Cor 8, 9.

Los que venden lo que poseen para dar limosna consiguen en el cielo un tesoro
inagotable: Lc 11, 33.

San Pablo acepta con agradecimiento las limosnas de los Filipenses. Flp 4, 16.

San Pedro resucita a Tabita, cuyo milagro le pedían los pobres socorridos con sus
limosnas: Hech 9, 36-41.

Las oraciónes y las limosnas del Centurión Cornelio son aceptadas por Dios,
disponiéndole a la conversión: Hech 10, 2, 4, 31.

Que el que tenga dos túnicas dé una al que no tenga, y aquel que tenga de comer
haga lo mismo. Lc 3, 11.

SELECCIÓN DE TEXTOS
Medio de conversión, de penitencia y obra de misericordia

3331 La limosna y el ayuno, como medios de conversión y de penitencia cristiana,


están estrechamente ligados entre si. El ayuno significa un dominio sobre nosotros
mismos [...]. Y la limosna—en la acepción más amplia y esencial —significa la
prontitud a compartir con los otros alegrías y tristezas, a dar al prójimo, en particular
al necesitado; a repartir no sólo los bienes materiales, sino también los dones del
espíritu. Y precisamente por este motivo debemos abrirnos a los demás, sentir sus
diversas necesidades, sufrimientos, infortunios, y buscar—no sólo en nuestros
recursos, sino sobre todo en nuestros corazones, en nuestro modo de comportarnos
y de actuar—los medios para adelantarnos a sus necesidades o llevar alivio a sus
sufrimientos y desventuras. (JUAN PAHLO II, Carta a la diócesis de Roma, 28-2-1979).

3332 (La misericordia, la limosna) es el lustre del alma, la enri- quece y la hace
aparecer buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la misericordia de otro,
empieza a abandonar el pecado [...] (S. AGUSTIN, en Catena Aurea vol. Vl, p. 48).

3333 Continuamente encontramos a un Lázaro, si lo buscamos, y a cada paso le


vemos aunque no le busquemos. Considerad que los pobres necesitados se prestan a
nosotros y nos suplican una limosna, cuando han de ser con el tiempo nuestros
intercesores. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

3334 Donde se da limosna no se atreve a penetrar el diablo. (S. JUAN CRISÓSTOMO,


en Catena Aurea vol. VI, p. 170).

El pobre no es más que un instrumento del cual Dios se sir- 3335 ve para
impulsarnos a obrar bien. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).

3336 Dios puede, en realidad, alimentar a los pobres; pero quiere que se unan, por
amor, los que dan con quienes reciben. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea val.
VI, p. 312).

3337 Purifiquémonos, pues, no sólo de comidas y bebidas, sino también de toda otra
contaminación inmunda, del perjurio, de la detracción, de la enemistad, de la
intemperancia y, señaladamente, de la avaricia, principio y fin que es de todos los
males. El apartamiento de todo eso es la más brillante purificación, el ayuno
verdadero e inculpable. Pero antes que esto y juntamente con esto y a la vez que
esto practiquemos la limosna, que es la que nos levanta no ya al tercer cielo, sino
hasta el Señor mismo de todos los cielos; la limosna, que, como un carro de fuego y
puesto sobre el cielo, recibe a los que suben de la tierra. Con ella, nuestro ayuno
resultará brillante y acepto a Dios, y nuestra oración se elevará como nube de
incienso. (NECTARIO, Hom. en la fiesta de S. Teodoro, 15; PG 39, 1833).

3338 Te vendiste al pecar, redímete ahora con tus buenas obras, paga tu rescate con
tu dinero. Viles son las riquezas, pero la misericordia es preciosa. La limosna—dice—
libra del pecado (Tob 12, 8). Y en el Evangelio dice el Señor: Haceos amigos de las
riquezas injustas (Lc 14, 9) [...]. Convierte tú, como buen dispensador, las riquezas de
instrumento de la avaricia, en recurso de la misericordia. (S. AMsRos~o, Libro de
Ellas y el ayuno, 20; PL 14, 759).

Generosidad

3339 No seáis mezquinos ni tacaños con quien tan generosamente se ha excedido


con nosotros, hasta entregarse totalmente, sin tasa. Pensad ¿cuánto os cuesta —
también económicamente—ser cristianos? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 126).

3340 En ti debe haber una fuente, no una bolsa. (S. AGUSTIN, Sermón 355).

3341 Las riquezas mal conservadas pueden perderse fácilmente, si no de una


manera material si en un sentido espiritual, porque no aprovechan a su dueño a
conseguir su salvación. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. I, p. 385).

3342 No temamos la pobreza que nos pueda resultar de esta nuestra largueza, ya
que la misma bondad es una gran riqueza y nunca puede faltarnos con qué dar, pues
Cristo mismo es quien da el alimento y quien lo recibe. En todo este asunto
interviene la mano de Aquel que al partir el pan lo aumenta y al repartirlo lo
multiplica. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 10 sobre la Cuaresma).

3343 Que el temor a la pobreza que pueda sobrevenir, no impida a la voluntad ser
generosa en la limosna. (S. JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, p. 384).

3344Que el que distribuye limosnas lo haga con despreocupación y alegría, ya que,


cuanto menos se reserve para sí, mayor será la ganancia que obtendrá. (S. LEÓN
MAGNO, Sermón 10 sobre la Cuaresma).

3345 Sin la limosna es imposible ver el reino; porque así como se corrompen las
aguas detenidas de una fuente, así sucede a los ricos cuando guardan para sí sus
riquezas. (S. JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 97).

3346 No está la limosna en dar poco de lo mucho que se tiene, sino en hacer lo que
aquella viuda, que dio todo lo que tenía; pero si tú no puedes hacer lo que la viuda,
por lo menos da lo que te sobre. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Catena Aurea, vol. Vl, p.
393).

3347 El que da limosna no hace, a imitación de Dios, discriminación alguna, en lo que


atañe a las necesidades corporales, entre buenos y malos, justos o injustos, sino que
reparte a todos por igual, a proporción de las necesidades de cada uno, aunque su
buena voluntad le inclina a preferir a los que se esfuerzan en practicar la virtud, más
bien que a los malos. (S. MÁXIMO, Sobre la Caridad, 1).

Todos podemos dar limosna

3348 Quizá no tenga pan con que socorrer al necesitado; pero quien tiene lengua
dispone de un bien mayor que upede distribuir; pues vale más el reanimar con el
alimento de la palabra al alma que ha de vivir para siempre, que saciar con el pan
terreno al cuerpo, que ha de morir. Por lo tanto, hermanos, no neguéis al prójimo la
limosna de vuestra palabra. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

3349 (Da al que te pida). Puede entenderse también esto del dinero de la doctrina,
que nunca falta; sino que cuanto más se da, tanto más se multiplica. (S. JERÓNIMO,
en Catena Aurea, vol. I, p. 323).

3350 Dad limosna: esta palabra se refiere a todas las obras de misericordia, porque
da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras necesidades por
el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega por él, el que corrige a
otro [...]. (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 49).

3351 La limosna, denominación que incluye una extensa gama de obras de


misericordia, de modo que todos los fieles son capaces de practicarla, por diversas
que sean sus posibilidades. (S. LEON MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma).

3352 La pobreza no impide de ningúna manera el andar por aquel camino de


penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios
bienes—hablo de la limosna—, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que
dio sus dos pequeñas monedas. (S. JUAN CRISOSTOMO, Hom. 6 sobre el tentador).

3353 El hombre de corazón duro es avaro e insensible a las miserias del prójimo;
hallará mil excusas para no tener que dar limosna. (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la limosna).

3354 La limosna no se hace sólo con dinero, sino también con otras obras, como
cuando alguien protege a otro, o un médico cura, o un sabio aconseja. (S. JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl, pp. 96-97).

Rectitud de intención

3355 Cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta... Quizá procuraban reunir
al pueblo cuando hacían algo bueno, para que todos fueran a ese espectáculo.
(SANTO TOMÁS, Catena Aurea, val. I, p. 340).

3356 Mientras estamos en este mundo, es preciso hacer cuantas limosnas podamos;
siempre seremos bastante ricos, si tenemos la dicha de agradar a Dios y salvar
nuestra alma; mas es necesario hacer la limosna con la más pura intención. ¡Qué
felices seríamos si todas las limosnas que hayamos hecho durante nuestra vida nos
acompañasen delante del tribunal de Dios para ayudarnos a ganar el cielo! (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).

Dios premia con creces nuestra generosidad en la limosna

3357 Jamás será pobre una casa caritativa. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
limosna).

3358 Os pregunto, hermanos, ¿qué es lo que queréis o buscáis cuando venís a la


Iglesia? Ciertamente, la misericordia. Practicad, pues, la misericordia terrena y
recibiréis la misericordia celestial. El pobre te pide a ti, y tú le pides a Dios; aquel un
bocado, tú la vida eterna. Da al indigente y merecerás recibir de Cristo, ya que él ha
dicho: Dad y se os dará. No comprendo cómo te atreves a esperar recibir si tú te
niegas a dar. Por esto, cuando vengáis a la iglesia, dad a los pobres la limosna que
podáis, según vuestras posibilidades. (S. CESÁREO DE ARLÉS, Sermón 25).

3359No serán solamente los pobres los que rogarán por vosotros sino las mismas
limosnas, las cuales vendrán a ser como otros tantos protectores cerca del Señor que
implorarán benevolencia en vuestro favor. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
limosna).

3360La razón que debe inducirnos a dar limosnas de todo corazón y con alegría es el
pensar que las damos al mismo Jesucristo. Leemos en la vida de Santa Catalina de
Siena que, al encontrarse una vez con un pobre, le dio una cruz; en otra ocasión, dio
su ropa a una pobre mujer. Algunos días después, apareciósele Jesucristo, y le
manifestó haber recibido aquella cruz y aquella ropa que ella había puesto en manos
de sus pobres, y que le habían complacido tanto que esperaba el día del juicio para
mostrar aquellos presentes a todo el universo. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
la limosna).
3361 Los misericordiosos y quienes hacen buenas obras no se verán reducidos a la
miseria, pero sí los mezquinos y quienes se desentienden de los demás [...]. El
ejercicio de la limosna no sólo remediará la necesidad de los santos, sino que os
producirá la abundancia por las muchas acciones de gracias que se darán a Dios (2
Cor 9, 10-2), porque cuando la oración de los pobres dirige a Dios acción de gracias
por nuestra limosna y obras buenas, Dios en retribución aumenta nuestros bienes. (S.
CIPRIANO, Sobre las buenas obras y sobre la limosna, 9; PL 4, 627).

3362 Has de disminuir alguna parte de tus bienes dándosela de buena voluntad a los
pobres, [...]. Verdad es que Dios te lo restituirá no sólo en el otro mundo, sino aun
también en éste, pues nada hace prosperar tanto los bienes temporales como la
limosna [...]. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 15).

Limosna y pecados veniales

3363 ...Ejercitaos en la limosna, en el ayuno y en la oración. Por estos remedios se


purgan los pecados diarios, que, a causa de la fragilidad humana, no pueden dejar de
deslizarse en el alma. No despreciéis estos pecados porque son pequeños, sino
temedlos porque son muchos. Atended, hermanos mios. Son pequeños, no grandes.
No son como el león, que de un bocado se traga a uno; pero también,
frecuentemente, muchos insectos pequeños llegan a matar. Si fuera arrojado alguien
a un lugar lleno de pulgas, ¿acaso no moriria allí? No son grandes, pero la naturaleza
humana es débil y puede ser destruida por insectos diminutos. Así también los
pecados pequeños. Prestadles, pues, atención porque son pequeños, temedlos
porque son muchos. (S. AGUSTIN, Sermón 9).

3364 Pequeñísimos son los granos de arena; pero si permites que entren demasiados
en la barca, acabarán por hundirla de modo que perezcáis. Las gotas de agua,
aunque son pequeñas, ¿acaso no llenan los ríos hasta rebosar y socavan las casas?
No despreciéis, pues, los pecados menudos. Pero diréis: ¿quién puede librarnos de
ellos? Para que se pudiera decir esto (porque verdaderamente nadie puede), Dios
misericordioso, viendo nuestra fragilidad, puso a nuestro alcance remedios. ¿Cuáles?
Tres: la limosna, la oración y el ayuno. Para que tu oración sea verdadera debes
hacer limosnas perfectas. ¿Cuáles son? Que de lo que te sobra, des al que no tiene; y
que cuando alguien te ofenda, le perdones. (S. AGUSTIN, ibídem).

Limosna.- "Como no se disminuye el agua de un pozo por más que se extraiga, así se
aumentan los fondos de aquel que hace limosna, puede compararse la limosna a la
abundancia de la leche que dan los pechos de una madre amorosa, porque cuanto
más la saca el niño necesitado, más acude. (S. Clemente, c. 7, lib. 3, sent. 8, Tric. T.
1, p. 125.)"

"Los que tienen un verdadero deseo de ejercitar la caridad, aunque no puedan


cumplirlo, recibirán de Dios la misma recompensa que los que la ejercitan
verdaderamente: la voluntad es igual en ambos, aunque sean desiguales las
facultades. (S. Clemente, sent. 11, lib. 4, Tric. T. 1, p. 125.)"

"El bienaventurado Apóstol San Pablo llama sacrificios a las obras de caridad para
con el prójimo; porque compadecerse de los pobres y hacerles bien, es dar a usuras
al mismo Dios: repartir con los más pequeños, es dar al mismo Dios, y ofrecerle un
sacrificio espiritual de buen olor que le agrada mucho. (S. Cipriano, lib. de la limosna,
sent. 25, Trie. T. 1, p. 302.)"

"Los muchos hijos que tengo, me dirá alguno, me impiden para que yo haga grandes
limosnas; mas esto es tan al contrario, que eso mismo os debe obligar a ser más
limosneros: pues cuantos más hijos tenéis, más son las personas por quienes debéis
rogar a Dios, y más almas habrá que purificar, y más por quienes trabajar para que el
Señor les de la salud eterna. (S. Cipriano, lib. de la limosna, sent. 32, Tric. T. 1, p.
305.)"

"La limosna tiene un no se qué de divino y excelente; ella es el consuelo de los fieles,
prenda de la seguridad de nuestra salvación, fundamento de nuestra esperanza,
escudo de nuestra fe, y remedio de nuestras culpas. (S. Cipriano, ibid., sent. 33, Tric.
ibid., ibid.)"

"En nuestros hermanos cautivos debemos contemplar a Cristo y redimir del peligro
de la cautividad al que nos redimió del peligro de la muerte, para que Aquel que nos
sacó de las fauces del demonio, ahora, El mismo que está y habita entre nosotros,
salga de entre las manos de los bárbaros, y se redima con cierta cantidad de dinero,
al que nos redimió en la cruz con el caudal de su sangre. (S. Cipriano, Ep. 60, ad
Episc. Numid., sent. 6, adic., Tric. T. 1, p. 379 y 380.)"

"Dichoso es aquel que atiende con ojos atentos al pobre y al necesitado. Según uno
de los sentidos de estas palabras, se puede decir que son una sentencia que exhorta
a la ternura y compasión para con los pobres, porque conviene compadecerse de la
miseria de los infelices, y darles el socorro que necesitan: considerando que Dios que
los hizo pobres, los ha reducido a aquel estado para ejercitarlos a ellos a la pobreza,
y obligar a los ricos a que den pruebas de sus buenas resoluciones, dando limosna a
los necesitados. Porque el rico se prueba con el pobre, y se advierte si vive sin
consideración, compasión y ternura, o si es humano e inclinado a obras de caridad.
(Eusebio de Cesárea, sent. 3, Tric. T. 2, p. 83.)"

"Dice el Apóstol: Lo que tenéis demás, dése a los pobres para aliviarles en su
necesidad. Esto es, que si ocultamos y reservamos alguna cosa de nuestros bienes
después de haber tomado lo necesario para la vida y el vestido, hemos de dar cuenta
el día del juicio, y recibir un castigo semejante al que merecen los homicidas; porque
habiendo podido con ese dinero libertar de la muerte a muchos de nuestros
hermanos, hemos despreciado esta obligación. (S. Atanasio. Quaest., 69, sent. 11,
Tric. T. 2, p. 174.)"

"Si me preguntan como se podrán llamar a las limosnas que se dejan a los pobres en
la muerte, respondo que se las podrá llamar sacrificios muertos. No obstante, si el
que las hace ha sido misericordioso con los pobres durante su vida, las limosnas que
hace cuando muere no dejan de ser recibidas de Dios con agrado. (S. Atanasio, in
Matthaeum., Quaest. 90, c. 4, sent. 12, Tric. T. 2, p. 174.)"

"Si me preguntan si es permitido a los Príncipes y Jueces recibir presentes, y


emplearlos en alivio de los pobres, respondo, que cuando se aceptan de los que
hemos favorecido en algunas cosas de importancia, si ellos voluntariamente los
ofrecen, no será malo recibirlos para distribuirlos a lo pobres, pero recibir presentes
de los labradores y gentes trabajadoras que ganan el alimento con el sudor de su
rostro, es granjearse los fuegos y tormentos del infierno: aunque se emplearan en
toda especie de obras buenas, según aquellas palabras de la Santa Escritura. El
fuego devorará las casas de los que reciben presentes. (S. Atanasio, Quaest. 116,
sent. 14, Tric. T. 2, p. 174 y 175.)"

"Deseáis veros llenos de la gracia del Espíritu Santo, y no llenáis a los pobres del
alimento que necesitan. Pedís las cosas grandes y no comunicáis las pequeñas. (S.
Cirilo de Jerusalén, Cath. 3, sent. 2, Tric. T. 2, p. 336.)"
"No apartéis los ojos del que quiera que le deis prestado. Advertid que el mismo
pobre que os pide limosna, la pide por medio de empréstito; porque mostrándose a
Aquel rico que está en el ciclo, dice que os dará por su mano lo que hubiéreis
adelantado; según aquellas palabras de la Escritura. El que da al pobre presta a Dios
a intereses.

La seguridad, pues, que nos da Dios es el reino de los cielos, en esto se empeña. (S.
Basilio, in Psaim. 14, sent. 4, Trie. T. 3, p. 191.)"

"Si cada uno guardra para sí lo que necesita para la propia necesidad, y lo demás lo
distribuyese en los pobres, a la verdad que no habría ricos ni pobres. (S. Basilio, in
ditescentes, sent. 14, Trie. T. 3, p. 193.)"

11 ¿Creéis que Dios es injusto por haber repartido con desigualdad en el inundo lo
necesario para la vida, y por qué el uno es rico y el otro es pobre? Sabed que Dios lo
arregló así para que el uno pudiese recibir la recompensa de su liberalidad y fiel
administración, y el otro fuese coronado en premio de su paciencia. (S. Basilio, ibid.,
sent. 15, Tric. T. 3, p. 193.)"

"He visto a muchos que ayunaban, oraban y suspiraban por el arrepentimiento de


sus pecados, y por último , que manifestaban todas las señales de la piedad
cristiana, pero sin costarles cosa alguna, y sin dar un dinero a los pobres. ¿De qué les
servía la práctica de otras virtudes? Pues es cierto, que sin la limosna todo lo demás
no puede abrir la entrada al reino de los cielos. (S. Basilio, ibid., sent, 16, 1-ric. T. 3,
p. 103.)"

"Aquel que tiene más bienes que los precisos para las necesidades de la vida, tiene
obligación por precepto del Señor, que le dio todo lo que tiene, a emplearlos en el
alivio ajeno. (S. Basilio, Reg. 48, e. 2, sent. 42, Trie. T. 3, p. 197.)"

"Para negar al pobre que pide, alegas mil ocasiones de gastos. Pero ¿,qué responderá
al Juez, si vistiendo las paredes no vistes al pobre? (S. Basilio, sent. 6, adic., Trie. T. 3,
p. 38 l.)"

"Si se debe dar la vida por los amigos, ¿qué diremos de los bienes que son de menor
precio? (S. Basilio, Interrog. 162, resp., sent. 14, adic., Tric. T. 3, p. 383.)"

"Los que siendo nobles caen en la pobreza, son más infelices y más dignos de
compasión que aquellos que se han acostumbrado en todo tiempo a la miseria; por lo
cual debemos tenerles más compasión e inclinarnos más a su asistencia. (S. Gregorio
Nacian., Orat. 16, sent. 28, Tríe. T. 3, p. 356.)"

"Una de dos: o abandonar todos nuestros bienes por Jesucristo, para seguirle
verdadera y sencillamente llevando su cruz, o repartir de nuestros bienes con El para
que los que nos restan para nuestra decencia y necesidad, puedan quedar
santificados con la porción que damos a los pobres. (S. Gregorio Nacian., ibid., sent.
29, Tric. T. 3, p. 356.)"

"Dad a lo menos alguna cosa al pobre; porque eso poco será mucho para aquel a
quien todo le falta; y el mismo Dios lo contará por mucho, si es lo proporcionado a
vuestras fuerzas. (S. Gregorio Nacian., ¡bid., sent. 30, Tric. T. 3, p. 356.)"

"¿Pensáis acaso que la liberalidad con los pobres es cosa libre, y no de obligación?
¿Que es puro consejo y no precepto? También yo lo desearía y lo creería como
vosotros, si no me tuviera asustado aquella separación a la izquierda, que ha de
hacer el Juez eterno de los cabritos que nombra en su Evangelio, y por las
reconvenciones espantosas con que confundirá a los réprobos, no porque robaron los
bienes ajenos, sino porque no emplearon bien los propios, socorriendo a Jesucristo en
sus pobres. (S. Gregorio Nacian., ¡bid., sent. 31, Tric. T. 3, p.356.)"

"La prontitud y alegría en dar limosna es cosa más excelente y perfecta que la
limosna misma. (S. Gregorio Nacian., Orat., 19, sent. 34, Trie. T. 3, p. 357.)"

"En la dificultad de distinguir los verdaderos pobres, más vale dar a los que no lo son,
que privar del alivio a los que lo necesitan, cuando no hay otro recelo, sino el de dar
limosna a los que no la merecen. (S. Gregorio Nacian., ¡bid., sent. 35, Tric. T. 3, p.
357.)"

Todo cuanto es superfluo y excede el uso de lo perteneciente a la vida como


necesario, es materia de intemperancia. (S. Gregorio Nacian., Orat. 38, sent. 44, Tric.
T. 3, p. 359.)"

"Al que no fuere misericordioso le argüirá Dios: no has traído a este siglo eterno la
humanidad, no tienes lo que no tuvistes, no hallas lo que no depositaste, no coges lo
que no repartiste, no segarás lo que no sembraste. Sembraste aspereza, ahí tienes la
cosecha; cultivaste el rigor con el pobre, toma lo que escogiste; no te has condolido
de nadie, no será mirado con misericordia; esta huirá de ti. ¿Te daba fastidio el
pobre? Ahora le causarás tu al que por ti se hizo pobre, Cuando esto te se diga, ¿en
dónde estará el oro? ¿En dónde la resplandeciente vajilla? Y ¿de qué te servirá todo
eso para remediar aquel llanto y aquel crujido de dientes? ¿Quién apagará aquella
llama? ¿Quién te quitará aquel gusano que jamás ha de morir? (S. Gregorio de Nisa,
in Eccles. 11. 2, sent. 10, adic., Trie. T. 4, p. 359.)"

"Leemos en la Escritura: No digas al pobre que te pide limosna, mañana te daré. Si


Dios no puede sufrir que digáis al pobre, mañana te daré, ¿cómo sufrirá que le digáis,
no quiero darle? Propiamente hablando, no dais al necesitado lo que es vuestro, sino
lo que es suyo.

Los bienes que estáis usurpando para vosotros solos, los ha dado Dios para el uso
común de los hombres. A todos, y no solamente a los ricos pertenece la tierra, por
más que sean más los que no gozan de estos bienes que se les habían dado, que los
que los disfrutan... No dais, pues, a los pobres sino lo que en el orden de Dios es
suyo: aun por esto dice la Escritura: Abrid vuestro corazón al pobre, y dadle lo que le
debéis. (S. Ambrosio, de Nab., c. 12, sent. 34, Trie. T. 4, p. 320.)"

"Si es grande mal no dar limosna a los extraños, ¿cuánto mayor será sin comparación
negarla a los padres? Me diréis que queréis mejor, darla a la iglesia, que a vuestros
padres: guardaos mucho de decir esto, porque Dios no recibe dádivas que le vienen
del hambre que padecen vuestros padres. (S. Ambrosio, lib. 8, e. 17, sent. 89, Tric. T.
4, p. 33 l.)"

4~ Es orden de Dios que alimentéis a vuestros padres con preferencia a todos los
otros pobres, porque si según la ley divina, los ultrajes que se hacen a un padre son
dignos de muerte, ¿cómo no merecerá mayor castigo el hambre que se les hace
sufrir, lo cual es más cruel que la misma suerte? (S. Ambrosio, ibid., sent. 90, Tric. T.
4, p. 331.)"

"No se ha de examinar simplemente cuánto es lo que se da a los pobres, sino que


bienes tiene el que da, y el espíritu con que los reparte. (S. Ambrosio, in Epist. 2, ad
Corin., c. 29, sent. 99, Tric. T. 4, P.333.("
"La perfección de la limosna, es ocultarla con el velo del silencio, y socorrer con tanto
secreto las necesidades de los pobres, que nadie pueda alabarnos. (S. Ambrosio, de
doctrin. fidei, c. 30, sent. 127, Tric. T. 4, p, 339.)"

"Las mayores limosnas consisten en redimir los cautivos, principalmente los que
están en poder de los bárbaros; los cuales, por no tener en el corazón sentimiento de
humanidad que los inclinen a la misericordia, solamente por avaricia y por
aprovecharse del rescate, reservan a estos infelices. Las limosnas principales
después de estas, son pagar por los que no tienen medios, cuando los instan los
acreedores, cuando la deuda es legítima y la miseria de los deudores se ve destituída
de toda asistencia; alimentar los niños pobres; proteger los pupilos, y por último,
casar las doncellas huérfanas para conservarlas en la. pureza; asistiéndolas no sólo
con el cuidado, sino también con la hacienda, (S. Ambrosio, de doctrin. fidei, e. 15,
sent. 132, Tric. T. 4, p.340.)"

"No sin causa aquel Dios que es bueno y justo os impuso la obligación de dar a los
pobres, y quiso que los pobres tuviesen la necesidad de pedir. Reconoced que sois
depositarios de los bienes del Señor para con otros siervos suyos; y no penséis que la
tierra produce sus frutos sólo para satisfacer a nuestra gula y sensualidad.
Reconoced que los bienes que poseéis se os han entregado, más para dispensarlos
que para retenerlos. Vosotros hacéis vuestro gusto por poco tiempo, y abusáis de
ellos cuando los hacéis servir a la sensualidad; pero en pasado este vicio con la vida,
os llamará Dios a su presencia para que deis la más exacta cuenta de vuestra
administración. (S. Ambrosio, Serm. 81, sent. 151, Tric. t. 4, p. 345.)"

"¡Qué vergüenza es para nosotros negar a nuestros hermanos el pan de la tierra, al


mismo tiempo que recibimos en nuestras bocas el pan del cielo! (San Ambrosio, ibid.,
sent. 152, Tric. ibid., ibid.)"

"No es menor delito quitar los bienes al que los tiene, que negárselos a quien le
faltan, cuando nosotros estamos abundantes y podemos dar. (S. Ambrosio, ibid.,
sent. 153, Tric. ibid., ibid.)"

"Te gustan los preciosos adornos, cuando otros no tiene pan. ¡Oh poderoso! ¿Qué
terrible juicio te preparas? El pueblo padece hambre, y tú cierras tus graneros.. Infeliz
es aquel que tiene poder para librar de la muerte tantas vidas y le falta la voluntad.
El diamante de tu sortija puede conservar la vida de todo un pueblo. (S. Ambrosio, de
Nabot., e. 13, sent. 23, adic., Trie. T. 4, p. 400.)"

"No darás a tu prójimo para que te vuelva más: esta sentencia de Dios excluye todo
argumento.(S. Ambrosio, de Tob., c. 25, sent. 25, adic., Trie. T. 4, p. 401.)"

"No me tengáis por hombre que esté mal con vuestras utilidades. ¿Os parecerá que
os quito el deudor que teníais en ese hombre? Pongo en su lugar a Jesucristo. Os
señalo al que no es capaz de fraude: dad a Dios en las manos del pobre vuestros
dineros e intereses. A éste le tenéis que encarcelar; pero a Dios siempre le tenéis
seguro... su mismo Evangelio es la Escritura. (S. Ambrosio, ¡bid., c. 16, sent. 26,
adic., Tric. T. 4, p. 401 .)"

"Bien se que algunos han dicho... qué es lo que pretendía el Obispo tratando de los
usureros: ¡Cómo si hubiéramos introducido algún uso nuevo y no fuera muy antiguo
el de prestar a intereses! Es verdad, no lo niego; pero es antiguo el pecado... desde
que hubo Eva, hubo culpa. (S. Ambrosio, biid., c. 23, sent. 26, adic., Tric. T. 4, p.
401.)"
"Si tenéis alguna cosa más que lo necesario para la vida y el vestido, dadlo al
pobre,conociendoos es esto mismo sus deudores. (S. Jeró..sent. 58., Tric. T. 5, p.
248.)"

"Pudiera alguno excusarse de hacer limosna, y decir: Mi pobreza me lo impide, yo no


puedo ejecutar la hospitalidad. Pero nuestro Señor nos quieta este vano pretexto con
el precepto tan fácil de observa¡-, como es dar con todo el corazón un vaso de agua
fría; con toda expresión dice agua fría, y no agua caliente, para que ningúno pueda
excusarse porque le falta la leña por su mucha pobreza. (S. Jetón., in c. 10, Matth.
sent. 97, Tric. T. 5, p. 256.)"

"Cuando damos, no debemos considerar nuestra limosna como un bien que viene de
nosotros, sino que nos vino puramente de la liberalidad de Dios. Tampoco debemos
dar al pobre simplemente como a un pobre, sino como quien da a un hermano,
considerando que si nosotros le damos de los bienes de la tierra, el nos procura los
del cielo; porque el pobre nos da más que recibe. Nosotros solamente le damos el
pan que se consume en un sólo día, y él nos dará por este pan un reino eterno. (S.
Jetón., in Psalm. 133, seiit. 115. Tric. T. 5, p. 259.)"

"Cuando dais la limosna, tenéis más obligación de dar gracias a Jesucristo, que la que
resulta en el pobre de agradeceros lo que recibe: pues es preciso confesar, que los
pobres nos grangean grandes beneficios; porque la limosna extingue en nosotros los
pecados que de otro modo no pudiéramos lavar, según aquellas palabras de la
Escritura: Así como el agua apaga el fuego, así la limosna extingue los pecados. En
este particular tiene la limosna el efecto del bautismo. (S. Jerónimo, in Psalm. 133,
sent. 116, Tric. T. 5, p. 259.)"

"No miréis la limosna como pérdida, sino como ganancia; ni como dispendio, sino
como comercio; porque recibís más de lo que habéis empleado. Solamente dais pan,
y recibís la vida eterna; dais los vestidos que se gustan, y recibís la vestidura de la
inmortalidad; dais una pieza de vuestra casa, y recibís el reino del cielo; dais las
cosas perecederas, y recibís las permanentes y eternas. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl.
8, sent. 27, Trie. T. 6, p. 305.)"

"La limosna es una cosa admirable; gustemos, pues, de practicarla, porque no tiene
igual. Tiene la limosna poder para borrar los pecados, y oponerse a nuestra
condenación. Aun cuando estáis callando, ella levanta su voz y habla por vosotros; de
este modo no necesitáis hablar, porque las bocas de los pobres gritan en alta voz por
vosotros. No obstante ser la limosna tan excelente, somos cobardes y negligentes en
practicarla. Dad a los pobres pan, según vuestro poder, y si no le tenéis, dad un
dinero; si aun esto no tenéis, dad por lo menos un vaso de agua fría; aun cuando esto
no podáis, compadeceos de la miseria de los pobres y afligidos, que no os faltará el
premio. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 57, de penit. 3, serit. 33, Tric. T. 6, p. 306.)"

"No consiste la virtud de la limosna en dar, sino en repartir del modo y con el fin que
Dios nos manda. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 19, e. 6, sent. 46, Tric. T. 6, p. 308.)"

"Los pobres, me decís, están inventando todos los días mil falsedades. Eso mismo los
hace más dignos de compasión; porque la necesidad a que se ven reducidos, los
pone en el extremo de tener que mentir para vivir. Les decís muchas veces en su
cara: ¿no te he dado ya muchas veces? ¿Pues qué, hermanos, ese pobre no ha de
vivir hoy porque ha vivido ayer? (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 36, sent. 58, Tric. T. 6,
p. 310.)"
"Cuando vemos un pobre, traigamos a la memoria que dijo Jesucristo: Que a El
mismo se le da limosna. Aunque no es realmente Jesucristo el que se nos pone
delante, Jesucristo es el que pide y recibe nuestras limosnas bajo la figura de aquel
pobre. (S. Juan Crisóstonio, Homl. 89, sent. 76, Trie. T. 6, p. 313.)"

"Contentémonos con el alimento y el vestido, como nos enseña el Apóstol: porque es


preciso dar a los pobres lo que exceda a las necesidades de esta vida. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Serm. 18, sent. 208, Trie. T. 6, p. 341-.)"

"Si tenéis con qué hacer limosna, dadla a los pobres, si no tenéis medíos, no os
obliga Dios a que la deis; si no teneis pan, vestidos o dinero, que repartir con los
necesitados, postraos delante de Dios, herid vuestro pecho, derramad lágrimas,
gemid, llorad, levantad las manos al cielo y a los ojos a Dios, ayunad y velad. Todo
hombre, por pobre que sea, puede hacer esto, y no tiene pretexto para excusarse.
Procurad, pues, ofrecer estas cosas al Señor y en todo tiempo. (S. Juan CRISÓSTOMO,
Serm. de Pseudoproph., sent. 249, Tric. T. 6, p. 35 l.)"

"Jamás os dejen las limosnas y la fe. No dice el Apóstol, haced limosna una vez, diez
o cien veces, sino siempre: y no dice, no dejéis las limosnas, sino no os dejen; para
que entendamos que nosotros necesitamos de las limosnas, y no ellas de nosotros, y
para enseñamos que no debemos omitir diligencia alguna para retenerlas con
nosotros: por lo cual nos dice la Escritura: Ponedlas alrededor de nuestro cuello. (S.
Juan CRISÓSTOMO, in Ep. ad Philip. Praef., sent. 348, Tric. T. 6, página 376.)"

"No os preguntará Dios algún día, si habéis dado mucho, sino que examinará si
habéis dado a proporción de vuestros bienes; y si halla todo lo contrario, todo lo que
habéis dado, será en presencia de Dios un juguete y una burla. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 8, Ep. ad Colon., c. 3, sent. 356, Tric. T. 6, p. 377.)"

"Todo lo hace puro la limosna; esta excede al ayuno, y al dormir en tierra. Aunque
estas penitencias sean más molestas y laboriosas, la limosna es de más lucro;
ilumina al alma, la nutre y la hermosea. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 80, sent. 7,
adic., Tric. T. 6, p. 453.)"

"Confiáis a la tierra vuestra hacienda, y esta os vuelve más: ¿receláis, acaso, que la
perderéis si la dais a Jesucristo? (S. August., Psaim. 32, sent. 38, Trie. T. 7, p. 457.)"

"Si tenéis muchos hijos a quienes asistir, cuenta uno más, dando también alguna
cosa a Jesucristo. (S. August., Psalm. 38, sent. 47, Tric. T. 7, p. 458.)"

"En el destino de vuestros bienes, ¿qué es lo que guardáis para Jesucristo, y qué es lo
que guardáis para vuestros hijos? Entre los que tenéis sobre la tierra contad con ellos
un hermano que tienen en el cielo, y ya que debieran, cederle toda la herencia, a lo
menos repartan con El. (S. AGUSTÍN, Psalm. 48, sent. 64, Tric. T. 7, p. 460.)"

"No despreciéis a pobre alguno que os pida limosna, dadle lo que podáis, y sin nada
podéis, a lo menos manifestadle la compasión y la benignidad. (San AGUSTÍN, Psalm.
103, sent. 147, Tric. T. 7, p. 468.)"

"Jesucristo os está secretamente pidiendo en sus pobres, aun cuando nada os piden,
y su voz, aun cuando en ellos esté muda, es muy fuerte, porque en cuanto a este
punto no es muda en el Evangelio. (San AGUSTÍN, Psalm. 146, sent. 169, Tric. T. 7, p.
469.)"

"¿Queréis presentar a Jesucristo un ayuno puro y un celo verdadero? Mirad con ojos
favorables a los que luchan contra la pobreza, cuanto un monstruo tan lleno de rabia
y de furor. (S. Cirilo Alejand., Homl. 5, in Pascha, sent. 19, Tric. T. 8, p. 103.)"

"Cada vez que la caridad nos inclina a aliviar las ajenas miserias, procuramos a
nuestras almas grandes adelantamientos. Si estamos persuadidos a que todo cuanto
damos a los pobres se convierte en nuestra utilidad, no debemos sentir repugnancia
en repartir con ellos nuestros bienes; es preciso aliviarlos con alegría y prontitud.
Alimentar a Jesucristo en el pobre, es atesorar en el cielo. Al ver la desigualdad con
que están repartidos los bienes, reconoced las ordenas de la bondad y providencia
de Dios. Quiso que tuviéreis con abundancia, para que pudiéseis asistir y socorrer en
sus necesidades a los otros: con vuestra caridad impedís el que ellos padezcan las
incomodidades de la miseria, y vosotros os libráis de la multitud de los pecados. ¡Oh,
qué admirables son la bondad y providencia de nuestro Criador! Una acción sola
remedia las necesidades de dos personas. (S. León Papa, Serm. 5, sent. 3, Tric. T. 8,
p. 382 y 383.)"

"Es preciso, hermanos, valerse de una ingeniosa necesidad para descubrir al que se
oculta con el velo de la modestia, y al que la vergüenza detiene. Hay muchos que no
se atreven a pedir en público lo que necesitan: más quieren padecer las
incomodidades de una miseria secreta y oculta, que la confusión que sentirían
pidiendo a cara descubierta la limosna. Es necesario, pues, usar de destreza para
descubrirlos y consolarlos en la necesidad que de vergüenza no manifiestan: y así
será doble el consuelo, viéndose socorridos con la atención, debido a su pudor. (S.
León, Papa, Serm. 8, sent. 4, Tric. T. 8, p. 383.)"

"Hay algunos que cumplirán con exactitud los demás preceptos de¡ Señor, pero no
hacen limosnas. Estos creen que el mérito de su fe y de otras buenas obras que
practican, suple por las virtudes que les faltan y que serán tratados favorablemente.
Mas nos está mandada la caridad con los pobres de tal suerte, que sin ella de nada
servirán las demás virtudes. Por más que seas fiel, casto y sobrio, y aunque añadáis
a esto el adorno de otras virtudes, si no tenéis celo por los pobres, no lograréis la
misericordia; porque dice el Señor: Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos
alcanzarán misericordia. (S. León Papa, Serm. 9, sent. 5, Tric. T. 8, p. 383.)"

"Nos dice Jesucristo: Bienaventurados los misericordiosos; porque el Señor los tratará
con misericordia: para darnos a entender, que aquel riguroso examen que se ha de
hacer delante del trono de nuestro terrible Juez, se arreglará por el modo con que
hayamos procedido con los pobres; los despiadados serán condenados al fuego con
los demonios, y los que hayan sido caritativos, reinarán con Jesucristo.

¡Qué de acciones olvidadas se verán entonces! ¡Qué de pecados ocultos se


manifestarán! ¡Qué de retirados escondrijos de la conciencia se registrarán! ¿Quién
podrá lisonjearse de tener el corazón puro, y hallarse sin pecado? La caridad que se
haya ejercitado con los pobres, será la que venza el rigor del juicio. Las obras de
clemencia., mitigarán la severidad de la justicia. (S. León Papa, Ser¡-n. 10, sent. 6,
Tric. T. 8, p. 383 y 384.)"

"Constancia, ¡oh limosnero cristiano! Da para recibir, síembra para segar, derrama
para coger. No temas perder lo que das, no suspires por la ganancia como si fuera
dudosa. Se aumentan tus bienes cuando se reparten bien; y apetecer el justo lucro
de la misericordia, es seguir el comercio de unas eternas ganancias. Quiere el que te
ha de recompensar que seas liberal; y el mismo que te da lo que tienes, te manda
que des, cuando dice: Dad, y se os dará. (S. León Papa,, Serm. 18, e. 2, sent. 11, Tríe.
T. 8, p. 384 y 385.)"
"Supuesto que se fatigan inútilmente los que nada omiten de la humillación del
ayuno si no lo santifican con la limosna según sus posibles, es preciso que den con
más abundancia el alimento a los pobres los que tienen menos fuerzas para observar
la abstinencia, recopensando con las liberalidades la dispensa de no ayunar, para
que de este modo repartan, por decirlo así , sus enfermedades con los pobres. Un
hombre flaco o enfermo que se exceptúa del ayuno, no merece reprensión si procura
subvenir al hambre del pobre.Este no peca tomando el alimento, porque la limosna
purifica del todo su intención, según aquellas palabras del Señor: Dad limosna y
todas las cosas os serán puras. (S. León Papa, Serm. 85, sent. 66, Tric. T. 8, p. 399.)"

"Ahorremos de nuestro ordinario alimento alguna cosa que pueda servir para
socorrer a los pobres. El amor del prójimo es el amor de aquel Dios que puso el
complemento de la Ley y los Profetas en la unión de una y otra caridad; y para que
ningúno dude que ofrece a Dios lo que reparte con el hombre, dijo el Salvador,
hablando de sustentar y socorrer a los pobres: Lo que hicísteis por uno de estos, por
mí lo hicísteis. (S. León Papa, Serm. 94, c. 4, sent. 77, Trie, T. 8, p. 402 y 403.)"

"Una enhorabuena de los bienes que el Señor te concede, mas para emplearlos en
buenas obras y en cumplimiento de los preceptos, y según la doctrina del Señor.
Experimenten los pobres que eres rico: beneficie tu abundancia al necesitado: y para
conseguir los premios del Señor, pides por la boca de todos los que dirigen por tu
alma sus oraciónes. Acopia en el cielo tesoros y posesiones, cuyos frutos durarán
siempre, libres de las injusticias de los hombres, y de las injurias del tiempo: no los
abrasará el sol ni los pudrirá la lluvia. Pecas contra tu Dios si crees que puedes hacer
otro Dios si crees que puedes hacer otro uso de las riquezas que el de emplearlas en
salvarte; pues de otro modo, el grande patrimonio sólo será una poderosa tentación:
si no se hace buen uso de él, ya las riquezas en vez de rescatamos de las culpas, sólo
sirven para aumentarlas. (S. Cipriano, ibid., sent. 10, Tric. T. 1, p. 297.)"

LUCHA ASCETICA

Citas de la Sagrada Escritura

No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada.
Mt 10, 34.

Entonces dijo Jesús a sus discipulos: El que quiera venir en pos de mi, niéguese a si
mismo, tome su cruz y sígame. Mt 16, 24.

Pues yo sé que no hay en mi, esto es, en mi carne, cosa buena. Porque el querer el
bien está en mi, pero el hacerlo, no. En efecto, no hago el bien que quiero, sino el
mal que no quiero. Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el
pecado, que habita en mi. Rom 7, 18-20.

Y quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona
corruptible; mas nosotros, para alcanzar una incorruptible. Y yo corro no como a la
aventura; así lucho no como quien azota al aire, sino que castigo mi cuerpo y lo
esclavizo, no sea que, habiendo sido heraldo para los otros, resulte yo descalificado. I
Cor 9, 25-27.

Por lo cual no desmayamos, sino que mientras nuestro hombre exterior se corrompe,
nuestro hombre interior se renueva de día en dia. 2 Cor 4, 16.

Pues aun llegados a Macedonia, no tuvo nuestra carne ningún reposo, sino que en
todo fuimos atribulados, luchas por fuera, por dentro temores. 2 Cor 7, 5.

Mas yo, por la misma ley, he muerto a la ley, por vivir para Dios; estoy crucificado
con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi. Y aunque al presente vivo en
carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mi. Cal 2, 19-20.

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y
concupiscencias. Col 5, 24.

Cuanto a mi, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo esta crucificado para mi y yo para el mundo. Cal 6, 14.

Que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados,
contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los
espíritus malos de los aires. Ef 6, 12.

Pero nosotros, hijos del dia, seamo

LUGARES Y OBJETOS DE CULTO

Citas de la Sagrada Escritura

Dignidad de los objetos del culto: Cen 25, 10-20.

Vestiduras sacerdotales: Ex 28,

El altar: Ex 30, 1-10.

El óleo de unción: Ex 30, 22

El tabernáculo: Ex 36, 8-38.

El arca y la mesa de los panes: Ex 37, 1 - 1 6.

El candelabro y el altar de oro: Ex 37, 17-28.


El altar de los holocaustos y el atrio: Ex 38, 1-32.

Despertó Jacob de su sueño, y se dijo: «Ciertamente está Yave en este lugar, y yo no


lo sabía»; y atemorizado, añadió: «¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa de
Dios y la puerta de los cielos». Levantóse Jabob bien de mañana, y tomando la piedra
que había tenido de cabecera, la alzó, como memoria, y vertió óleo sobre ella. Llamó
a este lugar Betel, aunque la ciudad se llamó primero Luz. E hizo Jacob voto diciendo:
«Si Yahvé está conmigo, y me protege en mi viaje, y me da pan que comer y vestidos
que vestir, y retorno en paz a la casa de mi padre, Yahvé será mi Dios; esta piedra
que he alzado como memoria sera para mi casa de Dios, y de todo cuanto a mi me
dieres te daré el diezmo». Gen 28, 1 6-22.

Entró Jesús en el templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendian y compraban en


él, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas,
diciéndoles: Escrito está: «Mi casa sera llamada casa de oración», pero vosotros la
habéis convertido en cueva de ladrones.Mt. 21, 12-1 3.

Siempre que entraban en el tabernáculo de la reunión para acercarse al altar, se


lavaban, como Yahvé se lo habia mandado a Moisés. Ex 40, 32.

Entonces la nube cubrió el tabernáculo de la reunión, y la gloria de Yahvé llenó el


habitáculo. Moisés no pudo ya entrar en el tabernáculo de la reunión, porque estaba
encima la nube, y la gloria de Yahvé llenaba el habitáculo.

Todo el tiempo que los hijos de Israel hicieron sus marchas, se ponian en movimiento
cuando se alzaba la nube sobre el tabernáculo, y si la nube no se alzaba, no
marchaban hasta el día en que se alzaba. Pues la nube de Yahvé se posaba durante
el día sobre el tabernáculo, y durante la noche la nube se hacia ígnea a la vista de
todos los hijos de Israel, todo el tiempo que duraron sus marchas. Ex 40, 34-38.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Piedad y arte cristiano

3429 El arte cristiano tiene un carácter que casi querríamos llamar sacramental: no
ciertamente en el significado propio de la palabra, pero si como medio e instrumento
del que se sirve el Señor para disponer los ánimos a los prodigios de la gracia. Por él
los valores espirituales se hacen como visibles, más cercanos a la mentalidad
humana, que quiere ver y tocar: la armonia de las estructuras, las formas plásticas,
la magia de los colores son otros tantos medios que intentan aproximar lo visible a lo
invisible, lo sensible a lo sobrenatural (JUAN XXIII, Aloc. 27-10-1961).

3430 Me viste celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo —mesa y ara—, sin
retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios, con hachones de cera, que se
escalonan: más altos, junto a la cruz. Frontal del color del dia. Casulla amplia. Severo
de lineas, ancha la copa y rico el cáliz. Ausente la luz eléctrica, que no echamos en
falta.—Y te costó trabajo salir del oratorio: se estaba bien allí. ¿Ves cómo lleva a Dios,
cómo acerca a Dios el rigor de la liturgia? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 543).

3431 ¡Oh, felices lugares—exclamaban—donde tantos prodigios se realizaron por


nuestra salvación! Pero, sin ir tan lejos, sin tenernos que molestar en atravesar los
mares y exponernos a tantos peligros, ¿no tenemos aquí, en medio de nosotros, a
Jesucristo, no solamente como Dios, sino en cuerpo y alma? ¿No son tan dignas de
respeto nuestras iglesias como los lugares santos que visitaban aquellos peregrinos?
¡Nuestra dicha es demasiado grande!, jamás comprenderemos su alcance. ¡Pueblo
feliz, el cristiano, al ver cómo cada día se renuevan todos los prodigios que la
omnipotencia de Dios obró en otro tiempo en el Calvario para salvar a los hombres!
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves Santo).

3432 Entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan, con razón, las
bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro. Estos,
por su naturaleza, están relacionados con la infinita belleza de Dios, que intentan
expresar de alguna manera por medio de obras humanas. Y tanto más pueden
dedicarse a Dios y contribuir a su alabanza y a su gloria cuanto más lejos están de
todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras para orientar
santamente los hombres hacia Dios.

Por esta razón, la santa madre Iglesia fue siempre amiga de las bellas artes, buscó
constantemente su noble servicio y apoyó a los artistas, principalmente para que las
cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas,
signos y símbolos de las realidades celestiales (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum
Concilium, 122).

3433 Más aún, la Iglesia se consideró siempre, con razón, como árbitro de las
mismas, discerniendo entre las obras de los artistas aquellas que estaban de acuerdo
con la fe, la piedad y las leyes religiosas tradicionales y que eran consideradas aptas
para el uso sagrado (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 122).

3434 (La Iglesia ha procurado siempre que los fieles sean) tan cuidadosos del culto y
del honor divino que puedan con razón llamarse celosos más que amantes [...], para
que imiten al mismo Jesucristo, de quien son estas palabras: el celo de tu Casa me
devoró (Jn 2, 17) (Catecismo Romano, III, 2, 27).

3435 Los artistas que, llevados por su ingenio, desean glorificar a Dios en la santa
Iglesia, recuerden siempre que su trabajo es una cierta imitación sagrada de Dios
Creador y que sús obras están destinadas al culto católico, a la edificación de los
fieles y a su instrucción religiosa (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Conciliun,
127).

3436 Revísense cuanto antes [...] los cánones y prescripciones eclesiásticas que se
refieren a la disposición de las cosas externas del culto sagrado, sobre todo en lo
referente a la apta y digna edificación de los templos, a la forma y construcción de
los altares, a la nobleza, colocación y seguridad del sagrario, así como también a la
funcionalidad y dignidad del baptisterio, al orden conveniente de las imágenes
sagradas, de la decoración y del ornato (CONC. VAT. II, Const. Sacrosantum
Concilium, 128).

Respeto hacia los templos y lagares de culto

3437 (Mi casa se llamará casa de oración). Nadie haga cosa alguna en el oratorio,
sino aquellas para las que está destinado, y de quien recibe su nombre (SAN
AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. III, p. 16).

3438 Cualquiera que sea el lugar donde nos encontremos, dirijamos con alegría
nuestros pensamientos, nuestros deseos, hacia donde está guardado este adorable
Cuerpo, para unirnos a los ángeles que con tanto respeto lo adoran. Guardémonos de
hacer como aquellos impíos que no muestran el menor respeto a los templos, tan
santos, tan dignos de reverencia, tan sagrados por la presencia de Dios hecho
hombre, que día y noche mora entre nosotros (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
el Jueves Santo).

Dignidad y veneración por los objetos del culto

3439 Los cálices sagrados y los santos lienzos y todo lo demás que pertenece a la
Pasión del Señor [...], por su consorcio con el Cuerpo y la Sangre del Señor, han de
ser venerados con la misma reverencia que su Cuerpo y que su Sangre (SAN
JERÓNIMO, Epístola 114).

3440 Aquella mujer que en casa de Simón el leproso, en Betania, unge con rico
perfume la cabeza del Maestro, nos recuerda el deber de ser espléndidos en el culto
de Dios.

—Todo el lujo, la majestad y la belleza me parecen poco. —Y contra los que atacan la
riqueza de vasos sagrados, ornamentos y retablos, se oye la alabanza de Jesús:
«opus enim bonum operata est in me»—una buena obra ha hecho conmigo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 527).

Imágenes sagradas

3441 Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres y la


tradición de la Iglesia Católica [...], definimos con toda exactitud y cuidado que, de
modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz, han de exponerse las
sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra
materia conveniente' en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y
ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y caminos, las de nuestro Señor
y Dios y Salvador Jesucristo, de la Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de
Dios, de los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables. Porque
cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su representación en la
imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los
originales y a tributarles el saludo y adoración de honor, no ciertamente de latría
verdadera que según nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina; sino que, como
se hace con la figura de la preciosa y vivificante cruz, con los evangelios y con los
demás objetos sagrados de culto, se las honre con la of renda del incienso y de luces,
como fue piadosa costumbre de los antiguos. «Porque el honor de la imagen se dirige
al original» (S. Basilio), y el que adora una imagen adora a la persona en ella
representada (CONC. II DE NICEA, Ses. VII; Denz 302-304).

3442 A esta causa era tan amiga de imágenes. ¡Desventurados los que por su culpa
pierden este bien! Bien parece que no aman al Señor, porque si le amaran
holgáranse de ver su retrato, como acá aun da contento ver el de quien se quiere
bien (SANTA TERESA, Vida, 9, 2).

3443 Así como los Ángeles son mensajeros de Dios y le presentan nuestras plegarias,
así el arte cristiano se alza por encima del velo de lo sensible para unir con Dios,
acompañar sus santas inspiraciones, facilitar y orientar nuestras relaciones con El
(JUAN XXIII, Aloc. 27-X-1961).

3444 Este, pues, es buen tiempo para que nos enseñe nuestro Maestro, para que le
oigamos y besemos los pies porque nos quiso enseñar y le supliquéis no se vaya de
con nosotros.

Si esto habéis de pedir mirando a una imagen de Cristo, bobería me parece dejar la
misma persona por mirar el dibujo. ¿No lo seria si tuviéramos un retrato de una
persona que quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de
hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es
bueno y caso en que yo me deleito mucho?: para cuando está ausente la misma
persona y quiere darnos a entender que lo está con muchas sequedades, es gran
regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos. A cada parte que
volviésemos los ojos la querría ver (SANTA TERESA, Camino de perfección, 34, 10-
11).

Culto.- El sacrificio más acepto a Dios es el arrancar de nuestro corazón los afectos
terrenos y los vicios: en esto consiste el verdadero culto. (S. Clemente, sent. 13, lib.
5, Tric. T. 1, p. 125.)"

"El culto divino en aquel que ha empezado a conocer a Dios, consiste en traer un
continuo cuidado de su alma, y ocuparse en los afectos de una caridad incesante
hacia su Dios. (S. Clemente, sent. 15, lib. 7, Tric. T, 1, p. 125.)"

"Nosotros solemnizamos el día de Pentecostés, y no con menos alegría que la


festividad de la Pascua, porque hemos ayunado el sábado precedente, y celebrado la
vigilia como antes de la Pascua, y con igual gozo, porque como entonces recibimos a
nuestro Señor resucitado, ahora esperamos al Espíritu Santo que baja desde el cielo.
(S. Ambrosio, in Psalm. 109, sent. 53, Tric. T. 4, p. 323.)"

"¿Es necesario culto exterior para formar una religión? Sí: es absolutamente
necesario, y es bien perceptible la prueba de esta verdad. Los sentimientos de
respeto, de reconocimiento y confianza y sumisión a Dios, nacerían con dificultad en
los corazones humanos, y no durarían mucho tiempo si no se emplearan signos
exteriores para excitarlos, conservarlos y difundirlos entre los demás. Lo que no hiere
nuestros sentidos, no hace en nosotros una impresión enérgica y verdadera. Se hace,
pues indispensable para el hombre un culto exterior, signos que expresen lo que
siente, símbolos y ceremonias. Nosotros no podemos testificar a Dios nuestras
afecciones sino por medio de los mismos signos de que nos valemos para hacerlas
conocer a nuestros semejantes. (Bergier., T. 2, p. 854.)"

"El culto exterior del cristianismo, es una profesión muy clara de los dogmas de
nuestra creencia: en todos tiempos ha servido para mostrar a los herejes la
verdadera doctrina de Jesucristo y de los Apóstoles, y para ilustrar, en caso de
necesidad, el verdadero sentido de algunos pasajes de la Sagrada Escritura, sobre los
cuales se disputaba. Así se opusieron a los arrianos los cánticos de los fieles que
atribuían la Divinidad a Jesucristo; a los pelagianos, las oraciónes con que la Iglesia
implora continuamente el auxilio de la Divina gracia; y el Papa Celestino I remite a
estas mismas oraciónes a los que quieran discernir la antigua creencia de la Iglesia.
Lo mismo se hizo contra los protestantes para hacerles ver que se han separado de
la fe primitiva y universal, y se sacó de las antiguas liturgias un argumento contra
ellos, para cuya solución no encontraron sólida respuesta. Así que, no debe
espantarnos el que hubiesen suprimido el apartado de un culto exterior que los
condenaba. (Bergier., ¡bid., p. 857.)"

"Es una lección de moral que recuerda continuamente a los hombres sus deberes
hacia Dios, hacia si mismo y hacia sus semejantes; deberes que se siguen
naturalmente de los dogmas de que acabamos de hablar. En efecto; si Dios es el
único dispensador de los bienes de este mundo, es preciso contentarnos con lo que
nos da, y no envidiar lo que se dignó conceder a los demás. Cuando nos prodiga más
de lo que exigen nuestras necesidades, es justo dar parte de ello a los que viven en
la escasez o en la indigencia; porque es el único árbitro de la vida y de la muerte: no
es lícito atentar contra la vida de nadie..."
"El culto exterior es un vínculo de sociedad que reúne a los pies de los altares, les
inspira sentimiento de fraternidad, mantiene entre ellas la paz y el orden, y
contribuye a la civilización. El culto primitivo formó la sociedad doméstica; el culto
mosaico, la sociedad nacional, y el culto cristiano, la sociedad universal de todos los
pueblos."

"Es un monumento de los hechos que en la continuación de los siglos han servido
para probar la revelación: Así la Pascua y la ofrenda de los primogénitos, recordaban
a los judíos su milagrosa salida de Egipto: la Pentecostés, la publicación de la Ley
sobre el monte Sinaí, etc.: la festividad del Domingo nos asegura la Resurrección de
Jesucristo; y todas las demás del discurso del año celebran los principales sucesos de
su vida prodigiosa, etc. (Bergier., ¡bid., p. 857 y 858.)"

MAGNANIMIDAD

SELECCIÓN DE TEXTOS

«Animarse a grandes cosas»

3445 Cuentan que un día salió al encuentro de Alejandro Magno un pordiosero,


pidiendo una limosna. Alejandro se detuvo y mandó que le hicieran señor de cinco
ciudades. El pobre, confuso y aturdido, exclamó: ¡yo no pedía tanto! Y Alejandro
repuso: tú has pedido como quien eres; yo te doy como quien soy (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 160).

3446 Quiere Su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad
y ningúna confianza de si; y no he visto a ningúna de éstas que quede baja en este
camino; ni ningúna alma cobarde, con amparo de humildad, que en muchos años
adelante lo que estotros en muy pocos. Espántame lo mucho que hace en este
camino animarse a grandes cosas, aunque luego no tenga fuerzas el alma; da un
vuelo y llega a muchos, aunque como avecita que tiene pelo malo, cansa y queda
(SANTA TERESA, Vida, 13, 2).

3447 Quien tiene grandeza de alma, vea lo que viere, y ocurra lo que ocurra, no se
aparta de la fe (SAN BEDA, en Catena Aurea, val. Vl, p. 265).

3448 Padecer necesidad es algo que puede sucederle a cualquiera; saber padecerla
es propio de las almas grandes. E igualmente, ¿quién no puede andar en la
abundancia? Pero saber abundar es propio de los que no se corrompen en la
abundancia (SAN AGUSTÍN, Sobre el bien del matrimonio, 21).

3449 Existe un «orgullo» laudable que consiste en que el alma se haga magnánima,
elevándose en la virtud. Tal elevación consiste en dominar las tristezas y en soportar
las tribulaciones con noble fortaleza; también en el menosprecio de las cosas
terrenas y en el aprecio de las del cielo. Esta grandeza de alma se diferencia de la
arrogancia que nace del orgullo, como se diferencia la fortaleza de un cuerpo sano de
la obesidad del que está hidrópico (SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 303).

3450 Magnanimidad: ánimo grande, alma amplia en la que caben muchos. Es la


fuerza que nos dispone a salir de nosotros mismos, para prepararnos a emprender
obras valiosas, en beneficio de todos. No anida la estrechez en el magnánimo; no
media la cicatería, ni el cálculo egoísta, ni la trapisonda interesada. El magnánimo
dedica sin reservas sus fuerzas a lo que vale la pena; por eso es capaz de entregarse
él mismo. No se conforma con dar: se da. Y logra entender entonces la mayor
muestra de magnanimidad: darse a Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Amigos de Dios,
80).

3451 Tened unos para con otros un corazón grande, con mansedumbre, como lo
tiene Dios para con vosotros (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a S. Policarpo de
Esmirna, 5).

3452 Lo que necesita el cristiano, cuando es odiado por el mundo, no son palabras
persuasivas, sino grandeza de alma (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los
Romanos, 3).

3453 Procurad entender en verdad que Dios no mira tantas menudencias como
vosotras pensáis, y no dejéis encoger vuestra ánima y ánimo, que se podrán perder
muchos bienes. La intención recta y la voluntad determinada de no ofender a Dios,
como tengo dicho. No dejéis arrinconar vuestra alma, porque en lugar de procurar
santidad sacará muchas imperfecciónes que el demonio le pondrá por otras vías; no
aprovechará tanto a si y a las otras como pudiera (SANTA TERESA, Camino
deperfección, 41, 8).

3454 Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano? (Mt 18, 21). No encerró
el Señor el perdón en un número determinado, sino que dio a entender que hay que
perdonar con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 6).

3455 Que no se os haga pequeño el corazón con la impaciencia. (CASIANO,


Colaciones, 16).

3456 Pararse en las pequeñeces del puesto, de la cortesía y del cumplimiento no es


de almas grandes que tienen otras cosas en qué pensar, sino de gente desocupada.
El que puede tener perlas no se carga con conchas, y el que busca la virtud no se
afana por distinciones (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 4).

Magnanimidad y audacia

3457 [...] y tener una santa osadia, que Dios ayuda a los fuertes y no hace acepción
de personas (SANTA TERESA, Camino de perfección, 16, 12).

3458 José de Arimatea y Nicodemus visitan a Jesús ocultamente a la hora normal y a


la hora del triunfo. Pero son valientes declarando ante la autoridad su amor a Cristo
—«audacter»—con audacia, a la hora de la cobardia. —Aprende. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ Camino, n. 841).

3459 Si es que teméis que os llegue a faltar el valor, dirigid vuestros ojos a la cruz
donde murió Jesucristo y veréis cómo no os faltará aliento (SANTO CURA DE ARS,
Sobre el respeto humano).
3460 ¡Oh grandeza de Dios!¡Y cómo mostráis vuestro poder en dar osadia a una
hormiga! ¡Y cómo, Señor mio, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que os
aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad! Como nunca nos determinamos,
sino llenos de mil temores y prudencias humanas, así , Dios mio, no obráis Vos
vuestras maravillas y grandezas. ¿Quién más amigo de dar, si tuviese a quién, ni de
recibir servicios a su costa? (SANTA TERESA, Fundaciones, 2, 7).

3461 No hagas caso.—Siempre los «prudentes” han llamado locuras a las obras de
Dios.

—¡Adelante, audacia! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,n. 479).

3462 Todo os es posible con la gracia de Dios. Acudid a El a buscar la voluntad y la


fuerza para hacer aquello para lo que El os llama. Nunca abandona a quien le busca
(CARD.J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de la
gracia).

3463 Es inútil lamentarse de que los tiempos son malos. Como ya escribía San Pablo,
hay que vencer el mal haciendo el bien (cfr. Rom 12, 21). El mundo estima y respeta
la valentia de las ideas y la fuerza de la virtud. No tengáis miedo de rechazar
palabras, gestos y actitudes no conformes con los ideales cristianos. Sed valientes
para oponeros a todo lo que destruye vuestra inocencia o desflora la lozanía de
vuestro amor a Cristo. (JUAN PABLO II, Aloc. 8-XI-1978).

MANSEDUMBRE

Citas de la Sagrada Escritura

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Mt 5, 4.

Aprended de Mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para
vuestras almas. Mt 11, 29.

Al siervo de Dios no le conviene el altercar, sino ser manso con todos. 2 Tim 2, 24.

Amonéstales que no sean pendencieros, sino modestos, dando pruebas de


mansedumbre con todos los hombres. Tit 3, 1-2.

Los frutos del Espíritu Santo son: caridad... mansedumbre... Gal 5, 22-23.

(Jesucristo), un Rey lleno de mansedumbre: Mt 21, 5.

Consejos de mansedumbre: Mt 5, 38-42; Lc 6, 27-30; EJ4, 31-32; Col 3, 12-15; 1 Pdr


3, 8-9.

Es una forma de la caridad: / Cor 13, 4-7.

Bendecid a los que os persiguen, bendecidlos y no los maldigáis. Rom 12, 14.

La falsa masedumbre de los hipócritas: Rom 16, 18.

Estemos siempre dispuestos a responder con dulzura y respeto a quien nos pida
razón de la esperanza en que vivimos. I Pdr 3, 15.

Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales, corregidle con
espíritu de mansedumbre [...]. Cal 6, 1.

Así, pues, os exhorto yo, preso en el Señor, a andar de una manera digna de la
vocación con que fuisíeis llamados. Ef 4, 1.

Inclina al pobre tu oído y con mansedumbre respóndele palabras amables. Eclo 4, 8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Mansedumbre, caridad y fortaleza

3464 Te recomiendo la mansa y sincera cortesía que, sin molestar a nadie, a todos
obliga; que busca el amor con preferencia al honor; que no se divierte nunca a
expensas de otra persona, ni zahiere, ni rechaza, ni es rechazada, a no ser alguna
vez por excepción. (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta 8-XII-1616, I.c., p. 839).

3465 Los justos también suelen algunas veces indignarse con ra- zón contra los
pecadores. Mas una cosa es lo que se hace movidos por la soberbia, y otra lo que se
verifica por celo del bien: se indignan sin indignarse, desesperan sin desesperar,
mueven persecución pero amando; porque, aunque exteriormente parecen extremar
la represensión para corregir, interiormente conservan la dulzura en virtud de la
caridad. En su corazón prefieren las más veces a aquellos mismos a quienes
corrigen, y tienen como mejores a aquellos a quienes juzgan (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

3466 Quien lleva en sus ojos la viga de la indignación, ¿podrá observar serenamente
la paja en el ojo de su hermano? (CASIANO, Instituciones, 8).

3467 Ser manso y humilde es la mejor custodia de la caridad (SAN AGUSTÍN, Coment.
Epístola a los Gálatas).

3468 Es necesario persuadirse de que no está permitido encolerizarse bajo ningún


pretexto (CASIANO, Colaciones, 16).

3469 El que está en paz no piensa mal de nadie. En cambio, el descontento e


inquieto es atormentado por muchas sospechas; ni descansa él ni deja descansar a
los demás (Imitación de Cristo, II, 2-3).

3470 El Señor conoce más que nadie la naturaleza de las cosas: él sabe que la
violencia no se vence con la violencia, sino con la mansedumbre (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 33).

3471 Bienaventurados los mansos porque ellos en la guerra de este mundo están
amparados del demonio y los golpes de las persecuciones del mundo. Son como
vasos de vidrio cubiertos de paja o heno, y que así no se quiebran al recibir golpes.
La mansedumbre les es como escudo muy fuerte en que se estrellan y rompen los
golpes de las agudas saetas de la ira. Van vestidos con vestidura de algodón muy
suave que les defiende sin molestar a nadie. (F. DE OSUNA, Tercer abecedario
espiritual, III, 4).

En el trato con los demás

3472 Conviene no forjarnos ilusiones. La paz de nuestro espíritu no depende del buen
carácter y benevolencia de los demás. Ese carácter bueno y esa benignidad de
nuestros prójimos no están sometidos en modo alguno a nuestro poder y a nuestro
arbitrio. Esto seria absurdo. La tranquilidad de nuestro corazón depende de nosotros
mismos. El evitar los efectos ridículos de la ira debe estar en nosotros y no
supeditarlo a la manera de ser de los demás. El poder superar la cólera no ha de
depender de la perfección ajena, sino de nuestra virtud (CASIANO, Instituciones, 8).

3473 Bienaventurados son los mansos porque tienen la virtud del imán, que atrae el
hierro con atracción natural. No hay manera mejor de atraer y ablandar la dureza de
los corazones ásperos que con la mansedumbre, como se lee del manso David, (cfr. 1
Sam 24, 17-18), que muchas veces ablandó el corazón de su gran enemigo Saúl e
incluso le hizo llorar y le acercó a él con su misericordia. F. DE OSUNA, Tercer
abecedario espiritual, III, 4).

3474 Era su labor profesiónal (de S. José) una ocupación orientada hacia el servicio,
para hacer agradable la vida a las demás familias de la aldea, y acompañada de una
sonrisa,de una palabra amable, de un comentario dicho como de pasada, pero que
devuelve la fe y la alegría a quien está a punto de perderlas (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 51).

3475 No juzguéis y no seréis juzgados (Mt 7, 1). Al decir esto, no descarta el


discernimiento y la sabiduría; lo que él llama juicio es una condenación demasiado
severa (ASTERIO DE AMASES, Hom. 13; PG 40, 355).

MILAGROS

Citas de la Sagrada Escritura

1. Finalidad de los milagros


El fin principal de los milagros de Nuestro Señor fue demostrar su misión divina y la
verdad de su doctrina: Jn 14, 21; 15, 24.

Para probar que puede perdonar los pecados cura a un paralitico:Mt 9,ó;Mc 11, 10-
11;Lc 5,24.

Realiza varias curaciones en día de sábado para probar que es dueño aun del
sábado: Mt 12, 8-13.

La liberación de los poseidos muestra que Nuestro Señor tiene poder de echar fuera
al demonio, «príncipe de este mundo»: Jn 7, 31.

La multiplicación de los panes prepara la doctrina del Pan de Vida: Jn 12, 1-48.

Resucita a los muertos porque El es la resurrección y la vida: Jn 11, 25.

Todos los milagros, en fin, demuestran la compasión y la inmensa bondad de Nuestro


Señor: Mt 15, 32; Mc 7, 34; 8, 2.

Nuestro Señor, en su bondad, cura hasta enfermos que no se lo piden: Lc 7, 13-15; Jn


5, 6.

Así hace el milagro de las bodas de Caná, que no es, aparte de su significado místico,
sino un acto de gran bondad: Jn 2, 3.

2. Milagros operados sobre cosas,

animales, plantas o elementos

Transformación en Caná del agua en vino: Jn 2, 1-11.

Dos pescas milagrosas: Lc 5, 1-11; Jn 21, 1-13.

La tempestad calmada: Mt 8, 23-27; Mc 14, 35-40; Lc 8, 22-25.

El andar sobre las aguas: Mt 14, 25-31; Mc 6, 48; Jn 6, 19.

La moneda encontrada en la boca del pez: Mt 17, 23-26.

La higuera seca: Mt 21, 18-19; Mc 11, 12-14; 19-21.

Las dos multiplicaciones de panes: Mt 14, 15-21; 15, 32-39; Mc 6, 30-44; 8, 1-10; Lc
11, 10-17; Jn 6, 1-13.

3. Curaciones

Los Evangelistas hablan muchas veces de milagrosas curaciones obradas por Nuestro
Señor: Mt 4, 23; 8, 16-17; 12, 15; 15, 30-31; Mc 1, 32-34; 3, 10-12; Lc4, 40-41; 5, 17;
6, 18-19; 9, 11.

Los Evangelistas hablan particularmente de la curación de personas a un tiempo


enfermas y poseídas: Mt 8, 28-34; 9, 32-33; 12, 22; 17, 14-20; Mc 1, 23-37; 5, 1-20;
9, 13-28; Lc 8, 26-39; 9, 37-44: 11, 14.

Ciegos: Mt 9, 27-31; 20, 29-34; Mc 8, 22-26; 10, 46-52; Lc 18, 3543; Jn 9, 1-38.
Leprosos: Mt 8, 2-4; Mc 1, 4045; Lc 5, 12-15; 18, 11-19.

Paralíticos: Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26; Jn 5, 1-14.

Un hidrópico: Lc 14, 1-6.

Una mujer que tenía flujo de sangre: Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-34; Lc 8, 43-48.

El hombre de la mano seca: Mt 12, 9-13; Mc 3, 1-5; Lc 6, 6-10.

La mujer encorvada: Lc 13, 11-13.

El herido: Lc 22, 40-51.

Y otras enfermedades: Mt 8, 5-13; 15,21-28;Mc1,29-31;7,2430; Lc 4, 38-39; 7, 1-10;


Jn 4, 4654.

Ordinariamente Nuestro Señor curaba con una sola palabra: Mt 9, 6-7; Mc 5, 33-34.

Otras veces empleaba ciertas acciones: Mt 7, 33; Jn 9, 6.

O tocaba al enfermo: Mt 8, 3, 15;9,29; 17,7;20,34;Mc1,41;7, 33; Lc 4, 40; 5, 13.

Otras veces hacía algunas recomendaciones: Lc 5, 14; Jn 9, 7.

Curaciones obradas a distancia: Mt 8, 13; 15, 28; Jn 4, 46-54.

Curaciones conseguidas por enfermos e inválidos que tocan a Nuestro Señor: Mt9,
20-21; 14, 36; Mc 3, 10; 5, 27-34; 6, 56; Lc 6, 19; 8, 44-47.

Nuestro Señor da a sus discipulos el poder de realizar curaciones sobrenaturales: Mt


10, 1; Mc 16, 18; Lc 9, 1; 10, 9.

4. Resurrecciones.

Los Evangelistas no cuentan más que tres:

— la del hijo de la viuda de Naim: Lc 7, 11- 17.

— la de la hija de Jairo: Mt 9,

18-26; Mc 5, 22-33; Lc 8, 40-56.

— La de Lázaro: Jn 11, 1-45.

Es probable que Nuestro Señor hiciera muchas otras resurrecciones, según puede
deducirse de las palabras que dirigió a los enviados de Juan Bautista: «Los muertos
resucitan»: Mt 11, 5; Lc 7, 22.

5. Milagros obrados por causa de

Nuestro Señor

Apariciones de Ángeles, en diversas épocas de la vida de Nuestro Señor: Mt 1, 20; 2,


13 y 19; 28, 2-5; Mc 1, 13; Lc 1, 26-38; 2, 9-10; 1315; 22, 43; 24, 23; Jn 20, 12.

La estrella de los Magos: Mt 2, 2.

La voz del Padre en el Bautismo de Nuestro Señor: Mt 3, 17; Mc 1, 11; Lc 3, 22.

La transfiguración: Mt 17, 1-3; Mc 9, 1-16; Lc 9, 28-35.

La voz de Dios Padre en el Templo: Jn 12, 28.

Aparición del Espíritu Santo bajo la forma de una paloma: Mt 3, 16;Mcl, lO;Lc3,22;Jn
1,32.

Aparición de Elias y de Moisés: Mt 17, 3; Mc 9, 3; Lc 9, 30.

Las tinieblas en la muerte de Nuestro Señor: Mt 27, 45; Mc 15, 33; Lc 23, 44-45.

El velo del Templo que se rasga: Mt 27, 51; Mc 15, 38; Lc 23, 45.

El temblor de tierra y las piedras que se parten: Mt 27, 51.

La resurrección y la aparición de numerosos muertos: Mt 27, 52-53.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Manifestación del poder de Dios

3476 Nadie tiene poder sobre la naturaleza sino Aquel que la hizo. Nadie puede obrar
un milagro sino Dios. Si surgen milagros tenemos una prueba de que Dios está
presente [...]. Es la llamada que El hace a nuestra atención. De esta manera nos
recuerda que es el Creador. Sólo quien hizo puede deshacer. Quien construyó puede
destruir. Quien dio a la Naturaleza sus leyes puede cambiarlas. (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifania).

3477 Como el hombre se hace a todo y las cosas a que se acostumbra le producen
menos o ningúna impresión, se reservó Dios en su misericordia realizar algunas
cosas fuera del curso y orden acostumbrados de la naturaleza, a fin de que los
hombres, ante quienes habían perdido valor los acontecimientos cotidianos, sintiesen
admiración al ver, no cosas mayores, sino hechos más insólitos. Pues más admirable
es, por ejemplo, el gobierno de todo el mundo que saciar con cinco panes el hambre
de cinco mil hombres, aunque nadie admire lo primero y todos se maravillen de lo
segundo, no por ser esto más estupendo, sino más raro (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang.
S. Juan, 24).

3478 ¿Por qué creéis en la resurrección de nuestra carne? Lo creéis porque nada hay
demasiado difícil para Dios; porque por más maravillosa que pueda ser una cosa, El
puede hacerla. ¿Por qué creéis que los santos oyen nuestras plegarias? Porque nada
es demasiado difícil para el Señor.

Esto se aplica especialmente al gran milagro del altar. ¿Por qué creéis que el
sacerdote transforma el pan en el Cuerpo de Cristo? Porque Dios es omnipotente y
nada es demasiado difícil para El. Y aún más, sabéis también, como he dicho, que los
milagros son los signos y señales de la presencia de Dios. Pues si El está presente en
la Iglesia católica, es natural esperar que hará algunos milagros, y si no los hiciera
estaríamos casi tentados de creer que habia abandonado a su Iglesia (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo I V después de Epifania).

Ayudas a la fe

3479 Aunque el Señor realizó muchos milagros, no todos se escribieron. Como


atestigua el mismo evangelista Juan, Cristo dijo e hizo innumerables cosas que no se
escribieron (cfr. Jn 20, 30). Se eligieron para escribirse las que parecian bastar para
la salvación de los creyentes (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 49).

3480 Quien ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación, no
sólo haría una necedad, sino que haria agravio a Dios no poniendo los ojos
totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (SAN JUAN DE LA CRUZ,
Subida del monte Carmelo, 1, 2, cap. 22, no. 3-4).

3481 Los milagros fueron precisos al principio para confirmar con ellos la fe. Pero,
una vez que la fe de la Iglesia está confirmada, los milagros no son necesarios (SAN
JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos).

También hay se realizan milagros

3482 El cristiano sabe que Dios hace milagros: que los realizó hace siglos, que los
continuó haciendo después y que los sigue haciendo ahora, porque non est
abbreviata manas Domini (Is 59, D, no ha disminuido el poder de Dios.

Pero los milagros son una manifestación de la omnipotencia salvadora de Dios,y no


un expediente para resolver las consecuencias de la ineptitud o para facilitar nuestra
comodidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 50).

3483 Hizo allí (en Nazareth) algunos milagros (Mc 6, I ss.) para que no pudieran
excusarse del todo; pero hace todos los dias mayores milagros en medio de los
hombres, no tanto por la salud de los cuerpos como por la de las almas (SAN BEDA,
en Catena Aurea, vol. IV, p. 138).

3484 Y si no vieren lo que ahora hay, no lo echen a los tiempos; que para hacer Dios
grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo (SANTA TERESA,
Fundaciones, 4, 5).

3485 Este demonio, según San Mateo, no sólo era mudo, sino también ciego. Luego
hizo tres milagros en un solo hombre: siendo ciego ve, siendo mudo habla, estando
poseído por el demonio, queda libre. Esto se verifica todos los dias en la conversión
de los creyentes: primeramente, expulsando el demonio, ven la luz de la fe, y
después se desatan en alabanzas al Señor aquellas bocas que antes eran mudas
(SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, pp. 23-24).

3486 Si dijeras que nadie ha visto milagros, te respondo: Es sabido que el mundo
entero daba culto a los ídolos y perseguia la fe de Cristo, según narran hasta los
mismos historiadores paganos; pero ahora se han convertido a Cristo todos, sabios,
nobles, ricos, poderosos y grandes, ante la predicación de unos sencillos, pobres y
escasos predicadores de Cristo. O se ha realizado esto con milagros, o sin ellos. Si
con milagros, ya tienes la respuesta. Si sin ellos, diré que no pudo darse milagro
mayor que éste de que el mundo entero se convirtiese sin milagros. No necesitamos
más (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 33).

3487 (Los judíos), queriendo imitar a Dios, no hacían nada en sábado, como si Dios
en este día hubiera dejado de actuar en absoluto. Es verdad que en sábado descansó
de la creación de nuevas criaturas, pero siempre y de forma continua actúa,
conservándolas en el ser [...]. Dios es causa de todas las cosas en el sentido de que
también las hace subsistir; porque si en un momento dado se interrumpiera su poder,
al instante dejarían de existir todas las cosas que la naturaleza contiene (SANTO
TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 5, 16).

Nuestro milagro diario

3488 El milagro que os pide el Señor es la perseverancia en vuestra vocación


cristiana y divina, la santificación del trabajo de cada dia: el milagro de convertir la
prosa diaria en endecasílabos, en verso heroico, por el amor que ponéis en vuestra
ocupación habitual. Ahi os espera Dios, de tal manera que seáis almas con sentido de
responsabilidad, con afán apostólico, con competencia profesiónal (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 50).

MISA

Citas de la Sagrada Escritura

Tomad y comed: éste es mi cuerpo que por vosotros será entregado: haced esto en
memoria mía [...]. Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre: haced esto en
memoria mia. I Cor 11, 24-25; Lc22, 19-20.

El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?, y


el pan que partimos, ¿no es la participación del cuerpo del Señor? [...]. Los que
comen las victimas, ¿no tienen parte en el altar (o sacrificio)? No podéis, pues, beber
el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios; no podéis tener parte en la mesa del
Señor y en la mesa de los demonios. I Cor 10, 1621.

Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz anunciaréis la muerte
del Señor hasta que venga. I Cor 11, 26.

Desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en todo
lugar ha de ofrecerse a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues
grande es mi nombre entre las gentes, dice Yahvé de los ejércitos. Pero vosotros lo
profanáis, diciendo: La mesa de Yahvé es inmunda, y despreciables sus alimentos. Y
aún decís: ¡Oh, qué fastidio!, y lo despreciáis, dice Yahvé de los ejércitos, y of recéis
lo robado, lo cojo, lo enfermo; lo presentáis como ofrenda. ¿Voy a complacerme yo
aceptándolo de vuestras manos? Mal 1, 11-13.

Que ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión
de los pecados, Mt 26, 28.
Y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios
Altísimo, bendijo a Abraham diciendo: «Bendito Abrabam del Dios Altísimo, el dueño
de los cielos y tierra» Gen 14, 18-19.

Sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de sus días sin fin de su vida, se
asemeja en eso al Hijo de Dios, que es sacerdote para siempre. Heb 7, 3.

Habiendo ofrecido en los dias de su vida mortal oraciónes y súplicas con poderosos
clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado
por su reverencial temor. Y aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la
obediencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de
salud eterna. Heb 5, 7-9.

Pero éste (Cristo Sacerdote), por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio perpetuo. Y es, por tanto, perfecto su poder de salvar a los que por El se
acercan a Dios y siempre vive para interceder por ellos. Heb 7, 24-25.

Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros


cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios; éste es vuestro culto racional. Rom 12,
1.

Mas yo por la misma Ley he muerto a la Ley, por vivir para Dios; estoy crucificado
con Cristo. Gal 2, 19.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Sacrificio incruento de la cruz

3489 Si alguien dijese que el sacrificio de la Misa es solamente de alabanza y de


acción de gracias, o una simple conmemoración del sacrificio consumado en la cruz,
y que no es (un sacrificio) propiciatorio, o bien que aprovecha sólo a quien comulga,
o que no se debe ofrecer por vivos y difuntos, por los pecados, las penas, las
satisfacciones y otras necesidades, sea anatema (CONCILIO DE TRENTO, Denz. Sch.,
1753).

3490 La oblación es la misma, cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es la


misma que Cristo confió a sus discipulos, y que ahora realizan los sacerdotes; ésta no
es, en realidad, menor que aquélla, porque no son los hombres quienes la hacen
santa, sino Aquel que la santificó. Porque así como las palabras que Dios pronunció
son las mismas que el sacerdote dice ahora, así la oblación es la misma (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epístola 2 a Timoteo).

3491 La Iglesia no cesa jamás de revivir su muerte en Cruz y su Resurrección, que


constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia. En efecto, por mandato del
mismo Cristo, su Maestro, la Iglesia celebra incesantemente la Eucaristía,
encontrando en ella la «fuente de la vida y de la santidad» (cfr. Letanías del Sgdo.
Corazón), el signo eficaz de la gracia y de la reconciliación con Dios, la prenda de la
vida eterna (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis, 11, 7).

3492 Gracias a la transustanciación del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre de


Cristo, así como está realmente presente su Cuerpo, también lo está su Sangre; y de
esa manera las especies eucarísticas, bajo las cuales se halla presente, simbolizan la
cruenta separación del Cuerpo y de la Sangre. De este modo, la conmemoración de
su muerte que realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los
sacrificios del altar, ya que por medio de señales diversas se significa y se muestra
Jesucristo en estado de victima (Pío XII, Enc. Mediator Dei).

3493 [...] toda Misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no es
acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual, en el sacrificio que
ofrece, aprende a of recerse a si misma como sacrificio universal, y aplica a la
salvación del mundo entero la única e infinita virtud redentora del sacrificio de la
Cruz (PABLO Vl, Mysterium Fidei, 3-9-1965, n. 4).

3494 El sacerdote habla en las oraciónes de la Misa en nombre de la Iglesia, en cuya


unidad está. Mas en la consagración habla en nombre de Cristo, cuyas veces hace
por la potestad de orden (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 82, a. 7 ad 3).

3495 La Misa [...] es acción divina, trinitaria, no humana. E1 sacerdote que celebra
sirve al designio del Señor, prestando su cuerpo y su voz; pero no obra en nombre
propio, sino in persona et in nomine Christi, en la Persona de Cristo, y en nombre de
Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 86).

Santa Misa y redención del mundo. Eficacia de la Santa Misa

3496 Cada Misa que se celebra se ofrece no sólo por la salvación de algunos, sino
también por la salvación de todo el mundo (PABLO VI, Mysterium fidei, 3-9-1965, n.
4).

3497 La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el


sacrificio de la Cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido
inmolado (I Cor 5, 7) (CONC VAT. Il, Const. Lumen gentium, 3).

3498 Cuando celebro la Santa Misa con la sola participación del que me ayuda,
también hay allí pueblo. Siento junto a mi a todos los católicos, a todos los creyentes
y también a los que no creen. Están presentes todas las criaturas de Dios —la tierra y
el cielo y el mar, y los animales y las plantas—, dando gloria al Señor la Creación
entera (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-41973).

3499 La santa Misa alegra toda la corte celestial, alivia a las pobres ánimas del
purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones, y da más gloria a Dios
que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los
solitarios, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y
que todo lo que hagan hasta el fin de los siglos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
la Santa Misa).

Jesucristo, Sacerdote y Victima

3500 El sacerdote es un representante del Sacerdote eterno, Jesucristo, que al


mismo tiempo es la Víctima (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 85).

3501 Cristo es a la vez la victima y pontifice. Pues el que ofrece el sacrificio al Padre
en el altar de la cruz es el mismo que ofrece su propio cuerpo como victima
(ORÍGENES, Hom. sobre el Génesis, 8).

3502 Jesucristo en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para si, al
of recer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre del género
humano. Igualmente, El es victima, pero para nosotros, al ofrecerse a si mismo en
vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del Apóstol: tened en vuestros
corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige a todos los
cristianos que reproduzcan en si, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento
que tenia el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio, es decir, que imiten su
humildad y eleven a la suma Majestad de Dios la adoración, el honor, la alabanza y la
acción de gracias. Exige, además, que de alguna manera adopten la condición de
victima, abnegándose a si mismos según los preceptos del Evangelio, entregándose
voluntaria y gustosamente a la penitencia detestando y confesando cada uno sus
propios pecados [...] (Pío XII, Enc. Mediator Dei, 22).

3503 No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el cuerpo y sangre de


Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de
Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de Dios. Esto es mi
cuerpo, dice. Y esta palabra transforma las cosas of recidas (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Homilía sobre la traición de Judas, 1).

Sacramento de la unidad

3504 Esto es lo admirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los que
están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente
separados (SAN ATANASIO, Carta 5).

3505 El día llamado del sol nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos
en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los
escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite. Después, cuando ha
acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras, en la medida
que el tiempo lo permite [...] Luego, nos ponemos todos de pie y elevamos nuestras
preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos terminado las preces se trae pan,
vino y agua; entonces, el que preside eleva fervientemente oraciónes y acciones de
gracias, y el pueblo clama: Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y
comunicación, a cada uno de los presentes, de los dones sobre los cuales se ha
pronunciado la acción de gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes (SAN
JUSTINO, Apología 1. a, 66-67).

3506 [...] la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, está
representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico (CONC VAT 11,
Const. Lumen gentium, n. 3)

Preparación y acción de gracias

3507 ¿Estáis allí con las mismas disposiciones que la Virgen Santísima estaba en el
Calvario, tratándose de la presencia de un mismo Dios y de la consumación de igual
sacrificio? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).

3508 Reunidos cada domingo, partid el pan y dad gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro (Doctrina de los
doce apóstoles, cap. 9)

3509 La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con el que en
sus entrañas tiene, y aprovéchese de El, no de otra manera de como cuando acá
vivía fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más quieto
tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual tiempo no
se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no nos constriñese (
..) (SAN JUAN DE AVILA, Carta 5).
3505 El día llamado del sol nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos
en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los
escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite. Después, cuando ha
acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras, en la medida
que el tiempo lo permite [...] Luego, nos ponemos todos de pie y elevamos nuestras
preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos terminado las preces se trae pan,
vino y agua;entonces, el que preside eleva fervientemente oraciónes y acciones de
gracias, y el pueblo clama: Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y
comunicación, a cada uno de los presentes, de los dones sobre los cuales se ha
pronunciado la acción de gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes (SAN
JUSTINO, Apología 1. a, 66-67).

3506 [...] la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, está
representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico (CONC. VAT II, Const.
Lumen gentium,

Preparación y acción de gracias

3507 ¿Estáis allí con las mismas disposiciones que la Virgen Santísima estaba en el
Calvario, tratándose de la presencia de un mismo Dios y de la consumación de igual
sacrificio? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).

3508 Reunidos cada domingo, partid el pan y dad gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro (Doctrina de los
doce apóstoles, cap. 9)

3509 La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con el que en
sus entrañas tiene, y aprovéchese de El,no de otra manera de como cuando acá vivía
fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más quieto
tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual tiempo no
se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no nos constriñese
[...] (SAN JUAN DE AVILA, Carta 5).

3510 A la celebración ha de seguir la acción de gracias [...]. ¡Cuántos libros de


piedad exhortan e inculcan la acción de gracias después de la Misa; pero, ¿cuántos
son los sacerdotes que la dan? [...] La acción de gracias después de la Misa no habría
de terminar sino con el día [...]. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar
con Dios y de hacerse con tesoros celestiales de gracias [...] (SAN ALFONSO Mª DE
LIGORIO, Misa y of icio atropellados, 1. c., pp. 422-423).

3511 La unión espiritual con Cristo, a la que se ordena el mismo sacramento, no se


ha de procurar únicamente en el tiempo de la celebración eucarística, sino que ha de
extenderse a toda la vida cristiana, de modo que los fieles cristianos, contemplando
asiduamente en la fe el don recibido y guiados por el Espíritu Santo, vivan su vida
ordinaria en acción de gracias y produzcan frutos más abundantes de caridad. Para
que puedan continuar más fácilmente en esta acción de gracias, que de un modo
eminente se da a Dios en la Misa, se recomienda a los que han sido alimentados con
la sagrada comunión que permanezcan algún tiempo en oración (PABLO VI,
Eucharisticum mysterium, n. 38).

3512 No saldréis de la iglesia al momento de terminar la santa Misa, sino que os


aguardaréis algunos instantes para pedir al Señor fortaleza en cumplir vuestros
propósitos [... (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).
Los ángeles, presentes en el Sacrificio eucarístico

3513 De la misma manera que vemos cómo los ángeles se encuentran rodeando el
cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer también que se encuentran
haciendo la corte en la Consagración (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 529).

3514 Allí están presentes muchos ángeles [...], para venerar este santo misterio; y
así , estando nosotros con ellos y con la misma intención, es preciso que con tal
compañía recibamos muchas influencias propicias. En esta acción divina se vienen a
unir a nuestro Señor los corazones de la Iglesia triunfante y los de la Iglesia militante,
para prendar con El, en El y por El el corazón de Dios Padre, y apoderarse de toda su
misericordia (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II, 14).

3515 El santo abad Nilo nos refiere que su maestro San Juan CRISÓSTOMO le dijo un
día confidencialmente que, durante lá santa Misa, veía a una multitud de ángeles
bajando del cielo para adorar a Jesús sobre el altar, mientras muchos de ellos
recorrían la iglesia para inspirar a los fieles el respeto y amor que debemos sentir por
Jesucristo presente sobre el altar. ¡Momento precioso, momento feliz para nosotros,
aquel en que Jesús está presente sobre nuestros altares! ¡Ay!, si los padres y las
madres comprendiesen bien esto y supiesen aprovechar esta doctrina, sus hijos no
serían tan miserables ni se alejarían tanto de los caminos que al cielo conducen.
¡Dios mío, cuántos pobres junto a un tan gran tesoro! (SANTo CURA DE ARS, Sermón
sobre la Santa Misa).

«Centro y raíz» de la vida cristiana

3516 La Santa Misa nos sitúa de ese modo ante los misterios primordiales de la fe,
porque es la donación misma de la Trinidad a la Iglesia. Así se entiende que la Misa
sea el centro y la raíz de la vida espiritual del cristiano. Es el fin de todos los
sacramentos (cfr. SANTO TOMÁS, Suma Teológica 3, q. 65 a. 3). En la Misa se
encamina hacia su plenitud la vida de la gracia, que fue depositada en nosotros por
el Bautismo, y que crece, fortalecida por la Confirmación (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 87).

La Santa Misa en la vida del sacerdote

3517 La devota y sincera celebración de la Santa Misa—que se recomienda


vivamente sea cotidiana—lleva el alma del sacerdote a penetrar vitalmente en el
sentido profundo de su existencia: que es sacrificio y comunión, vida plenamente
consagrada al Padre y plenamente enviada, donada, comunicada al mundo y a los
hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 63).

3518 En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su


principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención, y, por
ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual, aunque
pueda no haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo y de la
Iglesia. Así , al unirse los presbíteros al acto de Cristo sacerdote, se ofrecen
diariamente por entero a Dios y, al alimentarse del cuerpo de Cristo, participan de
corazón la caridad de Aquel que se da en manjar a los fieles (CONC. VAT. II, Decr.
Presbyterorum Ordinis, 13).

3519 Para satisfacer esta exigencia de unión con Dios y de entrega a los hombres, el
sacerdote encuentra el centro y raíz de toda su vida en el Sacrificio Eucarístico,
donde en unión con Jesucristo, se ofrece enteramente a Dios en sacrificio de
adoración, para llenarse a su vez de la caridad de Cristo pro mundi vita (Jn 6, 52) (A.
DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 54).

3520 Todos los afectos y las necesidades del corazón del cristiano encuentran, en la
Santa Misa, el mejor cauce: el que, por Cristo, llega al Padre, en el Espíritu Santo. El
sacerdote debe poner especial empeño en que todos lo sepan y lo vivan. No hay
actividad alguna que pueda anteponerse, ordinariamente, a ésta de enseñar y hacer
amar y venerar a la Sagrada Eucaristía (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote
para la eternidad, 13-4-1973).

Atención y participación en la Misa

3521 ¡Cuántas almas saldrían del pecado, si tuviesen la suerte de oír la Santa Misa
en buenas disposiciones! No nos extrañe, pues, que el demonio procure en ese
tiempo sugerirnos tantos pensamientos ajenos a la devoción (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la Santa Misa).

3522 Conviene, pues, venerables hermanos, que todos los fieles se den cuenta de
que su principal deber y mayor dignidad consiste en la participación en el sacrificio
eucarístico (Pío XII, Enc. Mediator Dei, n. 22).

3523 La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este
misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien
a través de los ritos y oraciónes, participen consciente, piadosa y activamente en la
acción sagrada (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 48).

3524 Es menester que el rito externo del sacrificio, por su misma naturaleza,
manifieste el culto interno; y el sacrificio de la nueva ley significa aquel supremo
acatamiento con que el mismo oferente principal, que es Cristo, y por El todos sus
miembros místicos, honran y veneran a Dios con el debido honor (Pío XII, Enc.
Mediator Dei).

Vivir la Misa a lo largo del día

3525 Encontramos en el libro de los Proverbios: si te sientas a comer en la mesa de


un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon la mano en ello pensando
que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta mesa de tal señor no es otra
que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel que dio su vida por
nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con humildad. Mirar con
atención lo que nos ponen delante equivale a tomar conciencia de la grandeza de
este don. Y poner la mano en ello pensando que luego tendremos que preparar algo
semejante, significa que así como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros
debemos dar la vida por los hermanos (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 84).

3526 Después de haber participado en la Misa, cada uno ha de ser solicito en hacer
buenas obras, en agradar a Dios y vivir rectamente, entregado a la Iglesia,
practicando lo que ha aprendido y progresando en el servicio de Dios, trabajando por
impregnar al mundo del espíritu cristiano y también constituyéndose en testigo de
Cristo en toda circunstancia y en el corazón mismo de la convivencia humana (PABLO
VI, Eucharisticum mysterium,n. 13).

La oración de petición en la Santa Misa

3527 No hay momento tan precioso para pedir a Dios nuestra conversión como el de
la Santa Misa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
3528 El Sacrificio del Calvario es una muestra infinita de la generosidad de Cristo.
Nosotros—cada uno—somos siempre muy interesados; pero a Dios Nuestro Señor no
le importa que, en la Santa Misa, pongamos delante de El todas nuestras
necesidades. ¿Quién no tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad... Señor, esta
tristeza... Señor, aquella humillación que no sé soportar por tu amor... Queremos el
bien, la felicidad y la alegría de las personas de nuestra casa; nos oprime el corazón
la suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de justicia; de los que
experimentan la amargura de la soledad; de los que, al término de sus dias, no
reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.

Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la que queremos poner
remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de que las almas se pierdan
para toda la eternidad. Llevar a los hombres a la gloria eterna en el amor de Dios:
ésa es nuestra aspiración fundamental al celebrar la Misa, como fue la de Cristo al
entregar su vida en el Calvario (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote para la
eternidad, 13-4-1973).

La Virgen y la Santa Misa

3529 ¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio sin recordar e invocar a la Madre
del Soberano Sacerdote y de la Victima? Nuestra Señora ha participado muy
intimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre, para que esté
ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el
Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz
asistia a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a si
misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcámonos a Jesús por medio de
Nuestra Señora (P. BERNADOT, La Virgen en mi vida, p. 233).

MISERICORDIA

Citas de la Sagrada Escritura

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. Lc 6, 36.

Sed más bien unos para otros bondadosos, compasivos, y perdonaos los unos a los
otros, como Dios os ha perdonado en Cristo. Ef 4, 32.

Si abundares en bienes haz de ellos limosna, y si éstos fuesen escasos, según sea tu
escasez, no temas hacerla. Tob 4, 8.

Nunca dejará de haber pobres en la tierra, por eso te doy este mandamiento: abrirás
tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra. Dt 15, 11.

Libra al que es llevado a la muerte, al que está en peligro de muerte, reténlo. Prov
24, 11.
Según tus posibilidades socorre al prójimo [...] Eclo 29, 27.

Asi habla Yahvé de los ejércitos; juzgad conforme a la verdad, practicad la piedad y
la misericordia hacia vuestro prójimo. Zac 7, 9.

¿No convenia, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti?
Mt 18, 33.

No le digas al prójimo: Vete y vuelve, mañana te lo daré... Prov 3, 28.

El que maltrata al pobre injuria a su Hacedor; quien tiene piedad del pobre le honra.
Prov 14, 31.

Y yo os digo: con las riquezas injustas haceos amigos, para que, cuando éstas falten,
os reciban en los eternos tabernáculos. Lc 16, 9.

El que tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le cierra sus
entrañas, ¿cómo la caridad de Dios permanece en él? I Jn 3, 17.

Por amor de la ley acoge al pobre y en su necesidad no le despidas de vacío. Eclo 29,
12.

Bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el desvalido, en el día malo le


librará Yahvé. Sal 40, 2.

Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad, átatelas al cuello, escríbelas en


tu corazón y hallarás favor y dignidad ante Dios y ante los hombres. Prov 3, 3.

Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, preparado para
el diablo y para sus ángeles; porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed
y no me disteis de beber. Mt 25, 41-42.

El misericordioso se hace bien a si mismo, el de corazón duro a si mismo se perj


udica. Pro v I I, 17.

Es un buen regalo la limosna en la presencia del Altísimo para todos los que la hacen.
Tob 4, 11.

Encierrá la limosna en tus arcas, y te librará de toda miseria. Eclo 29, 15.

Por tanto, ¡oh rey!, sírvete aceptar mi consejo: redime tus pecados con justicia y tus
iniquidades con misericordia a los pobres, y quizá se prolongará tu dicha. Dan 4, 24.

A Yahvé presta el que da al pobre; El le dará su recompensa. Prov 19-17.

Cuando des de tu pan al hambriento y sacies al alma indigente, brillará tu luz en la


oscuridad y tus tinieblas serán cual mediodía. Is 58, 10.

Y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en
razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Mt 10, 42.

El que da al pobre no tendrá pobreza, el que aparta de él sus ojos tendrá muchas
maldiciones. Prov 28, 27.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Mt 5, 7.

Pues os digo: el que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza
con largueza cosechará. 2 Cor 9, 6.

Dad y se os dará: una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será derramada
en vuestro regazo. La medida que con otros usareis, ésa se usará con vosotros. Lc 6,
38.

Haz justicia y juicio, que eso es más grato a Yahvé que el sacrificio. Prov 21, 3.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Compasión de las miserias ajenas

3530 (Es) la tristeza del mal ajeno, pero en cuanto se estima como propio (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 35, a. 8).

3531 Por misericordia se entiende aquí no sólo la que se practica a través de las
limosnas, sino la que produce el pecado del hermano, ayudando así unos a otros a
llevar la carga (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. l, p. 248).

3532 (Se llama misericordia a) cierta compasión de la miseria ajena nacida en


nuestro corazón, que nos impulsa a socorrerla si podemos (SAN AGUSTÍN. La Ciudad
de Dios, 9).

3533 Se llama misericordioso al que [...] considera la desgracia de otro como propia,
y se duele del mal de otro como si fuera suyo (SAN REMIGIO, en Catena Aurea, val. 1,
p. 248).

3534 La misericordia no se queda en una escueta actitud de compasión: la


misericordia se identifica con la superabundancia de la caridad que, al mismo
tiempo, trae consigo la superabundancia de la justicia. Misericordia significa
mantener el corazón en carne viva, humana y divinamente transido por un amor
recio, sacrificado, generoso (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 232).

3535 Quien practique la misericordia—dice el Apóstol—, que lo haga con alegría: esta
prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se of rece de
mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso (SAN
GREGORIO NAClANCENO, Disert. 14 sobre amor a los pobres).

Especialmente con los «hermanos en la fe»

3536 Con esto no queremos decir que no se deba dar limosna a los judíos pobres, ni
a los gentiles, ni a ningún pobre de cualquier nación que sea. sino que prefiramos los
pobres cristianos y creyentes a los incrédulos, y distingamos entre los mismos
cristianos a los santos de los pecadores. De aquí viene que el apóstol San Pablo
exhorte a hacer obras de caridad a todos los pobres, sin distinción, pero
especialmente a los domésticos en lá misma fe (Cal 6, 10). Doméstico de la fe es
quien está unido a ti por el vinculo de la misma religión y no le separan sus pecados
de la comunidad de la fe. Pues si el apóstol nos manda que si nuestros enemigos
tienen hambre les demos de comer, y si tienen sed les demos de beber, y obrando
así reunamos carbones encendidos sobre sus cabezas (Ro». 12, 20), ¿cuánto más
habremos de asistir a aquellos que no son enemigos nuestros, sino cristianos y
santos? (SAN JERÓNIMO, Epístola 120 a Hebidia; PL 22, 983 ss.).

3537 [...] mirad, ciertamente, por todos los indigentes con benevolencia general,
pero acordaos especialmente de los que son miembros del Cuerpo de Cristo y nos
están unidos por la unidad de la fe católica. Pues más debemos a los nuestros por la
unión en la gracia que a los extraños por la comunidad de naturaleza (SAN LEÓN
MAGNO, Sermón 89).

El tiempo de la misericordia

3538 Las palabras de la lección sagrada (parábola del mal rico y del pobre Lázaro)
deben enseñarnos a cumplir los preceptos de la caridad. Todos los dias, si lo
buscamos, hallamos a Lázaro, y aunque no le busquemos le tenemos a la vista [...]
No perdáis el tiempo de la misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los
Evang.).

3539 Ya ves qué bueno es nuestro negocio con los pobres; éstos no se encuentran
allá (en la otra vida), sino aquí; por tanto, aquí es donde conviene hacer acoplo de
aceite (de buenas obras de caridad) para que nos sirva allá, cuando Jesucristo nos
llame (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 220).

3540 Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de
misericordia, sino también porque creyeron que encontrarían aceite en donde
inútilmente lo buscaban. Aunque nada más misericordioso que aquellas vírgenes
prudentes que por su caridad fueron aprobadas, sin embargo, no accedieron a la
petición de las necias. De aquí aprendemos que a nadie podrán servirle otras obras
que no sean las propias (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 219).

3541 No perdáis la ocasión de hacer obras de misericordia, no ocultéis los remedios


recibidos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

Justicia y misericordia

3542 La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La
justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina,
destrucción (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1, p. 247).

3543 Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios va
siempre unido al amor que se interesa por el bien del prójimo, el hambre de justicia
se ve acompañada de la virtud de la misericordia (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre
las bienaventuranzas, 95).

3544 [...] la misericordia se hace elemento indispensable para plasmar las relaciones
mutuas entre los hombres, en el espíritu del más profundo respeto de lo que es
humano y de la recíproca fraternidad. Es imposible lograr establecer este vinculo
entre los hombres si se quiere regular las mutuas relaciones únicamente con la
medida de la justicia. Esta, en toda las esferas de las relaciones interhumanas, debe
experimentar por decirlo asf, una notable «corrección» por parte del amor que—
como proclama San Pablo—es «paciente» y «benigno», o dicho en otras palabras,
lleva en si los caracteres del amor misericordioso, tan esenciales al evangelio y al
cristianismo. Recordemos además que el amor misericordioso indica también esa
cordial ternura y sensibilidad, de que tan elocuentemente nos habla la parábola del
hijo pródigo o la de la oveja extraviada o la de la dracma perdida. Por tanto, el amor
misericordioso es sumamente indispensable entre aquellos que están más cercanos:
entre los esposos, entre padres e hijos, entre amigos; es también indispensable en la
educación y en la pastoral (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia, 14).

El Señor tendrá misericordia con quien es misericordioso

3545 Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dulce es el


nombre de misericordia [...]. Todos los hombres la desean, mas, por desgracia, no
todos obran de manera que se hagan dignos de ella; todos desean alcanzar
misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla (SAN CESÁREO DE ARLÉS,
Sermón 25).

3546 Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que
ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos (SAN HILARIO, en
Catena Aurea, val. I, p. 248).

3547 Oh, hombre, ¿cómo te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee
alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo. Y por esto, ya
que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser
nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en el
cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la misericordia terrena (SAN
CESÁREo D ARLÉS, Sermón 25).

3548 Quizá existan algunos ricos que, aunque no suelen ayudar a los más
necesitados de la Iglesia, sin embargo, guardan otros mandamientos divinos y
estiman que ante sus diversos méritos de virtud y probidad es leve que les falte la
misericordia. Pero ésta es de tanta importancia que sin ella las demás, aunque
existan, para nada sirven. Pues aunque uno sea fiel, casto, sobrio y esté adornado de
otras virtudes principales e insignes, sin embargo, si no es misericordioso, no
merecerá la misericordia. Bienaventurados —dice el Señor—los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7) (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 10).

Obras de misericordia

3549 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad (SANTO


TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).

3550 Mejor sería que nadie tuviera hambre y no hubieses de dar pan a nadie.
Suprime los menesterosos: ya están cumplidas las obras de misericordia; pero ¿el
fuego del amor va a extinguirse por eso? (SAN AGUSTÍN, Coment. 1. u Epístola S.
Juan, 8).

3551 La caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo,


hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle
los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la limosna).

3552 Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son
de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas en la
medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de
lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición (SAN LEÓN MAGNO, Sermón
6 sobra la Cuaresma).

3553 Dad limosna: esta palabra se refiere a todas las obras de misericordia, porque
da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras necesidades por
el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega por él, el que corrige a
otro [...] (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 49).
3554 El que ama al prójimo debe hacer tanto bien a su cuerpo como a su alma, y
esto no consiste sólo en acudir al médico, sino también en cuidar el alimento, la
bebida, el vestido, la habitación, y proteger el cuerpo contra todo lo que pueda
resultar molesto [...]. Son misericordiosos los que ponen cortesía y humanidad al
proporcionar lo necesario para resistir males y dolores [...]. ¿No sabéis que tener
misericordia significa hacerse uno mismo miserable, condoliéndose del otro? (SAN
AGUSTÍN, Sobre /as costumbres de la Iglesia Católica, 1, 28, 56).

3555 No hay mejor misericordia que otorgar el perdón a quien nos ha ofendido
(SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 226).

Frutos de la misericordia

3556 De dos modos podemos llevar la cruz del Señor: o afligiendo a nuestro cuerpo
con la abstinencia o, por compasión al prójimo, considerando como nuestras sus
necesidades. El que se conduele de las necesidades ajenas lleva la cruz en su
corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 3 7 sobre los Evang.).

3557 Todo aquel que por amor se compadece de cualquier misería ajena se
enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la
paz (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma).

3558 El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este riego;
lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno (SAN PEDRO
CRISÓLOGO, Sermón 43).

3559 (La misericordia) es el lustre del alma, la enriquece y la ha- ce aparecer buena
y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar
el pecado [...] (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 48).

MISERICORDIA DIVINA

Citas de la Sagrada Escritura

Sed misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso. Lc 6, 36.

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y
Dios de toda consolación. 2 Cor 1, 3.

Dios es rico en misericordia. Efes 2, 4.

Dios ejercita con todos su misericordia: Rom 11, 32.

La misericordia de Dios se derramará de generación en generación: Lc 1, 50.


Os ruego encarecidamente, por la misericordia del Señor, que le ofrezcáis vuestros
cuerpos, como una hostia viva, santa y agradable. Rom 12, 1.

Por su misericordia Dios nos ha salvado. Tit 3, 5; I Pdr 1, 3.

Clemente y misericordioso es Yahvé, lento a la ira y de muy gran piedad. Sa/ 144, 8.

Pues es más grande que los cielos tu misericordia, y llega hasta las nubes tu
fidelidad. Sa/ 107, 35.

Tengo siempre ante mis ojos tus misericordias, y ando en tu verdad. Sa/ 25, 3.

Por eso os está esperando Yahvé, para haceros gracia; por eso se levanta, para tener
misericordia de vosotros, que es Yahvé Dios justo, y cuantos se le acogen son
bienaventurados. Is 30, 18.

cados de los hombres para traerlos a penitencia. Sab 11, 24.

A todos perdonas, porque son tuyos, Señor amador de las almas. Sab 11, 27.

En todas las cosas está tu espíritu incorruptible. Y por eso corriges poco a poco a los
que caen, y a los que pecan los amonestas, despertando la memoria de su pecado,
para que apartándose de la maldad crean, Señor, en ti. Sab 12, 1-2.

Como benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo eS Dios para con los que le
temen. Sa/ 102, 13.

Himno a la misericordia divina: Jon 7, 18-20.

Y justicia: Ez. 33, 12-19.

La tierra está llena, ¡oh Yahvé!, de tu piedad: enséñame tus mandatos. Sa/ 118, 64.

¡Cuán grande es la misericordia

Tienes piedad de todos, porque del Señor y su piedad para los que todo lo puedes, y
disimulas los pe- se vuelven a El! Eclo 17, 28.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Supera cualquier medida humana

3560 (La misericordia es) lo propio de Dios, y en ella se manifiesta de forma máxima
su omnipotencia (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 30, a. 4).

3561 Dios se mostró magnánimo ante la caida del hombre y dispuso aquella victoria
que iba a conseguirse por el Verbo. Al mostrarse perfecta la fuerza en la debilidad, se
puso de manifiesto la bondad y el poder admirable de Dios (SAN IRENEO, Trat. contra
las herejías, 3).

3562 Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se convierta.
Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que lo desnudaron,
lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, El lo reconfortó, vendándole las
heridas, derramando en ellas ac~ite y vino, haciéndole montar sobre su propia
cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran cuidado de él, dando
para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero que, a la vuelta, le
pagaria lo que gastase de más (SAN MÁXIMO, Carta 11).

3563 Se da prisa en buscar la centésima oveja que se habia perdido [...] ¡Maravillosa
condescendencia de Dios que así busca al hombre; dignidad grande la del hombre,
así buscado por Dios! (SAN BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento, 7).

3564 Como nuestros pecados nos impiden en ocasiones dirigirnos a El, viene El a
nosotros: viene a sembrar su palabra misericordiosa, y lo hace copiosamente (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95).

3565 Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constante- mente la presencia de


la misericordia de Dios: llena la tierra (Sal 32, 5), se exiende a todos sus hijos, super
omnem carne». (Eclo 18, 12), se multiplica para ayudarnos (Sal 35, 8), y
continuamente ha sido confirmada (Sal 116, 2). Dios, al ocuparse de nosotros como
Padre amoroso, nos considera en su misericordia (Sal 24, 7): una misericordia suave
(Sal 108, 21), hermosa como nube de lluvia (Eclo (35, 26) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 7).

3566 Debemos comprender, si no somos insensatos, los sentimientos de bondad de


nuestro Padre; El nos habla, enseñándonos cómo debemos acercarnos a El, porque
no quiere que le busquemos por caminos desviados (Epístola de Bernabé, 2).

3567 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió con
ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios
a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 46).

3568 ¡ Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! No somos ni siervos dignos


y nos llama amigos. ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios!
(SAN GREGORTO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

3569 La suprema misericordia no nos abandona ni aun cuando la abandonamos (SAN


GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

3570 En ocasiones, Dios no desdeña visitarnos con su gracia, a pcsar de la


negligencia y relajamiento en que ve sumido nuestro corazón [...]. Tampoco tiene a
menos hacer nacer en nosotros abundancia de pensamientos espirituales. Por
indignos que seamos, suscita en nuestra alma santas inspiraciones, nos despierta de
nuestro sopor, nos alumbra en la ceguedad en que nos tiene envueltos la ignorancia,
y nos reprende y castiga con clemencia. Pero hace más: se difunde en nuestros
corazones para que siquiera su toque divino nos mueva a compunción y nos haga
sacudir la inercia que nos paraliza (CAS1ANO, Colaciones, 4).

Acudir siempre a la misericordia de Dios. Confianza

3571 Todos los que vivimos esta vida mortal tenemos nuestras aflicciones. Vosotros
tenéis vuestras pesadumbres; pero cuando estéis afligidos y las olas parezcan
elevarse y estar prontas a sumergiros, haced un acto de fe, un acto de esperanza en
vuestro Dios y Salvador. Os llama Aquel que tiene su boca y sus manos llenas de
bendiciones para vosotros. Dice: Venid a Mi todos los que estáis fatigados y
cargados, que yo os aliviaré (Mt 11). Todos los que estais sedientos—dice por su
profeta—venid a las aguas... Nunca entre en vuestra mente la idea de que Dios es un
amo duro, severo. día llegará, es verdad, en que vendrá como justo Juez, pero ahora
es tiempo de misericordia. Beneficiaos de él, aprovechad el tiempo de gracia. Mirad
que ahora es el tiempo grato, mirad que ahora es el día de la sa/vación (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía).

3572...En los momentos de angustia he invocado al Señor... Libra, oh Señor, mi alma


de los labios mentirosos, de las lenguas que engañan. ¡Señor!, me refugio en ti (Sal
119, 12 y Sal 7, 2). Conmueve esta insistencia de Dios, nuestro Padre, empeñado en
recordarnos que debemos acudir a su misericordia pase lo que pase, siempre (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-6-1972).

3573 Recordáis que el endemoniado dijo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Hijo de Dios?
¿ Has venido aquí a destiempo para atormentarnos? (Mt 8). La venida de Cristo no
era confortadora para ellos [...] Porque a los hombres les destina bienes y, sabiendo
y sintiendo esto, los hombres son atraidos hacia El. No Irán a Dios hasta estar
serguros de esto. Deben creer que es no sólo omnipotente, sino también
misericordioso. La fe está fundada en el conocimiento de que Dios es omnipotente; la
esperanza lo está en el conocimiento de que Dios es misericordioso. Y la presencia
de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos mueve a esperar tanto como a crcer,
porque su nombre, Jesús, significa Salvador, y porque fue tan amante, dulce y
bondadoso cuando estuvo en la tierra (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el
Domingo I V después de Epifania).

3574 No conviene a una Misericordia tan grande como la vuestra olvidarse de una
tan grande miseria como la nuestra (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 16).

3575 Pedid y recibiréis... (cfr. Mt 7, 7-8): lo repite para recomendar a justos y


pecadores la confianza en la misericordia de Dios, y por eso añade: todo el que pide
recibe; es decir, ya sea justo, ya sea pecador, no dude al pedir, para que conste que
no desprecia a nadie [...]. No puede concebirse que Dios, cuando manda la gran obra
de caridad de hacer bien a los enemigos, imponga a los hombres el deber de que
hagan lo que El no hiciera, siendo bueno (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. 1, pp. 428-429).

3576 Ningúno es suficientemente fuerte por sus solas fuerzas, sino que está seguro
por la misericordia de Dios (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 360).

3577 Para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme, hallábame
tan sola que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la
misericordia de Dios, que era solo el que me daba la mano (SANTA TERESA, Vida, 7,
8).

3578 Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga... Pero, ¿y
los méritos de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y... ¿acaso no eres hijo de Dios?
Además, El te escucha «quoniam bonus..., quoniam in saeculum misericordia ejus»:
porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 93).

3579 De la misma forma que los cuidados del médico se manifiestan en los
enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres (SAN IRENEO, Trat. contra /as
herejias, 3).

3580 ¿Dónde me esconderé de Dios? ¿Dónde te esconderás, hermano? En su misma


misericordia. Nadie puede huir de Dios más que refugiándose en su misericordia
(SAN AGUSTÍN, Sermón 351).
3581 Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos mientras
El no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es mucha, muchos
son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, donde
abundó el pecado, sobreabundó la gracia (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Cantar
de los Cantares, 61).

El pecador y la misericordia divina

3582 La profundidad del pozo de la miseria humana es grande;y si alguno cayera allí,
cae en un abismo. Sin embargo, si desde ese estado confiesa a Dios sus pecados, el
pozo no cerrará su boca sobre él [...]. Hermanos, hemos de temer esto grandemente
[...]. Desdeñada la confesión de los pecados, no habrá lugar para la misericordia (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 68).

3583 Dios, el pastor supremo y verdadero agricultor, es podero- so tanto para hacer
volver a la oveja al buen camino, como para injertar el sarmiento desgajado (SAN
AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

3584 No dudéis del perdón, pues por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud
de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros muchos pecados
(SAN JERÓNIMO, Coment. sobre el profeta Joel).

3585 He aquí que llama a todos los que se han manchado, desea abrazarlos, y se
queja de que le han abandonado. No perdamos este tiempo de misericordia que se
nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos
brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara, cuando volvamos a El,
el seno de su clemencia. Piense cada cual en la deuda que le abruma, cuando Dios le
aguarda y no se exaspera con el desprecio. El que no quiso permanecer con El, que
vuelva; el que menospreció estar firme a su lado, que se levante, por lo menos
después de su caída [...]. Ved cuán grande es el seno de su piedad, y considerad que
tenéis abierto el regazo de su misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre
los Evang.).

3586 El nos ha prometido el perdón de los pecados y no puede faltar a su palabra, ya


que, al enseñarnos a pedir que sean perdonados nuestras ofensas y pecados, nos ha
prometido su misericordia paternal y, en consecuencia, su perdón (SAN CIPRIANO,
Trat. sobre la oración, 18).

3587Te contemplo, Señor, en aquel patíbulo en el que parecías hallarte sin auxilio
alguno, y considero de qué manera envías delante a tu reino al buen ladrón en virtud
de tu sublime potestad. Con esta elección nos enseñas de un modo bien manifiesto
cuánto provecho has producido en los desamparados, de entre los cuales éste fue el
primero que, coronado de gloria, fue constituido, en el mismo día, ciudadano del
paraíso y amigo de la curia celestial (PSEUDOCIPRIANO, De cardinalibus operibus
Christi).

3588 (Dios a todos) los pecadores les promete misericordia para que se animen a
levantarse (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

3589 Consideremos cuán grandes son las entrañas de su misericordia, que no sólo
nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se
arrepienten de ellas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

3590 Este cometió muchos pecados, y se hizo gran deudor; el otro hizo pocos por
haberle llevado Dios de la mano. Si, pues, el uno le atribuye la remisión de los
cometidos, atribúyale también el otro el no haberlos cometido (SAN AGUSTÍN,
Sermón 99).

3591 Salió un sembrador a sembrar... Se acercó a nosotros vistiéndose de nuestra


carne. Como no podíamos penetrar donde El se hallaba, porque los pecados oponían
un muro a nuestro acceso, hubo de venir El a nosotros. Y, ¿a qué salió? ¿A destruir la
tierra plagada de espinas? ¿A castigar a los labradores? De ningún modo. Salió a
labrarla, a cuidarla y a sembrar la palabra de la piedad (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 44).

3592 ¡Qué cercano está Dios de quien confiesa su misericordia! Si; Dios no anda lejos
de los contritos de corazón (SAN AGUSTÍN, Sermón 11).

3593 No suelen los ricos ir a casa de los pobres, aunque tengan la intención de
hacerles algún bien. Eramos nosotros los que teníamos que ir a Jesús; pero se
interponia un doble obstáculo. Nuestros ojos estaban ciegos [...]. Nosotros yaciamos
paralizados en nuestra camilla, incapaces de llegar a la grandeza de Dios. Por eso
nuestro amable Salvador y Médico de nuestras almas descendió de su altura (SAN
BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento, 78).

Maria, Madre de la misericordia

3594 Nadie ha experimentado como la Madre del Crucificado el misterio de la cruz, el


pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina con el amor: el «beso» dado
por la misericordia a la justicia. Nadie como Ella, Maria, ha acogido de corazón ese
misterio: aquella dimensión verdaderamente divina de la redención, llevada a efecto
en el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto con el sacrificio de su corazón de
madre, junto con su «fiat» definitivo. (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia, 9).

3595 Maria, pues, es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina.
Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la
misericordia: Virgen de la misericordia o Madre de la divina misericordia; en cada uno
de estos titulos se encierra un profundo significado teológico, porque expresan la
preparación particular de su alma, de toda su personalidad, sabiendo ver
primeramente a través de los complicados acontecimientos de Israel, y de todo
hombre y de la humanidad entera después, aquella misericordia de la que «por todas
las generaciones» nos hacemos participes según el eterno designio de la Santísima
Trinidad (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia, 9).

MORTIFICACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,


quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto. Jn 12, 24.

Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la


carne. Cal 5, 16.

Si padecemos con El, también con El viviremos. Si sufrimos con El, con El reinaremos.
2 Tim 2, 11.

Mejor que el valiente es el que aguanta, y el que sabe dominarse vale más que el
que conquista una ciudad. Prov 16, 32.

Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Gal 6, 14.

El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la
guardará para la vida eterna. Jn 12, 25.

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y
concupiscencias. Cal 5, 24.

Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome cada día su cruz y
sígame. Lc 9, 23.

Llevando siempre en el cuerpo la Cruz de Cristo, para que la vida de Jesús se


manifieste en nuestro cuerpo. 2 Cor 4, 10.

Si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el espíritu mortificáis las obras de la
carne, viviréis. Rom 8, 13.

Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo predicado a los otros venga yo
a ser reprobado. I Cor 9, 27.

Mortificad, pues, vuestros miembros de hombre terreno. Col 3, 5.

Necesidad de mortificar la carne y todas las concupiscencias para tener la vida del
espíritu: Rom 6, 12; 8, 12-13.

La verdadera caridad impone privaciones para socorrer al projimo: 2 Cor 8, 2-5.

Mortificación de la lengua: Sant 1, 26; 3, 3-12.

La mortificación es principio de paz: Sant 4, 1-10.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Necesidad de la mortificación

3596 (La penitencia) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne propia
al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la
concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera luz de la
castidad (SAN AGUSTÍN, `Sermón 73).

3597 Tomar la cruz—el cumplimiento costoso del deber o la mortificación cristiana


asumida voluntariamente—es [...] componente indispensable del seguimiento de
Jesucristo. Si alguno quiere venir en pos de mí—dice el Señor—niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día y sígueme (Lc 9, 23). Estas palabras de Jesús conservan hoy su
vigencia de siempre porque son palabra-s dichas a todos los hombres de todos los
tiempos, y expresan una condición inexcusable del seguimiento de Cristo: y el que no
toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 27). Un Cristianismo del
que pretendiera arrancarse la cruz de la mortificación voluntaria y la penitencia, so
pretexto de que esas prácticas serían hoy residuos oscurantistas, medievalismos
impropios de una época humanista, ese Cristianismo desvirtuado lo sería tan sólo de
nombre; pero ni conservaría la doctrina del Evangelio ni serviría para encaminar en
pos de Cristo los pasos de los hombres. J. ORLANDIS, Las bienaventuranzas,
Pamplona 1982, pp. 71-72).

3598 Al ser, pues, nocivo para el cuerpo el demasiado cuidado y un obstáculo para
su alma, es una locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso con él (SAN BASILIO,
Discurso a los jóvenes).

3599 Este gusto por la virtud no se adquiere sino a trueque de una profunda
contrición del corazón y una perfecta mortificación de los sentidos (CASIANO,
Colaciones, 5).

3600 La pureza del alma está en razón directa de la mortificación del cuerpo. Ambas
van a la par. No podemos, pues, gozar de la perpetua castidad si no nos resolvemos
a guardar una norma constante en la temperancia (CASIANO, Instituciones, 5).

3601 El resultado de la mortificación debe ser el abandono de las malas acciones y


de las voluntades injustas. Y esto no excusa de practicarla a quienes están enfermos,
pues en un cuerpo débil puede encontrarse un alma sana (SAN LEÓN, en Catena
Aurea, vol. 1, pp. 281-282).

3602 ¡ Desde el momento en que un cristiano abandona las lágrimas, el dolor de sus
pecados y la mortificación, podemos decir que de él ha desaparecido la religión! Para
conservar en nosotros la fe, es preciso que estemos siempre ocupados en combatir
nuestras inclinaciones y en llorar nuestras miserias (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la penitencia).

3603 Donde no hay mortificación no hay virtud (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
180).

3604 Al decir porque son pocos los que la encuentran (la senda estrecha), manifiesta
la desidia de muchos; y por eso advirtió a los que le escuchaban que no atendiesen
al bienestar de muchos, sino a los trabajos de los pocos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en
Catena Aurea, vol. I, pp. 438-439).

3605 El sacrificio del cuerpo y su aflicción es acepto a Dios, si no va separado de la


penitencia; ciertamente es un verdadero culto a Dios (CLEMENTE DE ALEJANDRIA,
Stromata, 5).

3606 La Iglesia exige la mortificación externa corporal para declarar las virtudes de
un siervo de Dios (BENEDICTO XIV, cfr. De boatificocione Sanctorum, III).

3607 Quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y,
de noche, no lo encontrará (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 3, 3).

3608 Si queremos guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad,
hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por
consiguiente, sólo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona
mortificada (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).

3609 El que no es perfectamente mortificado en sí, pronto es tentado y vencido en


cosas bajas y viles (Imitación de Cristo, I,ó, 1).

La oración acompañada de mortificación

3610 Creer que admite a Su amistad a gente regalada y sin trabajos es disparate
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 18, 2).

3611 Si no eres mortificado, nunca serás alma de oración (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 172).

«Mortificaciones pequeñas”. Algunos ejemplos y detalles

3612 Es necesario [...] ser muy generosas [...] y tener gran valor para despreciar
nuestras malas inclinaciones, nuestro mal humor, nuestras rarezas y sensiblerías,
mortificando continuamente todo esto en todas las ocasiones (SAN FRANCISCO DE
SALES, Plática XIV, Del juicio propio, 1. c.).

3613 En la comida no debes sentir disgusto cuando los alimen- tos no sean de tu
agrado; haz, más bien, como los pobrecitos de Jesucristo, que comen de buen grado
lo que les dan, y dan las gracias a la Providencia (J. PECCI—León Xlll— Práctica de la
humildad, 24).

3614 Difícilmente se refrenarán las pasiones ocultas y más violentas de la carne, si


[...] se es incapaz de mortificar siquiera un poco las delicias del paladar (CASIANO,
Colaciones, 5).

3615 Un buen cristiano no come nunca sin mortificarse en algo (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la penitencia).

3616 Debe ponerse en guardia contra estas tres especies de gula mediante una
triple observancia. Ante todo, deberá esperar, para comer, la hora fijada; luego, se
contentará con una cantidad prudente, no permitiéndose llegar hasta el exceso; por
último, comerá de cualesquiera manjares y especialmente de los que puedan
obtenerse a un precio módico (CASIANO, Instituciones, 5).

3617 Los cotidianos, aunque ligeros, actos de caridad: el dolor de cabeza o de


muelas; las extravagancias del marido o de la mujer; el quebrarse un brazo; aquel
desprecio o gesto; el perderse los guantes, la sortija o el pañuelo; aquella tal cual
incomodidad de recogerse temprano y madrugar para la oración o para ir a
comulgar; aquella vergüenza que causa hacer en público ciertos actos de devoción;
en suma, todas estas pequeñas molestias, sufridas y abrazadas con amor, son
agradabilísimas a la divina Bondad, que por solo un vaso de agua ha prometido a sus
fieles el mar inagotable de una bienaventuranza cumplida. Y como estas ocasiones
se encuentran a cada instante, si se aprovechan son excelente medio de atesorar
muchas riquezas espirituales (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, lll.
35).

3618 También es muy cierto que aquel que ama los placeres, que busca sus
comodidades, que huye de las ocasiones de sufrir, que se inquieta, que murmura,
que reprende y se impacienta porque la cosa más insignificante no marcha según su
voluntad y deseo, el tal, de cristiano sólo tiene el nombre; solamente sirve para
deshonrar su religión, pues Jesucristo ha dicho: Aquel que quiera venir en pos de mi,
renúnciese a si mismo, lleve su cruz todos los días de su vida, y sigume (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).

3619 Prepárate [...] a sufrir por nuestro Señor muchas y grandes aflicciones, y aun
también el martirio; resuélvete a sacrificarle lo que más estimas si quieres recibirle,
sea el padre, la madre, el hermano, el marido, la mujer, los hijos, tus mismos ojos y
tu propia vida, porque a todo ello ha de estar preparado tu corazón; pero en tanto
que la divina Providencia no te envía tan sensibles y grandes aflicciones, en tanto
que no exige de ti el sacrificio de tus ojos, sacrifícale a lo menos tus cabellos, quiero
decir que sufras con paciencia aquellas ligeras injurias, leves incomodidades y
pérdidas de poca consideración que ocurren cada día, pues aprovechando con amor
y dilección estas ocasioncillas, conquistarás enteramente su corazón y le harás del
todo tuyo (SAN FRANCISCO DESALES, Introd. a la vida devota, 3, 35).

3620 Donde más fácilmente encontraremos la mortificación es en las cosas


ordinarias y corrientes: en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo que el
mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia por acabar con perfección la labor
comenzada; en la puntualidad, llenando de minutos heroicos el día; en el cuidado de
las cosas, que tenemos y usamos; en el afán de servicio, que nos hace cumplir con
exactitud los deberes más pequeños; y en los detalles de caridad, para hacer amable
a todos el camino de santidad en el mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor
muestra de nuestro espíritu de penitencia... Tiene espíritu de penitencia el que sabe
vencerse todos los días, of reciendo al Señor, sin espectáculo, mil cosas pequeñas
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, en Gran enciclopedia Rialp 16, 336).

La mortificación interior

3621 Mas, me diréis vosotros, ¿cuántas clases de mortificaciones hay? Hay dos: una
es interior, otra es exterior, pero las dos van siempre juntas (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la penitencia).

3622 Si la salud poco firme u otras causas no permiten a alguno mayores


austeridades corporales, no por ello le dispensan jamás de la vigilancia y de la
mortificación interior (Pío Xll, Enc. Sacra virginitas, 25-3-1954).

3623 Así , aunque viva en la soledad o retirado en una celda, la vanidad le hace
deambular con la mente por casas y monasterios, y le muestra en su fantasía una
multitud de almas que se convierten al imperio y eficacia de su palabra. El
desgraciado, juguete de tales quimeras, parece sumergido en un profundo sueño. De
ordinario vive seducido por la dulzura de estos pensamientos. Absorto en tales
imágenes, ni advierte lo que hace ni se da cuenta de lo que sucede en torno. Ni
siquiera repara en la presencia de sus hermanos. El infeliz va meciéndose, cual si
fueran verdad, en las fantasías que soñó despierto (CAS1ANO, Instituciones, 11).

3624 Si haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del veneno de


la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito (J. PECCI—León XIII—, Práctica
de la humildad, 34)

3625 Es ciertamente imposible que la mente no se vea envuelta en múltiples


pensamientos; pero aceptarlos o rechazarlos sí que es posible al que se lo propone.
Aunque su nacimiento no depende enteramente de nosotros, está desde luego en
nuestra mano el darles acogida o soslayarlos (con la ayuda de la gracia) (CASIANO,
Colaciones, 1).
Alegría en la mortificación

3626 Mortificación no es pesimismo, ni espíritu agrio (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Es


Cristo que pasa, 37).

3627 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara.. .). Aquí se habla de la
costumbre que existía en Palestina de ungirse la cabeza los días de fiesta, y mandó
el Señor que cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN
JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. I, p. 380).

MUERTE

Citas de la Sagrada Escritura

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Rom 5,
12.

El estipendio del pecado es la muerte. Rom 6, 23.

Está decretado a los hombres morir una sola vez, y después el juicio. Heb 9, 27.

Bienaventurados los que mueren en el Señor; sí, dice el espíritu, para que descansen
de sus trabajos, pues sus obras los acompañan. Apoc 14, 13.

Es cosa preciosa a los ojos de Yahvé, la muerte de sus justos. Sal 115, 15.

Pues sabemos que si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos de


Dios una sólida casa, no hecha por manos de hombres, eterna, en los cielos, 2 Cor 5,
1.

Cuando se dicen: «paz y seguridad» entonces, de improviso, les sobrevendrá la


ruina, como los dolores del parto a la preñada. I Tes 5, 3.

No sabéis cuál será nuestra vida mañana, pues sois humo que aparece un momento
y al punto se disipa.lPdr4,14.

No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los muertos, para que
no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos que Jesús
murió y resucitó, así también Dios (Padre) tomará consigo por Jesús a los que se
durmieron en El. I Tes 4, 13.

Una es la entrada para todos en la vida, e igual la salida. Sab 7, 6.

No temas el fallo de la muerte, acuérdate de los que te precedieron y de los que te


seguirán, y que éste es el juicio del Señor sobre toda carne. Eclo 41, 5.
Como vestido, se envejece toda carne, porque ésta es la ley desde el principio: que
has de morir. Como las hojas verdes de un árbol frondoso, que unas caen y otras
brotan, así es la generación de la carne y de la sangre: unos mueren y otros nacen.
Toda obra humana se carcome, al fin acaba, y tras ella se va el que la hizo. Eclo 14,
18-20.

El número de los días del hombre, cuando mucho, son cien años; como una gota de
agua en el mar, como un grano de arena, así son sus pocos años a la luz del día de la
eternidad. Eclo 18, 8.

No te presentes ante el Señor con las manos vacias. Eclo 35, 6; Ex 23, 15.

- Las almas de los justos están en las manos de Dios, y el tormento no los alcanzará.
A los ojos de los necios parecen haber muerto, y su partida es tenida por desdicha.
Su salida de entre nosotros, por aniquilamiento; pero están en paz. Pues aunque a
los ojos de los hombres fueron atormentados, su esperanza está llena de
inmortalidad. Sab 3, 1-4.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El pecado y el misterio de la muerte

3628 La muerte no es sólo una necesidad natural. La muerte es un misterio [...].


Cristo Hijo de Dios aceptó la muerte como necesidad de la naturaleza, como parte
inevitable de la suerte del hombre sobre la tierra. Jesucristo acepto la muerte como
consecuencia del pecado. Desde el principio, la muerte está unida al pecado [...].
Jesucristo aceptó la muerte para vencer al pecado (JUAN PABLO II, Hom. 28-111979).

El cristiano no debe tener miedo a la muerte

3629 Mi mayor bien es morir y ser llevado a Dios para que amanezca en él (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a los Romanos, 1, 2).

3630 No te perturbe el oír el nombre de muerte, antes bien, deléitate en los dones
que te aporta este tránsito feliz. ¿Qué significa en realidad para ti la muerte sino la
sepultura de los vicios y la resurrección de las virtudes? (SAN AMBROSIO, Trat. sobre
el bien de la muerte).

3631 Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive tranquilo con sus
posesiones, para el hombre contento que prospera en todo y tiene salud para gozar
de los placeres (Ecl 41, 1). Temen mucho la muerte porque aman mucho la vida de
este mundo y poco la del otro. Pero el alma que ama a Dios vive más en la otra vida
que en ésta, porque el alma vive más donde ama que donde anima (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 11, 10).

3632 [...] Cuando venga la muerte, que vendrá inexorable, la esperaremos con júbilo
como he visto que han sabido esperarla tantas personas santas, en medio de su
existencia ordinaria. Con alegría: porque, si hemos imitado a Cristo en hacer el bien—
en obedecer y en llevar la Cruz, a pesar de nuestras miserias—, resucitaremos como
Cristo: surrexit Dominus vere! (Lc 24, 34), que resucitó de verdad (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 21).

3633 ... Y les dijo: Retiraos, porque no está muerta la niña, sino dormida. Estas
palabras [...] nos enseñan, además, que no debemos tener miedo a la muerte;
porque El mismo habia de morir, y valiéndose de la muerte de otros (como sucedió
también con Lázaro: Nuestro amigo Lázaro duerme), inspira confianza a sus
discípulos, y les enseña a sufrir con valor la muerte. Porque desde su venida, la
muerte no es más que un sueño (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p.
33).

3634 No tiene gran importancia escapar a la muerte si es por poco tiempo y hay que
morir después; pero gran cosa es escapar a la muerte de manera definitiva, como
ocurre con nosotros, por quienes Cristo nuestra Pascua se ha inmolado (ORÍGENES,
Hom. para el tiempo Pascual).

3635 En Cristo, la muerte ha perdido su poder, le ha sido arrebatado su aguijón, la


muerte ha sido derrotada. Esta verdad de nuestra fe puede parecer paradójica,
cuando a nuestro alrededor vemos todavía hombres afligidos por la certeza de la
muerte y confundidos por el tormento del dolor. Ciertamente el dolor y la muerte
desconciertan al espíritu humano y siguen siendo un enigma para aquellos que no
creen en Dios, pero por la fe sabemos que serán vencidos, que la victoria se ha
logrado ya en la muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro redentor (JUAN PABLO
II, Hom. 16-II-1981).

3636 No tengas miedo a la muerte.—Acéptala, desde ahora, generosamente.. .,


cuando Dios quiera..., como Dios quiera.., donde Dios quiera.—No lo dudes: vendrá
en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga..., enviada por tu Padre-Dios.
—¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
739).

3637 El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para
nosotros, nuestra patria es el paraíso; allí nos espera un gran número de seres
queridos, allí nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos,
seguros ya de su suerte, pero solicitos aún de la nuestra (SAN CIPRIANO, Trat. sobre
la muerte, 18).

3638 Si tienes miedo a la muerte, ama la vida. Tu vida es Dios, tu vida es Cristo, tu
vida es el Espíritu Santo Le desagradas obrando mal. No habita El en templo ruinoso,
no entra en templo sucio (SAN AGUSTÍN, Sermón 161).

3639 El hombre nace al mundo para el trabajo, y los elegidos pasan del mundo al
descanso por la muerte (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 150).

3640 El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios,
mientras el altar está aún preparado: Así , unidos por la caridad en un solo coro,
podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al
obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi
vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios! (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Romanos, 1).

Más allá de la muerte

3641 No quedará sobre la tierra ni una señal de lo que somos: la carne cambiará de
naturaleza; el cuerpo recibirá otro nombre; «incluso el nombre de cadáver no le
durará por mucho tiempo; se convertirá—dice Tertuliano—en no sé qué cosa que no
tiene nombre en ningúna lengua»: tan verdad es que todo muere en él, hasta los
mismos términos fúnebres con los que se nombraban sus restos mortales (BOSSUET,
Sermón sobre la muerte, 1. c., t. IV, p. 279).
3642 La muerte no es un punto final, es un tránsito. Al acabar nuestro viaje en el
tiempo, viene el paso a la eternidad (SAN CIPRIANO, Tratado sobre la muerte, 22).

3643 Aunque mis amigos mueran, no muere mi amistad; antes bien, si algún cambio
se verifica es para que renazca más viva y firme entre las cenizas, como una especie
de fénix místico, pues, si bien las personas a quienes amo son mortales, lo que sobre
todo amo yo en ellas es inmortal (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 112,
1. c., p. 746).

3644 Misericordiosa conducta del que socorre nuestras necesidades. Existe el


propósito [...] de rehacer la casa que nos han dado: mientras que la destruye y
derriba para rehacerla de nuevo, nosotros tenemos que desocuparla. El mismo nos
ofrece su palacio; nos concede una habitación para que esperemos con calma la
reparación completa de nuestro antiguo edificio (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,
1. c., t. IV, p. 279).

3645 Consuélate, alma: si este divino arquitecto que ha emprendido tu reparación


deja caer pieza a pieza ese viejo edificio de tu cuerpo, es que quiere devolvértelo en
mejor estado, es que quiere reconstruirlo con mejor estilo: poco tiempo estará bajo el
imperio de la muerte, pero no dejará nada entre sus manos excepto la mortalidad
[...]. Como un viejo edificio irregular que se desecha para levantarlo de nuevo con un
orden arquitectónico más hermoso, así Dios deja caer en la ruina esta carne
descompuesta por el pecado y la codicia, para rehacerla a su modo y según el
primitivo plan de la creación: tiene que reducirse a polvo porque ha servido al
pecado (BOSSUET, Sermón sobre la muerte, 1. c., t. IV, p. 279).

Nos espera el Señor

3646 ¡Qué gran dignidad y seguridad, salir contento de este mundo, salir glorioso en
medio de la aflicción y la angustia, cerrar en un momento estos ojos con los que
vemos a los hombres y el mundo para volverlos a abrir en seguida y contemplar a
Dios! (SAN CIPRIANO, Trat. a Fortunato, 13).

3647 Llegará aquel dia, que será el último y que no nos causa miedo: confiando
firmemente en la gracia de Dios, estamos dispuestos desde este momento, con
generosidad, con reciedumbre, con amor en los detalles, a acudir a esa cita con el
Señor llevando las lámparas encendidas. Porque nos espera la gran fiesta del Cielo
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 40).

3648 Tu luz es tu Dios, él es tu aurora, porque a ti vendrá después de la noche de


este mundo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17).

3649 El cristianismo es un programa lleno de vida. Ante la experiencia cotidiana de la


muerte, de la que se hace partícipe nuestra humanidad, repite incansablemente:
Creo en la vida eterna. Y en esta dimensión de vida se encuentra la realización
definitiva del hombre en Dios mismo: Sabemos que... seremos semejantes a El,
porque le veremos tal cual es (I Jn 3, 2) (JUAN PABLO II, Hom. en el cementerio de
Roma, l -XI- 1979).

3650 Mi amor está crucificado y ya no queda en mi el fuego de los deseos terrenos;


únicamente siento en mi interior la voz de un agua viva que me habla y me dice:
«Ven al Padre» (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Romanos, 4, 1-2).

3651 No lo olvidéis nunca: después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el amor de


Dios encontraréis, además, todos los amores limpios que habéis tenido en la tierra. El
Señor ha dispuesto que pasemos esta breve jornada de nuestra existencia
trabajando y, como su Unigénito, haciendo el bien (Hech 10, 38). Entretanto, hemos
de estar alerta, a la escucha de aquellas llamadas que San Ignacio de Antioquia
notaba en su alma, al acercarse la hora del martirio: ven al Padre, ven hacia tu
Padre, que te espera ansioso (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 221).

La muerte revela la riqueza o la pobreza interior de cada hombre

3652 Así como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se retiran
y se quitan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y
como son con todas sus miserias, así , cuando viene la muerte y concluye el
espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la riqueza y de la pobreza, sólo
por sus obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y quiénes pobres; quiénes
dignos y quiénes indignos de gloria (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol.
VI, p. 249).

3653 Si uno tuviera un hermano rey y se hallara lejos de él, desearía m'archar,
encontrarse y vivir con él. Siendo Cristo hermano nuestro, debemos desear estar con
El, reunirnos con El [:..]. El Apóstol sentía deseos de morir y estar con Cristo; estos
deseos crecen en nosotros al considerar su Encarnación (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, 3, 1. c., p. 60).

3654 Sólo la virtud es la que acompaña a los difuntos; únicamente nos sigue la
caridad [...] (SAN AMBROSIO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 86).

3655 La muerte separa el alma del cuerpo, pero no cambia las disposiciones de
aquélla (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, p. 454).

3656 Para que los hombres encuentren algo en su mano después de la muerte,
deben poner antes de ella sus bienes en manos de los necesitados (SAN GREGORIO
MAGNO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 230).

Nuestras obras a la luz de la muerte

3657 ¿Quién se acordará y quién rogará por ti después de muerto? Ahora, ahora,
hermano, haz lo que pudieras, que no sabes cuándo morirás, ni qué te acaecerá
después de la muerte. Ahora que tienes tiempo, allega espirituales riquezas
inmortales y no tengas demasiado cuidado, salvo de tu salvación y de las cosas de
Dios. Hazte amigo de los santos, hónralos imitando sus obras, para que cuando
salieras de esta vida te reciban en las moradas eternas (Imitación de Cristo, 1, 23, 7).

3658 Las cosas están tocando a su término, y se nos proponen juntamente estas dos
cosas: la muerte y la vida, y cada uno irá a su propio lugar. Es como si se tratara de
dos monedas, una de Dios y otra del mundo, que llevan cada una grabado su propio
cuño (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta alos Magnesios, 1).

3659 Cuando llega el anochecer ordena a su pagador que les convoque y les dé sus
jornales por el día transcurrido. El significado de esto está muy claro. El dueño de la
viña es Nuestro Señor y Salvador. Nosotros somos los trabajadores. El atardecer es la
hora de la muerte, cuando cada uno de nosotros recibirá la retribución por nuestro
trabajo si hemos trabajado bien [...].

La hora de la muerte está bien descrita como un anochecer. En el anochecer hay


algo especialmente solemne y tranquilo, que representa adecuadamente la hora de
la muerte (CARD. J. H. NEWMAN, Domingo de Septuagésima, Sermón del juicio).

3660 Cuando viniere aquella hora postrera, de otra manera comenzarás a sentir de
toda tu vida pasada, y mucho te dolerás porque fuiste tan negligente y perezoso.
¡Cuán bienaventurado y prudente es el que vive de tal manera cual desea ser hallado
en la muerte! (Imitación de Cristo, 1, 23, 2).

Todos hemos de morir, y es incierto el día de la muerte

3661 Como los médicos, cuando diagnostican una enfermedad y la encuentran


mortal, sentencian: «De ésta muere; no hay escape», así , desde que nace el
hombre, hay que diagnosticar: «No hay escape» (SAN AGUSTÍN, Sermón 92).

3662 Lo mismo muere el justo y el impío, el bueno y el malo, el limpio y el sucio, el


que ofrece sacrificios y el que no. La misma suerte corre para el bueno que para el
que peca. El que jura lo mismo que quien teme el juramento. De igual modo se
reducen a pavesas y a cenizas hombres y animales (SAN JERÓNIMO, Epístola 39).

3663 Asistimos todos los días a la muerte de muchos, celebramos sus entierros y
funerales y seguimos prometiéndonos larga vida (SAN AGUSTÍN, Sermón 17).

3664 Es absolutamente cierto que llegara nuestro último día, pero ignoramos del
todo cuándo, dónde y como será; sólo sabemos, como se ha dicho, que «la muerte
está en el umbral de los ancianos y al acecho de los jóvenes»... Y, como está
acechando, debemos prepararla mas, ya que no podemos ni verla ni librarnos de ella.
Por lo tanto, la única seguridad es no considerarse nunca seguro (BEATO GUERRIC,
Sermón 3. ° para el Adviento, 1. c., p. 119).

3665 ¡Oh loco!, ¿por qué piensas vivir mucho, no teniendo un día seguro? ¡Cuántos
han sido engañados y sacados del cuerpo cuando no lo pensaban! ¿Cuántas veces
oíste contar que uno murió a espada, otro se ahogó, otro cayó de lo alto y se quebró
la cabeza, otro comiendo se quedó pasmado, a otro jugando le vino su fin? Uno
muere a fuego, otro a hierro, otro con pestilencia, otro a manos de ladrones, y así la
muerte es el fin de todos, y la vida de los hombres pasa como una sombra (Imitación
de Cristo, I, 23, 6).

Aceptación de la muerte de las personas queridas

3666 [...] en las pérdidas temporales toque Dios y pulse por donde quiera, y en la
cuerda que El escoja de nuestro laúd nunca dejará de producir una buena armonía.
Jesús, Señor, sin reservas, sin excepción, sin limitación, hágase tu voluntad sobre
padre, sobre madre, sobre hija, en todo y siempre.

Aunque Dios nos lo quite todo, nunca nos dejará sín El, mientras no lo queramos.
Pero hay más; nuestras pérdidas y separaciones no son más que por breve plazo
(SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 19, 1. c., p. 653).

La vida pasa de prisa

3667 Esta renovación continua del género humano, quiero decir los niños que nacen,
a medida que crecen y avanzan, parece que nos empujan por las espaldas y nos
dicen: Retiraos, ahora nos toca a nosotros. Así como nosotros vemos que otros
pasan, también otros nos verán pasar, y esos darán a sus sucesores el mismo
espectáculo (BOSSUET, Sermón sobre la muerte, 1. c., t. IV, p. 266).
3668 Este mundo, mis hijos, se nos va de las manos. No podemos perder el tiempo,
que es corto [...]. Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo escribe a los
de Corinto: tempus breve estl, ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la
tierra! Estas palabras, para un cristiano coherente, suenan en lo más íntimo de su
corazón como un reproche ante la falta de generosidad, y como una invitación
constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para
dar, para desagraviar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hoja informativa n. I, sobre el
proceso de beatificación de este Siervo de Dios, p. 4).

Es útil considerar la realidad de la muerte y la brevedad de la vida

3669 Si así pensáramos al levantarnos cada día por la mañana, no consideraríamos


que hemos de llegar vivos a la noche, y al acostarnos no tendríamos por seguro que
vamos a levantarnos por la mañana; así es de incierta nuestra vida (SAN ATANASIO,
Vida de S. Antonio, 19).

3670 Por no pensar con frecuencia en nuestra última hora, cometemos muchos
pecados; porque si pensáramos que el Señor ha de venir y que nuestra vida ha de
concluir pronto, pecaríamos menos (TEOFILO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 111).

3671 Si alguno vive como si hubiese de morir todos los dias, porque es incierta
nuestra vida por naturaleza, no pecará, puesto que el temor grande apartará la
mayor parte de los malos deseos; y al contrario, el que se prometa una vida larga se
llenará de ellos (SAN ATANASIO en Catena Aurea, val. VI, p. 83).

3672 El monje deberia darse al ayuno como si tuviera que vivir cien años. Y deberia
refrenar las pasiones de su alma, olvidar las injurias, ahuyentar la tristeza y
menospreciar el dolor y la desazón, como si tuviera que morir cada día (CASIANO,
Instituciones, 5).

MURMURACIÓN

"A tres géneros de personas comunica el murmurador el contagio de sus calumnias,


porque hiere al mismo tiempo a aquel de quien habla mal; a aquellos en cuya
presencia dice mal, y a sí mismo que le está diciendo. (S. Basilio, Ep. 75, sent. 79,
Trie. T. 3, p. 204.)"

"Hay más exploradores de lo que se dice, que discípulos de lo que se enseña: ya no


se procura la doctrina de la palabra de Dios para edificación de los asistentes, sino
para blanco de los calumniadores. (S. Basilio, Homl. 9, sent. 10, adic., Tric. T. 3, p.
382.)"

"Aprenda el murmurador, viendo que le escucháis con repugnancia, a no murmurar


tan fácilmente. (San Jerón., Ep. ad Nepot. 25, sent. 7, Tric. T. 5, p. 240.)"
"La falta murmuración apenas dura: la vida que hace cada uno es la mejor
justificación de lo que ha pasado; apenas es posible acabar la carrera de esta vida sin
recibir algún golpe de la murmuración; el vano consuelo de los vanos, siempre ha
sido hablar mal de los buenos: ridículamente se persuaden a que la multitud de los
que pecan disminuye y encubre sus propios pecados; pero muy pronto se apaga la
llama que la murmuración enciende, si no la sustenta los defectos de nuestra vida.
(S. Jerónimo, sent. 16, Tric. T. 5, p. 24 l.)"

"Ni se ha de murmurar de lo bueno que hay en nuestros enemigos, ni alabar en


nuestros amigos lo que es malo; y solamente se ha de hacer juicio de los hombres
por el mérito de las cosas, y no por las personas. (S. Jerónimo, e. 84 ad Pammach.,
sent. 49, Tric. T. 5, p. 247.)"

"Palabra ociosa es la que no trae utilidad alguna, ni al que la dice, ni al que la oye;
mas cuando se dicen necedades y chistes que excitan a carcajadas de risas, o
palabras que envuelven alguna deshonestidad, entonces no somos culpables
solamente de palabras ociosas, sino de palabras pecaminosas. (S. Jerónimo, in c. 12,
Matth., sent. 98, Tric. T. 5, p.256.)"

"Se debe hablar poco, y con tal moderación, que más parezca que hablamos por
necesidad, el que por placer de la conversación. (S. Paulino. Ep. ad Celantiam, in
Append., sent. 23, Tric. T. 5, p. 332.)"

"Antes de hablar, pensad bien en lo que vais a decir, y cuidad antes de abrir la boca,
que no salga de ella palabra de que os-tengáis que arrepentir. De este modo es
preciso que vuestros pensamientos pesen todas vuestras palabras, y que vuestro
juicio sea una justa balanza que arregle los movimientos de 1,t lengua. (S. Paulino,
Ep. ad Celantiam, in Append., sent. 24, Tric. '1'. 5, p. 332.)"

"¡Ojalá nos tenga Dios por dignos de ser maldecidos, murmurados y pisados, y aun
de que nos quiten la vida por el nombre de Jesucristo, con tal de que no muera en
nosotros Jesucristo! (S. Pauliiio, Ep. 6, ad Sev., sent. 11, adic., Trie. T. 5, p. 362.)"

"Nadie me diga, yo no murmuro sino cuando es verdad lo que digo;pues aunque el


mal que decís de vuestro prójimo sea verdad, siempre es pecado decirlo. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homi. 3, sent. 9, Tric. T. 6, p. 301.)"

"Aunque comiésemos nuestro pan con la ceniza, nos sería inútil toda esta
mortificación, si no nos abstenemos de murmurar de nuestro prójimo; pues, como
dice nuestro Señor: Lo que mancha al hombre no es lo que entra en la boca, sino lo
que la sale de ella. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 3, sent. 10, Tric. T. 6, p. 302.)"

"No me digáis acerca de las cosas secretas, que no se deben divulgar: yo sólo he
dicho a fulano, porque, así como no os habéis contenido en decirlo, debéis temer que
también lo dirá aquel a quien vosotros las comunicáis. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl.
39, Orat. 6, seilt. 29, Tric. T. 6, p. 306.)"

"No debemos hablar sino cuando nuestras palabras pueden ser más útiles que
nuestro silencio. (S. Juan CRISÓSTOMO, in Psalm. 140, sent. 142, Tric. T. p. 326.)"

"Si queréis saber el mal que hay en las conversaciones domésticas, no tenéis que
hacer otra cosa sino advertir con cuanta vergüenza y confusión os escuchan. Por lo
cual no hay cosa más despreciable e infame que hablar de este modo, y las personas
que lo ejecutan, merecen ser colocadas con los farsantes y prostitutas. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homl. 6, c. 5, ad Corint., sent. 334, Tric. T. 6, p. 373.)"

"El que murmura, es ingrato a Dios, y la ingratitud para con Dios,es una especie de
blasfemia. (S. Juan CRISÓSTOMO,Homil. 8,Ep. ad Philip. sent.352, Tric. T 6, p. 377.)"

"Palabra ociosa es aquella que carece de¡ motivo de justa severidad, o de la


intención de pía utilidad. Si hemos, pues, de dar cuenta de la palabra ociosa,
consideremos cual será la pena que se dará por el mucho hablar en lo cual se peca
también con palabras perniciosas. (S. Gregorio el Grande, Part. 3, Admonit. c. 13,
sent. 13, adic., Trie. T. 9, p. 382.)"

"No despedacéis la reputación de] prójimo; no ensuciéis vuestra boca refiriendo los
pecados de otros. Compadeceos de¡ mal que el pecador se hace a sí mismo, en lugar
de publicar su vergüenza. Temed que os sucede lo que tan ligeramente censuráis en
otros. La detracción es mayor delito que lo que se piensa; la detracción arrastra a la
condenación más horrible. No hay cosa más indigna ni más vergonzosa que este
vicio. No la hay más infame ni que más deshonre. Es propiedad de los perros morder
y despedazar con rabia, y manchar su lengua entre la suciedad más inmunda. (S.
Anselmo. Exhort. ad contemptum teinporalium, sent. 23, Tríc. T. 9, p. 345.)"

"El hombre vicioso no se escapa de la censura y murmuración de sus semejantes. (S.


Bernardo, 1, de Consid., c. 10, sent. 126, Tric. T. 19, p.329.)"

"Siempre es útil guardar la boca, mas debe ser de tal modo que no falte la gracia de
la afabilidad. (S. Bernardo, 4, de Consid., c. 6, n. 23, sent. 148, Tríc. T. 10, p. 33 l.)"

"En todas partes se ha de refrenar la lengua, fácil a precipitarse, más sobre todo en
los convites. (S. Bernardo, ibid., sent. 149, Tric. T. 10, p. 331.)"

"No resolveré fácilmente cuál es el daño mayor: si murmurar o escuchar al que


murmura. (S. Bernardo, 2, de Consid., n. 22, sent. 152, Tric. T. 10, p. 331.)"

OBEDIENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

Jesús, durante su estancia en Nazaret, obedecía a José y a Maria: Lc 2, 51.

Obediencia de Maria al serle comunicado el misterio de la Encarnación: Lc 1, 35-38.

Fruto de la obediencia de Maria: su maternidad divina: Lc 1,35, 38.

Nuestro Señor ve en los que cumplen la voluntad de Dios a su madre y a sus


hermanos: Mt 12,

48-50; Mc 3, 33-35; Lc 8, 21.

Obediencia de José al ángel: Mt 1, 18-25; 2, 13-14.

Obediencia de José y Maria al decreto de César Augusto: Lc 2, 2-5.

Obediencia de José y Maria a la Ley judaica: Lc 2, 21-24.

Obediencia de los Magos a la inspiración de Dios: Mt 2, 1-12.

La obediencia debe ser norma de todos nuestros actos: Mt 3, 1316; Jn 13, 3-9.

Obediencia a la vocación: Mt 4, 18-22; 9, 9; Mc 1, 16-20; 2, 13-14; Lc 5, 27-28.

Obediencia del diácono Felipe: Hech 8, 26-27.

Obediencia de Saulo: Hech 9, 5-9.

Obediencia de Ananías: Hech 9, 11-17.

Obediencia del Centurión Cornelio: Hech 10, 7-9.

Obediencia de Pablo a una orden recibida en sueños en Tróade: Hech 16, 9-10.

Cómo Pablo obedece primeramente a Dios: Hech 18, 19, 11-13.

Cómo Pablo es obedecido por sus compañeros: Hech 21, 14-15.

Obediencia de Nuestro Señor a su Padre Dios: Rom 5, 19.

Por la obediencia ha rescatado Nuestro Señor a los hombres: Rom 5, 19.

Todos los que obedecen al Espíritu Santo son hijos de Dios: Ron' 8, 14.

La obediencia de los primeros cristianos se hizo notoria en todo el mundo, por la cual
los alaba San Pablo: Rom 16, 19.

La obediencia debe ser efectiva. Parábola de los dos hijos enviados a la viña: Mt 21,
28-31.

Dios Padre otorga al Espíritu Santo a los que obedecen: Hech 5, 32.

Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres: Hech 5, 29.

Hijos, obedeced a los padres en todo. Col 3, 20.

Obedeced a vuestros superiores y estadles sujetos, que ellos velan sobre vuestras
almas como quien ha de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y sin
queja, que esto seria para vosotros sin utilidad. Heb 13, 17.

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente,
que edifica su casa sobre roca. Mt 7, 24.
Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Flp 2, 8.

«Mejor es la obediencia que las víctimas». Saul rechazado por Dios: I Sam 15, 10-23.

Si hubieses atendido a mis mandamientos, tu paz seria como un río, y tu justicia


como las olas del mar. Is 48, 18.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Facilidad y dificultades de la obediencia

3673 ...Decir que dejaremos nuestra voluntad en otra parece muy fácil, hasta que
probándose se entiende que es la cosa más recia que se puede hacer, si se cumple
como se ha de cumplir (SANTA TERESA, Camino de perfección, 32, 5).

3674 Te mandan una cosa que crees estéril y difícil.—Hazla. —Y verás que es fácil y
fecunda. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Cam¿no, n. 623).

3675 Fueron, pues, los que habían sido enviados, y hallaron al pollino... Así también
debemos hacer nosotros, que debemos acometer con mucho afecto y gran solicitud
cuanto se nos mande, por bajo que sea, sabiendo que todo lo que se hace por Dios
no es pequeño, sino digno del reino de los cielos (TITO BOSTRENSE en Catena Aurea,
vol. Vl, p. 349)

3676 Dijome una vez (el Señor), que no era obedecer si no estaba determinada a
padecer; que pusiese los ojos en lo que El habia padecido y todo se me haría fácil
(SANTA TERESA, Vida, 26).

3677 A veces el Señor sugiere su querer como en voz baja, allá en el fondo de la
conciencia: y es necesario escuchar atentos, para distinguir esa voz y serle fieles. En
muchas ocasiones, nos habla a través de otros hombres, y puede ocurrir que la vista
de los defectos de esas personas, o el pensamiento de si están bien informados, de si
han entendido todos los datos del problema, se nos presente como una invitación a
no obedecer (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Crssto que pasa, 17).

Frutos, eficacia y poder de la obediencia

3678 ¡Oh poder de la obediencia!—El lago de Genesaret negaba sus peces a las
redes de Pedro. Toda una noche en vano. —Ahora, obediente, volvió la red al agua y
pescaron «piscium multitudinem copiosa».»—una gran cantidad de peces—Créeme:
el milagro se repite cada día (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 629).

3679 Para adquirir este tesoro, no hay mejor camino que cavar y trabajar para
sacarle de esta mina de la obediencia; que mientras más caváremos, hallaremos
más, y mientras más nos sujetáremos a los hombres, no teniendo otra voluntad sino
la de nuestros mayores, más estaremos señores de ella para conformarla con la de
Dios (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 13).

3680 Dios no necesita de nuestros trabajos, sino de nuestra obediencia (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 56).

3681 Tiene por compañeras la honra y la dignidad, porque no es esclavitud o


servidumbre de hombre a hombre, sino sumisión a la voluntad de Dios, que reina por
medio de los hombres (LEÓN XIII, Enc. Immortale Dei).
3682 Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la
suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades debajo
de color de bien (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

3683 Haz que tu padre espiritual te señale las obras de piedad que has de practicar,
y con eso tendrán duplicada gracia y bondad, una por si misma, puesto que son
piadosas, y otra por la obediencia, que las ordena y en cuya virtud se ejecutan.
Bienaventurados los que obedecen, porque Dios no permitirá jamás que se extravien
(SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 11).

3684 Mientras nos sometemos humildemente a la voz ajena nos superamos a


nosotros mismos en el corazón (SAN GREGORio MAGNO, Moralia, 35).

3685 Muchas veces me parecía no se poder sufrir el trabajo conforme a mi bajo


natural, me dijo el Señor: Hija, la obediencia da fuerzas (SANTA TERESA,
Fundaciones, pról. 2).

3686 Si no entristeces a esta gracia, conocerás los secretos que el Verbo comunica
por medio de quien quiere y cuando quiere [...]. Si te acercas atentamente, sabrás
todo lo que Dios concede a los que verdaderamente aman (cfr. I Cor 2, 9).

Se convierten en un jardín de delicias; en ellos va a crecer un árbol fecundo y


vigoroso que los colmará de ricos frutos. Ellos son el terreno en que fueron plantados
el árbol del conocimiento y el árbol de la vida. Porque lo que mata no es el árbol del
conocimiento, sino la desobediencia (Epístola a Diogneto XI, 3 y XII, 2-3).

Seguridad de la obediencia

3687 Obedecer..., camino seguro.—Obedecer ciegamente al superior..., camino de


santidad.—Obedecer en tu apostolado..., el único camino: porque, en una obra de
Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 941).

3688 ¡Oh, Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes
imaginaciones, y cómo de un alma que está ya determinada a amaros y dejada en
vuestras manos no queréis otra cosa, sino que obedezca y se informe bien de lo que
es más servicio vuestro y eso desee! (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 6).

3689 Obediencia que con toda verdad puedo decir que es la virtud propia de la
criatura racional que actúa bajo la potestad de Dios; y también que el primero y
mayor de todos los vicios es el orgullo, que lleva al hombre a querer usar de su
potestad para la ruina, y tiene el nombre de desobediencia (SAN AGUSTÍN, Sobre el
Génesis, 8).

3690 Gran cosa es estar en obediencia, y vivir debajo de prelado, y no ser suyo
propio: mucho más seguro es estar en sujeción que en mando (Imitación de Cristo, 1,
9, 1).

3691 La obediencia es virtud que inclina la voluntad a cumplir el mandato legitimo


del superior, en cuanto es manifestación de la Voluntad de Dios (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 104).

3692 La humildad, como virtud especial, considera principalmente la sujeción del


hombre a Dios, en cuyo honor se humilla sometiéndose incluso a otros (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 161, a. 1).

3693 ¿Qué importa que Dios nos manifieste su voluntad por si mismo o por sus
ministros, ya sean ángeles, ya sean hombres? (SAN BERNARDO, De praeceptis et
dispositionibus 9).

3694 Pierde ella (el alma) su regalo, y lo tiene por bien perdido porque no se acuerda
de su contento, sino en cómo hacer más la voluntad del Señor, y así es en la
obediencia. Seria recia cosa que nos estuviese claramente diciendo Dios que
fuésemos a alguna cosa que le importa, y no quisiéramos porque estamos más a
nuestro placer (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 5).

3695 Es conveniente obedecer sin ningún género de fingimiento, porque no es a éste


o a aquel obispo que vemos a quien se trataria de engañar, sino que el engaño iria
dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso ya no es contra un hombre
mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido está patente (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Magnesios, 1).

3696 Cada uno entienda que el fin de todos estos ejercicios y de toda la vida
espiritual es la obediencia de los mandamientos de Dios y el cumplimiento de la
divina voluntad, para lo cual es necesario que muera la voluntad propia, para que así
viva y reine la divina, pues es tan contraria a ella (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat.
de la oración y meditación, 11, 5).

Obedecer los consejos del confesor

3697 Yendo con limpia conciencia y con obediencia, nunca el Señor permite que el
demonio tenga tanta mano que nos engañe de manera que pueda dañar el alma;
antes viene él a quedar engañado (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 2).

3698 Muchas veces me ha dicho el Señor que no deje de comunicar toda mi alma y
las mercedes que el Señor me hace con el confesor, y que sea letrado, y que le
obedezca. Esto muchas veces (SANTA TERESA, Vida, 26, 3).

3699 Siempre que el Señor me mandaba una cosa en la oración, si el confesor me


decia otra me tornaba el mismo Señor a decirme que le obedeciese; después su
Majestad le volvía para que me lo tornase a mandar (SANTA TERESA, Vida, 26, 5).

Cualidades de quien ejerce la autoridad

3700 Ningúno manda con seguridad sino el que aprendió a obedecer de buena gana
(Imitación de Cristo, 1, 20, 3).

3701 (El ejercicio de la autoridad no es más que) un oficio de amor (SAN AGUSTÍN,
Trat. Evang. S. Juan, 123).

3702 (Recomienda la santa a la madre priora): Procure que sea amada para que sea
obedecida (SANTA TERESA, Constituciones, 9, 1).

Cualidades de la obediencia

3703 El enemigo: ¿obedecerás... hasta en ese detalle «ridículo»? Tú, con la gracia de
Dios: obedeceré... hasta en ese detalle «heroico» (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 618).
3704 Has de obedecer cuando te manden cosas agradables, como es el comer y
divertirse, pues aunque entonces no parece gran virtud el hacerlo, el no hacerlo seria
gran defecto; has de obedecer en las cosas indiferentes, como ponerte tal o tal
vestido, ir por tal o por cual camino, cantar o callar, y ésta será una obediencia muy
loable; has de obedecer también en las cosas difíciles, ásperas y duras, y ésta será
obediencia perfecta; has de obedecer, finalmente, con dulzura, sin enfado y, sobre
todo, por amor (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 11).

3705 Hay tres modos diferentes de obedecer: separándonos del mal por temor al
castigo, y entonces nos colocamos en una actitud servil; o por alcanzar el premio
ofrecido, y en este caso nos asemejamos a los mercenarios; o por amor al bien y por
afecto a aquel que nos manda, y entonces imitamos la conducta de los buenos hijos
(SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 207).

3706 Purificad vuestras almas en la obediencia, la cual no debe proceder sólo de la


necesidad, sino de una franca voluntad y deseo de agradar a Dios. La voluntad del
superior, sea como sea conocida por nosotros, ha de servirnos de precepto. Las
consideraciones que deseo en vuestra obediencia se encierran todas en una; pues no
deseo más que la sencillez, que rinde dulcemente el corazón a las órdenes y se
siente feliz obedeciendo hasta en las cosas que repugnan, y más en éstas que en
ningúna otra.

No deseéis, pues, nada más que lo que Dios quiere y haced lo que os diga el que os
mande, con tal que no haya pecado en ello. Quered lo que quieren los superiores y
querréis lo que Dios quiere: con ello seréis de veras obedientes y dichosos (SAN
FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 46, I.c.,p.680).

3707 La obediencia hace meritorios nuestros actos y sufrimientos, de tal modo que,
de inútiles que estos últimos pudieran parecer, pueden llegar a ser muy fecundos.
Una de las maravillas realizadas por nuestro Señor es haber hecho que fuera
provechosa la cosa más inútil, como es el dolor. El lo ha glorificado mediante la
obediencia y el amor. La obediencia es grande y heroica cuando por cumplirla está
uno dispuesto a la muerte e ignominia (R. GARRIGOU LAGRANGE, Las tres edades de
la vida interior, vol. II, p. 683).

El ejemplo de Jesucristo

3708 Jesucristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el


reino de los cielos, nos reveló su misterio y realizó la redención con su obediencia
(CONC. VAT.II, Const. Lumen gentium, 3).

3709 Cristo, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos(SAN AGUSTÍN,
Sermón 51).

3710 La señal de la humildad es la obediencia, mientras que la soberbia nos inclina a


hacer la propia voluntad y a buscar aquello que nos ensalza, y a no querer dejarnos
dirigir por los demás, sino a dirigirlos a ellos. La obediencia es lo contrario de la
soberbia. Mas el Unigénito del Padre, venido del cielo para salvarnos y sanarnos de la
soberbia, hizose obediente hasta la muerte en la cruz (R. GARRIGOU LAGRANGE, Las
tres edades de la vida interior, vol. II, p. 683).

3711 Baja del cielo por obedecer a un hombre y se deja poner sobre los altares en
cuanto los hombres quieren. Así está sin moverse por si mismo, déjase estar donde
lo ponen, o expuesto en la custodia, o cerrado en el sagrario; déjase conducir por
donde lo llevan, así por las calles como por las casas; permite que cualquiera le
reciba en la comunión, sea justo o pecador. Mientras vivió en este mundo, dice San
Lucas, obedecía a Maria Santísima y a San José, mas en este Sacramento obedece a
tantas criaturas como son en el mundo los sacerdotes (SAN ALFONSO M. a DE
LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 25).

Obediencia de la Virgen

3712 Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa


delicada combinación de esclavitud y de señorío. En Maria no hay nada de aquella
actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora
oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no
sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: he aquí la
esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra (Lc I, 38) (J. ESCRIVA DE
BAEAGUER, Es Cristo que pasa, 173).

OFRECIMIENTO DE OBRAS
SELECCION DE TEXTOS

3713 Se levantan antes del día o al rayar el alba, pero no se envuelven enseguida en
los cuidados familiares y demás menesteres de este mundo. Van antes al templo
para consagrar en la divina presencia las primicias de sus acciones y trabajos
(CASIANO, Colaciones, 21).

3714 ¿Y que aire acerca de las primicias? ¿No es notorio que todos los fieles siervos
de Cristo las ofrecen todos los cias? Porque apenas despertar, antes de enfrentarse
de nuevo con el trasiego de la vida, antes de concebir en su corazon cualquier
impresion, antes incluso de acordarse del cuidado de sus intereses familiares,
consagran al Señor el nacimiento y principio de sus pensamientos (CASIANO,
Colaciones, 21).

3715 Todas sus obras, sus oraciónes e iniciativas apostolicas, la vida conyugal y
familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechas en el
Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan pacientemente, se
convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cfr. I Pdr 2, 5),
que en la celebracion de la Eucaristia se of recen piadosisimamente al Padre junto
con la oblacion del cuerpo del Señor (CONC. VAT.II, Const. Lumen gentium, 34).

3716 El Señor no mira tanto la cantidad que se le ofrece, como el amor que se pone
en la ofrenda (SAN JUAN CRISOSTOMO), en Catena Aurea, vol. Vl, p. 393)

3717 Primeramente debe of recerse uno a si mismo por perpetuo esclavo suyo,
resignandose y poniendose en sus manos para que haga de el todo lo que quisiere en
tiempo y en eternidad, y ofrecer juntamente todas sus palabras, obras, pensamientos
y trabajos, que es todo lo que hiciere y padeciere, para que todo sea gloria y honra
de su santo nombre (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Trat. de la oración y meditacion, 1,
10).

3718 Al elevar todo ese quehacer a Dios, la criatura diviniza el mundo. ;He hablado
tantas veces del mito del rey Midas, que convertia en oro cuanto tocaba! En oro de
meritos sobrenaturales podemos convertir todo lo que tocamos, a pesar de nuestros
personales errores (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 308).

3719 Lo que se hace por Dios, se ofrece a Dios y El lo recibe; lo que se hace por los
hombres, se convierte en aire (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt 1, p.
338).

3720 Aquello poco que desees ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de
Maria, graciosisimas y dignisimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor
sin sufrir de El repulsa (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María,
18).

OMISIONES

Citas de la Sagrada Escritura

Y dira a los de la izquicrda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, preparado para
el diablo y para sus argeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve
sed, y no me disteis de beber; fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no
me vestisteis; entermo y en la carcel, y no me visitasteis. Entonces cllos responderan
diciendo: Señor, ¿cuando te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o
en prision, y no te socorrimos? El les contestara diciendo: En verdad os digo que
cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de
hacerlo. (Mt 25, 4145).

Le dijo Jesus: ¿Quieres ser curado? Respondio el enfermo: Señor, no tengo a nadie
que al moverse el agua me meta en la piscina, y mientras yo voy, baja otro antes de
mi (Jn 5, 6-7).

Nosotros somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificacion de


Dios. (I Cor 3, 9)

Es preciso que los honbres vean en nosotros ministros dc Cristo y dispensadores de


los misterios de Dios (I Cor 4, 1).

En todo debemos mostrarnos como ministros de Dios (2 Cor 6, 4).

Llega el otro, diciendo: Señor, ahi tienes tu `<mina” que tuve guardada en un
pañuelo, pues tenía miedo de ti, que eres hombre severo, que quieres recoger lo que
no pusiste y segar donde no sembraste. Dijole: Por tu boca misma te condeno, mal
siervo. Sabias que yo soy un hombre severo, que cojo donde no deposite y siego
donde no sembre; ¿,por que, pues, no diste mi dinero al banquero, y yo, al volver, lo
hubiera recibido con los intereses? (Lc 19, 20-23).

Si el hermano o la hermana estan desnudos y carecen de alimento cotidiano, y


alguno de vosotros les dijere: Id en paz, que podais calentaros y hartaros, pero no les
diereis con que satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿,que provecho les vendria?
(Sant 2, 15-16).

¿Sabeis que ayuno quiero yo?, dice el Señor Yave: [...] partir tu pan con el
hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante
tu hermano. Entonces brotara tu luz como la aurora (Is 58, 6-8).

Tomando Jesus la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalen a Jerico y cayó en


poder de ladrones, que le desnudaron, le cargaron de azotes y se fueron, dejandole
medio muerto. Por casualidad bajo un sacerdote por el mismo camino, y, viendole,
paso de largo. Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, le vio también y siguio
adelante. Pero un samaritano que iba de camino llego a el, y, viendole, se movi6 a
compasion; acercose, le vendo las heridas, derramando en ellas aceite y vino; le hizo
montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al meson y cuido de el. A la manara,
sacando dos dcnarios, se los dio al mesonero y dijo: Cuida de el, y lo que gastares, a
la vuelta te lo pagare. <,Quien de estos tres te parece haber sido projimo de aquel
que cayo en manos de los ladrones? El contesto: El que hizo con el misericordia.
C'ontestole Jesus: Vete y haz tu lo mismo (Lc 10, 30-37).

Mis guardianes son ciegos todos, no entienden nada. Todos son perros mudos, que
no pueden ladrar; sohadores, se acuestan, son amigos de dormir. Son perros
voraces, insaciables; son pastores que no entienden, siguen cada uno su camino,
cada cual busca su interes (Is 56, 10- 1 1 ).

Se muere mi pueblo por falta de doctrina (Os 4, 6).

Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran. Vivid unanimes entre
vosotros, no seais altivos, mas allanaos a los humildes. No seais prudentes a vuestros
propios ojos. No volvais mal por mal; procurad el bien a los ojos de todos los
hombres. A ser posible y cuanto de vosotros depende, tenez paz con todos (Rom 12,
1518).

El que tuviere bienes dc este mundo y viendo a su hermano pasar necesidad le cierra
sus entranas, ¿como mora en el la caridad de Dios? Hijitos, no amemos de palabra ni
de lengua, sino de obra y de verdad (/ Jn 3, 17-18).

SELECCION DE TEXTOS

Omisiones y tibieza

3721 El reino de los cielos se parece a un padre defamilia, que al romper el día salio
a alquilar jornaleros para su vida (Mt 20, 1). Ya conoceis el relato: aquel hombre
vuelve en diferentes ocasiones a la plaza para contratar trabajadores: unos fueron
llamados al comenzar la aurora; otros, muy cercana la noche.

Todos reciben un denario [...]. Esta es la misericordia de Dios, que llama a cada uno
de acuerdo con sus circunstancias personales, porque quiere que todos los hombres
se salven (I Tim 2, 4). Pero nosotros hemos nacido cristianos, hemos sido educados
en la fe, hemos recibido, muy clara, la eleccion del Señor. Esta es la realidad.
Entonces, cuando os sentis invitados a corresponder, aunque sea a ultima hora,
¿podreis continuar en la plaza publica, tomando el sol como muchos de aquellos
obreros, porque les sobraba el tiempo?

No nos debe sobrar el tiempo [...]. Si te sobra tiempo, recapacita un poco: es muy
posible que vivas metido en la tibieza; o que, sobrenaturalmente hablando, seas un
tullido. No te mueves, estas parado, esteril, sin desarrollar todo el bien que deberlas
comunicar a los que se encuentran a tu lado, en tu ambiente, en tu trabajo, en tu
familia (J.ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 42).

3722 Quien tenga entendimiento, cuide de no estar siempre callado; quien tenga
bienes abundantes, vigile para no descuidarse en ejercitar la misericordia; quien
posea un arte por el cual se sustenta, procure con gran diligencia que el projimo
participe en su uso y utilidad; quien tiene ocasion de hablar al rico, tema ser
castigado (por retencion del talento) si, pudiendo, no intercede cerca de el en favor
de los pobres; porque el Juez que ha de venir exige de cada uno de nosotros el
talento, o sea, cuanto ha dado (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

3723 No seamos perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos


mercenarios que huyen del lobo, sino pastores solicitos que vigilan sobre el rebaho
de Cristo, anunciando el designio de Dios a los grandes y a los pequeflos, a los ricos y
a los pobres, a los hombres de toda condicion y de toda edad (SAN BONIFACIO, Carta
78).

3724 El que tiene talento procure no ser perro mudo; quien tiene abundancia de
bienes, no descuide la caridad; el que experiencia de mundo, dirija a su projimo; el
que es elocuente, interceda ante el rico por el pobre; porque a cada uno se le contara
como talento lo que hiciere, aunque haya sido por el mas pequeno (SAN GREGORIO
MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p. 236).

3725 Uno recibe la inteligencia, y por este talento queda obligado a la predicacion.
Otro recibe bienes terrenales, y este debe distribuir su talento de esos bienes. Otro
no recibio ni la inteligencia ni bienes terrenos, pero aprendio el arte que profesa: a
este se le reputa como talento recibido su mismo arte. Otro nada de esto ha recibido,
pero quiza merecio el trato de algun rico: este, por lo tanto, recibio el talento de la
familiaridad. Luego si no le habla en favor de los pobres, es condenado por la
retencion del talento. Luego el que tiene talento procure no callar; el que tiene
riquezas trate de no cansarse en las obras de misericordia; el que posee un arte o
profesión trate muy principalmente de que su uso y utilidad redunde en provecho del
projimo (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

3726 Uno cayo en un pozo donde el agua era bastante para que flotase sin morir ni
ahogarle, no impidiendole hablar, y acercosele otro y, al verlo, le dijo con admiracion:
“¿Como has caído aqui?” Y el otro le respondio: “Por favor, mira a ver si puedes
sacarme de aqui y no me vengas con preguntas sobre como he caído” (SAN
AGUSTÍN, Epistola 167).

Se nos pedira cuenta de los talentos recibidos

3727 El obispo que no sirve a los fieles (predicando, guiando) es solamente foenus
custos (guardian de paja), un espantapajaros colocado en los viñedos para que los
pajaros no coman las uvas (SAN AGUSTÍN, Miscel. AGUSTÍN, Roma 1930, 1, 568).

3728 Así como hay peligro de que los doctores oculten el talento del Señor, también
los oyentes pueden incurrir en la misma falta cuando se les exija los réditos de lo que
se les enseñó; a saber: si no han procurado penetrar en la inteligencia de lo que han
oido mediante la meditacion (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p.
233).

3729 Es enterrar el talento que se ha recibido, el ocupar el ingenio recibido en


asuntos puramente terrenales, el no buscar el lucro espiritual y el no levantar jamas
el corazon de los pensamientos terrenos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los
Evang.).

3730 El siervo que no quiso negociar con el talento, lo devolvio al Señor con excusas
[...], anadiendo el pecado de soberbia a los de pereza y negligencia (SAN GREGORIO
MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p. 231).

3731 Y ningúno diga: yo no sirvo para amonestar, no soy idoneo para exhortar. Haz
lo que puedas, para que no se te pida cuenta en los tormentos de lo recibido y mal
guardado (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

3732 También es esconder el talento el negarse a ejercer la predicacion (SAN


HILARIO, en Catena Aurea, vol. III, p. 228).

3733 Cuando veas a alguien que tiene facilidad para enseñar y aprovechar a las
almas, y que oculta este don, aunque en la conversacion manifieste cierta
religiosidad, no dudes en decir que este tal recibio un talento, pero lo tiene enterrado
(ORÍGENES, en Catena Aurea, vol III, p. 228).

3734 A la omision le es debida la pena de dano y la pena de sentido, por razon de la


raiz de que procede, aunque no implique necesariamente la adhesion temporal a
ningún bien mudable (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 79, a. 4 ad 4).

3735 Las virgenes fatuas conservaban la castidad, la gracia y la modestia para


propia utilidad, pero no eran titiles a nadie.

Por eso fueron arrojadas fuera. Así son los que no alivian el hambre de Cristo.
Considera atentamente que ningúno de ellos es acusado por faltas privadas,
fornicacion, perjurio o cualquier otra cosa, sino unicamente por no haber sido titiles a
los demas. Yo pregunto: ¿Es cristiano el que se conduce asi? Si el fermento mezclado
con la harina no la hace cambiar, ¿es verdadero fermento? Si el perfume no despide
buen olor entre los circunstantes, 1lo podremos llamar perfume? (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos de los Apostoles).

ORACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura


1. Oración de Jesucristo

Oración del Señor en la intimidad con su Padre: Mt 14, 23; 11, 25-26; Lc 6, 12, etc.

Oración de Jesús por sí mismo: Mc 14, 35-36; Lc 23, 34-36.

Oración por sus apóstoles y futuros discipulos: Lc 22, 32; Jn 17, 14.

La intercesión del Señor tiene carácter permanente: Heb 7, 25.

Junto a la oración personal la oración Litúrgica: Mc 14, 26.

Usó de pasajes de los salmos para expresar una oración personal: Mt 27,46 (Sal
22,2); Lc 23,46 (Sal 31).

2. Oración del cristiano

Necesaria para resistir la tentación: Mt 26, 41.

Para obtener los dones necesarios: Jn 4, 10; 6, 27.

Oración individual, en el secreto de la casa: Mt 6, 5-ó.

Oración colectiva. Mt 19-20.

Debe ser discreta: Mt 6, 7-8 (cfr. 1 Re 18, 26-29; Is 1, 15).

Debe ser humilde: Lc 18, 9-14.

Perseverante: Lc 11, 5-8; 18, 1 -8.

Confiada: Mc 11, 23.

El Señor nos concederá también lo indispensable para la vida material: Mt 7, 7-11; Lc


11, 9-13.

3. La oración de la Iglesia

Los Apóstoles, unidos en la oración para recibir el Espíritu Santo: Hech 1, 1.

Fundamento de la Iglesia: Hech 1, 24-26; 6, 6, etc.; 1 Tim 2, 8; Apoc 6, 9-14.

Oración constante de acción de gracias: I Cor 1, 4; Flp 1, 9.

Se dirige al Padre por Jesucristo: Ef 5, 20.

Doxologías e himnos litúrgicos: Flp 2, 6-11; I Tim 1, 17.

Los Apóstoles exhortan continuamente a los cristianos a cuidar la oración: Rom 12,
12; Col 14, 2; I Pdr 4, 7; Sant 5, 16.

San Pablo se encomienda a las oraciónes de los fieles: Rom 15, 30.

Los tiene continuamente presentes en sus oraciónes: Rom 1, 9-10; Ef 1, 16; Col4, 12;
i Tes 1, 2.
Los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Sagrada Eucaristía, encuentros
íntimos con el Señor: Mt 9, 2-8; Jn 8, 10-11; Jn 6, 56.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Qué es la oración

3736 No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando
muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (SANTA TERESA, Vida, 8,
2).

3737 La oración es la elevación del alma hacia Dios y la petición de lo que se


necesita de Dios (SAN PEDRO DAMIAN, en Catena Aurea, vol. III, p. 304).

3738 (La oración es) la elevación de la mente a Dios para pedirle cosas convenientes
(SAN JUAN DAMASCENO. Sobre la fe, 3).

3739 Oración mental es ese diálogo con Dios, de corazón a corazón, en el que
interviene toda el alma: la inteligencia y la imaginación, la memoria y la voluntad.
Una meditación que contribuye a dar valor sobrenatural a nuestra pobre vida
humana, nuestra vida diaria corriente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa,
119).

3740 La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación


entre la criatura y su Criador (SANTo CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3741 La adoración es el acto por el que uno se dirige a Dios con ánimo de alabarle
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 14).

3742 La oración es el acto propio de la criatura racional (SANTO TOMÁS, Suma


Teológica, 2-2, q. 83, a. 10).

3743 La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia:


venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto, no podemos menos
de abandonarnos a El, nuestro Creador y Señor, con plena y total confianza [...]. La
oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y
reconocimiento, una actitud de confianza y de abandono en Aquel que nos ha dado la
vida por amor. La oración es un diálogo misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de
confianza y amor (JUAN PABLO II, Aloc. 14-III-1979).

Necesidad de la oración

3744 Vuestro Dios está siempre cerca de vosotros, y aun dentro de vosotros: en él
tenemos vida, movimiento y ser (Hech 17, 28). Aquí no le sale al paso un portero a
quien desee hablarle; a Dios le gusta que tratéis familiarmente con él. Tratad con él
vuestros asuntos, vuestros proyectos, vuestros trabajos, vuestros temores y todo lo
que os interese. Hacedlo sobre todo con confianza y el corazón abierto, porque Dios
no acostumbra a hablar al alma que no le habla; si ésta no se acostumbra a
conversar con él, comprenderá muy poco su lenguaje cuando le hable (SAN ALFONSO
M. a DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios, 1. c., volt I, pp.
316-317).
3745 ¿Quién de nosotros podrá oír, sin llorar de compasión, a esos pobres cristianos
que se atrever a deciros que no tienen tiempo para orar? ¡Pobres ciegos! ¿Qué obra
es más preciosa, la de trabajar por agradar a Dios y salvar el alma, o la de dar de
comer al ganado de las cuadras, o bien llamar a los hijos o sirvientes para enviarlos a
remover la tierra o el estercolero? ¡ Dios mío, cuán ciego es el hombre!... ¡No tenéis
tiempo!, mas, decidme, ingratos, si Dios os hubiese enviado la muerte esta noche,
¿habriais trabajado? Si Dios os hubiese enviado tres o cuatro meses de enfermedad,
¿habriais trabajado? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3746 El sendero, que conduce a la santidad, es sendero de oración; y la oración debe


prender poco a poco en el alma, como la pequeña semilla que se convertirá más
tarde en árbol frondoso (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 295).

3747 De lo que yo tengo experiencia puedo decir, y es que por males que haga quien
la ha comenzado (la oración) no le deje; pues es el medio por donde puede tornarse
a remediar, y sin ella será muy más dificultoso (SANTA TERESA, Vida, 8, 2).

3748 Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no
oramos o lo hacemos mal (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3749 Es, pues, por la oración por la que todos los santos no sólo se han salvado, sino
que han llegado a ser santos. Los condenados se han condenado por no haber orado;
si hubieran orado no se hubieran condenado (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Del
gran medio de la oración).

3750 La oración es el medio necesario y seguro para conseguir la salvación y para


obtener todas las gracias necesarias para conseguirla (SAN ALFONSO M a DE
LIGORIO, Del gran medio de la oración).

3751 Todo hombre está obligado a orar por el hecho de que está obligado a
procurarse los bienes espirituales, que no le pueden venir sino de Dios y no pueden
serle dados sin que él los pida (SANTO TOMÁS, Coment. Libre I V Sentencias d.
15q.4a. 1 ad3).

3752 Sin este cimiento fuerte (de la oración) todo edificio va falso (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 4, 5).

3753 Si la oración no mantiene este edificio y sostiene todas sus partes


conjugándolas entre si, no podrá ser firme y sólido, ni subsistir por mucho tiempo
(CASIANO, Colaciones, 9).

3754 Aquel que ora, ciertamente se salva, y quien no ora, ciertamente se condena
(SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento).

3755 Vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo agranda y lo hace capaz de


amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, es un rebose del
paraiso Jamás nos deja sin alguna dulzura. Es una miel que desciende sobre el alma y
lo endulza todo. Las penas se deshacen ante una oración bien hecha, como la nieve
ante el sol (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre /a oración).

3756 Siempre que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder


más generosamente al Señor, y buscamos una guia, un norte claro para nuestra
existencia cristiana, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del
Evangelio: conviene orar perseverantemente y no desfallecer (Lc 18, 1). La oración
es el fundamento de toda la labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes
y, si prescindiésemos de este recurso, no lograriamos nada (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 238).

Poder de la oración

3757 La oración era entonces, como hoy, la única arma, el medio más poderoso para
vencer en las batallas de la lucha interior: ¿ hay entre vosotros alguno que está
triste? Que se recoja en oración (Sant 5, 13). Y San Pablo resume: orad sin
interrupción (I Tes 5, 17), no os canséis nunca de implorar (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 242).

3758 Orad, orad, orad; la oración es la llave de los tesoros de Dios; es el arma del
combate y de la victoria en toda lucha por el bien y contra el mal. ¿Qué no puede la
oración, adorando, propiciando, suplicando, dando gracias? (Pío XII, Aloc. 4-9-1940).

3759 Elias, después de estar cerrado el cielo a los impios durante tres años y tres
meses, lo abrió de nuevo con su palabra divina; y esto mismo hace siempre el que
con su oración obtiene para el alma la lluvia antes denegada a los hombres por sus
pecados (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 14).

3760 Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo asi, del querer de Dios
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la perseverancia)

3761 Cuando hablamos con Dios en la oración el Hijo está unido a nosotros, y cuando
ruega el cuerpo del Hijo lo hace unido a su cabeza; de este modo, el único Salvador,
Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo
tiempo es a El a quien dirigimos nuestra oración.

Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra;
recibe nuestra oración, como nuestro Dios. (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo
85).

3762 Los grandes prodigios que Samuel realizó, según las Escrituras, mediante la
oración, los pueden realizar también ahora cualquiera de los que están
verdaderamente dedicados a Dios (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 13).

3763 Sin la oración de Esteban, la Iglesia no tendría a Pablo (SAN AGUSTÍN, Sermón
382).

3764 No nos extrañe, pues, que el demonio haga todo lo posible para movernos a
dejar la oración o a practicarla más, pues sabe mejor que nosotros cuán temible sea
ella al infierno y cómo es imposible que Dios pueda denegarnos lo que le pedimos al
orar. ¡Cuántos pecadores saldrian del pecado, si acertasen a recurrir a la oración!
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

Cómo orar

3765 Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra
muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su
Majestad arranca las malas hierbas, y ha de plantar las buenas. Pues hagamos
cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma, y lo ha
comenzado a usar. Y, con ayuda de Dios, hemos de procurar, como buenos
hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas, para que no se
pierdan, sino que vengan a echar flores que den de si gran olor, para dar recreación
a este Señor nuestro, y Así se venga a deleitar muchas veces a este huerta y a
holgarse entre estas virtudes (SANTA TERESA, Vida, 11, 2).

3766 En cuanto al lugar, hay que saber que todo lugar es apto para que haga oración
quien bien ora: Of reced en todo lugar a mi nombre un sacrificio humeante, dice el
Señor; y Quiero que los hombres oren en todo lugar. Para practicar las devociones
con más tranquilidad y menos expuestos a distracción se puede, si es cómodamente
factible, elegir en las casas particulares un determinado lugar a ello destinado, un
recinto por así decir más santo, y alli hacer la oración (ORÍGENES, Trat. sobre la
oración, 30).

3767 Me ha parecido necesario exponer estas cosas al considerar el lugar de la


oración y al establecer que el mejor lugar para ella es el de las asambleas de los
santos que se congregan piadosamente en la iglesia (ORÍGENES, Trat. sobre la
oración, 6).

3768 Dediquemos a esta norma de piedad un tiempo suficiente; a hora fija, si es


posible. Al lado del Sagrario, acompañando al que se quedó por Amor. Y si no
hubiese más remedio, en cualquier parte, porque nuestro Dios está de modo inefable
en nuestra alma en gracia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 249).

3769 No son menester fuerzas corporales para ella, sino sólo amar y costumbre; que
el Señor da siempre oportunidad si queremos (SANTA TERESA, Vida, 7, 4).

3770 En la oración, si podemos hablar al Señor, hablémosle, alabémosle,


roguémosle, escuchémosle. Si no podemos hablar con El porque estamos afónicos,
permanezcamos en la estancia y hagámosle reverencia; alli nos verá, agradecerá
nuestra paciencia y recompensará nuestro silencio. Un día en que nos hallemos
desvanecidos, nos dará la mano, platicará con nosotros y dará en nuestra compañia
cien vueltas por las avenidas de su jardin; pero, en tanto que no lo haga,
conformémonos con que nuestro deber sea ir en su busca, pensando que ya es
gracia muy señalada y honor demasiado alto el que nos sufra en su presencia (SAN
FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 149, 1. c., p. 784).

3771 Será útil el recuerdo de Dios que está presente y que capta todos los
movimientos, aun los más leves, del alma, mientras ésta se dispone a sí misma para
agradar a quien sabe que está presente, y que va y examina el corazón, y que
escruta las entrañas (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 8).

3772 Pensar y entender lo que hablamos y con quién hablamos y quién somos los
que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo
poco que le habemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración
mental; no penséis que es otra algarabía ni os espante el nombre (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 25, 3).

3773 Al principio costará; hay que esforzarse en dirigirse al Señor, en agradecer su


piedad paterna y concreta con nosotros. Poco a poco el amor de Dios se palpa—
aunque no es cosa de sentimientos—, como un zarpazo en el alma. Es Cristo, que nos
persigue amorosamente: He aqui que estoy a tu puerta, y llamo (Apoc 3, 20) (J.
ESCRIVÁ DE BALACUER, Es Cristo que pasa, 8).

3774 Conténtese el hombre con hacer buenamente lo que es de su parte, que es


hallarse presente a lo que el Señor padeció, mirando con una vista sencilla y
sosegada, y con un corazón tierno y compasivo y aparejado para cualquier
sentimiento que el Señor le quisiere dar, lo que por El padeció, más dispuesto para
recibir el efecto que su misericordia le diere, que para exprimirlo a fuerza de brazos.
Y esto hecho, no se acongoje por lo demás, cuando no le fuere dado (SAN PEDRO DE
ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, I, 12, aviso 3°).

3775 Es sumamente provechoso al pretender hacer oración ponerse—durante toda


ella—en actitud de presencia de Dios y hablar con El como con quien está presente y
lo ve (ORI GENES, Trat sobre la oración, 8).

3776 Que le oigamos dentro de nuestro corazón, que le escuchemos con aquella
atención que pedía Jesús cuando dijo: el que tenga oidos que oiga (SAN AGUSTÍN,
Sermón 25).

3777 Si no era acabando de comulgar, jamás osaba comenzar a tener oración sin
libro; que tanto temía mi alma estar sin él en oración, como si con mucha gente fuera
a pelear Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de
recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada (SANTA TERESA,
Vida, 4, 7).

3778 Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho


de su sagrada Humanidad, y traerle siempre consigo, y hablar con El, pedirle para
sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con El en sus contentos y no
olvidarle por ellos; sin usar oraciónes compuestas, sino palabras conforme a sus
deseos y necesidad. Es excelente manera de aprovechar, y muy en breve; y quien
trabajare para traer consigo esta preciosa compañia, y de veras cobrase amor a este
Señor a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado. Para esto no se nos ha de
dar nada de no tener devoción —como tengo dicho—, sino agradecer al Señor que
nos deja estar deseosos de contentarle, aunque sean pocas las obras. Este modo de
traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos los estados, y es un medio segurisimo
para ir adelantando. (SANTO TERESA, Vida, 12).

3779 Antes que entremos en la meditación es necesario aparejar el corazón para


este santo ejercicio, que es como quien templa la vihuela para tañer (SAN PEDRO DE
ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, 1, 5).

3780 De los que comienzan a tener oración, podemos decir son los que sacan el agua
del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho, que han de cansarse en
recoger los sentidos, que como están acostumbrados a andar derramados, es harto
trabajo (SANTA TERESA, Vida, 11, 3).

3781 No calles, no guardes silencio en su presencia. Háblale para que también El te


hable (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen Maria, 15).

3782 Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo (S.
José) por maestro y no errará en el camino (SANTA TERESA, Vida, 6, 3).

Distracciones y dificultades en la oración.


3783 Creo, pues, que si el que va a la oración se recoge un instante y se compone a
sí mismo, se hallará más dispuesto y atento a lo largo de toda la oración. Igualmente,
si todas las angustias de su alma y los pensamientos perturbadores los echa fuera y
se esfuerza con todo interés en recordar la majestad de Aquel a quien se va a
acercar y qué impío es presentarse a El con laxitud, abandono y casi desprecio.
Finalmente, si aparta toda cosa ajena a la oración, viniendo a orar en esta forma;
extendiendo, por así decir, el alma ante las manos; dirigiendo, más que los ojos, la
mente a Dios; antes de ponerse en pie, levantando de la tierra la razón y poniéndose
en presencia del Señor de todo; rechazando en fin todo recuerdo de las injurias que
crea haber recibido de parte de otro [...] (ORÍGENES, Ttat. sobre la oración, 30).

3784 Siempre es bueno separarse de la vanagloria, especialmente cuando se está en


oración (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 346).

3785 El que no ora más que cuando está de rodillas, ora muy poco. Pero quien,
estando de rodillas, se abandona a todas las distracciones, no ora nada en absoluto
(CASIANO, Colaciones, 10).

3786 No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no
entender qué cosa sea oración mental (SANTA TERESA, Camino de perfección, 22, 8).

3787 A medida que nos entregamos a la oración, las mismas cosas que hicimos con
gran complacencia las tenemos que sufrir más tarde en nuestras oraciónes como
inoportunas y violentas [...]. Pero cuando insistimos vehementemente en nuestra
oración, paramos en nuestra alma a Jesús que pasa; pues se dice en el Evangelio:
Mas deteniéndose Jesús, mandó que se condujese al cielo a su presencia. Ved que se
detiene el que antes pasaba, porque mientras que en la oración consentimos a las
turbas de fantasmas, sentimos en cierto modo a Jesús que pasa; pero cuando
insistimos con vehemencia en la oración, Jesús se detiene para restituir la luz porque
Dios se detiene en el corazón y éste recupera la luz que habla perdido (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

3788 El corazón, como saben los que entran en él, es todo puertas, y necesita de
muchos porteros, y que todos despidan con ese no, cuyo valor conocen más los que
más se recogen, porque en este caso del recogimiento ese no afirma más que niega.
(F. DE OSUNA, Tercer abecedario espiritual, VII, 8).

3789 Y si [...] te inquietaren los pensamientos, y tú todavía perseverantemente les


resistieres e hicieres lo que es en ti, debes tener por cierto que mucho más terreno
ganas en esta resistencia que si estuvieras gozando de Dios a todo sabor (SAN
PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso, 4°).

3790 Muy muchas veces, algunos años, tenla más cuenta con desear se acabase la
hora que tenía por mí de estar y escuchar cuando daba el reloj, que no en otras
cosas buenas; y hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante que
no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración (SANTA TERESA,
Vida, 8, 3).

3791 Contra la tentación de los pensamientos importunos que nos suelen combatir
en la oración, el remedio es pelear varonil y perseve'rantemente contra ellos, aunque
esta resistencia no ha de ser con demasiada fatiga y congoja de espíritu, porque no
es este negocio tanto de fuerza cuanto de gracia y humildad (SAN PEDRO DE
ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso 4°).

3792Apenas nos demos cuenta de que nuestro espíritu se distrae, es necesario


ponerse de nuevo ante la presencia de Dios, humillarnos ante la divina Majestad, y
no dejar nunca la oración porque no experimentemos gusto al orar. Por el contrario,
hemos de pensar que, cuanta más pesadez sintamos, más meritoria será nuestra
oración a los ojos de Dios, si perseveramos en ella siempre con la intención de
agradarle. Refiérese en la historia que, en cierta ocasión, un santo decia a otro santo:
«¿A qué será debido que, mientras oramos, nuestro espíritu se llena de mil
pensamientos ajenos, los cuales quizá no nos acudirian, si no estuviésemos ocupados
en la oración?» El otro le contestó: «Ello no es extraño, amigo mio: ante todo, el
demonio prevé las abundantes gracias que por la oración podemos alcanzar, y, por
consiguiente, desespera de ganar a una persona que ore debidamente; además,
cuanto mayor es el fervor con que oramos más excitamos su furor» (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la oración). ~

3793 ¿Cómo deseas ser oido por el Señor, cuando tú mismo no te oyes? (SAN
CIPRIANO, en Catena Aurea, volt 1, p. 348).

3794 Es como llegarnos al fuego, que aunque le haya muy grande, si estáis
desviadas y escondéis las manos mal os podéis calentar, aunque todavia da más
calor que no estar a donde no hay fuego. Mas otra cosa es querernos llegar a él, que
si el alma está dispuesta—digo que esté con deseo de perder el frio—y se está alli un
rato, queda para muchas horas con calor (SANTA TERESA, Camino de perfección, 35,
1)

3795 Aprovecha también considerar que ni el demonio ni otra cosa es poderosa para
nos dañar, sin licencia de Nuestro Señor. También aprovecha considerar que
tenemos al Ángel de nuestra guarda a nuestro lado, y en la oración mejor que en otra
parte, porque alli existe él para nos ayudar y llevar nuestras oraciónes al cielo y
defendernos del enemigo, que nos puede hacer mal (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA,
Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso 5°).

3796 Para que la mente no se altere con pensamientos extraños, conviene durante el
tiempo de la oración olvidar todos aquellos asuntos ajenos a la misma (ORÍGENES,
Trat. sobre la oración, 9).

3797 ¿Que no ganáis nada en la oración? Mostrad a Dios vuestra miseria. La más
bella introducción de los mendigos es descubrir a nuestros ojos sus úlceras e
indigencia. Pero, a veces, según me decis, ni a eso llegáis, sino que permanecéis
como fantasma o estatua. No es poco. En los palacios de los reyes y los principes se
colocan estatuas, que no sirven más que para deleitar la vista del monarca;
contentaos con servir de eso en presencia de Dios. El animará la estatua cuando
quiera (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 149, 1. c., p. 784).

3798 Cuando hagas oración haz circular las ideas inoportunas, como si fueras un
guardia del tráfico; para eso tienes la voluntad enérgica que te corresponde por tu
vida de niño. —Detén, a veces, aquel pensamiento para encomendar a los
protagonistas del recuerdo inoportuno. ¡Hala!, adelante... Asi, hasta que dé la hora.—
Cuan~do tu oración por este estilo te parezca inútil, alégrate y cree que has sabido
agradar a Jesús (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 891).

3799 En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor, sino
esclavo; y así no me podia encerrar dentro de mi, que era todo el modo de proceder
que llevaba en la oración, sin encerrar conmigo mil vanidades (SANTA TERESA, Vida,
7, 6).

Recogimiento. Ver también nn. 4491-4519.


La oración da sentido a la vida en cualquier circunstancia

3800 Es solamente en la oración, en la intimidad del diálogo inmediato y personal


con Dios, que abre los corazones y las inteligencias (cfr. Hech 16, 14), donde el
hombre de fe puede ahondar en la comprensión de la voluntad divina respecto a su
propia vida (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 92-93).

3801 [...] oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana.


Cuando todo sale con facilidad: ¡gracias, Dios mío! Cuando llega un momento dificil:
¡Señor, no me abandones! Y ese Dios, manso y humilde de corazón (Mt 11, 29), no
olvidará nuestros ruegos, ni permanecerá indiferente, porque El ha afirmado: pedid y
se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá (Lc 11, 9) (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 247).

3802 La Iglesia ora y quiere orar para responder a las necesida- des que na'cen de lo
más profundo del hombre, que a veces está sumamente agobiado y acosado por las
condiciones contingentes de la vida diaria, por todo lo que es temporal, la debilidad,
el pecado, el abatimiento, y una vida que parece no tener sentido. La oración da
sentido a toda la vida en cada momento y en cualquier circunstancia (JUAN PABLO II,
Aloc. 23-10-1978).

3803 Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la
dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas
que~sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos (SANTO CURA
DE ARS, Sermón sobre la oración).

3804 La verdadera prueba del hombre no es el gusto de la oración, sino la paciencia


de la tribulación, la abnegación de sí mismo y el cumplimiento de la divina voluntad,
aunque para todo esto aprovecha grandemente así la oración como los gustos y
consolaciones que en ellas se dan (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y
meditación, II,5).

3805 En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de
alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.

¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no hace


venir el rocío angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los leones, ni
transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del
Antiguo Testamento); no impide milagrosamente el sufrimiento, sino que, sin
evitarles el dolor a los que sufren, los fortalece con la resignación, con su fuerza les
aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que
sufren por el nombre de Dios (TERTULIANO, Trat. sobre la oración, 28-29).

3806 Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciónes en
las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

Oración continua

3807 El saludo es cierta especie de oración (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. I,
p. 3341.
3808 Toda la jornada puede ser tiempo de oración: de la noche a la mañana y de la
mañana a la noche. Más aún: como nos recuerda la Escritura Santa, también el sueño
debe ser oración (cfr. Dt 6, 6 y 7) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 119).

3809 La oración no consiste sólo en las palabras con que invocamos la clemencia
divina, sino también todo lo que hacemos en obsequio de nuestro Creador movidos
pbr la fe (SAN BEDA, Coment. Evang. S. Marcos).

3810Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios ....Me refiero, claro está, a
aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón, que no queda circunscrita
a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6 sobre la oración).

3811 La oración no es el efecto de una actitud exterior, sino que procede del
corazón. No se reduce a unas horas o momentos determinados, sino que está en
continua actividad, lo mismo de día que de noche. No hay que contentarse con
orientar a Dios el pensamiento cuando se dedica exclusivamente a la oración; sino
que, aun cuando se encuentre absorbida por otras preocupaciones [...] hay que
sembrarlas del deseo y el recuerdo de Dios [...] (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. 6
sobre la oración).

3812 Pero ¿vamos a tener siempre hincadas las rodillas, inclinado el cuerpo, las
manos levantadas, porque San Pablo diga: orad sin interrupción? Si en eso consiste
la oración, creo que no podemos hacerla sin interrupción. Hay otra oración interior e
ininterrumpida: el deseo. Hagas lo que hagas, si deseas el reposo del cielo, no ceses
de orar. Por eso, si no quieres dejar de orar, no dejes de desear. Tu continuo deseo
será como un clamor ininterrumpido. Y si dejas de amar, caerás en el mutismo (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 37).

3813 Se dice de nuestros hermanos de Egipto que dicen frecuentes oraciónes pero
muy cortas, y jaculatorias pronunciadas de modo secreto, temerosos de que la
atención, que tan necesaria es al que ora, no puede prolongarse mucho tiempo con
fervor (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt I, p. 349~.

3814 Ora sin cesar el que a las obras debidas une la oración, y a la oración une las
obras convenientes; pues la recomendación orad sin cesar la podemos considerar
como un precepto realizable únicamente si pudiéramos decir que la vida toda de un
varón es una gran oración continuada (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 12).

3815 Mientras mantenemos esta habitual entrega amorosa a Dios y a su voluntad,


estamos orando también con nuestro trabajo, con nuestros sacrificios y nuestros
sufrimientos, aunque no realicemos actos de oración y no pensemos en orar. Sólo en
virtud de ese modo estable de ser del alma nos es posible el orar sin interrupción (1
Tes 5, 17), el orar siempre que nos exige el Señor (Lc 18, 1). Hay momentos en que
debemos concentrar la atención en el trabajo y no podemos pensar al mismo tiempo
en Dios y en las cosas divinas; esto nos ocurre continuamente a través de la jornada;
pero, no obstante, en virtud de esa disposición habitual del alma, de esa unión con
Dios, de ese ánimo de hacerlo y sufrirlo todo por Dios, estamos orando
ininterrumpidamente (B. BAUR. En la intimidad con Dios, p. 174).

El Señor está atento siempre a nuestra oración


3816 La oración que sale con toda pureza de lo intimo de la fe se eleva como el
incienso desde el altar sagrado. Ningún otro aroma es más agradable a Dios que
éste; este aroma debe ser ofrecido a él por los creyentes (SAN AGUSTÍN, Coment.
sobre el Salmo 140).

3817 Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en


nuestro corazón, y recobramos la vista perdida (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 326).

3818 Dios, que es amoroso espectador de nuestro día entero, preside nuestra intima
plegaria: y tú y yo [...] hemos de confiarnos con El como se conga en un hermano, en
un amigo, en un padre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 246).

3819 No sólo podemos siempre acercarnos a saciar nuestra sed, sino que además,
siempre que lo pedimos, se nos concede acceso al Salvador (SAN ATANASIO, Carta
5).

3820 No por el deseo de hacerse rogar nos escucha Dios, que siempre está dispuesto
a darnos su luz [...], sino que nosotros no siempre parece que estemos dispuestos a
recibirla, cuando nos inclinamos a otras cosas y el deseo de lo temporal entenebrece
nuestra alma. Prodúcese, pues, entra oración una conversión de nuestro corazón
hacia Aquel que siempre está pronto a dar (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 2, 14).

3821 Y aquellas palabras sabia que siempre me oyes (Jn 11, 42), pronunciadas por el
Señor, muestran que quien siempre ora es también escuchado siempre (ORÍGENES,
Trat. sobre laoración, 13).

Cualidades de la buena oración

3822 La oración ha de ser confiada, recta, ordenada, devota y humilde (SANTO


TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 121).

3823 Toda la pretensión de quien comienza oración—y no se olvide que esto importa
mucho—ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias
pueda, a hacer su voluntad conforme a la de Dios [...]. Quien más perfectamente
tuviera esto, más recibirá del Señor, y más adelante estará en el camino (SANTA
TERESA, Las Moradas, 11, 8).

3824 En lo que está la suma perfección claro está que no es en regalos interiores ni
en grandes arrobamientos [...], sino en estar nuestra voluntad tan conforme a la
voluntad de Dios, que ningúna cosa entendamos que quiera, que no la queramos con
toda nuestra voluntad (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

3825 La oración es perfecta cuando reúne la fe y la confesión; el leproso demostró su


fe postrándose y confesó su necesidad con sus palabras (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 25).

3826 No todos los deseos y afectos llegan a Dios, sino solamente aquellos que nacen
de amor verdadero (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 2).

3827 No es menester dar voces para hablar con Dios, porque Su Majestad dará a
sentir cómo está alli. De esta suerte rezaremos con mucho sosiego vocalmente y es
quitarnos de trabajo, porque, a poco tiempo que forcemos a nosotras mismas para
estarnos cerca de este Señor, nos será más'fáCiI(SANTA TERESA, Camino de
perfección, 29, 6).

3828 No es amigo de que nos quebremos las cabezas hablándol~ mucho (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 29, 6).

3829 Lejos de la oración las muchas palabras; pero no falte la oración continuada, si
la intención persevera fervorosa Hablar mucho en la oración es tratar una cosa
necesaria con palabras superfluas: orar mucho es mover, con ejercicio continuado
del corazón, a aquel a quien suplicamos, pues, de ordinario, este negocio se trata
mejor con gemidos que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras (SAN
AGUSTÍN, Epistola a Proba 121).

3830 Al orar no hemos de recitar palabras huecas, sino que hemos de hablar
dignamente con Dios. Y decimos cosas vanas cuando ni a nosotros mismos nos
examinamos con severidad, ni examinamos las palabras que pronunciamos en la
oración (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 21).

3831 (Estemos atentos) para que entendamos con quién estamos hablando y que
nos responde el Señor a nuestras peticiones. No penséis que se está callando, que,
aunque no le olmos, bien habla el corazón cuando le pedimos de corazón (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 24, 5).

3832 Ved la manera de orar que tiene un pecador suponiendo que ore, pues la mayor
parte de los pecadores no lo hacen; veréis que se levantan y se acuestan como
bestias. Mas observemos a aquel pecador orando: vedle recostado en una poltrona, o
echado sobre la cama rezando mientras se viste o se desnuda, o va andando o
gritando [...] 1° Para que la oración sea agradable a Dios y provechosa al que la
hace, es necesario hallarse en estado de gracia o al menos tener una firme
resolución de salir cuanto antes del pecado, puesto que la oración de un pecador que
no quiere salir del pecado es un insulto que se hace a Dios. 2.° Para que nuestra
oración esté bien hecha, es necesario habernos preparado antes. Toda oración hecha
sin prepararse es una oración defectuosa, y esta preparación consiste en pensar un
rato en Dios antes de arrodillarnos en su presencia, considerando a quién vamos a
hablar y lo que le hemos de pedir (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3833 Fue así como vivieron aquellos primeros, y como debemos vivir nosotros: la
meditación de la doctrina de la fe hasta hacerla propia, el encuentro con Cristo en la
Eucaristia, el diálogo personal —la oración sin anonimato— cara a cara con Dios, han
de constituir como la substancia última de nuestra conducta (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 134).

3834 Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy
encapotadas cuando están en ella (que parecen no osan bullir, ni menear el
pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido),
trácese ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión Y piensan
que alli está todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor y que, si
ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada en perder esa
devoción y te compadezcas de ella [...] (SANTA TERESA, Las Moradas, V, 3).

3835 Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto.
Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradar a Dios con la
actitud corporal y con la moderación de nuestra voz. Porque así como es propio del
falto de educación hablar a gritos, asi, por el contrario, es propio del hombre
respetuoso orar con un tono de voz moderado [...]

Y cuando nos reunimos con los hermanos para celebrar los sagrados misterios,
presididos por el sacerdote de Dios, no debemos olvidar este respeto y moderación
(SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 4-6).

3836 Advertid mucho en esto, que cuando de estas cosas acaecen a un alma en la
oración que he dicho de contemplación perfecta, y si se la ofrece no la pone por obra
de perdonar cualquier injuria, por grave que sea, no fíe mucho de su oración (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 36, 8).

Frutos de la oración

3837 Bien podemos decir que la oración lo hace todo: ella es la que nos da a conocer
nuestros deberes, la que nos pone de manifiesto el estado miserable de nuestra alma
después del pecado, la que nos procura las disposiciones necesarias para recibir los
sacramentos; la que nos hace comprender cuán poca cosa sean la vida y los bienes
de este mundo, lo cual nos lleva a no aficionarnos demasiado a lo terreno; ella, por
fin, es la que imprime vivamente en el espíritu el saludable temor de la muerte, del
juicio, del infierno y de la pérdida del cielo. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
oración).

3838 Como fruto, saldrán siempre propósitos claros, prácticos, de mejorar tu


conducta, de tratar finamente con caridad a todos los hombres, de emplearte a fondo
—con el afán de los buenos deportistas—en esta lucha cotidiana de amor y de paz
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 8).

3839 Por no estar arrimada a esta fuerte columna de la oración, pasé este mar
tempestuoso casi veinte años con estas caídas (SANTA TERESA, Vida, 8, 1-4)

3840 Hay que orar, no para dejar de ser tentados—cosa imposible—, sino para no ser
enredados por la tentación, como sucede a los que son atrapados y vencidos por ella
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 29).

3841 Cuando una persona sale de alguna profunda y devota oración, allí se le
renuevan todos los buenos propósitos; allí son los favores y determinaciones de bien
obrar; allí el deseo de agradar y amar a un Señor tan bueno y dulce como allí se le ha
mostrado, y de padecer nuevos trabajos y asperezas, y aun derramar sangre por El; y
finalmente, reverdece y se renueva toda la frescura de nuestra alma (SAN PEDRO DE
ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, I, I).

3842 La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la
necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la oración).

3843 En la oración tiene lugar la conversión del alma hacia Dios, y la purificación del
corazón (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. I, p. 352).

3844 Son estos gozos de oración como deben ser los que están en el Cielo, que como
no han visto más de lo que el Señor —conforme a lo que merecen—quiere que vean,
y ven sus pocos méritos, cada uno está contento con el lugar en que está, con haber
tan grandísima diferencia de gozar a gozar en el Cielo, mucho más que acá hay de
unos gozos espirituales a otros, que es grandisima (SANTA TERESA, Vida, 10, 3).
3845 Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella
perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración.
Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar [...]
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la perseverancia).

3846 Así como los árboles y los cuerpos humanos quieren sus riegos y
mantenimientos ordinarios, y en faltando esto luego desfallecen y desmedran, así
también lo hace la devoción, cuando le falta el riego y mantenimiento de la
consideración (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, II, 3).

3847 La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre
Dios y los hombres. Por ella nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios
con abrazos inefables; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus
propios anhelos y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. 6, sobre la oración).

3848 La oración viene a ser una venerable mensajera nuestra ante Dios, alegra
nuestro espíritu, aquieta nuestro ánimo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6, sobre la
oración).

3849 Si la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos


para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la
firmeza de la fe (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 297).

3850 Su finalidad es servir de naufragio a las almas de los difuntos, robustecer a los
débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir las puertas de las cárceles,
deshacer las ataduras de los inocentes. La oración sirve también para perdonar los
pecados, para apartar las tentaciones, para hacer que cesen las persecuciones, para
consolar a los abatidos, para deleitar a los magnánimos, para guiar a los peregrinos,
para mitigar las tempestades, para impedir su actuación a los ladrones, para
alimentar a los pobres, para llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los
caídos, para sostener a los que van a caer, para hacer que resistan los que están en
pie (TERTULIANO, Trat. sobre la oración, 28-29).

3851 Oración, que es adonde el Señor da luz para entender las verdades (SANTA
TERESA, Fundaciones, l0, 13).

3852 Saben bien quienes se dedican con asiduidad a la oración, cómo aparta del
pecado y cómo invita al ejercicio de las virtudes (ORÍGENES, Trat. sobre la oración,
8).

3853 La luz para nosotros es la inteligencia, que se muestra oscura o iluminada,


según la cantidad de luz. Si se descuida la oración, que alimenta la luz, la inteligencia
bien pronto se queda a oscuras (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt IV, p.
102).

3854 La oración hace que hallemos menos pesada nuestra cruz, endulza nuestras
penas y nos vuelve menos apegados a la vida, atrae sobre nosotros la mirada
misericordiosa de Dios, fortalece nuestra alma contra el pecado, nos hace desear la
penitencia y nos inclina a practicarla con gusto, nos hace comprender y sentir hasta
qué punto el pecado ultraja a Dios Nuestro Señor Mejor dicho, mediante la oración
agradamos a Dios, enriquecemos nuestras almas y nos aseguramos la vida eterna
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

Perseverancia en la oración
3855 Sabe el traidor que alma que tenga con perseverancia oración la tiene perdida,
y que todas las caldas que la hace dar la ayudan, por la bondad de Dios, a dar
después mayor salto en lo que es su servicio: algo le va en ello (SANTA TERESA, Vida,
19, 5).

3856 La oración es la fuente de todos los bienes y de toda la felicidad que podemos
esperar aquí en la tierra. Siendo esto asi, si nos hallamos tan pobres, tan faltos de
luces y de dones de la gracia, es porque no oramos o lo hacemos mal. Digámoslo con
pena: muchos ni siquiera saben lo que sea orar, y otros sólo sienten repugnancia por
un ejercicio tan dulce y consolador para todo buen cristiano. En cambio, vemos a
algunos orar pero sin alcanzar nada, lo cual proviene de que oran mal: es decir, sin
preparación y hasta sin saber lo que van a pedir a Dios (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la oración).

3857 Y el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es


otra cosa perder el camino sino dejar la oración (SANTA TERESA, Vida, 19, 5).

3858 Todos ellos—dice la Escritura—perseveraban en la oración, con un m¿smo


espir¿tu, en compañia de algunas mujeres y Maria, la madre de Jesús, y de los
hermanos de éste. Perseveraban unánimes en la oración, manifestando con esta
asiduidad y concordia de su oración que Dios sólo admite en la casa divina y eterna a
los que oran unidos en un mismo espíritu (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 8-9).

3859 Digo que no desmaye nadie de los que han comenzado a tener oración con
decir: Si torno a ser malo, es peor ir adelante con el ejercicio de ella. Yo lo creo, si se
deja la oración y no se enmienda del mal; mas, si no la deja, crea que le sacará a
puerto de luz (SANTA TERESA, Vida, 19, 2).

3860 [...] entendiendo con quién hablamos [...]. Yo lo he probado algunas veces, y el
mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en la persona a quien
endereza las palabras; por eso tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa
tan necesaria (SANTA TERESA, Camino de perfección, 24, 6).

3861 Las fiestas se han hecho para promover la alegria espiritual, y esa alegria la
produce la oración; por lo cual en día festivo se han de multiplicar las plegarias
(SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., p. 245).

3862 Y aunque no halle gusto en estos ejercicios, no desista de ellos, porque no se


requiere que sea siempre sabroso lo que ha de ser provechoso (SAN PEDRO DE
ALCANTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso 1°).

3863 No por eso desmaye y deje la oración y de hacer lo que todas, que a las veces
viene el Señor muy tarde, y paga tan bien y tan junto como pagó en muchos años
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 17, 2).

3864 Persevera en la oración.—Persevera, aunque tu labor parezca estéril.—La


oración es siempre fecunda. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. l0l).

3865 Pues, ¿qué menos merece este Señor para que burlemos de El dando y
tomando una nonada que le damos? Sino que este poquito de tiempo que nos
determinamos de darle —de cuanto gastamos en otras cosas y con quien no nos lo
agradecerá—, ya que aquel rato le queremos dar, démosle libre el pensamiento y
desocupado y con toda determinación de nunca jamás se lo tornar a tomar, por
trabajos que por ello nos vengan ni por contradicciones ni por sequedades; sino que
ya como cosa no mia tenga aquel tiempo y piense que me lo pueden pedir por
justicia cuando del todo no se lo quisiere dar (SANTA TERESA, Camino de perfección,
23, 2).

3866 Todas las veces que el hombre persevera en la oración con un poco de atención
y cuidando y haciendo buenamente lo que puede, al cabo sale de alli consolado y
alegre (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, II, 4, aviso 1.°).

El ejemplo de Jesús

3867 Si Jesús practica la oración [...], ¿quién de nosotros será negligente en ella?
Dice, en efecto, S. Marcos: Y a la maflana, mucho antes de amanecer, se levantó,
salió y se fue a un lugar desierto y alli oraba (Mc 1, 35). Y S. Lucas: Y açaeció que,
hallándose El orando en cierto lugar, así que acabó, le dirigió la palabra a uno de sus
discipulos; y en otro lugar: Pasó la noche orando a Dios (Lc 11, 1; 6,`12). Y por su
parte, S. Juan describe la oración de Cristo cuando nos dice: Esto dijo Jesús, y
levantando sus ojos al cielo, añadió: Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo, para que
tu Hijo te glorifique (Jn 17, 1). (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 13).

Oración pública y privada

3868 Las oraciónes por las que el pueblo se ordena inmediatamente a Dios las dicen
sólo los sacerdotes, que son mediadores entre Dios y el pueblo: de éstas, son
pronunciadas públicamente las que se refieren a todo el pueblo, en cuyo nombre las
expone a Dios solamente el sacerdote, como las oraciónes y acciones de gracias; son
pronunciadas privadamente otras que competen únicamente al oficio del sacerdote,
como las consagraciones y oraciónes de este estilo, que aquel hace en favor del
pueblo, pero no orando en nombre del pueblo (SANTO TOMÁS, Comentario al libro I V
de las Sentencias, d. 8).

3869 [...] la participación en la sagrada liturgia no abarca toda la vida espiritual. En


efecto, el cristiano llamado a orar en común, debe, no obstante, entrar también en su
cuarto para orar al Padre en secreto (cfr. Mt 6, 6); más aún, debe orar sin tregua,
según enseña el Apóstol (cfr. I Tes 5, 17). (CONC. VAT. 11 Const. Sacrosanctum
Concilium, 12).

3870 El cristiano, llamado a orar en común, debe, no obstante, entrar también en su


cuarto para orar al Padre en secreto; más aún, debe orar sin tregua, segun enseña el
Apóstol. (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 12).

3871 Nuestro divino Salvador no sólo vive en estrechisima unión con la Iglesia, su
inmaculada esposa, sino que se halla también intimamente unido con el alma de
cada uno de los fieles y desea mantener, sobre todo después de la sagrada
comunión, un coloquio intimo con ellos [ ..]. Estas oraciónes contribuyen también en
gran medida al bien de todo el cuerpo mistico. En efecto, todas las buenas obras y
todos los actos de virtud que realizan los miembros del cuerpo, redundan en
provecho de la totalidad en virtud de la comunión de los santos (Pío XII, Enc. Mystici
Corporis, n. 40).

3872 El rezo del oficio divino es la oración del cuerpo mistico de Cristo, la cual se of
rece a Dios en nombre y en beneficio de todos los cristianos [...]. El espíritu y la
perfección se deriva de las palabras, que la Iglesia sugiere [...], que deben rezarse
digna, atenta y devotamente [...]. La piedad personal de nuestra alma debe procurar
corresponder a la alta dignidad de esta plegaria de la Iglesia (Pío XII, Enc. Mediator
Dei, n. 35).

La oración vocal

3873 No olvides tus oraciónes de niño, aprendidas quizá de labios de tu madre.—


Recitalas cada día con sencillez, como entonces (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 553).

3874 Mirad que perdéis un gran tesoro y que hacéis mucho más con una palabra de
cuando en cuando del Pater noster, que con decirle muchas veces aprisa: estad muy
junto a quien pedis, no os dejará de oir; y creed que a-tui es el verdadero alabar y
santificar de su nombre (SANTA TERESA, Camino de perfección, 31, 13).

3875 Si nos fijamos en lo que es absolutamente necesario, hay que distinguir en la


oración vocal un triple efecto: meritorio, impetratorio y cierto deleite espiritual que
produce en el alma del que ora. Para los efectos meritorio e impetratorio n'o es
necesario que la oración sea atenta de una manera constantemente habitual (como
seria deseable), sino que basta y es suficiente la intención virtual, que es aquella que
se puso al principio de la oración y perdura a lo largo de ella aunque se produzcan
distracciones involuntarias. Desde luego, si falta la primera intención, la oración no
sería meritoria ni impetratoria. En cambio, la atención actual es absolutamente
necesaria para obtener aquel deleite espiritual que lleva consigo la oración fervorosa,
que es incompatible con la distracción, aunque sea involuntaria (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 83, a. 13).

3876 Mas si estáis como es razón se esté hablando con tan gran Señor, es bien que
estéis mirando con quién habláis y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 22, 1).

3877 El corazón se desahogará habitualmente con palabras, en esas oraciónes


vocales que nos ha enseñado el mismo Dios, Padre nuestro, o sus ángeles, Ave
Maria. Otras veces utilizaremos oraciónes acrisoladas por el tiempo, en las que se ha
vertido la piedad de millones de hermanos en la fe: las de la liturgia—lex orandi—,
las que han nacido de la pasión de un corazón enamorado, como tantas antifonas
marianas: Sub tuum praesidium..., Memorare..., Salve Regina (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 119).

3878 La mayoria de las oraciónes vocales, tanto las de la liturgia como las que fueron
compuestas por los Santos, han dado sus pruebas, han santificado a muchos
cristianos antes que a nosotros y han sido escuchadas muchas veces desde haçe
varios siglos. Cuando recurrimos a ellas utilizamos la Comunión de los Santos, y
apoyamos nuestra fe sobre la fe de la Iglesia (G. CHEVROT, En lo secreto, pp. 100-
101)

3879 Si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que nada
hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical (Padrenuestro)
(SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3880 Padre nuestro que estás en los cielos. Y al decir en los cielos, el Señor no
pretende, como quien dice, encerrar a Dios en el cielo, sino arrancar de la tierra al
que ora. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 19).
3881 (Santificado sea tu nombre). También pedimos todos los dias que sea
santificado. Necesitamos de la santificación continuamente, porque los que pecamos
todos los dias debemos purificar nuestros pecados mediante una contrición continua
(SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. I, p. 357).

3882 A1 decir santificado sea tu nombre nos amonestamos a nosotros mismos para
que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea
también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado
por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien
de Dios (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3883 Cuando añadimos Venga tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo
de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el
reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a
Proba).

3884 Cuando decimos: Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo pedimos que
el Señor nos otorgue la virtud de la óbediencia, para que así cumplamos su voluntad
como la cumplen sus ángeles en el cielo (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3885 (Hágase tu voluntad, así en...). Se nos manda a-tui a cada uno de nosotros que
oremos por todo el mundo 1...] para que desaparezca el error y se establezca la
verdad, se destierre la malicia y vuelva la virtud, y para que ya no se diferencie el
cielo de la tierra (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, volt I, p. 360).

3886 Cuando dices: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, te confiesas mendigo de
Dios; mas no te sonrojes; por muy rico que sea uno en la tierra, es mendigo de Dios.
Está el mendigo a la puerta del rico, y el rico a la puerta del Gran Rico. Al rico se le
pide, y él pide a su vez. Si no fuera mendigo, no llamarla con la oración en los oidos
de Dios. ¿Y qué necesita el rico? Me atrevo a decirlo: necesita también el pan
cotidiano (SAN AGUSTÍN, Sermón 56).

3887 Cuando decimos: Danos hoy nuestro pan de cada dia, con el hoy queremos
significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya
lo suficiente, pues con la palabrapan significamos todo cuanto necesitamos, incluso
el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque
no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna (SAN AGUSTÍN, Carta 130,
a Proba).

3888 (Mas líbranos del mal). Nada quedá ya que deba pedirse al Señor cuando
hemos pedido su proteción contra todo lo malo; una vez obtenida ésta, ya podemos
considerarnos seguros contra todas las cosas que el demonio y el rntundo pueden
hacer. ¿Qué miedo puede darnos el siglo, si en él tenemos a Dios por defensor? (SAN
CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. l, pp. 371-372).

3889 Cuando digo Credo, razón me parece que será entender y saber lo que creo; y
cuando Padre nuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el
Maestro que nos enseñó la oración (SANTA TERESA, Camino de perfección, 24, 8).

3890 En este entramado, en este actuar de la fe cristiana se engarzan, como joyas,


las oraciónes vocales. Son fórmulas divinas: Padre Nuestro..., Dios te salve, Maria...,
Cloria al Padre, y al Hijo y al Espfritu Santo. Esa corona de alabanzas a Dios y a
Nuestra Madre que es el Santo Rosario, y tantas, tantas otras aclamaciones llenas de
piedad que nuestros hermanos cristianos han recitado desde el principio (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 248).
3891 Con objeto de mantener vivo este deseo de Dios, debemos, en ciertos
momentos, apartar nuestra mente de las preocupaciones y quehaceres que de algún
modo nos distraen de él, y amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal; no
vaya a ocurrir que nuestro deseo comience a entibiarse y llegase a quedar
totalmente frío, y, al no renovar con frecuencia el fervor, acabe por extinguirse del
todo (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3892 Porque sé que muchas personas, rezando vocalmente —como ya queda dicho
—, las levanta Dios, sin saber ellas cómo, a subida contemplación (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 30, 7).

Orar para hablar de Dios

3893 (No ser como esos) predicadores vacíos de la palabra que no la escuchan por
dentro (SAN AGUSTÍN, Sermón 179).

3894 (El Bautista) escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al


exterior lo que oia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

3895 Antes de permitir a la lengua que hable, el apóstol debe elevar a Dios su alma
sedienta, con el fin de dar lo que hubiere bebido y esparcir aquello de que la haya
llenado (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 4).

ORACIÓN DE PETICIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

1. Necesidad de la oración de petición.

Conviene orar con perseverancia y no desfallecer. Lc 18, 1.

Orad para que no caigáis en la tentación. Mc 14, 38.

Orad sin intermisión. I Tes 5, 17.

Sed prudentes y velad en la oración. I Pdr 4, 7.

Aplicaos a la oración, velad en ella con hacimiento de gracias. Col 4, 2.

Todos perseveraban unánimes en la; oración [...] con María, la Madre de Jesús [...].
Hech 1, 14.

2. Fin y motivos de la oración de petición.


Orad los unos por los otros para que seáis salvos. Sant 5, 16.

Rogamos a Dios que no cometáis mal alguno [...] sino que obréis bien.2Corl3,7.

Ved, pues, cómo habéis de orar: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado
sea tu nombre [...] hágase tu voluntad [...]. Mt 6, 9-10; Lc 11, 2.

Orad por los que os persiguen y calumnian [...]. Mt 5, 44-45; Lc 6, 28.

3. Ef cacia de la oración de petición.

Todo cuanto pidiereis en la oración, si tenéis fe, lo alcanzaréis. Mt 21, 22; Mc 11, 24.

En verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo concederá. Jn


16, 23.

Mucho puede la oración perseverante del justo. Sant 5, 16.

4. Condiciones de la oración de petición.

a) Humilde

Dos hombres subieron al templo a orar: el uno era fariseo, el otro publicano [...]. El
publicano ni se atrevía a levantar los ojos al cielo [...], diciendo: Dios mío, ten
misericordia de mí, que soy pecador. Os aseguro que éste volvio a su casa
justificado. Lc 18, 1~14.

Dios se resiste a los soberbios, pero a los humildes da su gracia. Sant 4, 6.

La oración del humilde traspasa las nubes, y no descansa hasta que llega a su
destino, ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada. Eclo 35, 21.

b) Rectitud de intención

Cuando oréis no seáis como los hipócritas, que se ponen a orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. Mt 6, 5.

Que los hombres oren en todo lugar; alzando las manos limpias, exentas de todo
encono y disensión. I Tim 2, 8.

c) Perseverancia

Yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, a lo menos por su
perseverancia se levantará y le dará cuanto necesite. Lc 11, 8.

Conviene orar con perseverancia y no desfallecer. Lc 18, 1.

d) Confanza

Todo cuanto pidáis en la oración [...] lo obtendréis. Mt 21, 22.

Si vosotros, pues, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se lo pidan? Lc ll, 13.

Confía en El, ¡oh pueblo! en todo tiempo, abrid ante El vuestros corazones, porque
Dios es nuestro asilo. Sal 61, 9.

Si alguno de vosotros se halla falto de sabiduría, pídala a Dios y le será otorgada,


pues a todos da con largueza y sin reproche. Sant 1, 5.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Confianza en Dios al pedir

3896 También se fomenta al afecto de súplica cuando los hombres dicen a Dios:
Padre nuestro, y cierta confianza de que hemos de alcanzar lo que vamos a pedir, ya
que antes de pedir nada hemos recibido el don inmenso de poder decir a Dios: Padre
nuestro. ¿Qué podrá negar ya a los hijos que le piden, habiéndoles antes otorgado el
que fuesen hijos? (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

3897 Jamás Dios ha denegado ni denegará nada a los que le piden sus gracias
debidamente (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración)

3898 El alma del hombre recto, al buscar en la oración el remedio a sus heridas, se
hace tanto más acreedor a ser escuchado por Dios cuanto más rechazado se ve de la
aprobación de los hombres (SAN GREGORIO MAGNO, Moraña, 10).

3899 Y de los que confían en las palabras ciertas de Cristo, ¿quién no arderá en
deseos de orar sin desmayo, ante su invitación: Pedid y se os dará, pues todo el que
pide recibe? (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 10).

3900 Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga... Pero, ¿y
los méritos de Maria? ¿Y las llagas de tu Señor? Y .. ¿acaso no eres hijo de Dios?

Además, El te escucha «quoniam bonus .. quoniam in saeculum misericordia ejus»:


porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 93).

3901 Que no perdamos tan buena razón y que nos lleguemos a El; pues si cuando
andaba en el mundo de sólo tocar su ropa sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar
que hará milagros estando dentro de mí—si tenemos fe—y nos dará lo que le
pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada
si le hacen buen hospedaje (SANTA TERESA, Camino de perfección, 34, 8)

3902 Nuestras oraciónes han de ser hechas con confianza, y con una esperanza
firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo
supliquemos debidamente. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3903 Pedid y recibiréis(cfr. Mt 7, 7-8): lo repite para recomendar a justos y pecadores


la confianza en la misericordia de Dios, y por eso añade: todo el que pide recibe; es
decir, ya sea justo, ya sea pecador, no dude al pedir, paraque conste que no
desprecia a nadie [...] (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, pp. 428-29).

3904 Entre todas las cosas necesarias a quien ora, ocupa un puesto muy destacado
la confianza: que pida con fe, sin vacilación alguna (Sant 1, 6). Por ello el Señor, al
enseñarnos a orar, comienza por los motivos que dan pie a esa confianza. Uno es la
bondad del Padre; y así dice: «Padre nuestro». El otro motivo es su inmenso poder;
por eso dice: «Que estás en los cielos» (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c.,
128).
3905 Cristo nos enseñó también la forma de orar, él mismo nos inculcó y enseñó las
cosas que hemos de pedir. Quien nos dio la vida nos enseñó también a orar con
aquella misma benignidad con que se dignó dar y conferir los demás dones, para que
al hablar al Padre con la misma oración que el Hijo nos enseñó, más fácilmente
seamos escuchados (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 2).

3906 Habiendo Dios dotado a los demás animales de la velocidad en la carrera, o la


rapidez en el vuelo, o de uñas, o de dientes, o de cuernos, sólo al hombre lo dispuso
de tal forma que su fortaleza no podía ser otra que la del mismo Dios: y esto lo hizo
para que, obligado por la necesidad de su flaqueza, pida siempre a Dios cuanto
pueda necesitar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 427).

3907 En la oración hay un obstáculo que consiste en pensar que; la Providencia de


Dios no se ocupa de las cosas de este mundo. (SANTO TOMÁS, Compendio de
Teología, II, cap. 6).

3908 El Sacrificio del Calvario es una muestra infinita de la generosidad de Cristo.


Nosotros—cada uno—somos siempre muy interesados; pero a Dios Nuestro Señor no
le importa que, en la Santa Misa, pongamos delante de El todas nuestras
necesidades. ¿Quién no tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad... Señor, esta
tristeza... Señor, aquella humillación que no sé soportar por tu amor... Queremos el
bien, la felicidad y la alegria de las personas de nuestra casa; nos oprime el corazón
la suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de justicia; de los que
experimentan la amargura de la soledad; de los que, al término de sus días, no
reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.

Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la que queremos poner
remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de que las almas se pierdan
para toda la eternidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdote para la eternidad,
13-lV-1973).

Constancia en la petición

3909 Vete al Señor mismo, al mismo con quien la familia descansa, y llama con tu
oración a su puerta, y pide, y Yuelve a pedir. No será El como el amigo de la
parábola: se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si ya
llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando dar.
Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele no
apreciarse lo aprisa concedido (SAN AGUSTÍN, Sermón 105).

3910 Lo que por tu debilidad no puedes recibir en un determinado momento lo


podrás recibir en otra ocasión, si perseveras (SAN EFRÉN, Coment. sobre Diatessaron
1).

3911 La oración dirigida a un hombre exige previamente un cierto grado de


familiaridad, gracias a la cual se tenga acceso a aquel a quien se implora. Mientras
que la oración a Dios nos hace por sí misma amigos de Dios, puesto que nuestra
alma se eleva hacia él, conversa afectuosamente con él y le adora en espíritu y en
verdad. Esta intimidad adquirida con la oración incita al hombre a orar con confianza
[...]. Además, en la oración a Dios, la asiduidad o la insistencia en la petición no es
importuna, sino más bien del agrado de Dios; porque hay que orar siempre, dice el
Evangelio, y no desfallecer (Lc 18, 1); y en otra parte el Señor no invita a pedir: Pedid
y recibiréis, dice, llamad y se os abrirá (Mt 7, 7) (SANTO TOMÁS, Compendio de
Teologia, 11, c. 1).
3912 La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la
perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que
pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos
mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a
recibir más abundantemente lo que pedimos (SANTo CURA DE ARS, Sermón sobre la
oración).

3913 Quien te redimió y te creó no quiere que cesen tus oraciónes, y desea que por
la oración alcances lo que su bondad quiere concederte. Nunca niega sus beneficios
a quien los pide, y anima a los que oran a que no se cansen de orar (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 294).

3914 (El Señor) nos estimuló firmemente a buscar, a pedir y a llamar, hasta que
recibamos lo que pedimos (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 29).

3915 Comprendan todas las almas que, si Dios no les cumple enseguida lo que le
piden y necesitan, no fallará a su debido tiempo si ellas son constantes y no
desmayan y se desalientan (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 4).

3916 Dios quiere ser rogado, quiere ser coaccionado, quiere ser vencido por una
cierta importunidad... (SAN GREGORIO MAGNO, Sermón sobre el Salmo 50, 8, 2).

3917 Jesús percibe la primera invocación de nuestra alma, pero espera. Quiere que
nos convenzamos de que le necesitamos; quiere que le roguemos, que seamos
tozudos, como aquel ciego que estaba junto al camino que salía de Jericó (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 195)

3918 Se lee en el salmo: He gritado—es decir, he rezado con fe—y por esto me
escuchaste, Dios mio, como si, introducidos en la intimidad divina por el primer
ruego, pudiéramos implorar con mucha más confianza la siguiente vez Por eso, en la
petición dirigida a Dios, la asiduidad, la insistencia, nunca es inoportuna. Al contrario:
agrada a Dios (SANTO TOMÁS, Compendio de Teología, II, cap. 2).

3919 Cuando digo a alguno: Ruega a Dios, pidele, suplicare, me responde: ya pedi
una vez, dos, tres, diez, veinte veces, y nada he recibido. No ceses, hermano, hasta
que hayas recibido; la petición termina cuando se recibe lo pedido. Cesa cuando
hayas alcanzado; mejor aún, tampoco entonces ceses.Persevera todavía. Mientras no
recibas pide para conseguir, y cuando hayas conseguido da gracias (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Homilia, 10).

Otras condiciones de la oración de petición

3920 Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habeis recibido y lo


obtendréis (Mc 11, 24). Por eso, la Iglesia acostumbra a orar unánimemente todas las
veces que se ve necesitada de pedir algo al Señor; y no hay medio tan eficaz sobre el
querer divino como la oración, al menos si se hace con fe, serenidad, humildad y
perseverancia (SAN LoRENZO JUSTINIANO, Sermón en la fiesta de San Matias, 1. c.,
pp. 339-340)

3921 Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos aut mali, aut
male, aut mala. Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la
petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca
humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no
convenientes para nosotros (cfr. SAN AGUSTÍN, La ciudad de Dios, 20, 22).
3922 Es preciso no sólo orar, sino orar como es debido y pedir lo que conviene
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 2).

3923 ¿Quién hay, por desbaratado que sea, que cuando pide a una persona grave no
lleva pensado cómo le ha de pedir —para contentarle y no serle desabrido—y qué le
ha de pedir y para qué menester lo que le ha de dar, en especial si pide cosa
señalada, como nos enseña que pidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para
notar (SANTA TERESA, Camino de perfección, 30, 1).

3924 Hablar mucho en la oración es como tratar un asunto necesario y urgente con
palabras superfinas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazón
perseverante y lleno de afecto a la puerta de aquel que nos escucha. Porque con
frecuencia la finalidad de la oración se logra más con lágrimas y llantos que con
palabras y expresiones verbales (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3925 Cuando añade buscad y llamad dio a entender que se debe pedir con mucha
insistencia y con la fuerza del que busca apartando de la imaginación todo lo demás,
fijándose sólo en lo que busca. El que pide viene con ánimo vehemente y fervoroso
(SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol l, p. 428).

3926 Podéis pedir cosas temporales, nos dice S. AGUSTÍN; mas siempre con la
intención de que os serviréis de ellas para gloria de Dios, para salvación de vuestra
alma y la de vuestro prójimo; de lo contrario, vuestras peticiones procederían del
orgullo o de la ambición; y entonces, si Dios rehúsa concederos lo que le pedís, es
porque no quiere perderos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

3927 No hemos nacido para comer y beber y vestir lujosamente, sino para agradar a
Dios y alcanzar los bienes eternos. Y puesto que aquello ha de ser secundario en
nuestro empeño, lo será también en nuestra oración (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom
sobre S. Mateo, 22).

3928 La necesidad nos obliga a rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a
pedir por los demás. Es más aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad
que la que es impulsada por la necesidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. l, p. 354).

Eficacia de la oración bien hecha

3929 Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas
(SAN AGUSTÍN, Sermón 43, sobre la naturaleza y la gracia).

3930 Si tú oras por todos también la oración de todos te aprovechará a ti, pues tú
formas también parte del todo. De esta manera obtendrás una gran recompensa,
pues la oración de cada miembro del pueblo se enriquecerá con la oración de todos
los demás miembros (SAN AMBROSIO, Sobre Cain y Abel.

3931 Ahora Pablo se alegra con Esteban, goza con él de la gloria de Cristo, con él
desborda de alegría, con él reina. Allí donde entró primero Esteban, aplastado por las
piedras de Pablo, entró luego Pablo, ayudado por las oraciónes de Esteban (SAN
FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).
3932 Cuando se llama continuamente en la oración, se concede pronto auxilio en la
tentación (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 35 sobre los Evang.).

3933 El Santo Rosario es arma poderosa. Empléala con confianza y te maravillarás


del resultado (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 558).

3934 ¡Hemos leído y oido tantos testimonios ciertos de su eficacia! La oración


antigua era capaz de salvar del fuego, de las fieras y del hambre; y eso que no habla
recibido la forma que le dio Cristo. Por consiguiente, la eficacia de la oración cristiana
ha de ser mucho mayor. Ella no envia ángeles que apaguen las llamas, ni mantiene
cerradas las fauces de los leones, ni trae pan a los hambrientos, ni suprime ningúna
impresión de los sentidos por un don de la gracia; concede la fe, que hace
comprender lo que el Señor reserva a los que sufren por el nombre de Dios
(TERTULIANO, Sobre la oración, 28-29).

3935 Si tanta fuerza tiene la oración de cada uno en particular, ¿cuánto más la que
se hace presidida por el obispo y en unión con toda la Iglesia? (SAN IGNACIO DE
ANTIOQUIA, Carta a los Efesios, 2).

3936 El único y general remedio para este mal (se refiere a las distracciones en la
oración), como para los otros, es pedirlo a Aquel que está aparejado para dar, si
hubiere quien siempre le quiera pedir (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la
oración y meditación, 11, 4, ev. 6°).

3937 ¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a qué venimos ni qué queremos
pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qué
uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a decirte dos
palabras para cumplir contigo...». Con frecuencia pienso que, cuando venimos a
adorar a nuestro Señor, conseguiriamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle
con fe viva y un corazón puro (SANTO CURA DE ARS, Sobre la oración).

3938 El ángel particular de cada cual, aun de los más insignificantes dentro de la
Iglesia, por estar contemplando siempre el rostro de Dios que está en los cielos,
viendo la divinidad de nuestro Creador, une su oración a la nuestra y colabora en
cuanto le es posible a favor de lo que pedimos (ORÍGENES, Trat. sobre la oración,
10).

3939 Porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene: mas el mismo Espíritu
aboga por nosotros con gemidos inefables, y el que escudriña los corazones conoce
cuál~es el deseo del Espíritu, porque intercede por los santos según Dios (Rom 8, 26-
27). Es decir, mientras nosotros oramos, el Espíritu intercede intensamente
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 14).

3940 Si sólo ruegas por ti, también tú serás el único que suplica por ti (SAN
AMBROSIO, Sobre Cain y Abel).

Acompañar la petición de penitencia y buenas obras

3941 Todos los que han querido rogar por alguna necesidad, han unido siempre el
ayuno (la penitencia) a la oración, porque el ayuno es el soporte de la oración (SAN
JUAN CRI SÓSTOMo, en Catena Aurea, volt I, p. 377).

3942 «In te, Domine, speravi»: en ti, Señor, esperé—Y puse, con los medios
humanos, mi oración y mi cruz—Y mi esperanza no fue vana, ni jamás lo será: <mon
confundar in aeternum»! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 95).

3943 No alcanzamos la gracia si no la buscamos, porque no se conceden los dones


de lo alto a los que los menosprecian. Llamad por medio de la oración, de los ayunos
y de las limosnas. De la misma manera que quien llama a una puerta no llama sólo
con la voz, así el que hace buenas obras llama también con ellas (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, p. 427).

3944 Si espera alcanzar misericordia, que él también la tenga; si espera piedad, que
él también la practique; si espera obtener favores de Dios, que él también sea
generoso. Es un mal solicitante el que espera obtener para si lo que él niega a los
demás (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43)

3945 Quien desea ser escuchado en sus oraciónes, que escuche él también a quien
le pide, pues quien no cierra sus oidos a las peticiones del que le suplica abre los de
Dios a sus propias peticiones (SAN PEDRO CRISOLOGO, Sermón 43).

La oración de petición aumenta, en el que pide, su capacidad de recibir

3946 Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras
necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios
y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él ciertamente no
puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra
capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones
que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes y nuestra capacidad de
recibir es pequeña e insignificante. Por eso, se nos dice: Dilatad vuestro corazón
(SAN AGUST;N, Carta 130, a Proba)

3947 Cuando insistimos fervorosamente en nuestra oración, detenemos a Jesús que


va de paso. Por eso se dice alli: Parándose entonces Jesús, mandó traerle a su
presencia... Y debe notarse lo que dice al ciego cuando llega: ¿Qué quieres que te
haga? ¿Acaso el que podia dar la vida, ignoraba lo que el ciego queria? No; pero
quiere que se lo pida [...]. Pregunta para esto, para que se lo pida; pregunta para
incitar al corazón a que ore (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

3948 Entre los hombres la petición es necesaria porque quien necesita algo ha de dar
a conocer su indigencia, y tiene también que ablandar el corazón del que acoge la
súplica. Pero estas dos cosas no tienen razón de ser cuando nuestra súplica va
dirigida a Dios. Cuando rezamos a Dios no le queremos dar a conocer nuestra
indigencia y nuestros deseos, porque todo lo conoce [~1. No se trata tampoco de
hacer que ceda la voluntad divina a la persuasión humana, hasta hacerle querer lo
que antes no queria [...]. Si la petición es necesaria al hombre para obtener
beneficios de Dios, es porque ejerce influencia sobre el mismo que pide. Porque debe
detenerse a considerar su poquedad y a desear con férvor y espíritu filial lo que
espera obtener con la oración. Así se hace capaz de recibirlo (SANTO TOMÁS,
Compendio de Teología, II, cap. 2).

3949 El que podia resistuir la vista, ¿ignoraba acaso lo que queria el ciego? Jesús
desea que le pidamos. Conoce de antemano nuestras necesidades y quiere
remediarlas. Con mucha insistencia nos exhorta a la oración y, no obstante, dice:
Vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis (Mt
6, 8). Insiste para que se le pida e invita para mover el corazón a la oración [...| (SAN
GRE GORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evangelios).
Dios conocede siempre lo mejor, y en mayor abundancia

3950 Siempre da más de lo que le pedimos (SANTA TERESA, Camino de perfección,


37, 4).

3951 No nos invitarla tanto a que pidiésemos, si no quisiera darnos. Avergüéncese la


pereza humana, más quiere dar el Señor que nosotros recibir (SAN AGUSTÍN, Sermón
29).

3952 Cuando no somos oidos al pedir alguna cosa, es porque pedimos algo contrario
a nuestra salvación; o también porque lo impide la malicia de aquellos por quienes
pedimos; o se dilata la concesión de la gracia pedida para que crezcan los deseos y
se reciba con más interés el bien que se pide (RABANO MAURO, en Catena Aurea,
vol. III, p. 24).

3953 Y ofrecia (el leproso) al Médico espiritual un don espiritual; porque, así como se
satisface a los médicos de la tierra con dinero, a Este con oraciónes: ningúna otra
cosa más digna podemos ofrecer a Dios que una oración bien hecha. En cuanto a lo
que dice: Si quieres, no duda que la voluntad de Dios está inclinada a todo lo bueno,
sino que, como no a todos conviene la perfección corporal, ignoraba si a él le
convendria aquella curación. Dice, pues, si quieres, como si dijese: «Creo que quieres
todo lo que es bueno, pero ignoro si es bueno para mi lo que pido» (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, pp. 465-466).

3954 Uno pide en la oración le conceda mujer para esposa según su deseo, otro pide
una casa de campo, otro un vestido y otro pide se le den alimentos. Efectivamente,
cuando hay necesidad de estas cosas debemos pedirselas a Dios Todopoderoso; pero
debemos tener siempre presente en nuestra memoria el mandato de nuestro
Redentor: Buscad primero e/ reino de Dios y su justicia y las demás cosas se os darán
por añadidura (Mt 6, 33) (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

3955 Vergüenza para la desidia humana. Tiene El más ganas de dar que nosotros de
recibir; tiene más ganas El de hacernos misericordia que nosotros de vernos libres de
nuestras miserias (SAN AGUSTÍN, Sermón 105).

3956 El Señor concede siempre más de lo que se le pide: el ladrón sólo pedia que se
acordase de él, pero el Señor le dice: Hoy mismo estarás conmigo en el paraiso (SAN
AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 507).

3957 Bueno es el Señor, quien no siempre nos concede lo que deseamos, para
concedernos lo mejor 1SAN AGUSTÍN, Epistola 50).

Cuando los dones perdidos tardan en llegar

3958 El que tarda en dar quiere hacer más vivo tu deseo con la tardanza, para que
no parezca de poco mérito lo que da (SAN AGUSTÍN, Sermón 29)

3959 Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo


podrás recibir en otra ocasión si perseveras (SAN EFRÉN, Coment. sobre Diatessaron,
1).

3960 Si algo acontecede en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo con


paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más minimo de que lo
más conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios y no
según la nuestra (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

3961 Bien mira por ti quien no te da, cuando le pides, lo que no te conviene (SAN
AGUSTÍN, Sermón 126).

3962 Acaso lo difiere con el fin de que, repitiendo con asiduidad y frecuencia tu
plegaria, conozcas lo que es la casa de Dios, y conserves con celo las gracias
recibidas: que todo lo que se adquiere con mucho trabajo se conserva con gran
empeño (SAN BASILIO MAGNO, Regla monástica, c. 1).

3963 Cuando pides y no recibes es porque pides mal, o sin fe o con ligereza, o lo que
no te conviene, o porque te cansas (de pedir) (SAN BASILIO MAGNO, Regla
monástica, c. 1).

3964 Cuando el Señor tarda en conceder lo que pedimos hace desear sus dones,
pero no los niega: las cosas que se desean por mucho tiempo se reciben con más
gusto [...]. Pide, busca, insiste: pidiendo y buscando aumenta el deseo para que
recibas los dones con más gusto. El Señor te reserva lo que no quiere darte
enseguida, para que aprendas a desear mucho las cosas grandes: por ello conviene
orar siempre y no desmayar (SAN AGUST;N, en Catena Aurea, volt I, p. 429).

Imitar a la Virgen

3965 Maria, Maestra de oración—Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste,
sin desanirmarse, con perseverancia. —Y cómo logra. —Aprende (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 502).

3966 No dejéis de inculcar con todo cuidado la práctica del Rosario, la oración tan
querida de la Virgen y tan recomendada por los Sumos Pontifices, por medio de la
cual los fieles pueden cumplir de la manera más suave y eficaz el mandato del Divino
Maestro: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá (Pío XI, Enc.
Ingravescentibus malis, 29-IX-1937).

PACIENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

El amor es paciente. I Cor 13, 4.

...Tenéis necesidad de paciencia para que, cumpliendo la voluntad de Dios, alcancéis


la promesa. Heb 10, 36.
Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas. Lc 21, 19.

...Que nadie se inquiete por estas tribulaciones. Bien sabéis que para eso estamos. I
Tes 3, 3.

Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Ved cómo el labrador,
con la esperanza de los preciosos frutos de la tierra, aguarda con paciencia las lluvias
tempranas y las tardías. Sant 5, 7.

Tomad, hermanos, por modelo de tolerancia y de paciencia a los profetas, que


hablaron en nombre del Señor. Sant 5, 10.

...Nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce


la paciencia; la paciencia, una virtud probada; y la virtud probada, la esperanza. Rom
5, 3-4.

Porque tenéis necesidad de paciencia para que, cumpliendo la voluntad de Dios,


alcancéis la promesa. Heb 10, 36.

Asi, pues, os exhorto yo, preso en el Señor, a andar de una manera digna de vuestra
vocación (...), con toda humildad, mansedumbre y longanimidad, sobrellevándoos los
unos a los otros con caridad. Ef 4, 1.

Mejor que el fuerte es el paciente, y el que sabe dominarse vale más que el que
conquista una ciudad. Prov 16, 32.

...En todo nos acreditamos como ministros de Dios en mucha paciencia, en


tribulaciones en necesidades, en angustias [...]. 2 Cor 6,

Desnudo sali del vientre de mi madre, y desnudo tornaré a él. Yahvé me lo dio, Yahvé
me lo ha quitado. ¡ Bendito sea el nombre de Yahvé! Job 1, 21.

Hijo mio, si caes enfermo, no te impacientes y ruega al Señor [...]. Eclo 38, 9.

El iracundo promueve contiendas, el paciente aplaca las rencillas. Prov 15, 18.

El hombre magnánimo esperá su tiempo, pero al fin triunfa. Eclo 1, 29.

[...] tenga obra perfecta la paciencia, para que seáis perfectos y cumplidos, sin faltar
en cosa alguna. Sant 1, 4.

En las grandes angustias de mi corazón, tus consuelos alegraban mi alma. Sal 93, 19.

Hijo mio, si te das al servicio de Dios, prepara tu ánimo a la tentación. Ten recto
corazón y soporta con paciencia, y no te impacientes en el tiempo del infortunio [...],
ten buen ánimo en las vicisitudes de la prueba. Pues el oro se prueba en el fuego, y
los hombres gratos a Dios, en el crisol de la tribulación. Eclo 2, 1-5.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Es parte de la virtud de la fortaleza

3967 Con paciencia y verdadera humildad nos hacemos más fuertes que todos los
enemigos (Imitación de Cristo, I, 13, 3).

3968 Quien se enfurece con causa no es culpable; porque si la ira no existiese, ni


aprovecharla la doctrina ni los tribunales estarian constituidos, ni los crimenes se
castigarían. Asi, quien no se enfurece cuando hay causa para ello, peca: la paciencia
imprudente fomenta los vicios, aumenta la negligencia e invita a obrar el mal, no sólo
a los malos sino también a los buenos (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. I, p.
283).

3969 Para entender la Sagrada Escritura debemos tomar como criterio lo que. Cristo
y los santos hicieron en la práctica. Pero Cristo no tendió a aquel hombre la otra
mejilla. Ni tampoco Pablo la tendió. Interpretar, por tanto, literalmente el sermón de
la Montaña es falsear su significado. Dicho precepto se refiere más bien a la
disposición del alma a soportar, cuando sea preciso, sin dejarse llevar por la
amargura, una segunda afrenta igual o todavia más grande del agresor. A ello
responde la actitud del Señor al entregar su cuerpo al último suplicio. Aquellas
palabras con que replicó han sido, por consiguiente, de utilidad para nuestra
enseñanza (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 18).

El ejemplo de Jesucristo

3970 [...] a sus mismos asesinos, si se vuelven y llegan a El, los recibe, y con su
paciencia salvifica a nadie cierra las puertas de su Iglesia, para salvarnos con su
gracia. A los adversarios, a los blasfemos, a los eternos enemigos de su nombre, si se
arrepienten de su delito [...], los admite no sólo al perdón, sino a la recompensa del
reino de los cielos. ¿Qué más paciencia y más bondad puede haber? Pues recibe la
vida de la sangre de Cristo el mismo que la ha derramado. Tal y tanta es la paciencia
de Cristo, y, si no hubiera sido por ella, no tendria hoy en la Iglesia al apóstol Pablo
(SAN CIPRIANO, Tratado sobre la paciencia, 8).

Para recomenzar muchas veces en la vida interior

3971 En las batallas del alma, la estrategia muchas veces es cuestión de tiempo, de
aplicar el remedio conveniente, con paciencia, con tozudez. Aumentad los actos de
esperanza.

Os recuerdo que sufriréis derrotas, o que pasaréis por altibajos—Dios permita que
sean imperceptibles—en vuestra vida interior, porque nadie anda libre de esos
percances Pero el Señor, que es omnipotente y misericordioso, nos ha concedido los
medios idóneos para vencer. Basta que los empleemos con la resolución de
comenzar y recomenzar en cada momento, si fuera preciso (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 219). .

3972 Tened paciencia con todo el mundo, pero principalmente con vos misma: quiero
decir que no perdáis la tranquilidad por causa de vuestras imperfecciónes y que
siempre tengáis ánimo para levantaros. Me da alegria ver que cada día recomenzáis;
no hay mejor medio para acabar bien la vida que el de volver a empezar siempre, y
no pensar nunca que ya hemos hecho bastante (SAN FRANCISCO DE SALES,
Epistolario, fragm. 139,1. c., p. 774).

En la enfermedad y en las tribulaciones

3973 Es necesario sufrir con paciencia no sólo el estar enfermos, sino el estarlo de la
enfermedad que Dios quiere, en el lugar que quiere, entre las personas que quiere y
con las incomodidades que quiere, y lo mismo digo de las demás tribulaciones (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 3).

3974 También suele dar el Señor enfermedades grandisimas. Este es muy mayor
trabajo, en especial cuando son dolores agudos, que en parte, si ellos son recios, me
parece el mayor que hay en la tierra—digo exterior—aunque entren cuantos
quisieren; si es de los muy recios dolores, digo; porque descompohen lo interior y
exterior, de manera que aprieta un alma que no sabe qué hacer de si, y de muy
buena gana tomarla cualquier martirio de presto que estos dolores; aunque en
grandisimo extremo no duran tanto (que, en fin, no da Dios más de lo que se puede
sufrir, y da Su Majestad primero la paciencia). (SANTA TERESA, Las Moradas, VI, I, 7).
Cuanto más alto llegue uno, tanto más tiene que sufrir en 3975 este mundo, porque
debilitándose el amor de nuestra alma hacia las cosas del presente siglo, van
aumentando cada vez más sus adversidades. De aquí que vemos a muchos que
obran el bien, y sudan bajo el grave peso de las tribulaciones. Pero según las
palabras del Señor, dan fruto por la paciencia, porque recibiendo las pruebas con
humildad, son admitidos después al descanso en la gloria. De esta manera es
pisoteada la uva y se licúa adquiriendo el sabor del vino; de esta manera abandona
la oliva sus heces, y su zumo se convierte en aceite puro, después de molid'a y
prensada; de esta manera es como, por medio de la trilla, se separa en las eras el
granó de la paja, y es llevado limpio a los graneros (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 15
sobre los Evang.).

3976 Me parece buena virtud la que se alaba en Job: En todo lo que le sobrevino no
pecó Job delante de Dios, afirmándose lo mismo después de sobrevenirle la prueba
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 10).

3977 Mantente firme como un yunque golpeado por el martillo. A un gran atleta
corresponde vencer a pesar de los golpes. Sobre todo soportándolo por Dios, para
que El también nos soporte (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epistola a San Policarpo).

3978 ¡Qué superioridad permanecer en pie sin doblarse en medio de tantas ruinas de
los hombres, sin quedar derribado como los que no tienen esperanza en Dios, y
alegrarse, en cambio, y aprovechar la ocasión que se nos ofrece de alcanzar el
premio de esta vida y de la fe de la mano del Juez, si damos pruebas manifiestas de
nuestra fe con gran fortaleza y seguimos el camino estrecho que lleva a Cristo a
través de la paciencia en los trabajos! (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la mortalidad, 14).

Ante la acusación injusta

3979 Si te acusan justamente por una falta que has cometido, humíllate
profundamente y confiesa que mereces aún más de lo que te acusan, y si la
acusación es falsa, excúsate con mansedumbre, negando la culpa por respeto a la
verdad y edificación del prójimo; pero si después de excusarte con verdad y justicia
prosiguen aún acusándote, no te turbes ni te empeñes en hacer creer tu disculpa:
pues ya has cumplido con la verdad, debes cumplir también con la humildad, y de
esta manera ni faltarás al cuidado que debes tener de tu buena fama, ni al debido
amor de la paz, humildad y dulzura de corazón (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a
la vida devota, 111, 3)

3980 Un anciano fundado en esta virtud vivía junto a Alejan- cría, perdido entre la
masa heterogénea de los infieles. Estos le cubrían de insultos y le hacían a porfía las
más graves injurias. Un día que le decían entre mofas: «Pero, ¿qué milagros ha hecho
ese Cristo que adoras?», respondió: «El de que estas injurias y afrentas, y aun otras
mayores que podríais hacerme, no me conmuevan ni me ofendan» (CASIANO,
Colaciones, 12).

Evitar las quejas

3981 Quéjate lo menos que puedas de los agravios que recibas, pues de ordinario
peca el que se querella; porque el amor propio siempre nos pinta las injurias mayores
de lo que son; y, sobre todo, jamás digas tus resentimientos a personas propensas a
indignarse y a pensar mal. Pero si acaso conviene dar a alguno la queja, o ya sea
para remediar la ofensa, o ya para aquietar tu espíritu, ha de ser a personas pacificas
y que amen mucho a Dios; porque de otra manera, lejos de aliviar tu espíritu, lo
llenarian de mayores inquietudes, y en lugar de sacar la espina que picaba te la
hincarían más en el pie (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota,III, 3).

3982 La paciencia sabe soportarlo todo con un corazón magnánimo (CASIANO,


Instituciones, 7).

Ante los defectos de los demás

3983 La tierra buena da buenos frutos por la paciencia, porque ningún valor tienen
las obras buenas que hacemos si no toleramos también las malas en nuestros
prójimos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 15 sobre los Evang.).

3984Sufre con paciencia los defectos y la fragilidad de los otros, teniendo siempre
ante los ojos tu propia miseria,por la que has de ser tú también compadecido de los
demás (J. PECCI—León XIII—, Práctica de la humildad, 22).

3985 Las ocasiones de contrariedad jamás nos faltarán mientras estemos en


contacto con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no
sean estas contrariedades motivo para evitar su compañía (CASIANO, Instituciones,
9, 7).

3986 Debemos soportar a los que corregimos y corregir a los que soportamos (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

3987 Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vinculo de la paz. De esta manera demuestra que es imposible
mantener la unión y la paz si los hermanos no se toleran mutuamente y si no
conservan el vínculo de la unión fraterna mediante la virtud de la paciencia (SAN
CIPRIANO, Trat. sobre la paciencia, 13 y 15).

3988 Lo que no puede un hombre enmendar en sí ni en los otros, débelo sufrir con
paciencia hasta que Dios lo ordene de otra manera, y pensar que quizá es mejor así
para que te conozcas y tengas paciencia, sin la cual no son de estimar en mucho
nuestros merecimientos (Imitación de Cristo,I, 16, 1).

3989 Mira la manera de sufrir con paciencia cualesquier defectos y flaquezas ajenas,
sabiendo que tú tienes mucho que te sufran los otros (Imitación de Cristo, I, 16, 2).

Para ayudar a los demás


3990 El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud;
es paciente. La fortaleza nos conduce a .saborear esa virtud humana y divina de la
paciencia [...]. Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los
demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino se mejoran con el tiempo
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 78).

3991 Sigue sacando y agotando las mismas exhortaciones, y nunca con pereza;
actúa siempre con amabilidad y gracia [...]. ¿No ves con qué cuidado los pintores
unas veces borran sus trazos, otras los retocan cuando tratan de reproducir un bello
rostro? No te dejes ganar por los pintores. Porque si tanto cuidado ponen ellos en la
pintura de una imagen corporal, con mayor razón nosotros, que tratamos de formar
la imagen de un alma, no dejaremos piedra por mover a fin de sacarla perfecta (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 30).

3992 No dice: Si alguno te hiere, no quieras tú herirlo. Sino esto otro: of récete aun al
que te hiere Es éste un acto de misericordia que comprenden particularmente
aquellos que sirven a quienes se ama mucho, como son los hijos, o cualquier persona
querida enferma, o los niños, o los dementes de parte de los cuales con frecuencia
sufren no poco, y por quienes, si su salud lo exige, están dispuestos a padecer más,
hasta que pase la debilidad de la edad o de la enfermedad. ¿Qué otra cosa podia
inculcar el Señor, que es médico de las almas, a los que instruia para curar a los
prójimos, sino tolerar con ecuanimidad las debilidades de aquellos cuya salvación
quisiesen procurar? (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

3993 El mismo Jesucristo, que conocia la malicia de los fari- seos, condescendió con
ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios
a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 46).

Frutos de la paciencia

3994 Esta virtud de la paciencia derrama sus frutos con profu- sión y exuberancia por
todas partes [ ..]. La paciencia es la que nos recomienda y guarda para Dios; modera
nuestra ira, frena la lengua, dirige nuestro pensar, conserva la paz, endereza la
conducta, doblega la rebeldia de la pasión, reprime el tono de orgullo, apaga el fuego
de los enconos, contiene la prepotencia de los ricos, alivia la necesidad de los pobres,
protege la santa virginidad de las doncellas... Mantiene en humildad a los que
prosperan, hace fuerte en la adversidad y mansos frente a las injusticias y afrentas.
Enseña a perdonar luego a quienes nos ofenden y a rogar con constancia e
insistencia cuando hemos ofendido. Nos hace vencer en las tentaciones, nos hace
tolerar las persecuciones, nos hace consumar el martirio. Es la que fortifica
sólidamente los cimientos de nuestra fe; levanta en alto nuestra esperanza... Nos
lleva a perseverar como hijos de Dios, imitando la paciencia del Padre (SAN
CIPRIANO, Trat. sobre la paciencia, 20).

3995 La paciencia es un diamante: con ella el alma resiste toda adversidad; es un


remedio: cura toda herida; es un escudo: protege contra todo ataque. Nadie podrá
atacarnos si hemos comenzado el combate interior contra nosotros mismos (BEATO
HUMBERTO DE ROMANS, Sobre la paciencia, 1. c., p. 456).

Paciencia y paz del alma

3996 Recuerdo que, cuando vivia yo en el desierto, disponla de una caña para
escribir que, a mi parecer, era o demasiado gruesa o demasiado fina; tenla también
un cuchillo cuyo filo, embotado sobremanera, apenas si podia cortar; un silex cuya
chispa no brotaba lo bastante prontamente para satisfacer mi afán de leer
enseguida; y entonces sentia yo nacer en mi tales oleadas de indignación, que no
podia menos de proferir maldiciones, ora contra estos objetos insensibles, ora contra
el mismo Satanás.

Ello es una prueba fehaciente de que de poco sirve no tener a nadie con quien
enojarnos, si no hemos alcanzado antes la paciencia. Nuestra ira se desencadenará
incluso contra las cosas inanimadas, a falta de alguien que pueda sufrir el golpe
(CASIANO, Instituciones 8, 17).

3997 Ser paciente significa no dejarse arrebatar la serenidad ni la clarividencia del


alma por las heridas que se reciben mientras se hace el bien (J. PIEPER, Las verdades
fundamentales, p. 201).

3998 No es paciente quien huye del mal, sino el que no se deja arrastrar por su
presencia a un desordenado estado de tristeza (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2,
q. 136, a. 4 ad 2).

3999 La paciencia consiste en tolerar todos los males ajenos con ánimo tranquilo, y
en no tener ningún resentimiento con el que nos los causa (SAN GREGORIO MAGNO,
Moralia, 13).

La paciencia y las demás virtudes

4000 ¡Oh paciencia, cómo quisiera exaltarte por ser reina de todas las cosas...! ¡Tú
eres corona cotidiana y madre de los mártires; tú eres el muro de la fe, fru¿o de la
esperanza, amiga de la caridad...! Feliz,eternamente feliz, es quien siempre te tenga
consigo (SAN ZENÓN, Obras; PL l l, 317).

4001 (A quien es paciente) nada puede apartarlo del amor de Dios, ni tiene
necesidad de tranquilizar su ánimo, porque está pesuadido de que todo es para bien;
no se irrita, ni hay nada que le mueva a la ira, porque siempre ama a Dios, y a esto
sólo atiende (SAN CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Stromata, 6).

4002 Conservad la verdadera humildad del corazón, que no consiste en


demostraciones y palabras afectadas, sino en un abajamiento profundo del
alma.~Esa humildad se mostrará con la paciencia, que será como una proyección de
ella y como la señal más evidente. Y esto no precisamente cuando os atribuyáis
crímenes que nadie va a creer, sino cuando os quedéis insensibles a las acusaciones
arrogantes que se os harán y soportéis con mansedumbre y ecuanimidad las injurias
las injurias que os infieran (CASIANO- Colaciones. 18).

4003 De la misma manera que la victoria atestigua el valor del soldado en la batalla,
así se pone de manifiesto la santidad de quien sufre los trabajos~y las tentaciones
con paciencia inquebrantable (SAN CIRILO,en Catena Aurea, vol. VI, p. 148).

4004 (La paciencia) es la que proporciona á~nuestra fe un fun- damento firmisimo;


permite que~nuestra esperanza crezca hasta lo más alto; dirige nuestros actos para
que podamos mantenernos en el camino de Cristo mientras avanzamos con su
ayuda: en fin, hace que perseveremos siendo hijos de Dios (SAN CIPRIANO, Trat.
sobre la paciencia, 20).
PAZ

Citas de la Sagrada Escritura

La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. Jn 14, 27.

En cualquier casa en que entréis, decid primero: la paz sea con esta casa. Si hubiere
allí un hijo de la paz, descanse sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros. Lc
10, 5.

Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y


vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Flp 4, 7.

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz, y gozo en el


Espíritu Santo. Rom 14, 17.

Mucha paz tienen quienes aman tu ley; no hay para ellos tropiezo. Sal 118, 165.

Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mt 5, 9.

Vivid en paz y el Dios de la caridad y de la paz estará en vosotros. 2 Cor 13, 11.

Las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia,


idolatría, hechiceria, odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones, divisiones
[...] y otras como éstas, de las cuales os prevengo [...] que quienes tales cosas hacen
no herederán el reino de Dios. Gal 5, 19-20.

Todo reino dividido contra si mismo será desolado, y toda ciudad o casa dividida
contra si no subsistirá. Mt 12, 25.

La paz será obra de la justicia; y el fruto de la justicia, el reposo y la seguridad para


siempre. Is 32, 17.

La soberbia sólo ocasiona disensiones [...] Prov 13, 10.

Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Heb 12, 14.

Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis un
mismo lenguaje y no haya entre vosotros cismas, antes seáis concordes en un mismo
pensar y en un mismo sentir. I Cor 1, 10.

(El Evangelio es) la buena nueva de la paz. Hech 10, 36.

La paz es también un fruto del Espíritu Santo y supera toda imaginación: Cal 5, 22;
Flp 4, 7.
La paz es patrimonio de los hombres de «buena voluntad»: Lc 2, 14.

(Nuestro Dios) no es Dios de inquietud, sino de paz. I Cor 14, 33.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El trato con Jesucristo, fuente de paz

4005 Donde no está Jesús se encuentran pleitos y guerras, pero donde El está
presente todo es serenidad y paz (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 360).

4006 La verdadera, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos
de amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar
poca cosa los éxitos o reveses de este mundo [...]. Se equivoca quien se figura que
podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas.
Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían convencer
a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz (SAN
BEDA, Hom. 12 para la Vigilia de Pentecostés).

4007 ¡cuántas contrariedades desaparecen, cuando interior- mente nos colocamos


bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos
matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que
pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, en seguida, luz o, al menos, aceptación y paz
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 249).

4008 Acerquémonos a El con confianza [...], y mandará a los vientos, esto es, a los
demonios [...], y se hará una gran serenidad en los cuerpos y en las almas, y se
restablecerá la paz en la Iglesia y la calma en el mundo (ORÍGENES, en Catena Aurea,
vol I, p. 501).

4009 Y les dijo: Paz a vosotros; soy yo, no temáis. Averguéncenos el prescindir del
saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un
nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a
los filipenses: la puz de Dios; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los
efesios: El es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado
por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Quizás el deseo de dominio, o de ambición, o de
envidia, o de aborrecimiento del prójimo, o de alguna otra cosa, que vemos en
quienes desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une [...].
La transmite a los ángeles [...] y se extiende también a todas las criaturas que
verdaderamente la desean (SAN GREGORIO NACIANCENO, en Catena Aurea, vol. Vl,
p. 545).

4010 Haced alto en el camino y ved. Preguntad por los caminos de antes: ¿Es ésa la
senda buena? Pues seguidla, y hallaréis la puz para vuestras almas (Jer 6, 16).
Vosotros veréis al punto cómo se os allanan las cuestas y se os nivelan los declives
(Is 40, 4). Gustaréis y veréis que el Señor es bueno(Ps 23, 9). Ante la palabra de
Cristo en el Evangelio: Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados, que yo
os aliviaré (Mt 11, 28), depondréis el peso abrumador de vuestros vicios. Luego
comprenderéis las palabras que siguen: Pues mi yugo es blando y mi carga ligera
(Ibid 30). La senda del Señor es todo refrigerio, si se marcha por ella siguiendo su
Ley. Somos nosotros quienes nos creamos dolores y tormentos, por nuestras
preocupaciones, siempre que preferimos seguir los caminos tortuosos de este siglo,
incluso a trueque de peligros y dificultades (CASIANO, Colaciones, 23).
Paz interior y cumplimiento de la voluntad de Dios

4011 Esta paz no se logra ni con los lazos de la más intima amistad ni con una
profunda semejanza de espíritu, si todo ello no está fundamentado en una total
comunión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en
deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que
parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esta paz (SAN LEÓN MAGNO,
Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).

4012 Por encima de todo, conservad la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para
conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la
voluntad del corazón divino en lugar de la nuestra (SANTA MARGARITA M a
ALACOQUE, Cartas, 1. c., t. 2, p. 321).

4013 Un razonamiento que lleva a la paz y que el Espíritu Santo da hecho a los que
quieren la Voluntad de Dios: «Dominus regit me, et nihil mihi deerit»—el Señor me
gobierna, nada me faltará.

¿Qué puede inquietar a un alma que repita de verdad esas palabras? (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n 760)

4014 Para el cristiano, la libertad no proviene del mismo hombre: se manifiesta en la


obediencia a la voluntad de Dios y en la fidelidad a su amor. Es entonces cuando el
discipulo de Cristo encuentra la fuerza de luchar por la libertad en este mundo. Ante
las dificultades de esta tarea, no se dejará llevar por la inercia ni el desaliento, ya
que pone su esperanza en Dios, que sostiene y hace fructificar lo que se realiza en el
espíritu (JUAN PABLO II, Mensaje para la «Jornada de la Paz» 8-XII-1980, n. 11).

Paz y humildad

4015 La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior.—«El» lo ha dicho:
«Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón... y encontraréis paz para
vuestras almas». (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 607).

4016Los santos nos enseñan que esta acusación de si mismo es el único camino que
nos puede llevar a la paz (SAN DOROTEO, Instrucción 7).

4017 Solas tres cosas me extenderé a declarar (...para tener) exterior e


interiormente la paz que tanto encomendó Nuestro Señor: la primera cosa es amor
unas con otras; la segunda, desasimiento de todo lo criado; la última es verdadera
humildad, que, aunque la digo a la postre, es muy principal y las abraza todas
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 4, 4).

4018 Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay saña y
desdén muchas veces (Imitación de Cristo, I, 7, 2).

Paz y caridad

4019 La paz es obra de la justicia indirectamente, en cuanto remueve los obstáculos


que a ella se oponen; pero propia y directamente proviene de la caridad, que es la
virtud que realiza por excelencia la unión de todos los corazones (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2, q. 29, a. 3 ad 3).

4020 Todo aquel que por amor se compadece de cualquier miseria ajena se
enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la
paz (SAN LEON MAGNO, Sermón 6, sobre la Cuaresma).

4021 La bienaventuranza de los pacificos es el premio de su adopción. Por eso se


dice: serán llamados hijos de Dios. Solamente Dios es el padre de todos, y no se
puede entrar a formar parte de su familia si no vivimos en paz mutuamente por
medio de la caridad fraterna. (SAN HILARIO, en Catena Aurea, vol. I, p. 252).

La paz, conscuencia de la lucha ascética

4022 Para guardar la paz del alma, hay que echar fuera el abatimiento, es necesario
intentar un espíritu alegre y exento de tristeza [...]. Para conservar la paz interior, se
debe también evitar cuidadosamente censurar a los demás. Se conserva la paz no
juzgando al prójimo y guardando silencio. En este estado el espíritu recibe las
revelaciones divinas (SAN SERAFIN DE SAROV,Recomendaciones espirituales, 1. c.,
PP.661-668).

4023 La paz es consecuencia de la guerra, de la lucha, de esa lucha ascética, intima,


que cada cristiano debe sostener contra todo lo que, en su vida, no es de Dios:
contra la soberbia, la sensualidad, el egoismo, la superficialidad, la estrechez de
corazón. Es inútil clamar por el sosiego exterior si falta tranquilidad en las
conciencias, en el fondo del alma (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 73).

4024 La paz debe realizarse en la verdad; debe construirse sobre la justicia; debe
estar animada por el amor; debe hacerse en la libertad. Sin un respeto profundo y
generalizado de la libertad, la paz escapa al hombre. No tenemos más que mirar en
derredor nuestro para convencernos (JUAN PABLO II, Mensaje para la «Jornada de la
Paz», 8-XII-1980, n. 2).

Otros caminos de la paz

4025 Nadie puede alcanzar la paz interior que desea sin una gran contrición de
corazón (CASIANO, Colaciones, 7, 6)

4026 Se promete la paz a todos los que se consagran a la edificación de este templo,
ya sea que su trabajo consista en edificar la Iglesia en el oficio de catequistas de los
sagrados misterios, ya sea que se entreguen a la santificación de sus propias almas,
para que resulten piedras vivas y espirituales (SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, Coment.
sobre el profeta Ageo, 14).

4027 La paz es obra nuestra: exige nuestra acción decidida y so- lidaria. Pero es
inseparablemente y por encima de todo un don de Dios; exige nuestra oración. Los
cristianos deben estar en primera fila entre aquellos que oran diariamente por la paz,
deben además enseñar a orar por la paz. Ellos procurarán orar con María, Reina de la
paz. A todos, cristianos, creyentes y hombres de buena voluntad, os digo: no tengáis
miedo de apostar por l,a paz, de educar para la paz. La aspiración a la paz no
quedará nunca decepcionada. El trabajo por la paz, inspirado por la caridad que no
pasa, dará sus frutos. La paz será la última palabra de la historia (JUAN PABLO II,
Aloc. 8-12-1978).

4028 Mucha paz tendríamos si en los dichos y hechos ajenos (que no nos
pertenecen) no quisiésemos ocuparnos (Imitación de Cristo, I, 11, 1).
Veis aquí cómo con estas dos cosas, amor y temor de Dios, 4029 podemos ir por este
camino sosegados y quietos (SANTA TERESA, Camino de perfección, 42, 1).

4030 Estás intranquilo.—Mira: pase lo que pase en tu vida inte- rior o en el mundo
que te rodea nunca olvides que la importancia de los sucesos o de las personas es
muy relativa. —Calma: deja que corra el tiempo; y, después, viendo de lejos y sin
pasión los acontecimientos y las gentes adquirirás la perspectiva, pondrás cada cosa
en su lugar y con su verdadero tamaño. Si obras de este modo serás más justo y te
ahorrarás muchas preocupaciones (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ , Camino, n. 702).

Serenidad y confianza en Dios

Pero los Apóstoles, en medio de las persecuciones, mantu- 4031 vieron en Cristo la
paz, sin abandonarle; por el contrario, buscaron refugio en El [...]. En ellos se cumplió
lo que les había dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y
vencieron. ¿Por quién vencieron sino por El? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
103).

4032 El me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo.


Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, esta es mi seguridad, este
es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita
que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me
dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Cristo está conmigo,
¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarnos las olas del mar y la ira de los
poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. antes del exilio, 1-3).

Causas de la falta de pez

4033 El excesivo cuidado que tenemos de nosotros mismos hace que nuestro espíritu
pierda la tranquilidad, y nos lleve a tener un humor raro y desigual. Así nos sucede
que, en cuanto tenemos alguna contradicción, en cuanto nos damos cuenta de
nuestra falta de mortificación, cuando caemos en algunos de nuestros defectos, por
pequeño que sea, nos parece que todo se ha venido abajo (SAN FRANCISCO DE
SALES, Plática III, de la Firmeza, 1. c.).

4034 Puede haber entendimiento entre personas que tienen distinto criterio sobre
algo, pero jamás podrá existir verdadera armonia donde impera la discrepancia de
voluntades (CASIANO, Colaciones, 16).

4035 No hay paz en el corazón del hombre sensual ni en el que se ocupa en lo


exterior, sino en el que anda en fervor espiritual (Imitación de Cristo, I, 6, 2).

4036 En esta vida, con grandes trabajos buscan los hombres el reposo y la
seguridad, pero con sus malos deseos no los encuentran. Porque ponen su descanso
en las cosas inquietas y que no permanecen; y como ellas les son quitadas y pasan,
les originan miedos y dolores, sin dejarles tener sosiego (SAN AGUSTÍN, Sobre las
costumbres de la Iglesia católica, 1).

4037 Os doy mi paz, os dejo mi paz (Jn 14, 27). Pero ¿para qué nos sirve saber que
esta paz es buena, si no la cuidamos? Lo que es muy bueno normalmente es muy
frágil, y los bienes preciosos reclaman mayores cuidados y una vigilancia más
cuidadosa. Muy frágil es la paz, que puede perderse por una palabra inconsiderada o
por la menor herida causada a un hermano. En efecto, nada agrada más a los
hombres que hablar fuera de propósito y ocuparse en lo que no les atañe, pronunciar
vanos discursos y criticar a los ausentes (SAN COLUMBANO, Instrucción 11, 1-4).

Frutos de la paz

4038 La paz es madre del amor, vinculo de la concordia e indicio manifiesto de la


pureza de nuestra mente; ella alcanza de Dios todo lo que quiere, ya que su petición
es siempre eficaz. Cristo, el Señor, nuestro rey, es quien nos manda conservar esta
paz, ya que él ha dicho: La paz os dejo, mi paz os doy, lo que equivale a decir: «Os
dejo en paz, y quiero encontraros en paz»; lo que nos dio al marchar quiere
encontrarlo en todos cuando vuelva (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón sobre la paz)

4039 Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva
la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contras, de
examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después,
sosegadamente interviene con decisión (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
79).

4040 Concertada interiormente y afirmada esta paz, por más persecuciones que
trame desde fuera el que afuera fue arrojado, no hará otra cosa que aumentar la
gloria de Dios, sin derribar nada de aquel edificio, consiguiendo, al fracasar sus
maquinaciones, poner de manifiesto cuánta es la firmeza que hay por dentro (SAN
AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

4041 El hombre que procura la paz es más útil que el muy letrado (Imitación de
Cristo, 11, 2, 3).

4042 ¿Qué cosa mejor podriamos encontrar entre los dones divinos para honrar la
fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del
Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor,
la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde
moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios
aquellos que el Señor ha segregado del mundo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre
la Natividad).

4043 El que está en paz no piensa mal de nadie. En cambio, el descontento o


inquieto es atormentado por muchas sospechas; ni descansa él ni deja descansar a
los demás (Imitación de Cristo, II, 2, 3).

Dar serenidad y pez a los demás

4044 La alegria se mete en la vida de oración, hasta que no nos queda más remedio
que romper a cantar: porque amamos, y cantar es cosa de enamorados.

Si vivimos así , realizaremos en el mundo una tarea de paz; sabremos hacer amable
a los demás el servicio al Señor, porque Dios ama al que da con alegria (2 Cor 9, 7).
El cristiano es uno más en la sociedad; pero de su corazón desbordará el gozo del
que se propone cumplir, con la ayuda constante de la gracia, la Voluntad del Padre
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 92-93).

4045 Tienen una gran dignidad los pacíficos, porque así como se llama hijo del rey al
que habita con él en su palacio, así los pacíficos se llaman hijos de Dios porque
habitan en el palacio de la paz de Dios (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1, p.
252).
4046 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN
AMBRosio, en Catena Aurea, vol. I, p. 254).

4047 Los pacificos se llaman bienaventurados, porque primero tienen paz en su


corazón y después procuran inculcarla en los hermanos desavenidos (SAN JERÓNIMO,
en Catena Aurea, vol. 1, p. 251).

4048 No se contenta el Señor con eliminar toda discusión y enemistad de unos con
otros, sino que nos pide algo más: que tratemos de poner paz entre los desunidos
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

4049 Teniendo en cuenta que Cristo es la paz, mostraremos la autenticidad de


nuestro nombre de cristianos,con nuestra manera de vivir, ponemos de manifiesto la
paz que reside en nosotros (SAN GREGORIO NISENO, Trat. sobre modelo cristiano).

4050 Se llaman pacificos los hijos de Dios en atención a que na- da hay en ellos que
se oponga a Dios: también los hijos deben parecerse a sus padres (SAN AGUSTÍN, en
Catena Aurea, vol. 1, p. 252).

PECADO

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y con el pecado la muerte [...], y la
muerte se fue propagando a todos los hombres porque todos pecaron (en Adán).
Rom 5, 12.

Sobreabundancia de la Redención: Rom 5, 15-21.

Consecuencias del pecado original; vestigios que deja en nosotros aun después del
bautismo: Rom 7, 1425.

El Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo. I Jn 3, 9.

Todo el que comete pecado, esclavo es del pecado. Jn 8, 34.

¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No queráis engañaros: ni
los fornicarlos, ni los idólatras, ni los adúlteros [...], ni los que viven de robos han de
poseer el reino de Dios. I Cor 6, 9-10.
Los pecadores son enemigos de su propia dicha. Tob 12, 10.

El error y las tinieblas son obras de los pecadores; los que en el mal se complacen,
en el mal envejecen. Eclo 11, 6.

Reconoce y advierte qué malo y amargo es para ti haberte apartado de Yahvé, tu


Dios, y haber perdido mi temor. Jer 2, 19.

La justicia engrandece a las naciones, el pecado es la decadencia de los pueblos.


Prov 14, 34.

La paga del pecado es la muerte. Rom 6, 23.

La ley del Espíritu [...] me liberó de la ley del pecado. Rom 8, 2.

Si no me escucháis y no ponéis por obra mis mandamientos, si desdeñáis mis leyes,


menospreciáis mis mandatos y no los ponéis por obra, si rompéis mi alianza, ved lo
que también yo haré con vosotros: echaré sobre vosotros el espanto, la consunción y
la calentura que debilitan vuestros ojos y destrozan el alma; sembraréis en vano
vuestra simiente [...] y seréis derrotados por vuestros enemigos, que os dominarán;
huiréis sin que os persiga nadie. Lev 26, 14 ss.

Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado. Heb 12, 4.

El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado. Sant 4, 17.

Como de la serpiente, huye del pecado, porque si te acercas te morderá. Eclo 21, 2.

Si tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti [...], Y si tu mano derecha te


escandaliza, córtatela y arrójala de ti [...]. Mt 5, 29-30.

Quien convierte a un pecador [...] cubrirá la muchedumbre de sus pecados. Sant 5,


20.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El pecado y sus consecuencias

4051 Nuestros pecados fueron la causa de la Pasión: de aquella tortura que


deformaba el semblante amabilisimo de Jesús, perfectus Deus, perfectus homo; Y son
también nuestras miserias las que ahora nos impiden contemplar al Señor, y nos
presentan opaca y contrahecha su figura. Cuando tenemos turbia la vista, cuando los
ojos se nublan, necesitamos ir a la luz. Y Cristo ha dicho: ego sum lux mundi! (Jn 8,
12), yo soy la luz del mundo. Y añade: el que me sigue no camina a oscuras, sino que
tendrá la laz de la vida (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Vía Crucis, p. 57).

4052 Yo sé de una persona a quien quiso Nuestro Señor mostrar cómo quedaba un
alma cuando pecaba mortalmente. Dice aquella persona que le parece, si lo
entendiesen, no sería posible a ningúno pecar, aunque se pusiera a mayores trabajos
que se pueden pasar por huir de las ocasiones (SANTA TERESA, Las Moradas, I, 2, 2).

4053 Cuando la realidad social se ve viciada por las consecuencias del pecado, el
hombre, inclinado ya al mal desde su nacimiento, encuentra nuevos estímulos para
el pecado, los cuales sólo pueden vencerse con denodado esfuerzo ayudado por la
gracia (CONC. VAT. Il, Const. Gaudium et spes, 25).

4054 Lo que la Revelación divina nos dice coincide con la experiencia. El hombre, en
efecto, cuando examina su corazón, comprueba su inclinación al mal y se siente
anegado por muchos males, que no pueden tener origen en su santo Creador. Al
negarse con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompe el hombre la
debida subordinación a su fin último y también toda su ordenación, tanto por lo que
toca a su propia persona como a las relaciones con los demás y con el resto de la
creación (CONC. VAT. II, Const. Caudium et spes, 13).

4055 No sólo para el alma son nocivos los malos placeres, sino también para el
cuerpo, porque el fuerte se hace débil, el sano enfermo, el ligero pesado, el hermoso
deforme y viejo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la I Epistola a los Corintios, 99).

4056 Así como la nave (una vez roto el timón) es llevada a donde quiere la
tempestad, así también el hombre, cuando pierde el auxilio de la gracia divina por su
pecado, ya no hace lo que quiere, sino lo que quiere el demonio (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena A urea, vol. III, p. 10).

4057 Si alguien tiene sano el olfato del alma, sentirá cómo hieden los pecados (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 37).

4058 En esto consiste precisamente el pecado, en el-uso desviado y contrario a la


voluntad de Dios de las facultades que él nos ha dado para practicar el bien (SAN
BASILIO MAGNO, Regla monástica, respuesta 2, 1).

4059 Quien soporta la tiranta del principe de este siglo por la libre aceptación del
pecado, está bajo el reino del pecado (ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 25).

El único mal verdadero

4060 Podemos afirmar muy bien, que la Pasión que los judios hicieron sufrir a Cristo
era casi nada, comparada con la que le hacen soportar los cristianos con los ultrajes
del pecado mortal [...]. ¡Cuál va a ser nuestro horror cuando Jesucristo nos muestre
las cosas por las cuales le hemos abandonado! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre
el pecado).

4061 No olvides, hijo, que para ti en la tierra sólo hay un mal. que habrás de temer, y
evitar con la gracia divina: el pecado (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 386).

4062 Los judios vieron maravillas; también tú las verás, y más grandes y
sorprendentes que cuando los judíos salieron de Egipto. Los judíos atravesaron el
mar Rojo; tú has atravesado el dominio de la muerte. Ellos fueron liberados de
Egipto; tú has sido liberado de los demonios. Los judios escaparon de la esclavitud en
país extranjero; tú has escapado de la esclavitud, mucho más triste, del pecado (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Catequesis 3, 24).

4063 Puede decirse que, en lo espiritual, hay tanta distancia en- tre justos y
pecadores, como en lo material entre el cielo y la tierra (SAN AGUSTÍN, Sobre el
sermón de la Montaña, 2).

4064 En las cosas humanas lo único que merece ser tenido por bueno, en el pleno
sentido de la palabra, es la virtud [...]. Y a la inversa, nada hay que reputar por malo
como tal, es decir intrinsecamente, más que el pecado. Es lo único que nos separa de
Dios, que es el bien supremo, y nos une al demonio, que es el mal por antonomasia
(CASIANO, Colaciones, 6).

4065 El Deuteronomio, hablando de los condenados que no tienen a Dios, dice: Su


vino es ponzoña de monstruo y veneno mortal de víboras (Dt 32, 35). Muerte del
alma es no tener a Dios (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 7).

4066 Todo lo que quieres y deseas es bueno. No quieres tener una bestia mala, un
siervo malo, un vestido malo, una quinta mala, una casa mala, una mujer mala, unos
hijos malos. Todo lo quieres bueno: pues sé también bueno tú, que todo lo quieres
bueno. ¿Dónde has tropezado para que, entre todas las cosas buenas que quieres, tú
sólo quieras ser malo? (SAN AGUSTÍN, Sermón 297).

El pecado y la contrición

4067 No te entristezcas, apóstol, responde una vez, responde dos, responde tres.
Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu
presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces hablas ligado.
Desata por el amor lo que hablas ligado por el temor (SAN AGUSTÍN, Sermón 295).

4068 Dos pasos da el diablo: primero engaña, y después de engañar intenta retener
en el pecado cometido (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., p. 163).

4069 ¡Cuán ciego es el hombre al dejar perder tantos bienes y atraer sobre sí tantos
males, permaneciendo en pecado! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
conversión).

4070 Lo grave no es que quien lucha caiga, sino que permanezca en la caída; lo
grave no es que uno sea herido en la guerra, sino desesperarse después de recibido
el golpe y no cure la herida (SAN JUAN CRISOSTOMO, Exhortación a Teodoro, 1).

4071 Más que el pecado mismo, irrita y ofende a Dios que los pecadores no sientan
dolor alguno de sus pecados (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 14).

4072 Así como entre las enfermedades corporales hay algunas que no las sienten
quienes están enfermos de ellas, sino que más bien dan crédito a lo que dicen los
médicos, sin tener en cuenta su propia insensibilidad, ese alma que no percibe sus
pasiones ni conoce sus pecados debe dar crédito a quienes pueden dárselo a conocer
(SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 442).

4073 Padece el género humano de enfermedad; no de cuerpo, sino de pecados. Yace


en toda la redondez de la tierra, de oriente a occidente, el gran enfermo. Y para curar
al gran enfermo descendió el Médico omnipotente. Se humilló hasta su carne mortal,
o digamos, hasta el lecho del enfermo (SAN AGUSTÍN, Sermón 87).

4074 Si un alma está contenta ahora siendo esclava del demonio, si le deja alojarse
en su pecho, ¿cómo podrá desalojarlo jamás? ¿No arrastrará el mal espíritu a aquella
alma al infierno, necesaria e inevitablemente, cuando llegue la muerte? (CARD. J.H.
NEWMAN, Sermón en el Dom. 11 de Cuaresma: mundo y pecado).

El pecado y la confesión
4075 Os pregunto a vosotros: ¿De quién está distante el que está en todas partes?
¿De quiénes, pensáis, sino de los que yacen en su desemejanza, destruyendo en sí
mismos la imagen de Dios? Gentes que se alejaron de E1, vuelvan reformados. —¿Y
cómo dice, nos reformaremos? ¿Cuándo volveremos al molde? —Comenzad por la
confesión; sigan las buenas obras (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 146).

4076 El alma que ha consentido la culpa se ha de horrorizar de si misma y limpiarse


lo más pronto que pueda, por el respeto que debe tener a los ojos de Dios, que la
está mirando; a más de que es gran necedad estar muertos en el espíritu teniendo
tan formidable remedio (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II, 19).

4077 El Señor permitió un día a un profeta ver un alma en estado de pecado, y nos
dice que parecia el cadáver corrompido de una bestia, después de haber sido
arrastrado ocho cias por las calles y expuesto a los rigores del sol. ¡Cuán bella es un
alma cuando tiene la dicha de estar en gracia de Dios! Si, ¡solamente Dios puede
conocer todo su precio y todo su valor! Ved también cómo Dios ha instituido unos
medios para hacerla feliz en este mundo, mientras llega la hora de darle mayor
felicidad en la otra vida. ¿Por qué ha instituido los sacramentos? ¿No es, por ventura,
para curarla cuando tiene la desgracia de caer en pecado? (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre Jesucristo).

4078 La profundidad del pozo de la miseria humana es grande; y si alguno cayera


alli, cae en un abismo. Sin embargo, si desde ese estado confiesa a Dios sus
pecados, el pozo no cerrará la boca sobre él [...]. Hermanos, hemos de temer esto
grandemente. Desdeñada la confesión, no habrá lugar para la misericordia (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 68).

4079 No se conforma el demonio con un pecado, sino que se afianza más en él para
empujar a otro: El que comete pecado, esclavo es del pecado (Jn 8, 34). Por eso no es
tan fácil librarse de tal situación: dice Gregorio: «Pecado que no se lava por la
penitencia, arrastra sin tardar a otro con su peso» (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad,
1. c., p. 231).

La tristeza peculiar y la amargura del pecado

4080 Pecó para obtener cierto placer corporal; pasó el placer, quedó el pecado. Pasó
el deleite, quedó la cadena. ¡Dura esclavitud! (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
41).

4081 Nuestra vida está rodeada de espinas, cuando encontramos las punzadas del
dolor en aquello mismo que malamente deseamos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36
sobre los Evang.).

4082 Yo sé de una persona a quien quiso nuestro Señor mostrar cómo quedaba un
alma cuando pecaba mortalmente. Dice aquella persona que le parece si lo
entendiesen no seria posible ningúno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos
que se pueden pensar por huir de las ocasiónes; y así le dio mucha gana que todos lo
entendieran. Y así os la de a vosotros hijas, de rogar mucho a Dios por los que están
en este estado, todos hechos una oscuridad, y así son sus obras.Porque así como de
una fuente muy clara lo son los arroyicos que salen de ella, como es un alma que
está en gracia, que de a-tui le viene ser sus obras tan agradables a los ojos de Dios y
de los hombres, porque proceden de esta fuente de vida a donde el alma está como
un árbol plantado en ella, que la frescura y fruto no tuviera si no le procediera de alli,
que esto le sustenta y hace no secarse y que de buen fruto; así el alma que por su
culpa se aparta de esta fuente y se planta en otra de muy negrisima agua y de muy
mal olor, todo lo que corre de ella es la misma desventura y suciedad. (SANTA
TERESA, Las Moradas, 1, 2, 2).

4083 Es, por tanto, mal pájaro aquel que hubiere perdido la facultad de volar por el
vicio de la miseria del mundo, como los pájaros que se venden por un dipondio (2
ases), esto es, por el precio de los placeres temporales; porque el enemigo nos
vende a bajo precio, como esclavos cautivos en guerra; mas el Señor, que nos hizo
buenos servidores suyos a su imagen, estimó su obra en lo que valia y nos redimió a
un precio muy elevado (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 66).

4084 Nada hay más infeliz que la felicidad de los que pecan (SAN AGUSTÍN, en
Catena Aurea, vol. I, p. 325).

Igual que hay diferentes formas de esta demencia, que es desorden de la razón, hay
también diferentes formas de esta locura peor que es el pecado. En un manicomio
hay diferentes formas de enajenación, y así , el mundo entero es un vasto
manicomio, en el que sus habitantes, aunque bastante sagaces en asuntos de este
mundo, están en materia espiritual locos de un modo o de otro (CARD. J.H. NEWMAN.
Sermón en el Dom. II de Cuaresma: mundo y pecado).

4086 ¿Qué otra cosa son los cuerpos de los malos sino sepulcros de difuntos, en
donde se guarda, no la palabra de Dios, sino el alma muerta por el pecado? (RABANO
MAURO, en Catena Aurea, vol. I, p. 509).

4087 Hay también muchos que viven, y que, sin embargo, están muertos. Estos tales
yacen en el infierno, puesto que lo merecen, no pudiendo alabar a Dios (CASIANO.
Colaciones, 1).

4088 Cuando tenla sano el corazón de la conciencia pura, gozábase con la presencia
de Dios; mas desde que quedó herido su ojo por el pecado, comenzó a esquivar la luz
de Dios, se refugió en las sombras y en el ramaje denso de los árboles, fugitivo de la
verdad, sumido en tiniebla (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

Pecado mortal y pecados veniales

4089 Igual que en el cuerpo de los justos habita Dios mismo, los cuerpos de los
pecadores se llaman sepulcros de muertos; pues el alma está en el cuerpo del
pecador y no puede creerse que viva, porque nada hace sobre el cuerpo que pueda
llamarse vivo y espiritual (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt III, p. 126).

4090 Tres son los elementos que completan un pecado: la sugestión, la delectación y
el consentimiento. La sugestión nos viene de la memoria, o de los sentidos
corporales cuando vemos, olmos, olemos, gustamos o tocamos algo. Si el gozar de
ello nos deleita, debemos refrenar la delectación ilícita [...]. Mas, si hubiese
consentimiento, habrá pecado pleno, conocido por Dios en nuestro corazón, aunque
de hecho no se manifieste a los demás (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la
Montaña, 1).

4091 Así como son tres los grados por los que se llega al pecado: la sugestión, el
deleite y el consentimiento, así hay también tres maneras diferentes de pecado: de
corazón, de obra y de hábito, que son como tres muertes: la una como si tuviese
lugar en casa, o sea, cuando en el corazón consiente; otra como llevada ya fuera de
la puerta, cuando el consentimiento se traduce en acción; la tercera cuando, en
fuerza de la mala costumbre, el alma es oprimida como por una mole, como si ya
estuviese podrida en el sepulcro. Cualquiera que haya leído el Evangelio habrá
podido comprobar que Jesucristo resucitó a estas tres clases de muertes (SAN
AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la montaña, 1).

4092 Reciamente, con sinceridad, hemos de sentir—en el corazón y en la cabeza—


horror al pecado grave. Y también ha de ser nuestra la actitud, hondamente
arraigada, de abominar del pecado venial deliberado, de esas claudicaciones que no
nos privan de la gracia divina, pero debilitan los cauces por los que nos llega (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 243).

4093 Por lo tanto, hermanos, no tengáis en poco esas faltas, a las que tal vez os
habéis habituado ya. La costumbre llega a conseguir que no se aprecie la gravedad
del pecado. Lo que se endurece pierde la sensibilidad. Lo que se halla en estado de
putrefacción no duele, no porque esté sano, sino por muerto. Si al pincharnos en
algún sitio nos duele, es que esa parte está sana u of rece posibilidad de curación. Si
no nos duele está ya muerta; hay que cortarla (SAN AGUS TiN, Sermón 17).

4094 Que os veáis con tan gran determinación de no ofender al Señor y que
perderíades mil vidas antes que hacer un pecado mortal, y de los veniales estéis con
mucho cuidado de no hacerlos de advertencia, que de otra suerte, ¿quién estará sin
hacer muchos? Mas hay una advertencia muy pensada, y otra tan de presto, que casi
haciendo el pecado venial y adviniendo en todo uno, que no nos pudimos entender
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 41, 3).

4095 Si tuviésemos fe y si viésemos un alma en estado de pecado mortal, nos


moriríamos de terror (SANTO CURA DE ARS, citádo por Juan XXIII, en Carta Sacerdotii
nostri primordia).

4096 Si estamos atentos, comprenderemos que hay muertes más temibles que la de
Lázaro: todo hombre que peca, muere. Todo hombre teme la muerte corporal; pero
hay pocos que teman la muerte del alma. Para evitar la inevitable muerte fisica,
todos hacen grandes esfuerzos: es el verdadero sentido de sus empresas El hombre
mortal se esfuerza por no morir, y el hombre destinado a vivir eternamente, ¿no se
ha de esforzar en no pecar? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 49).

Huir de las ocasiones

4097 Hemos de huir siempre del pecado, pero la tentación del pecado hay que
vencerla unas veces huyendo y otras ofreciendo resistencia. Huyendo cuando el
continuo pensamiento aumenta el incentivo del pecado, como sucede en la lujuria
[...]. Resistiendo, empero, cuando el pensar detenidamente en el objeto que la
provoca ayuda a alejar el peligro que precisamente nace de no considerarlo bien. Tal
es el caso de la pereza espiritual o acidia, porque cuanto más pensamos en los
bienes espirituales, más nos agradan y más desaparece el tedio que provocaba el
conocerlos superficialmente (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 35, a. 1).

4098 Hay tres cosas que apartan al hombre del pecado: el temor del infierno o la
sanción de las leyes eternas, la esperanza y deseo del reino de los cielos y el afecto
al bien por si mismo y el amor de las virtudes (CASIANO, Colaciones, 11).

4099 Un buen médico no se conforma con curar las manifesta- ciones externas de la
enfermedad, sino que ataca las causas, para evitar recaidas. Cristo, de manera
semejante, quiere que arranquemos las raíces de los pecados (SANTO TOMÁS, Sobre
los mandamientos, 1. c., p. 266).
El pecado y su castigo

4100 Cae en las tinieblas exteriores el que voluntariamente y por culpa suya cayó en
las interiores; y contra su voluntad sufre allí las tinieblas del castigo, el que mantuvo
aquí con gusto las tinieblas del placer (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los
Evang.).

4101 Donde hay pecado allí hay pena; y porque pecó mucho con la lengua, fue más
atormentado en ella (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 250).

4102 Se nos dice que en aquel lugar habrá llanto y crujir de dientes; de suerte que
allí rechinarán los dientes de los que, mientras estuvieron en este mundo, se
gozaban en su voracidad; llorarán allí los ojos de aquellos que en este mundo se
recrearon con la vista de cosas ilicitas; de modo que cada uno de los miembros que
en este mundo sirvió para la satisfacción de algún vicio, sufrirá en la otra vida un
suplicio especial (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

4103 Aquel que en su propia eternidad peca contra Dios, será castigado en la
eternidad de Dios; y se dice que alguien peca en su eternidad, no sólo por la
continuación del acto pecaminoso durante toda la vida del hombre, sino también
porque, al proponerse el pecado como su propio bien, tiene la intención de pecar
eternamente (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 87, a. 2 ad l).

4104 Siendo infinita la culpa del pecado mortal, puesto que va contra el bien infinito,
es decir, contra Dios, cuyos mandamientos desprecia el pecador, el castigo merecido
por el pecado mortal es infinito (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c., p. 64).

La continua vigilancia

4105 El diablo no permite a aquellos que no velan, que vean el mal hasta que lo han
consumado (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 345).

4106 Por no pensar con frecuencia en nuestra última hora, cometemos muchos
pecados; porque si pensáramos que el Señor ha de venir y que nuestra vida ha de
concluir pronto, pecariamos menos (TEOFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. III).

4107 No tiene gran importancia escapar a la muerte si es por po- co tiempo y hay
que morir después; pero gran cosa es escapar a la muerte de manera definitiva,
como ocurre con nosotros, por quienes Cristo nuestra Pascua se ha inmolado
(ORÍGENES, Hom. para el tiempo Pascual).

4108 No sabemos cuán grande es un pecado. No sabemos cuán sutil y penetrante es


su mal. Da vueltas a nuestro alrededor y entra por cada rendija, o mejor, por cada
poro. Es como el polvo, que todo lo cubre, contaminándonos por todos los lados, y
hace necesaria una atención y limpieza constantes (CARD. J.H. NEWMAN, Dom. de
Septuagésima, Sermón del juicio).

4109 El que no es mortificado en si, presto es tentado y vencido de cosas bajas y


viles (Imitación de Cristo, I, 6, 1).

Todos somos pecadores


4110 (Y perdónanos nuestras deudas...). Por lo que se nos advierte necesaria y
saludablemente que somos pecadores, puesto que se nos invita a que roguemos por
nuestros pecados. Y para que no haya nadie que se tenga por inocente [...], se le
advierte que peca todos los cias, porque se manda orar por los pecados
cotidianamente (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. I, p. 367).

4111 Es propio de los justos, a causa de su humildad, desmentir diligentemente, y de


una en una, sus buenas obras narradas en presencia de los mismos; y es propio de
los poco rectos dar a entender—excusándose—que no tienen culpas, o que son leves
y pocas (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 247).

4112 No hay pecado ni crimen cometido por otro hombre que yo no sea sapaz de
cometer por razón de mi fragilidad, y si aún no lo he cometido es porque Dios, en su
misericordia, no lo ha permitido y me ha preservado en el bien (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 2, 7).

4113 Al mandarnos que pidamos cada día el perdón de nuestros pecados, nos
enseña que cada día pecamos, y así nadie puede vanaglorirarse de su inocencia ni
sucumbir al orgullo (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 18)

PECADO VENIAL

Citas de la Sagrada Escritura

Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es infiel en lo poco


también es infiel en lo mucho. Lc 16, 10.

Todos ofendemos en mucho. Si alguno no peca de palabra es varón perfecto, cápaz


de gobernar con el freno todo su cuerpo. Sant 3, 2.

...Un poco de fuego basta para quemar un gran bosque. Sant 3, 5.

Cazad las raposas, las pequeñas raposas que destrozan las viñas, nuestras viñas en
flor. Cant 2, 15.

El que sabe que su hermano comete un pecado que no es de muerte, ruegue por él. I
Jn 5, 16.

Si dijéramos que no tenemos pecados, nosotros mismos nos engañamos. 1 Jn 1, 8.

Yo os digo que de cualquier palabra ociosa que hablen los hombres han de dar
cuenta en el día del juicio. Mt 12, 36.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Los pecados veniales «hacen mucho daño al alma»

4114 Los pecados veniales hacen mucho daño al alma.—Por eso, «capite nobis
vulpes parvulas, quae demoliuntur vineas», dice el Señor en el «Cantar de los
Cantares»: cazad las pequeñas raposas que destruyen la viña (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 329).

4115 Si todas estas faltas se acumulan sobre nosotros, ¿no po- drán estrujarnos, por
menudas que sean? ¿Qué más da te aplaste el plomo que la arena? El plomo es masa
compacta; la arena se forma de granitos, pero su muchedumbre te sepulta. ¡Pecados
leves! ¿No ves cómo de menudas gotas se desbordan los rios y se llevan las tierras?
Son pequeñas, pero son muchas (SAN AGUSTÍN, Sermón 56).

4116 El pecado venial no es causa de que comulguemos indignamente; pero si lo es


de que saquemos poco fruto de la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la comunión).

Huir del pecado venial deliberado. Lucha diaria

4117 Mas cuando ya llega el alma a contemplación [...] el temor de Dios también
anda muy al descubierto, como el amor no va disimulado aún en lo exterior. Aunque
con mucho aviso sean miradas estas personas, no las verán andar descuidadas, que
por grandes que las tengamos en mirarlas, las tiene el Señor de tal manera que, si
gran interés se les ofrece, no harán de advertencia un pecado venial; mortales temen
como al fuego (SANTA TERESA, Camino de perfección, 41, 1).

4118 Mira cómo el agua del mar se filtra por las rendijas del casco, y poco a poco
llena las bodegas, y si no se la saca sumerge la nave... Imitad a los navegantes: sus
manos no cesan hasta secar el hondón del barco; no cesen tampoco las vuestras de
obrar el bien. Sin embargo, a pesar de todo, volverá a llenarse otra vez el fondo de la
nave, porque persisten las rendijas de la flaqueza humana; y de nuevo será
necesario achicar el agua (SAN AGUSTÍN, Sermón 16).

4119 Y así como hay cosas que ayudan a la devoción, así también hay cosas que la
impiden, entre las cuales la primera son los pecados, no sólo los mortales, sino
también los veniales, porque éstos, aunque no quitan la caridad, quitan el fervor de
la caridad, que es casi lo mismo que devoción, por donde es razón evitarlos con todo
cuidado, ya que no fuese por el mal que nos hacen, a lo menos por el grande bien
que nos impiden (SAN PEDRO DE AECANTARA, Trat. de la oración y meditación, II, 3).

Los pecados veniales y la confesión sacramental. Otros remedios

4120 ¡Qué pena me das mientras no sientas dolor de tus pecados veniales!—Porque,
hasta entonces, no-habrás comenzado a tener verdadera vida interior (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 330).
4121 Tendremos siempre materia de arrepentimiento respecto a esas menudas
infracciones en que el justo cae siete veces al día y se levanta otras tantas. Porque,
queramos o no, las cometemos todos los cias. Ora a sabiendas, ora por ignorancia u
olvido, de pensamiento de palabra, por sorpresa o por impulso inevitable, o por la
fragilidad de nuestra carne, es dificil que nos veamos libres de ellas (CASIANO,
Colaciones, 20).

4122 En la acusación de los pecados veniales no digas solamente el hecho, sino


también el motivo que te ha inducido a cometerlos. Pongo por ejemplo: no te
contentes con decir: he mentido sin perjuicio de nadie; di también si ha sido por
vanagloria, para alabarte o excusarte, o por alegria vana, o por no ceder en tu
opinión (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II, l9).

4123 Nunca falta qué perdonar: somos hombres. Hablé algo más de la cuenta, dije
algo que no debia, rei con exceso, bebi demasiado, comi sin moderación, oi de buen
grado lo que no me estaba bien oir, vi con gusto lo que no era bueno ver, pensé con
deleite lo que no debi pensar... (SAN AGUSTÍN, Sermón 57).

4124 Ten siempre verdadero dolor de los pecados que confiesas, por leves que sean,
y haz firme propósito de la enmienda para en adelante. Muchos hay que pierden
grandes bienes y mucho aprovechamiento espiritual porque, confesándose de los
pecados veniales como por costumbre y cumplimiento, sin pensar enmendarse,
permanecen toda la vida cargados de ellos (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la
vida devota, II, 19).

4125 Los pecados veniales se les perdonarían después de esta vida, incluso en
cuanto a la culpa, del mismo modo que se perdonan en esta vida, a saber, por un
acto de amor de Dios que rechaza los pecados veniales cometidos. Pero como
después de esta vida nadie puede merecer, por haber terminado el estado de
merecimiento, ese movimiento de amor les quita ciertamente el impedimento del
pecado venial, pero sin merecer la absolución o remisión de la pena, como ocurre en
esta vida (SANTO TOMÁS, De malo, q. 7, a. ll).

4126 En la confesión recibirás el perdón de los pecados veniales que confesares,


gran fortaleza para evitarlos en adelante, mucha luz para discernirlos y abundante
gracia para resarcir todo el daño que te hubieren causado; practicarás al mismo
tiempo las virtudes de humildad, obediencia, sencillez y caridad, y en este solo acto
de confesarte ejercitarás más virtudes que en otro alguno (SAN FRANCISCO DE
SALES, Introd. a la vida devota, II, l9).

4127 De los pecados que no conducen a la muerte, y de los cuales ni aun aquellos
que sirven a Dios fielmente están libres, por mucho cuidado que tengan, habla así el
discípulo amado: Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y no hay verdad en nosotros. Y, si dijéremos que no hemos pecado,
hacemos a Dios mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Porque es imposible
que ningún justo esté exento de estas pequeñas faltas que se cometen de palabra,
de pensamiento, por ignorancia y olvido, violencia, voluntad o distracción. Tales
faltas, aunque difieren del pecado que lleva a la muerte, no dejan de tener
culpabilidad moral y son por lo mismo reprensibles (CASIA No, Colaciones, 11).

4128 No puede el hombre, en esta vida, no tener pecados, aunque sean leves; pero
no desprecies estos pecados leves de que hablamos. Muchas cosas pequeñas hacen
una grande; muchas gotas llenan un río; muchos granos hacen un montón. ¿Y qué
esperanza cabe? Ante todo, la confesión (SAN AGUSTÍN, Trat. I Epistola de S. Juan, 1).
4129 (Debemos) tomar agua bendita a fin de ahuyentar al demonio, y hacer la señal
de la cruz, diciendo: «Dios mío, por esta agua bendita y por la preciosa sangre de
Jesucristo vuestro Hijo, lavadme, purificadme de todos mis pecados». Y estemos
ciertos de que si lo practicamos con fe, mientras no estemos manchados por pecado
mortal alguno, borraremos todos nuestros pecados veniales (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre el precepto 1.° del decálogo).

Las grandes caídas se deben con frecuencia a la falta de lucha en lo pequeño

4130 Cuando alguien sucumbe en su vida espiritual y mide el suelo en su caída, no


hay que creer que ello obedezca a una causa repentina. Porque, una de dos, o la
formación defectuosa recibida en el principio de su carrera le ha conducido por una
falsa senda, o bien una negligencia persistente ha minado poco a poco su virtud y,
dejando crecer los vicios, le ha precipitado en una lamentable ruina [...].Una casa no
se hunde por un impulso momentáneo. Las más de las veces es a causa de un viejo
defecto de construcción. En ocasiones es la prolongada desidia de los moradores lo
que motiva la penetración del agua. Al principio se infiltra gota a gota y va
insensiblemente carcomiendo el maderaje y pudriendo el armazón. Con el tiempo, el
pequeño orificio va tomando mayores proporciones, originándose hendiduras y
desplomes considerables. Al cabo, la lluvia procelosa penetra a torrentes (CASIANO,
Colaciones, 6).

PENITENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,


diciendo: Haced penitencia, porque el reino de los cielos está cerca. Mt 3, 1-2.

Haced frutos dignos de penitencia. Mt 3, 8.

Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros,
porque no habian hecho penitencia. ¡Ay de ti, Corazein; ay de ti, Betsaida!, porque si
en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti, hace mucho que
en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. Mt 11, 20-21.

Y no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia. Lc 5, 32.

Os digo que si no hiciéreis penitencia, todos igualmente pereceréis. Lc 13, 5.

Yo reprendo y corrijo a cuantos amo; ten, pues, celo y arrepiéntete. Apoc 3, 19.

Ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su


fornicación, ni de sus robos. Apoc 9, 21.

Consumido estoy a fuerza de gemir; todas las noches inundo mi lecho y con mis
lágrimas riego mi estrado. Sal 6, 7.

Le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? El les dijo: Esforzaos a entrar por la
puerta estrecha, porque os digo que muchos serán los que busquen entrar y no
podrán. Lc 13, 23-24.

Considera, pues, de dónde has caldo, y arrepiéntete, y practica las obras primeras; si
no, vendré a ti y removeré tu candelero de su lugar si no te arrepientes. Apoc 2, 5.

¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad,


desconociendo que la bondad de Dios te trae a penitencia? Rom 2, 4.

Pues os he llamado y habéis rehusado; tendí mis brazos y nadie se dio por entendido.
Prov I, 24.

¡Ay de los pecadores timidos y de las manos flojas, y del pecador que va por doble
camino! Eclo 2, 14.

Apiádate de mi, ¡oh Dios!, según tu benignidad. Por tu gran misericordia borra mi
iniquidad. Lávame enteramente de mi iniquidad y limpiame de mi pecado, pues
reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mi. Contra ti, contra
ti solo he pecado; he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu
sentencia y seas irreprochable en tu juicio. He aquí que en maldad fui formado y en
pecado me concibió mi madre. Puesto que amas la verdad en lo intimo, ¡instruyeme
en el secreto de la sabiduria! Sal 51, 3-8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Fines y motivos para la penitencia

4131 La finalidad última de la penitencia consiste en lograr que amemos


intensamente a Dios y nos consagremos a El (PABLO VI, Const. Poenitemini, 17-2-
1967, n. 11).

4132 ¿Motivos para la penitencia? Desagravio, reparacion, petición, hacimiento de


gracias: medio para ir adelante ..: por ti, por mi, por los demás, por tu familia, por tu
pais, por la Iglesia... Y mil motivos más. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 232).

4133 Para salvar nuestras almas, la penitencia nos es tan necesaria, a fin de
perseverar en la gracia de Dios, como la respiración para vivir, para conservar la vida
del cuerpo (SANTO CURA DE ARS, Sobre la penitencia).

4134 Piensa que los actos de penitencia te son tan necesarios para detener la
violencia de las pasiones y mantenerte dentro de los límites del deber, como la brida
y el freno para domar un caballo impetuoso (J. PECCI—León XIII—, Práctica de la
humildad, 34).

4135 (La penitencia) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne propia
al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la
concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera luz de la
castidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 73).

4136 Todos los que han querido rogar por alguna necesidad, han unido siempre el
ayuno (la penitencia) a la oración, porque el ayuno es el soporte de la oración (SAN
JUAN CRISOSTOMO en Catena Aurea, vol. I, p. 377).

Nos prepara el camino hacia el Señor

4137 El cual preparará tu camino ante ti... El camino por el que viene el Señor,
penetrando hasta dentro del hombre, es la penitencia, por la cual Dios baja a
nosotros. De aquí el principio de la predicación de Juan: haced penitencia (SAN
JERÓNIMO, en Catena Aurea, volt IV, p. ll).

4138 El que desea la almendra de la nuez rompe la cáscara; la dulzura de la fruta


compensa la amargura de la raíz; la esperanza del lucro hace agradables los peligros
en el mar; la esperanza de la salud mitiga el dolor que causa la medicina [...]; quien
desea verdaderamente el reino de Dios, hace penitencia. (SAN JERÓNIMO, en Catena
Aurea, vol. IV, p. 11).

4139 Lo que ha de llenarse ha de empezar por estar vacío. Si has de llenarte del
bien, comienza por echar fuera el mal. Imagina que Dios te quiere hacer rebosar de
miel: si estás lleno de vinagre, ¿dónde va a depositar la miel? Primero hay que vaciar
lo que contenia el recipiente; hay que limpiar el mismo vaso; hay que limpiarlo
aunque sea con esfuerzo, a fuerza de frotarlo, para que sea capaz de recibir esta
realidad misteriosa (SAN AGUSTÍN, Trat. I Epistola de S. Juan, 4 ).

Por nuestros pecados

4140 [...] nada nos consuela tanto durante nuestra vida y nos conforta a la hora de la
muerte como las lágrimas que derramamos por nuestros pecados, el dolor que por
los mismos experimentamos y las penitencias a que nos entregamos. Es esto muy
fácil de comprender, puesto que por semejante medio tenemos la dicha de expiar
nuestras culpas o satisfacer a la justicia de Dios. Por él merecemos nuevas gracias,
para que nos ayuden a tener la dicha de perseverar (SANTO CURA DE ARS, Sobre la
penitencia).

4141 Conoce el Señor la fragilidad humana para caer en el pecado, pero, como es
bueno, no nos deja desesperar, sino más bien se compadece y nos da la penitencia
como remedio saludable (SAN CIRILO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 104).

4142 Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus
negligencias, ofensas y pecados.—Asi entierra el labrador, al pie del árbol que los
produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas.—Y lo que era estéril, mejor,
lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad. Aprende a
sacar, de las caldas, impulso: de la muerte, vida. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 211).

4143 No os aterre la austeridad de la penitencia, pues no tienen proporción los


trabajos del tiempo presente con las culpas pasadas que se perdonan; no tiene
proporción el consuelo que al presente Dios envia, con la futura gloria que se nos
promete (SAN BERNARDO, Sobre la convivencia, 21).

4144 Omnipotente es Dios para acoger benévolamente nuestra penitencia, y ocultar


en su juicio nuestros errores (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 29 sobre el Evang. de S.
Marcos).

4145 Haga cada cual desfilar la vida pasada ante sus ojos, y veremos cuánta
necesidad tenemos todos de penitencia (SANTO CURA DE ARS, Sobre la penitencia).

4146 La penitencia borra el pecado y la sabiduria lo evita (SAN AMBROSIO, en Catena


A urea, volt Vl, p. 407).

4147 Fue permitida esta negación para que en el mismo principio de la Iglesia
tuviese principio el remedio de la penitencia, y nadie se atreviera a confiar en sus
propias fuerzas cuando ni el mismo S. Pedro pudo evadirse del peligro de la
inconstancia (SAN LEÓN, Sermón sobre la Pasión).

4148 La Iglesia no sólo llama a la penitencia por la predicación de la Palabra de Dios,


sino que también intercede por los pecadores y ayuda al penitente con atención y
solicitud maternal, para que reconczca y confiese sus pecados y así alcance la
misericordia de Dios, ya que sólo él puede perdonar los pecados Pero, además, la
misma Iglesia ha sido constituida instrumento de conversión y absolución del
penitente por el ministerio entregado por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores
(cfr. Mt 18, 18; Jn 20, 23) (Orco paenitentiae, n. 8).

Algunos ejemplos y modos de hacer penitencia

4149 El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados (SAN


JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre el tentador, 6) .

4150 La pobreza no impide de ningúna manera el andar por aquel camino de


penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios
bienes—hablo de la limosna—, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que
dio sus dos pequeñas monedas (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom sobre el tentador, 6).

4151 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara...). Aqui se habla de la


costumbre que existia en Palestina de ungirse la cabeza los cias de fiesta, y mandó el
Señor que cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN JE.
RONIMO, en Catena Aurea, vol I, p 380)

4152 Y aunque en todo tiempo haga falta aplicarse a santificar el cuerpo, ahora
sobre todo, durante los ayunos de la Cuaresma, debéis perfecciónaros por la práctica
de una piedad más activa. Dad limosna, que es muy eficaz para corregirnos de
nuestras faltas; pero perdonad también las ofensas, abandonad las quejas contra
aquellos que os han hecho algún mal (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 45 sobre la
Cuaresma).
PERDONAR LAS OFENSAS

Citas de la Sagrada Escritura

Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a


mi hermano si peca contra mi? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta
siete veces, sino hasta setenta veces siete. Mt 18, 21-22.

Por esto se asemeja el reino de los cielos a un rey que quiso tomar cuentas a sus
siervos. Al comenzar a tomarlas se le presentó uno que le debia diez mil talentos.
Como no tenla con qué pagar, mandó el sehor que fuese vendido él, su mujer y sus
hijos y todo cuanto tenla, y saldar la deuda. Entonces el siervo, cayendo de hinojos,
dijo: SeAor, dame espera y te lo pagaré todo. Compadecido el señor del siervo aquel,
le despidió, condonándole la deuda. En saliendo de alli, aquel siervo se encontró con
uno de sus compañeros que le debia cien denarios, y, agarrándole, intentaba
ahogarlo al tiempo que le decia: Paga lo que debes. De hinojos le suplicaba su
compañero, diciendo: Concédeme un plazo y te pagare. Pero él se negó, y le hizo
encerrar en la prisión hasta que pagara la deuda. Viendo esto sus compañeros, les
desagradó mucho y fueron a contar a su señor todo lo que pasaba. Entonces hizole
llamar el señor y le dijo: Mal siervo, te condoné yo toda tu deuda porque me lo
suplicaste. ¿No convenla, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la
tuve yo de ti? E irritado, le entregó a los torturadores hasta que pagase toda la
deuda.Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonare cada uno a su
hermano de todo corazón. Mt 18, 23-35.

Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino en cierto modo, para no exagerar,


a todos vosotros. Bástele a ése la corrección de tantos, pues casi habríamos de
perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza. Por eso
os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad, pues para esto os escribo,
para conocer vuestra (probada) virtud, a ver si sois obedientes en todo. Y al que
vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo
perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo, para no ser víctimas
de los ardides de Satanás, ya que no ignorarnos sus prop6sitos. 2 Cor 2, 5-1 1.

Alejad de vosotrps toda amargura, arrebato, cólera, gritería, blasfemia y toda


malignidad. Sed mas bien unos para otros bondadosos, compasivos y perdonaos los
unos a los otros, como Dios os ha perdonado en Cristo. Ef 4, 31-32.

Vosotros, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de


misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad, soportándoos y
perdonándoos mutuamente siempre que alguno diere a otro motivo de queja. Como
el Señor os perdonó, así también perdonaos vosotros. Col 3, 12-13.

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis


juzgados; no condenéis y no seréis condenados; absolved y seréis absueltos. Lc 6,
36-37.

Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Dividiendo sus
vestidos, echaron suerte sobre ellos. El pueblo estaba alli mirando, y los principes
mismos se burlaban, diciendo: A otros salvó; salvese a si mismo si es el Mesias de
Dios, el Elegido. Y le escarnecían también los soldados, que se acercaban a El
ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres el rey de los judios, sálvate a ti mismo. Lc 23,
34-37.
SELCCION DE TEXTOS

Perdonar para que se nos perdone

4153 Es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si nosotros


no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa. Por ello
dice también en otro lugar: Con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. Y
aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no
quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber
querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que habla
conseguido de su amo (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 23-24).

4154 Quien no perdona a quien le pide perdón arrepentido de su pecado, y no le


perdona de corazón, no espere en manera alguna que Dios le perdone sus pecados
(SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt 1, p. 376).

4155 Conseguiremos que tire Dios de nosotros, si nosotros, por nuestra parte, nos
esforzamos por atraer a los enemigos, tomando la iniciativa a la hora de perdonarlos:
Con la misma medida con que midáis, seréis medidos (Lc 6, 38) (SANTO TOMÁS,
Sobre la caridad, 1. c., p. 226).

4156 Que plegue a Dios no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de
honra sin entender en qué está la honra Y vendremos después a pensar que hemos
hecho mucho si perdonamos una cosita déstas, que ni era agravio, ni injuria ni nada;
y muy como quien ha hecho algo, vendremos a que nos perdone el Señor, pues
hemos perdonado Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos, que venimos
vacias las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 36, 5)

Cómo ha de ser nuestro perdón

4157 Perdonemos siempre, con la sonrisa en los labios. Hablemos claramente, sin
rencor, cuando pensemos en conciencia que debemos hablar. Y dejemos todo en las
manos de Nuestro Padre Dios, con un divino silencio—lesus autem tacebat (Mt 26,
63), Jesús callaba—, si se trata de ataques personales, por brutales e indecorosos
que sean Preocupémonos sólo de hacer buenas obras, que El se encargará de que
brillen delante de los hombres (Mt 5, 16) (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 72).

4158 Hay ciertas personas de condición inferior, que se exaltan y enorgullecen


cuando se les pide perdón. He a-tui lo que yo aconsejo a este respecto. Puede
suceder que un amo peque contra su criado. Y aunque uno sea amo y otro criado, los
dos son criados de Otro, porque los dos han sido rescatados por la sangre de Cristo.
No obstante, cuando el señor ha ofendido al siervo, sea reprendiéndole sin razón, sea
golpeándole injustamente, parece duro obligarle a decir perdóname, porque esto no
seria conveniente. Háblele con más amabilidad: esto será como si le pidiese perdón
(SAN AGUSTÍN, Sermón para Cuaresma).

4159 Señor, ¿ cuántas veces deberé perdonar a mi hermano ? (Mt 18, 21). No
encerró el Señor el perdón en un número determinado, sino que dio a entender que
hay que perdonar con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 6).
4160 Y si pecare contra ti siete veces al día... No se pone término al perdón con el
número siete, sino que manda que se perdonen todos los agravios; o bien que se
perdone al que se arrepiente. A veces con el número siete se indica la universalidad
de cualquier cosa o tiempo (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt VI, p. 267).

4161 Tú estás seguro, has pesado bien los pros y los contrae, estás seguro de que es
él quien ha pecado contra ti y no tú contra él. «Si—dices—, estoy seguro». Que tu
conciencia descanse tranquila en esta certeza. No vayas a buscar a tu hermano que
ha pecado contra ti, para pedirle perdón; te basta con estar presto a perdonar de
corazón. Si estás dispuesto a perdonar, ya has perdonado. Te queda todavia pedir a
Dios por tu hermano (SAN AGUSTÍN, Sermón 211, sobre la concordia fraterna).

4162 Hay que perdonar a quienes afirman estar arrepentidos de las ofensas que nos
hicieron, aunque esta actitud la adopte repetidas veces el que algo nos debe. Porque
dice el Señor: Si siete veces al día peca contra ti tu hermano y siete veces se vuelve
a ti diciéndote: Me arrepiento, le perdonarás (Lc 17, 4) (ORÍGENES, Trat. sobre la
oración, 28).

4163 Lejos de nuestra conducta, por tanto, el recuerdo de las ofensas que nos hayan
hecho, de las humillaciones que hayamos padecido—por injustas, inciviles y toscas
que hayan sido—, porque es impropio de un hijo de Dios tener preparado un registro,
para presentar una lista de agravios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 309).

4164 Advertid mucho en esto, que cuando estas cosas acaecen a un alma en la
oración que he dicho de contemplación perfecta, y, si se la ofrece, no la pone por
obra de perdonar cualquier injuria, por grave que sea, no fíe mucho de su oración
(SANTA TERESA, Camino deperfección, 36, 8).

Imitemos a Jesucristo

4165 Dios a nadie aborrece y rechaza tanto como al hombre que se acuerda de la
injuria, al corazón endurecido, al ánimo que conserva el enojo (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Sobre la traición de Judas, 2).

4166 Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 61).
PERDÓN DE LOS PECADOS

Citas de la Sagrada Escritura

Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Estaban sentados alli algunos escribas, que pensaban entre si: ¿Cómo habla así éste?
Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Y luego, conociéndo Jesús
con su espíritu que así discurrian en su interior, les dice: ¿Por qué pensáús así en
vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paraiitico: Tus pecados te son
perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? Pues para que veáis que el
Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —se dirige al
paralitico—, yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y,
tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se
maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa tal. Mc 2, 5-12.

Dijoles otra vez: La paz sea con vosotros. Como me envió mi Padre, así os envio yo.
Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid al Espíritu Santo; a quienes perdonareis los
pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis, les serán retenidos. Jn
20, 21-23.

Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañariamos a nosotros mismos y la


verdad no estarla en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para
perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad. I Jn 1, 8-9.

Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho.
Pero a quien poco se le perdona, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son
perdonados. Comenzaron los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para
perdonar los pecados? Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz. Lc 7, 47-50.

Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta
es mi sangre de la alianza, que sera derramada por muchos para remisión de los
pecados. Mt 26, 27-28.

¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbiteros de la Iglesia y oren
sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvara al
enfermo, y el Señor le hará levantarse y los pecados que hubiere cometido le serán
perdonados. Sant 5, 14-15

.SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios está siempre dispuesto a perdonar

4167 No dudéis del perdón, pues, por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud
de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros muchos pecados
(SAN JERÓN!MO, Coment. sobre el profeta Joel).

4168 Dios no se escandaliza de los hombres. Dios no se cansa de nuestras


infidelidades. Nuestro Padre del Cielo perdona cualquier ofensa, cuando el hijo vuelve
de nuevo a El, cuando se arrepiente y pide perdón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 64).
4169 La omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el hecho de perdonar y
usar de misericordia, porque la manera de demostrar que Dios tiene el poder
supremo es perdonar libremente (SANTO TOMÁS, Suma Teológica 1, q. 25 a. 3 ad 3).

4170 La Santa Iglesia es comparada a una red de pescar [...]. Congrega toda clase de
peces, porque brinda el perdón de los pecados a los sabios e ignorantes, a los libres y
a los esclavos, a los ricos y a los pobres, a los fuertes y a los débiles (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.).

4171 Con su Pasión, Nuestro Señor nos libró de los pecados ca- sualmente, es decir,
instituyendo un procedimiento para liberarnos de nuestras miserias. Algo así como si
un médico preparase una medicina con la que pueden curarse todas las
enfermedades (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 48, a. l ad2).

Perdón y arrepentimiento

4172 La Iglesia, pues, nada puede perdonar sin Cristo, y Cristo nada quiere perdonar
sin la Iglesia. La Iglesia solamente puede perdonar al que se arrepiente, es decir, a
aquel a quien Cristo ha tocado ya con su gracia. Y Cristo no quiere perdonar ningúna
clase de pecados a quien desprecia a la Iglesia (BEATO ISAAC, Sermón 11).

4173 (Judas) si hubiese orado en nombre de Cristo, habria pedido perdón; si hubiera
pedido perdón, habria tenido esperanza; si hubiera tenido esperanza, habria
esperado misericordia; si hubiera esperado misericordia, no se habria ahorcado
desesperado (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 108).

4174 Sin estas palabras: Padre, he pecado, el hombre no puede entrar


verdaderamente en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo, para
sacar de ella los frutos de la redención y de la gracia.

Estas son palabras clave. Evidencian sobre todo la gran apertura interior del hombre
hacia Dios: «Padre, he pecado contra Ti». Si es verdad que el pecado, en cierto
sentido, cierra al hombre por lo que se refiere a Dios, al contrario, la confesión de los
pecados abre a la conciencia del hombre toda la grandeza y la majestad de Dios, y
sobre todo su paternidad. El hombre permanece cerrado en relación con Dios
mientras falten en sus labios las palabras: Padre he pecado y sobre todo mientras
falten en su conciencia, en su «corazón».

Convertirse a Cristo, experimentar la potencia interior de su cruz y de su


resurrección, experimentar la plena verdad de la humana existencia en El, «en
Cristo», sólo es posible con la fuerza de estas palabras: Padre, he pecado. Y sólo al
precio de ellas [...] (JUAN PABLO II, Angelus, 16-III1980).

Confianza en la misericordia divina

4175 Si el ladrón obtuvo la gracia del paraíso, ¿por qué el cristiano no ha de obtener
el perdón? (SAN MÁXIMO DE TURIN, Sermón 53).

4176 El nos ha prometido el perdón de los pecados y no puede faltar a su palabra, ya


que, al enseñarnos a pedir que sean perdonados nuestras ofensas y pecados, nos ha
prometido su misericordia paternal y, en consecuencia, su perdón (SAN CIPRIANO,
Trat. sobre la oración, 18).
4177 Existe, pues, una misericordia terrena y humana, otra celestial y divina. ¿Cuál
es la misericordia humana? La que consiste en atender a las miserias de los pobres.
¿Cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que consiste en el perdón de los
pecados. Todo lo que da la misericordia humana en este tiempo de peregrinación se
lo devuelve después la misericordia divina en la patria definitiva (SAN CESAREO DE
ARLÉS, Sermón 25).

4178 Consideremos cuán grandes son las entrañas de su miseri- cordia, que no sólo
nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se
arrepienten después de ellas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

4179...Porque ellos serán consolados. Y aun cuando sea sufi- ciente disfrutar de su
perdón, no termina la retribución en el perdón de los pecados, sino que los hace
participes de muchos consuelos, tanto para la vida presente como para la futura. El
Señor da siempre más retribuciones que trabajos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom.
sobre S. Mateo, 15).

Perdón y purificación

4180 Al renovarnos por el perdón de nuestros pecados, nos da un nuevo ser, un alma
como de niños, ya que nos crea de nuevo (BERNABÉ, Carta 5).

4181 Aquel a quien se le perdonan los pecados queda más blan co que la nieve. Por
esto dice el Señor por boca de Isaias: Aunque vuestros pecados sean como la grana,
blanquearán como la.nieve (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los misterios cristianos).

PEREZA

Citas de la Sagrada Escritura

Todo lo que puedas hacer, hazlo en tu (pleno) vigor, porque no hay en el sepulcro,
adonde vas, ni obra, ni razón, ni ciencia, ni sabiduría. Eclo 9, 10.

Los deseos matan al haragán, porque sus manos no quieren trabajar. Prov 21, 25.

Respondióle su amo: Siervo malo y haragán, ¿conque sabias que yo quiero cosechar
donde no sembraste y recoger donde no esparciste? Mt 25, 16.

La mano perezosa empobrece, la diligente enriquece. Prov 10, 4.


Ve, ¡oh perezoso!, a la hormiga; mira sus caminos y hazte sabio. No tiene juez, ni
inspector, ni amo. Y se prepara en el verano su mantenimiento, reúne su comida al
tiempo de la mies. O ve a la abeja y aprende cómo trabaja y produce rica labor, que
reyes y vasallos buscan para sí y íodos apetecen, y, siendo como es pequeña y flaca,
es por su sabiduría tenida en mucha estima. ¿Hasta cuándo, perezoso, acostado?
¿Cuándo despertarás de tu sueño? Prov 6, 6-9.

Por eso vendrá sobre él de improviso la ruina y será quebrantado súbitamente y sin
remedio. Prov 6, 15.

Pasé junto al campo del perezoso y junto a la viña del insensato. Y todo eran cardos y
oríigas que habían cubierto su haz, y su albarrada estaba destruida. Prov 24, 30-3 1.

La mano laboriosa señorea; la perezosa se hace tributaria. La angustia del corazón


deprime al hombre, mas una palabra buena le alegra. Prov 12, 24-25.

Todavía os exhortamos, hermanos, a progresar más, y a que os esforcéis por llevar


una vida quieta, laboriosa, en vuestros negocios y trabajos con vuestras manos,
como os lo hemos recomendado. I Tes4, 11.

Y mientras estuvimos entre vosotros, os advertíamos que el que no quiere trabajar


que no coma. 2 Tes 3, I 0.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Los males que se originan de la pereza

4182 La parálisis es imagen del entorpecimiento que padece el perezoso (SAN


JERONIMO, en Catena Aurea, volt IV, p. 56).

4183 Otro extremo contrario es el de los regalados, que, so color de discreción,


hurtan el cuerpo a los trabajos, el cual, aunque en todo género de personas es muy
dañoso, mucho más lo es en los que comienzan, porque (...) siendo aun nuevo y
mozo, comienza a tratarse y regalarse como viejo (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat.
de la oración y meditación, II, 5, av 6°)

4184 Quienes no quieren hacer nada se condenan, por su inactividad, a una


agitación continua (CASIANO, Instituciones, 10).

4185 [...] la concupiscencia de la carne no se reduce exclusiva- mente al desorden de


la sensualidad, sino también a la comodidad, a la falta de vibración, que empuja a
buscar lo más fácil, lo más placentero, el camino en apariencia más corto, aun a
costa de ceder en la fidelidad a Dios (J.ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,
5).

4186 Cuando se estudia mucho, se conoce a Dios: la ignorancia es hija de la pereza


(SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt III, p. 78).

4187 Colocar el talento en un sudario, es lo mismo que sepultar los dones recibidos
bajo la capa de la pereza (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt VI, p. 344).

4188 Quienes viven al albur de las circunstancias y sin regla al- guna es imposible
que no adolezcan de todos los vicios (CASIANO, Instituciones, 10).

4189 El buen trabajador recibe con libertad el pan de su traba- jo; pero el perezoso y
holgazán no se atreve a mirar la cara del amo (SAN CLEMENTE, Epfstola a los
Corintios, 34).

4190 Al perezoso se le ha de hacer saber que muchas veces, cuando no queremos


hacer oportunamente las cosas que podemos, poco después, cuando queremos, ya
no podemos; porque la desidia del alma, si no se sacude con el oportuno ardor,
aumenta furtivamente con el sopor, el cual hace decaer todo deseo de bien (SAN
GREGORIO MAGNO, Regla Pastoral).

4191 Este vicio de la ociosidad lo estigmatiza sin ambages Salo- món en varios
lugares de la Escritura: El que va con los ociosos—afirma—se hartará de pobreza
(Prov 28, 19). Esto es, de una indigencia temporal y espiritual a la vez (CASIANO,
Instituciones, lO).

4192 Se dice que la pereza hace venir al sueño porque, cuando se deja de querer
obrar bien, poco a poco se pierde además el cuidado de pensar bien. Por lo que
acertadamente se añade: «Y el alma negligente padecerá hambre»; porque el alma,
cuando no aspira con ardor a lo más alto, se derrama perezosa por los bajos deseos;
y por lo mismo que se dispensa de someterse a disciplina, se derrama en deseos de
placeres. (SAN GREGORIO MAGNO, Regla Pastoral).

Laboriosidad y diligencia

4193 Hay dos virtudes humanas —la laboriosidad y la diligencia—, que se confunden
en una sola: en el empeño por sacar partido a los talentos que cada uno ha recibido
de Dios. Son virtudes porque inducen a acabar las cosas bien. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ , Amigos de Dios, 81).

4194 Para aquellos que tienden hacia la santidad cualquier dilación es peligrosa
(CASIANO, Colaciones, 17).

4195 Como a hijos y enfermos, les da (S. Pablo) un consejo provechoso que es al
propio tiempo un remedio para sus heridas: A estos tales les ordenamos y rogamos
por el amor del Señor Jesucristo que, trabajando sosegadamente, coman su pan.

Médico experto entre muchos, cura sus llagas y conjura el peligro atacando
directamente la causa, la ociosidad, echando mano de un solo precepto: el trabajo.
Sabe perfectamente que todas las enfermedades que pululan en un tronco común
desaparecen al instante si se logra eliminar la infección principal que las origina
(CASIANO,Instituciones, 10, 14).

4196 De ahi aquella preciosa máxima—muy en boga entre los monjes egipcios—que
nos legaron los antiguos Padres: «El monje que trabaja no tiene más que un demonio
para tentarle, mientras que al ocioso y holgazán le tortura una legión de espíritus
malvados» (CASIANO, Instituciones, 11).

4197 El que es laborioso aprovecha el tiempo, que no sólo es oro, ¡es gloria de Dios!
Hace lo que debe y está en lo que hace, no por rutina, ni por ocupar las horas, sino
como fruto de una reflexión atenta y ponderada. Por eso es diligente. El uso normal
de esta palabra—diligente—nos evoca ya su origen latino. Diligente viene del verbo
diligo, que es amar, apreciar, escoger como fruto de una atención esmerada y
cuidadosa. No es diligente el que se precipita, sino el que trabaja con amor,
primorosamente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 81).

4198 Es señal manifiesta de amor la prontitud en la observancia de los


mandamientos de Dios (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 203).

El alma que ama a Dios de veras no deja por pereza de ha- 4199 cer lo que puede
para encontrar al Hijo de Dios, su Amado. Y después que ha hecho todo lo que
puede, no se queda satisfecha y piensa que no ha hecho nada (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 3, 1).

PERSEVERANCIA

Citas de la Sagrada Escritura

Corriais bien, ¿quien os ha impedido obedecer a la verdad? Esa sugestión no procede


de quien os llamó. Cal 5,7.

Y me saco de una horrible hoya, de fangosa charca. Y afirmó mis pies sobre roca, y
afirmó mis pasos. Sa/ 39, 3.

El que persevere hasta el fin, ése será salvo. Mt 10, 22.

Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrás, es apto para
el reino de Dios. Lc 9, 62.

Busca a Yahvé y su poder, busca siempre su rostro. Sal 104, 4.

Cada uno permanezca en el estado en que fue llamado. I Cor 7, 20.

Yo estaré de pie en mi puesto de guardia, en pie permaneceré sobre la fortaleza, y


me mantendré alerta [...]. Hab 2, 1.

Asi pues, hermanos mios amados, manteneos firmes, inconmovibles, abundando


siempre en la obra del Señor, teniendo siempre presente que vuestro trabajo no es
en vano en el Señor. I Cor 15, 58.

No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no


desfallecemos. Ca/ 6, 9.

Porque hemos sido hechos participes de Jesucristo, en el supuesto de que hasta el fin
conservemos la firme confianza del principio. Heb 3, 14.
¿No sabiais que los que corren en el estadio todos corren, pero uno sólo alcanza el
premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis. Y quien se prepara para la lucha, de
todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona corruptible; mas nosotros, para
alcanzar una incorruptible. I Cor 9, 24-25.

Mirad por vosotros, no vayáis a perder lo que habéis trabajado t...] 2Jn 8.

He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Por lo


demás, ya me está preparada la corona de la justicia que me otorgara aquel día el
Señor, justo juez, y no sólo a mi, sino a todos los que esperan su manifestación. 2
Tim 4, 7.

Nada temas por lo que tienes que padecer. Mira que el diablo os va a arrojar a
algunos en la cárcel para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez cias.
Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Apoc 2, 10.

Cuarda bien lo que tienes, no sea que otro se lleve tu corona. Al vencedor yo le haré
columna en el templo de mi Dios, y no saldrá ya jamás fuera de él, y sobre él
escribiré el nombre de Dios. Apoc. 3, 11.

Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono [...]. Apoc 3, 21.

Considera, pues, de dónde has caldo, y arrepiéntete, y practica las obras primeras
[...]. Apoc 2, 5.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Las dificultades y el paso del tiempó, pruebas de la fidelidad y de la perseverancia

4200 Corresponde a la fidelidad del hombre cumplir aquelloque prometió (SANTO


TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q l l0, a. 3).

4201 La experiencia de nuestra debilidad y de nuestros fallos, la desedificación que


puede producir el espectáculo doloroso de la pequeñez e incluso de la mezquindad
de algunos que se llaman cristianos, el aparente fracaso o la desorientación de
algunas empresas apostólicas, todo eso—el comprobar la realidad del pecado y de
las limitaciones humanas—puede sin embargo constituir una prueba para nuestra fe,
y hacer que se insinúen la tentación y la duda: ¿dónde están la fuerza y el poder de
Dios? Es el momento de reaccionar, de practicar de manera más pura y más recia
nuestra esperanza y, por tanto, de procurar que sea más firme nuestra fidelidad (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 128).

4202 Y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la


demanda, pues rio estáis aquí para otra cosa sino para pelear (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 20, 2).

4203 Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la duración [...]. Es fácil
ser coherente por un día o algunos cias. Dificil e importante es ser coherente toda la
vida. ES fácil ser coherente en la hora de la exaltación, dificil serlo en la hora de la
tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de
toda la vida (JUAN PABLO II, Hom México, 27-1-79).
4204 No deseéis las persecuciones para probar vuestra fidelidad; vale más esperar
las que Dios permita que desear otras. Vuestra fidelidad tiene mil maneras de
manifestarse en otra forma: en la humildad, en la dulzura, en la caridad (SAN
FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 100, 1. c., p. 734).

4205 Que nadie mire hacia atrás, como la esposa de Lot, máxime cuando el Señor ha
dicho: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino
de Dios (Lc 9, 62). Mirar hacia atrás no es sino tener pesares y volver a tomarle gusto
a las cosas del mundo (SAN ATANASIO, Vida de San Antonio).

Perseverar, recomenzando muchas veces

4206 Ahora, tornando a los que quieren ir por él (por el camino de la santidad) y no
parar hasta el fin—que es llegar a beber de esta agua de vida—, cómo han de
comenzar digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada
determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que
sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue
allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos
que hay en él,~siquiera se hunda el mundo (SANTA TERESA, Camino de perfección,
21, 2).

Fidelidad a Cristo por encima de todo

4207 También el agricultor, cuando camina surcando el campo con el arado o


esparciendo la semilla, padece frio, soporta las molestias de la lluvia, mira al cielo y
lo ve triste, y, sin embargo, continúa sembrando. Lo que teme es detenerse
considerando las tristezas de la vida presente y que después pase el tiempo y no
encuentre nada que segar. No lo dejéis para más tarde, sembrad ahora [...]. (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 125).

4208 Inconmovible: así has de ser.—Si hacen vacilar tu perseverancia las miserias
ajenas o las propias, formo un triste concepto de tu ideal.Decidete de una vez para
siempre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 995).

4209 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de
tal manera que compadezcan al prójimo con caridad, pero no se separen de la vía del
Señor por falsa compasión (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evangelios).

4210 ¿Por qué has de obedecer los reproches de la turba y no ca- minar sobre las
huellas de Jesús que pasa? Os insultarán, os morderán, os echarán atrás, pero tú
clama hasta que lleguen tus clamores a los oídos de Jesús; pues quien fuere
constante en cumplir lo que Jesús mandó, sin atender los quereres de las turbas y sin
hacer gran caso de los que siguen aparentemente a Cristo, sino que prefiere la vista
que Cristo ha de darle al estrépito de los que vengan, no habrá poder que le aparte,
y Jesús se detendrá y le sanará (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

Perseverancia en la vocación recibida de Dios

4211 Estando uno acongojado y turbado, y entre la esperanza y el temor dudando


muchas veces, una vez cargado de angustia arrojóse ante un altar y, revolviendo en
su pensamiento, dijo: ¡Oh, si supiese que había de perseverar! Y luego oyó de dentro
la divina respuesta, que dijo: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces
harías, y estarás bien seguro (Imitación de Cristo, I, 25, 2).

4212 No hallé hombres mejores que quienes se adelantan en la santidad, pero


tampoco los he encontrado peores que los que abandonaron, hasta el punto de que
pienso que a éstos se refiere lo que está escrito en el Apocalipsis: El justo justifiquese
más y el corrompido corrómpase más aún (SAN AGUSTÍN, Epistola 78).

4213 Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir
con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en
su dirección primera. Cualquiera que sea la vocación escogida, podrá llegar a ser
perfecto en ella (CASIANO, Colaciones, 14).

4214 Cuando se desea sinceramente vivir de fe, de amor y de esperanza, la


renovación de la entrega no es volver a tómar algo que estaba en desuso. Cuando
hay fe, amor y esperanza, renovarse es—a pesar de los errores personales, de las
caídas, de las debilidades—mantenerse en las manos de Dios: confirmar un camino
de fidelidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 43).

4215 Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que correr fuera de él.
Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al
término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre tanto más se va
alejando del camino (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 14, 2).

4216 Es útil y conveniente a cada cual, según el estado de vida que ha escogido o la
gracia que ha recibido, lanzarse con ardor y diligencia a la realización de la obra
comenzada. Está, desde luego, muy bien que alabe y admire las virtudes de los
demás; pero no por eso debe abandonar en lo más minimo la vocación que él mismo
abrazó una vez (CASIANO, Colaciones, 14).

4217 Ni le ablandaba favor alguno, ni le hacia daño cualquier detracción; ni lo


próspero envanecerle, ni abatirle la adversidad; no era, pues, Juan una caña movida
por el viento; nada le desviaba de la rectitud de su vocación (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. I sobre los Evang.).

4218 Y no se nos ocurra desandar después el camino, ambicionando de nuevo lo que


hemos dejado, como hicieron otrora los hebreos. Moisés les habla sacado de Egipto.
Y ellos retrocedieron, no materialmente, es cierto, pero si con el corazón. Dios les
habla librado de la esclavitud, prodigando para ello sus signos y prodigios, y le
abandonaron para adorar otra vez los idolos egipcios que hablan despreciado. Así se
expresa la Escritura: Ycon sus corazones se volvieron a Egipto, diciendo a Aarón:
haznos dioses que vayan delante de nosotros (Hech 7, 39-40). También nosotros nos
hartamos reos de la misma condenación que Dios fulminó contra ellos cuando,
después de haber gustado el maná, deploraron la falta de aquellos viles manjares,
cayendo en los vicios a que alli se hablan abandonado (CASIANO, Colaciones, 3).

4219 La idea de la salida tiene todas las señales de una verdadera tentación. Pero
alabado sea Dios, pues el torreón no se ha rendido a este asalto, ni me parece que
esté dispuesto a capitular. Guardados de querer salir. No habría término medio entre
vuestra salida y vuestra perdición. ¿No veis que ello sólo sería para vivir a vos, de
vos, por vos y en vos misma? Y lo más peligroso es que sáldríais bajo pretexto
de.buscar más estrecha unión con Dios, siendo así que nunca estará El unido a los
que dejaron la vocación, los votos y la comunidad por amargura de corazón, por
malestar, por despecho, por desagrado de vivir obedeciendo a las Reglas y en santa
obediencia (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 89,1. c., p. 723).

Para ser fieles, perseverar en la oración

4220 El que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es


otra cosa perder el camino sino dejar la oración (SANTA TERESA, Vida, 19? 5).

4221Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella


perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración.
Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar [...]
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la perseverancia).

4222 Sabe el traidor que alma que tenga con perseverancia oración la tiene perdida,
y que todas las caldas que la hace dar la ayudan, por la bondad de Dios, a dar
después mayor salto en lo que es su servicio: algo le va en ello (SANTA TERESA, Vida,
19, 2).

Fidelidad en la transmisión de la fe

4223 Dios dispuso, con su gran bondad, que todo lo que había revelado para la
salvación de todas las gentes se conservara íntegro para siempre y se fuera
transmitiendo a todas las generaciones (CONC.VAT.II, Const. Dei Verbum, 7).

4224 La misma naturaleza de la religión exige que todo sea transmitido a los hijos
con la misma fidelidad con la cual ha sido recibido de los padres, y que, además, no
nos es lícito llevar y traer la religión por donde nos parezca, sino que más bien somos
nosotros los que tenemos que seguirla por donde ella nos conduzca (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, 6).

4225 Amenazas, lisonjas, esperanzas de vida, temor a la muerte, guardias, corte,


emperador, autoridades, no sirvieron de nada: hombres y demonios fueron
impotentes ante ellos.

Su tenaz apagamiento a la fe recibida los hizo dignos, a los ojos del Señor, de una
gran recompensa. Por medio de ellos, él quiso levantar las Iglesias postradas, volver
a infundir nueva vida a las comunidades cristianas agotadas, restituir a los
sacerdotes las coronas caldas (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, 5).

Dificultades y medios para perseverar

4226 Ausencia, aislamiento: pruebas para la perseverancia. —Santa Misa: oración,


sacramentos, sacrificios: ¡Comunión de los santos!: armas para vencer la prueba
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 997).

4227 Ningúno es bastante fuerte por sus solas fuerzas, sino que está seguro por la
misericordia de Dios (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, volt I, p. 360).

4228 El desaliento es enemigo de tu perseverancia. Si no luchas contra el desaliento,


llegarás al pesimismo, primero, y a la tibieza, después. Sé optimista. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 988).

4229 El temor es mal custodio de la perseverancia (SAN AMBROs~o, en Catena


Aurea, volt VI, p. 267).

4230 (S. Juan Bautista) perseveró en la santidad, porque se mantuvo humilde en su


corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Trat. Evang. S. Lucas, 20).

4231 La infidelidad nace de la soberbia, por la cual el hombre no somete su


entendimiento a las reglas de la fe y a las enseñanzas de los Padres (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica, 2-2,q. 1O,a. 1).

4232 ¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. —Enamórate, y no «le»


dejarás (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 999).

El premio de la perseverancia

4233 Fuiste fiel en lo poco, porque todo lo que ahora tenemos, aunque parezca
grande, es poca cosa en comparación de los bienes futuros (SAN JERONIMO en
Catena Aurea, volt III, p. 230).

4234 Tengo por cierto que a todos los que no se quedaren en el camino no les faltará
este agua viva (SANTA TERESA, Camino de perfección, 20, 1).

4235 Buscaba (María Magdalena) al que no había hallado, lo buscaba llorando y,


encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se
lo habían llevado. Por esto ella fue la única en verlo entonces, porque se había
quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia
en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que
persevera hasta el fin se salvará (SAN GREGORIO> MAGNO), llom. 25 sobre los
Evang.).

4236 A los hombres y a los animales, Señor —dice el salmista—, aseguráis la salud
en proporción a la extensión inmensa de vuestra compasiva bondad (Sal 35, 7). Si
Dios concede a todos, a los buenos y a los malos, a los hombres y a los animales, un
don tan precioso, hermanos míos, ¿qué no reservará a aquellos que le son fieles?
(SAN AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el «alleluia»).

Acudir a la Virgen para perseverar

4237 Confía. Vuelve. Invoca a la Señora y serás fiel. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 514).

PIEDAD
Citas de la Sagrada Escritura

Cuanto a fábulas profanas y a los cuentos de viejas, deséchalos. Ejercitate en la


piedad, porque la gimnasia corporal es de poco provecho; pero la piedad es útil para
todo y tiene promesas para la vida presente y para la futura. / Tim 4, 7-8.

Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el témor, antes habéis
recibido el espíritu de adopción, por el que clamamos: Abba! ¡Padre!. Rom 8, 15.

Mas los primeros fueron hombres piadosos, cuya justicia no cayó en el olvido. Eclo
44, 10.

Pues si todo de este modo ha de disolverse, ¿cuáles debéis ser vosotros en vuestra
santa conducta y en vuestra piedad, esperando y acelerando el advenimiento del día
de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolverán y los elementos, en llamas, se
derretirán? 2 Pdr 3, 1112.

Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, la
caridad, la paciencia, la mansedumbre. I Tim 6, 11.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Piedad y filiación divina

4238 Consiste la piedad en un afecto cariñoso y deferente al propio padre y a


cualquier hombre sumido en desgracia. Por consiguiente, siendo Dios Padre nuestro
no sólo debemos respetarle y temerle, sino además abrigar ese devoto y cariñoso
afecto para con El (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 137).

4239 Si tú tienes una piedad sincera, sobre ti descenderá también el Espíritu Santo y
oirás la voz del Padre desde lo alto, que dice: éste no es el Hijo mio, pero ahora,
después del bautismo, ha sido hecho hijo mio (SAN CIRILO DE JERU~ SALÉN,
Catequesis III, Sobre el bautismo, 14).

4240 La piedad que nace de la filiación divina es una actitud profunda del alma, que
acaba por informar la existencia entera: está presente en todos los pensamientos, en
todos los deseos, en todos los afectos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
146).

4241 La piedad es el amor que dulcifica el trabajo y nos emplea cordial y


agradablemente, con todo afecto filial, en obras gratas a Dios, nuestro Padre (SAN
FRANCISCO DE SALES, Trat. del amor de Dios, 15,1. c., p. 482).

4242 Principio de la piedad es tener un concepto altisimo de Dios (SAN AGUSTÍN,


Sobre el libre arbitrio, 1).

Piedad y vida de infancia espiritual

4243 Un niño dormido en el regazo de su madre está realmente en el sitio más


adecuado, aunque ella no le diga palabra, ni él a ella.
Podemos permanecer en la presencia de Dios hasta durmiendo; si nos adormecemos
a vista suya, con su aquiescencia y por su voluntad, El nos colocará en el lecho como
imágenes en su hornacina; y cuando nos despertemos, hallaremos que El está a
nuestro lado (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 37,1. c., p. 671).

4244 Se llaman niños, no por su edad, sino por la sencillez de su corazón (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt III, p. 20).

4245 La piedad es la virtud de los hijos y para que el hijo pueda confiarse en los
brazos de su padre, ha de ser y sentirse pequeño, necesitado. Frecuentemente he
meditado esa vida de infancia espiritual, que no está reñida con la fortaleza, porque
exige una voluntad recia, una madurez templada, un carácter firme y abierto (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 10).

4246 Debes hacerte más pequeño que un niño; no andes tras las alabanzas de los
hombres, ni ambiciones los honores; antes bien, rechaza aquéllas y éstos (J. PECCI—
León Xlll—, Práctica de la humildad, 30).

Sin piedad, no se puede ser apóstol

4247 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad
verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por
medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe si no está
unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la
verdadera piedad (SAN Pío X, Carta, 11-VI-1909).

4248...Cuando la vida espiritual del sacerdote es deficiente, cuando falta la piedad


personal, cuando no hay lucha ascética, lo primero que sufre—a veces de modo
radical, y con consecuencias que trascienden con mucho la vida personal del
sacerdote—es el ministerio mismo, el verdadero ministerio sacerdotal, su servicio al
Pueblo de Dios como sacerdote, como ministro del Sacerdocio único de Cristo (A. DEL
PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 123).

Existe «una urbanidad de la piedad”

4249 Hay una urbanidad de la piedad. Apréndela.—Dan pena esos hombres


«piadosos», que no saben asistir a Misa —aunque la oigan a diario—ni santiguarse—
hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación—, ni hincar la rodilla ante el
Sagrario—sus genuflexiones ridiculas parecen una burla—, ni inclinar reverentemente
la cabeza ante una imagen de la Señora (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 541).

4250 Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto.
Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradar a Dios con la
actitud corporal y con la moderación de nuestra voz. Porque así como es propio del
falto de educación hablar a gritos, asi, por el contrario, es propio del hombre
respetuoso orar con un tono de voz moderado [...].

Y cuando nos reunimos con los hermanos para celebrar los sagrados misterios,
presididos por el sacerdote de Dios, no debemos olvidar este respeto y moderación
(SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 4-6).

4251 [...] y los sagrados cálices y los santos paños, y lo demás que se refiere al culto
de la Pasión del Señor [...], por el contacto con el Cuerpo y Sangre del Señor hay que
venerarlos con el mismo respeto que su Cuerpo y su Sangre (SAN JERÓNIMO, Epistola
114).

Pobres

"No despreciéis a esos pobres que véis echados en el suelo: considerad lo que son, y
conoceréis su dignidad. Esos están representando la persona de nuestro Salvador. (S.
Gregorio de Nisa, de pro amand., sent. 22, Tric. T. 4, p. ll7.)"

"Los pobres son como los dispensadores de los bienes que esperamos, con los
porteros del reino de los cielos para abrir la entrada a los misericordiosos, y cerrarla
a los desapiadados. Son los pobres vehementísimos acusadores, pero intercesores
muy poderosos y favorables. (S. Gregorio de Nisa, ibid., sent. 23, ibid., ibid.)"

"Usad de vuestros bienes, no pretendo impediros su uso; pero cuidado con abusar de
ellos. (S. Gregorio de Nisa, ibid., sent. 24, ibid., ibid.)"

"Es un delito igual, con corta diferencia, el de no prestar al pobre, o el de prestarle


con usura: porque si lo uno es inhumanidad, lo otro es una ganancia sórdida e
ilegítima. (S. Gregorio de Nisa, sent. 25, ibid, ibid.)"

"El que pudiendo no socorre al prójimo cuando le han hecho alguna injuria, no es
menos culpable que el mismo que le injurió. (S. Ambrosio, de Doctrina fidei, c. 36,
sent. 129, Tric. T. 4, p. 340.)"

"Aquel es verdaderamente rico que es heredero de Dios y coheredero de Jesucristo.


No despreciéis al pobre, porque éste es el que te hace rico. (S. Ambrosio, Epist. 82,
sent. 167, Tric. T. 4, p. 348.)"

"Bastante rico es el que es pobre con Jesucristo. (S. Jerónimo, Epist. ad Heliot. 14,
sent. 1, Tric. T. 5, p. 239.)"

"Aquel pobre que despreciamos o miramos con desdén, cuya vista solo nos mortifica
el corazón, es no obstante, semejante a nosotros, formado de la misma tierra,
compuesto de los mismos elementos, y todos estamos sujetos a las mismas
enfermedades que él: por el cual debemos mirar sus males como si fueran nuestros;
y de este modo, toda la dureza que sentimos para con nuestro prójimo, se ablandará
con la compasión que sentiremos en nosotros mismos, considerando su miseria. (S.
Jerónimo, Epist. 69, ad Occan., sent. 29, Tric. T. 5, p. 243.)"

"Toda la perfección de los hombres consiste en reconocer que son imperfectos. (S.
Jerónimo, c. 133, sent. 52, Tric. T. 5, p. 247.)"

"Bienaventurados los pobres. Para que no se creyese que hablaba el Señor de la


pobreza que sufrimos por necesidad, añade después: de espíritu; para que de este
modo se advirtiese que intentaba hablar de la humildad, y no sólo de la escasez de
los bienes de la tierra. (S. Jerónimo, lib. 1, in Matth., c. 5, sent. 89, Tric. T. 5, p. 254.)"

"La pobreza es una riqueza grande para los que saben sufrirla con paciencia y
prudencia: es un tesoro que nadie les puede robar. (S. Juan CRISÓSTOMO, Honil. 2,
sent. 6, Trie. T. 6, p. 30l.)"

"Oid esto todos los que sois pobres, o por mejor decir, los que quisierais ser ricos: no
es malo el no ser pobre, pero sí el no querer serlo. (S. Juan Crisót., Honil. 91, sent. 78,
Tric. T. 6, p. 313.)"

"Muchas veces damos en rostro a los pobres con que son holgazanes. ¿Acaso os ha
encargado Dios el cuidado de reprenderlos? ¿Os ha ordenado que le echéis en cara
su ociosidad? El Señor solamente os ha mandado que remediéis su indigencia. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Serm. in inscrip. Act. Apost. n. 5, sent. 202, Tric. T. 6, p. 340.)"

"En vuestro testamento poned a Jesucristo en el número de vuestros herederos.


Vosotros no habéis procurado alimentarle durante la vida, dadle parte de vuestros
bienes, a lo menos cuando estáis para dejarlos, y cuando váis a perder el uso y la
disposición de ellos:

porque siendo infinitamente bueno, no será tan riguroso con vosotros. Mayor prueba
de amor y más digna de premio hubiera sido alimentar a Jesucristo en sus pobres
mientras os duraba la salud; pero si habéis faltado a esta obligación, ejecutadlo, a lo
menos, en el deplorable estado, dejándole por coheredero de vuestros hijos. (S. Juan
CRISÓSTOMO, HomI. 15, c. 8, sent. 289, Tric. T. 6, p. 360.)"

" ¿No es una cosa ridícula inquirir con curiosidad todo lo que pertenece a la miseria
de un hombre para un bocado de pan que le habéis de dar? Aunque fuese un
homicida o un ladrón, ¿le habréis de tener por indigno de un bocado de pan o de una
moneda de poco valor para que no muera de hambre? No le niega vuestro Dios y
Señor su sol, y ¿vosotros le habéis de negar el corto alimento que necesita para cada
día para vivir? Pues yo os digo, que aun cuando supierais que estaba manchado con
los mayores delitos, no tendríais legítima excusa para negarle lo necesario a la vida.
(S. Juan CRISÓSTOMO, HomI. 21, sent. 291, Tric. T. 6, p. 36l.)"

"¿En qué se diferencia el rico del pobre? Aquel no tiene otro cuerpo que cubrir, ni
otro estómago que llenar. ¿En qué, pues, es más rico y más abundante sino en
inquietudes y cuidados, en que disipa más bienes, y obedece menos a Dios; en que
se corrompe más presto, según la carne, y se pierde más fácilmente su alma? Porque
en esto propiamente exceden los ricos a los pobres. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homl. 40,
sent. 320, Tric. T. 6, p. 369.)"

"No es pobre propiamente el que nada tiene, sino el que mucho desea; así como no
es rico el que posee muchos bienes, sino el que nada necesita. (S. Juan
CRISÓSTOMO, HomI. 2, in c., 1, ad Philip., sent. 350, p.376.)"

"Un hombre que tuviese grandes riquezas, si no se ensorbece con ellas, es


verdaderamente pobre; y otro que no tuviera bienes, pero los desease con ansia, y
fuese soberbio, es contado en la presencia de Dios entre los ricos reprobados. (S.
AGUSTÍN, Psalm. 48, sent. 63, Tric. T. 7, p. 460.)"
'Tadecer pobreza es propio de todos los hombres, pero saberla sufrir es propio de
hombres grandes: lo mismo sucede en la riqueza, ¿quién hay que no pueda lograrla?
Pero saber ser ricos y vivir en santidad, solamente es concedido a aquellos cuyo
corazón no se pervierte con la abundancia. (S. AGUSTÍN, de hon. conf., c. 1, sent. 26,
adic., Tric. T. 7, p. 486.)"

"Admirablemente ha dispuesto la divina Providencia, que en la

Iglesia haya pobres Santos, y ricos buenos para que recíprocamente se utilicen, de la
misma diversidad cuando los que reciben dan gracias a Dios para esperar el eterno
premio; y los que reparten, también dan gracias al Altísimo. (S. León, Papa, Serm. 89,
c. 6, sent. 67m Tric. T. 8, p. 399.)"

"Hay pobres coléricos, soberbios, avaros y sensuales a quienes la pobreza de nada


les sirve para el cielo; también hay ricos humildes y mansos, a quienes las riquezas
no servirán de impedimento para su salvación, porque usan de ellas con
desprendimiento de sus corazones. (S. Cesáreo de Arlés, Serm. 92, sent. 18, Tric. T.
9, p. 47.)"

"Es pecado igual al sacrilegio el no dar a los pobres lo que es de los pobres. (S.
Bernardo, Tract. ad Cler., n. 21, sent. 97, Tric. T. 10, p. 328.)"

"Carecer de méritos es verdadera pobreza; mas presumir de tenerlos, una falsa


riqueza. (S. Bernardo, lib. 2, Serm. 68, in Cant., c. 6, sent. 103, Tric. T. 10, p. 328.)"

"Resplandece la Iglesia en las paredes, y padece frío en los pobres. (S. Bernardo,
Apol. ad Guil., c. 11, sent. 140, Tric. T. 10, p. 330.)"

"Ignora el sano lo que le duele al enfermo, y el harto lo que padece el que está en
ayunas. (S. Bernardo, Tract. de Grad. hum., n. 6, sent. 159, Tric. T. 10, p. 33 l.)"

PREDICACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Exhortación a escuchar la palabra de Dios: Mc 4, 9-23; Lc 8, 14-15.

Nuestro Señor tiene palabras de vida eterna: Jn 6, 69.

La palabra de Nuestro Señor es espíritu y vida; ella da la vida: obra lo que dice: Jn 6,
64.

El don de lenguas: I Cor 14.

El Evangelio es la palabra de la verdad: Ef 1, 13.


Dignidad de los predicadores: I Cor3,8-9;4, 1.

El Sacerdote es puesto para beneficio de los hombres: Hebr 5 1-4 '

El predicador debe combatir las malas doctrinas: I Tim 1, 3-20.

Necesidad de la predicación: Rom 10, 14.

El predicador no debe tratar de agradar a los hombres, sino sólo a Dios: 2 Cor 4, 5; I
Tes 2, 4.

Comete un crimen el que profana la palabra de Dios: 2 Cor 2, 17.

El predicador debe sacar de la doctrina revelada en el Antiguo y Nuevo Testamento


la ciencia necesaria: 2 Tim 3, 16-17.

Los predicadores del Evangelio son cooperadores de Dios: I Cor 3, 4-9.

Su responsabilidad personal: I Cor3, 10-11.

Serán juzgados en el día del juicio por su predicación: I Cor 3, 10-16.

Los predicadores son ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios: I


Cor 4, 1-2.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El predicador, instrumento de la gracia

4252 Jamás se podrá recomendar bastante la sobriedad y moderación. Muchas cosas


se pueden decir en quince y veinte minutos, sin cansar, con tal que no se divague.

A veces puede ocurrir que un alma esté en la iglesia por pura casualidad o, como
suele acontecer en Roma, sencillamente con ocasión de visitar las obras de arte. No
es pura imaginación pensar que Dios haya escogido aquella palabra o aquel
determinado momento para tocar un corazón y convertirle. ¡Qué honor y qué mérito
para el predicador, convertido en instrumento de gracia y de salvación! (JUAN XXIII,
Aloc. 19-II- 1960).

4253 Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que
enseña, vano es nuestro sonido [ ..]. Os hable El interiormente, ya que ningún
hombre está alli de maestro (SAN AGUSTÍN, Coment, sobre la I Epist. de S. Juan,3).

4254 Cualquiera que se atreve a despreciar a estos hombres puestos por Dios en su
Iglesia según los lugares y los tiempos, y que están de acuerdo en la interpretación
del dogma católico, no despreciaría a un hombre, sino a Dios mismo (SAN VICENTE
DE LERINS, Conmonitorio, 28).

Preparación y confianza en Dios


4255 No queráis llevar bolsa, ni alforja, ni calzado, y a nadie saludéis por el camino.
Tanta debe ser la confianza que ha de tener en Dios el predicador, que aunque no se
provea de las cosas necesarias para la vida, debe estar persuadido de que no le han
de faltar, no sea que mientras se ocupa en proveerse de las cosas temporales, deje
de procurar a los demás las eternas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los
Evang.).

4256 Repetir la Palabra revelada y atreverse a comentarla, hacer de ella las


aplicaciones doctrinales y darle una recta interpretación, es tal deber de conciencia
que presupone en el sacerdote una preparación que le haga instrumento dócil e
inteligente para cumplir su altisima misión en nombre de toda la Iglesia, muy por
encima de su modesta persona (JUAN XXIII, Aloc 19-2-1960).

4257 ¡Oh Timoteo! ¡Oh sacerdote!, intérprete de las Escrituras, doctor, si la gracia
divina te ha dado el talento por ingenio, experiencia, doctrina, debes ser el Beseleel
del Tabernáculo espiritual. Trabaja las piedras preciosas del dogma divino, reúnelas
fielmente, adórnalas con sabiduria, añádeles esplendor, gracia, belleza. Que tus
explicaciones hagan que se comprenda con mayor claridad lo que ya se creia de
manera más oscura Que las generaciones futuras se congratulen de haber
comprendido por tu mediación lo que sus padres veneraban sin comprender (SAN
VIGENTE DE LERINS, Conmonitorio, 22).

Dios es el centro, el origen y el fin de toda predicación

4258...Lo que los hombres quieren, lo que esperan—aunque muchas veces no sepan
o no se den cuenta de que lo quieren y esperan—es que el sacerdote, con su
testimonio de vida y con su palabra, les hable de Dios. Y si el sacerdote no lo hace
asi, si no les busca para eso, si no les ayuda a escuchar, a descubrir o a comprender
rectamente la dimensión religiosa de su vida, entonces el sacerdote les defrauda,
como les defraudarla un bombero sin agua, un tabernero [...] que despachase leche.
o un médico nue no se atreviese a diagnosticar y a recetar (A. DEL PORTILLO,
Escritos sobre el sacerdocio, p. 140).

4259 [...] lo importante no somos nosotros y nuestras miserias. el único que vale es
El, Jesús. Es de Cristo de quien hemos de hablar, y no de nosotros mismos (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 163).

4260 Aun cuando Dios no ocupa lugar, anda, sin embargo, por lugares diversos en la
persona de sus santos cuando ellos le predican en uno y otro lugar; pues Dios, que
está al margen del espacio y del tiempo, con todo, se mueve en el espacio y en el
tiempo cuantas veces es predicado por ellos en un lugar (SAN ISIDORO DE SEVILLA,
Sentencias, 2).

4261 La ciencia del ministro sagrado debe ser sagrada, porque sagrada es la fuente
de donde nace y sagrado el fin al que tiende (CONC. VAT. II, Presbyterorum ordinis,
18).

4262 Si preguntamos qué cosas solia (San Pablo) tratar en la predicación, él mismo
las compendia así todas: Que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna,
sino a Jesucristo, y éste, crucificado (I Cor 2, 2). Hacer que los hombres conociesen
más y más a Jesucristo, y con un conocimiento que no se parase sólo en la fe, sino
que se tradujera en las obras de la vida (BENEDICTO XV, Enc. Humanum genus).
Meditar lo que se ha de predicar

4263 Al hablar haga cuanto esté de su parte para que se le escuche


inteligentemente, con gusto y docilidad. Pero no dude de que, si logra algo y en la
medida en que lo logre, es más por la piedad de sus oraciónes que por sus dotes
oratorias. Por tanto, orando por aquellos a quienes ha de hablar, sea antes varón de
oración que de peroración, y cuando se acerque la hora de hablar, antes de
comenzar a proferir palabras, eleve a Dios su alma sedienta para derramar de lo que
bebió y exhalar de lo que se llenó (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 4).

4264 Si no arde el ministro de la Palabra, no enciende al que le predica (SAN


AGUSTÍN, Sermón 21).

4265 La evangelización, la predicación, son inseparables de la serena meditación de


la Palabra divina (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 63).

4266 (No ser como esos) predicadores vacíos de la palabra, que no la escuchan por
dentro (SAN AGUSTÍN, Sermón 179).

Cualidades de la buena predicación

4267 En la predicación y exhortación emplea un lenguaje sencillo y familiar, bajando


a los detalles concretos; y, en cuanto puedas, insiste en proponer ejemplos, para que
cualquier pecador, con aquel pecado concreto, se sienta aludido como si hablaras
para el solo [...]. Esta es la manera que acostumbra a ser provechosa a los oyentes.
Porque un modo de hablar genérico sobre las virtudes y los vicios mueve poco a los
que te escuchan (SAN VICENTE FERRER. Trat. de la vida espiritual 1 3, 1. c., 5 1
3514).

4268 Si no se sabe presentar la doctrina condimentada con la gracia y la sal del bien
decir [...] poco se consigue (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Trat. Evang. S. Juan, 53).

4269 Cuando la perversidad de los malos va cada vez en aumento, lejos de disminuir
la predicación, se debe aumentar cada vez más. El Señor nos lo aconseja con su
ejemplo, el cual, después de haber oido decir de si que tenla el demonio, distribuyó
más copiosamente los beneficios de su predicación (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
18 sobre los Evang.).

4270 (No podemos ser como aquellos que) se preocupan más de hacer un buen
papel ante el auditorio ingenuo que de trabajar por su salvación (BENEDICTO XV,
Enc. Humanum genus 15-VI-1917).

4271 Lo que hay que temer no es el mal que digan contra vosotros, sino la
simulación de vuestra parte; entonces si que perderiais vuestro sabor y seriais
pisoteados. Pero si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si
después ois hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y
escocer a los que llevan una vida de molicie.

Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarán, antes serán
prueba de vuestra firmeza. Mas si, por temor a ellas, cedéis en la vehemencia
conveniente, peor será vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de
vosotros y todos os despreciarán; en esto consiste el ser pisoteado por la gente (SAN
JUAN CRISÓSTO MO, Hom. sobre 5. Mateo, 15).
4272 Pablo, capitán del ejército cristiano y orador invicto, al defender la causa de
Cristo, hasta una inscripción vista al azar la convierte en argumento de la fe (SAN
JERÓNIMO, Epistola a los magnesios)

4273 Quien no tiene caridad para los demás no debe de ningún modo tomar a su
cargo el oficio de la predicación (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt IV, p.
140).

4274 Cuando Dios bajó del monte de su divinidad y tomó las debilidades de nuestra
humanidad, una gran turba de naciones le ha seguido. En ello se enseña a los
doctores que se acomoden al auditorio en sus predicaciones, y según vean que cada
uno pueda comprender, así expliquen la palabra de Dios (SAN JERÓNIMO, en Catena
Aurea, volt III, p. 464).

Pecados de omisión en la predicación y en el apostolado

4275 El que tiene el don de la predicación y de la doctrina para hacer el bien, pierde
estos dones si no usa de ellos; pero quien los cultiva atrae otros mayores (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt III, p. 234).

4276 Así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su
error a quienes pudieran haber sido adoctrinados (SAN GREGORIO MAGNO, Regla
pastoral, 2).

4277 Es difícil averiguar por culpa de quién deja de llegar al pueblo la palabra del
predicador; pero, en cambio, fácilmente se ve cómo el silencio del predicador
perjudica siempre al pueblo y, algunas veces, incluso al mismo predicador (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

4278 Otra manera de hacer daño es la de quienes hablan de las cosas de la religión
como si hubiesen de ser medidas según los cánones y las conveniencias de esta vida
que pasa, dando al olvido la vida eterna futura [...]. El fruto que esta predicación
produce es exiguo, ya que, después de oírla, cualquier profano llega a persuadirse de
que, sin necesidad de cambiar de vida, él es buen cristiano con tal de decir: Creo en
Jesucristo. ¿Qué clase de fruto quieren obtener estos predicadores? No tienen,
ciertamente, ningún otro propósito más que el buscar por todos los medios ganarse
adeptos halagándoles los oidos; con tal de ver el templo lleno a rebosar, no les
importa que las almas estén vacias. Por eso es por lo que ni siquiera mencionan el
pecado, los novísimos, ni ningúna otra cosa importante [...]; una vez que (los
oyentes) han aplaudido al perito de turno, salen del templo igual que entraron, como
aquellos que—según SAN AGUSTÍN—se llenaban de admiración pero no se convertian
(SAN PÍO X, Motu Proprio Sacrorum Antistitum l-lX-l9l0)

PREMIO
Citas de la Sagrada Escritura

Alegraos y regocijaos porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los


cielos. Mt 5, 12; 10, 41-42.

Quien haya dejado casa o hermanos [...] por causa de mi nombre recibirá cien veces
más, y poseerá la vida eterna. Mt 19, 29; Mc 10, 30.

Cada uno recibirá su salario a la medida de su trabajo. I Cor 3, 8.

Es preciso que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba el pago debido a las buenas o las malas acciones que haya hecho mientras
estaba revestido de su cuerpo. 2 Cor 5, 10; Cfr. Rom 2, 5-6.

Mi única mira es [~1 ir corriendo hasta la meta para ganar el premio que Dios me
tiene preparado. Flp 3, 13-14.

Bienaventurado aquel que sufre la tentación, porque después que fuere probado
recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman. Santl, 12.

Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Apoc 2, 10.

Recompensa a los que tengan fe: Mt 17, 19.

a los cansados y agobiados que acudan al Señor: Mt 11, 28.

a los que tomen su yugo y le sigan: Mt 11, 28-30.

a quienes pierdan la vida por amor suyo: Mt 10, 39. a los humildes: Mt 18, 4.

a quienes hayan socorrido a los necesitados: Mt 25, 34-40; Lc 14, 14.

a quienes asisten a sus discipu10s: Mt 10, 40-42.

a quienes practican y enseñan los mandamientos: Mt 5, 19.

a quienes perdonan las ofensas: Mt6, 14.

a quienes piden con perseverancia: Mt 7, 7-11.

a quienes padecen persecución: Mt 10, 19-22.

a quienes le sigan: Jn 8, 12; 3132; 10, 9.

a quienes le confiesen delante de los hombre: Mt 10, 28-33.

a quienes son generosos: Lc 6, 38; 16, 9.

a quienes son dóciles a sus enseñanzas: Jn 10, 28-29.

a quienes perseveren hasta el fin: Mt 24, 13.


SELECCIÓN DE TEXTOS

Dios es «buen pagador»

4279 Siempre son mayores los premios de Dios que los deseos de los santos. (S.
JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, volt 1, p. 247).

4280 Dice Jesús: «y cualquiera que deje casa o hermanos o hermanas o padre o
madre o esposa o hijos o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más
y poseerá la vida eterna». —¡A ver si encuentras, en la tierra, quien pague con tanta
generosidad! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Camino, n. 670).

4281 ¡Cuánta bondad la de Dios, al recompensar por toda una eternidad la más
insignificante de nuestras obras! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la esperanza).

4282 Dios quiera abrir vuestros ojos para considerar cuánta. mercedes nos hace en
lo que el mundo piensa que son disfavores, y cuán honrados somos en ser
deshonrados por buscar la honra de Dios, y cuán alta honra nos está guardada por el
abatimiento presente, y cuán blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios
abiertos para recibir a los heridos en la guerra por él. (S. JUAN DE AVILA, Carta 58).

4283 Nuestro Padre Dios, cuando acudimos a El con arrepentimiento, saca, de


nuestra miseria, riqueza; de nuestra debilidad, fortaleza. ¿Qué nos preparará, si no lo
abandonamos, si lo frecuentamos cada dia, si le dirigimos palabras de cariño
confirmado con nuestras acciones, si le pedimos todo, confiados en su omnipotencia
y en su misericordia? Sólo por volver a El SU hijo, después de traicionarle, prepara
una fiesta, ¿qué nos otorgará, si siempre hemos procurado quedarnos a su lado?
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Amigos de Dios, 309).

4284 A los hombres y a los animales, Señor—dice el salmista— aseguráis la salud en


proporción a la extensión inmensa de vuestra compasiva bondad (Sal 35, 7). Si Dios
concede a todos, a los buenos y a los malos, a los hombres y a los animales, un don
tan precioso, hermanos mios, ¿qué no reservará a aquellos que le son fieles? (S.
AGUSTIN, Sermón 255, sobre el «alleluia»).

4285 Se hablará de lo que ha hecho ésta, en memoria suya (Mt 26, 13). Las victorias
de muchos reyes y de grandes capitanes han sido olvidadas en la memoria de los
hombres; también la mayor parte de los que fundaron ciudades y redujeron a
esclavitud muchas naciones, ni de palabra ni de nombre han sido conocidos; sin
embargo, esta mujer que derramó este bálsamo en la casa de cierto leproso, en
presencia de doce hombres, es celebrada por todo el orbe, y la memoria de su hecho
no se ha borrado, a pesar de tanto tiempo como ha transcurrido. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt 111, p. 265).

4286 Son dos horas de vida y grandísimo el premio; y cuando no hubiera ningúno,
sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grande la paga en imitar en algo a Su
Majestad. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 2, 7).

4287 Ahora trabajarás un poco, y hallarás después gran descanso y aun perpetua
alegria. Si permaneces fiel y diligente en el servir, sin duda será Dios fidelisimo y
riquísimo en pagar. (Imitación de Cristo, I, 25, 1).
4288 Mas he visto claro que no deja Dios sin gran premio, aun en esta vida, porque
es así cierto, que (con) una hora de las que el Señor me ha dado de gusto de Si
después acá, me parece quedan pagadas todas las congojas que en sustentarme en
la oración mucho tiempo pasé. Tengo para mi que quiere el Señor dar muchas veces
al principio, y otras a la postre, estos tormentos y otras muchas tentaciones que se
ofrecen, para probar a sus amadores y saber si podrán beber el cáliz y ayudarle a
llevar la cruz, antes que ponga en ellos grandes tesoros. (SANTA TERESA, Vida, 11,
4).

4289 La esperanza del premio conforta el alma para realizar las buenas obras. (S.
CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis 348).

El premio de la caridad

4290 Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es él quien se digna padecer hambre y
sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba a-tui en la tierra lo devolverá
luego en el cielo. (S. CESÁREO DE ARLES, Sermón 25).

4291 Esta es la idea invariable del Señor: que quienes ahora gozan en servir a sus
prójimos, sean alimentados después en la mesa sacratisima del Señor con los
manjares de la vida eterna. (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt Vl, p. 447).

4292 Mas como nada les pusisteis en las manos (a quienes os necesitaban), nada
habéis hallado en Mi. (S. AGUSTIN, Sermón 18).

4293 Los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan sólo se lleyan
consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales
recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración. S. FRANCISCO DE Asis,
Opúsculos, 1.c., pp. 87-94).

4294 La tierra produce unos frutos de los que ella no ha de gozar sino que están
destinados a tu provecho. En cambio, los frutos de beneficencia que tú produces los
recolectas en provecho propio, ya que la recompensa de las buenas obras revierte en
beneficio de los que las hacen. (S. BASILIO MAGNO, Hom. 3, sobre la caridad).

4295 Un simple vaso de agua fria que des, que nada ha de costarte, aun de tan
sencilla obra tienes señalada recompensa. Porque vosotros, que acogéis a mis
enviados, yo estoy dispuesto a hacerlo todo. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo, 35).

El cielo como premio

4296 A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta


la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 139).

4297 La recompensa que se recibe en esta vida presente debe producir en nosotros
mayores brios para aspirar a la recompensa que la sigue, esto es, la patria celestial.
S. GREGORIO, MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.)

4298 Prometió la salvación eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compañia de


los ángeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la
contemplación de su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la
resurrección, la ausencia total del miedo a la muerte. (S. AGUSTIN, Coment. sobre el
Salmo 109).

4299 Si las tempestades son llevaderas para los navegantes y las heridas son dulces
para los militares por la esperanza de premios transitorios, cuando se sufre por una
recompensa eterna no habrá quien sienta la angustia de los peligros. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol.1, p. 438).

4300 Siervo bueno y fiel, puesto que fuiste fiel en lo poco, te constituiré sobre lo
mucho: entra en el gozo de tu Señor. Todas las cosas de este mundo, por grandes
que parezcan, son pequeñas en comparación de la retribución eterna. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom 9 sobre ios Evang.).

Según las obras de cada uno

4301 La retribución se hará con medida, por cuanto cada uno recibirá según lo que
haya hecho estando unido al cuerpo, como dice el Apóstol. Y en otro lugar parece
que se dice de este celemin corporal: Con la medida con que midierais, os volverán a
medir. (S. AGUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

4302 Vuestras buenas obras deben ser vuestras inversiones, de las que un día
recibiréis considerables intereses. S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epistola a S. Policarpo).

4303 Si, pues, es verdad que quien ofrece un vaso de agua no pierde su premio,
también lo es que quien sufre la injuria de una palabra leve no quedará privado del
premio. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt l, p. 257).

4304 La paga y el jornal del amor es recibir más amor hasta llegar al colmo del amor.
El amor sólo con amor se paga. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 9, 7).

4305 Este amor será la medida de la gloria de que disfrutaremos en el paraiso, ya


que ella será proporcionada al amor que hayamos tenido a Dios durante nuestra
vida; cuanto más hayamos amado a Dios en este mundo, mayor será la gloria de que
gozaremos en el cielo, y más le amaremos también, puesto que la virtud de la
caridad nos acompañará durante toda la eternidad y recibirá mayor incremento en el
cielo. ¡Qué dicha la de haber amado mucho a Dios en esta vida!, pues así le
amaremos también mucho en el paraiso. (SANTO CURA DE ARS. Sermón sobre el
precepto 1.° del decálogo).

El premio y la rectitud de intención

4306 Alma que ama a Dios no ha de pretender ni esperar otra recompensa por sus
servicios prestados que la perfección de amar a Dios.(S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual 9, 7). ,

4307 Las lámparas de las virgenes fatuas se apagan porque sus obras, que aparecian
claras exteriormente a los hombres,quedaron oscurecidas interiormente a la venida
del juez.No hallaron retribución de Dios, porque recibieron por ellas las alabanzas
que desearon de los hombres. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).

4308 El que dispensa la misericordia la pierde, si no se compadece con un corazón


puro; si busca quedar bien, pierde todo el fruto [...]. (S. AMBROSIO, Catena Aurea,
volt 1, p. 248).

4309 Jamás llegaremos a comprender el grado de gloria que nos proporcionará en el


cielo cada acción buena, si la realizamos solamente por Dios. (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la esperanza).

4310 Todo aquel que predica para recibir recompensa de alabanza o de premio, no
hay duda de que se priva de la recompensa eterna. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17
sobre los Evang.).

4311 El mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas.


(SANTO TOMÁS, Sobre e/ Credo, 2,1.c.).

4312 Yo estaré con vosotros [.... El que en la vida presente permanece con sus
escogidos, protegiéndolos, también estará con ellos después que esto haya
concluido, premiándolos. (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt III, pp. 432-433).

4313 Como tu premio será el mismo Dios, al que amas desinteresadamente, debes
amarle de modo que no dejes de desearlo como el premio que únicamente puede
saciarte. (S. AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 134).

PRESENCIA DE DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

¡La voz de mi amado! Vedle que llega, saltando por los montes, triscando por los
collados. Cant 2, 8.

Pues sus ojos (están fijos) sobre los caminos del hombre, y contemplan todos sus
pasos... Job 34, 21.

Mis ojos siempre están en Yahvé, porque es quien saca mis pies de la red. Sal 24, 15.

Tengo siempre a Yahvé ante mi, porque está a mi diestra, no me moveré. Sal 15, 8.

Los que teméis al Señor preparad el corazón y humillaos ante El. Eclo 2, 20.

Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo. Mt 28, 20.

Siendo Abram de noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo: Yo soy El—
Saddai; anda en mi presencia y sé perfecto. Cen 17, 1.

Elohim, tu eres mi Dios; a ti te busco solicito; sedienta de ti está mi alma; mi carne


languidece en pos de ti como tierra árida, sedienta, sin agua. Sal 63, 2.
Como (están atentos) los ojos del siervo a las manos de su señor, como los ojos de la
esclava a la mano de su señora, así (se alzan) nuestros ojos a Yahvé, nuestro Dios,
para que se compadezca de nosotros. Sal 123, 2.

Por cuanto que El nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos
santos e inmaculados ante El en caridad. Ef I, 4.

Salte de júbilo el campo y cuan

to hay en él, y exulten todos los árboles de la selva ante la presencia de Yahvé que
viene a juzgar la tierra. Regirá el orbe con justicia, y a los pueblos con equidad. Sal
96, 12-13.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El Señor está con nosotros: nos ve y nos oye

4314 Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo.—


Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no
consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre
amoroso—a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo
pueden querer a sus hijos—, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y
perdonando. ¡Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres
diciéndoles, después de una travesura: ¡ya no lo haré más!—Quizá aquel mismo día
volvimos a caer de nuevo...—Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara
seria, nos reprende..., a la par que se enternece su corazón, conocedor de nuestra
flaqueza, pensando: pobre chico, ¡qué esfuerzos hace para portarse bien! Preciso es
que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el
Señor, que está junto a nosotros y en los cielos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Camino, n.
267).

4315 Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos, según atestigua
de si mismo: Yo soy—dice—un Dios cercano, no lejano. El Dios que buscamos no está
lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia.
(S. COLUMBANO, Instrucciones sobre la fe, 1).

4316 ¿Cuál es la explicación de que nos alegremos con el Señor, si él está lejos? Pero
en realidad no está lejos. Tú eres el oue hace que esté lejos. Amalo y se te acercará;
ámalo y habitará en ti. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna. (S.
AGUSTIN. Sermón 21).

4317 Nuestro Dios no nos pierde de vista, como una madre que está vigilando al
hijito que da los primeros pasos. «Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la
hallarás en todas partes». «¡Dios mio!, exclama Moisés, servios mostrarme vuestra
faz: con ello tendré cuanto puedo desear» (Ex 23, 13). Cuán consolado queda un
cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus
combates, que tiene a Dios de su parte. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
Corpus Christi).

4318 Si quieres tener espectadores de las cosas que haces, ahi los tienes: los
ángeles, los arcángeles y hasta el mismo Dios del Universo. (S. JUAN CRISÓSTOMO,
en Catena Aurea, volt 1, p. 344).

4319 No calles, no guardes silencio en su presencia. Háblale para que también El te


hable (S. BERNARDO. Hom. en la Natividad de la B. Virgen Maria, 15).

4320 Quien ama a Jesús está con Jesús y Jesús está con él. (S. ALFONSO Ma DE
LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 12).

4321 Porque como yo temia tanto la honra, todas mis diligencias eran en que fuese
secreto, y no miraba que no podia serlo a quien todo lo ve. ¡Oh, Dios mio, qué daño
hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea
contra Vos! Tengo por cierto que se excusarian grandes males si entendiésemos que
no está el negocio en guardarnos de los hombres, sino en guardarnos de
descontentaros a Vos. (SANTA TERESA, Vida 2, 4).

4322 Todo lo ve, incluso los pensamientos y los secretos de la voluntad. De a-tui que
también a los hombres de manera especial les alcanza la necesidad de obrar bien,
porque todo lo que piensan y hacen está patente a la mirada divina. Todas las cosas
están desnudas y descubiertas a los ojos de El (Hete 4, 13). (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, I, I.c., p.36).

4323 Llega sin ser visto y se aleja sin que se le sienta. Su presencia, por si sola, es
luz del alma y del espíritu: en ella se ve lo invisible y se conoce lo incognoscible.
(BEATO GUERRIC, Sermón 2.° de Adviento).

4324 Cuando Dios os concede la gracia de sentir su presencia y desea que le habléis
como al amigo más querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y
confianza. Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sab 6, 14). Sin esperar
a que os acerquéis a él, se anticipa cuando deseáis su amor, y se os presenta,
concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis. Sólo espera de vosotros una
palabra para demostraros que está a vuestro lado y dispuesto a escucharos y
consolaros: Sus oidos están atentos a la oración (Sal 33, 16) [...]. LOS demás amigos,
los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están
separados; pero entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de
separación. (S. ALFONSO Ma DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente
con Dios).

En medio de las ocupaciones

4325 Cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores, entender que,


si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y
exterior. (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 8).

4326 No se os pide aplicación continua del espíritu que os haga olvidar vuestros
asuntos y vuestros descansos. Sin descuidar vuestras ocupaciones, no se os pide
más que hacer por Dios lo mismo que hacéis siempre por los que os aman y vosotros
amáis. (S. ALFONSO M a DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con
Dios).

4327 Conviene que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios


de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que
procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, no prescinda del
deseo y el recuerdo de Dios. (S. JUAN CRISÓS TOMO, Hom. 6 sobre la oración).

4328 No te preocupes demasiado por saber quién está por ti o contra ti; busca más
bien que Dios esté contigo en todo lo que haces. (Imitación de Cristo, 11, 2, 3).

4329 Cuando dice: no andéis solícitos..., no quiere decir que no trabajéis, sino que las
cosas del mundo no absorban nuestra alma: porque podemos trabajar sin que nos
turbe la inquietud. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 87).

4330 Persuadíos de que no resulta difícil convertir el trabajo en un diálogo de


oración. Nada más ofrecérselo y poner manos a la obra, Dios ya escucha, ya alienta.
¡Alcanzamos el estilo de las almas contemplativas, en medio de la labor cotidiana!
Porque nos invade la certeza de que El nos mira, de paso que nos pide un
vencimiento nuevo: ese pequeño sacrificio, esa sonrisa ante la persona inoportuna,
ese comenzar por el quehacer menos agradable pero más urgente, ese cuidar los
detalles de orden, con perseverancia en el cumplimiento del deber cuando tan fácil
seria abandonarlo, ese no dejar para mañana lo que hemos de terminar hoy: ¡todo
por darle gusto a El, a Nuestro Padre Dios! Y quizá sobre tu mesa, o en un lugar
discreto que no llame la atención, pero que a ti te sirva como despertador del espíritu
contemplativo, colocas el crucifijo, que ya es para tu alma y para tu mente el manual
donde aprendes las lecciones de servicio. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
67).

4331 Mis delicias, leemos en el libro de los Proverbios, son estar con los hijos de los
hombres (7, 31). El paraiso de Dios, por decirlo asi, es el corazón del hombre. Dios os
ama: amadlo. Sus delicias son estar con vosotros: que las vuestras sean estar con él
y pasar el tiempo de vuestra vida junto a aquel con quien esperáis pasar la eternidad
en su amable compañia.

Tomad la costumbre de hablarle a solas, familiarmente, con confianza y amor, como


a vuestro amigo, como al que más queréis y el que más os quiere. S. ALFONSO M. DE
LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios).

4332 Cuando de dos cosas una es la razón de la otra, la ocupación del alma en una
no impide ni disminuye la ocupación en la otra [...].Y como Dios es aprehendido por
los santos como la razón de todo cuanto hacen o conocen, su ocupación al percibir
las cosas sensibles o al contemplar o al hacer cualquiera otra cosa, en nada les
impide la divina contemplación ni viceversa. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Supl.,
q. 82, a. 3).

Sintiéndonos templos de Dios

4333 Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he
dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la
presencia de Dios que en ningúna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo
toda engolfada en El. (SANTA TERESA, Vida, 10, 1).

4334 ¡Oh alma hermosísima más que todas las criaturas! Ya sabes el lugar que
deseas. ¡Ya sabes dónde se encuentra tu Amado para buscarte y unirte con El! Tú
misma eres su morada. Tú misma el escondite donde está escondido. ¡Alegría grande
debe darte saber que está en ti misma! No puedes tú estar sin El: Mirad, ¡dentro de
vosotros está el reino de Dios! (Lc 17, 21); porque nosotros somos templo de Dios
vivo (2 Cor 6, 16). (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 7).

4335 Nada hay escondido para el Señor, sino que aun nuestros secretos más íntimos
no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en
nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en nosotros, tal como
es en realidad y tal como se manifestará ante nuestra faz; por esto tenembs motivo
más que suficiente para amarlo. (S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a /os Efesios).

4336 ¿Cómo he podido yo saber que estaba presente? Porque está vivo y es eficaz;
apenas entra en mí, despierta mi alma adormecida, vivifica, enternece y excita mi
corazón embotado y duro como una piedra. Comienza por arrancar y destruir, por
edificar y plantar, por regar mi sequedad, por iluminar mis tinieblas, por abrir lo que
estaba cerrado, por inflamar mi frialdad, y también por enderezar los senderos
tortuosos y allanar las rugosidades de mi alma, de tal suerte que pueda bendecir al
Señor y que todo lo que hay en mí bendiga su santo Nombre (cfr. Sal 102, 1). (S.
BERNARDO, Sermón 74 sobre el Cantar de los Cantares).

4337 Considerad, pues, que hay sin duda dentro del alma de cada uno un pozo de
agua viva [...]. Dios está cerca de vosotros; mejor, está dentro de vosotros, y quita la
tierra del alma de cada uno para hacer saltar en ella el agua viva (ORÍGENES, Hom.
sobre el Génesis, 13).

El cristiano ha de procurar que la presencia de Dios sea continua

4338 Porque yendo con consideración todo es amor. (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 7, 7).

4339 Si nunca te desvias del buen camino, aunque calle tu lengua, habla tu
conducta; y los oidos de Dios atienden a tu corazón. Pues, del mismo modo que
nuestros oidos escuchan nuestra voz, así los oidos de Dios escuchan nuestros
pensamientos. (S. AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 148).

4340 Nada hay mejor, que la oración y coloquio con Dios [...]. Me refiero, claro está,
a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda
circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y
noche. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6, sobre la oración).

4341 Asi, pues, todo hombre que vive entre los hombres busque a Aquel a quien ama
de modo que no abandone a aquel con quien camina; y preste a éste su auxilio de tal
manera que bajo ningún motivo se separe de aquel a quien se dirige. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. 38 sobre los Evangelios).

4342 Debemos considerar como una infidelidad a nuestros ojos el alejarnos, aunque
no sea más que un instante, de la contemplación de Cristo. (CASIANO, Colaciones, 1).

4343 Aspira, pues, a Dios muy a menudo [...], con breves pero ardientes suspiros del
corazón, admira su hermosura; implora su auxilio, arrójate en espíritu a los pies de la
cruz, adora su bondad, consúltale continuamente sobre tu salud espiritual, entrégale
mil veces al día tu alma, fija la vista interior en su dulzura; extiende hacia El los
brazos como un niño chiquito a su padre, para que El te lleve; ponle como delicioso
ramillete sobre tu pecho, fijare en tu alma como bandera y ejercita todos los
movimientos del corazón para concebir amor de Dios y excitar en ti una tierna y
apasionada dilección del divino Espóso. (S. FRANCISCO DE SALES. Introd. a la vida
devota, II, 13).

4344 Así como los que están enamorados con amor humano y natural casi siempre
tienen empleado el pensamiento en recordar, el corazón en estimar y la boca en
alabar al objeto de sus amores, y cuando se hallan ausentes no pierden ocasión de
manifestar su afecto por cartas, y en cualquier árbol que encuentran escriben el
nombre de la persona amada, así los que aman a Dios no pueden dejar de pensar en
E1, suspirar por El, aspirar a El y hablar de El, y quisieran, si fuese posible, grabar en
todos los corazones del mundo el santo y sagrado nombre de Jesús (S. FRANCISCO
DE SALES, Introd. a la vida devota, 11, 13).

4345 Este debe ser nuestro principal objetivo y el designio de nuestro corazón: que
nuestra alma esté unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que aparte de esto, por
grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente
secundario o, por mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo
como un daño positivo. (CASIANO, Colaciones, 1).

4346 Reflexionad bien qué es en lo que estáis pensando a todas horas. Unos piensan
en los honores, otros en el dinero, otros en la extensión de sus posesiones. Todas
estas cosas están en lo bajo, y cuando el alma se ocupa de tales cosas queda
doblada de la rectitud de su estado; y como no se eleva a los deseos celestiales, no
puede mirar hacia arriba, como la mujer encorvada (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 31
sobre los Evang.).

4347 La oración se hace continua, como el latir del corazón, como el pulso. Sin esa
presencia de Dios no hay vida contemplativa; y sin vida contemplativa de poco vale
trabajar por Cristo, porque en vano se esfuerzan los que construyen, si Dios no
sostiene la casa (cfr. Sal 126, 1). (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 8).

4348 Y creedme, mientras pudiéredes no estéis sin tan buen amigo. Si os


acostumbráis a traerle cabe vos y El ve que lo hacéis con amor y que andáis
procurando contentarle, no le podréis—como dicen—echar de vos, no os faltará para
siempre, ayudaros ha en todos vuestros trabajos, tenerle heis en todas partes; mirad
que es gran cosa un tal amigo al lado. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 26, 1).

4349 Si este comportamiento es frecuente, ¡cuántos pecados se evitarian y cuántas


acciones buenas se realizarian! [...]. Porque si el recuerdo de un hombre valiente y
sabio nos incita a imitarlo y reprime nuestra tendencia al mal, cuánto más nos
ayudará en la oración el recuerdo de Dios, nuestro Padre, si estamos convencidos de
su presencia y de que nos escucha y nos habla. (ORÍGENES, Tratado sobre la oración,
8-9)

Especialmente al comenzar y al terminar el dia

4350 Del mismo modo que la pureza y la atención durante el día preparan una noche
santa, así las vigilias nocturnas nos hacen atesorar energías para toda la jornada.
(CASIANO, Instituciones, 6).

4351 Oremos con acción de gracias al despuntar el nuevo dia, al salir de casa, antes
de comer y después de haber comido, a la hora de ofrecer incienso y entregarnos al
descanso. Y aun en la misma cama quiero que alternes los salmos con la oración
dominical, ya antes de que el sueño domine, ya cuando despiertes, para que el sueño
te coja libre de pensamientos mundanos y ocupada en los divinos. (S.AMBROSIO,
Sobre las virgenes, 3).

4352 Antes de que amanezca el día en el firmamento, luzca el sol de la gracia en


nuestro pecho y salga de nuestros labios la confesión del Símbolo, como signo de
defensa y amparo contra los peligros que rodean la vida. ¿Qué soldado va a la guerra
sin llevar su santo y seña? (SAN AMBROSIO, Sobre las virgenes, 3).
«Industrias humanas» para tener presencia de Dios

4353 Emplea esas santas «industrias humanas» que te aconsejé para no perder la
presencia de Dios: jaculatorias, actos de Amor y desagravio, comuniones espirituales,
«miradas» a la imagen de Nuestra Señora... (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
272).

4354 Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos
de desagravio, comuniones espirituales. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones:
al descolgar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una
puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al
concluirla; todo lo referirás a tu Padre Dios. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios 149).

4355 Las criaturas son como un rastro del paso de Dios. Por esta huella se rastreará
su grandeza, poder, sabiduría y todos sus atributos. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, 5, 3).

4356 ¡Qué felices seriamos de no tener sino a Jesús en el entendimiento, a Jesús en


la memoria, a Jesús en la voluntad, a Jesús en la imaginación! Jesús estarla por todo
en nosotros, y nosotros estaríamos por todo en Él. Tratemos de que sea asi;
pronunciémosle tan a menudo como podamos. Aunque no sea sino tartamudeando
[...]. (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 20,1.c., p. 654).

4357 Rezaremos algunas preces en honor del santo Ángel de la Guarda, y no


dejaremos nunca de bendecir la mesa, ni de dar gracias después de la comida, de
rezar el Angelus, y el Ave Maria cuando dan las horas: todo lo cual nos va recordando
nuestro último fin, nos hace presente que en breve ya no estaremos en la tierra, y así
nos iremos desligando de ella [...]. Ya veis, cuán fácil es orar constantemente,
practicando lo que hemos dicho. Esta es la manera como oraban siempre los santos.
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

4358 No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada
Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. Él te espera. No
seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a Maria Inmaculada una
jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a
Cristo. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 269).

4359 Tu Crucifijo.—Por cristiano, debieras llevar siempre contigo tu Crucifijo. Y


ponerlo sobre tu mesa de trabajo. Y besarlo antes de darte al descanso y al
despertar: y cuando se rebele contra tu alma el pobre cuerpo, bésalo también. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 302).

Jaculatorias

4360 ¿Cuándo llegará la hora de su presencia? Cuando le veamos cara a cara, como
dice el Apóstol; esto es lo quc nos promete Dios como premio a nuestros trabajos.
Cuando trabajas para esto lo haces: para llegar a la visión. (S, AGUSTIN, Coment.
sobre el Salmo 90).

4361 Ayuda para la memoria continua de Dios y el andar siempre en su presencia, el


uso de aquellas breves oraciónes que S. Agustín llama jaculatorias, porque éstas
guardan la casa del corazón y conservan el calor de la devoción. (S. PEDRO DE
ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, II,2).

4362 Se dice que los monjes de Egipto hacen frecuentes oraciónes, pero muy cortas,
a manera de jaculatorias brevísimas, para que así la atención, que es tan sumamente
necesaria en la oración, se mantenga vigilante y despierta. (S. AGUSTIN, Carta 130, a
Proba).

4363 Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas
veces: ¡Para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor
servido me quedase en esta niñez impreso el camino de la verdad. (SANTA TERESA,
Vida, I, 4).

4364 En otras ocasiones nos bastarán dos o tres expresiones, lanzadas al Señor
como saeta, iaculata: jaculatorias, que aprendemos en la lectura atenta de la historia
de Cristo: Domine, si vis, potes me inundare (Mt 8, 2.), Señor, si quieres, puedes
curarme; Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te (Jn 21, 17), Señor, Tú lo sabes
todo, Tú sabes que te amo; Credo, Domine, sed aditiva incredulitatem meam (Mc 9,
23), creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad, fortalece mi fe; Domine non sum dignus
(Mt 8, 8), ¡Señor, no soy digno!; Dominus meus et Deus meus (Jn 20, 28), ¡Sefior mío
y Dios mío!... U otras frases, breves y afectuosas, que brotan del fervor intimo del
alma, y responden a una circunstancia concreta. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 119).

La plenitud de la presencia de Dios tendrá lugar después de esta vida

4365 Yo estaré con vosotros [...]. El que en la vida presente permanece con sus
escogidos, protegiéndoles, también estará con ellos después que esto haya
concluido, premiándolos. (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt 111, pp. 432-433).

4366 Sus ovejas encontrarán pastos, porque todo aquel que le sigue con un corazón
sencillo es alimentado con un pasto siempre verde. ¿Y cuál es el pasto de estas
ovejas, sino el gozo infinito de un paraiso siempre lozano? El pasto de los elegidos es
presencia del rostro de Dios, que, al ser contemplado ya sin obstáculo alguno, sacia
para siempre el espíritu con el alimento de vida. (SAN GREGORIO MAGNO Hom. 14
sobre los Evang.).

4367 Podemos decir que el Señor viaja con aquellos que viven dentro de la fe [...], y
estará con nosotros (en este mundo) hasta que, saliendo de nuestros cuerpos, nos
reunamos con El (en el cielo). (ORÍGENES, en Catena Aurea, volt 111, p. 225).

A través de la Virgen

4368 [...] no nos importe repetirlo durante el dia—con el corazón, sin necesidad de
palabras—pequeñas oraciónes, jaculatorias. La devoción cristiana ha reunido muchos
de esos elogios encendidos en las Letanías que acompañan al Santo Rosario. Pero
cada uno es libre de aumentarlas, dirigiéndole nuevas alabanzas, diciéndole lo que—
por un santo pudor que Ella entiende y aprueba—no nos atreveríamos a pronunciar
en voz alta. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 294).

4369 Si te acostumbras, siquiera una vez por semana, a buscar la unión con María
para ir a Jesús, verás cómo tienes más presencia de Dios. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 276).

Presencia de Dios.- "Conviene que en casa vivamos con pudor nuestros padres y
criados: en los caminos por los que pasan, en la soledad por nosotros mismos, y en
todas partes, por la presencia del Verbo que está en todo lugar, y sin él nada se hizo.
Sola esta razón es suficiente para que el hombre nunca resbale al considerar que
siempre está delante de Dios. (S. Clemente, Pedagogo, lib. 3, e. 5, sent. 2, alic., Tric.
T. 1, p. 15 l.)"

"Si alguna confesión hay en la presencia de Dios, ya es martirio. Todas las almas que
con el conocimiento de Dios procedieron con pureza y sinceridad, y obedecieron a los
preceptos divinos ya son mártires con la vida y las palabras: de cualquier modo que
se libren de su cuerpo, derramando su fe como la sangre por toda su vida hasta en la
hora de la muerte. (ldem., Stromatum, lib. 4, sent. 10, Tric. T. 1, p. l52.)"

-El que se junta con Dios en todas las cosas, da a entender a un mismo tiempo
gravedad y alegría: gravedad, porque se convierte a Dios; alegría, porque considera
como que vienen de Dios los bienes de esta vida que nos ha dado. (ldem. ídem. lib.
7, sent. 11, ídem. ídem.)"

"Todo lugar y todo tiempo es sagrado, si en él pensamos, y meditamos en Dios.


(ldem. ídem, sent. 12, adic., ídem, ídem.)"

"El verdadero medio de no padecer distracción, es llenar su corazón de esta


admirable sentencia de David: Yo consideraba al Señor como siempre presente a mis
ojos: porque cada uno puede pensar como procede en la presencia de los otros,
aunque sean sus iguales. ¡Con cuánto cuidado de que no hallen que reprender, así en
la postura, como en sus acciones y palabras! ¡Con cuánta razón deberá ser más
circunspecto, si se persuade que Dios no aparta de él sus ojos, y que penetra lo más
íntimo del corazón! (S.Basilio, Interrog. 306, sent. 76, Tric. T. 3, p. 203.)"

"Vivir siempre en la presencia de Dios, es no hacer cosa alguna que sea indigna de
su presencia, o que no sea conforme a su voluntad: pues los ojos del Señor estarán
siempre sobre los justos. (S. Ambrosio, de Abraham, lib. 2, c. 11, sent. 15, Tric. T. 4,
p. 3l6.)"

"Si eres un artesano, puedes, mientras estás sentado para trabajar, cantar los
Salmos; si no podéis con la boca, cantadlos con el pensamiento: porque los Salmos
deben servirnos de agradable entretenimiento. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 21,
sent. 17, Tric. T. 6, p. 303.)"

"Decid continuamente: Yo te renuncio, Satanás. No hay cosa más útil que esta
protestación, si la practicamos efectivamente con nuestras obras. Decís: yo renuncio
a ti, Satanás, a tus pompas y a tu servicio y a Vos, Jesucristo, os amo. Juntad a estas
palabras la señal de la cruz, hecha en la frente, y después no temáis que los hombres
ni los demonios os puedan hacer ningún verdadero mal. (S, Juan CRISÓSTOMO, ¡bid.,
sent. 18, Tric. ¡bid., ¡bid.)"

"Cuando estamos en la presencia de Dios para suplicarle, nos sucede muchas veces
manifestar menos respeto que el que tienen los siervos; a los asnos,. los soldados a
sus jefes, y aun los amigos a sus amigos. Porque cuando hablamos con un amigo,
tenemos fija la atención en lo que le estamos diciendo: siendo así que cuando nos
ponemos en la presencia de Dios a pedirle perdón de nuestros pecados, casi siempre
lo hacemos con negligencia y tibieza: tenemos las rodillas en tierra, y el espíritu está
pensando por las calles y las casas: se abandona a infinitas estaciones, al mismo
tiempo que la boca pronuncia vanas oraciónes sin atención alguna. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homi. 22, sent. 19, Tric. t. 6, p. 303.)"

"No me digáis que es imposible hacer por Dios todo cuando ejecutamos: porque es
fácil haceros ver que se pueden practicar, puesta

la mirada en Dios, las acciones más comunes, como son, vestirse, caminar, hablar,
sentarse, entrar, salir, decir cosas divertidas; alabar, reprender, recomendar, amar y
aborrecer; si todas estas cosas pueden hacerse por el amor de Dios, no hay duda que
todo lo demás se podrá ejecutar con el mismo fin. (S. Juan CRISÓSTOMO, HomI. 32 in
observant., sent. 22, Tric. T. 6, p. 304.)"

"Ningúno cante con tibieza ni con indiferencia las místicas y sagradas alabanzas;
ningúno repase en su espíritu los proyectos del mundo mientras se celebran los
divinos misterios: levante cada uno al cielo su espíritu, considerándole en presencia
de la Majestad divina, como si asistiera con los Serafines delante del trono de su
gloria: sólo en este estado podremos dar a aquel Dios infinitamente bueno y glorioso,
las alabanzas que le son debidas. (S. Juan CRISÓSTOMO, HomI. 29, de in compr. die
Nat. 4, sent. 24, Trie. T. 6, p. 304 y 305.)"

"Sea continuo el deseo de ver a Dios. Cuando calláis en su presencia, es cuando


cesáis de amarle. (S. AGUSTÍN, Psalm. 37, sent. 41, Trie. T. 7, p. 458.)"

"Si queréis cometer el mal, dice el mismo Santo Padre, buscad un lugar donde Dios
nos os vea, y haced allí lo que queráis. (Lib. de spiritu et anima, Barbier, T. 4, 33 l.)"

"Hemos de temer a Dios en público, dice en otra parte el mismo Santo: hemos de
temerle en secreto. Marchad: os ve. El sol brilla: os ve. Es de noche: os ve. Entrad en
vuestro cuarto: os ve. Temed al que cuida de miraros, y temiéndole no le ofendáis.
(Serm. 46, de verbo Domini, Barbier, ¡bid., ¡bid.)"

"Dios, dice en otra parte el mismo Santo Padre, es todo ojo, todo mano y todo pie:
porque todo lo vé, todo lo hace y está en todas partes. (Ep. 3, ad Fortun., Barbier,
ibid., ibid.)"

"Señor, dice San AGUSTÍN en los soliloquios, consideráis mis pasos y mis caminos, y
noche y día veláis para custodiarme; todo lo observáis. Sois el espectador de todos
mis pensamientos y de todas mis acciones, como si olvidando el cielo y la tierra, sólo
os ocupárais de mí. La luz inmutable de vuestra vista no puede crecer, si no miráis
mas que una cosa: ni disminuir, si las miráis todas juntas. Porque así como veis
perfectamente una cosa en particular, veis también perfectamente todas las cosas
reunidas, a pesar de su diversidad. Veis todas las cosas como una sola, y cada cosa
como todas juntas, sin división, cambio ni disminución. Estáis enteramente en todos
los tiempos, sin que haya para Vos tiempo; y me veis como si no hubiese ningúna
otra cosa que ver. Así veláis sobre mí como si os olvidáseis de todo lo demás y no
quisiéseis ocuparos mas que de mi solo. Os manifestáis siempre presente; os ofrecéis
como estando siempre pronto si me encontráis dispuesto a mí. En cualquier parte
que esté yo, no os alejáis, porque estáis en todas partes, a fin de que a todas partes
a donde vaya os encuentre a Vos, por quien existo, a fin de que no perezca privado
de Vos, no pudiendo existir sin Vos. Confieso que todo lo que hago, en cualquier
parte que lo haga, lo hago en vuestra presencia: y todo lo que hago, lo veis aún
mejor que yo. Porque estáis presente en todas mis obras, como continuo testigo de
todos mis pensamientos, de todas mis intenciones, de todas mis alegrías, y acciones.
Y cuando lo considero con atención, Señor. Dios mío, poderoso y terrible, me quedo
confudido de temor y de vergüenza: porque se nos ha impuesto una rigurosa
necesidad de vivir con justicia y rectitud, haciéndolo todo en presencia del Juez que
todo lo distingue. (Barbier, T. 4, p. 332, y 333.)"
PRIMEROS CRISTIANOS

SELECCIÓN DE TEXTOS

Cómo vivían: trabajo, hospitalidad, fortaleza, cumplimiento de las leyes...

4370 Eso fueron los primeros cristianos, y eso hemos de ser los cristianos de hoy:
sembradores de paz y de alegría, de la paz y de la alegría que Jesús nos ha traído.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 30).

4371 Todo el que llegue a vosotros en nombre del Señor, sea recibido; luego,
examinándole, le conoceréis [...]. Si el que llega es un caminante, no permanecerá
entre vosotros más de dos cias o, si hubiera necesidad, tres. Pero si quiere
establecerse entre vosotros, teniendo un of icio, que trabaje y así se alimente. Mas si
no tiene oficio, proveed según vuestra prudencia, de modo que no viva entre
nosotros ningún cristiano ocioso. Si no quiere hacerlo asi, es un traficante de Cristo;
estad alertas contra los tales. (Didaché, 12, 1-5).

4372 Augusto, el que dio forma al imperio, no quería que se le llamase Señor, que
esto es nombre de Dios. Yo bien llamaré señor al emperador, en el sentido vulgar...
Pero respecto a él soy libre; mi Señor es sólo uno, el Dios omnipotente y eterno, que
es también Señor del emperador. (TERTULIANO, Apologético, 34).

4373 No nos basta ser justos—la justicia consiste en dar igual a los iguales—, sino
que se nos propone ser buenos y pacientes. (ATENÁGORAS, Legación, 34).

4374 Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como
ciudadanos, y todo lo soportan como extranjeros. Toda tierra es para ellos patria y
toda patria tierra extraña. Como todos, se casan; como todos, engendran hijos; pero
no exponen a los hijos que nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la
carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su
ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero, con su vida,
sobrepasan las leyes. (Carta a Diogneto, 5).

4375 ¿Cómo pueden ser inútiles los que viven donde vivís, comen lo mismo que
coméis, usan los mismos vestidos y todas las mismas cosas que necesitan para vivir?
No somos brahmanes ni gimnosofitas indios, ni habitantes de las selvas, ni
desterrados de la vida. Somos conscientes de deber gracias al Señor Dios, Creador:
no repudiamos ningún fruto que es obra suya; lo tomamos con templanza, ni con
exceso ni con defecto. Vivimos con los demás hombres; no nos pasamos sin la plaza,
la carnicería, los baños, las tabernas, los talleres, los mesones, las ferias y los demás
comercios. Con vosotros, también nosotros navegamos, con vosotros somos
soldados, labramos el campo, comerciamos, entendemos de oficios y exponemos
nuestras obras para vuestro uso. No sé cómo se puede llamar inútiles a aquellos con
quienes y de quienes vivis. (TERTULIANO Apologético, 42).

Cómo vivían la caridad. Respeto mutuo


4376 Fue con amor como se abrieron paso en aquel mundo pagano y corrompido.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 172).

4377 Esta práctica de la caridad es, sobre todo, lo que a los ojos de muchos nos
imprime un sello peculiar. Ved—dicen— cómo se aman entre si, ya que ellos se odian
mutuamente. Y cómo están dispuestos a morir unos por otros, cuando ellos están
más bien preparados a matarse los unos a los otros. (TERTULIANO, Apologético, 39).

4378«Saludad a todos los santos. Todos los santos os saludan. A todos los santos que
viven en Efeso. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos». —¿Verdad
que es conmovedor ese apelativo—¡santos!— que empleaban los primeros fieles
cristianos para denominarse entre si?

—Aprende a tratar a tus hermanos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Camino, n. 469).

Fortaleza en la fe

4379 Allí donde somos pasados a cuchillo, triunfamos; y cuando se nos lleva ante el
juez quedamos en libertad. (TERTULIANO, Apologético, 50).

4380 Las cadenas, las prisiones, el exilio, el hambre, el fuego, las bestias feroces y
todos los suplicios que la crueldad de los perseguidores les ha hecho imaginar, no
han podido empañar esta fe que la ascensión del Señor al cielo aumenta vivamente y
que los dones del Espíritu Santo fortifican. No solamente hombres, sino también
mujeres, niños pequeños y muchachas han combatido por ella en todas las partes del
mundo hasta derramar su sangre. Esta fe ha puesto en fuga a los demonios,
desterrado las enfermedades, resucitado a los muertos. (S. LEÓN MAGNO, Sermón
72, en la Ascensión del Señor).

4381 Palabras de Santa Inés en el momento del martirio: «No puedo cambiar mi
propósito, ni quebrantar la fe jurada al que me escogió antes de que yo lo eligiera. Y
tú—dice volviéndose al verdugo—descarga el golpe sobre mi cuello». (S.AMBROSIO,
Sobre las virgenes, 1).

4382 No hacían caso de los peligros ni de la muerte [...], ni de su pequeño número, ni


de la multitud de sus contrarios, ni del poder, fuerza y sabiduría de sus enemigos;
porque tenían fuerzas mayores que todo eso: el poder de Aquel que había muerto en
la Cruz y había resucitado. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 4).

4383 S. Policarpo, ejecutado cuando este discípulo de los Apóstoles contaba casi
noventa años, le dice al Procónsul: «Nosotros profesamos una doctrina que nos
manda tributar el honor debido a los magistrados y autoridades que están por Dios
establecidas, mientras ello no vaya en detrimento de nuestra conciencia». (Martirio
de S. Policarpo, l0).

4384 (Cuenta S. Ambrosio un caso conocido por él de una joven que fue fuerte en su
vocación ante la oposición de sus padres).

Y, volviéndose a los parientes, añade: «Perdéis el tiempo brindándome un desposorio


que rechazo. ¿No veis que ya he celebrado mis bodas? Pero aunque todavia fuese
libre, ¿qué esposo me ofrecéis? Yo quiero el mejor de todos: Si el que me preparáis
es rico, poderoso y de noble condición, no lo será tanto como el que yo elegi, que en
riquezas, poderío y dignidad vence a cuanto puede imaginarse en lo creado». (S.
AMBROSIO, Sobre las virgenes,1).
4385 A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran
multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos, se han
convertido para nosotros en un magnífico ejemplo. Por envidia fueron perseguidas
muchas mujeres que [...], sufriendo graves y nefandos suplicios, corrieron hasta el fin
la ardua carrera de la fe y [...] obtuvieron un premio memorable. (S. CLEMENTF
ROMANO, Carta a los Cor¿ntios, 5).

Se diferencian de los paganos en su modo de vida. Ejemplaridad

4386 (Los paganos) exponen a niños concebidos en casa y acogen pajaritos [...]. No
admiten a un hijo huérfano y crian papagayos [...]. Hacen ostentación de riqueza. Su
caballo, su finca, su siervo, su oro valen quince talentos. Ellos valen tres céntimos.
(CLEMENTE DE ALEJANDRIA Pedagogo, 3).

4387 (Los paganos) para ocultar la fornicación, usan medicinas mortales que
acarrean la ruina total, tanto del feto como del amor. (CLEMENTE DE ALEJANDRIA,
Pedagogo, 2).

4388 Habita el alma en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; así los cristianos viven
en el mundo, pero no son del mundo [...]. La carne aborrece y combate al alma, sin
haber recibido agravio alguno de ella, porque no le permite gozar a su antojo de los
placeres; a los cristianos les aborrece el mundo, sin haber recibido ofensa de ellos,
porque renuncian a los placeres. El alma ama la carne y a los miembros que la
aborrecen, y los cristianos aman también a quienes los odian. (Carta a Diogneto, 5).

4389 Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no abandonan a los
que les nacen... Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en
la tierra, pero tienen su ciudadania en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas,
pero con su vida sobrepasan las leyes [...]. Para decirlo brevemente, lo que el alma
es en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. (Carta a Diogneto, 5).

4390 Más vale callar y ser, que hablar y no ser. Bien está enseñar, a condición de
que quien enseñe haga. Un Maestro hay que dijo y fue. Mas también lo que, callando,
hizo, son obras dignas de su Padre. El que de verdad posee la palabra de Jesús puede
también escuchar su silencio, para ser perfecto. De esta manera, según lo que habla,
obra; y es conocido por lo que calla. (S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Efesios,
15).

4391 Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su
habla, ni por sus costumbres: porque no habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan
una lengua extraña, ni llevan un género de vida distinto de los demás.
Verdaderamente esta doctrina no ha sido inventada por ellos gracias al talento y a la
especulación de hombres curiosos; no profesan, como otros hacen, una enseñanza
humana. Habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le
cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos o
costumbres del país, dan muestra de un tenor peculiar de conducta que es admirable
y, según confesión de todos, sorprendente. (Carta a Diogneto, 5).

4392 En cuanto a tributos y contribuciones, nosotros procuramos pagarlos antes que


nadie a quienes vosotros tenéis para ello ordenados por todas partes, tal como
fuimos por El enseñados. Porque por aquel tiempo se le acercaron algunos a
preguntarle si había que pagar tributo al César. Y El respondió: Decidme, ¿qué efigie
lleva la moneda? Ellos le dijeron: La del César. Y El les volvió a responder: Pues dad
al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22, 17).
De ahi que sólo a Dios adoramos; pero, en todo lo demás, os servimos a vosotros con
gusto, confesando que sois emperadores y gobernantes de los hombres y rogando
que,junto con el poder imperial, se halle que también tengáis prudente
razonamiento. (S. JUSTINO, Apología 1, 17)

Universalidad. Fuerza expansiva del cristianismo

4393 Así como muchas veces basta una sola mala conversación para perder a una
persona, no es raro tampoco que una conversación buena la convierta o le haga
evitar el pecado. ¡Cuántas veces, después de haber conversado con alguien que nos
habló del buen Dios, nos hemos sentido vivamente inclinados a El y hemos propuesto
portarnos mejor en adelante!... Esto es lo que multiplicaba tanto el número de los
santos en los primeros tiempos de la Iglesia: en sus conversaciones no se ocupaban
de otra cosa que de Dios. Con ello los cristianos se animaban unos a otros y
conservaban el gusto y la inclinación hacia las cosas de Dios. (SANTO CuRA DE ARS,
Sermón sobre el precepto 1.° del decálogo).

4394 Somos de ayer y ya hemos llenado el orbe y todas vuestras cosas: las ciudades,
las islas, los poblados, las villas, las aldeas, el ejército, el palácio, el senado, el foro. A
vosotros sólo hemos dejado los templos. (TERTULIANO, Apologético, 37).

4395 Gritáis que ya está cercada Roma, viendo que no hay campo, ni isla, ni poblado
que no esté lleno de cristianos; os apesadumbráis, como de un gran mal, de que se
pasen al cristianismo personas de todo sexo, edad y condición, también de la
nobleza. (TERTULIANO. Apologético, 1).

4396 No hay raza alguna del hombre, llámese bárbaros o griegos, o con otros
nombres cualesquiera, ora habiten en casas o se llamen nómadas sin viviendas o
moren en tiendas de pastores, entre los que no se ofrezca por el nombre de Jesús
crucificado oraciónes y acciones de gracias al Padre y Hacedor de todas las cosas.
(JUSTINO, Diálogo con Trifón, 117).

4397 Los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan


importante es el puesto que Dios les ha asignado que no les es licito desertar. (Carta
a Diogneto, 5).

4398 Nos hacemos más numerosos cada vez que nos cosecháis: es semilla la sangre
de los cristianos. (TERTULIANO, Apologético, 50).

4399 Todo esto, carisimos, os lo escribimos no sólo para amonestaros a vosotros,


sino también para recordárnoslo a nosotros mismos, porque hemos bajado a la
misma arena y tenemos delante el mismo combate. (S. CLEMENTE, Epistola a los
Corintios, 7).

4400 Nada pudo contener o menguar su empuje: ni la cólera del pueblo, ni la


violencia de los tiranos, ni el ataque de los demonios, ni los asesinatos cotidianos.
Como un rio impetuoso pasaron por encima de todo lo que estaba delante de ellos.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Juan, 51).

4401 Nosotros admitimos a todos los que quieren oirnos, aunque sean viejecitas o
muchachos; toda edad es honrada por nosotros. (TACIANO Discurso 32).
PROVIDENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

Se extiende poderosa su mano del uno al otro extremo, y lo gobierna todo con
suavidad. Sab 8, 1.

Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por
vuestro cuerpo: con que os vais a vestir. En efecto, la vida vale más que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido. Fijaos en los cuervos: no siembran ni siegan, no
tienen despensa y granero, pero Dios los alimenta. ¡ Cuánto mas valéis vosotros que
las aves! ¿Quién de vosotros, por más que cavile, puede añadir un codo a su
estatura? Si no podéis hacer ni lo más pequeño, ¿por qué os preocupais por las
demás cosas? Contemplad los lirios, cómo crecen, no se fatigan ni hilan, pero yo os
digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. Y si Dios viste
así la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, ¡cuánto más a
vosotros, hombres de poca fe! Así , vosotros no andéis buscando qué comer o qué
beber, y no estéis inquietos. Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe
vuestro Padre que necesitáis de ellas. Buscad más bien el Reino de Dios y su justicia,
y esas cosas se os darán por añadidura. Lc 12, 22-31.

Echad sobre El todos vuestros cuidados, puesto que cuida de vosotros. I Pdr 5, 7.

Echa sobre Yave el cuidado de ti, y El te sostendrá, pues no permitirá jamás que el
justo vacile. Sal 54, 23.

Dios sabe la necesidad que tenemos de las cosas; busquemos el reino de Dios y su
justicia y todas las demás cosas se nos darán: Mt 6, 32-33; Lc 12, 31.

Dios, que provee de simiente al sembrador, os dará también pan que comer y
multiplicara vuestra sementera. 2 Cor. 9, 10.

Dios dice: No te desampararé ni te abandonaré. Podemos animosamente decir: El


Señor es quien me ayuda, no temere cosa alguna que hagan contra mi los hombres.
Hebr 13, 5-6.

Pero tú, Señor de la fuerza, juzgas con benignidad, y con mucha indulgencia nos
gobiernas, pues tienes el poder en la mano. Sab 12, 13-18.

Cuando os entreguen, no os preocupe como o qué hablaréis,porque se os dará en


aquella hora lo que debéis decir. Mt 10, 19.

El ha hecho al pequeño y al grande y cuida igualmente de todos. Sab 6, 8.

Todo lo dispusiste con medida, número y peso. Sab 11. 21.

Uno se dispone a navegar, se dispone a atravesar por las furiosas ondas, e invoca a
un leño más frágil que la nave que le lleva. Pues ésta fue inventada por la codicia del
lucro y fabricada con sabiduria por un artifice. Pero tu providencia, Padre, la
gobierna, porque tú preparaste un camino en el mar, y en las ondas senda segura.
Sab 14, 1 -3.

El es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. Hech 17, 25.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Gobierno y conservación de todas las cosas por Dios

4402 Providencia es, también, la voluntad de Dios, que imprime a cada cosa la
dirección que le corresponde. Y si la providencia divina es voluntad, todo lo que
sucede providencialmente ha de ser en extremo excelente, y digno de Dios, y tiene
que suceder del mejor modo posible. (SAN JUAN DAMASCENO, Sobre la fe ortodoxa,
2).

4403 A todas las cosas y a través de ellas, a cada una en particular y a todas en
general, es El quien les otorga y conserva la vida. (S. ATANASIO, Disertación contra
los gentiles).

4404 La Providencia no es otra cosa que el acto por el que Dios quiere proporcionar a
los hombres los recursos necesarios y útiles para conseguir su fin. (S. FRANCISCO DE
SALES, Trat. del amor a Dios, II, 3).

4405 Así como el músico, con la lira bien templada, ejecuta una armonía,
combinando con los recursos del arte los sonidos graves con los agudos y los
intermedios, así también la Sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el universo
como una lira, une las cosas gobernándolas con su voluntad y beneplácito. (S.
ATANASIO, Disertación contra los gentiles).

4406 En cuanto a la ejecución de ese plan, Dios gobierna unas cosas mediante otras.
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1, q. 103, a. 6 c).

4407 Cuando un capintero hace una silla y la deja, la silla continúa existiendo; ¿por
qué? Porque el material del que está hecha conserva la forma que le ha dado. En
otras palabras, cuando alguien que hace algo lo deja, se mantiene en la existencia
gracias al material del que está hecho. Pero si Dios, habiéndonos hecho, nos
abandonase, ¿podría mantenernos en la existencia el material del que estamos
hechos, que es la nada?
Esta es la verdad acerca del Universo en su totalidad y en cada una de sus partes
(incluidos nosotros). A menos que Dios no lo mantenga en la existencia momento a
momento, dejaría de existir sin más. (F.J. SHEED. Teologia para todos, p. 73).

4408 A la luz de las palabras de Dios, ¡qué pequeños resultan los designios humanos
cuando intentan alterar lo que Nuestro Señor ha establecido! (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia, I.c.).

4409 La Providencia todo lo abarca, reina sobre todo y todo lo encamina a su gloria.
Hay sin duda casos fortuitos y accidentes inesperados; pero sólo respecto de
nosotros, pues están presentes, y muy presentes, ante la Providencia divina, que los
prevé y ordena al bien común del Universo. (S. FRANCISCO DE SALES, Trat. del amor
a Dios, II,3).
Para los que aman a Dios, todo es para su bien

4410 Dios endereza absolutamente todas las cosas para su provecho, de suerte que
aun a los que se desvian y extralimitan, les hace progresar en la virtud, porque se
vuelven más humildes y experimentados. (S. AGUSTIN, Sobre la conversión y la
gracia, 30).

4411 Debemos creer firmemente dos cosas. Ante todo, que nadie es tentado sin
permisión de Dios. Luego, que todo cuanto nos viene de parte de Dios y que al
pronto nos parece próspero o adverso, nos es enviado por un padre lleno de ternura
y por el más sabio de los médicos, con miras a nuestro propio bien. (CASIANO,
Colaciones, 7).

4412 El sabe ciertamente que con frecuencia nuestros sufrimientos son un


instrumento de salvación. S. GREGORIO NACIANCENO, Disertación 7).

4413 Fulano cometió y se hizo deudor de muchas maldades; Mengano cometió


pocas, por la asistencia de Dios. Al mismo que aquél atribuye el perdón de lo
cometido, atribuye éste lo que no cometió. Tú no fuiste adúltero en aquella tu vida
pasada, llena de ignorancia, ajeno a la iluminación bautismal, sin distinguir el bien y
el mal, sin creer todavia en Aquel que te iba a la mano sin tú saberlo Esto es lo que
te dice el Señor: «Te gobernaba para mi, te guardaba para mi Te faltó un mal
consejero para que no fueras adúltero; yo hice que te faltara. Te faltó lugar y tiempo;
yo hice que no los tuvieras. No te faltó un mal consejero, ni el lugar ni la ocasión,
para que tú no consintieras; yo atemoricé tu conciencia». Reconoce, pues, la gracia
de Aquel a quien debes la preservación de los pecados no cometidos. (S. AGUSTIN,
Sermón 99).

Confianza en la divina Providencia

4414 Les ocurre lo que al que no sabe medicina y ve al médico recetar a un enfermo
agua y a otro vino, según sus conocimientos le sugieren; al no saber medicina,
pensará que hace al azar lo que dispone con conocimiento de causa, dando vino al
segundo y agua al primero. Así pasa con respecto a Dios. El, con conocimiento de
causa y según su providencia, dispone las cosas que necesitan los hombres: aflige a
algunos que son buenos, y deja vivir en prosperidad a otros que son malos. (SANTO
TOMÁS, Sobre el Credo, 1, I.c., p. 35).

4415 La historia no está sometida a fuerzas ciegas ni es el resultado del acaso, sino
que es la manifestación de las misericordias de Dios Padre. Los pensamientos de
Dios están por encima de nuestros pensamientos, dice la Escritura (cfr. Is 55, 8; Rom
1, 33); por eso, confiar en el Señor quiere decir tener fe a pesar de los pesares,
yendo más allá de las apariencias. La caridad de Dios—que nos ama eternamente—
está detrás de cada acontecimiento, aunque de una manera a veces oculta para
nosotros.

Cuando el cristiano vive de fe—con una fe que no sea mera palabra, sino realidad de
oración personal—, la seguridad del amor divino se manifiesta en alegría, en libertad
interior. Esos nudos que atenazan a veces el corazón, esos pesos que aplastan el
alma, se rompen y se disuelven. Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? (I
Cor 8, 31). Y la sonrisa viene en seguida a los labios. Un hijo de Dios, un cristiano que
viva de fe, puede sufrir y llorar: puede tener motivos para dolerse; pero, para estar
triste, no. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Las riquezas de la fe).
4416 Por lo demás, conviene que creamos con una fe incondicional que nada
acontece en el mundo sin la intervención de Dios. Debemos reconocer, en efecto,
que todo sucede o por su voluntad o por su permisión. El bien, por su voluntad y
mediante su ayuda; el mal por su permisión. (CASIANO, Colaciones, 3, 20).

4417 Cualquier cosa que te suceda recibela como un bien, consciente de que nada
pasa sin que Dios lo haya dispuesto. (Epistola de Bernabé, 19).

4418 Si viviéramos más confiados en la Providencia divina, seguros—¡con fe recia!—


de esta protección diaria que nunca nos falta, cuántas preocupaciones o inquietudes
nos ahorrariamos. Desaparecerian tantos desasogiegos que, con frase de Jesús, son
propios de los paganos, de los hombres mundanos (Lc 12, 30), de las personas que
carecen de sentido sobrenatural. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 116).

4419 Ahora nos mueve a una confianza firme e inquebrantable con el ejemplo de las
aves, diciendo: mirad los cuervos, que no siembran ni siegan (esto es, para tener que
comer), los,cua/es no tienen despensa ni granero (esto es, para conservar), y Dios las
alimenta. Pues, ¡cuánto más no valéis vosotros que ellos!... (S. CIRILO. en Catena
Aurea, volt Vl, p. 88).

4420 Confiad a lo más secreto de la Providencia divina las molestias que encontréis y
creed firmemente que Dios os conducirá con dulzura, por lo que hace a vuestra vida
y a vuestros asuntos.
Los pastores de Arabia, cuando ven que relampaguea y truena y el espacio se carga
de rayos, se retiran con sus rebaños bajo los copudos laureles. Cuando las
persecuciones o contrariedades amenacen, retirémonos con todos nuestros afectos
al amparo de la cruz. (S. FRANCISCO DE SALES. Epistolario, fragm. 72, I.c., p. 706).

PRUDENCIA

Citas de la Sagrada Escritura

El fin de todas las cosas se va acercando; por tanto, sed prudentes y velad en
oración. I Pdr 4, 7.

Los hijos de este siglo son en sus negocios más prudentes que los hijos de la luz. Lc
16, 8.

Por las riquezas de su gracia, que con abundancia ha derramado sobre nosotros, nos
ha colmado de toda sabiduria y prudencia. Ef 1, 7-8.

No queráis juzgar por las apariencias, sino juzgad por un juicio recto. Jn 7, 24.
Si nos juzgáramos rectamente, no seríamos juzgados. I Cor 11, 31.

Mirad, hermanos, que andéis con gran circunspección: no como necios, sino como
prudentes; recobrando el tiempo, porque los días son malos. Ef 5, 15-16.

Mientras tenemos tiempo obremos bien. Cál 6, 10; porque la escena de este mundo
pasa. I Cor 7, 31.

La prudencia de la carne es muerte, mientras que la prudencia del espíritu es vida y


paz. Rom 8, 6.

Así está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la prudencia de los
prudentes. I Corl, 19.

Os envio como ovejas en medio de los lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y
sencillos como palomas. Mt 10, 16.

Traza el corazón del hombre sus caminos, pero es Yahvé quien dirige sus pasos. Prov
16, 9.

Donde no hay gobierno el pueblo va a la ruina, en la abundancia del consejo está la


salvación. Prov 11, 14.

Con la sabiduría se edifica la casa y con la prudencia se afirma. Prov. 24, 3.

Hace más el sabio que el valiente, el hombre de ciencia más que el fuerte. Prov 24,
5.

Mejor adquirir sabiduria; no la olvides, no te apartes de los dichos de mi boca. Prov


28, 15.

Fuente de vida es la cordura para quien la tiene, y es castigo del nécio la necedad.
Prov 16, 22.

Pues la prudencia vale más que las perlas, y cuanto hay de codiciable no puede
comparársele. Prov 8, 11.

El corazón del sabio hace prudente su boca, y sobre sus labios crece la persuasión.
Prov 16, 23.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Objeto y fin de la prudencia

4421 Entre los pecados, ni uno solo hay que no conspire contra esta virtud. La
injusticia, la cobardia y la intemperancia se oponen primero, en efecto, a las virtudes
de justicia, fortaleza y templanza; pero, en definitiva, a traves de ellas se oponen a la
prudencia. Todo pecador es imprudente. La prudencia es, por tanto, causa, raiz,
«madre», medida, ejemplo, guia y razón formal de las virtudes morales; en todas
esas virtudes influye, sin excepción, suministrando a cada una el complemento que
le permite el logro de su propia esencia; y todas participan de ella, alcanzando,
merced a tal participación, el rango de virtud (J. PIEPER Las virtudes fundamentales,
p. 39).

4422 La prudencia constituye la llave para la realización de la fundamental tarea que


cada uno de nosotros ha recibido de Dios. (JUAN PABLO II, Sobre la prudencia, 25-X-
78).

4423 Las acciones particulares, cuya dirección compete a la prudencia, distan mucho
de ser inmediatamente inteligibles. Y tanto más cuanto más inciertas e
indeterminadas son [...]; la prudencia necesita del buen razonamiento del hombre
para poder aplicar rectamente los principios universales a los casos particulares, que
son variados e inciertos. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 49, a. 6).

4424 El primer paso de la prudencia es el reconocimiento de la propia limitación: la


virtud de la humildad. Admitir, en determinadas cuestiones, que no llegamos a todo,
que no podemos abarcar, en tantos casos, circunstancias que es preciso no perder
de vista a la hora de enjuiciar. Por eso acudimos a un consejero; pero no a uno
cualquiera, sino a uno capacitado y animado por nuestros mismos deseos sinceros de
amar a Dios, de seguirle fielmente. No basta solicitar un parecer; hemos de dirigirnos
a quien pueda dárnoslo desinteresado y recto.

Después es necesario juzgar, porque la prudencia exige ordinariamente una


determinación pronta, oportuna. Si a veces es prudente retrasar la decisión hasta
que se completen todos los elementos de juicio, en otras ocasiones seria gran
imprudencia no comenzar a poner por obra, cuanto antes, lo que vemos que se debe
hacer; especialmente cuando está en juego el bien de los demás. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 86).

4425 (A ella se opone la negligencia, o falta de solicitud debida, que procede de


cierta desidia de la voluntad), lo cual impide que el entendimiento sea impulsado y
movido a imperar lo que debe o en la forma que debe. (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 54, a. 3).

4426 La prudencia es, en palabras de Paul Claudel (Cinq Grandes Odes), la


«inteligente proa» de nuestra esencia, que en medio de la multiplicidad de lo finito,
pone rumbo a la perfección (J. PIEPER, Las virtudes fundamentales, p. 57).

4427 Esta virtud cordial es indispensable en el cristiano; pero las últimas metas de la
prudencia no son la concordia social o la tranquilidad de no provocar fricciones. El
motivo fundamental es el cumplimiento de la Voluntad de Dios, que nos quiere
sencillos, pero no pueriles; amigos de la verdad, pero nunca aturdidos o ligeros. El
corazón prudente poseerá la ciencia (Prov 18, 15); y esa ciencia es la del amor de
Dios, el saber definitivo, el que puede salvarnos [...]. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 88).

4428 Veamos cuál es la prudencia que exige el Señor. Como serpientes—dice—. Así
como a la serpiente no le importa perderlo todo, aunque sea seccionando su cuerpo,
con tal de conservar la cabeza, así también tú—dice—debes estar dispuesto a
perderlo todo, tu dinero, tu cuerpo y aun la misma vida, con tal que conserves la fe.
La fe es la cabeza y la raiz; si la conservas, aunque pierdas todo lo demás, lo
recuperarás luego con creces. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 33).

4429 ¿Soy prudente? ¿Vivo consecuente y responsablemente? El programa que


realizo, ¿sirve para el bien verdadero? ¿Sirve para la salvación que quiere para
nosotros Cristo y la Iglesia? Si hoy me escucha un estudiante o una estudiante, un
hijo o una hija, contemple, bajo esta luz, sus propias tareas de la escuela, las
lecturas, los intereses, los pasatiempos, el ambiente de los amigos y amigas. Si me
escucha un padre o una madre de familia, piense un poco en sus compromisos
conyugales y de padre. Si me escucha un ministro o un hombre de Estado, mire el
abanico de sus deberes y de sus responsabilidades. ¿Busca él el verdadero bien de la
sociedad, de la nación, de la humanidad? ¿O sólo intereses particulares o parciales?
Si me escucha un periodista, un publicista, un hombre que ejerce influencia sobre la
opinión pública, reflexione sobre el valor y sobre el fin de esta influencia. (JUAN
PABLO II, Sobre la prudencia, 25-X-1978).

Contar con el juicio de los demás. Petición de consejo

4430 El tratar de lo particular y contingente exige, para conocer algo con certeza,
tener en cuenta muchas condiciones y circunstancias, difícilmente observables por
uno solo, que pueden en cambio ser percibidas con más seguridad por varios.
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 47, a. 15).

4431 Incluso es una nota de excelencia contar con otras personas que puedan
ayudarnos. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, q. 129, a. 9).

4432 Mas adonde hay necesidad, puédense mal tomar los consejos si no dan
remedio. (SANTA TERESA, Fundaciones, 19, 8).

4433 En lo que atañe a la prudencia, nadie hay que se baste siempre a si mismo, es
necesario contar con la ayuda de otras personas antes de tomar nuestras decisiones
personales. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 49, a. 3).

4434 El hombre necesita aconsejarse cuando está atribulado, como precisa el


enfermo la orientación de los médicos. Por conseguiente, estando enfermos todos
por el pecado, hemos de pedir consejo para curarnos. (SANTO TOMÁS, Sobre el
Padrenuestro, I.c., 153).

Vigilancia diligente

4435 La prudencia está en guardia y en vigilancia diligente, no sea que, insinuándose


poco a poco una mala inclinación, nos engañemos y caigamos. (S. AGUSTIN, Sobre el
Sermón de la Montaña, 24).

4436 Así que aunque más gustos y prendas de amor el Señor os dé, nunca andéis tan
seguras que dejéis de temer—que podéis tornar a caer—y guardaos de las ocasiones.
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 39, 6).

4437 Así como es propio de la previsión descubrir lo que es de suyo conveniente


para el fin, la circunspección considera si ello es conveniente a ese fin, dadas las
actuales circunstancias. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 49, a. 8).

Manifestaciones de esta virtud

4438 Por la prudencia el hombre es audaz, sin insensatez; no excusa, por ocultas
razones de comodidad, el esfuerzo necesario para vivir plenamente según los
designios de Dios. La templanza del prudente no es insensibilidad ni misantropia; su
justicia no es dureza; su paciencia no es servilismo. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 87).

4439 De nada vale que el carro sea sólido y la cuadriga bien adiestrada si el cochero
o auriga va loco. ¿De qué vale una nave muy bien construida si el piloto va borracho?
(S. GREGORIO DE NISA, Sobre los que han de ser amados, discurso 1).

4440 [...]. Una manifestación clara de prudencia consistirá en poner el remedio


oportuno, a fondo, con caridad y con fortaleza, con sinceridad. No caben las
inhibiciones. ES equivocado pensar que con omisiones o con retrasos se resuelven
los problemas. La prudencia exige que, siempre que la situación lo requiera, se
emplee la medicina, totalmente y sin paliativos [...]. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ.
Amigos de Dios, 157).

4441 No es prudente el que no se equivoca nunca, sino el que sabe rectificar sus
errores. ES prudente porque prefiere no acertar veinte veces, antes que dejarse
llevar de un cómodo abstencionismo. No obra con alocada precipitación o con
absurda temeridad, pero se asume el riesgo de sus decisiones, y no renuncia a
conseguir el bien por miedo a no acertar. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Amigos de Dios,
88).

Prudencia en las lecturas y al exponer o recibir la doctrina

4442 Es buena garantia de salvación saber de quién se ha de huir. (Se refiere a los
falsos doctores, que enseñan su propia doctrina y no la de Cristo). (S. JUAN
CRISOSTOMO en Catena Aurea, volt I, pp. 440-441).

4443 Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con piel de
oveja... Ningúna cosa hace tanto daño al bien como la ficción: las ovejas son los
cristianos y la piel de oveja es una especie de cristiandad y de religión fingida. (S.
JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 441).

4444 Debéis, pues, vosotros seguir al detalle el ejemplo de las abejas. Porque éstas
no se paran en cualquier flor ni se esfuerzan por llevarse todo de las flores en las que
posan su vuelo, sino que una vez que han tomado lo conveniente para su intento, lo
demás lo dejan en paz. También nosotros, si somos prudentes, extrayendo de estos
autores lo que nos convenga y más se parezca a la verdad, dejaremos lo restante. Y
de la misma manera que al coger la flor del rosal esquivamos las espinas, así al
pretender sacar el mayor fruto posible de tales escritos, tendremos cuidado con lo
que pueda perjudicar los intereses del alma. (S. BASILIO, D¿scurso a los jóvenes).

4445 Debemos precavernos no sea que, tendiendo a la sabiduria, que sólo puede
hallarse en Cristo, en qu¿en están escond¿dos todos los tesoros de la sab¿duria y de
la c¿enc¿a, seamos engañados, con el nombre mismo de Cristo, por los herejes o por
quienes entienden mal la verdad, y por los amadores de este mundo. (S. AGUSTIN,
Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

4446 En la selección de las publicaciones destinadas a la venta os guien, pues, las


sanas máximas que os son muy conocidas, anticipando de este modo con un
autoexamen, digno de personas respetuosas de la verdad y de la honestidad [...]. Y
si, además, vosotros mismos atendéis directamente a la venta, tanto más vuestra
honorabilidad, vuestro sentido civico, pero, sobre todo, la caridad hacia el prójimo,
particularmente hacia la juventud, os hará rehuir toda difusión clandestina de
publicaciones nocivas y corruptoras de las buenas costumbres. El pretexto de que
otros lo hagan seria demasiado débil excusa para disculpar a quien se hiciese
cómplice de tan gran mal. (Pío XII, Aloc. 2-101958).

4447 El escuchar las palabras de los perversos (se refiere a los libros de autores
gentiles) es un camino para llegar a los hechos. Por eso, con todo cuidado debemos
guardar nuestra alma, no sea que a través de un estilo o palabras agradables, sin
sentirlo, admitamos algo peor, como los que toman veneno mezclado con miel. (S.
BASILIO, Discurso a los jóvenes).

4448 No hemos de admitir y aceptar todo sin más ni más (de los libros o autores
gentiles), sino lo que nos sea útil. Pues no podemos apartar lo dañoso tratándose de
alimentos, y no tener cuenta alguna con las lecturas, que alimentan el alma, y
lanzarse a cualquier cosa que se presente, como el torrente que arrastra consigo lo
que encuentra (S BASILIO, Discurso a los javenes)

4449 No es fácil dar para todos una norma común, sino que cuando os relatan
hazañas, proezas y dichos de los héroes, debéis esforzaros por aceptarlo con afecto y
tratar de imitarles e intentar con todo ahinco ser como ellos; pero cuando se trate de
hombres perversos, entonces es necesario huir de imitarles, dejar su ejemplo,
tapándonos los oidos con no menos precaución de la que dicen que tuvo Ulises al
huir del canto de las sirenas. (S. BASILIO, Discurso a los jóvenes).

Prudencia de quien es constituido

«buen pastor»

No sólo manda el Señor a sus discipulos que busquen para 4450 su hospedaje
personas dignas, sino que les prohibe andar de casa en casa: primero, para no
ofender a quien los recibiera en la suya; y luego, porque no cobren fama de glotones
y amigos de pasarlo bien [...]. ¿Veis cómo de este modo atendió el Señor al prestigio
de sus apóstoles y cómo animó a quienes los recibieran? (S. JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre S. Mateo, 32).

4451 Para curar una herida, primero se limpia bien, también alrededor, desde
bastante distancia. De sobra sabe el cirujano que duele; pero, si omite esa operación,
más dolerá después. Además, se pone enseguida el desinfectante: escuece —pica,
decimos en mi tierra—, mortifica, y no cabe otro remedio que usarlo, para que la
llaga no se infecte. Si para la salud corporal es obvio que se han de adoptar estas
medidas, aunque se trate de escoriaciones de poca categoria, en las cosas grandes
de la salud del alma—en los puntos neurálgicos de la vida de un hombre—, ¡fijaos si
habrá que lavar, si habrá que sajar, si habrá que pulir, si habrá que desinfectar, si
habrá que sufrir! La prudencia nos exige intervenir de este modo y no rehuir el
deber, porque soslayarlo demostrarla una falta de consideración, e incluso un
atentado grave contra la justicia y contra la fortaleza. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 161).

4452 El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hatelar cuando es útil, de
tal modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que
manifestar. (S. GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, 2).

4453 [...] la virtud de la prudencia resulta imprescindible a cualquiera que se halle en


situación de dar criterio, de fortalecer, de corregir, de encender, de alentar. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 155).
La falsa prudencia

4454 El hombre prudente, que se afana por todo lo que es verdaderamente bueno,
se esfuerza por medir todo asunto, toda situación y su obrar todo, según el metro del
bien moral. Pues no es prudente, como se pretende con frecuencia, el que sabe
situarse en la vida y sacar de ella el mayor provecho, sino el que sabe construir su
vida según la voz de la recta conciencia y según las exigencias de la justa moral.
(JUAN PABLO II, Sobre la prudencia, 25-X-1978).

4455 No me gusta tanto eufemismo: a la cobardia la llamáis prudencia.—Y vuestra


«prudencia» es ocasión de que los enemigos de Dios, vacio de ideas el cerebro, se
den tono de sabios y escalen puestos que nunca debieran escalar. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 35).

Prudencia para no alabar lo que puede causar daño en las almas

4456 No alabaremos a los poetas cuando insultan y escarnecen, ni cuando relatan


escenas de amores lujuriosos y de embriagueces, ni cuando fijan la felicidad en una
mesa bien surtida con canciones disolutas. (S. BASILIO, Discurso a los jóvenes).

4457 Servir de altavoz al enemigo es una idiotez soberana; y, si el enemigo es


enemigo de Dios, es un gran pecado. —Por eso, en el terreno profesiónal, nunca
alabaré la ciencia de quien se sirve de ella como cátedra para atacar a la Iglesia.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 836).

PURGATORIO

Citas de la Sagrada Escritura

(Judas Macabeo) mandó hacer una colecta en las filas, recogiendo hasta dos mil
dracmas, que envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por los pecados [...] Obra
santa y piadosa es orar por los muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los
difuntos: para que fuesen absueltos de los pecados. 2 Mac 12, 43-46.

En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo. Mt 5,
26.
Con las riquezas injustas haceos amigos para que, cuando éstas falten, os reciban en
los eternos tabernáculos. Lc 16, 9.

Haz gracia a todo viviente, y al muerto no le niegues tu benevolencia. Eclo 7, 37.

Y sucederá que en toda la tierra serán exterminados los dos tercios, y perecerán,
pero será preservado un tercio. Yo pondré al fuego este tercio, y lo fundiré como se
funde la plata, y lo acrisolaré como se acrisola el oro. Zac 13, 9.

[...] y luego enseguida vendrá a su templo el Señor, a quien buscáis, y el Ángel de la


alianza que deseáis. He aquí que llega, dice Yahvé de los ejércitos, y ¿quién podrá
soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse firme cuando aparezca?
Porque será como fuego de fundidor y como lejia de batanero, y se pondrá a fundir y
a depurar la plata y a purificar a los hijos de Leví, y los acrisolará como al oro y a la
plata [...] Mal 3, 1 -3.

Y serán encerrados presos en la mazmorra, encarcelados en la prisión, y después de


muchos días serán visitados. Is 24, 22.

Habré de soportar la ira de Yahvé, porque pequé contra El, hasta que juzgue mi
causa y me haga justicia. Miq 7, 9.

Saca mi alma de la cárcel para que pueda alabar tu nombre. Me rodearán los justos
en corona cuando te hayas mostrado propicio hacia mi. Sal 141, 8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Lugar de purificación

4458 Sucede que algunos mueren sin haber podido satisfacer totalmente
la.penitencia debida por sus pecados, de los que ya se han arrepentido. No es
congruente con la divina justicia que no satisfagan [...]. Así , pues, padecen esta
pena después de la muerte, pero no en el infierno, en el cual padecen los hombres
por sus pecados mortales, ya que sus pecados mortales han sido perdonados por la
penitencia [...]. Es necesario, pues, admitir que existen penas temporales y
purgatorias depués de esta vida y antes del juicio final. (SANTO TOMÁS, De rationibus
fidei, n. IO10).

4459 De los principios que hemos expuesto puede deducirse fácilmente la existencia
del purgatorio. Porque si es verdad que la contrición borra los pecados, no quita todo
el resto de la pena que por ellos se debe; ni tampoco se perdonan siempre los
pecados veniales, aunque desaparezcan los pecados mortales. Ahora bien, la justicia
de Dios exige que una pena proporcional restablezca el orden perturbado por el
pecado. Luego hay que concluir que todo aquel que muera contrito y absuelto de sus
pecados, pero sin haber satisfecho plenamente por ellos a la divina justicia, debe ser
castigado en la otra vida. Negar el purgatorio es, pues, blasfemar contra la justicia
divina. Es, pues, un error, y un error contra la fe. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
Supl., q. 71, a. 1).

4460 El alma justa, al salir de su cuerpo, viendo en si misma alguna cosa que
empaña su inocencia primitiva y se opone a su unión con Dios, experimenta una
aflicción incomparable; y como sabe muy bien que este impedimento no puede ser
destruido sino por el fuego del purgatorio, se baja allí de repente y con plena
voluntad [...]. Sabiendo que el purgatorio es el baño destinado a lavar estas especies
de manchas, corre allá [...], pensando mucho menos en los dolores que le esperan
que en la dicha de encontrar alli su primitiva pureza. (SANTA CATALINA DE GÉNOVA,
Trat. del Purgatorio, n. 12).

4461 Definimos con autoridad apostólica: que, según la común ordenación de Dios,
las almas de todos los santos que salieron de este mundo [...], en las que no habla
nada que purgar [...] o en las que hubo o habrá algo purgable, cuando después de su
muerte se hubieren purgado [...] estuvieron, están y estarán en el cielo. (BENEDICTO
XII, Const. dogm. Benedictus Deus, Denz. Sch. I.OOO).

4462 Si alguien dijere que después de recibida la gracia de la justificación de tal


manera se le perdona la culpa y se le borra el resto de pena eterna a cualquier
pecador arrepentido, que no queda reato alguno de pena temporal que haya de
pagarse en este mundo, o en el otro en el purgatorio antes de que pueda abrirse la
entrada en el reino de los cielos, sea anatema. (CONC.DE TRENTO, Denz. Sch. 1.580).

4463 Se ha de tener en cuenta que, por parte de los buenos, puede haber algún
impedimento para que sus almas reciban, una vez salidas del cuerpo, el último
premio consistente en la visión de Dios Efectivamente, la criatura racional no puede
ser elevada a dicha visión, si no está totalmente purificada [ ..]. Pero a veces
acontece que tal purificación no se realiza totalmente en esta vida, permaneciendo el
hombre deudor de la pena, ya por alguna negligencia [...] o también porque es
sorprendido por la muerte. Mas no por eso merece ser excluido totalmente del
premio, porque pueden darse tales cosas sin pecado mortal, que es el único que
quita la caridad [...]. Luego es preciso que sean purgadas después de esta vida antes
de alcanzar el premio final. (SANTO TOMÁS, Suma contra gentiles, 4, 91).

Los sufragios en favor de las almas del Purgatorio

4464 Ofrecer el sacrificio por el descanso de los difuntos [...] es una costumbre
observada en el mundo entero. Por eso creemos que se trata de una costumbre
enseñada por los mismos Apóstoles. En efecto, la Iglesia católica la observa en todas
partes; y si ella no creyera que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no
haría limosnas por sus almas, ni ofrecería por ellas el sacrificio a Dios. (S. ISIDORO DE
SEVILLA, Sobre los of icios eclesiásticos, 1).

4465 Pensemos en procurarles algún alivio del modo que podamos [...]. ¿Cómo?
Haciendo oración por ellos y pidiendo a otros que también oren [...]. Porque no sin
razón fueron establecidas por los apóstoles mismos estas leyes; digo el que en medio
de los venerandos misterios se haga memoria de los que murieron [...]. Bien sabían
ellos que de esto sacan los difuntos gran provecho y utilidad [...] (S. JUAN CRI
SÓSTOMO, Hom. sobre la Epistola a los Filipenses, 3).

4466 El Concilio propone a los ortodoxos la siguiente profesión de fe para su vuelta a


la Iglesia Católica: «Creemos [...] que los que verdaderamente arrepentidos murieron
en caridad antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por los pecados
de comisión y omisión, sus almas son purificadas después de la muerte con penas
purgatorias [...], y para aliviar estas penas les aprovechan los sufragios de los fieles
vivos, es decir, el sacrificio de la Misa, las oraciónes, limosnas y otras obras de
piedad que, según las leyes de la Iglesia, han acostumbrado hacer unos fieles por
otros». (CONC. II DE LYON, Denz. Sch. 856).
4467 [...] algunos entre los discípulos (de Cristo) peregrinan en la tierra, otros, ya
difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados contemplando claramente al
mismo Dios, Uno y Trino, tal cual es; todos, aunque en grado y forma distintos,
estamos unidos en fraterna caridad y cantamos el mismo himno de gloria a nuestro
Dios [...]. Así que la unión de los peregrinos con los que durmieron en la paz de Cristo
de ningúna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se
fortalece con la comunicación de los bienes espirituales [...]. La Iglesia de los
peregrinos, desde los primeros tiempos del cristianismo, tuvo perfecto conocimiento
de esta comunión de todo el cuerpo mistico de Jesucristo y así conservó con gran
piedad el recuerdo de los difuntos y of reció sufragio por ellos, porque santo y
saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus
pecados (2 Mc 12, 46). (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, nn. 49-50).

En esta vida podemos purificarnos

4468 Lo que ha de llenarse ha de empezar por estar vacío. Has de llenarte del bien,
comienza por echar fuera el mal. Imagina que Dios te quiere hacer rebosar de miel:
si estás lleno de vinagre, ¿dónde va a depositar la miel? Primero hay que vaciar lo
que contenía el recipiente: hay que limpiar el mismo vaso; hay que limpiarlo, aunque
sea con esfuerzo, a fuerza de frotarlo, para que sea capaz de recibir esta realidad
misteriosa (S. AGUSTIN, Trat. sobre la la Epistola de S. Juan, 4).

4469 (Dios permite las humillaciones de algunos para que sus almas) estén del todo
purificadas al poner el pie en el umbral de la otra vida, o por lo menos no tengan que
sufrir más que una pena muy leve. (CASIANO, Colaciones, 7).

4470 Esforcémonos por hacer penitencia en esta vida. ¡Qué dulce será la muerte de
quien de todos sus pecados la tiene hecha, y no ha de ir al Purgatorio! (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 40, 9).

4471 Mejor es purgar ahora los pecados y vicios que dejarlos para el purgatorio.
(Imitación de Cristo, I, 24, 3).

Las penas del Purgatorio

4472 (Estas penas son) tan intensas que la pena minima del purgatorio excede a la
mayor de esta vida. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Supl., q. 71, a. 3).

4473 (Es doctrina común que existe pena de daño y de sentido). La pena de daño
consiste en que se les retrasa la visión de Dios. (SANTO TOMÁS, Suma Teo/ógica,
Supl., q. 71, a. 2).

4474 En aquello que peca el hombre principalmente, será más gravemente punido.
Alli los perezosos serán pungidos con aguijones ardiendo, los golosos serán
atormentados con gravisima hambre y sed, los lujuriosos y amadores de deleites
serán envestidos en pez y azufre ardiendo, los envidiosos aullarán con dolor como
perros rabiosos. No hay vicio que no tenga su propio tormento. Alli los soberbios
serán llenos de toda confusión, los avaros serán puestos en miserable necesidad. Alli
más grave sera pasar una hora de pena que a-tui cien años de penitencia amarga.
(Imitación de Cristo I, 24, 4).
Devoción a las almas del Purgatorio

4475 Las ánimas benditas del purgatorio.—Por caridad, por justicia, y por un egoismo
disculpable—¡pueden tanto delante de Dios!—tenlas muy en cuenta en tus sacrificios
y en tu oración. Ojalá, cuando las nombres, puedas decir: «Mis buenas amigas las
almas del purgatorio...». (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 571).

4476 Encomendémosle nuestras vidas y las de aquellos que, habiendo vivido en otro
tiempo con nosotros, nos han precedido, ya en la morada eterna. (S. GREGORIO DE
NACIANCENO, Disertación 7).

PURIFICACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

Lávame enteramente de mi iniquidad, y limpiame de mi pecado. Sal 50, 4.

Lavaos, limpiaos, quitad de ante mis ojos la iniquidad de vuestras acciones. Dejad de
hacer el mal. Is 1, 16.

Cuando lave el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, limpie en Jerusalén las
manchas de sangre al viento, al viento de la devastación. Is 4, 4.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Mt 5, 8.

Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo que quien no renaciere del agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos. Jn 3, 5.

Jesús les dijo: El que se ha bañado no necesita lavarse, está todo limpio; y vosotros
estáis limpios, pero no todos. Jn 13, 10.

Porque se ha manifestado la gracia salutifera de Dios a todos los hombres,


enseñándonos a negar la impiedad y los deseos del mundo, para que vivamos sobria,
justa y piadosamente en este siglo con la bienaventurada esperanza en la
manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús, que se entregó
por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo propio,
celador de buenas obras. Tit 2, 1 1-14.
No por las obras justas que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, nos
salvó mediante el lavatorio de la regeneraci6n y renovación del Espíritu Santo. nt 3,
5.

Pero si andamos en la luz, como El está en la Luz, entonces estamos en comunión


unos con otros y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado. Si dijéramos
que no tenemos pecado, nos engañariamos a nosotros mismos y la verdad no estarla
en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnos y
limpiarnos de toda iniquidad. I Jn 1, 7-9.

Porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de


los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo. I Jn2,
16.

[...] Jesucristo, el testigo veraz, el primogénito de los muertos, el principe de los reyes
de la tierra. El que nos ama, y nos ha absuelto de nuestros pecados por la virtud de
su sangre. Apoc 1, 5.

Le respondi: Señor mio, eso tú lo sabes. Y me replico: Estos son los que vienen de la
gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero.
Apoc 7, 14.

Bienaventurados los que lavan sus túnicas para tener derecho al árbol de la vida y a
entrar por las puertas que dan acceso a la ciudad. Apoc 22, 14.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Para ver a Dios

4477 Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús.—Será, en todo caso, la triste imagen que
pueden formar tus ojos turbios... —Purificate. Clarifica tu mirada con la humildad y la
penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión
perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡El! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 212).

Para que Dios habite en nosotros

4478 Figúrate que te dice Dios: «Tú me has invocado, ya voy a ti; pero ¿dónde
entraré? ¿voy a soportar tantas suciedades de tu conciencia? Si convidases a un
siervo mio a tu casa, ¿no procurarlas antes limpiarla? Me convidas a mi a tu corazón,
y está lleno de rapiñas». El lugar al que se convida a Dios está plagado de
blasfemias, de adulterios, de fraudes, de malas pasiones, ¿y tú me convidas? (S.
AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 30).

4479 Que, a mi parecer, si corno ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi
alma cabe tan gran Rey, no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con El, y
más procurara que no estuviera tan sucia (SANTA TERESA, Camino de perfección, 28,
11).

4480 Y así como sacan poca agua de una fuente los que van alli con vasos pequeños,
y sacan mucha quienes los llevan mayores, no distinguiendo la fuente las medidas, y
como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad según las
ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de las disposiciones.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl, p. 324).

4481 Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no hubiese agua para lavar,
¿qué seria del mundo? Sabéis que tanto limpia este agua viva, este agua celestial,
este agua clara, que de una vez que se beba pienso que deja el alma clara y limpia
de todas las culpas. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 19, 6).

4482 Y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión en él. Considérese


bien qué inefable dicha es dar hospedaje en nuestro corazón a Dios. Si cualquier
persona distinguida o que ocupe algún puesto elevado, o algún amigo rico y
poderoso nos anunciara que iba a venir a visitarnos en nuestra casa, ¡con qué
solicitud limpiariamos y ocultariamos todo aquello que pudiera ofender la vista de
esta persona o de este amigo! Lave primero las manchas y suciedades que tiene el
que ha ejecutado malas obras, si quiere preparar a Dios una morada en su alma. (S.
GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).

4483 Debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar
dispuesta la iglesia cuando venimos a ella.

¿Deseas encontrar limpia la basilica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si


deseas que la basilica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté
en tinieblas [...]. Del mismo modo que tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar
en tu alma, como tiene prometido: habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
(S. CESÁREO DE ARLÉS, Sermónes).

El dolor y las contrariedades nos pueden servir de purificación

4484 Nuestra pureza y piedad exigen, precisamente porque sois aceptos y


agradables a Dios, que esta pureza sea expurgada mediante repetidos golpes, hasta
que llegue a su máxima perfección. Por esto, si a veces se duplica o triplica la espada
sobre vosotros, tenedlo por sumo gozo y como una prueba de amor. (S. RAIMUNDO,
Cartas, I.c., pp. 84-85).

4485 Si el orfebre martillea repetidamente el oro, es para quitar de él la escoria; si el


metal es frotado una y otra vez con la lima, es para aumentar su brillo. El horno
prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en la tribulación. (S. PEDRO
DAMIÁN, Cartas, 8, 6).

4486 Que, por cuanto aquí purga Dios al alma [...], conviene que sea puesta en vacío
y pobreza y desamparo de todas estas partes (potencias interiores y exteriores),
dejándola seca, vacía y en tinieblas. (S. JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, II, 6, 4).

4487 Más estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor, que
todas las consolaciones, visiones y meditaciones que puedas tener. (S. JUAN DE LA
CRUZ, Dichos de luz y amor, 14).

4488 Si sabes que esos dolores—físicos o morales—son purificación y merecimiento,


bendícelos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 219).

Purificación y libertad interior

4489 Pero reflexionemos bien sobre estas palabras para que los perezosos vean con
qué solicitud han de apresurarse a dejar la carga de sus almas. Porque si llevasen
sobre sus espaldas alguna carga pesada, como de piedras, de madera o de alguna
ganancia (v. gr.: trigo, vino o también dinero), se darían prisa para liberarse de su
carga. Llevan el peso de sus pecados, y no quieren acelerar su paso. Hay que darse
prisa para librarse de esa carga, porque aplasta y hunde. (S. AGUSTIN, Trat. Evang. S.
Juan, 1).

4490 No puedes «subir».—No es extraño: ¡aquella caída ... Persevera y «subirás».—


Recuerda lo que dice un autor espiritual: tu pobre alma es pájaro, que todavia lleva
pegadas con barro sus alas

Hacen falta soles de cielo y esfuerzos personales, pequeños y constantes, para


arrancar esas inclinaciones, esas imaginaciones, ese decaimiento: ese barro
pegadizo de tus alas Y te verás libre—Si perseveras, «subirás». (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 991).

RECOGIMIENTO

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA

En la boca de los necios está su corazón; y el corazón de los sabios es su boca. Eclo
21, 29

El sabio se calla hasta el momento oportuno; el necio no sabe guardar su tiempo.


Eclo 20, 7.

En toda labor hay fruto; pero la charlatanería empobrece. Prov 14, 23.

En el mucho charlar no falta el pecado, el que refrena sus labios es sabio. Prov 10,
19.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Buscar a Dios dentro de nosotros

4491 Recógete.—Busca a Dios en ti y escúchale. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Camino,


n. 319).
4492 Pues hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima
riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas—en fin, como para tal Sehor—, y
que sois vos parte de que aqueste edificio sea tal, como a la verdad lo es (que es
ansí, que no hay edificio y de tanta hermosura como un alma limpia y llena de
virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras), y que en este palacio
está este gran Rey y que ha tenido por bien ser vuestro Padre y que está en un trono
de grandísimo precio, que es vuestro corazón. (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 28, 9).

4493 El alma que le quiere encontrar ha de salir de todas las cosas con la afición y la
voluntad, y entrar dentro de si misma con sumo recogimiento. Las cosas han de ser
para ella como si no existiesen. SAN AGUSTÍN habla con Dios en los Soliloquios y le
dice: «No te hallaba, Señor, por fuera, porque mal te buscaba fuera, pues estabas
dentro». Dios, pues, está escondido en el alma y ahi le ha de buscar con amor el
buen contemplativo, diciendo: ¿A dónde te escondiste? (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, I, 6).

4494 Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho: hallaréis
vuestro Maestro, que no os faltará; mientras menos consolación exterior tuviéredes,
mucho más regalo os hará. (SANTA TERESA. Camino de perfección, 29, 2).

4495 ¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas
dentro de mi y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me
lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no
estaba contigo. Retenianme lejos de ti aquellas cosas que si no estuviesen en ti no
existirian. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y
resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te
anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia
la paz que procede de ti. (S. AGUSTIN. Confesiones, 10).

4496 Gózate con él en tu recogimiento interior. Alégrate con El, ya que le tienes tan
cerca. Deséale ahi; adórale ahi; no vayas a buscarle fuera de ti porque te distraerás y
cansarás y no le hallarás; no le podrás gozar con más certeza, ni con más rapidez ni
más cerca que dentro de ti. (S JUAN DE LA CRUZ. Cántico espiritual, 1, 8).

4497 Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi
alma cabe tan gran Rey, no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con El, y
más procurara que no estuviera tan sucia. (SANTA TERESA, Camino de perfección,
28, 11)

4498 Si somos templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros, es mucho


más lo que cada fiel lleva en su interior que todas las maravillas que contemplamos
en el cielo. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 7, sobre la Natividad).

4499 ¡Oh alma hermosísima, más que todas las criaturas! Ya sabes el lugar que
deseas. ¡Ya sabes dónde se encuentra tu Amado para buscarte y unirte con El! Tú
misma eres su morada. Tú misma el escondite donde está escondido.

¡Alegría grande debe darte saber que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti,
que está en ti misma! No puedes tú estar sin El: Mirad, ¡dentro de vosotros está el
reino de Dios! (Lc 17, 21); porque nosotros somos templo de Dios vivo (2 Cor 6, 16).
(S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 7).
4500 ¿Qué más quieres, alma, y qué más buscas fuera de ti, si dentro de ti tienes tus
riquezas, tus deleites, tu satisfacción? ¿Qué más puedes desear si en ti está la fuente
que te sacia? (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 8).

Guarda de los sentidos

4501 Así , aunque viva en la soledad o retirado en una celda, la vanidad le hace
deambular con la mente por casas y monasterios, y le muestra en su fantasía una
multitud de almas que se convierten al imperio y eficacia de su palabra. El
desgraciado, juguete de tales quimeras, parece sumegido en un profundo sueño. De
ordinario, vive seducido por la dulzura de estos pensamientos. Absorto en tales
imágenes, ni advierte lo que hace ni se da cuenta de lo que sucede en torno. Ni
siquiera repara en la presencia de sus hermanos. El infeliz va meciéndose, cual si
fueran verdad, en las fantasías que soñó despierto. (CASIANO, Instituciones, 11).

4502 Esta (la curiosidad), en tanto que procura saber las vidas ajenas,
desconociendo siempre sus interioridades, gusta ocuparse de lo exterior. Grave y
pernicioso es el vicio de la curiosidad, que mientras inclina la mente de cualquiera
para que averigüe la vida del prójimo, a él le oculta siempre su interior, a fin de que,
conociendo lo ajeno, se desconozca a sí mismo, y sea tanto más ignorante en todo
aquello que le concierne, cuanto más instruido esté en lo ajeno. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).

4503 Y como quien se entra en un castillo fuerte para no temer los contrarios, que es
retirarse los sentidos de estas cosas exteriores y darles de tal manera de mano, que
—sin entenderse—se le cierran los ojos por no verlas, porque más se despierte la
vista a los del alma. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 27, 6).

4504 Disipación.—Dejas que se abreven tus sentidos y potencias en cualquier


charca.—Asi andas tú luego: sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y
despierta la concupiscencia. —Vuelve con seriedad a sujetarte a un plan, que te haga
llevar vida de cristiano, o nunca harás nada de provecho. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 375).

4505 En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor, sino
esclavo; y así no me podia encerrar dentro de mi, que era todo el modo de proceder
que llevaba en la oración, sin encerrar conmigo mil vanidades. (SANTA TERESA, Vida,
7, 6).

4506 Todo cuanto hay fuera de nosotros fluctúa con las tempestades y tentaciones
de este siglo. Mas tenemos un yermo interior donde recogernos y vivir de nuestra fe.
(S. AGUSTIN, Sermón 47).

4507 Bien está que cierres la puerta de tu habitación; pero otra cosa quiere Diois
antes que eso: que cierres las puertas de tu alma. (S. JUAN CRISÓSTOMO Hom. sobre
S. Mateo 31).

4508 Como no hay embarazo de lo exterior, estáse sola el alma con su Dios. (SANTA
TERESA, Camino de perfección, 28, 8).

4509 El que sabe andar dentro de si y tener en poco las cosas de fuera, no busca
lugares ni espera tiempos para darse a ejercicios devotos. El hombre interior presto
se recoge, porque nunca se derrama del todo a las cosas exteriores. (Imitación de
Cristo, II, 1, 10).

4510 Si los cinco sentidos del cuerpo buscan el alimento de las miserias mundanas,
no pueden volar para conseguir los frutos de acciones más sublimes. (S. AMBROSIO,
en Catena Aurea, volt VI, p. 66).

Recogimiento y presencia de Dios

4511 He dado muchas vueltas por las calles y plazas de la ciudad de este mundo
para buscaros, y no os he podido hallar, porque mal buscaba fuera lo que estaba
dentro de mi alma. (S. AGUSTIN, Soliloquios, 31).

4512 Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo
saques fuera enseguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para
que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones,
conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles. (S. CARLOS BORROMEO,
Sermón sobre el sinodo).

4513 Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos, según atestigua
de si mismo' Yo soy—dice—un Dios cercano, no lejano. El Dios que buscamos no está
lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia.
(S. COLUMBANO, Instrucción sobre la fe, l ).

4514 Es exigencia de nuestra mente una cierta quietud. Dios se deja ver en la
soledad interior. (S. AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan, 17).

4515 Es insultar a Jesucristo acudir a nuestros templos, ante nuestros altares, con el
espíritu distraido y ocupado en los negocios mundanos; es insultar a la majestad de
Dios comparecer en su presencia con menos modestia que en las casas de los
grandes de la tierra. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).

4516 Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta
hace para tener en marcha la vida interior. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
304).

4517 Pues mirad lo que dice S. Agustin: le buscaba en muchas partes y le vino a
hallar dentro de si mismo. Creed que importa mucho para un alma derramada
entender esta verdad y ver que no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al
cielo; y para regalarse con El, ni ha menester hablar a voces—por bajo que se hable
nos oirá—, ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle
dentro de si y no extrañarse de tan buen Huésped; sino con gran humildad hablarle
como a Padre, pedirle como a Padre y contarle sus trabajos, pedirle remedio para
ellos, entendiendo que no es digna de ser su hija. (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 28, 2).

4518 Renazca en nosotros esta estima por el silencio, esa admirable e indispensable
condición de nuestro espíritu, asaltado por tantos clamores [...]. Oh silencio de
Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la disponibilidad para escuchar
las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la
necesidad y el valor de la preparación del estudio, de la meditación, de la vida
personal e interior, de la plegaria secreta que sólo Dios ve. (PABLO VI, Alocución en
Nazaret, 5-1-1964).

El «silencio» de Maria

4519 El silencio de la Virgen no es un silencio de tartamudez e impotencia, sino de


luz y arrobo; un silencio más elocuente, en las alabanzas de Jesús, que la misma
elocuencia... Resulta sorprendente que en este estado de silencio y de infancia de
Jesús todo el mundo habla excepto Maria [...]. Comentan los ángeles entre si y con
los pastores, pero Maria permanece en silencio. Llegan los reyes, hablan y dan que
hablar a toda la ciudad, al estado y al sagrado sinodo de Judá, pero Maria permanece
retirada y en silencio. Todo el estado está revuelto y todos se maravillan y hablan del
nuevo rey buscado por reyes, pero Maria permanece en su reposo y sagrado silencio.
Simeón habla en el templo, y Ana la Profetisa, y todos los que esperan la salvación
de Israel; y Maria ofrece, da, recibe y lleva a su hijo en silencio. Tanta fuerza e
impresión secreta ejerce el silencio de Jesús en el espíritu y corazón de la Virgen que
la tiene poderosamente y divinamente ocupada y arrebatada en silencio. (PEDRO DE
BERULLE, Opuscules de piété, 39, l.c., pp. 988-989).

RECTITUD DE INTENCIÓN

CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA

Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para que os vean;
de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos.
Mt.6, 1.

Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. I Cor
10, 31.

Buscad a Yahvé y su poder, buscad siempre su rostro. Sal 104, 4.

El sabio tiene ojos en la frente y el necio anda en tinieblas. Ecle 2, 14.

Crea en mi ¡Oh Dios! un corazón puro, y renueva dentro de mi un espíritu recto. Sa/
50, 12.

Siervos obedeced [...], no sirviendo al ojo, como buscando agradar al hombre, sino
como siervos de Cristo, que cumplen de corazón la voluntad de Dios. Ef 6, 5.

Cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu
limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto, te premiará. Mt 6, 3.

La lámpara del cuerpo es el ojo, si tu ojo estuviese sano, todo tu cuerpo estará
luminoso, pero si tu ojo estuviese enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Mt 6,
22.

Me hubiera avergonzado de pedir al rey una escolta y caballeria para protegernos del
enemigo durante el camino, pues hablamos dicho al rey: «La mano de nuestro Dios
está para bien de los que le buscan» Esd 8, 22.

Honra al Dios de tu hacienda, da las primicias de todos los frutos. Y estarán llenas tus
trojes y rebosará de mosto tu lagar. Prov 3, 9-10.

Que si las primicias son santas también la masa, si la raiz es santa, también las
ramas. Rom 11, 16.

Jesús les dijo: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra. Jn
4, 34.

Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Lc 2,
14.

Ahora, pues, en los cielos está mi testigo y allá arriba está mi fiador. Job 16, 19.

No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orin los corroen y donde los
ladrones horadan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orin
los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. Donde está tu tesoro alli
estará tu corazón Mt 6, 19.

Alli buscaréis a Yahvé, vuestro Dios, y le hallarás y con todo tu corazón, y con toda tu
alma le buscarás. Dt 4, 29.

Lo verán los afligidos y se alegrarán, y que viva vuestro corazón, los que buscáis a
Dios. Sa/ 68, 33.

Pero los justos viven para siempre, y su recompensa está en el Señor, y el cuidado de
ellos en el Altisimo. Sab 5, 15.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Actuar de cara a Dios y no de cara a los hombres

4520 No te preocupes demasiado por saber quién está por ti o contra ti; busca más
bien que Dios esté contigo en todo lo que haces. (Imitación de Cristo, II, 2, 3).

4521 Pureza de intención.—La tendrás siempre, si, siempre y en todo, sólo buscas
agradar a Dios. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 287).

4522 La presencia y el respeto de los hombres no le moverá a ser más honesto, ni


disminuirá en nada su virtud la soledad Siempre y dondequiera, lleva consigo el
árbitro supremo de sus actos y de sus pensamientos: su conciencia. Y todo su
empeño consiste en complacer a Aquel a quien sabe que no se puede eludir ni
defraudar. (CASIANO. Colaciones, 11).
4523 El corazón del hombre camina derecho cuando va de acuerdo con la voluntad
divina. (SANTO TOMÁS. Sobre el Padrenuestro, I.c., 142).

4524 En los trabajos con que busco la nave, no es la nave lo que busco, sino la
patria. (S. AGUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

4525 No nos seduzca ningúna prosperidad halagueña, porque es un viajero necio el


que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al
que se dirige. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

4526 Es imposible al que tiene una doble voluntad pelear y salir airoso de las batallas
del Señor: El hombre de doble corazón—dice la Escritura—es inconstante en todos su
caminos. (CASIANO, Instituciones, 7).

4527 Hay muchos que se sienten impulsados a hacer cosas buenas refiriéndolo todo
a Dios, de modo que no son ellos mismos sino su Padre celestial quien resulta
glorificado (S. GREGORIO MAGNO. Moralia, 19).

4528 La pureza de intenciones no es más que presencia de Dios: Dios nuestro Señor
está presente en todas nuestras intenciones. ¡Qué libre estará nuestro corazón de
todo impedimento terrenal, qué limpia será nuestra mirada y qué sobrenatural todo
nuestro modo de obrar cuando Jesucristo reine de verdad en el mundo de nuestra
intimidad y presida toda nuestra intención! (S. CANALS, Ascética meditada, p. 143).

Si quieres tener espectadores de las cosas que haces, ahí los 4529 tienes: los
ángeles, los arcángeles y hasta el mismo Dios del Universo. (S. JUAN CRISÓSTOMO,
Catena Aurea, volt I, p. 344).

4530 El que no procura ser visto por los hombres, aun cuando haga algo en
presencia de los hombres, no puede decirse que actúa en presencia de ellos: el que
hace algo por Dios, no ve más que a Dios en su corazón, por quien hace aquello,
como el artista tiene siempre presente a aquella persona que le encargó la obra en
que se ocupa. (S. JUAN CRiSÓS TOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 337).

4531 Tened confianza, carísimo amigo, le decía el sacerdote que le asistía, después
de haberle administrado los últimos sacramentos. Os habéis comportado con suma
integridad en vuestra vida sacerdotal, y los millares de Sermónes que habéis
predicado sostendrán vuestra causa ante Dios, defendiéndoos contra la insuficiencia
de la vida interior de que habláis.—¡Mis Sermónes! ¡Con qué ojos tan distintos los
contemplo en estos momentos! ¡Ah! Si Nuestro Señor no empieza a hablarme de
ellos, seguramente que no seré yo el primero en mencionarlos. (J.B. CHAUTARD, El
alma de todo apostolado, pp. 107-108).

Rectificar muchas veces la intención

4532 El que desea saber si habita en él Dios, examine sinceramente el fondo de su


corazón e indague con empeño con qué humildad resiste al orgullo, con qué
benevolencia combate la envidia, en qué medida vence los halagos y se alegra con el
bien ajeno. Examine si no desea volver mal por mal y si prefiere perdonar las injurias
antes que perder la imagen y semejanza de su Creador. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 8,
para la Epifania).
4533 (Debemos) examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que
hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor. (S. GREGORIO
MAGNO Hom. sobre Ezequiel 2).

4534 La inclinación de la carne, la propia voluntad, la esperanza del galardón, la


afección del provecho pocas veces nos dejan. (Imitación de Cristo, I, 15, 2).

4535 Pureza de intención.—Las sugestiones de la soberbia y los ímpetus de la carne


los conoces pronto... y peleas y, con la gracia, vences. Pero los motivos que te llevan
a obrar, aun en las acciones más santas, no te parecen claros... y sientes una voz allá
dentro que te hace ver razones humanas..., con tal sutileza, que se infiltra en tu alma
la intranquilidad de pensar que no trabajas como debes hacerlo—por puro Amor, sola
y exclusivamente por dar a Dios toda su gloria. Reacciona en seguida cada vez y di:
«Señor, para mí nada quiero.—Todo para tu gloria y por Amor». (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 788).

4536 Todos los males mortifican a los hijos del diablo, pero el deseo de la vanagloria
mortifica más bien a los hijos de Dios que a los hijos del diablo. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 336).

4537 Volved, hermanos carísimos, dentro de vuestro corazón y ved siempre qué es lo
que a todas horas estáis revolviendo en vuestros pensamientos: el uno en los
honores, el otro en las riquezas, aquel en la extensión de sus predios. Todas estas
cosas de abajo son, y cuando el alma se enreda en ellas, declina el estado de su
rectitud. (S. GREGORIO MAGNO Moralia, 31).

Huir del aplauso humano

4538 Examina bien los motivos que te impulsan a obrar para descubrir las
emboscadas de la vanidad y del amor propio; sólo a Dios debes referir todo el bien
que hagas, porque has de saber que es una gran ganancia mantener oculta y secreta
una obra buena de modo que sólo Dios la conozca; si por descuido tuyo viene a ser
conocida de los hombres, pierde casi todo su valor, como un hermoso fruto que los
pájaros han empezado a picotear. (J.PE CC! —León XIII—, Práctica de la humildad,
48).

4539 De nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de
los demás. (S. BASILIO, Discurso a los jóvenes).

4540 Tampoco aquí se dice que sea ilicito el ser vistos de los hombres, sino el obrar
para ser vistos de ellos. Es superfluo repetir siempre lo mismo, ya que la regla que
debe observarse es una sola: temer y rehuir, no que los hombres conozcan nuestras
buenas obras, sino el hacerlas con la intención de que nuestro galardón sea el
aplauso humano. (S. AGUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2).

4541 Todo lo que a tu alrededor o en ti mismo te conduce a la presunción, recházalo.


No presumas más que de Dios; ten necesidad únicamente de él y él te llenará. (S.
AGusTiN, Coment. sobre el salmo 85).

El premio de las obras hechas con rectitud de intención


4542 Jamás llegaremos a comprender el grado de gloria que nos proporcionará en el
cielo cada acción buena, si la realizamos puramente por Dios. (SANTO CURA DE ARS.
Sermón sobre la esperanza).

4543 La serpiente (se refiere a la vanagloria) que debemos vigilar es invisible; entra
en secreto y seduce. Si esta invasión del enemigo sucede en un corazón puro, bien
pronto conoce el justo que sufre las influencias de un espíritu extraño (y puede
rectificar); pero si el corazón está lleno de iniquidades no comprende fácilmente las
sugestiones del demonio. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt I, p. 336).

4544 [...] En todo el bien que hacemos a nuestro prójimo, hemos de tener como
objetivo el agradar a Dios y salvar nuestra alma. Cuando vuestras limosnas no vayan
acompañadas de estas dos intenciones, la obra buena resultará perdida para el cielo.
(SANTO CURA DE ARS. Sermón sobre la limosna).

4545 Cuánto poder tenga para hacer daño el deseo de la vanagloria, nadie lo conoce
mejor que aquel que le declara la guerra; porque es fácil no buscar la propia
alabanza cuando ésta es negada, pero es dificil no complacerse en ella cuando se of
rece. (S. AGUSTIN. en Catena Aurea, volt 1, p. 336).

4546 Aquel que, después de ser menospreciado, deja de hacer el bien que hacía, da
a entender que actúa por el aplauso de los hombres; pero si en cualquier
circunstancia hacemos el bien a los demás, tendremos una grandisima recompensa.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, en CatenaA urea, volt II, p. 43).

Frutos

4547 No existen los fracasos, si se obra con rectitud de intención y queriendo cumplir
la voluntad de Dios, contando siempre con su gracia y con nuestra nada. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 76).

4548 Si fuese Dios siempre el fin último de nuestro deseo, no tan presto nos turbaría
la contradicción de nuestra sensualidad. Pero muchas veces tenemos algo de dentro
escondido, o algo ocurre fuera cuya afición nos lleva tras sí. Muchos buscan su propio
interés secretamente en las obras que hacen, y no lo entienden; y paréceles estar en
buena paz cuando se hacen las cosas a su propósito; mas si de otra manera suceden,
presto se alteran y entristecen (Imitación de Cristo, 1, 14, 2)

4549 Si tú me dices: «Muéstrame a tu Dios», yo te responderé: «Muéstrame primero


qué tal sea tu persona», y entonces te mostraré a mi Dios. Muéstrame primero si los
ojos de tu mente ven, si los oídos de tu corazón oyen. (S. TEÓFILO DE ANTIOQUIA,
Libro 1)

4550No es pequeño fruto el desprecio de la gloria humana; y es entonces cuando


uno está libre del yugo de los hombres. (S.JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt
1, p. 380).

Rectitud de intención del sacerdote

4551 He aquí las señales por las que se conoce si un sacerdote obra con recta
intención: 1. Si ama los trabajos de su mayor desagrado y de menos relieve. 2. Si se
queda tranquilo cuando sus planes no tienen éxito; quien obra por Dios alcanza su
fin, que es agradarle; quien, por el contrario, se intranquiliza al considerar el fracaso
de sus planes, da indicios de que no ha obrado sólo por Dios.3. Si disfruta del bien
que hacen los demás como si él mismo lo hiciera, y ve sin envidia que los demás
emprendan las obras que emprenden, deseando que todos procuren la gloria de
Dios. S. ALFONSO Mª DE LIGORIO, Plática sobre el amor a Dios, 1.C., P. 312).

RESPETO A LA PERSONA

SELECCIÓN DE TEXTOS

4581 No hay criatura tan baja ni pequeña que no represente la bondad de Dios.
(Imitación de Cristo, II, 4, 2).

4582 Los que realizan la encuesta no pueden creer, proque no quieren creer.
Llamaron otra vez al que habla sido ciego y le dijeron: ...nosotros sabemos que ese
hombre -Jesucristo- es un pecador (Jn 9, 24).

Con pocas palabras, el relato de San Juan ejemplifica aquí un modelo de atentado
tremendo contra el derecho básico, que por naturaleza a todos corresponde, de ser
tratados con respeto. (J. ESCIR'vA De BALAGUER, Es Cristo que pasa, 69).

4583 Frente a los negociadores de la sospecha, que dan la impresión de organizar


una trata de la intimidad, es preciso defender la dignidad de cada persona, su
derecho al silencio. En esta defensa scelen coincidir todos los hombres honrados,
sean o no cristianos, porque se ventila un valor común: la legitima decisión a ser uno
mismo, a no exhibirse, a conservar en justa y pudorosa reserva sus alegrías, sus
penas y dolores de familia; y, sobre todo, a hacer el bien sin espectáculo, a ayudar
por puro amor a los necesitados, sin obligación de publicar esas tareas en servicio de
los demás y, mucho menos, de poner al descubierto la intimidad de su alma ante la
mirada indiscreta y oblicua de gentes que nada alcanzan ni desean alcanzar de vida
interior, si no es para mofarse impiamente (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
pasa, 69).

4584 Esos derechos sólo serán realmente reconocidos si se reconoce la dimensión


transcendente del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, llamado a ser su
hijo y hermano de los otros hombres, destinado a una vida eterna. Negar esa
transcendencia es reducir el hombre a instrumento de dominio, cuya suerte está
sujeta al egoísmo y a la ambición de otros hombres, o a la omnipotencia del Estado
totalitario, erigido en valor supremo. (JUAN PABLO II, Hom. 1-VII-1980).

4585 [...] si el hombre tiene derechos irrevocables, es porque ha sido creado como
persona por una disposición divina, esto es, por una disposición que se encuentra
fuera de toda disension humana. Si hay algo, en última instancia, que pertenezca
irrevocablemente al hombre, es porque éste es creatura. (J. PIEPER Las virtudes
fundamentales, p. 96).

4586 El problema consiste en obrar con el debido respeto a la persona y a sus seres
próximos, ya se trate de donantes de órganos o bien de beneficiarios, y no
transformar nunca al hombre en objeto de experimento. Hay que tener respeto a su
cuerpo y también a su alma. (JUAN PABLO I, Aloc. 6-lX-1978).

4587 El amor reviste de gran dignidad al hombre. (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad,
I.c., p. 207).

4588 Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios?
¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué
te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido
hecho? ¿Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho
precisamente para que sea tu morada? (S. PEDRO CRISOLOGO Sermón 148).

4589 Si entre los que te rodean hay alguno que te parece despreciable, obrarás sabia
y prudentemente si, en vez de publicar y censurar sus defectos, te fijas en las buenas
cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno
de respeto y honor. (J. PECCI—León XIII—Práctica de la humildad, 37).

4590 Todo ser humano posee una dignidad que, aunque la persona exista siempre
en uh contexto social e histórico concreto, jamás podrá ser disminuida, herida o
destruida, sino que, por el contrario, deberá ser respetada y protegida si
verdaderamente se quiere contribuir a la paz. (JUAN PAsLo II, Discurso en la XXXIV
Asamblea general de la ONU, 22-X-1979).

4591 Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Arnor por los hombres, es una
respuesta elocuente—sobran las palabras—a la pregunta por el valor de las cosas y
de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de
Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, (Es Cristo que pasa, 165).

RESPETOS HUMANOS
SELECCI0N DE TEXTOS

4592 ¡Oh, maldito respeto humano, qué de almas arrastra al infierno! (SANTO CURA
DE ARS, Sobre el respeto humano).
4593 ¿Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona
que ha comenzado a servir mejor a Dios? Es el respeto humano. (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre las tentaciones).

4594 Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 392).

4595 Ríete del ridículo.—Desprecia el qué dirán. Ve y siente a Dios en ti mismo y en


lo que te rodea.—Asi acabarás por conseguir la santa desverguenza que precisas, ¡oh
paradoja! para vivir con delicadeza de caballero cristiano. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 390).

4596 No eres más santo cuando te alaban, ni más vil si te desprecian. Lo que eres,
eso eres: ni se puede decir más de ti de lo que Dios sabe que eres. Si miras lo que
eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de fuera hablan de ti. El hombre ve lo
de fuera; Dios el corazón (I Sam 16, 7). El hombre considera las obras, y Dios pesa
las intenciones.(Imitación de Cristo,II, 6.3).

4597 Tenéis el sacramento de la Confirmación, por el cual quedáis convertidos en


otros tantos soldados de Jesucristo, que valerosamente sientan plaza bajo el
estandarte de lá cruz, que jamás deben ruborizarse de las humillaciones y oprobios
de su Maestro, que en toda ocasión deben dar testimonio de la verdad del Evangelio.
Y no obstante, ¿quién lo dijera?, se hallan entre vosotros yo no sé cuántos cristianos
que por respeto humano no son capaces de hacer públicamente sus actos de piedad;
que quizás no se atreverian a tener un crucifijo en su cuarto o una pila de agua
bendita a la cabecera de su cama; que se avergonzarian de hacer la señal de la cruz
antes y después de la comida, o se esconden para hacerla. ¿Veis, por consiguiente,
cuán lejos estáis de vivir conforme vuestra religión os exige? (SANTO CURA DE ARS,
Sobre el misterio).

4598 ¡Oh, Señor mio, que si de veras lo conociésemos no se nos daria nada de nada,
porque dais mucho a los que se quieren fiar de Vos! (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 29, 3).

4599 Aquel que después de ser menospreciado deja de hacer el bien que hacia, da a
entender que actúa por el aplauso de los hombres; pero si en cualquier circunstancia
hacemos el bien a los demás, tendremos una grandisima recompensa. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, val. Il, p. 43).

4600 Piensa lo que te plazca de AGUSTÍN, con tal de que la conciencia no me acuse
delante de Dios. (S. AGUSTIN, Contra Secundino, 1).
RESPONSABILIDAD

SELECCIÓN DE TEXTOS

Responsabilidad apostólica

4601 Eres, entre los tuyos—alma de apóstol—, la piedra caida en el lago.—Produce,


con tu ejemplo y tu palabra un primer circulo... y éste, otro... y otro, y otro... Cada
vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión? (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ Camino, n. 831). ¡

4602 La enfermedad no puede curarse si no se toman los remedios necesarios. Es lo


que el Apóstol Santiago quería hacer comprender a los primeros cristianos (cfr. Sant
1, 23-26). De nada sirve diagnosticar el mal en el espejo de la conciencia individual y
colectiva, si se olvida fácilmente o no se le quiere curar. Cada uno en la sociedad
tiene sus responsabilidades sobre esa situación y, por tanto, cada uno está llamado a
una conversión personal que es realmente una forma de participar en la
evangelización del mundo (JUAN PABLOII, Hom Costa de Marfil, .l l-V-1980)

4603 Si los otros han perdido el sabor, pueden recuperarlo por vuestro ministerio;
pero si sois vosotros los que os tornáis insípidos, arrastraréis también a los demás
por vuestra perdición (S. JUAN CRISÓSTOMO. Hom. Evang. S. Mateo, 15).

4604 [...] La responsabilidad de atender las vocaciones sacerdotales recae sobre


todo el Pueblo de Dios. Constituye, sin embargo, un deber especial para los mismos
sacerdotes, los cuales—con la oración, el testimanio de sus vidas, la predicación, la
dirección espiritual, etc—, pueden y deben fomentar el incremento de las vocaciones
que la gracia de Dios no deja de suscitar en su Pueblo. (A. DEL PORTILLO, Escritos
sobre el sacerdocio, p. 61).

«El infierno está lleno de bocas cerradas»

4605 [...] Resulta más cómodo—pero es un descamino—evitar a toda costa el


sufrimiento, con la excusa de no disgustar al prójimo: frecuentemente, en esa
inhibición se esconde una vergonzosa huida del propio dolor, ya que de ordinario no
es agradable hacer una advertencia seria Hijos mios, acordaos de que el infierno está
lleno de bocas cerradas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,161).

4606 Acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se abreven a
hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo
dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la
manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir
cuando se acerca el lobo. (S. GREGORiO MAGNO, Regla pastoral, 2).

4607 ¿Habéis visto qué peligroso es callar? El malvado muere, y muere justamente;
muere por su culpa y por su mala conducta; pero la negligencia del mal pastor lo
llevó a la muerte. El malvado hubiera podido encontrar en su pastor al pastor de vida
[ ..] pero, como su pastor era negligente, el malvado no pudo oir la voz de aquel que
precisamente fue constituido prelado y vigilante para amonestar al pueblo; así el
malvado murió con toda justicia, pero el prelado también recibirá el castigo
merecido. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).

4608 Se sabe con toda certeza que el silencio del pastor algunas veces le perjudica a
él, siempre a las personas que le están encomendadas (S. GREGORIO MAGNO, Hom.
17 sobre los Evang.).

Responsabilidad de quienes tienen el deber de formar y guiar

4609 El mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes. (S. AGUST;N,
Sermón 46, sobre los pastores).

4610 Cuando los sacerdotes son buenos, toda la Iglesia resplandece; pero si no lo
son, toda la fe se debilita. De la misma manera que cuando ves un árbol que tiene las
hojas amarillas conoces que tiene algún vicio en la raíz, del mismo modo, cuando
veas un pueblo indisciplinado, debes comprender que sus sacerdotes no son buenos.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 14).

4611 La tarea del teólogo lleva, pues, el carácter de misión eclesial, como
participación en la misión evangelizadora de la Iglesia y como servicio preclaro a la
comunidad eclesial.
Aquí se funda la grave responsabilidad del teólogo, quien debe tener siempre
presente que el Pueblo de Dios, y ante todo los sacerdotes y futuros sacerdotes que
han de educar la fe de ese Pueblo, tienen el derecho a que se les explique sin
ambigüedades ni reducciones las verdades fundamentales de la fe cristiana [...].
Debemos servir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Debemos servirles en su
sed de verdades totales; sed de verdades últimas y definitivas, sed de la palabra de
Dios, sed de unidad entre los cristianos». (JUAN PABLO II, Alocución a los teólogos.
Salamanca, XI-1982).

4612 A los falsos maestros les domina el miedo de apurar la verdad; les desasosiega
la sola idea—la obligación—de recurrir al antídoto doloroso en determinadas
circunstancias.En una actitud semejante—convenceos—no hay prudencia, ni piedad,
ni cordura; esa postura refleja apocamiento, falta de responsabilidad, insensatez,
necedad. Son los mismos que después, presas del pánico por el desastre, pretenden
atajar el mal cuando ya es tarde. No se acuerdan de que la virtud de la prudencia
exige recoger y transmitir a tiempo el consejo reposado de la madurez, de la
experiencia antigua, de la vista limpia, de la lengua sin ataduras. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 158).

4613 Aquel que puede hacerme temer en el último día no me permite abandonarte;
si te abandonara en tu error, él me increparia diciéndome: No recogéis las
descarriadas ni buscáis a las perdidas. ¿Acaso piensas que te temeré más a ti que a
él? Pues todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo.
Iré, por tanto, tras la descarriada, buscaré a la perdida. Lo haré tanto si lo deseas
como si no lo deseas [...]. Mientras el Señor, el único a quien temo, me dé fuerzas,
haré cuanto esté en mi mano. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).

4614 La responsabilidad del Obispo es gravísima y, de no solventarla, el Salvador de


toda la Iglesia le llamará a juicio. (ORÍGENES. Trat. sobre la oración, 28).

4615 [...] ¿Acaso no cura un médico que esté enfermo, aun cuando el trastorno que
le aqueja sea crónico?; ¿le impedirá su enfermedad prescribir a otros enfermos la
receta adecuada? Claro que no: para curar, le basta poseer la ciencia oportuna y
ponerla en práctica, con el mismo interés con el que combate su propia dolencia.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Amigos de Dios, 161).

4616 Procurarán con diligencia, a la manera de un médico precavido, conocer todas


las enfermedades que afligen a la Iglesia y que piden remedio, para poder aplicar a
cada una de ellas el remedio adecuado.
Por lo que mira a estos remedios, ya que han de ser comunes a toda la Iglesia [...],
habría que fijar la atención primeramente en todos aquellos que están puestos al
frente de los demás, para que así la reforma comenzara por el punto desde donde
debe extenderse a las otras partes del cuerpo. Habría que poner un gran empeño en
que los cardenales, los patriarcas, los arzobispos, los obispos y los párrocos, a
quienes se ha encomendado directamente la cura de almas, fuesen tales que se les
pudiera confiar con toda seguridad el gobierno de la grey del Señor. (S. JUAN
LEONARDI, Cartas a Pablo V para la reforma de la Iglesia).

4617 Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. La condición de obispo
connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la
segunda la salvación (S. AGUSTIN, Sermón 340).

4618 No debemos perdonar esfuerzo alguno para que los niños, desde su más tierna
infancia, sean educados en la verdad de la fe cristiana y en una conducta conforme a
la misma. Nada ayuda tanto a este objetivo como la asociación para enseñar la
doctrina cristiana, y el confiar la instrucción catequistica de los niños sólo a personas
buenas y temerosas de Dios (S. JUAN LEONARDI, Cartas a Pablo V para la reforma de
la Iglesia).

4619 Al notar los menores síntomas del mal, sed sencillos, veraces, tanto si habéis
de curar como si habéis de recibir esa asistencia. En esos casos se ha de permitir, al
que se encuentra en condiciones de sanar en nombre de Dios, que apriete desde
lejos, y a continuación más cerca, y más cerca, hasta que salga todo el pus, de modo
que el foco de infección acabe bien limpio. En primer lugar hemos de proceder así
con nosotros mismos, y con quienes, por motivos de justicia o de caridad, tenemos
obligación de ayudar: encomiendo especialmente a los padres, y a los que se dedican
a tareas de formación y de enseñanza. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
157).

4620 Pone el demonio mucho más empeño por un alma de éstas que por muy
muchas a quien el Señor no haga estas mercedes; porque le puede hacer gran daño
al llevar otras almas consigo [...]. (SANTA TERESA, Las Moradas, IV, 3).

4621 Veréis a esotro muy caritativo, repartiendo muchas limosnas, conmovido por
las miserias del prójimo: muy buenas obras son ésas; pero deja que sus hijos crezcan
en la mayor ignorancia, tal vez sin saber lo más esencial para salvarse. Vamos,
amigo mío, sois un ciego; vuestras limosnas y vuestra consideración os llevan a
grandes pasos al infierno. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la virtud).

4622 En la Iglesia hay muchos que, siendo cristianos pero sin ser prelados, llegan a
Dios; ellos andan, sin duda, por un camino tanto más fácil y con un proceder tanto
menos peligroso cuanto su carga es más ligera. Yo, en cambio, además de ser
cristiano, soy obispo; por ser cristiano deberé dar cuenta a Dios de mi propia vida,
por ser obispo deberé dar cuenta de mi ministerio. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los
pastores).

De los talentos recibidos


4623 Hay dos clases de campos, uno es el de Dios, el otro el del hombre. Tú tienes tu
campo, Dios el suyo. Tu campo es tu tierra; el campo de Dios es tu alma. ¿Es justo
que tú te ocupes de lo tuyo y dejes lo de Dios? [...]. ¿Se merece acaso Dios que
descuidemos nuestra alma, que él ama tanto? Tú gozas viendo bien cultivado tu
campo. ¿Cómo no lloras viendo tu alma baldía? [...]. Dios nos ha hecho el favor de
confiarnos nuestra alma como propiedad suya que hemos de cultivar con todos
nuestros cuidados. Pongamos manos a la obra con todas nuestras fuerzas, ayudados
por la gracia de Dios, para que, cuando venga a visitar su propiedad, la encuentre
bien cultivada y con todo perfectamente en orden; que encuentre mieses y no
cardos, vino y no vinagre, trigo y no cizaña. (S. CESÁREO DE ARLES, Sermón 6).

4624 ¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la justicia! —Si tú vendieras


armas de fuego y alguien te diera el precio de una de ellas, para matar con esa arma
a tu madre, ¿se la venderías?... Pues, ¿acaso no te daba su justo precio?... —
Catedrático, periodista, político, hombre de diplomacia: meditad. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 400).

4625 No se juzgan las cosas del mismo modo en todos, sino que a conocimiento
mayor corresponde mayor castigo. (S. JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. Vl,
p. 114).

4626 Ningúno hay que pueda decir con verdad: No he recibido ningún talento, por lo
tanto no estoy obligado a dar cuenta y razón de él. Pues uno recibe la inteligencia, y
por este talento queda obligado a la predicación. Otro recibe bienes terrenales, y
éste debe distribuir su talento de esos bienes. Otro no recibió ni la inteligencia ni
bienes terrenos, pero aprendió el arte que profesa; a éste se le reputa como talento
recibido su mismo arte. Otro nada de esto ha recibido, pero quizá mereció el trato de
algún rico; éste, por lo tanto, recibió el talento de la familiaridad Luego si no le habla
en favor de los pobres, es condenado por la retención del talento Luego el que tiene
inteligencia procure no callar; el que tiene riquezas trate de no cansarse en las obras
de misericordia; el que posee un arte o profesión trate muy principalmente de que su
uso y utilidad redunde en provecho del prójimo, (S. GREGORIO, Hom. 9 sobre los
Evang.).

4627 Donde la ciencia es mayor, puede ser más grande la malicía. (S. JUAN
CRISOSTOMO en Catena Aurea, vol. 1, p. 459).

4628 Cuando venga el juez exigirá a cada uno de nosotros tanto cuanto nos dio. (S.
GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

4629 José Carducci era profesor universitario en Bolonia. Fue a Florencia para ciertas
celebraciones. Una tarde se despidió del ministro de instrucción pública: «No, dijo el
ministro, quédese todavía mañana>~.—«Excelencia, no puedo, mañana tengo clase
en la universidad y los chicos me esperan».—«Le dispenso yo».—«Usted puede
dispensarme, pero yo no me dispenso». El profesor Carducci tenia verdaderamente
un alto sentido tanto de la clase como de los alumnos Era de la raza de aquellos que
dicen: «Para enseñar el latín a John, no basta conocer el latín, sino que es necesario
conocer y amar a John». Y también: «Tanto vale la lección cuanto la preparación».
(JUAN PABLO I, Angelus, 17-lX-1978).
Riquezas
---La posesión de las riquezas es odiosa en público y en particular cuando excede a
las necesidades de la vida: la adquisición de las riquezas es trabajosa y difícil, su
conservación penosa, y su uso incómodo. (S. Clemente, sent. 3, Pedagogo, lib. 2, c.
3, Tric. T. 3, p. l23.)"

"No es delito tener riquezas, como se arregle el uso de ellas: porque aunque no se
abandonen los fondos que sirven de manantial a la limosna, esto no impide el
repartir sus bienes, con los necesitados. Luego no es malo el tener hacienda, sino
poseerla, de modo que nos sea perniciosa. El riesgo está en el deseo de
enriquecerse, y un alma justa que se ocupa en aumentar su hacienda, se impone una
pesada carga: porque un siervo de Dios no puede adquirir los bienes de] mundo sin
exponerse a juntar vicios que son como inseparables de los bienes: y por esto es tan
difícil que un rico entre en el cielo. (S. Hilario in Matth., c. 19, sent. 8, Tric. T. 2, p.
258.)"

"Es imposible, no solamente a los que pecan, sino también a los que se aplican con
demasiada inquietud a los negocios temporales, y a los cuidados de las cosas,
aunque sean las precisas para la vida, es imposible, digo, que puedan servir con toda
perfección a Dios y ser como deben sus discípulos. (S. Basilio, de Bapt., lib. 1, sent.
22, Tric. T. 3, p. l94.)"

"Lo primero es necesario librarnos de la servidumbre del demo

nio, después despreciar todas las cosas presentes, y por último renunciar a nosotros
mismos, de suerte, que despojados aun M deseo de vivir, lleguernos a ser verdaderos
discípulos del Señor, según aquellas palabras de Jesucristo. Si alguno viene a mí,
lleve su cruz y sígame. (S. Basilio, ibid., sent. 23, Tric. T. 3, p. l94.)"

---Estimad como una riqueza grande la escasez de bienes por amor de Aquel que
quiso padecer la pobreza por nuestro amor. (S. Gregorio Nacianc., Orat. 40, sent. 5 1,
Tric. T. 3, p. 36 l.)"

---Procurad que no se envanezca vuestro corazón con la abundancia de las riquezas,


de modo que llegue a olvidar a Dios, que es su Señor. Porque, hombre, ¿,qué tienes
tú que no lo hayas recibido de El? ¿,No pasan cómo una sombra todos los bienes
terrenos? ¿,Eres tú otra cosa que polvo y ceniza. Vuelve los ojos a esos sepulcros y
distingue, si puedes, los pobres de los ricos. Desnudos venimos a este mundo y
desnudos hemos de salir. En los cadáveres no hay otra distinción, sino que es más
abominable el fetor de los ricos por haberse engruesado con las sensualidades y
delicias. ¿Habéis oído decir que algún pobre haya muerto de indigestión? La probeza
le trae la utilidad de dar ejercicios al cuerpo, pero no le destruye. (S. Ambrosio, lib. 6,
c. 8, n. 48, sent. 7, Tric. T. 4, p. 3l4.)"

'Tensáis que son felices los ricos porque veis las muchas cosas de que gozan, mas no
veis cuántas son las que necesitan. (S. Ambrosio, ibid., sent. 8, Tric. T. 4, p. 3l4.)"

"¿Quién hasta ahora se ha justificado con las riquezas? ¿Quién se ha hecho humilde
con el poder, misericordioso con la nobleza de su nacimiento, casto con la
hermosura? A la verdad, todas estas prendas temporales más bien son peligrosas
para hacernos caer en la culpa que útiles para reducirnos al camino de la virtud. (S.
Ambrosio, in Psalm. 1, sent. 39, Tric. t. 4, p. 32 l.)"

'Tarones de las riquezas: con razón los llamó David varones de las riquezas y no dijo,
riquezas de los varones: para dar a entender que ellos están poseídos de las riquezas
en vez de poseerlas. (S. Ambrosio, de Nabut., c. 13, sent. 24, adic., Tric. T. 4, p.
400.)"

"Despojarse simplemente de sus bienes es el principio de la piedad, y no su


perfección, pues lo mismo hicieron Crates, el Tebano y el Filósofo Antístenes:
ofrecerse a Dios, es propiamente de cristianos, a imitación de los Apóstoles. (S.
Jerónimo, Ep. ad Lucin. 7 1, sent. 26, Tric. T. 5, p. 243.)"

"Es muy difícil, o por mejor decir imposible, gozar de los bienes

presentes y de los que están por venir, y pasar de estas delicias a otras delicias. (S.
Jetón., Ep. ad Cast. 68, sent. 32, Tric. t. 5, p. 244.)"

"Cuando véis un pecador nadando en la afluencia de bienes de la tierra, que se alaba


de su poder, que goza de perfecta salud, que tiene una mujer amable y que le
rodean muchos hijos, bien nacidos, creed que se está cumpliendo en el aquella
amenaza M Profeta: Yo no te visitaré de modo alguno con mis castigos. (S. Jerónimo,
in Eclesiast., e. 4, sent. 83, Tric. T. 5, p. 253.)"

"No es malo tener riquezas como se hayan adquirido justamente, y con tal que se
den a Dios las gracias porque las ha dado; pero es malo poner en ellas su confianza,
según aquellas palabras M Salmo: si vienen abundantes las riquezas, no pongáis en
ellas el corazón. Es permitido tener bienes para la necesidad, pero nunca es lícito
poseerlos con apego. (S. Jerónimo, in Psalm. 52, sent. 104, Tric. T. 5, p. 257.)"

"¿,Queréis enriqueceros? Haceos amigos de Dios y seréis los más ricos de¡ mundo.
(S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 2, sent. 5, Tric. t. 6, p. 30l.)"

"Nos quitamos la vida, consumimos el tiempo y los bienes para conseguir algunos
campos o algunas casas en esta tierra que presto hernos de dejar: y no damos ni aún
lo superfluo para comprar un cielo que hernos de poseer para siempre. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homi. 11, c. 3, sent. 4 1, Tric. T. 6, p, 308.)"

"Cuanto más buscáis, más disminuís vuestra libertad: porque la verdadera libertad
está en no necesitar de cosa alguna, o a lo menos en tener necesidad de pocas. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homi. SO, Joann., sent. 89, Tric. T. 6, p. 3 l6.)"

"Las verdaderas riquezas consisten en desear solamente lo que se necesita para su


uso arreglado y expender bien todo cuanto sobra y excede este uso. (S. Juan
CRISÓSTOMO, Homi. 73, Génesim, sent. 106, Tric. T. 6, p. 3 l9.)"

"Veamos si los cuidados y las inquietudes M rico son muchas veces más molestas
que las de] pobre. El pobre no tiene otra solicitud, sino la de aquellos que
absolutamente necesita para su subsistencia: pero el rico la tiene de una infinidad de
cosas superfluas. Es verdad que el rico no tiene hambre, pero teme otros muchos
males, como son, las pérdidas, las desgracias y la misma suerte. Y si el pobre vive
con trabajo para ganar el sustento, o al menos vive en todo lo demás con reposo y
seguridad contra las desgracias de la fortuna. (S. Juan CRISÓSTOMO, HomI. 5 1, sent.
28 1, Tric. T. 6, p. 358.)"

"Aquel rico mato del Evangelio no fue castigado porque era rico, sino porque no tuvo
misericordia del pobre: porque no está prohibido al hombre poseer los bienes, sino
dejar de hacer buenas obras, (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 2, in c. 1, sent. 349, Tric.
T. 6, p. 376.)"

"Todos estudian en el modo de aumentar su hacienda y ningúno en los medios de


salvar su alma. Todo el mundo procura la pobreza, y nadie cuida de evitar el infierno,
Esto es lo que propiamente merece lágrimas y lo que es más digno de reprensión. (S.
Juan CRISÓSTOMO, Homl. 23, ad Hebr., Sent. 385, Tric. T. 6, p. 383.)"

"Ningúna cosa sujeta los hombres al demonio como el ansia de las riquezas y el
dejarse vencer del deseo de tener. (S. Juan CRISÓSTOMO, Homi. 2, c. 1, Matth., sent.
2, Trie. T. 6, p. 45 l.)"

"¿A quién veis aquí en la abundancia? A ningúno. La abundancia del hombre en esta
vida no es más que miseria y aflicción. (S. AGUSTÍN, Psalm. 29, sent. 11, Tric. T. 7, p.
455.)"

"Cuanto más opulentos son los hombres, mayor es su necesidad, porque entonces
los despedazan más sus deseos, más los disipan sus pasiones, más los atormenta su
temor y más los roe su pena. (S. AGUSTÍN, ¡bid., sent. 12, Tric. ¡bid., ¡bid.)"

---Aquelrico del Evangelio no se condenó por haber tenido riquezas, sino porque
había puesto en ellas la esperanza y el corazón, y no en Dios. (S. AGUSTÍN, Psaim.
52, sent. 7 1, Tric. t. 7, p. 46 L)

"Para el corazón que no es tierra, el oro y la plata es lo mismo que la tierra. (S.
AGUSTÍN, Psa1m. 113, sent. 154, Tric.d T. 7, p. 46 l.)"

"Aquel posee con verdad el oro, que sabe usar bien de el; pero el que no sabe
emplearle, más bien se puede decir que el oro te posee a él, que no es dueño del
oro, Sabed, pues, ser dueños de vuestras riquezas y no seáis sus esclavos. (S.
AGUSTÍN, Psatm. 123, sent. 160, Tric. t. 7, p. 469.)"

---Losuperfluo de los ricos es lo necesario de los pobres: guardar lo superfluo es


retener los bienes ajenos. (S. Agust,, Psatm. 146, sent. 174, Tric. T. 7, p. 470.)"

"Lo que los ricos reciben de los pobres es muy superior a lo que les dan: ellos les dan
una moneda, un poco de pan, un vestido, pero reciben de Jesucristo un reino, la vida
eterna y el perdón de sus pecados. (S. Cesáreo de Aretés, Serm. 98, sent. 19, Tric. T.
9, p. 47.)"

"Nuestro pecado no consiste en la posesión de las riquezas, sino en el afecto


desordenado que en ellas ponemos: porque todo cuanto Dios ha hecho es bueno.
Mas sucede al que usa mal de lo que es

bueno, que por su insaciable codicia le da la muerte el mismo pan que le debiera dar
la vida. (S. Gregorio el Grande, lib. 9, c. 30, p. 361, sent. 53, Tric. T. 9, p. 250.)"

"No se nos dice que aquel rico M Evangelio que vestía púrpura y holanda y se
regalaba espléndidamente, robó los bienes ajenos, sino usaba frecuentemente de los
propios: no se dice que entró después de esta vida en el lugar de la divina venganza
por haber ejecutado lo ¡lícito, sino por haberse entregado enteramente al uso
inmoderado de todo lo permitido. (S. Gregorio el Grande, Admonit. 20, sent. 15, adic.,
Tric. T. 9, p. 383.)"

"E] cuidado y embarazo de las cosas perecederas perturban el corazón: estas


inquietudes y esta priesa ponen el espíritu en la más extraña disposición. ¿Queréis
gozar de la verdadera calma y poner vuestra alma en paz? No conservéis apego
alguno a los bienes de este siglo. Si desprendéis vuestra alma de todas las vanas
solicitudes de este mundo, gozaréis de un reposo inalterable y constante. El que se
mezcla demasiado con las criaturas enrendándose con el mundo, se separa de Dios y
a poco tiempo pierde el único amor que es digno de un corazón cristiano. (S.
Anselmo, Exhort. ad contemplum temporaHum, sent. 33, Tric. T. 9, p. 347.)"

"Al que piensa que nada le falta, le falta todo. (S. Bernardo, lib. 2, de Consid., c. 7,
sent. 7, Tric. T. 10, p. 322.)"

'Tara los incautos es la prosperidad como el fuego para la cera, y el rayo de¡ sol para
la nieve. (S. Bernardo, ¡bid., c. 12, sent. 9, Tríc. ¡bid. ibidJ"

"Quita las cosas superfluas y nacerán las saludables: porque cuanto quitas a la
concupiscencia se añade a la utilidad. (S. Bernardo, Serm. 57, in Cant., n. 10, sent.
28, Tric. ¡bid., p. 323.)"

"Necedad es esconder el tesoro en donde no puedas tomarle cuando quieras. (S.


Bernardo, Tract. de Offic. Epist. c. 5, sent. 42, Tric. T. 10, p.324.)"

"El motivo más poderoso para huir de las riquezas es que apenas o nunca se poseen
sin amor. (S. Bernardo, Tract. ad Cler., c. 1, sent. 120, Tric. T. 10, p. 329.)

"En las heredades de los ricos se siembra la sangre y vida de los pobres. (S.
Bernardo, 4, de Consid., c. 2, sent. 135, Tric. T. 10, p. 330.)"

"De lo que había de servir a los pobres, se ceba la curiosidad de los ricos. (S.
Bernardo, Apol. ad Guil., c. 11, sent. 141, Trie. ¡bid., ¡bid.)"

"El uso de las riquezas es, por lo común, de otros: los ricos sólo

tienen el nombre y el cuidado. (S. Beran., de Convers. ad Cler., n. 13, sent. 146, Tric.
ibid., ibid.)"

ROMANO PONTÍFICE
Citas de la Sagrada Escritura

Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que oyeron a Juan y le
siguieron. Encontró él luego a su hermano Simón y le dijo: Hemos hallado al Mesías,
que quiere decir el Cristo. Le condujo a Jesús, que, fijando en él la vista, dijo: Tú eres
Simón, el hijo de Juan; tú serán llamado Cefas, que quiere decir Pedro. Jn 1, 40-42.

Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién


dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el
Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los profetas. Y El les dijo: Y
vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios vivo Y Jesús, respondiendo, dijo:Bienaventurado tú, Simón Bar
Jona, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre, que
está en los cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo
mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves
del reino de los cielos y cuanto atares en la tierra será ata do en los cielos, y cuanto
desatare,, en la tierra será desatado en los cielos. Mt 16, 13-19.

Simón, Simón, Satanás os busca para acecharos como trigo; pero yo he rogado por ti
para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
Lc22, 31-32.

Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas
más que éstos? El le dijo: Si, Señor, tú sabes que te amo. Díjole: Apacienta mis
corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le
respondió: Si, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por
tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció de que por
tercera vez le preguntase: ¿Me amas? Y le dijo: Señor tú lo sabes todo, tú sabes que
te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas. Jn 21, 15-17.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Tú eres Pedro

4630 Es al mismo Pedro a quien se dijo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia (Mt 16, 18). Por lo tanto, donde está Pedro, allí está la Iglesia; donde está
la Iglesia, no hay muerte, sino vida eterna. (S. AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo
12).

4631 Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra
será atado en el cielo y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el
cielo.

Verdad es que este poder fue comunicado también a los demás apóstoles y que este
decreto constitutivo concierne igualmente a todos los que rigen la Iglesia; pero, al
confiar semejante prerrogativa, no sin razón se dirige el Señor a uno solo, aunque
hable para todos. Esta autoridad queda confiada de un modo singular a Pedro,
porque él es constituido cabeza de todos los pastores de la Iglesia. (S. LEÓN MAGNO,
Sermón 4).
4632 Ignacio, llamado también Teóforos, a la Iglesia que ha sido objeto de la
misericordia de Dios en la gloria del Padre y de Jesucristo su Hijo único, a la Iglesia
amada e iluminada en la voluntad del que quiere todas las cosas que existen, según
la fe y la caridad de Jesucristo Dios Nuestro; Iglesia, además, que preside en la región
de los romanos; digna de Dios, digna de todo decoro, digna de toda bienaventuranza,
digna de alabanza, digna de alcanzar todo cuanto desee, digna de toda santidad; que
preside en la caridad, y tiene la ley de Cristo, señalada por el nombre del Padre, mi
saludo en el nombre de Jesucristo, Hijo del Padre; a todos vosotros, romanos, qtie
estáis unidos espiritualmente y corporalmente en la obediencia a todos sus
mandamientos, llenos de la gracia de Dios, puros de toda apariencia de doctrina
herética, os deseo en Cristo Jesús, nuestro Dios, todo bien y salud sin mancha. (S.
IGNACIO DE ANTIOQUÍA. Carta a los Romanos, 1).

4633 Tú eres Pedro, esto es: «Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra
angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera del
cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud has
adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación, los
poderes que yo tengo en propiedad».

Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del Infierno no la derrotarán.
Sobre esta piedra firme -quiere decir- edificaré un templo eterno, y la alta mole de mi
Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la firmeza de esta fe.

Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vinculos de la
muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen
en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que las niegan. (S. LEÓN
MAGNO, Sermón 4).

4634 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que atares sobre la tierra
será atado en el cielo; y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el
cielo. Simón Pedro representaba a la Iglesia universal, que en este mundo es azotada
por las lluvias, por las riadas y por las tormentas de sus diversas pruebas, pero, a
pesar de todo, no cae, porque está fundada sobre piedra, de donde viene el nombre
de Pedro. (S. AGuSTIN, Trat. Evang. S. Juan, 124).

4635 Pedro por su naturaleza era simplemente un hombre; por la gracia, un cristiano;
por una gracia más abundante, uno y a la vez el primero de los Apóstoles. (S.
AGuSTIN, Trat. Evang. S. Juan, 124).

4636 De entre todo el mundo, sólo Pedro es elegido para ser puesto al frente de la
multitud de los llamados, de todos los apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia;
pues aunque en el pueblo de Dios son muchos los sacerdotes, muchos los pastores, a
todos los rige Pedro, bajo el supremo gobierno de Cristo. Dios, amadísimos
hermanos, se dignó conceder a este hombre una grande y admirable participación en
su poder; y todo aquello que quiso que los demás jefes del pueblo tuvieran en común
con él, se lo otorgó a través de él. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 4).

4637 Los bienaventurados apóstoles que fundaron y constituyeron esa Iglesia,


confiaron después a Lino el oficio episcopal de gobernarla. Este Lino es el citado por
Pablo en sus cartas a Timoteo. Le siguió Anacleto; tras él, en tercer lugar, después de
los apóstoles, fue Clemente quien tuvo el episcopado: había conocido a los apóstoles,
había hablado con ellos y tenía ante sus ojos la tradición, mientras aún resonaba la
predicación apostólica; y no era él el único, porque sobrevivían muchos otros
instruidos directamente por los apóstoles. Bajo Clemente tuvo lugar una rebelión no
pequeña entre los hermanos que estaban en Corinto; la Iglesia de Roma escribió por
eso una carta muy enérgica a los corintios, llamándolos a la paz, fortaleciendo su fe y
proclamando la tradición recibida poco antes de los apóstoles [...].

A este Clemente le sucedió Evaristo; y a Evaristo, Alejandro; después, en sexto lugar,


fue constituido obispo Sixto; tras él, Telesforo, que tuvo un glorioso martirio. Después
Higinio, Pío y Aniceto. A Aniceto le sucedió Sotero. Y ahora, en el duodécimo lugar,
tras los apóstoles, es Eleuterio quien tiene el Episcopado. Por este orden y sucesión
es como ha llegado hasta nosotros la tradición apostólica, la predicación de la verdad
en la Iglesia. Se trata de una fortísima demostración de que es una e idéntica la fe
vivificante confiada por los apóstoles a las iglesias, y la genuinamente conservada
hasta hoy. (S. IRENEO DE LYON, Trat. contra las herejías, 3).

Tiene la suprema potestad sobre toda Iglesia.

Infalibilidad

4638 Esta infalibilidad con la que el Divino Redentor ha querido dotar a su Iglesia
para definir la doctrina de fe o de costumbres se extiende tanto cuanto se extiende el
depósito de la divina Revelación, que se ha de custodiar santamente y se ha de
exponer con fidelidad. De esta infalibilidad goza, en virtud de su cargo, el Romano
Pontífice, Cabeza del Colegio de los Obispos, cuando, como supremo pastor y doctor
de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama una doctrina de fe
o de costumbres con un acto definitorio (cfr. Lc 22, 32). Por eso, son llamadas
justamente sus definiciones irreformables por razón de sí mismas, y no en virtud del
consentimiento de la Iglesia, ya que se pronuncian con la asistencia del Espíritu
Santo que se le prometió en la persona de 5 Pedro y, por lo tanto, no necesitan
ningúna aprobación de otros ni admiten apelación alguna ante otro tribunal. El
Romano Pontífice, en esos casos, no expresa su sentencia como persona privada,
sino que, como maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente
reside el carisma de la infalibilidad de la propia Iglesia, expone o defiende la doctrina
de la fe católica. (CONC VAT. II, Const. Lumen gentium, 25).

4639 Con un furor que dura siglos, los pueblos de Oriente continúan chocando entre
si, y hacen trizas la túnica inconsútil del Señor, tejida de arriba abajo sin costuras.
Raposas devastan la viña de Cristo; entre cisternas agrietadas y secas es difícil
encontrar dónde está aquella fuente sellada, aquel huerto cerrado, de que habla la
Escritura.

Por eso, he decidido consultar a la cátedra de Pedro, donde está aquella fe que
exaltó la boca de un apóstol; y vengo a pedir alimento para mi alma, allí donde una
vez recibí el vestido de Cristo.

No, ciertamente; ni la inmensidad del mar, ni la enorme distancia de la tierra han


podido impedirme buscar la perla preciosa. Donde esté el cuerpo, allí se congregarán
las águilas (Lc 17, 37). Cuando se ha disipado el patrimonio por unos hijos perversos,
sólo en Vos se conserva intacta la herencia de los padres [...].

Prescindiendo de lo que puede ser objeto de envidia, olvidando el esplendor de la


altísima dignidad romana, yo quiero hablar con el sucesor del pescador, con el
discípulo de la cruz.

No sigo más primado que el de Cristo; por eso me pongo en comunión con tu
Beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la
Iglesia. Quien se alimente del Cordero fuera de esa casa es un impío. Quien no está
en el arca de Noé, perecerá el día del diluvio. (S. JERÓNIMO, Carta al Papa Dámaso~
2).

4640 El Señor se preocupa especialmente de Pedro, y ruega en forma particular por


la fe de Pedro, como si la perseverancia de los otros estuviera principalmente
garantizada siempre que no fuera vencido el ánimo del jefe. Por esto, en Pedro viene
protegida la fortaleza de todos, y el auxilio de la gracia divina sigue en este orden: la
firmeza que es dada por medio de Cristo a Pedro, es conferida a los demás apóstoles
a través de Pedro. (S. LEÓN MAGNO Sermón 4).

4641 Te exhortamos, venerable hermano, a que aceptes con obediencia todo lo que
ha escrito el santísimo Papa de Roma; porque el bienaventurado Pedro, que vive y
preside en su propia sede, ayuda a los que buscan la verdad de la fe. Puesto que
nosotros, en aras de la paz y de la fe, no podemos tratar temas que afecten a la fe
sino en comunión con el obispo de Roma (S. PEDRO CRiSÓLOGO, Carta a Eutiques,2).

En él vemos a Cristo. Amor al Papa

4642 El amor al Papa se remonta a los primitivos tiempos de la Iglesia.


Conservémoslo cuidadosamente; es propio de almas santas. Pedro necesita ayudas
para gobernar la Iglesia: la asistencia indefectible de Cristo y la plegaría humilde de
todos los cristianos. (J. CHEvROT, Simón Pedro, p. 130).

4643 Simón, mí apóstol, yo te he constituido fundamento de la Santa Iglesia. Yo te he


llamado ya desde el principio Pedro, porque tú sostendrás todos los edificios, tú eres
el superintendente de todos los que edificarán la Iglesia sobre la tierra [...]; tú eres el
manantial de la fuente de la que mana mí doctrina [...]; tú eres la cabeza de mis
apóstoles [...];yo te he dado las llaves de mi reino. (S. EFREN. Sermónes para la
Semana Santa, 4).

Esta Iglesia Católica es romana. Yo saboreo esta palabra: ¡romana! Me siento


romano, porque romano quiere decir universal, católico; porque me lleva a querer
tiernamente al Papa, el dolce Cristo in terra, como gustaba repetir Santa Catalina de
Siena, a quien tengo por amiga amadísima. [...] Venero con todas mis fuerzas la
Roma de Pedro y de Pablo, bañada por la sangre de los mártires, centro de donde
tantos han salido para propagar en el mundo entero la palabra salvadora de Cristo.
Ser romano no entraña ningúna muestra de particularismo, sino de ecumenismo
auténtico; supone el deseo de agrandar el corazón, de abrirlo a todos con las ansias
redentoras de Cristo, que a todos busca y a todos acoge, porque a todos ha amado
primero.

(...) El amor al Romano Pontífice ha de ser en nosotros una hermosa pasión, porque
en él vemos a Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972).

4645 En efecto, pese haber delegado a muchos pastores el cuidado de sus ovejas, no
ha abandonado personalmente la solicitud de su rebaño amado. De su asistencia,
fundamental y eterna, deriva también hasta nosotros el apoyo del apóstol Pedro,
cuya misión no puede ser minusvalorada. La solidez de este fundamento sobre el que
se edifica la Iglesia entera, en toda su extensión, jamás se ha cuarteado, por grande
que sea la mole del templo construido sobre él. La solidez de la fe que alabamos en
el Príncipe de los apóstoles es perpetua; y como dura para siempre esa fe de Pedro
en Cristo, también dura para siempre lo que Cristo estableció en Pedro. (S. LEÓN
MAGNO, Sermón 3).

4646 ¡No durmamos más, desechemos el sueño de la negligencia, porfiando con


humildes y continuas oraciónes por el Cuerpo Místico de la Santa Iglesia y por el
Vicario de Cristo! ¡No ceséis de rezar por él; que Dios le dé luz y fortaleza para
resistir los golpes de los demonios encarnados, amadores de si mismos, que quieren
contaminar nuestra fe! ¡ Es tiempo de llorar! (SANTA CATALINA DE SIENA, Carta 316,
II, 456).

Sacerdote
"¡Horrible crimen! Los judíos sólo una vez pusieron las manos sobre Cristo para
hacerle morir: pero los malos Sacerdotes despedazan todos los días el Cuerpo
sacratísimo. ¡Oh manos dignas de cortarse! Teman que se haya dicho por ellos en el
Evangelio: Si tu mano te escandaliza, córtatela. En efecto, ¿qué manos merecerán
mejor este castigo, que las que cometen un escándalo tan grave en todo el cuerpo
de Jesucristo? (Tertuliano, lib. de la Idolatría, c. 7, sent. 17, Tric. t. 1, p. 200.)"
"Los que os llaman felices os inducen al error... Conviene, pues, que el Sacerdote de
Dios no engañe con falaces obsequios, sino que provea de remedios saludables.
Ignorante es el médico que toca, que

trata con suavidad las cavidades hinchadas de las heridas: pues aumenta el veneno
cuando le conserva encerrado en la profundidad de las entrañas. La herida se ha de
abrir y cortar, y después de haber cortado lo que estaba podrido, aplicar más fuerte
medicina. Aunque el enfermo, impaciente con el dolor, de voces, clame y se queJe,
después dará las gracias en conociendo la sanidad. (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent.
10, adic., Tric. T. 1, p. 3 8 l.)"

---Esverdad que era permitido vivir para vosotros mismos antes de que os ordenasen,
mas sabed, y no dudéis que después de ordenados ya estáis en la obligación de vivir
para aquellos por quienes os ordenaron. (S. Atanasio, ad Dracont. Epist., sent. 2, Tric.
T. 2, p. 17 l.)"

"Cuando no sepáis si un Sacerdote es o no digno del elevado ministerio que se le ha


cometido, guardaos de despreciarle, pues esto sería obrar contra el precepto de
Jesucristo: porque el oro, aunque tal vez esté cubierto de barro, no por eso pierde su
esplendor y su belleza, ni recibe disminución alguna. (S. Efrén, de Sacerd., sent. 1,
Tric. T. 3, p. 77.)"

"Bien puede el escultor en un día arrojar en el molde una estatua: pero ¿,quién podrá
en tan poco tiempo formar un hombre que fuese capaz de defender la verdad, de
entrar en sociedad con los Ángeles, de glorificar a Dios con los Arcángeles, de hacer
que pasen sus sacrificios al altar supremo del Rey del cielo, de ejercer con Jesucristo
la función del Sacerdocio, de restablecer en el hombre la obra de Dios, y retallar en el
su santa Imagen, de trabajar en el mundo espiritual y celeste, que es la Iglesia, y, en
fin, de pasar más allá de lo que acabo de decir, dt tal modo, que sea como un Dios,
que pueda hacer que los otros se conviertan al Señor? Yo se de quien somos
Ministros, cuán bajo es el lugar que merecemos y cuán elevado es aquel Dios a quien
enviamos nuestras ofrendas; y por último, yo se la grandeza de Dios y la pequeñez
del hombre. (S. Gregorio Nacianc., Orat. 1, sent. 5, Tric. T. 3, p. 352.)"

"En otro tiempo no era permitido indiferentemente a todo el mundo entrar en el


templo, sino solamente a los que vivían en grande pureza de cuerpo y espíritu; y aún
menos era permitido a todos pasar al santuario, ni mirar, ni tocar al velo, al
propiciatorio, ni al arca, ni los querubines. ¿Cómo, pues, conociendo estas verdades,
y que ningúno puede ser digno del gran Dios, del gran Sacrificio y del Santo Pontífice,
si el mismo no está sacrificado a Dios, como una Hostia viva y santa, ni le ha
presentado un culto espiritual que le sea agrada

ble: cómo digo, conociendo estas cosas, podré yo tener audacia para ofrecerle este
sacrificio exterior, este anticipo de los grandes misterios, y tomar la vestidura,
nombre y dignidad de Sacerdote'? (S. Gregorio Nacianc., Orat. 1, sent. 6, Tric. T. 3, p.
352.)"

---Sonindignos del Sacerdocio, cuyas funciones ejercen, los que no tienen las
preparaciones convenientes: los que nada han padecido por el amor a la virtud; los
que a un mismo tiempo se hacen discípulos y maestros de la piedad; los que se
introducen a querer purificar a los otros antes de haberse purificado a si mismos; los
que ayer eran profanos y hoy disponen de las cosas santas; los que son antiguos en
el vicio, y nuevos en la virtud. Sois discípulos de un Señor que es benigno y bueno, y
sufre nuestras flaquezas. si vuestro hermano resiste al principio, esperad con
mansedumbre a que vuelva sobre sí; si resiste segunda vez, no desesperéis, porque
aún no ha llegado el tiempo de sanar; si continúa en resistir tercera vez, ¡mitad la
paciencia de aquel Jardinero del Evangelio, suplicando al Supremo Señor que no
arranque todavía ese árbol inútil e infructuoso, y que no le mire con ojos de aversión,
sino que la pode, cultive y beneficie, esto es, que use de aquella corrección que se
hace con la confesión y vergüenza pública. (S. Gregorio Nanianc., Orat 26, sent. 4 1,
Tric. T. 3, p. 358.)"

"Establezco como ley general para todos los que tienen el cargo de gobernar las
almas, y son como los árbitros de la buena y sana doctrina, que no deben agriar ni
turbar los espíritus con la excesiva dureza, ni tampoco hacerlos más insolentes y
orgullosos con la demasiada relajación y condescendencia sino que es preciso que en
todo lo que pertenece a la fe, obren con maduro y prudente consejo, para no dejarse
llevar ningúno de los dos extremos. (S. Gregorio Nacianc., Orat, 32, sent. 43, Tric. T.
3, p. 359.)"

"El bautismo que recibió Jesucristo a los treinta años antes de haber ejercido ningúna
de las funciones de su ministerio, nos enseña que antes de gobernar a otros,
debemos habernos purificado y obedecido con humildad a los superiores, y que
ningúno se debe resolver a predicar antes de llegar a la edad madura y perfecta, así
en el cuerpo como en el espíritu. (S. Gregorio Nacianc., 39, sent. 46, Trie. t. 3, p.
359.)"

"Mejor es ceder las riendas del gobierno de nuestra salud a los que son excelentes en
el arte, que ser imperitos conductores de otros y sujetar los justos oídos, que mover
la lengua ignorante. (S. Gregorio Nacianc., Orat. 1, sent. 1, adic., Tric. T. 3, p. 393.)

--Con más gusto debéis aprender algo acerca de Dios, que enseñarlo: procediendo de
rnodo, que dejando el exarnen exacto de estas cosas a los dispensadores de la divina
palabra, debéis reverenciar al Señor, lo menos, con palabras, lo más con obras. (S.
Gregorio Nacianc., Orat., 2, sent. 2, adic., Tric. ídern, ídern.)

---Si alguno está encargado del gobierno de otros, debe compadecerse mucho de sus
culpas, y tener presente que aunque elevado en dignidad sobre ellos, no por eso es
de otra naturaleza, y que así está expuesto a caer en las rnismas faltas. Por lo cual,
Moisés había ordenado que se sacrificase una víctima por el Sacerdote, para advertir
que era pecador y que tenía necesidad de rnuchas expiaciones corno los dernás. (S.
Gregorio de N isa, sent. 18, Tric. T. 4, p. 1 l6.)"

---No seáis tan faciles en separar los fieles de la comunión de lit Iglesia, los que
debéis suplicar al Señor que no los separe de ella, y no desesperéis tan prontamente
de su corrección. Emplead vuestros cuidados, cavad al pie de esos rnalos arboles,
con reprensiones vivas-, fomentadles como en vuestro seño con caritativas
exhortaciones; regadles con el agua de vuestros saludables docurnentos:
aseguradlos con preceptos, como con unos fosos contra las avenidas de los
enemigos de fuera. Hace empeño de aplacar en favor suyo la Indignación del Juez
Eterno: procurad merecer el nombre de consoladores, que es el que consiguió
Nuestro Señor entre lo hombres cuando les hizo favorables al Padre Divino. (S.
Gregorio ibid., sent. 19, Tric. ibid., ibid.)

---Si ves que el Sacerdote, huele a preciosos ungüentos, que viste delicadas telas,
que asiste a las abundantes y regaladas rnesas, con razón diréis con las palabras del
Evangelio: No conozco el árbol sacerdotal, porque no es éste su fruto. (S. Gregorio de
Nisa. Vit. de Moris, sent. -5, adic., Tnc. T. 4, p. 358.)

---De un modo vive el que está enfermo, y de otro el que está sano: el sano vive a su
arbitrio, va donde quiere, desempeña libremente cualquier empleo y obligación; en
enfermo está postrado en un estrecho aposento distante de la comunicación y
retirado de ocupaciones. El que antes se deleitaba en los magníficos convites, ahora
se sustenta con un poco de pan y agua. Esto sucede al que ha perdido la salud
corporal: tú, pues, que estás enfermo en el alrna ¿,por qué no acudes al Médico'?
¿,Por qué con la confesión no le manifiestas tu enfermedad'? ¿Cómo sufres que te
vaya consumiendo y que se vaya inflamando'? Vuelve alguna vez sobre ti, y
conócete. Ofendiste a Dios, tienes irritado a tu Criador, al que tiene potestad sobre la
vida presente. y es el

Señor y el Juez de la que está por venir-. (S. Gregorio de Nisa, in Eccies. H. 2, sent.
11. adic., Ti-¡c. T. 4, p. 360.)

---Explora cuidadosarriente cuál es tu enfermedad; siéntela con el mayor dolor que te


sea posible; haz que los hermanos se conduelan contigo, escoge un Sacerdote por
padre que tome parte en tu aflicción. Tanto se entristece el Sacerdote por el pecado
del que recibe por hijo en atención a la religión, como David cuando lloró la rnuerte
de Absalón, y como Moisés por el pueblo impío que había formado el becerro. Por lo
que debes tener más confianza en el que te engendró para Dios, que en los que te
dieron la vida del cuerpo. No te detengas en manifestarle lo más oculto; descubre al
médico las heridas más secretas de tu alma, que él cuidará de tu honra y tu salud.
Más sienten los padres la deshonra de sus hijos, que los mismos hijos. (S. Gi-es,. de
Nisa, ibid., sent. 12, adic., Ti-le. T. 4, p. 36 l.)

---Los pecados se perdonan en la Iglesia por la virtud de la palabra de Dios, se


perdonan por medio del Sacerdote y por su sagrado ministerio. (S. Amibrosio, lib. 2,
c. 3, sent. 11, Tr¡c. T. 4, p. 3 15.)

---El ministro de los sagrados altares debe estar distante de la causa de sus padres:
para inspirar esta separación a los levitas, dijo el verdadero Príncipe de los
Sacerdotes, Nuestro Señor, en su Evangelio: ¿,Quién es mi Madre, y quiénes son mis
hermanos? (S. Amibrosio, de fug. saecul., c. 2, sent. 25, Tric. T. 4, p. 3 18.)

---Los Profetas de Dios y los Sacerdotes no deben reprender temerariarnente a los


Príncipes cuando no han cornetido aquellos grandes pecados que es preciso
reprender. Pero si hubiesen incurrido en éstos, me parece que no debe ahorrarse con
ellos el Obispo, sino procurar que la reconvención sea conveniente a su culpa. (S.
Amibrosio, in Psalm. 39, sent. 48, Tric. T. 4, p. 321)

---El verdadero Ministro del altar, para Dios nació y no para sí: porque la palabra Leví,
significa es mío, para mí está particularmente destinado, o lo que es lo mismo, está
escrito para mí. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 62, Ti-¡c. T. 4, p. 325.)

los con lo que pudiera servir para aliviar la necesidad de los pobres: porque no os
habéis entregado a Dios para enriquecer a los parientes, sino para conseguir la vida
eterna en el fruto de las buenas obras. (S. Arribrosio, ¡bid., c. 30, sent. 128. Tric.
ibid., ibid.)"

---En nada deben ser los Sacerdotes corno el resto del pueblo, ni en los deseos y
pensarnientos, ni en el modo de vivir, ni en las costumbres. La dignidad sacerdotal
les obliga a otra vida más seria, a otra gravedad y a otra piedad más sólida. A la
verdad, ¿qué hallará el pueblo que observar y que imitar en el que no sobresalga en
virtud al común de las gentes'? ¿,Qué admirará en vosotros si solamente ve lo que
hay en él? Si no halla cosa en que le excedáis, o si le están dando en rostro, en el
que miraba como digno de su respeto, los mismos defectos que le avergüenzan en sí
mismo. (S. Amibrosio, Epist. 6, lib. 1. sent. 154, Tr¡c. 1. 4, p. 345.)"'

---Yo castigo mi cuerpo, para que no suceda que predicando a los otros, sea yo
rnismo reprohado. Luego aquellos que no castigan su cuerpo y quieren predicar a
otros, serán reprobados de Dios. (S. Ambrosio, Epist. 82, sent. 160, Tric. T. 4, p. 347.)

---El Sacerdote debe ser corno Melquisedech, sin padre y sin madre: y no se ha de
elegir en él la nobleza de la sangre, sino la excelencia de las costumbres y el
resplandor de la virtud. (S. Ambrosio, Epist., 82, sent. 163, Tr¡c. T. 4, p. 347.)

---Con grande cuidado debernos elegir a los que se han de hacer cargo de gobernar
la casa de Dios: porque si para administrar las cosas temporales se buscan sujetos
idóneos, cuánto más se habrá de procurar que lo sean los que han de dispensar las
celestiales. (S. Ambrosio, in Epist. ad Rom., c. 7, sent. 41, Tric. T. 4, p. 406.)

---Hay muchos que siendo dignos, se excusan teniéndose por inhábiles para tan alto
rninisterio: pero en esto se ve que son dignos. (S. Ambrosio, in Epist. ad Phil., sent.
42, adic., Tric. ¡bid., ¡bid.)

"Mucho conviene que el Sacerdote adorne el templo de Dios, para que aun en este
exterior culto resplandezca el palacio de Dios. (S. Ambrosio, de Doct. fid., c. 2 1, sent.
45, adic., Ti-¡c. T. 4, p. 407.)

---Dios me guarde de decir mal de los que, sucediendo en la dignidad del Apostolado,
forman todos los días el cuerpo de Jesucristo con sus sagradas bocas; de aquellos por
cuyo ministerio nos hicimos cristianos; de los que, habiendo recibido en depósito las
llaves del reino celestial, nos juzgan de algún modo antes del día del juicio, y
conservan con una castidad acompañada de prudencia a la santa Esposa de
Jesucristo. (S. Jerón- Ep. ad Heliod., c. 14, sent. 4, Tric. T. 5, p. 239.)

---Porque la palabra griega Clero, significa en latín suerte o porción, se llaman


Clérigos, los que son de la porción o suerte del Señor. o aquellos a quienes el mismo
Señor ha tocado por suerte. Estos, pues, deben hacerse dignos de poseer a Dios, o
de que Dios los posea. Y así , el que, poseyendo al Señor, puede exclamar con el
Profeta: El Señor es mi porción, sólo a El debe poseer: pues si posee otra cosa. no se
podrá decir de éste con toda verdad que el Señor es su porción. (S. Jerónimo, Ep. ad
Nepot. 52, sent. 5, Tric. T. 5, p. 239.)

---Es preciso que las gentes del mundo nos hallen más prontos para consolarlas en
sus aflicciones, que para ir a comer y alegrarnos con ellas en el tiempo de la
prosperidad. Es muy cierto que desprecian al eclesiástico que jamás se excusa de ir a
comer con ellas cuando le convidan. Por lo cual nunca vayarnos por nosotros
mismos. Debernos ir rara vez, aun cuando nos rueguen. (S. Jerónimo, Ep. ad Nepot.
52. sent. 8, Tric. T. 5, p. 240.)

--Los profetas falsos siempre prometen cosas agradables que gustan por algún
tiempo. La verdad, por el contrario, es amarga y parece que los que la predican están
llenos de amarguras, porque la Pascua del Señor que se celebra con los panes
acimos de sinceridad y verdad. se ha de comer con yerbas amargas. (S. Jerónimo,
advers. Jovirt., lib. 1, sent. 38, Ti-¡c. T. 5, p. 245.)

---No basta que el Sacerdote viva exento de pecado: debe estar tan adornado de
virtudes, que siempre esté ocupado en las cosas santas y pronto a ofrecer el
sacrificio por el pueblo. Es como el mediador entre Dios y el hombre,y tiene potestad
para formar con su sagrada boca la carne del Cordero divino. (S. Jerónimo, Ep. 56, ad
Fah., sent. 56, TI-¡c. T. 5, p. 248.)

---Yo te he constituido para que arranques y destruyas, para que edifiques y plantes.
No se puede edificar el bien hasta haber destruido el mal, ni plantar en la tierra
árboles buenos hasta haber arrancado los malos. (S. Jerónimo, in Joan, c. 1, sent. 62,
Tric. T. 5, p. 249.)

---Los que quieren ser príncipes de los pueblos, tengan bien entendido que en el día
del juicio han de dar cuenta a Dios, no solamente de sí mismos. sino también por
todo el rebaño que estuvo sujeto a su conducta. (S. Jerónimo, lib. 3, in c. 12, sent. 64,
Tric. T. 5, p. 249.)

---Los malos Sacerdotes son la causa de la perdición de los pueblos, (S. Jerónimo lib.
2, c. 4, sent. 72, Tric. T. 5, p. 25 l.)

--Somios el campo que cultiva Dios, y el edificio que construye: nada es el que planta
ni el que riega, sino Dios q ue da el incremento. No obstante, nos pide la servidumbre
de nuestro mininisterio, y quiere que dispensemos sus dones, para que el que lleva la
imagen de Dios, haga la voluntad de Dios. Por esto decirnos sagradamente en la
oración del Señor: -Venga a nos el tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra corno
en el cielo.- ¿,Qué pedimos en estas palabras. sino que Dios sujete a si el que todavía
no ha sujetado, y que haga en la tierra a los hombres rninistros de su voluntad como
a los ángeles en el cielo? Cuando esto pedirnos, amamos a Dios y al prójimo, y no
tenemos diferente amor, sino uno mismo, siempre que desearnos que sirva el que
debe ser siervo, y que sólo el Señor mande. (S. León, Papa, Serm. 90, c. 39, sent. 70,
Tric. ibid., págs. 400 y 40l.)

---El que enseña, debe atender a no predicar más que lo que el auditorio puede
entender. Pues debe descender hasta ajustarse con la flaqueza de los oyentes. El que
anuncia a los pequeñuelos cosas sublimes, que por lo rnismo no les han de
aprovechar, más pretende hacer ostentación de sí, que ser útil a los que le escuchan.
(S. Gregorio el Grande, lib. 20, Mor., c. 2, sent. 2, adic., Tric. T. 9, p. 379.)

"Según la calidad de los oyentes debe ser el sermón de los predicadores, y de suerte,
que a cada uno le sea útil para lo que en particular necesita, pero sin apartarse del
arte de la edificación común. (S. Gregorio el Grande, lib. 30, Mor., c. 4, sent. 4, adic.,
Tric. T. 9, p. 399.)

---El que asciende al sacerdocio, entra en el oficio de pregonero de Dios, para que
vaya clamando antes de la venida del Juez que le va terriblemente siguiendo. Si el
Sacerdote, pues, no sabe predicar, ¿cómo podrá dar clamores un pregonero mudo?
Por esto se puso el Espíritu Santo sobre los primeros pastores en figura de lenguas,
porque hacen que hablen de este divino Espíritu los que una vez llegó a llenar de si.
Escrito está; de las campanillas del Sumo Sacerdote, para que cuando entre en el
santuario se oiga el sonido, y no muera. Porque muere el Sacerdote, si cuando entra
o sale no se oye su voz, y porque provoca la ira del Juez oculto, si llega sin el sonido
de la predicación. (S. Gregorio el Grande, Part. 2, c. 4, sent. 10, adic., Tric. T. 9, p. 38
l.)

---La plática de la doctrina no entra en el entendimiento del necesitado, si no llega a


su alma la recomendación del sermón por mano de la rnisericordia. Cuando la piedad
del predicador riega la semilla de la palabra en el pecho del oyente, brota con
facilidad. (S. Gregorio el Grande, ¡bid., c. 7, sent. 11, adic., Tric. T. 9, ibid.)

"En el uso de la razón no se hallan las palabras de doctrina, sino en la perfecta edad.
Por lo que el Señor, que estaba sentado a los doce años de su edad en medio de los
doctores y en el templo, no quiso que se hallaran enseñando, sino preguntando: para
que los hombres no se atreviesen a predicar en la corta edad, se dignó de preguntar
a los hombres en la tierra cuando tenía doce años, el que por su divinidad está
siempre enseñando a los Ángeles en el cielo. (S. Gregorio el Grande. Homil. 2, nep.
Exeq., sent. 21, adic., Tric. ibid., p. 386.)

Me parece, hermanos, que no tolera Dios mayor perjuicio que el que padece de los
Sacerdotes; cuando ve que dan ejemplo de perversidad los que el tiene puestos para
la corrección de los otros, cuando pecarnos los que debiérarnos contener los
pecados. (S. Gregorio, el Grande, Homil. 7, sent. 26, adic., Tric. ibid., p. 388.)"

---Lo que predicáis con las palabras, cumplidIo con las obras. Haced antes de
enseñar. Cuidado no suceda que instruyendo a los otros, y ayudándolos a levantar de
sus caídas, os las haga dar más peligrosos la soberbia y el deseo de la vana
estimación. (S. Anselmo, Exhort. ad contemptum temporalium, sent. 28, Tric. ]bid., p.
346.)"

---Elque no tiene lit facilidad de agradar, no puede reconciliar ni aplacar. (S.


Bernardo, de Convers. ad Cle., c. 33, sent. 18, Tric. T. 10, p. 323.)

---El pastor docto, pero que no es bueno, no aprovecha tanto con su abundante
doctrina, cuanto perjudica con lo estéril de su vida. (S. Bernardo serm. 76, in Cant.,
11. 10, sent. 29, Tric. ibid., ibid.)"

---Al buen pastor no le pertenece buscar sus intereses, sino expederlos. (S. Bernardo,
de Consid., c. 2, sent. 47, Ti-¡c. ]bid. ¡bid.)"

---¿Qué espera aquel, cuya vida es despreciable, sino que también desprecien su
predicación? (S. Bernardo, Serm. 1, sent. 100, Ti-le. ¡bid. p. 328.)

---No puede excusar la ignorancla al que hace profesión de ser Maestro de la Ley. (S.
Bernardo, Tract. ad Cler., c. 5, n. 15, sent. 104, Tric. ibid .ibid.)

---E lque no apacienta sus ovejas, es indigno de disfrutar de la leche y de la lana. (S.
Bernardo, ibid., n. 20, sent. 105, Tric. ibid., ibid.)

---El que envía las ovejas al pastor sin persona que las guarde, no es pastor de
ovejas, sino de lobos. (S. Bernardo Serm. 77, in Cant.. sent. 134, Tric. ibid., p. 330.)

--Laschanzas en la boca del seglar, son chanzas, pero en la del Sacerdote, son
blasfemas. (S. Bernardo, lib. 1 de Consid., c. 15, sent. 137, Tr¡c. ¡bid., ¡bid.)"

"Razón es que el que sirve al altar, viva del altar. Se te concede. pues, que si sirves
bien, vivas, del altar, pero no lasciviar ni ensoberbecerte con los dineros del altar
para que compres fresnos de oro, sillas bordadas, plateadas espuelas con remates
purpúreos, pieles de varios colores para adornar el cuello y las manos. Por último,
todo cuanto retengas de las rentas del altar, fuera del alimento necesario, y el
vestido sencillo, no es tuyo, es rapiña, es sacrilegio. Contentémonos, pues, con
vestidos que nos cubran, no que nos hagan lucir o ensoberbecernos, no con los que
procuremos parecernos o agradar a las mujercillas. Me dirás: Esto mismo hacen
aquellos con quienes hábito; y si yo no hago lo que todos, me notaran de singular.
Por esto te digo que salgas de entre ellos para no vivir notado y señalado en la
ciudad, o perecer con el ejemplo de los otros. (S. Bernardo, Epist. 2, ad Fulc. puer.,
sent. 4, adic., Trib. ibid., págs. 345 y 346.)
"No basta que el que se encarga del gobierno de otros, no sea de rnala vida: es
preciso que sea de una eminente virtud, y que su mérito sea superior a su dignidad;
que no fije límites a los deseos de elevarse sin cesar a más alto grado de perfección:
que no mire tanto como ventaja el progreso en la virtud, cuanto comno pérdida el
haberse descuidado en algo, y que no se persuada ningúno a que es una grande
honra en él exceder en mérito al cornún del pueblo, sino que considere como
vergonzoso el no ser digno del ministerio de que está encargado. (S. Gregorio
Nacianc., sent. 2, de Orat., Tric. T. 3, p. 35 l.)

SAGRADA ESCRITURA

Citas de la Sagrada Escritura

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel para mi boca! Sal 118,
103.

Todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a fin de que por la
paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza. Rom
15, 4.

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más tajante que una espada de dos filos, y
penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la médula, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Heb 4, 12.

Yo les he comunicado las palabras que Tú me diste, y ellos ahora las han recibido, y
conocieron verdaderamente que Yo salí de Ti y creyeron que Tu' me has enviado. Jn
17, 8.

[...] El les dijo: Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la ponen en
práctica. Lc 11, 28.
El que es de Dios oye las palabras de Dios; por eso vosotros no las ois, porque no sois
de Dios. Jn 8, 47.

Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que Yo os digo;
atadlas a vuestras manos para recordarlas y ponedlas como frontal ante vuestros
ojos. Dt 11, 18.

[...] os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no es de los


hombres. Gal 1, 11.

El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene ya quien le juzgue: la palabra que
yo he hablado, ésa le juzgará en el último día. Jn 12, 48.

[...] el que escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio,
que edificó su casa sobre arena. Mt 7, 26.

[...] recibid con mansedumbre la palabra injertada en vosotros, capaz de salvar


vuestras almas. Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla [...], pues quien
se contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será semejante al varón que
contempla en un espejo su rostro, y apenas se contempla, se va y al instante se
olvida de cómo era. Sant 1, 21-24.

Vienen días, dice Yahvé, en que mandaré yo sobre la tierra hambre, no hambre de
pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra de Yahvé [...] Am 8, 11.

Y tenemos aún algo más firme, a saber: la Palabra, a la cual hacéis muy bien en
atender, como a lámpara que luce en lugar tenebroso, hasta que luzca el día y el
lucero se levante en vuestros corazones. 2 Pdr 1, 19.

Tu palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero. Sal 118, 105.

Toda la palabra de Dios es acrisolada, es el escudo de quien en El confia. Prov 30, S.

Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios. Ef


6, 17.
SELECCION DE TEXTOS

Luz para nuestra vida y medio para consolidar la fe

4753 Si se da una razón contra la autoridad de las divinas Escrituras, por muy aguda
que sea, engaña con semejanza a la verdad, pues no puede ser verdadera. (S.
AGUSTIN, Epístola 143).

4754 Las enseñanzas de la ley y los profetas, cristianamente entendidas, son como la
estrella que conduce al conocimiento del Verbo encarnado a todos aquellos que han
sido llamados por designio gratuito de Dios. (S. MAXIMO Centuria 1).

4755 Después que uno estudia la Escritura se vuelve sensible, es decir, adquiere el
discernimiento y gusto de la razón para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo
amargo. (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1, p. 51).

4756 La fe tiene cierta luz propia en las Escrituras, en la profecía, en el Evangelio, en


las epístolas apostólicas. Todos estos documentos, que se nos leen en tiempos
oportunos, son lámparas colocadas en lugar oscuro para que nos dispongan a recibir
la luz del día. (S. AGISTIN, Coment. sobre el Salmo 126).

4757 Los preceptos evangélicos no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para
edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón,
guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las
mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna. (S.
CIPRIANO, Trat. sobre la oración).

4758 El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las
adversidades. (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1, p. 52).

4759 Se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen,
desconocen también el poder de Dios. (S. JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 78).

Veneración por la Sagrada Escritura


4760 La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el
Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sacra liturgia, nunca ha cesado de tomar y
repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del
Cuerpo de Cristo. La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la
Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para
siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios; y en las palabras
de los Apóstoles y los Profetas hace resonar la voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda
la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir
con la Sagrada Escritura. (CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum, 21).

4761 En los Libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al
encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza
de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe
para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Por eso
se aplican a la Escritura de modo especial aquellas palaras: La palabra de Dios es
viva y enérgica (Heb 4,12), puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados
(Hech 20, 32; cf. 1 Tes 2, 13). (CONC. VAT II, Const. Dei Verbum, 21).

4762 Todo lo que dicen las Escrituras lo dice el Señor, por lo que son más dignas de
fe que el que un muerto resucite, o que un ángel del Señor baje del cielo. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 258).

«Tesoros ocultos» que encierra

4763 A los israelistas se les dio el maná en el desierto, como a nosotros la dulzura de
las Escrituras, para que nos mantengamos animosos en este yermo de la vida
humana. (S. AGUSTIN, Sermón 4).

4764 Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros
pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que evocara su reflexión.

La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera
de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados
una bebida espiritual. (S. EFRÉN, Coment. sobre el Diatessaron, 1),

4765 Podría muy bien compararse la Escritura a una tierra exuberante y fértil. En ella
nacen y se desarrollan gran abundancia de frutos que han de sustentar y nutrir la
vida humana. (CASIANO Colaciones, 8).

4766 No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor. Retiraos
a los montes de las santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro
corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los
pastizales que allí se encuentra. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).

Lectura y meditación de la Sagrada Escritura

4767 Nos valemos de ordinario de la lectura asidua y de la meditación de las


Escrituras, para procurar a nuestra memoria pensamientos divinos. (CASIANO
Colaciones, 1).

4768 La Escritura divina es como un campo en el que se va a levantar un edificio. No


hay que ser perezosos, no contentarse con edificar en la superficie; hay que cavar
hasta llegar hasta la roca viva: esta roca es Cristo. (S. AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan,
23).

4769 Que de este modo, por la lectura y estudio de los Libros sagrados, se difunda y
brille la palabra de Dios (2 Thes, 3); que el tesoro de la revelación encomendado a la
Iglesia vaya llenando el corazón de los hombres. Y como la vida de la Iglesia se
desarrolla por la participación asidua del misterio eucarístico, así es de esperar que
recibirá nuevo impulso de vida espiritual con la redoblada devoción a la palabra de
Dios, que dura para siempre (Is 40, 8; 1 Pedr 1, 23-25). (CONC. VAT. II, Const. Dei
Verbum, 26).

4770 No basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que
aprender de El detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso por la
tierra, sus huellas [...]. Porque hace falta que la conozcamos bien (la vida de Jesús),
que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón [...]; de forma que, en las
diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a la memoria las palabras y los
hechos del Señor. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo quepasa, 107).

4771 La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo espíritu con que fue
escrita. (S. JERÓNIMO, Coment. Epístola a los Gálatas, 5).

4772 (A la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se


realice el diálogo entre Dios y el hombre, pues) a Dios hablamos cuando oramos, a
Dios escuchamos cuando leemos sus palabras (SAN AMBROSIO, Sobre los oficios, 1,
20, 25).

4773 Es preciso que meditemos continuamente la Palabra de Dios [...]; esta


meditación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado. (SANTO TOMÁS,
Sobre el Credo, 2, l.c., 52).

Alimento del pueblo de Dios

4774 La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el Espíritu Santo,
procura comprender cada vez más profundamente la Escritura para alimentar
constantemente a sus hijos con la palabra de Dios; por eso fomenta el estudio de los
Padres de la Iglesia, orientales y occidentales, y el estudio de la liturgia. Los exégetas
católicos y los demás teólogos han de trabajar en común esfuerzo y bajo la vigilancia
del Magisterio para investigar con medios oportunos la Escritura y para explicarla, de
modo que se multipliquen los ministros de la palabra capaces de ofrecer al pueblo de
Dios el alimento de la Escritura, que alumbre el entendimiento, confirme la voluntad,
encienda el corazón en amor a Dios. (CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum, 23).

«Alma de la teología»

4775 La Sagrada Escritura contiene la palabra de Dios, y en cuanto inspirada es


realmente palabra de Dios; por eso la Escritura debe ser el alma de la teología. El
ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la
instrucción cristiana y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la palabra de la
Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad. (CONC. VAT. II, Const.
Dei Verbum, 24).

También el diablo utiliza, deformándola, la Sagrada Escritura para engañar y hacer el


mal

4776 Alguien podría quizá preguntar: ¿cómo se explica que el diablo utilice
las Citas de la Sagrada Escritura?

No tiene más que abrir el Evangelio y leer. Encontrará escrito: Entonces el diablo lo
tomó -se trata del Señor, del Salvador- y lo puso sobre lo alto del templo y le dijo: si
eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo; pues está escrito: te he encomendado a
los ángeles, los cuales te tomarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ningúna piedra (Mt 4, 5-6).

¿Qué no hará a los pobres mortales el que tuvo la osadía de asaltar, con testimonios
de la Escritura, al mismo Señor de la majestad? (S. VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 26).

4777 Mas alguien se dirá: ¿es que quizá los herejes no se sirven de los testimonios
de la Sagrada Escritura? Ciertamente que se sirven ¡y con cuánta apasionada
vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa:desde Moisés a los
libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde los Evangelios a los
Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado, en público, en los discursos
y en los escritos, durante las comidas y en las plazas públicas, es raro que
mantengan alguna cosa si antes no la han revestido con la autoridad de la Sagrada
Escritura. (S. VICENTE DE LFRINS, Commonitorio, n. 25).

4778 Porque ahora y siempre hay personas que con la Escritur~ en sus manos, en su
memoria y en sus bocas, cometen grandes errores en cuanto a su interpretación, y
esto porque tienen prejuicios contra su verdadero sentido. (CARD. J.H. NEWMAN,
Dom. de Quincuagésima, Homilía sobre el prejukio y la fe).

Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio

4779 La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas;


manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin.
La Sagrada Escritura es la palabra dé Dios, en cuanto escrita por inspiración del
Espíritu Santo. La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el
Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos,
iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan
fielmente en su predicación. (CONC. VAl. II, Const. Dei Verbum, 9).

4780 La Escritura es clara en sus palabras, pero el espíritu humano es oscuro y,


como la lechuza, no puede ver la claridad [...]. El espíritu de Dios nos ha dado la
Escritura, y nos revela su verdadero sentido, pero sólo a su Iglesia, columna y apoyo
de la verdad; Iglesia por cuyo ministerio el espíritu divino guarda y mantiene su
verdad, es decir, el verdadero sentido de su palabra; Iglesia, en fin, que es la única
que cuenta con la asistencia del Espíritu de la verdad para encontrar adecuada e
infaliblemente la verdad en la palabra de Dios. El que busque la verdad de la palabra
divina fuera de la Iglesia, que es su custodia, nunca la encontrará; y el que quiera
poseerla por medio distinto al de su ministerio, en vez de desposarse con la verdad,
lo hará con la vanidad; en vez de poseer la claridad del Verbo sagrado, seguirá las
ilusiones del ángel mentiroso, que se transfigura en ángel de luz. (S. FRANCISCO DE
SALES, Epistolario, fragm. 118, l.c., p. 752).

4781 El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido


encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su
servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la
asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo
explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como
revelado por Dios para se creído. (CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum, 10).

4782 Así , pues, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan


prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ningúno puede subsistir sin
los otros;los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu
Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas. (CONC. VAT. II, Const.
Dei Verbum, 10).

SAN JOSÉ

Citas de la Sagrada Escritura

El patriarca, figura de S. José. «íd a José y haced todo lo que él os diga»: Gen 41, 55.

Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Mt
1, 16.

José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se


llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David. Lc 2, 4.

Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre.


Lc 2, 16.

Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te
avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». Levantándose de noche,
tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la
muerte de Herodes, [...] Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños
a José en Egipto: Mt 2, 13-15, 19.

Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por
qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos
buscándote. Y El les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me
ocupe en las cosas de mi Padre? Ellos no entendieron lo que les decía. Bajó con ellos,
y vino a Nazaret, y les estaba sujeto [...] Lc 2,48-51.

Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?
¿Pues cómo dice ahora: Yo he bajado del cielo? Jn. 6, 42.

SELECCIÓN DE TEXTOS
Intercesión de San José

4783 [...],después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas. Y


tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro
que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este
padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta
ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo,
de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos
parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo
tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que
así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le
podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. (Santa Teresa Libro de su vida)

4784 el estudio decid en vuestro corazón: Sancte Joseph, ora pro me; ayudadme a
Ocupar bien el tiempo de estudio y de clase. Si os viene alguna tentación: Sancte
Joseph, ora pro me. Al levantaros por la mañana: Jesús, José y María, os doy el
corazón y el alma mía. Al acostaros: Jesús, José y María, asistidme en mi última
agonía.

No olvidéis que es el protector de todos los trabajadores y que lo es también de los


jóvenes que estudian; porque el estudio es trabajo. (S. JUAN Bosco, Charlas).

4785 Cuando Jesús tenía doce años, se queda en Jerusalén. Sus padres, que lo
ignoraban, lo buscan con solicitud y no lo encuentran. Lo buscan entre sus
amistades, lo buscan en la caravana, lo buscan entre los conocidos, y entre todos
estos no lo encuentran [...] Aprende dónde lo encontraron los que le buscaban, y tú,
buscándolo con José y María, lo encontrarás (ORIGENE5, Homilía 18).

4786 José es el tipo (imagen) de Cristo, que fue destinado para guardar la santa
Iglesia sin mancha ni arruga. (S. ISIDORO DE SEVILLA, Algunas alegorías de la
Escritura, 138).

Vocación de San José

4787 Fue elegido por el Padre Eterno como fiel cuidador y guardián de sus más
preciados tesoros, a saber, de su Hijo y de su esposa; cargo que él cumplió con
absoluta fidelidad. (S. BERNARDINO DE SIENA, Sermón 7).

4788 Aquel José vendido por la envidia de sus hermanos y llevado a Egipto, prefiguró
la venta de Cristo; este José, huyendo de la envidia de Herodes, llevó a Cristo a la
tierra de Egipto. Aquél, guardando lealtad a su Señor, no quiso consentir al mal
intento de su señora; éste, reconociendo virgen a su Señora, Madre de su Señor, la
guardó fidelísimamente, conservándose él mismo en toda castidad. A aquél le fue
dada la inteligencia de los misterios de los sueños; éste mereció ser sabedor y
participante de los misterios soberanos. Aquél reservó el trigo no para sí, sino para el
pueblo; éste recibió el pan vivo del cielo para guardarle para si y para todo el mundo.
Sin duda, este José con quien se desposó la Madre del Salvador fue hombre bueno y
fiel. Siervo fiel y prudente a quien constituyó Dios consuelo de su Madre, proveedor
del sustento de su cuerpo. (S. BERNARDO, Horn. sobre la Virgen Madre, 2).

4789 [...] Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que El
sigue con todos sus santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da continuos, sino
que de unos y otros va El entretejiendo la vida de los justos. Tal hizo José. (S. JUAN
CRISOSTONIO, Hom. sobre S. Mateo, 8).

4790 Para San José, la vida de Jesús fue un continuo descubrimiento de la propia
vocación. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Es Cristo que pasa, 54).

Maestro de vida interior

4791 Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo (S.
José) por maestro y no errará en el camino (SANTA TERESA, Vida, 6, 3).

4792 Si queréis un consejo que repito incansablemente desde hace muchos años, Ite
ad Joseph (Gen 41, 55), acudid a San José: él os enseñará caminos concretos y
modos humanos y divinos de acercarnos a Jesús [...]. Tratándole se descubre que el
Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a
Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios. San José nos da esas
lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador
que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es
Cristo que pasa, 38-39).

Fidelidad de San José

4793 José no se escandalizó ni dijo: eso parece un enigma. Tú mismo hacías saber no
ha mucho que El salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí mismo,
sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y sufrir un largo
desplazamiento: eso es contrario a tu promesa. José no discurre de este modo,
porque es un varón fiel. Tampoco pregunta por el tiempo de la vuelta, a pesar de que
el Ángel lo había dejado indeterminado, puesto que le había dicho: está allí hasta que
yo te diga. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo> 8).

4794 José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios confió para obrar
cosas grandes. Supo Vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los
acontecimientos que compusieron su vida. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,Es Cristo que
pasa, 4).

4795 E todo esto facia con muy gran alegría pensando a quien servía, e que Dios le
habia elegido para tan alto servicio entre todos los hombres de la Tierra [...] El era
arca de toda virtud e perfección. (F. DE EXIMENIS, Vita Christi, 1496).

4796 José quiso despedir a María no para unirse a otra mujer ni por sospechar en ella
alguna falta, sino por reverencia, lleno de un santo temor de vivir al lado de una tan
grande santidad. Y, casado con María, por el testimonio de José se comprobó el
nacimiento virginal de Cristo. (SANTO ToMÁS, In IV Sent. dist. 30, a. 2 ad 5; Suma
Teológica, 3, q. 29, a. 1)

Personalidad humana

4797 De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de


José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante
la vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las
situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se le
encomiendan. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 40).

4798 Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ningúna palabra suya. En


cambio, ha descrito sus acciones:acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el
significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre;
obras llenas de la profundidad espiritual y de la sencillez madura. (JUAN PABLO II,
Aud. gen. 19-III-1980).

4799 En Nazaret, José sería uno de los pocos artesanos, si es que no era el único.
Carpintero, posiblemente. Pero, como suele suceder en los pueblos pequeños,
también sería capaz de hacer otras cosas: poner de nuevo en marcha el molino, que
no funcionaba, o arreglar antes del invierno las grietas de un techo. José sacaba de
apuros a muchos, sin duda, con un trabajo bien acabado. Era su labor profesiónal una
ocupación orientada hacia el servicio, para hacer agradable la vida a las demás
familias de la aldea, y acompañada de una sonrisa, de una palabra amable, de un
comentario dicho como de pasada, pero que devuelve la fe y la alegría a quien está a
punto de perderlas.

A veces, cuando se tratara de personas más pobres que él, José trabajaría aceptando
algo de poco valor, que dejara a la otra persona con la satisfacción de pensar que
había pagado. Normalmente José cobraría lo que fuera razonable, ni más ni menos.
Sabría exigir lo que, en justicia, le era debido, ya que la fidelidad a Dios no puede
suponer la renuncia a derechos que en realidad son deberes: San José tenía que
exigir lo justo, porque con la recompensa de ese trabajo debía sostener a la Familia
que Dios le había encomendado. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es Cristo que pasa, 51-
52).

Especial honor y veneración

4800 Aunque no hubiera otra razón para alabar a San José, habría que hacerlo, me
parece, por el solo deseo de agradar a María. No se puede dudar que ella tiene gran
parte en los honores que se rinden a San José y que con ello se encuentra honrada.
Además de reconocerle por su verdadero esposo, y de haber tenido para él todos los
sentimientos que una mujer honesta tiene para aquel con quien Dios la ha ligado tan
estrechamente, el uso que él hizo de su autoridad sobre ella, el respeto que tuvo con
su pureza virginal le inspiró una gratuidad igual al amor que ella tenía por esta virtud
y, consiguientemente, un gran celo por la gloría de San José [...]. (BEATO CLAUDIO
DE LA COLOMBIERE, Panegírico de san José, Exordio. Texto recogido por Mons.
Villelet, Les plus beaux textes sur saint Joseph, La Colombe, Ed. du Vieux Colombier,
París 1959, Pp. 113-115).

4801 ¿Queréis, amados hijos, ganar de nuevo a los hombres Para Cristo y para la
Iglesia? -Para Cristo: ningún hombre ha estado tan cercano al Redentor por lazos
domésticos, por relaciones cotidianas, por espiritual armonía y por la vida divina de
la gracia, como José, de la estirpe de David, pero también humilde obrero manual.
-Para la Iglesia El es el Patrono de la Iglesia universal. (Pío XII, Abc. 7-IX-l 947).

4802 Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de ella
recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella, una especial
gratitud y reverencia. (S. BERNARDO DE SIENA Sermón 2).

4803 Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y
altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un
hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha colmado y
consumado. (S. BERNARDINO DE SIENA Sermón 2).
SANTIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

[.. .] quien ha empezado en vosotros la buena obra, la llevará a cabo hasta el día de
la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Flp 1, 6.

[...] Mas Dios, dador de toda la gracia, que nos llamó a su eterna gloria, El mismo os
perfecciónará, fortificará y os consolidará. l Pdr 5, 10.

Llegado en poco tiempo a la perfección, vivió una larga vida. Sub4, 13.

Anda en mi presencia y sé perfecto. Gen 17, 1.

Sed pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial. Mt 5, 48.

En el amor no hay temor, pues el amor perfecto desecha el temor; porque el temor
supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor. 1 Jn 4, 18.

Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante. Jn 10, 10.

Pero el que guarda su palabra, en ése la caridad de Dios es verdaderamente


perfecta. En esto conocemos que estamos en El. 1 Jn 2, 5.

Sí quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes dalo a los pobres, y tendrás un
tesoro en los cielos, y ven y sígueme. Mt 19, 21.

Sed santos para mí, porque yo, Yahvé, soy santo, y os he separado de las gentes
para que seáis mios. Lev 20, 26.

Por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo para que
fuésemos santos e inmaculados ante El en caridad. Ef 1, 4.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Todos los fieles, cada uno en su propio camino, son llamados a la santidad

4804 En mis charlas con gentes de tantos paises y de los ambientes sociales más
diversos, con frecuencia me preguntan: ¿Y qué nos dice a los casados? ¿Qué, a los
que trabajamos en el campo? ¿Qué, a las viudas? ¿Qué, a los jóvenes? Respondo
sistemáticamente que tengo un solo puchero. Y suelo puntualizar que Jesucristo
Señor Nuestro predicó la buena nueva para todos, sin distinción alguna. Un solo
puchero y un solo alimento: mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y
dar cumplimiento a su obra (Jn 4, 34). A cada uno llama a la santidad, de cada uno
pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y enfermos, cultos e
ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 294).

4805 Nuestro fin debe ser nuestra perfección; nuestra perfección es Cristo. (S.
AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 69).

4806 El estilo de la vida espiritual propia de los laicos debe recabar su nota
característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez, de la
situación de enfermedad, de la actividad profesiónal y social. No deje, por tanto, de
cultivar con asiduidad las cualidades y dotes que, adecuadas a tales situaciones, les
han sido dadas, y hagan uso de los dones personales recibidos del Espíritu Santo.
(CONC. VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem, 4).

4807 Todos estamos llamados a la santidad; para todos hay las gracias necesarias y
suficientes; nadie está excluido [...].

La tentación más engañosa y que se repite siempre, es la de querer cambiar la


sociedad, cambiando solamente las estructuras externas; querer hacer feliz al
hombre en la tierra, satisfaciendo únicamente sus necesidades y sus deseos.(JUAN
PABLO II, Hom. 26-X-1980).

4808 La devoción debe ser practicada de una forma por el caballero y de otra por el
artesano; por el criado y por el príncipe; por la viuda y por la soltera; por la doncella y
por la casada; hay que relacionar su práctica con las fuerzas, las ocupaciones y los
deberes de cada estado. Yo te ruego que me respondas [...]: ¿Sería justo que el
obispo observase una vida de soledad semejante a la del monje cartujo? Y si los
casados no quisieran poseer nada como los capuchinos, y el artesano pretendiese
estar todo el día en el templo como los religiosos; y el religioso, entregado a toda
suerte de relaciones para servir al prójimo, como el obispo, ¿no sería todo ello
devoción ridícula, desordenada e intolerable? [...]. No [...], la devoción nada perjudica
cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfeccióna; y cuando se pronuncia contra
la vocación de alguno hay que considerarla como falsa. (S. FRANCISCO DE SALEs,
Introd. a la vida devota, 1, 3, 19-20).

4809 La llamada a la santidad y la consiguiente exigencia de santificación personal,


es universal: todos, sacerdotes y laicos, estamos llamados a la santidad; y todos
hemos recibido, con el Bautismo, las primicias de esa vida espiritual que, por su
misma naturaleza, tiende a la plenitud. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 111).

4810 Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar
insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. Estén todos
atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del
mundo y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza evangélica les
impida la prosecución de la caridad perfecta. Acordándose de la advertencia del
Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos
de este mundo pasan (cfr. 1 Cor 7, 31). (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 42).

4811 Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que ésta es labor
exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: «Sed
perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto». (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 291).

4812 Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta
la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente
no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado
después de haber bebido ellos.

Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rocas de los
mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así como
las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha
de desestimar su vocación: Cristo ha sufrido por todos Con toda verdad está escrito
de él: Nuestro Salvador quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno
conocimiento de la verdad. (S. AGUSTIN, Sermón 304).

4813 Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con
tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por
su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo
Padre. (CoNc. VAT. II, (Const. Lumen gentium, 11).
4814¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la Voluntad de Dios.
(JUAN PABLO II, Hom. 18-1-1981).

Santidad en las tareas de cada dia

4815 No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda
ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de
los cielos.(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 22).

4816 Una mujer ocupada en la cocina o en coser una tela puede siempre levantar su
pensamiento al cielo e invocar al Señor con fervor. Uno que va al mercado o viaja
solo, puede fácilmente rezar con atención. Otro que está en su bodega, ocupado en
coser los pellejos de vino, está libre para levantar su ánimo al Maestro. El servidor, si
no puede llegarse a la iglesia porque ha ido de compras al mercado o está en otras
ocupaciones o en la cocina, puede siempre rezar con atención y con ardor. Ningún
lugar es indecoroso para Dios. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 4, sobre la Profetisa
Ana).

4817 Todos los fieles cristianos, en cualquier condición de vida, de oficio o de


circunstancias, y precisamente por medio de todo eso, se podrán santificar de día en
día, con tal de recibirlo todo con fe de la mano del Padre celestial. (CONC. VAT II,
Const. Lumen gentium, 41>.

4818 No es posible creer en la santidad de quienes fallan en las virtudes humanas


más elementales. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 28).

4819 En esa tarea profesiónal vuestra, hecha cara a Dios, se pondrán en juego la fe,
la esperanza y la caridad. Sus incidencias, las relaciones y problemas que trae
consigo vuestra labor, alimentarán vuestra oración. El esfuerzo para sacar adelante
la propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es esencial para el
cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos que existen siempre en
todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más humildad, más comprensión con
los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar gracias, y a pensar que no vivís
para vosotros mismos, sino para el servicio de los demás y de Dios. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 49).

4820 [...] equivocaríamos el camino si nos desentendiéramos de los afanes


temporales: ahí os espera también el Señor; estad ciertos de que a través de las
circunstancias de la vida ordinaria, ordenadas o permitidas por la Providencia en su
sabiduría infinita, los hombres hemos de acercarnos a Dios. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 63).

4821 Son más numerosos sin comparación los acontecimientos cuyo realce social
queda por ahora oculto: es la multitud inmensa de las almas que han pasado su
existencia gastándose en el anonimato de la casa, de la fábrica, de la oficina; que se
han consumido en la soledad orante del claustro; que se han inmolado en el martirio
cotidiano de la enfermedad. Cuando todo quede manifiesto en la parusía, entonces
aparecerá el papel decisivo que ellas han desempeñado, a pesar de las apariencias
contrarias, en el desarrollo de la historia del mundo. Y esto será también motivo de
alegría para los bienaventurados, que sacarán de ello tema de alabanza perenne al
Dios tres veces Santo. (JUAN PABLO II, Hom. 11-II-1981).

Sólo Dios puede llenar el corazón humano

4822 Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse
en ti. (S. AGUSTIN, Confesiones, 1, 1).

4823¿Buscáis aquí -en este mundo- el alimento como cosa preciosa? Dios será
vuestro alimento. ¿Buscáis aquí los abrazos carnales? Mi felicidad está en unirme a
Dios (Sal 72, 28). ¿Buscáis aquí las riquezas? ¿Cómo no poseeréis todo, pues gozaréis
de Aquel que ha hecho todo? Para quitar toda inquietud a nuestra fe he aquí, en fin,
lo que el Apóstol dice de esta vida: Dios es todo en todos (1 Cor 15, 28). (S. AGUSTIN,
Sermón 255, sobre el «alleluia»).

4824 (Jesucristo) tiene sed de nuestra sed. (S. GREGORIO MAGNO, Sobre el
Bautismo, 40).

4825 Nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su


benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas
sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que
beba. (S. ATANASIO, Carta 5).

4826 Es mejor para mi, Señor, sufrir la tribulación, con tal de que tú estés conmigo,
que reinar sin ti, disfrutar sin ti, gloriarme sin ti. Es mejor para mí, Señor, abrazarme
a ti en la tribulación, tenerte conmigo en el horno de fuego, que estar sin ti, aunque
fuese en el mismo cielo. ¿Qué me importa el cielo sin ti?; y contigo, ¿qué me importa
la tierra? (S. BERNARDO, Sermón 17).

4827 Hacia el El dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación;
hacia El tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para
ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.

Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, El es quien da, de si mismo, una


especie de claridad a nuestra razón natural, para que conozca la verdad. (S. BASILIO
MAGNO, Sobre el Espíritu Santo, 9).

4828 Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende el ánima su gran
valor y es sed penosisima que fatiga y trae consigo la misma satisfacción con que es
amada aquella sed; de manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas
terrenas, antes da hartura; de manera que cuando Dios le satisface, una de las
mayores mercedes que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y
mayor queda siempre de tornar a beber esta agua. (SANTA TERESA Camino de
perfección, 19, 2).

4829 Pasa aquí de algún modo como en el cielo, que los que más conocen a Dios
comprenden lo infinito que les queda por conocer. Y los que menos le ven no les
parece tanto lo que les queda por conocer. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual,
7, 9).

4830 Es propio de los buenos no gozar en donde hay grandes convites, sino en
donde brilla la bondad. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 22).

Santidad y «cosas pequeñas»

4831 La santidad «grande» está en cumplir los «deberes pequeños» de cada


instante. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 817).

4832 María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como
intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las
personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de
amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios! (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 148).

Santificación del trabajo

4833 Los que viven entregados al trabajo, con frecuencia duro, conviene que en ese
mismo trabajo humano se perfecciónen, ayuden a sus conciudadanos, traten de
mejorar la sociedad entera y la creación; mas aún, traten también de imitar, en su
activa caridad, a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en el trabajo, y que continúa
trabajando siempre por la salvación de todos en unión con el Padre; gozosos en la
esperanza, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas y sirviéndose del trabajo
cotidiano para subir a una mayor santidad, incluso apostólica. (CONC. VAT. II, Const.
Lumen gentium, 41).

4834 Se trata de santificar el trabajo ordinario, de santificarse en esa tarea y de


santificar a los demás con el ejercicio de la propia profesión, cada uno en su propio
estado. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 122).

4835 Desde ahora, pues, hermanos, cantemos, no por amenizar nuestro descanso,
sino para sostener nuestros trabajos, como se canta de camino: «Canta pero camina;
mantén tu trabajo cantando; no te dejes llevar de la pereza; canta y camina». ¿Qué
quiere decir «camina»? Progresa, progresa en el bien [...], progresa en la verdadera
fe, progresa en la santidad. Canta y camina. (S. AGUSTÍN, Sermón 256).

4836 A veces, nuestras caminatas llegaban al monasterio de Las Huelgas, y en otras


ocasiones nos escapábamos a la Catedral.

Me gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un


auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. En esas charlas les
hacía notar que aquella maravilla no se veía desde abajo. Y, para materializar lo que
con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba: ¡esto es el trabajo de
Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con perfección, con belleza, con el
primor de estas delicadas blondas de piedra. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 65).

4837 Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era
oración, un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa
tarea, sabía perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su
esfuerzo: era sólo para Dios. ¿Entiendes ahora cómo puede acercar al Señor la
vocación profesiónal? ~ tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será también
operatio Dei, una labor humana con entrañas y perfiles divinos. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 65).

Prontitud y alegría en nuestro trato con Dios y con los demás

4838 Toda santidad fingida está muerta; porque no obra impulsada por Dios, y más
bien no debiera llamarse santidad; así como un hombre muerto no es hombre, así
como los farsantes que fingen y simulan las personas de otros no son las personas
que imitan. (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 129).
4839 Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y
tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias
aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás,
obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras
sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio
saludable. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia, 3).

4840 En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni
en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra
voluntad tan conforme con la de Dios, que ningúna cosa entendamos que quiere, que
no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso
como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad. (SANTA TERESA,
Fundaciones, 5, 10).

4841 Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante
que va errado y que ha perdido el camino, le acaece andar de un cabo a otro, y
mientras anda buscando por donde ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde.
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 22, 3).

4842 La devoción viva y verdadera presupone el amor de Dios; mejor dicho, no es


otra cosa que el verdadero amor de Dios [...]. La devoción no es otra cosa que una
agilidad o viveza espiritual, por cuyo medio la caridad actúa en nosotros y nosotros
actuamos en ella con prontitud y alegría. (S. FRANCiSCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, 1, 1).

4843 Suelen tener tedio (los principiantes) en las cosas que son más espirituales y
huyen de ellas, como son aquellas que contradicen el gusto sensible [...]. Y así por
esta acidia retrasan el camino de perfección. (S. JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, 1,
7).

4844 Si nos nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud,
nunca haremos nada. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 11, 4).

Con santidad personal se vencen todas las dificultades

4845 Ante cualquier dificultad, ésta es la panacea: santidad personal, entrega al


Señor. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 160).
4846 La cultura más amplia y más escogida [...], la actividad y el acierto en la acción,
aun en los casos en que pueda producir algún bien a la Iglesia y a los individuos,
faltando la santidad, acabarían por reportarle con frecuencia lamentables perjuicios.
Pero aquel que tenga santidad y por la santidad se distinga, por humilde que
parezca, puede emprender y llevar a buen fin obras de gran provecho para el pueblo
de Dios. (S. Pío X, Exhortac. Haerent animo).

4847 El alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más fuerte y valerosa se
vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir. (S. DOROTEO,
Instrucción 7).

4848 Cuanto más alto llegue uno, tanto más tiene que sufrir en este mundo, porque
debilitándose el amor de nuestra alma hacia las cosas del presente siglo, van
aumentando cada vez más sus adversidades. De aquí que vemos a muchos que
obran el bien, y sudan bajo el grave peso de las tribulaciones. Pero según las
palabras del Señor, dan fruto por la paciencia, porque recibiendo las pruebas con
humildad, son admitidos después al descanso en la gloria. De esta manera es
pisoteada la uva y se licúa adquiriendo el sabor del vino; de esta manera abandona
la oliva, sus heces, y su zumo se convierte en aceite puro, después de molida y
prensada; de esta manera es como, por medio de la trilla, se separa en las eras el
grano de la paja y es llevado limpio a los graneros. Por consiguiente, todo el que
desee vencer los vicios, procure sufrir con humildad las penas de su purificación,
para que se presente tanto más limpio ante el juez, cuanto más le purifica ahora el
fuego de la tribulación. (S. GREGORiO MAGNO, Hom. 15 sobre los Evang.).

4849 Un poquito de este puro amor [...], más provecho hace a la Iglesia, aunque
parece que no hace nada, que todas las obras juntas. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, 2, 29).

Lucha ascética cada día

4850 Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está
en una batalla, que sabe que si le vencen no le perdonarán la vida y que ya que no
muere en la batalla ha de morir después, pelea con más determinación y quiere
vender bien su vida y no teme tanto los golpes, porque lleva delante lo que le
importa, la victoria, y que le va la vida en vencer. (SANTA TERESA, Camino de
perfección 23, 6).

4851 Pedimos y rogamos que nosotros, que fuimos santificados en el bautismo,


perseveremos en esta santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día. Necesitamos,
en efecto, de esta santificación cotidiana, ya que todos los días delinquimos, y por
esto necesitamos ser purificados mediante esta continua y renovada santificación.
(S. CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 11-12).

4852 Juntos andemos, Señor; por donde fuéredes tengo que ir; por donde pasáredes
tengo de pasar. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 26, 6).

4853 Todos lo santos han abominado de las dignidades, las alabanzas y los honores,
y, por el gran desprecio que sentían por si mismos, no deseaban sino las
humillaciones y los oprobios. ¿Eres tú quizá más santo que ellos? (J. PEcci León XIII-,
Práctica de la humildad, 52).

4854 Muchos hay que envejecen en la tibieza y relajación que han contraído en su
adolescencia, intentando granjearse autoridad no por la madurez de su vida, sino por
su edad avanzada. (CASIANO Colaciones, 2).

4855 Muchos hay en la Iglesia que se parecen a este siervo (el que escondió el
talento) que, temiendo entrar en el camino de una vida mejor, no se atreven a
sacudir la pereza de su cuerpo; y creyéndose pecadores tiemblan de tomar el camino
de la santidad, y no se horrorizan de permanecer en sus iniquidades. (S. GREGORIO
MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p. 232).

4856 El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho.
(SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 2).

El principal objetivo del hombre

4857 Este debe ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro
corazón: que nuestra alma esté continuamente unida a Dios y a las cosas divinas.
Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en
nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos.
Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo. (CASIANO, Colaciones, 1).

4858 El tiempo exige de ti que anheles alcanzar a Dios con los tuyos, de la misma
forma que el piloto anhela vientos favorables y el marinero sorprendido por la
tempestad suspira por el puerto. (S. IGNACIO DE ANTIOQUíA, Epístola a S. Policarpo).

4859 Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin -que es llegar
a beber de esta agua de vida-, cómo han de comenzar digo que importa mucho y el
todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella,
venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájase lo que se trabajare,
murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino,
siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el
mundo. (SANTA TERESA, Camin0 de perfección, 21, 2).

4860 Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de
ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender. Tender,
porque somos toda vía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la
patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su
posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia
ella, porque sólo así podremos un día llegar a término. (S. AGUSTIN, Sermón 103).

Santidad y apostolado

4861 El Señor no dice solamente: Quiero, queda limpio, sino que extendió la maño y
tocó al leproso. Esto es muy digno de retener la atención. ¿Por qué, en efecto,
cuando bastaba querer y hablar para limpiarlo, lo toca con su mano? Me parece que
no había más razón que la de mostrar que se situaba no por debajo de la Ley, sino
por encima, y que no existe nada impuro para el que es puro [...] Su mano no se hizo
impura por el contacto con la lepra; al contrario, el cuerpo del leproso quedó
purificado por esta santísima mano. Es que Cristo no vino únicamente para curar los
cuerpos, sino para elevar las almas a la santidad [...]y enseñarnos que la única lepra
temible es el pecado [...]. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 25).

4862 El cristiano ha de encontrarse siempre dispuesto a santificar la sociedad desde


dentro, estando plenamente en el mundo, pero no siendo del mundo, en lo que tiene
-no por característica real, sino por defecto voluntario, por el pecado- de negación de
Dios, de Oposición a su amable voluntad salvifica. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 125).

4863 Duos ha hecho un cielo nuevo, una tierra nueva, como dice el Profeta. ¿Qué
cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón humano, dice el
Señor, que se empapa de la lluvia que cae del cielo y que produce numerosas
espigas. En esta creación el sol, sin duda, es la pureza de vida; las estrellas son las
virtudes; el clima, una vida limpia; el mar, la profundidad de las riquezas de la
sabiduría y de la ciencia; las hierbas y los brotes, la doctrina buena donde el pueblo,
rebaño de Dios, va como a pastar y a pacer. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. de
Pascua).

4864 La santidad no depende del estado -soltero, casado, viudo, sacerdote-, sino de
la personal correspondencia a la gracia, que a todos se nos concede, para aprender a
alejar de nosotros las obras de la tinieblas y para revestirnos de las armas de la luz:
de la serenidad, de la paz, del servicio sacrificado y alegre a la humanidad entera
(cfr. Rom 13, 12). (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Hom. Sacerdotepara la eternidad, 13-IV-
1973).

4865 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad. (SANTO


TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).

4866 En esto consiste la perfección de la vida cristiana: en que, hechos partícipes del
nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de manifiesto, con
nuestros sentimientos, con la oración y con nuestro género de vida, la virtualidad de
este nombre. (S. GREGORIO DE NISA, Trat. sobre el modelo cristiano).

SANTOS

SANTOS SELECCIÓN DE TEXTOS

El santo aquí en la tierra: alegría, necesidad de la oración, de la lucha ascética,


fortaleza, humildad, etc-

4867¿Santo, sin oración?... -No creo en esa santidad. (J. ESCRIV~ DE BALAGUER
Camino, n. 107).

4868 Hay que pensar en la sabiduría de Esteban, en la palabra de Pedro, en el


ímpetu de S. Pablo. Nada pudo contener? menguar su empuje: ni la cólera del
pueblo, ni la violencia de los tiranos, ni el ataque de los demonios, ni los asesinatos
cotidianos. Como el río impetuoso pasaron sobre todo lo que tenían delante. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. Sobre Mateo, 51).

4869 Los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si
siempre estuvieran celebrando la Pascua. (S. ATANASIO Carta 14).

4870 El santo no es sólo la alegría de sus padres, sino la salvación de muchos.


(S.ANBROSIO, en Catena Aurea, vol. V, p. 22).

4871 Ya veis, pues, cómo todos los santos han hablado, no ,tanto en persona del
pueblo como en nombre propio, y como se proclaman verdaderos pecadores.
(CASlANO Colaciones, 23, 17).

4872 Cuando llegue allí (al cielo) entonces seré de verdad un hombre de Dios. (S.
IGNACIO DE Antioquía Hom. 6).

4873 (Los santos) en su afán ilimitado por la santidad, descubren en sí con rara
sagacidad y condenan sin piedad cosas que nuestra mirada interior, entenebrecida,
no puede ni siquiera atisbar. (CASIANO, Colaciones, 23).

4874 He notado, y es muy natural, que las hermanas más santas son más queridas.
(SANTA TERESA, DF LISIEUX, Manuscrito a la M. Mª de Gonzaga, X, 13).

4875 ¿Hay otra clase de Santos? Sí, pero está escondida. Hay, en efecto, santos que
todavía luchan y pelean; corren aún sin haber llegado a la meta [...]. La palabra
«santo» tiene, pues, diversos significados: unas veces designa a aquellos cuya
santidad está ya consumada, otras a los que luchan por alcanzarla. (S. BERNARDO,
Sermón 5 para la fiesta de Todos los Santos).

«Obras maestras del Espíritu Santo»

4876 Cada uno de los Santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo.
(JUAN XXIII, Aloc. 5-6-1960).

4877 ¿Quiénes son aquellos a quienes la Iglesia dedica la solemnidad de hoy (Todos
los Santos), sino el fruto de la obra santificante del Espíritu de verdad y de amor, que
es el Espíritu Santo? ¿Qué es la santidad de tantos hermanos y hermanas -conocidos
por su nombre, o no- a los que honramos particularmente este día, sino la madura
plenitud de esa vida que precisamente El, el Espíritu Santo, injerta en el alma del
hombre?

¡El «que es Señor y Dador de vida»! [...].

La liturgia de esta solemnidad nos infunde un gran júbilo y una alegre esperanza
cuando, mediante las palabras del Apocalipsis, observamos con los ojos del alma esa
muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y
lenguas (Apoc. 7, 9).

Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob (Sal 23
[24], 6).

Y todos los santos, a los que hoy honramos, son portadores del don misterioso del
Espíritu Santo, al cual han testimoniado fidelidad heroica.

Teniendo ante nuestra mirada espiritual esta espléndida imagen que la liturgia de la
Iglesia nos ofrece el 1 de noviembre, tratemos ahora, en la oración del «Angelus», de
manifestar al Espíritu Santo una ferviente gratitud por Todos los Santos, esto es, por
todos los frutos de la santidad que han nacido en el curso de la historia de la
salvación bajo el influjo de su gracia.

Agradezcamos especialmente ese particularísimo fruto de santidad, nacido y


madurado por la presencia del Espíritu Santo, la Virgen de Nazaret, llena de gracia,
Santísima, Theotokos, Madre de Dios. (JUAN PABLO II, Angelus, l-XI-1981).

Necesidad de personas santas

4878 Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos.

-Dios quiere un puñado de hombres «suyos» en cada actividad humana.

--Después... «pax Christi in regno Christi» -la paz de Cristo en el reino de Cristo. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 301).

Los santos en la Patria definitiva. Intercesión y veneración

4879 Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y
altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un
hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha colmado y
consumado. (S. BERNARDINO DE SIENA, Sermón2).

4880 Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra
devoción. La veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por
lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte
deseo. (S. BERNARDO, Sermón 2).

4881 Contempla a tu lado el colegio de todos los santos, congregados para colmo de
tu felicidad por la divina clemencia, porque no es dichosa la posesión de un bien
cuando de él se goza en soledad. (S. BUENAVENTURA, Soliloquio, 4).
4882 Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo, por haber dado
el supremo testimonio de fe y de caridad con el derramamiento de su sangre, nos
están más intimamente unidos en Cristo; les profesó especial veneración junto con la
Bienaventurada Virgen y los santos ángeles, e imploró piadosamente el auxilio de su
intercesión. (CONC VAT. II, Const. Lumen gentium, 50).

4883 Es algo injurioso rezar por el mártir, a cuyas oraciónes debemos nosotros
encomendarnos. Sin embargo, las Oraciónes de los santos mártires satisfacen a Dios
por los pecados de su pueblo. Todos los mártires que están alabando a Dios,
interceden por nosotros; y no cesan sus oraciónes hasta que no cesan nuestras
lamentaciones. Se alegran de nosotros quienes oran por nosotros. (S. AGUSTIN,
Sermón sobre S. Esteban, 1).

4884 De la misma manera que Noé y sus hijos, salvos en el arca, evitaron perecer en
el diluvio, así también los hombres podrán evitar el diluvio de la eterna condenación
si prontamente recurren al arca espiritual, es decir, si se refugian en la intercesión de
los santos. (SAN AMBROSIO, Sobre el arca de Noé, 7).

4885 Que les enseñen que los santos, que reinan juntamente con Cristo, ofrecen sus
oraciónes por los hombres; que es bueno y provechoso invocarles humildemente y
recurrir a sus plegarias, a su ayuda y socorro para obtener de Dios los beneficios por
su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que es nuestro único Redentor y Salvador. Aquellos
que niegan que han de ser invocados los santos que gozan en el cielo de la felicidad
eterna, los que afirman que ellos no oran por los hombres o que es idolatría
invocarles para que oren por cada uno de nosotros, o que es cosa contraria a la
palabra de Dios y Opuesta al honor debido a Jesucristo, único mediador entre Dios y
los hombres, o que es necedad suplicar oral o mentalmente a los que reinan en el
cielo, todos estos piensan impíamente. (CONC. DE TRENTO, Ses. XXV).

Conocer la vida de los santos

4886 Debemos conocer la vida de los santos, para afinar en la corrección de nuestra
propia vida [...], y así el fuego de la juventud espiritual, que tiende a apagarse por el
cansancío, revive con el testimonio y el ejemplo de los que nos han precedido.
(S.GREGORIO MAGNO, Moralia, 24).

Las fiestas de los santos


4887 Las fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores y
proponen ejemplos oportunos a la imitación de Cristo. (CONC. VAT II, Const.
Sacrosanctum Concilium, 111).

Veneración por las reliquias, lugares donde vivieron, etc.

4888 Los fieles han de venerar también los santos cuerpos de los mártires y los de
los otros santos que viven con Cristo, pues fueron miembros vivos de Cristo y
templos del Espíritu Santo (1 Cor 3, 16; 6,19; 2 Cor 6, 16) y serán resucitados y
glorificados por él para la vida eterna. Por ellos Dios concede muchos beneficios a los
hombres. Por tanto, los que afirman que no se debe honor y veneración a las
reliquias de los santos, o que los fieles honran inútilmente sus reliquias y los otros
monumentos sagrados y que en vano visitan los lugares de su martirio para obtener
ayuda, estos tales han de ser condenados, como antaño los condenó la Iglesia y
ahora también los condena. (CONC. DE TRENTO, Ses. XXV).

Imágenes de santos

4889 Las imágenes de Cristo, de la Virgen, Madre de Dios, y las de otros santos, hay
que tenerlas y guardarlas sobre todo en los templos y tributarles la veneración y el
honor debidos. No es que se crea que en ellas hay algo de divino [..],. sino que el
honor que se les tributa se refiere a los modelos originales por ellos representados.
Por tanto, a través de las imágenes que besamos y ante las cuales descubrimos
nuestra cabeza y nos postramos, adoramos a Cristo y veneramos a los santos cuya
semejanza ellas evocan. (CONC.DE TRENTO, Ses. XXV).

4890 Definimos que [...], tal como se hace con la cruz preciosa y vivificante, las
imágenes venerables y sagradas, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra
materia apropiada, deben colocarse en las Iglesias santas de Dios, en los vasos y en
los ornamentos, en las paredes y en los cuadros, en las calles y en las casas: tanto la
imagen de nuestro Señor Jesucristo, Dios y Salvador nuestro, como las de la Virgen
santa, Madre de Dios y Señora nuestra, de los ángeles venerables y de los justos. (II
CONC DF NICEA Dz 511, 302).

4891 En efecto, cuanto más frecuentemente son contempladas por medio de su


representación en la imagen, tanto más se mueven los que las contemplan al
recuerdo y deseo del modelo original, a besarías y a tributarles el culto debido, no
por cierto el de latría verdadera que, según nuestra fe, sólo conviene a la naturaleza
divina; sino que, como se hace con la cruz preciosa y vivificante, con los santos
evangelios y con los demás objetos sagrados, hay que honrarlas con la ofrenda de
incienso y luces, como fue costumbre piadosa de los antiguos. «Porque el honor de la
imagen se dirige al original» (S. Basilio). El que venera una imagen venera a la
persona por ella representada. (II CONC. DE NICEA, Dz 511, 302).

4892 Es conveniente, según lo que dicta la razón y en conformidad con la tradición


más antigua, honrar y venerar las imágenes, puesto que el honor se refiere a los
mismos originales, del mismo modo que el libro santo de los Evangelios y la imagen
de la cruz preciosa. Si, pues, no venera la imagen de Cristo, Salvador nuestro, que no
vea su forma cuando venga en la gloria de su Padre a ser glorificado y glorificar a sus
santos. Que sea excluido de su sociedad y de su claridad. Lo mismo decimos para
quien no venera la imagen de su Madre inmaculada, Maria, Madre de Dios. Pintamos
también las imágenes de los santos ángeles, tal como los representan las palabras
de la Sagrada Escritura. Honramos y veneramos las imágenes de los Apóstoles, tan
dignas de alabanza, de los profetas, de los mártires, de los santos varones y de todos
los santos. Quienes no sienten así , sean anatemas de parte del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. (CONC. DE CONSTANTINOPLA IV, Dz. 513, 337).

Comunión de los santos.

SERVIR A DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, vino a servir y a dar su vida en rescate
por muchos.Mt 20, 28.

Sabiendo que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y que había salido
de Dios y a El volvía, se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una
toalla, se la ciñó; luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos y a enjugárselos con una toalla que tenía ceñida. Jn 13, 3-5.

Cuando les hubo lavado los pies, tomando sus vestidos Y Poniéndose de nuevo en la
mesa, les dijo: ¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis
Maestro y Señor, y decís bien, porque de verdad lo soy. Si yo, pues, os he lavado los
pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habéis de lavaros vosotros los pies
unos a otros. Jn 13, 12-15.

En verdad, en verdad os digo:No es el siervo mayor que su señor, ni el enviado


mayor que quien le envía. Jn 13, 16.

Hermanos míos, continuad firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la


obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo no es inútil a los ojos de Dios. 1 Cor
15,58.

Servid a Yahvé con júbilo, venid gozosos a su presencia. Sal 99, 2.

En ti, Señor, está la piedad, pues das a cada uno según sus obras. Sal 61, 13.

Así también vosotros, cuando hiciereis estas cosas que os están mandadas, decid:
Somos siervos inútiles; lo que teníamos que hacer, eso hicimos. Lc 17, 10.

Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mí servidor; si
alguno me sirve, mí Padre le honrará. Jn 12, 26.

El mas grande de vosotros sea vuestro servidor. Mt. 23, 11

Ellos se callaron porque en el camino habían discutido entre si sobre quién seria el
mayor. Mc 9,34.

No ha de ser así entre vosotros; antes, sí alguno de vosotros quiere ser grande, sea
siervo de todos. Mc 10, 40.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Servir a Dios es un honor


4893 Esclavitud por esclavitud -si, de todos modos, hemos de servir, pues,
admitiendolo o no, esa es la condición humana-, nada hay mejor que saberse, por
Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos la situación de esclavos,
para convertirnos en amigos, en hijos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Amigos de Dios,
35).

4894 Así acontece en el servicio de Dios: a Dios no le aporta nada, pues Dios no tiene
necesidad del servicio de los hombres; mas, a aquellos que le sirven y le siguen, Dios
les da la vida, la incorruptibilidad y la gloria eterna. El concede su benevolencia a los
que le sirven por el hecho de servirle, y a los que le siguen por el hecho de seguirle,
pero no recibe de ellos beneficio alguno porque es perfecto y no tiene ningúna
necesidad. Si Dios solícita el servicio de los hombres es para poder, siendo bueno y
misericordioso, otorgar sus beneficios a aquellos que perseveran en su servicio;
porque, del mismo modo que Dios no tiene necesidad de nada, el hombre tiene
necesidad de la comunión con Dios, pues la gloria del hombre está en perseverar en
el servicio divino. (S. IRENEO, Trat. contra las herejías, 4).

4895 El servir a Dios nada le añade a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de nuestra
sumisión; es él, por el contrario, quien da la vida, la incorrupción y la gloría eterna a
los que le siguen y sirven, beneficiándolos por el hecho de seguirle y servirle, sin
recibir de ellos beneficio alguno. (S. IRENEO, Trat. contra las herejías, 4).

4896 Algunas veces pienso hacéis semejantes mercedes a los que Os aman, y Vos
les hacéis tanto bien como es darles con que os sirvan. (SANTA TERESA,
Fundaciones, 22, 7).

El Señor es «buen pagador»

4897 Como los soldados, que -aunque hayan servido mucho siempre- han de estar a
punto para que el capitán les mande en cualquier oficio que quiera ponerlos, pues les
han de dar sueldo. ¡Y cuán mejor paga la pagará nuestro Rey que los de la tierra!
(SANTA TERESA, Camino deperfección, 18, 3).

4898 La pobre alma -aunque quiere- no puede todas las veces lo que querría ni
puede nada sin que se lo den, y ésta es su mayor riqueza; queda más adeudada
mientras más sirve. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 32, II).

4899 Esto es como cuando entra un criado a servir tiene cuenta con contentar a su
señor en todo; más él está obligado a dar de comer al siervo mientras está en su
casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tiene para sí ni para él. Acá cesa esto:
siempre es y será rico y poderoso. Pues no seria bien andar el criado pidiendo de
comer, pues sabe que tiene cuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con razón le
dirá que se ocupe él en servirle y en cómo le ha de contentar, que por andar ocupado
el cuidado en lo que no le ha de tener no hace cosa a derechas. (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 34, 5).

Servir con alegría

4900 Servid al Señor, con alegría (Sal 99, 2): no hay otro modo de servirle. Dios ama
al que da con alegría (2 Cor 9, 7), al que se entrega por entero en un sacrificio
gustoso, porque no existe motivo alguno que justifica el desconsuelo. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 177).

4901 No existen fechas malas o inoportunas: todos los días son buenos, para servir a
Dios. Sólo surgen las malas jornadas cuando el hombre las malogra con su ausencia
de fe, con su pereza, con su desidia que le inclina a no trabajar con Dios, por Dios.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 52).

Servir a los demás, por Dios, sin esperar nada a cambio

4902 El que quiera ser el mayor que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero que sea esclavo de todos.

Este servicio hacia los hombres debe ser ciertamente gratuito y el que se consagra a
él debe sentirse sometido a todos y servir a los hermanos como si fuera deudor de
cada uno de ellos. (S. GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana).

4903 Busquemos aquellas virtudes que, junto con nuestra salvación, aprovechan
principalmente al prójimo [...]. En lo terreno, nadie vive para sí mismo. El artesano, el
soldado, el labrador, el comerciante, todos sin excepción contribuyen al bien común
y al provecho del prójimo. Con mayor razón en lo espiritual. Porque esto es sobre
todo vivir. El que sólo vive para sí y desprecia a los demás, es un ser inútil, no es
hombre, no pertenece a nuestro linaje. (S. JUAN CRíSÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,
77).

4904 Fijémonos en los soldados que prestan servicio bajo las órdenes de nuestros
gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las órdenes
que reciben. No todos son generales ni comandantes, ni centuriones ni oficiales, ni
todos tienen alguna graduación; sin embargo, cada cual, en el sitio que le
corresponde, cumple lo que le manda el rey o cualquiera de sus jefes. Ni los grandes
podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes; la efectividad
depende precisamente de la conjunción de todos.

Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los píes no es nada, como
tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más íntimos de nuestro cuerpo son
necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se coordinan entre
sí para el bien de todo el cuerpo. Procuremos, pues, conservar la integridad de este
cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga al servicio de su
prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación de Dios. (S. CLEMENTE,
Carta a los Corintios; 36).

4905 Es conveniente que quienes están al frente de sus hermanos se esfuercen más
que los demás en trabajar por el bien ajeno, se muestren más sumisos que los
súbditos y, a la manera de un siervo, gasten su vida en bien de los demás, pensando
que los hermanos son en realidad como un tesoro que pertenece a Dios y que Dios
ha colocado bajo su cuidado. (S. GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana).

4906 (Debemos) examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que
hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. sobre el profeta Ezequiel, 2).

4907 [...] para servir, servir. Porque, en primer lugar, para realizar las cosas, hay que
saber terminarías. No creo en la rectitud de intención de quien no se esfuerza en
lograr la competencia necesaria, con el fin de cumplir debidamente las tareas que
tiene encomendadas. No basta querer hacer el bien, sino que hay que saber hacerlo.
Y, si realmente queremos, ese deseo se traducirá en el empeño por poner los medios
adecuados para dejar las cosas acabadas, con humana perfección. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 50).

Para servir es necesaria la humildad y la fortaleza

4908 Cuando se te presente la ocasión de prestar algún servicio bajo y abyecto al


prójimo, hazio con alegría y con la humildad con que lo harías si fueras el siervo de
todos. De esta práctica sacarás tesoros inmensos de virtud y de gracia. (J. PECCI
-León XIII- Práctica de la humildad, 32).

4909 No es apto para servir quien no es fuerte. (SANTO TOMÁS, Catena Aurea, vol. 1,
p. 52).
4910 En la casa del justo los que mandan sirven a aquellos a quienes parecen
mandar. La razón es que no mandan por afán de poder, sino porque tienen el
ministerio de cuidar de los demás; no son los primeros por soberbia, sino por amor,
para atenderles. (S. A(L~TIN, La Ciudad de Dios, 19, 14).

4911 El espíritu crítico no sería expresión de la actitud de servicio, sino más bien de
la voluntad de dirigir la opinión de los demás según la opinión propia, divulgada a
veces de manera demasiado desconsiderada. (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor
hominis, 1, 4).

Medios para servir a Dios

4912 Porque la confianza que el apóstol ha de poner en Dios debe ser tan grande
que, aunque no posea lo necesario para esta vida, tenga por cierto que nada le ha de
faltar. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

4913 Una persona que no se esforzara por hacer lo que está de su parte,
esperándolo todo del auxilio divino, tentaría a Dios. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
2-2, q. 53, a. 4).

4914 Después de la caída, su lenguaje es completamente distinto: ¿A qué nos miráis


a nosotros, como si por propia virtud o por propia piedad hubiéramos hecho andar a
éste? (Hech 3, 12). De ahí aprendemos una gran verdad, y es que no basta la
voluntad del hombre, si no nos asiste la ayuda de lo alto, si nos falta la voluntad [...].

Por eso yo os exhorto a que ni se lo dejéis todo a Dios y os echéis vosotros a dormir;
ni, porque seáis fervorosos, penséis que por vuestro propio esfuerzo lo vais a
conseguir todo. Dios no quiere ni que nos tumbemos -y por eso no lo hace él todo- ni
que seamos arrogantes- y por eso tampoco nos lo deja a nosotros todo-. (S. JUAN
CRISOSTOMO Hom. sobre S. Mateo, 84).

4915 En las empresas de apostolado está bien -es un deber- que consideres tus
medios terrenos (2 + 2 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna,
con otro sumando: Dios + 2 + 2... (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Camino, n. 471).

4916 Al que es rico, y por su poder y excelente disposición corporal tiene cierta
grandeza, y hace buen uso de aquellos bienes que posee, justo es amarle y
respetarle como quien está dotado de bienes comunes, siempre que los emplee
conforme a lo que dicta la recta razón: de tal modo que sea caritativo con los pobres,
auxilie a los enfermos y considere todos los bienes que posee no más suyos que de
los indigentes. Por el contrario, al hombre que no procede así debemos tenerle como
más digno de lástima que de envidia, en cuanto que tiene más medios y más
ocasiones para pecar. (S. BASILIO, Hom. sobre la envidia>.

4917 Sirve a tu Dios con rectitud, séle fiel... y no te preocupes de nada: porque es
una gran verdad que «si buscas el reino de Dios y su justicia, El te dará lo demás -lo
material, los medios- por añadidura». (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 472>.

4918 De aquí que no se deba tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni al
poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la robustez de su cuerpo; ni al
sabio por su eximía elocuencia. Todas estas cosas son instrumentos de virtud para
los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen felicidad. (S.
BASiLIO, Hom. sobre la envidia

SINCERIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Nuestro Señor aborrece la mentira y la hipocresía: Apoc 22, 1S.

La verdadera caridad es sincera: Rom 12, 9; 1 Cor 13, 5-6.

San Pablo es sincero como Nuestro Señor: pone su conducta de acuerdo con su
doctrina: 2 Cor 1, 18-21.

Ser sincero sin temor a desagradar a los hombres: Gal 1, 10.

Todo lo que está oculto será descubierto: Mt 10, 26.

La obediencia debe ser sincera: Ef 6, S.


Atractivo de la sinceridad en medio de la mentira que reina en el mundo: Flp 2, 1S.

San Pablo exhorta a los Colosenses a la sinceridad: Col 3, 8-9.

La sinceridad busca agradar a Dios y no a los hombres: l Tes 2,3-4.

Hagamos todas las cosas con sinceridad y pureza de intención: 1 Tini 5, 21.

Nuestras acciones deben estar de acuerdo con nuestra fe: Sant 1, 19-27; 2, 1-26.

Señales de la auténtica caridad: 1 Jn 2, 3-11; 3, 16-24; 4, 20.

Nuestro Señor desprecia las limosnas, oraciónes y ayunos de los hipócritas, por los
que no recibirán ningúna recompensa: Mt 6,1-8.

Los hipócritas juzgan severamente a los demás: Mt 7, S.

Indignación de Nuestro Señor contra los que traspasan con astucia y artificio los
mandamientos de Dios: Mt 15, 3-9; Mc 7, 9-13.

Testimonio de Nuestro Señor contra ellos: Lc 11, 37-52.

Necedad de los hipócritas; en efecto, todo secreto será descubierto: Lc 12, 1-2.

El diablo es padre de la mentira: Jn 8, 44.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Sinceridad con Dios

4919 Toda santidad fingida está muerta; porque no obra impulsada por Dios, y más
bien no debiera llamarse santidad; así como un hombre muerto no es hombre, así
como los farsantes que fingen y simulan las personas de otros, no son las personas
que imitan. (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 129).

4920 (Y vino a El un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes


limpiarme). Aquel hombre se arrodilla postrándose en tierra -lo que es señal de
humildad y de vergÚenza~ que cada uno se avergúence de las manchas de su vida.
Pero la vergúenza no ha de impedir la confesión: el leproso mostró la llaga y pidió el
remedio. Su confesión está llena de piedad y de fe. Si quieres, dice, puedes:
reconoció que el poder curarse estaba en manos del Señor. (SAN BEDA, Coment.
Evang. S. Marcos).

4921 Así como en los teatros, cuando todo se acaba, y los que representan se retiran
y se desnudan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y
como son con todas sus miserias, así , cuando viene la muerte y concluye el
espectáculo de esta vida, depuestos de los disfraces de la riqueza y de la pobreza,
sólo por las obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y quiénes pobres,
quiénes dignos y quiénes indignos de gloria. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. VI, p. 249).

4922 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y
el plato, que por dentro están llenos de rapiña y codicia! Si el Señor detesta la
suciedad de los cuerpos y de los vasos que por necesidad tienen que mancharse con
el mismo uso, ¿cuánto más las inmundicias de la conciencia, que si queremos
podemos conservar siempre limpia? (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III,
p. 126).

Sinceridad en la Confesión

4923 No te acuses con aquellas fórmulas superfluas que muchos dicen por
costumbre: « Yo no he amado a Dios tanto como debía, no he orado con la devoción
que debiera, no he amado a mi prójimo como debiera amarle, no he recibido los
Santos Sacramentos con la reverencia que es debida», y otras semejantes. La razón
es porque diciendo esto no dices nada en particular que pueda manifestar al confesor
el estado de tu conciencia, pues cuantos hombres hay en la tierra y cuantos santos
están en el Cielo podrían decir lo mismo si confesasen. (S. FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, II, 19).

4924 Has de expresar también si te has detenido largo tiempo en el mal, pues la
prolongación del tiempo de ordinario acrecienta mucho la culpa, porque hay gran
diferencia entre una vanidad pasajera que haya ocupado el espíritu por espacio de
un cuarto de hora, y otra en que el corazón se mantuvo sumergido uno, dos y tres
días. En suma: es menester decir el hecho, el motivo y la duración de las culpas;
pues aunque por lo común no hay obligación de explicar tan puntualmente los
pecados veniales, y en rigor no estamos obligados a confesarlos, con todo, los que
quieren purificar bien sus almas para llegar mejor a la devoción santa deben ser muy
cuidadosos en manifestar claramente al médico espiritual la enfermedad de que
buscan el remedio, por pequeña que sea. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, II, 19).

4925 Todo pecador, mientras oculta en su conciencia sus culpas, se esconde y


encubre en su interior; pero el muerto sale fuera cuando el pecador confiesa
espontáneamente sus maldades. A Lázaro se le dijo Sal fuera, que es lo mismo que si
a cualquiera que está muerto en la culpa se le dijera:

¿por qué escondes el resto de tu culpa dentro de tu conciencia? Ya es tiempo de que


salgas fuera por medio de la confesión, tú que te escondes en tu interior por medio
de la negación. Salga fuera el muerto, esto es, confiese su culpa el pecador. Los
discípulos desataron al que salía del sepulcro, para que los pastores de la Iglesia
perdonen la pena que mereció el que no se avergonzó de confesar lo que hizo. (S.
GREGORIO MAGNO, Hom. 26 sobre los Evang.).
4926 Al confesar los pecados, ¿qué otra cosa hacemos sino descubrir el mal que
estaba oculto dentro de nosotros? (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

4927 (Algunos van con los pecados disimulándonos y como) coloreando porque no
parezcan tan malos, lo cual más es irse a excusar que a acusar. (S. JUAN DE LA
CRUZ, Noche oscura,1, 2,4).

4928 Si no declaras la magnitud de la culpa, no conocerás la grandeza del perdón.


(S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre Lázaro, 4, 4).

Sinceridad con uno mismo

4929 No quisiera que ignoraseis, hermanos míos, de qué modo se baja, o por mejor
decir, se cae en estos caminos. El primer escalón es el disimulo de la propia flaqueza,
de la propia iniquidad y del propio fracaso, cuando perdonándose el hombre a sí
mismo, autoconsolándose, se engaña. El segundo escalón es la ignorancia de sí[...].
¿Qué más lógico que no ver sus llagas, especialmente si las ha tapado con el fin de
no poderlas ver? De esto se sigue que, ulteriormente, aunque se las descubra Otro,
defienda con tozudez que no son llagas, dejando que su corazón se abandone a
palabras engañosas para buscar excusas a sus pecados. (S. BERNARDO, Sermón
sobre el Salmo 50).

4930 A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 236).

4931 Los que tienen buena salud no necesitan del médico, sino los que están
enfermos (Mt 9, 12). Si quieres ser curado, reconoce tu enfermedad (...].No he venido
a llamar a los justos, sino a los pecadores (9, 13). No es que Cristo rechace a los
justos, sino que sin él no hay nadie en la tierra que esté sin pecado. No rechaza a los
justos, pero aquí abajo sólo ha encontrado pecadores. (S. PEDRO CRISÓLOGO,
Sermón 30).

4932 Te había pedido la pureza con estas palabras: Dame pureza y castidad, pero no
la des ahora. Tenía miedo de que me oyeras demasiado pronto, y de que
desapareciera la enfermedad de mi sensualidad demasiado temprano; prefería darle
un desahogo, en vez de apagarla. (S. AGUSTÍN, Confesiones, 8, 7).
4933 (A veces, por soberbia oculta) decimos que somos la misma miseria y la escoria
del mundo; pero quedaríamos harto burlados si, cogiéndonos la palabra, dijeran en
público de nosotros lo mismo que hemos dicho. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la
vida devota, III, 5).

4934 Son más peligrosos y más difíciles de remediar los vicios que tienen apariencia
de virtud y se cubren con la apariencia de cosas espirituales, que los que tienen
claramente por fin el placer sensual. A éstos, en efecto, como a las enfermedades
que se manifiestan con claridad, puede atacárseles de frente y se les cura al
instante. Los otros vicios, en cambio, paliados con el velo de la virtud, permanecen
incurables, agravando el estado de los pacientes y haciendo desesperar de su
remedio. (CASIANO, Colaciones, 4).

Sinceridad con los demás, especialmente con quienes representan a Dios

4935 (A uno que había vivido la virtud de la sinceridad): Has triunfado hoy sobre tu
Adversario. Con tu propia acusación le has confundido mucho más de lo que te había
abatido él a ti con tu silencio. La causa de haberte dominado él hasta ahora fue
porque ni tu palabra ni la de otro por ti le opuso la menor resistencia. Por eso le
dabas la posibilidad de subyugarte [...]. Pero ahora, al denunciar a tu enemigo y
sacarle a plaza, has anulado su poder de inquietarte en lo sucesivo. Esta terrible
serpiente no podrá encontrar

La sinceridad se opone a todo tipo de hipocresía

4943 Debajo de unos vestidos harapientos puede haber mucha jactancia; y esto es
más peligroso, pues ocultándose en un manto de piedad, engaña con la apariencia
de servir a Dios. (S. AGUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2, 12).

4944 Hay muchos que siendo soberbios se colocan en los últimos sitios, y por el
orgullo de su corazón les parece que se sientan a la cabeza de los demás, y también
hay muchos humildes que, aun cuando se sientan en los primeros puestos, están
convencidos en sus conciencias de que deben ocupar los últimos puestos. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 106>.

4945 ¿No ves cuán grande es el pecado de hipocresia? Pues ésta 4945 es fruto de la
envidia. Porque la envidia es la que principalmente produce en los hombres la
doblez, puesto que, sintiendo odio en su interior, manifiestan cierto exterior ciue
revela un tinte o especie de caridad; como los escollos ocultos en el mar, que
encubiertos bajo muy poca agua, causan a los incautos un mal imprevisto. (S.
BASILIO, Hom. sobre la envidia).

4946 El nombre de hipócrita procede de aquella clase de hombres que entran en los
espectáculos con la cara tapada, pintándola de diversos colores con el fin de
asemejarse a la persona que fingen ser y de la cual simulan lo exterior [...]. (S.
ISIDORO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 340).

4947 Es un hipócrita todo aquel que aparenta lo contrario de lo que es. (S. JERÓNíMO,
en Catena Aurea, vol. III, p. 72).

4948 (...Echan pesadas cargas...>. Tales son también muchos jueces: severos con los
que pecan e indulgentes consigo mismos, legisladores intolerables y débiles
observantes de las leyes; no quieren observar una vida honesta ni acercarse a ella, y
exigen a sus subordinados que la observen con todo rigor. (S. GREGORIO DE NISA, en
Catena Aurea, vol. VI, p. 55)

4949 El alma que usa de mentira, doblez y simulación muestra debilidad y vileza. (S.
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 30).

en ti acogida para ocultarse de nuevo en tu pecho, pues por tus palabras la has
sacado de las tinieblas de tu corazón poniéndola a la luz del día. (CASIANO,
Colaciones, 2).

4936 No permitáis que en vuestra alma anide un foco de podredumbre, aunque sea
muy pequeño. Hablad. Cuando el agua corre, es limpia; cuando se estanca, forma un
charco lleno de porquería repugnante, y de agua potable pasa a ser un caldo de
bichos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 181).

4937 (Los discípulos de Emaús) habiendo dado a conocer su herida, encuentran la


medicina, (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 532).

4938 No podía presentar por sí mismo su súplica, pues estaba mudo; y a los otros
tampoco podía rogarles, pues el demonio había trabado su lengua, y juntamente con
su lengua le tenía atada el alma. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82).

4939 ¿Por qué ese reparo de verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director tal
como en realidad eres?
Habrás ganado una gran batalla si pierdes el miedo a darte a conocer. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 65).

4940 Rasgando el velo con que la falsa vergúenza querría cubrirlos, manifestamos a
nuestros mayores todos los secretos de nuestra alma. Vayamos con confianza a
buscar en ellos el remedio a nuestras heridas y el ejemplo de una vida santa.
(CASIANO, Colaciones, 2).

4941 Aparenta ser justo, y no lo prueba, el que coloca su mérito en la alabanza de los
hombres. (S. AGUSTIN, en Catena Aurea, vol. 1, p. 341).

4942 Aunque algunas veces se puede disimular con discreción y prudencia,


encubriendo la verdad con algún artificio de palabras, esto no se ha de hacer sino en
asunto de importancia, cuando lo pidan claramente la gloria y servicio de Dios;
porque fuera de estos casos es arriesgado el artificio, puesto que, como dice la
Sagrada Escritura no habita el Espíritu Santo en el corazón fingido y doble. (S.
FRANCIS-CO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 30).

Sinceridad y sencillez

4950 En el modo de hablar conviene mirar que no hablemos ni con demasiada


blandura, ni con demasiada desenvoltura, ni apresuradamente, ni curiosa y
pulidamente, sino con gravedad, con llaneza y sencillez. A este modo pertenece
también no ser hombre porfiado y cabezudo y amigo de salir con la suya, porque
muchas veces por aquí se pierde la paz de la conciencia y aun la caridad y la
paciencia y los, amigos. (FR. Luís DE GRANADA, Guía de pecadores, P. 448).

4951 No demos a entender que queremos el último lugar Sin quererlo


verdaderamente, y esta regla la establezco tan general que no admite excepción
alguna: sólo añadiré que la cortesía exige algunas veces que ofrezcamos la
preferencia a los que ciertamente no la han de tomar, sin que en e116 haya doblez
de humildad fingida, porque entonces el ofrecer la preferencia es un principio de
distinción, y ya que no podemos dársela entera, no es mal hecho que les demos el
principio. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 5).

4952 Deja ese «aire de suficiencia» que aísla de la tuya a las almas que se te
acercan. Escucha. Y habla con sencillez:

sólo así crecerá en extensión y fecundidad tu trabajo de apóstol. (SAN JOSEMARÍA


ESCRIVÁ, Camino, n. 958).
4953 Hay algunos, en efecto, a quienes les falta sencillez en las buenas obras que
realizan, porque buscan no la retribución espiritual, sino el aplauso de los hombres:
Por esto dice con razón uno de los libros sapienciales: ¡Ay del hombre que va por dos
caminos! (S. GREGORIO MAGNO, Moraha, 1).

4954 Os recomiendo, sobre todo, la santa simplicidad: veos a vos en vez de ver
peligros ajenos. Os parecerá que son ejércitos, cuando no son más que sauces de
ramaje tronchado, y mientras anduvieseis mirándolos, podríais dar un traspié.
Tengamos el propósito firme y general de servir a Dios de corazón, toda la vida, y
con eso no queramos saber sino que hay un mañana, en el que no hemos de pensar.
Preocupémonos por obrar bien hoy; el mañana vendrá también a llamarse hoy, y
entonces pensaremos en él. Hay que hacer provisión de maná para cada día y nada
más; no tengamos la menor duda de que Dios hará caer otro maná al día siguiente, y
al otro, y al otro, mientras duren las jornadas de nuestra peregrinación. (S.
FRANCiSCO DE SALES, Epistolario, fragm. 131, l.c. 766).

SOBERBIA

Citas de la Sagrada Escritura

La soberbia sólo ocasiona contiendas [...] Prov 13, 10.

¿Qué nos aprovechó la altanería, qué ventaja nos trajeron la riqueza y la jactancia?
Sab 5, 8.

Así dice Yahvé: Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, que no se glorie el fuerte de
su fortaleza, que no se gloríe el rico de su riqueza. Jer 9, 23.

Las altivas frentes de los hombres serán abatidas y será humillada la soberbia
humana, y sólo Yahvé será exaltado aquel día. Is 2, 11.

Asola Yahvé la casa del soberbio y afirma los linderos de la viuda. Prov 15, 2S.

La soberbia es odiosa al Señor y a los hombres [...]. Eclo 10.7.


Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los
ojos y soberbia de la vida. 1 Jn 2, 16.

El Señor hizo alarde del poder de su brazo, deshizo las miras del corazón de los
soberbios. Lc 1, 53.

Quien no abraza las saludables palabras de Nuestro Señor Jesucristo y la doctrina


que es conforme a la piedad, es un soberbio que nada sabe. 1 Tim 6, 3-4.

¿Qué tienes que no hayas recibido? Y silo que tienes lo has recibido, ¿de qué te
jactas como si no lo hubieses recibido? 1 Cor 4, 7.

No seamos ambiciosos de vanagloria, provocándonos unos a los otros y


recíprocamente envidiándonos. Gal 5, 26.

SELECCION DE TEXTOS

Qué es la soberbia

4955 ¿Qué es la soberbia sino un apetito desordenado de grandeza pervertida? La


grandeza pervertida consiste en abandonar el principio a que el ánimo debe estar
unido, hacerse uno en cierta manera principio para sí y serlo. Esto sucede cuando el
espíritu se agrada demasiado a sí mismo, y se agrada a sí mismo cuando declina el
bien inmutable que debe agradarle más que a sí mismo. (S. AGUSTIN, La Ciudad de
Dios, 14, 13).

4956 El soberbio intenta inútilmente quitar de su solio a Dios, que es misericordioso


con todas las criaturas, para acomodarse él, que actúa con entrañas de crueldad.
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 100).

4957 La soberbia es el menosprecio de Dios. Cuando alguno se atribuye las buenas


acciones y no a Dios, ¿qué otra cosa hace sino negar a Dios? (TEÓFILO, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 298).

4958 (Es) el apetito desordenado de la propia excelencia. (SANJO TOMAS, Suma


Teológica, 2-2, q. 162, a. 2).

4959 Si bien todos los vicios nos alejan de Dios, sólo la soberbia se opone a El; (a ello
se debe) la resistencia que Dios ofrece a los soberbios. (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 162, a. 6).

4960 Al considerar la entrega de Dios y su anonadamiento [...], la vanagloria, la


presunción del soberbio se revela como un pecado horrendo, precisamente porque
coloca a la persona en el extremo opuesto al modelo que Jesucristo nos ha señalado
con su conducta. Pensadlo despacio: El se humilló, siendo Dios. El hombre, engreído
por su propio yo, pretende enaltecerse a toda costa, sin reconocer que está hecho de
mal barro de botijo. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Amigos de Dios, 112).

4961 No es grandeza la soberbia, sino hinchazón. (S. AGUSTIN, Sermón 380).

Está en la raiz de todo pecado y descamino

4962 El orgullo es la fuente de todos los vicios y la causa de todos los males que
acontecen y acontecerán hasta la consumación de los siglos. (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre el orgullo).

4963 No existe ningúna otra pasión como la soberbia, capaz de aniquilar las virtudes
y despojar al hombre de toda justicia y santidad. Al modo de una enfermedad
contagiosa que afecta a todo el organismo, y no se contenta con debilitar un solo
miembro sino que corrompe el cuerpo entero, así esta pasión derriba a aquellos que
están ya firmes en la cima de la virtud para deshacerse de ellos. (CASIANO,
Instituciones, 12).

4964 Se dispersaron por toda la tierra, a causa del amor de los bienes del mundo, y
son, en verdad, ovejas desperdigadas y sin rumbo por toda la tierra. Viven en
diversos lugares; una única madre, la soberbia, las engendró a todas, al igual que
una sola madre, nuestra Iglesia católica, ha dado también a luz a todos los fieles
cristianos esparcidos por todo el orbe. (S. AGUSTiN, Sermón 46, sobre los pastores).

4965 En todos los bienes temporales, el fin que el hombre busca es poseer cierta
perfección o gloria. Por esta vía descubrimos que la soberbia, apetito de la propia
excelencia, se pone como principio de todo pecado. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
1-2, q. 48, a. 2).
4966 (La soberbia es el) principio de todos los pecados y de todos los crímenes. No
se da por satisfecha con exterminar la humildad, su virtud contraria, como hacen los
otros vicios. Aspira a extirpar todas las virtudes a un tiempo. Ni se limita únicamente
a agredir a los mediocres, o a los pequeños, antes bien tienta con preferencia a los
que han llegado a la cúspide de la fortaleza. (CASIANO, Institucines, 12).

4967 ¡Tanto pudo la soberbia humana, que necesitó de la humildad divina para
curarse! (S. AGUSTIN, Sermón 183)

4968 Es la reina suprema de todo el ejército de los vicios Aunque puede decirse que
la soberbia es la madre y la raíz de todos los vicios y pecados, hay tres de los que lo
está una manera específica: la vanagloria, la ambición y la presunción, que, sin
embargo, se distinguen de ella. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia, 31).

4969 (La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de ~ soberbia, por la que
el hombre no se somete a las reglas de~ la fe. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2,
q. 10, a. 1).

4970 [...] Superbia vitae. No se trata sólo de pensamientos efímeros de vanidad o de


amor propio: es un engreimiento general. No nos engañemos, porque éste es el peor
de lo~ males, la raíz de todos los descaminos. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 6).

4971 El horizonte del orgulloso es terriblemente limitado: se agota en él mismo. El


orgulloso no logra mirar más allá de su persona, de sus cualidades, de sus virtudes,
de su talento. El suyo es un horizonte sin Dios. Y en este panorama tan mezquino ni
siquiera aparecen los demás: no hay sitio para ellos. (S. CANALS, Ascética meditada,
p. 87).

4972 Como un cruel tirano, se apodera de la ciudadela sublime de las virtudes,


trastorna y destruye de una a otra parte la ciudad entera, abate luego hasta el suelo
los altos muros de la santidad y lo desquicia todo en su recinto. No deja subsistir en
el alma que le está sujeta el más mínimo destello de libertad: cuanto más rica es su
víctima, más pesado es el yugo de la servidumbre a que la somete. En fin, no ceja
hasta asolaría por completo y dejarla desnuda de todas las riquezas espirituales.
(CASIANO, Instituciones, 12).
Algunas manifestaciones y consecuencias de la soberbia

4973 El amor propio está a veces adormecido en nosotros como una zorra, y luego,
de repente, se lanza sobre los polluelos. Por esto es necesario vigilarle con
constancia, con suavidad y paciencia. (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm.
75, l.c., p. 709).

4974 Lo más terrible de ese pecado es que, cuanto más domina al hombre, menos
culpable se cree éste del mismo. En efecto, jamás el orgulloso querrá convencerse de
que lo es, ni jamás reconocerá que no anda bien: todo cuanto hace y todo cuanto
habla, está bien hecho y bien dicho. (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre el orgullo).

4975 Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más 4975 grande será ante
Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es
delante de Dios.(S. AGUSTIN, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).

4976 Porque el natural de las mujeres es flaco, y el amor propio 4976 que reina en
nosotras muy sutil. (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 2).

4977 Si hemos de dar oídos a sus palabras (de los soberbios), diremos que fueron los
más valerosos conquistadores de la tierra; parece como si hubiesen recorrido el
universo entero; y los jóvenes alábanse de lo que no harán nunca; todos mendigan,
todos corren detrás de una boqueada de humo, que ellos llaman honor. (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

4978 Y ¿quién ignora que a los soberbios se les dice inflados, como si estuvieran
hinchados de viento? (S. AGUST¡N, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

4979 Ves a un artesano contemplando la obra de otro; hallará en ella mil defectos y
dirá: «¿qué le vamos a hacer? ¡Su capacidad no da más de sí!». Pero, como el
orgulloso no rebaja nunca a los demás sin elevarse a sí mismo, entonces, a renglón
seguido, os hablará de tal o cual obra por él realizada, diciéndoos que ha llamado la
atención de los inteligentes, que se ha hablado mucho de ella [...]. (SANTO CURA DE
ARs, Sermón sobre el orgullo).

4980 La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no aprueban
su espíritu, y aun terminan Por tenerles aborrecimiento. (S. JUAN DE LA CRUZ, Noche
Oscura, 1, 2).
4981 La reprensión, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a los
soberbios. (S. CJRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 52).

4982 Todo frutal, todo grano, toda semilla, todo árbol, tiene su gorgojo o gusano. Y
no es el mismo el gusano del manzano y el del peral que el gorgojo de las habas o
del trigo. El gusano de las riquezas es la soberbia. (S. AGUSTIN, Sermón 61).

4983 Pero lo más triste y lamentable es que este pecado sume al alma en tan
espesas tinieblas, que nadie se cree culpable del mismo. Nos damos perfecta cuenta
de las vanas alabanzas de los demás, conocemos muy bien cuándo se atribuyen
elogios que jamás merecieron; mas nosotros creemos ser siempre merecedores de
los que se nos tributan. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

4984 Aunque en medio de los desprecios y de las contradicciones conserves la paz y


la alegría, no creas por esto haber alcanzado la humildad, porque, a menudo, la
soberbia no está sino adormecida, y basta con que se despierte para que comience a
hacer estragos. (J. PECCI León XIII- Práctica de la humildad, 55).

4985 Los hombres tendemos a defendernos, a apegamos a nuestro egoísmo.


Siempre intentamos ser reyes, aunque sea del reino de nuestra miseria. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es Cristo que pasa, 17).

4986 [...] se ha de tomar como señal muy cierta para distinguir los dones que Dios da
de los que finge el demonio; que los de nuestro Señor son maravillosos, llenos de
verdad y de gran peso y quilates, y humillan y abajan más al hombre que si no los
tuviera, en cambio, los que finge el demonio lo hacen vano, y en vez de humillarle lo
suben a mayores para derribarlo de más alto y despeñarlo hasta la profundidad del
infierno. Los que no miran bien las cosas suelen decir que Dios les quita los dones, a
ellos o a otros, para humillarlos. Sin embargo, mejor dirían que se los quita para
confundirlos y vencerlos, porque han sido soberbios y negligentes; porque para
humillar no suele Dios quitar dones, sino darlos. Debes saber que sin duda alguna
sus dones son tales y tan buenos que por si mismos humillan al hombre que no está
dañado por algún vicio, como el buen vino, que adoba el vaso donde se echa; sin
embargo, si el vaso está muy dañado, el mismo vino se daña. (F. DE OSUNA, Tercer
abecedario espiritual, 19, 2).

4987 Con la soberbia pierdes todo cuanto recibiste. (S. AGUSTIN, Sermón 82).

4988 Dura tierra es el corazón del soberbio para la penitencia; no se ablanda si Dios
no le envía su lluvia. (S. AGUSTÍN, Sermón 92).

4989 Hay dos clases de orgullo. El primero es carnal, el segundo espiritual. Este es
más peligroso, por cuanto inquieta más especialmente a los que han progresado en
alguna virtud. (CASIANO, Colaciones, 5).

4990 El amor propio puede ser mortificado en nosotros, pero no por ello muere
nunca; antes bien, de vez en cuando y en diversas ocasiones, saca retoños que
atestiguan que, aunque se le haya cortado por el tallo, no queda desarraigado. Por
eso no tenemos el consuelo debido cuando vemos a los demás hacer el bien; lo que
no vemos en nosotros no nos es agradable, y lo que vemos en nosotros es dulce,
porque nos amamos tierna y amorosamente. (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario,
fragm. 75, l.c., p. 709).

4991 Todo soberbio se mira a sí mismo, y se cree grande, pues se paga de sí. Pero
quien se complace en sí mismo se complace en un hombre necio, porque él mismo
es necio al poner su agrado en sí mismo. (S. AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

4992 De cuatro maneras suele presentarse la arroga~ primero, cuando cada uno
cree que lo bueno exclusivamente de sí mismo; cuando cree que la gracia sido
alcanzada por los propios méritos; cuando se -uno de tener lo que no tiene; y cuando
se desprecia a demás queriendo aparecer como que se tiene lo que aquéllos desean;
asi, el fariseo de la parábola se atribuye ~ sí mismo los méritos de sus buenas obras.
(S. GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 299).

4993 Cuando el orgullo se adueña del alma, no es extraño que' detrás, como en una
reata, vengan todos los vicios: lá' avaricia, las interi~perancias, la envidia, la
injusticia. (J.,' ESCRIvÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 100).

4994 (A veces, por soberbia oculta), decimos que somos la' misma miseria y la
escoria del mundo; pero quedaríamos harto burlados si, cogiéndonos la palabra,
dijeran en público de nosotros lo mismo que hemos dicho. (S. FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, III, 5).

4995 A' no conocerse rectamente, los malos no se aman en verdad a sí mismos, sino
que aman lo que creen que son. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 25, a. 7).

4996 Las personas que van por este camino no Soportan que haya nadie superior a
ellas [...]. Los defectos de los demás deben servir para poner en evidencia y para
subrayar sus propias virtudes. Los errores de los demás deben servir para poner de
relieve su sabiduría y destreza; y la escasa inteligencia ajena, para hacer
resplandecer su gran valía. Y aquí está la raíz de las envidias, de los celos y
ansiedades que acompañan la vida de todos aquellos que siguen la ruta del orgullo.

Pero este desgraciado camino no acaba aquí. De la envidia se pasa a la enemistad.


¡Y cuántas no son las enemistades que tienen su origen -¡extraño origen!- en la
envidia!

4996 No perder el puesto, no ceder las armas: quien se encamina por esta dirección
suele recurrir a la ficción y a la hipocresía. Simula lo que no es, exagera lo que posee.
Todo es lícito, todo es bueno, en este maldito camino, a condición de que uno sea el
primero y el mejor ante uno mismo y en la estimación de los demas. (S. CANALS.
Ascética meditada, pp. 88-89).

4997 El amor propio hace que queramos hacer tal o cual cosa por nuestra elección,
pero no quisiéramos hacerla por la elección ajena, ni por obediencia; quisiéramos
hacerla porque salíó de nosotros, pero no como emanada de otros. Nos buscamos
siempre a nosotros mismos, a nuestra voluntad y a nuestro amor propio. Si
tuviésemos la perfección del amor de Dios nos gustaría más hacer lo que está
mandado, porque viene de Dios mejor que de nosotros. (S. FRANCISCO DE SALES
Epistolario, fragm. 75, l.c., p. 709).

4998 Que alguien desee desordenadamente algún bien temporal, procede de que se
ama a si mismo desordenadamente, puesto que amar a alguien es querer el bien
para él. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 77, a. 5).

4999 La doctrina de la verdad abandona a las almas soberbias. (S. GREGORIO


MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

5000 Juzgan algunos temerariamente, no por amargura, sino por orgullo,


pareciéndoles que a medida que rebajan la estimación de otro realzan la suya propia;
espíritus arrogantes y presuntuosos, que se glorían en si mismos y se elevan tanto
en su propia estimación, que miran todo lo demás como humilde y bajo. Tal era el
necio fariseo cuando decía: No soy como los demás hombres. (S. FRANCISCO DE
SALES, Introd. a la vida devota, III, 28).

Soberbia y faltas de caridad

5001 En las relaciones con el prójimo, el amor propio nos hace susceptibles,
inflexibles, soberbios, impacientes, exagerados en la afirmación del propio yo y de
los propios derechos, fríos, indiferentes, injustos en nuestros juicios y en nuestras
palabras. Se deleita en hablar de las propias acciones, de las luces y experiencias
interiores, de las dificultades, de los sufrimientos, aun sin necesidad de hacerlo. En
las prácticas de piedad se complace en mirar a los demás, observarlos y juzgarlos; se
inclina a compararse ~ a creerse mejor que ellos, a verles los defectos solamente y
negarles las buenas cualidades, a atribuirles deseos e intenciones poco nobles,
llegando incluso a desearles el mal. El amor propio -para deshonra de la piedad- hace
que nos sintamos ofendidos cuando somos humillados, insultados o postergados, o
no nos vemos considerados, estimados y obsequiados como esperábamos. (BAUR, B.
En la intimidad con Dios, p. 89).

5002 Como el publicano está cerca de él, se le presentaba ocasión para aumentar su
orgullo. Prosigue: no como este publicano. Como diciendo: yo soy único, éste es
como los demás. (S. AGUSTIN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 299).

5003 Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia más llenos estamos
de amor. (S. AGUSTIN, Trat. sobre la Trinidad, 8).

5004 Entre soberbios hay siempre contiendas (Prov 13, 10); pues quien tiene un
elevado concepto de sí mismo y menosprecia al prójimo no puede Soportar los fallos
de éste. (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, l.c., 221).

5005 Nada tiene de extraño que la soberbia engendre divisiones y el amor, unidad.
(S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).

5006 Los que suelen engreírse por una falsa justicia, desprecian a todos los demás, y
no tienen compasión alguna de los débiles; y cuanto más libres de pecado se
consideran ellos, tanto peor tratan a los pecadores. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 34
sobre los Evang.).

5007 (Una forma de soberbia): el desprecio de los demás, con ansia de que todos nos
miren a nosotros. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 162, a. 4).

Soberbia y tristeza

5008 La mayor parte de los conflictos, que se plantean en la vida interior de muchas
gentes, los fabrica la imaginación:

que si han dicho, que si pensarán, que si me consideran... Y esa pobre alma sufre,
por su triste fatuidad, con sospechas que no son reales. En esa aventura
desgraciada, su amargura es continua y procura producir desasosiego en los demás:
porque no sabe ser humilde, porque no ha aprendido a olvidarse de sí misma para
darse, generosamente, al servicio de los otros por amor de Dios.(SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 101).

5009 Hay también otro género de necia tristeza, que debiéramos silenciar, de no
constamos que algunos monjes se abandonaron a ella. Sonroja el decirlo.
Entristecidos o airados, se abstienen de comer con insolente pertinacia. Y
precisamente éstos suelen ser de la categoría de aquellos que, estando tranquilos y
en calma, andan diciendo que no pueden soportar el ayuno hasta mediodía o, cuando
mucho, hasta las tres de la tarde. En cambio, cuando les oprime la tristeza, no tienen
inconveniente en pasar dos días sin probar bocado, remediando entonces el hambre
con la hartura de su cólera. (CASIANO, Colaciones 16).

Algunos remedios

5010 Y, sepámoslo, nunca seremos vencidos más fácilmente por nuestro rival que
cuando le imitemos en la soberbia [...], ni le derribaremos con más empuje que
imitando la humildad de Nuestro Señor, ni le serán nunca nuestros golpes más
dolorosos y duros que cuando curemos nuestros pecados con la confesión y la
penítencia. (S. AGUSTIN, Sermón 351).

5011 En la comida no debes sentir disgusto cuando los alimentos no sean de tu


agrado; haz, más bien, como los pobrecitos de Jesucristo, que comen de buen grado
lo que les dan, y dan las gracias a la Providencia. (J. PECCI -León XIII- Práctica de la
humildad, 24).

5012 Cuando sentimos el orgullo que barbota dentro de nosotros, la soberbia que
nos hace pensar que somos superhombres, es el momento de decir que no, de decir
que nuestro único triunfo ha de ser el de la humildad. Así nos identificaremos con
Cristo en la Cruz, no molestos o inquietos o con mala gracia, sino alegres: porque esa
alegría, el olvido de si mismo, es la mejor prueba de amor.(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 19).

5013 Piensa a menudo que más pronto o más tarde has de morir, y que tu cuerpo se
pudrirá en la sepultura; ten siempre ante los ojos el tribunal inexorable de Jesucristo,
ante el cual todos necesariamente hemos de comparecer; medita en los eternos
dolores que esperan a los malos en el infierno, y especialmente a los imitadores de
Satanás, que son los soberbios. (J. PECCI -León XXIII- Práctica de la humildad, 6).

5014 Los que beben el zumo de la hierba ofusia de Etiopía ven por todas partes
serpientes y otros objetos formidables; y los que han bebido la soberbia, la envidia, la
ambición y el rencor, no ven cosa que no juzguen mala y reprensible; aquéllos, para
curar, han de beber vino de palma; lo mismo digo a éstos: bebed cuanto podáis el
sagrado vino de la caridad, que os limpiará de los malos humores que hacen formar
estos errados juicios. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 28).

TEMOR DE DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

Temed a Yahvé y servidie con integridad y en verdad [...].Jos 24,14.

persevera en el temor, pero el de duro corazón caerá en la desventura. Prov 28, 14.

Al que teme al Señor no le saldrá lo malo al encuentro, y aun en las pruebas será
librado. Eclo 33, 1.

Engañosa es la gracia, vana la belleza: la mujer que teme a Dios, ésa es de alabar.
Prov 31, 30.

Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. Lc


1, 50.

Yo os mostraré a quién habéis de temer; temed al que, después de haberle dado la


muerte (al cuerpo) tiene poder para echarlo en la gehenna. Si, yo os digo que temáis
a ése. Lc 12, S.

¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Pues a ti se te debe el temor, y no hay


entre todos los sabios y en todos sus reinos nadie como tú. Jer 10, 7.

Vi otro ángel que volaba por medio del cielo y tenía un evangelio eterno para
pregonarlo a los moradores de la tierra y a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
diciendo a grandes voces: Temed a Dios, dadle gloria porque llegó la hora de su
juicio. Apoc 14, 6-7.

Si no te atas fuertemente al temor de Dios, pronto será derribada tu casa. Eclo 27, 3-
4.

[...] completando nuestra santificación en el temor de Dios. 2 Cor 7, 1.

Por toda Judea, Galilea y Samaria, la Iglesia gozaba de paz y se fortalecía y andaba
en el temor del Señor, llena de los consuelos del Espíritu Santo. Hech 9, 31.
El grande, el juez y el poderoso son glorificados, pero ningúno de éstos es mayor que
el que teme al Señor. Eclo 10, 27.

Bienaventurado el hombre que persevera en el temor,pero el de duro corazón caerá


en la desventura. Prov. 28,14

El que teme al Señor no puede estar descuidado, y no se desalentará, porque El es


su esperanza. Eclo 34, 16.

El temor del Señor es como un paraíso de bendiciones y como baldaquino


sobremanera glorioso. Eclo 40, 28.

Y los supervivientes conocerán que nada hay mejor que el temor del Señor y nada
más dulce que atenerse a sus mandamientos. Eclo 23, 37.

Yahvé nos ha mandado poner por obra todas sus leyes y temer a Yahvé, nuestro
Dios, para que seamos dichosos siempre y El nos conserve la vida, como hasta ahora
ha hecho. Dt 6, 24.

Riquezas, honra y vida, son premio de la humildad y del temor de Yahvé. Prov 22, 4.

Temblarán con temor grande, pues Yahvé está con la generación justa. Sal 13, S.

No envidies a los pecadores, antes persevera siempre en el temor de Yahvé. Prov 23,
17.

No temas, hijo; somos pobres, pero rico serás si temes a Dios y te apartas de todo
pecado y haces lo que le es grato. Tob 4, 21.

El temor de Yahvé es la confianza del fuerte, y sus hijos en él hallarán refugio. Prov
14, 26.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Temor de amor

5015 Cuando el amor llega a eliminar del todo el temor, el mismo temor se convierte
en amor. (S. GREGORIO DE NISA. Homilía 15).

5016 El remedio que podemos tener, hijas, y nos dio su Majestad es amor y temor;
que el amor nos hará apresurar los pasos y el temor nos hará ir mirando adónde
ponemos los píes para no caer en camino a donde hay tanto que tropezar como
caminamos todos los que vivimos, y con esto a buen seguro que no seamos
engañadas. (SANTA TERESA, Camino de perfección, 40, 1).

5017 El temor de Dios repele el temor del infierno porque hace que el hombre huya
del pecado y multiplique sus buenas obras. Tras lo cual llegará a aquel temor que se
llama santo y permanece para siempre (Sal 18, 10), porque está fundado en el amor.
(S. AGUSTIN, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).

5018 (Los demonios, a quienes están metidos en la tibieza y no hacen nada por salir
de ella), empiezan a despojarles del temor y recuerdo de Dios, así como de la
meditación espiritual. Luego, una vez desarmados del socorro y protección divinos,
se abalanzan osados sobre sus víctimas como sobre una presa fácil. Y así acaban por
establecer allí su morada, cual sí fuera una posesión que ha sido entregada en sus
manos. (CASIANO. Colaciones, 7).

5019 De la misma manera que son mejores aquellos a quien~8 guía el amor,
también hay muchos a quienes corrige el temor. (S. AGUSTiN, en Catena Aurea, vol.
1, p. 319).

Temor filial

5020 «Timor Domini sanctus». -Santo es el temor de Dios. -Temor que es veneración
del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 435).

5021 Fundada en la caridad perfecta, se eleva el alma necesariamente a un grado


más excelente y más sublime, al temor de amor.

Esto no deriva del pavor que causa el castigo ni del deseo de la recompensa. Nace de
la grandeza misma del amor. Es esa amalgama de respeto y afecto filial en que se
barajan la reverencia y la benevolencia que un hijo tiene para con un padre benigno,
el hermano para con su hermano, el amigo para con su amigo, la esposa para con su
esposo. No recela los golpes ni reproches. Lo único que teme es herir el amor con el
más leve roce o herida. En toda acción, en toda palabra, se echa de ver la piedad y
solicitud con que procede. Teme que el fervor del amor se enfríe en lo más mínimo.
(CASIANO, Colaciones, 11).

Principio de la Sabiduría

5022 El temor de Dios es el principio de la sabiduría; hasta que no veáis a Dios como
un fuego consumidor y no os acerquéis a El con reverencia y santo temor, por ser
pecadores, no podréis decir que tenéis siquiera a la vista la puerta estrecha. El temor
y el amor deben ir juntos; continuad temiendo, continuad amando hasta el último día
de vuestra vida. Esto es cierto; pero debéis saber qué quiere decir sembrar aquí
abajo con lágrimas, si queréis cosechar con alegría en el más allá (CARDENAL J.H.
NEWMAN, Sermónes Parroquiales, Sermón 24).

5023 Vemos, pues, cuántos pasos hay que dar previamente para llegar al temor del
Señor. Antes, en efecto, hay que invocar a la inteligencia, llamar a la prudencia,
procurarla como el dinero y buscarla como un tesoro. Así se llega a lacomprensión
del temor del Señor. Porque el temor, en la común opinión de los hombres, tiene otro
sentido. (S. HILARIO, Trat. sobre el Salmo 127).

Utilidad en las tentaciones

5024 Mejor es que, si el amor no nos desvía de lo malo, a lo menos el temor del
infierno nos refrene. Mas el que pospone el temor de Dios no puede estar mucho
tiempo en el bien, mas cae muy presto en los lazos del diablo. (Imitación de Cristo, 1,
24, 9).

5025¡Como quien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes,
desde donde se da guerra al mundo y a los demonios. (SANTA TERESA Camino de
perfección, 40, 2).

5026 Bienaventurada el alma de quien teme a Dios, está fuerte contra las
tentaciones del diablo; Bienaventurado el hombre que persevera en el temor (Prov
28, 14) y a quien le ha sido dado tener siempre ante los ojos el temor de Dios. Quien
teme al Señor se aparta del mal camino y dirige sus pasos por la senda de la virtud;
el temor de Dios hace al hombre precavido y vigilante para no pecar. Donde no hay
temor de Dios reina la vida disoluta. (S. AGUSTIN, Sermón sobre la humildad y el
temor de Dios).

5027 Allí será el llanto y el crujir de dientes. Esto, hermanos carísimos, es más para
temerse que para explicarse. Bien terminantemente se nombran los castigos que
esperan a los pecadores, para que nadie se excuse por ignorancia, sí se hablase con
alguna oscuridad acerca de los suplicios eternos. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 11
sobre los Evang.).

5028 Si alguno vive como si hubiese de morir todos los días, porque es incierta
nuestra vida por naturaleza, no pecará, puesto que el temor grande apartará la
mayor parte de los malos deseos; y al contrario, el que se prometa una vida larga se
llenará de ellos. (S. ATANASIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 83).
TEMPLANZA

Citas de la Sagrada Escritura

La semilla caída entre espinas son los que la escucharon, pero los cuidados, las
riquezas y los placeres de la vida la sofocan y nunca llega a dar su fruto. Lc 8, 14.

Perecerán en los vergonzosos desórdenes en que están sumergidos 1...) quienes


ponen su felicidad en pasar la vida entre placeres [...] 2 Pdr 2, 12-13.

Se levantarán hombres [...] más amadores de deleites que de Dies, mostrando, así ,
apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu. Apártate de ellos. 2 Tim 3, 4 y
5

Andemos decentemente y corno de día, no viviendo en comilonas y borracheras, no


en amancebamientos y libertinaje, no en querellas y envidias, antes vestios del Señor
Jesucristo y no os deis a la carne para satisfacer sus concupiscencias. Rom 13, 13.

No seas insaciable ante cualquier clase de comida, no seas glotón al comer. Eclo
37,32.

El harto pisotea la miel, pero al hambriento le es dulce lo amargo. Prov 27, 7.

¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambres! ¡Ay de
vosotros los que ahora reis, porque gemiréis y lloraréis! Lc 6, 2S.

Vendrá a parar en la miseria el que ama los deleites, y el que ama el vino y los
perfumes no se enriquecerá. Prov 21, 17.

¡Ay de ti, país que tienes por ícy a un niño y cuyos gobernantes banquetean de
mañana! Eclo 10.16.

El término de ésos será la perdición; su dios es el vientre y la conclusión será la gloria


de los que sólo aprecian las cosas terrenas. Flp 3, 19.

Estos son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza,
apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua arrastradas por los vientos; árboles
otoñales sin fruto, dos veces muertos, desarraigados. Jds 12.

Bien manifiestas son las obras de la carne [...], embriaguez, glotonería y cosas
semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya tengo dicho, que los que tales
cosas hacen no alcanzarán el reino de Dios. Gal 5, 19, 21.

Habéis vívido abandonados a las mismas pasiones que los paganos, viviendo en
lascívias, en embriagueces, en glotonerías, en exceso de bebidas [...] 1 Pdr 4, 3.

Velad sobre vosotros mismos, no suceda que se ofusquen vuestros corazones con la
glotonería y embriaguez [...] y os sobrecoja de repente aquel dia. Lc 21, 34.

No durmamos como los demás, antes bien estemos en vela y vivamos con
templanza.! Tes 5, 6.

No nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de


templanza. 2 Tim 1, 7.

Tu. vigila en todas las cosas [...], cumple todos los cargos de tu

ministerio. Vive con templanza. 2 Tim 4, S.

Vivamos sobria, justa y religiosamente en este siglo, aguardando la bienaventuranza


esperada. Tit 2, 12-13.

Teniendo, pues, qué comer y con qué cubrirnos, contentémonos con esto. l Tim 6, 8.

Los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, empero, que somos del día,
vivamos en sobriedad.! Tes 5, 7-8.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Virtud cardinal
5029 Es la virtud cardinal que enriquece habitualmente a la voluntad y la inclina a
refrenar los diferentes apetitos sensitivos hacia los bienes deleitables contrarios a la
razón. El cometido propio de esta virtud es poner orden en las pasiones para que,
lejos de oponerse, contribuyan al bien honesto.Está intimamente relacionada con la
fortaleza.(Cfr. Sto Tomás,Suma Teológica,2-2,q.141-170)

5030 '[...]. No se puede ser hombre verdaderamente prudente, ni auténticamente


justo, ni realmente fuerte si no se Posee también la virtud de la templanza. Se puede
decir que esta virtud condiciona indirectamente todas las demás virtudes, pero se
debe decir también que todas las demás indispensables a fin de que el hombre
pueda ser «moderado» o «sobrio» (JUAN PABLO II, Sobre la templanza, Aud. gen. 22-
11-1978).

5031 La moralidad cristiana jamás se ha identificado con la moralidad estoica. Al


contrario, considerando toda la riqueza de los afectos y de las emociones de que
todo hombre está dotado -por otra parte, cada uno de forma distinta: de una forma el
hombre, de otra la mujer, a causa de la propia sensibilidad-, es necesario reconocer
que el hombre no puede conseguir esta espontaneidad madura si no es por medio de
una labor lenta y continua sobre sí mismo y una «vigilancia» particular sobre toda su
conducta. En esto, en efecto, consiste la virtud de la «templanza», de la «sobriedad».
(JUAN PABLO II, Sobre la templanza, Aud. gen. 22-11-1978).

Necesaria para elevar el alma a Dios

5032 Con el cuerpo pesado y harto de mantenimiento, muy mal aparejado está el
ánimo para volar a lo alto. (S. PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y
meditación, II, 3).

5033 Acuérdate cuanto te sientes a la mesa que debes orar después que hayas
comido; y no llenes el estómago de una manera inconsiderada para poder Postrarte
sin dificultad y hacer oración. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Sermón sobre Lázaro).

5034 Cualesquiera que sean los alimentos con que cargamos excesivamente el
organismo, engendran a la larga los estímulos de la impureza. En esta situación el
alma, abrumada bajo el peso de los manjares, no es capaz ya de sujetar la brida de
la templanza. Por donde no es sólo el vino el que embriaga la mente. Todo exceso en
la comida la vuelve tornadiza y vacilante, y la despoja por completo de la integridad
y pureza. (CASIANO Instituciones, 5).
Dominio sobre el cuerpo

5035 Templanza es señorío. No todo lo que experimentamos en el cuerpo y en el


alma ha de resolverse a rienda suelta. No todo lo que se puede hacer se debe hacer.
Resulta más cómodo dejarse arrastrar por los impulsos que llaman naturales; pero al
final de ese camino se encuentra la tristeza, el aislamiento en la propia miseria. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 84).

5036 Pienso que esta virtud exige de cada uno de nosotros una humildad específica
respecto a los dones que Dios ha depositado en nuestra naturaleza humana. Diría,
«la humildad del cuerpo» y la del «corazón». Esta humildad es condición necesaria
para la «armonía interior del hombre», para la belleza «interior» del hombre.
Reflexionen todos bien sobre ello, y en particular los jóvenes, y más aun las jóvenes,
en la edad en que preocupa tanto ser bellos o bellas, para agradar a los demás.
Acordémonos de que el hombre debe ser bello sobre todo interiormente. Sin esta
belleza, todos los esfuerzos dirigidos solamente al cuerpo no harán -ni de él, ni de
ella- una persona verdaderamente hermosa. (JUAN PABLO II, Sobre la templanza,
Aud. gen. 22-11-1978).

5037 La virtud de la templanza hace, sin duda alguna, que el cuerpo y nuestros
sentidos encuentren el puesto justo que les corresponde en nuestro ser humano.
(JUAN PABLO II, Sobre la templanza, Aud. gen. 22-11-78),.

5038 No debemos, con una vida desarreglada, como el hijo (pródigo) del rico que
narra el Evangelio, abusar de los dones del Padre; sino usar de ellos como señores,
sin debilidad. (CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Pedagogo, 2).

Está íntimamente relacionada con la fortaleza. (Cfr SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
2-2, q. 141-170).

5039 La perfección de la virtud está en que incluso en nuestro apetito temperemos


nuestros alimentos, que hemos de tomar movidos por la necesidad de sostener las
fuerzas físicas. (CASIANO, Instituciones, 5).

5040 Hombre moderado es el que es dueño de sí mismo. Aquel en el que las


pasiones no consiguen la superioridad sobre la razón, sobre la voluntad y también
sobre el «corazón». ¡El hombre que sabe dominarse a sí mismo! Si es así , nos damos
cuenta fácilmente del valor fundamental y radical que tiene la virtud de la
templanza. Ella es justamente indispensable para que el hombre «sea plenamente
hombre». Basta mirar a alguno que, arrastrado por sus pasiones, se convierte en
«víctima» de las mismas, renunciando por sí mismo al uso de la razón (como, por
ejemplo, un alcoholizado, un drogado), y comprobamos con claridad que «ser
hombre» significa respetar la dignidad propia, y por ello, entre otras cosas, dejarse
guiar por la virtud de la templanza. (JUAN PABLO II, Sobre la templanza, Aud. gen. 22-
XI-1978).

5041 Al cuerpo, hay que darle un poco menos de lo juto. Si no, hace traición. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 196).

5042 Se han de tener las riquezas con la templanza de quien las usa, no con el afán
de quien pone en ellas su corazón. (S. AGUSTIN, Sobre las costumbres de la Iglesia,
1).

Pecados y defectos contra esta virtud. Consecuencias de la intemperancia

5043 El hombre, por un ansia desmesurada, quiere cosas que sobrepasan su estado
y condición, y no se conforma con las que corresponden a éstos; por ejemplo, en
punto a indumentaria, si es soldado no la quiere de soldado sino de conde, si es
clérigo no se conforma con la de clérigo sino que la desea de obispo. Semejante
actitud aleja a los hombres de las inquietudes espirituales, pues sus deseos están
demasiado apegados a lo temporal. (SANTO TOMÁs, Sobre el Padrenuestro, l.c., 149).

5044 No solo la calidad sino también la cantidad de comida entorpece la limpieza del
corazón, y después de agobiar el alma juntamente con el cuerpo, atiza el fuego de
los vicios. (CASIANO, Instituciones, 5).

5045 Cuando el cuerpo se entrega a los placeres de la mesa, el corazón experimenta


una alegría desordenada. (S. GREGORiO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 242).

5046 Hay que elegir una comida tal que amortigüe los ardores de la concupiscencia,
en lugar de fomentarlos. (CASIANO. Instituciones, 5).

5047 Quien no sabe dominar su concupiscencia es como caballo desbocado, que en


su violenta carrera atropella cuanto encuentra, y él mismo, en su desenfreno, se
maltrata y se hiere. (S. AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, 3).

5048 La glotonería es un pecado más sutil que la embriaguez, porque no se nota


tanto. (CARO J.H. NLWMAN, Sermón en el Domingo 1 de Cuaresma, Entrega a Dios).

5049 Las especies de gula son cinco: comer manjares exquisitos, en cantidad
excesiva, preparados con excesivo esmero, fuera de tiempo y con voracidad. (SANTO
TOMÁS. Suma Teológica, 1-2, q. 72, a. 9 c, ad 2).

5050 Hay tres géneros de gula. La primera trata de anticipar la hora regular
establecida para la refección. La segunda sólo atiende a satisfacer el apetito,
importándole poco los manjares, con tal que pueda comer hasta la saciedad. La
tercera gusta de los platos exquisitos y suculentos. (CASIANO, Instituciones, 5).

Gula e impureza

5051 La gula es un vicio capital, cuyas cinco hijas son: la alegría necia, la bufonería,
la impureza, las palabras necias y el embotamiento de la mente. (SANTO TONIAS,
Suma Teológica, 2-2, q. 148, a. 5 ad 6).

5052 Mal se podrá contener en la lujuria quien no corrija primero el vicio de la gula.
(CASIANO, Colaciones, 5).

5053 La gula es la vanguardia de la impureza. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.


126).

5054 Entre la gula y la lujuria existe un parentesco y una analogía peculiares.


(CASIANO, Colaciones, 5).

5055 Te aconsejo usar sobriamente de los manjares, para no excitar la sensualidad,


como hace el águila, que abandona la presa cogida si le estorba para remontar el
vuelo (S. AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3).

Frutos de la templanza

5056 Sé sobrio como un atleta de Dios: el premio ofrecido es la inmortalidad y la vida


eterna, en la que tú crees también firmemente. (S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola
a S. Policarpo).

5057 La templanza cría al alma sobria, modesta, comprensiva; le facilita un natural


recato que es siempre atractivo, porque se nota en la conducta el señorío de la
inteligencia. La templanza no supone limitación, sino grandeza. Hay mucha más
privación en la destemplanza, en la que el corazón abdica de si mismo, para servir al
primero que le presente el pobre sonido de unos cencerros de lata. (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 84).

5058 (La templanza es) el amor que se conserva para Dios íntegro e incorrupto. (SAN
AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia, 1, 15).

5059 Y así (viviendo la virtud de la templanza) no sólo nuestra vida aprovechará para
Dios, sino que esta misma conducta nuestra inflamará a otros para gloria del mismo
Dios, según aquellas palabras: y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

5060 La templanza en el comer, la abstinencia en el beber preservan del vicio,


porque así como se libra de él quien de sus causas huye, así no es raro que caiga en
sus redes, quien temerariamente con ellas juega. (S. AMBROSIO, Trat. sobre las
vírgenes, 1).

5061 La luz debe estar bien alta para que ilumine a los demás; no debajo del
celemín, es decir, de la gula, ni debajo de la cama, o del ocio, porque nadie que se
entregue a la gula y al ocio puede ser luz para los demás. (TEÓFILO, en Catena
Aurea, vol. IV, p. 102).

TENTACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

El Señor quiso ser tentado para darnos ejemplo: Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Le 4, 1-13.

Que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los dominadores de
este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aíres. Ef 6, 12.

Sed sobrios y vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
rondando y busca a quien devorar. 1 Pdr 5, 8.

Simón, Simón, Satanás os busca para acecharos como trigo. Lc 22, 31.

Hijo mio, si te das al servicio de Dios, prepara tu ánimo a la tentación. Eclo 2, 1.

Siento otra ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente y me encadena a
la ley del pecado, que está en mis miembros. Rotn 7, 23.

Tened, hermanos míos, por sumo gozo veros rodeados de diversas tentaciones. Sant
1, 2.

Bienaventurado el varón que ~oporta la tentación porque, probado, recibirá la


corona de la vida que el Señor prometió a los que le aman. Sant 1, 12.

Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de mi Dios.
Apoc 2, 7.

Al vencedor yo le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá ya jamás fuera


de él, y sobre él escribiré el nombre de Dios, de la nueva Jerusalén, la que desciende
del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. Apoc 3, 12.

Al que venciere le haré sentarse conmigo en mí trono, así como yo también vencí y
me senté con mi Padre en su trono. Apoc 3, 21.

Al que venciere le daré del maná escondido y le daré también una piedrecita blanca
y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que la recibe. Apoc 2,
17.

Cada uno es tentado, atraído y halagado por la propia concupiscencia. Sant 1, 14.

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus
concupiscencias. Ro~n 6, 12.

Fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la
misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros. l Cor 10, 13.

Vigilad y orad para que no caigáis en la tentación. Mt 26, 41, Mc14,38.

Ten recto corazón y muéstrate firme, y no te dejes arrastrar al tiempo de la


adversidad. Adhiérete a El y no te separes, para que tengas buen éxito en tus
postrimerías. Recibe todo lo que te sobrevenga y ten buen ánimo en las vicisitudes
de tu humillación. Pues el oro se prueba en el fuego, y los hombres gratos a Dios, en
el crisol de la humillación. Confíate a El y te acogerá, endereza tus caminos y espera
en El. Eclo 2, 2-6.

SELECCIÓN DE TEXTOS
Jesús permitió ser tentado. nosotros tendremos tentaciones

5062 No obró (el Señor en la tentación) usando de su poder -¿de qué nos hubiera
aprovechado entonces su ejemplo?-, sino que, como hombre, se sirvió de los auxilios
que tiene en común con nosotros (SANTO TOMÁs, Coment. Evang. S. Lucas).

5063 [...] Jesús, siendo Dios, permitió que le tentaran: para que así nos llenemos de
ánimo y estemos seguros de la victoria. Porque El no pierde batallas y,
encontrándonos unidos a El, nunca seremos vencidos, sino que podremos llamarno5
y ser en verdad vencedores: buenos hijos de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 66).

5064 Fue tentado cuarenta días y cuarenta noches, para mostrarnos que durante
todo el tiempo que sirvamos al Señor en esta vida, ya nos sonría la prosperidad (lo
que pertenece al día) o nos hiera la adversidad (lo que representa la noche), se halla
constantemente presente el adversario, que no cesa de poner obstáculos en todo
tiempo, en nuestro camino (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, pp. 25-26).

5065 Cristo era tentado por el diablo y en Cristo eras tentado tú, porque Cristo tomó
tu carne y te dio su salvación, tomó tu mortalidad y te dio su vida, tomó de ti las
injurias y te dio los honores, y toma ahora tu tentación para darte la victoria. Si
fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es
tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo? (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 60).

5066 No hay orden tan santa ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y
adversidades (finitación de Cristo, 1,13, 2).

5067 Hubiera podido Cristo impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú,
que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de El a vencerla (SAN
AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 60).

5068 Es imposible que no sea tentada el alma humana; por ello dice: Orad, no para
que no seáis tentados, sino para que no entréis en tentación. Esto es, para que no
seáis vencidos (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 459).

5069 Como el Señor todo lo hacía y lo soportaba para nuestra enseñanza, quiso
también ser conducido al desierto y trabar allí combate con el diablo, a fin de que los
bautizados, si después del bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por
eso, como si no fuera de esperar (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 13).

5070 Era justo que de esta manera venciese nuestras tentaciones con las suyas, de
la misma manera que había venido a vencer con la suya nuestra muerte (SAN
GREGORIO MAGNO Hom. 16 sobre los Evang.).

5071 1º No hemos de forjarnos la ilusión de que vamos a quedar libres de


tentaciones que, de una u otra manera, nos atormentan mientras vivamos; por
consiguiente, es preciso combatir hasta la muerte. 2º Apenas nos sintamos tentados,
hemos de recurrir pronto a Dios, y no cesar de pedir su auxilio mientras dure la
tentación, puesto que si el demonio persevera en tentarnos, es siempre con la
esperanza de hacernos sucumbir (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las
tentaciones).

¿Qué es la tentación?

5072 Tentar no es otra cosa que tantear, poner a prueba; tentar al hombre es poner
a prueba su virtud (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., p. 160).

5073 La tentación puede consistir en estas dos cosas: o en la esperanza de alcanzar


alguna comodidad temporal, o en el temor a perderla (SAN AGUSTÍN, Sobre el
Sermón de la Montaña, 2).

5074 Yo no sé si alcanzáis a comprender lo que es tentación. No sólo son tentación


los pensamientos de impureza, de odio, de venganza, sino además todas las
molestias que nos sobrevengan: tales como una enfermedad en que nos sentimos
movidos a quejamos, una calumnia que se nos levanta, una injusticia que se hace
contra nosotros, una pérdida de bienes, el morírsenos el padre, la madre, un hijo. Si
nos sometemos gustosos a la voluntad de Dios, entonces no sucumbimos a la
tentación, pues el Señor quiere que suframos aquello por su amor; mientras que, por
otra parte, el demonio hace cuanto puede para inducirnos a murmurar contra Dios
(SANTO CERA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

5075 ¡De cuántas cosas te había el mundo, y cuánto ruido hace detrás de ti para que
vuelvas la cabeza! ¡Oh mundo inmundo!, ¿por qué ese ruido? ¿Por qué quieres
hacernos volver atrás? Quieres detener, siendo tú perecedero, ¿qué harías si fueras
durable? ¿A quién no engañarías siendo dulce, puesto que engañas con alimentos
amargos? (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 29).

5076 La carne tienta empujándonos a los gozos momentáneos de la vida presente.


Pero la fe nos muestra que, silos buscamos desordenadamente, perdemos los gozos
eternos (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 31).

5077 Y envía a sus ángeles cerca de ti, dice el Salmo, para que te guarden en todos
sus caminos. Por eso mismo hemos de velar con más cuidado, ya que no habría tanta
solicitud por nosotros en el cielo si no nos viesen tan necesitados. No pondrían tantos
guardianes si no fuera tanta la asechanza (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Salmo
90).

5078 Siempre está ojo avizor contra nosotros el enemigo antiguo; no nos durmamos.
Sugiere halagos, pone celadas, introduce malos pensamientos y, para llevarnos a
dolorosa ruina, pone delante lucros y amenaza con perjuicios. Todos y cada uno son
probados, cada cual a su modo (SAN AGU5TIN, Sermón 6).

5079 El mundo tienta incitando con la prosperidad o amedrentando con las


dificultades. La fe nos hace creer en otra vida mejor [...] y nos enseña a creer en
males mayores, los del infierno (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., p. 31).

Confianza en Dios. No seremos tentados por encima de nuestras fuerzas

5080 Si en medio de estas tormentas nos apresuramos a despertarle, bien pronto


calmará la tempestad, restablecerá la tranquilidad y nos conducirá al puerto de
salvación (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 114).

5081 No te turbes si al considerar las maravillas del mundo sobrenatural sientes la


otra voz -íntima, insinuante- del hombre viejo.

Es «el cuerpo de muerte» que dama por sus fueros perdí-dos... Te basta la gracia: sé
fiel y vencerás (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 707).

5082 Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, otros al fin;


otros casi toda su vida padecen. Algunos son tentados blandamente, según la
sabiduría y juicío de la divina ordenación, que mide el estado y los méritos de todos y
todo lo tiene ordenado para salud de sus escogidos (Imitación de Cristo, 1, 13, 6).
5083 De dos maneras ataca el mundo a los soldados de Cristo:los halaga para
seducirlos, los atemoriza para doblegarlos. No dejemos que nos domine el propio
placer, no dejemos que nos atemorice la ajena crueldad, y habremos vencido al
mundo. En uno y otro ataque sale al encuentro Cristo, para que el cristiano no sea
vencido (SAN AGUSTÍN, Sermón 276).

5084 (Mas líbranos del mal). Nada queda ya que deba pedirse al Señor cuando
hemos pedido su protección contra todo lo malo; la cual, una vez obtenida, ya
podemos considerarnos seguros contra todas las cosas que el demonio y el mundo
puedan hacer. ¿Qué miedo puede darnos el siglo, si en él tenemos a Dios por
defensor? (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. 1, pp. 371-372).

5085 Si sucumbimos, es porque no queremos valernos de los medios que Dios nos
envía para combatir. Es preciso, sobre todo, estar bien convencidos de que, por
nuestra parte, no podemos hacer otra cosa que perdernos; mas, con una gran
confianza en Dios, lo podemos todo (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
perseverancia).

5086 Su gracia combate a nuestro favor con un poder incomparablemente superior al


de toda esa multitud de adversarios que nos acosan. Dios no se límita únicamente a
inspirarnos el bien. Nos secunda y nos empuja a cumplirlo. Y más de una vez, sin
percatamos de ello y a pesar nuestro, nos atrae a la salvación. Es, pues, un hecho
cierto que el demonio no puede seducir a nadie, sí no es a aquel que libremente le
presta el consentimiento de su voluntad (CASIANO, Colaciones, 7).

5087 El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos a
que nos refugiemos en el puerto. Pero es más poderoso el que intercede por
nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del navío.
Por muy sacudido que parezca, sin embargo, en él navegan no sólo los discípulos,
sino el mismo Cristo. Por eso no te apartes de la nave y ruega a Dios. Cuando fallen
todos los medios, cuando el timón no funcione y las velas rotas se conviertan en
mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la ayuda humana, piensa que
sólo te resta rezar a Dios. Quien de ordinario impulsa felizmente a puerto a los
navegantes no ha de abandonar la barquilla de su Iglesia (SAN AGUSTÍN, Sermón 63).

5088 El diablo no puede dominar a los siervos de Dios que de todo corazón confían
en El. Puede, sí, combatirlos, pero no derrotarlos (Pastor de Hermas, 2).

5089 El comienzo de toda mala tentación es no ser constante en el bien comenzado


y no confiar en Dios. Porque, como a la nave sin gobernalle por acá y por allá la
baten las olas, así el hombre descuidado y que deja su propósito es tentado de
diversas maneras. El fuego prueba el hierro, y la tentación al justo. Muchas veces no
sabemos lo que podemos, mas la tentación descubre lo que somos. Debemos,
empero, velar, principalmente al principio de la tentación, porque entonces más
fácilmente es vencido el enemigo, cuando no lo dejamos pasar de la puerta del
ánima. Por lo cual dijo uno: «resiste a los principios. Tarde viene el remedio cuando la
llaga es muy vieja» (Imitación de Cristo, 1, 13, 5).

La tentación, medio para mostrar nuestro amor a Dios.

Necesaria para crecer en la virtud

5090 Los muy estimados por buenos, muchas veces han caído en graves peligros por
su mucha confianza. Por lo cual es utilísimo a muchos que no les falte del todo
tentaciones, sino, por el contrario, que sean muchas veces combatidos, para que no
estén muy seguros de si, y no se levanten con soberbia ni se derramen en las
consolaciones de fuera (Imitación de Cristo, 1, 20, 4).

5091 Nuestra vida, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de
tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie
puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha
vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de
tentaciones (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 60).

5092 Porque al alma que Dios da luz de la verdad, las tentaciones y estorbos que
pone el demonio la ayudan más; porque es Su Majestad el que pelea por ella (SANTA
TERESA, Fundaciones, 11, 7).

5093 (Utilidad de las tentaciones): Primero, para que te des cuenta de que ahora
eres ya más fuerte. Luego, para que tengas moderación y humildad y no te engrías
por los dones recibidos, pues las tentaciones pueden muy bien reprimir tu orgullo.
Además de eso, la malicia del demonio, que acaso duda de si realmente le has
abandonado, por las pruebas de las tentaciones puede tener certidumbre plena de
que te has apartado de él definitivamente. Cuarto motivo: las tentaciones te hacen
más fuerte que el hierro mejor templado. Quinto: te dan la mejor prueba de lo
preciosos que son los tesoros que se te han confiado, porque si no viera el demonio
que estás ahora constituido en más alto honor, no te hubiera atacado (SAN JEAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 13).

5094 La tentación nos es absolutamente necesaria para sostenernos en la humildad


y en la desconfianza de nosotros mismos, así como para obligarnos a recurrir al
Señor (SAN TO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).
5095 El peor mal para todo cristiano es el no ser tentado, ya que da lugar a creer que
el demonio le considera ya cosa suya, y aguarda sólo la hora de la muerte para
arrastrarle al infierno (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

5096 Hijo, cuando te propongas servir a Dios, prepara tu alma para la tentación.
Cuando intentes servir a Dios, piense cada uno que entra en el lagar; será pisoteado,
triturado, prensado; no para que perezca en este mundo, sino para que sea guardado
en la despensa de Dios. Queda libre de las cáscaras y raspajos de sus deseos
carnales. Todo ello se consigue con la trituración; por eso se llaman almazaras las
iglesias de Dios en este tiempo. (S. AGUSTÍN Coment. sobre el Salmo 83).

5097 Cuando el hombre bueno es atribulado, o tentado, o afligido con malos


pensamientos, entonces conoce tener de Dios mayor necesidad, pues ve claramente
que sin El no puede nada bueno. (Imitación de Cristo, 1, 12, 2).

5098 No temas nunca la tentación si tienes bien templado el ánimo, porque la


tentación no daña, sino que produce la paciencia (Romn 5, 3) [...]. El fuego no
perjudica al oro, ni la tribulación al alma generosa, sino que ambos se purifican. (S.
JUAN CRISÓSTOMO, Sermón al volver del destierro).

5099 La tentación nos era necesaria para ser conscientes de nuestra pequeñez.
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

5100 Las tentaciones nos dan la dimensión de nuestra propia debilidad. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 160).

5101 Lejos de desanimarnos al vernos tentados, hemos de experimentar consuelo y


hasta regocijarnos, puesto que solamente son tentados con porfía aquellos de los
cuales el demonio prevé que con su manera de vivir habrían de ganar el cielo
(SANTO CURA DE ARS, Sermón las tentaciones).

5102 Las tentaciones muchas veces son utílísimas al hombre, aunque sean graves y
enojosas; porque en ellas es humillado, purgado y enseñado. Todos los santos por
muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon (Imitación de Cristo, 1,
13, 2).

5103 Como general competente que asedia un fortín, estudia el demonio los puntos
flacos del hombre a quien intenta derrotar, y lo tienta por su parte más débil (SANTO
TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, l.c., p. 162).
El demonio y la tentación

5104 Y el demonio ayuda mucho a hacerles inhábiles, cuando ve un poco de temor.


No quiere él más para hacernos entender que todo nos ha de matar y quitar la salud;
hasta tener lágrimas nos hace temer de cegar. He pasado por esto, y por eso lo sé; y
no sé yo qué mejor vista ni salud podemos desear que perderla por tal causa. Como
soy tan enferma, hasta que me determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud,
siempre estuve atada sin valer nada, y ahora hago bien poco. Mas como quiso Dios
entendiese este ardid del demonio, y como me ponía delante el perder la salud, decía
yo: Poco va en que me muera. Si el descanso, no he menester descanso, sino cruz.
Así otras cosas. Vi claro que en muy muchas, aunque yo de hecho soy harto enferma,
que era tentación del demonio, o flojedad mía; que después que no estoy tan mirada
y regalada, tengo mucha más salud (SANTA TERESA, Vida, 13, 4).

5105 Las cosas que proceden de la naturaleza y las que parten de nuestra voluntad,
son de poca importancia, comparadas con la guerra implacable que nos tiene
declarada (el demonio) (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p.374).

5106 Decir que no eres tentado, es como afirmar que no existe el demonio, o bien
que ha perdido toda su rabia contra los cristianos. «Si no experimentáis tentación
alguna, dice San Gregorio, es porque los demonios son vuestros amigos, vuestros
pastores y vuestros guías; mientras os dejan pasar con tranquilidad vuestra pobre
vida, al fin de vuestros días os arrastrarán a los abismos» (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre las tentaciones).

5107 Mientras vivimos en el mundo no podemos estar sin tribulaciones y


tentaciones, según está escrito en Job. Tentación es la vida del hombre sobre la tierra
(Job 7, 1). Por eso cada uno debe tener cuidado, y vele en oración contra sus
tentaciones, porque no halle el diablo lugar de engañarlo: que nunca duerme,
buscando por rodeos a quien devorar. Nadie hay tan santo ni tan perfecto que no sea
alguna vez tentado (Imitación de Cristo, 1, 13, 1).

5108 Del demonio dice Job: En la tierra nadie se le iguala a él, que fue creado
intrépido (Job 41, 25). Ningún poder humano puede ser comparado con el suyo y sólo
el poder divino lo puede vencer y tan sólo la luz divina puede desenmascarar sus
ardides.

El alma que hubiere de vencer la fuerza del demonio no lo podrá conseguir sin
oración, ni podrá entender sus engaños sin mortificación y sin humildad (SAN JUAN
DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 3, 9).
5109 Cuando el demonio se aparta de alguno, acecha el instante oportuno, y cuando
le ha inducido a un segundo pecado, acecha la ocasión para el tercero (ORÍGENES, en
Catena Aurea, vol. III, p. 346).

5110 El lobo roba y dispersa las ovejas, porque a unos los arrastra a la impureza, a
otros inflama con la avaricia, a otros los hincha con la soberbia, a otros los separa por
medio de la ira, a éste le estimula con la envidia, al otro le incita con el engaño. De la
misma manera que el lobo dispersa las ovejas de un rebaño y las mata, así también
hace el diablo con las almas de los fieles por medio de las tentaciones (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 14 sobre los Evang.).

5111 Si preguntáis a ese parroquiano de la taberna si el demonio le tienta, os


responderá sencillamente que no, que nada le inquieta. Interrogad a esa joven
vanidosa cuáles son sus luchas, y os contestará riendo que no sostiene ningúna,
ignorando totalmente en qué consiste ser tentado. Esta es la tentación más
espantosa de todas: no ser tentado; éste es el estado de aquellos que el demonio
guarda para el infierno. Me atreveré a deciros que se guarda bien de tentarlos ni
atormentarlos acerca de su vida pasada, temiendo no abran los ojos ante sus
pecados (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

Medios para vencer

5112 Acude a tu Custodio, a la hora de la prueba, y te amparará contra el demonio y


te traerá santas inspiraciones (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 567).

5113 O el infierno o la huida, no hay término medio (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la perseverancia).

5114 Hemos de huir siempre del pecado; pero la tentación de pecado hay que
vencerla unas veces huyendo y otras ofreciendo resistencia. Huyendo cuando el
continuo pensamiento aumenta el incentivo del pecado, como sucede en la lujuria
[...]. Resistiendo, empero, cuando el pensar detenidamente en el objeto que la
provoca ayuda a alejar el peligro, que precisamente nace de no considerarlo bien. Tal
es el caso de la pereza espiritual o acidia, porque cuanto más pensamos en los
bienes espirituales más nos agradan, y más desaparece el tedio que provocaba el
conocerlos superficialmente (SANTO TOMÁS Suma Teológica, 2-2, q. 35, a. 1).

5115 Al veros tentados, rechazad al momento la tentación, y, si tenéis oportunidad,


haced devotamente la señal de la cruz, pensad en los tormentos que deben
experimentar los réprobos por no haber sabido resistir la tentación; elevad al cielo
vuestra mirada, y veréis así cuál es la recompensa del que lucha; llamad en vuestro
socorro al ángel de la guarda; echaos prontamente en brazos de la Virgen Santísima,
implorando su protección: con eso tenéis la seguridad de salir victoriosos de vuestros
enemigos, a los cuales veréis al punto llenos de confusión (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la perseverancia).

5116 Hay que orar no para dejar de ser tentado -cosa imposible- sino para no ser
enredados por la tentación, como sucede a los que son atrapados y vencidos por ella
(ORÍGENES, Trat. sobre la oración, 29).

5117 Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciónes en
las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).

5118 Cuando se llama continuamente en la oración, se concede pronto auxilio en la


tentación (SAN GREGORIO MAGNO,Hom. 35 sobre los Evang.).

5119 Pero él (Bartimeo) clamaba mucho más fuerte: porque cuanto más fuerte es el
tumulto de nuestros pensamientos, tanto más debemos insistir en la oración (SAN
GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 326).

5120 Es necesario tener mucha humildad, sin confiar jamás en que con solas
nuestras fuerzas podamos escaparnos de sucumbir; únicamente ayudados por la
gracia divina estaremos exentos de caer. Dichoso el que a la hora de la muerte podrá
decir como San Pablo: He combatido mucho, pero, con la gracia de Dios, he vencido;
por esto espero alcanzar la corona de gloria que el Señor otorga al que le ha sido fiel
hasta la muerte (2 Tiin 4) (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).

Acudir a la Virgen en la tentación

5121 Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran en pie. -No
desconfíes. -Por el contrarío, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de
niño. Ella traerá el sosiego a tu alma (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 498).

5122 ¡Madre! -Llámala fuerte, fuerte. -Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda,
tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura
de sus caricias; y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 516).
TIBIEZA

Citas de la Sagrada Escritura

El camino del perezoso está lleno de espinas. [...] Prov 15, 19.

Pasé junto al campo del perezoso y junto a la viña del insensato. Y todo eran cardos y
ortigas que habían cubierto su haz y su albarrada estaba destruida. A su vista me
puse a reflexionar; aquello fue para mi una lección. Un poco dormir, un poco
adormilarse, un poco cruzar las manos descansando. Y sobreviene como vagabundo
tu miseria, y como hombre armado tu indigencia. Prov 24, 30-34.

Conozco tus palabras y que no eres ni frio ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Mas, porque eres tibio, y no eres ni caliente ni frío, estoy para vomitarte de mi boca.
Porque dices: Yo soy rico, me he enriquecido, y de nada tengo necesidad, y no sabes
que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo; te
aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el fuego, para que te enriquezcas y
vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergúenza de tu desnudez, y
colirio para ungir tus ojos a fin de que veas. Apoc 3, 15-18.

La senda de los justos es como la luz de aurora, que va en aumento hasta ser pleno
día. Prov 4, 18.

Sed diligentes sin flojedad, fervorosos de espíritu, como quienes sirven al Señor. Rom
12, 11.

Y aunque me dije: «No me acordaré de él, no volveré a hablar en su nombre",es


dentro de mí como fuego abrasador. Jer. 20,9.

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Mt 15, 8.

Maldito el que ejecute negligentemente la obra de Yahvé 1...]. Jer 48,10.

Habiendo comenzado en Espíritu, ¿ahora acabáis en carne? Gal 3,3.

Tenía uno plantada una higuera en su viña, y vino en busca del fruto y no lo halló. Lc
13, 6.

Estad alerta, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. Mc13, 33.

Velad, pues vosotros no sabéis cuándo vendrá el amo de la casa. Mc 13, 3S.

Despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo. Ef


5, 14.

Estáte alerta y consolida lo demás, que está para morir, pues no he hallado perfectas
tus obras en la presencia de mi Dios. Apoc 3, 2.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos está en tensión, y
los esforzados lo arrebatan. Mt 11, 12.

Los designios del diligente prosperan, mas para el negligente todo son pérdidas. Prov
21, S.

Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará,
hasta que dé más fruto. Jn 15, 2.

Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto
será cortado y arrojado al fuego. Mt 3, 10.

SELECCION DE TEXTOS

Tristeza y pereza en el trato con Dios. Causas

5123 Una cierta tristeza, por la que el hombre se vuelve tardo para realizar actos
espirituales a causa del esfuerzo que comportan (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1,
q. 63, a. 2 ad 2>.

5124 Tristeza ante el bien espiritual y divino (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q.
35, a. 3).

5125 No es razón que amemos con tibieza a un Dios que nos ama con tanto ardor
(SAN ALFONsO M.~ DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 4).

5126 No por causa de faltas aisladas merece uno el reproche de ser tibio. La tibieza
es más bien un estado que se caracteriza por no tomar en serio, de un modo más o
menos consciente, los pecados veniales, un estado sin celo por parte de la voluntad.
No es tibieza el sentirse y hallarse en estado de sequedad, de desconsuelo y de
repugnancia de sentimientos contra lo religioso y lo divino, porque, a pesar de todos
estos estados, puede subsistir el celo de la voluntad, el querer sincero. Tampoco es
tibieza el incurrir con frecuencia en pecados veniales, con tal de que se arrepienta
uno seriamente de ellos y los combata. Tibieza es el estado de una falta de celo
consciente y querida, una especie de negligencia duradera o de vida de piedad a
medias, fundada en ciertas ideas erróneas: que no debe ser uno minucioso, que Dios
es demasiado grande para ser tan exigente en las cosas pequeñas, que otros
también lo practican así , y excusas semejantes (B. BAUR, La confesión frecuente, p.
103).

5127 La diferencia entre la caridad y la devoción es la misma que hay entre el fuego
y la llama [...]. Así que la devoción sólo añade al fuego de la caridad la llama que la
hace pronta, activa y diligente (SAN FRANCISCO DF SALES, Introd. a la vida devota, 1,
1).

5128 Esa tristeza es una carencia de grandeza de ánimo; no quiere proponerse la


empresa grande propia de la naturaleza del cristiano. La «acedía» es una humildad
pervertida; no~quiere aceptar los bienes sobrenaturales, porque implican
esencialmente una exigencia para el que los recibe[...]

La «acedia» es, en la medida en que pasa del terreno del afecto al de la decisión
espiritual, una aversión consciente, una auténtica huida de Dios. El hombre huye
ante Dios porque le ha elevado a un modo de ser superior, divino, y le ha obligado,
por tanto, a una norma superior de deber. La «acedia» finalmente, es una franca
«detestatio boni divinis», lo cual significa la monstruosidad de que el hombre tenga
la convicción y el deseo expreso de que Dios no le deberia haber elevado sino
«dejado en paz».

La pereza como pecado capital es la renuncia malhumorada y triste, estúpidamente


egoísta, del hombre a la «nobleza que obliga» de ser hijos de Dios (J. PIEPER, Sobre la
Esperanza, pp. 61-63).

5129 Y pierden del todo el agua, sin beber poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 21, 5).

5130 ¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?,
¿en qué os entretenéis? ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma; pues
para tanta luz estáis ciegos, y para tan grandes voces sordos! (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Cántico espiritual, 39).

5131 Suelen tener tedio (los principiantes) en las cosas que son más espirituales y
huyen de ellas, como son aquellas que contradicen el gusto sensible [...]. Y así por
esta acedia posponen el camino de perfección (SAN JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura,
1, 7).

5132 Debemos observar que el siervo inútil llama duro a su señor, a quien sin
embargo rehusa servir, y dice que temió negociar con el talento recibido el que sólo
debía temer devolvérselo a su señor sin lucro alguno. Pues hay muchos dentro de la
Santa Iglesia de los que es una viva imagen este siervo, los cuales temen emprender
el camino de mejor vida y no temen permanecer en la indolencia; y considerándose
pecadores, tiemblan de entrar en las vías de la santidad, y no tiemblan de seguir en
sus vicios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

Síntomas de la tibieza

5133 [...] porque de razón de tibieza es no se le dar mucho, ni tener solicitud interior
por las cosas de Dios [...]. Lo que es sólo sequedad purgativa tiene consigo ordinaria
solicitud con cuidado y pena, como digo, de que no sirve a Dios [...] (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Noche oscura, 1, 9).

5134 Nadie atribuya su descarrío a un repentino derrumbamiento, sino a haber


seguido malos consejos o haberse apartado de la virtud poco a poco, por una pereza
mental prolongada. De ese modo es como comienzan a ganar terreno
insensiblemente los malos hábitos, y sobreviene una situación extrema. El
derrumbamiento -se lee en los Proverbios- viene precedido por un deterioro y éste
por un mal pensamiento (Prov 16, 18). Sucede lo mismo que con una casa: se viene
abajo un buen día sólo en virtud de un antiguo defecto en los cimientos, o por una
desidia prolongada de sus moradores. Gotitas muy pequeñas penetran
imperceptiblemente, corroyendo los soportes del techo; y gracias a esa falta de
atención repetida, se agrandan los boquetes y los desperfectos. Después la lluvia y la
tempestad penetran a mares (CASIANO, Colaciones, 6).

5235 (La curiosidad) embaraza los sentidos, inquieta el ánimo y derrámala en


muchas partes, y así impide la devoción (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la
oración y meditación, 2,3).

5136 Así se apodera poco a poco el enemigo del todo, por no resistirle al principio. Y
cuanto uno fuere más perezoso en resistir, tanto cada día se hace más flaco, y el
enemigo contra él más fuerte (Imitación de Cristo, 1, 13, 5).

5137 El alma tibia no está aún absolutamente muerta a los ojos de Dios, ya que no
están enteramente extinguidas en ella la fe, la esperanza y la caridad, que
constituyen su vida espiritual. Pero su fe es una fe sin celo; su esperanza, una
esperanza sin firmeza; y su caridad, una caridad sin ardor (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la tibieza).

5138 Otro extremo contrario es el de los regalados, que, so color de discreción,


hurtan el cuerpo a los trabajos, el cual, aunque en todo género de persona es muy
dañoso, mucho más lo es en los que comienzan, porque [...] siendo aún nuevo y
mozo, comienza a tratarse y regalarse como viejo (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat.
de la oración y meditación, 2, 5).

5139 (El tibio) se parece a una persona que Sintiese deseos de pasear en carro
triunfal, mas no se dignase ni tan sólo levantar el pie para subir a él (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la tibieza).

5140 Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al
Señor; si buscas con cálculo o «cuquería» el modo de disminuir tus deberes; si no
piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y varías;
si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 331).

Consecuencias

5141 Muchos hay que envejecen en la tibieza y relajación que han contraído en su
adolescencia, intentando granjearse autoridad no por la madurez de su vida, sino por
su edad avanzada (CASIANO, Colaciones, 2).

5142 Con el cuerpo pesado y harto de mantenimiento, muy mal aparejado está el
ánimo para volar a lo alto (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y
meditación, 2, 3>.

5143 (Los demonios, a quienes están metidos en la tibieza y no hacen nada por salir
de ella) empiezan a despojarles del te mor y recuerdo de Dios, así como de la
meditación espiritual. Luego, una vez desarmados del socorro y protección divinos,
se abalanzan osados sobre sus victimas como sobre una presa fácil. Y así acaban por
establecer allí su morada, cual si fuera una posesión que ha sido entregada en sus
manos (CASIANO, Colaciones, 7).

5144 (De la tibieza) nace la malicia, el rencor, la pusilanimidad, la falta de esperanza,


la indolencia en lo tocante a los mandamientos, la divagación de la mente por lo
ilícito (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 31).

5145 Las imperfecciónes de aquellos que caminan con tibieza a la perfección, por
más que las sufran los fuertes y tolerantes, los mismos imperfectos no pueden
soportarlas. Mejor dicho, no pueden sufrir que les sufran. Viven en su corazón y están
connaturalizadas con ellos las causas de sus enojos; por eso no les dejan vivir en paz
y armonía. Les sucede lo que a los enfermos, imputan a negligencia de los cocineros
o de sus domésticos las repugnancias de su estómago enfermizo. Y por mucho que
se esmere uno en atenderles, no dejan de hacer responsables a los sanos de su
abatimiento morboso, sin percatarse de que éste se encuentra en sí mismos y
responde al estado anormal de su salud quebrantada (CASIANO, Colaciones, 16).
5146 En fin, van siempre errantes al albur de una imaginación sin freno. Ni pasa por
sus mentes lamentarse cuando se ven alejados de la divina contemplación, que es
algo único y simplicísimo. Más: no tienen nada cuya pérdida puedan deplorar.
Abriendo su alma de par en par a todo pensamiento que la invade, no tienen ningún
objeto en que afincarse y que polarice todos sus deseos (CASIANO Colaciones, 23).

5147 Porque dormir es morir. Dormitar antes del sueño significa debilitarse la salud;
porque por la enfermedad se llega al sueño de la muerte (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 12 sobre los Evang.).

5148 (Palabras de S. Basilio a un monje poco entregado). «Et senatorem perdidisti, et


monachum non fecisti»: Has sacrificado al senador y no has hecho al monje
(CASIANO, Instituciones, 7).

5149 La devoción, que Santo Tomás define como «voluntad decidida para entregarse
a todo lo que pertenece al servicio de Dios», desaparece en el estado de tibieza (cfr.
SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 82, a. 1).

5150 A medida que el alma se vea endurecida con sus acciones, cuesta más el
ablandarla para las cosas que pertenecen al amor de Dios (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 17 sobre los Evang.).

5151 Todo le indigna, todo le exaspera; el trabajo le causa tedio y es motivo para
que murmure sin cesar. No conoce moderación ningúna, y como un caballo indómito
corre vertiginoso y sin freno hacia el precipicio. Vive descontento de todo; del
régimen de vida, del vestido, de la convivencia con los hermanos. Y dice
paladinamente que no podrá soportar por mucho tiempo tal estado de cosas
(CASIANO, Instituciones, 7).

5152 Las más de las veces se funda en no haber renunciado en un principio con
sinceridad a todas las cosas y en un amor tibio hacia Dios (CASIANO, Instituciones,
7).

Remedios

5153 Nosotros somos los vasos, Cristo es la fuente (SAN AGUS-TIN, Sermón 289).
5154 Hemos de huir siempre del pecado; pero la tentación del pecado hay que
vencerla unas veces huyendo y otras ofreciendo resistencia. Huyendo cuando el
continuo pensamiento aumenta el incentivo del pecado, como sucede en la lujuria
[...]. Resistiendo, empero, cuando el pensar detenidamente en el objeto que la
provoca, ayuda a alejar el peligro, que precisamente nace de no considerarlo bien.
Tal es el caso de la pereza espiritual o acidia, porque cuanto más pensamos en los
bienes espirituales más nos agrada, y más desaparece el tedio que provocaba el
conocerlos superficialmente (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 35, a. 1).

5155 Tener gran confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos, sino creer
de Dios, que si nos esforzamos poco a poco, aunque no sea enseguida, podremos
llegar con su favor a lo mismo que muchos santos (SANTA TERESA, Vida, 13, 2).

5156 Me duele ver el peligro de tibieza en que te encuentras cuando no te veo ir


seriamente a la perfección dentro de tu estado.

-Di conmigo: ¡no quiero tibieza!: «confige timore tuo carnes meas!» -¡dadme, Dios
mío, un temor filial, que me haga reaccionar! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
326).

5157 Que siempre vuestros pensamientos sean animosos, que de aquí vendrá el que
el Señor OS dé gracias para que lo sean las obras (SANTA TERESA, Meditaciones
sobre los cantares, 2, 19).

5158 Cristo es fuente de vida: acércate, bebe y vive; es luz: acércate, ilumínate y ve.
Sin su influjo estarás seco y ciego (SAN AGUSTÍN, Sermón 284).

El amor a la Virgen, remedio contra la tibieza

5159 El amor a nuestra Madre será soplo que encienda en lumbre viva las brasas de
virtudes que están ocultas en el rescoldo de tu tibieza (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Camino, n. 492).
TIEMPO

Citas de la Sagrada Escritura

Todo tiene su momento y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay
tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo
plantado; tiempo de [...]. Ecl 3, 1-8.

Os digo, pues, hermanos, que el tiempo es corto.] Cor 7, 29.

Porque dice: «En el tiempo propicio te escuché y en el día de la salud te ayudé». Este
es el tiempo propicio, éste el día de la salud. 2 Cor 6, 2.

Que la buena vejez no es la de los muchos años, ni se mide por el número de días.
Sab 4, 8.

Les dijo Jesús: por poco tiempo está aún la luz en medio de vosotros. Caminad
mientras tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, pues el que camina en
tinieblas no sabe por dónde va. Jn 12, 35.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Mt 28, 20.

[...] vino Jesús a Galilea, predicando el Evangelio de Dios y diciendo: Se ha cumplido


el tiempo, y el reino de Dios está cerca; arre-pentios y creed en el Evangelio. Mc 1,
14-15.

Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe? Jn 14, 9.

[...] andad con prudencia, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo 1...] Ef 5, 15-16.

Contestó Jesús: [...] Es preciso que yo haga las obras de Aquel que me ha enviado,
mientras dure el día; viene la noche cuando ya nadie puede trabajar. Jn 9, 4.
Mirad que vengo enseguida, y traigo conmigo el premio, para recompensar a cada
uno según sus obras. Apoc 22, 12.

El que anda observando el viento no siembra nunca, y el que se queda mirando las
nubes jamás se pondrá a segar. Ecl 11, 4.

[...) No andéis acongojados por el día de mañana, que el día de mañana harto
cuidado traerá por sí: baste a cada día su propio afán. Mt 6, 34.

Velad, porque no sabéis a qué hora ha de venir nuestro Señor; estad ciertos de que si
el padre de familia supiera a qué hora había de venir el ladrón, estaría seguramente
en vela y no dejaría que le minasen la casa. Pues así mismo estad vosotros
igualmente prevenidos, porque a la hora que menos penséis ha de venir el Hijo del
hombre. Mt 24, 42-44.

SELECCIÓN DF TEXTOS

El paso del tiempo nos acerca a Dios

5160 ¿No has oído con qué tono de tristeza se lamentan los mundanos de que «cada
día que pasa es morir un poco»? Pues, yo te digo: alégrate, alma de apóstol, porque
cada día que pasa te aproxima a la Vida (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 737).

5161 No es otra cosa el tiempo de esta vida sino una carrera hacia la muerte (SAN
AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, 13).

5162 Esté cerca o lejos el fin del mundo, el de cada uno en particular no puede
hallarse lejos: el tiempo de esta vida es breve. Cada uno, pues, ha de disponerse
para su fin; que, cierto, nada le perjudicará el día último a quien viene pensando que
cualquier día puede ser el último (SAN AGUSTÍN, Sermón 20).

5163 Ved, pues, que está ya próximo a volver el que marchó de viaje (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

Tiempo para merecer, tiempo para reparar


5164 Ahora es el tiempo de misericordia, entonces será sólo tiempo de justicia; por
eso, ahora es nuestro momento, entonces será sólo el momento de Dios (SANTO
TOMÁS, Sobre el Credo, 7, 1. c., p. 86).

5165 Vendrá cuando desearás un día o una hora para enmendar, y no te será
concedida (Imitación de Cristo, 1, 23, 4).

5166 Entonces se arrepentirán, pero su penitencia no será fructuosa, porque no


encontrarán perdón los que pierden ahora el tiempo provechoso para el perdón (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).

5167 Cada situación humana es irrepetible, fruto de una vocación única que se debe
vivir con intensidad, realizando en ella el espíritu de Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Es Cristo que pasa, 112).

5168 El que ha prometido el perdón al que se arrepienta, no ha prometido al pecador


el día de mañana (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).

«El tiempo es corto para amar»

5169 Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para
desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro
irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo
que Dios confía a cada uno (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 39).

5170¿Cuánto dura la vida de un hombre en esta vida? ¿No es como un airecillo de la


mañana? (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 36).

5171 Isaías te llama a este retiro: Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra
la puerta por dentro; escóndete un breve instante [...] (Is 26, 20). El breve instante
de este momento de la vida temporal. (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1,
10).
5172 Mira, pues, cuán breve parecerá entonces a los malos todo el tiempo de esta
vida; pues realmente allí se les figurará que apenas vivieron un día, sino que luego
fueron trasladados del vientre a la sepultura. De donde se sigue que todos los
placeres y contentamientos de este mundo les parecerán allí unos placeres soñados,
que parecían placeres y no lo eran (FR. LUIS DE GRANADA, Guía de pecadores, 1, 3,
28).

5173 Aunque toda la vida es corta, y algunas cortísimas; y, ¿qué sabemos si será la
nuestra tan corta, que desde una hora o momento que nos determinemos a servir del
todo a Dios se acabe? Posible sería que, en fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer
caso de ello; y pensando que cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará?
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 12, 2).

5174 Dios nos concede quizá un año más para servirle. No pienses en cinco, ni en
dos. Fíjate sólo en éste: en uno, en el que hemos comenzado [...] (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 47).

El valor cristiano del tiempo

5175 Y aconteció que pasando por Jericó estaba un ciego sentado... Y para que el
paso del Señor no fuese inútil, hizo en el camino el milagro del ciego, dando a sus
discípulos este testimonio para que procuremos hacer siempre cosas de utilidad, y
para que no haya nada ocioso en nosotros.(SAN TEÓFILO DE ANTIOQUíA, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 322).

5176 Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. Me parece
poco: para los que andamos en negocios de almas, el tiempo es ¡gloria! (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 355).

5177 Ejercítate en las obras, trabaja en la viña; al terminar el día, pide el salario (SAN
AGUSTÍN, Sermón 2).

5178 En fin, puesto que ignoramos en qué tiempo vendrá la muerte y después de la
muerte ya no podemos obrar, resta que aprovechemos con afán el tiempo que se nos
concede (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 13).
5179 El tiempo es un tesoro que se va, que se escapa, que discurre por nuestras
manos como el agua por las peñas altas. Ayer pasó, y el hoy está pasando. Mañana
será pronto otro ayer. La duración de una vida es muy corta. Pero, ¡cuánto puede
realizarse en este pequeño espacio, por amor de Dios! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 52).

5180 No nos retraigamos porque estas cosas sean difíciles y supongan esfuerzos,
sino que al recordar a aquel que recomendaba que cada uno escogiera para sí el
método de vida que más le conviniera y que esperara que con la costumbre llegaría
a serle llevadero y agradable, pongamos manos a la obra en lo mejor. Porque sería
mala cosa perder el tiempo ahora, y evocar después el tiempo pasado, cuando ya no
sirve más que para aumentar nuestra tristeza (SAN BASILíO. Discurso a los jóvenes).

5181 El tiempo es precioso, el tiempo pasa, el tiempo es una fase experimental de


nuestra suerte decisiva y definitiva. De las pruebas que demos de fidelidad a los
propios deberes depende nuestra suerte futura y eterna.

El tiempo es un don de Dios: es una interpelación del amor de Dios a nuestra libre y
-puede decirse- decisiva respuesta. Debemos ser avaros del tiempo, para emplearlo
bien, con la intensidad en el obrar, amar y sufrir. Que no exista jamás para el
cristiano el ocio, el aburrimiento. El descanso si, cuando sea necesario (cfr. Mc 6, 31),
pero siempre con vistas a una vigilancia que sólo en el último día se abrirá a una luz
sin ocaso (PABLO VI, Homilía 1-1-1976).

5182 No digas que los tiempos pasados fueron mejor que los presentes: las virtudes
hacen bueno cualquier día, los vicios los hacen malos (SAN JERÓNIMO, Hom. sobre la
Iglesia, 14).

5183 Quienes van reuniendo con cuidado de cada cosa algo útil y provechoso, les
pasa lo que a los ríos más importantes, que de todas partes les viene gran cantidad
de agua para aumentar su caudal (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).

5184 Eres caminante, la vida presente es un hostal. Usa de la riqueza como el viajero
usa en hostal la mesa, el cáliz, las copas, el lecho; con ánimo de dejarlo todo, no de
permanecer (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. 5. Juan, 40).

5185 Naciendo en Belén de María Virgen, como Hombre, Dios-Verbo acepta el


tiempo. Entra en la historia. Se somete a la ley del fluir humano. Cierra el pasado;
con El termina el tiempo de espera, esto es, la Antigua Alianza. Abre el futuro: la
Nueva Alianza de la gracia y de la reconciliación con Dios. Es el nuevo «Comienzo»
del Tiempo Nuevo. Todo nuevo año participa de este Comienzo. Es el año del Señor
(JUAN PABLO II, Hom. 1-1-79).

TRABAJO

Citas de la Sagrada Escritura

Tomó Yahvé Dios al hombre, y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y
guardase. Gen 2, 15.

Seis días trabajarás, y descan sarás al séptimo, para que descansen también tu buey
y tu asno y se recobre el hijo de tu esclava y el extranjero. Ex 23,12.

¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama Maria [...]? Mt 13, 5S.

Vosotros sabéis que a mis necesidades y a las de los que me acompañan han
suministrado estas manos. Hech 20, 34.

Saldrá el hombre a su trabajo y a sus labores, hasta la tarde [...]. Sal 104, 23.

Trabajad como para el Señor, y no para los hombres. Col 3, 23.

Allí encontró a un judío llamado Aquila [...], con Priscila, su mujer [...] y como era del
mismo oficio que ellos, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos
fabricantes de lonas. Hech 18, 2-3.

Os exhortamos, hermanos, a progresar más y a que os esforcéis por llevar una vida
quieta, laboriosa, en vuestros negocios, y trabajando con vuestras manos como os lo
hemos recomendado. 1 Tes 4, 11.
Mientras estuvimos entre vosotros, os advertimos que el que no quiera trabajar no
coma. 2 Tes 3, l0.

A estos tales les recomendamos y exhortamos en el Señor Jesucristo que, trabajando


sosegadamente, ganen su pan. 2 Tes 3, 11.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El ejemplo de Jesucristo

5186 Esta verdad, según la cual a través del trabajo el hombre participa en la obra
de Dios mismo, su Creador, ha sido particularmente puesta de relieve por Jesucristo,
aquel Jesús ante el que muchos de sus primeros oyentes en Nazareth permanecían
estupefactos y decían: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es
ésta que le ha sido dada? ...¿No es acaso el carpintero? (Mc 6, 2-3). En efecto, Jesús
no solamente lo anunciaba, sino que ante todo, cumplía con el trabajo el «evangelio»
confiado a él, la palabra de la Sabiduría eterna. Por consiguiente, esto era también el
«evangelio del trabajo», pues el que lo proclamaba, él mismo era hombre del trabajo,
del trabajo artesano al igual que José de Nazareth (cfr. Mt 13, 55). (JUAN PABLO II,
Enríclica Laborens exercens, V, 26).

5187 Lo habréis notado a lo largo de los Evangelios: Jesús no hace milagros en


beneficio propio. Convierte el agua en vino, para los esposos de Caná (cfr. Jn 2, 1-11);
multiplica los panes y los peces, para dar de comer a una multitud hambrienta (cfr.
Mc 6, 33-46). Pero Él se gana el pan, durante largos años, con su propio trabajo (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 61).

Medio y camino de santidad y de apostolado

5188 La oración no consiste sólo en las palabras con que invocamos la clemencia
divina, sino también en todo lo que hacemos en obsequio de nuestro Creador
movidos por la fe (SAN BEDA, Coment. Evang. S. Marcos).

5189 En vuestra ocupación profesiónal, ordinaria y corriente, encontraréis la materia


-real, consistente, valiosa- para realizar toda la vida cristiana, para actualizar la
gracia que nos viene de Cristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 49).

5190 Del mismo modo que al decir que las aves del cielo no siembran no reprobó el
que se sembrara, sino el excesivo cuidado, así , cuando dice no trabajan ni hilan, no
condena el trabajo, sino el excesivo celo de él (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 90).

5191 Nazaret es la mansión del Hijo del carpintero. Aquí quisiéramos comprender y
celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano; restaurar la conciencia de la
nobleza del trabajo; recordar que el trabajo no puede ser un fin en si mismo, sino que
su liberación y su nobleza le viene, mas que de su valor económico, de los valores
que lo inspiran (PABLO VI, Aloc. en Nazaret, 5-1-1964).

5192 Es toda una trama de virtudes la que se pone en juego al desempeñar nuestro
oficio, con el propósito de santificarlo: la fortaleza, para perseverar en nuestra labor,
a pesar de las naturales dificultades y sin dejarse vencer nunca por el agobio; la
templanza, para gastarse sin reservas y para superar la comodidad y el egoísmo; la
justicia, para cumplir nuestros deberes con Dios, con la sociedad, con la familia, con
los colegas; la prudencia, para saber en cada ca so qué es lo que conviene hacer, y
lanzarnos a la obra sin dilaciones... Y todo, insisto, por Amor, con el sentido vivo e
inmediato de la responsabilidad del fruto de nuestro trabajo y de su alcance
apostólico (J. ESCRIVÁ DL BALA GUER, Amigos de Dios, 72).

5193 Todos, efectivamente, sabemos que en el trabajo del hombre está


profundamente grabado el misterio de la cruz, la ley de la cruz. ¿Acaso no se
comprueban ahí las palabras del Creador, pronunciadas después de la caída del
hombre: Con el sudor de tu rostro comerás el pan (Gen 3, 19)? Ya sea el antiguo
trabajo de los campos que hace nacer el trigo, también las espinas y los cardos, ya
sea el nuevo trabajo de los altos hornos y las nuevas fundiciones, siempre se realiza
con el sudor de la frente. La ley de la cruz está inscrita en el trabajo humano. Con el
sudor de la frente ha trabajado el agricultor. Con el sudor de la frente trabaja el
obrero siderúrgico. Y con el sudor de la frente, con tremendo sudor de la muerte,
agoniza Cristo en la cruz.

No se puede separar del trabajo humano la cruz. No se puede separar a Cristo del
trabajo humano (JUAN PABLO II, en Mogila 9-VI-1979).

5194 Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se
oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador,
están, por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la
grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio. Cuanto más se acrecienta
el poder del hombre, más amplía es su responsabilidad individual y colectiva. De
donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del
mundo ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrarío, les impone
como deber el hacerlo (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 34).
5195 No debe enojarte sufrir los pequeños asaltos de la preocupación y los disgustos
de tus múltiples deberes domésticos; antes, ello ha de servirte de ejercicio para la
práctica de las virtudes más gratas al Señor. No lo dudes, la verdadera virtud no
prospera en una vida descansada, como tampoco se nutren los peces delicados en
las aguas insalubres de los pantanos (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm.
57, 1. c., p. 691).

5196 La oración, que en todo trabajo humano aporta referencia a Dios Creador y
Redentor, contribuye al mismo tiempo a la total «humanización» del trabajo. «El
trabajo existe... para que nos elevemos» (C.K. Norwid). Precisamente el hombre, qúe
por voluntad del Creador ha sido llamado desde el principio a dominar la tierra
mediante el trabajo, ha sido creado también a imagen y semejanza de Dios mismo.
De ningún otro modo puede encontrarse a sí mismo, confirmar que es él, si no es
buscando a Dios en la oración. Buscando a Dios, encontrándose con El en la oración,
el hombre debe encontrarse necesariamente a sí tuismo, siendo semejante a Dios.
No puede encontrarse de otro modo a sí mismo, si no es en su Prototipo. No puede, a
través del trabajo, confirmar su «dominio» sobre la tierra si no es orando
contemporáneamente (JUAN PABLO II, en Czestochowa, 6-VI- 1979).

5197 Una mujer ocupada en la cocina o en coser una tela puede siempre elevar su
pensamiento al cielo e invocar al Señor con fervor. Uno que va al mercado o viaja
solo, puede fácilmente rezar con atención. Otro que está en su bodega, ocupado en
coser los pellejos de vino, está libre para levantar su ánimo al Maestro. El servidor, si
no puede líegarse a la iglesia porque ha ido de compras al mercado o está con otras
ocupaciones, o en la cocina, puede siempre rezar con atención y con ardor. Ningún
lugar es indecoroso para Dios (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la profetisa Ana,
4, 6).

Frutos sobrenaturales y humanos del trabajo

5198 El trabajo debe ayudar al hombre a hacerse mejor, espiritualmente más


maduro, más responsable, para que pueda realizar su vocación sobre la tierra, sea
como persona irrepetible, sea en comunidad con los demás, y sobre todo en la
comunidad humana fundamental que es la familia. El hombre y la mujer, uniéndose
en esta comunidad, cuyo carácter ha sido establecido por el mismo Creador, desde el
principio, dan vida a nuevos hombres. El trabajo debe hacer posible a esta
comunidad humana encontrar los medios necesarios para formarse y para
mantenerse. (JUAN PABLO II, en Czestochowa, 6-VI-1979).

5199 [...] pensad que con vuestro quehacer profesiónal realizado con
responsabilidad, además de sosteneros económicamente, prestáis un servicio
directísimo al desarrollo de la sociedad, aliviáis también las cargas de los demás y
mantenéis tantas obras asistenciales -a nivel local y universal-en pro de los
individuos y de los pueblos menos favorecidos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 121).

5200 Como a hijos y enfermos, les da un consejo provechoso que es al propio tiempo
un remedio para sus heridas: A estos tales les ordenamos y rogamos por el amor del
Señor Jesucristo que, trabajando sosegadamente, coman su pan. Médico experto
entre muchos, cura sus llagas y conjura el peligro atacando directamente la causa, la
ociosidad, echando mano de un solo precepto: el trabajo. Sabe perfectamente que
todas las enfermedades que pululan en un tronco común desaparecen al instante si
se logra eliminar la infección principal que las origina (CASIANO, Instituciones, 10).

5201 De donde aquella preciosa máxima -muy en boga entre los monjes egipcios-
que nos legaron los antiguos Padres:«El monje que trabaja no tiene más que un
demonio para tentarle, mientras que al ocioso y holgazán lo tortura una legión de
espíritus malvados» (CASIANO, Instituciones, 11).

5202 El agua estancada se corrompe, mas la que corre y se derrama por mil arroyos
conserva su propia virtud. El hierro que yace ocioso, consumido por la herrumbre, se
torna blando e inútil; mas si se lo emplea en el trabajo, es mucho mas útil y hermoso
y apenas si le va en zaga por su brillo a la misma plata. La tierra que se deja baldía
no se ve que produzca nada sano, sino malas hierbas, cardos y espinas y árboles
infructuosos; mas la que goza de cultivo se corona de suaves frutos. Y, para decirlo
en una palabra, todo ser se corrompe por la ociosidad y se mejora por la operación
que le es propia. Ya, pues, que sabemos cuánto sea el daño de la ociosidad y el
provecho del trabajo, huyamos de aquélla y démonos a éste [...] (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre Priscila y Aquila).

5203 Y vuestro fruto permanezca. Todo cuanto hacemos en este mundo apenas tiene
duración hasta la muerte; y llegando ésta, arranca el fruto de nuestro trabajo. Pero
cuando trabajamos de cara a la vida eterna, el fruto de nuestro trabajo permanece
[..i. Cuando se ha llegado al conocimiento de las cosas eternas, dejan de tener
importancia los frutos temporales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los
Evang.).

El trabajo y la dignidad del hombre

5204 Cristo no aprobará jamás que el hombre sea considerado o se considere a sí


mismo solamente como un instrumento de producción; que sea apreciado, estimado
y valorado según ese principio. ¡Cristo no lo aprobará jamás! Por esto se ha hecho
clavar en la cruz, como sobre el frontispicio de la gran historia espiritual del hombre,
para oponerse a cualquier degradación del hombre, también a la degradación
mediante el trabajo. Cristo permanece ante nuestros ojos sobre su cruz, para que
todos los hombres sean conscientes de la fuerza que Él les ha dado: Les ha dado el
poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1, 12). De esto deben acordarse tanto los
trabajadores como los que proporcionan trabajo; tanto el sistema laboral, como el de
retribución. Lo deben recordar el Estado, la Nación y la Iglesia (JUAN PABLO II, en
Mogila, 9-VI-1979).

5205 Todo el que llegue a vosotros en nombre del Señor, sea recibido; luego,
examinándole, le conoceréis [...]. Si el que llega es un caminante, no permanecerá
entre vosotros mas de dos días o, si hubiera necesidad, tres. Pero si quiere
establecerse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje y así se alimente. Mas si
no tiene oficio, proveed según vuestra prudencia, de modo que no viva entre
nosotros ningún cristiano ocioso. Si no quiere hacerlo así , es un traficante de Cristo;
estad alerta contra los tales (Didaché, 12).

5206 El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio


sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de
unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener a la propia familia;
medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que vive, y al progreso de toda
la Humanidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 47).

5207 De hecho, la problemática contemporánea -¿solamente contemporánea?- del


trabajo humano, en último término, no se reduce [...] ni a la técnica, ni tampoco a la
economía, sino a una categoría fundamental: a la categoría de la dignidad del
trabajo, es decir, de la dignidad del hombre. La economía, la técnica y tantas otras
especialidades y disciplinas tienen su razón de ser en aquella única categoría
esencial. Si no la alcanzan, si se constituyen fuera de la dignidad del trabajo humano,
están en el error, son nocivas, están contra el hombre.

Esta categoría fundamental es humanística. Me permito decir que esta categoría


fundamental -la categoría del trabajo como medida de la dignidad del hombre- es
cristiana. La encontramos, en su más alto grado de intensidad, en Cristo (JUAN
PABLO II, en Afogila, 9-VI-1979).

5208 Los hombres y las mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su
familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la
sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del
Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se
cumplan los designios de Dios en la historia (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes,
34).

5209 El buen trabajador recibe con libertad el pan de su trabajo; pero el perezoso y
holgazán no se atreve a mirar la cara del amo (SAN CLEMENTE, Epístola a los
Corintios, 34, 1).
5210 Todos los males han venido a la vida de que muchos consideran como la
máxima dignidad no poner la mano en sus propios oficios y como la suprema
ignominia parecer que saben una palabra de ellos. Pablo no se avergonzaba de
manejar la lezna y cortar las pieles y hablar a la vez a los más altos dignatarios; más
bien alardeaba de ello en el momento mismo en que venían a él un sinnúmero de
hombres ilustres y distinguidos. Y no sólo no se abochornaba de su trabajo, sino que
en sus espístolas [...], dejó inscrito para la posteridad el oficio que practicaba. Así ,
pues, lo que desde el principio aprendió eso sigúió luego ejerciendo, aun después de
haber sido arrebatado al tercer cielo, aun después de haber sido trasladado al
paraíso y haber tenido parte en las palabras inefables de Dios (SAN JUAN
CRISOSTOMO, Hom. sobre Priscila y Aquila).

5211 De ahí que Pablo trabajara continuamente, no sólo durante el día, sino durante
la noche misma, y así pudo decir:Trabajando día y noche, a fin de no gravar a
ningúno de vosotros (1 Tes 2, 9). Y no se dedicaba Pablo al trabajo simplemente por
recreo y distracción, como lo hacían muchos de sus hermanos, sino que desplegaba
en él esfuerzo tal que podía subvenir a las necesidades de los otros [...]. Un hombre
que imperaba a los demonios, que era maestro de todo el universo, a quien se le
confiaron los habitantes todos de la tierra y todas la iglesias situadas bajo el sol, el
que cuidaba con toda solicitud de pueblos, naciones y ciudades, ese hombre, repito,
trabajaba día y noche [...]. Nosotros, empero, que no tenemos una milésima parte de
sus preocupaciones [...], ¿qué excusas [...] tendremos? (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Hom. sobre Priscila y Aquila).

TRISTEZA

Citas de la Sagrada Escritura

Se derrite mi alma de pesadumbre; levántame tú según tu palabra. Sal 118, 28.

La angustia del corazón deprime al hombre, mas una palabra buena la alegra. Prov
12, 25.

Corazón alegre es buen remedio; mas el espíritu abatido seca los huesos. Prov 17,
22.

Corazón alegre hace buena cara, pero la pena del corazón abate el alma. Prov 15, 13.
Echar vinagre sobre el natrón es cantar canciones al corazón afligido. Prov 25, 20.

Mirando bien que ningúno sea privado de la gracia de Dios, que ningúna raíz amarga,
al brotar, cause turbación, inficionando a muchos. Heb 12, 15.

Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os digo: alegraos. Fil 4, 4.

Pero los que confían en Yahvé renuevan sus fuerzas, echan alas como de águila,
corren sin cansarse y caminan sin fatígarse. Is 40, 31.

Jesús, poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: Una sola cosa te falta: vete, vende
cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sigue-
me. Ante estas palabras se anubló su semblante y se fue triste, porque tenía mucha
hacienda. Mc 10,21-22.

Levantándose de la oración, vino a los discípulos, y encontrándolos adormilados por


la tristeza 1.. .1. Lc 22, 45.

En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará;


vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo. La mujer, cuando
pare, siente tristeza, porque llega su hora; pero cuando ha dado a luz un hijo, ya no
se acuerda de la tribulación, por el gozo que tiene de haber venido al mundo un
hombre. Vosotros, pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará
vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría. Jn 16, 20-22.

Si alguno me contristó, no me contrístó a mí, sino en cierto modo, para no exagerar,


a todos vosotros. Bástele a ése la corrección de tantos, pues casi habríamos de
perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza. Por eso
os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad. 2 Cor 2, 5-8.

Porque si con la epístola os entristecí, no me pesa. Y si estaba pesaroso viendo que


aquella carta, aunque por un momento, os habia contristado, ahora me alegro, no
porque os entristecisteis, sino porque os entristecisteis para penitencia. Os
contristasteis según Dios, para que no recibieseis daño alguno de nuestra parte. Pues
la tristeza según Dios es causa de penitencia saludable, de que jamás hay por qué
arrepentirse; mientras que la tristeza según el mundo produce la muerte. Ved cuánta
solicitud os ha causado esa misma tristeza según Dios, y qué excusas, qué enojos,
qué temores, qué deseos, qué celo y qué vindicaciones. Totalmente limpios os habéis
mostrado en este asunto. 2 Cor 7, 8-11.

Cada uno haga según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni obligado,


que Dios ama al que da con alegría. 2 Cor 9, 7.

Guardaos de entristecer al Espíritu Santo de Dios, en el cual habéis sido sellados para
el día de la redención. Ef 4, 30.

No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los que durmieron,


para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos
que Jesús murió y resucitó, así también Dios por Jesús tomará consigo a los que se
durmieron en El. 1 Tes 4, 13-14.
SELECCIÓN DE TEXTOS

5212 Hay dos clases de tristeza. Unas veces se origina al contener los brotes de la
ira, y es consecuencia de un daño -que alguien nos ha inferido o, también, de un
deseo contrariado. La segunda surge de una irracional ansiedad o abatimiento del
espíritu (CASIANO, Colaciones, 5).

5213 A aquellos a quienes el pesar de sus pecados pasados les tiene sumidos en la
tristeza y desazón, derramad en su alma a manos llenas la alegría de la ciencia
espiritual, cual si fuese un vino que alegra el corazón humano (Sal 103, 15). Infundid
alientos en esos corazones apesadumbrados, llenándolos con la palabra de salvación,
no sea que, acosados por la mortal desesperación, sucumban a la excesiva tristeza
(cfr. 2 Cor 2, 7).

Mas de aquellos que viven en el tedio y la negligencia, sin tener en el corazón el más
leve remordimiento, he aquí cómo habla la Escritura: El que se da buena vida y no
sabe de dolores, vivirá siempre en la indigencia (Prov 14, 2) (CASIANO, Colaciones,
14).

5214 Piadosa es esa tristeza y, en cierto modo, dichosa compasión sentir pena por
los vicios ajenos y no estar implicado en ellos; dolerse, y no unirse a ellos; encogerse
con el dolor y no ser arrastrado (SAN AGLISTIN, Sermón 2).

5215 Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. El llanto, al que aquí se
promete el consuelo eterno, nada tiene que ver con la tristeza de este mundo [...]. La
tristeza religiosa es la que llora los pecados propios o bien las faltas ajenas (SAN
LEÓN MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas).

Origen de la tristeza

5216 La tristeza es un vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, que no es


un vicio especial sino la raíz general de todos ellos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,
2-2, q. 28, a. 4).

Dos clases de tristeza

5217 El dolor del ánimo, que se llama tristeza, es un disgusto de las cosas contrarias
que nos sucedieron (SAN AGUSTÍN, Sobre la Trinidad, 1).
5218 Quien despreciando los mandamientos de Dios anda vagando siempre con su
concupiscencia, no puede llegar nunca a la alegría (SAN BEDA en Catena Aurea, vol.
IV, p. 100).

5219 Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis
(Mt 19, 22), que se retiró entristecido [...], perdió la alegría porque se negó a
entregar su libertad a Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 24).

5220 Es la envidia un pesar, un resentimiento de la felicidad y prosperidad del


prójimo. De aquí que nunca falte al envidioso ni tristeza, ni molestia. ¿Está fértil el
campo del prójimo? ¿Su casa abunda en comodidades de vida? ¿No le falta ni los
esparcimientos del alma? Pues todas estas cosas son alimento de la enfermedad y
aumento de dolor para el envidioso. De aquí que éste no se diferencia del hombre
desarmado, que por todo es herido (SAN BASILIO, Hom. Sobre la envidia).

5221 La tristeza causada por un arrepentimiento saludable es propia del hombre


obediente, afable, humilde, dulce, suave y paciente, en cuanto que deriva del amor
de Dios. Sufre infatigable el dolor físico y la contrición del espíritu, gracias al vivo
deseo que le anima de perfección. Es también alegre y en cierto modo se siente
como robustecido por la esperanza de su aprovechamiento; conserva de continuo el
hechizo y el encanto de la afabilidad y de la longanimidad, y posee en sí todos los
frutos del Espíritu Santo (CASIANO, Instituciones, 9).

Consecuencias

5222 Hase de advertir que no todos los que tienen este humor son tan trabajosos,
que cuando cae en un sujeto humilde y en condición blanda, aunque consigo mismos
traen trabajo, no dañan a los otros, en especial si hay buen entendimiento. Y también
hay más y menos de este humor. Cierto, creo, que el demonio en algunas personas
le toma por medianero, para si pudiese ganarlas; y si no andan con gran aviso, así
hará (SANTA TERESA, Fundaciones, 7, 2).

5223 Tristeza, apabullamiento. No me extraña: es la nube de poivo que levantó tu


caída. Pero, ¡basta!: ¿acaso el viento de la ~racia no llevó lejos esa nube?

Después, tu tristeza -si no la rechazas- bien podría ser la envoltura de tu soberbia. -


¿Es que te creías perfecto e impecable? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Camino, n. 260).

5224 [...] pero después (de cometido el mal) el diablo exageró de tal manera su
tristeza que llegó a perder al desgraciado. Algo semejante pasó en Judas, pues
después que se arrepintió no supo contener su corazón, sino que se dejó llevar por la
tristeza inspirada por el diablo, la cual le perdió (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III,
p. 346).

5225 La tristeza [...] es áspera, impaciente, dura, llena de amargor y disgusto, y le


caracteriza también una especie de penosa desesperación. Cuando se apodera de un
alma, la priva y aparta de cualquier trabajo y dolor saludable (CASIANO,
Instituciones, 9).

5226 Es propio de un alma cobarde que carece de la virtud vigorosa de confiar en las
promesas del Señor el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades (SAN
BASILIO, Hom. sobre la alegría).

5227 El hombre triste se porta mal en todo momento. Y lo primero en que se porta
mal es en que contrista al Espíritu Santo, que le fue dado alegre al hombre. En
segundo lugar, comete una iniquidad, por no dirigir súplicas a Dios ni alabarle; y, en
efecto, jamás la súplica del hombre triste tiene virtud para subir al altar de Dios
(PASTOR DE HERMAS, Mandamientos, X.3.2, 1. c., Pp. 994-995).

Remedios

5228 Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía, somos fortalecidos en la santidad y
renovados en la alegría, pues la alegría y la santidad son el resultado inevitable de
estar más cerca de Dios. Cuando nos alimentamos con el pan vivo que ha bajado del
cielo, nos asemejamos más a nuestro Salvador resucitado, que es la fuente de
nuestra alegría, una alegría que es para todo el pueblo (Lc 2, 10). Que la alegría y la
santidad abunden siempre en vuestras vidas y florezcan en vuestros hogares. Y que
la Eucaristía sea [...] el centro de vuestra vida, la fuente de vuestra alegría y de
vuestra santidad (JUAN PABLO II, Hom. 16-11-1981).

5229 «Laetetur cor quaerentium Dominum». -Alégrese el corazón de los que buscan
al Señor. -Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza

(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 666).


UNIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Que todos sean una misma cosa, y que, como tú, Padre, estás en mi y yo en ti, así
sean ellos una misma cosa en nosotros [...]. Ju 17, 21.

Solicitos en conservar la unidad del espíritu en el vinculo de la paz. Ef 3, 3.

Un solo cuerpo y un solo espintu, así como fuisteis llamados en una misma esperanza
de vuestra vocación: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Un solo Dios y
Padre de todos, el cual está sobre todos, por todos y en todos. Ef 4, 6-9)

Hay diversidad de operaciones, pero uno mismo es el Dios, que obra todas las cosas
en todos. [...] Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo
Espíritu, para constituir un solo cuerpo, y todos, ya judíos, ya gentiles, ya siervos, ya
libres, hemos bebido del mismo Espíritu. [...] De esta suerte, si padece un miembro,
todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a
una se gozan. 1 Cor 12, 6.13.26.

Amándoos los unos a los otros con amor fraternal, honrándonos a porfía unos a otros.
Rom 12, 10.

SELECCIÓN DE TEXTOS

«La caridad es madre de la unidad»

5230 No están todos los herejes por toda la tierra, pero hay herejes en toda la
superficie de la tierra. Hay una secta en Africa, otra herejía en Oriente, otra en
Egipto, otra en Mesopotamia. En países diversos hay diversas herejías, pero todas
tienen por madre la soberbia, como nuestra única madre católica engendró a todos
los fieles cristianos repartidos por el mundo. No es extraño, pues, que la soberbia
engendre división, mientras la caridad es madre de la unidad (SAN AGUSTÍN, Sermón
46, sobre los pastores).

5231 El templo del Rey tiene unidad; el templo del Rey no está arruinado, ni
agrietado, ni dividido. El cemento de las piedras vivas es la caridad (SAN AGUSTÍN,
Coment. sobre el Salmo 44).
5232 Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un
solo Jesucristo que procede de un solo Padre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA Carta a los
Magnesios 5, 6).

5233 Para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que con ello pareciera que las
ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el Señor le
pregunta:«Pedro, ¿me amas?» El respondió: «Te amo». Y le dice por segunda vez:
«¿Me amas?». Y respondió: «Te amo». Y le pregunta aún por tercera vez: «¿Me
amas?». Y respondió: «Te amo». Quería fortalecer el amor para reforzar así la unidad.
De este modo, el que es Único apacienta a través de muchos, y los que son muchos
apacientan formando parte del que es único (SAN AGUSTÍN Sermón 46, sobre los
pastores).

5234 Cuando nuestras ideas nos separan de los demás, cuando nos llevan a romper
la comunión, la unidad con nuestros hermanos, es señal clara de que no estamos
obrando según el espíritu de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 17).

5235 Colaborad mutuamente unos con Otros, luchad unidos, corred juntamente,
sufrid con las penas de los demás, permaneced unidos en espíritu aun durante el
sueño, así como al despertar, como administradores que sois de Dios, como sus
asistentes y servidores (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a S. Policarpo de
Esmirna).

5236 La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el
hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados
corporales (SAN MÁXIMO, Sobre la caridad, 1).

5237 Siervo soy de la Iglesia y principalmente de sus miembros más débiles, ya que
somos miembros del mismo cuerpo (SAN CIPRIANO, Sobre el trabajo de los monjes,
29).

Unidad de la Iglesia

5238 Hemos sido agregados al mismo Cuerpo de Cristo, mediante la fe y el bautismo


en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es el mismo Espíritu el que nos
justifica y el que anima nuestra vida cristiana: Sólo hay un cuerpo y un Espíritu, como
también habéis sido llamados con una misma esperanza, la de vuestra vocación. Sólo
un Señor, una fe, un bautismo (Ef 4, 4-5). Esta es la única fuente que conduce y
requiere, tanto hoy como en el alba de la Iglesia, «la unidad en la doctrina de los
apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciónes» (Lumen
gentium, 13). La estructura misma de la Iglesia, con su jerarquía y sus sacramentos,
no hace más que traducir y realizar esta unidad esencial recibida de Cristo-Cabeza.
Finalmente, esta unidad interior en la Iglesia de Cristo, constituye «para todo el
género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación»
(Lumen gentium, 9) (JUAN PABLO II, Aloc. 30-XII-1980).

5239 Todo el coro innumerable de los pastores se reduce al cuerpo de un solo Pastor
(SAN AGUSTÍN, Sermón 16).

5240 En la Santa Iglesia los católicos encontramos nuestra fe, nuestras normas de
conducta, nuestra oración, el sentido de la fraternidad, la comunión con todos los
hermanos que ya desaparecieron y que se purifican en el Purgatorio -Iglesia
purgante-, o con los que gozan ya -Iglesia triunfante- de la visión beatífica, amando
eternamente al Dios tres veces Santo. Es la Iglesia que permanece aquí y, al mismo
tiempo, trasciende la historia. La Iglesia, que nació bajo el manto de Santa Maria, y
continúa -en la tierra y en el cielo- alabándola como Madre (J. ESCRíVA DE
BALAGUER, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V- 1972).

5241 Yo estoy en la Iglesia católica, cuyos miembros son todas las iglesias, que, por
las Escrituras canónicas, sabemos deben su origen, y también su firmeza, a los
trabajos de los apóstoles; según la ayuda que me diere el Señor, no abandonaré su
comunión ni en Africa ni en ningúna parte (SAN AGUSTÍN, Contra el donatista
Cresconio, 3).

5242 Leemos que, ya desde los orígenes de la predicación apostólica, se observaba


esta norma tan importante: La multitud de los creyentes no era sino un solo corazón
y una sola alma. Tal, en efecto, debe ser el pueblo de Dios: todos hermanos bajo un
mismo Padre, todos una sola cosa bajo un solo Espíritu, todos concurriendo unánimes
a una misma casa de oración, todos miembros de un mismo cuerpo que es único
(SAN HILARIO, Trat. sobre el Salmo 132).

5243 Si alguno de vosotros sigue a alguien que fomenta los cismas no poseerá el
reino de Dios; el que camina con un sentir distinto al de la Iglesia no tiene parte en la
pasión del Señor (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los de Filadefia, 1).

5244 La unidad de misión y de sacerdocio exigen que el presbítero no se sienta una


«pieza suelta», sino que experimente vitalmente una peculiar comunión con todos
los demás miembros del Pueblo de Dios llamados a participar de esa misma tarea (A.
DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 46-47).
5245 Os exhorto, hermanos, por la santidad de estas nupcias: amad a esta Iglesia,
vivid en tal Iglesia, sed esta Iglesia. Amad al buen Pastor, hombre tan bueno que a
nadie engaña y quiere que todos se salven. Rogad también por las ovejas dispersas;
vengan también ellas, reconozcan ellas, amen también ellas, para que haya un solo
rebaño y un solo Pastor (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 139).

Unidad, fortaleza y eficacia

5246 Recibimos nosotros el Espíritu Santo si amamos a la Iglesia, si vivimos unidos


en caridad y nos gloriamos del nombre de católicos y de la fe. Creamos, hermanos:
en la proporción en que ama cada uno a la Iglesia, recibe el Espíritu Santo (SAN
AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 32).

5247 En tu empresa de apostolado no temas a los enemigos de fuera, por grande


que sea su poder. Este es el enemigo imponente: tu falta de «filiación» y tu falta de
«frateraidad» (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 955).

5248 ¿Ves? Un hilo y otro y muchos, bien trenzados, forman esa maroma capaz de
alzar pesos enormes.

—Tú y tus hermanos, unidas vuestras voluntades para cumplir la de Dios, seréis
capaces de superar todos los obstáculos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 480).

5249 [...] El (vinculo) de la caridad crece con el tiempo, aquiere nuevas formas por su
duración y escapa a la guadaña de la muerte, que lo siega todo, excepto la caridad.
La caridad es tan fuerte como la muertey más dura que el hierro. Este es nuestro
lazo, éstas son nuestras cadenas, las cuales, cuanto más nos unan y estrechen,
mayor ventaja y libertad nos darán. Su fuerza no es sino suavidad, su violencia no es
sino dulzura; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme (SAN
FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 1,1. c., p. 635).

Unidad de vida

5250 La espiritualidad no puede ser nunca entendida como un conjunto de prácticas


piadosas y ascéticas yuxtapuestas de cualquier modo al conjunto de derechos y
deberes determinados por la propia condición; por el contrario, las propias
circunstancias, en cuanto respondan al querer de Dios, han de ser asumidas y
vitalizadas sobrenaturalmente por un determinado modo de desarrollar la vida
espiritual, desarrollo que ha de alcanzarse precisamente en y a través de aquellas
circunstancias (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, 113).

5251 No soportamos los cristianos una doble vida: mantenemos una unidad de vida,
sencilla y fuerte en la que se fundan y compenetran todas nuestras acciones (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 126).

5252 Nosotros somos en todo y siempre iguales y acordes con nosotros mismos,
pues servimos a la razón y no la violentamos (ATENAGORAS, Legación 35).

5253 «Y ¿en un ambiente paganizado o pagano, al chocar este ambiente con mi vida,
no parecerá postiza mi naturalidad?», me preguntas.

-Y te contesto: Chocará sin duda, la vida tuya con la de ellos: y ese contraste, por
confirmar con tus obras tu fe, es precisamente la naturalidad que yo te pido (J.
ESCRIvÁ D~ BALAGUER, Camino, n. 380).

La Sagrada Eucaristía, fuente de unidad

5254 Este gran sacramento que nos confiere la participación en la vida de Cristo nos
une también los unos a los otros, a todos los demás miembros de la Iglesia, a todos
los bautizados sin diferencia de edad o de continente. Aunque los que pertenecemos
a la Iglesia nos hallemos dispersos por todo el mundo, aunque hablemos diferentes
lenguas, tengamos diferentes entornos culturales y seamos ciudadanos de diferentes
naciones, porque el pan es uno, somos muchos en un solo cuerpo, pues todos
participamos de este único pan (1 Cor 10, 17) (JUAN PABLO II, Hom. Pakistán, 16-II-
1981).

Maria, «Madre de la unidad»

5255 La experiencia del cenáculo no reflejaría la hora de gracia de la efusión del


Espíritu, si no tuviese la gracia y la alegría de la presencia de María. Con María, la
Madre de Jesús (Hech 1, 14), se lee en el gran momento de Pentecostés [...]. Ella,
Madre del amor y de la unidad, nos une profundamente para que, como la primera
comunidad nacida del Cenáculo, seamos un solo corazón y una sola alma. Ella,
«Madre de la unidad», en cuyo seno el Hijo de Dios se unió a la humanidad,
inaugurando místicamente la unión esponsalicia del Señor con todos los hombres,
nos ayude para ser «uno» y para convertirnos en instrumentos de unidad entre
nuestros fieles y entre todos los hombres (JUAN PABLO II, Hom. 24-III-1980).
VANAGLORIA

Citas de la Sagrada Escritura

Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo de ver ni
el oído de oir. Ecl 1, 2-9.

Una voz dice: Grita. Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? Toda carne es hierba, y toda
su gloria como flor del campo. Is 40, 6.

El que de sí mismo habla, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que
le ha enviado, ése es veraz y no hay en él injusticia. Jn 7, 18.

¿No sabes ya de siempre, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra, que es
breve la exaltación del malvado y dura un instante la alegria de los perversos? Job
20, 4-5.

Porque, ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y
silo recibiste, ¿de qué te glorias, como si no lo hubieras recibido? 1 Cor 4, 7.

Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres, para que os vean;
de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos.
Mc 6, 1.

No te vanaglories del día de mañana, pues no sabes lo que dará de si. Prov 27, 1.

Quienes siembran vientos, recogerán tempestades. La espiga no dará fruto ni


formará harina, y si algunas lo dieran; las devorará el extranjero. Os 8, 7.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Peligros y consecuencias de la vanagloria

5256 Vanidad de vanidades; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho


saca el hombre de todo por cuanto se afana debajo del sol?
Algunos tienen gran vanidad en ir montados en un buen caballo, de llevar una pluma
en el sombrero, de estar ricamente vestidos; mas, ¿quién no conoce que esto es
locura? Porque si hay alguna gloria en ello, es del caballo, del ave y del sastre; y
¿puede haber mayor flaqueza que mendigar estimación de un caballo, de una pluma
y de un vestido? Otros se engríen y se van mirando porque llevan los bigotes
levantados, la barba bien peinada, los cabellos encrespados; porque tienen suaves
las manos, porque saben bailar, jugar o cantar; y ¿no será también flaqueza querer
con unas cosas tan frívolas y ligeras aumentar su valor y acrecentar su reputación?

Otros, por un poco de ciencia, quieren ser honrados y respetados del mundo, como sí
todos hubiesen de ir a su escuela y tenerlos por maestros, por lo cual se les da el
nombre de pedantes. Otros se pavonean mirando su belleza, y creen que todo el
mundo pone en ellos sus ojos; todo esto es sumamente vano, necio y descabellado, y
la gloria que estriba en tan débiles fundamentos es vana, necia y frívola (SAN
FRANCISCO DE SALES. Introd. a la vida devota, III, 4).

5257 La vanagloría es una comida del alma que le brinda primero manjares
deliciosos, pero después la deja vacía, despojada de vir~udes, en una absoluta
desnudez, estéril y pobre de frutos espirituales (CASIANO, Instituciones, 5).

5258 (El demonio procura) enredar nuestros pasos en las zarzas de la vanagloria
(CASIANO, Instituciones, 11).

5259 Ten cautela, no te dejes prender por el ardor de la vanagloria. ¿Cómo podéis
creer; cuando andáis mendigando la gloria de los hombres? (Jn 5, 44). ¿Lo ves? Es
tan grande este mal, que quien lo tiene no puede creer. Nosotros, por el contrario,
digamos: Tú eres mi gloria (Sal 3, 4), y el que se gloría, gloríese en el Señor (1 Cor 1,
31) [...]. Cuando des limosna, que sólo la vea Dios. Cuando ayunes, pon cara alegre
1...] Tampoco has de presentarte como demasiado piadoso ni aparecer más humilde
de lo que eres, no sea que, huyendo de la gloria, vayas en su busca (SAN JERÓNIMO,
Epístola 22).

5260 Los ancianos usan de una comparación felicísima para describir el carácter de
esta enfermedad que es la vanagloria. La asemejan a la cebolla y a otras plantas
bulbosas. Quitáis una capa y encontráis una segunda: y cuantas más suprimís más
envolturas halláis en ellas (CASIANO, Instituciones, 11).

5261 Vanidad es buscar riquezas perecederas y esperar en ellas. También es vanidad


desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne [...].
Vanidad es desear larga vida, y no curar que sea buena. Vanidad es pensar
solamente en esta presente vida, y no proveer a 10 venidero. Vanidad es amar lo
que tan presto pasa, y no apresurarse adonde está el gozo perdurable (Imitación de
Cristo, 1, 1, 4).
5262 Es necesario fijarse mucho en su entrada (de la vanagloria), como si se tratara
de estar en guardia contra una fiera presta a arrebatar a aquel que no la vigila. Entra
calladamente y destruye todas las cosas que encuentra en el interior (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5263 La vanidad siempre se contrapone a la verdad, que permanece siempre y


nunca desfallece (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 143).

5264 Ningúna otra cosa hace desear tanto las riquezas como el deseo de gloria. Los
hombres presentan gran número de criados, de caballos, cubiertos de oro y mesas
adornadas con plata, no porque ello reporte alguna utilidad, sino por ostentación
delante de los demás. Y dice el Señor: No queráis atesorar para vosotros tesoros en
la tierra (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 383).

5265 Es una manifestación de soberbia que se dirige a buscar la excelencia en cosas


de poco valor real.

Son cosas vanas las cosas falsas, las que no tienen solidez y aquellas que no pueden
atender a su fin propio. (cfr. De malo, q. 9, a. 2; y Suma Teológica, 2-2, q. 132, a. 1).

5266 Tu misma inexperiencia te lleva a esa presunción, a esa vanidad, a eso que tú
crees que te da aire de importancia.

-Corrígete, por favor. Necio y todo, puedes llegar a ocupar cargos de dirección (más
de un caso se ha visto), y, si no te persuades de tu falta de dotes, te negarás a
escuchar a quienes tengan don de consejo. -Y causa miedo pensar el daño que hará
tu desgobierno (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 352).

5267 La honra terrena se compara a la espuma, al agua helada o al humo, o al sueño


(SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol.IV, p. 27).

Se manifiesta de formas muy diversas

5268 Este vicio de la vanagloría, una vez abatido, se levanta y parece como que
cobra mayores bríos para la lucha. Se le creía eliminado, y ahora renace más pujante
y vigoroso de su muerte aparente (CASIANO, Instituciones, 11).

5269 Ella fue la que los apartó de Dios; ella les hizo buscar otro teatro para sus
luchas y los perdió. Porque cuando se procura agradar a los espectadores que cada
uno tiene, según son los espectadores, tales son los combates que se realizan (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre 5. Mateo, 72).

5270 Los otros vicios se manifiestan uniformes y simples. La vanagloria es distinta,


compleja y varia. Arremete por todos los flancos, y su vencedor la encuentra en todo
cuanto le circunda, enfrentándose con él. El porte y la actitud, el modo de andar, la
voz, el trabajo, las vigilias, los ayunos, la plegaria, la soledad, la lectura, la ciencia, el
silencio, la obediencia, la humildad, la longanimidad, son para este vicio otras tantas
armas de que se sirve el enemigo para herir al soldado de Cristo.

Es como un arrecife que ocultan las olas agitadas. Emboscado en el agua y la


espuma, pasa inadvertido a los navegantes (CASIANO, Instituciones, 11).

Destruye la bondad de muchas obras.

Rectitud de intención

5271 Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus buenas acciones el
halago de los aplausos humanos, se desvía [...], encontrando así mayor placer en ser
llamada dichosa que en serlo realmente [...]. Y aquello que había de serle un motivo
de alabanza en Dios se le convierte en causa de separación de él (SAN GREGORIO
MAGNO, Moralia, 10>.

5272 Bueno es que padezcamos a veces contradicciones y que sientan de nos


malamente, aunque hagamos buenas obras y tengamos buena intención. Esto ayuda
a la humildad y nos defiende de la vanagloría. Mejor buscamos a Dios por testigo
interior cuando Somos de fuera despreciados y no nos dan crédito ([initación de
Cristo, 1, 12, 1).

5273 Examina bien los motivos que te impulsan a obrar para descubrir las
emboscadas de la vanidad y del amor propio; sólo a Dios debes referir todo el bien
que hagas, porque has de saber que es una gran ganancia mantener oculta y secreta
una obra buena de modo que sólo Dios la conozca; si por descuido tuyo viene a ser
conocida de los hombres, pierde casi todo su valor, como un hermoso fruto que los
pájaros han empezado a picotear (J. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 48).

5274 Sí haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del veneno de


la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito (J. PECCI -León XIII-, Práctica de
la humildad, 34>.
5275 Es treta sutil del enemigo hacer sucumbir al soldado de Cristo con sus propias
armas, cuando no ha podido vencerle con las suyas (CASIANO, Instituciones, 11).

Toda gloria es para Dios

5276 Nada más ridículo, nada más tonto que estar siempre dispuesto a hablar de 10
que se ha hecho, de lo que se ha dicho (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
orgullo).

5277 Cuánto poder tenga para hacer daño el deseo de la vanagloria, nadie lo conoce
mejor que aquel que le declara la guerra; porque es fácil no buscar la propia
alabanza cuando ésta es negada, pero es difícil no complacerse en ella cuando se
ofrece (SAN AGUSTÍN en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5278 Cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta [...]. Quizá procuraban
reunir al pueblo cuando hacían algo bueno, para que todos fueran a ese espectáculo
(SANTO TOMÁS, Catena Aurea, vol. 1, p. 340).

5279 No te engrías sí has servido bien, porque has cumplido lo que tenias que hacer.
El sol efectúa su tarea, la luna obedece; los ángeles desempeñan su cometido. El
instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: yo no merezco el nombre
de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios (1 Cor 15, 9) [...]. Tampoco
nosotros pretendamos ser alabados por nosotros mismos (SAN AMBROSIO, Hom.
sobre 5. Lucas, 8).

5280 Todos los males mortifican a los hijos del diablo, pero el deseo de la vanagloría
mortifica más bien a los hijos de Dios que a los hijos del diablo (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5281 Debes hacerte más pequeño que un niño; no andes tras las alabanzas de los
hombres, ni ambiciones los honores; antes bien rechaza aquéllas y éstos (J. PECCI
-León XIII-, Práctica de la humildad, 30).

El premio para quienes rechazan la gloria

5282 Me veo precisado a decíros que temáis con mucho cuidado por las buenas
obras que hacéis, no sea que por ellas busquéis algún favor o alguna gracia humana,
no sea que se despierte en vosotros el deseo de alabanzas, y Jo que manifestáis al
exterior se quede interiormente vacío de retribu ción (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
12 sobre los Evang.).

5283 Debemos gozarnos y alegrarnos porque se nos prepara un premio en el reino


de los cielos que no conseguirán los que van detrás de la vanagloria (SAN JERÓNIMO,
en Catena Aurea, vol. 1, p. 258).

5284 El que dispensa la misericordia, la pierde si no se compadece con un corazón


puro; si busca quedar bien, pierde todo el fruto [...] (SAN AMBROSIO, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 259).

5285 Tanto se es favorecido, cuanto menor se presume de las propias facultades.


(SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol.VI, p. 259).

VERACIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Sea tu sí, sí, tu no, no. Mt 5, 37.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jn 14, 6.

Cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa. Jn


14, 13.

Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la


verdad, y la verdad os hará libres. Jn 8, 31-32.

Abrazados a la verdad, en todo ctezcamos en la caridad. Ef 4, 15.

El demonio es el padre de la mentira: Jn 8, 42.


El cristiano no debe mentir: Ef 4, 25; Apoc 14, 5.

Es una infamia en el hombre la mentira [...]. Eclo 20, 26.

Los cobardes, los infieles, los abominables, los homicidas, los fornicarios, los
hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el estanque que
arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte. Apoc 21, 8.

Seis cosas aborrece Yahvé, y aun siete abomína su alma. Ojos altaneros, lengua
mentirosa, manos que derraman sangre inocente. Corazón que trama iniquidades,
pies que corren presurosos al mal. Testigos falsos, que difunden calumnias y
encienden rencores entre hermanos. Prov 6, 16-19.

Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservaos de la lengua mal hablada,


porque la palabra más secreta no quedará impune, y la boca embustera da muerte al
alma. Sab 1, 11.

Los labios mentirosos los aborrece Yahvé, se agrada de los que proceden
sinceramente. Prov 12, 22.

Es preferible el ladrón al mentiroso, uno y otro tendrán por heredad la perdíción. Eclo
20, 27.

Guárdate de mentir y de añadir mentiras a mentiras, que eso no acaba en bien. Eclo
7, 14.

Por lo cual, dejando de lado a la mentira, hable cada uno verazmente con su prójimo,
pues que todos somos miembros unos de otros. Ef 4, 25.

No hay para qué gloriaros, ni levantar mentiras contra verdad:que esa sabiduría no
es la que desciende de arriba, sino más bien una sabiduría terrena, animal y
diabólica. Sant 3, 14-15.

Ellos (los gentiles) habían colocado la mentira en el lugar de la verdad 1...] Rom 1,
25.

Fuera perros, hechiceros, fornícanos, homicidas, idólatras y todos los que aman y
practican la mentira. Apoc 22, 15.

Nuestro Señor es la misma verdad; el Verbo de Dios que podemos conocer y en


quien debernos vivir. 1 Jn 5, 7.

Por lo tanto, es inútil buscar la verdad fuera de El: toda la sabiduría está contenida en
Jesús. Col 2, 3.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Amor a la verdad
5286 En sentido amplio, consiste la veracidad en el amor a la verdad. Más
concretamente, designa la verdad en las palabras, la conformidad de éstas (o gestos
equivalentes) con el pensamiento, con la convicción interior (cfr. Suma Teológica, 2-
2, q. 109, a. 1).

5287 No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte (J.


ESCRIVA DE BALAGLER, Camino, n. 34).

5288 Quien no ama la verdad, todavía no conoce (SAN GRECORIO MAGNO, Hom. 14
sobre los Evang.).

5289 ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y a un
tiempo les respondes a todos, aunque sean cosas diversas. Claramente tú respondes,
pero no todos oyen claramente. Todos te consultan sobre lo que quieren. Optimo
ministro tuyo es el que atiende tanto a oir de ti lo que él quisiera, cuanto a querer
aquello que de ti oyere (SAN AGUSTÍN,Confesiones, 10).

5290 (La mentira) asemeja al hombre al diablo (SANTO TOMÁS, Sobre los
mandamientos, l.c., p. 280).

5291 La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. Cuando un hombre


transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un... hombre sin ideal,
sin honra, y sin Fe (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 394).

5292 Los hombres pasan, la verdad del Señor permanece para siempre (Imitación de
Cristo, 1, 5, 2).

5293 No poseemos plenamente una verdad sí no la enseñamos a otros, si no los


hacemos partícipes de nuestra contemplación; no amamos verdaderamente una
virtud si no deseamos ver cómo la aman los demás; no amamos sinceramente a Dios
si no deseamos hacer que los demás le amen. (GARRIGOU-LAGRANGE R. Las
conversiones del alma, p 19).

La veracidad y las demás virtudes


5294 Por ser animal sociable, el hombre debe a los demás cuanto sea necesario para
la conservación de la sociedad. Ahora bien, no sería posible la convivencia entre los
hombres si no se fiaran entre si, convencidos de que se dicen mutuamente la verdad
(SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 109, a. 3).

5295 La verdad huye del entendimiento que no encuentra humilde (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 18 sobre los Evang.).

5296 Es cierto que la verdad huye siempre de las mentes que no son humildes (SAN
AGLSTIN, Sermón sobre humildad y temor de Dios).

5297 La mentira hace imposible la vida social (SANTO ToMÁS, Sobre los
mandamientos, 1. c., p. 281).

5298 Se oponen entre sí la vanidad y la verdad (SAN AGUSTÍN, Sermón 12).

5299 No podemos admitir el miedo a la ciencia, porque cualquier labor, si es


verdaderamente científica, tiende a la verdad. Y Cristo dijo: Ego sum ventas (Jn 14,
6). Yo soy la verdad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 10).

Rectificar cuando sea necesario

5300 Acostúmbrate a no mentir jamás a sabiendas, ni por excusarte, ni de otro modo


alguno, y para esto ten presente que Dios es el Dios de la verdad. Si acaso faltas a
ella por equivocación, enmiéndalo al instante, si puedes, con alguna explicación o
reparación; hazlo así , que una verdadera excusa tiene más gracia y fuerza para
disculpar que la mentira (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III, 30).

5301 Existen muchas personas -cristianos y no cristianos- decididas a sacrificar su


honra y su fama por la verdad, que no se agitan en un salto continuo para buscar el
sol que más caliente. Son los mismos que, porque aman la sinceridad, saben
rectificar cuando descubren que se han equivocado. No rectifica el que empieza
mintiendo, el que ha convertido la verdad sólo en una palabra sonora para encubrir
sus claudicaciones (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 82).

Alguna vez es licito ocultar la verdad, pero nunca es lícito mentir


5302 De que se pueda en ocasiones ocultar la verdad, no se debe concluir que sea
lícito mentir (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. 1, p. 425).

5303 Por dos causas debe ocultarse el conocimiento de alguna cosa a quienes la
preguntan. A saber, cuando el que inquiere es incapaz de comprenderla, o cuando
por odio o menosprecio se hace indigno de que se le explique (SAN BEDA, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 368).

5304 La mentira unas veces constituye pecado mortal; otras, venial. Es mortal mentir
en asuntos de fe, cosa que puede ocurrir a predicadores y maestros ilustres; y entre
todas las clases de mentiras es ésta la más grave: Habrá entre vosotros maestros
mendaces, que introducirán sectas perniciosas (2 Pdr 2, 1). Algunos lo hacen en
ocasiones por aparentar sabiduría (SANTO TOMÁS. Sobre los mandamientos, l.c., p.
281).

La ignorancia y el error

5305 Perverso maestro es el diablo, que mezcla muchas veces lo falso con lo
verdadero,para encubrir el engaño con apariencia de verdad. (SAN BEDA. en Catena
Aurea, vol. IV, p. 76).

5306 Si me preguntáis por qué hay tan pocos cristianos que obren con la exclusiva
intención de agradar a Dios, ved la razón de ello. Es porque la mayor parte de los
cristianos se hallan sumidos en la más espantosa ignorancia, lo cual hace que todo
su obrar sea meramente humano. De manera que, si comparaseis sus intenciones
con las de los paganos, ningúna diferencia encontraríais. ¡Dios mio!, ¡cuántas buenas
obras se pierden para el cielo! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la virtud).

5307 Sólo como falsa ciencia puede ser calificada la doctrina de los herejes, los
cuales enmascaran su propia ignorancia llamándola ciencia, del tiempo revuelto
dicen que está sereno y a las tinieblas las llaman luz (SAN VICENTE DE LERINS,
Conmonitorio, n. 21).

5308 Cuando se estudia mucho, se conoce a Dios: frecuentemente, la ignorancia es


hija de la pereza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 78).
5309 La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las
tinieblas de la ignorancia (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).

5310 La mayoría de las falsedades contienen algo de verdad; por lo menos, aquellas
falsedades que son perversiones de la verdad son las que tienen más éxito. Pero, aun
sin falsedad, vosotros sabéis cuán extraña puede aparecer la verdad a mentes no
familiarizadas con ella (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón en la inaugurac. del Seminario
5. Bernardo, 3-X- 1873).

5311 Conmueven a Jesús el hambre y el dolor, pero sobre todo le conmueve la


ignorancia (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 109).

5312 No se lee en el Evangelio que Cristo dijese: «os envío el Espíritu Santo para que
os instruya sobre el curso del sol y de la luna». Porque quería hacer cristianos, no
matemáticos (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).

5313 Muchas veces juzgamos las cosas conforme a nuestro deseo, y perdemos con
frecuencia el verdadero juicio por amor propio (Imitación de Cristo, 1, 14, 1).

5314 Si se da una razón contra la autoridad de las divinas Escrituras, por muy aguda
que sea, engaña con semejanza de verdad, pues no puede ser verdadera (SAN
AGUSTÍN, Epístola 143, a Marceliano).

5315 La doctrina del Salvador es por si misma perfecta v de ningúna necesita pues
es la virtud y sabiduría de Dios La filosofía griega al unirse a ella no hace mas
poderosa la verdad; mas por hacer debiles los argumentos de los sofistas contra
aquella y rechazar las engañosas asechanzas contra la misma fue llamada ajustado
muro, cerca y valladar de la viña (CLEMENTE DE ALEJANDRIA Stromata 1)

VIDA SOBRENATURAL
Citas de la Sagrada Escritura

Respondió Jesús y le dijo:Quien bebe de esta agua volverá a tener sed; pero el que
beba del agua que yo le diere no tendrá jamás sed; el agua que yo le de se liará en él
una fuente que salte hasta la vida eterna. Jn 4, 13-14.

Y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi. Y aunque al presente vivo en carne, vivo
en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mi. Gal 2, 20.

Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la


carne. Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu
tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otra se oponen de manera que no
hagáis lo que queréis. Gal 5, 16-17

Y murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que por
ellos murió y resucitó. 2 Cor 5, 15.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no lleve


fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará, para que dé más fruto. Jn 15, 1-2.

Permaneced en mi y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto de si


mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí.
Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da
mucho fruto, porque sin mino podéis hacer nada. Jn 15, 4-6.

Sí permanecéis en mi y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que


quisiereis, y se os dará. En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y
así seréis discípulos míos. Jo 15, 7-8.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se recogen racimos de los espinos o higos
de los abrojos? Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos
malos. No puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos. El árbol
que no da buenos fruto0 es cortado y arrojado al fuego. Por los frutos, pues, los
conocereis. Mt 7,16-20.

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente,
que edífíca su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los
vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca. Mt
7,24-25.

El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mi, la hallará. Mt 10,
39.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Vida sobrenatural y deseos de Dios: Buscar a Dios


5316 Cuanto más conoce el alma a Dios, tanto más le crece el deseo de verlo y la
pena de no verLo (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 6, 2).

5317 Todo amor o sube o baja. Con el buen amor nos elevamos a Dios, con el malo
nos hundimos en el precipicio (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

5318 En la fragua suelen echar agua para que el fuego se encienda y avive más. Esto
hace el Señor con algunas de estas almas que tienen estas calmas de amor. Les da
algunas señales de su excelencia para enfervorizarías más y así ir preparándolas
para los regalos que después les quiere hacer (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, 11, 1).

5319 Si dijeres basta, estás perdido. Ve siempre a más, camina siempre, progresa
siempre. No permanezcas en el mismo sitio [...] (SAN AULST]N, Sermón 169).

5320¡Oh, Vida que la dais a todos!, no me neguéis a mi esta agua dulcísima que
prometéis a los que la quieren. Yo la quiero, Señor, y la pido, y vengo a Vos; no os
escondáis, Señor, de mi, pues sabéis mi necesidad y que es verdadera medicina del
alma llagada por Vos. ¡Oh, Señor, qué de maneras de fuegos hay en esta vida! ¡Oh,
con cuánta razón se ha de vivir con temor! Unos consumen el alma, otros la
purifican, para que viva siempre gozando de Vos. ¡Oh, fuentes vivas de las llagas de
mi Dios, cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento y
qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida el que procurare sustentarse
de este divino licor! (SANTA TERESA, Exclamaciones, 9).

La vida sobrenatural está destinada a crecer

5321 Hay quien no es capaz ni siquiera de cambiarse de sitio por Dios.Quisieran


sentir gustos y consuelos de Dios sin hacer más esfuerzo que tragar lo que El les
echa en la boca y gozar lo que les pone en el corazón sin mortificarse ellos en nada;
sin dejar sus gustos, consuelos y veleidades.Pero esperan en vano. Porque mientras
ellos no salgan a buscar a Dios, por mucho que le llamen, no le encontrarán (SAN
JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 3, 2).

5322 Sin duda tenían fe los que dijeron: Señor~ auméntanos la fe. Y mientras se vive
aquí, ésta es la canción de todos los que avanzan (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 17).
5323 Se quedaron muy grabadas en mi cabeza de niño aquellas señales que, en las
montañas de mi tierra, colocaban a los bordes de los caminos; me llamaron la
atención unos palos altos, ordinariamente pintados de rojo. Me explicaron entonces
que, cuando cae la nieve, y cubre senderos, sementeras y pastos, bosques, peñas y
barrancos, esas estacas sobresalen como un punto de referencia seguro, para que
todo el mundo sepa siempre por dónde va la ruta.

En la vida interior, sucede algo parecido (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
151).

5324 Por eso, en los momentos de nevada y de ventisca, unas prácticas piadosas
sólidas -nada sentimentales-, bien arraigadas y ajustadas a las circunstancias propias
de cada uno, serán como esos palos pintados de rojo, que continúan marcándonos el
rumbo, hasta que el Señor decida que brille de nuevo el sol, se derritan los hielos, y
el corazón vuelva a vibrar, encendido con un fuego que en realidad no estuvo
apagado nunca: fue sólo rescoldo oculto por la ceniza de una temporada de prueba,
o de menos empeño, o de escaso sacrificio (J. ESCRIVÁ DE BALACUER, Amigos de
Dios, 151).

5325 Está claro que es menester trabajar mucho, y gran ayuda es tener altos
pensamientos para esforzarnos a que lo sean nuestras obras (SANTA TERESA,
Camino de perfección, 4,1).

5326 Según la capacidad que el vaso de la fe lleve a la fuente, así es su llenumbre


(SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17).

5327 Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves
todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento
de la visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo
que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán
grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto
ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su
promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la
hace capaz de sus dones (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la 1ª carta de S. Juan).

5328 ¡Oh, vida, vida! ¿cómo puedes sustentarte estando ausente de tu vida? (SANTA
TERESA, Exclamaciones, 1).

5329 Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que
descanse en ti (SAN AGESTIN, Confesiones 1,1).
Manifestaciones

5330 En la vida espiritual no hay una nueva época a la que llegar. Ya está todo dado
en Cristo, que murió, y resucitó, y vive y permanece siempre. Pero hay que unirse a
El por la fe, dejando que su vida se manifieste en nosotros, de manera que pueda
decirse que cada cristiano es no ya alter Chrístus, sino ipse Christus, ¡el mismo
Cristo! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 104).

5331 El que quisiere ver cuánto ha aprovechado en este camino de Dios, mire cuánto
crece cada día en humildad interior y exterior. ¿Cómo sufre las injusticias de los
otros? ¿Cómo sabe dar pasada a las flaquezas ajenas? ¿Cómo acude a las
necesidades de sus prójimos? ¿Cómo se compadece y no se indigna contra los
defectos ajenos? ¿Cómo sabe esperar en Dios en el tiempo de la tribulación? ¿Cómo
rige su lengua? ¿Cómo guarda su corazón? ¿Cómo trae domada su carne con todos
sus apetitos y sentidos? ¿Cómo se sabe valer en las prosperidades y adversidades?
¿Cómo se repara y provee en todas las cosas con gravedad y discreción? Y, sobre
todo esto, mire si está muerto el amor de la honra, y del regalo, y del mundo, y
según lo que en esto hubiere aprovechado o desaprovechado, así se juzgue, y no
según lo que siente o no siente de Dios (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la
oración y meditación, II, 5).

5332 Es como si Dios penetrase cada vez más profundamente en nuestra voluntad.
(SANTO TOMÁS. Suma Teológica, 1-2, q. 2, a. 1 ad 3).

5333 Y así como hay cosas que ayudan a la devoción, así también hay cosas que la
impiden, entre las cuales la primera son los pecados, no sólo los mortales sino
también los veniales, porque éstos, aunque no quitan la caridad, quitan el fervor de
la caridad, que es casi lo mismo que devoción; por donde es razón evitarlos con todo
cuidado, ya que no fuese por el mal que nos hacen, a lo menos por el grande bien
que nos impiden (SAN PEDRO ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, II, 3).

5334 Tan sin peso es la carga de Cristo que, lejos de oprimir, alivia. No es al modo de
las cargas que, por pesar poco, se dice no pesan nada; su peso tienen [...]. No es así
la carga de Cristo, antes conviene que la lleves para ser aliviado, y más agobiado te
verás cuando la dejes en el suelo. Miradlo en las aves. El ave lleva la carga de sus
alas; observad que las pliega para descender a tierra, para descansar [...]

¿Piensas que está cargada? Quitale las alas, y caerá; cuando menos carga se le deje,
menos volará. Te parecerá que es usar con ella de misericordia el quitarle ese peso
de las alas; mas sí quieres hacerle favor, no se las quites, y si ya se las quitaste, deja
que le vuelvan a crecer; así , creciendo en peso, alzará el vuelo sobre la tierra (SAN
AGUSTÍN, Sermón 11).
5335 Tú, al que llenas de ti, lo elevas; mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy
todavía para mi mismo una carga (SAN AGUSTÍN. Confesiones, 10).

5336 Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra
muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su
Majestad arranca las malas hierbas, y ha de plantar las buenas. Pues hagamos
cuenta de que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma, y lo
ha comenzado a usar. Y, con ayuda de Dios, hemos de procurar, como buenos
hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarías, para que no se
pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor, para dar recreación
a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a
holgarse entre estas virtudes (SANTA TERESA, Vida, 11, 2).

5337 Si me preguntáis qué es lo más esencial en la religión y en la disciplina de


Jesucristo, os responderé: lo primero la humildad, lo segundo la humildad y lo tercero
la humildad (SAN AGUSTÍN, Epístola 118).

5338 Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita (SAN
BERNARDO, Sermón 5).

5339 Cada uno es lo que es su amor... ¿Amas la tierra? Te harás tierra. ¿Amas a
Dios? Serás Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 2).

5340 La fecunda vida cristiana reproduce de algún modo la «circulación» trinitaria:


donde está una Persona están las otras dos. También el quehacer temporal, el
apostólico, y el amor de Dios se reclaman mutuamente. Más aún: cuando esa ~nidad
existe realmente, no se sabe con exactitud dónde empiezan y terminan el trabajo, el
apostolado y la oración; todo es a la vez oración, trabajo y apostolado (J.M. PERO
SANZ. El símbolo atanasiano, pp. 62-63).

5341 Distraerte. -¡Necesitas distraerte!... abriendo mucho tus ojos para que entren
bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencia de tu miopía...
¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve insospechados, las
maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y tratarás a Dios..., y conocerás
tu miseria..., y te endiosarás... con un endiosamiento que, al acercarte a tu Padre, te
hará más hermano de tus hermanos los hombres (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino,
n. 283).

La vida sobrenatural del sacerdote


5342 Una contraposición entre el ministerio sacerdotal y la vida espiritual del
sacerdote es falsa, y sólo puede proceder de no haber entendido rectamente una de
las dos cosas, o las dos. Esa contraposición no se ha dado jamás en los sacerdotes
santos, que han encontrado en el ejercicio del ministerio una exigencia de propia
vida espiritual, y en esa vida espiritual un estimulo para el ministerio cultual y
pastoral (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 120).

5343 ¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te


entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo;
porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás,
pero no de manera que te olvides de ti (SAN CARLOS BORROMEO, Sermón con
ocasión de su último sínodo).

5344 El ministerio rectamente ejercido -por ejemplo, la Misa bien celebrada, los
Sacramentos bien administrados, la Palabra de Dios bien predicada, la caridad
pastoral delicadamente vivida, etc.- fomenta la vida interior; y la vida interior bien
encauzada dispone para el mejor ejercicio del ministerio; pero ni una ni otra cosa
salen solas, las dos requieren atención, correspondencia a la gracia (A. DEL
PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 121).

5345 Dice muy bien la Iglesia, refiriéndose a sus miembros enfermos: Me pusieron a
guardar sus viñas; y n?i viña, la mía, no la supe guardar. Elegidos como guardas de
las viñas, no custodiamos ni tan sólo nuestra propia viña, sino que, entregándonos a
cosas ajenas a nuestro oficio, descuidamos los deberes de nuestro ministerio (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.)

La vida sobrenatural y los demás

5346 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad
verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por
medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe sí no está
unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la
verdadera piedad (SAN PÍO X, Carta, 11-6-1909).

5347 Recibe de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de
Cristo [...]. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón
quede humedecida y regada por sus propias fuentes (SAN AMBROSIO, Carta 2).

5348 Donde está la caridad, ¿qué puede faltar? Y donde ella no está, ¿qué puede
aprovechar? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang.S. Juan, 3).
5349 Es preciso que seas «hombre de Dios», hombre de vida interior, hombre de
oración y sacrificio. -Tu apostolado debe ser una superabundancia de tu vida «para
adentro» (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Camino, n. 961).

5350 Todo el que quiere vivir tiene de dónde vivir y de qué vivir. Que venga y crea.
Que se incorpore para ser vivificado, que no le atemorice la unión con los demás
miembros. Que no sea un miembro gangrenado que haya que amputar, ni torcido,
del que haya que avergonzarse. Que sea un miembro robusto, adaptado, sano. Que
se abrace firmemente al cuerpo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 26).

5351 (El Bautista) [...] escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al
exterior lo que oía (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

5352 Reina la concupiscencia carnal donde no hay caridad (SAN AGUSTÍN, Enquiridio,
117).

5353 No hay camino más sublime que el de la caridad, y por él sólo andan los
humildes (SAN AGUSTÍN, Co¡nent. sobre el Salmo 141).

5354 Acá, estas dos cosas pide el Señor; amor a Su Majestad y al prójimo; es en lo
que hemos de trabajar. Guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así
estaremos unidos con El [...].

La señal más cierta que -a mi parecer- hay de si guardamos estas dos cosas, es
guardando bien la del amor del prójimo; porque sí amamos a Dios no se puede saber
(aunque hay indicios grandes para entender que le amamos), mas el amor del
prójimo, sí. Y estad ciertas que mientras más en éste os viereis aprovechadas, más lo
estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que Su Majestad nos tiene, que en
pago del que tenemos al prójimo hará que crezca el que tenemos a Su Majestad por
mil maneras; en esto yo no puedo dudar [...] creo yo que, según es malo nuestro
natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, no llegaremos a tener con
perfección el del prójimo. (SANTA TERESA Las Moradas, 5, 3).
VIGILANCIA

Citas de la Sagrada Escritura

Vela sobre ti, atiende a la enseñanza, insiste en ella. Haciendo así te salvarás a ti
mismo y a los que te escuchan. 1 Tim 4, 16.

Yo sé que después de mí partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no


perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que
enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento. Velad,
pues, acordándoos de que por tres años, noche y día, no cesé de exhortaros a cada
uno con lágrimas. Hech 20, 29-31.

Yo duermo, pero mí corazón vela. Es la voz del amado que llama: ¡Abreme, hermana
mía, amada mía, paloma mía, inmaculada mía!. Que está mí cabeza cubierta de rocío
y mis cabellos de la escarcha de la noche. Cant 5, 2.

Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. Prov 8,17.

Entonces estarán dos en el campo, uno será tomado y otro será dejado. Dos molerán
en la muela, una será tomada y otra será dejada.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. Pensad bien que si el
padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaria y no permitiría
horadar su casa. Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que
menos penséis vendrá el Hijo del hombre. Mt 24, 40-44.

Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. Pero él
respondió: En verdad os digo que no os conozco. Velad, pues que no sabéis el día ni
la hora. Mt 25, 11-13.

Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y


angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aqui y
velad conmigo. Mt 26, 37-38.

Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no
habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no caigáis en la
tentación; el espíritu está pronto, pero la carne cs flaca. Mt 26, 40-41.

Estad alerta, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. Como el hombre que
parte de viaje, al dejar su casa, encargó a sus siervos a cada uno su obra, y al
portero le encargó que velase. Velad, pues, vosotros, porque no sabéis cuándo
vendrá el amo de la casa, si por la tarde, si a medianoche, o al canto del gallo, o a la
madrugada, no sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos. Lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: Velad.Mc 13, 33-37.

Estad atentos, no sea que se emboten vuestros corazones por la crápula, la


embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente venga sobre vosotros
aquel día como un lazo; porque vendrá sobre todos los moradores de la tierra. Velad,
pues, en todo ~empo y orad, para que podáis evitar todo esto que ha de venir y
comparecer ante el Hijo del hombre. Lc 21, 34-36.

Tened ceñidos vuestros lomos y encendidas las lámparas, y sed como hombres que
esperan a su amo de vuelta de las bodas, para que, al llegar él y llamar, al instante le
abran. Dichosos los siervos aquellos a quienes el amo hallare en vela; en verdad os
digo que se ceñirá, y los sentará a la mesa, y se prestará a servirlos. Ya llegue a la
segunda vigilia, ya a la tercera, silos encontrare así , dichosos ellos. Vosotros sabéis
bien que, si el amo de casa conociera a qué hora habría de venir el ladrón, velaría y
no dejaría horadar su casa. Lc 12, 35-40.

Velad y estad firmes en la fe, obrando varonilmente y mostrándoos fuertes. 1 Cor 16,
13.

El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y sobrios (para prepararse) a la
oración. 1 Pdr 4,

Sed sobrios y vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
rondando y busca a quien devorar. 1 Pdr 5, 8.

Por lo cual, ceñidos los lomos de vuestra mente y viviendo sobriamente, tened
vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traído la revelación
de Jesucristo.] Pdr 1, 13.

Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os


sorprenda como ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de
la noche ni de las tinieblas. Por consiguiente, no durmamos como los otros, sino que
estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Los que duermen, de [loche duermen, y
los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, hijos del día, seamos
sobrios, revestidos de la coraza de la fe y de la caridad y del yelmo de la esperanza
en la salvación. Que no nos destína Dios a la ira, sino a la adquisición de la salvación
por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, ya velemos, ya
durmamos, vivamos unidos a El, 1 Tes 5, 4-10.

Al ángel de la iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete espíritus de
Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras y que tienes nombre de vivo, pero estás
muerto. Estáte alerta y consolída lo demás, que está para morir, pues no he hallado
perfectas tus obras en la presencia de mi Dios. Por tanto, acuérdate de lo que has
recibido y has escuchado, y guárdalo y arrepiéntete. Porque, si no velas, vendré
como ladrón, y no sabrás la hora en que vendré a ti. Apoc 3, 1-3.

He aquí que vengo como ladrón; bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos
para no andar desnudo y que se vean sus vergüenzas. Apoc 16, 15.

Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios,


con toda suerte de oraciónes y plegarias, orando en todo tiempo en espíritu, y para
ello velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Ef 6,17-18.

Aplicaos a la oración, velad en ella con hacímiento de gracias, orando a una también
por nosotros; para que Dios nos abra puerta para la palabra, para anunciar el
misterio de Cristo, por amor del cual estoy preso. Col 4, 2-3.
SELECCIÓN DE TEXTOS

«No sabemos ni el día ni la hora»

5355 [...] cada cual ha de ser juzgado en el estado en que salga de este mundo; y
por esto ha de velar todo cristiano, para que la llegada del Señor no le encuentre
dormido: y le encuentra en esta situación al que en el último día de su vida le
encuentra desprevenido (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. III, p. 202).

5356 Quiso el Señor que nos fuese desconocida la última hora, para que, no
pudiendo preverla, estemos siempre preparándonos para ella (SAN GREGORIO
MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 106).

5357 Siempre hemos de tener presente la hora de nuestra salida; siempre hemos de
tener ante los ojos del alma este consejo de Nuestro Redentor: Velad, porque no
sabéis el día ni la hora (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).

5358 Estad vigilantes, pues no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. Pensad bien que
si el padre de familias supiera en qué vigilia vendría el ladrón [...].

Con esto parece confundir a aquellos que no ponen tanto cuidado en guardar su
alma, como en guardar sus riquezas del ladrón que esperan (SAN JUAN CRISÓSTOMO
en Catena Aurea, vol. III, p. 204).

5359 A nadie se le ha prometido nunca el día de mañana (SAN AGUSTÍN, Sermón 87).

Vigilancia en la doctrina

5360 Se dejaron seducir por el brillo de un lenguaje acicalado y por ciertas máximas
de los filósofos. Estas, a primera vista, no parecían estar en pugna con nuestros
sentimientos religiosos ni en desacuerdo con nuestra santa fe. Tenían el brillo del
oro; pero en realidad era un brillo falso, postizo. Por eso, después de haberse dejado
engañar con esta apariencia de doctrina que, en la superficie, parecía inocua y
verdadera, se encontraron de pronto en la miseria más absoluta, como quienes se
han provisto sólo de moneda falsa (CASIANO, Colaciones, 1).
5361 Como piezas falsas que imitan la moneda del rey legitimo, parecen estas obras,
a primera vista, impresas con el troquel de la piedad o acuñadas con ella. Pero en
realidad no llevan la impronta de la moneda autorizada, quiero decir, de los Padres
católicos, reconocidos universalmente, ni proceden de la oficina legal de los
antepasados, ya que no forman parte del genuino legado de sus enseñanzas. Al
contrarío, son piezas fabricadas clandestinamente y en forma fraudulenta por los
mismos demonios, que las hacen circular en seguida para engatusar a los ingenuos e
ignorantes (CASIANO, Colaciones, 1).

Parte de la virtud de la prudencia

5362 A la vigilancia se opone la negligencia o falta de solicitud debida, que procede


de cierta desgana de la voluntad, lo cual impide que el entendimiento sea impulsado
y movido a imperar lo que debe o en la forma que debe (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 54, a. 3).

5363 Cuidad que no se os oscurezcan las luces de vuestra inteligencia: porque los
cuidados de esta vida ahuyentan la prudencia, hacen vacilar la fe y causan el
naufragio (TITO BROCENSE, en Catena Aurea, vol. VI, p. 420).

5364 La prudencia está en guardia y en vigilancia diligente, no sea que insinuándose


poco a poco una mala inclinación, nos engañemos y caigamos (SAN AGUSTÍN, De las
costumbres de la Iglesia, 24).

Para custodiar el amor a Dios

5365 Vela con el corazón, vela con la fe, con la caridad, con las buenas obras ¡...];
prepara las lámparas, cuida de que no se apaguen, alímentándolas con el aceite
interior de una recta conciencia; permanece unido al Esposo por el Amor, para que El
te introduzca en la sala del banquete, donde tu lámpara nunca se extinguirá (SAN
AGUSTÍN, Sermón 93).

5366 Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que


me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también
nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha (SAN BERNARDO,
Sermón 5).
5367 Para custodiar el Amor se precisa la prudencia, vigilar con cuidado y no dejarse
dominar por el miedo. Entre los autores clásicos de espiritualidad, muchos comparan
al demonio con un perro rabioso, sujeto por una cadena: sí no nos acercamos, no nos
morderá, aunque ladre continuamente. Sí fomentáis en vuestras almas la humildad,
es seguro que evitaréis las ocasiones, reaccionaréis con la valentía de huir; y
acudiréis diariamente al auxilio del Cielo, para avanzar con garbo por este sendero
de enamorados (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 180).

5368 No sabemos cuán grande es un pecado. No sabemos cuán sutil y penetrante es


un mal. Da vueltas a nuestro alrededor y entra por cada rendija, o mejor, por cada
poro. Es como el polvo, que todo lo cubre. contaminándonos por todos lados, y hace
necesaria una atención y limpieza constantes (CARD, J. H. NEWMAN, Dom. de
Septuagésima, Serm. del juicio).

Para no caer en la tentación

5369 Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que
domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de nuestra
naturaleza. Y cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la tristeza,
domina el alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los efectos de ese sopor,
hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la naturaleza y el enemigo al alma
(SAN EFREN, Coment. al Diatéssaron, 18, 15-17).

5370 En fin, es menester siempre velar y orar, porque no hay mejor remedio para
descubrir las cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que con la oración
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 7, 6).

5371 El diablo no permite a aquellos que no velan, que vean el mal hasta que lo han
consumado (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 111, p. 345).

5372 Si estás dormido y tu corazón no está en vela, se marcha sin haber llamado;
pero si tu corazón está en vela, llama y pide que se le abra la puerta (SAN
AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 18).

5373 Pero tened presente que, cum dormirent homines, mientras dormían los
hombres, vino el sembrador de la cizaña, dice el Señor en una parábola (Mt 13, 25).
Los hombres estamos expuestos a dejarnos llevar del sueño del egoísmo, de la
superficialidad, desperdigando el corazón en mil experiencias pasajeras, evitando
profundizar en el verdadero sentido de las realidades terrenas. ¡Mala cosa ese sueño,
que sofoca la dignidad del hombre y le hace esclavo de la tristeza! (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 147).

5374 Este adversario enemigo nuestro por donde quiera que pueda procura dañar; y
pues él no anda descuidado, no lo andemos nosotras (SANTA TERESA, Camino de
perfección, 19, 13).

VIRGEN SANTÍSIMA

Citas de la Sagrada Escritura

1. Santa María Virgen

El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la virgen grávida da a luz, y le
llama Emmanuel. !s 7, 14.

Eres jardín cercado, hermana mía, esposa, eres jardín cercado, fuente sellada. Cant
4, 12.

2. Madre del amor

Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.
Venid a mi cuantos me deseáis, y saciaos de mis frutos. Porque recordarme es más
dulce que la miel, y poseerme, más rico que el panal de miel. Eclo 24-26.

Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. Prov 8, 17

Y cantarán saltando de júbilo: «En ti están mis fuentes todas». Sal 86, 7.

3. Veneración a María
Tú, orgullo de Jerusalén; tú, gloria de Israel; tú, honra de nuestra nación; por tu mano
has hecho todo esto, tú has realizado esta hazaña en favor de Israel. Que se
complazca Dios en ella. Bendita seas tú del Señor omnipotente por siempre jamás.
Amén. Jdt 15,10.

Muchos hijos han hecho proezas, pero tú a todas sobrepasas. Prov 31, 29.

¿Quién es ésta que se levanta como la aurora, hermosa cual la luna, resplandeciente
como el Sol, terrible como un ejército en orden de batalla? Cant 6, 10.

4. Peticiones a través de María

Bienaventurado quien me escucha y vela a mi puerta cada día, guardando las jambas
de mis puertas. Prov 8, 34.

Y una tienda como sombras de día contra el calor, y como refugio y abrigo contra el
turbión y el aguacero. Is 4, 6.

Entonces el creador de todas las cosas me dio una orden, y el que me creó reposó en
mi tienda, y me dijo: Pon tu tienda en Jacob, y sea tu heredad en Israel. Eclo 24, 12.

Es tu cuello cual la torre de David, adornada de troleos, de la que penden mil


escudos. Cant. 4, 4.

5. Inmaculada

(Pondré enemistad) [...] entre tu linaje y el suyo; Este te aplastará la cabeza, y tú le


acecharás el calcañal. Gen 3, 15.

Eres del todo hermosa, amiga mía, no hay lacha en ti. Cant 4, 7.

Antes que los abismos fui engendrada yo, antes que fuesen las fuentes de
abundantes aguas. Prov. 8, 24.

Tus testimonios son verídicos en grado sumo, conviene a tu casa la santidad. ¡Oh
Yahvé!, por el transcurso de los días. Sal 92, S.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El nombre de María
5375 El nombre hebreo de María se traduce por Domina en latín; el Ángel le da, por
tanto, el título de Señora (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón sobre la Anunciación de
la B. Virgen María, 142).

5376 Estas palabras, el Señor es contigo, son las más excelsas que se le podían
haber dicho. Con razón, pues, el Ángel reverencía a la Virgen, por ser Madre del
Señor, y Señora por tanto. Y le es muy propio el nombre de María, que en siríaco
quiere decir «Señora» (SANTO TOMÁS, Sobre el Avemaría, 1. c., p. 183).

5377 Y el nombre de la Virgen era María. Digamos también acerca de este nombre,
que significa «estrella del mar» y se adapta a la Virgen Madre con la mayor
proporción (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 2).

5378 Porque sólo Ella conjuró la maldición, trajo la bendición y abrió la puerta del
paraíso. Por este motivo le va el nombre de «María», que significa «estrella del mar»;
como la estrella del mar orienta a puerto a los navegantes, María dirige a los
cristianos a la gloria (SANTO TOMÁS, Sobre el Avemaría, 1. c., p. 185).

5379 Con razón se la llama «María», que quiere decir «iluminada»: El Señor llenará tu
alma de resplandores (Is 58, 11), y significa además «iluminadora de otros», por
referencia al mundo entero; y se la compara a la luna y al sol (SANTO TOMÁS, Sobre
el Avemaría, 1. c., 182).

5380 La palabra María significa en hebreo estrella del mar, y en siríaco Señora. Y con
razón, porque mereció llevar en sus entrañas al Señor del mundo y a la luz perenne
de los siglos (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. V, p. 36).

«Su dignidad es casi infinita»

5381 La bienaventurada Virgen María, por el hecho de ser Madre de Dios, tiene una
especie de dignidad infinita a causa del bien infinito que es Dios. Y en esa línea no
puede imaginarse una dignidad mayor, como no puede imaginarse cosa mayor que
Dios (SANTO TOMÁs, Suma Teológica, 1, q. 25, a. 6).

5382 A la majestad de Dios convenía que no naciese sino de la Virgen, y a la Virgen


convenía que no diera a luz a otro que a Dios (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen
Madre, 2).
5383 Como el océano recibe todas las aguas, así María recibe todas las gracias.
Como todos los ríos se precipitan en el mar, así las gracias que tuvieron los ángeles,
los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, los confesores y las vírgenes
se reunieron en María (SAN BUENAVENTURA, Speculi, 2).

5384 Quita este cuerpo solar que ilumina al mundo, ¿cómo podna haber día? Quita a
María, esta estrella del mar (...), ¿qué quedará, sino oscuridad que todo lo ofusque,
sombra de muerte y densisímas tinieblas? (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de
la B. Virgen María, 6).

5385 Sí se veneran todos los justos, ¿quién es el que no alabará a la fuente de la


Justicia y al tesoro de la santidad? Ni la lengua de los hombres, ni la mente de los
ángeles, que es lo más sublime del mundo, pueden dignamente ensalzaría (SAN JUAN
DAMASCENO, Homilía en la Dormición de la Virgen, 1).

5386 Dios dio el nombre de mar a la reunión de las aguas, y a la reunión de todas las
gracias se llama María (SAN BERNARDO, Hom. super Missus est).

5387 Mujer, eres tan grande y tanto vales, que quien quiere una gracia y no recurre a
ti, pretende volar ~n alas (LEÓN XIII, Enc. A ugustissimae Virginis Maríae).

Predestinación de María

5388 Eligió y señaló (Dios) desde el principio y antes de los tiempos, una Madre para
que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciera en la dichosa plenitud de los
tiempos; y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sólo ella
se complació con señaladísíma benevolencia (Pto IX, Bula Inefflabilis Deus, 8-XII-
1854).

5389 La Virgen bienaventurada, predestinada desde la eternidad como Madre de


Dios, junto con la encarnación del Verbo Divino, por consejo de la Providencia divina
se constituyó en esta vida como Madre santa del Redentor divino, como asociada
generosa y excepcional, y como humilde esclava del Señor (CONC. VAT. II, Const.
Lumen gentiuln, 61).

5390 Fue enviado el ángel, dice el Evangelio, a la Virgen. Virgen en su cuerpo, virgen
en su alma, virgen por su decisión, virgen, finalmente, santa en el cuerpo y en el
alma; no hallada recientemente y por casualidad, sino elegida desde la eternidad,
predestinada y preparada por el Mtísímo para El mismo, guardada por los ángeles,
designada anticipadamente por los padres antiguos, prometida por los profetas (SAN
BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 2).

Concepción Inmaculada

5391 Declaramos, pronunciamos y definimos, que la doctrina que sostiene que la


beatisíma Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original
en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano,
ha sido revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por
todos los fieles (Pto IX, Bula Ineffabilis Deus, 8-XII-1854).

5392 Se da a entender que la Madre de Dios fue la sede de todas 5392 las gracias
divinas y que fue adornada con todos los carismas del Espíritu Santo, hasta el punto
de no haber estado nunca bajo el poder del mal y de merecer oír, participando a una
con su Hijo de una bendición perpetua, aquellas palabras que Isabel pronunció
movida por el Espíritu Santo:Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8-XII-1854).

5393 En tanto grado la amó (Dios) por encima de todas las criaturas, que en sólo ella
se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual, tan maravillosamente la
colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la
divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que ella, libre siempre
absolutamente de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase
tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor
después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus,
8-XII-1854).

Plenitud de gracia y exención de todo pecado

5394 Dios te salve, llena de gracia. Y en verdad que es llena de gracia, porque a los
demás se da con medida, pero en María se derramó al mismo tiempo toda la plenitud
de la gracia. Verdaderamente es llena de gracia aquella por la cual toda criatura fue
inundada con la lluvia abundante del Espíritu Santo (SAN JERÓNIMO, Sermón sobre la
Asunción de la Virgen).

5395 No temas, María, porque hallaste gracia a los ojos de Dios. ¿Cuánta gracia? Una
gracia llena, una gracia singular [...]. Es tan singular como general, pues tú sola
recibes más gracia que todas las demás criaturas. Es singular, por cuanto tú sola
hallaste esta plenitud; es general, porque de esa plenitud reciben todos (SAN
BERNARDO, Hom. en la Anunciación, 3).

5396 María fue llena de gracia en cuanto a la dimanación de ésta a todos los
hombres. Ya es grande para un santo tener tanta gracia que baste para la salvación
de muchos, y lo más grande sería tenerla suficiente para salvar a todos los hombres
del mundo; esto último ocurre en Cristo, y en la Santísima Virgen (SANTO TOMÁS,
Sobre el Avemaría, 1. c., p. 182).

5397 El Sol de justicia, tomando un cuerpo purísimo de las entrañas de la Virgen, no


sólo no se manchó, sino que, por el contrarío, santificó más a la Madre (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. V, p. 42).

5398 Con razón, pues, se nos presenta a María vestida del sol, por cuanto penetró el
abismo profundísímo de la divina sabiduría más allá de lo que se puede pensar, de
suerte que, en cuanto lo permite la condición de simple criatura, sin llegar a la unión
personal, parece estar sumergida totalmente en aquella inaccesible luz, en aquel
fuego que purificó los labios del profeta Isaías, y en el cual se abrasan los serafines
[...]. Muy blanco es en verdad y también muy cálido el vestido de esta mujer, por
quien todas las cosas se ven tan excelentemente iluminadas, que no es lícito
sospechar en ella nada, no digo tenebroso, pero ni siquiera en modo alguno oscuro o
menos lúcido, ni tampoco algo que ~ea tibio o no lleno de fervor (SAN BERNARDO,
Hom. en la octava de la Asunción, 4).

Virginidad perpetua

5399 La virginidad de María tiene tanto más valor y belleza cuanto que Cristo no sólo
se la reservó celosamente después de haber sido concebido en ella, sino que eligió
por madre a una virgen que previamente estaba consagrada a Dios (SAN AGUSTÍN,
Sobre la santa virginidad, 4-5).

5400 Si alguno no confiesa, de conformidad con los Santos Padres, que la Santa
Madre de Dios y siempre virgen e inmaculada María, propiamente y según la verdad,
concibió del Espíritu Santo, sin cooperación viril, al mismo Verbo de Dios, que antes
de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró,
permaneciendo indisoluble su virginidad incluso después del parto, sea condenado
(CONC. DE LETRÁN, año 649, Contra los monoteletas, c. 3; Dz 503).

5401 Virgen antes del parto, en el parto y por siempre después del parto (PAULC IV,
Const. Cum quorumdam, 7-VIII-1555).
5402 La Iglesia, extendida por toda la tierra hasta los confines del orbe, recibió de los
Apóstoles y de los discípulos esa fe que cree en un solo Dios y en un solo Jesucristo
[...] y en aquella generación que procede de una virgen (SAN IRENEO DE LYON, Trat.
contra las herejías).

5403 [...] Una virgen desposada con un varón que se llamaba José [...]. Quiso más
bien el Señor que algunos dudasen de su nacimiento que de la pureza de su Madre.
Sabia que el honor de una Virgen es delicado, y la reputación del pudor, frágil; y no
estimó conveniente que la fe de su nacimiento se demostrase con posibles injurias
de su Madre. Y así como la Virgen fue íntegra por su pudor, así su virginidad debió
ser inviolable en la opinión (SAN ANIBROSIO, en Catena Aurea, vol. V, p. 35).

5404 La dignididad virginal comenzó con la Madre de Dios (SAN AGUST!N, Sermón
51).

5405 Así engalanada con las joyas de estas virtudes, resplandeciente con la doble
hermosura de su alma y de su cuerpo, conocida en los cielos por su belleza y
atractivo, la Virgen regia atrajo sobre sí las miradas de los que allí habitan, hasta el
punto de enamorar al mismo Rey y de hacer venir al mensajero celestial. (SAN
BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 2).

5406 Debemos profesar una ferviente devoción a la Santísima Virgen, si queremos


conservar esta hermosa virtud; de lo cual no nos ha de caber duda alguna, sí
consideramos que ella es la reina, el modelo y la patrona de las vírgenes [...]. San
Ambrosio llama a la Santísima Virgen señora de la castidad; San Epifanio la llama
princesa de la castidad; y San Gregorio, reina de la castidad'[..] (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la pureza).

5407 Esta hermosa virtud, dice San Bernardo, fue la causa de que el Padre Eterno
mirase a la Santísima Virgen con complacencia; y si la virginidad atrajo las miradas
divinas, su humildad fue la causa de que concibiese en su seno al Hijo de Dios. Si la
Santísima Virgen es la Reina de las Vírgenes, es también la Reina de los humildes
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la humildad).

Madre de Dios y Madre nuestra

5408 Si alguno no confiesa que Dios es, según verdad, el Emma- nuel y que, por eso,
la Santa Virgen es Madre de Dios (pues engendró carnalmente al Verbo de Dios
hecho carne), sea anatema (CONC. DE EFESO, Sobre la unión de las naturalezas en
Cristo, Dz 113).

5409 Por el hecho mismo de haber dado a luz al Redentor del género humano es
también Madre benignísima de todos nosotros, a quienes Cristo Nuestro Señor quiso
tener por hermanos (Rom 8, 29) (Pío XI, Enc. Lux veritatis, 25-XII-1931).

5410 Tal nos la proclamó (Cristo) desde la cruz cuando en el discípulo Juan
encomendó a su cuidado y amparo a todo el género humano (Jn 19, 26-27); tal,
finalmente, se dio ella misma cuando, al abrazar generosamente aquella herencia de
inmenso trabajo que su Hijo moribundo le deja ba, empezó inmediatamente a
cumplir para todos sus oficios de Madre (LEÓN XIII, Enc. Octobri mense, 22-IX-1891).

5411 Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en


el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma
enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la
ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es
nuestra Madre en el orden de la gracia (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 61).

5412 Me extraña en gran manera que haya alguien que tenga duda alguna de si la
Santísima Virgen ha de ser llamada Madre de Dios. En efecto, si nuestro Señor
Jesucristo es Dios, ¿por qué razón la Santísima Virgen, que lo dio a luz, no ha de ser
llamada Madre de Dios? Esta es la fe que nos transmitieron los discípulos del Señor,
aunque no emplearan esta misma expresión. Así nos lo han enseñado también los
Santos Padres (SAN CIRILO DE ALEJANDRíA, Carta 1, 27-30).

5413 Acuérdome que cuando murió mi madre, quedé yo de edad de doce años, poco
menos. Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una
imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre, con muchas lágrimas.
Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque
conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a
Ella y, en fin, me ha tornado a si (SANTA TERESA, Vida, 1, 7).

5414 Nadie, pues, intente jamás privar a María Santísima del privilegio de esta gracia
divina y de una gloria tan especial. Por el querer determinado del Señor, Dios nuestro
e Hijo suyo, debemos proclamarla con toda verdad y acierto Theotokos, Madre de
Dios (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, n. 15).

5415 Por María, la misma Vida fue introducida en el mundo, de manera que al dar a
luz al Viviente es Madre de los vivientes (SAN EPIFANIO, Contra las herejías, 78).
5416 Cuando la Virgen respondió que sí, libremente, a aquellos designios que el
Creador le revelaba, el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y
el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se
unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero
Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre,
hijo verdadero de María; por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la
segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin
confusión- la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la
mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 274).

5417 El único nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la


dignidad de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere otro que el
mismo Dios. Por esto el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza
humana, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para sí, entre todas, una madre tal
cual El sabía que había de serle conveniente y agradable (SAN BERNARDO, Hom.
sobre la Virgen Madre, 2).

5418 María es verdaderamente la Madre de la Vida que hace vivir a todos los
hombres; al engendrar a esa Vida, de alguna manera ha regenerado a todos los que
iban a vivir con ella [...]
La Madre de Cristo, que sabe que también lo es de los cristianos por razón de este
misterio, se muestra madre de ellos por el cuidado y afecto que les tiene [...]. Sus
entrañas, fecundadas una sola vez, pero no agotadas, no dejan de engendrar el fruto
de la bondad (BEATO GUERRIC, Sermón I para la Asunción, 2-4; PL 185, 187-189).

5419 El que no cabe en todo el mundo, se encerró en las entra- ñas de una Virgen
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 437).

Confianza y trato filial

5420 En mise encuentra toda gracia de doctrina y de verdad, toda esperanza de vida
y de virtud (Eclo 24, 25). ¡ Con cuánta sabiduría la Iglesia ha puesto esas palabras en
boca de nuestra Madre, para que los cristianos no las olvidemos! Ella es la seguridad,
el Amor que nunca abandona, el refugio constantemente abierto, la mano que
acaricia y consuela siempre (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 279).

5421 En todas nuestras penas, sean del alma, sean del cuerpo, después de Dios,
hemos de concebir una gran confianza en la Virgen María (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la esperanza).
5422 Nada hay en ella austero, nada terrible; todo es suave. Mira con cuidado los
Evangelios, y si acaso encuentras algo de dureza o de reprensión desabrida o alguna
señal de indignación, aunque leve, en María, tenía en adelante por sospechosa y
recela el llegarte a ella. Pero si más bien (como es así en verdad) encuentras las
cosas que pertenecen a ella llenas de piedad y de misericordia, llenas de
mansedumbre y de gracia, da las gracias a aquel Señor que con una benignisima
misericordia proveyó para ti tal mediadora que nada puede haber en ella que infunda
temor. Ella se hizo toda para todos; a los sabios y a los ignorantes, con una
copiosísima caridad, se hizo deudora. A todos abre el seno de la misericordia, para
que todos reciban de su plenitud:redención el cautivo, curación el enfermo, consuelo
el afligido, perdón el pecador [...];en fin, toda la Trinidad gloriosa, y la misma persona
del Hijo recibe de ella la sustancia de la carne humana, a fin de que no haya quien se
esconda de su calor (SAN BERNARDO, Hom. en la octava de la Asunción, 2).

5423 Honra, reverencia y respeta con especial amor a la sagrada y gloriosa Virgen
María, porque es Madre de nuestro Padre soberano y, por consiguiente, nuestra gran
Madre. Recurramos, pues, a ella, y como hijuelos suyos echémonos en su regazo en
todo tiempo y ocurrencia, con firmisima confianza; invoquemos a esta dulce Madre,
imploremos su amor maternal, procuremos imitar sus virtudes y tengamos un afecto
verdaderamente filial con esta Señora (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, II, 16).

Omnipotencia suplicante

5424 Con su poder delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre
quiere concedérnoslo. Y también como Madre entiende y comprende nuestras
flaquezas, alienta, excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio,
aun cuando parezca que ya nada es posible (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 292).

5425 María es, al mismo tiempo, una madre de misericordia y de ternura, a la qúe
nadie ha recurrido en vano; abandónate lleno de confianza en su seno materno,
pídele que te alcance esta virtud (de la humildad) que Ella tanto apreció; no tengas
miedo de no ser atendido. María la pedirá para ti a ese Dios que ensalza a los
humildes y reduce a la nada a los soberbios; y como María es omnipotente cerca de
su Hijo, será con toda seguridad oída. Recurre a Ella en todas tus cruces, en todas tus
necesidades, en todas las tentaciones. Sea María tu sostén, sea María tu consuelo (J.
PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 56).

5426 Felix culpa, canta la Iglesia, (Vigilia Pascual, Praeconium), feliz culpa, porque ha
alcanzado tener tal y tan grande Redentor. Feliz culpa, podemos añadir también, que
nos ha merecido recibir por Madre a Santa María. Ya estamos seguros, ya nada debe
preocuparnos: porque Nuestra Señora, coronada Reina de cielos y tierra, es la
omnipotencia suplicante delante de Dios. Jesús no puede negar nada a María, ni
tampoco a nosotros, hijos de su misma Madre.(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 288).

5427 Cese de ensalzar tu misericordia, oh bienaventurada Virgen María, quienquiera


que, habiéndote invocado en sus necesidades, se acuerde de que no le hayas
socorrido (SAN BERNARDO, Sermón sobre la Asunción de la Virgen, 4).

5428 Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la
tentación, mira a la estrella, llama a María. Site agitan las olas de la soberbia, de la
ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la
impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la
memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la
idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el
abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las
dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte
de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los
ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas,
no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; site protege,
nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si
Ella te ampara (SAN BERNARDO. Hom. sobre la Virgen Madre, 2).

5429 A ti, María, el Hijo de Dios y a la vez Hijo tuyo, desde lo alto de la cruz indicó a
un hombre y dijo: «He ahí a tu hijo» (Jn 19, 26). Y en aquel hombre te ha confiado a
cada hombre. Te ha confiado a todos. Y Tú, que en el momento de la Anunciación, en
estas sencillas palabras: «He aquí la sierva del Señor; hágase en mi según tu
palabra» (Lc 1, 38), has concentrado todo el programa de tu vida, abrazas a todos, te
acercas a todos, buscas maternalmente a todos. De esta manera se cumple lo que el
último Concilio ha declarado acerca de tu presencia en el misterio de Cristo y de la
Iglesia. Perseveras de manera admirable en el misterio de Cristo, tu Hijo unigénito,
porque estás siempre dondequiera están los hombres sus hermanos, dondequiera
está la Iglesia. (JUAN PABLO II, Hom. en Guadalupe (México), 27-1-1979).

Madre de la Iglesia

5430 Así pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a María
Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los
fieles como de los pastores, que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora
en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratisimo
título (PABLO VI, Discurso en el Conc. Vat. II, 21-XI-1964).

5431 Jesús, viendo a su Madre y al discipulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la
Madre: mujer, he ahí a tu hijo (Jn 19, 26). Así , de un modo nuevo, ha legado su
propia Madre al hombre: al hombre, a quien ha transmitido el Evangelio. La ha
legado a todo hombre. La ha legado a la Iglesia en el día de su nacimiento histórico,
el día de Pentecostés. Desde aquel día toda la Iglesia la tiene como Madre. Y todos
los hombres la tienen como Madre. Entienden como dirigidas a cada uno las palabras
pronunciadas desde la Cruz. Madre de todos los hombres. La maternidad espiritual
no conoce límites. Se extiende en el tiempo y en el espacio. ¡Alcanza tantos
corazones humanos! Alcanza a las naciones enteras (JUAN PABLO II, Aud. gen. 10-1-
1979).

5432 María edifica continuamente la Iglesia, la aúna, la mantiene compacta. Es difícil


tener una auténtica devoción a la Virgen, y no sentirse más vinculados a los demás
miembros del Cuerpo Místico, más unidos también a su cabeza visible, el Papa (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 139).

5433 En las Escrituras divinamente inspiradas, lo que se entiende en general de la


Iglesia, virgen y madre, se entiende en particular de la Virgen María; y lo que se
entiende de modo especial de María, virgen y madre, se entiende de modo general
de la Iglesia, virgen y madre. Y cuando los textos hablan de una u otra, dichos textos
pueden aplícarse indiferentemente a las dos (BEATO ISAAC, Sermón 51).

5434 Habitaré en la heredad del Señor. La heredad del Señor en su significado


universal es la Iglesia, en su significado especial es la Virgen María y en su
significado individual es también cada alma fiel. Cristo permaneció nueve meses en
el seno de María; permanecerá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia hasta la
consumación de los siglos; y en el conocimiento y en el amor del alma fiel por los
siglos de los siglos (BEATO ISAAC, Sermón 51).

Corredentora del mundo

5435 Con razón piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento
puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los
hombres con fe y obediencia libres. Como dice San Ireneo, obedeciendo se convirtió
en causa de salvación para si misma y para todo el género humano. Por eso no pocos
Padres antiguos afirman gustosamente con él en su predicación que «el nudo de
desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María mediante su fe»; y,
comparándola con Eva, llaman a María «madre de los vivientes», afirmando aún con
mayor frecuencia que «la muerte vino por Eva, la vida por María» (CONC. VAT. II,
Const. Lumen gentium, 56).

5436 (María), obedeciendo, se hizo la causa de su propia salvación y de la de todo el


género humano (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 3).
5437 Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha na- cído de María. Dios lo
creó todo, y María engendró a Dios; Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo
de María; y de este modo rehizo todo lo que había hecho. El que pudo hacer todas las
cosas de la nada, una vez profanadas, no quiso rehacerlas sin María.

Dios, por tanto, es padre de las cosas creadas y María es madre de las cosas
recreadas. Dios es padre de toda la creación, María es madre de la universal
restauración.

Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho, y María dio a luz a aquel por
quien todo fue salvado. Dios engendró a aquel sin el cual nada en absoluto existiría,
y María dio a luz a aquel sin el cual nada seria bueno (SAN ANSELMO, Sermón 52).

5438 Llegóse a Eva, la madre de todos los vivientes. Ella es la viña cuya cerca había
abierto la muerte. Desde entonces Eva, la madre de todos los vivientes, se convirtió
en causa de muerte para todos los vivientes.

Floreció luego María, nueva viña en sustitución de la antigua, y en ella habitó Cristo,
la nueva vida; para que, al acercarse confiadamente la muerte en su continua
costumbre de devorar, encontrara escondida allí, en un fruto mortal, a la vida
destructora de la muerte (SAN EFREN, Sermón sobre Nuestro Señor, 3-4).

5439 (...] Nuestra Señora nos enseña a tratar a Jesús, a reconocerle y a encontrarle
en las diversas circunstancias del día, y de modo especial, en ese instante supremo
-el tiempo se une con la eternidad- del Santo Sacrificio de la Misa: Jesús, con gesto de
sacerdote e#erno, atrae hacia si todas las cosas, para colocarlas, divino afflante
Spiritu, con el soplo del Espíritu Santo, en la presencia de Dios Padre (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 94).

5440 ¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio, sin recordar e invocar a la Madre
del Soberano Sacerdote y de la Víctima? Nuestra Señora ha participado muy
íntimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre para que no esté
ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el
Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz
asistía a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a sí
misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcamos a Jesús por medio de
Nuestra Señora (P. BERNADOT, La Virgen en mi vida, p. 233).

5441 Las tres Personas divinas, viviendo y actuando en perfecta unidad [...], al hacer
la obra maestra de su poder y de su bondad, quieren asociar la Virgen a sí mismas,
en la mayor de sus obras [...]: han querido compartir la gloria de esta obra entre la
Virgen y ellas. Escogiéndola entre todas las criaturas, la han hecho capaz y digna de
dar con ellas esta nueva naturaleza, y de ser la Madre del Verbo encarnado, llevando
una persona humana a tal poder y calidad, y dándole tanta parte en un misterio tan
grande (PEDRO DE BERULLE; Les mystéres de Marie, pp. 199-200).

5442 El martirio de la Virgen está sugerido tanto en la profecía 5442 de Simeón como
en el relato mismo de la Pasión del Señor.

Este, decía el anciano hablando del niño Jesús, está puesto para ser señal de
contradicción, y a ti misma, añadió, dirigiéndose a María, una espada te atravesará el
alma (Lc 2, 34-35) [...]. De hecho, cuando tu Jesús -que es de todos, pero
especialmente tuyo- rindió su espíritu, la lanza cruel no alcanzó su alma. Si le abrió el
costado, sin perdonarle, estando ya muerto, sin embargo no le pudo causar dolor.
Pero sí atravesó tu alma; en aquel momento la suya no estaba allí, pero la tuya no
podía en absoluto separarse de él (SAN BERNARDO Sermón para el domingo de la
octava de la Asunción, 14).

Mediadora universal

5443 Uno solo es nuestro Mediador, según las palabras del Apóstol [...] (1 Tim 2, 5-6).
Sin embargo, la misión materna de María para con los hombres no oscurece ni
disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo; antes bien, sirve para
demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los
hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la
superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de éste,
depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la
unión inmediata de los creyentes en Cristo, la fomenta. (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentium, 60).

5444 Asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su
múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su
amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se
hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada.
Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de
Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora (CONC. VAT. II, Const. Lumen gen tium,
62).

5445 María es nuestra mediadora, por ella recibimos, ¡oh Dios mío! tu misericordia,
por ella recibimos al Señor Jesús en nuestras casas. Porque cada uno de nosotros
tiene su casa y su castillo, y la Sabiduría llama a las puertas de cada uno; si alguna la
abre, entrará y cenará con él (SAN BERNARDO, Hom. en la Asunción de la B. Virgen
María, 2, 2).

5446 ¿Quién podrá investigar, pues, ¡oh Virgen bendita!, la longitud y latitud, la
sublimidad y profundidad de tu misericordia? Porque su longitud alcanza hasta su
última hora a los que la invocan. Su latitud llena el orbe de la tierra para que toda la
tierra esté llena de su misericordia. En cuanto a su sublimidad, fue tan excelsa que
alcanzó la restauración de la ciudad celestial, y su profundidad fue tan honda que
obtuvo la redención para los que estaban sentados en las tinieblas y sombras de la
muerte (...), de suerte que tu potentísima y piadosísima caridad está llena de afecto
para compadecerse y de eficacia para socorrer a los necesitados; en ambas cosas es
igualmente rica y exuberante. A esta fuente generosa, pues, corra sedienta nuestra
alma; a este cúmulo de misericordia recurra con toda solí&itud nuestra miseria (SAN
BERNARDO, Hom. en la Asunción de la B. Virgen María, 4, 8-9).

5447 Aquello poco que desees ofrecer, procura depositarlo en manos de María,
graciosísimas y dignisimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor, sin
sufrir de El respulsa (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María,
18).

5448 Ya no parecerá estar de más la mujer bendita entre todas las mujeres, pues se
ve claramente el papel que desempeña en la obra de nuestra reconciliación, porque
necesitamos un mediador cerca de este Mediador, y nadie puede desempeñar tan
provechosamente este oficio como María (SAN BERNARDO, Hom. para el domingo
infraoctava de la Asunción, 2).

Dispensadora universal de todas las gracias

5449 La consecuencia de esta comunidad de sentimientos y dolores entre María y


Jesús es que María mereció ser reparadora dignisima del orbe perdido y, por tanto, la
dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos conquistó con su muerte y con su
sangre (SAN Pío X, Enc. Ad diem illum, 2-11-1904).

5450 Asociada como Madre y Ministra al Rey de los mártires en la obra inefable de la
humana redención, le queda para siempre asociada, con un poder casi inmenso, en
la distribución de las gracias que se derivan de la redención (Pío XII, Radio,~¡ensaje
«Bendito sea el Señor», 13-V-1946).

5451 [María es] puerto de los que naufragan, consuelo del mundo, rescate de los
cautivos, alegría de los enfermos (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 2).

5452 Siempre que tengamos que pedir una gracia a Dios, dirijámonos a la Virgen
Santa, y con seguridad seremos escuchados (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la
pureza).
5453 Con todo lo íntimo de nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y
con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad, veneremos a María, porque
ésta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María.
Esta es su voluntad para bien nuestro. Mirando en todo y siempre al bien de los
necesitados, consuela nuestro temor, excita nuestra fe, fortalece nuestra esperanza,
disipa nuestra desconfianza y anima nuestra pusilanimidad. (S. BERNARDO, Hom. en
la Natividad de la B. Virgen María, 7).

5454 Nuestra Señora es descanso para los que trabajan, consuelo de los que lloran,
medicina para los enfermos, puerto para los que maltrata la tempestad, perdón para
los pecadores, dulce alivio de los tristes, socorro de los que rezan (SAN JUAN
DAMASCENO, Hom. en la Dormición de la B. Virgen María).

5455 No le faltaba a Dios, ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse
de este acueducto, sí El hubiera querido, pero quiso proveerse de ella por este
conducto (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María, 18).

5456 [María es el] acueducto que, recibiendo la plenitud de la misma fuente del
corazón del Padre, nos la franqueó a nosotros [...]; con todo lo íntimo, pues, de
nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y con todos los sentimientos
y deseos de nuestra voluntad, veneremos a María, porque ésta es la voluntad de
aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María (SAN BERNARDO Hom. en
la Natividad de la B. Virgen María, 4-7).

5457 No apartes los ojos del resplandor de esta estrella si quieres no ser destruido
por las borrascas (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 2).

5458 María es el tesoro de Dios y la tesorera de todas las misericordias que nos
quiere dispensar (SAN ALEONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 25).

5459 Este hilo de agua celestial ha descendido a nosotros por un acueducto que nos
distribuye el agua de la fuente, no toda de una vez, sino que hace caer la gracia gota
a gota sobre nuestros corazones resecos, a unos más, a otros menos. El acueducto
está lleno, de suerte que todos reciben de su plenitud, sin recibir la plenitud que él
contiene.

Si no me engaño, ya habéis adivinado cuál es este acueducto que, recibiendo la


plenitud de la fuente que brota en el corazón del Padre, nos distribuye en seguida a
nosotros lo que somos capaces de recibir. Sabéis, en efecto, a quién se dirigían estas
palabras: Dios te salve, llena de gracia [...] (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de
la B. Virgen María, 3-5).
5460 Las madres no contabilizan los detalles de cariño que sus hijos les demuestran;
no pesan ni miden con criterios mezquinos. Una pequeña muestra de amor la
saborean como miel, y se vuelcan concediendo mucho más de lo que reciben. Si así
reaccionan las madres buenas de la tierra, imaginaos lo que podremos esperar de
nuestra Madre Santa María (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 280).

5461 Para todos abre el seno de su misericordia, a fin de que todos reciban de su
plenitud; el cautivo la libertad, el enfermo la curación, el afligido el consuelo, el
pecador el perdón, el justo la gracia, el ángel la alegría, en fin, la Trinidad entera la
gloria, y el Hijo su carne humana. No hay nada que escape a su calor (Sal 18, 7) (SAN
BERNARDO Hom. para el domingo infraoctava de la Asunción, 1-2).

Asunción ea cuerpo y alma al cielo

5462 Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divina-mente revelado que la


Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida
terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (Pío XII, Const. Apost.
Munificentissimus Deus, l-XI-1950).

5463 En la economía de la gracia perdura sin cesar el momento del asentimiento que
prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la Cruz hasta
la consu mación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha
dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa
obteniéndonos los dones de la salvación eterna (CONC. VAT. II, Const. Lumen gen-
tium, 62).

5464 Subió al cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de
Misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación (SAN BERNARDO, Hom. en la
Asunción de la B. Virgen María, 1).

5465 Un precioso regalo envió al cielo nuestra tierra hoy [...~. Subiendo a lo alto, la
Virgen bienaventurada otorgará copiosos dones a los hombres. ¿Y cómo no dará? Ni
le falta poder ni voluntad. Reina de los cielos es, misericordiosa es; finalmente,
Madre es del Unigénito de Dios (SAN BER NARDO, Hom. en la Asunción de la B.
Virgen María, 1).
Reina y Señora de cielos y tierra

5466 La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original,


terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se
asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (Apoc 19, 16) y vencedor
del pecado y de la muerte (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 59).

5467 Pero, ¿y quién será capaz de pensar siquiera cuán gloriosa iría hoy la reina del
mundo y con cuánto afecto y devoción saldría toda la multitud de los ejércitos
celestiales a su encuentro? ¿Con qué cánticos sería acompañada hasta el trono de la
gloria, con qué semblante tan plácido, con qué rostro tan sereno, con qué alegres
abrazos seria recibida del Hijo y ensalzada sobre toda criatura con aquel honor que
Madre tan grande merecía, con aquella gloria que era digna de tan gran Hijo? (SAN
BERNARDO, Hom. en la Asunción de la B. Virgen María, 1, 4).

Devociones a Santa María

5468 ¡Templo vivo de la santísima divinidad del Hijo único! ¡Madre de Dios! Lo repito
con acción de gracias: tu asunción de ningúna manera te ha alejado de los cristianos.
Tú vives incorruptible y sin embargo no moras lejos de este mundo de corrupción; al
contrario, estás cerca de los que te invocan, y los que te buscan con fe te encuentran
(SAN GERMAN DE CONSTANTINOPLA, Hom. 1 para la Dormición de la Madre de Dios).

5469 Todas las generaciones nie llamarán dichosa (Lc 1, 48), di-jo María en su
cántico profético; «Bendita eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre,
Jesús». Le responden a eco, a lo largo de los tiempos, pueblos de todas las latitudes,
razas y lenguas. Unos más esclarecidos, otros menos, los fieles cristianos no cesan
de recurrir a Nuestra Señora, la Santa Madre de Dios: en momentos de alegría,
invocándola «Causa de nuestra alegría»; en momento de aflicción, llamándola
«Consoladora de los afligidos»; y en momentos de desvarío, implorándola «Refugio
de los pecadores» [...] (JUAN PABLO II, Hom. 8-VII-1980).

5470 Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan
señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han
olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la volunt~d salvadora de Dios Padre, el
amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en
Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a
María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor
y con alegría de hijos (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 142).
5471 Así como los grandes del mundo ti~nen a grande honra y gloria el que otros
hombres llev~ su librea, así también María Santísima se complace en que sus
devotos y fieles servidores vistan su escapulario, para dar testimonio de que están
consagrados a su servicio y que pertenecen a la familia de la Madre de Dios. Los
herejes modernos se ríen maliciosamente de esta devoción; pero la Santa Iglesia la
ha aprobado por muchas Bulas, y la ha enriquecido con el tesoro de las indulgencias.
(SAN ALFON5O Mª DE LIGORIO Las glorias de María, l.c., p. 601).

María, ejemplo de todos los cristianos

5472 Y esta práctica (del pudor y de la modestia) será una lección viva y atrayente
enseñanza, que arrastre las almas hacia la santidad. Pero habéis de hacerlo con la
humildad de María, que oye a todos como discípula y aprendiz de virtudes, aunque
era doctora consumada en la difícil ciencia de ellas (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las
vírgenes, 2).

5473 María fue purificada para dar ejemplo de obediencia y de humildad (SANTO
TOMÁS, Suma TEOLÓGICA, 1-2, q. 1, a. 2).

5474 En el recogimiento llevaba la mejor defensa, decoro y modestia, la cual


resplandecía en sus movimientos y palabras con tal arte, que se granjeaba el respeto
y veneración de cuantos la veían, alejada de las vanidades y entregada por entero a
la virtud. De donde aprenderán las vírgenes a ser vigilantes de si mismas y
guardadoras de su recato, si desean que las gentes las respeten (SAN AMBROSIO,
Trat. sobre las vfrgenes, 2).

5475 Haberse turbado fue pudor virgiral; no haberse perturbado, fortaleza; haber
callado y pensado, prudencia (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 3).

5476 Sí quieres que Dios te conceda más fácilmente la humildad, toma por abogada
y protectora a la Santisíma Virgen. San Bernardo dice que María se ha humillado
como ningúna otra criatura, y siendo la más grande de todas, se ha hecho la más
pequeña en el abismo profundísímo de su humildad (J. PECCI -León XIII-, Práctica de
la humildad, 56).

5477 He aquí, dice, la esclava del Señor. ¿Qué humildad es ésta tan alta que no se
deja vencer de las honras ni se engrandece en la gloria? Es escogida por Madre de
Dios y se da el nombre de esclava (...]. No es cosa grande ser humilde en el
abatimiento, pero es muy grande y muy rara ser humilde en el honor (SAN
BERNARDO Hoin. sobre la Virgen Madre, 4).
5478 Sírvanos la vida de María de modelo de virginidad, cual imagen que se hubiera
trasladado a un lienzo; en ella, como en espejo, brilla la hermosura de la castidad y la
belleza de toda virtud. Virgen no sólo en la carne, sino también en su alma, sin que la
menor doblez de malicia corrompiese la pureza de sus afectos; humilde en su
corazón, prudente en las palabras, madura en el consejo, parca en su conversación
[...] solícita en sus labores. A nadie hizo mal, quiso bien a todos, respetó a los
mayores, fue amable para con los iguales [...]. He aquí la imagen de la verdadera
virginidad. Esta fue María, cuya vida pasó a ser norma para todas las vírgenes (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre las virgenes, 2).

5479 Al querer hablar de las virtudes de esta augusta Reina, si bien es cierto que los
Evangelios nos suministran muy pocos datos, sin embargo, cuando nos dicen que
estuvo llena de gracia, nos dicen, de callada, que estuvo adornada de todas las
virtudes, y que las tuvo todas en grado heroico. «De tal suerte que, mientras los
demás Santos -como dice Santo Tomás- sobresalieron cada cual en una virtud
particular, la bienaventurada Virgen María se aventajó en todas las virtudes, y en
todas y en cada una de ellas puede ser nuestro ejemplar y modelo. (SAN ALFONSO
Mª DE LIGORIO, Las virtudes de María Santísima, l.c., p. 545).

5480 María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1,
48). Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién
era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo
Testamento -Judit, Ester, Débora- consiguieron ya en la tierra una gloria humana,
fueron aclamadas por el pueblo, ensalzadas. El trono de María, como el de su Hijo, es
la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los
Cielos, es su callada presencia la que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien,
anota que está junto a los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días
terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad. (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 286).

5481 Aun con haber merecido alumbrar al Hijo del Altísimo, 5481 era ella
humildísima, y al nombrarse no se antepone a su esposo, diciendo: «Yo y tu padre»,
sino: Tu padre y yo. No tuvo en cuenta la dignidad de su seno, sino la jerarquía
conyugal. La humildad de Cristo, en efecto, no había de ser para su Madre una
escuela de soberbia. (S. AGUSTIN, Sermón 51).

5482 Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción: Ydijo María: He aquí la esclava
del Señor. Se llama esclava la que es elegida como Madre, y no se llena de orgullo
por una promesa tan sorprendente: porque la que había de dar a luz al manso y
humilde, debió manifestar ante todo su humildad; llamándose a si misma esclava, no
sc apropió la prerrogativa de una gracia tan especial, porque hacia lo que le
mandaban (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. V, p. 50).
5483 Nuestra Señora es, en términos positivos, el buen instrumento que se identífíca
por completo con la misión recibida. Una vez conocidos los planes de Dios, Santa
María los hace cosa propia; no son algo ajeno para Ella. En el cabal desempeño de
tales proyectos compromete por entero su entendimiento, su voluntad y sus
energías. En ningún momento se nos muestra la Santísima Virgen como una especie
de marioneta inerte: ni cuando emprende, vivaz, el víaje a las montañas de Judea
para visitar a Isabel; ni cuando, ejerciendo de verdad su papel de Madre, busca y
encuentra a Jesús Niño en el templo de Jerusalén; ni cuando provoca el primer
milagro del Señor; ni cuando aparece -sin necesidad de ser convocada- al pie de la
Cruz en que muere su Hijo... Es Ella quien libremente, como al decir Hágase, pone en
juego su personalidad entera para el cumplimiento de la tarea recibida: una tarea
que de ningún modo le resulta extraña: los de Dios son los intereses personales de
Santa María. No es ya sólo que ningúna mira privada suya dificultase los planes del
Señor: es que, además, aquellas miras propias eran exactamente estos planes. (J.M.
PERO SANZ La hora sexta, p. 292).

5484 Como flores en alegre jardín brillan en el alma de María las virtudes: en su
pudor muéstrase el recato; en su fe, la firmeza y el valor; en su devoción, el amor
obsequioso. Como virgen, ama el retiro de su casa y no sale de ella sin compañía;
como madre, acude al templo a ofrecer a su Hijo a Dios (SAN AMBROSIO, Trat. sobre
las vírgenes, 2).

5485 Es virgen en el cuerpo y virgen en el alma, limpia de desordenados afectos.


Humilde de corazón, prudente en el juicio, grave y mesurada en el hablar, recatada
en el trato, amiga del trabajo [...]. A nadie ofende, a todos sirve; es respetuosa con
los mayores y afable con los iguales.

Enemiga de honras mundanas, regula sus acciones con el dictado de la razón,


moviéndose sólo por el amor a la virtud.

Jamás dio enojo a sus padres ni con un leve gesto. Jamás afligió al humilde, ni
menospreció al débil, ni volvió la espalda al necesitado, ni tuvo trato con hombres,
fuera del que pedía la misericordia y toleraba el pudor. Sus ojos no conocieron el
fuego de la lujuría, ni en sus palabras sonaron acentos de procacidad, ni en su
continente faltó nunca la decencia.

Ni movimiento indecoroso, ni andar descompuesto, ni voz presumida vióse jamás en


ella, reflejando en cambio en su compostura la interior pureza del alma (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre las vfrgenes, 2).

Honrar a María es alabar a Dios

5486 Todo el que vive sincera y profundamente la devoción ma- riana siéntese
ciertamente inclinado a vigilar, a orar, a acercarse al tribunal de la Penitencia y a la
Eucaristía (Pío XlI, Enc. Sacra virginitas, 25-3-1954).
5487 Retírense, pues, esos vanidosos que tienen miedo de que hagamos demasiado
honor a la Virgen. Ella es digna de todo el honor que pertenece a la pura criatura,
tanto espiritual como corporal. Los que no son abortos del cristianismo, sino que
pertenecen a la verdadera generación de Jesucristo, aman a esta Señora, la honran y
la alaban en todo y por todo: Todas las generaciones inc llamarán bienaventurada
(SAN FRANCISCO DE SALES, Sermón de Pentecostés).

5488 Si buscáis a María, encontraréis a Jesús. Y aprenderéis a entender un poco lo


que hay en ese corazón de Dios que se anonada [...]. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es
Cristo que pasa, 144).

5489 No hay duda de que cuantas alabanzas dirigimos a la Virgen Madre pertenecen
al Hijo; y que, igualmente, cuando honramos al Hijo no nos apartamos de la gloría de
la Madre (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 4).

5490 El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los
sufrimientos de la Madre (CARD. J. H. NEWMAN Sermón para el Dom. III de
Cuaresma.' Ntra. Sra. en el Evangelio).

5491 Fue enviado el ángel Gabriel por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret.
¿Te admiras de que la pequeña ciudad de Nazaret sea agraciada con un embajador
de tan gran Rey y con una embajada de tanta importancia? En esta ciudad se oculta
un tesoro riquísimo, se oculta a los hombres, no a Dios. ¿Por ventura no es María el
tesoro de Dios? En cualquier parte que ella esté, está el corazón de Dios. Sus ojos
están puestos en ella; en todas partes mira la humildad de su Sierva (SAN
BERNARDO, Hom. en la Anunciación, 3).

Amor a la Virgen

5492 El amor a la Señora es prueba de buen espíritu, en las obras y en las personas
singulares. Desconfía de la empresa que no tenga esa señal (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Camino, n. 505).

5493 Que nuestra alma sedienta acuda a esta fuente, y que nuestra miseria recurra
a este tesoro de compasión [...]. Virgen bendita, que tu bondad haga conocer en
adelante al mundo la gracia que tú has hallado junto a Dios: consigue con tus
oraciónes el perdón de los culpables, la salud de los enfermos, el consuelo de los
afligidos, ayuda y libertad para los que están en peligro (SAN BERNARDO, Hom. en la
Asunción de la B. Virgen María, 1, 7-8).
5494 Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro
nobis bona. Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de
decirle cosas buenas de mí. (Oración sobre ofrendas, de la Misa de Santa María
Medianera de todas de todas las gracias)

VIRGINIDAD

Citas de la Sagrada Escritura

Ha de observarse delicadamente: Eclo 42, 9-14.

Dije ronle los discípulos: Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene
casarse. El les contestó: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido
dado. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos
que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a si mismos se han hecho
tales por amor del reino de los cielos. El que pueda entender, que entienda. Mt l9,
10-12.

Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le
contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altisimo te cubrirá
con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.
Lc 1, 34-35.

Quisiera yo que todos los hombres fueran como yo; pero cada uno tiene de Dios su
propio don:este, uno; aquél, otro.] Cor 7, 7.

El casado ha de cuidarse de las cosas del mundo de cómo agradar a su mujer, y así
está dividido. La mujer no casada y la doncella sólo tienen que preocuparse de las
cosas del Señor, de ser santas en cuerpo y en espíritu. Pero la casada ha de
preocuparse de las cosas del mundo, de agradar al marido. Esto os lo digo para
vuestra conveniencia, no para tenderos un lazo, sino mirando a lo que es decoroso y
fomenta el trato asiduo con el Señor sin distracción. Si alguno estima indecoroso
para su hija doncella dejar pasar la flor de la edad y que así deba ocurrir, haga lo que
quiera; no peca; que la case. Pero el que, firme en su corazón, no necesitado, sino
libre y de voluntad, determina guardar virgen a su hija, hace bien. Quien, pues, casa
a su hija doncella hace bien, y quien no la casa hace mejor. 1 Cor 7, 33-38.
La mujer está ligada por todo el tiempo de vida de su marido; mas una vez que
muera el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Más
feliz será si permanece así , conforme a mi consejo, pues también creo tener yo el
espíritu de Dios.] Cor 7; 39-40.

Vi, y he aquí el Cordero, que estaba sobre el monte de Sión, y con El ciento cuarenta
y cuatro mil, que llevaban su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes,
y oí una voz del cielo, como voz de grandes aguas, como voz de gran trueno; y la voz
que oí era de citaristas que tocaban sus citaras y cantaban un cántico nuevo delante
del trono y de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el
cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los que fueron rescatados de la tierra.
Estos son los que no se mancharon con mujeres y son vírgenes. Estos son los que
siguen al cordero adondequiera que va. Estos fueron rescatados de entre los
hombres, como primicias para Dios y para el Cordero, y en su boca no se halló
mentira: son inmaculados. Apoc 14,1-5.

SELECCIÓN DE TEXTOS

Elección libre por amor a Dios

5495 La virginidad no es para mandada, sino para aconsejada y deseada (SAN


AMBROSIO, Trat. sobre las vfrgenes, 1).

5496 Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su


virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres (...), a tales madres dirijo
ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres
y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra
voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser
libres para desposarse con Dios? (SAN AMBROSIO Trat. sobre las vírgenes, 1).

5497 Quienes se hayan dedicado a Cristo, apartándose de la concupiscencia carnal,


se entreguen a Dios tanto en el espíritu como en la carne [...], y que no traten de
adornarse ni de agradar a nadie más que a su Señor (SAN CIPRIANO, Sobre el modo
de proceder de las vfrgenes, 4).

5498 ¿Quién os ha dicho que, siendo libre la mujer para elegir esposo, no lo sea para
consagrarse a Dios? ¿Tanto cambiaron las cosas, que haya venido a ser culpa y
agravio de la Religión la defensa de la integridad corporal y la invitación a la
virginidad, predicadas continuamente por el sacerdote santo como oficio propio de su
sagrado ministerio? (SAN AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad, 27).

5499 La virginidad misma no merece honores por ser virginidad, sino por estar
dedicada al Señor [...]. Ni tampoco nosotros elogiamos en las vírgenes el que sean
vírgenes, sino el que lo sean con pía continencia por estar consagradas a Dios (SAN
AGUSTÍN, Sobre la santa virginidad, 8).

5500 Tal es la finalidad principal y la razón priMaría de la virginidad cristiana, a


saber, dirigirse únicamente a las cosas divinas poniendo en ello la mente y el
corazón; querer en todas las cosas agradar a Dios, pensar en El constantemente y
consagrarle por completo cuerpo y espíritu (Pto XII, Enc. Sacra virginitas, 25-3-1954,
n. 5).

5501 El celibato y la castidad perfecta dan al alma, al corazón y a la vida externa de


quien los profesa, aquella libertad de la que tanta necesidad tiene el apóstol para
poderse prodigar en el bien de las otras almas. Esta virtud que hace a los hombres
espirituales y fuertes, libres y ágiles, los habitúa al mismo tiempo a ver a su
alrededor almas y no cuerpos, almas que esperan luz de su palabra y de su oración,
y caridad de su tiempo y de su afecto.

Debemos amar mucho al celibato y la castidad perfecta, porque son pruebas


concretas y tangibles de nuestro amor de Dios y son, al mismo tiempo, fuentes que
nos hacen crecer continuamente en este mismo amor. (S. CANALS. Ascética
meditada, p. 93).

Virginidad, humildad y caridad

5502 Puesto que la perpetua continencia, y más aún la virginidad, es un espléndido


don de Dios en los santos, preciso es velar con suma vigilancia, no sea que se
corrompa con la soberbia. Y cuanto mayor me parece este bien, tanto más temo que
traidoramente lo arrebate la soberbia. Ese don de la virginidad nadie lo guarda mejor
que Dios, pues El mismo la concedió; y Dios es caridad. Por lo tanto, la guardiana de
la virginidad es la caridad, pero el castillo de tal guardia es la humildad (SAN
AGUSTÍN, Sobre la santa virginidad, 33).

5503 No es fecunda la virginidad tan sólo por las obras exteriores a que pueden
dedicarse por completo y con facilidad quienes la abrazan; lo es también por las
formas más perfectas de caridad hacia el prójimo, cuales son las ardientes oraciónes
y los graves sufrimientos voluntarios y generosamente soportados por tal finalidad
(Pto XII, Enc. Sacra virginitas, 25-3-54).
5504 Hermosa es la unión de la virginidad y de la humildad; y no poco agrada a Dios
aquella alma en quien la humildad engrandece a la virginidad y la virginidad adorna
a la humildad (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre, 1).

Matrimonio y virginidad

5505 La santa virginidad supera en excelencia al matrimonio. Ya el Divino Redentor


la había propuesto a sus discípulos como un consejo de vida más perfecta (cfr. 1 Cor
7, 33). [...] La virginidad consagrada a Dios es por sí misma una expresión tal de fe
en el reino de los cielos y una prueba tal de amor al Divino Redentor, que no es de
maravillar el que produzca tamaños frutos de santidad [...].

Recientemente hemos condenado, con tristeza de nuestra alma, la opinión de los que
llegan a defender que el matrimonio es el único medio de asegurar a la pesona
humana su incremento natural y su debida perfección: afirman que la gracia divina,
conferida por el sacramento del matrimonio ex opere operato, hace tan santo el uso
del matrimonio que lo convierte en instrumento más eficaz aún que la misma
virginidad para unir las almas con Dios. Doctrina ésta, que hemos denunciado como
falsa y muy peligrosa. Verdad es que este sacramento concede a los esposos la
gracia divina para cumplir santamente sus deberes conyugales, y que afianza los
lazos del amor que recíprocamente les unen [...].

Posible es llegar a la santidad, aun sin consagrar a Dios la propia castidad; bien lo
prueba el ejemplo de tantos santos y santas, honrados por la Iglesia con culto
público, que fueron fieles esposos, ejemplares padres y madres de familia; ni es raro
tampoco hoy encontrar personas casadas que con todo empeño tienden a la cristiana
perfección. (Pío XII, Sacra virginitas, 25-II 1-54).

5506 La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no contradicen la


dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la
virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único Misterio de la Alianza de
Dios con su pueblo. Cuando no se estima el matrimonio, no puede existir tampoco la
virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor
donado por el Creador, pierde significado la renuncía por el Reino de los cielos (JUAN
PABLO II, Exhortac. Apost. Familiaris consortio, 22-XII-1981, n. 16).

5507 Buena obra hace la que se casa; pero la que no se casa, hace mejor. Aquélla no
peca escogiendo matrimonio, mas la virgen gozará de la eternidad, brillando
perpetuamente en la gloria [...]. No condeno a la casada, pero alabo fervorosamente
a la virgen (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, 1).

5508 Quien condena al matrimonio, priva también a la virginidad de su gloria; en


cambio, quien lo alab~, hace la virginidad más admirable y luminosa. Lo que parece
un bien solamente cuando es comparado con un mal, no es un bien demasiado
grande; pero lo que es considerado como algo más excelente que los bienes
considerados por todos como tales, es, ciertamente, un gran bien. (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Trat. sobre la virginidad, 10).

5509 Su condenación (del matrimonio) llevaría aparejada la de nuestro nacimiento,


que no podría ser cosa buena siendo malo su origen. Por eso no van contra él mis
alabanzas a la santa virginidad, ni pretendo con ellas alejar del matrimonio a los
hombres, sino mostrarles un don precioso, que por ser desconocido de muchas almas
tiene pocos devotos en el mundo, al revés del matrimonio, que nadie ignora, buscan
muchos y a todos es lícito (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vfrgenes, 1).

5510 La virginidad mantiene viva en la Iglesia la conciencia del misterio del


matrimonio y lo defiende de toda reducción y empobrecimiento.

Haciendo libre de modo especial el corazón del hombre (cfr. 1 Cor 7, 32), [...] la
virginidad testimonia que el Reino de Dios y su justicia son la perla preciosa que se
debe preferir a cualquier otro valor aunque sea grande, es más, que hay que
buscarlo como el único valor definitivo. Por eso, la Iglesia, durante toda su historia,
ha defendido siempre la superioridad de este carisma frente al del matrimonio, por
razón del vínculo singular que tiene con el Reino de Dios.

Aun habiendo renunciado a la fecundidad física, la persona virgen se hace


espiritualmente fecunda, padre y madre de muchos, cooperando a la realización de
la familia según el designio de Dios. (JLAN PABlO II, Exhortac. Apost. Fainiliaris
consortio, n. 16).

En María quedó consagrada la virginidad

5511 La virginidad está consagrada en María y en Cristo (SAN JERÓNIMO, Epístola 22,
a Eustaquio).

5512 La dignidad virginal comenzó con la Madre de Dios (SAN AGLSTIN, Sermón 5]).

5513 (Dios) amó tanto a esta virtud, que no quiso venir al mundo sino acompañado
de ella, naciendo de Madre virgen (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, 1).
VIRTUDES

SELECCIÓN DE TEXTOS

Cualidades de la verdadera virtud

5514 Me parece que la definición breve y verdadera de la virtud es el orden del amor
(SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, 15,22).

5515 Cuando hablamos de las virtudes [...] debemos tener siempre ante los ojos al
hombre real, al hombre concreto. La virtud no es algo abstracto, separado de la vida,
sino, al contrario, tiene profundas «raíces» en la vida misma, brota de ella y la forma.
La virtud incide sobre la vida del hombre, sobre sus acciones y sobre su conducta. Se
deduce de ello que, en todas estas reflexiones nuestras, no hablamos tanto de la
virtud como del hombre que vive y actúa «virtuosamente»; hablamos del hombre
prudente, justo, valiente (JUAN PABLO II, Aud. gen. 22-11-1978).

5516 La verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre (SAN


JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 657).

5517 La virtud no es solamente propia de nuestro deseo, sino también de una gracia
superior (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 360).

5518 El primer grado de piedad consiste en amar la virtud (SAN JUAN CRISÓSTOMO,
en Catena Aurea, vol. III, p. 134).

5519 Verdad es que aquestas virtudes tienen tal propiedad que se esconden de
quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene alguna,
aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto que siempre anda procurando tenellas y
valas perfecciónando en si (SANTA TERESA, Camino deperfección, 10, 4).
5520 De la misma manera que es propiedad natural de un árbol estar lleno de frutos
y, sin embargo, las hojas que se ajustan en sus ramas le dan cierta vistosidad y
adorno, así también el fruto del alma es primordialmente la verdad; pero, no
obstante', el verse rodeada de sabiduría profana, lejos de hacerla desabrida o
ingrata, le da un aspecto agradable y oportuno, a la manera como las hojas dan
sombra al fruto (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).

5521 Es una equivocación pensar que las expresiones término medio o justo medio,
como algo característico de las virtudes morales, significan mediocridad: algo así
como la mitad de lo que es posible realizar. Ese medio entre el exceso y el defecto es
una cumbre, un punto álgido: lo mejor que la prudencia indica. Por otra parte, para
las virtudes teologales no se admiten equilibrios: no se puede creer, esperar o amar
demasiado. Y ese amor sin limites a Dios revierte sobre quienes nos rodean, en
abundancia de generosidad, de comprensión, de caridad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ,
Amigos de Dios, 83).

5522 Mientras más crece el amor y la humildad en el alma, mayor olor dan de sí
estas flores de virtudes para sí y para los otros (SANTA TERESA, Vida, 21, 8).

Virtudes humanas y virtudes sobrenaturales

5523 Al final de la lucha ascética, cuando se vive unido a Dios, es posible vivir
sobrenaturalmente las virtudes humanas:

con sencillez, día a día, con naturalidad sobrenatural. Entonces las virtudes naturales,
vividas a lo divino, formarán como el reverso de la medalla de la falsa santidad,
carente de valores humanos (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 30-
31).

5524 Cuando un alma se esfuerza por cultivar las virtudes humanas, su corazón está
ya muy cerca de Cristo. Y el cristiano percibe que las virtudes teologales -la fe, la
esperanza, la carídad-, y todas las otras que trae consigo la gracia de Dios, le
impulsan a no descuidar nunca esas cualidades buenas que comparte con tantos
hombres (J. EsCRIvA DE BALAGLER, Amigos de Dios, 91).

5525 No se es recto por ser duro, ni se alcanza un estado de ánimo perfecto por ser
insensible (SAN AGUSTÍN La Ciudad de Dios, 14, 9).

5526 La verdadera dignidad y excelencia del hombre consiste [...]en la virtud. La


virtud es patrimonio común de todos los mortales, e igualmente la pueden alcanzar
los altos y los bajos, los ricos y los pobres (LEÓN XIII, Enc. Rerum novarum, 15-V-
1981).

5527 De estas virtudes generales es necesario tener gran previsión y muy a mano,
pues se han de estar usando casi de continuo (SAN FRANCISCO DE SALES Introd. a la
vida devota, III, 1).

5528 Así nos figuramos a los hombres, recios y varoniles: sin miedo al dolor; hombres
que saben sufrir callando, y no lo comunican para que no los compadezcan; sin
miedo al sacrificio ni a la lucha; que no se arredran ante las dificultades; sin miedo al
miedo; sin timideces ni complejos imaginados; incompatibles con la frivolidad; que no
se escandalizan de nada de lo que ven ni oyen. Entereza es reciedumbre. Energía y
decisión no son orgullo, sino virilidad. Esos hombres recios no pueden ser
transigentes en todo, y defenderán, con una energía que asustará a los débiles, el
espíritu y las normas del Cristianismo que profesan (J.URTEAGA, El valor divino de lo
humano, p. 68).

5529 De este modo se explica que la Iglesia exija a sus santos el ejercicio heroico no
sólo de las virtudes teologales, sino también de las morales o humanas; y que las
personas verdaderamente unidas a Dios por el ejercicio de las virtudes teologales se
perfecciónan también desde el punto de vista humano, se afinan en su trato; son
leales, afables, corteses, generosas, sinceras, precisamente porque tienen colocados
en Dios todos los afectos de su alma (A. DEI PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio,
p. 30).

5530 Para santificar cada jornada, se han de ejercitar muchas virtudes cristianas; las
teologales en primer lugar y, luego, todas las otras: la prudencia, la lealtad, la
sinceridad, la humildad, el trabajo, la alegría [...] (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 23).

5531 (La madurez) se manifiesta, sobre todo, en cierta estabilidad de ánimo, en la


capacidad de tomar decisiones ponderadas y en el modo recto de juzgar los
acontecimientos y los hombres. (CONC. VAT. II, Decr. Optatam totius, 11).

Relaciones de las virtudes entre sí

5532 La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al
hombre perfecto (SAN ALEONSO Mª DE LIGORIO, Práctica del amor a Jesucristo).
5533 (La humildad es) madre y maestra de todas las virtudes (SAN GREGORIO
MAGNO, Moralia, 23).

5534 Así como el enfermo está débil para trabajar, así el alma que en amor está floja
también lo está para ejercitar las virtudes heroicas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual, 11, 13).

5535 En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes (SANTO TOMÁS, Sobre el
Credo, 1. c., 6).

5536 Aun las buenas acciones carecen de valor cuando no están sazonadas por la
virtud de la humildad. Las más grandes, practicadas con soberbia, en vez de ensalzar
rebajan. El que acopía virtudes sin humildad arroja polvo al viento, y donde parece
que obra provechosamente, allí incurre en la más lastimosa ceguera. Por lo tanto,
hermanos mios, mantened en todas vuestras obras la humildad [...] (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 7 sobre los Evang.).

5537 Practiquemos la caridad, sin la cual todas las demás virtudes pierden su brillo
(SAN LEON MAGNO, Sermón 72, sobre la Ascensión del Señor).

5538 Así como las ramas de un árbol reciben su solidez de la raíz, así también las
virtudes, siendo muchas, proceden de la caridad. Y no tiene verdor alguno la rama de
las buenas obras si no está enraizada en la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
27 sobre los Evang.).

5539 Amad la humildad, que es fundamento y guarda de todas las virtudes (SAN
BERNARDO, Sermón en la Natividad del Señor, 1).

5540 La fe muestra el fin, la esperanza va a su consecución, la caridad une con él


(SANTO TOMÁS, Coment. 1. Epístola a Timoteo, 12).

5541 Pedimos con la fe, buscamos con la esperanza, y llamamos con la caridad.
Primeramente debemos pedir para alcanzar, después buscar para encontrar, y
después de haber hallado guardar lo que poseemos para poder entrar (SANTO
TOMÁS, Catena Aurea, vol. 1, pp. 427-428).
5542 Templanza es el amor que se mantiene íntegro e incólume 5542 para Dios;
fortaleza es el amor que, por Dios, todo lo soporta con alegría; justicia es el amor que
sólo sirve a Dios y, por esto, pone en su orden debido todo lo que está sometido al
hombre; prudencia es el amor que sabe distinguir bien entre lo que es ventajoso en
su camino hacia Dios y lo que puede ser un obstáculo (SAN AGUSTÍN, Sobre las
costumbres de la Iglesia, 1).

5543 Tenemos necesidad de fortaleza para ser hombres. En efecto, el hombre


verdaderamente prudente es aquel que posee la virtud de la fortaleza; de la misma
manera que el hombre verdaderamente justo es solamente aquel que tiene la virtud
de la fortaleza (JUAN PABlo II, Aud. gen. 15-11-1978).

Crecimiento de las virtudes

5544 Los ladrones no escarban donde sólo puede haber paja, sino donde sospechan
que se encuentra el oro. El demonio persigue a los que disfrutan el oro de la virtud.
Donde hay virtud hay tentación (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 1).

5545 Las virtudes humanas [...] son el fundamento de las sobrenaturales; y éstas
proporcionan siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de bien.
Pero, en cualquier caso, no basta el afán de poseer esas virtudes: es preciso
aprender a practicarlas. Discite benefacere (Is 1, 7), aprended a hacer bien. Hay que
ejercítarse habitualmente en los actos correspondientes -hechos de sinceridad, de
veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia-, porque obras son amores, y
no cabe amar a Dios sólo de palabra, sino con obras y de verdad (1 Jn 3, 18) (J.
ESCRIVA DE BALAGLER, Amigos de Dios, 91).

5546 La confesión engendra el apartamiento del pecado, y de la penitencia se


originan las virtudes (SANTO TOMÁS, Catena Aurea, vol. 1, p. 51).

Virtudes del sacerdote

5547 Su servicio no es el del médico, del asistente social, del político o del
sindicalista. En ciertos casos, tal vez, el cura podrá prestar, quizá de manera
supletoria, esos servicios y, en el pasado, los prestó de forma muy notable. Pero hoy,
esos servicios son realizados adecuadamente por otros miembros de la sociedad,
mientras que nuestro servicio se específica cada vez más claramente como un
servicio espiritual. Es en el campo de las almas, de sus relaciones con Dios, y de su
relación interior con sus semejantes, donde el sacerdote tiene una función esencial
que desempeñar. Es ahí donde debe realizar su asistencia a los hombres de nuestro
tiempo. Ciertamente, siempre que las circunstancias lo exijan, no debe eximirse de
prestar también una asistencia material, mediante las obras de caridad y la defensa
de la justicia. Pero, como he dicho, eso es en definitiva un servicio secundario, que
no debe jamás perder de vista el servicio principal, que es el de ayudar a las almas a
descubrir al Padre, abrirse a El y amarlo sobre todas las cosas. (JUAN PABLO II, Hom
Río de Janeiro, 2-VII-1980).

5548 El anuncio del mensaje de Jesucristo hace que el sacerdote experimente la


necesidad de llenarse de la Palabra, de remansaría en su mente y en su corazón; el
ministerio de los Sacramentos pide no una realización externa y oficial -suficiente
para la validez-, sino sincero deseo de identificación con Jesucristo; finalmente, la
misión de educar en la fe al Pueblo de Dios exige que la vida del sacerdote-hecho
sacrificib gustoso, ofrenda gozosa- esté plenamente informada por la caridad
pastoral, de la que derivan todas las virtudes humanas y sobrenaturales necesarias
para el cumplimiento de su misión: caridad sin límites, hasta el olvido de sí mismo; fe
que ilumina y anima a perseverar, sin dejarse vencer por el cansancio; obediencia
total y delicada, pero a la vez inteligente, operativa y responsable; humildad y
mansedumbre, que saben conjugar la comprensión con la firmeza; continencia
perfecta, que llena de libertad el corazón para ofrecerlo a Dios en la adoración y
entregarlo plenamente en el servicio de las almas; paciencia, que sabe sufrir en
silencio y perdonar siempre; pobreza, que es lección de bienaventuranza y
testimonio de esperanza (A. DEL PORTíLLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 50-51).

5549 Entre las virtudes que mayormente se requieren para e~ministerio de los
presbíteros hay que contar aquella disposición de ánimo por la que están siempre
prontos a buscar no su propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que los ha enviado.
Porque la obra divina, para cuyo cumplimiento los ha tomado el Espíritu Santo,
trasciende todas las fuerzas humanas y toda humana sabiduría, pues Dios escogió lo
flaco del mundo para confundir lo fuerte (1 Cor 1, 27). Así pues, consciente de su
propia flaqueza, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, indagando
cuál sea el beneplácito de Dios y, como atado por el Espíritu, se guía en todo por la
voluntad de Aquel que quiere que todos los hombres se salven; voluntad que puede
descubrir y cumplir en las circunstancias cotidianas de la vida, sirviendo a todos los
que le han sido encomendados por Dios en el cargo que se le ha confiado y en los
m~tiples acontecimientos de su vida. (CoN(~. V AT 11, Decr. Presbyteroruin Ordinis,
15).

Santa María, «escuela de virtudes»

5550 (María es) modelo y escuela viva de todas las virtudes (SAN ANíEROSIO, Trat.
sobre las vírgenes, 2).

5551 ¡Cuánto crecerían en nosotros las virtudes sobrenaturales, si lográsemos tratar


de verdad a María, que es Madre Nuestra! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios,
293).

VISITA AL SANTÍSIMO

SELECCIÓN DE TEXTOS

Fuente de gracias

5552 Siendo esta devoción tan útil es al mismo tiempo la más fácil (SAN ALEONSO
M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, Introducción).

5553 No dejes la Visita al Santísimo. -Luego de la oración vocal que acostumbres, di


a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada. -Y
tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ Camino, n.
554).

5554 ¡Oh, cuán abundantes gracias han sacado los santos de esta fuente del
Santísimo Sacramento, donde el amoroso Jesús liberalmente concede todos los
merecimientos de su Pasión! (SAN ALEONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 1).

Fortaleza para la vida cristiana

5555 Es como llegarnos al fuego, que aunque le haya muy grande, si estáis
desviadas y escondéis las manos mal os podéis calentar, aunque todavía da más
calor que no estar a donde no hay fuego. Mas otra cosa es querernos llegar a él, que
si el alma está dispuesta -digo que esté con deseo de perder el frío- y se está allá un
rato, queda para muchas horas con calor (SANTA TERESA Camino de perfección, 35,
1).
5556 ¡Cuán consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de
bondad! ¿Estás dominado por la tristeza? Ven un momento a echarte a sus plantas, y
quedarás consolado. ¿Eres despreciado del mundo? Ven aquí, y hallarás un amigo
que jamás quebrantará la fidelidad. ¿Te sientes tentado? Aquí es donde vas a hallar
las armas más seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio
formidable que a tantos santos ha hecho temblar? Aprovéchate del tiempo en que tu
Dios es Dios de misericordia y en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estás
oprimido por la pobreza? Ven aquí, donde hallarás a un Dios inmensamente rico, que
te dirá que todos sus bienes son tuyos [...] (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el
Corpus Christi).

5557 A cualquier alma que visita a Jesús en el Santísimo Sacrameñto le dice este
Señor: [...] «Alma que me visitas, levántate de tus miserias, pues estoy aquí para
enriquecerte de gracias. Date prisa, llega a mi, no temas mi majestad, porque está
humillada en este Sacramento, para apartar de ti el miedo y darte toda confianza»
(SAN ALFONSO M. a DE LiGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 8).

El Señor «espera nuestra visita»

5558 No todos pueden hallar al rey de la tierra, y lo más que pueden algunos
conseguir es valerse para esto de alguna tercera persona; mas para hablar con Vos,
oh Rey de la gloria, no es preciso buscar terceras personas, porque ~empre estáis
pronto en este Sacramento para oírnos; el rey de la tierra da audiencia pocas veces
en el año, mas Vos, en ese Sacramento, a todos nos dais audiencia, de día y de
noche, siempre que queremos (SAN ALFONSO M.~ DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento, 10).

5559 ¿Sabéis aún cuál fue el motivo que movió a Jesucristo a permanecer día y
noche en nuestros templos? Pues fue para que, cuantas veces quisiéramos verle, nos
fuese dado hallarle. ¡Cuán grande eres, ternura de un padre! ¡Qué cosa puede haber
más consoladora para un cristiano que sentir que adora a un Dios presente en cuerpo
y alma! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

5560 Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania... -Hazte amigo de
los amigos del Maestro: Lázaro, Marta, María. -Y después ya no me preguntarás por
qué llamo Betania a nuestro Sagrario (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 322).

Fácil de hacer y abundancia de frutos


5561 Es preciso valorar la devoción eucarística bajo todos sus aspectos: la
participación plena de la misma -con la comunión- y también las visitas al Santisimo.
Cristo permanece sacramentalmente con nosotros para darnos vida abundante y
facilitar el encuentro personal con él. El creyente hallará en estos encuentros
eucarísticos paz y serenidad; Cristo sabrá dar la fortaleza y paciencia en la lucha, luz
y entusiasmo en la fe, vigor para hacer frente a las tentaciones, profundidad en las
convicciones cristianas, fervor en el amor a Dios y en la entrega y servicio a los
demás. Todas las virtudes de Jesús están ahí al servicio de todos los que quieran
acudir («Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un
poco», nos dice). Es una invitación, una presencia ofrecida; sólo producirá efecto en
quienes la acepten. La pérdida de esta devoción eucarística sería una lamentable y
gran privación (J. DELICADO BAEZA, En medio de las plazas, p. 60).

5562 Muchos cristianos, exponiéndose a grandes peligros y padeciendo muchas


fatigas, emprenden largas jornadas sólo con el fin de visitar los lugares de la Tierra
Santa en que nuestro Salvador nació, padeció y murió. ¡Ah, y cómo es-tos santos
excesos acusan nuestros descuidos y nuestra ingratitud! Pues dejamos muchas
veces de visitar al mismo Señor que habita en las iglesias pocos pasos distantes de
nuestras casas (SAN ALFONSo M.~ DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 23).

Prueba de gratitud, signo de amor, deber de adoración

5563 Y entró Jesús en el templo. Esto era lo propio de un buen hijo: pasar enseguida
a la casa~de su padre, para tributarle allí el honor debido. Como tú, que debes imitar
a Jesucristo, cuando entres en una ciudad debes, lo primero, ir a la iglesia (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 14).

5564 Durante el día, los fieles no omitan el hacer la visita al Santísimo Sacramento,
que debe estar reservado en un sí-tío dignisimo con el máximo honor en las iglesias,
conforme a las leyes litúrgicas, puesto que la visita es prueba de gratitud, signo de
amor y deber de adoración a Cristo Señor, allí presente (PABLO VI, Enc. Mysterium
fidei).

5565 ¡Ah!, y ¿qué haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios


Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle, ¿Qué hace un pobre en la
presencia de un rico? ¿Qué hace un enfermo delante del médico? ¿Qué hace un
sediento en vista de una fuente cristalina? (SAN ALEONSO Mª. DE LIGORIO, Visitas al
Stmo. Sacramento, 1).
VOCACIÓN

Citas de la Sagrada Escritura

1. Elección divina:

Yo te he llamado por tu nom bre. Is 43, 1

Llamó a los que quiso. Mc.3, 13.

No me habéis elegido vosotros a mi, sino que yo os elegi a vosotros. Jn 15, 16.

(Pablo, llamado y elegido) no por los hombres ni por obra de hombres, sino por
Jesucristo y Dios Padre. Gal 1, 1.

Nos eligió antes de la creación del mundo. Ef 1, 4.

Nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su
designio. 2 Tim 1, 9.

2. Correspondencia pronta, sin dilaciones:

Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permiteme que antes vaya a dar sepultura a mi
padre. Pero Jesús le respondió: Sigueme y deja que los muertos entierren a sus
muertos. Mt 21, 22.

Al pasar vio a Leví el de Alfeo sentado al telonio, y le dijo: Sigueme. El, levantándose,
le siguió. Mc 2, 14.

3. Llamada a través de otros

(Andrés) encontró a su hermano Simón y le dijo: Hemos hallado al Mesias, que quiere
decir el Cristo. Le condujo a Jesús, que, fijando en él la vista, dijo: Tú eres Simón, el
hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro. Jn 1, 41-42.
Fijó la vista (el Bautista) en Jesús que pasaba y dijo: He aquí el Cordero de Dios. Los
dos discípulos, que le oyeron, siguieron a Jesús. Jn 1, 36-37.

4. A veces no coincide con nuestros planes

(Jonás, el profeta) levantóse para huir lejos de Yahvé, a Tarsis;bajó a Jope y halló un
barco que estaba para ir a Tarsis. Pagó el pasaje y entró en el barco para irse con
ellos a Tarsis, lejos de Yahvé. Jon 1, 3.

El joven rico y su negación a seguir a Cristo: Mt 19, 16-26.

5. Las excusas

Un hombre daba una gran cena, e invitó a muchos. Y envió a su criado a la hora de la
cena para decir a los invitados: Venid, pues ya está todo preparado. Y todos a una
comenzaron a excusarse. El primero le dijo: he comprado un campo y tengo
necesidad de ir a verlo; te ruego que me des por excusado. Y otro dijo: compré cinco
yuntas de bueyes, y voy a probarlas; te ruego que me des por excusado. Lc 14,16-
20.

6. El premio

Al que venciere le daré el maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en ella
escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. Apoc 2,17.

En verdad os digo que no hay nadie que, habiendo dejado casa, hermanos o
hermanas, padre o madre, hijos o campos por mi y por el Evangelio, no reciba en
esta vida cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos,
con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna. Mc 10, 29-31.

SELECCION DE TEXTOS

La vocación cristiana comporta una llamada a la santificación personal y al


apostolado

5566 Todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma
vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia [...]. Todos
participan activa y corresponsablemente -dentro de la necesaria pluralidad de
ministerios- en la única misión de Cristo y de la Iglesia (A. DEL PORTILLO, Fieles y
laicos en la Iglesia, p. 38).

5567 Para decirlo brevemente, lo que el alma es en el cuerpo, eso son los cristianos
en el mundo (Discurso a Diogneto, 5).

5568 Vuestra vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación


divina. Esta es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo
tiempo a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente
santificando vuestro trabajo y vuestro ambiente:esa profesión u oficio que llena
vuestros días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es
vuestra manera de estar en el mundo; ese hogar, esa familia vuestra; y esa nación,
en la que habéis nacido y a la que amáis (J. ESCRIVA DE BALACLER, Es Cristo que
pasa, 46).

Especiales llamamientos de Dios

5569 La vocación no es debida a nuestros méritos, sino a la benevolencia y


misericordia de Dios (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 5).

5570 [...] Dios no hace acepción de personas (cfr. 2 Par 19, 7; Rom 2, 11; Ff6, 9; Col
3, 25, etc.), como nos repite insistentemente la Escritura. No se fija, para invitar a un
alma a una vida de plena coherencia con la fe, en méritos de fortuna, en nobleza de
familia, en altos grados de ciencia. La vocación precede a todos los méritos [...] (SAN
JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 33).

5571 También se dice que es semejante el reino de los cielos a un comerciante que
anda en busca de perlas finas, y hallando una muy preciosa, vende cuanto tiene y la
compra [...]. En comparación con aquélla, nada tiene yalor, y el alma abandona todo
cuanto había adquirido, derrama todo cuanto había congregado, se enardece con el
amor de las cosas celestiales, no siente placer en las cosas terrenas y considera
como deforme todo lo que le parecía bello en la tierra, porque sólo brilla en el alma el
resplandor de aquella perla preciosa (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los
Evang.).

5572 El descubrimiento de la vocación personal es el momento más importante de


toda existencia. Hace que todo cambie sin cambiar nada, de modo semejante a como
un paisaje, siendo el mismo, es distinto después de salir el sol que antes, cuando lo
bañaba la luna con su luz o le envolvían las tinieblas de la noche. Todo
descubrimiento comunica una nueva belleza a las cosas y, como al arrojar nueva luz
provoca nuevas sombras, es preludio de otros descubrimientos y de luces nuevas, de
más belleza (F. SUÁREZ, La Virgen Nuestra Señora, p. 80).

5573 Comencé a rezar muchas oraciónes vocales y a procurar que todas me


encomendasen a Dios que me diese el estado en que le había de servir; mas todavía
deseaba no fuese monja, que éste no fuese Dios servido de dármele, aunque
también temía el casarme (SANTA TERESA, Vida, 3, 2).

5574 ¡Oh, válgame Dios, por qué términos me andaba Su Majestad disponiendo para
el estado en que se quiso servir de mi, que, sin quererlo yo, me forzó a que me
hiciese fuerza!...

Aunque fueron los días que estuve pocos, con la fuerza que hacían en mi corazón las
palabras de Dios, así leídas como oídas, y la buena compañía, vine a ir entendiendo
la verdad de cuando niña, de que no era todo nada, y la vanldad del mundo, y cómo
acababa en breve, y a temer, si me hubiera muerto, cómo me iba al infierno [...].
Poníame el demonio que no podría sufrir los trabajos de la religión, por ser tan
regalada. A esto me defendía con los trabajos que pasó Cristo, porque no era mucho
yo pasase algunos por El; que El me ayudaría a llevarlos -debía pensar-, que esto
postrero no me acuerdo. Pasé hartas tentaciones estos dias (SANTA TERESA, Vida, 3,
4-6).

5575 Y subiendo a un monte llamó a los que El quiso [...]. Pues no por propia
iniciativa y preparación, sino por la gracia divina, setian llamados al apostolado (SAN
BEDA, Trat. Evang. S. Marcos).

5576 No se ha de mirar tanto a la edad como a las prendas del alma [...]. ¿Y qué más
razonamientos, sino decir que en cualquier edad puede servir a Dios y ser perfecta
para consagrarse a Cristo? (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 40).

5577 Calla: No olvides que tu ideal es como una lucecica recién encendida.- Puede
bastar un soplo para apagarla en tu corazón (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.
644).

5578 Los demás soldados van se como pueden, y a las veces se apartan de donde
ven el mayor peligro, y no los echa nadie de ver ni pierden honra; mas estotros,
como llevan todos los ojos en ellos, no se pueden bullir. Bueno es el oficio, y honra
grande y merced hace el Rey a quien le da; mas no se obliga a poco quien le recibe
(SANTA TERESA, Camino de perfección, 18, 6).
Respuesta personal a la llamada de Dios. Dios llama en el momento oportuno

5579 Pero, ¿por qué no llamó a Mateo al mismo tiempo que a Pedro y a Juan? Porque
aún no estaba bien dispuesto.

Aquel que conoce bien el fondo de los corazones sólo llama a quien está dispuesto a
obedecer (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p. 11).

5580 Si ves claramente tu camino, síguelo. -¿Cómo no desechas la cobardía que te


detiene? (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 903).

5581 Mas ya que habéis visto el poder del que llama, considerad también la
obediencia del llamado. Porque Mateo no opuso ni un momento de resistencia, ni
dijo, dudando: ¿Qué es esto? ¿No será una ilusión que me llame a mi, que Soy
hombre tal? Humildad, por cierto, que hubiera estado totalmente fuera de lugar.
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Sobre S. Mateo, 30).

5582 Y al mostrar (Mateo) una decisión pronta para todo y desprenderse así de golpe
de todas las cosas de la vida, atestiguaba muy bien, por su perfecta obediencia, que
le había llamado el Señor en el momento oportuno (SAN JUAN CRíSÓSTOMO, Hom.
sobre S. Mateo, 30).

5583 El Señor, cuando prepara a los hombres para el Evangelio, no quiere que
interpongan ningúna excusa de piedad temporal o terrena, y por eso dice: Sígueme y
deja a los muertos que entierren a sus muertos (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea vol.
1, p. 493).

5584 Si Dios nos ha elegido entre una infinidad de criaturas posibles para
desempeñar un papel en la creación, esto es un hecho que nosotros no podemos
cambiar y ante el cual la única actitud digna de un hombre es la de aceptarlo tal cual
es, porque ni depende de nosotros ni dejará de ser así porque pretendamos
ignorarlo. (F. SUÁREZ, La Virgen Nuestra Señora, p. 81).

Dios da las gracias necesarias para perseverar

5585 A los que Dios elige para una misión los dispone y prepara de suerte que
resulten idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos (SANTO
TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 27, a. 4 c).
5586 Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier
creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio
especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a
aquella persona así elegida y que la adornan con profusión (SAN BERNARDINO DE
SIENA, Sermón 2).

5587 En una ocasión vi un águila encerrada en una jaula de hierro. Estaba sucia,
medio desplumada; tenía entre sus garras un trozo de carroña. Entonces pensé en lo
que sería de mi, si abandonara la vocación recibida de Dios. Me dio pena aquel
animal solitario, aherrojado, que había nacido para subir muy alto y mirar de frente al
sol (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 11).

El Señor llama de muchas y diferentes maneras

Cuando Jesús dice: Sigueme, lo hace a través de la predicación, o por la voz de la


Escritura, o por una inspiración interior (RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. II, p.
17).

so ni un momento de resistencia, ni dijo, dudando: ¿Qué es esto? ¿No será una ilusión
que me llame a mi, que Soy hombre tal? Humildad, por cierto, que hubiera estado
totalmente fuera de lugar. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 30).

5588 Cuando Jesús dice: Sigueme, lo hace a través de la predicación, o por la voz de
la Escritura, o por una inspiración interior (RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. II,
p. 17).

5589 Hay tres géneros de llamamiento. Uno, cuando nos llama Dios directamente;
otro, cuando nos llama por medio de los hombres; y el tercero, cuando lo hace por
medio de la necesidad (CASIANO, Colaciones, 3).

5590 En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los
primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar
la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada
(CONC. VAT. II, Const. Lumen gen tium, 11).

5591 Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir
con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en
su dirección primera. Cualquiera que sea la vocación escogida, podrá llegar a ser
perfecto en ella (CASIANO Colaciones, 14).
5592 Muchos piden consejos a Dios sobre diversas cosas. El da a todos una sola e
inmediata respuesta, con palabra abierta y clara; pero no siempre la entienden
todos, aunque les haya hablado claro, pues se dirigen a El para pedirle consejo de lo
que desean, y no siempre obtienen lo que piden. Bueno y fiel servidor será, por
cierto, quien no aspire a obtener respuesta con arreglo a su voluntad y quiera
solamente lo que estime agradable a Dios, según la respuesta que le plazca darle,
conformando su voluntad a la de la Majestad Divina (SAN FRANCISCO DE SALES,
Epistolario, fragm. 46, 1. c., p. 680).

La Iglesia tiene necesidad de vocaciones

5593 Son pocos los operarios que hay para recoger tan abundante mies, lo cual no
podemos decir sin que nos cause profunda pena, porque aun cuando hay quienes
oigan cosas buenas, escasean los que las dicen (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17
sobre los Evang.).

5594 Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las
buenas ovejas salen los buenos pastores (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los
pastores).

5595 Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La
mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que
envíe trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los
trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque
hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas,
faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas (SAN GREGORIO MAGNO, Hoin.
17 sobre los Evang.).

5596 (Todo sacerdote tiene necesidad) -signo inequívoco de amor a su misión- de


promover vocaciones al sacerdocio. Esta exigencia, que afecta a todo el Pueblo de
Dios, recae especialmente sobre el sacerdote, que ha de sentir el anhelo de dar un
testimonio constante de servicio y de la alegría de su vida de entrega, y de emplear
todos los medios, en primer lugar los sobrenaturales, para que sean muchos quienes,
sintiendo las necesidades de la Iglesia y la grandeza de la vocación sacerdotal, sepan
hacer de su vida un servicio ministerial a Dios y a los hombres. El sacerdote ha de
tener el corazón puesto en el seminario, sabiendo que los nuevos presbíteros serán
continuadores de su misión y corona de su vida de entrega (A. DEL PORTILLO,
Escritos sobre el sacerdocio, p. 49).

Los padres y la vocación de los hijos


5597 Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su
virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres [...], a tales madres dirijo
ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres
y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra
voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser
libres para desposarse con Dios? (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, 1).

5598 Dijo esto (Deja a los muertos que entierren a sus muertos) no mandando
despreciar el honor que se debe a los padres, sino mostrando que ningúna cosa es
tan necesaria para nosotros como ocuparnos de los negocios del cielo. Con este fin
nos debemos entregar con todo nuestro ardor, y no tardar ni un momento, por
inevitables o importantes que sean las cosas que quieran detenernos (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 494).

5599 «Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse?» -¿No sabíais
que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?

Respuesta de Jesús adolescente. Y respuesta a una madre como su Madre, que hace
tres días que va en su busca, creyéndole perdido. -Respuesta que tiene por
complemento aquellas palabras de Cristo, que transcribe San Mateo: «El que ama a
su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (J. ESCRIVvA DE BALAGUER,
Canzino, n. 907).

5600 Cuando en el seno del hogar te presente el demonio la batalla, mostrándote a


los padres suplicantes, con lágrimas en los ojos, anunciadoras del dolor que tu
partida deja en sus corazones, no te rindas, sino puesta la mirada en Dios, resiste
valerosamente, porque si alcanzas victoria en el ataque del amor paterno, no habrá
ya amor del mundo capaz de volverte atrás (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes,

5601 Ni siquiera pidió (Mateo) al Señor que le permitiera ir a su casa y dar la noticia
a los suyos; por lo demás, tampoco lo hicieron los pescadores. Estos dejaron redes,
barca y padre, y Mateo su oficio de alcabalero y su negocio, para seguir al Señor
(SAN JUAN CRISOSTONIO, Honi. sobre S. Mateo, 30).

5602 Déjenlas, pues, ir a ella si Dios las llama, que El sabe cuidar a sus escogidos
(SAN ANIBROSIO, Sobre la virginidad, 38).

5603 Santiago y Juan son alabados porque siguieron al Señor, abandonando a su


padre, y no porque su padre los incitase al mal, sino porque estimaron que su padre
podría pasar la vida de otro modo, siguiendo ellos a Cristo (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica, 2-2, q. 101, a. 4 ad 1).

5604 Cosa es de gran lástima, que está el mundo ya con tanta desventura y
ceguedad, que les parece a los padres que está su honra en que no se acabe la
memoria de este estiércol de los bienes de este mundo, y no la haya en que tarde o
temprano se ha de acabar; y todo lo que tiene fin, aunque dure, se acaba, y hay que
hacer poco caso de ello, y que a costa de los pobres hijos quieran sustentar sus
vanidades, y quitar a Dios con mucho atrevimiento las almas que quiere para sí, y a
ellas un tan gran bien [...]. Abridíes, Dios mío, los ojos; dadíes a entender qué es el
amor que están obligados a tener a sus hijos, para que no los hagan tanto mal, y no
se quejen delante de Dios en aquel juicio final de ellos, adonde, aunque no quieran,
entenderán el valor de cada cosa (SANTA TERESA, Fundaciones, 10, 9).

VOLUNTAD DE DIOS

Citas de la Sagrada Escritura

Jesús le dijo: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra. Jn
4, 34.

Que no os conforméis a este siglo, sino que os transforméis por la renovación de la


mente para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, buena, grata y perfecta.
Heb 12, 2.

Por esto, no seáis insensatos, sino sabed cuál es la voluntad del Señor. Ef 5, 17

Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Lc 22, 42.

Por esto, también desde el día en que tuvimos esta noticia, no cesamos de orar y
pedir por vosotros; para que seáis llenos del conocimiento de la voluntad de Dios,
con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Col 1, 9.

No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Mt 7, 21.

Ese siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no se preparo ni hizo conforme a


ella, recibirá muchos azotes. Lc 12, 47.

Y el mundo pasa, y también sus concupiscencias; pero el que hace la voluntad de


Dios permanece para siempre. 1 Jn 2,17.

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será semejante al varón
prudente, que edifica su casa sobre roca. Mt 7, 24.

¡Ah! si hubieses atendido a mis mandamientos, tu paz sería como un río, y tu justicia
como las olas del mar. Is 48,18.

Quien me escuche vivirá tranquilo, seguro y sin temor de mal. Prov 1, 33.

Los que cumplen la voluntad de Dios son los verdaderos parientes de Nuestro Señor:
Mt 12, 50; Mc 3, 35; Lc 8, 19-21.

Nuestro Señor bajó del cielo para cumplir la voluntad 4e su Padre: Jn 6, 38.

Cómo Pablo conoce y cumple su voluntad divina: Hech 20, 22-25; 21, 13-14.

La voluntad divina es inmutable: 2 Cor 1, 18-22.

No debemos buscar agradar sino a Dios: Gal 1, 10-16.

Cómo hay que cumplir esta santa voluntad: Flp 2, 14-15.

Las órdenes que nos son dadas por nuestros superiores representan la voluntad de
Dios respecto de nosotros: Col 3, 22-24.

Cómo los Sagradas Escrituras nos revelan esta santa voluntad: 2 Tim 3, 16-17.

Cómo cumplió Nuestro Señor la santa voluntad de su Padre: Flp 2, 8; Heb 10, 7-9.

SELECCIÓN DE TEXTOS

El cumplimiento de la voluntad de Dios, camino cierto de salvación y de felicidad

5605 El corazón del hombre camina derecho cuando va de acuerdo con la voluntad
divina (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 142).

5606 La verdadera prueba del hombre no es el gusto de la oración, sino la paciencia


de la tribulación, la abnegación de sí mismo y el cumplimiento de la divina voluntad,
aunque para todo esto aprovecha grandemente así la oración como los gustos y
consolaciones que en ellas se dan (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración
y ,metación II, 5).
5607 Si fuésemos capaces de guardar los mandamientos, iríamos mejor nosotros e
iría también mejor el mundo (JUAN PABLO I, Abc. 6-IX-1978).

5608 Pierde ella su regalo, y lo tiene por bien perdido, porque no se acuerda de su
contento, sino en cómo hacer más la voluntad del Señor, y así es en la obediencia.
Sería recia cosa que nos estuviese claramente diciendo Dios que fuésemos a alguna
cosa que le importa, y no quisiésemos, porque estamos más a nuestro placer (SANTA
TERESA, Fundaciones, 5, 5).

5609 Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a


mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo
que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga». Este es mi alcázar, ésta es
mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así
se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me
mande, le doy gracias también (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio, 1-3).

5610 Esforcémonos en guardar sus mandamientos, para que su voluntad sea nuestra
alegría (Epístola de Bernabé, 2).

5611 Y ya que en su voluntad está la vida, no podemos dudar lo más mínimo de que
nada encontraremos que nos sea más útil y provechoso que aquello que concuerda
con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra
alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo más mínimo de la voluntad de
Dios (SAN BERNARDO, Sermón 5).

5612 ¿De dónde procede esta inquietud general de los espíritus, sino de un cierto
disgusto que sentimos hacia la sujeción, y una bajeza de espíritu que nos hace
pensar que cada uno está mejor que nosotros? Pero todo es lo mismo: el que no está
plenamente resignado, vuélvase donde se vuelva, no hallará reposo. Los que tienen
fiebre no encuentran ningún lugar cómodo, apenas duran quince minutos en una
cama y ya querrían otra; y no es defecto de la cama sino de la fiebre que los
atormenta. Una persona que no tiene fiebre pasa bien con todo, con tal que Dios sea
servido no se preocupa de la dignidad en que Dios lo emplea: con tal de hacer la
voluntad divina, todo le es igual (SAN FRANCISCO DE SALES Carta a la Presidente
Brulart, 13-X-1604).

5613 Porque cuando el cuerpo sigue las inspiraciones del espíritu, de la misma
manera que la tierra se somete al cielo, dejamos de padecer (SAN AGUSTÍN, en
Catena Aurea, vol. 1, p. 374).
5614 El camino del Reino de los cielos es la obediencia a la voluntad de Dios, no el
repetir su nombre (SAN HILARIO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 449).

5615 Aceptemos sin miedo la voluntad de Dios, formulemos sin vacilaciones el


propósito de edificar toda nuestra vida de acuerdo con lo que nos enseña y exige
nuestra fe. Estemos seguros de que encontraremos lucha, sufrimiento y dolor, pero,
si poseemos de verdad la fe, no nos consideraremos nunca desgraciados: también
con penas e incluso con calumnias, seremos felices con una felicidad que nos
impulsará a amar a los demás, para hacerles participar de nuestra alegría
sobrenatural (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 97).

5616 Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Antes de llegar al cielo nos
enseña a hacer de la tierra cielo con estas palabras: Hágase tu voluntad [...] (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 359).

5617 (No se haga mi voluntad, sino la tuya). Esta voz de la cabeza es la salvación de
todo el cuerpo; esta voz enseña a todos los fieles, enciende a los confesores, coronó
a todos los mártires (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 58).

5618 ¿Quiénes son los rectos de corazón? Los que quieren lo que Dios quiere [...]. No
quieras torcer la voluntad de Dios para acomodarla a la tuya; corrige en cambio tu
voluntad para acomodarla a la voluntad de Dios (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el
Salmo 93).

5619 La perfección consiste en hacer Su voluntad, en ser lo que El quiere que


seamos (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos autobiográficos).

Dios quiere lo mejor para nosotros, aunque, en ocasiones, no lo entendamos. «Dios


sabe más»

5620 Dios sabe más. Los hombres entendemos poco de su modo paternal y delicado
de conducirnos hacia El (A. DEL PORTI LLO, en la presentación de «Amigos de Dios»).

5621 [...] si el Creador cuida de todos -incluso de sus enemigos-, ¡cuánto más cuidará
de sus amigos! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 305).
5622 Este es nuestro engaño, no dejarnos del todo a lo que el Señor hace, que sabe
mejor lo que nos conviene (SANTA TERESA, Vida, 6, 3).

5623 Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada
pasa sin que Dios lo haya dispuesto (Epístola de Bernabé, 19).

5624 Son dignos, ciertamente, de alabanza los designios de Dios, que inflige a los
suyos unos castigos temporales para preservarlos de los eternos, que hunde para
elevar, que corta para curar, que humilla para ensalzar (SAN PEDRO DAMIÁN, Cartas,
8).

5625 Si algo acontece en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo con paciencia
y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más mínimo de que lo más
conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios y no según la
nuestra (SAN AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).

5626 El Señor conoce mejor que el hombre lo que conviene en cada momento, lo que
ha de otorgar, añadir, quitar, aumentar, disminuir, y cuándo lo ha de hacer (SAN
AGUSTÍN, Epístola 138).

5627 Nunca debemos olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra propia
voluntad, sino la de Dios, tal como el Señor nos mandó pedir en nuestra oración
cotidiana. ¡Qué contrasentido y qué desviación es no someterse inmediatamente al
imperio de la voluntad del Señor, cuando él nos llama para salir de este mundo! Nos
resistimos y luchamos, somos conducidos a la presencia del Señor como unos siervos
rebeldes, con tristeza y aflicción, y partimos de este mundo forzados por una ley
necesaria, no por la sumisión de nuestra voluntad; y pretendemos que nos honre con
el premio celestial aquel a cuya presencia llegamos por la fuerza (SAN CIPRIANO Trat.
sobre la muerte, 18, 24).

5628 (Pone en labios de Cristo las siguientes palabras): «No es la voluntad del
hombre, sino mi voluntad, la que obra en ellos y en ti ~...). Mi voluntad no quiere
más que vuestro bien, y cuanto doy o permito, lo permito y lo doy para que consigáis
vuestro fin, para el cual os crié» (SANTA CATALINA DE SIENA, El Diálogo, 2, 6).

Abandono en Dios

5629 Vuestra soy, para Vos nací,


¿Qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,

Eterna sabiduría,

Bondad buena al alma mía,

Dios, alteza, un ser, bondad,

La gran vileza mirad

Que hoy os canta amor así .

¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes,

Vuestra, pues me redimistes,

Vuestra, pues me sufristes,

Vuestra, pues me llamastes,

Vuestra, pues me conservastes,

Vuestra, pues no me perdí.

¿Qué mandáis hacer de mí? (... )

Dadme riqueza o pobreza,

Dad consuelo o desconsuelo,

Dadme alegría o tristeza,

Dadme infierno o dadme cielo,

Vida dulce, sol sin velo,

Pues del todo me rendí.

¿Qué mandáis hacer de mí? [...]

Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer dc mí (SANTA TERESA. Poesías, 5).

5630 Como gente que tiene dormida la fe, no van adelante con la consideración, ni
se acuerdan que es Dios el que así lo ordena, para dejarlo todo en sus manos (SANTA
TERESA, Fundaciones, 20, 3).
5631 Cada uno entienda que el fin de todos estos ejercicios y de toda la vida
espiritual es la obediencia de los mandamientos de Dios y el cumplimiento de la
divina voluntad, para lo cual es necesario que muera la voluntad propia, para que así
viva y reine la divina, pues es tan contraria a ella (SAN PEDRO DE ALCANTARA, Trat.
de la oración y meditación, 2, 5).

5632 Acto de identificación con la Voluntad de Dios:¿Lo quieres, Señor?... ¡Yo


también lo quiero! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 762).

5633 Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad, sino la
voluntad de Dios, y hacer del querer divino la norma única de la propia conducta
(SAN GREGORIO DE NISA Sobre la conducta cristiana).

5634 Basta decir con verdadera determinación: fiat voluntas tua: cúmplase, Señor,
en mí vuestra voluntad de todos los modos y maneras que Vos, Señor mio,
quisiéredes. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y vengan; si con persecuciones
y enfermedades y deshonras y necesidades, aquí estoy; no volveré el rostro, Padre
mío, ni es razón vuelva las espaldas. Pues vuestro Hijo dio en nombre de todos mi
voluntad, no es razón falte por mi parte (...]; pues El me lo pidió, disponed en mi
como en cosa vuestra conforme a vuestra voluntad (SANTA TERESA Camino de
perfección, 32, 10).

5635 Finalmente [...], de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin
culpa mía. Por esto me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza
y confianza (SANTO TOMÁS MORO Carta escrita en la cárcel a su hija Margarita).

5636 Nuestra conformidad con la voluntad divina debe ser entera, sin reserva y
constante. Esta es la cima de la perfección, y a ella, repito, deben tender todas
nuestras acciones, todos nuestros deseos, todas nuestras oraciónes (SAN ALFONSO
Mª DE LIGORIO, Práctica del amor a Jesucristo, 13).

5637 ¿Qué quieres que haga? Palabra breve, pero muy llena, viva y eficaz, y digna de
ser atendida. ¡Qué pocas personas se encuentran en esta disposición de obediencia
perfecta, que hayan renunciado a su voluntad hasta el punto de que su mismo
corazón no les pertenezca! Se encuentran muy pocos que en cada momento
busquen, no lo que ellos en particular quieran, sino lo que Dios quiera, y que le
digan:

¿Qué quieres que haga?, o estas palabras de Samuel: Habla, Señor, que tu siervo
escucl~a (1 5am 3, 10) (SAN BERNARDO Sermón 1, sobre la conversión de S. Pablo).
5638 Un acto de perfecta conformidad con la voluntad divina basta para hacer un
santo. Ved a Saulo: cuando él avanza como perseguidor de la Iglesia, Jeuscristo le
ilumina y lo convierte. ¿Qué hace Saulo? ¿Qué dice? Sólo una cosa, se ofrece a la
volutnad de Dios: Señor, ¿qué quieres que haga? (Hech 9, 6). Y en seguida el Señor
le proclama vaso de elección y apóstol de las naciones (Hech 9, 15) (SAN ALFONSO
M.ª DE LIGORIO, La conformidad con la voluntad de Dios).

5639 En lo que está la suma perfección claro está que no es en regalos interiores ni
en grandes arrobamientos [...], sino en estar nuestra voluntad tan conforme a la
Voluntad de Dios, que ningúna cosa entendamos que no quiera, que no la queramos
con toda nuestra voluntad (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

Cumplimiento de la voluntad de Dios en los pequeños deberes de cada dia

5640 No hay que llevar la cruz de los demás, sino la propia; y para llevar cada uno la
suya, nuestro Señor quiere que ca-da cual renuncie a sí mismo, es decir, a su propia
voluntad.

Preferiría esto o aquello; estaría mejor aquí o allí: son tentaciones. Nuestro Señor
sabe muy bien lo que hace: hagamos lo que quiere, continuemos donde nos ha
puesto (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta a la Presidente Brulart, 13-X-1604).

5641 Hay que abrir los ojos, hay que saber mirar a nuestro alrededor y reconocer
esas llamadas que Dios nos dirige a través de quienes nos rodean (SAN JOSEMARÍA
ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 146).

5642 Vuestra reverencia tenga paciencia. Pues le ha dado el Señor tanto deseo de
padecer, alégrese de cumplirle en eso, que ya entiendo no es pequeño trabajo. Si
hubiésemos de andar a escoger los que queremos y dejar los otros, no sería imitar a
nuestro Esposo, que con sentir tanto en la oración del Huerto su Pasión el remate
era: Fiat voluntas tua. Esta voluntad hemos menester hacer siempre, y haga El lo que
quisiere de nosotros (SANTA TERESA, Carta 287 a la M. María de San José).

Amor a Dios y cumplimiento de su Santa Voluntad

5643 Es señal manifiesta de amor la prontitud en la observancia de los


mandamientos de Dios (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, l.c., 203).
5644 Dame, Señor, lo que me mandas, y manda lo que quieras (SAN AGUSTÍN,
Confesiones, 10, 29).

5645 Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la
puerta entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. Nosotros escuchamos su voz,
le abrimos la puerta y le recibimos en nuestra casa cuando de buen grado prestamos
nuestro asentimiento a sus advertencias, ya vengan desde fuera, ya desde dentro, y
ponemos por obra lo que conocemos que es voluntad suya (SAN BEDA, Hom.21).

5646 Verdaderamente es prudente el que todo lo terreno tiene por estiércol por
ganar a Cristo; y verdaderamente es sabio aquel que hace la voluntad de Dios y deja
la suya (Imitación de Cristo, 1, 4, 2).

5647 Y ya que las fiestas se han de celebrar con alegría, los que aman al Crucificado
procurarán celebrar esta fiesta de la cruz sufriendo en silencio, con un rostro alegre y
sereno, de tal manera que quede oculta a los hombres y conocida sólo de Aquel que
es el sumo bien. En esta fiesta se celebran continuamente solemnes banquetes, en
los que el alimento es la voluntad divina, según el ejemplo que nos dejó nuestro
Amor crucificado (SAN PABLO DE LA CRUZ, Carta 1).

5648 El primer grado de la contemplación, amados hermanos, consiste en considerar


atentamente cuál sea la voluntad del Señor y qué es lo acepto a sus ojos (SAN
BERNARDO, Sermón 5).

5649 Jesús, lo que tú «quieras»... yo lo amo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n.


773).

5650 Si nosotros, pues, deseamos agradar enteramente al corazón de Dios,


procuremos no solamente conformarnos en todo a su santa voluntad, sino aún más,
uniformamos a ella, si se me permite hablar así . La palabra «conformar» quiere decir
que nosotros unimos nuestra voluntad a la de Dios, pero «uniformar» significa más,
que de dos voluntades hacemos una, de tal manera que solamente queremos lo que
Dios quiere, que solamente permanece la voluntad de Dios y que ella es la nuestra
(SAN ALEONSO M. a DE LIGORIO, La conformidad con la voluntad de Dios).

5651 Para honrar a Dios, someteos enteramente a su voluntad y por nada creáis que
le serviréis mejor de otro modo, pues no se le sirve nunca bien, sino cuando se le
sirve como El quiere (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 13, l.c., p. 647).
Frutos del abandono en Dios

5652 Por encima de todo, conservad la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para
conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la
voluntad del corazón divino en lugar de la nuestra (SANTA MARGARITA Mª
ALACOQUE, Cartas).

5653 Pues quiéroos avisar y acordar qué es su Voluntad. No ha- yáis miedo que sea
daros riquezas ni deleites ni honras, ni todas estas cosas de acá; no os quiere tan
poco, y tiene en mucho lo que le dais y quiéreoslo pagar bien, pues os da su reino
aun viviendo (SANTA TERESA, Camino de peijección, 32, 6).

5654 Los únicos frutos buenos consisten en hacer la voluntad del Padre que está en
los cielos, de lo cual se dígnó dársenos El mismo como ejemplo (SAN AGUSTÍN, Sobre
el Sermón de la Montaña, 2).

5655 Toda la pretensión de quien comienza oración -y no se olvide, que esto importa
mucho- ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias
pueda, a hacer su voluntad conforme a la de Dios [...] Y en esto consiste la mayor
perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. Quien más perfectamente
tuviera esto, más recibirá del Señor, y más adelante estará en el camino (SANTA
TERESA, Moradas segundas, 8).

5656 La paz del cristiano proviene de estar unido a la voluntad de Dios (SAN LEÓN
MAGNO, Sermón 9, en la Natividad del Señor).

5657 La aceptación rendida de la Voluntad de Dios trae necesariamente el gozo y la


paz: la felicidad en la Cruz. -Entonces se ve que el yugo de Cristo es suave y que su
carga no es pesada (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Cwnino, n. 758).

Aprender de la Virgen

5658 ¿ Qué hombre no lloraría, si viera a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio? Su
Hijo querido... Y nosotros lejos, cobardes, resistiéndonos a la Voluntad divina.

Madre y Señora mía, enséñame a pronunciar un si que, como el tuyo, se ídentifique


con el clamor de Jesús ante su Padre: non mea voluntas... (Lc 42): no se haga mi
voluntad, sino la de Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Vía Crucis, p. 43).

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