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Cervantes, Alejandro (1994); xdentidad de género de la mujer: tres tesis sobre su dimensión social´, en
, Vol.6, Núm.12, julio-diciembre de 1994, pp. 10-20.

En este breve pero muy preciso texto, Alejandro Cervantes Carson nos presenta tres tesis muy específicas
que al trabajar juntas, proponen la forma en que se consolida la identidad de género en la mujer. Dichas
tesis no son propiamente de su autoría, sino que son el resumen del trabajo de otros teóricos que llevan a
Cervantes a la elaboración de una tentativa cuarta. La primera de estas tesis plantea que la diferenciación
entre hombre y mujeres no se da a través de las características biológicas, sino de la construcción
simbólica que se edifica alrededor de estas diferencias, y por ende, es consecuencia de los rasgos
culturales de la sociedad (estructuras, moral, etc.). La segunda se refiere a la opresión sobre las mujeres
por la estructuración patriarcal que hay en la sociedad, y como el género se une a la clase como un
elemento estructural en la sociedad, y por lo tanto, es una categoría para la distribución del poder político.
Dicha opresión es resentida de diferentes formas, según el estrato social al que pertenezca cada mujer. La
tercera tesis nos narra la forma en que cada mujer construye su identidad de género basándose en su
contexto inmediato, perpetuando así concepciones ideadas la división binaria del género, y ligando a la
mujer a identificaciones como 
     o      (categoría distinta a simplemente
ser   ). Cervantes propone una cuarta tesis, donde plantea que uno de los elementos de la
identidad de género en la mujer es la predisposición a que su cuerpo tenga una función objetivista, ya sea
en el sentido de la reproducción biológica (cuerpo para) o en uno erótico (cuerpo de).

La forma concisa en que Cervantes presenta su argumento es un práctico resumen de los


acercamientos al tema realizados previamente. Me resulta además muy interesante como en cierto
momento hace un oscuro comentario sobre la argumentación de Kathleen Gerson, quien pese a ser una
importante defensora de la presencia social de la mujer, terminó por nadar en el debate sobre la
superioridad de un género sobre el otro. Personalmente, es un problema que suelo tener con colegas que
alzan de forma orgullosa (y a veces agresiva) la bandera del feminismo, pues terminan por abogar la
superioridad femenina o (una posición más pasiva) la igualdad de géneros, cuando -de nuevo, muy
personalmente- considero que se debe concientizar sobre la diferencia de género no como un instrumento
de represión hacia un condicionamiento social según el género o sexualidad del individuo, sino a la
exaltación de las virtudes de cada uno y la necesidad del otro para complementar las necesidades
naturales, emocionales, intelectuales y si (¡¿por qué no?!), simbólicas del ser individual. ü

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