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Primera reunión Universidad de San Andrés Febrero de 2011

Centro de Estudiantes

Universidad de San Andrés

Centro de Estudiantes
Agenda de Trabajo 2011
16. II. 11

En este documento se resumen las directrices de trabajo discutidas con el Rector en


la reunión del pasado 21 de diciembre para el año académico 2011. Se defienden
las siguientes tesis: (1) la implementación de una instancia de revisión obligatoria
de exámenes; (2) el respeto de los plazos de corrección por parte de los profesores;
(3) la conveniencia de la desagregación de la nota final de las asignaturas; (4) el
cumplimiento del requisito de asistencia obligatoria en los casos en que éste exista;
(5) la conveniencia de tomar exámenes orales y/o finales en las asignaturas; (6) la
necesidad de enfrentar la creciente escasez de aulas; (7) la necesidad de encontrar
una solución para detener el aumento considerable de casos de copia; (8) la
necesidad de implementar un sistema de calificaciones que refleje con justeza los
esfuerzos de los estudiantes y que funcione como un sistema de información
fidedigna.

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Primera reunión Universidad de San Andrés Febrero de 2011
Centro de Estudiantes

“La universidad habrá dejado de existir cuando su aprendizaje haya


degenerado en lo que hoy en día se llama investigación, cuando su
enseñanza se haya transformado en mera instrucción (...) y cuando quienes
acuden a ella para que les enseñen no lleguen en busca de su destino
intelectual, sino con una vitalidad tan inerte o tan exhausta que lo único
que deseen sea recibir un atavío intelectual y moral que les sirva; cuando
lleguen sin entender las peculiaridades de la conversación y sólo deseen
obtener una calificación que les permita ganarse la vida o un certificado
que les permita participar en la explotación del mundo”.
Michael Oakeshott, “El concepto de universidad”1.

Como integrantes de la gestión 2011 del Centro de Estudiantes, nuestra principal


pretensión es remediar la pobre institucionalización actual del Centro. Para ello resulta
indispensable una política de trabajo conjunto con las autoridades de la Universidad.
Entendemos, con Michael Oakeshott2, a la universidad como una forma de actividad
humana desarrollada en un espacio de aprendizaje compuesto de investigadores,
profesores y alumnos. Nuestro propósito es aceitar las relaciones entre estas partes para
hacer de San Andrés una institución mejor que la que encontramos. El propio Libro
Azul establece que el Centro “sirve de canal formal de diálogo entre los estudiantes y
las autoridades universitarias” (p. 57). Dado que estamos convencidos de que un
aspecto fundamental de la institucionalización es la implementación de prácticas
regulares y que el interés de los estudiantes en asuntos -sobre todo académicos- que los
afectan de manera directa debe ser representado, la generación de un espacio regular de
diálogo entre los miembros del Centro y las autoridades académicas de la universidad
nos parece prioritaria. Agradecemos, entonces, esta instancia de diálogo que no hace
sino efectivizar lo que hasta ahora era sistemáticamente incumplido.

Nuestras opiniones sobre algunas políticas recientes de la Universidad son conocidas; el


párrafo que encabeza este informe las ilustra con justeza. Celebramos, no obstante,
algunas de las medidas que se implementaron durante la segunda mitad del ciclo lectivo
2010, como la incorporación de académicos notables -como Daniel Heymann-, el

1
En: La voz del aprendizaje liberal, Madrid, Katz, 2009, p. 144
2
Ibíd., pp. 135-136.

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Primera reunión Universidad de San Andrés Febrero de 2011
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aumento de la oferta de seminarios del departamento de ciencias sociales y el auspicioso


acuerdo institucional con el Instituto Tecnológico de Buenos Aires.

A partir de lo conversado con el Rector el pasado 21 de diciembre, estimamos que sería


provechoso considerar la implementación de las siguientes medidas en el transcurso del
año académico 2011.

En primer término, abogamos por la implementación de una instancia obligatoria de


vista y revisión de exámenes parciales y finales. De lo contrario, los exámenes no
constituyen una genuina instancia de aprendizaje. La Universidad guarda los exámenes
de los alumnos para registrar su evolución académica. Mas ello no debería impedir que
los propios alumnos puedan realizar esa evaluación. Actualmente pocos son los
profesores que ofrecen una vista de los exámenes. En los casos en los que esto no
ocurre, muchas veces los alumnos que queremos ver nuestro examen sentimos que
estamos incomodando al profesor. Ello retroalimenta el círculo vicioso, puesto que si
son pocos quienes piden ver sus exámenes, el profesor tendrá menos incentivos para
una corrección minuciosa, que al menos muestre una lectura atenta del documento.

En estrecha relación con lo anterior, nos parece conveniente el respeto de los plazos de
corrección por parte de los profesores. Es innecesario señalar que si los alumnos
cumplimos con los plazos de estudio y de entrega de trabajos, los profesores deberían
cumplir -dado que es una de las partes de su trabajo- con los plazos de corrección y
entrega de exámenes. El mejor disuasivo para que los alumnos no “especulen” con los
resultados de su parcial para aminorar su desempeño en la segunda parte de un curso no
es aplazar la entrega de los resultados. Al contrario, no conocer los resultados del propio
esfuerzo y enterarse de que se cuenta con un docente poco responsable quita incentivos
al estudio.

En tercer término, consideramos también conveniente la desagregación obligatoria de la


nota final de las asignaturas. Puesto que los alumnos recibimos directamente la nota
final de la materia a través del Sistema de Gestión Educativa (SIGEDU), solemos
desconocer la nota del segundo parcial. La composición de la nota final es aún menos
clara en los no pocos casos en que la participación en el curso es una de las
calificaciones a ponderar.

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Del mismo modo, consideramos que, en los cursos en los que la asistencia a un
determinado porcentaje de las clases constituye una condición necesaria para su
aprobación, dicho requisito debería cumplirse. Existen cursos en los que notablemente
esta exigencia no se cumple y, así, alumnos que sólo se presentan al examen logran
eximirse del mismo modo que quienes, cumpliendo con el requisito, asisten
regularmente a clase. Nótese que no estamos solicitando que la totalidad los cursos
incluyan el requisito de asistencia para su aprobación.

En quinto lugar, consideramos que no cabría descartar la consideración de alguna


instancia formal de evaluación oral en cada asignatura. El sesgo de “subjetividad” que
quienes se oponen a esta medida alegan en su contra se minimiza en otras instituciones
por medio de la presencia de veedores, que suelen ser los ayudantes de la cátedra.
Entendemos que los límites al presupuesto y el reducido tamaño de la planta docente de
ciertas asignaturas -puesto que no hay “cátedras” propiamente dichas-, así como la
prolongación del ciclo lectivo que esto supondría pueden ser argumentos contra la
factibilidad de esta propuesta. No obstante, entendemos que San Andrés es una
institución que desea que sus graduados sean buenos comunicadores y que intervengan
activamente en la sociedad civil. El propio Libro Azul de la Universidad declara que un
graduado de la Universidad debe caracterizarse, entre otras cosas, por “ser capaz de
pensar de manera clara y lúcida, y de expresar oralmente y por escrito sus ideas y
convicciones” (p. 14). El examen oral podría fungir como instancia complementaria en
algunas asignaturas. Por otra parte, consideramos que en algunas materias debería
existir una instancia de examen final obligatorio -y no meramente “integrador”- y que
dicho examen debería tener un carácter oral. No obstante, por respeto a la libertad de
cátedra, creemos que eso debería quedar a criterio de cada profesor. Pero debería, ante
todo, abrirse la posibilidad de que los profesores que así lo quisieran, pudieran tomar
dicho examen. Por lo demás, si de disminuir la “subjetividad” se trata, proponemos
enfáticamente la identificación de los exámenes se haga exclusivamente a través del
número de legajo, práctica que de hecho unos pocos profesores ya fomentan.

En sexto lugar, es necesario que las autoridades se percaten de la creciente escasez de


aulas, que impide, por ejemplo, la simple reasignación de una clase.

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En séptimo lugar, es conocido el aumento de situaciones no denunciadas de copia


durante los exámenes. La proliferación de estos hechos es grave. Desde un punto de
vista ético, muestra el poco respeto que algunos alumnos profesan por el trabajo de sus
compañeros y por las reglas que rigen la práctica universitaria. Desde un punto de vista
consecuencialista, el hecho de que ciertos alumnos logren aprobar las materias con
buenas calificaciones mediante el expediente deshonesto de la copia, disminuye
nuevamente los incentivos de quienes sí se esfuerzan para cada examen. La Universidad
no puede darse el lujo de desmoralizar a sus alumnos honestos y esmerados ignorando
los hechos deshonestos que cometen otros. Acordamos con el Rector en lo deseable de
una solución que respete la autonomía y que surja de los propios estudiantes. No
obstante, de seguir la tendencia, no estaríamos en desacuerdo con la implementación de
un sistema como el que ha implementado la Universidad Di Tella. Como vía media,
proponemos que los exámenes sean tomados por profesores de otra asignatura. De esta
manera se evitarían complicidades y también buena parte del revuelo en que se
convierten no pocos exámenes dada la tendencia de ciertos profesores a admitir
preguntas durante todo el transcurso de los mismos. Asimismo, debería verificarse el
cumplimiento en todos los exámenes de las pautas de prevención de copia (dejar bolsos
y mochilas al frente, apagar teléfonos celulares, disponer únicamente de materiales
mínimos de escritura, etc.).

En octavo lugar, como ya hemos comunicado al Rector, nos preocupa la tendencia en


ciertos cursos, sobre todo de ciertas carreras, a calificar con generosidad -y
uniformidad- excesiva a los estudiantes. Una calificación uniforme es probablemente
una mala calificación: no hay dos exámenes iguales, porque no hay dos alumnos
iguales. Las consecuencias de estas actitudes son, de una parte, un desincentivo para los
estudiantes que preparan los exámenes con esfuerzo y esmero, y que, sin incurrir en
comparaciones personales, saben que, con un esfuerzo menor, se puede obtener una
calificación equivalente. Ello sin considerar que uno de los mayores incentivos al
estudio consiste en la existencia del riesgo de desaprobar. Por otra parte, dado que el
promedio académico constituye el principal antecedente para solicitar becas, postularse
a programas doctorales e iniciarse como investigador, así como para ingresar en
empresas que lo tienen en cuenta, consideramos que una política de calificaciones
excesivamente generosas -que convierte en excelentes a los alumnos buenos, y en
buenos alumnos a los no tan buenos, agolpando la tendencia en el mejor margen de la

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escala, - produce información opaca tanto para las instituciones académicas como para
las empresas, generando indiferenciación entre los alumnos de San Andrés y, a la vez,
haciendo creer que los alumnos de San Andrés son, en promedio, mejores a los de otras
instituciones nacionales. Por todo esto consideramos que no sería improcedente
considerar la implementación de algún sistema de corrección “por curva”. La propia
experiencia de algunos de nosotros en otras instituciones -en las que se verificaban los
efectos beneficiosos de una competencia saludable- limitan la validez de las objeciones,
tan habituales como apriorísticas, contra esta política, v.gr., que genera una competencia
que atenta contra el compañerismo que debería primar entre los integrantes de una
comunidad educativa.

Finalmente, en línea con nuestra intención general de aumentar el feedback, la


transparencia y la publicidad de lo que ocurre en San Andrés, proponemos que los
estudiantes puedan acceder a los resultados de las encuestas (como ocurre en facultades
como la de Ciencias Exactas y Naturales), lo cual implicaría el reconocimiento de un
alumnado maduro y responsable como miembro pleno de la comunidad de discurso que
constituye la Universidad. Proponemos, además, reuniones periódicas de los alumnos
con su director de carrera como instancia de feedback directo entre los profesores y sus
alumnos.

* * * *

Esperamos que mediante el trabajo conjunto podamos resolver las problemáticas


identificadas arriba y que esta primera reunión sea comienzo auspicioso de las que
sigan.

Los integrantes del Centro de Estudiantes de la Universidad de San Andrés

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