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¿Qué exige y qué no permite la duda?

A propósito de un reciente fallo

En un fallo de estos días, la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de


Primera Nominación de la Ciudad de Córdoba, con fallo dividido, se pronunció acerca
de la prohibición de prescribir métodos anticonceptivos abortivos, según la siguiente
disposición resolutoria: << […] disponiendo admitir la acción de amparo, ordenando a
la Provincia de Córdoba se abstenga de prescribir a través de sus profesionales
médicos, métodos anticonceptivos abortivos como el consistente en la ingesta del
medicamento que contiene la droga denominada Levonorgestrel conocido como
“píldora del día después” o “píldora del día siguiente” o “píldoras de anticoncepción de
emergencia”, en condiciones de impedir la anidación del huevo en el útero materno
[…]>>.
La citada sentencia se dicta en el expediente caratulado “Mujeres por la vida
asociación civil sin fines de lucro c/ Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba –
Amparo – Recurso de Apelación, con fecha siete de Agosto del corriente año. De la
misma, nos vamos a permitir un breve comentario a la postura asumida por el primero
de los vocales de Cámara que emite su voto en un sentido contrario a la resolución
final, es decir, confirmatorio de la sentencia de primera instancia y, por lo tanto,
considerando que no había razones para hacer lugar a un amparo en relación a la
prescripción de las drogas mencionadas. Para ello, trato de recoger lo que considero
más importante en su argumentación.

41.- En otros términos, el argumento que alude a la protección de la vida desde el


momento mismo de la concepción, requiere conocer cuando ocurrió ella (fecundación)
para poder afirmar que determinado medicamento atenta contra el valor vida (vg., por ser
abortivo). Al no poder comprobarse ese estado (concepción), no puede esgrimirse
válidamente que la existencia de la persona por nacer se ve seriamente perjudicada por
la ingesta de esa píldora, ya que es conjetural o hipotético el presupuesto que se
necesita para esa afirmación (concepción de la mujer que tuvo relación sexual).
42.- El contenido de nuestra Constitución Nacional no deja dudas que busca
proteger a ultranza la libertad de la persona como la dignidad de ella; por ende, la
interpretación que de ella se haga debe estar encaminada a la protección de la persona:
Desde la concepción comienza la existencia de las personas; al existir en el vientre
materno son personas por nacer, no personas futuras (nota del codificador al art. 63 y art.
70 del C. Civil).
43.- En ese preciso instante comienza entonces su protección y la libertad de vivir.
Pero recién en ese momento y no antes; desde la fecundación para adelante, sí debe
prodigarse tutela estatal. Pero algo debe quedar claro: debe estar concebido y no tal vez
pudiere estarlo la mujer porque hubo de mantener relación sexual […].
45.- Por ello no es necesario correr el momento en que la persona puede tener
existencia como tal para que ciertos productos químicos puedan libremente ser
comercializados: No es menester alterar la letra de los dispositivos legales citados para
afirmar que recién hay persona cuando el huevo anidó en las paredes del útero materno.
Basta simplemente que la mujer haya concebido, nada más. Más, antes que ello ocurra
(fertilización) puede ingerir las píldoras que estime son anticonceptivas (principio de
libertad y autodeterminación.

Hasta aquí, entonces, la cita textual de los puntos que quisiera examinar y de los
que me permito rescatar los siguientes núcleos: 1) Hay persona humana, según el
Derecho Argentino, desde la fecundación – concepción; 2) no habiendo certidumbre
acerca de la fecundación o no de un óvulo luego de una relación sexual, y por lo tanto
de una persona humana concebida y merecedora de toda la protección legal,
prevalece el derecho cierto a la ingesta de la píldora que encuentra amparo en la ley
de salud reproductiva y quien consume utiliza como anticonceptiva.

Para poder conocer con la mayor exactitud posible la acción del Levonorgestrel,
vamos a recurrir al dictamen autorizado de una especialista, médica, bioeticista y
miembro del Comité Nacional para la Bioética de Italia, la Dra. María Luisa Di Pietro.
En una obra publicada en castellano1 explica que los puntos de acción de los
estrógenos y/o progestínicos suministrados con el fin de practicar la contracepción de
emergencia son cuatro: 1) el eje del hipotálamo: hipófisis-ovario (inhibe la ovulación);
2) el cuerpo lúteo (efecto luteolítico); 3) las trompas de Falopio (altera la motilidad de
las mismas); 4) el endometrio uterino (altera al endometrio). En las siguientes líneas
me sostendré en sus principales indicaciones.
En cuanto a la posibilidad de inhibir la ovulación – primer efecto - depende de la
fase del ciclo en el cual se consume la droga: aunque no siempre se produzca, es
posible que la ovulación se bloquee si se administra en la fase llamada pre-ovulatoria.
Con referencia a la segunda acción, la interferencia que la píldora “del día
después” provoca en la actividad del cuerpo lúteo, traerá como consecuencia la
inhibición de su mecanismo y por lo tanto el a-sincronismo en el desarrollo del
endometrio en relación con la maduración del óvulo, con las consiguientes dificultades
para que el embrión anide en la pared uterina.
Vinculado a la motilidad de las trompas, la aceleración o disminución de su
movilidad producirá que se dificulte el transporte del embrión hacia la cavidad de su
implante. Puede dar lugar, incluso, a embarazos ectópicos.

1
Sexualidad y procreación humana, Buenos Aires 2005, EDUCA, 95-129
La acción inmediata sobre la estructura del endometrio, al que modifica, hace
responsable a la droga de los obstáculos para su concreta implantación. De aquí que a
los “contraceptivos de emergencia” se los denomine como antinidatorios o
interceptivos. La modificación del endometrio es morfológica y bioquímica. En relación
a la morfología, para que el embrión pueda implantarse adecuadamente en el útero,
necesita de un endometrio engrosado entre 5 y 13 mm. Cuando se ha provocado una
asincronía en el desarrollo ovario-endometrio por la acción hormonal, hay una
alteración morfológica en el sentido que no se desarrolla la superficie suficiente para la
recepción del embrión. Desde el punto de vista bioquímico, la capacitación para hacer
receptivo al endometrio depende de las llamadas “integrinas”, proteínas
heterodiméricas presentes en la superficie de las células endometriales. Su alteración
por la acción química de la ingesta de “emergencia” provoca una lógica alteración en
aquellas, motivando una incapacidad receptiva y así las consecuentes dificultades
para la anidación.

De todo lo expuesto a nivel específicamente científico, resulta que la acción de


consumir la droga produce a nivel fisiológico la no prosecución del desarrollo del
embrión, es decir, haciendo imposible su anidación en la pared uterina. La acción
farmacológica de la droga es predominantemente antinidatoria, es decir abortiva, antes
que contraceptiva. En términos porcentuales, considerando las cuatro consecuencias
de su acción, decimos que la posibilidad del mecanismo abortivo está en el 70-100%
de los casos. Sólo impactaría anticonceptivamente – siempre y cuando actúe
eficazmente – cuando acciona en la etapa pre-ovulatoria.
A partir del dato científico, que es indisponible a la certeza subjetiva de quien lo
consume o lo administra, no se comprende la argumentación del vocal de la Cámara.
Cuando uno elige la determinación de su voluntad radica en el asentimiento libre al
acto que va a realizar, en este caso se trata de consumir una droga que tiene
preponderancia abortiva, independientemente de la certeza o no que pueda tener de si
su relación sexual fue o no efectivamente fecunda. Precisamente quienes en lo
cotidiano recurren a este modo de evitar el embarazo, es porque dudan si ha habido
fecundidad o no en un acto sexual precedente, y a toda costa quieren evitar la posible
gravidez. La conducta del médico que prescribe la droga cuanto la de quien la ingiere,
se atienen en su opción voluntaria a la acción específica del fármaco, y es este acto
concreto (de cooperación al consumo y de consumidor) el que signa sus voluntades
con la determinación primariamente abortiva específica de su farmacología.
En consecuencia, considerando nuestra legislación general (Constitución
Nacional, Tratados Internacionales con rango constitucional recepcionados en la última
reforma constituyente y legislación positiva nacional), cuanto la prohibición de la ley de
“salud reproductiva” vigente en la Provincia de Córdoba de suministrar fármacos con
efectos abortivos, es clara la improcedencia del Estado en la provisión del
levonorgestrel. Ello sin perjuicio de la inmoralidad que constituye ser cooperador al mal
en los términos generales de la doctrina ética.
Es paradojal que, en el voto que analizamos, la incertidumbre o duda de un
efectivo embarazo funde el voto en el sentido en el cual se lo sostiene. En efecto, su
reflexión procura decir que por razón de dicha incertidumbre, la acción de quien
consume levonorgestrel es anticonceptiva. Se trata, deducimos, de una duda que tiene
entonces la potencialidad de modificar la realidad farmacológica de la droga. Por el
contrario, es a todas luces obvio afirmar que la acción específica de la droga no
cambia por la percepción que se pueda tener acerca de las consecuencias de una
relación sexual. Es como si la falta de certeza acerca de las consecuencias de la
relación, determinara que la acción médica de la droga se circunscriba a la que
produce normalmente en la fase pre-ovulatoria de la mujer, descartando que actúen
los restantes modos. Debemos invertir la lógica que funda el voto del vocal de Cámara
y decir que la certeza de la cual se trata es la de la acción del levonorgestrel, por lo
que la duda del embarazo obliga a no hacer nada que pueda potencialmente dañar al
posible nasciturus.
La bioética, que no es sino la ética aplicada a un ámbito propio nos dirá, en este
sentido que, en la duda de conciencia hay que abstenerse de la conducta
potencialmente dañosa. De allí el principio ético: en la duda, ¡abstenerse! Así lo
recepciona uno de los vocales de Cámara con voto mayoritario:

VIII. […] Debo concluir en que la droga utilizada para la fabricación de la llamada
píldora del día después, puede tener efecto abortivo.
IX. Ese contingente efecto abortivo, configura una amenaza cierta contra la vida de
las personas que comienza desde su concepción y, asimismo, la simple posibilidad o
probabilidad de causar un mal tan grave al derecho a la vida constitucionalmente
amparado […]
X. Por fin, sostengo que no es aceptable que la duda sobre los efectos del fármaco
nos incline a decidir que es improbable que se produzca un daño. Por el contrario, afirmo
que debemos prevenir para evitar un perjuicio de semejante tamaño como es el de
tronchar la existencia del ser humano. Ante la duda, hay que estar por la vida, frustrando
la posibilidad del aborto.
En síntesis, y a modo conclusivo, la duda no es fuente de derechos ni creadora
de certezas, sino que nos coloca ante la obligación de buscar la verdad para actuar
según ella. Ello resulta más imperativo cuando el bien comprometido es el bien de la
vida física, bien fundamental de la persona humana.

Pbro. Dr. Luis Alfredo Anaya


Magíster en Bioética

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