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Hasta aquí, entonces, la cita textual de los puntos que quisiera examinar y de los
que me permito rescatar los siguientes núcleos: 1) Hay persona humana, según el
Derecho Argentino, desde la fecundación – concepción; 2) no habiendo certidumbre
acerca de la fecundación o no de un óvulo luego de una relación sexual, y por lo tanto
de una persona humana concebida y merecedora de toda la protección legal,
prevalece el derecho cierto a la ingesta de la píldora que encuentra amparo en la ley
de salud reproductiva y quien consume utiliza como anticonceptiva.
Para poder conocer con la mayor exactitud posible la acción del Levonorgestrel,
vamos a recurrir al dictamen autorizado de una especialista, médica, bioeticista y
miembro del Comité Nacional para la Bioética de Italia, la Dra. María Luisa Di Pietro.
En una obra publicada en castellano1 explica que los puntos de acción de los
estrógenos y/o progestínicos suministrados con el fin de practicar la contracepción de
emergencia son cuatro: 1) el eje del hipotálamo: hipófisis-ovario (inhibe la ovulación);
2) el cuerpo lúteo (efecto luteolítico); 3) las trompas de Falopio (altera la motilidad de
las mismas); 4) el endometrio uterino (altera al endometrio). En las siguientes líneas
me sostendré en sus principales indicaciones.
En cuanto a la posibilidad de inhibir la ovulación – primer efecto - depende de la
fase del ciclo en el cual se consume la droga: aunque no siempre se produzca, es
posible que la ovulación se bloquee si se administra en la fase llamada pre-ovulatoria.
Con referencia a la segunda acción, la interferencia que la píldora “del día
después” provoca en la actividad del cuerpo lúteo, traerá como consecuencia la
inhibición de su mecanismo y por lo tanto el a-sincronismo en el desarrollo del
endometrio en relación con la maduración del óvulo, con las consiguientes dificultades
para que el embrión anide en la pared uterina.
Vinculado a la motilidad de las trompas, la aceleración o disminución de su
movilidad producirá que se dificulte el transporte del embrión hacia la cavidad de su
implante. Puede dar lugar, incluso, a embarazos ectópicos.
1
Sexualidad y procreación humana, Buenos Aires 2005, EDUCA, 95-129
La acción inmediata sobre la estructura del endometrio, al que modifica, hace
responsable a la droga de los obstáculos para su concreta implantación. De aquí que a
los “contraceptivos de emergencia” se los denomine como antinidatorios o
interceptivos. La modificación del endometrio es morfológica y bioquímica. En relación
a la morfología, para que el embrión pueda implantarse adecuadamente en el útero,
necesita de un endometrio engrosado entre 5 y 13 mm. Cuando se ha provocado una
asincronía en el desarrollo ovario-endometrio por la acción hormonal, hay una
alteración morfológica en el sentido que no se desarrolla la superficie suficiente para la
recepción del embrión. Desde el punto de vista bioquímico, la capacitación para hacer
receptivo al endometrio depende de las llamadas “integrinas”, proteínas
heterodiméricas presentes en la superficie de las células endometriales. Su alteración
por la acción química de la ingesta de “emergencia” provoca una lógica alteración en
aquellas, motivando una incapacidad receptiva y así las consecuentes dificultades
para la anidación.
VIII. […] Debo concluir en que la droga utilizada para la fabricación de la llamada
píldora del día después, puede tener efecto abortivo.
IX. Ese contingente efecto abortivo, configura una amenaza cierta contra la vida de
las personas que comienza desde su concepción y, asimismo, la simple posibilidad o
probabilidad de causar un mal tan grave al derecho a la vida constitucionalmente
amparado […]
X. Por fin, sostengo que no es aceptable que la duda sobre los efectos del fármaco
nos incline a decidir que es improbable que se produzca un daño. Por el contrario, afirmo
que debemos prevenir para evitar un perjuicio de semejante tamaño como es el de
tronchar la existencia del ser humano. Ante la duda, hay que estar por la vida, frustrando
la posibilidad del aborto.
En síntesis, y a modo conclusivo, la duda no es fuente de derechos ni creadora
de certezas, sino que nos coloca ante la obligación de buscar la verdad para actuar
según ella. Ello resulta más imperativo cuando el bien comprometido es el bien de la
vida física, bien fundamental de la persona humana.