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Se hace una analogía, que el autoengaño y la ignorancia son similares a los efectos
de un huracán, por el hecho de que todo puede parecer tranquilo porque todo se percibe de
una forma apacible y tranquila.
De forma que esto puede ocurrir también dentro de una relación “enfermiza”, donde
puede que exista violencia (de cualquier índole), y la persona lo hace una parte de su vida,
donde puede vivir con el autoengaño, pensando situaciones como: “Al menos tengo una
relación, y lo quiero, si no ya se hubiera acabado la relación”.
“El corazón tiene razones, que la razón no conoce”, se menciona en el texto, y estas
cuestiones a su vez, son formas en la cual, se va destruyendo la felicidad y la alegría,
pensando cómo podemos llegar a tener estos pensamientos y a insensibilizarnos soportando
del dolor y la monotonía.
“Tal como nos enseñó Epicúreo, la felicidad tiene que ver con los balances, no se
trata de mezquindad, sino de sabiduría”.
Hay que plantearnos nuestra felicidad, y la forma en la que estamos llevando una
relación afectiva, antes de llegar al autoengaño, en vez de vivir como dice esta frase:
"Mientras se espera vivir, la vida pasa"
Esto se establece porque de nueva cuenta, nos embarca en una lucha contra la razón
y la emoción, obviamente todas estas vivencias nos generan pensamientos, de los cuales
emanan acciones, y por lo tanto afecta al organismo, provocando estrés y enfermedades,
Irracionales o mal adaptativos, que alteran nuestro desempeño afectivo normal, y nos
impiden poner límites en el amor
Idealizados, negativos frente a uno mismo, conformistas y catastróficos del futuro, estos
pensamientos hacen referencia a que vivimos en condiciones afectivas dañinas, que nos
impiden crecer como persona.