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PLAN ANUAL DE CAPACITACIÓN

UNIDADES DE ATENCIÓN FAMILIAR

Temática: Apoyo a la Crianza

Destinatarios:
Educadoras de las unidades de atención
familiar (U.A.F)

Disertantes:
Dra. Ivana García y Lic. Lorena Luján de la Dir.
Gral. de Salud de nuestro Municipio, en
conjunto con Egresantes de Psicología:
Daniela Manzano y Virginia Brunengo

Ciclo
2010

DIRECCIÓN GRAL. DE CAPACITACIÓN


MUNICIPIO DE CENTENARIO
PROV. DE NEUQUÉN
REP. ARGENTINA
Introducción

Cuando un niño nace, requiere de un conjunto de cuidados


especiales por parte de su madre, ya que de ahora en más el medio
en el que le toca vivir le resulta hostil y agresivo; el recién nacido
posee una fragilidad que lo hace muy vulnerable a virus, bacteria,
golpes, etc.
El bebé que antes se encontraba totalmente abrigado, alimentado y
protegido dentro del vientre de la madre ahora necesita adaptarse
forzosamente a ese nuevo entorno con la ayuda de ella, y es allí
donde comienza a incorporar lo que le llega del medio externo. Por
esa razón en sus primeros tres meses establece una relación de
dependencia casi exclusiva con la madre. Cuando hay fallas en ésta
relación, el bebé percibe irregularidades, climas de tensión o que sus
primeras necesidades no son satisfechas. Esto lo puede expresar a
través de su cuerpo por medio de enfermedades, que si bien
terminan siendo orgánicas, son originadas desde su psiquismo, que
se encuentra en estado de gestación. Es por esto que recalcamos que
los cuidados de las madres a sus bebes no son sólo con respecto a
sus necesidades elementales, como ser el sueño, la eliminación de
sus heces y orina, la respiración y la alimentación, sino en función de
la relación que se establece entre ellos. El bebé percibe la voz y el
olor de su madre, como así también las irregularidades, los estados
de ánimo, de tensión, el cariño, la paciencia y la dedicación que le
brinda la mamá e incluso el bebé sabe cuando y en qué medida es
deseado por sus padres.

Bebés (0 a 1 año)
El llanto
¿Cómo consolar a su bebé cuando llora?
1. Intente un cambio de pañales, alimentarlo o un chupete.
2. Evite cosas que lo inquieten. Apague las luces y el televisor.
3. Háblele o cántele con suavidad o póngale música que lo relaje.
4. Acune a su bebé o camine abrazándolo estrechamente.
5. Coloque a su bebé en el cochecito y déle una vuelta a la manzana.
6. Cuando todo lo demás fracase, coloque al bebé en la cuna y salga
de la habitación. Está bien dejar que su bebé llore por un rato.
Regrese a verlo cada pocos minutos para asegurarse de que esté
bien.

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Lactancia y Destete

• La leche materna es el alimento perfecto para tu bebé y es


irreemplazable.
• El bebé no necesita tomar agua, jugos, ni complementos de
otra leche ni otro alimento durante los primeros 6 meses.
• Es importante prever ayuda en tu casa para las primeras
semanas. Familiares y amigas que colaboren con las tareas
diarias posibilitarán tu total dedicación al recién nacido. En lo
único que no pueden reemplazarte es en la alimentación.
• Siempre busca una posición cómoda, con la espalda y brazos
bien apoyados y hombros relajados. Un clima tranquilo
favorecerá la bajada de leche (alrededor del tercer día).
• Coloca a tu bebé bien pegado y enfrentado a tu cuerpo (panza
con panza) para que no tenga que mamar con la cabeza girada.
• Debes verificar en cada mamada que se prenda bien y esto es
fácil de notar, si molesta o duele, está mal.
• Escucha que tu bebé trague, de no ser así debes estimularle
con tu índice el mentón o las mejillas y comenzará a mamar
nuevamente.
• Los bebés recién nacidos maman de 8 a 12 veces por día, es
decir que lo normal es que pidan cada hora y media a tres
horas.
• Dale el pecho cada vez que el bebé lo pida, no pongas horarios.
Los bebés no saben la hora. Dale todo el tiempo que quiera
(sobre todo que termine el primer pecho) Nunca más te fijes en
los relojes!
• Dale el pecho cuando muestre deseos de succionar, no esperes
a que llore, cuando llora ya le duele la panza de hambre!.
• Si el bebé duerme mucho (más de tres horas), es aconsejable
despertarlo a las dos horas y media de la última mamada.
• Los pechos no son envases que hay que llenar, son las
glándulas que producen la leche, con el sólo estímulo de la
succión del bebé. Mientras exista el estímulo, (sobre todo el
nocturno) siempre vas a producir leche.
• No uses biberones o chupetes, sobre todo al principio,
confunden al bebé y puede dejar el pecho. El chupete en
general es rechazado por los niños amamantados. No insistas;
tu bebé no usa "el pecho de chupete", succionar el pecho es lo
natural. Otros niños usan "el chupete de pecho",

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lamentablemente para ellos. Además el chupete aumenta el
riesgo de infecciones y deforma el paladar y la dentadura.
• Un bebé que llora necesita el calor, olor, contacto, voz y leche
de su madre. No se "malcría" si lo atiende; por el contrario, eso
será "criarlo bien". Los bebés atendidos de inmediato desde
pequeños son menos dependientes (más seguros) de grandes.
• Dar complemento, chupetes y mamaderas aumenta el riesgo de
destete prematuro hasta 8 veces, porque disminuye la
producción de leche y confunde al bebé en la succión, que es
totalmente distinta originando el rechazo del pecho, a esto se lo
llama confusión del pezón.
o Después de succionar un chupete o tetina artificial
preformada, es posible que el niño tenga dificultades para
comprimir el pecho y mamar.
o Al tomar biberón el bebé no tiene necesidad de
comprimir-succionar ya que bebe por simple flujo de
gravedad o solo por succión, dependiendo del orificio de
la tetina, por lo que luego tampoco puede extraer la leche
del pecho, ya que pierde el complejo reflejo de
succión deglución.
o Es por esta confusión de pezón por lo que se insiste tanto
en el No uso de biberones o chupetes, ya que su uso
puede hacer que el bebé deje el pecho.

¿Hasta qué edad debo darle el pecho?


Determinar hasta qué edad debe tomar el pecho un bebé es una
decisión que atañe exclusivamente a su familia, es decir, es una
decisión de la tríada mamá- papá- bebé en la que ninguno de los
protagonistas debe sentirse perjudicado. Para ponerte un poco más
en tema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la
lactancia hasta el 2º año de vida, la mayor parte de las
organizaciones de salud también coinciden en este punto, pero lo
más importante a rescatar es siempre el deseo de la madre y de su
hijo de prolongar la lactancia hasta cuando ELLOS lo crean necesario.
Lo que está fuera de discusión es que la lactancia exclusiva SI debe
durar al menos 6 meses, después de los cuales se puede empezar a
incorporar sólidos a la alimentación de un bebé. El tema del destete,
el "hasta cuando" darle de mamar a un bebé es un tema cultural.
Pero es indudable que si a través de los siglos la humanidad avanzó
en la historia gracias a que las mujeres amamantamos, no
deberíamos plantearnos intelectualmente el "hasta cuando" y
disfrutar más cada uno de los momentos irrepetibles que significan la
lactancia de nuestros hijos... Y si me permitís una recomendación...
relajate y gozala, la lactancia es algo mágico y vos y tu hijo (también
puede opinar el papá...!!!) van a decidir cuándo y cómo dejar atrás
este primer vínculo vital e irreemplazable.

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Sueño
Cada bebé es único y su ritmo de sueño y vigilia también lo es; sin
embargo, se puede hablar de una cierta progresión en la cantidad de
horas que los bebés suelen dormir. La distribución de las horas de
sueño entre la siesta y la noche también va variando con el
crecimiento.

Partiendo de un recién nacido que duerme casi todo el día, se llega a


un niño de 12 meses que pasa la mayor parte del día despierto.
¿Cómo se da, por lo general, esta progresión?

• El recién nacido duerme entre 16 y 20 horas por día y no


distingue el día de la noche.
• Al mes, un bebé duerme un total de 16 horas, que reparte por
igual entre el horario diurno y nocturno (no de corrido).
• A los seis meses, duerme un total de entre 12 y 14 horas,
repartidas en 4 de siesta y 11 durante la noche (no de corrido,
por lo general).
• A los 12 meses, duerme un total de 14 horas: 11 a la noche y 3
de siesta.
• A los 24 meses, duerme un total de 13 horas: 11 de noche y 2
durante el día.

Si bien se puede generalizar y hablar de cuántas horas duerme un


bebé a medida que va creciendo, hay que tener en cuenta que cada
caso es particular y que el hecho de no ajustarse a la tabla con
exactitud no significa que exista una patología.
El sueño es uno de los puntos de mayor conflicto entre el bebé y sus
padres: el recién nacido se despierta cada dos o tres horas y no
diferencia el día de la noche, mientras que sus padres están
cansados, muchas veces desbordados por la demanda del bebé, sus
otros hijos, las tareas domésticas y el trabajo fuera de casa. Y aunque
parece que el sueño del bebé es caótico y no se rige por ninguna
regla, hay etapas que son fácilmente reconocibles.
Los patrones de sueño de un recién nacido siguen, aproximadamente,
el siguiente esquema: ocho horas de sueño durante el día y ocho
durante la noche, con interrupciones cada dos o tres horas. Más allá
de estas generalidades, cada bebé tiene sus tiempos de sueño y
vigilia y es importante que los padres consulten al pediatra si
observan algún cambio en ellos –como por ejemplo que el bebé deje
de despertarse cada dos o tres horas para comer, “siga de largo” y
duerma unas cinco horas seguidas.
Es claro que los bebés no pueden, como los adultos, darse cuenta de
que tienen sueño y de que necesitan dormir, por lo que el sueño se
percibe como una molestia que no saben cómo solucionar.

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Cuando el bebé se pone molesto, se frota los ojos y bosteza, lo más
adecuado es tomarlo en brazos y alejarlo de los estímulos. No intentar
distraerlo con juegos o canciones, porque lo que necesita es
tranquilizarse y entrar a la etapa de somnolencia para luego ser
colocado en su cuna, donde se dormirá solo.
Algunos padres acostumbran al bebé a tomar la última mamada o la
última mamadera antes de dormir y establecer esta rutina es útil para
que, de a poco, el bebé vaya reconociendo cuando llega el momento
de dormir.
Y cuando llegue la hora, hay que recordar que el bebé no debe
acostumbrarse a quedarse dormido en brazos, que la posición
adecuada para colocarlo en la cuna es boca arriba -porque se
comprobó que al colocarlo boca abajo hay más posibilidades de que
sufra el Síndrome de Muerte Súbita- y que debe dormir sobre un
colchón firme, sin almohadones, peluches o mantas que pudieran
resultar peligrosos
Entre las consultas más o menos frecuentes que realizan las mamás,
están las que atañen al desorden del sueño.
Las alteraciones en el dormir pueden dar cuenta de otras cosas,
tales como modificaciones en el ámbito familiar, la llegada de un
hermanito, una mudanza, o la vuelta al trabajo de la mamá,
dificultades para separarse de esta. Los bebés son muy sensibles:
frecuentemente se angustian porque perciben que algo le pasa a su
mamá.
En definitiva, lo que sucede con la alteración del sueño en un niño
pequeño es que da cuenta de otras alteraciones en su vida cotidiana
que nos resultan difíciles de ver.
Se sugiere, estar atentos, observarlos, tratar de detectar si están
cortando un diente o tienen fiebre, o sufren los efectos de una vacuna
y/o si pasa algo en el entorno que los perturba.
Gracias a esta atención, podemos acompañarlos, mimarlos y
ofrecerles para dormir algún objeto como "el trapito" o sabanita o su
juguete preferido.
Esto les permitirá de a poco, ir sintiéndose más seguros y durante la
noche tolerar la separación de sus papás.
Si un bebé de siete u ocho meses venía durmiendo bien y de pronto
comienza a despertarse varias veces por noche, puede estar
atravesando la “angustia del octavo mes”, pero es importante
comentarle este cambio al pediatra para descartar cualquier malestar
físico que pudiera estar sufriendo.
A partir de los nueve meses ya se van dando cuenta de que llega la
hora de dormir y muchas veces se niegan porque quieren seguir
participando de la actividad con mamá y papá y ahí sí aparecen más
los “caprichos”. Como a esta edad ya se instaló la cena, es bueno
buscar alguna actividad tranquila para compartir con el bebé en su
cuarto -puede ser leer un cuento o cantar una canción-. Si toma una

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mamadera antes de dormir hay que dársela en su cuarto y tratar de
que no se duerma, para que lo haga solito en su cuna.
Las rutinas que suponen bajar el nivel de actividad a partir de las
ocho de la noche –aproximadamente-, bañar al bebé, darle de comer
–a esta edad ya se suma la cena- y después llevarlo al lugar donde va
a dormir y encender una luz tenue, siguen en vigencia y en esta
etapa y los adultos deben ponerse especialmente firmes en su
cumplimiento, más que nada de lunes a viernes; el fin de semana
puede haber más flexibilidad para que el bebé se adapte y comparta
las salidas y programas de toda la familia.

Estimulación
Desde que nace un bebé está preparado para descubrir el mundo que
lo rodea. Sus cinco sentidos ya están desarrollados. Su curiosidad
natural poco a poco lo llevará a explorar cada cosa que le llame la
atención. Pero no en sus primeros años, no cuenta con suficientes
herramientas para hacerlo solo, ni física ni emocionalmente.
El principal estímulo para un bebé al principio es su mamá que, a
través de sus cuidados, caricias, palabras, miradas y juegos va
despertando poco a poco en el bebé. Es quien lo invita a aprender y
quien cargará con un afecto y significado particular cada experiencia.
Estimular al bebé es brindarle situaciones que lo inviten a poner en
marcha sus funciones (en su primer año de vida el bebé conoce el
mundo a través de los sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto) y a
ir superando pequeños desafíos acordes a su etapa de desarrollo.
Se trata de generar un ambiente que favorezca un espacio
compartido donde el bebé de alguna manera logre jugar a su manera.
Las situaciones que se le presenten deben ser planteadas como
desafíos: ni muy difíciles para que no le resulten inabordables y le
generen frustración, ni dándole todo servido, como para que las
resuelva rápidamente y sin esfuerzo. El niño por sobre todo debe
sentirse contenido e incentivado a insistir e intentar frente a cada
desafío. La mejor manera de saber cuando y que hacer es observando
al bebé. Nadie mejor que sus padres conoce sus necesidades y sus
tiempos.
Desde hace mucho tiempo se ha estudiado la posibilidad de que el
bebé adquiera habilidades tempranamente, como si esto garantizara
futuros adultos más inteligentes. Sin embargo ahora se sabe que no
se puede apresurar el desarrollo. No es posible que un niño camine
antes de tiempo si su cuerpo no está preparado para hacerlo. La
sobre estimulación tiene que ver más con una angustia de los
padres de darle todo a su bebé, esperando que adquiera ciertos
logros que tienen que ver con expectativas que vienen desde la
sociedad. Como resultado lo sobrecargan de estímulos, lo cual no
implica necesariamente un crecimiento anticipado del bebé. El bebé
percibe esto, y esta exigencia que no puede cumplir, le genera

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inseguridades y dependencia porque no puede aprender a sus
tiempos.
A diferencia de la estimulación, la estimulación temprana es una
técnica específica que, llevada a cabo por especialista, tiene por
finalidad ayudar al niño con ciertas dificultades en su desarrollo a
conquistar ciertos logros, que no alcanzaría en forma autónoma. Se
emplea para abordar una amplia variedad de patologías o
disfunciones. En cambio la estimulación es la creación, por parte de
los padres y educadores, de situaciones apropiadas para que el
pequeño responda de manera independiente o con una mínima
ayuda.
Jugar es la actividad central en la vida de los niños. Cuando los chicos
juegan, construyen su mundo y se construyen a sí mismos.
El niño encuentra en el juego el modo más propio de expresar lo que
piensa y siente en el encuentro con el mundo. Es, a su vez, una
experiencia que le permite comprender, elaborar situaciones vividas
con el mínimo esfuerzo, sin consecuencias en la realidad y con toda la
eficacia transformadora en su mundo emocional y cognitivo.
El juego es sin duda un indicador de salud. Si un niño no juega
debemos preguntarnos seriamente qué sucede porque estaremos
probablemente frente a alguna dificultad que puede conllevar serias
consecuencias en la vida de ese niño si no se hace algo a tiempo.
El juego es una conquista en el duro camino de la independencia,
implica para él un trabajo enorme de separación subjetiva,
psicológica y de integración en el mundo social.
El juego, así también como el lenguaje, la imitación y el dibujo serán
la manifestación más directa del progreso simbólico en el niño, es
decir, de poder representar la ausencia, primero de su madre y luego
de los otros seres y objetos significativos para él. Ya no necesitará ver
o tomar los objetos para saber de su existencia. Podrá nombrarlos,
representarlos, dibujarlos, es decir, podrá recrearlos en su mundo
interno. Lo más importante y vital del juego es, pues, esa capacidad
que se adquiere para la transformación de la realidad.
En el terreno de juego, a su vez, es en donde el niño va adquiriendo
experiencia. "Así como la personalidad de los adultos se desarrolla a
través de la experiencia en el vivir, del mismo modo la de los niños se
desarrolla a través de su propio juego". Freud decía que los niños
juegan a ser grandes, intentan por esta vía comprender los distintos
roles que los adultos asumen socialmente. Pero hay algo más... es a
través del juego como los niños logran desdramatizar una realidad
que puede volverse incluso intolerable. Los miedos en los niños, sus
angustias nos hablan de una infancia que no es la que se sostiene
míticamente en la sociedad, esa infancia dorada de los sueños, esa
parcela de vida ideal que hemos perdido. Se enfrentan, como los
adultos, a la dureza de la angustia que puede producirse por
múltiples situaciones y por una en particular que es inevitable: saber

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que poco a poco deberán despegarse de esa imagen de los padres
omnipotentes para comenzar en algún momento a producir en
soledad. Si los niños tienen la oportunidad de desarrollar esa zona de
juego que Winnicott ha denominado experiencia transicional, habrán
ganado como él lo expresa, el capital más importante, "sentir que la
vida vale la pena de ser vivida".

El juego y sus etapas


Los niños comienzan a jugar a muy poco tiempo de nacer, en
consecuencia, las características del juego infantil irán variando en el
largo y complejo transcurso del desarrollo.
El desarrollo infantil es un proceso de cambio que se da de manera
gradual y continua a lo largo de la vida del niño. Esto significa que irá
atravesando diferentes etapas, cada una de las cuales revelará la
aparición y utilización de conductas nuevas. Su progreso depende de
la interacción de cuatro aspectos fundamentales: la maduración
biológica, la estimulación ambiental, la conducta activa del niño y la
experiencia emocional.
• De 0 a 1 mes
Durante el primer mes de vida, el bebé ocupa la mayor parte de su
tiempo durmiendo. Se encuentra, fundamentalmente, entregado a la
tarea de adaptarse a la vida extrauterina intentando mantener el
equilibrio de su cuerpo que tan a menudo pierde a través del llanto,
del hambre, del sueño, del malestar. Depende para ello, en absoluto,
de su madre. Durante estas primeras semanas no se puede
considerar aún que el niño juegue, más bien, el bebé "es jugado" por
otros. Los papás comienzan a advertir que hay determinados juegos
que estimulan a su hijo pues son acordes a sus logros evolutivos. El
bebé de cuatro semanas posee movimientos corporales involuntarios
y reflejos, no pudiendo aún sostener su cabeza. Sus puños
permanecen todo el tiempo cerrados. Puede fijar la mirada en un
estímulo visual por unos segundos y buscar con ella una fuente de
sonido. Así, por ejemplo, jugar a mecer al niño con determinado
ritmo, cantarle suavemente para que se oriente hacia la voz, colocar
algún objeto móvil de color llamativo para que fije su mirada en él,
intentar sentarlo tomándolo de las manos para que vayan
fortaleciendo los músculos de su cabeza, son juegos de gran beneficio
e importancia vital para el niño pues el contacto con él dará lugar al
desarrollo del apego y de la conducta social. En consecuencia, los
juegos de mayor importancia a partir de este primer momento de la
vida y durante todo el primer año del niño, serán los que podríamos
llamar "juegos piel a piel" ya que el bebé necesitará tiempo para
elaborar la separación del útero materno.
• De 2 a 4 meses
A partir del segundo mes de vida y hasta el año y medio, el niño
comenzará a desarrollar un juego que puede llamarse "juego

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funcional" o "juego de ejercicio" y que tiene por finalidad la repetición
de determinada acción "una y otra vez" por el placer que se
desprende de la acción misma y también por el placer que le otorga
al niño el poder que ha logrado sobre una adquisición. Veamos,
entonces, cómo varía con el desarrollo este tipo de juego.
Entre los dos y los cuatro meses, el proceso madurativo y la
interacción del niño con quienes lo estimulan afectivamente, ubican
al bebé en relación con sus nuevos logros: el sostén cefálico le
permite fijar la mirada y relacionase por primera vez con el rostro de
la madre a quien aún no reconoce como tal. Ello dará lugar a una
respuesta novedosa, la sonrisa social. Alrededor de los tres meses
será capaz, también, de juntar sus manos y llevarlas a la boca. En
esta etapa el bebé aprende que hay movimientos corporales que le
producen gran placer y jugará a repetirlos una y otra vez. Así, los
movimientos de manos y pies de manera reiterada, el seguimiento
visual de objetos en movimiento, el chupeteo de sus manos y de otros
objetos que se lleva a la boca, la reiteración de sonidos vocales, serán
los juegos corporales por excelencia. Los padres suelen jugar en esta
etapa mirando al niño a los ojos, acariciándolo, conversando con él,
reiterando los sonidos que emite, tomando sus manos para que el
bebé las mire y las lleve a la boca. También le acercan objetos para
que el niño tome con sus manos e intente chupar. Los móviles y
sonajeros son juguetes que estimulan y acompañan el juego del niño.
• De 4 a 8 meses
De los cuatro a los ocho meses de vida los progresos en el desarrollo
han sido notables. El bebé comenzará a redescubrir el mundo ya que
logra erguirse en sus miembros superiores, girar alternadamente su
cabeza hacia ambos costados y rolar con su cuerpo en el espacio.
Hacia el quinto mes aprenderá a tomar los objetos voluntariamente
con sus manos y en el sexto mes habrá adquirido la posibilidad de
permanecer sentado sin ayuda. El autoconocimiento de su cuerpo se
amplía significativamente ya que puede llevarse a la boca no sólo las
manos sino también los pies. Los papás se sienten tentados en esta
etapa a colocar al niño frente al espejo por lo cual sentirá gran júbilo
aunque todavía no reconozca que esa imagen le pertenece. El bebé
logra imitar los juegos de mover las manos que le proponen sus
papás u otros juegos de gestos y sonidos. Los juegos con el lenguaje
también toman relevancia pues el bebé comenzará a balbucear, es
decir, a repetir series de consonantes y vocales que utilizará para
jugar y para comunicarse. En esta etapa el juego del niño también
consistirá en el ejercicio de su movimiento, pero a diferencia de la
etapa anterior, su juego ha incorporado los objetos. Jugará, entonces,
a agitar, golpear, frotar, arrojar sus juguetes. Hará sonar una y otra
vez un sonajero u otro objeto que casualmente ha aparecido en su
mano aunque todavía no busque el objeto para ese fin. Ahora los
papás podrán ofertarle nuevos juguetes atractivos que pueda llevar a

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la boca, cintas de colores, cascabeles, papeles para rasgar, arrugar y
hacer sonido, etc., e incluso podrán jugar a que el niño pueda
tomarlos por sí mismo. Es en esta etapa cuando comienza a
producirse una "suave diferenciación" de su mamá, cuyo rostro
explorará táctil y visualmente comenzando a distinguir los rostros
familiares de los que no los son. Es importante reconocer en esta
etapa cómo los objetos ingresan en el espacio de separación y
diferenciación que lentamente comienza a abrirse entre el bebé y su
mamá.
• De 8 a 12 meses
La etapa que va desde los 8 meses a los 12 meses de vida, marca
una notable diferencia respecto del grado de expansión y mayor
autonomía que logra el niño para la conquista del mundo. El bebé
comenzará gateando (aunque no todos atraviesen esta etapa), luego
podrá mantenerse parado y finalmente alcanzará el logro más
importante del primer año de vida, es decir, comenzará a caminar.
Esto hará que logre la diferenciación corporal de su mamá y, en
consecuencia, podrá advertir con facilidad a los conocidos de los que
no lo son. Es el momento "tan conocido" por los padres como la
angustia del octavo mes. El niño jugará a alejarse de la madre pero
teniéndola siempre como "base de operaciones", volviendo a ella
para reabastecerse afectivamente.
En esta etapa el niño perfecciona todos los logros de las etapas
anteriores. Conseguirá, también, tomar objetos pequeños con el
índice y el pulgar. Jugará repitiendo todo aquello que le resulte
interesante. Por ejemplo, mete un juguete adentro de otro y lo saca, o
bien, golpea un objeto contra otro por largos períodos de tiempo. Los
juegos de lenguaje también se complejizan ya que el niño comienza a
comprender algunas órdenes sencillas como "dame", "vení", "tomá",
etc. La imitación y la búsqueda de objetos se han desarrollado. Los
papás pueden ahora jugar a esconder un juguete delante de la vista
del bebé ya que éste intentará buscarlo activamente. Jugar a las
escondidas con la sábana o tirar un juguete para que se lo alcancen
son juegos cruciales para el niño en esta etapa y nos indican los
nuevos recursos con los que cuenta para elaborar la aparición y
desaparición de su mamá. El bebé juega, entonces, a perder y
reencontrar, a desaparecer y reaparecer.
• De 12 a 18 meses
De los 12 a los 18 meses el niño se muestra como un explorador
sumamente activo en su entorno y con una gran necesidad de
investigación de sus habilidades y también de todo lo que lo rodea. El
juego exploratorio del niño se repetirá también incesantemente pero
no sólo para afianzar lo que ha conquistado sino para obtener
resultados nuevos. Si tuviéramos que definir la conducta del niño en
esta etapa diríamos que se comporta como un "pequeño científico". El
interés por su cuerpo continúa acrecentándose para recaer en todos

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los orificios corporales. Su juego exploratorio consiste en meter sus
deditos en los ojos, los oídos, las bocas. Su interés por los agujeros
corporales se desplaza, a su vez, a los objetos. Es cuando el niño
queda atrapado observando y experimentando con las rejillas, los
caños, las cerraduras... Descubre en este tiempo que hay objetos
huecos que pueden contener otros adentro más pequeños y se
interesa mucho en ello. En esta etapa los papás pueden ofrecerle
bolsas o recipientes que contengan dentro otros juguetes para que su
hijo juegue a "meter y sacar", juego que inaugura el futuro "dar y
recibir". Su inquietud por saber qué hay dentro de su cuerpo y, en
consecuencia, dentro de los objetos, hacen que sea muy destructivo y
rompa sus juguetes por el sólo hecho de "ver".
Las habilidades motoras que el niño ha adquirido hacen que disfrute
inmensamente de ellas y de todos los juegos que las favorezcan y
estimulen. Así, los juegos de las plazas le resultan sumamente
atractivos aunque para los padres también represente una fuente de
peligro porque advierten la enorme distancia que existe entre lo que
el niño desea y lo que realmente puede. La experiencia de "jugar en
la plaza" le ofrece algo más: el encuentro con otros niños. Su interés
recae también sobre sus pares aunque todavía no sepa jugar con
ellos pues se encuentra, aún, en la ardua tarea de reconocer el
cuerpo propio como diferente del de los otros, elaborando el inmenso
duelo que implica saberse, cada vez más, separado de su mamá. El
encuentro con otros niños le servirá para observarlos, ver qué hacen,
y tomar elementos para continuar la tarea de elaborar lo que ha
emprendido.
• De 18 a 24 meses
Entre los 18 meses y los 2 años el niño ha aprendido a subir y bajar
escaleras, caminar para atrás, manipular con destreza objetos
pequeños, hacer torres, abotonar y desabotonar... En esta etapa los
papás juegan con su hijo a lanzar, atrapar una pelota, ofrecerle
prendas con botones o lápiz y papel para dibujar. La curiosidad
infantil sobre el cuerpo se acentúa y se centra, ahora, en los
contenidos de su cuerpo: la orina y las heces. Los juegos con arena,
arcilla, tierra, son sus preferidos pues representan sus productos
corporales. Es en este momento cuando el niño comienza a
desarrollar el juego de trasvasar, es decir, de hacer pasar el
contenido de un recipiente a otro. Su juego tiene un enorme sentido:
el niño se prepara para poder ofrecer a voluntad lo que sale de su
cuerpo. Será el momento en que está disponiéndose para el control
de esfínteres.
El niño continúa en esta etapa con un interés creciente con relación a
poder jugar con otros nenes, pero el juego continúa siendo paralelo.
Juegan unos al lado de los otros pero sin poder compartir.

El final de esta etapa hereda un hito crucial en el desarrollo: la

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adquisición del lenguaje. Será entonces cuando el niño pueda no sólo
ejercitar sobre su cuerpo con el empeñoso afán de conocerlo y
construirlo, sino que también podrá representarlo mentalmente. Con
esta importantísima adquisición culminará el "puro juego de ejercicio"
(que no desaparece sino que será retomado en las etapas siguientes)
para dar comienzo al "juego simbólico" o "juego de ficción". El niño
podrá jugar entonces, no sólo "con" los juguetes, sino "recreando" los
juguetes. A partir de este momento el niño jugará, no porque tiene
juguetes, sino "porque los inventa". Por ejemplo, al agarrar una taza
vacía hará "como si tomase agua" y luego la entregará al adulto para
que haga lo mismo. Desde ya, lo está invitando a jugar.
Las experiencias de juego deben presentarse entonces acordes a sus
necesidades y etapa de desarrollo
Estimular tiene que ver más con una forma de criarlo que con una
tarea del día. Se trata de brindarle recursos para que el niño cuente
con herramientas propias para adaptarse al mundo.
Para ello es fundamental liberarnos de todas nuestras ansiedades,
temores, compulsiones y tomar conciencia que nuestro hijo es un ser
diferente a nosotros, con deseos diferentes, con tiempos propios que
deben ser respetados. Respetarlos es respetarlo a él como persona.

Vínculos y Funciones de los padres


Del vínculo original madre-hijo, sostiene Klaus-Kennell, derivan todos
los otros vínculos que el ser humano establecerá en el futuro. Esta
primera relación, denominada ‘apego’, va a perdurar toda la vida. De
las relaciones que el individuo establezca con un pequeño número de
seres humanos: madre, padre, hermanos, esposos e hijos, va a
depender la riqueza de su vida futura; siendo la de mayor
trascendencia la de la madre y el padre con ese hijo que acaba de
nacer. Este vínculo, que es el más fuerte, sólido y duradero, se inicia
en la gestación, asegurándole al niño la supervivencia luego de
nacido. Es un vínculo de ida y vuelta, pues se logra a través de
conductas que van de la madre al hijo y de éste hacia la madre, en
una sincronización tal que Condon W.S. y Sander L.W. lo denominan
‘danza sincronizada’.
Importancia de algunos antecedentes
Este comportamiento tanto del padre como de la madre frente al hijo
(sobre todo de la madre), es la resultante de una serie de factores
previos al nacimiento. Nada se improvisa, y si consideramos el
‘apego’ fundamental para el desarrollo del bebé en todos sus
aspectos: emocional, intelectual y físico, hay una serie de elementos
que lo condicionan, y que son previos al embarazo, durante el
embarazo, en el parto y después del parto.
a) Antes del embarazo
Es importante tener en cuenta la relación de esta madre con su
propia madre, ya que muchas veces ese modelo se repite o se trata

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de antagonizar; la relación de pareja; si el embarazo fue o no
planificado, si hubo embarazos anteriores y cómo fueron vividos.
Existen otros factores de orden genético, cultural o socio-económico
que no vamos a considerar aquí.
b) Durante el embarazo
Caplan G. considera el embarazo como una crisis del desarrollo en el
cual se producen cambios físicos y emocionales. Influyen en el mismo
una serie de factores, siendo el principal la aceptación o no del
embarazo, cuánto se siente apoyada por su pareja, por sus padres
(sobre todo por su madre), cómo ha vivido embarazos anteriores, si
ha sufrido diferentes tipos de pérdida (por ejemplo la ausencia o
muerte de seres queridos). Todos estos elementos van a influir en
forma positiva o negativa en este vínculo, haciendo que ese ‘apego’
durante el embarazo incida después del parto.
Cuando todos estos factores influyen positivamente podemos inferir
una buena relación madre-hijo; de lo contrario la madre deberá ser
ayudada por su pareja, por su propia madre, por un profesional o a
través de su propia fortaleza psicológica.
c) El parto
Es un instante crucial para la futura relación y es fundamental que el
embarazo haya sido aceptado, no sólo por la madre, sino también por
el padre, lo cual muchas veces condiciona la presencia de éste en el
parto, no sólo como apoyo a la madre, sino también para la relación
padre-hijo. Esta situación triangular: madre, padre e hijo no sólo
incrementa el apego de la madre y su hijo, sino también la unión de
la pareja (Parker R.).
Desde el punto de vista médico es importante considerar si el parto
fue normal o patológico.
d) Después del parto
Es fundamental la primera hora posterior al parto y que llaman
‘período sensible’, porque el recién nacido está alerta, despierto y con
los ojos abiertos, favoreciendo el apego de la madre a su hijo. Es de
suma importancia el contacto íntimo de piel a piel, de miradas, la voz
de la madre, pues son estos estímulos los que se transforman en una
envoltura de afecto para el bebé. Esta relación no sólo va de la madre
hacia el hijo a través de caricias, besos, mirada, y amamantamiento,
sino también de éste hacia su madre (la succión estimula a la madre,
fisiológica y emocionalmente, al igual que la mirada del bebé). En
este período sensible todos los canales de comunicación están
permeables (piel, olfato, mirada). Es muy importante este período
breve de tiempo que sucede al parto, ya que si es positivo, favorece
la relación madre-hijo y además permite un adecuado desarrollo del
bebé.
e) Primer mes de vida
Luego del nacimiento y sobre todo durante el primer mes de vida la
relación estará pautada por los siguientes elementos: boca, mano y

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ojo, áreas fundamentales de la comunicación. Boca, mano y ojo
constituyen una unidad inseparable, y es por eso que el seno materno
debe estar lo suficientemente descubierto para que el bebé no sólo
pueda estar en contacto boca-pezón, sino que también pueda tocar el
seno con su mano y mirar la cara de su madre, logrando así un
encuentro piel a piel, ojo a ojo, boca-pezón. El amamantamiento debe
ser acompañado por la voz de la madre a través de palabras suaves.
Durante esta instancia la madre no debería distraerse en otras
actividades como atender a otros hijos, mirar T.V. etc., sólo debería
estar para este hijo física y emocionalmente.
En el período inmediato al nacimiento, el recién nacido no tiene bien
integradas las diferentes partes de su cuerpo y tampoco puede
diferenciar bien los estímulos que parten de su propio cuerpo y los
que vienen del exterior. La importancia de la función materna no es
sólo proporcionarle el alimento sino también el ‘sostén materno’, que
lo ayudará en su integración. El ‘sostén materno’ está dado por los
cuidados físicos, fisiológicos (alimentación, sueño) y afectivos que van
a condicionar a los primeros. A través del contacto físico el bebé
podrá diferenciar lo de adentro, de su propio cuerpo y lo de afuera;
por lo tanto la piel cumplirá la función de límite y de contención.
Concluyendo…
El niño pequeño y los cuidados maternos forman una unidad tal que
Winnicott la define diciendo: “no existe nada que pueda llamarse
niño, pues cuando nos encontramos con un niño, nos encontramos
con el cuidado materno sin el cual no habría tal niño”. Los cuidados
maternos son por lo tanto inseparables del desarrollo de la criatura
humana y están dados por el sostén materno, la convivencia madre-
hijo y la convivencia de los tres: madre, padre e hijo.
En un comienzo el bebé está fusionado con su madre y será la actitud
adecuada de la madre respecto al tiempo de espera para darle el
biberón o el pecho, lo que regulará la espera entre un alimento y otro.
La madre sabe que en un principio la alimentación está condicionada
a la demanda, pero luego irá calibrando la espera y esto dependerá
de su relación con el pequeño, es decir cuando pueda interpretar los
signos que éste emita, si son de hambre, de frío o de dolor.
El bebé hasta más allá del año, sólo obedece al principio del placer, y
quiere y llora por aquello que quiere y le produce placer. A medida
que la madre, en forma progresiva y adecuada, va introduciendo la
espera, el bebé empezará a percibir que el alimento no está dentro
de él, sino que viene de afuera y debe esperar; y así, del principio del
placer pasa al principio de realidad, diferenciándose de su madre,
para lograr ser, progresivamente, un ser independiente.
Cuando estas condicionantes para el logro de una adecuada relación
madre-hijo no se cumplen, otras suplirán las que faltan; por ejemplo
un embarazo no deseado o rechazado, puede ser suplido por un bebé
de gran vitalidad que estimule el apego de la madre; o puede ser

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sostenida por su propia madre, haciéndose cargo del embarazo de su
hija.
Hemos querido resaltar la importancia de las primeras relaciones
madre-hijo, marcando dos hechos significativos: primero, su
importancia para el futuro desarrollo de la criatura; y segundo, que la
base de la misma es el afecto de la madre por su hijo, el cual es
vehiculizado en los primeros meses de vida por los canales
sensoriales: el contacto físico, la alimentación, la voz y la mirada,
para luego integrarse en una unidad psico-física.

Objeto Transicional (Winnicott)


Son los objetos que permiten la transición entre la madre y el mundo
exterior. El bebé lo necesita para tramitar la ausencia de su madre.
Resulta la base de la vida cultural del hombre, representando una
parte de él, y la otra parte del mundo que lo circunda. Son los
recuerdos de la primera relación con la mamá, aunque no todos los
niños utilizan estos objetos. Permiten la independencia del niño,
promoviendo en ellos el acceso al mundo con la certeza de que
podrán volver a su madre cada vez que lo necesiten.

La Mirada
Es una función psíquica fundamental en el primer año de vida, ya que
su ausencia resulta un signo patognomónico de patologías graves.
(Presentación de la importancia del estadio del espejo): este es un
momento de júbilo caracterizado por el encuentro del bebé con su
imagen en el espejo a partir del sexto mes. El mismo con la mirada le
pide al adulto que lo sostiene la confirmación de que esa imagen
reflejada es el mismo. Esta mirada en el espejo permite integrar el
propio cuerpo. El niño psicótico tiene la idea de cuerpo fragmentado
porque se produce una falla en esta etapa.
Este estadio sólo se constituye si previamente a esto, estuvo la
mirada de la madre, la cual será el primer espejo en el cual el bebé se
va a reflejar.

El maltrato no es disciplina
Nunca sacuda o agarre a su bebé con fuerza.
• La sacudida puede causarle a su bebé daño cerebral permanente o
incluso la muerte.
• Algunos tipos de juegos, tales como tirar al bebé al aire, también
pueden ser peligrosos.
No le quite cosas que son necesidades básicas.
• Nunca quite el alimento o el agua como castigo. Los niños necesitan
una dieta saludable para crecer.
• Nunca niegue refugio, vestimenta, atención médica o educación.
Los golpes enseñan violencia.

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• Golpear no enseña a los niños cómo comportarse. Los golpes
enseñan violencia.
• Use las palabras para mostrar elogio o desilusión, sin levantar la
voz.
Gritar no ayuda.
• La mayoría de los padres gritan a veces, y TODOS los padres tienen
ganas de hacerlo.
• Gritar dificulta que su hijo lo entienda. Hable con un tono de voz
normal cuando aplique disciplina o hable suavemente.
• Use palabras que ayuden, no palabras que hieran o insulten a un
niño.

1era Infancia (1 a 5 años)


Límites, berrinches y caprichos (Disciplina saludable)
Utilice períodos de tiempo de silencio para los niños de 2 a 6
años.
• Imponer el tiempo de silencio, es decir períodos de privación de
actividades, es una manera de disciplinar a su hijo por el mal
comportamiento sin levantar la mano o la voz.
• Dichos períodos privan al niño de lo que más disfruta. Eso no les
gusta.
• Utilice hasta un minuto de SILENCIO por año de edad. (El máximo
período de tiempo de silencio para un niño de 3 años sería de 3
minutos en silencio.)
• Utilice un lugar conveniente que sea seguro para su hijo. No debe
haber televisión, juguetes ni diversión.
• Para obtener más información acerca de los períodos de tiempo de
silencio, visite parenting.org (no disponible en español).

De hijo único, a Hermano Mayor


Con la llegada de un nuevo hijo a la familia, la
mayor dificultad para el niño, es aceptar que
ocupará el lugar de hermano mayor y que
dejará de ser y estar en el centro de la
escena familiar.
A partir de ahora cambia su posición dentro
de casa. Algo es diferente. Seguramente con sus beneficios y porque
no, renuncias por tal cambio.
Inicialmente, lo más difícil y doloroso es que tendrá que aprender a
compartir a mamá y a papá.
Sin embargo, aquello que puede convertirse en una desventaja o

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carga, puede a la vez proporcionarle un privilegio o ventaja, que es
justamente la nueva posición que adquiere dentro del núcleo familiar
que lo diferencia de su hermano.
Todo dependerá de la actitud que empleen los padres al respecto. No
es lo mismo para un niño percibir que sus padres le transmiten algo
similar a: “Uy pobrecito, lo que debe estar sufriendo…” a escuchar
frases como: “qué bueno verlo cada día más grande y aprendiendo
cosas nuevas!”
Será tarea cotidiana, mostrarle al hijo mayor que ese nuevo hermano
viene a sumarse y a ocupar un espacio propio y no va a quitarle el
espacio que le pertenece a él; que cada hijo tiene un lugar y ese lugar
no es intercambiable.
Una responsabilidad de los papás es darle herramientas para que “el
mayor”, a su corta edad, pueda hacerse a la idea que “ser más
grande” es también un valor dentro de la familia. De este modo el
nacimiento de un hermano, gran acontecimiento familiar, no será
vivido como una pérdida sino como una ganancia.
Ayudarlo a darse cuenta que él va a ser el más grande y que podrá
hacer un montón de cosas que el hermanito aún no.
Siempre es bueno tratar de incluir al hermano mayor en tareas que
puedan acercarlo al bebé y dedicar tiempos exclusivos para cada uno.
No es sencillo, lleva tiempo y no se le puede exigir al niño que
instantáneamente “quiera a su hermanito nuevo”.
Lo esperable es que sea un proceso de adaptación, lento,
ambivalente, con idas y vueltas de gran amor y “odio” natural,
indefenso y esperable. Se dará de alguna manera, como en todo los
vínculos humanos significativos donde está en juego el amor y la
necesidad de no perderlo. Y se expresara de mil formas.
Por ende, no es ni malo ni bueno ser el mayor, tan solo aceptar que
es un nuevo lugar que merece ser vivido a pleno con todos sus
matices.

Enséñele a su hijo a escuchar


1. Obtenga la atención de su hijo.
• Acérquese. Mírelo directamente a los ojos.
• Es más probable que los niños lo escuchen cuando usted esté cerca.
2. Dígale a su hijo qué HACER
(En lugar de qué NO hacer).
• Cambie “no” por “sí”.
• Diga: “Camina en lugar de correr”. En vez de: “No corras”.
3. Sea claro y específico.
• Diga: “Pon tus juguetes en el cesto”. En vez de: “Sé bueno y
limpia”.
• Diga: “Ponte la chaqueta y trae tu mochila”. En vez de:
“Prepárate para irnos”.
4. Use menos palabras.

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• Los niños no prestan atención cuando los adultos hablan mucho.
• ¡Hágalo fácil!
• “Lávate las manos antes de cenar.”
• “Primero la tarea, después la televisión.”
5. No se arrincone.
• Pruebe “cuando” en lugar de “sí”.
• Diga: “Cuando termines de almorzar, podrás salir a jugar”.
• En vez de: “Si no terminas de almorzar, no podrás salir a jugar”.
6. Use un tono de voz normal.
• Cuanto más levante la voz, menos efecto tendrán sus palabras.
• Cuando los adultos gritan, los niños saben que perdieron el control.
Dejan de escuchar.

¿Qué hacer cuando los hermanos se pelean?


Se pelean porque se usan la ropa, se enojan porque uno tiene
permiso para ir al cine con los amigos y el otro no, se enfrentan por el
tiempo frente a la computadora, por el programa de televisión que
quieren ver y por miles de motivos más. Y por más que tengan una
computadora y un televisor exclusivo para cada uno, siguen
encontrando razones para pelearse, y es lo normal, porque son
hermanos.
Aunque hay hermanos que se pelean poco y nada –son excepciones-,
lo más común es que recién durante la adolescencia y hacia el final
de la misma la relación entre los hermanos se afiance y logren ser
compañeros y compinches.
Mientras tanto, los padres siguen siendo testigos de esos
enfrentamientos y, como siempre, deben tratar de mantenerse al
margen. Cuando los hijos superan los diez años, su capacidad de
diálogo y de comprensión es excelente, de modo que es al diálogo a
lo que los padres deben apuntar cuando se trata de ayudarlos a
vincularse con sus hermanos.
El mejor momento para hablar no es durante el enfrentamiento,
porque si hay gritos y enojos que dejan a los hermanos “sin
capacidad de razonar”, es obvio que los resultados no van a ser
positivos. Una vez pasada la crisis, los padres pueden intervenir –sólo
si es imprescindible- con sus hijos juntos o por separado y la idea es
que puedan hacer de “mediadores” apuntando a que el conflicto se
resuelva de modo tal que las dos partes –o tres o más- consigan lo
que quieren.
Un ejemplo muy conocido que suele utilizarse en mediación es el de
los hermanos que peleaban por una naranja. Cuando el padre indagó
en el nudo del conflicto, descubrió que uno quería el jugo y otro la
cáscara para rallarla y hacer una torta. De modo que los dos pudieron
tener lo que querían, sin perjuicio para el otro.
Es a esta idea a la que hay que apuntar con los hijos, para ayudarlos
a ver realmente cuáles son sus necesidades. Por ejemplo, si uno está

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escuchando música en el equipo del living y el otro se queja porque
no puede hacer su tarea, habrá que pensar cuál de los dos puede
seguir con lo suyo en otro ambiente de la casa.
Y, obviamente, el objetivo final es que aprendan esta estrategia para
aplicarlas por sí mismos, de modo que logren independizarse de sus
padres también en relación a los conflictos con sus hermanos.

Juego

• De 3 a 5 años
Desde los 3 hasta los 5 años el niño multiplica y potencia sus
posibilidades motoras, cognitivas, lingüísticas, sociales y juega con
todas ellas. El control progresivo del equilibrio y el dominio de los
movimientos de su cuerpo, hacen que el niño disfrute corriendo,
saltando, trepando, arrastrándose, girando, bailando... Se divierte
enormemente con canciones, rimas, poesías, trabalenguas,
adivinanzas... Le gustan los juegos que le permiten reconocer, y
aparear colores, formas, tamaños. Las letras y los números
comienzan a interesarlo pues el niño los descubre en su mundo
familiar y social empezando a construir muchas hipótesis en relación
a estos dos objetos de conocimiento.
Podríamos considerar a esta etapa como la del apogeo del "juego
simbólico". Es el tiempo en el que los niños comenzarán a armar
juegos de roles que les permitan comprender mejor y elaborar lo que
les sucede emocional y cognitivamente a partir de sus experiencias
en el encuentro con los otros y con el mundo. Este juego irá cobrando
en el tiempo distintos matices. En un principio los niños comenzarán
compartiendo un mismo escenario de juego en el que cada uno
jugará a ser "algún otro": un animal, el personaje de un cuento, un
miembro de la familia, un dibujito de la tele... No sólo representarán
los personajes corporalmente sino que también los harán hablar; pero
quien ocupe el lugar de espectador podrá dar cuenta de que el libreto
está muy descoordinado aún y que los niños plantean verdaderos
"monólogos colectivos".
En esta etapa, el niño avanza en el conocimiento de su cuerpo
centrando su curiosidad en las diferencias sexuales y el juego lo pone
de manifiesto. Jugar a la mamá, al papá, a los hijos, a los novios, a los
casados, es una constante. Los varones demuestran, a su vez, interés
por todos los juegos en los que puedan probar su "potencia", a través
del juego con autos, aviones o trenes... Es muy importante que en
este momento los padres favorezcan el encuentro de su hijo con otros
niños en la participación de juegos grupales.
El progreso del juego simbólico en esta etapa se da a partir de la
paulatina descentración del niño. Hacia los 5 años comenzará a tener
en cuenta el rol que asumen sus pares para asumir el suyo: el niño
comienza a representar su papel pero teniendo en cuenta el de los

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demás. De ser así, el juego del niño desemboca en un gran logro:
organizar un juego compartido en relación a una regla común. Será
entonces, posible el diálogo y lo que es aún más importante:
comenzar a jugar en un mundo de diferencias.

Colecho

Se refiere al acto de que los hijos duerman con los padres, ya sea en
la misma cama o habitación. Con respecto a esto, existen dos
posturas, una a favor que sostiene que el acto de dormir juntos le
brinda a l niño, seguridad, facilita el amamantarlo, previene
accidentes y funciona como regulador del sueño del bebe. En cambio,
la otra postura sostiene que este acto, de extenderse en el tiempo,
crea dependencia, niños inseguros, dificultades en las relaciones
sociales, aparecen dificultades en la intimidad de los padres, etc.
Lo cierto es que debería ser un punto medio entre ambas posturas, ya
que en los primeros meses de vida el vínculo estrecho resulta
necesario y hasta vital para el buen desarrollo emocional del bebe. A
medida que el tiempo pasa, es bueno que los padres comiencen a
marcar el límite de este espacio, brindando la posibilidad para que el
niño comience a sentirse un ser individual. Obviamente, este proceso
debe darse en forma paulatina, permitiendo al niño tomarse sus
tiempos para sentir que puede alejarse y acercarse, sabiendo que
cuenta con el apoyo de sus padres para hacerlo.

2da Infancia (6 a 11 años)

Juego

• 7 años en adelante
De los 7 años en adelante el juego infantil que había incorporado las
"reglas" hacia el final de la etapa anterior, hace que el niño comience
a interesarse por un juego que se llama "juego de reglas" o "juego
social". Tampoco ahora el niño abandona "para siempre" los juegos
de ejercicio o los juegos de roles. De hecho, es muy común observar
que los niños juegan, por ejemplo, a saltar sólo porque les gusta o
bien a representar escenas dramáticas. Pero el juego de reglas cobra
ímpetu debido a la construcción que el niño hace en esta etapa
respecto de lo "prohibido y lo permitido". Aparece una amplia gama
de juegos tales como las carreras, el poli-ladron, los juegos de mesa...
El éxito de estos juegos depende de cómo todos se han ceñido a las
reglas. Aparece también el interés por los deportes, ya que éstos dan
a los niños dos posibilidades: organizar un juego en relación a un
conjunto de normas socialmente consensuadas y al mismo tiempo,

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poner a prueba la fuerza y la habilidad corporal que tienen en este
período y que vuelve a ocupar un lugar de interés para los niños. Los
padres pueden estimular a sus hijos para su participación en alguna
actividad deportiva siempre y cuando el niño también lo desee. Sin
duda, la preocupación por la fuerza corporal en este período conlleva
un sentido sexual, pues hacia el final de esta etapa los niños
comenzarán a atravesar la pubertad.
conocerse y aprender las funciones de cada sexo..." Abandonan
paulatinamente el mundo de los juguetes pues serán sustituidos por
las experiencias amorosas.
El adolescente no sólo se despide de los juguetes, sino que también
se desprende para siempre de su cuerpo de niño. Su condición de
adulto es el resultado de sucesivas pérdidas y nuevas conquistas que
lo preparan para una nueva experiencia: "la de anhelar y recibir un
hijo"...

Proceso de socialización

Al nacer, el niño se encuentra totalmente indefenso; necesita del


adulto para sobrevivir. Tiene respuestas emocionales poco específicas
y diferenciadas. Durante las primeras semanas, su actividad va a ser
exclusivamente sensomotora, sin poder representarse mentalmente
el mundo físico y social que le rodea.

Sin embargo, posee grandes capacidades perceptivas y de


aprendizaje y está preorientado socialmente. Podríamos decir que
nacemos con una predisposición innata para la sociabilidad,
entendiendo esta como una actitud vital, positiva, abierta y dinámica
para vivir en sociedad.

Por una parte, el niño manifiesta preferencia por los estímulos que de
alguna manera pueden catalogarse de sociales (la cara, la voz
humana, la temperatura y tacto del cuerpo). Por otra parte el bebé
parece sentir una necesidad primaria de crear vínculos afectivos con
los miembros de su propia especie. El niño, desde su nacimiento, es
un activo buscador de estímulos sociales.

Estos vínculos van a ser la base afectiva y social para que a lo largo
de la infancia y de la adolescencia, el niño pueda ir adquiriendo todos
aquellos saberes y habilidades que le van a caracterizar como adulto.
A este proceso de adquisición se le denomina Proceso de
Socialización.

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Durante la infancia, los niños se irán identificando con los
adultos y conseguirán interiorizar y apropiarse del significado que
tiene las normas y reglas sociales. La interiorización se consigue
gracias al establecimiento de sólidos vínculos afectivos que actúan
como vías de paso a la comprensión de esas normas y reglas. La
generalización, cuando el niño se da cuenta de que las normas que
son válidas para el contexto familiar lo son también para otros
contextos.

En la adolescencia, los jóvenes empiezan a introducirse en


una serie de roles propios de la vida adulta y social del grupo al que
pertenecen. Así, los procesos de socialización se relacionan con la
división del trabajo, con la diversidad profesional y con los intereses
culturales y personales, entre otros.

CONTEXTOS DE SOCIALIZACIÓN

La Familia, es la unidad o sistema primario de socialización,


principalmente en los dos primeros años de vida. Se trata de un
contexto abierto en continuo cambio.

Otros adultos, otras instituciones que actualmente


constituyen otras instancias de socialización para el niño a edad
temprana: profesores, monitores, parientes, canguros... La
socialización se ejerce, en consecuencia, en dos direcciones: una
vertical, la que corresponde a las relaciones jerarquizadas y que
tienen una dimensión formal -con los adultos- y otra horizontal, con
interacciones más espontáneas y que tiene una dimensión informal –
las relaciones entre iguales -.

Los medios de Comunicación. Constituyen un agente


socializador que inculcan normas, ofrecen modelos, dan versiones y
visiones del mundo, y están cada vez más presentes en todos y cada
uno de los contextos educativos que influyen en el desarrollo social
del niño.

Obligaciones y Responsabilidades

Un período de grandes transformaciones

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El niño, a esta edad, empieza a representar un papel social que
le exige el respeto y seguimiento de reglas y normas que empiezan,
apenas, a ser interiorizadas pero que aún están lejos de ser
comprendidas. El niño desempeña este papel no sin que surjan
conflictos afectivos. La calidad de su integración en el sistema social
dependerá, en buena parte, de la correcta resolución de estos
conflictos afectivos (cambios en el número de miembros de la familia,
mayor número de exigencias de control de su conducta, otras
interacciones ...).

El niño adquirirá nuevas competencias y habilidades sociales y


comunicativas:

• Motoras. Por ejemplo la locomoción y la motricidad fina.


• Cognitivas. Desarrollará esquemas de conocimiento y
pensamiento simbólico.
• Lingüísticas. Adquirirá de forma progresiva el lenguaje como
instrumento de mediación social y comunicación.

Estas nuevas competencias van a permitirle un cierto grado de


autonomía, una mayor comprensión de la realidad, así como también
favorecerán el desarrollo de habilidades comunicativas y sociales que
antes no tenía.
A su vez, el niño tiene aún muchas limitaciones para integrarse
socialmente de una manera plena.
• Todavía no ha integrado en sus esquemas la moral adulta.
• Le cuesta comprender las conductas y los juicios de los adultos
hacia la suya.
• No sabe colocarse en la perspectiva del otro.
• Todavía no ha aprendido a interpretar las expectativas del los
adultos hacia su persona.

El entorno social también sufre importantes modificaciones como


consecuencia de la interpretación que los adultos hacen de los
cambios del niño:
• Ya no le ven como un bebé indefenso e irresponsable de sus actos.
• Es visto como un pequeño adulto que debe aprender a regular su
conducta y cumplir determinadas normas (el control de esfínteres,
la toma de alimentos con sus horarios, sus rituales).
• Las conductas exploratorias, celebradas al principio, empezarán a
ser progresivamente inhibidas y censuradas (se delimitará lo que
se puede tocar, coger, manipular en espacios prohibidos).
• Será sometido a un riguroso control sobre las conductas
socialmente inadecuadas (rabietas, peleas).

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Pubertad y Adolescencia (12 a 18 años)

Algunas características del desarrollo:


• Notable desarrollo de la capacidad de razonar. Antes se
razonaba sin datos concretos. Aumenta la capacidad de conocer
y tener datos, necesidad de dominar la realidad.
• Va desarrollando la capacidad de reflexión sobre sus actos y sus
sentimientos.
• Socialización: es la edad de los amigos y las pandillas; se
forman grupos homogéneos, no se mezclan chicos y chicas.
Aparece la figura del líder de la cuadrilla. Van menos con los
adultos. En el grupo se autoafirman y van satisfaciendo, en la
medida de sus posibilidades, el deseo de ser mayores.
Rol de la Familia
• La familia ha de actuar como contraste de lo que recibe y vive
en el grupo de iguales.
• Entender la distancia afectiva que marcan; ya no se consideran
niños; aunque esto no significa que no necesiten dicho afecto.
Desarrollar otras pautas afectivas.
• Fomentar la autoestima, valorando sus capacidades y virtudes.
• Posibilitar nuevos cauces de comunicación, desarrollando la
capacidad de la escucha activa y la empatía como elementos
fundamentales.

A nivel afectivo
Al revés de lo que sucedía durante la niñez, el adolescente canaliza
sus sentimientos y afectos hacia fuera de casa, hacia los compañeros
o adultos, o sea, hacia cuantas personas se interesen por él, sean
sensibles para con sus problemas y comprensivos con su conducta.
Estos sentimientos, además de proporcionarle seguridad personal y
confianza en sí mismo, desencadenan en él una serie de asociaciones
cada vez más placenteras y reconfortantes, lo que motiva que el
adolescente se encuentre cada vez más a gusto entre esas personas
y lo manifieste en sus actitudes y comportamiento.
La pubertad y la adolescencia inauguran una nueva e importantísima
fase en el desarrollo. Dice Arminda Aberastury: "Si en el comienzo de
su vida el niño pasó del juego con el cuerpo al juego con los objetos,
ahora irá abandonando estos objetos para orientarse nuevamente y
de un modo definitivo hacia su cuerpo y el de su pareja.
Desprenderse de los juguetes exige del niño una larga labor de duelo.
Vemos adolescentes que guardan algunos juguetes que no los utilizan
para jugar. A partir de los diez u once años la niña y el varón buscan

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agruparse. Los varones se rodean de varones y las niñas de niñas,
porque necesitan conocerse y aprender las funciones de cada sexo..."
Abandonan paulatinamente el mundo de los juguetes pues serán
sustituidos por las experiencias amorosas.
El adolescente no sólo se despide de los juguetes, sino que también
se desprende para siempre de su cuerpo de niño. Su condición de
adulto es el resultado de sucesivas pérdidas y nuevas conquistas que
lo preparan para una nueva experiencia: "la de anhelar y recibir un
hijo"...

Carta de un hijo a sus padres

No me des todo lo que te pida, a veces sólo pido para ver hasta
cuánto puedo tomar.

No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a


gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

No des siempre órdenes... Si en vez de órdenes, a veces, me pidieras


las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

Cumple las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio


dámelo, pero también si es castigo.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tú


me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces
lucir peor que los demás seré yo quien sufra.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer,


decídete y mantén esta decisión.

Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí, yo nunca


podré aprender.

No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,


aunque sea para sacarte de un apuro, me harás sentir mal y perder la
fe en lo que me dices.

Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga por qué lo hice,
a veces ni yo mismo lo sé.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que


yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

No me digas que haga una cosa que tú tu no haces, yo aprenderé y

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haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca haré lo
que tú digas y no hagas.

Enséñame a amar y conocer a Dios. No importa si en el colegio me


quieren enseñar porque de nada vale si yo veo que tú ni conoces ni
amas a Dios.

Cuando te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo


para boberías o eso no tiene importancia. Trata de comprenderme y
ayudarme.

Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas


necesario decírmelo.

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