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Magaly Muguercia
Hubo una vez un movimiento teatral que se cansó de hacer dos solitarias funciones al
mes. Los artistas querían que la ciudad fluyera hacia los teatros, con naturalidad. La
ciudad era La Habana y finalizaban los años cuarenta del siglo pasado.
Entonces, unos entusiastas fundaron una compañía diferente, para hacer “teatro
de arte” con elenco fijo y ofreciendo funciones diarias a un módico precio de taquilla.
Dicen que las dos primeras funciones del Grupo Escénico Libre, que así se llamó la
arrendado a un gremio obrero en un barrio popular. Hacia allá se fueron los habitués del
teatro habanero acompañados de algunos vecinos curiosos del barrio. Costaba cincuenta
centavos la función.
La sede provisoria de GEL no pudo ser más habanera: en sus tiempos, por Xifré
Se dice que su mayor éxito fue La más fuerte, de O’Neill, monólogo a cargo de la joven
debutante Elvira Cervera. Era muy raro en aquel tiempo ver a actrices negras haciendo
“teatro serio”. Otro debut ocurrió ese mismo año con Recuerdo de Berta, de Tennessee
Williams, ópera prima como director de Vicente Revuelta. Vicente tenía 20 años.
1
Agradezco este dato puntual, pero también otros muchos infiltrados en este texto,
al sitio web de Rosa Ileana Boudet: Lanzar la flecha bien lejos.
Pero la sala era alquilada... GEL resistió siete meses de función diaria antes de
Dice Eduardo Manet que algún día en Cuba habrá que levantarle un monumento
Sosa (actriz cubana famosa, y directora norteamericana). Hacia 1947 se marcha a Nueva
York y allí permanece dos años como estudiante del legendario Dramatic Workshop,
que dirigía Piscator. ¿Alcanzó a tener de maestra a Stella Adler? Con seguridad cruzó
un saludo con Arthur Miller o Tennessee Williams o con estrellas de la pantalla como
Marlon Brando, formadas allí. Lo cierto es que, de su primera incursión por aquel
regresó a la isla con un oficio muy maduro y una actriz española invitada, que se quedó
Fue entonces que ocurrió la historia de GEL, que ya contamos. Cerrado GEL, de
inmediato Andrés Castro funda la Compañía Dramática Cubana Las Máscaras. Era la
Don Juan Tenorio, de Zorrila. Enseguida viene el segundo estreno y Las Máscaras da a
conocer a la actriz española con una Yerma que se mantuvo 32 noches consecutivas en
1
Entrevista a Eduardo Manet, por William Navarrete, París, 28 de agosto de 2001,
en http://www.elateje.com/0201/entrevistas020101.htm
2
[...] En Las Máscaras me relacioné con la técnica de Stanislavski a través de
Andrés Castro, que había sido alumno de la Escuela Piscator en Nueva York, y
¿Cuándo conoció María Elena Molinet un teatro por dentro? Cuando estudiaba
en San Alejandro y vio a dos condiscípulos de la escuela pintar los telones y vestidos
veinteañeros.
En 1953 Las Máscaras inició una larga gira por toda la isla. Los acompañaba
Heberto Dumé, discípulo de Andrés Castro, diez años antes de estrenar su famosa
estreno mundial de Lila la mariposa, de Rolando Ferrer. Allí debuta como actor Enrique
Pineda Barnet. Tenía catorce años y Ferrer había escrito el papel de Marino para él. La
1
Citado por Fidel Pajares, en “Ramiro Guerra: sentirme en las raíces”, revista
Conjunto (La Habana), no. 126.
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encima de los actores...”.2 Protagonismo del mar en la escena cubana, quizá el primero,
realizado para el teatro por Rolando Ferrer, Andrés Castro y Raúl Martínez.
En 1955 Andrés Castro le encargo a la que fue después decana del vestuario
fatal, de George Kelly, donde María Elena Molinet se fascinó inventando para la escena
un complicado negligé.
En 1956 seguían sin sala y Las Máscaras hizo temporadas en salitas fraternas
Adolfo de Luis. Hasta que, al fin, el director logró construir su propio teatro.
habanero, frente al mar. Y era la sala mejor acondicionada de La Habana, certificó Rine
Así empezó una nueva historia. La flamante instalación ahora puso sus ojos en la
cartelera estadounidense. El vínculo de Andrés con Nueva York era conocido y su salita
comenzó a tener sesgo culto con alto oficio y lógica de producción empresarial.
2
Raúl Martínez, Yo publio, La Habana, Ediciones Arte Cubano, Editorial Letras
Cubanas y CNAP, 2007, p. 262. Citado por Rosa Ileana Boudet, en
http://lanzarlaflecha.blogspot.com/2008/10/yo-publio-ii.html
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Inaugurada aquella sala, Andrés Castro quiso rodearla de ambiente cultural.
Encantado con unos dibujos del desconocido y joven Eduardo Arrocha, decidió montar
portadas de Carteles, quien le dijo a Arrocha al ver sus obras: “No, usted no es pintor.
Usted es diseñador escénico. Usted no tiene que pintar, tiene que diseñar para el
teatro.”1
Cuando en 1958 Carlos Ruiz de la Tejera le pidió consejo a la gran María de los
Ángeles Santana: “¿Dónde estudio actuación?”, ella le aconsejó: “Puede ser con Vicente
Hacia 1957 o 1958 casi no había discusión entre los críticos: los directores
Luis y Andrés Castro. A punto de iniciarse la era de la Revolución Cubana, Andrés era
Se conoce menos una faceta de Andrés Castro que se llama Antonia Rey, la
actriz, que ha navegado con éxito en el cine estadounidense. Tengo una imagen remota
de ella; quizá alguna vez la vi actuar. Pero todos los que trataron a Andrés Castro en una
1
Johanna Puyol, “Entrevista con Eduardo Arrocha”, en La Jiribilla (La Habana), 20-26
de enero
de 2007, http://www.lajiribilla.co.cu/2007/n298_01/298_19.html
2
En “Unipersonal de Carlos Ruiz de la Tejera”, Granma Internacional, 19 de febrero
de 2003. http://www.granma.cu/espanol/feb03/mier19/7carlos.html
5
En “La Lupe cantaba boleros”, cuenta Guillermo Cabrera Infante:
René Jordán comió con ella [la Lupe] y con la actriz Antonia Rey y su marido
el teatrista Andrés Castro, sus mejores amigos, dos días antes de morir. [...]
Poco antes de irse de Cuba los Castro le habían dado a ella un homenaje.
La primera vez que vi teatro en mi vida fue en 1961, en Las Máscaras. Andrés
ya no estaba, pero su sala seguía siendo un lugar imprescindible del teatro habanero. Y
por muchos años su salita impecable siguió adornando el rascacielos moderno frente al
sido temprano en los 60. Desde entonces se radicó en Nueva York y es uno de los
nombres obligados del teatro “latino” en los Estados Unidos. Amigos, discípulos, pero
también gente de teatro como yo, que nunca lo conocimos en persona, somos sus